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Van García
Derechos de autor © 2020 Van García
La Alianza
1º Edición agosto de 2020
Copyright © de la obra: Van García, 2020
Copyright © de la fotografía: Van García, 2017
Diseño de portada y maquetación: Van García
Obra con Registro en la Propiedad Intelectual en 2020
Quieren que les guíe a través de Falansteria y parece que están muy
interesados en conocer los resultados de los experimentos de Marcus. Bosco
me ha dicho que en cuanto definan el plan lo sabré, formo parte de él.
Tengo que volver, pero no seguiré el plan sin algo a cambio, tener asilo no
es mi objetivo.
No volvemos a la base de los guardianes. Dahlia me pide que la
acompañe a las oficinas de seguridad, Bosco ha dado la orden de
identificarme en Lavándula. Tener identificación me hace ser más
independiente a la hora de moverme por la base, me dice Dahlia, solo me
servirá para eso. Mi uso de la energía seguirá estando restringido.
Primero, vamos a un puesto de identificación. Allí nos atiende un chico
no mucho mayor que yo que no deja de sonreír, aunque no para de mirarme
con descaro la cabeza. Me incomoda. Me da instrucciones y me pongo
frente a él, coge un pequeño palo alargado que pone a mis pies, como todo
aquí, el siguiente paso lo realiza con energía. Moviendo sus manos frente a
mí, despliega una pantalla energética, observo las ondulaciones en el aire
cuando se acerca a mí y me pide que me quite la camiseta, doy un paso
atrás por inercia y se apresura a explicarme que tiene que desbloquearme la
energía por un momento, aquello es un escáner. Con ello, no solo registran
mi fisionomía, sino mis niveles de energía y cómo esta fluye en mí.
Mantengo la distancia, no pienso dejar que me toque.
Dahlia carraspea y se interpone entre ambos, el chico pierde la sonrisa
pero se mantiene cerca. Ahora es ella la que me pide que me suba la
camiseta. No lo hago. Me lo vuelve a pedir con más suavidad. Por un
momento dudo, pero cuando miro al chico atento a la situación, atento a mí,
me niego a hacerlo. Dahlia entrecierra los ojos y le pide que salga de la
habitación un momento, en cuanto lo hace, me lo pide de nuevo.
—Solo será un momento —me dice.
Respiro hondo y me levanto la camiseta sin quitarle la mirada de
encima a Dahlia, si se sorprende de mi delgadez, del color de mi piel o de
mis cicatrices, no lo demuestra. Siento cómo sus dedos fríos tocan el
bloqueador y un momento después mi energía vuelve a recorrerme el
cuerpo, una corriente eléctrica me invade el cuerpo de euforia. Parpadeo
cuando dejo de ver nítido, pero cuando los pinchazos empiezan a
atravesarme la piel todo se detiene, nada, vuelvo a no sentir nada. Dahlia se
aparta de mí, vuelvo a tener el bloqueador puesto.
Pasamos a otro puesto, esta vez nos atiende una chica, otra persona que
no para de observar mi cabeza sin pelo, intenta ser discreta pero su
subconsciente le falla desviando su mirada a ráfagas por mi calvicie. Al fin
se gira hacia su proyección, es un formulario que rellena con la voz y
gesticulando con las manos.
Unos minutos después, Dahlia anuncia que hemos terminado. Me
explica que vamos a la oficina de Salix, no me dice su puesto en Lavándula
ni de quién se trata, solo que será mi responsable directo y antes de que
acabemos mi inserción, quiere hablar conmigo. Al principio, pensaba que
este lugar era parecido a la Cúpula, pero comienzo a pensar lo contrario.
Mientras en la Cúpula todo era oculto y cerrado, aquí es lo opuesto, todo da
al exterior y pocas habitaciones o casi ninguna tienen cuatro paredes. No sé
cómo será el recinto exterior, siempre hemos llegado aquí por el transporte
subterráneo, pero siento curiosidad por descubrirlo.
Dahlia se para frente a una puerta.
—Hemos llegado —anuncia—, yo esperaré aquí. Ahora puedes avisar
de tu llegada.
—Creo que necesito una clase para llamar —mi voz es monótona y no
cambio el gesto, pero a Dahlia parece haberle hecho gracia y me sonríe. No
es una broma, no sé cómo funciona.
—Tienes que pasar la mano por encima de la puerta, están preparadas
para detectarte. En el interior, avisará de que eres tú la que llamas y te darán
permiso para entrar, o no.
—Y cuando abres los armarios, ¿es la ropa quien te abre?
—Claro que no —responde entrecerrando los ojos—, el mismo sistema
con diversos usos, pronto te acostumbraras.
Me pongo frente a la puerta y hago lo que he visto hacer a Dahlia desde
que nos conocemos. En segundos, la puerta se abre y la miro, ella levanta
una ceja sonriendo y se marcha.
Entro a una sala parecida a las que hemos estado pero mucho más
pequeña, tres paredes y una apertura al jardín me dan la bienvenida. El
aroma de este lugar es embriagante. Una figura se recorta en la claridad
procedente del exterior, alguien que reconozco que cuanto da unos pasos
hacia mí. Presto toda mi atención en él e instintivamente mis manos forman
puños.
—Veo que me recuerda —su voz grave es fría.
—Tiendo a recordar las caras de los que me torturan.
Fue el primero que me interrogó a solas y el último que lo hizo ante los
demás. También fue el que me sacó de aquél infierno donde me tenían
capturada. Salix, así ha dicho Dahlia que se llama y es mi responsable
directo.
Se detiene frente a mi, su seriedad es imponente, pero no me da miedo
aunque sus ojos plateados me provocan escalofríos.
—Aquello fue una actuación, la Alianza estaba presente. Siento aquel
teatro —dice sin mostrar ningún tipo de emoción en la voz.
—¿Teatro? —pregunto incrédula— Me torturaron, sois iguales que los
que me tenían capturada —de repente la sala parece enfriarse unos grados,
Salix se acerca aún más.
—Jamás, nunca, me compares con esa escoria —mastica cada palabra
—. Jamás le haría eso a una persona.
Salix se da la vuelta y observo las formas sobre su nuca y cuello, son
tatuajes, he oído historias sobre ellos. En el pasado, la gente se los hacía por
estética, tinta permanente bajo la piel, no entiendo por qué alguien quiere
pintar para siempre su piel.
Aparto la mirada de él cuando me invita a sentarme, aquella pequeña
sala tiene el mismo sistema que la sala donde hablé con Bosco, dos sillas
mirando al jardín y una pequeña mesa que nos separa. Salix se sienta
dándome la espalda sin esperar a que llegue.
—Puedes sentarte —repite ahora con un tono más amable—, procuraré
olvidar lo que me acabas de decir.
Incrédula me acerco y me siento. En cuanto lo hago, Salix gira su silla y
la mía y nos encara. No me aparta su mirada plateada ni un segundo, en
ningún momento me ha mirado hacia la cabeza y aún así, me siento
totalmente expuesta.
—Supongo que Dahlia te habrá puesto al corriente de tu situación
actual.
—Así es.
—La Alianza está reunida, cuando hayan tomado una decisión me
llamaran para comunicármela —no es mucho más de lo que ya sé—.
¿Tienes alguna pregunta?
—No —contesto sin aparta la mirada.
—Yo sí tengo algunas que quiero que me respondas. ¿Cómo canalizas la
energía? Porque que lo haces es obvio —lo miro sin demasiadas ganas de
responderle a nada—. Tienes marcas de lucha con energía —apunta ante mi
silencio.
—No lo sé —miento.
—Bosco me ha contado vuestra conversación —continúa hablando—,
creo que estas ocultando información.
—No estoy mintiendo —le increpo.
—Entonces respóndeme, ¿qué experimentos realizaba la Cúpula? —lo
miro sin gesticular— ¿Quiénes te ayudaban? ¿Cómo conseguiste escapar?
—Ya he contado mi historia —me levanto, pero Salix me detiene
sujetándome por la muñeca.
—Puedo obtener las respuestas de una manera u otra —un calor
sofocante me sube por el pecho y suelto el agarre con un tirón.
—¿Recuerdas cómo me encontraste? —pregunto asumiendo que fue él
y no otro con ese color de ojos—, ¿crees que le tengo miedo al dolor? —le
desafío con la mirada.
—No me refería a eso, Natalie —lo miro sorprendida. Sabe mi nombre.
Realmente, ha hablado con Bosco—. Seguramente, tendrás que volver a
Falansteria y yo también iré, quiero saber a qué nos enfrentamos.
Una presión en el pecho me recuerda lo que vivó, olvidé el dolor que
una vez sentí en mi cuerpo, pero hay otro dolor que me apaga cada día un
poco más, no saber si mis amigos y mi madre están bien.
—Marcus asesinaba sin control para su uso personal y el de los que le
rodeaban —confieso—, almacenaba a los que mejor canalizaban, eran su
suministro de energía. Experimentó hasta conseguir criaturas terroríficas.
Nos manipulaba, nos engañaba, asesinó a familiares y amigos.
—¿Por qué los dejaste atrás? —Me separo de Salix de repente. Azotada
por su pregunta, por escuchar a alguien cuestionar lo que estoy convencida
que hice.
—Huí al final de la batalla, dijeron que me estarían esperando. No sabía
el destino, pero me hablaron de una alianza, tenía que conseguir que
Falansteria formara parte de ella. Creían que era la única esperanza para
nosotros.
Salix me observa sin decir nada. Me siento abatida, aunque no se lo
muestro.
—No voy a seguir hablando —sentenció.
Salix se levanta dándome la espalda y la puerta se abre, tomo aquello
como una despedida. Da igual dónde vaya o la distancia que recorra, no
puedo olvidar todo lo que he vivido y no quiero hacerlo. Huí, pero porque
tenemos un plan, podría haberlo hecho de otra forma, pero si estoy aquí es
porque Thaily sabía que, si no hubiera huido en aquel momento, nunca lo
podría haber hecho. Tras ese pensamiento, mi mente se oscurece, creo que
Thaily estaba segura de que no conseguiríamos nada con aquel ataque, creo
que para ella, el propósito nunca fue vencer a la Cúpula, sino distraerla para
que pudiera escapar. Ahora más que nunca, quiero volver a Falansteria, sé
que me están esperando.
Capítulo 9
Vuelvo a la base con los ojos medio cerrados, muy a mi pesar, no llegué
a escuchar demasiado de la historia y me dormí. Salix me despertó unas
horas más tarde y volvimos para la hora de la cena. Como cada día, el
equipo cena junto, Salix se sienta con nosotros y trato de no engullir mi
plato, tengo hambre y es una sensación extraña que hacía mucho tiempo
que no sentía.
Cuando la base se duerme, salgo del barracón, tengo que seguir
entrenando. Esta noche, las gemelas se encargan de instruirme con la
energía.
Ona es la que está pendiente de detener la pelea cada vez que uso mi
energía, por lo visto, la propia y la que canalizo no brillan igual aunque yo
no noto la diferencia solo con verla. Vánamo no tiene piedad, pero cuanto
más dura es la pelea mejor uso la energía aunque ya sé que eso no me vale.
Tengo que controlar la energía en un estado de calma, ante cualquier
situación y Ona se encarga de esa parte, he mejorado, pero aún me cuesta
demasiado esfuerzo.
Las gemelas dan por terminada la sesión y una a una se marchan al
barracón. Me quedo sola y espero unos minutos para irme, todo sigue
tranquilo cuando salgo pero el estómago me ruje, necesito comer algo o no
conseguiré dormir. No recuerdo la última vez que me pasó eso.
Cojeando por el último golpe que no pude esquivar de Vánamo, voy al
comedor, es tarde pero espero encontrar algo para comer. He recuperado el
hambre y asaltaré la cocina si hace falta. Cuando llego al edificio la puerta
está abierta pero no hay luz en el interior y no tiene seguridad, la abro y me
asomo, no hay nadie a la vista pero entro con cuidado, una puerta abierta en
un edificio supuestamente vacío es mala señal.
Entro sigilosa, camino entre la oscuridad y las luces artificiales que
llegan a través de las ventanas. Paso la mirada por los mostradores vacíos
cuando una silla tirada junto a la entrada de la cocina llama mi atención, me
dirijo hacia ella y agudizo el oído junto a la puerta. Espero unos latidos en
silencio cuando escucho unos golpes amortiguados. Empujo la puerta de la
cocina, con menos luz busco el origen del ruido, doy unos pasos junto a las
mesas de trabajo cuando el sonido de un cristal rompiéndose me guía hacia
una puerta hermética. Mis pasos retumban cuando voy hasta ella, pulso el
botón verde que hay a su lado sin pensarlo y la puerta se desliza bañándome
con una luz roja, la misma que ilumina la escena del interior.
Thron, el desagradable trabajador viejo, tiene al chico, Rad, inclinado
sobre una mesa. El chico tiene la cara cubierta de sangre, llora y forcejea de
espaldas al hombre con los pantalones y la ropa interior bajados. El viejo le
rodea el cuello con un cable mientras le penetra, forzándolo una y otra vez,
empujándolo contra la mesa. Thron ni siquiera se detiene al verme, parece
disfrutar con ello y gruñe empujando con más fuerza.
Mi alrededor se nubla focalizando mi visión en él. Estampo mi puño
contra su cara apartándolo de Rad. Las venas de mis brazos se iluminan al
instante cuando lo cojo por el cuello y lo lanzo hacia la cocina. Thron se
intenta levantar, no le doy respiro y le pateo la cara. Lo vuelvo a coger por
el cuello y con todas mis fuerzas lo tiro a través de las puertas de la cocina
hacia el comedor. Su cuerpo se precipita contra las mesas y las sillas. Voy
hasta él, se convierte en un objetivo a derribar y no existe nada más, no oigo
nada más que el pulso de mi sangre zumbando en mis oídos. Golpeo su cara
contra el suelo cuando intenta defenderse y lo arrastro por el pelo hasta el
exterior del edificio. Mi pie le golpea varias veces las costillas, no me
detengo cuando escupe sangre sobre la tierra. Thron se retuerce en el suelo,
lo pongo boca arriba y me siento sobre su estómago.
—¡Mírame a los ojos! —grito. Se lo exijo desgarrándome la garganta y
ese hijo de puta lo hace.
Su rostro se difumina cuando mis puños le comienzan a desfigurar la
cara pero no me detengo, ni cuando siento bajo el impacto de mis nudillos
cómo se rompen huesos, ni cuando un líquido pringoso y cálido me cubre
las manos, sigo golpeándolo hasta que alguien me aparta con violencia de
un golpe y mi cara choca contra el suelo. De repente, el sonido a mi
alrededor sube de volumen y me perturba, una alarma suena, hay gritos,
más luz. Dos guardianes me apuntan con armas desde cerca, observo la
situación cuando enfoco el rostro desencajado de Dahlia que grita órdenes.
Busca respuestas en mi mirada.
—En la cocina —balbuceo.
—¡Quiero el equipo médico dentro! ¡Ya! —vuelve a gritar.
Mi alrededor es un torbellino de gente que va de un lado a otro, miro
más allá de ella, hacia el cuerpo de Thron. La persona que lo atiende mira
hacia Dahlia y niega con la cabeza, levanto mis manos iluminadas de
energía cubiertas de sangre, Dahlia da un paso hacia mí y me pongo en pie.
De repente, soy consciente del calor que emana mi cuerpo, del dolor que lo
recorre, de la presión agónica en mi estómago. Dahlia vuelve a dar otro
paso hacia mí, yo miro el cadáver de Thron, Dahlia da otro paso, yo dibujo
la escena bajo la luz roja en mi cabeza, otro paso, los ojos de Rad, mis ojos,
sus ojos. Me giro y corro.
Las ordenes que Dahlia grita para que no me disparen se disuelven con
el viento, las luces de la base se vuelven líneas difusas que voy dejando
atrás en dirección a la oscuridad de la montaña. No pierdo velocidad cuando
llego hasta ella, cuando atravieso los árboles en dirección a su cima, un
camino que conozco bien. Quiero que me duela todo el cuerpo y
desgarrarme cada pedazo de piel, quiero que ese dolor me nuble la mente
hasta que no sienta nada. Sigo corriendo con los pulmones en llamas,
apartando mi cabeza de lo que acabo de ver, de lo que he hecho y de no
arrepentirme por ello.
Tropiezo con las ramas del suelo y caigo, levanto la cara, puedo ver el
pie de la montaña. No termino de incorporarme cuando algo se abalanza
sobre mí. Rodamos pero con un empujón alejo al bulto que me acaba de
interceptar y me pongo en pie.
—Natalie, detente —Salix apenas puede hablar, su pecho sube y baja
demasiado rápido—. Para, por favor.
Caigo de rodillas, la energía me está atravesando, me calcina poco a
poco. Me observo las manos temblorosas, la luz mezclada con la sangre,
esto me recuerda a casa.
—No te acerques —escupo cuando escucho sus pasos.
—Vas a consumirte —me advierte Salix—. Expulsa la energía, sácala.
