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UNA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA OLVIDADA: 29 DE OCTUBRE

DE 1823

I. Introducción

¿Cuándo debería considerarse a un pueblo como “independiente”? ¿Cuando se siente


como tal? ¿Cuando expresa su voluntad inequívoca de querer regirse por sí mismo?
¿Cuando ejerce su soberanía efectivamente, imponiendo su voluntad? ¿Cuando se
organiza bajo un pacto constitucional? ¿Cuando es reconocido como tal por la
comunidad internacional? El lector tendrá al respecto su propia respuesta. En el caso del
Uruguay, ríos de tinta se han escrito sobre cuándo debería conmemorarse nuestra
Independencia: si debería tomarse en cuenta el 25 de agosto de 1825 (cuando este suelo
se declaró “de hecho y de derecho libre é independiente del Rey de Portugal, del
Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo y con amplio y pleno poder
para darse las formas que en uso y ejercicio de su soberanía estime conveniente”), el 4
de octubre de 1828 (cuando se canjearon entre las Provincias Unidas del Río de la Plata
y el Imperio del Brasil los documentos de ratificación de la Convención Preliminar de
Paz del 27 de agosto de 1828 -firmada bajo la mediación de Gran Bretaña-), o el 18 de
julio de 1830 (fecha de la Jura de nuestra Constitución nacional).

Sin embargo, nos atrevemos a proponer que nuestro país se declaró independiente hace
200 años, el 29 de octubre de 1823. Podríamos considerar a esta data como la de
nuestra primera Declaración de Independencia.

Intentaremos argumentarlo valiéndonos básicamente de las investigaciones que


expusimos en un libro publicado bajo el seudónimo de Jean-Marie Mondine ( 1), sin
perjuicio de otros instrumentos de archivo y de apoyo.

Cierto es que ya el 13 de abril de 1813, los representantes de la Banda Oriental habían


proclamado en las Instrucciones del Año XIII su voluntad de que las colonias de la
región declararan su independencia absoluta de España (artículo inicial), habiendo
circulado inclusive un “Proyecto de Constitución para la Provincia Oriental” ese año; y
de hecho hasta las invasiones portuguesas, bajo José Artigas la Banda o Provincia
Oriental se manejó en forma autónoma. No obstante, no se postula el año 1813 como
data de la independencia del Uruguay (2).
1
MONDINE Jean-Marie, Bajo la Escuadra y el Compás. Mitos y verdades sobre la Masonería,
Ediciones de la Plaza, Montevideo, 2016, 607 páginas.
2
En verdad, desde los albores del proceso independentista del hoy Uruguay, éste siempre había querido
regirse como Estado libre, soberano e independiente, pero a su vez también quiso libremente estar
federado a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Eso, por ejemplo, se aprecia en el Proyecto de
Constitución para la Provincia Oriental de 1813 (Cap 1º art. 4º; Cap. 2º art. 15), en los arts. 6º y 7º de las
Instrucciones reservadas que el pueblo de San Fernando de Maldonado dio a Dámaso Antonio Larrañaga
el 8 de julio de 1813, y en ciertas fórmulas de juramento tomadas a las autoridades de nuestro primer
gobierno patrio, el Gobierno Económico de la Provincia Oriental del Uruguay, constituido el 20 de abril
de 1813: “¿Jurais q.e esta Provincia p.r derecho deve ser un libre Soberano e independiente, y q. e deve ser
reprobada toda adeccion sugecion y obediencia al Rey, Reyna, Principe, Prinsesa, Enperador, ó
Gobierno es Pañol y atodo otro poder estrangero cual quiera q. e sea y q.e ningun principe Estrangero
persona Prelado, Estado potentado tienen ni deven tener Jurisdicion al guna superioridad preminencia
autoridad u otro poder en cual quiera materia sibil Eclesiastica dentro de esta Probincia esepto la
autoridad y poder q.e es o puede ser conferida p. r el Congreso Gral. de las Probincias unidas?” Al
respecto y para ejemplo, ver COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, Archivo Artigas Tomo
Undécimo, Impresores A. Monteverde y Cia S.A., Montevideo, MCMLXXIV, pp. 121-123 y 157; y
Con las invasiones portuguesas cuyas operaciones se iniciaron por agosto de año 1816
(3) bajo la aquiescencia del Directorio Supremo de Buenos Aires a la cabeza de Juan
Marín de Pueyrredón, la Provincia Oriental del Uruguay vería comprometida la
autonomía que había logrado alcanzar bajo el liderazgo del General José Artigas, Jefe
de la Liga Federal y Protector de los Pueblos Libres. Artigas y sus soldados
establecieron una dura resistencia, pero no pudieron contener el avance portugués. Se
precipitó el fin de la época política de Artigas y de la Patria Vieja. Se iniciaría una
época de sojuzgamiento bajo un nuevo poder extranjero.

A pesar de que el dominio portugués, y el brasileño que le sucedería a partir de 1822,


contaron con muchos obsecuentes orientales, otros albergaban la idea de poder
desembarazarse de ese yugo y de consolidar un orden político independiente para la
Provincia.

II. Sociedades secretas en la Provincia Oriental del Uruguay durante las invasiones
portuguesas y en el declive del período artiguista

La época de la ocupación lusitana en la Provincia Oriental (1816-1822) fue tiempo de


sociedades secretas, a través de las cuales discurrió la verdadera pero oculta trama de la
política.

En ese período aparecieron en la Provincia Oriental, desde 1821 denominada “Provincia


Cisplatina” o “Estado Cisplatino (alias Oriental)” ( 4), ciertos grupos o verdaderos
partidos que operaban caracterizados por su proceder o actuación reservada, y definidos
por sus posiciones políticas. Éstos se encontraban entonces en referencia opositora o
favorable (según su tendencia) a los portugueses y luego brasileños, como el llamado
“Orden o Sociedad de Caballeros Orientales”, el “Club o Logia de los 19” o “Logia de
la Constitución”, el “Club del Barón”, la “Logia de los Aristócratas”, “los Aristócratas”,
“los Caballeros del Lazo Verde” o “Logia de los Imperiales”. En otros casos, estaban
formados por grupos de exiliados de otras tierras que intentaron hacer su propaganda
desde Montevideo, caso de los Caballeros Racionales (en una eventual segunda época)
o “Tercera Lautaro”, que luego se transformaría en la “Sociedad de Amigos del País” y
después en los “Caballeros Orientales”.

En realidad, todos ellos eran partidos embrionarios de élite que se reunían por sus
afinidades políticas (pro-portugueses, pro-brasileños, pro-independentistas, o “anti-
Directorio” de Buenos Aires). Se trataban de facciones o de círculos de poder e
influencias organizados en forma discreta, llamados en su tiempo “Clubes”,
“Sociedades” o “Logias”. No está demostrado que hubieren sido organizaciones
masónicas ni que hubieren formado parte de la Masonería, a pesar de que la leyenda
vernácula y ciertos historiadores los caracterizaran como “Logias”, “Logias masónicas”
o “masonerías políticas”. Entendemos que resulta sobrevaluada (por no decir errónea) la

COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, Archivo Artigas Tomo Duodécimo, Impresores A.


Monteverde y Cia S.A., Montevideo, MCMLXXIV, pp. 19, 281 y 284.
3
VIDAL Pedro, Segunda invasión portuguesa de 1816. El planteo estratégico artiguista, en Revista
Estrategia No. 3/2011, Centro de Altos Estudios Nacionales, pp. 110-124.
4
“Estado Cisplatino (alias Oriental)”, como se proclamó en el Congreso Cisplatino de 1821 (DE LA
SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos escritos por Juan Manuel de la Sota, año 1849, manuscrito
inédito existente en el Museo Histórico Nacional, Cuadro VIII, pp. 376-394).
idea de que “En las luchas por la independencia [oriental], la Masonería sin duda
estuvo omnipresente en el proceso” (5).

La Declaración independentista del 29 de octubre de 1823 fue gestada por una de esas
agrupaciones logistas, la Sociedad u Orden de los Caballeros Orientales. Importa
entonces relacionar cómo se constituyó, qué organización poseía, quiénes la integraron
y cuáles fueron sus actividades.

III. Los nuevos “Caballeros Racionales”, también llamados la “Tercera Lautaro”

Al arribar Carlos María de Alvear por mayo de 1818 desde Río de Janeiro a
Montevideo, luego de su caída y renuncia como Director Supremo de Buenos Aires que
lo había obligado a exiliarse (entre los días 15 y 18 de abril de 1815), éste formaría en la
última ciudad y en ese año de 1818, con algunos partidarios suyos y opositores al
Directorio de Juan Martín de Pueyrredón, una nueva sociedad de “Caballeros
Racionales” (6), que intentaba ser una refundación de la misma sociedad que entre 1812
y hasta la debacle de Alvear como Director Supremo el 15 de febrero de 1815 se
conocía en Buenos Aires con el mismo nombre, también denominada “Logia Lautaro”,
en su primera época bajo control de Alvear ( 7). Nos cuenta Santiago Vázquez que ya
existía en Montevideo esta “sociedad secreta de patriotas que trabajaban desde el año
16 en conservar el fuego sagrado y preparar la epoca de la restauración librandole de
todo dominio extranjero” (8).

Este grupo, conocido hoy como “Tercera Lautaro” para diferenciarlo como opositor del
eje formado por las Logias Lautaro de Buenos Aires y Mendoza (Segunda Lautaro,
desde 1816 rearticulada por el General José de San Martín bajo su influencia y no más
la de Alvear) bajo Juan Martín de Pueyrredón y José de San Martín respectivamente,
nucleó en Montevideo originalmente a antiguos partidarios de Alvear, argentinos y
chilenos exiliados en esa ciudad contrarios a Juan Martín de Pueyrredón, a José de San
Martín y a Bernardo O’Higgins, aunque con el tiempo fue incorporando a orientales.

Tomás de Iriarte nos da cuenta de cómo operaba a 1818 esta sociedad alvearista de
Caballeros Racionales o Tercera Lautaro:

5
DOTTA OSTRIA Mario, Caudillos, Doctores y Masones. Protagonistas de la Gran Comarca
Rioplatense (1806-1865) 3ra. Edición, Montevideo, Ediciones de la Plaza, 2008, p. 19.
6
Santiago Vázquez nos cuenta que su hermano Ventura “se vio forzado á dirijirse a Montevideo por
abril de 1818, donde se hallaban sus hermanos [Santiago y Juan], siendo entonces jefe portugués el
jeneral Lecor: vinieron tambien tambien en esa época á. Montevideo desde Janeiro, donde se habian
conservado, el jeneral AIvear y muchos otros de los proscritos de su administracion, cuyas reiteradas
solicitudes para regresar a sus hogares fueron siempre rechazadas” (VÁZQUEZ Santiago, Apuntes
biográficos sobre el coronel D. Ventura Vasquez, escrito por su hermano D. Santiago Vasquez, en
LAMAS Andrés, Colección de memorias y documentos para la Historia y Jeografia de los Pueblos del
Rio de la Plata Tomo Primero, Imprenta del Comercio del Plata, Montevideo, 1849, p. 532). También
Santiago Vázquez nos cuenta de su hermano Ventura: “…aunque desde 1812, se incorporó a la sociedad
secreta denominada de Lautaros y por este medio se halló colocado en el partido dicho de Alvear,
pasados los primeros momentos de las ilusiones y la época del entusiasmo, no gustó del carácter político
de Alvear” (op. cit., p. 536).
7
MONDINE, Bajo la Escuadra… cit.., pp. 225-240 y 256-257. Ver Nota 95.
8
VÁZQUEZ, Apuntes biográficos sobre el coronel D. Ventura Vasquez… cit., p. 533.
“Mi relación con Alvear [en 1818] se estrechaba más cada día y estábamos
perfectamente de acuerdo en trabajar para derribar el gobierno de Pueyrredón; como
yo tenía que regresar a Buenos Aires, él debió calcular y no se equivocaba, que allí
sería yo un buen agente para trabajar en este sentido y así se franqueó conmigo y me
propuso introducirme en una sociedad secreta compuesta de patriotas enemigos todos
de la administración de Pueyrredón: yo acepté con gusto y fui recibido por Alvear, don
Juan Larrea y don Santiago Vázquez, otros cuatro individuos que también pertenecían
a la asociación, a saber, don Manuel Álvarez, don Francisco Martínez Nieto, don Juan
Zufriategui y don Ventura Vázquez, no concurrieron, pero después se me dieron a
conocer” (9).

La sociedad de “Caballeros Racionales” o “Tercera Lautaro” de Montevideo era, en otro


plano, también contraria a José Artigas. Nuestro máximo Prócer conocía las actividades
de estos “Caballeros” que para 1819 comenzaban ya a conocerse como “Caballeros
Orientales”, a quienes despectivamente denominaba “Caballeros Andantes” o “la
Gavilla de Albear en Montevideo” (10). Los temores de Artigas eran fundados porque
aparentemente, la sociedad “Caballeros Orientales” en sus inicios “...trabajó en el
sentido de la pacificación del país, para evitar su desolación en una pequeña guerra
inútil y ruinosa que sostenían las partidas de Artigas. La tolerancia de Lecor, al
permitir que Alvear fundara una Logia en Montevideo, radicaba en la existencia de un
enemigo común al que había que eliminar: José Artigas” (11).

No eran artiguistas, pero tampoco eran colaboracionistas; consideraban al dominio


portugués una suerte de mal coyuntural necesario, al menos por las circunstancias del
momento. Algunos de sus miembros integraron el Cabildo montevideano de 1819, aquel
que el 30 de enero de 1819 celebró con los portugueses el controvertido “Tratado de la
Farola” (12), caso de Juan Benito Blanco, Juan Francisco Giró, Lorenzo Justiniano
Pérez, Francisco Joaquín Muñoz y Manuel Vidal (Juan José Durán se mantuvo fiel a los
portugueses y luego a los brasileños).

Uno de los principales objetivos de esta sociedad era, entre 1818 y 1820, derrocar al
Directorio de Buenos Aires y sustituirlo por sus propios adeptos. En otro aspecto,
debido a que en 1819 se conocía que desde España se preparaba una expedición
reconquistadora para el Río de la Plata, esta agrupación planificó acciones de resistencia
para el caso que se diera esa eventualidad.

