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A mi juicio, esta relación inversa entre el efecto psíquico del recuerdo y el del

suceso entraña la razón por la cual el recuerdo permanece inconsciente.

La importancia del elemento activo de la vida sexual en la etiología de las


obsesiones y la de la pasividad en la patogenia de la histeria parecen incluso
revelar la
razón de la conexión más íntima de la histeria con el sexo femenino y de la
preferencia
del masculino por la neurosis obsesiva.

Pero, en
compensación, aquella actividad del alma a la que hemos de dar el nombre de
fantasía se
eleva en el sueño, libre de todo dominio de la razón, y con ello de toda norma, a
un
ilimitado imperio. Toma ciertamente sus materiales de la memoria de la vida
despierta, pero construye con ellos algo en absoluto diferente a las formaciones
de la vigilia, y se
muestra en el sueño no solamente reproductiva, sino productiva.

«El sueño concede al sujeto atormentado por sufrimientos físicos y morales


aquello que la realidad le negaba -bienestar y dicha-, y del mismo modo surgen
en los
enfermos mentales las más rientes imágenes de felicidad, poderío, riqueza y
suntuosidad. El contenido principal del delirio se halla constituido muchas veces
por la
imaginada posesión de bienes o realización de deseos, cuya pérdida, ausencia o
negación
en la realidad nos dan la razón psíquica de la locura. La madre que ha perdido un
hijo
querido vuelve a vivir, en su delirio, todas las alegrías maternales; el que ha
experimentado pérdidas económicas se cree extraordinariamente rico, y la joven
engañada se ve amada con infinita ternura.»

Este pasaje de Radestock es la síntesis de una sutil exposición de Griesinger (pág.


111), que descubre con toda claridad la realización de deseos como un carácter
de la
representación, común al sueño y a la psicosis.

No parece ser provechoso para la obra creadora del alma el


que la razón examine demasiado penetrantemente, y en el mismo momento
en que llegan ante la puerta las ideas que van acudiendo. Aisladamente
considerada, puede una idea ser harto insignificante o aventurada, pero es
posible que otra posterior le haga adquirir importancia, o que uniéndose a
otras, tan insulsas como ella, forme un conjunto nada despreciable. = La
razón no podrá juzgar nada de esto si no retiene las ideas hasta poder
contemplarlas unidas a las posteriormente surgidas.

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