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Carmelo Lozano Serrano

Las prestaciones patrimoniales


públicas en la financiación
del gasto público
Es bien notorio que la Ley 13/1989, de Tasas y Precios Públicos, al crear e intro-
ducir en el ordenamiento financiero -precedida por la 39/1988, de
Haciendas Locales- la categoría de «precio público», vino a confundir el hasta
entonces consabido elenco de recursos las Haciendas públicas. Tratándose de
los obtenidos con motivo la prestación de servicios o actividades por los entes
públícos, eran clasificados como tributos (en concreto, tasas) o como ingresos
patrimoniales, sin perjuicio de las exacciones parafiscales, cuya naturaleza tributa-
ria era indiscutida e incluso contaba con una clara proclamación legal por e1
art. 26.2.º LGT. Cuando la STC 185/1995, de 14 de diciembre, declaró inconsti-
tucionales ciertos preceptos de la Ley de 1989, apelando al término «prestaciones
patrimoniales públicas», se abrió una espuerta de dimensiones inciertas, que podía
llevar simplemente a una vuelta a la situación anterior, o, por el contrario, a la
construcción como concepto y categoría jurídica de ése que hasta entonces no
había pasado de ser un mero término constitucional, sin perfiles ni identidad pro-
pios como para definir un nuevo tipo de recursos financieros.

Los cambios normativos provocados por la sentencia en los dos años transcurri-
dos desde que dictada, no han aclarado cuál de esas direcciones es la empren-
dida por el ordenamiento, pero estando aún pendiente el proceso de adaptación
normativa en sus normas principales, la STC 182/1997, de 28 de octubre, ha vuel-
to a echar mano de las «prestaciones patrimoniales públicas» para resolver un
recurso de inconstitucionalidad. Lo que mueve inevitablemente a replantear la
cuestión y a suscitar los problemas más acuciantes a los que se enfrenta todavía
dicho proceso adaptación normativa. Básicamente, si se opta por construir
como concepto y categoría jurídica las prestaciones patrimoniales públicas, confi-
gurando con ello un nuevo recurso financiero, habrá que precisar sus perfiles e
identidad, así como, destacadamente, qué papel incumbe a los principios de justi-
cia financiera en dicha configuración. Con otras palabras, si el ordenamiento va a
arbitrar como recurso específico de las Haciendas públicas dichas prestaciones, la
primera pregunta a resolver consiste en si existen principios de justicia que las dis-
ciplinen y a los que deba plegarse su regulación; o, por el contrario, si no hay prin-
cipios sustantivos que determinen su configuración y régimen jurídico, más allá de
la reserva de ley que les impone la Constitución.

Decíamos que los cambios normativos registrados no permiten concluir la direc-


ción que se va a tomar, aunque ofrecen ciertos indicios. Primeramente, el Real
Decreto-ley 2/1996, 26 de enero, se limitó a enumerar aquellos supuestos que

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habiéndose calificado como precios públicos constituyen prestaciones patrimo- Problemas que, en lugar de diluirse con el tiempo, han venido a ponerse nueva-
mente sobre la mesa con motivo de la citada sentencia constitucional 182/1997, de
niales públicas, con un subrepticio afán de convalidación de los mismos que
28 de octubre, que al versar sobre la modificación por Decreto-ley del IRPF, ha
hubiera requerido una regulación más detallada de los elementos esenciales de
ensombrecido la nueva apelación del Tribunal a la categoría «prestación patrimo-
cada una de esas prestaciones. Casi un año después, la Ley Orgánica 3/1996, de
nial pública». Las reformas aún pendientes de normas capitales del ordenamiento
27 de diciembre, modificó el artículo 7 de la LOFCA, optando por restituir al con-
financiero en esta materia, y el cúmulo de problemas no resueltos, abonan por ello
cepto de tasa las prestaciones por utilización privativa del dominio público, y des-
la oportunidad de volver sobre la cuestión, con el afán de recapitular, aun suma-
cribiendo los servicios públicos que originan tasas como los no voluntarios, lo que
riamente, los aspectos más controvertidos de la misma.
incluye, además de los jurídicamente obligatorios, los de carácter esencial o
imprescindible y los no concurrentes con el sector privado. A ello se añade la regu-
lación de diversas tasas por las Leyes de Presupuestos promulgadas tras la senten- I. LA CONFIGURACION DE LAS PRESTACIONES
cia constitucional citada, así como alguna ley autonómica que reordena la materia, PATRIMONIALES PUBLICAS
optando, en el caso de Cataluña, por mantener la denominación de precio públi- POR LA JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
co pero regulando directamente en la norma los elementos esenciales de aquéllos
que constituyen prestaciones patrimoniales públicas (Ley 17 /1996, de 27 de Sintetizando al máximo la conocida construcción que hizo la sentencia de 1995 de
diciembre). este concepto, diversas notas sirven para su definición.
A estos datos normativos ya en vigor cabe añadir el Borrador de Anteproyecto de En primer lugar, la exigencia de reserva de ley para su establecimiento, como
Ley de reordenación de las prestaciones patrimoniales de carácter público, de expresamente sienta el artículo 31.3.º CE al recoger el término «prestación patri-
junio de 1997, en que de forma similar a lo efectuado por la LOFCA, se alberga monial pública».
una definición de tasa que incluye los ingresos por utilización del dominio públi-
Dicha reserva es apreciada por el Tribunal como relativa, en identidad de térmi-
co y por prestación de servicios obligatorios, esenciales o no concurrentes con el
nos y con el mismo alcance que la aplicable a los tributos, llegando a mencionarla
sector privado. En dicho texto se dispone, asimismo, la modificación del artícu-
directamente en varios pasajes como la reserva de ley tributaria, pese a referirla a
lo 26 LGT y de la LHL, al objeto de implantar un concepto homogéneo de tasa
las prestaciones patrimoniales públicas. Aunque la propia Constitución permite
en los distintos subordenamientos de las Haciendas públicas. Manteniendo, no
separar una reserva de ley específicamente tributaria formulada en términos litera-
obstante, el concepto y la categoría de precio público para definir aquellas presta-
les más tajantes por el artículo 13 3, de la prevista en el artículo 31.3. º para la gene-
ciones por la utilización de servicios en régimen de Derecho público que son
ralidad de prestaciones públicas, y el Tribunal alguna vez ha parecido debilitarla
voluntarios. en relación con ciertos ingresos tributarios (SSTC 3 7/1981 y 19/1987), no se acoge
Más allá, sin embargo, de esas adaptaciones normativas, de las que restan por fina- a esa eventual diferencia ni a la configuración de dos ámbitos distintos que posi-
lizar nada menos que las referidas al ordenamiento estatal y al local, la primera sen- bilita el texto constitucional, razonando en sus fudamentos jurídicos 5.º y 6.º a par-
tencia constitucional citada tuvo el efecto de provocar la reapertura con tintes de tir del artículo 31.3. º CE y aplicando tout court a las prestaciones patrimoniales
urgencia y de inmediatez normativa y aplicativa, de la vexata questio de la finan- toda_ su construcción de la reserva de ley tributaria (entre las más destacadas, las
ciación de los servicios públicos, especialmente de aquéllos por cuya prestación se SSTC 27/1981, 37/1981, 6/1983, 179/1985, 19/1987). En suma, entendiéndola
exige al usuario un ingreso público. Cuestión que excede claramente de esos lími- exigible para el establecimiento de la prestación, esto es, la definición por la pro-
tes para suscitar -como así ha sido en la doctrina- los problemas más generales pia ley de sus elementos esenciales, sin perjuicio de que pueda remitirse al regla-
relativos a los modos de financiación del gasto público, al concepto y la extensión mento la concreción de aspectos de los mismos en el marco diseñado por la ley 1.
de los tributos como instrumentos financieros y, concreta y directamente, dos Por otra parte, el significado o fundamento de la reserva de ley, en la sentencia de
ámbitos de problemas diversos que serán el eje de estas páginas, enunciados ahora 1995, se sitúa en la garantía de la autoimposición exigible ante prestaciones coac-
como sigue. tivas que sólo resultan admisibles cuando han sido establecidas a través del pro-
nunciamiento mediante ley de los representantes políticos de los ciudadanos que
1) Si la «prestación patrimonial pública» constituye una categoría jurídica preci-
han de soportar tales prestaciones. La insistencia en este aspecto parece, no obs-
sa que identifica un tipo de ingreso público, englobando en su seno los tributos; si
tante, reclamada por el razonamiento que va a seguir el Tribunal, identificando la
así fuera, la admisibilidad o el rechazo de otras prestaciones públicas coactivas dis-
tintas de las integradas en el deber de contribuir; y, en tal caso, si les resultan apli- 1 Desde sus primeros pronunciamientos, el Tribunal acusó recibo de la construcción
cables los principios de justicia del tributo, si se rigen por otros, o si no se some- doctrinal acerca de la reserva de ley, paralela, a su vez, a la sustentada por la doctrina y la
ten a ninguno. jurisprudencia constitucional italianas. Por todos, véanse los clásicos trabajos de
BARTHOLINI: Il principio di legalitd dei tributi in materia di imposte, Padua, 1957, y, en
2) Con independencia de las anteriores cuestiones, y con ámbito distinto, la España, SAINZ DE BUJANDA: El Derecho, instrumento de política económica, en «Hacienda y
aceptación o el rechazo de unos «precios públicos» como categoría jurídica dife- Derecho», II, Madrid, 1962; PÉREZ ROYO, F.: Fundamento y ámbito de la reserva de ley en
materia tributaria, «HPE», 14, 1972.
renciada entre los ingresos públicos.

