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La diversidad laboral es mucho más que solo contratar personas con antecedentes diferentes. Se
refiere también a la variedad de habilidades, culturas, creencias, orientaciones sexuales,
experiencias y modos de pensar. Todo esto conforma la identidad de un individuo y se refleja en su
estilo de trabajo.
La diversidad debe ir a la par de la inclusión. Esta consiste en crear un ambiente donde todos los
empleados se sientan valorados y escuchados. La inclusión significa respeto y un trato integrador y
justo.
Para que una persona se sienta partícipe, es necesario que sus talentos individuales sean
aceptados y reconocidos. Cuando se implementa una política de diversidad sin considerar la
inclusión, se puede promover la segregación y la formación de clanes. De igual manera, la inclusión
sin diversidad conduce al estancamiento y la uniformidad.
Variedad de talentos
Para ello, es indispensable que se reorienten los procesos de contratación. De lo contrario, siempre
se captarán perfiles semejantes. Al ampliar el espectro de búsqueda de candidatos, aumentan las
posibilidades de encontrar los mejores talentos.
Además, según las estadísticas, este es un valor primordial para los millennials. En 2025 este grupo
representará el 75% de la fuerza laboral.
Los ambientes inclusivos también incrementan la confianza en los líderes. Se percibe una mayor
apertura, pues se siente respeto y valoración de las diferencias individuales. En este sentido, es
importante que los gerentes animen y recompensen los aportes de los miembros de su equipo.
Como un efecto dominó, esta actitud de los supervisores fomentará el reconocimiento entre los
pares.
Más innovación
Siempre se ha dicho que la diversidad estimula la innovación, y esta apreciación actualmente está
validada por estudios. Se ha comprobado que existe una relación estadísticamente significativa
entre la diversidad y la innovación. Para llegar a esta conclusión, se correlacionaron la diversidad
de orígenes, trayectoria profesional, género, educación, edad y sector de procedencia con la
productividad y la innovación. En todas las dimensiones, se evidenciaron efectos en la rentabilidad
de las empresas.
Entre otras cosas, esto se deriva de la capacidad de identificar productos y servicios que se
adapten a diferentes necesidades. Los perfiles diversos de los trabajadores tienen su equivalente
en el mercado. Incluirlos en la toma de decisiones puede aportar una nueva visión de negocio. Por
otra parte, las experiencias vitales de los empleados los han llevado a desarrollar habilidades para
la resolución de problemas. Estas pueden incorporarse a las dinámicas de trabajo y modificar los
esquemas convencionales.
Mientras más perspectivas se consideren a la hora de tomar una decisión, mayores probabilidades
hay de acertar. Cuando las resoluciones se concentran en la opinión del líder, corren el riesgo de
estar sesgadas. Escuchar la voz de las minorías puede abrir nuevos mercados.
Es más fácil hablar de diversidad e inclusión que ponerlas en práctica. Son muchas las barreras que
pueden interponerse entre la buena intención y los hechos. La primera es la diferencia de
percepciones. Así, mientras que muchas empresas creen que tienen una cultura diversa e inclusiva,
los empleados sienten que hay discriminación.
Estamos hablando de un cambio cultural que afecta a todos los niveles y las estructuras de la
organización. Los principales retos para crear un entorno laboral diverso e inclusivo son los
siguientes:
Compromiso gerencial
Todo cambio organizacional fluye de arriba abajo. La directiva de la empresa debe estar
comprometida con las iniciativas de inclusión y diversidad laboral. Por ello, los valores y objetivos
de la organización deben apuntar en este sentido. Solo así podrán concretarse de manera efectiva.
Entre otras cosas, es necesario asignar los recursos que requieren los esfuerzos de crear una
compañía plural.
Medición
Para evaluar los logros en cualquier área de la empresa, es necesario tener un sistema de medición
de resultados. En algunas compañías, se hace una encuesta anual sobre el clima organizacional y
se incluye alguna pregunta sobre este tema. Esto puede ser insuficiente. El primer paso es
acercarse a los trabajadores y conocer de primera mano cómo perciben las políticas de inclusión.
Escuchar continuamente permitirá identificar los principales retos y oportunidades.
Estos comentarios servirán para orientar las iniciativas que contribuyan a generar relaciones de
confianza y reconocimiento entre los empleados. La definición de los indicadores de éxito puede
partir de la segmentación por grupos de edad, raza o género de la plantilla. Evaluar su
participación y representación en los diferentes niveles de la empresa puede ser un dato revelador.
Esto podría llevar a una reformulación de las prácticas de empleo equitativas y la inclusión de la
toma de decisiones.
Capacitación
Para lograr el compromiso de la gerencia, es vital que entiendan por qué son importantes la
diversidad laboral y la inclusión. A fin de cuentas, son factores que hasta hace muy poco no se
valoraban.
En una empresa tradicional, es posible que sencillamente se desconozcan. Debe informarse qué se
espera de las interacciones con los subordinados y cómo potenciar la participación. Asimismo, los
empleados pueden necesitar recursos para identificar y superar sus propios prejuicios. Las sesiones
de concientización son útiles para introducir estos temas.
Cultura de clanes
Los seres humanos tendemos a agruparnos por afinidades. En el entorno laboral, se crean clanes
por función o semejanzas culturales. Este tipo de asociaciones puede promover la exclusión. Se
generan ambientes cerrados y autorreferentes que atentan contra la innovación y la productividad.
Es fundamental fomentar las relaciones a todo nivel dentro de la empresa y facilitar la interacción
con toda la organización.
Sentirse cómodo en el lugar de trabajo mejora la satisfacción personal. Al evaluar las ofertas de
empleo, es conveniente identificar las oportunidades laborales que encajan con nuestros valores e
intereses.