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NO ES SENCILLO REALIZAR EL PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN

PROCESAL EN LAS TELECONFERENCIAS (O TELEAUDIENCIAS)

I. Introducción. La Resolución No. 33/2020 de la Suprema Corte de Justicia del


Uruguay, volviendo a la (¿nueva?) normalidad

Días después de las disquisiciones expuestas en nuestro trabajo sobre “La


inmediación procesal en tiempos de pandemia” (en
“http://edgardoettlin.blogspot.com/2020/05/la-inmediacion-procesal-en-tiempos-
e.html”, publicado el 1º de mayo de 2020), en la República Oriental del Uruguay la
Suprema Corte de Justicia estableció mediante Resolución suya No. 33/2020
(comunicada mediante Circular No. 84/2010 del 14 de mayo de 2020), una serie de
pautas para recomenzar la actividad luego de finalizar la Feria Judicial Extraordinaria
dispuesta por Resolución de la Alta Corporación No. 12/2020 del 16 de marzo de 2020
(luego ratificada por la Ley No. 19.879 del 30 de abril de 2020) y disponer el retorno a
la normalidad de las actividades de la Administración de Justicia, dentro de lo que
permitiera la situación creada en ocasión de las restricciones sanitarias que impuso la
epidemia del Coronavirus (COVID-19).

En cuanto importa a cómo se verificarían las audiencias judiciales en estos


tiempos nuevos, se dispuso una serie de recomendaciones (numerales 10º a 13º de la
Resolución No. 33/2020) para observar por ahora “sine die”, a saber:

a) los Magistrados deberían tomar diferentes medidas para reducir en lo posible


las aglomeraciones de personas en las audiencias, como evaluar la posibilidad de
realizar las audiencias fuera del horario de atención al público, procurar espacios físicos
más amplios que la Sala y los pasillos (de ser posible, buscándolos dentro o fuera del
edificio según el caso) para los comparendos y las esperas, organizar la concurrencia
escalonada de testigos y el ingreso de los interesados en horarios prefijados y puntuales:
todo condicionado a los recursos materiales, de espacio y humanos disponibles para
cada tribunal;

b) se dispuso la iniciación de un “plan piloto” para celebrar audiencias por


videoconferencias en los Tribunales de Apelaciones en lo Civil, y en los Juzgados
Letrados de Primera Instancia en lo Civil y en lo Contencioso Administrativo de
Montevideo;

c) Se facultó a los tribunales (unipersonales y colegiados, incluyendo a la


Suprema Corte de Justicia) a convocar a audiencias en forma telemática “salvo
oposición fundada de las partes”, según aquéllos lo estimaran conveniente y dentro de
su independencia técnica. En el caso de los Tribunales Colegiados y en la hipótesis de
que una o varias personas no pudieran concurrir físicamente, la audiencia al menos
debería realizarse presencialmente por uno de los integrantes (los testigos y partes a
declarar deberían estar físicamente), pudiendo los demás participar por vía remota;
d) Las partes estaban habilitadas a participar por vía telemática (salvo que
tuvieran que comparecer a declarar);

e) Se facultó a verificar los comparendos penales en forma semipresencial (o sea,


cuando “alguno de los participantes interviene desde un lugar distinto a la sala de
audiencias pero dentro de una sede judicial”) si los locales no contaban dentro de los
protocolos sanitarios, con garantías para realizar por razones de espacio la reunión de
modo presencial. Se priorizaría el contacto presencial con el Defensor para los
detenidos, imputados o penados, en lugares adecuados y dentro de los requerimientos
sanitarios, mas en caso de optarse por la audiencia semipresencial, debería contarse con
local con conectividad para poder participar sin desplazamientos, lo que no podría en
ningún supuesto ser en un local policial.

Queda pues, en el criterio de cada Magistrado y de acuerdo a las circunstancias de


cada audiencia o caso, dentro de los debidos cuidados de salud y sin que implique
menoscabos de derechos o garantías, y siempre contando con la opinión previa de las
partes (no se dice qué pasa si hay oposición, aun cuando sea fundada, de alguna de
ellas o de todas, en cuanto a si el Juez puede prescindir o no de esa oposición; pero debe
entenderse que el tribunal resolverá conforme a su leal saber y entender qué hacer, con o
sin oposición -inclusive motivada- de los interesados), realizar o no las audiencias en
forma telemática.

