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CAPITULO II

MARCO TEORICO

2.1 Generalidades

Para iniciar la siguiente investigación es importante exponer que la violencia que se ejerce
contra la mujer, no se da en un solo estrato social, sino que se presenta entre personas de
todos los niveles, no importando clase social, religión y educación.

Las mujeres maltratadas de menos recursos económicos son más visibles debido a que
buscan ayuda y suelen tener menores inhibiciones para hablar del abuso del que están
siendo víctimas, el cual muchas veces consideran "normal", ya que por otro lado las
mujeres con mayores recursos buscan apoyo en el ámbito privado.

Lo que nos lleva a pensar que cuanto mayor es el nivel social y educativo de la víctima, sus
dificultades para develar el problema son mayores.

La violencia contra la mujer ha sido justificada social e históricamente por lo que los
golpes, insultos, chantajes, presiones emocionales, relaciones sexuales sin mutuo acuerdo e
indiferencia son para muchos hogares hechos cotidianos pero además privados e íntimos.

Lo óptimo para la presente investigación como consecuencia de la misma sería desarrollar


modelos de intervención que permitan vigilar y supervisar los puntos de encuentro y de esta
forma aplicar la ley en beneficios de las mujeres maltratadas.

Por lo que de inicio es de suma importancia que se parta de los conceptos que nos guiarán
en dicha investigación y de esta forma comprender lo amplio de nuestro tema, así como su
importancia.

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2.1.1 La familia

La familia, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento


natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la misma y del
Estado. Los lazos principales que definen una familia son de dos tipos: vínculos de
afinidad derivados del establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el
matrimonio —que, en algunas sociedades, sólo permite la unión entre dos personas,
mientras que en otras es posible la poligamia—, y vínculos de consanguinidad, como la
filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que
descienden de un mismo padre.

Los estudios históricos muestran que la estructura familiar ha sufrido pocos cambios a
causa de la emigración a las ciudades y de la industrialización. El núcleo familiar era la
unidad más común en la época preindustrial y aún sigue siendo la unidad básica de
organización social en la mayor parte de las sociedades industrializadas modernas. Sin
embargo, la familia moderna ha variado con respecto a su forma más tradicional, en cuanto
a funciones, composición, ciclo de vida y rol de los padres. El Instituto de Política Familiar
(IPF) expresa en su informe Evolución de la familia en Europa (2006)

Las crisis y dificultades sociales, económicas y demográficas de las últimas décadas han
hecho redescubrir que la familia representa un valiosísimo potencial para el
amortiguamiento de los efectos dramáticos de problemas como el paro, las enfermedades,
la vivienda, las drogodependencias o la marginalidad. La familia es considerada hoy como
el primer núcleo de solidaridad dentro de la sociedad, siendo mucho más que una unidad
jurídica, social y económica. La familia es, ante todo, una comunidad de amor y de
solidaridad.

Algunos de estos cambios están relacionados con la modificación actual del rol de la mujer.
En las sociedades más desarrolladas la mujer ya puede ingresar (o reingresar después de
haber tenido hijos) en el mercado laboral en cualquier etapa de la vida familiar, por lo que

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se enfrenta a unas expectativas mayores de satisfacción personal respecto de hacerlo sólo a
través del matrimonio y de la familia.

2.1.2 La Violencia Intrafamiliar

En cuanto a la Violencia Intrafamiliar, la podemos definir como aquella violencia que tiene
lugar dentro de la familia, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo
domicilio, y que comprende, entre otros, violación, maltrato físico, psicológico y abuso
sexual (Salinas, 1999) .

Entendemos que la violencia doméstica es un modelo de conductas aprendidas, coercitivas


que involucran abuso físico o la amenaza de abuso físico. También puede incluir abuso
psicológico repetido, ataque sexual, aislamiento social progresivo, castigo, intimidación y/o
coerción económica.

Hay autores que señalan que la violencia Intrafamiliar se da básicamente por tres factores;
uno de ellos es la falta de control de impulsos, la carencia afectiva y la incapacidad para
resolver problemas adecuadamente; y además en algunas personas podrían aparecer
variables de abuso de alcohol y drogas.

La víctima de violencia intrafamiliar es cualquier persona considerada cónyuge del agresor


o que haya convivido de alguna manera con él. Así, podría ser hacia un conviviente actual o
ex pareja, entre padres de un hijo común, o hacia un pariente consanguíneo hasta el tercer
grado. Además, es importante destacar que dentro de la violencia intrafamiliar están
considerados el maltrato infantil, la violencia hacia el adulto mayor, hacia minusválidos y
entre cónyuges. En este último tipo de maltrato el más común es de parte de los hombres
hacia las mujeres; sin embargo, existen también algunos casos de violencia de mujeres
hacia hombres.

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Los tipos de actos considerados como parte de la violencia intrafamiliar son golpes o
incidentes graves, insultos, manejo económico, amenazas, chantajes, control de actividades,
abuso sexual, aislamiento, prohibición de trabajar fuera de casa, abandono afectivo,
humillación y no respeto de opiniones. Todos estos tipos de maltratos se pueden clasificar
en físicos, si se atenta contra el cuerpo de la otra persona; sicológicos, si existe el intento de
causar miedo, la intimidación o cualquier tipo de insulto, descalificación o intento de
control; sexuales, si hay un acto sexual impuesto o en contra de la voluntad de la víctima; y
económicos, si no se cubren las necesidades básicas de la persona.

Se considera que si en una pareja o familia, con menos de cinco años de convivencia, han
habido al menos 3 ocasiones de agresión, esa pareja o familia puede estar viviendo
violencia intrafamiliar. Como una manera de reconocer si una persona es violenta, se debe
identificar si la persona no es capaz de controlarse en una situación de diferencias de
opinión. Si la persona reacciona con gritos o golpes para defender su postura, entonces se
puede hablar de un agresor.

Los factores que se consideran como causas de que una persona sea violenta, se asocian
principalmente al aspecto psicológico y al social.

El agresor, generalmente no tiene capacidad de autocontrol y actúa impulsivamente.