Las piernas me tiemblan cuando me pongo de pie, apoyo la espalda en
un árbol temblorosa. Todo está bañado de una luz que me ciega, estoy
dejando de sentir dolor, mis brazos comienzan a ser muy pesados, esto ya lo
he sentido antes y sé que estoy cruzando el límite.
—¿Cuándo vas a enfrentarte a las cosas? —me pongo rígida al escuchar
la voz de Salix tan cerca. Su tono, ahora gélido, también me quema—. Solo
sabes huir, antes en Falansteria, ahora aquí. Eres una cobarde —un temblor
me sacude el cuerpo—. Abandonaste a tu familia y amigos, ni siquiera
sabes cuánto tiempo llevas aquí, quizá ya hayan muerto esperando tu ayuda.
—¡Cállate! —grito con el corazón luchando por abrirme el pecho y me
sujeto con más fuerza al árbol en el que me apoyo.
—¿Cómo se llamaban tus amigos? ¿Y tu madre o padre? ¿Alguna
pareja? —quiero que cierre la puta boca de una vez—. Fueron tontos
confiando en ti. Mírate, no sirves para nada. Has fracasado, solo eres un
monstruo —las palabras de Salix me atraviesan tanto como el calor—.
Nunca debimos de quitarte esas cadenas, tu lugar está entre la basura donde
te encontramos —pronuncia en un susurro.
Aprieto la mandíbula y levanto la mirada cargada de energía, un gruñido
ronco brota de mi garganta, sí, aquí está el monstruo.
Dirijo toda mi energía hacia él y sus palabras. Proyecto un haz de luz
que Salix esquiva y acaba derribando un árbol.
—Pelea, cobarde —me tienta.
La luz cegadora baja de nivel, al fin dibujo la cara de Salix. Voy directa
hacia él, me espera pero le doy un puñetazo que lo hace tambalearse, dejo
un rastro de mi energía en su mejilla. Salix me empuja, pero vuelvo,
esquiva uno de mis golpes con un empujón en el pecho, me lanza unos
pasos hacia atrás y con más ira vuelvo a la carga, antes de que pueda
tocarme, extiendo mi mano hacia él y mi energía lo golpea. Salix cae de
espaldas pero en seguida se levanta y sonríe.
—Solo eres un juguete en manos del sistema, en manos de cualquiera.
Con un grito extiendo mis manos y una honda de energía lanza el
cuerpo de Salix hacia los árboles. Se golpea contra un tronco y cae pero
Salix se vuelve a levantar aturdido. Me mira, ahora lo veo con claridad.
—¿Esto es lo único que puedes hacer? ¡Venga! —grita desesperado—
Natalie, ni siquiera eres capaz de tocarme. ¿Así vas a salvarlos? Morirán
por tu culpa.
Corro hacia él antes de que acabe la frase y nos enredamos en una
maraña de golpes. Salix esquiva algunos pero consigo acertar con fuerza
otros, mi energía nos envuelve y continuo luchando, solo quiero golpearlo
una y otra vez, necesito hacerlo, necesito quemarlo y calcinarlo. Necesito
que se calle de una vez por todas. Grito. Mis puños escupen las llamas que
llevo dentro y la sangre de Salix empieza a mezclarse con la del viejo
violador, pero el cabrón se vuelve a levantar y yo vuelvo a cerrar el puño,
cuando mi golpe impacta contra su cara pierdo las fuerzas. Mi energía
parpadea en mi piel.
Ambos caemos y como hice antes con Thron me siento sobre Salix
respirando con dificultad. Apoyo mis manos sobre su cuello, sus ojos
plateados me miran fijos y con decisión. No hace nada por liberarse.
—¿Es la primera vez que le quitas la vida a alguien? —su voz tiene un
tono de calidez en contraste con su mirada impenetrable, ya no grita ni daña
—. No voy a darte ninguna razón para aliviar lo que sientes, cargarás con
esa responsabilidad de por vida —le aprieto el cuello con más fuerza—, no
existe justificación —pronuncia con la voz estrangulada y le aparto la
mirada para observar mis manos cubiertas de sangre, con la piel de los
nudillos destrozada—, pero ser humanos no nos justifica para hacer lo que
queramos sin pagar un precio —aflojo mi agarre sin pensar—. Thron ha
pagado sus actos y tu pagarás los tuyos con su recuerdo.
De repente, una ola de dolor invade mi cuerpo, me duele cada hueso,
articulación y músculo. La oscuridad del bosque cae a mi alrededor como
una manta protegiéndome del frío de un invierno que nunca se ha ido. Miro
mis brazos, no hay energía. La he expulsado toda, no me quemo, el calor se
ha disipado. Exhausta, levanto la mirada hacia Salix, sus ojos plateados
relucen débilmente. Tiene la cara destrozada.
Me pongo en pie con dificultad, tambaleándome, me alejo unos pasos
dándole la espalda, observo la montaña que tengo justo delante.
Escucho cómo Salix se incorpora, cómo ahoga un quejido al hacerlo,
cómo las ramas crujen bajo sus pisadas inestables.
—No te acerques —digo al aire y caigo con las manos al suelo.
No puedo controlar la presión del estómago y vomito, expulso todo lo
que tengo dentro. Vomito una y otra vez entre convulsiones y lucho por no
caer de bruces.
—Natalie, vuelve —susurra Salix a mi espalda.
Gateo temblorosa apartándome de él y de todo lo que acabo de echar.
De rodillas, vuelvo a mirar las manos cubiertas de sangre, de Thron, mía, de
Salix. Ya estoy en el fondo, Natalie murió al llegar a Lavándula.
No lo soporto más, estoy cansada de ocultarme mis recuerdos, de lo que
viví cuando llegué, de lo que sentí porque nunca he podido apartarlo del
todo. Ese recuerdo está ahí, como una bruma que ensucia cualquier
pensamiento. Miro mis manos sobre las rodillas de nuevo y no lo soporto
más y las llevo a la cara intentando tapar las lágrimas que no puedo
controlar.
—No toques fondo, no sé si podré traerte de vuelta —el suave tacto de
Salix me recorre la espalda.
—Vete —balbuceo.
—No me voy a alejar de ti por esto, Natalie.
De repente, siento los brazos de Salix rodearme desde atrás y me aprieta
contra su pecho. Siento su cabeza sobre mi hombro y aunque me tenso, me
recuerdo que es Salix.
—¿En qué me he convertido? —sollozo—. Ya no sé quién soy, ni quién
quiero ser.
Salix me aprieta aún más fuerte cuando me agarro a sus brazos.
Capítulo 33
Por más que lo intente, por más que Salix me insista no consigo que la
energía que canalizo llegue hasta el palo. Se supone que debería conectar
mejor con la madera porque es natural pero aún así, no logro nada.
Mi cabeza está en otro lado, en todo lo que ha pasado, en todas las
conversaciones que he tenido en Lavándula, las mentiras, los secretos y lo
que se desvelaba en cada una de ellas, pero ni siquiera eso consigue acallar
una sensación extraña. La distancia que siento en Salix, sí, está aquí pero
algo lo mantiene muy lejos de mí y odio que eso me fastidie.
Un par de horas más tarde acabamos el entrenamiento, antes de
despedirnos, Salix me pide que me quede con las botellas, que intente
beberlas. Cuando llego al barracón el equipo duerme, me siento sobre mi
cama e inspecciono la mochila, cinco botellas, no creo que pretenda que me
las beba todas pero sé que la falta de alimento me está afectando y se me ha
acabado el tiempo. Meto la mano en la mochila y agarro una botella, en ese
momento siento algo más en el interior, la abro más y la revuelvo, entre las
botellas encuentro algo más. Saco la cápsula de energía y la inspecciono al
contra luz de la ventana que hay junto a mi cama, se me corta la respiración.
Este tipo de cápsula ya la había visto y la última vez fue en el submarino
que me traía a Lavándula, el encapuchado me la dio.
Capítulo 36
En las entrañas de aquellas instalaciones nos espera una nave que flota
sobre unas aguas oscuras. Me recuerda a aquella en la que llegué a
Lavándula, pero esta es más pequeña y nueva.
Una plataforma metálica nos invita a subir, en su inicio, esperan los tres
miembros de la Alianza que quedan, aún no hay un representante de
Nochna, Dahlia y Salix los acompaña. Los dos últimos se quedan
asombrados al ver nuestras cabezas y Salix le lanza una mirada molesta a
Mora, su amiga se limita a sonreírle con diversión.
Los primeros en entrar son Yué, la piloto y Naktam junto a dos
ayudantes, después los dos guardianes que permanecerán ocultos en tierra
cerca del punto de desembarque. Las primeras en seguirlos son Vánamo
con su hermana justo detrás, inclinan la cabeza ante Dahlia y los miembros
de la Alianza, lo mismo hacen Kale, Mora, Trian, Darek y Era. Cuando me
toca a mí, Salix me sigue de cerca. Dahlia me agarra con un apretón ambas
manos a modo de despedida, les dedico el mismo gesto con la cabeza que
mis compañeros a los tres lideres, solo Sigrid me desea éxito.
La compuerta del submarino se cierra cuando Salix entra y ya me
empieza a faltar el aire, un sonido sordo nos rodea, no puedo obviar la
sensación de opresión.
Intento relajarme, la nave es más pequeña de lo que parecía. No puedo
ocultar el temblor de mis manos, pero todos están demasiado emocionados
por el viaje como para darse cuenta. Equilibrio, Natalie, pienso. Estoy
aterrada por saber qué ha pasado y no miro a nadie ocupando mi lugar.
—Respira, Natalie —susurra Salix sentándose a mi lado.
—Estoy bien.
—Te has puesto más pálida de lo normal.
Le lanzo una mirada asesina, a Salix se le escapa una sonrisa mientras
ata sus arneses. Después de atar los míos, me coloco los comunicadores.
Diminutos dispositivos adhesivos, uno en el interior de la oreja y el otro en
la garganta. Cuando me pongo ambos, una voz robótica me confirma que se
han activado y al cabo de unos minutos la voz de Yué nos da la bienvenida
y siente no haberse despedido de nosotros en persona.
Respiro hondo y apoyo las manos sobre mis piernas tensas, Salix me da
un leve empujón con su rodilla y me tiende un pequeño inyectable cuando
lo miro.
—El viaje va a ser largo, un relajante.
—Odio estar encerrada —le confieso.
—Lo sé, te he observado.
—Odio cuando lo haces y me lo dices —Salix no puede evitar sonreír.
—Lo hago por instinto.
—Y por trabajo, ¿no? —Salix aprieta los labios en una línea tensa y le
cojo el relajante—. Gracias.
Ni siquiera me planteo si me miente o no y me lo inyecto sin perder
tiempo.
Somos rápidos una vez en tierra, los dos guardianes que vigilaran las
inmediaciones corren a esconderse entre las rocas de más tamaño. Deben
permanecer escondidos e informarnos de cualquier novedad, nos
comunicaremos con ellos en vez de con Yué, si nos capturan, no debemos
descubrir la localización del submarino. Salix confirma nuestra situación y
nos movemos.
Los demás también nos escondemos entre las rocas, no sabemos si han
notado nuestra llegada, pero todo está tranquilo a nuestro alrededor. Veo
cómo los chicos observan el paisaje hasta donde les alcanza la vista y las
sombras se lo permite, no sé si esa era mi cara cuando llegue a Lavándula,
pero no dejan analizar las formas rocosas. Apoyo mi espalda en una roca,
reconozco el olor, el calor, la sensación que desprende el ambiente y se me
acelera el pulso. Tengo que encontrarlos.
Es aquí donde nos dividimos en equipos, Salix hace un gesto con la
mano, Kale, Era y yo somos el primer equipo, los demás nos seguirá
ocultos.
Nuestro primer objetivo, el único que sabemos, es llegar hasta la Cúpula
e informar cómo está el resto de la isla. Para eso, tenemos que atravesar la
Periferia.
—Cerca de este punto se encontraba la guarida de los míos —susurro,
Salix me mira intuyendo lo que quiero.
—No es seguro que vayamos, estará vigilada por si tus amigos vuelven.
Respiro hondo, por mucho que me pese es cierto, estará vigilada y los
chicos lo sabrán. No sería ese el lugar en el que ellos se esconderían. Salix
me pide que los guíe hasta la Periferia, pero se lo advierto, no sé qué
podemos encontrarnos allí y no aseguro que podamos escondernos, aún así,
seguimos.
Las rocas se elevan y subimos despacio, una vez arriba el terreno se
despeja y empiezan a aparecer algunos árboles muertos, por detrás de ellos,
la Periferia se muestra ante nosotros. Mi casa, una que recordaba de una
manera muy diferente. La sensación agradable de haber llegado se difumina
en pocos segundos, aquello no es mi casa. Todo lo que me alcanza la vista
ha sido arrasado, solo se levantan masas oscuras y sin vida, algunas aún
humeantes. No me creo lo que estoy viendo.
—Tenemos que seguir —Salix me apremia.
No digo nada y seguimos nuestro camino. Le han robado toda la vida a
la Periferia, ha sido arrasada.
Nos internamos en sus calles cautelosos y alertas, intento descubrir el
camino a mi casa, pero ya no conozco este lugar. La Periferia es ahora un
fantasma y nos encontramos a cada paso con los cuerpos secos de mis
vecinos. Todo está calcinado o sin un ápice de energía. «Equilibrio,
equilibrio, equilibrio». Seguimos andando por lo que una vez fue mi hogar,
a oscuras, en un silencio tenebroso, cuando de repente, un pequeño ruido
alerta a todo el grupo. Todos nos hemos vuelto hacia el mismo punto, un
edificio en ruinas, vemos como un cascote rueda desde la parte más alta
hasta llegar al suelo. Salix nos hace una señal para que mantengamos
silencio y separa al grupo para rodear las ruinas, él y yo iremos hacia arriba,
Kale y Era por abajo.
Subimos silenciosos intentando no hacer rodar otro cascote que pueda
desvelar nuestra ubicación, a penas puedo ver nada. El viento cálido me
ahoga, ya no lo recordaba, parece que me olvidé de todo con demasiada
facilidad. Llego hasta la cima de aquella montaña que una vez cobijó vida,
pero allí no hay nadie. Salix llega tras de mí diciéndome que todo está
despejado. No, no está todo despejado, allí hay alguien más. Le pido a Salix
que se agache conmigo, tras unos segundos en silencio escuchamos un leve
ruido y me mira, sí, hay alguien cerca. Antes de poder decir nada más nos
atacan, hemos tardado muy poco en ser descubiertos. Ya no recordaba lo
que era la lucha real y recibo más golpes de los que puedo parar, acabo
rodando por aquel amasijo de escombros. Respiro hondo, tengo que
controlar mi energía y me tengo que controlar a mí. No sé cuantos me
atacan, pero mis movimientos empiezan a salir naturales, consigo parar los
golpes y derribarlos. Salix está cerca de mí y se deshace con facilidad de
todos los que van a atacarle, está claro que no es su primera batalla. En
aquel momento, tras derribar a uno de los que me atacan, alguien me agarra
por detrás y con su mano abierta rodea mi cuello. Le grita a Salix que se
detenga o acabará conmigo, tras él aparecen más con Kale y Era
capturados. Salix levanta las manos y da un paso lejos del hombre con el
que luchaba.
Los cuatro acabamos de rodillas en el suelo con las manos atadas a la
espalda, todos mantenemos silencio. Nos rodean y llevan las caras tapadas,
pero estoy segura de que ninguno de mis amigos está allí. Ahora lo que me
importa es saber de que parte están, si es que existe alguna parte. El
segundo equipo ha tenido que ver todo, pero no los veo por ningún lado.
—¿Quiénes sois? —pregunta el que parece el líder con demasiada
tranquilidad.
Salix me susurra que no diga nada, todos debemos mantener silencio,
aunque no creo que esa sea la respuesta que estén esperando. Necesito saber
qué ha pasado y además, no nos han matado, no creo que sean de la Cúpula.
—¿Quiénes sois vosotros? —no voy a perder el tiempo.
Mi pregunta le hace soltar una ruidosa carcajada que corta de repente y
viene hasta mí, apoya su arma en mi frente, los demás se tensan, pero me
obligo a mantener la calma.
—¿Quién eres?
—Mi nombre es Natalie —lo miro sin vacilar—, ¿quién eres tú?
Su mirada hacia mí ha cambiado, antes de que me de tiempo a pensar en
algo más que decir, me golpea con su arma en la cabeza y caigo al suelo. La
oscuridad me devora.
Capítulo 39
Rasiv corre hasta Mía que yace boca abajo sobre escombros, su
compañero gira su cuerpo flácido dejando a la vista el pecho de Mía
empapado de sangre.
La voz de Ona me llega antes de poder asimilar la muerte de Mía, sus
manos presionan el cuello de Era. El resto del segundo equipo y Kale están
en formación cubriendo a las chicas, Salix tira de mí para unirnos a ellos y
nos abrimos paso entre cuerpos sin un ápice de energía. Cuando llegamos
me agacho junto a Ona, Era está peor de lo que pensaba.