9
IRIARTE Tomás de, Memorias Tomo 1, La Independencia y la Anarquía Segunda edición, Ediciones
Argentinas Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1946, p. 161.
10
Revista Histórica de la Universidad Año II No. 4 - enero de 1909, Imprenta El Siglo Ilustrado,
Montevideo, 1909, pp. 241-243, esp. p. 242. COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, Archivo
Artigas Tomo Trigésimosexto, TARMA, Montevideo, MMVI, p. 47. COMISIÓN NACIONAL
ARCHIVO ARTIGAS, Archivo Artigas Tomo Trigésimoctavo, Tradinco S.A., Montevideo, MMXVII, p.
223.
11
CAMPOS THÉVENIN DE GARABELLI Martha, La Revolución Oriental de 1822-1823. Su Génesis
Tomo Primero, Montevideo, Junta Departamental de Montevideo - Biblioteca José Artigas, 1972, p. 415.
12
Por el “Tratado de la Farola”, Portugal aportaba los materiales necesarios para construir un faro en la
Isla de Flores y a cambio, el Cabildo de Montevideo cedía a Portugal todo el territorio de las Misiones
desde una línea que iba desde una legua al Sureste del Fuerte de Santa Teresa, en la margen occidental de
la Laguna Merín y siguiendo en dirección Noroeste hasta la desembocadura del Arapey en el Río
Uruguay. Satisfecho por tal liberalidad, el rey Juan VI de Portugal condecoró a todos los integrantes del
Cabildo de Montevideo como Comendadores de la Orden de Cristo.
IV. De la Sociedad u “Orden de Caballeros Orientales”

Como manifestamos, a los “Caballeros Racionales”, “Tercera Lautaro” o “rectius”, “la


Anti-Lautaro de Buenos Aires y Mendoza”, se fueron incorporando algunos orientales
quienes con el devenir pasaron a formar mayoría en la sociedad, al punto que con el
tiempo el círculo, cada vez más numeroso, pasaría a conocerse informalmente como los
“Caballeros Orientales”. Constituiría para 1819 un grupo con otra estructura y
envergadura, algo ya diferente. Arcos Ferrand, siguiendo a Juan Manuel De la Sota, nos
informa que habría sido:

“…fundada en Montevideo por el año 1819, según todas las probabilidades; y si nos
atenemos a la palabra autorizada del historiador de la Sota…, la iniciativa de su
establecimiento correspondió a don Juan Zufriategui.
Don Lorenzo Justiniano Pérez… expresa sobre este particular: ‘Como los orientales no
gustaban de la dominación portuguesa (alude al período comprendido entre los años
1817 y 1819), se formó una sociedad secreta cuyo voto era trabajar con todo su saber y
su fortuna para expulsar a los portugueses del país; esta sociedad trabajó mucho, y
mucho ha contribuido para la expulsión de los extranjeros. En ella estaban todos los
patriotas de viso que residían en Montevideo; la sociedad tenía su archivo, que encie-
rra documentos muy importantes para la historia de nuestro país; todo estaba en una
caja de lata depositada en poder del finado don Manuel Vidal; temo que se haya extra-
viado.’” (13).

Un valioso manuscrito anónimo, cuya autoría sería atribuible a Santiago Vázquez, nos
historia brevemente sobre los orígenes, propósitos y actividades de la Sociedad u Orden
de los Caballeros Orientales en 1819 y 1822, planteando que Vázquez habría sido su
fundador e inclusive el redactor de su Reglamento. Transcribimos un fragmento:

“/1819/
El club patriótico de Montev.o denominado de caballeros Orientales surgio de la gran
L. de los Lautaros establecida en Montev. o, y en disidencia con la que existía en B. nos-
Ayres. D.n Santiago Vasquez era uno de sus antiguos miembros: y suyo fue el pensam. to
dela ereccion de una sociedad patriótica con la denominacion ya indicada: el confec-
ciono el reglamento que debía regirla. La sociedad no conocía la existencia de la L.
Lautaro, á que debía su origen: estaba clasificada en tres grados 1.º el de Ancianos, 2.º
Consejeros, 3.º caballeros orientales; p.o en los grados inferiores se ignoraba la exis-
tencia de las gerarquias superiores. De modo que bajo una tal estructura, se deja bien
comprender que en todas las deliberaciones prevalecía la resolución impulsiva y secre-
ta de los grados mas altos;
y que eran, por lo tanto, los lautaros los miembros directivos.= La ocacion por la insta-
lación de la sociedad de caballeros orientales, fue el anuncio de una espedicion de tro-
pas españolas que se preparaba en Cadiz con destino al Rio de la Plata; y el alegato
exclusivamente patriótico, -el de organizar el país y prepararlo á la resistencia contra
los invasores: pues se tenia por cierto que las tropas portuguesas lo evacuarian cuando
la espedicion se presentase, mediante un convenio entre los gabinetes de Madrid y Rio
Janeyro.- Los lautaros reducidos a ocho en numero, eran, en la mayor parte, emigra-
dos Argentinos que no podían por entonces restituirse á su país natal, y todos opuestos
13
DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit, Cuadro XII, p. 569. ARCOS FERRAND Luis, La Cruzada de
los Treinta y Tres, Imprenta Nacional Colorada, Montevideo, ¿1925?, p. 67.
al Gobierno directorial. El pensamiento de la creación de la nueva sociedad oriental,
era eminentemente patriótico, y como se ha dicho, exclusivamente original de Dn San-
tiago Vasquez. Este presidia la sociedad, y daba dirección á sus trabajos con su consu-
mada habilidad en este genero. De modo que si la espedicion Española se hubiera pre-
sentado en estas playas, habría encontradose con un gobierno patrio organizado en la
campaña, y el país todo preparado pa. oponerle la mas recia y tenaz resistencia.-
Algunos delos miembros mas influyentes del cabildo estaban afiliados en la sociedad de
caballeros Orientales; y como el Genl. Lecor contemporizaba y dejaría á muchos delos
actos de aquella corporacion Municipal, la sociedad trabaja con gran ventaja, toman-
do medidas preparatorias cuando llegase la epoca de las hostilidades. Una de ellas fue
la deportación de considerable numero de españoles desexiliados, y militares fugados
del deposito de prisioneros delas Bruxas, quetodos trabajaban de consuno pa. auxiliar
la espedicion con su influjo y conocimiento practico de la tierra.
La sociedad trabajó en el sentido de lapacificacion del país, pa. evitar su desolación
mediante una pequeña guerra inutil yruinosa que sostenían las partidas de Artigas. En
esto estaba perfectamente de acuerdo el Baron dela Laguna que segundaba aquellos
trabajos.” (14)

Tomás de Iriarte nos cuenta cómo evolucionaría este grupo:

“Nuestra sociedad secreta de Montevideo incrementó [en 1819] de un modo considera-


ble, e hizo adquisiciones entre los hijos del país de más nota, adictos a la causa de la
independencia. Esta reunión tomó una nueva denominación, la de Caballeros Orienta-
les; la mayor parte de los individuos del Cabildo fueron iniciados: Giró, Muñoz, Blan-
co (Don Juan Benito y don Silvestre), Lecocq (don Gregorio y don Francisco), Vidal
(don Daniel y don Manuel), don Francisco Aguilar, Visillaga, Cullen, don Lorenzo Pé-
rez, don Manuel Oribe y otros muchos orientales fueron introducidos; esta sociedad se
componía de tres clases o grados, el iniciado era instalado en clase de Caballero
Oriental, seguía el grado superior inmediato de Consejero y por último el de Anciano,
pero la estructura de la sociedad era tal que los del grado inferior ignoraban la exis-
tencia de una clase superior, y de este modo los miembros de la antigua gran Logia,
porque nos reuníamos en privado y nuestra sanción daba después la ley, porque nos
era fácil conquistar el voto de algunos miembros de los Ancianos, y por consiguiente
sucedía que reunidos con éstos, obteníamos la mayoría, de modo que cuando nos incor-
porábamos con los Consejeros para deliberar ya llevábamos la votación ganada, y así,
sucesivamente para la reunión con el grado inmediato inferior, así: los orientales que
no conocían el secreto de la gran Logia: seguían su impulso sin poderlo evitar ni sos-
pecharlo. Los miembros de la gran Logia éramos Alvear, Vázquez, (don Santiago y don
Ventura), Zufriategui (don Juan), Larrea y yo. Como no se dudaba de la venida de la
expedición española, teníamos formado nuestro plan para salir a la campaña en cuanto
desembarcaren, y establecer un gobierno patrio para administrar el país y dirigir la
guerra contra los invasores. El general portugués Lecor contemporizaba mucho con el
Cabildo de Montevideo, porque este cuerpo en cierto modo representaba los intereses
de la provincia…” (15).
14
Archivo Histórico Museo Mitre (Buenos Aires), Colección correspondencia hombres públicos
argentinos. Noticias sobre la fundación patriótica de Caballeros Orientales y su fundador Santiago
Vázquez, AR MM COHPA / A1 C0 No. 1383 (antes A1 C23 C4 No. 1).
15
IRIARTE Tomás de, Memorias Tomo 1, La Independencia y la Anarquía Segunda edición, Ediciones
Argentinas Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1946., pp. 222-223. Hemos dicho en la
En 1820 este grupo se articuló bajo una “Sociedad Secreta de Amigos del País” (aunque
ya comenzaban a ser conocidos como “Caballeros Orientales”), con un límite estatutario
de “cuarenta miembros escogidos entre los patriotas que hayan dado pruebas inequívo-
cas de su adhesión al sistema representativo que reúnan las calidades de luces y una
firmeza conocida por hechos públicos y privados”, y con un sistema de tres Grados:
“Ciudadanos Libres” (primer Grado), “Patriotas Distinguidos” (segundo Grado) y “Al-
tos Elegidos” (tercer Grado). Se proponía “Remover todos los obstáculos que puedan
oponerse a la reinstalación de las instituciones liberales de la Provincia de Buenos Ai-
res [aunque operaban organizados en Montevideo], promoviendo, aunque por medios
indirectos, los de las provincias hermanas. Propagar la buena doctrina de modo que se
sientan sus efectos en las últimas clases del Pueblo. Sofocar el germen de la anarquía;
infundir amor al orden y respeto a las leyes; fomentar la ilustración pública; perseguir
el régimen arbitrario: impedir la reaparición de la dictadura; proscribir el proselitis-
mo religioso, y proteger la religión del Estado: propender a afianzar las garantías so-
ciales haciéndolas efectivas; recompensar el mérito; amparar la virtud desvalida. En
fin, esforzarse en cuanto penda de su influjo y poder moral, para mejorar la condición
de los compatriotas en particular y de los hombres en general”. Entre los papeles archi-
vados de Tomás de Iriarte se conserva su Reglamento, donde constaba su organización,
ritual de iniciación, juramentos, signos de reconocimiento, catecismo y penalidades,
como también su alfabeto y vocabulario crípticos (16).

En sus “Memorias” y en sus “Glorias Argentinas”, el General Tomás de Iriarte nos


brinda mayores referencias sobre cómo actuaba en 1821 esta sociedad a quien denomina
como “la sociedad secreta de Caballeros Orientales”, “la sociedad de Caballeros
Orientales”, “sociedad secreta” o “Club patriótico”. Especialmente en sus “Memorias”
nos da cuenta que funcionaba como un típico Club selecto en donde se fueron profundi-
zando las conversaciones y conspiraciones independentistas:

“Al aproximarse el invierno para hacer más soportables sus largas noches, nos
reunimos varios amigos, pertenecientes todos a la sociedad secreta de Caballeros
Orientales… Adquirimos una casa, se estableció en ella una mesa de billar, mesas,
sillas, y en fin todos los utensilios necesarios. Todos los socios contribuimos con
nuestros libros para formar una biblioteca, y nos subscribimos a un crecido número de
periódicos americanos y europeos. Allí pasábamos noches muy divertidas jugando al
billar, a la malilla, mediator, etc., y leyendo el que era más aficionado que a los juegos
carteados porque otros no se permitían. No tenían entrada más que los subscriptores,
que como he dicho pertenecían a la sociedad secreta. Ésta celebraba allí sus sesiones
algunos días; y cuando no trabajábamos en cuerpo, podían ser introducidos algunos
amigos, pero éstos necesitaban una expresa invitación, y ser acompañados por uno de
los socios. La cantidad que mensualmente pagábamos era muy módica, dos o tres

Sección III que en 1819 se esperaba con cierto temor una expedición de reconquista española de sus
colonias, por lo que los Caballeros Orientales y los portugueses mancomunaron esfuerzos para elaborar
un plan de contingencias (v. las Reflexões sobre a noticia da Expediçao Hespanhola no Rio da Prata,
provenientes de Rio de Janeiro, datadas el “14 de settembro de 1819”; en Archivo General de la Nación,
Colección de documentos diversos, Caja 319, Carpeta 2; también v. Observaciones sobre la defensa de la
Provincia de Buenos Ayres amenazada de una invasión Española 1819, Por C.A. [Carlos de Alvear].
Archivo General de la Nación -Buenos Aires-, Documentos Escritos, Archivo y Colección Andrés Lamas,
Legajo 36).
16
ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO - Sección “Historia y Archivo”, Boletín Histórico No. 92-95,
Montevideo, 1962, pp. 162-164 y 165-173.
pesos. Expresaré los nombres de que puedo acordarme: don Santiago Vázquez, su
hermano el coronel don Ventura, don Juan Zufriategui, el general [Carlos María de]
Alvear, don Juan [Francisco] Giró, don Francisco Muñoz, don José Aguilar, don Juan
Benito Blanco, don Lorenzo Pérez, don Manuel Vidal, don Manuel Oribe, y otros
muchos que no recuerdo.” (17).

Iriarte mencionó asimismo que integraban la Comisión Directiva de los “Caballeros


Orientales” Santiago Vázquez (quien la presidía), Juan (Francisco) Giró y Diego
Benavente, y que cuando sus actividades comenzaron a trabajar por la independencia de
la Provincia, el mismo Iriarte fue comisionado para hablar en Buenos Aires con
Bernardino Rivadavia en búsqueda de apoyo (18).

