Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bibliografía Academia
Bibliografía Academia
Las artes plásticas en Cuba habían dado muestra de su existencia desde el siglo XVI,
pero no fue sino hasta el siglo XIX y más específicamente en el año 1818, que
comienzan a consolidarse con la Fundación de la Academia de San Alejandro, en La
Habana.
Esta nueva escuela dentro del contexto Latinoamericano estaba llamada a convertirse
en una autoridad que, en primera instancia, encauzaría el gusto estético de los jóvenes a
través de la docencia; pero también influiría sensiblemente sobre el público como un
medio para brindar a las artes el prestigio que estas merecían. Bajo la dirección de Juan
Bautista Vermay, fundador y primer director, la institución se situó dentro del conjunto de
centros docentes creados por la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP).
A pesar de que el período colonial cubano abarca cuatro siglos, la pintura comenzó a
considerarse importante a partir del siglo XVIII y, sobre todo, en el XIX. En los siglos
anteriores al XVIII Cuba contaba con condiciones de de extrema pobreza económica lo
que trae como consecuencia una endeblez cultural que contrasta con el desarrollo
próspero del resto de las colonias (por ejemplo, México), que ya comenzaban a tener
notables actividades artísticas.
Del siglo XVI no se tiene referencia de obra alguna, solo que se hizo algún que otro
encargo por cierta cantidad de ducados; uno de ellos fue realizado por el artista Juan
Camargo para la Parroquial Mayor. A partir de la segunda mitad de este siglo La Habana
empieza a cobrar una incipiente prosperidad por las escalas que hacían las flotas
encargadas de llevar los tesoros de México a España.
Las obras pictóricas de los siglos siguientes (XVII y XVIII) reflejaron el carácter militar de
la colonia: se trata de grabados sobre las hazañas de los corsarios y filibusteros en las
costas cubanas. Son obras, en su mayoría, de artistas franceses, holandeses e ingleses.
Los de carácter popular constituyen una versión gráfica de los combates, cuyo ambiente
geográfico y arquitectónico está ingenuamente deformado. También se conocen de esta
época los documentos gráficos más antiguos hechos in situ por los dibujantes que son
los de Serres. En los dibujos de Serres se capta perfectamente a la flota inglesa. El
paisaje es concebido como telón de fondo para maniobras navales, aunque no pierde el
rigor fotográfico en su representación. Todas estos dibujos, y en general la gráfica, se
emplearan para dejar testimonio de hechos históricos, anecdóticos y militares. Por otra
parte, Elías Durnford, ingeniero militar inglés, llega a La Habana después de la
Capitulación y comienza a grabar y a dibujar. Realiza perspectivas panorámicas de la
ciudad enumerándolas, detalle que asumirá luego Laplante en sus representaciones. De
sus trabajos obtuvimos su interés por representar los paisajes de la Isla, su tropicalidad
incitante para el europeo y sus escenas pintorescas.
La fuerza militar comparte los poderes de la dominación con el clero, que se preocupa
por la erección y la decoración de los templos. Al parecer fueron los mulatos los
encargados de copiar los modelos religiosos importados por la metrópoli. Uno de ellos
fue Nicolás de la Escalera. A estos les interesaba, no una obra de creación, sino una
copia del misticismo asequible que, partiendo de Murillo, fue adoptado y extendido por la
Compañía del Jesús. Una de sus obras más significativas fue la realizada en las
pechinas de Santa María del Rosario. En unas de sus pechinas recrea una estampa de
la leyenda familiar de la Casa Bayona, fundadora del poblado de Santa María del
Rosario, en la que se representa por primera vez la imagen del negro en Cuba, por
haber sido este, según la leyenda, quien indicó a su dueño las propiedades medicinales
de los manantiales que en su feudo se hallaban.
A finales del siglo XVIII se va a producir un desarrollo económico mayor debido al azúcar
que introducirá al país el capitalismo industrial. La Isla recibe la acción de los
gobernadores como Las Casas, en cuyos años de mandato se crea las bases para
hacer de Cuba un espacio mejor. Por ello se amplía la Biblioteca Pública, se multiplican
las escuelas, se funda el Papel Periódico (1790), vocero de la Sociedad Económica.
Desde el ámbito artístico los pintores populares se dedican a cubrir algunos edificios con
estampas diversas, que van desde las escenas religiosas hasta anuncios de productos
farmacéuticos y comerciales. Comienzan a aparecer también, en la prensa, anuncios de
profesores de dibujos y pintores retratistas; entre ellos Vicente Escobar, el cual obtuvo
premio de dibujo en la Academia de San Fernando de Madrid. Sus retratos se
caracterizan por la suavidad y la alegría de sus personajes y por cierta impresión de
vitalidad y de ingenuo agrado. En ellos también es posible atisbar la influencia de los
retratos de Goya. La fidelidad de Escobar a la tradición española lo colocó frente a las
nuevas tendencias francesas que señalaba la escuela de San Alejandro.