La Resolución No. 33/2020 de la Suprema Corte de Justicia dispone que “la parte
que declarará o el testigo que debe brindar su testimonio comparecerán en forma
presencial en la respectiva sede jurisdiccional”. Creemos que no habría motivo de
oportunidad para haber impedido la presencia telemática de algún testigo o de alguna
parte que por razón valedera no pudiera concurrir físicamente. Pero eso no impide al
Juez, que es el Director del proceso y por ende el de la audiencia, además de ser el
encargado de su policía e instrumentación administrativa, a que pueda disponerlo si
fuere menester por las circunstancias, inclusive, para evitar dilatorias en el proceso;
dentro de los arts. 1º a 11, 24 y 25 más concordantes del Código General del Proceso.

En la práctica e implementación del sistema, se habilitó a los tribunales la


plataforma “Zoom” para sustanciar las audiencias en forma telemática o remota. El
hecho de haberse elegido ésta, fue atento a la difusión que tiene actualmente para la
realización de teleconferencias.

II. La Resolución No. 932/2020 del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo


Civil de 9º Turno

El día 3 de junio de 2020 el Magistrado Doctor Alejandro RECAREY, Juez


Letrado de Primera Instancia en lo Civil de 9º Turno, dictó la Resolución No. 932/2020
de su Sede, en el expediente No. 2-3063/2018. Dicha decisión quedó firme, atento a lo
que surge de la consulta electrónica compulsada de dicha causa, y entró por tanto en
autoridad de cosa juzgada (arts. 214, 215 y 222 del Código General del Proceso.
Dicho tribunal estableció que no utilizaría el sistema de videoconferencias,
“Tesitura que fundamenta, si no en las legítimas dudas que puedan presentarse acerca
de su legalidad…; sí entendiendo conveniente dicho empleo”.

El Doctor RECAREY encuentra que las teleconferencias menoscaban dos


principios básicos del juicio oral, que son los de Inmediación y de Dirección del
Proceso, amén de porque no ofrecen “acabadas garantías de seguridad”.

Diferenciando el principio de Inmediación del de Oralidad, la Resolución


comentada denuncia de alguna manera que las teleconferencias no permiten un
adecuado contacto personal y directo entre el tribunal, las partes, sus abogados y los
demás intervinientes en los procesos, ni con los objetos del litigio como ser las pruebas.
Considera que “la imagen teletransmitida… no puede satisfacer las exigencias de la
inmediación; puesto que esta última supone necesariamente el contacto personal del
juez con todos los otros protagonistas de la audiencia… El cual deviene inevitable al
efecto de poder ponderar las actitudes, gestos y reacciones de cada ser humano
interviniente. De eso y no de otra cosa se trata, cuando se hable de inmediación.”

Reivindicando que la inmediación requiere el contacto y el diálogo directo entre


sus participantes, inclusive para realizar los debidos contralores de la audiencia, y que
eso no es posible hacerlo en forma adecuada por vía telemática, se pone en
consideración que “aun cuando se resolviera que el juez sí tome contacto personal con
los testigos, quedaría pendiente la simétrica necesidad -y derecho- de que las partes y
sus abogados lo hagan de la misma forma. Por lo demás, no debe olvidarse que es tan
esencial que el juez vea y oiga a las partes, como que éstas lo vean y oigan a él también
directamente… En otro orden de cosas, bien saben los abogados que la convicción que
pretenden lograr en el juez, se vehiculiza naturalmente a través de contactos
personales. No cibernéticos.”

En otro orden, se releva que las teleaudiencias pueden “deshumanizar en un


grado más la práctica de la Administración de Justicia; contribuye a un extrañamiento
del justiciable con el poder estatal llamado a hacerle Justicia. Distancia destinada a
favorecer, inexorablemente, el desprestigio de los jueces. Desde que no se puede
comprender a plena cabalidad… lo que no se vivencia personalmente.”

