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Las tres obras principales en este tema son El reino de este mundo, del cubano
Alejo Carpentier; Las lanzas coloradas, del venezolano Arturo Uslar Pietri y El señor
presidente, del guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Los tres autores coinciden en París
y allí es donde descubrirán su identidad, su vocación y su necesidad de recuperar el alma
americana.
A partir de los años treinta del siglo XX se produce un problema: el tejido social
americano. Se consolida la idea de mestizaje. Si lo que se pretende es salvar todo lo
prehispánico, ahora lo que buscan los americanos para su epifanía interna es el mestizaje
(perspectiva externa que es Europa, e interna). A partir de estos años podemos “afirmar”
que ya se han asentado las naciones hispanoamericanas. No obstante, es un proceso
complicado que desemboca en nuevas guerras civiles, autoritarismos. Aun así, ya hay un
gobierno para cada país. En esta época volvemos a lo indígena que vive en la periferia de
las ciudades, esta temática aparecía en Ave sin nido, de Matto de Turner. Se quiere
reconocer a las clases desfavorecidas, al proletariado y solucionar los problemas entre las
distintas etnias y las clases sociales. La literatura empieza a hacerse eco de los problemas
de los más desfavorecidos (mestizos e indígenas). Algunos de los son los cholos,
montubios, indígenas de la sierra y la costa del Perú, etc. Junto a la preocupación mestiza,
esto se extiende al obrero, al campesino, al trabajador. La literatura tratará de defender la
Literatura Hispanoamericana
tierra, el testimonio de estas clases sociales. Es una literatura denominada de las siguientes
formas: literatura de la tierra, de protesta, rebelde, testimonial, crítica, reivindicativa.
Quienes escriben estas obras son los hombres blancos, y no mestizos. La novela se tiñe
de realismo social, una novela que va a estudiar los elementos que configuran el tejido
social hispanoamericano.
ecos posteriores en escritores como Augusto Roa Bastos con su obra Hijo de hombre
(1960).
En toda esta tendencia inscribimos Las lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri.
Esta tendencia se asienta con fuerza en los años treinta y pervive hasta finales del siglo
XX. Algunas más contemporáneas son Terra nostra, de Carlos Fuentes, El recurso del
método, de A. Carpentier, El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, etc.
Iglesias Calviño recoge una lista de las novelas que se inscriben dentro del ciclo
de las novelas de dictador. El tratamiento del dictador va a ser distinto según la época, el
autor y el estilo. Se establece como una línea que marca toda la novelística
hispanoamericana.
En la nueva novela histórica hay una inquietud por analizar la nación, por ese
sentimiento nacionalista, que no está en la novela modernista. Características principales
de la nueva novela histórica:
Algunas de estas novelas históricas son Yo, el Supremo o La vigilia del almirante
de Augusto Roa Bastos; El mar de las lentejas de Antonio Benítez Rojo; La guerra del
fin del mundo de Mario Vargas Llosa; o Castigo divino de Sergio Ramírez. Además, todas
las obras del ciclo novelesco de Carpentier parten de la nueva novela histórica. Hay que
tener en cuenta que hay novelas que tratan la figura del dictador que no pertenecen a este
género de la nueva novela histórica. Por ejemplo, El matadero o Amalia tratan el tema
del dictador, pero en ningún caso tienen rasgos de la novela histórica de la que hablamos.
A partir de los años veinte hay una serie de escritores latinoamericanos que viajan
a París y que entran en contacto con la vanguardia, en concreto con el surrealismo. Pietri,
Asturias y Carpentier viajan a París. Para que determinados conceptos entren en escena
(realismo mágico, lo real maravilloso…) era necesario un desplazamiento intelectual de
los escritores.
Literatura Hispanoamericana
Por tanto, llegamos a una nueva forma epifánica (la epifanía interna desde el
exterior). Es estando en París donde esos escritores piensan cuál es la materia novelable
en Hispanoamérica. Esto hace que surjan dos de las corrientes: lo real-maravilloso de
Alejo Carpentier, y toda la línea que surge de la mano de Miguel Ángel Asturias, con el
realismo mágico (fusiona lo prehispánico con lo europeo). Hay que destacar que
falsamente se ha dicho que Márquez crea el realismo mágico, pero en realidad este lo
recoge de Asturias. El realismo mágico emana del mundo onírico (recogido de lo
prehispánico) y de lo real y racional (recogido de Europa). Otra línea distinta la comienza
Alejo Carpentier: descubre la realidad americana como una realidad maravillosa,
fascinante, cuyo principal producto literario será El reino de este mundo.
