Está en la página 1de 36

Cuadernos de Logosofía IV 1

CUADERNOS DE LOGOSOFÍA
IV
(Buenos Aires 1982)

CARLOS BERNARDO GONZÁLEZ PECOTCHE


(RAUMSOL)
Ed. SER

ANECDOTAS

Motivo saliente de este anecdotario es el de perpetuar el recuerdo del Maestro


ofreciéndolo tal como aparecía a los ojos de quienes tuvimos la oportunidad de
disfrutar de su compañía.
Es un cálido homenaje a su vida de trabajo y a la sabiduría con que coronaba
sus vivencias; es un anhelo de que a través de las mismas él viva siempre en el
recuerdo de las generaciones presentes y de las venideras.

Paulina P. de González Pecotche.

1 . PALABRAS INICIALES DE UN NUEVO IDIOMA

En el año 1928 un pequeño grupo de personas se reunía por primera vez en la


ciudad de Córdoba para escuchar la palabra del Maestro. No se lo conocía aún
como tal, pero atraían sus conceptos y había especial interés en escucharlo.
¿Fueron aquéllos sus primeros discípulos Uno, dos a lo sumo.
En el ambiente de la sala parecía presentarse el hálito de la revelación. Todo
era silencio, expectativa, emoción. ¿Por qué ese estado en seres que no tenían
noción de lo que iban a escuchar?
Un hombre entre tantos, un hombre joven e ignorado pronunciaría aquella
noche las palabras de un idioma nuevo. Fue el comienzo. Su rostro, pálido en
extremo, fino, delicado, daba a su persona más aspecto de espíritu que de hombre.
Nunca volvió a vérselo como entonces.
Los oídos humanos escucharon aquella noche, por primera vez, el gran
principio sobre el cual se basa la evolución consciente: "Quien de vosotros quiera
llegar a ser lo que no es, deberá principiar por no ser lo que es."
Esas palabras vibraron claras, sonoras, imponentes.
Siguió a las mismas un largo silencio, un suspenso inefable. Tras la conmoción
producida por tan significativo comienzo, continuó luego, dejando caer una a una
sus palabras:
–Y mientras vosotros divagáis sobre lo que hable, yo hablaré sobre lo que
vosotros divagáis ... La verdad– prosiguió –¿qué es la verdad? ...
Cuadernos de Logosofía IV 2

Muchas otras palabras siguieron a éstas. Brotaban de sus labios con fluidez e
impregnadas de sublime belleza. Era la voz de la Sabiduría; una voz nueva, que
deleitaba.
Nadie anotó aquellas palabras. ¿Nadie? Su esencia la recogió sin duda el
espíritu de los presentes, pues aunque no pudieron ser recordadas perduró su
efecto. 1982 Cuad IV Pag 1

El Maestro nunca había hablado latín. Lo hizo aquella noche intercalando en su


discurso largas frases de la más pura latinidad.
Así comenzó la obra logosófica. Aquel primer llamado a la vida espiritual fue
extendiéndose hasta formar el que hoy vibra y se expande por el mundo. Pag 2
Nota. La autora de esta anécdota es la señora Paulina P.
de González Pecotche. Ver “Memorias “ pag 54 .
La cita en su mensaje del 11/08/69
2 . DEVOLUCION

Cierta vez el Maestro había separado de la institución a un grupo de discípulos,


y el que narra este episodio manifestóle su pesar por haberse cerrado para aquéllos
la puerta del más grande acontecer de sus vidas.
–Y el resto de la humanidad, ¿no os apena? –respondióle el Maestro.

Por aquellos mismos días impartió una clase referida al caso de los
exdiscípulos nombrados, quienes erigidos en ídolos personales, habían pretendido
desplazar la figura del Maestro. En un pasaje señaló:
–Por la puerta de esta casa no ha pasado todavía ningún discípulo verdadero.
Tiempo después varios de los presentes le ofrecieron un obsequio con la
inscripción siguiente– "Los que anhelan ser vuestros discípulos verdaderos."
Emocionado, les respondió:
–Acaban de devolver mis palabras convertidas en comprensiones. 1982 Cuad
IV Pag 3

3 . ¿PERFECTO?

Refiriéndose a otro, un discípulo manifestó que su labor en la sede era perfecta.


El Maestro preguntó:
–¿Ha enseñado a otro a realizar las mismas tareas que él hace?
–No, Maestro.
–Entonces, su labor no es perfecta. 1982 Cuad IV Pag 3

4 . LAS DOS MENTES DEL MAESTRO


Cuadernos de Logosofía IV 3

Al término de una reunión de Consejo, durante la cual se había hablado de las


dos mentes, un discípulo se acercó al Maestro y en tono de chanza le dijo:
–Así que el Maestro también tiene mente inferior, ¿eh?
Dándole un golpecito en la cerviz, éste replicó de contragolpe:
–No se ilusione, discípulo. En el Maestro las dos son superiores. 1982 Cuad IV
Pag 3

5 . LA INDOLENCIA

Al comienzo de una clase preguntó el Maestro a los discípulos de qué querían


que les hablase.
–De la indolencia, Maestro. –Contestó una discípula.
–¿Es usted indolente?
–Muy indolente.
E1 Maestro tomó un lápiz y con disimulo lo dejó caer. La discípula se apresuró
a recogerlo.
–¿Ha visto que no es indolente? Acabo de comprobarlo. Siempre hay algo que
nos hace hacer aun lo que no queremos. Por ejemplo, la caída del lápiz le hizo
pensar que debía recogerlo. ¿Por qué? Porque se le cayó al Maestro. Si se le
hubiese caído a un discípulo, ¿hubiese hecho lo mismo?
–También lo habría levantado.
–Sin embargo, no debiera hacerlo. En ese caso le tocaría a algún discípulo
recogerlo.
Tras ese giro risueño, prosiguió:
–Dejé caer el lápiz a propósito, para trabajar sobre su indolencia. ¿Qué ha
hecho usted para combatirla?
–He trabajado.
–Trabajado. ¿Cómo?
–Con las enseñanzas, Maestro. ¿Trabajó bien?
–Creo que no. Me falta algo para combatirla.'
–Le falta proceso. Lo tiene descuidado. Cuando el proceso es regular, combate
la indolencia. Esta no tiene entonces cabida en el discípulo porque un proceso
bien llevado genera felicidad, entusiasmo, alegría, ansias de vivir, todo lo cual no
da lugar a la indolencia. Está usted un poco reprimida; tiene que expandir el alma,
tiene que vibrar usted en esa alegría, en ese entusiasmo que surge del proceso.
Tiene que vibrar en la confianza que proviene de él y que sólo hallará en su
conciencia. Enriquezca, pues, la conciencia con conocimientos. Estos refluyen
sobre la mente, la iluminan e impiden la indolencia. 1982 Cuad IV Pag 4
Nota. Esta anécdota está citada en la clase dada por el
Maestro en Córdoba el 07/10/55 en su par 36 ° y
sig. La protagonista era Victoria Serral de Di Loro.

6 . VALOR DE LOS CHICHONES


Cuadernos de Logosofía IV 4

Algunos discípulos dialogaban con el Maestro y uno de ellos se refirió a los


tropiezos causados por la inexperiencia.
–Cada chichón agranda la mente– comentó el Maestro. 1982 Cuad IV Pag 4

7 . ENCANTO DEL MISTERIO Y MISTERIO DEL ENCANTO

Como no dieran con la respuesta, el Maestro las estimuló a realizar un nuevo


esfuerzo.
–Algo más, algo más ...
Finalmente, el Maestro lo hizo por ellas.
–Sentir es experimentar dentro de sí la realidad de otra existencia, llámesela
ser, objeto, Conocimiento, lo que sea.
Comprendieron entonces que sentir es la vinculación profunda que se establece
entre la propia vida y lo que la conmueve.
–Cuando muere un sentir –añadió el Maestro–, muere también dentro del ser
parte de su existencia, vale decir, muere aquello que se había vinculado con la
vida propia.
Al advertir el movimiento mental producido en las discípulas, el Maestro las
contuvo con un gesto y completó así la enseñanza:
–La sensibilidad es muy sutil. El despertar de un sentir es un misterio que tiene
su encanto; por eso la mente no debe apresurarse a tocarlo. Tan grande es el
encanto del misterio como el misterio del encanto. La parte de misterio que se
comprende proporciona felicidad, y la parte que se siente, aunque no se la
comprenda, constituye el encanto de esa misma felicidad. 1982 Cuad IV Pag 5

8 . LA IMAGEN DEL PADRE


Hablando a los discípulos, aseveró el Maestro: –Los hijos ven en los padres la
imagen perfecta de la paternidad. Y completó enseguida:
–Los padres deben realizar esa imagen. 1982 Cuad IV Pag 5

9 . EL MAESTRO, LOS DISCÍPULOS, LA OBRA.

Guardó un discípulo en lugar preferente estas palabras que el Maestro le dijera


sobre la consagración a la obra:
–El Maestro ha dedicado toda su vida a la obra; los discípulos debieran
dedicarle una parte al menos, hasta que puedan brindársela por entero. 1982 Cuad
IV Pag 5

10 - EL ELOGIO

El discípulo que participó de este episodio tuvo oportunidad de acompañar al


Maestro en muchos viajes por el interior del país, manejando el coche que los
conducía. Sin decírselo al Maestro, sentía gran responsabilidad en todas esas
oportunidades.
Cuadernos de Logosofía IV 5

El Maestro, que sin duda no era ajeno a lo que el discípulo experimentaba, le


dijo un día:
- Con el único discípulo con quien me atrevería a viajar dormitando es con
usted.
A menudo no podemos evitar que el elogio nos llene de satisfacción. En
aquella oportunidad el discípulo tuvo que recurrir al auxilio de las enseñanzas.
Advirtió cómo pretendían ponerse de manifiesto algunos aspectos de su vanidad.
Se sabía buen conductor de autos y, naturalmente, al sentir que se le reconocía esa
aptitud, comenzó la vanidad a querer apoderarse de él. Felizmente pudo
controlarse a tiempo y allí terminó el episodio.
El Maestro tenía una forma muy especial de promover en el discípulo
movimientos internos. Todos lo hemos comprobado. 1982 Cuad IV Pag 6
Nota : El autor de este relato es Luis Demonty

11 . LA BUSQUEDA

Este episodio ocurrió en uno de los tantos viajes que el Maestro hizo a Córdoba
y Mendoza.
Hallábanse tres niños entretenidos en esconder por turno, dentro del estrecho
compartimento de un tren, el palo de un balero, al que buscaban luego con el
interés que las criaturas ponen en las cosas de su invención.
El Maestro, que presenciaba la escena, tomó el objeto con rápido movimiento,
lo cual fue recibido con el consiguiente júbilo de los pequeños, que advirtieron en
esa actitud la intención de compartir el entretenimiento.

–Ahora voy a esconderlo yo. ¡No miren!


