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Estudios Penales y Criminológicos, vol. XL (2020). https://doi.org/10.15304/epc.40.

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ISSN 1137-7550: 751-809

DAVID FRENTE A GOLIAT: EL SUPERIOR


INTERÉS DEL MENOR Y EL DERECHO A
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA EN TELA
DE JUICIO1

Virginia Mayordomo Rodrigo*

Resumen: El asesinato de una niña a manos de su padre, al haberle


sido retirada contra la voluntad de su madre la vigilancia en las vi-
sitas, lleva a cuestionar si, en toda situación conflictiva, prima real-
mente el superior interés del menor. Doce años de batalla judicial
por parte de aquélla dieron como resultado que el Comité de Na-
ciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la

Recibido: marzo 2020. Aceptado: julio 2020


* Profesora Titular de Derecho Penal. ORCID https://orcid.org/0000-
0001-5849-6254
Facultad de Derecho de la Universidad del País Vasco. Paseo Manuel
Lardizabal 2. 20018 San Sebastián. Email: virginiavictoria.mayordo-
mo@ehu.eus
1 En el marco del Proyecto de Investigación «La integración social del
menor victima a partir de una tutela penal reforzada». Ministerio de
Economía y Competitividad. Código del Proyecto: DER2017-83329-R.
Duración: 01-01-2018 a 31-12-2020.

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Mujer (CEDAW) condenara al Estado español por negligencia en
la protección de la menor. España se negó a admitir la resolución de
este órgano de control negando valor ejecutivo a la resolución y, en
consecuencia, a indemnizar a la madre por anómalo funcionamien-
to de la Administración de Justicia. No ha sido hasta 2018 cuando
el Tribunal Supremo ha considerado que el Estado ha incumplido
el mandato constitucional que le obliga a la tutela judicial efectiva y
que, por ello, es responsable de ese anormal funcionamiento, tenien-
do que hacer frente a una indemnización por los perjuicios sufridos
por la mujer.
Palabras clave: Responsabilidad, superior interés del menor, protec-
ción.

DAVID VS. GOLIATH: THE BEST INTERESTS OF THE CHILD AND


THE RIGHT TO AN EFFECTIVE JUDICIAL PROTECTION UNDER
SCRUTINY

Abstract: The murder of a girl in the hands of her father, after sur-
veillance during visits was withdrawn against her mother’s will,
leads to the question of whether, in any conflictive situation, the
best interest of the child really prevails. Twelve years of judicial
struggle on her part resulted in the United Nations Committee on
the Elimination of Discrimination against Women (CEDAW) con-
demning the Spanish State for negligence in the protection of the
child. Spain refused to admit the resolution of this control body,
denying executive value to its opinion and, consequently, to com-
pensate the mother for the anomalous functioning of the Adminis-
tration of Justice. It has not been until 2018 that the Supreme Court
has considered that the State has failed to comply with the consti-
tutional mandate that obliges effective judicial protection and that,
therefore, it is responsible for this abnormal functioning, having to
face compensation for the damages suffered by the woman.
Keywords: Liability, higher interest of the child, protection.

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I. Introducción
Ángela González Carreño era madre de una niña pe-
queña. Su ex pareja, Felipe Gascón, nunca agredió directa-
mente a la menor, pero aquélla sabía que corría peligro. La
justicia concedió a Felipe un régimen de visitas no vigiladas.
Como en tantos casos, Andrea fue una herramienta para tor-
turar a Ángela. Las reiteradas peticiones de suspensión de
las visitas no le sirvieron ni a Ángela, ni a la niña. En 2003,
con ocasión de una visita, Felipe mató a su hija de 7 años y
luego se suicidó.
Tras 12 años de batalla judicial, la mujer logró que, en
2014, el Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de
la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) condenara al
Estado español por negligencia en la protección de la menor,
algo que incluía una reparación moral y económica. España
lo rechazó y la ONG Woman’s Link Worldwide, que llevaba
años defendiendo a Ángela, siguió pleiteando hasta obtener,
¡nada menos que en 2018!, un pronunciamiento favorable
para su defendida por parte del Tribunal Supremo.
Parece que la decisión desacertada de un juez fue la
causa de que una menor fuera asesinada por su padre. ¿Se
debería sancionar a éste de aquel pronóstico errado, en el
que no alcanzó a detectar tal riesgo? El juez dicta la resolu-
ción correspondiente tras haber valorado las pruebas que se
aportan, la información de las partes que contienden, de los
testigos y también la de los expertos que pueden ser capaces
de detectar con mayor nitidez el hipotético peligro. Pero la
decisión, en algunos casos, no es fácil. A posteriori es sen-
cillo vaticinar un desenlace fatal. Además, la discutida exis-
tencia del «síndrome de alienación parental»2 puede influir
en ocasiones, perturbando una clara percepción del asunto a

2 SEGURA, C., GIL, M.J., SEPÚLVEDA, M.A. “El síndrome de aliena-


ción parental: una forma de maltrato infantil”, Cuadernos de Medicina
Forense, 12 (43-44), enero-abril 2006, pp. 117-128.

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valorar, pues es de una candidez extrema, tal vez interesada,
suponer siempre a priori la veracidad en uno de los miembros
de la pareja y, por el contrario, la mentira en el otro.
Para calibrar este tipo de situaciones conflictivas y
garantizar que los derechos de los actores en liza son respe-
tados, tratando de encontrar la mejor solución en casos se-
mejantes, se apela al principio del superior interés del menor
y se busca la protección de víctima y allegados imponiendo
órdenes alejamiento. Pero si, debido a una decisión judicial
desacertada, estas defensas decaen ¿qué pasa con la víctima?
Al juez no puede exigírsele la infalibilidad, pero sí una
formación especializada. En los años en que ocurrieron los
hechos no era exigible. Pero si se constata, como es el caso,
que, debido a una resolución judicial que permitió al padre
permanecer durante determinadas horas con su hija, éste la
asesinó, el Estado debería asumir su responsabilidad. Más
aún cuando queda probada la insistencia en la petición por
parte de la madre de retirarle este permiso, ya que temía por
la vida de la niña.
Al margen de que tengan o no tengan razones los tri-
bunales españoles para aceptar que se ha podido vulnerar
el derecho a una tutela judicial efectiva, en estas páginas la
principal cuestión que se va a abordar es si el Estado tiene
que acatar las resoluciones de un órgano de control cuya
competencia ha aceptado al ratificar la correspondiente con-
vención internacional protectora de los derechos humanos.
La víctima y, por qué no, el ciudadano informado
van a sentirse burlados si, haciéndose tanto hincapié en el
«superior interés del menor» como principio primordial que
debe presidir cualquier asunto que incumba a éste, si procla-
mándose en el artículo 24 Constitución española el derecho
a la tutela judicial efectiva, si habiendo reconocido un comité
de control de una convención ratificada por España que el
Estado ha vulnerado sus derechos, si la propia Constitución
reconoce en su artículo 96 que los tratados internacionales

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válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en
España, formarán parte del ordenamiento interno, el Estado
no es capaz de asumir su responsabilidad y la consiguiente
obligación de indemnizar a la reclamante.
Si en la batalla judicial de Ángela García Parreño no
se hubiera empeñado una organización potente como es Wo-
men Worldwide3, decidida a llevar el asunto a instancias su-
pranacionales, la madre de Andrea, hastiada y doblemente
victimizada, tal vez hubiera depuesto su actitud combativa
en busca del fallo que consideraba justo. No hace falta más
que examinar el periplo judicial del caso para apreciar en él
un ejemplo clarísimo de victimización secundaria por parte
del Estado, haciendo uso de todos sus recursos. Un supuesto
más de «David frente a Goliat».

II. Cronología de la batalla judicial de ángela antes y tras el


asesinato de su hija
Ángela González estuvo casada durante veinte años
con Felipe Gascón, fruto de dicho matrimonio nació Andrea
el 17 de febrero de 1996.
• 3 de septiembre de 1999: Ángela huye de la casa fa-
miliar junto a su hija, de 3 años, para protegerla de la violen-
cia que su marido ejerce sobre ella.
• Entre 1999 y 2002, Ángela consigue que las visitas
de su hija Andrea con su padre maltratador sean siempre su-
pervisadas, ya que teme que éste pueda hacer daño a la niña.
En el marco del procedimiento relativo a la guardia y cus-
todia de Andrea, solicitó un examen psicológico de la niña.
El juzgado correspondiente pidió su comparecencia el 11 de
diciembre de 2000. En ella, Andrea manifestó que no le gus-
taba estar con su padre «porque no la trataba bien».

3 https://www.w4.org/en/about-us/

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• 6 de mayo de 2002: a pesar de llevar dos años y medio
denunciando al menos una vez al mes el acoso por parte de
su ex marido (insultos, amenazas de muerte, persecuciones,
ataques a la niña, golpes), una juez del Juzgado de Primera
Instancia número 1 de Navalcarnero decide que no existen
razones para que el padre no esté a solas con su hija. Ángela
recurre la decisión.
• 17 de junio de 2002: el Juzgado de Primera Instancia
número 1 de Navalcarnero desestima el recurso de Ángela y
autoriza las visitas sin supervisión. Establecen que el punto de
recogida y entrega de la menor sea en los Servicios sociales.
• 8 de enero de 2003: Ángela presenta ante el juzgado
un escrito en el que ruega que escuchen a la niña, que no
quiere estar con su padre. Ese mismo día, los servicios socia-
les presentan un informe en el que advierten de que él está
usando a la niña para agredir a la madre a base de preguntas
sobre su intimidad y amenazas que confunden a Andrea.
• 11 de abril de 2003: la trabajadora social que está
presente cuando el agresor recoge a la niña advierte de que
él la está utilizando para acosar4 a Ángela, e insiste en que la
niña no quiere estar con su padre, que se siente «incómoda
y confusa».
• 24 de abril de 2003: el ex marido de Ángela asesina a
su hija Andrea durante una de las visitas no supervisadas y
después se suicida.
• 2 de enero de 2004: el Juzgado de Instrucción núme-
ro 3 de Navalcarnero declara extinguida la responsabilidad
penal en el asesinato de Andrea.
• 23 de abril de 2004: Ángela emprende una agotado-
ra e inacabable batalla, presentando ante el Ministerio de
Justicia una reclamación de responsabilidad patrimonial del
4 Vid. Sobre esta cuestión DE LA CUESTA ARZAMENDI, J.L., MA-
YORDOMO RODRIGO, V., “Acoso y Derecho Penal”, Eguzkilore.
Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, nº 25, 2011, pp. 21-48.

