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13 de enero de 2020
Nota
Trabajo Final de Maestría, Director: Carmen Elvira Navia, Maestría en Psicología, Línea de
Profundización en Psicología Clínica.
Una alta prevalencia de violencia interpersonal surge en el interior de las relaciones de pareja,
escenario que se presenta constantemente en el ambiente psicoterapéutico, por lo que es de
gran importancia la consolidación de intervenciones pertinentes y eficaces. Sin embargo, el
estudio de esta problemática se basa en múltiples perspectivas teóricas que definen corrientes
distintas que pueden ser contradictorias y difícilmente integradas, complicando su
comprensión e intervención. El presente trabajo buscó realizar una revisión crítica de las
principales teorías sobre la Violencia de Pareja (VP) para este propósito se revisó literatura
presente en bases de datos como Ebsco, Redalyc, ScienceDirect, PubMed, entre otras. Como
principal resultado se identificaron cuatro tendencias generales en la literatura teórica sobre
el tema: 1) la escisión víctima-victimario, 2) la mono-causalidad, 3) las propuestas
integradoras, y 4) las perspectivas dinámicas o bidireccionales de la VP. Esta revisión
también permitió, como segundo resultado, abstraer recomendaciones para el manejo
psicoterapéutico del fenómeno.
: en primer lugar, hacer una revisión crítica de las principales teorías sobre VP a la luz de las
dificultades de conceptualización del fenómeno y, en segundo lugar, brindar
recomendaciones generales basadas en la teoría para la evaluación y la intervención de la VP
en el contexto clínico.
Abstract
A high prevalence of interpersonal violence arises within the relationship between couples,
a scenario that is constantly presented in the psychotherapeutic environment, so it is of great
importance to consolidate relevant and effective interventions. However, the study of this
problem is based on multiple theoretical perspectives that define different currents that can
be contradictory and hardly integrated, complicating the phenomenon understanding and
intervention. In the present work, a critical review of the main theories about Intimate Partner
Violence (IPV) was carried out through the use of database sources such as Ebsco, Redalyc,
ScienceDirect, PubMed, among others. As a main result, four general trends in Theoretical
literature on the subject were identified: 1) victim-offender excision, 2) mono-causality, 3)
integrative proposals, and 4) dynamic or bidirectional perspectives. This review also allowed,
as a second result, to abstract recommendations for the psychotherapeutic management of
the phenomenon.
El sistema de pareja es uno de los subsistemas que hacen parte del sistema familiar,
y está compuesto por la unión de dos personas que usualmente no pertenecen al mismo
sistema familiar, que, por lo general, mantienen un lazo de afecto y comparten intimidad
(Labrador, 2015). A partir de la formación de este vínculo, los individuos pueden suplir
contribuir a su bienestar y desarrollo (Oliva & Villa, 2014). Por estos motivos, el
aspecto fundamental por medio del cual esto es posible. Se puede interpretar como evidencia
que nueve de cada diez personas que se separan nuevamente forman relaciones de pareja y,
dificultan la relación entre los miembros, lo que puede llevar a rupturas, disoluciones o al
La violencia es uno de los fenómenos que pueden afectar negativamente estos sistemas
involucrados (Vargas, 2017; Muñoz & Echeburúa, 2016). Los datos que respaldan estas
principalmente a las mujeres: para la OMS (2017), en la población mundial por lo menos 1
de cada 3 mujeres que han estado en una relación de pareja ha experimentado algún tipo de
Teorías sobre la violencia de pareja 4
violencia, y el 38% de las muertes de mujeres en el mundo se consideran resultado de
que causa daño físico, sexual o psicológico, que incluye la agresión física, la coacción
VP es un fenómeno universal, que abarca todas las esferas sociales y afecta a personas de
todas las edades y ambos sexos (Vargas, 2017; Ali, 2016; Pérez 2002).
Debido a su alta prevalencia en los diversos contextos sociales (INMLCF, 2018; Otero
& Ibarra, 2017), y a su impacto severo en la salud física y psicológica de quienes la viven,
así como a la alta tasa de mortalidad femenina (OMS, 2017; INMLCF, 2018) y masculina
(Espinoza-Gómez, et al., 2010; Devries, et al., 2013) que se asocia a ella, se observa una
usualmente perpetrada por hombres hacia mujeres (Labrador, 2015; INMLCF, 2015; OMS,
2017), mientras otros afirman que los índices de perpetración son similares o incluso mayores
en mujeres (Archer, 2000; Straus, 2006; Pornari, Dixon, & Humphreys, 2013; Walker, et al.,
2019), lo que pone en evidencia que los resultados de los estudios sobre la prevalencia,
2018).
mujer, solo se reportan del 15% al 26% de los casos de VP (Arredondo-Provecho et al.,
2012),. De igual forma, los datos que presentan victimización de la población masculina no
son representativos y pueden estar influenciados por una cultura machista en la que no es
aceptable que un hombre se identifique como “víctima” y exprese que ha sido objeto de
violencia por parte de su pareja para buscar ayuda (Straus, 2011; Otero & Ibarra, 2012;
Pornari, Dixon, & Humphreys, 2013). La baja frecuencia de reportes está asociada a
múltiples factores, pero ha sido identificado que las mujeres frecuentemente ocultan o
minimizan la violencia, y usualmente sólo solicitan ayuda cuando ésta representa un riesgo
para que se den lesiones severas o muerte de ellas o de sus hijos (Vargas, 2017).
Frente a los casos de hombres que han recibido maltrato por parte de sus parejas, éstos
son reportados aún en menor medida. Se ha identificado que esta situación puede estar
relacionada con que la violencia que reciben los hombres es diferente a la que reciben las
mujeres, en la medida en que la severidad del daño físico parece ser menor (Langhinrichsen-
Rohling, 2005). De igual forma, los sistemas que intervienen y reciben denuncias están
que puede generar sesgo sobre la magnitud y naturaleza real del fenómeno en hombres (Pérez
estas estadísticas se identificó que la VP fue más prevalente en adultos jóvenes entre los 20
y los 29 años (43.3%), y en personas con educación secundaria básica (45.94%), siendo
reconocida la VP como una problemática importante que afecta el desarrollo de las personas
dirigida hacia la mujer, coincidiendo con la agenda que busca reivindicar los derechos de la
mujer y disminuir la violencia de la que históricamente ha sido objeto. Existen la ley 294 de
1996, reformada por la Ley 575 de 2000 (Congreso de Colombia, 2000), y la ley 1257 de
2008 (Congreso de Colombia, 2008), que establecen el tratamiento integral de las diferentes
proteger el cumplimiento de los derechos humanos y asegurar que el Estado cumpla un rol
activo en contrarrestar todo tipo de violencia hacia ella por medio del desarrollo de políticas
públicas que prevengan, sancionen y eliminen la violencia (Lemaitre, 2002; McCue, 2008).
Sin embargo, los profesionales que atienden la población afectada muchas veces no cuentan
con herramientas adecuadas para evaluar, intervenir y prevenir los casos de VP, con el riesgo
Teorías sobre la violencia de pareja 7
de generar revictimización y consolidar una idea errada sobre esta problemática (Otero &
han tenido una gran dificultad para lograr ser integrados (Kelly & Johnson, 2008), lo que ha
llevado a que se den intervenciones focalizadas que no tienen en cuenta la complejidad del
VP, que permea las perspectivas institucionales, y a partir de la cual se entiende la violencia
de pareja como unidireccional, causada mayormente por el hombre, y motivada por un deseo
de subyugación hacia la mujer (Lagdon, Armour & Stringer, 2014), lo que contribuye a que
complejidad del fenómeno, sino que también se aumenta el riesgo de realizar intervenciones
& Echeburúa, 2016; Burelomova, Gulina & Tikhomandritskaya, 2018; Straus, 2011).
