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Trabajo Final
INTEGRANTES:
1. RITA MORELIA QUISPE CHAMBILLA
2. BRYAN CARLOS HUAYHUAS CHIPANA
3. JHONY STING BOCANEGRA CALDERON
4. DAVID GERSON PINEDO ISUIZA
5. CARLOS DARIO ROMERO TORRES
En los últimos años en nuestro país se ha venido hablando de forma insistente sobre la
violencia familiar. Todas las personas conocedores del tema invitan a la víctima de
violencia a denunciarla, pues consideran que la acción principal para erradicarla es que se
dé a conocer. Sin embargo, los esfuerzos han sido pocos a fin de orientar a la población en
general sobre los comportamientos violentos. De esa manera, las víctimas de la violencia en
el hogar no están en la capacitad de reconocer en toda su amplitud ni para determinar el
grado de protección que les brinda la ley. Esto imposibilita a la víctima de denunciarla. Al
respecto diversos autores han definido la violencia familiar y sus distintas formas en las que
se presenta.
La violencia familiar no es sólo aquella que causa daño físico y hasta en
ocasiones puede quitar la vida de una persona. Existe otra violencia que no
se ve y es la violencia emocional o psicológica que va destruyendo a la
persona, dejando consecuencias graves tanto para la víctima como para el
agresor. Son innumerables las formas la violencia familiar. Puede pensarse
en violencia hacia los mayores, entre cónyuges, hacia los niños, las mujeres,
los hombres, los discapacitados, etc. Además siempre es difícil precisar un
esquema típico familiar, debido a que la violencia puede ser física o
psíquica, y ocurre en todas las clases sociales, culturas y edades. La mayoría
de las veces se trata de los adultos hacia una o varios individuos. (Muñoz,
2009, p.3)
En cuanto a lo citado por el autor se puede inferir que la violencia familiar puede ser física
y psíquica que va destruyendo a la persona dejando consecuencias graves tanto para la
víctima como para el agresor.
Con respecto de las personas que experimentan violencia familiar nos señala que se registra
una disminución en el rendimiento laboral y dificultades de aprendizaje como debilitación
de las defensas físicas y psicológicas.
Si bien es también la violencia una actitud o acción que provoca dolor y daño al otro es
indetectable, oculta y solapada. Por lo general se oculta tras las reglas de la normalidad,
haciendo imposible que la otra persona ejerza alguna defensa, por tanto la persona objeto
de violencia queda atrapada por esta situación produciendo una vivencia traumática.
Desde las vivencias de los abusados a las agresiones sexuales son todos los contactos
sexuales no consentidos. Cada experiencia de agresión sexual es singular y solo la persona
que la ha sufrido puede dar verdadera cuenta de su dimensión y como esta lo ha afectado.
Es cierto que todas las familias, y cada individuo que la integra son diferentes, que por esas
diferencias, cada familia tiene sus propias crisis, conflictos y desarrollo particular; cuando
estas superan su capacidad de resolverlas y de afrontarlas es donde se desencadena la
violencia entre los integrantes, la que comúnmente llamamos violencia familiar.
Es por ello que la violencia familiar y el rendimiento académico están relacionados entre sí,
y donde daremos un aporte, para la concientización de las familias, que el rendimiento del
estudiante es un síntoma de lo que pasa en el seno familiar donde radican los estudiantes de
todos los niveles educativos, contribuyendo en la aplicación y profundización de
conocimientos que permitirá conocer los valores de las teorías propuestas y de los avances
actuales del clima social familiar.
Por otro lado, el presente trabajo ayudara, no solo a los alumnos que la estamos
desarrollando sino a todas las personas que tengan acceso a ella a contribuir en el proceso
de socialización entre los padres de familia y sus hijos, con el objeto de enseñar el rol
básico de la crianza y el cuidado de los más jóvenes durante su desarrollo evolutivo, pues
mantener un buen clima familiar entre los miembros del hogar es fundamental, ya que los
padres influyen en la capacidad de adaptación de sus hijos, frente al logro de las metas
propuestas a nivel personal como académico.
