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Según la Confederación de Salud Mental de España, esto significa que el concepto de ‘salud mental’
está relacionado con la promoción del bienestar físico y psíquico, la prevención de trastornos
mentales y el tratamiento y recuperación de las personas con problemas de salud mental.
Los Estados son los que deben garantizar este derecho a la salud mental a la población a través de
programas de promoción y prevención de la salud mental, invirtiendo en ellos y dedicando los
recursos necesarios.
Sin embargo, la inversión sanitaria por los Estados es ínfima, lo que hace que este derecho se vea
desprotegido.
Los datos hablan por sí solos. La OMS prevé que en 2030 la salud mental sea la primera causa de
enfermedad en el mundo y ya en 2020 denunció que los países solamente destinan el 2% en
promedio de sus presupuestos sanitarios a atenderla. Un porcentaje insuficiente.
En España hay una media de seis profesionales de la psicología por cada 100.000 habitantes, tres
veces menos que la media de la Unión Europea, y solo el 60% de los hospitales públicos cuenta con
atención psicológica. Unos datos que muestran que los países no están invirtiendo en los recursos
suficientes para que la población reciba una atención en salud mental responsable y adecuada.
Sobre todo si tenemos en cuenta que el 6,7% de la población española padece ansiedad, y el mismo
porcentaje, depresión. Según la Confederación de Salud Mental de España, más de la mitad de las
personas que padecen un trastorno mental no reciben el tratamiento adecuado o ni siquiera son
atendidas. En cuanto a la gente joven, el Barómetro Juvenil 2021 indica que el 15,9% de los chicos y
chicas jóvenes han sufrido algún tipo de problema de salud mental con mucha frecuencia, habiendo
sido diagnosticado el 36,2% de ellos con depresión o ansiedad.
5. ¿Qué valor añaden los derechos humanos a la salud pública?
Los derechos humanos ponen de relieve lo importante que es proteger y garantizar el derecho a la
salud de las personas en todo el mundo y facilitan el marco normativo para ello. Los derechos
humanos proporcionan criterios para evaluar las políticas y los programas sanitarios existentes.
También ofrecen una base sólida para que los sistemas de salud den prioridad a las necesidades
sanitarias de los grupos de población más vulnerables.
Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948): “Toda persona tiene derecho a un
nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia sanitaria y los servicios sociales necesarios”.
Según la OCDE, la prevalencia de ansiedad y depresión entre los 18 y 24 años “fue desproporcionada
especialmente entre finales de 2020 y principios de 2021”. Save the Children puso también sobre la
mesa esta realidad: la pandemia triplicó el número de trastornos mentales entre niños, niñas y
adolescentes. Un 3% tuvo pensamientos suicidas.
Olvidadas en el tratamiento de problemas de salud mental están también las mujeres víctimas de
trata, migrantes, menores víctimas de acoso escolar, personas con discapacidad e internos de
prisiones. Estos colectivos pueden sufrir a menudo enfermedades mentales que necesitan un
tratamiento urgente.
Desde mi punto de vista, el suicidio es, hasta cierto punto, una denuncia sobre la ausencia y la falta
de sentido. Es decir, pone en evidencia la forma de relación que se está construyendo socialmente
desde las realidades macrosistémicas hacia las microsistémicas. La pérdida de sentido se produce
por el despojo del aspecto humano, emocional y vincular de las relaciones.
Primero, debemos saber que, en el Ecuador, la tasa de suicidio en jóvenes es una problemática de
salud pública, especialmente en menores de 18 años donde el suicidio es la principal causa de
muerte.
Hay un caso en especial que me parece importante tanto por la problemática como por lo que se
hizo al respecto. El suicidio infantil y juvenil en Chunchi, cantón de la provincia de Chimborazo. En
esta localidad, se presentaron alrededor de 63 suicidios en el lapso de 20 años, en una población
total de 13.000 habitantes. De hecho, Chunchi fue considerada la ciudad con la mayor tasa de
suicidio infantojuvenil del mundo entre el 2010 y 2014.
Este fenómeno se asoció a que una importante parte de la población adulta emigró hacia España a
finales de los años 90 y durante la primera década del siglo 21, principalmente, por motivos
económicos. Muchos padres y madres dejaron a sus hijos a cargo de familiares y, en algunos casos,
se quedaron grupos de hermanos solos.
Aquí también encontramos un tipo de abandono, pero guarda sus diferencias respecto al fenómeno
estadounidense, pues presenta varias escalas. El nivel visible es un abandono vincular y familiar. Sin
embargo, los padres no abandonan a sus hijos por capricho, sino porque las condiciones sociales
en Ecuador no garantizan una vida digna, por lo que la pobreza fuerza la separación familiar.
Además, debe tomarse en cuenta que los estados criminalizan la migración internacional e impiden
el reencuentro y el retorno. De cierta forma, se trata de abandono institucional y social.
Entonces, para prevenir el suicidio no solo se debe tratar a las personas sino a las problemáticas
sociales subyacentes.
