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Aquitectura Plateresca
Aquitectura Plateresca
Fuentes de entrada
En primer lugar se encuentran los artistas extranjeros que realizan trabajos por
encargos en los distintos países de Europa, u otras figuras importantes para el
caso español como son los canteros, entalladores y escultores que igualmente
eran contratados para determinadas obras. –
Otra fuente llegada de la novedad está dada a partir de las enseñanzas
recibidas por los maestros locales en España a donde fue costumbre viajar.
Algunos historiadores toman también en consideración la posible influencia que
representó lo visto por los señores en sus viajes y los aires tampoco
desestimables llegados a través de grabados, series decorativas o estampas.
El renacimiento llega a España en un momento de esplendor artístico. El
reinado de los Reyes Católicos produjo un ambiente propicio para el desarrollo
de la cultura - sin el cual no puede entenderse lo posterior - y la vida en sentido
general. El comienzo del siglo XVI coincide con un auge de una nobleza
creciente en constante deseo de ostentación. Estos apetitos muchas veces se
tradujeron en monumentos póstumos u otros reconocimientos que dieron
trabajo a no pocos arquitectos y tallistas italianos que trajeron consigo la
impronta del arte renacentista ya fraguado en Italia.
El Renacimiento en España no se reduce a una copia de los motivos,
conceptos y paradigmas clásicos de la península itálica. Hay hechos
importantes que no debemos olvidar al analizar las particularidades del
renacimiento español al que muchos equívocamente han tildado de
anquilosado por perpetuar o conservar determinadas estructuras y/o códigos
constructivos góticos, frente a las cuales lo propiamente renacentista queda
como un aditamento que el artista manipula a consideración suya.
En primer lugar debemos considerar que: La influencia renacentista llega a
España de forma oblicua. Vale anotar que en el caso de España predominan
más los arquitectos franceses y flamencos que los italianos, esto explica
también la falta de clasicismo del plateresco. El influjo italiano en le arte español
tampoco proviene de los centros dominantes dentro del movimiento, sino de
regiones secundarias hasta las cuales estos códigos llegaban y eran
igualmente modificadas. Entiéndase, Lombardía, Nápoles, Venecia, por ejemplo
La vuelta hacia el mundo antiguo no resultó en Italia un fenómeno demasiado
extravagante. De algún modo en Italia habían convivido siempre con los ecos
de la antigüedad y volver a ella fue como redescubrirse a sí mismos, no así en
España donde este mundo era más ajeno y otras tradiciones tenían mayor
arraigo.
Otro factor de interés estriba en el sistema de trabajo implementado en España:
En las obras arquitectónicas intervienen varias figuras que intervienen sobre el
resultado final. El arquitecto, el patrono – señor de la obra – y el maestro
constructor – contratista – El elemento local – representado siempre por los
últimos, el primero puede o no ser extranjero – tiene una considerable fuerza.
Los maestros sobre todo ejercían una fuerza especial. Se agrupaban en
gremios de tipo religioso a los cuales el arquitecto debía entregar sus tazas de
modo que fueran avaladas como correctas.
Estas premisas son determinantes en los caminos que toma el arte español
renacentista que no puede verse desligado de su antecedente isabelino,
fenómeno que a veces se desarrolla casi de forma paralela o indistinta,
El arte plateresco es un arte fundamentalmente ornamental. Sobre la estructura
gótica persistente se atempera la novedad en forma de decoración
desbordante. La bóveda de crucería gótica con sus acostumbrados dibujos
flamígeros continúa evolucionando para dar lugar a los dibujos decorativos más
complejos que podamos imaginar que varían entre las distintas escuelas. LA
arquitectura renacentista española es igualmente ajena a la consabida
horizontalidad clásica ante la influencia de un estilo como el gótico que
alcanzara en el estilo de los Reyes Católicos su epígono, el arte de la península
gustó de conservar un acusado gusto por lo ascensional, un afán de
verticalidad que se confirma en las bóvedas y otras estructuras.
En el estilo plateresco el ideal de belleza no está dado por el receloso cuidado
de las proporciones, los perfiles, la armonía de las estructuras y el juego no
desmesurado de luces y sombras. El acento principal de los edificios no radica
tampoco en la bóveda central como modeladora del resto del edificio como en
el R italiano. En España lo bello estriba en la vestimenta del edificio en las
fachadas exteriores y los policromados retablos interiores, a los zócalos de
azulejos, a las rejas caladas de ascendencia mudéjar y a los trabajos de
yesería socorridos en no pocos casos.
