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Práctica Reflexiva Resúmen
Práctica Reflexiva Resúmen
El problema del sándwich empezó cuando un chico llamado Pete lanzó el grito: —¿Alguien
quiere un sándwich de salchicha? —¿Tas bromeando? Tu mamá te debe odiar por regalar
tus sándwiches así. Pete le arrojó al crítico Andy la bolsa de papel con el sándwich… que
aterrizó en el piso entre el pizarrón y el pupitre de Andy… Yo salí de detrás de mi escritorio
y proferí el primer sonido de mi carrera docente: —Oye. Cuatro años de educación superior
en la Universidad de Nueva York y lo único que se me ocurría era “Oye”... Los docentes de
educación de la Universidad de Nueva York nunca habían hablado sobre cómo manejar
sándwiches voladores. Hablaban sobre teorías y filosofías de la educación, sobre
imperativos morales y éticos, sobre la necesidad de tratar con el niño como un todo, la
Gestalt, si se me permite, los requerimientos del niño, pero nunca sobre momentos críticos
dentro del aula… (McCourt, 2005: 26)
Este es el relato de un profesor novel en su primer día de clase, en una escuela secundaria,
durante su primer encuentro con sus estudiantes, atravesado por un incidente crítico. En
esa escena el profesor aborda una de las cuestiones que se discuten en el campo de la
formación profesional: la relación entre la teoría y la práctica. Schön (1997) ha Práctica
REFLEXIVA nuevaversion.indd 15 9/11/17 11:20 AM 16 contribuido a este debate,
aportando el concepto de “zona de incertidumbre”. En el marco de procesos guiados por lo
que se denomina racionalidad técnica, los profesionales abordan y solucionan de un modo
riguroso los problemas instrumentales, valiéndose de los medios adecuados para tal fin.
Pero la falta de una organización y estructuración de la actividad profesional se evidencia
cuando surgen dificultades en la propia práctica, zonas indeterminadas, grises, con
ausencia de criterios de ejecución y de métodos para lograrlos, lo cual provoca un alto
grado de incertidumbre que no encuentra respuestas en la racionalidad técnica mediante la
aplicación de teorías o técnicas aprendidas en la formación profesional.
Schön parte de la base de que una porción importante de nuestro conocimiento
cotidiano es tácita e implícita. La reflexión sobre el conocimiento en la acción suele
comenzar cuando se produce algo que trastorna o que es complicado en apariencia, y el
individuo trata de explicárselo, a sí mismo o a otros. Desde su perspectiva, los profesionales
construyen repertorios de ejemplos, imágenes, conocimientos y acciones, que utilizan para
centrar y enmarcar el problema que tienen entre manos” (1997).
Tejedores e hilos 4. Reflexión y práctica reflexiva: Proponemos realizar un recorrido que explicite la
relación entre reflexión y práctica reflexiva. Consideramos necesario caracterizar lo que denominamos reflexión
y diferenciarla de la práctica reflexiva. En principio, diremos que el término reflexión es una metáfora que
encierra una condición, la diferencia específica, antigua y prestigiosa con que los griegos determinaban la
naturaleza del hombre como animal racional: … Cuando experimentamos algo, actuamos sobre ello; después
sufrimos o padecemos las consecuencias (…). La experiencia no es, primariamente, un acto cognoscitivo… El
pensamiento o la reflexión es el discernimiento de la relación que existe entre lo que tratamos de hacer y lo que
ocurre como consecuencia. Ninguna experiencia con sentido es posible sin algún elemento de pensamiento (…).
