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LOS TEXTOS RETÓRICOS

¿Qué es la retórica?
La retórica es la disciplina que se interesa en el estudio y la sistematización de los
procedimientos y técnicas expresivas del lenguaje, que además de sus fines comunicativos
usuales tienen como objetivo persuadir o embellecer lo dicho.

Los elementos que la retórica estudia son en principio de tipo verbal, o sea, pertenecientes al
lenguaje, pero no únicamente hablado: la expresión escrita e incluso el uso conjunto de imágenes
y texto bien puede resultar de su interés, especialmente en las formas contemporáneas de
elaboración de discursos.

Según las consideraciones clásicas de la retórica, todo discurso se configura a partir de tres
elementos:

 Inventio o invenio. La selección de los contenidos del discurso, es decir, la elección


particular de los temas en la memoria, en los lugares comunes (o topoi), las ideas
propias o heredadas de terceros, en fin, que puedan servir para los fines comunicativos
que se tengan.
 Dispositio. La organización de los elementos de la inventio en un todo estructurado,
jerarquizado, o sea, organizado según la conveniencia argumental, echando mano a
relatos, exposiciones o explicaciones para movilizar al otro a través de vías
emocionales, racionales o morales.
 Elocutio. Equivalente a lo que consideramos hoy “estilo”, se trata de la elección de los
recursos lingüísticos idóneos para expresar verbalmente los materiales recopilados y

Retórica, oratoria y dialéctica

La oratoria es la aplicación de la retórica al discurso oral.


Estos tres términos no deben manejarse como sinónimos, ya que no lo son, a pesar de que a
menudo en el habla cotidiana podamos emplearlos más o menos indistintamente. Por un lado, la
retórica es el “arte del bien decir”, o sea, a la capacidad o el talento de dar a lo comunicado la
expresividad necesaria para hacerlo realmente persuasivo. Por otro lado, los otros conceptos son:

 Oratoria. Considerada por algunos como un género literario, la oratoria podría


entenderse como la forma de aplicación al discurso oral de los elementos retóricos, o
sea, la capacidad para aplicar la retórica a un discurso hablado. Dicho en pocas
palabras, la oratoria es el arte de hablar con eficacia.
 Dialéctica. Por su parte, la dialéctica era comprendida por los antiguos griegos como
“el arte de conversar” (la palabra comprende los vocablos griegos dia-, “reciprocidad” o
“intercambio”, y logos, “palabra”), y se diferenciaba de la oratoria en que ésta enseñaba
a hablar bien frente a los demás, mientras que la dialéctica enseñaba a debatir. El
célebre filósofo Sócrates practicaba la dialéctica con sus estudiantes, retándolos
mediante la conversación para que pensaran los tópicos de su interés.

Figuras retóricas
También conocidas como figuras literarias, las figuras retóricas son giros o recursos estilísticos,
es decir, mecanismos del lenguaje que sirven para ilustrar, embellecer o enriquecer
estilísticamente el discurso.
Tanto en el lenguaje hablado como el escrito, tanto en el poético como el informal, este tipo de
recursos permiten al individuo expresar más con menos, alterando la configuración tradicional o
acostumbrada de lo dicho. Algunos ejemplos de figuras retóricas son:

 La metáfora. Consiste en una comparación entre una cosa y otra, o bien en llamar a
una con el nombre de la otra, para evidenciar sus rasgos comunes, reales o
imaginarios. Por ejemplo: “El río era una larga serpiente azul” o “Los soles
chisporroteantes de sus ojos me intimidaron”.
 La hipérbole. Es una forma de exageración discursiva, cuyo sentido no es literal, sino
figurado. Por ejemplo: “Tengo tanta hambre que me comería un mamut” o “Es tan tonta
que no puede hablar y caminar al mismo tiempo”.
 La personificación. Consiste en atribuirle a un objeto inanimado características
humanas, en un sentido obviamente no literal. Por ejemplo: “La mañana me saludó con
un aire caliente” o “El viento susurraba su nombre en mis oídos”.
 La elipsis. Esta figura retórica consiste en la omisión de algún contenido del discurso
que se considera ya dicho, obvio o que se desea esconder por alguna razón. Así, se
evitan reiteraciones que afearían el discurso, por ejemplo, o se puede generar cierto
suspenso. Por ejemplo: “María y Néstor fueron al cine, y al salir no encontraron su auto”
(se omite la repetición del sujeto), “Le traje un regalo al niño, pero ya lo tenía” (se omite
el regalo).

Demóstenes, el gran orador tartamudo

Demóstenes pasó a la historia como el más grande de los oradores griegos. Eso, de por sí,
es suficiente mérito. Sin embargo, lo verdaderamente sorprendente de su historia es todo lo que
tuvo que hacer para alcanzar la gloria. La suya es una de las historias más edificantes de los
grandes personajes.
Demóstenes tenía varios defectos físicos que tuvo que superar. Su salud era muy frágil y
constantemente estaba enfermo. Pero lo más grave es que padecía de tartamudez . Esto, por
supuesto, era un obstáculo gigantesco para convertirse en una figura pública, como él lo
deseaba. Sin embargo, con perseverancia y de trabajo, finalmente encontró la manera de que su
voz y su pensamiento se reconocieran.
Demóstenes nació en el año 384 antes de nuestra era, en Atenas. Fue hijo de una familia
acomodada. Sin embargo, su padre era comerciante y por eso no formaba parte de la
“aristocracia”. Los miembros de esta veían el oficio como una tarea de poca consideración. Aún
así, el padre de este gran orador contaba con muchos bienes. Entre ellos, una fábrica de
cuchillos, otra de muebles y una armería.
Cuando Demóstenes tenía 7 años se enfrentó el primer gran escollo de su vida. Quedó
huérfano. La herencia le fue confiada a tres tutores, mientras que el chico alcanzaba la mayoría
de edad. Dos eran sobrinos de su padre y otro un amigo de la infancia. Los depositarios
temporales dilapidaron poco a poco esta rica herencia, de manera que cuando Demóstenes
alcanzó edad para gestionarla, esta ya no existía.
La leyenda de Demóstenes
Demóstenes fue educado como correspondía a su posición. Tenía grandes problemas de salud,
pero él era un alumno curioso y motivado, que siempre quería aprender más. Por eso se convirtió
en un voraz lector. Llegó a ser uno de los jóvenes más instruidos de su tiempo. Más allá de
esto, alrededor de su figura se creó una historia, que aún no se qué tiene de real y qué de
leyenda.
Este joven ateniense quería convertirse en el mejor orador de Grecia. Le interesaban los
asuntos de la política y anhelaba que sus ideas llegaran a tener tanta influencia como acierto les
suponía. Estudiaba con esmero los discursos de los grandes oradores. Se dice que siendo muy
joven intentó dar su primera “conferencia” y esta fue un fiasco.

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