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prestación patrimonial pública a partir de la reserva de ley, concibiéndola, a raíz sario, por el artículo 129 de la Ley General de Seguridad Social, de abonar al tra-
de esa exigencia, como coactiva. Pero no debe suponer ello arrumbar otros fun- bajador el salario de los días cuarto a decimoquinto en casos de incapacidad labo-
damentos y fines que alberga el principio de reserva de ley, subrayados también ral transitoria derivada de enfermedad común o accidente no laboral. En opinión
por la jurisprudencia constitucional, incluso en la Sentencia 182/1997, al tratar del Tribunal, que se remite a su pronunciamiento de 1995 reproduciéndolo en
nuevamente las prestaciones patrimoniales públicas, en la que se remite a la parte, ha de distinguirse claramente entre tributo y prestación patrimonial públi-
19/1987, que puso el acento en la relevancia del principio para lograr la unidad y ca, desechando la naturaleza tributaria de la obligación empresarial ahora enjui-
coordinación financiera, asegurando la unidad del ordenamiento y la igualdad en ciada, al no tener como destinatario al ente público, sino al trabajador. No escapa,
la contribución 2 . sin embargo, al concepto de prestación patrimonial pública, entendida como
«imposición coactiva de la prestación patrimonial o, lo que es lo mismo, el esta-
En segundo lugar, la nota que mejor define las prestaciones patrimoniales públi- blecimiento unilateral de la obligación de pago por parte del poder público sin el
cas es, a tenor de la STC 185/1995, la de coactividad, como trasunto y exigencia a concurso de la voluntad del sujeto llamado a satisfacerla», según declaraba la sen-
un tiempo de la reserva de ley con que las configura la Constitución 3 • El FJ 3.º de tencia de 1995. A lo que añade la de 1997, «siempre que como se desprende de la
la sentencia profundiza en esta nota, precisando que no debe entenderse sola- propia expresión constitucional (prestaciones "de carácter público" dice el
mente en su sentido jurídico-formal, cuando el servicio o la actividad que origina art. 31.3.º CE), la prestación, con independencia de la condición pública o priva-
la prestacijn del particular es de solicitud o recepción obligatoria por disposición da de quien la percibe, tenga una inequívoca finalidad de interés público».
normativa, o por ser requisito jurídico para la obtención de un servicio o ventaja.
Sino que también ha de extenderse a los supuestos en que no previéndose como Con esta precisión incorporada por la sentencia de 1997, resulta contundente la
obligatorio el servicio, no pueda sin embargo reputarse voluntaria la solicitud del posición del Tribunal respecto a la distinción entre prestación patrimonial públi-
mismo por el particular. Bien por tratarse de un servicio indispensable para la vida ca y tributo, lo que explícitamente ya decía en 1995, pero también entre tales pres-
personal o social bien porque el ente público aparece como único oferente del ser- taciones y el concepto de ingreso público. Al englobar entre las primeras el
vicio, debido a un monopolio de hecho o de derecho. Con la precisión capital de supuesto citado, es obvio que la prestación patrimonial pública no es siempre un
que la voluntad del sujeto que resulta relevante no se refiere tanto al servicio ingreso público, ni una prestación al ente público, pudiendo asumir desde esta
mismo como al presupuesto de hecho constitutivo de una prestación a su cargo, óptica múltiples modalidades que no se agotan en relaciones jurídicas entre parti-
debiendo apreciarse tal prestación como obligatoria si no es libre el sujeto para culares y entes públicos. Dicho más sumariamente, si cabe, ni las prestaciones
constituirla. En términos del Tribunal, no hay libre voluntad si la única alternati- patrimoniales públicas son una especie de ingresos públicos, ni, al contrario, los
va para no soportar la prestación impuesta por un servicio es abstenerse del con- ingresos públicos son especies de aquélla, pues los calificados como patrimoniales
sumo del mismo, lo que en tal caso permite calificar como coactiva la prestación y sujetos al Derecho privado no son prestaciones impuestas.
que se exige al particular por su utilización 4 . Con este planteamiento, los conceptos de ingreso público y de prestación patri-
Junto a estas dos notas definitorias de la prestación patrimonial pública suminis- monial pública se nos presentan como conjuntos diversos, sin perjuicio de que
tradas por la STC 185/1995, una tercera -la finalidad pública de la prestación- haya una zona secante entre ellos en la que se sitúan los tributos, además de, en su
ha venido a añadirse por la STC 182/1997. Aunque si bien se mira, lo que en ella caso, otros ingresos públicos coactivos que no merezcan la calificación de tributos.
se hace es una precisión en torno a dicha nota que contribuye a ampliar los perfi- Y aclarar esa zona secante se enmarca precisamente en el primer ámbito de pro-
les de la noción, abriéndola a supuestos bien distintos de los que abarcaba en el blemas arriba enunciado que estas sentencias plantean, debiendo dilucidar si sólo
primero de estos pronunciamientos. viene integrada por los tributos, y en esta categoría pueden subsumirse todos los
ingresos en ella contenidos, o si -como dice el Tribunal- junto a los mismos han
En efecto, en la resolución de 1997, se califica expresamente como prestación
de mantenerse otros ingresos coactivos, en cuyo caso debe indagarse si se someten
patrimonial pública del artículo 31.3 .º CE, la obligación que se impone al empre-
a los principios de justicia de aquéllos o no se rigen por ninguno.
2 Pone el énfasis en ese fundamento complementario de la autoimposición, PÉREZ Pero no es ése el único problema que se suscita, por cuanto la sentencia de 1997
ROYO, F.: Principio de legalidad, deber de contribuir y Decretos-leyes en la Constitución, conduce a ulteriores reflexiones que involucran los conceptos cardinales del
«REDC», 13, 1985. Derecho Financiero, no sólo el de ingreso público, sino también el de gasto públi-
3 Destaca la relevancia de la coactividad y su conexión con la reserva de ley en el razo-
namiento de la sentencia, FERNÁNDEZ JUNQUERA: Precios públicos y reserva de ley. co, relación jurídica financiera y otros. Conforme razona expresamente dicha sen-
Comentario a la STC 185/1995, «AJA», 243, 1996. tencia, reproduciendo la STC 37/1994, sobre la misma cuestión concreta, «no es
4 Con este razonamiento, el Tribunal se alinea con la posición sostenida por la Corte irrazonable ni infundada la atribución del carácter de prestación de Seguridad
Constitucional italiana en su célebre sentencia de 9 de abril de 1969 sobre el canon telefó- Social (ya sea por su naturaleza o por su función) a la cantidad a abonar por el
nico, en la que la coactividad se entiende en sentido material y no jurídico-formal, confor-
me destacó la doctrina italiana y buena parte de la española. Sobre la trascendencia de aquel empresario», imponiendo la norma, para poder cumplir la «función del Estado»
pronunciamiento, además de las obras de GruLIANI, DE MITA y otras sobre la jurispruden- prevista por el artículo 41 CE, y ante el aumento del déficit público, «un despla-
cia constitucional, destacó el conocido comentario de FEDELE: Corrispettivi di pubblici ser- zamiento de la carga económica correspondiente, de los fondos de la Seguridad
vizi, prestazione imposte, tributi, «Riv. Dir. Fin. Se. Fin.», 1, 1971: Entre nosotros, PALAO Social a los empresarios». En consecuencia -concluye la sentencia de 1997- «el
T ABO ADA, con cierto acento crítico, ha subrayado la recepción por el Tribunal español de
la doctrina italiana, Los precios públicos y el principio de legalidad, «QF», 17, 1996. poder público impone a los empresario una prestación pecuniaria que tiene una

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evidente finalidad pública, o, lo que es igual, establece una prestación patrimonial embargo, ni ha de servir de excusa para no atender a las nuevas manifestaciones
de carácter público». del fenómeno financiero y a las nuevas vías con las que se pretende hacer frente en
un Estado intervencionista a las necesidades colectivas, único fin y fundamento de
El Tribunal español expresamente se remite al precedente italiano para asenta~ ~u
un sistema público de ingresos y de gastos.
posición, pero no por ello deja de ser sumamente trascendente su construcc10n
para el Derecho financiero 5. La sentencia, en efecto, está proclamando, q~e el Conducir al cauce jurídico esas actuaciones financieras públicas continúa siendo
gasto público no se agota exclusivamente por el realizado por entes pubhc~s, un reto en la actualidad, cuando se han forzado los institutos y las técnicas jurídi-
puesto que éstos pueden «desplazarlo» hacia los particulares para que ellos mis- cas para utilizarlos con finalidades distintas de las que los hicieron nacer. De ahí
mos lo atiendan (repárese en que explícitamente se califica como prestación de la que sea loable esa atención, por encima del dato normativo, a la realidad de una
Seguridad Social la que se impone al empresario). En otros términos, ~o est_á iden- institución, como integrante que es también del fenómeno jurídico, reclamando, al
tificando el gasto público por el criterio subjetivo del ente que lo realiza, m por el menos, la reserva de ley para la variedad de prestaciones impuestas a los particu-
criterio objetivo de la relación jurídica entre un ente público y un particular que lares. Con ello el Tribunal está, en buena medida, zafándose del dato jurídico-posi-
procura una entrega de dinero del primero al segundo, sino que ún~camente_ se tivo y del régimen jurídico con que la normativa ordinaria contempla figuras muy
identifica por ser un gasto que atiende un fin público o una ne~es1dad socia!, diferentes entre sí, para, prescindiendo de su conformación jurídica y en aparente
impuesto al particular por una decisión del poder público, que artic~la, en reali- paradoja, someterlas a una exigencia exquisitamente jurídica, pero de rango cons-
dad, una función sustitutiva de los entes públicos por parte de los particulares para titucional, como es la reserva de ley. Dicho con mayor énfasis, superando la norma
atender las necesidades colectivas, esto es, para destinar directamente recursos de (ordinaria) para afirmar el Derecho (constitucional). Pero en ese propio modo de
éstos a su satisfacción 6· operar va intrínseco -como se verá- el riesgo de abandonar las formas jurídicas
Esta construcción respecto al gasto, acompañada de la que se efectúa respecto a fijadas por el Derecho positivo, lo que conduce a la incertidumbre y a tener que
las prestaciones patrimoniales públicas, que tampoco se agotan con los ingresos al resolver caso por caso cuestiones como la abordada por el Tribunal, al no servir
ente público, dibujan unos perfiles imprecisos desde la óptica jurídica del fenó- como criterio determinante la configuración jurídica concreta de un instituto por
meno financiero. Es cierto, como subrayó en su día la doctrina italiana que comen- la normativa ordinaria. Tarea que puede desempeñar el Tribunal, pero que está
taba los pronunciamientos constitucionales en su país, que los concep~~s ~e tri- vedada al resto de operadores jurídicos, vinculados por la ley y la configuración
buto, de ingreso público y de gasto público están anclados en la concepc10n hb,eral que ofrezca de los institutos jurídicos, a salvo, lógicamente, de plantear cuestiones
del Estado, ligándose aún en demasía a la noción de coactividad y de soberanta, a de inconstitucionalidad.
las que remitían los primeros tratadistas, sin haber roto amarras ~odavía <;ºn un Por otra parte, la conducción a moldes y categorías jurídicas no tiene sentido sin
fundamento en la potestad de imperio, por mucho que se hayan mtroduc1do los perseguir la justicia, como garantía de los particulares y de las necesidades y los
principios de justicia. Concepción -añadimos ahora-común a todo el Derecho fines de carácter colectivo. La presencia de los poderes públicos en la dinámica
público continental, que sigue aún los moldes del autoritaris~o ger~áni<;o que lo social y económica no es hoy solamente un fenómeno de la realidad, sino incluso
puso en pie, manteniendo la autotutela administrativa declarativa y eJecutiv~ co~o un mandato jurídico que entre nosotros se plasma en el artículo 1 de la
eje sobre el que se edifica todo el ordenamiento público 7 • Lo que no es óbice, sm Constitución y recorre todo su texto, con especial incidencia en el Capítulo III del
5 Además de la sentencia italiana aludida por la española, un precedente más remoto se
Título I y con proyección inexcusable en el Derecho financiero, que no puede con-
encuentra igualmente en la no menos célebre sentencia de la Corte constitucional 92/1972,_ cebirse por ello sin los fines y contenidos redistributivos y de justicia con que lo ha
de 18 de mayo, sobre el descuento farmacéutico, comentada por MICHELI: _Pres'.azz~nz configurado el texto constitucional 8 ·
imposte, sconto dei medicinali, capacita contributiva e sostztuzzone tributaria, «Riv. D1r. Fm.
Se. Fin.», 2, 1973. ., b' · d l A la vista de cómo se construye la prestación patrimonial pública por parte de la
6 Desde el punto de vista metodológico, e_so supon_e ~ebasar la c?nce~c.1on su ¡e~1va e jurisprudencia constitucional, se resuelven algunas cuestiones enunciales al inicio
Derecho Financiero y ampliar en buena medida la ob¡et1va: que lo 1dent1f1ca a partir de la de estas páginas en el primer ámbito de problemas, al ser evidente, en efecto, que
relación jurídico-financiera (vid. SAINZ DE BUJANDA: Sistema de Der~cho Fznanczero,
Madrid, 1977, vol. I, pp. 490 y sigs., y RODRÍGUEZ BEREIJO: Introducczon al estudzo del bajo esa denominación se incluyen figuras e institutos jurídicos muy diversos, bien
Derecho Financiero, Madrid, 1976, pág. 29 y sigs.), así como la ordinamental (VICENTE- perfilados algunos de ellos por el ordenamiento y que cuentan con sus respectivos
ARCHE DOMINGO: Hacienda Pública y Administración Pública, «HPE», 26, 19'.4), al conc~- regímenes jurídicos. En realidad, no se trata, pues, de una categoría judicial de la
bir como gasto público una relación en que no es parte la Haciend~ Pública, m genera o~h- que pueda derivarse un régimen determinado, y ni siquiera una naturaleza especí-
gaciones para ella, cayendo fuera del ámbito del _artíc1:1lo 2 LGP. Sm embargo, adop~ar hsa
y llanamente este criterio atraería al Derecho Fmanc1ero todo supuest? e~ _que ex1s_ta un fica, albergando en su seno desde ingresos públicos típicos, como los tributos, a
gasto que atiende un fin colecti~o, invadiei:do otras r~mas del sa?er ¡ur1d1co, deb1~~~0 gastos impuestos al particular a favor de sujetos privados, como el expresamente
matizarse, por lo tanto, con el ongen del mismo, que solo pued~ situarse en una dec;ston abordado en la sentencia de 1997. De manera que las únicas notas en común entre
del poder público. Como ocurre con los ingresos, rec~u~ados directamente o a traves d~ los variopintos supuestos susceptibles de encuadrarse bajo esa denominación son
monopolios y de terceros, cabe pensar que el ente publico puede erogar el, gasto p~r s1
mismo mediante la correspondiente obligación financiera y de pago, o a traves de particu- 8 Permitiendo calificarlo como Derecho desigual, según hace RODRÍGUEZ BEREIJO: La
lares i~poniendo a éstos una obligación de subvenir ciertas finalidades públicas. . .
7' Por todos, M. S. GIANNINI: Premisas sociológicas e históricas_ del Derecho A~mznzstra- Constitución de 19 78 y el modelo de Estado: Consideraciones sobre la función de la Hacienda
tivo, Madrid, 1980; CASSESE: Cultura e politica nel Diritto Ammmzstratzvo, Boloma, 1971. Pública, «Sistema», 53, 1983.

