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Resumen Psicología Social

Primer parcial

Textos:
Semana 1.
- Turner, (1994). “el campo de la psicología social” [pag. 3-21].
- Pérez, (1994). “psicología social: relación entre individuo y sociedad” [pag. 25-40].
- Álvaro y Garrido, (2003). “introducción. El campo de la psicología social: perspectivas
psicológicas y sociológicas” [pag. 1-11].
- Moscovici, (1988). “introducción: el campo de la psicología social” [pag. 17-37].
Semana 2.
- Lentini, (2012). “interaccionismo simbólico”.
- Mead, (1972). “La persona. Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista del
conductismo social” [pag. 167-248].
Semana 3.
- Del Río. (2012). “el paradigma de la fenomenología”.
- Goffman, (1981). “introducción/actuaciones. La presentación de la persona en la vida
cotidiana” [pag. 13-87].
Semana 4.
- Zubieta, (2020). “la psicología de la cognición social”.
- Gosende, (2012). “la dimensión histórica en la psicología social cognitivista”.
Semana 5.
- Ferrari, (2012). “el construccionismo social y su apuesta: la psicología social histórica”.
- Gergen y Gergen, (2011). “reflexiones sobre la construcción social” [pag. 9-52].
Semana 6.
- Iñiguez-Rueda, (2003). “la psicología social como crítica”.
- Baró, (2006). “hacia una psicología de la liberación”.
- Baró, (1987). “el latino indolente. Consideración ideológica del fanatismo
latinoamericano” [pag. 135-162].
Semana 1.

Turner, (1994). “el campo de la psicología social” [pag. 3-21].

John C. Turner.

Turner estudió psicología social con Henry Tajfel, quien entre las décadas del cincuenta y del setenta
investigó los efectos de la categorización de los grupos y sus efectos sobre la discriminación intergrupal.
Para ello utilizó una metodología experimental por la cual se creaban grupos diferenciados según criterios
falsos (se les decía que compartían algún rasgo, pero en realidad eran elegidos aleatoriamente) o
arbitrarios, y se les daba como consigna repartir créditos a miembros del propio grupo y del otro grupo.
Se observó que los sujetos entregaban más beneficios a los del propio grupo. Según esto, las personas se
autodefinen y valoran por sus grupos de pertenencia.

Turner y Brown denominaron a este enfoque la teoría de la identidad social. Más adelante Turner y otros
desarrollaron la teoría de la autocategorización, complementaria y posterior a la teoría de la identidad
social. Ésta teoría da cuenta de un proceso cognitivo por el cual los sujetos se categorizan como
miembros de grupos, y su yo es el resultado de la interacción entre la persona y el contexto social.
Cuando un marco social o situacional genera una preponderancia o saliencia de la autocategorización
basada en categorías sociales por las cuales un individuo se parece a los de su categoría, se produce un
procesos de despersonalización. El yo puede ser categorizado entonces en términos covarientes de
identidad social con las estereotipias y semejanzas correspondientes, y de identidad personal (grado de
diferenciación). En cuanto al grupo, si se cohesiona, mediante la despersonalización, produce
conformidad grupal, diferenciación intergrupal, etnocentrismo, actitud positiva hacia los miembros del
grupo (atracción social) y relativa seguridad.

Para Turner, la psicología es la ciencia de la mente, y la psicología social, la ciencia de los aspectos
sociales de la vida mental. La psicología social alcanza el estatuto de ciencia cuando utiliza la
metodología de investigación experimental, con el psicólogo conductista Floyd Allport en 1924. La
conducta social se estudia como expresión de la actividad mental.

Objeto de estudio de la psicología social.

La psicología social estudia cómo funciona la mente en sociedad, es la ciencia de la mente y de la


sociedad. Muchas ciencias estudian a la conducta, lo que define a la psicología es que la estudia
proporcionando un estudio de la mente (humana o no humana). El tema central de la psicología no es la
conducta sino la mente, o la conducta como expresión de la mente. Del mismo modo, la sociología, la
historia, etc. estudian a las instituciones sociales, pero no se preocupan por los fenómenos mentales.

Perspectivas explicativas.

El nacimiento de la psicología social estuvo marcado por la controversia acerca de la relación del
individuo con el grupo social. Turner presenta las dos tesis de esta polémica, y ofrece su propuesta de
solución con el interaccionismo.

1. La tesis de la mente grupal.


Desde el sentido común, se habla de los grupos como entidades, decimos que sienten, piensan,
ven, planifican. Lebon intenta explicar lo que demostraban las muchedumbres o movimientos
sociales revolucionarios y su conclusión acerca de que hay una psicología distintiva del individuo
cuando se comporta al interior de los grupos. Daba cuenta de que cuando las personas actúan
grupalmente aparecía algo diferente llamado inconsciente racial intentando explicar conductas
para él primitivas y de barbarie. Este postulado fue muy criticado pero igual hay análisis
específicos respecto de los mecanismos psicológicos de desindividualización, contagio y sugestión
que serán retomados posteriormente por la psicología social dentro de abordajes más integradores.
Para Turner no existe una mente grupal separada de la de sus miembros individuales pero rescata
de Le Bon cierta hipótesis acerca de la desindividualización y de la influencia social, pues resultan
ideas que todavía son objeto de una activa investigación en el trabajo experimental, aunque en el
marco de otra epistemología. Noción de despersonalización.
Turner critica al construccionista social Gergen, K. al que acusa de considerar a la conducta
individual como un reflejo pasivo de fuerzas históricas y culturales. En realidad, Gergen considera
que los términos del lenguaje común se derivan de pautas de relación, y son un producto del
intercambio sociocultural entre personas, es decir, una acción conjunta. Esta definición de Gergen
se aleja de la idea de una mente grupal única y de una psicología individual pasiva.
Gergen se opone frontalmente a la epistemología cognitivista, a la que le augura una vuelta al
conductismo y dice que seguirá el rumbo decadente del mentalismo. Ambos utilizan el mismo
epíteto.

2. La tesis del individualismo.


Floyd Allport abogaba por el individualismo como solución al problema individuo-grupo. Para él
no existe la relación grupal, no hay otra psicología que la individual. Los grupos son agregados de
los individuos; el grupo es la suma de sus miembros, por ende no hay justificación para postular
una psicología social.

3. El interaccionismo.
La tercera respuesta se propuso en los años treinta y cuarenta, aparecen desarrollos influenciados
por la Gestalt, la psicología de la forma y el pragmatismo filosófico norteamericano.
Por un lado vamos a encontrar que la psicología de la Gestalt adopta un punto más cognitivo que
conductista (siguiendo la mirada de Allport), y va a plantear que el mundo percibido se organiza
activamente en pautas de sentido, en estructuras que prevalecen sobre las unidades estimulares
que las componen. A través de estas pautas de sentido aportarían la idea de que el mundo
socialmente compartido, la pertenencia grupal, hace diferencia a partir de la interacción.
El traspase de la filosofía pragmática norteamericana a la psicología va a quedar configurada en el
interaccionismo simbólico o el desarrollo de la Escuela de Chicago. Ésta con su base sociológica,
va a desarrollar una serie de teorías que comparten una idea de la teoría social en que el individuo
y la sociedad no son categorías de análisis contrapuestas.
Turner menciona dos ideas centrales: que el todo es mayor que la suma de las partes; y que la
reacción de una persona ante el mundo es función de cómo lo percibe, comprende o interpreta, es
decir del significado cognitivo que tiene para ella. El sujeto construye activamente una
interpretación con sentido de la situación utilizando sus representaciones mentales internas
(actitudes, creencias, esquemas, expectativas, explicaciones).
Sherif, Asch y Lewin defendían la existencia de una psicología del grupo distintiva. La interacción
social transforma las mentes individuales en socialmente estructuradas, y crea normas sociales,
valores, estereotipos, etc. El interaccionismo supone la interacción entre procesos psicológicos
individuales y la vida social.

Historia del campo, temas y tópicos de investigación.

La cognición y la influencia de la Gestalt.


Cognición es un término que describe los procesos psicológicos implicados en la obtención, uso,
almacenamiento y modificación del conocimiento del mundo y de las personas. Las creencias, opiniones,
esquemas, hipótesis, teorías y opiniones, son estructuras de conocimiento (cognitivas). Los psicólogos
sociales cognitivos explican la percepción y la conducta como una reacción al significado psicológico de
la situación y no por simple aprendizaje. Si bien la psicología moderna fue cognitiva en lugar de
conductista a partir de la década del sesenta para Turner, la psicología social lo fue desde el principio por
influencia de la Gestalt.

El método experimental.
Turner describe las características del método experimental: diseño controlado, manipulación de variables
y condiciones estrictas de funcionamiento. No es un buen método para obtener descripciones naturalistas
de la conducta social ni para descubrir cómo correlacionan en el mundo real variables y procesos, pero sí
es bueno para contrastar teorías y conceptos. Los experimentos no nos dicen qué sucede en el mundo real,
pero ayudan a desarrollar teorías que luego se pueden usar para hacer inferencias acerca de sucesos reales.

La Segunda Guerra Mundial y los años cincuenta.


Turner desarrolla y comenta diversas investigaciones que se produjeron en esta época sobre actitudes y
persuasión, dinámica de grupos, influencia y conformidad, relaciones intergrupo y percepción social,
prejuicio y conflicto entre grupos sociales.

Disonancia cognitiva, atribución causal y cognición social.


A la influencia de la Gestalt sobre investigación en percepción social, se añadieron dos perspectivas
cognitivas provenientes de la psicología general tras la guerra: una es la escuela del New Look de Jerome
Bruner, que habla de los factores cognitivos y motivacionales de la percepción; la otra es la noción de
disonancia cognitiva de León Festinger, que indica que las personas tienen una necesidad psicológica de
mantener la consistencia entre sus cogniciones, aún cuando sean contradictorias.

La emergencia de Europa.
Turner cita otro desarrollo: la emergencia de la psicología social europea en la década del sesenta. Henry
Tajfel y Serge Moscovici crearon nuevas ideas sobre conducta grupal e influencia social. Turner
menciona sus investigaciones con Tajfel sobre identidad social, categorización social y conducta
intergrupal.

Pérez, (1994). “psicología social: relación entre individuo y sociedad” [pag. 25-40].

El campo de la psicología social.

La labor de la psicología social sería describir el proceso de socialización del individuo y/o cómo este
puede llegar a producir valores, ideología, normas y la organización social. Pero en general esta
perspectiva es reduccionista. Hay dos tipos de reduccionismo.

- Reduccionismo psicológico: explica las pequeñas variaciones que el contexto social introduce en
las leyes psicológicas; implica acciones y reacciones donde el otro es visto como un objeto un
poco más complejo que los objetos físicos.
- Reduccionismo sociológico: niega autonomía al individuo, que depende totalmente de la
estructura social.

Moscovici sostenía que las psicología social se convierte en psicología para los sociólogos y sociología
para los psicólogos. La psicología social terminaría jugando un papel interdisciplinar, que Turner calificó
como “terreno de nadie”.
Hay tres tipos de interacción: la interacción como relación causa-efecto; la interacción como afiliación; y
la interacción como unidad psicosocial. Según Turner las dos primeras son reduccionistas.

La interacción como relación causa-efecto.

Como relación causa-efecto, siempre será de naturaleza unidireccional (relación estímulo-respuesta), un


sujeto se impone sobre otro, o intercambio de información.

La interacción como afiliación.

La psicología social se ocupa de describir cómo se manifiestan las tendencias a la afiliación, las formas
que adoptan y sus consecuencias sociales. En este esquema la interacción sólo existe mientras individuos
que se necesitan mutuamente, coinciden en espacio y tiempo (los individuos se unen para satisfacer sus
necesidades). En el contexto grupal desaparecen los condicionamientos individuales y en el individual
desaparecen los condicionamientos grupales.

La teoría de Lewin es un intento de superar este reduccionismo, se pregunta cómo integrar valores,
ideología, aspectos físicos, problemas sociológicos, psicológicos y fisiológicos, en una explicación
integradora. Se trata de hechos de distintos niveles que la psicología social agrupa para tratarlos y
producir una explicación. La psicología social abarca un mismo universo material de estudio, pero
diferentes ámbitos de problemas, que implican diferentes universos de discurso.

La interacción como unidad psicosocial.

En este sentido la interacción implica bidireccionalidad y anticipación de la reacción del otro, como en el
interaccionismo simbólico.

Según Pérez el auge de la psicología social se da en EE.UU. en el contexto urbano, en situaciones de alta
efervescencia donde la diversidad y diferenciación de valores, normas, expectativas y comportamientos,
colocan a individuos, grupos y sistemas sociales en conflicto con la “deseada y buscada uniformidad
social”.

La interacción social.

La psicología social intenta dar cuenta de la forma en que los individuos, las personas, nos representamos
la realidad, cómo esa realidad social se inscribe en nosotros.

La postura ternaria nos dice que esa representación de la realidad no puede parecer, no son meras
fotocopias del mundo objetivado, sino que en esta encontramos las mediatizaciones de las interacciones
reales y simbólicas.

De esta forma, la psicología social se interesa, analiza, describe, comprende, los procesos por medio de
los cuales los objetos a través de la interacción adquieren nuevos significados que las personas
plasmamos en nuestras visiones del mundo, y que estas visiones que vamos construyendo, no permiten y
son la forma de compartir con otros una realidad que llamamos psicosocial.

En esta interacción, en este compartir, en esta visión psicosocial constantemente encontramos fuerzas que
llevan a la uniformidad y a la diversidad, para Pérez esa tensión que existe entre lo uniforme y lo diverso
es el motor de la interacción psicosocial, como dijimos la resistencia dialéctica y el conflicto entre
individuo y grupo mueven los procesos psicosociales.

Así podemos decir que el objeto o el principio organizado de la psicología social es la interacción social.
Uno de los objetivos principales era establecer para la psicología social a la interacción como su área
distintiva, su especificidad. En esta especificidad de la interacción social aparecen como importantes las
miradas ternarias, triádicas, o lo que Moscovici y Pérez denominan como psicología social tripolar.

La psicología social tripolar.

La psicología social busca responder a problemas sociales que acucian a la sociedad y que “exige una
comprensión, explicación y una predicción”. El resultado no está determinado antes de la interacción.
Implica la reinvención permanente del individuo y su representación de la realidad y de los otros, en un
proceso interactivo.

Se intenta dar énfasis al desarrollo situado, con el fin de tener en cuenta el contexto en que surgen las
perspectivas teóricas que analizamos y cuáles eran las cuestiones epistemológicas y metodológicas
dominantes en ese período histórico en que se desarrolló la perspectiva.

Esta percepción es importante porque marca el origen de la sociología, de la psicología y de la psicología


social.

Las primeras aproximaciones de la psicología social tienen que ver con el momento en el cual la
psicología y la sociología intentaban formarse como un conocimiento independiente de la filosofía. Es por
eso que en la segunda mitad del siglo XIX aparecen las primeras reflexiones del individuo y sociedad con
pretensiones de cientificidad.

La dialéctica entre la resistencia y el cambio.