El Doctor RECAREY denuncia que en los telecomparendos, el Juez no puede “1)


saber a ciencia cierta si quienes presencian la audiencia son solamente los que
aparecen en cámara…; 2) No puede silenciar a ningún asistente, si tal cosa fuere
necesaria. Con lo cual está absolutamente inerme frente a cualquier tipo de
interferencias o interrupciones…; 3) Tampoco puede impedir que, por superposición
horaria imprevistas; terceros ingresen intempestivamente a una instancia determinada.
Con el consiguiente efecto distorsivo para esta última”. Asimismo resalta su
preocupación por que los registros de las audiencias puedan viralizarse o reproducirse
sin autorización debida del tribunal, ya que no estaría asegurada ninguna política de
privacidad utilizando una plataforma comercial como lo es “Zoom”, además de que
posee peligro de infiltraciones ilícitas.
Concluye dicho Magistrado que no es cierto que las teleaudiencias judiciales han
llegado para quedarse; porque debe evitarse la burocratización de la justicia bajo la
excusa de la pandemia, y porque las medidas sanitarias que puedan tomarse para
contener los contagios no pueden soslayar que hay que tener conciencia de servicio
público de calidad, el cual debe retornar al contacto humano cuando terminen las
restricciones.

Por tanto, se dispone en la decisión No. 932/2020 del Juzgado Letrado de Primera
Instancia en lo Civil de 9º Turno que, sin perjuicio de las medidas que habrían de
tomarse para prevenir riesgos sanitarios y contagios por COVID-19, las audiencias se
realizarían en régimen de “presencialidad” (con mayúscula dicho término, en el texto
de la Resolución mencionada).

III. Comentarios

La Resolución No. 932/2020 del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil


de 9º Turno plantea los principales problemas que ya hemos esbozado, e inclusive
trataron diversas personas a quienes en algunos aspectos hemos seguido, en nuestro
estudio sobre el principio de inmediación procesal en tiempos de epidemias.

Obviamente el desiderátum de la Inmediación, como principio, impone que las


audiencias de debate y de juzgamiento deben ser presenciales, esto es, tienen que
sustanciarse con la asistencia física y real de todos los involucrados.

También hemos considerado que situaciones excepcionales, como la situación de


pandemia de COVID-19 por la que atraviesa actualmente la Humanidad, imponen
soluciones excepcionales; y que la peor respuesta es afincarse en los fundamentalismos
y en los dogmatismos. Entonces, se debe ver en estas circunstancias precarias a la
Inmediación con ojos más flexibles o con otros ojos de la mano de las nuevas realidades
y de lo que permiten ayudar las nuevas tecnologías de la información y de la
comunicación, a la luz de entender que la presencia de los intervinientes en el
comparendo pueda realizarse habilitando la comparecencia, parcial o total de los
involucrados, en forma virtual o remota a la audiencia; dentro, por supuesto, de las
debidas garantías de proceso.

Ni tanto ni demasiado. Todo es cuestión de medida.

No desconocemos que existen algunas desventajas para la verificación exitosa de


las audiencias virtuales, o con presencia telemática de algunos de sus intervinientes, que
correctamente denuncia la sentencia, a saber y por ejemplo:

a) Las audiencias a distancia y por vía informática no siempre permiten un cabal


acercamiento entre el Juez con las partes, los Abogados, los testigos, los peritos y todos
los que por alguna razón tengan que participar en aquéllas;
b) La distancia que es inherente a toda comunicación telemática, a través de una
imagen virtual o de una pantalla, marca una cierta mediación, una no-inmediación,
evidente;

c) En la modalidad de audiencias remotas se impersonaliza el contacto y se hace


más burocráticos el trabajo, el diálogo y el acercamiento que debe procurar un
Magistrado;

d) No se permite en estas audiencias virtuales, un adecuado contralor de la


identidad de las partes, ni de la prueba que deba sustanciarse a través de ellas;

e) Los Abogados sienten que con la (in)mediación telemática, no tienen la misma


capacidad de atraer la atención del Juez;