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las destacadas por el Tribunal Constitucional para construir el concepto. Esto es, to que la misma Constitución adopta de modo expreso, habrá de profundizarse en
la coactividad -entendida en el sentido material que postula el Tribunal-, su él por ver si puede dotársele de un contenido propio distinto o, en su caso, susti-
contenido patrimonial y la finalidad pública a que han de obedecer, es decir, la tutivo de otros ya acuñados; o si, por el contrario, se limita a ese alcance recién
satisfacción de una necesidad social (interés público en los términos del Tribunal) expuesto de manto protector, a efectos de la reserva de ley, de institutos diversos
atribuida como función a los poderes públicos. que no pierden su entidad diferenciada. En segundo lugar, ya de cara a nuestra
disciplina, debe tomarse el reto planteado por el Tribunal que expresamente lo
Con esos contornos, cabe incluir como prestación patrimonial pública toda
distingue del concepto de tributo, incluyendo éste en aquél, pero sin abordar
detracción coactiva del patrimonio del particular, consista ésta en una obligación
-pues tampoco lo requerían las ocasiones- qué otras categorías de ingresos
de dar al ente público o a particulares, o en una obligación de padecer o soportar, públicos pudieran subsumirse en el concepto, o si con él se asesta un golpe de gra-
dando lugar en todo caso a una merma de su riqueza, ya sea definitiva o mera-
cia definitivo a la parafiscalidad en su aspecto de no sometimiento a la reserva de
mente temporal. Pero sin que pueda ahondarse en el concepto para convertirlo en
ley. En tercer lugar, en fin, debe indagarse si los ingresos públicos no tributarios
categoría jurídica con un régimen determinado, pues con esa amplitud con que se
que se configuren como prestaciones patrimoniales públicas están sujetos o no a
formula puede acoger institutos tan diversos y de ramas jurídicas diferentes como los principios de justicia financiera, al igual que ya deben estarlo a la reserva de ley,
la multa, la expropiación forzosa, las cesiones de terrenos por razones urbanísti-
o si, por el contrario, pueden establecerse libremente por el legislador sin la míni-
cas, los descuentos y contingentes obligatorios en muchos sectores, y, desde luego, ma atención a los principios constitucionales enumerados en el artículo 31.1." CE;
los tributos y los ingresos anticipados de los mismos, como retenciones e ingresos lo que, en otros términos, significa averiguar si los principios de justicia tributaria,
a cuenta, sin que entre todos ellos pueda establecerse ninguna otra conexión ni o alguno de ellos, proyectan su eficacia más allá del tributo e incluso, por exten-
similitud de régimen jurídico, ni incluso de fines más particulares que el genérico sión, a institutos ajenos al Derecho Financiero.
carácter público de los mismos 9•
Se trata, pues, de un concepto constitucional a efectos de sujetar a reserva de ley Bien mirado, este último problema es el que unos decenios atrás hubo de abordar
el establecimiento de toda detracción coactiva de riqueza, lo que incluso será el propio instituto del tributo, debatiéndose entre su mera fundamentación en la
redundante para las instituciones más consolidadas y definidas por el ordena- potestad de imperio del Estado, autolimitado constitucionalmente por la reserva
miento, como el propio tributo, la multa o la expropiación forzosa, pero que de ley, y la articulación de unos criterios de justicia material que legitimaran la
puede desplegar su eficacia ante nuevas modalidades de detracciones coactivas imposición y evitaran reducirla a la mera coacción por los poderes públicos sobre
que pueden instrumentarse jurídicamente bajo formas muy diversas. Sea cual la riqueza de los particulares 11 . No es preciso insistir en que conforme la actua-
fuera la que se utilizara, habrá de ser la ley la que establezca sus elementos esen- ción pública ha ido desplegando técnicas y modalidades diversas que inciden
ciales, por mandato expreso del artículo 31.3 ." CE. A estos efectos limitados, pero sobre las economías privadas, han surgido figuras que escapaban a los moldes jurí-
relevantes, será útil el concepto, sin que pueda pretenderse adoptarlo como deno- dicos tradicionales y, especialmente, a los principios de justicia que respecto a
minación de un recurso financiero específico o de un concreto tipo de ingreso estos últimos se iban conquistando como garantía del particular y de la propia
público diferenciado de los restantes. De modo que la clasificación y articulación colectividad y de los fines generales de la misma. No obstante, afrontar este pro-
legal de éstos, que se sitúa en un plano distinto, continuará manteniendo la tipo- blema exige abordar previamente los enunciados anteriormente, recorriendo el
logía tradicional de tributos, ingresos patrimoniales y otros, subsistiendo por tanto variado elenco de figuras a estudiar, y aun no pudiendo ser éste el marco adecua-
el segundo problema que al comenzar estas páginas se formulaba, la duda de si es do para tarea de tal envergadura, quizás merezca la pena proseguir con algunas
posible ampliar dicha tipología con la figura del precio público, como intentó la reflexiones sobre estas cuestiones.
Ley de 1989 10 .
A partir de esta constatación, los problemas se entrecruzan, y el concepto de pres- II. LA CONFIGURACION CONSTITUCIONAL DEL TRIBUTO
tación patrimonial pública auspiciado por el Tribunal Constitucional plantea
diversas exigencias que no deben ser eludidas. Primero, tratándose de un concep- A partir de la heterogeneidad de figuras susceptibles de integrarse bajo la deno-
minación de prestación patrimonial pública, y aun reduciendo su extensión a las
9 Ya en 1975, reaccionaba el profesor VICENTE-ARCHE DOMINGO frente a las preten- que constituyen ingresos públicos, conviene, ante todo, su contraste con el con-
siones de construir una teoría jurídica unitaria que englobara junto a los tributos otras mani-
festaciones y actuaciones imperativas de los poderes públicos sobre el patrimonio de los 11 La historia constitucional de los diversos ordenamientos europeos revela ese proble-
particulares, destacando la distinta naturaleza del instituto del tributo, su consideración ma a la hora de redactar las máximas prescripciones normativas sobre el tributo incluso
legal e incluso constitucional específicas y la improcedencia de subsumir en un totum revo- antes de que adquirieran carta de naturaleza los principios de justicia tributaria. Il~strativa
lutum institutos jurídicos bien diversos y diferenciados, con fines, estructura y naturaleza es. la exposición que lleva a cabo sobre el caso italiano ESCRIBANO LóPEZ: Configuración jurí-
propios de cada uno de ellos. Cfr. sus Apuntes sobre el instituto del tributo con especial dzc~ _del debe~ de contribuir. Perfiles constitucionales, Madrid, 1988, pág. 196 y sigs. La evo-
referencia al Derecho español, en especial la nota 20. luc1on postenor del ordenamiento italiano ha mantenido la vigencia de la cuestión, llegan-
10 No desde el ámbito constitucional, sino desde el más limitado del Derecho do a proclamar~e P?r la Corte con~tituci?nal la aplicación del artículo 53 (principio de
Fina_nciero, PALAO TABOADA, op. cit., p. 16, propugna prescindir del concepto prestación capacidad contnbut1va) a las prestac10nes impuestas del artículo 23 (principio de reserva de
P~tn?1onial pública, en cuanto que no califica ningún tipo específico de recurso o ingreso ley), como hizo, entre muchas otras, la ya citada Sentencia 92/1972, de 18 de mayo, y subra-
publico y puede sembrar confusión en la configuración de los mismos. ya MICHELI, op cit., págs. 125-6.

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Carmelo Lozano Serrano Las prestaciones patrimoniales públicas en la financiación del gasto público

cepto de tributo, como categoría e instituto jurídico de mayor elaboración norma- butos 14 . Lo que se quiere indicar ahora es que el concepto mismo de tributo se
tiva y doctrinal entre el conjunto de los ingresos públicos coactivos, al objeto de edifica en nuestro texto constitucional a partir de su finalidad de atender al gasto
poder reclamar para este ámbito las prestaciones que presenten notas más próxi- público, permitiendo excluir del ámbito sustancial del instituto otras figuras que
mas al mismo. también provocan un ingreso al ente público, pero sin que se establezcan para esa
finalidad, como ya puso de relieve BERLIRI al definir el tributo deslindándolo de la
Para ello, sin embargo, no podemos situar el contraste en el terreno de la norma- multa.
ti~a ordinaria, pues precisamente el problema que se quiere resolver es previo a la
misma. No se trata de estudiar el régimen jurídico de una determinada figura Tampoco hacer hincapié en esa nota definidora impide, sino todo lo contrario,
existente y resolver si se acomoda o se puede remitir al del tributo, sino, ex ante, calificar como tributo la suma de dinero que un particular entrega a otro para ser
si ciertas prestaciones coactivas, por presentar una naturaleza similar a la del tri- ingresado por éste a los entes públicos, en los casos previstos por la ley, como ocu-
bu~o, han de ser reguladas como tales, o, al menos, han de establecerse por el rre en los supuestos de repercusión y desde antiguo en los tributos recaudados
legislador, en cuanto prestaciones patrimoniales públicas, respetando, además de mediante monopolio. Destacando como nota constitutiva la finalidad y no el régi-
la reserva de ley, los principios de justicia que rigen para éstos. men jurídico, no resulta indispensable, para integrar el concepto de tributo, la
relación jurídica directa entre quien lo satisface y el ente público, pudiendo recau-
En realidad, la propia legislación ordinaria da pie para este análisis, pues al esta- darlo éste directamente o a través de sujetos interpuestos, lo que afecta a las moda-
blecerse por el artículo 26 LGT las definiciones de las especies tributarias, pese a lidades de gestión, pero no al contenido sustantivo de la figura ni provoca un cam-
que con ellas se agotan las modalidades de tributos, no puede olvidarse que su bio en su naturaleza 15.
apartado 2.º remite a unas u otras las exacciones parafiscales. Lo que significa que
la ley alberga implícitamente un concepto sustancial de tributo que permite recla- La segunda nota relevante para un concepto constitucional de tributo a partir del
mar para este instituto ingresos públicos no definidos ni configurados en su régi- artículo 31.1.º CE, muy enlazada con la anterior, es que consiste en un ingreso
men jurídico como tales. público dinerario. Aun no formulándose explícitamente, la propia finalidad recién
subrayada exige que se trate, por un lado, de un ingreso, es decir, de una transfe-
En el ordenamiento hoy vigente, ese concepto sustancial de tributo previo a la rencia definitiva de riqueza a favor del ente público, puesto que de otro modo no
regulación de una determinada figura, no puede obtenerse más que del texto cons- podría éste apropiárselo y destinarlo a cubrir su propio gasto; por otro lado, de
titucional, cuya parquedad no impide, sin embargo, obtener notas de gran tras- una suma de dinero, pues sentados por la propia Constitución los principios pre-
cendencia para la elaboración de un concepto constitucional de tributo, a partir supuestarios de unidad y universalidad, con sus correlatos de unidad de caja, pre-
de la recepción operada por el artícuo 31.1. º del deber de contribuir 12.
supuesto bruto y no afectación, han de ser recursos dinerarios los que luzcan en
La primera nota evidente que se contiene explícitamente en el artículo 31.1. º es la los Presupuestos como ingreso público con el que cubrir el gasto público.
conexión constitucional del tributo con el gasto público. No sólo porque sistemá-
Lo anterior deslinda el tributo de aquellas prestaciones coactivas no definitivas, así
ticamente se introdujera un segundo apartado en el artículo 31 destinado a for-
como de las que no consisten en dinero, pues en ellas el ente público no persigue
mular un principio de justicia en el gasto, como en su día fue puesto de relieve 13
la apropiación de sumas con que financiar el gasto, sino inmovilizar ciertos bienes,
sino porque en el mismo apartado primero el deber de contribuir no se formul~
valores o cantidades (contingentes de regulación, garantías, depósitos, etc., o bien
en abstracto o en su dimensión puramente formal de deber coactivo, sino que se
directamente integrar ciertos bienes en el patrimonio público o, cuando menos,
recoge en sí mismo para el sostenimiento del gasto público. Lo que permite erigir
privar de los mismos a los particulares (expropiaciones, comisos, etc.). Asimismo,
como fin definidor del tributo la financiación del gasto público, de manera que
tratándose de un ingreso, que aumenta el patrimonio y los recursos del ente públi-
ante prestaciones de dudosa naturaleza habrá de atenderse, ante todo, a si se diri-
co, no pueden concebirse como tributos los descuentos obligatorios y obligacio-
gen a financiar el gasto público o, por contra, se configuran para atender otras
finalidades públicas distintas de las financieras. nes de padecer o soportar que aun con contenido patrimonial no provocan ese
aumento de fondos del ente público, sino, en algún caso, un menor gasto para el
Desde luego, ello no significa, en absoluto, que los tributos concretos no persigan mismo 16 .
otras finalidades y que incluso puedan en algún caso albergar la merma de ingre-
sos que potencialmente pueden procurar en pro de otros fines constitucionales 14 En la jurisprudencia constitucional española supuso un hito respecto a la admisibili-

