Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumen
El uso del lenguaje hablado es uno de los parámetros más singulares que diferencian a
un ser humano de otro. Las palabras que elegimos y las cualidades musicales que usamos
para expresar nuestras palabras, están basadas en un amplio espectro funcional. Éste
abarca nuestro funcionamiento cerebral y neurológico, nuestras emociones y el estado
del yo, el uso histórico e intelectual de los procesos cognitivos y la dimensión cultural de
nuestra existencia.
Introducción
En el texto La Mente Musical, el psicólogo John Sloboda (1989) identifica siete eslabones
notables entre lenguaje y música. Es útil resaltar estas similitudes en la medida en que
consideremos que el habla es básicamente en parte contenido y en parte expresión.
1Traducido con fines de estudio por Marcos Vidret, María Vidal Moro, Rocio Romero y Cecilia
Moscuzza, 2009.
Nuestros pensamientos requieren de una búsqueda interna para una descripción
contextualizada. Nuestras constantes búsquedas para localizar la palabra precisa que
describa una idea particular ocurre virtualmente en todo momento mientras estamos
hablando. Consecuentemente, los tonos y los timbres que seleccionamos influyen en las
ideas que buscamos para comunicarnos, e influyen profundamente a los que nos
escuchan, y revelan nuestras emociones y nuestras intenciones verdaderas. La premisa
fundamental de este trabajo es que el discurso es tanto un proceso cognitivo como
musical, y que los humanos están involucrados en este proceso en cada ocasión de la
comunicación momento a momento.
Si la inteligencia musical es un don que emerge más tempranamente que otros como
cree Gardner (1983:99), uno debería apoyarse en ella para mejorar las posibilidades y
las oportunidades educativas del infante. Investigaciones sobre la estimulación sensorial
y la educación señalan que la música refleja una necesidad humana básica. El rol de la
música en la vida de los niños es quizá el de constituir una base para la educación. A
través de la interacción integradora y nuestra innata capacidad por buscar relaciones
interpersonales óptimas nos insertamos musicalmente en el mundo. También
desarrollamos musicalmente nuestra inteligencia interpersonal.
El primer sonido que se recibe es el llanto que emite el niño al nacer. Es interesante que
la altura, el tono y la fuerza dinámica del llanto son valorados al momento de salir del
útero y que sirven como base para la escala APGAR. Este llanto es el primer parámetro
del desarrollo que se evalúa y se cuantifica. Es un indicador principal de salud.
Consecuentemente, el nuevo infante aprende que el llanto podrá satisfacer sus
necesidades: el llanto del hambre informa a los padres que tiene que comer. En
contraste, los sonidos de confort reflejan un sentimiento de contención. Los sonidos del
llanto y del confort son referentes para la expresión. La altura y las cualidades
dinámicas del llanto indican el estado emocional del bebé así como las necesidades
singulares del individuo.
A medida que el bebé se desarrolla, el llanto se torna más sutil y es parte de una
dinámica interactiva que representa un estado de ánimo (poniéndose en evidencia a
través de un estado musical). Los sonidos son más específicos y pueden expandirse para
indicar incomodidad, miedo, dolor, inquietud. Se da un incremento de los estados de
ánimo.
El niño que va creciendo puede imitar el ritmo y los contornos musicales del lenguaje
mucho antes que la emisión de las palabras. El aspecto musical del lenguaje, el tono, las
pausas, la tensión y el timbre pueden ser pensados como unidades sonoras (Stansell,
2002, Loewy, 1995) en las cuales luego se asentarán los fonemas.
Loewy (1995) propone que el lenguaje no debería ser considerado dentro de un contexto
cognitivo, sino dentro de una dimensión musical del desarrollo. A través de ejemplos
escritos y de audio, se develaron cuatro etapas musicales específicas del desarrollo del
lenguaje en los infantes y los niños. Este trabajo estuvo basado en los postulados de Van
Riper, sobre las etapas del habla: 1ª etapa: sonidos de llanto/confort; 2ª etapa:
balbuceo/arrullo; 3ª etapa: juegos de inflexión vocal; 4ª escena: juegos de palabras
simples y dobles.
