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La estética en las obras literarias

La estética en la literatura se refiere al conjunto de


elementos que determinan el valor artístico de una
obra. Estos elementos pueden incluir el lenguaje, el
estilo, la estructura, la utilización de metáforas y
símbolos, la creación de atmósferas y ambientes, entre
otros.
La estética también puede influir en cómo se percibe y
se interpreta una obra literaria. Por ejemplo, una obra
con un lenguaje poético y una estructura compleja
puede ser vista como más artística y profunda que una
obra con un estilo más directo y sencillo. La estética
puede, por lo tanto, afectar la forma en que un lector
entiende y valora una obra literaria.
¿Cuáles son los ejemplos de estética literaria?
La estética literaria se enfoca en la belleza del lenguaje y la composición de las obras
literarias. Algunos ejemplos de estética literaria incluyen el uso de imágenes poéticas,
metáforas, aliteraciones y otros recursos literarios para crear una belleza estética. La
poesía es un género que se centra en la estética, mientras que la prosa puede incluir
elementos estéticos en su estructura y estilo. Los autores que son conocidos por su
estética literaria incluyen a Shakespeare, Pablo Neruda, Emily Dickinson y Gabriel García
Márquez, entre otros. La estética literaria es un aspecto esencial de la literatura que
aumenta el valor cultural y artístico de las obras literarias.

Explorando las raíces de la estética literaria

La estética literaria es un tema que ha sido abordado por numerosos filósofos y teóricos a
lo largo de la historia. Desde los antiguos griegos, que desarrollaron la teoría de la
mimesis, hasta los pensadores contemporáneos, como Roland Barthes o Jacques Derrida,
la estética literaria ha sido objeto de debate y reflexión. Las raíces de esta disciplina se
encuentran en la filosofía y la teoría del arte, y su objetivo principal es comprender cómo
se crea y se interpreta la belleza en la literatura.
Elementos estéticos en las obras literarias

Los Recursos Literarios

Se llama recursos literarios o también figuras retóricas a los giros y


estrategias especiales que los autores de literatura imprimen sobre el lenguaje en sus
obras, con el propósito de dotarlas de mayor potencia expresiva o mayor belleza. Se trata,
pues, de usos especiales, distintos de lo ordinario, del idioma.

Con ello no nos referimos específicamente al verso, ni a los efectos visuales que en
algunos poemas se pretende alcanzar distribuyendo el texto en la hoja, sino a formas de
decir las cosas, a métodos para variar el modo común de usar el lenguaje.

Conviene aclarar que todas las obras literarias están escritas con un lenguaje fuera de lo
ordinario o alejado de lo común, no sólo en verso sino también en prosa. Pero aun así el
uso de recursos literarios le imprimen un sello único, singular, a la obra; algo
que forma parte del estilo de cada escritor.

También hay que decir que muchos de estos recursos literarios pueden darse en la
lengua común, como formas de juego, de énfasis o de potenciar lo dicho, pero no es el
usual de la utilización de la lengua hablada. Los chistes, los relatos orales y varias formas
de expresión semejante son abundantes en giros ingeniosos del lenguaje.

Tipos de recursos literarios y ejemplos

Metáfora o símil: Consiste en sustituir un referente por otro con el que existe
un vínculo de semejanza, estableciendo una comparación entre ellos a partir de un rasgo
común, o definiendo una a partir de la otra. Cuando esto ocurre mediante un nexo (un
“como”, por ejemplo), hablaremos de símil; cuando no, de metáfora. Por
ejemplo: “El rubí de tus labios” es una metáfora, pues compara los labios de alguien con
rubíes en base a su color rojizo; lo mismo “Tus labios rojos como rubíes”, que vendría
siendo un símil dada la presencia del “como”.

