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Arte Cubano

“La fundación de la Academia de San


Alejandro. Repercusión. Lineamientos
estéticos y artísticos”.
INTEGRANTES:

Beatriz Junco Cabrera


Lianet Pérez Barbán
Claudia Taboada Churchman
Deivy Colina Chavarría
Denisse Correa Pérez
Heissa Altabaz Guzmán
Índice
1. Las artes plásticas antes de la fundación de la Academia de San Alejandro
2. Razones que determinaron la fundación de la Academia
3. La fundación de la Academia y su fundador Jean Baptiste Vermay
4. San Alejandro y el reformismo en Cuba
5. Objetivos de la academia
6. Principales manifestaciones y temáticas en sus inicios
7. Los sucesivos directores de la Academia
Jean Baptiste Vermay
Francisco Camilo Cuyás Sierra
Francisco Guillermo Colson
Joseph Leclerc de Baumé Joseph
Pedro-Federico Mialhe Toussaint
Hércules Morelli
Augusto Ferrán
Juan Francisco Cisneros Guerrero (de 1859 a 1878)
Miguel Melero Rodríguez (de 1878 a 1907)
Repercusión
Introducción

Las artes plásticas en Cuba habían dado muestra de su existencia desde el siglo XVI,
pero no fue sino hasta el siglo XIX y más específicamente en el año 1818, que
comienzan a consolidarse con la Fundación de la Academia de San Alejandro, en La
Habana.

Esta nueva escuela dentro del contexto Latinoamericano estaba llamada a convertirse
en una autoridad que, en primera instancia, encauzaría el gusto estético de los jóvenes a
través de la docencia; pero también influiría sensiblemente sobre el público como un
medio para brindar a las artes el prestigio que estas merecían. Bajo la dirección de Juan
Bautista Vermay, fundador y primer director, la institución se situó dentro del conjunto de
centros docentes creados por la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP).

Con la realización de este trabajo pretendemos: abordar brevemente el contexto


histórico en que se crea la Academia y su fundación; analizar los lineamientos estéticos
y artísticos con que se inicia, referir su finalidad, así como las manifestaciones y
temáticas que trabaja y ver su repercusión en las artes plásticas cubanas.
Presentaremos a los directores y concretaremos sus aportes en la evolución de las artes
dentro de la Academia.

El marco temporal trabajado comprenderá desde 1818 hasta el fin de la colonización


española; que no pone fin a esta institución, al contrario, se renovará con artistas
invaluables de la talla de Víctor Manuel y Amelia Peláez, entre otros, aunque esos serán
otros capítulos por los que transitará nuestra historia del arte.
Desarrollo

Pocos años después de la creación de la Real Academia de San Carlos (1785) en


México, se concretaron ciertamente condiciones históricas en Cuba que propiciaron
también el establecimiento de otra institución oficial de enseñanza artística en la Isla.
Así, la Escuela gratuita de Dibujo establecida el 12 de enero de 1818 en La Habana,
puede considerarse como el embrión de lo que posteriormente ha resultado ser la
prestigiosa y singular Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro.

Las artes plásticas antes de la fundación de la Academia de San Alejandro

A pesar de que el período colonial cubano abarca cuatro siglos, la pintura comenzó a
considerarse importante a partir del siglo XVIII y, sobre todo, en el XIX. En los siglos
anteriores al XVIII Cuba contaba con condiciones de de extrema pobreza económica lo
que trae como consecuencia una endeblez cultural que contrasta con el desarrollo
próspero del resto de las colonias (por ejemplo, México), que ya comenzaban a tener
notables actividades artísticas.

Del siglo XVI no se tiene referencia de obra alguna, solo que se hizo algún que otro
encargo por cierta cantidad de ducados; uno de ellos fue realizado por el artista Juan
Camargo para la Parroquial Mayor. A partir de la segunda mitad de este siglo La Habana
empieza a cobrar una incipiente prosperidad por las escalas que hacían las flotas
encargadas de llevar los tesoros de México a España.