Lo anterior puede deberse a experiencias infantiles de violencia que dejaron secuelas en el


individuo; también existe la posibilidad de que sea causa de la presión social y el estrés.

Los asuntos económicos también pueden ser una causa importante de tensión que genera
violencia. Una teoría afirma que cuando algunos hombres no son capaces de generar
suficientes ingresos para mantener a su familia, surge en ellos una actitud violenta para
demostrar hombría de esa manera, no habiendo podido hacerlo de la otra. Otra teoría
también expone que mientras más equilibrado sea el poder del hombre y de la mujer en la
familia, o el nivel de preparación de ambos, hay menos riesgos de violencia intrafamiliar.

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Otros factores incluyen el uso excesivo del alcohol, enfermedades mentales, autoritarismo y
otros.

Tanto el hombre como la mujer son responsables de violencia intrafamiliar. Mientras el


hombre es más propenso a maltratar físicamente, la mujer lo hace sicológicamente. De
todas maneras, el porcentaje es mucho mayor de parte de los hombres.

Lo importante de todo es saber actuar, dado que en todos los países existen leyes que
protegen al maltratado y castigan al agresor y es importante que las personas pidan ayuda
antes de que la violencia pueda llevar a la muerte.

La violencia tiene un efecto profundo sobre la mujer, empieza antes del nacimiento, en
algunos países, con abortos selectivos según el sexo o al nacer, cuando los padres
desesperados por tener un hijo varón pueden matar a sus bebés del sexo femenino y sigue
afectando a la mujer a lo largo de su vida.

Las mujeres tienen mayor probabilidad que sus hermanos de ser violadas o agredidas
sexualmente por miembros de su familia, por personas en posiciones de poder o confianza,
o por personas ajenas, en algunos países, cuando una mujer soltera o adolescente es
violada, puede ser obligada a contraer matrimonio con su agresor, o ser encarcelada por
haber cometido un acto "delictivo".

La mujer que queda embarazada antes del matrimonio puede ser golpeada, condenada al
ostracismo o asesinada por sus familiares, aunque el embarazo sea producto de una
violación.

Después del matrimonio, el riesgo mayor de violencia para la mujer sigue habitando en su
propio hogar, donde su esposo y, a veces la familia política, puede agredirla, violarla o
matarla. Cuando la mujer queda embarazada, envejece o padece discapacidad mental o
física, es más vulnerable al ataque.

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La mujer que está lejos del hogar, encarcelada o aislada de cualquier forma es también
objeto de agresión violenta. Durante un conflicto armado, las agresiones contra la mujer
aumentan, tanto de parte de las fuerzas hostiles como de las "aliadas".

La violencia se origina en la falta de consideración hacia la sociedad en que vivimos, si


creamos mayor conciencia en nosotros mismos, si analizamos que la violencia no es la
mejor forma de alcanzar las metas, de seguro nuestra sociedad crecerá y se desarrollaría.

Primero hay una raíz cultural histórica, durante mucho tiempo nuestra sociedad ha sido
muy machista, el hombre ha creído que tiene el derecho primario a controlar, a disciplinar
con severidad, incluso a abusar de la vida de la mujer y de los hijos. Eso ha sucedido bajo
la apariencia del rol económico del hombre, proveedor de la alimentación.

Otra causa de este problema son los medios de comunicación, en la televisión la violencia
es glorificada, los estereotipos que nos presentan son de violencia sexual.

2.1.2.1 Fases de la Violencia Intrafamiliar

La dinámica de la violencia Intrafamiliar existe como un ciclo, que pasa por tres fases:

Fase I. Acumulación de tensión.

• A medida que la relación continúa, se incrementa la demanda así como el stress.


• Hay un incremento del comportamiento agresivo, más habitualmente hacia objetos
que hacia la pareja. Por ejemplo, dar portazos, arrojar objetos, romper cosas.
• El comportamiento violento es reforzado por el alivio de la tensión luego de la
violencia.
• La violencia se mueve desde las cosas hacia la pareja y puede haber un aumento del
abuso verbal y del abuso físico.
• La pareja intenta modificar su comportamiento a fin de evitar la violencia. Por
ejemplo: mantener la casa cada vez más limpia, a los chicos más silenciosos, etc.

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• El abuso físico y verbal continúa.
• La mujer comienza a sentirse responsable por el abuso.
• El violento se pone obsesivamente celoso y trata de controlar todo lo que puede: el
tiempo y comportamiento de la mujer (cómo se viste, adónde va, con quién está,
etc.)
• El violento trata de aislar a la víctima de su familia y amistades. Puede decirle, por
ejemplo, que si se aman no necesitan a nadie más, o que los de afuera son de palo, o
que le llenan la cabeza, o que están locos etc.

Esta fase difiere según los casos. La duración puede ser de semanas, días, meses o años.
Se va acortando con el transcurrir del tiempo.

Fase II. Episodio agudo de violencia.

• Aparece la necesidad de descargar las tensiones acumuladas


• El abusador hace una elección acerca de su violencia. Decide tiempo y lugar para el
episodio, hace una elección consciente sobre qué parte del cuerpo golpear y cómo lo
va a hacer.
• Como resultado del episodio la tensión y el stress desaparecen en el abusador. Si
hay intervención policial él se muestra calmo y relajado, en tanto que la mujer
aparece confundida e histérica debido a la violencia padecida.

Fase III. Etapa de calma, arrepentimiento o luna de miel.

• Se caracteriza por un período de calma, no violento y de muestras de amor y cariño.


• En esta fase, puede suceder que el golpeador tome a su cargo una parte de la
responsabilidad por el episodio agudo, dándole a la pareja la esperanza de algún
cambio en la situación a futuro. Actúan como si nada hubiera sucedido, prometen
buscar ayuda, prometen no volver a hacerlo, etc.
• Si no hay intervención y la relación continúa, hay una gran posibilidad de que la
violencia haga una escalada y su severidad aumente.

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• A menos que el golpeador reciba ayuda para aprender métodos apropiados para
manejar su stress, esta etapa sólo durará un tiempo y se volverá a comenzar el ciclo,
que se retroalimenta a sí mismo.