Son ideas que los propios escritores están trabajando. El Prólogo El Reino… nos
da la clave para entender lo real maravilloso del Carpentier. También en su ensayo Tientos
y diferencias. Miguel Ángel también lo anuncia en los cuentos de Las leyendas de
Guatemala. Es un momento en que toda la cuestión social americana está despertando,
pero al mismo tiempo la conciencia artística está despertado la luz de lo que sucede en el
antiguo mundo. Los escritores se impregnarán del surrealismo europeo, pero configurarán
sus novelas con el sustrato hispanoamericano.
Escrita entre 1930-1931. Es una novela muy de juventud, porque el autor tiene 24
años cuando la escribe. Según Pietri, es una novela entrañable para él porque es lo primero
que escribe. Es una obra que llega de forma desorbitada. Tras conocer París vuelve a
América y escribe la obra, que es para él reveladora. Esta novela no es una nueva novela
histórica, ya que estas surgen a partir de Carpentier. La obra de Pietri está a caballo entre
lo anterior (reflejo de la realidad americana) y lo que se escribe a partir de Carpentier.
A partir de los años treinta los autores se relacionan, como es el caso de Carpentier,
Pietri y Asturias, y ya se reconocen como escritores. Por lo que dice Uslar Pietri en el
Prólogo de su obra, los tres hacen un proyecto para encontrar la vanguardia en sus propias
raíces. Ellos mismos dicen que sus novelas son “potencialmente vanguardistas y
puramente americanas”. Pietri afirma que en parís no se dejaron arrastrar por tantas
novedades formales, pero que abren los ojos. Hay una doble búsqueda: una formal y otra
identitaria determinada por la primera.
El estado de lo maldito es Estrada Cabrera, un dictador como dios, que todo lo ve.
Es el ojo que todo lo sabe, nada escapa de su misión. Está presentado de forma mítica e
hiperbolizada. El dictador se presenta como una sombre y es un gran manipulador de
vidas y de fortuna. Asturias con su novela aterra más al lector. Con su novela busca el
despertar social, de que es posible un cambio.
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Toda la novela tiene muchos rasgos simbólicos. En primer lugar, el título ya nos
da la idea de poder y terror con “el señor”. En segundo lugar, la relación entre Cara de
Ángel y Camila. Cara de Ángel es un personaje al modo de Lucifer, siempre acompaña
al señor presidente y forma parte del horror que genera el dictador. Este personaje se
enamora de Camila y todo cambia en la narración. M. A. Asturias está trabajando la
mezcla entre lo onírico de la tradición prehispánica y lo cristiano recogido de la tradición
europea. Tenemos presente en la novela a toda la generación maya-quiché.
Es uno de los pocos autores que figuran en el concepto del canon de la literatura
universal de Harold Bloom, El canon de occidente. En esta obra, enfocada sobre todo a
la literatura anglosajona, hace algunas incursiones en la literatura hispánica e
hispanoamericana. Dentro del ámbito de la literatura hispanoamericana solo aparecen
Borges, Neruda y Carpentier. Es uno de los pocos ejemplos de un autor con una estatura
canónica. Esta estatura le viene dad entre otras razones por una dimensión que no tienen
muchos escritores hispanoamericanos: tiene una dimensión humanística que no tienen el
resto de autores. El rasgo humanístico lleva aparejadas otra serie de cualidades que se
introducen también en el ADN del intelectual: una visión del mundo a través del concepto
de lo humano, en los humanistas hay una interpretación de la historia, del pasado y del
futuro. Al humanista no le basta con tener la inventio, sino que necesita también un
concepto humanístico global mucho más amplio que interprete la historia desde unas
premisas, y al mismo tiempo la articule hacia otra orientación. La literatura carpenteriana,
por tanto, es una gran literatura desde el punto de vista del manejo del idioma, pero
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también por ese espíritu humanista, reformador. Cuando la literatura se utiliza para algo,
como una herramienta social y educativa, podemos hablar de una figuración humanística.
