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Según la OMS, unas 800 mil personas se suicidan cada año, lo que representa una tasa
estimada de 11,4 muertes por cada 100 mil habitantes. Las muertes por propia
voluntad representan la segunda causa de fallecimientos entre los jóvenes de entre 15
a 29 años, después de los accidentes de tránsito. Sin embargo, la agencia sanitaria de
Naciones Unidas admite que puede haber subnotificación, ya que el estigma y el tabú
que rodean a este problema hace que no se denuncien a nivel mundial los casos de
comportamientos suicidas no fatales. Se estima que sólo alrededor del 25% de quienes
intentan quitarse la vida necesitan o buscan atención médica, según el documento
“Prevención del Suicidio. Un instrumento para los profesionales de los medios de
comunicación”, publicado por OMS.
Nos parece que, en sí, el tema que vamos a desarrollar está dirigido a todo el mundo
que, por supuesto quiera informarse acerca de esto, pero principalmente, debido a los
datos que vamos a utilizar y estuvimos estudiando, pudimos ver que las tendencias
están en personas de la tercera edad y adolescentes. Por tanto consideramos que
nuestro proyecto de investigación, lo podemos dirigir a estas personas y las que
acompañan a las mismas en su día a día.
En Uruguay, la tasa de suicidios es de 20,6 personas por cada 100.000 habitantes (esto,
es un 0,02%), una de las más elevadas de América, superando a países tales como
Chile, Argentina, Colombia, Estados Unidos y Canadá. Estos números son
llamativamente altos si consideramos que la tasa media americana es de unas 14,5
personas cada 100.000 habitantes (un 0,0145%) y, por ejemplo, en Europa la tasa
media es de 15,4 cada 100.000 habitantes (un 0,0154%).
En el continente, el país con la mayor tasa de suicidios es Guyana, con una tasa media
de 29 por cada 100.000 habitantes, siendo de las más elevadas del mundo. Tras
Guyana nos encontramos nosotros (Uruguay) y Bolivia.
https://www.unicef.org/argentina/media/1536/file/Suicidio.pdf
De acuerdo con las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2019 de la OMS, 97.339 personas
murieron por suicidio en las Américas en 2019 y se estima que los intentos de suicidio
pueden haber sido 20 veces esa cifra. Los hombres representaron alrededor del 77%
de todas las defunciones por esta causa y, aunque se han hecho progresos en
intervenciones basadas a la evidencia en la prevención del suicidio, muchos países
siguen teniendo tasas crecientes.
Teniendo en cuenta el contexto de pandemia, debemos considerar que existen
circunstancias preexistentes de la vida de las personas, que, en una situación de esta
magnitud, implican mayor riesgo psicosocial. Entre las mismas, podemos mencionar:
Si recordamos la época a la que nos referimos, los suicidios cayeron en el mes del
confinamiento, luego crecieron abruptamente en los meses siguientes de la “nueva
normalidad” y menores restricciones, y volvieron a disminuir en octubre y noviembre,
coincidiendo con la segunda ola y restricciones como los toques de queda o los
horarios de los bares.
¿Por qué se producen estos datos? “Hay diferentes hipótesis, la más teórica podría ser
el síndrome del soldado”, explica De la Torre-Luque (uno de los partícipes de esta
investigación). El síndrome del soldado es realmente el trastorno de estrés
postraumático, descubierto en los militares que tras volver de una misión y tienen que
adaptarse a la nueva realidad. Sufren elevados niveles de ansiedad, angustia y estrés
como secuela de lo vivido.
El suicidio como tal, se considera que tiene ciertos signos o conductas las cuales
pueden permitir que nosotros como personas, nos demos cuenta de la situación que
está a punto de pasar en relación con otra persona (familiar, amigo, conocido cercano,
etc.), por tanto, no podemos dejar de hablar acerca de este tema. A continuación,
trataremos sobre:
https://www.paho.org/es/noticias/9-9-2021-ops-insta-priorizar-prevencion-suicidio-tras-18-
meses-pandemia-por-covid-19#:~:text=Diferentes%20estudios%20han%20mostrado%20que,a
%20la%20atenci%C3%B3n%20de%20salud.