A través de una técnica titulada “sostén vocal tonal” el musicoterapeuta puede brindar
a un paciente los recursos vocales para explorar el sonido, la respiración y la voz,
desarrollando así la capacidad de liberar un sonido vocal, que es la más primitiva de las
expresiones. Un ejemplo del uso de estas técnicas puede ser escuchado en el ejemplo de
audio 1 titulado “Sostén Vocal Tonal” (Loewy, 1995). 2Una vez que la etapa de llanto y
confort ha sido alcanzada y explorada lo suficiente, muchos infantes comienzan a
deslizarse hacia el balbuceo, que los habilita para explorar jugando los elementos
musicales o prosódicos del lenguaje para expresar afecto, como la altura, el timbre, los
silencios y el ritmo. La alternancia por turnos y la réplica por el balbuceo es el primer y
esencial fundamento para la socialización de un niño en una comunidad sustentada
desde la comunicación. Un ejemplo de audio sobre “Discriminación de Sonidos Vocálicos
a través de una Estructura” (Loewy, 1995) puede ser encontrado en audio 2 3. Si bien las
palabras que un niño dice pueden ser representadas por letras, el contorno del sonido
que continúa conteniendo a la emoción detrás de la nueva producción lingüística de
vocales y fonemas es musical en su naturaleza.
Diane Austin (2002) ha desarrollado una técnica llamada “sostén vocal” que será
descripta luego en la sección 4 (Musicoterapia y Voz en una función Psicoterapéutica) de
este trabajo. Similarmente al sostén vocal tonal de la autora de este trabajo, la técnica
de Austin emplea la voz tanto del terapeuta como del cliente como sostén y como
espejo. Sin embargo, la terapeuta sostiene la voz para ayudar al cliente a integrar un yo
fragmentado, mientras que la técnica de esta autora se emplea para ayudar al bebé, al
infante o al paciente en una situación regresiva para emitir un sonido inicial, o para
promover la emisión de un llanto.
“Las comparaciones entre música y lenguaje son más evidentes en los niños cuando un
sistema de comunicación estructurada gradualmente reemplaza a otro” (Stansell, 2002).
El balbuceo introduce el uso de fonemas, esquemas pequeños de elementos vocales con
una consonante. Esta construcción cuidadosamente colocada dentro de una frase
musical puede mejorar las vocalizaciones y sirve como catalizador para el desarrollo de
morfemas, la primera y más elemental unidad de lenguaje, que es la palabra. Los bebés
e infantes están constantemente sintetizando la música del habla de su entorno. El
fragmento de audio 3 muestra una evidencia de ello. Una madre y su hija de tres años
están trabajando en un proyecto de construcción de una casa. La madre sostiene en
brazos a su hijo de 18 meses, quien sostiene a su vez una muñeca. La hija pregunta:
“¿Dónde esta el pegamento?”4. Escuchamos al hijo menor responder con fonemas: “bii,
diii, yii”. Cuando no hay una respuesta inmediata, él se desplaza desde los fonemas
hacia un sonido de llanto insistente: “iii, iiii, iiii” en la tonalidad del habla de su
hermana. Cuando su madre le pregunta si quiere que lo deje en el suelo, él responde:
“ma, ma, ma”. Cuando la madre vuelve a ocuparse del proyecto de la hija (el techo-la
casa)5, escuchamos que los fonemas se vuelven más rítmicos y productivos: (ba, ba, ba).
El niño en desarrollo está influído constantemente por la música del habla de los otros.
Esto influye indirectamente para el progreso desde una etapa a la siguiente.
