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ANTROPOLOGÍA CULTURAL

Hemos estudiado al ser humano como ser físico, corporal, atendiendo a su evolución y las
características fisiológicas que son propias de nuestra especie. Mas el ser humano es también
un ser cultural. Con esto nos referimos que aparte de una dimensión corporal, natural, y en la
que el ser humano está condicionado por su genética y los instintos con los que nace, el ser
humano se desenvuelve en un ambiente no solo natural, sino en el que aprende costumbres,
comportamientos, conocimientos, técnicas, creencias, tradiciones que no son dadas por
nacimiento, sino que se han ido desarrollando a lo largo de mucho tiempo. La especie humana,
pese a algunas divergencias físicas poco significativas, es solo una, y sin embargo existen
numerosas culturas en que los seres humanos se relacionan con su entorno, natural y social, se
comportan y entienden la realidad de manera muy diversa.

Cabe preguntarse hasta qué punto nuestro comportamiento viene determinado por la
genética o por el ambiente. Si bien es innegable que hay ciertas tendencias instintivas y
comportamientos que vienen heredados genéticamente, no todo el comportamiento es
explicable solo a partir de ella. Se dice que lo innato establece las posibilidades de desarrollo
de un individuo, pero que las posibilidades que se actualizan dependen del ambiente en que se
desarrolla. Un niño chino adoptado al nacer en Francia puede desarrollar hábitos
perfectamente acordes a esa cultura y expresarse en ese idioma como cualquier niño de
padres biológicos oriundos de ese país.

El ser humano es mucho más plástico que otras especies. Posee la posibilidad de aprender
mucho más de lo que son sus repuestas instintivas. La timidez o la extroversión puede
depender más de la socialización y de la cultura que de la condición genética, aunque
dependiendo de un entorno determinado, con una determinada habrá más propensión a la
una o a la otra. Puede depender nuestra personalidad más de las experiencias que nos haya
tocado vivir.

Un sentimiento tan primario como el asco, ¿podríamos decir que es innato? ¿Sentimos asco
espontáneamente ante ciertos sabores, olores, aspectos, comidas, comportamientos, etc? Si
atendemos a que en diferentes culturas la gastronomía es muy variada, y que por ejemplo,
comer un gusano vivo nos puede parecer muy desagradable, para miembros de otras culturas
puede ser un manjar. Nosotros comemos marisco, que lo consideramos algo con mucho
prestigio gastronómico, y en otros lugares puede despertar asco o rechazo visceral.

Hay muchos de nuestros sentimientos que son adquiridos, que somos educados en ellos.
¿Cómo reaccionar ante una situación determinada? Por ejemplo hay lugares en los que pedir
cambio de billetes en monedas supone casi una forma de mala educación, mientras que pedir
que dejen utilizar el teléfono del local es visto como algo razonable.

Tenemos por tanto que lo aprendido por el ser humano varía mucho en función de las
diferentes culturas. ¿Existen culturas superiores a las otras? ¿Podemos decir que nuestra
cultura es mejor que otras? ¿En qué aspectos? ¿Cómo podemos juzgar si una cultura posee
rasgos más avanzados o superiores a otras si siempre esos juicios se dan dentro de una
cultura? ¿Tienen explicación las costumbres de otras tradiciones y podemos llegar a
entenderlas? ¿Por qué unas culturas desarrollan más unos aspectos y otros menos? ¿Qué
aspectos son más importantes en una cultura a vuestro criterio?

¿Qué actitudes podemos decir que existen frente a otras culturas?