—Está despejado —anuncia Kale—, tenemos que largarnos. ¡Ya!
Rasiv viene hasta nosotros dejando atrás a el cuerpo de Mía, cargamos
con Era que a penas puede mantenerse en pie, mientras Ona le envuelve el
cuello con un trozo de tela y le inyecta una cápsula de energía. Tenemos
que alejarnos cuanto antes.
Nos movemos lo más rápido que podemos entre las fábricas que aún
quedan en pie cargando con Era mientras los demás nos cubren, un amasijo
de escombros nos sirve para cobijarnos y comprobar que no nos siguen.
Salix, Kale y Vánamo van a comprobar que estamos solos mientras los
demás vigilan por si aparece alguien.
—Pierde mucha sangre —apunto lo obvio.
Ona me mira y sus ojos se encienden de energía, un leve resplandor
cubre su piel oscura y pone sus manos sobre el cuello de Era. El resplandor
se extiende hasta la piel de Era, su herida parece que empieza a mejorar
cuando disparan hacia los cascotes que nos cubren. Ona se aparta de ella
por instinto para cubrirse. Darek, Trian y Mora responden a las armas de
fuego, tras unos disparos, todo se queda en silencio.
Con cuidado, miro hacia el punto desde donde nos atacaban cuando una
bola de energía, es lanzada desde detrás de nosotros y estalla en el lugar
donde tengo la mirada puesta. Me cubro los ojos ante la brillante luz y
cubro el cuerpo de Era. Un momento después, Salix, Kale y Vánamo
aparecen.
—Ahora está despejado —confirma Salix—, tenemos que movernos.
Los volúmenes de los edificios de la Periferia son visibles desde donde
nos encontramos, miro a Salix que mira en la misma dirección y asiente
hacia mí.
Me acerco a Era para cargar de nuevo con ella pero Kale me aparta y la
coge en volandas.
—No quiero morir, tengo más fuerza para llevarla, así que mueve el
culo y guíanos.
No voy a discutir con él en este momento, pero empiezo a no soportar
su actitud. Le aparto la mirada, la noche no durará mucho y tenemos que
ocultarnos pronto.
Nos movemos deprisa para salir del anillo de las fábricas hacia los
primeros edificios de la Periferia que aunque dañados, aún se mantienen en
pie.
Le pego una patada a la primera puerta que me encuentro y me hago a
un lado para que Kale pase, pero me ignora y Salix entra en primer lugar
inspeccionando el interior, cuando confirma que está despejado, Kale lo
sigue y después lo hacemos los demás.
Es uno de los edificios más antiguos de la Periferia, a penas se levanta
cuatro plantas del suelo, el equipo se despliega para comprobar que es
seguro y nos movemos a la parte trasera. Antes del ataque, en esta parte se
encontraba el invernadero donde estaba el huerto común, ahora es un
terreno cubierto de barro y los cristales del techo. Lo atravesamos por uno
de los caminos laterales, asomo la cabeza a través de una puerta hecha
pedazos hacia lo que reconozco como un cuarto de suministros, compruebo
que está despejado y me aparto dando paso de nuevo a Kale, esta vez,
asiente en mi dirección y pasa seguido del equipo.
Con mucho cuidado, Kale deja a Era en el suelo, Darek y Ona se
acercan a ella.
—Vánamo y Kale os quiero fuera vigilando —ordena Salix—, Trian y
Mora en el exterior del edificio. Los comunicadores no funcionan, así que
tener cuidado —todos asienten y se marchan.
—Las cápsulas no le hacen efecto —dice Ona.
Salix y yo nos acercamos a ella, le toco la frente, la tiene hirviendo, no
aguantará mucho. Las heridas del cuello no tienen buena pinta.
Rasiv se ha sentando alejado de nosotros, apoya su espalda en la pared,
hunde sus dedos en el pelo cabizbajo.
—Son reales —susurra al aire, parece que empieza a procesar lo que
hemos vivido —, los monstruos son reales.
Ona y Darek lo miran y después dirigen su mirada a Salix y a mí
esperando una explicación.
—¿Cómo la salvamos? —pregunto volviendo mi atención al estado de
Era.
—Imposición de manos —contesta Ona—, los tres.
Darek y Salix unen sus manos junto a las de Ona y las ponen sobre el
cuello de Era, igual que sucedió antes, los ojos de los tres relucen en las
sombras y sus manos resplandecen.
—Mierda, no está funcionando —maldice Ona al cabo de unos
segundos.
—Su herida mejora —apunto.
—No es suficiente, se nos va, Salix.
Era empieza a convulsionarse y todos separan sus manos de ella, de
repente, su cuerpo se queda flácido. La observo y pongo mi cabeza sobre su
pecho, joder, su corazón se ha parado.
Mi instinto activa mi energía haciendo que mi piel resplandezca como la
del resto, mi cabeza se traslada a las clases de Salud en la Universidad,
nunca lo pude practicar pero estudié cómo hacerlo. No pienso, pongo mis
manos sobre su pecho y visualizo la energía en mis manos, una bola que
explota en el pecho de Era. Su cuerpo responde elevándose al recibir una
descarga de mi energía. Funciona. Vuelvo a apoyar mi cabeza sobre su
pecho, nada, vuelvo a darle otra descarga, ahora es Ona la que apoya su
cabeza.
—Otra vez —me ordena.
Hago lo que me pide y Ona comprueba su pulso, me detiene justo
cuando voy a intentarlo de nuevo y le inyecta una cápsula de energía.
—Tiene pulso, imposición, vamos.
Salix y Darek hacen lo que les pide, esta vez no se centran en la herida
casi curada de su cuello sino que extienden su energía por todo el cuerpo de
Era. Unos segundos después, Era abre los ojos despacio, desconcertada,
mira a su alrededor.
—¿Qué me he perdido? —balbucea con la voz ronca.
Caigo de culo en el suelo pasándome las manos por la cara aliviada
mientras me hormiguea la piel. He controlado la energía, lo he podido hacer
y no me ha dolido.
Capítulo 42
No sé qué me esperaba pero desde luego no lo que Paul nos enseña. Una
habitación de hormigón desnudo, su techo está cubierto de tuberías, mi
amigo se acerca a la pared, levanta el brazo y gira una de las ruedas de una
cañería, un chorro de agua cae sobre el suelo, nos dice que podemos
asearnos ahí y nos advierte de que está caliente. Nos enseña unos cubos y
algunos botes de gel. Después nos lleva a otra pequeña habitación, por
llamarla de alguna manera, ni siquiera el equipo cabe entero y por el olor
que desprende, decido no entrar. Paul nos explica que era un antiguo cuarto
de generadores que han vaciado, hay una alcantarilla por donde pasan aguas
residuales que han destapado y sí, ese es el baño.
—Creo que necesito usarlo ya —dice Kale abriéndose paso.
—Tienes un grifo dentro y toallas.
—Perfecto.
Tras el recorrido, volvemos a la estancia donde nos encontrábamos,
Paul y alguno de los hombres y mujeres que se esconden allí con él nos
traen camisetas para cambiarnos y toallas.
Mientras nos turnamos para ducharnos hablo con Paul.
—Estas muy cambiada —apunta—, ¿qué te ha pasado? —me revuelvo
incómoda.
—El submarino que me llevó a Lavándula pertenecía a una banda que
traficaba con personas, estuve capturada.
—Natalie… —pronuncia Paul horrorizado.
—Estoy bien —digo fingiendo una sonrisa—, eso ya pasó.
Me pongo en pie con un sabor desagradable en la boca y le digo a Paul
que voy a ducharme, aunque Salix no haya vuelto de su turno.
Aferro contra mi pecho una toalla, una camiseta oscura y unos
pantalones que me han dado, llego hasta la puerta donde está la ducha y
pego la oreja. No se escucha el agua caer al otro lado, quizá ya haya
terminado. Doy varios toques a la puerta y escucho la voz de Salix
amortiguada, un momento después la abre. Viste una camiseta negra de
mangas cortas que creo que le queda un poco ajustada, aparto la mirada de
sus brazos, es la primera vez que lo veo con el pelo suelto, no es tan largo
como lo había imaginado pero los mechones rubios le caen húmedos y
despeinados.
—Cojo mis cosas y te lo dejo libre —sus ojos plateados se quedan fijos
en los míos unos instantes antes de girarse para volver dentro.
Lo sigo con pasos indecisos, el calor es más sofocante aún. Observo la
espalda de Salix mientras recoge la túnica y la toalla, me empieza a costar
respirar con normalidad. Sacudo la cabeza y cierro la puerta tras de mí.
Salix se gira con una ceja levantada.
—¿Cuál es tu misión en Falansteria? —sus brazos se tensan con mi
pregunta.
—Ya la sabes, tenemos que informar del estado de la isla —Salix da
unos pasos acercándose a mí—, pero hay algo más.
—¿Qué más? —trago saliva, la temperatura no hace más que aumentar.
—Confirmar la existencia del ejército de híbridos —por inercia doy un
paso atrás, Salix sigue acercándose despacio.
—Y ya lo has hecho…
—He visto un monstruo, no un ejército, aunque Paul ya te ha dicho que
existe, ¿verdad? —mi espalda choca contra la puerta y empiezo a
arrepentirme de habernos encerrado. Salix se detiene muy cerca de mí.
—¿Qué vas hacer? —pregunto encarándolo.
—Si existe un ejército de esos monstruos, no podemos permitir que
salgan de Falansteria —respiro aliviada—. Son un arma capaz de acabar
con el mundo.
—La Alianza miente —confieso.
—Hace mucho tiempo que la Alianza dejó de ser un ente confiable, hay
líderes que quieren el control total sobre sus tierras y puede que sobre las
demás —por fin se sincera.
—¿Para quién trabajas?
—Bosco es el que me ha mandado aquí, pero ya no confío en él.
—¿Por qué?
—Conocía la existencia de los híbridos de Marcus, pero la Alianza
nunca habló de ello, Bosco me ha encargado investigar. Lo quiere llevar
oculto y me hace sospechar.
—La Alianza ha formado el equipo, es posible que cada uno tenga una
misión.
—Es posible, pero a Mora y las gemelas las elegimos Dahlia y yo, no
creo que ellas tengan nada que ver, conozco muy bien a Kale y Darek, pero
Era y Trian quizá oculten algo aunque no he encontrado nada que lo
demuestre —apoyo la cabeza en la puerta agotada.
—Tenemos que acabar con ese ejército —susurro—, pero nosotros solos
no podemos.
—Tengo que hablar con Dahlia, ella nos ayudará, comparte mis
sospechas sobre Bosco.
—¿Aún no han llamado Darek? —pregunto.
—Nada.
Salix me observa en silencio, empiezo a notar mi piel pegajosa por el
calor y se acerca un poco más. Salix lleva un dedo a sus labios para que no
hable, con un movimiento rápido abre la puerta empujándome, no me da
tiempo a ver lo que pasa cuando Salix arrastra a Era al interior y cierra con
un portazo.
Era nos mira con los ojos muy abiertos por la sorpresa pero se relaja
enseguida.
—Es una estupidez que diga que no he escuchado nada, ¿no? —dice y
suspira ante nuestro silencio—. Tenemos que hablar y abrid el agua, al otro
lado se oye todo.
Cuando el sonido del agua estrellándose contra el suelo inunda la sala,
Salix y yo nos acercamos a Era.
—Habla —le ordena Salix.
—Estoy en este equipo porque Nochna tiene información sobre ese
ejército de monstruos. Tememos que alguien lo tome e inicie una guerra
mundial, las demás islas no tendrían nada que hacer.
—¿Por eso asesinaron a Driesa? —pregunta Salix y lo miro sorprendida
ante la declaración de asesinato—. ¿Descubrió algo?
—Eso me temo, ella colaboraba con Dahlia, somos de confianza pero
nunca llegó a enviar información sobre lo que descubrió.
—Yo la vi esa noche —ambos me miran a la vez—, la descubrí saliendo
a hurtadillas del edificio de reuniones, me dijo que alguien de la Alianza
había mantenido a Falansteria como un búnker para darle vía libre a Marcus
para sus experimentos con híbridos. Ese líder ha aprovechado esta misión
para venir a por el ejército.
—¿Te dijo algún nombre? —pregunta Salix.
—Me dijo que Harald apoyaba a Marcus y que había alguien más pero
cuando iba a darme otro nombre, apareció Harald y ambos se marcharon, al
día siguiente Driesa apareció muerta, no creo que sea casualidad.
—No puede ser Harald, él estaba de acuerdo con experimentar con el
uso de la energía pero no con las personas, tiene que haber una explicación
para lo de Driesa —Salix lo defiende aunque no entiendo por qué.
—Bosco tiene que ser la otra persona —apunta Era.
—Si eso es así, deja de nuestro lado a una isla con un líder desconocido
y a un conjunto de islas pequeñas para ayudarnos a terminar con los
híbridos —señalo.
—No confío en Bosco —especifica Salix—, pero sí confío en Dahlia y
tiene el suficiente poder para ayudarnos. En el Tomoe ni siquiera pienses,
son islas demasiado pequeñas, Sigrid no nos ayudará.
—Tenemos que comunicarnos con Dahlia y con Nochna para que
manden refuerzos —dice Era.
—Que manden todo lo que tengan —digo—, el ejercito al que nos
vamos a enfrentar no es nada que hayamos visto antes.
—¿Los has visto? —pregunta interesada.
—Sí, Salix provocó la última explosión para que pudiéramos escapar de
uno, no vamos a poder detener a esos monstruos solos —sentencio.
Antes de volver con los demás hablamos sobre el equipo, antes de
hablar de un plan para destruir al ejército de los híbridos tenemos que saber
en quién confiar. Salix defiende a Mora y las gemelas, pero no podemos
estar seguros de quien está de nuestra parte.
Capítulo 48
Después de hablar con Salix y Era, me dejan a solas para que me duche
y lo hago rápido para reunirme con todos los demás.
No he llegado aún a la sala donde está el equipo cuando empiezo a
escuchar alboroto, aprieto el paso y cuando entro, me encuentro a Kale
agarrando por el cuello a Trian.
—¿A quién has avisado? —le exige saber Salix a Trian al que le gotea
sangre del labio— ¿Con quién te comunicas?
—Mora a descubierto a Trian desvelando nuestra ubicación, es un
traidor —me susurra Era.
—¿Para quién trabajas? —le presiona Salix de nuevo, la mirada de
Trian se oscurece. No encuentro en él nada del chico simpático y hablador
de Lavándula.
—Hablasteis de monstruos —dice con la voz estrangulada—, solo he
venido para confirmar lo que ya sabían y entregaros. Estáis muertos —
anuncia y da un bocado con fuerza.
Salix maldice lanzándose sobre él, le abre la boca pero la cabeza de
Trian ya cuelga sin vida. Saca una pequeña cápsula aplastada entre sus
dientes, se acaba de suicidar.
—¡Tenemos que largarnos! —grita Salix soltando a Trian— ¡Ya!
Antes de que se pongan en movimiento los detengo con una voz.
—¡Que nadie se mueva! Trian era un traidor, no voy a salir con otro en
el equipo —paso la mirada por encima de todos pero me detengo en los
ojos de Kale—. Hay al menos un líder que usa esta misión para confirmar la
existencia de un ejército de híbridos, lo quieren bajo cualquier concepto y
tenemos que detenerlos, esos híbridos no pueden seguir con vida y esa es
nuestra nueva misión. ¿Qué sabéis y qué haréis?
Salix, Era y Paul se ponen a mi lado.
—Nosotras estamos bajo las órdenes de Salix, si él está contigo,
nosotras también aunque nos gustaría saber en algún momento qué está
pasando —dice Vánamo y las dos hermanas se unen a nosotros junto a
Mora.
—Conozco la existencia de ellos, comparto vuestra misión —accede
Kale.
—Si alguien más nos traiciona, yo misma lo mataré —Kale asiente en
respuesta—. Llama a todos —le digo a Paul—, tenemos que volver a
reunirnos para luchar.
Paul asiente y se pone a ello, mientras los demás recogemos todo lo que
podemos, un golpe provoca que todo el equipo y Paul nos giremos hacia la
puerta.
Robert se yergue justo en el marco de la puerta. Está más flaco y
desgarbado que nunca, tiene los ojos fríos hundidos, sus brazos se tensan
caídos a sus costados cubiertos de cicatrices, le faltan pellizcos de carne por
toda su extensión. Ese no es Robert, no es la misma persona que conocí.
¿Qué le han hecho?
Me acerco a él con pasos indecisos, le mantengo la mirada preparada
para cualquier reacción, la última vez que lo vi sostenía a Lucas, su pareja,
muerto entre sus brazos por salvarme y me echaba la culpa.
—Robert…
Arremete contra mí, levanto los brazos cuando todos se mueven hacia
nosotros para que no se acerquen, me agarra por el cuello de la camiseta
cuando siento el golpe en la cabeza al estamparme contra la pared.
