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EL HOMBRE QUE NO SALVO A JESÚS

Manuel Velasquez

León ahogo una maldición, a esa hora del día él tráfico era imposible. El sol brillaba en
lo alto y producía calor. Por momentos el atolladero cedía y avanzaban un poco.
Súbitamente reparo en su acompañante, Pedro.

-¿Qué te pasa?-pregunto.

-Los asientos son incómodos-toco la superficie-¿es cuero?

-¡Aja! Natural.

-¿Sabes de qué animal procede, León?

-No estoy seguro...

-El hecho es que son incómodos... y el olor...

-Se supone que huele así porque el vehículo esta nuevo...

-Que caos.

-¿Primera vez. ?..

-Tercera.

A León le disgustaba el hecho de que su compañero fuera tan joven. Probablemente era un
campesino de algún lado. Cuándo alquilo el auto lo primero que hizo fue preguntar “¿por la
superficie?”, El encargado lo tomo a chiste. Alguien detrás del toco la bocina, le siguió otro
y luego otros más, él contribuyó también.

-Debes dejar de mirar las cosas como si te sorprendieran.-dijo León.

-Es que lo hacen.


-Bueno. Pero no lo hagas. Hace ocho años atrape a un renegado así.

-¿Cómo?

-Hizo un comentario completamente fuera de lugar para esa realidad.

-Todavía no sé qué estamos haciendo en este lugar.

-Vamos a verificar un castigo nivel Alpha.

-¿En serio? Hay pocos que han recibido esa pena.

León pensó en el hombre que iban a buscar. No sintió pena por él. Había contado la historia
varias veces, ¿por qué no otra?

-Empezó hace diez años -dijo con voz ronca-según la cronología del Hipertiempo. El
hombre que buscamos se llama Paúl Gussarth, Agente de la Compañía.

-Creo que he oído hablar de él.

-Quizás. Este Paúl Gussarth se aficiono con la historia antigua, y con un personaje en
particular, Jesús, El Cristo. Mantuvo oculto esto durante años. Preparo su escape y salto al
año 30, a Judea, en la Judea de su propia realidad. ¿Has oído hablar de Cristo?

-No. ¿Se trata de alguien importante en esa realidad?

-No. En ninguna realidad fue importante. Solo en esta. Este Jesús era un profeta o
predicador en la antigua Judea. Decía que era hijo de Dios mismo.

-¿De cuál dios?

-¿Eres religioso?

-No. La Compañía nos hace ver que la noción de dioses es obsoleta.

-¿Lo crees así?

-Todavía conservo la piedra del dios Júpiter que me dio mi padre.


-Sí, es difícil dejar de creer en algo. Las doctrinas de Jesús enojaron a los sacerdotes
principales de ese pueblo y lo mandaron a prender por medio de la autoridad Romana.

-Sí. La vieja y fuerte Roma. La madre del mundo.

-En todas las realidades, los discípulos de este hombre lo salvaron, y lo escondieron. Fundo
el cristianismo, una secta que nunca salió de Judea. Mas, en la realidad alterada por este
hombre, entrego a Jesús a los romanos. Fue colgado en un poste, como un criminal.

-¿Y por qué eso es tan importante?

-Su secta se convirtió en la religión principal de esa realidad... y en esa realidad


desarrollaron los viajes espaciales, en dos milenios y medio, tan solo.

El muchacho lo miro con cara de asombro.

-Es el gran secreto de la compañía. Se mantiene oculta de todos para que no haya
migraciones masivas. Todas las realidades tienen un porcentaje matemático de seguir
existiendo después de una alteración.

-¿Y este hombre...?

-No solo cambio la realidad para que existieran los viajes espaciales, sino que es mucho
más segura que cualquier otra realidad. Los matemáticos la llaman realidad principal. Nadie
la toca. No se sabe que efectos podría acarrear cualquier intervención externa.

-Salieron al espacio cuando estaba vacío...

-Sí. La compañía quiere saber cómo lo hizo. Por eso le di caza y lo recluí en esta realidad.
He venido cada dos años del Hipertiempo. Aquí han pasado veinte. Es mi última visita.

-¿Por qué? ¿No hay otro que pueda seguir viniendo?