Luego de un tiempo se vuelva a la primera fase y todo comienza otra vez.

El hombre agresor no se cura por sí solo, debe tener un tratamiento. Si la esposa permanece
junto a él, el ciclo va a comenzar una y otra vez, cada vez con más violencia.

2.1.3 Lesiones

Título Decimosexto. Delitos Contra la Vida Y la Salud, Capítulo I, Art. 242 y 243

Artículo 242.- Lesión es todo daño en la salud, producido por una causa externa.

Articulo 243.- Al que infiera a otro una lesión que no ponga en peligro la vida, se le
impondrán:
I. De tres días a seis meses de prisión o de veinte a doscientos días multa, cuando la lesión
tarde en sanar menos de quince días; y
II. De tres días a cinco años de prisión y de diez a doscientos días multa, cuando la lesión
tarde en sanar más de quince días.
Cuando las lesiones a que se refiere el presente artículo dejen cicatrices notables o
permanentes en el lesionado o produzcan la pérdida definitiva o la disminución de
cualquier función orgánica o la incapacidad permanente, ya sea total o parcial, de algún
órgano, miembro o facultad, la sanción será de un mes a nueve años de prisión y de diez a
doscientos cincuenta días multa.
En el supuesto señalado en la fracción I de este artículo, el delito sólo se perseguirá a
petición de parte ofendida. En el supuesto señalado en el primer párrafo de la fracción II,
pese a que se trata de un delito perseguible de oficio, la acción penal se extinguirá cuando
exista manifestación expresa de desinterés jurídico por parte del ofendido.

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De acuerdo a lo establecido en el ámbito sanitario y medicinal, una lesión puede ser
descripta como cualquier alteramiento a las condiciones normales de mantenimiento de un
cuerpo u organismo. En este sentido, vale aclarar que la palabra lesión proviene del vocablo
latino laesio que significa nada más y nada menos que herida o lastimadura. Una lesión,
independientemente de su gravedad, de su causa o de sus particularidades, siempre es una
herida o lastimadura a nivel físico-somático pero también a nivel emotivo, psicológico o
moral de un sujeto dado.

Las lesiones que dejan las riñas en el hogar van desde una simple gastritis, hasta embolias,
derrames cerebrales por la presión arterial por el estado nervioso, lesiones en el corazón,
problemas renales y cáncer de mama, ya que los senos son uno de los puntos vulnerables
hacia los cuales los hombres suelen dirigir sus ataques.

Los daños provocados, física y anímicamente en las víctimas de violencia intrafamiliar, en


la mayoría de los casos son irreparables; muchos de ellos derivan en la muerte de las
mujeres agredidas por las lesiones crónicas, o hasta suicidios.

2.1.4 Violencia física, psicológica y verbal

En cuanto a la violencia física en particular podemos definirla como los actos de agresión
intencional en la que se utiliza cualquier parte del cuerpo, algún objeto, arma o sustancia,
con la finalidad de sujetar, inmovilizar o causar daño a la integridad física de otra persona,
generalmente más débil, encaminado a su sometimiento y control. Incluye los empujones,
bofetadas, puñetazos, puntapiés, etcétera. Este tipo de violencia muchas veces deja
cicatrices, enfermedades que duran toda la vida, lesiones leves y/o severas e incluso puede
causar la muerte.

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La violencia psicológica también es una forma de maltrato. A diferencia del maltrato físico,
este es sutil y más difícil de percibir o detectar.

Se manifiesta a través de palabras hirientes, descalificaciones, humillaciones, gritos e


insultos, es decir, si se desvaloriza, se ignora y se atemoriza a una persona a través de
actitudes o palabras, estamos hablando de maltrato o violencia psicológica.

Y existe este tipo de violencia en forma “pasiva” cuando el individuo, desde pequeño, no
recibe amor y protección necesarios para su edad por parte de sus padres o tutores.

Como consecuencias de este tipo de maltrato y de cualquier otro se ve disminuida la


autoestima de la persona y afecta el desarrollo emocional. Estos maltratos, en la mayoría de
los casos, conducen a la adicción a las drogas y al alcohol, incluyendo la delincuencia.

En cuanto a las relaciones afectivas, les cuesta mucho construir dichas relaciones debido a
la desconfianza que crece con el tiempo dado que el maltrato psicológico usualmente se da
durante largo tiempo y luego pasa al maltrato físico. Para este momento se ha destruido la
confianza en sí mismo del individuo afectado y el resentimiento ha ido en aumento.

La intención de la violencia psicológica es la de humillar, hacer sentir mal e insegura a una


persona, deteriorando su propio valor.

La violencia verbal son todos aquellos actos en los que una persona lastima moralmente a
otra por medio de agresiones, tales como gritos, desprecios, insultos, mentiras, comentarios
sarcásticos y burlas que exponen a la victima en público.

Es mucho más imperceptible, pero tremendamente perjudicial. En este tipo de violencia


entran los comentarios degradantes, insultos, observaciones humillantes sobre la falta de
atracción física, la inferioridad o la incompetencia, gritos, insultos, acusaciones, burlas y
gestos humillantes.

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2.1.5 La violencia en el noviazgo

Es importante señalar que la violencia de cualquiera de los tipos existentes, muchas veces
inicia desde el noviazgo, ya que de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de
Violencia en las Relaciones de Noviazgo (ENVINOV) 2007, elaborada por el Instituto
Mexicano de la Juventud (IMJ), 15.5 por ciento de los mexicanos de entre 15 y 24 años con
relaciones de pareja ha sido víctima de violencia física; 75.8 por ciento ha sufrido
agresiones psicológicas y 16.5 por ciento ha vivido al menos una experiencia de ataque
sexual.

En la clasificación por tipo de violencia física se destaca que en la considerada “leve” –


empujones, arañazos, jalones de cabello y mordidas – los hombres son los más afectados,
con 48 por ciento de los casos, contra 32.1 de las mujeres, cifra que se incrementa si se trata
de violencia física “media”, donde 61.4 por ciento de los casos afecta a mujeres que sufren
bofetadas, golpes, agresiones con objetos pesados, patadas o que rompan sus objetos
personales, a lo que se suma la considerada “severa”, que incluye el riesgo de quemaduras,
intentos de estrangulamiento y amenazas con cuchillo, navaja u otras armas.