Las obras pictóricas de los siglos siguientes (XVII y XVIII) reflejaron el carácter militar de
la colonia: se trata de grabados sobre las hazañas de los corsarios y filibusteros en las
costas cubanas. Son obras, en su mayoría, de artistas franceses, holandeses e ingleses.
Los de carácter popular constituyen una versión gráfica de los combates, cuyo ambiente
geográfico y arquitectónico está ingenuamente deformado. También se conocen de esta
época los documentos gráficos más antiguos hechos in situ por los dibujantes que son
los de Serres. En los dibujos de Serres se capta perfectamente a la flota inglesa. El
paisaje es concebido como telón de fondo para maniobras navales, aunque no pierde el
rigor fotográfico en su representación. Todas estos dibujos, y en general la gráfica, se
emplearan para dejar testimonio de hechos históricos, anecdóticos y militares. Por otra
parte, Elías Durnford, ingeniero militar inglés, llega a La Habana después de la
Capitulación y comienza a grabar y a dibujar. Realiza perspectivas panorámicas de la
ciudad enumerándolas, detalle que asumirá luego Laplante en sus representaciones. De
sus trabajos obtuvimos su interés por representar los paisajes de la Isla, su tropicalidad
incitante para el europeo y sus escenas pintorescas.

La fuerza militar comparte los poderes de la dominación con el clero, que se preocupa
por la erección y la decoración de los templos. Al parecer fueron los mulatos los
encargados de copiar los modelos religiosos importados por la metrópoli. Uno de ellos
fue Nicolás de la Escalera. A estos les interesaba, no una obra de creación, sino una
copia del misticismo asequible que, partiendo de Murillo, fue adoptado y extendido por la
Compañía del Jesús. Una de sus obras más significativas fue la realizada en las
pechinas de Santa María del Rosario. En unas de sus pechinas recrea una estampa de
la leyenda familiar de la Casa Bayona, fundadora del poblado de Santa María del
Rosario, en la que se representa por primera vez la imagen del negro en Cuba, por
haber sido este, según la leyenda, quien indicó a su dueño las propiedades medicinales
de los manantiales que en su feudo se hallaban.

A finales del siglo XVIII se va a producir un desarrollo económico mayor debido al azúcar
que introducirá al país el capitalismo industrial. La Isla recibe la acción de los
gobernadores como Las Casas, en cuyos años de mandato se crea las bases para
hacer de Cuba un espacio mejor. Por ello se amplía la Biblioteca Pública, se multiplican
las escuelas, se funda el Papel Periódico (1790), vocero de la Sociedad Económica.
Desde el ámbito artístico los pintores populares se dedican a cubrir algunos edificios con
estampas diversas, que van desde las escenas religiosas hasta anuncios de productos
farmacéuticos y comerciales. Comienzan a aparecer también, en la prensa, anuncios de
profesores de dibujos y pintores retratistas; entre ellos Vicente Escobar, el cual obtuvo
premio de dibujo en la Academia de San Fernando de Madrid. Sus retratos se
caracterizan por la suavidad y la alegría de sus personajes y por cierta impresión de
vitalidad y de ingenuo agrado. En ellos también es posible atisbar la influencia de los
retratos de Goya. La fidelidad de Escobar a la tradición española lo colocó frente a las
nuevas tendencias francesas que señalaba la escuela de San Alejandro.

Razones que determinaron la fundación de la Academia

Una de las razones que determinaron la fundación de la Academia fue la aparición de la


clase criolla, que constituirá una fuerza social y económica emergente e importante
dentro del tejido colonial de aquel tiempo. Esta burguesía criolla apoyó y participó en
todo momento de los proyectos de transformación social impulsados por el Obispado
habanero (en época del ilustrado Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa), así
como por la Intendencia de Hacienda regida por Alejandro Ramírez.

Las ideas del Iluminismo llegan a Cuba llamadas a transformar una sociedad esclavista
y colonial, cuyos cambios específicos, además del fin de la trata de esclavos, debían
permitir el mejor implemento de las ciencias y de las artes mecánicas, tanto como el de
las bellas artes. La fundación de la Academia de San Alejandro constituye digna
materialización de estas ideas. La creación del cargo de Intendente en las colonias (en
Cuba desde 1764 y, definitivamente, para toda América en 1786) fue una de las
reformas importantes del Iluminismo para propagar principios de economía y de
educación que desarrollaran industrias y propiciaran la desaparición del parasitismo
social en las colonias.

