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La alianza

Desenlace de la bilogía Equilibrio

Van García
Derechos de autor © 2020 Van García

La Alianza
1º Edición agosto de 2020
Copyright © de la obra: Van García, 2020
Copyright © de la fotografía: Van García, 2017
Diseño de portada y maquetación: Van García
Obra con Registro en la Propiedad Intelectual en 2020

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra


solo puede ser realizada con la autorización de su autora.

Todos los derechos reservados.


En cada historia que escriba, esconderé un pedacito de ti,
para buscarte entre las páginas por si alguna vez me pierdo
y me alejo de los sueños y la magia que me enseñaste.
Para siempre por ti, mamá.
Hasta que nos volvamos a encontrar.
Capítulo 1

Juro que no soy mala, pero los voy a matar a todos.


Descanso apoyando mi peso en las cadenas que me rodean las muñecas
sobre la cabeza. Intento levantarla sin éxito y observo mi cuerpo desnudo,
los volúmenes exagerados de las costillas, la piel grisácea cubierta de
heridas y sangre seca. Recorro con la mirada mis piernas, piel y hueso,
hasta llegar a mis pies encadenados y rodeados por casi todo mi pelo. Solo
unos mechones escasos de un pelo que ya no puedo reconocer como mío,
aún caen hasta la cintura.
Me fuerzo por incorporarme ante el eco de unos pasos. Ladeo la cabeza
hacia la habitación oscura de paredes desnudas, la comparto solo con mis
excrementos y el olor fétido que se ha aliviado desde la última vez, cuando
me partieron la nariz.
La puerta de hierro se abre con un chirrido, un hombre se acerca a mí.
Dos metros de puro músculo, el último que han asignado para vigilarme.
No sé en qué lugar del mundo estoy, no sé quién me tiene capturada y no sé
qué quieren de mí. Lo único que sé, es que hace mucho frío y que tienen un
acento melódico estrangulado por la fuerza.
—Al fin puedes abrir los ojos —dice con la voz amortiguada por el
trapo que le cubre la boca—, pensé que nunca podríamos empezar.
Se remanga el jersey y tenso los músculos Intento encoger las piernas
cuando una patada me alcanza las rodillas, imposible con las cadenas.
Aprieto la mandíbula, no voy a gritar. No. Quieren que use toda mi energía,
pero ya no puedo. Me he desconectado del mundo y no sé cómo volver a
encontrar la conexión.
Se me escapa un sollozo cuando me alcanza con un puño en las
costillas. Antes de poder respirar, me levanta la cara, me observa un
momento y me estampa un puñetazo. No soporto el peso de mi cuerpo
cuando abro la boca para dejar salir la sangre y algo más, un diente menos y
no es el primero. Me concentro en respirar, tengo que seguir haciéndolo.
—Vamos, monstruo. ¡Reacciona de una puta vez! —grita.
Da unos pasos hacia mí, vuelve a levantar el brazo pero un estruendo
hace vibrar las paredes. Me balanceo colgando de las cadenas, hay otra
explosión y gritos.
Me encojo cuando la puerta se desploma y una honda de energía
atraviesa la habitación, el hombre que me golpeaba se estrella contra la
pared. No consigo enfocar su cuerpo lánguido.
Las cadenas empiezan a titilar con mi cuerpo, lucho contra el peso de
mi cabeza para erguirme cuando alguien arrastra el cuerpo y unas piernas se
detienen frente a mí. Una mano enguantada me alza la cara con cuidado,
solo enfoco la vista en dos puntos plateados.
—¿De dónde procedes? —pregunta mientras los gritos continúan y
lucho por mantener los ojos abiertos—. ¿De dónde procedes? —insiste—.
¡Desatadla! —ordena ante mi silencio.
Sé que me sujetan. Sé que me liberan de las cadenas y sé que me
tumban en el suelo mientras me encojo cuando siento un pinchazo en el
cuello, energía, me han inyectado energía, esa mierda que llevo odiando
desde que la usé para defenderme en este maldito lugar. A pesar de todo, mi
cuerpo cae rendido ante su calidez y el dolor se aplaca.
Alguien se agacha a mi lado y vuelven los puntos plateados llenos de
luz.
—¿De dónde procedes? —pregunta con el acento melódico que
conozco pero su tono no es fuerte sino frío—. ¿De qué isla vienes? —repite.
—Falansteria —balbuceo, me extraña el propio sonido de mi voz ronca.
—Lleváosla a la central —dice al ponerse de pie—, apartada de los
demás y que la
atiendan de inmediato. ¡Ya!
No puedo quitarme la sensación de la energía impregnando mi alrededor
mientras me liberan y me llevan al exterior sobre una camilla. El aire gélido
me araña la piel y la presión me aplasta el cuerpo cuando mi vista
desenfocada me muestra lo único hermoso que he visto en estas tierras:
árboles. Grandes ramas que esconden el cielo tras ellas, pero todo se
desvanece en cuanto me pegan algo en el entrecejo. Una fuerte descarga de
energía se proyecta en mi cabeza, demasiado para controlarla y todo mi
cuerpo empieza a convulsionarse.
Capítulo 2

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que tomé conciencia. Me han


cubierto con una túnica y lo único que sé es que estoy sujeta con energía a
una silla en medio de una sala vacía, tardo un momento en dejar de ver las
paredes oscuras ondularse. Tengo el cuerpo entumecido y no me quedan
fuerzas para intentar liberarme.
El ruido de la puerta al abrirse me sorprende. Un hombre entra, esos
ojos ya los había visto antes, es imposible olvidarme de su color plata pero
esta vez no brillan tanto. Se acerca a mí y me aferro a la silla. Me mira de
arriba abajo despacio, analizando las heridas de mis brazos, me observa la
cara sin cruzar su mirada con la mía hasta que sus ojos apuntan a mi cabeza.
Sus fosas nasales se dilatan, el músculo de su mandíbula se mueve, pero
sigue en silencio. A pesar de sus ojeras, no parece mucho mayor que yo.
Intento buscar esa vejez escondida por la energía, pero no la encuentro, lo
que sí puedo ver son esas líneas que inundan mi cuerpo, heridas curadas.
Tiene algunas en la cara y en el cuello, casi imperceptibles, también las
tienen sus manos lacias a cada lado de su cuerpo. Su uniforme negro no
deja mucho más al descubierto. De repente, cuadra los hombros y se gira
observando la pared a su espalda y me fijo en el corte de su pelo, tiene el
pelo claro atado en la parte superior de la cabeza, en la nuca rapada se
dibujan formas extrañas sobre su piel y se ocultan bajo su chaqueta. Gira
sobre sí y por fin me mira a los ojos.
—Háblame de Falansteria —su voz es profunda, y aunque su tono es
suave, me cuesta demasiado encontrar mi voz.
No me aparta la mirada en ningún momento y vuelve a aparecer el
músculo de su mandíbula. Da unos pasaos hacia mí y se agacha hasta la
altura de mi cara apoyando las manos a cada lado de la silla.
—Tienes dos opciones: el camino fácil o el difícil.
Mis labios se despegan con dificultad, él baja la mirada y asiente, lo
intento pero solo puedo emitir un gorjeo. Cierro la boca con una quemazón
en la garganta.
—De acuerdo —dice agachando la cabeza.
Se da la vuelta y golpea con el puño varias veces la pared que tiene
detrás. Se acaricia el puño que acaba de usar cuando se ilumina la pared por
completo y se desvanece en partículas en el aire. Detrás, observando toda la
escena, se encuentran cuatro personas de pie. Un hombre con la piel oscura
vestido con un traje verde del mismo tono y una capa lavanda, da un paso
hacia delante.
—No tienes por qué alargar esta situación, pero sino colaboras solo será
el principio. Háblanos de Falansteria.
Abro la boca de nuevo, un alambre de espino parece envolverme la
garganta. no consigo hablar. Un instante después, una descarga hace que me
convulsione sobre la silla, la energía que me recorre es fría y me agujerea la
piel.
«Puedo soportarlo, puedo soportarlo».
—Te encuentras en situación ilegal en estas tierras.
Eso es lo que aquí soy, una ilegal.
La energía se desvanece con lentitud, pero siento pequeñas descargas
eléctricas en mi cabeza, no tengo fuerzas, no puedo mover los labios ni
siquiera controlo la saliva en mi boca. Sacudo la cabeza.
—¿Procedes de la isla Falansteria? —Ahora, es una mujer la que se
adelanta a los demás— ¿Qué ha ocurrido?
Atacamos la Cúpula, quiero decirle que tuvimos que huir cuando
entendimos que no podíamos hacer nada contra ellos. Los abandoné para
buscar ayuda.
Aquella mujer se acerca, su pelo blanco y liso le oculta uno de sus
intensos ojos negros cuando se agacha hasta mí y pasa un dedo por mi
brazo. A su paso mi piel se va abriendo en una raja que sangra, no puedo
evitar soltar un quejido. ¿Qué clase de control sobre la energía tienen? Sus
pies se alejan sin preguntarme nada más y otros se acercan.
Alzo la cabeza hacia un hombre con el rostro cubierto de sombras.
—Háblanos de la Cúpula.
Aquello sí que me descoloca. «La Cúpula… Cómo saben…». A penas
me da la oportunidad de responder cuando posa su mano en mi mejilla. De
repente, mi cabeza se desplaza hacia el respaldo de la silla con violencia,
siento un fuerte golpe de energía que me entumece todo el rostro. No se ha
movido ni inmutado, mi cabeza cuelga y el dolor empieza a recorrer el
lugar donde ese hombre ha posado su mano, la boca me sabe a sangre.
Otros pies se ponen frente a mí.
—¿Cómo conseguiste salir de la isla? —pregunta una voz femenina.
Aunque quiera contestar, ya no me quedan fuerzas para hacerlo. Escupo
la sangre que inunda mi boca salpicando sus zapatos inmaculados. Aquella
mujer me levanta la cabeza con un dedo en la barbilla y la garganta me
empieza a arder, intento gritar, liberarme, pero por más que fuerce a mis
músculos para moverlos, no lo hacen.
—Es suficiente, vuelva a su sitio —la interrumpe el de piel oscura, el
que sin duda está al mando.
Levanto los ojos despacio. El de ojos plateados está de espaldas a mí,
sin observar la escena. Cuando los pasos de la mujer se alejan de mí, se gira
y viene hasta mí de nuevo.
—¿Qué ha ocurrido en Falansteria? —pregunta e intento enfocarlo—.
¡Habla! —grita golpeando con sus palmas los posa brazos de la silla.
Ellos no saben nada de mí, pero parece que soy una amenaza, quizá el
lugar del que procedo así les parece. Puede que tenga ventaja o puede que
de otro modo, no consiga sobrevivir. Ignoro las grietas que parecen
formarse en mi garganta, los pinchazos que la atraviesan y el sonido ronco
que emito hasta que lo consigo.
—Guerra —logro balbucear.
Capítulo 3

El viaje fue largo, el submarino transportaba más personas de las que


podía imaginar. Nos apilábamos en la parte más baja, unos pegados a otros.
Solo nos envolvía la penumbra y la humedad, a veces el silencio era roto
por el llanto de algún niño o quizá eran adultos llorando como tales. No
podíamos movernos, tenía todos los músculos del cuerpo doloridos, jamás
había sentido ese frío. Aún recuerdo el rostro de aquella mujer con la que
compartía el espacio donde poner nuestros pies, cuando me tendió una
manta. Al ir a dármela, vi que llevaba un bebé sujeto con un fular a su
pecho. Estaba absorto en su sueño, ajeno a todo aquello que le rodeaba. Le
negué la manta con la cabeza mientras miraba a su bebé, entonces ella me
miró los brazos, seguí su mirada y los observé. Estaban llenos de morados y
heridas. Aún así, se la volví a negar. Sacó otra y tapó mis piernas con ella.
No estoy segura de cuánto duró el viaje. A veces, algunos hombres
repartían agua y algo de comida, la tercera vez que lo hicieron comprendí
que si no te movías rápido te quedabas sin nada que llevarte a la boca.
Todos los que estábamos allí nos empujábamos unos a otros por conseguir
un pedazo. Durante el viaje, mi cabeza se desconectaba y perdía el
conocimiento, ni siquiera intenté buscar al encapuchado, ese hombre que, a
escondidas, me ayudó en la Cúpula y el mismo que me siguió hasta el
submarino y me dejó una cápsula de energía antes de desaparecer ante mí.
Mi cuerpo no respondía con normalidad y a veces, apretaba con fuerza la
cápsula como recordatorio de que tenía un salvavidas, pero eso también
desapareció cuando la mujer con el bebé en brazos desfalleció a mi lado. Su
cabeza chocó contra la pared donde nos apretábamos y el bebé comenzó a
llorar. La sacudí por el hombro, no recibí respuesta, abrí las telas que la
cubrían a ella y al bebé, el niño se alimentaba de su pecho recorrido por una
energía débil. Su madre no solo le estaba dando leche, le estaba dando su
vida. No lo pensé. Cogí la cápsula y se la inyecté a la madre, minutos más
tarde me miraba confusa y volví a guardar la cápsula ya vacía en mi
bolsillo. La apretaba siempre que sentía que no soportaría más, pero no era
lo mismo.
No sabíamos cómo o cuándo llegaríamos, ni siquiera sabía a dónde nos
dirigíamos, pero llegó el momento. Nos hicieron movernos a la parte alta
mientras la superficie se hacia más próxima, en segundos, el caparazón del
submarino se ocultó mostrando un extraño cielo nocturno cubierto de nubes
rojas. Fue una sensación extraordinaria. La energía rebosaba por todos los
rincones y mi cuerpo debilitado empezó a demandarla. Aquella fue la
primera vez que sentí algo agradable en estas tierras. Una vez estuvimos en
la superficie nos empujaron al agua. Muchos no sabían nadar y luchaban
por mantenerse a flote, otros fueron arrastrados al fondo. Peleé por seguir
respirando, por alcanzar la orilla cuando la vi entre las sombras avanzar con
dificultad intentando mantener a su bebé en la superficie. Nadé en su
dirección cuando un hombre se agarró a sus hombros, intentaba por todos
los medios no hundirse, ella luchaba con ferocidad. Los gritos inundaban la
noche y yo solo podía escuchar el llanto del bebé cada vez que conseguían
tomar aire. Intenté llegar hasta ellos, pero no fue suficiente, no volví a
escuchar sus gritos.
Los que conseguimos llegar a tierra, fuimos capturados.
Capítulo 4

Vuelvo a estar encerrada en una habitación. Después del interrogatorio,


dos hombres intentaron examinarme y tuvieron que venir guardias para
retenerme. Tenía que seguir luchando. Una inyección después, hizo que
todo se ralentizara y que aquellos hombres se movieran pausados a mi
alrededor mientras me curaban y me aseaban.
Ahora, tumbada sobre una camilla, paso mi lengua por el interior de mi
boca aún dolorida. Vuelvo a tener todos los dientes y ya han retirado todos
los aparatos que me rodeaban. Me siento extraña en mi propio cuerpo. Ya
no estoy atada, pero no me muevo, he cambiado.
Una mujer joven aparece en mi campo de visión, no sé cuándo ha
entrado. Viste un uniforme verde oscuro que ya he visto, no lleva capa, pero
sí dos pequeñas franjas sobre los hombros del mismo color lavanda. Coge la
única silla de la habitación y se sienta junto a la camilla.
—Los médicos me han dicho que estas mejor —la observo en silencio.
Su piel es pálida, libre de maquillaje y líneas que denoten una juventud
fingida por la energía. Su postura recta, su seguridad y su paciencia al ser
observada me dicen que tiene controlada la conversación—. Me llamo
Dahlia, estás en una base del cuerpo de Guardianes, la seguridad de más
alto rango de Lavándula, el país donde te encuentras y yo soy la
responsable de ese cuerpo —hace una pequeña pausa—. Siento el
interrogatorio al que te han sometido, nadie volverá a hacerte daño, pero
tendrás que colaborar con nosotros. Eres la primera persona en muchos
años que consigue llegar desde Falansteria y el estado en que te
encontramos era muy alarmante.
—Ellos no me hicieron esto —me sorprendo ante el sonido ronco de mi
voz.
—No me refiero al interrogatorio. No sé cómo lo conseguiste, pero el
submarino en el que venías pertenece a una mafia que trafica con personas,
te rescatamos de una de sus guaridas. Ese lugar ya no existe, ni la mayoría
de personas que os tenían capturados.
Ninguna de sus palabras me tranquiliza. No sé cómo Thaily consiguió
ese transporte, pero estoy segura de que no estaba al tanto de la situación,
nunca había escuchado sobre el tráfico de personas. Pero hay algo que me
preocupa más, me ha hablado de mi estado, pero estaba así debido a las
palizas que recibía, de repente, tiemblo sobre la camilla. No, mi cambio no
solo se debe a esas heridas, sino al uso de la energía.
—¿Qué me ocurre?
—Ven —Dahlia se pone en pie y me ofrece una mano, la ignoro
incorporándome despacio.
Su coleta rubia rebota en su espalda cuando se gira y da unos pasos
hacia una de las paredes, pega sus dedos sobre ella y ésta se desliza dejando
al descubierto un espejo de cuerpo entero. Miro sus ojos celestes en el
reflejo mientras sigo sentada sobre la camilla sin atreverme a acercarme.
—Has sufrido cambios —dice con un tono suave—, pero no son graves,
te encontramos a tiempo. Ven aquí.
Poso mis pies desnudos en el frío suelo. Antes adoraba esa sensación
por el agobiante calor de Falansteria y mis ataques, ahora echo de menos la
calidez. Solo he sentido frío desde que me subí a ese submarino.
Doy unos pasos acomodándome a la extrañez de mi cuerpo, contengo el
aliento cuando miro mi reflejo. No tengo pelo, un nudo me aprieta la
garganta, la piel de mi cabeza reluce pálida. Me acerco al espejo, el gris de
mis ojos ha cambiado a un tono lechoso y mi piel, que ya había perdido
parte de su color en Falansteria, ahora tiene un extraño reflejo grisáceo. Mi
delgadez es extrema y mi imagen me recuerda a los híbridos de Marcus, el
antiguo líder de Falansteria, el que asesinó Rilley para salvarme. Aprieto la
mandíbula soportando el dolor de mis nuevos dientes y vuelvo a llevar la
mirada a mi cabeza.
—No sabemos si volverá a crecer, te rapamos porque tenías grandes
calvicies —dice Dahlia con el mismo tono suave—. Los cambios no irán a
más, debiste usar una gran cantidad de energía, de tu energía —recalca—
para que estos cambios se produjeran y por ahora, lo más seguro es que no
la vuelvas a usar hasta que recuperes tu peso.
Me paso los dedos temblorosos por la cara aún mirando mi reflejo, no
me veo, no consigo ver a la persona que era.
—Sé que es difícil, pero necesitamos que nos cuentes qué pasó en
Falansteria.
—No siento la energía —balbuceo ignorando sus palabras.
Dahlia me pide que me abra la parte de arriba del pijama que llevo
puesto. Toco la tela, algodón, es tan escaso en Falansteria. Rozo mis dedos
con suavidad, se llevaron a mi madre. Un temblor me recorre el cuerpo. Mi
madre me mintió, impidió que matara a Nicole diciendo que era mi
hermana. Eso es imposible. Me aparto de golpe de mi reflejo.
Desabrocho los primeros botones del pijama dándole la espalda a
Dahlia y veo que justo en medio del pecho, a la altura del corazón tengo
pegada una pequeña placa circular labrada.
—¿Qué es? —me vuelvo hacia ella tapándome.
—Un bloqueador de energía, ahora mismo no puedes interactuar con
ella. Es por tu seguridad.
—Y por la vuestra —digo sin pensar. Dahlia me devuelve una leve
sonrisa.
—Es el protocolo para los ilegales que interactúan con su energía, al
menos, hasta que procedemos a acogerlos.
—¿Qué queréis de mí?
—Ya te lo he dicho, información sobre Falansteria.
—¿Para qué?
—Bosco hablará contigo sobre todo eso. Él es el gobernador de
Lavándula —como Marcus lo era de Falansteria, me abrazo el cuerpo—.
No te pasará nada malo, te lo prometo.
Dahlia me lleva a otra habitación donde hay un baño, espera en el
exterior a que me asee. Procedo despacio aunque no siento dolor, no puedo
mirarme el cuerpo, me repudia lo poco que he visto de él. Estropeado,
grisáceo, piel cubierta de marcas con la protuberancia de mis huesos. Siento
asco de mi misma.
Toqueteo el bloqueador de energía, me encojo ante el dolor agudo que
me recorre el pecho cuando tiro de él. Quizá sea mejor así. Una parte de mí
está en calma, dormida.
Después de ducharme, me pongo el uniforme que Dahlia me ha dado.
La ropa interior me queda holgada, igual que la camiseta de mangas largas
lavanda y los gruesos pantalones verdes oscuro. Las botas son lo único que
parecen de mi talla. Tengo que centrarme, estoy aquí para cumplir una
misión, da igual por lo que haya pasado, no importa cómo esté, tengo que
ayudarlos.
Cierro los ojos temblando y me obligo a arrastrar a lo más profundo de
mí mi tiempo en lo que ahora sé que se llama Lavándula. No lo voy a
pensar jamás, no puedo permitirme fallar a mis amigos. No me voy a
permitir ni por un segundo recordar lo que he vivido con los traficantes.
Destruimos la Cúpula pero no al poder de Falansteria, el juego no ha
acabado, pero esa alianza de la que me habló Thaily nos ayudará, aún no sé
cómo pero lo harán. Mientras solo piense en eso, estaré bien.
Capítulo 5

Sigo a Dahlia por el edificio, se cruzan personas con nosotras que me


miran de arriba abajo, todos con el mismo uniforme, pero sin nada más
significativo. Se detiene frente a una puerta, espera unos segundos y una
voz anuncia que la identificación es correcta. La puerta da acceso a una
pequeña cabina blanca en forma de huevo con dos asientos, uno frente al
otro. Dahlia se aparta invitándome a tomar asiento, ella lo hace después de
mí. Una vez dentro, la puerta se cierra y una leve vibración recorre el
cubículo.
—Luz natural, por favor —pide Dahlia en voz alta y la cabina cambia la
luz de forma inmediata.
—¿Desea algún paisaje para su viaje? —vuelve esa voz.
—Así está bien —contesta Dahlia—. Viajamos bajo tierra —me dice—,
poseemos unas de las redes más extensas de la Tierra. —La observo sin
mostrar ninguna emoción—. Aún no me has dicho cómo te llamas.
Parece amable, pero después del interrogatorio al que me sometieron no
creo en la cercanía que aparenta. Por la manera en que me trataron deduzco
que es importante la información que pueda tener sobre Falansteria y
cuando la obtengan, quizá no me necesiten. Tengo que ser útil para ellos
hasta descubrir si saben algo sobre la alianza. Ya no soy Natalie, la chica de
la Periferia, esa murió cuando la capturaron esos traficantes. Ahora soy
otra. Una híbrido, capaz de interactuar con la energía que le rodea y con la
suya propia.
—Me llamo Ocre —digo al cabo de un rato en un silencio total.
—¿Ocre? —pregunta sorprendida— ¿Cómo el color? —Asiento. Como
el color de Falansteria, pienso—. Es un nombre raro.
Lo es, pero es lo primero que he visto al pensar en mi casa. Es una
mierda de nombre, pero no me importa, aquí nadie me conoce.
—¿Dónde vamos? —desvío la conversación a algo interesante.
—A la sede del gobierno, allí te espera Bosco.

Memorizo el nombre de Bosco, el gobernador. Si me llevan hasta él,


estaré demasiado vigilada para investigar. Tengo que mantener la calma.
La misma voz que preguntaba sobre el ambiente del huevo anuncia que
hemos llegado. Dahlia se levanta en cuanto la puerta se abre y me pide que
la siga. Recorremos más pasillos y esta vez a penas nos cruzamos con
personas, no hay ventanas, todo está tan vacío y oculto como en la Cúpula.
No caminamos demasiado cuando diviso a dos personas uniformadas
flanqueando dos grandes puertas, nos paramos frente a ellos, Dahlia los
saluda con un gesto de cabeza y se acerca a la puerta, pasa su palma
iluminada con energía por encima y se abren.
Se me atasca el aire en la garganta, me arden los ojos mirando hacia
todos los rincones,
jamás había visto o imaginado un lugar así. No hemos entrado, hemos
salido a una gran sala cubierta de ramas a modo de techo abovedado, las
paredes son grandes troncos, árboles. Gigantescos árboles. Son reales y los
tengo a unos pocos pasos. No puedo apartar la vista de ellos, pero un
carraspeo de Dahlia me devuelve a la realidad, aparto la mirada
cubriéndome el rostro con una máscara de frialdad.
Dahlia me pide que me descalce, ella también lo hace y la sigo por
aquel lugar. Pero no puedo sentir la energía al pisar la hierba, estoy
bloqueada. En medio de aquel sitio hay personas, reconozco a todas las que
me interrogaron. Se sientan adelantados en un entresijo de ramas en forma
de sillones, en medio está el de piel oscura, Bosco, viste de la misma
manera y por los colores que coinciden con los de Dahlia, él tiene que ser el
líder de Lavándula. El hombre del rostro en sombras está a su lado con un
uniforme diferente, gris y rojo, las dos mujeres se sientan en los extremos,
la del pelo blanco no viste uniforme, la otra sí. Cubierta de negro, ahora
puedo verla bien, su larga melena castaña cae en ondas suaves sobre su
pecho, sus ojos oscuros no se mueven de los míos.
Tras ellos, el resto de personas se mantienen de pie. Dahlia me deja
frente a ellos y se aparta a un rincón. Todos los allí presentes tienen algo en
el entrecejo, un bloqueador de energía igual que el mío, aunque la de ellos
es de color blanco.
Aquel que ordenaba mi interrogatorio comienza a hablar.
—Mi nombre es Bosco, líder de Lavándula —se pone en pie ante su
presentación y me tenso, me torturaron en el interrogatorio, espero lo que
sea—. Estas frente a este comité porque hace mucho tiempo, años, que no
recibimos a alguien de Falansteria. Por favor, cuéntanos tu historia.
Quiero saber qué conocen de Falansteria, pero entiendo que no van a
responder a mis preguntas así como así. Quieren información y puedo
guardarme aquella que me haga ser útil.
Paso la mirada por todos los que estuvieron en el interrogatorio, están
sentados como lo estaba Bosco. Tienen que tener cargos importantes. El de
los ojos plateados permanece de pie tras ellos, sin apartarme la mirada,
cuando les digo mi nuevo nombre entrecierra los ojos y lo ignoro. Les
cuento dónde vivía, mi trabajo en la fabrica y miento al decirles que hice las
pruebas para acceder a la Universidad por desear algo más en mi vida. No
les cuento los ataques que sufría, ni que fui a la Ciudad a investigar la
muerte de mi padre. Después, les narro las pruebas a las que me sometieron
en la Cúpula y cómo descubrí los usos de la energía según esas pruebas, no
menciono a mi madre, ni mis amigos. No entro en detalles y nadie me
presiona. De vez en cuando, desvío la mirada hacia el de ojos plateados,
aunque parece no estar presente en la sala con la vista al frente, observo que
sus manos tiemblan caídas a sus costados.
Les narro la última prueba y mi reclutamiento por parte de la Cúpula y
los asesinatos de ésta, paso por lo alto los híbridos, la sala de energía e
intento borrar la imagen de mi cabeza, la de Joa cuando la descubrimos. El
cuerpo de Ben viene automáticamente a mí y todas las imágenes de lo que
pasó después se suceden en una secuencia vertiginosa. Robert ayudando a
escapar a mi madre, Lucas muerto en sus brazos. Yo, seguida de Naho de
camino a la Cúpula, le cortaron la lengua. Rilley asesinando junto a Lirea.
Joa asustada. Mi madre gritando. «Nicole es tu hermana». Marcus frente a
mí.
—¿Ocre?
Parpadeo varias veces y me tambaleo. Los pensamientos se disipan de
mi cabeza y vuelvo a la sala de donde no me he movido. Tengo a mi lado a
Dahlia que me sostiene por el brazo.
—Parece que aún no está recuperada del todo —comunica
Todos los que están frente a mí empiezan a murmurar y Bosco viene a
mi lado haciendo caso omiso de sus compañeros.
—Puede retirarse, Dahlia le acompañará de vuelta a la base. Mañana
por la mañana volverá a ser citada.
Dahlia tira de mí con suavidad. La sigo en silencio mientras los
miembros de aquella sala siguen murmurando.
Capítulo 6

Volvemos a movernos en aquel transporte subterráneo, como dijo


Bosco, de camino a la base. Dahlia no ha vuelto a decir palabra. Me he
dejado llevar por todo lo que pasó, he perdido el equilibrio frente a toda esa
gente. Eso no puede volver a pasar. Ni siquiera recuerdo hasta dónde he
hablado, no puedo permitirme pensar en el pasado, tengo que estar aquí y
ahora, y volver con ayuda a Falansteria.
Llegamos, Dahlia sale primero y la sigo. Tras recorrer varios pasillos,
cogemos un ascensor que nos lleva a la superficie.
—Los ilegales que encontramos suelen permanecer en Retención —dice
mientras seguimos andando—, un complejo que tenemos cerca de la
ciudad, hasta que son devueltos a sus islas —pasamos frente a una gran sala
abierta, un jardín donde lo que supongo que son guardianes por sus
uniformes, descansan—. Algunos, debido a la incertidumbre de su
procedencia pasan allí más tiempo hasta que al final, tras un proceso de
formación, son introducidos en nuestra isla.
Salimos del edificio y dejo de escuchar a Dahlia, mis ojos se dirigen a
una cadena montañosa que se levanta imponente tras el edificio. Las nubes
ocultan su cumbre e inspiro, los dulces olores me embriagan mezclado con
la sal del mar, tiene que estar cerca.
—¿Me estas escuchando? —pregunta Dahlia a unos pasos de distancia
de mí.
—Sí —vuelvo a ponerme la máscara de frialdad—, soy una ilegal.
—Tu caso es diferente —continúa Dahlia—, estarás aquí. A partir de
ahora, este será tu hogar hasta que termine la investigación.
¿Investigación? Qué quiere decir. Aquel lugar es muy diferente a la
Cúpula, pero pretenden hacer lo mismo conmigo, retenerme.
Dahlia me explica que acabamos de salir del edificio de oficinas y
registros. Mientras andamos por el complejo me va señalando diferentes
edificios de distintos tamaños, con sus paredes cubiertas por una vegetación
salvaje. Me señala la enfermería, el sitio donde desperté. Hay un edificio de
dos plantas dedicado a las aulas, el alargado es el comedor y las cocinas,
detrás de ellos, están los barracones donde duermen los guardianes. La zona
de entrenamiento está al otro lado de la base, varios edificios se levantan
allí. Dahlia me señala uno y me indica que es el gimnasio. Tras ellos, más
apartada, está la zona de entrenamiento con energía, desde aquí no puedo
ver nada. Todos los edificios están conectados con la naturaleza, sino están
casi engullidos por ella como el comedor, les falta alguna pared que se abre
al verde más asombroso que haya visto en mi vida.
—Podrás moverte con libertad por las instalaciones, pero bajo ningún
concepto podrás salir, todos los viajes que realices los harás conmigo y aquí
dentro obedecerás las órdenes de los superiores —Dahlia se detiene frente
al comedor y hago un esfuerzo por no contemplar las plantas que lo cubren
—. Todos aquí conocen tu condición por lo que es normal que seas
observada, si tienes algún problema puedes comunicárselo a algún superior,
o a mí.
Rodeamos el edificio silencioso y llegamos a los barracones, edificios
rectangulares. Observo uno de sus extremos, la pared es diferente, agudizo
la vista y una leve onda energética la recorre.
—Desde dentro se puede ver el exterior —me apunta Dahlia al ver lo
que observo—, en Lavándula no estamos acostumbrados a vivir entre
cuatro paredes.
Pasamos de largo los barracones y nos dirigimos a una casona de dos
plantas, es la construcción más apartada. El edificio que más desentona con
todos los demás y el que parece más antiguo. Dahlia se detiene en la puerta.
—Aquí es donde los superiores nos alojamos, ahora mismo es toda para
mí, pero si recibimos visitas de Bosco u otro superior de otra base se
quedan aquí. Para los guardianes no existe nada individual, habitaciones,
baños, comedor, todo se comparte con los compañeros, pero en tu caso se
ha hecho una excepción.
Dahlia abre la puerta pasando su mano sobre ella. Es una casa gigante,
pero solo una casa de dos plantas.
—Hasta que no tengas la reunión con Bosco no podrás moverte de aquí,
aún no tienes identidad en esta isla, yo estaré contigo hasta entonces —sigo
a Dahlia hasta la segunda planta, entra en la primera puerta, una pequeña
habitación y va hasta las puertas de la pared. Las abre de la misma manera
que todas las demás, con energía—. Aquí tienes ropa limpia. Al final del
pasillo está el baño, hay cocina pero no cocinamos, normalmente comemos
en el comedor con todos los demás.
Después de que Dahlia parezca un robot dándome instrucciones se da la
vuelta y me mira suspirando.
—¿Te encuentras bien?
Sigo observándola. No creo que pueda fiarme de ella, pero tengo que
empezar a averiguar lo que está ocurriendo. Se me atasca el aire en los
pulmones, me agobia estar encerrada, ya me ocurría antes de venir aquí
pero después de ser capturada las paredes me aterran.
—Tengo preguntas —digo obviando mi incomodidad.
—Si respondes a las de Bosco, él también responderá a las tuyas. No
ocultamos nada —mi rostro no muestra confianza—. Todo lo que sabemos
de ti ya lo sabes, sabemos que eres de Falansteria y por ahora, eso es lo
único que te ha traído hasta aquí.
—¿Por qué tenéis tanto interés en mi isla? —No soy tonta, están más
avanzados que nosotros. No pienso creer que no tienen la tecnología para
vigilarnos.
—Falansteria es un bunker desde hace años. Lavándula es uno de los
restos de continente más extensos que queda en la Tierra, una enorme isla,
para que me entiendas. Dareklyad, es similar en tamaño aunque está
integrada por algunas islas más pequeñas también. Si las cuentas, el tamaño
es similar a Lavándula. Sus gobiernos, junto a Nochna, el cuarto país más
grande, y el Tomoe, la unión de pequeñas islas, trabajan juntos para
mantener un equilibrio de población, recursos y poderes. Hay más tierras,
tenemos comunicación con ellas, colaboración en cuanto a recursos, pero
son tan pequeñas que no interfieren en ese equilibrio. Falansteria es
diferente, es la tercera isla con mayor extensión y debido a ello se ha
calculado el número de habitantes que puede tener, lo que la convierte en un
peligro. Todas las comunicaciones con ella han sido imposibles o
denegadas, lo que ha hecho pensar que es una amenaza. Tenemos que saber
qué ocurre allí, nadie tiene secretos si no oculta algo. ¿Entiendes lo que te
acabo de decir?
Entiendo que todos los que allí vivimos lo hacemos en una mentira,
manipulados y ocultados. No sé el propósito, pero Marcus nos ocultó ciertas
cosas a los habitantes de Falansteria y me temo que al resto del mundo.
—A la perfección —contesto cuando las paredes parece que se ciernen
sobre mí.
—Por ello tu presencia aquí es tan importante. Trabajamos juntos para
que el poder no caiga en manos de una sola persona, cuanto más sean a la
hora de tomar decisiones importantes para los países, más objetivas serán.
No hay mejor cárcel que aquella que no tiene muros, no hay mejor prisión
que aquella en la que te hacen creer que eres libre.
Esas palabras de Dahlia me hacen estremecerme. Todo este tiempo, solo
hemos sido marionetas. Dahlia vuelve a cambiar el rostro, mostrándose
amable.
—Creo que he respondido a bastantes de tus preguntas. —Asiento—.
Puedes ducharte y cambiarte de ropa, ya mismo es la hora de la cena.
Antes de que me deje sola, tengo una pregunta más.
—¿Los de la reunión también llevaban bloqueadores?
—Se ponen por seguridad, cuando la Alianza se reúne tienen que
llevarlos, por supuesto, todos los ilegales lo llevan. Mañana Bosco decidirá
si quitártelo.
—¿Cuándo se ha reunido la Alianza? —pregunto acercándome más de
la cuenta a Dahlia, tengo que llegar hasta ellos. Esa es mi misión aquí,
encontrarlos.
Dahlia me mira con una pizca de sorpresa, pero enseguida relaja el
gesto.
—Acabas de estar presente en una de las pocas reuniones que realizan
en persona.
Me quedo inmóvil. He conocido a la Alianza, he estado frente a todos
ellos, he tenido la oportunidad de explicarles que necesitamos su ayuda y la
he desperdiciado. Ni siquiera sé el tiempo que llevo en Lavándula, no sé
cuánto tiempo me tuvieron capturada, no soy capaz de averiguarlo.
Ya ha pasado demasiado tiempo sin que Thaily y los demás tengan
noticias mías, se me eriza la piel, no sé si habrán resistido.
Capítulo 7

Estoy sentada en la sala de tres paredes donde se encontraba la Alianza,


ahora vacía, parece mucho más grande. Dahlia vino a por mí antes del
amanecer y antes de que en la base comenzarán con sus rutinas, me
acompañó hasta la sede del gobierno.
Bosco no me hace esperar demasiado y entra sentándose en la silla que
hay junto a la mía, ambos miramos al frente, al jardín donde la sala se abre.
Aún sigo quedándome admirada de tanta belleza. Bosco pone un diminuto
aparato sobre la pequeña mesa que nos separa y lo acciona. Ante nosotros
se proyecta una pantalla opaca, lástima que nos oculte gran parte de esta
belleza.
—Tengo preguntas que hacerte —Bosco gira su silla mirándome de
frente.
—Responderé a vuestras preguntas pero yo también tengo las mías, no
tenéis que dar rodeos ni ser amables, dudaré de todo lo que me digáis, no
confiaré en vosotros, pero quiero escuchar lo que me tenéis que decir —
Bosco sonríe ante mi retahíla.
—Me parece justo, podemos empezar con tu nombre.
—Ya os lo dije, me llamo Ocre.
—Me refiero al real, si esperas mi sinceridad, también espero la tuya —
¿Tan falso parece?, pienso.
—Me llamo Natalie, pero no quiero que me llamen así, Natalie murió
—digo al fin.
Bosco asiente sin ahondar más en el tema y una parte de mí se lo
agradece, aunque no lo demuestre.
Le pregunto el por qué resulto tan interesante, pero ya sé la respuesta, la
misma que Dahlia me dio. Ante ella tengo dos opciones, pensar que ambos
son sinceros o que lo tienen muy bien preparado. Me permitiré dudar por
ahora. Mientras me lo está explicando, Bosco pasa la mano por la
proyección, me muestra un mapa de la Tierra. Es la primera vez que veo
uno del mundo moderno y es algo asombroso. Desde que llegué aquí no
paro de sorprenderme por todo, parece que estoy viendo el mundo por
primera vez y quizá sea así. Puedo ver la extensión de Falansteria, pero en
su interior no hay nada, el mapa solo muestra vacío.
—¿Por qué has abandonado tu isla?
—Os lo conté, algunos nos levantamos frente a las atrocidades que
estaba cometiendo la Cúpula.
—¿Qué atrocidades?
—¿Qué intención tenéis? —pregunto sin responder a la suya.
—Por su extensión, Falansteria podría formar parte de la Alianza, la
mayoría estaría de acuerdo en incluirla, pero no conocemos nada de tu isla,
sistema de gobierno, población, sociedad…
—¿Por qué no hace años? —Bosco cambia el rostro y tensa los
hombros ante la pregunta.
—Hace milenios, la Tierra sufrió un gran cambio climático, tras las
guerras, hambrunas y la superpoblación, tras más desastres naturales
nuestro mundo empezó a morirse…
—Sé historia —le interrumpo cortante.
—Entonces sabrás que tu isla no es natural. Ante la subida del nivel del
mar se optó por la creación de islas artificiales, Falansteria fue el único
prototipo que salió adelante porque fue en el que se invirtió más recursos,
una vez terminada se llegó a la conclusión de que era inviable a nivel de
recursos la creación de más islas de ese tipo. El objetivo era que fueran
autosostenibles y lo habéis conseguido, pero ha tomado demasiado tiempo y
ese proyecto murió antes de que tus tatarabuelos vivieran.
—¿Por qué ahora? —vuelvo a interrumpirlo cansada de la clase de
historia.
—Falansteria no es natural y aunque la energía esté en todas las cosas,
la vegetación, los árboles, la naturaleza es la mayor fuente de ella. Cuando
la canalización de la energía se generalizó, en tu isla no había nada
interesante y la dejamos de lado —dice demasiado sincero.
—Allí viven muchas personas, familias, jóvenes, niños —aprieto los
dientes, el dolor me recorre la mandíbula.
—Se pensaba que era una isla muerta, desde que descubrimos que no lo
estaba hemos intentado ayudaros sin éxito. Somos conscientes del
movimiento ilegal de personas, permitimos un flujo limitado, pero en los
últimos años se crearon mafias para aprovecharse de ello. Conocemos la
que te capturó y sé de qué manera tratan a los ilegales —los nudillos se me
ponen blancos al cerrar los puños—. Entiendo cómo te sientes.
—Tú no entiendes nada —mastico las palabras.
—Si te sirve de algo, ese grupo ha sido disuelto y los demás ilegales han
sido liberados. Lavándula los acogerá.
—Muy corteses —la ironía me quema la lengua. Bosco sonríe.
—¿Quién fue tu enlace para llegar hasta aquí?
—Alguien me dijo que me estarían esperando.
—Nombre.
—Nunca me lo dijo, era un rebelde que luchaba con nosotros por
derrocar la Cúpula —no pienso descubrir a Thaily.
—Antes dijiste que la Cúpula cometía atrocidades, ¿qué descubristeis?
—Bosco redirecciona la conversación.
—Usaban a las personas —dudo, no sé hasta qué punto hablar—. Vine
aquí para buscar a la alianza, me dijeron que ellos podrían ayudarnos, no
conseguimos cambiar las cosas. ¿Qué pasará conmigo?
—Tenemos un plan.
—¿Qué plan?
—¿Quién dirige la Cúpula? Es mi turno —apunta Bosco.
—Marcus —escupo su nombre y Bosco se retuerce en su silla—. ¿Qué
plan?
—Aún es pronto para comunicártelo, en cuanto la Alianza esté de
acuerdo serás de las primeras en saberlo.
—¿Conoces a Marcus? —pregunto sin pasar por alto su incomodidad
ante su nombre.
—Sí, hace muchos años lo conocí, aunque no en persona. Hace mucho
tiempo existía la comunicación con Falansteria, al menos con la Cúpula. Su
padre fue el que demostró al mundo que Falansteria no estaba muerta.
¿Cómo usaban a las personas?
—Experimentaron hasta las últimas consecuencias.
—¿Qué ocurrió? Si quieres que te ayude necesito los detalles —Bosco
me presiona para que hable.
—La Cúpula supone una amenaza, Marcus fue asesinado —mi
estomago se retuerce—, pero no puedo decirte si los habitantes tomaron el
control.
Bosco se levanta a mi lado observándome. Sé que esta dándole vueltas a
todas mis palabras y sopesando cada una de ellas. Apaga aquel aparato y
comienza a andar hacia el jardín, me invita a que lo acompañe.
—Es la primera vez que ves algo así, ¿verdad? —No respondo, sabe a la
perfección la respuesta—. Estoy dispuesto a darte asilo, pero la Alianza no
lo aceptará sin algo a cambio —lo miro esperando a saber la condena—.
Ellos quieren saber qué tramaba Marcus y quieren que los guíes en el
terreno.
—Solo lo haré si me dan su palabra de que nos ayudaran.
—No puedo prometerte eso.
—Falansteria tiene que pertenecer a la Alianza.
—Eso no supone un problema, pero sin Marcus, alguien habrá tomado
el control o se habrá desatado la anarquía. Primero, querrán conocer la
situación y después se tomarán las decisiones.
—No les abriré las puertas a mi tierra sin garantías de que nos ayudaran.
—La decisión de ir a Falansteria se tomó en cuanto dijiste la palabra
guerra, van a aprovecharse de la revuelta para estar en el terreno y
estudiarlo. Si les conviene, intervendrán, si no, la dejarán de lado —Bosco
da unos pasos adelantándose a mí—. Natalie, Ocre —se corrige— si quieres
que hagan algo, tienes que ser lista. La Alianza conoce las intenciones que
Marcus tenía respecto a la energía, su confinamiento en tu isla, solo les
confirma que lo consiguió y el estado en que te encontramos me lo
confirma a mí. Intentamos curarte en cuanto te encontramos, antes de ser
interrogada por ellos, pero tenían que tener algún espía entre el grupo que te
encontró. Antes de que te trajéramos, la Alianza estaba en Lavándula sin
ningún tipo de aviso. —Bosco se gira hacia mí—. Te vieron y saben que
Marcus pretendía experimentar con el uso extremo de la energía.
—Lo consiguió —digo con furia—, pero él no me hizo esto —me
señalo la cabeza y me marcho de la sala dando por finalizada la
conversación.
Dahlia me espera fuera y sin hacer preguntas, nos alejamos.
Capítulo 8

Quieren que les guíe a través de Falansteria y parece que están muy
interesados en conocer los resultados de los experimentos de Marcus. Bosco
me ha dicho que en cuanto definan el plan lo sabré, formo parte de él.
Tengo que volver, pero no seguiré el plan sin algo a cambio, tener asilo no
es mi objetivo.
No volvemos a la base de los guardianes. Dahlia me pide que la
acompañe a las oficinas de seguridad, Bosco ha dado la orden de
identificarme en Lavándula. Tener identificación me hace ser más
independiente a la hora de moverme por la base, me dice Dahlia, solo me
servirá para eso. Mi uso de la energía seguirá estando restringido.
Primero, vamos a un puesto de identificación. Allí nos atiende un chico
no mucho mayor que yo que no deja de sonreír, aunque no para de mirarme
con descaro la cabeza. Me incomoda. Me da instrucciones y me pongo
frente a él, coge un pequeño palo alargado que pone a mis pies, como todo
aquí, el siguiente paso lo realiza con energía. Moviendo sus manos frente a
mí, despliega una pantalla energética, observo las ondulaciones en el aire
cuando se acerca a mí y me pide que me quite la camiseta, doy un paso
atrás por inercia y se apresura a explicarme que tiene que desbloquearme la
energía por un momento, aquello es un escáner. Con ello, no solo registran
mi fisionomía, sino mis niveles de energía y cómo esta fluye en mí.
Mantengo la distancia, no pienso dejar que me toque.
Dahlia carraspea y se interpone entre ambos, el chico pierde la sonrisa
pero se mantiene cerca. Ahora es ella la que me pide que me suba la
camiseta. No lo hago. Me lo vuelve a pedir con más suavidad. Por un
momento dudo, pero cuando miro al chico atento a la situación, atento a mí,
me niego a hacerlo. Dahlia entrecierra los ojos y le pide que salga de la
habitación un momento, en cuanto lo hace, me lo pide de nuevo.
—Solo será un momento —me dice.
Respiro hondo y me levanto la camiseta sin quitarle la mirada de
encima a Dahlia, si se sorprende de mi delgadez, del color de mi piel o de
mis cicatrices, no lo demuestra. Siento cómo sus dedos fríos tocan el
bloqueador y un momento después mi energía vuelve a recorrerme el
cuerpo, una corriente eléctrica me invade el cuerpo de euforia. Parpadeo
cuando dejo de ver nítido, pero cuando los pinchazos empiezan a
atravesarme la piel todo se detiene, nada, vuelvo a no sentir nada. Dahlia se
aparta de mí, vuelvo a tener el bloqueador puesto.
Pasamos a otro puesto, esta vez nos atiende una chica, otra persona que
no para de observar mi cabeza sin pelo, intenta ser discreta pero su
subconsciente le falla desviando su mirada a ráfagas por mi calvicie. Al fin
se gira hacia su proyección, es un formulario que rellena con la voz y
gesticulando con las manos.
Unos minutos después, Dahlia anuncia que hemos terminado. Me
explica que vamos a la oficina de Salix, no me dice su puesto en Lavándula
ni de quién se trata, solo que será mi responsable directo y antes de que
acabemos mi inserción, quiere hablar conmigo. Al principio, pensaba que
este lugar era parecido a la Cúpula, pero comienzo a pensar lo contrario.
Mientras en la Cúpula todo era oculto y cerrado, aquí es lo opuesto, todo da
al exterior y pocas habitaciones o casi ninguna tienen cuatro paredes. No sé
cómo será el recinto exterior, siempre hemos llegado aquí por el transporte
subterráneo, pero siento curiosidad por descubrirlo.
Dahlia se para frente a una puerta.
—Hemos llegado —anuncia—, yo esperaré aquí. Ahora puedes avisar
de tu llegada.
—Creo que necesito una clase para llamar —mi voz es monótona y no
cambio el gesto, pero a Dahlia parece haberle hecho gracia y me sonríe. No
es una broma, no sé cómo funciona.
—Tienes que pasar la mano por encima de la puerta, están preparadas
para detectarte. En el interior, avisará de que eres tú la que llamas y te darán
permiso para entrar, o no.
—Y cuando abres los armarios, ¿es la ropa quien te abre?
—Claro que no —responde entrecerrando los ojos—, el mismo sistema
con diversos usos, pronto te acostumbraras.
Me pongo frente a la puerta y hago lo que he visto hacer a Dahlia desde
que nos conocemos. En segundos, la puerta se abre y la miro, ella levanta
una ceja sonriendo y se marcha.
Entro a una sala parecida a las que hemos estado pero mucho más
pequeña, tres paredes y una apertura al jardín me dan la bienvenida. El
aroma de este lugar es embriagante. Una figura se recorta en la claridad
procedente del exterior, alguien que reconozco que cuanto da unos pasos
hacia mí. Presto toda mi atención en él e instintivamente mis manos forman
puños.
—Veo que me recuerda —su voz grave es fría.
—Tiendo a recordar las caras de los que me torturan.
Fue el primero que me interrogó a solas y el último que lo hizo ante los
demás. También fue el que me sacó de aquél infierno donde me tenían
capturada. Salix, así ha dicho Dahlia que se llama y es mi responsable
directo.
Se detiene frente a mi, su seriedad es imponente, pero no me da miedo
aunque sus ojos plateados me provocan escalofríos.
—Aquello fue una actuación, la Alianza estaba presente. Siento aquel
teatro —dice sin mostrar ningún tipo de emoción en la voz.
—¿Teatro? —pregunto incrédula— Me torturaron, sois iguales que los
que me tenían capturada —de repente la sala parece enfriarse unos grados,
Salix se acerca aún más.
—Jamás, nunca, me compares con esa escoria —mastica cada palabra
—. Jamás le haría eso a una persona.
Salix se da la vuelta y observo las formas sobre su nuca y cuello, son
tatuajes, he oído historias sobre ellos. En el pasado, la gente se los hacía por
estética, tinta permanente bajo la piel, no entiendo por qué alguien quiere
pintar para siempre su piel.
Aparto la mirada de él cuando me invita a sentarme, aquella pequeña
sala tiene el mismo sistema que la sala donde hablé con Bosco, dos sillas
mirando al jardín y una pequeña mesa que nos separa. Salix se sienta
dándome la espalda sin esperar a que llegue.
—Puedes sentarte —repite ahora con un tono más amable—, procuraré
olvidar lo que me acabas de decir.
Incrédula me acerco y me siento. En cuanto lo hago, Salix gira su silla y
la mía y nos encara. No me aparta su mirada plateada ni un segundo, en
ningún momento me ha mirado hacia la cabeza y aún así, me siento
totalmente expuesta.
—Supongo que Dahlia te habrá puesto al corriente de tu situación
actual.
—Así es.
—La Alianza está reunida, cuando hayan tomado una decisión me
llamaran para comunicármela —no es mucho más de lo que ya sé—.
¿Tienes alguna pregunta?
—No —contesto sin aparta la mirada.
—Yo sí tengo algunas que quiero que me respondas. ¿Cómo canalizas la
energía? Porque que lo haces es obvio —lo miro sin demasiadas ganas de
responderle a nada—. Tienes marcas de lucha con energía —apunta ante mi
silencio.
—No lo sé —miento.
—Bosco me ha contado vuestra conversación —continúa hablando—,
creo que estas ocultando información.
—No estoy mintiendo —le increpo.
—Entonces respóndeme, ¿qué experimentos realizaba la Cúpula? —lo
miro sin gesticular— ¿Quiénes te ayudaban? ¿Cómo conseguiste escapar?
—Ya he contado mi historia —me levanto, pero Salix me detiene
sujetándome por la muñeca.
—Puedo obtener las respuestas de una manera u otra —un calor
sofocante me sube por el pecho y suelto el agarre con un tirón.
—¿Recuerdas cómo me encontraste? —pregunto asumiendo que fue él
y no otro con ese color de ojos—, ¿crees que le tengo miedo al dolor? —le
desafío con la mirada.
—No me refería a eso, Natalie —lo miro sorprendida. Sabe mi nombre.
Realmente, ha hablado con Bosco—. Seguramente, tendrás que volver a
Falansteria y yo también iré, quiero saber a qué nos enfrentamos.
Una presión en el pecho me recuerda lo que vivó, olvidé el dolor que
una vez sentí en mi cuerpo, pero hay otro dolor que me apaga cada día un
poco más, no saber si mis amigos y mi madre están bien.
—Marcus asesinaba sin control para su uso personal y el de los que le
rodeaban —confieso—, almacenaba a los que mejor canalizaban, eran su
suministro de energía. Experimentó hasta conseguir criaturas terroríficas.
Nos manipulaba, nos engañaba, asesinó a familiares y amigos.
—¿Por qué los dejaste atrás? —Me separo de Salix de repente. Azotada
por su pregunta, por escuchar a alguien cuestionar lo que estoy convencida
que hice.
—Huí al final de la batalla, dijeron que me estarían esperando. No sabía
el destino, pero me hablaron de una alianza, tenía que conseguir que
Falansteria formara parte de ella. Creían que era la única esperanza para
nosotros.
Salix me observa sin decir nada. Me siento abatida, aunque no se lo
muestro.
—No voy a seguir hablando —sentenció.
Salix se levanta dándome la espalda y la puerta se abre, tomo aquello
como una despedida. Da igual dónde vaya o la distancia que recorra, no
puedo olvidar todo lo que he vivido y no quiero hacerlo. Huí, pero porque
tenemos un plan, podría haberlo hecho de otra forma, pero si estoy aquí es
porque Thaily sabía que, si no hubiera huido en aquel momento, nunca lo
podría haber hecho. Tras ese pensamiento, mi mente se oscurece, creo que
Thaily estaba segura de que no conseguiríamos nada con aquel ataque, creo
que para ella, el propósito nunca fue vencer a la Cúpula, sino distraerla para
que pudiera escapar. Ahora más que nunca, quiero volver a Falansteria, sé
que me están esperando.
Capítulo 9

Dahlia mantiene silencio hasta que llegamos al transporte subterráneo,


antes de subir, se pone frente a mí y observa mi gesto.
—Las conversaciones con Salix nunca son fáciles.
—¿Quién es?
—Un guardián, no está bajo mi supervisión aunque en teoría sigo
siendo su superior. Recibe órdenes directas de Bosco, es su hombre de
confianza. Si no está cumpliendo misiones para Bosco fuera de Lavándula,
está en la base aunque eso pasa muy poco, pasa mucho tiempo fuera.
—¿Qué clase de misiones?
—Misiones secretas.
—¿Te ocultan información?
—Eso les hago creer —Dahlia me guiña un ojo y cambia de tema—.
Tenemos que volver a la base, solo nos queda esperar a que la Alianza
defina un plan. En cuanto lo hagan, nos avisarán.
Cuando llegamos a la base, vamos directas al comedor. Dahlia me
insiste en que tengo que hacer cinco comidas al día. Atravieso la puerta y
me estremezco, tengo la cabeza y las mejillas congeladas, jamás había
sentido un frío como el de estas tierras.
Es la hora de la cena y está abarrotado, la estancia me parece
gigantesca, hasta ahora no había sido consciente de toda la gente que vive
en la base. Sigo a Dahlia hasta la cola para recoger nuestra comida, la
mayoría de los guardianes me observan, algunos con discreción otros con
descaro. Dahlia me ofrece una bandeja mientras me explica que hoy podré
cenar lo que quiera pero que a partir de mañana seguiré una dieta estricta.
Necesito recuperarme. Mientras me decido, el chico que se ocupa de que no
falte comida en los mostradores me pregunta si necesito ayuda como si
fuera tonta, lo fulmino con la mirada y el chico pasa su mirada de mis ojos
hasta mi cabeza. Paso de su mostrador y tras servirme un plato de vegetales,
sigo a Dahlia. Nos sentamos en una de las mesas redondas que se esparcen
por la sala. Los tres guardianes que reían y hablaban en la mesa, se callan
de inmediato en cuanto Dahlia se acerca, todos la saludan con una
inclinación de cabeza y siguen comiendo en silencio, no si antes darme un
repaso con la mirada. Me siento junto a Dahlia, clavo mi mirada en el plato
repleto de verduras, tantos colores juntos resultan atrayentes y con el primer
bocado, descubro que están sabrosas. Un par de bocados más tarde me
siento saciada, es imposible que me coma medio plato. Llevo demasiado
tiempo sin comer con normalidad. Cuando Dahlia se da cuenta de que he
dado por finalizada mi cena, coge un bol de crema de su bandeja y lo pone
en la mía.
—Proteínas —me dice.
Dos cucharadas y lo dejo, si sigo comiendo voy a vomitar. En ese
momento, unas risas llaman nuestra atención. La mesa que tenemos junto a
nosotras está llena y todos apartan la mirada en cuanto Dahlia los mira,
excepto uno que no para de mirarme la cabeza, cuando me mira a los ojos
sonríe y se pasa la mano por el pelo. Dahlia vuelve su atención a la comida
cuando lo escucho balbucear. «Una ilegal pelona». Un instante después,
tengo a ese guardián cogido por el cuello sobre la mesa, alguien grita mi
nombre pero yo solo escucho mi pulso acelerado. Un tirón de mi cuerpo me
aleja de la situación. Todos en el comedor están de pie mirando y el
guardián se incorpora pálido acariciándose el cuello.
—¡Esto no es un patio de colegio! —grita Dahlia a todo el comedor—.
El respeto por los demás es fundamental entre los guardianes o cualquiera
que se encuentre en estas instalaciones. ¡Se acabó la cena para todo el
mundo!
El comedor se vacía en silencio. Dahlia se pone frente a mí con los
brazos cruzados, la miro sin arrepentimiento.
—Lo que acabo de decir también va por ti, no puedes actuar de ese
modo, así no es como solucionamos las cosas aquí.
Asiento y me acompaña hasta mi habitación, Dahlia no se despide. En
cuanto me quedo sola voy hasta el baño y vomito toda la cena, joder.
Después de enjuagarme la boca observo mi reflejo, calva, con la piel
grisácea, los ojos lechosos y en los huesos, doy asco. Salgo del baño y voy
directa al armario sin prestar atención al espacio diminuto de la habitación,
a las paredes que me aprisionan. Busco una camiseta interior, todas son
lavanda pero no me importa. En cuanto la tengo, vuelvo al baño, la rasgo
con mis manos y empiezo la tarea. Me cubro la cabeza y pruebo varias
maneras de atarla cubriéndome la falta de pelo. Tras varios intentos,
compruebo que no se mueve, giro la cabeza, me agacho, salto y sigue en su
sitio. Aprieta un poco, pero por ahora estoy bien.
Capítulo 10

Alguien llama a la puerta de mi habitación. Me he pasado la noche


dando cabezadas, no consigo dormir, cada vez que cierro los ojos los
recuerdos vienen a mi cabeza como una tormenta que amenaza con
ahogarme.
Me pongo en pie ante los insistentes golpes. Cuando la abro, Salix se
encuentra al otro lado. No me aparta la mirada de los ojos, casi parece que
se fuerza en no mirarme a la cabeza, al turbante improvisado de anoche o
quizá solo estoy obsesionada.
—La Alianza ha tomado una decisión. Ya nos han comentado la misión,
acompáñame.
Salgo de la habitación sin más, anoche ni siquiera me desvestí. Sigo a
Salix por el pasillo, justo antes de que empiece a bajar las escaleras de la
casona se detiene.
—No te queda mal —dice sin volverse a mí—, pero con la cabeza
descubierta también estas bien.
—Es por el frío —me excuso, pero Salix ya baja por las escaleras.
Lo sigo en silencio un poco aturdida por su comentario. Salix atraviesa
una vacía sala de estar, se mete por un pasillo y entra en una pequeña sala
de reuniones, allí nos esperan Dahlia y Bosco. Ni siquiera me había
percatado de esta estancia, en realidad, no he sentido ningún tipo de
curiosidad por conocer la casona, si pudiera elegir, prefiero conocer el
exterior.
En cuanto Salix cierra la puerta detrás de mí se sienta junto a Bosco, yo
ocupo el espacio libre junto a Dahlia.
Bosco empieza a hablar, tiene los ojos hinchados y aunque parece recién
salido de la ducha, se nota que está cansando. En su situación, Marcus se
hubiera inyectado energía y estaría aquí reluciente.
—La Alianza ha estado toda la noche reunida elaborando un plan para
viajar a Falansteria —explica—. He pedido que Falansteria entre a forma
parte de la Alianza pero no creo que eso vaya a pasar por ahora. Creen que
sois unos rebeldes —voy a contestar ante esas palabras, pero Bosco me
detiene con un gesto de mano—. Han declarado que tu sociedad no entiende
las reglas comunitarias.
—No sabemos de vuestra existencia —contesto.
Bosco no piensa discutir conmigo, para la Alianza que yo esté allí
demuestra que sí conocemos su existencia. No puedo negarlo, quizá no se
conociera de una manera pública, pero tengo que reconocer sus palabras.
Bosco me dice que ninguna de las explicaciones que dé los convencerá,
básicamente, porque como ha dicho, por ahora Falansteria no formará parte
de la Alianza. Explica que es un proceso largo y que el máximo
representante de Falansteria tiene que aceptar las reglas de la Alianza en
consenso con el pueblo, de otro modo no será posible.
—Dejaste atrás Falansteria con su líder muerto —continúa Bosco—, la
Alianza quiere saber cómo está la situación. Si quieres tener una
oportunidad de ayuda, tienes que volver con un grupo de guardianes para
informar de lo que ocurre, será entonces cuando os ayuden.
—Podemos llegar a Falansteria sin ser descubiertos —dice Salix—,
pero no conocemos su interior, nada. Tendrás que guiarnos por tu tierra para
inspeccionar la isla. Es de vital importancia que nadie sepa de nuestra
presencia.
—Pero yo no os puedo asegurar eso.
—Me refiero a que no podrás contactar con la gente que dejaste atrás —
matiza Salix.
Asiento, pero no estoy convencida de esta parte. Al menos tengo que
saber cómo están.
Marcus llevaba más de un siglo gobernando Falansteria a su antojo y
tras su caída, ignoro que ha podido ocurrir, aunque supongo que ahora es
Nicole quien ha ocupado su lugar. Tenemos que saber qué ocurrió, será uno
de los primeros puntos a descubrir. El equipo que lleve a cabo esta misión
tendrá que enviar mensajes de situación a cada paso, en cuanto
descubramos quién está al mando e informemos deberemos esperar
órdenes. No podemos interactuar con nadie, debemos permanecer siempre
ocultos. No es un ataque y bajo ningún concepto deberemos intervenir. La
misión estará capitaneada por Salix, él y un equipo de sus mejores hombres
y mujeres viajaremos en unos meses. Cuando esté recuperada, puntualiza
Bosco. A partir de ahora, tengo que trabajar con él y prepararnos rápido.
—¿Tienes alguna pregunta? —quiere saber Bosco.
—Entiendo la misión de la Alianza.
—Ocre —insiste Bosco—, no dejaremos de lado a nadie, pero será un
proceso lento.
—Lo entiendo.
—Está bien —interviene Dahlia—, hoy empezamos a cerrar todos los
detalles de la misión. Esta tarde llega el resto del grupo y Salix y yo os
comenzaremos a preparar. Tenemos unos pocos meses, la Alianza quería
viajar ya a Falansteria pero tu estado es deprimente —dice sin aparente
malicia—, tienes ese tiempo para ponerte a punto. La vuelta va a ser difícil.
Cuando Bosco y Dahlia nos dejan solos, Salix me pide que lo acompañe
a desayunar, no es una invitación, es una orden. Tengo que recuperar mi
peso y las comidas son tan importantes como el entrenamiento.
Meses, esas es la palabra que ahora ocupa mi mente, demasiado tiempo
para volver a casa.
Capítulo 11

Salix se sienta frente a mí en el comedor, está a punto de amanecer y


hay muy poca gente.
—¿Dónde están los demás guardianes? —le pregunto a Salix mareando
con el tenedor la fruta de mi plato.
—La Alianza ha enviado a la mayoría a otras bases, ahora, los únicos
guardianes que habrá serán los que formen parte de la misión, los
trabajadores de la base y los de rango superior. Nos han dejado espacio para
prepararnos —Salix baja la mirada a mi plato—. Come.
Salix espera paciente a que termine mi desayuno, pero no lo consigo.
Un bocado más y acabaré vomitando. Me pongo en pie y retiro mi bandeja
bajo su mirada, cuando vuelvo hacia él me espera de brazos cruzados.
—¿Qué?
—A partir de ahora haremos las cinco comidas del día juntos.
—¿Juntos?
—Sí y no vas a entrenar con el resto.
—¿Perdona? —Salix suspira con fuerza.
—Vamos a una misión de reconocimiento, pero tengo que preparar al
equipo para todo. No estas recuperada para seguir el ritmo.
—Puedo hacerlo.
—No, no puedes y mañana te lo demostraré. Te he conseguido todo el
tiempo que he podido, pero la Alianza no consentirá aplazarlo más tiempo.
No vas a ir sino estas preparada.

Salix también recoge su bandeja y se dirige hacia la salida del comedor.


—Vuelve a la casona y descansa —me ordena cuando pone un pie fuera
—. Más tarde te buscaré —dice a modo de despedida y se marcha
dejándome allí plantada.
No me gusta que me dé órdenes pero ahora mismo me interesa más
saber por qué ha sido él quien ha conseguido tiempo para que me recupere,
voy hasta la casona.
Subo las escaleras y voy decidida a la habitación que me han asignado,
abro el armario como he visto hacer a Dahlia y rebusco. Encuentro un saco
de tela donde meto un par de copias del uniforme que me han dado y ropa
interior, es lo único que tengo aquí. Dejo atrás la casona cargando sobre el
hombro con el macuto improvisado, cada vez que salgo de un sitio cerrado,
el frío me recibe rajándome la piel. Rodeo el comedor observando la
vegetación que cubre parte del edificio rectangular, antes de dejarlo atrás
miro hacia ambos lados, estoy sola y me acerco a las plantas. Levando la
mano y acaricio con un dedo una hoja tan grande como mi palma, su tacto
es suave. El viento agita las demás hojas y desprende un olor agradable, me
acerco más y hundo la nariz entre ellas, inspiro despacio y el aroma me
invita a quedarme. Quiero quedarme, entre ellas, pero hace demasiado frío.
Me obligo a apartarme y sigo caminando dejando atrás el comedor hasta el
primer barracón. También están cubiertos por vegetación, aunque menos
espesa, pero me obligo a entrar.
Salix llevaba razón, ya me había dado cuenta que la actividad en la base
había disminuido pero la habitación alargada del barracón está
completamente vacía. Miro las dos hileras de camas pegadas a la pared y
elijo la cama del fondo, la que hay pegada a la inexistente pared, como me
dijo Dahlia. Llego hasta ella despacio y dejo caer sobre el suelo el macuto
sin apartar la mirada de la apertura. Me acerco con cuidado y paso mi mano
por ella, un cosquilleo la acompaña cuando muevo mi mano, al menos
puedo sentir el cosquilleo de la energía. Miro más allá de la casi
imperceptible ondulación energética, hacia el exterior y las montañas que
sobresalen de fondo, mucho más allá de la base cubiertas de verde y nubes
bajas. Ignoro la urgencia de salir de allí y dirigirme hacia ellas, quiero
recorrerlas, verlas de cerca, saber a qué huelen.
Me aparto de aquella vista y meto la ropa que Dahlia me consiguió en el
pequeño armario individual que hay junto a la cama. Las prendas son
diminutas y aún así me quedan holgadas. Salix ha conseguido tiempo para
recuperarme, ni siquiera sé por qué lo hace pero en el fondo sé que lleva
razón. Tengo que estar lista para volver y luchar porque yo sí pienso
intervenir y buscar a mis amigos.
Dejo atrás mi habitación, el resto del equipo llegará esta tarde y quiero
familiarizarme con el entorno. La base es monotonía pura y voy hasta el
gimnasio. Es gigantesco. Me paseo por las maquinas, observo algunas de
las armas para practicar y me acerco a la pared de entrenamiento. Tenía una
de estas en la Universidad, joder, me encantaba y Joa la odiaba. ¿Dónde
estará mi amiga? ¿Qué estará haciendo ahora? Tiene que estar bien, no hay
otra opción. Sacudo la cabeza y compruebo los anclajes de la pared, tengo
que probar, tengo que saber cómo se encuentra mi cuerpo. Apoyo un pie en
un anclaje bajo y levanto los brazos agarrándome a otro, intento con todas
mis fuerzas levantar mi peso pero me es imposible. Mierda. Vuelvo a
intentarlo, esta vez sujetándome de unas argollas, el agarre es más cómodo
pero no consigo sostener mi cuerpo. No tengo fuerzas, las he perdido.
Tengo que empezar desde cero, soy una completa inútil y Salix lo sabe por
eso me ha conseguido tiempo.
Me paso las siguientes horas andando sobre la cinta de correr, nadie me
ha molestado y lo agradezco, mi respiración es demasiado fuerte cuando
intento ir un poco más deprisa, a penas resisto unos minutos sin que las
paredes me den vueltas. Tengo la camiseta pegada al cuerpo y el
improvisado turbante me molesta. Ahora mismo, me sobra toda la ropa.
Como una estúpida, caigo en la cuenta de que aquí no hay nadie, no tengo
que esconderme, me quedo en camiseta interior sin mangas y observo mis
brazos, quizá sí que haya alguien de la que me esté escondiendo, me obligo
a apartar la mirada de mis brazos magullados y esqueléticos. También me
obligo a quitarme el turbante, agradezco que aquí no haya espejos.
Sigo andando a paso lento sobre la cinta cuando escucho cerrarse la
puerta del gimnasio detrás de mí, me giro de inmediato. En el suelo, junto a
la puerta, hay una bandeja. Apago la cinta y me acerco. Fruta, me han traído
fruta y ha tenido que ser Salix. Abro la puerta de inmediato, cuando me
asomo no veo a nadie, el frío me eriza la piel y vuelvo al interior. Aún
perpleja por que me haya traído comida, me siento en el suelo junto a la
bandeja, intento relajar mi pulso mientras le doy vueltas a la actuación de
Salix, no sé si sentirme agradecida o espiada. Apoyo la espalda contra la
pared suspirando, sea como sea, tengo que comer, ya tiene que ser media
mañana y parece que llevo una semana haciendo deporte extremo. Tengo el
estómago completamente cerrado pero esta es la única manera, tengo que
recuperarme cuanto antes. Picoteo algo de fruta y bebo el dudoso líquido
verde que Salix me ha dejado. Dulce, es demasiado dulce y casi lo escupo.
Respiro hondo y aparto la bandeja. Estoy agotada. Me pongo en pie algo
mareada, vuelvo a colocarme el turbante y el jersey, recojo la bandeja y la
llevo al comedor. Después de una ducha en los barracones, me desplomo
sobre mi cama, no puedo estar tan mal.
Unos golpes me sobresaltan, en algún momento me he quedado
dormida. Me incorporo aturdida sobre mi cama. Escucho la voz de Salix
tras la puerta que separa la habitación donde están las camas del pasillo que
conduce a la salida y las duchas. «Hora de comer», alza la voz al otro lado
de la puerta. Por toda la energía, aún tengo el estómago lleno. Me levanto
de la cama, me duele todo el cuerpo, me han echado cien años en lo alto
estos meses.
—No puedo comer más —le digo a Salix cuando abro la puerta. Sus
ojos plateados me impactan, ya los había visto pero ahora brillan con una
intensidad que no había percibido antes—. ¿Cómo sabias que estaba aquí?
—pregunto obviando su mirada.
—Yo lo sé todo —dice con media sonrisa—. Vamos, tienes que comer
algo.
No discuto, mi estómago tiene que habituarse de nuevo, tengo que
volver a estar fuerte, encontrar a la Natalie que dejé atrás. «Pero tú ya no
eres esa», dice una vocecita en mi cabeza. La ignoro y arrastro los pies tras
él en silencio.
Salix y yo nos sentamos en el comedor, esta vez, se sienta a mi lado.
Ahora hay más gente, no demasiados pero los suficientes ojos para
incomodarme. Salix come en silencio, yo muevo la comida en el plato.
—Gracias por la fruta.
—No hay de qué, prepararte es parte de mi misión.
—Pero no traérmela.
—Pasaba por allí —dice quitándole importancia—. ¿Cómo te fue?
—Desastroso —Salix suelta los cubiertos y alza su mirada.
—Natalie, poco a poco. Tenemos tiempo, las cosas hay que hacerlas
despacio para que sean duraderas —lo observo fijamente, analizo las
pequeñas arruguitas que se forman alrededor de sus ojos cuando los
entrecierra o hace un amago de sonrisa.
—¿Por qué me llamas Natalie? —Lo hace con demasiada naturalidad y
eso me pone nerviosa.
—Bosco me lo dijo.
—No quiero que me llames así —le aparto la mirada y cambio de tema
—. No sé si estaré preparada.
—Yo sé que lo estarás.
En ese momento, se escucha bullicio fuera del comedor. Salix y yo
miramos a través de las puertas abiertas viendo cómo un grupo de
guardianes pasan siguiendo a Dahlia.
—Ya están aquí —anuncia Salix.
Capítulo 12

Tras la comida, nos dirigimos al edificio de oficinas, uno bajo cubierto


de una maraña de hojas verdes. Una leve bruma ha cubierto la base y el
viento helado me quema las mejillas cuando llegamos, dos puertas se
deslizan hacia los lados ante nuestra presencia.
Al otro lado, nos espera un grupo de guardianes, casi una veintena
recuento por lo alto. En cuanto atravesamos las puertas dejan de hablar y se
ponen en fila frente a nosotros, mejor dicho, frente a Salix. Paso mi mirada
por ellos cuando descubro un rostro conocido, el chico al que estampé sobre
la mesa está aquí. Me guardo cualquier tipo de reacción, no sé si tengo
fuerzas o ganas de soportar alguna tontería, no, en el fondo sé que no las
tengo. Él viste un uniforme informal como el mío y el de Salix, observo que
otros visten de la misma manera, tres chicas visten los mismos colores de
Lavándula, pero llevan un uniforme más formal. Los demás visten
diferentes uniformes, otros colores, no son de aquí.
Dahlia esta allí de pie, junto a ellos, impecable. Nos saluda cuando
llegamos y se pone a nuestro lado.
—Todos habéis sido convocados para una misión secreta —dice Dahlia
—. Habéis sido seleccionados por Salix con la supervisión de la Alianza,
todos sabéis lo que ello implica. Nada de lo que escuchéis o veáis podrá ser
comentado con el exterior. Ningún rumor o dato podrá ser revelado.
Aceptando entrar en la misión, habéis asumido las posibles consecuencias
de la misma. Yo soy la superior al mando de esta misión, Salix, al que
algunos conocéis, será mi segundo y vuestro superior cuando toméis tierra.
Juntos, supervisaremos vuestro entrenamiento. Tenemos unos meses para
prepararnos. Después, tomaremos tierra en Falansteria —todos se mueven
inquietos ante sus palabras—. Ocre —Dahlia hace un leve gesto con la
cabeza hacia mí— procede de allí y nos instruirá acerca de lo que nos
vamos a encontrar.
Salix da un paso adelante cuando Dahlia se calla, comienza a dar
información acerca de la misión. Es una misión de reconocimiento, nuestro
objetivo es informar del estado de Falansteria sin que seamos descubiertos,
es muy importante que nadie sepa que estamos allí. Salix mastica esas
palabras. Una vez podamos informar del estado, esperaremos órdenes y se
nos asignará un nuevo objetivo, este puede ser seguir más tiempo allí o
retornar a Lavándula. Iremos ligeros de equipaje.
Salix no pierde el tiempo y vamos a empezar ya. Anuncia los puestos
que cada uno ocupará. Comienza a nombrarlos uno a uno, primero los que
se quedarán en Lavándula. Luan, una mujer menuda con el pelo como el
carbón trenzado y los ojos pálidos da un paso adelante al escuchar su
nombre, por los colores lavanda y verde de su ropa sé que es de aquí. Será
la encargada de las comunicaciones, ella y su equipo, tres guardianes que
dan un paso adelante cuando son nombrados, se comunicarán con el
subacuaereo, nuestro transporte, capaz de viajar por las profundidades,
sobre ellas y volar, explica Salix. Dahlia se quedará con ellos. Se
encargarán de mantener a Bosco y la Alianza informados. Yué es la
siguiente nombrada, también da otro paso hacia delante, es la piloto oficial,
su ayudante es Naktam, quizá el rostro más joven que veo entre los
guardianes. Yué y Naktam, también de Lavándula, no bajaran del
transporte, nos llevarán y nos esperaran ocultos en las profundidades,
nosotros nos comunicaremos con ellos y ellos con Luan. Se les unen dos
guardianes más para ocuparse de las comunicaciones desde el subacuaereo.
En caso de ser descubiertos en Falansteria, nuestras comunicaciones los
develarán a ellos, no a Lavándula. En este punto, Salix se pone mucho más
serio y frío, en el caso de que alguien del equipo sea capturado, bajo ningún
concepto deberá hablar. Alguien carraspea.
—¿Alguien quiere decir algo? —pregunta Salix— ¿Kale? —vuelve a
preguntar.
Clavo mi mirada en él. El chico del comedor mira al frente, parece unos
años mayor que yo, seguro de si mismo se yergue con la cabeza en alto.
—Lo siento, señor.
—¿Algo que decir? —repite Salix.
—Creo que nuestro equipo está preparado, pero no estamos seguros de
si ella puede traici... —se detiene y se corrige con pereza—. Entregarnos,
señor.
Doy un paso al frente pero Salix se adelanta a mí y los observa a todos,
parece que comparten la misma opinión que Kale. No me sorprenden, no
saben nada de mí y no dudaré en traicionarlos porque mi primera opción
siempre será encontrar a mis amigos.
—Como tú has dicho somos un equipo, todos dependemos de todos y
todos —Salix mastica la última palabra—, somos necesarios.
—Pero señor…
A Salix se le mueve un músculo en la mandíbula y se acerca a Kale a
una distancia en los que otros ya hubieran dado un paso atrás. Salix
interrumpe lo que va a decir sin pronunciar una palabra. Ambos son de la
misma estatura, pero la posición de Salix, su complexión algo más ancha
resulta imponente, aunque Kale no cede.
—Dígame Kale, ¿en cuántas guerras ha participado?
—En ninguna, señor.
—¿Cuántos combates ha librado donde su vida corría peligro real?
—Ninguno, señor.
—¿Cuántas veces ha sido torturado?
—Nunca, señor.
—Entonces no dude de quien tiene más experiencia que usted —Salix
vuelve a mi lado—. Cuando pongamos rumbo a Falansteria quiero que
cualquiera de vosotros sea capaz de dar la vida por otro. Vamos a una isla
hostil a observar pero nos enfrentaremos a situaciones complicadas. No lo
conseguiremos si no confiamos los unos en los otros.
—¡Sí, señor! —responden al unísono.
Salix continúa su discurso con instrucciones. El resto de los guardianes
que no han sido nombrados son los que tomaran tierra. Por la mañana
estudiaran los datos que tenemos sobre Falansteria y nuestros movimientos
una vez pisemos estemos en la isla, por las tardes entrenaran junto a Dahlia.
Tras el discurso de Salix, el equipo de comunicaciones y los pilotos se
marchan junto a Dahlia para familiarizarse con el transporte y elaborar un
plan de comunicación. Me tendré que reunir con ellos para hablar sobre
Falansteria y trazar un plano de la isla.
En la sala solo permanecemos el equipo que pisará tierra. Una vez
desembarquemos nos dividiremos; dos guardianes permanecerán en la orilla
a nuestra espera, vigilando las cercanías del subacuaereo. A continuación,
Salix recita de memoria los informes del primer equipo. Kale, el imbécil del
comedor, es francotirador, nacido en Dareklyad, vive y trabaja para
Lavándula. Era, una guardiana enviada desde Nochna, es especialista en
explosivos. Su pelo liso y oscuro cae rebelde, no me quita de encima su
mirada castaña. Ella y Kale, tienen formación en lucha cuerpo a cuerpo y un
sin fin de cosas que los prepara para una guerra, aunque su experiencia se
basa en luchas y batallas a pequeña escala. Salix y yo iremos con ellos.
El segundo equipo nos seguirá en todo momento, pero manteniendo una
distancia prudente. Nos cubrirán, pero si nos capturan tienen ordenes de no
actuar, solo de espiar y seguir informando hasta recibir ordenes de Dahlia.
Está compuesto por Trian, enviado por el Tomoe, según dice Salix, la
organización que representa en la alianza a las pequeñas islas. Darek,
también pertenece a Dareklyad, mantiene la mirada en el suelo pero no
puedo dejar de fijarme en las cicatrices de sus manos. Mora, la rubia platino
alta y fuerte, y dos gemelas negras, Ona y Vánamo, son guardianas de
Lavándula y cierran el equipo. Una vez explicado esto, Salix les pide a las
gemelas que les enseñen a los venidos de otras islas el resto de las
instalaciones y que vayan a la sala de entrenamiento. Empiezan hoy y
Dahlia se encontrará con ellos allí.
Cuando todos se marchan dejo escapar el aire, puedo enfrentarme a
esto. Puedo hacerlo, tengo que hacerlo.
Capítulo 13