Las ideas del Iluminismo llegan a Cuba llamadas a transformar una sociedad esclavista
y colonial, cuyos cambios específicos, además del fin de la trata de esclavos, debían
permitir el mejor implemento de las ciencias y de las artes mecánicas, tanto como el de
las bellas artes. La fundación de la Academia de San Alejandro constituye digna
materialización de estas ideas. La creación del cargo de Intendente en las colonias (en
Cuba desde 1764 y, definitivamente, para toda América en 1786) fue una de las
reformas importantes del Iluminismo para propagar principios de economía y de
educación que desarrollaran industrias y propiciaran la desaparición del parasitismo
social en las colonias.
Es importante precisar el poco desarrollo de las llamadas Bellas Artes (pintura, talla en
madera, decoración, etc.) que la asumían entonces algunos pocos extranjeros de paso o
de visita, y también artesanos a negros y mulatos.
Por su lado, el Intendente Ramírez, había comenzado por zafar nudos que obstruían el
comercio, y por propiciar el desarrollo de la instrucción pública, y de las ciencias
naturales, como ya lo había hecho a su paso exitoso por Puerto Rico. Sus disposiciones
se propusieron también estimular la inmigración blanca.
Estos nuevos códigos estéticos influyeron en los gustos heredados del criollismo
dieciochesco. Pero al facilitar y estimular en la esfera de lo puramente artístico la
sustitución de una concepción barroquizante no pudo evitar finalmente que se convirtiera
el neoclasicismo en fuerza criolla levantisca frente al barroquismo como símbolo del
dominio español. Así, se fijaba el tránsito de una cultura barroca a otra de raíces
neoclasicistas, y de una filosofía escolástica a otra de fundamentos científicos.
Félix Varela, entonces joven religioso afecto del Obispo, tuvo igualmente participación en
los esfuerzos para transformar aquella sociedad. En tiempos de rancio escolasticismo el
padre Varela propició el raciocinio frente a las "verdades reveladas", y defendió la
experiencia y la razón como bases ineludibles para alcanzar avances científicos. Y en lo
relacionado con la práctica de las nobles artes por parte de los negros libres fue el único,
quizás, que reconoció expresamente el talento de aquella gente oprimida.
El Reformismo de la inteligencia criolla que brilló de 1790 a 1870 luchó, ciertamente, por
una reestructuración de los viejos andamiajes coloniales a partir de una participación
decisiva de los nativos ricos. Sus pretensiones fueron las de poner al día todo el aparato
de la producción capitalista en la Isla y, en su momento, seguramente luchar por el
poder político. En 1828, el habanero Arango y Parreño, expresaba una seria
preocupación por el estado de abandono en que había caído la querida institución
fundada por Vermay solo diez años antes. Arango había propuesto un plan de estudios
universitarios que incluía el Dibujo y la Geometría aplicada a las artes entre las materias
de ciencias y humanidades.
Ahora bien, la figura que sistemáticamente alcanzó más alto vuelo en las teorizaciones e
ideas expresadas en esta dirección fue la de José Antonio Saco. Fue siempre el más
consecuente defensor del desarrollo de las artes, así mecánicas como las llamadas de
"representación”.
Las ideas de Saco, en general, fueron apreciadas como subversivas por el reaccionario
y despótico Capitán General Miguel Tacón, quien dispuso su destierro y posteriormente
su definitiva deportación a España.
Resulta interesante apuntar que en el curso escolar 1867-1868 el joven José Martí
Pérez, de 14 años de edad, matriculó en la clase de Dibujo elemental.
Un año antes que Martí había matriculado Carlos Baliño, quien debido a sus escasos
recursos también abandonó pronto los estudios de Dibujo para aprender un oficio:
maestro de obras.
Objetivos de la academia
Desde la fundación de San Alejandro en 1818 hasta mediado el siglo, predominó en los
objetivos de la institución una concepción practicista y utilitaria más que de apego a la
rigurosa formación profesional de pintores y escultores. No se pretendió entonces formar
"artistas", si no una base social de artesanos que sirvieran a los intereses de desarrollo
económico de la burguesía criolla (litógrafos, cromistas, tallistas en madera, piedra y
mármol, carpinteros, ebanistas, retratistas, dibujantes, etc.). El ejemplo o modelo que se
había tratado de imitar durante los años fundacionales era el ofrecido por la escuela
politécnica de París-que el pintor Vermay alababa- más que el de San Fernando de
Madrid.