Chen-Haftek (1996) adopta una posición similar y une la investigación del desarrollo en
la música y en el lenguaje para sostener su punto de vista. Los infantes pueden
distinguir los sonidos significativos de los ruidos de fondo. Ellos registran las cualidades
sonoras de orientación, frecuencia, intensidad, duración, tempo, altura y ritmo. La
percepción sonora del infante, conocida como BAP o Percepción Auditiva Básica, es
mucho más importante que lo que se creyó previamente (Stansell, 2002, citando a
Steinke, Cuddy y Holden 1997):
En 1958, Michel (1974) señaló que investigadores de la Universidad del Estado de Florida
observaron “relaciones cercanas entre la terapia del habla y la musicoterapia”. En 1968,
Michel desarrolló un capítulo en el texto de Música en Terapia de E. Gaston, que trata
sobre la habilitación del habla en niños con fisura palatina. Ewers y Lemus (1968)
escribieron en el mismo texto sobre la mejoría en el habla en un gran número de
personas con problemas en la expresión verbal (p.159). Estos clínicos incluyeron
instrumentos de viento en su trabajo, que mejoraban el control motor de los labios y la
estimulación del volumen pulmonar. Ellos también mencionaron que tararear era útil en
el tratamiento específico de retrasos del habla.
6 Se refiere a la etapa de afirmación de los intervalos melódicos, y del habla que emplea dos o tres palabras
excluyendo artículos, conjunciones, preposiciones, y es habitual en niños de 2-3 años de edad.
musicales específicas para ampliar la percepción auditiva y mejorar las habilidades del
lenguaje en niños con problemas de aprendizaje.
La musicoterapeuta Kate Gfeller (1985) ha contribuido en el campo de la musicoterapia
y el desarrollo del lenguaje en pacientes con la audición deteriorada y con discapacidad.
Gfeller (1986) mostró que la música puede estimular la memoria en niños con
dificultades de aprendizaje. En 1983, la autora demostró que el recuerdo de datos
matemáticos mejoraba más con tratamiento musical mnemotécnico, en comparación
con el simple uso de estrategias verbales de estudio (Gfeller, 1983). Las melodías más
efectivas fueron aquellas más familiares para los niños, como veremos en el modelo de
musicoterapia para la recuperación del lenguaje. La canción y, en particular, el
referente rítmico de la misma, puede mejorar los procesos cognitivos. El neurocientífico
Karl Pribram y el compositor Leonard Bernstein, en Pribram (1984) hacen referencia a la
utilización de canciones para ayudar al desarrollo del lenguaje. Tanto Kodaly como Orff
(Chen-Haftcek 1996, Beaton, 1995) implementaron notablemente el uso de canciones
folklóricas para la adquisición del lenguaje y lo hicieron debido, en gran parte, a su
fundamentación en la centralidad cultural. Carl Orff y Dalcroze han combinado música,
habla, movimiento y danza en modelos desarrollistas de educación musical.
Darrow (1996), Loewy (1985) y Leung (1985) han mostrado los beneficios de la música y
la comunicación global para facilitar el desarrollo del lenguaje en niños sordos y/ o
autistas. Leung señala las similitudes entre la música y el lenguaje verbal, los “dos
hermanos” (como cita en Stansell, 2002).
En el 53° encuentro anual de la Academia Americana de Neurología, celebrado en
Filadelfia, Pennsylvania, en 2001, utilizando secuencias de imágenes de resonancia
magnética para comparar en alta resolución los datos anatómicos de profesionales
músicos y no músicos, se vieron diferencias significativas en la distribución de la materia
gris entre los músicos profesionales entrenados a edades tempranas y los no músicos. Los
músicos tenían relativamente más volumen de materia gris en las regiones primarias
sensorio-motoras izquierda y derecha, en la región izquierda del surco intraparietal más
que en la derecha, en la región izquierda del ganglio basal y en la región posterior
izquierda perisilviana, y con diferencias pronunciadas también bilateralmente en el
cerebelo. Los resultados de este estudio transversal pueden indicar el crecimiento
condicionado por el uso del cerebro, o la plasticidad estructural del volumen de la
materia gris en función a las demandas de los estudios musicales durante un período
crítico de la maduración cerebral. Aunque una segunda interpretación de los datos
puede reflejar que estos músicos nacieron con dichas diferencias y estaban
predispuestos a utilizar su talento musical. Los investigadores han planteado la siguiente
pregunta: ¿el intenso programa musical que comenzó a una edad temprana influyó en el
desarrollo del cerebro, o los músicos nacieron con dichas diferencias?. Los resultados
fueron dados por una limitada muestra (15/15 división masculina) y, aunque coincidente
en edad y sexo, han dado lugar a la búsqueda de un muestreo casuístico más grande
sobre esta cuestión.