como reiteradamente ha destacado la doctrina y ha recogido el Tribunal dad de los fines no fiscales de los tributos la STC 37/1987, de 26 de marzo. Me permito
Constitucional al abordar el tradicional problema de los fines no fiscales de los tri- remitir a mi trabajo Consecuencias de la jurisprudencia constitucional sobre el Derecho
Financiero y Tributario, Madrid, 1990, págs. 32-33, con sus notas.
15 Respecto a los monopolios, por todos, TEJERIZO LóPEZ: Los monopolios
12 Ese fue el empeño del profesor VICENTE-ARCHE DOMINGO, op. cit., págs. 458-463,
aun no contando entonces con una Constitución y su sistema de cierre que es el Tribunal fiscales, Madrid, 1975.
16 Concebir el ingreso como suma de dinero no impide admitir el pago en especie de
Constitucional. Véase también la citada obra de ESCRIBANO Lc'lPEZ, donde insiste en la rele-
vancia dogmática y normativa de esa recepción y formulación del deber de contribuir. los tributos cuando lo prevea el ordenamiento, e incluso éste exige en tales casos, además
13 Por to_dos_, RODRÍGUEZ BEREIJO: Derecho Financiero, gasto público y tutela de los inte- de la aceptación del bien, su previa valoración, que si el sujeto pasivo no acepta podrá sus-
reses comunztartos en la Constitución, en «Estudios sobre el Proyecto de Constitución» tituir por el dinero correspondiente, haciendo evidente que este último es el objeto de la
Madrid, 1978. ' prestación tributaria.

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Carmelo Lozano Serrano Las prestaciones patrimoniales públicas en la financiación del gasto público

En tercer lugar, del artículo 31.1." se deriva asimismo la nota definidora del tribu- ras es más difícil la plasmación de la justicia, no sólo las leyes al configurarlas
to consistente en tratarse de una prestacion coactiva, conforme indica el término expresamente como tributos las someten a ellos, sino que tanto la normativa como
«contribución», pero, sobre todo, porque en el precepto se establece ésta como un la jurisprudencia se hacen eco de los mismos en su ordenación. Así, es significati-
deber de alcance general para «todos» esto es, como un deber de sostener el gasto va la proclamación del artículo 24.3 .º LHL respecto a las tasas locales, y resulta
público con los criterios que luego se enuncian. Así lo entiende efectivamente el ilustrativa la jurisprudencia del Tribunal Supremo que anula contribuciones espe-
ordenamiento, configurando la LGT como obligación ex lege el tributo, y some- ciales por no respetar, en la cuantía de la base o en los módulos de reparto la pro-
tiéndolo a un régimen de Derecho público, como proclama el artículo 31 LGP. porcionalidad entre beneficio general y beneficio especial, esto es, la manifestación
Finalmente, una cuarta nota del concepto constitucional de tributo es su funda- de capacidad económica que legitima este tributo 19 .
mento en el genérico deber de solidaridad, como principio que recorre la Carta
Recapitulando estas notas suministradas por el artículo 31.1. º para sustentar un
Magna, según hizo explícito la STC 110/1984, de 26 de noviembre. Pero con
concepto sustancial de tributo en el ordenamiento español, obtenido además de la
mayor precisión, el mismo artículo 31.1. º lo concreta en ciertos principios de jus-
ticia material que fundamentan -en el pleno sentido del término, en cuanto que máxima norma y vinculante, por tanto, para el legislador ordinario, su contraste
explican y legitiman- el tributo. Tal y como se formula el precepto, la capacidad con las diversas modalidades de prestaciones patrimoniales públicas permite sen-
económica es ínsita al tributo, penetrando su concepto y suministrando un elenco tar la naturaleza tributaria de algunas de ellas, así como deslindar otras que no pre-
de casos en que puede el legislador imponer el deber de contribuir, así como un sentan estos caracteres. Ello confirma en principio la proclamación del Tribunal
criterio de referencia para la adecuación de la carga tributaria al contribuyente. La Constitucional al configurar más ampliamente el concepto del artículo 31.3 .º CE,
incorporación constitucional de este principio y el resto de los que definen la jus- que engloba los tributos, pero que debe mantenerse diferenciado, al subsumir
ticia tributaria a la propia configuración del deber de contribuir no permite des- muchos otros supuestos ajenos a lo tributario.
vincular el concepto de tributo de ese fundamento necesario, abandonando el de
Por ende, en el variado campo de las prestaciones patrimoniales públicas, sin
la mera coactividad como manifestación del poder de imperio del Estado y sir-
entrar en el detalle de la concreta regulación de cada una de ellas, cabe trazar una
viendo de criterio para deslindar el tributo de otras prestaciones coactivas 17. A
división, a nuestros efectos, en tres bloques.
tenor de esa configuración, ya tuvimos ocasión de subrayar hace años que la
Constitución no se limita a establecer un deber de contribuir definido por su El primero, integrado por todas aquellas prestaciones cuyo fin y fundamento no
carácter puramente formal y carente de contenido, sino que en ella no cabe cual- son los del tributo (sostener el gasto público de acuerdo con la capacidad econó-
quier deber de contribuir, sino sólo el que fundamentado en la capacidad econó- mica y los principios de justicia), y entre las que algunas ni siquiera constituyen
mica se ordena al logro de unos fines sustanciales y a la realización de la Justicia, ingresos públicos. Perteneciendo a otras ramas jurídicas y configuradas muchas de
entendiendo el artículo 31.1.º como una exigencia de resultados que se requiere al ellas con un régimen jurídico bien definido, que incluye ya la reserva de ley, su
sistema tributario. estudio y regulación son ajenos al Derecho financiero, encontrando en sus propias
No puede silenciarse que ese ligamen entre tributo y justicia tributaria, especial- disciplinas y subordenamientos los principios de justicia que les resultan aplica-
mente capacidad económica, ha sido en ocasiones limitado al impuesto; lo que, de bles. Así, la multa o la expropiación forzosa.
ser así, dejaría fuera del concepto de tributo a tasas y contribuciones especiales,
que, además, como ingresos afectados a un coste no vienen establecidos en fun- Un segundo bloque viene integrado, además de por los tributos, por prestaciones
ción de la capacidad económica, ni como indicador objetivo de hechos gravables que constituyendo materialmente ingresos públicos tienen además como finalidad
ni como cualidad subjetiva del obligado 18 . Con mayor razón, si ello fuera así, financiar el gasto público, sin perjuicio de que -como el propio tributo- puedan
habría de excluir otras prestaciones coactivas que ni siquiera son reguladas como albergar otros fines de regulación, ordenación económica o de ciertos sectores o
tributos por el ordenamiento positivo. Sin negar la evidencia de que en esas figu- mercados, etc. Aunque estén establecidas y reguladas por otros sectores del orde-
namiento, su cualidad de ingresos públicos y su finalidad financiera permite su
17 Es ocioso insistir en la relevancia de esa definición constitucional del deber de con- contemplación por nuestra disciplina, al menos a los efectos ahora perseguidos de
tribuir encerrando como contenido intrínseco del deber los principios de justicia. A título someterlos a los principios de justicia.
de ejemplo, ya NAWIASKY postulaba un concepto sustantivo que incluso alberga los fines no
fiscale,s del tributo, Cuestiones fundamentales de Derecho Tributario, Madrid, 1982, pág. 44; El tercer bloque, en fin, más indefinido dada su variedad de formas jurídicas, abar-
en Italia, por todos, MICHELI, Pro/ili critici in tema di potestd di imposizione, «Studi in onore ca los supuestos de prestaciones patrimoniales que no constituyen un ingreso,
di Zingali», Milán 1965, vol. II, pág. 454 y sigs., en España antes de la Constitución, CORTÉS pero, sin embargo, se dirigen a la satisfacción de fines públicos de índole finan-
DOMÍNGUEZ: El principio de capacidad contributiva en el marco de la técnica jurídica,
«RDFHP», 60, 1965, y tras la Constitución, MARTÍN DELGADO: Los principios de capacidad ciera, como atender directamente un gasto público (el pago empresarial por ILT)
económica e igualdad en la Constitución española de 1978, «HPE», 60, 1979; ESCRIBANO o minorar el que soporta el Estado (descuentos impuestos por la norma a favor de
LóPEZ, op. cit., especialmente págs. 208, 360 y concordantes. Tampoco al Tribunal entes públicos, por ejemplo, en los sectores farmacéutico, de la construcción y de
Constitucional ha escapado esa penetración de la capacidad económica en el concepto
ciertos suministros). Perteneciendo su regulación a sectores ajenos al Derecho
mismo de tributo, destacando esta conexión en numerosas sentencias, como la 27 /1981,
37/1987, 45/1989, 150/1990, e incluso la 182/1997 que motiva en parte este trabajo.
18 Mostrando que la afectación no supone ruptura del concepto de tributo en conexión 19 Entre otras, SSTS de 7 y 19 de noviembre de 1989, 21 de junio y 19 de diciembre de
con la capacidad económica, VICENTE-ARCHE DOMINGO, Apuntes... , op. cit., págs. 456-7. 1994, 25 de enero de 1996.