Pérez considera tres implicaciones teórico metodológicas:

1. La importancia de las representaciones preexistentes en el momento de la interacción.


Estas pueden referirse a la relación o al objeto. Las representaciones de relación pueden ser
jerárquicas, los juicios y las conductas sobre el objeto son impuestos por el participante de mayor
jerarquía; o pueden ser no jerárquicas, los juicios y las conductas sobre el objeto son
independientes de la relación, los partícipes no disponen o no usan la jerarquía para imponer su
punto de vista e implica una transformación de la representación del objeto en cuestión y de la
identidad de las personas que interactúan, además permite predecir cómo va a evolucionar una
relación.
Las representaciones de objeto son representaciones simétricas (cada individuo tiene o puede tener
una parte de la respuesta para resolver el problema que presenta el objeto) o asimétricas (sólo uno
de los individuos que interactúan dispone de la respuesta adecuada o al menos no pelean entre
ellos por tener la verdad).

2. Nuevas representaciones, la construcción de las representaciones.


La construcción de las representaciones pueden ser por imitación o por elaboración constructiva.
Por imitación alguien dispone de una representación respecto del objeto que el otro puede adoptar;
y la elaboración constructiva implica intercambio y confrontación de representaciones
individuales previas, porque ninguno posee representaciones adecuadas respecto del objeto o de la
situación, así surgen nuevas representaciones que no se pueden predecir a partir de los elementos
aislados. La construcción de representaciones por elaboración constructiva implica un doble
proceso de interiorización y exteriorización.

3. El cambio de las representaciones que ya existen.


La construcción de la representación está dada por la tensión entre la tendencia a la uniformación
social y el respeto de la visión individual de la realidad. Los procesos de influencia social dan
cuenta de esta tensión y el conflicto que genera.

Álvaro y Garrido, (2003). “introducción. El campo de la psicología social: perspectivas


psicológicas y sociológicas” [pag. 1-11].

La psicología tiene su origen en la división entre lo individual y lo social. La psicología social se propone
como un espacio de interacción, en donde se intentan buscar variables psicosociales.

Nos ubicamos en la segunda mitad del siglo XIX para entender las transformaciones del campo científico,
busca defender su carácter científico y separarse de la sociología y filosofía.

Alvaro y Garrido hacen un desarrollo de métodos, dicen que hay algunas psicologías sociales más
psicológicas y otras más sociológicas. Dentro de la psicología social psicológica se encuentra Wundt,
Watson, la teoría de la Gestalt, etc. Por otro lado dentro de la psicología social sociológica se destacan
Weber, Simmel, Cooley y la escuela de Chicago, de donde surge el interaccionismo.

Estos autores dicen que nunca estamos aislados aunque estemos solos, ya que hay un diálogo interno que
el sujeto tiene, que es un diálogo con la sociedad que ya tiene incorporada.

Álvaro y Garrido consideran que la mente humana no surge ni se desarrolla en un vacío social, y
reclaman para la psicología social el espacio de interacción como algo específico de ella.

Al mismo tiempo, encontraremos críticas de pretensiones sociológicas que ignoran, en su análisis, la


existencia de factores psicológicos o individuales que influyen en el compartimiento social, a la vez que
critican al énfasis exagerado en la dimensión psicológica que no es algo consustancial a la psicología
social sino producto de algo que se fue gestando en la historia de la disciplina.

De esta forma, a partir del espacio de la interacción, Álvaro y Garrido también se orientan a diferenciar a
la psicología social como un área especializada dentro tanto de la psicología como de la sociología.

Para dar cuenta de los fenómenos psicosociales que surgen de la interacción de los vínculos entre el
individuo y la sociedad se necesita entonces una psicología social que deje de lado tanto el
individualismo metodológico que proviene de la psicología y su pretensión de explicar la sociedad
solamente como consecuencia de las acciones individuales y también el reduccionismo sociológico y la
idea de que es posible estudiar la sociedad al margen de las conductas de los individuos.

La psicología social que pretendemos, asumen como propias explicaciones del comportamiento de las
personas en las que intervienen tanto factores psicológicos como sociológicos.

Al igual que Moscovici, Álvaro y Garrido consideran que la psicología social no está definida por su
objeto de estudio, que sería el mismo que el resto de las ciencias sociales, sino que lo que define a la
psicología social es el enfoque a partir del cual analiza y observa los objetos.

Los autores hablan de puntos de vista o perspectiva, a partir de las cuales estudiar la realidad social y que
tiene que ver con integrar niveles de explicación psicológicos y sociológicos.

Hablan de perspectivas integradoras, como Vygotski, Bartlett, Tajfel o Moscovici, más adelante con la
teoría de identidad social de Tajfel o la teoría de las representaciones sociales de Moscovici, que para los
autores son una forma de entender el estudio de la realidad social, sin dejar de lado una dimensión
fundamental que es la especificidad histórica y cultural del contexto bajo análisis.

Moscovici, (1988). “introducción: el campo de la psicología social” [pag. 17-37].

Moscovici dice que la psicología social surge del conflicto entre el individuo y la sociedad, de la sociedad
interna, la que cada uno lleva dentro, y la externa, lo social no es algo ajeno al individuo y viceversa. Se
dirige a pensar a la psicología social como el análisis de este conflicto entre individuo y grupo.

Una vez establecido el objetivo de Moscovici, de buscar para la disciplina un campo específico, va a
plantear el tema del objeto de estudio de la psicología social, para la cual va a decir que no existe
unanimidad respecto de cuál es su objeto de estudio. Plantea que en realidad la psicología social no se va
a distinguir tanto por su territorio sino por plantear, por dar forma a un enfoque que le es propio, por
poder determinar una manera de observar los fenómenos y las relaciones. La psicología social es un
enfoque, una manera de observar los fenómenos y las relaciones, en este sentido podemos afirmar que
existe una visión psicosocial.

El pasaje de una posición binaria a una posición ternaria de la psicología social implica superar estos
reduccionismos individuales y sociales. Moscovici plantea una sociedad interna y dice que hay un sujeto
individual (ego), un sujeto colectivo (alter ego) y un objeto (físisco, social, imaginario o real). La relación
de sujeto a sujeto referidos ambos a un objeto puede ser estática o dinámica. El alter puede ser tomado en
su diferencia o en su semejanza.

Por ejemplo, hay estudios que muestran que en sociedad uno tiende al conformismo, pero por otro lado
hay otros estudios donde se investiga un grupo con diferencias donde lo que buscamos es en qué se
produce una diferencia que puede ser innovadora.

El ego siempre es el sujeto individual y el alter es el sujeto social (puede ser uno o un grupo social). Por
ejemplo, cuando uno discute contra la construcción social de la mujer realizada cuando es madre, uno
mismo es el ego, la construcción social es el alter ego y el objeto es el hecho de ser madre.

Este triángulo (ego, alter, objeto) que nos provee representa lo que Moscovici denomina la psicología
social tripolar. Al mismo tiempo, el triángulo grafica la relación, da cuenta de una dinámica que evita la
consideración de una simple copresencia de factores, sino que se orienta a una interacción entre esos
elementos que se van a traducir en modificaciones que ocurren en la forma de pensar y de comportarnos.

Estos cambios en pensamiento y acción, van a tener en su base dos mecanismos psicosociales
fundamentales que vamos a encontrar de distintas formas. Mecanismos que tienen que ver con la
comparación social cuando el ego hace foco en el alter ego privilegiado, en otros grupos de referencias a
los que intenta pertenecer, o cuando el ego busca el reconocimiento social en una identidad propia que le
es particular.

Estos mecanismos son la base de dos formas de percepción del otro en el campo social que abren distintas
conformaciones psicosociales a estudiar, al mismo tiempo nos permiten de pasar una concepción binaria a
una ternaria de las relaciones humanas.

La comprensión dinámica e interactiva de la relación del ego, alter, objeto, permiten de esta forma superar
obstáculos epistemológicos que provienen de considerar a lo psíquico y a lo social como compartimentos
separados.
Es necesario entonces, agregar e incorporar en la comprensión de los fenómenos sociales una dimensión
espiritual y no estudiar a los fenómenos como si los individuos estuvieran aislados.

Si bien lo individual es importante no es suficiente, ya que no existe el individuo aislado aún estando
sólo, la sociedad está internalizada y respondemos en función de esa internalización.

Por esto, la psicología social tiene su carácter original y subversivo, que proviene de cuestionar la
separación entre lo individual y lo colectivo, lo psíquico y lo social. De esta forma se configura el espacio
de la interacción, donde se producen los fenómenos psicosociales, a la vez psicológicos y sociológicos.

La psicología social ya no es una ciencia que media o que pone parches, sino una ciencia crítica a la
oposición entre lo individual y lo social, y también crítica de la ideología que sustenta esa partición.

Semana 2.

Lentini, (2012). “interaccionismo simbólico”.

El paradigma del interaccionismo simbólico tiene su origen en Chicago a comienzos del siglo XX donde
se produce un desarrollo inmenso en cuanto a producción, elaboración en distintos campos de las ciencias
sociales y filosofía.

Esta escuela de Chicago de la que forma parte Mead, aparece fuertemente impregnada por un enfoque
filosófico, el del pragmatismo y su centramiento en la noción de acción, como productora de la realidad y
es el contexto en el que toma forma este enfoque, este paradigma sociológico que hoy constituye una
expresión de los paradigmas interpretativos en ciencias sociales.

Es un enfoque psicosociológico en el que la idea de procesualidad, de génesis constituyen una clave en


sus argumentos, y que también ha tenido y sigue teniendo un inmenso reconocimiento especialmente lo
que ataña a la riqueza y variedad de sus métodos cualitativos y de su lectura y descripción naturalista
acerca de los procesos de interacción.

En aquel contexto el paradigma del interaccionismo simbólico que Mead comienza a construir se centra
fundamentalmente en la pretensión de arribar una resolución cooperativa de los problemas sociales, lo
que significaba especialmente señalar el papel y la importancia política que las ciencias sociales tienen
en su contexto.

Para dar cuenta de la importancia del enfoque, importa señalar que en la ciudad de Chicago en el año
1982, Small funda el primer departamento de sociología que existió en el mundo, siendo así el punto de
confluencia de una serie de figuras de especial relevancia: Mead, Dewey, Peirce y Cole y muchos otros
referentes que le dieron a la Universidad de Chicago una orientación a la cooperación, a la interdisciplina
y a la articulación entre distintos enfoques. La escuela de Chicago y la Universidad en la que se
enmarcaba su actividad tuvieron desarrollos que se orientaron a la sociología, a la pedagogía, a la
economía política, filosofía, etc.

Como carácter distintivo de este enfoque se destaca la orientación pragmatismo, el centramiento señalado
en la acción y una concepción muy distintiva además polémica, que tiene que ver con el criterio de
verdad, el que para este paradigma está dado por la eficacia, la idea de que será verdadero aquel
conocimiento que haga prosperar la acción y el pensamiento, o el conocimiento que responda a los
problemas a los que se dirige.
En este enfoque también hay una concepción sobre el orden social que le da una característica
fuertemente involucrada con su época, la idea de un orden que se autorregula colectivamente y que en
este punto dialoga y contrasta con el discurso del liberalismo económico operante; no coincide con la idea
de un mercado que funciona con una mano invisible, hace falta la intervención humana concreta en la
resolución cooperativa de los problemas que la sociedad y la convivencia enfrenta.

Entre los principales aportes que esta corriente sedimenta, aparecen los de Thomas y Znaniecki que
constituyen un aporte señero y modular al enfoque, no solo por el trabajo monumental sino por dar
expresión a una modalidad metodológica que va a ser característica y distintiva de esta mirada y lectura
psicosociológica.

El enfoque psicosociológico de Mead se va construyendo en relación a dos líneas de diálogo, la primera


teniendo que ver con la Escuela de Chicago y más ampliamente con la filosofía del pragmatismo; ahí
encuentra Mead argumentos claves para pensar su enfoque como la crítica que Dewey construye hacia el
concepto del esquema de arco reflejo en psicología, o también el concepto que acuña Cole del yo-espejo
que permite pensar la construcción del yo o la identidad en la relación y también importa señalar el aporte
que representa para Mead la crítica que tanto Jame como Peirce dirigen al dualismo.

Una segunda línea de diálogo para las referencias teóricas que modelan el pensamiento de Mead proviene
de la teoría evolucionista de Darwin y del modo que para el autor esa teoría permite revisar críticamente y
dialogar con la psicología contemporánea, esta psicología aparecía representada por dos enfoques, cada
uno de los cuales debe ser revisado críticamente por Mead.

Por un lado el enfoque de Wundt, con su centramiento en la noción de conciencia y el estudio de la


experiencia del sujeto, y un concepto que para Mead va a ser especialmente relevante que tiene que ver
con el paralelismo psicofisiológico, que describiría la correlación existente entre el estado fisiológico y
psíquico del sujeto; es de importancia para el autor este argumento porque su enfoque psicofisiológico va
a señalar que esa correlación puede extenderse, al punto de incorporar esas modificaciones en ambos
aspectos, como relacionados o asociados a las modificaciones del contexto del ámbito social.

Por otro lado la teoría de Watson, a la que le dirige una fuerte crítica a su enfoque reduccionista, aunque
destaca y rescata el centramiento que tiene en cuanto a la conducta observable; esto es a un estudio que
pudiera ajustarse del mejor modo posible a expectativas de cientificidad de la época.

Esas coordenadas teóricas fueron las cuales han dado forma al interaccionismo simbólico de Mead. El
interaccionismo simbólico, sin embargo, nunca fue un término que utilizara el propio autor, sino que fue
acuñado por su discípulo Blummer cuando Mead murió. y término que parece describir de una manera
muy lograda la propuesta de este enfoque.

Mientras tanto, Mead describía a su perspectiva como la de un conductismo social y podemos entender
por qué en ese conductismo social el autor encontraba como dialogar y saldar su lectura respecto de los
enfoques vistos de Watson y Wundt relacionados a la relación posible entre la psicología y la sociedad.

El interaccionismo simbólico de Mead, permite identificar el papel central que tiene el individuo en la
construcción de la realidad, un individuo como actor agente, como sujeto activo e intencional, pero al
mismo tiempo una interacción como vía de superación de dualismos y dicotomía entre individuo y
sociedad. Se trata de una perspectiva en la que el énfasis en la capacidad activa o constructiva del sujeto
no se da a expensas, sino mediado por la socialización.
Con Mead aparecen conciliadas las que han resultado durante mucho tiempo para la psicología social
dimensiones excluyentes, la individuación por una parte y la socialización por otra.

En la teoría de Mead, la interacción es entendida como la comunicación mediada en lo simbólico. Esta


interacción es clave para dar cuenta de la génesis que es tanto la del espíritu, como la persona y también
la sociedad, estos se constituyen continuamente en interacción. La comunicación humana consiste en una
actividad simbólica, en un intercambio continuo de actividad significante que da existencia a la realidad
que habitamos.

El concepto de persona es fundamental en la perspectiva de Mead porque alude a una actividad de


auto-conciencia, auto-reflexiva; ser una persona es ser persona consciente de sí. Podemos encontrar
entonces que esta noción de persona no resulta un dato inicial, por el contrario, la persona resulta de un
proceso genético. Podemos pensar en perspectiva genética, en un enfoque diacrónico como la persona
adviene a lo largo de una inserción en el proceso comunicativo, una inserción en la interacción mediada
en lo simbólico; la persona se presenta como tal indirectamente, se ve a sí misma a través del punto de
vista de otros.