Sin embargo, a partir de los años treinta del siglo XIX se puede apreciar una creciente
confrontación entre el criterio practicista y otro, más esteticista, o defensor propiamente
de la llamada “bellas artes”.
En Europa, en general, y en América, con las Academias se desechó el viejo estilo
gremial vinculado a las bellas artes. En La Habana ocurrió lo contrario. Entre los
objetivos de la flamante institución de enseñanza figuró justamente el de fomentar al
desarrollo de los oficios y, en general, de las industrias populares. Durante el XIX
europeo estas Academias fueron rectoras de las actividades artísticas, nacionalmente.
Tratar de poner freno a los productos extranjeros con el desarrollo de una industria
local apoyada en el concepto de la utilidad de las artes.
Otro aspecto imposible de obviar, por lo bien definido de sus contornos, lo constituye el
núcleo de preocupaciones afloradas de manera visible en el pensamiento reformista en
lo que atañía, precisamente, a la composición étnica de la población en Cuba a finales
del XVIII y comienzo del XIX. Por lo que la pretensión en el caso de la "academia"
habanera era establecer una escuela formadora de artesanos criollos blancos, y no de
"artistas" profesionales al estilo de los que se formaban en la Academia de San
Fernando, en Madrid, o en sus congéneres europeas.
Téngase en cuenta que la palabra artesanos aplicada entonces a los que matriculasen
como estudiantes de la flamante Escuela gratuita de dibujo, no tenía la connotación
artística que tiene hoy, sino que aludía a un concepto sinónimo del término trabajadores.
Las disciplinas básicas fueron entonces las del dibujo, pero en sus variantes de adorno y
geométrico y, en mucha menor medida, el dibujo de figuras antiguas.
El grabado artístico tampoco formó parte de los planes de estudio de San Alejandro en
los primeros momentos a pesar de la escasez de grabadores que había en el país. En
realidad hasta 1847 no se dieron los primeros pasos para la creación de un aula de
Litografía, cuyos rudimentos comenzó a impartir el pintor y dibujante cubano Camilo
Cuyás.
En el caso de cerámica, es importante decir que no es hasta los años 70 del siglo XX
que se introduce como asignatura del ciclo de estudio básico.
LOS DIRECTORES:
Se conservan pocas pinturas suyas; las más populares son las del Templete,
identificado por algunos estudiosos como el edificio que inauguró en Cuba el nuevo
estilo arquitectónico. Allí desarrolló Vermay el tema histórico, tan caro a los
neoclasicistas. Para el historiador Torres-Cuevas, La Habana vio iniciarse así un nuevo
mundo artístico, tanteos de un pensamiento burgués en el arte de la pintura en Cuba,
consecuencia de un nuevo mundo intelectual. En un primer espacio del cuadro pintado
en El Templete figuran algunas personalidades que debieron asistir a la primera misa
(oficiada por el Padre Las Casas) Vermay también ubica compositivamente sobre el
mismo lienzo, la otra misa celebrada mucho después por el obispo Espada en memoria
de aquella inicial, y añade una representación del cabildo fundacional (Ayuntamiento) en
La Habana. Otra pintura que se le atribuye a Vermay es un Retrato de la familia
Manrique de Lara. Son dos ejemplos de la protopintura académica en Cuba tenida por
helenizante, dogmática y hierática.
En general, la crítica no ha sido generosa con Vermay y ha señalado, con crudeza, que
su perspectiva es achatada y que su paleta, mezquina y anárquica, no ofrece
atracciones para la vista. Sin embargo, más allá de lo meramente técnico o temático,
Vermay fue un aliado positivo en el plano social y pedagógico de los propósitos
Reformistas destinados a desarrollar las nuevas manifestaciones artísticas y científicas.
Y ese es ya un buen mérito para su tiempo.
Francisco Camilo Cuyás Sierra (de 1833 a 1836)
Vale especificar que Cuyás fue realmente tres veces Director Interino: la primera en
1827 con motivo de un accidente sufrido en la Catedral por Vermay en abril de ese año;
la segunda, propiamente, a la muerte de Vermay, manteniéndose entre mayo de 1833 y
noviembre de 1836; y la tercera en 1843, entre un viaje del Director Colson y la toma de
posesión de Leclerc.
Cuyás había nacido en La Habana el 15 de julio de 1805, estudió en San Alejandro bajo
la enseñanza de Vermay y fue miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del
País, así como de la sección de Literatura del Ateneo de La Habana. Se doctoró en
Derecho Civil y Canónigo en 1840. Fundó la revista Boletín de Artes, y colaboró en los
Anales, El Prisma y El Colibrí, unas veces como escritor y otras como dibujante.