De Gandía (quien llamó a los “Caballeros Orientales” como los “Caballeros de la


Libertad”), Arcos Ferrand, Fernández Cabrelli, Dotta Ostria, Flavio García y
Lagomarsino Pezzali proporcionan una lista más amplia de estos “Caballeros”. Resulta
de ello una amplia nómina de integrantes, a saber: Francisco Aguilar, Atanasio Aguirre,
Agustín de Aldecoa, Julián Álvarez, Carlos de Alvear, Antonio Acuña, Francisco
Solano Antuña, Francisco Araúcho, Rufino Bauzá, Diego Benavente, Silvestre Blanco,
Prudencio Blanco, Juan Benito Blanco, Silvestre Blanco, Pedro Francisco Berro, Pedro
Calatayud, Carlos Camusso, Ramón Castriz, Manuel Cifuentes, Domingo Costa,
Domingo Cullen, Ramón Cullen, Antonio de Chopitea, Antonio Díaz, José Ellauri,
León Ellauri, Rafael Ellauri, Román o Ramón de Acha, Cristóbal Echevarriarza,
Manuel Errazquin, Baltasar Gayoso, Francisco Gil, Juan Francisco Giró, Pablo Giró,
Roque Graseras, Tomás de Iriarte, Atanasio Lapido, Francisco Lecocq, Gregorio
Lecocq, Pedro Lenguas, Ramón Masini o Massini, Agustín Murguiondo, Prudencio
Murguiondo, Francisco Joaquín Muñoz, Pablo (o Pedro) A. Nieto, Francisco Oribe,
Ignacio Oribe, Manuel Oribe, Gabriel Antonio Pereira, Gregorio Pérez, Lorenzo
Justiniano Pérez, Luis Eduardo Pérez, José María Platero, Carlos de San Vicente, Rafael
Sánchez Molina, Santiago Vázquez (o Vásquez), Ventura Vázquez (o Vásquez), Daniel
Vidal, Manuel Vidal, Miguel Antonio Vilardebó, José Félix Zubillaga, Juan Zufriategui
y Pablo Zufriategui (19). Nicolás Herrera (antiguo integrante de la Tercera Lautaro,
pasado al bando de los portugueses y luego de los brasileños) afirmará que “Los que
han permanecido a banderas desplegadas por la anarquía son los Vasquez, los Oribes,
Juan Benito [Blanco], Aguilar, Gallego Diaz, Iriarte el hijo de la Somalo, Murguiondo,
17
IRIARTE Tomás de, Memorias Tomo 3, Rivadavia, Monroe y la Guerra Argentino - Brasileña,
Ediciones Argentinas - Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1945, pp. 9-10.
18
IRIARTE, Memorias Tomo 3 cit., p. 47. IRIARTE Tomás de, Glorias Argentinas y Recuerdos
Históricos 1818-1825, Buenos Aires, Librería de la Victoria, 1858, pp. 108-110 y 116.
19
DE GANDÍA Enrique, Los 33 Orientales y la Independencia del Uruguay, Buenos Aires, Espasa -
Calpe Argentina S.A., 1939, p. 151. FERNÁNDEZ CABRELLI Alfonso, Presencia masónica en la
Cisplatina, Montevideo, Editorial América Una, 1986, pp. 41-42. LAGOMARSINO PEZZALI Luis
Alberto, La Cruzada de los Caballeros Orientales. Participación Histórica en el Nacimiento y
Consolidación de la Patria, Montevideo, s/e, s/f, p. 64. DOTTA OSTRIA Mario, La Masonería y el
proceso histórico del Uruguay, en http://www.glrbv.org.ve/Obras%20Literarias%20y%20Otros
%20trabajos%20de%20Interes%20Masonico/La%20 Masoneria%20y20el%20proceso%20historico
%20del %20Uruguay.pdf, p. 22; y DOTTA OSTRIA Mario, Caudillos, Doctores y Masones.
Protagonistas de la Gran Comarca Rioplatense (1806-1865) 3ra. Edición, Montevideo, Ediciones de la
Plaza, 2008, pp. 21-22 y 34. GARCÍA Flavio, Una Historia de los Orientales y de la Revolución
Hispanoamericana Octava Edición Tomo II, Montevideo, Editorial Medina, 1956, pp. 418-419. REYES
ABADIE Washington - VÁZQUEZ ROMERO Andrés, Crónica General del Uruguay Volumen II
Fascículo 34, Los “Caballeros Orientales”, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, s/f, pp. 479-
504. ARCOS FERRAND Luis, La Cruzada de los Treinta y Tres, Imprenta Nacional Colorada,
Montevideo, s/f (¿1925?), p. 68.
los bichos del Cavildo y varios Españoles del Cons. o que V. no lo creería. Ventura
Vasquez e Iriarte son los emisarios q. e van y vienen de Bs Aires qe convinan sus planes
con los corresponsales de ella…”; pero también identificó a “Lorencito Perez,
Muñocito [Francisco Muñoz]” o a “Juan Benito Blanco, Lorencito Perez, Juan Giró”,
calificándolos como “…los hombres mas picaros del país, y dirijidos pr. nuestro Dn
Carlos Alvear que desde allá embia sus decretos y emisarios” (20). Otro integrante de
los “Caballeros Orientales” fue Bernardo Prudencio Berro, quien se inició en esa
sociedad juvenilmente (21).

No todos estos Caballeros eran “Orientales”. Benavente y los Vidal eran chilenos.
Otros, como Alvear, Julián Álvarez, Iriarte y Sntiago Vázquez (en realidad su apellido
era “Vásquez”), eran argentinos. Aguilar, Camusso, Castriz, los Cullen, Díaz,
Echevarriarza, Prudencio Murguiondo, Vilardebó, eran españoles (es menester precisar
que había descontento entre los pobladores españoles de Montevideo con Lecor).
Massini (o Masini) era de origen italiano.

De acuerdo a De la Sota y a Arcos Ferrand (transcribimos a este último), “De progreso


en progreso, la sociedad fué tomando verdadero incremento, pues el número de sus
afiliados, a estar a las indicaciones de De la Sota, llegó en poco tiempo a doscientos,
‘los más de ellos pudientes, gran parte de extranjeros, ingleses, españoles y franceses’”
(22). En una carta del 13 de abril de 1823 dirigida a Lucas Obes, Thomas García de
Zuñiga (“Syndico Procurador Geral do Estado Cisplatino”) caracterizó a estos como
“aquellos mismos Españoles de Montevideo que estaban expatriados que volvieron a la
plaza bajo la protección de las armas portuguesas, y que recibieron del Gobierno
Portugues todos sus bienes que se hallaban confiscados por D.n Jose Artigas, son los
mas entusiastas enemigos de la causa del Brasil que unidos á la faccion de los
anarquistas ofrecen sus personas y bienes para hacer una guerra cruda á las Tropas
Imperiales; y arrancar de la Confederación del Imperio esta Provincia, cuya ocupacion
y conservacion ha costado tanta sangre y dinero á la Nacion Brasilica” (23).

Estos “Caballeros Orientales” también serían conocidos como “los Independentistas”


(24) o “los Independientes”, porque así era su tendencia. Los “Caballeros Orientales”
operaron desde la reserva mancomunando talentos de los más preclaros
independentistas de la élite montevideana de entonces, resistiendo sordamente la
ocupación portuguesa y luego la brasileña.

Muy activos pero solapados revolucionarios, en ese entonces muchos de ellos iban y
venían a o desde Buenos Aires tendiendo nexos y haciendo preparativos, en pro de la
causa oriental “patria”.
20
Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera
1814-1822, Caja 16 Carpeta 2, cartas de Herrera a Lucas Obes del 19.10.1822 y del 27.12.1822.
Involucra también García de Zúñiga a Alvear como “gefe de la faccion de anarquistas de Montevideo”
(GARCÍA DE ZÚÑIGA Tomás, Circulares del Sindico Procurador a los Cabildos, Montevideo, s/e,
1822).
21
BERRO Aureliano Bernardo P. Berro. Vida pública y privada, Talleres Gráficos de A. Barreiro y
Ramos, Montevideo, 1920, pp. 12-13.
22
DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro XII, p. 570. ARCOS FERRAND, La Cruzada de los
Treinta y Tres cit., p. 69. De la Sota da ese número de unos “dos cientos” para el año de 1823 (id. loc.
cit.).
23
Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Documentos relativos a la gestión
cumplida ante la Corte de Río de Janeiro 1822-1824, Caja 15 Carpeta 9.
24
DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro XII, p. 570.
V. El panorama político en la Provincia Oriental o Cisplatina hacia 1821. Los
Caballeros Orientales prosiguen sus “trabajos”, ahora con un nuevo propósito

Hacia el año 1821, el escenario político del Río de la Plata había cambiado
drásticamente.

La temida expedición reconquistadora española se había frustrado al haberse


desarticulado tras el Pronunciamiento del General Rafael del Riego (Las Cabezas de
San Juan, cerca de Sevilla, 1º de enero de 1820). España ya no representaría más un
peligro para la región.

El Directorio de Buenos Aires (en ese momento bajo José Rondeau -Pueyrredón había
renunciado el 11 de junio de 1819-) había caído vencido por los caudillos artiguistas
argentinos tras la batalla de Cepeda (1º de febrero de 1820), pero el Pacto o Tratado del
Pilar que se firmó el 23 de febrero de 1820 entre Manuel de Sarratea, Estanislao López
(santafesino) y Francisco Ramírez (entrerriano) desmarcó a estos dos últimos de José
Artigas, e inauguraría en las Provincias Unidas una época de anarquía e inestabilidad
institucional.

Aprovechando todo ese revuelo, y con sus ambiciones puestas en querer obtener el
poder en Buenos Aires y las Provincias argentinas, Carlos María de Alvear cruzó desde
Montevideo a Buenos Aires el 25 de marzo de 1820. La Sociedad de los Caballeros
Orientales de Montevideo pasaría a quedar desde entonces bajo el liderazgo de Santiago
Vázquez.

José Artigas, ya inútiles sus esfuerzos contra los invasores portugueses, derrotado por
Francisco Ramírez y traicionado por Estanislao López, se retiraría el 5 de setiembre de
1820 al Paraguay. Los portugueses adquieren así el control sobre la Provincia Oriental.

Bajo la dominación portuguesa, en el Congreso Cisplatino, convocado por el Barón de


la Laguna Carlos Federico Lecor (Le-Cor) y que sesionó en Montevideo con una
camarilla digitada por él mismo entre el 15 al 31 de julio de 1821, el día 18 de julio de
ese año se votó la anexión de la Provincia Oriental al imperio portugués, pasando a
denominarse “Provincia Cisplatina” (25).

A pesar de ello, no se ocultaba que entre las clases dirigentes locales había cierto
descontento contra las autoridades portuguesas: se consideraba que su dominio no había
logrado traer la paz y la estabilidad que se precisaba para el desarrollo. En realidad, los
lusitanos no habían logrado consolidar su poder en el territorio oriental. Controlaban las
ciudades de Montevideo, Maldonado, Colonia, Soriano, San José, Florida y Guadalupe
(ciudad de Canelones), pero no conseguían imponer su voluntad en la campaña, donde
solían suscitarse ciertas resistencias provocadas por rebeldes “tupamaros”, como se les
denominaba a esos levantiscos orientales. Los propios militares invasores se sentían
extraños en el suelo oriental, además de que sufrían atrasos importantes en el pago de
sus salarios.

25
Ver Nota 88.
En este contexto histórico tan complejo y caótico, bajo la dirección de Santiago
Vázquez los Caballeros Orientales incrementaron sus articulaciones secretas, y sus
aspiraciones comenzarían a reperfilarse hacia una meta muy particular: la obtención de
la independencia nacional o si se prefiere, de la Provincia Oriental, del dominio
portugués, y la asociación a las Provincias argentinas a pesar de su inestable situación
política.

Es necesario precisar que los “Caballeros Orientales” fueron una sociedad constituida
exclusivamente por varones; como era normal en su época y en estas latitudes,
especialmente en grupos que se reunían por la noche (propio de las sociedades secretas
o discretas). Dicho sea esto, para desmitificar cierta errónea información de que estaba
“integrada por hombres, aunque hubo también algunas mujeres” (26). Cierto es que
hubo mujeres patriotas que hicieron mucho por la causa independentista, siendo María
Josefa Oribe y Viana de Contucci (hermana de Manuel Oribe, y conocida en esa época
como “Pepita la tupamara”) quien más se destacó por esos tiempos; pero ellas actuaban
por su cuenta y esfuerzo, con gran valentía por supuesto, ocasionalmente colaborando
con otras personas o requiriendo de ellas, pero jamás formando parte de los Caballeros
Orientales ninguna de estas mujeres.

Una de sus primeras acciones fue tratar de enquistarse entre las autoridades del Cabildo
de Montevideo, hacia 1821 netamente “pro-portugués”. Lo cual lograrían al año
siguiente, 1822, “para emprender la obra de su libertad, poniendose de acuerdo…” (27).

Esta “pequeña facción de anarquistas de Montevideo”, “logia de anarquistas de


Montevideo” o “una facción… dueña de los destinos de la Republica” logró colocar a
sus miembros en el Cabildo de Montevideo, o en su caso captarlos para secundar los
propósitos de los Caballeros Orientales. “La sociedad de Vasquez pudo influir en los
Sres. Echevarriarza, Gabriel Pereyra, y Aldecoa…” (28). Los capitulares del Cabildo de
Montevideo 1822 y del Cabildo de Montevideo de 1823, este último integrado por
Manuel Pérez, Pedro Francisco Berro, Pedro Vidal, Luis Eduardo Pérez, Francisco Plá,
Román de Acha, Francisco de las Carreras, Silvestre Blanco, José María Platero, Ramón
Castriz y Juan Francisco Giró (29), se encontraban en su mayoría vinculados a los
Caballeros Orientales.

En el año 1822 los Caballeros Orientales intensificarán desde Montevideo el esfuerzo


independentista, intentando llevarlo hacia toda la Provincia y procurando aliados para su
causa.