Es importante precisar el poco desarrollo de las llamadas Bellas Artes (pintura, talla en
madera, decoración, etc.) que la asumían entonces algunos pocos extranjeros de paso o
de visita, y también artesanos a negros y mulatos.

Otro factor importante en favor del establecimiento en La Habana de una Escuela de


dibujo, es la presencia y acción del Obispo Díaz de Espada, interesado en el progreso
de los pobres, en la suspensión del comercio de esclavos y en el desarrollo de un
catolicismo más despojado de formalismos que el que enfrentó a su llegada (en marzo
de 1802), por ello, fue acusado de hereje, iconoclasta, ateo, y hasta de independentista.
El obispo Espada acarició desde siempre el propósito de trasladar los módulos estéticos
del neoclasicismo a los altares católicos de las iglesias cubanas que, durante el siglo
anterior, sobre todo, se llenaron con decoraciones barrocas que habían sido producidas
en la Isla por aficionados, o por artesanos negros y mulatos libres, al servicio de los
monjes, tildadas de "toscas" por la emergente sensibilidad neoclasicista. Partidario de
reformar estos altares, el Obispo dispuso que tales obras se sustituyeran por altares
neoclásicos traídos de España, confeccionados por artistas profesionales; como
sucedió en la catedral de La Habana.

Por su lado, el Intendente Ramírez, había comenzado por zafar nudos que obstruían el
comercio, y por propiciar el desarrollo de la instrucción pública, y de las ciencias
naturales, como ya lo había hecho a su paso exitoso por Puerto Rico. Sus disposiciones
se propusieron también estimular la inmigración blanca.

Estos nuevos códigos estéticos influyeron en los gustos heredados del criollismo
dieciochesco. Pero al facilitar y estimular en la esfera de lo puramente artístico la
sustitución de una concepción barroquizante no pudo evitar finalmente que se convirtiera
el neoclasicismo en fuerza criolla levantisca frente al barroquismo como símbolo del
dominio español. Así, se fijaba el tránsito de una cultura barroca a otra de raíces
neoclasicistas, y de una filosofía escolástica a otra de fundamentos científicos.

Félix Varela, entonces joven religioso afecto del Obispo, tuvo igualmente participación en
los esfuerzos para transformar aquella sociedad. En tiempos de rancio escolasticismo el
padre Varela propició el raciocinio frente a las "verdades reveladas", y defendió la
experiencia y la razón como bases ineludibles para alcanzar avances científicos. Y en lo
relacionado con la práctica de las nobles artes por parte de los negros libres fue el único,
quizás, que reconoció expresamente el talento de aquella gente oprimida.

La fundación de la Academia y su fundador Jean Baptiste Vermay (1784-1833)

El pintor neoclasicista Jean Baptiste Vermay llega a La Habana alrededor de 1815,


procedente de la Luisiana donde había logrado refugiarse huyendo de las persecuciones
desatadas en Francia a la caída del bonapartismo, contratado para realizar algunas
pinturas decorativas de La Catedral. Pronto recibió apoyo del Obispo Espada, quien
desarrolló sus simpatías a partir justamente de conocer que el recién llegado era un
definido representante del gusto neoclasicista, y del Intendente Ramírez, verdadero
primera autoridad en la Isla de 1815 a 1820. Quienes aceptaron de muy buen grado que
el discípulo del frío y correcto Jacques-Louis David, comenzara a dar clases de dibujo a
un grupo pequeño de niños habaneros en un local del convento San Agustín.

El ámbito histórico, social y cultural en que se encontraba la isla permitieron que el 12 de


enero de 1818, en el propio convento de San Agustín donde daba clases a cuatro o
cinco niños desde hacía varios meses, quedara inaugurada la primera escuela de arte
en Cuba, por el Superintendente General y Director de la Real Sociedad Económica
Amigos del País, Alejandro Ramírez, como Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura. En
1832, esta institución pasaría a sobrenombrarse Academia San Alejandro, en memoria
del Intendente Alejandro Ramírez, quién no dudó en disponer de su fortuna personal
para el avance de este proyecto. El 26 de enero de 1833, fue declarada Escuela por
Real Orden de Su Majestad, Sección de la Real Academia de Nobles Artes de San
Fernando de Madrid.