En perspectiva diacrónica hay un proceso que se irá dando en forma progresiva del juego hacia el deporte,
y de este hacia la generalización del otro; que tiene que ver con el nivel de concreción o abstracción que
tiene ese otro en la experiencia del sujeto. En el juego, entendido como uno de los roles, podemos
graficarlo con el juego infantil donde el otro resulta uno muy concreto, que puede ser representado por el
sujeto en el juego; el deporte sin embargo, muestra una organización diferente ya que es un juego de
regla, en tanto organizado y estructurado por reglas, permite prescindir de la específica adhesión a un otro
concreto, porque quien desarrolla el deporte tendrá una función independientemente de quién sea cada
persona.

Para Mead es importante lo que ilustra y representa el deporte, significa que para jugar, para practicarlo,
el sujeto debe tener incorporado en sí, las actitudes de los otros; una serie de actitudes organizadas. La
persona entendida desde su perspectiva sería aquella que ha podido internalizar en sí las actitudes de
todos los demás participantes del proceso social, es persona quien ha podido internalizar al otro
generalizado.

Este enfoque diacrónico u genético se articula en la obra con otro enfoque, más sincrónico o estructural.
La persona una vez constituida aparece como el intergrupo entre dos fases: el yo y el mí. El yo sede de la
acción imprevisible, espontánea, creativa, abierta; y el mí la dimensión de convencional, lo normativo, el
papel que juegan las instituciones sociales en la regulación de nuestra propia experiencia.

Encontramos así que en este enfoque estructural, la persona constituye una unidad normativa que no
impide, al contrario posibilita que su despliegue sea siempre creativo, activo y con capacidad y carácter
agencial.

Mead, (1972). “La persona. Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista del
conductismo social” [pag. 167-248].

El interaccionismo simbólico es un paradigma que surge a principios del siglo XX en la escuela de


Chicago. Mead es uno de los referentes de este paradigma, es evolucionista y pragmatista.

Es un paradigma que pone en el centro de la cuestión la interacción cara a cara de las personas cuando
están en un mismo contexto juntas relacionándose, ¿por qué no somos los “mismos” cuando estamos
solos que cuando estamos con alguien?
Mead dice que no somos sujetos sociales hasta que hayamos pasado un proceso de socialización, esto es
un abordaje genético en el sentido de la génesis de la persona.

No solo se estudian las acciones de las personas en grupo, sino los significados que hay. Es un paradigma
donde la intersubjetividad es importante.

Nadie se vuelve persona sino es por la relación con los otros.

Mead habla de un conductismo social al cual le añade la importancia de lo simbólico. Toma como objeto
de estudio la interacción entre personas, el encuentro cara a cara. El método de estudio es la observación
en terreno (no en laboratorio), tiene un enfoque interpretativo.

Para Mead la persona no está presente desde el nacimiento, nacemos seres biológicos, devenimos
personas en la interacción social donde el lenguaje y la comunicación tienen un rol clave. En la primera
infancia hay un proceso por el cual la persona está en formación.

La persona como constructo posee consciencia de sí, es decir que es objeto y sujeto a la vez, podemos
observarnos a nosotros mismos como sujetos de una acción y como objeto. Podemos tener una actitud
objetiva hacia nosotros mismos y reflexionar sobre eso. Sin la conciencia de si, no podríamos tomarnos
como objeto de sí.

El sujeto puede tomar el entorno y a sí mismo simultáneamente.

La persona va tomando un carácter de unidad en sí mismo, saberse uno más allá del cuerpo como objeto.
Teniendo esta actitud objetiva e imparcial hacia sí mismo, tenemos la capacidad de anticipar y pensar en
función de lo que conocemos, qué puede pasar o no, qué queremos o no (como predecir las
consecuencias).

Esta capacidad imparcial nos permite ponernos en el lugar del otro, anticipar qué haría yo y que haría el
otro, cómo va a tomar lo que yo voy a hacer, qué consecuencias van a tener mis acciones sobre el otro.

Una persona se “completa” cuando ha podido adoptar las actitudes del grupo social organizadas, al cual
pertenece, una actividad social organizada, cooperativa. A través del otro generalizado se orienta la
conducta personal y la comunidad ejerce su control sobre el comportamiento de cada uno. Así es posible
el autocontrol y la autorregulación humana.

El otro generalizado sería una parte de la sociedad internalizada, más específicamente el grupo social al
que pertenecemos. Es una estructura interna de la persona, dinámica, que se forma e internaliza a medida
que vamos participando en la experiencia social y cultural con otros, se amplia a lo largo de toda nuestra
vida cuando vamos conociendo otras culturas, personas, grupos sociales, contextos,etc.

Tener el otro generalizado permite a la persona modificar sus actitudes en función del otro y de uno
mismo dentro de un grupo social.

Mead usa la metáfora del juego y el deporte, que representan dos momentos en la vida en los cuales
podemos diferenciar cuando la persona está en formación y cuando se constituyó.

El juego en el primer momento de la infancia, es en conjunto, pero es a la medida de cada uno, no tienen
criterios, pueden cambiar de rol varias veces y el otro puede adaptarse a eso o no, dramatizan o actúan las
acciones de los adultos, no hay una unidad sino individualidades. También con los amigos imaginarios, el
niño juega sólo y se contesta y habla con sí mismo.
En el deporte (o cualquier instancia en donde somos parte de un colectivo) aparece la idea de reglas en
común, está la noción de equipo, todos jugamos a lo mismo, compartimos esta tarea entre todos y todos
conocemos las reglas. Cada uno tiene una función, para que el equipo funcione tengo que saber qué voy a
hacer yo, qué va a hacer el otro de mi equipo y del otro equipo. Sé qué tengo que hacer y qué pasa con el
otro si yo hago eso. Puede haber un objetivo individual, pero si o si hay un objetivo común a todos. Se
piensa en estrategias y acciones organizadas en forma de normas. La comunidad o grupo organizado
proporciona al individuo su unidad como persona.

El otro generalizado como instancia ya formada en el sujeto social no está constituido en la instancia del
juego pero si en la instancia del deporte. Cuando se incorpora el pensarse a sí mismo como otro y antes de
efectuar un gesto, se calcula qué efectos generará, cuando incorporamos estos valores sociales que
representan la sociedad, cuando se lo que se espera de mí, cuando tengo internalizada la comunidad en
grupos organizados, lo que incorporé es el otro generalizado.

Cuando ya la persona está formada tenemos dos figuras internas que operan, uno es el yo y el otro es el
mi. En el mi vamos a poner las experiencias, lo que ya viví, las actitudes organizadas de los otros, el
reservorio, el recuerdo. El yo queda como una instancia actual, es acción, reacción, es como la posibilidad
de la sorpresa en uno mismo, son las reacciones que uno no programa. La acción presente que hizo el yo,
lo nuevo, se incorpora dentro del mi, una vez ya realizada. El yo solo es presente, cuando la acción del yo
pasa al pasado, pasa a ser acción del mi. Entonces el yo y el mi se vinculan constantemente entre sí.

Hay una diferencia entre la comunicación animal, de la que somos parte, y la comunicación humana. Para
Mead nos caracteriza como seres humanos, como especie, poseer el carácter simbólico mediado por el
lenguaje. Otorgarle un significado a lo que el otro hace y dice. A través del gesto significante podemos
pensarnos nosotros mismos en la comunicación, mientras nos comunicamos.

En la comunicación animal se interpretan pero frente al estímulo interpretado se reacciona, ninguno de los
animales sale por fuera de este intercambio estímulo-respuesta, para analizarse a sí mismo. EL animal no
puede transmitirle a otro lo que pasó antes de ese encuentro, sino que reaccionan en el momento ante
cierto estímulo y responden.

La comunicación humana nos permite una lectura más compleja de la comunicación, simbólicamente
mediada. Tiene que haber una comprensión para que se termine la comunicación y podemos, a través del
lenguaje, comunicar cosas más allá del presente, de lo que está pasando en el momento. Sin embargo, a
pesar de generar con nuestra comunicación algo en el otro y en nosotros mismos, nunca perdemos la
comunicación animal.

Para que haya comunicación tiene que haber significación y los significados tienen que ser los mismos
para todos los hablantes; en este sentido el espíritu es el conjunto de los universales de significado
compartido.

El modelo de Mead es genético y de lo que tratará es de ver de qué manera se forma una persona:
adquiere un espíritu o una capacidad a través de la acción comunicativa y se transforma en una persona.
Al ser persona será más que espíritu, ya que este contiene todas las posibilidades simbólicas, pero la
persona puede agregar nuevas formas simbólicas y de expresión.

En la interacción comunicativa siempre ocurre una relación triádica con el otro, la acción de uno genera
una reacción en el otro y esa reacción da sentido a la acción del primero.
El significado que surge en la conversación de gestos significantes, es todo el sistema de signos; hasta el
lenguaje verbal mismo.

La significación implica la anticipación de la reacción del otro porque tengo internalizada la comunidad, a
las actitudes de los otros; al otro generalizado, las normas, valores, conocimientos de la cultura al que
estamos insertos.

Semana 3.

Del Río. (2012). “el paradigma de la fenomenología”.

En las ciencias sociales podemos encontrar tres comunidades científicas: el positivismo que comenzará
con Augusto Comte, luego con Durkheim y la consolidación del positivismo lógico en el Círculo de
Viena; también tenemos el interpretativista que comenzará con Weber y su sociología comprensiva en
Alemania y, por último la sociología crítica con Marx y Habermas. La fenomenología social de la cual
vamos a hablar proviene del paradigma interpretativista.

Husserl ha sido un filosófico de origen judío y discípulo de Brentano, fundador de la fenomenología


trascendental; representará el pasaje del ser kantiano al sujeto que conoce, lo trascendental son las
cualidades del sujeto que hacen posible cualquier tipo de conocimiento, no hablamos del conocimiento
sino del sujeto. Su pregunta está referida a las cualidades del sujeto que hacen posible el acto de conocer.
La fenomenología es una filosofía de la experiencia humana, Husserl va de la existencia del mundo
cotidiano a leídos, a la esencia de las cosas; esencia a la cual accedo gracias a mi conciencia
trascendental.

Weber ha sido el fundador de la sociología comprensiva, busca captar la realidad mentada por los actores
sociales, es decir como los actores sociales tipificamos y construimos el sentido, la significación que le
otorgamos a las cosas y a los sucesos.

Schütz es un sociólogo y filósofo austriaco de origen judio, quien introdujo la fenomenología en el campo
de las ciencias sociales. Exiliado desde 1933, llegó a EE.UU. donde se integró a la Escuela de
investigación Social de Nueva York, se inspiró en Husserl de quien fue discípulo y recibió influencia de
Weber. Tuvo contacto con la Escuela de Chicago recibiendo influencias del pragmatismo de Dewey y
James, de Mead retomo la noción de persona como producto de la intersubjetividad, el concepto del otro
generalizado y la internalización de la acción social.

Schütz a su vez, ejerce influencia directa sobre Luckmann y Berger quienes también recibieron influencia
de Durkheim, Marz y Goffman.

La idea de fenómeno que maneja el fenomenólogo es completamente distinta a la idea que tiene el
positivista, el científico proviene de las ciencias positivas. Tomamos como ejemplo el fenómeno de la luz
para señalar que, el fenómeno de la luz que percibimos, la verdadera luz, existe independientemente de
nuestra experiencia, el científico utiliza conceptos teóricos para dar cuenta de ese fenómeno y buscar una
explicación. En cambio, para el fenomenólogo, la luz que nosotros percibimos con los sentidos remite al
conocimiento que estamos construyendo a lo largo de toda nuestra experiencia directa, se trata de
comprender la significación construida intersubjetivamente, así podemos diferenciar la luz natural de la
artificial, no por constructos teóricos como lo haría un positivista sino por nuestra experiencia cotidiana.

Los cuatro supuestos del paradigma interpretativo son:


- La resistencia a la naturalización del mundo social: mientras el positivismo lo naturaliza todo, en
la naturaleza se puede estudiar la relación entre las causas y sus efectos; pero en las ciencias
sociales se estudian los motivos de la acción de los individuos.
- La relevancia del mundo de vida: el mundo práctico tiene características distintivas al mundo de la
naturaleza, el sentido de la vida cotidiana es construido a partir de la intersubjetividad.
- El cambio de enfoque metodológico: Husserl propone un cambio de perspectiva, pasar de la
observación sistemática a la comprensión de los significados que se encarnan en las acciones y en
las instituciones.
- La hermenéutica: la estructura del mundo social es significativa no solo para quienes participan en
este mundo de la vida cotidiana sino también para sus intérpretes científicos.

La fenomenología de Alfred Schütz puede considerarse como una fenomenología descriptiva de la actitud
neutral en la vida cotidiana, su interrogante fue: ¿Cómo es posible construir un conocimiento científico
del mundo en base a la vida cotidiana que experimentan los actores sociales?

Es posible comprender las acciones de los otros, al igual que Weber, intentando captar el sentido
aumentado por el actor social, el sentido que el otro le da a su acción. El sujeto realiza acciones que están
cargadas de significados, todas sus acciones tienen un sentido y aunque el actor no haya tenido intención
de significar algo, su acción puede ser interpretada por otro.

Las vivencias son interpretadas subjetivamente, porque el sujeto recurre a su acervo de conocimiento a
mano para asociar aquello que se conoce a lo que se desconoce.

El mundo del sentido común se encuentra tipificado en categorías de significados que permiten reconocer
los nuevos fenómenos e incorporarlos a la conciencia del sujeto.

La tipificación es una de las funciones del lenguaje y la sociología fenomenológica de Schütz se centra en
la intersubjetividad. El concepto de tipificación es según el cual, en cualquier situación en el mundo de la
vida cotidiana una acción viene determinada por un tipo construido de in-experiencias anteriores que
remiten a la influencia de Weber sobre los tipos ideales.

Las relaciones sociales se establecen a partir de la elaboración de construcciones de formas típicas de


conductas, estos tipos están construidos a partir de casos o ejemplos que brindan los otros semejantes,
esos otros con los cuales interactuamos cotidianamente y que no cuestionamos, lo damos por hecho, una
realidad objetiva.

En síntesis, si bien la teoría de Schütz puede considerarse inconclusa debido a su fallecimiento en plena
elaboración de la misma, ha establecido un marco conceptual único y profundo para el análisis
sociológico de la subjetividad, esa subjetividad del actor social, inmerso en el mundo social, lo cual es
incomparable. Sin duda el impacto de este autor caracteriza los desarrollos futuros de la sociología del
conocimiento de Berger y Luckman.

Berger nació en Austria y falleció en los EE.UU. en el 2017, fue teólogo luterano en sociólogo austríaco,
director e investigador en la Universidad de Boston, fue conocido por su obra La Construcción Social de
la Realidad, un tratado de la sociología del conocimiento en 1966 que escribió junto a Luckman.

Luckman falleció en 2016, fue un sociólogo alemán de origen esloveno. Investigó en sociología de la
comunicación, sociología del conocimiento, sociología de la religión y filosofía de la ciencia.

Ambos reciben influencia de Schütz en relación a los conceptos de la realidad de la vida cotidiana, la
actitud natural y la situación autobiográfica. El concepto de conciencia de Husserl y las nociones del otro
generalizado y de la internalización de la acción social de Mead. También reciben influencia de
Durkheim, referido a la idea de sociedad, su determinismo social y las representaciones colectivas. De
Marx toman la dialéctica individuo y sociedad, y el concepto de reificación. Por último, de Goffman
tomarán la noción de actor social y su teoría de los roles.