A la primera señal los tres se lanzaron en busca del mentado palo, mas no lo
hallaron. Estaba sin embargo, en el lugar más visible: el centro de la mesa.
–Así les ocurre a muchos - dijo al acompañante– . Tienen la verdad
frente a sí y no la ven. 1982 Cuad IV Pag 6

12 . TODO CON MEDIDA

Corría el mes de noviembre de 1962 y varias discípulas de Belo Horizonte


visitaban la casa del Maestro. Surgió de pronto el tema de las vacaciones,
recordando una de ellas que en el mar corrió el riesgo de ahogarse, siendo
rescatada por el que ahora era su esposo.
En tono travieso el Maestro le dijo:
–La salvó porque todavía no se habían casado.
–Estábamos en nuestra luna de miel respondió con vivacidad la
discípula.
–Bueno, pero si fuera ahora tal vez no lo haría . - insistió el Maestro.
Cuadernos de Logosofía IV 6

De las risas se pasó al terreno formal, viviendo todos un momento emotivo al


narrar el Maestro un episodio similar en el que había tenido que auxiliar a un
discípulo.
Siguió a lo anterior una indicación práctica:
Cuando se sabe nadar hay que internarse en el mar apenas hasta la cintura;
nunca hasta el pecho. En eso hay que tener tanto cuidado como cuando se maneja
un automóvil. Si se excede de los ochenta kilómetros se corre el riesgo de perder
el control del vehículo. 1982 Cuad IV Pag 7
Nota : Esto fue relatado por Alcira López Ibarburu quien
recordó además que en Punta del Este para no
tener problemas con el mar de fondo decía el
Maestro:
“Agua a la cintura,
“Vida segura.”

13 . EL CAMBIO

Si bien el siguiente relato remonta a los principios de la obra ilustra sobre una
circunstancia que, con ligeras variantes, se repite a menudo en el proceso de los
discípulos.
Se trataba de una discípula que hacía llegar al Maestro, median te bonitos
trabajos escritos, comprensiones que, de no existir
requisitos más exigentes, la habrían colocado entre las mejores
Mas ocurría que toda vez que el Maestro sometía a prueba las comprensiones
de esa discípula, esta rendía un pésimo examen.
Resuelto a sacarla de tal situación, le escribió estas líneas: "De nada habrá de
serviros lo que escribís, por hermosas que sean vuestras comprensiones, si no
dejáis constancia de ello en los hechos que marcan vuestra propia conducta."
La curación fue radical, pues su afición, mejor encauzada desde entonces,
redujo prudentemente sus expansiones, tornándolas en lo sucesivo más sencillas y
efectivas. 1982 Cuad IV Pag 7

14 . ABRAZO IMPREVISTO

El regreso del Maestro de la primera y única visita que hiciera a la filial Paraná,
en el año 1957, con motivo de su creación, fue causa de un episodio insólito.
Había llegado el momento de despedirse de los discípulos de Rosario. Sobre la
calzada, junto al auto en que viajaría a Buenos Aires, el Maestro los saludaba uno
a uno. La despedida era alegre, y los abrazos menudeaban acentuando la calidez
de la escena
En esos momentos pasó por el lugar un desconocido, que, atraído sin duda por
tan excelsas demostraciones de afecto, se sumó a los discípulos y tendió su mano
al Maestro, el cual debió de encontrar tan singular el gesto del desconocido, que lo
estrechó también con afecto. 1982 Cuad IV Pag 8
Cuadernos de Logosofía IV 7

Nota: Esto , ocurrido el domingo 26/05/57, fue relatado


por Horacio Seghesso quien integró la delegación
de Córdoba con Ernesto Arnoletto y otros

15 . NO SIEMPRE DEBE PENSARSE

En Buenos, Aires, en una de las inolvidables tertulias de los sábados surgió el


tema de "pensar". Fue allí donde el Maestro dijo que no siempre debía pensarse,
porque cuando alguien está absorbido por estados mentales negativos, si trata de
pensar, Solo atraerá pensamientos pesimistas, derrotistas. Y entonces estaría
dando vueltas y vueltas al problema sin salir de el, pues esos pensamientos no se
lo permitirían. Aconsejó pensar en otras cosas (siempre hay algún motivo que
auxilia) para tranquilizar la mente, logrado lo cual la búsqueda de pensamientos
apropiados para resolver el problema será oportuna. 1982 Cuad IV Pag 8

16 . VIVIR CON INTENSIDAD

"Discípulo, la vida hay que vivirla con intensidad."


Estas palabras del Maestro acompañaron al autor del presente re lato durante
muchos años, a través de una búsqueda interna por comprender qué era vivir con
intensidad. Al final llegó a una conclusión, que consideró sustentada en las
enseñanzas: vivir la vida con intensidad es vivirla conscientemente, es tener en
todo momento conciencia de que se vive no sólo en las circunstancias
extraordinarias en que el Maestro está con nosotros, si no en todos los instantes.
1982 Cuad IV Pag 8

17 . SORPRESA

Una discípula, recientemente ingresada en la institución, se sintió de pronto


inhibida y sin saber qué hacer al entrar un día en la sede y encontrar al Maestro
dialogando con algunos. discípulos.
Poco habituados éstos a que una neodiscípula tan reciente tomara contacto
directo con el Maestro, también se turbaron, sacándolos del trance el Maestro
mismo al avanzar con naturalidad hacia ella para saludarla. Diríase que con su
actitud quiso moderar cierto exagerado celo de los discípulos por cumplir sus
instrucciones. 1982 Cuad IV Pag 9

18 . EL FRENO DEL ESPÍRITU

Varios discípulos departían con el Maestro sobre temas de actualidad.


–Cuán cierto es, Maestro –comentó uno de ellos –que los tiempos apremian.
Los avances de la ciencia, derivados hacia la producción bélica, están llevando al
mundo al borde de la destrucción
–Lo que pasa es que el hombre ha perdido el freno del espíritu. Si tuviera
conciencia de su existencia, si tuviera conocimiento de esa realidad, evitaría
pensar en su exterminio. 1982 Cuad IV Pag 9
Cuadernos de Logosofía IV 8

19 . ENEMIGOS DEL MAESTRO

Allá por el año 1960 el Maestro dijo a los discípulos que todos ellos habían
sido alguna vez sus enemigos.
Alguien intentó replicarle pero él respondió con firmeza: –Haced memoria.
Todo discípulo ha sido alguna vez enemigo del Maestro. 1982 Cuad IV Pag 9

20 . PRESENTE EN ESPÍRITU

Trabajaba un discípulo en calidad de "maitre" en una importante confitería de


Córdoba y, en cierta ocasión, el Maestro se hizo presente allí para tomar un
refrigerio en compañía de varios discípulos. 1982 Cuad IV Pag 9
Apenas verlo, el Maestro le preguntó, sonriente:
–¿Cómo es que no fue a la sede a escuchar la conferencia?
El discípulo no había podido abandonar su trabajo. No obstante respondió:
–¡Cómo iba a faltar, Maestro!... Usted sabe que estuve presente, ¿verdad?
El Maestro le sonrió con simpatía. 1982 Cuad IV Pag 10
Nota. El protagonista es Francisco Bordino, de Alta
Gracia.

21. SEVERIDAD Y DULZURA

Aparte de la sabiduría, el aspecto que más se recuerda del Maestro es la


dulzura. Hubo empero una faceta diferente en su forma de enseñar, quizás más
aparente que real: la severidad con que corregía a los discípulos.
Esa severidad, de la que trasuntaba a veces extraordinaria energía, se
exteriorizaba en el rostro, en las inflexiones de la voz, y hasta en el movimiento
de las manos.
El discípulo que destaca estos aspectos refiere que en varias oportunidades fue
corregido enérgicamente por el Maestro. Recuerda con claridad como la fuerza de
sus palabras obraron en él como un llamado de atención, como un alerta que lo
instaba a detenerse y a buscar, con mente abierta, la razón por la cual había
querido el Maestro provocarle tales conmociones.
Hoy, a la distancia, cuanta gratitud despierta en él ese recuerdo y cuanta
ternura siente. Ahora sabe por qué corregía el Maestro con severidad y cómo
luego, al asimilar uno la corrección, brotaba espontáneo el reconocimiento. 1982
Cuad IV Pag 10

22 . OPINION ANTICIPADA
Hallándose el Maestro con varios discípulos, uno de ellos expresó:
–Como bien dijo Fulano...
El Maestro, rápido en corregir, le cortó:
Cuadernos de Logosofía IV 9

–Nunca diga usted "como bien dijo Fulano", porque con eso anticipa su
opinión, su punto de vista. Se compromete usted dando por bueno lo que escuchó.
Piense que nunca puede saber si lo bueno antes del intercambio también lo será
después. Esto es muy importante y el discípulo debe tenerlo en cuenta en todas las
actuaciones de su vida. Cuando hable o dirija una reunión nunca comprometa su
opinión adhiriéndose por anticipado a la opinión ajena. 1982 Cuad IV Pag 10

23 . EN QUE PENSAR

Un discípulo preguntó al Maestro en qué debía pensar de preferencia.


–Piense en Dios –le dijo –autor de su existencia; en usted, fruto de la Creación;
en cada uno de sus semejantes, partes dé esa misma Creación. 1982 Cuad IV Pag
11

24 . LA DROGA

Dos discípulas paseaban por una zona montañosa del Brasil. Una de ellas, que
no soportaba bien el clima de altura, se sintió de pronto afectada de mareos y,
como lo había hecho otras veces buscó alivio en un comprimido.
Su acompañante, que parecía confiar poco en la droga, le preguntó extrañada:
–¿Usted toma píldoras? ¿Acaso el mareo no se vence con un simple esfuerzo
mental?
La aquejada respondió que desconocía la existencia de alguna técnica capaz de
dominar esa clase de malestares. Finalmente acordaron en que la primera que
descubriese la técnica la transmitiera a la otra.
Pronto se le ofreció a la discípula que se había mareado la oportunidad de
consultar el caso con el Maestro, quien le brindó esta inesperada respuesta:
–El esfuerzo mental ya está hecho. En el comprimido que usted toma está
representado el esfuerzo de los científicos por dominar el mal. Al tomarla esta
usted disfrutando y aprovechando el esfuerzo mental que ellos hicieron. 1982
Cuad IV Pag 11
Nota : Esto fue relatado por Alcira López Ibarburu.
Tambien lo menciona en su libro “Imágenes
aleccionadoras “ en la página 60

25 . EL CAZADOR

Preguntaba un discípulo por qué siendo tan humanitaria y trascendente la obra


que estaba realizando el creador de la logosofía, su difusión, paradójicamente,
resultaba tan difícil.
–No soy cazador de cabezas sino de mentes – fue la respuesta. 1982 Cuad IV
Pag 11

26 . ¡UN MODUS VIVENDI, NO!