Ya a solas, Salix me explica que la mayoría de las personas en la tierra


no han viajado nunca a otras islas, aunque entre las islas de la Alianza está
permitido, debido a la superpoblación, el transito es muy controlado. Al
menos, esto es una verdad que aprendí en Falansteria. Los guardianes de
cada país suelen hacer visitar a otros países para comprobar en el terreno
que todo está como se dice en los comités de la Alianza y también pueden
solicitar el traslado de base para trabajar, como Kale, me apunta. Pero Salix
me advierte, los guardianes nunca se han visto involucrados en una revuelta
del nivel de Falansteria, hace muchos años hubo un intento de guerra civil
en Dareklyad pero las revueltas fueron disueltas a tiempo. Ese es otro punto
que le importa a la Alianza, no puede consentir ninguna revuelta y menos
aún, de la isla más grande fuera de su jurisdicción. Salix me explica que
nuestra edad no ha conocido guerra o conflicto importante, pero esto ya lo
sabía. Me advierte en cómo contarle a los demás lo que he vivido y también
me advierte de que no sabremos con seguridad sus reacciones cuando
estemos allí porque nunca han vivido eso. En parte, aquello no me
preocupa.
—Yo tampoco sabía lo que era y tuve que aprenderlo —Salix me
analiza con la mirada.
—Las reacciones son imprevisibles, no te garantizo que sigamos siendo
un equipo si ocurre algo.
—Solo es una misión de espionaje —respondo y una de las comisuras
de sus labios se alza en un movimiento a penas imperceptible.
—No creo que solo sea eso para ti —contesta.
—Gracias —cambio de tema, no quiero que sepa mis intenciones,
aunque es evidente que las sospecha.
—¿Por qué?
—Por lo de aquel chico, Kale —aunque mis gracias le han sorprendido
su rostro vuelve a ser frío.
—No era a ti a quien me estaba refiriendo —Salix da un paso
alejándose de mí—. Pasarás la tarde con Luan, necesitan tener cuanto antes
datos de la geografía interna de Falansteria. Mañana empezaremos a
entrenar, intenta dormir esta noche.
Sin más, Salix se marcha del edificio. ¿Él ha pasado por todo lo que ha
nombrado? ¿Cuándo y dónde? Me empieza a dar coraje que suelte las cosas
y se largue sin más, ni siquiera sé dónde tengo que ir ahora.
Dejo la sala siguiendo la misma dirección en la que se marcharon Luan
y su equipo, pero no tengo ni idea de dónde encontrarlos. El edificio parece
desierto, salgo y no hay rastro de Salix, ni de otro guardián. Unas voces
llaman mi atención desde el comedor, me acerco. Un par de trabajadores
limpian el suelo. Ambos paran en cuanto entro, tras un rápido vistazo el
joven que conozco de servir la comida, agacha la cabeza y continúa. No
paso por alto que tiene el labio partido y un morado incipiente en la
mandíbula.
El otro hombre, el que tiene el rostro surcado por profundas arrugas, se
apoya sobre el palo de la escoba con la que trabaja y me mira de arriba
abajo.
—¿Sabes dónde puedo encontrar a algún guardián? —pregunto sin
apartarle la mirada. El tipo dibuja media sonrisa.
—Aquí no hay ningún guardián —dice con la voz ronca mientras se
coloca la entrepierna.
Camino despacio hasta él, el joven se detiene en su trabajo con la
cabeza hacia el suelo. Encaro al mayor, tiene los ojos celestes como una
mañana en Falansteria pero la forma que tiene de mirar me da asco.
—¿Dónde puedo encontrarlos? —pregunto alzando la barbilla.
—Si quieres, puedo guiarte.
—Dime el camino —exijo.
—Hay algunos guardianes en el gimnasio —balbucea el joven todavía
con la cabeza apuntando al suelo.
—Gracias —digo con la mirada aún puesta en el mayor.
—¿Es verdad que se te ha caído el pelo de todo el cuerpo? ¿De todo? —
pregunta el que tengo en frente bajando la mirada por mi cuerpo.
Sonrío. Doy un paso adelante y le doy un rodillazo en la entrepierna. El
viejo se dobla sobre sí mismo soltando una ristra de palabrotas.
—No vuelvas a mirarme, jamás.
Alguien carraspea desde la puerta del comedor. Me giro con
tranquilidad. Una de las integrantes de la Alianza está aquí, la del bonito
pelo largo, evito mirarlo demasiado tiempo, esa mujer me paralizó en el
interrogatorio.
—Ocre, te estaba buscando —la mujer ni siquiera presta atención al
hombre encogido—. Dahlia te espera.
Salgo del comedor en silencio y caminamos por el recinto.
—No sabía que los miembros de la Alianza estaban aquí —digo como
si nada, en busca de información.
—Solo estoy yo en la base, Harald y Sigrid han vuelto a sus islas, y
Bosco a la ciudad. No me quedaré demasiado tiempo —aclara—. Ya me
han dicho que Era estará en tu equipo cuando toméis tierra en Falansteria —
Intento mantener el ritmo de sus pasos, pero siento el corazón aporrear mi
pecho, necesito entrenamiento— ¿Ocre? —pregunta llamando mi atención.
—Era, sí —digo demostrando que a pesar de que mi cuerpo se agota,
puedo escuchar a la vez que esforzarme en andar—. De la isla Nochna, eres
su líder.
—Me llamo Driesa, prefiero que me llamen así.
Driesa se detiene frente a un pequeño edificio, ni siquiera me había
fijado y Dahlia no me había hablado de él. Cuando entramos, me llega el
murmullo de unas voces. Antes de pasar a una habitación, Driesa se gira
hacia mí.
—Nochna es la isla más cercana a Falansteria, tenlo en cuenta —sin
darme oportunidad a reaccionar, se vuelve hacia la puerta y la abre. Dahlia,
Luan y el resto del equipo de comunicación están reunidos rodeados de
proyecciones.
Entro sin apartarle la mirada a Driesa que me ignora con demasiada
naturalidad. Empiezo a pensar que esta misión esconde mucho más de lo
que me están contando.
Capítulo 14

La cabeza me va a estallar. Por fin dejo atrás el edificio donde he estado


con Luan y Naktam, he descubierto que es la puerta de entrada a un
amarradero subterráneo, bajo nosotros, se encontraba el submarino que nos
llevará a Falansteria, aunque no lo he podido ver. También será el lugar de
trabajo del equipo de comunicación durante la misión.
He pasado toda la tarde describiendo todos los detalles geográficos de
Falansteria que conozco, el grupo de comunicaciones también está
elaborando un mapa del interior y ha sido un suplicio. Una isla dividida en
círculos concéntricos, el anillo de la Periferia, las fábricas, el gran Páramo y
su centro, la Ciudad. Parece fácil, pero querían demasiados detalles. Dahlia
y Driesa nos dejaron solos al poco tiempo, la primera para impartir los
entrenamientos, la segunda no lo sé. No dio explicaciones. Me estremezco
cuando salgo al exterior en dirección a los barracones, el fino jersey deja
pasar el aire helado. Arrastro los pies un poco mareada por estar encerrada
tanto tiempo, paso por delante del comedor, las puertas están abiertas y la
luz del interior me baña, parte del equipo está terminando de cenar, también
hay otros empleados de la base. Paso de largo y llego al barracón, la luz está
apagada, pero veo dos bultos recortados por la claridad del exterior
sentados sobre las camas que quedan frente a la mía. Ona y Vánamo se
giran cuando me escuchan. Una de ellas le trenza el pelo a la otra, por un
segundo, me quedo mirando el cabello negro entre los dedos de una de las
hermanas, aparto la mirada y me siento sobre mi cama.
—¿Un mal día? —pregunta una de ellas, ni siquiera puedo
diferenciarlas.
—Demasiado largo —respondo seca. Me quito las botas y me estiro
sobre la cama.
—Estamos preparándonos para ir a entrenar un rato al gimnasio, ¿te
vienes? —pregunta la otra terminando de elaborar la larga trenza de la
hermana.
—¿No lo cierran por las noches?
—Sí —contestan al unísono con una sonrisa—, pero ningún guarda de
la base nos molestará, una misión de la Alianza nos da privilegios —
concluye una de las hermanas.
—Me apunto —respondo con media sonrisa.
Después de que las hermanas esperen a que me cambie, salimos del
barracón. Llegamos al edificio del gimnasio sin ninguna dificultad. Una de
las hermanas, Ona me ha dicho que es cuando ha visto que dudaba entre las
dos, nos deja en la puerta principal y a los minutos aparece con un guarda
que nos abre la puerta, le sonríe al marcharse.
—Creí que teníamos ventajas por la misión —digo.
—Y por eso nos ha abierto —contesta Ona—. Lo de la sonrisa es por mi
cuenta, ya sabes, un poco de distracción.
Esa última palabra me estremece, me recuerda a Joa, ella siempre
encontraba las mejores distracciones cuando luchábamos.
Asiento y entro al gimnasio. Ona activa las luces que se encuentran
junto a la puerta, la sala se ilumina y cerramos la puerta para que nadie nos
moleste.
En las siguientes tres horas vuelvo a ser consciente de todos los
músculos de mi cuerpo y de mi baja forma, pero la adrenalina me ha
despejado la cabeza de todo lo de esta tarde, en realidad, de todo. Estas
horas, no he pensado en nada.
A penas tengo resistencia, pero no he olvidado lo aprendido. Lucho
cuerpo a cuerpo con Vánamo mientras Ona entrena en la pared vertical.
Vánamo es benevolente conmigo pero le pido que no lo sea, que luche con
todas sus fuerzas, acabo en el suelo más veces de las que me gustaría, de
echo, creo que paso más tiempo tirada que en de pie pero al menos me
demuestro que aún sé pelear, que mantengo mis reflejos y además, Vánamo
me enseña nuevas técnicas y movimientos. Exhausta y mareada acabo
rodando de nuevo por la colchoneta. Me quedo boca arriba recuperando el
aire, el techo se difumina y tengo la camiseta y el turbante empapados en
sudor frío. El rostro de Vánamo aparece sobre mí y me hace un gesto para
que mire hacia la puerta, giro despacio la cabeza y veo en el suelo junto a la
entrada una bandeja con comida. Me incorporo con ayuda de Vánamo
cuando Ona llega respirando fuerte hasta nosotras.
—Parece que Salix quiere que coma —digo.
—Por supuesto, siempre tan sigiloso —dice Vánamo mientras va a por
la bandeja, la recoge y mira lo que hay en ella—. Pues parece que también
quiere que comamos contigo, ha traído de todo.
—¿Salix ha hecho esto antes? —interviene Ona con media sonrisa.
—Una vez, también estaba entrenando y me salté una de mis comidas.
Las tres nos sentamos en las colchonetas con la bandeja en medio. Poco
a poco recupero mi estabilidad y el aliento. Mientras picamos fruta, frutos
secos, algo de pan y bebemos el líquido verde frío demasiado empalagoso,
aprovecho para conocerlas más y, sobre todo, para sacar cualquier tipo de
información.
Me quedo embobada mirando a las gemelas, en Falansteria no existen
los gemelos, conocemos esa posibilidad por supuesto, pero simplemente no
nacen. Menuda estupidez, ni siquiera me planteé la información que
hablaba de casos muy excepcionales, ahora sabiendo cómo actúa el sistema,
me temo que no es casualidad que en Falansteria no hubiese partos
múltiples. Vánamo confunde mi gesto, cree que aún no puedo diferenciarlas
y en parte es así, pero entonces, se mete una uva en la boca y tras saborearla
se aparta la melena negra húmeda por el sudor y me muestra la parte
derecha de su cabeza. Intento no sorprenderme cuando veo su oreja
deformada y la fea cicatriz que le recorre parte del cuello y la deja sin pelo
en una parte de la cabeza. Me sonríe cuando vuelve a dejar que caiga el
pelo.
—Estoy sorda de este oído —me explica—, recuerda no hablarme
nunca por este lado porque pasaré de ti.
—¿Qué te pasó? —me atrevo a preguntar.
—Un fallo con explosivos que manejaba. Ahora ya nos puedes
diferenciar —afirma sonriente y me doy cuenta de que pasa su mirada por
mi turbante, quizá esperando que le cuente mi historia después de contarme
la suya, pero no lo hago. Me limito a sonreír y llevarme un trozo de fruta a
la boca. Es azúcar puro que se deshace sobre mi lengua.
—¿Cómo acabasteis siendo guardianas?
—Nuestros padres también forman parte del cuerpo —me contesta Ona
—. Desde muy jóvenes seguimos sus pasos, ellos ya están retirados y viven
al norte de Lavándula, en una zona que se llama Glaciemaqua, una tierra de
hielo y nieve —me explica.
Las hermanas parecen cómodas hablando conmigo, antes de dirigir la
conversación hacia donde más me conviene les hablo un poco de
Falansteria, cómo está dividida, de su clima seco y su nula vegetación, las
chicas no alcanzan a imaginarse una vida así, entre árboles muertos.
Cuando les hago ver que les he contado cosas sobre Falansteria, de que yo
también me he abierto con ellas, sabiendo que no es mucho más de lo que
les contaré cada mañana hasta que partamos, desvío la conversación. Les
pregunto acerca del grupo que formamos la misión.
—Conocimos en la base a los que vienen de fuera, Era, Trian y Darek
—dice Vánamo—. A Mora la conocemos de alguna misión en la que hemos
trabajado juntas pero es callada y distante. No sabemos demasiado de ella,
aunque fue la primera de su promoción.
—Solo porque no estaba en el mismo año que nosotras —apunta Ona
muy erguida—, fuimos las primeras de nuestra promoción, las dos. Mora es
tres años mayor que nosotras, suele trabajar en la base Glaciem, la del norte
y nuestros padres la instruyeron, así que los logros de Mora eran
comentados en casa.
—Y por eso precisamente —interviene Vánamo—, decidimos
instruirnos en otra base,
alejada de nuestros padres y los logros de Mora. La admiramos y ha
sido una gran guardiana en la que inspirarse para ser las mejores.
—Y para superarla —aclara Ona con una sonrisa—. Pero si queríamos
conseguirlo por nosotras mismas, teníamos que alejarnos de la supervisión
de nuestros padres y acabamos aquí.
Les pregunto por las bases de Lavándula. Me explican que hay tres,
Glaciem es la del norte, Casia es la base en la que nos encontramos en
mitad de la gran isla de Lavándula y la del sur, Caeli. Guardo la
información que me proporcionan y vuelvo a desviar la conversación hacia
el grupo que viajará a Falansteria.
—¿Qué me decís de Salix? Es el encargado de la misión y me trae la
comida, ¿de qué va?
—Salix es buen tipo aunque no pasa demasiado tiempo por aquí.
Probablemente, le hayan ordenado ponerte en forma —asiento.
—¿No es joven para estar al frente de una misión como esta? El grupo
que va a Falansteria está formado por guardianes de toda la Alianza,
entiendo que es importante ir a mi isla.
—Dicen que Salix es la mano derecha de Bosco, son rumores pero
quién sabe y tampoco es tan joven. Pertenece a la promoción de Mora, así
que son unos cuantos años mayor que nosotras.
—¿A la promoción de Mora? —pregunto con sorpresa—. Salix no tiene
pinta de quedar segundo en nada.
—Pues ya ves —contesta Ona—, quedó detrás de Mora.
—Aún así —redirijo la conversación—, el grupo es joven, solo el
equipo de comunicación parece algo más mayor.
—Solo es una misión de reconocimiento, observar e informar, no le des
más vueltas —dice Vánamo y se pone en pie recogiendo la bandeja ya vacía
—. Es hora de irse a dormir. Volvemos en silencio al barracón, están
entrenadas y pese a hablarme de sus vidas no he conseguido ningún tipo de
reacción por parte de ellas sobre viajar a una isla de la que no saben nada.
Capítulo 15

Por la mañana, todo el equipo nos despertamos temprano. Me incorporo


de mi cama ahogando un quejido, no hay ninguna parte de mi cuerpo donde
no sienta agujetas.
Voy a las duchas cuando ya han salido todos, el vapor inunda el
ambiente sofocante. Agudizo el oído para comprobar que el resto del grupo
se ha ido a desayunar y me desnudo con torpeza, por último, me deshago
del turbante. Me dirijo a la ducha más cercana, en cuanto entro se activa de
forma automática y un chorro de agua caliente cae sobre mí. Dejo que el
calor me recorra el cuerpo y paso las manos por mi cabeza, muchas zonas
siguen suaves pero en otras, noto el pelo incipiente. Agacho la cabeza
observando las costillas que sobresalen, eso puedo arreglarlo pero mi pelo,
el color ceniza de mi piel o mis ojos lechosos, con eso no puedo hacer nada.
Soy un monstruo lleno de marcas, de las viejas heridas de Falansteria y de
las nuevas de Lavándula. Acaricio el bloqueador que tengo entre mis
pechos, la pequeña placa circular labrada, ni siquiera puedo usar mi energía
sin consumirme con ella.
Un ruido me sobresalta en los vestuarios, salgo de la ducha y me seco
deprisa. Cuando me he vestido y colocado el turbante me dirijo a la salida,
Mora me espera apoyada en la puerta.
—Salix me ha enviado para ver si todo va bien —dice con la vista
puesta en el edificio del comedor. Me detengo a su lado, me saca una
cabeza y es corpulenta pero sus rasgos son delicados. Lleva la melena
suelta, el rubio platino de su pelo está débilmente oscurecido por su
humedad. Dirige sus ojos verdes hacia mí.
—Solo me he retrasado —Mora me aparta la mirada.
—Deberíamos ir a desayunar —dice con una característica voz ronca y
se pone en marcha hacia el comedor.

Cuando llegamos al comedor observo que todos están allí. Dahlia y


Salix comparten mesa con Driesa. Los de comunicación desayunan en otra,
el resto del equipo se divide en varias mesas y otros guardianes apuran sus
platos solitarios. Mora y yo nos acercamos a los mostradores, el chico que
limpiaba el comedor junto al viejo al que golpeé está detrás ocupándose de
que no falte nada. Cuando me acerco a él, sus manos no fluyen de forma
automática como lo hacían, nota mi presencia y se gira para marcharse con
una bandeja vacía. Juraría que la piel junto al cuello de su jersey está
amoratada. Sin darle más vueltas, me giro con la bandeja del desayuno, las
gemelas comparten mesa con Trian, el guardián de menor estatura enviado
por el Tomoe, y me hacen gestos con las manos para que me siente con
ellos. Mora me sigue y se sienta con nosotros.
—¡Hola, chicas! —nos saluda Vánamo— Le estábamos diciendo a
Trian que cuando tengamos un día libre lo llevaremos a los mejores bares
de la ciudad, contamos con vosotras, ¿verdad?
—¿Días libres? —pregunto mientras Mora y yo nos sentamos.
—No nos van a tener aquí encerrados durante todos estos meses, algún
día libre tendremos —ni siquiera me lo había planteado—. ¿Conoces esta
zona, Mora?
Vánamo le habla con total naturalidad, pero Mora está demasiado
rígida.
—No es la primera vez que estoy en GeluFlos —dice mirando su plato
—, pero no he salido por aquí.
—Eres del norte, de Glaciemaqua, ¿verdad? —le pregunta Trian.
—No exactamente, pero pasé mucho tiempo allí, en su base.
A pesar de la rigidez de Mora, es amable con los demás. La
conversación gira en torno a los días libres y las salidas, Mora parece
agradecer que la atención sobre ella se desvíe. Trian parece no tener ningún
problema para relacionarse, siempre está sonriendo y la última parte del
desayuno se la pasa haciendo bromas. Vánamo les ríe todas, yo soy más del
grupo de Ona y Mora que nos limitamos a asentir sin entenderlas.
Tras el desayuno nos dirigimos al edificio de las aulas, Dahlia nos
conduce a la sala de reuniones. Una gran mesa en forma de herradura está
centrada en la habitación, frente a su abertura hay otra rectangular más
pequeña. Dahlia le pide al equipo que tome asiento y nos pide a Salix y a mí
que nos pongamos con ella al frente. Driesa y todo el equipo de
comunicación también asisten y ya se encuentran proyectando pantallas
frente a ellos esperando a los datos que pueda proporcionarles.
La mañana se hace eterna, tengo el trasero entumecido de no moverme
de la silla mientras les doy datos de Falansteria. La mayoría de ellos, ya
conocidos por el equipo de comunicación, pero aún así, no paran de tomar
notas. Sin importar a la parte de la isla en la que desembarquemos, lo
primero que nos encontraremos será terreno rocoso. Fácil de atravesar y un
buen lugar para ocultarse entre las grandes rocas, las que mejor conozco son
las situadas al suroeste, cerca de mi casa. Recomiendo que hagamos el
desembarco de noche, sin conocer la situación será la mejor hora para
ocultarnos. Después, entraremos en el anillo de la Periferia. Allí tendremos
que ser muy cautos, no sé cómo está la situación pero seguramente, la
Periferia será un punto caliente y vigilado. Después está el anillo de las
fábricas, el páramo y la Ciudad. Les describo cada anillo lo mejor que
puedo, el Gran Páramo será donde corremos más riesgo, estaremos
totalmente expuestos. Dahlia anuncia que nuestro primer objetivo es
reconocer la Periferia y el anillo de las fabricas, según informemos sobre la
situación habrá órdenes nuevas. Dahlia me pide que les hable de la Cúpula,
de nuestra manera de vivir y de las diferencias entre la Periferia y la
Ciudad.
Les resumo lo que he vivido, nuestros planes y los planes de la Cúpula.
Esto les parece más interesante, me limito a contarles lo que creo que es
más práctico para ellos, sin personalizar en ningún momento, no quiero
nombrar a ninguno de mis amigos ni la relación que me une a ellos. Los
divido entre rebeldes y compañeros de Universidad. Cuando acabo, Dahlia
me pide que les hable de la energía y de los Protectores. Los Protectores en
Falansteria son lo que los Guardianes en Lavándula, les digo, todos se
sorprenden cuando toco el tema de la energía. No me quitan ojo cuando les
digo que solo hay generalizado un uso de la energía a través de la
tecnología.
—¿Por qué los que pueden canalizarla no lo hacen sin ningún
dispositivo? —pregunta Vánamo sin terminar de entender nuestros usos de
la energía.
—No sé qué decirte —me sincero—. Así es como son las cosas, o eran.
—Pero la energía es algo natural, en el mundo, en nosotros —dice
señalando su pecho—. Es como otro sentido más.
Por un momento envidio el concepto que tienen de la energía, para mí,
simboliza cosas negativas. Es la versión que tengo de ella, de los pinchazos,
el calor abrasándome, la sensación de consumirme poco a poco.
—No todos tenemos la misma visión de la energía —interviene Salix
como leyéndome la mente—, tenemos que aprender los unos de los otros y
ponernos en su lugar.
—Por supuesto —responde Vánamo sin ninguna pregunta más.
Les hablo de cómo dividimos la energía de la misma manera que me
explicaron a mí. Los generadores, como su nombre indica, generan y
pueden proyectar pero su cuerpo sufre consecuencias por su uso, nuestro
cuerpo de seguridad, los Protectores son todos de este tipo. Kale bufa.
—¿Cómo pueden resistir en la lucha? —pregunta y lo fulmino con la
mirada.
—Se inyectan cápsulas de energía, usan armas de fuego y dispositivos
que canalizan la energía del entorno.
—Sois un objetivo fácil —dice Kale y mueve la cabeza divertido. Salix
lo acalla con una mirada.
—El siguiente tipo son los canales —continúo—, la energía los
atraviesa y no pueden interactuar con ella, son escasos en mi isla y la
Cúpula los capturaba para mantenerse de ellos, absorber la energía pura
para alimentarse, o mantener a los Protectores —digo mirando a Kale.
—¿Os alimentáis de personas? —pregunta Trian incrédulo con un deje
de broma.
—No nos alimentamos de ellas —respondo cortante—. La Cúpula los
secuestraba para abusar de ellos.
—Entiendo —dice a modo de disculpa y agacha la mirada.
Todos en la reunión me miran atentos y entonces les hablo del tercer
tipo.
—Los híbridos, el más escaso, personas que tienen la capacidad de los
dos tipos anteriores y, además, pueden diferenciar la energía propia de la del
ambiente para no sufrir daño en su uso —todos se quedan en silencio, no sé
muy bien a qué esperan.
—Está bien por hoy —Salix da la reunión por acabada—. Mañana
seguiremos, es hora de comer.
Respiro aliviada cuando todos se ponen de pie, observo cómo Kale
cierra su proyección, es el único del equipo que pisará tierra que no ha
parado de tomar notas de todo lo que he dicho y no sé si eso es bueno o
malo.
Cuando todos mis compañeros y Driesa salen de la sala, Dahlia se
vuelve hacia mí.
—Lo has hecho bien —dice—, no creo que sea necesario otra reunión
como esta, pero tendrás que ayudarnos con los preparativos.
Asiento y Dahlia se despide de mí. Antes de marcharse por donde lo ha
hecho el resto del equipo, le hace un asentamiento a Salix.
—¿Empezamos con el entrenamiento? —pregunta Salix dando un paso
hacia mí.
—¿Vas a dejar que me salte una comida?
—Iremos preparados.
—¿Ir a dónde?
—A la cadena montañosa del este. He solicitado una salida para tu
entrenamiento, fuera de la base, mañana por la tarde estaremos de vuelta.
—¿Por qué no podemos entrenar aquí? Como todos los demás.
—Porque eres inteligente, conoces el terreno al que viajamos, a quiénes
podríamos enfrentarnos, sabes luchar, eres rápida y obstinada. Tienes
coraje, tu peso y tu fuerza los recuperarás, pero hay algo que no sabes y
todos piensan que sí, por eso llevas el bloqueador.
—Diferenciar la energía —acierto a decir y Salix asiente— ¿Cómo lo
sabes?
—Si lo supieras nunca hubieras traspasado el límite —dice sin
apartarme la mirada de los ojos pero yo la siento clavada en mi cabeza
calva bajo el turbante.
Capítulo 16

Después de salir de la sala de reuniones, acompaño a Salix hasta la


casona donde él y los cargos superiores duermen. Lo espero fuera hasta que
sale con un par de macutos ligeros, me tiende uno junto a una chaqueta
gruesa, me la pongo y siento que en cualquier momento puedo perderme
dentro, espero ir rellenándola poco a poco. Abandonamos la base a pie por
una salida secundaria de personal. No hago preguntas porque ya conozco la
respuesta, porque sé que se sale de un lugar por la puerta de atrás cuando es
algo que no quieres que todo el mundo sepa. Que Dahlia sepa nuestro
paradero me hace estar más tranquila, aunque por el momento, no temo por
mi vida.
En cuanto abandonamos el recinto de la base, me encojo ante lo que hay
delante de mí. Árboles, un número incalculable de ellos, tan altos que tengo
que elevar la cabeza para admirar sus copas. Salix me insiste en que me
mueva, no podemos permanecer mucho tiempo allí de pie, tan cerca. Muy a
mi pesar, lo hago. Nuestros pasos nos introducen en el bosque, quiero
seguir admirándolos desde fuera pero el interior es sobrecogedor. Una
humedad y mezcla de olores que jamás he podido imaginar me reciben. No
puedo, ni quiero resistirme a la sensación de tocar un árbol con vida. Me
dirijo al más cercano y me paro a escasos centímetros, su tronco está
cubierto de vida, pequeños insectos lo recubren y su olor es un abrazo que
hasta este momento no sabía que anhelaba. Cierro los ojos y paso la mano
por la corteza áspera, sintiendo cada nudo en la madera e inspiro. Una
sensación me revolotea en el estómago, una felicidad repentina que hace
tiempo que no siento, ligereza y emoción al mismo tiempo, como cuando
viajaba con mi padre.
Abro los ojos y me aparto del árbol, Salix me ha adelantado, espera a
una distancia prudente quieto como uno de esos arboles. La escasa luz que
se cuela entre las copas se refleja en su pelo dorado recogido en alto en una
diminuta cola, nunca pensé que diría esto, pero envidio su pelo. Aunque su
postura es relajada, Salix parece un guerrero a la espera de su siguiente
batalla y quizá es así, al fin y al cabo, Falansteria está en guerra.
Fijo la mirada en la tierra que piso, es de un color oscuro, en su gran
mayoría cubierta de verde, maravillada sigo caminando junto a Salix.
Después de mi parada inicial, Salix no me ha preguntado nada, solo me ha
dado tiempo a adaptarme al nuevo entorno y continuamos el camino. Nos
mantenemos callados y me encanta porque el bosque está lleno de sonidos,
todos desconocidos para mí, pero intento memorizar cada uno de ellos.
Cuando el macuto que llevo a la espalda me empieza a resultar
incómodo, Salix aprieta el paso. No estoy acostumbrada a moverme con
tanta ropa pero el frío me está rajando las mejillas. El ritmo de Salix es
rápido y el paisaje monótono aunque no deja de ser impresionante. Camino
junto a él controlando mi respiración, no voy a consentir ir un paso atrás
cueste lo que cueste, a pesar de mi torpeza al andar por el bosque. Ya no
presto atención al paisaje, estoy concentrada en no tropezar y en el vaho
que sale de mi boca demasiado rápido. Poco a poco, los árboles empiezan a
distanciarse unos de otros y el espesor deja paso a claros cada vez más
grandes, a estas alturas, Salix casi va al trote y a pesar de mi obstinación por
seguirle el ritmo, voy perdiendo fuerzas. En uno de los pasos que doy, no
sorteo bien una raíz que sobresale de la tierra y tropiezo, gracias a que el
tronco lo tengo cerca no acabo de bruces en el suelo. Salix se detiene de
inmediato y me observa, he acabado apoyada al árbol y ahora soy
consciente a la velocidad que mi pecho sube y baja.
—¿Cuánto tiempo llevamos? —pregunto ahogada.
—Aún no hemos llegado a la hora —maldigo por lo bajo mi mala forma
física—. Vamos, pararemos un poco más adelante a comer.
A pesar de mi tropiezo, Salix no baja el ritmo y yo intento volver a
concentrarme en mis pasos y en controlar mi respiración. Cuando dejamos
atrás los árboles y voy a echar los pulmones por la boca, Salix se detiene.
Me doblo sobre mí apoyando las manos en las rodillas, el suelo se difumina
por momentos. Siento los pasos de Salix acercándose y cómo me quita el
macuto de la espalda. Me ayuda a sentarme y se agacha frente a mí, busca
en mi mochila y me tiende una botella.
—Bebe despacio, te sentirás bien en un momento. Has forzado
demasiado.
—Te seguía el ritmo —me llevo temblorosa la botella a la boca.
—Porque podías hacerlo, pero tienes que conocer tus limites y
aceptarlos. Parar antes de que sea demasiado tarde.
—¿Crees que eso fue lo que hice con mi energía? —Salix no contesta—
Si traspase mis límites fue porque no tenía otra opción.
—Siempre hay opciones, Natalie, lo que pasa es que a veces no nos
gustan las que tenemos, pero siempre podemos elegir.
Salix se pone en pie y se aparta. Su cuerpo me deja ver un paisaje verde
que se eleva de manera suave por unos lados y bruscas por otro, alzo la
vista hasta la montaña que tenemos frente a nosotros, oculta por nubes
bajas. Observo las formaciones rocosas que adornan su paisaje verde.
Inspiro la humedad del ambiente y parece tranquilizarme, siento la calma
que me transmite la tierra, su quietud y entonces me doy cuenta de que
podría pasar mi vida en un sitio como este.
—Llevas razón —digo aún con la vista puesta en la montaña—, siempre
hay más opciones y me he equivocado eligiendo muchas de las mías. He
dejado atrás a muertos, a seres queridos capturados y a amigos que no sé si
seguirán con vida, también a mis vecinos en medio de una guerra que ni
siquiera sospechaban. Conoceré mis limites, pero los traspasaré las veces
que haga falta por ellos y sabes por qué —hago una mueca que pretende ser
una sonrisa—, porque soy muy egoísta y no puedo cargar con la culpa de no
haberlo intentado.
—El egoísmo no siempre es un acto negativo.
—Lo dudo.
Los ojos de Salix se rodean de las pequeñas arruguitas cuando me mira
con un amago de sonrisa. Me aparta la mirada y se deshace de su macuto,
parece que descansaremos aquí un rato.
Extiende frente a nosotros una manta donde pone con cuidado y un
orden meticuloso diferentes porciones de comida. Mientras comemos me
explica que la base está rodeada por el bosque que acabamos de cruzar.
Ningún camino por tierra llega hasta allí, solo se puede llegar por el
transporte subterráneo o a través del mar. Me explica que el mar queda al
este, tras el bosque, pero se comunica con la base a través de un canal que
hay bajo tierra. Los barcos se internan en un túnel artificial hasta un
amarradero que hay justo bajo la base. Desde ahí partiremos cuando
vayamos a Falansteria, eso lo descubrí la tarde que estuve con el equipo de
comunicaciones, pero no está de más corroborar la información.
Tras la comida, Salix y yo continuamos caminando. No llegaremos a la
cima, es imposible en tan poco tiempo, pero subiremos a la montaña un
buen trecho, pasaremos noche allí y al amanecer pondremos rumbo a la
base. Salix pretende que recupere mi resistencia, no hoy, pero saldremos
cada tarde al bosque hasta que esté lista para volver a usar mi energía.
Al crepúsculo, nos detenemos cerca de la mitad de la montaña para
levantar el campamento y pasar la noche. No hemos subido demasiado,
Salix mantenía el ritmo y yo intentaba seguirlo, no me quejé en ningún
momento pero supongo que mi paso rezagado y mi respiración acelerada
eran suficientes síntomas para que Salix, sin decir nada, redujera el ritmo.
Podía haberle dicho que continuara, que podía hacerlo pero la verdad es que
no podía, a veces el suelo se volvía borroso y en todo momento tenía que
estar pendiente de no perder el equilibrio aunque de alguna manera me
encontraba segura con el hombro de Salix cerca de mí.
Ayudo a Salix a preparar una tienda de campaña térmica donde
pasaremos la noche. Ante la inminente oscuridad, reunimos algo de leña.
Salix la reúne en un pequeño montón cerca de la tienda, me siento frente a
él observando cada gesto que hace, el movimiento de sus manos, las
cicatrices que las cubren.
—Deja de poner esa cara —me yergo de inmediato aunque lo ha dicho
sin apartar la mirada de lo que está haciendo.
—¿Qué cara?
—Aprietas los labios y alzas un poco la ceja derecha cuando crees que
llevas razón y alguien intenta demostrarte lo contrario —relajo el gesto
enseguida.
—Hilas demasiado fino, ¿no crees? No me conoces de nada y esa leña
está medio congelada.
—¿Y cómo nos deshacemos de una capa helada? —Con su pregunta,
las venas de la mano de Salix se iluminan por una luz celeste muy brillante
—. Proporcionándole calor hasta que se derrita y podamos calentarla hasta
que arda.
Sus palabras flotan en mi mente unos segundos hasta que mis ojos son
atraídos por la intensidad de su luz, no aparto la mirada de sus manos.
Diminutos puntos de luz se esparcen por su piel y una extraña aura emana
de ella envolviendo la madera sobre la que abre sus manos. Cuando la
madera empieza a humear y las llamas empiezan a nacer me siento atraída
por el calor, y por la energía. Despacio, levanto mis manos temblorosas y
las acerco a las de Salix. Cierro los ojos cuando siento su energía, un calor
diferente al del fuego me recorre cada poro del cuerpo. No duele, su energía
no me hace daño, me atrevo a tocar sus manos. Un nudo me aprieta la boca
del estómago y los recuerdos me invaden golpeándome en un instante. Esta
calidez agradable ya la había sentido antes, cuando pasé la última noche con
Rilley en la ciudad subterránea, cuando nos besábamos, cuando me deje
llevar, cuando le acusé de traicionarnos después de que me dijera que me
quería. Los dedos de Salix me tocan con cautela y suavidad, su roce
indeciso me provoca una ola de emociones que amenaza con ahogarme. Me
duele el pecho, la piel, las venas, me duele hasta la sangre que pasa por esa
zona. De repente, me cuesta respirar.
Me aparto de inmediato y me pongo en pie alejándome del fuego, Salix
me sigue al instante.
—¿Te he hecho daño? —detecto la ansiedad en su pregunta—. Mi
energía...
—No —lo interrumpo soportando mis lagrimas—, tú no has hecho nada
malo.
—Tú tampoco, Natalie —me giro y lo miro como si él pudiera entender
lo que siento. Como una arpía traidora que usó aquella noche a Rilley para
olvidarse de lo que ocurría y que después no lo pudo salvar de las manos de
Nicole.
—Deja de hablarme como si me conocieras.
—No te conozco, pero te veo y escucho lo que no dices —dice
apretando los puños—. Hablas de Falansteria pero no dices ningún nombre,
cuando hablas de hechos concretos nunca mencionas a las personas que
estuvieron contigo y cuando lo cuentas tus ojos dicen más palabras que tu
boca. Veo el dolor y la ira, pero también cargas con la culpa.
—No necesito ningún discurso psicológico barato, ¿cuándo vamos a
entrenar con energía? —Cambio de tema pero Salix niega con la cabeza—
¿Entonces para qué me has traído aquí?
—Para que la comprendas, aún no es seguro que la uses.
—¿Para que la comprenda? —resoplo ante sus palabras—. Me sueltas
ese rollo de que me ves y ahora esto. ¿Esto es una especie de escapada
vital? —Ya no soporto el ardor de mi garganta— ¡Ellos quizá estén
muertos! —le grito con lagrimas en los ojos—. ¡Los dejé en mitad de una
puta guerra civil!
Salix me observa, cuando parece que va a seguir con la discusión se da
la vuelta y eso hace que todo mi interior hierva. Necesito gritarle, necesito
pegarle a algo.
—¿No decías que escuchabas lo que no decía? —Grito siguiéndole y lo
detengo por el brazo— ¡Ahora escucha lo que tengo decir!
—¡Habla! ¿Qué quieres del mundo, Natalie? —me responde en el
mismo tono en el que le he hablado—. Lo siento, joder. Siento por todo lo
que has pasado, siento que todo haya sido una mierda y lo siento porque lo
que va a venir no es fácil. No puedes salvar a todos y no es tu culpa ni tu
responsabilidad, pero vamos a luchar y tienes que estar lo más fuerte
posible porque no puedes confiar en nadie, todos tienen intereses y no son
salvar a tus amigos.
Le aparto la mirada a Salix, derrotada lo rodeo y me siento junto al
fuego como la estúpida que soy. Salix no me sigue, se queda de pie detrás
de mí, suelta una palabrota y se dirige a la tienda.
—Lo siento —digo antes de que desaparezca en el interior—, siento
haberte hablado así. Háblame de la energía, por favor —balbuceo.
Escucho a Salix resoplar desde la entrada de la tienda, por un momento
pienso que va a pasar de mí, pero acaba sentándose conmigo.
Capítulo 17

La energía no duele, es lo primero que Salix dice al sentarse al otro lado


del fuego.
—Es parte de ti —continúa—, y de todo lo que existe. Aunque no veas
la luz de la energía en las cosas, en las rocas que hay aquí o incluso en la
ropa que llevas puesta, la contienen. Da igual la oscuridad que haya, tienes
que ver la luz en lo que te rodea para absorberla si la necesitas. He quemado
la madera porque la energía no la ha atravesado, la ha retenido y acaba
consumiéndola. Tu cuerpo tiene que ser un canal, no un contenedor.
—Pensé que si la usaba mucho acababa consumiéndome.
—Llevo usando la energía desde que nací. Hay dos maneras de
quemarse, reteniéndola y usando toda tu energía propia. Tienes que
diferenciar entre la tuya y la que viene de fuera.
—Eres un híbrido —afirmo.
—Aquí no tenemos nombres, pero sí niveles. Del cero al tres, el tres
serían los híbridos.
—¿Os tratan de manera diferente? A los que interactúan con la energía.
—¿Por qué iban a hacerlo? Solo es una cualidad más, pero es un
requisito para los cuerpos de seguridad. Tienes que ser un nivel tres para
formar parte de ellos.
—¿Y la sociedad? La gente de las ciudades, ¿cómo viven? —pregunto.
—No se hace diferencia, no importa si tienes la cualidad de interactuar
con la energía o no. La tecnología está suficientemente desarrollada para
que los que no pueden hacerlo lo hagan.
—En Falansteria nos obligan a instalarnos unos nano dispositivos en la
yema de los dedos para interactuar con ella… y controlarnos.
—Aquí también existían, pero hace muchos años que se luchó para que
no fueran obligatorios y que cada uno fuera libre de elegir. Ocurrió antes de
que yo naciera. Nosotros elegimos si queremos interactuar con la energía o
no.
Según me cuenta Salix, la energía forma parte de la vida cotidiana de
todos los ciudadanos de Lavándula, independientemente de sí pueden
interactuar con ella o no.
Salix me habla de saber diferenciar la energía propia de la ajena, mi
madre ya me había contado eso. Para la gente que ha crecido aquí es algo
natural, Salix me dice que es algo similar a tocar tu propia piel, cómo
diferencias entre lo que sientes al tocar de lo que sientes al ser tocado. Una
diferencia muy leve que solo conseguiré con práctica.
—Es fácil de aprender —me anima Salix—, pero liberar la energía,
dejarla fluir es más complicado —apunta—. Las emociones son las llaves
para canalizarlas, en un estado alterado severo, es muy complicado dejar
que la energía fluya.
Salix me pide que entienda la energía como el aire, si lo contengo me
ahogo pero si dejo que entre y salga vivo, eso mismo tengo que hacer.
Cómo si fuera tan fácil. Lo intentaremos cuando gane algo de peso, es
necesario que esté más recuperada físicamente por si cruzo de nuevo el
límite.
Después de nuestra conversación y cenar, Salix deja que el fuego se
apague y nos vamos a descansar. Nos tumbamos uno junto al otro, cada uno
enfundado en su saco de dormir y manteniendo una leve distancia. No estoy
especialmente cómoda, no lo conozco de nada aunque si intenta algo, soy
capaz de abrirle la garganta con mis uñas pero Salix está tan rígido como
yo, sin moverse ni un ápice. Al cabo de un rato, nuestras respiraciones no
terminan de relajarse y hasta que Salix no se duerma yo no pienso ni
intentarlo.
—¿Por qué hemos venido? —pregunto con la vista puesta en el techo de
la tienda al ver que ninguno va a dormirse.
—Ya lo sabes, tienes que recuperarte.
—Ya lo estoy haciendo en la base.
—Te lo dije, la Alianza está muy preocupada por tu recuperación y
quiere que sea cuanto antes. —El silencio se extiende entre nosotros.
—La Alianza no lo sabe. Solo Dahlia sabe que estamos aquí, ¿verdad?
—Me apetecía salir de la base —dice al cabo de un rato.
—Podrías haber venido solo.
—Sí, la verdad es que podría haberlo hecho.
Mantengo mi mirada firme sin atreverme a pensar en el significado de
sus palabras cuando el ambiente se enrarece.
—Me gustaría ver las estrellas —sin darme cuenta, pronuncio el
pensamiento en voz alta.
—Se te helaría el culo ahí fuera.
De inmediato, giro la cabeza hacia él por la sorpresa de su expresión.
Salix se percata y sonríe con la vista puesta en la parte superior de la tienda.
Es la primera vez que lo veo así de relajado.
—Descansa —dice— mañana volveremos por otro camino más largo —
Salix toma aire y dibuja media sonrisa—. Buenas noches, Natalie.
Salix se acomoda dándome la espalda mientras yo sigo con la mirada
clavada en él como una psicópata, sonrío a medias y también me acomodo
para dormir.
Capítulo 18

A veces, todo lo que rodea tu vida está mal y no puedes ignorarlo, no


puedes porque se trata de tu familia, de tus amigos y de una realidad que
nadie desea, pero a veces, sientes la necesidad imperiosa de escapar, de salir
a la superficie y respirar aunque sea solo unos segundos, y eso es justo lo
que Salix ha logrado que haga esta noche.
Nos despertamos antes del amanecer y tras desayunar, nos ponemos en
marcha de vuelta a la base. Como me dijo, tomamos un camino diferente,
aunque podría haber sido el mismo y no lo hubiera notado, me resulta
difícil orientarme en este paisaje. A cada paso que damos, Salix me pide
que sienta la energía de lo que me rodea, como la noche anterior había
sentido la suya, me explica que el bloqueador impide que fluya por mi
cuerpo, pero me permite sentir una parte de ella. Me pregunto cuanta
energía usó para prender la hoguera si la sentí tan intensa y si su poder
puede ser un problema o una ventaja en el futuro.
—No hables con nadie de dónde hemos estado —dice cuando tenemos
cerca la base.
—Nuestro secreto estará a salvo —contesto seca, pero a Salix parece
hacerle gracia y sonríe.
—Nos vemos —se despide cuando entramos por el mismo camino que
salimos y nos separamos antes de llegar a los barracones.
Me dirijo al mío, no hay nadie cuando entro, recojo una muda y voy
hacia las duchas. Mientras el agua caliente me estremece el cuerpo recuerdo
la sensación de la energía de Salix, demasiado cálida.
Mientras me enjabono, los músculos de mis piernas se quejan por la
caminata, pero estoy más tranquila, por sentir un dolor al que estaba
acostumbrada al entrenar en Falansteria y por sentir la energía sin que me
haga daño. Me paso la mano por las costillas, la llevo hasta el estómago y
cubro con ella el bloqueador. Salix me dijo que no confiara en nadie, por
supuesto, parece que nadie planea ayudar a mis amigos excepto yo y que
esta misión esconde mucho más de lo que me cuentan. No puedo perder el
tiempo. Sin pensarlo, tiro del bloqueador con todas mis fuerzas. Mil rayos
me atraviesan el cuerpo al mismo tiempo y pierdo el equilibrio. Me golpeo
la cabeza con el suelo de la ducha, la confusión del golpe me alivia la
tormenta que se desata en mí. Me concentro en el agua que cae de la ducha,
respiro hondo apretando el bloqueador en un puño y grito con la cara
pegada al suelo, grito hasta que noto el dolor de mi garganta y entonces
respiro.
El agua se ha vuelto fría cuando consigo incorporarme temblorosa y me
siento pegando la espalda a la pared. Me he desgarrado la parte de la piel
donde tenía puesto el bloqueador, será una cicatriz más que ahora está
llenando el suelo de la ducha de un bermellón aguado.
La energía fluyendo por mi cuerpo me abruma y la cabeza me va a
explotar pero sigo respirando hondo calmando mi cuerpo entre temblores.
Las emociones son importantes, eso ya lo sabía antes de venir a Lavándula.
Me imagino frente a la montaña en la que estuve ayer, con Salix a mi lado y
vuelvo a inspirar. Recordando la quietud y la libertad de la naturaleza viva.
Pasa el tiempo y sigo sentada en la ducha, ha pasado la hora de comer y
aún sigo allí sin terminar de encontrar las fuerzas para levantarme. Nadie
me ha buscado, o mejor dicho, nadie ha venido a buscarme a las duchas.
Cuando empieza a anochecer los pinchazos siguen arañándome la piel, pero
me he habituado a ellos y con esfuerzo me pongo en pie. La energía
bombea salvaje en mi cuerpo y me las apaño para tapar la herida que ha
dejado el bloqueador y vestirme, lo único que alcanzo a hacer después es a
tirarme sobre mi cama, ni siquiera me atrevo a proyectarla.
Alguien me sacude, me cuesta abrir los ojos pero finalmente lo consigo.
Una figura pequeña se dibuja a mi lado.
—Joder, Ocre, te estábamos buscando —dice Era— Salix y Dahlia se
han vuelto paranoicos. Salix ha entrado en mitad del entrenamiento
buscándote y han tenido una bronca monumental.
Miro alrededor desorientada, está oscuro. Era me dirige sus ojos
castaños cubiertos por sombras pero veo todo con una claridad anti natural,
como cuando salí de Falansteria. Sigo sin poder regular la energía.
—¿Estas bien? —me pregunta Era sentándose a mi lado.
No puedo confiar en ella, en nadie, Salix me lo dijo pero sino hago algo
voy a quemarme.
—Creo que estoy enferma —balbuceo—, no estoy acostumbrada a este
clima, avisa a Dahlia.
Era me recorre con la mirada desconfiada y lleva su mano hasta mi
frente.
—Mierda, estas ardiendo —se pone en pie—. Ahora vuelvo.
Me queda poco tiempo, no podré simular que estoy enferma con la
energía quemándome, tengo que liberarla. Me pongo boca abajo en la cama,
agarro con fuerza las sábanas y ahogo un grito contra la almohada, unos
segundos más tarde, la tela entre mis dedos se deshace en cenizas. Aturdida
y mareada, me apresuro a esconderla bajo el colchón y me vuelvo a
desplomar sobre él, cuando lo hago me doy cuenta de la humedad de las
sábanas y de que estoy empapada en sudor. Aún ardiendo, hay un resquicio
de mí que puedo tener bajo control.
Dahlia no tarda en encender las luces y en entrar en la habitación, no sin
antes gritarle a Salix que se mantenga fuera. Llega hasta mí y me toca la
frente, sin preguntar me pone una inyección en el cuello. No sé qué me ha
dado pero mi cuerpo se relaja y al fin puedo enfocar mi vista, en ese
momento soy consciente del olor a quemado, si Dahlia lo huele, no dice
nada. Su ceño fruncido me dice que estoy metida en un lío pero no me
importa, tengo que controlar la energía sea como sea y no pienso esperar a
que ellos me den permiso.
—Descansa, mañana por la mañana hablaremos —se limita a decir.

Paso toda la noche despierta controlando mi respiración, he escuchado a


todo el equipo volver a la habitación con los ojos cerrados. Nadie se ha
acercado a mí y tensa, no me he movido ni un milímetro. Cuando se hace el
silencio, abro los ojos llevando la mirada a través de la pared energética, a
las montañas que se levantan en sombras. Recordando la sensación de estar
allí. La energía que siento alrededor no parece que fluya a través de mí,
parece aplastarme de una manera brutal pero puedo soportarlo, no tengo
otra opción.
A la mañana siguiente, cuando todo el equipo se ha ido, es Dahlia la que
viene en mi busca. Me incorporo cuando entra en la habitación, tengo que
poner todas mis fuerzas en mover el cuerpo.
—¿Te sientes mejor? —pregunta sentándose a mi lado.
—Sí, creo que solo he cogido frío —hago por sonar firme.
—¿Dónde fuisteis ayer? —pregunta Dahlia.
—Me llevo a… —dudo— ¿entrenar? —Dahlia me lanza una mirada de
incredulidad— Me hizo andar todo el tiempo a su ritmo, nos adentramos en
el bosque, cuesta arriba, fue lo único que hicimos.
—¿Llevaste su ritmo?
—Por supuesto —Dahlia me sonríe y relaja sus hombros.
—Bien hecho pero no te fuerces, no puedes desfallecer, Ocre, poco a
poco.
—Ya me siento mejor, creo que necesito una ducha y comer algo.
—Por supuesto —Dahlia se pone en pie—, tómate el día libre. No
quiero que entrenes.
—Claro —le contesto con la idea en la cabeza de volver a entrenar
cuanto antes.

Después de la ducha, me visto y compruebo la herida de mi pecho.


Rebusco algo por las taquillas de las duchas con lo que curarme pero no
encuentro nada y no me atrevo a proyectarme energía para curarla, aún
siento los pinchazos en cada poro de mi cuerpo. Me la cubro con un trozo
de tela y me dirijo a la salida, justo cuando voy a salir de los barracones una
sombra se cierne sobre mí, mis instintos entran en acción soltando un
puñetazo. Salix se aparta en un abrir y cerrar de ojos y me gira apoyándome
en su pecho con demasiado cuidado. Me deshago de su agarre y tomo
distancia.
—Si tenía alguna duda me la has disipado, conservas tus reflejos —dice
con media sonrisa.
—Me has asustado.
—Solo venía a acompañarte a desayunar. ¿Estas mejor? —asiento.
—¿Dahlia no te ha prohibido acercarte a mí o algo así?
—Sí, de echo me ha prohibido que volvamos a salir, que te entrene o
que me encargue de tu recuperación para ocuparse ella misma.
—Entonces, ¿qué haces aquí?
—Acompañarte a desayunar, luego podemos salir a dar un paseo por el
bosque —levanto una ceja—. He aceptado la bronca de Dahlia sin rechistar
pero no voy a hacer lo que me diga y tú no quieres perder tiempo, ¿no?
Por supuesto, Salix no parece del tipo que siga cualquier orden.
Mientras nos dirigimos hacia el comedor, me dice que el equipo ha pasado a
entrenar también la mayor parte de la mañana. Así que desayunamos en
silencio en el comedor vacío, solo hay dos trabajadores, el chico joven que
sirve la comida limpiando los mostradores y el viejo fregando el suelo.
Ninguno de los dos nos presta atención, pero yo sí me fijo en ellos.
—¿Quién es ese? —le pregunto a Salix señalando con la cabeza al
mayor.
—Thron, lleva dos años trabajando en la base, ¿has tenido algún
problema con él?
—¿Por qué lo preguntas?
—No es de Lavándula, está aquí cumpliendo castigo.
—¿Qué hizo?
—No lo sé, a veces mandan a ex condenados a trabajar a las bases como
primer paso de reinserción.
—¿Y el chico?
—A Rad lo sacamos de un sitio parecido al que te encontrabas, era un
ilegal.
—Dice mucho de vosotros tener a ese chico junto a un criminal —Salix
me mira sorprendido.
—Todos los ilegales que se quedan en Lavándula pasan a estar bajo la
custodia de Bosco, tienen que pasar un proceso de adaptación. Para Rad
este es su último paso, en un par de meses dejará la base y pasará a ser un
ciudadano más de Lavándula.
Después del desayuno estoy eufórica por la energía que estoy
reteniendo, nerviosa, apremio a Salix a que nos vayamos de allí, a que
volvamos al bosque y eso hacemos. Necesito quemar lo que me está
empezando a consumir de nuevo, a pesar de lo que dice Salix, la energía sí
duele.
Capítulo 19

Las semanas se van sucediendo con la misma rutina. Todos


desayunamos juntos, pero cuando el equipo se marcha a entrenar, Salix y yo
volvemos al bosque, volvemos para comer puntuales y por la tarde entreno
en el gimnasio con Dahlia, a veces, se nos unen las gemelas, Mora y Era,
pocas veces son los chicos los que acuden porque prefieren la zona de
entrenamiento con energía. No dudo de que Dahlia sepa lo de nuestras
salidas pero ha decidido dejarlo pasar, he recuperado algo de peso y color
en la piel. Sigo igual de calva aunque he tenido que rapar las zonas en las
que aún tengo pelo para que no se noten las partes suaves, mis ojos lechosos
aún siguen igual. La herida que me hizo el bloqueador ya es una marca más
en mi piel pero tener mi energía liberada es otro tema, no consigo
mantenerla a ralla y vuelvo a depender del ejercicio físico para no
quemarme, pero en el bosque es diferente, allí puedo estar tranquila y esas
salidas con Salix son las que me mantienen estable. A medida que me
siento más recuperada estoy más ansiosa, quiero volver cuanto antes a
Falansteria pero Dahlia cree que necesito más tiempo, para todos, aún sigo
llevando el bloqueador.

Sé que es importante descansar pero esta noche la energía no me deja


dormir, empiezo a sentirme como en las noches de la Universidad, una
punzada me atraviesa el pecho. Todo este tiempo me he obligado a no
pensar en ellos, en Joa llamando a mi habitación, en mi madre o en los
chicos. En mi padre. Cuando un nudo se instala en mi garganta me pongo
en pie obligándome a apartar todos los recuerdos. Habré cambiado pero está
sensación de quemarme sigue siendo la misma. Me cambio de ropa
silenciosa y me voy al gimnasio. Corro alrededor de la sala agradecida de
sentir el dolor en mis músculos, el palpitar en mi pecho. Me detengo frente
a la cuerda que cuelga solitaria en medio de la sala, deslizo mi mano
perezosa por ella, echo de menos escalar, echo de menos mi casa, mis
amigos, mi madre y no sé cómo están. Un carraspeo interrumpe mis
pensamientos y me giro de inmediato.
—Espero que no te importe compartir la sala —dice Era entrando
silenciosa—, tampoco puedo dormir.
—¿Una pelea? —propongo.
Era me sonríe y se quita el grueso jersey que parece engullirla. Es
menuda pero sin duda también es fuerte. Una hora después compruebo que
también rápida y certera en sus golpes aunque yo también lo soy.
Empapadas en sudor nos sentamos sobre las colchonetas a recuperar el
aliento pero me siento viva y el quemazón de la energía ha disminuido.
—¿Cómo es Nochna? Driesa me dijo que es la isla más cercana a
Falansteria.
—Es oscura la mayor parte del tiempo, pero el clima es templado.
Vivimos del mar, nos apasiona y tenemos los mejores transportes marítimos
del mundo —dice orgullosa.
—¿Navegáis? —pregunto incrédula.
—Todo lo que podemos, la mayor parte de transportes marítimos que
usa la Alianza los construimos nosotros. Somos los mejores, nuestros
barcos y submarinos lo son.
—Solo he visto un submarino, el que me trajo aquí —Era se mueve
incómoda.
—En Nochna tenemos un cementerio de barcos y submarinos, a veces,
las mafias roban algunos y los restauran para usarlos. Te capturó una de
ellas al llegar, ¿no?
—Eso me dijeron —ahora soy yo la que se mueve incómoda.
—Dahlia contó al equipo de dónde venías y de dónde te sacaron,
investigué el transporte porque sé que la mayoría vienen de Nochna y en el
que viniste lo era pero ¿sabes? —Era cambia de actitud y muestra media
sonrisa— El submarino en el que viniste también era un barco, todo su
recubrimiento se escondía para poder navegar a la máxima potencia por la
superficie y solo fue una prueba para el transporte más mítico de toda la
tierra, el Aithor. Dicen que nuestra anterior líder lo mandó a construir en
honor a su único amor y es indestructible, verlo es todo un espectáculo. Yo
te veo así, una mezcla de pasión por los que dejaste atrás y una fuerza
indestructible, eres como el Aithor, no pueden detenerte.
—Gracias —digo asombrada por sus últimas palabras.
—Solo es lo que veo.
—¿Puedo preguntarte algo? —Era asiente—. ¿Vosotros también sois
libres para usar la energía?
—Por supuesto, todos los países de la Alianza funcionan igual.
—Claro —digo bajando la mirada—. Salix me dijo que para vosotros
usar la energía es como respirar.
—Sí, tú también lo lograrás.
—Es complicado, la energía me quema.
—Eso es porque la bloqueas, a veces, cuando alguien sufre un ataque de
ansiedad o un shock le ocurre. Tienes que liberarte, dejarla ir.
—Eso es fácil de decir.
—Durante la pelea lo has hecho, no llevas el bloqueador, ¿verdad? —
me echo hacia atrás por instinto pero Era ni se inmuta—. Mientras
luchábamos tus brazos se han iluminado en ocasiones, he sentido los
pinchazos de la energía en tus golpes. Me da exactamente igual que te hayas
quitado el bloqueador, nos hemos enfrentado y te has controlado, para mi
eso es suficiente.
—No puedo controlarla —confieso.
—Antes, cuando peleábamos no prestabas atención a la energía, así
tiene que ser. La energía es parte de ti, no la veas como algo ajeno, no le
prestes atención y acabará por fluir. Complicas algo que es fácil y natural en
ti.
—Gracias, otra vez.
—No hay de qué —dice poniéndose en pie—. Estoy disponible cuando
quieras practicar.

A la mañana siguiente, Era y yo nos arrastramos al comedor, la energía


no suple nuestra falta de sueño y mis músculos aún no se acostumbran al
entrenamiento. Cuando llegamos, Dahlia ocupa su mesa habitual junto a
Salix y algún superior más que aún sigue en la base. Los de comunicación
están en su mesa también y a diferencia de otras veces, el resto del equipo
desayuna en la misma mesa. Cuando Era y yo vamos a unirnos a ellos
alguien se interpone en mi camino. Aprieto la mandíbula en cuanto la veo.
—Veo que me recuerda —dice sonriendo la otra mujer que me interrogó
cuando me llevaron al centro de retención, la del pelo blanco—. No nos han
presentado como es debido. Soy Sigrid, representantes del Tomoe, la
alianza de las pequeñas islas. Represento sus intereses frente a la Alianza.
Mantengo silencio recordando la raja que me produjo en el brazo, aún
curado parece palpitar ante su presencia.
—No puedo decir que esté encantada de volver a verla.
Sigrid sonríe y en ese momento aparece Salix. Un músculo palpita en su
mandíbula aunque mantiene un gesto neutro cuando llega hasta nosotras.
Salix la saluda con un movimiento forzado de cabeza. Sigrid le sonríe.
—Veo que estas haciendo un buen trabajo —Sigrid me vuelve a dirigir
la mirada—. No os hago perder más tiempo, todos estamos deseando que
vuelvas a Falansteria. —Salix la acompaña hasta la mesa que comparte con
Dahlia.
—Se me hace raro tener a un miembro de la Alianza tan cerca —
comenta Era—, esa tía no desprende buena energía.
—A mí desde luego, no me la transmite.
Era me sonríe con comprensión y nos unimos al resto del equipo.
Capítulo 20

El tiempo se sigue diluyendo entre mis manos. Mantengo la rutina con


Salix de salir al bosque, cada vez me exige más y cada vez me fuerzo más,
vuelvo a sentirme cómoda corriendo. Dahlia ya me permite entrenar con
ella y el resto del equipo, en cuanto a la energía prefieren no arriesgarse
aunque yo ya no tenga el bloqueador. Por las noches quedo con Era,
seguimos luchando cuerpo a cuerpo y en ese momento no existe la energía
y yo, simplemente es otra parte de mi cuerpo. Fuera de la lucha, me cuesta
mantener el control.
A la hora de la cena, Salix me espera fuera del barracón para ir juntos al
comedor, otra de las costumbres que hemos ido asimilando durante este
tiempo, ya no se sienta junto a Dahlia o los demás superiores, Salix se
sienta junto a mí y el equipo. Sigo con la misma dieta estricta y aunque ya
me ha vuelto el apetito no soy capaz de terminar un plato completo.
Cuando Salix se despide de mí, camino hacia el barracón pero me fijo
en las luces que parpadean en el campo de entrenamiento con energía y me
dirijo hacia allí. Cuando llego, las gemelas, Era y Trian están entrenando,
sigilosa los observo manejar la energía con total naturalidad, luchan con sus
venas encendidas, con cada golpe que dan una pequeña descargar es
lanzada, los chicos crean escudos moviendo las manos ante los golpes más
fuertes. Parecen que se lo toman como un juego en vez de entrenar duro,
sonríen y hacen bromas, quiero usar la energía de ese modo.
—Es una pena que en Falansteria no os enseñen a usar la energía así,
¿no?
Me giro de inmediato, Kale está justo detrás de mí. Me enderezo
mostrándome segura de mí misma.
—Sé usar mi energía.
—Ya, claro —dice llevando sus ojos verdes a mi turbante—. Te
aconsejo que empieces a entrenar cuanto antes por el bien de todos.
Kale se marcha hacia los demás golpeando mi hombro al pasar. Aprieto
la mandíbula, no es el momento de descubrir que no tengo el bloqueador,
aún no, tengo que seguir practicando.
A la mañana siguiente, Dahlia decide que se acabaron las reuniones
para hablar sobre Falansteria, cuando llegue el momento volveremos a
reunirnos para refrescar lo aprendido y ultimar el plan, hasta que llegue el
momento, entrenaremos durante todo el día.
Llego al gimnasio con el resto del equipo, Dahlia nos espera y nos da
instrucciones, todos nos ponemos en marcha. Aún no consigo llevar el
ritmo de los demás pero sé que es cuestión de tiempo y lo doy todo. Una
hora después me cuesta trabajo respirar, los demás se mantienen estables.
Luchan entre ellos y realizan diferentes circuitos esparcidos por todo el
espacio del gimnasio, ni siquiera están sudando porque no se están
esforzando y porque este entrenamiento está mal planteado. Falansteria no
tiene estas condiciones y se me ocurre algo.
Me acerco a Dahlia que observa a todo el equipo y da algunas
indicaciones.
—Trabajas la resistencia, ¿verdad? —le pregunto cuando me pongo a su
lado respirando hondo.
—Sí, pero no te preocupes, terminaras recuperándote —dice sin apartar
la mirada del entrenamiento.
—En Falansteria nos moveremos andando, tendremos que caminar
largas distancias, no estoy segura de si podremos colarnos en un cubículo
para llegar a la Ciudad, ni siquiera sé si seguirán funcionando y somos
muchos.
—No te preocupes, son resistentes.
—No estoy tan segura.
Dahlia me mira y voy hasta la puerta de entrada, a su lado una pequeña
proyección muestra los datos ambientales de la sala, la temperatura es
agradable, pero pocas noches en Falansteria bajan a esos grados. La
aumento a cuarenta grados y cambio la humedad.
—¿Qué haces? —pregunta Dahlia a mi lado.
—En las condiciones de Lavándula son resistentes pero quiero
comprobar cómo lo son con las temperaturas a las que se van a enfrentar —
Dahlia sonríe.
—Chica lista.
Veinte minutos después, el equipo ralentiza el ritmo y todos están
sudando, las quejas no tardan en llegar, Kale es el primero que lo hace y
Dahlia les grita para que nadie se detenga. Me cuesta horrores mantener el
ritmo, había olvidado el calor asfixiante rasgarme la garganta pero me
fuerzo con la camiseta pegada al cuerpo. La cabeza me empieza a picar y el
turbante me estorba, pero no pienso quitármelo, esto es lo que sentiré
cuando llegue a casa.
El equipo se viene abajo, no han durado cuarenta minutos a ese ritmo,
Ona está en el suelo diciendo que está mareada, Kale está a su lado
cubriéndose la cara con las manos y el resto se mantiene en pie a duras
penas.
Dahlia abre las puertas del gimnasio y cambia la temperatura.
—Acabáis de entrenar con temperaturas similares a las que encontraréis
en Falansteria, no estáis preparados —sentencia—, esto será mucho peor
cuando el sol os queme la cabeza. A partir de hoy entrenaremos en estas
condiciones, las endureceré cuando consigáis estar una mañana o una tarde
sin que nadie desfallezca. Id a descansar.
Dahlia me da las gracias y se marcha. Mora se acerca a mí con gotas de
sudor cayéndole por la frente y me pregunta si ha sido idea mía, asiento.
—Aquello va a ser un infierno.
—Lo será —afirmo—, en muchos aspectos.
Abandono con Mora el gimnasio y juntas, nos dirigimos a las duchas.
—Tendremos que tener en cuenta el uniforme que llevemos y el
equipaje —dice en voz alta más a modo de reflexión.
—Todo tiene que ser muy ligero —apunto y asiente.
—Quizá ya lo han tenido en cuenta, pero lo comentaré de todas formas.
—Bien —contesto.
Cuando llegamos al barracón, Mora me dirige sus ojos verdes, parece
querer decirme algo pero al final decide pasarlo y se adelanta a mí de
camino a las duchas.
Capítulo 21

Tras la sesión de ayer, Dahlia da el día libre al equipo para


reacondicionar el gimnasio. Paso la mañana con ella y trabajadores de la
base, pretenden recrear escenarios que emulen a Falansteria. A parte de
automatizar la temperatura ajustada al calor y la humedad de mi isla, cubren
parte del suelo con arena y tierra para emular zonas como la del Gran
Páramo, los trabajadores colocan grandes focos en el techo, no serán igual
que el Sol, pero desprenden un calor y una luz bastante incomoda. Bajo las
ordenes de Dahlia, se colocan unos tubos que sueltan aire caliente, empiezo
a pensar que a Dahlia se le está yendo de las manos.
La mañana pasa rápido mientras trabajamos en el gimnasio, no he sido
consciente del paso del tiempo pero cuando Dahlia me invita a comer con
ella en la casona matizando que está sola, me doy cuenta de que tampoco
me he percatado de los pinchazos de mi energía. Mientras caminamos
juntas, me dice que pronto me quitarán el bloqueador y tendré que empezar
a trabajar con ella, si supiera. Por un momento, me siento tentada a decirle
que me lo he arrancado pero mantengo silencio, la confianza es un arma
que puede acabar conmigo.
La energía que fluye en Lavándula es muy diferente a la de Falansteria,
es arrebatadora. A veces, es demasiado para mí pero los entrenamiento con
Era están siendo básicos para mantenerme bajo control, todavía puedo
ocultarlo.
Nos pasamos por el comedor para coger algo de comida, no veo a nadie
del equipo por ningún lado y nos marchamos a la casona.
—¿Puedo preguntarte algo? —pregunto cuando nos acomodamos en la
sala de estar.
—Dime —contesta Dahlia.
—El primer día, Salix le habló a Kale de otras islas, de guerra y
torturas, en un primer momento pensé que se refería a mí, pero no lo hacía.
¿Sabes algo de eso?
Dahlia mantiene silencio. La observo mientras revuelve la comida de su
plato. Antes de que mi paciencia llegue a su límite, levanta la mirada.
Parece divagar entre sus pensamientos, pero al fin se decide.
—Hay muchos rumores sobre Salix, algunos no demasiado positivos.
Ya sabes que es la mano derecha de Bosco y desde entonces, muchos han
ocupado su tiempo en desacreditarlo y sus ausencias no ayudan. La versión
oficial es que trabaja en proyectos viajando por Lavándula, quizá por otros
países de la alianza.
—¿Y la versión no oficial?
—Que viaja a diferentes islas, oculto.
—¿Espionaje?
—Puede ser, pero ni se te ocurra mencionar nada de esto. Nadie habla
sobre ello.
—Tú me lo has contado sin conocerme de nada —Dahlia se pone rígida.
—¿Habías visto a Salix alguna vez? —Evito poner cara de sorpresa ante
la pregunta.
—La primera vez que lo vi no fue muy amable conmigo, deberías de
saberlo.
—Esa no es mi pregunta —contesta con una expresión congelada.
—Lo vi por primera vez cuando me liberó, nunca antes lo había visto.
¿Por qué me lo preguntas?
—Hace unos meses, Salix volvió de uno de esos viajes, al poco tiempo
de llegar llegó una orden de Bosco de investigar las costas en busca de las
mafias de traficantes de personas. Salix comandaba un equipo, fueron
desmanteladas unas cuantas, cuando llegaron a ti la misión se dio por
concluida. Dicen que fue porque te encontraron a ti, de Falansteria, ya sabes
la importancia de eso pero no puedo evitar preguntarme si todo eso de
desmantelar las guaridas solo fue una tapadera, creo que la verdadera
misión era buscarte a ti desde un principio. Salix nunca ha participado en
ese tipo de misiones, al menos no en los últimos años y tampoco se han
destinado tantos recursos en esas intervenciones.
—¿Crees que ya conocía a Salix? —pregunto atónita por la
información.
—Creo que él sí te conocía a ti.
Capítulo 22

Por la tarde, dejamos el gimnasio acabado, Dahlia me invita a cenar con


ella pero reclino la invitación, esta vez, el tiempo no ha transcurrido rápido,
no he dejado de darle vueltas a la posibilidad de que Salix ya me conociera.
Ceno sola a penas rodeada por algunos guardianes que permanecen en
la base, me empiezan a temblar las manos y la energía se vuelve un torrente
que impide que pase más tiempo sentada. Me voy directa al gimnasio, no
voy a poder dormir, no paro de darle vueltas a lo que me dijo Dahlia sobre
Salix. Él no puede conocerme, o sí, en ese momento la imagen del
encapuchado viene a mi cabeza. ¿Podría ser él? Estaba en la Cúpula, en el
submarino, pero no había razón para ayudarme, no me conocía de nada.
Tengo que averiguarlo.
Me encierro en el gimnasio y regulo la temperatura, Dahlia dio la orden
de instalar una pared rocosa y me encanta. Con las manos desnudas, me
esfuerzo por subirla, controlo mi respiración mientras obligo a mis
músculos a soportar el peso de mi cuerpo hasta que llego arriba. Despacio,
comienzo a bajar. Agudizo el oído cuando unas risas llegan desde el
exterior, me detengo a mitad de la pared cuando de un portazo se abre la
puerta, las gemelas entran cantando junto a Era, Mora las sigue detrás con
una sonrisa ebria en los labios.
De un salto, llego al suelo en el último tramo de la pared. Las chicas
vienen a mi encuentro balbuceando dónde han estado, dicen algo de la
ciudad, sudada las escucho con paciencia.
—Venimos a entrenar contigo —dice Vánamo tambaleándose—,
queremos estrenar el nuevo gimnasio.
—Habéis bebido un poco para entrenar, ¿no crees?
—Pero vamos a divertirnos mientras lo hacemos —sigue hablando sin
atenderme. Su sonrisa no me da confianza.
Vánamo va hasta la pared y pasa la mano extendida por ella, el rastro de
su mano abre una pantalla, mueve sus dedos por encima y la música
empieza a sonar en toda la sala. Sube el volumen, se quita la chaqueta y se
gira sonriendo.
—¡Vamos, chicas!
A pesar de que Mora siempre ha parecido la más distante ahora no deja
de sonreír, sigue a Vánamo quitándose la chaqueta.
—¿Una pelea? —le pregunta a Vánamo.
—Todo permitido.
Mora asiente y amplía la sonrisa.
—Esto se va a poner interesante —anuncia Ona.
Nos apartamos a un lateral y las chicas se preparan una frente a otra en
el centro del gimnasio. Las venas de los brazos de ambas se iluminan y su
luz me atrae, tienen un brillo fuerte.
Vánamo se adelanta con un primer golpe que Mora esquiva con
facilidad, ambas se lanzan golpes que esquivan o paran hasta que la sonrisa
de Vánamo se esfuma y a pesar de que ha bebido, su concentración es
evidente. Ambas se lanzan una contra otra, la energía empieza a iluminar la
sala en forma de ondas y estallidos de chispas cuando sus puños chocan
contra la otra. La primera en acertar un buen golpe es Mora, Vánamo
responde con fiereza, pero Mora consigue retener su embestida. En uno de
los ataques, Mora crea una barrera energética donde Vánamo se estampa y
acaba en el suelo, rueda hasta detenerse junto a una barra de entrenamiento.
Vánamo se pone en pie y la coge, al instante la barra es rodeada de energía
y la usa como arma contra Mora. Vánamo ataca y a pesar de que Mora salta
la barra, le golpea las rodillas y se tambalea. Vánamo sonríe pero Mora la
agarra y al instante se ilumina mucho más. Vánamo le sostiene la mirada al
otro lado de la barra, hace fuerza para no soltarla pero finalmente, maldice y
la suelta, se sopla las manos y Mora aprovecha para tirarla al suelo de un
golpe.
—Vale, vale —dice Vánamo desde el suelo—. Ganas esta pelea.
Mora le sonríe desde arriba triunfante y asiente, se gira dedicándonos
una sonrisa pero de repente, acaba en el suelo también. Vánamo la acaba de
derribar con las piernas.
—Nunca le des la espalda a tu contrincante.
—Tú no eres contrincante para mí —gruñe Mora a su lado.
Ambas se ponen en pie y se sonríen. Ona apunta que las pocas veces
que se han visto han acabado igual, Vánamo quiere demostrar que está por
encima y Mora siempre le sigue el juego.
Mora y Vánamo se sientan junto a mí cuando Era y Ona se ponen en el
centro, siguen la misma línea que antes. Sus golpes son más técnicos y
precisos, pero observo que Era tiene un estilo diferente a la hora de luchar,
no solo cuerpo a cuerpo, sino en el uso de la energía. Sus proyecciones son
más precisas y alcanzan puntos clave, a pesar de que Ona crea barreras para
repelerlos, la fuerza con la que Era proyecta acaba atravesándolos. La pelea
se detiene cuando la gemela alcanza con una patada a Era en el estómago,
esta se gira y se dobla, por un momento todas nos quedamos quietas, al
instante, Era vomita.
—Creo que he bebido demasiado —dice limpiándose la boca.
Vánamo suelta una carcajada y Mora pone cara de asco. Ona ser acerca
para preguntarle si está bien, pero Era la calla con un gesto de mano para
quitarle importancia. Me pongo en pie.
—Quiero que me enseñéis a crear esas barreras y a proyectar la energía
de ese modo, tan dirigida —digo obviando el vomito a los pies de Era—.
Lo de calentar la barra también quiero probarlo.
—Hasta que no te quiten el bloqueador no podrás usarla —apunta
Vánamo. Era me mantiene la mirada, es la única que sabe que no lo tengo.
Es una fracción de segundo, una sensación de algo acercándose a mí a
toda velocidad me invade, me giro y solo me da tiempo a levantar los
brazos para protegerme. Caigo del golpe al suelo, a mis pies hay un disco
de entrenamiento, levanto la mirada, Mora está de pie junto a las maquinas
de entrenar entrecerrando los ojos, las otras chicas abren la boca por la
sorpresa.
—Bueno, ya has aprendido lo de la barrera —dice Vánamo—. ¿Cuándo
te quitaron el bloqueador? —Aún estoy asimilando la situación cuando
contesta Mora.
—Te lo has quitado tú —afirma.
—¿Estas loca? —pregunta en un grito Vánamo—. Esas cosas te pueden
arrancar un trozo de piel.
—Nadie puede saber que no lo tengo —me incorporo mirando a Mora,
me ha puesto a prueba.
—¿Por qué? —pregunta Ona.
—Me lo he quitado por mi cuenta, necesitaba comprobarme a mi misma
con la energía antes de que lo haga la Alianza. Quiero aprender a usarla
como vosotras antes de llegar a Falansteria y no sé si la Alianza está
dispuesta a darme ese tiempo.
—¿Crees que las cosas están muy mal allí? —pregunta Era ya
recompuesta.
—No lo sé, pero necesito estar preparada para todo.
—Por mi no hay problema —dice Vánamo—, no he visto la eficaz
barrera que acabas de hacer.
—Yo tampoco sé nada —continúa Ona.
—Yo ya lo sabía —apunta Era sonriente—, y también te cubro.
Observo desafiante a Mora, me analiza de brazos cruzados.
—Junto al amarradero subterráneo hay salas de suministros vacías, allí
nuestra energía no llamará la atención —dice Mora—. Entrenaremos por las
noches, a diferentes horas y no todos los días, para que no seamos
descubiertas no podemos seguir una rutina.
—Perfecto.
En ese momento, la puerta del gimnasio se abre de par en par y un Trian
que lucha por mantener el equilibrio nos sonríe, pregunta por el lugar de la
fiesta. Vánamo quita la música y Era se acerca a él.
—Amigo mío, tú y yo vamos a divertirnos un rato por aquí.
Las gemelas, Mora y yo abandonamos el gimnasio cuando Era llega con
un cubo y un cepillo para el suelo y se lo entrega a Trian.
Capítulo 23

Si no estoy entrenando no hay mucho que hacer en la base, las salidas


con Salix suponen una ruptura de la monotonía y lo agradezco, salimos a
dar caminatas por el bosque, no hemos vuelto a pasar una noche fuera, pero
aún así resulta un alivio salir del recinto. Después de unas semanas me he
dado cuenta de varias cosas, poco a poco recupero mi resistencia y Salix
aumenta el ritmo cada día. No he recuperado mi peso pero voy mejorando,
aunque hay algo más, a Salix le tiemblan las manos como me temblaban a
mí cuando la energía me abrasaba y lleva dos días desaparecido.
Almuerzo con el equipo, cuando terminamos y todos se dirigen a los
siguientes entrenamientos me acerco a Dahlia y le pregunto por él. Me dice
que ha tenido que irse a la Ciudad, Bosco lo ha llamado. Me dice que la
Alianza se está poniendo nerviosa y pronto me quitarán el bloqueador, se
está acabando el tiempo en Lavándula. Muy pronto volveré a Falansteria.
Dahlia se adelanta para unirse al equipo en los entrenamientos, sin
volver a mencionarme a Salix y la sigo rezagada al exterior. De camino al
gimnasio un movimiento cerca de la casona llama mi atención, en la puerta,
Harald y Driesa mantienen una conversación acalorada, la líder de Nochna
acaba entrando en la casa con un portazo.
Sigo caminando ignorando la situación cuando Harald me llama, me
detengo y se acerca a mí.
—¿Cómo se encuentra, Ocre? —Pregunta con la mirada oscura—. Ya
me han dicho que su recuperación va muy bien.
—Eso parece.
—Estará deseando volver a casa.
—Ni se lo imagina —le sigo el rollo.
—Prepárese, Ocre —me advierte—, el momento se acerca.
Asiento y troto hasta unirme al grupo. Me pongo a la altura de Darek al
final. Como siempre que lo veo, está solo y cabizbajo, no lo he visto
interactuar mucho con los demás y yo tampoco me he molestado en
conocerlo.
Dahlia nos guía hasta la zona de entrenamiento con energía, me ordena
que observe a mis compañeros, que vea cómo usan su energía.
Me siento en el suelo alejada de ellos, a pesar de la ropa, el frío me llega
hasta los huesos mientras los observo entrenar. Por alguna razón, el frío me
calma y aunque siento los pinchazos de mi energía en la piel puedo soportar
las pequeñas descargas.
La energía no solo recorre las venas del equipo mientras entrenan, la
proyectan con total naturalidad a través de sus manos, la lanzan como rayos
y se defienden con barreras luminosas que crean al instante.
Dos horas después de observar cómo la energía es una extensión más de
ellos, Darek se toma un descanso y se sienta sobre el frío suelo, a cierta
distancia de mí, con la vista puesta en sus compañeros.
—¿En toda la Alianza se entrenan de este modo? —pregunto en voz
alta, por el rabillo del ojo veo a Darek girar su cabeza hacia mí.
—En todas las islas entrenan con energía.
—¿Y las armas?
—Un apoyo, no en todas las islas fluye la energía como en Lavándula.
—Aquí hay más naturaleza —miro a Darek y asiente.
—Las otras islas la conocen como el jardín del planeta —responde con
desdén.
—¿Envidia? —Darek afila su mirada oscura ante mi pregunta.
—No nos atacamos entre nosotros.
—No es lo que parece —digo mirando sus manos llenas de cicatrices.
Darek se pone en pie y se aleja. Yo también lo hago y dejo atrás el
campo de entrenamiento hacia los barracones con la idea de que el equipo sí
tiene experiencia en enfrentamientos. La Alianza no pondría esta misión en
manos de unos totales inexpertos.
Capítulo 24

Después de pasar unas horas con Era y Mora en la sala subterránea


usando mi energía acabo exhausta, la idea que me repiten es fácil, déjala
fluir, dicen. Cuando manejo la energía de forma consciente, uso la propia
pero cuando es por instinto, la energía no me daña. He peleado con Era bajo
la mirada de Mora que nos detenía cada vez que notaba mi esfuerzo, no he
conseguido proyectar sin dañarme.
Nos separamos para volver a los barracones, sudada y envuelta en una
chaqueta salgo a la superficie. La noche ha caído y las luces del recinto
arrojan sombras a mi alrededor pero todo está tranquilo. Camino sigilosa
cuando una figura llama mi atención, me detengo ocultándome en uno de
los edificios. Observo cómo alguien entra a hurtadillas en el edificio donde
Dahlia y el equipo de comunicaciones se reúne. Cuando veo que la figura
fuerza la entrada y se pierde en el interior, corro hasta acercarme y me
agazapo entre las sombras, pienso descubrir quién es y cuáles son sus
intenciones.
Después de lo que me parece una eternidad, un leve crujido me pone en
alerta. La figura sale y se va por el otro extremo del edificio, la sigo en
dirección a la casona donde duerme Dahlia y cuando llega a las sombras
que arroja la casa, se baja la capucha. Es Driesa y está tramando algo. Me
acerco por la espalda y la cojo por detrás arrastrándola hacia la pared oculta
a la vista de otros.
—¿Qué estabas haciendo de noche ahí dentro? —le aprieto el cuello.
—¿Ocre? —pregunta forcejeando.
—Responde —aprieto un poco más.
—Dahlia me ha mandado a hacer unas comprobaciones. Soy un
miembro de la Alianza, no te va a pasar esto por alto.
—Has entrado a escondidas. ¿Qué hacías? —Driesa mantiene silencio
—. Ya no tengo el bloqueador, puedo matarte ahora mismo usando mi
energía y nadie sospechará de mí, todos piensan que lo tengo.
—Mientes —Driesa intenta liberarse pero hago más fuerza con el brazo.
—¿Quieres comprobarlo? Cuando empiece no vas a tener ninguna
oportunidad —me arriesgo a decir.
—El objetivo de esta misión no es lo que te han contado —susurra
cuando en mi brazo empieza a vibrar la energía— ¿Cómo la tercera isla más
extensa de la tierra puede permanecer al margen del resto? La Alianza tiene
los medios para desembarcar a la fuerza en Falansteria pero no lo hace y sin
embargo, submarinos piratas sí se acercan.
—¿Qué quieres decir?
—Alguien está manteniendo el aislamiento de tu isla, alguien de la
Alianza.
—¿Por qué?
—Cuando la Alianza se fundó, Falansteria formaba parte de ella y
Marcus, pero todas las decisiones tenían que tomarse en consenso y el tema
de la energía fue muy discutido. Marcus era muy visceral, quería investigar
hasta extremos que me temo que conoces muy bien pero la mayoría nos
opusimos, sin derechos humanos, ¿qué clase de mundo construiríamos?
Más tarde, Marcus se reveló y abandonó la Alianza. Falansteria se convirtió
en un búnker. La Alianza lo dejó porque entonces no estábamos preparados
para asumir una guerra, ni nosotros ni la población.
—Vamos —vuelvo a apretarle el cuello—, resume.
—Aunque eso fue lo que pasó, en esa reunión hubo otros líderes que
simpatizaban con las ideas de Marcus.
—Nombres —exijo.
—Harald, y me temo que sigue interesado. No tengo pruebas, pero creo
que esta misión busca conocer los resultados de los experimentos de
Marcus. Descubrí unos informes firmados por Marcus en el que se
informaba a un destinatario anónimo que el inicio de su ejército había
nacido. Uno formado por criaturas que una vez habían sido personas,
dependientes de la energía y manejables. Marcus decía que pronto podrían
ir en busca del primer grupo y que era hora de que ellos, quiénes quiera que
sean, tenían que probarlos sobre otro terreno. Van a Falansteria a por su
ejército, uno que iniciará una guerra por el control del poder en la Tierra y
tú solo eres una excusa para ir.
—Has hablado de líderes en plural, ¿quién más apoyaba a Marcus?
En ese momento unos pasos nos sobresaltan y suelto a Driesa
colocándola a mi lado. Tras las sombras aparece Harald que pone cara de
sorpresa al vernos, nosotras también, no esperaba que siguiera en la base.
—Hola, Harald —Driesa lo saluda manteniendo la calma, como si hace
unos segundos no le hubiese casi asfixiado.
—Hola —Harald le responde con un gesto de cabeza y una mirada
penetrante—, demasiado frío para estar por aquí fuera, ¿no?
—Solo nos hemos encontrado —digo.
—Claro —dice sin apartar la mirada de Driesa—. La Alianza tiene que
hablar de unos asuntos con nosotros —le dice.
Harald no está dispuesto a dejarnos a solas y al fin, Driesa se despide
lanzándome una mirada de advertencia y ambos se marchan.
Driesa se va sin decirme el nombre del otro líder que apoyaba a Marcus
y dejándome clara la verdadera razón de la Alianza para ir a Falansteria.
Capítulo 25

Aún sin conciliar el sueño por el encontronazo de anoche con Driesa


llega el amanecer. El equipo se despierta como de costumbre y cuando
todos se marchan, me incorporo desperezándome. Después de asegurarme
de que las duchas están libres voy hasta ellas, me aseo y me visto rápido,
cuando estoy lista para ir a desayunar, escucho unos pasos que corren en mi
dirección. Mora aparece en la puerta de los vestuarios con la cara
desencajada.
—¿Qué pasa? —Pregunto tensa.
—Han encontrado muerta a Driesa.
Mierda.
Salgo corriendo del vestuario detrás de Mora. Todo el equipo está fuera
del comedor mirando hacia la casona, un par de guardianes se apostan en la
entrada. Mora y yo nos reunimos con el resto del equipo, voy hasta Era.
—¿Sabes algo? —Era no aparta la mirada de la casona cuando le
pregunto.
—Dahlia ha dado la voz de alarma al amanecer cuando Driesa no salía
de su habitación. Salix me ha dicho que la han encontrado acostada en su
cama sin signos de violencia, se rumorea que ha sido un infarto. Hasta que
no hagan la autopsia no lo sabrán con seguridad.
Por el tono de Era deduzco que ella no lo cree, al menos no del todo.
Desde luego, yo no lo hago. Anoche vi a Driesa y después apareció Harald,
él tiene que estar detrás de todo esto y me vio.
—¿Cuándo ha vuelto Salix? —pregunto.
—Creo que llegaron de madrugada.
—¿Llegaron?
—Bosco vino con él.
—¿Sigrid también está aquí? —Era entrecierra los ojos por mi creciente
interés por los miembros de la Alianza.
—No lo sé, Ocre. ¿Viste algo anoche al volver a los barracones?
En una fracción de segundo las imágenes de anoche se me pasan por la
cabeza, creo que a Driesa la han asesinado y todo a punta a que Harald está
metido en ello, pero no sé si hay más gente detrás. Sé el objetivo de esta
misión, entre mis compañeros tiene que haber traidores y algunos de ellos,
saben que no tengo bloqueador.
—No —miento—, di unas vueltas por la base para que no
coincidiéramos al llegar al barracón.
—Venga —dice Trian pasándole un brazo por los hombros a Era—,
vamos al comedor.
El equipo entero nos vamos a desayunar, mientras todos desayunan con
normalidad, Era no prueba bocado. A nadie parece preocuparle la muerte de
un miembro de la Alianza, aparto mi plato de frutas de golpe. Un miembro
que ha muerto a manos de otro y yo lo sé, al menos, lo creo.
Un guardián entra para comunicarnos de parte de Dahlia que se
suspenden todos los entrenamientos, podemos hacerlo por libre si
queremos, pero la capitana no estará disponible. También, que todo el
equipo y los pocos trabajadores que quedan en la base serán llamados uno
por uno para interrogarnos.
Convencemos a Era para ir a entrenar, seguimos todos juntos mientras,
como nos habían dicho, vamos siendo llamado.
Cuando llega mi turno, voy a la clase donde le hablé a todo el quipo por
primera vez sobre Falansteria. Los tres miembros de la Alianza están allí
junto a Dahlia, Sigrid llegó a media mañana. Harald oculta que me vio y yo
tampoco lo desvelo, solo son unas cuantas preguntas sobre dónde me
encontraba ayer por la noche. Relato todo lo que hice, excepto los
entrenamientos con las chicas y el encontronazo con Driesa. Parece
convencerles mi relato y no insisten más.
Cuando salgo del aula veo a Salix y sin pensármelo me acerco a él, no
sabría decir qué pero noto algo diferente en él, tiene ojeras y está más serio
de lo habitual.
—Hola.
—¿Ha ido todo bien dentro? —se interesa.
—Sí, no han sido ni diez minutos.
—Bien —responde y parece que no tiene intención de seguir la
conversación.
—¿Qué va a pasar?
—La Alianza aprovechará para ultimar los detalles de la misión, es
probable que todo se adelante. Se acerca el momento —dice y me recorre la
cara con la mirada, despacio, agacho la mirada.
—¿Qué harán con Driesa? —pregunto para romper ese momento.
—Se hará una velada en honor a Driesa y Nochna en la base.
Salix sigue mirándome de esa forma, su gesto no corresponden con sus
palabras y sin decir nada más, sin que ocurra nada y sin darme la
oportunidad de preguntarle dónde ha estado, se marcha, a Salix le pasa algo.