En la obra escrita por ambos autores, articulan realidad y conocimiento. Describen la realidad tanto
objetiva como subjetiva, estableciendo una relación dialéctica entre el individuo y la sociedad. Las tesis
fundamentales de su trabajo son dos: la realidad se construye socialmente y la sociología del
conocimiento debe analizar los procesos por los cuales esto se produce.

Berger y Luckman presentan una teoría de la acción social remitiendo en última instancia a una
exposición sobre el papel que desempeña el conocimiento en la sociedad. Presentan la dialéctica
individuo y sociedad, o realidad objetiva y estructura social, y realidad subjetiva o identidad personal; la
realidad objetiva incluye los procesos de institucionalización y legitimación, mientras que la realidad
subjetiva abarca el proceso de la internalización de la realidad, la estructura social y la identidad.

La realidad de la vida cotidiana se presenta como una realidad suprema interpretada por los hombres, y
para estos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente. El mundo en la vida cotidiana se origina
en sus pensamientos y acciones.

Hay múltiples realidades, donde la realidad cotidiana tiene estatus de realidad suprema, la experiencia
más importante es la que da en la relación cara a cara. Aprendo la realidad de la vida cotidiana como una
realidad ya ordenada, ya objetivada con un orden preestablecido. Antes de que yo apareciera en escena, el
lenguaje marca las coordenadas de mi vida en la sociedad y llena esa vida de objetos significativos. La
realidad de la vida cotidiana se organiza alrededor del aquí de mi cuerpo y del ahora de mi presente. Yo
experimento la vida cotidiana en diferente grado de proximidad y alejamiento.

El lenguaje juega un papel importante en la integración de la vida cotidiana. Es una actividad externa al
sujeto, y que a su vez tiene un efecto coercitivo sobre él; obliga al sujeto a adaptarse a sus reglas. La
actividad humana es capaz de objetivarse, se manifiesta en productos de la actividad humana, la realidad
de la vida cotidiana no solo está llena de objetivaciones. Una objetivación importante es la producción
humana de signos; el lenguaje, que es esencial para cualquier comprensión de la vida cotidiana. La
expresividad humana se objetiva a través del lenguaje, este forma parte de la vida cotidiana y forma
conocimiento que se atribuye socialmente.

Dentro de la sociedad como realidad objetiva, se hallan dos conceptos claves: la institucionalización y la
legitimación.

La institucionalización comienza con la habituación de las conductas implicando una historia y un


control social; el ser humano se relaciona no solo por un ambiente natural determinado sino también con
un orden social y cultural específico. No hay naturaleza humana en el sentido biológico que determina la
variabilidad de las formaciones socioculturales, solo hay naturaleza humana en el sentido apertura del
mundo y de la plasticidad de la estructura de los instintos que determinan y delimitan sus formaciones
culturales. Si bien es posible afirmar que el hombre posee una naturaleza es más significativo decir que el
hombre construye su propia naturaleza, o más bien que el hombre se construye a sí mismo. El orden
social no deriva datos biológicos, pero sí surge de la necesidad biológica del hombre. Los procesos de
habituación anteceden a la institucionalización, estos son entendidos como todo acto que se repite con
frecuencia y crea una pauta que luego puede reproducirse como economía de esfuerzo y además implica,
que puede reproducirse en el futuro de igual manera. El proceso de institucionalización remite al orden
social.

Las instituciones por el hecho mismo de existir, controlan el comportamiento humano estableciendo
reglas definidas de antemano que canalizan el comportamiento en una dirección determinada. La sociedad
en este sentido, es un producto humano; la sociedad es una realidad objetiva, el hombre es un producto
social.

La legitimación constituye una objetivación de segundo orden, su función consiste en lograr que las
objeciones de primer orden, lo ya institucionalizado, llegue a ser objetivamente disponible y
subjetivamente plausible. El proceso de legitimación se construye cuando se explican y se justifican los
nuevos elementos salientes de la tradición institucional de las generaciones siguientes.

Hay tres momentos dialécticos de la realidad social: la externalización, la objetivación y la


internalización.

El proceso de externalización está referido al hecho de que las instituciones son percibidas por los otros
como si tuvieran una realidad propia y que se presenta el individuo como un hecho externo y coercitivo;
dado que las instituciones existen como realidad externa, el individuo no puede comprenderlas por
introspección, debe salir a conocerlas. El hombre se externaliza en actividades y crea su propio mundo,
todo comportamiento institucionalizado involucra roles, y estos comparten el carácter controlador de la
institución, la sociedad es un producto humano.

La objetivación es el proceso por el cual los productos ya externalizados de la actividad humana alcanzan
el carácter de objetividad, se realiza por medio del lenguaje; la objetivación implica que la sociedad se
nos presenta como una realidad ya objetivada, olvidándonos que nosotros somos coautores de la realidad,
no nos reconocemos como autores de esta sociedad en la cual vivimos cotidianamente.

Por último, la internalización: el mundo social ya objetivado vuelve a proyectarse en la conciencia


durante la socialización, en este momento la subjetividad del otro se vuelve accesible para mí. Esto se
logra gracias al proceso de socialización, en este tercer momento el actor social es un producto social.

La socialización secundaria es la internalización de sus mundos instituidos o basados sobre la adquisición


del conocimiento específico de roles y especializaciones arraigadas en la división del trabajo. La
socialización secundaria nunca se termina. La re-socialización es un proceso que se instala cuando la
socialización primaria ha fracasado, o cuando un sujeto ingresa a una institución cerrada como una
iglesia, el ejército o la cárcel; debe incorporar nuevos patrones de comportamiento y nuevos significados.
La re-socialización genera una ruptura en la historia del sujeto, como el cambio de religión, uno cambia,
se replantea ideas. La socialización exitosa realmente se consigue en las sociedades más sencillas, cuanto
más compleja sea la sociedad, menos exitosa será la socialización; porque es más fácil desacatar la norma
en las sociedades complejas que en las simples.

La identificación es el proceso que surge de la dialéctica entre el individuo y la sociedad, se forma por
procesos sociales, una vez que se cristaliza es mantenida. La identidad tiene que ver con las experiencias
de cada uno de los sujetos en el encuentro con el otro, en la incorporación de los modelos y de la forma de
ser. Cuando puede comprender el mundo en que los otros viven y ese mundo se vuelve mío, no solo
comprendo nuestras mutuas definiciones compartidas, sino que también las definiciones que le otorgan
los otros y como mutuamente definimos la realidad. Así se establece un nexo de motivaciones, que se
extiende hasta el futuro, y existe ahora una continua identificación mutua entre nosotros. No solo vivimos
en el mundo sino que participamos cada uno en la subjetividad del otro.
En síntesis, Berger y Luckman profundizan la idea de sociedad que habría elaborado en su momento
Durkheim, destacando el papel de las instituciones y de la intersubjetividad.

Reconocen el papel de los actores sociales en tanto co-constructores de la realidad social, quienes
generación tras generación han intervenido en la formación de las instituciones en tanto tejido nodal de la
sociedad.

Se puede afirmar que la fenomenología en tanto paradigma interpretativo, destaca el papel activo del
actor social como co-constructor de la realidad a través de la intersubjetividad; pero estos mismos sujetos
son los que han creado mecanismos de control social que aseguran la continuidad de las instituciones que
regulan su propio accionar, coaccionando todo intento de desviación.

Goffman, (1981). “introducción/actuaciones. La presentación de la persona en la vida


cotidiana” [pag. 13-87].

Goffman analiza los encuentros sociales según un modelo que denomina dramatúrgico, dándole
importancia a los signos, él dice que en la vida social, cuando estamos unos con otros, llevamos a cabo un
papel, una actuación.

Ya que estamos dentro de un paradigma de interacción simbólica podemos pensar a los actuantes como
emisores de signos, que permiten que la comunicación ocurra, que se identifique a los sujetos actuantes y
se defina una situación.

En el actuante se encuentran dos tipos de expresividad: la que da el sujeto, la verbalización y de la que


tiene control; y la que emana el sujeto, la emisión de signos corporales que contribuye una desventaja
para el enunciador, ya que los demás lo ven de cuerpo entero y uno solo ve parcialmente los signos que su
cuerpo emite.

La comunicación verbal puede llamarse digital, ya que uno puede hablar o hacer silencio. La
verbalización se controla: ausencia o presencia. Los signos del cuerpo pueden pensarse como códigos
análogicos, de generación continua. Siendo así ésta la asimetría fundamental de la comunicación.

Una actuación es una actividad de un individuo ante un conjunto de observadores, un auditorio, sobre los
que puede ejercer cierta influencia y se busca credibilidad. Ésta se compone de una fachada, un medio o
setting y una fachada personal.

En cualquier actuación hay dos aspectos: la tarea misma que el actuante debe realizar y la representación
que hará de esa tarea de actuación de rol.

Una fachada es regular, pre-fijada. Es una dotación expresiva de signos de tipo corriente que busca definir
la situación ante otros. Una fachada puede ser consciente o inconsciente y es empleada por el individuo
durante su actuación.

El medio o setting es mobiliario, decorado, el medio aporta una cantidad de signos que hacen a la
credibilidad de la actuación, estos signos se encuentran relacionados. Por ejemplo, un medio o setting
puede ser el consultorio de un médico.

La fachada personal implica determinados modales y apariencia, por ejemplo, la vestimenta del individuo
debe ser acorde con la actuación.
Goffman habla de control expresivo haciendo notar que la actuación puede ser lograda o puede fallar.
Entre estos tres componentes de la actuación tiene que haber coherencia, de otro modo la credibilidad de
la actuación peligra.

La actuación puede ser cínica o sincera, el actuante puede estar consciente o no de lo que hace. Goffman
introduce la manipulación por parte de los individuos.

El actuante cínico está consciente de que es una actuación, de que no es verdadero lo que hace, e
igualmente lo lleva a cabo.

La actuación tiene que ver con lo que llamamos realización dramática, hay signos que destacan o
confirman la actuación, expresan lo que se desea transmitir. Se espera que el actuante sea muy decidido,
que tenga seguridad para que los observadores no vean duda o reflexión.

La propia actuación demanda la dramatización del propio trabajo, es algo que ocurre, muchas veces no se
propone ni se es consciente de esa exageración. Hay tareas que ya implican esa visibilidad y otras que no
son visibles pero que no dejan de ser importantes. Por ejemplo, las tareas de cuidado dentro del hogar,
que no tienen el reconocimiento que en realidad deberían tener.

Esas actuaciones que no son dramatizadas, no tienen tanto prestigio, no son tan visibles.

Llevar adelante las acciones no significa que se estén expresando, hacer algo no es igual a mostrar que se
lo hace.

En este sentido, Goffman dice que el mundo es como una gran boda, en donde todos se visten, actúan y
esconden.

Cuando se desarrolla una actuación a veces nos encontramos con fenómenos de idealización de ciertas
rutinas. Hay una tendencia de poner en juego valores ya acreditados por la sociedad, las actuaciones que
tienden a ir por este sentido, se pueden llamar ceremonias porque siguen un estatus ya validado
socialmente. Los actuantes se esfuerzan por que su imagen sea mejor de lo que en realidad es.

Por el contrario, en un contexto racista en EE.UU, los negro se mostraban inferiores en cuanto a muchas
cosas, entre ellas sus conocimientos e inteligencia, para no generar conflictos frente a hombres blancos
“superiores” a ellos. Las mujeres jóvenes también, se mostraban “menos inteligentes” que sus parejas
masculinas.

Se busca mantener una impresión compatible y consistente con la definición de la situación que se
pretende dar. Las discrepancias atentan contra la realización dramática. Debemos controlar nuestros
gestos e impulsos.

En la actuación existe la posibilidad de la tergiversación, se usurpa un papel social para el cual el


individuo no está autorizado.

La mistificación del rol tiene que ver con el poder, la distancia es poder. Eso quiere evitar la proximidad o
familiaridad con humildes, ya que se permite apreciar que no hay diferencias esenciales entre uno y otro.
La distancia garantiza la mistificación.
Semana 4.

Zubieta, (2020). “la psicología de la cognición social”.

La cognición en general se ocupa, por ejemplo, de analizar los procesos mentales por medio de los cuales
prestamos más atención a determinados estímulos.

La cognición social toma fuerza en los años 60´ gracias al trabajo de numerosos investigadores, surgiendo
principalmente en confrontación al conductismo imperante en ese momento, al menos en la mayoría de
las áreas dentro de la psicología. Se ocupa de qué pensamientos se activan automáticamente o de forma
más controlada en nuestro sistema cognitivo y por qué, cómo almacenamos, organizamos y recuperamos
la información social, cómo nos formamos impresiones sobre otras personas y cómo explicamos su
comportamiento.

Esta nueva aproximación ofrecía los siguientes cambios:

- El énfasis en el estudio de los procesos internos de los individuos, en lugar de en los resultados
externos y en las influencias externas de los grupos.
- La realización de análisis mucho más pormenorizados de los procesos previamente mencionados,
sobre todo aquellos relacionados con la percepción de las personas.
- La medición de un mayor número de variables dependientes. Análisis más detallado.

A pesar de estas innovaciones, para muchos la Cognición Social no respondió satisfactoriamente a los
déficits que la psicología social tenía en ese momento.

La cognición social toma heredados, en un principio, la mayoría de los postulados básicos de la corriente
cognitiva que estaba desarrollándose dentro de la psicología básica. De hecho son numerosas las
discusiones sobre las diferencias entre la cognición social y la cognición no-social.

Numerosos psicólogos defienden la aportación original que la psicología social hizo a la cognición.

Dentro de la psicología social, la corriente dominante en Europa destaca la dimensión social del
conocimiento.

Ya no se considera la cognición del mundo social como algo invariable y estático, sino más bien como
construida activamente por los individuos, y determinada tanto por los factores relacionados con la
persona como por los relacionados con el ambiente que los rodea, el cual moldea en cierta medida esta
interpretación.

La cognición social tiene un origen “social” ya que es creada y reforzada a través de la interacción social:
hay mucha evidencia empírica que muestra cómo los procesos culturales y de socialización se relacionan
claramente con la forma en que almacenamos, procesamos y recuperamos la información.

La psicología social también tiene sus raíces en la sociología, que ha demostrado un interés consistente en
los valores y las creencias, incluso cuando las explica como productos de fuerzas históricas y sociales que
están más allá de la comprensión y el control individuales. Particularmente, la tradición norteamericana
del interaccionismo simbólico condujo a estudio sobre la interacción y el sí mismo.

La interacción puede estudiarse sin referencia alguna a los procesos de pensamiento de los individuos,
como lo demuestra el trabajo etológico o de laboratorio, sin embargo, los interaccionistas simbólicos
consideran crucial para todo el proceso de interacción la interpretación de la situación por parte de los
sujetos interactuantes.

Esto es fundamental en el enfoque de Goffman, quien afirma que en el centro mismo de la vida
interactiva está la relación cognitiva que tenemos con quienes se encuentran presentes ante nosotros,
relación sin la cual nuestra actividad, conductual y verbal, no podría organizarse significativamente.

La cognición social se basa en los principios de la psicología gestáltica alemana, que consideraba que las
entidades complejas no pueden explicarse por la mera naturaleza que sus partes constituyen.

Cognición proviene de esta idea gestáltica, de las estructuras de sentido que surgen, en la interacción
entre individuo y grupo o individuo y sociedad. La idea base es que estas cogniciones tienen origen
social, el conocimiento que tenemos de la realidad y la forma que procesamos, surge y se desarrolla a
través de la interacción social.