Schlaug señala que “los músicos comienzan típicamente su entrenamiento a una edad
temprana, haciendo de ellos sujetos ideales para este tipo de investigación” (“Musical
Training”, 2001). Estas presumibles adaptaciones cerebrales no sólo inducirían
modificaciones en los mapas funcionales sensorio – motores, sino que también
conllevarían adaptaciones estructurales del sistema sensorio motor. Un estudio adicional
puede ayudar a sustentar las relaciones entre el efecto del entrenamiento motor
repetitivo durante un largo período de tiempo y los cambios estructurales en las
regiones motoras y no motoras del cerebro.
Musicoterapia en Rehabilitación
Según Sparks y Holland (1976), la terapia de entonación melódica (MIT) 7 puede ser
efectiva para los pacientes con afasia. La entonación melódica está basada en tres
elementos de la prosodia hablada: la línea melódica, el ritmo y los puntos de
acentuación del habla. En una producción entonada, la vocal es alargada, el ritmo y el
acento son exagerados y la variación constante del tono del habla es reducida y
estilizada en un esquema que incluye la entonación en una altura estable de varias notas
en redondas. Una producción verbal típica entonada sólo varía en una redonda, como en
el canto gregoriano. La MIT tiene revisiones contradictorias en relación a su eficacia. No
enseña la producción correcta de fonemas individuales. No está diseñado para
reemplazar otras propuestas terapéuticas, sino para complementarlas e incrementarlas.
Para los enfermos, somos esa rehabilitación, somos el contexto que les
ofrece un nicho ecológico. Esto es: somos comunicación, y nuestra
responsabilidad consiste en desarrollar nuestras propias capacidades
comunicativas más allá del empleo de las palabras. Como seres vivos
funcionamos en relación con nuestro medio, un medio que incluye a
otros. Este entorno ecológico es establecido a través de una dinámica
de interacción mutua. Establecemos formas de comunicación que son
inherentemente temporales y musicales. En este sentido, la memoria
no es la recuperación de hechos, sino la conformación de la realidad
relacionando acontecimientos. Lo que experimentamos como
desarrollo es un acto creativo de improvisar formas de estar en el
tiempo, esto lo experimentamos físicamente como el cuerpo, pero
psicológicamente como la conciencia. (Aldridge, 2001)
Trabajando junto a Oliver Sacks por dos décadas, la pionera Connie Tomaino ha
trabajado en el modelo de rehabilitación del habla en Musicoterapia, desarrollando un
modelo de recuperación para aquellos con déficit de memoria. Ella ha utilizado
canciones familiares para conectar “partes de la personalidad aparentemente perdidas,
proporcionando una conexión necesaria con el self” (Tomaino, p.116, 1999). El trabajo
de Tomaino amplía los elementos de la música que otros han utilizado trabajando en
Musicoterapia neurológica, tales como el ritmo y el señalamiento reforzado, con las
canciones que se asocian al self y su capacidad de crear y conectar imágenes y
recuerdos del pasado. Su modelo entrelaza las teorías del self-vocal (que se presentan a
continuación) con datos de Musicoterapia neurológica.
Hasta ahora hemos considerado aspectos del lenguaje y del habla dentro de un contexto de
desarrollo y rehabilitación. Se ha hecho alusión a los aspectos del yo y de la emoción, a
pesar de que no han sido hasta ahora presentados dentro de un contexto psicoterapéutico.