f) No se puede controlar por el Juez qué sucede “del otro lado de la pantalla”
(testigos o partes leyendo o recibiendo apuntes o “sopladitas”, “verbi gratia”);

g) Las dificultades tecnológicas y los problemas de transmisión pueden ocasionar


cortes o interrupciones, con lo que se pierde el grado de concentración y de
comprensión de lo que ocurre por vía informática. Además, puede haber problemas de
acceso tecnológico para que ciertas partes o testigos puedan participar, lo que restringe
accesos y garantías;

h) Se pierde la solemnidad que conlleva estar en un edificio de Justicia pública, lo


que contribuye a menoscabar ritualidades (que son necesarias en los procesos), y a
desprestigiar y deslegitimar a la función judicial;

i) Existen problemas de falta de seguridad o de privacidad insalvables, sobre todo


cuando se utilizan plataformas privadas comerciales o no oficiales;

j) Puede haber problemas de sincronización o técnicos entre los intervinientes, que


dificulten que pueda realizarse la audiencia, o que pueda iniciarse en el tiempo
programado;

i) No siempre es sencillo el control de identidad de los intervinientes


(contendientes, Abogados, testigos, peritos), no bastando siempre que puedan exhibir un
carnet o un documento de identidad a través de la pantalla.

No compartimos la inquietud planteada en la Resolución No. 932/2020


multicitada, sobre que podrían haber intromisiones de otras personas en el caso de
superposiciones horarios de comparendos, o que no pueda existir un debido contralor de
las intervenciones, desde el punto de vista que habiendo siempre un Administrador de la
reunión, que bien puede ser el Juez o un funcionario delegado por éste que la opere
técnicamente, siempre pueden manejarse las entradas o las intervenciones en la reunión
virtual.
En cuanto a si las audiencias telemáticas han llegado para quedarse en el presente
y para el futuro, no suscribimos tal afirmación (en eso coincidimos con el Doctor
RECAREY, en que no debería ser la solución para los tiempos que vienen). A pesar de
que algunos lo han profetizado así, se trata de una proposición demasiado cortoplacista
para poder anticipar lo que vendrá en materia de audiencias; y además, los
telecomparendos son un sucedáneo o remedio excepcional, para cuando haya carencias
para poder lograr la presencia física de todos los intervinientes. Aunque no podemos
descuidar que, tanto hoy como siempre, pueden ser un mecanismo útil no sólo por
razones de riesgos sanitarios de contagio, sino también para acercar a personas muy
distanciadas o que no puedan acceder al tribunal; todo con costos mínimos y con su
posibilidad de disminuir los gastos litigiosos.

Creemos que no pueden desconocerse las desventajas de posibilitar que los


comparendos pueden verificarse de forma parcial o total a través de plataformas o de
sitios informáticos. No dejan de permitir la comunicación, amén de que constituyen
herramientas de acceso a la justicia, especialmente para quienes están lejos físicamente
o no pueden llegar a los tribunales. Pueden facilitar la Inmediación, en tiempos en que
ésta no es físicamente posible. Como dijéramos en nuestro trabajo sobre “La
Inmediación procesal en tiempos de pandemia”, “¿Qué será del principio de
Inmediación procesal? ¿O estamos ante una “Nueva Inmediación”? En principio no
parece que la inmediación, como tal, dejará de existir en los procesos por audiencias
virtuales, pero sí tendremos que “revisitarlo” en su contenido. Creemos que ante estas
nuevas realidades, la inmediación se verá en adelante con otra perspectiva o amplitud.
No será para mal de ninguno, sino para bien de todos. Después de todo, los principios
no son rígidos sino que evolucionan; y es bueno que así sea, porque lo ideal es la
dinámica y no el estancamiento. Junto a la inmediación clásica o tradicional, coexistirá
la “inmediación virtual” que no deja de ser “inmediación”, donde el Juez no tiene que
perder, de ninguna manera, ni su presencia ni su control de dirección sobre el proceso;
“nueva inmediación” que no dejará de promover el contacto sensible (no material pero
si vivo) entre el Magistrado judicial, las partes, sus Abogados y demás terceros
involucrados en la realización de las audiencias o actividades que necesiten la
participación, y que será más práctica para conseguir que las audiencias se sustancien
en forma efectiva, evitando alongaderas y costos de traslado. Sí sabemos que no será lo
mismo; pero tampoco será algo diferente o inconveniente.”