La psicología social no puede pensarse sin las contribuciones de investigadores como Lewin y su teoría
del campo, la cual creó un puente entre la psicología gestáltica, el estudio de la personalidad, la
motivación y la psicología social.

Lewin llama espacio vital a la multiplicidad de hechos coexistentes que determinan la conducta de un
individuo en un momento dado.

El énfasis en el carácter interrelacional de la persona y el ambiente ha sido una de sus más importantes
contribuciones.

Para Lewin la persona es lo equivalente al espacio vital, para designar de modo directo las propiedades
psicológicas del individuo incorpora las necesidades, creencias, valores y sistemas perceptivos y motrices
que con el ambiente objetivo producen el espacio vital.

Se refiere por igual al ambiente objetivo y psicológico. El ambiente psicológico, o tal como existe para el
individuo, forma parte del espacio vital.

También se desarrollaron teorías que daban cuenta de procesos de cómo las personas nos enfrentamos a la
cantidad de información que recibimos de nuestro ambiente social. Así nos encontramos que en ese
espacio vital de interacción entre individuo y grupo, aparecen los esquemas sociales.

Los esquemas son una estructura cognitiva independiente que representa el conocimiento abstracto que
tenemos acerca de un grupo de estímulos que consideramos que tienen algo en común, y que incluye sus
atributos y las relaciones que se establecen entre ellos. Sus funciones son:

- Clasificar, catalogar varios objetos, eventos o personas dentro de un mismo grupo.


- Inferir características adicionales con las que no contamos.
- Dirigir nuestra atención y la interpretación de las personas y situaciones con la que nos
encontramos diariamente.
- Nos permiten comunicarnos con más facilidad.

Los esquemas sociales pueden ser de:

- Personas: conocimiento global y abstracto que se tiene almacenado acerca de individuos


concretos, de tipos de individuos o de grupos, de cómo son esas personas y de cómo se
comportan.
- Roles: información sobre cómo son y cómo se comportan las personas que ocupan un determinado
rol en el grupo o en la sociedad. Permiten comprender y tener expectativas sobre las metas y
acciones de esos individuos y saber cómo debemos interactuar con ellos.
- Situaciones o guiones de acción: información sobre secuencias típicas de acciones en situaciones
concretas. Indica lo que se espera que ocurra en un lugar o situación.
- Yo: incluye las ideas más distintivas y centrales que las personas tienen de sí mismas. Se almacena
información de una forma más compleja y variada que cuando se lo hace sobre los demás. Forman
parte del autoconcepto.

Los esquemas y creencias se refuerzan, ya que se producen numerosas situaciones en las que se confirma
justo lo que las personas esperan. Este fenómeno puede tener implicaciones en diversos ámbitos.

La activación de los esquemas se debe a razones relacionadas con los estímulos, con el contexto o con los
individuos que los utilizan. Se activan de forma espontánea y funcionan como un filtro, de forma que se
percibe y se recuerda la información que es consistente con nuestros esquemas, mientras que se ignora
aquella que no es relevante. Por lo tanto, tienen un lado práctico y un lado oscuro asociado a los
estereotipos y el prejuicio.

Las contribuciones e investigaciones de Asch fueron de importancia en el campo de la percepción social y


de la formación de impresiones, a partir de lo que se denomino su modelo Gestaltico, dio cuenta de cómo
las personas, más allá de toda verificación empírica, estamos dispuestas a creen en determinadas
concepciones, llevadas a cabo por un grupo. Aún cuando estemos percibiendo otra cosa, la tendencia a la
conformidad hace que lo que percibimos, o lo que deseamos percibir no se corresponda con lo que se está
observando.

Lo que plantea Asch respecto a la creación de una impresión global no es otra cosa que la formación y
posterior aplicación de un esquema de persona.

Hay ciertos factores que influyen en la formación de impresiones:

- Efectos de orden: pueden ser primacía, donde el orden en que se representan las características de
una persona tiene efecto sobre la impresión que nos formamos de ella; o recencia, cuando la
información final produce un mayor impacto sobre la impresión general.
- Positividad/negatividad: cuando no contamos con suficiente información, tendemos a formarnos
una visión positiva de los demás (sesgo de positividad), este efecto desaparece cuando se conoce,
por mínima que esta sea, una información negativa, la cual atrae la atención y adquiere una
importancia desproporcionada en la consiguiente impresión (sesgo de negatividad).
- Estereotipos: pertenencia a grupos por categorías sociales.
- Teorías implícitas de personalidad: son las creencias que tenemos acerca de rasgos y
características que aparecen unidas a las personas y por qué.
- Apariencia física: es la primera información que normalmente recibimos de alguien (efecto
primacía).
- Enjuiciamiento social: es poco probable que nos formemos impresiones y hagamos juicios sobre
personas que no son susceptibles de ser enjuiciadas por nosotros, si no nos sentimos con
capacidad o deber de realizar juicios sobre ellas.

Las inferencias sociales o procesos a través de los cuales vamos más allá de la información concreta que
tenemos sobre los otros y nosotros mismos, se han considerado procesos que nos llevan a cometer errores
en nuestras impresiones y juicios. Estos se dan por sesgos: ignorar las probabilidades previas, estimar la
probabilidad de que dos sucesos se den al mismo tiempo e ignorar información complementaria, y la
correlación ilusoria, sobreestimar la relación que existe entre dos variantes.

Los heurísticos son atajos mentales que las personas utilizan para simplificar la solución de problemas
cognitivos complejos, transformándolos en operaciones más sencillas. Pueden ser:

- De representatividad: estimar que un estímulo pertenece a un grupo social, no teniendo en cuenta


la probabilidad conocida de que ese estímulo pertenezca realmente a ese grupo.
- De disponibilidad: estimar la frecuencia o probabilidad de un evento en función de la facilidad con
que ejemplos concretos o asociaciones de éste nos vienen a la mente.
- De anclaje y ajuste: establecer un punto de partida gracias al cual se realizan nuestras inferencias.

La teoría de la Disonancia Cognitiva de Festinger es una de las teorías de la consistencia sobre el cambio
de actitud, supone que una persona se comporta de un modo que maximizará la consistencia interna de su
sistema cognitivo y que los grupos también luchas por maximizar la consistencia interna de sus relaciones
interpersonales.

Se dice que dos elementos están en una relación disonante si de uno se seguirá el reverso del otro. Como
la disonancia es psicológicamente incómoda, su existencia impulsa a reducirla y a lograr consonancia.
Cuando la disonancia está presente la personas evitará las situaciones y la información que tienen
probabilidad de incrementarla.

Esto es fundamental para entender los procesos de cambio de actitud y para complejizar la temática
misma de las actitudes y sus funciones de ajuste social o de expresividad de valores.

Gosende, (2012). “la dimensión histórica en la psicología social cognitivista”.

La psicología cognitiva es una psicología social positivista, donde el investigador debe ser objetivo y
neutral, que se dedicaba al estudio de lo psicosocial con experimentos, es decir mediante lo experimental.
No se busca la comprensión sino la explicación del fenómeno.

La psicología social cognitivista es de las corrientes más relevantes de la psicología social clásica. Se
divide en 4 etapas:

1. Primera etapa (EE.UU, 1920 -1930).


Se da alrededor de la primera guerra mundial, hay mucha revolución posguerra por parte del
movimiento obrero, y se presenta una gran reacción conservadora. Surge la preocupación por los
procesos de masificación que se van produciendo y aparece la propuesta de Allport sobre
desarrollar una psicología social científica.
Allport califica a la psicología social como racionalista y pre-experimental, su argumento más
fuerte es su rechazo a concebir la “conciencia de grupo”, ya que no es posible encontrar un
sistema nerviosos grupal, mantenía que la verdadera causa de la conducta social debía buscarse
mediante el examen científico de casos individuales donde la estimulación directa e indirecta
produce respuestas definidas.

2. Segunda etapa (1930 - 1940).


Durante la segunda etapa resurge el interés por lo grupal y aparecen figuras como Mayo, quien
estudia las organizaciones, surgen los grupos terapéuticos, el psicodrama, los grupos de
autoayuda, etc.
Sheriff estudia la normalización grupal, a través de estímulos perceptivos donde se presenta un
estímulo lumínico ambiguo entre el azul y el verde y se observa cómo se llega en un grupo al
consenso implícito, a una norma grupal frente a la ambigüedad. Así llega a la conclusión de que se
dan procesos de normalización, se instala una norma y los que estaban con dudas la aceptan.
Lewin migra a Estados Unidos, es un gran antecedente de la psicología grupal, es el creador de la
psicología de grupos. Genera experimentos muy interesantes, para él, el comportamiento
individual debe ser pensado en función del campo y hay que analizar la situación considerada en
su totalidad. Propone el concepto del espacio vital, el cual está compuesto por la persona y el
ambiente psicológico y hace aportes sobre los estilos de liderazgos, se pregunta qué cambia en las
masas frente a distintos tipos de líderes. Él determina tres tipos de liderazgo y cómo dependiendo
del tipo, se generan diferentes reacciones y comportamientos en el grupo, en el liderazgo
democrático se ven más motivados.
También es importante su aporte relativo a la investigación-acción, es decir hacer mientras se
investiga.

3. Tercera etapa (1945 - 1960).


Luego de la segunda guerra mundial, Estados Unidos tiene más prosperidad económica. Festinger
estudia las disonancias cognitivas, es decir el conflicto interno entre creencias, que necesitamos
resolver a veces a costa del auto-engaño. Por otro lado, Asch realiza estudio sobre conformidad, es
decir cómo un sujeto se ve presionado a la conformidad con una determinada norma grupal. Él
arma un grupo que se pone de acuerdo para decir que algo está mal, el sujeto crítico normalmente
responde en conformidad con la mayoría.
Milgram estudia la obediencia a la autoridad, el mide hasta qué punto la obediencia a una
autoridad se cumple aún transgrediendo nuestras propias normas morales.

4. Cuarta etapa (1960 -1970).


Durante esta etapa, en el interior del campo científico se producen un montón de crisis y
cuestionamientos. Se empieza a usar la metáfora de las computadoras para pensar la mente como
manejo de la información y empieza una etapa de consumismo, publicidad, marketing, etc.

En la actualidad es la crisis de la psicología social cognitiva, una etapa contemporánea postmoderna.


Gerden plantea la importancia de una psicología social crítica e histórica, que empieza a cuestionarse el
papel del investigador.

Surgen tres críticas:

- La experimentación, por el exceso de experiencias en laboratorios que generalizaban resultado al


conjunto social.
- El abuso ético, engaños, falta de consentimiento informado, manipulación de creencias de los
participantes, etc.
- La escasa relevancia social.

La psicología cognitivista es el estudio de la mente y otros fenómenos dentro del individuo, y la


psicología social cognitivista es el estudio de esos fenómenos pero de manera grupal, dándole más peso a
la interacción social.
Semana 5.

Ferrari, (2012). “el construccionismo social y su apuesta: la psicología social histórica”.

El construccionismo social en sí mismo conforma un gran impacto sobre la psicología social. Se origina
después de lo que Ibáñez denomina la crisis de la psicología social de los años 60´, y en realidad es una
suerte de respuesta y reacción contra los caminos sin salida que Ibáñez detecta en la psicología social de
la década anterior.

Uno de los representantes principales es Kenneth Gergen y que su trabajo que ha continuado
prácticamente hasta el presente: sobre la idea de una psicología social que se enfoque a partir de los
procesos que construyen entre comillas relaciones sociales y estos, son procesos discursivos. El punto de
partida entonces es el tipo de relaciones sociales y los discursos que las construyen.

El construccionismo es un movimiento que parte dentro de las ciencias sociales y las humanidades, y que
como movimiento, se define como un gran proceso de diálogo: no de disputa, no de conflicto, diálogo
entre los representantes y las teorías que tienen un punto de partida, que dice ni más ni menos que lo que
hemos considerado como real o lo que hemos considerado como bueno (lo real es lo que consideramos
objetivo, lo que parece tener una sustancia propia, los hechos); lo que consideramos real, osea la
ontología y lo que consideramos bueno o malo, como la ética, tienen un punto de partida que es distinto
de los objetos mismos, y es precisamente un tipo de acuerdo en relación a ese diálogo acerca de lo que es
bueno o lo que es malo, lo que existe o lo que no. Algo es bueno o algo es malo, es entre comillas de
acuerdo a la escala de valores con la que dialogamos, para decir entre comillas que algo es tolerable, o se
convierte en una afrenta,o se convierte en algo inadmisible, o en algo que podemos empezar a admitir y
legitimar; la autología y los valores no son esenciales, son cuestiones que hemos discutido y acordado,
hemos dialogado acerca de cómo van a existir y en qué forma social se van a manifestar.

Todo lo que consideramos que es lo bueno o malo, depende de las convenciones sociales con las cuales lo
hayamos analizado, y habrá grupos que admiten el pensamiento diferente y habrá otros que se cierran
más.

¿Quién construye el construccionismo?

Las personas, los hechos y las cosas son construcciones conversacionales: son un efecto. En una práctica
conversión conversacional, uno es profesor porque a veces resulta que puede dar una clase (efecto de la
relación); y probablemente cuando uno tomó un taxi no es profesor, es un pasajero (efecto de la relación
y práctica social). En el construccionismo nos construimos en conversaciones y discursivamente: si
miramos un texto muy antiguo donde se describe la función de la mujer en el medioevo, encontraremos
un tipo de construcción de lo femenino que será distinta al que encontraremos en un texto de feminismo:
la mujer de verdad resulta ser ninguna, y las dos, porque se trata de un efecto de discurso. Cuando
decimos que nos construimos en prácticas discursivas también decimos entre comillas que si voy a una
entrevista de trabajo no me presentaré como aquel que tuvo un problema en su trabajo anterior, sino que
entre comillas trataré de que el proceso discursivo me construya y se me reconozca como alguien
competente para un puesto; pero es la práctica conversacional y, no los sujetos que están actuando, sino su
relación. A partir del construccionismo, los hechos nos parecen muy contundentes, es contundente que
cayó un rayo sobre tal edificio, en tal barrio, pero su interpretación no es tan contundente porque vale la
pena pensar que si cayó sobre un templo determinado, uno puede decir que es un castigo de dios, y si
tuviera entre comillas una construcción discursiva muy científica, podría decir es un fenómeno
meteorológico; ambas cuestiones serían interpretadas dentro de un contexto discursivo. El lenguaje como
práctica social es constructor, el lenguaje tal cual lo usamos en la práctica social, o tal cual nos atraviesa
en una práctica social; el lenguaje como práctica en la interacción. Los hechos entre comillas no son los
hechos sino la interpretación de los hechos; y además entre comillas, el lenguaje es un conductor, o es un
producto de sentido sólo en el proceso de relaciones con otros.

Gergen dice que el construccionismo es otra manera de pensar la psicología social, distinta y contestataria
a la psicología conductista de base empirista, que es una psicología social que estudia los
comportamientos sociales tal cual se dan en los individuos a partir de procesos tales como la afiliación a
grupos, y que por lo tanto transforman su comportamiento por la pertenencia o no, a un grupo
determinado. Para Gergen, esa forma de hacer la psicología social es un camino sin salida.

La segunda forma frente a la cual reacciona el construccionismo social, es la psicología social de base
fenomenológica y con una orientación idealista, en el enfoque fenomenológico nos interesa saber es cómo
muchas veces la sociedad es anticipada porque ha podido ser internalizada. Esto tiene una base idealista
porque terminamos estudiando la sociedad a partir del contenido de la mente de alguien que nos habla
acerca de cómo la internalizó. Gergen critica esto porque dice que se convierte en una especie de
psicología social intracraneana.