En el influyente texto de Leonard Meyer (1956) "Emoción y significado en la música" 8, se
reflexiona sobre las teorías de la música y la interpretación señalando que "los significados
llegan a ser objetivados sólo bajo el estado de conciencia y cuando se puede reflexionar."
(p.39).
Observando al proceso del lenguaje, del habla y del discurso como un resultado y
funcionamiento del yo en desarrollo - representativo de la puesta en acción del self en la
vida cotidiana-, debe considerarse la omnipotencia del productor9 y la primordial e
inabarcable dimensión emocional de la inflexión vocal personal, involucradas dentro de las
8 “Emotion and meaning” de Robert Meyers fue publicado por la Universidad de Chicago en 1961.
9 En el texto orginal: perfomer (N. del T.)
acciones de comunicación. De hecho, el rol del hablante y los aspectos musicales del habla
como una dimensión que denota cómo el yo es o no es puesto en juego, es otra área que
no ha sido clara y suficientemente indagada en Musicoterapia. Tres modelos principales han
sido desarrollados y utilizados en terapia, y en la formación clínica de terapeutas, en
particular, músico-psicoterapeutas. Los mismos se describen a continuación:
El modelo del Trabajo Vocal Corporalizado10 fue desarrollado por Lisa Sokolov hace unos
20 años. El método busca identificar al Self a través de una indagación musical en el
Cuerpo. La exploración y los recursos son des-cubiertos como un potencial por el que se
encuentra y se libera la propia voz. A través de la improvisación vocal libre cada persona se
conecta con la potencia de su propia música, así como también sucede con la experiencia
de escucha y de improvisación con otros. Las herramientas de este trabajo son la
respiración, el tono, el tacto, la imaginería y la improvisación vocal. A través de una serie
de ejercicios secuenciales de desarrollo progresivo, estas herramientas ayudan a conectar
al impulso con la información del cuerpo. La siguiente fase se alcanza a través de un
proceso de exploración, conciencia, liberación, fortalecimiento e integración del cuerpo, la
voz y el self. El trabajo individual evoluciona en un trabajo en duetos o grupos. El objetivo
de este trabajo es corporalizar la voz, sentirse más plenamente en el propio cuerpo, en el
propio sonido, en la propia música y en la propia expresividad. (Sokolov, en Bruscia, 1987,
p.359)
Según Sokolov, la experiencia de cantar nos coloca en un "núcleo vital de lo que es ser
humano." Nos lleva a un contacto central con muchos niveles de nosotros mismos. Al igual
que las diferentes octavas de una misma nota, nosotros también existimos en varios
niveles. No somos sólo nuestro cuerpo físico, sino también estamos constituidos por una
dimensión energética, una dimensión emocional y mental y una dimensión de
conocimiento. El proceso de corporalizarse, interiorizando nuestra conciencia, nuestra
respiración y nuestro sonido dentro del cuerpo, genera la afirmación de los procesos
internos. (Sokolov, a publicar).
Más allá de esta complejidad de nuestra individualidad, Sokolov afirma que también
vivimos dentro de sistemas sociales que a su vez pueden ser entendidos como complejos
“cuerpos” funcionales. Somos una parte de nuestro “cuerpo” relacional, de nuestro
“cuerpo” familiar, de nuestro "cuerpo" comunitario y de nuestro “cuerpo” cultural. Cada
uno de nosotros juega un rol importante en estos sistemas más grandes. Con el tiempo todo
esto se despliega en, funciona y se comunica como sistemas “córporo-grupales.” En el
contexto del Trabajo Vocal Corporalizado, entendemos a los síntomas físicos o
emocionales, o a los problemas o bloqueos creativos, como mensajes e intentos de
comunicación dentro de un sistema. Estos "problemas" se mantienen contenidos dentro
nuestro y de esta manera encierran su potencial de energía y el camino para su despliegue.
