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DERECHO TRIBUTARIO: EL IMPUESTO A LAS GANANCIAS Y LOS JUECES

INTRODUCCION
El trabajo tiene como eje central el análisis de uno de los tributos más nombrados y cuestionados
en la actualidad en la Argentina: el Impuesto a las Ganancias y la relación con los jueces . Antes
de plantearnos su incidencia actual, vamos a hacer una breve introducción a la temática planteada
y sus orígenes.
¿Qué son los Impuestos a las Ganancias? El impuesto a las ganancias en Argentina es un tributo
en el que personas físicas y empresas pagan al Estado en función de los ingresos que declaren
haber tenido en el curso del año. Este gravamen fue implantado por la ley 20.628, con vigencia a
partir del 1º de enero de 1974, que sustituyó el impuesto a los réditos (ley 11.682); al impuesto a
las ganancias eventuales, y al impuesto sobre la venta de valores mobiliarios (art. 105, ley
11.682). El impuesto a las ganancias es directo, progresivo y personal . Es directo porque es
pagado por el sujeto pasivo que determina la ley; la progresividad consiste en que mientras
aumenta la base del impuesto se aplica una alícuota creciente. Esta última característica está
dirigida a mejorar la equidad, ya que hace pagar un monto mayor (absoluto y relativo a cada
ingreso) a quienes más tienen y además, al ser un impuesto global y personal, permite tener en
cuenta la capacidad para tributar de cada contribuyente. Es personal, porque este tipo de
impuesto tiene en cuenta especiales situaciones subjetivas del contribuyente( por ejemplo el
origen de la renta y cargas de familia); pero , no es así en forma absoluta, ya que existe una
imposición proporcional de carácter real en cuanto a ciertos contribuyentes (las sociedades de
capital) y en determinados casos de retención a fuente a título definitivo. Respecto al ámbito de
aplicación, según el artículo 1 de la Ley de Impuesto a las Ganancias, los sujetos (de existencia
visible o ideal) residentes en el país tributan sobre la totalidad de sus ganancias obtenidas en el
país o en el exterior. Los no residentes lo hacen exclusivamente sobre sus ganancias de fuente
argentina. El art. 2º de la Ley 20.628 (t.o. 1997 y modificaciones) establece qué conceptos son
considerados ganancias (más allá de la categoría): 1) Los rendimientos, rentas o enriquecimientos
susceptibles de una periodicidad que implique la permanencia de la fuente que los produce y su
habilitación; 2) Los rendimientos, rentas, beneficios o enriquecimientos que cumplan o no las
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condiciones del apartado anterior, obtenidos por los responsables de sociedades de capital y
demás sociedades o de empresas o explotaciones unipersonales; 3) Los resultados provenientes
de la enajenación de bienes muebles amortizables, acciones, cuotas y participaciones sociales,
títulos, bonos y demás valores, cualquiera fuera el sujeto que las obtenga. La ley impositiva
utiliza los vocablos “ganancias”, “rentas”, “rendimientos” y “enriquecimientos” como si fueran
sinónimos, y la mención de cualquiera de ellos implicará que estamos en presencia de un
resultado positivo derivado de operaciones de un contribuyente en determinado período.

También la ley opta por categorizar en cuatro categorías a estos impuestos:


a) GANANCIAS DE LA PRIMERA CATEGORÍA: Constituyen ganancias de la primera
categoría las producidas en dinero o en especie de la locación de inmuebles urbanos y rurales; las
contraprestaciones obtenidas por la constitución en favor de terceros de los derechos reales de
usufructo, uso, habitación y anticresis; el valor de las mejoras introducidas en los inmuebles por
los arrendatarios o inquilinos que constituyan un beneficio para el propietario y en la parte que
éste no esté obligado a indemnizar; la contribución directa o territorial y otros gravámenes que el
inquilino o arrendatario haya tomado a su cargo; el importe abonado por los inquilinos o
arrendatarios por el uso de muebles y otros accesorios o servicios que suministre el propietario; el
valor locativo computable por los inmuebles que sus propietarios ocupen para recreo, veraneo u
otros fines semejantes, y el valor locativo o arrendamiento presunto de inmuebles cedidos
gratuitamente o a un precio no determinado (art. 41).
Asimismo, se incluye el valor locativo por los inmuebles situados en el exterior que sus
propietarios residentes en el país destinen a vivienda permanente, manteniéndolos habilitados
para brindarles alojamiento en todo tiempo y de manera continuada (art. 139).
En conclusión, se incluyen las rentas reales o presuntas derivadas de los inmuebles ubicados en el
país y en el exterior, siempre que tales rentas no estén incluidas en la tercera categoría.