—Lo siento —susurro.
—Cierra la puta boca —dice apretando los dientes.
—Mátame si quieres —digo mirándolo a los ojos encendidos de ira y
energía—, pero déjame que los mate a todos primero.
Robert respira con dificultad, su nariz se abre con cada respiración
forzada. Todos nos observan atentos.
—Te has convertido en un monstruo —afirma.
—Siempre lo fui, ¿no? —llamo a mi energía y siento su calor
recorrerme el pecho hasta la garganta, su mirada cae un segundo, sé que las
venas de mi cuello se han iluminado.
—Sí —sisea entre dientes. Robert abre los ojos más de lo normal, no sé
qué le hicieron pero está muy jodido—. Te concedo tu último deseo,
mátalos, pero Anton es mío y después, lo serás tú.
Robert me suelta golpeándome contra la pared. Paul se adelanta con los
labios apretados, asiento en su dirección. Estoy bien.
Me encuentro con los ojos de Salix, tiene los brazos iluminados y las
manos formando puños temblorosos, los afloja cuando libero un suspiro y
se pone junto a mí, interponiéndose entre el lugar donde está Robert y yo,
Mora lo sigue y se detiene justo detrás.
Paul carraspea para romper la tensión del ambiente.
—Nos han descubierto, Robert —le dice—, tenemos que irnos ya.
Capítulo 49
Paul nos guía por pasillos de hormigón desnudo cuando llegamos a una
intersección, los hombres y mujeres que lo acompañan aquí abajo se
despiden de él y de Robert, y se marchan corriendo en otra dirección. Paul
nos explica que ellos buscaran otro sitio donde refugiarse, tienen miedo de
subir la superficie.
—Los demás me han contestado —dice Paul mientras seguimos
andando—. Nos encontraremos con ellos en el anillo de las fábricas,
intentaremos acercarnos todo lo posible bajo el suelo.
Todo está en un silencio sepulcral y así debe de ser, el mínimo ruido
puede descubrirnos, Robert me sigue de cerca pero Salix no se mueve de mi
lado, los demás aún no han abierto la boca. Antes de subir un nivel, Paul se
detiene.
—En cuanto subamos, estaremos bajo las calles de la Ciudad, justo en
el límite con el páramo. Tenemos que ser rápidos, gasean este nivel cada
pocos minutos. Seguidme en todo momento, no dudéis, no os detengáis y
saldremos todos.
El rostro de Paul es serio, ha hecho esto más veces y no es un juego.
Cuando lo conocí me parecía un niño jugando a juegos de mayores, ahora
que lo observo, parece que ha envejecido por instantes.
Paul se acerca a mí y me agarra de la mano.
—Tú vendrás junto a mí.
—Espero que no sea una trampa —le dice Salix a Paul, casi se
interpone entre nosotros.
—Si hacéis lo que os he dicho, todos saldremos de aquí.
Por un momento Salix le mantiene la mirada a Paul, desafiante, pero
acaba asintiendo.
Corremos por unos pasillos amplios, algunas luces de la Ciudad se
cuelan por las alcantarillas que cubren el techo. El suelo está lleno de grava
y pequeños animalillos que se interponen en nuestras pisadas. Paul tira de
mí, tenemos que ir más rápido. A nuestro alrededor se empiezan a escuchar
ruidos, mecanismos poniéndose en acción. Las paredes cambian de forma y
aparecen grandes rejillas, las observo a medida que avanzamos.
—¡No os paréis! —grita Paul— ¡Ya queda poco!
Mientras corremos, de aquellas rejillas empieza a salir un humo blanco
muy pesado, tan pesado que parece no flotar. Como nubes cargadas de
lluvia que se arrastran por el suelo, se mueven muy lentas mientras
avanzamos. Aceleramos el paso y empiezo a toser.
—¡Este gas aún no os matará, pero será muy molesto! —grita Paul.
Me arde la garganta. Mora y Kale también empiezan a toser justo detrás
mía, tenemos que ser más rápidos.
Llegamos a unas escaleras de hierro pegadas a la pared, primero sube
Robert. No consigue abrir la compuerta, cuando Paul se dispone a subir,
Salix lo detiene y le hace un gesto a Kale para que suba a ayudar. Kale y
Robert empujan con todas sus fuerzas hasta que consiguen apartar la masa
de hierro que nos separa del exterior, salen. Las gemelas suben seguidas de
Era, Paul la apremia, aquel espeso humo empieza a llegarnos a los pies.
—Vamos, sois los siguientes —nos dice Salix.
Paul no espera más tiempo y comienza a subir, lo sigo y cuando solo he
subido un par de peldaños, escuchamos una voz que pide ayuda. Vemos una
silueta en la lejanía tambaleándose mientras se acerca a nosotros. Salix la
observa, no necesita mucho tiempo para reconocerla, aún no he terminado
de procesarlo cuando se aleja corriendo de las escaleras.
—¡Salix! —lo llama Paul— En el momento en que los gases de ambas
paredes se fusionen empezará a quemar todo lo que toque. Date prisa.
Salix asiente y corre hasta la silueta que cae desplomada. Mierda, es
Mora. La coge en brazos, pero no va a llegar a tiempo, ambos gases se están
fusionando poco a poco. Puedo ver desde las escaleras cómo de esa fusión
se crea un gas morado que va disolviendo el traje de Salix.
—Tenemos que ayudarlo.
—Natalie, no tenemos tiempo.
—No, no lo tenemos, Paul.
Me deslizo por las escaleras y corro hasta Salix, lo ayudo a cargar con
Mora. Mis pantalones empiezan a desintegrarse, no puedo evitar soltar un
grito. De repente, Paul llega hasta nosotros y coge el cuerpo de Mora,
ayudo a Salix a llegar hasta la escalera, el gas comienza a subir. Kale ayuda
a Paul a subir a Mora, mientras Salix y yo los seguimos de cerca. Ambos
nos desplomamos en el suelo árido de Falansteria.
Kale y Robert vienen hasta mí para comprobar mi estado, me dicen que
hay un grupo de Protectores cerca, nos han tenido que escuchar, pero no
puedo aguantar más el dolor y grito. Siento como la piel de mis piernas
sigue desgarrándose aún lejos de ese gas. Paul se arranca un trozo de tela de
la camiseta y me lo mete en la boca para amortiguar mi voz.
—Aguanta, Natalie.
Muerdo la tela con todas mis fuerzas. Me cuesta respirar y me va a
estallar el corazón, quiero desmayarme, no lo puedo soportar más tiempo.
Sigo apretando el trapo con mis dientes lo más fuerte que puedo intentando
no emitir ningún sonido. Ona se cierne sobre mí.
—Te lo voy a aliviar, pero no podré curártelo —me susurra—. Te va a
doler.
Asiento y a mi señal, Ona agarra mis dos piernas. Me retuerzo y araño
con todas mis fuerzas la tierra, cuando creo que no voy a resistir más, todo
el dolor se desinfla poco a poco.
Me incorporo despacio, el pantalón está casi desintegrado y mis piernas
manchadas de sangre, la piel está sensible y roja, pero puedo soportarlo.
Miro hacia Salix, Era está con él, sus piernas tienen mal aspecto, también
sus brazos. Mora parece aturdida, pero está intacta.
—Los Protectores se alejan, algo ha llamado su atención —dice Kale.
En ese momento empezamos a escuchar explosiones.
—¡Tenemos que salir de aquí ya! —grita Paul.
Ona me ayuda a ponerme en pie y cuando me giro, Era y Vánamo
intentan levantar a Salix que a penas puede mantener los ojos abiertos.
Voy hasta ellos.
—Sus heridas son muy graves, necesito ayuda —me informa Era.
Observo el cuerpo de Salix, la tela de sus pantalones se mezcla con su
piel abierta, tiene pequeñas convulsiones. Mis músculos se tensan.
El ruido de las explosiones se hace cada vez más cercano.
—Tenemos que marcharnos —insiste Paul.
—Así no podrá escapar —respondo.
—Es una carga —interviene Robert.
En ese momento, Kale crea una bola de energía con la mano que tiene
libre.
—Si esas explosiones no os matan, lo haré yo —amenaza a Robert.
—¡Callaos! —les grito—. Ayuda a Mora, la quiero en pie ya —le
ordeno a Ona.
Corre hacia ella con Paul y ambos la ayudan a levantarse.
—Usa una cápsula —le propongo a Era.
—En el estado en que está tardará demasiado —asiento.
—¿Las dos juntas? —propongo—. Yo me encargo de las piernas y tú de
los brazos.
Era se concentra en los brazos de Salix y yo miro la piel de sus piernas.
Cuento hasta tres y ambas apoyamos nuestras manos cubiertas de energía
sin pensarlo. Empiezo a sentir las pequeñas descargas por mi cuerpo y
cómo, poco a poco, llegan hasta Salix, lo estoy haciendo, estoy canalizando
la energía de mi alrededor, justo en el momento en que el pensamiento
cruza mi cabeza, me desconcentro y siento el tirón de mi propia energía.
Mierda. Sigo proyectando mi energía, pero cuando empieza a verse un
atisbo de mejoría en Salix todos saltamos por los aires.
Acaban de atacarnos con una honda energética.
Nos envuelve una nube de polvo, toso y casi no puedo ver nada. Me
pongo en pie aturdida, las piernas me arden cuando veo dos personas sobre
Salix y me lanzo a por ellos. Proyecto una descarga de energía que lanza a
uno de ellos lejos del cuerpo de Salix, el otro se gira y corre hasta mí.
Levanto un puño y se lo dirijo a la garganta, no voy a fallar, pero en ese
momento me esquiva, me agarra el brazo haciéndome girar y se quita el
pañuelo que cubre su cara.
—Pensé que en este tiempo habías mejorado —Thaily me mira
sonriendo. Parpadeo incrédula y tras unos instantes la abrazo con fuerza.
—Thaily.
—¿Dónde está Paul? —pregunta.
—Estaba junto a mí —el polvo comienza a disiparse y las explosiones
se alejan de nosotras.
—No tenemos tiempo, tenemos que encontrarlo y alejarnos.
—No estamos solos. Tenemos que ayudar a los demás —Thaily asiente.
—Conozco un refugio en las fábricas, nos servirá por ahora. Vamos.
Cuando llego hasta Salix se ha desmayado, Kale llega hasta nosotras y
me ayuda a cargarlo. Las gemelas se reúnen con nosotros ayudando a Era.
Tenemos que movernos y encontrar a los demás.
Thaily nos guía hasta unas voces, Mora está con Robert y Paul, la cara
de éste se congela en cuanto la ve.
—¡Seguidme! —grita ella apartándole la mirada.
—Él no va a resistir —señalo con la cabeza a Salix.
—Tendrá que hacerlo.
Paul me aparta el brazo de Salix y se lo apoya sobre sus hombros. Mira
a Kale que asiente y nos alejamos a toda prisa.
Capítulo 50
El sitio por dónde andamos parece recién construido, los pasillos vacíos
esconden puertas redondas camufladas en la pared como las de la Cúpula,
nos detenemos, uno de los Protectores me empuja para que atraviese una de
ellas. Evito toda reacción física cuando entro, un despacho y mi queridísima
hermana ocupa su silla al otro lado de una gran mesa vacía, a diferencia del
resto de personas con las que me he reencontrado, ella tiene mejor aspecto
que ninguna. Lirea se sienta a su derecha. Uno de los Protectores me
empuja del hombro para obligarme a dar unos pasos y sentarme frente a
ellas, me hierve la sangre y nada impide que use mi energía con ellas, al
menos, nada de lo que sea consciente.
Intento llamar a mi energía, me mantengo fría cuando siento el bloqueo.
Lirea me sonríe, tiene que ser por el dispositivo con energía que me ata las
manos.
Nicole ni siquiera parpadea cuando me observa, sus ojos fijos en los
míos de una forma antinatural me dicen que está forzándose a permanecer
en calma.
—Bienvenida de nuevo a casa, Natalie, tuvo que ser un viaje largo
desde Lavándula —no muevo ni un musculo de mi cuerpo, no solo sabe que
no estaba aquí, sino dónde—. Espero que tus amigos te hayan puesto al
corriente de la situación actual de Falansteria, la Ciudad culpa a los rebeldes
de la situación tan dramática que estamos viviendo y a pesar de que no
todos apoyan mis decisiones, tus amigos y tú recibiréis una condena pública
para sanar mi relación con el pueblo. Por fin, se hará justicia y Falansteria
volverá a la normalidad.
—Acabamos de hacer pública tu captura —interviene Lirea con
superioridad cuando mantengo silencio—, esta tarde serás la primera en
sufrir castigo. Ah, perdón, me he equivocado, la primera en morir será tu
madre, después será tu turno —dice con una sonrisa—. Se acabó el juego.
—Déjanos a solas —ordena Nicole, Lirea la mira confundida.
—No creo que eso sea apropiado…
—Los Protectores se quedarán, márchate, es una orden.
—Soy la responsable de la…
—Soy la líder de Falansteria —Nicole la interrumpe con dureza—, estas
bajo mis ordenes. Fuera.
Lirea aprieta la mandíbula pero se pone en pie arrastrando la silla, unos
minutos más tarde, nos deja a solas. Cuando la puerta se cierra detrás de mí,
Nicole parece reprimir un suspiro y se deja caer sobre su silla, sus facciones
se relajan. Se frota la frente mientras se queda en silencio unos segundos.
—Tú y yo vamos a aliarnos —incrédula levanto una ceja.
—Saldré de esta y acabaré contigo.
—Saldrás pero no acabarás conmigo, nos necesitamos.
—No necesito nada de ti.
—Si quieres ayudar a Falansteria, me vas a escuchar —sentencia—. Lo
que has visto de mí no es toda la verdad.
Nicole respira hondo antes de comenzar a hablar, su voz me traslada a la
primera vez que la vi en la Cúpula, nos recibía como estudiantes que
aspiraban a trabajar para ella, no fue agradable.
—Me crié en la Cúpula —dice trayéndome al presente— y Marcus era
mi héroe. No solo quería ser como él, quería ser como él quisiera que yo
fuera y me moldeó a su manera pero era más curiosa de lo que a mi padre le
gustaba. Como la mejor alumna, entrenaba y estudiaba, siempre sin
abandonar la Cúpula, nunca puso en duda lo que mi padre me decía hasta
que descubrí la verdad sobre nuestra madre. Él siempre me había dicho que
ella murió en el parto.
—Y descubriste que eso estaba muy lejos de la verdad.
—Demasiado lejos —contesta—. En la Cúpula hay pocos lugares que
no se graban, poca información que no se archiva. Quería saber quién era
mi madre y averigue no solo su identidad, sino que seguía viva. Siendo una
adolescente viajé más de una vez a la Periferia y allí fue cuando la vi por
primera vez contigo en brazos.
Intento olvidarme de todo lo que ha pasado, de lo que está pasando y
centrarme en esa adolescente que descubre que su padre le ha mentido y
que su madre sigue viva, con otra familia y jamás supo de ella.
—Mi madre tenía una familia —continúa— y vivía ajena a lo que
ocurría en la Cúpula. Sin ningún interés por su otra hija —dice Nicole sin
ningún tipo de emoción—. Intenté hablar con mi padre pero él nunca
permitió que siguiera por ese camino y si mi madre nunca había venido a
buscarme, ¿qué razón tenía para hacerlo yo? Mi madre siempre ha estado
muerta —afirma rotunda.
Me revuelvo en la silla intentando asimilar su vida, criarse encerrada en
la Cúpula con Marcus, pensando que su madre la había abandonado y
enfrentándose a su padre, no tuvo que ser fácil. Nicole no me aparta la
mirada.
—He hablado mucho con tu madre en este último tiempo —dice—. No
siento ningún vínculo con ella, pero quería saber por qué me abandonó.
—¿Por qué? —ni siquiera yo lo sé, supe que tenía una hermana justo
antes de abandonar Falansteria y se lo pregunto.
—Jaqueline tuvo una relación con mi padre cuando ella estudiaba en la
Cúpula, cuando descubrió cómo era mi padre, solo pensaba en alejarse de
aquí pero nunca lo permitieron, estaba embarazada y Marcus no tenía
intención de separarse de mí. Con la relación ya rota, tu madre aguantó y
fue cuando conoció a tu padre. Naciste cuando yo tenía un año —creo ver
en Nicole un amago de sonrisa—, en la Cúpula.
Sigo sus palabras con todos mis sentidos. Mi madre nunca me contó esa
historia, mi historia, nací en el lugar que quiero destruir, espero que no sea
un círculo vital que completar y encuentre mi final en el sitio que me vio
nacer.
—Tu madre me ha dicho que tu padre me quería —dice Nicole con un
brillo extraño en la mirada y eso me provoca una punzada en el pecho—,
que me dormía por las noches y me acunaba junto a ti. Hasta que
descubrieron que tú eras una híbrido y si Marcus se enteraba, tú vida estaría
sentenciada.
—Marcus me hubiera utilizado —adivino y Nicole asiente.