Metonimia: Consiste en un intercambio de referentes, tal y como la metáfora, pero


siempre que exista una relación de la parte por la cosa, el efecto por la causa, o la cosa por
su procedencia. Por ejemplo: “Leeíamos a Cervantes” (el autor por su obra) o “Fuimos a
comer chino” (la nacionalidad por la cosa).

Hipérbole: Consiste en la exageración poética: una cuyo sentido es remarcar el sentido


explícito de una idea. Por ejemplo: “Bruno era largo como el asta de una bandera”.
Personificación: Ocurre cuando le damos a objetos inanimados o animales ciertos rasgos
exclusivos de humanidad. Por ejemplo: “Los árboles del jardín se inclinaban hacia
nosotros con curiosidad”.

Oxímoron: Implica la juntura de dos términos lógicamente opuestos, es decir,


dos palabras cuyos sentidos normalmente no podrían convivir. Por ejemplo: “El gélido
calor de tu mirada” o “La luminosa noche sin estrellas”.

Hipérbaton: Se basa en la alteración del orden acostumbrado de la oración, para


resaltar mediante la sintaxis algunos de sus significados. Es típico de la poesía, aunque no
exclusiva. Por ejemplo: “Un beso a tu mejilla ayer le di”.

Anáfora: Se trata de una repetición al inicio de dos o más frases, que produce un efecto
melódico o enfático respecto a lo dicho, usualmente asociado a la intensidad de un
sentimiento. Por ejemplo: “Esa noche caminamos a lo largo del sendero. Esa noche
comprobamos que no había nadie al final”.

Onomatopeya: Ampliamente utilizado en el habla cotidiana, este recurso consiste en la


representación mediante el lenguaje hablado del sonido de alguna cosa o de
algún animal. Por ejemplo: “toc, toc, toc, sonó la puerta” o “No soportaba el constante tic
tac del reloj”.

Elipsis: La elipsis consiste fundamentalmente en la omisión, es decir, en evitar


deliberadamente decir ciertas cosas o darle cierta información al receptor. Dicha falta, no
obstante, no impide que se conserve el sentido de lo dicho, pero brinda agilidad, rapidez
o ritmo a la oración. Eso omitido puede ser un nombre, un sujeto, una acción o un
referente que forme parte de una comparación y quede tácito. Por ejemplo: “Paula tomó el
sendero de la derecha, María el de la izquierda” (se evita repetir “sendero”); o también:
“Desperté bañado en sudor, ella arropada y totalmente seca” (se evita repetir “despertar”).

Aliteración: Este es un recurso fonético, es decir, del sonido. Ocurre cuando se construye
de manera deliberada una frase que esconde la repetición de un sonido. Es frecuente en
trabalenguas, albures y adivinanzas, pues sólo prestando atención al sonido y no
al significado se puede recomponer la respuesta. Puede usarse también para
imprimirle una melodía interna a la oración. Por ejemplo: La adivinanza popular “te la
digo y te la digo, te la vuelvo a repetir” (en la repetición se esconde la palabra “tela”; o en
la frase “se oyeron los clásicos clarinetes”

Pleonasmo. Es la suma de términos que no son necesarios a modo de repetición, con el


objetivo de enfatizar la expresión de aquello que se quiere transmitir. Por ejemplo:

Todos y cada uno de ustedes deben involucrarse si queremos revertir esta situación.
Funciones del lenguaje
Se entiende por las funciones del lenguaje a los distintos cometidos con que el ser
humano emplea el lenguaje, es decir, los propósitos comunicativos con los que utiliza esa
herramienta cognitiva y abstracta. Esto ha sido objeto de estudio de la Lingüística y
las Ciencias de la Comunicación durante décadas, y distintos teóricos les han atribuido
clasificaciones y órdenes, destacando los de Karl Bühler y, sobre todo, los que Roman
Jackobson elaboró a partir de ellos.

Las funciones del lenguaje son seis, según lo estableció Jackobson, y a través de ellas
puede darse cuenta de los límites y las capacidades del lenguaje humano, así como los
propósitos o los objetivos con los que podemos usarlo en cualquier ocasión.