Dos días después la base es un hervidero de gente, todos los miembros


de la Alianza están presentes con los líderes de seguridad de sus islas.
Nochna ha enviado una comitiva especial encargada de honrar a su líder,
según me explica Era, esta noche se preparará una cena de gala alrededor de
una hoguera que harán especialmente para Driesa, su cuerpo será despedido
y se quemará, en ese momento dará inicio la cena. La tradición de Nochna
es festejar el camino al más allá, una tradición arcaica pero de las pocas que
aún mantienen en su isla. El fuego se mantendrá encendido toda la noche.
Era también me informa de que los resultados de la autopsia no indican
nada extraño y aún así, creo que nos mienten.
Paso la tarde con Luan y el equipo de comunicación ultimando detalles
de los mapas y posibles recorridos por Falansteria. Yué, la piloto, y Naktam
también están y me pone muy nerviosa que todo el rato me mire el turbante,
parece que jamás ha visto a alguien taparse la cabeza. Repasamos todos los
datos que les he proporcionado una y otra vez hasta que Dahlia entra en la
sala.
—Natalie, ¿podemos hablar?
Me pongo en pie de inmediato, agradecida por alejarme de las
proyecciones, de las preguntas sobre el terreno de Falansteria y de las
miradas de Naktam.
Dahlia se detiene frente a mí en el pasillo. Algunos mechones dorados
caen del recogido y no parece que sea apropósito, a esta distancia se le
notan incipientes bolsas debajo de los ojos. No ha tenido que ser fácil
asumir la muerte de un miembro de la Alianza en su base, por mucho que
digan que ha sido natural, todos parecen más alterados que de costumbre.
—Siento decirte esto, pero no estas invitada a la cena. La misión que
tenemos entre manos solo es conocida por los líderes de las demás islas y
ellos, han votado que es mejor que permanezcas oculta a los demás
invitados —me explica—. El resto del equipo acudirá con los integrantes de
sus propias islas, deberás permanecer encerrada en el barracón.
—De acuerdo.
—Tendrás a dos guardianes en el exterior —me advierte—, eso también
son órdenes de la Alianza y yo estoy de acuerdo, vendrá mucha gente y
nadie te molestará, podrás estar tranquila.
—Ni yo podré salir —apunto y Dahlia hace el amago de sonreír.
Tranquila es lo último que estoy cuando me encierran, no tengo
pruebas, pero a Driesa la asesinaron y estar encerrada no me ayuda.
Capítulo 26

Permanezco a oscuras en el barracón, desde aquí me llegan unos cantos


fúnebres y el vello del brazo se me eriza, por curiosidad, me gustaría
haberlo presenciado. En Falansteria se incineran los cuerpos sin ningún tipo
de ritual.
Sentada sobre mi cama, pienso sobre el hecho de despedir a un ser
querido y eso me lleva a pensar en mi padre, me hubiera gustado despedirlo
de alguna manera, todo fue demasiado rápido. Un día se marchó de casa y
ya no volvió, aún me quedaban muchas cosas que vivir con él, muchas
cosas que contarle, aún lo necesitaba y la Cúpula me lo arrebató.
Pasan unas horas y sigo en la misma posición, los cantos dejaron paso a
una música suave e incluso me llega el olor a quemado. Me incorporo
cuando escucho abrirse la puerta exterior del barracón, unos pasos retumban
por el pasillo que conduce hacia la habitación y el calor de la energía me
empieza a bullir. Aprieto las manos en puños preparada para pelear, pero
cuando la sombra entra donde me encuentro, la luz es activada y veo a Salix
de pie en la puerta.
—¿Qué ocurre? —pregunto desconfiada.
—He venido a verte, he presentado mis respetos a Nochna y he
abandonado la cena.
—¿Para qué? —Salix se encoje de hombros.
—Todos interpretan un papel, ninguna otra isla siente la perdida de
Driesa y yo no tengo ganas de fingir. Tampoco estoy seguro de que su
propia isla lo sienta.
—¿Qué quieres decir?
—Driesa solo era una representante de Nochna, no su verdadera líder.
—¿Qué? —me acerco a Salix sedienta de información.
—La verdadera líder de Nochna nunca abandona su isla, allí tienen
tradiciones muy diferentes al resto de la Alianza. Sabemos que es una
mujer, pero ni siquiera conocemos su rostro, siempre aparece oculto en las
transmisiones. Driesa será sustituida por otra representación de la verdadera
líder.
—¿Pueden hacerlo? ¿La Alianza lo permite?
—Nochna proporciona los mejores transportes sobre y bajo el agua para
toda la Alianza, negoció con eso para que le permitieran hacerlo.
—¿No te parece extraño?
—Es así desde antes de que yo naciera, nunca ha ocurrido nada fuera de
lo normal.
Yo no estaría tan segura, pienso, hay un miembro de la Alianza que no
conocen y aunque hasta ahora no ha ocurrido nada, qué ventaja tendría
Nochna teniendo un miembro oculto a la Alianza si se produce, por
ejemplo, una revuelta a escala mundial. A Driesa la han asesinado por lo
que fuera que estuviese haciendo esa noche, ahora estoy más segura que
nunca de que lo ha sido y de que alguien ha empezado a mover ficha en el
juego que se iniciará cuando viajemos a Falansteria.
Salix da unos pasos inspeccionando el barracón.
—¿Estas cómoda aquí? —pregunta y ahora soy yo la que se encoje de
hombros.
—No tengo otra opción.
—Hablaré con Dahlia, estas más recuperada, quiero que empieces a
entrenar con energía —asiento y por un momento me siento tentada a
decirle que me quité el bloqueador, pero mantengo silencio—. ¿Te parece
bien?
—Sí.
—La Alianza es imprevisible, tienes que estar preparada para todo.
—Lo sé.
—¿Has cenado? —niego con la cabeza—. Puedo traerte algo, yo
tampoco he cenado —Salix aprieta los labios esperando mi respuesta.
—Estoy bien.
—Vuelvo enseguida, no puedes saltarte ninguna comida —sentencia
obviando mi respuesta.
Salix se marcha y tras un rato vuelve cargado con dos bandejas llenas de
comida. En el barracón solo hay camas y baños, así que le invito a cenar
sobre la mía. Cenamos mientras le hago preguntas, preguntas relacionadas
con su formación y su trabajo, soy cuidadosa porque no quiero que se de
cuenta de que me dirijo hacia esas misiones secretas de las que me habló
Dahlia, en concreto, de la última. ¿Ha estado Salix ya en Falansteria?
—¿Has viajado mucho?
—He visitado otras islas, es normal las visitas entre países de la
Alianza.
—¿No hay más tierras? A parte de Falansteria, ¿no existe nada más
fuera de la Alianza?
—Existen —Salix mira al infinito—, son como pequeñas ciudades en
mitad del océano, tan pequeñas como para ser libres.
—Eso no existe —Salix dirige sus ojos hacia mí—, los humanos nunca
seremos libres, ya sea por otras personas o por nuestros propios recuerdos.
La libertad es una utopía.
—Yo prefiero pensar en la libertad como en un sueño, uno por el que
nunca hay que dejar de luchar.
Sus palabras me tocan y me hunden, no puedo rendirme.
Le pregunto a Salix por esas pequeñas islas, me dice que la mayoría
pertenecen al Tomoe, pero que aún existen aquellas que son regidas por sus
propios habitantes, por su tamaño, insignificantes para la Alianza y el resto
del mundo. Ni siquiera me imagino un lugar así.
Después de un rato de conversación sobre sus viajes me doy cuenta de
que siempre me dice lo mismo, viaja a las diferentes islas, tanto las más
pequeñas como las grandes, para comprobar sobre el terreno que las leyes
de convivencia se cumplen y que lo que se muestra en las reuniones de la
Alianza es real. No lo creo, no puedo quitarme de la cabeza sus cicatrices ni
las de Darek.
—Pero eres un Guardián y tienes signos de lucha —me atrevo a decir
impaciente por saber la verdad—. ¿Qué ocurre si no se cumplen las normas
de la Alianza?
—¿Quieres saber cómo me hice mis cicatrices? —Salix me analiza con
la mirada, directo.
—Quiero saber qué clase de enfrentamientos se han vivido.
—Hace años trabajé infiltrado en mafias de tráfico de personas, no solo
en Lavándula, también en otras islas.
—¿Qué hacías allí dentro? —pregunto en un hilo de voz sin estar segura
de querer saber la respuesta.
—Nunca he maltratado, ni abusado de nadie si es lo que quieres saber
pero eso no me exime de haberlo permitido. La mayoría de estas marcas, de
las cicatrices que tengo son de las veces en que no pude mirar a otro lado —
Salix no rompe el contacto visual—, no puedo evitar sentir que son
demasiado pocas.
Por un momento, mis barreras se desploman y mis pensamientos
dibujan a en torbellinos imágenes que no quiero recordar, de cuando estaba
capturada.
—Otras las sufrí en Dareklyad —continúa Salix ajeno a que por un
momento, me he perdido frente a él, quizá porque él también estaba perdido
en sus pensamientos mientras se acariciaba las cicatrices de la mano.
—¿Qué pasó?
—Hubo una revuelta, un levantamiento contra el sistema.
Me yergo de forma automática, volviendo al presente, al barracón y ala
conversación al cien por cien. Ocurrió lo mismo que en Falansteria.
—¿Por qué?
—Dareklyad sufrió una crisis importante de recursos, las ayudas de la
Alianza no fueron suficientes para que la población no padeciera unos años
duros. La clase media y baja fueron las que más sufrieron y se revelaron
culpando al sistema, exigieron un nuevo líder. Hubo un fuerte
enfrentamiento en la capital, la situación se descontroló y la Alianza mandó
guardianes de todas las islas.
—¿Qué hicisteis?
—Restablecer el control. Muchas mafias aprovecharon el levantamiento
para desatar su fuerza contra el sistema y no les importó cuantos ciudadanos
se quedaban en el camino.
—¿Allí conociste a Darek? —Salix ladea la cabeza confundido—. Él es
de allí y también tiene cicatrices en las manos —mi respuesta le provoca
una sonrisa y que le aparezcan las arruguitas de los ojos de nuevo. No sé
qué fijación tengo con ellas.
—Eres lista y sí, allí nos conocimos, luchamos juntos y nos hicimos
estas heridas con una bomba energética, iba a estallar en medio de la
multitud y vi cómo Darek la tapaba con sus manos, me uní a él. Explotó,
pero conseguimos reducir al máximo su potencia.
—¿Por eso te tiemblan las manos?
—También eres observadora. La energía nos destrozó las manos, pero
con ella también nos las salvaron. Mis músculos y tendones quedaron
dañados, por eso me tiemblan, pero tengo un tratamiento. Unas inyecciones
de energía mezclada con medicamentos que cada cierto tiempo tengo que
inyectarme.
—¿Y si no lo haces? —indago.
—Se degeneran y me cuesta proyectar, tengo dolor y a veces solo se me
agarrotan.
—¿Y tu energía? La usaste, ¿no te ayuda?
—La energía traspasa los músculos, tendría que contenerla para nutrir
mis manos y eso podría quemar el resto de mi cuerpo. Siento alivio cuando
la uso, pero es insuficiente.
Salix se frota sus grandes manos, observo sus cicatrices y eso me
recuerda a las gemelas.
—¿Las gemelas también estuvieron en esa revuelta?
—Sí, pero en otro equipo.
—Supongo que los demás también.
—Excepto Era, Nochna participó con apoyo naval pero ella no estuvo.
—¿Cómo consiguió Harald quedarse?
—¿Quedarse? A Harald lo votó el pueblo —levanto las cejas por la
noticia—, el antiguo líder abdicó.
—¿Cuándo ocurrió eso?
—Unos cinco años, Harald ha trabajado duro para recuperar su isla,
ahora son autosuficientes.
Me sorprende que Harald fuera elegido por los ciudadanos y más aún, la
manera en que Salix habla sobre él, como un héroe del pueblo.
—¿Puedo preguntarte algo personal? —dice de repente.
—Claro —me preparo para cualquier pregunta, excepto para esa.
—¿Por qué decidiste taparte la cabeza? —Salix sigue sin apartar su
mirada de la mía.
—Por frío —susurro mirando algún punto en el suelo—, aquí hace
mucho frío.
En ese momento, unos pasos a la entrada del barracón interrumpen
nuestra conversación. Salix se pone en pie y me da las buenas noches, el
equipo está de vuelta.
Capítulo 27

Al día siguiente, Bosco me cita a solas en la casona. Viste su uniforme


verde sin capa y se sienta frente a mí en la mesa redonda que ocupa el salón
de estar.
—Ocre, la Alianza ha decidido que es hora de quitarte tu bloqueador,
tienes que entrenar con tu energía, al menos para mantenerte con vida. La
misión se ha adelantado, en breve os comunicaremos la fecha pero no tienes
mucho tiempo.
—Estaré preparada —aseguro.
—Me alegra escuchar eso, esta misión es muy importante para todos.
Ayudaremos a Falansteria.
—Por supuesto —y con ello, alguien recuperará su ejército de
monstruos, pienso—. ¿El motivo del adelanto ha sido la muerte de Driesa?
—Todos queremos que esta misión se realice cuanto antes, solo
esperábamos que estuvieras más recuperada y empiezas a estarlo, pero la
pérdida de Driesa ha influido.
—¿Por qué? —me arriesgo a preguntar—. Fue natural, ¿no?
—Sí —Bosco arrastra la palabra—, pero Driesa no era mayor ni padecía
ninguna dolencia, resulta extraño.
Bosco tiene sospechas, no sé si sobre alguien pero al menos sabe que
hubo algo raro. Podría confiar en él, decirle que vi a Harald, que hablé con
Driesa pero todos ocultan secretos y no sé a quién contarle mi información,
tengo que sacar provecho de ella.
—¿Qué le preocupa, Ocre? —pregunta Bosco.
—¿Y si llegamos a Falansteria y el equipo no está preparado para lo que
nos encontremos?
—Nuestro uso de la energía es mucho más elevado que el vuestro, como
tú dijiste, la mayoría de vuestra población no sabe controlarla por sí mismo.
¿A qué temes? —Bosco apoya las manos sobre la mesa, busca información
y parece interesarle.
—¿Y si la Cúpula tuviera un arma que no conocéis?
—¿Como cuál? —mantengo silencio, tanteando hasta dónde está
dispuesto a hablar—. Hablas de los híbridos, ¿verdad? En la Alianza
conocemos los ideales de Marcus, pretendía sacar el máximo provecho del
nivel tres de energía. Sé que lo consiguió pero no hasta qué punto —aprieto
mis manos bajo la mesa con su declaración.
—¿Cuál es el propósito de esta misión? —pregunto sin andarme con
rodeos.
—Te he contado la verdad, Ocre, es lo que te dijimos, pero también
tenemos que saber hasta dónde llegó Marcus. ¿Viste alguno?
—Solo eran rumores que circulaban por Falansteria, hablaban de
monstruos —miento.
—Ese ejército no puede existir, si alguna isla se hace con ellos,
dominará el mundo.
Solo Driesa había hablado sobre un ejército y ahora está muerta, Bosco
sabe lo que hay en Falansteria. O Driesa colaboraba con él o la Alianza se
oculta demasiados secretos.
Nuestra conversación termina cuando Bosco me anuncia que hablará
con Dahlia para que me retiren el bloqueador cuanto antes.
Me despido de él para unirme al entrenamiento con mis compañeros, los
híbridos se dibujan en mi cabeza, no pueden salir de Falansteria. No lo
permitiré.
Capítulo 28

A la tarde, Salix viene a buscarme para que volvamos al bosque, ya se


ha enterado de la orden de Bosco para que me quiten el bloqueador, no está
de acuerdo, cree que aún es pronto. Si supiera. Mi nerviosismo por volver a
casa descontrola mi energía y aunque los entrenamientos con las chicas son
muy útiles para calmarme, siento los pinchazos en todo el cuerpo. Con
disimulo me observo las manos, empiezan a temblarme, miro a las de Salix
que están firmes al darme una pequeña mochila para nuestra salida.
Salimos del recinto de la base a escondidas como siempre, tras unos
minutos internados en el bosque, Salix se detiene de golpe, lo miro
confundida y me hace un gesto con la mano para que mantenga silencio.
—Haces demasiado ruido para seguirnos —dice en voz alta y se gira,
miro en la misma dirección pero no veo nada, ni a nadie—. Sal —ordena.
Kale aparece con una sonrisa chulesca tras unos árboles y se dirige con
parsimonia hasta nosotros.
—¿Sabias que era yo?
—No has sido muy discreto siguiéndonos en la base, ¿qué quieres?
—Os he visto y sentí curiosidad.
—Solo entrenamos, Natalie, tiene que mejorar su resistencia.
—¿Natalie? —pregunta mirándome con una ceja levantada.
—Ocre para ti —contesto.
—Me apunto —dice mirándome por encima del hombro.
—No, Kale —responde Salix—. Vuelve a la base, no puedes estar aquí.
—Ni vosotros.
—Soy tu superior y es una orden.
—Vamos, Salix —ahora Kale me resulta más un niño pequeño
suplicando—, estamos fuera de la base —Salix suspira, es un endeble.
—En el momento en que escuche una gilipollez por tu parte, vuelves.
—Sí, señor —dice Kale con media sonrisa y pasa por mi lado
rozándome el hombro con fuerza. Es idiota.
Salix aprieta el ritmo más que otros días, no sé si es porque está Kale o
por la inminente vuelta a Falansteria. Me concentro en mi respiración,
empieza a faltarme el aire y me duelen los músculos pero al menos, mi
energía se ha relajado. Me estoy esforzando más de la cuenta, por alguna
razón con Salix me siento cómoda, ya no me importa que vea mi debilidad
en el entrenamiento pero con Kale es diferente, no pienso desfallecer con él
aquí.
Salix no detiene la marcha, ni siquiera sé cómo lo llevan ellos, hace rato
que dejé de ver con nitidez y tengo el estómago revuelto, quiero vomitar, he
llegado a mi límite. Aminoro la marcha con toda mi concentración en no
caer de bruces y me apoyo en lo primero que encuentro, para mi sorpresa
enfoco la cara de Kale y su hombro con mi mano, la quito de inmediato y
me tambaleo. Salix se acerca, me pasa su brazo por la cintura sin pensarlo y
me tenso de inmediato, pero solo me ayuda a sentarme.
Nos paramos a descansar y tras beber la botella que Salix siempre se
preocupa que lleve en la mochila ya puedo verlos con claridad. Respiro
hondo más relajada.
—No sé cómo te puede gustar eso —Kale ni siquiera me mira, mantiene
los ojos cerrados y las manos apoyadas en el suelo. La tierra alrededor de su
piel resplandece y sus venas se nutren de la energía de la tierra—. Está
asqueroso —afirma abriendo sus ojos. Aparto la mirada de su energía aún
titilante.
—Me gusta.
—Eres muy rara —dice—, solo conozco a uno al que le gusta ese
vomito verde.
Salix me sonríe orgulloso y levanta su botella a modo de brindis hacia
mí, hace un gesto con la cabeza y da un sorbo.
—Sabroso.
Le respondo con media sonrisa y no paso por alto el hecho de que entre
ambos hay mucha confianza, ni tampoco el leve temblor que las manos de
Salix tienen ahora.
—¿Cuánto tiempo llevamos fuera? —le pregunto.
—Dos horas —los ojos iluminados de Salix de repente se apagan
cuando se da cuenta que observo sus manos y se pone en pie—. Es hora de
que volvamos.
Dos horas, Salix no aguanta dos horas sin que sus manos sufran.
Capítulo 29

Las sombras y la tranquilidad ya caen sobre la base cuando llegamos.


Durante el camino de vuelta, Salix no ha dicho ni una palabra y siempre se
ha mantenido en cabeza a cierta distancia de nosotros.
—Mañana no me esperéis —dice Kale ya dentro de la base—, ya tengo
bastantes entrenamientos aquí dentro.
Se marcha sin esperar una contestación y me quedo a solas con Salix
que fija su mirada en la espalda de Kale.
—¿Estas bien? —le pregunto.
—Por supuesto —responde a la defensiva.
—Te tiemblan las manos —señalo.
—Descansa, mañana volveremos a salir —contesta ignorando lo que le
acabo de decir.
—Salix…
—Estoy bien, Natalie —su respuesta sale rápida y severa.
—Puede que Falansteria esté en guerra, ¿cómo pretendes aguantar allí
así?
—Sé cuidarme de mí mismo.
—No sabemos por cuánto tiempo vamos…
—Me encuentro perfectamente para esta misión —me interrumpe
alzando la voz y empieza a ponerme muy nerviosa su cabezonería. Aprieto
las manos en puños cuando siento los pinchazos de mi energía con más
fuerza y mis manos también tiemblan.
—No tienes que ocultarme tus temblores —Salix suelta una carcajada
ronca con mis palabras.
—Es irónico que seas tú la que me diga eso —sus ojos se dirigen
directos hacia mi turbante.
—Esto es diferente.
—¿Eso crees? —Salix da un paso acercándose a mí—. Porque al
principio todos se fijaban en mis temblores, algunos me miraban con
lastima, tuve que trabajar muy duro para volver a conseguir una misión y
que todos olvidaran que tengo las manos atrofiadas. Sin embargo, tú —
mastica la palabra, mira el turbante y luego me vuelve a mirar a los ojos—,
sigues siendo perfecta.
—Lo… —titubeo con el calor encendiendo mis mejillas—. Lo siento,
no tendría que haberte dicho eso.
—No tendría que haberte hablado así —responde con un suspiro y se
aparta—. Hoy lo has hecho bien, has sabido parar antes de sobrepasar tu
límite, tenlo en cuenta cuando entrenes con energía.
—Lo tendré —respondo agradecida.
—Me refiero a cuando entrenes con las chicas —congelo mi expresión.
—¿Cómo lo sabes?
—Se me da bien saber cosas y también te tiemblan las manos. No
enfermaste cuando pasamos la noche fuera, ¿verdad? Te quitaste el
bloqueador.
—Sí —reconozco y Salix no parece sorprenderle mi actuación.
—¿Cómo te encuentras? Tu cuerpo, ¿soporta la energía? ¿La has usado?
—Estoy bien, Salix. Al principio fue duro, la energía fluye aquí muy
diferente pero los entrenamientos me mantienen estable. No la he usado de
manera consciente.
—Mañana cuando salgamos cambiaremos el entrenamiento, tienes que
usarla en un estado de calma y tienes que tener cuidado.
—Lo sé.
—No lo sabes, aquí hay gente que oculta sus intenciones a la Alianza.
—Sí, eso también lo sé —ahora soy yo la que da un paso y me acerco a
él—. Todos mentís, a nadie le importa Falansteria o la gente que vive allí —
Salix se muestra dolido ante mi afirmación.
—¿Qué sabes? —exige saber.
—Cosas, no hay que ser un espía para averiguarlas —le dejo caer pero
Salix ni se inmuta con mis palabras, está bien entrenado.
—Descansa, Natalie —Salix decide no seguirme el juego—. Mañana
seguimos con el entrenamiento, buenas noches.
Salix se pierde entre las sombras de los edificios y aflojo las manos que
no me había dado cuenta que tenía engarrotadas. Los pinchazos ya se
extienden por todo el cuerpo y lo último que puedo hacer ahora es
descansar. Las chicas tienen que estar esperándome.
Capítulo 30

Solo Vánamo y Era están en la sala subterránea cuando llego, les


pregunto por las demás. Mora y Ona han decidido descansar esta noche.
—Tienes mala cara —apunta Era.
—Aquí nunca he tenido buena cara —respondo observando el suelo.
Las chicas han traído palos y barras metálicas.
—A ti te ha pasado algo —Vánamo se detiene frente a mí en jarras, Era
se une a ella. No me van a dejar hasta que les diga algo.
—He tenido una conversación acalorada con Salix.
—¿Acalorada? —pregunta Vánamo con una sonrisa.
—No ese tipo de acaloramiento —bufo—. Ha sido una tontería pero
estoy molesta —le quito importancia.
—¿Te gusta Salix? —Era es directa con su pregunta y de repente siento
que me abraso y no es por mi energía.
—¡Te gusta! —exclama Vánamo con una sonrisa más amplia. Esto no
me puede estar pasando, esta conversación no tiene sentido con todo lo que
se nos viene encima.
—No me gusta.
—No te acabo de escuchar por mi oreja deformada —bromea—. Salix
te atrae, no me extraña, tiene mucho morbo. Demasiado rubio para mí pero
no le diría que no a una noche de pasión.
—Para ya, Vánamo —paso entre las chicas observando los palos del
suelo pero me paralizo al escuchar la pregunta de Era.
—¿Tienes a alguien en Falansteria? —su pregunta me retuerce las
tripas, Rilley.
Estoy preocupada por él pero amor, no creo que lo que tuvimos lo fuera
y me siento mal por ello, pero no he dejado que ese sentimiento me
perturbe. Todos podemos superar una decepción amorosa pero no todos se
enfrentan a una adicción a la energía. La noche que estuvimos juntos dijo
que me quería y si el ataque no nos hubiera interrumpido le hubiera dicho
que yo no sentía tanto como él. Lo voy a ayudar, estaré con él en todo
momento hasta que la energía no sea su droga, como su amiga porque no
puedo estar de otra manera, ahora lo tengo claro pero no quiero pensar en
ello, no quiero pensar en nada de lo que dejé o no podré soportarlo.
—Tenía un amigo —respondo sin mirarlas—, tuvimos algo, pero solo
me acosté con él para olvidarme de lo que estaba pasando —decir eso en
voz alta me duele, soy una arpía.
—Ocre… —empieza a decir Era.
—Lo quiero como amigo y la Cúpula lo capturó antes de venir, tengo
que volver y ayudarlos.
—Lo haremos —sentencia Era apretando con suavidad mi hombro.
—Vamos a dejar a un lado los líos de calzones —anuncia Vánamo con
tono cantarín, se agacha frente a mí y coge un palo— y vamos a darle duro,
pequeñas guerreras.

Comienzo peleando contra Era, corrige mis movimientos y me enseña


algunas técnicas, dice que soy demasiado bruta y obvia en mis golpes. No
me lo tomo a mal, me enseñaron a defenderme, aprendía algo de técnica en
la Universidad y en la Cúpula, pero no demasiado. Presto atención a todo lo
que me dice, no solo se trata de energía.
Es el turno de enfrentarme a Vánamo, mientras los golpes de Era son
sutiles y precisos, directos a puntos específicos, los de la gemela son un
cañón que dispara a cualquier lugar y a pesar de que controla su fuerza,
cada vez que recibo uno resulta más doloroso que el anterior.
Vánamo se lanza contra mí, la esquivo y le retuerzo el brazo, me lanza
un codazo y forcejeamos, lucho consciente de cada movimiento,
controlando mis acciones pero acabo rodando por el suelo. Giro
poniéndome boca arriba entumecida, me incorporo con dificultad cuando
veo un trozo de tela en el camino que acabo de recorrer. Vánamo y Era me
miran petrificadas, dejo de respirar y me llevo la mano temblorosa a la
cabeza, la aparto en cuanto siento el tacto suave de mi piel. Voy hasta el
turbante improvisado y me lo coloco con rapidez sin mirarlas.
—Lo siento, Ocre —se disculpa Vánamo—. No pretendía…
—Lo sé —la interrumpo—, no pasa nada. Consecuencias de un mal uso
de la energía —dibujo media sonrisa.
—Pues vamos a dominarla —dice Era dando un paso hacia mí sin darle
importancia a mi calvicie—. Mi turno y esta vez usamos energía.
Asiento y tras recuperar las fuerzas, empezamos otra vez. Era empieza
flojo pero comienza a subir el ritmo del combate, a pesar del turbante,
siento el cosquilleo de las gotas de sudor por mis sienes pero puedo
aguantar, gracias a las salidas con Salix, mi resistencia ha mejorado mucho.
Era empieza a usar su energía para luchar, mi instinto detiene una
pequeña onda que me lanza creando una barrera cuando levanto los brazos
para cubrirme. Era se detiene y me pide que vuelva a crearla sin un ataque.
Cruzo los brazos sobre mi cara como acabo de hacer pero no pasa nada,
llamo a mi energía y mis venas se iluminan pero no proyecto. Era no espera
a que baje los brazos y lanza contra mí una esfera energética, no pienso y
me protejo, vuelvo a crear la barrera. Las chicas me dicen que esté
pendiente de la reacción de mi cuerpo al crearla, pero ocurre todo tan rápido
que no consigo hallar los matices. Vuelvo a intentarlo, respiro hondo
sintiendo la energía recorrerme y la empujo proyectando bajo mi control.
—Detente —me ordena Vánamo—, estas usando tu energía, así no,
tienes que canalizar la de alrededor o te acabará consumiendo. Nunca uses
tu propia energía para luchar ni para defenderte, te hace débil. No lo
pienses, solo hazlo.
Asiento y lo vuelvo a intentar. Dejo caer los brazos a mis lados, no me
preparo, los cruzo frente a mí con rapidez, protegiéndome de un ataque
inexistente. Una sensación agradable me recorre el cuerpo ante la vibración
de la energía cuando una débil barrera se crea, pero en seguida, se difumina
en pequeñas partículas que se desvanecen en el aire ante el grito de
Vánamo. Lo he conseguido.
—Bien hecho —Era sonríe orgullosa—, ahora solo te toca practicar
cada día, todo el tiempo que puedas hasta que nos vayamos.
Capítulo 31

Anoche me quedé entrenando hasta tarde, incluso cuando Era y Vánamo


se fueron a dormir yo seguí practicando. Esta mañana, Mora ha tenido que
sacarme de la cama. Después de la ducha vuelvo para dejar las cosas de
aseo en mi armario y veo un pequeño macuto sobre mi cama. Lo abro
desconfiada y veo varias botellas iguales a las que Salix me prepara, abro
una de ellas y la huelo, sin duda, es la bebida que siempre me da en nuestras
salidas. Huele a hierba y sabe a ella pero me gusta su dulzor y me da
energías, bebo una de ellas y voy a desayunar.
Paso el día entrenando con el equipo y acompañada por una de las
botellas de Salix, no lo he visto en toda la mañana pero ayer, a pesar de
nuestra conversación, dijo que volveríamos a salir. Al atardecer, lo espero
junto a la valla de la base oculta mientras doy pequeños sorbos a la bebida
mágica de Salix.
—Parece que es verdad que te gusta —casi me atraganto cuando la voz
de Salix me sorprende.
—Vas a tener que darme la receta —digo cuando recupero el aliento.
—Solo son hierbas batidas, energía vegetal cortesía de la zona.
—Entonces, creo que echaré de menos esta cosa.
—Batido, esa cosa, es un batido.
Salix parece de buen humor pero observo que no trae ninguna mochila
con él, siempre salimos con algunas provisiones.
—No vamos a salir, ¿no?
—Estas entrenando demasiado, tienes que descansar, Natalie. ¿Cuántas
horas has dormido?
—Unas pocas.
—¿Cuántas?
—Un par de ellas —Salix suspira.
—Tienes que entrenar pero el descanso es muy importante. Al menos,
tómate esta tarde libre. Duerme.
—No sé si puedo relajarme, no sé si podré controlar la energía —le
confieso.
—Dame cuatro minutos, espera aquí.
Salix se va por donde ha venido, es preciso cuando habla de tiempo
porque en unos pocos minutos aparece y esta vez sí trae una mochila con él.
Vamos a salir y mi cuerpo se relaja de inmediato.
Salimos como de costumbre pero esta vez, no nos alejamos demasiado
de la base, Salix ni siquiera sigue el ritmo habitual. Nos internamos entre
los troncos de un grupo de árboles, hay poco espacio entre ellos y llega
poca claridad pero disfruto acariciando el áspero tacto de la madera,
escuchando el sonido del bosque. Nos detenemos y Salix me pide que lo
ayude, juntos, montamos una tienda térmica en un pequeño hueco y nos
metemos dentro de nuestro escondite. Hay cierta intimidad en lo que
estamos haciendo, pero no sé por qué, con él me siento a gusto.
Salix saca una pequeña bolsita de tela de la mochila y me la tiende.
—Huélela —hago lo que me pide y aspiro con fuerza un olor floral y
dulzón—. Es Lavanda, esta isla lleva su nombre por ella aunque en esta
zona es muy rara encontrarla por el frío, en el sur es muy abundante. Ayuda
a relajarse y dormir.
—¿Puedo quedármela? —pregunto volviendo a oler la bolsita.
—La hice para ti —miro al suelo en cuanto lo dice.
—¿Cuándo? —susurro.
—Cuando descubrí que te habías quitado el bloqueador, pero vi que lo
llevabas bien y no te la di.
—Gracias.
—No tiene importancia —dice con media sonrisa—. Vamos, intenta
dormir, estaré aquí.
Me recuesto mirando a Salix con la bolsita agarrada cerca de mi cara.
Tengo sueño pero un nudo de energía vibrante en mi estómago no deja que
me relaje, intento ignorarlo y me fijo en Salix. Se sienta cerca de mí con las
piernas cruzadas, como siempre, lleva el pelo rubio recogido en alto en una
cola diminuta, creo que nunca se lo he visto de otra manera y siento
curiosidad. Salix rebusca en su mochila y saca un pequeño cuaderno, me
incorporo de inmediato cuando lo abre y veo letras escritas en él.
—¿Qué ocurre? —pregunta desconcertado.
—¿Tienes un libro? —no puedo evitar que la emoción bañe mi voz—.
¿Qué es? ¿Lo has escrito tú? ¿Sabes escribir a mano? ¿Puedo verlo? —
tampoco puedo evitar que todas las preguntas salgan atropelladas. Salix
sonríe y es la primera vez que le veo ese tipo de sonrisa, una grande y
completa que ilumina sus ojos plateados ya de por sí brillantes.
—Sí, es un libro. No, no lo he escrito yo, son historias que escribe un
amigo y a mi me gusta mucho leerlas y sí, sé escribir a mano aunque no
suelo hacerlo, él me enseñó —Salix me tiende el libro—. Ojéalo, pero no
muevas la marca por dónde voy leyendo.
En cuanto cojo el libro los recuerdos me invaden, mi padre, he visto
tantos libros con él que es inevitable no acordarme. Marcus, la Cúpula lo
asesinó por la guerra que yo después continué, cometió muchos errores en
su pasado y liberar a Falansteria era su forma de enmendarlo pero no lo
consiguió aunque sin saberlo, me dejó su lucha como legado y también el
amor por los libros. Los ojos se me empañan con su imagen difusa en mi
mente, hace mucho tiempo que dejó de ser nítida.
—Trata sobre un viajero y las aventuras que vive en diferentes tierras.
Levanto la mirada empañada hacia Salix, sin vergüenza por mostrarme
vulnerable.
—Mi padre solía conseguir algunos libros en el mercado negro, es la
única manera de tener uno en Falansteria, están prohibidos, pero nunca he
visto uno escrito a mano. Es precioso.
—Te encantaría conocer a mi amigo.
—Seguro que sí —susurro observando el libro—. ¿Puedes leer en voz
alta?
Cuando Salix asiente se lo devuelvo y en ese gesto parece que le
entrego una parte secreta de mí. Me recuesto a su lado con la bolsita bien
agarrada y él se acomoda para leer, me concentro en su voz grave y en el
movimiento de sus labios definidos al leer una palabra tras otra la historia
de un caminante, así conocíamos en Falansteria a aquellos que viajaban a
pie de un lado a otro, por supuesto, también estaba prohibido pero en el
mundo que sale de los labios de Salix no existen fronteras. Cierro los ojos
imaginando un lugar así.
Capítulo 32

Vuelvo a la base con los ojos medio cerrados, muy a mi pesar, no llegué
a escuchar demasiado de la historia y me dormí. Salix me despertó unas
horas más tarde y volvimos para la hora de la cena. Como cada día, el
equipo cena junto, Salix se sienta con nosotros y trato de no engullir mi
plato, tengo hambre y es una sensación extraña que hacía mucho tiempo
que no sentía.
Cuando la base se duerme, salgo del barracón, tengo que seguir
entrenando. Esta noche, las gemelas se encargan de instruirme con la
energía.
Ona es la que está pendiente de detener la pelea cada vez que uso mi
energía, por lo visto, la propia y la que canalizo no brillan igual aunque yo
no noto la diferencia solo con verla. Vánamo no tiene piedad, pero cuanto
más dura es la pelea mejor uso la energía aunque ya sé que eso no me vale.
Tengo que controlar la energía en un estado de calma, ante cualquier
situación y Ona se encarga de esa parte, he mejorado, pero aún me cuesta
demasiado esfuerzo.
Las gemelas dan por terminada la sesión y una a una se marchan al
barracón. Me quedo sola y espero unos minutos para irme, todo sigue
tranquilo cuando salgo pero el estómago me ruje, necesito comer algo o no
conseguiré dormir. No recuerdo la última vez que me pasó eso.
Cojeando por el último golpe que no pude esquivar de Vánamo, voy al
comedor, es tarde pero espero encontrar algo para comer. He recuperado el
hambre y asaltaré la cocina si hace falta. Cuando llego al edificio la puerta
está abierta pero no hay luz en el interior y no tiene seguridad, la abro y me
asomo, no hay nadie a la vista pero entro con cuidado, una puerta abierta en
un edificio supuestamente vacío es mala señal.
Entro sigilosa, camino entre la oscuridad y las luces artificiales que
llegan a través de las ventanas. Paso la mirada por los mostradores vacíos
cuando una silla tirada junto a la entrada de la cocina llama mi atención, me
dirijo hacia ella y agudizo el oído junto a la puerta. Espero unos latidos en
silencio cuando escucho unos golpes amortiguados. Empujo la puerta de la
cocina, con menos luz busco el origen del ruido, doy unos pasos junto a las
mesas de trabajo cuando el sonido de un cristal rompiéndose me guía hacia
una puerta hermética. Mis pasos retumban cuando voy hasta ella, pulso el
botón verde que hay a su lado sin pensarlo y la puerta se desliza bañándome
con una luz roja, la misma que ilumina la escena del interior.
Thron, el desagradable trabajador viejo, tiene al chico, Rad, inclinado
sobre una mesa. El chico tiene la cara cubierta de sangre, llora y forcejea de
espaldas al hombre con los pantalones y la ropa interior bajados. El viejo le
rodea el cuello con un cable mientras le penetra, forzándolo una y otra vez,
empujándolo contra la mesa. Thron ni siquiera se detiene al verme, parece
disfrutar con ello y gruñe empujando con más fuerza.
Mi alrededor se nubla focalizando mi visión en él. Estampo mi puño
contra su cara apartándolo de Rad. Las venas de mis brazos se iluminan al
instante cuando lo cojo por el cuello y lo lanzo hacia la cocina. Thron se
intenta levantar, no le doy respiro y le pateo la cara. Lo vuelvo a coger por
el cuello y con todas mis fuerzas lo tiro a través de las puertas de la cocina
hacia el comedor. Su cuerpo se precipita contra las mesas y las sillas. Voy
hasta él, se convierte en un objetivo a derribar y no existe nada más, no oigo
nada más que el pulso de mi sangre zumbando en mis oídos. Golpeo su cara
contra el suelo cuando intenta defenderse y lo arrastro por el pelo hasta el
exterior del edificio. Mi pie le golpea varias veces las costillas, no me
detengo cuando escupe sangre sobre la tierra. Thron se retuerce en el suelo,
lo pongo boca arriba y me siento sobre su estómago.
—¡Mírame a los ojos! —grito. Se lo exijo desgarrándome la garganta y
ese hijo de puta lo hace.
Su rostro se difumina cuando mis puños le comienzan a desfigurar la
cara pero no me detengo, ni cuando siento bajo el impacto de mis nudillos
cómo se rompen huesos, ni cuando un líquido pringoso y cálido me cubre
las manos, sigo golpeándolo hasta que alguien me aparta con violencia de
un golpe y mi cara choca contra el suelo. De repente, el sonido a mi
alrededor sube de volumen y me perturba, una alarma suena, hay gritos,
más luz. Dos guardianes me apuntan con armas desde cerca, observo la
situación cuando enfoco el rostro desencajado de Dahlia que grita órdenes.
Busca respuestas en mi mirada.
—En la cocina —balbuceo.
—¡Quiero el equipo médico dentro! ¡Ya! —vuelve a gritar.
Mi alrededor es un torbellino de gente que va de un lado a otro, miro
más allá de ella, hacia el cuerpo de Thron. La persona que lo atiende mira
hacia Dahlia y niega con la cabeza, levanto mis manos iluminadas de
energía cubiertas de sangre, Dahlia da un paso hacia mí y me pongo en pie.
De repente, soy consciente del calor que emana mi cuerpo, del dolor que lo
recorre, de la presión agónica en mi estómago. Dahlia vuelve a dar otro
paso hacia mí, yo miro el cadáver de Thron, Dahlia da otro paso, yo dibujo
la escena bajo la luz roja en mi cabeza, otro paso, los ojos de Rad, mis ojos,
sus ojos. Me giro y corro.
Las ordenes que Dahlia grita para que no me disparen se disuelven con
el viento, las luces de la base se vuelven líneas difusas que voy dejando
atrás en dirección a la oscuridad de la montaña. No pierdo velocidad cuando
llego hasta ella, cuando atravieso los árboles en dirección a su cima, un
camino que conozco bien. Quiero que me duela todo el cuerpo y
desgarrarme cada pedazo de piel, quiero que ese dolor me nuble la mente
hasta que no sienta nada. Sigo corriendo con los pulmones en llamas,
apartando mi cabeza de lo que acabo de ver, de lo que he hecho y de no
arrepentirme por ello.
Tropiezo con las ramas del suelo y caigo, levanto la cara, puedo ver el
pie de la montaña. No termino de incorporarme cuando algo se abalanza
sobre mí. Rodamos pero con un empujón alejo al bulto que me acaba de
interceptar y me pongo en pie.
—Natalie, detente —Salix apenas puede hablar, su pecho sube y baja
demasiado rápido—. Para, por favor.
Caigo de rodillas, la energía me está atravesando, me calcina poco a
poco. Me observo las manos temblorosas, la luz mezclada con la sangre,
esto me recuerda a casa.
—No te acerques —escupo cuando escucho sus pasos.
—Vas a consumirte —me advierte Salix—. Expulsa la energía, sácala.
Las piernas me tiemblan cuando me pongo de pie, apoyo la espalda en
un árbol temblorosa. Todo está bañado de una luz que me ciega, estoy
dejando de sentir dolor, mis brazos comienzan a ser muy pesados, esto ya lo
he sentido antes y sé que estoy cruzando el límite.
—¿Cuándo vas a enfrentarte a las cosas? —me pongo rígida al escuchar
la voz de Salix tan cerca. Su tono, ahora gélido, también me quema—. Solo
sabes huir, antes en Falansteria, ahora aquí. Eres una cobarde —un temblor
me sacude el cuerpo—. Abandonaste a tu familia y amigos, ni siquiera
sabes cuánto tiempo llevas aquí, quizá ya hayan muerto esperando tu ayuda.
—¡Cállate! —grito con el corazón luchando por abrirme el pecho y me
sujeto con más fuerza al árbol en el que me apoyo.
—¿Cómo se llamaban tus amigos? ¿Y tu madre o padre? ¿Alguna
pareja? —quiero que cierre la puta boca de una vez—. Fueron tontos
confiando en ti. Mírate, no sirves para nada. Has fracasado, solo eres un
monstruo —las palabras de Salix me atraviesan tanto como el calor—.
Nunca debimos de quitarte esas cadenas, tu lugar está entre la basura donde
te encontramos —pronuncia en un susurro.
Aprieto la mandíbula y levanto la mirada cargada de energía, un gruñido
ronco brota de mi garganta, sí, aquí está el monstruo.
Dirijo toda mi energía hacia él y sus palabras. Proyecto un haz de luz
que Salix esquiva y acaba derribando un árbol.
—Pelea, cobarde —me tienta.
La luz cegadora baja de nivel, al fin dibujo la cara de Salix. Voy directa
hacia él, me espera pero le doy un puñetazo que lo hace tambalearse, dejo
un rastro de mi energía en su mejilla. Salix me empuja, pero vuelvo,
esquiva uno de mis golpes con un empujón en el pecho, me lanza unos
pasos hacia atrás y con más ira vuelvo a la carga, antes de que pueda
tocarme, extiendo mi mano hacia él y mi energía lo golpea. Salix cae de
espaldas pero en seguida se levanta y sonríe.
—Solo eres un juguete en manos del sistema, en manos de cualquiera.
Con un grito extiendo mis manos y una honda de energía lanza el
cuerpo de Salix hacia los árboles. Se golpea contra un tronco y cae pero
Salix se vuelve a levantar aturdido. Me mira, ahora lo veo con claridad.
—¿Esto es lo único que puedes hacer? ¡Venga! —grita desesperado—
Natalie, ni siquiera eres capaz de tocarme. ¿Así vas a salvarlos? Morirán
por tu culpa.
Corro hacia él antes de que acabe la frase y nos enredamos en una
maraña de golpes. Salix esquiva algunos pero consigo acertar con fuerza
otros, mi energía nos envuelve y continuo luchando, solo quiero golpearlo
una y otra vez, necesito hacerlo, necesito quemarlo y calcinarlo. Necesito
que se calle de una vez por todas. Grito. Mis puños escupen las llamas que
llevo dentro y la sangre de Salix empieza a mezclarse con la del viejo
violador, pero el cabrón se vuelve a levantar y yo vuelvo a cerrar el puño,
cuando mi golpe impacta contra su cara pierdo las fuerzas. Mi energía
parpadea en mi piel.
Ambos caemos y como hice antes con Thron me siento sobre Salix
respirando con dificultad. Apoyo mis manos sobre su cuello, sus ojos
plateados me miran fijos y con decisión. No hace nada por liberarse.
—¿Es la primera vez que le quitas la vida a alguien? —su voz tiene un
tono de calidez en contraste con su mirada impenetrable, ya no grita ni daña
—. No voy a darte ninguna razón para aliviar lo que sientes, cargarás con
esa responsabilidad de por vida —le aprieto el cuello con más fuerza—, no
existe justificación —pronuncia con la voz estrangulada y le aparto la
mirada para observar mis manos cubiertas de sangre, con la piel de los
nudillos destrozada—, pero ser humanos no nos justifica para hacer lo que
queramos sin pagar un precio —aflojo mi agarre sin pensar—. Thron ha
pagado sus actos y tu pagarás los tuyos con su recuerdo.
De repente, una ola de dolor invade mi cuerpo, me duele cada hueso,
articulación y músculo. La oscuridad del bosque cae a mi alrededor como
una manta protegiéndome del frío de un invierno que nunca se ha ido. Miro
mis brazos, no hay energía. La he expulsado toda, no me quemo, el calor se
ha disipado. Exhausta, levanto la mirada hacia Salix, sus ojos plateados
relucen débilmente. Tiene la cara destrozada.
Me pongo en pie con dificultad, tambaleándome, me alejo unos pasos
dándole la espalda, observo la montaña que tengo justo delante.
Escucho cómo Salix se incorpora, cómo ahoga un quejido al hacerlo,
cómo las ramas crujen bajo sus pisadas inestables.
—No te acerques —digo al aire y caigo con las manos al suelo.
No puedo controlar la presión del estómago y vomito, expulso todo lo
que tengo dentro. Vomito una y otra vez entre convulsiones y lucho por no
caer de bruces.
—Natalie, vuelve —susurra Salix a mi espalda.
Gateo temblorosa apartándome de él y de todo lo que acabo de echar.
De rodillas, vuelvo a mirar las manos cubiertas de sangre, de Thron, mía, de
Salix. Ya estoy en el fondo, Natalie murió al llegar a Lavándula.
No lo soporto más, estoy cansada de ocultarme mis recuerdos, de lo que
viví cuando llegué, de lo que sentí porque nunca he podido apartarlo del
todo. Ese recuerdo está ahí, como una bruma que ensucia cualquier
pensamiento. Miro mis manos sobre las rodillas de nuevo y no lo soporto
más y las llevo a la cara intentando tapar las lágrimas que no puedo
controlar.
—No toques fondo, no sé si podré traerte de vuelta —el suave tacto de
Salix me recorre la espalda.
—Vete —balbuceo.
—No me voy a alejar de ti por esto, Natalie.
De repente, siento los brazos de Salix rodearme desde atrás y me aprieta
contra su pecho. Siento su cabeza sobre mi hombro y aunque me tenso, me
recuerdo que es Salix.
—¿En qué me he convertido? —sollozo—. Ya no sé quién soy, ni quién
quiero ser.
Salix me aprieta aún más fuerte cuando me agarro a sus brazos.
Capítulo 33

Cuando estuve capturada a veces cerraba los ojos y volvía a Falansteria,


no a los últimos tiempos sino al principio. Cuando trabajaba en la fábrica o
en casa junto a mi madre, escalando o corriendo en Falansteria, observando
el cielo nocturno sobre el edificio en forma de árbol donde vivía. También
volvía a los primeros días de clase con Joa, cuando salíamos a comer a la
Ciudad o cuando vino aquel día a enseñarme el estúpido aparato para el
pelo. Recuerdo cuando se echaba un mechón de su corta melena tras la
oreja cuando se ponía nerviosa e intento imaginar cómo puede estar ahora.
La última vez que la vi iba liberar a los canales que la Cúpula tenía
capturados, de los que se nutría y sé que consiguió escapar con Naho. Ella
ni siquiera conocía mi plan de buscar la Alianza, ¿se lo habrán dicho? ¿Me
estará esperando? ¿Estará bien? Ni siquiera me atrevo a pensarlo, ni pensar
en mi madre capturada, ni en Rilley.
Mis manos aflojan el agarre de los brazos de Salix, no me quedan más
lágrimas que derramar. Mi mente se ubica en el bosque, en lo que acabo de
hacer, en el acto atroz que acabo de presenciar y en lo que le he hecho a
Salix. Me separo despacio con el cuerpo entumecido por el dolor.
Salix no parpadea al mirarme, me da espacio alerta ante cualquier
reacción por mi parte.
—No es la primera vez que asesino —suelto en un balbuceo y el peso
de mis palabras hunden mis hombros—. Asesiné al que me forzó y después
a todos los demás que lo intentaron hasta que me convertí en un monstruo
al que todos temían acercarse —me tiembla la voz, escucharlo en voz alta
me hace tiritar.
—¿Cuándo? —pregunta frío.
—Cuando llegué aquí y nos capturaron.
Salix está inmóvil a mi lado, sino fuera por la sangre que salpica su cara
podría pasar por una estatua que han cincelado con la vista puesta en mí.
—Nos tiraron al agua —le digo viendo las imágenes en mi mente—, me
cogieron cuando aún luchaba por respirar en la orilla. Con los ojos tapados
y atada, estuve caminando mucho tiempo, sabía que no era la única por los
gemidos que escuchaba o los llantos que acallaban a golpes. —Las palabras
se escapan de mi boca—. No sé a dónde nos llevaron pero que cuando
llegamos, separaron a los hombres de las mujeres, nos preguntaron si
interactuábamos con nuestra energía, las que nos mantuvimos calladas
fuimos apartadas del resto. Decían que querían comprobar su ganado y me
llevaron junto a tres mujeres más a una sala llena de hombres y otras
mujeres que bebían y gritaban. Abrieron un círculo y nos apartaron a un
lado. Cogieron a una de las mujeres y tras estar jugando con ella un rato, la
violaron en grupo.
Me quedo en silencio. Intento focalizar mi atención en el dolor físico
que siento ahora y no en la presión que me estrangula.
—No hice nada —se me escapa sin querer y las palabras me arañan la
garganta—. Dejé que ocurriera, ella nos gritaba y no hice nada por
ayudarla, ni siquiera lo intenté. Agaché la cabeza como las otras cuando no
soporté más su mirada, me tapé los oídos intentando apartar sus gritos y los
de aquellos hombres cuando alguien me empujó al centro. Habían
terminado con ella y era mi turno. La mujer estaba hecha un ovillo a los
pies de aquellos hombres que la pateaban— digo temblorosa.
No hice nada, pienso. Yo, no hice nada.
—No podía moverme —susurro sin poder mirar a Salix a los ojos, al
bajar la mirada de doy cuenta que su manos forman puños iluminados—.
Mi cuerpo se bloqueó y todos aquellos hombres se volvieron borrosos, sentí
golpes, me empujaban y me tocaban cuando me di cuenta de que mi
camiseta estaba hecha girones y estaba tumbada en el suelo. Un hombre se
sentaba a horcajadas sobre mí. Sentía su peso, su fuerte olor a sudor. Se
apartó, comenzó a bajarme los pantalones y ni siquiera entonces hice nada,
el cuerpo no me respondía, la cabeza tampoco. No sentí nada —se me
rompe la voz—, no lo recuerdo. No sé cuánto duró porque el mundo se
detuvo en aquel momento, hasta que algo me despertó. La mujer a la que
habían atacado primero se tiró sobre aquel hombre, reaccionó
defendiéndome a pesar de que yo no lo había hecho. Se deshizo de ella
tirándola con un golpe, se puso en pie mientras ella se arrastraba alejándose.
Él se adelantó a ella, la agarró por el pelo y la puso en pie. Los brazos del
hombre se iluminaron, su mano emanaba energía y fue a acercarla a la piel
desnuda de ella, pero nunca lo hizo, reaccioné —termino en un susurro.
Salix me mantiene la mirada en silencio.
—Natalie… —pronuncia mi nombre acompañado de una exhalación.
—La claridad inundó aquella habitación cuando me lancé a por él —lo
interrumpo—, cuando estallé en mil pedazos mientras le desgarraba la
garganta con mis manos. Mi energía quemó a todo aquél que quiso
acercarse a mí, hasta que puse mis manos en la cabeza del último hombre
que lo intentó y proyecté toda mi energía hacia él, su cabeza estalló por los
aires. Lo último que sentí antes de desmayarme fueron los trozos de él
sobre mi cara. Desperté encadenada donde me encontrasteis, ya había
cambiado. Natalie había muerto, el monstruo acababa de nacer.
Me pegaron, me mataron de hambre, torturaron a otras mujeres delante
de mí para que volviera a estallar, le cuento, seguí luchando con todas mis
fuerzas, aún encadenada lo intentaba pero me había fundido. Había agotado
toda mi energía y me quemé con ella, digo mirándome las manos ahora
llenas de sangre.
—Mi piel es grisácea —levanto la vista—, estoy hecha de cenizas pero
no volveré a mirar hacia otro lado, de pie o en el suelo, seguiré luchando.
Solo quedó el monstruo, eso es lo que soy. Me has provocado para que
expulsara mi energía —afirmo en un susurro.
—Ibas a calcinarte —balbucea.
—Eso pasó hace mucho tiempo.
—Y cada día desde que llegaste he visto cómo te levantas de tus
cenizas, renacer es doloroso y lo estas haciendo, un día estarás de vuelta al
completo.
Asiento sin convicción, no creo que eso pase jamás.
Capítulo 34

Salix dio el aviso de nuestra ubicación. En el suelo con la espalda


apoyada sobre un árbol nos encontró Dahlia con un grupo de guardianes y
nos trasladaron a la base.
Despierto encerrada de nuevo en la enfermería, en algún momento del
traslado me durmieron. Me incorporo sobre la cama, me sorprende no estar
atada. Me observo las manos plagadas con las ya familiares líneas de
heridas curadas con energía, suspiro. No me da tiempo a bajarme de la
cama cuando la puerta se abre y Dahlia entra.
—Esta escena me parece haberla vivido ya —dice con media sonrisa.
Cierra la puerta tras de sí y se sienta a los pies de la cama de brazos
cruzados.
—¿Qué me va pasar ahora? —Dahlia es inexpresiva ante mi pregunta.
—Thron atacó a un compañero y después intentó agredirte, tú te
defendiste y murió de un golpe al caer al suelo. Huiste asustada por su
ataque.
—Eso no fue lo que pasó.
—Eso es exactamente lo que ocurrió y lo que pone en el informe. Los
guardianes que estuvieron allí lo corroboran y el informe forense también,
su cuerpo ya ha sido incinerado.
—¿Por qué haces esto?
—A nadie le importa la muerte de un ex convicto, pero a la Alianza
puede que le importe que ya uses tu energía de esa manera y de lo que eres
capaz de hacer. ¿Cuándo te quitaste el bloqueador?
—Hace un tiempo.
—Eso es muy inconcreto.
—No apunté el día —Dahlia sonríe ante mi respuesta, pero no es una
sonrisa divertida.
—No solo te protejo de la pena por matar a un hombre, la Alianza cree
que no sabes controlarla y si descubre esto, estarás en peligro y la misión a
Falansteria también.
—¿Por qué?
—Porque no podrán controlarte, porque sabrán que eres lista al
ocultarlo y eso no les conviene para sus planes.
—¿Cómo el plan de ir a por su ejército? —Dahlia me mira con sus ojos
celestes muy abiertos.
—¿Qué sabes tú de eso?
—Las paredes hablan —susurro.
—¿Sabes cómo llegué a ser Jefa de los Guardianes de Lavándula? —
niego con la cabeza esperando a que continúe hablando—. Crecí en una
familia humilde del norte, la única nivel tres de mi casa, usé mi energía
desde la cuna pero al crecer quise utilizarla para algo más y me alisté para
ser una guardiana. Siempre se me ha dado bien observar, entender las
palabras que la gente no pronuncia, tengo una habilidad natural para
conocer a la gente. El segundo año me reclutaron para un grupo especial,
tras unas pruebas y varias misiones, me convertí en una espía de Lavándula.
Viajamos por todas las islas con identidades diferentes en busca de
información, no nos inmiscuimos, no actuamos, solo recolectamos datos.
Supongo que te suena de algo ese modo de trabajar, es lo mismo que os
hemos pedido para esta misión, lo que me ha pedido la Alianza que os diga,
lo que me han dicho a mí —Dahlia recalca la última palabra—. Trabajé
como espía varios años y era muy buena pero quería llevar una vida más
tranquila, el sistema no iba a dejarme que me marchara con todo lo que
sabía, así que Bosco me ofreció ser la Jefa de los Guardianes, un puesto que
me vincula al sistema de manera pública y que pueden utilizar en mi contra
si decido hablar porque la información es algo demasiado manipulable y las
pruebas se pueden crear.
—¿Te chantajean?
—Solo se aseguran de que me tienen controlada. Me gusta mi trabajo y
estoy a gusto, al fin y al cabo, tengo lo que quería, quedarme aquí.
Lavándula es una buena isla, tenemos un sistema que respeta al ciudadano y
su entorno, sus necesidades y recursos.
—¿Pero? —la interrumpo.
—Pero nunca he dejado de ser una espía, lo llevo en la sangre y también
he escuchado a las paredes hablar. El sistema está cambiando y no comparto
el rumbo que está tomando.
—¿Cómo sé que no me estas mintiendo? ¿Qué la Alianza quiere que me
digas esto?
—Sabes que tendrás que confiar en alguien en algún momento.
—¿Qué está pasando?
—Creo que ya lo sabes, alguien de la Alianza va a Falansteria a por su
ejército de híbridos y no creo que su intención sea acogerlos, piensa atacar a
las otras islas.
—¿Quién?
—¿Un líder? Dos o todos, no he podido averiguarlo.
—A Driesa la asesinaron, ¿verdad?
—No tengo pruebas de ello, todo lo que se refleja en los papeles es una
muerte natural. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque esa noche la vi —Dahlia se sorprende—, la sorprendí saliendo
a hurtadillas del edificio donde os reuníais y me dijo lo mismo que me
acabas de decir —le cuento lo que me dijo sobre Marcus y experimentar
con la energía, que había líderes que lo apoyaban—. Harald nos descubrió y
creo que sospechó algo.
—No creo que él lo hiciera.
—Pero Driesa lo nombró como un posible sospechoso.
—Sé que él creía que era positivo experimentar con la energía pero no
hasta el extremo de Marcus —no me lo puedo creer, Harald nos descubrió y
luego Driesa apareció muerta—. Al menos, no creo que trabaje solo.
—¿Sigrid o Bosco?
—He estado investigando a Sigrid y no he encontrado nada y Bosco…
He encontrado comunicaciones con Falansteria pero estaban codificadas.
—Tenemos que terminar con los híbridos —sentencio.
—Sí y te necesito sobre el terreno para hacerlo.
—¿Por qué yo?
—Cada isla ha elegido a guardianes de su confianza. Los he
investigado, sus perfiles están clasificados por la Alianza, solo he accedido
a los que son de aquí, puedo arriesgarme con las gemelas pero tú conoces el
terreno, eres mi mejor apuesta.
—¿Y Salix? ¿Mora? Ellos también son de aquí.
—Salix es un espía —confiesa Dahlia— y Mora es de su mayor
confianza. Aún no tengo claro qué sabe y qué posición tiene al respecto.
—Y además crees que ya me conocía —le digo recordando una de las
conversaciones que tuvimos.
—Sí, te necesito dentro, Natalie. A alguien ajeno a la Alianza y que
comparta el mismo propósito de acabar con los híbridos.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Conozco la conversación que mantuviste con Bosco, ¿estas conmigo?
—¿Qué pasará con Falansteria?
—Vamos a librar una guerra allí, pero haré todo lo posible por ayudaros
—suspiro barajando mis opciones.
—Cuenta conmigo.
Enemiga o amiga, es mejor tener cerca a alguien como Dahlia.
Antes de marcharse me pide que descanse y que me olvidé de lo que ha
pasado, notificará a la Alianza que ya se me ha retirado el bloqueador, se
me acaba el tiempo para entrenar pero hará todo lo posible.
Cuando Dahlia cierra la puerta al irse lo primero que me viene a la
cabeza es la escena de Thron forzando a Rad.
Capítulo 35

Días más tarde me uno a los entrenamientos con el equipo, excepto


Salix, nadie sabe ni siquiera que estuve involucrada en el incidente con
Thron. Evito cualquier conversación sobre el tema y ante las preguntas
sobre mi ausencia me excuso en la retirada del bloqueador, a las chicas les
digo que solo he hecho un teatro para Dahlia y la Alianza, me creen.
Abandono los entrenamientos nocturnos para practicar con mi energía
con el resto por las tardes, también dejo de salir con Salix, no hemos vuelto
a hablar y solo lo veo de lejos en el comedor, ya no se sienta con nosotros y
poco a poco evito ir allí, he perdido el apetito y vuelvo a no poder dormir.
Al menos, cuando vi a Salix estaba recuperado, supongo que al igual que a
mí, curaron sus heridas con energía.
Los rumores sobre nuestra inminente partida crecen cada día pero no lo
sabemos con exactitud, según me dice Dahlia, la Alianza no nos avisará con
tiempo para que nadie pueda planear un posible sabotaje.
A pesar de mis entrenamientos diarios, con energía y sin ella, no mejoro
y me siento más cansada que nunca. Me va a estallar la cabeza pasando de
un pensamiento a otro, de lo que me espera al llegar a Falansteria pero
también de lo que he vivido aquí y de lo que he hecho. Desde que me
liberaron, bloqueé cada recuerdo de lo que viví en ese primer momento en
Lavándula, pero contárselo a Salix los liberó y ahora me atormentan.
A la hora de la cena, no acudo al comedor a pesar de la insistencia de
las chicas y de Trian. Darek y Kale se marchan juntos sin dirigirme una
palabra aunque he observado que desde el incidente, Kale no me quita el
ojo de encima, no sé si sabe algo de lo que ocurrió. Cuando consigo
deshacerme de todos voy al barracón y tras ducharme, voy hacia mi cama,
me detengo a los pies cuando veo la mochila que hay sobre ella, no necesito
abrirla para saber qué contiene o quién me la ha dejado. Es igual a la que
Salix me dejó la última vez. Esta vez no la abro, ni cojo ninguna botella, la
aparto y me tumbo boca arriba, mi estómago es un búnker.
—Deberías beber —la voz grave de Salix me sorprende.
Me incorporo de inmediato mirando mi alrededor en sombras hasta que
veo la silueta de su cuerpo sentado sobre una cama con los pies en alto.
—¿Echando una siesta? —pregunto.
—Esperándote.
—¿Qué quieres?
—Quiero que pelees conmigo, una última lección nocturna sobre
energía.
—Estoy agotada.
—Porque no estas comiendo —Salix se baja de la cama y viene hacia
mí—. He visto que ya puedes hacer barreras energéticas sin consumirte, las
chicas hicieron un buen trabajo pero necesitas aprender un par de cosas
más.
—Creo que ves muchas cosas…
—Y también las oigo —Salix no tiene ningún problema en reconocerlo
—. La Alianza ha dado la orden, mañana nos marchamos —me pongo en
pie de inmediato.
—Llegó el momento —una mezcla de alivio y nerviosismo invade mi
cuerpo.
—Sí y no vas a subir al submarino en este estado. Sígueme —dice
cogiendo la mochila.
Sigo a Salix hacia la sala donde entrenaba con las chicas. No paro de
darle vueltas a la verdadera misión de Salix, ¿irá él también a por los
híbridos? ¿Trabaja para Bosco o para alguien más? ¿Por qué me ayuda? Si
él conoce la orden de la Alianza, Dahlia ya tiene que saberla y no me ha
dicho nada, no es que tenga que hacerlo pero si vamos a trabajar juntas
habría sido una buena forma de demostrar que confía en mí.
Llegamos a la sala subterránea y lo primero que veo son varios palos de
madera y de metal en el suelo, me giro hacia Salix con los brazos cruzados.
—¿Para qué son? —pregunto haciéndome la tonta.
—Para que aprendas a conducir la energía por ellos.
—¿Por qué?
—Creo que las chicas te querían enseñar a hacerlo, tú se lo pediste.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto a la defensiva.
—Mora, ella es una muy buena amiga, la mejor —entrecierro los ojos
con un nudo en el estómago.
—Ha hablado sobre nuestros entrenamientos.
—No —responde firme—, ella no ha dicho nada, me lo ocultó hasta que
yo descubrí lo que hacíais y le pregunté. Me conoce y sabe de sobra que
cualquier noche habría aparecido aquí, así que me mantenía al tanto de tus
avances y me prohibió acercarme porque con ellas te sentías cómoda.
Suspiro agobiada, quién miente, quién dice la verdad, quién tiene otras
intenciones, no tengo ni idea de lo que está pasando.
La sensación llega antes de verlo, me muevo por instinto cogiendo al
aire la botella que Salix me acaba de lanzar a la cara, al ver su sonrisa me
entran ganas de devolvérsela.
—Aquí y ahora, Natalie, soluciona los problemas cuando vayan
apareciendo —Salix se agacha para coger un palo de madera—. Bebe.

Por más que lo intente, por más que Salix me insista no consigo que la
energía que canalizo llegue hasta el palo. Se supone que debería conectar
mejor con la madera porque es natural pero aún así, no logro nada.
Mi cabeza está en otro lado, en todo lo que ha pasado, en todas las
conversaciones que he tenido en Lavándula, las mentiras, los secretos y lo
que se desvelaba en cada una de ellas, pero ni siquiera eso consigue acallar
una sensación extraña. La distancia que siento en Salix, sí, está aquí pero
algo lo mantiene muy lejos de mí y odio que eso me fastidie.
Un par de horas más tarde acabamos el entrenamiento, antes de
despedirnos, Salix me pide que me quede con las botellas, que intente
beberlas. Cuando llego al barracón el equipo duerme, me siento sobre mi
cama e inspecciono la mochila, cinco botellas, no creo que pretenda que me
las beba todas pero sé que la falta de alimento me está afectando y se me ha
acabado el tiempo. Meto la mano en la mochila y agarro una botella, en ese
momento siento algo más en el interior, la abro más y la revuelvo, entre las
botellas encuentro algo más. Saco la cápsula de energía y la inspecciono al
contra luz de la ventana que hay junto a mi cama, se me corta la respiración.
Este tipo de cápsula ya la había visto y la última vez fue en el submarino
que me traía a Lavándula, el encapuchado me la dio.
Capítulo 36

Paso la noche despierta mirando a través de la pared invisible que tengo


a mi lado, observando el cielo nocturno cubierto de nubes rojas donde se ha
desatado una tormenta. Los rayos estallan en el cielo repetidas veces y el
ambiente se carga más que nunca de energía, el sonido de los truenos y la
lluvia continúan cuando el cielo comienza a clarear.
Desde que llegué a Lavándula evité pensar en muchas cosas, me
bloqueé porque no sabía si podía soportar recordar lo que he vivido pero el
encapuchado es alguien a quien había olvidado. Un desconocido me ayudó
en el enfrentamiento en la Cúpula, uno que me siguió hasta el submarino
que me trajo aquí, no solo me ayudó, le salvó la vida a Rilley cuando los
híbridos nos atacaron y me proporcionó cápsulas de energía cuando más lo
necesitaba. Nunca supe quién era, en mitad de la batalla, ni siquiera me lo
planteé. Quise descubrir su identidad cuando lo vi en el submarino, sería
fácil encontrarlo en un lugar del que no se podía huir, pensé, pero tampoco
pude hacer eso. La cápsula de energía que me dio el encapuchado es exacta
a la que Salix me ha dejado en la mochila. No me dijo nada acerca de ella,
lo que me lleva a pensar que pretendía que la descubriera. Salix es un espía
y gracias a Dahlia sé cómo trabajan, ella ya sospechaba de que él podía
conocerme de antes y ahora lo sé seguro. ¿Por qué un gobierno que
desconocía sabía de mi existencia? ¿Por qué me vigilaba? ¿Por qué Salix
me ayudó? No paro de darle vueltas a todas esas cuestiones, él es el
encapuchado, abandoné Falansteria con él y ahora vuelvo a su lado.
Después del desayuno, Dahlia nos cita en la sala de reuniones donde los
primeros días hablé delante del equipo, está junto al grupo de
comunicaciones para darnos la gran noticia, en unas horas embarcamos
hacia Falansteria.
—¿Estas bien? —me pregunta Mora inclinándose hacia mí.
—Sí.
La observo sabiendo que es la mejor amiga de Salix, sabiendo que lo
más posible es que se cuenten todo y me pregunto si ella conoce la misión
de su amigo en Falansteria, si ella tiene más información sobre mí de la que
pienso.
—Estamos contigo, Ocre —dice Vánamo inclinándose sobre mi otro
hombro.
—Todas —aclara Mora y parece decir más cosas de las que pronuncia.
Dahlia aclara la misión tras la noticia. Desembarcaremos de noche en
Falansteria, el submarino se quedará oculto en las profundidades con Yué,
la piloto, y su ayudante Naktam junto a dos ayudantes más. Yué se
comunicará con Luan, la jefa de comunicaciones que permanecerá en la
base junto a Dahlia. Dos guardianes permanecerán en tierra vigilando las
inmediaciones del punto de desembarque y los demás nos dividiremos en
dos grupos, el segundo nos seguirá a cierta distancia y será nuestro apoyo.
Las órdenes son claras, tenemos que informar a cada paso que demos, lo
primero será un reconocimiento del terreno, notificar sobre su estado e
intentar llegar a la Cúpula, saber qué pasó con el levantamiento y descubrir
quién tiene el liderazgo de Falansteria.
Después del almuerzo embarcamos.
Paso las últimas horas de la mañana revisando el macuto que Lavándula
nos ha proporcionado para el viaje en el barracón, Trian y Darek han tenido
la misma idea que yo. El primero está a unas pocas camas de mí, pero a
Darek ni siquiera lo siento, su cama es la más alejada y no hace ni un ruido.
El macuto es ligero, una muda que tendremos que ponernos una vez
embarquemos, camiseta sin mangas, pantalones largos ligeros en tonos
tierra y botas. Un par de mudas de ropa interior, ni siquiera quiero
plantearme en qué momento podré ducharme o si es que podré hacerlo.
También hay una cantimplora y un par de pequeñas bolsas alimenticias, por
último, saco un cinturón que contiene varias cápsulas de energía y un
cuchillo.
—¿Qué armas te han dado? —le pregunto a Trian.
—Cuchillo —dice mientras inspecciona su macuto—, un arma de fuego
de corta distancia, varios explosivos y varios amplificadores de energía.
—Mierda.
—¿Qué ocurre? —pregunta levantando la mirada hacia mí.
—Solo me han dado un cuchillo y ni siquiera he usado aquí un
amplificador.
—No te preocupes, no creo que usemos nada de esto, será suficiente
con nuestra energía si ocurre algo —Trian me tira algo que cojo al vuelo—.
Quédatelo.
Analizo la nudillera que me acaba de dar, meto mis dedos y cierro mi
mano en un puño probándola, desprende un cosquilleo agradable.
—Es de plata, pruébala.
En cuanto muevo mi mano una onda energética me recubre el puño sin
ningún tipo de esfuerzo.
—¿Por qué no tengo uno de estos? —Trian se encoge de hombros.
—Potencian la energía pero según el ambiente en el que te encuentres,
no funcionará con tanta eficacia en Falansteria, aquí nos rodea naturaleza
salvaje.
—Aún así, me será útil. Gracias.
Trian me dirige una gran sonrisa y en broma, me hace una reverencia.
Las voces de las chicas crecen mientras se acercan a la puerta del
barracón, me giro cuando escucho maldecir a Trian y me petrifico al
mirarlas. No puede ser verdad, se detienen en línea frente a mí sonrientes,
todas se han rapado al cero la cabeza.
—¿Qué habéis hecho? —balbuceo llevando la mirada de una cabeza a
otra.
—Cambio de look —anuncia Vánamo y se adelanta a las demás
posando y mostrando su cabeza de un lado y de otro.
—No sabemos qué nos vamos a encontrar —añade Ona.
—Ni cómo va a acabar esta misión —añade Era.
—Pero confiamos en ti —concluye Mora.
A pesar de mis dudas, de los secretos que puedan tener algo me dice que
puedo confiar en ellas, quizá el gesto me ha ablandado, pero si Falansteria
está en guerra, tengo que confiar en el equipo. Doy un paso hacia ellas y me
quito el turbante.
Capítulo 37

En el comedor solo estamos las chicas, Trian y yo, ni rastro de Salix,


Dahlia o algún guardián más, es nuestra última comida en Lavándula.
Comemos en silencio, me siento rara con la cabeza desnuda y tengo frío
pero las chicas lo han hecho por mí y ellas parecen cómodas.
Al unísono, todos llevamos las miradas hacia el sonido de unos pasos,
Darek entra en el comedor y me quedo alucinada, a juzgar por las
expresiones de los demás, ellos también. Darek se ha rapado la cabeza.
Miro a Vánamo y se encoge de hombros. Cuando nuestro compañero coge
algo de comida viene hacia nuestra mesa y se sienta sin decir nada. No le
apartamos la mirada cuando él la levanta hacia mí y me dedica una sonrisa
tímida, le respondo de la misma forma y comienza a comer.
—Me siento excluido —interviene Trian—, acogedme en vuestro
grupo, por favor, pero no pienso raparme la cabeza.
—Por supuesto, tienes que estar guapa para la batalla —le dice Vánamo
y las chicas le ríen la gracia.
Sé que no tenían por qué raparse, menos aún Darek, no he tenido tanta
relación con él pero que lo haya hecho crea una cierta confianza entre
nosotros.
Apuramos nuestras comidas, ha llegado el momento.