Pedro suspiro con fuerza. Se sintió molesto por muchas cosas y por ninguna en particular.

-No. Tengo que matarlo.

-Matarlo... Pero, ¿por qué?


-Ya lo entenderás.

Hicieron el resto del camino en silencio. León enfilo por una carretera troncal que
desembocaba en una larga y ancha autopista. El tráfico era mucho más ligero aquí. Pedro
miraba a ambos lados de la carretera. Luego de un rato vio un edificio cuatro plantas. El
aspecto de la construcción le choco. Era un frío cubo de ventanas de cristal, tenía todo el
aspecto de un hospital. El sol daba de lleno en el edificio y sus cristales relumbraban. El
viejo aparco el vehículo en un área específica para ello.

-Es aquí -dijo, sin una entonación especial, mientras apagaba el motor del coche.

Ambos hombres salieron al exterior. Pedro boqueo cuando el calor le dio de lleno y la luz
lo cegó de repente. El sudor empapo su espalda y sus axilas inmediatamente. Caminando
hacia la entrada de la construcción, Pedro se dio cuenta del inaudito silencio a su alrededor.
Un extraño clamor sordo machacaba sus oídos. Tenía una sensación extraña, como si fuera
vigilado. Podía oír como crujía la gravilla del suelo bajo sus pasos. Un halcón chillo en la
cima de un árbol, se lanzó al vuelo, haciendo un extraño rodeo en torno al edificio y luego
zigzagueo a la inmensidad del cielo azul.

-¿Un campo de fuerza?-dijo.

-¿Qué?-León parecía despertar de un largo sueño.

-Hay un campo de fuerza en torno al edificio.

-No. Es solo un campo de barrido electromagnético. Así mantenemos vigilado el sitio.

Al cruzar la entrada, una bocanada de aire frío los envolvió. El interior del edificio estaba
pintado de blanco, incluso el suelo, de baldosas romboidales, era blanco cremoso. En la
recepción, detrás de un mostrador color beige, se hallaba una mujer de unos cuarenta años.
Todavía tenía los ojos vivaces y su piel parecía suave. Vestía una especie de uniforme
verde, de dos piezas, pantalones holgados y blusa ajustada.

León se dirigió a la mujer.

-Buenas tardes, deseo ver al paciente Paul Gussarth.


La enfermera lo miro un momento.

-¿Me da sus datos?

-Simón Gussarth

Pedro miro a León. La mujer tamborileaba con sus dedos sobre el escritorio, parecía querer
recordar algo. Consulto datos a través de la pantalla de la computadora.

-Perfecto-dijo la mujer. – El doctor López bajara enseguida, él los remitirá al paciente.

Antes de que León pudiera decir algo, la enfermera continúo:

-Hace años vino un hombre, muy parecido a usted. Pregunto por el mismo paciente. Tengo
memoria fotográfica -agrego, el tono de voz indicaba que esperaba una respuesta.

León sonrió con benevolencia.

-Quizás fue mi padre, es la primera vez que yo vengo.

-Pudo ser. Casi diría que son la misma persona.

La mujer volvió a su trabajo. León se alejó del escritorio. Pedro lo miro, luego dijo con voz
calma:

-la mujer te reconoció...

-No. Solo tuvo la impresión. Cuando salgamos se les hará un barrido de memoria leve. Pero
siempre queda algo, recuerdos, impresiones. Lo que debió parecerte obvio no lo notaste.

El joven entrecerró los ojos. Miro de nuevo a la mujer y recorrió el salón con la mirada.

-No lo sé. ¿Qué es?

-Debes ser más cuidadoso y prestar atención a los detalles. Estas personas tienen veinte
años trabajando en el mismo sitio...

-Eso es muy normal.

-Cuando no se tienen mejoras significativas no lo es. Estas personas son muy talentosas.
-¿Pero?

-Cada una de ellas debieron morir hace mucho tiempo. La compañía los salvo y los retiene
aquí para vigilar al prisionero.

-Pero... ¿es tal la importancia de este hombre que fue necesario el haber implantado órdenes
subconscientes a tal cantidad de personas?

-Sí.