El pensar es un proceso de indagación, de observar las cosas… (Dewey, 1933: 171). Este autor plantea que es
necesario considerar la reflexión como un proceso cognitivo activo e intencional que incluye creencias y
conocimientos. Estas creencias constituyen una certidumbre aceptada, en la cual se confía. La reflexión
comienza ante la aparición de una duda, al formularnos preguntas. A partir de entonces es necesario encontrar
un camino, diseñar algún plan para salir de la incertidumbre, convocar a los conocimientos y las experiencias
anteriores y proceder a su Práctica REFLEXIVA nuevaversion.indd 21 9/11/17 11:20 AM 22 crítica, para hallar
fundamentos teóricos sólidos, revisar y ampliar la observación de los datos, así como bucear en la memoria,
para encontrar circunstancias análogas que ayuden a replantear el problema. La actividad reflexiva consiste, de
este modo, en un proceso de inferencia, donde se produce “un salto de lo conocido a lo desconocido”. Luego de
un examen de los términos y de las condiciones que disparan los interrogantes, se expande la esfera del saber,
para alcanzar un nuevo nivel de conocimiento y seguridad. De manera general se puede decir que la demanda
de solución a una perplejidad es el factor constante que guía el proceso entero de reflexión, y que la meta final
es la resolución racional de un problema, pasando de la duda a la certeza, o bien, a lo más cercano posible a la
certeza. Tomamos además los aportes de Perrenoud (2004: 50), quien retoma las ideas de Dewey y propone
una práctica reflexiva profunda y sistemática, plantea que aprender a “… reflexionar sobre la propia práctica
también significa reflexionar sobre la propia historia, el habitus, la familia, la cultura, los gustos y aversiones, la
relación con los demás, las angustias y las obsesiones…”. Pero además, continúa Perrenoud, la reflexión será
más elaborada, crítica y con mayor capacidad de generar cambios en las acciones de los profesionales si son
capaces de mirar sus prácticas a la luz de lecturas y marcos de referencia teóricos que les permitan enriquecer
sus hipótesis de trabajo, fundamentarlas y volver a probar sus estrategias de acción en nuevas situaciones.
¿Con cuánta conciencia, el sujeto que reflexiona toma en cuenta las creencias o los valores políticos, culturales
e históricos puestos en juego a la hora de formular o reformular los problemas de la práctica cuyas soluciones
está buscando? Liston y Zeichner (1991) afirman que, en el campo de la enseñanza, por ejemplo, no podemos
hablar de reflexión si el profesor no se pregunta alguna vez por los valores que guían su trabajo, el contexto en
el que lo hace y las presunciones y supuestos con los que trabaja. La acción reflexiva supone una consideración
activa, sistemática y cuidadosa de las creencias y prácticas a la luz de los fundamentos que la sostienen y de las
consecuencias a las que conduce. Según Dewey, la acción reflexiva constituye un proceso más amplio que el de
la solución racional de problemas y no un conjunto de procedimientos que deba seguirse. Tal como
presentamos en trabajos anteriores (Anijovich y otros, 2009), es necesario consignar que la reflexión es opaca,
no visible y que el uso de dispositivos ayuda a hacerla emerger. Sin embargo, nos seguimos preguntando
acerca de cómo ocurre. Su naturaleza misma implica complejidad. Este interrogante nos acompaña durante el
presente trabajo. La reflexión es un proceso que necesita tiempo para ser explícita, consciente y para
constituirse como práctica; es individual y al mismo tiempo colectiva, acontece en un contexto institucional,
social y político. Y, además, como señalamos, su aspecto opaco requiere de dispositivos para poner en palabras
y traducir las ideas. Entonces, entendemos la práctica reflexiva más allá de una reflexión sobre la práctica. De
acuerdo con Domingo Roget (2013: 144): “… la práctica reflexiva refiere a la actividad de pensamiento
aprendida que requiere de un análisis metódico, regular, instrumentado, sereno y efectivo (…) que se adquiere
con un entrenamiento voluntario e intensivo…”. Esta práctica implica el involucramiento de la persona que
observa críticamente; define objetivos; acepta desafíos; tiene en cuenta creencias, conocimientos, opiniones y
reconoce el valor del entramado de significados que cada sujeto construye sobre sus prácticas. No se trata de
una práctica en términos de aplicación de la teoría, sino de un escenario dinámico, complejo, con interacciones
variadas, donde valoramos poder distinguir entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.