“abuso”) (Ali, 2016; Follingstad & Rogers, 2014), el uso en los trabajos empíricos de
Teorías sobre la violencia de pareja 8
muestras no significativas y segmentadas de acuerdo con el género (Lagdon, Armour &
Ante este panorama, existe una necesidad de tener información sistematizada que permita
orientar la comprensión y posterior intervención del psicólogo clínico sobre la VP. Por lo
tanto, el presente trabajo busca dos objetivos fundamentales: en primer lugar, hacer una
Método
Estrategia de búsqueda
Redalyc, Science Direct, PubMed, Google Scholar, Elsevier y Research Gate, utilizando
palabras clave como “teorías de…”, “modelos de” y “conceptualización de…”: “violencia
Criterio de selección
Para el desarrollo de los objetivos propuestos se realizó una revisión de literatura en inglés y
español a partir del año de 1990 hasta el 2019. Sin embargo, fue necesario ampliar el criterio
Teorías sobre la violencia de pareja 9
de búsqueda desde 1985, dado que en la literatura revisada se identificó citación de fuentes
Fuentes de información
para la revisión teórica, que lograron relacionarse con la revisión de fuentes primarias. Como
Procedimiento
se identificaron las teorías sobre Violencia de Pareja más referenciadas en las fuentes
literatura teórica y empírica sobre el tema, de esta forma se logró realizar una revisión
descriptiva que permitió analizar en conjunto las teorías revisadas. En el Anexo A se presenta
la matriz de las fuentes bibliográficas revisadas con su respectiva clasificación según las
Resultados
previamente, se identificó una serie de tendencias que han influenciado la forma como se
explica el fenómeno. Estas tendencias son: la escisión entre víctima y victimario, la mono-
Escisión víctima-victimario.
2012; Pornari, Dixon, & Humphreys, 2013; Bazargan-Hejazi, et al., 2014;), que ha influido
como la población femenina ejerce VP y los efectos que esta tiene en la población masculina
(Cameranesi, 2016; Straus, 2011). Esta tendencia es aún vigente, incluso cuando existe
sus familias. Los modelos de perfilación, que pueden entenderse como ejercicios descriptivos
Teorías sobre la violencia de pareja 11
de clasificación de la víctima y el victimario, buscaban realizar una organización de los
patrones y características de dichos individuos por medio del uso de métodos empírico-
(Cavanaugh & Gelles, 2005; Barría & Macchiavello, 2012; Cameranesi, 2016), con el
según su tipología (Física, psicológica o sexual), la generalidad del uso de la violencia (hacia
Dentro de los perfiles del perpetrador, existen diversas clasificaciones que pueden ser
organizadas en tres niveles de riesgo: bajo, moderado y alto. Estos niveles se definen según
del perpetrador, que pueden ser de utilidad para el psicólogo clínico en la identificación del
Tabla 1
Tipologías de hombres maltratadores según nivel de riesgo para sus parejas. Tabla
elaborada a partir de Barría & Macchiavello, 2012.
Autores Niveles de riesgo
Teorías sobre la violencia de pareja 12
Riesgo bajo Riesgo moderado Riesgo alto
Holztworth- Violentos solo con su Disfóricos/Borderlin Violentos en
Munroe y Stuart familia (FO) o e (DB) o general (GVA) o
(1994); Dutton & Maltratadores Básicos: Maltratador Psicopáticos: La
Golant (1997) Presentan una violencia Hipercontrolador: violencia puede
que se expresa casi La violencia puede ser expresada en
exclusivamente en ser expresada en entornos
entornos familiares y rara entornos externos a externos a los
vez tienen problemas los familiares, lo que familiares, lo que
delictivos. La violencia puede implicar puede implicar
tiende a ser física y menos acciones delictivas acciones
severa. Hay menor de baja y moderada delictivas de
probabilidad de abuso gravedad. Hay moderada y alta
psicológico o sexual. No asociación directa gravedad. Hay
hay asociación directa con con trastornos de asociación
alguna psicopatología, o personalidad del directa con el
trastorno de personalidad cluster B, limítrofe, trastorno de
y hay un bajo nivel de o del cluster A, personalidad del
abuso de alcohol. La esquizoide, con cluster B,
experiencia emocional posible presencia de antisocial, y con
tiene una intensidad depresión y niveles consumo de
moderada de ira y pueden moderados de abuso abuso de alcohol.
sentir culpa. de alcohol. La La experiencia
experiencia emocional tiene
emocional tiene una una intensidad
intensidad alta de ira alta de ira y
y culpa. usualmente no
hay presencia
sentimientos de
culpa.
Jacobson y No identificado Tipo II “Pitbull”: Tipo II
Cogttman (1998) Violencia “Cobra”:
Basada en un exacerbada y directa, Violencia sutil,
enfoque con dificultades para pero altamente
fisiológico, a la regulación peligrosa,
partir de la emocional. Ante una usualmente tiene
medición de la vivencia emocional tendencias a
activación de frustración controlar y
fisiológica, recurre a la manipular a su
monitoreando violencia. El pareja, por
maltratadores en monitoreo medio patrones
entornos de baja y fisiológico en de abuso
alta estimulación, momentos de psicológico. El
(ausencia o conflicto evidenció monitoreo
que presenta una fisiológico ante
Teorías sobre la violencia de pareja 13
presencia de activación momentos de
conflictos). fisiológica de gran conflicto
intensidad, lo que demostró que, a
puede generar pesar de una
comportamientos de apariencia de
descontrol y descontrol ante
angustia. Puede estados
presentar una emocionales
psicopatología incontrolables,
afectiva como la no hay una
depresión o la activación
ansiedad, y un fisiológica
profundo temor al exacerbada,
abandono debido manteniéndose
que se expresa en en control y
una dependencia a la calma. Tiene una
pareja que agrede tendencia alta a
desarrollar
comportamiento
s motivados por
sentimientos de
venganza, que
pueden generar
un gran
perjuicio.
Cavanaugh & Agresores de bajo riesgo: Agresores de riesgo Agresores de
Gelles (2005) Presentan una menor moderado: alto riesgo:
prevalencia de rasgos Presentan una Presentan altos
psicopatológicos. prevalencia niveles de
moderada de rasgos psicopatología y
psicopatológicos, violencia, con
con niveles historial de haber
moderados de estado en
violencia. Cuentan contacto con
con habilidades entornos
moderadas y bajas violentos
de regulación (familiares o
emocional, que comunitarios),
facilitan el manejo en donde se
de emociones de ira. presenció o
experimentó
abuso y
maltrato.