Otro aspecto de aporte es pensar que desde el construccionismo se aportan conceptos claves como el de
identidad, lo que me identifica o que entre comillas lo que me hace ser persona, en realidad se origina en
las interacciones lingüísticas, y no son del individuo o la sociedad, sino del proceso de co-construcción
con otros en un universo de lenguaje. El concepto de identidad muta y cambia en cada contexto de
interacción, contexto histórico, grupal. La idea de construcción social tiene que ver con estos procesos de
interacción lingüística que nos permitan definirnos en espacios de conversación y acuerdo; son el efecto
de la interacción lingüística.

¿Cómo se construye la identidad y cómo la estudian los psicólogos sociales construccionistas?

Aparece una doble metodología: a veces usamos la manera de estudiar la retórica moderna y otras veces
la manera de estudiar de las narrativas. Se puede empezar a comprender cómo la identidad es un efecto
de procesos retóricos o como es un efecto de procesos narrativos.

Si utilizo el método retórico, lo que trato de mirar es precisamente como un discurso construye o no
legitimidad en torno de los deseos o necesidades de un grupo de personas. La retórica es la manera en que
los argumentos se utilizan (derecho igualitario o universal), estos argumentos tienen un poder discursivo y
un efecto real que es transformar la manera de pensar sobre la identidad de otros, a los que consideramos
diferentes. Un abordaje es: de qué manera cambiando los discursos, cambiamos las realidades y de qué
manera presentamos los argumentos para que los argumentos discursivos transformen la realidad.

En cuanto al acceso de la identidad por narrativas, la psicología social construccionista busca hacer
emerger las distintas versiones de singularidad y de palimpsesto, que nos llevan a un plural de voces aún
en lo que llamamos el yo.

Estas dos metodologías son formas metodológicas de averiguar cuestiones, por ejemplo, sobre la
identidad de las personas que deseamos comprender.

La construcción de los hechos.

Podríamos decir lo mismo de los hechos, que son su sentido; el valor de un hecho es cómo está
interpretado dentro de un contexto lingüístico y cultural determinado, el sentido no está jugado
objetivamente en un hecho, sino en la manera en que este se construye. Cuando un hecho se construye en
un proceso lingüístico también hay un proceso de poder que disputa el significado, y que intenta hacer
prevalecer en alguna dirección un sentido y evitar la amplitud de otras significaciones, o eliminar entre
comillas otras significaciones posibles.

Cuando estudiamos un proceso por el cual un hecho se construye en todas las conversaciones, los
significados se negocian y cuanto estas conversaciones más dialógicas son, más oportunidad tenemos de
que el proceso de negociación de sentido sea un proceso que construya e incorpore simbólicamente, las
múltiples posiciones de los que producen sentido. Mientras que cuando un proceso de construcción de
sentido se delimita en una esfera de poder, es mucho más difícil que la participación en construir lo que
ese hecho significa sea amplia, sino que va a ser como una sola interpretación o un solo tipo de
significado posible.

Los efectos de un proceso más de diálogo o inclinado al poder de ciertos participantes de una
conversación, o discursos de una conversación, es lo que el construccionismo estudia cuando dice los
hechos no son los hechos sino que hay que buscar las interpretaciones que han podido darse a la luz y
otras que han sido cercenadas.

Consecuencias dentro del construccionismo de la psicología social.

Una teoría es la manera en la que se describe cómo algo está funcionando y por qué funciona de esa
manera. Las teorías son siempre producto de la sociedad, son emergentes de la misma. La metodología es
el camino para estudiar ese algo, comprenderlo o explicarlo, los métodos son un terreno un poco más
propio de la comunidad científica, cuya función es tender puentes para extender lo que la sociedad supone
y cree en un momento determinado.

El construccionismo nos dice que las teorías no están en los científicos sino en la sociedad. Las teorías
que se eligen tienen algo que ver con la forma en que esas relaciones sociales se están dando en el terreno
mismo de las prácticas sociales. Están en las prácticas sociales mismas y buscan su manera de que la
ciencia las tome como inquietud, las disciplinas científicas lo hacen a través de métodos de terreno, de
campo, métodos por los que el investigador se conforma como parte de la comunidad, así el método
implica una interacción entre la comunidad y el investigador.

Ventajas de una psicología social construccionista.

Los potenciales que tiene el construccionismo son:

- Potencial emancipatorio: versiones alternativas a las establecidas. Al estudiar los hechos por
cómo han sido construidos, sabemos como pueden ser reconstruidos y transformados, podemos
saber si resultan hechos opresivos o si reflejan todas las perspectivas posibles.
- Potencial pluriperspectivista (antiobjetivismo): las cosas no tienen una sola interpretación, se
admite que hay distintas maneras de mirar las cosas, distintas perspectivas. Se va en contra de la
idea de una objetividad en la que todos miramos lo mismo.
- Potencial antideterminista (antiesencialismo): las cosas no tienen una naturaleza y están abiertas
a la determinación entre electiva y de juegos de lenguaje. Es estar en contra de la idea de que las
cosas están determinadas por una esencia única o múltiple y que hay que atenerse a ella.
- Potencial emotivo-ético (relativismo): la interacción nos lleva a tener distintos tipos de valores,
pero no hay valores que sean superiores a otros. El relativismo de valores implica que cada
construcción de valor es sostenida por un tipo de prácticas sociales y que no podemos intervenir
desde afuera pensando que esos valores son inferiores a los nuestros. El relativismo es el mismo
respeto por cada escala de valores que cada cultura o grupo tiene.
Críticas del construccionismo a la psicología.

- La idea de una psicología individual y el estudio de cada individuo como sumatoria en una
sociedad.
- La concepción de una psicología intramental.
- La concepción de lo social como contexto, la idea de que la sociedad es lo que rodea pero que no
intercambia con el sujeto.
- El individualismo metodológico. La manera en que abordamos el estudio en psicología social es
por la vía de los procesos de cada individuo y así llegamos a comprender los procesos de
afiliación.
- Las versiones objetivas del saber, lo que se debe buscar como saber tiene que ser objetivo.
- La idea de un saber universal, único y/o acumulativo. Descubrimos algo por un experimento y a
partir de esto seguimos la misma línea y vamos acumulando saber. En el construccionismo el
saber no es acumulable, ni universal, es el efecto de la cultura e história.
- La concepción de una epistemología dicotómica o dualista de que hay un sujeto y un objeto y un
investigador que lo investiga.

El potencial que Gergen le atribuía a la forma de pensar construccionista era el potencial de haber
redescubierto el valor relacional, el de las relaciones sociales y las prácticas discursivas, su poder de
construir y establecer categorías y la posibilidad de reexaminarlas. Las personas pueden re-interpretar
aspectos de sí mismos y cambiar el peso de su sentido y en un trabajo de diálogo, hacer un
replanteamiento de todas las categorías sociales como el género, la sexualidad, la raza, la discapacidad, la
enfermedad, la subordinación, los afectos y otras.

La psicología social como historia.

La forma de trabajo de una psicología social construccionista tiene que ver con una aproximación
histórica, trabaja sobre eventos particulares y únicos que emergen en contextos históricos que limitan los
descubrimientos a la epocalidad. En cambio la psicología no construccionista suele pensar sus objetos y
los hechos que trata como atemporales.

La historicidad tiene un componente intrínseco (los hechos sociales que se producen siempre nos llevan a
un aprendizaje) y extrínseco (la historia a veces está motivada desde ciertos acontecimientos).

Hay dos procesos interesantes de un proceso de psicología social construccionista:

- Efecto de ilustración: es el impacto que tiene el conocimiento científico sobre las sociedades.
Se trata de cómo se construye conocimiento, lo cual es siempre en contextos dialógicos y en
particular cómo luego este conocimiento se comunica y se publicita. Ésta publicidad es la manera
en que se difunde un saber y es la forma en que un saber llega a la sociedad. En términos de
Gergen el saber tiene sesgos prescriptivos, normativos y valorativos.
El público es objeto de investigación y es consumidor del saber científico, y puede defenderse,
cuestionarse, rebelarse, reflexionar sobre los sesgos prescriptivos (efecto emancipador).

- Efecto de reactancia: tiene que ver con los primeros descubrimientos del construccionismo
social. Las teorías más simples pueden tener un tiempo de caducidad mucho menor que las teorías
débiles. Cuanto más generalizable sea un descubrimiento y mayor extensión o aplicación
encuentre, si está comunicado, tendrá más oportunidad de encontrar reacción. Este efecto nos dice
que el cambio social es incalculable porque las teorías fuertes que explican eventos fuertes no
vuelven a repetirse como métodos de explicación en el futuro.
El cambio social cuando es estudiado implica poner en vínculo algo que generalmente aparece como
separado, son las acciones humanas las que deben estar vinculadas con los procesos objetivos u
objetivados.

Consecuencias de una psicología social construccionista.

1. Mayor énfasis en la psicología social aplicada. La psicología social histórica trabaja sobre un
horizonte restringido, en una época determinada y en relación a temas particulares.
2. Mayor énfasis en la sensibilización que en la predicción, una manera de difundir el conocimiento
que evite lo reproductivo y fortalezca lo reflexivo.
3. La investigación sobre la estabilidad comportamental: la psicología no abandona la tarea de
identificar la durabilidad de los fenómenos que estudia.
4. Desarrollo de indicadores de disposiciones psicosociales: identificar los componentes culturales y
sociales que provocan afinidad y diversidad.
5. Una historia social integrada: es el contexto en el que se producen las diversas formas psicológicas
de un momento dado.

Algunas personas afirman que el construccionismo social ha hecho caer una serie de certezas sociales,
cosas que nos daban garantías y nos hacían sentir más cómodos dentro de un mundo, que nos decía que la
realidad es real: para todos la misma, y no que la realidad es un efecto de construcción de determinadas
prácticas sociales. Otra certeza que calló es la de la objetividad, nada es objetivo, todo depende de la
interpretación de un contexto histórico y un conjunto de relaciones sociales. El tercer concepto que calló
es la idea de verdad, la verdad pasó de ser un hecho universal a ser una verdad para nosotros y desde
nosotros. Por último el saber acumulado, la idea de que progresamos siempre acumulando conocimiento,
cada conocimiento es puesto a prueba en cada momento histórico y tenemos derecho y sensibilidad para
renunciarlo si comienza a ser prescriptivo.

Gergen y Gergen, (2011). “reflexiones sobre la construcción social” [pag. 9-52].

La construcción social es la creación de significados mediante el trabajo colaborativo. No es atribuible a


un único individuo, ni a un grupo y tampoco es singular, ni unificada, sino a una “creación compartida
socialmente”. A partir de las relaciones sociales el mundo se ha convertido en lo que es.

No se teme a las tensiones o a la falta de certeza, porque establecer una verdad absoluta, una lógica
fundamental, un código estricto o cerrado sería contrario a las ideas de construcción.

Nosotros construimos el mundo. Para nosotros es obvio que existe un mundo que podemos observar y
comprender, vemos objetos, pero si para un niño de 1 año sólo hay estímulos de sonidos y movimientos,
sin distinguir entre algunos de estos conceptos. Para el construccionismo, la pregunta no es sobre lo que
es, sino sobre lo que es para nosotros, a partir de las relaciones que entablamos con los objetos.

Si mantenemos las mismas distinciones que conocemos (ricos y pobres, varones y mujeres, etc) la vida
seguirá su curso como siempre y será predecible.

Los problemas no existen por sí mismos, sino que más bien construimos lo que es bueno, y consideramos
aquellos sucesos que obstaculizan el camino como problemas.

Todo lo que consideramos real ha sido construido socialmente, o lo que es más radical, nada es real hasta
que la gente se pone de acuerdo en que lo es. Esto no significa que lo que vemos no es real, se trata de
destacar la importancia de que siempre que alguien define qué es la realidad está hablando desde una
experiencia particular y cultural.

Las ideas construccionistas tienen el potencial de poner el foco en que las acciones no están
condicionadas por nada tradicionalmente aceptado como verdadero, lógico o correcto. Hay un amplio
espectro de posibilidades. Una invitación a la innovación.

Lo real como bueno. Los valores y los hechos.

Acostumbramos a creer que son cosas separadas, que los valores son sesgados, menores, subjetivos, y que
tenemos que aceptar los “hechos” objetivos, pero cada uno está en su derecho de tener valores privados.
Un mismo hecho puede narrarse de distintos modos, cualquier relato tiene una perspectiva cultural, las
descripciones exentas de crítica o valores no existen.

Pluralismo radical vs la arrogancia de lo universal.

Lo que llamamos verdad sólo existe en el seno de relaciones personales. La verdad solo existe en el
contexto de una comunidad. Toda construcción de lo real está insertada en un sistema de vida, y todo
sistema de vida está basado en valores.

Los construccionistas no abrazamos verdades universales, distintas opciones pueden ser válidas para un
grupo de personas. Las ideas construccionistas nos invitan al pluralismo radical, a abrirnos a muchas
formas de nombrar y valorar.

Para el construccionismo la ciencia y la religión construyen el mundo con formas distintas y propias, no
se puede comparar la verdad de una con la de la otra. Se busca tener en cuenta ambas, abiertos a explorar
distintos puntos de vista y evaluar consecuencias positivas o negativas de cada una de ellas.

verdad o Verdad.

Cuando la pretensión de verdad se pretende Verdad (mayúscula) comienzan los problemas. La arrogancia
de lo universal. Todas las opciones son válidas para un grupo de personas. El construccionismo es
pluralista en sentido radicalizado. No hay fundamento para declarar la superioridad de la propia cultura o
tradición por sobre otras, pero esto es más fácil de proclamar en abstracto que en la vida cotidiana.

De la crítica a la reconstrucción.

El criticismo pone en tela de juicio la legitimidad de lo que se dice o se escribe, no es raro que la reacción
a la crítica sea normalmente un contraataque que acaba en una hostilidad mutua.

El construccionismo desafía a la creatividad, busca un diálogo permanentemente abierto y con espacio a


otra visión, a la reflexión crítica. Propone pasar del yo individual (reconocer al individuo como fuente de
todo significado) a un yo relacional.

El discurso mental nace del diálogo y adquiere sentido con el uso. El lenguaje es sólo un componente de
la plena representación de las acciones. Una expresión verbal individual no posee significado en sí
misma, el potencial del significado requiere una acción suplementaria para adquirir sentido.

Las expresiones de una persona empiezan a adquirir significado cuando otra contesta, cuando añade una
acción suplementaria, comunicarse con otros requiere que éstos nos concedan el privilegio de un
significado. Esta acción suplementaria, a su vez requiere un suplemento.
Crear el yo relacional no es fácil, principalmente porque las palabras que conocemos son producto de una
tradición individualista. Disponemos de miles de términos que hacen realidad las condiciones y los
contenidos de la mente individual.

La construcción social y la práctica profesional.

Cuando advertimos que lo que tomamos como verdadero, bello y bueno es así en función de las
convenciones, podemos hacernos preguntas como: ¿Por qué deberíamos aceptar aquello que la tradición
nos ofrece? ¿Qué nos estamos perdiendo? ¿Somos capaces de reconstruir? ¿Mejoraría o empeoraría las
cosas?

Semana 6.

Iñiguez-Rueda, (2003). “la psicología social como crítica”.