El silencio del pasillo se vio roto por sonido de unos pasos. Era un hombre delgado, con
gafas de pasta oscura, tenía una sonrisa.

-¿El señor Gussarth?-no se dirigía a ninguno en particular.

-¿El doctor López, supongo?

-Entiendo que desea ver a un paciente.-el doctor sonrió

-Sí. Es un familiar algo cercano. Mi padre hace un tiempo...

-Casi veinte años.

-Aja. Mi padre vino aquí para dejarle en herencia una propiedad. Sin embargo, él no la
acepto.

-Vaya. ¿Y ahora?

-Mi padre murió hace unos días. Le lego la propiedad. La quiera o no, es suya. También
quiero hablar con él. De todos, era el que mejor se la llevaba con papá.

-Lo que me pide es sumamente irregular. Pero no veo inconvenientes, salvo el hecho que
yo debo estar presente...

-Por supuesto.

-¿El joven es...?

-Mi sobrino.
-Perfecto. Vengan conmigo.

Avanzaron por el pasillo lentamente. Esperaron en silencio al ascensor. No había


ascensorista, así que el doctor tuvo que presionar el mismo el piso.

-Es muy interesante el señor Paúl.-dijo el doctor.

-¿Interesante?

-Sí. Fíjese. Cuando llego aquí, era muy violento. Tenía alucinaciones y una fijación... una
neurosis, sería el término exacto, muy particular. Se figuraba un viajero en el tiempo.

-Pobre. Nunca supimos como llego a ese estado...

-Yo tampoco. El paciente se comporta con toda normalidad en sus periodos lucidos, y luego
cae en estados depresivos... hay que sedarlo, es terrible.

El ascensor llego a su destino. Caminaron por el angosto pasillo hasta llegar a una puerta de
caoba. El doctor la abrió con suavidad. Dentro, sentado en una silla plegable de plástico
estaba el hombre. Pedro se sintió decepcionado. Aquel hombre era un anciano normal,
delgado, con barba de pocos días. Parecía tan normal como cualquiera. Los brazos estaban
atados con correas a la silla.

-Es por seguridad-dijo el doctor cuando vio que León se fijaba en ese detalle. – tomen
asiento señores.

Todos lo hicieron. León saco un pequeño artilugio, muy semejante a una pluma, de sus
ropas. Toco un pequeño botón, que chasqueo metálicamente y un delgado y pálido rayo
broto del aparatito, dirigido a la frente del doctor, el cual cayo inconsciente de inmediato.

-¿Un rayo neuro-supresor? – dijo Paúl Gussart, con voz cansada y áspera.

-Si – dijo León, mirándolo fijamente. – así será incapaz de recordar nada cuando salgamos
de aquí.
-¿Cuánto tiempo ha pasado para ti, León? Aquí he estado por veinte años. Con esta gente
creyéndome loco. Veinte años a solas con mis pensamientos. ¿Cuánto ha pasado para ti?
¿Fuiste a comer y luego volviste? ¿O fue solo un instante?....

-Dos años, Paúl, el tiempo suficiente para que te condenaran a muerte.

-¿A muerte?

-Colabora y te será aplicada una reducción de la severidad de la sentencia.

El viejo lo miro con desprecio.

-Yo he sido agente, como tú –dijo, arrastrando las palabras-Sé que mi delito no tiene
perdón.

-Ningún criminal fue tan lejos como tú-dijo León con dureza.

-Es cierto. Si lo hubiera logrado...

-En cierto modo lo lograste.

-Sí. ¿Cómo explicas tal paradoja?

-No estoy aquí para explicar nada-León miro su reloj de muñeca-tienes exactamente un
minuto para decirme si quieres colaborar o no.

El anciano quedo silencioso. Un largo suspiro escapo de su pecho.

-Voy a decir todo-dijo con convicción-así me burlare de la compañía, aquí, en mi lecho de


muerte. No podrán hacerme nada mas.-añadió con una risa nerviosa.

León saco una pequeña grabadora – filmadora de un bolsillo de su chaqueta y la puso en la


mesa.

-Comienza-dijo.

-Déjame preguntarte algo jovencito-dijo el anciano mirando a Pedro.-¿Realmente crees que


viajamos por el tiempo?

