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Tema 1.

1.1. El Estado como concepto previo al Derecho Constitucional.


1.2. Elementos del Estado en la teoría clásica.
1.3. Concepto y formas de Estado. El Estado unitario. El Estado
complejo.
1.4. Introducción al Estado autonómico español.

1.1. El Estado como concepto previo al Derecho Constitucional.

Con frecuencia empleamos el concepto “Estado” para designar a cualquier


forma de organización de una comunidad cuando ésta alcanza un nivel
superior al meramente familiar o de parentesco.
Todas las sociedades conocidas han tenido una organización política, un
sistema político. En cambio, el Estado es un producto histórico, es una
especie del género organización política.
El Estado es una creación europea. Surgió en Europa occidental, en los
inicios de la Edad Moderna y más tarde se extendió a otras zonas del
planeta.
El término “Estado” para designar unidades políticas independientes se
consagra en la obra de Maquiavelo “El Príncipe” (1513), y se va a
generalizar a partir del Tratado de Westfalia (1648).
La concepción de la comunidad política como una comunidad definida
territorialmente y sometida, en exclusiva, al poder político establecido en
su territorio se convirtió definitivamente, a partir de 1648, en el eje de la
nueva organización política de Europa y posteriormente de todo el mundo.
El Derecho Constitucional nace a finales del s. XVIII con la idea de
reformar el Estado. Se trataba de construir un Estado Constitucional sin
suprimir la esencia del Estado nacido en la Edad Moderna.
El Estado Constitucional surge de las ruinas del Estado Absolutista, que
dominó la Europa del siglo XVI al XVIII, caracterizado fundamentalmente
por el ejercicio de un poder estatal absoluto o concentrado.
Un proceso revolucionario de finales del siglo XVIII dará nacimiento a una
nueva forma nueva de Estado: el Estado Liberal de Derecho.
El Estado Liberal de Derecho se caracteriza por los siguientes rasgos:

● Establece una dualidad entre el Estado y la sociedad como sistemas


autónomos y diferenciados.
● El poder es ejercido en forma jurídica.

● El poder no esta residenciado en su titular sino en un ente llamado


Estado.

Los principios del Estado de Derecho son:

● La soberanía popular. La soberanía reside en el pueblo del que


emanan todos los poderes del Estado y las normas del Derecho.
● El principio de división de poderes. Los poderes del Estado deben
controlarse entre sí.
● Los derechos fundamentales. Nacen frente a la
eventual arbitrariedad del poder.
● El imperio de la ley. Surge por dos motivos:

1. Del rechazo a un sistema de gobierno basado en las


decisiones subjetivas y arbitrarias y su sustitución por un
régimen de dominación objetiva, igualitaria y previsible.

2. De otro lado del principio democrático que sitúa la sede de


la soberanía en el pueblo.
Entre las muchas teorías que tratan de dar una justificación y legitimación
del Estado destacan las tres siguientes:
● La teoría del contrato social como acuerdo individual de todos los
miembros de la comunidad. Se debe fundamentalmente a Hobbes y a
Rousseau.
● La teoría del contrato político. Defendida por Locke, sostiene que el
contrato político es concluido sólo entre ciertas personalidades o
instituciones que preexisten al Estado y son representativas de la
Nación.
● La teoría de la fundación de Hauriou. Lo explica como un acuerdo
de voluntades que se unen para una empresa común.

Una definición del concepto jurídico de Estado ha de ser forzosamente muy


genérica, por cuanto se refiere a ordenamientos muy diversos. No obstante,
es posible señalar algunos elementos comúnmente aceptados del concepto
definiendo al Estado como la organización territorial de una
comunidad, dotada de un poder soberano y de un ordenamiento
jurídico propio. Cada uno de estos elementos requiere su estudio por
separado.

1.2. Elementos del Estado en la teoría clásica.

El Estado ha sido definido como una organización política soberana de una


sociedad humana establecida en un territorio determinado bajo un régimen
jurídico, con independencia y determinación, con órganos de gobierno y
administración que persiguen determinados fines.
De la anterior definición podemos extraer lo que se han venido
denominando elementos o condiciones de existencia del Estado:

1. El territorio.
2. El pueblo.
3. El poder y el gobierno.

1. El territorio.
El territorio es el ámbito espacial de validez del orden jurídico estatal o el
ámbito espacial al que se extiende el poder del Estado.
El Estado ejerce sus poderes sobre su territorio con carácter exclusivo y
excluyente.
El carácter fundamental del territorio se manifiesta de tres formas:

1. El poder estatal se ejerce automáticamente sobre todo el que se sitúa


dentro de un determinado ámbito territorial.
2. Establece los límites dentro de los cuales se impone en exclusiva el
poder del Estado y se aplica su ordenamiento.
3. El Estado ejercería respecto del territorio no sólo el imperium sobre
las personas en él localizadas, sino también un dominium, en forma
de un derecho de uso y disposición.

El territorio incluye:

● la tierra firme.

● el mar territorial.

● el subsuelo.

● el espacio aéreo.

Se puede afirmar que, aunque históricamente haya sido objeto de discusión,


no hay Estado sin territorio.
La relevancia del ámbito territorial del Estado explica el que los textos
constitucionales se ocupen de él específicamente en numerosos casos.
Varias tesis se han propuesto para fundamentar el estatuto jurídico del
territorio:

1. Para la primera el territorio sería el objeto de un derecho de


propiedad del Estado (territorio-objeto).
2. Una segunda concepción sostiene que el territorio es un elemento de
la personalidad del Estado (territorio-sujeto).
3. Una tercera sostiene que el territorio constituye el cuadro material de
la soberanía en cuanto ámbito en el que se pueden imponer en su
plenitud órdenes con el apoyo de la fuerza pública.
Para que haya Estado es necesario un territorio delimitado y definido por
fronteras precisas. El territorio puede ser exiguo, pero tiene que existir de
forma indiscutible.
Las fronteras de un Estado delimitan su territorio y configuran el límite
espacial al ejercicio del poder en dos aspectos:

● En su aspecto positivo, en cuanto el poder de un Estado se ejerce


sobre el territorio y sobre los individuos que estén en él.
● En su aspecto negativo, el territorio señala la zona de exclusión de
intervención de cualquier autoridad extraña y de ejercicio exclusivo
de dicha autoridad estatal.

2. El pueblo.

Habría que comenzar dejando constancia que, en general, el concepto de


pueblo es altamente indeterminado.
La nación es una idea que no ha existido en todos los momentos históricos,
sino que, por el contrario, es relativamente reciente y ya está en crisis. En
un sentido amplio comienza a vislumbrarse la idea de nación con el
Renacimiento.
El nacionalismo ha producido siempre efectos políticos disgregadores,
salvo los casos de Italia y Alemania, y más recientemente los Emiratos
Árabes Unidos. Por esta razón y habida cuenta de que en el mundo
predomina actualmente la idea integradora, la idea de nación ha entrado en
franca crisis.
Cabe concebir la nación como un grupo de hombres cuyo aglutinante está
basado en diversos factores como son el territorio común, el idioma, la
raza, la religión y en definitiva la cultura y la tradición.
En una primera aproximación jurídica el pueblo es el ámbito personal de
validez del orden jurídico estatal.
En un sentido más estricto se puede entender por pueblo como los
nacionales de un Estado. La nacionalidad es el lazo de derecho público que
existe entre personas físicas y un Estado. En este sentido cada Estado
determina sus nacionales y a la vez todo individuo debe tener una
nacionalidad y el derecho a cambiar de nacionalidad.
Lo relevante es que una comunidad humana se autodefine como comunidad
política, ello es compatible con su carácter mono o pluricultural,
plurilingüístico, religioso, etc.
En los Estados constitucionales el pueblo es gobernante y gobernado.
Como pueblo gobernado es objeto del poder estatal. Como pueblo
gobernante contribuye a crear normas, instituciones y órganos estatales.

3. El poder y el gobierno.

Lo característico del Estado moderno es ejercer un poder territorial y


soberano.
La soberanía deviene en un poder supremo e irresistible, que se posiciona
por encima de todas las demás instancia y organizaciones.
Podemos definir el Gobierno como el conjunto de personas y órganos
revestidos y legitimados para el ejercicio del poder y expresar la voluntad
del Estado y hacer que ésta se cumpla.
En los albores del Estado el poder soberano y el gobierno lo ejercía el
monarca de forma suprema y plena. De hecho la definición por la que la
soberanía es un poder absoluto y perpetuo de una República viene a
sostener la idea de un poder supremo. De otro lado, esa fórmula clásica
constituía el sostén, en el ámbito externo, a la independencia estatal ya que
la soberanía comportaba el no sometimiento a poder alguno dentro y fuera
del territorio.
En buena teoría, la soberanía es una competencia jurídica y política que no
está subordinada a ninguna otra y que ninguna otra puede limitar ni
controlar.
El Estado Constitucional proclamará la soberanía de la Nación identificada
en el constitucionalismo liberal-democrático con la idea de pueblo. Se gesta
entonces la legitimación popular del poder que es inseparable de la idea
misma de Constitución.
El constitucionalismo debe procurar que el poder soberano del Estado no se
convierta en un poder despótico. Aparecen así en el constitucionalismo los
derechos inalienables de la persona como límites a la soberanía estatal.
La soberanía significa también independencia frente a cualquier otro poder
externo. Por ello el Derecho internacional se basa en el presupuesto de
independencia e igualdad soberana de todos los Estados miembros de la
comunidad internacional.
Por último, afirmar que el gobierno debe ser efectivo. Es decir, debe
ejercer efectiva y realmente su autoridad y tradicionalmente el Derecho
Internacional exige que se aseguren ciertas funciones fundamentales. Debe,
cuando menos, mantener el orden, administrar justicia y legislar. Se trata de
funciones mínimas para que podamos afirmar que existe gobierno.

El Estado como ordenamiento jurídico.

Toda organización supone un ordenamiento o conjunto de normas


coordinadas, que hacen posible su existencia y funcionamiento.
El ordenamiento estatal, como organización soberana, tiene unas
características propias:

● Es un ordenamiento originario, pues, no necesita ni depende, para su


existencia o desarrollo, de ningún otro ordenamiento ajeno a él.
● Es un ordenamiento que forma una unidad y se considera como un
todo. La unidad está relacionada con el contenido y la forma del
ordenamiento.

Por su contenido, el ordenamiento contiene las decisiones básicas que


configuran ese Estado concreto.
Por la forma, la unidad se traduce en el establecimiento de su propio
sistema de producción de normas jurídicas.

1.3. Concepto y formas de Estado. El Estado unitario y el Estado


complejo.
La forma de Estado refiere la forma en que está relacionado el Estado con
la sociedad. El término forma de gobierno indica el modo en que se
encuentra estructurado el Estado como complejo orgánico.
La forma de Estado nos indica cómo están relacionados estos elementos
constitutivos del Estado. Puede ser entendida en una doble dimensión:

● Desde la óptica de las relaciones entre el poder y los ciudadanos, el


Estado puede adoptar dos formas básicas: democracia y autocracia.
● Desde la óptica de las relaciones entre el poder y el territorio el
Estado puede adoptar la forma de Estado unitario o de Estado
compuesto.

En el Estado unitario sólo hay una comunidad territorial y, por tanto, un


único ordenamiento jurídico.
En el Estado compuesto convive la comunidad política nacional con otras
comunidades políticas de menor ámbito. El poder del Estado está
territorialmente dividido y consecuentemente integrado por una pluralidad
de ordenamientos territoriales.
En el Estado compuesto existe autonomía y descentralización propiamente
política cuando las entidades territoriales además de ejecutar pueden
elaborar sus propias leyes conviviendo, consecuentemente, varios niveles
de poder.

El Estado unitario.

Es la forma más tradicional y sencilla de organización del poder político.


Su construcción deriva generalmente de la concentración del poder que
realizó la monarquía absoluta entre los siglos XVI y XVIII, según cada
país, y que fue modificada en su contenido, pero no en su estructura, por las
revoluciones liberales de finales del siglo XVIII. Su modelo por excelencia
nace con la Revolución francesa, se extiende con las reformas de Napoleón
y se consolida en la mayoría de las Constituciones liberales europeas del
siglo XIX. Se trata de establecer un solo orden legal para todos los
ciudadanos, suprimiendo los privilegios y corporativismos anteriores. Una
Constitución, como ley suprema, ordenará las instituciones y reconocerá
los derechos de los ciudadanos, y un Parlamento y un gobierno aprobarán,
respectivamente, las leyes y las demás normas que regulan la sociedad. La
igualdad de los ciudadanos es su principal legitimidad: en todo el territorio
del Estado se aplican las mismas normas y los ciudadanos tienen los
mismos derechos y obligaciones.

Este estado unitario se define por las siguientes notas:

Existe un solo ordenamiento jurídico en todo el Estado.


Existe un solo conjunto de instituciones, cuya competencia se
extiende a todo el territorio del Estado.
El poder ejecutivo organiza jerárquicamente sus instancias
territoriales.

En este tipo de organización territorial los órganos del Estado poseen todas
las atribuciones estatales. No comparte competencias y por tanto las
competencias estatales no quedan divididas.
Un Estado unitario puede ser centralizado o descentralizado
administrativamente pero detenta siempre la totalidad de las competencias
estatales.
En el Estado unitario centralizado los órganos del Estado ejercen todas las
competencias de Derecho Público. No las comparten con ningún
otro órgano público porque ningún otro órgano público existe fuera
del Estado. En un Estado centralizado hay casi
siempre una organización administrativa regional y
local pero no se trata de administraciones autónomas. Estas
administraciones están constituidas por agentes del Estado nombrados
discrecionalmente por el propio Estado. Se trata de desconcentración
administrativa.
La descentralización administrativa es un sistema estatal que reconoce una
libertad más o menos extensa de decisión de administración y de
autogobierno. Estos poderes son ejercidos de forma autónoma bajo un
control del Estado denominado tradicionalmente como control de tutela o
tutela administrativa.

Técnicas de eficacia en el Estado unitario:


Desconcentración.
Descentralización administrativa y política.

La desconcentración supone:

-delegación de funciones,
-en escalones inferiores de la jerarquía administrativa,
-siempre bajo la dirección de los escalones superiores,
-sometidos a revisión por éstos,
-no hay dejación de la titularidad de la función.

La descentralización administrativa supone:

-junto a la Administración estatal la existencia de unos poderes


administrativos más reducidos,
-un ámbito de competencias propio,
-no recibe instrucciones,
-sus actuaciones sólo son revisables por los tribunales,
-elección popular de sus miembros.

Los Estados compuestos: federalismo y las uniones de Estados.

Existe descentralización política cuando las entidades territoriales


integradas en el Estado pueden ellas mismas elaborar sus propias leyes.
Esta doble estructura jurídica se hace posible mediante la definición
constitucional de las respectivas esferas de acción de los poderes estatales y
los poderes autonómicos.
Las formas de organización y definición de los Estados políticamente
descentralizados son muy variadas. Usualmente se emplean dos términos:
Estado federal y Estado regional.
La diferencia entre el modelo federal y el regional es puramente nominal,
debido a circunstancias históricas que empujan a los constituyentes del
momento a no utilizar explícitamente el término federal.
El Estado federal y la confederación constituyen las grandes fórmulas del
federalismo. Se puede afirmar desde un primer momento que la
Confederación es una fórmula de federalismo embrionaria y muy poco
eficaz.

La confederación.

El ligamen jurídico que une los Estados confederados es normalmente un


Tratado internacional como pacto confederal negociado por vía diplomática
entre los Estados miembros y adoptado por unanimidad. La negociación se
suele efectuar en el ámbito de una conferencia internacional y se trata
propiamente de una unión de Derecho Internacional.
Los órganos de la confederación suelen estar muy poco desarrollados.
Normalmente solo hay un órgano confederal encargado de actuar en
nombre de la Confederación.

Las decisiones de la Confederación se caracterizan por las siguientes notas:

-Se toman por unanimidad.


-Los Estados tienen derecho de veto.
-No siempre son obligatorias para todos.
-A veces deben ser aprobadas por órganos de cada Estado miembro.
-La ejecución de las decisiones compete a cada uno de los Estados
miembros.

El Estado Federal o Federación.

La fórmula federal es la más extendida para estructural la descentralización


política del Estado.
La federación es una construcción moderna, “inventada”, literalmente, por
la Constitución de los Estados Unidos de América. Inicialmente, las 13 ex
colonias americanas independizadas de Inglaterra formaron una
confederación, pero la misma reveló inmediatamente sus debilidades y las
ex colonias, en un esfuerzo por formar “una unión más perfecta”, crearon
el primer sistema federal, una unidad política común, que se supraordenaba
a la que existía en los 13 Estados. Cada uno de éstos tenía su Constitución,
su Parlamento, su gobierno y sus tribunales, y los conservaron, pero
además les superpusieron una Constitución federal, un Parlamento, un
gobierno y un Tribunal Supremo federales, comunes a todos los Estados.
La federación decidirá sobre los problemas comunes (defensa, relaciones
internacionales, moneda, comercio exterior, etc.) y cada Estado seguirá
gobernando sus problemas particulares (comercio interior, educación,
familia, etc.)

Todas las formas federales tienen ciertos elementos comunes derivados de


la influencia ejercida por la Constitución norteamericana de 1787.
Es importante recalcar que en la Federación se utilizan propiamente
técnicas democráticas: la unión federal emana del pueblo o de los
parlamentos de cada uno de los Estados.
Se pueden reducir a tres los fundamentos sobre los que se construye el
Estado Federal:

1. Superposición de dos niveles estatales.


2. Autonomía política de los Estados miembros.
3. Participación de los Estados miembros en las decisiones federales

En las Federaciones se superponen dos niveles: el nivel de los Estados


miembros preexistentes a la Federación y el nivel del Estado Federal
creado precisamente por la voluntad libre de los Estados. Esta
superposición hace del Estado Federal una construcción jurídica muy
compleja.

a) Modos de formación del sistema federal:

1. Por asociación. El federalismo puede nacer por asociación de


Estados unitarios que constituyen en un primer estadio una
Confederación de Estados y pasan en un segundo estadio al sistema
federal. El caso de los Estados Unidos o de Suiza.
2. Por disociación. Es el modo propio de los Estados que cuentan
dentro de su territorio con nacionalidades diversas y pretenden dotar
a esos territorios de una profunda autonomía.

Principios del Estado Federal:

1. Integración y equilibrio. Para que la integración y equilibrio sean


posibles es necesario un reparto de competencias entre el Estado
Federal y los Estados Federados y la participación de estos últimos
en el ejercicio del poder federal.
2. Reparto de competencias. En principio la Constitución federal suele
enumerar de forma expresa las materias competenciales propiamente
federales y los demás ámbitos competenciales, en caso de silencio,
se entiende que pertenecen a los Estados federados (cláusula residual
del modelo americano).
3. Participación de los Estados federados en el poder federal. Está
dominada por la necesidad de mantener una cierta paridad entre las
colectividades federadas.