Data de este año de 1822 un manuscrito, que se conserva incompleto, de la


“Constitucion Orgánica del Orden de Caballeros Orientales” (30). Evidencia que esta
sociedad, sin ser masónica, tenía una organización parecida a las Logias de la
26
Contra http://contenidoseducativosdigitales.edu.uy/files/052-los-caballeros-orientales.pdf (consultado
el 3.10.2023).
27
DÍAZ Antonio Memorias; cit. por CAMPOS THEVENIN DE GARABELLI Martha, La Revolución
Oriental de 1822-1823. Su génesis Tomo Segundo, Junta de Vecinos de Montevideo - Biblioteca José
Artigas, 1978, p. 6.
28
ARCOS FERRAND Luis, La Cruzada de los Treinta y Tres cit., pp. 68-70. Archivo General de la
Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16
Carpetas 2 y 3, correspondencias del 19.10.1822, 24.12.1822, 27.12.1822 y 25.12.1823. GARCÍA DE
ZÚÑIGA Tomás, Circulares del Sindico Procurador á los Cabildos, s/e, Montevideo, 1822.
29
La Aurora, Montevideo - Enero 4 de 1823, p. 13. El Secretario del Cabildo montevideano de 1823,
Francisco Solano de Acuña, también habría estado vinculado a los Caballeros Orientales.
Masonería: “era una sociedad secreta estructurada sobre el modelo de las asociaciones
masónicas” (31).

El “Orden de Caballeros Orientales” se organizaba en esta “Constitución…” bajo una


“Gran Sala” que reunía a todos los miembros que se conocían como “Compañeros”. La
Gran Sala tenía como “Oficiales” a un “Presid.te, Vice Presidente, Orador 1º y 2º,
Secretarios 1º y 2º; Tesorero y Ayudante, Archivero, Maestro de Ceremonias, y
Supernumerarios, que por su merito ó servicios se crean convenientes” (que si bien se
elegían por la Gran Sala, se extraían de las Cámaras), y sesionaba entre “Columnas”. A
su vez, la Gran Sala se dividía entre “Jóvenes” y “Cámaras”. La más importante de
estas Cámaras era la “Cámara de Ancianos”, que con la “Cámara de Consejeros”
formaba la “Cámara de Consejo”. Vale decir que la Sociedad u Orden de los Caballeros
Orientales funcionaba bajo un sistema de tres grados: “Jóvenes” o “Caballeros”,
“Consejeros” y “Ancianos”, siendo este último el de mayor nivel, con leves diferencias
del sistema de tres Grados que ya previa el Estatuto de la “Sociedad Secreta de Amigos
del País” de 1820 (32), y de dos Cámaras (la Gran Sala que reunía a todos, y la Cámara
de Consejo que reunía a los Ancianos y Consejeros) semejante al esquema de la
“pequeña Logia” y “gran Logia” con que actuaba la Logia Lautaro en sus diferentes
épocas (33). Los integrantes de los grados inferiores desconocían quiénes integraban los
grados mayores.

VI. Repercusiones del Grito de Ipiranga y de la creación del Imperio del Brasil
como Estado independiente. Un cambio de rumbo para los Caballeros Orientales,
y una oportunidad para activar una Declaración de Independencia en nuestras
tierras

Un inesperado evento para estos lares traería nuevos rumbos a la acción de los
Caballeros Orientales: la proclamación de la Independencia del Brasil tras el Grito de
Ipiranga del 7 de setiembre de 1822 y la entronización de Pedro I como su Emperador
(12 de octubre de 1822; sería coronado como tal más tarde, el 1º de diciembre de ese
año). Ese acontecimiento generó partidarios y resistencias, y ello repercutió en la
Provincia Oriental o Cisplatina que ahora pasaba a ser una Provincia del Imperio
brasileño, inclusive entre los invasores.

Los militares ocupantes se dividieron en dos facciones, que inclusive llegaron a luchar
bélicamente entre sí:

a) por un lado, el grupo de pro-portugueses (partidarios de mantenerse bajo Portugal),


liderados por el Brigadeiro Álvaro Da Costa, nucleados bajo la “Logia de los 19” o la
“Logia de la Constitución” (creada por marzo de 1821) de la División o Cuerpo de
Voluntarios Reales de El Rei o Talaveras, con base en Montevideo; y

b) los partidarios del Barón de la Laguna Carlos Lecor (quien optó por el Imperio
brasileño), que se nuclearon cívico-militarmente como los “Hombres del Lazo Verde”,
30
Constitucion Orgánica del Orden de Caballeros Orientales, Archivo y Biblioteca Pablo Blanco
Acevedo Tomo 132, fs. 78-79 v., Museo Histórico Nacional, Montevideo. El mismo se transcribe
completo en c0020, Bajo la Escuadra… cit., pp. 388-392.
31
CAMPOS THEVENIN DE GARABELLI, La Revolución Oriental… Tomo Segundo cit., p. 18.
32
MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., p. 363. Ver sección IV.
33
MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., pp. 234 y 243-252.
“Caballeros Comendadores de la Orden del Lazo Verde” o “los Imperiales” (Fructuoso
Rivera, quien sería ennoblecido por el Imperio brasileño como “Barón de Tacuarembó”,
formaría parte de los militares pertenecientes a estos últimos). Durante estos tiempos
Lector debió retirarse a Guadalupe (Canelones) y luego a San José, desde donde intentó
afianzar el dominio del Imperio.

Lecor se retiraría a la campaña y se instaló el 17 de setiembre en Guadalupe (actual


ciudad de Canelones), con el propósito de afianzar su autoridad y desde allí hostilizar a
Montevideo y a la facción pro-portuguesa. Mediante una Orden del 25 de setiembre, el
Conselho Militar designó a Da Costa como Comandante Interino de la “División de
Voluntarios Reales d'El Rey”, y se lo comunicó a Lecor, quien la rechazó el 27 de ese
mes (34). El 12 de octubre de 1822, el Barón de la Laguna Carlos Lecor declararía la
anexión de la Provincia Cisplatina al Imperio de Brasil, aclamando a Pedro I como su
Emperador. Las fuerzas portuguesas de los Voluntarios Reales de El Rei o Talaveras al
mando del General Álvaro Da Costa, quien presidía el Conselho (Consejo) Militar
(conocido como la “Logia de los 19” o la “Logia de la Constitución”) y leales a la
corona portuguesa, no adhirieron la proclama lecorista y se hicieron fuertes en
Montevideo. En enero de 1823, Lecor instalaría su gobierno con sus conmilitones en
San José.

El Cabildo de Montevideo y los Caballeros Orientales habían encontrado, ante esta


división de los invasores, una oportunidad para articular con mayor ahínco su labor
independentista. Al 19 de setiembre de 1822, el Cónsul General y Agente de Negocios
de Brasil en Buenos Aires António Manoel Corrêa da Câmara, ya conocía que los
“Membros do Club de Monte Video haviáo resolvido declarar a desmembraçáo de
Monte Video com o Brasil para o unir no despois ás outras Provincias da Prata” (35).

“Los miembros mas influyentes del cabildo se ha dicho anteriormente que estaban
afiliados en el Club patriótico (36). Esto era importantísimo, por ser el cabildo, en
virtud de los tratados celebrados en 1817, la única autoridad patria que los
portugueses reconocian y con la que directamente se entendiesen. Tenian estos
conocido interes político, cuyo alcance es facil comprender para llevar adelante la
decepcion en aparentar deferencia al cabildo. Esta corporacion no limitaba su accion
al egercicio de sus atribuciones municipales; en ciertas ocasiones funcionaba como
cuerpo representativo.” (37)

Por su parte Da Costa procuró el apoyo del Cabildo de Montevideo, haciéndoles entre-
ver que podía verificarse la desocupación de la ciudad y que los orientales quedarían
con el control del territorio (38). Esto daba esperanzas a la Sociedad de Caballeros Orien-
tales, de que podía tener éxito su empresa emancipadora.

“La sociedad de Caballeros Orientales de que yo era miembro, abrió sus sesiones y
empezó a trabajar. Temíamos y repugnábamos tanto la dominación brasileña como la
34
República dos Estados Unidos do Brasil, Ministério das Relações Exteriores, Annaes do Itamaraty,
Anno II, 1937, Volume II. Rio de Janeiro, Officinas Graphicas do Archivo Nacional, pp. 84-87, 89-91.
35
República dos Estados Unidos do Brasil, Ministério das Relações Exteriores, Annaes do Itamaraty cit.,
p. 68.
36
Por “Club patriótico” se alude a los Caballeros Orientales.
37
IRIARTE Tomás de, Glorias Argentinas… cit., p. 108.
38
BERRA Francisco A., Bosquejo histórico de la República Oriental del Uruguay, Francisco Ybarra,
Editor, Montevideo, 1895, pp. 496.
portuguesa, pero estabamos bajo la férula de éstos, y era de necesidad disimular
nuestros conatos a la dominación.” Aunque estratégicamente se posicionaron más de
los portugueses “porque estos estaban de tránsito; pues los brasileros ya se dejaba ver
que, como vecinos continentales, aspiraban al dominio perpetuo.” (39)

“/1822/
Pero mas tarde cuando el brasil se emancipó, ysobrevino la disidencia entre las tropas
brasileras y portuguesas que ocupaban el territorio oriental, la sociedad renovó sus
patrioticos trabajos y el Cabildo de Montev. o envió su primer comisionado (Iriarte) cer-
ca del Gob.no de B.s Ayres endemanda de auxilio yproteccion.” (40)

Ante tal división de los militares de la ocupación, los Caballeros Orientales encontraron
una oportunidad para activar su propósito independentista, e intentaron en los años 1822
y 1823 capitalizar estas desavenencias entre Lecor y Da Costa (quien se mantendría fiel
a la Corona portuguesa desde el Conselho Militar y desde la “Divisáo dos Voluntarios
Reaes d'ElRei em Montevideo”).

Santiago Vázquez convocará a todos los Caballeros Orientales para pronunciarse contra
el Imperio (41), levantándose así una gran efervescencia libertadora. Un suelto del 22 de
octubre de 1822 promovió la convocatoria a un Cabildo Abierto en Montevideo para
“acordar la forma de gobierno, que afiance la seguridad individual, la de la propiedad,
y haga poner en vigor los derechos usurpados á los dignos orientales, por una faccion
que dirijió la reunion de un congreso nulisimo en todas sus partes” (42).

Desde Buenos Aires, Alvear formula a Santiago Vázquez en noviembre de 1822 algu-
nas recomendaciones, aconsejándoles pedir ayuda en Argentina a través de Tomás de
Iriarte, apoyarse en los españoles montevideanos descontentos, en la División de Volun-
tarios Reales portugueses y en los elementos de la campaña ( 43). Había una posibilidad
de que el gobierno de Buenos Aires pudiera auxiliar en cuanto no comprometiera su
tranquilidad, y esto inspiró aliento a los Caballeros Orientales (44).

Los Caballeros Orientales mantuvieron cordiales contactos y relaciones armónicas con


el llamado “Club” o “Logia de los Diecinueve”, el grupo de oficiales portugueses
liberales y constitucionalistas de la División de Voluntarios de El Rei ( 45) liderados por

39
IRIARTE Tomás de, Memorias Tomo 3 cit., pp. 39-40. IRIARTE, Glorias Argentinas… cit., pp. 107-
108.
40
Archivo Histórico Museo Mitre (Buenos Aires), Colección correspondencia hombres públicos
argentinos. Noticias sobre la fundación patriótica de Caballeros Orientales y su fundador Santiago
Vázquez, AR MM COHPA / A1 C0 No. 1383 (antes A1 C23 C4 No. 1).
41
DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos… cit., Cuadro XII, p. 571.
42
El Argos de Buenos Aires Num. 81, Sabado 26 Octubre 1822, Tom 1.º, pp. 2-3.
43
Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T.
XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo A. Monteverde y Cia., 1957, pp. 357-360 y 374-376.
44
DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, p. 427.
45
Esto queda evidente en las crónicas del periódico La Aurora, en que incluso aparecen artículos en
portugués del banco antilecorista. En La Aurora Num. 2., Montevideo - 28 de diciembre de 1822 p. 7,
aparece un elogio del Cuerpo de Voluntarios de El Rei, mostrando las simpatías entre Caballeros
Orientales y el bando de Da Costa. También en las cartas de Nicolás Herrera a Lucas Obes del 16 y 19 de
octubre de 1822, del 27 de diciembre de 1822 y del 16 de diciembre de 1823 (“Juan Benito, Lorencito
Perez, Muñocito, Consejo y facción que los sostiene”), en Archivo General de la Nación, Archivo de
Álvaro Da Costa, contando con que éstos no se opondrían a los trabajos de los
Caballeros Orientales (46). A su vez, Da Costa se apoyaba en los Caballeros Orientales.
De hecho se sostenían mutua y coyunturalmente atendiendo intereses comunes (Manuel
Oribe, integrante de los Caballeros Orientales, había obtenido el grado de Sargento
Mayor del Brigadeiro o General Álvaro da Costa, integrante eventual del “Club de los
Diecinueve”, y peleó bajo sus órdenes durante los diferendos entre Da Costa y Lecor).
Nos cuenta Anaya que:

“El Gral. D. Albaro [Da Costa], no podía expedirse sin la cooperación de los Patriotas
Orientales que encerraba Montev.o, y aprovechando la ambicion del nunca olvidado D.
Santiago Vazque [sic] que se hallaba allí desterrado de B. s A.s y otros patriotas amigos,
apoyados del Cabildo, levantaron su eco de libertad é independencia á la Sombra dela
fuerza de D. Albaro da Costa, uniendose á sus resistencias, y que les brindaba la
ocacion de ver fraccionada la fuerza Estrangera. Asi fue que abrazaron la grra. contra
Lecor p.a luego sacudirse de ambos dominadores, poniendo á su cabeza al Sargento
Mayor, entonces, el muy Valiente D.n Man.l Oribe, que hizo progresos con su Espada.”
(47).

Paralelamente, procuraron los Caballeros Orientales contactar el apoyo de las provincias


argentinas enviando como emisarios a Tomas de Iriarte y a Ventura Vázquez a Buenos
Aires, Entre Ríos y Santa Fe, intentando contactos logiales. Nos enseña De la Sota:

“Trascendida la convinacion y aclamación de D. Pedro 1º Emperador y Defensor


Perpetuo del Brasil los Caballeros Orientales entraron en correspondencia con el
Gob.no de B. Ay.s y en relación con la Lojia Arjentina, tentando los medios de unirse á
la Carbonaria á que pertenecía el Consejo Militar, con el objeto de sobreponerse á la
influencia de la Brasilera. Fue entonces pronunciada y pública la opinión del Gral.
Argentino, que se hallaba emigrado en Montev. o D. Carlos Maria de Alvear…, la de los
SS. D.n Santiago y D. Bentura Vazquez, D. Manuel y D. Ignacio Oribe y D. Juan Benito
Blanco, Orientales, la de D. Fran.co Aguilar, Canario: la de Ant.o Diaz y de Prudencio
Murguiondo Españoles y la de D. Tomas Iriarte: siendo este y D. Bentura Vazquez con
los que iban y venían de Buenos Ay. s p.a la convinacion delos planes de la sociedad de
Orientales.
Ella pudo influir en el Cabildo de Montevideo y hacer que los SS. D. Cristobal de
Echevarriarza, D. Gabriel Pereyra y D. Agustin Aldecoa escribiesen un papel contra la
conducta del Gral. Lecor que publicado por la prensa fue delatado por alg. os al
Intendente D. Juan Jose Durán, como anarquico y capaz de comprometer la seguridad
del pueblo. Puesto en conocimiento de Lecor, pidió al Cabildo explicarse el concepto y
sentido de sus espresiones. El Cabildo se negó á hacerlo, pues ya se hallaba dispuesto
á sacudir la dominacion extranjera” (48).

Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpetas 2 y 3.
46
ANÓNIMO (“El Duende de Dia”), Mas Conversacion, Montevideo, Imprenta de Torres, 1822.
47
ANAYA Carlos, Apuntaciones históricas sobre la Revolución Oriental (1811-1851). Publicadas y
anotadas por María Julia Ardao (Apartado de la ‘Revista Histórica’ Tomo XX)”, Montevideo, Imprenta
Nacional, 1954, pp. 103-104.
48
DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, pp. 411-412. ANÓNIMO (“Un
cazador civico”), Esposicion de los obsequios hechos en Santa Fé a los Señores Diputados del Exmo.
Cabildo Representante de la Provincia de Montevideo, Montevideo, Imprenta de Torres, 1823.
ANÓNIMO, Un oriental á los habitantes de Buenos Aires, Montevideo, Imprenta de Torres, ¿1822?.
De este modo, Iriarte se reunió con Bernardino Rivadavia (en aquel momento Ministro
de Gobierno y de Relaciones Exteriores del gobierno de Buenos Aires), quien tenía
vivas simpatías por la causa de la reincorporación oriental; una declaración del gobierno
de Buenos Aires de apoyar la independencia oriental había inspirado ánimos al “Club
de los Caballeros Orientales” (49). Intentaron también conseguir el apoyo del entonces
Gobernador de Entre Ríos Lucio Mansilla (50).

Pero Rivadavia ponderaba el riesgo de que apoyar a los orientales era todavía
apresurado, y que significaría exponerse a romper con Portugal y el Brasil cuando no
estaba aún vencido el poder de los españoles; esta política de prudencia era acompañada
por el Ministro de Hacienda Manuel José García y el Gobernador de Buenos Aires
Manuel Rodríguez.

“Rivadavia mostró al coronel Iriarte sus sentimientos personales, le significó que el


Gobierno argentino no podía asumir la responsabilidad de un paso como el que se le
pedía mientras los orientales no instituyeran una autoridad con poderes bastantes para
proponer y acordar la reincorporación, pues el Cabildo actual no los tenía; y,
propendiendo á facilitar el resultado, agregó que si el brigadier da Costa entregaba la
plaza al Cabildo y éste se unía á los propósitos de los ‘Caballeros Orientales’, en tal
caso tropas argentinas pasarían á ocupar la ciudad de Montevideo. Rivadavia autorizó
al coronel Iriarte para que propusiera esto mismo al brigadier da Costa y le ofreciera
para él y sus tropas buques de transporte hasta Europa, corriendo los gastos de viaje
por cuenta del Gobierno de Buenos Aires.”; “La sociedad secreta y el Cabildo
recibieron con desaliento la respuesta de Rivadavia, por lo difícil que creían
satisfacerla. Pero intentaron allanar las dificultades. Se dirigieron á varios jefes y
otras personas influyentes de la campaña incitándoles á que se rebelaran contra Lecor,
y se empeñaron con algunos portugueses de la ciudad porque decidieran á la Junta
militar presidida por don Alvaro [da Costa], á verificar la entrega de las llaves como
término de la ocupación provisional. Fueron ineficaces estos pasos, no obstante haber
motivado la sublevación de Juan Antonio Lavalleja y una parte de las fuerzas que
mandaba.” (51)

En sendas cartas del 18 de noviembre de 1822 y del 25 de noviembre de 1822 de Iriarte


y Alvear a Santiago Vázquez, éstos le hacen saber que Buenos Aires no había decidido
la prestación de ayuda a la Provincia Oriental atendiendo a que “no havia necesidad de
atropellarse con riesgo de correr el albur de una espantosa anarquía” y a que se había
actuado precipitadamente (52). Por su parte, Lucio Mansilla entendió que si bien Entre
Ríos debía coadyuvar, recomendaba a los orientales por el momento “Dejad llenar la
medida; aun no es tiempo de sacar todavía la espada” (53). El Consejo Militar de
Montevideo filoportugués presidido por Da Costa consideró la proposición, pero

49
DE LA SOTA, “Cuadros Históricos…” cit., Cuadro IX, p. 427. Carta de Silvestre Blanco a Rivadavia
de fecha 23 de octubre de 1822. En carta de Alvear a Santiago Vázquez del 5 de noviembre de 1822,
aquél aconseja que pidan auxilios por intermedio de Tomas de Iriarte, y le exhorta a que “tenga V. la
bondad de saludar en mi nombre atodos los nuevos amigos, ofresiendoles mi persona y sinsera amistad,
para lo que quieran ocuparme, desde Buenos Aires”. Al respecto, v. Documentos para la historia política
del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T. XXVII Montevideo, enero de 1957,
Montevideo, A. Monteverde y Cia., 1957, pp. 354, 357-360.
50
DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, p. 406.
51
BERRA Francisco A., Bosquejo histórico… cit., pp. 498 y 499.
52
Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T.
XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo A. Monteverde y Cia., 1957, pp. 364-366.
contestó que no podría resolverlo sin consultar a Lisboa y que mantendría la ocupación
hasta que llegaran las instrucciones ( 54). En carta del 25 de enero de 1823, Silvestre
Blanco reconocerá a “Gerónimo Alcalá” (Bernardino Rivadavia) su apresuramiento ( 55).

Fogonear los propósitos de independencia no estaba resultando sencillo, porque no se


concretaban apoyos concretos, internos y externos, de importancia. Un escrito satírico
de quien se identifica como “El Brujo enemigo de indirectas” festejaba el poco éxito de
los Caballeros Orientales:

“Hermano mio ¿tu sabes lo que has hecho? ¿Sabes en que verenjenal te has metido?
¿Dime, eres loco ó diablo? ¿Es posible que aquel tino que has manifestado siempre con
el compas en las manos, en todas nuestras reuniones, haya venido abajo con tu
disparatado papelucho? Reflexiona, y verás, que has echado por tierra nuestro plan
añejo, y gran secreto. Faltastes á la circunspección exterior, tan encargada en nuestro
código, y lo peor es, que han pintado tal cual es el carácter de todo nuestro respetable
club. ¡Quien al leer tu maldita conversacion no dirá esta es una obra neta y netisima de
los pobretones duendes, que handan buscando donde vestirse? Quien viendo el modo
bajo con que alabas á la división, y Vicentinos no, exclamará: sape gato, que estas
papas queman; que lo diga el Hervidero, nuestras bolsas, y la cárcel (ya tu sabes lo
que hemos hecho.)
¿Dime hermano de dos mil demonios, te parece bien esto para la logia? ¿Podria hacer
mas un enemigo? No creas que son cavilaciones de tu amigo el brujo, te lo digo por
que lo he oído á muchos, y saben que siempre he sido un hermano de los mas zelosos
por nuestro proyecto. No es discreción manisfestar las cosas como tu lo haces pan,
pan: ya se acabó ese tiempo, es menester hacerlo piar, pianito, con sigilo, y como quien

53
MANSILLA Lucio, El oriental á sus compatriotas. Extracto del Manifiesto del Gobernador de Entre
Rios á sus habitantes, Montevideo, Imprenta de Torres, 1822. Mansilla en dos cartas a Lecor del 1º de
diciembre de 1822 dio cuenta que había puesto preso al oriental Ramón Cáceres (quien en Montevideo se
había contactado con José María Roo, Pedro Berro, Gabriel Pereira y Francisco Muñoz, “en fin todas las
personas mas influyentes de aquella epoca”) por “fomentar la anarquía en un país extraño”, y que había
tomado medidas para prevenir las agitaciones de los orientales buscando partidarios en Entre Ríos;
inclusive Mansilla y Lector acordaron condiciones para evitar tales problemas (FREGEIRO Clemente,
Documentos referentes á la revolucion verificada en Montevideo el 3 de setiembre de 1816, y á las
elecciones capitulares para 1817. Es copia de los originales que existen en poder del doctor don Andrés
Lamas. Buenos Aires, Noviembre de 1883. C. L. Fregeiro, en Archivo General de la Nación, Colección
de documentos Clemente L. Fregeiro. Documentos relativos a la dominación Luso-brasileña, Copias
1816-1824, Caja 327 Carpeta 6, fs. 15 a 23. También CÁCERES Ramón de, Memoria Postuma ó
acontecimientos en la vida publica del Cor. Dn. Ramon de Caceres, en Revista Histórica Tomo XXIX
Año LIII, Nos-85-87, pp. 412-417, y CÁCERES Ramón de Manifiesto, que hace D. Ramon Caceres á
sus amigos y Compatriotas, s/l, s/e, s/f (¿1828?), en Archivo General de la Nación (Buenos Aires).
Documentos Escritos, Archivo y Colección Andrés Lamas, Legajo 46. De acuerdo a Lappas, Lucio
Mansilla fue “Iniciado en la Logia del Ejército de los Andes en 1822” (LAPPAS Alcibíades, La
Masonería a través de sus hombres, Buenos Aires, s/e, 1966, p. 271), dato que no parece ser verosímil
porque Mansilla regresó de la Campaña de los Andes a Buenos Aires por 1820 y en 1821 fue electo
Gobernador de Entre Ríos, permaneciendo en el cargo hasta 1824. Lappas afirma que Mansilla “propició
la fundación de la actual Logia Jorge Washington” (loc. cit., p. 271), que según Salsamendi habría
levantado Columnas en el año 1822, y en 1857 fue regularizada bajo el Supremo Consejo y Gran Oriente
del Uruguay con el número 16, hasta que en 1875 se incorporó al entonces Gran Oriente de la República
Argentina (SALSAMENDI Miguel Crónicas del Levantamiento de Columnas de las Logias nacidas bajo
jurisdicción masónica uruguaya y datos biográficos de sus fundadores, desde el 21 de enero de 1830 al
30 de junio de 2000, s/e, Montevideo, 2001, p. 111) con el No. 44.
54
BERRA, Bosquejo histórico… cit., p. 500.
55
Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T.
XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo, A. Monteverde y Cia., 1957, p. 383.
no quiere la cosa, usar con frecuencia de las seductoras palabras, derechos de la
Provincia, patriotas, patriotismo, sino todo, todo se lo llevó el diablo; los que tienen, se
quedarán con lo que tienen,y nosotros siempre seremos piojosos.
A que viene aquello de dar cruces á troche y moche, sin tener presente dos
circunstancias que hai en el caso; la una es, que muchas de las cruces que das por
burla, pueden ser deveras, y tu, yo, y toda la logia nos quedarémos con la boca abierta
diciendo, a-ma-laya, y teniendo que sufrir nos las refreguen por nuestros redondos
hocicos. Es menester que hablemos en plata, esto es derecho viejo, como dicen los
paisanos; para tocar estas materias debemos tener presente que también nosotros
hemos sido dados por titulos y cruces; que hai hermanos que la lograron, y sino las
hubiéramos perdido en puertas, la logia se hubiera vuelto calvario: acuérdate de
nuestro siglo de oro, cuando pensó coronarse el nuestro nunca bien ponderado
Maestre del general Orian, que hubo uno de los hermanos, que aspiró á ser duque y
por eso le quitaron aquel maldito baston que siempre entraba á vanguardia por las
cajas; la segunda parte que siempre es la mas lastimosa, es que estoi viendo que de
resultas de tu cruzamiento nos pueden cruzar el cuerpo, y hacernos decir, tio yo no he
sido, y nos quitarán las ganas de conversar.
Estos son los sentimientos de un amigo que te estima, que tiene tus mismas ideas, pero
que quiere nos las traslusca el público como son, sino como queremos las crea.
Todavia me acuerdo que por algunos hermanos como tu de poca espera, y poco seso,
tuvimos que salir matando de Buenos Aires: estos malditos manifestaron antes de
tiempo nuestro gran secreto cometiendo muchachadas, y aquel pueblo que no aguanta
pulgas, y ha amado siempre sus derechos nos echó rodando: ahora que hemos tenido la
suerte de llegar á uno que en la tolerancia se asemeja á el marido de la cabra, no
debemos abusar, porque también estos animalitos, topan cuando se les hostiga.
El Gran Maestre [Santiago Vázquez] ha recibido noticias de oficio del encargado de
negocios, que despachamos á Buenos Aires y parece que nada sacamos, por ella
veremos lo que resulta de lo que remitimos por el despacho: Duende, Duende más te
vale estar duermes; hai ciertas cosas como tu bien sabes que cuanto más se revuelben,
más hieden, ya has visto á el rolliso como nos ha sacado nuestras primeras camisetas á
el viento; todo por tu imprudente y frio insulto: hai muchos hermanos que no han
podido chupar el tabaco de puro fuerte; toda la lógia está contra ti, y sino todos te lo
dicen, es, porque no te aman con la ternura del brujo: este quiere que allá entre tu
levita, conoscas, que has hecho mal, y no vuelvas á conversar porque no lo entiendes;
mira, para escribir en nuestras cacas, porque hai gente que nos conocen, y al pasar se
tapan las narices.
Yo espero, que pesando bien mis razones no me vuelvas á dar el trabajo de otro
sermon, pues entonces no me subscribiré como ahora tu hermano y amigo.- El Brujo
enemigo de indirectas.” (56)

Esto no desanimó a los Caballeros Orientales y al Cabildo de Montevideo (cuyos más


influyentes miembros pertenecían a los Caballeros Orientales). Y continuaron con sus
articulaciones en pro de lograr la Independencia del suelo oriental.