—No lo hubiera dudado en ningún momento y tus padres lo sabían, así
que tomaron la decisión de abandonar la Cúpula con las dos, pero eso no
entraba en los planes de mi padre. Tenían demasiada información y llegaron
a un trato, los dejaban marcharse pero yo me quedaba aquí.
—Te abandonó por salvarme —apenas susurro.
—Era lo más lógico, Marcus era mi padre y me trató bien, pero si tú te
quedabas y descubría que era una híbrido, desde bebé…
—Pero…
—Tu madre me contó —me interrumpe Nicole— lo duro que fue tomar
esa decisión pero sabía que si te mantenían aquí, te esperaría algo peor que
la muerte y sabía que pese a todo, Marcus me protegería y crecería a salvo.
—Aún así, lo siento —Nicole pone los ojos en blanco.
—No seas tonta, tú no hiciste nada y sabiendo lo que sé ahora, lo que
sabía tu madre entonces, yo también hubiera tomado la misma decisión —
afirma con seguridad—. Mi padre estaba obsesionado con la energía,
cuando la Alianza era muy joven, Falansteria también formaba parte de ella
pero mi padre no conocía límites y quería investigar en el uso de la energía.
Me crié con esa idea, al principio no me parecía mal el progreso, era
interesante y una aventura, hasta que descubrí que usaba a personas. Mi
padre era una persona repugnante, lo sé, tardé mucho tiempo en llegar a
comprenderlo pero lo hice. Antes de que tú entraras en la sala de energía
donde manteníamos a los canales, yo ya había intentado desmantelarla sin
éxito. Estaba sola y todos sospechaban de mí, incluso mi padre. No sabía
qué hacer, solo pensaba en salvar a esas personas pero todo cambió cuando
seguí investigando. Mi padre hizo de Falansteria un búnker con ayuda
exterior por una sola razón, crear un ejército de híbridos, esa ayuda era
potente y lo hacía a cambio del grueso de los híbridos pero esa nunca fue la
intención de mi padre, él los diseñó para él, estaba preparándose para
abrirse al mundo y conquistarlo. Vosotros lo detuvisteis y aunque me dolió
su perdida, era lo que se tenía que hacer porque yo no fui capaz. Pero a lo
que nos enfrentamos ahora es mucho peor y sola, estoy perdida.
—Pretendes que me crea tus palabras, estas sola y sin embargo, hablas
delante de dos Protectores.
—Son de mi confianza.
—Ya no se puede confiar en nadie.
—El riesgo es asumible, sola, no puedes ganar. Hay un grupo muy
pequeño que me apoya.
—Torturas a la población.
—Manipulación.
—Explícate —exijo.
—Mi padre trabajaba para lideres de la Alianza, sé que son dos, quizá
tres, pero no conozco sus identidades. Cuando mi padre fue asesinado se
pusieron en contacto conmigo pero rompí todos los tratos que tenían con
Marcus, era mi oportunidad de cambiar las cosas, pero ellos siguieron
insistiendo aunque no a mí, Lirea está trabajando a mis espaldas para ellos.
Fue su idea la de torturar a la gente, quiere que Falansteria me odie para
quitarme del medio y tomar el mando. Lirea y para quien trabaja, me dan
margen de maniobra para que piense que aún tengo el control, pero sé que
lo he perdido así que me dejo dirigir para que crean que no me entero de
nada. Acepté esas torturas bajo la condición de estar sola con los mismos
Protectores, de mi confianza, y que fuesen grabaciones lo que se
transmitieran. Todos esos vídeos son montajes y esa gente está oculta, a
salvo hasta que todo esto acabe.
—Demuéstramelo.
—Solo tres personas conocen la localización y no te la diré, mi
confianza no traspasa la línea para arriesgar a esas personas.
—¿Qué explicación hay para lo de mi madre?
—Eso es real y también fue idea de Lirea, quiere que la asesines en
público y luego matarte, te dará a elegir entre quitarle la vida a ella o a un
niño, sino eliges, mataran a los dos. Quiere destruirte, está obsesionada
contigo. Tu madre está al tanto de todo lo que te he contado, ella ha estado
presente en las grabaciones de esos vídeos.
—Déjame verla —le pido.
—Lirea no lo permitirá, no puedo permitirme dar un paso en falso o me
hundirá.
—Entonces, ¿cómo pretendes que te crea?
—Entre los tuyos hay un traidor que trabaja para Lirea, tu captura fue
planeada, sabíamos perfectamente dónde estabas, tú eras el objetivo y tus
amigos son los siguientes.
—¿Quién? —pregunto con cautela. Mora llevaba razón.
—No lo sé.
—Sigo sin creerte.
—Lirea conoce todos los pasos que diste en Lavándula, quiénes forman
el equipo con el que llegaste y el plan de los líderes de la Alianza. Entre los
que habéis llegado hasta Falansteria hay un traidor.
—Ya no —respondo seca—. ¿Cuál es el plan?
—Una flota se dirige a Falansteria para llevarse a su ejército de híbridos
y nada los va a detener. Arrasaran la isla para darle el control a Lirea.
—Mierda —escupo—, hay que matar a los híbridos.
—No es tan fácil, los antiguos responden a mis órdenes por encima de
Lirea, pero los últimos, los más letales, responde ante sus órdenes.
—¿De qué número hablamos?
—Una centena.
—Joder.
—Exacto. Falansteria me odia, Lirea se ha encargado de ello, no puedo
pedirle a la población que luche y no creo que puedan enfrentarse a ellos,
pero los necesitamos. Sé que hay muchas personas dispuestas a luchar
escondidas en el anillo de las fábricas y tú puedes hacer que se unan a la
lucha.
—Todos creen que sus familiares han sido torturados por culpa de los
rebeldes, os habéis encargado de que nos odien.
—Eso lo podemos solucionar y la verdad, no creo que la población sea
tan estúpida. Reúne a todos los que estén dispuestos a luchar y
levantémonos, si seguimos sentados, los monstruos nos devoraran.
—¿Qué se supone que tengo que hacer? Recorrer las fábricas y
preguntarle a la gente si se quiere unir a nosotros para luchar contra unos
monstruos.
—Te encuentras en un edificio recién construido sobre las ruinas de la
antigua Cúpula, un edifico visible ante todos y todos conocen su ubicación.
Una ostentación del poder del sistema. Se unirán a ti con un plan para
destruir la nueva Cúpula, el nuevo poder, a mí y yo os ayudaré.
—¿Te vas a sacrificar por Falansteria? —pregunto incrédula.
—Yo nunca quise esto, luché para que no pasará, sé que nadie me creerá
ni lo sabrá, huiré cuando todo esto acabe.
—No confío en ti.
—Lo sé —Nicole se mete la mano en el bolsillo y al sacarla deja un
pequeño objeto sobre la mesa—. Es una memoria digital, aquí hay una de
las mejores armas para esta guerra: información. Sobre los híbridos, sobre
Lirea, sobre otras islas, la Alianza, todo está aquí, pero tiene que ser
desvelado en el momento justo.
—Dame la ubicación de las familias —Nicole suspira incómoda—,
dímela o no haré nada.
—La antigua cueva de Fourier, es más grande de lo que pensábamos y
aún hay recovecos, no viven en las mejores condiciones pero viven. La
única entrada es vigilada por tres Protectores de mi confianza, nunca se
mueven de allí. Si Lirea llega hasta allí, será tu culpa.
—No hablaré. ¿Cuándo llegará la flota?
—Su llegada se estima en dos semanas, pero no estoy segura de si la
información que me llega es fiable, lo que sí sé es que llegaran a la costa
más cercana a la Cúpula.
—¿Cómo saldré de aquí?
—Esta tarde, en la condena pública, te daré el momento para que
puedas huir.
—La otra capturada también tiene que escapar.
—Puedo encargarme personalmente de ella, Lirea no la tiene en cuenta,
estará libre antes que tú. Entonces, ¿somos aliadas?
—Lo somos, pero mi madre tiene que venirse esta tarde conmigo.
—Esta tarde será libre —Nicole se mueve incómoda sobre su silla—.
Esconde la memoria digital, no la conectes a nada que tenga conexión hasta
que no vayas a difundirla y tendrás que extirparte los nanos. Aún con el
centro de comunicación destruido pueden seguirte a través de ellos,
cualquier tipo de conexión es localizable y recuerda que hay un traidor
entre los tuyos —asiento y me guardo la memoria dentro de la caja de los
viales de Salix—. Estos Protectores te llevaran a tu celda hasta esta tarde,
no hables sobre esto, os están grabando, tengo a gente de confianza al otro
lado de las cámaras pero no puedo estar segura si tienen pinchada la señal.
Me pongo en pie, ninguno de los Protectores se mueve en mi busca y el
hecho de que no lo hagan me hace pensar que Nicole dice la verdad, de otro
modo, ya se hubieran echado en lo alto mía.
—Nos volveremos a ver —le digo.
—Eso espero, hermana —contesta Nicole.
Capítulo 55
Un rato se convierte en unas horas y las horas dejan paso a un día, quizá
dos, no lo sé con exactitud. Lo que sé con seguridad es que Salix no se ha
movido de mi lado y nadie ha venido a buscarnos.
Dirijo la mirada hacia la apertura de la pared, fija en el cielo que con
una lentitud hipnotizante se colorea de rojizos. Me siento sobre el camastro
y al momento, el cuerpo de Salix se tensa tumbado a mi lado y también se
incorpora.
—Natalie.
—Estoy bien —digo apenas moviendo los labios.
—Nos están esperando.
—Lo sé —abro y cierro los puños, la energía vuelve a pincharme, tenso
el cuello cuando siento pequeñas descargas en la cabeza—. Tenemos que
terminar lo que hemos empezado.
—Juntos —se apresura a decir.
—Sí —arrastro la palabra—. Me gustaría limpiarme antes de
encontrarme con los demás.
—Claro, dame un momento.
Por primera vez, Salix me deja a solas y en cuanto cierra la puerta de la
pequeña estancia tengo que concentrarme en controlar mi respiración. Bajo
las piernas del camastro y agacho la cabeza, cierro los ojos con fuerza
contando las veces que mi pecho sube y baja.
Me sobresalto cuando noto las manos de Salix acariciar mis brazos de
arriba abajo, ni siquiera me he dado cuenta cuando ha llegado.
—Estas helada.
—Estoy bien —Salix asiente.
—Ven, te llevaré a que te asees.
Es la primera vez que salgo de esta habitación desde que llegué, justo
cuando pongo un pie fuera se me atasca el aire en los pulmones, Salix me
pide que tenga cuidado, la mitad del edificio no existe, al menos, en pie.
Abajo, una masa de escombros es la única prueba de que no hace
demasiado tiempo este centro estaba completo. Inspiro ante la altura.
Bajamos seis pisos, mis pies se levantan ante los restos de escombros,
de cristales rotos y de restos de material que ha quedado inservible.
Salix me abre una puerta, me dice que hay agua y jabón dentro. Se lo
agradezco en un susurro y entro. Un pequeño baño se abre ante mí, una
línea de taquillas desplomadas sobre el suelo me hace pensar que lo usaba
el personal, uno que es probable que esté muerto. Me rodeo el cuerpo con
los brazos y camino hacia la ducha, me detengo en cuanto paso frente a un
espejo, aparto la mirada ante mi reflejo. Suspiro y llego hasta el final, sobre
una de las taquillas caídas más cercanas a la ducha hay ropa doblada, la
compruebo, una toalla, ropa interior y una camiseta.
Me desnudo evitando mirar mi cuerpo, en cuanto abro el grifo me apoyo
en la pared cabizbaja y mis lagrimas se unen al agua. Me encojo ante las
gotas que son como alfileres sobre mi piel sensible, fuerzo mis músculos
entumecidos para enjabonarme ignorando las lagrimas que aún siguen
cayendo, frotando con fuerza mis manos para que desaparezcan los restos
de sangre. Cuando no soporto más el frío, salgo de la ducha, me seco y me
visto. Cuadro los hombros y respiro hondo. Paso a paso, me digo.
Salix está apoyado en la pared de enfrente en cuanto salgo.
—Gracias por la ropa.
—Thaily me la dio —dice sin quitarme la mirada de encima—.
¿Preparada?
—Lista.
Bajamos una planta más a pie y luego nos subimos a un ascensor que
para mi sorpresa, aún funciona. Las puertas se abren y tras recorrer un
pasillo, Salix se detiene frente a otra puerta, me mira por encima del
hombro y asiento con un nudo en el estómago. No estoy preparada pero hay
que hacerlo.
Al otro lado se hace el silencio en cuanto entramos. Todos me observan
repartidos en diferentes mesas, mantengo la mirada en alto incómoda,
mantengo un único pensamiento en la cabeza; entre ellos está el traidor.
Un movimiento llama mi atención, Joa se pone en pie despacio y da
unos pasos en mi dirección. La miro de arriba abajo y una sensación
dolorosa me sube por el pecho humedeciendo mis ojos sin poder evitarlo,
estoy a punto de derrumbarme cuando se acerca con pasos indecisos, se
echa un mechón de pelo, más largo de lo que recordaba, tras la oreja.
—¿Natalie? —pregunta en un hilo de voz, quizá asegurándose de que la
chica con la piel grisácea y sin pelo más parecida a un monstruo, es su
amiga.
—Joa —a penas puedo susurrar.
Me abraza con fuerza y la rodeo con mis brazos, está mucho más
delgada pero libre de cicatrices visibles. Respiro hondo con la cara hundida
en su hombro, luchando por no llorar. Su agarre solo es interrumpido por
una voz robótica con una leve tonalidad que me saluda. Me separo de Joa
dirigiendo la mirada hacia él, no puedo mantenerme firme y trago saliva
con dificultad mirándolo.
—Bienvenida a casa —la voz vuelve a sonar cuando Naho mueve sus
manos en el aire, intento ignorar el nudo que se forma en mi garganta al
recordar que le cortaron la lengua. Naho me estrecha con fuerza, sigue
siendo tan grande como lo recordaba.
—¿Cómo? —pregunto mirando sus manos, Naho vuelve a moverlas.
—Lenguaje de signos y un juguete de Joa, traduce mis movimientos de
manos en esta voz.
—Seguimos trabajando en ello —apunta Joa con timidez—, aún
necesita más fluidez.
—Siempre fuiste la mejor —afirmo.
—Hemos preparado una pequeña cena —interviene Johan a nuestro
lado—, por nuestro reencuentro y por todos los caídos.
Asiento y Johan me invita a sentarme, Salix da unos pasos poniéndose a
mi lado, no es hasta que noto el roce de su mano con la mía cuando me doy
cuenta del frío que tengo y de que estoy temblando. Me acaricia con los
dedos y trago saliva con dificultad, más aún cuando, uno a uno, todos me
abrazan y a pesar de saber que por culpa de alguien de esta sala nos
capturaron a Mora y a mí, siento la calidez de sus gestos.
Cuando todos se apartan camino hacia la mesa que hay preparada, han
unido varias dejando una forma alargada, Thaily me señala el lugar central
y se sienta a mi izquierda, seguida de Johan y Ona que mantienen una
conversación acerca de la curación con energía, Era, Robert y Mora, los
siguen atentos. A mi derecha está Salix, junto a él, Naho y Joa empiezan a
explicarme cómo funciona el dispositivo para comunicarse, a pesar de todo,
a Naho le brillan los ojos y lo admiro por ello. Observo a Paul por encima
del hombro de Joa, a pesar de que habla con Kale y Vánamo, parece
ausente, quizá por la distancia que Thaily mantiene con él.
Me limito a asentir a las explicaciones de Naho y Joa sin terminar de
escucharlos del todo, tengo la cabeza nublada, no soy capaz de estar
presente al cien por cien. Salix dice algo que no he oído y entonces me doy
cuenta de que acaba de desviar la atención de Naho y Joa sobre él, ahogo un
suspiro aliviada y me fijo en la placa que hay frente a nosotros. Refleja toda
la disposición de la mesa, paso la mirada de un lado a otro del reflejo
observando a cada uno, un traidor o traidora, no podría decidirme por
ninguno. Me pregunto por qué nos hemos sentado así, frente a esa placa, mi
duda queda resuelta cuando Johan activa una proyección sobre ella, una
música que no mejora mis ánimos empieza a sonar de fondo y aparece un
rudimentario mapa de Falansteria que muestra los diferentes anillos. Una
cena para recordar a los caídos y para planear nuestros siguientes pasos.
Capítulo 59
Camino cabizbaja pisando la tierra rota de lo que una vez sentí como mi
hogar, donde me sentí segura. En silencio, avanzamos por las ruinas del
anillo de las fábricas con Salix a mi espalda y los demás guiando nuestros
pasos. Paul parece el más débil pero resiste sin quejarse, a veces, Thaily se
pone a su lado y lo mira, pero él se limita a darle un cariñoso apretón de
mano. Me alegro de que vuelvan a estar como los conocí una vez, una luz
entre toda la oscuridad que nos rodea. Como dijo Salix, tenemos que hacer
que merezca la pena.