En los Estados federales creados en los siglos XIX y XX, se han


incorporado profundas innovaciones respecto del modelo original
americano:

1. La sustitución del federalismo dual por el federalismo de cooperación.


2. La distribución de competencias se hace a través de diversas listas.
3. La quiebra del principio de paridad en la representación de los Estados.

El problema clásico federalismo-soberanía ha perdido buena parte de su


relevancia debido a dos factores:

1. La soberanía aparece como un conjunto complejo de facultades


separables atribuibles tanto al Estado, como a entidades externas a él o a
entidades territoriales internas.
2. Ni en la Federación ni en los Estados soberanos, la soberanía reside en el
poder constituyente, que de acuerdo con el principio democrático
corresponde al pueblo.
1.4. Introducción al Estado autonómico español.

Las Cortes Constituyentes, que fueron las encargadas de redactar y aprobar


la actual Constitución de 1978, que luego fue votada en referéndum por el
pueblo español, tuvieron que afrontar un tema importante y conflictivo
como fue el de organizar territorialmente el poder en España. Por un lado
había que tener presente la existencia de zonas con particularidades
históricas, culturales y lingüísticas y la reivindicación de autogobierno de
determinadas regiones que ya lo habían disfrutado en el pasado, así como la
creencia de un sector de la sociedad española de que una mayor
descentralización favorecería una mejor gestión de asuntos públicos y un
acercamiento al ciudadano de centros de tomas de decisiones. Sin embargo,
y por el otro lado, se situaba otra parte de la sociedad española que temía
que estas pretensiones autonomistas derivaran en una posible
desmembración del Estado.
La solución ante ambas posiciones contrapuestas la ofreció la
Constitución en su artículo2, que dice que “La Constitución se
fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria
común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el
derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran
y la solidaridad entre todas ellas”. Este artículo establece los dos pilares
básicos de la organización territorial: unidad y autonomía, que no deben ser
considerados incompatibles, pues el propio Tribunal Constitucional, en su
STC 4/1981, dijo que la unidad y la autonomía están indisolublemente
conectadas, y que la autonomía es un poder limitado que no puede
oponerse al de unidad. Una de las peculiaridades de la Constitución
española es que no se decanta por un modelo tradicional de organización
territorial, es decir, no se define como Estado regional o como Estado
federal, por poner un ejemplo, sino que dejó abierto el proceso por el que
se llegaría a la concreción de la organización territorial de España.
El proceso de descentralización, que quedaba abierto por la
Constitución española, se llevó a cabo mediante la aprobación de los
Estatutos de Autonomía, aunque sin perder de vista que el proceso no se
encuentra necesariamente cerrado, pues las Comunidades Autónomas
siguen asumiendo competencias a través de la reforma de sus Estatutos, y
que continúa habiendo una indefinición del modelo español de distribución
territorial del poder.
El término autonomía es bastante ambiguo, aunque aplicado a los
entes territoriales da una idea de distribución de la titularidad de los
poderes públicos. Un Estado organizado sobre el principio autonómico es
un Estado en el que se da una efectiva distribución del poder político entre
las instancias centrales y las territoriales.
La autonomía es un derecho que podía ejercitarse o no. El artículo 137.1 de
la Constitución señala que “España se organiza territorialmente en
municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se
constituyan...”. Obsérvese que la forma verbal empleada es subjuntivo, es
decir, indica una posibilidad que no tiene por qué hacerse efectiva. Sin
embargo, el derecho a la autonomía se generalizó, pues todos los titulares
del mismo lo ejercieron. No hay en España provincias que no estén
integradas en Comunidades Autónomas, salvo la particularidad de las
Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla.
En cuanto a quiénes son los titulares del derecho a la autonomía,
quedan reflejados en el artículo 143.1 de la Constitución española:
1. Las provincias limítrofes con características históricas, culturales y
económicas comunes.
2. Los territorios insulares.
3. Las provincias con entidad regional histórica (son las actuales
comunidades autónomas uniprovinciales, como La Rioja, Región de
Murcia, Comunidad de Madrid, Principado de Asturias, Cantabria y
Comunidad Foral de Navarra).
Lo que no precisó la Constitución española fue el alcance de los términos
nacionalidades y regiones.
Se reconoce que hay dos categorías, pero no se entra en el debate de cuáles
son regiones y cuáles son nacionalidades. Tampoco se dibujó el mapa
autonómico, lo que es lógico, puesto que a priori no se sabía qué provincias
iban a ejercer su derecho a convertirse en Comunidades Autónomas ni con
qué otras provincias iban a integrarse.

El contenido de la autonomía es fundamentalmente político.


La Constitución española añade en su artículo 137.1 que los municipios,
provincias y Comunidades Autónomas que se constituyan “...gozan de
autonomía para la gestión de sus respectivos intereses”, pero ello no debe
llevar a considerar que la autonomía local, es decir, la de los municipios y
provincias, es igual a la de las Comunidades Autónomas puesto que a éstas
se les reconoce capacidad de autogobierno, lo que supone que también
tienen capacidad legislativa propia, es decir, potestad para elaborar sus
respectivas leyes, que tendrán el mismo rango que las leyes aprobadas por
las Cortes Generales.

La autonomía es un poder limitado.

La autonomía se incardina en la unidad de España y tiene dos límites


fundamentales:
● Hay competencias que son exclusivas del Estado (art. 149.1 CE).

● La unidad del Estado se articula sobre los principios de solidaridad


entre las Comunidades Autónomas (arts. 2 y 138.1 CE), la igualdad
entre Comunidades Autónomas (art.138.2 CE), la igualdad de
derechos y obligaciones de los ciudadanos (art. 139.1 CE) y la
unidad económica de España (art. 139.2 CE).

El contenido de la autonomía no es necesariamente homogéneo.

El contenido de la autonomía no es necesariamente homogéneo. Por un


lado, la Constitución española diferenció y7dos tipos de Comunidades
Autónomas según el grado de autonomía que podían asumir en un primer
momento. Por otro, hay que tener en cuenta que en virtud del principio
dispositivo, cada Comunidad Autónoma decidió qué competencias asumir
dentro de las ofrecidas en el artículo 148.1 CE. Además, los llamados
“hechos diferenciales” también afectan a las competencias de las
Comunidades Autónomas.
Tema 2 la constitución

2.1 el constitucionalismo como movimiento histórico


2.2 los conceptos de constitución
2.3 constitución material y constitución formal
2.4 estructura y contenido de la constitución
2.5 clases de constitución

2.1 el constitucionalismo como movimiento histórico

Cualquier argumento que se utilice para dar a conocer la ciencia del derecho
constitucional ha de pasar inevitablemente, como paso previo, por conocer la
constitución, pues es obvio que su contenido, en cuanto que resulta
obligatorio, constituye el derecho constitucional.

Sin embargo, el termino “constitución” a lo largo de la historia no ha sido


utilizado de forma univoca. Ello hace que podamos observar, pues, diversas
descripciones acerca de la constitución conforme a la cual se han venido a
consignar los usos que dicha expresión tenia entre las diversas cultural de la
antigüedad, tales como la civitas romanas, las antiguas polis griegas o,
incluso, la cultura bizantina. Del mimo modo, en la edad media, la
constitución de la comunidad venia a aludir a la forma de organización
politica (cartas, pactos o fueros) que adquirirá progresivamente el
significado de “legislación”. Por consiguiente, se ha podido hablar de un
constitucionalismo antiguo, referido a normas, principios y resoluciones
judiciales que incluso antes del periodo medieval regulaba las actitudes de
reyes, emperadores, parlamentos y tribunales, confiriendo de este modo sus
competencias y limites.

Hechas, pues, estas aclaraciones, conviene precisar inmediatamente que en


realidad la noción moderna de “constitución” surge en torno a una serie de
importantísimos acontecimientos que marcarán el nuevo rumbo de la
historia. En lo fundamental: a) entran a liza los conceptos de comunidad y
estado; b) la protección judicial de los pactos y el nacimiento de los civil
rights; c) la aparición de las cartas de las colonias inglesas en Norteamérica;
y d) el auge de la doctrina moderna del derecho natural.
Como resultado, el constitucionalismo moderno, surgido tras las
revoluciones de finales de siglo VXIII (con la excepción de Inglaterra), sitúa
a la constitución, ante todo, como una norma fundamental plasmada en un
texto escrito que abarca la idea de organización en el sentido de estructurar
racionalmente las instituciones políticas y una serie de derechos
irrenunciables del individuo. En efecto, el movimiento constitucionalista
surgido desde entonces no ha tenido otro objeto, pues, que someter el poder
al derecho establecido por la sociedad.

Con todo, hay que tener presente que el proceso constitucionalizador, en lo


fundamental, no se ha extendido de modo progresivo y continuó. Antes, al
contrario, se ha desarrollado en sucesivas oleadas marcadas principalmente
por los movimientos revolucionarios o las guerras mundiales.

Desde esta perspectiva especifica, comúnmente se han venido distinguiendo


cuatro grandes periodos en la difusión del derecho constitucional clásico: a)
el periodo posterior a la independencia americana y la revolución francesa
de 1789; b) la época que siguió a las revoluciones francesas de 1830 y 1848;
c) la etapa inmediata que se produce al termino de la primera guerra
mundial; d) el ciclo que comienza desde la finalización de la segunda guerra
mundial.

A) LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA INDEPENDENCIA


AMERICANA

En efecto, la declaración de la independencia americana de 4 de julio de


1776, la posterior constitución de estados unidos de 1787 y la revolución
francesa de 1789 marcaron un hito (con la salvedad del peculiar
constitucionalismo británico) en la historia del constitucionalismo por
diversos países (Suecia, España; noruega, etc.)

Hay que hacer notar, no obstante, que, aunque es cierto que


cronológicamente la independencia americana se produce con anterioridad,
no por ello resulta ser mas importante. En esto, puede afirmarse que la
revolución francesa puede ser considerada como la revolución por
antonomasia que de paso dio origen al régimen constitucional, sobre todo,
por el marcado carácter universal de sus principios.

B) LAS REVOLUCIONES FRANCESAS DE 1830 Y DE 18848:


CONSECUENCIAS

También las revoluciones acaecidas en Francia en 1830 Y 1848 tuvieron


consecuencias de gran calado para el movimiento constitucional. De una
parte, la revolución de 1830 logra una gran influencia en el
constitucionalismo europeo. Así, en la constitución belga de 1831,
configurado bajo la forma de una monarquía parlamentaria, cuya influencia
se hizo sentir a lo largo del siglo XIX sobre la Europa occidental y aun en la
parte oriental (entre otros países, Rumanía, Bulgaria, Grecia y Serbia).

Por otra parte, conviene hacer notar que la revolución de 1848 también tuvo
una gran trascendencia en la conciencia del Pueblo Europa, provocando
cambios profundos en países como Polonia Alemania o Italia, entre otros.

C) EL CONSTITUCIONALISMO DE LAS POSTRIMERIAS DE LA


PRIMERA GUERRA MUNDIAL

El constitucionalismo democrático tras la primera gran guerra se vio


impulsado, de una parte, por la creación de nuevos estados nacionales tras la
caída de los antiguos imperios (Austria, Alemania, Turquía, etc). De otra
parte, una nota de características de este periodo lo constituye el que la
mayoría de los nuevos estados adoptarán gobiernos republicanos como
reacción a las monarquías autoritarias depuestas (Finlandia, Polonia,
Yugoslavia, etc), Y del mismo modo, países como Irlanda, Grecia o España,
junto a los estados que había perdido la guerra, adoptaran constituciones de
corte democrático.

Por lo demás, y al margen de la hoy desaparecida Unión Soviética, el


periodo la mayoría de los países se caracterizaron por lo que se dio en
denominar “parlamentarismo racionalizado”. En efecto, la propia dinámica
que vivió parlamentarismo europeo en las últimas décadas del siglo XIX y
parte del siglo XX bajo el ideal según el cual “todo gobierno que queda en
minoría como consecuencia de una votación importante, debe dimitir”, había
traído consigo en la uso frecuente de mociones en el parlamento,
propiciando con ello una gran inestabilidad gubernamental. Con la
restauración de estas nuevas reglas parlamentarias tras la Primera Guerra
Mundial se lleva a cabo una regulación formal y detallada de las relaciones
entre parlamento y el ejecutivo en el que se establecen condicionantes Y
límites al primero, pero que derivará en una mayor estabilidad de los
gobiernos.

D) EL MOVIMIENTO CONSTITUCIONALISTA TRAS LA


SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

En líneas generales, y más allá de las diversas influencias que acompañaron


al constitucionalismo europeo inmediato a la finalización de la Segunda
Guerra Mundial (con una Europa segmentada entre las democracias
populares occidentales y las constituciones de influencia soviética), has sido
este periodo cuando se ha asentado definitivamente el constitucionalismo
democrático en Europa Occidental, con un reforzamiento de los elementos
democráticos, el sistema ganancial de los derechos de los ciudadanos, así
como una mayor racionalización aún del sistema de gobierno. Fenómeno
este qué en los últimos años se ha ido extendiendo también a casi la totalidad
de los estados europeos.

También cero después de finalizada la Segunda Guerra Mundial cuando el


constitucionalismo logrará un gran impulso fuera del continente,
fundamentalmente Como consecuencias de sucesivas oleadas
descolonizadoras surgido en distintos estados de África y Asia

2.2 LOS CONCEPETOS DE CONSTITUCIÓN

Es siempre una constante en la ciencia del derecho tratar de clarificar las


diversas nociones que aparece en su ámbito y así poder establecer sus notas
esenciales.

Cabe plantear ahora algunas ideas relativas al significado de la constitución,


de distinguir los rasgos con que esto pueden ser designados. En definitiva,
destacar y clarificar sus diversas acepciones.

En línea generales, se ha advertido muy justamente que no existe otra


constitución que la constitución democrática: un modo de ordenación de la
vida social en el que la titularidad de la soberanía corresponde a las
generaciones vivas Y en el que, por consiguiente, las relaciones entre
gobernantes y gobernados están reguladas de tal modo que estos disponen de
unos ámbitos reales de libertad que les permite el control efectivo de los
titulares ocasionales del poder.
Añadamos, no obstante, que en este ámbito la doctrina iuspublicista ha
elaborado distintas definiciones acerca de la constitución. Bajo este enfoque,
es posible ordenar el término constitución entre grandes concepciones:

A) CONCEPCIÓN RACIONAL-NORMATIVA

Como es sabido, el derecho constitucional surge con una finalidad precisa:


garantizar en el marco del estado, junto a ciertos derechos de esenciales, la
libertad del individuo. Este criterio aparecería postulado en las primeras
constituciones escritas, en cuyos textos quedaban fijados los parámetros
esenciales de la organización del estado.

Esta ideología trae consigo, al menos, dos aspectos fundamentales

1º) no otra cosa cabe entender de la Constitución Sino como producto de la


voluntad de las personas para convivir libremente en la comunidad política.
Conforme a ello no puede hablarse propiamente Constitución si no existe en
la sociedad un sistema que garancial de los derechos de los ciudadanos y no
aparece determinada la división de los poderes públicos

2º) esta concepción ideológica presenta también un segundo aspecto no


menos importante: la constitución se configura como una auténtica norma
jurídica, fruto del acuerdo libre y voluntarios de la sociedad, dirigida a
establecer las reglas de organización del Estado y sus poderes. Por
consiguiente, no cabe considerar como verdaderas constituciones aquellos
documentos o cartas que los monarcas otrora Tiempo concedían (cartas
otorgadas), O aquellas constituciones configuradas a la sombra de estados
dictatoriales.

B) CONCEPCIÓN HISTÓRICO-TRADICIONAL

A diferencia de la noción anterior, que a toda costa intenta garantizar los


derechos del individuo y eliminar la arbitraria del poder, la concepción
histórico tradicional (propia de los ciclos contrarrevolucionarios Y el
liberalismo doctrinario) aparece sustentada ideológicamente bajo una
perspectiva bien distinta. En defecto, cada pueblo ostenta su propia
constitución, producto de su particular devenir histórico. Por tanto, texto
constitucional no puede ser, en contraposición a la ideología racional
normativa, fruto de la razón y el acto libre y voluntarios del individuo.
Llevada esta perspectiva a sus propios términos, la constitución expresa los
rasgos característicos de cada pueblo Y está es indisponible, aunque siempre
puede ser reforma conforme a la evolución de los tiempos.

C) CONCEPCIÓN REALISTA O SOCIOLOGICA

Esta corriente doctrinal acusa, de otra parte, un punto de vista sobre la


Constitución. Su versión de la Constitución se sustenta, ciertamente, en una
realidad simple: la constitución no puede tener otra tarea que la de acometer
la realidad existente en la comunidad política. Se trata, pues, de una visión
de la Constitución interesada fundamentalmente en la configuración real, el
funcionamiento y las relaciones entre los diversos poderes existentes en la
comunidad política. En definitiva, la Constitución trata de devenir Como una
norma fundamental donde se identifica la realidad política de un pueblo.

2.3 CONSTITUCIÓN MATERUAL Y CONSTITUCIÓN FORMAL

Como hemos dicho, la noción de Constitución aparece sujeta a diversas


interpretaciones, Y de ahí, lógicamente, que aparezcan diferentes
formulaciones Y manifestaciones en su identificación.

Mas alla de todo ello, sin embargo, constituye una tarea esencialmente
distinta cuando acontece determinar el carácter y material de la Constitución.
Aludimos con ello, de una parte, a la constitución en sentido formal, Y de
otra parte, a la constitución en sentido material.

Podemos decir, en efecto, que desde la perspectiva formal la constitución se


manifiesta Como aquella norma jurídica especifica, distintas a la restantes
normas del ordenamiento jurídico, debido esencialmente a su posición en la
jerarquía normativa; esto es, porque el procedimiento de su aprobación Y
reforma está sujeto a unos requisitos específicos.

Por otra parte, el sentido material de la Constitución se centra


fundamentalmente en tratar de indicar el conjunto a los elementos
organizadores del estado. Bajo esta perspectiva, podemos decir que la
Constitución en sentido material aparece como aquel conjunto de normas
jurídicas que, Mas all de su carácter formal, regula los aspectos esenciales de
la comunidad política. En esencia, la forma de estado, la organización y
funcionamiento del poder público, Y de los derechos y libertades de los
ciudadanos

2.4 ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÓN

De otro lado, la ciencia constitucionalista llama la atención distinguiendo


tradicionalmente la estructura de las constituciones en dos grandes y
principales bloques: el dogmático y el orgánico.

Establecido así, la parte dogmática hace referencia al conjunto de derechos y


libertades correspondientes a los ciudadanos, lo que no deja de suponer un
ámbito que pertenece al individuo y que debe ser respetado por el estado.