La psicología social como crítica es entendida como un continuo cuestionamiento y problematización de


las prácticas de producción de conocimiento en el interior de la psicología social. La crítica no apunta al
enemigo sino a nuestras propias prácticas.

Argumentos para inventar una psicología social crítica: el primero es que lo que se hacía en el campo de
la psicología social no era coherente; la segunda cuestión es el sentido de la psicología social misma, qué
función cumple en la sociedad; y por último la necesidad de transformar profundamente las prácticas
científicas.

Si analizamos las causas de la crisis de los años 60´ vemos que hay cuestiones externas e internas.
Internas por sus propios procesos de hacer conocimiento, la disciplina entra en una etapa de rutinización
de la investigación experimental que llevó a un reexamen de las cuestiones metateóricas, epistemológicas
y metodológicas. Las causas externas se dan por la gran cantidad de movimientos contestatarios (crisis de
valores), por que hubo un cambio en los sistemas de producción y además había un fuerte debate acerca
de cuáles eran los modelos que serían más representativos de las ciencias sociales.

En particular, con respecto a la psicología social de método experimental lo que se criticaba en los años
60 ́ era, en primer lugar, que la multiplicación de experimentos no había producido un saber acumulativo
sino un saber discontinuo, un saber anárquico sin relación entre los descubrimientos. Por otro lado, lo que
se producía teóricamente a partir del experimento, sustentar alguna teoría, se convertía en
inconmensurable. Además estaba el requisito que el experimento tiene, que es que las hipótesis deben ser
refutables o falsables, y estas no cumplían los requisitos de refutabilidad.

Por una parte dentro los 60´ y 90´ la crisis alentó la oportunidad de hacer un trabajo de crítica, sin
embargo con el paso de los años, se rutinizaron las posiciones y los argumentos fueron poniéndose más
ortodoxos en lugar de heterodoxos. Y esa crisis en lugar de ser una oportunidad se convirtió en un
acontecimiento y se frenó su proceso, se volvió una opción sin consecuencias. Sin embargo Iñiguez marca
que una porción de psicólogos heterodoxos, llamados por él líneas de fuga, que intentan mantener un tipo
de práctica crítica y no una posición historiográfica.

En el presente de la psicología social crítica, el autor repasa qué es lo que tendríamos que tener en cuenta
para pensar esa línea de fuga de los psicólogos sociales, y dice que tendríamos que repasar cuales son las
prácticas que caracterizan a la psicología social contemporánea y qué tiene para decir de ellas la
psicología social crítica. En segundo lugar tendríamos que dar cuenta de que la psicología social crítica es
plural. Y por último deberíamos repasar qué clase de aplicabilidad tiene la psicología social hoy como
propuesta.

Hay tres posiciones en psicología social aplicada contemporánea: un enfoque empirista, un enfoque
profesional y un enfoque transdisciplinar.

Psicología social de enfoque empiricista hoy.

Continúa trabajando como antes de la crisis, continúa con su programa de producir conocimiento a través
del sistema de experimentos, relevando datos, produciendo diseños experimentales controlados, etc. Pero
sigue teniendo modelos teóricos acotados, diseños experimentales, gran relevamiento de datos y sigue
buscando regularidades atemporales con poca capacidad de contextualizar e historizar.

Psicología social de enfoque profesional.

Se trata de la psicología aplicada o de la psicología de la intervención, originada en la intervención del


psicólogo social en espacios como la comunidad. Implica un trabajo de los profesionales en los distintos
entornos y contextos, orientados por las necesidades de los grupos. Están lejos de la ritualización y
generan procesos y estrategias, decisiones y acciones no preestablecidas.

Psicología social de enfoque transdisciplinar.

Decimos transdisciplinar porque intentamos romper la idea de que cada disciplina es una suerte de
factoría que produce solamente en un área determinada. El empeño por transformar la psicología social se
torna en un empeño por transformar la producción de conocimiento social al margen de las distinciones
disciplinares.

Psicología social aplicada: visiones plurales.

Hoy no tenemos una sola psicología social como una opción de aplicación sino que tenemos, dentro de
esta variante que se origina en la crisis: psicologías sociales discursivas, que trabajan analizando los
procesos de construcción simbólica de la interacción social; psicología social radical, que trabaja
estudiando las estructuras de desigualdad y asimetría y la manera en que se puede intervenir sobre ellas
para transformarlas y producir procesos de emancipación.

También trabajamos desde diferentes epistemologías, es decir que la construcción de conocimiento


cambió mucho de acuerdo al lugar donde yo busco mi bagaje de conocimiento. Las epistemologías que
tienen poder transformador son, por ejemplo, las epistemologías feministas, las posiciones gay y lésbicas
y los aportes de una metodología cualitativa.

Cómo producir una psicología social aplicada hoy en día.

Gergen dice que el tipo de teoría de una psicología social aplicada es una teoría que es capaz de generar
dudas acerca de todo lo que consideramos evidente, sólido o incuestionable, de la realidad. Las preguntas
no son para destruir lo real sino para saber por qué está construido como lo está, para dar cuenta de esa
construcción. Las preguntas nos permiten introducir esas dudas, mirar la trama y nos proporcionan
caminos para transformar eso que consideramos tan evidente, incontrastable y que tal vez nos llena de
disgustos.

Los esquemas, lo establecido, lo observable es lo que una teoría de la psicología social aplicada hoy
puede poner en duda, trabaja con eso, buscando ese esquema que sostiene para transformarlo o ponerlo en
evidencia.
Consecuencia de la crisis como propuesta de psicología social.

Para el autor los herederos de aquella revolución, que sobre la crisis pretendía ser la psicología crítica en
la década de los 60´, son dos:

1. La psicología social crítica: es sobre todo el resultado del continuo cuestionamiento de las
prácticas de producción de conocimiento. Puede ser radical o no, en el sentido de que puede
permanecer al margen de cualquier pretensión de emancipación social o sentirse plenamente
implicada en ella. A un nivel muy general, esta psicología social “diferente” asume un giro
construccionista, un giro interpretativo/lingüístico y un giro fundamentalista.
2. La psicología social radical: enfatiza la transformación del orden social, es una psicología
implicada en los procesos de emancipación y de cambio social. Trata sobre los cambios en el
mundo real y la implicación de la gente con las formas en que puede cambiar colectivamente el
orden de las cosas por ellos mismos. Para este movimiento no hay neutralidad política.

Riesgos de una psicología social crítica.

El peligro de una psicología social crítica, como el de cualquier otro tipo de concepción, puede estar en
un paulatino acomodamiento institucional y en una complaciente aceptación de la más obvia visibilidad
académica. Esto sería volverla inefectiva, volverla un elemento más del cuadro y sacarle su potencia y
trabajo.

Baró, (2006). “hacia una psicología de la liberación”.

El aporte de la psicología, como ciencia y como praxis, a la historia de los pueblos latinoamericanos es
extremadamente pobre. La psicología latinoamericana mantiene una dependencia servil al margen de los
grandes movimientos e inquietudes de los pueblos latinoamericanos.

Esta precariedad del aporte de la psicología latinoamericana a los pueblos se hace patente cuando se
compara a la psicología con otras ramas, por ejemplo, la literatura o la sociología. García Márquez o
Rulfo son mucho más reconocidos que las pocas investigaciones realizadas por los psicólogos sobre el
carácter y la personalidad de los latinoamericanos.

Hay tres producciones originales de la psicología y la educación latinoamericana que son excepciones
dignas de destacar: La Tecnología social de Jacobo Varela (1971); La Psicología Social y el abordaje de
Grupos Operativos creado por Enrique Pichon-Riviere (1974); y El Método de alfabetización
concientizadora de Paulo Freire (1970 - 1971).

A diferencia de la cultura sajona, la cultura latina tiende a conceder un importante papel a las
características de las personas y a las relaciones interpersonales. Esta característica personalista y
psicologista de nuestras culturas latinoamericanas favorece el vaciamiento de contenidos políticos. Dicho
psicologismo sirve para fortalecer, directa o indirectamente, las estructuras opresivas al desviar la
atención hacia los factores individuales y subjetivos.

La esclavitud de la psicología en latinoamérica.

Baró sostiene que la miseria de la psicología latinoamericana hunde sus raíces en una historia de
dependencia colonial que no coincide con la historia de la colonia iberoamericana, sino con el
neocolonialismo del garrote y la zanahoria que se nos ha impuesto desde hace un siglo. El garrotazo
cultural que diariamente reciben nuestros pueblos con frecuencia encuentra en la psicología un
instrumento más entre otros para moldear las mentes y un valioso aliado para tranquilizar conciencias al
explicar las indudables ventajas de la zanahoria modernista y tecnológica.

Las tres principales causas de la miseria de la psicología latinoamericana, están relacionadas entre sí y son
las siguientes: su mimetismo cientista, su carencia de una epistemología adecuada y su dogmatismo
provinciano.

Mimetismo cientista o cientificista.

En la mayoría de los países latinoamericanos la profesión del psicólogo aún es bastante joven, aún está en
un proceso de lograr reconocimiento social. La psicología latinoamericana volvió su mirada al big
brother, quien ya era respetado científica y socialmente, y a él pidió prestado su bagaje conceptual,
metodológico y práctico. Esto mismo sucedió en otros países con relación al medio académico Europeo,
por ejemplo el caso de Argentina. La consecuencia de estos procesos de mimetismo, es que los esquemas
teóricos y prácticos de la psicología que existe en los países latinoamericanos son en su mayoría
importados de Estados Unidos o de Europa.

Hay muchos psicólogos latinoamericanos que han pasado del psicoanálisis o el conductismo hacia la
psicología cognitiva, no tanto por haber sometido a crítica los esquemas psicoanalíticos o conductistas
sino porque ése es el enfoque de moda en los centros académicos norteamericanos o europeos.

El problema no radica en la validez, las virtudes o los defectos que pueden tener las teorías o las
metodologías que se adoptan, se trata solo de la aceptación acrítica de estos modelos ya que son los
modelos teóricos y científicos que se aceptan en los países centrales (EE.UU. y Europa).

Carencia de una epistemología adecuada.

Los modelos dominantes de psicología en latinoamérica se fundan en una serie de presupuestos que no se
discuten, ni se proponen alternativas, estos supuestos son:

- Positivismo: concepción de la ciencia que considera que el conocimiento debe limitarse a los
datos positivos, a la descripción objetiva de los hechos y a sus relaciones empíricamente
verificables descartando todo lo que pueda ser caracterizado como metafísica o especulación
filosófica. No se pregunta por el por qué, ni por el para qué de los hechos de la realidad. Este
enfoque parcializa la realidad humana y se ciega a sus significados más importantes.
- Individualismo: se ignora la realidad de las estructuras sociales reduciendo los problemas
estructurales a problemas personales, cuando en realidad la individualidad se produce en la
dialéctica de las relaciones interpersonales en el marco de las estructuras o sistemas sociales.
- Hedonismo: se pretende que detrás de todo comportamiento hay siempre y por principio una
búsqueda de placer o satisfacción, el ser humano está visto siempre persiguiendo beneficios
individuales, materiales o de placer, algo que es muy sintónico con el principio de lucro,
fundamento omnipresente del sistema capitalista.
- Visión homeostática: tanto el individuo como el orden social buscan la estabilidad, la
permanencia, el cambio y todo lo que representa ruptura y conflicto son vistos negativamente
como desequilibrio, crisis, desorganización, caos o revolución.
- Ahistoricismo: siempre se buscan modelos universales, transculturales y transhistóricos, que
generalmente fueron elaborados en otras sociedades, en otras épocas y circunstancias, distintas a
las nuestras. Esto suele llevarnos a una grave distorsión de la realidad, y a un desconocimientos de
la realidad de nuestros pueblos.
Falsos dilemas.

La dependencia de la psicología latinoamericana de otros lugares del mundo ha llevado a que esta se
debata sobre la base de “falsos dilemas” que no responden a los interrogantes de nuestra realidad. Hay
tres falsos dilemas típicos que todavía siguen vigentes:

- Psicología científica vs psicología con alma: esto es común en algunas sociedades donde se ve
una oposición entre los planteamientos de la psicología científica y una antropología cristiana.
- Psicología humanista vs psicología materialista o deshumanizadora: por ejemplo, la antinomia
que se plantea en nuestros ámbitos académicos de Argentina, cuando se confronta a psicoanálisis
versus conductismo, siendo supuestamente un polo todo lo bueno y el otro todo lo malo.
- Psicología reaccionaria vs psicología progresista: siendo la primera aquella cuya aplicación
lleva al afianzamiento de un orden social injusto, y la segunda la que ayuda a los pueblos a
progresar, a encontrar el camino de su realización histórica, personal y colectiva. Hasta los años
1980 existía una polaridad entre la psicología norteamericana y la psicología soviética,
representada por Vigotsky, Leontiev y Luria, autores que se enseñaban en ciertos ámbitos
porteños, desde supuestas posiciones progresistas ligadas al partido comunista porteño.

Si queremos que la psicología realice un aporte significativo a la historia de nuestros pueblos, si como
psicólogos queremos contribuir al desarrollo y la liberación de nuestros pueblos debemos replantearnos
nuestro bagaje histórico y práctico, pero hacerlo desde las vidas de nuestros propios pueblos. Para lograr
esto debemos de elaborar una psicología de la liberación, la cual puede estar inspirada en la teología de la
liberación.

Teología de la liberación.

Sus tres elementos esenciales son:

- El objeto de la fé cristiana es un dios que promueve y protege la vida. El cristiano debe asumir que
su principal tarea religiosa es promover la vida. En el caso de los pueblos latinoamericanos esta
búsqueda exige la liberación de las estructuras sociales y personales, que mantienen en una
situación de pecado, es decir, desconocimiento, sometimiento colectivo y opresión mortal, a las
mayorías populares.
- La verdad de la fé debe mostrarse en acciones y realizaciones históricas que prueben la existencia
de un dios de vida. Mejor que decir es hacer. Es imprescindible hacer realidad la liberación de los
pueblos de las estructuras que los oprimen e impiden su vida y su desarrollo humano.
- La fé cristiana, tal como lo hiciera cristo, líder y fundador de esta iglesia, debe hacer una opción
preferencial por los pobres, quienes constituyen la mayor parte de nuestras sociedades. La
perspectiva y la comunidad de los pobres es el lugar por excelencia desde el cual se debe conocer
y realizar la tarea salvadora. Los pobres ofrecen las condiciones objetivas y subjetivas de apertura
al otro, especialmente al otro radicalmente distinto.

Psicología de la liberación.