Rivadavia, dentro de la prudencia con que hasta ese momento había sabido manejarse
ante la coyuntura, había recomendado a Tomás de Iriarte que solicitaran a Da Costa el
retiro de Montevideo, que si éste entregaba la Plaza al Cabildo y si éste estaba alineado
con los Caballeros Orientales, las tropas argentinas podrían entrar en Montevideo;
56
ANÓNIMO (“El Brujo enemigo de indirectas”), El Mas aficionado de los brujos á el Mas amado de
los Duendes, Montevideo, Imprenta de Torres, ¿1822?.
inclusive estaba la posibilidad de que Buenos Aires podía ofrecer transporte para el
retiro de las huestes portuguesas. La propuesta era difícil de que pudiera cumplirse, pero
había que intentarlo. Los Caballeros Orientales y el Cabildo decidieron articular
voluntades para que Da Costa accediera (57).

El Cabildo de Montevideo confiaba en que Álvaro da Costa, ante la alternativa de que


tuvieran los leales a Portugal que retirarse del Río de la Plata, les entregaría al irse el
territorio de la Provincia libre e independiente ( 58). Se dice que Da Costa veía con
buenos ojos entregar la Plaza, aunque esperaba recibir instrucciones del Rey de Portugal
al respecto (59). Los Capitulares se pusieron así de su lado, pero se desconfiaba en el
fondo de que Da Costa pudiera o quisiera cumplir efectivamente ese compromiso. ¿Pero
qué otra alternativa había aparte de confiar, ante el cerco que desde Canelones el Barón
de la Laguna Carlos Lecor estaba poniendo a Montevideo?

La situación auguraba una oportunidad para el Cabildo montevideano, pero la ocasión


no se planteaba sencilla para sus intereses emancipadores.

“Este temia dar un paso falso y avanzado que lo comprometiese con las autoridades
portuguesas, bajo cuyas bayonetas se encontraba cohartado; pero tampoco podia
conformarse con la inaccion en coyuntura tan propicia.” (60)

El 22 de Octubre de 1822 apareció una proclama anónima en que se alentaba a los


orientales, ante la separación del Brasil de Portugal, a sentirse libres y a convocar a un
Cabildo Abierto con el fin de “acordar la forma de gobierno que afiance la seguridad
individual, la de la propiedad, y haga poner en vigor los derechos usurpados á los dig-
nos orientales...”, uniéndose a Buenos Aires, lo cual podrían convenir los militares por-
tugueses al mando de Da Costa. Era la oportunidad de emanciparse:

“Calle Esparta la inmortal,


Oculte sus glorias Roma,
Calle el mundo, que ya asoma
La República Oriental.” (61)

Desde Buenos Aires, António Manoel Corrêa da Câmara, Cónsul y Agente de Negocios
do Brasil en Buenos Aires, informaba a Río de Janeiro con horror las actividades de los
Caballeros Orientales en ambas márgenes del Plata entre los años 1822 y 1823, a
quienes denominaba “Carbonarios” o “Club carbonario”, sobre sus “Projectos mais
escadalozos, e absurdos”, denunciando toda una red supuesta internacional de
conspiraciones: “O grande Oriente carbonario da Bahia trabalha com os clubs de Rio e
de Monte Video e a Grande Loja de Buenos Ayres para levantar o Brasil contra o
systema actual”, “para o unir no despois ás outras Provincias da Prata”, alentada por
los “Incendiarios 19 carbonarios”, y maniobrada por “os dous Irmaòs Santiago

57
BERRA, Bosquejo histórico… cit., pp. 498-499.
58
SPIKERMAN Juan, La primera quincena de los Treinta y Tres, Imprenta á Vapor La Época,
Montevideo, 1891, p. 12.
59
BERRA, Bosquejo histórico… cit., p. 500.
60
IRIARTE, Glorias argentinas… cit., p. 109.
61
BERRA, Bosquejo histórico… cit. p. 496-497.
Basques e Ventura Basques de Monte Video e Agentes Activissimos da Cabala Militar”
(62).

Increíblemente, el Cónsul brasileño en Buenos Aires Corrêa da Câmara tenía un


hermano, Lourenço Jozé Correa da Camara, que era “Capitáo Graduado nos Dragoens
desta Provincia” (63) y era antilecorista. Una curiosidad: el día 6 de noviembre de 1822
Herrera da cuenta que “…el Barón [Lecor] ha recibido dos cartas del Sr. Consul de Bs
Ay.s en la una le dice que se guarde mucho de un Carbonario, asesino y malvado qe
está en el Quartel Gral. acá para matarlo; y que este Carbonario es ¿Quién le parece
que es él? Un Cap.n hermano del mismo Consul, qe esta en el Reg.to de Marques” (64).

El 16 de diciembre de 1822 el Cabildo montevideano, ante este vacío de poder donde


Portugal ya no ejercía su dominio y mientras Pedro I de Brasil no había todavía
afianzado su imperio, proclamó que no obedecería más a Lecor, desconoció al Síndico
Procurador General Tomás García de Zúñiga, y se atrevió a convocar una Asamblea de
Diputados para determinar sobre el destino de la Provincia, preparando una posible
separación de la Provincia Oriental respecto al Brasil ( 65). Comunicó el Cabildo su
decisión a Lecor y al Consejo Militar presidido por Da Costa (esperando que este
segundo no se opusiera). El 18 de diciembre de 1822 Da Costa envía una respuesta
instando al Cabildo a que “delivere lo que mejor parezca, aunque hubiera deseado
obraran conforme a las ‘Bases de la Constitución Portuguesa’”, mientras que Lecor el
día 21 de diciembre respondió rechazando tal iniciativa ( 66). Esta convocatoria fracasó y
no se llevó a cabo (67). El 7 de enero de 1823 Lecor desconoció a las nuevas autoridades
electas de ese año para el Cabildo de Montevideo, declarando nulos y sin ningún valor
todos sus actos y acuerdos, a la par que exhortaba a los civiles y militares a la
desobediencia contra el mismo (68).

62
República dos Estados Unidos do Brasil, Ministério das Relações Exteriores, Annaes do Itamaraty cit.,
pp. 8-183.
63
República dos Estados Unidos do Brasil, Ministério das Relações Exteriores, Annaes do Itamaraty cit.,
p. 15.
64
Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera
1814-1822, Caja 16 Carpeta 2.
65
El Argos de Buenos Aires Num. 98, Miercoles 25 12.1822, Tomo 1.º, p. 3. Firman por el Cabildo de
Montevideo la “célebre é inmortal Acta del 16 de diciembre de 1822” Carlos Camusso, José María Roo,
Gabriel Pereira, Francisco Farías, Bernardo Susviela, Cristóbal Echevarriarza, Agustín Aldecoa,
Estanislao García de Zúñiga y Luciano de las Casas. Todos ellos serán sindicados como Caballeros
Orientales (La Aurora Num. 4., Montevideo - 11 de Enero de 1823, p. 13, y ejemplares subsiguientes).
Integraron también el Cabildo montevideano de 1822, Manuel José Gutiérrez y Antonio José de Souza
Viana.
66
DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos escritos por Juan Manuel de la Sota, año 1849,
manuscrito inédito existente en el Museo Histórico Nacional, Cuadro IX, pp. 415-424. Carta de Silvestre
Blanco a Rivadavia del 18.10.1822; en Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-
1824), en Revista Histórica Año LI T. XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo A. Monteverde y
Cia., 1957, p. 353.
67
Carta de Silvestre Blanco a Rivadavia del 26.12.1822, en Documentos para la historia política del Río
de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T. XXVII cit., pp. 381-382.
68
Biblioteca Nacional, Colección de Manuscritos Históricos, Volumen 1 No. 024. También DE-MARÍA
Isidoro, Compendio de la Historia de la República Oriental del Uruguay Tomo Cuarto 1era. Edición,
Montevideo, Imprenta de El Siglo, 1900, pp. 239-240.
Mientras tanto, los Caballeros Orientales insistían solicitando auxilios a Buenos Aires y
a Santa Fe. El 26 de diciembre de 1822 un buen número de importantes ciudadanos
orientales solicitó a nombre personal el auxilio del gobierno de Santa Fe, dirigiendo una
nota al caudillo y Gobernador Estanislao López; vemos en la Lista los nombres de
connotados Caballeros Orientales (69). El “club de patriotas de Montevideo, en unión
con el Excmo. Cabildo nombraron Diputados cerca de los Gobiernos de Buenos Aires y
Santa Fé, por moción del señor [Gabriel Antonio] Pereira para pedir una protección
armada para la libertad Oriental”, designándose y enviándose a Gabriel Pereira,
Santiago Vázquez y a Cristóbal Echevarriarza para Buenos Aires (recordemos que ya
Tomás de Iriarte y Ventura Vázquez estaban moviendo contactos en Buenos Aires), y a
Luis Eduardo Pérez y a Domingo Cullen para Santa Fe. Aunque los resultados de estas
gestiones continuaron siendo estériles:

“Don Gabriel y su compañero trabajaron empeñosamente, pero experimentaron


esperanzas sin fruto y dificultades invencibles por hallarse la primera Capital en
acuerdos con el Brasil de guardar una estricta neutralidad respecto al Estado Oriental.
Otro tanto sucedió á los comisionados en Santa Fè, porque ambos Gobiernos
profesaban iguales principios de neutralidad” (70).

Se generó una activa Prensa pro-independentista, que intentaba formar conciencia y


convencer a una opinión pública todavía indecisa. Conforme a De la Sota, “Los
Caballeros Orientales se apropiaron entonces la imprenta, y con los escritos que
desparramaban por la campaña, la disponían á la independencia” (71). Se asocia a los
Caballeros Orientales con la publicación de algunos periódicos agitadores por la causa
independentista entre 1822 y 1823, como La Aurora y El Pampero (1822-1823),
dirigidos por Antonio Díaz y Santiago Vázquez respectivamente, periódicos de
resistencia y de corta vida impresos en la Imprenta de Torres ( 72). En 1823 apareció El
Aguacero (1823), que se ubicaría en una línea opositora a los Imperiales, aunque
disidente con las de La Aurora y El Pampero; no obstante, Herrera comunica a Obes el
69
Según De María (DE-MARÍA Isidoro, Compendio… Tomo Cuarto 1era. Edición cit., pp. 227-230), esta
lista fue enviada por Juan Francisco Giró, Daniel Vidal, Manuel Vidal, José María Platero, Gregorio
Pérez, Manuel Oribe, Ramón Castriz, Pablo Zufriategui, Román de Acha, Silvestre Blanco, Francisco
Araúcho, Antonio de Chopitea, José Félix Zubillaga, Francisco Aguilar, Gabriel A. Pereira, Atanasio
Aguirre, Pablo Antonio Nieto, Pedro Lenguas, Lorenzo J. Pérez, Francisco Solano Antuña, Juan Benito
Blanco, Roque Graseras, Luis Eduardo Pérez, Francisco Lecocq, Juan Zufrategui, Santiago Vázquez,
Antonio Acuña, Gregorio Lecocq, Diego Benavente, León J. Ellauri, Agustín de Aldecoa y Rafael
Sánchez Molina.
70
ANAYA Carlos, El Sr. D. Gabriel A. Pereira. Apuntaciones de su vida pública en el transcurso de la
Revolución, durante cincuenta y tantos años, con distinguidos servicios por la Libertad é Independencia
de su Tierra Natal; el Estado Oriental, después República del Uruguay, etc., etc., en PEREIRA Gabriel,
Correspondencia confidencial y política del Sr. Dn. Gabriel A. Pereira Tomo Segundo, Montevideo,
Editores: Ottado y Cardoso, 1896, p. 21 (Anaya menciona a Echevarriarza con el nombre de Prudencio, y
no de Cristóbal). También ARCOS FERRAND, La Cruzada de los Treinta y Tres cit., pp. 76 y 94.
71
DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, p. 425.
72
ÁLVAREZ FERRETJANS Daniel, Historia de la Prensa en el Uruguay, Fin de Siglo, Montevideo,
2008, pp. 73-79. En carta del 24 de diciembre de 1822, Nicolás Herrera indica como director de El
Pampero a “Santiaguito” (Santiago Vázquez); v. Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José
Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpeta 2. CAMPOS DE GARABELLI
Martha, Las corrientes de opinión en los prolegómenos de la Independencia, en Cuadernos de Marcha
Número 4, Agosto 1967, p. 72.
3 de agosto de 1822 que “…los autores del aguacero son Vasquez, el Gallego Díaz, y
Juan Giró, en que hace los quartos de timon el Dr. Muñoz” e involucra también a
“Estos hombres con Antuña y demás auxiliares…”, a quienes califica de “sabandijas
venenosas” (73). Esta prensa arreció duramente contra los partidarios de Lecor,
alarmando a Herrera quien informa el 1º de mayo de 1823 que “…siguen los periódicos
cada vez con mas insolencia” (74), todo con el beneplácito de Álvaro da Costa y del
Consejo Militar pro-portugués: “…este Gefe y el Consejo protegen abiertamente á los
Independentistas, como se ve de las nubes de papeles incendiarios que salen
diariamente de aquella Imprenta” (75). A su vez, entre 1822 y 1823 arreciaron libelos
contra Lecor y sus partidarios.

Entre los días 25 de febrero y 7 de marzo de 1823 varios empresarios comprometieron


sus bienes en garantía al Comercio de Buenos Aires, procurando recursos para la causa
libertadora. En la Lista figuran Manuel Pérez, Pedro Berro, Pedro Vidal, Francisco
Aguiar, Fermín Plá, Silvestre Blanco, Ramón Castriz, Juan Francisco Giró Giró, Gabrial
Antonio Pereira, Luis Seoane, Luis Lamas, José María Roo, Juan Méndez Caldeyra,
Santiago Maza, Gregorio Lecocq, Francisco Lecocq, Pablo Vázquez, Miguel Furriol y
Francisco Muñoz (76).