Todo pasa aquí por el filtro español y se reviste de una decoración vaporosa de
la que no escapan siquiera los órdenes las columnas que mutan en balaustres y
tienen sus fustes decorados al igual que las pilastras que desdeñan ahora la
severidad medieval que les caracterizó. La decoración llena sin reparos la
fachada, que se convierte en el motivo principal del edificio y actúa como una
estructura autónoma que no se supedita al resto del muro del edificio sino que
brota de él como por capricho. La fachada es una especie de tapiz que da
cabida a una gran diversidad de temas y seres reales e imaginarios. – Esto
continúa hasta aprox. 1530 fecha en que se nota una predilección evolutiva por
destacar los elementos arquitectónicos.
Ya desde fines del siglo XV se dejaban sentir los conocimientos renacentistas
que “cuajan” en España hacia 1520, cuando la mayoría de los edificios
comenzaron a afiliarse a los nuevos preceptos no siempre bien comprendidos.
Incluso las catedrales todavía en construcción asumieron dentro de su
estructura gótica elementos – capillas, sepulcros y otros – reconocidos como
renacentistas.
Periodización:
El arte plateresco para un mejor estudios de su evolución puede dividirse en
dos momentos fundamentales: Uno hasta 1540, tendiente al abigarramiento
decorativo, a la profusión de ornamentos que cubren las fachadas a un ritmo
envolvente y que parece querer devorarlo todo, pilastras, columnas, capiteles...
La segunda etapa abarca las dos décadas que siguen. La diferencia
fundamental entre ellas no gira en torno a la estructura sino a la decoración.
Ahora esta se concentra en algunos puntos de la estructura arquitectónica, pero
manteniendo la fluidez característica. El arte plateresco tiene su telón de cierre
en una búsqueda de la austeridad y de las formas clásicas con predilección por
la monumentalidad y la robustez dadas por las formas propiamente
arquitectónicas sin el añadido ornamental. – en esta dirección está Luis y
Gaspar de Vega, Hernán González de Lara, Bustamante, y algunas obras de
Valdelvira - El Escorial es el superlativo de estos ideales. Mientras Roma y la
Toscana representan el extremo purista del estilo, ante una fantasía
desbordante en medallones, candeleros, pináculos... no puede menos que
reconocerse que España es el ala anticlásica del mismo.
En 1517 intervino en las obras del hospital de Santa Cruz en Toledo, obra de
Enrique Egas, para el que realizó la portada de la fachada principal con un
carácter goticista tradicional, y los alzados del patio, donde desarrolló un
interesante tema de columna única como solución de esquina. Otra obra
destacada es la capilla de los Reyes Nuevos en la cabecera de la catedral de
Toledo, donde la entrada tortuosa desde la girola condicionó el carácter forzado
del vestíbulo. En ella destacan las estructuras góticas del interior de la capilla y
los casetones del intradós del arco de medio punto, que soporta los dos tramos
de la nave. Tras su intervención en las portadas del Real Monasterio de San
Clemente y en la capilla de San Juan, también en la catedral de Toledo, volvió a
Sigüenza, para cuya catedral realiza la llamada sacristía de las Cabezas,
llamada así por los motivos que decoran la bóveda de cañón que cubre el
recinto. En los arcos de medio punto que separan la nave de los muros
laterales se observan ciertas referencias a Leon Battista Alberti.
En 1534 fue nombrado maestro mayor de la catedral de Toledo. Ese mismo año
construyó en el hospital de Santa Cruz la escalera claustral, que ocupa una de
las esquinas del patio, compuesta por tres tiros encajados sobre planta
cuadrada con una interesante decoración en los muros a base de sillares
almohadillados, casetones en las cubiertas y motivos de grutescos en los
pilares. Hacia el final de esta primera etapa eminentemente escultórica, trabajó
en el palacio arzobispal de Alcalá de Henares, para el que completó la fachada
principal y una nueva escalera claustral semejante a la del hospital toledano,
con nuevos temas decorativos y mayor unidad compositiva.
En cuanto a los interiores se refiere es difícil definir con exactitud una tipología
exclusivamente plateresca. La influencia gótica y morisca en general son tan
fuertes en España que resulta demasiado complejo escindir uno y otro estilo
dentro de una urdimbre tan tupida. Quizá sean las columnas los elementos que
más destaque la presencia renacentista. La columna crea despejados interiores
basilicales en los cuales las columnas separan las naves y sostienen las
bóvedas nervadas que mencionábamos.