San Alejandro y el reformismo en Cuba

El Reformismo de la inteligencia criolla que brilló de 1790 a 1870 luchó, ciertamente, por
una reestructuración de los viejos andamiajes coloniales a partir de una participación
decisiva de los nativos ricos. Sus pretensiones fueron las de poner al día todo el aparato
de la producción capitalista en la Isla y, en su momento, seguramente luchar por el
poder político. En 1828, el habanero Arango y Parreño, expresaba una seria
preocupación por el estado de abandono en que había caído la querida institución
fundada por Vermay solo diez años antes. Arango había propuesto un plan de estudios
universitarios que incluía el Dibujo y la Geometría aplicada a las artes entre las materias
de ciencias y humanidades.

Ahora bien, la figura que sistemáticamente alcanzó más alto vuelo en las teorizaciones e
ideas expresadas en esta dirección fue la de José Antonio Saco. Fue siempre el más
consecuente defensor del desarrollo de las artes, así mecánicas como las llamadas de
"representación”.

Las ideas de Saco, en general, fueron apreciadas como subversivas por el reaccionario
y despótico Capitán General Miguel Tacón, quien dispuso su destierro y posteriormente
su definitiva deportación a España.

Resulta interesante apuntar que en el curso escolar 1867-1868 el joven José Martí
Pérez, de 14 años de edad, matriculó en la clase de Dibujo elemental.

Un año antes que Martí había matriculado Carlos Baliño, quien debido a sus escasos
recursos también abandonó pronto los estudios de Dibujo para aprender un oficio:
maestro de obras.

Objetivos de la academia

Desde la fundación de San Alejandro en 1818 hasta mediado el siglo, predominó en los
objetivos de la institución una concepción practicista y utilitaria más que de apego a la
rigurosa formación profesional de pintores y escultores. No se pretendió entonces formar
"artistas", si no una base social de artesanos que sirvieran a los intereses de desarrollo
económico de la burguesía criolla (litógrafos, cromistas, tallistas en madera, piedra y
mármol, carpinteros, ebanistas, retratistas, dibujantes, etc.). El ejemplo o modelo que se
había tratado de imitar durante los años fundacionales era el ofrecido por la escuela
politécnica de París-que el pintor Vermay alababa- más que el de San Fernando de
Madrid.

Sin embargo, a partir de los años treinta del siglo XIX se puede apreciar una creciente
confrontación entre el criterio practicista y otro, más esteticista, o defensor propiamente
de la llamada “bellas artes”.
En Europa, en general, y en América, con las Academias se desechó el viejo estilo
gremial vinculado a las bellas artes. En La Habana ocurrió lo contrario. Entre los
objetivos de la flamante institución de enseñanza figuró justamente el de fomentar al
desarrollo de los oficios y, en general, de las industrias populares. Durante el XIX
europeo estas Academias fueron rectoras de las actividades artísticas, nacionalmente.

En San Alejandro el fenómeno, por razones de origen y destino históricos diferentes


asume perfiles esencialmente de otra naturaleza. Porque nació para beneficiar a gente
pobre que debía sumarse a las nuevas fuerzas productivas que asumirían la vía del
capitalismo naciente. El objetivo acá no fue formar élites de artistas plásticos. Sus
objetivos eran:

 Sacar al pueblo de la pobreza a través de la educación, de la cual el dibujo era uno


de sus pilares.

 Tratar de poner freno a los productos extranjeros con el desarrollo de una industria
local apoyada en el concepto de la utilidad de las artes.

 Crear una sólida clase de artesanos, que se formaría en la Academia de Dibujo.

 Fomentar la copia de litografías.

Otro aspecto imposible de obviar, por lo bien definido de sus contornos, lo constituye el
núcleo de preocupaciones afloradas de manera visible en el pensamiento reformista en
lo que atañía, precisamente, a la composición étnica de la población en Cuba a finales
del XVIII y comienzo del XIX. Por lo que la pretensión en el caso de la "academia"
habanera era establecer una escuela formadora de artesanos criollos blancos, y no de
"artistas" profesionales al estilo de los que se formaban en la Academia de San
Fernando, en Madrid, o en sus congéneres europeas.

Téngase en cuenta que la palabra artesanos aplicada entonces a los que matriculasen
como estudiantes de la flamante Escuela gratuita de dibujo, no tenía la connotación
artística que tiene hoy, sino que aludía a un concepto sinónimo del término trabajadores.