Teorías sobre la violencia de pareja 14
A nivel general, los resultados de los ejercicios de perfilación esbozaron una noción
del perpetrador caracterizada por altos niveles de impulsividad, conductas de riesgo, alta
(Rode, & Marganski, 2014; Lagdon, Armour, & Stringer, 2014). Por otro lado, se ha definido
y solución de problemas), y presentan hábitos que refuerzan estas dificultades (p. ej. consumo
o abuso de SPA y alcohol) (Capaldi, Knoble, Shortt, & Kim, 2012; Laskey, Bates, & Taylor,
violencia hacia la mujer desarrollado durante la década de 1980 por Walker (2016), quien
acuñó el término de mujer maltratada (battered woman), buscando identificar en las mujeres
Asimismo, otra de las críticas a los perfiles de víctimas es que no se puede establecer
una causalidad lineal entre la victimización y los rasgos de personalidad identificados, siendo
posible una relación inversa: que sea la experiencia de victimización la que lleve al desarrollo
control frente a las situaciones violentas y de futilidad de las acciones orientadas al cambio
(Walker, 2016; St Vil et al., 2017), elementos que contribuyen a que las mujeres permanezcan
en la relación violenta y que ponen en entredicho la hipótesis del masoquismo como motivo
principal para dicha permanencia, esto sin tener en cuenta los muchos otros factores sociales,
económicos y culturales que pueden mediar esta decisión, o el hecho de que el proceso de
ruptura puede representar un peligro mayor para las mujeres y sus seres queridos (Kelly,
2011).
A nivel general, uno de los puntos fuertes de las propuestas de perfilación presentadas
pues tienen en cuenta el establecimiento de estrategias de seguridad que limiten los alcances
descriptiva, que brinda pocas explicaciones sobre las causas del fenómeno. Por ello, es
Teorías sobre la violencia de pareja 16
frecuente que autores posteriores, como Dutton & Golant (1997), retomen alguna tipología
en las propuestas de perfilación, sino que constituye una tendencia transversal en la literatura
de VP, probablemente generada a partir del esfuerzo por especializar el conocimiento sobre
el tema (Straus, 2011). Como se ha mencionado, esta tendencia genera una visión
Teorías monocausales.
del perpetrador. Aunque las teorías monocausales resultan útiles para explicar factores
específicos asociados a la VP (p. ej. altos niveles de testosterona, desde una perspectiva
evidenciar una baja replicabilidad en sus estudios empíricos y ser fácilmente contradichas en
sus hipótesis (Burelomova, Gulina & Tikhomandritskaya, 2018; Kelly, 2011). No obstante,
Donnellan, Lorenz, & Conger, 2010; Dutton, Van Ginkel, & Starzomski, 1995). Aunque esta
hipótesis se ve soportada por estudios que señalan que haber sido testigo de violencia en
adultez (Ciccetti & Valentino, 2006; Roberts, Gilman, Fitzmaurice, Decker & Koenen, 2011;
McTavish, MacGregor, Wathen, MacMillan, 2016), que haber experimentado otras formas
de violencia como maltrato, disciplina coercitiva (Linder & Collins, 2006) o matoneo
(Foshee, et al., 2014), esta teoría no logra predecir del todo que un hombre o una mujer que
ejemplo de ello es que, en el caso de los hombres, solo el 30% de quienes fueron testigos de
preguntarse por cuáles otros factores pueden estar relacionados con este fenómeno (Cui, et,
violento de los maltratadores se da como resultado de una dificultad para manejar emociones
de enojo y frustración (McCue, 2008; Echeburúa, Amor, & Corral, 2009; Jacobson y
Cogttman; 1998). Esta teoría ha sido respaldada por investigaciones en las que se logran
establecer vínculos entre comportamiento violento y abuso de alcohol, siendo éste último un
regulación emocional del perpetrador, este factor no permite explicarla del todo, ya que existe
evidencia en la que se observa que, sin importar lo enojado que se encuentre, el perpetrador
logra regular sus emociones en otros contextos y con otras personas (oficiales de policía o
jefes de trabajo) (Holtzworth-Munroe & Meehan, 2004), lo que puede indicar, por un lado,
que la violencia hacia la pareja no se da por una falla generalizada en la regulación emocional
pareja, o por factores diferentes a la regulación emocional (Echeburúa, Amor, & Corral,
2009).
quede evidencia, controlando de manera cautelosa la forma de infligir daño, lo que da cuenta
incluso cuando se dice que se está “fuera de control” (Cavanaugh & Gelles, 2005). De hecho,
violentos (Ali, 2016; Jacobson y Cogttman; 1998).Aunque esta última situación parece
responder más a un perpetrador con perfil psicopático (Jacobson y Cogttman; 1998), las
anteriores observaciones permiten concluir que, si bien la pérdida de control por déficit en la
capacidad de regulación emocional del perpetrador puede ser una de las causas de la VP, ésta
no da cuenta de todas las manifestaciones de ella y, por lo tanto, deben existir más factores
feminista de segunda ola de los 60s y 70s, se señaló que las estructuras sociales que
mantienen y perpetúan la distribución desigual del poder social se presentan también en los
hogares en las relaciones entre hombres y mujeres (Bernstein, 2011; Kelly & Johnson, 2008).
individuo sino de naturaleza social, fundamentado en el uso del poder y el control, y sostenido
por creencias culturales sobre los roles de género; la noción de feminidad como dócil, sumisa,
2012).
una estrategia válida para ejercer poder y control, principalmente del hombre hacia la mujer
(Schrock & Schwale, 2009). De esta forma, el poder se centra en la capacidad para imponerse
sobre otro, dando paso a dinámicas de escalamiento de la agresión, que culminan con el
sometimiento (Browne, 2012). Así, la VP no busca destruir o eliminar al otro, sino dominarlo
anglosajonas (Otero & Ibarra, 2017). Esto se ha hecho notorio al encontrar un aparato legal
y jurídico que garantiza los derechos del individuo, sea este hombre o mujer, lo que refuerza
que no sea socialmente aceptada de manera explícita la relación de subordinación del hombre
Teorías sobre la violencia de pareja 20
sobre la mujer, a diferencia de lo que sucede en las culturas latinoamericanas (Dempsey,
2006; Browne, 2012). Sin embargo, en la idea de masculinidad se mantiene sutilmente dicho
sistema de creencias, entendiéndose que ante la insatisfacción de las expectativas que ésta
conlleva, los hombres pueden reaccionar con violencia, que posteriormente es negada o
minimizada, o que adopta vías más sutiles y sofisticadas, como la inequidad laboral,
económica, académica, etc. (Otero & Ibarra, 2017; Barría y Macchiavello, 2012). En las
culturas latinoamericanas, por su parte, la violencia del hombre puede ser validada
importante plantear que, desde las teorías sociales del poder, todas las relaciones humanas
contexto (Dempsey, 2006; Bernstein, 2011). Esto puede ejemplificarse en las frases, “si sales
con tus amigos, te golpeo” y “si no me dejas salir con mis amigos, terminamos”, en donde
Control (Power and Control Wheel) (Pence, & McMahon, 2008), que describe las diversas
estrategias coercitivas utilizadas por el perpetrador para reforzar el uso de la violencia física
o sexual y, así, mantener el control sobre su pareja. Dichas estrategias son: la intimidación,
excluye algunos aspectos fundamentales que se presentan en gran cantidad de casos de VP,
como las dificultades para manejar conflictos y regular emociones, contempladas en la teoría
de pérdida de control previamente presentada (Pence, & McMahon, 2008). De igual forma,
si bien no todas las agresiones en los casos de VP implican fallas en la regulación emocional
de la ira, tampoco todas hacen parte de estrategias para mantener el poder y el control, por lo
feminista, lo que puede, en teoría, excluir estrategias de poder y control y formas específicas
de perpetración ejercidas por mujeres (Dutton, & Goodman, 2005; Dutton & corvo, 2007).
Como se observó en las teorías del Aprendizaje Social, de la Pérdida de Control y del
un único factor, teniendo dificultades para explicar la VP de manera global, lo que plantea la
ofrezcan un marco tanto amplio como detallado para entender e intervenir el fenómeno.
