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Tema 4

Intervención Psicológica en Tercera Edad

Transiciones y cambios
vitales en mediana edad y
vejez
Índice
Esquema 3

Planteamiento del caso clínico 4


Características de los cambios vitales en la vejez 4

Ideas clave 5
4.1. Introducción y objetivos 5
4.2. Cambios y transiciones fundamentales en la
mediana edad y la vejez 6
4.3. Estrategias terapéuticas para potenciar la
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adaptación a los cambios y transiciones 20


4.4. Referencias bibliográficas 25

Resolución del caso clínico 30

A fondo 32

Test 34
Esquema
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Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Esquema
Planteamiento del caso clínico

Características de los cambios vitales en la vejez

Antonio, administrativo de 68 años, se ha jubilado recientemente. Desde que ha


comenzado esta etapa han cambiado sus condiciones económicas de forma relevante
en relación con la remuneración mensual que recibe. Además, su trabajo ha sido una
fuente de satisfacción para él, sintiéndose muy identificado con el mismo y con el
desempeño profesional que desarrollaba en su puesto.

Amparo, de 70 años, ha sido abuela por primera vez hace unos meses. A raíz de este
evento, se ha implicado activamente en el cuidado de su nieto y ha dejado algunas
de las actividades de ocio (salir a comer, pasear, etc.) que realizaba semanalmente
con algunas amigas. Aunque las actividades que comparte con sus amigas le
proporcionan muy buenos momentos prefiere pasar todo el tiempo posible con su
nieto, atendiendo todas las demandas que le solicitan los padres del niño para que
se encargue de este.

En base a la breve descripción que tenemos sobre la situación de los casos de Antonio
y Amparo:

 ¿Qué características e implicaciones tendrían en común las situaciones que se


describen en ambos casos?
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Tema 4. Ideas clave
Ideas clave

4.1. Introducción y objetivos

Este tema está dedicado a realizar un análisis de las transiciones o cambios vitales
significativos en la vejez, analizando en un primer apartado las características de
estas transiciones y los principales tipos, así como sus efectos más importantes sobre
la salud psicológica de las personas mayores.

Posteriormente, se examinarán las estrategias psicológicas que amortiguan su


impacto y algunas estrategias terapéuticas útiles (como son la prevención, ajuste
flexible de metas, estrategias de afrontamiento para el manejo de cambios vitales
que implican variación en los roles, etc.) para potenciar la adaptación a los cambios
que conllevan las mismas.

Específicamente, en este tema los objetivos que se pretenden conseguir son:

 Realizar una aproximación conceptual a las transiciones y cambios vitales, así


como a sus principales características.
 Analizar los principales tipos de transiciones vitales que suelen producirse en la
mediana edad y la vejez.
 Aumentar el conocimiento sobre diferentes tipos de estrategias terapéuticas de
utilidad para ayudar y potenciar la adaptación a los cambios vitales que implican
los diferentes tipos de transiciones.
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Tema 4. Ideas clave
4.2. Cambios y transiciones fundamentales en la
mediana edad y la vejez

En los temas anteriores has podido aprender la importancia esencial que presentan
las transiciones y cambios vitales en el envejecimiento. De hecho, los principales
modelos teóricos psicosociales sobre el envejecimiento están articulados en torno a
este constructo de cambio y, más concretamente, en torno al proceso de adaptación
al mismo, aspecto nuclear de la salud psicológica en la vejez.

Es importante reconocer que muchos de estos cambios implican pérdidas (pérdida


de roles, de relaciones afectivas, de capacidad funcional, etc.) y suponen eventos
duros, difíciles de afrontar, desafíos importantes para el bienestar y la salud
emocional en la vejez. Sin embargo, esto no quiere decir que los cambios y
transiciones lleven inevitablemente a la depresión y al «apagón emocional» que
predecían las primeras hipótesis pesimistas sobre el envejecimiento (Cumming y
Henry, 1961).

Muchas personas, a medida que envejecen, se van adaptando de forma exitosa a los
cambios, empleando adecuadas estrategias de afrontamiento y utilizando los
recursos sociales y materiales que están a su disposición, si es que dispone de ellos
(lo cual, lamentablemente, no ocurre siempre).

¿Qué entendemos por «transición»? La Real Academia de la Lengua Española (2016)


define este término como la «acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a
otro distinto». Las transiciones y cambios que debemos afrontar las personas a
medida que envejecemos están moldeados por nuestra cultura, nuestra historia,
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nuestra sociedad y la historia biográfica de cada uno.

De este modo, las transiciones que se comentan en este apartado no aparecen


siempre en la vida de las personas ni lo hacen siempre del mismo modo en todos los

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Tema 4. Ideas clave
casos (Munk, 2014). Además, la vida de las nuevas generaciones de personas
mayores está cambiando a pasos agigantados en nuestra sociedad: nuevos patrones
de género, nuevos tipos de familia, cambios en la política laboral que afecta a la edad
de jubilación, etc.

Hay autores que llegan a proponer que el concepto de vejez como etapa de la vida
está condenado a desaparecer, dado que la longevidad moderna está creando una
nueva cultura del envejecimiento, caracterizada por nuevas y variadas formas de
envejecer y que subraya la capacidad humana para moldear su propio
envejecimiento (Katz, 2009).

De cara a comprender bien el concepto de transición, resulta necesario entender otro


constructo fundamental en este sentido: el constructo de rol. Un rol puede definirse
como un estado o posición determinada en un contexto social que lleva asociados
determinados atributos y funciones, que se espera que cumpla en dicho contexto
(Hillier y Barrow, 2010), y se relaciona con rutinas o cursos de acción determinados,
así como con metas concretas que guían las acciones de la persona.