La vida de Carpentier, que morirá en París en 1980, abarca los avatares más
importantes del siglo XX. Vivió y reflejó a través de su obra los acontecimientos capitales
del sigo XX, pero también con esa mirada retrospectiva que no solo cuenta el pasado sino
que también lo interpreta dándole un determinado sentido a la historia.
Carpentier también va a ser con el tiempo uno de los autores que firmen una de
las novelas más importantes sobre el tema del dictador: El recurso del método, de los 70.
- Creen renovar el arte desde el propio arte originario. Renovación artística desde
la propia cultura cubana.
- Independencia económica del imperialismo americano.
- Reformar la enseñanza pública.
- Se revelaban contra cualquier tipo de dictadura.
- Estaban en favor de la solidaridad latinoamericana. Estamos hablando de nuevo
de un panamericanismo. A final del siglo XIX José Martí habla de Latinoamérica
unida. Piensan que todos juntos tiene que reconstruirse, y a esto hay que sumarle
la epifanía interna desde el exterior.
Lo real maravilloso.
Lo real maravilloso tiene marcas que superan los parámetros de la razón, no como
elementos mágicos sino como una extensión de lo racional. Una clave de la novela es lo
real maravilloso. El realismo mágico, presente en las novelas de Márquez, es una poética
que nos propone aspectos reales como mágicos; lo real maravilloso se entiende como lo
maravilloso forma que parte de la propia realidad americana.
Por ejemplo, Ti Noel cree convertirse en ganso para formar parte de esas aves,
aunque no encuentra ese espacio. En este punto está la clave de la novela, el peso
de la verdad cae sobre él se le revela el sufrimiento anterior. Las dos filosofías se
fusionan en la mente de Ti Noel. Se fusiona la linealidad y la esperanza marxista
de que va a llegar la estabilidad a “ese mundo”. Hay que compartir, revelar y crear
un espacio “en el reino de este mundo”.
Tomando como referencia los estudios sobre esto de Mariano Baquero Goyanes.
Una de las herramientas que a él le serviría para abordar el trabajo crítico es el
perspectivismo, cuestión de visión de la realidad y su organización. También lo
dice antes Ortega y Gasset, pero Baquero lo aplica a la literatura. Ramón Pérez de
Ayala, en su obra Belarmino y Apolonio, habla de la historia de dos zapateros: el
zapatero teatral y el zapatero filosófico. Es la misma realidad vista de dos formas
distintas. Dice Ayala que “hay tantas verdades irreductibles como puntos de
vista”, la verdad no es una y única sino múltiple y diversa, depende del
observador, del punto de vista, es una apuesta relativista, no hay ninguna verdad
absoluta.
A partir de esta frase nos sirve en Carpentier para conocer su verdad, su movilidad
entre distintas realidades, es uno de los autores más hábiles en esto, en puntos de
vista culturales, conoce muy bien la tradición cultural europea y la americana. Es
flexible, tiene facilidad de movimiento para mostrarnos una historia desde
diferentes puntos de vista, lo cual enriquece y engrandece la novela y la historia.
La novela crea humanísticamente una movilidad ideológica. Esto no quiere decir
que no exista lo que Julia Kristeva llama metadiscurso verdadero, lo que nosotros
llamamos perspectiva humana, es decir, la visión del mundo que nos ofrece una
obra. Es difícil determinar la perspectiva humana cuando hay perspectivismo, se
mueve en distintos terrenos.
A través del tacto tiene conciencia de las estatuas, no de la vista, reconoce así las
figuras. Las manos reconocen, se activa la asociación sensitiva, la base de la
memoria (como para Proust), es un pasaje proustiano a través del tacto. “La
materia era distinta pero no la forma”, ahora es mármol, no piel, se da la distinción
materia-forma, que remite a Aristóteles y al hilemorfismo: la forma era la misma
pero la materia es la que cambia. Describe, por ejemplo, la Venus de Cánova como
un cadáver, para él el arte es algo muerto.