Por otra parte, la organización, composición, funciones y funcionamiento de


los poderes públicos, así como el nexo de relaciones entre los mismos,
constituye en si la denominada parte orgánica.

Si embargo, aunque en esta clasificación esta la base de toda constitución, lo


cierto es que habitualmente la estructura de los textos constitucionales no
aparece invariablemente dispuesta bajo un “bloque dogmático” y un “bloque
orgánico”, sino que se encuentra indefectiblemente estructurara en títulos,
capítulos, secciones, artículos, así como otro tipos de disposiciones.

Conforme a esta perspectiva, interesa llamar la atención sobre algunos


aspectos que no tienen un fácil encaje. Tal es el caso, en primer lugar, de
aquellos preceptos de los textos constitucionales que difícilmente pueden
encontrar “encaje” en la parte dogmática o en la parte orgánica (vgr. La
descripción de la bandera nacional o la determinación de la capital del
estado).

De otra parte, también al amparo de esta distinción tradicional, puede haber


preceptos cuya ubicación puede aparecer indistintamente en una u otra parte
(vgr. El derecho de acceso a cargos públicos)

En fin, resta efectuar por último algunas consideraciones acerca de los


“preámbulos” de los textos constitucionales. En principio, vaya por delante
advertir que no todas las constituciones poseen un “preámbulo”. Sin
embargo, el reflejo de estos en los documentos constitucionales ha originado
diversos posicionamientos en la doctrina jurídica: desde las distintas
manifestaciones en orden a considerar la oportunidad de incluirlos o no en la
constitución o, en fin, el valor y el reconocimiento jurídico que pueden
alcanzar los mismos.

De otra parte, hay que decir que no existe una forma única ni un único
modelo respecto del contenido de las constituciones. Tampoco es el caso
aquí de exponer los diversos contenidos que pueden ofrecer las
constituciones, pero si conviene tener presente que casi todos los textos
constitucionales profesan unas características ciertamente similares. Dentro
de las constituciones, pues hay lugar habitualmente para distinguir diversos
contenidos, tales como los siguientes:

a) La declaración de los principios fundamentales que persigue el poder


constituyente
b) El reconocimiento y establecimiento de un adecuado sistema de
garantías de los derechos fundamentales y las libertades públicas de
los ciudadanos
c) El establecimiento de determinados principios programáticos respecto
de las políticas sociales y económicas
d) La regulación de la organización, competencias y funcionamiento de
los distintos órganos del estado, así como las relaciones existentes
entre los mismos.
e) La regulación, en su caso, de la distribución territorial del poder del
estado
f) La regulación, por ultimo, de los diferentes instrumentos necesarios
para reformar el texto constitucional

2.5 CLASES DE CONSTITUCIONES

Sobre el análisis general de las constituciones como telón de fondo, las


distintas clasificaciones ofrecidas por la doctrina han sido múltiples. Sin
embargo, en función de ese objetivo clasificatorio tradicionalmente los
autores han coincidido en distinguir los siguientes tipos de constituciones:

a) Constituciones escritas y no escritas o consuetudinarias. Hay que


decir respecto de estas ultimas que si bien tuvieron una importancia de
primer orden en los periodos contrarrevolucionarios europeos de la
primera mitad del siglo XIX, donde el carácter “consuetudinario” se
pretendía fundir con la “historia”, contrapuesta aquella a la razón; en
la actualidad resulta difícil concebir constituciones consuetudinarias,
mas aun ante las complejas exigencias sociales, económicas e
institucionales que necesitan regular las constituciones de los estados.

b) Derivadas de la amplitud del propio texto constitucional, pueden


clasificarse en constituciones extensas o breves. En este sentido, se
ha objetado que tanto la brevedad como la excesiva amplitud
presentan ciertos peligros: el excesivo laconismo permite al legislador
ordinario introducir modificaciones en materias que deberían tener la
fijeza que solo puede procurarles su inserción en la constitución. De
otra parte, la excesiva minuciosidad podría obligar a revisar la
constitución por cuestiones minúsculas con evidente desprestigio de la
misma.

c) Conforme a su procedimiento de reforma, podemos hablar de


constituciones rigidas y flexibles. Asi, son constituciones rigidas
aquellas cuya reforma queda constreñida a un organo y/o un
procedimiento diferente del utilizado para modificar las leyes
ordinarias. Por el contrario, las constituciones flexibles son aquellas
que encauzan su modificación a traves de un organo y un
procedimiento legislativo ordinario

d) Tambien pueden clasificarse las constituciones en originarias o


derivadas. En función de la misma, las primeras son aquellas que
aportan aspectos novedosos y originales. Por su parte, las
constituciones derivadas no hacen otra cosa que seguir otros
prototipos constitucionales, adoptándolos a sus propias necesidades.

e) Por ultimo, y en base al grado de su eficacia, LOEWENSTEIN en su


dia vino a realizar la siguiente clasificación:

a) Constituciones normativas, donde existe una concordancia entre


el documento constitucional y la realidad donde este se
circunscribe.
b) Constituciones nominales, aquellas que no logran que sus
preceptos se cumplan, en esencia porque las circunstancias sociales
y políticas no lo permiten
c) Constituciones semánticas, aquellas cuyo objetivo no es otro que
tratar de encubrir bajo una aparente legitimidad el mantenimiento y
la protección de determinados grupos de poder

Tema 3. LA DINÁMICA DE LA CONSTITUCIÓN.

3.1. El poder constituyente y los poderes constituidos.


3.2. El proceso constituyente y la transición política en España.
3.3. Las fuentes del Derecho Constitucional.
3.4. La interpretación de la Constitución.

3.1. El poder constituyente y los poderes constituidos.

El concepto de poder constituyente está unido al concepto de Constitución


como el creador de la criatura. Tanto desde el punto de vista lógico como
histórico el poder constituyente es una necesidad para la Constitución
escrita. La Constitución no puede ser pensada racionalmente si no es a partir
del poder constituyente. La Constitución no hubiera podido imponerse
históricamente sin la afirmación práctica a finales del siglo XVIII del poder
constituyente.
Allí donde la razón y la historia pudieron ir juntas en el proceso de
construcción del Estado, como ocurrió en los Estados Unidos de América, en
los que no hubo que vencer resistencia de una forma política con vigencia
secular, sino que se pudo empezar prácticamente de cero, la afirmación
teórica y práctica del poder constituyente se produjo de manera espontánea,
como algo que cae por su propio peso. El poder constituyente reside en el
pueblo; el ejercicio práctico de ese poder constituyente se traduce en la
Constitución; y la Constitución en cuanto producto del poder constituyente
tiene que estar por encima de los poderes constituidos.
A esta concatenación de razonamientos lógicos es a lo que se reduce la
teoría y la práctica del poder constituyente en los Estados Unidos. Por eso, el
poder constituyente en cuanto tal no ha sido un concepto problemático
en el Derecho Constitucional americano. La teoría y la práctica del poder
constituyente coinciden, empezando y acabando ambas en el proceso que
condujo a la redacción del Preámbulo de la Constitución Federal de 1787:
“Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos…, ordenamos y establecemos
esta Constitución…”
En el continente europeo, por el contrario, el poder constituyente ha sido un
concepto problemático desde sus orígenes hasta casi nuestros días. No por
razones de tipo teórico, sino por motivos exclusivamente históricos. Como
todos los elementos centrales del concepto de Constitución, el poder
constituyente también ha estado dominado por el enfrentamiento entre el
Antiguo Régimen y el Estado Constitucional a lo largo de todo el siglo XIX
y por las dificultades del proceso de democratización del Estado en la
primera mitad del siglo XX.
El poder constituyente es aquel poder de naturaleza extraordinaria, en
virtud del cual un pueblo que carece de Constitución se da una Norma
Fundamental de convivencia.
La atribución a la comunidad política del poder de establecer una
Constitución supone que ésta deriva de la voluntad popular, y en ella
encuentra su legitimación.
Este principio ha conducido a la distinción entre poderes constituyentes y
poderes constituidos.
El poder constituyente originario es previo a la Constitución, hace la
Constitución. El poder constituyente constituido es obra de la Constitución,
la cual lo regula y somete a procedimiento. Mientras los poderes
constituidos son poderes de naturaleza jurídica, en la medida en que su
formación y el ejercicio de sus competencias están definidos en la
Constitución, el poder constituyente originario, por ser él mismo el origen de
todo derecho, no puede tener tal naturaleza. El poder constituyente es previo
al derecho, opera en una suerte de vacío jurídico y, en consecuencia, no
puede ser interpretado jurídicamente.
Las notas definitorias del poder constituyente son:

1. Es originario, no es creado por ninguna norma jurídica anterior,


sino directamente expresión de la voluntad popular.
2. Es libre, no se encuentra limitado ni condicionado por norma
jurídica alguna.
3. No está regulado jurídicamente.
4. Es un poder creador de Derecho, pero no deriva del Derecho.
5. Es extraordinario.
6. Es permanente, aunque discontinuo.
7. Es unitario e inalienable.

Las notas definitorias de los poderes constituyentes constituidos son:

1. Son poderes creados y establecidos por una Constitución de la


que deriva su legitimidad.
2. Están sometidos a las regulaciones y mandatos constitucionales
relativos a su composición y funcionamiento.
3. Su ejercicio será legítimo y jurídicamente correcto en cuanto
se adecue a los preceptos constitucionales.
4. Al igual que el poder legislativo deriva de la Constitución y está
regulado por ella, pero a diferencia de éste, puede modificar la
Constitución, incluso en su totalidad.

A la luz de la experiencia histórica se impone hacer ciertas


consideraciones:

1. Que el poder constituyente originario se ha manifestado en


aquellos casos en que ha debido establecerse un nuevo orden
constitucional rompiendo con los principios anteriores.
2. Que el desarrollo del principio democrático ha supuesto que la
voluntad de la comunidad política deba expresarse a través del
voto de todos sus miembros.
3. No faltan Constituciones cuyo origen ha sido una concesión o
pacto, pero han ido adquiriendo legitimidad popular sin
intervención de un poder constituyente que quebrará el
ordenamiento jurídico.
4. El ejercicio del poder constituyente no aparece radicalmente
independiente de las normas jurídicas preestablecidas.

3.2. El proceso constituyente y la transición política española.


El proceso constituyente español, que se desarrolla entre la muerte del
General Franco en noviembre de 1975 y la publicación de la Constitución
Española de 1978, es un proceso histórico complejo que se descompone en
dos operaciones claramente diferenciadas: una primera, en la que se procede
a la voladura controlada del Régimen Político resultante de la Guerra Civil,
y otra segunda, en la que la sociedad española protagoniza un proceso
constituyente relativamente convencional. Aunque ambas forman parte de
un mismo proceso histórico, se trata de dos operaciones de naturaleza
compleja distinta, que tienen que ser analizadas de forma separada.
Aunque el Régimen Político nacido de la Guerra Civil no llegó nunca a
disponer de una Constitución Política, sí dispuso de una serie de normas,
denominadas Leyes Fundamentales, a través de las cuales fue dotándose de
una serie de instituciones políticas inspiradas en el corporativismo fascista
italiano bautizado con una terminología arcaizante. Tales Leyes
Fundamentales serían aprobadas, en número de siete, entre 1938, que se
dictó el “Fuero del Trabajo”, y 1967 que se dictó “La Ley Orgánica del
Estado”.
Lo más significativo de tales Leyes Fundamentales consistía en que para su
reforma era necesaria la aprobación de la misma por las Cortes y su
ratificación posterior en referéndum. Como en el momento de la muerte del
General Franco tales Leyes Fundamentales estaban en vigor y las Cortes en
ellas previstas estaban constituidas, únicamente cabían dos alternativas: o la
ruptura de la legalidad desde fuera o la ruptura de la legalidad desde dentro.
Este último será el proceso que se seguirá en la práctica. La ruptura de las
Leyes Fundamentales necesitará de dos fases, que coinciden con los dos
primeros gobiernos de la Monarquía, el presidido por Arias Navarro y el
primero de los presididos por Adolfo Suárez. La primera que va de
diciembre de 1975 a junio de 1976, se caracterizó por el intento de mantener
sustancialmente el Régimen, maquillando su entramado institucional
autoritario con ciertos retoques en lo que a la composición de las Cortes se
refería. Fracasada esta primera fase, se iniciaría la segunda que va de junio
de 1976 a diciembre de 1978, orientada a la sustitución del Régimen por una
democracia constitucional sobre la base del respeto de la
legalidad heredada y de la dirección del proceso por los mismos poderes del
Régimen: el Rey, el Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, y el
Presidente del Gobierno.
El instrumento jurídico a través del cual se llevaría a cabo la operación sería
la “Ley para la Reforma Política”, cuyo proyecto es aprobado por el
Gobierno en septiembre de 1976. Formalmente se presenta como una Ley
Fundamental más. Materialmente es una Ley instrumental para una futura
operación constituyente
La Ley para la Reforma política (LRP) es una norma puente que permite la
reforma de la esencia de las Leyes Fundamentales Franquistas para pasar a
una nueva legalidad desde el respeto a la legalidad existente. Permitió el
paso pacífico de la legalidad franquista a la legalidad democrática de la
Constitución de 1978.
Durante el otoño de 1976 la “Ley para la Reforma Política” va dando todos
los pasos requeridos para la modificación de las Leyes Fundamentales: el 8
de octubre obtiene el dictamen favorable del Consejo Nacional del
Movimiento, el 18 de noviembre es aprobada por las Cortes y el 15 de
diciembre la aprobación en referéndum.
A partir de ese momento, una vez afirmado de manera inequívoca el nuevo
principio de legitimidad al que va a responder la futura organización del
Estado, soberanía popular y vinculación de los poderes del Estado a los
derechos inviolables de la persona, se inicia lo que se podría calificar como
el proceso constituyente propiamente dicho.
La LRP emplazaba al Gobierno a la creación de una normativa electoral
reguladora de elecciones generales a Cortes, presumiblemente
constituyentes.
El Decreto-ley de 18 de marzo de 1977 estableció las bases de la Ley
Electoral con respecto a lo establecido en la LRP y sobre la forma de
composición de las dos Cámaras. El Congreso con un sistema proporcional y
el Senado con un sistema mayoritario.
El 15 de junio tienen lugar las elecciones a Cortes en virtud de la Ley para la
Reforma Política, cuyos resultados no dejan lugar a dudas sobre el carácter
de Cortes Constituyentes que las mismas van a tener.
La cuestión política principal era el dilema dictadura o democracia. Al que
se subordinaba el otro debate sobre la Monarquía o República. Se ponía en
evidencia la necesidad de consenso, pues ni el Gobierno tenía suficiente
legitimidad para imponer su reforma ni la oposición tenía fuerza para
imponer la ruptura.
El método constituyente adoptado por las fuerzas políticas con
representación parlamentaria fue que la Comisión de Asuntos
Constitucionales del Congreso elaborase un anteproyecto de Constitución.
Esta solución era la más democrática pero resultó más lenta y compleja.
En el proceso constituyente ante las Cortes podemos distinguir cinco fases:

1. Fase de redacción.
2. Fase de discusión en el Congreso de los Diputados.
3. Fase de discusión en el Senado.
4. Fase final de conciliación parlamentaria.
5. Fase de aprobación por referéndum nacional.

Ratificada la Constitución en referéndum se procedería a la sanción Real en


sesión conjunta de ambas Cámaras el 27 de diciembre. El 29 de diciembre se
publicaría en el BOE, entrando en vigor ese mismo día con arreglo a su
Disposición Final.
Como puede verse, el proceso constituyente español fue un proceso largo,
considerablemente más largo de lo que suele ser normal en el Derecho
comparado que tuvo que combinar el desmantelamiento de un régimen
autoritario y no constitucional, siguiendo los mecanismos de reforma por él
mismo previstos y un proceso constituyente relativamente convencional en
el que se dieron prácticamente todas las fases o etapas que caracterizan a un
proceso constituyente como proceso democrático y, por tanto, legítimo. Lo
ocurrido desde entonces no ha hecho más que confirmar que así fue de
manera inequívoca.
El método adoptado para la redacción de la Constitución es una de las
razones de que el proceso constituyente se prolongase excesivamente en el
tiempo y se haga necesario acudir a la técnica del consenso político para
progresar en distintas etapas de su redacción.
Las notas definitorias del texto constitucional resultantes serían las que
siguen:

1. Es una Constitución poco original.


2. Excesivamente larga.
3. Imprecisa.
4. Es una Constitución rígida.
5. Adecuada a la realidad del país.
6. Tiene un potencial transformador.
7. Es una Constitución inacabada.

3.3. Las fuentes del Derecho Constitucional.

La Constitución es la norma que determina como deben dictarse las demás


normas del ordenamiento, es así una fuente de las fuentes del Derecho, es
una norma de normas, porque especifica los procedimientos y sujetos
capacitados para la elaboración de las normas jurídicas.
El término fuentes del Derecho en sentido técnico jurídico hace referencia a
las distintas manifestaciones del derecho en un ordenamiento dado, o los
distintos elementos que integran un ordenamiento, leyes, decretos,
sentencias, costumbres, etc.
Por tradición histórica la enumeración y prelación de las fuentes se
encuentra en el Código Civil, según el art. 1 CC las fuentes del
Ordenamiento Jurídico español son: la ley, la costumbre y los principios
generales del Derecho.
La Constitución regula los elementos que se consideran fundamentales en el
ordenamiento, la configuración del resto del ordenamiento por regla general
se confía la Ley. Son dos tipos de normas formalmente distintos. La
Constitución como norma del poder constituyente establece al poder
legislativo, sus competencias y límites. La Ley como obra del legislador, en
virtud de las atribuciones conferidas por la Constitución, está subordinada a
la norma constitucional.

La Ley.

La Ley es la categoría normativa básica del ordenamiento jurídico, es la


expresión de la voluntad popular. Norma directamente infraordenada a la
Constitución y a la cual se subordinan el resto de las normas del
Ordenamiento Jurídico.
La ley y la Constitución representan dos tipos de normas distintos.
En algunos ordenamientos la Constitución se remite para la regulación de
aspectos de relevancia fundamental a normas de carácter legal. Confiere a
determinadas leyes unas especiales características formales. Crea las
denominadas leyes constitucionales u orgánicas de manera separada y
diversa del procedimiento legislativo ordinario. Sitúa a estas leyes en una
posición intermedia entre la Constitución y las leyes ordinarias.
Se persigue que las materias así reguladas tengan una cierta estabilidad, por
otro se pretende que dispongan de una amplia legitimidad.
La remisión constitucional a leyes orgánicas plantea dos objeciones:

● La primera, si puede un grupo reducido bloquear la voluntad


mayoritaria cuando no alcanza la mayoría cualificada.
● La segunda, es el peligro de que mayorías coyunturales pueden
aprovechar su posición para efectuar una congelación del rango de
determinada materia.