Una discípula, teniendo que variar sus actuaciones a causa de los choques
mentales que provocaba, optó por adoptar una actitud pasiva. No ofrecería
Cuadernos de Logosofía IV 10

oposición ni resistencia a nada y se encauzaría hacia una convivencia acorde con


su deseo de eludir todo motivo de lucha.
Interrogada un día por el Maestro sobre ciertas situaciones que se vivían en la
sede, la discípula no pudo proporcionarle información alguna. Se había apartado
del campo de acción y sólo pudo responderle que todo marchaba bien, que no
había problemas y otras naderías por el estilo.
–¡Ah, no, discípula! –intervino el Maestro. –¡Un "modus vivendi" no! Aquí se
viene a desarrollar un “modus operandi". Adoptar una posición A o B para quedar
bien con todos, no. Aquí se debe trabajar aprendiendo a presentar los propios
pensamientos, sin producir choques, pero actuando siempre. 1982 Cuad IV Pag 12

27 . LA ULTIMA CARTA

Emocionado un discípulo del Uruguay luego de escuchar al Maestro por


primera vez, le dijo en la ocasión, al despedirse:
–Discúlpeme, Maestro, por las dudas que vertí en mis cartas.
Malabarista en barajar términos, pensamientos y sentimientos, él le respondió,
con juego de palabras:
–El Maestro siempre pone encima la última carta. 1982 Cuad IV Pag 12

28 . LA MENTIRA

Cuando el Maestro visitó por primera vez la filial Montevideo trabajaba en


forma individual con los discípulos hasta altas horas de la noche.
Había entonces uno que tenía grandes dificultades para seguir
el ritmo de aquella actividad, pues la esposa no comparta sus ideales y trataba
por todos los medios de alejarlo de la institución.
Una tarde, al subir apresuradamente las escaleras, se encontró con el Maestro,
que, sabedor de sus dificultades, le preguntó:
–¿Cómo resolvió usted su problema en el día de hoy? 1982 Cuad IV Pag 12

–Recurrí a una mentira piadosa. Dije a mi esposa que esta noche debía
concurrir a la oficina porque tenía que trabajar hasta muy tarde.
El Maestro lo miró seriamente y le advirtió con energía:
–Discípulo, la mentira es siempre mentira.
Impresionado por estas palabras comprendió que, cuando se abraza un ideal, no
es con temores ni evasivas como se resuelven las dificultades que se interponen
para realizarlo. 1982 Cuad IV Pag 13

29 . LA COMPRENSIÓN REAL

Con motivo de la renuncia de un discípulo que, no obstante sus buenas


condiciones, mostraba una exagerada voracidad intelectual, el Maestro envió la
siguiente explicación a los discípulos que habían seguido de cerca el proceso:
"La experiencia debe servirles de motivo aleccionador. Mientras la enseñanza
no llegue a ser sentida hondamente dentro de la vida propia, la mente distraerá en
Cuadernos de Logosofía IV 11

vano la memoria y todo avance resultará ilusorio. La comprensión real, que es la


enseñanza vivida, ha de superar la comprensión literal de la misma. Cuando esta
última se va por las nubes, difícilmente pueda vivírsela. Tal fue lo que aconteció
con ese discípulo. La vida misma, si no se la siente en sus grandes efectos
estimulantes, carece de incentivo, aun cuando se lo busque por todas partes para
compensar lo que falta." 1982 Cuad IV Pag 13

30 . EL VOCABLO JUSTO

Autorizado un discípulo para usar de la palabra durante una clase, comenzó


diciendo:
–Maestro, quisiera exponer ...
–¡Quiero exponer! –rectificó él con voz firme.
Y sin perder de vista el efecto de la corrección, dulcificó su rostro con una
amplia sonrisa que inmovilizó la reacción negativa del discípulo. 1982 Cuad IV
Pag 13

31 . EL JARDIN DE ACADEMUS

Una plácida tarde de verano dos discípulos paseaban en compañía del Maestro
por el jardín de la filial Montevideo. De pronto, uno de ellos le dijo:
–Este lugar parecería evocar el jardín de Academus.
–Con la diferencia de que éste es el jardín de "Acá damus” –corrigió él. 1982
Cuad IV Pag 14

32 . EL PROBLEMA

Sabiendo el Maestro la circunstancia difícil que enfrentaba un discípulo le hizo


conocer su interés de conversar con él. Llegado el momento, y luego de
informarse de algunos pormenores, le indicó una solución que al discípulo le
pareció perfecta. Sin embargo no tardó el Maestro mismo en hacerle notar
algunos posibles inconvenientes, lo cual también fue aceptado.
Enseguida le presentó el Maestro otra solución, que, como la anterior, encontró
eco favorable en la inercia del discípulo. Mas, para su sorpresa, se repitió la
situación anterior: la solución adolecía de fallas.
Le formuló todavía una tercera propuesta, pero obligándolo esta
vez a un esfuerzo mental propio que lo colocó en una posicion responsable,
ética y de todo punto aceptable
A través de esa experiencia comprendido muchas cosas a las que fue otorgando
mayor valor a medida que transcurría el tiempo. Hoy sabe que aquella vez el
Maestro lo ayudo' a poner en función su facultad de pensar, a tomar conciencia de
su inercia mental y a controlar la imaginación. 1982 Cuad IV Pag 14

33 . PARA RECORDAR
Cuadernos de Logosofía IV 12

Los discípulos de Buenos Aires solían recibir la visita del Maestro los días
sábados por la noche. Era también frecuente que les encomendara algún trabajo en
forma individual, que muchas veces los discípulos dejaban de cumplir por olvido
o porque la voluntad no los acompañaba en lo que habían prometido.
Ante la reiteración del episodio, el Maestro dijo que daría una enseñanza para
fortificar la memoria. Se puso a sí mismo como ejemplo, ya que tenía gran
cantidad de asuntos que atender y no olvidaba ninguno, manifestando que trataba
de recordar las cosas pendientes, poniendo énfasis en las más importantes, que así
se fijaban en la memoria. La enseñanza podría reconstruirse así: 1982 Cuad IV
Pag 14
–Una o varias veces al día hay que detener la actividad mental y pasar revista a
todo lo que debe formar parte de la responsabilidad propia. El Maestro recuerda
con frecuencia cada una de sus filiales, a sus discípulos, sus procesos, y de
inmediato recuerda tambien todos los aspectos que requieren su atención.
Procediendo de esta manera es muy difícil olvidar. 1982 Cuad IV Pag 15

34 . TEMOR INFUNDADO

El siguiente episodio tuvo por marco la ciudad de Montevideo, en ocasión de


haberse trasladado allá discípulos de todas las filiales para asistir a la inauguración
de la sede actual con la asistencia del Maestro.
Al salir del hotel rumbo a la Fundación, el Maestro empuñó el volante de un
auto ajeno. De pronto aceleró el vehículo y, súbitamente, amagó frenarlo,
haciendo el discípulo, por reflejo, idéntico movimiento. Con gesto significativo,
apoyó el Maestro su mano en la rodilla del discípulo y le dijo:
–No tema, es el Maestro el que conduce...
Pese a la grata impresión recibida en el primer momento, quedose el discípulo
pensativo y, según su afirmación, toda vez que recuerda el episodio, la imagen del
Maestro surge más nítida en su mente y le sugiere nuevas significaciones. 1982
Cuad IV Pag 15
Nota: El Salon de Actos de la Sede de Montevideo se
inauguró el 18/03/50
35 . LA CIENCIA Y DIOS

A punto de confeccionar una entrevista con la prensa, el discípulo que tenía a


su cargo esa tarea solicitó al Maestro permiso para formularle algunas preguntas.
–Vaya usted a la sala contigua, enciérrese en ella, formule las preguntas y
tráigamelas fue la respuesta.
Así lo hizo. Mas su mente ávida, no perdió la oportunidad que se le presentaba.
"¿Por qué no hacerle preguntas que aclaren mis propias dudas?" Confecciono pues
siete preguntas, precedidas por el rótulo: "Al lector le agradaría saber... “ En una
de ellas concretaba su propia incertidumbre: "Si la logosofía es ciencia, ¿por qué
habla de Dios?" 1982 Cuad IV Pag 15
El Maestro leyó las preguntas, pidió a los discípulos que lo dejaran a solas con
el encargado de la entrevista, y comenzó a dictar. Mientras lo hacía miraba de
frente al discípulo con particular penetración. A este le costaba sostener esa
mirada.
Cuadernos de Logosofía IV 13

Poco a poco fueron llegando las respuestas, y por fin, la tan esperada:
–Todas las ciencias investigan la sabiduría de la Creación y esa sabiduría es la
de Dios. De donde resulta que la idea de ciencia y la idea de Dios son
inseparables. 1982 Cuad IV Pag 16
36 . LAS DIFICULTADES DEL DISCÍPULO

Hallábanse en una filial de Brasil varias autoridades de la mis ma conversando


con el Maestro sobre dificultades.
–Las dificultades surgen –dijo él –cuando el discípulo se coloca por encima de
la obra y del Maestro. Si éstos ocupan el primer lugar no existen problemas ni
dificultades. 1982 Cuad IV Pag 16

37 . PREJUICIO

Cierta vez, hallándose el Maestro en su casa, pidió a un discípulo que se


encontraba allí de paso, que fuese a la baulera del subsuelo a buscarle un objeto.
El discípulo recuerda que mientras lo hacía había puesto el mayor celo en no
mirar hacia ninguna parte que no fuese la indica da. Era como si le hubiesen
colocado un par de anteojeras.
Cuando regresó con lo que había hallado, el Maestro le preguntó si no había
visto en la baulera cierto mueblecito que necesitaba, a lo cual respondió, con
evidente satisfacción, que no, que no habría visto nada de lo que había allí.
Entonces le dijo:
–¡Cómo! ¿No vio otras cosas?
–No, Maestro. Había una cantidad,, pero no repare en ellas ... –¡Qué poco
observador! No serviría para detective.
De esto dedujo el discípulo que el Maestro era mucho más amplio
de lo que él suponía y, también, que la discreción no prohibe observar lo que se
halla al alcance. 1982 Cuad IV Pag 16
Nota: Esto fue relatado por Pedro Bonini.

38 . LA OCTAVA

Cuando el Maestro vivía en Rosario, su casa lindaba con la sede y los


discípulos, en cierto modo, podían entrar y salir de ella como si fuera la propia.
Yo, músico de oficio, recién había sido incorporado a la institución.
Un día el Maestro, rodeado por varios discípulos allí reunidos, expreso el deseo
de que yo interpretase algo en el violín. Pregunté qué le gustaría y el respondió:
–Lo mejor.
Elegí piezas muy serias, pero luego el Maestro dijo si no podía tocar algo más
fácil, Sarasate, por ejemplo. Me sorprendido que pidiese lo que en mi concepto no
cabía para la ocasión. Después de haber tocado una pieza de Sarasate y varias
otras similares, el Maestro se mostró muy satisfecho lo mismo que los discípulos.
Necesité algunos años para asimilar aquello. Porque detrás de ese simple
episodio había una enseñanza, que, por no haberla yo comprendido, me hizo vivir
Cuadernos de Logosofía IV 14

muchos años de dificultades y sufrimientos bastante graves. Era una indicación


relacionada con la adaptación. El discípulo no sabía adaptarse y el Maestro quiso
darle, con esa enseñanza, una ayuda que le ahorrara muchos dolores de cabeza en
el futuro.
Luego llevó a cabo una risueña experiencia. Había dejado mi violín sobre el
piano; al pasar junto a él el Maestro, con mirada un poco picara, tomó el arco y de
una sola cuerda hizo vibrar una octava. Me pareció excepcional. El Maestro se dio
cuenta de que la imaginación empezaba a dominarme y probablemente me hizo
vivir la experiencia con el propósito de señalar el defecto.
Dijo:
–No es nada extraordinario. Sólo hay que saber en qué lugar y cómo hacerlo.
Aclaro que se trata de un lugar sumamente preciso, casi diría matemático. Por
un lado el Maestro reveló destreza fisiológica y por otro lado me dio una gran
enseñanza: me evitó creer en milagros, en cosas raras. 1982 Cuad IV Pag 17
Nota : Esto fue relatado por Ljerko Spiller que ingresó a
la Institución en 1935 aproximadamente.