Función referencial: También llamada función informativa, se refiere al uso del


lenguaje para indicar algún aspecto del universo exterior del emisor, es decir, de la
realidad misma. Por ende, se centra en el mensaje a transmitir más que en el resto de
los elementos comunicativos: es la función “objetiva” del lenguaje, que sirve para indicar
algo concreto.
Por ejemplo, cuando describimos cómo lucía ayer un amigo común, cuando indicamos el
resultado de una operación matemática o cuando le decimos la hora a un transeúnte.
Estamos indicando, informando o referenciando la realidad a nuestro alrededor.

Función emotiva: La función emotiva o expresiva del lenguaje tiene que ver con la
realidad psíquica o emocional del emisor, en quien lógicamente se centra. A menudo
contiene formas verbales en primera persona, aunque no necesariamente; en todo caso se
basa en transmitir al receptor algún elemento de ánimo o de subjetividad del emisor.
Por ejemplo, cuando nos quejamos tras recibir un golpe, o cuando nos lamentamos con un
amigo tras haber sido abandonados por la pareja, o cuando le decimos a alguien cómo nos
sentimos o qué sentimos en ese exacto momento, ya sea directamente o a través
de metáforas: “¡Qué hermoso día!” o “Me siento de la patada”.

Función apelativa: También llamada conativa, es la que se centra en el receptor, pues


busca producir en él una reacción deseada. Se trata de la función imperativa del lenguaje,
la que empleamos para lograr que otros hagan lo que deseamos, ya sea que les estemos
pidiendo un favor, ordenando algo o amenazando si no lo hacen.

Por ejemplo, cuando le decimos a alguien que nos abra la puerta, cuando le indicamos a
alguien qué calle tomar para llegar a su destino, cuando pedimos que nos digan la hora o
mandamos a callar a alguien.
Función metalingüística: Esta función le permite al lenguaje hablar de sí mismo, ya
que se centra en el código comunicativo, dándonos oportunidad de aclarar términos,
preguntarle al otro si nos comprende o corregir el modo en que decimos las cosas.
Por ejemplo, cuando le corregimos la gramática o la ortografía a alguien, o cuando
explicamos a un niño el significado de una palabra, incluso cuando usamos el lenguaje
para aprender una lengua (código) nueva.

Función fática: La función fática o relacional sirve apenas para comprobar que el
canal de comunicación, en el cual se centra, está activo y podemos iniciar la
transmisión del mensaje. No tiene ningún otro propósito y por lo general está
comprendido por palabras desprovistas de otro sentido e incluso significado.
Por ejemplo, en algunos países, al atender el teléfono se dice “¿Aló?”, “¿Hola?” o “Diga”,
palabras que no tienen un sentido real en el mensaje a transmitir, simplemente sirven para
verificar que hay alguien del otro lado del aparato.

Función poética: La función poética o estética es quizá la más complicada, pues se


centra también en el mensaje a transmitir, pero también sobre el código en que se lo
hace, ya que tiene lugar cuando buscamos embellecer, hacer más efectivo o más lúdico
(juguetón) el mensaje, como en el caso de las rimas poéticas, los acertijos, los refranes y
otros giros de lenguaje que se usan para hacer más potente y rica la comunicación.
Por ejemplo, cuando recitamos un poema, o cuando usamos una figura retórica para
expresarnos (metáforas, hipérboles, etc.) o cuando hacemos juegos de palabras.

La Sintaxis

La Sintaxis es la parte de la gramática que estudia cómo se combinan y relacionan las


palabras para formar secuencias mayores. Estas unidades mayores son los sintagmas
(grupo de palabras) y las oraciones (relaciones entre sintagmas).