b) GANANCIAS DE LA SEGUNDA CATEGORÍA. Son las ganancias que derivan del producto
de capitales o derechos no explotados directamente por el propietario, sino colocados o cedidos y,
en consecuencia, donde la actividad del propietario es nula o casi nula.El art. 45 de la ley,
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enumera las ganancias consideradas de segunda categoría, de las que transcribimos las siguientes:
"La renta de títulos, cédulas, bonos, letras de tesorería, debentures, cauciones o créditos en dinero
o valores privilegiados o quirografarios, consten o no en escritura pública, y toda suma que sea el
producto de la colocación del capital, cualquiera sea su denominación o forma de pago; los
beneficios de la locación de cosas muebles y derechos, las regalías y los subsidios periódicos; las
rentas vitalicias y las ganancias o participaciones en seguros sobre la vida, los ingresos que en
forma de uno o más pagos se perciban por la transferencia definitiva de derechos de llave,
marcas, patentes de invención, regalías y similares, aun cuando no se efectúen habitualmente esta
clase de operaciones". Resumiendo, se comprenden en general las rentas de capitales; siempre
que no integren la tercera categoría.
C) GANANCIAS DE LA TERCERA CATEGORÍA: Según dispone el art. 49 de la ley,
constituyen ganancias de esta categoría, entre otras: las que obtienen los sujetos incluidos en el
art. 69 llamados por la ley sociedades de capital: las que deriven de otras sociedades o empresas
unipersonales ubicadas en el país; los beneficios obtenidos por rematadores, consignatarios y
otros auxiliares de comercio incluidos en la cuarta categoría; las derivadas de loteos de
urbanización las derivadas de fideicomisos en los que el fiduciante posea la calidad de
beneficiario, excepto los casos de en qué posea la calidad de beneficiario, excepto los casos de
fideicomisos financieros o cuando el fiduciante-beneficiario del exterior y por efecto residual, las
demás ganancias que no estén incluidas en otras categorías. Esta categoría tiene el carácter de
predominante con respecto a
las demás. En efecto, como se puede advertir, no se definen las ganancias por las actividades que
les dan origen, sino por el sujeto que las obtiene. En conclusión, la tercera categoría tiene carácter
residual e incluye a las ganancias de cualquier tipo que obtengan determinados contribuyentes
enumerados en la ley.

d) GANANCIAS DE LA CUARTA CATEGORÍA: Están enumeradas en el art. 79 y, como su


nombre lo indica, son las rentas derivadas, en general, del trabajo o esfuerzo personal, ejercido en
forma libre o en relación de dependencia. Se incluyen, entre otras, las provenientes del
desempeño de cargos públicos y percepción de gastos protocolares; el trabajo personal ejecutado
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en relación de dependencia; los beneficios obtenidos de las jubilaciones, pensiones, retiros,
subsidios de cualquier especie en cuanto tengan origen en el trabajo personal y de los consejeros
de las sociedades cooperativas; el ejercicio de actividades liberales, el desempeño de funciones
de albacea, mandatarios, gestores de negocios, síndicos, directores de sociedades y
fideicomisarios; y los derivados de las actividades de corredor, viajante de comercio y
despachante de aduana.

ANTECEDENTES HISTORICOS
El impuesto a las Ganancias fue creado por el gobierno de facto del general José Félix Uriburu en
1932 como Impuesto de Emergencia a los Réditos. Inicialmente el impuesto de emergencia
caducaría el 31 de diciembre de 1934, pero se ha renovado en forma continua y ya ha cumplido
90 años de vida. A fines de 1973, durante el gobierno del general Juan Domingo Perón, se
sancionó la ley 20.628, que, con numerosas modificaciones, rige hasta hoy. A lo largo de las
décadas este impuesto fue objeto de reformas significativas. Uno de los hitos más notables fue
durante el tercer gobierno de Juan Domingo Perón, cuando se extendió para incluir los salarios de
los trabajadores bajo la "cuarta categoría". Otro punto de inflexión se produjo en 1999, cuando se
introdujo un sistema de cálculo conocido como la "tablita" durante la presidencia de Fernando De
la Rúa. Este sistema permitió que el Estado retuviera hasta el 35% de los ingresos de los
trabajadores, lo que generó controversia en un contexto de alta inflación. Durante el mandato de
Mauricio Macri, se prometió eliminar la "cuarta categoría" del Impuesto a las Ganancias pero no
solo se mantuvo, sino que la cantidad de contribuyentes aumentó durante su gobierno. Los
cambios en el piso del mínimo no imponible también se utilizaron como herramienta política en
varias elecciones. A pesar de su historia de cambios y ajustes, este impuesto sigue siendo una
fuente importante de ingresos para el gobierno argentino y ha sido objeto de debates y reformas a
lo largo de los años. A continuación se expone la cronología de este gravamen en Argentina:
En 1932: Creación del Impuesto a los Réditos durante el gobierno de facto de José Félix Uriburu,
destinado a paliar el déficit fiscal.
En 1930-1960: El impuesto afecta principalmente a ciertos bienes, empresas y a inversiones
específicas.
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En 1973: El impuesto se modifica y comienza a retener dinero de los salarios de los trabajadores
formales por encima del mínimo no imponible.
En 1980-1990: El impuesto sufre cambios y ajustes.
En 1999: Durante la presidencia de Fernando De la Rúa, se establece un sistema de cálculo
conocido como la "tablita" que permite al Estado retener hasta el 35% de los ingresos de los
trabajadores.
En 2017: Se incorpora a los jueces nombrados desde 2017 al pago de Ganancias, aunque esta
medida es posteriormente bloqueada por la Corte Suprema.
En 2019: Mauricio Macri aumenta el piso del mínimo no imponible antes de las elecciones.
En 2021: El presidente Alberto Fernández eleva nuevamente el piso mínimo no imponible
mediante un decreto.
En 2023: El Gobierno aumenta el piso a 15 salarios mínimos, vitales y móviles y envía un
proyecto de Ley para eliminar la cuarta categoría. (NA)