39 . DESACIERTO

La visita del Maestro a Belo Horizonte en el año 1959 dejó en uno de los
integrantes de la División Menores el siguiente recuerdo:

Ante el inminente encuentro de los niños con el Maestro, alguien,


erróneamente, les advirtió que cuidaran mucho los pensamientos negativos porque
el Maestro los veía. El aviso bastó para que los pequeños le rehuyeran,
ocultándose de el cuando llegó. 1982 Cuad IV Pag 17
El discípulo, niño entonces, recordó esto siempre con pena. influyó mucho en
ello revivir el instante en que, finalizada la representación a cargo de los niños, el
Maestro lo premiara, como a todos los demás, con un beso y un abrazo. Desde ese
instan te sintió nacer en él el deseo de permanecer siempre a su lado.
El episodio lo llevó a comprender cuan nocivo es interferir los anhelos
profundos del niño, aun cuando no los manifieste, y, peor aun, infundirle temores
que empañan el entendimiento. 1982 Cuad IV Pag 18

40 . OPORTUNIDADES QUE NO VUELVEN

Habían sido muchos los momentos felices que una discípula afirmaba haber
vivido al lado del Maestro. No faltaron ocasiones de realizar paseos con él, de los
que participaron otros discípulos. Como es natural, pudo recoger muchas
enseñanzas. Una de ellas, la que más llegó a su corazón fue la de las
oportunidades
Cada vez que viajaba a Buenos Aires y hablaba con el Maestro por teléfono,
tenía él la gentileza de decirle:
–La espero por la tarde a tomar el té con nosotros.
Unas veces ella le contestaba: –"Cómo no, Maestro" –y otras: –"Hoy no puedo.
¿No podría ser otro día?"
–a las que él respondía, siempre amablemente: –"Cómo no, venga mañana?
Cuadernos de Logosofía IV 15

En una ocasión el Maestro la invitó tres veces a ir a su casa y en ninguna de las


tres aceptó. Como se sentía un poco avergonzada, y por otra parte con deseos de
verlo y escucharlo, le hablo por teléfono una mañana. La atendió el Maestro y le
dijo:
–Me imagino que esta tarde podrá venir.
–Sí, Maestro, esta tarde a la hora que usted indique. –Bueno, la espero a las
cinco.
Al llegar le pareció que debía disculparse y le dijo:
–Perdone, Maestro, que durante estos días no haya aceptado sus invitaciones.
–Quiera Dios, discípula –respondió el Maestro– que nunca llegue el momento
en que tenga deseos de escuchar al Maestro y no pueda hacerlo.
La vida se encargó muy pronto de que eso sucediera. El ya no está entre
nosotros. En cada viaje que hace a Buenos Aires quisiera verlo y no puede. Llama
a su casa por teléfono y le parece escuchar aún aquellas palabras proféticas...
Constantemente revive la discípula el dolor de haber desaprovechado
oportunidades que nunca han de volver. 1982 Cuad IV Pag 18
Nota: Esto fue relatado por Ernestina de Demonty

41 . CONDICION

En rueda de discípulos el Maestro narró algunos pasajes de su vida


refiriéndose, entre ellos, a las vacaciones que solía pasar en Punta del Este.
–Desde hace muchos años –dijo –acostumbro ir a ese lugar con algunos
discípulos a quienes impuse, como condición, que todos estuvieran siempre
alegres y me dieran alegría. Quien no se comportase así sería eliminado de la lista.
–Y agregó: –Todos consiguieron volver, año tras año. 1982 Cuad IV Pag 19

42 . DESATINO

Un discípulo se había propuesto aprovechar el tiempo mediante cierta


combinación que le permitiera hacer dos cosas casi al mismo tiempo.
Radicado en un punto distante de la capital de Córdoba, viajo allá con la
intención de asistir, el mismo día, a una conferencia del Maestro y a una reunión
vinculada con su profesión de médico.
De acuerdo con sus cálculos tendría tiempo de sobra para cumplir
satisfactoriamente ambos propósitos.
Ya en Córdoba fue a la reunión de médicos sin que nada contrariase hasta allí
sus conjeturas, pero una causa imprevista le impidió retirarse a tiempo y sucedió
lo inevitable: llegó tarde a la conferencia del Maestro.
–¿Como es que antepuso a la palabra del Maestro lo que puede brindar un
simposio médico? - Fue el reproche.
El discípulo comprendió que supeditar una oportunidad de excepción a otra de
orden común puede resultar incompatible con los altos deberes que aquélla nos
impone. 1982 Cuad IV Pag 19
Cuadernos de Logosofía IV 16

Nota. Relatado por Luis Tomás que en ese entonces vivía


en Villa Dolores, en Traslasierra.

43 . CONMOVIDA

Conmovida una discípula al escuchar por primera vez al Maestro, se deshizo en


llanto.
Al despedirse de él y expresarle su agradecimiento, revivió la emoción que
había experimentado en su presencia.
La mirada del Maestro, al encontrarse con la suya, le reveló que también en sus
ojos había lágrimas. 1982 Cuad IV Pag 19

44 . EL ARBOL INMORTAL

En momentos cruciales para la obra, el Maestro habló así a los discípulos:


–En el centro de la tierra he sembrado un árbol. En el caso de que todos os
alejaseis de mí, ese árbol, que es la obra, volverá a echar ramas y hojas, y a crecer
con el mismo amor y la misma energía con que lo ha hecho hasta ahora. 1982
Cuad IV Pag 20

45 . ¡QUE CORAJE!

Hubo un tiempo en que el Maestro, cuando visitaba la filial Córdoba, se


hospedaba en la casa del discípulo rector.
El episodio evocado tuvo lugar en una de esas visitas, justamente el día elegido
por el Maestro para el regreso a Buenos Aires.
Se había levantado a las cinco y, próximo a partir en su coche, dijo:
¿Cómo me voy, si no conozco el camino de salida?
–No se preocupe, Maestro, yo voy a enseñárselo– le respondió al punto la
discípula dueña de la casa.
Acto seguido se propuso guiarlo yendo adelante en su coche, mientras el
esposo acompañaba al Maestro en otro coche hasta el punto en que se despedirían.
Aceptada la proposición, poco después emprendían viaje, tomando la discípula
la delantera. Todo hubiese salido a la perfección si ella, entretenida la mente con
una serie de pensamientos, en vez de tomar la ruta que debía seguir, no hubiese
enfilado el coche, tal vez por la fuerza de la costumbre, o vaya a saber uno por
qué, hacia una finca de su propiedad que solía visitar.
Advertida de que había hecho cinco kilómetros sola, se apresuró a reparar el
yerro.
Cuando llegó al lugar convenido, el Maestro le reconvino bondadosamente:
–¡Qué coraje!... ¡Querer enseñarle el camino al Maestro! 1982 Cuad IV Pag 20
Nota. Relatada pro Ernestina de Demonty.

46 . PADRES E HIJOS
Cuadernos de Logosofía IV 17

Discípulo : –¿Los hijos son responsables de las deudas de sus padres?


Maestro: –Sí. Desde el momento en que conocen las deudas contraídas por
ellos deben pagarlas observando una conducta intachable. 1982 Cuad IV Pag 20
Nota: Relatada por Juan Carlos Murphy

47 . UN CAMINO QUE SE RECORRE POR PRIMERA VEZ

Paseaban un día por las sierras de Córdoba el Maestro y algunos discípulos.


Habían recorrido buena parte de la travesía cuando surgió una duda sobre la
dirección que debían tomar para llegar al punto deseado. Recordaban algunos que
en aquel paraje el camino se bifurcaba, y, como punto de referencia, buscaban una
torre que se alzaba próxima al lugar. Mientras procuraban descubrirla, el Maestro
se volvió hacia uno de los discípulos que había permanecido con él y comentó:
–¡Buscan un punto de referencia! ... La logosofía no tiene puntos de referencia.
Es un camino que se recorre por primera vez. 1982 Cuad IV Pag 21
Nota: Relatado por Horacio Seghesso

48 . ENMIENDA

Rosario, un día del mes de diciembre del año 1934


Desde temprano activábanse en la sede los preparativos para la fiesta infantil
que se celebraría al caer la tarde.
La sede era amplia, espaciosa, y muchas discípulas compartan las tareas. Los
niños que participarían de la fiesta eran también numerosos.
La que asumía las responsabilidades mayores se movía de un lado a otro,
trabajando a la par de las .demás y atenta a lo que hacía cada una. El Maestro la
seguía en sus movimientos, recordándole a menudo la indicación de que trabajase
menos y diese a todas mayor participación. Procuraba ella complacerlo, mas no
podía ni sabía proceder en la medida como él se lo pedía. De ahí que a las
primeras horas de la tarde, cuando más intenso era el trabajo, el Maestro se acercó
a ella y, con seriedad, la invitó a que abandonara la tarea. La actitud no admitía
réplica y la discípula no tuvo otra alternativa que acatar su voluntad.
Aquella tarde lloró amargamente. Nunca había llorado tanto. Lo hacía con
desconsuelo, sin comprender, respondiendo al dolor que le producía el trabajo
abandonado.
A medida que pasaban las horas, ya finalizando la tarde, su llanto fue
haciéndose más sereno. De pronto sintió algo inesperado, algo que se expandía
dentro de sí. Era el despertar de una nueva comprensión. Ahora su sentir era
amplio, libre, sin opresiones, diferente del de antes. Era el suyo un sentir mas
generoso , mas puro.
Había aprendido que no es suficiente dejar que muchos compartan nuestros
afanes sino también nuestras responsabilidades. Acababa de dar el primer paso
hacia la comprensión que lleva al discípulo a no sentirse insustituible, a descubrir
Cuadernos de Logosofía IV 18

en el semejante a un probable interino, a un continuador, a un depositario de lo


que aprende. --/12/34; 1982 Cuad IV Pag 21

49 . HACER COLA

Hallábase el Maestro en la rectoría de la filial Buenos Aires con un grupo de


discípulos, informantes y preparadores, que referían experiencias recogidas en sus
funciones. Uno de ellos le manifestó que un aspirante insistía en que se le hicieran
aclaraciones sobre la reencarnación del espíritu. Y dado que también otros habían
tenido experiencias similares, querían saber como actuar en tales casos.
–Díganles que para obtener esos conocimientos hay que hacer cola.–respondió
el Maestro. 1982 Cuad IV Pag 22

50 . LA CARTA

Episodio vivido en Montevideo el 11 de diciembre de 1935.