Las transiciones tienen un gran impacto psicológico porque implican cambios en


todos estos elementos: los roles de la persona, sus funciones, sus metas y sus rutinas
o cursos de acción. Es por ello que se trata de momentos de gran vulnerabilidad
psicológica y física, ya que suponen un incremento del riesgo de desarrollar
problemas emocionales (depresión y ansiedad) y conductuales, que pueden, a su vez,
facilitar un empeoramiento de la salud física de las personas mayores y funcionar
como «interruptores» de espirales descendientes hacia la enfermedad y
dependencia.
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Los roles que se espera que desempeñe una persona están marcados desde la cultura
y la sociedad y dependen enormemente de su edad concreta. Así, existe una «agenda
vital», basada en guiones culturales, que establece los roles (atributos y funciones)
que se esperan (y los que no se esperan) de las personas en función de la etapa vital
en la que se encuentran (Elder, Johnson y Crosnoe, 2003).

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Tema 4. Ideas clave
De hecho, el ciclo vital puede ser considerado como una sucesión de roles que debe
estudiarse como un todo de naturaleza «acumulativa» en el que, para entender de
forma adecuada una etapa concreta, debe atenderse a todo lo vivido anteriormente
y que le da sentido. A continuación, se presentan algunas características generales
importantes de las transiciones:

 Lo son en la medida en que la persona las vive como tales, esto es, la persona
experimenta un cambio de un estado a otro.
 Con frecuencia son esperables, pero a veces se producen de forma no esperada
(prejubilaciones inesperadas, enviudar siendo todavía joven y con hijos pequeños,
etc.).
 Pueden ser vividas como positivas (convertirse en abuelo alguien que deseaba
estrenar este rol, jubilación deseada, etc.), pero también como negativas
(convertirse en abuelo en circunstancias no deseadas, prejubilación no deseada,
etc.).
 Pueden ser deseadas o no deseadas.
 Pueden ser bruscas (se producen de repente) o graduales.
 Las transiciones esperadas, deseadas, graduales y vividas de forma positiva son
más fáciles de afrontar.
 Suelen implicar experiencia subjetiva de estrés, aunque sean vividas de forma
positiva.
 Suelen implicar un proceso de «duelo» por lo que se pierde y un «reajuste» a lo
nuevo que se gana.
 Se asocian a «eventos vitales» o sucesos notables, positivos o negativos, que
producen un cambio en las pautas vitales del individuo (Holmes y Masuda, 1974).
 Afectan a las personas de manera diferente, dependiendo de múltiples factores
de tipo psicológico (estrategias de afrontamiento), biológico (salud física) y social
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(red de apoyo social) (recuerda el modelo biopsicosocial). Disponer de recursos


personales y sociales efectivos ayuda a afrontar bien las transiciones.
 Se puede ayudar a las personas a adaptarse y afrontar mejor las transiciones
vitales.

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Tema 4. Ideas clave
Las transiciones en la vejez, como en cualquier edad, son desafiantes porque suelen
implicar multitud de cambios: de estado (físico, psicológico y/o social), de roles, del
entorno físico y/o social, de las relaciones personales y de las acciones y rutinas
cotidianas (Schumacher, Jones y Melais, 1999).

Los cambios generan estrés y amenazan la percepción de control y seguridad de la


persona, exigiendo un afrontamiento por su parte, el cual requiere recursos, energía
y habilidades para que sea efectivo. El impacto psicológico de las transiciones, sin
embargo, varía mucho de unas personas a otras, dependiendo de sus recursos de
afrontamiento de tipo psicológico (resiliencia), biológico (estado de salud física) y
social (apoyo familiar y social).

Veamos, pues, cuáles son los principales cambios o transiciones que aparecen en la
vejez. La siguiente figura incluye un esquema de las principales transiciones que
aparecen en esta etapa vital.

Figura 1. Principales transiciones que aparecen en la vejez.


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En el primer recurso disponible en la sección A fondo puedes profundizar en la


descripción de transición en la vejez, su conceptualización teórica y en aspectos
relacionados con la adaptación a estos cambios.

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Tema 4. Ideas clave
Transiciones en el contexto familiar

Las familias humanas, desde que se forman, pasan por diferentes fases. El cambio de
una fase a otra (transición) puede considerarse un evento vital que impacta a todo el
sistema familiar, ya que los roles deben ser renegociados, los valores reorientados,
el estatus o posición dentro del sistema cambia y la forma de satisfacer las
necesidades ha de ser reajustada para ser buscada a través de nuevos canales
(Framo, 1994).

El «nido vacío» o cuando los hijos se van de casa

El síndrome de nido vacío hace referencia a las experiencias emocionales negativas,


de tipo depresivo o ansioso, asociadas al momento en el que los hijos abandonan el
hogar para emanciparse. Parece que este síndrome afecta más a las mujeres, debido
a la gran importancia que el rol de madre presenta en las identidades de muchas de
ellas, especialmente en aquellas con actitudes más tradicionales (Harkins, 1978),
pertenecientes a sociedades más colectivistas.

Es en la población mayor china en la que parece haberse estudiado más este


síndrome, habiéndose encontrado asociado a síntomas y trastornos tanto de
ansiedad (Wang, Shu, Dong, Luo, Hao, 2013) como de depresión. Se ha encontrado
que la probabilidad de que la marcha de los hijos acabe generando el síndrome del
nido vacío depende de variables moderadoras, como la salud física de los padres y la
calidad de la relación entre padres e hijos (Mitchell y Lovegreen, 2009).

El hecho de que este síndrome afecte más a la mujer se explica también porque suele
coincidir con otro gran evento vital para ella: el climaterio o menopausia (pérdida de
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la capacidad reproductiva, asociada a juventud), que conlleva diferentes tipos de


síntomas, entre los que se encuentran las alteraciones en el estado de ánimo, en la
capacidad de concentración y memoria, en los patrones de sueño-vigilia, en el deseo
y en el disfrute sexual, entre otros.