Las disciplinas básicas fueron entonces las del dibujo, pero en sus variantes de adorno y
geométrico y, en mucha menor medida, el dibujo de figuras antiguas.

Principales manifestaciones y temáticas en sus inicios

En su fundación San Alejandro no contempló las clases de escultura en ninguno de sus


procedimientos o técnicas, incluso, ni el modelado. Lo precario de la situación material
de la recién fundada escuela y la falta de maestro, hizo que el arte escultórico fuese
excluido. No es hasta 1848 que Joseph Leclerc inaugura las clases de modelado. Hasta
entrado el siglo XIX los escultores cubanos de más renombre se habían formado en el
extranjero: José Vilalta Saavedra, en Carra, Italia; Guillermina Lázaro, primera escultora
cubana graduada en Madrid y Miguel Melero que completó estudios de escultura en el
extranjero y fue director de San Alejandro en 1878. Fue debido a sus enseñanzas, que
hicieron sus discípulos, la primera figura de relieve con que se abre la historia de nuestra
escultura. Hasta ese momento la mayor parte de la escultura cubana situada en paseos
y plazas públicas habían sido ejecutadas por extranjeros o traídas del exterior.

El grabado artístico tampoco formó parte de los planes de estudio de San Alejandro en
los primeros momentos a pesar de la escasez de grabadores que había en el país. En
realidad hasta 1847 no se dieron los primeros pasos para la creación de un aula de
Litografía, cuyos rudimentos comenzó a impartir el pintor y dibujante cubano Camilo
Cuyás.

En el caso de cerámica, es importante decir que no es hasta los años 70 del siglo XX
que se introduce como asignatura del ciclo de estudio básico.

Las temáticas abordadas en la pintura serán escenas religiosas, retratos de oficiales,


paisajes brumosos por lo que atraviesan personajes idílicos y escenas de la vida
acomodada de la burguesía, consolidándose dos géneros que dominaron la pintura de
caballete en Cuba durante todo el siglo XIX; el retrato y el paisaje, aunque mucho antes
de San Alejandro ya el retrato y el paisaje venían perfilándose en la plástica. La alegoría
también fue un tema importante para la Academia desde su fundación, pues acapara
muchos de los encargos oficiales hasta bien entrado el siglo XX. Cabe resaltar que, a lo
largo de la pintura académica, se negará sistemáticamente a considerar al negro como
asunto posible.

La pintura realizada a partir del la fundación de San Alejandro se dedicará, además, al


asunto de la historia pasada. Las conmemoraciones de la primera misa (en América, en
Cuba, en La Habana) son representadas por Vermay, Arburu Morell y Leclerc.

LOS DIRECTORES:

Jean Baptiste Vermay (de 1818 a 1833)

Se conservan pocas pinturas suyas; las más populares son las del Templete,
identificado por algunos estudiosos como el edificio que inauguró en Cuba el nuevo
estilo arquitectónico. Allí desarrolló Vermay el tema histórico, tan caro a los
neoclasicistas. Para el historiador Torres-Cuevas, La Habana vio iniciarse así un nuevo
mundo artístico, tanteos de un pensamiento burgués en el arte de la pintura en Cuba,
consecuencia de un nuevo mundo intelectual. En un primer espacio del cuadro pintado
en El Templete figuran algunas personalidades que debieron asistir a la primera misa
(oficiada por el Padre Las Casas) Vermay también ubica compositivamente sobre el
mismo lienzo, la otra misa celebrada mucho después por el obispo Espada en memoria
de aquella inicial, y añade una representación del cabildo fundacional (Ayuntamiento) en
La Habana. Otra pintura que se le atribuye a Vermay es un Retrato de la familia
Manrique de Lara. Son dos ejemplos de la protopintura académica en Cuba tenida por
helenizante, dogmática y hierática.