Aquella mañana el Maestro escribía una carta y, cerrando El sobre, dijo a uno
de sus discípulos:
–¿Podría salir hoy sin falta esta carta para Buenos Aires?
–Sí, Maestro. ¿Por qué no?
–¿Puedo estar seguro de ello? ¿No se olvidará?
–Segurísimo, Maestro. La despacharé yo mismo.
El discípulo tomó la carta y la ubicó en lugar visible.
Era de noche cuando el Maestro, de regreso a la sede, vio la carta olvidada
sobre el escritorio. La recogió y, sentido, la entregó a otro con las consiguientes
recomendaciones.
Más tarde, dirigiéndose al olvidadizo le preguntó:
–¿Se acordó de ir al correo?
–¡Maestro! ... ¡La carta!
Cuántas experiencias como ésta están guardadas en el recuerdo de los
discípulos fruto de los primeros encuentros con las propias realidades deficientes.
11/12/35; 1982 Cuad IV Pag 22

51 . EL TEMA DEL NIÑO

Cuando el Maestro autorizó a los discípulos docentes de Belo Horizonte a


visitar Montevideo, donde habíase creado la escuela primaria, se produjo un gran
entusiasmo.
En esa oportunidad algunas discípulas aprovecharon para visitar Buenos Aires,
siendo recibidas por el Maestro. Fue aquel un día de fiesta para todas.
En la residencia del Maestro el tema giró en torno al niño.
Una de las discípulas, refiriéndose a los elementos recogidos en su visita a la
escuela primaria logosófica del Uruguay, seña lo la prescindencia que se hacía en
ella de las historias fantásticas, por estimarse que lo que se extraía de la realidad
Cuadernos de Logosofía IV 19

proporcionaba la forma ideal de enseñar. Por ejemplo, relatarle al niño el episodio


de su propio nacimiento, contarle lo linda y adornada que estaba la casa el día de
su arribo, la alegría de sus padres y abuelos, las flores que le enviaban a la mamá.
–La realidad que se le ofrezca al niño no debe ser dura –dijo el Maestro,
asintiendo.
Las discípulas entendieron que la realidad ha de ponerse al alcance del niño
adaptándola a su fina sensibilidad, pero observando siempre una medida discreta
para no caer en el terreno de la fantasía y fomentarle un crecimiento excesivo de
la imaginación. --/--/62 ; 1982 Cuad IV Pag 22

52 . EL RETRATO

Los hechos que aparecen en este relato pertenecen al año 1962.


El discípulo que intervino en ellos viajó en agosto de ese mismo año desde
Belo Horizonte a Buenos Aires, apremiado por necesidades del proceso. Al difícil
estado interno por el cual atravesaba sumábase su salud delicada. Además,
acababa de vivir una dolorosa y agitada experiencia.
Ya en Buenos Aires, después de varios días con el Maestro, pudo apreciar con
claridad los peligros a que había estado expuesto. Lo espantaba el temor de que
volvieran a hacer presa de él los mismos pensamientos que se habían interpuesto,
privándolo de la comprensión que debía tener como discípulo.
Advirtiendo el Maestro lo que pasaba en su interno, le dijo:
–Discípulo, no tema. La obra está amparada por el Maestro. Y los discípulos
tienen que confiar en él.
Alentado por estas palabras le renació la confianza.
Meses después retornó a Buenos Aires. Esta vez en compañía de tres
condiscípulos médicos interesados por la salud del Maestro, precaria en extremo.
Después de varios días con el Maestro, y habiendo recibido él cuanto
necesitaba para su total recuperación, llegó el día de la despedida.
Por la noche fueron a la sede. También lo hizo el Maestro, por primera vez
desde el mes de setiembre, fecha en que su salud había sufrido un grave
contratiempo. Allí tomaron a los visitantes varias fotografías. Una de ellas
perpetuó un instante muy tierno e inolvidable. Fue cuando el Maestro, pasándole
el brazo por encima de los hombros lo atrajo paternalmente hacia si y lo hizo
sentar a su lado. En el primer instante se sintió halagado, mas pronto su vanidad
se diluyó ante la certeza de que el Maestro había buscado por ese medio dejarle un
postrer recuerdo.
Pasó el tiempo. Corre el año 1966 cuando el discípulo hace mención de su
vivencia.
Recuerda las horas difíciles que hubo de enfrentar luego de aquella última
entrevista con el Maestro. Se habla visto ante obstáculos que parecían
insuperables. Su espíritu sólo encontraba estimulo y alivio en la contemplación
del retrato del Maestro. Desde allí, sonriéndole, parecía decirle:
–Trabaje, discípulo. ¡Esfuércese!
Cuadernos de Logosofía IV 20

Tanta era la elocuencia, tanta la expresividad de aquella imagen, que la colocó


en un lugar estratégico, en su casa, para poder mirarla siempre, para que desde allí
lo ayudara a disipar sus dificultades.

La experiencia no había terminado todavía. Le faltaba comprender que lo que


el Maestro afirma en sus enseñanzas lo refirma en todo cuanto de él proviene.
El retrato del Maestro, aquel retrato aparentemente inanimado fue motivo de
intensas reviviscencias. Era como si él estuviera guiándolo desde allí. Al mirarlo
surgían de su mente reflexiones saludables. Cuantas veces pensó, a raíz de esas
reflexiones, que si hasta ese momento aquella imagen lo había ayudado a
comprender tantas cosas, cuántas más no habría de hacerle comprender en el
transcurso de los años. Pensó también que no estaba sólo en ella la verdadera
explicación de sus avances, sin el esfuerzo por descubrir lo que el Maestro había
querido decirle. --/--/62; 1982 Cuad IV Pag 23
Nota. Relatado por Afonso Ranieri

53 . LA MEJOR PROFESIÓN

Alguien le preguntó cierta vez cuál era la mejor profesión para la mujer, a lo
que respondió el Maestro:
–La del hogar.
Desde luego, con eso no debe de haber querido demoler los avances logrados
por ella en los diversos campos de la vida moderna, sino más bien reivindicar el
cuestionado reino en el que la mujer debería ser siempre soberana. 1982 Cuad IV
Pag 24

54 . DIALOGO

Discípulo: –La inconstancia es uno de mis grandes problemas.


Maestro: – Y el de la mayoría de los seres. La inconstancia es signo de muerte;
mata el tiempo.
Discípulo:–A veces tengo ganas de leer. Sobreviene luego otro período en el
que la lectura no me atrae.
Maestro: –Hay que moderar ese deseo.
Discípulo: –¿Cómo hacer para menguarlo?
Maestro: –Menguarlo no; moderarlo. Y eso queda librado a la voluntad propia.
El impulso de leer, por ejemplo, puede moderárselo alternándolo con otros
menesteres, en lugar de dejarse absorber totalmente por él.
Discípulo: –Cuando nos damos cuenta no podemos menos que lamentarnos.
Maestro: No hay que lamentarse, hay que pasar de inmediato a la acción. 1982
Cuad IV Pag 25

55 . LA MIRADA DEL MAESTRO

Con motivo de la inauguración de un nuevo sector de la sede, el Maestro invitó


a un discípulo incipiente a acompañarlo. Después del acto, departía con los
discípulos dispersos por el amplio hall y salones adyacentes, mientras el
Cuadernos de Logosofía IV 21

neodiscípulo hacía lo propio con sus recientes amistades. En medio de aquel


rumoreo de abejas, cada vez que al invitado se le escapaba alguna inconveniencia,
su mirada tropezaba con la mirada del Maestro, ubicado en diferentes ángulos.
En la primera ocasión se dijo: “ Casualidad, no pudo haberme oído." La
segunda vez tuvo la sensación de que su actitud era reprobada por el Maestro;
"Imposible, estoy imaginando." Y voluntariamente al margen de la contención,
obstinose en lo mismo, buscando a hurtadillas la mirada del Maestro con idéntico
resultado; “Casualidad, pura casualidad. Si caigo en la creencia, tengo vocación
de asno."
Alguien se le aproximó y le dijo:
–Acérquese al Maestro. No siempre tiene usted la oportunidad de verlo.
Obedeció. En ese momento le oía decir:
–Si, tal como lo oyen: el ser común vive de creencias hasta cuando cree que no
cree. Pero la creencia termina siempre donde empieza el saber. 1982 Cuad IV Pag
25
Creencia. Saber. Nunca le pareció como entonces tan enigmática la
significación de esas palabras, mortificantemente misteriosas para él. 1982 Cuad
IV Pag 26

56 . PARA PENSARLO

Al que vivió esta experiencia se le había encomendado sacar copia de una clase
magistral para que un discípulo uruguayo, proximo a partir, la llevase a
Montevideo.
Esa noche el Maestro iba a hablar, de manera que hasta donde aquel
mecanografiaba orase la animación de los preparativos y el rumor de los que
llegaban.
No obstante, el discípulo seguía firme en su tarea, consciente de su remota
posibilidad de escuchar al Maestro por lo extenso del trabajo. Para consolarse,
pensaba que era el mediador de la felicidad que sentirían los discípulos uruguayos
cuando recibieran aquel presente.
De pronto lo sorprendió la presencia del Maestro, que lo instaba a continuar su
trabajo sin agitación pues esperaría hasta que lo concluyese.
Sus manos, jubilosas igual que su espíritu, se deslizaron como nunca sobre el
teclado de la máquina.
Tan bondadosa actitud fue para él como el emblema del respeto y la
importancia que el Maestro solía conferir a la colaboración de sus discípulos.
1982 Cuad IV Pag 26

57 . ETICA LOGOSÓFICA

La incomprensión, causa de desencuentros, provocaba malestar a un discípulo,


afectaba su vinculación con otro.
Sabedor el Maestro de lo que ocurría, le aconsejó –contrariamente a lo que éste
había pensado que se esforzara en tolerar la incomprensión de aquél, brindándole
Cuadernos de Logosofía IV 22

más amor, pues había falta de comunión entre ambos, ya que uno comprendida y
el otro no.
–Usted tiene la razón le dijo, –pero no se enorgullezca. Descienda de su
posición; colóquese por debajo de él y, en silencio, ayúdelo. Para usted ha de ser
suficiente saber que está en lo cierto. Deje al Maestro que, en paciente labor,
ilumine al que no comprende y lo ayude a reconocer sus errores. 1982 Cuad IV
Pag 26
Pasado un tiempo y superado el episodio, el Maestro reveló al discípulo que
había estado en falta, la parte ignorada de lo que había vivido.
–Cuando llegue la oportunidad –le aconsejó– haga usted igual con aquél que
necesite de lo mismo que usted ha recibido. 1982 Cuad IV Pag 27