La toma de conciencia conduce a la liberación, los síntomas contienen dentro de sí mismos
a sus propias soluciones.
¿En qué consiste hacerse consciente y respirar y sonar desde todo el cuerpo y todo el ser?
¿Qué procesos se afianzan a partir de esta experiencia? ¿Qué información vital brinda lo que
se experimenta cantando? El Trabajo Vocal Corporalizado consiste en una escucha
profunda. Es acerca del conectarse y de sentir el cuerpo, que es dónde reside la voz. Es
sobre dar voz a lo que se escucha y se siente:
10 “Embodied Voice Work” Lisa Sokolov. La traducción literal de embodied es “encarnar”; leyendo el modelo de
Sokolov parecería más apropiado entender la palabra embodied como “dar cuerpo” o “corporalizar”. La autora
trabaja sobre este concepto fundamental, y la palabra body (cuerpo) aparece creando un juego de palabras con el
título de su método. (N. del T.)
El Trabajo Vocal corporalizado es un proceso de contactar el impulso, escuchar lo que
escuchás, sentir lo que sentís, y conectarse y moverse en el río del canto no-verbal. ¿Qué
significa cantar lo verdadero del instante, sin palabras? ¿No se trata de cantar sobre algo
sino de ir desde el centro de tu experiencia y dar voz a eso? ¿De seguir a la voz interior y
dejarle que te cante? (Sokolov, a publicar)
Trabajando con el modelo de Sokolov, las personas pueden esperar estar más afirmadas
en su cuerpo y ser capaces de improvisar y de cantar más libre y expresivamente. Tendrán
una mayor fluidez en el lenguaje de la música. Según Sokolov, se despertará su capacidad
de escucha interna y externa. Habrán entrado en una nueva relación con su propia
evolución y su expresividad. Este trabajo puede llevar a una apertura de los individuos a
intensas experiencias de sensaciones vitales a nivel emocional, energético y expresivo.
(www.lisasokolov.com, n.d.)
Las indagaciones actuales de Austin ayudaron a aclarar sus intenciones sobre el uso de las
Técnicas Vocales de Sostén como intervenciones dentro del proceso clínico:
Según Austin, nuestras voces resuenan hacia adentro para ayudarnos a conectarnos con
nuestra “mismidad corporal”11 y resuenan hacia afuera hacia los demás. El self es revelado
a través del sonido y de las características de la voz (Austin, 2003):
11 Término utilizado por el autor: body-selves. Mismidad figura en el Diccionario de la lengua española Espasa-Calpe
como “Aquello por lo que se es uno mismo.”
y como parte de una práctica de yoga. También aprenden a aplicar ejercicios de
meditación vocal, que incluyen un repertorio de mantras en sánscrito, xhants yoruba y
orixás, y las canciones de sanacion del Amazonas. (Lirio, n.d.)
Conclusión
Aldridge, D. (2001). Music Therapy and Neurological Rehabilitation: Recognition and the Performed Body in an Ecological Niche [online]. Music
Therapy Today, November 01. Retrieved February 24, 2004, from http://www.musictherapyworld.info
Anderson, J. (1982). Acquisition of Cognitive Skill. Psychological Review, 89, 369-406.
Austin, D (2003). When Words Sing and Music Speaks: A Qualitative Study Of In Depth Music Psychotherapy With Adults. Unpublished Doctoral
Dissertation. New York University, New York.
Austin, D (2002). The Voice of Trauma: A Wounded Healer’s Perspective. In Sutton, J. (Ed.). Music, Music Therapy and Trauma: International
Perspectives. London: Jessica Kingsley Publishers.
Austin, D. (2001). In Search of the Self: The Use of Vocal Holding Techniques with Adults Traumatized as Children. Music Therapy Perspectives,
19(1), 22-30.
Beaton, Patricia (1995). The Importance of Music in the Early Childhood Language Curriculum. International Schools Journal, 15(1), 28-38.