Los resultados de dicha encuesta –de la cual sólo se dio a conocer un resumen de 22
cuartillas – fueron presentados en una ceremonia oficial a la que asistieron Margarita
Zavala, directora nacional del DIF y esposa del presidente Felipe Calderón, así como los
titulares de las secretarías de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, y de Educación
Pública, Josefina Vázquez Mota. Destaca que la violencia en el noviazgo tiende a pasar
desapercibida tanto para las instituciones como para los propios jóvenes, lo que ocasiona
falta de apoyo institucional y familiar a las víctimas.

El estudio, aplicado en 18 mil hogares en todo el país, con representatividad en localidades


urbanas y rurales, es el primero en su tipo en México y América Latina, aseguró Priscila
Vera, directora del IMJ, quien destacó que se busca conocer la frecuencia y magnitud de la
agresión en las relaciones de noviazgo, por lo que consideró como universo de estudio a la

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población de entre 15 y 24 años (14 millones 61 mil 802 jóvenes), de los cuales sólo 7
millones 278 mil 236 tuvieron al menos una relación sentimental en 2007.

De esta cifra, 90.7 por ciento afirmó que el primer motivo para relacionarse con su pareja
fue que le gustaba mucho, mientras 4.9 aceptó el noviazgo porque le insistieron, y 2 por
ciento por presión social. En 36 por ciento de los casos el encuentro con la pareja ocurre en
la escuela, 18 por ciento en la calle y 14 por ciento en una fiesta.

Sobre los motivos que ocasionan el enojo con la pareja, 41 por ciento de los hombres
respondió que se molesta por celos; 25.7 porque su pareja tiene muchos amigos y 23.1 dice
que se su pareja se enoja de todo sin razón aparente. En tanto, 46 por ciento de las mujeres
dijo que se molesta porque siente celos; 42.5 porque su pareja queda en algo y no lo hace y
35 por ciento porque considera que es engañada.

En cuanto a la violencia sexual, se destaca que si bien 16.5 por ciento de los jóvenes ha
vivido al menos una experiencia de ese tipo, 8.1 por ciento de jóvenes de entre 15 y 24 años
señaló que alguna vez han tratado de forzarlos a tener relaciones sexuales contra su
voluntad, mientras que a 1.8 la obligaron a hacerlo. En ambos casos los principales
agresores han sido novios, tíos y vecinos.

Respecto al consumo de alcohol, tabaco y drogas, se destaca que si bien hay menos
violencia entre quienes no usan dichas sustancias, 59.2 por ciento de los encuestados afirmó
que fuma, 23 por ciento bebe alcohol y 8.2 por ciento ha consumido alguna sustancia
ilícita, como marihuana, cocaína o crack.

Por ello, Zavala alertó sobre los riesgos del consumo de drogas y alcohol. Dijo que “no sólo
favorece la violencia en el noviazgo, sino que también afecta física, mental y
espiritualmente a nuestros jóvenes, y destruye su vida emocional”, por lo que convocó a
reforzar las acciones de prevención de adicciones y aseguró que los resultados de la
ENVINOV deben ser un “llamado de alerta para los padres de familia”.

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Todo lo anterior, a pesar del noviazgo es una de las etapas más bonitas y disfrutables de la
vida del ser humano. Es una relación transitoria entre un hombre y una mujer, la cual les
brinda la oportunidad de conocerse más afondo para decidir en un determinado momento
pasar a la siguiente fase que es el matrimonio. En el noviazgo se pasa de la mera simpatía o
del simple "gustarse" a una nueva relación de mayor conocimiento y que a su vez debe
estar inspirada por el espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza.

Las conductas violentas en las relaciones de pareja no formales no son percibidas como
tales ni por las víctimas ni por los agresores, pues generalmente se confunden maltrato y
ofensas con amor e interés por la pareja. A partir de los 15 años y hasta antes del
matrimonio, los adolescentes y jóvenes comienzan a aprender y ensayar nuevas formas de
comportamiento acordes con su creciente libertad e independencia de la familia de origen,
para adoptarlas en su vida futura. Georgina Zárate, sicoanalista y académica de la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, afirma que es imposible pensar una relación
amorosa sin una dosis de sentimiento hostil, porque así nos enseñaron desde la infancia:
"Un buen día -explica- nos damos cuenta que mamá, papá, o ambos, no nada más nos tratan
amorosamente, sino que también nos regañan, nos pegan, nos gritan, se enojan, nos
amenazan con la pérdida de su amor. Y eso se reproduce, de algún modo, en relaciones
posteriores que son, todas, ambivalentes, con sus dosis de amor y de odio."

La violencia disfrazada de amor es casi invisible: los signos del maltrato durante el
noviazgo son desconocidos para gran parte de las jóvenes mexicanas, quienes los
confunden con muestras de afecto que, en realidad, ocultan conductas controladoras
sustentadas en la desigualdad entre los sexos.

La violencia en el noviazgo comenzó a llamar la atención de las instituciones mexicanas


recientemente. Desde la familia, y en un contexto más amplio de inequidad social, las y los
jóvenes aprenden a relacionarse reproduciendo las desigualdades. Así, el noviazgo puede
convertirse en un caldo de cultivo para las actitudes violentas dirigidas, sobre todo, hacia
las mujeres.

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Pellizcos, celos, llamadas incesantes, chantaje emocional, insultos o incluso alguna
bofetada son tolerados muchas veces por las adolescentes en nombre del amor.

Para las instituciones mexicanas de apoyo a la juventud, muchas chicas no saben que sufren
violencia en el noviazgo porque no cuentan con los instrumentos para identificarla, ya que
generalmente sólo se reconoce la violencia física o la sexual, pero no la psicológica o la
económica.

2.1.6 El agresor

En cuanto al agresor, este regularmente posee las siguientes características:

• Es celoso, se imagina que la esposa le es infiel.