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Tema 4. Ideas clave
Es entendible que las mujeres que nunca han trabajado fuera de casa y el único rol
en el que se han volcado realmente en sus vidas ha sido el de madre sean las más
vulnerables al síndrome del nido vacío, al vivirlo como una amenaza a su identidad
(Carmona, Martínez, Niño, Rodríguez, Sierra y Uribe, 2009). Sin embargo, la
investigación también indica que el cambio en el rol parental abre para bastantes
mujeres un período productivo y feliz, ya que ahora tienen tiempo para realizar otras
funciones distintas a las relacionadas con la maternidad (Owen, 2004).

Sotillo (en Carmona et al., 2009) considera la transición del nido vacío como un
momento de especial vulnerabilidad en la pareja: cuando los hijos se van, surge el
desafío de renegociar la relación de pareja, lo cual no suele ser tarea fácil.

La viudedad o la pérdida de la pareja

La muerte de la pareja es una de las pérdidas más frecuentes y dolorosas en la


población mayor. Es uno de los sucesos vitales que más favorecen la aparición de
problemas depresivos en este grupo (Bonanno, Wortman y Nesse, 2004). Esta
transición implica emociones dolorosas, como la tristeza y la soledad, así como la
necesidad de reajustar la propia vida (teniendo que asumir nuevas responsabilidades
que suponen tener que aprender algunas habilidades) y reconstruir el significado de
la misma (Neimeyer, Burke, Mackay y Stringer, 2010).

Si bien la mayor parte de las personas mayores acaba adaptándose a esta transición,
(Ott, Lueger, Kelber y Prigerson, 2007), algunas personas entran en un proceso
conocido con el nombre de «duelo complicado», que puede ser considerado como
un tipo de depresión (Zisook y Shear, 2009).
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Una adecuada adaptación a la pérdida de la pareja implica tener que reajustar las
áreas de valor y refuerzo de la persona, sus roles y, consecuentemente, sus cursos
de acción. Si esto no se realiza de forma adecuada, la persona puede experimentar
un bloqueo o desconexión de valores personales, una importante pérdida de
refuerzos y/o actividades gratificantes al servicio de valores significativos de la

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Tema 4. Ideas clave
persona y, en consecuencia, una pérdida del sentido o propósito vital (Chan, Kwok,
Leung, Yuen, Choy, y Leung, 2011; Currier, Neimeyer y Berman, 2008) que puede
conducirla a la depresión.

El proceso de convertirse en abuelo

La experiencia de convertirse en abuelo suele ser un evento vital importante para la


mayor parte de las personas de mediana edad y mayores. Esta experiencia varía
enormemente de unas personas a otras y está moldeada por múltiples factores: de
tipo sociodemográfico (edad, sexo, etc.), cultural (pertenencia a una cultura
concreta), educativo, socioeconómico (estatus laboral) y, por supuesto, familiar (la
relación con los hijos, la frecuencia de contacto con estos, la implicación de los
abuelos en la crianza, etc.) (Triadó y Osuna, 2005).

Los factores psicológicos o personales de los abuelos son también fundamentales


para entender la experiencia de la abuelidad. Entre estos, podemos destacar el deseo
(o ausencia del mismo) de implicarse en el cuidado del nieto, las creencias y valores
sobre la familia o la religión, el estilo de vida y la diversidad de valores/áreas de
refuerzo (participación social, frecuencia de actividades de ocio, de actividades
sociales con amigos, etc.).

Convertirse en abuelo supone crear una nueva relación con una persona que acaba
de llegar al mundo y establece un nuevo rol para la persona mayor en la familia, rol
que suele incluir funciones importantes de apoyo en la crianza y desarrollo del nuevo
miembro familiar.

Sin duda, se trata de una transición que puede ser muy positiva, ya que plantea a la
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persona todo un «nuevo mundo» por explorar, un área de valor fundamental que
puede ayudarle a seguir construyendo su identidad, manteniendo su autoestima y
haciéndole crecer psicológicamente. Además, ser abuelo suele ser fuente de
experiencias emocionales muy positivas (satisfacción, amor, ternura, etc.).

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Tema 4. Ideas clave
En nuestra sociedad actual, la importancia del papel de los abuelos como apoyo de
las familias, como colaboradores fundamentales del cuidado y crianza de los hijos, no
está suficientemente reconocida. No es exageración decir que muchas familias no
podrían mantenerse desde muchos puntos de vista (económico, psicológico, etc.) si
no fuera porque los abuelos están ahí, ejerciendo una labor necesaria, totalmente
productiva, si bien no remunerada.

En este sentido, la abuelidad también puede ser fuente de tensiones y conflictos para
la persona mayor, como ocurre cuando esta no expresa sus necesidades personales
(necesidad de tiempo libre) y no sabe poner límites a las demandas de sus hijos para
atender a los nietos. Esta situación conduce muchas veces a la sobrecarga, la culpa y
la ansiedad, especialmente en el caso de las mujeres (Triadó y Osuna, 2005).

Dada la importancia y el impacto emocional de la experiencia de la abuelidad, el


proceso de convertirse en abuelo debería realizarse de forma adaptativa y
cuidadosa, a través de una negociación entre las personas mayores y sus hijos en la
que ambas partes comunicaran de forma clara sus intereses y necesidades desde el
primer momento y llegaran a acuerdos satisfactorios para todos.

El cuidado de un familiar enfermo

Otra gran transición, que afecta a la mayoría de las familias de nuestras sociedades
longevas, es el proceso de cuidar a un familiar enfermo. Los procesos de enfermedad
crónica, especialmente la demencia, imponen limitaciones importantes a la
autonomía de muchas personas mayores, que pasan a necesitar de los cuidados de
sus familiares para vivir su día a día.
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La situación de cuidado de un familiar enfermo es una situación prototípica de estrés


crónico que genera altos niveles de malestar emocional en los cuidadores
principales, quienes, de cara a adaptarse, han de desplegar habilidades y estrategias
(aprendiéndolas, si carecen de ellas) que les permitan afrontarla de forma
satisfactoria y continuar así desarrollando sus vidas.

Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Ideas clave
Las cuidadoras principales suelen ser esposas o hijas de la persona enferma. En este
último caso, el estrés del cuidado se añade al estrés habitual que suele experimentar
una mujer de edad situada entre los 35 y 55 años, madre de familia y trabajadora en
nuestra sociedad actual. El cuidado de personas mayores con demencia se aborda en
temas posteriores, por lo que aquí no nos extenderemos más.

Otras transiciones importantes

Jubilación

La jubilación es el proceso de abandonar el rol laboral o, lo que es lo mismo, dejar de


trabajar de forma remunerada y reglada socialmente. Muchas personas mayores
viven la jubilación como el comienzo oficial de la vejez (Robertson, 2014). Para la
mayor parte de ellas, la jubilación es una transición esperada sobre la que se tiene
cierto grado de control, lo cual no quiere decir que no implique cierto grado de dolor
emocional por la pérdida de rol y de recursos que supone.

Además, a pesar de ser deseada, no es infrecuente que la jubilación vaya


acompañada de experiencias desagradables y no esperadas, como la falta de
agradecimiento o reconocimiento de la labor realizada por parte de la empresa, las
condiciones económicas resultantes, etc. Resulta especialmente difícil afrontar la
jubilación cuando esta no es deseada o sobreviene de forma inesperada, como ocurre
con las prejubilaciones en la mediana edad o las jubilaciones impuestas.

La jubilación es una fase de vulnerabilidad emocional para las personas y un factor


de riesgo para diversos problemas psicológicos, como la depresión, que será más
probable a medida que transcurre el tiempo después de haberse jubilado (Kim y
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Moen, 2002).

El significado emocional de la jubilación, sean cuales sean las circunstancias en las


que se produce, es enorme. Jubilarse implica perder el rol productivo de trabajador
remunerado, tan sobrevalorado en nuestras sociedades capitalistas occidentales y

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Tema 4. Ideas clave
tan asociado a refuerzos de tipo social (integración social, relaciones con los
compañeros…), económico (nómina a final de mes) y psicológico (autoestima,
satisfacción con uno mismo…).

El rol de trabajador es un pilar fundamental de la identidad y la autoestima de la


mayor parte de las personas en nuestras sociedades occidentales. Muchas personas,
al jubilarse, se dan cuenta de que su rol laboral era la base principal de su identidad
y que las actividades de ocio y recreacionales en las que se implica en esta nueva
etapa son solo sustitutos parciales que no le aportan en absoluto tanto significado
(Szinovacz y De Viney, 1999).

Dada su importancia, cuando se pierde este rol, resulta fundamental reemplazarlo


por unos nuevos que sean valorados socialmente y aporten significado a la persona.
En este sentido, la participación social y la implicación en actividades comunitarias o
de voluntariado, muy relacionadas con la generatividad o interés por el bienestar de
las generaciones de personas jóvenes, se presentan como objetivos muy interesantes
hacia los que puede apuntar la persona mayor jubilada.

Afortunadamente, la evolución de la sociedad y de la cultura sobre el envejecimiento


está permitiendo que, poco a poco, vayan vislumbrándose cada vez más
oportunidades para ejercer roles significativos tras la jubilación, como es el caso de
asociaciones de personas jubiladas que siguen «en activo» asesorando a
profesionales (SECOT [http://www.secot.org/]) o las oportunidades de voluntariado
para personas mayores.

Enfermedades crónicas
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Esta transición afecta a una gran cantidad de personas mayores, que ven limitada
en alguna medida sus vidas debido a enfermedades que, aunque no son mortales, no
tienen tratamiento, tales como la diabetes, la hipertensión, los problemas cardíacos,
las enfermedades pulmonares crónicas, los accidentes cerebrovasculares (y sus
consecuencias funcionales), la artritis, etc. En temas previos, ya vimos que el

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Tema 4. Ideas clave
aumento de la longevidad lleva asociado un incremento en la prevalencia de
problemas de salud crónicos en la vejez.

En la práctica totalidad de estas enfermedades, los factores psicológicos y


conductuales son elementos clave que están en la base, influyendo en su origen, su
mantenimiento y su progresión (intensidad de los síntomas y sus consecuencias
funcionales). Un ejemplo es el de las enfermedades cardiovasculares, ya que la mayor
parte de ellas están relacionadas con la obesidad o el sedentarismo (Vázquez, 2013).

La transición de un estado de salud bueno a un escenario de enfermedad crónica es


dura y desafiante. No en vano, suele traer consigo preocupaciones importantes
sobre el dolor, el sufrimiento, la limitación de la libertad y autonomía funcional e
incluso sobre la cercanía de la muerte. Pasar de uno a otro afecta profundamente a
múltiples áreas de la vida de la persona, tales como su autoconcepto, el significado,
la calidad de su vida o sus relaciones interpersonales.

Dada la importancia de los factores psicológicos implicados en el impacto emocional


de las enfermedades crónicas en la percepción y afrontamiento de las mismas por
parte de las personas mayores, resulta evidente la conveniencia del apoyo
psicológico para ayudar a estas personas. Así se realizaría un adecuado manejo de la
enfermedad (adherencia al tratamiento, gestión adecuada de las citas médicas y los
fármacos, mantenimiento de estilos de vida que favorezcan la salud, etc.) y se
maximizaría su calidad de vida, libertad y autonomía.

Cambios de domicilio

Ya hemos visto la importancia del control o dominio del entorno en la vejez. El


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propio domicilio es el entorno físico más cercano e importante para las personas
mayores y el lugar en el que la mayor parte de las personas quiere envejecer y acabar
sus días.