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Financiero, la finalidad que encierran permite considerarlos desde la óptica limi- Tratándose de prestaciones patrimoniales públicas, parece lógico que se trate de
tada que ahora nos interesa. ingresos de Derecho público y, por consiguiente, se sujeten al régimen previsto por
Participando todos los supuestos de los tres bloques del concepto de prestación el artículo 31. E incluso a la inversa, que todo ingreso de Derecho público, en
patrimonial pública, el Tribunal Constitucional ha proclamado su sujeción a la cuanto coactivo, sea prestación patrimonial pública. Sin embargo, la multiplicidad
reserva de ley completando esta exigencia para aquellas hipótesis que no la tuvie- de prestaciones existentes permite suscitar dos cuestiones. La primera, si existen
ran ya establecida en su régimen jurídico. El interrogante que surge, conforme se ingresos sujetos al Derecho privado que puedan calificarse de prestación patrimo-
enunciaba más arriba, respecto al segundo bloque de modo directo, y aunque con nial pública. La segunda, si existen ingresos de Derecho público que escapen a esa
menor intensidad respecto al tercero, es el sometimiento de tales prestaciones a calificación, como serían, en su caso, los precios públicos subsistentes como tales
criterios de justicia financiera. Esto es, si su ordenación, una vez cubierta la reser- tras la sentencia de 1995.
va de ley, es libérrima para el legislador ordinario, o si, por el contrario, deben
extenderse a ellas los principios que regulan la actividad jurídico-financiera, en la l. INGRESOS DE DERECHO PRIVADO QUE SON PRESTACIONES

medida en que unas son ingresos públicos y otras, aun no siéndolo, tienen como PATRIMONIALES PUBLICAS.

finalidad financiar o disminuir el gasto público. En pocas palabras, se trata de si La respuesta al primer interrogante formulado la ofrece directamente el Tribunal
pueden imponerse prestaciones coactivas con fines financieros sin atender, en Constitucional en su sentencia de 1995, pudiendo decirse que es ése precisamen-
cambio, los principios de justicia de este sector del ordenamiento. te el núcleo de su argumentación para construir el concepto de prestación patri-
monial pública. La noción de coactividad que en el pronunciamiento se sostiene
como definidora de la categoría, y que explica la exigencia de reserva de ley, no
III. PRESTACIONES PATRIMONIALES PUBLICAS distingue entre ingresos de derecho público y de derecho privado, englobando
PARA LA OBTENCION DE INGRESOS. expresamente supuestos de ingresos no configurados como obligatorios por el
ordenamiento, pero que han de tenerse como tales en cuanto se exijan al particu-
Aunque un análisis riguroso del problema requiere el estudio concreto del régi- lar por el ente público al prestarle servicios esenciales o en los que goza de mono-
men jurídico y la configuración de cada prestación patrimonial pública que com- polio, ya sea de hecho o de derecho. Supuestos todos ellos, en afirmación del
porte ingreso, y la presente aproximación sólo se efectúa sobre categorías genéri- Tribunal, en los que no puede reputarse libre y voluntaria para el sujeto la realiza-
cas, es indispensable, tras desechar por ser ajenas al Derecho financiero las que se ción del presupuesto de hecho constitutivo de la prestación mereciendo por tanto
incluyen en el primero de los bloques recién descritos, abordar por separado las ésta la calificación de coactiva y, como tal, de prestación patrimonial pública.
integradas en el segundo de los bloques. Es decir, las que se configuran como Aunque este planteamiento conduce inevitablemente al examen caso por caso de
ingresos públicos y con la finalidad de su obtención. hasta qué punto un servicio y el ingreso anejo presenta esos caracteres, impidien-
Para la legislación ordinaria es indudable que tales prestaciones, al ser ingresos do una tipología genérica de los mismos; e incluso viene basado en criterios sus-
públicos, se integran en la Hacienda Pública entre los «derechos» que menciona ceptibles de variación de un lugar a otro (el monopolio de hecho) 20 y hasta según
el artículo 2 LGP como constitutivos de la misma. Más concretamente, a tenor del los niveles de capacidad económica de los usuarios (el carácter indispensable), nos
artículo 22 de la misma Ley, que enumera los derechos que constituyen su haber, parece que tiene el mérito de cerrar el paso a una posible utilización abusiva por
como exacciones parafiscales [letra a),] si tienen esa naturaleza, o entre «los demás la norma ordinaria de las formas jurídicas, por la vía de sujetar ciertos servicios al
recursos que obtenga la Hacienda Pública» [letra d)], al no poder encuadrarse Derecho privado y configurar como ingresos patrimoniales los exigidos por su
entre los tributos, los ingresos patrimoniales ni el producto de las operaciones de prestación. O, sin llegar a este extremo, manteniéndolos en el Derecho público
crédito, que son los restantes conceptos citados por el precepto. pero escapando a la reserva de ley y, desde luego, a los principios de justicia finan-
ciera, con el fácil expediente de calificarlos legalmente como no tributarios. Es
Por variado que sea el elenco de derechos, en nuestro caso prestaciones patrimo- precisamente lo que hizo con los precios públicos la Ley de 1989, y ante la varie-
niales públicas, y por diversas que sean sus configuraciones normativas, el régimen dad de soluciones normativas que podrían adoptarse para huir del molde tribu-
jurídico del conjunto de derechos de la Hacienda Pública se agota, sin embargo, tario, no nos parece incorrecto postular una solución máxima que ataje los posi-
en dos posibles modelos. Tratándose de tributos «y de las cantidades que como bles vericuetos buscados por la norma ordinaria.
ingresos de Derecho público deba percibir», la Hacienda «ostentará las prerroga-
Por otro lado, la alternativa de resolver la cuestión a partir del dato estrictamente
tivas establecidas legalmente» y actuará, en su caso, conforme los correspondien-
jurídico-normativo de si la prestación sigue un régimen de Derecho público o de
tes procedimientos administrativos, según ordena el artículo 31 LGP. Para los Derecho privado, no parece dar respuesta a la multiplicidad de supuestos en que
derechos no comprendidos en este artículo, la Hacienda Pública actuará «con se entrecruzan normas adscribibles a uno y otro de estos campos del Derecho.
sujeción a las normas y procedimientos del Derecho privado», a tenor del artícu- Como ocurre incluso con los ingresos patrimoniales calificados de derecho priva-
lo 35 del mismo Cuerpo legal. Por ende, por mandato expreso de la Ley, ambas do, que si ad extra se enmarcan en una relación jurídico-privada entre el ente
modalidades agotan el régimen jurídico de los ingresos públicos, que sólo podrán
caer bajo uno u otro de estos preceptos. 20 Ello parece sustentar la opinión crítica de PALAO TABOADA, op. cit., pág. 14.

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público y su contratante, cuentan ad intra con la innegable presencia de normas Pero tal ausencia es precisamente el origen de nuestras reflexiones, conocida de
jurídico-públicas que disciplinan su gestión. El intervencionismo de los poderes antemano como dato de la realidad normativa y a la que se pretende dar la res-
públicos en todos los países desarrollados ha roto en muchas ocasiones los moldes puesta de si cabe exigir también en estas prestaciones la presencia de los princi-
de aquella división de lo jurídico entre lo público y lo privado, al utilizar para el pios de justicia.
logro de fines eminentemente públicos formas e institutos del Derecho privado 21 , Aun difiriendo por el momento esa respuesta, conviene precisar, de lo hasta aquí
e incluso en el ámbito de relaciones y actuaciones propias de este último sector, se expuesto, que las prestaciones que respondan a las características descritas no se
registran tendencias hacia la «publificación» de institutos y relaciones de natura- diferencian, salvo en este punto, del concepto sustancial de tributo obtenido a par-
leza indudablemente privada 22 . No puede extrañar por ello que eximios autores tir del texto constitucional. Y tras los pronunciamientos del Tribunal constitucio-
de ambos campos postulen con alcance general un «derecho común» por encima nal, tampoco en un aspecto cardinal de su régimen jurídico como es la sujeción en
de esa división 2 3, o que intenten superarla negando la propia división respecto a su establecimiento a la reserva de ley. Por ende, dada la coincidencia de notas, bien
ciertos ingresos 24 o extrayendo de ella el Derecho financiero como sector del puede sostenerse su naturaleza tributaria, cayendo por tanto, en atención a su régi-
ordenamiento que no permite ser adscrito a ninguno de esos campos 25 . men jurídico peculiar, en el mundo de la parafiscalidad.
En la medida en que así son las cosas, la sentencia de 1995 del Tribunal Es cierto que en una aproximación a institutos de este tipo desde la óptica de la
Constitucional no está sino desvelando el formalismo de revestir como propio del legislación ordinaria, repele poder considerarlos tributos si se trata de ingresos de
Derecho privado, basado en la autonomía de la voluntad, un ingreso que se toma Derecho privado. Pero nos parece que ésa es la conclusión derivada de sostener
coactivo por las condiciones que rodean su obtención, al margen incluso de las una concepción material de la coactividad -como sustenta el Tribunal
propias normas jurídico-públicas que recaerán inevitablemente sobre él como Constitucional- más allá de la forma jurídica dada al ingreso, aunque en la sen-
tencia de 1995 sólo se contemplaran ingresos de Derecho público. En definitiva,
ingreso de un ente público.
dicho carácter coactivo no lo está obteniendo el Tribunal por datos jurídicos de la
De cara a nuestras inquietudes, la conclusión es una respuesta afirmativa al inte- regulación de la figura que enjuicia -y así lo advierte al considerar irrelevante por
rrogante que se suscitaba, es decir, la existencia de ingresos calificados legalmente sí solo el régimen jurídico-público para calificar un ingreso como prestación patri-
de derecho privado pero que consituyen prestaciones coactivas, encuadrándose monial pública- sino por datos fácticos y circunstancias en que se presta el servi-
como tales entre las prestaciones patrimoniales públicas. cio que son ajenas a lo jurídico-formal (aunque no, quizás, a una concepción más
sustantiva de lo jurídico). De ahí que, si se aceptan esas premisas, se proponga la
Dando un paso más, si tales ingresos son coactivos, y se arbitran con la finalidad inclusión pura y simple de estos ingresos en la parafiscalidad, como ámbito de los
de financiar el coste del servicio que los recauda, o de la actividad del ente públi- tributos que no vienen regulados como tales, al presentar, a partir de ese carácter
co por la que se exigen, su naturaleza no dista sobremanera de la propia de los tri- coactivo, las notas que definen el deber de contribuir en el texto constitucional.
butos. Es decir, se trataría de ingresos públicos dinerarios, con carácter coactivo No sin destacar el riesgo que conlleva esta forma de razonar al margen de los regí-
percibidos por un ente público para financiar su gasto. De las notas obtenidas al menes jurídicos de los ingresos, lo que siendo válido para el Tribunal Cons-
examinar la configuración constitucional del tributo, tan sólo está ausente en este titucional o para la dogmática, comporta riesgos evidentes para la seguridad jurí-
caso el fundamento de la prestación en la capacidad económica y el resto de prin- dica si se extiende como forma de operar por los Tribunales de justicia, pudiendo
cipios de justicia. variar considerablemente sus apreciaciones de las circunstancias de hecho que
rodean no ya cada ingreso público, sino la prestación del servicio por el que se
21 Me permito remitir a mi trabajo Intervencionismo y Derecho Financiero, en el exigen.
núm. 55 de esta misma «Revista», 1987, especialmente, pág. 336 y sigs., con sus notas.
22 Así tuve ocasión de estudiarlo, respecto al derecho subjetivo, paradigma del derecho
No es preciso reproducir los debates que han llevado entre nosotros a asentar la
privado, en Exenciones tributarias y derechos adquirido,; Madrid, 1988. naturaleza tributaria de las exacciones parafiscales, hasta el punto de contar con la
23 A título de ejemplo, M. S. GIANNINI: Diritto Amministrativo, vol. I, Milán, 1970, prescripción normativa del artículo 26.2.º LGT ya aludida en estas pági-
págs. 656-7; GALGANO: Pubblico e privato nella regulazione dei rapporti economicz; en nas 26· Consecuentemente, si se trata de tributos y ahora se sujetan a reserva de ley,
«Tratatto di diritto comerciale e di diritto pubblico dell'economia», dirigido por él mismo las notas que mantienen su parafiscalidad se reducen básicamente a su régimen
en 1977.
2 4 Es el planteamiento de SAINZ DE BUJANDA respecto a los ingresos patrimoniales,
jurídico de aplicación, así como a su afectación, en la mayoría de supuestos si no
defendiendo esta denominación para englobar los ingresos por servicios prestados en régi- en todos, a los gastos del ente que los recauda, en lugar de financiar genéricamen-
men de derecho privado, pero cuyas normas reguladoras (de los ingresos) son derecho te el gasto público. Su ordenación de acuerdo con la justicia tributaria parece con-
público. ½'d. Sistema de Derecho Financiero, vol. I, 1977, págs 496-7, vol. II, 1985, pág. 268 secuencia inevitable en el terreno dogmático, sin perjuicio de que la cualidad y la
y sigs. estructura de sus presupuestos de hecho y de sus elementos cuantificadores resul-
25 D'AMATI: Teoria e critica del Diritto Finanziario, Bari, 1981, pág. 126 y sigs., donde
ten más o menos aptos para reflejar los principios de justicia, como se señala tra-
estudia la historia del Fisco y de su gestión, desvelando la «hábil manipulación» de Mayer
sometiendo el Patrimonio público al Derecho privado para, por razones de oportunidad
dicionalmente de las tasas. Aun así, la diversificación de tarifas, la previsión de
política, confiar al Derecho público una potestad de imponer tributos, con la consiguiente
escisión del Derecho Financiero. 26 Por todos, MATEO RODRÍGUEZ: La tributación para/iscal, León, 1978.