En el trabajo clínico, observo que los jóvenes están decepcionados por la falta de alternativas. La
experiencia de Chunchi demuestra que la recuperación del tejido social conduce a las sociedades a
una posición más creativa y propositiva.
Indudablemente, detrás de ese horizonte de reconstrucción del tejido social subyace una nueva
búsqueda de sentido. Es bueno preguntarnos: ¿Cómo queremos que sean nuestras vidas?
Conceptos sobre la salud mental
La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los
momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar
adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el
bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones,
establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos. La salud mental es, además, un
derecho humano fundamental. Y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y
socioeconómico.
La salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales. Se da en un proceso complejo,
que cada persona experimenta de una manera diferente, con diversos grados de dificultad y
angustia y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes.
Las afecciones de salud mental comprenden trastornos mentales y discapacidades psicosociales, así
como otros estados mentales asociados a un alto grado de angustia, discapacidad funcional o riesgo
de conducta autolesiva. Las personas que las padecen son más propensas a experimentar niveles
más bajos de bienestar mental, aunque no siempre es necesariamente así.
Los riesgos pueden manifestarse en todas las etapas de la vida, pero los que ocurren durante los
períodos sensibles del desarrollo, especialmente en la primera infancia, son particularmente
perjudiciales. Por ejemplo, se sabe que la crianza severa y los castigos físicos perjudican la salud
infantil y que el acoso escolar es un importante factor de riesgo de las afecciones de salud mental.
Los factores de protección se dan también durante toda la vida y aumentan la resiliencia. Entre ellos
se cuentan las habilidades y atributos sociales y emocionales individuales, así como las interacciones
sociales positivas, la educación de calidad, el trabajo decente, los vecindarios seguros y la cohesión
social, entre otros.
Los riesgos para la salud mental y los factores de protección se encuentran en la sociedad en
distintas escalas. Las amenazas locales aumentan el riesgo para las personas, las familias y las
comunidades. Las amenazas mundiales incrementan el riesgo para poblaciones enteras; entre ellas
se cuentan las recesiones económicas, los brotes de enfermedades, las emergencias humanitarias y
los desplazamientos forzados, y la creciente crisis climática.
Cada factor de riesgo o de protección tiene una capacidad predictiva limitada. La mayoría de las
personas no desarrollan afecciones de salud mental aunque estén expuestas a un factor de riesgo,
mientras que muchas personas no expuestas a factores de riesgo conocidos desarrollan una afección
de salud mental. En todo caso, los determinantes de la salud mental, que están relacionados entre
sí, contribuyen a mejorar o socavar la salud mental.
Actuar sobre los determinantes de la salud mental requiere a veces adoptar medidas en sectores
distintos del de la salud, por lo que los programas de promoción y prevención deben involucrar a los
sectores responsables de educación, trabajo, justicia, transporte, medio ambiente, vivienda y
protección social. El sector de la salud puede contribuir de modo significativo integrando los
esfuerzos de promoción y prevención en los servicios de salud, y promoviendo, iniciando y, cuando
proceda, facilitando la colaboración y la coordinación multisectoriales.
La prevención del suicidio es una prioridad mundial y forma parte de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible. Algunas medidas permitirían avanzar considerablemente al respecto, como limitar el
acceso a los medios de suicidio, fomentar una cobertura mediática responsable, promover el
aprendizaje socioemocional en los adolescentes y favorecer la intervención temprana. Prohibir los
plaguicidas muy peligrosos es una intervención particularmente económica y rentable para reducir
las tasas de suicidio.
La promoción de la salud mental de los niños y adolescentes es otra prioridad, que puede lograrse
mediante políticas y leyes que promuevan y protejan la salud mental, apoyando a los cuidadores
para que ofrezcan un cuidado cariñoso, poniendo en marcha programas escolares y mejorando la
calidad de los entornos comunitarios y en línea. Los programas de aprendizaje socioemocional en las
escuelas son de las estrategias de promoción más eficaces para cualquier país, independientemente
de su nivel de ingresos.
PELÍCULAS
Es un manga one-shot creado por Yuki Midorikawa. Se adaptó a una película de anime en 2011,
dirigida por Takahiro Omori.
es un cortometraje animado japonés creado por Kunio Katō. Fue ganador del Premio Cristal del
Festival Internacional de Películas Animadas de Annecy en 2008 y de un Premio Oscar al mejor
cortometraje animado en 2009.
Ma Vie De Courgette
es una película de comedia dramática animada en stop motion franco-suiza de 2016 dirigida por
Claude Barras.
Sinking Feeling
TIMECODE
Votamos (2021)
Lo que comienza como una junta ordinaria de vecinos para votar el cambio de ascensor, acaba
convirtiéndose en un inesperado debate sobre los límites de la convivencia. Escrito y dirigido por el
placentino Santiago Requejo, que estuvo nominado a los Goya y fue preseleccionado para la “Short
List” de los Premios Oscar