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Estado por anormal funcionamiento de la Administración de
Justicia, alegando que existió un funcionamiento inadecuado
que propició que su hija fuese asesinada a manos de su ex-
pareja. Muerte que se podría haber evitado si aquélla hubiese
funcionado correctamente manteniendo el régimen de visitas
con vigilancia que se estableció en un primer momento para
regular la separación matrimonial5, situación que fue modifi-
cada por la Providencia de 6 de mayo de 2002, pasándose al
segundo régimen previsto en la sentencia de separación con-
virtiéndose en visitas no vigiladas desde las 17 horas hasta
las 20 horas del mismo día. Esta resolución fue confirmada
en reposición por Auto de 17 de junio de 2002. Ángela había
advertido en numerosas ocasiones que existía una situación
de alto riesgo (formuló 47 denuncias contra su ex-marido) y
denunció que no en todas las actuaciones intervino el Minis-
terio Fiscal, así como errores en los informes de los Servicios
sociales y finalmente decisiones jurisdiccionales ignorando el
contenido de la prueba pericial psicológica practicada6. El
3 de noviembre de 2005, el Ministerio de Justicia rechazó la
reclamación, considerando que las actuaciones del órgano
judicial sobre el régimen de visitas fueron correctas; y que
el desacuerdo de la autora entraba dentro del supuesto de
error judicial y debía tramitarse conforme al procedimiento
previsto al respecto. La reclamación de indemnización solo
podía tramitarse una vez la existencia de error judicial hu-
biera sido establecida por el Tribunal Supremo. Para tomar
esta decisión el Ministerio realizó consultas con el Consejo
General del Poder Judicial y el Consejo de Estado y la autora
fue llamada a audiencia7.

5 Sentencia Tribunal Supremo 1263/2018, de 17 de julio. Fundamento de


Derecho Tercero.
6 Sentencia Tribunal Supremo 5349/2010, de 15 de octubre. Fundamento
de Derecho Segundo.
7 Sentencia Tribunal Supremo 5349/2010, op. cit. Antecedentes de Hecho
Primero.

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• 15 de diciembre de 2005: Interpuso un recurso de
reposición ante el Ministro de Justicia que fue rechazado el
22 de enero de 2007 por el mismo motivo.
• 14 de junio de 2007: Interpuso un recurso conten-
cioso administrativo ante la Audiencia Nacional pidiendo el
reconocimiento del anormal funcionamiento de la Adminis-
tración de Justicia. El recurso fue rechazado el 10 de diciem-
bre de 2008.
• 26 de febrero de 2009: Recurrió en casación ante el
Tribunal Supremo, quien desestimó el recurso en sentencia
de 15 de octubre de 2010: «Aun lamentando profundamen-
te el fatal desenlace, no aprecia que en el supuesto que nos
ocupa existiese un funcionamiento anormal de la Adminis-
tración de Justicia sino un conjunto de decisiones jurisdic-
cionales que, ponderando las circunstancias concretas, y tras
un constante seguimiento del régimen de visitas e informes
psicológicos de los padres y de la menor, con intervención del
Ministerio Fiscal a lo largo de las actuaciones y con constan-
tes escritos de alegaciones de los progenitores, y permanentes
informes de seguimiento emitidos por los servicios sociales,
resolvieron lo que estimaron conveniente respecto del de la
forma en que debía canalizarse la comunicación de un padre
separado con su hija, sin que existiesen datos que indicasen
que el régimen de visitas que existía implicase peligros para la
vida o salud física o psíquica de la menor, por lo que el pos-
terior asesinato de ésta a manos de su progenitor no aparece
conectado con funcionamiento anormal alguno del juzgado
o de sus agentes colaboradores»8.
Mantiene la sentencia que estas decisiones «entran
por completo en el ámbito de la función jurisdiccional y es-
tán sometidas al régimen de recursos correspondientes, de
modo que las consecuencias dañosas que pudieran eventual-
mente derivarse de las mismas no integran, tal y como hemos

8 Ibid. Fundamento de Derecho Tercero.

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tenido ocasión de razonar anteriormente, un supuesto de
responsabilidad por funcionamiento anormal y el pretendido
error en que estas resoluciones jurisdiccionales pudieran ha-
ber incurrido no pueden dar lugar en nuestro ordenamiento
jurídico a una indemnización de daños y perjuicios sin que
previamente se haya declarado la existencia de un error judi-
cial por el procedimiento establecido en el artículo 293 de la
LOPJ , la cual no se ha producido en el caso que nos ocupa»9.
Manifiesta que «dados los términos que se planteó por la re-
currente su pretensión indemnizatoria, entendemos que el
título jurídico en que se funda su acción de responsabilidad,
estrictamente se basó en el error judicial; por lo que procede
desestimar ambos motivos de casación»10.
• 30 de noviembre de 2010: Acudió en amparo ante el
Tribunal Constitucional, alegando la violación de sus dere-
chos constitucionales a obtener un recurso efectivo, a la segu-
ridad, a la vida e integridad física y moral, a no ser sometida
a tortura y tratos o penas crueles o degradantes, y a la igual-
dad ante la ley. El 13 de abril de 2011 el Tribunal rechazó el
recurso por no presentar relevancia constitucional11.
• Septiembre de 2012: Tras buscar justicia sin éxito
ante los tribunales españoles durante casi 11 años por el ase-

9 Ibid. Fundamento de Derecho Tercero.


10 Sentencia Tribunal Supremo STS 5349/2010. Fundamento de Dere-
cho Sexto: “Este supuesto entraña, como señala la Sala de instancia
un aparente caso de error judicial, cuyo reconocimiento exige según el
artículo 293 de la Ley Orgánica del Poder Judicial una resolución que
expresamente lo reconozca a través del pertinente recurso de revisión
ante la Sala del Tribunal Supremo correspondiente al mismo órgano
jurisdiccional a quien le impute el error judicial”.
11 Sentencia Tribunal Supremo 1263/2018, de 17 de julio. Fundamento de
Derecho Tercero. BOU FRANCH, V., “Las comunicaciones individua-
les contra España presentadas en el Comité de Derechos Humanos y su
incidencia en el Derecho español”, en FERNÁNDEZ DE CASADE-
VANTE ROMANÍ, C. (coord.), Los efectos jurídicos en España de las
decisiones de los órganos internacionales de control en materia de derechos
humanos de naturaleza no jurisdiccional, Madrid, 2019, pp. 51-52.

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sinato de su hija, Ángela González presentó su caso ante el
Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Dis-
criminación contra la Mujer (CEDAW), de la mano de la or-
ganización internacional Women’s Link.
• 16 de Julio de 2014: El Comité emitió el Dictamen
47/2012, de 18 de julio de 2014, condenando al Estado por
no actuar de manera diligente para evitar la violación de los
derechos de Ángela González, mujer víctima de violencia de
género, y su hija Andrea.
Con base en tal dictamen y para lograr su efectividad,
la recurrente formuló en España dos reclamaciones.
• 16 de octubre de 2014 presentó un recurso extraor-
dinario de revisión, solicitando que se cumpliera con los dis-
positivos del Dictamen del Comité, exigiendo una indemni-
zación de 1.263.470,09 euros en concepto de daños patrimo-
niales y daños inmateriales.
Tras obtener el 17 de julio de 2015 una decisión admi-
nistrativa contraria a sus intereses, dedujo recurso contencio-
so administrativo que fue desestimado por sentencia dictada
el día 25 de abril de 2016 por la Sala de lo contencioso admi-
nistrativo de la Audiencia Nacional.
Esa respuesta judicial fue recurrida en casación (re-
curso 2083/2016), recurso que fue desestimado en sentencia
de 25 de septiembre de 201712.
• 6 de febrero de 2015 presentó una nueva reclamación
de responsabilidad patrimonial del Estado por funciona-
miento anormal de la Administración de Justicia, solicitando
de nuevo el cumplimiento de los dispositivos del Dictamen
del Comité.
Ante el silencio de la Administración presentó nuevo
recurso contencioso administrativo, esta vez por el procedi-

12 Sentencia Tribunal Supremo 1263/2018, de 17 de julio. Fundamento de


Derecho Tercero

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miento especial para la protección de los derechos funda-
mentales de la persona, solicitando la condena de la Admi-
nistración al cumplimiento de los dispositivos del Dictamen
y al abono de la indemnización que solicitaba, por importe
de 1.263.470,09 euros. Nuevamente recae sentencia desesti-
matoria, de 2 de noviembre de 201613.
• 17 de julio de 2018: La Sala de lo Contencioso-Ad-
ministrativo del Tribunal Supremo14 acepta el recurso de ca-
sación contra la Sentencia de 2 de noviembre de 2016, anu-
lando esa resolución judicial e imponiendo a la Administra-
ción demandada una condena por importe de seiscientos mil
(600.000) euros por los daños morales sufridos y a las costas
de la instancia y en cuantía total de diez mil (10.000) euros.

III. Dictamen favorable del comité sobre la eliminación de la


discriminación de la mujer (CEDAW)
Tras agotar todos los recursos disponibles en el Dere-
cho español, Ángela acudió al Comité sobre la Eliminación
de la Discriminación de la Mujer (CEDAW), previsto en el
artículo 17 de La Convención sobre la eliminación de todas
las formas de discriminación contra la mujer y cuyo desarro-
llo se encuentra en el Protocolo Facultativo15. Dispone éste
en su art. 7. 1 y 3 que el Comité examinará las comunica-
ciones que reciba en virtud del presente Protocolo a la luz
de toda la información puesta a su disposición por perso-
nas o grupos de personas, o en su nombre, y por el Estado
parte interesado, siempre que esa información sea transmiti-
da a las partes interesadas. El 18 de julio de 2014 el Comité

13 Ibid.
14 Ibid.
15 NACIONES UNIDAS, A/RES/54/4, de 15 de octubre de 1999, Proto-
colo facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas
de discriminación contra la mujer.