En las entrañas de aquellas instalaciones nos espera una nave que flota
sobre unas aguas oscuras. Me recuerda a aquella en la que llegué a
Lavándula, pero esta es más pequeña y nueva.
Una plataforma metálica nos invita a subir, en su inicio, esperan los tres
miembros de la Alianza que quedan, aún no hay un representante de
Nochna, Dahlia y Salix los acompaña. Los dos últimos se quedan
asombrados al ver nuestras cabezas y Salix le lanza una mirada molesta a
Mora, su amiga se limita a sonreírle con diversión.
Los primeros en entrar son Yué, la piloto y Naktam junto a dos
ayudantes, después los dos guardianes que permanecerán ocultos en tierra
cerca del punto de desembarque. Las primeras en seguirlos son Vánamo
con su hermana justo detrás, inclinan la cabeza ante Dahlia y los miembros
de la Alianza, lo mismo hacen Kale, Mora, Trian, Darek y Era. Cuando me
toca a mí, Salix me sigue de cerca. Dahlia me agarra con un apretón ambas
manos a modo de despedida, les dedico el mismo gesto con la cabeza que
mis compañeros a los tres lideres, solo Sigrid me desea éxito.
La compuerta del submarino se cierra cuando Salix entra y ya me
empieza a faltar el aire, un sonido sordo nos rodea, no puedo obviar la
sensación de opresión.
Intento relajarme, la nave es más pequeña de lo que parecía. No puedo
ocultar el temblor de mis manos, pero todos están demasiado emocionados
por el viaje como para darse cuenta. Equilibrio, Natalie, pienso. Estoy
aterrada por saber qué ha pasado y no miro a nadie ocupando mi lugar.
—Respira, Natalie —susurra Salix sentándose a mi lado.
—Estoy bien.
—Te has puesto más pálida de lo normal.
Le lanzo una mirada asesina, a Salix se le escapa una sonrisa mientras
ata sus arneses. Después de atar los míos, me coloco los comunicadores.
Diminutos dispositivos adhesivos, uno en el interior de la oreja y el otro en
la garganta. Cuando me pongo ambos, una voz robótica me confirma que se
han activado y al cabo de unos minutos la voz de Yué nos da la bienvenida
y siente no haberse despedido de nosotros en persona.
Respiro hondo y apoyo las manos sobre mis piernas tensas, Salix me da
un leve empujón con su rodilla y me tiende un pequeño inyectable cuando
lo miro.
—El viaje va a ser largo, un relajante.
—Odio estar encerrada —le confieso.
—Lo sé, te he observado.
—Odio cuando lo haces y me lo dices —Salix no puede evitar sonreír.
—Lo hago por instinto.
—Y por trabajo, ¿no? —Salix aprieta los labios en una línea tensa y le
cojo el relajante—. Gracias.
Ni siquiera me planteo si me miente o no y me lo inyecto sin perder
tiempo.

El tiempo y las sensaciones se vuelven difusas para mí durante todo el


trayecto. A veces, veo alguno de los rostros de las chicas acercarse a mí, no
entiendo muy bien si me hablan pero veo que mueven los labios. Su imagen
se deforma y parpadeo, tengo que poner toda mi fuerza para subir y bajar
los parpados y cuando lo hago, hay otro rostro delante de mí, o ninguno.
Otras veces, son esos puntos plateados los que aparecen, me gusta mirarlos,
son como observar la luna llena en noches despejadas, pero hay dos lunas.
Miro una y luego otra, dos lunas.
Está oscuro y una voz interrumpe en la tranquilidad de ese espacio.
Abro los ojos de golpe cuando reconozco el nombre de mi isla. Salix me
agarra la mano.
—Estamos llegando —dibuja con los labios.
Respiro hondo y me yergo en el asiento, tengo que estar despejada. Tras
unos minutos en los que por fin me vuelvo a situar dónde estoy y a dónde
vamos miro a Salix.
—¿He dormido todo el viaje?
—Algo así.
—¿Algo así? —pregunto.
—Has alucinado un poco —Salix sonríe al ver que abro los ojos de par
en par—. Nada graves, las chicas se han divertido un poco contigo.
Miro hacia Vánamo que sonríe de oreja a oreja.
—¿Cuánto queda? —quiero saber.
—Poco.

Cuando la voz de Yué resuena en nuestros oídos, a todos nos cambia el


gesto. Hemos llegado a los límites de Falansteria.
Salix da indicaciones. A esta profundidad estamos seguros, dice, para
llegar hasta tierra tenemos que usar las cápsulas subacuareas. Pequeños
vehículos capaces de ir bajo las aguas y sobrevolarlas.
Nos ponemos en pie a las órdenes de Salix, enganchamos a nuestra
espalda el macuto que nos dieron en Lavándula y vamos ocupando nuestros
lugares. Los dos guardianes que se quedaran ocultos en la orilla, suben a la
primera cápsula. Kale y Era ocupan otro, las gemelas el siguiente, Trian y
Derek otro y por último, Salix y yo. Cuando todos estamos preparados, Yué
lanza las cápsulas hacia la orilla.
En pocos segundos, salimos a la superficie y tras un golpe amortiguado
tomamos tierra, hemos aterrizado en una pequeña cala de rocas, justo en el
punto exacto. Salix abre la puerta y salimos, las cápsulas vuelven de forma
automática al submarino.
Observo desde mi sitio toda la extensión que se abre ante mí, respiro el
aire cálido, el cielo oscuro plagado de motas titilantes, ya estoy en casa.
2º PARTE
FALANSTERIA
Capítulo 38

Somos rápidos una vez en tierra, los dos guardianes que vigilaran las
inmediaciones corren a esconderse entre las rocas de más tamaño. Deben
permanecer escondidos e informarnos de cualquier novedad, nos
comunicaremos con ellos en vez de con Yué, si nos capturan, no debemos
descubrir la localización del submarino. Salix confirma nuestra situación y
nos movemos.
Los demás también nos escondemos entre las rocas, no sabemos si han
notado nuestra llegada, pero todo está tranquilo a nuestro alrededor. Veo
cómo los chicos observan el paisaje hasta donde les alcanza la vista y las
sombras se lo permite, no sé si esa era mi cara cuando llegue a Lavándula,
pero no dejan analizar las formas rocosas. Apoyo mi espalda en una roca,
reconozco el olor, el calor, la sensación que desprende el ambiente y se me
acelera el pulso. Tengo que encontrarlos.
Es aquí donde nos dividimos en equipos, Salix hace un gesto con la
mano, Kale, Era y yo somos el primer equipo, los demás nos seguirá
ocultos.
Nuestro primer objetivo, el único que sabemos, es llegar hasta la Cúpula
e informar cómo está el resto de la isla. Para eso, tenemos que atravesar la
Periferia.
—Cerca de este punto se encontraba la guarida de los míos —susurro,
Salix me mira intuyendo lo que quiero.
—No es seguro que vayamos, estará vigilada por si tus amigos vuelven.
Respiro hondo, por mucho que me pese es cierto, estará vigilada y los
chicos lo sabrán. No sería ese el lugar en el que ellos se esconderían. Salix
me pide que los guíe hasta la Periferia, pero se lo advierto, no sé qué
podemos encontrarnos allí y no aseguro que podamos escondernos, aún así,
seguimos.
Las rocas se elevan y subimos despacio, una vez arriba el terreno se
despeja y empiezan a aparecer algunos árboles muertos, por detrás de ellos,
la Periferia se muestra ante nosotros. Mi casa, una que recordaba de una
manera muy diferente. La sensación agradable de haber llegado se difumina
en pocos segundos, aquello no es mi casa. Todo lo que me alcanza la vista
ha sido arrasado, solo se levantan masas oscuras y sin vida, algunas aún
humeantes. No me creo lo que estoy viendo.
—Tenemos que seguir —Salix me apremia.
No digo nada y seguimos nuestro camino. Le han robado toda la vida a
la Periferia, ha sido arrasada.
Nos internamos en sus calles cautelosos y alertas, intento descubrir el
camino a mi casa, pero ya no conozco este lugar. La Periferia es ahora un
fantasma y nos encontramos a cada paso con los cuerpos secos de mis
vecinos. Todo está calcinado o sin un ápice de energía. «Equilibrio,
equilibrio, equilibrio». Seguimos andando por lo que una vez fue mi hogar,
a oscuras, en un silencio tenebroso, cuando de repente, un pequeño ruido
alerta a todo el grupo. Todos nos hemos vuelto hacia el mismo punto, un
edificio en ruinas, vemos como un cascote rueda desde la parte más alta
hasta llegar al suelo. Salix nos hace una señal para que mantengamos
silencio y separa al grupo para rodear las ruinas, él y yo iremos hacia arriba,
Kale y Era por abajo.
Subimos silenciosos intentando no hacer rodar otro cascote que pueda
desvelar nuestra ubicación, a penas puedo ver nada. El viento cálido me
ahoga, ya no lo recordaba, parece que me olvidé de todo con demasiada
facilidad. Llego hasta la cima de aquella montaña que una vez cobijó vida,
pero allí no hay nadie. Salix llega tras de mí diciéndome que todo está
despejado. No, no está todo despejado, allí hay alguien más. Le pido a Salix
que se agache conmigo, tras unos segundos en silencio escuchamos un leve
ruido y me mira, sí, hay alguien cerca. Antes de poder decir nada más nos
atacan, hemos tardado muy poco en ser descubiertos. Ya no recordaba lo
que era la lucha real y recibo más golpes de los que puedo parar, acabo
rodando por aquel amasijo de escombros. Respiro hondo, tengo que
controlar mi energía y me tengo que controlar a mí. No sé cuantos me
atacan, pero mis movimientos empiezan a salir naturales, consigo parar los
golpes y derribarlos. Salix está cerca de mí y se deshace con facilidad de
todos los que van a atacarle, está claro que no es su primera batalla. En
aquel momento, tras derribar a uno de los que me atacan, alguien me agarra
por detrás y con su mano abierta rodea mi cuello. Le grita a Salix que se
detenga o acabará conmigo, tras él aparecen más con Kale y Era
capturados. Salix levanta las manos y da un paso lejos del hombre con el
que luchaba.
Los cuatro acabamos de rodillas en el suelo con las manos atadas a la
espalda, todos mantenemos silencio. Nos rodean y llevan las caras tapadas,
pero estoy segura de que ninguno de mis amigos está allí. Ahora lo que me
importa es saber de que parte están, si es que existe alguna parte. El
segundo equipo ha tenido que ver todo, pero no los veo por ningún lado.
—¿Quiénes sois? —pregunta el que parece el líder con demasiada
tranquilidad.
Salix me susurra que no diga nada, todos debemos mantener silencio,
aunque no creo que esa sea la respuesta que estén esperando. Necesito saber
qué ha pasado y además, no nos han matado, no creo que sean de la Cúpula.
—¿Quiénes sois vosotros? —no voy a perder el tiempo.
Mi pregunta le hace soltar una ruidosa carcajada que corta de repente y
viene hasta mí, apoya su arma en mi frente, los demás se tensan, pero me
obligo a mantener la calma.
—¿Quién eres?
—Mi nombre es Natalie —lo miro sin vacilar—, ¿quién eres tú?
Su mirada hacia mí ha cambiado, antes de que me de tiempo a pensar en
algo más que decir, me golpea con su arma en la cabeza y caigo al suelo. La
oscuridad me devora.
Capítulo 39

No siento nada y no sé si he abierto los ojos, todo está demasiado negro.


Siento varias respiraciones a mi lado y los llamo en un susurro, los cuatro
estamos juntos y nos encontramos en buen estado. Nos han encerrado en
algún tipo de habitación y nos han desarmado, ya no tenemos ningún plan,
al menos el mismo con el que vinimos aquí.
Escuchamos voces cercanas y sin darnos tiempo a reaccionar, abren las
puertas. Más personas con las caras tapadas vienen a buscarnos, nos obligan
a seguirlos con las manos atadas, no sabemos dónde nos llevan, pero
conozco aquel lugar. Es una fábrica de hilado, la conozco muy bien, mi
madre trabajó en ella cuando yo era pequeña.
Andamos en línea, hacia las plantas superiores, allí están los despachos,
pero este lugar tampoco es como lo recordaba. Parece que lo que iniciamos
en la Cúpula se extendió a toda la isla. Sigo dándole vueltas, parece que no
me equivoqué al creer que se podrían esconder en este anillo, aunque por
ahora no haya rastro de mis amigos.
Llegamos a una gran sala, una mesa ocupa el centro, varias personas se
reúnen y también tienen las caras tapadas. En cuanto llegamos hasta ellos se
ponen en pie, no son demasiados, ni siquiera los que nos han traído hasta
aquí, quizá tendríamos una oportunidad si nos enfrentamos. Respiro hondo
alejando la tensión de mis hombros cuando percibo la curiosidad ante
nosotros.
—¿De dónde sois? —pregunta el que ocupa el sitio de honor en la
mesa.
—De la Periferia —respondo.
Un murmullo recorre a los presentes. Salix me mira de reojo
desaprobando quizá mi respuesta, le devuelvo la mirada, no tenemos
opciones.
—Esa ropa podría pasar por ser de Falansteria, pero estáis demasiado
limpios para ser de la Periferia, aunque lo que sé seguro que no es de esta
isla son vuestras armas —un encapuchado se acerca a él y extiende una tela
sobre la mesa con nuestras armas, cuchillos, explosivos, mi potenciador…
—Hace unos meses iniciamos un levantamiento contra la Cúpula —no
voy a desvelar de dónde venimos—. Estuve dentro, estuve hasta la muerte
de Marcus.
Todos en la sala mantienen silencio, quizá no se esperaban mis palabras.
Aquel tipo sigue observándome sin decir nada cuando de repente se acerca
a mí y muestra su cara. Todos los demás hacen lo mismo. Se acerca a mí, es
mayor que yo y no parece haberse criado en la Periferia, sus manos, a pesar
de las recientes heridas, son finas. Una marca rosada y sinuosa recorre su
mejilla. La sorpresa me recorre el cuerpo, me muestro impasible cuando sus
rasgos me son familiares, lo he visto antes pero no recuerdo dónde.
Ordena que nos desaten.
—Has sido un fantasma durante estos meses, Natalie. No podemos
acogeros aquí —continúa—, hay colaboradores de la Cúpula infiltrados por
todos los sitios, sospecho que incluso entre nosotros. Tendréis que
marcharos esta misma noche o mañana todo esto será destruido.
—¿Cómo sabes quien soy? —me sonríe como si le sonriera a una niña
que no entiende lo obvio.
—Todo el mundo sabe quién eres. Durante estos meses, la Cúpula ha
dado su versión de los hechos ocurridos aquella noche y pesa sobre ti la
pena de muerte y aquél que acabe contigo, obtendrá grandes recompensas y
no solo me refiero a materiales. Es largo de contar, pero es tu noche de
suerte, no todo el mundo está de parte de la Cúpula.
Me quieren muerta. Ya me convertí en ese personaje cuando decidí
apoyar a los chicos, en una guerrera más de una guerra que no conocía.
Ahora, es cuando me estoy dando cuando de lo que de verdad iniciamos,
ahora, entiendo que no es tan sencillo acabar con la putrefacción de un
sistema que nos hizo creer en nuestra libertad, en nuestro estado de
autosuficiencia. Lo único que tengo claro es que no he estado muerta
durante estos meses, lo he estado durante toda mi vida, he sido una
marioneta más. He sido idiota. Siempre estaremos condenados, todos
tenemos una parte podrida que, tarde o temprano, acaba consumiéndonos.
—Pero no solo te conozco de eso —sus palabras interrumpen mis
pensamientos—, hace mucho tiempo yo te abrí las puertas a unas de las
mejores fiestas que se hacían en Falansteria. Soy Ray.
Doy un paso atrás por inercia y casi tropiezo con Salix, la temperatura
cálida parece descender de repente y un escalofrío me recorre la piel
erizándola. La fiesta a la que me llevó Rilley, me presentó a Ray y ahora sé
que no es tan mayor como aparenta, cuando lo vi aparentaba nuestra edad,
¿la lucha le ha hecho esto?
—¿Qué ha pasado con el resto de personas que se levantaron contra la
Cúpula? —me sorprendo al escuchar la voz de Salix.
—No existe pena de muerte que sepamos, pero están en busca y
captura.
—¿Sabes algo de ellos? —mis palabras salen atropelladas, necesito
encontrarlos ya.
—Nadie lo sabe, están desaparecidos desde aquel día.
Uno de los presentes llega hasta él y le habla al oído, parece que ocurre
algo.
—Es hora de que os marchéis —nos urge—, no podéis estar más tiempo
aquí.
—Necesito algunas explicaciones sobre lo que ha pasado —le replico
—. ¿Sabes algo de Rilley?
—Es verdad que has estado muerta todo este tiempo —me mira con un
atisbo de pena—. Él es parte de ellos.
—Lo capturaron…
—Natalie —Ray me interrumpe y da un paso a mi cuadrando sus
hombros—, no me juzgues por mis actos, lo hacemos por nuestra seguridad
y por la vuestra.
De repente se gira y dispara a la mayoría de sus compañeros que caen
fulminados al suelo. Solo un par de ellos quedan en pie con armas
humeantes en la mano. Me congelo. Acaba de asesinar a sangre fría a sus
compañeros.
—No sé dónde has estado metida —se gira hacia mí pero no puedo
apartar la mirada de los cuerpos sobre el suelo—, a los que acabo de matar
se han convertido en estos meses en mi familia, pero sabía que no podía
confiar en ellos y no porque fueran malos, sino porque la Cúpula tiene
capturadas a sus familias. Cada día los torturan, se encargan de que se haga
público y que nos lleguen todas las imágenes. Hombres, mujeres, niños y
niñas, ancianos. Rilley se encarga de capturar a esas familias, trabaja para
ellos. —Esta vez sí lo miro, Ray no duda, me está diciendo la verdad—.
Entregarte a ti liberaría a sus familias y acabaría con el horror que pasan
todas las demás. Ellos te hubieran entregado en cuanto hubierais
abandonado la sala. La Cúpula promete parar el asedio a la población si te
encuentran, las cosas han cambiado mucho.
—No puede ser —titubeo.
—Así son las cosas ahora, Natalie. La Cúpula te busca y está haciendo
lo que sea necesario para encontrarte.
—¿Por qué tú no lo haces?
—Egoísmo e incredulidad, no creo que la Cúpula detenga esto por ti,
tenéis que marcharos ya.
—¿La Cúpula sigue en pie? —pregunta Salix.
—En funcionamiento al cien por cien, pero no creo que trabajen cómo
antes, tienen que tener otro escondite. —Mientras habla, Ray nos devuelve
nuestras armas, me pongo el puño de plata en cuanto lo cojo, a penas
resplandece. Nos guían por la fábrica entre sombras a paso ligero—. Ellos
dos irán con vosotros, son Rasiv y Mía, son de mi máxima confianza y
estaré en contacto permanente con ellos, os guiarán por Falansteria. No
sabemos dónde están tus amigos, pero la Ciudad está blindada y la Periferia
arrasada, el único anillo habitable es este. Os llevaran a través de las
fabricas hasta una mujer llamada Diana, tiene un gran número de
seguidores, pero no te fíes de ella, está de parte de quien más le convenga
en cada momento, de hecho, no confíes en nadie o acabarás muerta. A ella
va mucha gente y tiene contacto con ambas partes, quizá pueda ayudarte
con tus amigos, pero te pedirá algo a cambio.
Llegamos a la parte trasera de la fábrica, un enorme agujero se abre en
una pared que a penas se sostiene, nos invita a salir con Rasiv y Mía al
frente. Kale y Era los siguen, Salix se mantiene a mi lado.
—Gracias, Ray.
—Tenéis que iros ya —apura Ray—, seguro que nos volveremos a ver.
Antes de marcharnos, Salix le pregunta por el otro equipo, si han visto a
alguien más pero Ray le dice que no había nadie con nosotros ni en los
alrededores, si había más gente con nosotros, no han llegado a esta zona.
Salix asiente agradecido y me da un leve tirón del brazo, tenemos que
irnos.
Capítulo 40

Intento aclarar el torbellino de pensamientos que cruzan mi cabeza


mientras mis pies siguen a los demás.
La espalda de Salix me devuelve a la realidad, me acabo de chocar
contra él. Todos se han parado. Kale discute con Mía, mientras Rasiv y Era
los observan aburridos.
—¿Qué está pasando? —Salix intenta calmar a Kale.
—¿De verdad vamos a seguirlos? Este no es el plan y todos la conocen,
pena de muerte, Salix, ¿en serio? Nos has estado mintiendo —me acusa con
el índice.
—Ya se lo he dicho —Mía interviene más tranquila—, sabemos que no
pertenecéis a Falansteria, no conseguiréis volver y no somos los únicos que
os pueden asaltar, por aquí, la gente hace lo que sea por conseguir cosas
para intercambiar por comida o armas. Somos vuestra única opción.
—Las comunicaciones no funcionan —apunta Salix, ni siquiera me
había dado cuenta—, no conocemos estas tierras y estamos en medio de una
guerra.
—La Cúpula ha interceptado todas las señales, solo podemos estar
conectados con estas cosas —Mía muestra un móvil obsoleto que me
recuerda al que los chicos me dieron hace mucho tiempo—. El día del
ataque a la Cúpula, se desmanteló un almacén subterráneo que ocultaba
tecnología antigua. Estáis solos.
—Tenemos que intentar volver —Kale insiste.
—Parad ya —alzo la voz más de lo que pretendo—. Los seguiré hasta
encontrar a mis amigos, tengo que saber qué ha pasado. Mía lleva razón, no
podréis volver, conozco a la Cúpula y de lo que son capaz de hacer, estaréis
más seguros con nosotros.
—Iremos con ellos —ordena Salix—, buscamos a esa tal Diana y
después hablamos sobre nuestros siguientes pasos.
—Por mí, bien —interviene Era.
—Esto es una mierda —Kale golpea mi brazo al pasar y sigue
caminando en la dirección que llevábamos.
Nadie ha vuelto a decir nada y todos seguimos a Rasiv y Mía. El anillo
de las fábricas también ha sido muy dañado, pero según dicen, es lo que
mejor se conserva fuera de la Ciudad. Thaily tiene que tener un plan, sé que
me espera.
Me adelanto al grupo y me pongo a la altura de Rasiv y Mía. No puedo
esperar más tiempo.
—¿Qué pasó? ¿Cómo acabó el ataque? —Rasiv y Mía se lanzan
miradas.
—No sabemos qué ocurrió con tus amigos, pero la Cúpula los busca, así
que suponemos que siguen vivos.
—¿Quién tomó el control?
—Nicole y sus seguidores —me detengo. Rasiv y Mía lo hacen
también.
—Nicole se ha encargado estos meses de hacer una campaña de odio
hacia ti y tus compañeros, y lo ha conseguido —me cuenta Mía—. Todos
los ciudadanos tienen miedo y están sometidos, en la Ciudad intentan hacer
su vida con normalidad, pero es imposible. Lo que tus amigos y tú hiciste es
irrevocable y todos estamos sufriendo las consecuencias. Nicole te busca y
está haciendo todo lo posible por encontrarte o que te entreguen.
—Pero los canales, las desapariciones, los asesinatos de la Cúpula…
—Solo son rumores que han pasado a mejor vida, nadie sabe con
certeza que eso fuera cierto y quien puede usar su energía sigue
manteniendo silencio como antes.
—¡Yo lo sé! —me arde la cara—. Aquellos que lucharon conmigo lo
saben.
—Muy pocos sobrevivieron a ese ataque y están desaparecidos —Mía
enternece la mirada.
—Aquello no sirvió para nada —contesto desesperanzada.
—Existe un grupo liderado por Anton, creo que lo conoces, participó en
el ataque —mis ojos se iluminan, quizá estén con él.
—Se ocultan demasiado bien y no creo que estén con él —contesta
Rasiv adivinando mi pensamiento—. Anton promueve la idea de que la
Cúpula ya cometía estos asesinatos desde hace tiempo, perseguía y se nutría
de los canales, que por eso participasteis en el ataque, pero las reglas del
juego han cambiado, Natalie. Anton quiere alzarse con el control de
Falansteria y también está dejando muertos en el camino, o estas con ellos o
contra ellos.
—Pero me ayudáis, si todo lo que está pasando es por mi culpa,
deberíais de entregarme.
—A Nicole le mueve un gran odio por ti, pero no creemos que todo eso
sea solo por venganza, creemos que hay mucho más —contesta Rasiv.
—Por eso Ray no me entregó.
—Eso es diferente. La Cúpula torturó y asesinó a su familia en directo
ante toda Falansteria, quiere venganza y hará lo que sea necesario para
cobrársela. Ayudará a todo lo que vaya en contra de la Cúpula y tú, eres una
ficha importante.
Eso es lo que siempre he sido, una ficha manejable, pero eso se ha
acabado.
Llegamos a otra fábrica, parece destruida, pero Rasiv y Mía nos guían
por los escombros, hacen algo de ruido por los alrededores y en unos
segundos aparecen unos hombres. Rasiv habla con ellos, después de unos
minutos se acerca a mí. Diana ha aceptado vernos, pero no podremos entrar
todos, solo Rasiv y yo. Miro a Salix y no duda en acercarse a nosotros,
cuando Rasiv le cuenta la condición para ver a Diana se niega en rotundo,
no piensa mantenerse al margen. Se acerca a uno de los hombres de Diana,
son comparables en estatura y la mirada de Salix dice que va a entrar. El
hombre muestra su dentadura mellada y levanta un arma del siglo pasado.
Salix actúa rápido, lo desarma con una mano resplandeciente de energía y
estampa su puño en la mejilla del hombre que cae al suelo con violencia.
Todos nos quedamos quietos.
—Yo también voy —decide Salix.
Los hombres dudan pero al final, acaban aceptando. Salix se separa con
Kale y Era, parece darles indicaciones y después vuelven con nosotros. Mía
se une a ellos con cuatro hombres vigilándolos.
Seguimos a uno de los seguidores de Diana por las profundidades de la
fábrica. Hace unos meses en este edificio se pulían piedras, era en el único
sitio de Falansteria en el que se hacía. Una de las mayores fábricas que
existían. Bajamos por unas anchas escaleras de caracol hacia sus entrañas
con un calor insoportable, el ambiente se vuelve cada vez más cargado y el
olor a tubería no ayuda cuando nos internamos en unos pasillos.
Escuchamos el murmullo de voces, pero en ningún momento nos
encontramos o vemos a alguien más.
Cuando mi camiseta se me pega a la piel húmeda por el sudor, llegamos
a una sala donde las paredes laterales me proporcionan algo de alivio.
Grandes hélices se mueven a una velocidad constante renovando el aire. Al
fondo, un grupo de personas detienen su conversación con nuestra llegada.
Una mujer aparece entre ellos, su túnica suelta sin mangas se desliza por el
suelo al acercarse, una larga trenza le cae por el pecho, pero lo que más
llama la atención son sus ojos extrañamente claros, no son naturales, al
igual que su piel, ese brillo y esa perfección es fruto de la energía. Nos da la
bienvenida con una gran sonrisa y nos estudia con la mirada, da unos pasos
y se pone frente a mí.
—Natalie… —Diana no duda en que soy yo. Mantengo silencio.
—Necesitamos información —contesta Rasiv.
—Todos la necesitamos —le responde Diana sin quitarme la mirada de
encima.
—Queremos saber dónde se encuentran los compañeros de Natalie en el
levantamiento —interviene Salix—, los que busca la Cúpula.
—Tienes un acento un tanto extraño —Diana se dirige a él—. ¿Quién
mete las narices en nuestra isla? —pregunta Diana con una voz firme. Doy
un paso adelante.
—No te voy a hacer perder tiempo, ¿conoces el paradero de mis
compañeros?
Diana se acerca a mí sonriendo, concentro toda mi energía
preparándome para cualquier reacción pero se limita a levantar su mano y a
acariciarme la cara, me pone nerviosa la manera que tiene de mirarme la
piel. Intento empujar mi energía como tantas veces he practicado en
Lavándula y sonrío cuando sus dedos se tensan, no puede mantenerlos cerca
de mí por mucho tiempo.
—Es verdad lo que dicen de ti, tu energía es incalculable.
—Entonces, sabrás que saldremos de aquí de una forma u otra —la
amenazo—, respóndeme.
—Esa es una información que nadie conoce, algunos dicen que se
esconden en el Páramo, otros que se ocultan en la Ciudad, ¿quién sabe?
—Dicen que colaboras con ambos bandos, ¿tienes comunicación con
Anton?
—Puede ser, pero ¿no te interesa más saber dónde se encuentra tu
madre?
La energía palpita dentro de mí hasta doler. Mantengo la postura, me
mantengo fría, no puedo mostrarme débil incluso hablando sobre mi madre.
Diana abre la mano creando una proyección frente a mí. Aparece Nicole
sobre una plataforma, detrás suya se levantan unas formas curvilíneas
blancas que reconozco como la Cúpula aunque gran parte de lo que veo esta
reconstruido. Está hablando sobre el ataque, contando mentiras sobre lo que
ocurrió y entonces de su mano cae una cadena. El plano se abre, recorro con
la mirada la cadena que me lleva hasta el cuello de mi madre. Está a su
lado, sentada en el suelo como un animal. Casi no puedo reconocerla, tiene
la mirada perdida y la piel translúcida.
Los ojos me arden cuando no parpadeo, siento mi cuerpo pesado, no
puedo apartarme de la proyección cuando Diana la cierra y se aleja de mí.
—Acabas de recibir una información muy valiosa y, por consiguiente,
con un precio muy alto. Solo me quedaré contigo y con el del acento
extraño.
—No creo que eso vaya a suceder —pronuncio con la imagen de mi
madre en mi cabeza una y otra vez.
Antes de que alguien pueda reaccionar, me muevo cortando el aire y
agarro a Diana por el cuello, las venas de mi antebrazo y mano se iluminan
al instante.
—Dile a todos los tuyos que se alejen o te rompo el cuello —Diana da
indicaciones sin perder los nervios y sus hombres la obedecen, los que nos
trajeron y los que estaban con ella—. ¿Dónde están mis amigos?
—Nadie lo sabe —dice con la voz estrangulada—, si lo supiera, ya
hubiera intercambiado la información —aprieto los dientes.
—¿Dónde se esconde Anton? —pregunto y aprieto más fuerte cuando
no responde.
—Al otro lado del anillo de las fábricas, se mueven constantemente de
sitio pero aquella es su zona.
—¿Cómo te comunicas con él? —Diana no contesta— ¿Tecnología
obsoleta?
—Mensajeros —pronuncia con la voz ahogada.
—¿Y con la Cúpula?
—Igual.
—¿Cómo y dónde?
—En la Ciudad, contactamos con los Protectores.
Miro a Diana a los ojos y la suelto, se aleja unos pasos de mí
acariciándose el cuello con la marca de mis dedos.
—Te cobraré el precio de toda esa información —me amenaza.
—Te estaré esperando.
Diana sonríe en respuesta y unas compuertas se abre al fondo, sus
hombres se reúnen con las armas apuntándonos y se alejan de nosotros
atravesándolas. Se detienen y nos miran.
—¡Adelante! —grita Diana mientras las compuertas comienzan a
cerrarse.
En ese momento, los ventiladores se detienen y el silencio inunda la
sala. Giro la cabeza hacia uno de los laterales cuando me llega un eco
creciente del repiqueteo de unas uñas seguido de gruñidos. Aprieto los
puños cuando entre las sombras aparecen tres criaturas y descienden de las
grandes hélices.
—¿Qué coño son esas cosas? —escucho preguntar a Rasiv.
—¡Híbridos! —grito.
Salix y Rasiv se ponen en guardia. Me lanzo veloz, cargada de odio, a
detener a Diana, pero cuando casi alcanzo las compuertas un híbrido se
interpone en mi camino. Me acecha relamiéndose, no los recordaba tan
grandes, ni tan feos. Se apoya sobre sus puños y sus uñas se curvan en
afiladas garras, me analiza con sus pequeños ojos inyectados en energía
mientras me olfatea con su gran nariz. Su piel pálida, casi blanquecina, y
sus abultadas costillas me provocan un sabor amargo, me recuerdan a mí.
—No abuses de su energía, la quiero viva —ordena Diana que me
sonríe mientras la compuerta termina de cerrarse.
Aprieto los dientes y el híbrido salta sobre mí. Respondo por inercia y
me defiendo. Concentro toda mi energía en mi puño y le alcanzo el mentón,
se tambalea, pero no es suficiente y sin tocarme, siento un golpe en mi
costado que me lanza por los aires.
Levanto la cabeza buscándolo, pero el híbrido no se ha acercado, me
desafía con la mirada en la distancia, me está esperando. Me pongo en pie y
corro hasta él. La adrenalina recorre mi cuerpo, le doy un rodillazo y le
agarro del cuello derribándolo. Forcejeamos en el suelo cuando siento un
desgarrón en el brazo. Consigue ponerse sobre mí cuando el dolor se lleva
mi atención, esquivo sus golpes, pero no consigo deshacerme de él. Me
ahogo. Intento tomar el control, pero me es imposible y siento como poco a
poco me bloqueo. Mis movimientos se debilitan y el híbrido parece hacerse
más pesado cuando respiro su aliento fétido me al inclinarse sobre mí. Me
observa, lo observo y entonces, abre su boca de forma antinatural, una
apertura demasiado grande para la línea que la forma. Esto ya lo viví antes
en el Páramo, va a chuparme la energía.
Me retuerzo con todas mis fuerzas intentando alcanzar mi cuchillo, pero
el híbrido a comenzado a aspirar mi energía, pequeñas motas
incandescentes se desprenden de mí. Grito desgarrándome la garganta,
llamando a la energía que me rodea y el híbrido se detiene solo un
momento, aprovecho para alcanzar el cuchillo, levanto las caderas para
poder mover mi mano y la introduzco en su boca con el arma iluminada por
la energía. El híbrido lleva las garras hasta su garganta y saco el cuchillo
para volver a clavárselo en la frente una y otra vez, su sangre oscura como
la noche me salpica hasta que se desploma sobre mí y lo empujo a un lado.
Mi pecho sube y baja descontrolado cuando un gruñido atraviesa la sala,
me giro para ver a Rasiv lanzar a otro híbrido contra las hélices, rápido,
empuja su cabeza entre ellas y lo decapita.
Me flaquean las piernas cuando me pongo en pie.
—¡Tenemos que irnos de aquí ya! —grita Salix que también está
cubierto de sangre.
—No me digas —contesta Rasiv sin apartar la vista del híbrido
decapitado.
Corremos por los pasillos por los que llegamos, casi no podemos
respirar por el calor cuando las paredes retumban a nuestro alrededor y el
polvo que se desprende del techo cae sobre nosotros. El camino por el que
llegamos es demasiado largo y ya no sabemos con certeza si es el correcto.
De repente, escuchamos gritos cerca, corremos hacia allí, Rasiv cree haber
escuchado la voz de Mía. Llegamos a un pasillo sin salida, pero Salix no
pierde un segundo, de la cintura de su pantalón saca una bola y nos ordena
que nos apartemos. La lanza contra la pared, en cuanto hace contacto, una
luz recorre el muro en forma de rayos y estalla en mil pedazos. Me golpeo
la espalda contra la pared por la fuerza que despliega, pero Salix me agarra
de la mano y con Rasiv detrás, nos adentramos en la nube de polvo que el
aire arrastra hacia el exterior. En cuanto ponemos un pie fuera, nos
resbalamos por escombros, mantenemos el equilibrio con dificultad y
corremos hacia las voces.
Capítulo 41

Rasiv corre hasta Mía que yace boca abajo sobre escombros, su
compañero gira su cuerpo flácido dejando a la vista el pecho de Mía
empapado de sangre.
La voz de Ona me llega antes de poder asimilar la muerte de Mía, sus
manos presionan el cuello de Era. El resto del segundo equipo y Kale están
en formación cubriendo a las chicas, Salix tira de mí para unirnos a ellos y
nos abrimos paso entre cuerpos sin un ápice de energía. Cuando llegamos
me agacho junto a Ona, Era está peor de lo que pensaba.
—Está despejado —anuncia Kale—, tenemos que largarnos. ¡Ya!
Rasiv viene hasta nosotros dejando atrás a el cuerpo de Mía, cargamos
con Era que a penas puede mantenerse en pie, mientras Ona le envuelve el
cuello con un trozo de tela y le inyecta una cápsula de energía. Tenemos
que alejarnos cuanto antes.
Nos movemos lo más rápido que podemos entre las fábricas que aún
quedan en pie cargando con Era mientras los demás nos cubren, un amasijo
de escombros nos sirve para cobijarnos y comprobar que no nos siguen.
Salix, Kale y Vánamo van a comprobar que estamos solos mientras los
demás vigilan por si aparece alguien.
—Pierde mucha sangre —apunto lo obvio.
Ona me mira y sus ojos se encienden de energía, un leve resplandor
cubre su piel oscura y pone sus manos sobre el cuello de Era. El resplandor
se extiende hasta la piel de Era, su herida parece que empieza a mejorar
cuando disparan hacia los cascotes que nos cubren. Ona se aparta de ella
por instinto para cubrirse. Darek, Trian y Mora responden a las armas de
fuego, tras unos disparos, todo se queda en silencio.
Con cuidado, miro hacia el punto desde donde nos atacaban cuando una
bola de energía, es lanzada desde detrás de nosotros y estalla en el lugar
donde tengo la mirada puesta. Me cubro los ojos ante la brillante luz y
cubro el cuerpo de Era. Un momento después, Salix, Kale y Vánamo
aparecen.
—Ahora está despejado —confirma Salix—, tenemos que movernos.
Los volúmenes de los edificios de la Periferia son visibles desde donde
nos encontramos, miro a Salix que mira en la misma dirección y asiente
hacia mí.
Me acerco a Era para cargar de nuevo con ella pero Kale me aparta y la
coge en volandas.
—No quiero morir, tengo más fuerza para llevarla, así que mueve el
culo y guíanos.
No voy a discutir con él en este momento, pero empiezo a no soportar
su actitud. Le aparto la mirada, la noche no durará mucho y tenemos que
ocultarnos pronto.
Nos movemos deprisa para salir del anillo de las fábricas hacia los
primeros edificios de la Periferia que aunque dañados, aún se mantienen en
pie.
Le pego una patada a la primera puerta que me encuentro y me hago a
un lado para que Kale pase, pero me ignora y Salix entra en primer lugar
inspeccionando el interior, cuando confirma que está despejado, Kale lo
sigue y después lo hacemos los demás.
Es uno de los edificios más antiguos de la Periferia, a penas se levanta
cuatro plantas del suelo, el equipo se despliega para comprobar que es
seguro y nos movemos a la parte trasera. Antes del ataque, en esta parte se
encontraba el invernadero donde estaba el huerto común, ahora es un
terreno cubierto de barro y los cristales del techo. Lo atravesamos por uno
de los caminos laterales, asomo la cabeza a través de una puerta hecha
pedazos hacia lo que reconozco como un cuarto de suministros, compruebo
que está despejado y me aparto dando paso de nuevo a Kale, esta vez,
asiente en mi dirección y pasa seguido del equipo.
Con mucho cuidado, Kale deja a Era en el suelo, Darek y Ona se
acercan a ella.
—Vánamo y Kale os quiero fuera vigilando —ordena Salix—, Trian y
Mora en el exterior del edificio. Los comunicadores no funcionan, así que
tener cuidado —todos asienten y se marchan.
—Las cápsulas no le hacen efecto —dice Ona.
Salix y yo nos acercamos a ella, le toco la frente, la tiene hirviendo, no
aguantará mucho. Las heridas del cuello no tienen buena pinta.
Rasiv se ha sentando alejado de nosotros, apoya su espalda en la pared,
hunde sus dedos en el pelo cabizbajo.
—Son reales —susurra al aire, parece que empieza a procesar lo que
hemos vivido —, los monstruos son reales.
Ona y Darek lo miran y después dirigen su mirada a Salix y a mí
esperando una explicación.
—¿Cómo la salvamos? —pregunto volviendo mi atención al estado de
Era.
—Imposición de manos —contesta Ona—, los tres.
Darek y Salix unen sus manos junto a las de Ona y las ponen sobre el
cuello de Era, igual que sucedió antes, los ojos de los tres relucen en las
sombras y sus manos resplandecen.
—Mierda, no está funcionando —maldice Ona al cabo de unos
segundos.
—Su herida mejora —apunto.
—No es suficiente, se nos va, Salix.
Era empieza a convulsionarse y todos separan sus manos de ella, de
repente, su cuerpo se queda flácido. La observo y pongo mi cabeza sobre su
pecho, joder, su corazón se ha parado.
Mi instinto activa mi energía haciendo que mi piel resplandezca como la
del resto, mi cabeza se traslada a las clases de Salud en la Universidad,
nunca lo pude practicar pero estudié cómo hacerlo. No pienso, pongo mis
manos sobre su pecho y visualizo la energía en mis manos, una bola que
explota en el pecho de Era. Su cuerpo responde elevándose al recibir una
descarga de mi energía. Funciona. Vuelvo a apoyar mi cabeza sobre su
pecho, nada, vuelvo a darle otra descarga, ahora es Ona la que apoya su
cabeza.
—Otra vez —me ordena.
Hago lo que me pide y Ona comprueba su pulso, me detiene justo
cuando voy a intentarlo de nuevo y le inyecta una cápsula de energía.
—Tiene pulso, imposición, vamos.
Salix y Darek hacen lo que les pide, esta vez no se centran en la herida
casi curada de su cuello sino que extienden su energía por todo el cuerpo de
Era. Unos segundos después, Era abre los ojos despacio, desconcertada,
mira a su alrededor.
—¿Qué me he perdido? —balbucea con la voz ronca.
Caigo de culo en el suelo pasándome las manos por la cara aliviada
mientras me hormiguea la piel. He controlado la energía, lo he podido hacer
y no me ha dolido.
Capítulo 42

Ya ha amanecido, todo el equipo nos escondemos en el cuarto de


suministros después de apuntalar la puerta. Se escuchan algunos ruidos en
el exterior de vez en cuando, gente de la Periferia que viene y va, pero nadie
se ha acercado.
Rasiv sigue en la misma posición que anoche mirando a Era que
descansa dormida.
—Os brillan los ojos como a esos monstruos, ¿sois como ellos? —me
pregunta Rasiv.
El equipo entero me mira pero antes de que pueda contestar Salix se
adelanta.
—No —dice rotundo.
—¿Monstruos? —pregunta Kale esperando una explicación.
—Sí —contesto—, monstruos, la razón por la que Falansteria resulta
tan interesante para la Alianza —el ambiente se enrarece ante mis palabras,
pero todos mantienen silencio. Más de uno sabe a qué me refiero o al menos
eso creo. Suspiro y me pongo en pie—. Tenemos que ir a la Ciudad.
—¿Estás loca? —Kale me increpa— Ni siquiera hemos pasado del
segundo anillo y casi matan a Era, tenemos que volver al submarino y
esperar ordenes.
—Podemos ir hasta la Cúpula, comprobar su estado y luego volver al
submarino —interviene Darek.
—No —respondo tajante—, ya sabemos que sigue funcionando, nos lo
han dicho. Mis amigos no están aquí, el lugar más seguro para ellos es
donde la Cúpula no imagina que puedan estar y ese sitio es la Ciudad. Ellos
la conocen bien.
—¿Cuándo nos vamos?
Todos nos giramos hacia la voz ronca de Era que se incorpora despacio,
Darek y Mora la ayudan a sentarse.
—Tenemos que hablarlo —dice Salix—. Vamos a ciegas, no tenemos
ningún tipo de comunicación y desde luego ese no es el plan. Le he cogido
esto a Mía —Salix nos enseña el móvil—, tenemos que enviar a alguien a la
orilla dónde esperan los otros, estaremos en contacto con el dispositivo de
Rasiv.
—Está bien, manda a Darek y que Rasiv lo guié hasta allí, nosotros
iremos a la Ciudad. Dile que comuniquen que Nicole se ha hecho con el
control y que la Cúpula sigue en pie, que Falansteria está en plena guerra
civil y necesitamos ayuda. Nos mantendremos en contacto mediante los
dispositivos.
Salix me observa unos segundos y al final, acepta el plan. Rasiv no se
opone, no piensa acercarse a la Ciudad, llevará a Darek hasta el punto
donde desembarcamos y volverá con Ray. Le doy indicaciones, no sé el
lugar exacto pero le explico la zona lo mejor que puedo.
—Salix, no creo que esto funcione —interviene Kale.
—Si quieres puedes ser tú el que vuelva al submarino —contesta Salix
y Kale parece dolido.
—Yo me quedo —se limita a responder.
—Bien, ¿alguien más tiene que decir algo? —el grupo mantiene silencio
ante la pregunta de Salix.
Salix le dice a Darek que en cuanto llegue nos llame, Rasiv le explica
cómo funciona la antigualla y el tiempo máximo para hablar sin lanzar
ninguna señal que nos delate.
Los dos se despiden y se marchan.
—Somos muchos, deberíamos seguir divididos —digo.
—Sí —afirma Salix—. Mora te vienes con nosotros, Era, irás en el
segundo equipo, seguidnos de cerca e intervenir solo en caso extremo.
—Puedo seguir como hasta ahora —protesta Era irguiéndose, Ona le
pasa otra cápsula de energía que se inyecta.
—Estas mejor pero herida, nos queda un largo camino por delante es
mejor que vayas detrás —le contesta Salix y me quedo pensando en sus
palabras. Sin duda, nos queda un largo camino, tenemos que atravesar el
gran páramo para llegar a la Ciudad.
—Puedo hacerlo —vuelve a protestar Era.
—Es una orden.
Era aprieta la mandíbula pero no vuelve a hablar.
Les explico el camino que haremos, tenemos que llegar hasta una
estación de cubículos, si no hay ninguno tendremos que buscar otro
transporte. Si hay, tendremos que hacerlo funcionar hasta la Ciudad y como
la última vez que viajé con Thaily, detenerlo antes de llegar a nuestro
destino.
—Esa parte la haremos juntos, ¿entendido?
Todos asienten y esperamos al crepúsculo.
Mientras el equipo comprueba nuestros suministros me acerco a Era, la
última cápsula que se ha inyectado le ha devuelto el color a la cara.
—¿Seguro que estas bien?
—He consumido demasiadas cápsulas como para no estarlo, ahora
mismo tengo un subidón de energía y Ona dice que me ha sellado la herida
del cuello.
—No sé qué nos vamos a encontrar cuando lleguemos a la Ciudad,
puede ser…
—Cuento con ello, jamás sería una carga para el equipo.
—Vale —me voy a poner en pie, pero Era me detiene.
—Gracias. Esta es la primera vez que veo la muerte tan de cerca y tú me
has traído de vuelta, creo que te amo —dibujo media sonrisa en respuesta.

Cuando el cielo de Falansteria empieza a colorearse de rojos y naranjas


salimos de nuestro escondite.
Voy encabeza con Salix a mi lado.
—Veo que no te has asustado al ver a esos híbridos —de repente, Salix
parece encontrar el suelo que pisa muy interesante.
—No me asusto con facilidad —contesta frío.
—Ya lo he comprobado, cualquiera diría que estas acostumbrado a
tratarlos —sonrío fingiendo decirlo en broma.
La tensión de Salix es casi imperceptible pero el leve movimiento de
hombros que ha hecho lo ha delatado. Salix miente.
Capítulo 43

Llegamos a escondidas a la estación más cercana de cubículos del anillo


de las fábricas, hay un cubículo abierto y a oscuras que parece abandonado.
Le hago un gesto con la cabeza a Salix para que vayamos a inspeccionarlo,
el grupo se separa para cubrirnos en caso de un ataque.
Salix y yo nos acercamos despacio, lo rodeamos asegurándonos de que
no es una trampa, no pasa nada cuando nos acercamos. Compruebo el panel
de control del cubículo, ojalá Joa estuviera aquí, ella sabría qué hacer con
esto, creo que está fundido, al menos estoy segura de que han cortado la
electricidad.
—Está seco —le confirmo en un susurro a Salix.
—¿Se puede arreglar? —pregunta.
—La verdad es que no tengo ni idea, el circuito parece intacto pero no
llega la electricidad, han tenido que cortarla en todas las vías para cortar los
suministros e impedir el movimiento.
—¿Cómo vamos a llegar a la Ciudad? —me pregunta.
—No podemos cruzar el páramo de noche, nos perderíamos y de día
estaríamos expuestos, además andando nos tomaría demasiado tiempo —
Salix asiente y se me ocurre una locura—. ¿Podríamos usar nuestra energía
para moverlo? —Salix levanta una ceja y se lo piensa.
—Podría funcionar, vamos a ser una luz en toda esta oscuridad, o
vendrán a por nosotros o nos estarán esperando.
—Si hubiera funcionado, también habríamos llamado la atención.
¿Crees que una sola persona podría moverlo?
—Si no quieres acabar con ella, no. Para que sigan fuertes al llegar,
mínimo dos, la energía en Falansteria fluye de manera diferente, les
supondrá un esfuerzo. ¿En qué piensas?
—Vamos a reunirnos con los demás y lo cuento.
Nos reunimos detrás un edificio cercano a la estación, tras comprobar
que todo sigue tranquilo.
—¿Traemos explosivos? —les pregunto.
—Estoy lista —contesta Era con una sonrisa, después de todo, ella es la
especialista en explosivos.
—Escuchad, han cortado la electricidad, así que tendremos que
dividirnos. Cuatro de nosotros —les indico— irán en este cubículo, los
otros tres me acompañarán hasta la siguiente estación e iremos en otro. El
primer grupo saldrá primero y tendrá que proporcionar energía al cubículo
para que se mueva lo más rápido que puedan, tenéis que ser su electricidad
y hacer que explote lo más cerca posible de la Ciudad. Abandonarlo antes
de llegar, en el páramo, pero cerca del límite de la Ciudad. Nosotros iremos
en el segundo, esperemos que la explosión del primer cubículo nos dé
tiempo para llegar a la estación y explotarlo dentro y causar más destrozo.
Con nuestra explosión —explico—, daremos tiempo al primer grupo para
que huyan y se escondan en la Ciudad.
—Es un plan de mierda —añade Kale.
—El primer grupo nos dará el tiempo para acercarnos y nosotros se lo
daremos para que huyan. Si tienes un plan mejor, te escucho —Kale pone
mala cara pero no dice nada—. No hay otra manera de llegar a la Ciudad.
—¿Cómo nos encontraremos? No nos podemos comunicar —dice Ona.
—Nos preparamos para esto en Lavándula, visteis el trazado de
Falansteria, ¿recordáis el edificio Waste? El de desechos, es una aguja negra
sin luz pero veréis su figura, nos reuniremos allí.
Salix, Mora, Era y Ona se suben al primer cubículo, antes de que se
marchen, Salix me pide que le hagamos una señal cuando estemos
preparados en el siguiente cubículo.
Vánamo, Kale y Trian me siguen. Corremos entre las fábricas en
silencio, voy directa hacia la siguiente estación con los demás detrás,
echaba mucho de menos la sensación ardiente de mi pecho al correr en
Falansteria, a pesar de toda la situación, estar en esta misión y hacer algo,
me hace sentir más tranquila.
Me detengo de golpe al llegar a las inmediaciones de la estación.
—Mierda —maldigo.
—¿Dónde está el cubículo? —pregunta Trian.
—Justo sobre las vías, ¿no lo ves? —la ironía de Vánamo no le sienta
bien a Kale que resopla.
—Te dije que era un plan de mierda —fulmino a Kale con la mirada.
—Sé lo que dijiste.
—¿Qué es eso? —miro en la misma dirección que Vánamo.
En la parte de descarga de mercancías de la estación hay un vagón
cerrado, se enganchan a los cubículos cuando necesitan espacio adicional.
—No, eso es un vagón para transportar mercancía extra, no se mueven
independientes.
—Tiene ruedas y está sobre las vías —apunta Kale y lo miro
sorprendida.
Kale lleva razón, mi plan es una mierda y ahora acaba de llegar a la
categoría de locura espantosa.
Intento no pensar cuando abrimos las compuertas superiores, los chicos
no se lo piensan y con las manos cubiertas de energía impregnan calor a las
bisagras. Ambas puertas se desploman con un estruendo cuando el hierro se
pone al rojo vivo.
—¡Esto va a ser emocionante! —comenta Trian dando un salto al
interior.
—¡Vamos a quemar este trasto! —dice Vánamo ya dentro.
—Vamos a matarnos —concluyo.
—Por una vez, estamos de acuerdo —me dice Kale justo antes de
entrar.
Soy la última en subirme, hay bastante espacio para los cuatro y los
chicos se colocan en el extremo posterior, mirando la manera de acoplarse
para que los tres puedan sacar los brazos por arriba y proyectar.
—Dejadme un sitio —les pido, pero ninguno se mueve.
—No te ofendas —dice Kale—, pero nos gustaría llegar esta noche y a
poder ser, sin ningún desfallecido.
—Puedo hacerlo.
—Ocre… —Vánamo me implora con la mirada cuando gira la cabeza
para mirarme—. Kale lleva razón —quiero discutirle, pero en el fondo sé
que llevan razón, me limito a asentir.
—Avisadlos —ordeno.
Kale hace una pequeña bola de energía entre sus manos en alto que
parpadea varias veces y la deshace enseguida. Al momento, vemos la
misma señal en la distancia, un momento después, veo una luz que
abandona cada vez a más velocidad la estación.
—Esperad —los detengo antes de que los chicos saquen las manos por
el filo del vagón—, tenéis que ataros, la fuerza os impulsará a vosotros
hacia atrás, no al vagón.
—Bien pensado —apunta Kale ya agachándose para coger los arneses
que hay para sujetar la mercancía.
Kale me los pasa y los rodeo con todos los arneses que hay, los fijo a los
anclajes del vagón en la parte posterior. En una postura bastante incómoda,
medio agachados, los tres sacan sus brazos.
Me sujeto a un lateral del vagón con un arnés y me agarro al filo. No
vamos a llegar a la Ciudad, voy a salir volando, a penas estoy sujeta.
El primer impulso lo provoca Kale, las vías estallan detrás del vagón
cuando nos movemos y su cuerpo se tensa contra los arneses. Vánamo y
Trian empiezan a proyectar su energía, Kale grita órdenes de lo que tienen
que hacer y en poco tiempo empezamos a ganar velocidad.
El arnés me estrangula las manos cuando me sujeto con el impulso del
vagón y formamos una estela luminosa que atraviesa el Gran Páramo.
Nunca hemos tenido el factor sorpresa de nuestro lado, pero estamos
tocando el timbre de la Ciudad para que nos dejen entrar.
Entrecierro los ojos con el viento y me atrevo a mirar hacia el horizonte,
las luces de la Ciudad se acercan más rápido de lo que pensaba, no sé a
cuánto nos movemos, pero el viento me raja la piel de las manos, no quiero
pensar en cómo tienen que estar los demás. Una explosión lumínica llama
mi atención cerca de la Ciudad, el primer grupo ha llegado y espero que
estén a salvo, justo en ese momento, caigo en algo muy importante. Mierda.
No tenemos ningún tipo de frenos. En ese instante, me da la sensación de
que vamos más deprisa y que la Ciudad se acerca de manera amenazante.
—¡Estamos llegando! —grito. Vuelvo mi cabeza hacia las luces de la
estación, joder— ¡Parad!
Saco mi cuchillo y corto mi arnés, caigo y la velocidad me impulsa
hacia el fondo del vagón. Mi cabeza rebota contra el suelo, pero me arrastro
vibrando al compás del metal hasta llegar a los demás, me las apaño para
cortar varios arneses y Trian sale disparado hacia atrás, Kale y Vánamo me
miran sorprendidos, les grito para que miren a la Ciudad. Ambos bajan sus
manos en cuanto la ven pero el vagón no se detiene. Los ayudo a deshacerse
de los arneses y caemos revueltos al suelo.
—¡Tenemos que saltar! —las luces de la Ciudad ya nos empiezan a
iluminar—. ¡Ahora!
Vánamo se saca algo de su cinturón y lo pega en una de las paredes.
—¡Bomba! —grita y con habilidad salta por el filo del vagón.
Los demás, reaccionamos lo más rápido que podemos y la seguimos.
Trian me da una mano cuando alcanza el lateral del vagón para que lo siga.
—¡Vamos! ¡Vamos! —nos apremia Kale y con ayuda de Trian me
impulso fuera.
El dolor me atraviesa el hombro cuando aterrizo para después
extenderse por el resto de mis extremidades, ruedo por el suelo tragando
tierra. No puedo controlar mi cuerpo cuando suena un estallido
ensordecedor y llueven decenas de cascotes sobre mí.
Detenerme es una tortura, gimo sobre la arena sin poder moverme.
Capítulo 44

Abro los ojos de golpe al sentir un pinchazo en el cuello, el familiar


hormigueo de la energía me recorre la piel y los huesos. Siento que alguien
me coge en brazos y nos movemos, me encojo ante la punzada del
abdomen. Me fuerzo a abrir los ojos, aún sigue todo oscuro y las luces se
desenfocan una y otra vez. Mi cuerpo rebota sobre el pecho de alguien
haciendo que mi atención ahora vaya al dolor de mi hombro que aumenta
con cada sacudida, suspiro cuando se detiene y me posan sobre el suelo con
cuidado.
Parpadeo ante otro pinchazo y al fin, dibujo la cara de Kale, no me da
tiempo a gritar cuando me sujeta el hombro y con rapidez me lo coloca en
su sitio con un crujido. Siento cómo se me escapan las lagrimas cuando me
revuelvo y dejo escapar el aire. Escupo arena girándome con cuidado.
—Tranquila, estás bien —me extraño ante la voz cálida de Kale.
—Los demás… —casi no puedo vocalizar, tengo el mentón entumecido
—. ¿Dónde están?
—Estamos aquí —escucho la voz de Vánamo.
Levanto la cara y miro a mi alrededor, una sala de estar se dibuja, una
Vánamo con la ropa desgarrada y maltrecha, junto a Trian apoyado en una
pared con un estado parecido retienen a una familia en un sofá.
—Tenemos que llegar hasta los demás —me dice Kale.
—Sí —me ayuda a ponerme en pie, su mano me agarra el codo cuando
me tambaleo—. Gracias por no dejarme allí.
—Salix me hubiera cortado los huevos si lo hubiera hecho —no me da
tiempo a reaccionar a su comentario cuando se aleja de mí.
Con un estado penoso, abandonamos la casa donde los chicos se habían
colado para recuperarnos. Hemos gastado todas las cápsulas de energía que
llevábamos encima, los chicos han curados con su energía algunas de las
heridas más preocupantes, pero Falansteria no les presta demasiada energía
y están exhaustos. A pesar de las contusiones que aún nos quedan, nos
cuesta movernos con facilidad y aún sigo algo desorientada, Kale parece
conocer el camino mejor que yo, pero no me resulta extraño, la torre Waste
es bastante reconocible.
La Ciudad sigue igual que la recordaba, aunque sin su habitual vida
nocturna, está rodeada por un silencio sepulcral solo roto por el sonido de
las sirenas en la distancia, supongo que procedente del lugar de la explosión
que provocamos.
—Es aquello, ¿verdad? —pregunta Vánamo.
Alzo la vista y unas pocas calles nos separan de la torre de deshechos.
Asiento y seguimos caminando, nadie se cruza en nuestro camino y
empieza a preocuparme.
Nos resguardamos al escuchar el sonido de unos vehículos, en poco
tiempo aparecen un par y se detienen, los reconozco a la perfección. De uno
de ellos, desciende un pequeño grupo de Protectores, mi piel dolorida se
queja ante el escalofrío que me recorre al ver sus uniformes, las rectas
túnicas rojas que dejan al aire sus brazos que tantas veces he cosido en la
fabrica de mi madre, y los cascos.
El otro vehículo sigue adelante, cuando sus faros se alejan, los
Protectores empiezan a moverse por la zona.
—Tenemos que atacarlos —digo.
—El golpe te ha afectado la cabeza —esta vez, Kale no me va a seguir.
—Sus uniformes, tenemos que hacernos con ellos y con los cascos, será
más fácil movernos por aquí y escucharemos sus órdenes.
—Tú primera —dice Vánamo.
—No, Natalie —la rotundidad y que Kale pronuncie mi nombre me
sorprende, pero esos cascos nos darán información y si eso supone saber
algo de mis amigos o los rebeldes, tengo que intentarlo.
Kale maldice cuando salgo con la gemela detrás de entre las sombras y
capturamos a los protectores más cercanos sin llamar la atención, o eso
creemos. Damos unos pasos más y sus compañeros se dan cuenta de que
pasa algo, los disparos no tardan en llegar.
Un Protector se dirige a mí, pero Kale se interpone en el camino, con un
golpe de energía lo tumba. Nos cubrimos tras el vehículo con Trian a
nuestro lado.
—Odio tus planes —escupe Kale.
Alcanzamos a oír más gritos cuando los disparos cesan. Justo cuando
vamos a movernos alguien se interpone en nuestro camino.
—¿De quién ha sido la estúpida idea de atacar a un grupo de
Protectores? —pregunta Salix con mejor aspecto que nosotros.
—Pregúntale a ella —me acusa Kale poniéndose en pie.
—Larguémonos de aquí, ya hemos llamado bastante la atención.
El otro equipo está intacto y parecen más preocupados que Salix al
vernos. Al menos, no le parece mala idea hacernos con los uniformes y
trabajamos rápido desnudando a los Protectores cuando les explico cómo
desactivar los cascos para quitárselos, aún recuerdo cómo se estiraba la piel
de mi cara cuando me lo arrancaron una vez en estas mismas calles.
Nos marchamos del lugar justo en el momento en que llegan más
vehículos. Conozco las inmediaciones de la torre Waste, Joa y yo
pasábamos cerca de aquí cuando salíamos a comer los primeros días de
clase.
—¿Dónde estas Joa? —pienso.
Vislumbro un edificio que me recuerda mucho al de los chicos, uno de
esos que está en tan mal estado que no se molestaban en restaurar, su
destino es ser demolido y ahora, es ser nuestro escondite.
Era y Trian vigilan el exterior, los demás nos escondemos para cambiar
nuestras ropas por los uniformes. Mientras Ona se pone la túnica sobre su
camiseta, Vánamo se la quita, la tiene destrozada por la caída, Kale hace los
mismo. Mora ya la lleva puesta mientras inspecciona uno de los cascos.
Respiro hondo, mi camiseta no tiene buen aspecto y además está
cubierta de sangre del híbrido. Yo ni siquiera compartía los vestuarios,
siempre esperaba a que se fueran todos. Me aparto un poco con una
camiseta y una túnica, se me eriza la piel a volver a vestirme de esa manera,
no ha pasado tanto tiempo, pero sí han pasado muchas cosas. A pesar de la
energía que me han proporcionado, la velocidad con la que me cambio y los
movimientos que hago hace que apriete los dientes. Dejo escapar el aire
despacio.
Miro de reojo cuando escucho un ruido cerca de mí, Salix está
cambiándose la parte arriba, también estaba cubierto de sangre. Los
músculos de la espalda se mueven cuando levanta los brazos para ponerse
la camiseta, pero hay algo que me llama más la atención, esas cicatrices
rosadas, viejas heridas curadas con energía. Salix ha pasado mucho más de
lo que me ha contado, quizá en esas misiones en mafias de personas que me
dijo.
Me giro justo antes de que pueda pillarme, me ruborizo y carraspeo.
—Toma —escucho su voz justo detrás de mí. Me ha pillado mirándolo,
pero me giro estirándome la ropa—. Me han dicho que las habéis agotado.
Salix me tiende cápsulas, por un momento, fijo la mirada en sus manos.
No son iguales que las que me dejó en Lavándula, porque me las dejó él,
¿no?
Las cojo y me las guardo en el cinturón junto al cuchillo y el
potenciador de energía. Por lo alto, me pongo la túnica roja.
Cuando estamos listos, Kale y Mora se van a avisar a Era y Trian para
que se cambien también y les explico cómo funcionan los cascos. Frente a
ellos, engancho el soporte al cuello de la túnica y lo activo, una maraña de
luces crece desde el cuello y me oculta toda la cabeza, respiro hondo para
tranquilizarme ante el cosquilleo, en cuanto está completado escucho
algunas voces hablando sobre el ataque y las explosiones. Información,
justo lo que necesitamos ahora, la Ciudad está blindada y me temo que será
mucho peor a la luz del día. Hay que buscar otro sitio para esconderse
alejado de todo el bullicio de los Protectores.
El equipo sigue mis indicaciones y uno a uno se colocan los cascos que
tenemos.
—Podemos hablar con los cascos —digo—, están sintonizados para
comunicarse por equipos, pero no quiero arriesgarme. Reducimos nuestra
comunicación al mínimo.
Preparados, echamos un vistazo fuera del edificio antes de que nos
pongamos en marcha, está despejado. Voy en primer lugar con Salix justo
detrás pero me detengo de repente al escuchar su voz. Siento a Salix
pisándome los talones.
—Tenemos confirmación —dice Rilley—, han visto a Natalie en el
anillo de las fábricas y no está sola. Probablemente hayan llegado a la
Ciudad, la quiero esta misma noche en la Cúpula con vida, repito, quiero a
Natalie esta noche delante de mí con vida.
—Te quiere a ti, ¿no? Tú eres Natalie —escucho la voz de Era y asiento.
—Natalie ha vuelto a casa —anuncio con el estómago encogido y
salimos a las calles.
Capítulo 45

Aunque vistamos los uniformes, en ningún momento estamos seguros.


Nos movemos deprisa en dirección al otro extremo de la Ciudad, el plan
esta vez es sencillo, alejarnos y encontrar un lugar seguro donde
escondernos, descansar y reunir algunos suministros, perdimos nuestros
macutos en el último viaje.
Los guío a través de callejones silenciosos evitando cualquier
encontronazo con Protectores, nos ocultamos ante el sonido de vehículos,
pero continuamos en un extraño silencio. No hay comunicaciones a través
de los cascos y la Ciudad parece que contenga el aire en una extraña
quietud. Continuamos nuestro camino cuando una sirena empieza a sonar
por todos los rincones de la Ciudad, han colocado pequeños altavoces en las
esquinas de las calles.
—Código rojo activado. Código rojo activado —dice una voz a través
del casco.
—¿Qué es un código rojo, Natalie? —pregunta Salix.
—No tengo ni idea, pero no vamos a quedarnos aquí a descubrirlo,
vamos.
Sin ser tan precavidos, corremos alejándonos del centro de la isla, la
Ciudad me resulta inmensa ahora que necesitamos atravesarla cuanto antes.
Sin ninguna interrupción más, dejamos muy atrás la torre Waste y
cualquier indicio de Protectores, les indico que busquemos un lugar para
escondernos. La alarma se detiene y todas las comunicaciones por los
cascos se han cortado para dejar paso a un ruido blanco. Salix se desactiva
el casco cuando entramos en un barrio residencial de los llamados edificios
gota, claros bloques de menor altura en honor a la lluvia que rara vez ve
estas tierras. Los demás, copiamos a Salix y nos deshacemos de los cascos,
me paso la mano por la cara cuando mi piel queda expuesta al calor de
Falansteria.
Salix divide el equipo para que encuentre un apartamento libre, alguna
casa, lo que sea que no llame la atención y esté vacío.
—Vamos, Natalie —me pide Salix cuando los demás empiezan a
dispersarse por parejas.
Nada más entrar en el primer edificio hay algo que nos llama la
atención, la gente no sale a la calle, están desiertas, pero sí salen de sus
casas. Nos encontramos a varios grupos de vecinos hablando en los pasillos,
en cuanto ven nuestros uniformes se disuelven escondiéndose en sus casas
tras un portazo.
—¿Por qué no salen a la calle? —me pregunta Salix cuando dejamos
atrás el primer edificio.
—No lo sé, quizá la alarma sea un toque de queda.
—Puede ser.
Entramos a la siguiente gota y reina el silencio, Salix y yo nos
dividimos para comprobar planta por planta.
Cuando termino de inspeccionar la tercera, un ruido en la planta de
abajo llama mi atención, sigilosa me acerco a las escaleras y observo a
través del hueco, Salix está justo arriba así que espero atenta a cualquier
movimiento. Una sombra pasa por el trozo de suelo que veo desde arriba y
me echo hacia atrás por instinto. No estamos solos.
Temiendo a desvelar mi posición con mis pisadas, ando despacio, casi
de puntillas, quizá solo sea un vecino pero el silencio y la oscuridad solo
rota por las luces que entran de la calle no me dan ninguna seguridad. Subo
a la siguiente planta para avisar a Salix, cuando llego, no hay rastro de él.
Maldigo sin pronunciar una palabra cuando me llega otro ruido desde las
escaleras. La piel se me pone de gallina, alguien sube y no es una persona.
Me muevo rápido escondiéndome en un recoveco del pasillo, me coloco el
potenciador en una mano y agarro el cuchillo con la otra.
Respiro hondo con la espalda pegada a la pared cuando creo reconocer
el sonido que ahora se sitúa más cerca, justo en el pasillo algo repiquetea
sobre el suelo. Mierda. Vuelvo a respirar hondo intentando controlarme,
parece que mi respiración agitada resuena en las paredes al notar que se está
acercando y entonces, su sombra alargada se va dibujando en el suelo
creciendo poco a poco, a cada paso. No soy consciente de la tensión de los
músculos de mis manos ni de que tiemblan hasta que me fijo en el suelo que
empieza desprender energía, diminutas volutas brillantes comienzan a
flotar. Una fuerza invisible me empuja fuera del escondite e intento por
todos los medios anclar mis pies al suelo y a esa pared que tengo detrás. Me
encojo ante un escalofrío, también de mí se desligan pequeñas motas de
energía. Aprieto el cuchillo temblorosa. Tengo que salir, tengo que ver que
está provocando esto, tengo que luchar pero mis pies no funcionan, no
quiero descubrirme.
Un gruñido bajo resuena en el pasillo, ni de coña salgo, nunca he
escuchado a híbrido hacer ese ruido tan ronco y profundo. Todo mi cuerpo
me dice que éste no es como los demás y no quiero comprobarlo. Miro
hacia las tres puertas cerradas que tengo por delante a lo largo del pasillo,
podría tirarme contra alguna. No, no puedo salir, no puedo salir.
De repente, me llama la atención el sonido, nada. Con la cabeza
apoyada en la pared, vuelvo mis ojos hacia la derecha cuando unas garras
afiladas tan grandes como mi cabeza se sujetan en la esquina que me
escondo, me tapo la boca con la mano para ahogar un grito aplastándome
más si cabe con la pared. Su piel blanca, casi translucida deja ver la energía
que recorre sus venas, dejo de respirar cuando repiquetea junto a mí.
Sujeto con más fuerza el cuchillo cuando un ruido al otro lado del
pasillo hace que las garras desaparezcan de repente y pierda la sombra del
híbrido. Despacio, dejo escapar el aire y espero, agudizo el oído tratando de
saber dónde está pero solo obtengo silencio. Con el pecho subiendo y
bajando rápido no siento ninguna presencia y ni mi piel, ni el suelo
desprenden energía.
Me obligo a moverme, mis músculos se quejan cuando arrastro el
primer pie y me acerco a la esquina que me cubre de la extensión del
pasillo. Doy otro paso y muy despacio asomo media cara, no me da tiempo
a relajarme por ver el pasillo vacío cuando un gruñido hace que mire hacia
arriba y una masa se desploma sobre mí. Pierdo el control pataleando para
liberarme, una fuerza me lanza por el aire y acabo deslizándome por el
suelo. Me apoyo sobre las manos y levanto la cabeza. Que el mundo se
esconda si hay más híbridos como este. Duplica el tamaño del último que
vi, a diferencia de la esbeltez del cuerpo de los otros, la abultada
musculatura de este sobresale de manera anti natural. Mi mirada se aparta
de sus pequeños ojos iluminados cuando golpea el suelo con una uña
demasiado alargada que sobresale de sus garras, en ese instante su enorme
nariz inspira y las volutas de energía empiezan a ascender de nuevo. El
híbrido se incorpora sobre sus piernas y me gruñe mostrando una hilera de
dientes puntiagudos, su saliva se precipita contra el suelo y esa es mi señal
para salir corriendo.
Corro hacia las escaleras pero antes de siquiera poder bajar un escalón
siento un tirón, un halo de energía me inmoviliza, mis pies empiezan a
resbalar por el suelo en dirección al híbrido. Fuerzo mi cuerpo en dirección
hacia la escalera sin demasiado éxito cuando aparece Salix subiendo los
escalones de dos en dos, no lo piensa, me rebasa y tira una bomba de
energía hacia el pasillo. Tomo el control de mi cuerpo con un movimiento
violento, solo echo un vistazo del híbrido que crea una barrera de energía
para protegerse cuando Salix tira de mí escaleras abajo. La explosión llega
antes de poder resguardarnos pero seguimos corriendo hacia la calle.
Los gritos de los vecinos empiezan a inundar los pasillos mezclado con
las órdenes de Salix para que se escondan mientras sigue sujetando mi
mano corriendo.
Llegamos a la calle con algunos vecinos detrás aterrorizados, nos
alejamos sin mirar atrás. El resto del equipo se une a nosotros atraídos por
la explosión. Sin digerir la escena, Salix activa mi casco y mi rostro queda
cubierto, hace lo mismo con el suyo sin dejar de movernos.
—¿Dónde vamos ahora? ¡Natalie! ¿Dónde? —No puedo articular
palabra, ese híbrido no es lo que yo conocía—. ¡Vamos! ¡No podemos
seguir aquí! Mírame —la orden de Salix llega con unos ruidos cerca de
nosotros.
Salix se pone frente a mí cuando un grupo de Protectores se acerca hasta
nosotros. Nos piden identificación y el motivo por el cual estamos allí.
Salix explica con voz pausada que estamos en una misión de
reconocimiento, les dice que acaba de haber una explosión y vamos a
comprobar qué ha pasado. Uno de los Protectores le pregunta si hemos
encontrado algo o a alguien, pero Salix niega con la cabeza. Cuando parece
que se van a marchar, los Protectores empiezan a atacarnos, nos atacan con
unos lanzadores de energía que no había visto nunca. Uno de ellos me
alcanza y siento una descarga que me tira al suelo. Las gemelas y Mora se
enfrentan a ellos pero aparecen más Protectores que acaban por reducirnos a
todos. Intento asimilar lo que está pasando y reaccionar.
Nos meten en el edificio que tenemos justo al lado y nos conducen hacia
el sótano. Todos seguimos vistiendo los cascos de los uniformes de
Protectores, pero en cuanto lleguemos a donde nos lleven, me descubrirán.
Bajamos unos pisos más y uno a uno nos hacen bajar por una
alcantarilla. Estos no son Protectores, estoy más segura a cada paso que
damos, cuando nos conducen por túneles subterráneos y volvemos a subir.
Salimos a otro sótano y tras andar unos minutos, llegamos a las entrañas de
un edificio que parece estar en obras. Nos paramos en una gran galería por
la que ya se cuelan los rayos del sol apuñalando las sombras. Unas puertas
se abren en la galería y aparece un grupo de personas con las caras ocultas
con jirones de tela, no son Protectores, pero vienen muy armados. Nos
obligan a arrodillarnos frente a ellos.
El cabecilla nos ordena que nos descubramos, pero ninguno de nosotros
se mueve, tras un forcejeo desactivan nuestros cascos uno a uno. Entonces,
el cabecilla da un paso hacia delante y todos los que lo acompañan levantan
sus armas hacia nosotros, de repente, se quita la tela que cubre su rostro y
mi corazón comienza una carrera desenfrenada, tan rápido que duele.
Temblorosa me pongo en pie sin apartarle la mirada y sonrío incrédula.
—¿Paul? —balbuceo y tras escanearme con la mirada de arriba abajo,
un amago de sonrisa aparece en su cara. Una fea cicatriz baja desde su sien
hasta la boca, su pelo castaño rapado le da un aspecto muy diferente del
chico que conocí.
Paul viene hasta mí y me abraza con fuerza, verlo es encontrar aire
fresco en medio de la toxicidad de este mundo que nos ahoga.
—Natalie, ¿qué te ha pasado? —dice suspirando con la cabeza hundida
en mi cuello. Paul me envuelve en sus brazos protegiéndome, como un
hermano mayor lo haría.
Capítulo 46

Por fin he encontrado un rostro reconocible, por fin el pasado que


abandoné se hila con el presente. Una prueba de que todo lo que perturbaba
mi cabeza estos meses es verdad, para bien o para mal, es real.
Paul me separa de su cuerpo para mirarme bien, encojo los hombros
ante su gesto. Paul me acaricia la cara con lentitud.
—Todos hemos cambiado demasiado —susurra—, pensé que no te
volvería a ver.
—¿Vais a explicarnos lo que está pasando? —interrumpe Salix.
Paul lo mira y luego me mira a mí.
—Tenemos que movernos a un lugar más seguro.
Lo seguimos a él y a los que lo acompañan. Asiento en dirección a Salix
y lo demás para que entiendan que son amigos. Tanto Paul como yo
tuvimos la misma idea para pasar desapercibidos en la Ciudad con los
uniformes.
—Tenemos que ser cautos —dice Paul mientras caminamos detrás de él
—, intentamos nos salir a la superficie si no es para buscar alimento o
armas. Estábamos buscando suministros cuando escuchamos la explosión y
luego os vimos. A parte de por vuestro calzado y pantalones, salta a la vista
que no sois Protectores por como os movíais, pensábamos que había más
rebeldes.
Paul lo dice con un deje de tristeza en la voz. Aún no nos ha contado
qué ha pasado, ni cómo está la situación pero tiene los ojos hundidos y
apagados, a perdido peso, no quiero ni pensar en cómo se ha hecho la
cicatriz de la cara.
—Nos escondemos en el subsuelo —continúa Paul—, yo y un pequeño
grupo de antisistemas, las tierras artificiales de Falansteria son huecas y
existe un entramado brutal aquí abajo —explica mirando a Salix y los
demás—. Es nuestro mejor escondite, pero tenemos que estar en continuo
movimiento para no ser descubiertos.
Llegamos a la guarida de Paul y le pide a los que lo acompañan que nos
dejen a solas. No es una habitación grande pero hay un sofá, una mesa,
algunos víveres y hasta un hornillo. En un lateral se amontonan cajas, Paul
coge algunas colocándolas alrededor de la mesa y nos invita a sentarnos.
Abre un pequeño arcón y saca agua y algo para comer que coloca sobre la
mesa.
—Aquí abajo hay que mantenerse hidratado —dice colocando más
agua.
No llevamos ni unos minutos y ya tengo la piel húmeda, la camiseta se
me pega al cuerpo, el calor es asfixiante, el suelo parece emanar fuego.
—¿Qué es este calor? —se queda Trian.
—¿De dónde venís? —Paul responde con una pregunta y antes de que
sigan intervengo y hago las presentaciones, con Paul no hay mentiras, al fin
y al cabo, él sabía que me iba de Falansteria.
—Venimos de Lavándula —contesto y todos giran sus cabezas hacia mí.
Paul se sienta en una caja frente a mí, el nombre le ha sorprendido tanto
como si le dijera mi nombre. Nada.
Le cuento todo desde que puse un pie en Lavándula, no cuento ningún
detalle de lo que viví cuando estuve capturada, solo Salix lo sabe y
permanece en silencio a mi lado. Le explico a Paul que la Alianza nos ha
enviado y lo que hemos vivido hasta reencontrarnos. En un momento,
parece que Kale va a decir algo, pero Salix lo calla con una sola mirada.
Los demás escuchan atentos. Estoy ansiosa por saber qué ha pasado y
dónde están los otros. Por las palabras con las que empieza su relato, me
temo que no me va a gustar lo que voy a oír y me preparo para lo peor.
—Todo se ha descontrolado, Natalie, nosotros no podemos acabar con
esto —Paul mira la botella que sujeta entre las manos mientras habla—.
Después de abandonar la Cúpula, el infierno bajó a Falansteria. Todos los
Protectores que quedaron arrasaron la Periferia y el anillo de las fábricas, a
los dos días, Nicole tomó el control oficialmente y Lirea se convirtió en su
mano derecha ordenando el encarcelamiento de gran parte de los urbanitas,
los habitantes de toda Falansteria son obligados a colaborar con su misión
—Paul aparta la vista del agua y me mira—, capturarnos a todos nosotros y
a cualquiera que luche contra el sistema. Han estado capturando a
miembros de familias que consideran sospechosas, los amenazan y si no
colaboran como ellos quieren, son torturados —Paul bebe un trago de agua
—. Las torturas son grabadas y enviadas a las familias para que cooperen,
no les importa si saben algo o no, si no hablan es lo que se encuentran.
Me muerdo el labio por la rabia hasta sentir un sabor metálico.
—Durante semanas —continúa—, la Cúpula ha hecho montajes de
vídeos sobre el ataque, por supuesto, nosotros asaltamos, asesinamos y
destruimos su perfecta sociedad. Poco a poco, parte de los urbanitas fueron
poniéndose de su parte y los pocos levantamientos que había eran disueltos
con violencia, al final, la gente ha aceptado las reglas de la Cúpula.
Paul se para en seco, sabe lo que quiero saber y parece no atreverse a
contármelo.
—¿Dónde están los demás, Paul? —me atrevo a preguntar al fin. Paul
vuelve a beber agua.
—Thaily, Johan y yo permanecimos juntos, al principio fue todo una
locura pero nos encontramos con Anton, con él estaba Joa, Naho y el grupo
de canales que salvaron. Incluso se unieron a nosotros habitantes y algunos
Protectores que trabajaban en la Cúpula.
—¿Qué pasó? —insisto.
—Anton nos enviaba a hacer batidas para encontrar víveres y más gente
que quisiera unirse a nosotros, pero en una nos traicionaron —Paul se
acaricia la cara en un gesto automático.
—¿Quién os traicionó? —pregunto.
—Anton o eso creemos.
—¿Ese no es del que habló Diana? —pregunta Salix.
—¿Conocéis a Diana? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Poco —contesto a Paul.
—Diana no es de fiar. Anton hace creer que lidera una posible rebelión
contra Nicole, es un truco más para capturarnos, ahora trabaja bajo las
órdenes de Lirea, algo gordo le ha tenido que prometer.
—¿Por qué crees que fue Anton? —indago.
—Porque a esa batida nos mandó solo a nosotros, Thaily, Johan, Joa,
Naho, yo y un par de Protectores, fueron los primeros en morir, los demás
casi no lo contamos. Por supuesto, nunca volvimos con Anton. Nos
pasamos más de un mes huyendo de un lugar a otro, hasta que Lirea nos
descubrió en el anillo de las fábricas. Capturaron a Johan, lo torturaron casi
hasta la muerte para averiguar el paradero de todos ellos.
—¿Qué ocurrió? —me sorprende escuchar la voz de Trian preguntando.
—No dijo nada, casi no llegamos a tiempo de rescatarlo —dice Paul—.
Cuando se recuperó, decidimos que teníamos que separarnos y planificar las
comunicaciones, juntos eramos un blanco fácil. Diferentes horas, diferentes
días, diferentes lugares, toda precaución es poca para permanecer con vida.
Ninguno sabe dónde se encuentra el otro y la comunicación es a base de
toques —Paul baja la mirada a sus manos de nuevo y casi dibuja media
sonrisa—. Un toque significa que todo está bien, dos es que algo pasa, solo
en ese momento nos llamamos.
—¿Thaily está aquí contigo? —flexiono más las rodillas sobre la caja en
la que me siento, Paul levanta la mirada y esta vez amplía su sonrisa, pero
en ella no hay un ápice de felicidad. Por un momento, dejo de respirar.
—Thaily se fue con Johan —suelto el aire despacio al escucharlo—, Joa
se marchó con Naho.
—¿Te quedaste solo? —pregunto y Paul niega con un gesto de cabeza,
como un fogonazo aparece su rostro en mi cabeza—. ¿Robert? —pregunto
en un hilo de voz.
—No supimos nada de él cuando abandonamos la Cúpula, lo dimos por
muerto, pero un tiempo después, cuando revisábamos fábricas donde poder
escondernos, dimos con él, se estaba desangrando, a penas con un hilo de
vida pero el cabrón sobrevivió, luchó. No habla de lo que le pasó, solo
sabemos que podemos confiar en él. Se quedó conmigo, estará al llegar —
asiento.
—Diana me mostró unas imágenes, mi madre —me tiembla la voz y
ahora soy yo la que no puede levantar la mirada—, estaba encadenada.
—Lo sé. Nicole la vigila día y noche, sabe que es el único motivo por el
que tú te acercarías —intento mantener esa imagen lejos de mi cabeza.
Tengo que liberarla.
—Y lo haré —sentencio ante todos—. ¿Qué sabéis de Rilley?
—Creo que eso deberíamos hablarlo en privado.
En ese momento el equipo se mueve incómodo. Paul se pone en pie y
me pide que lo siga, antes de apartarnos un poco les ofrece algo más de
comida y agua. Salix me sigue con la mirada cuando me levanto, evito
mirarlo.
Sigo a Paul hasta el final de la estancia, hay una tela mal colgada y al
apartarla, muestra una pequeña habitación donde parecen haber habilitado
ropa para dormir, ni siquiera tienen camas. Deja caer la tela cuando entro,
poco a poco me llega el rumor de las voces del equipo, no distingo lo que
dicen pero empiezan a formar una conversación que se inicia con
comentarios sueltos.
Paul se sienta y me invita a hacerlo frente a él. Nuestros pies se tocan
cuando lo hago.
Tengo la sangre helada, mi energía se revuelve y siento cómo me
pincha, aún no sé toda la historia aunque Ray ya me dijo lo más importante,
Rilley trabaja para ellos.
—Pasó un mes hasta que volvimos a reencontrarnos, o dos, no sé, la
verdad es que ya no lo recuerdo con claridad —Paul hace una pausa sin
dirigirme la mirada—, en un ataque. Rilley estaba irreconocible en todos los
sentidos en los que una persona puede estarlo, está con Lirea, Natalie —
Paul me lo cuenta sin apartar la mirada de mis ojos y lo escucho sin
parpadear—. Thaily intentó acercarse, contarle nuestro plan, por qué te
habías ido, pero no le importó. Él me hizo esto —dice señalando la cicatriz
que le cubre media cara—, ha caído otra vez en el consumo de la energía y
está más fuerte que nunca, Lirea ha sabido jugar sus cartas con él.
—Lo hemos perdido —Paul asiente.
—No sé qué ha pasado para que volviera junto a Lirea. Thaily está
obsesionada por traerlo de vuelta, está destrozada.
Toda la tristeza en los ojos de Paul tiene ahora una explicación. Es como
si ellos y no sus palabras me explicaran la historia.
—¿Por qué no te quedaste con ella? —pregunto sintiendo fuego bajo mi
piel.
—Rompió conmigo —responde con tristeza, me tapo la boca ante la
noticia—. Intenté hacerle ver que Rilley ya no era el que conocimos, que
nunca llegó a superar la adicción a la energía, pero no quiere creerlo y me
alejó de ella.
—Lo siento —susurro y Paul se encoge de hombros en respuesta.
—Desde entonces, la Cúpula sabe que no estas en Falansteria, pero lo
ha usado para imponer todo su poder. Utilizan nuestra búsqueda y captura
con la población como una utopía que los puede salvar, pero solo es eso,
una utopía. Natalie —Paul me sujeta las manos entre las suyas—, esto va
más allá. Nicole no va a parar con nuestra muerte, está preparando un
ejército de híbridos bajo sus órdenes. Quiere gobernarlos a todos —la
mirada de Paul se oscurece.
—Lo sé, no conseguimos nada con lo que hicimos —afirmo.
—Sí —dice Paul—, una cárcel más grande.
Me estremezco. No existen palabras para describir lo que siento, no las
hay, solo siento un fuego abrasador y quiero arrasar todo a mi paso, la
Cúpula, Lirea, Nicole, Falansteria entera si hace falta. Mi mecanismo
interior se acaba de bloquear. Hace mucho tiempo, mi madre me dijo que
después de ir a la Ciudad nunca volvería de la misma manera, pero fue
mucho más que eso, ella llevaba razón y aquel día que atacamos la Cúpula,
aquella Natalie murió.
Como en forma de castigo, todas las miradas que compartí con Rilley se
reconstruyen en mi mente, todos los silencios con él quiebran mi equilibrio,
pero a pesar de todo, en todas esas imágenes falta algo y en el fondo sé lo
que es. Quiero salvarlo porque él luchó para dejar esa adicción atrás, lo
estaba consiguiendo y el ataque a la Cúpula lo arrastró al infierno de nuevo.
Aprieto los dientes, Lirea va a pagar lo que ha hecho.
Borro el recuerdo de Rilley y enfoco la cara derrotada de Paul. Ya no
puedo seguir arrastrando aquella vida, nos enfrentamos a alguien mucho
peor que Marcus, a mi hermana.
—¿Qué significa un código rojo? —la pregunta hace encogerse a Paul.
—Es cuando Lirea suelta a sus monstruos por la Ciudad, los híbridos ya
no son cómo recordabas, no nos podemos enfrentar a ellos.
—Acabo de ver a uno, antes de que nos encontrarais —Paul abre más
los ojos—. Escúchame —me inclino hacia él—, la Alianza no es lo que
creíamos, hay gente que colaboraba con Marcus en la creación de esos
híbridos y esta misión pretende darles luz verde para que vengan a recoger a
su ejército de monstruos. No sé si puedo confiar en ellos pero todos usan la
energía como los híbridos, tienen un control absoluto, si tenemos que
enfrentarnos a esos monstruos, tiene que ser con su ayuda.
Paul los observa a través de la tela hablar entre ellos, todos comen y
beben excepto Kale y Salix que ahora están de pie apoyados en la pared.
—Corren tiempos en los que es difícil saber en quién confiar,
trabajemos juntos con cautela.
Asiento.
Capítulo 47

Todos descansamos en la asfixiante guardia. Paul no disimula su interés


por Lavándula y pregunta sobre ella, al final, es Salix quien responde a sus
preguntas. Mientras hablan me fijo en sus manos, tiemblan, no me había
fijado hasta ahora. Salix me dijo que tenía que inyectarse energía, que
canalizando la suya no era suficiente y me pregunto cuándo ha sido la
última vez que se ha inyectado.
Me siento sobre el sofá, mi pierna empieza a coger ritmo observándolos
a todos. Paul y Salix siguen hablando de Lavándula, Kale sigue apoyado en
la pared tan absorto en sus pensamientos como yo, Ona y Mora revisan las
heridas de Era mientras ésta no deja de decir que está bien, Vánamo y Trian
comparten un trozo de lo que me parece pan. Me estoy poniendo nerviosa,
Salix ni siquiera me ha mencionado al híbrido, tampoco es que hayamos
tenido tiempo pero estoy cansada de pensar que todos ocultan algo, de
cavilar qué saben y qué no, cuál es su verdadera misión en Falansteria.
Paul se pone en pie y sus mágicas palabras llaman mi atención.
—Podéis asearos.
—¿Dónde? —pregunta Era antes de que yo pueda hacerlo.
—Os lo enseño, también tenemos algo de ropa para que so quitéis esos
uniformes.