Para este primer trabajo, hemos consultado a diversos autores y profesionales del campo del
Derecho y Ciencias de la Salud. Ilmer Delgado Vásquez quien es licenciado en enfermería
por la universidad nacional de Cajamarca. Luz Miriam Vega Campos quien es licenciado
en enfermería por la Universidad Nacional de Cajamarca. Cristina Cuenca Piqueras quien
tiene título de maestría en Estudios migratorios, desarrollo e intervención social y otra
maestría en sociología aplicada por la Universidad de Malaga España. Mathaly Ysabel
Villacorta Parco, quien es licenciada en enfermería por la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Quintin Huaccachi Palomino, quien es licenciado en educación con segunda
especialidad en Psicología educativa y tutorial por la Universidad Nacional de
Huancavelica. Instituto Nacional de Estadística e Informática, es el organismo central y
rector del Sistema Estadístico Nacional, responsable de normar, planear, dirigir, coordinar y
supervisar las actividades estadísticas oficiales del país. Carolina Ayvar Roldan quien es
Jueza Superior titular de la Sala laboral Permanente de Arequipa. Dra. Ana Ysabel Cossio
Cabrera quien es Fiscal provincial titular de Familia del Callao. Dr. Waldo Francisco
Núñez Molina, quien es Fiscal Provincial Titular Civil de Lima, Distrito Fiscal de Lima, en
el Despacho de la Segunda Fiscalía Provincial Civil de Lima. María del Pilar Castillo
Soltero quien es autora de diversos libros de Violencia de Genero, ha sido Fiscal Adjunta
Provincial Penal del Callao y Jueza Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima.
Ministerio de la Mujer y poblaciones Vulnerables, cuya misión es diseñar, establecer,
promover, ejecutar y supervisar políticas públicas a favor de las mujeres, niñas, niños,
adolescentes, personas adultas mayores, personas con discapacidad y migrantes internos,
para garantizar el ejercicio de sus derechos y una vida libre de violencia, desprotección y
discriminación en el marco de una cultura de paz. Miguel Ángel Ramos Ríos quien es
Fiscal Superior de la Fiscalía Superior Civil, en representación del Ministerio Publico -
Distrito Fiscal de Huancavelica.
Con respecto a las causas sociales y culturales de la violencia familiar contra los más
jóvenes los comportamientos frecuentes son, el abuso sexual y los maltratos que reflejan el
lugar y la dinámica mortífera de la violencia dentro de la sociedad donde se manifiestan;
más aún son indicadores de un fenómeno de destrucción sociocultural, como si los
agresores estuvieran actuando bajo el efecto de una voluntad oculta que les domina, y cuyo
fin seria destruir a las nuevas generaciones portadoras de la esperanza en el futuro,
interrumpiendo de este modo el ciclo de la vida.
El término ‘violencia’ deriva del latín violare: tratar con violencia, en el cual se encuentra
la raíz latina vis (vires) con el sentido de ‘fuerza en acción’, ‘fuerza ejercida contra
alguien’. La palabra ‘violencia’ destaca la utilización de una fuerza física. Por esto, un
comportamiento violento es contrario a una relación de diálogo y lenguaje. Como decía
Lacan, citado por Jean-Pierre Lebrun, “la violencia aparece donde se deshace la palabra”
(Lebrun 2004, 273).
Esta oposición entre palabra y violencia nos parece esencial para la comprensión de los
efectos del maltrato y del abuso sexual contra los más jóvenes, en cuanto estas actuaciones
son inconciliables con la vida sociocultural de una comunidad humana. Son
manifestaciones de ruptura del pacto social cuya función fundamental es mantener la
convivencia pacífica. En este sentido, se puede decir que las agresiones contra los más
vulnerables del grupo indican un malestar profundo, una desestructuración de los valores
culturales, la expresión descontrolada de una pulsión mortífera.
En el marco de ruptura de la ética que hay que entender que el abuso sexual contra los más
jóvenes como una violación –término emparentado al de violencia- de la ley fundadora de
la sociedad. En este sentido, la perpetración de cualquier agresión sexual contra un menor
encubre ineludiblemente un daño que afecta el orden social. De modo que las
consecuencias de este actuar van mucho más allá del perjuicio físico, y sus efectos ponen
en peligro la integración del sujeto en formación a una comunidad humana, y a su
capacidad para asumir un lugar propio en la trama de intercambios de su grupo.
Este rodeo inicial por una interpretación de las conductas destructoras contra
los niños, niñas y adolescentes en el seno de su familia, así como por las
rupturas de una convivencia armónica, favorable al desarrollo individual y
grupal, era imprescindible para mostrar que las problemáticas de abuso
sexual y de maltrato no se limitan a casos particulares sino que apuntan a un
asunto de sociedad y, por ende, requieren ser tratadas con el establecimiento
de principios y lineamientos políticos adecuados para alcanzar una verdadera
prevención que ponga fin a la tendencia destructora subyacente a la sociedad
actual (Haesevoets, 2008, p.228).