En general, la crítica no ha sido generosa con Vermay y ha señalado, con crudeza, que
su perspectiva es achatada y que su paleta, mezquina y anárquica, no ofrece
atracciones para la vista. Sin embargo, más allá de lo meramente técnico o temático,
Vermay fue un aliado positivo en el plano social y pedagógico de los propósitos
Reformistas destinados a desarrollar las nuevas manifestaciones artísticas y científicas.
Y ese es ya un buen mérito para su tiempo.
Francisco Camilo Cuyás Sierra (de 1833 a 1836)

El pintor, grabador, abogado y astrónomo cubano Francisco Camilo Cuyás, sustituye


interinamente a Vermay en la dirección de este centro de enseñanza artística. Ocupó la
rectoría provisionalmente de 1833 a 1836.

Vale especificar que Cuyás fue realmente tres veces Director Interino: la primera en
1827 con motivo de un accidente sufrido en la Catedral por Vermay en abril de ese año;
la segunda, propiamente, a la muerte de Vermay, manteniéndose entre mayo de 1833 y
noviembre de 1836; y la tercera en 1843, entre un viaje del Director Colson y la toma de
posesión de Leclerc.

Cuyás había nacido en La Habana el 15 de julio de 1805, estudió en San Alejandro bajo
la enseñanza de Vermay y fue miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del
País, así como de la sección de Literatura del Ateneo de La Habana. Se doctoró en
Derecho Civil y Canónigo en 1840. Fundó la revista Boletín de Artes, y colaboró en los
Anales, El Prisma y El Colibrí, unas veces como escritor y otras como dibujante.

Como astrónomo publicó un libro titulado La unidad del Universo, donde defendió los
principios de traslación del sol y las estrellas. Cuyás murió en La Habana el 24 de
febrero de 1877 y no en 1876 como indican algunas biografías

Francisco Guillermo Colson (de 1836 a 1843)

Pintor y músico francés, nació el primero de mayo en París en 1785, según el


Diccionario francés de E. Benezi (otros datos indican 1792). Fue también discípulo del
pintor David y en 1812 obtuvo un primer premio en la Exposición Nacional de Pintura, en
París, con un cuadro titulado La entrada del General Bonaparte a Alejandría. Vencido el
bonapartismo, Colson emigró a La Habana y aquí estableció una Academia de piano
donde puso en práctica sus conocimientos musicales.

Obtuvo por oposición la cátedra de Colorido en San Alejandro y seguidamente la


Dirección en 1836. Regresó a Francia en 1843 y allí obtuvo el nombramiento de Pintor
del Palacio de Versalles. Durante sus años como Director de la escuela habanera se
adquirió una colección de cuadros valiosos, donados por el Príncipe de Angola y el
patricio reformista don Francisco de Arango y Parreño. En Cuba Colson pintó varios
cuadros, entre ellos Filomeno y Boscio ante Júpiter, la Visión de San Francisco y varios
paisajes, entre ellos El valle de Yumurí.

En las galerías de Versalles, en París, se conservan algunos cuadros con su firma,


sobre batallas napoleónicas. Existe la versión de que murió al caer de un andamio
mientras pintaba un gran mural, en 3 de febrero de 1860.

Joseph Leclerc de Baumé Joseph (de 1843 a 1852)

Pintor, escultor y miniaturista francés, nació en París en 1792. Recibió también las
enseñanzas de David cuando éste ya estaba en sus años postreros. Viajó a Cuba
atraído por su condiscípulo y amigo Vermay, y en La Habana se dedicó al retrato y a
cuadros de temas históricos.

Asumió la Dirección de San Alejandro en 1848, cuando su compatriota Colson decidió


regresar a Francia. Leclerc dio impulso a la práctica de la escultura y a la enseñanza del
dibujo lineal. Su amigo, el escultor español Augusto Ferrán, incidentalmente en La
Habana le aconsejó la utilidad de que se adquiriese buen número de copias en yeso de
la antigua estatuaria griega, a fin de enriquecer el patrimonio de la Academia, a lo que
accedió el Capitán General de la Isla, General Concha, utilizando para la compra fondos
del gobierno.

Leclerc pintó también una Primera misa en Cuba en 1494 y varios retratos. Murió en
1852, siendo Director (otras fuentes indican que falleció en 1854).

Pedro-Federico Mialhe Toussaint (de 1852 a 1858)

Pintor y grabador litógrafo notable, nació en Bordeaux (Francia) el 14 de abril de 1810.


Fue amigo de Leclerc y lo sucedió en el cargo de Director de San Alejandro, que ocupó
durante siete años.