El joven agente miro a León.


-No tienes que contestar si no quieres...-le dijo este.

-Las leyes físicas así lo confirman –dijo el joven con aplomo-durante mi estancia en la
academia he recibido instrucción al respecto. Hace veinte años que vio a León aquí, pero
para el solo han pasado dos años.

-Perfecto. Te planteo un caso, se ve que eres un muchacho inteligente.

León se inclinó hacia delante, visiblemente interesado.

-Imaginemos esto: un individuo que llamaremos A, viaja en el tiempo, hacia el pasado, con
el propósito de matar a su abuelo para evitar su propio nacimiento, en el momento que está
a punto de hacerlo se ve detenido por el mismo, solo un poco más viejo. Dime, ¿esto sería
posible?

-No – contesto Pedro con rapidez-es el teorema de Harlan, la paradoja que no existe.

-¿Pero por qué no?

-Primero, si el sujeto logra su primer objetivo, desaparecería en el acto, pues su existencia


no tiene razón de ser al asesinar a uno de sus más antiguos progenitores. Dos, encontrarse
consigo mismo desataría una reacción en cadena que destruiría a ambas entidades, pasada y
futura, según el postulado de Braun, dicha anomalía repercutiría en los conocidos de este
sujeto, pasado y futuro, destruyéndose así, por esta reacción, todo el sistema planetario...

-¿Se ha comprobado alguna vez?

-No, es una conjetura... se toman las medidas de seguridad para que no pase nunca.

-Y nunca pasara por que es falso.

-¿Qué?

-La compañía te ha engañado todo este tiempo joven. No se viaja en el tiempo. Tal cosa es
imposible. Las leyes de la física no lo permiten. Solo se viaja entre dimensiones. Ya que
gusta tanto citar los libros de texto, tomemos el ejercicio de Mcflay, el uno guión B. Cítalo.
-Uno guión B...-Pedro pensó furiosamente-un hombre lanza una moneda al aire por que
tomara una decisión si cae del lado A, y otra si cae del lado B.

-¿Solución?

-Ambos casos se dan. Si la moneda cae del lado A, tomara una decisión A, si es el lado B,
una decisión B, para ambos casos y de forma natural, la ley de Lambert predice que la
realidad que tenga más peso estadístico será aquella que continué en la corriente de espacio
tiempo normal. El sujeto recordara solo lo que ocurra en esa realidad, mientras que la otra
también tiene lugar, pero quedara apartada de la corriente espacio temporal, sin que nadie
se dé cuenta.

-Quedando como una irrealidad o realidad B.

-Exacto. Podemos visitar estas irrealidades o realidades paralelas en teoría, puesto que
todavía no se ha demostrado. Las realidades principales, las que convergen en la corriente
espacio temporal de cada realidad en sí, si podemos visitarlas. Por eso no se puede entrar en
una realidad, conocer el resultado de un determinado acontecimiento y volver luego una
hora antes para usar ese conocimiento a favor propio, se caería en un caso del teorema de
Harlan, una paradoja.

-Yo lo hice.

-¿Qué? – exclamo Pedro, casi se levantó de su asiento.

-Tranquilo – dijo León.

El hombre viejo sonrió, luego comenzó a hablar con voz neutra.

-Veo que no eres muy observador. No te has preguntado por que tu compañero no se
asombra de lo que estoy diciendo.

Ambos hombres se miraron, Pedro con asombro y León furioso.

-No sé cómo tiene conocimiento de esa información –dijo gravemente el viejo agente.-Pero
es otro crimen más a su lista.
-Ya no importa – dijo Gussart con desafío -he pasado los mejores años de mi vida
vegetando aquí, ¿qué más puedes quitarme?

Un tenso silencio se apodero de ellos.

-Siga hablando –apremio León.

-Yo lo hice –repitió-me encontré a mí mismo y no pasó nada. Nada.

-¿Pero cómo? – murmuro Pedro.