Era parece agobiada por el calor, su piel reluce por el sudor pero
tampoco dice nada y con la mirada atenta a nuestro alrededor avanza en
silencio. Thaily nos advierte en un susurro, entramos en una zona dónde se
esconde mucha gente, tendremos que hablar con ellos para llegar hasta
Diana, venderemos que tenemos información valiosa para ella pero eso
también nos expondrá.
No recordaba el cruel sol de Falansteria, me arde todo el cuerpo y me
sudan hasta las manos. Por el camino, nos hemos encontrado a personas
solitarias vagando, a pequeños grupos que buscaban entre los escombros de
las fábricas, Paul ha sido el encargado de hablar con ellos pero la única
pista que hemos conseguido es que Diana no está en la zona, otros dicen
que dejó el anillo de las fábricas.
Apoyados a la sombra de una pared que ya no sostiene nada, esperamos
a que Paul hable con otro solitario hombre. Cuando vuelve, nos dice que lo
último que se supo del grupo de Diana es que se internaron en la Periferia.
Más o menos, la poca información que hemos obtenido apunta a que puede
ser verdad, pero no podemos perder más tiempo siguiendo informaciones
inciertas.
—Entregadme —todos se vuelven hacia mí—. Me he escapado de la
Cúpula, que Diana me tenga es un buen negocio para ella.
—No —dice Salix rotundo.
—Solo tenemos que correr el rumor de que ando por la Periferia, de que
me tenéis capturada y de que la estáis buscando. Ella se encargará de
encontrarnos.
—O puede que la Cúpula lo haga antes —me rebate Salix.
—Necesitamos reunir a toda la gente que esté dispuesta a luchar, que se
han preparado durante el tiempo que he estado fuera, tenemos que unirnos
porque sino el mundo se hundirá en las sombras de unos líderes perturbados
que lucharán con monstruos por el control de la tierra—Salix no me aparta
la mirada.
—Dirijámonos hacia la Periferia, extenderemos el rumor por el camino
—interviene Thaily y comienza a andar sin esperar ningún tipo de
respuesta. Uno a uno, la seguimos.
El rojo del atardecer deja paso al rojizo de las nubes que empiezan a
cubrir Falansteria, el ambiente está cargado y huele a lluvia aunque aún no
ha caído ni una gota. Me despego la camiseta del cuerpo sofocando la
humedad de mi piel, agradecería un poco de lluvia en estos momentos
mientras llegamos al límite de la Periferia. El color de la incipiente noche
que baña mi anillo no me tranquiliza, la luz apagada pintan los restos de un
rojo oscuro que hace crecer el tenebrismo de las diferentes escenas que nos
encontramos.
Serpenteamos por callejuelas atentos a cada sonido o movimiento,
deteniéndonos en cada esquina para comprobar nuestros pasos o el camino
que tomaremos. Sin ninguna interrupción, continuamos acercándonos a una
avenida, si queremos que nos encuentren no podemos escondernos y
tenemos que asumir el riesgo. Antes de exponernos, escaneamos la calle
ocultos en un callejón, todo parece despejado hasta que una figura aparece
corriendo de la nada. Un hombre se cae al suelo y se levanta precipitado
mientras parece huir de alguien o algo. Se dirige directo hacia nosotros, en
cuanto nos ve vuelve a caerse, con los ojos muy abiertos sin dejar de mirar
hacia la dirección de la que acaba de venir, se pone en pie con el cuerpo
tembloroso.
—Corred —pronuncia sin aire—, corred que ya vienen.
Sin esperar a nuestra reacción, se apresura a toda velocidad por el
callejón por el que hemos venido perdiéndose entre las sombras.
Los cinco nos miramos y apuesto a que todos pensamos en lo mismo,
esa reacción solo puede deberse a algo, los híbridos están aquí.
Era asoma la cabeza por la esquina, cuando se echa hacia atrás rápido su
cara ha perdido todo el color.
—Creo que deberíamos hacerle caso y correr —susurra.
Muy despacio, solo me atrevo a observar con un ojo, tres híbridos que
me parecen haber crecido de tamaño respecto a los que ya he visto, olfatean
la avenida en una quietud sepulcral. Bajo la mirada al asfalto e igual que
ocurrió en el edificio cuando me encontré con uno de estos especímenes, el
suelo emana diminutas volutas brillantes. Un escalofrío me pone el vello de
punta, mi piel también desprende energía, parece que solo con su presencia
son capaces de absorberla. El eco de un gruñido ronco se extiende por toda
la avenida y alguien me tira del brazo, Era me hace un gesto con la cabeza
para que nos vayamos. Asiento e intentando no hacer ningún ruido cuando
nos movemos hacia la oscuridad del callejón.
Dejamos atrás la pequeña calle que nos exponía a la avenida,
aceleramos el paso pero un grito recorre todas las callejuelas y parece
arrastrar una racha de viento que nos envuelve a todos, nos detenemos
atentos a cualquier movimiento.
—Tenemos que alejarnos de aquí —dice Salix formando un puño con
una de sus manos, ni siquiera así puede evitar que le tiemble—. ¡Ya!
Su grito nos activa, su grito y la figura recortada por la energía que
aparece en el extremo de la calle.
Paul va en cabeza, lo seguimos lo más rápido que podemos, hasta que
un borrón salta entre las sombras y lo lanza por los aires. Un híbrido nos
enseña los dientes cortando nuestro camino, Salix y Era no dudan en tirarse
hacia él con los brazos iluminados por la energía.
Le pido a Thaily que se ocupe de Paul y me uno a los demás, Era ya
esta en el suelo pero se levanta para volver rápida al ataque. El híbrido se
deshace de nosotros con facilidad cuando lo atacamos, nuestros golpes no
llegan a afectarle y nos repele con energía, somos tres contra uno y ni
siquiera le hemos provocado un rasguño.
—¡Vamos a freírlo! —grita Era.
El primero en llegar es Salix, se encarama sobre los musculados
hombros del híbrido que intenta zafarse de él, pero Salix tiene sus manos
brillantes de energía sobre su cabeza. Era es la segunda, sin ninguna duda,
se encara a la criatura y sus manos rodean su cuello. A los tres le brillan los
ojos cargados de luz y me uno a ellos, junto a Era poso mis manos sobre su
abultado pecho y me concentro, el corazón del híbrido aporrea su piel cada
vez más rápido y siento cómo me debilito, se está nutriendo de mi energía y
yo no la estoy canalizando bien. Los movimientos del híbrido se vuelven
frenéticos cuando intenta deshacerse de nosotros, nos aferramos a él con
fuerza cuando siento el abrazo de alguien por detrás, la cabeza oscura de
Thaily aparece por encima de mi hombro, también tiene las venas
iluminadas.
—Juntos resistiremos, divididos caemos —pronuncia como un mantra.
Aguanto la respiración expulsando toda mi energía hacia el híbrido,
extrayendo toda la que siento alrededor y empujo con todas mis fuerzas.
Un segundo después, todos nos desplomamos en una maraña de brazos
y piernas. Acabamos de reducir al híbrido a cenizas que brillan sobre el
suelo.
—Lo que acabáis de hacer ha sido una puta pasada —dice Paul
recostado sobre una pared cercana con la mano sobre su estómago.
—Deberíamos buscar refugio para descansar —propone Salix
recomponiéndose.
Nos ponemos en pie tambaleándonos y Era nos pasa unas cápsulas de
energía, las paredes de la calle se deforman cuando levanto la mirada, tengo
que apoyarme hasta que siento el pinchazo de la cápsula y la energía
recorrer mi cuerpo.
Poco a poco, nos ponemos en marcha de nuevo alejándonos del
callejón. Thaily ayuda a Paul a caminar, ahora es Salix el que va en cabeza
vigilando cada paso que damos. Era se asegura de que estoy bien y aunque
permanece atenta a cada ruido, no se aparta de mi lado en ningún momento.
Capítulo 66
Después de que todos entiendan que no tienen otra opción que unirse a
nosotros, Jord nos guía hacia las profundidades del agujero donde nos
encontramos. Mantenemos una reunión con Jord y otras mujeres y hombres
en la que explicamos la situación y nuestros planes, no sé si nos creen, pero
les ofrezco un lugar seguro en el que esconder a los más pequeños y los más
ancianos. No les digo la localización, aún no confío en ellos para
desvelarles la vieja cueva Fourier, sobre todo, porque si Nicole no me
mintió, allí se resguarda gente inocente.
—¿Cómo llegaremos si no sabemos a dónde vamos? —pregunta Jord.
—Tendrán que ir a unas coordenadas que os daré y esconderse, enviaré
a alguien que los llevé hasta el lugar seguro. Todos los demás nos seguiréis
hasta la costa.
—No confiamos en vosotros, no vamos a dejar a nuestras familias en
vuestras manos —dice una mujer agazapada entre las sombras.
—No tenéis opción —digo muy seria—. Aquí mi amiga —inclino la
cabeza hacia Era—, es especialista en explosivos y tiene unos cuantos en lo
alto, con solo uno, os echaremos los restos de esta mierda de fábrica en lo
alto. Si no luchamos, el final que os ofrezco aplastados por escombros, es
un final feliz en comparación con lo que se va a desatar en Falansteria, ¿lo
entendéis ahora?
Todos asienten. En ese momento, Salix se acerca a mí y pronuncia el
nombre de Dahlia en un susurro, se pone en pie alejándose de la reunión.
Les doy instrucciones, todos tienen que extraerse los nano dispositivos
esta misma noche y usaran tecnología obsoleta para llegar a las coordenadas
que les diga. Será un lugar muy cerca de las cuevas en la Periferia, se tienen
que poner en marcha antes del amanecer. Los demás esperaremos, les daré
tiempo a Robert y Mora para que lo consigan porque aún no tengo noticias
de ninguno de ellos.
Cuando al fin, todos parecen que están de acuerdo, se marchan para
organizar las cosas bajo la mirada de Era que los sigue.
Me quedo a solas con Thaily y Paul, envío un mensaje a través del
brazalete a Robert y Mora, les digo que estamos listos y que espero noticias.
Salix vuelve con los brazos tensos a cada lado.
—¿Qué pasa? —pregunto en cuanto se acerca.
—Tengo noticias de Dahlia. Bosco ha abandonado Lavándula dejándola
a cargo de la misión hasta su vuelta, ha estado investigando con Luan, han
localizado a la flota que se acerca a Falansteria —Salix se detiene.
—¿Y? —pregunto ansiosa.
—Calcula que llegaran al amanecer.
—¿Qué?
—Mierda —maldice Thaily.
Me pongo en pie de inmediato, no tengo que decir mucho para que los
demás me sigan. Todo se precipita.
Bajo presión, ayudamos a que los niños y unos cuantos ancianos se
preparen para marcharse ya, el resto, hombres y mujeres dispuestos a luchar
y nosotros, nos iremos hacia la costa más cercana a la Cúpula, a la espera de
ver llegar a la flota.
Le doy a uno de los ancianos las coordenadas donde tienen que llegar y
esconderse hasta que alguien vaya a buscarlos, el hombre ha perdido un ojo
y lo tiene cubierto con un trozo de tela atado tras la cabeza, asiente
tembloroso a mis indicaciones. Miro por encima de su hombro al grupo que
tiene detrás, él parece el más fuerte, los demás adultos o están muy mayores
o heridos, los niños asustados están despidiéndose de sus padres.
Suspiro, si alguien los ataca, no tienen nada que hacer.
Observo a los hombres y mujeres que vendrán con nosotros, somos
pocos y aún así, no puedo dejarlos solos. Mientras mantengo un debate
interior, me encuentro los ojos plateados de Salix en mi dirección y asiente,
le respondo con el mismo gesto. No tengo que pensarlo más.
—Que cuatro personas con capacidad para luchar cojan todo lo
necesario —alzo la voz sobre el murmullo de las despedidas y los sollozos
de los niños— y acompañe al grupo de niños y ancianos. Hombres o
mujeres, me da igual, solo pido que tenga la capacidad de mantenerlos a
salvo frente a un ataque.
Tras un momento de asombro por parte de los seguidores de Diana,
acaban decidiendo que cuatro hombres los acompañen.
En cuanto se van, nosotros también nos ponemos en marcha bajo las
sombras de la noche con Thaily, Paul, Salix y yo a la cabeza.
Caminamos en un silencio sepulcral por el límite de la Periferia, con el
mar siempre a nuestro lado, cada dos por tres compruebo mi brazalete, aún
no tengo noticias de Robert o Mora. Conociendo a Anton, no tengo dudas
de que está preparado y no será fácil, pero con Ray es diferente, Mora ha
tenido que llegar ya.
Thaily se detiene cuando el cielo empieza a colorearse, nos susurra que
estamos cerca, poco después estamos seguros de que hemos llegado. Desde
la montaña rocosa en la que nos encontramos miramos hacia abajo, se abre
una playa de rocas que antes no existía, de ella, han abierto un camino
arrasando la tierra que se interna hacia la isla, en dirección a la Cúpula.
Miro a los hombres y mujeres que hay detrás nuestra, éramos más cuando
atacamos la última vez, sea lo que sea lo que se nos viene encima, no
podemos luchar sin ser arrasados.
Nos dividimos escondidos entre las rocas y las ruinas de la Periferia en
esa parte, vamos a ver qué envía la Alianza.
Paul y Thaily se van separados con algunos hombres y mujeres, otros
pequeños grupos se esconden pero mantenemos contacto visual, Salix, Era
y yo nos quedamos en un punto alto cercano al camino. A la espera.
Capítulo 68
Robert cojea mientras nos guía hasta una fábrica cercana, lo sigo con la
sangre hirviendo y mi energía lista para ser usada. Arrastro a Ona que no
parece percatarse de nada de lo que ocurre.
Mi alrededor se difumina cuando entramos, Thaily apunta con un arma
de fuego a una Joa que lloriquea frente a ella. Salix y Mora tienen a Nicole
capturada, a penas se puede mantener en pie sin ayuda, Paul y Kale se unen
a cuatro mujeres observando la escena, ninguno va a impedir que ocurra.
La energía me abrasa cuando Joa me dirige la mirada llorosa, voy hasta
Thaily y de un empujón le arrebato el arma, antes de que pueda decir nada
la vuelvo a levantar en dirección a mi mejor amiga.
—¿Qué coño has hecho? —le espeto.
—Lirea tiene a mis padres —balbucea—, los iba a matar si no la
ayudaba. Mis padres, Natalie —insiste.
—Me mentiste —escupo—. ¿Desde cuando eres una chivata?
—Le dije a Lirea dónde encontrarlos en el anillo de las fábricas antes de
que llegarás, la siguiente vez fue cuando llegaste —aprieto los dientes con
fuerza ante la facilidad con la que responde.
—Por tu culpa me capturaron y por eso mi madre tuvo que sacrificarse,
se mató con un arma que me habían obligado a empuñar —respiro hondo
—. Acusaste a Naho delante de todos nosotros, jodidamente lo vendiste y
murió por tu culpa y aún así, volviste a vendernos ante Lirea y nos estaban
esperando. ¡Nos han masacrado!
—¡Son mis padres! —grita apretando los puños.
—¡Y era mi madre y uno de mis mejores amigos! ¡Eran todas esas
personas que luchaban por liberarnos! ¡Ellos también tienen familias por las
que luchar! ¡Hiciste que Thaily asesinara a su mejor amigo! —me desgarro
la garganta— ¿Por qué coño no nos dijiste nada? Podríamos haber
elaborado un plan.
—Yo… —Joa se pasa las manos por el pelo—. Nicole los torturaba —
se me escapa una sonrisa dolorosa ante sus palabras.
—Nicole nunca ha torturado a nadie, eran montajes organizados, todas
esas personas están escondidas y a salvo. Johan se dirige a ese lugar —los
ojos de Joa se abren de par en par.
—Yo… No lo sabía —titubea.
—Porque no dijiste nada, porque no confiaste en nosotros, en mí.
—Natalie, por favor…
—Ya es demasiado tarde —mi energía se apaga con el temblor de mi
voz.
—Natalie…
—Date la vuelta —pronuncio con la voz estrangulada por el nudo de mi
garganta.
—Por favor…
—¡Gírate! —grito.
—Lo siento mucho —dice bajando la cabeza.
—Yo también. Los cuidaré —apenas susurro.
Joa me da la espalda sollozando, se abraza el cuerpo con los brazos. Mi
mano tiembla con el arma en alto apuntando a la nuca de mi mejor amiga,
no puedo retener más las lágrimas que se deslizan solas por mis mejillas.
Cierro los ojos con la imagen de mi madre desangrándose frente a mí y
aprieto el gatillo, el disparo retumba en todas las paredes de la fábrica, en
cada uno de los putos rincones de Falansteria, seguido del golpe del arma
contra el suelo. Bajo el brazo con lentitud, parece que de repente, alguien,
me ha echado por encima un velo oscuro. El mundo se ha vuelto un poco
más sombrío, incluso parece que Falansteria ha bajado su temperatura.