La jurisprudencia.

La aplicación por los Tribunales de las normas constitucionales viene a


precisar su efectivo alcance y su interpretación: la eficacia del Derecho
resulta de su aplicación judicial al caso concreto, ello tanto en lo referente a
los Tribunales ordinarios como para el Tribunal Constitucional.

Los jueces deben limitarse a aplicar la norma preexistente a casos singulares.


Cuando la norma general a aplicar es la Constitución debe entenderse que
ésta sólo puede ser creada por el poder constituyente, no por el juez. Este
aplica el Derecho pero no lo crea.
Si bien el juez no crea normas nuevas al aplicar, precisar, interpretar y
aclarar el Derecho, viene, de hecho, a establecer el contenido de esos
preceptos que resultan en esa interpretación vinculantes para los demás
poderes.

La costumbre.

Dadas las características del Derecho Constitucional resulta inaplicable a su


ámbito la teoría general de la costumbre como fuente de nuestro Derecho.
Cosa muy diferente es la existencia de prácticas y usos arraigados en el
funcionamiento de los poderes públicos. Estos usos y costumbres son
normas cuya contravención no acarrea sanciones, no pueden alegarse ante
los Tribunales, no tienen efectos jurídicos.

3.4. La interpretación de la Constitución.

Se plantea el problema de la interpretación de la Constitución una vez que


ésta se afirma como norma jurídica. La operación de interpretar la ley y la
Constitución son distintas por el objeto, el intérprete y la finalidad.
La Constitución es una norma jurídica y, como tal, es y debe ser objeto de
interpretación por los operadores jurídicos. El TC no es su único intérprete,
porque todos los operadores jurídicos la interpretan, pero sí es su intérprete
supremo.
El TC ha negado la validez de las leyes sólo interpretativas de la
Constitución, cerrando el paso a cualquier otra interpretación posible.
Los argumentos e instrumentos de interpretación constitucional no se
diferencian de los utilizados con carácter general, la diferencia debe
encontrarse en el diferente carácter de la norma constitucional.
Se acostumbra a citar los cuatro métodos interpretativos que acuñó Savigny:
literal, lógico, histórico y sistemático. El método de interpretación
constitucional parte de un supuesto distinto del método de interpretación de
las normas jurídicas.
Aunque las reglas tradicionales son necesarias para interpretar la
Constitución no son suficientes por lo que es necesario un método específico
de interpretación que es el “método tópico”, la interpretación constitucional
es el resultado de la confluencia de tres circunstancias:

1. La Constitución tiene una estructura peculiar que la diferencia de las


demás normas jurídicas.
2. La remisión constitucional al legislador para que cree derecho dentro
del marco fijado por la propia Constitución.
3. La existencia de un límite, impreciso pero límite, que llegado el caso
el TC puede y debe hacer valer frente al legislador.
La interpretación constitucional es una cuestión de límites. Primero por parte
del legislador, que tiene que analizar los límites que le marca la Constitución
al dictar la norma. En segundo lugar, el TC que tendrá que revisar si los
límites constitucionales del legislador son los que él considera como tales o
no.
La doctrina y la jurisprudencia han ido señalado una serie de principios de la
interpretación constitucional:

1. El principio de unidad de la Constitución. La interpretación tiene


que estar orientada siempre a preservar la unidad de la Constitución
como punto de partida de todo el ordenamiento jurídico.

2. El principio de concordancia práctica. Con este principio se


pretende optimizar la interpretación de las normas constitucionales
entre las que puede darse una relación de tensión en la práctica. Por
ejemplo, en las relaciones entre el derecho al honor y la intimidad y
la libertad de información, o entre los principios de libertad y
seguridad. Hay que interpretar la Constitución de tal manera que no
se produzca el sacrificio de una norma o valor constitucional en aras
de otra norma o valor. La tarea de ponderación de valores o bienes
constitucionalmente protegidos es importantísima en la
interpretación constitucional.

3. El principio de corrección funcional . Se trata con él de no


desvirtuar la distribución de funciones y el equilibrio entre los
poderes del Estado diseñado por la Constitución. Tiene especial
importancia en las relaciones entre el propio Tribunal Constitucional
y el legislador.

4. El principio de la función integradora. La Constitución debe ser


un instrumento de agregación y no de desagregación política de la
comunidad. Es algo que no se puede perder de vista en la
interpretación de la misma ante cualquier conflicto.

5. El principio de fuerza normativa de la Constitución . Aunque la


interpretación de la Constitución pueda ser muy flexible, la
Constitución es norma jurídica y no puede acabar perdiendo por la
vía de la interpretación su fuerza normativa. La Constitución es
fundamentalmente límite, pero tiene que continuar siéndolo.

No se trata tanto de llegar a un contenido unívoco y concreto de la norma a


fin de poderla ejecutar con precisión al supuesto de hecho, sino de llegar a
un resultado que permita excluir la validez de los actos normativos que sean
contrarios a la Constitución.
TEMA 4. LA CONSTITUCIÓN COMO FUENTE DEL DERECHO.

4.1. LA CONSTITUCIÓN COMO NORMA SUPREMA, SUPERIOR Y


FUNDAMENTAL DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO.

4.2. LOS VALORES SUPERIORES DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO.

4.3. EL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO COMO


PRINCIPIO CONSTITUCIONAL.

4.4. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL


ORDENAMIENTO JURÍDICO.

4.1. LA CONSTITUCIÓN COMO NORMA SUPREMA, SUPERIOR


Y FUNDAMENTAL DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO.

La CE 1978 es la norma que en nuestro ordenamiento jurídico ocupa esa


posición suprema que es el resultado del concepto mismo de Constitución.
Esa posición de supremacía viene atribuida a la CE por las normas relativas
a la estructura del ordenamiento, y en concreto por la que en el derecho
español se formula de manera expresa en el art. 9.1 CE: “Los ciudadanos y
los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del
ordenamiento jurídico”.
En rigor la fórmula del art. 9.1 puede considerarse innecesaria, pues la
supremacía de la Constitución está implícitamente afirmada con la
existencia de la justicia constitucional y, en concreto, del Tribunal
Constitucional y de su competencia para invalidad las normas y actos que
contradigan los preceptos constitucionales.
La Constitución no es sólo una norma jurídica, sino que es la norma
superior del ordenamiento jurídico.
La Constitución es la norma suprema por:

● Ser la base de legitimación de la actuación de los poderes


constituidos.
● Establecer el sistema de fuentes formales del Derecho, a margen del
cual no cabe la existencia de otras fuentes productoras de normas
jurídicas.

La superlegalidad formal de la Constitución garantiza su inmunidad frente


a todas las normas, en la medida que tiene un procedimiento especial de
reforma, distinto al de las otras normas.
La superlegalidad material se manifiesta en la exigencia de que todas las
normas del Ordenamiento deben ser conformes a la Constitución,
interpretadas de acuerdo con ella, y garantizada por el establecimiento de
un control de constitucionalidad de las leyes.
Sólo se puede afirmar que se da la supremacía de la Constitución cuando el
Ordenamiento establece que el cumplimiento de los preceptos
constitucionales es obligado y, en consecuencia, que su infracción es
antijurídica.
Nuestra norma suprema autorreconoce su propia superioridad jurídica
sobre todas las demás normas. Son varios los preceptos que así lo
establecen:

1. Segú n el art. 9.1 “los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos
a la Constitució n y al resto del ordenamiento jurídico”

2. Según los arts. 161 y 164, se afirma la supremacía de la


Constitución sobre el resto de las normas del Estado, incorporando al
texto constitucional el Tribunal Constitucional.

3. En el art. 53.1. Tal supremacía de la Constitución afecta de


especial manera a los derechos y libertades reconocidos en el
Capítulo II del T. Iº.

4. La Constitución, a diferencia de las otras normas del Estado, exige


además un procedimiento de reforma, consecuencia de su
supremacía (arts. 167 y 168 C.E.).
La supremacía de la Constitución no sólo es previsible para la futura
actividad legislativa, sino que partiendo de la idea de que la norma suprema
no surge ex novo en un mundo sin normas, subsisten muchas normas de la
etapa histórica anterior. Estas sólo podrán subsistir si no van contra lo
establecido en la Constitución. Es decir, las normas jurídicas existentes en
el ordenamiento jurídico sólo pueden seguir existiendo si es posible su
interpretación para hacerlas conformes con la norma constitucional nueva.

4.2. LOS VALORES SUPERIORES DEL ORDENAMIENTO


JURÍDICO.

“España… propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la


libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político” art.1.1 CE”

En La C.E. de 1978 se pueden ver también unos valores y unos rasgos


determinantes del régimen que se pone en pie y que parecen contraponerse
al régimen anterior en el sentido propio que toda Constitución asume y
desea, de alguna manera comenzar de nuevo.
Tales valores y rasgos aparecen ya en el Preámbulo y se concretan en
general en el Título Preliminar y, especialmente, en los arts. 1 y 2, siendo
desarrollados a lo largo de todo el texto en sus diferentes apartados.
Nuestro texto fundamental no ha querido ceñirse únicamente a una
perspectiva limitada al Derecho constitucional, sino que se sitúa en un
horizonte más amplio, propio de la filosofía del derecho.
El mérito del texto español reside precisamente en esta enumeración de
carácter preconstitucional.
Se puede plantear la doble cuestión de saber si, por un lado, los cuatro
valores contemplados pueden ser considerados stricto sensu como tales.
Por otro lado, si no existen también a lo largo del resto del articulado, otros
valores que posean la misma identidad y naturaleza.
En cuanto a la primera cuestión, se ha alegado que los cuatro valores
citados podrían reducirse a dos –libertad e igualdad-, puesto que, por
distintas razones, “pluralismo político” y “justicia” son reiterativos, ya que
los conceptos que representan se encuentran insertos en las ideas de
libertad y de igualdad.
Respetando estas opiniones, creemos, sin embargo, que el legislador ha
deseado, de una u otra forma, dejar constancia del reconocimiento de estos
valores que se conciben como constituyentes.
La segunda cuestión que se plantea es dilucidar, en un sentido general, si
podría resaltar una serie de postulados que poseen también la naturaleza de
caracterizar al texto constitucional y de aparecer como principios básicos
del mismo. Pensamos que aun siendo así tales valores no serían asimilables
a los cuatro conceptos generales analizados. La razón estriba en que ha sido
deseo expreso del legislador mencionar a éstos como valores
supraconstitucionales previos a la Constitución.
Estos valores superiores proyectan su carácter normativo inmediato de dos
formas principales:

● Por una parte, porque vinculan al poder legislativo en su creación de


normas, las cuales siempre deben inspirarse en ellos, y a los
tribunales que deberán aplicarlos, en sentido negativo, para corregir
e interpretar las normas que se considere los conculcan o violan.

● Por otra parte, porque su positivación la lleva a cabo, en cierta


manera, el propio texto constitucional de la forma siguiente:

1. La libertad como valor es desarrollada especialmente en varios


artículos del Título I.

2. La justicia como valor es el contenido del Título VI, dedicado


al Poder Judicial.

3. La igualdad como valor se regula en los artículos 9.2. y 14, de


forma general, y de forma específica en algún otro como el art.
32 o el 39.
4. El pluralismo político como valor es desarrollado
especialmente en los artículos 6 y 7 de la Constitución.

4.3. EL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO


COMO PRINCIPIO CONSTITUCIONAL.

La primera opción de la C.E. se encuentra en el art. 1.1: España se


constituye en un Estado social y democrático de Derecho…
Esta compleja expresión intenta definir el régimen político, si bien éste no
cobra todo su perfil en tanto no se relacione dicho precepto con otros que
constituyen sendas opciones políticas.
Frente a quienes creen que una declaración como ésta no tiene valor
normativo, sostenemos que contiene un principio estructural de primer
orden que se desarrolla a lo largo del articulado y que, además, impregna
todo el texto constitucional y el resto del Ordenamiento jurídico.
La reforma de la propia naturaleza de estos principios equivaldría a una
revisión total de la Constitución, su modificación daría lugar a otra
Constitución.

Un Estado democrático.

No sólo el art. 1 de la C.E., sino también el Preámbulo, al afirmar que la


nación española proclama su voluntad, por un lado, de garantizar la
convivencia democrática y, por otro, de establecer una sociedad
democrática avanzada.
Un régimen democrático no es únicamente un régimen en donde el poder
procede del pueblo, sino sobre todo aquel en donde el pueblo participa, de
acuerdo con una concepción plural de la sociedad, en las decisiones del
poder y en donde la voluntad del pueblo puede llevar tan lejos el proceso
que quede abierto el camino a cualquier ideología, incluida, claro está, la
socialista.
La C.E. posibilita tal objetivo puesto que sitúa la soberanía en el pueblo,
reconoce el pluralismo político y social, al mismo tiempo que establece una
serie de instancias en diversos niveles para que el pueblo participe bien
directamente, bien por medio de representantes en las decisiones que le
afectan.
Existe base institucional suficiente para crear un Estado democrático
avanzado.

Un Estado de Derecho.

La expresión Estado de Derecho, formulada ya con intención rupturista en


el Preámbulo, es confirmada después en el art. 1 C.E. De esta manera se
señala la necesidad de que el Estado español futuro se caracterice por los
rasgos de un Estado en el que predomine el gobierno de las leyes y no el de
los hombres.
Max Weber, al formular su teoría de la legitimidad racional, es decir, la
legitimidad aceptada por los ciudadanos en base a la racionalidad que
implica la ley como fundamento de las sociedades modernas, puso también
las bases teóricas del Estado de Derecho. No es otra la concepción que la
CE 1978 quiere poner en práctica en lo que respecta al Estado a que da
lugar. Significación que tiene especial importancia por comparación con el
Estado de Leyes, que no de Derecho, existente en nuestro país durante los
cuarenta años del régimen franquista.
El pueblo español ha obtenido de forma definitiva la titularidad de la
soberanía y se acepta que la ley es la expresión de la voluntad general, se
han puesto las bases para la existencia de un auténtico Estado de Derecho
inspirado en la defensa y reconocimiento de los derechos fundamentales.
Se confirma así la teoría de que en un Estado de Derecho los derechos
fundamentales no aparecen como concesiones, sino como el corolario de la
soberanía popular, a través de cuyo principio la ley no sólo implica un
deber, sino también un derecho para el individuo.

Un Estado social.
Los redactores del texto han superado la visión individualista y anacrónica
del Estado liberal de Derecho y la han sustituido por la expresión “Estado
social de Derecho”.
Ese Estado social que se propugna es decididamente intervencionista,
activo, un Estado dotado de un ejecutivo fuerte.
Especialmente en el Capítulo III del T.I, donde se contienen los principios
rectores de la política social y económica del nuevo Estado.
De no llevarse a cabo el desarrollo de tales principios, el Estado futuro no
pasaría de ser un mero Estado demo-liberal, categoría discutible en una
sociedad moderna con profundos planteamientos socializantes.

Una monarquía parlamentaria.

El art. 1.3. C.E. señala que la “forma política del Estado español es la
monarquía parlamentaria”. Tal fórmula requiere tres observaciones
generales:

● Se ha afirmado que la monarquía en la actualidad es una forma de


Gobierno y no de Estado.
● Mantiene la monarquía cuyo origen representa el único eslabón que
enlaza el nuevo Estado democrático con el Estado franquista
anterior.
● Este régimen político se encuentra encuadrado dentro de los sistemas
parlamentarios occidentales, basados en una estructura de gobierno
derivada de la colaboración entre los poderes legislativo y ejecutivo.

Un Estado de las Autonomías.

El último principio que caracteriza al Estado configurado por la C.E., esto


es, su carácter descentralizado, aparece también como una respuesta, en
forma de contrapunto, al Estado franquista.
Sin llegar al Estado federal que preconizaba el proyecto de la República, va
más allá de la Constitución de 1931 en el doble sentido:

● Admite la realidad plurinacional y no sólo regional.

● Establece un sistema flexible de competencias.

La tipicidad de la Constitución española consiste en que el método


adoptado para crear dicho Estado de las autonomías aplaza al futuro su
total configuración.

4.4. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL


ORDENAMIENTO JURÍDICO.

La concreción del Estado de Derecho se fundamenta también en una serie


de principios informadores que se deben tener presentes a la hora de
interpretar el vigente texto constitucional.
La mayor parte de los mismos vienen expuestos en el art. 9.3 C.E., pero
algunos otros se desprenden de lo regulado en otros artículos.
En general, responden a una preocupación tradicional de los regímenes
liberales por tratar de establecer el mayor número de garantías ciudadanas
frente a los poderes públicos.
No se pueden concebir como auténticos derechos y en este sentido el TC ha
señalado ya que para su defensa no se puede acoger al recurso de amparo.

Principio de jerarquía normativa.

Señalado en el art. 9.3 CE, viene a consagrar la idea tradicional de todo


Estado de Derecho de que toda norma encuentra su validez en otra
superior.
Ante la diversidad de normas que componen el ordenamiento jurídico,
existe una regulación basada en su distinta jerarquía normativa,
comenzando por la primera de todas que es la Constitución.
Se deduce, en consecuencia, que una norma de rango inferior no puede
oponerse a otra de rango superior.
La jerarquía se adquiere por razón del órgano que crea la norma o del
procedimiento necesario para su aprobación.

Principio de competencia.

Con tal principio lo que se quiere señalar es que la regulación de


determinadas materias debe hacerse de acuerdo con determinadas normas
de manifestación del Derecho, siendo inconstitucional su regulación por
otras distintas.
No se exige que el órgano que crea cada una de estas determinadas normas
tenga que ser diferente. Un mismo sujeto de creación del Derecho puede
crear normas diversas por su materia, aunque en algunos casos el
procedimiento de aprobación sea diferente.
En nuestra Constitución rige el principio de competencia para la
delimitación de las leyes orgánicas, de los Tratados con fuerza de ley, de la
ley autonómica y de los Reglamentos de las Cámaras.

Principio de legalidad.

El principio de legalidad que es el primero al que alude el apartado 3º del


art. 9, es consagrado de forma indirecta en el apartado 1º del mencionado
artículo. En efecto, al señalar en el mismo que los poderes públicos están
sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, se está
aludiendo implícitamente a que la actuación administrativa debe estar
amparada por una cobertura legal previa.

El principio de seguridad jurídica.


Podemos distinguir hasta tres contenidos diferentes de la expresión
jurídica:

1. Por seguridad jurídica habría que entender un concepto amplio que


es casi sinónimo de la expresión Estado de Derecho.
2. En segundo lugar, podemos deducir también un concepto menos
amplio, en sentido formal, equivale a la predictibilidad del
ordenamiento jurídico.
3. Un tercer sentido mucho más restringido de la seguridad jurídica
podría ser equivalente al de la seguridad personal.