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Tema 4. Ideas clave
Asumiendo todo esto, no cabe duda de que los cambios de domicilio suponen un
evento vital de gran importancia para las personas, en general, y, para las personas
mayores, en particular. Cuando el cambio de casa es deseado y realizado de forma
libre y voluntaria, por motivos personales, esta transición no suele vivirse de forma
negativa. Sin embargo, cuando son motivos de salud, discapacidad y dependencia los
que motivan el cambio, o cuando este cambio no es fruto de una decisión libre de la
persona, sino que viene de alguna manera «impuesto» por los familiares, es probable
que este sea vivido con aversión por la persona mayor.

El apego al «hogar» se relaciona con las importantes experiencias subjetivas de


familia y cotidianidad y con los roles familiares desempeñados durante gran parte de
la vida (esposa/esposo, madre/padre), así como con la percepción de seguridad y
orden que surge del desarrollo de rutinas y rituales que implican el uso repetido del
mismo.

El cambio de hogar supone la necesidad de adaptarse a un nuevo entorno y crear


nuevas relaciones, nuevos puntos de referencia y nuevas rutinas. Esto implica
esfuerzo y recursos cognitivos y físicos, los cuales a veces se encuentran limitados en
el caso de algunas personas mayores (por ejemplo, las que presentan deterioro
cognitivo).

El éxito de la adaptación al nuevo entorno dependerá, como ocurre en todas las


transiciones, de los factores biológicos y psicológicos de la persona (salud, capacidad
funcional, estado cognitivo, estrategias de afrontamiento, personalidad, habilidades
sociales, etc.) y de factores del entorno físico («amigabilidad» del entorno, presencia
o no de barreras para la movilidad, grado de estimulación disponible, etc.) y social
(apoyo de la familia, presencia de personas conocidas en el nuevo entorno,
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oportunidades de participación social y para crear red social, etc.).

A pesar de la importancia de este evento, sus efectos sobre la salud psicológica de la


persona mayor han sido muy poco investigados (Lindley y Wallace, 2015). Se ha
trabajado más en la línea de potenciar el «envejecer en casa» desarrollando medios,

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Tema 4. Ideas clave
recursos (por ejemplo, tecnológicos) y fórmulas nuevas de alojamiento (casas más
pequeñas, viviendas supervisadas, etc.) que permitan a la persona mayor
permanecer el máximo tiempo posible en su domicilio. Sin duda, esta es un área que
necesita un mayor desarrollo si se quiere hacer realmente posible la existencia de
alternativas de alojamiento diferentes a las tan «temidas» residencias.

Además, dado el imparable envejecimiento de la población, la progresiva tendencia


de las personas mayores a modos de vida más independientes y la también
progresiva reducción de la disponibilidad de cuidados familiares (menor número de
hijos o aumento de personas mayores sin descendencia), cada vez hay más personas
mayores viviendo solas con necesidad de ayuda en alguna actividad cotidiana básica
o instrumental (Rodríguez, 2011).

Esta situación convierte en una «urgencia social» trabajar intensamente en la línea


de diseñar y hacer disponibles fórmulas de alojamiento que permitan ese equilibrio
entre la percepción de hogar y la atención y cuidado necesarios para cada persona.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (en
Rodríguez, 2011) alerta de que una consecuencia de estos cambios demográficos es
que se va a disparar la demanda de servicios de larga duración, lo cual exige una
adecuada planificación de los mismos (modelos, recursos de personal, prestaciones,
financiación, etc.).

El término housing hace referencia al movimiento de reflexión, diseño e


investigación dirigido a facilitar fórmulas de alojamiento para que las personas
mayores puedan seguir viviendo durante toda su vida integradas en su entorno, lo
cual garantiza el mantenimiento del control sobre sus propias vidas, la autonomía y
la toma de decisiones en el día a día.
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Siguiendo a Pilar Rodríguez (2011), existe evidencia de que:

 Las fórmulas de atención basadas en el domicilio y en el entorno (viviendas


tuteladas, supervisadas o con servicios) evitan institucionalizaciones innecesarias,

Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Ideas clave
incrementan la calidad de vida y el bienestar psicológico de las personas y,
además, son rentables económicamente (Mansell, Knapp, Beadle-Brown y
Beecham, 2007; Wieland, Boland, Baskins y Kinosian, 2010).
 Los productos de apoyo y asistencia basados en las tecnologías de la información
y la comunicación son realmente útiles y eficaces (Lansley, McCreadie y Tinker,
2004; Poveda, 2009).
 La atención comunitaria, incluidas las viviendas con servicios, resulta más eficiente
en términos de costes-beneficios que las residencias (Felce y Emerson, 2005;
Grabowski, 2006). Seguir trabajando en diseñar, perfeccionar y hacer realmente
disponibles y accesibles estas nuevas fórmulas de alojamiento es una línea de
actuación prioritaria en la actualidad en nuestras sociedades «envejecientes».

Ingreso en residencia

Cuando el cambio de domicilio implica el ingreso en una residencia, la probabilidad


de vivir esta transición con rechazo es bastante elevada, dado que, como hemos
comentado, la preferencia de la mayor parte de las personas es envejecer en sus
domicilios. Los nuevos modelos residenciales centrados en la persona, en los que
cobran una importancia esencial los elementos de continuidad con el hogar,
representan una promesa de futuro realmente esperanzadora. Y es que pueden
facilitar enormemente la adaptación de las personas a las residencias cuando el
ingreso en estas es finalmente la opción disponible. En el tema «Evaluación e
intervención psicológica en residencias de personas mayores» podrás conocer mucho
más sobre la intervención psicológica en contextos residenciales.
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Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Ideas clave
4.3. Estrategias terapéuticas para potenciar la
adaptación a los cambios y transiciones

Los profesionales de la atención psicológica podemos hacer mucho para ayudar a las
personas mayores a adaptarse y gestionar bien los cambios y transiciones vitales que
les toca vivir.