Los portugueses y brasileños se enfrentaron en las afueras de Montevideo, verificándose


algunas acciones armadas entre ellos. El 17 de Marzo de 1823 se encontraron en
Casavalle las vanguardias de las fuerzas brasileña y portuguesa, comandadas
respectivamente por Fructuoso Rivera y Manuel Oribe, de cuyo choque sangriento
“resultó que el primero perdiera 50 hombres muertos y heridos, y 7 oficiales y 150
soldados pasados á las fuerzas del segundo, cuyas pérdidas fueron mínimas
relativamente.” (77)

En la Provincia Oriental los Caballeros Orientales obtuvieron el apoyo de importantes


caudillos y jefes militares en la campaña, caso de Juan Antonio Lavalleja, quien según
Herrera, “Este pobre Diablo se dejó seducir de Santiago Vasquez y sus alateres [sic]”,
sin perjuicio de los apoyos que mantenían con el Consejo Militar portugués: “La
revolución que activan Alvear y los Vasquez á la sombra del Consejo Militar y
contando con los Otorgueses, Fragatas, Yupez, Ojedas, Lavallejas, y demás grandes
desertores Patriotas” (78). Y por supuesto Leonardo Olivera se pronunció a favor de la

73
Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera
1814-1822, Caja 16 Carpeta 2.
74
Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes, Correspondencia con Nicolás Herrera
1814-1822, Caja 16 Carpeta 2.
75
Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes, Correspondencia con Nicolás Herrera
1814-1822, Caja 16 Carpeta 2, carta del 18.12.1822.
76
DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro X, p. 452.
77
BERRA, Bosquejo histórico… cit., p. 504. ARCOS FERRAND, La Cruzada de los Treinta y Tres cit.,
pp. 78-79.
78
Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera
1814-1822, Caja 16 Carpeta 3, cartas del 19 de noviembre de 1822 y 14 de diciembre de 1823. DE LA
SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, pp. 405-406; Cuadro XII, p. 570. Manifiesto del Cabildo
Representante de Montevideo á los Pueblos de la Provincia Oriental, Montevideo, Imprenta de Torres,
1823.
causa independentista (79). Lavalleja no pudo actuar mucho: perseguido por Rivera,
debió huir a Entre Ríos perseguido por Rivera, donde estableció un saladero (80).

El 25 de marzo de 1823 se suscitó en el Norte del país un conato revolucionario liderado


por Pedro Amigo, antiguo oficial artiguista, que fue aprehendido por las fuerzas de
Lecor. Llevado a Canelones, Pedro Amigo fue sometido a juicio sumario. A pesar de la
heroica defensa de Joaquín Suárez (que sin ser abogado era un vecino muy respetado y
ejerció ese papel porque entonces era permitido -aparte, nadie quería ser defensor de
Pedro Amigo, por lo que éste debió implorarle a Suárez que abogara por él-), quien
aprovechó para cantarles en su alegato a las autoridades militares brasileñas cuatro
frescas y decirles lo que pensaba de ellos, Amigo sería condenado a muerte el 20 de
agosto de 1823, siendo fusilado (81).

La “Sociedad secreta de Caballeros” solicitó inclusive en abril de 1823 el apoyo y


protección de Simón Bolívar, aunque éste no les prestó mayor atención (82).

El 6 de mayo de 1823, a través del Cabildo de Montevideo los Caballeros Orientales


intentaron convencer a Fructuoso Rivera de plegarse a los esfuerzos de emancipación,
obteniendo de éste una respuesta denegatoria el 19 de junio de ese año ( 83). Recién el 29
de abril de 1825 en que sería convencido (u obligado, al respecto difieren las versiones)
por Lavalleja (episodio que pasó a la Historia como el “Abrazo del Arroyo Monzón”),
aquél apoyaría la causa oriental.

Buenos Aires finalmente comisiona por julio de 1823 al lautarista Valentín Gómez ( 84)
la negociación de la devolución de la Provincia Oriental con la Corte imperial de Río de
Janeiro, quien presenta el 15 de septiembre de 1823 una reclamación ante las
autoridades brasileñas, la cual será desestimada. Además, se celebró el 4 de agosto de
1823 una Convención de los gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos relativa a la situación
de la Banda Oriental, donde se resolvió prestar ayuda ( 85), pero no trasuntó en un
concurso militar.

Una Ley del Congreso de Buenos Aires del 14 de octubre de 1823 había autorizado al
Gobierno de Rivadavia a negociar con Álvaro da Costa la entrega de la ciudad de
Montevideo. Pero Da Costa había adoptado un proceder muy errático, que despertaba
79
OLIVERA Leonardo, Manifiesto que hace el Capitán Don Leonardo Olivera á los habitantes del
Estado Cisplatino, Canelón, Mayo 26 de 1823, s/e.
80
SPIKERMAN, La primera quincena… cit. p. 12.
81
FREGA Ana, Guerras de independencia y conflictos sociales en la formación del Estado Oriental del
Uruguay 1810-1830, en Dimensión Antropológica, Año 12 Vol. 35, septiembre/diciembre 2005, pp. 39-
43. SUÁREZ Joaquín, Apuntes autobiográficos, en ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO, Boletín
Histórico No. 96-97, Enero – junio de 1963, Montevideo, 1963, pp. 121-122.
82
DE-MARÍA, Compendio de la Historia… Tomo Cuarto 1era. Edición cit., pp. 255-257.
83
Interesante. Carta del Cabildo de Montevideo al Coronel del Regimiento de Dragones de la Union
Don Fructuoso Rivera, Montevideo, s/e, 1823.
84
Valentín Gómez, aquel sacerdote quien por mandato de Artigas recibiera la espada del Capitán José
Posadas luego de haber sido derrotado en la Batalla de Las Piedras (18 de mayo de 1811), y conspicuo
miembro de la Logia Lautaro ya desde su primera época, pertenecía en 1823 a la llamada “Logia
Provincial”, surgida del desmembramiento de la Logia Lautaro de Buenos Aires en su segunda época con
la caída del Directorio porteño en 1820, la cual duró hasta 1827 o 1828. Sobre la llamada “Logia
Provincial”, “Lautaro de la Anarquía” o “Lautaro decadente” de Buenos Aires, ver PICCIRILLI Ricardo,
San Martín y la desmembración de la Logia Lautaro, en Revista Historia Enero - Marzo 1956, Año I
Núm. 3, pp. 89-117; y MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., pp. 253-257.
85
DE-MARÍA, Compendio de la Historia… Tomo Cuarto 1era. Edición cit., pp. 264-265.
resquemores. Algo tramaba. El Cabildo de Montevideo había tomado conocimiento de
que Da Costa estaba negociando con el Barón de la Laguna Carlos Lecor una eventual
entrega de la Plaza de Montevideo a los brasileños. Intentando comprometerle, los
Capitulares exigieron a Da Costa que entregara al Cabildo la ciudad de Montevideo y el
territorio de la Provincia, y que se favoreciera la entrada de las tropas de Buenos Aires.

Había una sensación de incertidumbre ante una coyuntura en que había que adoptar
definiciones. Era necesario hacr algo.

VII. La reunión del Cabildo de Montevideo del 29 de octubre de 1823

El 29 de octubre de 1823 el Cabildo de Montevideo se reunió en sesión extraordinaria


en su Sala Capitular. Afuera, en la Plaza Matriz, los vecinos querían saber de qué se
trataba. Se leyó un oficio de Álvaro da Costa en donde éste daba cuenta al Cuerpo
Comunal, palabras más palabras menos, que su propósito era mantener la tranquilidad y
orden conforme a las instrucciones y órdenes que el Rey de Portugal habría proveído
para la Provincia, cuya intención era poner paz y evitar el choque entre las tropas
europeas y brasileñas, y que haría cuanto estuviera a su alcance para ello, expresando
que sólo fomentaría la guerra si permitiera la entrada de tropas de Buenos Aires,
agravando males que podrían solucionarse conciliatoriamente. El Cabildo manifiesta su
sorpresa de esta renuencia de Da Costa “desentendiendose aquel Gefe de la entrega de
la Plaza á esta Autoridad”, manifestando su protesta ante posibles negociaciones con el
Barón de la Laguna Lecor con el propósito de dar la plaza a las tropas brasileñas bajo
promesa de que se garantiría indemnidad, cuando la reacción del Cabildo era querer
ponerse bajo la protección del gobierno de Buenos Aires (86). E invocando “los poderes
que sus comitentes le otorgaron p.r el acto de su elecci.n en 1.° de enero del cor.te año:
que la Prov.a toda, tomándose la voz de la Campaña por el estado de opresion en q. e
ella se encuentra”, y “q.e la mõr parte de este vencidario pedia con instancia, q.e p.r
este Cuerpo se hiciesen las protextas, q. e contra los actos violentos de las fuerzas
brasileras en la Campaña, haría el mismo, sino se hallase hoy en iguales
circunstancias q.e aquella; y haciendo referencia de la arbitrariedad y nulidades con
q.e se había formado el Congreso provincial de 1821; después de una ilustrada y
madura discusion, acordó S.E. [su Excelentísimo] por unanimidad de votos” (87), una
declaración muy importante y contundente para los destinos del territorio oriental.

VIII. El texto de la Declaración de Independencia del 29 de octubre de 1823

La resolución de fecha 29 de octubre de 1823, aprobada por los representantes del


Cabildo de “la Ciudad Capital de S. Felipe y Santiago de Montevideo” en su Sala
Capitular, manifestó:

86
Archivo General de la Nación, Archivo General Administrativo, Actas del Cabildo de Montevideo
Tomo 17, Mayo 21 1819 - Diciembre 4 1823, fojas 166-167. El texto transcrito fielmente puede
encontrarse en ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Acuerdos del Extinguido Cabildo de
Montevideo Volumen Catorce, Montevideo, s/e, 1941, pp. 249-251.
87
Archivo General de la Nación, Archivo General Administrativo… cit., fs. 167-168. ARCHIVO
GENERAL DE LA NACIÓN, Acuerdos… cit., pp. 251-253.
“1º Que declara nulo, arbitrario y criminal el Acto de Incorporación á la Monarquía
Portuguesa sancionado p.r el enunciado Congreso de 1821 (88), compuesto en su mayor
parte de Empleados Civiles al sueldo de S.M.F. (89), de personas condecoradas p.r él
con distinciones de honor (90), y de otras colocadas previamente en los Ayuntamientos
p.a la seguridad de aquel resultado.
2º Que declara nulas y de ningun valor las actas de Incorpora. n de los Pueblos de la
Campaña al Imperio del Brasil, mediante la arbitrariedad con q. e todas se han
extendido por el mismo Baron de La Laguna y sus Consejeros (91), remitiendolas á
firmarse por medio de gruesos destacamentos de tropa q.e conducian los hombres á la
fuerza á las casas capitulares, y suponiendo ó insertando firmas de personas q. e no
existían, ó q.e ni noticia tenían de estos sucesos, p.r hallarse aus.tes de sus casas.
3º Que declara: q.e esta Prov.a Oriental del Uruguay no pertenece, ni debe, ni quiere
pertenecer á otro Poder, Estado, ó Nación q. e la q.e componen las Prov.s de la antigua
Union del Rio de la Plata, de q.e ha sido y es una parte, habiendo tenido sus diputados
en la soberana Asamblea grãl Constituyente desde el año 1814, en q. e se substrajo
enteramente al dominio español europeo.
Y p.r ultimo q.e sin perdida de instantes, mediante el inminente peligro en q. e la Plaza se
encuentra, se pasáran copia de esta Acta certificada p. r la misma Corporacion al Exmõ
Gobierno de Buenos Ayres, acompañando las ultimas comunicac. s habidas con el Gefe
del exto portugues, y la q.e ahora debe dirigirsele, con mas los documentos q. e
acreditan la legitimidad de este cuerpo Representante, y las facultades conq. e se halla
p.a la extension de este acuerdo, que firmó S. E., conmigo el Escribano, de q.e doy fé.

Man.l Perez – Pedro Fran.co de Berro – Pedro Vidal – Fran.co de las Carreras –
Silvestre Blanco – José Mar.a Platero – Ramon Castris – Juan F. Giro

Luciano de las Casas


Esc.o pop.o dela C.d” (92)

88
Se refiere al Congreso Cisplatino, convocado el 15 de julio y que sesionó desde el 16 al 31 de julio de
1821, durante el cual el 18 de julio de 1821 se votó la anexión de la Provincia Oriental al Reino de
Portugal, Brasil y Algarve, pasando a llamarse “Provincia Cisplatina”. La lista de sus participantes,
obtenida de documentos históricos, puede consultarse en MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., pp. 397-
398.
89
“Su Majestad Fidelísima”. Título con que solía invocarse protocolarmente al Rey de Portugal.
90
El Cabildo de Montevideo, que recibió a los invasores portugueses entregando a Lecor las llaves de la
ciudad el 20 de enero de 1817, firmó con el Reino de Portugal, Brasil y Algarve casi dos años después, el
30 de enero de 1819, el controvertido “Tratado de la Farola” o “Tratado del Fanal”, por el cual Portugal
aportaba los materiales necesarios para construir un faro en la Isla de Flores y a cambio, Montevideo daba
a Portugal todo el territorio de las Misiones, desde una línea que iba desde una legua al Sureste del Fuerte
de Santa Teresa, en la margen occidental de la Laguna Merín y siguiendo en dirección Noroeste hasta la
desembocadura del Arapey en el Río Uruguay. Satisfecho por tal liberalidad, Juan VI condecoró a todos
los integrantes del Cabildo de Montevideo como Comendadores de la Orden de Cristo. Al respecto, v.
MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., p. 354.
91
Los nombres de estos Consejeros adeptos del Barón de la Laguna Carlos Lecor, asociados o nucleados
bajo la “Orden del Lazo Verde” o de “los Imperiales”, pueden cotejarse en MONDINE, Bajo la
Escuadra… cit., pp. 401-402.
92
Archivo General de la Nación, Archivo General Administrativo, Actas del Cabildo de Montevideo
Tomo 17, Mayo 21 1819 - Diciembre 4 1823, fojas 168-169. El texto transcrito fielmente puede
encontrarse en ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Acuerdos del Extinguido Cabildo de
Montevideo Volumen Catorce, Montevideo, s/e, 1941, pp. 243-254.
IX. Consideraciones sobre la Declaratoria de Independencia proclamada por el
Cabildo de Montevideo del 29 de octubre de 1823

¿Qué representatividad tenían los firmantes de la Declaratoria de Independencia del 29


de octubre de 1823, como autoridades del Cabildo de Montevideo, respecto a toda la
Provincia Oriental? No cabe duda de que respecto a los habitantes de Montevideo la
poseían, por cuanto eran las autoridades elegidas legítimamente por los vecinos el 1º de
enero de 1823. Respecto al resto del territorio, podríamos sostener que de alguna forma
el Cabildo asumía oficiosamente el sentir de “la Prov.a toda, tomándose la voz de la
Campaña por el estado de opresión en q.e ella se encuentra” (93) debido a que su querer
estaba coartado, y sus Cabildos se encontraban presionados, por las fuerzas de
ocupación extranjeras; voluntad que posteriormente sería ratificada por la Honorable
Sala de Representantes de (toda) la Provincia Oriental, el 25 de agosto de 1825.
Consideramos entonces, que el Cabildo de Montevideo de 1823 tenía peso y respaldo
virtual suficiente como para poder expresar la voluntad independentista del pueblo
oriental.