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emitió, por consiguiente, su Dictamen en la Comunicación
n° 47/201216.
Puesto que parte de los abusos y denuncias ante las
autoridades referidos por Ángela ocurrieron antes del 6 de
octubre de 2001, fecha de la entrada en vigor del Protocolo
para España, el Comité advierte que carece de competencia
ratione temporis para examinar estos hechos de manera in-
dividualizada, en aplicación del artículo 4, párrafo 2 (e) de
este texto. Por esta razón, el Comité sólo los toma en consi-
deración en la medida en que explican el contexto en que se
produjeron los acontecimientos posteriores a dicha fecha17.
Este órgano de control se va a pronunciar respecto
de las decisiones judiciales tomadas a partir de esa fecha:
la orden de 6 de mayo de 2002 del juzgado núm. 1 de Na-
valcarnero autorizando el régimen de visitas no vigiladas; y
la decisión de 17 de junio de 2002 rechazando la apelación
por la que la autora se oponía a dicho régimen18. Una de sus
tareas consiste en determinar si, a la luz de la Convención,
Ángela realizó esfuerzos razonables para plantear ante las
autoridades nacionales sus quejas relativas a la violación de
derechos que emanan de la Convención. Teniendo en cuen-
ta que España no ha indicado la posibilidad de otras vías
legales que hubieran podido ser eficaces para dar respuesta
a sus específicas e integrales reclamaciones, entiende que los
recursos internos fueron agotados en relación con la queja
relativa al establecimiento por las autoridades de un régimen
de visitas no supervisado y la ausencia de reparación por las
consecuencias negativas derivadas de ese régimen19.

16 NACIONES UNIDAS, CEDAW/C/58/D/47/2012, Comité para la elimi-


nación de la discriminación contra la mujer, Dictamen en la Comunicación
n° 47/2012, de 18 de julio de 2014.
17 Ibid., p. 15, párrafo 8.4.
18 Ibid., p. 15, párrafo 8.5.
19 Ibid., pp. 15-16, párrafo 8.6.

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Considera probado que el asesinato se enmarcó en
un contexto de violencia doméstica que se prolongó duran-
te varios años y que los tribunales españoles no cuestionan
en ninguna de sus resoluciones. Este contexto incluye, igual-
mente, la negativa -de manera sistemática y sin justificación-
del padre de pagar la pensión y la disputa relativa al uso de la
vivienda familiar. El Comité recuerda que debe su examinar,
a la luz de la Convención, si las autoridades aplicaron princi-
pios de debida diligencia y tomaron medidas razonables con
miras a proteger a la autora y su hija de posibles riesgos en
una situación de violencia doméstica continuada20.
No comparte los argumentos esgrimidos por el Esta-
do de que el comportamiento del hombre fue imprevisible y
de que nada hacía presagiar, en los informes psicológicos y de
los Servicios sociales, que existiera un peligro para la vida o
salud física o psíquica de la menor, por las razones siguientes:
1. La separación definitiva de la pareja, el 27 de no-
viembre de 2001, estuvo precedida de múltiples incidentes
violentos dirigidos a la mujer y de los que la menor fue con
frecuencia testigo. Los tribunales emitieron órdenes de aleja-
miento que eran ignoradas por el padre. sin que ello generara
ninguna consecuencia jurídica para él. La única vez que fue
condenado fue en 2000, por una conducta de vejaciones pero
la pena se limitó a una multa equivalente a 45 euros.
2. A pesar de las solicitudes de la mujer, las órdenes de
alejamiento emitidas por las autoridades no incluyeron a la
menor y una orden de alejamiento ordenada en 2000 en favor
de ésta fue posteriormente dejada sin efecto, como resultado
de un recurso planteado por el marido, para no perjudicar
las relaciones entre padre e hija.
3. Los informes de los servicios sociales repetidamen-
te subrayaron que el padre utilizaba a su hija para transmi-
tir mensajes de animadversión hacia su ex pareja. También
20 Ibid., p. 16, párrafo 9.2.

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señalaron las dificultades de éste para adaptarse a la corta
edad de la menor.
4. Un informe psicológico de 24 de septiembre de 2001
halló en el hombre «un trastorno obsesivo-compulsivo, con
rasgos celotípicos y una tendencia a distorsionar la realidad
que podría degenerar a un trastorno similar al paranoide».
5. Durante los meses que duraron las visitas no vigila-
das varios informes de los servicios sociales señalaron la pro-
babilidad de que existieran situaciones inadecuadas consis-
tentes en reiteradas preguntas del padre a la menor sobre la
vida privada de la madre, así como la necesidad de mantener
un seguimiento continuado del régimen de visitas.
El Comité entiende que durante el tiempo en que se
aplicó el régimen de visitas tanto las autoridades judiciales
como los servicios sociales y los expertos psicólogos tuvieron
como principal objetivo normalizar las relaciones entre pa-
dre e hija, a pesar de las reservas emitidas por estos dos servi-
cios sobre el comportamiento del hombre. Considera que las
decisiones pertinentes no traslucen un interés de evaluar en
todos sus aspectos los beneficios o perjuicios para la menor
del régimen impuesto. También se observa que la decisión
mediante la cual se pasó a un régimen de visitas no vigiladas
fue adoptada sin previa audiencia de la autora y su hija.
Todos estos elementos reflejan que se minimizó la si-
tuación de madre e hija como víctimas de violencia, colo-
cándoles en una situación de vulnerabilidad y que el interés
superior del niño no fue prioritario21.
Recuerda su Recomendación general núm. 19 (1992)22,
según la cual la violencia contra la mujer, que menoscaba o
anula el goce de sus derechos humanos y sus libertades fun-

21 Ibid., p. 17, párrafo 9.4.


22 OFFICE OF THE HIGH COMMISSIONER FOR HUMAN
RIGHTS, La violencia contra la mujer, 29/01/92. CEDAW Recom. Gen-
eral 19, p. 1, párrafo 7.

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damentales en virtud del derecho internacional o de los di-
versos convenios de derechos humanos, constituye discrimi-
nación, como la define el artículo 1 de la Convención23. A
tal efecto, recuerda a España sus compromisos como Estado
parte en la misma:
- Asumir la responsabilidad por actos de personas
privadas si no actúan con la diligencia debida para impedir
la violación de los derechos o para investigar y castigar los
actos de violencia e indemnizar a las víctimas, ya que se ha
comprometido a tomar todas las medidas apropiadas para
eliminar la discriminación contra la mujer practicada por
cualesquiera personas, organizaciones o empresas, (artículo
2.e) de la Convención)24.
- Asegurar por ley u otros medios apropiados la rea-
lización práctica del principio de igualdad del hombre y la
mujer (artículo 2 a) de la Convención);
- Adoptar medidas apropiadas a fin de modificar o
abolir no solamente las leyes y reglamentaciones existentes,
sino también las costumbres y las prácticas que constituyan
discriminación contra la mujer (artículos 2 f) y 5 a) de la
Convención).
- Adoptar todas las medidas adecuadas para eliminar
la discriminación contra la mujer en todos los asuntos rela-
cionados con el matrimonio y las relaciones familiares (artí-
culo 16, 1.d) de la Convención)25.

23 “…denotará toda distinción, exclusión a restricción basada en el sexo


que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconoci-
miento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado
civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos
humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, econó-
mica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.
24 NACIONES UNIDAS, CEDAW/C/58/D/47/2012, Comité para la eli-
minación de la discriminación contra la mujer, Dictamen en la Comunica-
ción n° 47/2012, op. cit., p. 18, párrafo 9.6.
25 Ibid., p. 18, párrafo 9.7.

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A la vista de ello, el Comité considera que las autori-
dades españolas, al decidir el establecimiento de un régimen
de visitas no vigilado, aplicaron nociones estereotipadas y,
por lo tanto, discriminatorias en un contexto de violencia
doméstica, y fallaron en su obligación de ejercer la debida
vigilancia, incumpliendo sus obligaciones en relación con los
artículos 2 a), d), e) y f); 5 a) y 16, párrafo 1 d) de la Con-
vención26. Constata que Ángela ha sufrido un daño de suma
gravedad y un perjuicio irreparable como consecuencia de la
pérdida de su hija y las violaciones descritas. Además, sus
esfuerzos por obtener una reparación han resultado infruc-
tuosos.
El Comité concluye que la ausencia de medidas re-
paratorias constituye una violación por parte del Estado de
sus obligaciones bajo el artículo 2 b) y c) de la Convención.
Para que la mujer víctima de violencia doméstica disfrute de
la realización práctica del principio de no discriminación e
igualdad sustantiva, y de sus derechos humanos y libertades
fundamentales, la voluntad política debe contar con el apoyo
de agentes estatales que respeten las obligaciones de diligen-
cia debida del Estado parte. Éstas incluyen el deber de inves-
tigar la existencia de fallos, negligencia u omisiones por parte
de los poderes públicos que puedan haber ocasionado una
situación de desprotección de las víctimas. El Comité consi-
dera que, en el presente caso, esta obligación no se cumplió27.
Teniendo en cuenta todas las consideraciones prece-
dentes, el Comité considera que el Estado parte ha infringido
los derechos de la autora y su hija fallecida en virtud de los
artículos enumerados; leídos conjuntamente con el artículo
1 de la Convención y la Recomendación General No. 19 del
Comité28. Reconoce que España ha hecho frente a la violencia
de género por medio de la formulación de leyes, conciencia-

26 Ibid., p. 18, párrafo 9.7.


27 Ibid., p. 19, párrafo 9.9.
28 Ibid., p. 19, párrafo 10.

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ción, educación y capacitación, incluyendo la Ley Orgánica
1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia
de género. Sin embargo, identifica que persisten costumbres y
prácticas por parte de jueces, fiscales, trabajadores sociales y
otros agentes estatales, que constituyen discriminación con-
tra las mujeres y que se traducen en estereotipos de género
en el sistema judicial que llevan, con frecuencia, a que no se
proteja de manera efectiva a las mujeres víctimas de violen-
cia, ni a sus hijos.
Por todo ello, formula al Estado parte una serie de
recomendaciones, entre ellas:
-Otorgar a la autora una reparación adecuada y una
indemnización integral y proporcional a la gravedad de la
conculcación de sus derechos;
-que se lleve a cabo una investigación exhaustiva e
imparcial sobre posibles fallos en las estructuras y prácticas
estatales que hayan ocasionado una falta de protección de
la autora y su hija con el fin de que los antecedentes de vio-
lencia doméstica sean tenidos en cuenta para que el ejercicio
de los derechos de visita o custodia no ponga en peligro la
seguridad de las víctimas de la violencia, incluidos los hijos;
- el interés superior del niño y el derecho del niño a ser
escuchado deberán prevalecer en todas las decisiones que se
tomen en la materia29;
-proporcionar formación obligatoria a los jueces y
personal administrativo competente sobre la aplicación del
marco legal en materia de lucha contra la violencia domés-
tica y sobre los estereotipos de género, así como una forma-
ción apropiada con respecto a la Convención, su Protocolo
Facultativo y las recomendaciones generales del Comité en
particular la Recomendación general núm. 19 (1992)» 30.