La primera línea de actuación es la prevención. Con anterioridad a las transiciones,


los psicólogos podemos ayudar a anticiparlas y prepararlas. En este sentido,
podemos facilitar que conozcan cuáles son y sean conscientes de cómo sus valores y
actitudes hacia los diferentes aspectos de su vida (por ejemplo, su trabajo), y la
importancia que dan a cada uno de ellos, van a moldear su capacidad de adaptación
a los cambios.

Aunque la preparación material, económica o financiera de la vejez es algo que


muchas personas suelen hacer, la preparación psicológica es mucho menos habitual.
Ayudar a las personas en este sentido es una línea de actuación psicológica
fundamental que debería ser potenciada desde las instituciones políticas, sanitarias,
comunitarias y sociales.

Concretamente, se debería transmitir con mayor claridad el mensaje de que


prepararse psicológicamente para los cambios y transiciones es fundamental, así
como fomentar la psicoeducación, el consejo psicológico o incluso el entrenamiento
de habilidades de afrontamiento de las transiciones desde los diferentes ámbitos de
atención social y sanitaria a las personas de cualquier edad.
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Obviamente, la necesidad de estas intervenciones se hace más explícita en el


momento de la transición, en el que la sociedad debería ser capaz de ofrecer a las
personas (en centros sanitarios, sociales y comunitarios) mayores apoyos, recursos y
consejo psicológico para manejar bien los cambios implicados en ella.

Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Ideas clave
Un aspecto fundamental para prevenir las desadaptaciones o los impactos
psicológicos negativos de las transiciones es trabajar con las personas la conveniencia
de mantener a lo largo de toda su vida una rica diversidad de valores o áreas de
refuerzo que les indiquen las direcciones significativas por las que encaminar sus
acciones.

En otras palabras y, empleando la metáfora de la vida como un jardín (Hayes,


Strosahl y Wilson, 1999), si la vida es un jardín y nuestros valores o áreas que
valoramos (relaciones, roles, actividades, etc.) son plantas que cada uno debemos
cuidar, la clave está en tener diversidad de plantas hermosas y regarlas todas (en la
medida de nuestras posibilidades) a lo largo de todo el ciclo vital. De este modo,
aunque las transiciones de la vejez, que implican pérdidas, afecten negativamente al
mantenimiento de alguna de estas plantas del jardín (valores y metas que ya no son
realistas), siempre tendremos otras plantas que nos importan y cuyo cuidado llena
de significado nuestras vidas.

Se trata, pues, de maximizar las fuentes de propósito o significado en nuestras vidas


desde que nos convertimos en adultos. Si bien la cultura y el momento histórico en
el que se socializaron muchos de nuestros mayores no facilitó en absoluto el cultivo
de esta riqueza y diversidad de roles a lo largo del ciclo vital, las condiciones son
mucho mejores para las nuevas generaciones.

El mantenimiento de los valores personales y las acciones comprometidas con ellos


son un buen ejemplo de los denominados factores de «continuidad», elementos que
deben potenciarse de cara a favorecer la adaptación a las transiciones porque
forman parte de la vida habitual de la persona desde antes y continuarán haciéndolo
tras el cambio, amortiguando el impacto negativo de las transiciones sobre la
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identidad y el autoconcepto de las personas mayores (Osborne, 2012).

Es evidente que tener metas vitales o planes que se mantengan tras las transiciones
(o que, incluso, requieran de ellas para ser realizados) es un factor protector del
impacto negativo de las mismas (Robertson, 2014). Esto se ve bien en el caso de la

Intervención Psicológica en Tercera Edad


21
Tema 4. Ideas clave
jubilación: tener planes para llevar a cabo cuando uno se jubile («por fin podré hacer
el viaje a los fiordos noruegos que llevo anhelando toda mi vida») es un elemento
que facilita la adaptación a esta transición.

Muchas personas mayores presentan adecuadas estrategias de afrontamiento para


manejar las transiciones vitales importantes que implican cambios en roles o en áreas
de valor importantes. En este sentido, como ya hemos visto, resultan fundamentales
las siguientes estrategias:

 Estrategias de búsqueda y mantenimiento de metas personales que marquen los


cursos de acción que aportan significado y propósito a la vida de la persona. La
persona que emplea esta estrategia, durante y tras la transición, mantiene activas
metas personales importantes o las busca de forma proactiva.
 Estrategias de desenganche de metas poco realistas y sustitución por nuevas
metas o valores. El «vacío» que dejan las pérdidas inherentes a muchas
transiciones en la vejez debe ser rellenado con nuevos horizontes, esto es, con
nuevas metas o valores redefinidos que sigan llenando de significado la vida de la
persona.

Veamos estas estrategias con un ejemplo: tras la jubilación, uno de los valores
principales de Eduardo (mejorar cada día como profesional en su ámbito de trabajo)
ya no puede mantenerse «tal cual», puesto que ya no trabaja. Eduardo podría
quedarse bloqueado en esta pérdida y no buscar otras metas o valores que puedan
aportarle significado y satisfacción. Esto es probable que ocurra si Eduardo ha basado
su autoestima durante toda su vida de forma fundamental y casi exclusiva en su rol
laboral, como es el caso de muchos hombres.
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Sin embargo, Eduardo podría optar por la opción saludable: buscar nuevos horizontes
de acción, metas nuevas que permitan satisfacer su necesidad de sentirse útil,
valorado y orgulloso de lo que hace. El rol laboral productivo debe dejar paso a
nuevos roles, como el de voluntario, asesor en asociaciones profesionales o abuelo
activo.