No sé qué me esperaba pero desde luego no lo que Paul nos enseña. Una
habitación de hormigón desnudo, su techo está cubierto de tuberías, mi
amigo se acerca a la pared, levanta el brazo y gira una de las ruedas de una
cañería, un chorro de agua cae sobre el suelo, nos dice que podemos
asearnos ahí y nos advierte de que está caliente. Nos enseña unos cubos y
algunos botes de gel. Después nos lleva a otra pequeña habitación, por
llamarla de alguna manera, ni siquiera el equipo cabe entero y por el olor
que desprende, decido no entrar. Paul nos explica que era un antiguo cuarto
de generadores que han vaciado, hay una alcantarilla por donde pasan aguas
residuales que han destapado y sí, ese es el baño.
—Creo que necesito usarlo ya —dice Kale abriéndose paso.
—Tienes un grifo dentro y toallas.
—Perfecto.
Tras el recorrido, volvemos a la estancia donde nos encontrábamos,
Paul y alguno de los hombres y mujeres que se esconden allí con él nos
traen camisetas para cambiarnos y toallas.
Mientras nos turnamos para ducharnos hablo con Paul.
—Estas muy cambiada —apunta—, ¿qué te ha pasado? —me revuelvo
incómoda.
—El submarino que me llevó a Lavándula pertenecía a una banda que
traficaba con personas, estuve capturada.
—Natalie… —pronuncia Paul horrorizado.
—Estoy bien —digo fingiendo una sonrisa—, eso ya pasó.
Me pongo en pie con un sabor desagradable en la boca y le digo a Paul
que voy a ducharme, aunque Salix no haya vuelto de su turno.
Aferro contra mi pecho una toalla, una camiseta oscura y unos
pantalones que me han dado, llego hasta la puerta donde está la ducha y
pego la oreja. No se escucha el agua caer al otro lado, quizá ya haya
terminado. Doy varios toques a la puerta y escucho la voz de Salix
amortiguada, un momento después la abre. Viste una camiseta negra de
mangas cortas que creo que le queda un poco ajustada, aparto la mirada de
sus brazos, es la primera vez que lo veo con el pelo suelto, no es tan largo
como lo había imaginado pero los mechones rubios le caen húmedos y
despeinados.
—Cojo mis cosas y te lo dejo libre —sus ojos plateados se quedan fijos
en los míos unos instantes antes de girarse para volver dentro.
Lo sigo con pasos indecisos, el calor es más sofocante aún. Observo la
espalda de Salix mientras recoge la túnica y la toalla, me empieza a costar
respirar con normalidad. Sacudo la cabeza y cierro la puerta tras de mí.
Salix se gira con una ceja levantada.
—¿Cuál es tu misión en Falansteria? —sus brazos se tensan con mi
pregunta.
—Ya la sabes, tenemos que informar del estado de la isla —Salix da
unos pasos acercándose a mí—, pero hay algo más.
—¿Qué más? —trago saliva, la temperatura no hace más que aumentar.
—Confirmar la existencia del ejército de híbridos —por inercia doy un
paso atrás, Salix sigue acercándose despacio.
—Y ya lo has hecho…
—He visto un monstruo, no un ejército, aunque Paul ya te ha dicho que
existe, ¿verdad? —mi espalda choca contra la puerta y empiezo a
arrepentirme de habernos encerrado. Salix se detiene muy cerca de mí.
—¿Qué vas hacer? —pregunto encarándolo.
—Si existe un ejército de esos monstruos, no podemos permitir que
salgan de Falansteria —respiro aliviada—. Son un arma capaz de acabar
con el mundo.
—La Alianza miente —confieso.
—Hace mucho tiempo que la Alianza dejó de ser un ente confiable, hay
líderes que quieren el control total sobre sus tierras y puede que sobre las
demás —por fin se sincera.
—¿Para quién trabajas?
—Bosco es el que me ha mandado aquí, pero ya no confío en él.
—¿Por qué?
—Conocía la existencia de los híbridos de Marcus, pero la Alianza
nunca habló de ello, Bosco me ha encargado investigar. Lo quiere llevar
oculto y me hace sospechar.
—La Alianza ha formado el equipo, es posible que cada uno tenga una
misión.
—Es posible, pero a Mora y las gemelas las elegimos Dahlia y yo, no
creo que ellas tengan nada que ver, conozco muy bien a Kale y Darek, pero
Era y Trian quizá oculten algo aunque no he encontrado nada que lo
demuestre —apoyo la cabeza en la puerta agotada.
—Tenemos que acabar con ese ejército —susurro—, pero nosotros solos
no podemos.
—Tengo que hablar con Dahlia, ella nos ayudará, comparte mis
sospechas sobre Bosco.
—¿Aún no han llamado Darek? —pregunto.
—Nada.
Salix me observa en silencio, empiezo a notar mi piel pegajosa por el
calor y se acerca un poco más. Salix lleva un dedo a sus labios para que no
hable, con un movimiento rápido abre la puerta empujándome, no me da
tiempo a ver lo que pasa cuando Salix arrastra a Era al interior y cierra con
un portazo.
Era nos mira con los ojos muy abiertos por la sorpresa pero se relaja
enseguida.
—Es una estupidez que diga que no he escuchado nada, ¿no? —dice y
suspira ante nuestro silencio—. Tenemos que hablar y abrid el agua, al otro
lado se oye todo.
Cuando el sonido del agua estrellándose contra el suelo inunda la sala,
Salix y yo nos acercamos a Era.
—Habla —le ordena Salix.
—Estoy en este equipo porque Nochna tiene información sobre ese
ejército de monstruos. Tememos que alguien lo tome e inicie una guerra
mundial, las demás islas no tendrían nada que hacer.
—¿Por eso asesinaron a Driesa? —pregunta Salix y lo miro sorprendida
ante la declaración de asesinato—. ¿Descubrió algo?
—Eso me temo, ella colaboraba con Dahlia, somos de confianza pero
nunca llegó a enviar información sobre lo que descubrió.
—Yo la vi esa noche —ambos me miran a la vez—, la descubrí saliendo
a hurtadillas del edificio de reuniones, me dijo que alguien de la Alianza
había mantenido a Falansteria como un búnker para darle vía libre a Marcus
para sus experimentos con híbridos. Ese líder ha aprovechado esta misión
para venir a por el ejército.
—¿Te dijo algún nombre? —pregunta Salix.
—Me dijo que Harald apoyaba a Marcus y que había alguien más pero
cuando iba a darme otro nombre, apareció Harald y ambos se marcharon, al
día siguiente Driesa apareció muerta, no creo que sea casualidad.
—No puede ser Harald, él estaba de acuerdo con experimentar con el
uso de la energía pero no con las personas, tiene que haber una explicación
para lo de Driesa —Salix lo defiende aunque no entiendo por qué.
—Bosco tiene que ser la otra persona —apunta Era.
—Si eso es así, deja de nuestro lado a una isla con un líder desconocido
y a un conjunto de islas pequeñas para ayudarnos a terminar con los
híbridos —señalo.
—No confío en Bosco —especifica Salix—, pero sí confío en Dahlia y
tiene el suficiente poder para ayudarnos. En el Tomoe ni siquiera pienses,
son islas demasiado pequeñas, Sigrid no nos ayudará.
—Tenemos que comunicarnos con Dahlia y con Nochna para que
manden refuerzos —dice Era.
—Que manden todo lo que tengan —digo—, el ejercito al que nos
vamos a enfrentar no es nada que hayamos visto antes.
—¿Los has visto? —pregunta interesada.
—Sí, Salix provocó la última explosión para que pudiéramos escapar de
uno, no vamos a poder detener a esos monstruos solos —sentencio.
Antes de volver con los demás hablamos sobre el equipo, antes de
hablar de un plan para destruir al ejército de los híbridos tenemos que saber
en quién confiar. Salix defiende a Mora y las gemelas, pero no podemos
estar seguros de quien está de nuestra parte.
Capítulo 48

Después de hablar con Salix y Era, me dejan a solas para que me duche
y lo hago rápido para reunirme con todos los demás.
No he llegado aún a la sala donde está el equipo cuando empiezo a
escuchar alboroto, aprieto el paso y cuando entro, me encuentro a Kale
agarrando por el cuello a Trian.
—¿A quién has avisado? —le exige saber Salix a Trian al que le gotea
sangre del labio— ¿Con quién te comunicas?
—Mora a descubierto a Trian desvelando nuestra ubicación, es un
traidor —me susurra Era.
—¿Para quién trabajas? —le presiona Salix de nuevo, la mirada de
Trian se oscurece. No encuentro en él nada del chico simpático y hablador
de Lavándula.
—Hablasteis de monstruos —dice con la voz estrangulada—, solo he
venido para confirmar lo que ya sabían y entregaros. Estáis muertos —
anuncia y da un bocado con fuerza.
Salix maldice lanzándose sobre él, le abre la boca pero la cabeza de
Trian ya cuelga sin vida. Saca una pequeña cápsula aplastada entre sus
dientes, se acaba de suicidar.
—¡Tenemos que largarnos! —grita Salix soltando a Trian— ¡Ya!
Antes de que se pongan en movimiento los detengo con una voz.
—¡Que nadie se mueva! Trian era un traidor, no voy a salir con otro en
el equipo —paso la mirada por encima de todos pero me detengo en los
ojos de Kale—. Hay al menos un líder que usa esta misión para confirmar la
existencia de un ejército de híbridos, lo quieren bajo cualquier concepto y
tenemos que detenerlos, esos híbridos no pueden seguir con vida y esa es
nuestra nueva misión. ¿Qué sabéis y qué haréis?
Salix, Era y Paul se ponen a mi lado.
—Nosotras estamos bajo las órdenes de Salix, si él está contigo,
nosotras también aunque nos gustaría saber en algún momento qué está
pasando —dice Vánamo y las dos hermanas se unen a nosotros junto a
Mora.
—Conozco la existencia de ellos, comparto vuestra misión —accede
Kale.
—Si alguien más nos traiciona, yo misma lo mataré —Kale asiente en
respuesta—. Llama a todos —le digo a Paul—, tenemos que volver a
reunirnos para luchar.
Paul asiente y se pone a ello, mientras los demás recogemos todo lo que
podemos, un golpe provoca que todo el equipo y Paul nos giremos hacia la
puerta.
Robert se yergue justo en el marco de la puerta. Está más flaco y
desgarbado que nunca, tiene los ojos fríos hundidos, sus brazos se tensan
caídos a sus costados cubiertos de cicatrices, le faltan pellizcos de carne por
toda su extensión. Ese no es Robert, no es la misma persona que conocí.
¿Qué le han hecho?
Me acerco a él con pasos indecisos, le mantengo la mirada preparada
para cualquier reacción, la última vez que lo vi sostenía a Lucas, su pareja,
muerto entre sus brazos por salvarme y me echaba la culpa.
—Robert…
Arremete contra mí, levanto los brazos cuando todos se mueven hacia
nosotros para que no se acerquen, me agarra por el cuello de la camiseta
cuando siento el golpe en la cabeza al estamparme contra la pared.
—Lo siento —susurro.
—Cierra la puta boca —dice apretando los dientes.
—Mátame si quieres —digo mirándolo a los ojos encendidos de ira y
energía—, pero déjame que los mate a todos primero.
Robert respira con dificultad, su nariz se abre con cada respiración
forzada. Todos nos observan atentos.
—Te has convertido en un monstruo —afirma.
—Siempre lo fui, ¿no? —llamo a mi energía y siento su calor
recorrerme el pecho hasta la garganta, su mirada cae un segundo, sé que las
venas de mi cuello se han iluminado.
—Sí —sisea entre dientes. Robert abre los ojos más de lo normal, no sé
qué le hicieron pero está muy jodido—. Te concedo tu último deseo,
mátalos, pero Anton es mío y después, lo serás tú.
Robert me suelta golpeándome contra la pared. Paul se adelanta con los
labios apretados, asiento en su dirección. Estoy bien.
Me encuentro con los ojos de Salix, tiene los brazos iluminados y las
manos formando puños temblorosos, los afloja cuando libero un suspiro y
se pone junto a mí, interponiéndose entre el lugar donde está Robert y yo,
Mora lo sigue y se detiene justo detrás.
Paul carraspea para romper la tensión del ambiente.
—Nos han descubierto, Robert —le dice—, tenemos que irnos ya.
Capítulo 49

Paul nos guía por pasillos de hormigón desnudo cuando llegamos a una
intersección, los hombres y mujeres que lo acompañan aquí abajo se
despiden de él y de Robert, y se marchan corriendo en otra dirección. Paul
nos explica que ellos buscaran otro sitio donde refugiarse, tienen miedo de
subir la superficie.
—Los demás me han contestado —dice Paul mientras seguimos
andando—. Nos encontraremos con ellos en el anillo de las fábricas,
intentaremos acercarnos todo lo posible bajo el suelo.
Todo está en un silencio sepulcral y así debe de ser, el mínimo ruido
puede descubrirnos, Robert me sigue de cerca pero Salix no se mueve de mi
lado, los demás aún no han abierto la boca. Antes de subir un nivel, Paul se
detiene.
—En cuanto subamos, estaremos bajo las calles de la Ciudad, justo en
el límite con el páramo. Tenemos que ser rápidos, gasean este nivel cada
pocos minutos. Seguidme en todo momento, no dudéis, no os detengáis y
saldremos todos.
El rostro de Paul es serio, ha hecho esto más veces y no es un juego.
Cuando lo conocí me parecía un niño jugando a juegos de mayores, ahora
que lo observo, parece que ha envejecido por instantes.
Paul se acerca a mí y me agarra de la mano.
—Tú vendrás junto a mí.
—Espero que no sea una trampa —le dice Salix a Paul, casi se
interpone entre nosotros.
—Si hacéis lo que os he dicho, todos saldremos de aquí.
Por un momento Salix le mantiene la mirada a Paul, desafiante, pero
acaba asintiendo.
Corremos por unos pasillos amplios, algunas luces de la Ciudad se
cuelan por las alcantarillas que cubren el techo. El suelo está lleno de grava
y pequeños animalillos que se interponen en nuestras pisadas. Paul tira de
mí, tenemos que ir más rápido. A nuestro alrededor se empiezan a escuchar
ruidos, mecanismos poniéndose en acción. Las paredes cambian de forma y
aparecen grandes rejillas, las observo a medida que avanzamos.
—¡No os paréis! —grita Paul— ¡Ya queda poco!
Mientras corremos, de aquellas rejillas empieza a salir un humo blanco
muy pesado, tan pesado que parece no flotar. Como nubes cargadas de
lluvia que se arrastran por el suelo, se mueven muy lentas mientras
avanzamos. Aceleramos el paso y empiezo a toser.
—¡Este gas aún no os matará, pero será muy molesto! —grita Paul.
Me arde la garganta. Mora y Kale también empiezan a toser justo detrás
mía, tenemos que ser más rápidos.
Llegamos a unas escaleras de hierro pegadas a la pared, primero sube
Robert. No consigue abrir la compuerta, cuando Paul se dispone a subir,
Salix lo detiene y le hace un gesto a Kale para que suba a ayudar. Kale y
Robert empujan con todas sus fuerzas hasta que consiguen apartar la masa
de hierro que nos separa del exterior, salen. Las gemelas suben seguidas de
Era, Paul la apremia, aquel espeso humo empieza a llegarnos a los pies.
—Vamos, sois los siguientes —nos dice Salix.
Paul no espera más tiempo y comienza a subir, lo sigo y cuando solo he
subido un par de peldaños, escuchamos una voz que pide ayuda. Vemos una
silueta en la lejanía tambaleándose mientras se acerca a nosotros. Salix la
observa, no necesita mucho tiempo para reconocerla, aún no he terminado
de procesarlo cuando se aleja corriendo de las escaleras.
—¡Salix! —lo llama Paul— En el momento en que los gases de ambas
paredes se fusionen empezará a quemar todo lo que toque. Date prisa.
Salix asiente y corre hasta la silueta que cae desplomada. Mierda, es
Mora. La coge en brazos, pero no va a llegar a tiempo, ambos gases se están
fusionando poco a poco. Puedo ver desde las escaleras cómo de esa fusión
se crea un gas morado que va disolviendo el traje de Salix.
—Tenemos que ayudarlo.
—Natalie, no tenemos tiempo.
—No, no lo tenemos, Paul.
Me deslizo por las escaleras y corro hasta Salix, lo ayudo a cargar con
Mora. Mis pantalones empiezan a desintegrarse, no puedo evitar soltar un
grito. De repente, Paul llega hasta nosotros y coge el cuerpo de Mora,
ayudo a Salix a llegar hasta la escalera, el gas comienza a subir. Kale ayuda
a Paul a subir a Mora, mientras Salix y yo los seguimos de cerca. Ambos
nos desplomamos en el suelo árido de Falansteria.
Kale y Robert vienen hasta mí para comprobar mi estado, me dicen que
hay un grupo de Protectores cerca, nos han tenido que escuchar, pero no
puedo aguantar más el dolor y grito. Siento como la piel de mis piernas
sigue desgarrándose aún lejos de ese gas. Paul se arranca un trozo de tela de
la camiseta y me lo mete en la boca para amortiguar mi voz.
—Aguanta, Natalie.
Muerdo la tela con todas mis fuerzas. Me cuesta respirar y me va a
estallar el corazón, quiero desmayarme, no lo puedo soportar más tiempo.
Sigo apretando el trapo con mis dientes lo más fuerte que puedo intentando
no emitir ningún sonido. Ona se cierne sobre mí.
—Te lo voy a aliviar, pero no podré curártelo —me susurra—. Te va a
doler.
Asiento y a mi señal, Ona agarra mis dos piernas. Me retuerzo y araño
con todas mis fuerzas la tierra, cuando creo que no voy a resistir más, todo
el dolor se desinfla poco a poco.
Me incorporo despacio, el pantalón está casi desintegrado y mis piernas
manchadas de sangre, la piel está sensible y roja, pero puedo soportarlo.
Miro hacia Salix, Era está con él, sus piernas tienen mal aspecto, también
sus brazos. Mora parece aturdida, pero está intacta.
—Los Protectores se alejan, algo ha llamado su atención —dice Kale.
En ese momento empezamos a escuchar explosiones.
—¡Tenemos que salir de aquí ya! —grita Paul.
Ona me ayuda a ponerme en pie y cuando me giro, Era y Vánamo
intentan levantar a Salix que a penas puede mantener los ojos abiertos.
Voy hasta ellos.
—Sus heridas son muy graves, necesito ayuda —me informa Era.
Observo el cuerpo de Salix, la tela de sus pantalones se mezcla con su
piel abierta, tiene pequeñas convulsiones. Mis músculos se tensan.
El ruido de las explosiones se hace cada vez más cercano.
—Tenemos que marcharnos —insiste Paul.
—Así no podrá escapar —respondo.
—Es una carga —interviene Robert.
En ese momento, Kale crea una bola de energía con la mano que tiene
libre.
—Si esas explosiones no os matan, lo haré yo —amenaza a Robert.
—¡Callaos! —les grito—. Ayuda a Mora, la quiero en pie ya —le
ordeno a Ona.
Corre hacia ella con Paul y ambos la ayudan a levantarse.
—Usa una cápsula —le propongo a Era.
—En el estado en que está tardará demasiado —asiento.
—¿Las dos juntas? —propongo—. Yo me encargo de las piernas y tú de
los brazos.
Era se concentra en los brazos de Salix y yo miro la piel de sus piernas.
Cuento hasta tres y ambas apoyamos nuestras manos cubiertas de energía
sin pensarlo. Empiezo a sentir las pequeñas descargas por mi cuerpo y
cómo, poco a poco, llegan hasta Salix, lo estoy haciendo, estoy canalizando
la energía de mi alrededor, justo en el momento en que el pensamiento
cruza mi cabeza, me desconcentro y siento el tirón de mi propia energía.
Mierda. Sigo proyectando mi energía, pero cuando empieza a verse un
atisbo de mejoría en Salix todos saltamos por los aires.
Acaban de atacarnos con una honda energética.
Nos envuelve una nube de polvo, toso y casi no puedo ver nada. Me
pongo en pie aturdida, las piernas me arden cuando veo dos personas sobre
Salix y me lanzo a por ellos. Proyecto una descarga de energía que lanza a
uno de ellos lejos del cuerpo de Salix, el otro se gira y corre hasta mí.
Levanto un puño y se lo dirijo a la garganta, no voy a fallar, pero en ese
momento me esquiva, me agarra el brazo haciéndome girar y se quita el
pañuelo que cubre su cara.
—Pensé que en este tiempo habías mejorado —Thaily me mira
sonriendo. Parpadeo incrédula y tras unos instantes la abrazo con fuerza.
—Thaily.
—¿Dónde está Paul? —pregunta.
—Estaba junto a mí —el polvo comienza a disiparse y las explosiones
se alejan de nosotras.
—No tenemos tiempo, tenemos que encontrarlo y alejarnos.
—No estamos solos. Tenemos que ayudar a los demás —Thaily asiente.
—Conozco un refugio en las fábricas, nos servirá por ahora. Vamos.
Cuando llego hasta Salix se ha desmayado, Kale llega hasta nosotras y
me ayuda a cargarlo. Las gemelas se reúnen con nosotros ayudando a Era.
Tenemos que movernos y encontrar a los demás.
Thaily nos guía hasta unas voces, Mora está con Robert y Paul, la cara
de éste se congela en cuanto la ve.
—¡Seguidme! —grita ella apartándole la mirada.
—Él no va a resistir —señalo con la cabeza a Salix.
—Tendrá que hacerlo.
Paul me aparta el brazo de Salix y se lo apoya sobre sus hombros. Mira
a Kale que asiente y nos alejamos a toda prisa.
Capítulo 50

Un antiguo vehículo de la Cúpula nos espera en el límite del Páramo,


uno de esos blindados con las ventanillas oscuras de color plateado, Thaily
se sube a él de un salto y la seguimos. Nos apilamos alrededor del panel de
control, Thaily pega un dispositivo sobre él y nos movemos derrapando.
—Los que venían conmigo mantendrán entretenidos a los Protectores,
agarraos, el viaje va a ser movido.
Nuestros hombros chocan unos contra otros con el bamboleo del
transportador, Thaily no me quita la mirada de encima, estoy muy cambiada
pero ella también, recordaba sus ojos grandes que ahora parecen hundidos y
apagados decorados con ojeras, tiene la melena castaña más larga, se la
observo mientras ella mira mi cabeza. Me distraigo con un brusco
movimiento y sujeto con más fuerza el cuerpo de Salix.
Tras dejar el vehículo oculto, tenemos que esforzarnos para llegar hasta
el escondite de Thaily.
Llegamos hasta un agujero en mitad del anillo de las fábricas. Seguimos
a Thaily a través de montañas de escombros, nos ayudamos unos a otros a
bajar, descendemos hasta una pequeña guarida. Cuando nuestros pasos
arrastran piedras, de entre las sombras aparece otro encapuchado, en
seguida se deshace de la tela que lo cubre, Johan, es Johan y su cambio
también es radical. Sus ojos se abren demasiado en cuanto me ve y creo que
mi reacción ha sido la misma, su pelo se ha cubierto de canas. Johan se
acerca cojeando y me estrecha entre sus brazos en cuanto me ve, no sé bien
cómo reaccionar, al igual que la última vez que lo vi, cuando me dijo que
sabía lo que tenía que hacer antes de que me fuera.
—He hecho lo que he podido —me susurra en un lamento y asiento.
—Está bien, vamos a terminar con esto —contesto cuando me separo de
él.
—Lo haremos, ¿la Alianza nos ayudará? —pregunta esperanzado.
—Más tarde —ahora mismo en lo que pienso es en ayudar a Salix—,
tenemos que reunirnos y hablar.
Paul y Kale dejan a Salix en el suelo, me agacho a su lado con Thaily
que sin levantar la cabeza le dice a Paul que hay que vigilar la zona. Éste
asiente cuando lo miro, sus ojos apagados buscan los de Kale, Robert y
Vánamo se marchan con ellos.
—Mora y yo nos ocuparemos de él —dice Ona—, ¿hay algo dónde
podamos ponerlo cómodo?
Thaily afirma y les pide que la sigan, Era y yo las ayudamos a cargar
con el cuerpo de Salix tras ella.
Estamos en lo que queda del sótano de alguna fábrica, por lo visto, el
mejor escondite es permanecer bajo tierra. Thaily nos interna más pero solo
queda accesible una pequeña sala con las paredes destrozadas y el ambiente
cargado de polvo. Con dificultad, Thaily aparta unos escombros que ocultan
una puerta, una habitación con comida, agua y un par de colchonetas.
Dejamos a Salix sobre una de ellas, Ona y Mora nos piden que las
dejemos a solas. Lo observo flácido sobre la colchoneta, quiero quedarme a
su lado, quiero asegurarme de que va a mejorar pero Thaily tira de mí y
termino por seguirla.
Era y yo nos sentamos en el suelo, apoyamos la cabeza sobre los
escombros, Johan nos ofrece agua y Thaily comprueba mis heridas.
—¿Estas bien? —le pregunta Thaily a Era, su pecho sube y baja
deprisa.
—Necesito un momento más, la energía en tu isla es extraña, me
recuperaré.
—¿Eres de la Alianza? —la misma esperanza que vi en los ojos de
Johan la veo ahora en los de Thaily. Era me mira de reojo.
—Tenemos que reunir a los demás —intervengo—, os lo contaré todo.
—Solo dime que la Alianza es real, que existe —me pide.
—Sí, es real pero no he encontrado lo que me pediste que buscara —
contesto.
Thaily y Johan se tensan.
—¿No nos ayudaran?
—No sé si eso ocurrirá algún día, pero hay líderes interesados en
Falansteria por otra razón.
—Los híbridos —confirma Johan.
—Los quieren y ya he visto a uno de ellos, no podemos dejar que
abandonen Falansteria.
—No lo permitiremos.
—Rilley está con ellos —un nuevo brillo asoma en los ojos de Thaily al
hablar—, él nos puede ayudar.
Confundida miro a Johan que me hace un gesto con la cabeza para que
lo deje pasar. Ya me lo advirtió Paul, pero no pensaba que Thaily estaría tan
obcecada o quizá lleve razón, puede que Rilley solo esté actuando.
—En cuanto estén recuperados nos tenemos que mover, nos reuniremos
con los demás —interviene Johan.
—Claro.
Me permito cerrar los ojos por un instante mientras Thaily se mantiene
a mi lado curando mis heridas. A pesar de todo, me siento segura.
Capítulo 51

Después de que los demás se intercambien para vigilar la zona donde


nos escondemos, salgo a pesar de que Ona insiste en que descanse. Me
oculto en la parte alta del esqueleto de la fábrica que se levanta sobre los
sótanos donde nos escondemos.
Incómoda por el roce de la ropa en la piel que me han sanado con
energía, me apoyo sobre una viga observando el resto de fábricas
destrozadas, el perfil roto de la Periferia, pero sobre todo, visualizando los
ojos de Thaily al hablarme de Rilley, esperanza, ahí había esperanza.
Me giro con rapidez ante un ruido a mi espalda, Kale levanta las manos.
—Thaily me ha pedido que venga a buscarte.
Lo sigo hasta el interior, todos están reunidos, excepto Salix.
—¿Dónde está Salix? —pregunto.
—En seguida se reúne con nosotros —responde Thaily, pero no espero
y voy en su busca a la habitación del fondo, necesito ver ya que está bien,
en pie de nuevo.
Abro la puerta sin llamar, Salix está sentado de espalda a mí sin
camiseta, su espalda desnuda tiene la piel rojiza por las recientes
quemaduras curadas, pero también está cubierta por sus antiguas marcas.
—Olvídate de las marcas —dice como si nada.
—¿Me lees la mente?
—Sé que no son agradables, igual que sé que la energía borra cualquier
herida. En Lavándula, hasta los ilegales tienen una piel perfecta, pero yo
quiero que estén ahí porque me recuerdan lo que he vivido.
—Tus marcas no me incomodan —respondo a su afirmación, yo
también las tengo. Cierro la puerta tras de mí y me pongo frente a él. Sus
manos, aunque no tiemblan tanto, siguen haciéndolo—. ¿Cuándo ha sido la
última vez que te has inyectado energía? —pregunto con los brazos
cruzados.
—Hemos estado un poco ocupados desde que hemos llegado.
—¿Cuándo? —insisto.
—Cuando estuvimos con Paul en su guarida, cuando entraste mientras
me duchaba —dice aguantando una sonrisa.
—No entré mientras te duchabas —sacudo la cabeza ignorando su
provocación—. ¿Cuántos inyectables tienes? Yo tengo algunas cápsulas, he
perdido la mayoría de cosas que traía, solo me queda un potenciador que
me dio… —me detengo sin pronunciar el nombre de Trian—, solo me
queda el potenciador.
Salix se levanta el pantalón y hurga en su bota, saca un cuchillo igual
que el que yo tenía.
—Quédatelo —lo cojo pero lo dejo junto a él ignorándolo.
—¿Cuántos inyectables te quedan?
—Empiezo a soportarte un poco menos con este tema —pronuncia con
un brillo divertido en los ojos.
—Salix, déjate de tonterías.
—Una caja, y las cápsulas no funcionan, tienen que ser mis inyecciones
—Salix levanta la camiseta que hay a su lado, bajo ella hay una pequeña
caja metálica abierta. En un lado está encajada una jeringa plateada, al otro,
seis botes transparentes con un líquido luminoso, entre cierro los ojos ante
su brillo. Solo se ha inyectado uno desde que hemos llegado.
—¿Vas a pincharte ahora? —Salix asiente—. ¿Puedo hacerlo yo?
Por un momento, estoy segura de que Salix va a decir que no, pero
parece pensárselo mejor. Coge la jeringa, bajo ella, un compartimento
guarda las agujas que miden como mi índice, coge una y la coloca, luego
inserta uno de los botes y me la ofrece tembloroso. Cojo la inyección, Salix
me explica que tengo que apretar el botón posterior poco a poco. Le sujeto
la mano, su tacto áspero me provoca cierta calidez. Con su otra mano, Salix
guía la aguja hacia sus nudillos, hacia el punto exacto donde tengo que
pinchar.
—Duele menos si no dudas —dice.
Eso hago, con decisión, se la hundo en la piel y despacio voy
introduciéndola hasta que Salix me detiene, sigo las indicaciones que me ha
dado y el líquido es empujado hasta él. Sus temblores comienzan a
disminuir y noto como su agarre se relaja.
—¿Todo bien?
—Perfecto —contesta aliviado.
—¿La otra mano?
—Aún puedo aguantar.
—Ahora solo te quedan cinco —señalo lo obvio—. Joder, Salix, no has
venido preparado.
—Mi mano izquierda puede aguantar más —Salix me quita la jeringa y
empieza a guardar todo—, además, me las hicieron más fuerte para esta
misión, solo necesito una al día y puedo aguantar hasta dos días sin ellas.
—No hace dos días que estuvimos bajo la Ciudad. ¿Qué pasará si
estamos más tiempo aquí?
—Resistiré, ¿vale? Sé lo que hago —molesto, se pone la camiseta y
guarda la caja.
—Cuando estés listo te esperamos fuera —digo de la manera más fría y
distante que puedo.
—Ya estoy listo.
Es un estúpido, eso es lo único que tengo en la cabeza cuando nos
reunimos con los demás.
Capítulo 52

Thaily carraspea llamando la atención de todos cuando llegamos,


anuncia que también nos reuniremos con Naho y Joa, no podemos dejarlos
solos.
—¿Cuál es el plan? —pregunta Robert.
—He hablado con ellos y están de camino —por fin voy a volver a
verlos—, han encontrado un pequeño grupo de canales, los han ayudado a
esconderse y vienen solos.
—¿Dónde nos encontraremos? —ahora el que pregunta es Paul.
—Tenemos que movernos de aquí —responde sin mirarlo—, llevamos
mucho tiempo en el mismo sitio y no es seguro. Nos encontraremos en la
Periferia. Haremos el camino a pie, no será largo pero pueden atacarnos en
cualquier momento, los heridos, ¿estáis bien? —Era y Salix se ponen en
pie, están preparados.
—¿Natalie? —Thaily me mira.
—Perfecta.
—Bien, nos ponemos en marcha ya. Cuando nos reunamos con Naho y
Joa hablaremos sobre nuestro siguiente paso.
—Estad atentos —interviene Robert cuando nos vamos a preparar para
irnos, todos lo miramos—, usan a esos monstruos en los ataques y han
creado un buen ejército —ahora me mira a mí.
Tras la advertencia de Robert, recogemos las pocas cosas que nos
puedan ser de utilidad, en su mayoría cápsulas de energía caseras y armas.
Nos movemos por la noche, ocultos entre las sombras y los restos del
anillo de las fábricas. Cualquier recoveco entre las ruinas es un escondite
provisional, al frente, Thaily nos guía. Salix sigue intentando comunicarse
con Darek, pero no consigue señal. Kale, está cada vez más nervioso, no
entiende por qué no volvemos para intentar hablar con Dahlia, Salix intenta
apaciguar sus ánimos diciéndole que ya hemos enviado a Darek.
Estar en el anillo de las fábricas me estremece, antes era un lugar que
vibraba, lleno de un ruido constante, ahora está sepultado bajo un silencio
tenso. Es todo quietud a punto de estallar por los aires.
Pasamos la noche apostados entre escombros. En silencio, sin movernos
y en alerta en todo momento. Thaily y yo nos apartamos un poco del grupo,
solo a unas ruinas de distancia, pero manteniendo contacto visual con el
resto.
Johan se acerca a nosotras.
—Estamos cerca, iré solo a encontrarme con ellos, cuando esté allí, os
aviso y venís —dice Johan.
—Bien —responde Thaily y Johan se marcha agazapado entre las
sombras—. Ha sido un gran apoyo todo este tiempo —continúa cuando ve
cómo lo sigo con la mirada.
—Me alegro.
—Aún no es demasiado tarde, podemos parar esto.
—Lo vamos a conseguir —contesto. Las palabras de Thaily parecen
referirse más a su hermano que a la situación que estamos viviendo.
—¿A dónde llegaste?
—A una isla gigantesca llena de árboles y montañas verdes —digo con
la espalda pegada a una pared medio en pie, con la vista en el cielo oscuro
—, una rebosante de energía donde la lluvia no destroza el suelo, lo nutre
porque está vivo.
Bajo la mirada hasta Thaily, los ojos le brillan por las lagrimas
contenidas a juego con los míos.
—Me encantaría verlo —dice.
—Quizá algún día.
—¿Por qué tienes este aspecto, Natalie? —Thaily nunca se caracterizó
por andarse por las ramas.
—El submarino que me esperaba cuando salí de aquí pertenecía a una
mafia que traficaba con personas.
—Yo no… —Thaily abre mucho los ojos.
—Lo sé —la interrumpo—, ya lo sé, nunca pensé que tuvieras algún
tipo de culpa.
Vuelvo a apoyar la cabeza en la pared y cierro los ojos luchando por
apartar las imágenes que veloces se dibujan en mi mente. Me centro en la
oscuridad, aquí las noches siguen siendo despejadas, cuando miro al cielo
ya no puedo recordar cómo era antes de ir a la Universidad y un escalofrío
me recorre la espalda. De repente, siento una leve vibración, luego otra,
Thaily se pone un pequeño artefacto en la oreja y habla a través de él.
Me vuelvo hacia ella.
—Es la hora —dice en un susurro—. Johan está con ellos.
—¿Dónde nos encontraremos? —pregunto.
—En un viejo escondite en la Periferia, vamos.
Nos ponemos en marcha, ahora con una dirección clara. Thaily y Paul
van en cabeza sin intercambiar palabra, el grupo va detrás con Robert en la
retaguardia pisándome los talones. Los seguimos lo más rápido posible y
nos exponemos más. Entre las sombras vemos a personas escabullirse,
revolviendo entre los escombros.
Después de un tiempo caminando, llegamos al inicio de la Periferia, en
ese momento Salix se detiene, el grupo se para observándolo.
—¡Os oigo! —exclama inmóvil—. ¿Me recibís? ¿Cuántos sois?
Era y Mora se pegan a él, parece que ha conseguido comunicarse y se
mantiene a la escucha.
—Las comunicaciones en el interior no funcionan, decidle a Dahlia que
llevaba razón, necesitamos ayuda. Trian ha caído como un traidor —dice
Salix atropellado, mientras todos estamos a la espera—. Permaneced
ocultos en las profundidades, a la espera de nuevas órdenes —Salix asiente
varias veces sin moverse ni un milímetro y entonces maldice.
—¿Qué ocurre? —pregunto.
—Los he perdido —Salix da unos pasos intentando volver a
comunicarse pero es imposible.
—¿Qué te han dicho?
—He hablado con Yué, solo los que permanecieron en el subacuaereo
siguen vivos, Rasiv y Darek están muertos —responde apesadumbrado.
Le aparto la mirada, no tenía mucha relación con Darek pero el primer
pensamiento que me viene de él es entrando al comedor de Lavándula con
la cabeza rapada.
—¿Tienes noticias de Dahlia? —me obligo a preguntarle.
—Por el momento estamos solos, pero sé que hará todo lo posible por
ayudarnos —sentencia.
—No podemos detener a ese ejército solos —Salix me mantiene la
mirada.
—¿Habláis de los híbridos? —interviene Robert—. Estáis locos si
pensáis solo en enfrentaros a uno de ellos, no los habéis visto.
—Sí, ya hemos visto a uno y hay líderes interesados en venir a por ese
ejército para iniciar una guerra. No podemos dejar que abandonen
Falansteria, ese es el objetivo de este equipo.
Respiro hondo, mis pulsaciones se han disparado. Me alejo del grupo
mientras Robert dice que vamos a morir todos, el resto del equipo mantiene
un silencio tenso, de repente, una sensación extraña me recorre el cuerpo de
arriba abajo, me giro hacia los demás observando mi alrededor, todo está
quieto pero mi instinto me empuja a moverme.
Algo va muy mal.
—¿Qué ocurre? —pregunta Salix.
—Nos han descubierto.
En ese instante, todo a nuestro alrededor estalla por los aires, el suelo
está plagado de artefactos que explotan a nuestro alrededor. Caigo con
fuerza al suelo, mi cabeza rebota en los restos de los edificios donde nos
encontrábamos.
Ruedo desorientada y levanto la cabeza, los gritos crecen y las ondas de
energía iluminan el escenario que me rodea, me tambaleo hasta ponerme en
pie. Toso por el humo y antes de poder recomponerme, algo salta sobre mí,
un híbrido. Me revuelvo para lanzarlo pero a penas lo empujo, se impulsa
contra mí de nuevo. La esquivo como puedo y le golpeo el pecho con mi
puño cargado de energía, ni se inmuta. Este híbrido es como el del edificio
y a mí me acaba de estalla run bomba cerca.
Levanta el brazo y con un leve movimiento me lanza sobre los
escombros. Estoy aturdida, no controlo mis músculos. Cuando intento
levantarme en vano, alguien tira de mí ocultándome. Salix está a mi lado
con la respiración agitada.
—Vete, Natalie. Reúnete con tus amigos e intenta comunicarte con
Dahlia, ella os ayudará.
—¡Iros ya! —escuchamos gritar a Paul desde el otro lado de los
escombros mientras dispara ráfagas de energía con un artefacto que jamás
había visto en cada mano. Thaily permanece a su lado—. ¡Nos
encargaremos de ellos! —en cuanto lo dice, ambos salen de su escondite.
Robert se une a ellos, lleva cuchillos iluminados de energía y no duda en
desgarrar la piel de todos los Protectores que se acercan a él con una
precisión escalofriante, un segundo después, su voz desgarra el aire, un
híbrido salta sobre su espalda.
Kale y Vánamo corren hasta él, junto a Paul y Thaily lo derriban pero el
híbrido parece no notarlo y vuelve al ataque.
Salix sale corriendo hacia ellos, estampa su puño iluminado en el
estómago del híbrido, se retuerce y lo ataca, pero Salix es más rápido, su
energía le atraviesa el pecho y la criatura se desploma en el suelo.
—¡Tenemos que movernos! —grita Salix ayudando a Robert a
incorporarse—. ¡Nos están rodeando!
Visualizo a Era, está teniendo problemas con varios Protectores y no
dudo en correr hacia ella. Con un giro brusco de cuello me deshago del
primero al que alcanzo, recibo un impacto en el costado pero ataco al
siguiente proyectando mi energía. Era se recupera, hace un movimiento con
los brazos iluminados y una onda acaba tumbando al resto.
—Eres mi ángel de la guarda —dice con una sonrisa.
—¡Llegan más! —grita Mora que ahora pelea junto a Kale—. ¡Es hora
de moverse!
Thaily grita para que la sigamos, las gemelas cubren a los chicos para
que se unan, Era y yo aprovechamos para correr hacia los demás y
alcanzamos a Mora y Kale.
Nos abrimos paso a través del humo y las cargas energéticas hacia los
demás. Varios Protectores se interponen en nuestro camino, Mora y yo nos
enfrentamos a ellos. Somos rápidas y proyecto toda la energía de la que soy
capaz. Tropiezo y caigo, Mora ataca rápido derribando a varios Protectores
a la vez y me ayuda a ponerme en pie. Tenemos que librarnos pronto de
ellos o no podremos escapar.
—¡Seguidme! —escuchamos la voz de Thaily pero la he perdido de
vista, tampoco consigo ver a Kale.
—¡Por aquí! —me dice Mora—. Estamos solas.
Corremos entre las sombras, tenemos que alejarnos lo suficiente, pero
en ese momento mi cuerpo se detiene por una fuerza invisible. Algo me
clava los pies en la destrucción de Falansteria e impide que me mueva.
Mora se detiene al ver que no la sigo. Me llama, pero casi no puedo oírla.
—¡Natalie! —vuelve a grita Mora.
Una ola de emociones invade mi cuerpo paralizándolo. Quiero
moverme, pero soy incapaz. Entonces, alguien golpea con fuerza mi cara y
vuelvo a golpearme contra el suelo. Miro hacia arriba y la veo, la zorra ha
vuelto.
Araño el suelo de Falansteria y apretando los dientes, absorbo la energía
de la tierra seca con un grito antes de que pueda acercarse. Ruedo para
evitar su ataque, me pongo en pie y me lanzo a por ella, golpeo su cara con
todas mis fuerzas, ahora es ella la que me mira desde el suelo.
—Te había echado de menos, Natalie —Lirea escupe sangre al suelo
dibujando una sonrisa repugnante.
Voy hacia ella, pero alguien me ataca por la espalda y caigo de rodillas,
siento una descarga de energía que atraviesa todo mi cuerpo. Un doloroso
calambre me recorre las venas. Los temblores me impiden ponerme en pie,
sacudo la cabeza antes de levantarla.
Rilley aparece de detrás de mí y no es la persona que conocí, ni siquiera
sus ojos me recuerdan a él, su noche estrellada ahora está electrificada con
fuego. Rilley me mira con odio y oscuridad, sin un resquicio de duda abre
su mano creando una bola energética, pero antes de que pueda tocarme
alguien me cubre y caemos al suelo.
Mora se separa de mí interponiéndose entre Rilley y yo.
—Vete —me ordena.
—Ni en broma.
Ambas nos ponemos en pie dispuestas a luchar. Antes de que pueda
lanzarme hacia Rilley, lo hace Mora y me muevo para repeler el ataque de
Lirea.
Me lanzo a por ella, sigue siendo rápida pero yo también lo soy y ahora,
puedo controlar la energía. Con el familiar cosquilleo de la energía en mi
cuerpo proyecto un escudo, Lirea abre los ojos levemente y viene a por mí,
detengo sus descargas y nos enzarzamos en una maraña de golpes,
aprovecho su fuerza para pegarla a mí y derribarla, pero un golpe energético
me derriba de nuevo. Grito impotente a la tierra de Falansteria al volver a
caer.
Rilley viene a por mí, mis ojos van hasta Mora que está en el suelo
inmóvil. Los pasos de Rilley son firmes, me da una patada y quedo boca
arriba.
—Rilley…
Se arrodilla sobre mí, aprieto la mandíbula cuando llega el primer
puñetazo y cuando llega el segundo en el mismo sitio.
—Suficiente —dice Lirea ya de pie a mi lado disfrutando de la escena
—. Nos llevamos a las dos, en otro momento volveremos a por los demás.
Antes de levantarse, Rilley me vuelve a pegar pero esta vez, me protejo
con las manos creando una pequeña barrera con mi energía donde estampa
su puño. No me mira a los ojos y vuelve a golpear. Lirea acaba apartándolo
y enchufándome con un aparato de mierda que descoloca toda la energía en
mi cuerpo.
Un grupo de Protectores nos rodea y nos arrastran lejos del equipo, a
medias, alcanzo a ver a Era luchando junto a Kale, intentan alcanzarnos
pero los Protectores los mantienen con una barrera energética. Cierro los
ojos cuando los escombros y el polvo me llegan a la cara y es entonces,
cuando de entre todo el bullicio, escucho la voz de Salix gritar nuestros
nombres.
Nos atan y nos meten a la fuerza en un vehículo, amordazadas, nos
alejamos a toda velocidad. Mora toma conciencia y empieza a revolverse,
parpadea rápido buscándome, me inclino hacia ella para que se calme. Lirea
y Rilley se sientan frente a nosotras, Rilley tiene la mirada perdida y veo
cómo se inyecta una cápsula de energía que nunca había visto antes. Sus
hombros caen relajados cuando lo hace. Ha perdido su batalla y nosotros lo
hemos perdido a él. Cuando llevo mi mirada a la de Lirea me observa
sonriendo satisfecha.
—Te mataré —digo a través de la mordaza— y disfrutaré con ello.
—Lo siento pero no te entiendo —Lirea levanta la pierna y con su pie
me golpea la cara, Mora se sacude a mi lado con el golpe—. Cierra la puta
boca.
Capítulo 53

«Equilibrio, equilibrio, equilibrio. Natalie, recuérdalo siempre. Nunca


pierdas el equilibrio, pase lo que pase», mi madre siempre me repetía lo
mismo. Me lo dijo muchas veces después de que Marcus asesinara a mi
padre, pero eso fue hace mucho tiempo y al igual que Rilley, yo también lo
he perdido.
Sin tener idea de dónde nos han traído, Lirea ordena a Protectores que
nos saquen del vehículo cuando nos detenemos, lo único que sé es que
estamos en un aparcamiento subterráneo. Rilley se aleja de nosotros
mientras nos meten en un ascensor bajo la supervisión de Lirea. Minutos
más tarde, me encierran en una celda cerrada con barrotes ya liberada de
ataduras, Mora ocupa la de enfrente, cuando nos dejan a solas sin dirigirnos
una palabra, observo que todo el pasillo está lleno de celdas vacías del
mismo estilo. Nos acaban de encarcelar en un lugar que no sabía ni que
existía.
—Los barrotes están protegidos contra la energía —dice Mora—,
¿sabes dónde estamos?
—Es la primera vez que veo este sitio —contesto—, pero no me han
matado, así que quieren algo de mí.
—¿Y yo? ¿Por qué no han acabado conmigo? —a pesar de la situación,
la voz de Mora es fría.
—Pronto lo descubriremos —susurro.
Sentada en el suelo, apoyo la espalda en la pared y me observo la piel
de mis manos, grisácea, estoy en el límite de un camino sin retorno para ser
como esos híbridos que nos atacaron. Me siento impotente, vuelvo a estar
como al principio, encerrada y sin saber cómo están mis amigos o Salix y
los demás. Ni siquiera sé cuánto tiempo llevamos aquí encerradas y no
quiero pensar otra cosa que no sea la de que han conseguido escapar.
—¿Natalie? —pregunta Mora.
—¿Sí? —giro mi cabeza hacia ella.
Mora se mete la mano en la camiseta y busca algo entre sus pechos,
saca una caja pequeña y la lanza a través de los barrotes a mi celda. La cojo
y espero por si el ruido al caer ha llamado la atención de alguien, pero no
aparece nadie, en cuanto veo el interior busco la mirada de Mora.
—Son viales para Salix —me dice.
—Para sus manos —digo y Mora sonríe con calidez.
—Sí, es demasiado testarudo para reconocer que no viene los suficiente
preparado.
—¿Por qué me la das?
—Si no salgo de aquí y tú lo consigues, confía en Salix, sé que no lo
conoces lo suficiente pero yo sí. Él es el único de los que hay fuera en el
que puedes confiar tu vida al cien por cien.
—Hay más gente en la que puedo confiar —afirmo.
—Lo dudo, el ataque fue demasiado preciso, alguien nos ha delatado —
enseguida me tenso.
—Si eso es así, lo averiguaremos.
—Lo harás.
—Lo haremos —le corrijo—. Vamos a salir de aquí.
—Yo no les intereso para nada.
—O salimos las dos o no salimos, ¿me entiendes? —me guardo la
pequeña caja entre los pechos como Mora, estoy un poco incómoda pero el
top la sujeta bien.
El tiempo pasa y seguimos encerradas, no tenemos noticias de nadie y
nos mantenemos a la espera. No puedo dejar de mover la pierna.
—¿Cómo conociste a Salix? —pregunto intentando apartar cualquier
pensamiento que acabe con mis nervios.
—Mi madre trabaja en un centro de reinserción de ilegales —me dice
Mora—, mi padre murió cuando ella estaba embarazada de mí, estábamos
solas, así que siempre me llevaba con ella.
En ese momento la miro, pero Mora tiene la mirada puesta en la pared
de enfrente.
—Salix era un ilegal, lo encontraron siendo tan solo un bebé y pasó sus
primeros años en el centro en el que trabaja mi madre, crecimos juntos.
—¿Conoce su procedencia?
—No, la mafia donde estaba tenía a personas de muchas procedencias,
la mujer que lo cuidaba ni siquiera era su madre.
—¿Cómo acabasteis siendo Guardianes?
—Los dos descubrimos a la vez que éramos del tipo tres, híbridos,
desde ese momento, soñábamos con convertirnos en Guardianes y juntos
nos alistamos. Nos graduamos a la vez —me cuenta. Eso ya lo sabía, las
gemelas me lo contaron, Salix quedó por detrás de Mora—. En cuanto
fuimos Guardianes, trabajamos juntos en las primeras misiones, pero luego
tomamos caminos diferentes, aunque nunca nos hemos alejado —por una
estúpida razón, siento una punzada de algo a lo que no quiero llamar celos.
—¿Por qué tomasteis caminos diferentes? —pregunto indagando un
poco más.
—Me preguntas algo que ya sabes —dibujo media sonrisa mirando
también la pared frente a mí—. Salix empezó a hacer misiones secretas para
Bosco, pero nos volvimos a unir cuando él empezó a llamarme para que lo
acompañará en secreto. Me pidió que le cubriese la espalda porque ya no
confiaba en él.
Mi cabeza gira de forma automática hacia Mora.
—¿Has estado antes en Falansteria? —Mora sigue sin mirarme, me
separo de la pared y me acerco a los barrotes—. ¿Mora?
—Lo siento, Natalie —detecto un leve temblor en la voz—, te perdí de
vista cuando llegamos a Lavándula.
Me pongo en pie incrédula sin quitarle la mirada de encima. Agarro con
fuerza los barrotes, Mora estuvo allí, pensaba que había sido Salix, él me
dejó las cápsulas como las que el encapuchado me dio en la mochila.
—¿Cómo? —no puedo decir nada más.
—Era una de las misiones secretas de Bosco, Salix tenía que venir a
investigar Falansteria pero no se fiaba de lo que podía pasar y me pidió que
lo acompañara. Una vez que me reuní con él me pidió que siguiera a una
chica que se escapaba por las noches y que tramaba algo, te estuvimos
investigando. Salix estuvo en el ataque de la Cúpula —de repente siento
cómo me falta el aire.
—El encapuchado —apenas susurro.
—No fue él todo el tiempo —dice mirándome—. Me infiltré entre los
rebeldes, yo extendí el rumor de la Alianza, yo hice que le llegara a Thaily.
Queríamos sacarte de allí, buscar ayuda para lo que estaba pasando en
Falansteria, pero sobre todo, para lo que se os venía encima. Te siguió hasta
la Cúpula, salvó a un amigo tuyo frente a un Protector —de repente la
imagen de Ben aparece en mi cabeza—, y a ese Rilley. Salix ató cabos con
todas las misiones a las que Bosco le había enviado, con la información que
había descubierto, cuando vio a los canales y a los híbridos. Me pidió que
subiera a ese submarino contigo.
Me queman los ojos por las lagrimas que lucho por contener, Salix y
Mora siempre estuvieron ahí.
—Vi a un hombre… —pronuncio como una estúpida ante todo lo que
me acaba de decir.
—Viste a una persona encapuchada, no se puede decir que yo sea
pequeña.
—Llegaste conmigo a Lavándula —balbuceo. Mora se pone en pie
mirándome a través de los barrotes.
—Os fallé, no tenía que acabar así. Te tenía que vigilar de cerca y
cuando llegáramos alejarte de esa gente, le prometí a Salix que te
mantendría a salvo, pero no pude hacerlo.
El aire se me atasca en la garganta cuando el eco de una puerta
abriéndose interrumpe nuestra conversación.
Un par de Protectores vienen en mi busca, antes de sacarme me atan las
manos con energía y me escoltan fuera de la celda. Cuando paso por la de
Mora veo el brillo de las lagrimas en sus ojos.
Capítulo 54

El sitio por dónde andamos parece recién construido, los pasillos vacíos
esconden puertas redondas camufladas en la pared como las de la Cúpula,
nos detenemos, uno de los Protectores me empuja para que atraviese una de
ellas. Evito toda reacción física cuando entro, un despacho y mi queridísima
hermana ocupa su silla al otro lado de una gran mesa vacía, a diferencia del
resto de personas con las que me he reencontrado, ella tiene mejor aspecto
que ninguna. Lirea se sienta a su derecha. Uno de los Protectores me
empuja del hombro para obligarme a dar unos pasos y sentarme frente a
ellas, me hierve la sangre y nada impide que use mi energía con ellas, al
menos, nada de lo que sea consciente.
Intento llamar a mi energía, me mantengo fría cuando siento el bloqueo.
Lirea me sonríe, tiene que ser por el dispositivo con energía que me ata las
manos.
Nicole ni siquiera parpadea cuando me observa, sus ojos fijos en los
míos de una forma antinatural me dicen que está forzándose a permanecer
en calma.
—Bienvenida de nuevo a casa, Natalie, tuvo que ser un viaje largo
desde Lavándula —no muevo ni un musculo de mi cuerpo, no solo sabe que
no estaba aquí, sino dónde—. Espero que tus amigos te hayan puesto al
corriente de la situación actual de Falansteria, la Ciudad culpa a los rebeldes
de la situación tan dramática que estamos viviendo y a pesar de que no
todos apoyan mis decisiones, tus amigos y tú recibiréis una condena pública
para sanar mi relación con el pueblo. Por fin, se hará justicia y Falansteria
volverá a la normalidad.
—Acabamos de hacer pública tu captura —interviene Lirea con
superioridad cuando mantengo silencio—, esta tarde serás la primera en
sufrir castigo. Ah, perdón, me he equivocado, la primera en morir será tu
madre, después será tu turno —dice con una sonrisa—. Se acabó el juego.
—Déjanos a solas —ordena Nicole, Lirea la mira confundida.
—No creo que eso sea apropiado…
—Los Protectores se quedarán, márchate, es una orden.
—Soy la responsable de la…
—Soy la líder de Falansteria —Nicole la interrumpe con dureza—, estas
bajo mis ordenes. Fuera.
Lirea aprieta la mandíbula pero se pone en pie arrastrando la silla, unos
minutos más tarde, nos deja a solas. Cuando la puerta se cierra detrás de mí,
Nicole parece reprimir un suspiro y se deja caer sobre su silla, sus facciones
se relajan. Se frota la frente mientras se queda en silencio unos segundos.
—Tú y yo vamos a aliarnos —incrédula levanto una ceja.
—Saldré de esta y acabaré contigo.
—Saldrás pero no acabarás conmigo, nos necesitamos.
—No necesito nada de ti.
—Si quieres ayudar a Falansteria, me vas a escuchar —sentencia—. Lo
que has visto de mí no es toda la verdad.
Nicole respira hondo antes de comenzar a hablar, su voz me traslada a la
primera vez que la vi en la Cúpula, nos recibía como estudiantes que
aspiraban a trabajar para ella, no fue agradable.
—Me crié en la Cúpula —dice trayéndome al presente— y Marcus era
mi héroe. No solo quería ser como él, quería ser como él quisiera que yo
fuera y me moldeó a su manera pero era más curiosa de lo que a mi padre le
gustaba. Como la mejor alumna, entrenaba y estudiaba, siempre sin
abandonar la Cúpula, nunca puso en duda lo que mi padre me decía hasta
que descubrí la verdad sobre nuestra madre. Él siempre me había dicho que
ella murió en el parto.
—Y descubriste que eso estaba muy lejos de la verdad.
—Demasiado lejos —contesta—. En la Cúpula hay pocos lugares que
no se graban, poca información que no se archiva. Quería saber quién era
mi madre y averigue no solo su identidad, sino que seguía viva. Siendo una
adolescente viajé más de una vez a la Periferia y allí fue cuando la vi por
primera vez contigo en brazos.
Intento olvidarme de todo lo que ha pasado, de lo que está pasando y
centrarme en esa adolescente que descubre que su padre le ha mentido y
que su madre sigue viva, con otra familia y jamás supo de ella.
—Mi madre tenía una familia —continúa— y vivía ajena a lo que
ocurría en la Cúpula. Sin ningún interés por su otra hija —dice Nicole sin
ningún tipo de emoción—. Intenté hablar con mi padre pero él nunca
permitió que siguiera por ese camino y si mi madre nunca había venido a
buscarme, ¿qué razón tenía para hacerlo yo? Mi madre siempre ha estado
muerta —afirma rotunda.
Me revuelvo en la silla intentando asimilar su vida, criarse encerrada en
la Cúpula con Marcus, pensando que su madre la había abandonado y
enfrentándose a su padre, no tuvo que ser fácil. Nicole no me aparta la
mirada.
—He hablado mucho con tu madre en este último tiempo —dice—. No
siento ningún vínculo con ella, pero quería saber por qué me abandonó.
—¿Por qué? —ni siquiera yo lo sé, supe que tenía una hermana justo
antes de abandonar Falansteria y se lo pregunto.
—Jaqueline tuvo una relación con mi padre cuando ella estudiaba en la
Cúpula, cuando descubrió cómo era mi padre, solo pensaba en alejarse de
aquí pero nunca lo permitieron, estaba embarazada y Marcus no tenía
intención de separarse de mí. Con la relación ya rota, tu madre aguantó y
fue cuando conoció a tu padre. Naciste cuando yo tenía un año —creo ver
en Nicole un amago de sonrisa—, en la Cúpula.
Sigo sus palabras con todos mis sentidos. Mi madre nunca me contó esa
historia, mi historia, nací en el lugar que quiero destruir, espero que no sea
un círculo vital que completar y encuentre mi final en el sitio que me vio
nacer.
—Tu madre me ha dicho que tu padre me quería —dice Nicole con un
brillo extraño en la mirada y eso me provoca una punzada en el pecho—,
que me dormía por las noches y me acunaba junto a ti. Hasta que
descubrieron que tú eras una híbrido y si Marcus se enteraba, tú vida estaría
sentenciada.
—Marcus me hubiera utilizado —adivino y Nicole asiente.
—No lo hubiera dudado en ningún momento y tus padres lo sabían, así
que tomaron la decisión de abandonar la Cúpula con las dos, pero eso no
entraba en los planes de mi padre. Tenían demasiada información y llegaron
a un trato, los dejaban marcharse pero yo me quedaba aquí.
—Te abandonó por salvarme —apenas susurro.
—Era lo más lógico, Marcus era mi padre y me trató bien, pero si tú te
quedabas y descubría que era una híbrido, desde bebé…
—Pero…
—Tu madre me contó —me interrumpe Nicole— lo duro que fue tomar
esa decisión pero sabía que si te mantenían aquí, te esperaría algo peor que
la muerte y sabía que pese a todo, Marcus me protegería y crecería a salvo.
—Aún así, lo siento —Nicole pone los ojos en blanco.
—No seas tonta, tú no hiciste nada y sabiendo lo que sé ahora, lo que
sabía tu madre entonces, yo también hubiera tomado la misma decisión —
afirma con seguridad—. Mi padre estaba obsesionado con la energía,
cuando la Alianza era muy joven, Falansteria también formaba parte de ella
pero mi padre no conocía límites y quería investigar en el uso de la energía.
Me crié con esa idea, al principio no me parecía mal el progreso, era
interesante y una aventura, hasta que descubrí que usaba a personas. Mi
padre era una persona repugnante, lo sé, tardé mucho tiempo en llegar a
comprenderlo pero lo hice. Antes de que tú entraras en la sala de energía
donde manteníamos a los canales, yo ya había intentado desmantelarla sin
éxito. Estaba sola y todos sospechaban de mí, incluso mi padre. No sabía
qué hacer, solo pensaba en salvar a esas personas pero todo cambió cuando
seguí investigando. Mi padre hizo de Falansteria un búnker con ayuda
exterior por una sola razón, crear un ejército de híbridos, esa ayuda era
potente y lo hacía a cambio del grueso de los híbridos pero esa nunca fue la
intención de mi padre, él los diseñó para él, estaba preparándose para
abrirse al mundo y conquistarlo. Vosotros lo detuvisteis y aunque me dolió
su perdida, era lo que se tenía que hacer porque yo no fui capaz. Pero a lo
que nos enfrentamos ahora es mucho peor y sola, estoy perdida.
—Pretendes que me crea tus palabras, estas sola y sin embargo, hablas
delante de dos Protectores.
—Son de mi confianza.
—Ya no se puede confiar en nadie.
—El riesgo es asumible, sola, no puedes ganar. Hay un grupo muy
pequeño que me apoya.
—Torturas a la población.
—Manipulación.
—Explícate —exijo.
—Mi padre trabajaba para lideres de la Alianza, sé que son dos, quizá
tres, pero no conozco sus identidades. Cuando mi padre fue asesinado se
pusieron en contacto conmigo pero rompí todos los tratos que tenían con
Marcus, era mi oportunidad de cambiar las cosas, pero ellos siguieron
insistiendo aunque no a mí, Lirea está trabajando a mis espaldas para ellos.
Fue su idea la de torturar a la gente, quiere que Falansteria me odie para
quitarme del medio y tomar el mando. Lirea y para quien trabaja, me dan
margen de maniobra para que piense que aún tengo el control, pero sé que
lo he perdido así que me dejo dirigir para que crean que no me entero de
nada. Acepté esas torturas bajo la condición de estar sola con los mismos
Protectores, de mi confianza, y que fuesen grabaciones lo que se
transmitieran. Todos esos vídeos son montajes y esa gente está oculta, a
salvo hasta que todo esto acabe.
—Demuéstramelo.
—Solo tres personas conocen la localización y no te la diré, mi
confianza no traspasa la línea para arriesgar a esas personas.
—¿Qué explicación hay para lo de mi madre?
—Eso es real y también fue idea de Lirea, quiere que la asesines en
público y luego matarte, te dará a elegir entre quitarle la vida a ella o a un
niño, sino eliges, mataran a los dos. Quiere destruirte, está obsesionada
contigo. Tu madre está al tanto de todo lo que te he contado, ella ha estado
presente en las grabaciones de esos vídeos.
—Déjame verla —le pido.
—Lirea no lo permitirá, no puedo permitirme dar un paso en falso o me
hundirá.
—Entonces, ¿cómo pretendes que te crea?
—Entre los tuyos hay un traidor que trabaja para Lirea, tu captura fue
planeada, sabíamos perfectamente dónde estabas, tú eras el objetivo y tus
amigos son los siguientes.
—¿Quién? —pregunto con cautela. Mora llevaba razón.
—No lo sé.
—Sigo sin creerte.
—Lirea conoce todos los pasos que diste en Lavándula, quiénes forman
el equipo con el que llegaste y el plan de los líderes de la Alianza. Entre los
que habéis llegado hasta Falansteria hay un traidor.
—Ya no —respondo seca—. ¿Cuál es el plan?
—Una flota se dirige a Falansteria para llevarse a su ejército de híbridos
y nada los va a detener. Arrasaran la isla para darle el control a Lirea.
—Mierda —escupo—, hay que matar a los híbridos.
—No es tan fácil, los antiguos responden a mis órdenes por encima de
Lirea, pero los últimos, los más letales, responde ante sus órdenes.
—¿De qué número hablamos?
—Una centena.
—Joder.
—Exacto. Falansteria me odia, Lirea se ha encargado de ello, no puedo
pedirle a la población que luche y no creo que puedan enfrentarse a ellos,
pero los necesitamos. Sé que hay muchas personas dispuestas a luchar
escondidas en el anillo de las fábricas y tú puedes hacer que se unan a la
lucha.
—Todos creen que sus familiares han sido torturados por culpa de los
rebeldes, os habéis encargado de que nos odien.
—Eso lo podemos solucionar y la verdad, no creo que la población sea
tan estúpida. Reúne a todos los que estén dispuestos a luchar y
levantémonos, si seguimos sentados, los monstruos nos devoraran.
—¿Qué se supone que tengo que hacer? Recorrer las fábricas y
preguntarle a la gente si se quiere unir a nosotros para luchar contra unos
monstruos.
—Te encuentras en un edificio recién construido sobre las ruinas de la
antigua Cúpula, un edifico visible ante todos y todos conocen su ubicación.
Una ostentación del poder del sistema. Se unirán a ti con un plan para
destruir la nueva Cúpula, el nuevo poder, a mí y yo os ayudaré.
—¿Te vas a sacrificar por Falansteria? —pregunto incrédula.
—Yo nunca quise esto, luché para que no pasará, sé que nadie me creerá
ni lo sabrá, huiré cuando todo esto acabe.
—No confío en ti.
—Lo sé —Nicole se mete la mano en el bolsillo y al sacarla deja un
pequeño objeto sobre la mesa—. Es una memoria digital, aquí hay una de
las mejores armas para esta guerra: información. Sobre los híbridos, sobre
Lirea, sobre otras islas, la Alianza, todo está aquí, pero tiene que ser
desvelado en el momento justo.
—Dame la ubicación de las familias —Nicole suspira incómoda—,
dímela o no haré nada.
—La antigua cueva de Fourier, es más grande de lo que pensábamos y
aún hay recovecos, no viven en las mejores condiciones pero viven. La
única entrada es vigilada por tres Protectores de mi confianza, nunca se
mueven de allí. Si Lirea llega hasta allí, será tu culpa.
—No hablaré. ¿Cuándo llegará la flota?
—Su llegada se estima en dos semanas, pero no estoy segura de si la
información que me llega es fiable, lo que sí sé es que llegaran a la costa
más cercana a la Cúpula.
—¿Cómo saldré de aquí?
—Esta tarde, en la condena pública, te daré el momento para que
puedas huir.
—La otra capturada también tiene que escapar.
—Puedo encargarme personalmente de ella, Lirea no la tiene en cuenta,
estará libre antes que tú. Entonces, ¿somos aliadas?
—Lo somos, pero mi madre tiene que venirse esta tarde conmigo.
—Esta tarde será libre —Nicole se mueve incómoda sobre su silla—.
Esconde la memoria digital, no la conectes a nada que tenga conexión hasta
que no vayas a difundirla y tendrás que extirparte los nanos. Aún con el
centro de comunicación destruido pueden seguirte a través de ellos,
cualquier tipo de conexión es localizable y recuerda que hay un traidor
entre los tuyos —asiento y me guardo la memoria dentro de la caja de los
viales de Salix—. Estos Protectores te llevaran a tu celda hasta esta tarde,
no hables sobre esto, os están grabando, tengo a gente de confianza al otro
lado de las cámaras pero no puedo estar segura si tienen pinchada la señal.
Me pongo en pie, ninguno de los Protectores se mueve en mi busca y el
hecho de que no lo hagan me hace pensar que Nicole dice la verdad, de otro
modo, ya se hubieran echado en lo alto mía.
—Nos volveremos a ver —le digo.
—Eso espero, hermana —contesta Nicole.
Capítulo 55

Los Protectores me vuelven a encerrar en la celda, Mora no me quita


ojo entre las rejas cuando me dejo caer contra la pared.
—¿Dónde te han llevado? —pregunta cuando nos quedamos a solas.
—Una reunión con la actual líder, hija de Marcus y mi hermanastra.
Esta tarde me van a asesinar públicamente.
—Eso no pasará —la voz de Mora parece provenir de un túnel, la
escucho demasiado lejos de mí a pesar de estar a escasos pasos—. Tenemos
que salir de aquí, lucharemos cuando vengan a por ti.
—No te preocupes por mí, pero quiero que estés atenta y aproveches
cualquier oportunidad, ¿entendido?
Saco la caja que me había dado antes con los viales y ahora también con
la memoria digital. Se la lanzo y la coge al vuelo, solo espero que la señal
de las cámaras no esté pinchada. Mora observa la caja que ya conoce.
—¿Qué está pasando? —pregunta confundida.
—Dásela tú a Salix.
—¿Qué te han dicho?
—Si esta tarde muero —digo ignorando su pregunta—, dile a Thaily
que vaya al lugar donde me dijo el plan para llevarme a vosotros, ¿lo
entiendes? —Thaily me propuso el plan para embarcarme en busca de la
Alianza en las cuevas Fourier, donde Nicole dice que se esconden los
familiares supuestamente torturados, tienen que sacarlos de allí.
—Lo entiendo, pero las dos saldremos de aquí. No conozco a tus
amigos, pero conozco al mío.
—Llevabas razón, hay otro traidor entre nosotros —afirmo.
—¿Te lo han dicho? —pregunta Mora más confundida aún.
—Más o menos, pero es seguro, tenemos un infiltrado. Tienes que
descubrir quién es.
—Lo haremos —me corrige y niego con la cabeza.
—Tienen a mi madre, van a venir a por mí para que la asesine en
público —la garganta se me cierra de golpe, me apoyo en la pared con la
mano en el pecho.
Intento explicárselo, lucho para que me salga la voz y decirle que me
darán a elegir entre quitarle la vida a ella o a un niño y que cuando lo haga,
me mataran, pero no puedo. No. Puedo. El dolor del pecho se extiende
como un veneno por mi cuerpo.
—Va a morir —a penas susurro con las lagrimas arañándome la piel—.
No quiero que muera, no quiero estar aquí, no quiero que ella esté aquí —
sollozo.
—Lucha —me pide.
—Me atan las manos con algo que bloquea mi energía, ni siquiera
puedo defenderme con ella —me deslizo por la pared hasta acabar sentada
rodeando mis rodillas con los brazos.
—Lucha con todo lo que tengas, con todo lo que eres. Natalie —la voz
de Mora se endurece—, levántate y pelea con todas tus fuerzas. Grita y llora
si quieres, pero si ese es tu final, que tus gritos y lagrimas quemen a todos
aquellos que te dañen. Si el sistema te va a engullir, sé el virus que acabe
con él.
Mis lagrimas caen sin mi permiso porque aunque Nicole dijo que
tendría una oportunidad de escapar, de que mi madre quede libre, la verdad
es que algo muy dentro de mí, me dice que hoy se va a escribir un final. De
repente, soy consciente del peso de mi cuerpo y me acurruco contra la
pared. No hay pensamientos, ni frases, tampoco se dibujan imágenes, mi
cabeza se ha quedado detenida en el negro.
Capítulo 56