Este principio no puede erigirse en un valor absoluto, por cuanto daría


lugar a la congelación del ordenamiento jurídico existente.

El principio de publicidad de las normas.

Un Estado de Derecho exige que todos los ciudadanos puedan conocer las
normas que integran el ordenamiento jurídico.
Es un axioma común, recogido por el art. 6.1 CC, de que “la ignorancia de
las leyes no exime de su cumplimiento”.
La norma no publicada, según los requisitos exigidos, no se perfecciona y,
por tanto no se puede exigir su cumplimiento.
Este principio ya estaba recogido en nuestro CC. Su art.1 indica que las
normas sólo obligan a partir de su promulgación y, consecuentemente, de
su publicación. Su art. 2.1 aclara por su parte que las leyes entrarán en
vigor a los veinte días de su completa publicación en el BOE, si en ellas no
se dispone otra cosa.

Principio de irretroactividad.

El art. 9.3 CE menciona igualmente el principio de irretroactividad de las


disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos.
La Constitución parece romper con la tradición de nuestro país en esta
materia. El art. 2.3 del CC señala que las leyes no tendrán efecto
retroactivo si no disponen lo contrario. Es decir, según esta regla, lo normal
era la irretroactividad, y la excepción, en los casos en que se señalaba así,
los efectos retroactivos.
Opina Ignacio de Otto que no se garantiza la irretroactividad para las
disposiciones que no sean sancionadoras desfavorables ni restrictivas de
derechos individuales, de modo que, fuera de los dos supuestos sobre los
que cae la prohibición constitucional, las normas pueden ser retroactivas o
irretroactivas. Pero para ser retroactivas tendrá que decirlo expresamente.

El principio de responsabilidad de los poderes públicos.

De esta forma se constitucionaliza en el ámbito del Derecho público, un


principio tradicional en el Derecho privado que venía recogido por el art.
1902 del CC, al señalar que el que por acción u omisión causa daño a otro
interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño.
La expresión utilizada en el art. 9.3 se refiere a todos los poderes. La única
excepción a este principio es la que se refiere al Jefe del Estado, puesto que
el art. 56.3 CE indica que es inviolable y no está sujeto a responsabilidad.

El principio de la interdicción de la arbitrariedad de los poderes


públicos.

Comporta la constitucionalización de un principio esencialmente doctrinal.


La Administración para llevar a cabo su función dispone de dos tipos de
poderes: reglados y discrecionales.
La Administración para llevar a cabo su función dispone de dos tipos de
poderes: las potestades regladas y las discrecionales. Las primeras son
aquellas que vienen casuísticamente reguladas por la ley y que, por tanto,
deben adecuarse al principio de legalidad. Las segundas, por el contrario,
se basan en la libertad de acción o en la libre apreciación de las
autoridades, estando exentas de toda vinculación legal concreta, Es más, se
llega a decir así que la Administración podría hacer todo aquello que la ley
no prohíbe.
De esta forma, al ejercer su potestad en el espacio extralegal no estaría
vinculada rígidamente por el principio de legalidad y quedaría exenta de
cualquier control jurisdiccional. Incluso tal exención se podría extender
también a su potestad reglada, pues en toda decisión administrativa siempre
existe un margen de acción discrecional.
No pueden existir potestades discrecionales al margen de la ley, sino en
virtud de la ley y según lo que la ley haya dispuesto. A tal efecto se pueden
señalar al menos cuatro elementos de la discrecionalidad de la
Administración que deben ser reglados por la ley:

1. El reconocimiento de la potestad discrecional.


2. El alcance de la potestad discrecional que no puede ser, en ningún
caso, absoluta.
3. La designación del órgano competente para ejercer esa potestad.
4. El fin para el que se concede la potestad discrecional.

No pueden existir facultades discrecionales al margen de la ley, sino en


virtud de la ley y según lo que la ley haya dispuesto.
Se pueden combatir las arbitrariedades a través de tres métodos:

● En primer lugar se pueden combatir las arbitrariedades por medio del


recurso basado en el exceso de poder y que denuncia los vicios de
incompetencia del órgano que dicta el acto o los vicios de forma si
no ejerce su competencia según los cauces adecuados.
● En segundo lugar, se pueden recurrir también a causa de la
desviación de poder que se basa en que la libertad de decisión que
se confiere a un órgano no le permite apartarse del fin previsto por la
norma habilitante.
● Finalmente, también cabe el recurso por infracción de los principios
generales del Derecho, en especial cuando se dé la iniquidad
manifiesta.
TEMA 5. LA REGULACIÓN CONSTITUCIONAL DE LAS
FUENTES. CSF-2017-18

5.1. La Ley en la Constitución: ordinarias y Leyes orgánicas.


5.2. Normas con valor de Ley: Decretos-Leyes y Decretos-Legislativos.
5.3. Los Tratados internacionales.
5.4. El Reglamento. La reserva de ley. Clases de reglamentos.
5.5. La jurisprudencia. La costumbre. Otras fuentes.

5.1. LA LEY EN LA CONSTITUCIÓN: LEYES ORDINARIAS Y


LEYES ORGÁNICAS.

El Término ley es ambiguo en el lenguaje coloquial y también en el


lenguaje jurídico, incluso cuando aparece en la propia Constitución
Española. Cuando el Código Civil habla de Ley, debe entenderse como
norma escrita, no como una concreta norma escrita con unas características
concretas en cuanto al órgano que la aprueba o a la materia de la que trata.
Si al Ordenamiento Jurídico se le representa en forma piramidal es porque
existe una jerarquía normativa, es decir, hay normas con un rango superior
al de otras, de forma que las normas de rango inferior no pueden
contradecir lo establecido por normas de rango superior.
Dentro de la pirámide normativa, inmediatamente por debajo de la
Constitución, está situada la Ley. Esta es el producto de la voluntad
popular, ya que es la norma que emana del Parlamento, formado por los
representantes elegidos directamente por el pueblo soberano.

Que la Ley sea expresión de la voluntad popular y que el Pueblo sea el


depositario de la soberanía nacional no significa que la ley no tenga límites,
pues, su actuación debe realizarse dentro del marco de la norma
constitucional.
La mayoría de los autores, al hablar del concepto de ley, aluden a un
aspecto material y a un aspecto formal:

▪ Desde el punto de vista material se entiende que la ley es una

norma general y abstracta cuyo contenido se refiere a ciertas


materias, como las referidas a las libertades de los ciudadanos, a
las relaciones de éstos entre sí, de sus relaciones con el Estado o
las que tratan sobre la propiedad de los particulares.

▪ Desde el punto de vista formal la Ley es la norma elaborada por

el Parlamento de acuerdo con el procedimiento establecido para


ello.

Hay determinadas materias que por su importancia sólo pueden ser


reguladas mediante ley de Cortes.
Esta reserva de Ley puede venir determinada por la Constitución. Algunos
ejemplos de ello serían los artículos 53.1, 124.2, 129.2 de la CE.
En otras ocasiones el propio Parlamento regula una materia y desde ese
momento se produce una congelación del rango normativo.
La Ley es el acto jurídico aprobado por las Cortes Generales con tal
carácter y denominación que, de acuerdo con el procedimiento establecido
en el Capítulo 2º del Título III de la Constitución, regula las materias no
reservadas por ésta a otras fuentes del Derecho. La Constitución adopta un
concepto formal de ley.
Las Leyes poseen rango, fuerza y valor de Ley, atributos que la
Constitución concede, a veces de manera no global, a otras normas
jurídicas:

● El rango de ley alude a la posición de las normas en el Ordenamiento

jurídico, a su orden jerárquico.

● La fuerza de Ley alude a la relación de la ley con las otras normas

del Ordenamiento jurídico.

● El valor de Ley alude al tratamiento del acto normativo en el

Ordenamiento jurídico.

Aunque hemos dicho que la Ley es la norma elaborada por el Parlamento


tenemos que hacer dos consideraciones:

● España es un Estado Autonómico, los parlamentos autonómicos

también elaboran leyes que tienen el mismo rango normativo que las
leyes estatales. La diferencia no es jerárquica sino competencial.
● Hay supuestos en los que el Gobierno de la Nación tiene potestad

para elaborar normas con rango de ley (Decretos-Leyes y Decretos-


Legislativos).

La Ley orgánica.

Al mismo tiempo que la Constitución adopta como criterio general un


concepto formal de Ley, establece un tipo especial: la Ley orgánica.
El art. 81 CE establece que :”1.Son Leyes orgánicas las relativas al
desarrollo de los Derechos Fundamentales y de las libertades públicas,
las que aprueban los Estatutos de Autonomía y el régimen electoral
general y las demás previstas en la Constitución. 2. La aprobación,
modificación o derogación de las Leyes orgánicas exigirá mayoría
absoluta del Congreso, en una votación final sobre el conjunto del
proyecto”.

Materias reservadas a la Ley orgánica:

1. Desarrollo de los Derechos Fundamentales y de las libertades


públicas.
2. Las Leyes que aprueben los Estatutos de Autonomía.

3. El Régimen electoral general.


4. Las demás Leyes previstas en la Constitución.

Se necesitó de la intervención del TC, para aclarar el alcance de la


expresión “…las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y
de las libertades públicas”. En relación a esta expresión se plantearon dos
cuestiones: qué debe entenderse por relativas a los derechos fundamentales
y libertades públicas y qué debe entenderse por relativas a su desarrollo.
La STC 76/1983, de 5 de agosto, aclaró la primera cuestión al decir que son
los relativos a la Sección Primera del Capítulo Segundo del Título Primero
de la CE. La segunda cuestión se solventó mediante la STC 6/1982, de 22
de febrero, en la que se aclaró que las leyes orgánicas sólo son las referidas
al desarrollo directo de los derechos fundamentales.
En cuanto a que sean leyes orgánicas las que aprueban los Estatutos de
Autonomía, hay que tener en cuenta que si bien son aprobados
formalmente como leyes orgánicas, ni por la iniciativa de creación,
contenido, ni reforma pueden considerarse iguales a las demás leyes
orgánicas.
La Ley orgánica es una Ley y en la medida en que lo es, debe ser adoptada
por el Congreso y por el Senado mediante el procedimiento legislativo
establecido y con la aprobación por las mayorías apropiadas a toda Ley.
Esta se realiza por la mayoría absoluta del Congreso en una votación final
sobre el texto.
Además de esta exigencia el procedimiento legislativo de las Leyes
orgánicas cuenta con algunas peculiaridades:

● No admite la iniciativa legislativa popular.

● La calificación de tal se realiza por la Mesa del Congreso.

● No pueden ser delegadas en Comisiones Legislativa.

● La votación sobre la totalidad del texto a fin de alcanzar la mayoría

absoluta en el Congreso se realiza antes de su remisión al Senado. Si


éste modificará el texto remitido, el Congreso podrá aceptar sus
enmiendas, pero deberá volver a aprobarlo nuevamente mediante
mayoría absoluta.
Es importante saber que en ocasiones existen leyes parcialmente orgánicas.
En este supuesto, sólo aquellos artículos que la propia ley califique como
orgánicos, exigen la mayoría cualificada del art. 81.2 CE.
En cuanto a las relaciones entre leyes ordinarias y leyes orgánicas no es
jerárquica sino competencial.
Hay otras leyes que podríamos llamar especiales. Conviene conocer su
denominación y de manera sucinta qué las hace particulares:

1. Leyes de delegación (art. 82 CE).


2. Leyes marco (art.150.1 CE).
3. Leyes de transferencia o delegación (art. 150.2 CE).
4. Leyes de armonización (art. 150. 3 CE).
5. Ley de Presupuestos Generales del Estado.

5.2. NORMAS CON VALOR DE LEY: DECRETOS LEYES Y


DECRETOS LEGISLATIVOS.

El Decreto legislativo.

Los Decretos-Legislativos están regulados en los artículos 82, 83, 84 y 85


de la CE, Capítulo II, Título III.
El Decreto-Legislativo es aquel acto normativo del Gobierno que contiene
normas con valor y fuerza de Ley en virtud de la delegación que, a estos
efectos, le ha sido concedida por las Cortes Generales (art.85 CE).
Los Decretos-Legislativos requieren dos actos diferentes, provenientes de
dos sujetos distintos: Primero, la iniciativa de las Cortes Generales de
autorización al Gobierno para que dicte el Decreto-Legislativo, y segundo,
el cumplimiento por el Gobierno del encargo que le hacen las Cortes
Generales.
La delegación legislativa habrá de otorgarse al Gobierno de forma expresa
para materia concreta y con fijación de plazo para su ejercicio (art.82.3
CE).
La delegación legislativa exige que se cumplan todos y cada uno de los
siguientes extremos:

1. Que la delegación del ejercicio de la potestad legislativa se realice


mediante ley formal.
2. Que se produzca de forma expresa.

3. Que la delegación sea al Gobierno.


4. Que sea para materia concreta.
5. Que se establezca un plazo de tiempo determinado para ejercitarla.
6. Que una vez haya sido utilizada la delegación queda agotada.

Las Leyes de delegación delimitarán con precisión el objeto y alcance de la


delegación legislativa y los principios y criterios que han de seguirse en su
ejercicio (art. 82.4 CE).
La Ley de delegación puede ser de dos clases según la finalidad
perseguida:

1. Ley de bases, cuando su objeto sea la formación de textos


articulados. Las Leyes de bases no podrán en ningún caso: autorizar
la modificación de la propia Ley de bases, ni facultar para dictar
normas con carácter retroactivo.
2. Ley ordinaria, cuando se trate de refundir varios textos legales en
un solo. En este caso la Ley determinará el ámbito normativo a que
se refiere el contenido de la delegación. Debe determinarse si cabe la
regulación, aclaración y armonización de los textos que se van a
refundir o si tiene que ceñirse a una mera refundición de normas.

Quedan excluidas de la delegación las materias reservadas a la Ley


orgánica, Leyes de armonización y la Ley presupuestaria.
En vigor la Ley de la delegación legislativa, las Cortes deben abstenerse de
legislar sobre la materia delegada.
La delegación tiene como efecto la adopción por el Gobierno de una norma
con fuerza de Ley y produce efectos desde su publicación. Dictada ésta,
mientras no sea derogada produce plenos efectos.
Están sometidos a un doble control: en primer lugar, un control de
constitucionalidad material, y en segundo lugar, un control de adecuación
del ejercicio de la potestad legislativo por el Gobierno.
Las Leyes de delegación pueden establecer fórmulas adicionales de control
(art.82.6 CE).
El control por parte de los Tribunales. En este supuesto conviene distinguir
el control realizado por los Tribunales ordinarios y el del Tribunal
Constitucional:

a) Los Tribunales ordinarios pueden controlar los excesos del decreto-


legislativo cuando el Gobierno se haya excedido en su elaboración.
En este supuesto los artículos no amparados por la delegación
legislativa quedarán privados de fuerza de ley.
b) Los decretos-legislativos en cuanto normas con rango de ley quedan
sometidos al control de constitucionalidad realizado por el TC art.
161.1.a) CE.
El control por parte del Congreso de los Diputados, el art. 153 del
Reglamento de la Cámara establece cómo es el mecanismo de control en
este caso:

a) Si en el plazo de un mes desde la publicación del Decreto-


Legislativo ningún Diputado o Grupo Parlamentario formula
objeciones, se entiende que el Gobierno ha hecho un uso correcto de
la delegación.
b) Si dentro de ese plazo se formula alguna objeción mediante escrito
dirigido a la Mesa del Congreso, ésta lo remitirá a la Comisión que
corresponda, que deberá emitir un dictamen al respecto.
c) El dictamen se debatirá en el Pleno de la Cámara.

d) Los efectos jurídicos del control serán los que se hubieran previsto
en la propia ley de delegación.

El Decreto-Ley.

El Decreto-Ley es una disposición legislativa provisional dictada por el


Gobierno en caso de necesidad urgente y extraordinaria (art. 86.1 CE). Es
una norma con rango de ley cuya validez provisional está limitada a 30 días
a partir de la fecha de su promulgación.
La CE establece tres restricciones al uso del Decreto-Ley:

1. Existencia de un presupuesto habilitante.


2. Limitación del ámbito material.
3. Su validez provisional requiere su convalidación por el Congreso de
los Diputados.

El Decreto-Ley no puede afectar:

1. Al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado.


2. A los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en
el Título I de la CE.
3. Al régimen de las CCAA.

4. Al Derecho electoral general.


5. Las reservadas a la Ley de presupuestos.

Durante su período de vigencia, el Pleno del Congreso de los Diputados, o


en su caso la Diputación Permanente, debe examinarlo y decidir su
convalidación o derogación.
Cuando ha sido convalidado se incorpora como tal con carácter estable al
Ordenamiento jurídico. Su naturaleza jurídica no se transforma mediante la
convalidación.
La CE establece que en el mismo plazo de 30 días las Cortes podrán
tramitarlos como proyectos de ley por el procedimiento de urgencia.
El control de los Decretos-Leyes, puede provenir de dos sujetos distintos:

1. Control por el Congreso, ya que en el trámite de debate y votación


puede optar por derogarlo y ello supondría que la Cámara no
comparte la forma en que el Gobierno ha afrontado esa situación
urgente y extraordinaria.
2. Control por el TC que puede declarar su inconstitucionalidad. Las
dos situaciones que llevarían a declarar la inconstitucionalidad son
que no hubiera hecho habilitante o que el Decreto-Ley hubiera
incidido en alguna materia que tiene vedada.

5.3. LOS TRATADOS INTERNACIONALES.

Los Tratados internacionales se pueden definir como acuerdos o pactos


entre Estados soberanos. Mediante la firma de un Tratado Internacional los
Estados se comprometen a asumir las obligaciones estipuladas en el mismo.
Como fuente del Derecho, los Tratados Internacionales se diferencian del
resto de las fuentes en que no son producto de la voluntad de órganos
internos del Estado sino que nacen del pacto entre dos o más entes
soberanos.
La CE reserva a los Tratados Internacionales el capítulo tercero, del Título
III, integrado por los artículos 93, 94, 95 y 96 de la CE.
El procedimiento para la conclusión de un Tratado consta de tres fases:

1. La negociación, entre los representantes de las partes que se


proponen llegar a un acuerdo. La elaboración de los Tratados
Internacionales corresponde al Gobierno de la Nación, de acuerdo
con el artículo 97 CE, que señala entre las funciones del Gobierno
las de dirigir la política interior y exterior (…).