58 . EL CREDITO

Hallándose el Maestro con sus discípulos, uno de ellos pidió la palabra y dijo:
–No hay duda de que el saldo de mi trabajo en la obra durante este año ha sido
positivo. En cierto modo estimo necesario compararlo con el amplio crédito
obtenido por un comerciante, pagadero en muchos años. Esa sensación
experimento, y la experimento unida a una gratitud muy grande hacia el Maestro
por el crédito que me ha concedido al permitirme un acercamiento a él sin haber
hecho merecimientos efectivos. Tengo la sensación de haber recibido un crédito
que deberé manejar rápido y hábilmente para poder saldarlo en breve tiempo. Así
lo siento y me es grato expresarle. Trataré de saldarlo en el año que se inicia.
–¡Qué optimista!... –respondió el Maestro.
–Bueno, trataré de saldar la cuota correspondiente a este año, aclaro el
discípulo. Y agregó: –No cabe duda de que las deficiencias hacen que los planteos
más o menos concretos que nos formulamos se desvíen de la realidad, se esfumen
y se pierdan en los caminos materiales por causa de la inercia característica del ser
humano. Pero los elementos que la obra nos ofrece constantemente, el verla más
de cerca y entenderla mejor, y aparte de esto, los progresos que nos muestran
otros condiscípulos, son medios estimables que confío aprovechar
capitalizándolos.
–Muchas veces he oído decir a los discípulos que tienen una gran deuda con el
Maestro y que van a saldarla. Son muy optimistas ... Debo decirles, discípulos,
que esa deuda no podrán saldarla nunca, porque cuando están a punto de hacerlo
necesitan de un nuevo crédito, y así hasta el infinito. Pero estén tranquilos, yo
nunca apremio. Por el contrario, les abro camino para que no solamente puedan
cobrar el nuevo crédito, sino también contribuir al ahorro de los valores
acumulados, administrándolos con inteligencia, atentos a las perspectivas que
ofrece la abra. Esa deuda, más que deuda es un vínculo que los une al Maestro, un
vínculo de afecto que aumenta con relación a los progresos, formando un crédito
que han de recibir con la absoluta convicción de que jamás los apremiaré para
saldarlo.
–El Maestro nos concede el crédito para que podamos forjar una industria
propia intervino otro de los presentes. 1982 Cuad IV Pag 27
–No, discípulo; no se trata de una industria propia, sino de una obra que es una
creación de la cual todos participan, ya que es otorgada generosamente. Los
discípulos deben, pues, prodigarse también generosamente ofreciendo a otros lo
Cuadernos de Logosofía IV 23

que reciben, tal como la obra misma lo enseña. Corrijo por lo tanto su
pensamiento. 1982 Cuad IV Pag 28

59 . LA IGUALDAD

Un discípulo fue a interceder ante el Maestro por un aspirante que no reunía


condiciones para el ingreso, pese a lo cual el discípulo tenía interés en que
ingresara. Para agregar más elementos de juicio, manifestó que era igual a los
discípulos Fulano, Zutano, Mengano. El Maestro lo interrumpió:
–No es igual. Los seres únicamente se igualan en el conocimiento. A través del
conocimiento y no de otra manera. 1982 Cuad IV Pag 29

60 . INTERROGANTES

En los primeros tiempos el Maestro acostumbraba rodearse de discípulos,


dialogar con ellos y darles enseñanzas. Cierta vez se dirigió a uno de los
presentes:
–Y usted, ¿no tiene interrogantes al respecto?
El aludido manifestó no tenerlos, a lo que el Maestro respondió:
–El discípulo siempre debe formularse interrogantes. 1982 Cuad IV Pag 29

61 . RIDICULEZ

En cierta ocasión un discípulo refirió al Maestro que un aspirante, afectado por


ideas extrañas, le había preguntado si el Maestro comía.
–Dígale que como alpiste le respondió el Maestro. Y ante la consternación del
discípulo, agrego
–Una pregunta ridícula merece una respuesta ridícula. 1982 Cuad IV Pag 29

62 . DECISIÓN

En una oportunidad viajé desde Córdoba portador de un mensaje para el


Maestro. Al llegar, disqué su número telefónico; de inmediato la inconfundible
voz me dijo que fuera para allá.
Me recibió con la cordialidad y sencillez características en él. Siempre me
producía una emoción muy especial estrechar su mano firme y recibir el saludo
logosófico nada menos que de quien lo había instituido. Me parecía imposible que
ese ser que allí era tan suave fuera el mismo cuya voz a veces parecía conmover
los cimientos del edificio.
Dijo que estaba trabajando intensamente, desde las seis de la mañana, con sus
libros. Me llamó la atención que estuviera en pie desde tan temprano, y queriendo
hacerme el gracioso, le pregunté:
–¿Desde las seis? ¿Cómo hay que hacer, Maestro, para levantarse tan
temprano?
Cuadernos de Logosofía IV 24

Sacudió levemente la cabeza y respondió con rapidez:


–Levantarse, nomás. 1982 Cuad IV Pag 29

63 . SEÑORIO

Ocurrió en la playa Atlántida, de Uruguay, allá por el año 1934.


Aprovechando unos sillones encontrados al paso, el Maestro y los discípulos se
acomodaron en ellos dispuestos a disfrutar de la oportunidad.
Al instante se les aproximó un mozo, el cuidador sin duda y, con razones muy
atendibles, los invitó a abandonarlos.
Los discípulos rápidamente se pusieron de pie, permaneciendo en espera dé lo
que sucedería, pues el Maestro aun seguía sentado. Mas ocurrió lo inesperado,
porque el mozo se aproximo muy amablemente a él y, ofreciéndole otro sillón, le
aseguró que ya nadie lo molestaría.
Episodios semejantes se repitieron a menudo en la vida del Maestro, inspirados
sin duda por el respeto que infundía su persona. --/--/34; 1982 Cuad IV Pag 29

64 . PARA PENSARLO

Varios discípulos se hallaban en casa del Maestro departiendo con él en amable


tertulia. De pronto se produjo un breve silencio que fue roto simultáneamente por
el Maestro y uno de los invitados. Ante esa coincidencia el discípulo cedió de
inmediato la palabra.
–Hable usted, hable usted primero, Maestro.
–¡Hum! Usted puede olvidar lo que va a decir, el Maestro no.
El discípulo, que por un largo ejercicio conocía el vigor de su memoria, tenía la
seguridad de que eso a él no podría sucederle, y así se lo manifestó.
Sonrió el Maestro y le dijo:
–Hágame caso y hable usted primero.
Ya nada quedaba sino obedecer. Pero en el instante mismo de iniciar su
exposición sintió que su mente se hallaba totalmente en blanco y vanos resultaron
sus esfuerzos por atraer el pensamiento. Tras el suspenso de algunos segundos,
largos como horas, tuvo que confesar finalmente su impotencia.
Hasta el día de hoy, y han pasado años, el discípulo no consigue explicarse
satisfactoriamente qué le sucedió en ese momento. 1982 Cuad IV Pag 30

65 . LA CONCIENCIA

Sucedió en Buenos Aires, allá por el año 1959.


El Maestro explicaba a un discípulo que la conciencia enriquecida con
conocimientos nos aleja de viejos hábitos y prácticas nocivas.
El discípulo, que en son de broma, acostumbraba usar la expresión "No se
puede más vivir" ante los cambios que demanda el proceso, escuchaba en ese
momento al Maestro al par que se lamentaba internamente de la perdida de
Cuadernos de Logosofía IV 25

algunas cosas que habían sido apreciadas por su ser común, pensamiento que
pareció ser captado por el Maestro, quien le dijo:
–Quiere decir que con la conciencia en marcha el discípulo no puede vivir
como antes lo hacía.
–SÍ, Maestro –respondió aquél, y agregó, traicionado mas por su pensamiento:
–¡No se puede más vivir!
–Lo que ocurre, discípulo, es que cuando la conciencia está en marcha recién
comienza uno realmente a vivir. 1982 Cuad IV Pag 30

66 . INTERCORRECCIÓN

La enseñanza que surge de este episodio tuvo origen en la situación planteada


por un discípulo de la filial Montevideo que, afectado por el error de otro
discípulo, en vez de darle a conocer personalmente su desagrado lo comentó con
otros.
Se enteró el Maestro, lo llamó. Luego de escucharlo, señaló los inconvenientes
de no remitirse directamente al que podría por sí mismo reparar su error.
–Y usted, ¿por qué no lo hizo?
–Maestro, se trataba de un discípulo de mayor jerarquía...
–No vuelva a proceder así. Toda vez que lo afecte la incomprensión o el error
de un discípulo, diríjase directamente a él y déle cuenta de lo que haya observado
en vez de llevar al corazón de los demás la pena que embarga el suyo. En esta
forma, lejos de extender sin provecho la causa de su propio estado, evitará que
quien estuvo en falta, advertido de ello a tiempo, pueda afectar a otros.
Y llamando a los que habitualmente lo rodeaban, les dijo:
–Todo error de conducta que los discípulos se observen mutuamente debe
recibir, en consideración a un alto deber de hermandad el auxilio directo y
recíproco de los demás. Es el mejor camino para que unos y otros corrijan lo que
estimen objetable. Y en el cumplimiento de ese deber, la jerarquía no debe
interponerse. 1982 Cuad IV Pag 31

67 . EL TERCER OJO

Este episodio tuvo por escenario Brasil, pues ocurrió durante la visita que el
Maestro hizo a ese país en el año 1959.
Hallábase un día el Maestro en el aeropuerto de Río de Janeiro en compañía de
varios discípulos de su comitiva, cuando uno de ellos sintió de pronto que una
fuerte ráfaga introdujo en uno de sus ojos un cuerpo extraño. Afectado por la
molestia tuvo
que consultar a un médico, y cuando horas más tarde regreso a la sede, llevaba
vendado uno de los ojos.
El Maestro se interesó por su dolencia y, después de escucharlo, le preguntó:
–¿Qué haría usted si le golpearan el otro ojo y tuviera que an dar con los dos
ojos cerrados? ¿No buscaría la influencia del Maestro para poder mirar con un
tercer ojo, como el cíclope?
Cuadernos de Logosofía IV 26

El discípulo comprendió la importancia de recurrir a él toda vez que, cegado


por la incomprensión, necesitara recobrar la vista. 1982 Cuad IV Pag 31

68 . ¿CASUALIDAD? ¿CAUSALIDAD?

El siguiente episodio, del año 1933, aconteció en la filial Montevideo, donde se


hallaba presente el medio centenar de discípulos que entonces la integraban.
Al retirarse el Maestro de la sede gustaba saludar a cada uno. Aquella noche al
extender la mano a un neodiscípulo a quien había visto ya otras veces, le
preguntó:
–Usted es X. ¿verdad?
–No, Maestro, yo soy Z.
–¡Ah! No importa. Es lo mismo– dijo él, indiferente al equívoco.
Al parecer, el episodio no agradó al neodiscípulo, pues tan pronto como pudo,
abandonó la sala.
–¿Se va? –le preguntó alguien.
–Si, me voy porque me está fallando una “bujía” –explicó, mientras bajaba las
escaleras como flecha.
Mas, ¡oh fatalidad!, en lugar de su sombrero, se había encasquetado el del
discípulo X. 1982 Cuad IV Pag 32

69 . LAS FOTOS

Hallábanse en Buenos Aires, invitados por el Maestro, dos discí pulos de la


filial Río de Janeiro.
Tras una activa jornada en casa del Maestro, uno de ellos le ex preso el deseo
de tener una foto suya. El otro discípulo, tambien con el mismo deseo, no se
atrevió a expresárselo por inhibiciones del momento.
Al despedirlos, el Maestro tomó una foto y le dijo al primero:
–Aquí está la foto que usted me pidió.
Luego tomó otra y le dijo al segundo:
–Y aquí ... la que usted no me pidió. 1982 Cuad IV Pag 32

70 . LA LIBERTAD DEL CABALLO

En julio de 1961 recibió el Maestro en la filial Buenos Aires a un grupo de


neodiscípulos. Entre otras cosas, les habló de la libertad, tal como muchos la
entienden en el mundo común.
–Esa libertad es parecida – dijo – a la que cree tener el caballo cuando lo
sueltan dentro de un corral. Relincha, salta, corre sintiéndose libre, sin darse
cuenta que un cerco lo rodea. 1982 Cuad IV Pag 32

71 . LOS SEGUNDOS VUELAN


Cuadernos de Logosofía IV 27

En compañía de un discípulo el Maestro había asistido a la Bolsa, y, mientras


aguardaban el comienzo de la sesión, conversaba de finanzas con uno de sus
amigos accionistas. Frente a la puerta del recinto, en el momento de entrar, el
amigo quiso gastarse una atención con el Maestro y le rog'ó que pasara primero.
El Maestro hizo un furtivo guiño al discípulo, buscó la mirada del amigo y
señalando su reloj pulsera, le dijo:
–Pase usted primero, que los segundos vuelan. 1982 Cuad IV Pag 33

72 . DE PIEDRA NEGRA

Situaciones enojosas repercutían a menudo en el corazón del Maestro, cuya


enseñanzas sobre el amor, la tolerancia y fraterna unión no siempre encontraban
cabida en el alma de sus discípulos.
Allá por el año 1934 habría en Uruguay dos discípulos difíciles de reconciliar y
empeñados a cual más en justificar ante el Maestro su conducta.
En silencioso paseo matinal por las playas ambos marchaban un
día junto a él, seguidos de cerca por otros discípulos que observaban
apesadumbrados las alternativas del episodio.
De pronto, el Maestro detuvo su marcha e, inclinándose sobre 1 arena, hundió
en ella su diestra.
Hubo un instante de expectativa. ¿Qué habla encontrado el Maestro? ...