ANTECEDENTES EXTRANJEROS.

En lo que se refiere a los antecedentes extranjeros, podemos mencionar que en 1798 Pitt implantó
el impuesto a la renta en Inglaterra en ocasión de una guerra con Francia.
El tributo fue no obstante derogado y restablecido en dos oportunidades, reapareciendo
definitivamente en 1842 con Peel.
En sus orígenes, este tributo inglés fue cedular, pero a partir de 1910 se trasformó en un impuesto
mixto. En Alemania, el antecedente consiste en un impuesto global al rédito que se estableció en
Prusia, en 1891, y que despertó serias resistencias por el carácter inquisitorial de la
determinación.
En los Estados Unidos de América el tributo se impuso en forma temporal en dos circunstancias
bélicas: en 1815, durante la guerra de la independencia, y en 1862, durante la guerra de secesión.
En ambas oportunidades el sistema de imposición era el de un gravamen cedular.
En 1893 pretendió aplicarse nuevamente, pero la máxima autoridad judicial estadounidense lo
declaró inconstitucional, por lo cual fue nuevamente suprimido.
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A partir de ello, debió reformarse la Constitución para poder implantarlo nuevamente, lo que
ocurrió en 1908. Finalmente, fue en 1913 que adquirió el carácter mixto que tiene actualmente.
En Francia, luego de varios proyectos que no lo cristalizaron, en el período de 1914-1917 este
tributo se sancionó en forma originariamente cedular.