-¿Cómo? Cuando ingrese a la academia me hicieron la prueba de admisión. Mi resultado en


matemáticas estuvo pésimo, pero tenía una gran habilidad para los problemas espacio-
lógicos. Tenía una gran capacidad para descubrir cosas y atar cabos, con pocas pistas. Pero
el funcionario que hizo mi expediente omitió un detalle, mi capacidad matemática se vio
disminuida adrede. Sencillamente yo no quería ir a la sección de ingenieros. En mi realidad
natal, en mis años de juventud, la humanidad se dedicó a la búsqueda del viaje espacial,
pero fracasaron irremediablemente. Esto me lleno de una gran frustración. Lo único que
podía descartarme era un examen neuro nervioso y lo pase con el promedio justo. El
evaluador puso ciertas observaciones, pero nadie hizo caso. Comencé a trabajar. Hasta el
día que me enamore de una mujer del tiempo normal. Llene los formularios que me
permitían establecer una relación de este tipo. Viví con ella varios años, muy felices, hasta
que murió. La relación entre el individuo y el agente introduce una serie de cambios
mínimos, que, si ese individuo posee más peso estadístico en ese tiempo, podría acarrear
graves problemas a los ingenieros. Los únicos individuos que calificaban para eso, tendían
a morir jóvenes. Sin saberlo yo, ella salió embarazada. Me alarme, pero no dije nada
cuando me lo participo. Solo le quedaban unos meses más de vida, ¿para qué hacerla
infeliz? Me dedique lo mejor que pude para que esos últimos días fueran los mejores. Ella
murió en un accidente de avión.

El anciano callo. Respiro profundo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero recobro las
fuerzas y continúo.

-Estuve mucho tiempo sin poder asimilarlo. Pasaron los años y la compañía me parecía, no
ya una institución venerable, sino una molesta y corrupta casa de vicios. Me convencí a mí
mismo para lo que iba a hacer. Me dedique a estudiar matemática y física temporal. Nunca
tuve nada oculto, iba a las bibliotecas y tomaba los libros. Los ingenieros no sospecharon
nada porque, para ellos, la idea de que alguien fuera de su círculo pueda tener los mismos
conocimientos que ellos era inconcebible. Tienen a los demás como una especie de primate,
un nivel por encima de las bestias. Reconozco que tuve mucha suerte. El viaje en el tiempo
no existe.

-Si-dijo Pedro, interrumpiéndolo-ahora muéstrenos las pruebas de que eso es cierto.

-Volví al día en que mi amada murió. Los vi, a ella y al joven que yo era entonces caminar
hacia vendedora automática de boletos. Tome aire y los aborde. Y no pasó nada. Mi
consiente no registro el hecho de haberme abordado a mí mismo en ese momento. Les
convencí de que era quien decía ser y les explique mi presencia allí. Esperaba que cuando
mi otro yo tomara la decisión trascendental de salvar la vida de mi amada, el continuo
variaría y volveríamos a ser uno. Estaría con ella, recordaría esos años perdidos y todo lo
demás se borraría. Mi homologo se fue, sin yo saber a dónde, ya que le había impuesto que
no me dijera nada. Desaparecieron de mi vida para siempre, sin embargo el cambio no se
efectuó. Espere varios días, como agente sabía que cuando el continuo del tiempo variaba, a
veces tomaba un lapso de tiempo, mientras los diversos factores se reacomodaban. Cuando
tuve la certeza de que todo había sido en vano, volví a la compañía. Comencé a estudiar el
porqué de mi fracaso.

-¿Nadie se dio cuenta de su acción?