Su mano se abrió al fin, apareciendo sobre la tersa palma un d, minuto y bien


contorneado corazón de piedra negra.
La expresión del Maestro era sombría. Guardó el pequeño hallazgo en uno de
sus bolsillos y, sin articular palabra, prosiguió la marcha. 1982 Cuad IV Pag 33

73 . AMONESTACIÓN

Sucedió en Córdoba. Año 1931


En una de las tantas ocasiones que el Maestro brindaba para gustar las
lecciones de su sabiduría, hubo una muy particular. Única tal vez, de las que sólo
fueron testigos Un discípulo y una discípula, siendo también protagonista
inconsciente del episodio un niño de tres años abrumado por el sueño. --/--/31;
1982 Cuad IV Pag 33
Mientras él Maestro diseñaba sobre un encerado, con agilísimos trazos,
símbolos que al instante traducía en enseñanzas que llegaban al entendimiento
como revelaciones asombrosas, la discípula, madre del niño, retenida en el
momento de retirarse por aquella excepción del Maestro, permaneció apoyada
contra el marco de la puerta forzando a expensas de su interés la necesidad de la
criatura, que, aliviada apenas por sus caricias, soportaba estoicamente las torturas
del sueño.
Al día siguiente esa discípula, que se había sentido transporta da a otro plano
por aquellas inefables revelaciones, recibía
Cuadernos de Logosofía IV 28

del Maestro una severa amonestación, la misma que su propia con ciencia le
hubiera hecho de ser menor su incipiencia.
La turbación le impidió tener las palabras del Maestro, pero guardó dentro de sí
una lección bien aprendida: una madre debe saber encontrar, en los
renunciamientos impuestos por la atención a sus hijos, el estímulo y la fuerza
provenientes de las revelaciones que la comprensión promueve como virtud y
compensación de tales renunciamientos.
Las obras del Maestro no se pierden. Sus frutos, retenidos aun por una sola
mente, pueden dar perdurabilidad a sus invalorables lecciones, tal como lo
demuestra el hecho consignado. --/--/31; 1982 Cuad IV Pag 34

74 . YO ME PREGUNTO

Sabedor un discípulo de que toda pregunta dirigida al Maestro debía ser


largamente meditada, pensó haber hallado un medio eficaz de formularlas sin
exponerse a correcciones. Y lo puso en práctica del siguiente modo:
–Yo me pregunto, Maestro...
La estratagema le valió repetidas veces, hasta que le llegó la merecida
respuesta. El Maestro, con voz suave, mas no por eso menos penetrante, le dijo:
–Discípulo, si usted mismo se pregunta, ¿por qué también no se responde?...
1982 Cuad IV Pag 34

75 . QUIEN MAS SABE...


Ocurrió a fines de 1961 en la casa del Maestro.
Un discípulo se esforzaba en aquella ocasión por dar término a un trabajo.
Sentado junto a él, el Maestro lo contemplaba con visible complacencia. De
pronto le preguntó:
–¿Qué enseñanza extrae el discípulo que trabaja tanto?
No supo el discípulo responder y el Maestro lo hizo por él:
–Quien más sabe, más trabaja.
Y enseguida le habló de la labor que él debía cumplir, la cual era esforzada
justamente porque sabía más. 1982 Cuad IV Pag 35

76 . CRONOMETRÍA

En una de las visitas a la filial Montevideo, acompañaban al Maestro dos


discípulos de Córdoba, quienes por razones de orden particular se vieron en la
necesidad de adelantar el regreso.
La noche de la partida pronunciaría el Maestro una conferencia, y los
discípulos, para evitar interrupciones, decidieron despedirse, pero él los instó a
permanecer hasta que llegara la hora, y así lo hicieron.
Para sorpresa de ambos, cuando faltaban exactamente los minutos precisos, sin
mirar el reloj, el Maestro interrumpió su exposición y dijo:
–Pueden retirarse los discípulos de Córdoba. 1982 Cuad IV Pag 35
Cuadernos de Logosofía IV 29

Nota. Relatado por Horacio Seghesso

77 . SUCEDIÓ EN SAN PABLO

En ocasión de visitar el Maestro la filial de San Pablo, dirigiéndose a los


discípulos, dijo complacido:
–Ahora los conozco a todos. Ya no podrán engañarme. Sé cuánto habrá
avanzado cada uno desde que se inició la Creación. --/09/59; 1982 Cuad IV Pag
35

78 . COLABORACIÓN

En 1962, en Buenos Aires, conversando un discípulo con el Maestro, le


manifestó que prefería no colaborar en cierta tarea, dado que no estaba de acuerdo
con lo que se hacía y quería conservar su libertad de juicio. Según entendía,
participando de ella perdería el derecho de juzgar luego sus resultados.
Ante esa actitud, le dijo el Maestro:
Si el discípulo quiere tener libertad de juicio, debe empezar por colaborar; y
colaborar con toda su capacidad, empeño y dedicación. De otra manera no sólo
perderá el derecho de juzgar, S1 no que podrá ser señalado, caso de que ocurra,
como causante del fracaso, desde que ese fracaso pudo haber respondido, justa
mente, a su falta de colaboración. En cambio, si colabora comoel Maestro enseña,
podrá luego analizar los resultados y aun proponer, sí cabe, otra forma de
realización. --/--62; 1982 Cuad IV Pag 36

79 . ESTRATEGIA

Refería un discípulo al Maestro la actuación protagonizada por el en una


reciente experiencia, y al hacerlo le manifestó que su actitud había sido
terminante.
No agradó al Maestro su conducta, porque instantáneamente corrigió:
–Nunca debe ser uno terminante, pues ello impide la conciliación. No hay que
romper los vínculos definitivamente; es necesario dejar siempre alguna puerta
abierta a la conciliación. 1982 Cuad IV Pag 36

80 . LA BOLSA

El siguiente relato proviene de un discípulo de Buenos Aires, que lo conserva


como recuerdo de sus primeros pasos.
Acababa de ingresar en calidad de neodiscípulo y, como resultado de sus
anteriores incursiones por diversas teorías filosóficas, albergaba en su mente
considerable número de prejuicios. Ansiaba vivamente tener una oportunidad para
formular al Maestro algunas preguntas, de las cuales decía tener "una bolsa llena".
Cuadernos de Logosofía IV 30

Con motivo de un aniversario logosófico se le ofreció la tan ansiada


oportunidad y, sin pérdida de tiempo, en un aparte con el Maestro, le preguntó si
el hecho de ser vegetariano favorecía él proceso de evolución consciente. 1982
Cuad IV Pag 36
El Maestro le dijo:
–Discípulo, su dentadura cuenta con molares y caninos. ¿No le dice esto que el
Creador, al proveer al hombre de ellos, lo hizo pensando que habría de ser
también carnívoro? Los vegetarianos generalmente se fanatizan. Cuando yo tengo
ganas de comer un churrasco, lo como.
Y con espontánea y simpática jovialidad agregó:
–¿Acaso la vaca no es vegetariana? ... Y usted, al comer su carne, ¿no come en
realidad, y por extensión también pasto?
Como el discípulo revelara haber captado la enseñanza, el Maestro le preguntó,
mirándole con simpatía:
–Y, discípulo, ¿aligeró su bolsa?...
–SÍ, Maestro. Muchísimas gracias.
Había comprendido que el Maestro se refería a su bolsa de preguntas, y en ese
instante comprobó que había bastado esa respuesta, que era toda una enseñanza,
para dejársela vacía. 1982 Cuad IV Pag 37

81 . MOMENTO RISUEÑO

La risa del Maestro solía tornarse alegre y cristalina. Así la recuerda la


protagonista de este episodio, que en medio de un intercambio pidió la palabra y
sin más comenzó a hablar.
–Ah, no! ¡No! –la interrumpió el Maestro. –Usted dice "Me permite” y habla
sin esperar la respuesta.
Su risa (¡y la salida!) provocó una explosiva carcajada en los presentes.
Pasado el momento, la discípula volvió a preguntar:
–¿Me permite, Maestro? –Y esperó juiciosamente.
–Así sí; puede comenzar –repuso él con graciosa cortesía. 1982 Cuad IV Pag
37

82 . LOS DIENTES DE LA FIERA

Años ha un discípulo, traicionado por sus deficiencias, llegó a sentirse tan


grande como el Maestro.
Ubicado por él en un cargo de responsabilidad, pretendía de los condiscípulos
el mismo trato que éstos dispensaban al Maestro. Exacerbada su vanidad por
ilusorios progresos, durante una reunión se permitió reconvenir al Maestro de
propiciar en los discípulos una imagen errónea sobre la esencialidad de un
Maestro. 1982 Cuad IV Pag 37
La corrección fue instantánea y dura, como lo exigía el caso.
Al sentirse descubierto varió de inmediato su postura, prodigando al Maestro
una serie dé alabanzas hipócritas.
Cuadernos de Logosofía IV 31

El Maestro comentó con calma:


–Así son las "fieras" cuando pretenden atacar al Maestro; comienzan
mostrándole los dientes y terminan lamiéndole los pies. 1982 Cuad IV Pag 38

83 . PARA VER A DIOS

Preguntó un discípulo al Maestro cómo hacer para comprender a Dios y


sentirlo mas cerca.
El Maestro no respondió enseguida a ese interrogante, pero tiempo después
halló accidentalmente al discípulo con su esposa y su hijita, y le dijo:
–¿Quiere usted ver a Dios? Mire entonces todos los días a su hijita. 1982 Cuad
IV Pag 38