EN RELACION A LOS JUECES


La discusión por Ganancias se remonta a 1973: “Ese año se estableció la exención para jueces y
legisladores”. La ley 20.628 de Impuesto a las Ganancias, establecía en su artículo 20 una
exención respecto de “los sueldos que tienen asignados en los respectivos presupuestos los
ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, miembros de los tribunales provinciales,
vocales de las cámaras de apelaciones, jueces nacionales y provinciales, vocales de los tribunales
de cuentas y tribunales fiscales de la Nación y las provincias”. Asimismo, disponía: “quedan
comprendidos en lo dispuesto en el párrafo anterior los funcionarios judiciales nacionales y
provinciales que, dentro de los respectivos presupuestos, tengan asignados sueldos iguales o
superiores a los de los jueces de primera instancia”. La Ley 24.631 derogó dichos privilegios, no
obstante lo cual con posterioridad la Corte Suprema mediante una Acordada (20/96) declaró la
inaplicabilidad de la derogación, es decir que decidió considerar inconstitucional dicha ley,
interpretando además, que la garantía de la intangibilidad de las compensaciones no puede ser
afectada por la actividad de los otros poderes del Estado, quienes carecen de atribuciones para
modificar, mediante el ejercicio de sus funciones específicas, las previsiones constitucionales
impuestas para asegurar la independencia del Poder Judicial, la inmovilidad en el cargo de los
jueces y la intangibilidad de sus remuneraciones.
Nuestro sistema constitucional adoptó los principios fundamentales de la Constitución de los
Estados Unidos de América. En la organización del Poder Judicial federal, la Constitución
Nacional siguió casi al pie de la letra las disposiciones de aquella. La sección primera del artículo
III de la Constitución estadounidense dispone: “Los jueces, tanto de la Suprema Corte como de
los tribunales inferiores, conservarán sus empleos durante su buena conducta, y en momentos
determinados recibirán por sus servicios una compensación, que no será disminuida mientras
permanezcan en el cargo”. Esa cláusula fue reproducida por nuestros constituyentes de 1853 y
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sigue estando en el texto constitucional en el actual artículo 110: “Los jueces de la Corte
Suprema y de los tribunales inferiores de la Nación conservarán sus empleos mientras dure su
buena conducta, y recibirán por sus servicios una compensación que determinará la ley, y que no
podrá ser disminuida en manera alguna, mientras permaneciesen en sus funciones”. Luego la
exención se extendió a todos los integrantes del Poder Judicial. Pero el tema siempre estuvo en
discusión por su inequidad ante otros sectores que tienen sueldos más bajos que los judiciales y
que pagan ganancias. Así, durante el gobierno de Mauricio Macri se llegó a un acuerdo -a pesar
del cuál se generaron causas judiciales- por el cuál quienes ingresaran al Poder Judicial a partir
del 1 de enero de 2017 comenzarían a pagar el impuesto. En 1936, la Corte Suprema tuvo
oportunidad de decidir acerca de la constitucionalidad de la aplicación del impuesto a las
Ganancias (en ese entonces llamado impuesto a los réditos) en el caso Fisco Nacional c/Medina.
El tribunal estuvo integrado por los conjueces Octavio R. Amadeo, Horacio Calderón y Osvaldo
Rocha, quienes no eran funcionarios judiciales, sino abogados que ejercían privadamente la
profesión y, por ende, no tenían interés alguno en el resultado. En su fallo, declararon la
inconstitucionalidad del impuesto por violar lo dispuesto en el actual art. 110 de la Constitución,
citado anteriormente. El Dr. Calderón expresó: “en presencia de esta disposición constitucional,
tan sugerente cuando emplea la frase en manera alguna que no existe en el texto de la
Constitución Americana, de donde fue tomada en todo lo demás por nuestros constituyentes, es
imposible el imperio de la ley Nº 11.682 [de impuesto a los réditos] en ninguna de las dos
disposiciones recordadas, porque lo contrario significaría que en forma indirecta puede afectarse
el principio constitucional de la intangibilidad de la remuneración, contemplada en los mismos
términos absolutos que la inamovilidad de los magistrados de la Suprema Corte y tribunales
inferiores de la Nación por el art.96 [actual 110] de la Constitución. Puede parecer injusto e
inequitativo el privilegio que importa esta exención de contribución a favor de tales funcionarios,
que llegarían a ser así los únicos habitantes del país que no contribuirían con una parte de sus
rentas al mantenimiento de las instituciones que proveen, en los múltiples órdenes en que están
organizadas, los servicios de atención a la vida, los bienes y al bienestar general, pero ante la letra
del texto constitucional precitado, es forzoso decidir que él ampara el privilegio”. Esa
interpretación se ha mantenido inalterada hasta el día de hoy. En la reforma constitucional de
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1994 no se introdujo ninguna modificación a la intangibilidad, pese a que los constituyentes de
ese momento tenían pleno conocimiento de esa interpretación. Esa intangibilidad de las
remuneraciones no constituye un privilegio personal de los jueces, sino una garantía
institucional otorgada a favor del poder judicial como órgano fundamental de nuestro sistema
constitucional. Así como la Constitución otorga a los integrantes del Poder Legislativo
determinadas inmunidades que resultan imprescindibles para el cumplimiento de sus tareas, tales
como la inmunidad de arresto o la libertad absoluta de opinión, también reconoce a los jueces
esta garantía con el objeto de proteger su independencia. La igualdad ante la ley no puede servir
de excusa para violar la garantía de la intangibilidad de las remuneraciones. Es el propio texto
constitucional el que establece excepciones a aquel principio y no solamente en favor de los
jueces, sino en muchos otros casos. Por último, coincido con lo expresado por Hamilton en su
obra el “ El federalista” ya que la Administración de Justicia está siendo sometida a constantes
cambios legislativos debido a al abusivo manejo del Poder Ejecutivo. El pago del sueldo no debe
sufrir ningún menoscabo ya que es justo es la garantía de imparcialidad. En Argentina, a diario
se evidencia como constantemente el gobierno de turno controla a los demás poderes consagrados
en nuestra constitución, demostrando que el objetivo lejos está de ser una supuesta igualdad ante
la ley. Se trata de un ataque más a la independencia del poder judicial. Las cláusulas de la
Constitución nacional pueden ser criticables, pero el camino no es dejarlas de lado a través de
interpretaciones que falsean su significado original. Lo cual se traduce en la falta de seguridad y
tranquilidad para los cuidadanas/os que estamos sometidos a los cambios constantes que se les
ocurre a los políticos. Nuestra constitución es suprema, su obediencia debe ser absoluta y es la
máxima garantía de un estado de derecho.

BIBLIOGRAFIA
- Curso de finanzas, derecho financiero y tributario / Héctor B. Villegas 10ª ed. - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Astrea, 2016.
- El federalista / Alexander Hamilton, James Madison, John Jay; trad.y prol de Gustavo
R .Velasco - 2° ed. México : FCB.2001
- Ley 20.628 “Impuesto a las Ganancias”
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