Belin P, et al.(1996). Recovery From Non-fluent Aphasia After Melodic Intonation Therapy: A PET Study. Neurology, 47, 1504-1511.
Boswell, B. & Vidret, M. (1993). Rhythmic Movement and Music for Adolescents with Severe and Profound Disabilities. Music Therapy
Perspectives, 11, 37-41.
Boukydis, Z. (1985). Infant Crying: Theoretical and Research Perspectives. New York: Plenum press.
Chen-Haftek, L (1996). Music and Language Development in Early Childhood: Integrating Past Research in the two Domains. Early Child
Development and Care, 130, 85-97.
Cohen, N. & Masse, R. (1993). Application of Singing and Rhythmic Instruction on the Rate of Speech of Neurologically Impaired Persons. Journal
of Music Therapy, 30(2), 81-99.
Craik, F., and Lockhart, R. (1972). Levels of Processing: A Framework for Memory Research. Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 11,
671-84.
Darrow, A. A. (1996, April). The Effect of two Selected Interventions on Preservice Music Teachers' Attitudes Toward the Inclusion of Students with
Disabilities into the Music Classroom. Paper presented at the Music Educators National Conference, Kansas City, MO.
Evidence is a bit off-key. Claims for Melodic Intonation Therapy don’t Ring True (2003). Bottomlines: Research Findings Informing Early
Childhood Practices 1(8), 1. Retrieved February 25 from
http://www.evidencebasedpractices.org/bottomlines/bottomlines_vol1_no8.pdf
Ewers, K & Helmus, K. (1968). Music Therapy for Speech Disorders. In Gaston, E. T. (Ed.). Music in Therapy (pp. 159-161). New York: MacMillan.
Gfeller, K. & Bauman, A. (1988). Assessment Procedures for Music Therapy with Hearing Impaired Children: Language Development. Journal of
Music Therapy, 25(4), 192-206.
Gfeller, K. (1987). Songwriting as a Tool for Language and Reading Remediation. Music Therapy,6(2), 28-38.
Gfeller, K. (1983).Musical Mnemonics as an Aid to Retention with Normal and Learning Disabled Students. Journal of Music Therapy, 20(4), 179-
1990.
Kathleen Helfrich-Miller (1994). A Clinical Perspective: Melodic Intonation Therapy for Developmental Apraxia. Clinics in Communication
Disorders, 4(3).
Jónsdóttir, Valgerður (2001). Early Intervention as a Framework for Music Therapy with Caretakers and Their Special-Needs Infants. Unpublished
thesis. Sogn og Fjordane University College, Sandane, Norway.
Jourdain, R. (2002). Music, the Brain, and Ecstasy. New York: Quill Press.
Leung, K. (1985). Enhancing the Speech and Language Development of Communicatively Disordered Children Through Music and Movement. Paper
presented at the third Annual Convention of the Council for Exceptional Children, Anaheim, CA. Retrieved February 25, 2004, from ERIC
Reproduction Service Document No. ED257282.
Lirio, Alba (Ed.)(n.d.). Vox Mundi Project. Retrieved February 24 from http://www.voxmundiproject.com
Loewy, J. V. (1995). The Musical Stages of Speech: A Developmental Model of Pre-verbal Sound Making. Music Therapy, 13(1), 47-73.
Loewy, J. V. (1985). Musical Sign in Autism: A Multi-Sensory Approach. Masters Thesis. New York: New York University.
Mehler, J & Dupoix, E (1997). What Infants Know (pp. 39- 47; 174-181). Oxford: Blackwell Publishers.
Melodic Intonation Therapy (1994). Report of the Therapeutic and Technology Assessment Subcommittee of the American Academy of Neurology.
Neurology,44, 566-568.
Meyer, L. (1956). Emotion and Meaning in Music. Chicago: University of Chicago Press.
Michel, D. & May, N. (1974). The Development of Music Therapy Procedures with Speech and Language Disorders. Journal of Music Therapy, 11,
74-80.