Los dos Protectores que vinieron a por mí la primera vez, vuelven


acompañados de Lirea, abren la puerta de la celda y me inmovilizan las
manos de la misma manera que antes. Abandono el lugar sin volver a mirar
a Mora.
Los Protectores me escoltan con Lirea al frente, solo el sonido de
nuestras pisadas me acompaña a través de pasillos a los que no presto
atención hasta que nos paramos frente a unas enormes puertas dobles. Otros
dos Protectores se apostan a ambos lados, abren las puertas, entrecierro los
ojos antes la claridad del sol que nos baña, me llega el bullicio de muchas
personas pero aún no puedo ver nada más que la luz del exterior. Lirea se
detiene justo frente a las puertas, mientras yo espero justo detrás.
—Es la hora —pronuncia Lirea, no sé muy bien si para ella misma o
para mí.
Se dirige hacia el exterior y antes de que pueda dar un paso, uno de los
Protectores se inclina levemente hasta mi hombro.
—Tu amiga acaba de ser liberada —susurra.
Por un momento, respiro aliviada pero entonces me sujetan de cada
brazo y me guían hacia el exterior. Entrecierro más los ojos en cuanto el sol
me da en la cara, una masa de urbanitas se extiende ante la plataforma a la
que salgo. A la derecha se encuentra Nicole con Rilley que pierde la mirada
al frente, al otro lado de mi hermana está mi madre de pie, no lleva la
cadena al cuello pero sus manos están atadas de la misma forma que las
mías. Intento ser fuerte, pero casi me derrumbo en ese momento. Está
demacrada e intenta dar un paso hacia mí en cuanto me ve, un Protector la
detiene y a mí me sujetan con más fuerza. Sus labios dibujan un te quiero y
la emoción me impide realizar cualquier movimiento, no dejo de mirarla
mientras me arrastran al frente junto a Lirea. Me arden los ojos por las
lagrimas que intento retener con todas mis fuerzas, no puedo dejar de
mirarla cuando Lirea me sujeta por la barbilla y me gira la cara a la gente
que hay en el suelo delante de mí, algunos abuchean pero no es una masa
enfadada la que me encuentro.
—Urbanitas —Lirea alza la voz y me pregunto por qué Nicole se
mantiene en un segundo plano, quizá sí que tenga una oportunidad para
escapar—, hoy hemos pedido que vengáis hasta aquí para anunciaros el fin
de una etapa. Como ya anunciamos, capturamos a Natalie, una rebelde
culpable del ataque a la Cúpula, a la Ciudad y nuestro estilo de vida. Por su
culpa, nuestra líder se ha visto forzada a tomar medidas extremas para
capturarla, en nuestros corazones también está el peso de esas muertes pero
no debemos olvidar que todos ellos eran rebeldes, que como Natalie, ponen
en riesgo nuestras vidas y familiares. Ella va a ser la primera en sufrir
castigo, pero desde la Cúpula os prometemos que todos los rebeldes que
aún se esconden sufrirán el mismo destino. Limpiaremos Falansteria del
mal que la acecha —Lirea hace un gesto con la mano y el público estalla en
aplausos—. Natalie, por tus actos de rebeldía contra Falansteria, te
condenamos a una muerte pública, pero antes de tu fin sentirás el mismo
dolor que ha sentido tu pueblo.
Rilley y un Protector arrastran a mi madre hasta el centro de la
plataforma y la obligan a ponerse de rodillas. Miro desesperada a Nicole
buscando su mirada pero la pierde entre la masa de gente. Me ha
traicionado. Me revuelvo, pero me sujetan con más fuerza.
—Mantén la calma —me aconseja un Protector a mi lado que me
aprieta la clavícula.
Rilley sujeta a mi madre mientras el otro Protector baja de la plataforma
y arrebata de los brazos de una madre, a un pequeño de un par de años.
Vuelve hasta nosotros con el silencio de la masa, parece que contienen un
aliento común solo roto por el desgarrador llanto de la madre. El Protector
inmoviliza por los brazos al niño justo al lado de mi madre.
Se me empañan los ojos en cuanto Rilley saca un dispositivo, pulsa un
botón y un haz de energía se extiende, uno demasiado fuerte y palpable. Un
rumor se eleva entre el público, nadie va a hacer nada. Vuelvo a mirar a
Nicole, pero mantiene la mirada perdida en el mismo punto, me revuelvo
sin éxito cuando me empujan frente a mi madre y el pequeño que no deja de
llorar y temblar.
Mi madre no se mueve cuando Rilley deja de sujetarla para venir hasta
mí.
—Por favor —le suplico mientras sin parpadear, encaja el dispositivo
entre mis manos—, Por favor, Rilley, mírame —le imploro. Sus ojos
cubiertos de sombras, sin pequeñas motas que brillen en ellos, se
encuentran con los míos.
—Será una muerte rápida —dice y vuelve a ocupar su lugar justo detrás
de mi madre.
Tardo un segundo en asimilar sus palabras e intento mover los brazos,
usar el arma que me acaban de dar para luchar, pero los Protectores me
sujetan los brazos colocando el haz en horizontal.
—Un roce de la cuchilla de energía que Natalie tiene en las manos abre
la piel sin ningún tipo de esfuerzo —dice Lirea en algún lugar detrás de mí
—. Como muestra de nuestra benevolencia, te damos a elegir —dice Lirea
muy cerca de mi hombro—, si le abres el cuello al pequeño tu madre
quedará con vida, pero si la eliges a ella enmendarás los errores cometidos
hacia tu pueblo. Elige ya, si no lo haces ambos morirán —con sus últimas
palabras Lirea se aleja de mí para ocupar el lado derecho de Nicole que
sigue sin mirarme.
Temblorosa aprieto las manos, intento remover mi energía pero no la
encuentro, me han bloqueado por completo. Miro hacia Rilley, le vuelvo a
suplicar pero no me hace caso.
—Natalie, mírame, cariño —susurra mi madre, agacho la mirada al
momento y las lagrimas me empiezan a caer.
—Siento haberte dejado, mamá —pronuncio temblorosa—, siento si
alguna vez te he fallado.
—Sshhh, no pasa nada, todo está bien, ¿vale? —llevo la mirada hasta el
niño que aterrado mira a su madre en el público, una que no deja de llorar y
sin darme cuenta dirijo levemente mis manos y el arma hacia él—. Mírame,
Natalie, mírame a mí. Cariño —niego con la cabeza.
—No puedo hacerte esto, mamá —digo mirando a sus ojos grises como
eran los míos.
—Tranquila y no dejes de mirarme, prométeme que no me vas a apartar
la mirada, ¿vale? ¿Natalie? —mi madre insiste hasta que asiento y se
difumina con mis lágrimas—. Pon el arma frente a mí.
—No… —sollozo.
—Solo ponla delante de mí. Vamos, Natalie, hazlo, confía en mí —
muevo mis manos con suavidad extendiendo el haz de luz que no deja de
temblar en horizontal frente a ella—. Nadie elige nuestro destino, nosotras
tenemos el control, siempre. Confía en ella, en tu sangre porque he visto la
verdad.
—Mamá… —balbuceo pero mi madre me vuelve a callar con dulzura.
—Tu padre luchó hasta el final y aunque ahora no lo entiendas, yo
también lo estoy haciendo. Nunca dejes de luchar, prométemelo, cariño.
—No puedo hacer esto.
—Te quiero y siempre te querré, estoy muy orgullosa de ti —a pesar de
todo a mi madre le tiembla la voz por primera vez.
—No puedo, mamá, no…
—Lo sé, pequeña.
Con la cabeza levantada y la mirada en alto hacia mí, mi madre se
inclina con rapidez y fuerza hasta el haz que sostengo. El gorgoteo de la
sangre de su garganta me llega seguido de mi voz desgarrándose en un
grito, los Protectores me sueltan y caigo al suelo con ella, mi madre yace
con convulsiones boca abajo sobre un charco de sangre que no deja de
crecer, con las manos atadas intento girarla, con mi hombro, con la cabeza,
intento darle la vuelta como sea, no dejo de intentarlo cuando su cuerpo
deja de moverse. Lloro y grito sobre su espalda, sobre su sangre que no deja
de abandonar su cuerpo, por un momento soy consciente de lo silencioso
que se ha quedado el mundo.
—Mamá… —balbuceo sobre ella.
—¡Ponerla en pie! —ordena Lirea.
Ponen en pie mi cuerpo flácido, no puedo dejar de mirar a mi madre y
sollozo.
—Natalie, Natalie, Natalie, al final, yo gano.
En ese momento mi mirada se empaña del rojo de la sangre de mi
madre y me lanzo contra ella, pero antes de que pueda alcanzarla los
Protectores me detienen, me revuelvo gritando cuando un disparo rompe el
aire y Nicole cae.
Los gritos se elevan y varias bombas de humo estallan por donde el
público ahora se empuja para huir. Lirea grita órdenes mientras los
Protectores me empujan hacia Nicole, con los ojos abiertos se agarra el
costado cubierto de sangre, en ese momento, otra bomba de humo cae sobre
la plataforma.
—Huye —me dice Nicole.
Me muevo a través de la plataforma, estrello mi cabeza ante el primer
Protector que aparece entre el humo para impedírmelo, confuso, se aparta y
con mis manos atadas le golpeo. Me resbalo cuando doy un paso, la sangre
se extiende por el suelo, el Protector se retuerce para acercarse, pero de
rodillas le vuelvo a golpear en la cabeza una y otra vez hasta que deja de
moverse, hasta que la sangre derramada de mi madre se mezcla con la de él.
Veo el bulto de su cuerpo e intento alcanzarlo cuando alguien me agarra por
el brazo y me pone en pie.
—Natalie —lleva la cara cubierta pero sus ojos plateados son
inconfundibles.
—Mi madre…
—No podemos hacer nada —su voz se tiñe de tristeza, por un momento
anclo mis pies pero al final me desconecto y me dejo llevar por él.
Salix me ayuda bajarme de la plataforma, en cuanto toco el suelo, saca
un cuchillo de la cintura de sus pantalones, su cuchilla resplandece cuando
aprieta la empuñadura y de un golpe, destroza el dispositivo que me ata las
manos. Ya liberada, siento la energía acudir a mí en oleadas, me tambaleo y
Salix vuelve a tirar de mí.
Me conduce a través del público, entre todo el bullicio y corremos
alrededor de la Cúpula. Thaily, Paul, Era y Mora nos están esperando junto
a un vehículo, se meten en él en cuanto ven que nos acercamos. Salix
prácticamente me lanza al interior cuando llegamos y me sigue, el vehículo
derrapa alejándose aún cuando la puerta no se ha cerrado del todo. Levanto
la cabeza desorientada cuando veo a Rilley tirado en el suelo. Mi energía
hierve al instante.
—No, Natalie, por favor —dice Thaily sujetándome el brazo. Gruño en
respuesta y noto como la piel por donde me agarra arde a conciencia, ella
también lo nota y aparta la mano de inmediato—. Por favor.
—Yo también le supliqué a él.
—Hazlo por mí, te lo ruego —le mantengo la mirada y vuelvo a gruñir.
—Natalie —me llama Salix—. Ven aquí.
Me obligo a apartar la mirada de Thaily y la llevo a Salix.
—No.
—Apártate de él o te arrepentirás.
—Mi madre ha… —no consigo decirlo en voz alta, no puedo—, por un
arma que yo empuñaba, que él me puso en las manos —mastico cada
palabra con la ira hirviendo en mi cuerpo.
—Primero tenemos que ocuparnos de otros asuntos, si quieres, te
ocuparás de él cuando sea el momento.
Vuelvo a gruñir en respuesta, mis ojos me arden y cambia mi visión,
todo se vuelve más luminoso a mi alrededor, sé que tengo los ojos
impregnados de energía y me está quemando.
—Tienes que parar —ordena Salix.
—No puedo.
—Natalie —ahora Salix es el que gruñe.
—Detenme —balbuceo.
Muevo mis manos cargadas de energía hacia Rilley pero no me da
tiempo a volver a respirar cuando siento un fuerte golpe en la cabeza y
caigo sobre los brazos de Salix.
Capítulo 57

Abro los ojos, el viento cálido me acaricia la piel y me incorporo de


inmediato sobre un camastro. Salix está sentado a mis pies.
—¿Qué me hicisteis? —aprieto los puños pegajosos por la sangre que
alguien ha intentado limpiarme.
—Era te noqueó. Thaily nos ha traído a la Periferia, estamos en un
centro de atención sanitaria. Pensé que te gustaría despertarte aquí —Salix
gira su cabeza y sigo la dirección con los ojos hacia un agujero en la pared
que me muestra una silueta distorsionada de la Periferia.
—¿Dónde está Rilley?
—Despierto —la mirada de Salix se ensombrece—, le hemos tenido que
encerrar.
—¿Qué ha pasado con la Cúpula? —pregunto aún con la vista puesta en
un paisaje en ruinas cubierto de sombras.
—Las últimas noticias dicen que Nicole está con vida, no sabemos más.
—¿Cómo aparecisteis allí?
—No os iba a dejar atrás a ninguna de las dos, hablé con Thaily y ella
quería ayudar y rescatar a su hermano. Era y Paul nos siguieron.
—¿Alguien más sabía que os dirigíais a la Cúpula?
—No, ¿qué pasó dentro? Mora me dijo que la ayudaron a escapar, la
localizamos cuando huía.
—Las cosas no son como pensaba, hay un traidor entre nosotros,
alguien habló y planearon mi captura. Hay que descubrir quién es y
eliminarlo —por el rabillo del ojo veo cómo Salix asiente—, porque hay
alguien de la Alianza que dirige una flota que desembarcará en Falansteria
para recoger a un ejército de híbridos y comenzar una guerra mundial.
—Nadie mueve tantos transportes sin ser visto.
—Pues lo están haciendo.
Salix me examina en silencio, se pone en pie para sentarse más cerca,
con una suavidad dolorosa pone su mano sobre la mía.
—Tienes que hablar de…
—Cállate —le detengo y alejo mi mano.
—Natalie, tu madre…
—¡Que te calles! —grito— ¡No te quiero escuchar! No la nombres.
—No sé cómo ayudarte —dice al cabo de unos segundos de silencio.
—Cállate, por favor —me derrumbo y flexiono las rodillas escondiendo
mi cabeza entre ellas mientras me tapo las orejas—. No hables más —
balbuceo cuando un nudo me abrasa la garganta.
Salix se mueve a mi lado y sin mi permiso, me estrecha con fuerza hacia
su pecho cuando empiezo a sacudirme sin poder controlar el llanto. Me
aferro a su camiseta con rabia, un grito se me escapa entre los dientes
apretados. He empuñado el arma que le ha a… No puedo, no puedo
pensarlo. Grito. Se desplomó en el suelo como si no valiera nada, como un
jirón de tela desechado al que todos ignoran. No quedaba nada de lo que
había sido, ella era fuerte…
—Respira, Natalie —susurra Salix—, respira porque vamos a renacer
de las cenizas y destruirlos a todos.
—No puedo —confieso en un balbuceo. El dolor que me destroza el
pecho se extiende hasta entumecerme las extremidades.
—Vamos a hacerlo juntos, tú, yo, las chicas que te apoyan y lo
demuestran orgullosas en sus cabezas, Kale, confío en todos ellos tanto
como en ti.
Me separo de Salix y me encuentro con sus ojos cubiertos de confianza
y seguridad, no me importa que me vea así, no me importa nada pero
asiento a sus palabras. Me seco las lagrimas e intento recomponerme.
—Necesito un rato más antes de encontrarme con los demás.
—Todo el que necesites.
Duda y su espalda se tensa cuando se va a mover para alejarse de mí
pero lo sujeto por la mano. Ni siquiera me atrevo a mirarlo o pedirle que se
quede con palabras, tampoco lo necesito. Salix se relaja a mi lado y en
silencio, me envuelve en sus brazos. Una sensación de nausea y vértigo
arremete de nuevo contra mí, la mano de Salix dibuja círculos en mi
espalda mientras intento controlar mi respiración.
Capítulo 58

Un rato se convierte en unas horas y las horas dejan paso a un día, quizá
dos, no lo sé con exactitud. Lo que sé con seguridad es que Salix no se ha
movido de mi lado y nadie ha venido a buscarnos.
Dirijo la mirada hacia la apertura de la pared, fija en el cielo que con
una lentitud hipnotizante se colorea de rojizos. Me siento sobre el camastro
y al momento, el cuerpo de Salix se tensa tumbado a mi lado y también se
incorpora.
—Natalie.
—Estoy bien —digo apenas moviendo los labios.
—Nos están esperando.
—Lo sé —abro y cierro los puños, la energía vuelve a pincharme, tenso
el cuello cuando siento pequeñas descargas en la cabeza—. Tenemos que
terminar lo que hemos empezado.
—Juntos —se apresura a decir.
—Sí —arrastro la palabra—. Me gustaría limpiarme antes de
encontrarme con los demás.
—Claro, dame un momento.
Por primera vez, Salix me deja a solas y en cuanto cierra la puerta de la
pequeña estancia tengo que concentrarme en controlar mi respiración. Bajo
las piernas del camastro y agacho la cabeza, cierro los ojos con fuerza
contando las veces que mi pecho sube y baja.
Me sobresalto cuando noto las manos de Salix acariciar mis brazos de
arriba abajo, ni siquiera me he dado cuenta cuando ha llegado.
—Estas helada.
—Estoy bien —Salix asiente.
—Ven, te llevaré a que te asees.
Es la primera vez que salgo de esta habitación desde que llegué, justo
cuando pongo un pie fuera se me atasca el aire en los pulmones, Salix me
pide que tenga cuidado, la mitad del edificio no existe, al menos, en pie.
Abajo, una masa de escombros es la única prueba de que no hace
demasiado tiempo este centro estaba completo. Inspiro ante la altura.
Bajamos seis pisos, mis pies se levantan ante los restos de escombros,
de cristales rotos y de restos de material que ha quedado inservible.
Salix me abre una puerta, me dice que hay agua y jabón dentro. Se lo
agradezco en un susurro y entro. Un pequeño baño se abre ante mí, una
línea de taquillas desplomadas sobre el suelo me hace pensar que lo usaba
el personal, uno que es probable que esté muerto. Me rodeo el cuerpo con
los brazos y camino hacia la ducha, me detengo en cuanto paso frente a un
espejo, aparto la mirada ante mi reflejo. Suspiro y llego hasta el final, sobre
una de las taquillas caídas más cercanas a la ducha hay ropa doblada, la
compruebo, una toalla, ropa interior y una camiseta.
Me desnudo evitando mirar mi cuerpo, en cuanto abro el grifo me apoyo
en la pared cabizbaja y mis lagrimas se unen al agua. Me encojo ante las
gotas que son como alfileres sobre mi piel sensible, fuerzo mis músculos
entumecidos para enjabonarme ignorando las lagrimas que aún siguen
cayendo, frotando con fuerza mis manos para que desaparezcan los restos
de sangre. Cuando no soporto más el frío, salgo de la ducha, me seco y me
visto. Cuadro los hombros y respiro hondo. Paso a paso, me digo.
Salix está apoyado en la pared de enfrente en cuanto salgo.
—Gracias por la ropa.
—Thaily me la dio —dice sin quitarme la mirada de encima—.
¿Preparada?
—Lista.
Bajamos una planta más a pie y luego nos subimos a un ascensor que
para mi sorpresa, aún funciona. Las puertas se abren y tras recorrer un
pasillo, Salix se detiene frente a otra puerta, me mira por encima del
hombro y asiento con un nudo en el estómago. No estoy preparada pero hay
que hacerlo.
Al otro lado se hace el silencio en cuanto entramos. Todos me observan
repartidos en diferentes mesas, mantengo la mirada en alto incómoda,
mantengo un único pensamiento en la cabeza; entre ellos está el traidor.
Un movimiento llama mi atención, Joa se pone en pie despacio y da
unos pasos en mi dirección. La miro de arriba abajo y una sensación
dolorosa me sube por el pecho humedeciendo mis ojos sin poder evitarlo,
estoy a punto de derrumbarme cuando se acerca con pasos indecisos, se
echa un mechón de pelo, más largo de lo que recordaba, tras la oreja.
—¿Natalie? —pregunta en un hilo de voz, quizá asegurándose de que la
chica con la piel grisácea y sin pelo más parecida a un monstruo, es su
amiga.
—Joa —a penas puedo susurrar.
Me abraza con fuerza y la rodeo con mis brazos, está mucho más
delgada pero libre de cicatrices visibles. Respiro hondo con la cara hundida
en su hombro, luchando por no llorar. Su agarre solo es interrumpido por
una voz robótica con una leve tonalidad que me saluda. Me separo de Joa
dirigiendo la mirada hacia él, no puedo mantenerme firme y trago saliva
con dificultad mirándolo.
—Bienvenida a casa —la voz vuelve a sonar cuando Naho mueve sus
manos en el aire, intento ignorar el nudo que se forma en mi garganta al
recordar que le cortaron la lengua. Naho me estrecha con fuerza, sigue
siendo tan grande como lo recordaba.
—¿Cómo? —pregunto mirando sus manos, Naho vuelve a moverlas.
—Lenguaje de signos y un juguete de Joa, traduce mis movimientos de
manos en esta voz.
—Seguimos trabajando en ello —apunta Joa con timidez—, aún
necesita más fluidez.
—Siempre fuiste la mejor —afirmo.
—Hemos preparado una pequeña cena —interviene Johan a nuestro
lado—, por nuestro reencuentro y por todos los caídos.
Asiento y Johan me invita a sentarme, Salix da unos pasos poniéndose a
mi lado, no es hasta que noto el roce de su mano con la mía cuando me doy
cuenta del frío que tengo y de que estoy temblando. Me acaricia con los
dedos y trago saliva con dificultad, más aún cuando, uno a uno, todos me
abrazan y a pesar de saber que por culpa de alguien de esta sala nos
capturaron a Mora y a mí, siento la calidez de sus gestos.
Cuando todos se apartan camino hacia la mesa que hay preparada, han
unido varias dejando una forma alargada, Thaily me señala el lugar central
y se sienta a mi izquierda, seguida de Johan y Ona que mantienen una
conversación acerca de la curación con energía, Era, Robert y Mora, los
siguen atentos. A mi derecha está Salix, junto a él, Naho y Joa empiezan a
explicarme cómo funciona el dispositivo para comunicarse, a pesar de todo,
a Naho le brillan los ojos y lo admiro por ello. Observo a Paul por encima
del hombro de Joa, a pesar de que habla con Kale y Vánamo, parece
ausente, quizá por la distancia que Thaily mantiene con él.
Me limito a asentir a las explicaciones de Naho y Joa sin terminar de
escucharlos del todo, tengo la cabeza nublada, no soy capaz de estar
presente al cien por cien. Salix dice algo que no he oído y entonces me doy
cuenta de que acaba de desviar la atención de Naho y Joa sobre él, ahogo un
suspiro aliviada y me fijo en la placa que hay frente a nosotros. Refleja toda
la disposición de la mesa, paso la mirada de un lado a otro del reflejo
observando a cada uno, un traidor o traidora, no podría decidirme por
ninguno. Me pregunto por qué nos hemos sentado así, frente a esa placa, mi
duda queda resuelta cuando Johan activa una proyección sobre ella, una
música que no mejora mis ánimos empieza a sonar de fondo y aparece un
rudimentario mapa de Falansteria que muestra los diferentes anillos. Una
cena para recordar a los caídos y para planear nuestros siguientes pasos.
Capítulo 59

Con una presión en el estómago observo la comida sobre la mesa, no


hay demasiada variedad ni cantidad, pero todos parecen disfrutarlo.
—Come —insiste Salix, pero solo he conseguido dar un par de bocados,
tengo el estómago cerrado.
Observo que él ha comido lo mismo que yo, exactamente igual,
mientras sigue atrayendo la atención de Naho y Joa que parecen encantados
con él.
Los demás ya han dado por finalizado sus platos, las conversaciones
siguen en un murmullo cuando Johan llama nuestra atención y se levanta
poniéndose frente a nosotros con el mapa de Falansteria a su espalda.
—No podemos quedarnos aquí mucho tiempo, tenemos que elaborar un
plan —dice.
—Podemos hacerlo mañana —interviene Thaily.
—Aquí no estamos a salvo —responde Johan.
—No lo estamos en ningún lado —contesta Paul frotándose la cara con
las manos.
Las voces empiezan a solaparse unas a otras, el volumen aumenta
opinando sobre nuestros siguientes pasos. Salix mantiene silencio,
descansando su mano sobre la mesa muy cerca de la mía, lo miro de reojo y
Salix asiente, un golpe de su mano hace estremecerse la mesa donde
acabamos de cenar. Todos se callan volviendo sus cabezas hacia él. Arrastro
la silla hacia atrás para ponerme de pie, antes de hacerlo le susurro que me
siga. Rodeo la mesa con Salix a mi lado bajo la atenta mirada de todos, con
un movimiento de mano, Salix quema los dispositivos que crean la
proyección y nos paramos en el lugar que ocupaba, frente a todos. Johan
nos da espacio. Respiro hondo antes de hablar.
—Hay un traidor en esta sala —observo a cada uno de mis amigos y se
mueven incómodos.
—¿Alguien tiene que decir algo? —pregunta Salix—. Escucharemos a
cualquiera, lo que tenga que decir.
—¿Qué traición ha sido? —pregunta Kale—. Nadie de nuestro grupo ha
podido hacerlo.
—¿Crees que nosotros sí lo haríamos? —increpa Thaily.
—Solo veo un grupo delante mía —digo. Kale y Thaily me mantienen
la mirada pero no me discuten—. Alguien le dijo a Lirea dónde nos
encontraríamos con Joa y Naho, se prepararon para capturarme, Mora solo
estuvo en un mal sitio. Gracias a ese traidor, mi madre… —una quemazón
me impide seguir hablando.
—Alguien de esta sala —continúa Salix—, le pasa información a Lirea
y no vamos a salir de aquí hasta que no lo descubramos —dice frío.
—Nuestro grupo —Era se corrige de inmediato—, los que hemos
venido desde Lavándula, no nos separamos, no conocemos la zona, ni
coordenadas. Si tu captura fue planeada, alguien los tuvo que avisar con un
margen de tiempo —aprieto la mandíbula ante su razonamiento porque aún
guardaba alguna esperanza de que mis amigos, los que lucharon a mi lado
no me hubieran vendido.
—Supongamos que llevas razón, eso os deja a los demás en muy mala
posición —miro a Thaily esperando una buena excusa.
—Solo hay tres personas que conocían el lugar de encuentro con
margen de tiempo —pronuncia Thaily con la voz afilada. Se pone en pie y
viene hasta nosotros—. Johan, Naho y Joa.
Los dos últimos se ponen de inmediato en pie, mi amiga con lagrimas
en los ojos y temblando, le mantengo la mirada y ella a mí pero no dice
nada.
—Me cortaron la lenguda —escucho la voz robótica de Naho—, jamás
ayudaría a esos hijos de puta, jamás te traicionaría, Natalie.
—A pesar de mi pasado, daría la vida por todos vosotros —dice Johan a
nuestro lado con una extraña calma—. Dejé todo atrás siendo consciente de
lo que hacía y lo volvería a hacer.
Vuelvo mis ojos hasta Joa que sigue temblando, espero a que hable, que
diga lo que sea, cualquier cosa porque la voy a creer.
—Joa —me atrevo a pronunciar.
—Yo —tartamudea—, yo solo quiero que todo esto se acabe, no quiero
luchar —aprieto los labios ante sus palabras—. He estado escondida
durante todo este tiempo esperándote, no he hablado con nadie —dejo
escapar el aire muy despacio—, pero…
—¿Qué? —pregunta Thaily que se tensa a mi lado de inmediato. Joa no
habla pero un rápido movimiento de ojos a Naho la delata.
Thaily se mueve rápido hasta Naho, lo coge del cuello de la camiseta y
lo arrastra hacia el centro de la sala.
—¡Habla! —grita Thaily—. ¿Qué coño has hecho?
—No he hablado con nadie, te lo prometo, no soy un traidor —Naho
mueve sus manos temblorosas mientras la voz lo traduce— Thaily, tienes
que creerme, sois mi familia, jamás os traicionaría.
Thaily lo suelta de golpe y con la rabia tiñéndole las mejillas se gira
hacia Joa que pierde el color de su cara.
—¡Explícate! —le exige en un gruñido.
Joa empieza a temblar y las lágrimas le caen por las mejillas, ahora
Thaily va hacia ella y cogiéndola por el brazo la arrastra hasta el lado de
Naho que intenta explicarse.
—¡Habla! —vuelve a gritar Thaily con la voz desgarrada.
Todos observamos en silencio, Joa me mira con los ojos muy abiertos,
aprieto las manos en puños para no correr hasta mi amiga y ayudarla.
—Yo… —tartamudea sin mirar a Naho— Yo descubrí unos mensajes en
su dispositivo para hablar, lo diseñé para poder comunicarnos en un futuro,
tiene una memoria interna donde se almacenan sus movimientos y
mensajes, se supone que no tendría que tener ninguno porque no lo hemos
probado pero una de las veces que estaba mejorándolo, los descubrí.
Naho da un paso hacia atrás, ahora es él quien ha perdido el color de su
cara, paralizado mira a Joa. Toda la ira de Thaily se disuelve en ese
momento y las sombras oscurecen su mirada.
—Muéstramelos —dice con demasiada tranquilidad—. Muéstrame los
putos mensajes.
Naho sale del shock y abatido mueve sus manos, no aparece ninguna
proyección, la voz que traduce sus movimientos comunica que hay
mensajes enviados y lee el último, un aviso de mi aparición, dónde y
cuándo nos encontraríamos. A Naho se le caen dos lagrimas mirando a
Thaily.
—Tienes que creerme, siempre he permanecido a tu lado —suplica
Naho—. Yo jamás os traicionaría, Thaily, jamás estaría de parte del sistema,
sois la única familia que me queda.
—Eras mi mejor amigo, te salvé la vida. Capturaron a Johan por tu
culpa, tuvimos que separarnos, cogieron a Natalie y por eso su madre está
muerta —a Thaily le tiembla la voz—, hubiera muerto por ti.
—Yo también moriría por ti —contesta una voz vacía.
Un grito se me atasca en la garganta cuando Thaily se mueve a una
velocidad espeluznante, saca un arma de fuego de la cintura de sus
pantalones y dispara. Delante de ella, un Naho con los ojos muy abiertos
tiene un agujero de bala en la frente, las lagrimas aún le humedecen las
mejillas cuando se desploma.
La sala se vuelve una locura, Joa grita y llora histérica. Ona está
agachada junto al cuerpo de Naho confirmando lo evidente. Paul está rígido
mirando el cuerpo de su amigo, se acerca a Thaily solo cuando ésta se
tambalea, le pasa un brazo por los hombros y se la lleva de la sala. Johan no
le aparta la mirada al cuerpo inerte de Naho, los demás se mantienen tensos
tras la mesa.
Doy un pequeño salto cuando Salix me roza el brazo.
—¿Natalie? —asiento en respuesta.
Naho era un traidor, me capturaron por él, mi madre murió a mis manos
por él, Thaily lo ha matado y aún así, no me siento bien.
Sigo con la mirada a Robert, se acerca al cuerpo de Naho y con furia le
da una patada y escupe sobre su cuerpo.
—Puto traidor —pronuncia con rabia y se marcha.
Johan recoge a Joa que solloza en el suelo y también se van de la sala.
—Que alguien se ocupe del cuerpo —ordena Salix.
—Yo lo haré —dice Ona.
—Te ayudo —añade Mora.
Kale también se une a ellas y entre los tres observo cómo sacan el
cuerpo inmóvil de Naho.
—Voy a buscar algo para limpiar esto —dice Era cabizbaja.
—Te acompaño —se apresura a decir Vánamo.
Todos se marchan dejándonos a Salix y a mí solos. Sigo quieta en la
misma posición, mirando el lugar que ocupaba el cuerpo de Naho, el rastro
de sangre en el suelo. Aprieto los ojos con fuerza cuando se difumina,
cuando me tambaleo, Salix no tarda en ponerse frente a mí ocultando el
lugar del disparo y me sujeta por los brazos.
—Natalie —susurra Salix—, salgamos de aquí.
Entrelaza su mano con la mía y me dejo llevar, me conduce hasta la
habitación donde me desperté. Salix cierra la puerta cuando entramos.
—No quiero estar encerrada, me recuerda a los sitios donde me
mantuvieron contra mi voluntad —Salix me da un leve apretón de manos y
con un pequeño tirón me acerca a él, su pecho queda a pocos centímetros de
mí—. Vamos fuera, por favor.
Salix y yo nos movemos silenciosos entre los escombros. No vamos a
arriesgarnos a salir pero Salix parece saber dónde ir, se agacha para meterse
por un hueco que hay entre un amasijo de hierros y lo sigo, una leve
claridad llega desde fuera y despacio, subo detrás de él por lo que parece
una pared derruida. Salix se acomoda en un saliente y me ofrece su mano.
Se la agarro y me ayuda a terminar de subir, me siento a su lado.
Salix mira hacia arriba, sigo su mirada y en el dudoso techo que nos
cubre, se abre un agujero que nos deja ver el cielo de Falansteria. Una luna
en cuarto menguante aparece solitaria sobre un telón libre de estrellas,
respiro hondo al verla.
Pasan unos minutos y Salix se tumba sobre los escombros con un brazo
bajo la cabeza.
—Ven —me dice dándose una palmada sobre su pecho—. Créeme, es
mucho mejor que estos cascotes.
Quiero sonreírle en agradecimiento pero no puedo, siento la tirantez de
la piel de mi cara, parece que jamás volverá a adaptarse a otro gesto. ¿Por
qué tuvo que traicionarnos? ¿Qué le prometieron? Naho ya no está. Thaily
lo ha matado. Mi madre ya no está. Yo la he matado.
—Natalie…
Enfoco la cara de Salix cuando me llama y acabo moviéndome despacio
hacia él, aún con más cautela poso mi cabeza sobre su pecho. Al principio
sube y baja deprisa pero pronto se normaliza y me rodea con su brazo.
Vuelvo a respirar hondo ante el silencio de mi tierra, de lo que una vez
fue mi hogar ahora en ruinas, entre los que son mis amigos y mis enemigos.
Me concentro en respirar hondo porque después de esta noche no habrá
calma ni piedad, porque siento que he vuelto a morir y estoy renaciendo
como algo que no quiero ser. Siento que me estoy convirtiendo en fuego y
voy a quemar todo lo que se ponga en mi camino. Como el disparo de
Thaily, sin previo aviso, rápido y certero, sin oportunidades.
Capítulo 60

Aún mantengo los ojos abiertos cuando llega el amanecer.


—Ey —susurra Salix. Muevo la cabeza para mirarlo, los ojos plata de él
bajan hasta los míos, no parece que haya dormido nada tampoco—. ¿Sigues
aquí?
—Sí.
Salix se mueve, con el brazo con el que no me está abrazando se hurga
un bolsillo del pantalón. Alza su mano y me lo muestra, un pequeño trozo
metálico cuelga de una cadena.
—¿Qué es?
—Para ti.
Me incorporo despacio, tengo la parte derecha del cuerpo entumecida
por la postura, y lo cojo. Solo es una pequeña pieza de metal mal cortada
con los filos limados y un agujero por dónde pasa la cadena, lo giro en mis
dedos y lo observo, hay una serie de números grabados.
—¿Coordenadas? —pregunto. Salix se incorpora y me lo quita para
pasármelo por la cabeza.
—Por si cuando pase todo esto, aún sigues perdida —la mano de Salix
baja por la cadena hasta la placa que cae sobre mi pecho, llevo mi mano
hasta la de él y sus dedos acarician los míos, su tacto áspero a la vez me
resulta suave.
—Gracias —susurro.
En el momento en el que escucho mi propia voz soy consciente del
ritmo acelerado al que palpita mi corazón. Sorprendida, aparto mi mano.
—Tenemos que volver —pronuncio sin mirarlo.
—Sí —contesta apartándose muy despacio.
Salix y yo volvemos a la sala donde cenamos anoche, cuando entramos,
todo está limpio, ni una gota de sangre, ni un plato sobre la mesa. Solo un
solitario Johan ocupa la mesa con una taza humeante entre sus manos. Su
mirada cansada me sigue cuando me siento al frente de la mesa con Salix a
mi izquierda. Se levanta despacio cuando le ordeno que reúna aquí a los
demás, tenemos que hablar.
Uno a uno van llegando y se sientan alrededor de la mesa. Los del grupo
de Lavándula llegan silenciosos, Mora y Era se sientan contiguas a Salix,
seguidas de Joa que lo hace con los hombros hundidos sin levantar la
mirada. Ona se sienta a su lado, frente a ella, Vánamo. Paul y Thaily
aparecen juntos, mi amiga tiene los ojos hinchados y con un gesto de
cabeza le pido que se siente a mi derecha, Paul lo hace a su lado, luego
Robert y Kale quedan hombro con hombro con Vánamo. Frente a mí, al
otro extremo de la mesa, mirándome de frente, está Johan. Ninguno tiene
buen aspecto, parece que no soy la única que no consiguió dormir anoche.
Paso la mirada por todos ellos, algunos me miran, otros no y me
pregunto si lo de Naho fue un error.
—¿Qué hicisteis con su cuerpo? —pregunto a Ona.
—Lo deshicimos en cenizas con energía, así lo hacemos en Lavándula
—termina en un susurro. Todos mantienen silencio, solo Robert la mira,
parece ofendido por ese final de Naho, lo ignoro.
—Tengo información acerca del futuro de Falansteria —ahora todos me
prestan atención, algunos sorprendidos, otros alarmados—. Necesitamos
reunir a un buen número de gente dispuesta a luchar y a morir porque lo que
se nos viene encima no es la Cúpula, ni una guerrilla, lo que van a iniciar en
esta isla es una guerra mundial y tenemos que pararlos.
—¿Cómo coño sabes eso? —pregunta Robert.
—Lo que importa aquí es el hecho y si no nos movemos pronto, nos van
a arrasar.
—¿Cuál es el plan? —pregunta Era.
—En lo que llevo en Falansteria he conocido a dos grupos importantes,
el de Diana y el de un viejo amigo, Ray, tiene seguidores. También me
consta que Anton tiene los suyos. Nos vamos a dividir en tres grupos e
iremos a hablar con cada uno de ellos, quiero a sus hombres y mujeres pero
no a sus líderes, solo Ray permanecerá con vida si no supone un problema.
Abandonamos esta noche este sitio.
—Quiero ir a por Anton —dice Robert, parece que acepta el plan o le
puede el odio hacia él.
—No contaba con otro para eso. Kale y las gemelas irán contigo —
Robert asiente—. Salix, Era, Thaily y Paul vienen conmigo a hablar con
Diana. Johan, Joa y Mora van a por Ray. Quiero un móvil por grupo para
comunicarnos cuando tengamos a sus hombres, nada de conversaciones,
comunicaciones cortas. Nos encontraremos en el refugio de Ray, ese será
nuestro nuevo escondite.
—¿Qué hacemos si no quieren colaborar? —pregunta un Johan abatido.
—Una flota viene hacia Falansteria, quieren llevarse a los híbridos a
cualquier precio y los vamos a detener, me da igual cómo lo hagáis,
obligarlos si es necesario, quiero el grueso de hombres y mujeres que
puedan luchar. Los hombres de Anton son rebeldes, usa la Cúpula y el
sistema como excusa, divídelos en grupos —le digo a Robert—, los quiero
escondidos en la Ciudad, cerca de donde se sitúa la Cúpula. Tú te
encargarás de ellos —Robert vuelve a asentir con frialdad—. Yo me
encargo de los de Diana.
—¿Qué pasa con los de ese tal Ray? —vuelve a preguntar Johan.
—Decid que vais de mi parte y esperad allí. Quiero a todas las personas
que encontréis capaz de realizar cualquier dispositivo que estalle
fabricándolos, lo que sea, reunid todas las armas posibles y cápsulas de
energía. Vamos a usar todo lo que esté a nuestro alcance para acabar con
ellos.
—¿Será suficiente? —la pregunta de Vánamo hace que me incomode en
la silla.
—Tiene que serlo.
—¿Qué pasa con Rilley? —pregunta Thaily casi en un susurro con la
vista clavada en un punto cualquiera de la mesa.
—Ahora vamos a ir a hablar con él. Reunid todas las armas y comida
que podáis transportar, cuando todo esté listo nos volvemos a reunir y nos
ponemos en marcha. ¿Alguna pregunta? —obtengo el silencio como
respuesta—. Bien, solo una cosa más, ¿aún lleváis vuestros nanos
dactilares?
Thaily levanta sus manos mostrando las cicatrices en cada uno de sus
dedos, Paul y los demás la siguen.
—Estamos limpios —anuncia.
—¿Cómo?
—Ella se encargó —dice señalando con la cabeza a Joa.
—Tendrás que quitármelos a mi también —Joa asiente sin levantar la
mirada—, después iremos a hablar con Rilley —anuncio—. Preparaos.
Uno a uno empiezan a moverse y Joa y yo nos quedamos a solas.
Capítulo 61

Me siento en una mesa pequeña como me ha pedido Joa en un susurro


mientras espero a que se prepare, coge una mochila que deja a sus pies.
Joa no deja de recogerse el pelo tras la oreja sentada frente a mí
mientras saca varios dispositivos, unas gafas muy raras con varios aparatos
enganchados donde deberían estar los cristales y un artilugio en forma de
aguja, por fin saca algo que reconozco, un bisturí y una maquina para coser
heridas con energía.
—Extiende las manos sobre la mesa —me pide en un balbuceo.
Joa se coloca las gafas cuando hago lo que me pide, se mueve para
cogerme un dedo pero soy más rápida y le agarro por la muñeca. Mi amiga
da un pequeño bote sobre la silla.
—Mírame —tarda unos segundos en levantar la vista. Tiene los ojos
rojos y no tarda en aparecer el brillo de las lagrimas.
La miro erguida, con un dolor taladrándome la cabeza, la quemazón de
mis ojos se une al dolor en una simbiosis extraña e imposible. Me duele
mirarla, físicamente, me duele.
—Lo siento —dice.
—¿Por qué no hablaste con Thaily acerca de los mensajes de Naho? —
me obligo a aflojar el agarre sin pasar por alto el temblor de su mano.
—Yo no quería ese final para él, lo juro, tienes que creerme —le suelto
la mano de inmediato y Joa se quita las gafas—. He pasado todo este
tiempo junto a él, me contó lo que pasó cuando luchasteis, cómo lo
capturaron y lo torturaron, cuando le cortaron la lengua. Me habló de su
familia y cómo Protectores los asesinaron frente a él, cómo Thaily lo salvó.
Era mi amigo —su pecho sube y baja deprisa al terminar la frase.
—Si hubieras hablado, podríamos haber evitado… —aprieto los
dientes, los aprieto tanto con la intención de provocar un dolor que pueda
llamar tanto mi atención como para olvidar el resto. Fracaso.
—Te estuvimos esperando —Joa me interrumpe—, pero llegaste
demasiado tarde. Thaily me dijo que te habías marchado para buscar ayuda,
te estuve esperando, no llegaste a tiempo —sentencia con los ojos muy
abiertos.
—Yo no elegí cuándo volver —digo a la defensiva. Joa parpadea varias
veces seguidas y se pasa otro mechón detrás de la oreja.
—No quería que ocurriera lo que pasó en la Cúpula. Lo siento mucho.
—No te culpo a ti —no puedo evitar apartar la mirada al decirlo—.
¿Sabes algo de tus padres?
Joa se estremece negando con la cabeza. Un silencio incómodo se
instala entre las dos y le pido que continúe con la extracción de los nanos.
Vuelve a colocarse las gafas, cuando le pregunto, me explica que son
escáneres que ha fabricado para localizar los diminutos dispositivos en mis
yemas, la aguja funciona como un extractor. Joa relaja los hombros cuando
me explica sus juguetes. Dedo a dedo, coge el bisturí y realiza un pequeño
corte que no tarda en sangrar e introduce la aguja, a penas siento unas pocas
molestias cuando hurga y en algún momento, supongo que cuando localiza
el nano, la retira y cierra la herida con energía.
—¿Qué te ha pasado? —pregunta cuando termina con el último dedo
sin levantar la mirada.
—Me quemé —respondo esperando a que me mire a los ojos pero no lo
hace—, me quemé con mi propia energía y creía que era la peor sensación
del mundo, pero me equivoqué porque ahora siento que me abraso, que
incluso sin chispa el fuego se enciende y me consume, y no hay fuego, no lo
hay y me ahogo y no hay nada que me quite el aire, pero me ahogo —
susurro y Joa levanta la mirada— y duele, me duele algo que no es físico.
—Natalie…
Joa no me quita la mirada sin palabras, pero no necesito que diga nada,
solo necesito que me escuche.
Bajo la mirada y me froto las yemas de los dedos sensibles, me pongo
en pie ante su silencio. Paso por su lado para marcharme pero me detiene
agarrándome la mano.
—Lo siento —balbucea y sus hombros empiezan a sacudirse—, te he
echado mucho de menos.
—Yo también siento haber llegado tan tarde y también te he echado
mucho de menos.
Le suelto la mano para agacharme a su lado y fundirnos en un abrazo.
Capítulo 62

Desde una habitación medio en ruinas, Thaily, Paul, Salix y yo


observamos a Rilley a través de un cristal, está encerrado en una sala de
pruebas energéticas por eso está intacta, sus paredes están diseñadas para
que resistan los golpes energéticos como los que Rilley, como un loco,
lanza desesperado por salir. No veo nada en él que me recuerde al chico que
conocí. Golpea las paredes cegado con las manos ensangrentadas, se está
haciendo daño y no parece sentirlo mientras nos maldice a Thaily y a mí a
gritos, la sala retumba de nuevo con otra de sus embestidas.
—Tengo que entrar y hablar con él —dice Thaily.
—No —protesta Paul—, ¿ves que tenga pinta de hablar? —pregunta
enfadado. Thaily no aparta la mirada de su hermano.
—Iré contigo —le digo a Thaily y ahora es Salix el que me mira atónito,
pero no dice nada.
—¡Lo habéis perdido! —grita Paul, se pasa las manos por el pelo dando
un paso atrás. Mira a Salix en busca de apoyo pero no lo encuentra— ¿Es
que no lo veis?
Cuando Thaily y yo salimos al pasillo para ir a la siguiente puerta que
nos llevará hasta Rilley, escucho a Paul farfullar que estamos locas.
Rilley se detiene en medio de la sala cuando cerramos la puerta tras
nosotras, su pecho sube y baja agónico, no aparta su mirada helada de la de
su hermana, yo me mantengo alerta unos pasos por detrás. Rilley está
mucho más delgado, las sombras cubren sus rasgos hundidos, tiene las
venas exaltadas con una energía vibrante y su piel, mierda, está perdiendo el
color como lo hizo la mía. Rilley se está consumiendo y no sé si podrá o
quiere volver a ser lo que era.
—Rilley —tartamudea Thaily, de repente se hace demasiado pequeña
ante su hermano.
—Deja que me vaya —su voz ronca es un cuchillo afilado—, o
destruiré todo esto.
—Quiero ayudarte, puedo hacerlo —Rilley hace un amago de sonrisa en
respuesta a su hermana.
—No necesito tu ayuda, necesito salir de aquí —responde en voz baja.
—Por favor —dice persuasiva y da un paso hacia él.
—¡Déjame salir de este puto sitio! —grita alejándose y sus manos
empiezan a temblar—. ¡Abre esa puerta! ¡Thaily! Abre. Esa. Puerta. ¡Ya!
Thaily da otro paso y Rilley pierde los nervios, veloz como un rayo
mueve su mano y con una sacudida de energía golpea a su hermana que se
estampa contra la pared y cae al suelo, corro hasta ella para ayudarla, no
parece herida pero las lagrimas se le caen solas mientras fija la vista en su
hermano que permanece alejado de nosotras.
—No te voy a matar, pero si esa puta se acerca a mí va a morir y no va a
ser tan rápido como con su madre —me amenaza.
Mi energía se enciende de inmediato y despacio me pongo en pie
enfrentándome a él.
—Vámonos, Natalie, por favor —suplica Thaily tirándome del brazo—.
Vamos, no lo escuches, por favor.
Me dejo arrastrar por ella hasta la puerta porque si voy, uno de los dos
no va a salir vivo de aquí.
Cuando nos acercamos a la salida, Rilley se lanza a por nosotras pero en
un gesto rápido creo una barrera energética que nos protege a nosotras y a la
puerta. Se estampa contra ella, Rilley la golpea sin conseguir nada, me pego
a ella enfrentándome a él. Me mira a los ojos apretando la mandíbula y pasa
su mano arañando la barrera, sé que le tiene que estar quemando pero
parece no sentirlo.
—Eres un puto monstruo —escupe sin apartarme la mirada.
—No dijiste eso cuando follamos —un fugaz movimiento pasa por su
rostro—. No te pongas en mi camino de nuevo porque te mataré.
Con esa promesa aún quemándome en los labios, Thaily y yo salimos
sellando la puerta tras nosotras. Deshago la barrera de energía desde el otro
lado de la pared.
Salix no me aparta la mirada cuando volvemos, Paul rodea con sus
brazos a Thaily y no deja de susurrarle cosas al oído mientras ésta esconde
la cara en su pecho. Observo a Rilley a través del cristal, mira hacia nuestra
dirección aunque no puede vernos, con un golpe apoya sus palmas sobre él,
todos, incluida su hermana con el rostro empañado de lagrimas lo miramos.
Rilley apoya su frente.
—Thaily, te quiero —susurra al cristal que se empaña con su aliento—.
Por favor, déjame salir de aquí, eres mi hermana…
—No lo escuches —digo alzando la voz por encima de la de Rilley—,
te está mintiendo.
—¿Hermana? ¿Natalie? Os amo tanto, por favor, ayudadme a salir —
todos nos quedamos en silencio, Rilley cierra los ojos y aprieta los puños—.
Sé que aún me seguís queriendo —dice golpeando la cabeza contra el vidrio
con fuerza y se aparta de él. Un hilo de sangre le llega a los ojos sin
inmutarse.
La mano de Rilley empieza a emanar energía, la levanta y se araña el
antebrazo desgarrando la piel a su paso, la sangre empieza a gotear cuando
clava su mirada de nuevo en nuestra dirección. Thaily ahoga un grito.
—Vosotras me estáis haciendo esto —susurra y vuelve a mover su mano
arañándose el pecho por encima de la camiseta que se quema a su paso al
igual que su piel.
—No, no —balbucea Thaily acercándose al cristal. Rilley continua por
su cuello sin dejar de mirarnos, la sangre lo empieza a empapar todo.
—Se va a matar —susurro temblorosa. Ha perdido el control, sino lo
liberamos se va a matar ahí dentro.
—Hay que liberarlo —grita Thaily con la voz temblorosa. Paul la aparta
del cristal.
Rilley gruñe entre dientes cuando, con los ojos desorbitados, se hiere el
estómago, me falta la respiración cuando todos nos sobresaltamos con un
portazo. Tras el cristal, con una frialdad extrema en cada milímetro de su
cara, Salix lo observa. Ni siquiera me he dado cuenta cuando se ha
marchado. Rilley se gira muy despacio, la energía es fuego en sus ojos pero
Salix no se inmuta, camina hasta el centro y lo encara.
—Si quieres salir de aquí, tienes que acabar conmigo primero —
incrédula, doy unos pasos hasta el cristal y apoyo las manos—. Vamos a ver
hasta dónde eres capaz de llegar, Protector —escupe.
Rilley se lanza a por Salix sin decir palabra. El odio y la desesperación
se transmiten a los golpes que lanza acompañados de bramidos, Salix sale
despedido chocando contra la pared. Se pone en pie y le sonríe.
—Solo eres un niñato, tu energía a penas me hace cosquillas —se mofa.
Rilley vuelve al ataque, Salix se limita a parar algunos de sus golpes sin
defenderse. Rilley es rápido, la sangre empieza a salpicar el suelo y no es
solo la de él. Mierda, mierda.
—¿Quieres un poco de energía? —le pregunta Salix limpiándose la
sangre del labio, le tiembla la mano—. ¿Quieres sentirla de verdad?
Se vuelve a lanzar hacia él y Salix lo agarra por el cuello con la mano
rodeada por unas llamas plateadas, por un segundo, Rilley parece caer en
trance y sus heridas mejoran, cuando Salix deja de usar su energía, vuelve
al ataque.
La sala vuelve a retumbar cuando el cuerpo de Salix se estampa contra
la pared, cae con un fuerte golpe, apenas puede moverse, sino se defiende,
lo va a matar.
Salgo corriendo de la sala, voy hasta la puerta contigua e intento abrirla,
tiro del picaporte pero el sistema de apertura no responde, le pego una
patada sin conseguir nada.
Salix ha tenido que hacerle algo para encerrarse.
—¡Busca a Joa! —le grito a Paul cuando aparece en el pasillo—. ¡Que
venga ya! ¡Vamos!
Golpeo la puerta con todas mis fuerzas, tengo que entrar. Atónito, Paul
sale corriendo en busca de Joa. Empujo la puerta, miro el panel de control,
joder, no entiendo nada. Desesperada, miro hacia donde se ha ido Paul, no
vienen. De repente, Thaily me llama a gritos, corro hacia dentro de la sala
de observación, Salix está en el suelo y a penas puede mantener a Rilley
que colérico no deja de golpearle. Golpeo mis puños contra el cristal sin
conseguir nada, desesperada miro a Thaily que con lágrimas en los ojos no
puede reaccionar. Los gritos del pasillo me hacen salir, Joa ha llegado.
—Tenemos que abrir esa puerta —digo controlando la desesperación.
—Rilley nos traicionó, su perdida no es la mía —contesta con una
frialdad que desconocía.
—¡No es por él! —le grito perdiendo el control— Salix está dentro, lo
vamos a perder a él. Lo voy a perder —digo bajando la voz.
—Si abro esa puerta, Rilley escapará —me retumban las rodillas cuando
caigo delante de Joa sin pensarlo.
—Por favor —le suplico—, ayúdame.
Joa me mira desde arriba y de repente veo como pierde toda la frialdad
y sus ojos se empañan de lágrimas a juego con los míos. Se gira y va hacia
la puerta, Joa empieza a toquetear la pantalla de control, la saca de la pared
y comprueba el cableado. Me pongo en pie, tengo que entrar ya.
Joa maldice y se gira hacia mí con los labios apretados.
—Han quemado el sistema, no se puede abrir, Natalie.
Doy un paso atrás pasándome la mano por la cabeza cuando las
lagrimas me empiezan a caer. Rilley va a matar a Salix y no puedo hacer
nada. Miro a Paul y a Thaily que me devuelven la mirada impotentes.
Necesito que alguien me diga qué hacer.
Las paredes vuelven a retumbar desde dentro. No. Entraré como sea
aunque sea lo último que haga. Respiro hondo reuniendo toda mi energía y
voy hasta la pared, mis venas se iluminan cuando lanzo el primer puñetazo.
Suelto un alarido absorbiendo toda la energía que me rodea y estampo de
nuevo mi puño al mismo punto. Escucho la voz de Joa gritarle algo a Thaily
cuando golpeo de nuevo. Joa se pone junto a mí cuando vuelvo a hacerlo,
me dice algo, pero no la escucho.
—Un agujero —entiendo entre la bruma de mi mente— necesito un
orificio, una grieta, lo que sea.
Asiento y golpeo. Con cada golpe expulso la mayor carga de energía
que puedo. La pared retumba, se hunde levemente pero no consigo
romperla.
—¡A la de tres! —grita Joa. La miro y está a mi lado con el puño
preparado— Una, dos y, ¡tres!
Golpeamos a la vez, nuestra energía recorre la pared abriendo una
pequeña grieta, Thaily llega corriendo y le lanza una caja a Joa que coge al
vuelo, la abre y saca una punta que encaja en la grieta.
—Golpea ahí.
Preparo el brazo y, sin esperar, lanzo el golpe con todas mis fuerzas, en
el momento en que mi mano entra en contacto con la punta, una honda nos
lanza a Joa y a mí por los aires y la pared estalla en mil pedazos.
Capítulo 63

Nada. Eso es lo que siento en un primer momento y estoy agradecida


por ello. Me siento a gusto así, no quiero volver a sentir nada nunca más,
pero el mundo no me deja en paz.
Me tapo los oídos ante el pitido que amenaza con reventarlos, me
retuerzo sintiendo dolor en cada extremidad, alguien me zarandea pero no
consigo enfocar la vista y siento cómo me cogen en brazos.
El tiempo no parece pasar cuando me posan sobre algo mullido, noto
unas manos sobre mi cuerpo e intento moverme sin éxito, aturdida,
comienzo a sentir un calor sobre mi pecho, mi mirada se hace más nítida y
veo a Ona justo a mi lado con sus manos sobre mí. Me relajo.
—Los demás… —balbuceo con la boca adormecida.
—Los están ayudando, sobrevivirán pero el hermano de Thaily ha
escapado. —Intento decir algo más pero Ona me detiene con una mirada—.
Deja de hablar, tenéis que recuperaros y largarnos de aquí. No sé en qué
estabais pensando.
—Salix —pronuncio sin hacer caso a Ona.
—Vánamo y Mora están con él, los demás están aquí, ¿ves? —giro la
cabeza en la dirección que Ona me indica, las paredes se ondulan cuando lo
hago. Distingo sobre mantas, a Paul y Thaily tendidos, Kale y Johan los
atienden, Joa está sentada con la cara llena de sangre, Era y Robert están
con ella.
—Tenemos que irnos antes de que vengan a por nosotros —vuelvo a
balbucear.
—Lo sé, ¿preparada para un subidón de energía? —asiento sin otra
alternativa.
Ona me presiona el pecho con sus manos y arqueo la espalda cuando
mil rayos me atraviesan la piel. Lo único que veo es una luz cegadora
mientras la energía recorre mi cuerpo en torrentes que van regenerando todo
a su paso. El dolor se hace insoportable a la vez que liberador y cuando creo
que voy a deshacerme en mil pedazos, suspiro y todo se aplaca de golpe.
Abro los ojos y me encuentro con la mirada oscura de Ona que me
acaricia la frente.
—Bienvenida —dice con una sonrisa cálida. Ona me ayuda a
incorporarme cuando la las paredes de la habitación parecen ponerse rectas
de nuevo a mi alrededor—. Despacio, ha sido una cura rápida, tu energía
hará el resto pero no hagas movimientos bruscos, esa pared casi os mata.
—¿Paul? —pregunto. Thaily le sujeta la mano, mi amigo yace con los
ojos cerrados.
—Estará bien, pero él no interactúa con la energía, necesita más tiempo
para sanar —me aclara Kale.
Mareada me pongo en pie, voy hasta Thaily dando tumbos y me
arrodillo a su lado.
—Estoy bien —dice cuando la miro—, solo quiero que Paul se
recupere, necesito que lo haga —a Thaily se le rompe la voz.
—Lo va a hacer, es fuerte y ellos saben lo que hacen, les confiaría mi
vida sin dudarlo
—Thaily asiente con los labios temblorosos, le doy un beso en la frente
y cuando levanto la mirada, Kale me está observando y asiente.
Me giro hacia Joa, Era está agachada junto a ella susurrándole algo.
—¿Joa?
—Quiero que todo esto termine —solloza y Era la abraza calmándola.
—Quédate con ella —le pido y Era asiente.
Inestable, doy unos pasos, mi energía se vuelve balsámica con cada
movimiento que hago.
—¿Dónde está? —pregunto apoyada en la puerta.
—Justo en frente —dice Ona ahora junto a Paul—, pero necesitas
descansar unos minutos. Joder, unos segundos —la escucho farfullar
cuando me muevo hacia la salida.
El pasillo está a oscuras, a la derecha una pared se ha venido abajo, a la
izquierda más escombros son iluminados por rayos de sol que entran por un
techo de dudoso aspecto.
Golpeo la puerta con menos fuerza de la que pretendo, Vánamo la abre
al momento.
—Quiero verlo.
—Deberías descansar —me aconseja.
—Abre la puerta.
—Ni siquiera deberías de estar en pie.
—Abre la puerta —repito.
Vánamo suspira y la abre. Salix está sobre un camastro, cuando Mora
me ve se aparta de él y viene hasta mí.
—Os dejaremos solos —dice poniendo una mano sobre el hombro de
Vánamo—. Está bien, Natalie.
Entro con pasos vacilantes y las chicas se marchan cerrando la puerta
tras ellas. Salix mira el techo sin moverse, me acerco poco a poco y gira la
cabeza hacia mí.
—¿Por qué eres tan idiota? —Salix se pone en pie muy despacio, hago
un esfuerzo por no mirarle el torso desnudo, ni las recientes heridas sanadas
con energía.
—Porque estaba viendo cómo te rompías y prefiero que me rompan la
cara porque eso se puede curar —me detengo boquiabierta, sus ojos
plateados no se apartan de los míos—, porque te he visto romperte muchas
veces y no lo soporto más. Te conozco mucho antes de que tú supieras que
existo —Salix se mete la mano en el bolsillo y la extiende frente a mí, una
cápsula de energía muy extraña en Falansteria y familiar para mí, se posa en
su mano.
—Eres el encapuchado, Mora me lo contó cuando pensamos que nos
iban a matar en la Cúpula —Salix entrecierra los ojos con mi confesión.
—Me enviaron aquí para investigar a Marcus y los híbridos, no
confiaba en esa misión, ni en Bosco. Hablé con Mora para que me
acompañara sin que nadie lo supiera, es mi mejor amiga, mi hermana, la
única persona en la que confío. El encapuchado éramos los dos. Ella se
infiltró entre los rebeldes, ella habló sobre la Alianza e hizo que ese
transporte pasara por aquí, sabíamos que era una mafia pero se suponía que
ella se mantendría a tu lado. Yo tuve que quedarme aquí unos días más para
informar hasta que me enteré de que te había perdido. —Me apoyo en la
pared mareada, Mora me contó lo mismo, ya sabía lo que me está diciendo
pero eso no lo hace más digerible—. Era un plan arriesgado, pero creía que
la Alianza podía ayudar a Falansteria y creí que yo te podía ayudar a ti —
Salix me da la espalda y se pone una camiseta.
—¿Cuándo fue la primera vez que me viste?
—Saltabas el muro de la Universidad y atacaste a un Protector —
contesta aún de espaldas—, me resultaste interesante, llamaste mi atención
y las noches en Falansteria eran muy aburridas. Así que cada una de ellas,
esperaba en los alrededores a que te volvieras a escapar, te vi con Joa, con
Rilley… Te seguí y por casualidad, vi a los híbridos y supe que no eras una
estudiante más, estabais tramando algo. Pasaban los días y no deje de
observarte ni uno de ellos, ahora que lo pienso, esto no dice algo muy
bueno sobre mí —dice en un tono que pretende ser divertido—. Me
resultaste jodidamente especial pero, ¿qué diablos estaba haciendo? ¿Qué
hacía yo allí? ¿Por qué tú? Yo no pertenecía a tu mundo, soy un espía y
como un estúpido cada día te buscaba, me convencía de que era por la
misión, pero nunca fue esa la razón. Me importas y no encuentro una
explicación lógica. He ayudado a Rilley antes, en un ataque de los híbridos
dentro de la Cúpula, yo lo curé con mi energía y lo volvería a hacer mil
veces más porque no te puedo ver sufrir. Cuando te encontré en Lavándula,
no te podía mirar a los ojos, te estuve buscando y llegué demasiado tarde
pero tú sola te levantaste y llegaste hasta aquí. Soy idiota porque entre toda
esta mierda, siempre espero que te des cuenta cuando no estoy alrededor,
porque no me importa el color de tu piel, que no tengas pelo o tus cicatrices,
lo que me está matando es que no recuerdo la última vez que te vi sonreír y
que todos esos hijos de putas te están dañando. Intento buscar razones para
no convertir Falansteria, tu hogar, en una puta bola de fuego y quemar a
todos —los hombros de Salix tiemblan son sus últimas palabras.
Doy unos pasos insegura, sintiendo que nada de esto está bien porque
no es el momento, porque esto es ser egoísta cuando hay gente sufriendo,
luchando y muriendo, pero sus palabras me aligeran el dolor que me
adormece el pecho.
Me acerco a Salix por detrás y le rozo la mano, él no duda y entrelaza
sus dedos con los míos. Cierro los ojos con fuerza al sentir su calidez y
apoyo la frente en su espalda.
—Tengo miedo —sus músculos se tensan ante mis palabras—. Quiero
tener el control, otro cuerpo, otra alma pero no controlo nada, soy un bicho
raro, he quitado vidas y voy a quitar muchas más —Salix me aprieta la
mano—. Tengo miedo de la persona que soy, de perder a los que quiero y
me aterra sentirme bien contigo y con ellos no, porque eso no está bien.
Salix se gira y me estrecha entre sus brazos, su pecho sube con un
suspiro.
—Lucharemos juntos, haremos que todo lo malo merezca la pena, le
daremos un sentido.
—¿Y después?
—Podrás hacer lo que quieras, tendrás el mundo a tus pies.
Salix me mece contra su cuerpo y por un segundo me permito creer en
sus palabras.
Capítulo 64

Salix y yo entramos en la habitación donde sanaban a los demás, Paul


ya está despierto.
—Tenemos que movernos ya —dice Thaily con la mano entrelazada a
la de Paul en cuanto nos ve—, Rilley les dirá dónde estamos.
—Lo sé —musito—. Robert, ¿sabes dónde encontrar a Anton?
—Lo encontraré —me mira como si hubiera preguntado una estupidez.
—Bien. Thaily, sincroniza el móvil de Salix con dos más para Robert y
Mora.
—Tengo algo mejor —suelta la mano de Paul para buscar algo en una
mochila cercana y saca tres brazaletes—. Son táctiles, solo se comunican
entre sí y su radio abarca casi toda Falansteria —explica Thaily—. Tienen
interferencias y seguramente pueden ser rastreados, pero nadie rastrea algo
que no sabe que existe.
—¿Los hiciste tú? —pregunto inspeccionándolos.
—Fue Naho —dice tragando saliva.
Asiento sin decir nada. No puedo evitar pensar en el motivo de la
traición de Naho, quizá quiso vengarse de mí por llevarlo de vuelta a la
Cúpula.
Me ajusto uno de los brazaletes en el antebrazo intentando no dejarme
llevar por mis emociones, Robert coge otro y Mora el último. Uno por
grupo. Toco el brazalete y se proyecta una pequeña pantalla.
—Hablad cerca y se escribirá el mensaje —nos explica Thaily—. Para
enviar, solo ordenarlo. Enviar a uno o dos, o tres. El número uno es Mora,
dos para ti y tres Kale.
—Entendido.
Repasamos la misión de nuevo. Robert, Kale, Ona y Vánamo irán a por
Anton, Mora encabeza el grupo de Johan y Joa, me asegura de que sabrá
encontrar el camino hasta Ray, los demás iremos a por Diana.
—Cuando tengáis controlada la situación mandad un mensaje —ordeno
—. Nos vamos ya.
En el momento en que todos nos vamos a mover, un hilo de voz nos
detiene. Nos giramos hacia Joa.
—No quiero ir —balbucea y me mira aterrada—. No quiero luchar, no
puedo.
—Ray no es peligroso y Mora estará contigo en todo momento, no te
puedes quedar aquí, este lugar no es seguro. No van a tarda en venir.
—Puedo ir a otro sitio, por favor. Ahora soy yo la que te pide ayuda —
me tenso al escucharla decir eso—. Puedo seguir escondida.
—Iras con Mora y Johan, te quedarás a su lado y después hablaremos.
No te voy a obligar a luchar, ¿lo entiendes?
—Está bien —Joa agacha la cabeza y con torpeza se pone en pie con las
heridas marcadas en su piel, con la ropa sucia y rota, coge una mochila que
se pone con dificultad a la espalda y sale diciéndole a Mora que la espera
fuera.
Johan hace lo mismo despidiéndose rápido de todos, me lanza una
mirada antes de seguir a mi amiga. Mora se despide con un abrazo rápido a
todos, se detiene a mirarme cuando llega hasta mí.
—Gracias por cuidar de mí —los ojos de Mora se entrecierran y mira a
Salix—, cuida ahora de Joa.
Nos abrazamos y Mora se va por dónde lo han hecho los otros.
Robert se marcha solo despidiéndose de Thaily y Paul con un abrazo, a
mí y a los demás nos dedica un gesto con la cabeza, al igual que Kale
cuando lo sigue. Las gemelas me estrechan entre sus brazos.
—Tened cuidado, quiero veros de nuevo de una pieza —dice Ona.
—Vamos a demostrarle a esa gente cómo se lucha con energía —
fanfarronea Vánamo.
—Id con cuidado vosotros también —les pido.
Ona me vuelve a abrazar antes de irse.
Me giro hacia los demás, excepto Era, los demás tienen un aspecto
espantoso, seguramente como el mío. Le pregunto a Paul por su estado,
pero me asegura de que puede hacerlo, el pecho de Thaily se eleva
levemente de orgullo.
—Nos vamos.
Cada uno coge una mochila y abandonamos el centro sanitario en busca
de Diana y su gente.
Capítulo 65

Camino cabizbaja pisando la tierra rota de lo que una vez sentí como mi
hogar, donde me sentí segura. En silencio, avanzamos por las ruinas del
anillo de las fábricas con Salix a mi espalda y los demás guiando nuestros
pasos. Paul parece el más débil pero resiste sin quejarse, a veces, Thaily se
pone a su lado y lo mira, pero él se limita a darle un cariñoso apretón de
mano. Me alegro de que vuelvan a estar como los conocí una vez, una luz
entre toda la oscuridad que nos rodea. Como dijo Salix, tenemos que hacer
que merezca la pena.
Era parece agobiada por el calor, su piel reluce por el sudor pero
tampoco dice nada y con la mirada atenta a nuestro alrededor avanza en
silencio. Thaily nos advierte en un susurro, entramos en una zona dónde se
esconde mucha gente, tendremos que hablar con ellos para llegar hasta
Diana, venderemos que tenemos información valiosa para ella pero eso
también nos expondrá.
No recordaba el cruel sol de Falansteria, me arde todo el cuerpo y me
sudan hasta las manos. Por el camino, nos hemos encontrado a personas
solitarias vagando, a pequeños grupos que buscaban entre los escombros de
las fábricas, Paul ha sido el encargado de hablar con ellos pero la única
pista que hemos conseguido es que Diana no está en la zona, otros dicen
que dejó el anillo de las fábricas.
Apoyados a la sombra de una pared que ya no sostiene nada, esperamos
a que Paul hable con otro solitario hombre. Cuando vuelve, nos dice que lo
último que se supo del grupo de Diana es que se internaron en la Periferia.
Más o menos, la poca información que hemos obtenido apunta a que puede
ser verdad, pero no podemos perder más tiempo siguiendo informaciones
inciertas.
—Entregadme —todos se vuelven hacia mí—. Me he escapado de la
Cúpula, que Diana me tenga es un buen negocio para ella.
—No —dice Salix rotundo.
—Solo tenemos que correr el rumor de que ando por la Periferia, de que
me tenéis capturada y de que la estáis buscando. Ella se encargará de
encontrarnos.
—O puede que la Cúpula lo haga antes —me rebate Salix.
—Necesitamos reunir a toda la gente que esté dispuesta a luchar, que se
han preparado durante el tiempo que he estado fuera, tenemos que unirnos
porque sino el mundo se hundirá en las sombras de unos líderes perturbados
que lucharán con monstruos por el control de la tierra—Salix no me aparta
la mirada.
—Dirijámonos hacia la Periferia, extenderemos el rumor por el camino
—interviene Thaily y comienza a andar sin esperar ningún tipo de
respuesta. Uno a uno, la seguimos.
El rojo del atardecer deja paso al rojizo de las nubes que empiezan a
cubrir Falansteria, el ambiente está cargado y huele a lluvia aunque aún no
ha caído ni una gota. Me despego la camiseta del cuerpo sofocando la
humedad de mi piel, agradecería un poco de lluvia en estos momentos
mientras llegamos al límite de la Periferia. El color de la incipiente noche
que baña mi anillo no me tranquiliza, la luz apagada pintan los restos de un
rojo oscuro que hace crecer el tenebrismo de las diferentes escenas que nos
encontramos.
Serpenteamos por callejuelas atentos a cada sonido o movimiento,
deteniéndonos en cada esquina para comprobar nuestros pasos o el camino
que tomaremos. Sin ninguna interrupción, continuamos acercándonos a una
avenida, si queremos que nos encuentren no podemos escondernos y
tenemos que asumir el riesgo. Antes de exponernos, escaneamos la calle
ocultos en un callejón, todo parece despejado hasta que una figura aparece
corriendo de la nada. Un hombre se cae al suelo y se levanta precipitado
mientras parece huir de alguien o algo. Se dirige directo hacia nosotros, en
cuanto nos ve vuelve a caerse, con los ojos muy abiertos sin dejar de mirar
hacia la dirección de la que acaba de venir, se pone en pie con el cuerpo
tembloroso.
—Corred —pronuncia sin aire—, corred que ya vienen.
Sin esperar a nuestra reacción, se apresura a toda velocidad por el
callejón por el que hemos venido perdiéndose entre las sombras.
Los cinco nos miramos y apuesto a que todos pensamos en lo mismo,
esa reacción solo puede deberse a algo, los híbridos están aquí.
Era asoma la cabeza por la esquina, cuando se echa hacia atrás rápido su
cara ha perdido todo el color.
—Creo que deberíamos hacerle caso y correr —susurra.
Muy despacio, solo me atrevo a observar con un ojo, tres híbridos que
me parecen haber crecido de tamaño respecto a los que ya he visto, olfatean
la avenida en una quietud sepulcral. Bajo la mirada al asfalto e igual que
ocurrió en el edificio cuando me encontré con uno de estos especímenes, el
suelo emana diminutas volutas brillantes. Un escalofrío me pone el vello de
punta, mi piel también desprende energía, parece que solo con su presencia
son capaces de absorberla. El eco de un gruñido ronco se extiende por toda
la avenida y alguien me tira del brazo, Era me hace un gesto con la cabeza
para que nos vayamos. Asiento e intentando no hacer ningún ruido cuando
nos movemos hacia la oscuridad del callejón.
Dejamos atrás la pequeña calle que nos exponía a la avenida,
aceleramos el paso pero un grito recorre todas las callejuelas y parece
arrastrar una racha de viento que nos envuelve a todos, nos detenemos
atentos a cualquier movimiento.
—Tenemos que alejarnos de aquí —dice Salix formando un puño con
una de sus manos, ni siquiera así puede evitar que le tiemble—. ¡Ya!
Su grito nos activa, su grito y la figura recortada por la energía que
aparece en el extremo de la calle.
Paul va en cabeza, lo seguimos lo más rápido que podemos, hasta que
un borrón salta entre las sombras y lo lanza por los aires. Un híbrido nos
enseña los dientes cortando nuestro camino, Salix y Era no dudan en tirarse
hacia él con los brazos iluminados por la energía.
Le pido a Thaily que se ocupe de Paul y me uno a los demás, Era ya
esta en el suelo pero se levanta para volver rápida al ataque. El híbrido se
deshace de nosotros con facilidad cuando lo atacamos, nuestros golpes no
llegan a afectarle y nos repele con energía, somos tres contra uno y ni
siquiera le hemos provocado un rasguño.
—¡Vamos a freírlo! —grita Era.
El primero en llegar es Salix, se encarama sobre los musculados
hombros del híbrido que intenta zafarse de él, pero Salix tiene sus manos
brillantes de energía sobre su cabeza. Era es la segunda, sin ninguna duda,
se encara a la criatura y sus manos rodean su cuello. A los tres le brillan los
ojos cargados de luz y me uno a ellos, junto a Era poso mis manos sobre su
abultado pecho y me concentro, el corazón del híbrido aporrea su piel cada
vez más rápido y siento cómo me debilito, se está nutriendo de mi energía y
yo no la estoy canalizando bien. Los movimientos del híbrido se vuelven
frenéticos cuando intenta deshacerse de nosotros, nos aferramos a él con
fuerza cuando siento el abrazo de alguien por detrás, la cabeza oscura de
Thaily aparece por encima de mi hombro, también tiene las venas
iluminadas.
—Juntos resistiremos, divididos caemos —pronuncia como un mantra.
Aguanto la respiración expulsando toda mi energía hacia el híbrido,
extrayendo toda la que siento alrededor y empujo con todas mis fuerzas.
Un segundo después, todos nos desplomamos en una maraña de brazos
y piernas. Acabamos de reducir al híbrido a cenizas que brillan sobre el
suelo.
—Lo que acabáis de hacer ha sido una puta pasada —dice Paul
recostado sobre una pared cercana con la mano sobre su estómago.
—Deberíamos buscar refugio para descansar —propone Salix
recomponiéndose.
Nos ponemos en pie tambaleándonos y Era nos pasa unas cápsulas de
energía, las paredes de la calle se deforman cuando levanto la mirada, tengo
que apoyarme hasta que siento el pinchazo de la cápsula y la energía
recorrer mi cuerpo.
Poco a poco, nos ponemos en marcha de nuevo alejándonos del
callejón. Thaily ayuda a Paul a caminar, ahora es Salix el que va en cabeza
vigilando cada paso que damos. Era se asegura de que estoy bien y aunque
permanece atenta a cada ruido, no se aparta de mi lado en ningún momento.
Capítulo 66

Hacemos noche en la Periferia, en una choza prefabricada de las que ya


existían cuando yo aún seguía aquí. La mayoría de los magníficos edificios
árbol como en el que vivía han sido reducidos a cenizas, pero estas casas
que se adosan a los bajos siguen intactas. Cuando los recursos escasean, los
más desfavorecidos saben cómo seguir sobreviviendo.
Apretujados en el interior descansamos de nuestro encuentro con el
hibrido, no dejo de darle vueltas al hecho de que hemos necesitado ser
cuatro para poder acabar solo con uno de ellos, no tenemos ninguna
posibilidad de acabar con un ejército.
Salix descansa frente a mí, con los brazos cruzados, esconde sus manos
en los costados. Me encuentro con su mirada cuando alzo la mía, necesita
inyectarse energía, aunque no parece que tenga intención de hacerlo.
Nos sobresaltamos ante un repiqueteo sobre el techo de la choza, todos
miramos hacia arriba inmóviles, de repente, suena otro ruido y lo sigue otro,
y muchos más. Salimos de la pequeña choza cuando un torrente de lluvia
cae sobre nosotros, Thaily me mira con los ojos relucientes y abre los
brazos al agua, Paul la sigue. Era y Salix nos miran confundidos.
—No es habitual que llueva por aquí —apunto.
—Un día vendrás a mi isla y dejará de gustarte —afirma Era con media
sonrisa y vuelve al interior.
En ese momento, la tormenta que tenemos sobre nosotros se enfurece,
este agua destrozará todo a su paso, la tierra se volverá barro convirtiendo
el Gran Páramo en un lodazal que se secará de nuevo muy pronto. Salix me
mira con diversión en los ojos a través de la cortina de agua, creo que es la
primera vez que veo ese gesto tan relajado en él desde que hemos llegado.
Tras un rato disfrutando de la lluvia y con las ropas empapadas, el agua
empieza a ser más una molestia y decidimos que es mejor buscar cobijo
junto a Era, doy un paso y por el rabillo del ojo, veo un destello. No me da
tiempo a reaccionar cuando un brazo iluminado por energía me rodea el
cuello desde atrás. Un grupo de hombres y mujeres se precipitan sobre los
demás.
—He escuchado que tenéis algo para Diana —una voz femenina
amortiguada por la lluvia se abre paso entre el grupo que nos tiene preso y
se detiene frente a mí, una mujer de la edad de mi madre me analiza—.
Natalie —pronuncia mi nombre con un suspiro.
En ese momento, Era aparece desde la choza con las manos en alto.
Algunos la apuntan con armas que canalizan la energía.
—Eh, tranquilos, yo también quiero entregarla —dice con una sonrisa
que entrecierra sus ojos.
Somos escoltados a través de la Periferia bajo la lluvia, Era ha insistido
en que ella me retendría hasta llegar a Diana, los amenazó enseñando unos
dispositivos pegados en su pecho, explosivos, claro. Era es especialista y
ninguno le ha puesto ninguna pega al observarlos.
Con las manos a la espada sujeta por las de Era, dejamos atrás una zona
que reconozco a pesar de estar todo hecho un desastre, a pesar del barro que
inunda todo, por este camino pasaba para ir a la fabrica que mi madre
dirigía. Me alegro de que la lluvia me empape la cara cuando los ojos me
escuecen ante su recuerdo, agacho la cabeza para no ver la destrucción a mi
paso, cerca está o al menos estaba, mi casa.
Giramos y nos adentramos por las callejuelas de la Periferia de vuelta al
anillo de las fabricas, nos detenemos antes de llegar junto a un viejo
almacén de ladrillo desnudo, ya tenía un aspecto imponente antes de que me
fuera y sigue en pie.
Dejamos la lluvia atrás para meternos en las entrañas del edificio,
algunos de los hombres que nos acompañan se apostan en los alrededores.
Bajamos hacia los sótanos, seguimos andando por pasillos sinuosos poco
iluminados y uno a uno, nos colamos por un gran agujero en una pared, a
penas tengo que agacharme para pasar. Estamos abandonando la fábrica por
la que hemos entrado, mi madre me contaba que había fábricas que tenían
túneles subterráneos por los que se comunicaban para transportar mercancía
entre ellas. Parece que vamos por uno de ellos, mucho más discretos para
moverse en estos tiempos, pienso.
Cuando me pierdo en el laberinto de pasillos que acabamos de recorrer,
aquella mujer que se dirigió a mí, se detiene frente a unas escaleras que
ascienden por una pared. Sube y golpea una chapa que cubre la entrada,
alguien al otro lado, la aparta un poco y unos ojos claros asoman, se apartan
y la tapadera es retirada. Una mano ayuda a subir a la mujer y todos la
seguimos.
Estamos en un agujero, parece que en algún momento también fue un
sótano, las altas paredes se dividen hacia el cielo en cinco niveles, sin rastro
de techo, la lluvia cae con menos fuerza ahora sobre un espacio
intencionadamente limpio de escombros que se abre ante nosotros.
Hombres y mujeres nos rodean cobijados bajo las ruinas de las diferentes
plantas, al otro extremo del gran agujero, Diana espera de pie, cubierta de la
lluvia bajo un saliente bien escoltada de hombres.
Miro alrededor mientras nos dirigimos hacia ella, son numerosos pero
no tantos como pensaba. La mujer que nos ha traído aparta a Era y es ella
misma la que me lleva ante Diana, se coloca a mi lado liberando mis
manos, los hombres de Diana me apuntan.
—Me debes algo por la información que te proporcioné la última vez —
dice.
—Aquí me tienes —digo abriendo los brazos. Diana levanta una ceja.
—Ninguno saldrá de aquí —anuncia.
—No es lo que pretendemos.
—¿De verdad piensas que me voy a creer que quieres que te entregue a
la Cúpula?
—De algún modo te tengo que pagar la información que me diste una
vez —Diana sonríe en respuesta.
—Es una pena lo que le ocurrió a tu madre —respiro muy despacio
evitando cualquier reacción.
—Haz conmigo lo que quieras.
—¿Ya te has rendido? —se mofa—. Había muchos rumores acerca de ti,
algunos tenían la esperanza de que te habías marchado a por ayuda porque
la Cúpula nos estaba asesinando —chasqueo la lengua en respuesta.
—Rumores —contesto quitándole importancia—. ¿Toda esta gente te es
leal? —indago, Diana parece menos tensa a medida que conversamos.
—Todos tenemos intereses. Algunos, protección, otros, una razón para
vivir en el infierno que desataste tú y tus amigos, y otros simplemente la
seguridad de llevarse algo a la boca.
—Interesante. ¿Hoy no sacas a tus híbridos a pasear? —Diana
entrecierra los ojos pero no contesta, es hora de pasar a la acción—. Juegas
con la información y yo tengo una muy valiosa, a ver si te suena algo de lo
que digo. Por el mundo se extienden más islas, algunas, mayores que
Falansteria, otras, menores. Hay creada una Alianza entre ellas para
ayudarse entre sí —el murmullo a mi alrededor crece—, pero resulta que
hay gente que quiere el poder para ellos solos y da la casualidad de que
Falansteria tiene unas armas que ha estado preparando para ellos, esos
híbridos que nos lanzaste la última vez, mejor dicho, sus hermanos
mayores. Así que ahora mismo, un ejército se dirige a nuestra isla para
coger a esas preciosidades e iniciar una guerra mundial.
La tensión se puede cortar en el ambiente, Diana aprieta la mandíbula.
—¿Quién te ha dado esa información? —pregunta y su gente, los
hombres que la protegen, la miran de reojo.
—¿Y por qué tú no dudas de mis palabras? Ya sabías algo, ¿verdad?
Déjame adivinar, le vendes la información a Lirea y te ha prometido algo.
Ya me he cansado de hablar y tengo lo que quiero, la confirmación de
Diana de mis palabras ante sus seguidores y la desconfianza de estos hacia
ella por ocultarles información. Muevo mi mano con rapidez y creo a mi
alrededor una barrera energética, Era hace lo mismo y Salix la sigue
protegiendo con la suya a Thaily y Paul. El estupor y los ojos abiertos de
par en par se extienden por todos los que nos observan.
La cara de Diana se cubre con una careta de ira, intenta escapar pero me
lanzo hacia ella, mi barrera energética se resienten ante el impacto de algo
pero sé que no podrán detenerme. La agarro por el cuello empujándola bajo
la fina lluvia que empapa el suelo, Salix y los demás me cubren la espalda,
nadie se acerca a nosotros. Sitúo a Diana en el centro del agujero bajo la
atenta mirada de todos, alza la cabeza desafiante.
—Moriréis —escupe.
—Pero tú lo harás antes.
Con un movimiento rápido me acerco y con brutalidad, giro su cuello,
el crujido resuena en cada rincón del agujero y Diana se desploma a mis
pies. Con los ojos inyectados en energía y con la barrera en alto me giro
mirando a todos sus seguidores, por primera vez, mi cuerpo no solo es
recorrido por energía sino que mi piel la desprende en un vaho luminoso
bajo el agua.
—Nadie saldrá de aquí con vida si no es para liberar a Falansteria de la
Cúpula y de la amenaza que viene en camino —mi voz retumba entre las
ruinas—. A los que no puedan luchar y estén de nuestra parte, les daremos
cobijo, pero cuantos más seamos mejor.
—Mi nombre es Jord —la mujer que nos guió hasta aquí da un paso
adelante—, conocí a tu padre y lo que hacía, estoy con vosotros.
Asiento y poco a poco, hombres y mujeres se unen a nosotros bajo la
lluvia, incluso madres y padres con sus hijos aferrados a sus piernas salen
del cobijo de las ruinas. No sé si entienden el alcance de lo que se nos viene
encima, no sé si quiera si prefieren verme muerta, pero no les doy ninguna
opción a pensarlo. Sé que es un posición egoísta, pero la posibilidad de que
los híbridos salgan de Falansteria bajo el mando de uno de los líderes no
puede hacerse realidad.
Capítulo 67

Después de que todos entiendan que no tienen otra opción que unirse a
nosotros, Jord nos guía hacia las profundidades del agujero donde nos
encontramos. Mantenemos una reunión con Jord y otras mujeres y hombres
en la que explicamos la situación y nuestros planes, no sé si nos creen, pero
les ofrezco un lugar seguro en el que esconder a los más pequeños y los más
ancianos. No les digo la localización, aún no confío en ellos para
desvelarles la vieja cueva Fourier, sobre todo, porque si Nicole no me
mintió, allí se resguarda gente inocente.
—¿Cómo llegaremos si no sabemos a dónde vamos? —pregunta Jord.
—Tendrán que ir a unas coordenadas que os daré y esconderse, enviaré
a alguien que los llevé hasta el lugar seguro. Todos los demás nos seguiréis
hasta la costa.
—No confiamos en vosotros, no vamos a dejar a nuestras familias en
vuestras manos —dice una mujer agazapada entre las sombras.
—No tenéis opción —digo muy seria—. Aquí mi amiga —inclino la
cabeza hacia Era—, es especialista en explosivos y tiene unos cuantos en lo
alto, con solo uno, os echaremos los restos de esta mierda de fábrica en lo
alto. Si no luchamos, el final que os ofrezco aplastados por escombros, es
un final feliz en comparación con lo que se va a desatar en Falansteria, ¿lo
entendéis ahora?
Todos asienten. En ese momento, Salix se acerca a mí y pronuncia el
nombre de Dahlia en un susurro, se pone en pie alejándose de la reunión.
Les doy instrucciones, todos tienen que extraerse los nano dispositivos
esta misma noche y usaran tecnología obsoleta para llegar a las coordenadas
que les diga. Será un lugar muy cerca de las cuevas en la Periferia, se tienen
que poner en marcha antes del amanecer. Los demás esperaremos, les daré
tiempo a Robert y Mora para que lo consigan porque aún no tengo noticias
de ninguno de ellos.
Cuando al fin, todos parecen que están de acuerdo, se marchan para
organizar las cosas bajo la mirada de Era que los sigue.
Me quedo a solas con Thaily y Paul, envío un mensaje a través del
brazalete a Robert y Mora, les digo que estamos listos y que espero noticias.
Salix vuelve con los brazos tensos a cada lado.
—¿Qué pasa? —pregunto en cuanto se acerca.
—Tengo noticias de Dahlia. Bosco ha abandonado Lavándula dejándola
a cargo de la misión hasta su vuelta, ha estado investigando con Luan, han
localizado a la flota que se acerca a Falansteria —Salix se detiene.
—¿Y? —pregunto ansiosa.
—Calcula que llegaran al amanecer.
—¿Qué?
—Mierda —maldice Thaily.
Me pongo en pie de inmediato, no tengo que decir mucho para que los
demás me sigan. Todo se precipita.
Bajo presión, ayudamos a que los niños y unos cuantos ancianos se
preparen para marcharse ya, el resto, hombres y mujeres dispuestos a luchar
y nosotros, nos iremos hacia la costa más cercana a la Cúpula, a la espera de
ver llegar a la flota.
Le doy a uno de los ancianos las coordenadas donde tienen que llegar y
esconderse hasta que alguien vaya a buscarlos, el hombre ha perdido un ojo
y lo tiene cubierto con un trozo de tela atado tras la cabeza, asiente
tembloroso a mis indicaciones. Miro por encima de su hombro al grupo que
tiene detrás, él parece el más fuerte, los demás adultos o están muy mayores
o heridos, los niños asustados están despidiéndose de sus padres.
Suspiro, si alguien los ataca, no tienen nada que hacer.
Observo a los hombres y mujeres que vendrán con nosotros, somos
pocos y aún así, no puedo dejarlos solos. Mientras mantengo un debate
interior, me encuentro los ojos plateados de Salix en mi dirección y asiente,
le respondo con el mismo gesto. No tengo que pensarlo más.
—Que cuatro personas con capacidad para luchar cojan todo lo
necesario —alzo la voz sobre el murmullo de las despedidas y los sollozos
de los niños— y acompañe al grupo de niños y ancianos. Hombres o
mujeres, me da igual, solo pido que tenga la capacidad de mantenerlos a
salvo frente a un ataque.
Tras un momento de asombro por parte de los seguidores de Diana,
acaban decidiendo que cuatro hombres los acompañen.
En cuanto se van, nosotros también nos ponemos en marcha bajo las
sombras de la noche con Thaily, Paul, Salix y yo a la cabeza.
Caminamos en un silencio sepulcral por el límite de la Periferia, con el
mar siempre a nuestro lado, cada dos por tres compruebo mi brazalete, aún
no tengo noticias de Robert o Mora. Conociendo a Anton, no tengo dudas
de que está preparado y no será fácil, pero con Ray es diferente, Mora ha
tenido que llegar ya.
Thaily se detiene cuando el cielo empieza a colorearse, nos susurra que
estamos cerca, poco después estamos seguros de que hemos llegado. Desde
la montaña rocosa en la que nos encontramos miramos hacia abajo, se abre
una playa de rocas que antes no existía, de ella, han abierto un camino
arrasando la tierra que se interna hacia la isla, en dirección a la Cúpula.
Miro a los hombres y mujeres que hay detrás nuestra, éramos más cuando
atacamos la última vez, sea lo que sea lo que se nos viene encima, no
podemos luchar sin ser arrasados.
Nos dividimos escondidos entre las rocas y las ruinas de la Periferia en
esa parte, vamos a ver qué envía la Alianza.
Paul y Thaily se van separados con algunos hombres y mujeres, otros
pequeños grupos se esconden pero mantenemos contacto visual, Salix, Era
y yo nos quedamos en un punto alto cercano al camino. A la espera.
Capítulo 68

El Sol ya ha nacido y el calor empieza a apretar cuando aún no tenemos


señal de algún movimiento, el mar está tranquilo.
Era y Salix buscan algo de sombra en la que cobijarse, a pesar de que
me empieza a picar la piel del Sol, me mantengo alerta. Mi cabeza se lleva
la peor parte mientras seguimos a la espera, siento la ropa húmeda e intento
recordar cómo era el frío de Lavándula, pero ya lo he olvidado. Un ruido
lejano capta mi atención, Era y Salix vuelven a mi lado, en poco tiempo,
vehículos de la Cúpula aparecen y se detienen cerca de la costa, nadie baja
de ellos.
Me sujeto a las rocas observando el agua, sigo sin ver nada, pero Era se
mueve incómoda junto a mí.
—¿Qué ves? —pregunto en un susurro.
—Observa el agua, ondea diferente allí —Era me señala un punto
alejado aún de la costa.
—No veo nada.
—Mira bien, ahí debajo hay algo.
Salix y yo clavamos la mirada en esa dirección, veo la oscilación pero
no me resulta extraña aunque no se hace esperar. De repente, innumerables
esferas empiezan a romper con suavidad la superficie del agua, hasta que un
submarino, hace su aparición y aumenta el oleaje. Todas flotan acercándose
a la costa desprendiendo un brillo sobrenatural.
—Tenemos muchos problemas —dice Era como si no me hubiera dado
cuenta ya. Son demasiados.
—Las esferas son pequeños submarinos que pueden contener hasta diez
personas —comenta Salix—, resistentes y se usan para el transporte pero
eso de ahí, es la primera vez que lo veo —dice mirando la monstruosidad
color cobre.
—Yo no —apunta Era y ambos la miramos—, es un tanque capaz de
recorrer las profundidades, la parte de arriba se abre dejando una barrera
energética cuando navega por la superficie, una barrera infranqueable desde
el exterior, en su cubierta hay instalados cañones de bombas energéticas y
capacidad para que más de doscientos hombres se aposten y hagan que te
pienses si merece la pena acercarte. La proa se puede posar en tierra y se
abrirá para que salga o entre de sus entrañas lo que ellos quieran.
Intento parpadear o cerrar la boca, Era tiene que estar de broma, es un
tanque de guerra.
—Tu isla…
—Nochna no lo construyó —me interrumpe Era—, uno de los mejores
cerebros que teníamos, de extrema confianza, elaboró el proyecto y los
planos, lo descubrimos y fue eliminado. Fue comprado por aquellos que
quieren esta guerra y los híbridos, por eso estoy en esta misión, tenemos
que detenerlos.
—¿Cómo acabamos con todas esas cápsulas y el tanque? —pregunta
Salix.
—Tengo que volver a Nochna, mi isla tiene que entrar ya en esta guerra.
Dicen que el tanque es indestructible pero nosotros somos los mejores en
construcciones náuticas y ese no lo hizo ninguna de nuestras manos.
Podemos hacerlo.
—Tu líder se esconde en tu isla, una de sus representantes no va detener
esto —apunto, Era me mira y sonríe.
—Mi líder está muy cabreada y la conozco muy bien, sacará su flota
personal y créeme cuando te digo que es capaz de conquistar el mundo con
ella. ¿Es un mal momento para contaros una historia? —Ambos la miramos
alucinando— Solo conozco un barco capaz de enfrentarse a ese tanque y
ese pertenece a la líder de Nochna, uno que dicen que bautizaron con el
nombre de un hombre que dejó como legado, la construcción de barcos de
guerra a su familia, algo que se mantuvo en secreto porque ese hombre
creía que algún día, la corrupción del poder nos estallaría en la cara y
también necesitaríamos armas sobre el mar.
—¿Qué necesitas para irte? —pregunto procesando sus palabras.
—Una de esas cápsulas.
—¿Puedes hacerte con una, si te despejamos el camino?
—Por supuesto.
—Habrá guardianes dentro —apunta Salix.
—Cuento con ello —contesta Era con una sonrisa.
—Hazte notar cuando vuelvas —le pido—, no estaremos comunicados.
—Créeme cuando te digo que lo sabrás —inspira orgullosa.
—Tienes que prometerme algo antes de que nos separemos —Era
asiente seria—. Si Falansteria cae, tienes que sacar a un grupo que se
esconde de la Cúpula, están ocultos en unas antiguas cuevas, se abren al
mar desde balcones excavados en la roca.
—Rodearé Falansteria con toda una flota para encontrarlos, te lo
prometo.
Antes de que Era se esconda lo más cerca posible del agua, le pido
todos sus explosivos. Excepto uno que mantiene en su mano, me da todos
los que tiene, antes de irse se gira hacia nosotros una última vez.
—Esperad por el Aithor, os prohíbo morir hasta no verlo flotar en estas
aguas y acabar con todo lo que las surquen.
Con un extraño brillo en la mirada se marcha. Salix se mueve sigiloso
entre las rocas para informar al resto del equipo y repartir algunos
explosivos. Cuando ese tanque llegue a tierra y quien sea que haya dentro
salga, montamos una gran fiesta.