Perspectivas integradoras.
Dutton & Golant (1997), que se centra en la comprensión de las acciones violentas del
Teorías sobre la violencia de pareja 22
perpetrador con rasgos de personalidad Límite. Este modelo ha sido respaldado por estudios
estrategias de proyección de la culpa en otros (Dutton & Golant, 1997; Dutton, & Starzomski,
1993).
Para una personalidad Límite, la fragilidad del self se expresa en una desintegración
de sus necesidades emocionales, que son resentidas y rechazadas por el propio individuo, por
lo que estas no logran ser reconocidas y expresadas. Esto genera lo que se denomina
caracterizada por frustración e ira. Posterior a esto, el individuo experimenta miedo ante la
posibilidad de necesitar al otro y ser abandonado, por lo que actúa con violencia para ejercer
segundo momento, al evitar una herida narcisista, también se libera la tensión acumulada
durante la primera fase del ciclo, de modo que se experimenta una “pérdida de control”
sutil por parte de la pareja, el sujeto se enfrenta de nuevo a sentimientos de miedo y ansiedad
la ausencia (física o emocional) de su pareja (Dutton, & Starzomski, 1993). Esta violencia ya
íntimo de confianza, el ciclo vuelve a iniciar con la fase de acumulación de tensión (Dutton
Este análisis puede complementarse con estudios posteriores que plantean que, en
estructura del self, buscando, por el contrario, modificar la situación externa, el otro y el
entorno. Lo que sugiere que, ante la fragilidad del self, este busca cerrarse y sobreponerse,
de manera temporal lo que Dutton & Golant (1997) denominan la herida narcisista. Estas
convierten en patrones consistentes para calmar la fragilidad de su self (Rode, & Marganski,
integración teórica como el presentado son valiosos y escasos en la literatura de VP. Sin
importante debido a que se identifica como uno de los factores de riesgo y protección
literatura de VP parte del enfoque ecológico, que inicialmente fue propuesto por
puede ser reducida a aspectos individuales, sino que éstos deben ser comprendidos en
relación con su contexto, que se encuentra en constante cambio y se considera como una
ecología conformada por múltiples sistemas o niveles, que interactúan constantemente entre
sí para influir en el desarrollo de los fenómenos humanos (Bronfenbrenner, 1987; Stith et al.,
2004). Los niveles del sistema se presentarán según el grado de influencia que tiene un
sistema sobre otros, de mayor a menor, estos son: macrosistema, exosistema, mesosistema y
microsistema. Debido a su gran versatilidad y flexibilidad, esta teoría puede ser útil para el
abordaje de la VP, ya que plantea que ésta ocurre en un ambiente ecológico específico y está
determinada en mayor o menor medida por múltiples factores que hacen parte del contexto
en el que se sitúa.
Teorías sobre la violencia de pareja 25
Un modelo ecológico específico para el estudio de la VP es el desarrollado por Dutton
(1995), y posteriormente profundizado por Stith et al. (2004), en el que a los sub-sistemas de
formato para presentar de manera general, los diversos factores de riesgo asociados a la VP
(Cameranesi, 2016; Bazargan-Hejazi, et al., 2014; Pornari, Dixon, & Humphreys, 2013;
Capaldi, Knoble, Shortt, & Kim, 2012), que pueden resultar útiles para la evaluación de la
legal que precede al individuo; el exosistema, que hace referencia a las estructuras sociales
con los factores del macrosistema; el microsistema, que incluye los factores relacionados con
el entorno inmediato donde ocurre el fenómeno de VP, aquí se incluyen las dinámicas de la
de desarrollo personal que trae el individuo a la relación actual, y que influencian la respuesta
actitudes y creencias del individuo, así como la historia de violencia que experimentó en su
familia de origen u otros contextos. Lo anterior, sugiere que existe una interacción constante
entre los factores presentes en los distintos niveles, pudiendo ello favorecer o no la
MACROSISTEMA
EXOSISTEMA
MICROSISTEMA
ONTOGENÉTICO
Figura 1. Factores de riesgo desde una perspectiva ecológica (Elbaoración propia a partir
de Cameranesi, 2016; Bazargan-Hejazi, et al., 2014; Pornari, Dixon, & Humphreys, 2013;
Capaldi, Knoble, Shortt, & Kim, 2012; Stith et al., 2004).
Teorías sobre la violencia de pareja 27
Pareja identificados por teorías previas, que organiza con base en niveles de influencia. No
obstante, una limitación de este es su amplitud, en la medida en que puede quedar fuera de
factores. Asimismo, una crítica más directa es la referente a los alcances del modelo,
entendiéndose que ayuda a organizar la información de los distintos niveles, pero sin ofrecer
una explicación puntual de cómo interactúan los factores entre sí para configurar la dinámica
de VP. Así, desde una perspectiva clínica, el modelo ecológico de factores de riesgo puede
en un caso determinado y, desde una mirada teórica, puede ser un mapa para integrar de
teorías y modelos integradores que buscan tener en cuenta múltiples perspectivas y factores
que pueden influir en el desarrollo de la VP, lo que señala que esta problemática no puede
ser abordada desde una sola óptica. Una mirada integrativa requiere suficiente flexibilidad
para lograr una integración que no privilegie aspectos o perspectivas particulares, como el
Teorías sobre la violencia de pareja 28
énfasis en la psicopatología en el caso de la propuesta de Dutton & Golant (1997). De igual
forma difícilmente se han logrado integrar diferentes disciplinas que faciliten un diálogo
conjunto, que no estén limitados por una compilación de factores de riesgo o características
específicas. Frente a esto, es importante que se sigan desarrollando modelos que no solo
el acto violento y el victimario, como si este último fuera el único elemento que debe ser
analizado para comprender el fenómeno. Ante las dificultades que plantea esta tendencia,
surgen de manera importante teorías a partir de las cuales se empieza a delinear la VP como
y se identifica que la violencia en este contexto también puede ser de naturaleza bidireccional.
Ejemplos claros de esta tendencia son la Teoría del Ciclo de la Violencia, la propuesta de
Violencia Situacional de Johnson (1995, 2006, 2008, 2011) y las dinámicas violentas de las
relaciones simétricas y complementarias enunciadas por Perroni & Nanni (1997), que se
presentan a continuación.
relación de pareja ocurre en forma de ciclos repetitivos y predecibles, compuestos por una
esta teoría enfatiza las acciones del perpetrador, constituye una primera aproximación a la
Así, Walker (2016) plantea que mientras el hombre inhibe su expresión emocional en
conducta, acciones que tienen el efecto de atenuar temporalmente el malestar de éste hasta
que se produce la liberación de tensión en forma de acto violento, que le genera miedo y
Miel”, la víctima recibe consuelo y cuidado mediante las acciones de reparación del
maltratador, que inicialmente le generan confusión a la víctima, pero que la regulan y suelen
cumple algunas de las promesas establecidas durante la fase de reconciliación, acciones que
contribuyen a que la víctima crea que el abuso no volverá a ocurrir y la relación se mantenga.