También analiza el orden correcto de las palabras y sintagmas para que las
oraciones se construyan de manera correcta. Por ejemplo, la oración Pizza cenar Alberto
quiere resulta de difícil comprensión porque los elementos de la oración no siguen el
orden natural: Alberto quiere cenar pizza.
Además, la Sintaxis estudia cómo se construyen los diferentes tipos de
oraciones según el orden y el modo en que se relacionan las palabras para expresarlas de
manera clara y coherente.
Para conocer la Sintaxis, debemos hacer un recorrido por los distintos elementos que la
constituyen. A continuación, presentamos los más relevantes.
Elementos de la Sintaxis
Si la Sintaxis fuera un objeto, sería como una caja dentro de otra más grande y, esta a su
vez, dentro de otra más grande. Primero se combinan unas unidades para crear algo más
grande. Estas unidades mayores también se combinan entre ellas.
Veamos dos pasos clave para entender este proceso:

1. Las palabras se agrupan entre ellas para crear sintagmas


2. Los sintagmas se relacionan entre ellos para crear oraciones

Sintagmas
Un sintagma es un conjunto de palabras que se agrupa alrededor de un núcleo, como
en La silla de madera. Este sintagma tiene como núcleo la palabra silla, mientras que las
demás cumplen la función de determinante (la) o complemento del nombre (de madera).

Silla es un nombre, por lo que el sintagma es un Sintagma Nominal. Los tipos de


sintagmas se determinan por la clase de palabra que hace de núcleo.

Funciones sintácticas
Una oración es una relación entre un Sujeto y un Predicado. Tanto uno como otro son
sintagmas; nominal y verbal, respectivamente. Los sintagmas pueden relacionarse entre
ellos de diferentes formas. Esto es lo que conoce como funciones sintácticas: qué papeles
cumplen en la oración según cómo se relacionan.
En la oración María compró una moto, hay un Sintagma Nominal que hace de Sujeto
(María) y un Sintagma Verbal con función de Predicado (compró una moto). Este último
sintagma tiene otro Sintagma Nominal en su interior (una moto) con la función de
Complemento Directo.

Además, la oración anterior sigue la estructura más habitual en español: sujeto, verbo y
objeto.
Los conceptos de Sujeto, Predicado, Complemento Directo, Complemento Indirecto, etc.
son los nombres que reciben los sintagmas según la función que desempeñan en la
oración.

Pongamos como ejemplo el sintagma nominal los brazos. En Juan ejercita los brazos,
tiene la función de Complemento Directo. Pero en Los brazos son fuertes, hace de Sujeto.
Imágenes Sensoriales
Una imagen sensorial es un recurso estilístico que consiste en transmitir ideas
directamente relacionadas con la expresión de los sentidos (vista, gusto, tacto, olfato,
sonido).

El objeto de las imágenes sensoriales es activar el plano emocional del lector, creándole
en su imaginación una imagen virtual de sensaciones que consiguen aumentar la
expresividad. Debemos notar aquí, desde un punto de vista filosófico, la conexión íntima
que existe entre los sentidos del cuerpo y las emociones que provocan.
Elementos Estructurales de la Literatura
Los elementos estructurales de la literatura son las partes que conforman un texto
literario. Según el tipo de texto (narrativo, lírico o dramático), la estructura puede
variar. En general, se distingue entre la estructura externa, que se refiere a la forma
física del texto (capítulos, versos, escenas, etc.), y la estructura interna, que se refiere al
contenido temático del texto (introducción, nudo, desenlace, etc.).