• Trata de mantener a su pareja aislada.
• La controla en todos sus movimientos.
• Tiene doble identidad, mientras se muestra agresivo en la casa, es ‘’bueno’’ con
otras personas.
• Puede tener o haber tenido problemas con la ley.
• Tiene un temperamento explosivo, se enfurece fácilmente.
• Le echa la culpa del abuso a su pareja.
• Proyecta sus propios errores a su compañera.
• No toma responsabilidad de sus acciones.
• Tuvo una mala niñez.
• Tiene problemas económicos.
• Ingiere alcohol, es fumador.
• Se pone agresivo con sus hijos cuando estos hacen alguna "travesura’’.
• Abusa verbalmente (insulta, grita, dice "palabrotas’’ )
• Creció en una familia donde vio abuso. Puede ser mas violento cuando su
compañera está embarazada o ha dado a luz.

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• Tiene tendencia a negar el abuso, lo minimiza y a veces ni se acuerda.
• Presiona a su pareja para que abandone la casa, si la compañera se va de la casa
hace lo posible para que regrese. Le pide disculpas.
• Es egoísta, ignora los sentimientos de los demás.
• Cree que los hombres tiene derechos a ciertos privilegios (extremadamente
machista)
• Vive amenazando a su esposa.

Los agresores suelen venir de hogares violentos, suelen padecer trastornos psicológicos y
muchos de ellos utilizan el alcohol y las drogas lo que produce que se potencie su
agresividad, tienen un perfil determinado de inmadurez, dependencia afectiva, inseguridad,
emocionalmente inestables, impaciente e impulsivo.

Los agresores trasladan habitualmente la agresión que han acumulado en otros ámbitos
hacia sus mujeres, frecuentemente es una persona aislada, no tiene amigos cercanos, celoso
(celotipia), baja autoestima que le ocasiona frustración y debido a eso se genera en
actitudes de violencia. Una investigación de los psicólogos norteamericanos, el Dr. John
Gottman y Dr. Neil Jacobson, Señalan “que los hombres maltratadores caen en dos
categorías: pitbull y cobra, con sus propias características personales”.

2.1.6.1 Tipos de agresor

Existen dos tipos de agresores, el pit bull y el cobra;

El Pit bull espía a su mujer, es celó pata, cae bien a todas las personas, excepto a sus novias
o esposa. Se caracteriza por:

• Solamente es violento con las personas que ama


• Celoso y tiene miedo al abandono

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• Priva a pareja de su independencia
• Pronto ora, vigilar y atacar públicamente a su propia pareja
• Su cuerpo reacciona violentamente durante una discusión
• Tiene potencial para la rehabilitación
• No ha sido acusado de ningún crimen
• Posiblemente tuvo un padre abusivo

El cobra es un socio pata, frío, calculador, puede ser cálido. Sus características pueden ser:

• Agresivo con todo el mundo


• Propenso a amenazar con cuchillos o revólveres
• Se calma internamente, según se vuelve agresivo
• Difícil de tratar en terapia psicológica
• Uno depende emocionalmente de otra persona, pero insiste que su pareja haga lo
que él quiere.
• Posiblemente haya sido acusado de algún crimen
• Abusa de alcohol y drogas.

El maltrato no cesa por sí solo, Después de que la mujer ha sido físicamente maltratada y
tiene miedo, a veces cesa este tipo de abuso y lo reemplaza con un constante maltrato
psicológico, a través del cual le deja saber a su víctima, que el abuso físico podría continuar
en cualquier momento.

2.2 Justificaciones de la mujer para seguir en una relación a pesar de existir la


violencia intrafamiliar

La persona abusada se vuelve co-dependiente de su marido (el agresor), aún después de ser
golpeada, es frecuente escuchar esta frase: "Es que yo lo quiero tanto". Personas que llevan
años soportando golpes dicen: "Yo no me separo porque lo quiero". Es imposible querer a
una persona que te está tratando como si fueras un animal, eso es depender de esa persona.

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Otro motivo por el cual algunas mujeres no se separan de este problema de codependencia,
es que las anima la familia y lamentablemente la Iglesia, a permanecer con el abusador.
Sobre todo la familia les aconseja que mantengan esa relación por "el bien de tus hijos".
"¿Cómo vas a dejar a tus hijos sin padre?", les dicen, otras veces no se separan debido a las
amenazas de más violencia o de muerte, si intentan separarse. "Si le dices algo a la policía
te mato".

Cuando se pregunta a algunas mujeres por qué aguantaron maltrato durante años, la
respuesta más común es: "Por mis hijos; no quería que se criaran sin un padre". Parece una
respuesta válida, pero si la analizamos profundamente descubrimos su inconsistencia.
Sucede que en una situación de violencia los hijos también sufren.

El crecimiento en una atmósfera de miedo, tensión y terror influirá negativamente en su


desarrollo emocional y más tarde se manifestará en el abandono escolar, en el uso de
drogas, en desórdenes psicológicos y en violencia y delincuencia.

En muchos casos influye el factor económico, soportan cuanta vejación venga nada más por
no perder la seguridad económica para sí y sus hijos, se trata generalmente de mujeres con
poca preparación académica, conscientes de que sin el marido no podrían vivir
cómodamente.

Las mujeres económicamente activas, y que viven en unión libre son más violentadas por
sus parejas en el hogar, reveló datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de
Relaciones en los Hogares, en el país 47 de cada 100 mujeres han experimentado algún tipo
de violencia. Del porcentaje de mujeres tienen instrucción.

Por condición el 49.6% de las mujeres económicamente activas son las que en mayor
medida padecen violencia física y sexual, además de que 3 de cada 10 padecen violencia
económica.

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En relación con el estado conyugal, el 54.9% de las mujeres que viven en unión libre han
vivido algún tipo de violencia, frente al 44.5% de las casadas, estas acciones aparecen ante
la errónea idea masculina de usurpación de funciones y roles dentro de las familias por
parte de las mujeres.