Stringer, 2014), lo que resulta importante y útil en el ámbito clínico al identificar fases
Teorías sobre la violencia de pareja 30
y momentos en la interacción de la pareja más o menos estables que permiten predecir
violencia. Desde una perspectiva empírica, diversos estudios han encontrado que la VP no
se da necesariamente por una acumulación de tensión, sino que puede darse de manera
reconciliación (Bancroft, 2002; McCue, 2008), lo cual pone en duda la postulada estabilidad
del ciclo descrito. En este sentido, al describir la VP como un fenómeno que ocurre siempre
de la misma manera, no se tienen en cuenta otras formas de violencia que pueden dinamizar
la relación de pareja y modificar el ciclo de violencia (Laskey, Bates, & Taylor, 2019).
violencia (física, psicológica o sexual) o en su severidad, sino que distingue dos tipos
fue desarrollada por Johnson (1995, 2006, 2008, 2011) desde una perspectiva sociológica e
introduce el factor de “poder” como una de las estrategias empleadas para ejercer control
coercitivo sobre la pareja, elemento que no había sido tenido en cuenta en teorías previas y
Teorías sobre la violencia de pareja 31
que fue capitalizado por las teorías socioculturales asociadas al feminismo. Esto permite
no (Johnson, 1995). Por su relevancia para el campo de la VP, esta tipología se desarrollará
miembro de la pareja que ejerce la violencia mantiene una actitud vigilante ante alguna señal
que amenace con alterar la relación jerárquica establecida (p. ej. con incumplimiento de
violencia y llegando incluso al asesinato (Johnson, 2011; Cavanagh & Gelles, 2005). Sin
sexual (Muñoz & Echeburúa, 2016; Hines & Douglas, 2017). Este tipo de violencia está
asociada principalmente a una motivación coercitiva, que puede ser comprendida desde la
que involucra infligir un daño severo o, incluso, causar la muerte de su pareja (Medina, 2002;
violento mutuo (Johnson, 2008). El primero, el terrorismo íntimo familiar se da cuando los
actos de violencia y control coercitivo no son ejercidos sólo por el compañero sentimental,
sino también por sus familiares, como la suegra o la madre de la persona que recibe violencia.
de la pareja que recibe violencia y que buscan contrarrestar la coerción y el control de parte
del otro. Este patrón se da en defensa propia y es de naturaleza reactiva, pudiendo surgir de
recibido violencia de manera reiterada, y ocurrir solo una vez o varias veces en el curso de
una relación (Johnson, 2006/2008). Después de haberse comportado con violencia, algunas
personas pueden comprender que responder con violencia puede ser ineficaz e, incluso, más
peligroso al empeorar el intento coercitivo del otro. Esto es soportado por evidencia que
indica que las personas que se defienden contra los ataques de sus parejas tienen el doble de
probabilidades de sufrir lesiones físicas severas en comparación con las que no lo hacen
(Medina, 2002).Por su parte, el control violento mutuo hace referencia a un patrón relacional
de violencia bidireccional, donde se da una “lucha” por ejercer el control y el poder sobre el
otro, y ambos miembros de la pareja utilizan estrategias coercitivas, muy similares a las del
para las mujeres (Laskey, Bates, & Taylor, 2019; Medina, 2002).
asociándose a los esquemas de género (Johnson, 2008). Desde esta perspectiva, se sugiere
que el hombre tiende a ejercer terrorismo íntimo, la mujer resistencia violenta, y ambos sexos
el control violento mutuo, privilegiando el inicio de este patrón a partir de la acción del
Haber estado expuesto a terrorismo íntimo puede tener graves efectos en la salud
física de las víctimas, como lesiones graves que incapaciten, deformen permanentemente e
incluso causen la muerte. Se resalta, no obstante, que estos son casos excepcionales dentro
de la gran cantidad de casos reportados (Medina, 2002; Echeburúa, et. al, 1997). Los efectos
que tienen mayor severidad son los asociados a la violencia psicológica debido a su
naturaleza abusiva, que tiende a presentarse de manera estable e impredecible, sutil pero
intrusiva, a lo largo de la relación íntima (Laskey, Bates, & Taylor, 2019; Arriaga &
Schkeryantz, 2015). Los efectos psicológicos de este tipo de violencia impactan de manera
para adaptarse y responder a las situaciones cotidianas. En las víctimas de este tipo de
depresión y abuso de SPA (Muñoz & Echeburúa; 2016; Cavanagh & Gelles, 2005) y, por su
al., 2014). Surge de manera episódica o reactiva ante situaciones críticas que generan
considera que este tipo de violencia es catalizada por habilidades de comunicación precarias,
primera, violencia asociada a los conflictos de pareja, ocurre debido a la dificultad para
manejar situaciones de crisis y conflicto. Durante las discusiones pueden incluirse problemas
entonces es, en estos casos, una estrategia de la pareja para suplir las carencias y fallas en los
presentan debido a ésta (Muñoz & Echeburúa, 2016). Este tipo de violencia tiende a ser de
intenso dolor y malestar emocional del integrante de la pareja que no ha logrado elaborar la
ruptura de la relación quien, motivado por sentimientos de venganza, puede dañar al otro, a
sus pertenencias físicas, su familia, mascota, o a su nueva pareja, si esta existe. Esta dinámica
suele ser más común al principio de la ruptura o ante algún cambio en la vida de la expareja
(p. ej. nueva relación, solicitud de custodia de los hijos, éxito del otro) (Johnson, 2006). Su
la pareja para trabajo conjunto en relación con el nivel de riesgo de violencia que presentan,
algo no recomendado para los casos de terrorismo íntimo. De igual forma, este ha sido
fenómeno dinámico sobresale la perspectiva sistémica. Desde este enfoque, los primeros
pareja. De esta forma, se analizan las acciones violentas y acciones que las preceden, como
elementos que pueden aumentar (p. ej: responder con violencia, etc.) o disminuir (llamar a la
Lloyd, 1996).
Un efecto de esto fue que se trabajó en disminuir la vulnerabilidad de las mujeres ante
la VP al plantear que ellas podían asumir un rol activo ante ésta (Wileman and Wileman,
1995). Esto también permitió darle visibilidad a aspectos de la pareja asociados a la violencia
Castleton and Lloyd, 1996). De esta forma, se planteó que al interior de las relaciones de
interacción comunicativa (Watzlawick, Beavin, & Jackson, 1985; Echeverri & Giraldo,
2018) que se desarrolla en un contexto relacional del cual no puede desligarse, y del que cada
Teorías sobre la violencia de pareja 37
miembro de la pareja es un agente activo, que contribuye con sus acciones al establecimiento
encuentra eco en la teoría de aprendizaje social, agregando que, además de consolidar una
dinámica de relación que naturaliza el uso de la violencia, ésta también orienta los procesos
fenómeno interaccional que tiende a ser circular (Sánchez & Valencia, 2012). El uso del
término participante también implica una noción de responsabilidad, que no debe ser
confundida con la responsabilidad legal, asumiendo que todo individuo adulto y autónomo
(1985), Perrone & Nannini (1997) definen dos estructuras relacionales que condicionan el
VP. Éstas son la relación simétrica y la relación complementaria. En primer lugar, las
relaciones simétricas se caracterizan porque no hay jerarquías, sino que cada participante
Giraldo, 2018).