29 Ibid., p. 19. párrafo 11


30 Ibid., (11) pp. 19 y 20, párrafo 11

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Recuerda también a España que, de conformidad con
el párrafo 4 del artículo 7 del Protocolo Facultativo, tiene
que tener debidamente en cuenta las opiniones y recomen-
daciones del Comité y presentar, en un plazo de seis meses,
una respuesta por escrito, incluida información sobre cual-
quier medida que se haya adoptado en relación lo solicitado.
Tiene, además, la obligación de publicar las opiniones y re-
comendaciones del Comité y difundirlas ampliamente a fin
de alcanzar a todos los sectores pertinentes de la sociedad31.

1. La Convención y el Comité
La protección de la mujer contra la discriminación,
en el plano normativo internacional, adquiere una nueva di-
mensión el 7 de noviembre de 1967, fecha en la que la Asam-
blea General de las Naciones Unidas adopta la Resolución
2263 (XXII), que contiene la Declaración sobre la eliminación
de la discriminación contra la mujer.
Tendrán que transcurrir doce años hasta la adopción
de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW), hecho que tendrá
lugar el 18 de diciembre de 197932. Y, a pesar de ello, esta
Convención nace sin dos técnicas de control clásicas en el
Derecho Internacional de los derechos humanos: las denun-
cias interestatales y las denuncias individuales33, ausencia que
parece denotar la inexistencia –a la hora de elaborar la Con-
vención– del consenso suficiente sobre el particular34.

31 Ibid., p. 20, párrafo 12.


32 Su entrada en vigor, sin embargo, no tendrá lugar hasta el 3 de septiem-
bre de 1981. Entrada en vigor para España: 4 de febrero de 1984.
33 Comparte, en este sentido, la misma característica que el Pacto Inter-
nacional de Derechos Civiles y Políticos, de 16 de diciembre de 1966,
que tampoco incluye esta técnica de control. La misma fue objeto de un
Protocolo facultativo. El mismo proceder tiene lugar en relación con la
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer.
34 La ausencia de ambas técnicas de control se da también en el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de 16 de

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vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809 -768- https://doi.org/10.15304/epc.40.6094
Quedaban, por tanto, dos opciones: una, la inexisten-
cia de un tratado internacional que luchara contra todas las
formas de discriminación contra la mujer o bien la adopción
de un tratado internacional que concitara el consenso sobre
unos mínimos compartidos aunque el precio fuera prescindir
de la técnica de las denuncias interestatales y trasladar la téc-
nica de control de las denuncias individuales a un Protocolo
facultativo posterior al que pudieran obligarse los Estados
particularmente interesados.
Se optó por la segunda posibilidad, aunque para ello
hubo que esperar veinte años. En 1999 nace el Protocolo Fa-
cultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las for-
mas de discriminación contra la mujer, de 10 de diciembre35.
Como todos los tratados internacionales de derechos
humanos, la Convención CEDAW también instaura un órga-
no internacional de control en cargado de verificar el cumpli-
miento de las obligaciones que contraen los Estados partes.
Se trata del Comité para la Eliminación de la Discriminación
contra la Mujer36.
El sistema que instaura esta Convención es peculiar37.
De un lado, porque sólo contiene una técnica de control: los
informes que deben presentar periódicamente los Estados

diciembre de 1966, que contiene únicamente la de los informes que de-


ben presentar los Estados partes.
35 Entró en vigor, con carácter general, el 22 de diciembre de 2000. Para
España: el 6 de octubre de 2001 (vid. el texto en B.O.E., nº 190, de 9 de
agosto de 2001).
36 MAYORDOMO RODRIGO, V., “El Comité para la eliminación de
la discriminación contra la mujer: examen de los informes presentados
por España, en FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANÍ, C.
(coord.), España y los órganos de control en materia de Derechos Huma-
nos, Madrid, 2010, pp. 257-298.
37 MAYORDOMO RODRIGO, V., “La lucha contra la discriminación
de la mujer”, en FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANÍ,
C. (coord.), Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Madrid,
2007, pp. 370-398.

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https://doi.org/10.15304/epc.40.6094 -769- vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809
partes. De otro porque, a diferencia de lo que es habitual en
los tratados internacionales de derechos humanos, la Con-
vención no contempla las denuncias interestatales. En tercer
lugar, porque incluye la técnica de las denuncias individuales
en un Protocolo Facultativo, otorgando a los Estados partes
que desean asumir un compromiso mayor y más estricto, en
orden a la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer, la posibilidad de aceptar esta técnica de con-
trol. Y, finalmente, porque incluye con carácter adicional la
técnica de control de la investigación confidencial, incorpo-
rándola al Protocolo Facultativo. De este modo, y salvo de-
claración expresa de no aceptación de la misma por parte del
Estado interesado, la ratificación del Protocolo Facultativo
de la Convención conlleva automáticamente la sumisión de
dicho Estado a esta técnica de control38.
El Comité también formula recomendaciones genera-
les. En general, las que formulan los órganos internacionales
de control previstos por los tratados internacionales de dere-
chos humanos constituyen la interpretación que del tratado
en cuestión hacen tales órganos; interpretación que se impo-
ne a los Estados Parte.

2. Ejecución en España del Dictamen del Comité


CEDAW
Partiendo de que el artículo 1 CE declara que España
se constituye en un Estado social y democrático de Derecho,
estos atributos tienen que verse confirmados en la práctica y
dotados de contenido efectivo. Que un Estado sea verdade-
ramente un Estado de Derecho dependerá de que en su seno
el imperio de la ley sea una realidad, los derechos y liberta-
des que se proclaman sean reales y efectivos y los principios
de legalidad y de jerarquía normativa se apliquen adecuada-
mente39.

38 MAYORDOMO RODRIGO, V., “El Comité…”, op. cit., p. 258.


39 Artículo 9.3 Constitución Española.

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A este respecto surge la cuestión relativa a la ejecución
de las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Huma-
nos (en adelante TEDH) y de los dictámenes de los órganos
internacionales de control en materia de derechos humanos
cuya competencia ha sido aceptada por España, y que son
denominados comités.
El caso Ángela González Parreño permite apreciar la
eficacia o no de los principios de legalidad y de jerarquía nor-
mativa que la Constitución garantiza (art. 9.3); el modo en
que los órganos internos aplican las normas internacionales
y la concepción que tienen de las mismas; y si los derechos y
libertades objeto de tales sentencias y decisiones de órganos
internacionales de control en materia de derechos humanos,
cuya competencia ha sido aceptada por España, son efec-
tivos en el caso concreto o si, por el contrario, encuentran
problemas para serlo40.
Desde la Transición política hacia la Democracia, Es-
paña no sólo procedió a celebrar tratados internacionales de
derechos humanos sino que a partir de 1978 esa celebración
estuvo siempre acompañada de la aceptación de la compe-
tencia del órgano internacional de control establecido en
ellos41.
Hay quienes mantienen que, fuera de toda duda, la
ejecución de las sentencias del Tribunal Europeo de Dere-
chos Humanos (en adelante TEDH) y de las decisiones de los

40 FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANÍ C., “La ejecución de


sentencias y decisiones de tribunales y comités” en Escobar Hernández
C, (dir.), Los derechos humanos en la sociedad internacional del siglo XXI,
vol. 2, Colección Escuela Diplomática, nº 16, 2010, pp. 179-198.
41 FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANÍ, C., “La obligación
del Estado de reconocer y aceptar los efectos jurídicos de las decisio-
nes de los órganos internacionales de control en materia de derechos
humanos” en FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANÍ, C.,
(coord.), Los efectos jurídicos en España de las decisiones de los órganos
internacionales de control en materia de derechos humanos de naturaleza
no jurisdiccional, Madrid, 2019, pp. 241.

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órganos internacionales de control en materia de derechos
humanos, cuya competencia ha sido aceptada por España,
constituye una obligación tanto desde la perspectiva del De-
recho interno español como del Derecho Internacional42.
Esta posición se refuerza, además, por el hecho de que el
Derecho Internacional es también Derecho interno español
una vez recibido en España, de conformidad con el procedi-
miento establecido en el art. 96 CE, convirtiéndose en otro
elemento normativo más del orden público que integra la no-
ción de Estado de Derecho43.
Respecto a si los derechos y libertades objeto de tales
sentencias y decisiones de órganos internacionales de control
en materia de derechos humanos cuya competencia ha sido
aceptada por España son efectivos, conviene recordar que el
Tribunal Constitucional puso de manifiesto en su Sentencia

42 Similar al supuesto objeto de análisis, acaecido en España, es el Caso


Halime Kılıç contra Turquía y la sentencia del Tribunal Europeo de De-
rechos Humanos, de 28 de junio de 2016, rec. nº 63034/11. El fallo tiene
su origen en la muerte de la hija de la demandante, que fue asesinada por
el marido de ésta, a pesar de haber presentado cuatro denuncias y haber
obtenido tres órdenes de protección y otros requerimientos judiciales.
El TEDH declara que se ha violado el artículo 2 (derecho a la vida) y el
artículo 14 (prohibición de la discriminación) del Convenio Europeo de
los Derechos Humanos. En particular, constata que el procedimiento in-
terno no ha logrado reunir los requisitos del artículo 2 del Convenio en
relación a proporcionar protección a la hija. Al no haber sido castigado
el incumplimiento por parte del marido de las órdenes dictadas contra
él, las autoridades nacionales habían privado las órdenes de eficacia,
creando así un contexto de impunidad que le permitía agredir repeti-
damente a su esposa sin tener que rendir cuentas. El Tribunal también
considera inaceptable que la hija de la demandante se había quedado
sin recursos o protección para poder hacer frente al comportamiento
violento del hombre y que, al hacer caso omiso a los actos de violencia y
amenazas de muerte contra la víctima, las autoridades habían creado un
clima que era propicio para la violencia doméstica. El Tribunal condenó
a Turquía a pagar a la madre 65.000 euros en concepto de daño moral.
Vid. http://hudoc.echr.coe.int/eng-press?i=003-5420099-6785234
43 FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANÍ C., “La ejecución de
sentencias y decisiones de tribunales y comités”, op. cit., pp. 179-198.