La ENDIREH reveló que más de la mitad de las mujeres de 15 a 34 años de edad


declararon sufrir algún tipo de violencia; en donde la violencia emocional es mayor entre
las mujeres de 15 a 19 y de 25 a 44 años, en donde la violencia física recae en mayor
medida entre las mujeres jóvenes y en donde el grupo de mujeres entre 40 a 44 años sufre
altos índices de violencia sexual, ya que 1 de cada 10 es violentada. Además una de cada 5
mujeres recibe de su pareja la indiferencia al dejarle hablar, ignorarle, no tomarla en cuenta
o no brindarle cariño.

De acuerdo con datos del INEGI, en el transcurso del 2005 se registraron dos mil 159
fallecimientos de mujeres por violencia intrafamiliar, cifra que supera a la de fallecimientos
por el crimen organizado, que fue de mil 776.

2.3 La violencia intrafamiliar ante la sociedad y el gobierno.

Durante muchos siglos, la violencia en la familia permanecía en el secreto, amparada por


una suerte de privilegio de lo privado. Pero las consecuencias de la violencia en la familia
se expresan, tarde o temprano, en el ámbito de lo público. La lucha contra la violencia en la
familia es, hoy por hoy, una lucha que debe asumirse desde el poder público.

Para ello deben instrumentarse leyes que protejan a las víctimas, potenciales o actuales.
Sobre este particular, México ha logrado avances considerables, ya que diversas
organizaciones e instituciones han elaborado propuestas de reformas legislativas

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encaminadas a la promoción de la equidad entre los géneros, la eliminación de contenidos
discriminatorios en contra de la mujer, así como en materia de violencia contra la mujer.

El Gobierno de México se comprometió internacionalmente a llevar a cabo acciones


tendientes a prevenir y eliminar la violencia contra la mujer, en concordancia con la
Plataforma de Acción derivada de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, llevada a
cabo en Pekín en 1995.

Las acciones emprendidas y los logros obtenidos son de alcance nacional puesto que
derivan, por una parte, de la participación de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y
en algunas áreas a nivel municipal) y son consecuencia, por otra parte, de la participación
de grupos organizados de la sociedad que trabajan con el interés prioritario de la defensa de
los derechos de las mujeres. Aunque se deben reconocer avances considerables, el
mejoramiento de la situación de las mujeres todavía requiere de mayores esfuerzos,
particularmente en la protección de aquellas cuya situación coincide con grupos
mayormente vulnerables como son los menores de edad, los indígenas, las personas con
alguna discapacidad y de la tercera edad.

El 18 de diciembre de 1979, México firmó la Convención sobre la eliminación de todas las


formas de discriminación contra la mujer (ratificada el 23 de marzo de 1981).

Desde entonces se obligó, internacional y nacionalmente, a establecer una política


encaminada a suprimir prácticas discriminatorias en el país en contra de las mujeres, para lo
cual se obligó a modificar y crear nuevos patrones socioculturales de conducta; se
comprometió igualmente a proscribir todas aquellas prácticas, costumbres y prejuicios que
estuviesen basados en la supuesta superioridad de los hombres sobre las mujeres.

Asimismo, se comprometió a garantizar que la educación familiar incluyese una adecuada


comprensión y tratamiento de la maternidad como función social y se obligó a preservar el
reconocimiento de la responsabilidad de hombres y mujeres en la educación y desarrollo de
los hijos.

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En 1999 fue presentado el Programa Nacional contra la Violencia Intrafamiliar 1999-
2000 (Pronavi), después de un proceso de configuración en el que se tomaron en cuenta las
experiencias y los conocimientos que sobre la violencia en México han acumulado los
organismos de mujeres, las universidades e instituciones de investigación y las instancias
gubernamentales que se han venido ocupando durante décadas de estudiar el fenómeno y
atender sus consecuencias.

Las instituciones responsables del Pronavi están representadas por las instancias
gubernamentales que atienden a víctimas de la violencia familiar: la Secretaría de
Gobernación, la Comisión Nacional de la Mujer, la Procuraduría General de la República,
el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, la Secretaría de Relaciones
Exteriores, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Educación Pública, el Instituto Nacional
de Estadística, Geografía e Informática, el Consejo Nacional de Población y el Instituto
Nacional de la Senectud.

La violencia contra la mujer trasciende todos los sectores de la sociedad


independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos, cultura, nivel
educacional, edad o religión y afecta negativamente sus propias bases; convencidos de que
la eliminación de la violencia contra la mujer es condición indispensable para su desarrollo
individual y social y su plena e igualitaria participación en todas las esferas de vida y
Convencidos de que la adopción de una convención para prevenir, sancionar y erradicar
toda forma de violencia contra la mujer.

2.4 Impacto de la Violencia Intrafamiliar en la sociedad

Es por esto la importancia de realizar ésta investigación ya que la violencia es un fenómeno


que existe desde las civilizaciones más antiguas, cuyos perjuicios e intereses desembocan
en el sometimiento de la mujer y los hijos a la voluntad muchas veces del padre de familia,

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es un tema que ha crecido notablemente por la falta de conciencia que tienen los
ciudadanos.

A lo largo de los años se ha presentado con frecuencia, que en los hogares, la mayoría de
los incidentes de violencia intrafamiliar están registrados del hombre hacia la mujer. Se
coloca al hombre como emisor de la violencia. Se piensa que la violencia es unidireccional,
donde sólo un sujeto es el emisor y el otro el receptor, sin posibilidad de modificar.

Cuando hablamos del maltrato hacia las mujeres, algunos especialistas prefieren referirse al
síndrome de mujer maltratada. Si bien hay un importante número de hombres golpeados, la
gran mayoría de los casos se tratan de personas de género femenino. Desde el punto de
vista de las estadísticas las mujeres casadas constituyen un 66% del total, el reto lo
componen novias, ex parejas, conocidas, amantes, amigas, etc.

La mayor vulnerabilidad femenina no solo se debe a causas físicas, también incide en que
las mujeres suelen concentrar en la mayoría de los casos, la mayor carga y responsabilidad
en la crianza de los hijos, además por diferentes cuestiones culturales condensan las tareas
hogareñas y mantienen una mayor dependencia económica como cultural de los hombres.
Una mujer que abandona su hogar se encuentra en mayor riesgo que un hombre, pero debe
tenerse en cuenta que las mujeres que dejan a sus abusadores tienen un 75% más de riesgo
de ser asesinadas por el abusador que aquellas que se quedan conviviendo.