-Nadie le pregunta a un agente a donde va. Invente un reporte. Esa realidad no era
importante para los matemáticos. Falsee la fecha de mi destino, en todo caso. Algo que se
me pasó por alto en aquel momento, pero luego me sirvió de mucho. Yo no altere esa
realidad cuando salve a esa mujer. La toque de un modo mínimo. Mi alter ego no pertenecía
a esa realidad, la mujer estaba condenada, su muerte no era un factor determinante para
ningún acontecimiento estadísticamente importante, y sobre todo, al sacarla de esa realidad
es como si hubiera muerto. El accidente donde debía morir ocurrió en el mar, la mayoría de
los cuerpos jamás fueron encontrados. Lo que descubrí mediante mis estudios fue mucho
más importante. No había fracasado, hice varias pruebas y pude probar mis teorías a
satisfacción. Cuando la salve, solo cree un sistema de irrealidades posibles. A partir del
momento en que ella compra el boleto de avión, existe un número infinito de realidades
donde yo no llego a advertirles nada y existe un número infinito de realidades donde yo
llego y mi homologo se la lleva. Mi error fue creer que el sistema principal de realidad se
derrumbaría y todo cambiaria a mi favor, de hecho la realidad quedo igual, mi homologo
solo la dejo allí para que muriera, porque esa era la realidad con mayor probabilidad de
existir. Mi paso por allí quedo borrado. Comprendí que no podría nunca salvarla. Pero a mi
mente vino otro hecho, ya que mi homologo pudo llevarse a mi amada, ¿por qué yo no
podía tratar de llevarme a una homologa de ella? En cada realidad diferente se desarrollan
homólogos de los seres que habitan en la realidad principal. Yo, como no pertenecía a la
realidad en cuestión, solo estaba en el sub-grupo de realidades que comprendía el hecho de
haber entrado allí a través de la barrera del Hipertiempo. Luego no estaba en ninguno de los
demás sistemas. De hecho, hacer un cambio de realidad no me afectaba, mis homólogos no
aparecían en los nuevos conjuntos de realidades con posibilidad de ser los estadísticamente
importantes. Por ello comencé a investigar sobre el alcance de los cambios en los
homólogos. Sabía que no podía ingresar a una realidad donde ella me conociera, puesto que
estaría enamorada de mi yo más joven, por otra parte, en una donde no hubiera tenido
noticias de mí, podría darse el caso de que me rechazara. Entonces di con un hecho
extraordinario. Fue algo fortuito. El hecho era asombroso, estudiaba personalidades
homologas para ver su comportamiento frente a los cambios cuando encontré el caso de
este hombre. Si uno no es un matemático o está familiarizado con la teoría de realidades
temporales y los cambios de irrealidades, tales hechos se dan por sentado o se pasan por
alto.

-¿Qué fue lo que noto?-pregunto Pedro con aspereza.

-¿Cuáles son las posibilidades de un individuo de una realidad principal sea exactamente
igual a sus homólogos en las distintas variables temporales?

-Muy pocas-contesto León-aunque se han dado casos...

-Pocos. Un individuo puede ser idéntico con sus homólogos en unas diez variables
distintas, pero cuando el número es de cuatro dígitos, hay algo... Sometí el análisis a un
ingeniero, como parte de un estudio privado. La respuesta fue que sencillamente era
imposible. Lo otro que me dijo me asombro aún más. Me dijo que los datos que le había
facilitado el individuo en cuestión no podían existir en ningún sistema de realidad posible.
Debido a esto, continué mi estudio acerca de la figura de Jesús de Nazareth. Repase su vida
en un conjunto de realidades escogidas al azar. En todas, su vida y fin fueron virtualmente
idénticos. Estudie el hecho y luego vino a mí la revelación. Sabía lo que tenía que hacer.
Ingrese en el tiempo, en mi propia realidad natal, pocos años antes de la muerte de Jesús.
Me instale cerca de Jerusalén y, utilizando mis conocimientos de la época y varias cosas de
la compañía, pude encontrar a uno de los discípulos más importantes del rabí y le mate
mucho antes de que ambos se conocieran. Este era el hecho que desataría el gran cambio.
Cuando llego el momento, ingrese a la banda del galileo y me convertí en tesorero, con el
nombre de Judas Iscariote. Jesús predico varios años, en los cuales no me aparte de él. En
mi interior sabía que el rabí sospechaba de mí. Una vez hablando en parábolas me lo dijo.
Pero El no impidió lo que paso. Más bien parecía anhelarlo. Llego el día que en lo
apresaron. Yo había notado que en todas las realidades paralelas que no me incluían a mí, la
captura siempre la intentaban hacer los sacerdotes y sus huestes, por lo que yo involucre a
la autoridad romana. Analizando la sicología de los seguidores del nazareno, me di cuenta
que, si bien podían hacer frente a los sacerdotes judíos, la autoridad romana les llenaba de
miedo. Odiaban a los romanos, pero tenían miedo de sus legiones. La captura se llevó a
cabo, el galileo crucificado y ese fue el final.