Sus tres elementos esenciales son:

- Un nuevo horizonte: la psicología ha estado siempre clara sobre la necesidad de liberación


personas, es decir, la exigencia de que las personas adquieran control sobre su propia existencia y
sean capaces de orientar su vida hacia aquellos objetivos que se propongan como valiosos. Pero la
psicología ha descuidado la comprensión de los procesos sociales estructurales y colectivos. Ha
estado poco clara la relación íntima entre el control individual y el poder colectivo, entra la
liberación de cada persona y la liberación de todo un pueblo, como si la patología de las personas
fuera algo ajeno a la historia o como si el sentido de los trastornos comportamentales se agotaran
en el plano individual. La psicología debe trabajar por la liberación de los pueblos. No hay
liberación del individuo sin liberación social. Son los problemas reales de sus propios pueblos los
que deben constituir el objetivo primordial de la psicología social latinoamericana.
- Una nueva epistemología: los conocimientos deben ser producidos desde abajo, desde las propias
mayorías populares oprimidas, y no para ellos: ver los procesos psicosociales desde la vertiente
del dominado en lugar de verlos desde la vertiente del dominador. Esta nueva perspectiva reclama
indagar y conocer junto a los pueblos, desde la colectividad, lo que vemos siempre está
condicionado por nuestra posición, constituyen las dimensiones hermenéutica, histórica y
reflexiva de los conocimientos. El punto de vista que importa es el de las mayorías populares.
- Una nueva praxis: el psicólogo se ha insertado en los procesos sociales desde las instancias de
control. Como psicólogos escolares hemos trabajado desde la dirección de la escuela, y no desde
la comunidad; como psicólogos del trabajo hemos seleccionado o entrenado al personal según las
exigencias de la empresa. No es fácil definir cómo insertarnos en los procesos desde el dominado.
Adoptar esta nueva praxis plantea el problema del poder. Asumir una perspectiva, involucrarse en
una praxis popular, es tomar partido. Se presupone que al tomar partido se abdica de la objetividad
científica. Sin embargo, que un conocimiento sea parcial no quiere decir que sea subjetivo. El
conocimiento práxico que se adquiere mediante la investigación participativa debe encaminarse
hacia el logro de un poder popular, un poder que permita a los pueblos volverse protagonistas de
su propia historia y realizar cambios que hagan a las sociedades latinoamericanas más justas y
humanas.

Para avanzar en la propuesta de la psicología de la liberación se deben abordar tres tareas urgentes:

- Recuperar la memoria histórica: la difícil lucha por lograr la satisfacción cotidiana de las
necesidades básicas fuerza a las mayorías populares a permanecer en un permanente presente
psicológico, en un aquí y ahora sin un antes ni después; más aún, el discurso dominante estructura
una realidad aparentemente natural y ahistórica, que lleva a aceptarla sin más. Es imposible sacar
lecciones de la experiencia y encontrar las raíces de la propia identidad, tanto para interpretar el
sentido de lo que actualmente se es como para vislumbrar posibilidades alternativas sobre lo que
se puede ser. La imagen predominante negativa que el latinoamericano medio tiene de sí mismo
respecto a otros pueblos denota la interiorización de la opresión en el propio espíritu, semillero
propicio al fatalismo conformista, tan conveniente para el orden establecido. Recuperar la
memoria histórica significará descubrir selectivamente, mediante la memoria colectiva, elementos
del pasado que otra vez fueron eficaces para defender los intereses de las clases explotadas y que
vuelven otra vez a ser útiles para los objetivos de lucha y concientización. Se trata de recuperar no
sólo el sentido de la propia identidad, no sólo el orgullo de pertenecer a un pueblo así como de
contar con una tradición y una cultura, sino de rescatar aquellos aspectos que sirvieron ayer y que
servirán hoy para la liberación.
- Desideologizar el sentido común y la experiencia cotidiana: sabemos que el conocimiento es
una construcción social. Nuestros países viven sometidos a la mentira de un discurso dominante
que niega, ignora o disfraza aspectos esenciales de la realidad.
El mismo garrotazo cultural que día tras día se propina a nuestros pueblos a través de los medios
de comunicación masiva constituye un marco de referencia en el que difícilmente pueda encontrar
adecuada formalización la experiencia cotidiana de la mayoría de las personas, sobre todo, de los
sectores populares.
Se va conformando así un ficticio sentido común, engañoso y alienador, pábulo para el
mantenimiento de las estructuras de explotación y las actitudes de conformismo.
Desideologizar significa rescatar la experiencia original de los grupos y personas y devolvérsela
como dato objetivo, lo que permitirá formalizar la conciencia de su propia realidad certificando la
validez del conocimiento adquirido.
Esta desideologización debe realizarse en un proceso de participación crítica en la vida de los
sectores populares, lo que representa una cierta ruptura con las formas predominantes de
investigación y análisis.
- Potenciar las virtudes de nuestros pueblos: hay virtudes como la solidaridad, la capacidad de
entrega y sacrificio por el bien colectivo y la esperanza, que están vivas en las tradiciones
populares, en la religiosidad popular, en aquellas estructuras sociales que han permitido al pueblo
sobrevivir históricamente en condiciones de inhumana opresión y represión, y que le permiten hoy
en día mantener viva la fe en su destino y la esperanza en su futuro a pesar de la pavorosa guerra
civil que ya se prolonga por más de seis años.
¿Cómo es posible que la opinión pública y los psicólogos latinoamericanos no hayamos sido
capaces de descubrir todo ese rico potencial de virtudes de nuestros pueblos y que miremos
siempre a las culturas y los países centrales a la hora de definir nuestro ideales?

Baró, (1987). “el latino indolente. Consideración ideológica del fanatismo latinoamericano”
[pag. 135-162].

Baró escribe el texto en el contexto de la guerra civil salvadoreña que inicia en 1981. El autor desarrolla
cuatro aspectos: el síndrome fatalista; la psicologización del fatalismo; la funcionalidad política del
fatalismo; y la ruptura del fatalismo.

El síndrome fatalista.

1. El sopor latinoamericano.
El autor habla de los pueblos latinoamericanos sumergidos en el sopor, en ese estado intermedio
entre el sueño y la vigilia y que aún no se ha perdido la conciencia. En donde sólo el presente
cuenta, pero no desde el lado poético, sino por el acotamiento de las posibilidades de vida,
intimados a vivir en lo urgente, en el día a día, sin memoria histórica ni proyectos de vida.
Así a los pueblos latinos no les queda otra opción que la aceptación fatal de su destino.

2. El fatalismo.
Fatalismo es el término que proviene del latín fatum, que significa hado predicción, oráculo, y de
ahí, destino inevitable.
La comprensión fatalista de la existencia se entiende como una actitud básica ante la vida, que se
traduce en comportamientos conformistas, obedientes y de resignación ante cualquier
circunstancia.
Ergo, podemos examinar este síndrome en su triple vertiente: ideacional, afectiva y
comportamental.

Las ideas más comunes del síndrome fatalista son que la vida está predefinida: la propia acción no puede
cambiar ese destino fatal. Un dios lejano y todopoderoso decide por la vida de cada uno.

Los sentimientos más comunes son la resignación, no dejarse afectar ni emocionar por los sucesos de la
vida y la aceptación del sufrimiento causado por la dureza del propio destino.
El conformismo, la sumisión, la tendencia a la pasividad y a no hacer esfuerzos y el presentismo, sin
memoria del pasado ni planificación del futuro, son comportamientos comunes del síndrome fatalista.

Este síndrome, esta imagen estereotipada, según el autor, constituye un esquema de referencia que
incorpora las pautas culturales de los propios países latinoamericanos. Así, el latino es perezoso,
inconstante, irresponsable, juerguista y muy religioso.

Sobre esa matriz estereotípica se configuran diversos tipos: el oligarca, el cosmopolita derrochador, el
“hijo de papá”, el militar golpista, el medio gorila y medio populista, el sobornable, el indigena vago, el
sumiso, etc.

El autor ubica como importante, distinguir el fatalismo como actitud ante la vida, es decir una actitud real,
del fatalismo como estereotipo social, o sea una actitud que se le atribuye al latino y que tiene un impacto
en su existencia, más allá de sus características reales.

Estudios sobre el fatalismo latinoamericano.

No existen muchos estudios empíricos, pero sí algunos significativos. Lewin estudia las formas de pensar,
sentir y actuar desde una perspectiva antropológica, logrando transmitir las características del fatalismo
de los sectores populares de México, Puerto Rico y Cuba.

Téjfel propone un acercamiento sociológico sobre actitudes y opiniones de sectores populares


latinoamericanos. Particularmente estudia los barrios marginales de Managua.

Fromm y Maccoby realizan análisis psicosociales en pequeñas aldeas de México. Díaz Guerrero estudió
la diferencia entre los rasgos de la sociedad anglosajona y la sociedad mexicana.

Salazar, Santoro y Montero realizan estudio sobre la autoimagen y su relación con las propias condiciones
socioeconómicas.

Hay tres conclusiones tentativas:

a) Diversos sectores de la población latinoamericana mantienen una actitud fatalista ante la vida. Se
confirman los rasgos que configuran el síndrome fatalista.
b) Varios de esos principales rasgos del estereotipo fatalista sobre el latino, se encuentran en la
imagen que diversos grupos sociales le asignan a los nacionales de sus propios países.
c) La actitud fatalista tiende a observarse en los sectores populares mayoritarios, mientras que el
estereotipo sobre el fatalismo se encuentra, no solo en esos sectores, sino también en otro grupos.

La psicologización del fatalismo.

Ubica al fatalismo como profecía autocumplida, ya que provoca aquello mismo que postula:
imposibilidad de alterar el rumbo de la propia existencia. Hay dos factores psicológicos que ayudan a
responder el por qué las personas o grupos asumen esa actitud frente a la vida,estos son los rasgos del
carácter del latino y los rasgos de la personalidad que se desarrollan en esa cultura.

Se ha estudiado el “carácter latinoamericano”, los principales rasgos de carácter son la superstición, que
indica una tendencia a pasar la responsabilidad del individuo a fuerzas externas ingobernables; y la
herencia colonial, la superposición de culturas hispana e indígena, donde la última carecería de actitudes
necesarias para enfrentar las exigencias del nuevo mundo, lo psíquico sería el fundamento de la
estructuración social y no viceversa.
Así es la deficiencia psicosocial la que produce la “dicotomía social”. Siguiendo esta vertiente
psicologista, otros estudios vinculan el fatalismo con la “baja de motivación al logro”. Estas lecturas
declaran a las víctimas culpables del no progreso, la falta de ambición y de deseo.

Otros estudios revelan que no es voluntad, ni deseo, ni empuje, ni siquiera flexibilidad lo que le falta al
marginado, sino que es el sistema social mismo el que está planteado en tales términos estructurales.

Para Baró la paradoja que se produce es: sí, el marginado se encuentra integrado al sistema social, pero en
tanto marginado. Esto implica falta de oportunidades mínimas, o de poder llegar a ellas.

En un momento de la historia se desarrollan pautas culturales para poder sobrevivir, pero que al mismo
tiempo que se reprodujeron, se perpetuaron, generando así un círculo vicioso denominado “cultura de la
pobreza”, término acuñado por Lewin.

La cultura de la pobreza es algo más que la pobreza, es un estilo de vida. El fatalismo sería una forma
adaptativa, dejarse llevar por las fuerzas dominantes, constituiría la única forma de sobrevivir.

Una vez instalado este mecanismo, es más difícil de eliminar que la misma pobreza y tendería a
perpetuarse a través de las líneas familiares.

Algunos psicólogos han vinculado el concepto de “cultura de la pobreza” con el de “desesperanza


aprendida”. La perspectiva psicoanalítica de Pineda y Ramírez habla de las ventajas secundarias
obtenidas a partir de asumir esta actitud. Gracias a ella han podido conservar cierto grado de
independencia y evitar la destrucción, lo cual habilita la perpetuidad del mimo como rasgo cultural y
psicológico.

Supuesto implícito: una vez establecida la cultura de la pobreza, en ella radicará la causa del fatalismo de
la población, independientemente de que las condiciones sociales cambien o no. El fatalismo echará sus
raíces en el psiquismo de las personas más que en el funcionamiento de las estructuras políticas,
económicas y sociales.

El síndrome fatalista se sigue reproduciendo porque se trata de una actitud causada y reforzada por el
funcionamiento opresivo de las estructuras macrosociales. El niño de la favela introyecta el fatalismo, no
tanto por herencia familiar aprendida, sino como fruto de su propia experiencia de vida frente a la
sociedad. La resignación la aprende en tanto verificación cotidiana de la inutilidad de sus esfuerzos por
querer mejorar e integrarse al sistema social moderno, y modificar así su propia realidad.

La funcionalidad política del fatalismo.

1. La verdad del fatalismo, imposibilidad del cambio social.


El fatalismo presenta elementos de verdad y falsedad. Lo falso es la atribución al destino o a dios
por la imposibilidad de progreso, mientras que es verdadera la afirmación de que no es posible un
cambio de situación desde los esfuerzos personales. Se ejemplifica esta situación con el estudio
que realiza el autor sobre la vivienda colectiva popular. Inquilinos que aceptan vivir en el mesón
porque consideran una situación transitoria hasta lograr tener una vivienda propia.
El fatalismo representa un correlato psíquico de estructuras sociales. Estas estructuras objetivas y
subjetivas configuran regímenes sociales que propician actitudes y formas de comportamientos.
Suponer una armonía y unidad cultural en la sociedad es un error típico.
Las clases sociales interpretan ideológicamente su destino histórico desde una perspectiva
alineada. Sin embargo, no existe un fatalismo homogéneo, sino que está determinado por la
especificidad de la situación. La forma, los procesos de conformidad y transición y la
materialización de los comportamientos resultan de un moldeamiento diferencial, como las que
ofrecen la escuela, las iglesias, las experiencias laborales, etc.

2. El fatalismo como interiorización de la dominación social.


La configuración de la estructura social tiene en cuenta lo histórico y la intersubjetividad de las
personas y grupos. En ella participa la ideología y el poder. Este, coloniza los recursos necesarios
para la vida humana y busca el psiquismo humano convirtiéndose en sentido común.
Fanon, desde su experiencia como psiquiatra que acompañó en la liberación del pueblo argelino,
propone un estudio del nivel de colonización en relación con la estructura somatopsíquica del
colonizado.
Las acciones de violencia por parte del colonizador y las vivencias de sometimiento sufrido del
colonizado se expresan mediante tensión reprimida, estados de inhibición de impulsos que buscan
compensaciones psíquicas como el sueño, expresiones de violencia entre iguales.
El despojo de recursos mínimos para diagramar y conducir la propia vida, genera relaciones
sociales externas y objetivas de sometimiento a ese destino ineludible.
El fatalismo, para Freire, integra la ideología del oprimido; opera sobre la impotencia y genera una
atracción irresistible hacia el opresor. Este se convierte en el modelo de identificación. La actitud
fatalista más el comportamiento sumiso mantienen las condiciones de opresión.

3. El carácter ideológico del fatalismo.


Aceptar el carácter ideológico del fatalismo es aceptar un orden social represivo. El fatalismo se
convierte en un aliado del sistema: naturaliza las condiciones sociales impuestas; e induce un
comportamiento dócil y reproductor del orden.
Asimismo, el fatalismo mistifica las fuerzas históricas y el sufrimiento y aliena la conciencia a
través de la manipulación ideológica. Los símbolos religiosos contribuyen a dicha manipulación.
Fatalismo y creencia en dios garantizan el orden represor y su estabilidad.

La ruptura del fatalismo.

Fanon señala que “la dominación psicológica del colonizado nunca es completa”. El ser humano puede
estar dominado, pero no domesticado. La rebeldía es parte del espíritu del sometido. La actitud fatalista
no es uniforme. A mayor control de la realidad presente menos probabilidad de convicción fatalista.

El fatalismo se elimina cambiando la relación entre la persona y su mundo. Esta experiencia de


modificación es necesaria que sea real. Es un proceso dialéctico entre condiciones sociales y actitudes
personales.

Este proceso dialéctico involucra tres cambios: recuperación de la memoria histórica; organización
popular; y la práctica de clase. Es importante que el cambio se produzca en las estructuras políticas,
económicas y psicosociales.

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