En la teoría, estos tipos de relación pueden ser entendidos como los dos extremos de
son el resultado de adoptar, de manera extrema y fija, alguno de los dos tipos de relación,
conflictos en los que los intercambios comunicativos con el otro son percibidos como
lo que facilita el escalamiento del conflicto. En parejas con este tipo de relación suele haber
consciencia sobre el conflicto debido a que no hay anulación (desconfirmación) del otro, a
pesar de que no se acepten (rechazo) sus mensajes o se descalifiquen (Echeverri & Giraldo,
2018; Watzlawick, 2000). Así, la violencia en parejas con este estilo relacional está mediada
por dificultades para mantener el diálogo y acordar límites, debido a que cada participante
compite rechazando o descalificando al otro. Este contrapunteo continúa hasta que se da una
impotencia e irritabilidad, que eventualmente cesa. En este punto ocurre una pausa
complementaria, que funciona como una tregua temporal y que antecede a nuevas
del acto violento mediado por un sentimiento de culpa; segundo, realización de actos que
buscan reparar el daño realizado; tercero, periodo de tiempo donde no se presentan conflictos
Nannini, 1997). De manera similar al terrorismo íntimo de Johnson (1995, 2006, 2008,
2011), este tipo de agresión plantea que un participante utiliza los intercambios violentos
para imponer sus exigencias, peticiones o deseos frente al otro, quien responde inhibiéndose
fortalece y rigidiza con cada intercambio entre los participantes, reforzando la idea de
violenta porque se entiende como parte de la relación, esto implica que un participante es
anulado por medio del uso predominante de intercambios de desconfirmación, que pueden
sentimientos de miedo y culpa que, ante las diferencias jerárquicas, impulsan el desarrollo de
motiva a que esta violencia se dé en entornos privados (Perrone y Nannini, 1997). En este
estilo relacional la agresión puede presentarse de manera severa, dejando secuelas físicas y
(Ibaceta, 2011).
espera establecer una relación simétrica (Perrone y Nannini, 1997; Ibaceta, 2011).
Este modelo plantea que la interacción violenta surge como una estrategia de la pareja
agresión, se pueden consolidar acuerdos implícitos y rígidos sobre la relación, que surgen de
la necesidad de mantener una relación simétrica según ideales de equidad, y que terminan
funcionando de forma paradójica para generar violencia (Echeverri & Giraldo, 2018; Perrone
y Nannini, 1997). Los participantes no se oponen a las pautas violentas, posiblemente por los
Teorías sobre la violencia de pareja 41
beneficios secundarios que obtiene el sistema o la baja autoestima que tienen (Mureta &
las familias de origen, por eso se habla que este es un fenómeno intergeneracional, que tiende
a ocurrir de manera rígida, siguiendo patrones que tienden a repetirse (Sánchez & Valencia,
2012).
pero una intervención que se enfoque en señalarlos y cambiarlos puede contribuir a que
pierdan su rigidez y se reduzcan los intercambios violentos (Mureta & Orozco, 2015;
Echeverri & Giraldo, 2018). Como se mencionó, asumir estructuras relacionales rígidas o
extremas contribuye al desarrollo de interacciones violentas, por eso cuando en una relación
violencia-agresión como forma de reequilibrio para evitar el cambio hacia una relación
plantea una distribución simétrica del poder. Por otro lado, la violencia-castigo puede estar
asociada al terrorismo íntimo, donde existe una distribución asimétrica del poder y la
violencia tiende a ser dirigida al participante físicamente más débil, que históricamente ha
sido asociado con la mujer (Ibaceta, 2011). Por ello, se considera que una intervención
la última.
Teorías sobre la violencia de pareja 42
Las anteriores conceptualizaciones ratifican que la VP no es un fenómeno que se
de manera distinta, adaptándose a las estructuras que definen la relación. Desde esta
distintas, pero ambos responden a conflictos que se presentan en la distribución del poder,
Las tres teorías presentadas en el apartado sugieren que la VP está dinamizada por
diferentes factores relacionales, siendo un recurso que utilizan los miembros para mantener
causado por un solo miembro o por efecto de un factor biológico o un rasgo psicológico
específico constituyen una lectura reduccionista sobre la violencia, que desde las perspectivas
de la violencia de pareja como fenómeno dinámico puede entenderse como parte de las pautas
relacionales de la pareja. De esta manera, la Teoría del Ciclo de la Violencia y las propuestas
de Johnson (1995, 2006, 2008, 2011) y Perrone & Nannini (1997) anteriormente presentadas
modos de conceptualización del fenómeno, que resultan más útiles al clínico a la hora de
Violencia de Pareja
en la intervención, en primer lugar, al orientar las variables que serán tenidas en cuenta,
Teorías sobre la violencia de pareja 43
siendo estas de tipo orgánico, psicopatológico, de habilidades interpersonales, patrones de
diferencias sobre las causas de la violencia, siendo éstas a nivel individual, relacional o
lineamientos básicos de la intervención, debido a que los estudios experimentales sobre los
puedan ser sensibles a la manera como se presentan violencias difíciles de detectar, como la
que suelen presentarse, como el estrés postraumático, la depresión, la ansiedad, etc. Frente a
esto, se resalta la utilidad que tienen los modelos clasificatorios de Johnson (2008) y la teoría
estas problemáticas.
Una dificultad que puede presentarse en los contextos terapéuticos es que el clínico
recibe los casos de Violencia de Pareja en su consultorio y los trabaja de manera individual,
lo que resulta riesgoso en la medida en que se pueden pasar por alto factores estructurales,
socioculturales o, incluso, legales que pueden influir en el tipo de intervención que resulta
más apropiada para la dinámica de violencia específica de la pareja. En este sentido, el clínico
debe tener la capacidad para determinar, de manera acertada y eficaz, cuál es la naturaleza
de la violencia que está enfrentando, siendo esta de tipo físico, psicológico y/o sexual, ya que
pareja dependiendo del tipo de violencia experimentada. La literatura sugiere, por ejemplo,
que deben activarse rutas socio-legales ante la violencia física y sexual, mientras que ante la
dichas rutas (Ibaceta, 2011; Perrone & Nannini, 1997). Por otro lado, puede resultar relevante
1995; Stith, Penn, Ward, & Tritt, 2004; Perrone y Nannini, 1997; Ibaceta, 2011), es
pareja. Aun con este apoyo, el clínico debe determinar los alcances de su competencia y
decidir si está en capacidad de diseñar y llevar a cabo un plan de tratamiento que intervenga
centrarse en algún factor antes de la intervención específica de las dinámicas violentas. Por
pueden estar asociados a la VP, aspecto que debe ser tenido en cuenta antes de diseñar un
soportan el trabajo conjunto al observar que ambos tratamientos pueden ser igual de efectivos
en la reducción de los actos violentos, pero que las parejas vinculadas al modelo terapéutico
especializadas, esto teniendo en cuenta la literatura que indica que, en muchas ocasiones, la
búsqueda de ayuda por parte de la víctima puede ser un detonante de violencia que puede
manejando el caso por su cuenta o activar las rutas institucionales de atención y realizar un
reporte ante las autoridades judiciales, por ello es fundamental que comprenda los riesgos
asociados a los diferentes tipos de violencia (p. ej: lesiones severas, asesinato, etc.) y pueda
consultantes y las personas con quienes éstos se relacionan (Ley 1090, 2006). Ante esto es
Vincular otras instancias durante la intervención de este tipo de violencias puede tener
que ocurre en el espacio íntimo, siendo muy efectivo a corto plazo (Cunningham, 1998).