Michel, D. (1968). Music Therapy in Speech Habilitation for Cleft-palate Children. In Gaston, E. T. (Ed.). Music in Therapy (pp. 162-166), New
York: MacMillan.
Miller, R., Thaut, M. McIntosh, G. & Rice, R. (1996). Components of EMG Symmetry and Variability in Patients with Parkinson’s Disease. Journal
of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry, 62, 122-126.
Musical Training During Childhood May Influence Regional Brain Growth (2001). Science Daily, May 11, 2001. Retrieved February 25, 2004, from
http://www.sciencedaily.com/releases/2001/05/010510072912.htm
Mora, C. (2000). Foreign Language Acquisition and Melody Singing. ELT Journal, 54(2), 146-152.
Nordoff, P & Robbins, C (1977). Creative Music Therapy. New York: John Day Company.
Orange, J., vanGenapp, K., Miller, L. & Johnson, A. (1998). Resolution of Communication Breakdown in Dementia of the Alzheimer’s Type: A
Longitudinal Study. Journal of Applied Communication Research, 26(1), 120-138.
Ostwald, P., Phibbs, R. & Fox, S. (1968). Diagnostic Use of Infant Cry. Biology of the Neonate, 13, 68-82.
Palmer, Caroline, & Kelly, Michael (1992). Linguistic Prosody and Musical Meter in Song. Journal of Memory and Language, 31, 525-541.
Prickett, C. & Moore, R. (1991). The Use of Music to Aid Memory of Alzheimer’s Patients. Journal of Music Therapy, 27(2), 101-110.
Pribram, K. (1984). Proleomena for a Theory of Meaning in Music. In Clynes, Manford (Ed.). Brain Mechanisms in Music (pp. 21-35). Engelwood,
NJ: Plenum press.
Rogers, A. & Fleming, P. (1981). Rhythm and Melody for Speech Therapy in the Neurologically Impaired. Music Therapy, 1(1), 33-39.
Roskam, K. (1979). Music Therapy as an Aid for Increasing Auditory Awareness and Improving Reading Skill. Journal of Music Therapy, 16, 31-42.
Schwartz, F. (1999). Music and Sound Affect on Perinatal Brain Development and the Premature Baby. In Loewy, J. (Ed.). Music Therapy in the
Neonatal Intensive Care Unit (pp. 9-15). New York: Satchnote Press.
Sloboda, J. (1989). The Musical Mind: The Cognitive Psychology of Music. New York: Oxford University Press.
Sokolov, L. (2002).Embodied Voice Work: Voice through the Body to the Self (in press). Phoenixville, PA: Barcelona Publishers.
Sparks R.W. and Holland A. L. (1976). Melodic Intonation Therapy for Aphasia. Journal of Speech and Hearing Disorders 41, 298-300.
Stansell, J W (2001).The Use of Music in Learning Languages: A Review [online]. University of Illinois at Urbana-Champaign. retrieved February
24, 2004, from http://www.mste.uiuc.edu/courses/ci407su02/students/stansell/Literature%20Review
%201.htm
Steinke, W.R, Cuddy, L. L., & Holden, R. R. (1997). Dissociation of Musical Tonality and Pitch Memory from Nonmusical Cognitive Abilities.
Canadian Journal of Experimental Psychology, 51(4), 316-334.
Thaut, M & McIntosh, G (1999). Music Therapy and Mobility Training with the Elderly: A Review of Current Research. Care Managemnet Journal,
1, 71-74.
Thaut, M., McIntosh, G & Rice, R (1997). Rhythmic Facilitation of Gait Training in Hemiparetic Stroke Rehabilitation. Journal of Neurological
Sciences. 151, 207-212.
Tomaino, C. (1999). Active Music Therapy Approaches for Neurologically Impaired Patients. In Dileo, C. (Ed). Music Therapy and Medicine (pp.
115-122). Silver Spring, MD: American Music Therapy Association.