Para entender nuestro argumento es imprescindible precisar lo que cae dentro de lo que se
llama violencia contra menores. Se puede proponer una definición psicoanalítica: “es
violencia el actuar de un adulto contra un niño, una niña o un adolescente, cuando este
actuar está desprovisto de palabras humanizadoras” (Dolto, 1984, p. 85), pronunciadas o no
(pueden ser intenciones o comportamientos cargados de significación); es decir, un actuar
carente de sentido que se manifiesta con gestos, acciones, frases, conductas, cuyo fin no es
transmitir algún valor ético, algún aprendizaje educativo, algún afecto, sino un simple
desfogue contra el más pequeño, tratándolo como mera cosa, sin que exista por parte del
adulto un afán de hacerle un bien y de cuidar por su bienestar. Este perifraseo es necesario
en la actualidad en un esfuerzo de evitar la dilución de la noción de violencia a falta de una
delimitación clara, hasta el punto que el término puede perder todo sentido cuando todo se
transforma en supuesto maltrato. Porque hay comportamientos equivocados,
comportamientos de adultos frente a sus hijos que parecen cargados de agresividad y que,
sin embargo, no tienen una connotación de violencia; al contrario, hay otros cuya meta
expresada es hacer daño al pequeño; y hay otros que son destructores a pesar de no tener
una apariencia violenta.
En primer lugar hablemos del abuso sexual, por ser considerado como la forma de violencia
más típica contra los menores, aunque no sea siempre la peor expresión de agresividad, por
más equivocado que haya que considerar este comportamiento. No vamos a entrar en las
definiciones del abuso sexual, numerosas, pero por lo general insuficientes para analizar la
problemática en juego cuando no se las relaciona con otros aspectos, tanto psicológicos
como socioculturales.
La forma emblemática del abuso sexual según Dupret es el incesto, y parece muy
conveniente relacionar todos los comportamientos de naturaleza sexual entre adultos y
niños como expresiones incestuosas, por cierto una doble generalización, en cuanto al sexo
y en cuanto al parentesco. Según Dupret (2012) el incesto constituye, con el homicidio la
mayor trasgresión de las normas socioculturales. No existe sociedad en la cual no se
encuentre restos de esta prohibición fundamental, base estructural de la convivencia y de
las leyes humanas. Recordemos que la Ley Universal de Prohibición del Incesto conlleva
una interdicción, tanto intergeneracional como de orden sexual (p. 23); es decir, enuncia
que la generación de los padres no debería mezclarse sexualmente con la de los hijos, y
que, por otro lado, se supone que el acercamiento sexual entre hombres y mujeres de una
misma familia no está autorizada, aparte de la pareja de los padres.
Uno entiende entonces por qué la promiscuidad sexual de un adulto con una niña –más aún
si pertenece a su círculo familiar– puede tener consecuencias negativas para el desarrollo
psíquico de la joven, según Ferenczi por dos motivos principalmente:
El primero, porque este hombre que cumple una función de padre para la
niña la trata como a un objeto sexual, a pesar de que ella no haya alcanzado
la madurez ni fisiológica ni emocional en cuanto a su sexualidad, de modo
que ella es llevada a graves confusiones psíquicas, afectivas y conductuales.
El segundo motivo con efectos negativos tiene que ver con la sociocultura,
punto que cabe resaltar en una época en la cual las limitaciones al nivel
sexual parecen anticuadas e intrascendentes (Ferenczi 1981, p. 312).
En efecto, la niña o niño que establece con su padre una relación demasiado cercana al
nivel sexual –y aunque sea simplemente al nivel sentimental–, no se encuentra en condición
de establecer al mismo tiempo amistades normales con amigos de su grupo etario,
precisamente los que podrían llevarla hacia una sexualidad normal, conforme a su edad,
con intercambios afectivos entre pares.
En este sentido, no conviene confundir cualquier castigo, cualquier sanción, con una
expresión violenta, y esto por una doble razón: por un lado, una extensión del término
violencia (maltrato y abuso sexual) a toda conducta de adultos que sea sentida por los niños
y adolescentes como un displacer, y como un freno a su libertad y un límite a sus
actividades anheladas, conduciría a una condena de toda forma de educación y de toda
exigencia de superación en pos de su formación como ciudadano responsable. Por el otro,
tendría como efecto diluir la capacidad de intervención frente a actos realmente dañinos en
contra de los niños, y cuyas consecuencias son destructoras para su proceso de estruc-
turación físico y psíquico. Esta última situación se ha vuelto muy frecuente en este
momento, porque se alienta la denuncia de cualquier intervención de los padres que limite
la omnipotencia del joven.