En este sentido, para mantener el “dominio” es más fácil utilizar la violencia que la
expresión de sentimientos y emociones, esta incapacidad para enfrentar los problemas
cotidianos lleva poco a poco a desarrollar respuestas violentas.

La violencia contra la mujer por parte de su pareja es, en ciertos casos violencia
instrumental para obtener el control de los recursos económicos del hogar y ejercer el
control sobre la mujer, pero esta forma también tiene un componente emocional, el hacer
daño que retroalimenta a la violencia si ella es exitosa.

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El hombre que ejerce la violencia contra su pareja ha aprendido que puede resolver los
conflictos y conservar el poder por medio de la fuerza. Generalmente se considera la
máxima autoridad dentro de su casa y no es violento con todo el mundo, sino que sabe
utilizar la violencia con personas menos poderosas que él; Es cierto que el padre o esposo
no es la única persona que ejerce la violencia en el hogar, sino que pueden ejercer otros
integrantes de la familia, dependiendo del lugar que ocupe y la autoridad que tengan. Sin
embargo, las personas más vulnerables de la familia son la mujer e hijos.

Si bien el uso de violencia constituye una manera de resolver conflictos interpersonales. La


violencia implica eliminar obstáculos que se oponen al ejercicio del poder. Para que la
conducta violenta sea posible tiene que darse una condición: la existencia de un
desequilibrio del poder, que puede ser permanente o momentánea, la conducta violenta es
sinónimo de abuso de poder, en tanto sea utilizado para ocasionar daño a otra persona:
consideramos a la violencia como una situación en la que una persona con más poder abusa
de otra con menos poder” (Corsi, 1995).

La información acumulada durante los últimos años permiten afirmar que a pesar de
inseguridad pública existente, es el hogar donde las mujeres corren más peligro de sufrir
alguna forma de violencia: agresiones físicas, emocionales y sexuales, perpetradas no por
desconocidos, sino por compañeros íntimos o familiares cercanos.

La violencia intrafamiliar no puede minimizarse, los daños que provocan, abarcan un


amplio espectro como lo es en el plano físico, es decir, lesiones que causan discapacidad
parcial o total, y hasta la muerte; el plano mental como la depresión, baja autoestima y
efectos traumáticos diversos y por ultimo el plano social, como lo es el riesgo de
perpetuación de conductas lesivas, desintegración familiar y violencia social.

Es de suma importancia resaltar que se puede presentar en todos los estratos sociales, es
decir no está asociada exclusivamente a bajos niveles educativos o de ingresos, sino que
responde a cuestiones más profundas, la violencia en la pareja tiende a aumentar con el

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tiempo, la severidad de sus repercusiones se agrava en la medida en que transcurren los
días, las semanas, los meses y los años y no hace algo para detenerlo.

Existen múltiples razones de índole emocional, social y económica por las cuales una mujer
no abandona a su agresor, frecuentemente también sentimientos de culpa y vergüenza, la
mujer maltratada por su pareja busca aislarse y romper sus lazos afectivos y amistosos, en
parte porque así se lo exige su agresor como mecanismo de control sobre ella y también por
la vergüenza sentida ante su situación y evitar dar explicaciones.

La victima de maltrato tiende a ocultar su angustia, impotencia y miedo, asumirse como


culpable y a proteger a su marido bajo el supuesto de defender la estabilidad de su familia.

La violencia se ejerce mayoritariamente contra las mujeres, solo en un pequeño porcentaje


se presenta violencia física de mujeres contra hombres; en la inmensa mayoría de los casos
sucede lo contrario, Mientras los hombres emplean la fuerza física como medio de
intimidación o para ejercer el control, las mujeres la usan como autodefensa, tratando de
evitar una mayor agresión, efecto que pocas veces se consiguen.

Existen diferentes tipos de manifestaciones de violencia contra la mujer como lo son:

• Abuso verbal: Rebajar, insultar, ridiculizar, humillar, utilizar juegos mentales e


ironías para confundir, etc.
• Intimidación: Asustar con miradas, gestos o gritos. Arrojar objetos o destrozar la
propiedad.
• Amenazas: De herir, matar, suicidarse, llevarse a los niños.
• Abuso económico: Control abusivo de finanzas, recompensas o castigos monetarios,
impedirle trabajar aunque sea necesario para el sostén de la familia, etc.
• Aislamiento: Control abusivo de la vida del otro, mediante vigilancia de sus actos y
movimientos, escucha de sus conversaciones, impedimento de cultivar amistades,
etc.

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• Desprecio: Tratar al otro como inferior, tomar las decisiones importantes sin
consultar al otro.
• La violencia física, la utilización de la fuerza por parte del agresor determina que la
víctima resulte con heridas, fracturas, lesiones leves o graves, dependiendo las
circunstancias de los hechos.
• Abuso sexual: Imposición del uso de anticonceptivos, presiones para abortar,
menosprecio sexual, imposición de relaciones sexuales contra la propia voluntad o
contrarias a la naturaleza.

Existe también la violencia en caso de abandono de hogar, la cual se refiere al


incumplimiento de obligaciones por parte de quien está comprometido a proveer cuidados y
protección. Puede reflejarse en la alimentación, higiene, control o cuidados rutinarios, en la
atención emocional y del desarrollo psicológico o en necesidades médicas atendidas
tardíamente o no resueltas. También abarca el abandono en lugares peligrosos y la
negación de ayuda cuando la mujer está enferma o herida.

En el caso de la manifestación de la violencia física, comprende un amplio rango de


agresiones: desde un empujón o un pellizco hasta lesiones graves con secuelas físicas
permanentes, o la muerte misma. Incluye acciones tales como jalonearla, abofetearla,
jalarle los cabellos, torcerle el brazo, golpearla con el puño, patearla, arrojarle objetos,
provocarle quemaduras, apretarle el cuello, o agredirla con algún tipo de arma.