2. La adopción y autenticación del texto del Tratado. La negociación


finaliza cuando se alcanza un acuerdo. Una vez adoptado el texto del
Tratado, éste se autentica, mediante un acto jurídico consistente en la
firma del representante de España, previa autorización del Consejo
de Ministros.
3. La manifestación del consentimiento es un acto que puede adoptar
formas diversas y por el que cada parte contratante se compromete.
De este acto se derivan los efectos jurídicos del Tratado en la esfera
internacional. La forma solemne de manifestación del
consentimiento se denomina ratificación. Al Rey le corresponde
manifestar el consentimiento del Estado para obligarse
internacionalmente por medio de tratados, de conformidad con la
Constitución y las leyes (art. 63.2 CE).

La C.E. señala diversas modalidades de intervención de las Cortes


Generales en el perfeccionamiento de los Tratados según su clase:

1. Aprobación mediante Ley Orgánica de los Tratados que atribuyan a


una institución u organismo internacional el ejercicio de
competencias derivadas de la Constitución (art. 93 C.E.).

2. La autorización previa de las Cortes Generales en los siguientes


casos:

● Tratados de carácter político (art.94.1.a CE)

● Tratados de carácter militar (art. 94.1.b CE)


● Tratados que afecten a la integridad territorial del Estado

o a los derechos y deberes fundamentales del Título Iº


CE (art.94.1.c)

● Tratados que impliquen obligaciones financieras para la

Hacienda Pública (art.94.1.d CE).

● Tratados que supongan modificación o derogación de

alguna ley o exijan medidas legislativas para su


ejecución (art.94.1.e CE).

Para los restantes Tratados las Cortes Generales deben ser informadas de su
conclusión (art.94.2 CE).
El Tribunal Constitucional ejerce funciones de control respecto de los
Tratados Internacionales en el sentido en que debe determinar si hay
contradicción en relación con el texto constitucional y entre un Tratado
Internacional que ya esté ultimado pero al que aún no se haya prestado el
consentimiento (art. 95 CE).
El Tratado es una norma de Derecho Internacional que obliga al Estado
signatario y por tanto debe producir efectos internos. Los Tratados
internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en
España, formarán parte del Ordenamiento interno (art. 96.1 CE). A partir
de su publicación los Tratados producen efectos jurídicos en España.
La modificación, derogación o suspensión de un Tratado Internacional no
podrá hacerse según las normas internas del Estado, sólo podrá realizarse
de acuerdo con la previsto en el propio Tratado, o según lo que dispongan
las normas del Derecho Internacional.
En cuanto a la posición jerárquica de los Tratados Internacionales no hay
una postura unánime, en todo caso las materias reguladas por los Tratados
internacionales quedan fuera de la competencia normativa ordinaria de los
órganos internos estatales.

5.4. EL REGLAMENTO. LA RESERVA DE LEY. CLASES DE


REGLAMENTO.

El Reglamento es aquella disposición normativa de carácter general dictada


por el Gobierno.
La Constitución concede al Gobierno la potestad reglamentaria, y lo realiza
al mismo tiempo que le atribuye la función ejecutiva: el Gobierno ejerce la
función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la
Constitución y las leyes (art. 97 CE).
Nuestra Constitución no prevé la existencia de una reserva reglamentaria.
El campo material del Reglamento no está previamente delimitado porque
depende del de la Ley a cuya ejecución sirve. De ahí se deriva la situación
que ocupa el Reglamento en el sistema de fuentes del Derecho como norma
subordinada jerárquicamente a la ley.
La potestad reglamentaria corresponde al Gobierno, a través de los órganos
que lo integran: el Consejo de Ministros, las Comisiones Delegadas del
Gobierno, los Ministros.
Sólo el TC y el CGPJ están habilitados para dictar Reglamentos, en este
último caso en el marco de la legislación sobre la Función Pública, a fin de
garantizar plenamente la autonomía de estos órganos constitucionales
frente al Gobierno.
El rango que ocupa el Reglamento en la jerarquía de fuentes es, pues,
inferior al de la ley. Pero, además, el rango reglamentario se encuentra
diversificado interiormente: no todas las normas reglamentarias poseen
idéntica identidad.
Las resoluciones administrativas no pueden vulnerar lo establecido por un
Reglamento aunque hayan sido dictadas por órganos de igual o superior
jerarquía que el que lo haya aprobado.
Los Reglamentos pueden clasificarse desde diversas perspectivas en:

a) Reglamentos jurídicos o normativos, son de carácter general o


afectan a los derechos u obligaciones de todos los ciudadanos; y
administrativos o de organización de determinados sectores de la
Administración.

b) Reglamentos ejecutivos, aquéllos que están directamente ligados a


una ley, de manera que dicha ley es completada y desarrollada por el
Reglamento; Reglamentos independientes, los que no tienen como
objetivo la ejecución de una ley; Reglamentos de necesidad, que se
pretenden justificar por la existencia de situaciones excepcionales.

El control sobre la legalidad de los Reglamentos corresponde a la


jurisdicción ordinaria (art. 117.1 CE).
El art. 62 de la LRJAP señala los motivos de nulidad de pleno derecho de
las disposiciones administrativas, lo que es también aplicable a los
Reglamentos, entre ellos:

1. Que vulneren la Constitución, las leyes u otras disposiciones de


rango superior.
2. Que regulen materias reservadas a la Ley.
3. Que establezcan la retroactividad de disposiciones sancionadoras no
favorables o restrictivas de derechos individuales.

De todas las formas de control la más habitual es mediante el recurso


directo, impugnando los reglamentos ilegales ante los Tribunales de lo
Contencioso-administrativo.

5.5. LA JURISPRUDENCIA. LA COSTUMBRE. OTRAS FUENTES.

La jurisprudencia.

La tarea judicial consiste en la función de realización o de elaboración e


individualización del Derecho. Incumbe al juez o al jurista la misión más
importante de individualizar el Derecho, integrarlo con soluciones nuevas
y, dentro de ciertos límites, adaptarlo a la vida y rejuvenecerlo.

La costumbre.

La costumbre sólo regirá en defecto de ley aplicable, siempre que no sea


contraria a la moral o al orden público y que resulte probada.
Los usos jurídicos que no sean meramente interpretativos de una
declaración de voluntad tendrán la consideración de costumbre (art. 1.3
CC).
Otras fuentes.

Los principios generales del Derecho se aplicarán en defecto de ley o de


costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del ordenamiento
jurídico (art.1.4 CC).

La doctrina científica no es ni fuente directa ni indirecta del Derecho, sino


instrumento de descubrimiento y facilitación normativa en beneficio de las
verdaderas fuentes de éste.

La negociación colectiva ocupa un lugar destacado como fuente del


Derecho del Trabajo.
TEMA 6 LA UE Y EL FENOMENO DE LA INTEGRACIÓN
SUPRANACIONAL.

CSF Curso 2016/17

6.1. LA UE Y EL FENÓMENO DE LA INTEGRACIÓN


SUPRANACIONAL.

6.2. INTRODUCCIÓN AL SISTEMA INSTITUCIONAL DE LA UE.

6.3. INTRODUCIÓN AL SISTEMA DE FUENTES DELA UE.

6.4. LOS PRINCIPIOS DE PRIMACÍA Y EFECTO DIRECTO.

EL DERECHO
6.5. COMUNITARIO EUROPEO
COMO ORDENAMIENTO AUTONOMO: LA
ARTICULACIÓN CON EL DERECHO INTERNO.

6.1. LA UE Y EL FENÓMENO DE LA INTEGRACIÓN


SUPRANACIONAL.

La Unión Europea nació con el anhelo de acabar con los frecuentes y


cruentos conflictos entre vecinos que habían culminado en la Segunda
Guerra Mundial. En los años 50, la Comunidad Europea del Carbón y del
Acero es el primer paso de una unión económica y política de los países
europeos para lograr una paz duradera. Sus seis fundadores son Alemania,
Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. Ese periodo se
caracteriza por la guerra fría entre el este y el oeste. Las protestas contra el
régimen comunista en Hungría son aplastadas por los tanques soviéticos en
1956; al año siguiente, la Unión Soviética toma la delantera en la carrera
espacial al lanzar el Sputnik 1, primer satélite artificial. También en 1957
se firma el Tratado de Roma, por el que se constituye la Comunidad
Económica Europea (CEE) o
«mercado común».
En los años 60 surge la «cultura joven», avivada por grupos musicales
como los Beatles que atraen a muchedumbres de adolescentes dondequiera
que vayan, contribuyen a estimular una revolución cultural y agrandan la
brecha generacional. Es un buen momento para la economía, favorecido,
entre otras cosas, porque los países de la UE dejan de percibir derechos de
aduana por las transacciones comerciales entre sí. También acuerdan
ejercer un control conjunto de la producción alimentaria y, de este modo, se
garantiza un abastecimiento suficiente que, incluso, llega a desembocar
pronto en el excedente de producción agrícola. Mayo de 1968 es recordado
por la revuelta estudiantil en París, y muchos cambios en la sociedad y los
hábitos de vida se relacionan con la llamada «generación del 68».

El 1 de enero de 1973 Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido entran a formar


parte de la Unión Europea, con lo que el número de Estados miembros
aumenta a nueve. La guerra árabe-israelí de octubre de 1973, breve pero
brutal, da lugar a una crisis de la energía y a problemas económicos en
Europa. Con el derrocamiento del régimen de Salazar en Portugal en 1974
y la muerte del general Franco en España en 1975 desaparecen las últimas
dictaduras «de derechas» de Europa. La política regional de la UE empieza
a transferir grandes cantidades para crear
empleo e infraestructuras en las zonas más pobres. El Parlamento Europeo
aumenta su influencia en los asuntos de la UE y, en 1979, es elegido por
vez primera por sufragio universal.

El sindicato polaco Solidarność y su dirigente, Lech Walesa, se hacen


famosos en Europa y en todo el mundo tras las huelgas de los astilleros de
Gdansk en verano de 1980. En 1981 Grecia pasa a ser el décimo miembro
de la UE, y, cinco años más tarde, se suman España y Portugal. En 1986 se
firma el Acta Única Europea, tratado que constituye la base de un amplio
programa de seis años, destinado a eliminar las trabas a la libre circulación
de mercancías a través de las fronteras de la UE, y que da origen, por ello,
al «mercado único». El 9 de noviembre de 1989 se produce un vuelco
político importante cuando se derriba el muro de Berlín y, por primera vez
en 28 años, se abre la frontera entre las dos Alemanias, que se reúnen
pronto en un solo país.

Con la caída del comunismo en Europa central y oriental los europeos se


sienten más próximos. En 1993 culmina la creación del mercado único con
las «cuatro libertades» de circulación: mercancías, servicios, personas y
capitales. La década de los noventa es también la de dos Tratados: el de
Maastricht, de la Unión Europea, de 1993, y el de Amsterdam de 1999. Los
ciudadanos se preocupan por la protección del medio ambiente y por la
actuación conjunta en asuntos de seguridad y defensa. En 1995 ingresan en
la UE tres países más, Austria, Finlandia y Suecia. Los acuerdos firmados
en Schengen, pequeña localidad de Luxemburgo, permiten gradualmente al
ciudadano viajar sin tener que presentar el pasaporte en las fronteras.
Millones de jóvenes estudian en otros países con ayuda de la UE. La
comunicación se hace más fácil a medida que se extiende el uso del
teléfono móvil y de Internet.

El euro es la nueva moneda de muchos europeos. El 11 de septiembre de


2001 pasa a simbolizar la guerra contra el terrorismo después de que unos
aviones secuestrados se hagan estrellar contra edificios de Nueva York y
Washington. Los países de la UE empiezan a colaborar mucho más
estrechamente contra la delincuencia. Las divisiones políticas entre la
Europa del este y del oeste se dan por zanjadas definitivamente cuando en
2004 diez nuevos países ingresan en la UE, seguidos de otros dos en 2007.
En septiembre de 2008 una crisis financiera sacude la economía mundial,
haciendo que se estreche la cooperación económica entre los países
miembros de la UE. El Tratado de Lisboa, que aporta a la UE instituciones
modernas y métodos de trabajo más eficientes, es ratificado por todos los
países de la UE antes de entrar en vigor el 1 de diciembre de 2009.

La nueva década arranca con una grave crisis económica, pero también con
la esperanza de que las inversiones en nuevas tecnologías ecológicas, más
respetuosas con el clima, junto con una cooperación europea más estrecha,
produzcan crecimiento y bienestar duraderos.

6.2. INTRODUCCIÓN AL SISTEMA

INSTITUCIONAL DE LA UE. Parlamento Europeo

Elegidos directamente por los votantes de la UE cada cinco años, los


diputados al Parlamento Europeo representan a los ciudadanos. El
Parlamento es una de las principales instituciones legisladoras de la UE
junto con el Consejo de la Unión Europea.
Las funciones principales del Parlamento Europeo son tres:

● Debatir y aprobar, junto con el Consejo, la legislación de la UE


● Someter a control a otras instituciones de la UE, en especial a la
Comisión, para garantizar su funcionamiento democrático
● Debatir y adoptar, junto con el Consejo, el presupuesto de la UE.

Aprobar la legislación de la UE

En muchos ámbitos, como la protección de los consumidores y el medio


ambiente, el Parlamento y el Consejo (en representación de los gobiernos
nacionales) trabajan juntos para decidir el contenido de la legislación de la
UE y adoptarla oficialmente. Este proceso se denomina "procedimiento
legislativo ordinario" (antes denominado "codecisión").

Con el Tratado de Lisboa ha aumentado el número de ámbitos de actuación


regulados por el nuevo procedimiento legislativo ordinario, lo que da al
Parlamento más poder para influir en el contenido de la legislación relativa
a aspectos como la agricultura, la política energética, la inmigración y los
fondos de la UE.

Además, se requiere la aprobación del Parlamento para determinadas


decisiones importantes, como permitir que nuevos países entren a formar
parte de la UE.

Control democrático

El Parlamento ejerce su influencia en otras instituciones europeas de varios


modos.

Cuando se nombra una nueva Comisión, sus 28 miembros, uno de cada


país de la UE, no pueden tomar posesión de su cargo hasta que el
Parlamento les haya dado el visto bueno. Si los diputados al Parlamento
Europeo no están de acuerdo con el nombramiento de uno de los miembros
(comisarios), pueden rechazar a la Comisión en pleno.

El Parlamento también puede obligar a la Comisión a dimitir durante su


mandato. Esto es lo que se denomina una “moción de censura”.
El Parlamento supervisa la labor de la Comisión mediante el examen de los
informes que esta elabora y las preguntas a los comisarios. Sus comisiones
desempeñan aquí un papel importante.

Los diputados al Parlamento Europeo examinan las peticiones de los


ciudadanos y pueden crear comisiones de investigación.

Cuando los dirigentes nacionales se reúnen en las cumbres del Consejo


Europeo, el Parlamento da su opinión sobre los temas que se van a tratar.

Supervisión del presupuesto

El Parlamento adopta el presupuesto anual de la UE junto con el Consejo de


la Unión Europea.
El Parlamento cuenta con una comisión que examina la manera en que se
ha gastado el presupuesto y que, cada año, aprueba la gestión del
presupuesto del año anterior por parte de la Comisión.

Composición

El número de diputados al Parlamento Europeo con los que cuenta cada


país es, en líneas generales, proporcional a su población. El Tratado de
Lisboa establece que ningún país puede tener menos de 6 diputados ni más
de 96.

Los diputados al Parlamento Europeo se agrupan por afinidades políticas,


no por nacionalidades.

Sede

La labor del Parlamento Europeo se desarrolla en tres sedes: Bruselas


(Bélgica), Luxemburgo y Estrasburgo (Francia).

En Luxemburgo se encuentran las oficinas administrativas (la "Secretaría


General").

Las reuniones del Parlamento en pleno ("sesiones plenarias") tienen lugar


en Estrasburgo y Bruselas. Las reuniones de las comisiones también se
celebran en Bruselas.

El poder legislativo

El procedimiento legislativo ordinario

El procedimiento legislativo ordinario da el mismo peso al Parlamento y al


Consejo en muy diversos ámbitos (por ejemplo, gobernanza económica,
inmigración, energía, transporte, medio ambiente o protección del
consumidor). La gran mayoría de las leyes europeas son adoptadas
conjuntamente por el Parlamento Europeo y el Consejo.

El procedimiento de codecisión fue introducido en 1992 por el Tratado de


Maastricht; en 1999, con el Tratado de Ámsterdam, fue ampliado y
ajustado para aumentar su eficacia. Con el Tratado de Lisboa que entró en
vigor el 1 de diciembre de 2009, este procedimiento, que pasa a llamarse
procedimiento legislativo ordinario, se convierte en el principal
procedimiento legislativo del sistema decisorio de la UE

● Procedimiento de consulta
● Aprobación
● Otros procedimientos legislativos
● Procedimiento de iniciativa

En virtud del artículo 289 del Tratado de Funcionamiento de la Unión


Europea (TFUE), la consulta es un procedimiento legislativo especial
por el que se solicita el dictamen del Parlamento sobre una propuesta
legislativa antes de que el Consejo la adopte.
El Parlamento Europeo puede aprobar o rechazar la propuesta legislativa o
proponer enmiendas a la misma. El Consejo no está jurídicamente obligado
a seguir el dictamen emitido por el Parlamento, pero, de acuerdo con la
jurisprudencia del Tribunal de Justicia, no puede adoptar la decisión si no
dispone de dicho dictamen.

Al principio, el Tratado de Roma de 1957 otorgaba al Parlamento un papel


consultivo en el proceso legislativo; la Comisión proponía la legislación y
el Consejo la adoptaba.

El Acta Única Europea de 1986 y los Tratados de Maastricht, Ámsterdam,


Niza y Lisboa ampliaron sucesivamente las prerrogativas del Parlamento
Europeo, que actualmente puede colegislar en pie de igualdad con el
Consejo en una amplia mayoría de ámbitos (véase el procedimiento
legislativo ordinario), con lo que la consulta se ha convertido en un
procedimiento legislativo especial (o incluso en un procedimiento no
legislativo) empleado en un número limitado de casos.

Este procedimiento se aplica ahora a un número limitado de ámbitos


legislativos, como las exenciones del mercado interior y el Derecho de
competencia. Como procedimiento no legislativo, se exige también la
consulta para la aprobación de acuerdos internacionales en el marco de la
Política Exterior y de Seguridad Común (PESC).

Dentro de una Comisión Parlamentaria, un diputado redacta un informe


sobre una propuesta de texto legislativo presentado por la Comisión, que
ostenta el monopolio de la iniciativa normativa. La comisión parlamentaria
vota el informe y, si procede, lo enmienda. Cuando el texto sea reformado
y votado en sesión plenaria, el Parlamento habrá establecido de esta manera
su posición. El proceso se renovará una o varias veces, según el tipo de
procedimiento y según se haya alcanzado o no un acuerdo con el Consejo.

Para la adopción de actos legislativos se distingue entre el procedimiento


legislativo ordinario (la codecisión), que pone al Parlamento en pie de
igualdad con el Consejo, y los procedimientos legislativos especiales, que
se aplican únicamente en casos muy determinados en los que el Parlamento
desempeña un papel meramente consultivo.