Como se planteó al explorar las teorías socioculturales, una percepción cultural que avale el
uso de la violencia refuerza este tipo de comportamientos, de modo que es necesario que el
en el éxito del programa de intervención, por ello se recomienda, de acuerdo con el enfoque
Teorías sobre la violencia de pareja 47
sistémico, que los participantes en posición de víctimas desarrollen estrategias de
Lo anterior resalta el hecho de que, al trabajar con Violencia de Pareja, el clínico debe
violencia para la seguridad de las personas involucradas. Para ello, resulta útil tener en cuenta
los tipos de violencia y las conceptualizaciones sobre los perfiles del maltratador, que buscan
generar claridad sobre elementos que pueden estar asociados a un mayor nivel de riesgo de
violencia, los contextos y la manera como ha ocurrido, y los efectos y consecuencias que ha
implicado para cada participante (O’Leary, 2008). El análisis de las consecuencias puede
permitir identificar, por ejemplo, el nivel de respuesta del sistema judicial ante la dinámica
violenta específica, que puede ir desde amonestaciones y órdenes de restricción para uno de
los miembros y establecimiento de medidas de protección como expulsión del hogar, hasta
imputación de cargos y restricción total de la libertad para salvaguardar la seguridad del otro
miembro.
Teorías sobre la violencia de pareja 48
De igual forma, desde la identificación de factores de riesgo y protección planteados
en el enfoque ecológico, es fundamental realizar una evaluación sobre los recursos con los
que cuentan los participantes, principalmente de tipo social y económico, así como la
presencia de otras personas que dependan de ellos, como hijos, familiares o mascotas, con el
fin de definir el nivel de autonomía que tiene la persona en posición de víctima para la toma
casos: en los que se presenta una violencia de baja severidad que no implica una afectación
grave al self de la persona (p. ej. producto de la experiencia sistemática de daño por un tiempo
prolongado); en los que no hay psicopatología grave en ninguno de los miembros (trastorno
de personalidad antisocial, o trauma) (Laskey, Bates, & Taylor, 2019); en los que la violencia
identifica en los miembros capacidad de empatía ante el sufrimientos del otro, un deseo de
cambio y consciencia sobre las consecuencias del problema (Johnson, 2008/2011; Perrone y
Nannini, 1997). En caso de identificar que uno de los miembros presenta un trastorno de
personalidad, es recomendable que esta persona también reciba una intervención individual
y que las dificultades de pareja sean trabajadas de manera conjunta con un profesional
distinto.
situacional, teniendo en cuenta, como se ha mencionado, que para intervenir una violencia
Teorías sobre la violencia de pareja 49
como el terrorismo íntimo se requiere de herramientas interdisciplinares y un fuerte
monitoreo institucional con el que no suele contar el clínico en su práctica privada. En esos
finales del proceso terapéutico con el objetivo de integrar los logros (p. ej. mayor regulación
1996). De igual forma, el objetivo de una intervención conjunta en el manejo de este tipo
más severo de violencia puede ser una estrategia para el establecimiento de acuerdos en un
contexto que garantice la seguridad de los miembros por medio del ejercicio de control social
manejar un trabajo individual, esto teniendo en cuenta que incluso en casos de bajo riesgo se
pueden generar actos violentos instigados por la separación o pueden existir sutiles dinámicas
de abuso que impidan la efectiva acción autónoma de uno de los miembros (Johnson,
2008). Para determinar esto último es fundamental, como se mencionó previamente, realizar
una evaluación del tipo de violencia que se está presentando y teniendo en cuenta
éstas no sean realizadas por el mismo psicólogo, ya que esto supondría un posible conflicto
experimentar una triangulación, coalición con alguno de los miembros en contra del otro, o
quedar en la mitad del cruce de la violencia, siendo culpabilizado o manipulado por uno o
sobre el trabajo que se llevará a cabo, se recomienda que el clínico tenga en cuenta algunos
citado por Ibaceta, 2011), que parte de la propuesta sistémica de Perrone y Nannini (1997)
previamente presentada.
que suele estar oculta detrás de la violencia. Esta redefinición puede ayudar a reducir la
poder transformar la dinámica. Teniendo en cuenta esto, es oportuno explorar las emociones
y creencias que soportan los intercambios violentos, aspectos que deben ser validados
ambos miembros, favoreciendo que puedan reconocer su rol activo dentro de la organización
Teorías sobre la violencia de pareja 51
de la relación y las dinámicas violentas derivadas de ella, comprendiendo que la VP también
estrategias que puedan ser empleadas para garantizar la seguridad y evitar que ocurran
situaciones de violencia (Ibaceta, 2011). Es fundamental que estas acciones se den a partir
de la identificación de recursos con los que ya cuenta la persona (p. ej. redes de apoyo o
para este objetivo es la identificación de señales de riesgo para los momentos en los que se
construcción de una escala en la que puedan organizarse los diferentes momentos que
que éstas busquen hacer partícipe al otro miembro de la pareja, incluso si este no está presente
de esta manera se refuerza la idea de que ambos miembros son participantes activos de la
dinámica y responsables de las dificultades que puedan ocurrir, y de que las acciones se
orientan al cumplimiento del objetivo común, en lugar de constituir estrategias de las que
sólo una de las partes puede sacar provecho. Teniendo en cuenta que las estrategias de
mantienen la violencia, sólo los que la disparan, debe encuadrarse con la pareja que no
hacia el proceso, esto teniendo en cuenta que algunas parejas pueden abandonar la terapia al
protección (Echeburúa, & Corral, 2006; Ibaceta, 2011). Para que funcione, esta estrategia
capaz de realizar acciones para ayudar a regular su conducta y la del otro, con el objetivo de
violencia, teniendo en cuenta el contexto desde los momentos, tiempos, espacios físicos y
temáticas presentes cuando se desarrollan las dinámicas violentas. Desde la teoría sistémica,
esta es una estrategia de intervención que busca generar cambio, al identificar aspectos que
conforman patrones que tienden a repetirse y volverse rígidos en pareja. De esta manera, la
momento y temáticas) (Perrone y Nannini, 1997; Méndez, 1995). Esto permite validar las
nocivas que se utilizaron para manejar la situación, así como explorar otras alternativas de
manejo que tengan en cuenta los recursos identificados previamente. De igual forma, el
clínico puede ayudar a comprender aquellos aspectos que no han logrado ser expresados de
manera adecuada por el consultante, ayudando a que se dé una comprensión más completa
(Méndez, 1995; O’Leary, 2008), fomenta la empatía entre los miembros y permite que se dé
conflicto. El clínico puede apoyar señalando las estrategias de manejo utilizadas por cada
uno de los miembros, que no recurran a la violencia, para manejar las situaciones de conflicto
como un recurso que buscó cuidar la relación y al otro. De igual forma, debe apoyar la
Teorías sobre la violencia de pareja 54
comprensión de los estados internos de los miembros de la pareja, facilitando el
(Perrone y Nannini, 1997; O’Leary, 2008) es que facilita generar conciencia sobre la manera
amplios pueden aparecer aspectos de importancia para uno o ambos miembros de la pareja,
que no se habían tenido en cuenta y que estaban siendo invisibilizados por el patrón de
que se basa en la idea de que la solución de esta situación es “imposible”, lo que puede
se participa en ésta, es importante que se realice una exploración conjunta sobre los efectos
de la violencia en cada uno de los miembros (Perrone y Nannini, 1997). El clínico puede
guiar esta exploración planteando que la violencia ha generado un daño sobre el vínculo de
Teorías sobre la violencia de pareja 55
confianza, siendo ésta la base de la relación. A partir de esto, la intervención se puede enfocar
contrarresta el efecto que tiene una violencia no reconocida (Watzlawick, 2000; Méndez,
intención de subsanar el sufrimiento causado, que tiene como objetivo reparar el vínculo,
subyugación de la mujer por parte del hombre, entre otras. Es recomendable que el clínico
trabaje en reivindicar la responsabilidad de los individuos sobre los actos violentos que
causan sufrimiento, resaltando los efectos que tienen estas creencias sobre las relaciones
que pueden estar asociadas con la vivencia de violencia a la que pudieron estar expuestos en
edades tempranas o buscar perspectivas que les permita reflexionar desde una posición de
inconscientes que influyen en la VP y que se validan detrás de las creencias culturales, por
ello es importante estar atento a las necesidades que pueden surgir de cada miembro de la
exacerben la violencia.