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beneficios tributarios y de exenciones y otras medidas pueden, aun de modo indi- pueden prestarse a cambio de un precio. El carácter esencial del servicio, en las
recto, aproximar su regulación a los criterios de justicia financiera, de los que no construcciones de RAu y ScHALL (acogido ahora por el Tribunal), la naturaleza
deben escapar estas prestaciones. administrativa del mismo, según PUGLIESE, la existencia de monopolio, para
CAMMEO y RicCA-SALERNO (también relevante para el Tribunal), y hasta la gestión
2. LA PRETENDIDA SUBSISTENCIA DE PRECIOS PUBLICOS directa del mismo por el ente público, han sido criterios que en distintos momen-
COMO CATEGORIA JURIDICA AUTONOMA. tos se han esgrimido para concluir que cuando se dieran respecto de un servicio
generarían tasas, financiándose en cambio mediante precios en otro caso.
El segundo ámbito de problemas formulado al desbrozar las prestaciones patri-
moniales públicas que constituyen un ingreso, residía en si existen ingresos de Hace ya casi medio siglo que entre nosotros el profesor GARCÍA DE ENTERRÍA 28
derecho público que no sean prestaciones patrimoniales públicas. En otros térmi- razonó la naturaleza tributaria de tasa de las variadas figuras de ingresos por la
nos, el problema se centra en si caben ingresos de Derecho público por la presta- prestación de servicios o actividades, poniendo de relieve la inexistencia de crite-
ción de servicios o actividades por los entes públicos que no sean coactivos, pues- rios sustantivos que a priori determinaran el modo de financiación de un servicio,
to que si se exigieran sin relación con un servicio o una actividad del ente público siendo una mera opción de política financiera decidir costearlo por la generalidad
se asimilarían directamente al impuesto. de ciudadanos o repercutiendo todo o parte de su coste sobre los usuarios del ser-
vicio. No encontramos razones en los años transcurridos ni en la realidad jurídico-
Partiendo como en el anterior interrogante de las sentencias constitucionales que financiera vivida hasta hoy que nos hagan diferir en lo básico de esa construcción,
han abordado la materia, la respuesta parece afirmativa, al precisar el Tribunal en y si acaso se añaden argumentos que vienen a confirmarla, vista la ruptura del
su pronunciamiento de 1995 que no invalidaba el nomen iuris de precio público, servicio público, del gasto público y de los ingresos que lo sostienen y, sobre todo,
ni analizaba esta categoría, siendo su objetivo únicamente aislar de entre ellos los de la justicia financiera, que otras soluciones provocan, urgiendo a una necesaria
que por ser prestaciones coactivas han de englobarse bajo la noción del artícu- reconstrucción unitaria del ciclo financiero que ponga coto a la parafiscalidad y al
lo 31.3.º y sujetarse a la reserva de ley. Pero aclarando también que no es suficien- gasto extrapresupuestario resultante de aquellos intentos 29 .
te para que un ingreso sea calificado como prestación patrimonial pública que su
régimen jurídico sea de Derecho público, debiendo utilizarse como criterio la Aun teniendo presente la precisión indispensable del Tribunal Constitucional ya
coactividad en el presupuesto de hecho constitutivo de la prestación, no en su régi- reseñada de no atender tanto a la coactividad del servicio como del propio ingre-
men jurídico. Y ésa es la orientación del ya citado Anteproyecto de Ley de reor- so que por él se exige, no parece que pueda alcanzarse una solución diferente. En
denación de las prestaciones patrimoniales públicas de junio de 1997, al mantener principio, en efecto, cabría estimar que si dicho ingreso se enmarca como precio
como categoría jurídica autónoma, calificadora de un determinado tipo de ingre- de un contrato habría libertad del particular para constituir la prestación, aunque
so, el precio público. fuera un contrato de Derecho público, pudiendo calificarse como precio público.
Por el contrario, si el ingreso se prevé como consecuencia de un presupuesto de
La cuestión que surge inmediatamente no es, desde luego, novedosa, habiendo hecho normativo, surgiendo por su realización sin el concurso de la voluntad del
recorrido prácticamente desde sus inicios la construcción jurídica del fenómeno sujeto, debería hablarse de tasa. Ello, sin embargo, ha de matizarse, como hace el
financiero y del Derecho tributario. No es otra que la posibilidad o imposibilidad propio Tribunal, rebasando la configuración formal de la prestación para analizar
de distinguir, entre los ingresos de Derecho público exigidos a los particulares por si resulta coactiva, pues en tal caso, aun canalizada a través de un contrato caería
la prestación de servicios o actividades, aquéllos que sean tributos (concretamen- bajo la noción de prestación patrimonial pública sujeta a reserva de ley. Por tanto,
te, tasas) de los que no tengan esa naturaleza, pudiendo calificarse de modos diver- sólo serían clasificables como precios públicos, en cuanto categoría jurídica autó-
sos, como ahora se hace con el término «precio público». Obviamente, no se sus- noma, los precios de Derecho público no coactivos. Pero el análisis de este carác-
cita la duda si se atiende al régimen jurídico del ingreso y se estima relevante que ter sólo puede llevarse a cabo en cada caso concreto, como afirma el propio
sea de Derecho público en cuanto que eso encierra el ejercicio de potestades ínsi- Tribunal, dependiendo de la configuración legal pero también de circunstancias
to a los procedimientos administrativos para exigirlo, con la carga inherente de de hecho ajenas a la prestación y a la propia prestación del servicio.
coactividad que ello conlleva 27 .
Si es así, llegamos a una petición de principio, pues sólo cabe analizar ex post cada
Pero aun aceptando la premisa formulada por el Tribunal de considerar irrelevan- concreta prestación para apreciar si es o no coactiva, y aun así con la incerti-
te el régimen jurídico para definir la coactividad o no de la prestación, y sin pre- dumbre de que puede serlo para unos sectores de población y no para otros, o por
tender reproducir ahora un siglo de debates en torno a la cuestión, puede sinteti- razones puramente coyunturales de un momento, como ocurre con las notas del
zarse el estado de la misma en los términos ya conocidos que niegan esa carácter esencial del servicio y ofrecerse en monopolio de hecho, que pueden con-
posibilidad desde la óptica jurídica, por mucho que desde el campo económico se currir o no, por ejemplo, en función de la capacidad económica del usuario. ¿O
intenten diferenciar criterios y realidades que pueden ser diversos.
28 En su conocido trabajo Sobre la naturaleza de la tasa y las tarifas de los servicios públi-
Varios han sido, en efecto, los criterios acuñados por los tratadistas para intentar cos, «RAP», 12, 1953.
trazar la línea divisoria entre servicios que han de financiarse con tasas y los que 29 Como ya expuse en Intervencionismo y... , op. cit., pág. 362 y sigs., centradas en la
empresa pública, pero cuyos argumentos resultan aún de mayor aplicación a los servicios
27 Así parece entenderlo PALAO TABOADA, op. y loc.cit. públicos.

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Carmelo Lozano Serrano Las prestaciones patrimoniales públicas en la financiación del gasto público