Como astrónomo publicó un libro titulado La unidad del Universo, donde defendió los
principios de traslación del sol y las estrellas. Cuyás murió en La Habana el 24 de
febrero de 1877 y no en 1876 como indican algunas biografías
Pintor, escultor y miniaturista francés, nació en París en 1792. Recibió también las
enseñanzas de David cuando éste ya estaba en sus años postreros. Viajó a Cuba
atraído por su condiscípulo y amigo Vermay, y en La Habana se dedicó al retrato y a
cuadros de temas históricos.
Leclerc pintó también una Primera misa en Cuba en 1494 y varios retratos. Murió en
1852, siendo Director (otras fuentes indican que falleció en 1854).
Su obra de mayor importancia en Cuba fue su trabajo como ilustrador del libro La isla de
Cuba pintoresca (La Habana, 1838), con 25 litografías. Vale señalar que Miahle, junto
con Hipólito Garneray y Eduardo Laplante son los tres grabadores franceses más
importantes que trabajaron en Cuba en el siglo XIX. Pocos como Mialhe pasearon su
vista de dibujante acucioso a lo largo de la Isla de Cuba. Entre sus temáticas preferidas
estuvo el paisaje que refleja la floresta cubana, lo que le propició una buena amistad con
el científico cubano Felipe Poey. Antes de ocupar la Dirección de la escuela había sido
profesor del Liceo Artístico Literario de La Habana.
Mialhe regresó a Francia en 1857 y allí continuó su labor artística hasta su muerte en
1868.
También son de su autoría los cuadros titulados La caridad cristiana coronando el busto
de Caraballo y La dama de la limosna. Su personalidad ganó la simpatía de los cubanos,
y fue elogiado por el notable polígrafo Antonio Bachiller y Morales.
Escultor y pintor, natural de Palma de Mallorca (Islas Baleares), donde nació en 1835.
Ocupó en 1850 - bajo la dirección de Leclerc - la cátedra de Escultura, que desempeñó
hasta su muerte en 1878.
Pintor y escultor que nació en La Habana en 1836. Melero estudió bajo la dirección de
los franceses Leclerc y Miahle, y del italiano Morelli. En 1858 obtuvo el título de Socio
Facultativo de la sección de Bellas Artes del Liceo de La Habana. Fue profesor de dibujo
en el colegio El Salvador que dirigía el eminente pedagogo José de la Luz y Caballero.
Viajó por España, Francia e Italia, ampliando sus estudios de artes plásticas.
En 1868, al estallar la Guerra de Independentista de los Diez Años, encabezada por
Carlos Manuel de Céspedes, se le suspendió al joven Melero la pensión que disfrutaba y
tuvo que regresar a Cuba. A la muerte de Cisneros presentó a concurso-oposición su
cuadro El rapto de Dajanira por el centauro Nesso y ganó la dirección de San Alejandro,
siendo el primer cubano en ocupar ese puesto. En su momento se destacó como
educador. Adoptó varias iniciativas, entre ellas abrir por primera vez las puertas de San
Alejandro -cuando ni aún en Francia lo hacían- a las mujeres, hasta ese momento
marginadas de estos estudios.
Según Ciro Bianchi Ross “Resulta imposible escribir la historia de la pintura, la escultura
y el grabado en Cuba sin aludir a San Alejandro. Unos ensalzarán sus aportes al
desarrollo de nuestras artes plásticas (…) y otros le negaran el pan y la sal. De esta
escuela dicen horrores algunos de los artistas cubanos mas destacados, en tanto que
otros no menos importantes enarbolan con energía su defensa. Lo curioso es que
ambas partes tienen razón”.
Lo cierto es que San Alejandro apareció como un centro iniciador de vocaciones, con
sus altas y sus bajas y, aunque este período no cuenta con artistas que se desprenden
totalmente del modelo europeo, sí constituye una vía de reflexión para que los siguientes
creadores se cuestionaran lo imprescindible de la conformación de nuestra identidad
nacional, a través de un arte propio.
Los artistas formados en sus aulas revolucionarían el panorama de las artes plásticas en
la Isla antillana. Desde entonces, el desarrollo del arte en Cuba ha compartido los
avatares de esta Escuela. Haber pertenecido a este centro constituye un extraordinario
aval en la carrera de cualquier artista de la plástica.
Bibliografía
Fuentes digitales
www.sanalejandro.cult.cu
www.galeriacubarte.cult.cu
www.cmbfradio.cu
www.sld.cu/galeria/expo4/palabras.html
www.radiococo.icrt.cu/index.php/culturales/6068-la-academia-nacional-de-artes-
plasticas-san-alejandro.html
www.elhabanero.cubaweb.cu