Coincidimos en que debe preferirse la inmediación presencial y física como


solución de principio, y como criterio de sana política judicial. Es respetable que cada
Juez, dentro de su independencia y autonomía técnica (arts. 1º, 2º y 84 de la Ley No.
15.750), pueda preferir realizar las audiencias de modo presencial y dentro de los
debidos cuidados sanitarios o de los que fueren necesario por cada situación, proceso y
momento. Pero también es malo cerrarse y ser insensible a las nuevas posibilidades que
permiten las herramientas de comunicación y de informática para poder realizarse
comparendos procesales con éxito, de modo virtual. Lo mejor es ser flexibles y tomar en
las circunstancias especiales, una decisión correcta sobre lo que convenga.

IV. A modo de cierre


Recordando el título, no es fácil considerar de qué modo debe entenderse al
principio de Inmediación cuando no siempre sea posible el acceso al tribunal, por
motivos sanitarios, de acceso o de distancia física, o por la razón que fuere. Las
herramientas de comunicación y de información pueden constituirse en medios útiles y
positivos para conjurar estos escollos y posibilitar que la audiencia se pueda hacer con
éxito. No sería inteligente desechar algo que puede ayudar o que al menos, no perjudica
en su empleo. Y no está demostrado que restrinjan garantías los comparendos virtuales,
porque siempre pueden ser controlados por el Juez y por los Abogados de los litigantes.

No obstante cada Juez, en consulta debida previa con las partes, y acorde a su
prudente y leal saber o entender, es director y señor de su proceso para decidir de qué
forma el comparendo se hará con el mayor provecho, y si este mejor provecho podrá
lograrse realizando la audiencia de modo total o parcial respecto a los intervinientes,
con su presencia física o telemática.

La Resolución No. 932/2020 del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil


de 9º turno, de modo muy fundamentado y contundente optó claramente por la
presencia física o modalidad presencial; y eso es correcto porque es lo preferible. Sin
embargo, entendemos dentro de una libertad discursiva responsable que no siempre
habrá que ser inflexible con esto, reservándose siempre la oportunidad de poder arbitrar
nuevas vías para que la audiencia pueda realizarse de modo que cumpla su fin
trascendental.

Debemos recordar que no está prohibido normativamente por Ley, y por ende está
permitido, que las audiencias procesales puedan realizarse virtualmente; máxime si
están aceptadas o no controvertidas por las partes. Creemos que no se pierde
inmediación por ello, aunque ésta sí pueda ser diferente; mas como a todo lo nuevo, hay
que acostumbrarse. No obstante, el Juez puede y debe decidir de qué forma será más
efectiva y conveniente su sustanciación.

Recordemos que la Inmediación es un método de trabajo, no un principio por sí


mismo. Si la “verdad-verdadera” (arts. 14, 24 num. 4º y 25.2 del Código General del
Proceso) de los hechos discutidos por los litigantes puede encontrarse por otro camino
lícito y que respete el derecho de defensa de los litigantes, sea. Aún más entonces, la
perspectiva con que consideremos a la Inmediación no debe ser nostálgica de su
concepción clásica de acercamiento presencial, sino en cuanto de la forma que fuere,
permita entender dentro del proceso una fluida comunicación e intercambio con los
sujetos del proceso y con la información probatoria disponible en la causa. No estamos
proponiendo herejías procesalistas, sino aportando y trabajando todos juntos con
mentalidad abierta para encontrar a través de las aguas procelosas de estos tiempos
excepcionales, el mejor camino dentro de los medios que disponemos y de los riesgos
que corremos, para que todos podamos dentro de la normalidad que se pueda satisfacer
nuestros intereses a través de una Justicia que sirva para la Vida, dentro de los caminos
que permite el Derecho.
Propius tibi, Domine
Petrarum, die tertii mensis novembris Anno Domini MMXX

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