acaso no son esenciales y en monopolio de hecho servicios como educación, sani- 1. EL DEBER DE CONTRIBUIR AL SOSTENIMIENTO DE LOS GASTOS PUBLICOS.
dad, transporte u otros si la oferta privada exige precios inalcanzables para bajos
estratos de capacidad económica? Pero en ningún caso ello resuelve la cuestión En el artículo 31.1. º se establece, según unánime apreciación por doctrina, juris-
previa que se formulaba: si existen criterios que a la hora de establecer un servicio prudencia constitucional y jurisprudencia ordinaria, el deber de contribuir, revis-
indiquen ex ante al legislador el modo de financiación que debe prever, entre tasas, tiéndose este precepto de máxima del sistema tributario y de los principios que
precios o sin repercutir su coste sobre sus usuarios. Ni tampoco se resuelve el pro- han de ordenarlo, conforme reza expresamente su tenor literal. Por tanto, es indis-
blema posterior de calificar una prestación ya establecida, pues no siendo relevan- cutible que dicha norma se erige en criterio de legitimidad de cualquier manifes-
te su régimen jurídico, sólo lo será si es coactiva o no. En el primer caso, estaría- tación tributaria, que sólo si se acopla a ella podrá reputarse válida y admisible en
mos ante un ingreso público coactivo para financiar un servicio público; es decir, nuestro ordenamiento.
un tributo parafiscal. En el segundo, ante un ingreso público voluntario con-
Obtenidos de este modo por mandato constitucional expreso los principios de jus-
sistente en un precio, que aun sometido al Derecho público, no dejaría de ser pre-
ticia de los tributos, aun con la necesaria precisión de los mismos que para cada
cio, sin que nada le añada el adjetivo «público». En suma, de aplicar los criterios
caso controvertido pueda aportar el Tribunal Constitucional como intérprete
postulados por el Tribunal, ante la misma indefinición señalada por toda la doc-
trina respecto a la Ley de 1989 y a los criterios que pretendió fijar para el deslin- máximo de la Primera norma, la cuestión que se suscita a nuestros efectos es la del
de entre tasa y precio público ámbito del precepto. Concretamente, si está regulando exclusivamente el deber de
contribuir o, al contrario, puede extender sus prescripciones más allá de los tri-
Ello nos lleva a seguir negando la posibilidad como instituto jurídico de un pre- butos.
tendido precio público, reclamando la subsunción de los conceptos así calificados
en el de tasa, y, por ende, en el ele tributo, o, en su caso, en el de precio, como Observando su tenor literal cabe apreciar en su formulación dos planos distintos.
ingreso patrimonial, no encontrando argumentos consistentes para alzar un ter- Por un lacio, como objetivo o fin de la norma, conectado directamente con el apar-
tium genus entre tributos e ingresos patrimoniales 30_ tado segundo regulador del gasto público, el establecimiento para tocios de un
deber de contribuir al mismo ele acuerdo con su capacidad económica; por el otro,
Llegados a este punto, el problema que parece hallarse en el fondo ele este debate el instrumento a través del que debe hacerse efectivo («mediante») dicho deber,
acerca ele la admisibilidad de institutos jurídico-financieros distintos del tributo y que es un sistema tributario inspirado en los principios que recoge.
del precio -sin más adjetivos- es, en realidad, el de los modos de financiación
de los servicios públicos, y conforme se ha planteado históricamente por la cien- Por eso, al abordar el concepto constitucional de tributo se decía que la
cia económica, el de si existen principios de financiación basados en el intercam- Constitución no se limita a formular en abstracto un deber de contribuir, ni es váli-
bio o beneficio junto al que en ella se formula como de capacidad de pago. da para ella cualquier modalidad de dicho deber, pues está indicando expresa-
Tratándose, pues, de cómo se financia el gasto público y a través de qué criterios, mente, además de su finalidad financiera, los caracteres que ha ele reunir el ins-
es preciso abordar la cuestión sin esconder esta implicación, lo que nos llevará trumento tributario a través del que se haga efectivo aquel deber, y que sólo
directamente a responder a las inquietudes manifestadas desde el principio de articulado según los principios que cita podrá reputarse legítimo. En otros térmi-
estas páginas sobre la aplicación de los criterios de justicia a los ingresos públicos nos, no se limita el texto constitucional a fijar un deber formal o abstracto como
calificados como prestaciones patrimoniales públicas, e incluso más alla, si algunas pura imposición de la prestación, despojado de todo contenido, sino que ordena
de ellas que no son ingreso pero tienen finalidades financieras, han de plegarse cómo ha de configurarse dicho deber en su aspecto material o sustantivo. Eso es
también o no a dichos principios. lo que permite sostener que los principios de justicia penetran en el concepto de
tributo, y que éste, a partir de la Constitución, no puede definirse solamente como
mero deber de allegar fondos al erario público.
IV. CRITERIOS PARA LA FINANCIACION DEL GASTO PUBLICO.
Pero si del instrumento tributario pasamos a centrar la atención en el fin u objeti-
La contemplación constitucional del gasto público, aparte de su ordenación for-
vo ele la norma, encontramos que éste consiste en establecer con absoluta genera-
mal en los artículos 133.4.º y 134, se contiene en el artículo 31 de la Constitución.
lidad el deber de que «tocios contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos
En él, su apartado segundo prescribe que el gasto público realizará una asignación
ele acuerdo con su capacidad económica». El mandato ele sufragar el gasto públi-
equitativa de los recursos públicos, programándose y ejecutándose con criterios de
co aparece, por consiguiente, con dos principios bien determinados, el de genera-
eficiencia y economía, mientras que su apartado primero establece el deber de
todos de contribuir a su sostenimiento. lidad y el de capacidad económica. Lo que plantea la cuestión ele si dicho manda-
to o deber sólo se articula a través del instrumento después citado, el sistema
El alcance de dichas reglas es la cuestión central que debe resolverse para poder tributario, o caben otras formas de cumplimiento del deber de sostener los gastos
responder a las dudas que se vienen planteando a lo largo de estas páginas, y es lo públicos. Y aun previamente a ello, cabe preguntarse si el artículo 31.1.º tiene
que ahora nos ocupa. como objetivo establecer un deber de contribuir o más bien, dando por sentada su
existencia, y contemplando el gasto público, que aborda también el apartado
30
Partidario de mantener la categoría jurídica de precios públicos, tras la sentencia de siguiente, lo que persigue es ordenar su financiación por todos y de acuerdo con
1995, se muestra FALCÓN Y TELLA, en el editorial de Quincena Fiscal, 2, 1996. su capacidad económica.
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Las prestaciones patrimoniales públicas en la financiación del gasto público
Carmelo Lozano Serrano
instrumentos financieros cuentan con criterios constitucionales sobre su regula-
Siendo más precisos, la primera cuestión se centra en si el verbo «contribuir» equi-
ción o están huérfanos de ellos. Si se prefiere, si la «contribución» al gasto públi-
vale a «tributar».O lo que es lo mismo pero formulado de otra manera, si el fenó-
co sólo se articula a través de tributos o si en su ámbito cabe incluir otros ingre-
meno tributario agota las modalidades de contribución al sostenimiento de los gas-
sos, incluso voluntarios, sometidos a la generalidad y capacidad económica.
tos públicos. Evidentemente, en la propia formulación de los problemas puede
prefigurarse su solución, y nuestro caso no es una excepción. No parece exagerado afirmar que la insistencia histórica de las Constituciones en
Enfocado desde la primera formulación, y con el alcance usual que se da al térmi- recoger el deber de tributar se asienta, como principal motivo, en su carácter coac-
no «contribuir», parece evidente que ambos verbos han de considerarse, a los tivo. Así se ha explicado desde siempre la necesidad de la ley para poder estable-
efectos del precepto, como sinónimos, pues cada vez que en doctrina y en juris- cer tributos. Y su fundamento en la autoimposición -sin perjuicio de otros con-
prudencia se apela al deber de contribuir se está haciendo referencia al deber de tenidos o finalidades de la reserva de ley- sigue apreciándose como determinante,
tributar, y el problema de la configuración de aquel deber es mutatis mutandis el como ocurre, sin ir más lejos, en las sentencias constitucionales que abordan las
de la configuración del sistema tributario. En tal medida, la «contribución» al prestaciones patrimoniales públicas.
gasto público se identifica con la aportación coactiva por parte de los particulares Habiéndose definido estas últimas precisamente a partir de su sujeción a dicho
de recursos con los que sostener el gasto, y con ese alcance es entendido el verbo principio por el artículo 31.3 ." CE, como prestaciones materialmente coactivas,
tanto en sentido jurídico como en sentido usual. aun no articuladas por el ordenamiento en términos obligatorios, no hay razones
Si atendemos a la segunda formulación del problema recogido en el penúltimo para que las garantías y cautelas previstas respecto a los tributos no les resulten
párrafo, la respuesta ya no aparece tan clara ni unívoca. Es obvio que el sistema también aplicables. Aunque no vengan establecidas como ingresos fiscales, se con-
tributario no agota las fuentes de ingresos que sostienen el gasto público, pues ello cluía anteriormente en el carácter parafiscal de las que constituían ingresos, y, por
supondría la inexistencia de ingresos patrimoniales, de ingresos por operaciones ende, en su naturaleza tributaria, cayendo plenamente en las previsiones del apar-
de crédito y, en fin, de otros ingresos públicos con finalidad distinta de la finan- tado l.º del artículo 31 respecto a los criterios materiales de justicia de los tributos.
ciera, pero que inevitablemente también sostienen el gasto público, gozando todos Ahora, sin embargo, además de ese razonamiento antes seguido, se refuerza esa
ellos igualmente de previsión constitucional. Pero aun descartando estos últimos conclusión al entender, a partir del texto de este último precepto, que incluso
como ajenos a nuestra disciplina, para centrarnos en aquellos ingresos cuya finali- negando su naturaleza tributaria y expulsándolas del ámbito de los principios de
dad es atender el gasto, nadie pretende mantener que el tributo es la única forma justicia del tributo, lo que no pueden dejar de ser es «contribución» al sosteni-
de allegar fondos al erario público, e incluso desde esta constatación, el verbo miento de los gastos públicos, incluso desechando el sentido más amplio de este
«contribuir» adopta un segundo significado diametralmente opuesto al primero, verbo y restringiéndolo a su acepción inicial como imposición por los poderes
en la medida en que se «contribuye» a una finalidad o a un gasto colectivos cuan- públicos de allegar fondos al erario público. Eso significa que aun no concebidas
do se ayuda al mismo, esto es, cuando voluntariamente se aportan fondos para como tributos no dejarían de ser, en cuanto coactivas, manifestación de un deber
cubrirlo, pues si se viene obligado a ello lo que se está es «cumpliendo» un deber. de contribuir al gasto público, sometiéndose a los principios de generalidad y de
De manera que dicho verbo, antes identificativo de un deber legal, puede asumir capacidad económica, que son los dos que se formulan como propios del deber de
también el significado de una aportación voluntaria, tanto en su sentido jurídico contribuir, sin perjuicio de que para el instrumento tributario se añadan otros
como en el usual. Si así fuera, el precepto no perdería sentido, pues la duda pre- como la igualdad, la progresividad y la no confiscatoriedad.
via a que más arriba se aludía al contemplarlo desde la óptica del gasto público,
podría resolverse afirmando que lo que el precepto persigue no es tanto fijar el Por una vía o por otra -afirmando su naturaleza de tributo parafiscal o mera-
deber de tributar como un deber de financiar el gasto público por todos y con- mente integrándolas en la «contribución» a los gastos públicos-, y mejor por las
forme a su capacidad económica, tanto si se usan tributos para ello como si se usan dos conjuntamente, se llega a la conclusión de someter a las prestaciones patrimo-
ingresos patrimoniales no coactivos. niales públicas dirigidas a la obtención de ingresos a principios de justicia que
complementan su ya proclamada expresamente por el artículo 31.3." sujeción a la
Con esta digresión no se pretende, desde luego, subvertir el sentido del artícu- reserva de ley. De modo que esta última exigencia no responde sólo al aspecto for-
lo 31.1." CE como el precepto que establece en nuestro ordenamiento el deber de mal de garantizar la autoimposición, sino también a que al establecerse por ley,
tributar, sino poner de relieve, únicamente, la obviedad de que el tribljtO no es el ésta habrá de ordenarlas, al menos, de acuerdo con la capacidad económica de los
único instrumento que sostiene el gasto público. Aunque, desde luego, el más
llamados a soportarlas, respetando asimismo el principio de generalidad en su
importante, y precisamente por su significación, pero, sobre todo, por su carácter
imposición y exigencia.
coactivo y su naturaleza de detracción impuesta de la propiedad privada de los
ciudadanos, ha merecido en todas las Constituciones una proclamación específica Pero si en su coactividad y afectación a la riqueza de los particulares reside la nece-
que despejara las dudas sobre su legitimidad y sirviera de autorización a los pode- sidad de someterlas a los principios enunciados, estas mismas notas se dan en
res públicos para su exigencia. No siendo casual que se ubique justo antes del pre- aquellos supuestos que el Tribunal Constitucional incluye bajo la noción de pres-
cepto que reconoce la propiedad privada. taciones patrimoniales públicas que, sin ser ingresos públicos, tienen finalidad
financiera. Esto es, en aquéllas, como la de la Sentencia 182/1997 de abonar el
El problema, por consiguiente, deslindados los dos planos del deber de sostener
salario por ILT, que suponen la imposición de un gasto al particular para atender
el gasto público y del instrumento tributario como medio para ello, es el de si otros

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una necesidad social, calificándose incluso como gasto público, según se vio. De minos de la STC 27/1981, de 20 de julio. Si se piensa que las prestaciones patri-
modo que toda «contribución al sostenimiento de los gastos públicos», sea por la moniales públicas nunca van a recaer sobre hechos que indiquen globalmente un
vía de un ingreso coactivo, sea por la de gasto coactivo, se someta a los principios índice de capacidad económica, y que buen número de ellas se establecen por la
que la Constitución exige para dicha contribución. prestación de servicios o actividades por los entes públicos, es técnicamente difí-
cil que tales presupuestos de hecho recojan el principio, viniendo determinados,
Ello supone que los principios de justicia financiera, al menos generalidad y capa-
además, por el coste del servicio o la actividad.
cidad económica, son predicables de toda detracción coactiva del patrimonio de
los particulares cuyo fin sea financiar el gasto público, lo que extiende el ámbito Esa dificultad, no obstante, se atenúa y desaparece en la medida en que la capaci-
de dichos principios más allá de nuestra disciplina, afectando a institutos surgidos dad económica se entienda no sólo con ese alcance concreto de suministrar un
en otras ramas del Derecho, pero que no dejan de ser contribución impuesta al catálogo de hechos imponibles que el legislador puede y debe gravar, sino también
gasto público. De tales detracciones coactivas, las que consistan en un ingreso como cualidad o potencia económica del sujeto a la que debe acomodarse la carga
público y puedan subsumirse bajo la naturaleza tributaria deberán, además, res- tributaria, incidiendo el principio no sólo en la selección de hechos imponibles
petar los principios que el artículo 31.1. º exige al sistema tributario, aunque el sino en la articulación entera del tributo 32 . Con esta dimensión subjetiva, el prin-
ordenamiento no las regule ni articule como tributos. cipio justifica y explica ciertos tratamientos dados a la materia imponible por los
impuestos personales, como es el caso de los mínimos exentos de contribuir, los
Esta conclusión, que adoptada en su literalidad puede resultar forzada a partir úni- beneficios por gastos familiares o personales y otros, que se articulan a partir de la
camente del artícuo 31.1.º, si se estimara que no es posible esa escisión de dos pla- consideración global de las circunstancias del sujeto, pues todas ellas pueden
nos en su texto, e incluso negando la vú atractiva del tributo respecto de los ingre- determinar su capacidad económica, haciéndola variar entre dos individuos con
sos parafiscales, se confirma, sin embargo, atendiendo a otras razones de diversa idéntico nivel de riqueza, sea la renta o el patrimonio.
índole que a continuación se exponen.
Si bien se mira, la propia formulación del artículo 31.1.º parece plegarse literalmen-
te a esa consideración subjetiva de la capacidad económica al referirla a «todos» y
2. EL PRINCIPIO DE CAPACIDAD ECONOMICA COMO CRITERIO
como cualidad de quienes han de contribuir al gasto público. Dimensión más
DE REPARTO DEL GASTO PUBLICO.
explícitamente presente aún en la propia LGT, cuyo artículo 3, entre los que sien-
Aun sin necesidad de ahondar ahora en el contenido de este principio, suficiente- tan los principios generales del orden tributario, obliga literalmente a que <da
mente conocido, ciertas reflexiones sobre el mismo coadyuvan a mantener la con- ordenación de los tributos ha de basarse en la capacidad económica de las perso-
clusión recién formulada de someter a su directriz el conjunto de prestaciones nas llamadas a satisfacerlos ... », formulando de tal modo el principio que ninguna
patrimoniales públicas con finalidad financiera. duda cabe de que se concibe como cualidad personal del sujeto, sin perjuicio de
su dimensión objetiva. Cualidad subjetiva de los contribuyentes que no ha dejado
Ya desde sus primeras formulaciones jurídicas en los años sesenta se entrevió la tampoco de señalar el Tribunal Constitucional en los pronunciamientos más direc-
potencialidad del principio para extenderse mas allá del fenómeno tributario, tamente ligados a una observación global de los sujetos tributarios, como es el
incluso en la doctrina italiana, pese a que la formulación constitucional de la capa- caso, entre otras, de la STC 45/1989, de 20 de febrero, al abordar de lleno la posi-
cidad contributiva en ese país pueda entenderse más ligada aún que en nuestro ción subjetiva de los particulares frente al IRPF y, por extensión, al tributo.
ordenamiento al instituto del tributo 31 .
Con esta dimensión subjetiva que adquiere el principio de capacidad económica,
Tal extensión viene dificultada, sin embargo, si se entiende el principio al modo desaparecen los argumentos que intentan limitarlo a ciertas manifestaciones del
como lo hace entre nosotros el artículo 26 LGT al definir el impuesto, a partir de deber de contribuir, alegando la dificultad técnica para que ciertos hechos grava-
cuyo texto se adopta el principio como requisito objetivo de los hechos gravados, dos por tasas y contribuciones especiales puedan recoger las exigencias del prin-
que habrán de consistir en manifestaciones de capacidad contributiva, como con- cipio. Es verdad que algunos de los presupuestos de hecho de estas figuras tribu-
secuencia de la posesión de un patrimonio, la circulación de los bienes o la adqui- tarias difícilmente pueden concebirse como manifestación de capacidad
sición o gasto de la renta. Bien sea, como precisaba la STC 37/1987, de 2 de marzo, económica, si no es en un sentido tan abstracto y teórico de la misma que la hace
como riqueza real o potencial, pero, en todo caso, como exigencia lógica de rique- inservible como criterio de enjuiciamiento constitucional. En cambio, como cuali-
za que obliga al legislador a gravar allí donde la riqueza se encuentre, según los tér- dad del sujeto, no puede negarse que cualquier figura tributaria es apta para orde-
narse según dicha cualidad, conforme exige el artículo 3 LGT. Y a ello responden
31 GIARDINA: Le basi teoriche del principio della capacita contributiva, Milán, 1961,
técnicas como la discriminación de tarifas, la previsión de bonificaciones y exen-
pág. 457 y sigs., sugiere que en cuanto principio constitucional, dada la interdependencia
ciones, etc., frecuentes incluso en los tributos impuestos por la utilización de
entre los que regulan materias análogas, la capacidad contributiva puede desplegar cierta
eficacia directriz sobre los ingresos públicos no tributarios, más allá de su ámbito peculiar servicios públicos. Con lo que decaen los obstáculos para entender aplicable el
de actuación que es el tributo. Por su parte, MAFFEZZONI: Il principio di capacita contributi- principio a las prestaciones patrimoniales públicas por la prestación de servicios,
va nel Diritto Finanziario, Turín, 1970, pág. 7 y sigs., sostiene abiertamente que dicho prin-
cipio se aplica a todos los ingresos públicos, a partir de la conexión que establece entre el 32 Conforme lo expuso entre nosotros CORTÉS DOMÍNGUEZ, op. cit., y se explicó por
contenido del mismo, como índice del disfrute de servicios públicos, y el concepto de gasto la doctrina italiana en construcciones como las de GAFFURI, MosCHETTI, MARSAGLIA,
público. MICHELI y otros.