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vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809 -772- https://doi.org/10.15304/epc.40.6094
245/1991, de 16 de diciembre, que cuando el TEDH declara
la violación por España de un derecho o libertad del Conve-
nio europeo implícitamente está declarando la violación de
ese derecho o libertad presente en la Constitución Españo-
la. El hecho de que la sentencia declaratoria del incumpli-
miento de España no sea ejecutada conlleva, implícitamente
también, la violación de la Constitución pues el derecho o
libertad en cuestión, mientras no se corrija la violación, no
llega a ser real y efectivo. Y también el incumplimiento de la
Constitución en lo que a los principios de legalidad y de je-
rarquía normativa se refiere, pues las obligaciones inherentes
a esos tratados internacionales –entre las que se encuentran
las relativas a la ejecución de esas sentencias y dictámenes-
una vez publicados oficialmente en España los tratados que
las contienen pasan a formar parte del ordenamiento español
con la jerarquía que les atribuyen los arts. 95 CE y 96 CE44.
En parecido sentido se pronunció en 2006, al afirmar
que a pesar de que los dictámenes del Comité DH no son
equiparables a las sentencias del TEDH ni son resoluciones
judiciales con fuerza ejecutoria directa, esto «no implica que
carezcan de todo efecto interno en la medida en que declaran
la infracción de un derecho reconocido en el Pacto y que, de
conformidad con la Constitución, el Pacto no sólo forma par-
te de nuestro Derecho interno, conforme al art. 96.1 CE, sino
que además las normas relativas a los derechos fundamentales
y libertades públicas contenidas en la Constitución deben in-
terpretarse de conformidad con los tratados y acuerdos inter-
nacionales sobre las mismas materias ratificados por España
(art. 10.2 CE)45. Por otra parte, en virtud del artículo 10.2 CE,

44 Ibid., pp. 179-198.


45 VILLÁN DURÁN, C., “El valor jurídico de las decisiones de los ór-
ganos establecidos en tratados de las Naciones Unidas en materia de
derechos humanos”, en FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE RO-
MANÍ, C., (coord.), Los efectos jurídicos en España de las decisiones de
los órganos internacionales de control en materia de derechos humanos de
naturaleza no jurisdiccional, Madrid, 2019, pp. 103-104.

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https://doi.org/10.15304/epc.40.6094 -773- vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809
los órganos del Estado «interpretarán las normas relativas a los
derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución
reconoce de conformidad con (…) los tratados y acuerdos in-
ternacionales sobre la misma materia ratificados por España».
Parece exigible a los jueces y tribunales españoles, a
la hora de aplicar el dictamen de un Comité internacional
creado por uno de esos tratados, y cuya competencia ha reco-
nocido España, que consideren que se han incumplido deter-
minados derechos de una persona relacionado en el tratado,
teniendo en cuenta la opinión mantenida en ese dictamen 46.
No es coherente que los órganos de un Estado parte en un
tratado internacional sobre derechos humanos que ha acep-
tado expresa y libremente la competencia de un determinado
órgano para debatir y tomar decisiones en torno a las presun-
tas violaciones de derechos de una persona y regulados por el
tratado, no acepte como «auténtica» la interpretación que de
dicho tratado internacional lleve a cabo el Comité47.
Cuando un Estado se suma a un tratado internacional
de derechos humanos, y entra en vigor para él, adquiere la
obligación de cumplir sus disposiciones. Y, concretamente,
la obligación de adoptar las medidas necesarias para hacer
efectivo en su Derecho interno el pleno respeto de los dere-
chos y libertades reconocidos. Estas obligaciones son vincu-
lantes en Derecho, pero su indeterminación en cuanto a con-
tenido y plazos difuminan su efecto útil para los órganos de
los Estados partes (en particular sus jueces y tribunales) a los
efectos de su eventual aplicación a individuos reclamantes48.

46 GUTIÉRREZ ESPADA, C., “Reflexiones sobre la ejecución en España


de los dictámenes de los comités de control creados por los tratados
sobre derechos humanos”, en FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE
ROMANÍ, C., (coord.), Los efectos jurídicos en España de las decisiones
de los órganos internacionales de control en materia de derechos humanos
de naturaleza no jurisdiccional, Madrid, 2019, pp. 281-282 y 297.
47 Ibid.
48 GUTIÉRREZ ESPADA, C., “La aplicación en España de los dictáme-
nes de comités internacionales: la STS 1263/2018, un importante punto

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vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809 -774- https://doi.org/10.15304/epc.40.6094
Si un tratado internacional sobre derechos humanos
ratificado por España, o uno de sus Protocolos, crea órganos
de control (comités) a los que otorga competencias para emi-
tir Informes u Observaciones Generales o Dictámenes relati-
vos a la clarificación o precisión de los derechos y libertades
regulados y para pronunciarse sobre quejas, comunicaciones
o reclamaciones de personas físicas o jurídicas que se hallen
bajo jurisdicción de los Estados partes, tengan o no formal-
mente la naturaleza de resoluciones judiciales, difícilmen­te
puede justificarse que el Estado no haga efectivo lo dispuesto
en esa resolución49.
España, en la propia Convención CEDAW (artículo
2), se ha comprometido internacionalmente a cumplir y ha-
cer efectivos los derechos de las personas reconocidos en la
misma:
a) Consagrar, si aún no lo han hecho, en sus Constitu-
ciones nacionales y en cualquier otra legislación apropiada el
principio de la igualdad del hombre y de la mujer y asegurar
por Ley u otros medios apropiados la realización práctica de
ese principio.
b) Adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro
carácter, con las sanciones correspondientes, que prohíban
toda discriminación contra la mujer.
c) Establecer la protección jurídica de los derechos
de la mujer sobre una base de igualdad con los derechos del
hombre y garantizar, por conducto de los Tribunales nacio-
nales o competentes y de otras instituciones públicas, la pro-
tección efectiva de la mujer contra todo acto de discrimina-
ción.

de inflexión”, Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), vol.


10, nº 2, p. 847.
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/
cdt.2018.4406
49 Ibid., p. 850

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https://doi.org/10.15304/epc.40.6094 -775- vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809
d) Abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de
discriminación contra la mujer y velar por que las autorida-
des o instituciones públicas actúen de conformidad con esta
obligación.
e) Tomar todas las medidas apropiadas para eliminar
la discriminación contra la mujer practicada por cualesquie-
ra personas, organizaciones o empresas.
f) Adoptar todas las medidas adecuadas, incluso de
carácter legislativo, para modificar o derogar Leyes, Regla-
mentos, usos y prácticas que constituyan discriminación con-
tra la mujer.
g) Derogar todas las disposiciones penales nacionales
que constituyan discriminación contra la mujer».
Y, según lo dispuesto en el artículo 24 de la Conven-
ción: «los Estados partes se comprometen a adoptar todas
las medidas necesarias en el ámbito nacional para conseguir
la plena realización de los derechos reconocidos en la presen-
te Convención».

III. Negativa de españa a dar cumplimiento al dictamen


CEDAW
La sala Contencioso Administrativa de la Audiencia
Nacional, en sentencia 4195/2016, de 2 de noviembre niega
a Ángela González la reparación por la responsabilidad del
Estado en el asesinato de su hija Andrea, cuantificada por
aquélla en 1.263.470,09 €50. Desestima así la reclamación de
responsabilidad patrimonial del Estado por funcionamiento
anormal de la Administración de Justicia formulada el 6 de fe-
brero de 2015, en que solicitaba el cumplimiento de lo dispues-
to en el dictamen número 47/2012 del Comité de la CEDAW51.

50 Sentencia Tribunal Supremo 1263/2018, de 17 de julio. Fundamento de


Derecho Primero.
51 Ibid. Fundamento de Derecho Primero

Estudios Penales y Criminológicos,


vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809 -776- https://doi.org/10.15304/epc.40.6094
El argumento principal que utiliza la Audiencia Na-
cional es que este proceso ya se juzgó en 2004, cuando negó
la responsabilidad de las autoridades en el asesinato de la
hija de Ángela. Y alega que «no existe en el ordenamiento
jurídico español un procedimiento que posibilite en este caso
la eficacia ejecutiva de las recomendaciones contenidas en el
dictamen del CEDAW» ni existen los mecanismos necesarios
para que los derechos de la Convención que España ha rati-
ficado puedan ser eficazmente tutelados52. A la vista de ello
podría deducirse que, para España, la Convención CEDAW
es un mero ornato: se compromete pero luego no habilita me-
canismo para hacerla efectiva y no existen medidas sancio-
nadoras a nivel internacional. De ahí la importancia, como
veremos más adelante, de la sentencia del Tribunal Supremo,
de 2018, en la que se dota de efectos jurídicos al dictamen
de uno de esos órganos de control, en este caso, el CEDAW.