Las consecuencias siempre son traumáticas, su rango de gravedad desde el punto de vista
físico va desde hematomas, heridas, fracturas, lesiones en órganos internos, hemorragia,
abortos hasta conmoción cerebral y muerte.

En relación a la manifestación de violencia emocional o psicológica, nos referimos a la


actividad orientada a desestabilizar emocionalmente a una persona, afectando su
tranquilidad emocional, resultado del cual es el desequilibrio, y la desesperación al
momento de centrar una actividad.

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Engloba una serie de comportamientos dirigidos al menoscabo de la autoestima de la
mujer, comprende acciones de menosprecio a su persona o sus ideas, insultos, amenazas,
celos y posesividad, críticas a lo que hace y la forma en que lo hace, burlas, comparaciones
desfavorables con otras personas, dejar de hablarle, resaltar defectos, poner sobrenombres
ofensivos, tratarla como menor de edad, destruir objetos personales, proferir amenazas
verbales contra ella o sus hijos e impedirle frecuentar a familiares y amigos.
´
Por ende las consecuencias específicas del maltrato psicológico son la baja autoestima,
sentimientos de miedo, ira, vulnerabilidad, tristeza, humillación y desesperación.

También puede provocar trastornos psiquiátricos como desánimo, ansiedad, estrés


postraumático: de personalidad; abuso o dependencia de alcohol, tabaquismo y otras
sustancias nocivas; ideación o intento de suicidio entre otros.

El abandono es el acto de desamparo injustificado hacia uno o varios miembros de la


familia, con los que se tienen obligaciones que derivan de las disposiciones legales y que
ponen en peligro la salud física o mental.

No debe dejarse de lado que la violencia psicológica está muy ceñida a la intimidación o
fuerza moral entendiéndose como bastante para infundir racionalmente un temor o un
sufrimiento grave si no se accede a las pretensiones del sujeto activo, a través de la
proliferación de frases de carácter intimidatorio.

No hay duda que la reiterada conducta del insulto y la expresión amenazante haya o no
circunstancias que permitan afirmar el anuncio de un mal emocional constituyéndose de
esta manera una violencia psíquica que directamente afecta a la dignidad de la persona que
las recibe, así como al derecho a la paz individual o familiar.

Este tipo de violencia es un menoscabo maltratando de palabra mediante palabras o epítetos


soeces, vulgares, denigrantes, afectando a la reputación y buen nombre, para lo cual el
agresor de vale o utiliza toda clase de medios que no causan daños físicos, pero sí afectan a

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la personalidad, mediante ofensas, llamadas telefónica, difundiendo falsos criterios de
personalidad de la víctima., que en todo caso llegaríamos al tema de las injurias sean
calumniosas, graves conforme a la ley.

La manifestación de violencia en caso de la violencia sexual son conductas que obligan a la


mujer a la realización del acto sexual sin consentimiento ni deseo explícito, hostigamiento
sexual, críticas a su comportamiento sexual, comparación denigrante con otras mujeres, uso
de objetos en la vagina y violación. También abarca forzarla a relaciones sexuales sin
protección contra el embarazo y/o las enfermedades de transmisión sexual, acusarla
falsamente de actividades sexuales con otras personas, obligarla a ver películas o revistas
pornográficas o exigirle observar a la pareja mientras ésta tiene relaciones sexuales con otra
mujer.

Entre las consecuencias físicas del maltrato sexual se encuentran: lesiones o infecciones
genitales, anales, del tracto urinario, oral y embarazo.

Lo más relevante del tema es el por qué ocurre, es común escuchar que la violencia sexual
se produce porque la mujer lo provocó, vistiéndose o comportándose de determinada
manera. También se suele decir que estas cosas no suceden si no se las busca (caminando
sola por determinados lugares y a ciertas horas por ejemplo),. De hecho la violencia sexual
es el único delito donde el acento se pone en la vida privada de la víctima en su
comportamiento, en su sexualidad, etc.

La víctima típica de la violación es una mujer de 15 a 25 años de edad. Con más frecuencia,
el violador es un hombre de 25 a 44 años de edad que premedita su ataque y casi en la
mitad de las ocasiones la víctima conoce al violador, al menos casualmente, por trabajar o
vivir cerca de él, el alcohol está involucrado en más de 1 de cada 3 ocasiones.

Más del 50% de las violaciones suceden en la casa de la víctima cuando el violador irrumpe
o logra entrar con falsos pretextos, como pedir el teléfono o haciéndose pasar por el hombre
de mantenimiento o un vendedor.

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Las personas que son objeto de alguna forma de discriminación son consideradas como de
mayor riesgo de ataques sexuales. Este aumento de la vulnerabilidad puede asumir varias
formas. Por ejemplo, las personas con discapacidad o limitación del lenguaje tienen menos
capacidad de llamar para solicitar ayuda, y en el caso de prostitutas o prisioneros convictos,
se presenta disminución de la credibilidad "percibida".

La forma de prevención más útil que está disponible en la actualidad es que las mujeres
estén más conscientes de la realidad de la violación. Las agencias de refuerzo de la ley
defienden enérgicamente la prevención como la mejor forma de protección.

La manifestación de violencia patrimonial o económica es precisamente el ejercicio


abusivo del poder que incluye el control y manejo por parte del hombre de dinero,
propiedades y, en general, de los recursos de la familia.

Algunas de sus manifestaciones son: exigir a la mujer todo tipo de explicaciones cada vez
que requiere dinero; dar menos del necesario a pesar de contar con él; inventar falta del
dinero; gastar sin consulta previa cantidades importantes; disponer del dinero de ella; tener
a su nombre propiedades derivadas del matrimonio; privar de vestimenta, comida,
transporte o refugio a la familia. Esta violencia se presenta, también, asiduamente en la
vejez, al ser despojadas las mujeres por sus propios hijos de sus escasos recursos.

Aunque posiblemente predomine alguno de estos tipos de maltrato, lo más frecuente es que
una mujer violentada sufra, en mayor o menor grado, simultáneamente, todos ellos, ya que
ninguno es excluyente de los demás.

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