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Carmelo Lozano Serrano Las prestaciones patrimoniales públicas en la financiación del gasto público
permitiendo extender su ámbito más allá de los institutos tributarios articulados do aquel criterio como expresión de la eficiencia y economía a que se obliga al
como tales. gasto público, pues es unánime la percepción de que estos criterios se sitúan por
A este respecto, no puede olvidarse que al establecerse prestaciones patrimoniales el artículo 31.2." a un nivel inferior que el principio de asignación equitativa del
públicas con finalidad financiera, no se está sino articulando un modo de finan- gasto, que es el que expresa la justicia.
ciación del gasto público, concretamente repartiendo éste entre los particulares Teniendo presente este último postulado, así como los principios del artícu-
imponiéndoles coactivamente su sostenimiento. En el texto constitucional no apa- lo 31.1." respecto a cómo debe financiarse el gasto público, es obvio que no se
rece otro criterio de distribución y reparto del gasto público distinto de la capaci- compadece demasiado bien el diseño de la justicia financiera albergado por la
da? económica y, con ella, de los principios que conforman una «asignación equi- Constitución con el que resulta del principio del beneficio. Máxime cuando el
tativa de los recursos públicos». Si se observa esta fórmula expresiva de la justicia elenco de bienes y servicios cuya provisión se concibe como función de los pode-
en el gasto, a lo que se obliga en ella es a que a través de esta vertiente de la acti- res públicos es tan amplio como el contenido en el Capítulo III del Título I del
vidad financiera se repartan equitativamente los recursos públicos. E imposible texto constitucional, que, además, insiste en otros preceptos sobre la orientación
será realizarlo sí la obtención de los mismos no atiende a criterios similares de redístributiva y tendente a la igualdad que ha de impregnar la actuación financie-
reparto que sean también equitativos. Por ende, dada la insistencia de la ra de los entes públicos.
1
Constitución en sentar los principios más específicos que conforman la equidad,
no puede desecharse, al hablar de la financiación pública, el de capacidad econó- Desde un punto de vista más específico, cabe afirmar incluso la imposibilidad lógi-
mica como principio propio de la obtención del gasto, sin perjuicio de los restan- ca de repercutir íntegramente el coste de un servicio sobre sus usuarios, pues ello
tes que definen la justicia financiera, que no es sino la expresión en este terreno presupone que la actividad o prestación en que aquél consiste es capaz de disgre-
del ideal de justicia que recorre el texto constitucional. garse en tantas relaciones bilaterales como prestaciones del mismo se dieran. En
cada una de esas relaciones se buscaría, según el principio del beneficio, el equili-
Desde esta perspectiva del principio que le dota de relevancia como criterio cons-
brio entre el coste que supone para el servicio su prestación a ese usuario y el
titucional para la obtención y el reparto del gasto público, no puede extrañar en
ingreso que a éste se le exige por obtenerlo o utilizarlo. Ello olvida, sin embargo,
absoluto que nuestro ordenamiento contemple ya la extensión del principio a par-
que el servicio público, por definición, atiende una finalidad colectiva, y esa
celas y sectores totalmente ajenos al Derecho financiero, en los que se utiliza la
dimensión general, si todo el coste se repercute sobre sus usuarios, no va a recaer
capacidad económica como criterio para la asignación del gasto público. Piénsese,
sobre la colectividad, sino sobre los destinatarios del servicio o la actividad. Con
por citar derechos reconocidos constitucionalmente, que la adscripción de pues-
lo que éstos soportan más de lo que reciben, al tener que financiar entre ellos ese
tos escolares, de becas y ayudas educativas de diversos tipos (de estudios, come-
plus que encierra el servicio. De manera que incluso el propio criterio del coste se
dor, libros, etc.), o de viviendas de protección oficial, entre otros, utilizan la capa-
ve forzosamente abandonado de forma subrepticia cuando el total del mismo se
cidad económica, a través de la declaración del IRPF, para asignar el gasto. Con
pretende repercutir sobre los usuarios 33.
mayor razón, cabe pensar, ha de operar este principio cuando se trata de una mate-
ria plenamente financiera como es financiarlo a través de prestaciones patrimo- Si a estas reflexiones se añaden los efectos ya antes apuntados que provocan los
niales públicas, aunque no pudieran ser subsumidas bajo la naturaleza tributaría. intentos de separar unos ingresos públicos, basados en el principio de coste o de
beneficio, del conjunto de ingresos basados en los principios del artículo 31.1.", es
A este respecto, sobre todo si se trata de prestaciones impuestas por la recepción,
la propia concepción unitaria del gasto público y de la Hacienda pública la que
utilización o disfrute de servicios y actividades por parte de los entes públicos, es
acaba por resquebrajarse, dando paso a circuitos financieros que atienden a mode-
frecue_nte, sin embargo, que la cuantía de la prestación exigida al particular se fije
los distintos de financiación. No parece ser ése el empeño de la Constitución al
a partir del coste del servicio, registrándose incluso mandatos normativos que así
perfilar la actividad financiera de los entes públicos, y por eso no resulta admisi-
lo estipulan, como ha ocurrido con las tasas, las contribuciones especiales y los
ble postular unas prestaciones patrimoniales públicas, tendentes a la obtención de
precios públicos. En tal caso, anida de modo explícito o implícito en dicha deter-
ingresos, que se articulan y se ordenan según criterios y principios ajenos a los
minación el principio del beneficio, esgrimido en la historia financiera como direc-
generales de la justicia financiera. Por eso, es más plausible estimar su plena suje-
triz para la financiación de servicios públicos no esenciales, o para aquéllos en los
ción a dichos principios, en cuanto detracciones coactivas de riqueza impuestas a
que se quiere restringir el acceso indiscriminado por todos los ciudadanos, reper-
los particulares a través de las que se sostiene el gasto público, sean como ingreso,
cutiendo sobre los usuarios la totalidad o parte del coste del servicio.
sean como gasto que se les obliga a soportar.
Debe observarse, sin embargo, que dicho principio en el reparto del gasto públi-
co no cuenta con respaldo constitucional, por lo que su predicamento desde el Esta dimensión colectiva y no exclusivamente bilateral de la financiación de los
punto de vista económico no se ha traducido en una recepción del mismo en la servicios públicos obliga a apreciar en el deber de contribución al sostenimiento
máxima norma jurídica. Norma que en cambio recoge e impone otros principios de gasto un instituto jurídico que atiende una necesidad social de índole general.
para la financiación del gasto público. Desde la óptica jurídica, por tanto, nunca No la tutela de un interés personificado en la Administración pública, que así con-
pueden situarse en un mismo plano ambos criterios, y cuando la norma ordinaria
33 Ya L.V. BERLIRI, con antelación a la eclosión de los estudios sobre los principios de
apela al criterio del coste no puede perder de vista que está vinculada por los que justicia financiera, advertía de la imposibilidad lógica y jurídica de financiar servicios públi-
en nuestro ordenamiento se elevan a principios de justicia. Ni incluso consideran- cos haciendo recaer todo su coste sobre sus usuarios, en La giusta imposta, págs. 34-35.

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cebido siempre habría de situarse por encima del interés del particular. Este enfo-
que, demasiado presente en diversos pronunciamientos del Tribunal Cons-
titucional, conduce a la formalización y sacralización del deber de contribuir,
como opuesto y contradictorio con el interés del particular en conservar su rique-
za al abrigo de los tributos, y sirve para justificar, desde esta perspectiva, aplica-
ciones y proyecciones del mismo que incluso en ocasiones afectan a los derechos
fundamentales, y, a la postre, se vuelven contra el propio deber de contribuir, al
privar a éste de su única legitimación, que es la de medio de financiación de un
gasto con el que se satisfacen necesidades sociales 34 .

34 Son bien conocidas las sentencias que entre nosotros han primado en exceso el deber
de contribuir como tutela de un interés público fiscal que acaba siendo un impedimento
para la satisfacción de las necesidades colectivas. A guisa de ejemplo, repárese en que por
defender éste se niegan los efectos anulatorios y de restitución a las sentencias constitucio-
nales, a partir de la STC 45/1989, con lo que directamente se atenta, a nuestro modo de ver,
contra una necesidad social mucho más relevante que la de tributar, que es la de que no
haya normas inconstitucionales que puedan durante años provocar sus efectos sin que pue-
dan luego revisarse éstos. O se desvincula la igualdad tributaria del principio de igualdad,
clave del arco de nuestro texto constitucional, negando que pueda sustentar un recurso de
amparo; restringiéndose asimismo el derecho a la tutela judicial efectiva al primar la habili-
tación presupuestaria para gastar sobre el derecho a la ejecución de sentencias condenato-
rias de la Administración. Por no citar cuestiones «menores» como la débil justificación de
la diferente cuantificación <le los intereses de demora. Véase una exposición global de estas
cuestiones, por TEJERIZO LóPEZ: El principio de tutela judicial efectiva y los procedimientos
tributarios, en esta «Revista», 82/1994, y por GARCÍA ANOVEROS: Una nueva Ley General
Tributaria. Problemas de constitucionalidad, núm. 90, 1996, en esta misma «Revista».

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