IV. Sentencia favorable del tribunal supremo en 2018


Contra el fallo que deniega a Ángela su petición de
indemnización, 2 de noviembre de 2016, se interpone recurso
de casación, sobre el que se pronuncia la sentencia del Tribu-
nal Supremo, de 17 de julio de 201853. Una de las primeras
cuestiones que aborda la sentencia reside en dilucidar cuál
es el cauce adecuado para solicitar del Estado español el
cumplimiento de los dictámenes del Comité de la CEDAW,
cuando en ellos se contienen recomendaciones dirigidas a las
autoridades españolas a fin de que reparen los daños deriva-
dos del incumplimiento constatado de los derechos previstos
en la Convención54. Y determinar si, como sostiene la sen-
tencia de instancia, al no existir un procedimiento en el or-
denamiento español que permita dotar de eficacia ejecutiva

52 Ibid. Fundamento de Derecho Cuarto


53 Ibid. Fundamento de Derecho Segundo.
54 Ibid.

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a aquellas recomendaciones y carecer de de los mecanismos
necesarios para la tutela eficaz de los derechos reconocidos
en la Convención, no es posible exigir el cumplimiento de
aquellos dictámenes, más allá de la posible revisión de la de-
cisión del Estado de denegar la reparación solicitada55.
Dada la naturaleza del proceso jurisdiccional en el que
se enmarca la decisión tomada en esta sentencia56, es preciso
dar respuesta a la primera de las cuestiones que plantea el es-
crito de oposición de la Administración General del Estado,
consistente en solicitar la desestimación del recurso alegan-
do que la parte recurrente no hace mención a cuál o cuáles
hayan sido los derechos fundamentales vulnerados ni sobre
cómo la hayan sido.
No admite el Tribunal Supremo este planteamiento
pues en la demanda de la instancia se denunciaba que la deci-
sión administrativa determinó la vulneración de los derechos
fundamentales contenidos en los artículos 14, 15, 18 y 24 de
la Constitución Española, vulneración que derivaría del he-
cho de no haber dado cumplimiento a lo establecido en el
Dictamen 47/2012, de 18 de julio del Comité CEDAW, que
condenaba a España por incumplimiento de las obligaciones
de la Convención57.
Considera que resulta fundamental determinar si el
cauce de la reclamación de responsabilidad patrimonial del
Estado por funcionamiento anormal de la Administración
de Justicia es adecuado o no para obtener una decisión ad-
ministrativa que permita obtener ese cumplimiento del Dic-
tamen 47/2012 del Comité de la CEDAW, cuestión que, a su
vez, exige que se analice si la negativa administrativa –por

55 Ibid.
56 Se trata de un recurso de casación contra la sentencia dictada el día 2 de
noviembre de 2016 de la Audiencia Nacional en el procedimiento espe-
cial para la protección de derechos fundamentales de la persona 6/2015.
57 Ibid. Fundamento de Derecho Séptimo, primera.

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silencio– ha vulnerado los derechos fundamentales invoca-
dos por la recurrente. Es esencial determinar si el Dictamen
puede ser el presupuesto que permita formular esa reclama-
ción de responsabilidad patrimonial58.
La sentencia da una respuesta favorable a las preten-
siones de la madre, en función de las siguientes considera-
ciones:
1. Ni la Convención ni el Protocolo han introducido
en el orden jurídico interno una instancia superior suprana-
cional de revisión o control directo de las decisiones judiciales
o administrativas internas. No imponen a los Estados miem-
bros unas medidas procesales concretas de carácter anulato-
rio o rescisorio para asegurar la reparación de la desviaciones
que el Comité CEDAW pueda llegar a apreciar, ni regulan el
carácter ejecutivo de los Dictámenes de dicho Comité. Aun
así no puede dudarse que tendrán carácter vinculante/obli-
gatorio para el Estado parte que reconoció la Convención
y el Protocolo, a la vista de lo dispuesto en el artículo 24 de
la Convención: «los Estados partes se comprometen a adop-
tar todas las medidas necesarias en el ámbito nacional para
conseguir la plena realización de los derechos reconocidos en
la presente Convención». Además, como se ha visto supra,
conforme al artículo 7.4 del Protocolo Facultativo, España
tendría que haber dado «la debida consideración a las opi-
niones del Comité, así como a sus recomendaciones» y haber
enviado al Comité, en un plazo de seis meses, información
sobre toda medida adoptada en base a las recomendaciones
del Comité59.
2. El Dictamen emana de un órgano creado en el ám-
bito de una normativa internacional que, por expresa pre-
visión del artículo 96 CE60, forma parte de nuestro ordena-
58 Ibid. Fundamento de Derecho Séptimo, tercera.
59 Ibid. Fundamento de Derecho Séptimo, tercera.
60 1. Los tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publi-
cados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento inter-

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https://doi.org/10.15304/epc.40.6094 -779- vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809
miento jurídico interno tras su ratificación y publicación en
el Boletín Oficial del Estado; y que según el artículo 10.2 CE,
las normas relativas a los derechos fundamentales se inter-
pretarán de conformidad con la Declaración Universal de
Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internaciona-
les sobre las mismas materias ratificados por España61.
3. La vulneración de derechos de la Convención CE-
DAW declarada por el Comité se refiere la no adopción por
los órganos del Estado, en sus diversas esferas, órdenes e ins-
tancias, de las medidas necesarias y eficaces que evitasen la
discriminación de la recurrente, partiendo de que la violen-
cia contra la mujer que menoscaba o anula el goce de sus
derechos humanos constituye un acto de discriminación,
tal y como la define el artículo 1 de La Convención. Esta
declaración es vinculante para España como Estado parte
que ha reconocido la competencia del Comité62, y el hecho
de que España no haya acreditado la adopción de medidas
reparadoras del derecho a no sufrir discriminación, supone
el mantenimiento de la lesión de derechos reconocidos en la
Convención, que es una violación especialmente cualificada
y que viene referida a un principio jurídico universal recono-
cido por diversos textos internacionales como la Convención
CEDAW, la Declaración Universal de Derechos Humanos de
1948 (artículo 7), el Convenio de Roma para la Protección de
los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales
de 1950 (artículo 14) y la Carta de los Derechos Fundamen-
tales de la Unión Europea (artículo 21) 63. Esta vulneración
no. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspen-
didas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las
normas generales del Derecho internacional.
61 Ibid., Fundamento de Derecho Séptimo, tercera.
62 NACIONES UNIDAS, Protocolo facultativo de la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Adop-
tada por la Asamblea General en su Resolución A/54/4 de 6 de octubre de
1999, artículo 1.
63 Sentencia Tribunal Supremo 1263/2018, op. cit. Fundamento de Dere-
cho Séptimo, tercera.

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vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809 -780- https://doi.org/10.15304/epc.40.6094
– continúa la sentencia– encaja no sólo en el artículo 14 CE –
derecho de igualdad y no discriminación por razón de sexo–,
pues durante años no se pusieron en marcha medidas que hi-
ciesen efectivas en la práctica previsiones legales existentes y
de manera que se pudiese restablecer una igualdad rota en el
seno familiar por los graves actos de discriminación sufridos
por la recurrente, sino también en su artículo 24 –derecho a
la tutela judicial efectiva–, pues en los diversos procedimien-
tos judiciales que revisaron la práctica administrativa no se
dio amparo efectivo al derecho de la recurrente a no ser dis-
criminada, todo ello con indudable y grave afectación de su
dignidad humana y de su derecho a la integridad moral, am-
parado en el artículo 15 CE64.
4. Las especiales particularidades de la demanda de
responsabilidad patrimonial del Estado por funcionamien-
to anormal de la Administración de Justicia no sólo debió
merecer de la Administración General del Estado una con-
sideración expresa, impuesta por el artículo 42 de la Ley
30/1992, dando cumplimiento a la obligación internacional
y de Derecho interno, sino que es el remedio efectivo últi-
mo para controlar la vulneración de derechos fundamentales
invocada por la madre de Andrea que, además, se presenta
como permanente en el tiempo, no tanto por estar vinculada
al fatal desenlace que ciertamente acaeció hace años, cuanto
por no haber sido restaurada la lesión de derechos por la Ad-
ministración tras la conclusión del Comité de la CEDAW65.
5. Por tanto, el Dictamen del Comité de la CEDAW
deberá ser tenido como presupuesto válido para formular
una reclamación de responsabilidad patrimonial del Estado.
Se acredita la existencia de una lesión o daño real y efecti-
vo, individualizado en la persona de la recurrente, que ella
no estaba obligada a soportar, y que se produjo por la des-
protección que ha soportado durante años ante una clara

64 Ibid.
65 Ibid.

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situación de discriminación, antes y después del fallecimien-
to de su hija. Es un daño que perdura, pues la situación de
desprotección de derechos no ha sido resarcida. Es evalua-
ble económicamente no sólo por el fallecimiento de su hija,
sino también por los daños de todo tipo que ha tenido que
soportar como consecuencia de ello, siendo víctima de vio-
lencia sobre la mujer y no obtener nunca una protección de
la Administración y una tutela judicial efectiva. Constituye
un funcionamiento anormal de la Administración de Justi-
cia, como parte integrante del Estado, al que se atribuye una
negligente actuación en la protección de los derechos de la
recurrente. Y, por último, existe una evidente relación entre la
lesión antijurídica y la actuación del Estado, de la que forma
parte la Administración de Justicia66.
La sentencia considera que, a través de una declaración
de un organismo internacional reconocido por España, se ha
denunciado la infracción de concretos derechos amparados en
la Convención por parte del Estado español, acordando medi-
das de reparación o resarcimiento en favor de la denunciante y
medidas de actuación por parte de España. Y que esta decla-
ración se ha producido en el seno de un procedimiento expre-
samente regulado, con garantías y con plena participación de
España. Y todo ello, teniendo en cuenta que el artículo 9.3 CE67
afirma que la Constitución garantiza, entre otros, el principio
de legalidad y la jerarquía normativa, de manera que las obliga-
ciones internacionales relativas a la ejecución de las decisiones
de los órganos internacionales de control cuya competencia ha
aceptado España forman parte de nuestro ordenamiento inter-
no, una vez recibidas en los términos del artículo 96 CE68.
66 Ibid.
67 3. La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía nor-
mativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposicio-
nes sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales,
la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitra-
riedad de los poderes públicos.
68 Sentencia Tribunal Supremo 1263/2018, de 17 de julio. Fundamento de
Derecho Séptimo, tercera.