Intervención Psicológica en Tercera Edad


22
Tema 4. Ideas clave
Este ajuste flexible de metas y valores ante los cambios y transiciones que tienen
lugar desde la mediana edad es un proceso fundamental que debe realizarse para
adaptarse de forma satisfactoria a estos. Siguiendo a Schumacher, Jones, y Meleis,
(1999), otros procesos importantes que la persona mayor ha de realizar para
adaptarse de forma efectiva a las transiciones vitales, algunos de ellos claramente
relacionados con este ajuste de metas y valores, son los siguientes:

 Abrirse a descubrir nuevas fuentes de significado o resignificar áreas y elementos


de la vida (dar más valor a determinadas actividades).
 Ajustar las expectativas sobre uno mismo, los demás, el mundo o el futuro, de
cara a ser realistas y maximizar las posibilidades de alcanzar las metas deseadas.
 Reestructurar las rutinas y actividades cotidianas de modo que la persona
recupere la sensación de que su vida es controlable y predecible.
 Mantener todos los elementos posibles de continuidad con su vida anterior al
cambio, esto es, todos los factores que facilitan la estabilidad o permanencia de la
identidad, las relaciones sociales o el entorno.
 Abrirse a crecer psicológicamente, aprender nuevos roles, nuevas habilidades y
ampliar la sabiduría sobre la vida.

En el siguiente vídeo, Ayudando a las personas mayores en transición, se ahondará


en las estrategias, herramientas y procedimientos psicológicos y sociales que pueden
ayudar a las personas mayores a adaptarse a las crisis vitales de forma exitosa y evitar
así caer en espirales negativas de depresión que faciliten la aparición de la
enfermedad y la dependencia. Esto se ilustrará con casos prácticos concretos.

.
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Todos estos procesos pueden y, de hecho, deberían ser facilitados o potenciados por
parte de los profesionales de atención psicológica de las instituciones sanitarias y
sociales.

Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Ideas clave
La complejidad y dificultad del proceso de adaptarse a una transición vital hace
probable que dicho proceso requiera de cierto tiempo (su duración concreta
depende de cada persona y sus circunstancias) y paciencia. En este sentido, se debe
normalizar el sufrimiento inherente a muchas de estas transiciones, validar las
emociones de ansiedad, tristeza o desesperanza de la persona mayor en las primeras
fases y transmitirles la idea de que se trata de un proceso lento («las cosas de palacio
van despacio») y que no deben tener prisa para adaptarse al cambio.

Analizar el entorno familiar y los recursos de apoyo emocional y ayudar a la persona


mayor a aprovecharlos de forma adecuada es también fundamental para potenciar
la adaptación a las transiciones en esta etapa de la vida. En este sentido, la
comunicación con sus familiares, la expresión de emociones y la búsqueda de apoyo
emocional cuando se necesite son habilidades que pueden ser entrenadas o
potenciadas para facilitar esta adaptación. La idea es ayudar a la persona mayor a
que busque todos los recursos sociales y de otros tipos (sanitarios, comunitarios, etc.)
posibles en su entorno y se apoye en ellos para minimizar el impacto de la transición.

En el segundo recurso disponible en la sección A fondo se describen algunas


iniciativas de intervención para ayudar a realizar un afrontamiento adaptativo a las
transiciones que ocurren en la vejez.

Finalmente, cuando los efectos negativos de las transiciones han aparecido, las
terapias psicológicas que han demostrado su eficacia con personas mayores y que
fueron revisadas en temas previos (por ejemplo, en el tema «Habilidades
terapéuticas para la evaluación y la intervención con personas mayores») son una
opción adecuada.
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Resultan particularmente interesantes para ayudar a la persona mayor a adaptarse a


los cambios vitales, reajustando de forma flexible sus valores y metas (por ejemplo,
a través de reestructuración cognitiva, experimentos conductuales…) y los modelos
terapéuticos como la teoría contextual del desarrollo adulto para adaptar la
psicoterapia a personas mayores, CALTAP (Knight y Pachana, 2015), y la terapia

Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Ideas clave
cognitivo-conductual aumentada y apropiada a la edad para potenciar la eficacia
del tratamiento con personas mayores (Age Appropriate Augmented CBT for
Enhancing Treatment with Older People) (Laidlaw y Kishita, 2015) .

4.4. Referencias bibliográficas

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Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Ideas clave
Resolución del caso clínico
Resolución del caso clínico

Respecto a las descripciones de los casos planteados, atendiendo a la información


que desarrollan:

¿Qué características e implicaciones tendrían en común las situaciones que se


describen en ambos casos?

En primer lugar, a nivel general se puede indicar que ambas situaciones tendrían
como aspecto en común que son transiciones o cambios vitales que se suelen
producir en el envejecimiento. Aunque se trata de situaciones diferentes (jubilación
en el primer caso y llegada de un nieto en el segundo) ambas implican un cambio de
rol, concepto central de en las transiciones. Este cambio de rol implica modificaciones
en las funciones, rutinas, metas, etc., tanto de Antonio que deja de realizar una
actividad laboral reforzante junto a la modificación de sus condiciones económicas,
como de Amparo, que asume una implicación activa en el cuidado del nuevo
miembro familiar dejando de realizar otras actividades reforzantes de ocio con su
grupo de amigas.

En la descripción de estas situaciones se pueden observar diferentes características


generales de las transiciones como pueden ser que:

 La transición (y el cambio de rol que implican) se asocia con un evento vital que
produce cambios en las pautas de la persona (jubilación y llegada de un nieto).
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 El proceso de perdida (en este caso de funciones, rutinas, etc. laborales de


Antonio y de ocio para dedicarse al cuidado en el caso de Amparo) y de reajuste
que se produce ante las mismas.

Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. A fondo
 El cierto nivel de estrés que pueden implicar (aunque sean deseadas o no, y vividas
como positivas o negativas, aspectos que pueden inferirse de la breve descripción
proporcionada en ambos casos).
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Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. A fondo
A fondo
Transición en la vejez

Schumacher, K. L., Jones, P. S. y Meleis, A. I. (1999). Helping elderly persons in transition:


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https://repository.upenn.edu/cgi/viewcontent.cgi?referer=&httpsredir=1&article=1009
&context=nrs

En este artículo se analiza el concepto de transición en la vejez, se ofrece un modelo


teórico para conceptualizarla y se dan pistas muy interesantes para ayudar a las
personas mayores que se enfrentan a procesos de cambio importantes. Aunque está
escrito desde un enfoque enmarcado en la enfermería, ofrece reflexiones y
sugerencias de interés psicológico enormemente interesantes para la persona que
quiera aprender cómo ayudar a las personas mayores a gestionar bien estos cambios.

Transitions in later life

Robertson, G. J. (2014). Transitions in later life. Scoping research. Reino Unido: Calouste
Gulbenkian Foundation. Recuperado de https://content.gulbenkian.pt/wp-
content/uploads/sites/18/2014/06/01175327/Scoping-Research-Guy-redesigned.pdf

En este documento se presenta una revisión de la literatura empírica sobre las


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transiciones en la mediana edad y, especialmente, en la vejez, describiendo las


principales y aportando datos en relación con ellas. Además, se describen algunas
iniciativas de intervención dirigidas a ayudar a las personas a afrontar de forma
adaptativa los cambios en esta etapa, ofreciendo datos sobre la eficacia de algunas
de ellas. Es una reflexión completa y profunda que ofrece pistas importantes al

Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. A fondo
profesional interesado en conocer cómo ayudar a las personas mayores a gestionar
mejor los grandes desafíos que suponen las transiciones en el envejecimiento.
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Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. A fondo
Test
1. Según lo visto en este tema, ¿qué concepto básico que cambia en las transiciones
está en la base de su impacto psicológico?
A. Roles.
B. Autoconcepto.
C. Afrontamiento.
D. Emoción.

2. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones sobre las transiciones vitales es falsa?


A. Las transiciones marcan momentos de vulnerabilidad psicológica.
B. Las transiciones suelen ser vividas de forma negativa porque siempre
suponen estrés para la persona.
C. Exigen de la persona un importante esfuerzo de afrontamiento y adaptación.
D. Las transiciones pueden ser bruscas o graduales.

3. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones sobre las transiciones vitales es falsa?


A. Suelen implicar cierto «duelo» por lo que se pierde.
B. Se asocian a «eventos vitales» o «sucesos notables» para la persona.
C. Las transiciones vitales pueden ser deseadas o no deseadas.
D. Las principales transiciones afectan de un modo muy parecido a la mayor
parte de las personas mayores.
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Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Test
4. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones sobre la transición del «nido vacío» es falsa?
A. Suele afectar más a las madres que a los padres.
B. Afecta por igual a madres y padres.
C. Supone un momento de especial vulnerabilidad en la pareja.
D. En algunos trabajos esta transición abre las puertas a un periodo productivo
y feliz para muchas mujeres.

5. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones sobre la transición de la «abuelidad» es falsa?


Convertirse en abuelo:
A. Se considera siempre como una transición positiva, ya que los cambios que
genera son agradables y satisfactorios para la mayor parte de las personas.
B. Puede ser fuente de experiencias negativas y conflictos.
C. Es un proceso que debe ser negociado entre las partes (los abuelos y sus
hijos) desde el principio, de cara a minimizar las tensiones.
D. Los factores psicológicos de los abuelos son fundamentales para entender la
experiencia de abuelidad.

6. ¿Cuál de las siguientes no ha sido comentada en este tema como una estrategia
adecuada para afrontar de forma adaptativa las enfermedades crónicas?
A. Adherirse al tratamiento.
B. Mantener la actividad y autonomía al máximo.
C. Estrategias centradas en la emoción, como analizar las emociones negativas
que causan la enfermedad para comprenderlas mejor.
D. Gestión adecuada de las citas médicas y fármacos que se consumen.

7. La metáfora de la vida como un jardín puede resultar útil para trabajar:


A. La diversificación y amplitud de roles, metas vitales y valores.
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B. La preparación psicológica para las transiciones.


C. La psicoeducación sobre las transiciones y sus efectos psicológicos.
D. Únicamente las transiciones no relacionadas con el contexto familiar.

Intervención Psicológica en Tercera Edad


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Tema 4. Test
8. Desde que se prejubiló, Salvador tiene la costumbre de reunirse a comer con sus
compañeros de oficina (todavía en activo) una vez al mes en el restaurante de
siempre. En este comportamiento de Salvador podemos ver un mecanismo de:
A. Compensación.
B. Continuidad.
C. Resistencia al cambio.
D. Pérdida.

9. Trabajando con Lucía en la metáfora de su vida como un jardín, nos comenta, con
mucho dolor, que la muerte de su hermano la obliga a arrancar de su jardín una
de las plantas más bonitas. Después de reestructurar esta idea y buscar
alternativas, Lucía acaba diciendo: «Bueno, ahora mi hermano no es esa planta
joven y vigorosa que necesitaba riego por mi parte todos los días, ahora es un
sauce llorón hermoso y añejo, bajo cuya sombra me puedo sentar a leer cuando
quiero recordarle». Con estas palabras, Lucía demuestra que ha aplicado una
estrategia de:
A. Resignificación de un valor.
B. Continuidad.
C. Búsqueda de un nuevo valor.
D. Resistencia al cambio.

10. El housing representa un movimiento dirigido fundamentalmente a:


A. Mejorar la calidad de las residencias para personas mayores, centrándolas
más en la persona.
B. Facilitar el envejecimiento «en casa».
C. Potenciar el uso de nuevas tecnologías en el hogar.
D. Intervenir con cuidadores de familiares enfermos.
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Tema 4. Test

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