El rendimiento académico, podemos decir que es la suma de diferentes factores que actúan
en la persona que aprende, y ha sido definido con un valor atribuido al logro del estudiante
en las tareas académicas. Se mide mediante las calificaciones obtenidas, cuyos resultados
muestran las materias ganadas o perdidas, la deserción y el grado de éxito académico.
Existen diferentes aspectos que se asocian al rendimiento académico, entre los que
intervienen componentes tanto internos como externos al individuo. Pueden ser de orden
social, cognitivo y emocional, que se clasifican en tres categorías: determinantes
personales, determinantes sociales y determinantes institucionales, que presentan
subcategorías o indicadores.
Por otro lado Wine, citado por Benjamin (2000) dice que: La mayor exigencia atencional
requerirá la ejecución de la tarea (tareas o trabajos complejos) mayor sea el descenso en
el rendimiento. Ya que el sujeto con rasgo de ansiedad elevada centraría su atención de
forma persistente y repetitiva en esquemas cognitivos y pensamientos poco relevantes,
bloqueando y limitando así los recursos atencionales necesarios para la ejecución optima
de la tarea y por consiguiente el bajo rendimiento. De forma resumida, la teoría de la
interferencia atencional se apoya en los siguientes datos de investigación. La articulación
de la ansiedad de la evaluación entorno a dos componentes (Liebert y Morris) años 60,
cognitivos (preocupación-worry). El primero se refiere a aspectos cognitivos que tienen
que ver con las expectativas negativas sobre las capacidades de la propia persona, la
situación y las consecuencias de una mala ejecución el segundo fisiológico (emocional)
se refiere a la percepción que la persona tiene sobre su activación fisiológica ante la
situación, la cual se caracteriza por las manifestaciones fisiológicas (tensión muscular de
la frecuencia cardiaca, sudoración, etc.) (p 120).
Es decir, el rendimiento del estudiante no depende sólo de él, de sus competencias, sus
habilidades, su motivación, sino también de su contexto, el cual influye
significativamente en sus resultados académicos.
De la cita se puede decir que para evaluar el rendimiento Académico se debe analizan los
factores socioeconómico que pueden influir las metodologías de las enseñanzas
utilizadas, permite diagnosticar el estado en que se encuentran conocer sus competencias
y deficiencias, el cual influye en sus resultados académicos.
4) Repliegue narcisista. Han construido una coraza antiestímulo onmiabarcativa. Son niños
que permanecen como animales heridos, recluidos en su cueva. Algunos pueden sobre
adaptarse, mientras la libido inviste los órganos del cuerpo en forma patológica. Otros salen
del encierro con un estado de apronte angustioso permanente (pendiente de olores, ruidos,
etc.). Así, una niño que fue muy golpeado por sus padres, no podía cerrar la puerta de su
habitación y se pasaba toda la noche en una especie de duermevela, pendiente de lo que
sucede a su alrededor, como si l pudiese morir en cualquier momento. Otros salen del
encierro con un estado de apronte angustioso permanente (pendiente de olores, ruidos, etc.).
Sin embargo, cabría incidir en las limitaciones que supone la selección de los factores
familiares como variables determinantes del rendimiento académico. Dicho constructo se
ve influido, como hemos señalado a lo largo de nuestra disertación, por multitud de factores
interrelacionados entre sí de manera compleja, hecho que dificulta, enormemente, las
investigaciones al respecto.
Es por ello que tanto el maltrato infantil en todas sus formas no son figuras cualesquiera de
violencia, sino transgresiones de las dos leyes fundadoras de la sociedad, y por ende,
comportamientos destructores del lazo social. Sin embargo, se observa un gran
desconocimiento de la realidad de la violencia contra los menores, que se torna evidente
cuando se analizan los datos referentes a estas problemáticas en nuestro país. No existen
registros precisos de esta problemática; ningún estudio ofrece una estadística detallada de
las situaciones de maltrato grave y las últimas investigaciones respecto se basan en estudios
a posteriori, a partir de adultos entrevistados sobre asuntos de abusos sufridos en su
infancia.
Dos cuestionamientos podrían enriquecer aún más el trabajo realizado: ¿El Estado Peruano
está preparado para combatir la violencia familiar que sufren los niños?, y ¿Existen en
nuestro país un órgano estatal que se encarga de velar por el cuidado de los niños y
adolescentes? Resolver estas dudas podría dar un panorama más claro de la lucha contra la
violencia que sufren los más jóvenes y las formas de prevenir este mal que sigue aquejando
a nuestros niños, niñas y adolescentes.
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