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Afirma, por ello, que la Administración vulneró los
derechos fundamentales de la recurrente y no puso fin a los
efectos de una declaración de lesión de derechos de la mujer
por haber sufrido un acto de discriminación derivado de una
situación de violencia sobre la mujer, que le vinculaba en los
términos de la Convención y el Protocolo. En consecuencia,
casa y anula tanto la sentencia impugnada que no apreció
tal vulneración, como la inicial decisión administrativa que
ni tan siquiera la valoró por operarse en virtud de silencio
administrativo, y declara la obligación de reparar la vulne-
ración efectuando un pronunciamiento que haga efectiva y
eficaz la condena a la reparación del daño antijurídico admi-
tido y que era evaluable económicamente.
Partiendo de que, a su juicio, al no existir un cauce
específico y autónomo para hacer efectivas en el ordenamien-
to español las recomendaciones de un Dictamen del Comité
de la CEDAW por vulneración de derechos fundamentales
reconocidos en la Convención por parte del Estado español,
no se puede exigir autónomamente el cumplimiento de aque-
llos dictámenes69, es posible admitir que ese dictamen sea el
presupuesto habilitante para formular una reclamación de
responsabilidad patrimonial del Estado por funcionamiento
anormal de la administración de justicia, como último cau-
ce para obtener la reparación, ya que a los poderes públicos
españoles incumbe al respeto y observancia de los derechos
fundamentales70.
Impone, por ello, una condena al Estado, admitiendo
la reclamación por el daño moral indiscutible sufrido por la
recurrente, pero cuantificándola en 600.000 euros, actualiza-
dos cuantitativamente al momento en que se dicta el fallo71.

69 Ibid. Fundamento de Derecho Octavo.


70 Ibid.
71 Ibid. Fundamento de Derecho Séptimo, cuarta.

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Con esta sentencia, el Tribunal Supremo asume que
las decisiones de esos Comités deben ser aplicadas por los
órganos del Estado y en su aplicación deben tenerse en cuen-
ta como elementos interpretativos de los derechos y liberta-
des reconocidos por nuestra Constitución di­chos tratados,
en virtud del artículo 10.2 de nuestra Constitución. Y todo
ello sin que sea preciso adoptar normativa expresa en este
sentido. Más en concreto, el Alto Tribunal entiende que los
dictámenes de estos Comités son base suficiente para funda-
mentar, cuando proceda, la responsabilidad patrimonial de
la Administración por mal funciona­miento y de ello se derive
la violación de derechos y libertades fundamentales72.

V. El superior interés del menor

1. Ámbito legal
La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección
Jurídica del Menor, de modificación parcial del Código Civil y
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, estableció un marco regula-
dor que garantizaba a los menores una protección uniforme
en todo el territorio español, y que sirvió de referencia a las
Comunidades Autónomas. Pero en el transcurso de los años
se han ido produciendo importantes cambios sociales que
afectan a la situación de los menores, que demandaban una
mejora en sus instrumentos de protección jurídica. Para ello
se han promulgado dos leyes que se han tramitando en pa-
ralelo: la Ley Orgánica 8/2015, de 22 de julio, de modificación
del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia; y
la Ley 26/2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de
protección a la infancia y a la adolescencia73.

72 GUTIÉRREZ ESPADA, C., “La aplicación en España…”, op. cit., p. 851.


73 La razón de que la reforma se haya realizado en dos leyes es que todo
lo que afecte a derechos fundamentales y libertades públicas debe ser
aprobado por Ley Orgánica y las demás cuestiones han sido reguladas
por Ley ordinaria.

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vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809 -784- https://doi.org/10.15304/epc.40.6094
En este proceso de reforma jurídica han intervenido
juristas y profesionales de todos los ámbitos relacionados
con los menores, con el objeto de lograr un texto normativo
lo más cercano posible a la práctica (trabajadores sociales,
psicólogos, educadores, pedagogos y operadores jurídicos),
que recoja de forma patente y realista en su redacción los
aspectos educativos, psicológicos, sociales y jurídicos, que
permitan la mejora de los instrumentos de protección, a los
efectos de continuar garantizando a los menores una protec-
ción uniforme en todo el territorio español, y sea conforme a
los parámetros culturales del mismo74.

2. ¿Qué se entiende por tal?


El artículo 3.1 de la Convención sobre los Derechos
del Niño, de 20 de noviembre de 198975 otorga al niño el de-
recho a que se considere y tenga en cuenta de manera pri-
mordial su interés superior en todas las medidas o decisiones
que le afecten, tanto en la esfera pública como en la privada.
El Comité de los Derechos del Niño76, en su Obser-
vación nº 1477, subraya que el interés superior del niño es un
concepto triple:

74 DE LA CUESTA ARZAMENDI, J.L., “Menores en situación de ries-


go y desprotección familiar: regulación internacional y española”, en
VARONA MARTÍNEZ, G., (dir.) Victimología: en busca de un enfoque
integrador para repensar la intervención con víctimas, Aranzadi, Cizur
Menor (Navarra), p. 298-301. SAVE THE CHILDREN, Modificación
del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia. Guía para pro-
fesionales y agentes sociales, Málaga, 2015, p. 7.
75 En vigor para España el 5 de enero de 1991
76 El Comité es el órgano de expertos independientes que supervisa la apli-
cación de la Convención sobre los Derechos del Niño por sus Estados
partes. Todos los Estados partes deben presentar al Comité informes
periódicos sobre la manera en que se ejercitan los derechos. El Comité
examina cada informe y expresa sus preocupaciones y recomendaciones
al Estado parte en forma de “observaciones finales”. https://www2.oh-
chr.org/spanish/bodies/crc/
77 NACIONES UNIDAS, CRC/C/GC/14, Comité de los derechos del niño,
Observación general Nº 14 (2013) sobre el derecho del niño a que su in-

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https://doi.org/10.15304/epc.40.6094 -785- vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809
a) Un derecho sustantivo: el derecho del niño a que
su interés superior sea una consideración primordial que se
evalúe y tenga en cuenta al sopesar distintos intereses para
tomar una decisión sobre una cuestión debatida, y la garan-
tía de que ese derecho se pondrá en práctica siempre que se
tenga que adoptar una decisión que afecte a un niño, a un
grupo de niños concreto o genérico o a los niños en general.
El artículo 3.1 de la Convención establece una obligación in-
trínseca para los Estados, es de aplicación directa (aplicabili-
dad inmediata) y puede invocarse ante los tribunales.
b) Un principio jurídico interpretativo fundamental:
si una disposición jurídica admite más de una interpretación,
se elegirá la interpretación que satisfaga de manera más efec-
tiva el interés superior del niño.
c) Una norma de procedimiento: siempre que se tenga
que tomar una decisión que afecte a un niño en concreto, el
proceso de adopción de decisiones deberá incluir una estima-
ción de las posibles repercusiones (positivas o negativas) de
la decisión en el niño o los niños interesados.
En este sentido, los Estados partes deberán explicar
cómo se ha respetado este derecho en la decisión, es decir,
qué se ha considerado que atendía al interés superior del
niño, en qué criterios se ha basado la decisión y cómo se han
ponderado los intereses del niño frente a otras consideracio-
nes, ya se trate de cuestiones normativas generales o de casos
concretos78. Se trata de un concepto flexible que permite su

terés superior sea una consideración primordial (artículo 3, párrafo 1),


párrafo 6.
78 NÚÑEZ ZORRILLA, C., “El interés superior del menor en las últimas
reformas llevadas a cabo por el legislador estatal en el sistema de pro-
tección a la infancia y a la adolescencia”, Persona y Derecho, vol. 73,
2015/2, p. 122. Vid. NACIONES UNIDAS, Comité de los derechos del
niño, Observación general Nº 14…, op. cit., párrafo 6. Esta observación
general tiene por objeto garantizar que los Estados partes en la Con-
vención den efectos al interés superior del niño y lo respeten. Define los
requisitos para su debida consideración, en particular en las decisiones

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vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809 -786- https://doi.org/10.15304/epc.40.6094
adaptación a la situación de cada niño y la evolución de los
conocimientos en materia de desarrollo infantil 79 .
Al evaluar y determinar el interés superior del niño
para tomar una decisión sobre una medida concreta, se de-
berían seguir los siguientes pasos:
a) Determinar cuáles son los elementos pertinentes, en
el contexto de los hechos concretos del caso, para evaluar el
interés superior del niño, dotarlos de un contenido concreto
y ponderar su importancia en relación con los demás;
b) Para ello es preciso seguir un procedimiento que
vele por las garantías jurídicas y la aplicación adecuada del
derecho80.
La determinación del interés superior del niño debe
comenzar con una evaluación de las circunstancias especí-
ficas de cada caso singularmente considerado. El Comité
considera provechoso elaborar una lista de elementos no ex-
haustiva ni jerárquica que podrían formar parte de la evalua-
ción del interés superior del niño que lleve a cabo cualquier
responsable de la toma de decisiones que tenga ante sí ese
cometido. El carácter no exhaustivo de los elementos de la
lista significa que es posible no limitarse a ellos y tomar en
consideración otros factores pertinentes en las circunstancias
específicas de cada niño o grupo de niños concreto81. Esa lis-

judiciales y administrativas así como en otras medidas que afecten a


niños con carácter individual, y en todas las etapas del proceso de apro-
bación de leyes, políticas, estrategias, programas, planes, presupuestos,
iniciativas legislativas y presupuestarias, y directrices (es decir, todas las
medidas de aplicación) relativas a los niños en general o a un determi-
nado grupo. El Comité confía en que esta observación general guíe las
decisiones de todos los que se ocupan de los niños, en especial los padres
y los cuidadores (10)
79 NACIONES UNIDAS, Comité de los Derechos del Niño, Observación
general Nº 14…, op. cit., párrafo 34.
80 Ibid., párrafo 46.
81 Ibid., párrafos 48 y 50.