Conviene subrayar que, en efecto, para determinados asuntos (como la


fiscalidad), el Parlamento Europeo sólo emite un dictamen consultivo; se
habla entonces de procedimiento de consulta. En algunos casos, el Tratado
prevé que la consulta sea obligatoria, puesto que el fundamento jurídico lo
impone y la propuesta sólo puede adquirir fuerza de ley después de que el
Parlamento emita su dictamen. En tales casos, el Consejo no está facultado
para adoptar una decisión en solitario.

El Parlamento tiene un poder de iniciativa política

Puede pedir a la Comisión que presente propuestas de legislación al


Consejo. Participa de manera efectiva en la elaboración de los textos
legislativos, ya que examina el programa de trabajo anual de la Comisión e
indica qué actos resultarían oportunos.

Derecho de la UE

Cómo se toman las decisiones en la UE


El principal método de toma de decisiones en la UE se conoce como
procedimiento legislativo ordinario (antes denominado “codecisión”). En
virtud de este procedimiento, el Parlamento Europeo, elegido directamente,
debe aprobar la legislación de la UE junto con el Consejo, formado por los
gobiernos de los 28 países miembros. La Comisión elabora y aplica la
legislación europea.

Tratados de la UE

La Unión Europea se basa en el Estado de Derecho. Esto significa que


todas las acciones que emprende se basan en los tratados, que han sido
aprobados voluntaria y democráticamente por todos sus países miembros.

El Tratado de Lisboa amplía los ámbitos en que se utiliza el procedimiento


legislativo ordinario. El Parlamento Europeo también tiene más capacidad
de bloquear una propuesta si no está de acuerdo con el Consejo.

Reglamentos, directivas y otros actos legislativos

Los objetivos de los Tratados de la UE se materializan mediante varios


tipos de actos legislativos. Entre estos actos legislativos se incluyen los
reglamentos, las directivas, las recomendaciones y los dictámenes. Algunos
son vinculantes y otros no. Algunos se aplican a todos los países de la UE y
otros sólo a unos pocos.

Aplicación del Derecho de la UE

Los derechos y obligaciones previstos en la legislación europea no sólo


incumben a los Estados miembros: algunas normas se aplican directamente
a los ciudadanos y las empresas. El Derecho europeo forma parte integrante
del ordenamiento jurídico de los Estados miembros, que son los primeros
responsables de transponerlo y aplicarlo correctamente. Por tanto, todo
ciudadano tiene derecho a exigir a las autoridades de cualquier país
miembro que observen correctamente sus derechos europeos.

Legislación y jurisprudencia

La legislación de la UE adopta la forma de:


● Tratados constitutivos de la Unión Europea y que regulan su
funcionamiento.
● Reglamentos, directivas y decisiones de la UE, con efecto directo o
indirecto en los Estados miembros.

La jurisprudencia de la UE se compone de las sentencias del Tribunal de


Justicia de la Unión Europea, que interpreta la legislación de la UE.

Consejo de la Unión Europea

También conocido informalmente como Consejo de la UE, es el foro donde


se reúnen los ministros de los países de la UE para adoptar la legislación y
coordinar políticas.
No debe confundirse con:

● El Consejo Europeo: es otra institución de la UE en la que sus


dirigentes se reúnen unas cuatro veces al año para debatir las
prioridades políticas de la UE.
● El Consejo de Europa: no es un organismo de la UE.

Competencias:

1. Aprueba la legislación de la UE.


2. Coordina las diversas políticas económicas de los países de la UE.
3. Firma acuerdos entre la UE y otros países.
4. Aprueba el presupuesto anual de la UE.
5. Desarrolla las políticas exterior y de defensa de la UE.
6. Coordina la cooperación entre los tribunales y las policías de los
países miembros.

1. Aprobación de la legislación de la UE

El Consejo y el Parlamento comparten la decisión definitiva sobre la


legislación de la UE propuesta por la Comisión.

2. Coordinación de las políticas económicas

Los países de la UE han decidido que quieren una política económica


global para Europa, coordinada por los Ministros de Economía y Hacienda
de los distintos países.

Otro objetivo es crear más empleo y mejorar los sistemas de educación,


sanidad y bienestar. Aunque cada país es responsable de su propia política,
se pueden acordar objetivos comunes y aprender de la experiencia de los
demás.

3. Firma de acuerdos internacionales

El Consejo firma acuerdos en nombre de la UE sobre temas tan diversos


como medio ambiente, comercio, desarrollo, productos textiles, pesca,
ciencia, tecnología o transporte.

4. Aprobación del presupuesto de la UE


El Consejo y el Parlamento deciden conjuntamente el dinero que la UE
puede gastar cada año.

5. Política exterior y de defensa

Los gobiernos nacionales son independientes en estos ámbitos, pero


colaboran en el desarrollo de la llamada Política Exterior y de Seguridad
Común. El Consejo es el foro principal de esta cooperación.

La UE no posee un ejército propio pero, para responder más rápidamente a


los conflictos internacionales y las catástrofes naturales, algunos países
miembros envían tropas que participan en una fuerza de acción rápida, cuya
función se limita a la ayuda humanitaria, el rescate y el mantenimiento de
la paz.
6. Justicia

Los ciudadanos de la UE deben tener igualdad de acceso a la justicia en


cualquier lugar de la UE. En el Consejo, los Ministros de Justicia procuran
garantizar que las sentencias pronunciadas en un país de la UE —en casos
de divorcio, por ejemplo— se reconozcan en todos los demás.

Los Ministros de Justicia y de Interior coordinan la vigilancia de las


fronteras exteriores de la UE y la lucha contra el terrorismo y la
delincuencia organizada internacional.

Los miembros del Consejo.

No hay miembros como tales. En cada reunión del Consejo, cada país envía
al Ministro correspondiente al ámbito del que se debate: por ejemplo, el
Ministro de Medio Ambiente si la reunión trata de ese tema. Esa reunión se
llama entonces "Consejo de Medio Ambiente".

El Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores tiene un Presidente


permanente, el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad
de la UE.

Las demás reuniones del Consejo las preside el Ministro correspondiente


del país que en ese momento ostente la Presidencia rotatoria de la UE.

Por ejemplo, en el periodo de Presidencia de España, cualquier reunión del


Consejo de Medio Ambiente estará presidida por el Ministro de Medio
Ambiente español.

Votaciones

Por regla general, las decisiones del Consejo de la UE se adoptan por


mayoría cualificada. Cuanto mayor es la población de un país, más votos
tiene, pero de hecho los números están ponderados en favor de los países
con menor población.

● Alemania, Francia, Italia y Reino Unido: 29 votos


● España y Polonia: 27
● Rumanía: 14
● Países Bajos: 13
● Bélgica, República Checa, Grecia, Hungría y Portugal: 12
● Austria, Bulgaria y Suecia: 10
● Croacia, Dinamarca, Irlanda, Lituania, Eslovaquia y Finlandia: 7
● Chipre, Estonia, Letonia, Luxemburgo y Eslovenia: 4
● Malta:

3 TOTAL:

352

En las votaciones del Consejo rige la "mayoría cualificada", que se alcanza


cuando:

● una mayoría (a veces incluso dos tercios) de los 28 países de la UE


votan a favor
● se emiten como mínimo 260 votos de los 352 posibles.
Además, un país miembro puede solicitar que se compruebe si la mayoría
representa como mínimo al 62% de la población total. De no ser así, la
propuesta no puede adoptarse.

En las votaciones referentes a temas sensibles, como seguridad, asuntos


exteriores o impuestos, las decisiones del Consejo tienen que adoptarse por
unanimidad. Esto significa que un solo país puede vetar una decisión.

A partir de 2014 se ha implantado un sistema conocido como "doble


mayoría".

Para que una propuesta se apruebe, necesitará el apoyo de dos tipos de


mayoría: una mayoría de países (por lo menos 15) y una mayoría de la
población total de la UE (los países a favor deberán representar como
mínimo al 65% de la población de la UE).

Comisión Europea

La Comisión Europea es una de las principales instituciones de la Unión


Europea. Representa y defiende los intereses del conjunto de la UE, elabora
propuestas de nueva legislación europea y gestiona la labor cotidiana de
poner en práctica las políticas y hacer uso de los fondos europeos.

Composición

Los 28 Comisarios, uno por cada país de la UE, representan el liderazgo


político de la Comisión durante su mandato de cinco años. El Presidente
atribuye a cada Comisario competencias en ámbitos de actuación
específicos.

El Presidente es elegido por el Consejo Europeo, que también designa a los


demás Comisarios de común acuerdo con el Presidente nombrado.

El nombramiento de todos los Comisarios, incluido el Presidente, está


sometido a la aprobación del Parlamento Europeo. En el desempeño de su
cargo deben rendir cuentas al Parlamento, que es el único órgano que puede
disolver la Comisión.

De la gestión diaria de la Comisión se ocupa su personal, compuesto por


administradores, abogados, economistas, traductores, intérpretes, asistentes,
etc., y organizado en departamentos denominados Direcciones Generales
(DG).

El término "Comisión" puede emplearse para referirse a los 28 Comisarios,


al personal permanente o a la institución en su conjunto.

Finalidad

La Comisión representa y defiende los intereses del conjunto de la UE, y


supervisa y aplica las políticas de la UE cuando:

1. Propone nueva legislación al Parlamento y al Consejo


2. Gestiona el presupuesto de la UE y asigna los fondos
3. Hace cumplir la legislación de la UE (junto con el Tribunal de
Justicia)
4. Representa a la UE en la escena internacional, por ejemplo,
negociando acuerdos entre la UE y otros países.

1. Proponer nueva legislación

La Comisión tiene el "derecho de iniciativa", es decir que puede proponer


nueva legislación para proteger los intereses de la UE y sus ciudadanos.
Pero solo interviene en aquellas cuestiones que no pueden tratarse de
manera eficaz a nivel nacional, regional o local (principio de
subsidiariedad).

Cuando la Comisión propone legislación, trata de atender al mayor número


posible de intereses. Para resolver las cuestiones técnicas, consulta a
expertos, constituidos en diversos comités y grupos de trabajo. También
organiza consultas públicas.

Los departamentos de la Comisión elaboran proyectos de la nueva


legislación que proponen. Si al menos 14 de los 28 Comisarios están de
acuerdo con un proyecto dado, este se envía al Consejo y al Parlamento.
Tras debatirlo y modificarlo, deciden entonces si quieren adoptarlo como
legislación.

2. Gestionar el presupuesto de la UE y asignar los fondos

Junto con el Consejo y el Parlamento, la Comisión establece las prioridades


generales de gasto a largo plazo para la Unión en lo que se denomina el
"marco financiero" de la UE. También elabora el presupuesto anual, que se
somete a la aprobación del Parlamento y el Consejo, y supervisa el uso
dado a los fondos de la UE, por ejemplo, por parte de las agencias y las
autoridades nacionales y regionales. La gestión del presupuesto por parte
de la Comisión se somete al escrutinio del Tribunal de Cuentas.

La Comisión gestiona los fondos que se destinan a las políticas (por


ejemplo, las de agricultura y desarrollo rural) y los programas de la UE,
como "Erasmus" (intercambios de estudiantes).

3. Hacer cumplir la legislación europea

Como "guardiana de los Tratados", la Comisión comprueba que todos los


países miembros aplican la legislación de la UE correctamente.
Si considera que un gobierno nacional no está aplicándola, como primera
medida envía una carta oficial pidiendo que se corrija el problema. En
última instancia, la Comisión remite la cuestión al Tribunal de Justicia, que
puede imponer multas y cuyas decisiones son vinculantes para los países y
las instituciones de la UE.

4. Representar a la UE en la escena internacional

La Comisión habla en nombre de todos los países de la UE en organismos


internacionales como la Organización Mundial del Comercio.

También negocia acuerdos internacionales para la UE, como el Acuerdo de


Cotonou (sobre ayuda y comercio entre la UE y los países en desarrollo de
África, el Caribe y el Pacífico).
Sede

La sede de la Comisión está repartida entre Bruselas y Luxemburgo. La


Comisión cuenta, además, con oficinas (representaciones) en todos los
países de la UE y con delegaciones en capitales de todo el mundo.

Consejo Europeo

Las reuniones del Consejo Europeo son esencialmente cumbres en las que
los dirigentes de la UE se reúnen para decidir sobre prioridades políticas
generales e iniciativas de gran calado. Normalmente suele haber cuatro
reuniones al año, presididas por un presidente permanente.

Su función es doble: fijar el rumbo y las prioridades políticas generales


de la UE y tratar las cuestiones complejas o sensibles que no puedan ser
resueltas en el nivel inferior de la cooperación intergubernamental.

A pesar de su peso a la hora de dictar la agenda política de la UE, no tiene


competencias para aprobar legislación.

El Consejo Europeo reúne a los jefes de Estado o de Gobierno de cada país


de la UE, al presidente de la Comisión y al presidente del Consejo Europeo,
que es quien preside las reuniones. En él también participa el Alto
Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad

Se reúne en cumbres trimestrales, aunque su presidente puede convocar


una reunión especial
si es necesario. Normalmente en Bruselas.

El Consejo Europeo decide por consenso, salvo que los Tratados


determinen otra cosa. En algunos casos adopta decisiones por unanimidad o
por mayoría cualificada dependiendo de lo que establezca al respecto el
Tratado.

Los presidentes del Consejo Europeo y la Comisión y el alto representante


de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad no emiten su
voto.

El Consejo Europeo comenzó a funcionar de manera informal en 1974


como foro de debate entre los dirigentes de la UE. Rápidamente evolucionó
hasta convertirse en el órgano que fijaba los objetivos y las prioridades para
el conjunto de países miembros.

En 1992 quedó constituido formalmente y, en 2009, pasó a ser una de las


siete instituciones oficiales de la UE.

Otras instituciones de la UE

Otras dos instituciones desempeñan funciones de gran importancia:

● el Tribunal de Justicia vela por el cumplimiento de la legislación


europea
● el Tribunal de Cuentas controla la financiación de las actividades de
la UE.

Los poderes y responsabilidades de todas estas instituciones se establecen


en los Tratados, que constituyen la base de todas las actividades de la UE.
Los Tratados también establecen las normas y los procedimientos que
deben seguir las instituciones de la UE. Son acordados por los Jefes de
Estado o de Gobierno de todos los países de la UE y ratificados por sus
Parlamentos.

La UE cuenta, además, con otras instituciones y organismos


interinstitucionales que desempeñan funciones especializadas:

● Banco Central Europeo es responsable de la política monetaria


europea
● Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) asiste a la Alta
Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de
Seguridad, que preside el Consejo de Asuntos Exteriores y dirige la
Política Exterior y de Seguridad Común, al tiempo que garantiza la
coherencia y la coordinación de la acción exterior de la UE.
● Comité Económico y Social Europeo representa a la sociedad civil,
la patronal y los asalariados
● Comité de las Regiones representa a las autoridades regionales y
locales
● Banco Europeo de Inversiones financia proyectos de inversión de la
UE y ayuda a las pequeñas empresas a través del Fondo Europeo de
Inversiones
● Defensor del Pueblo Europeo investiga las denuncias relativas a una
mala gestión por parte de las instituciones y los organismos de la UE

6.3. INTRODUCIÓN AL SISTEMA DE FUENTES DELA UE.

Hay que comenzar por precisar que la determinación de las


competencias de la Unión se rige por el principio de atribución. El
ejercicio de las competencias de la Unión se rige por los principios
de subsidiariedad y proporcionalidad.
Principio de atribución: la Unión actúa dentro de los límites de las
competencias que le atribuyen los Estados miembros en los Tratados
para lograr los objetivos que éstos determinan. Toda competencia no
atribuida a la Unión en los Tratados corresponde a los Estados
miembros.
Principio de subsidiariedad: en los ámbitos que no sean de su
competencia exclusiva, la Unión intervendrá sólo en caso de que los
objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera
suficiente por los Estados miembros, ni a nivel central ni a nivel
regional y local, sino que puedan alcanzarse mejor, debido a la
dimensión o a los efectos de la acción pretendida, a escala de la
Unión.
Principio de subsidiariedad: sirve para determinar el nivel de
intervención más pertinente en los ámbitos de las competencias
compartidas entre la UE y los Estados miembros. Se puede tratar de
una acción a escala europea, nacional o local. En cualquier caso, la
UE solo puede intervenir cuando su actuación sea más eficaz que la
de los Estados miembros.
El principio de proporcionalidad: el contenido y la forma de la acción de
la Unión no excederán de lo necesario para alcanzar los objetivos de los
Tratados.
En cuanto a las fuentes formales o de manifestación o exteriorización,
podemos agruparlas en dos grupos: el derecho originario y el derecho
derivado.

El ordenamiento jurídico de la UE está compuesto por un conjunto de


Tratados internacionales que conocemos como derecho originario y por
todo un conjunto de normas jurídicas dictadas por las instituciones
europeas que conocemos como derecho derivado.

El derecho originario de la UE en vigor está integrado por la versión


consolidada del Tratado de la Unión Europea (TUE), adoptado en
Maastricht en 1992 y reformado por los Tratados de Ámsterdam y de Niza.
Además del TUE, el derecho originario es vigor está integrado por las
versiones consolidadas del Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea
(TCE) y del Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea de la Energía
Atómica tras las sucesivas reformas introducidas, entre otros, por el Acta
Única Europea, el Tratado de Maastricht, el Tratado de Ámsterdam, el
tratado de Niza y finalmente el Tratado de Lisboa; el primer Tratado
Constitutivo, el de la CECA, expiró el 23 de julio del 2002, por lo que ya
no forma parte del ordenamiento comunitario.

Las normas jurídicas derivadas aprobadas por las instituciones comunitarias


son: los reglamentos, las directivas, las decisiones, las recomendaciones
y los dictámenes.

Los reglamentos tendrán un alcance general. Serán obligatorios en todos


sus elementos y directamente aplicables en cada Estado miembro.

La directiva obliga a los Estados miembros destinatarios de la misma en


cuanto al resultado que deben conseguirse, por eso se definen también
como obligaciones de resultado. Dejan a las autoridades nacionales la
elección de la forma y los medios para conseguir los objetivos fijados.

Las decisiones serán obligatorias en todos sus elementos para

todos sus destinatarios. Las recomendaciones y los dictámenes no


serán vinculantes.

6.4. LOS PRINCIPIOS DE PRIMACÍA Y EFECTO DIRECTO.

Las relaciones entre el ordenamiento jurídico comunitario y el


ordenamiento de los Estados miembros está regido por la aplicación de los
principios de primacía y efecto directo. Además, existe el principio de
subsidiaridad que afecta al ejercicio de las competencias compartidas entre
las instituciones de la Unión y los Estados miembros.