1. Etnocentrismo: mediante esta actitud juzgamos otras culturas desde los criterios de la
nuestra. Se ve a esta como la buena , la normal, y se desprecian los aspectos diferentes
y extraños. En realidad, casi todas las culturas consideran que ellas son las buenas y
normales, es un rasgo muy frecuente, aunque a veces el conocimiento y el trato con
los otros pueda modificar esas creencias. El colonialismo parte un poco de esa visión.
Hace falta convertir o educar a los salvajes.
2. Racismo: esta actitud supone la superioridad de unos grupos sobre otros por sus
características raciales. Estas ideas cogieron fuerza en algunas épocas de la historia.
Todavía en muchos lugares es un fenómeno frecuente discriminar a africanos o
indígenas, que en muchos lugares están segregados y apartados del resto de la
sociedad. No obstante, examinada la genética podemos saber que solo existe una
especie humana a pesar de las diferentes etnias y diferencias fisiológicas. Todos los
humanos pertenecemos a la especie homo sapiens
3. Xenofobia: supone despreciar y rechazar al extraño o al extranjero. Existen culturas
que tienen como una norma fundamental la hospitalidad. Hay veces que las diferentes
costumbres pueden generar conflictos. Más aún si van acompañadas de poca
integración, pobreza y marginalidad. La tarea de la integración de los inmigrantes es la
aspiración de buena parte de las sociedades de acogida. A pesar de que en ocasiones
el trato con miembros de otros lugares y tradiciones es conflictivo, el conocimiento, la
profundización en la comprensión y el trato mutuo con otras formas de vida pueden
ser enriquecedoras y limar aquellos aspectos que provocaban falta de entendimiento.
Tal vez para eso haga falta buena dosis de empatía y de escucha hacia lo distinto y lo
otro.
4. Relativismo cultural: significa que no se pueden comparar o juzgar o valorar las
costumbres de los diferentes pueblos. Toda cultura parte de unos presupuestos y
ninguno de ellos es superior al otro. El observador externo a la cultura que se observa
no puede comprender de manera adecuada la lógica interna de las otras culturas. Sin
embargo, ¿han de permitirse, o no criticar o juzgar entonces acciones como la ablación
de clítoris o la discriminación de la mujer? Tal vez no venga mal saber por qué se
realizan esas prácticas.
5. Universalismo: rechaza las actitudes etnocéntricas y critica que unas culturas se
impongan sobre otras, basándose en aquellos rasgos culturales que puedan justificar
éxito y eficacia, como la democracia, las libertades, la igualdad de oportunidades, los
derechos humanos, etc. Según los partidarios de esta actitud, esos rasgos podrían
considerarse universales, son deseables para todos. Sin embargo, si desaparecieran las
características propias de cada pueblo, existiría un gran empobrecimiento en las
formas de entender la vida y del desarrollo de los seres humanos. A veces el
universalismo puede ser otra forma de etnocentrismo. Y no siempre se apoya en el
diálogo, sino en una posición acrítica que considera universales rasgos que tal vez no lo
sean.
6. Interculturalismo y dialogo: la pluralidad cultural es algo enriquecedor y distintas
formas de vida pueden fecundarse unas a otras y ampliar perspectivas limitadas de
cada cultura. Mas, ¿de qué punto partir para entablar el diálogo? ¿Podemos encontrar
algún punto en común a partir del cual entendernos?
7. Hay otra actitud con respecto a la diversidad cultural, que es la opuesta al
etnocentrismo, es lo que llamamos el mito del buen salvaje. Vivimos en sociedades tan
complejas, a veces tan anónimas, o individualistas, o materialistas, que rasgos de otras
formas de vida nos pueden resultar atractivos, por no decir que podamos idealizarlos.
Así, culturas donde los seres humanos poseen pocas pertenencias, pero disponen de
mucho tiempo de ocio, pues solo necesitan un poco de tiempo para encontrar
alimento, o los vínculos cercanos que existen en algunas de ellas, porque comparten lo
que tienen con el resto de miembros de la comunidad cuando otros carecen de ello, o
porque tienen menos interés en acaparar bienes o consumir, y tienen aspiraciones
más espirituales; todo esto puede hacernos pensar que nuestra civilización en realidad
carece de todas estas importantes ventajas. Sin embargo, aunque parte de esto pueda
ser cierto y nuestra cultura tenga mucho de criticable y pueda aprender de otras,
podemos correr el riesgo de no ver todos los otros rasgos negativos de ellas y que son
inaplicables a veces en un mundo más complejo. Se pierde a veces capacidad crítica y
objetividad con esta actitud.

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