Doy un paso atrás observando el cuerpo inerte de Joa. La herida de su
nuca. La sangre.
Exhalo con fuerza y hasta ese momento no soy consciente del ruido a
mi alrededor, de que alguien pronuncia mi nombre, de que una mano me
intenta sujetar el brazo cuando salgo corriendo de la sala y me interno en un
pasillo. Fuerzo la primera puerta que encuentro, con un portazo, la cierro
tras de mí y me apoyo en ella dejándome caer al suelo. Escondo mi cabeza
entre las rodillas intentando respirar hondo mientras no dejo de llorar.
He asesinado a Joa, a mi mejor amiga. He asesinado a Joa, he asesinado
a Joa, he asesinado a Joa.
Capítulo 75
El olor a mar nos llega casi a la misma vez que el sonido de la batalla,
cuando tenemos visión de la playa donde desembarcó Sigrid y Harald, la
arena y las rocas de la playa están cubierta de sangre y cuerpos secos. Los
híbridos están arrasando a Jord y todos sus hombres bajo la mirada de
Lirea, los dos líderes y Rilley.
—Mierda, no nos han avisado —escupe Salix.
—Por detrás —ordeno sin perder tiempo—, tenemos que unirnos a
ellos. Lirea es mía —anuncio antes de ponerme en marcha.
Sigilosos llegamos a la playa, Salix me lanza una mirada, contenemos la
respiración y juntos, todos salimos de nuestro escondite. Los primeros que
nos reciben son los Protectores, con mi cuchillo en una mano y con la
energía corriéndome por las venas ataco al cuello del primero que se acerca.
Un fuerte golpe en la espalda me tira al suelo y pierdo el cuchillo, me giro
de inmediato para enfrentarme a otro Protector, antes de que de un paso lo
derribo con mis piernas y me siento sobre su cuerpo, abro la mano sobre su
cara y proyecto sin pensar, su cabeza estalla en mil pedazos salpicándome
de sangre y tropezones, no me da tiempo a sentir nauseas cuando alguien
tira de mí poniéndome en pie, otro más me recibe con un puño cubierto de
energía. Lo esquivo a tiempo y me tiro en busca del cuchillo, lo aferro entre
la arena cuando una honda energética me quema la mano, lo sujeto con más
fuerza, la piel me abrasa. Ruedo creando una barrera de energía, aprieto los
dientes y la empujo hacia el frente, tres Protectores se deshacen en cenizas
delante mía.
Un grito llama mi atención, Ona es una bola de luz mientras gira sus
brazos alrededor de ella.
—¡Al suelo! —grita Salix.
Su cuerpo cae sobre mí al momento en que Ona despliega su poder
desintegrando al círculo de Protectores que la rodeaba, una lluvia de cenizas
y arena cae sobre nosotros. Nos ponemos en pie, Jord y los pocos hombres
y mujeres que luchan con ella se desploman con rapidez frente a los
híbridos.
Robert y Kale llegan antes que nosotros, ambos se ocupan de un híbrido
que desgarra la piel de un hombre. Salix y yo llegamos a tiempo de ayudar
a Jord, un entramado de sangre le cubre media cara. Con la velocidad de un
latigazo, Salix expulsa una ola de energía que atraviesa al híbrido, éste se
tambalea pero sigue en pie, hasta que un filo luminoso le rebana el cuello,
cuando la cabeza del monstruo cae, un Paul ensangrentado aparece detrás.
—¡Aléjate de aquí! —lanzo en un grito ahogado—. ¡Ve a por los
Protectores!
Pero es demasiado tarde, mi amigo no me responde cuando un híbrido
salta sobre él. Unas garras y manos grises lo golpean, me lanzo sobre ellos
y mi cuchillo baja brutal hacia la espalda hundiéndose en la abultada
musculatura. Mis pulmones aúllan cuando lo saco y lo vuelvo a hundir una
y otra vez, sigo haciéndolo un poco más arriba, justo en la nuca.
El híbrido se desploma flácido, con un gruñido lo aparto. Paul deja de
arañar la arena y flaquea cuando me mira.
—Ocúpate de los Protectores —le digo sin aire.
Paul asiente cuando se pone en pie y lo veo correr apoyando su peso en
una pierna hacia los uniformados. Había venido aquí para morir, pero me he
equivocado todo este tiempo, he venido para luchar y cuidar de los míos.
El pánico chilla por mis venas cuando me giro hacia unos gritos, Jord
está siendo despellejada y chamuscada por un híbrido. Mora y Salix corren
hasta ellos con las manos envueltas en energía, ambos golpean con fuerza
lazando vibrantes rayos, Salix se enfrenta cara a cara con uno pero
entonces, las llamas plateadas decrecen en su puño y recibe un golpe brutal.
Se retuerce sobre sus rodillas frente a la masa de piel blanquecina, lo que
arde en su cara es mucho peor que el dolor. El híbrido levanta un grueso
brazo y la energía ruge en mis huesos, extiendo las manos y dirijo una
lengua de fuego blanco que atraviesa al híbrido, separo mis brazos
extendiendo mi energía con ferocidad envolviendo a dos monstruos más.
Bajo los brazos cuando me aseguro de que Salix está a salvo y escucho
a Lirea ladrar ordenes.
Me giro hacia ella, paso la mirada por la playa que nos rodea, estamos
rodeados. Mi pie se hunde en la arena cuando doy un paso atrás, una línea
de híbridos seguida de otra de Protectores se dirige a mí. Mora aparece,
junto a Ona, Kale y Robert que se repliegan a mi lado, demasiado lejos,
Thaily y Paul luchan contra un grupo de Guardianes.
—¿Dónde está Nicole? —pregunto sin saber muy bien a quién.
—No está por ningún lado.
—Robert, ve a por Salix y mantente a su lado, nosotros golpearemos
primero —le lanzo una mirada sombría antes de que pueda negarse y se
vuelve en dirección a Salix.
—Hasta el final —susurra Mora.
—A por todas, compañeras —le sigue Kale.
—Reventémoslos —escupe Ona.
—Juntos —anuncio llamando a mi energía.
Antes de que pueda gritar una señal para atacar, un ruido estridente que
ya conocemos resuena en la playa, una sirena a la que responden los
híbridos. A voces, Lirea ordena su marcha y se apartan de nuestro camino
para dirigirse al barco parado en la orilla pero en ese momento, una bola de
energía estalla junto a Lirea, Rilley, Sigrid y Harald. Llevo la mirada hacia
las rocas que rodean la playa, Nicole aparece escoltada por cuatro híbridos,
mucho más esbeltos que los que pisan la arena, mucho más humanos, son
los primeros experimentos de Marcus y estos sí hacen caso a las órdenes de
mi hermana, ha ido a por ellos. Los cuatro corren como alimañas hacia sus
congéneres que siguen su destino, Nicole los sigue derribando a todo el que
se pone a su paso.
—¡Atacad! —grito.
Nos lanzamos a la vez hacia los Protectores, mucho más rápidos y
fáciles de matar exprimo mis fuerzas en cada movimiento. Golpe tras golpe
caen ante mí pero también empiezo a flaquear, dejo de escuchar los sonidos
y los gritos a mi alrededor, me concentro en resistir porque no estoy segura
de si cada golpe que doy puede ser el último. Me debilito y el Protector al
que me enfrento no cae, vuelvo a lanzarme contra él pero se deshace de mí
con facilidad. Grito desesperada volviendo a la carga, llamando a mi
energía pero ésta no responde con normalidad. Lo embisto con todo mi
cuerpo, pero me esquiva y caigo de bruces sobre la arena. Una patada
seguida de un crujido en mi costado me gira boca arriba, el mundo da
vueltas y la figura de mi adversario se desenfoca.
Unos aullidos estallan en alguna parte cerca de mí, como una avalancha,
unas sombras me sobrepasan llevándose al Protector por delante. Intento
levantarme sin éxito, seguir luchando cuando de repente una mano aparece
justo frente a mí.
—Aún podemos hacer más —reconozco la voz de Johan y me tiende su
mano.
Me ayuda a levantarme, algo en mi costado está roto y casi no puedo
erguirme. Me apoyo sobre él, el enfrentamiento aún continúa, mujeres y
hombres, ancianos, las victimas del sistema, las familias ocultas, Idris,
Gina, Chloe y Eve están aquí y luchan contra los Protectores.
—No iba a dejaros solos —dice cuando lo miro petrificada.
Johan no se detiene ni un segundo más y me inyecta en el cuello una
cápsula, tenso los músculos y siento cómo la energía me recorre con la
misma prisa que Johan aliviando los dolores que me entumecen el cuerpo.
Me tambaleo cuando mi antiguo director se separa de mí y se une a la
lucha antes que yo, respiro hondo y comienzo a hundir mis pies en la arena,
solo un segundo me lleva encontrar la mirada plateada de Salix puesta en
mí. Robert lucha junto a él, pero entonces, sus ojos apuntan a mi espalda y
se abren más, el dolor se extiende por mi mandíbula antes de poder girarme.
Me estabilizo para atacar cuando me encuentro con él. Rilley abre sus ojos
de par en par, inyectados en sangre. Un segundo de quietud, uno en el que
nos analizamos, en que casi reconozco al chico del principio, ese que se
preocupaba por mí, el que adoraba a su hermana y quería dejar todo esto
muy atrás.
Rilley me ataca y me agacho esquivando uno de sus golpes. Me
enfrento a él, nos enredamos entre golpes, recibiendo unos y parando otros.
Alguien se atraganta gritando mi nombre y la breve mirada que lanzo en
dirección a Nicole rodeada de híbridos me sirve para que Rilley me gire
pegando mi espalda a su pecho, me rodea el cuello con su mano.
—Rilley, no lo hagas —le pido.
—Cierra la boca —responde apretando su mano, pero sin terminar lo
que ha empezado. Siento su latido desbocado, la tensión de su cuerpo.
—¿Por qué lo haces? —Rilley mantiene silencio y por un momento
pienso que me va a partir el cuello, pero siento como apoya su barbilla
sobre mi cabeza.
—Yo no quería esto, pero tú me llevaste a caer en la energía pura de
nuevo y cada vez quiero más.
—Podemos ayudarte —Rilley niega con la cabeza frotándola sobre la
mía.
—Ya no tengo más ganas de luchar —su voz se rompe—. Mira en lo
que te has convertido, en lo que me he convertido. Somos monstruos.
Miro al frente, los híbridos, los Protectores y los Guardianes han
rodeado a mis amigos que intentan aguantar a duras penas. Nicole se
enfrenta a Lirea en un fuerte intercambio de energía y golpes. Sigrid tiene
retenido a Harald y son escoltados por un par de guardias.
—Rilley, tenemos que detener a los híbridos, no pueden abandonar
Falansteria, se desatará una guerra mundial —Rilley me gira de repente
pegándome a su cara.
—Estoy cansado de anteponer los demás a mí, me importa una mierda
el mundo y vais a pagar por lo que habéis hecho, por lo que me has hecho.
Por un instante ambos nos miramos a los ojos como desconocidos, un
momento en el que los dos somos derribados. Fuera del alcance de Rilley
me pongo en pie para ver a Thaily sobre su hermano.
—¡Yo me encargo de él! —me grita—. ¡Vete!
Tropiezo en la arena alejándome de ellos.
Capítulo 80
Me aparto buscando a Lirea entre toda la lucha, ahora es ella la que grita
mi nombre, me enzarzo con un Protector en mi camino hacia ella. Recibo
un fuerte golpe en el ojo, el dolor se extiende por toda la cabeza, parpadeo
cuando siento la sangre derramarse sobre mi mejilla, casi no puedo abrirlo y
pierdo visión de ese lado. El Protector me obliga a incorporarme y a mirar
en una dirección, Lirea me mira con Nicole a sus pies, cuando comprueba
que la estoy viendo le rebana el cuello. Forcejeo con todas mis fuerzas,
aprieto los dientes y doy un cabezazo hacia atrás, el Protector afloja su
agarre y aprovecho para encararlo y golpearle sin respiro hasta que se
desploma.
—¡Embarcad ya! —apremia Lirea y los híbridos la obedecen, solo los
Protectores y los Guardianes se quedan en tierra terminando con la vida de
los que aún seguimos luchando.
No consigo localizar a ninguno de mis amigos cuando un Guardián
viene hasta mí y me derriba sin apenas tocarme.
—¡Guardianes, luchad! —la voz desgarrada de Harald se levanta por
encima del bullicio.
Lo miro justo en el momento en que Sigrid hunde su mano envuelta en
energía en el pecho de Harald llamándolo traidor, los guardianes que los
escoltaban se enfrentan a Sigrid, pero ella los barre a todos con una ola de
energía. Al instante, un lamento llama mi atención, Kale corre en dirección
a ellos cubierto de sangre y con quemaduras en los brazos.
—Arriba —de repente la voz del guardián que tengo justo a mi lado me
aparta de la escena, me ofrece la mano.
Desconcertada me pongo en pie sin dársela cuando lanza un rayo por
encima de mí, acaba de derribar a un Protector y pasa por mi lado para
enfrentarse a otro. Miro a mi alrededor sin entender lo que pasa, los
guardianes luchan contra los Protectores, junto a nosotros, vuelvo mi
mirada hacia Kale, sujeta a Harald entre sus brazos. Mareada y confusa giro
sobre mí misma, de repente, el barco donde se acaban de subir los híbridos
empieza a cerrar su compuerta, Sigrid consigue subirse a tiempo y Lirea
corre hacia allí. Sin pensarlo, salgo en su búsqueda apartando a todo aquél
que se interpone en mi camino.
Mis pies se hunden en la arena cuando la alcanzo por el pelo, Lirea grita
y la lanzo hacia atrás, cae con un golpe sordo cuando una ola cubre mis
pies, me giro sorprendida por el movimiento del mar. El submarino que
contiene a los híbridos empieza a recular con la compuerta aún abierta, las
criaturas se lanzan a ella como un salvavidas en alta mar.
Lirea me ataca por la espalda, me da tiempo para recomponerme con las
manos recorridas por energía.
—¿Sabes que es mi puta? —Lirea sonríe cuando la miro confundida—.
Rilley, es mi puta, me folla cada día por un poco de energía. Tardó muy
poco en olvidarte.
—Y sin embargo —contesto sin gesticular—, nunca fue tuyo. Nunca —
recalco.
—Voy a acabar contigo —ladra.
—No vas a salir con vida de aquí y no va a ser rápido, vas a pagar por el
dolor que has producido.
Me lanzo hacia ella, mi energía la hiere pero la suya también lo hace,
aprieto los dientes soportando cada embestida. Estampo mi rodilla contar su
pecho y el grito que escupe me fortalece, del cuello la obligo a inclinarse
para volver a mover la rodilla hacia su cara. Una descarga me recorre la
pierna y me alejo, Lirea se incorpora con un río de sangre por la cara.
Desesperada mira al submarino que, despacio, se aleja más de la orilla.
Se abalanza contra mí de nuevo, su puño reluciente se estrella contra mi
ojo herido, confundida la aparto como puedo. Llamo con furia a mi energía
que viene en ráfagas intermitentes, mis golpes no son precisos mientras que
los de Lirea me llegan con fuerza, respiro hondo para apartarla de mí de una
patada. Me falta el aire cuando cae de espaldas sobre la arena.
Doblada por la cintura, intento recuperar el aire, me tambaleo hacia ella
dispuesta a terminar lo que he empezado. Lirea levanta sus manos
recorridas por energía, pero por el rabillo del ojo, una sombra se mueve
veloz y unas manos grises la inmovilizan. Levanto la mirada para observar
al híbrido que petrificado no aparta sus ojos de los míos, uno de los que ha
traído Nicole, uno de los antiguos. Siento una conexión extraña y relajo mis
hombros.
—¿No querías híbridos? —bajo la mirada hacia Lirea— Pues aquí los
tienes. Mátala —le ordeno.
El híbrido gruñe y baja su cabeza hacia Lirea, desliza con presión y muy
despacio una de sus garras envuelta en energía desde la garganta de mi
antigua profesora hasta la mejilla, intenta moverse pero el híbrido tiene la
suficiente fuerza para mantenerla en el sitio. Su gruñido se vuelve un grito
sordo cuando se aparta de ella, con una mano sujeta la cabeza de Lirea y la
arrastra por la arena en dirección al agua, el híbrido pega un salto, sus pies
aterrizan sobre la plataforma del barco con un ruido seco, Lirea solo es una
muñeca en sus manos. El híbrido vuelve a gruñir y de entre la oscuridad del
transporte, veo aparecer garras grises y blanquecinas, ojos luminosos y
venas centelleantes parpadean en el vacío negro como estrellas. Lirea es
lanzada al interior, sus desgarradores gritos comienzan antes de que la
compuerta se cierre por completo.
Petrificada e impotente observo cómo el barco se aleja poco a poco, las
cápsulas empiezan a escoltarlo cuando se distancia de la parte más baja.