Estructura externa de un texto literario


Si imaginamos el texto literario como un cuerpo humano, la estructura externa sería lo
que vemos inmediatamente al mirar al espejo: una cabeza, unos brazos, unas piernas, etc.
Tal y como nuestro primer encuentro visual con una persona nos puede indicar si la
persona es alta o baja, joven o mayor, morena o rubia, etc., la estructura externa de un
texto nos ayuda a determinar si se trata de una narración en prosa, de un soneto, o de una
obra de teatro, por ejemplo.
Textos narrativos
La estructura externa de los textos narrativos consiste normalmente de los siguientes
elementos:
 Texto principalmente en prosa. ¡Pero atención! Existen también subgéneros narrativos
como el poema épico, la epopeya o las fábulas que están escritas en verso.
 Partes, volúmenes, capítulos, etc.
 Párrafos y oraciones.
 Diálogo.
 Cartas, en el caso de una novela epistolar.
 Otros elementos como fragmentos de artículos, poemas, etc., que ayudan a completar
la narración.
Textos líricos
 Si seguimos con nuestra comparación del texto con una persona, los textos líricos
serían aquellos que destacarían entre la multitud, vestidos de forma llamativa, elegante, o
puede que extravagante y caótica. Podríamos decir que los textos líricos tienen muy en
cuenta su apariencia. A grandes rasgos, su estructura externa consta de los siguientes
elementos:
 Verso
 Estrofa: conjunto de versos en un mismo párrafo.
 Poema: conjunto de todas las estrofas.
 Aun así, esto no es todo, y la forma o estructura es tan importante en los textos líricos,
que tienen sus propias herramientas para analizarla: las llamadas métrica, rima, y ritmo.
La métrica es especialmente importante, porque nos permite determinar el tipo de texto
lírico que tenemos delante (soneto, canción popular, etc.) analizando detalladamente el
número de sílabas de los versos, el tipo de estrofas que conforman el poema, y el tipo de
rima de cada estrofa. Las estrofas, versos y poemas reciben nombres diferentes según su
número de sílabas, versos, o según su rima, y gracias a la métrica, podemos descubrir los
elementos más concretos de cada poema.
Textos dramáticos
La estructura externa de los textos dramáticos no tiene una función solamente estética
u organizativa, sino que está pensada para ayudar al director, a los actores, y a todo el
equipo teatral a llevar el texto sobre la escena.

Es por esto que encontramos los siguientes elementos:


 Escenas: normalmente cambiamos de escena cada vez que cambiamos los personajes
que interactúan entre ellos, saliendo o entrando en el escenario.
 Cuadro: los cuadros son reconocibles por un cambio de escenografía (decorado, luz,
vestimenta…), que indica un cambio de lugar y/o tiempo en el argumento de la historia.
 Actos: conjunto de varias escenas. Tradicionalmente eran 3, pero ahora podemos
encontrar tantos (o tan pocos) como le plazca al dramaturgo.
Otros elementos de la estructura del texto hacen más fácil recrear la historia sobre el
escenario. Estos son los siguientes:
 Acotaciones: indicaciones prácticas del dramaturgo sobre cómo se debe representar el
texto sobre la escena. Normalmente las encontramos en cursiva, e indican entradas y
salidas, como (Entra X personaje con una espada), emociones que los actores tienen que
expresar al decir ciertas palabras (llorando), y otras informaciones prácticas.
 Información sobre cambios espacio-temporales en la historia: Similares a las
acotaciones, pero normalmente más largas. Estas se pueden encontrar al principio de cada
acto, y al cambiar de cuadro o a veces de escena. Pueden ser más o menos detalladas, pero
sitúan los personajes en el lugar y momento preciso de la historia, con descripciones del
decorado, atrezzo y vestimenta que debe acompañarles.
 Lista de personajes: La encontramos al principio del texto dramático, e indica todos
los personajes que aparecen en la historia. En algunos casos, el autor hace indicaciones
precisas de vestimenta para todos o alguno de ellos.
Los textos dramáticos pueden estar escritos en verso o en prosa, y aunque algunos
cuentan con un narrador, constan mayoritariamente de diálogos entre personajes, o bien
de monólogos de un personaje ante el público. En cualquier caso es importante indicar
el nombre del personaje que dice cada elemento del texto.
Estructura interna de un texto literario
Ahora que hemos aprendido los elementos de la estructura externa de un texto literario –
lo que podemos ver al abrir un libro y encontrarnos con el texto por primera vez – es
importante también tener en cuenta la estructura interna.
Si la estructura externa eran los elementos del cuerpo que vemos a primera vista, la
estructura interna de un texto podría ser la personalidad de una persona. Aunque no la
podamos ver a primera vista, podemos llegar a conocerla relacionándonos más
estrechamente con la persona. De la misma forma, podemos llegar a conocer todos los
elementos propios de la estructura interna de un texto cuando lo leemos.
Textos narrativos
La estructura interna de un texto narrativo normalmente sigue un patrón determinado,
cuyos elementos podemos llegar a descubrir y a separar cuando leemos el texto. Estos
elementos son:
 Planteamiento: introducción de los personajes principales, y presentación del contexto
espacio temporal (el lugar y tiempo en el que pasa la historia).
 Nudo: es la parte más extensa, y reúne los hechos principales de la historia, las
aventuras y conflictos que los personajes deben atravesar. Puede incluir un punto
climático de máximo conflicto o acción a partir del cual la historia se dirige hacia el
desenlace.
 Desenlace: Parte final donde, normalmente, se resuelve el conflicto. Puede ser un
desenlace cerrado, cuando todos los conflictos expuestos en el nudo son resueltos y la
acción concluye, o un desenlace abierto, cuando quedan aún cabos por resolver o
información que desvelar al lector y a los personajes.
Estas tres grandes partes forman una estructura lineal, que es la más frecuente. Aun así,
la narración se puede contar de muchas formas distintas, y a veces la estructura interna se
ve más o menos alterada:
 Estructura cronológica o lineal: la acción se cuenta en un orden temporal lineal.
 Estructura circular: el planteamiento y el desenlace repiten los mismos elementos,
por lo que los personajes “terminan donde habían empezado”, como en un círculo.
 Analepsis o flashback: la historia entera, o partes de la historia, es contada a través de
un salto al pasado, alterando el orden cronológico.
 Prolepsis o flashforward: la historia entera, o partes de la historia, es contada a través
de un salto al futuro, alterando el orden cronológico.
Textos líricos
Los textos líricos también pueden contar historias de forma poética con un planteamiento,
un nudo, y un desenlace, pero la mayor parte del tiempo, se caracterizan por expresar los
sentimientos y la subjetividad del autor. A diferencia de un texto narrativo, su
contenido no se puede categorizar fácilmente.
Al analizar la estructura interna de un poema, se debe tener en cuenta el significado y los
sentimientos expresados detrás de cada verso o estrofa, y dividir el poema según las
temáticas que trata, o la historia que cuenta.

Mientras que la estructura externa nos dice que se trata de un soneto con versos
endecasílabos, la estructura interna dividiría el poema, a grandes rasgos, analizando el
contenido del poema: Los dos primeros cuartetos exponen todos los detalles de la belleza
de la persona a la que se dirige el poeta, luego el primer terceto introduce la idea de carpe
diem o collige virgo rosas (la mujer joven tiene que aprovechar su juventud antes de que
se vaya), y el segundo sigue con el mismo tópico literario, poniendo énfasis al paso del
tiempo.
Textos dramáticos
La estructura interna de los textos dramáticos es muy similar a la de un texto narrativo.
Así pues, podemos dividir las escenas según el esquema de un planteamiento, un nudo, y
un desenlace.
El final de cada acto coincide normalmente con un punto importante de la historia. Como
es obvio, el final del último acto coincide con el desenlace, pero los actos de en medio
pueden señalizar momentos climáticos en el nudo o desarrollo de la historia. Otras veces,
el final de un acto puede crear una falsa sensación de desenlace, pero la historia retoma la
acción al empezar el siguiente.
Descubre en qué consiste la estética literaria: una guía completa | Actualizado agosto 2023
(doctoraballestero.es)
60 Ejemplos de Figuras Retóricas

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