84 . LA LEY DEL MOVIMIENTO


Corrientes y Florida. Un discípulo se encuentra inesperadamente con el
Maestro.
–Es una suerte haberlo descubierto entre tanta gente.
–Suerte no. El Maestro quiso que lo viera.
–¿Adonde va usted, Maestro?
–Al banco Tal.
El discípulo consulta su reloj.
–No llegará a tiempo. Faltan cuatro minutos para el cierre y desde aquí hay
más de cinco cuadras.
Como el Maestro nada respondiese, continuó:
–Han parado los taxímetros y no hay nada directo.
–Iré igual, acompáñeme.
–Con todo gusto, pero va a ser inútil. El Maestro se detuvo.
–Vea, discípulo, las cosas hay que intentarlas. Si en este caso, porque el tiempo
no alcanza, usted se queda quieto, nada conseguirá de seguro. Así es la ley: sólo
beneficia al que se mueve, al que intenta algo. 1982 Cuad IV Pag 38
Siguieron andando. El Maestro, en vez de apurar el paso, caminaba tranquilo
como si para él los minutos fuesen horas.
De tanto en tanto se detenía para dar alguna explicación o hacer observar algo a
su discípulo, que veía con pena como el minutero, inexorable, dejaba atrás la hora
tope. Cuando llegaron, las puertas del edificio estaban cerradas y tras ellas un
ordenanza franqueaba el paso de los que salían. El Maestro esperó a que se
abrieran nuevamente y con decisión le dijo al cancerbero:
–El gerente me mandó llamar porque hay una irregularidad en mi cuenta
bancaria.
Sorprendido por la mirada de preocupación de aquel “cliente” el portero le
permitió el acceso.
Con un gesto el Maestro le indicó a su acompañante que lo siguiera, pero el
guardián se interpuso.
–Usted no entra.
Cuadernos de Logosofía IV 32

Volvióse el Maestro con presteza.


–Déjelo pasar; es mi contador, lo necesito.
–El Maestro no lo había engañado, iba a ser el “contador” del episodio. 1982
Cuad IV Pag 39
Nota: Relatado por Osvaldo Melella (p)

85 . EL TELEGRAMA

Corría el año 1934. Un discípulo uruguayo, circunstancialmente en Rosario,


donde residía entonces el Maestro, se había comprometido a comunicar
telegráficamente a otro de su misma filial, si el Maestro lo autorizaba a viajar para
entrevistarse con él.
Obtenida la conformidad, el discípulo se apresuró a redactarle un telegrama.
Celoso guardián de su economía, redactó el texto en forma ultratelegráfica.
"Autorizado. Puede viajar." Pero como el Maestro no desconocía esa debilidad del
discípulo lo detuvo en el momento en que se disponía a despacharlo y él mismo le
dictó el mensaje.
El discípulo iba escribiendo y escribiendo, suspirando y suspirando; al final
eran como ochenta las palabras. Cuando juzgó que la alarma ya había producido
suficiente efecto, el Maestro le dijo sonriendo y con aparente ingenuidad:
–Un poco largo, ¿no? –Y agrego en seguida: telegrafíele las cinco últimas
palabras.
El mensaje se redujo, pues, a lo siguiente: "Ha sido autorizado. Fraternalmente.
Fulano."
No cabe duda de que siempre iba el Maestro en busca de aquellas partes de la
psicología humana donde podía producir el estremecimiento saludable que surge
del contacto de la luz con la sombra. --/--34; 1982 Cuad IV Pag 39

86 . SILENCIO EN LAS MENTES

Hace muchos años, cuando la entonces filial de Buenos Aires tenía su sede en
la calle Pueyrredón, el Maestro había reunido a un conjunto de discípulos para
dirigirles la palabra. Entre los asistentes se hallaba un neodiscípulo de
Montevideo, persona de reconocido nivel intelectual.
Mientras el Maestro hablaba, insistiendo una y otra vez en la originalidad de su
enseñanza, el neodiscípulo, presa de fuerte reacción, rechazaba mentalmente las
reiteradas afirmaciones atribuyendo, mentalmente también, a ciertos clásicos, los
conceptos que escuchaba.
En medio de aquella explosión mental, el Maestro se detuvo y, con voz firme y
severa, exclamó:
–¡Silencio! –
La palabra hizo impacto en la mente del aludido; pero tan pronto reanudó el
Maestro su exposición, arreciaron las protestas.
En determinado momento, con más severidad aún y dando con el puño un recio
golpe sobre la mesa, el Maestro dijo:
–¡Silencio! ¡Silencio en las mentes!
Poco después terminó su exposición.
Cuadernos de Logosofía IV 33

Al retirarse de la sala se detuvo ante el neodiscípulo y, completando la lección,


lo enfrentó con una severa mirada.
------------

Ese discípulo se apartó de la Institución. Treinta años después, y siendo


presidente del Ateneo del Uruguay, refirió este episodio a una discípula de
Buenos Aires, invitada por esa entidad para dar una conferencia. Al hacerlo
declaró que no perdería oportunidad de favorecer la obra logosófica en lo que
fuera posible. El mismo se encargó de presentar, en forma encomiosa, a la
ocasional expositora. 1982 Cuad IV Pag 40

87 . CON EL MAESTRO NO SE JUEGA

Visitaba el Maestro en compañía de varios discípulos una chacra en las


proximidades de la ciudad de Rosario, propiedad de uno de sus acompañantes.
Antes del almuerzo, deseosos todos de pasar un rato entretenidos, se hicieron los
aprestos para una partida de bochas.
–¿Quiere usted jugar con el Maestro? –preguntó dirigiéndose a uno de los
discípulos. 1982 Cuad IV Pag 40
Aceptó el aludido y, chanceándose, dijo a los que estaban próximos:
–De entrada nomas le haré cuatro tantos.
Se inició la partida, que iba a ser de diez, y, en efecto, de entrada le hizo cuatro
tantos, pero el Maestro superó la desventaja. En ese momento le dijo:
–¡Cuidado, discípulo, no se quede en el cuatro!
La partida terminó con diez tantos para el Maestro y cuatro para el discípulo.
Al pretender éste justificarse, el Maestro le advirtió con aire significativo:
–Con el Maestro no se juega, discípulo; quien lo hace pierde siempre.
-------
Dos años después, el discípulo era separado de la institución por inconducta.
Esto sucedió en el año 1933. Por aquel entonces la organización logosófica
ordenaba la ubicación de los discípulos por grados. El desplazado cursaba el
cuarto. 1982 Cuad IV Pag 41

88 . LA TOLERANCIA

Un axioma logosófico dice: “La tolerancia termina donde comienza el abuso."


Acerca de ello dijo el Maestro:
–Cuando el discípulo advierta que comienza el abuso, entonces debe empezar a
practicar la tolerancia. 1982 Cuad IV Pag 41

89 . LA CARRERA LOGOSÓFICA

En el curso de una clase dada por el Maestro en Córdoba, refirió que una vez
había tenido que ampliar la comprensión de un neodiscípulo, quien, pese a su
vasta ilustración común, no entendía ciertas cosas.
Cuadernos de Logosofía IV 34

Recibido por el Maestro, no tardó aquél en hablarle de la incapacidad de


muchos condiscípulos, a quienes subestimaba considerándolos con inteligencia
por debajo de la suya. 1982 Cuad IV Pag 41
–La obra logosófica –le respondió el Maestro –es un pedazo de mundo donde
cada uno tiene la enorme ventaja de estudiar a los demás y de ser a la vez
estudiado.
–Bueno –expreso aquél con énfasis –¡pero para estudiarme a mí!...
–Sin embargo, hay aquí una persona, un discípulo, que podría estudiarlo
admirablemente y decirle también lo que es usted...
–¿Sí? ¿Quién?
–Usted mismo... Usted mismo debe ser su primer observador, única forma de
poder también observar a los demás.
–¿Y cómo podría hacerlo sin equivocarme?
–Acaba de probarme que no es tan capaz como decía... Hace unos instantes
afirmaba que había aquí muchos discípulos incapaces. Tendrá, pues, que incluirse
entre ellos, aunque debo decirle que algunos ya conocen cómo tienen que
observarse a sí mismos. Puedo llamarlos, si usted quiere...
–No Maestro.
–Muy bien; convengamos entonces en que está usted ubicado a la altura de los
demás. Esta carrera, discípulo, tiene que correrla uno mismo; no puede corrérsela
pasando indebidamente por encima de otros. Tiene que ser corrida por cada uno
con los propios medios y con los que ofrece la logosofía. Para ello hay
que realizar el proceso de evolución consciente; hay que capacitarse
logosóficamente. Usted ha estudiado mucho, pero externamente, fuera de sí
mismo; por primera vez va a estudiarse ahora internamente y, en eso, toda la
ciencia que usted tiene no le va a servir de nada. Tendrá que usar la ciencia
logosófica; ella lo ayudará a descubrir los tesoros que tiene dentro de sí y que
hasta el momento desconoce. 1982 Cuad IV Pag 42

INDICE

1. Palabras iniciales de un nuevo idioma


2. Devolución
3. ¿Perfecto?
4. Las dos mentes del Maestro
5. La indolencia
6. Valor de los chichones
7. Encanto del misterio y misterio del encanto.
8. La imagen del padre
9. El Maestro, los discípulos, la obra.
10. El elogio
11. La búsqueda
12. Todo con medida
13. El cambio
14. Abrazo imprevisto
15. No siempre debe pensarse
16. Vivir con intensidad
17. Sorpresa
Cuadernos de Logosofía IV 35

18. El freno del espíritu


19. Enemigos del Maestro
20. Presente en espíritu
21. Severidad y dulzura
22. Opinión anticipada
23. En qué pensar
24. La droga
25. El cazador
26. Un modus vivendi, no!
27. La última carta.
28. La mentira
29. La comprensión real
30. El vocablo justo
31. El jardín de Academus
32. El problema
33. Para recordar
34. Temor infundado
35. La ciencia y Dios
36. Las dificultades del discípulo
37. Prejuicio
38. La octava
39. Desacierto
40. Oportunidades que no vuelven
41. Condición
42. Desatino
43. Emoción.
44. El árbol inmortal.
45. ¡Qué coraje!
46. Padres e hijos
47. Un camino que se recorre por primera vez
48. Enmienda
49. Hacer cola
50. La carta
51. El tema del niño
52. El retrato
53. La mejor profesión
54. Diálogo
55. La mirada del Maestro
56. Para pensarlo
57. Etica logosófica
58. El crédito
59. La igualdad
60. Interrogantes
61. Ridiculez
62. Decisión
63. Señorío
64. Para pensarlo
65. La conciencia
66. Intercorrección
67. El tercer ojo
68. ¿Casualidad? ¿Causalidad?
Cuadernos de Logosofía IV 36

69. Las fotos


70. La libertad del caballo
71. Los segundos vuelan
72. De piedra negra
73. Amonestación
74. Yo me pregunto
75. Quien más sabe
76. Cronometría
77. Sucedió en San Pablo
78. Colaboración
79. Estrategia
80. La bolsa
81. Momento risueño
82. Los dientes de la fiera
83. Para ver a Dios
84. La ley de movimiento
85. El telegrama
86. Silencio en las mentes
87. Con el Maestro no se juega.
88. La tolerancia
89. La carrera logosófica

También podría gustarte