Su obra de mayor importancia en Cuba fue su trabajo como ilustrador del libro La isla de
Cuba pintoresca (La Habana, 1838), con 25 litografías. Vale señalar que Miahle, junto
con Hipólito Garneray y Eduardo Laplante son los tres grabadores franceses más
importantes que trabajaron en Cuba en el siglo XIX. Pocos como Mialhe pasearon su
vista de dibujante acucioso a lo largo de la Isla de Cuba. Entre sus temáticas preferidas
estuvo el paisaje que refleja la floresta cubana, lo que le propició una buena amistad con
el científico cubano Felipe Poey. Antes de ocupar la Dirección de la escuela había sido
profesor del Liceo Artístico Literario de La Habana.

Entre sus litografías más famosas figuran Puerta de Monserrate, El Panadero, El


Malojero, El Calesero, La Habana (vista tomada desde Casa Blanca), Vivienda de
pescadores de esponjas, Corrida de toros, etc. Su amplia producción litográfica es de
fundamental importancia en la gráfica colonial y por ello algunos estudiosos lo
consideran como otro "descubridor" de Cuba, en su caso por la abundancia de valiosas
imágenes típicas que dejó plasmadas.

Mialhe regresó a Francia en 1857 y allí continuó su labor artística hasta su muerte en
1868.

Hércules Morelli (de 1858 a 1859)

Pintor y escultor italiano, nacido en Ancona en 1821. Estudió en la Escuela de Bellas


Artes de San Lucas y fue uno de los defensores de la unidad de Italia, ideas que
defendió como coronel de milicias en Roma. Por sus ideas políticas se le expulsó de su
patria y de Francia, país que escogió como exilado dada su amistad con Guillermo
Colson.
Llegó a Cuba en febrero de 1855 y de inmediato el acaudalado Miguel Aldama le
encargó la ornamentación de su Palacio (en la actual esquina de Reina y Amistad). Poco
después de su llegada a La Habana obtuvo por oposición en 1858 la Dirección de la
Academia con una pintura titulada Una dama que da limosna a un mendigo. Entre sus
obras también se mencionan El desembarco de los ingleses en América en 1620 y
Momento en que Hernán Cortés manda a quemar sus naves en México en 1519.

También son de su autoría los cuadros titulados La caridad cristiana coronando el busto
de Caraballo y La dama de la limosna. Su personalidad ganó la simpatía de los cubanos,
y fue elogiado por el notable polígrafo Antonio Bachiller y Morales.

Una epidemia de fiebre amarilla tronchó prematuramente la vida de Morelli en La


Habana, en 1859.

Augusto Ferrán (1859)

Escultor y pintor, natural de Palma de Mallorca (Islas Baleares), donde nació en 1835.
Ocupó en 1850 - bajo la dirección de Leclerc - la cátedra de Escultura, que desempeñó
hasta su muerte en 1878.

San Alejandro se trasladó el 6 de julio de 1856 para un edifico en la calle Dragones


número 308 (antiguo). En septiembre de 1863 al designarse el plantel como Escuela
Profesional de Pintura y Escultura de La Habana, Ferrán fue ratificado en su plaza como
profesor de escultura (que había sido creada en 1850 bajo el gobierno del Capitán
General Concha).

Fue nombrado Académico de Mérito de la Real Academia de San Fernando de Madrid


(sección de Escultura) por S.M. (Su Majestad) el 8 de julio de 1838. Sus obras más
conocidas en Cuba son el Retrato del Príncipe de Anglona y Jesús y la Samaritana.

Juan Francisco Cisneros Guerrero (de 1859 a 1878)

Pintor, dibujante y grabador. Nacido en San Salvador, en la República de El Salvador.


Vino a La Habana en el año 1856 donde decidió establecerse. En 1859 se le otorga el
cargo de director de la Academia de San Alejandro, que desempeñó hasta su muerte.
Durante su dirección implanta el academicismo franco italiano con todos los recursos de
un romanticismo sin alas: temas históricos, escenas mitológicas y la copia fotográfica de
modelos extranjeros. Predomina el color sucio y fórmula hecha. Entre sus obras figuran:
Retrato del Padre Varela, Retrato de José de la Luz y Caballero, Lot y sus hijas, Motivos
de Italia y otras que se encuentran en la Academia San Alejandro y en el Museo
Nacional de Bellas Artes. Era hombre de vasta cultura, gran retratista, caricaturista y
maestro notable, a cuya certera dirección debió mucho el encauce y desarrollo de la
enseñanza artística en Cuba.