Salix vuelve a mi lado, estamos preparados y a la espera. El tanque


avanza despacio acercándose a la orilla, silencioso, como empujado por una
fuerza invisible. Con lentitud se acerca a la orilla y se arrastra hasta avanzar
unos pocos metros por la arena dejando toda su parte trasera aún en el agua
y, como dijo Era, su proa se abre hacia delante. Una plataforma se posa
sobre la arena mientras todas las cápsulas siguen flotando a su alrededor. En
ese momento, hay movimientos en los vehículos de la Cúpula, sus puertas
se abren y un grupo de Protectores sale a paso ligero formando delante de
ellos a la espera, Lirea se baja de uno de los transportadores seguida de
Rilley. Lo observo con detenimiento, está completamente recuperado, su
rostro ha ganado color, se mantiene firme con la mirada en la boca abierta
del submarino. Llevo la mirada hacia dónde él la dirige, desde las entrañas
del barco, sale un grupo de guardianes uniformados que también se abren
en formación, segundos después, oigo a Salix maldecir. Bosco y Harald, los
líderes de Lavándula y Dareklyad, aparecen bajo el Sol de Falansteria. Del
segundo me lo esperaba, pero del primero no, aunque existieran dudas.
Salix aprieta la mandíbula a mi lado cuando ambos líderes se acercan a
Lirea y se saludan con afectuosidad. A pesar de sus sospechas, parece que
tenía la esperanza de que Bosco no estuviera involucrado.
—Tenemos que atacar ya —susurro.
—Espera —pronuncia Salix sin apartar la vista de la escena que se vive
bajo nosotros en la arena.
En ese momento, alguien más baja de los vehículos de la Cúpula, ahora
soy yo la que maldice. Sigrid, la representante del Tomoe, camina con una
sonrisa hacia los otros líderes claramente sorprendidos por su presencia en
Falansteria. Su pelo blanco reluce bajo el sol, se detiene frente a Bosco y
Harald, no me da tiempo a parpadear cuando Sigrid levanta una mano
cubierta de energía y su energía se lanza hacia Bosco, un látigo de fuerza se
enrolla en su cuello, tras un fogonazo, el cuerpo de Bosco se desploma
sobre la arena sin vida. Sigrid pasa por encima de él y le tiende la mano a
Harald, éste duda, pero finalmente la saluda y todos caminan hacia los
vehículos. Nadie presta atención al cuerpo del líder de Lavándula, todo esto
parece una trampa muy bien preparada, ningún guardián ha movido un
dedo.
Aún paralizada por lo que acaba de pasar, siento cómo Salix se mueve a
mi lado y grita.
—¡Fuego!
No espero más y lanzo otro explosivo en dirección a los vehículos tras
el de Salix, el primer estallido es seguido por los otros. Abajo se desata el
caos, las cápsulas se mueven alrededor del tanque, algunas llegan hasta la
playa y decenas de guardias llegan a la arena, los Protectores disparan
armas de fuego hacia las rocas que se levantan a ambos lados, mientras los
guardias empiezan a acercarse. Me agacho cuando veo a Sigrid y Harald
escoltados por Lirea hasta los vehículos, cuando se suben, derrapan en la
arena alejándose de todo el alboroto. Rilley se queda en el terreno gritando
órdenes.
El caos se vuelve un infierno cuando desde el tanque posado en el mar
comienzan a lanzarnos explosivos, las rocas que nos cobijan se empiezan a
hacerse añicos cada vez que son alcanzadas. Salix tira de mi mano, huir y
escondernos en la Periferia es el final de nuestro único plan para
proporcionarle a Era una distracción que le permita hacerse con una cápsula
y marcharse a Nochna. Si no lo ha conseguido ya, estamos perdidos.
Capítulo 69

Nos escondemos en un edificio de la Periferia esperando a que la zona


se despeje, las explosiones cesaron hace rato pero aún hay Protectores por
este anillo buscando a los rebeldes. No somos los únicos en el edificio, hay
gente que vive aquí y a pesar de habernos visto, todo el que se encuentra
con nosotros se aparta de nuestro camino. Le pido a Salix que me siga, es
un edifico árbol como en el yo solía vivir, pensaba que los habían
derrumbado todos quizá se olvidaron de estos, en esta zona se construyeron
los primeros, no son tan altos como lo era el mío pero es muy similar.
Sigo subiendo con Salix tras de mí hasta que llegamos a la última
planta, esto sí es como recordaba de sus edificios gemelos. Abro la puerta y
salimos a la azotea donde empiezan las ramificaciones y sus grandes
paneles solares a modo de hojas. Está bastante dañado, algunos de los
paneles cuelgan destrozados, algunas de sus ramas están esparcidas en
trozos por la azotea, pero se mantiene, lo que queda de él, se mantiene.
Camino aspirando el olor a humo que nos llega de las explosiones, con
un nudo en la garganta paso entre las barras que inician las ramas, me cuelo
entre ellas sintiendo el tacto áspero del metal que sostiene la estructura, esto
no son árboles ni se sienten como ellos. Me ahogo con cada paso que doy y
la maldita presión del pecho no hace más que crecer, una mano invisible
toma mi corazón y lo encierra en un puño haciéndolo trizas. Duele, el dolor
es real.
Los pasos de Salix resuenan tras de mí y quiero salir corriendo. Me
detengo justo cuando llego al límite del edificio agarrándome fuerte al frío
metal, me balanceo hacia el precipicio que se abre bajo mis pies, no es tan
alto como el que recuerdo pero lo suficiente para calmarme.
Inspiro hondo al levantar la vista, varias columnas de humo ascienden
en la costa.
—Natalie —susurra Salix a mi espalda.
—La Alianza es una farsa, todas las islas están involucradas.
—Todos sus líderes —apunta Salix—, no los pueblos.
—¿Importa? —pregunto observando el horizonte.
—En el pueblo reside el poder.
—Y sin embargo, el mío sigue escondiéndose y sufriendo.
—A veces, solo se necesita una chispa que encienda el fuego.
—Bosco… —suspiro cerrando los ojos.
—Lo sospechaba, pero siempre tuve la sensación de que me equivocaba
—me interrumpe. Salix da unos pasos, pasa por debajo de una de las barras
y se sienta al filo del edificio con una pierna colgando y la otra flexionada
donde apoya un codo—. Me ha estado usando todos estos años para recabar
información y yo se la di.
—Era tu trabajo.
—Mi trabajo ha contribuido en todo esto.
Miro a Salix que pierde su mirada en dirección al lugar del ataque y me
siento a su lado.
—¿Y si Era también nos traiciona? —pregunto más para mí que
esperando una respuesta.
—Estaremos preparados, esos híbridos no saldrán con vida de
Falansteria, ni ningún miembro de la Alianza —sentencia.
En ese momento, el móvil obsoleto de Salix suena, ni siquiera lo
recordaba.
—Es… —dice con la vista puesta en el aparato—. Es Thaily, dice que
está con Paul, están bien. Los demás están escondidos por la Periferia, pero
hay numerosas bajas —lee.
—¿Cómo? —no entiendo cómo Thaily ha contactado con Salix—. Da
igual, están bien. ¿Puedes? ¿Puedes enviar nuestra localización?
—Sabes que hay un riesgo.
—Asúmelo.
Salix baja la mirada hacia el móvil sin dudar. Justo en ese momento,
recibo varios mensajes en el brazalete. Cuando voy a verlo dejo escapar el
aire de los pulmones.
—Mora nos está esperando —le digo a Salix al leer el mensaje—. Ha
hablado con Robert, ha intentado ponerse en contacto conmigo, pero le ha
sido imposible. Ambos tienen la situación bajo control.
—Lo vamos a conseguir —sentencia Salix.
Asiento y contesto aliviada al mensaje de Mora, su respuesta es una
ubicación para reunirnos.
—Nos reuniremos con Thaily y Paul de noche para encontrarnos con los
demás —me informa Salix.
—Bien.
Pasamos el resto del día escondidos en la azotea, mis piernas ya no caen
hacia la caída que presenta el edificio, pero permanezco cerca del filo
cuando el Sol empieza a descender y el humo de la costa ya se ha disipado.
Salix ha ido a inspeccionar el edificio cuando el calor empieza a
disminuir y pierdo mi mirada en el horizonte como tantas veces lo había
hecho antes de ir a la Universidad. No puedo evitar preguntarme cómo
serían las cosas sino hubiera conocido a los chicos, si no me hubiera
escapado esa noche, si me hubiese graduado. Quizá ahora tendría una vida
normal, pero ni siquiera sé lo que eso significa, visualizo los ojos llorosos
de mi madre arrodillada frente a mí y me pregunto si todo esto merece la
pena. Cierro los ojos con fuerza cuando siento las lagrimas asomar, ya se
estaba preparando una guerra mucho antes de que yo hiciera algo, iba a
andar este camino, la diferencia es caminar sobreviviendo entre las ruinas
esperando a que pase o luchar para que esto termine. Una vez, elegí ir a la
Universidad, sin saber que estaba escogiendo la última opción, y a pesar del
dolor y las pérdidas, estoy dispuesta a llevarlo hasta el final. Respiro hondo
aún con los ojos cerrados y soy consciente del dolor de mis extremidades y
del peso de mi cuerpo, me dejo arrastrar por una agradable sensación.
Inclinada, observo cómo la aguja atraviesa la tela a toda velocidad.
Estoy en la fábrica que dirige mi madre, parpadeo y me llevo la mano a la
cintura, debo de llevar bastantes horas aquí. Me incorporo, la sala de
producción en cadena es un enorme espacio dividido en más de una
veintena de carriles por donde se deslizan los diferentes retales, mis
compañeros deberían estar trabajando, pero estoy sola. Los sistemas de
energía están encendidos y no hay nadie. La tela empieza a acumularse al
final de las vías, se va a atascar y yo soy la que supervisa que las puntadas
son las exactas, si hay algún problema, lo soluciono, pero no puedo hacerlo,
no me va a dar tiempo. No puedo. Corro hasta el principio de la vía, hasta el
sistema de costura que sigue enhebrando agujas con una precisión exacta,
las enormes bobinas de hilos de inumerables colores se gastan a una
velocidad mareante y la aguja apuñala la tela una y otra vez. Se me pega la
camiseta a la espalda cuando corro de un lado a otro intentando detener el
sistema que sigue trabajando, las agujas aumentan la velocidad y de
repente, la tela empieza a sangrar, me tapo la boca con la mano. La tela está
sangrando. Giro sobre mí misma observando los demás retales que también
se empapan con un líquido rojo bermellón, mi mirada salta de una vía a otra
cuando empiezan los gritos, la sala de producción se llena de ecos que
sollozan, lamentos y gritos que piden ayuda. Me tapo los oídos.
—Parad, por favor. Callaos —suplico.
Un segundo después, mi cuerpo se relaja de forma automática y siento
una extraña quietud en el ambiente. Abro poco a poco los ojos, mi padre se
encuentra junto a la entrada de la sala, junto a un botón de emergencia que
acaba de pulsar para que se detenga la producción. Creo que sonríe, lo creo
porque su rostro está borroso. Reconozco algunos de sus rasgos, pero su
imagen ya no es nítida.
—Papá…
—Unidos lo conseguiréis, juntos sois fuertes —dice.
—Papá… —repito sin saber muy bien con qué intención.
—Al final quedan las historias manuscritas, los copos helados, el verde,
el calor del fuego —la voz de mi padre cada vez se vuelve más lejana.
—¡Papá! No te vayas…
—Tu hogar —a penas lo escucho, su imagen casi ha desaparecido— y
el amor, Natalie, al final también queda el amor…
Doy una bocanada de aire incorporándome.
—Eh —susurra una voz a mi lado.
Miro sus ojos plateados, solo ha sido un sueño, un maldito y asfixiante
sueño. Parpadeo apartando las telarañas de mi mente.
—Eh —me limito a contestar y Salix casi sonríe.
—Solo has dado una cabezada, acabo de volver. Toma —me tiende algo
envuelto en un papel marrón—. Lo siento, solo he podido conseguir esto —
abro el papel sobre mis rodillas.
—¿Bizcocho?
—Ni siquiera sabía si traerlo, lo encontré en un apartamento vacío pero
llevas tiempo sin comer nada —dice sentado a mi lado, con su pierna
rozando la mía.
—Tú tampoco has comido nada —parto el seco y duro bizcocho por la
mitad y se lo doy. Ambos nos metemos un pedazo en la boca a la vez. Miro
a Salix mientras mastico el trozo rancio, por un momento, pienso que lo va
a escupir pero veo cómo se esfuerza por tragarlo, sus ojos me miran
divertidos.
—Joder, está asqueroso —dice y no lo puedo evitar, me tapo la boca
soltando una carcajada, ni siquiera sé por qué lo hago, pero al hacerlo, mi
pecho se alivia y unas fugaces lágrimas me recorren las mejillas. Lo
observo en silencio por un momento, a veces pienso que el color plateado
de su iris no puede brillar más, hasta que lo hace.
—Creo que vamos a morir de intoxicación —contesto y Salix pierde el
brillo en su mirada.
—Jamás haría algo que te pusiera en peligro —un nudo en mi garganta
me aprieta, soy incapaz de decir algo y Salix lo nota, el brillo vuelve a sus
ojos—. ¿Sabes algo?
—¿Qué? —pregunto bajo mientras pellizco el bizcocho expectante.
—Te está empezando a crecer el pelo.
Me echo hacia atrás sorprendida, temblorosa, me paso la mano por la
cabeza. Solo lo había hecho una vez, ni siquiera cuando me ducho porque
no soporto la suavidad de la piel pero ahora, paso ambas manos por toda la
cabeza con una sonrisa estúpida sintiendo como el pelo incipiente raspa mi
mano.
Por impulso, abrazo a Salix que se tensa entre mis brazos al principio,
pero acaba rodeándome con los suyos, cuando se me pasa el subidón, me
alejo avergonzada. Algo tan absurdo me ha apartado de la realidad.
—No te avergüences —dice Salix cuando me separo—, en toda
oscuridad siempre hay pequeños puntos de luz que te dan fuerzas para
seguir caminando.
—Gracias por estar a mi lado —susurro y Salix sonríe al horizonte con
mis palabras.
—Siempre he estado aquí, y estaré hasta el final.
Una fuerza invisible parece empujar mi mano hacia la de Salix y
entrelazo mis dedos con los de él, no espera ni un segundo para apretarla
con suavidad y dejar escapar un suspiro. Hasta el final, pienso, sea cuando
sea.
—Es tu turno —anuncio y Salix me mira entrecerrando los ojos.
Levanto nuestras manos en respuesta a su gesto sintiendo su temblor.
Salix se deshace de mi mano con suavidad y se levanta la camiseta,
adherido a su pecho tiene un fino cinturón con sus viales. Dice que Mora
también trajo algunos y no puede evitar reflejar ternura en sus ojos, le
tiendo mi mano y entiende mi gesto entregándome la pequeña caja
metálica, apoya su mano sobre mi muslo y por un momento, soy yo la que
se echa a temblar.
Le pincho la energía, esta vez en las dos manos, cuando acabo, Salix las
cierra y las abre comprobando su estado. Guarda la caja cuando parece
sentirse a gusto y me sonríe con complicidad, le correspondo de la misma
manera con las últimas luces del día iluminándonos.
Capítulo 70

Thaily y Paul se reúnen con nosotros en la azotea cuando cae la noche,


los demás siguen escondidos por la Periferia. Si nuestro grupo era reducido,
ahora lo es mucho más.
—¿Sabéis si Jord sigue viva? —Thaily asiente ante mi pregunta—.
Quiero que se ponga al mando, los quiero vigilando a las cápsulas y al
tanque que hay en el mar, que nos informen ante cualquier movimiento,
nosotros cuatro nos encontraremos con Robert y Mora y atacaremos a la
Cúpula, han conseguido reunir a la gente de Anton y Ray.
—Tenemos que ser rápidos —dice Salix—, no sabemos cuánto tiempo
permanecerán allí.
—Informa a Jord, si no los detenemos en la Cúpula irán hacia la costa,
tienen que estar preparados para luchar hasta las últimas consecuencias.
—Entendido —dice Thaily—, necesito tiempo, no está muy lejos de
aquí y quiero explicárselo en persona.
—Está bien, déjale tu brazalete quiero comunicación con ella.
Volveremos a inspeccionar el edificio por si podemos encontrar algo de
provisiones, nos vemos abajo. No tardes.
—Voy con ella —interviene Paul.
—Claro, ahora nos vemos.
Cuando Thaily y Paul se marchan, nosotros inspeccionamos planta por
planta lo más rápido que podemos. Salix llevaba razón, no hay mucho, en
realidad, no hay nada. Los apartamentos que están abiertos han sido
arrasados y los otros, tienen las puertas cerradas y apuntaladas.
Salix y yo llegamos a la primera planta con las manos vacías, bajamos
los últimos escalones hacia la salida y nos detenemos al oír un ruido tras
nosotros, nos pegamos a la pared y observamos una sombra parada en mitad
del pasillo. Comienza a moverse despacio, entrecierro los ojos cuando la
claridad del exterior muestra los rasgos de una persona muy mayor
caminando con lentitud, sus ropas raídas muestran su piel colgante y
arrugada. Se detiene cerca de nosotros con un bulto de tela en las manos,
nos mira y da unos pasos hacia mí, me tenso preparada para todo.
—Para vosotros —a penas murmura y extiende sus manos. Salix se
adelanta para coger lo que nos ofrece y cuando levanta la tela veo envases
de agua.
—¿Por qué? —pregunto.
—Porque nos ayudaréis.
—¿Cómo lo sabe? —me arriesgo a cuestionarle.
—Porque si fuerais de la Cúpula, hubierais arrasado este edificio.
El hombre se gira y emprende su camino de vuelta, cuando miro al final
del pasillo, una puerta permanece abierta y dos niños apenas asoman la
cabeza, quizá, esperando a ese hombre.
—Pequeñas luces —susurro y Salix asiente.
—Vámonos.
Cuando salimos, Thaily y Paul ya nos están esperando.
—Todo está listo, lucharán hasta el final —dice Thaily y un nudo me
aprieta el estómago cuando escucho las últimas palabras iguales a las de
Salix, una sensación extraña me invade, nos dirigimos hacia al fin.
Nos repartimos el agua, doy pequeños sorbos de uno de los envases
aliviando la sequedad de mi garganta y nos ponemos en marcha. La
ubicación que Mora me ha enviado es en el anillo de las fábricas,
llegaremos andando pero tardaremos varias horas en hacerlo.
Capítulo 71

Informo a Mora a través del brazalete de que nos estamos acercando


para que nadie nos ataque. Llegamos a las coordenadas exactas y dos
mujeres vienen a buscarnos, nos piden que las sigamos, las entrañas de las
fábricas vuelven a servir de cobijo.
Caminamos por unos pasillos donde aprieta el calor y traspasamos unas
puertas dobles, al otro lado, se abre una sala donde nos espera Ray junto a
Mora, Johan y Joa están sentados en una mesa redonda con Robert, Kale,
las gemelas también están allí y respiro aliviada. Todos se levantan a
recibirnos, nuestro ex director abraza a Thaily y me sorprendo por la
cercanía de ambos, Paul también lo saluda con afectuosidad. Mora y Salix
se dan un fuerte abrazo y aparto la mirada al sentir una absurda punzada de
celos. Joa viene hasta mí y también nos abrazamos, está mucho más
tranquila. Las gemelas me estrechan entre las dos cuando me separo de Joa.
—Hemos visto las columnas de humo, ¿estáis bien? —pregunta
Vánamo.
—¿Dónde está Era? —añade su hermana.
—Estamos bien, Era también —les contesto—, pero tenemos que
hablar. La Alianza ha llegado a Falansteria.
Ray nos pide que tomemos asiento alrededor de la mesa para poder
explicarnos. No perdemos tiempo y todos esperan ansiosos las novedades.
—Después de vuestra última visita me ha sido difícil mantener a todos
mis hombres y mujeres unidos —comienza Ray—, les convencí de que las
muertes de sus compañeros fueron a manos de Protectores. Tienen
suficientes razones para luchar, pero ninguna para seguirte.
—Lo tendrán que hacer, nos vamos a levantar una vez más contra la
Cúpula y esta vez, no podemos fallar —le digo.
Les cuento a todos lo que vimos en la costa, los pocos hombres y
mujeres que dejé allí y el plan de Era. A Ray tengo que especificarle quién
es cada líder de manera breve y a todos, les explico a qué nos enfrentamos.
Han llegado para llevarse al ejército de híbridos y lo van a hacer, tenemos
que atacar ya.
—Robert, ¿cómo te fue con Anton?
—Todos tenemos un objetivo común —se limita a decirme—. Sus
hombres lucharan con nosotros.
—¿Cuál es el plan? —pregunta Ona.
—Asaltaremos la Cúpula por diferentes puntos al mismo tiempo —
contesto—, tenemos que pararlos allí, esos híbridos no pueden llegar al mar
o nada de lo que hemos hecho valdrá la pena.
—¿Sabemos algo de sus recursos, sus hombres? —pregunta Kale.
—Ahora mismo, allí hay Guardianes de Lavándula y Dareklyad,
Protectores. Nuestro primer objetivo son los híbridos, pero no quiero que
Sigrid o Harald salgan de allí con vida —un músculo en la mandíbula de
Kale se mueve—. Por supuesto, Lirea tiene que caer.
—¿Qué pasa con Nicole? —interviene Ray.
—Yo me encargaré de ella.
—Tiene que morir —insiste.
—Yo me ocuparé de ella —recalco cada palabra desafiante.
—De acuerdo —acaba aceptando retándome con la mirada—, pero
antes de nada hay que poner a salvo a los que no pueden luchar, niños,
ancianos, enfermos. Tus amigos —dice haciendo un gesto de cabeza hacia
Robert y Kale—, también han traído un buen número de ellos, no podemos
exponerlos.
—Tengo un plan para ellos —afirmo—. Tengo dos coordenadas, en la
primera hay gente vulnerable esperando que alguien los busque para ir al
otro punto. Johan, quiero que tú te encargues de ello, irás hasta esas
primeras coordenadas en busca de esa gente para llevarlos hasta las
segundas.
—Puedo luchar, seré más útil en el ataque.
—No —lo miro inquisitiva—, pondrás a salvo a esa gente y los
mantendrás hasta que todo esto acabe.
—¿Pretendes que me esconda? —pregunta molesto.
—Pretendo que haya un líder cuando esto termine.
El rostro de Johan se contrae de sorpresa por mi afirmación, el silencio
inunda la habitación y de nuevo, no tenemos tiempo que perder.
Todos los hombres y mujeres de Ray se están preparando para
marcharnos, Robert me informa que los de Anton se esconden en los
alrededores. Thaily se encarga de dividir a todos en grupos para el ataque,
ella y Paul liderarán uno, Mora y las gemelas otro, Robert y Kale estarán a
la cabeza de otro grupo y finalmente, Salix y yo iremos con otro. Me
encargo de que Joa se venga con nosotros, sabe luchar y necesitamos al
mayor número de gente posible pero la mantendré a mi lado, no quiero que
le pase nada. Ray estará al frente de gran parte de los hombres y mujeres
que han estado a su lado.
—Están todos preparados —Robert me sorprende mientras me ajusto un
chaleco preparado para repeler las armas de fuego y también la energía, por
cortesía de Ray.
—¿Mataste a Anton? —pregunto con la mirada fija en él.
—Sí —contesta con frialdad.
—¿Qué te hizo? —Robert oculta la sorpresa de mi pregunta apretando
la mandíbula. No sé demasiado sobre lo que le pasó pero lo siento tan roto
como yo después de llegar a Lavándula—. Abusaron de mi cuando llegué a
la otra isla —digo cuando Robert mantiene silencio—, me torturaron y me
quemé con mi propia energía. Si salgo con vida de esta guerra, no sé qué
clase de persona seré, ni siquiera sé cómo podré enfrentarme al día a día,
pero voy a llegar hasta el final.
Robert me aparta la mirada y se gira para alejarse, pero parece
pensárselo y vuelve a mirarme.
—Anton y los suyos me encontraron en la Cúpula cuando huían —
pronuncia con la voz ronca—, me uní a ellos porque no encontré a nadie
más, después de que Lucas… —la garganta de Robert se mueve con
dificultad—. Cuando mataron a Lucas estaba muy perdido, no pude
reaccionar en un tiempo y Anton lo aprovechó. Ese hijo de puta no salió
con las manos vacías de la Cúpula, capturaron a uno de esos monstruos y lo
probaron conmigo. Me encerraron en una fábrica, encadenado, estas heridas
—pronuncia con rabia señalándose los brazos—, me las produjo ese puto
híbrido a bocados bajo la mirada de Anton y algunos de sus hombres.
—¿Qué le hiciste? —me atrevo a preguntar.
—Le produje el mismo dolor que yo sentí —Robert saca un cuchillo de
su pantalón y me lo muestra—, le arranqué los mismos trozos de carne que
me arrancaron a mí, a Anton y a todos los que lo permitieron.
Ya no queda nada de ese Robert que me hablaba en clase, del chico
desgarbado pero con los ojos iluminados. Recuerdo cuando me contó cómo
trabajó para poder hacer las donaciones para presentarse a las pruebas de la
Universidad, él quería alejarse de la vida que llevaban sus padres con
trabajos sucios e ilegales, soñaba con trabajar para la Cúpula y construirse
una buena vida y ahora, Robert está roto.
—Entonces yo tendré una muerte rápida —digo aludiendo a la manera
en que murió Lucas.
—Lo será —Robert parece entenderme—, por los viejos tiempos.
Robert se guarda el cuchillo y se gira alejándose de mí.
Capítulo 72

Johan ya se ha ido con los que no lucharán. No puedo evitar recordar el


momento en que Ray se ha despedido de uno de los pequeños, no le he
preguntado, quizá hijo o hermano no lo sé, pero estoy segura de que es
alguien muy cercano a él.
Ni siquiera sé cuántos somos con exactitud, a penas hay armas para
todos por lo que aquellos que pueden usar su energía casi no van armados,
algunos, como Salix o yo, solo llevamos un cuchillo. Los que no tienen
interacción con la energía, son los que van más preparados y los que
tendrán que cubrirnos en el cuerpo a cuerpo.
Nuestro grupo se despide, algo rápido, todos tenemos la cabeza en el
ataque y nos movemos como una marea negra en dirección a la Cúpula. En
el camino, aviso a Jord para que estén preparados ante cualquier
movimiento y le repito que nadie puede salir de esa costa, sobre todo, los
híbridos.
Separados y a través de la Periferia y del anillo de las fábricas llegamos
a las cercanías de la Cúpula, todo está demasiado tranquilo y quieto. Ni
siquiera hay Protectores en el exterior vigilando. Nos preparamos
moviéndonos alrededor para tomar posiciones. Salix, Joa y yo nos
escondemos tras unas ruinas cercanas, la Cúpula se levanta cerca, no puedo
tragar saliva cuando veo la plataforma donde murió mi madre. Quince
hombres y mujeres, el grupo al que lideramos, se esconden algo alejados de
nosotros pero pendientes de nuestras órdenes.
—Quizá ya se hayan ido —dice Joa con un deje de esperanza en la voz.
—Algo está pasando —susurra Salix.
—Si están ahí, tenemos que hacer que salgan.
Muevo mi brazalete y le envío un mensaje a Robert. «Haz que tus
hombres disparen y moveos del sitio». No recibo respuesta, pero unos
segundos después una ráfaga de disparos alcanza la Cúpula. Nadie aparece,
mierda.
«No van a salir hasta que nos vean cerca, vamos a tener que ir», recibo
en un mensaje de Mora. Maldigo y antes de poder decir algo, visualizo a
Mora con las gemelas y un par de hombres acercarse a las inmediaciones de
la Cúpula.
—Joder —escupo.
«Cubridlas», le envío a Robert.
En ese instante, el resto del grupo de Mora y las gemelas aparece, y la
Cúpula se descubre. Un grupo de Protectores los rodea, de repente Robert y
Kale entra en acción con su grupo y se desata la lucha.
Veo a Ray con sus hombres dirigirse a la parte trasera de la Cúpula, a
una distancia prudente, Thaily y los suyos los siguen cubriéndolos.
—Joa, mantente a mi lado —le pido y ordeno a todos que nos unamos.
Salimos desde nuestro escondite hacia el grupo que lucha junto a la
Cúpula, la sangre ya ha aparecido y las explosiones empiezan a sonar cerca.
Salix se adelanta a mí y se enfrenta a un Protector, corro para ayudar a
uno de los hombres que viene con nosotros, agarro por la espalda a otro
Protector lanzándolo al suelo, tengo la energía burbujeando en mi cuerpo y
voy hasta él, se intenta levantar pero le doy un puñetazo y con un
movimiento seco giro su cuello, el Protector se desploma. Lo desarmo y le
lanzo un fusil energético al hombre que acabo de ayudar.
Joa lucha cerca de mí, se esfuerza en controlar la situación cuando otro
Protector se me echa encima. Siento una descarga en todo el cuerpo, tengo
un pequeño dispositivo clavado en el muslo, con un golpe me tira al suelo,
me revuelvo al intentar golpearme y lo derribo. Forcejeamos, grito
quitándomelo de encima y me arranco el dispositivo que acabo clavando en
su cuello justo cuando se cierne sobre mí. Entre espasmos le rajo la
garganta.
—¡Estamos rodeados! —grita alguien.
Levanto la cabeza, no dejan de aparecer Protectores y los nuestros no
dejan de caer al suelo, mierda, nos están masacrando.
Intento ponerme en pie cuando vuelven a atacarme, en ese momento
aparece Thaily acabando con la vida de mi atacante y me ayuda a
levantarme, tiene parte de la cara y el pecho cubiertos de sangre.
—Ray y su grupo han sido asesinados —dice agitada— el nuestro ha
caído casi al completo, nos están arrasando.
No puedo responder cuando tiro del brazo de Thaily para apartarla del
camino de un Protector, mi rabia concentra mi energía que lanzo con un
golpe directo a su pecho, cae sin vida frente a mí.
—¿Explosivos? —pregunto.
—No nos quedan, los hemos usado todos al entrar.
Un grito resuena entre todo el ruido, una Protectora está sobre Ona. Le
hago un gesto con la cabeza a Thaily que corre hacia ella.
Miro a mi alrededor, son demasiados. De repente, un sonido agudo
empieza a sonar en la Cúpula, algunos de nosotros nos tapamos los oídos,
miro a Joa que me devuelve la mirada horrorizada. Los Protectores se
retiran poco a poco con las armas en nuestra dirección, busco a los demás,
localizo a todos pero no veo por ninguna parte a Vánamo o Mora.
—¡Reuniros! —grito.
Éramos un buen número para atacar pero ahora son más numerosos los
cuerpos sin vida de nuestro grupo que los que aún nos mantenemos en pie.
Los Protectores crean una barrera frente a la Cúpula y la alarma deja de
sonar, un ruido tras nosotros nos alerta y nos giramos al unísono.
—¡Esto es una puta mierda! —maldice Kale.
Sonrío con jodida ironía, un grupo de híbridos se balancea de un pie a
otro detrás nuestra, más grandes, más monstruosos. Estamos perdidos.
—Replegaros —susurro—, largaos de aquí.
Miro a Salix y asiente dando un paso a mi lado, entrelaza su mano con
la mía.
—¡Ya! —grita.
La energía de Salix y la mía se conecta a la perfección y corremos
juntos creando una barrera. Los híbridos se mueven veloces hacia nosotros
y con una fuerza que hace temblar el suelo, chocan contra nosotros y nos
derriban, el golpe me entumece el cuerpo, no siento la mano de Salix
cuando ya tengo un híbrido en lo alto. Mueve su garra y noto la piel de mi
cuello desgarrarse en un arañazo, no tardo en sentir la calidez de mi sangre
cuando un cuerpo se lanza hacía el híbrido quitándomelo de encima. No me
da tiempo a ver quién es cuando el que me acaba de ayudar está seco en el
suelo. En pie, corro hacia la criatura y pongo una mano a cada lado de su
cabeza, me araña los brazos cuando canalizo toda mi energía con rabia, sus
uñas se clavan en mi piel, pero para ese momento, mis manos empiezan a
cubrirse de la sangre que sale de sus oídos. Aprieto más, empujo mi energía
y no tarda en aparecer en su nariz y boca. Grito por el esfuerzo pero no es
suficiente, en ese momento, una chica de mi edad se coloca tras el híbrido y
con un movimiento rápido le corta la cabeza, su cuerpo cae mientras aún
sostengo su parte superior.
—¡Cortarles la cabeza! —me desgarro en un grito con los ojos puestos
en la chica que me acaba de ayudar. Dejo caer la cabeza del híbrido que
rueda hasta sus pies.
No tengo tiempo de agradecérselo cuando un híbrido cae sobre ella
desgarrándole la garganta.
Mi instinto me empuja hacia ellos, me hago con el arma de la chica, la
blando frente al hibrido y acompañado de un giro, le corto la cabeza.
Respirando con dificultad miro mi mano cubierta de sangre y me doy
cuenta de lo que sostengo, un dispositivo con un haz de energía demasiado
fuerte y palpable, igual que el arma con el que murió mi madre. Por un
momento, mi mano se afloja, pero un grito de Robert despeja la bruma de
mi mente y corro hacia él. Un híbrido lo tiene atrapado y está jugando con
su presa mientras le roba energía. Corro hacia ellos, cuando estoy cerca
levanto el arma pero el híbrido se mueve más rápido, se olvida de Robert
para enfrentarse a mí, levanta una de sus garras y las dirige a mi cuello,
reacciono pero no soy lo suficiente rápida para que no me alcance, siento el
dolor cuando me desgarra sobre la herida que ya tenía. Mi grito me da la
fuerza para hundirle el arma en el pecho desesperada, el híbrido no cae, se
mantiene de pie observándome y empieza a tirar del dispositivo que le
acabo de clavar. Robert aprovecha la ocasión para saltar sobre él y con un
grito desgarrador expulsar su energía, nada parece suficiente y
tambaleándome me uno a mi antiguo amigo. Me abrasa la piel cuando al
fin, el híbrido se calcina ante nosotros.
Robert se tambalea por el esfuerzo, no me lo pienso y cojo una de las
cápsulas de energía que tengo y se la inyecto, abre los ojos sobresaltado
pero se relaja en cuanto se da cuenta de lo que hago.
Mareada, me aparto de él para observarlo, pero recibo un fuerte impacto
que hace que el mundo gire a mi alrededor, tardo en recuperar el aire
cuando me estampo contra el suelo y levanto la mirada hacia donde estaba.
Robert me grita que corra cuando se enfrenta al híbrido que me acaba de
atacar.
Me arrodillo con dificultad, la sangre de las heridas de mi cuello
empieza a empaparme la camiseta, de repente, alguien tira de mi brazo
alejándome. Soy una marioneta manejable y me empujan al resguardo de
una pared medio derruida, apoyo la espalda con mi alrededor dando vueltas.
—Deja que mire tu cuello —me dice Paul.
Me levanta con cuidado la barbilla y se arranca un trozo de camiseta,
me lía la tela en el cuello y con firmeza me la ata.
—Te han desgarrado la piel, pero no son graves —el pecho de Paul sube
y baja rápido, sacudo la cabeza.
—¿Dónde están los demás? —ante mi pregunta unos dedos rozan los
míos. Giro la cabeza y Joa está sentada a mi lado temblando pálida—. Los
demás, ¿han escapado?
—No lo sé —responde Paul en cuclillas frente a mí.
—Tenemos que detenerlos, esta vez no voy a huir.
—Te van a matar.
—Esos híbridos no pueden abandonar Falansteria.
«Dime algo», le envío a Robert con la esperanza de que aún siga con
vida. Cierro los ojos con fuerza esperando. Un segundo después contesta
que está escondido con Ona y Thaily, delante de mí, Paul suelta una
respiración pesada, le digo que estoy con él y Joa. Le escribo a Mora pero
no contesta, tampoco sé dónde está Vánamo, Kale, ni siquiera sé dónde está
Salix.
Capítulo 73

El sonido estridente que hizo aparecer a los híbridos vuelve a sonar, al


terminar, el silencio inunda los alrededores. Paul se asoma a hurtadillas por
el muro en el que nos escondemos.
—Joder —dice.
—¿Qué pasa? —pregunto aún sentada.
—Todos los de la playa están en la plataforma, incluida Nicole
encadenada y los híbridos se han detenido frente a ellos en formación,
custodiados por más Protectores y Guardias. Han… —titubea—, han
capturado a Vánamo y Mora.
Cierro los ojos, no los vamos a poder detener, esos cabrones van a
hacerlo, van a escapar.
La voz amplificada de Lirea resuena en mis huesos.
—Bienvenidos, rebeldes, os estábamos esperando.
Paul me mira de inmediato y yo hago lo mismo, nos han vendido, otra
vez. No puede ser, Naho era el que los informaba, alguien nos ha
traicionado y ha tenido que ser algún hombre o mujer que hemos reclutado.
Mierda. Nos han estado esperando.
—Natalie, entregaros —dice Lirea que parece disfrutar mucho con la
situación—. Ahora, yo soy la líder de Falansteria y nuestro ejército está
preparado para deteneros, si no lo hacéis ahora, os cazará donde quiera que
vayáis. Da igual qué uso de la energía tengas, no estas preparada para esta
guerra.
Joa se mueve incómoda a mi lado, la miro.
—Vamos a salir de esta —le susurro. Joa niega con la cabeza nerviosa
mientras se le escapan unas lagrimas y le aprieto la mano—, te lo prometo.
Joa sigue negando con la cabeza apoyada en la pared y los ojos
cerrados.
—Natalie, tienes que ver esto.
Suelto la mano de Joa y me muevo silenciosa hasta la posición de Paul,
las heridas del cuello me arden.
Al lado de Paul, veo la plataforma. Sigrid está junto a Lirea y Rilley,
Harald espera detrás de ellos. Un grupo de Protectores retienen a una Nicole
con muy mal aspecto, está salpicada de sangre y por las heridas de su cara,
deduzco que de ella.
Vánamo y Mora están frente a ellos de rodillas, dos híbridos las vigilan
de cerca.
—No quiero que Falansteria sufra más —anuncia Lirea—. Natalie, la
mejor opción es que tú y tus hombres os entreguéis.
El sonido de las llamas es la única contestación que recibe. Lirea da un
paso adelante y ordena algo que no puedo descifrar al híbrido que hay junto
a Vánamo. El monstruo se acerca a la gemela y se coloca tras ella, crea un
campo de energía alrededor de los dos, una fina capa ondulante que los
rodea. Con fuerza, le echa la cabeza hacia atrás, Vánamo forcejea, intenta
liberarse sin éxito. Mora también se mueve a su lado, la inmovilizan con un
golpe en el cuello mientras los maldice a gritos. La criatura tiene la mano
envuelta en energía, con su tacto le hace una raja en la parte baja del cuello
a la hermana e introduce sus uñas en la herida. Los gritos de Vánamo son
desesperados, en ese momento, otro grito se une al de ella.
—¡Parad! —dice Ona que aparece entre las ruinas, el híbrido se detiene
—. Por favor, dejadla.
Con un movimiento de cabeza de Lirea, es apresada al momento y la
colocan frente a la plataforma, justo de pie delante de su hermana. Las
gemelas se miran una a la otra.
—Salid de una vez por todas —Lirea eleva la voz y da otra orden.
El híbrido vuelve a mover sus dedos y por inercia, aprieto el brazo de
Paul cuando muy despacio empieza a arrancarle la piel a Vánamo. Los
gritos agónicos de ambas hermanas desgarran el aire de Falansteria, Ona
intenta luchar, sacude su cuerpo que con la misma rapidez que se impregna
de su energía, se apaga cuando un Protector le pega en la espalda tirándola
al suelo y le clava algo en el hombro, algún tipo de bloqueador. Ona sigue
luchando por arrastrase hacia su hermana, pero la detienen pisándole la
espalda. Vánamo tampoco deja de luchar, entre gritos, sujeta por la fuerza
del híbrido que la apresa, lo intenta sin éxito.
Varios disparos cortan el aire estampando con la barrera energética del
híbrido, sin conseguir absolutamente nada.
—¡Salid, por favor! —suplica a gritos Ona, delante de su hermana que
poco a poco pierde las fuerzas.
Me quito el brazalete y se lo entrego a Paul.
—Dirige a toda la gente que quede en pie a la costa, me da igual si son
tres. Allí os estará esperando Jord —pronuncio precipitada—, esperadlos en
la playa y haced lo que sea.
—No puedes salir.
—No puedo quedarme —le digo.
—Hazlo, haced lo que sea necesario —agarro a Paul de la mano y hago
un gesto con la cabeza hacia Joa que se tapa los oídos acurrucada—.
Mantenla a salvo.
Paul asiente y me abraza. Agachada, me muevo por las ruinas
alejándome de ellos, los llantos de Ona sumados a los gritos de Vánamo
continúan.
—¡Estoy aquí! —grito descubriéndome— ¡Detenlo, Lirea! —ordeno.
El híbrido se detiene y mira a Lirea, todos me observan pero nadie viene
hacia mí. Vánamo cae al suelo sin fuerzas del agarre del monstruo. Ona
sigue luchando por acercarse a su hermana entre gritos.
—Aquí me tienes, los demás están muertos. ¡Suéltala! —llevo mi
mirada a Vánamo, demasiado tarde, he salido demasiado tarde.
—Qué alegría siento cada vez que te veo —Lirea sonríe en respuesta—.
¡Cogedla!
Dos híbridos se acercan a mí y sumisa, me dejo capturar, cada uno me
sujeta por un brazo y me conducen a través de las demás criaturas hasta el
frente de la plataforma, justo detrás de una Ona destrozada por su hermana.
—Matadla —ordena Lirea.
En ese momento, me tenso pero la orden no es por mí, el híbrido que
tortura a Vánamo la levanta del suelo y otro se acerca, con un movimiento
que casi no puedo ver, desgarra su garganta. La gemela se desploma sobre
su sangre. Intento moverme pero uno de los que me tiene capturada me
rodea el cuello y gruñe en mi oído.
Ona está de pie, no grita, no llora, solo observa el cadáver de su
hermana paralizada.
—Solo traes muerte —escupe Lirea con sus ojos clavados en los míos
—, pequeña zorra.
El híbrido que sujetaba a Vánamo se dirige a Mora y la sujeta de la
misma manera.
—¡Me entrego! —en algún lugar detrás de mí se escucha la voz grave
de Salix.
Cierro los ojos y respiro hondo reuniendo toda mi energía. Mi piel
empieza a quemar y noto como los que me capturan se mueven incómodos.
—¡Oh! Qué tierno, ¿por cuál de estas dos te entregas? —mi corazón se
acelera ante las palabras de Lirea, mi energía empieza a pincharme la piel y
los músculos—. Me encantan las tragedias, extranjero, pero espero que no
sea por Natalie porque es una fulana que no se compromete demasiado.
Abro los ojos, el mundo ha cambiado, veo la energía que confluyen las
cosas, un halo que impregna todo. De forma automática, algo se empieza a
abrir dentro de mí, una puerta extraña conectada con el mundo e inspiro
sedienta. Ambos híbridos languidecen y se balancean a mi lado.
—Ni siquiera su amistad con Joa fue duradera, ¿verdad? —continua
Lirea—. Por cierto, Joana, has demostrado ser más lista de lo que pensaba,
gracias por tu ayuda todo este tiempo. Sin ti, no habríamos podido seguir el
rastro a tus amigos.
La puerta que me conecta al mundo se abre de par en par con las
palabras de Lirea, su sonrisa se borra cuando me mira a los ojos, el rostro de
Joa se dibuja en mi mente, mi amiga aterrorizada, llorando, acusando a
Naho, mi madre. De inmediato, aparto las imágenes entregándome a la
frialdad en la que acabo de convertir la calidez de la energía y los dos
híbridos se desploman secos a mi lado.
Lirea grita órdenes, creo, el sonido me llega amortiguado y corro hacia
ella. Un grupo de híbridos se me echa encima cortándome el paso y lucho
conectada al mundo. Proyecto una honda a través de mis manos
derribándolos, sus garras llegan hasta mí pero mi tacto los abrasa, me
muevo rápido para llegar a Ona, aún paralizada cae al suelo con un híbrido
sobre ella. Con un golpe caigo, me giro para enfrentarme a una criatura,
dejo que se acerque, con un movimiento de piernas lo derribo me pongo
sobre él y hundo mis puños en su pecho. A horcajadas sobre el cuerpo
muerto levanto la vista, van a matar a Ona y ella lo está permitiendo.
Corro deshaciéndome de cualquiera que se ponga en mi camino,
obviando los gritos, la lucha que se ha vuelto a desatar y lanzo mi cuchillo
que se clava en la espalda del híbrido que hay sobre Ona. Levanta la cabeza
en mi dirección y viene en mi busca. En cuanto se acerca, le estampo mis
manos a cada lado de la cara y absorbo, me nutro de su energía y se deshace
en virutas frente a mí.
Me agacho junto a Ona, tiene la mirada perdida y la zarandeo para que
reaccione.
—¡Lucha! —le grito— ¡Ponte en pie y lucha! ¡Hazlo por Vánamo! ¡Ya!
Los ojos cansados de Ona se dirigen a mí cuando un brillo los recorre.
Con un brazo, Ona me tira al suelo, se incorpora y salta sobre un híbrido
que había justo detrás de mí dispuesto a atacarme. Ona grita y con sus
manos desgarra la garganta de la criatura.
Miro a mi alrededor, la plataforma está vacía, no hay rastro de
Protectores o Guardianes y los híbridos se están replegando.
—¡Natalie! —la voz de Robert se alza ante el creciente silencio—. ¡Por
aquí, vamos!
Robert me hace señas para que lo siga, Ona sigue enzarzada con el
híbrido ya muerto, llego hasta ella y la obligo a separarse. La arrastro de su
camiseta para que me siga, forcejea pero la fuerzo a moverse y seguimos a
Robert.
Capítulo 74

Robert cojea mientras nos guía hasta una fábrica cercana, lo sigo con la
sangre hirviendo y mi energía lista para ser usada. Arrastro a Ona que no
parece percatarse de nada de lo que ocurre.
Mi alrededor se difumina cuando entramos, Thaily apunta con un arma
de fuego a una Joa que lloriquea frente a ella. Salix y Mora tienen a Nicole
capturada, a penas se puede mantener en pie sin ayuda, Paul y Kale se unen
a cuatro mujeres observando la escena, ninguno va a impedir que ocurra.
La energía me abrasa cuando Joa me dirige la mirada llorosa, voy hasta
Thaily y de un empujón le arrebato el arma, antes de que pueda decir nada
la vuelvo a levantar en dirección a mi mejor amiga.
—¿Qué coño has hecho? —le espeto.
—Lirea tiene a mis padres —balbucea—, los iba a matar si no la
ayudaba. Mis padres, Natalie —insiste.
—Me mentiste —escupo—. ¿Desde cuando eres una chivata?
—Le dije a Lirea dónde encontrarlos en el anillo de las fábricas antes de
que llegarás, la siguiente vez fue cuando llegaste —aprieto los dientes con
fuerza ante la facilidad con la que responde.
—Por tu culpa me capturaron y por eso mi madre tuvo que sacrificarse,
se mató con un arma que me habían obligado a empuñar —respiro hondo
—. Acusaste a Naho delante de todos nosotros, jodidamente lo vendiste y
murió por tu culpa y aún así, volviste a vendernos ante Lirea y nos estaban
esperando. ¡Nos han masacrado!
—¡Son mis padres! —grita apretando los puños.
—¡Y era mi madre y uno de mis mejores amigos! ¡Eran todas esas
personas que luchaban por liberarnos! ¡Ellos también tienen familias por las
que luchar! ¡Hiciste que Thaily asesinara a su mejor amigo! —me desgarro
la garganta— ¿Por qué coño no nos dijiste nada? Podríamos haber
elaborado un plan.
—Yo… —Joa se pasa las manos por el pelo—. Nicole los torturaba —
se me escapa una sonrisa dolorosa ante sus palabras.
—Nicole nunca ha torturado a nadie, eran montajes organizados, todas
esas personas están escondidas y a salvo. Johan se dirige a ese lugar —los
ojos de Joa se abren de par en par.
—Yo… No lo sabía —titubea.
—Porque no dijiste nada, porque no confiaste en nosotros, en mí.
—Natalie, por favor…
—Ya es demasiado tarde —mi energía se apaga con el temblor de mi
voz.
—Natalie…
—Date la vuelta —pronuncio con la voz estrangulada por el nudo de mi
garganta.
—Por favor…
—¡Gírate! —grito.
—Lo siento mucho —dice bajando la cabeza.
—Yo también. Los cuidaré —apenas susurro.
Joa me da la espalda sollozando, se abraza el cuerpo con los brazos. Mi
mano tiembla con el arma en alto apuntando a la nuca de mi mejor amiga,
no puedo retener más las lágrimas que se deslizan solas por mis mejillas.
Cierro los ojos con la imagen de mi madre desangrándose frente a mí y
aprieto el gatillo, el disparo retumba en todas las paredes de la fábrica, en
cada uno de los putos rincones de Falansteria, seguido del golpe del arma
contra el suelo. Bajo el brazo con lentitud, parece que de repente, alguien,
me ha echado por encima un velo oscuro. El mundo se ha vuelto un poco
más sombrío, incluso parece que Falansteria ha bajado su temperatura.
Doy un paso atrás observando el cuerpo inerte de Joa. La herida de su
nuca. La sangre.
Exhalo con fuerza y hasta ese momento no soy consciente del ruido a
mi alrededor, de que alguien pronuncia mi nombre, de que una mano me
intenta sujetar el brazo cuando salgo corriendo de la sala y me interno en un
pasillo. Fuerzo la primera puerta que encuentro, con un portazo, la cierro
tras de mí y me apoyo en ella dejándome caer al suelo. Escondo mi cabeza
entre las rodillas intentando respirar hondo mientras no dejo de llorar.
He asesinado a Joa, a mi mejor amiga. He asesinado a Joa, he asesinado
a Joa, he asesinado a Joa.
Capítulo 75

Me concentro en respirar con la cabeza aún entre mis rodillas, las


lágrimas hace rato que se secaron.
—Unidos lo conseguiréis, juntos sois fuertes —las palabras de mi padre
resuenan en mi cabeza como un eco.
El aire se me atasca en los pulmones y los ojos vuelven a arderme ante
el recuerdo de lo que he hecho, no puedo continuar, no me quedan fuerzas
para terminar lo que empecé, ni siquiera puedo levantarme, me duele cada
músculo, cada articulación y una punzada vibrante me martillea la cabeza.
Todo se ha derrumbado de una manera que no podía imaginar, he
contribuido a eso y no soy capaz de volver a ponerme en pie.
Unos toques en la puerta hacen que levante de golpe la cabeza y me
apoye más contra ella.
—Natalie —la voz grave de Salix suena al otro lado con mucha
suavidad. No puedo contestarle, no quiero verlo ni enfrentarme a lo que hay
fuera—. Sé que estas ahí, ábreme.
Salix insiste y vuelve a llamar, me pide que le diga algo, lo que sea. Al
no responder siento cómo intenta forzar la puerta y hago fuerza contra ella,
pero Salix no se rinde.
—¡Vete! —intento gritar con rabia pero a penas produzco un sonido
lastimero—. Déjame sola —apenas digo en un susurro y Salix desiste.
—No te voy a dejar sola —dice—, dije que lucharíamos juntos hasta el
final.
Con sus palabras mis lágrimas vuelven a caer sin control. Me pongo en
pie y apoyo la frente en la puerta.
—Este es el final —balbuceo.
—Apártate, voy a entrar —anuncia Salix.
Sin ánimos para discutir, me alejo de la puerta unos pasos. Unos
segundos después, Salix fuerza la puerta y entra, la intenta cerrar tras él
pero ni siquiera está encajada en su sitio. Desiste.
—Mírame —me pide, pero soy incapaz de apartar la mirada del suelo.
Salix da un paso hacia mí—. A veces te he odiado —en el momento en que
lo dice mis ojos dolidos buscan los suyos—, cambiaste mis planes incluso
antes de conocerte, te metiste en mi cabeza sin saber por qué, me quitaste el
sueño mientras te buscaba en Lavándula, me has hecho querer arriesgar
todo lo que tengo por ti. Otras veces te he admirado, por recuperarte de
torturas, por arriesgarte por tus amigos, por ser leal y fuerte, por meterte en
la piel de los demás y te sigo admirando ahora, porque estas luchando una
batalla contigo misma y sé que la vas a superar porque llegaremos hasta el
final por la gente de esta isla y del resto.
—Dijiste que valdría la pena y no la vale —digo temblorosa.
—Haremos que cada uno de nuestros actos sirvan para terminar con esta
guerra y cuando lo consigamos, emprenderemos nuestras batallas para que
nuestras decisiones nos permitan vivir con paz.
—Tengo miedo, no puedo ver más allá de esta lucha —balbuceo y me
tapo la cara con las manos.
Salix acorta la distancia que nos separa y me estrecha entre sus brazos,
me sujeta con fuerza y me acurruco contra él. De repente, me siento
diminuta. Respiro hondo intentando tomar el control de las lágrimas que
vuelven a caer, pero no puedo evitar temblar. Siento los labios de Salix
sobre mi cabeza y algo muy extraño tira de mi pecho, no me siento
incómoda con ese gesto.
Salix afloja su abrazo y me levanta la cara con las dos manos acunando
mis mejillas, sus pulgares secan mis lágrimas.
—Yo también tengo miedo, pero puedo verte mucho más allá de esta
guerra. Recuerdo tu sonrisa, Natalie, y hace mucho tiempo que no aparece,
pero estoy seguro de que volverá.
—La he matado —pronuncio temblorosa—. ¿Qué clase de persona soy?
Era mi amiga, yo… No, no quiero hacer esto, yo, no…
—Shhh… Respira hondo —dice acariciándome el rostro—, tranquila.
—Yo no era así —digo al borde de perder el control—, yo siempre
encontraba otra opción.
—Detente, por favor —su agarre se vuelve firme.
—¿Qué estoy haciendo? —pregunto separándome de Salix—. No hay
vuelta atrás, no va a volver —intento tranquilizarme cuando no puedo
respirar—. Quiero irme de aquí —pronuncio con dificultad, mi garganta
suelta un ruido ronco cerrándose al aire.
—¡Ya! ¡Deja de hacerte esto! —grita Salix impotente. Lo miro
paralizada—. Sí, la has matado porque era una traidora, si no lo hacías tú
iba a ser Thaily y joder, estamos en una guerra, ha muerto gente y va a
morir más. Piensa en Ona… —recibo sus últimas palabras como un golpe
bajo.
Me dejo caer sobre la pared, Ona presenció el duro asesinato de
Vánamo. Cierro los ojos y el aire vuelve a circular hacia mí.
—Hay que terminar con todo esto —dice Salix tomando el control—, si
ya estamos condenados, luchemos para que nadie más sufra. Luego,
pensaremos en nosotros.
—Vale —apenas susurro.
Salix se acerca y vuelve a enmarcar mi cara. Me permito perderme en la
luz de sus ojos ahora oscurecidos, descubrir las pequeñas motas grises que
rodean su pupila, en sus pestañas castañas que se aclaran en las puntas.
—Juntos hasta el final —susurra y parpadeo varias veces volviendo a la
realidad.
—Hasta el final.
Capítulo 76

Con Salix a mi lado, vuelvo a la habitación donde terminé con la vida


de Joa, en cuanto entro, Thaily viene hasta mí y me abraza. Sorprendida, no
le correspondo al momento pero acabo rodeándola con mis brazos.
—¿Dónde está su cuerpo? —le pregunto en un susurro.
—Kale se ha deshecho de él.
Respiro hondo y me separo, asiento mirando la sangre que aún hay en el
suelo, a pesar de la traición, ésta es una batalla que he perdido.
—Maté a mi mejor amigo cuando no hizo nada… —mis ojos van hasta
Thaily y no sé cómo consolarla. La vuelvo a abrazar y repito las palabras de
Salix como si fueran un mantra.
—Cuando acabemos con esto, emprenderemos nuestras batallas para
que nuestras decisiones nos permitan vivir en paz.
Thaily asiente entre mis brazos y tras unos segundos nos separamos,
doy un paso manteniéndola a mi lado, con Salix a mi otro costado. Mi
pasado, mi presente y ambos simbolizan mi futuro.
Respiro hondo mirando al resto, Ona aún parece perdida y no sé cómo
traerla de vuelta después de lo que le hicieron a Vánamo, no sé si quiera si
es posible hacerlo. Todos estamos cubiertos de sangre y polvo. Siete amigos
y compañeros, más Nicole que se tambalea sostenida por Kale y cuatro
mujeres, somos trece. Una vez hace mucho tiempo, mi padre me trajo un
libro muy curioso donde se decía que en algunas culturas ese número traía
mala suerte, representaba a la muerte, para algunos, esa muerte no era más
que el final de un ciclo y la apertura de un nuevo camino. No sé qué va a
pasar hoy, pero habrá muerte y espero con toda mi energía que sea el inicio
de algo mejor para aquellos que aún sigan en pie.
—¿Cómo os llamáis? —pregunto a las cuatro mujeres. En realidad, no
son mucho más mayores que yo, sobre todo, una de ellas, parece una niña
pero no veo ni pizca de miedo en sus ojos. Una de ellas da un paso adelante.
—Mi nombre es Idris, ellas son Eve, Chloe y Gina. Nos criamos juntas
con los rebeldes, nuestros padres eran amigos de Anton, murieron por la
causa en el primer levantamiento hacia la Cúpula. Conocemos parte de tu
historia y la de tu padre.
—Nos vamos a la costa —digo focalizándome en lo que tenemos que
hacer—, allí tenemos un grupo que se mantiene alerta a cualquier
movimiento, son muy pocos y nuestra ayuda será mínima, pero yo voy a
luchar hasta el final por detener a Lirea y a esos híbridos. Quien quiera, es
libre de irse ya, los que se queden tienen que entender que nuestras
posibilidades son muy escasas.
—Yo voy —suena la voz apagada de Ona.
Todos la observamos cabizbaja, Mora se pone a su lado, sin tocarla pero
tan cerca como para que Ona note su presencia.
—Por supuesto, estoy con vosotros —dice.
—No me lo pienso perder —Kale da un paso adelante cubierto de
sangre.
—Ni yo —dice Robert jugando con su cuchillo.
—Hasta el final —dice Salix.
—Hasta el final —contestan Paul y Thaily al mismo tiempo.
—Vosotras —me dirijo a las cuatro chicas—, ¿qué decís?
—Estamos con vosotros —responden con decisión.
Observo a la que me parece más joven, Eve ha dicho que se llama.
—¿Cuántos años tienes? —le pregunto.
—Catorce —joder, solo es una niña.
—¿Has luchado antes?
—Nos prepararon para enfrentarnos al sistema.
—Esto es mucho más grande que el sistema —Eve arruga el entrecejo
indignada—. Hoy no vais a luchar —decido mirándolas una a una los ojos
—, pero tengo otra misión para vosotras.
—Queremos luchar —interviene Idris.
—Os necesito vivas para que le mostréis a Falansteria lo que la Cúpula
pretende hacer —digo sin posibilidad a una replica—. ¿Conocéis las cuevas
Fourier?
—Nos criamos allí, pero la Cúpula las destruyó.
—¿Podríais llegar desde aquí?
—Por supuesto —responde con un matiz de orgullo.
—Perfecto.
Le pido a Salix que me dé la caja con los viales que trajo Mora, me la
tiende confundido y cuando la abro silencio una maldición, vacía, levanto la
parte donde tendrían que estar los viales y saco la maldita memoria digital.
—Las cuatro os llevaréis esto —alzo entre mis dedos la memoria
pasando por alto ahora mismo que Salix no tiene más viales—, contiene
información que debéis desvelar a todo el pueblo, las investigaciones de los
híbridos, con los canales, comunicaciones con otras tierras, en fin, todo lo
que la Cúpula no quiere que el pueblo sepa.
—Lo haremos —contesta Idris impávida.
—Id a las cuevas, hay un par de Protectores en los alrededores
vigilándola, decid que vais de parte de Nicole, que está a salvo y os ha dado
esto —les tiendo la memoria—. Cuando entréis, buscad a Johan, contadle
que nos hemos ido a la costa a luchar sin ninguna posibilidad. De mi parte,
dile que mantenga a salvo a todos los que hay allí hasta que alguien llamada
Era vaya a buscarlos, dile que le confío a ella mi vida —Idris asiente tensa a
mis palabras.
—¿Cuántos refugiados? —pregunta sin voz.
—Todos los que supuestamente han sido torturados por Nicole —Eve,
Chloe y Gina ahogan un grito de sorpresa y miran a mi hermana que lucha
por mantenerse erguida—. Un montaje más, esta vez de ella y algunos
Protectores por mantenerlos a salvo.
—Cumpliremos nuestra misión —anuncia sacando pecho—, les
mostraremos la verdad a Falansteria y añadiremos las acciones de ella —
dice dirigiendo un leve movimiento de cabeza hacia Nicole— para
protegerlos.
—Marchaos ya.
Las cuatro chicas asienten hacia nosotros y una a una desfilan hacia la
salida, cuando Eve va a pasar frente a mí sus pasos vacilan, sigue adelante
pero finalmente se detiene y se gira hacia mí.
—Yo contaré tu historia —me mira decidida con media sonrisa
bailándole en los labios, me limito a asentir en respuesta porque sus
palabras me provocan un mal augurio.
Capítulo 77

Todos me miran desconcertados ante mis palabras y lo vuelvo a repetir.


—Kale, cura a Nicole.
Dubitativo mira a Salix que asiente.
Mi hermana me observa agradecida, parece desolada, no la conozco
demasiado pero siempre la he visto como una persona fuerte y segura, con
todo bajo control. Me cuesta imaginarla como alguien de mi propia sangre
pero ahora, encuentro un reflejo de mi madre en ella. Ignoro el nudo que se
me forma en el estómago.
Kale da un paso hacia Nicole con las venas recorridas por energía, ella
lo mira de reojo con los hombros caídos.
—Yo también estoy con vosotros —balbucea antes de que Kale empiece
a sanarla.
—Lo sé —afirmo.
—¿Ella me liberó? —indaga Mora aún pegada a Ona.
—Ha trabajado casi toda su vida para desmantelar el trabajo de su
padre, ella te liberó, me contó lo que Lirea tenía planeado hacerme en la
plataforma, me dio la memoria digital…
—No la creo —me interrumpe Robert. Le dirijo los ojos agotada.
—¿Quién de vosotros disparó a Nicole en la plataforma? —todos
mantienen silencio—. ¿Nicole?
—Fue uno de los Protectores de mi confianza —aprieta los dientes
mientras Kale cura su herida—, era mi señal para que escaparas, crear el
caos, una distracción.
—Dejaste que su madre muriera —le espeta Robert. Nicole le dedica
una mirada helada.
—También era mi madre —mi hermana se tensa ante el tacto de Kale
—, ella lo sabía todo, yo se lo conté, sabía que Lirea quería ver sufrir a
Natalie y juntas ideamos el plan, su muerte y mi disparo para que pudiera
escapar.
Por inercia doy un paso atrás tambaleante, Salix me sujeta con suavidad
por el codo. Los ojos de Nicole se empañan al mirarme, no puedo saber si
es por lo que cuenta o por la cura de Kale.
—No —me dice leyendo mi expresión—, ella no murió por tu culpa,
nuestra madre decidió que esa sería su manera de luchar.
Un silencio incómodo se instala entre nosotros, parece que Robert no
tiene nada más que decir y por un momento espero que lo haga, que me
quite la mala sensación que me retuerce por dentro con alguna estupidez
más.
—Deberíamos revisar nuestras heridas —Salix rompe el silencio— y
revisar las armas que hemos robado a los Protectores. Hablaré con Jord
para que mande a algunos hombres hasta los alrededores de la Cúpula en
busca de supervivientes y que nos avisen cuando salgan de allí, nosotros
hemos sido arrasados pero ellos han sido atacados y hemos escapado. Se
tomarán un tiempo para organizarse, aprovecharemos para descansar.
La respuesta de todos es silenciosa, Mora tira de Ona y se sientan en el
suelo juntas con la espalda apoyada en la pared, Mora pasa su brazo por los
hombros de la gemela y ésta oculta su cara en su pecho. Nicole también
descansa ya curada, Kale se aparta de ella y se une a Robert, los dos
mantienen una conversación entre susurros.
—Id con Kale para que os revise las heridas —le dice Salix a Thaily y
Paul, mi amiga parece querer decirme algo, pero se lo piensa y se marcha
con Paul de la mano.
—Déjame que vea las tuyas.
—Estoy bien, Salix.
—No seas cabezota conmigo —me muestra una sonrisa pobre pero aún
así, me provoca calidez.
—¿Tú me vas a hablar a mí de cabezonería? —mi pregunta hace que su
sonrisa se extienda más.
—Sí, yo —afirma rotundo—. Vamos a sentarnos.
Salix tira de mi mano, pero clavo mis pies, se gira y me observa con el
entrecejo fruncido. En seguida, su gesto se relaja por uno cubierto de
ternura.
—Ella lo eligió —dice adivinando mi pesar por mi madre.
—Y eso no hace que duela menos.
—Lo sé —aprieta mi mano intentando reconfortarme—. Vamos, deja
que te cure.
—Te tiembla la mano —apunto.
—Estoy bien.
—Sí, tanto como yo —Salix vuelve a mostrarme media sonrisa.
—Resistiré.
—¿Te queda algún vial? —su mano tira de mí para que lo siga hasta un
rincón apartado del resto. Cedo ante el leve tirón, pero no voy a dejar pasar
la conversación.
Apoyo la cabeza en la pared exponiendo mi cuello, la tirantez de mi piel
hace que apriete los dientes. Salix se sienta frente a mí entre mis piernas,
concentrado, observa la herida.
—Respóndeme —le pido mirando al techo.
Con mucha suavidad sus manos iluminadas tantean mi cuello, me tenso
cuando sus dedos ásperos tocan mi piel.
—Cabezota, no me ignores —Salix sonríe sin apartar la mirada de lo
que hace, poco a poco empiezo a notar el calor de su energía.
—No —vuelvo a tensarme y esta vez no es por su tacto.
—Mierda.
—Puedo soportarlo, Natalie, puedo aguantar hasta que esto acabe.
—Sé que soportarás el dolor —le digo al techo, la garganta no solo me
duele por la herida, trago con dificultad—, pero no podrás luchar bien con
tu energía, serás vulnerable —la voz me falla con la última palabra.
Con delicadeza baja mi cara hasta ponerla a la altura de la suya.
—Estaremos juntos hasta el final, sea cual sea ese final y estas manos
no me lo van a impedir.
—No me ayuda lo que me acabas de decir —pronuncio con tristeza y no
reprimo mis ganas de acariciarle los labios. Salix finge pensarse mejor lo
que acaba de decirme.
—Te contaré un secreto —susurra—, nunca me he imaginado lo que
vamos a hacer como nuestro final.
Mis latidos se aceleran con sus palabras, sé que no tenemos
posibilidades, sé que soy una ilusa pero aunque sea por un momento, voy a
creerme que no nos dirigimos hacia el final.
Salix me acaricia el labio inferior, su tacto me tranquiliza a la vez que
me provoca un escalofrío. Me inclino hacia él y por primera vez desde hace
mucho tiempo una sensación agradable se abre paso a través del dolor. Él,
acorta más la distancia que nos separa y dejo de pensar en todo lo que
ocurre a nuestro alrededor para estar solo aquí muy cerca de él. Insegura,
rozo sus labios, Salix me corresponde con suavidad, como si pudiera
romperme pero lo atraigo más a mí e intensifica su beso. Me acuna las
mejillas con sus manos ásperas, no puedo ser consciente de nada más que
de su tacto y de que no quiero que se acabe. Es una luz en mi oscuridad. Me
separo de Salix respirando hondo y apoya su frente contra la mía.
—Podemos acabar con esto —digo.
—Vamos a hacerlo —afirma seguro.