Teorías sobre la violencia de pareja 56
Durante este momento, es fundamental que el terapeuta asuma una actitud vigilante
(Ibaceta, 2011). Por ello, el terapeuta debe identificar como un objetivo el entendimiento del
dolor de la relación de pareja y el de cada uno de los miembros, buscando que se puedan dar
En quinto lugar, es fundamental para el clínico evitar realizar preguntas que busquen
explicar el sentido de la violencia, ya que éstas tienden a reforzar las posturas defensivas en
las que pueden estar basadas las interacciones violentas (O’Leary, 2008). Por ello, Ibaceta
(2011) propone utilizar preguntas que dejen en evidencia el sinsentido de la violencia, por
ejemplo, cambiando preguntas basadas en el “por qué” por el “para qué” de la violencia,
señalando como elemento esencial en el trabajo con violencia que el terapeuta debe
violencia, pueden surgir otros aspectos de naturaleza individual que buscan ser manejados y
que no involucran una intervención dirigida a la relación de pareja. Por ejemplo, aspectos
con otras personas fuera de la diada, entre otros. Si la intervención se realiza en pareja, puede
Teorías sobre la violencia de pareja 57
ser importante que se apoye en la búsqueda de un profesional diferente que pueda enfocarse
Discusión
literatura a no discriminar claramente qué se entiende por Violencia de Pareja y qué tipo
específico de violencia se estudia (p. ej. física, sexual y psicológica) (Capaldi, Knoble, Shortt,
& Kim, 2012; Bazargan-Hejazi, et al., 2014), lo que dificulta la comprensión del
encontrado que la violencia psicológica genera efectos severos en la salud mental que pueden
ser incluso mayores que los provocados por la violencia física (Arriaga & Schkeryantz, 2015;
que no suele dejar las huellas visibles que deja la violencia física. No obstante, esta situación
profundidad, de tal manera que se logren desarrollar herramientas adecuadas para su oportuna
detección e intervención.
Por otra parte, una de las mayores dificultades para la elaboración del presente trabajo
Kim, 2012; Bazargan-Hejazi, et al., 2014), tendencia aún vigente incluso cuando existe la
integral, aspecto que es soportado por estudios y datos recientes (Hines & Douglas, 2017).
Esta dificultad resulta relevante porque se observa que existe una gran influencia de teorías
que plantean una clara diferencia entre esos roles, condicionando la manera como se
invisibilizado la manera como la población femenina perpetra la VP y los efectos que estos
futuro investigaciones que analicen los factores de la díada asociados a la violencia, los tipos
rol importante en las dinámicas violentas al interior de las relaciones de pareja, la revisión de
Teorías sobre la violencia de pareja 59
literatura ha dejado en evidencia que la violencia en la que sobresale uno de los miembros
2005; Johnson, 2011). No obstante, cabe resaltar que estos datos varían dependiendo de las
coactiva (Johnson, 2006; Hines & Douglas, 2017). Esto parece señalar que dichas instancias
generalmente a partir de estos imaginarios sociales sobre un único tipo de VP, el terrorismo
la violencia que recibe la población masculina en entornos domésticos (Otero & Ibarra, 2017;
y modelos explicativos focalizados en aspectos específicos, que no han podido ser unificados
bajo modelos que establezcan relaciones interdependientes entre sí. Esta dificultad puede
relacionarse con dificultades metodológicas de los estudios, por lo que es importante que se
teóricos como el de Johnson (2008, 2011) y el de Perrone y Nannini, (1997), que entienden
asociadas a éste. Este hecho permite estructurar propuestas de intervención sensibles a las
problemáticas que ocurren en las relaciones de pareja, ya que se plantea que la violencia
puede adoptar múltiples formas que no responden necesariamente a roles específicos como
establecimiento de las relaciones humanas, siendo ésta utilizada para establecer jerarquías o
para lidiar con situaciones de crisis, o incluso como estrategia para mantener una relación de
Teorías sobre la violencia de pareja 61
pareja (Ibaceta, 2011). De modo que el estudio de la violencia en el microsistema de pareja
puede ser un campo de investigación para comprender el rol que tiene la violencia en el
macrosistema y exosistema.
Por otro lado, este tipo de perspectivas pueden contribuir a reevaluar los conceptos
de víctima y victimario, roles que han determinado el curso del estudio de la VP, planteando
que es importante realizar una revisión sobre la manera como éstos han estado asociados a
y victimario pueden ser demasiado ambiciosas al plantear que el cambio en toda la dinámica
traer consigo el riesgo de invisibilizar ciertos aspectos que deben ser tenidos en cuenta para
uno de sus miembros, sino que es construida de manera conjunta y legitimada por un sistema
de valores y creencias que perpetúa inequidades estructurales (p. ej. Distribución y ejercicio
Teorías sobre la violencia de pareja 62
del poder), normaliza la violencia y la consolida como una ruta válida para la interacción
entre los distintos miembros de una familia (Cicchetti, & Valentino, 2006).
mundo se siguen utilizando modelos teóricos que ya no se utilizan en las sociedades de primer
mundo (Otero & Ibarra, 2017). Por ejemplo, en las sociedades latinoamericanas, el término
clara entre los roles de perpetrador y víctima, asociados con los roles de género, y la hipótesis
que trascienden las primeras ideas del feminismo, basadas en la hipótesis de poder y control
y las diferencias de género, privilegiando modelos teóricos que reconocen las violencias
bidireccionales.
Estos hallazgos pueden sugerir líneas de investigación que deben ser exploradas para
generar explicaciones más acertadas sobre la transformación del fenómeno. Por ejemplo, se
puede hipotetizar que la VP en sociedades más equitativas hace visibles aspectos del
fenómeno que pueden estar detrás de las teorías de género, llevando a que la violencia sea
comprendida desde una óptica que refleja una estructura equitativa (p. ej. la violencia es
bidireccional; o las mujeres son igual o más violentas que los hombres).
Teorías sobre la violencia de pareja 63
Por ello, es fundamental que antes de realizar una aproximación al fenómeno, sea
gran diversidad. Como hipótesis, se puede suponer que la manera como ocurre la VP en un
comparar intervenciones en grupos poblacionales diversos como indígena, raizal, afro o rom.
existe un pobre desarrollo teórico sobre la VP, lo que puede limitar y condicionar su
extranjeros, que pueden no ser sensibles a las particularidades del contexto colombiano.
de pareja es una problemática compleja que no puede ser comprendida a cabalidad desde una
única perspectiva disciplinar, modelo teórico o tipología, ya que tiene una naturaleza
dinámica y flexible, que se adecúa e interactúa con otros factores presentes en el contexto,
(p. ej. mediante entrevistas con expertos), lo que, como efecto principal, limita la
general sobre los alcances, las tendencias y limitaciones de la Violencia de Pareja como
Teorías sobre la violencia de pareja 64
campo de estudio. Debido a esto, es importante para futuras investigaciones implementar
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