Miguel Melero Rodríguez (de 1878 a 1907)

Pintor y escultor que nació en La Habana en 1836. Melero estudió bajo la dirección de
los franceses Leclerc y Miahle, y del italiano Morelli. En 1858 obtuvo el título de Socio
Facultativo de la sección de Bellas Artes del Liceo de La Habana. Fue profesor de dibujo
en el colegio El Salvador que dirigía el eminente pedagogo José de la Luz y Caballero.
Viajó por España, Francia e Italia, ampliando sus estudios de artes plásticas.
En 1868, al estallar la Guerra de Independentista de los Diez Años, encabezada por
Carlos Manuel de Céspedes, se le suspendió al joven Melero la pensión que disfrutaba y
tuvo que regresar a Cuba. A la muerte de Cisneros presentó a concurso-oposición su
cuadro El rapto de Dajanira por el centauro Nesso y ganó la dirección de San Alejandro,
siendo el primer cubano en ocupar ese puesto. En su momento se destacó como
educador. Adoptó varias iniciativas, entre ellas abrir por primera vez las puertas de San
Alejandro -cuando ni aún en Francia lo hacían- a las mujeres, hasta ese momento
marginadas de estos estudios.

Entre sus pinturas descuellan temas mitológicos, religiosos, históricos, retratos y


naturalezas muertas. En el altar mayor de la Capilla del cementerio de Colón pintó El
juicio final, de grandes proporciones. Otras obras suyas son Colón en el Consejo de
Salamanca, Santa Teresa de Jesús, Jesús y Margarita de Alacoque, Un pintor de Luis
XIV, Un Cardenal etc.

Repercusión de la fundación de la Academia de San Alejandro

Con la fundación de la Academia de San Alejandro se dotó a la isla de una institución


oficial para la formación de artistas nacionales. Aunque los modelos seguidos fueron los
europeos, la Academia constituyó un paso de avance en la formación de la identidad
nacional.
Conclusiones

Según Ciro Bianchi Ross “Resulta imposible escribir la historia de la pintura, la escultura
y el grabado en Cuba sin aludir a San Alejandro. Unos ensalzarán sus aportes al
desarrollo de nuestras artes plásticas (…) y otros le negaran el pan y la sal. De esta
escuela dicen horrores algunos de los artistas cubanos mas destacados, en tanto que
otros no menos importantes enarbolan con energía su defensa. Lo curioso es que
ambas partes tienen razón”.

Lo cierto es que San Alejandro apareció como un centro iniciador de vocaciones, con
sus altas y sus bajas y, aunque este período no cuenta con artistas que se desprenden
totalmente del modelo europeo, sí constituye una vía de reflexión para que los siguientes
creadores se cuestionaran lo imprescindible de la conformación de nuestra identidad
nacional, a través de un arte propio.

Los artistas formados en sus aulas revolucionarían el panorama de las artes plásticas en
la Isla antillana. Desde entonces, el desarrollo del arte en Cuba ha compartido los
avatares de esta Escuela. Haber pertenecido a este centro constituye un extraordinario
aval en la carrera de cualquier artista de la plástica.
Bibliografía

 Juan, Adelaida de: Pintura y grabados coloniales cubanos. Editorial Pueblo y


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 Pérez Cisneros, Guy. Características de la evolución de la pintura en Cuba. La
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 Sánchez, Juan: La otra historia de San Alejandro. Centro Provincial del libro y la
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 Valderrama, Esteban. La Pintura y la Escultura en Cuba. La Habana. Editorial Lex,
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Fuentes digitales
www.sanalejandro.cult.cu
www.galeriacubarte.cult.cu
www.cmbfradio.cu
www.sld.cu/galeria/expo4/palabras.html
www.radiococo.icrt.cu/index.php/culturales/6068-la-academia-nacional-de-artes-
plasticas-san-alejandro.html
www.elhabanero.cubaweb.cu

Nota: todas fueron consultadas el 26 de abril del 2010.

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