Existen claras semejanzas de texto entre la Declaración de Independencia del 29 de


octubre de 1823 y las Leyes de Independencia y de Unión del 25 de agosto de 1825; lo
que evidencia que la primera fue el antecedente documental inspirador de estas dos
últimas.

La Declaración de 1823 declara en sus numerales 1º y 2º “nulo, arbitrario y criminal”,


“nulas y de ningún valor”, el “Acto de Incorporación a la Monarquía Portuguesa”
estipulado en el Congreso Cisplatino, y “las actas de incorporación de los Pueblos de
la Campaña al Imperio del Brasil, remitiéndolas a firmarse por medio de gruesos
destacamentos de tropa que conducían los hombres a la fuerza…”, recordando que
desde ya antes de esos sucesos eran libres porque se habían sustraído “enteramente al
dominio español europeo” (numeral 3º) y estaban ahora recuperando su libertad
primigenia. De modo similar, la Ley de Independencia de 1825 (art. 1º) declaró “írritos,
nulos, disueltos y de ningún valor para siempre, todos los actos de incorporación,
reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados á los pueblos de la Provincia
Oriental, por la violencia de la fuerza unida á la perfidia de los 'intrusos poderes de
Portugal y el Brasil”, declarándose (art. 2º) “de hecho y de derecho libre é
independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del
universo…” (94).

Asimismo, el numeral 3º de la Declaración de 1823, en cuanto declara “que esta


Provincia Oriental del Uruguay no pertenece, ni debe, ni quiere pertenecer a otro
Poder, Estado, o Nación que la que componen las Provincias de la antigua Unión del
Río de la Plata, de que ha sido y es una parte, habiendo tenido sus diputados en la
soberana Asamblea General Constituyente desde el año 1814, en que se sustrajo

93
Archivo General de la Nación, Archivo General Administrativo… Tomo 17… cit., folios 167 v.-168.
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Acuerdos… cit., p. 252.
94
Tomamos la versión de los textos de las Leyes de Independencia y de Unión del 25 de agosto de 1825,
de ALONSO CRIADO Matías, Colección legislativa de la República Oriental del Uruguay ó sea
Recopilación cronológica de las leyes, decretos, resoluciones gubernativas, tratados internacionales,
acordadas del Tribunal y demás disposiciones de carácter permanente sancionadas con fuerza de ley
desde la Independencia de la República basta nuestros días Tomo I 1825 á 1852 , Montevideo, 1876, pp.
3-4.
enteramente al dominio español europeo” (95), nos recuerda a la Ley de Unión o de
Anexión a las Provincias Unidas del Río de la Plata del 25 de agosto de 1825 al declarar
ésta que “que su voto general, constante, solemne y decidido, es y debe ser por la
unidad con las demás Provincias Argentinas á que siempre perteneció”, “por ser la
libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen, manifestada por
testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos desde el primer período de la
regeneración política de las Provincias”.

Podría decirse, como después de todo se criticó a la Declaración del 25 de agosto de


1825, que la Declaración del 29 de octubre de 1823 no era una proclamación de
Independencia absoluta ni verdaderamente excluyente “urbi et orbi”, ya que la Provincia
Oriental había aceptado anexarse a las Provincias Unidas con gobierno en Buenos
Aires. Eso merece una contestación.

Toda independencia implica autonomía de la voluntad no solamente para disponer sin


rendir cuentas ni pedir autorización a nadie, sino también para querer obligarse o elegir
un destino. La libertad implica poder determinarse, tanto para seguir un camino propio
como para vincularse o unirse a quien se desee. Aspirar a unirse a las Provincias Unidas
del Río de la Plata era en aquel momento, la expresión de la voluntad inequívoca y libre
de la Provincia Oriental. No quepa dudas de que la voluntad de querer unirse a las
Provincias argentinas era entonces, una clara manifestación de señorío soberano y
libérrimo, porque era espontánea y no estaba condicionada ni intervenida, de lo que
querían verdaderamente hacer los orientales.

Esta entusiasta agitación emancipadora, empero, no pudo durar mucho. El 18 de


noviembre de 1823 Carlos Lecor (para ese entonces, nombrado Vizconde por Pedro I
del Brasil en mérito a sus servicios para mantener a la Provincia Oriental o Cisplatina
bajo el Imperio) y Álvaro da Costa lograron un acuerdo que permitiría el regreso de éste
y de sus tropas a Portugal. Da Costa informó el día 21 de noviembre de 1823 del
Acuerdo a los miembros del Cabildo y a los Caballeros Orientales. “La publicación del
convenio hizo conocer, al Cabildo de Montevideo y á los Caballeros Orientales, que
quedaban sin mas garantía, que las que quisiera otorgar el Bn. en merito del artículo
8º que si bien en él se acordó el que no serian molestados por sus opiniones políticas,
también era condición espresa, que ocho días después de ratificada deberían estar
recojidas en el Arsenal del Ejercito las armas que fueran distribuidas a las Guerrillas,
Civicos y Milicias”; este arreglo perjudicaba a los Caballeros Orientales, quienes
quedaban sujetos a la futura discreción de Lecor, de lo que es indicio ciertos pasaportes
que Da Costa entregó a Juan Vázquez (hermano de Ventura y de Santiago) y a Pablo

95
Recuerda a la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII en Buenos Aires, aunque no a
los representantes elegidos por el Congreso de Abril de 1813 artiguista, sino a los elegidos en el Congreso
de Capilla Maciel entre el 8 a 10 de diciembre de 1813 bajo la presidencia de José Rondeau, en que se
eligió como representantes a Dámaso Antonio Larrañaga, Luis Chorroarín y Marcos Salcedo (todos
sacerdotes), quienes se incorporaron a dicha Asamblea en 1814, estando ya previamente integrándola por
la Provincia Oriental y desde el año anterior Dámaso Gómez Fonseca (también sacerdote), el único que
había sido reconocido (elegido por Maldonado) ya que los Diputados artiguistas habían sido rechazados
por supuestas razones formales. Gómez Fonseca pertenecía a la Logia Lautaro de Buenos Aires en su
primera etapa, entonces también conocida como “los Caballeros Racionales”, en ese tiempo ya bajo la
égida de Carlos María de Alvear quien había desplazado de la conducción a José de San Martín, teniendo
ese partido logista prevalencia en la integración de la Asamblea General Constituyente del Año XIII. Luis
Chorroarín será mencionado como integrante de la Logia Lautaro de Buenos Aires en su segunda época.
Al respecto ver MONDINE, Bajo la Escuadra…, cit., pp. 235-239, 247-251, 334-339.
Zufriategui (96). Da Costa y sus fuerzas se embarcarían entre el 24 al 28 de febrero de
1824 para Lisboa, dejando a Lecor el dominio total quien el 28 de febrero de 1824 entró
en Montevideo (97). Lecor conminará al Cabildo montevideano a jurar fidelidad al
emperador Pedro I de Brasil (como ya lo habían hecho durante su estadía en la
campaña, los pueblos de San José, Canelones, Soriano, Colonia y Maldonado).

Refiriéndose a este fatal desenlace, Anaya relata que “…las fuerzas contrarias [se
refiere a las de los brasileños] eran muy poderosas, y al fin unos y otros sucumbieron
capitulando D. Albaro [da Costa], y embarcando con sus Talaberas p.a Europa en
principios de Mzo./ de 1824, después de dejar en los campos muchas Víctimas; y que
los Patriotas en considerable num.o emigraron á Buenos Ayres asilándose de aquel
Goob.no Patrio, siendo el 1.º D. Man.l Oribe” (98).

También debió huir el principal de los Caballeros Orientales, Santiago Vázquez: “El
Sor. Vasquez emigro -como otros muchos patriotas- á B. s Ayres cuando los Imperiales
ocuparon á Montev.o. Sus talentos y patriotismo acreditados en épocas anteriores desde
el principio dela revolución, le proporcionaron en la capital Argentina una posición
elevada, ytodo el influjo que da el saber; y tanto en el congreso general como en el
Ministerio de la guerra, puso constantemente en acción su zelo patriótico, ysu
aventajada capacidad en obsequio delos intereses de su país, con todo el entusiasmo de
su alma ardiente y bien templada, y con una actividad y contracción asidua que lo
hicieron siempre espectable entre los principales atletas de las dos margenes del
Plata.” (99)

A raíz de ello el Orden de los Caballeros Orientales se disolvería, para evitar ser
perseguidos por Lecor. La sociedad de los “Caballeros Orientales” desapareció, pero
muchos de sus miembros que se exiliaron a la Argentina (caso de Manuel e Ignacio
Oribe, Pablo Zufriategui y Juan Francisco Giró) prepararían desde allí con otros
orientales, argentinos y paraguayos, la Cruzada Libertadora de 1825.

X. Una voluntad independentista firme con éxito, y con un final inesperado: el


Uruguay libre e independiente como Estado soberano

Cierto es que los patriotas orientales no pudieron imponer su interés manifestado en la


proclama independentista del 29 de octubre de 1823. Pero eso fue por poco tiempo.
Porque desde esa fecha su voluntad estaba firmemente determinada en querer ser libres
de la dominación lusobrasileña, y ya nada la detendría. El 29 de octubre de 1823 había
quedado la senda trazada; había sido un buen comienzo. Aquéllos se sabían, se sentían
independientes interiormente; sólo faltaba consolidar ese afán ejerciendo su legítimo
derecho de resistencia. Señala al respecto Pablo Blanco Acevedo que “Revolución
improvisada la de 1823, y surgida por la aparente escisión de las tropas portuguesas y
brasileñas que ocupaban el país, se deshizo por la base débil en la cual se levantara...
pero, de la inmensidad de la derrota, surgiría de nuevo el mismo ideal, más vigoroso e

96
DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos…, cit., Cuadro X, pp. 505-517.
97
ARCOS FERRAND Luis, La Cruzada de los Treinta y Tres… cit., pp. 104-109.
98
ANAYA Carlos, Apuntaciones históricas… cit., p. 104.
99
Archivo Histórico Museo Mitre (Buenos Aires), Colección correspondencia hombres públicos
argentinos. Noticias sobre la fundación patriótica de Caballeros Orientales y su fundador Santiago
Vázquez, AR MM COHPA / A1 C0 No. 1383 (antes A1 C23 C4 No. 1).
intenso, apoyado, esta vez en el sentimiento público y en la comunidad de los medios
para alcanzarlo.” (100).

Ante la simpatía oficialmente indecisa todavía de las Provincias argentinas (aunque


algunos privados, como Juan Manuel de Rosas bajo el seudónimo de “un amigo de los
orientales”, colaboraron económica y logísticamente), los orientales prepararían contra
viento y marea una revolución por iniciativa propia, que se concertaría entre los
exiliados en las Provincias de Buenos Aires y Entre Ríos y los que se encontraban en
suelo oriental. Por supuesto, todo llevaría su preparación y su proceso, aunque no
demoraría en concretarse.

Mediante sendas cartas reservadas del 20 de marzo de 1825 y del 24 de marzo de 1825,
Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe informaron a Gabriel Antonio Pereira que
invadirían “a nuestra patria para conquistar el lauro de nuestra independencia”,
exhortando a que “es preciso que Vds. como patriotas nos secunden y ayuden”; estas
notas fueron enviadas respectivamente a través de Francisco Lecocq y Pedro Trápani
(101). No tenemos noticia cierta de que Lavalleja y Trápani hubieran pertenecido a los
“Caballeros Orientales”, pero podemos especular que algunos ex integrantes de esa
sociedad, como Lecocq y Oribe, mantenían contactos para articular el apoyo en la
Provincia Oriental hacia aquellos que se reunían reservadamente en Buenos Aires
preparando el alzamiento contra la dominación brasileña. A su vez, si bien ya no como
“Caballeros Orientales”, muchos de sus antiguos miembros continuaron apoyando
solapadamente preparativos revolucionarios contra los brasileños.

El 19 de abril de 1825, el “Desembarco de los 33 Orientales” (algunos de ellos ex


Caballeros Orientales pero a la sazón participantes a título individual) en la playa de La
Graseada (La Agraciada) sería la chispa que prendería la pólvora independentista
dispersa en toda la Provincia Oriental. La Proclama de Lavalleja a los “Argentinos
Orientales” en el Campo Volante de Soriano del mismo 19 de abril inflamó la causa de
la Libertad (102) oriental, que se impulsó y con esfuerzo se fue consolidando en lo
institucional con la Declaratoria de Independencia del 25 de agosto de 1825 (no se
puede comprender a ésta sin conocer sus antecedentes de 1823), y en lo militar con las
victorias de Rincón, Sarandí, Ituzaingó y Misiones; y que finalmente se concretaría,
Gran Bretaña “ex machina” y en un giro inesperado, en razón de la Convención
Preliminar de Paz (cuyos instrumentos se canjearon entre el Imperio del Brasil y las
Provincias Unidas del Río de la Plata el 4 de octubre de 1828), en nuestra total
Independencia cuyo hito jurídico quedó demarcado por el Juramento de nuestra
Constitución el 18 de julio de 1830, gestada por una Honorable Asamblea General
Constituyente y Legislativa del Estado que estuvo integrada por muchos ex Caballeros
Orientales y otros patriotas que habían participado de los movimientos libertarios de
1822 y 1823.

100
BLANCO ACEVEDO Pablo, Centenario de la independencia, en Revista Histórica Tomo X,
MCMXXII, Núm 29, pp. 418-419.
101
PEREIRA Gabriel, Correspondencia confidencial y política del Sr. Dn. Gabriel A. Pereira Tomo
Primero, Montevideo, Editores: Ottado y Cardoso, 1894, pp. 14-16.
102
El original de esta Proclama de Lavalleja se encuentra en el Archivo General de la Nación, Colección
de Documentos diversos, Caja 319 Carpeta 2.

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