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Contexto Social de La Isla de Cuba
Contexto Social de La Isla de Cuba
Las artes plásticas en Cuba habían dado muestra de su existencia desde el siglo XVI,
pero no fue sino hasta el siglo XIX y más específicamente en el año 1818, que
comienzan a consolidarse con la Fundación de la Academia de San Alejandro, en La
Habana.
Esta nueva escuela dentro del contexto Latinoamericano estaba llamada a convertirse
en una autoridad que, en primera instancia, encauzaría el gusto estético de los
jóvenes a través de la docencia; pero también influiría sensiblemente sobre el público
como un medio para brindar a las artes el prestigio que estas merecían. Bajo la
dirección de Juan Bautista Vermay, fundador y primer director, la institución se situó
dentro del conjunto de centros docentes creados por la Sociedad Económica de
Amigos del País (SEAP).
El marco temporal trabajado comprenderá desde 1818 hasta 1898 con el fin de la
colonización española; donde no termina esta institución, al contrario, se renovará con
artistas invaluables de la talla de Víctor Manuel y Amelia Peláez, entre otros, aunque
esos serán otros capítulos por los que transitará nuestra historia del arte.
Sin lugar dudas el siglo XIX fue una época de superación para la cultura cubana lo que
viene dado por los progresos económicos que trajo consigo entre otras cosas la toma
de La Habana por los ingleses casi finalizando el siglo anterior. Si bien este es un
factor muy importante en aspectos sobre todo económicos, el desarrollo cultural
alcanzó su más alto grado de expresión gracias a la labor de tres gobernadores: el
gobernador de las Casas, el obispo de Espada y el intendente Alejandro Ramírez.
D igual forma comienza a darse en la primera mitad del siglo XIXel ascenso de la
burguesía nativa lo que trae consigo discrepancias entre los intereses de esta nueva
clase y los de la metrópolis. Este mismo sector será clave para el progreso del país
por lo que se evidenciará en este siglo una constante lucha de los criollos en busca de
la prosperidad económica de la Isla, teniendo como ejemplos a seguir la
independencia de las trece colonias norteamericanas y la Revolución Francesa lo que
trae aparejado el interés por derribar trabas comerciales.
Es en estos momentos cuando la ciudad, que había vivido tanto tiempo bajo toques de
queda por las amenazas de corsarios y piratas, comienza a interesarse por el
quehacer artístico, a pesar de que no se tiene una idea absoluta del significado de arte
o de artistas.
En los inicios del siglo XIX, el Obispo Espada hace venir a La Habana al pintor italiano
José Perovani, para la decoración de la Catedral de esta ciudad. Este artista durante
su estancia en la Isla además de las obras de la catedral realiza algunos trabajos en la
Capilla del Cementerio de espada en la Iglesia del Espíritu Santo y en algunas
residencias particulares. Perovani seguidor de la Escuela de Bolonia, de los Carraci y
por ende de Miguel Ángel, estudió en Roma y posteriormente pasó a estados Unidos
desde donde arribó a la isla de Cuba. Este artista será el primero en hablar de una
academia de pintura, pero la idea no cuaja por falta de medios, y éste abre su propio
taller de enseñanza, dejando iniciada la ruta para la futura Academia.
Juan Bautista Vermay de Beaume pasó los dieciocho últimos años de su corta vida
(cuarenta y nueve años) en Cuba y fue sin dudas el impulsor del academicismo en la
Isla.
Vermay nació en Tournai (Francia) en 1784 en una familia burguesa. Su vocación de
pintor lo lleva hasta Paris donde durante seis años recibe las enseñanzas del gran
maestro Jaques Louis David. Lo cierto es que se conoce que hasta el mismo
emperador Napoleón llegó a interesarse por la obra del artista hasta el punto de
declararlo exento del servicio militar “a fin de que pueda honrar con su arte a la Patria”.
Es así como se inserta esta figura en el ámbito cultural cubano del inicios siglo XIX del
cual se dice que traía consigo “el cadáver de un estilo pictórico: el neoclasicismo”.
No obstante es Vermay, para el atrasado panorama cultural de la mayor de las
Antillas, un factor de progreso cultural. Su trabajo seria el encargado de orientar toda
la pintura del propio siglo e impulsar creaciones posteriores.
Se hacia indispensable entonces que la SEAP creara esta institución pues era una
manera de estar en concordancia con el panorama Europeo y español el cual, gracias
a la llegada del iluminismo, consideraba que el desarrollo de una nación era
proporcional al estado de su producción artística.
Ahora bien, lo más singular de esta escuela en sus inicios es la inclusión del término
“dibujo” en su denominación incluso por delante del término “pintura”. Lo cierto es que
si bien en la Isla se le concedió gran importancia a esta técnica pictórica fue más bien
una necesidad imperiosa por la escasez de recursos con los que contaba la escuela.
Esta situación empeora sin dudas a la muerte en 1821 del intendente Alejandro
Ramírez quien había puesto todo su empeño y gran parte de sus bienes en la creación
de esta. La dura situación que atraviesa la escuela se extiende por muchos años de
los que conocemos gracias a José Antonio Saco quien escribe en 1837: “De todas las
ramas de las bellas artes, la isla de Cuba no posee otra cosa sino una academia
de dibujo, situada en celdas oscuras, fétidas e insalubres del convento de San
Agustín de la Habana. Tan exhausta está de recursos y tan abandonada del
gobierno, que apenas tiene conque pagar el sueldo del profesor; y si de algún
tiempo a esta parte no se ha cerrado ya, débese al generoso desprendimiento de
su difunto director y a los noble esfuerzos de sus alumnos”
Es interesante señalar también como en estos momentos eran muy borrosas las
delimitaciones que se podían establecer entre artes y oficios, entre artesanos y artistas
por lo que se usan ambos términos en disímiles ocasiones sin límites ninguno. Por
esto mientras en Madrid ya existía San Fernando y en México San Carlos en Cuba
resultaba inevitable la creación de una academia de este tipo pues el oficio de pintor
se encontraba en manos de la gente negra por lo que la población blanca había
abandonado el campo de las artes. La creación de una academia de forma elitista
sería el medio para atraer a la población blanca hacia las artes. Sin dudas una
Academia que estuviera a la par de las anteriormente mencionadas contribuiría al
control oficial de las actividades artísticas que al tener un carácter popular se
adecuaban fácilmente al ambiente independentista que se estaba gestando en la isla.
Durante una gran parte de la vida de la Academia del siglo XIX se defendió la
importancia y la necesidad del carácter útil de la producción que allí se realizaba. De
esta forma en varios documentos de la época encontramos el término “arte”
relacionado con la industria y el comercia que se desarrollaba en el país.
1
SANTO SUÁREZ, JOAQUÍN: Exposición de las tareas que han ocupado a la Real Sociedad
Económica durante los años de 1825 y 1826. Memorias… 1927. V.8, p.28.