El principio de efecto directo implica que las normas jurídicas


comunitarias, especialmente los Tratados Constitutivos, los reglamentos y
las directivas, generan derechos y obligaciones inmediatamente aplicables
en cada uno de los Estados miembros. Todas las autoridades públicas
nacionales están obligadas a hacer cumplir el ordenamiento comunitario.
El principio de primacía determina que ante un conflicto entre una norma
jurídica comunitaria y una norma jurídica estatal dictada en el ejercicio de
una competencia que ha sido delegada a favor de las Comunidades, será
aplicada preferentemente la norma jurídica comunitaria.

En el caso de que las instituciones comunitarias compartan el ejercicio de


determinada competencia con los Estados miembros, aquéllas la ejercerán
sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no puedan
ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, y por
consiguiente puedan lograse mejor a nivel comunitario (principio de
subsidiaridad).

EL DERECHO
6.5. COMUNITARIO EUROPEO
COMO ORDENAMIENTO AUTONOMO: LA
ARTICULACIÓN CON EL DERECHO INTERNO.

¿Qué ocurriría en el caso de un hipotético conflicto entre la norma


comunitaria y la Constitución española? La CE es la cúspide de nuestro
ordenamiento jurídico, en cambio, el ordenamiento comunitario, desde el
punto de vista constitucional, no deja de ser un derecho de carácter
derivado que nace gracias al art. 93 CE.

Para este conflicto nuestro TC interpreta en su Decisión de 1 de julio de


1992 que la CE debe prevalecer sobre el Derecho comunitario, sobre todo
si tenemos en cuenta que nuestra Constitución reúne una serie de derechos
fundamentales que no pueden ser vulnerados bajo ninguna circunstancia.

En virtud del principio de autonomía institucional la ejecución de las


normas comunitarias en los Estados miembros es una cuestión de derecho
interno, habrá que acudir a las normas constitucionales de distribución de
competencias y a los estatutos de autonomía para determinar que
institución, nacional o autonómica, será competente para ejecutar la norma
comunitaria.
TEMA 7. GARANTIAS Y DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN.
CSF- 2016-17

7.1. La defensa extraordinaria de la Constitución: situaciones de


excepción y Estado de Derecho.
7.2. Las situaciones excepcionales en la CE 1978.
7.3. La suspensión individual de derechos.
7.4. La rigidez constitucional. El sentido de la reforma constitucional.
7.5. Los procedimientos de reforma constitucional en la CE de 1978.
7.6. La justicia constitucional:
A. Origen y fundamento de la justicia constitucional.
B. Modelos clásicos de justicia constitucional.
C. Breve referencia al Tribunal Constitucional español.

7.1. La defensa extraordinaria de la Constitución: situaciones de


excepción y Estado de Derecho.

Su fundamento es garantizar el ejercicio de los Derechos Fundamentales y


el normal funcionamiento de las instituciones en las situaciones de especial
gravedad.
Su régimen legal es el art. 55.1 CE que posibilita suspender algunos
derechos en los supuestos de “estados de excepción y de sitio”. El art.
116.1. CE remite a una ley orgánica la regulación de estos estados, más el
estado de alarma. Esta ley es la LO 4/1981, de 1 de junio.
Características de las situaciones de excepción en la CE 1978:

1. Hace referencia a situaciones diversas y les da tratamiento diferente.


2. Las competencias de los órganos estatales se modulan a tenor de la
gravedad de la situación.
3. Distingue tres estados de excepción: alarma, excepción y sitio.
4. Hay que añadir una cuarta categoría: el estado de guerra.
7.2. Las situaciones excepcionales en la CE 1978.

Dispone la CE y la LO que durante los estados de excepción no se


interrumpirá el normal funcionamiento de los poderes constitucionales del
Estado.
El Congreso de los Diputados no podrá ser disuelto y, si no estuviere en
período de sesiones, quedará automáticamente convocado.
Durante los estados de excepción no se altera el principio de
responsabilidad política del Gobierno y sus agentes.
Su LO exige que, en cualquiera de las tres situaciones de excepción, las
medidas que se adopten cumplan dos condiciones:

1. Ser las estrictamente indispensables para asegurar el restablecimiento


de la normalidad constitucional.

2. Ser apropiadas a las circunstancias que las motivan.

El estado de alarma.

Las circunstancias que lo justifican son: catástrofes naturales, calamidades


o desgracias públicas de gran magnitud, paralización de los servicios
esenciales, situaciones de desabastecimiento de productos de primera
necesidad.
Su declaración se hará por el Gobierno que dará cuenta al Congreso de los
Diputados, suministrando toda la información que se le requiera.
El Decreto del Gobierno deberá indicar los extremos siguientes:

1. Si afecta a todo o parte del territorio nacional.


2. Efectos que produce su declaración.
3. Su duración no podrá exceder de 15 días.

Las medidas que puede adoptar son: modificar ciertas competencias,


limitaciones a los derechos de libertad de circulación, disposición física de
talleres o industrias, uso de servicios o productos de primera necesidad,
intervención de empresas o servicios y movilización de personal.
La prórroga deberá ser autorizada expresamente por el Congreso de los
Diputados, que determinará su alcance y condiciones de vigencia durante la
prorroga y su duración.

El estado de excepción.

Circunstancias que lo justifican:

1. Grave alteración del libre ejercicio de los derechos fundamentales y


libertades de los ciudadanos.
2. Alteración del normal funcionamiento de las instituciones
democráticas o de los servicios públicos esenciales de la comunidad.
3. Cualquier alteración grave del orden público que no pueda
restablecerse con el ejercicio ordinario de las potestades públicas.

Procedimiento de declaración:

● El Gobierno deberá remitir al Congreso una solicitud de autorización


que deberá contener los extremos siguientes: a) mención expresa de
los derechos y garantías cuya suspensión se solicita; b) cuantía
máxima de las sanciones que pueden imponerse.
● El Congreso debatirá la solicitud, pudiendo cambiarla y también no
conceder la autorización para la declaración.
● Obtenida la autorización del Congreso, el Gobierno declara el estado
de excepción mediante Decreto.

Cualquier otra medida distinta de las contenidas en la declaración


autorizada por el Congreso necesitará de igual procedimiento de
autorización de la Cámara.
Los derechos que pueden verse afectados por la declaración del estado de
excepción son (art.55.1 CE):

1. Los derechos referentes a la libertad y seguridad personal.


2. La inviolabilidad del domicilio.
3. El secreto de las comunicaciones privadas.
4. La libertad de residencia y circulación.
5. La cláusula de conciencia y el secreto profesional de la libertad de
información.
6. La garantía de resolución judicial en el secuestro de los medios de
comunicación.
7. La libertad de reunión y manifestación.
8. El derecho a la huelga.
9. El derecho a la adopción de medidas de conflicto colectivo de
trabajo.

Duración: 30 días.

● El Gobierno puede poner fin anticipadamente por Decreto, dando


cuenta al Congreso de los Diputados.
● El Gobierno puede solicitar su prorroga, con igual tramitación y
únicamente por otros 30 días más.

El estado de sitio y el estado de guerra.

Circunstancias que lo justifican; una insurrección o acto de fuerza:

1. Contra la soberanía o independencia de España;


2. Contra la integridad territorial o contra el
Ordenamiento Constitucional.
3. La LO añade que cabe su declaración cuando no pueda resolverse la
situación de crisis por otros medios.

Procedimiento:

● El Gobierno propone al Congreso la declaración, que es el órgano


competente para hacerla.
● El Congreso determinará su ámbito territorial, duración y
condiciones.
● La declaración de estado de sitio puede ampliar las medidas propias
de los estados de alarma y excepción con la suspensión de las
garantías jurídicas del detenido reconocidas en el art. 17.3 CE.
El Gobierno asume las facultades extraordinarias previstas en la CE y en la
LO, siempre que hayan sido incluidas en la declaración que hace el
Congreso. En la declaración se podrá determinar el sometimiento de ciertos
delitos a la jurisdicción militar (art.117.5 CE).
No se identifica “estado de sitio” con el “estado de guerra”.
El estado de guerra, art. 63.3 CE, confiere al Rey, previa autorización de
las Cortes Generales, la declaración de la guerra y la firma de la paz. Nada
más dice de la guerra, salvo que en ella sí puede dictarse pena de muerte si
así lo disponen las leyes penales militares (art. 15 CE); el Código Penal
Militar de 1996 ha abolido la previsión que a este respecto figuraba en el
anterior.

7.3. La suspensión individual de derechos.

El art. 55.2 CE habilita al legislador para que regule por ley orgánica la
forma y los casos en que pueden ser suspendidos ciertos derechos a
personas determinadas, que o bien estén relacionadas con elementos
terroristas o con bandas armadas que atentan gravemente en la seguridad
ciudadana, o bien hagan apología o la encubran.
Los derechos y garantías que pueden ser objeto de suspensión individual
son: la duración máxima de 72 horas en la detención preventiva; la
inviolabilidad del domicilio; el secreto de las comunicaciones privadas.
Se trata de un supuesto de suspensión afectados por las siguientes
condiciones: temporalidad, intervención judicial, control parlamentario,
responsabilidad penal para el caso de su utilización injustificada o abusiva.
Precedentes de la regulación legal actual:

● La ley antiterrorista de 1980.

● La ley de bandas armadas y elementos terroristas de 1984.

Hoy la regulación de la suspensión individual de los


derechos fundamentales está incorporada al nuevo Código Penal y a
la LECr.

7.4. La rigidez constitucional. El sentido de la reforma constitucional.


En sentido amplio, se habla de reforma constitucional siempre que por la
vía que fuere queda alterada la norma constitucional.
La reforma, realizada de forma expresa y a través del procedimiento
establecido por la Constitución, hace posible que el poder constituyente
constituido ejerza el poder de reformar y asegurar al mismo tiempo su
modificación y estabilidad (procedimiento singular y mayoría reforzada).
La clasificación de las constituciones por la previsión de reforma puede ser:

● Rígidas, si han previsto un procedimiento de reforma distinto del


legislativo ordinario.
● Flexibles, no han previsto la reforma, se realiza por el procedimiento
legislativo ordinario.

La CE de 1978 es rígida, dedica el Título X a los procedimientos de


reforma constitucional.

7.5. Los procedimientos de reforma constitucional en la CE de 1978.

El sujeto de reforma constitucional es el poder constituyente constituido o


derivado, al que la Constitución configura y atribuye la potestad de
aprobar, modificar o derogar normas constitucionales.
La iniciativa de reforma constitucional se ejercerá en los términos previstos
en los apartados 1º y 2º del art. 87 (CE art. 166). Al omitir cualquier
referencia al apartado 3º del art. 87, se excluye de la reforma la iniciativa
popular.
Los sujetos con iniciativa para reformar la Constitución son:

1. El Gobierno de la Nación.
2. El Congreso de los Diputados.
3. El Senado.
4. Las asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas.

El procedimiento de debate y aprobación de la reforma constitucional es


distinto según la materia que se proponga reformar. Tres son los supuestos
posibles:
● Reforma total.
● Reforma parcial del Título preliminar, Cp.2º Secc.1ª T.I, o al Título
II.
● Reforma parcial que no recaiga sobre una parte del apartado anterior.

Para los dos primeros supuestos la CE establece un único procedimiento en


el art. 168.
Para el supuesto 3º establece otro procedimiento regulado en el art. 167.

El procedimiento del art. 168 CE.

La iniciativa de reforma debe ser presentada de forma articulada.


Procedimiento:

● Aprobación del principio de reforma por 2/3 del Congreso y 2/3 del
Senado.
● Disolución de las Cortes Generales, y convocatoria de elecciones
generales.
● Ratificación por las nuevas Cortes de la decisión de proceder a la
reforma, tomada por mayoría simple del Congreso y mayoría
absoluta del Senado.

Ratificada la decisión se procede del siguiente modo:

● Estudio y votación de las enmiendas presentadas y del texto del


proyecto o proposición de ley.
● El procedimiento seguido es el del legislativo ordinario.

● La aprobación de cada uno de los artículos sólo exige mayoría


simple.
● El texto final debe ser aprobado por mayoría de 2/3 de cada una de
las Cámaras.

Aprobada la reforma por las Cortes será sometida a referéndum para su


ratificación.

El procedimiento de reforma del art. 167 CE.


La iniciativa legislativa es examinada por las Cortes Generales de acuerdo
con el procedimiento legislativo ordinario, modificado por las exigencias
constitucionales en los siguientes puntos:

● Aprobación por mayoría de 3/5 del Congreso y del Senado sobre el


conjunto del proyecto. La aprobación de cada uno de los artículos
requiere sólo mayoría simple.
● En caso de desacuerdo, elaboración de un nuevo texto por una
Comisión mixta y paritaria de diputados y senadores. Para la
aprobación del texto alternativo se pide mayoría de 3/5 de cada una
de las Cámaras.
● Si realizada la votación, la reforma no hubiese obtenido las mayorías
indicadas, siempre que el texto hubiere obtenido el voto favorable de
la mayoría absoluta del Senado, el Congreso por mayoría de 2/3
podrá aprobar la reforma. En caso contrario se entenderá rechazada
la reforma.
● Referéndum facultativo. Una décima parte de los miembros de
cualquiera de las dos Cámaras, dentro de los 15 días siguientes a su
aprobación, podrán solicitar que sea sometida a referéndum, en cuyo
caso el Gobierno deberá convocarlo.

LÍMITES DE LA REFORMA.

En la medida en que el poder constituyente derivado es una creación del


poder constituyente originario, éste de la misma forma que establece su
composición y procedimiento, puede también imponerle límites a su
actuación válida.
Los límites pueden ser: explícitos o implícitos.
Los límites explícitos pueden ser: temporales y materiales.
La CE no contiene límites materiales explícitos a la reforma, puesto que
permite la revisión total de la misma (no existen cláusulas de
intangibilidad).Tampoco contiene límites materiales implícitos.
En cuanto puede ser reformada sin limitación temporal, tampoco contiene
límites temporales.
La CE sólo limita la iniciativa de la reforma constitucional que no podrá
iniciarse vigente la declaración del estado de guerra o algunos de los
estados del art. 116 CE
7.6. La justicia constitucional.

Origen y fundamento de la justicia constitucional.

La propia lógica y unidad del ordenamiento jurídico lleva implícita la


necesidad de que exista un mecanismo para expulsar del ordenamiento
cualquier norma que esté en contradicción con la Constitución.
Para que la ley sea válida, no debe ser contraria a la Constitución. Es
necesario garantizar la supremacía constitucional e impedir la aplicación de
las normas legales que no sean conformes con la Constitución, lo cual
conlleva la organización de un procedimiento para determinar las leyes
disconformes a fin de que no sean aplicadas.

Modelos clásicos de justicia constitucional.

El modelo de justicia constitucional difuso o americano.

El control de constitucionalidad de la ley durante más de un siglo ha sido


una peculiaridad del Derecho Constitucional de los Estados Unidos, pues,
no es hasta bien entrado el siglo XX que se produce la incorporación de
esta garantía al constitucionalismo europeo.
Tempranamente el poder judicial consideraría que era de su competencia
dejar sin aplicación una ley por ser contraria a la Constitución. Así ocurrió
en 1803 en el caso Marbury vs. Madison.
El origen el sistema norteamericano de control de la Constitucionalidad de
las leyes no se encuentra en la Constitución, sino en una decisión del
Tribunal Supremo, redactada por el juez John Marshall, en el caso Marbury
vs. Madison.
El sistema de control judicial de la constitucionalidad de las leyes de los
Estados Unidos se caracteriza por las siguientes notas:

1. El control de constitucionalidad corresponde a cualquier juez,


cuando estime que la norma que debería aplicar en un proceso
concreto es contraria a la norma constitucional.
2. Es un control difuso por ser realizado por todos y cada uno de los
jueces integrados en el poder judicial.
3. Sólo puede tener lugar por vía incidental.
4. Los efectos de la sentencia que aprecia la inconstitucionalidad se
concretan al supuesto de hecho que la ha motivado.
5. Los efectos de la sentencia, en cuanto a la ley inconstitucional, se
limitan a la inaplicación. No hay una declaración de
inconstitucionalidad de la ley.

El modelo europeo o concentrado.

Es el resultado de una decisión política del constituyente que decide


incorporar al sistema constitucional el control de la ley como una función
constitucional distinta de las tres funciones tradicionales del Estado. Crea
un órgano específico encargado de esta función y sin pertenecer
orgánicamente a ninguno de los tres poderes del Estado.
El control de constitucionalidad se impondrá como una decisión política en
distintos procesos constituyentes, de manera limitada en el período de entre
guerras y terminará por generalizarse en el constitucionalismo posterior a la
II Guerra Mundial.
La introducción en Europa del control de constitucionalidad de las leyes se
ha llevado a cabo mediante la creación de un órgano especializado,
encargado de ese cometido. Se concentra en un órgano específico la tarea
de controlar la constitucionalidad de las leyes.
Las características de este modelo son completamente distintas del modelo
americano, siendo las siguientes:

1. El control se confía a un órgano constitucional nuevo, distinto de


los tres poderes clásicos del Estado, al Tribunal Constitucional.
2. Es un control concentrado, el único que puede declarar la
inconstitucionalidad de la ley es el Tribunal Constitucional.
3. Sólo puede actuar a instancia de parte.
4. La legitimación para actuar ante el Tribunal Constitucional está
regulada de forma restrictiva.
5. Es un legislador negativo.
6. La sentencia que declara la inconstitucionalidad produce efectos
constitutivos desde su publicación en el BOE.

Breve referencia al Tribunal Constitucional español


El TC garantiza la supremacía normativa de la Constitución mediante la
resolución de los procesos de inconstitucionalidad.
Precedentes del TC de la CE de 1978:

● El Tribunal de Garantías Constitucionales de la II República.

● Constitución checa de 1919 y de Austria de 1920.

● Modelo de justicia constitucional europeo:

1. Órgano constitucional externo al Poder Judicial;


2. Control concentrado de la constitucionalidad de las leyes;
3. Control basado en un juicio abstracto de las normas.

● Las Constituciones de la postguerra: Italia 1947 y Alemania 1949.

Características del TC en la CE de 1978:

1. Es un órgano constitucional, configurado directamente por la


Constitución.
2. Garantiza la supremacía de la norma constitucional. -Es su intérprete
supremo pero no exclusivo.
3. Es un órgano jurisdiccional con jurisdicción en todo el territorio
español (art. 161.1 CE), y es único en su orden (art.1.2 LOTC).
4. Es un órgano del sistema político que actúa con independencia de los
otros órganos del Estado.

Limitaciones del TC:

● No tiene iniciativa propia.

● Sus competencias son tasadas.

● Sus decisiones únicamente versan sobre el caso que conoce, bajo el


prisma con el que se plantea y al cual debe ajustarse.

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