Cuando Salix se asegura de que la herida de mi cuello está bien, le doy


mi brazalete para que hable con Jord mientras compruebo el estado de todo,
después de mejorar todas nuestras heridas aún seguimos magullados,
cubiertos de polvo y sangre.
Capítulo 78

Mientras Mora y Kale hacen un inventario de las armas que tenemos,


me acerco a mi hermana que sigue sentada en el suelo, apartada.
Me agacho frente a ella.
—¿Estas bien?
—Ese amigo tuyo tiene un control formidable de la energía —dice
mirando a Kale.
—Lo tiene —afirmo.
Me siento junto a ella cuando las rodillas me empiezan a protestar por la
postura y puede que por todos los golpes que he recibido hasta ahora.
Ahogando un quejido, me siento junto a Nicole y me apoyo en la pared
observando a mis amigos.
—Intenté ayudarlo —dice mirándose las manos.
—¿A quién?
—A Rilley.
—¿Qué le pasó? —preguntó con un pellizco que me retuerce el
estómago.
—Lirea se encargó de él. Las dos primeras semanas lo encerró en una
habitación a oscuras, sin ventanas, sin contacto con nadie con el mínimo de
alimento. Lo interrogó para averiguar vuestro paradero, pero no dijo ni una
palabra. Yo no sabía el método que Lirea estaba siguiendo, ni la historia de
Rilley, pero me enteré de que solicitaba verlo cada día para interrogarlo
cuando no tenía ningún sentido, ya lo habíamos hecho varias veces, si no
iba a hablar, seguiría preso, era un buen reclamo para haceros salir. Así que
quise estar presente en uno de ellos. Lirea no lo interrogaba, lo drogaba —
pronuncia con inquina—. Le inyectaba energía pura a cambio de
información, para cuando yo me enteré, Rilley a penas balbucía
información sin sentido. Prohibí a Lirea volver a acercarse a Rilley y lo
alejé de su alcance. Tenía que ser discreta y le ordené a mis Protectores que
lo vigilaran, lo encerré en la antigua habitación de mi padre. Iba a verlo
cada día. Tuvimos que atarlo a la cama.
No lo soporto más y me tapo la boca con su sollozo. Nicole gira su
cabeza hacia mí y sujeta mi mano.
—Al principio se perdía mirándome a los ojos y me llamaba Natalie, la
primera vez que me llamó por mi nombre pensé que estaba consiguiéndolo
—a Nicole le brilla la mirada al recordarlo—. Le administraba energía pura
de manera muy controlada, cada día un poco menos. Empezó a comer y
aunque siguió encerrado, lo desaté. Pasamos muchas tardes hablando, se
convirtió en una rutina. Todo comenzó cuando me preguntó por qué lo
ayudaba. Le conté mi historia, él me contó la suya, su adicción. Me habló
de su hermana, de ti. No iba a dejar que cayera de nuevo.
—Pero cayó —a penas me sale la voz.
—Un día cuando fui a verlo, me encontré a mis Protectores asesinados y
Rilley no estaba. Fui en busca de Lirea, ninguno de mis golpes le sacó la
verdad de los labios, decía que no sabía nada de lo ocurrido. Lo busqué, en
la Cúpula, en la Ciudad, en las fábricas, seguí a Lirea, pero no di con él. Al
mes apareció con Lirea, en perfecto estado, quería trabajar con nosotros
para ayudarnos a terminar con vosotros. Intenté hablar con él, pero ya era
demasiado tarde, Rilley acataba cualquier orden de Lirea, supongo que a
cambio de energía, intenté convencerlo ofreciéndosela también, intenté
engañarlo pero no funcionaba, Lirea tuvo que adulterarla de alguna manera.
Se convirtió en un Protector frío y letal. Lo intenté —acaba susurrando.
Ahora soy yo la que le da un suave apretón de mano. Nicole me mira a
los ojos.
—Luchó hasta el final, Natalie, nunca dejó de luchar y os protegió todo
lo que pudo —a mi hermana se le empañan los ojos—. Os quería y estaba
dispuesto a morir por vosotros y aunque sigue respirando, de alguna manera
murió y lo hizo por ayudaros. No lo recuerdes como es ahora.
En cuanto noto que se me caen las lágrimas, un impulso me empuja a
abrazar a mi hermana que también me estrecha entre sus brazos y me
inunda una mezcla extraña de emociones que son un torrente que me
sacuden el cuerpo.
—Gracias por cuidarlo.
Nicole asiente sobre mi hombro.
—Vamos a terminar con este, hermana —me dice apartándome el pelo
de la cara. Es la primera vez que me llama así.
—Vamos.
Nos armamos con lo poco que tenemos, me aseguro de que Thaily, Paul
y Salix vayan armados, a pesar de que el último pone pegas, no le doy
opción. Al final, acepta con un suspiro un dispositivo como el que empuñé
frente a mi madre, tenemos otro que le doy a Paul. Thaily tiene un arma de
fuego, Robert un cuchillo, sino fuera por la decisión que los mueve, no me
plantearía llevarlos a la guerra. Antes de marcharnos, Salix me tiende un
cuchillo igual al que ya me dio una vez.
—¿De dónde los sacas? ¿Los fabricas? —Salix casi sonríe y que no lo
haga me duele, porque quiero ver su sonrisa de nuevo, no sé si volveré a
tener esa oportunidad.
—Este es el de Kale —miro hacia él y asiente antes de apartar con
rapidez su mirada.
—Gracias —digo ya a su espalda—. ¿Has hablado con Jord?
—Sus hombres ya están en los alrededores de la Cúpula, no tiene
noticias.
—¿Sabes algo de Dahlia?
—Nada —niega apesadumbrado—. ¿Todo bien? —pegunta mirando a
Nicole, Kale le ofrece un arma que ella termina por coger.
—Sí.
—Entonces, supongo que es hora de irnos.
Los nueve nos encaminamos lo más rápido que podemos hacia la costa,
Salix activa mi brazalete y le envía un mensaje a Jord diciéndole que se
preparen, vamos hacia allí, le pide que nos avise si llegan antes que
nosotros.
Capítulo 79

El olor a mar nos llega casi a la misma vez que el sonido de la batalla,
cuando tenemos visión de la playa donde desembarcó Sigrid y Harald, la
arena y las rocas de la playa están cubierta de sangre y cuerpos secos. Los
híbridos están arrasando a Jord y todos sus hombres bajo la mirada de
Lirea, los dos líderes y Rilley.
—Mierda, no nos han avisado —escupe Salix.
—Por detrás —ordeno sin perder tiempo—, tenemos que unirnos a
ellos. Lirea es mía —anuncio antes de ponerme en marcha.
Sigilosos llegamos a la playa, Salix me lanza una mirada, contenemos la
respiración y juntos, todos salimos de nuestro escondite. Los primeros que
nos reciben son los Protectores, con mi cuchillo en una mano y con la
energía corriéndome por las venas ataco al cuello del primero que se acerca.
Un fuerte golpe en la espalda me tira al suelo y pierdo el cuchillo, me giro
de inmediato para enfrentarme a otro Protector, antes de que de un paso lo
derribo con mis piernas y me siento sobre su cuerpo, abro la mano sobre su
cara y proyecto sin pensar, su cabeza estalla en mil pedazos salpicándome
de sangre y tropezones, no me da tiempo a sentir nauseas cuando alguien
tira de mí poniéndome en pie, otro más me recibe con un puño cubierto de
energía. Lo esquivo a tiempo y me tiro en busca del cuchillo, lo aferro entre
la arena cuando una honda energética me quema la mano, lo sujeto con más
fuerza, la piel me abrasa. Ruedo creando una barrera de energía, aprieto los
dientes y la empujo hacia el frente, tres Protectores se deshacen en cenizas
delante mía.
Un grito llama mi atención, Ona es una bola de luz mientras gira sus
brazos alrededor de ella.
—¡Al suelo! —grita Salix.
Su cuerpo cae sobre mí al momento en que Ona despliega su poder
desintegrando al círculo de Protectores que la rodeaba, una lluvia de cenizas
y arena cae sobre nosotros. Nos ponemos en pie, Jord y los pocos hombres
y mujeres que luchan con ella se desploman con rapidez frente a los
híbridos.
Robert y Kale llegan antes que nosotros, ambos se ocupan de un híbrido
que desgarra la piel de un hombre. Salix y yo llegamos a tiempo de ayudar
a Jord, un entramado de sangre le cubre media cara. Con la velocidad de un
latigazo, Salix expulsa una ola de energía que atraviesa al híbrido, éste se
tambalea pero sigue en pie, hasta que un filo luminoso le rebana el cuello,
cuando la cabeza del monstruo cae, un Paul ensangrentado aparece detrás.
—¡Aléjate de aquí! —lanzo en un grito ahogado—. ¡Ve a por los
Protectores!
Pero es demasiado tarde, mi amigo no me responde cuando un híbrido
salta sobre él. Unas garras y manos grises lo golpean, me lanzo sobre ellos
y mi cuchillo baja brutal hacia la espalda hundiéndose en la abultada
musculatura. Mis pulmones aúllan cuando lo saco y lo vuelvo a hundir una
y otra vez, sigo haciéndolo un poco más arriba, justo en la nuca.
El híbrido se desploma flácido, con un gruñido lo aparto. Paul deja de
arañar la arena y flaquea cuando me mira.
—Ocúpate de los Protectores —le digo sin aire.
Paul asiente cuando se pone en pie y lo veo correr apoyando su peso en
una pierna hacia los uniformados. Había venido aquí para morir, pero me he
equivocado todo este tiempo, he venido para luchar y cuidar de los míos.
El pánico chilla por mis venas cuando me giro hacia unos gritos, Jord
está siendo despellejada y chamuscada por un híbrido. Mora y Salix corren
hasta ellos con las manos envueltas en energía, ambos golpean con fuerza
lazando vibrantes rayos, Salix se enfrenta cara a cara con uno pero
entonces, las llamas plateadas decrecen en su puño y recibe un golpe brutal.
Se retuerce sobre sus rodillas frente a la masa de piel blanquecina, lo que
arde en su cara es mucho peor que el dolor. El híbrido levanta un grueso
brazo y la energía ruge en mis huesos, extiendo las manos y dirijo una
lengua de fuego blanco que atraviesa al híbrido, separo mis brazos
extendiendo mi energía con ferocidad envolviendo a dos monstruos más.
Bajo los brazos cuando me aseguro de que Salix está a salvo y escucho
a Lirea ladrar ordenes.
Me giro hacia ella, paso la mirada por la playa que nos rodea, estamos
rodeados. Mi pie se hunde en la arena cuando doy un paso atrás, una línea
de híbridos seguida de otra de Protectores se dirige a mí. Mora aparece,
junto a Ona, Kale y Robert que se repliegan a mi lado, demasiado lejos,
Thaily y Paul luchan contra un grupo de Guardianes.
—¿Dónde está Nicole? —pregunto sin saber muy bien a quién.
—No está por ningún lado.
—Robert, ve a por Salix y mantente a su lado, nosotros golpearemos
primero —le lanzo una mirada sombría antes de que pueda negarse y se
vuelve en dirección a Salix.
—Hasta el final —susurra Mora.
—A por todas, compañeras —le sigue Kale.
—Reventémoslos —escupe Ona.
—Juntos —anuncio llamando a mi energía.
Antes de que pueda gritar una señal para atacar, un ruido estridente que
ya conocemos resuena en la playa, una sirena a la que responden los
híbridos. A voces, Lirea ordena su marcha y se apartan de nuestro camino
para dirigirse al barco parado en la orilla pero en ese momento, una bola de
energía estalla junto a Lirea, Rilley, Sigrid y Harald. Llevo la mirada hacia
las rocas que rodean la playa, Nicole aparece escoltada por cuatro híbridos,
mucho más esbeltos que los que pisan la arena, mucho más humanos, son
los primeros experimentos de Marcus y estos sí hacen caso a las órdenes de
mi hermana, ha ido a por ellos. Los cuatro corren como alimañas hacia sus
congéneres que siguen su destino, Nicole los sigue derribando a todo el que
se pone a su paso.
—¡Atacad! —grito.
Nos lanzamos a la vez hacia los Protectores, mucho más rápidos y
fáciles de matar exprimo mis fuerzas en cada movimiento. Golpe tras golpe
caen ante mí pero también empiezo a flaquear, dejo de escuchar los sonidos
y los gritos a mi alrededor, me concentro en resistir porque no estoy segura
de si cada golpe que doy puede ser el último. Me debilito y el Protector al
que me enfrento no cae, vuelvo a lanzarme contra él pero se deshace de mí
con facilidad. Grito desesperada volviendo a la carga, llamando a mi
energía pero ésta no responde con normalidad. Lo embisto con todo mi
cuerpo, pero me esquiva y caigo de bruces sobre la arena. Una patada
seguida de un crujido en mi costado me gira boca arriba, el mundo da
vueltas y la figura de mi adversario se desenfoca.
Unos aullidos estallan en alguna parte cerca de mí, como una avalancha,
unas sombras me sobrepasan llevándose al Protector por delante. Intento
levantarme sin éxito, seguir luchando cuando de repente una mano aparece
justo frente a mí.
—Aún podemos hacer más —reconozco la voz de Johan y me tiende su
mano.
Me ayuda a levantarme, algo en mi costado está roto y casi no puedo
erguirme. Me apoyo sobre él, el enfrentamiento aún continúa, mujeres y
hombres, ancianos, las victimas del sistema, las familias ocultas, Idris,
Gina, Chloe y Eve están aquí y luchan contra los Protectores.
—No iba a dejaros solos —dice cuando lo miro petrificada.
Johan no se detiene ni un segundo más y me inyecta en el cuello una
cápsula, tenso los músculos y siento cómo la energía me recorre con la
misma prisa que Johan aliviando los dolores que me entumecen el cuerpo.
Me tambaleo cuando mi antiguo director se separa de mí y se une a la
lucha antes que yo, respiro hondo y comienzo a hundir mis pies en la arena,
solo un segundo me lleva encontrar la mirada plateada de Salix puesta en
mí. Robert lucha junto a él, pero entonces, sus ojos apuntan a mi espalda y
se abren más, el dolor se extiende por mi mandíbula antes de poder girarme.
Me estabilizo para atacar cuando me encuentro con él. Rilley abre sus ojos
de par en par, inyectados en sangre. Un segundo de quietud, uno en el que
nos analizamos, en que casi reconozco al chico del principio, ese que se
preocupaba por mí, el que adoraba a su hermana y quería dejar todo esto
muy atrás.
Rilley me ataca y me agacho esquivando uno de sus golpes. Me
enfrento a él, nos enredamos entre golpes, recibiendo unos y parando otros.
Alguien se atraganta gritando mi nombre y la breve mirada que lanzo en
dirección a Nicole rodeada de híbridos me sirve para que Rilley me gire
pegando mi espalda a su pecho, me rodea el cuello con su mano.
—Rilley, no lo hagas —le pido.
—Cierra la boca —responde apretando su mano, pero sin terminar lo
que ha empezado. Siento su latido desbocado, la tensión de su cuerpo.
—¿Por qué lo haces? —Rilley mantiene silencio y por un momento
pienso que me va a partir el cuello, pero siento como apoya su barbilla
sobre mi cabeza.
—Yo no quería esto, pero tú me llevaste a caer en la energía pura de
nuevo y cada vez quiero más.
—Podemos ayudarte —Rilley niega con la cabeza frotándola sobre la
mía.
—Ya no tengo más ganas de luchar —su voz se rompe—. Mira en lo
que te has convertido, en lo que me he convertido. Somos monstruos.
Miro al frente, los híbridos, los Protectores y los Guardianes han
rodeado a mis amigos que intentan aguantar a duras penas. Nicole se
enfrenta a Lirea en un fuerte intercambio de energía y golpes. Sigrid tiene
retenido a Harald y son escoltados por un par de guardias.
—Rilley, tenemos que detener a los híbridos, no pueden abandonar
Falansteria, se desatará una guerra mundial —Rilley me gira de repente
pegándome a su cara.
—Estoy cansado de anteponer los demás a mí, me importa una mierda
el mundo y vais a pagar por lo que habéis hecho, por lo que me has hecho.
Por un instante ambos nos miramos a los ojos como desconocidos, un
momento en el que los dos somos derribados. Fuera del alcance de Rilley
me pongo en pie para ver a Thaily sobre su hermano.
—¡Yo me encargo de él! —me grita—. ¡Vete!
Tropiezo en la arena alejándome de ellos.
Capítulo 80

Me aparto buscando a Lirea entre toda la lucha, ahora es ella la que grita
mi nombre, me enzarzo con un Protector en mi camino hacia ella. Recibo
un fuerte golpe en el ojo, el dolor se extiende por toda la cabeza, parpadeo
cuando siento la sangre derramarse sobre mi mejilla, casi no puedo abrirlo y
pierdo visión de ese lado. El Protector me obliga a incorporarme y a mirar
en una dirección, Lirea me mira con Nicole a sus pies, cuando comprueba
que la estoy viendo le rebana el cuello. Forcejeo con todas mis fuerzas,
aprieto los dientes y doy un cabezazo hacia atrás, el Protector afloja su
agarre y aprovecho para encararlo y golpearle sin respiro hasta que se
desploma.
—¡Embarcad ya! —apremia Lirea y los híbridos la obedecen, solo los
Protectores y los Guardianes se quedan en tierra terminando con la vida de
los que aún seguimos luchando.
No consigo localizar a ninguno de mis amigos cuando un Guardián
viene hasta mí y me derriba sin apenas tocarme.
—¡Guardianes, luchad! —la voz desgarrada de Harald se levanta por
encima del bullicio.
Lo miro justo en el momento en que Sigrid hunde su mano envuelta en
energía en el pecho de Harald llamándolo traidor, los guardianes que los
escoltaban se enfrentan a Sigrid, pero ella los barre a todos con una ola de
energía. Al instante, un lamento llama mi atención, Kale corre en dirección
a ellos cubierto de sangre y con quemaduras en los brazos.
—Arriba —de repente la voz del guardián que tengo justo a mi lado me
aparta de la escena, me ofrece la mano.
Desconcertada me pongo en pie sin dársela cuando lanza un rayo por
encima de mí, acaba de derribar a un Protector y pasa por mi lado para
enfrentarse a otro. Miro a mi alrededor sin entender lo que pasa, los
guardianes luchan contra los Protectores, junto a nosotros, vuelvo mi
mirada hacia Kale, sujeta a Harald entre sus brazos. Mareada y confusa giro
sobre mí misma, de repente, el barco donde se acaban de subir los híbridos
empieza a cerrar su compuerta, Sigrid consigue subirse a tiempo y Lirea
corre hacia allí. Sin pensarlo, salgo en su búsqueda apartando a todo aquél
que se interpone en mi camino.
Mis pies se hunden en la arena cuando la alcanzo por el pelo, Lirea grita
y la lanzo hacia atrás, cae con un golpe sordo cuando una ola cubre mis
pies, me giro sorprendida por el movimiento del mar. El submarino que
contiene a los híbridos empieza a recular con la compuerta aún abierta, las
criaturas se lanzan a ella como un salvavidas en alta mar.
Lirea me ataca por la espalda, me da tiempo para recomponerme con las
manos recorridas por energía.
—¿Sabes que es mi puta? —Lirea sonríe cuando la miro confundida—.
Rilley, es mi puta, me folla cada día por un poco de energía. Tardó muy
poco en olvidarte.
—Y sin embargo —contesto sin gesticular—, nunca fue tuyo. Nunca —
recalco.
—Voy a acabar contigo —ladra.
—No vas a salir con vida de aquí y no va a ser rápido, vas a pagar por el
dolor que has producido.
Me lanzo hacia ella, mi energía la hiere pero la suya también lo hace,
aprieto los dientes soportando cada embestida. Estampo mi rodilla contar su
pecho y el grito que escupe me fortalece, del cuello la obligo a inclinarse
para volver a mover la rodilla hacia su cara. Una descarga me recorre la
pierna y me alejo, Lirea se incorpora con un río de sangre por la cara.
Desesperada mira al submarino que, despacio, se aleja más de la orilla.
Se abalanza contra mí de nuevo, su puño reluciente se estrella contra mi
ojo herido, confundida la aparto como puedo. Llamo con furia a mi energía
que viene en ráfagas intermitentes, mis golpes no son precisos mientras que
los de Lirea me llegan con fuerza, respiro hondo para apartarla de mí de una
patada. Me falta el aire cuando cae de espaldas sobre la arena.
Doblada por la cintura, intento recuperar el aire, me tambaleo hacia ella
dispuesta a terminar lo que he empezado. Lirea levanta sus manos
recorridas por energía, pero por el rabillo del ojo, una sombra se mueve
veloz y unas manos grises la inmovilizan. Levanto la mirada para observar
al híbrido que petrificado no aparta sus ojos de los míos, uno de los que ha
traído Nicole, uno de los antiguos. Siento una conexión extraña y relajo mis
hombros.
—¿No querías híbridos? —bajo la mirada hacia Lirea— Pues aquí los
tienes. Mátala —le ordeno.
El híbrido gruñe y baja su cabeza hacia Lirea, desliza con presión y muy
despacio una de sus garras envuelta en energía desde la garganta de mi
antigua profesora hasta la mejilla, intenta moverse pero el híbrido tiene la
suficiente fuerza para mantenerla en el sitio. Su gruñido se vuelve un grito
sordo cuando se aparta de ella, con una mano sujeta la cabeza de Lirea y la
arrastra por la arena en dirección al agua, el híbrido pega un salto, sus pies
aterrizan sobre la plataforma del barco con un ruido seco, Lirea solo es una
muñeca en sus manos. El híbrido vuelve a gruñir y de entre la oscuridad del
transporte, veo aparecer garras grises y blanquecinas, ojos luminosos y
venas centelleantes parpadean en el vacío negro como estrellas. Lirea es
lanzada al interior, sus desgarradores gritos comienzan antes de que la
compuerta se cierre por completo.
Petrificada e impotente observo cómo el barco se aleja poco a poco, las
cápsulas empiezan a escoltarlo cuando se distancia de la parte más baja.
Doy un paso desconcertada al sentir la vibración del suelo, observo con
atención al agua cuando empieza a romperse, a la superficie empiezan a
salir pequeñas naves negras que atacan a las cápsulas que lo escoltan. La
vibración se vuelve más intensa cuando un rugido metálico surge de las
profundidades, una nave negra de gran tamaño rompe la superficie y se
posa sobre el mar provocando una ola que me moja las piernas. Otros dos
submarinos salen a la luz tras el negro, uno es en el que vinimos y se dibuja
en mi mente la cara de Yué y Naktam, el otro no lo reconozco, pero tiene el
nombre de Lavándula escrito en su costado.
Vuelvo mi atención al negro cuando vira y su costado me muestra el
nombre de Aithor escrito en su lado con letras sinuosas. Mi pecho sube y
baja esperanzado, el Aithor se descubre, una capa metálica deja a la vista
torres de vigilancia en línea por toda la cubierta con guerreros vestidos de
negro, cubren sus caras pero sus brazos desnudos emanan una energía tan
brillante como cegadora. De repente, gigantescas velas oscuras caen de
varias torres hasta la cubierta inflándose con el aire. Una de ellas lleva el
nombre del submarino, otra el de Nochna.
La lucha parece detenerse tras de mí, en la playa se instala el silencio
cuando un bramido lleva mi mirada hasta la proa. Erguida y con la cabeza
en alto, Era se sujeta de un mástil, en ese momento, todas las personas del
Aithor la siguen y empiezan a aullar al unísono. Era hace un gesto con su
brazo y cientos de pequeños artefactos luminosos son lanzados al
submarino de los híbridos. Explosionan en cuanto entran en contacto y el
Aithor embiste al submarino de los híbridos con los otros dos siguiéndolo.
Las cápsulas que lo escoltan empiezan a ser hundidas cuando ráfagas de
energía estallan contra sus cascos. Los híbridos se quedan sin protección
frente al Aithor que aumenta su ataque abriendo agujeros en el cuerpo del
submarino y empieza a zozobrar.
—¡Natalie! —me giro al momento al reconocer la voz de Salix, justo a
tiempo para ver que un híbrido aún en tierra tiene a Thaily.
Salix corre hacia ella, sus manos parpadean para al final acabar
apagándose, sus pies levantan la arena cuando un golpe lo tumba de
espalda. Salix no se mueve. Salix inmóvil con Rilley a su lado.
Un grito desgarrado corta el aire, Rilley y yo miramos hacia Thaily, el
híbrido va a dar un golpe mortal a su hermana y entonces lo vuelvo a ver.
Al chico que me detuvo la primera vez que escapé de la Universidad, al que
estuvo en mi primer ataque dentro del recinto, a ese que me abrazó para
impedir que me quemara, el que quiso alejarme de todo esto, el que me curó
con su energía, el que me invitó a olvidarnos de todo por una noche. El
chico de los ojos plagados de estrellas.
Antes si quiera de poder moverme para ayudar a Thaily, Rilley está allí
y se interpone entre su hermana y el monstruo.
La bola energética que cubre las garras del híbrido se hunde en el pecho
de Rilley, me muevo con una velocidad feroz, sin pensarlo, llego hasta él
con las manos impregnadas de energía. Salto sobre sus hombros y sujeto su
cabeza con ambas manos expulsando con un grito mi energía, el híbrido cae
de rodillas mientras la sangre que brota de sus oídos me ensucia las manos
y dejo fluir toda mi rabia, su piel se empieza a agrietar por la luz y se
calcina. Caigo de rodillas, el polvo en el que se ha convertido su cuerpo se
lo lleva el aire entre mis manos vacías, la sensación de que ha tenido una
muerte demasiado rápida es sustituida por la de miedo.
Mi cuerpo se sacude, Thaily acuna entre sus brazos el cuerpo de su
hermano sobre sus rodillas, cabizbaja, se le derraman las lágrimas, su gesto
roto me hace verla más joven que nunca. No puede dejar de acariciarle la
mejilla.
Rilley se está vaciando, la energía está dejando su cuerpo. El de Rilley,
no puedo dejar de mirarlo.
—Perdóname, por favor —balbucea Rilley a su hermana.
—No tengo nada que perdonarte —solloza Thaily.
—Lo necesito…
Ambos hermanos se mantienen la mirada, Rilley lucha por mantener los
ojos abiertos mientras se va apagando.
—Te perdono —dice Thaily en un hilo de voz tembloroso.
Rilley dibuja una leve mueca y su mirada se encuentra con la mía.
Fuerzo media sonrisa con la garganta en llamas.
—Lo sien… —Rilley no puede terminar la palabra.
—Todo está bien —dibujo con los labios, pero mi voz nunca llega a
salir y su voz no vuelve a sonar más.
Sus ojos se mantienen abiertos mirándome unos instantes más y
después, la noche estrellada se va para siempre.
El ruido a nuestro alrededor decrece sustituido por los lastimosos
gemidos de Thaily.
Capítulo 81

Me siento en la arena ante el llanto desconsolado de Thaily y el cuerpo


de Rilley deshaciéndose en cenizas entre sus brazos. El viento salado se
lleva el polvo y con él, lo que un día fue su hermano, mi amigo y también
mi amante. No fui consciente de lo que me estaba dando cuando yo tenía la
cabeza y el corazón en una lucha a la que a pesar de todo, he sobrevivido.
No puedo dejar de mirar a Thaily sacudirse, debería estar con ella,
consolarla pero solo puedo mirarla. Una voz se abre paso hasta nosotras y
Paul cae de rodillas junto a ella. Cubierto de sangre y arena la rodea con los
brazos susurrando palabras que me obligo a no escuchar, mi amiga abre y
cierra con lentitud sus manos, observando con lastimosa incredulidad el
lugar que ocupaba el cuerpo de Rilley.
Aún hay explosiones en el mar y los gritos de la lucha empiezan a ser
acallados por ordenes para capturar a los Protectores. No me atrevo a
apartar la mirada de la arena, tengo miedo a levantar la vista y enfrentarme
a la muerte, he llegado hasta aquí y aún le tengo miedo.
Unas botas se detienen justo en mi campo de visión, a pesar de la sangre
y la suciedad reconozco su presencia.
—Levántate, Natalie —la voz ronca de Salix a penas me llega como un
soplo de aire.
Salix me tiende una mano temblorosa cuando no le contesto y me
obligo a mirarlo. Tiene parte del cuello, el mentón y la oreja en sangre viva.
Su pelo rubio está sucio y cubierto de rojo. Le doy la mano y con una fuerza
que me sorprende que aún tenga me pone en pie y caigo entre sus brazos,
con rabia lo sujeto de la camiseta pegándolo a mí. Salix pasa sus manos con
lentitud por mi espalda.
—Por un momento te perdí de vista —de repente me estrecha con
fuerza—, pensé que te había perdido.
—Sigo aquí —balbuceo.
—Sigues aquí y lo hemos hecho, Era y Dahlia han venido, han acabado
con toda la flota.
Respiro hondo, me aparto de él con mi mano entrelazada a la suya para
observar mi alrededor. Paul y Thaily se ponen en pie, nos miramos sin saber
qué decir.
—Estaré bien —dice desolada y asiento con un nudo en la garganta.
Los cuatro caminamos por la playa en busca de los demás. Los
Protectores que aún quedan con vida están tumbados en línea en el suelo
con Guardianes vigilándolos, guardias que llevan un símbolo formado por
estrellas junto al nombre de Nochna en sus uniformes.
Unos hombres son atendidos en la arena por guardianes, por sus ropas
sé que luchaban con nosotros pero ni siquiera los conozco. Nos alejamos de
ellos, buscamos entre los cuerpos que no han sido calcinados por la energía
algún rostro conocido, tranquilizo mi respiración cuando no encuentro
ninguno.
Busco a Kale con la mirada, sigue sentado acunando el cuerpo de
Harald, algunos guardianes lo acompañan. Cuando el crepúsculo lanza
nuestras sombras sobre él, levanta la mirada.
—Harald era mi padre —dice—, Bosco y Sigrid fueron los que
planearon esto, su ejército de híbridos para conquistar el mundo, mi padre y
todos los guardianes de Dareklyad que hay aquí iniciaron una misión para
terminar con ellos. Yo lo supe pero nunca lo creí, nunca creí en tal fracaso
de la Alianza pero cuando Salix me habló de esta misión, supe que algo no
andaba bien y acepté venir. —Kale balancea su cuerpo—. No lo creí…
Salix se agacha a su lado y le pone una mano en el hombro, Kale asiente
y le ofrece el cuerpo de su padre a los guardianes limpiándose la cara con la
manga.
—Volverá a casa con la misión cumplida y allí lo despediremos —
anuncia.
Los guardianes cogen su cuerpo, le ponen por encima una chaqueta y le
aseguran de que volverá a Dareklyad.
Salix ayuda a Kale a ponerse en pie.
—Natalie —miro a Kale y siento una punzada atravesarme el ojo herido
—, perdí de vista a Robert cuando los híbridos embarcaron, los siguió.
Me giro hacia el mar, el barco donde subieron los híbridos ahora solo
son trozos que flotan sobre el agua, los pequeños submarinos negros de
Nochna inspeccionan los alrededores y la marea arrastra los restos. Robert
no ha podido sobrevivir. Es imposible.
Camino cojeando hacia la orilla, ni siquiera sé por qué me duele tanto y
prefiero no mirar. Esquivo cadáveres en dirección a dos figuras que se
sientan en la arena, observando toda la actividad que flota en el agua.
Respiro hondo cuando las reconozco, están vivas.
Me dejo caer al lado de Mora y Ona. La primera me pasa un brazo por
los hombros y me pega a ella en cuanto lo hago, Ona me da un apretón aún
con el agarre de Mora, Salix llega hasta nosotras y le da un beso en la
cabeza a su amiga y se sienta a mi lado. Kale, Thaily y Paul también se
sientan y todos acabamos mirando el mar, a los despojos del submarino en
el que iban los híbridos, Sigrid, lo que quedara de Lirea antes de que la
despellejaran, a las cápsulas provenientes de Nochna y al imponente Aithor.
Las sombras empiezan a crecer a nuestro alrededor y guardianes de
Nochna y Dareklyad trabajan juntos levantando un campamento bajo las
órdenes de Dahlia. Ni siquiera me giro al escucharla pero Salix sí lo hace y
se inclina hacia mí.
—Tengo que ir a hablar con ella —llevo mi mirada cansada hasta sus
ojos plateados—, volveré, ¿vale? —asiento y Salix me acaricia la mejilla y
me da un beso rápido en los labios.
Se levanta a duras penas y se marcha en dirección a la voz de Dahlia
con Kale detrás. Mora me aprieta más contra ella y busco entre la arena la
mano de Thaily.
Nadie dice nada, las palabras sobran ante el dolor de las pérdidas. El
dolor físico y las heridas son pasajeras, todos lo sabemos, pero también
somos conscientes de este día que acaba y que cuando vuelva a aparecer el
sol, todo va a ser mucho peor y no tengo ningún plan para enfrentarme a
ello. No parece que ninguno tenga uno.
Capítulo 82

Cuando las luces del día se han esfumado, los guardianes terminan de
montar el campamento y acondicionan el lugar con algunas luces
artificiales. Uno de ellos, viene a buscarnos para que descansemos en una
tienda después de que un equipo médico nos chequee y mejoren nuestras
heridas. En todo el proceso me dejo llevar por Mora sin decir nada, como
un muñeco de trapo manejable. A pesar de haber conseguido nuestro
objetivo, un cansancio que jamás he sentido hace mi cuerpo pesado. Cada
paso que doy me resulta más pesado que el anterior.
En algún momento nos separamos, Thaily me da un rápido abrazo antes
de entrar en una tienda.
—Cuídala —le susurro a Paul de forma automática cuando también me
abraza.
—Siempre —contesta rápido para ir con ella.
—¿Estas bien? —me pregunta Mora frente a una tienda que me han
preparado.
—Sí —contesto sin parpadear. Mora asiente poco convencida.
—Estaré con Ona si necesitas algo, justo a tu lado.
Cuando no contesto, Mora me abraza y se despide de mí con un suspiro,
pero antes de que se marche la agarro por el brazo.
—Gracias por todo.
Mora dibuja una sonrisa triste y se va hacia la tienda donde Ona se
metió hace rato sin despedirse.
Un farolillo con insectos que rebotan en el cristal me recibe colgado del
centro de la tienda, un nudo me aprieta el estómago al recordarme a la
lámpara que funcionaba de la misma manera en el edificio donde se
ocultaban los chicos, cuando Jane, Naho y Rilley aún estaban vivos.
Cuando Thaily y Paul no estaban rotos. Caigo de rodillas y me llevo las
manos a la cara intentando evitar las lágrimas pero no puedo, caen incluso
antes de pensarlo. Me desarmo por completo, soy incapaz de contener el
torrente que me está ahogando al pensar en todos los que se han quedado en
el camino, en mi padre, en mi madre, en los ojos de Naho ante el disparo de
Thaily, en los de Joa, cómo sufrió Vánamo y los gritos de Ona, cuando creo
que voy a ahogarme unos fuertes brazos me rodean por detrás. Me giro
entre ellos, una vez más, Salix me cobija en su pecho.
Se limita a sujetarme la cabeza mientras no dejo de llorar entre
sacudidas involuntarias, a veces, me susurra cosas al oído que no llego a
procesar. No sé cuánto tiempo pasa hasta que mis lágrimas dejan de salir,
sigo queriendo llorar pero ya no puedo más. Salix me aparta de su pecho,
con cuidado, me limpia la cara con sus pulgares siendo muy cuidadoso al
pasarlos por la piel más sensible recién curada, me ayuda a levantarme y me
lleva hasta un camastro donde nos acostamos de lado muy pegados por el
limitado espacio, con nuestras miradas enfrentadas.
—No puedo hacer esto —confieso—, no puedo seguir —la mirada de
Salix se rompe con mis palabras.
—Sé que puedes hacerlo, he visto tu fortaleza antes y lo harás. Te estas
quemando y es doloroso, pero sé que renacerás de tus cenizas —Salix
respira hondo—. Confío en ti, Natalie.
—Veo sus ojos antes de morir, escucho sus gritos —siento una lágrima
correr por mi mejilla de nuevo—. Joa estaba aterrada cuando la asesiné, era
mi mejor amiga —digo atragantándome.
—Shhh…
—No merezco vivir —casi no puedo pronunciar y Salix me vuelve a
abrazar con fuerza, siento el cosquilleo de su energía recorrerme la piel con
desesperación.
—Mereces vivir, ¿me escuchas? Vas a vivir porque pese a las pérdidas,
tus actos, tus manos, tú —pronuncia con rabia—, has luchado por salvar a
Falansteria y hacerla libre, y lo hemos conseguido.
—Salix —digo con la mente nublada—, este es mi final, todo ha
acabado.
Salix se incorpora sobre sus brazos con rapidez y me obliga a mirarlo,
me siento deshecha cuando me levanta la cara para que lo mire.
—Los finales no existen —la energía baila en sus ojos ya de por sí
antinaturales—, solo es una manera diferente de ver un nuevo inicio. Y
esto, Natalie, es tu nuevo principio y aunque tenga que consumir la energía
del universo, me aseguraré de que lo comiences.
—¿Esta mal quererte a mi lado? Porque es lo único que quiero ahora —
pregunto con la voz ronca y parece que le acabo de arrancar el alma—.
Sentía una luz contigo, sin estándares, que algo bello brotaba y se ha
podrido.
—Lo haremos brotar de nuevo —su voz temblorosa, alejada de su
habitual seguridad me desarma.
—El amor solo no basta para este mundo.
—Pues lucharemos cada batalla, juntos —dice más como una petición
que como una promesa.
Atrapo una lagrima que está a punto de caer por su rostro. Sus ojos me
imploran que lo intente, que luche pero estoy cansada, Salix parece leerlo
en mi mirada cuando otra lagrima cae y ahora soy yo la que lo abraza.
Nos tumbamos en silencio, ninguno de los dos duerme pero no nos
separamos ni un milímetro, a veces, Salix me atrae hacia él levemente como
queriendo asegurarse de que aún sigo aquí pero aunque mi cuerpo lo esté,
siento que estoy muy lejos, perdida en la oscuridad de una noche sin
estrellas, una noche que se ha detenido en un vacío que me aprisiona.
La mañana llega y con la luz del día, todo lo que hemos vivido el día
anterior cobra vida con un aliento aterrador, aunque con la esperanza
brillando en los rostros de los que me encuentro.
Por fin, vamos a reencontrarnos con Era y Dahlia quienes organizan una
reunión con todos los que realizamos esta misión en una tienda habilitada
para ello, en realidad, solo es más grande que el resto de las que se
levantan, solo es una carpa vacía. Thaily, Paul y Johan también son
llamados. Guardianes de Nochna y Dareklyad están presentes cuando
llegamos.
Era se funde contra mí al aparecer de la nada, me tambaleo con su
fuerza. No puede evitar sonreír con los ojos muy brillantes mientras me
mira.
—El Aithor es tuyo… —titubeo—. ¿Eres la líder de Nochna? —me
atrevo a preguntar y Era asiente.
—Ahora lo explicaré todo, espero que me perdones que lo haya
ocultado —arruga el entrecejo.
—Eres la única que ha demostrado ser una verdadera líder.
Era relaja el gesto pero su pecho se alza con un suspiro y me vuelve a
abrazar. Cuando mi amiga y única líder viva se aparta para saludar a los
demás, Dahlia se acerca a mí, también sonríe.
—Estoy orgullosa de ti y de tus acciones, de todos —dice pasando la
mirada por el equipo—. Puse rumbo a Falansteria en cuanto Era me contó
lo que estaba pasando.
Nos damos un rápido abrazo para que Era ocupe un lugar frente a todos
nosotros que permanecemos de pie.
Era se desvela como la líder de Nochna de manera oficial, sus
guardianes se yerguen a nuestra derecha ante el anuncio.
—Harald, líder caído de Dareklyad y padre de Kale —dice mirándolo
inclinando su cabeza—, era el único miembro de la Alianza que conocía mi
verdadera identidad en esta misión, juntos, luchamos por deshacer los
planes de Sigrid y Bosco. Ambos trabajaron con Marcus para crear un
ejército de híbridos, ellos mantuvieron el búnker de Falansteria.
Sabían que Bosco tenía espías sobre el terreno, ellos también los tenían
y sabían que alguien había salido de Falansteria hacia Lavándula. Mi
aparición fue la excusa perfecta para organizar una misión de
reconocimiento por parte de la Alianza. Era confirma que Sigrid asesinó a
Driesa aquella noche, pero no podían descubrirla, aún no.
Con su anonimato a salvo, su infiltración en el grupo que viajaría a
Falansteria fue sencilla.
—Siento habéroslo ocultado, pero era necesario —Era continúa cuando
termina de pasar su mirada por el equipo y uno a uno asentimos en su
dirección—. Ahora, tenemos que seguir los protocolos. Como única
miembro viva de la Alianza, tengo el poder de designar a los líderes
provisionales hasta que cada pueblo, cada isla elija a su líder.
Miro de reojo a Salix, busca mi mano, me la aprieta con suavidad y
respiro un poco mejor. Thaily y Paul están mi lado con Johan, parecen un
poco confusos con lo que acaba de contar Era.
—Dahlia, por favor —Era la llama, ésta se coloca a su lado muy erguida
—. Como jefa del máximo cuerpo de seguridad de Lavándula, por
demostrar tus valores y determinación en esta misión, te designo como la
nueva líder provisional de Lavándula.
Dahlia asiente y se coloca a su otro lado. Por un momento, me mira y
veo el brillo en sus ojos, no sé si alguna vez aspiró a ese puesto, pero estoy
segura de que hay algo que valora mucho más y es que al fin, es libre. No
tiene a nadie por encima que le impida marcharse si lo desea, aunque en el
fondo, espero que se quede.
—Kale —dice Era con él ya a su derecha—, como hijo de Harald y por
tu actuación en esa misión, serás su sucesor como líder provisional de
Dareklyad hasta que el pueblo elija.
Kale inspira hondo y asiente para después colocarse junto a Dahlia.
Kale lleva su mirada a Salix que lo mira orgulloso.
—Mora, ven —le pide Era con media sonrisa y ésta la mira sin
moverse. Salix le da un leve empujón y mueve sus pies en dirección a Era
sin saber muy bien cómo actuar bajo las miradas de todos—. Te nombro
como líder provisional del Tomoe, la alianza de las pequeñas islas —Mora
ni siquiera parpadea ante el anuncio—. Te elijo por tu trabajo como
Guardiana, conoces las diferentes islas y sus culturas. Creo que eres la
persona correcta y creo que eso puede ser muy útil para liderar un grupo de
islas diferentes entre sí.
Mora sigue asimilando lo que acaba de pasar y sin hacer ningún gesto,
se dirige al lado de Kale.
Por último, Era me mira a mí.
—No hace demasiado tiempo —dice—, conocí a una persona dispuesta
a luchar por una causa gigantesca, entendía que la unión conforma una
fuerza brutal y buscó la Alianza, quizá lo que encontró no fue lo que
buscaba, pero tropezó con un grupo de gente que formaron una alianza
unidas por lazos inquebrantables, a la que se unieron otros —Era mira a
Thaily y Paul—. Esa persona está aquí y confío mi vida en ella y en lo que
cree, por eso, designo a Johan como nuevo líder de Falansteria, porque sé
que Natalie piensa que es el mejor candidato.
Johan me mira boquiabierto y asiento en su dirección. Él se ha
sacrificado tanto como nosotros y como Nicole, luchó desde dentro y
después, lo hizo a nuestro lado. Confío en él.
Cuando Johan llega hasta el lado de los demás líderes, Era se alinea con
ellos.
—La nueva Alianza se ha formado —anuncia—. Se enviará un mensaje
a todas las islas contando lo sucedido y el resultado de esta reunión,
Falansteria recibirá la ayuda humana y material de toda la Alianza para su
reconstrucción.
Suspiro cansada cuando los guardianes empiezan a marcharse. Thaily,
Paul, Salix y yo, nos acercamos a saludar a los nuevos líderes y felicitamos
a nuestros amigos. Era me vuelve a estrechar entre sus brazos, cuando se
separa, pasa su mirada desde Thaily y Paul hasta mí.
—Robert luchó junto a mí en el mar, casi muere y tuvimos que dejarlo
en el Aithor bien atendido. Se está recuperando, pero es pronto para que se
levante.
—¿¿Esta vivo?? —un nudo en mi pecho se deshace.
—Sí —dice Era confundida—, pensé que lo sabíais.
—Creíamos que había muerto —susurra Kale que de repente está a
nuestro lado agitado.
—Casi lo hace, pero es fuerte —los hombros de Kale se relajan al
escuchar las palabras de Era, cuando se da cuenta de que lo observo, por
primera vez, Kale se sonroja ante mí y se da media vuelta para ir a hablar
con Salix que mantiene una conversación, al parecer, muy seria con Dahlia.
Capítulo 83

No soy demasiado consciente de las siguientes semanas a la última


batalla. La nueva Alianza lanza un mensaje al mundo desde Falansteria
contándole lo ocurrido y desde todas las islas llega ayuda y trabajan por
conectar nuestra isla al mundo.
El pueblo de Falansteria, aunque temeroso, acaba participando en los
diferentes actos que se realizan, como el de una despedida a todos los
caídos por parte de la Cúpula en el lugar donde se alzaba el edificio.
Expertos llegados desde Lavándula, trabajan para levantar un gran
invernadero donde florezcan plantas y el primer árbol de Falansteria, pasará
mucho tiempo hasta que eso ocurra, pero ocurrirá.
Thaily y Paul han sido reclutados por Johan, ahora trabajan para él por
devolver la vida que nos quitaron. Las fábricas que aún quedan en pie
vuelven a funcionar poco a poco y se trabaja por reconstruir las demás junto
a las viviendas arrasadas y el resto de infraestructuras, como ocurre con las
plantas y el árbol que simboliza a todos los caídos, pasará mucho tiempo
hasta que Falansteria deje atrás el fantasma de la guerra, pero también
llegará ese día.
Los demás líderes aún no han vuelto a sus islas y trabajan en el terreno,
en ningún momento estoy sola, alguno de mis amigos siempre me
acompaña y siempre hay algo que hacer. No lucho contra ello, tampoco
contra el peso que me impide respirar en ocasiones, me dejo llevar. Salix
también permanece muy ocupado, no solo ayudando junto a nosotros, tiene
muchas reuniones con Dahlia y no sé si quiero saber de qué se trata, por eso
no he querido preguntarle. Tampoco hemos tenido la posibilidad de estar a
solas, todos ocupamos un pequeño edificio en la Ciudad que han habilitado
para nosotros y no existe intimidad, dormimos en una sala donde las líneas
de camas se enfrentan unas a otras junto a más personas que han venido a
ayudar. La mía está junto a la de Salix, pero a veces, él no acude y cuando
viene, lo hace bien entrada la madrugada. A pesar de que no consigo
dormir, por alguna razón, siempre me hago la dormida cuando noto su
presencia, él siempre se para junto a mí, a veces lo escucho suspirar, otras,
se mantiene a mi lado en silencio hasta que se acuesta en su cama. Siempre
tarda un poco, pero al final, su respiración se acompasa y suelta un pequeño
suspiro, siempre lo hace antes de quedarse dormido. Antes del amanecer
vuelve a estar en pie y se marcha. Durante el día, no suelo verlo.
Robert también trabaja con nosotros, por fin recuperado, puedo ver en él
a la misma persona que una vez conocí en la Universidad, cada vez que lo
veo junto a Kale, la manera en que se miran, solo deseo que vuelva a ser
feliz. Ona y Mora parecen muy unidas, no sé qué ocurre entre ellas pero
algo está pasando, Mora se preocupa por ella y a pesar de que Era la ayuda
con sus nuevas funciones como líder del Tomoe, siempre encuentra la
manera de estar al lado de Ona. Dahlia, a parte de mantener ocupado a
Salix, también ayuda a Johan. Según dicen, lo está haciendo bien y el
pueblo de Falansteria parece contento con su nuevo líder, porque sí, ya es
nuestro líder oficial.
El tiempo es el único que tiene las respuestas de cómo será el futuro
para todos ellos, sus acciones y su trabajo duro dictaminaran si lo que
hemos vivido ha sido un triunfo.
Johan me pide que me reúna con él en lo que será la nueva sede del
gobierno de Falansteria, un edificio que a penas empieza a construirse y uno
que ocupa el lugar que un día ocupó la Universidad. Por orden de él, este
edificio será como mi antigua vivienda, uno en forma de árbol. Johan me
cita en los bajos del edificio y acudo puntual a mi cita.
Mi antiguo director me espera en lo que será la futura recepción de la
sede, según me dice, será completamente abierta, como los edificios que
conocí en Lavándula. Johan me lo explica con emoción y también veo brillo
en sus ojos, cuando me comenta entusiasmado todos los cambios que están
haciendo, sobre todo, los sociales. Libertad de tránsito, de uso de la energía,
de procreación, de libre circulación por nuestra isla, también me dice que el
nuevo cuerpo de seguridad será conocido como guardianes, como en el
resto de la Alianza, no quiere recordar a los Protectores que tanto daño
hicieron al pueblo en este último año. Ya se está reclutando gente, pero
también se han trasladado guardianes del resto de islas para instruir y
preparar a las siguientes generaciones.
—No hemos querido presionarte, Natalie —dice Johan cuando termina
de ponerme al día con las novedades—, desde que terminó la guerra estas
ausente. No opinas, ni rechistas, haces todo lo que se te pide sin objeción
alguna. Incluso Thaily y Ona han mejorado, pero tú… Estamos
preocupados. ¿Cómo estas?
Pienso en mentirle, en contestar con un simple estoy bien pero no me
apetece fingir.
—Sé que ellas también han tenido pérdidas, sé que Thaily también le
quitó la vida a su mejor amigo y sé que luchan día a día por superarlo, pero
no sé qué me pasa —respondo—. Ya no tengo ningún objetivo, estoy
perdida, hay algo aquí y aquí —me señalo el pecho y luego la cabeza— que
se ha roto y no sé qué hacer para arreglarlo. Puedo sentirlo estropeado. —
La mirada de Johan se enternece.
—Habla con tus amigos de lo que pasó, de lo que ellos vivieron,
comparte tu sufrimiento, Natalie. La libertad también conlleva una
responsabilidad, la de elegir tus propios caminos. No la desperdicies —
asiento—, sé que encontrarás tu camino.
—Gracias.
—Tómate un tiempo, viaja, siempre quisiste hacerlo, ¿no? Te han
abierto todas las fronteras, conoce lugares y diferentes formas de vida, vive
y luego decide qué quieres hacer. Todos los líderes quieren reclutarte para
que trabajes con ellos. Hemos hablado y esperaremos hasta que tomes una
decisión, pero quiero que sepas que me gustaría mucho que trabajaras para
Falansteria.
—Creo que seguiré tu consejo y me tomaré un tiempo, si en algún
momento tomo una decisión, lo sabrás. ¿Puedo pedirte un favor?
—Claro.
—¿Puedes buscar a los padres de Joa? Me gustaría saber si están bien y
si lo están, quiero pedirte que los ayudes en todo lo que sea posible, que les
diga cómo era su hija y que luchó hasta el último momento por mantenerlos
a salvo.
—Considéralo hecho.
—Gracias —Johan asiente y se acerca a mí.
—¿Puedo? —me pregunta con los brazos abiertos.
—Sí.
Un poco cohibida recibo el abrazo de Johan, uno fuerte y seguro, y algo
en ello me recuerda a los abrazos de mi padre. Me separo de él intentando
mantener la calma, impidiendo que los recuerdos me vuelvan a tirar y
respiro hondo.
Camino por la ciudad tras mi reunión con Johan, desde que estuve en la
Universidad, no he vuelto a pasear con esta tranquilidad y cuando lo hacía,
era acompañada de Joa. Trato de no dejarme vencer por el pasado y observo
mi alrededor, aunque con signos de la lucha, la Ciudad es la parte más
conservada de Falansteria, la que primero recobrará la normalidad.
Me sobresalto al escuchar unos gritos, cuando voy hasta ellos, observo a
un grupo de niños jugando en una calle cercana, se pasan una bola de
energía unos a otros y sonríen. Esos niños también han vivido la guerra y
aún pueden sonreír, ¿por qué yo no puedo?
Me alejo de ellos hasta la zona donde se levanta el campamento
provisional, cuando llego parte de él está siendo recogido. Visualizo a
Thaily entre un grupo de guardianes y me acerco a ella.
—¿Qué ocurre? —pregunto al llegar. Thaily se gira sorprendida pero se
relaja al verme.
—La mayoría han sido reubicados en casas y otros vuelven a sus islas.
—¿Ha llegado el momento? —Thaily hace una mueca triste con los
labios entendiendo mi pregunta.
—Es el momento de la despedida. Esta tarde parten desde la playa,
todos estaremos allí.
—Vale —pronuncio con un hilo de voz.
Sabía que este momento llegaría, pero aún así me resulta amargo de
procesar. Thaily y yo nos movemos incómodas por un momento, sin saber
qué decir, pero Johan llevaba razón, sea cual sea mi camino, no puedo
recorrerlo sin hablar.
—Lo siento mucho, Thaily. Siento la pérdida de Rilley y la de Naho.
Con mis palabras, los ojos de mi amiga se llenan de lágrimas
contenidas.
—Es una sensación extraña y dolorosa, por una parte, recuperé a Rilley
en el último instante, pero sé que nunca lo superó. Estaba sufriendo,
intentando vivir pero yo ansiaba más su vida que él mismo. Murió como mi
héroe y ese es el último recuerdo que me llevo de él —me obligo a no
parpadear para que mis lágrimas no caigan con sus palabras—. Pero con
Naho es diferente, a mi mejor amigo lo maté siendo inocente, siendo leal y
sincero hasta su último aliento y yo acabé con él. Jamás podré perdonarme
eso. —Thaily ahoga un suspiro—. Si Paul no hubiera estado a mi lado en
cada momento, me hubiera consumido a mi misma con energía pero no creo
que me merezca dejar de sentir, sé que todo se aplacará pero merezco sentir
el dolor de su pérdida el resto de mi vida, una condena de la que no me
podré liberar porque siempre es más fácil morir que vivir y, aunque crea que
no merezco volver a sentir tranquilidad, sé que la sentiré y a pesar de lo que
hice, sé que mi amigo se alegraría por mí.
Sin palabras, me abrazo a Thaily con todas mis fuerzas, mi amiga, quizá
más rota que yo me devuelve el abrazo de la misma manera. Elige luchar
porque como siempre, ella ha demostrado una y otra vez ser fuerte, y es un
ejemplo para mí.
—Te quiero, Natalie, pase lo que pase, vayas a donde vayas sé que
nunca estarás lejos de mí y de Paul.
—Yo también te quiero.
Capítulo 84

Paul, Thaily, Johan y yo llegamos a la playa cuando ya están todos los


demás, tres barcos esperan en alta mar y cerca de la orilla tres cápsulas que
los llevarán hasta ellos. Thaily me coge de la mano mientras nos acercamos,
ya se abrazan entre ellos y comparten palabras de despedida. Le aprieto la
mano a Thaily y ella me lo devuelve con fuerza porque la voy a necesitar.
Me acerco a Robert y tras unos segundos de mantenernos la mirada nos
abrazamos.
—Siento por todo lo que has pasado —le susurro.
—Yo también siento todo lo que ha pasado, siento las cosas que te dije.
—Eso es pasado —le digo cuando me separo—, siempre y cuando no
quieras acabar conmigo —Robert dibuja una leve sonrisa.
—Me ayudaste desde el principio, no lo volveré a olvidar jamás.
—Nos ayudamos —matizo—. ¿Qué vas a hacer ahora? —Robert
respira hondo antes de contesar.
—Me voy a Dareklyad.
—Con Kale —apunto y Robert sonríe, esta vez le llega hasta los ojos.
—Es curioso cómo cambian las cosas, pero quiero dejarme llevar y
encontrar la vida que siempre he querido.
—Lo harás, sé feliz.
Kale se acerca a nosotros y nos damos un abrazo rápido, antes de que se
aleje le pido que cuide a Robert, que lo haga feliz cada día que estén juntos.
—Es uno de los propósitos que me mantienen con fuerza —Robert nos
mira confuso cuando intento sonreír—. Siempre tendrás parte de tu hogar
entre nosotros, en Dareklyad.
—Y vosotros donde quiera que yo esté.
Los chicos se despiden de los demás, intercambian más palabras con
Paul y Thaily, y son los primeros en subirse a una cápsula y alejarse.
Con un nudo en la garganta, me abrazo a Ona y Mora.
—Volveremos a Lavándula para pasar un tiempo con mis padres tras la
muerte de… —Ona no puede terminar la frase pero se recompone con un
carraspeo—, pasaremos un tiempo en el norte y después ayudaré a Mora
con el liderazgo del Tomoe.
—Lo haréis muy bien.
—La verdad es que estoy aterrada —contesta Mora—, pero podré
superarlo.
—Esperamos tu visita —dice Ona—, allá donde estemos, queremos
verte.
—Lo prometo.
Tras otro abrazo, las chicas se apartan para que me despida de Dahlia,
justo tras ella Salix se yergue demasiado serio y soy incapaz de mantenerle
la mirada.
—Lavándula es tu casa, Natalie. Todos los demás nos veremos en las
reuniones de la Alianza, pero sería un honor tenerte entre nosotros.
—Gracias, pensaré en ello.
Todos se apartan e intencionadamente nos dejan espacio a Salix y a mí.
Mi corazón va a mil por hora y cuando me atrevo a levantar la mirada, los
ojos plateados de Salix me miran apagados.
—La Alianza me necesita, quieren todos los detalles de mis misiones
como espía con Bosco. He pasado todo este tiempo con Dahlia intentando
aportar toda la información para no tener que irme, pero no ha sido
suficiente, tengo que volver a Lavándula —dice con amargura.
—Vale —me siento estúpida porque es lo único que puedo pronunciar,
porque todo lo que quiero decirle se me ha atascado en una bola que me
abrasa la garganta.
—Lo tengo que hacer porque creen que Bosco y Sigrid no trabajaban
solos, porque hay más gente implicada y hay que descubrir quiénes son.
—Así que esto no ha terminado —digo apesadumbrada.
—Siempre habrá gente que quiera el poder por encima de todo, pero
esta no es nuestra guerra, serán otros los que sigan luchando —Salix se
acerca a mí en una zancada—. Vente conmigo, Natalie.
—Ahora no puedo —intento que la voz no me tiemble—, necesito
tiempo.
—No quiero que estés sola.
—No estoy sola —digo apartándole la mirada—, me siento vacía.
—Vente, por favor —me suplica con la mirada—. Por favor.
Doy un paso atrás con las lágrimas amenazando abrasarme los ojos. No
puedo seguirlo, no ahora. Quiero decirle que quiero ir con él, que quiero
estar a su lado pero que necesito estar a solas cuando todos se vayan y
descubrir si puedo soportar lo que he vivido yo sola, sin depender de nadie.
—Vendré a buscarte —dice esperanzado.
—Salix, no sé si estaré aquí —el rostro de Salix contiene cualquier
reacción.
—Pues te buscaré y te encontraré, y cuando lo haga si no quieres que
me quede, me iré.
Me muerdo el labio ante su franqueza. Salix aprieta las manos en puños
y da media vuelta hacia la cápsula que lo llevará a Lavándula, pero antes de
alejarse demasiado se vuelve a girar y viene hacia mí decidido. Sujeta mi
cara y me besa, no es un beso de despedida sino uno que guarda una
promesa.
—Nos volveremos a ver —susurra sobre mis labios y se marcha.
Lo veo alejarse y todo mi cuerpo me impulsa a correr tras él, pero me
obligo a quedarme, quizá he optado por hacerlo más difícil pero necesito
hacerlo así.
Dahlia, Mora y Ona me traspasan para seguir a Salix hasta la cápsula,
me aprietan la mano cuando pasan a mi lado y junto a él, se alejan hasta el
submarino que los llevará a Lavándula.
Era se acerca a mí y se detiene mirando al mar, me seco las lágrimas
que caen por mi mejilla y respiro hondo antes de volverme hacia ella.
—Ha sido un honor luchar contigo —me dice.
—El honor ha sido mío, líder de Nochna —Era sonríe sacando pecho.
—Tu casa también está allí, ven pronto a mi isla, tengo muchas ganas
de enseñártela.
—Lo haré, pero antes me gustaría pedirte un favor.
—Lo que quieras.
Johan nos deja a solas cuando la cápsula de Era se marcha. Thaily, Paul
y yo nos quedamos viendo partir cada una de las naves con nuestros
amigos, con Salix.
—¿Qué has hablado con Era? —pregunta Thaily.
—Le he pedido prestada una cápsula.
—¿Te vas? ¿Dónde?
—No conozco el destino, pero sé la dirección dónde me dirijo.
—Eso no tiene sentido —apunta Paul con media sonrisa.
—Lo sé, pero quiero descubrir qué encontraré.
—¿Es seguro? —pregunta Thaily.
—Sí, estoy segura.
La siguiente semana sin estar rodeada por todos mis amigos se hace
demasiado pesada. Recibimos un mensaje de que todos han llegado bien a
sus casas, supe que Salix había llegado por Mora, también que se pasa los
días trabajando con Dahlia. Todas las noches me pregunto si he hecho bien,
si estar lejos de él es provocarme un daño innecesario.
Trabajo junto a Thaily y Paul en la reconstrucción de Falansteria, me
mantienen ocupada pero ya no siento la isla como mi hogar. Me siento
desubicada, perdida.
Cuando cae la noche, subo a la azotea del edificio donde estamos
viviendo, no es tan alto como el antiguo edificio de los chicos o como lo era
mi casa. La Ciudad sigue levantándose a mi alrededor, pero me siento mejor
que encerrada entre cuatro paredes. Me tumbo sobre el suelo observando el
cielo oscuro sin estrellas.
Unos pasos suenan cerca de mí y me incorporo de inmediato, Paul da un
brinco y se pone la mano sobre el pecho.
—Joder, Natalie, me has asustado.
—No podía dormir.
—Yo tampoco —Paul se tumba a mi lado, lo sigo estirándome.
—¿Qué te impide dormir? —pregunto.
—La calma —entrecierro los ojos ante su respuesta—, he pasado
mucho tiempo en que no la encontraba, no me sentía seguro, siempre estaba
en alerta y ahora, no me tengo que preocupar por eso y tengo a Thaily a mi
lado pero aún así, me desvelo con facilidad.
—¿Ella está bien?
—Tardará, es fuerte y la admiro por ello, a veces se derrumba y quiero
estar en cada uno de esos momentos con ella, para que sepa que no está sola
y que en esta lucha, también puede contar conmigo.
—Lo sabe —mi voz sale estrangulada.
—A veces no es suficiente con saberlo, tú sabes que Salix estaría
contigo y sin embargo, has decidido alejarlo —recibo sus palabras como un
golpe y Paul busca mi mano y entrelaza sus dedos con los míos con fuerza
—. Busca tu camino, Natalie y no dejes de recorrerlo por miedo o por dolor.
—Antes de unirme a vosotros tuve una conversación con Thaily, me
dijo que lo perdería todo, le dije que ya lo había hecho, pero me dijo que
porque no lo viera no significaba que no lo tuviera y llevaba razón. A veces,
echo de menos la monotonía, despertar en el mismo lugar, sentir la máquina
de coser de mi madre, sentir su presencia, echo de menos la tranquilidad.
—Hemos dejado a muchas personas atrás, pero podemos recuperar otras
cosas. Sé que quieres irte, pues hazlo, nosotros estaremos aquí esperándote.
Thaily solo lo permitirá si le prometes que regresarás.
—Volveré —pronuncio al aire acariciando el colgante que me regaló
Salix, por si estaba perdida y no sabía a dónde ir—. Paul —lo llamo.
—Dime.
—Gracias por ser mi amigo.
Paul mantiene el silencio y aprieta mi mano.

A la mañana siguiente hablo con Thaily y Johan, me voy un tiempo de


Falansteria. Ninguno parece alegre con la noticia pero ya se la esperaban,
solo que no pensaban que fuera tan pronto. Johan me confirma que
localizaron a los padres de Joa a salvo y por un momento, me siento más
ligera. Él mismo les dio la noticia sobre su hija, tal como yo le había
pedido, y trabajarán para Falansteria, asegurándoles un futuro.
Horas después y junto con Paul se despiden de mí en la playa, en un
futuro no muy lejano, cerca de aquí estará el primer puerto de Falansteria.
Thaily me pide que vuelva antes de que lo construyan, la verdad es que no
sé qué pasará conmigo pero quiero verlo.
Me abrazo a cada uno de ellos, me echo un pequeño macuto al hombro
y dejo atrás a mis amigos. En un último vistazo, Thaily inclina la cabeza
sobre Paul que la rodea con un brazo, veo el brillo de las lágrimas en los
ojos de los tres y les prometo que volveré.
Capítulo 85

Me subo a la cápsula y sigo las indicaciones que me dio Era. Cierro la


compuerta y me abrocho el cinturón, me quito el colgante que me regaló
Salix, inspiro hondo, e introduzco en el panel central las coordenadas,
instantes después empiezo a moverme.
Casi dos horas después de viajar por debajo del mar la cápsula vuelve a
la superficie, la compuerta se abre justo al lado de un pequeño muelle de
madera, la visión del océano es lo único que hay frente a mí y el frío me
atraviesa la piel antes de que salga.
Una sombra se proyecta sobre mí y mi energía se prepara para luchar,
pero cuando levanto la mirada me congelo por un momento, un anciano
muy arrugado me sonríe con la mano extendida hacia mí. Mi energía se
apaga al instante y me ayuda a subir al muelle, cuando me giro, lo primero
que veo son dos montañas verdes con nieve en sus picos.
—Bienvenida, Natalie —lo miro sorprendida cuando pronuncia mi
nombre—. Salix me dijo que en algún momento vendrías.
—¿Él está aquí?
—No —el anciano se deshace de una de sus capas y me la pasa por los
hombros—. Vamos, aquí nos congelaremos.
Un pequeño vehículo de dos plazas nos espera en un camino al final del
muelle. El anciano se sube con soltura en la parte delantera y yo me subo
justo detrás de él, se pone unas gafas que le cubren media cara y con una
sonrisa mellada me recomienda que me agarre a los lados del asiento. Un
zumbido silencioso nos envuelve y comenzamos a movernos, en un primer
momento despacio, hasta que el anciano acelera y mi alrededor se difumina.
El camino se interna por prados verdes, el aire frío me corta la cara pero
no me preocupa, el paisaje se lleva toda mi atención. Después de un rato,
traspasamos algunas casas de madera cerca del camino con chimeneas
humeantes. El camino se bifurca y giramos a la derecha, donde la
vegetación baja empieza a ser salpicada por árboles, en el horizonte puedo
ver la silueta de una pequeña aglomeración de casas, pero no nos acercamos
y pasamos de largo. Cuando lo dejamos atrás, volvemos a girar encarando
una de las montañas que vi al llegar, a su pie, se levanta una pequeña casa
de piedra.
El anciano se dirige hacia ella y aparca justo frente a la puerta. Había
leído descripciones de este tipo de casas, pero es mucho más bonita de lo
que había imaginado, con su tejado a dos aguas y su chimenea. El anciano
me hace señas con la mano desde la puerta para que lo siga cuando entra,
llego hasta él.
El interior es sencillo, tiene lo básico pero cuando paso la mirada por la
estancia me recuerda a mi padre y al edificio de los chicos, está lleno de
objetos obsoletos y libros. Desde hace mucho tiempo, me siento como en
casa, a gusto.
—¿Cómo te llamas? —le pregunto al anciano que anda de un lado a
otro preparando la chimenea para encenderla.
—Blow —dice colocando troncos en el hueco, abre sus manos que se
iluminan y con una descarga sutil y controlada prende en llamas la madera.
—¿Esta es tu casa? —Blow se gira con una sonrisa hacia mí.
—No, pero vivo a unos minutos.
—Esta casa es de Salix, ¿verdad? —Blow asiente como algo obvio—.
¿De qué lo conoces?
—Esta isla pertenece al Tomoe, es un lugar pequeño pero estamos
conectados al mundo —matiza cuando ve mi sorpresa—. Sé lo que ha
pasado en tu isla, Falansteria, ¿verdad? Salix ha viajado mucho, ha
recorrido todas las islas del Tomoe y decidió vivir aquí cuando no trabaja.
Viene todos los años, a veces pasa más tiempo, otras poco, pero soy su
vecino más cercano y nos hicimos amigos. Me encargo de mantener su casa
a punto cuando él no está aquí. Me dijo que una amiga suya vendría de
Falansteria en algún momento. Siempre que viene aquí me cuenta sus
aventuras, soy un viejo que ha nacido aquí, nunca he salido porque no
quiero, pero me gusta escuchar historias y las uso para escribir las mías
propias.
—¿A mano? —pregunto aún sorprendida. Blow asiente orgulloso.
—A mano. Salix tiene por aquí algunas copias de mis libros y hace unos
meses me pidió más copias de todos ellos, cuando le pregunté la razón me
dijo que era un regalo para una amiga, aún estoy trabajando en ello, pero ya
que estas aquí supongo que no te importará que te los vaya dando a medida
que los acabo —dice suponiendo de que yo soy esa amiga.
Blow busca en una estantería plagada de volúmenes, quiero ir a
tocarlos, ojearlos pero me quedo cortada.
—¡Aventuras en alta mar! —exclama ofreciéndome un libro.
—Gracias —respondo pasando mi mano por la cubierta rasposa.
—Acomódate, tienes todo lo necesario excepto comida, iré al pueblo a
por algo y te lo traeré.
—Puedo ir yo, ya ha hecho suficiente.
—No es nada, niña, tengo que ir a comprar algo para mí también.
—Puedo acompañarlo.
—No hace falta —dice dirigiéndose hacia la puerta—, seguro que Salix
querrá enseñarte el pueblo él mismo, te advierto, no hay nada emocionante.
Después de volver a mostrarme los huecos libres de su dentadura, se
marcha.
Cuando me quedo sola, recorro la casa. Abajo está el amplio salón con
la chimenea que empieza a caldear la habitación, frente a ella un sofá y una
butaca, las paredes están cubiertas por estanterías llenas de cosas, una
puerta lleva a una pequeña cocina con salida a la parte trasera de la casa y
un aseo. Frente a la puerta de entrada está la escalera que lleva a la parte de
arriba, las subo, hay dos habitaciones igual de grandes y un baño completo.
Ambos dormitorios están vacíos, solo uno de ellos tiene algo de ropa de
abrigo en el armario, supongo que de Salix. Cojo un grueso jersey y lo toco
con suavidad, parece hecho a mano y lo aprieto contra mi pecho. Hundo mi
nariz en él, huele a montaña y me lo paso por la cabeza.
Bajo de nuevo al salón y un poco incómoda me siento frente a la
chimenea con el único sonido del crepitar de las llamas. Siento los ojos
pesados cuando el calor empieza a envolverme, el cansancio que arrastro
hace acto de presencia, miro a mi alrededor, el sol entra por las ventanas
desde las que solo veo el color verde de la naturaleza y me relajo. Me quito
las botas y decido recostarme en el sofá solo un rato.
Estoy en la playa de Falansteria, mis amigos luchan contra los
Protectores y de repente el sonido de cientos de explosiones suenan encima
mía. Abro los ojos de repente, tras unos segundos en los que no me ubico,
soy consciente de dónde estoy, en una pequeña isla del Tomoe, en casa de
Salix, en el salón iluminado ahora solo por las llamas aún vivas de la
chimenea y llueve. Fuera diluvia y ese es el sonido de mi sueño. Respiro
hondo y me doy cuenta de que alguien me ha echado una manta por encima,
lo siguiente de lo que soy consciente es del olor de la madera quemada y de
algo más, café. Se me hace la boca agua. Me incorporo en el sofá, la luz de
la cocina está encendida.
Me pongo en pie sigilosa y me dirijo hacia allí, cuando llego a la puerta
me paralizo, pensaba encontrarme a Blow, pero es Salix el que levanta la
mirada de su taza hacia mí.
—Me gusta como te queda mi jersey favorito.
—¿Este es tu favorito? —pregunto levantando una ceja.
—Desde ahora sí —dibuja media sonrisa.
Salix está sentado en la pequeña mesa de madera que ocupa el centro de
la cocina, sus ojos plateados vuelven a brillar al mirarme pero su rostro
denota cansancio. Con los hombros hundidos reposa sus manos sobre la
mesa rodeando una taza de café, libre de cualquier temblor pero aunque
tenues, con más cicatrices que antes.
—¿Cuándo has llegado? —pregunto desde el marco de la puerta.
—Hace una hora.
—¿Y el trabajo?
—Me ocupé de todo cuando Blow me dijo que habías venido.
—Me diste las coordenadas de tu casa, por si estaba perdida y no sabía a
dónde ir —Salix asiente—. ¿Y si no quiero verte?
—Me mudaré con Blow —responde con la duda revoloteando en sus
ojos. Salix parece relajado, pero sus manos aprietan la taza con fuerza.
Me aparto de la puerta y me dirijo hacia él, me detengo a su lado y
pongo mi mano sobre la suya, con un movimiento, Salix se gira en la silla y
tira de mí envolviendo con sus brazos mi cintura, esconde su cabeza a la
altura de mi estómago. Lo aprieto contra mí aliviada y con ganas, lo
primero por no haberlo perdido y lo segundo porque no sabía cuánto lo
echaba de menos hasta ahora.
—Te he echado de menos —susurra.
—Yo también.
Salix levanta la cara y le acaricio el rostro ya curado pero como con sus
manos, aún con más cicatrices. Me siento sobre sus rodillas y apoyo mi
frente contra la de él.
—No quiero que volvamos a alejarnos—susurro.
—¿Juntos hasta el final?
—Hasta el final —contesto.
Salix me besa con suavidad, echaba de menos su calor, su presencia.
Intensifico el beso, sin ningún tipo de dudas, sin nada que nos separe y me
corresponde con la misma pasión, con las mismas ganas.
Me separo con la respiración agitada con sus brazos alrededor de mi
cintura.
—No me has enseñado tu casa —Salix me mira descolocado.
—Llevas puesto mi jersey —dice acariciándome la espalda—, deduzco
que al menos has visto mi habitación.
—Pero no la he visto bien.
Salix sonríe, una sonrisa que podría iluminar cualquier mundo, como
ahora ilumina el mío. Nos ponemos de pie y de la mano me lleva hasta su
habitación lanzándome una mirada brillante sobre su hombro.
Cuando entra se detiene frente a la cama dudoso y en mi pecho se
extiende una calidez demasiado agradable. Lo he visto luchar, liderar a su
grupo, salvar a sus amigos y ahora sus mejillas se encienden levemente.
Doy unos pasos hacia él, llevo sus manos hasta mi cintura y me aprieto
contra su cuerpo pasándole los brazos por el cuello. Roza su nariz con la
mía despacio. Salix roza mis labios y un cosquilleo me recorre la piel al
paso de su tacto, su energía me llega de una manera que no conocía, si solo
contuviera calidez podría explicarlo pero me es imposible encontrar las
palabras.
—¿Estas bien? —pregunta contra mis labios.
—Lo estaré.
Salix no aparta sus ojos de los míos, a la espera, si todo final es un
nuevo inicio como me dijo en la playa de Falansteria, éste es el nuestro y no
quiero esperar más tiempo para recorrerlo.
Lo beso y esta vez no es despacio, Salix me corresponde sediento con
sus manos pegándome más a él. Su roce activa cada poro de mi piel y mi
energía responde iluminando mis venas a juego con las suyas. Me sostiene
por la nuca y la espalda mientras me guía hacia la cama, los dos nos caemos
sobre ella enredados, no puedo evitar soltar una carcajada. De repente, Salix
se separa de mí muy serio.
—¿Qué ocurre? —me tenso.
—Sabía que volverías a hacerlo.
—¿El qué?
—Sonreír así de nuevo.
Entrecierro los ojos y le doy un manotazo en el hombro.
—Eres idiota.
—Lo sé —dice con una sonrisa que ilumina su cara.
Salix se lanza sobre mí con bromas y cosquillas, pero los juegos
terminan cuando sus labios se posan en mi cuello y los recorre con una
tranquilidad que me quita el aire. Poco a poco, entre besos y caricias vamos
deshaciéndonos de la ropa. Ya lo había visto sin camiseta pero tenerlo tan
cerca, poder recorrerlo con mis manos me provoca sensaciones increíbles.
Los músculos de su espalda se tensan cuando paso mis dedos por su piel,
por sus cicatrices, las recorro con suavidad y me gusta porque esto es parte
de él, se relaja contra mí.
Con cuidado, Salix me empieza a levantar la camiseta y en un acto
reflejo me encojo.
—No tenemos que seguir si no estas preparada —susurra deteniendo su
mano—, quiero que estés cómoda conmigo. Te esperaré todo el tiempo que
haga falta —asiento sobrecogida. Me siento a gusto y protegida con él.
—Mi cuerpo… —digo insegura—. Soy un…
—Eres perfecta, no existe otro adjetivo para calificarte. Perfecta —
repite acercándose más.
Salix vuelve a esperar que me acerque yo y lo hago. Me besa con
cuidado, me separo mordiendo su labio inferior y pongo rumbo a su
mentón, guío sus manos hasta mi camiseta y juntos nos deshacemos de ella.
Sus besos recorren mi clavícula mientras sus caricias son delicadas, me toca
confiado sin ningún resquicio de rechazo y me relajo entre sus brazos.
Lo beso con urgencia y el ambiente se carga con nuestras respiraciones
mientras recorremos nuestros cuerpos, mientras nos mostramos uno al otro
y nos tomamos tiempo descubriéndonos. Mientras nuestros rincones más
íntimos dejan de serlo y cualquier muro que pudiera separarnos acaba
haciéndose añicos entre jadeos cuando desciendo hacia él y nos movemos el
uno contra el otro, Salix en ningún momento deja de rodearme con sus
brazos, de besarme, de susurrarme y me pierdo en él. Acompasados
aumentamos el ritmo, con nuestra piel resbaladiza hasta que estallo
arqueándome hacia Salix que me sostiene con firmeza. Poco después, es él
el que acaba entre mis brazos temblando.
Descansamos abrazados, enredados sin dejar espacio entre los dos,
saboreando este momento y los que están por venir, aquí o donde sea, pero
juntos.
—Hasta el final —susurra contra mi cuello como adivinando mi
pensamiento.
—Hasta el final —respondo acurrucándome más junto a él.

Cuando te desvías de tu camino, cuando te pierdes, el destino te manda


señales para que vuelvas a encontrarlo. Son hechos que no puedes obviar,
ocurren y cuando lo hacen, te das cuenta de que has vuelto y la única
opción que tienes, es seguir adelante porque ese es el camino y este, es el
mío.

FIN
Epílogo

—Ya llegamos tarde —alzo la voz parada frente a la ventana. Nieva, es


sobrecogedor verlo, jamás lo había visto y desde que empezó no puedo
dejar de observarlo, lástima que nos marchemos justo ahora.
Allí parada observando los copos recuerdo el último sueño que tuve de
mi padre, después del ataque en la costa de Falansteria,
«Al final quedan las historias manuscritas, los copos helados, el verde,
el calor del fuego.
Tu hogar y el amor, Natalie, al final también queda el amor…»
¿Estaría mi padre hablándome sobre mi futuro? Porque aquí he
encontrado todo eso, las historias manuscritas de Blow que Salix y yo
leemos cada noche frente al calor del fuego de la chimenea, el verde de la
naturaleza viva que nos rodea, la casa de Salix, nuestro hogar porque así lo
siento, la nieve que ahora cae y el amor. El suyo y el mío. El nuestro.
—No llegamos tarde —dice Salix acercándose a mí por detrás, me
sobresalto cuando sus brazos me rodean la cintura, me relajo al instante
sobre su pecho disfrutando de su calidez y me da un beso en la cabeza—,
vamos con suficiente tiempo.
Me giro entre sus brazos y paso mis manos por su cuello.
—Si llego a saber que eras así de presumido nunca me hubiera quedado
a vivir aquí —Salix me aprieta contra él.
—No soy presumido —dice pasando un mechón de pelo tras mi oreja y
sonrío. Aún casi no puedo hacerme una cola, pero mi pelo ha vuelto a
crecer y aunque sea una tontería, es una sensación increíble—, solo quiero
estar presentable para la inauguración.
—Eres un presumido y estas muy muy presentable —me separo y paso
mi mirada de arriba abajo por su cuerpo.
—Bueno, tú tampoco estas nada mal —le doy un empujón cariñoso,
Salix me atrapa las manos atrayéndome a él y me besa.
—Es hora de irnos.
Suspiro cuando se separa y barajo la idea de llegar tarde de verdad, pero
la deshecho enseguida. Ha pasado un año desde que abandoné Falansteria,
todo este tiempo he mantenido el contacto con todos pero hoy, en la
inauguración del primer puerto de mi isla, volveré a verlos. Salix ha visto a
la mayoría en las reuniones de la nueva Alianza, después de pasar unos
meses sin moverse de mi lado, empezó a trabajar para ellos, siempre he
estado invitada pero necesitaba este tiempo para mí, para procesar todo lo
que ocurrió y ahora estoy preparada para enfrentarme de nuevo a la
realidad.
Una cápsula llegada desde Nochna, por cortesía de Era, nos espera en el
pequeño muelle. Salix y yo abandonamos la pequeña isla donde ahora
vivimos.
Una vez hice este camino sola y perdida, ahora lo recorro a la inversa,
acompañada y con fuerzas y ganas para emprender una nueva etapa en mi
vida.
El trayecto me parece mucho más largo, no dejo de mover mi pierna
mientras Salix intenta distraerme contándome algo sobre las nuevas
aventuras escritas por Blow.
—No me estas escuchando —dice.
—Lo siento —digo agarrándole la mano.
—Queda muy poco.
—Lo sé —sonrío emocionada.
El momento llega, la cápsula reduce la velocidad y comienza a
acercarse a la superficie. Una señal nos indica que se ha detenido por
completo y por el comunicador, una operaria nos confirma que hemos
llegado al puerto de Falansteria. Los vellos del brazo se me erizan al
escucharlo. Salix me mira con una sonrisa radiante esperando mi permiso,
tiene la mano sobre el panel de control para abrir la compuerta de la
cápsula. Asiento apretando los labios.
La parte superior de la cápsula se abre con lentitud, a la primera persona
que veo antes de bajarme es a una Thaily con una sonrisa preciosa mirando
en mi dirección, corre hacia la cápsula dejando atrás a los que la siguen.
Salgo de la cápsula casi pasando por lo alto de Salix que pone sus manos
intencionadamente en mi culo para ayudarme. Subo unos escalones y me
lanzo a los brazos de mi amiga que me rodea balanceando nuestros cuerpos.
—Bienvenida a casa.
La aparto para mirarla de arriba abajo, nunca la había visto tan llena de
luz, irradia felicidad y la vuelvo a estrechar entre mis brazos. Las video
llamadas no le hacían justicia, su energía vibra con una intensidad
abrumante.
—Quiero verlo todo —le digo aún abrazada a ella.
Un carraspeo hace que nos separemos. Paul está justo detrás con Salix a
su lado saludando a los demás con menos efusividad que yo, voy hasta mi
amigo y lo aplasto contra mí, suelta una carcajada sobre mi hombro. Están
todos, Ona y Mora están cogidas de la mano cuando llego hasta ellas, las
estrecho a la vez. Ona se sorprende por mi fuerza.
—También te hemos echado de menos —dice divertida.
—Me estoy poniendo celosa —añade Era desde atrás.
La emoción me impide hablar y me voy hacia ella, se lanza hacia a mí y
casi pierdo el equilibrio, lo recuperamos riéndonos. Me recompongo cuando
saludo a Kale y Robert, con un poco de menos de intensidad, pero con las
mismas ganas.
—Me alegro de que hayas encontrado tu camino —dice Johan a unos
pasos de mí.
Respiro hondo y voy hasta él. Me detengo cohibida, pero Johan no duda
y me rodea pegándome a él, sonrío luchando contra mis lágrimas, su abrazo
me recuerda a mi padre.
—Dahlia no ha llegado aún —dice—, pero en unos días estará aquí.
También está deseando verte.
—Vale —me obligo a pronunciar.
Los observo a todos, físicamente tienen marcas de lo que vivimos pero
todos han recuperado un halo de felicidad, una energía positiva que los
rodea. Aunque hay heridas que nunca llegarán a sanar, estamos en el
camino.
Salix me mira con media sonrisa y los ojos brillando, ese brillo que le
aparece cada vez que me mira, cada vez que me dice que me ama, y me
abruma no poder expresarle con palabras lo mucho que también lo amo. Me
pongo a su lado entrelazando nuestras manos.
—Quiero que me enseñéis todo lo que habéis hecho, quiero ver
Falansteria entera y quiero formar parte de esto, quiero trabajar con
vosotros.
Thaily sonríe orgullosa y abre sus brazos mostrando todo lo que tiene
detrás.
Doy unos pasos sobre el muelle, un puerto se extiende por parte de la
costa, sobrecogida por la imagen, observo los barcos atracados con la
insignia de Nochna, también de Lavándula y Dareklyad, otros más
pequeños flotan en pequeños embarcaderos, detrás de todos ellos reconozco
las típicas rocas de Falansteria y su terreno árido.
De repente, siento las manos de Salix rodeándome la cintura desde
atrás.
—Esto es para ti —dice y aparto la vista de la nueva imagen de
Falansteria para ver una extraña flor blanca que sostiene Salix.
—¿Qué es?
—Es una naga, la flor de Falansteria —lo miro sorprendida.
—Nosotros no tenemos flores.
—Ahora sí —dice sonriendo—, en el invernadero pasó algo raro con las
semillas y el abono energético para que crecieran más rápido y nacieron
estos pequeños pétalos blancos, decidieron recolectarlos y formar este
ramillete circular. Quería ser el primero en darte una.
Maravillada por lo que sostengo entre las manos, por el olor dulce que
desprende, por la inesperada y natural insignia de mi tierra, aparto la mirada
de todo para focalizarla en los ojos que siempre han mirado mucho más allá
de mi piel, mucho más allá de la superficie, unos que me pueden ver el alma
y a los que decido mostrarme en cada momento que estamos juntos.
—Hasta el final juntos —susurro.
—Hasta el final.
AgradecimientoS

No puedo quitarme de la cabeza que he llegado hasta aquí por ti y tampoco


que, sin saberlo, fue el último libro que leíste. Mamá, soy lo que soy por ti,
tú eras la luchadora, la de las locuras, la que me empujaba y me aconsejaba,
la de los sueños imposibles, la que creía en mí sin ningún tipo de duda, la
que me animaba sin creer en los límites, la que nunca me dejaba sola, la
única persona que me ha conocido al cien por cien. Y sin embargo, me
dejaste.
Ahora, me toca demostrar que me enseñaste bien y aunque haya días en que
no puedo, seguiré intentándolo día a día, paso a paso. Sé que no estas sola,
estas con Dani y yo con Salvi y tres sobrinos. Todos te echamos mucho de
menos, Mía todavía espera que entres por la puerta.
Aún nos quedaban muchas cosas por vivir juntas, espero que donde estés,
las sientas conmigo. Nunca dejaré de pensar en ti, escucho lo que me dirías
en cada momento, te escucho, mamá.
Gracias por TODO. No puedo expresarlo de otra manera.
Quiero dar las gracias a la gente que de manera inconsciente me ha ayudado
e inspirado para continuar con esta historia.
Gracias Yolanda Barambio por seguir ahí en la distancia, aunque no hayas
podido colaborar esta vez de la misma manera.
Gracias a mis lectoras cero, Vero (@vero_malaga) y Vane (@neikaian).
Sois geniales, muchísimas gracias por leerme en Equilibrio y querer leer La
alianza para ayudarme a hacerla crecer. Gracias Jessica (@librosyestrellas)
por darle una oportunidad a Equilibrio.
Esta historia me ha traido grandes alegrias y me ha dado la oportunidad de
conocer a lectoras increíbles como Lourdes (@shin.k86), me encanta que
me acoses, y Silvia (@silvii.love) con su Rilley Grey, no me pude reir más.
Adiós Falansteria, adiós Lavándula.
Adiós Natalie, espero que en alguna dimensión paralela, sigas descubriendo
el mundo y leyendo aventuras manuscritas.
Ha sido todo un placer compartir este viaje contigo.
Bilogía Equilibrio
Equilibrio
La masa blanca no duerme, corre, corre que ya vienen.

Natalie no puede controlar la energía que amenaza con consumir su cuerpo.


Con la muerte de su padre y la sospecha silenciosa de un posible asesinato,
sus ataques empeoran y se empeña en descubrir la verdad. Una noche, se
escapa hacia la Universidad, desde donde podrá acercarse a la estructura del
gobierno de Falansteria en busca de respuestas. Allí descubrirá que su vida
es una mentira.

Mientras se integra en la Universidad, Natalie conocerá a Rilley y sus


amigos antisistema ocultos bajo las sombras de sus secretos y a Joa,
compañera de clase que le mostrará que la inteligencia es un arma muy
potente. Juntas, conocerán los usos reales de la energía vital. Que la amistad
es más fuerte que el amor y que nadie está libre de convertirse en una
monstruosa criatura.

En mundo sin árboles, deshumanizado y aislado. Se desatará una batalla por


la libertad que te dejará sin aliento, donde nadie es lo que parece y las
mentiras del pasado lucharán por destruirte.

Una aventura hacia lo desconocido en un mundo que ha dejado de serlo.


Que no te encuentren los Protectores, que no se alimenten de tu energía.

«Mi nombre es Natalie y no soy la fulana del sistema»

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