Doy un paso desconcertada al sentir la vibración del suelo, observo con
atención al agua cuando empieza a romperse, a la superficie empiezan a
salir pequeñas naves negras que atacan a las cápsulas que lo escoltan. La
vibración se vuelve más intensa cuando un rugido metálico surge de las
profundidades, una nave negra de gran tamaño rompe la superficie y se
posa sobre el mar provocando una ola que me moja las piernas. Otros dos
submarinos salen a la luz tras el negro, uno es en el que vinimos y se dibuja
en mi mente la cara de Yué y Naktam, el otro no lo reconozco, pero tiene el
nombre de Lavándula escrito en su costado.
Vuelvo mi atención al negro cuando vira y su costado me muestra el
nombre de Aithor escrito en su lado con letras sinuosas. Mi pecho sube y
baja esperanzado, el Aithor se descubre, una capa metálica deja a la vista
torres de vigilancia en línea por toda la cubierta con guerreros vestidos de
negro, cubren sus caras pero sus brazos desnudos emanan una energía tan
brillante como cegadora. De repente, gigantescas velas oscuras caen de
varias torres hasta la cubierta inflándose con el aire. Una de ellas lleva el
nombre del submarino, otra el de Nochna.
La lucha parece detenerse tras de mí, en la playa se instala el silencio
cuando un bramido lleva mi mirada hasta la proa. Erguida y con la cabeza
en alto, Era se sujeta de un mástil, en ese momento, todas las personas del
Aithor la siguen y empiezan a aullar al unísono. Era hace un gesto con su
brazo y cientos de pequeños artefactos luminosos son lanzados al
submarino de los híbridos. Explosionan en cuanto entran en contacto y el
Aithor embiste al submarino de los híbridos con los otros dos siguiéndolo.
Las cápsulas que lo escoltan empiezan a ser hundidas cuando ráfagas de
energía estallan contra sus cascos. Los híbridos se quedan sin protección
frente al Aithor que aumenta su ataque abriendo agujeros en el cuerpo del
submarino y empieza a zozobrar.
—¡Natalie! —me giro al momento al reconocer la voz de Salix, justo a
tiempo para ver que un híbrido aún en tierra tiene a Thaily.
Salix corre hacia ella, sus manos parpadean para al final acabar
apagándose, sus pies levantan la arena cuando un golpe lo tumba de
espalda. Salix no se mueve. Salix inmóvil con Rilley a su lado.
Un grito desgarrado corta el aire, Rilley y yo miramos hacia Thaily, el
híbrido va a dar un golpe mortal a su hermana y entonces lo vuelvo a ver.
Al chico que me detuvo la primera vez que escapé de la Universidad, al que
estuvo en mi primer ataque dentro del recinto, a ese que me abrazó para
impedir que me quemara, el que quiso alejarme de todo esto, el que me curó
con su energía, el que me invitó a olvidarnos de todo por una noche. El
chico de los ojos plagados de estrellas.
Antes si quiera de poder moverme para ayudar a Thaily, Rilley está allí
y se interpone entre su hermana y el monstruo.
La bola energética que cubre las garras del híbrido se hunde en el pecho
de Rilley, me muevo con una velocidad feroz, sin pensarlo, llego hasta él
con las manos impregnadas de energía. Salto sobre sus hombros y sujeto su
cabeza con ambas manos expulsando con un grito mi energía, el híbrido cae
de rodillas mientras la sangre que brota de sus oídos me ensucia las manos
y dejo fluir toda mi rabia, su piel se empieza a agrietar por la luz y se
calcina. Caigo de rodillas, el polvo en el que se ha convertido su cuerpo se
lo lleva el aire entre mis manos vacías, la sensación de que ha tenido una
muerte demasiado rápida es sustituida por la de miedo.
Mi cuerpo se sacude, Thaily acuna entre sus brazos el cuerpo de su
hermano sobre sus rodillas, cabizbaja, se le derraman las lágrimas, su gesto
roto me hace verla más joven que nunca. No puede dejar de acariciarle la
mejilla.
Rilley se está vaciando, la energía está dejando su cuerpo. El de Rilley,
no puedo dejar de mirarlo.
—Perdóname, por favor —balbucea Rilley a su hermana.
—No tengo nada que perdonarte —solloza Thaily.
—Lo necesito…
Ambos hermanos se mantienen la mirada, Rilley lucha por mantener los
ojos abiertos mientras se va apagando.
—Te perdono —dice Thaily en un hilo de voz tembloroso.
Rilley dibuja una leve mueca y su mirada se encuentra con la mía.
Fuerzo media sonrisa con la garganta en llamas.
—Lo sien… —Rilley no puede terminar la palabra.
—Todo está bien —dibujo con los labios, pero mi voz nunca llega a
salir y su voz no vuelve a sonar más.
Sus ojos se mantienen abiertos mirándome unos instantes más y
después, la noche estrellada se va para siempre.
El ruido a nuestro alrededor decrece sustituido por los lastimosos
gemidos de Thaily.
Capítulo 81
Cuando las luces del día se han esfumado, los guardianes terminan de
montar el campamento y acondicionan el lugar con algunas luces
artificiales. Uno de ellos, viene a buscarnos para que descansemos en una
tienda después de que un equipo médico nos chequee y mejoren nuestras
heridas. En todo el proceso me dejo llevar por Mora sin decir nada, como
un muñeco de trapo manejable. A pesar de haber conseguido nuestro
objetivo, un cansancio que jamás he sentido hace mi cuerpo pesado. Cada
paso que doy me resulta más pesado que el anterior.
En algún momento nos separamos, Thaily me da un rápido abrazo antes
de entrar en una tienda.
—Cuídala —le susurro a Paul de forma automática cuando también me
abraza.
—Siempre —contesta rápido para ir con ella.
—¿Estas bien? —me pregunta Mora frente a una tienda que me han
preparado.
—Sí —contesto sin parpadear. Mora asiente poco convencida.
—Estaré con Ona si necesitas algo, justo a tu lado.
Cuando no contesto, Mora me abraza y se despide de mí con un suspiro,
pero antes de que se marche la agarro por el brazo.
—Gracias por todo.
Mora dibuja una sonrisa triste y se va hacia la tienda donde Ona se
metió hace rato sin despedirse.
Un farolillo con insectos que rebotan en el cristal me recibe colgado del
centro de la tienda, un nudo me aprieta el estómago al recordarme a la
lámpara que funcionaba de la misma manera en el edificio donde se
ocultaban los chicos, cuando Jane, Naho y Rilley aún estaban vivos.
Cuando Thaily y Paul no estaban rotos. Caigo de rodillas y me llevo las
manos a la cara intentando evitar las lágrimas pero no puedo, caen incluso
antes de pensarlo. Me desarmo por completo, soy incapaz de contener el
torrente que me está ahogando al pensar en todos los que se han quedado en
el camino, en mi padre, en mi madre, en los ojos de Naho ante el disparo de
Thaily, en los de Joa, cómo sufrió Vánamo y los gritos de Ona, cuando creo
que voy a ahogarme unos fuertes brazos me rodean por detrás. Me giro
entre ellos, una vez más, Salix me cobija en su pecho.
Se limita a sujetarme la cabeza mientras no dejo de llorar entre
sacudidas involuntarias, a veces, me susurra cosas al oído que no llego a
procesar. No sé cuánto tiempo pasa hasta que mis lágrimas dejan de salir,
sigo queriendo llorar pero ya no puedo más. Salix me aparta de su pecho,
con cuidado, me limpia la cara con sus pulgares siendo muy cuidadoso al
pasarlos por la piel más sensible recién curada, me ayuda a levantarme y me
lleva hasta un camastro donde nos acostamos de lado muy pegados por el
limitado espacio, con nuestras miradas enfrentadas.
—No puedo hacer esto —confieso—, no puedo seguir —la mirada de
Salix se rompe con mis palabras.
—Sé que puedes hacerlo, he visto tu fortaleza antes y lo harás. Te estas
quemando y es doloroso, pero sé que renacerás de tus cenizas —Salix
respira hondo—. Confío en ti, Natalie.
—Veo sus ojos antes de morir, escucho sus gritos —siento una lágrima
correr por mi mejilla de nuevo—. Joa estaba aterrada cuando la asesiné, era
mi mejor amiga —digo atragantándome.
—Shhh…
—No merezco vivir —casi no puedo pronunciar y Salix me vuelve a
abrazar con fuerza, siento el cosquilleo de su energía recorrerme la piel con
desesperación.
—Mereces vivir, ¿me escuchas? Vas a vivir porque pese a las pérdidas,
tus actos, tus manos, tú —pronuncia con rabia—, has luchado por salvar a
Falansteria y hacerla libre, y lo hemos conseguido.
—Salix —digo con la mente nublada—, este es mi final, todo ha
acabado.
Salix se incorpora sobre sus brazos con rapidez y me obliga a mirarlo,
me siento deshecha cuando me levanta la cara para que lo mire.
—Los finales no existen —la energía baila en sus ojos ya de por sí
antinaturales—, solo es una manera diferente de ver un nuevo inicio. Y
esto, Natalie, es tu nuevo principio y aunque tenga que consumir la energía
del universo, me aseguraré de que lo comiences.
—¿Esta mal quererte a mi lado? Porque es lo único que quiero ahora —
pregunto con la voz ronca y parece que le acabo de arrancar el alma—.
Sentía una luz contigo, sin estándares, que algo bello brotaba y se ha
podrido.
—Lo haremos brotar de nuevo —su voz temblorosa, alejada de su
habitual seguridad me desarma.
—El amor solo no basta para este mundo.
—Pues lucharemos cada batalla, juntos —dice más como una petición
que como una promesa.
Atrapo una lagrima que está a punto de caer por su rostro. Sus ojos me
imploran que lo intente, que luche pero estoy cansada, Salix parece leerlo
en mi mirada cuando otra lagrima cae y ahora soy yo la que lo abraza.
Nos tumbamos en silencio, ninguno de los dos duerme pero no nos
separamos ni un milímetro, a veces, Salix me atrae hacia él levemente como
queriendo asegurarse de que aún sigo aquí pero aunque mi cuerpo lo esté,
siento que estoy muy lejos, perdida en la oscuridad de una noche sin
estrellas, una noche que se ha detenido en un vacío que me aprisiona.
La mañana llega y con la luz del día, todo lo que hemos vivido el día
anterior cobra vida con un aliento aterrador, aunque con la esperanza
brillando en los rostros de los que me encuentro.
Por fin, vamos a reencontrarnos con Era y Dahlia quienes organizan una
reunión con todos los que realizamos esta misión en una tienda habilitada
para ello, en realidad, solo es más grande que el resto de las que se
levantan, solo es una carpa vacía. Thaily, Paul y Johan también son
llamados. Guardianes de Nochna y Dareklyad están presentes cuando
llegamos.
Era se funde contra mí al aparecer de la nada, me tambaleo con su
fuerza. No puede evitar sonreír con los ojos muy brillantes mientras me
mira.
—El Aithor es tuyo… —titubeo—. ¿Eres la líder de Nochna? —me
atrevo a preguntar y Era asiente.
—Ahora lo explicaré todo, espero que me perdones que lo haya
ocultado —arruga el entrecejo.
—Eres la única que ha demostrado ser una verdadera líder.
Era relaja el gesto pero su pecho se alza con un suspiro y me vuelve a
abrazar. Cuando mi amiga y única líder viva se aparta para saludar a los
demás, Dahlia se acerca a mí, también sonríe.
—Estoy orgullosa de ti y de tus acciones, de todos —dice pasando la
mirada por el equipo—. Puse rumbo a Falansteria en cuanto Era me contó
lo que estaba pasando.
Nos damos un rápido abrazo para que Era ocupe un lugar frente a todos
nosotros que permanecemos de pie.
Era se desvela como la líder de Nochna de manera oficial, sus
guardianes se yerguen a nuestra derecha ante el anuncio.
—Harald, líder caído de Dareklyad y padre de Kale —dice mirándolo
inclinando su cabeza—, era el único miembro de la Alianza que conocía mi
verdadera identidad en esta misión, juntos, luchamos por deshacer los
planes de Sigrid y Bosco. Ambos trabajaron con Marcus para crear un
ejército de híbridos, ellos mantuvieron el búnker de Falansteria.
Sabían que Bosco tenía espías sobre el terreno, ellos también los tenían
y sabían que alguien había salido de Falansteria hacia Lavándula. Mi
aparición fue la excusa perfecta para organizar una misión de
reconocimiento por parte de la Alianza. Era confirma que Sigrid asesinó a
Driesa aquella noche, pero no podían descubrirla, aún no.
Con su anonimato a salvo, su infiltración en el grupo que viajaría a
Falansteria fue sencilla.
—Siento habéroslo ocultado, pero era necesario —Era continúa cuando
termina de pasar su mirada por el equipo y uno a uno asentimos en su
dirección—. Ahora, tenemos que seguir los protocolos. Como única
miembro viva de la Alianza, tengo el poder de designar a los líderes
provisionales hasta que cada pueblo, cada isla elija a su líder.
Miro de reojo a Salix, busca mi mano, me la aprieta con suavidad y
respiro un poco mejor. Thaily y Paul están mi lado con Johan, parecen un
poco confusos con lo que acaba de contar Era.
—Dahlia, por favor —Era la llama, ésta se coloca a su lado muy erguida
—. Como jefa del máximo cuerpo de seguridad de Lavándula, por
demostrar tus valores y determinación en esta misión, te designo como la
nueva líder provisional de Lavándula.
Dahlia asiente y se coloca a su otro lado. Por un momento, me mira y
veo el brillo en sus ojos, no sé si alguna vez aspiró a ese puesto, pero estoy
segura de que hay algo que valora mucho más y es que al fin, es libre. No
tiene a nadie por encima que le impida marcharse si lo desea, aunque en el
fondo, espero que se quede.
—Kale —dice Era con él ya a su derecha—, como hijo de Harald y por
tu actuación en esa misión, serás su sucesor como líder provisional de
Dareklyad hasta que el pueblo elija.
Kale inspira hondo y asiente para después colocarse junto a Dahlia.
Kale lleva su mirada a Salix que lo mira orgulloso.
—Mora, ven —le pide Era con media sonrisa y ésta la mira sin
moverse. Salix le da un leve empujón y mueve sus pies en dirección a Era
sin saber muy bien cómo actuar bajo las miradas de todos—. Te nombro
como líder provisional del Tomoe, la alianza de las pequeñas islas —Mora
ni siquiera parpadea ante el anuncio—. Te elijo por tu trabajo como
Guardiana, conoces las diferentes islas y sus culturas. Creo que eres la
persona correcta y creo que eso puede ser muy útil para liderar un grupo de
islas diferentes entre sí.
Mora sigue asimilando lo que acaba de pasar y sin hacer ningún gesto,
se dirige al lado de Kale.
Por último, Era me mira a mí.
—No hace demasiado tiempo —dice—, conocí a una persona dispuesta
a luchar por una causa gigantesca, entendía que la unión conforma una
fuerza brutal y buscó la Alianza, quizá lo que encontró no fue lo que
buscaba, pero tropezó con un grupo de gente que formaron una alianza
unidas por lazos inquebrantables, a la que se unieron otros —Era mira a
Thaily y Paul—. Esa persona está aquí y confío mi vida en ella y en lo que
cree, por eso, designo a Johan como nuevo líder de Falansteria, porque sé
que Natalie piensa que es el mejor candidato.
Johan me mira boquiabierto y asiento en su dirección. Él se ha
sacrificado tanto como nosotros y como Nicole, luchó desde dentro y
después, lo hizo a nuestro lado. Confío en él.
Cuando Johan llega hasta el lado de los demás líderes, Era se alinea con
ellos.
—La nueva Alianza se ha formado —anuncia—. Se enviará un mensaje
a todas las islas contando lo sucedido y el resultado de esta reunión,
Falansteria recibirá la ayuda humana y material de toda la Alianza para su
reconstrucción.
Suspiro cansada cuando los guardianes empiezan a marcharse. Thaily,
Paul, Salix y yo, nos acercamos a saludar a los nuevos líderes y felicitamos
a nuestros amigos. Era me vuelve a estrechar entre sus brazos, cuando se
separa, pasa su mirada desde Thaily y Paul hasta mí.
—Robert luchó junto a mí en el mar, casi muere y tuvimos que dejarlo
en el Aithor bien atendido. Se está recuperando, pero es pronto para que se
levante.
—¿¿Esta vivo?? —un nudo en mi pecho se deshace.
—Sí —dice Era confundida—, pensé que lo sabíais.
—Creíamos que había muerto —susurra Kale que de repente está a
nuestro lado agitado.
—Casi lo hace, pero es fuerte —los hombros de Kale se relajan al
escuchar las palabras de Era, cuando se da cuenta de que lo observo, por
primera vez, Kale se sonroja ante mí y se da media vuelta para ir a hablar
con Salix que mantiene una conversación, al parecer, muy seria con Dahlia.
Capítulo 83
FIN
Epílogo