-Has sido descuidado, viejo-dijo Pedro, sonriendo-Con lo que has dicho, podemos atrapar a
tu homologo antes de que traicione a Jesús y arrebatarle el conocimiento de cómo cambiar
las realidades.

-No-dijo el viejo-Me aplique un neuro-supresor como el que utilizaron con el doctor-señalo


con el mentón al galeno, inconsciente en la tabla de la mesa.-suprimí todos mis
conocimientos de esto voluntariamente, deje solo unas notas para guiarme en mi misión.
Concluida esta, las queme. Pueden sondearme hipnóticamente y no obtendrán nada.

-Ya lo hicimos-dijo León-es cierto.

-Pero tenemos sus homólogos para experimentar…-balbució Pedro.


-No se puede.-el anciano rió silenciosamente.-Traicionar a Jesús produjo el gran cambio...
el que llevan buscando los ingenieros de la compañía desde hace más de un siglo. Todas las
realidades homologas se fundieron en una. ¿Entiendes? En una sola, como si las demás no
hubiesen existido nunca. Los hechos cambiaron y se adaptaron a la nueva realidad. Cuando
volví a la compañía y verifique esta nueva realidad, estaba en el índice estadístico perfecto,
cien por ciento. Ingrese en la realidad que había creado, tres mil años después de haber
traicionado a Jesús. Por fin mi ansia de ser verdaderamente libre vería su fin. Gracias al
viaje espacial podía ver más culturas y más aventuras que en todas las realidades juntas.
Compre un par de pasajes hacia el espacio, y cometí el único error de toda esta historia.

-Fuiste a buscar la homologa de la mujer que amabas. Allí te encontré.-dijo León con
nostalgia.

-¿La compra de los pasajes no altero la realidad perfecta?-pregunto Pedro.

-No-sonrió el anciano.

-No, La realidad perfecta se protege a si misma de variables no naturales. Los pasajes los
reservo con una semana de anticipación, pero no impidió que nadie los comprara. El vuelo
iba completamente vacío.

-Ahora-la voz de Paúl Gussarth se alzó de tono.-dime lo que me espera. Todo fue una
pérdida de tiempo. Mi vida, tu vida, todo.

-Nosotros tenemos una vida, Paúl. Un trabajo al cual volveremos. Tu no. Estas sentenciado
a muerte...

-¿Crees que me asustas?-dijo el viejo con desafió.-llevo veinte años esperando esto.

Un tenso silencio se apodero de la estancia. A pesar del aire acondicionado, Gussarth estaba
sudando.

-No-dijo León lentamente.-sé que no. ¿Sabes algo? Mañana, esta realidad dejara de existir.
El sol se convertirá en una supernova. Todo será eliminado. Te dejare aquí.
- Y al fin todo terminara.- el anciano cerro los ojos y dejo brotar las lágrimas.- no me
arrepiento de nada. Solo lamento no haber tenido éxito al final.

Despertaron al doctor, indujeron en su mente una conversación ficticia en la que pasaron


varias horas y partieron de allí. Una vez en la compañía, León presento la grabación de la
conversación a sus superiores. Hubo felicitaciones y palmadas en la espalda. Promesas de
ascenso dentro de la compañía.

-Me pareció cruel la forma como lo trataste. Dejarlo allí... bueno. ¿Fue por haber creado esa
realidad? -.dijo Pedro mucho más tarde. Se había empeñado en acompañarlo todo el
tiempo.

-Paúl Gussarth era mi amigo. Fue mi compañero. Era lo menos que le debía. -. La voz de
León se quebró.-Fue porque él se atrevió e hizo algo que yo tuve nunca el valor. Y lo atrape
por ello. Lo atrape cuando tenía todo listo para reunirse con la mujer que amaba. Lo
sacrifico todo por ella.

-¿La amabas tú?

-No a ella. Otra en mi pasado. Nunca luche por ella. El sí tuvo el valor de hacerlo.

Cuando Pedro miro a León se dio cuenta que el anciano lloraba. En silencio volvieron al
Hipertiempo. A la compañía.

Fin

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