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https://doi.org/10.15304/epc.40.6094 -787- vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809
ta de elementos proporcionará orientación a los Estados o
los responsables de la toma de decisiones82. El Comité estima
que los elementos que deben tenerse en cuenta al evaluar y
determinar el interés superior del niño, en la medida en que
sean pertinentes para la situación de que se trate, son los si-
guientes83:
a) La opinión del niño, ya que el artículo 12 de la Con-
vención establece su derecho a expresar su opinión en todas
las decisiones que le afectan84.
b) La identidad del niño. Los niños no son un grupo
homogéneo, por lo que debe tenerse en cuenta la diversidad
al evaluar su interés superior85.
c) La preservación del entorno familiar y mantenimien-
to de las relaciones. Prevenir la separación familiar y preservar
la unidad familiar son elementos importantes del régimen de
protección del niño, y se basan en el derecho recogido en el
artículo 9, párrafo 1, que exige «que el niño no sea separado
de sus padres contra la voluntad de estos, excepto cuando [...]
tal separación es necesaria en el interés superior del niño»86.
Asimismo, el niño que esté separado de uno o de ambos pa-
dres tiene derecho «a mantener relaciones personales y con-
tacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello
es contrario al interés superior del niño» (art. 9, párr. 3)87.
Dados los efectos negativos para el niño de que lo
separen de sus padres, dicha medida solo debería aplicarse
como último recurso, por ejemplo, cuando el niño esté en
peligro de sufrir un daño inminente o cuando sea necesario
por otro motivo88.

82 Ibid., párrafo 51.


83 Ibid., párrafo 52.
84 Ibid., párrafo 53.
85 Ibid., párrafo 55.
86 Ibid., párrafo 60.
87 Ibid., párrafo 61.
88 Ibid., párrafo 61.

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vol. XL (2020). ISSN 1137-7550: 751-809 -788- https://doi.org/10.15304/epc.40.6094
d) Cuidado, protección y seguridad del niño. Al eva-
luar y determinar el interés superior de un niño debe tener-
se en cuenta la obligación del Estado de asegurar al niño la
protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar
(art. 3, párr. 2)89. También debe tener en cuenta su seguri-
dad: es decir, el derecho del niño a la protección contra toda
forma de perjuicio o abuso físico o mental (art. 19 y arts. 32
a 39)90. Aplicar el enfoque del interés superior del niño en el
proceso de toma de decisiones entraña evaluar la seguridad y
la integridad del niño en ese preciso momento; sin embargo,
el principio de precaución exige valorar también la posibili-
dad de riesgos y daños futuros y otras consecuencias de la
decisión en la seguridad del niño91.
e) Situación de vulnerabilidad. Las autoridades y los
responsables de la toma de decisiones deben tener en cuenta
los diferentes tipos y grados de vulnerabilidad de cada niño,
ya que cada niño es único y cada situación debe evaluarse
de acuerdo con su condición única. Debe realizarse una eva-
luación individualizada del historial de cada niño desde su
nacimiento, con revisiones periódicas a cargo de un equipo
multidisciplinario y los ajustes razonables que se recomien-
den durante todo el proceso de desarrollo del niño 92

3. ¿Considera el Comité CEDAW que se protegió?


Como se ha puesto de manifiesto supra, el Comité
considera determinante si las autoridades españolas aplica-
ron principios de debida diligencia y tomaron medidas razo-
nables con miras a proteger a la autora y su hija de posibles
riesgos en una situación de violencia doméstica continuada,

89 Ibid., párrafo 71.


90 Ibid., párrafo 71.
91 Ibid., párrafo 74.
92 Ibid., párrafo 74.

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que se prolongó durante varios años y que el Estado parte no
cuestiona en ningún momento 93.
Mantiene que sí se podía prever que el comportamien-
to del padre suponía un peligro para la vida o salud física o
psíquica de la menor ya que la separación definitiva de los
cónyuges estuvo precedida de múltiples incidentes violentos
dirigidos a Ángela y de los que la menor fue con frecuencia
testigo. Se dictaron órdenes de alejamiento que eran ignora-
das por el hombre sin que ello generara ninguna consecuen-
cia jurídica para él, salvo una condena por una conducta de
vejaciones94.
Además, a pesar de la insistencia de Ángela, las órde-
nes de alejamiento no incluyeron a la menor y una orden de
alejamiento ordenada en 2000 en favor de ésta fue posterior-
mente dejada sin efecto, como resultado de un recurso plan-
teado por el padre, para no perjudicar las relaciones entre
padre e hija95.
Los informes de los servicios sociales repetidamente
subrayaron las dificultades de éste para adaptarse a la corta
edad de la niña. Un informe psicológico observó en él «un
trastorno obsesivo-compulsivo, con rasgos celotípicos y una
tendencia a distorsionar la realidad que podría degenerar a
un trastorno similar al paranoide».
Además, durante los meses que duraron las visitas no
vigiladas varios informes de los servicios sociales señalaron la
probabilidad de que existieran situaciones inadecuadas con-
sistentes en reiteradas preguntas del padre a la menor sobre
la vida privada de la madre, así como la necesidad de man-

93 NACIONES UNIDAS, CEDAW/C/58/D/47/2012, Comité para la Eli-


minación de la Discriminación contra la Mujer. Dictamen en la Comuni-
cación n° 47/2012, de 18 de julio de 2014, párrafo 9.2, p. 16.
94 Ibid., párrafo 9.3, p. 17.
95 Ibid., párrafo 9.3, p. 17.

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tener un seguimiento continuado del régimen de visitas96. La
decisión mediante la cual se pasó a un régimen de visitas no
vigiladas fue adoptada sin las necesarias salvaguardas y sin
tener en consideración que el esquema de violencia domésti-
ca que caracterizó las relaciones familiares durante años -que
el Estado no ha refutado-, aún estaba presente. Tampoco se
escuchó a la madre ni a la niña97.
Parece evidente que, tanto las autoridades judiciales
como los servicios sociales y los expertos psicólogos, tuvie-
ron como principal objetivo normalizar las relaciones entre
padre e hija, a pesar de las reservas emitidas por estos dos
servicios sobre el comportamiento del padre.
Considera el Comité que las decisiones que se toma-
ron no traslucen un interés por parte de esas autoridades de
evaluar en todos sus aspectos los beneficios o perjuicios para
la menor del régimen impuesto98. Se otorgó claras ventajas al
padre a pesar de su conducta abusiva y minimizó la situación
de madre e hija como víctimas de violencia, colocándoles en
una situación de vulnerabilidad. A este respecto, el Comité
recuerda que, en asuntos relativos a la custodia de los hijos
y los derechos de visita, el interés superior del niño debe ser
una consideración esencial y que, cuando las autoridades
nacionales adoptan decisiones al respecto, deben tomar en
cuenta la existencia de un contexto de violencia doméstica99.
Además, en el proceso de adopción de decisiones deberá in-
cluir una estimación de las posibles repercusiones (positivas
o negativas) de la decisión en el niño100, teniendo en cuenta
también la opinión del niño, ya que el artículo 12 de la Con-

96 Ibid., párrafo 9.3, p. 17.


97 Ibid., párrafo 9.4, p. 17.
98 Ibid., párrafo 9.4, p. 17.
99 Ibid., párrafo 9.4, p. 17. NACIONES UNIDAS, CRC/C/GC/14, Comité
de los Derechos del Niño, Observación general Nº 14, op. cit., párrafo 6.
100 Ibid.

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vención establece su derecho a expresar su opinión en todas
las decisiones que le afectan101.

VII. Sobre la responsabilidad del estado y la obligación de


indemnizar

1. Tutela judicial efectiva


Proclama el art. 24 de la Constitución que «todas las
personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los
jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses
legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse inde-
fensión». Es el derecho a obtener una respuesta fundada, es
decir, motivada, razonable y no arbitraria sobre todas las
cuestiones fácticas y jurídicas que fueron objeto de debate en
el juicio. El Juez es ante todo un razonador, por lo tanto la
expresión de sus razones a la hora de dictar sentencia es una
exigencia ineludible102.
El sistema institucional de Justicia se incardina en
un modelo que, por expresa exigencia constitucional, preci-
sa que la tutela jurídica de los derechos e intereses jurídicos
de las personas sea efectiva. Sólo se legitima si es capaz de
transmitir a los ciudadanos una «creencia fundada en su ido-
neidad para el desempeño de las funciones que comunitaria-
mente se le asignan» y para ello debe ofrecer calidad, agilidad
y eficacia103.
Este derecho a la tutela judicial efectiva, reconocido a
todas las personas, constituye un derecho subjetivo público,

101 Ibid., párrafo 53.


102 GIMÉNEZ GARCÍA, J., “Tutela judicial efectiva vs derechos de las víc-
timas, dilaciones indebidas, prescripción e indultos”, Eguzkilore. Revista
del Instituto Vasco de Criminología, núm. 27, 2013, p.32.
103 SUBIJANA ZUNZUNEGUI, I.J., “Apunte reflexivo sobre la justicia”,
La Ley: Revista jurídica española de doctrina, jurisprudencia y bibliogra-
fía, núm. 1, 2003, pp. 1560-1563.

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un derecho fundamental, de aplicación directa e inmediata
que vincula a todos los poderes públicos –conforme al art.
53.1 CE– y merecedor de una tutela jurisdiccional reforzada
mediante la posibilidad de acudir en amparo ante el Tribunal
Constitucional. Es un derecho que, por la vía del art. 10.2
CE, debe interpretarse conforme a las normas contenidas
en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en los
Pactos y Convenios internacionales sobre las mismas mate-
rias ratificados por España104. Exige que los poderes públicos
dispongan un sistema público de Administración de la Jus-
ticia integrado por todas aquellas opciones legalmente esta-
blecidas para la resolución jurídica de conflictos destinadas a
tutelar los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos105.
Supone un derecho a la realización de la justicia en el caso
concreto, garantizando la igualdad efectiva de las partes y la
imparcialidad106.
La protección jurídica de los derechos ha de otorgarse
desde la integridad y el efectivo funcionamiento de la Admi-
nistración de la Justicia, para la consecución de una solución
justa y eficaz al conflicto para el ciudadano y en la oferta de
una pluralidad de posibilidades para que éste determine cuál
es la más eficiente para la tutela concreta de sus derechos e
intereses legítimos en cada asunto107.

104 CHOCRÓN GIRÁLDEZ, A.M., “Fundamento constitucional de la


protección a las víctimas en el proceso penal español, Boletín Mexicano
de Derecho Comparado, núm. 122, 2008, p. 693. GÓMEZ COLOMER,
J.L., Estatuto Jurídico de la Víctima del Delito, Cizur Menor (Navarra),
2015, p. 224.
105 MARTÍN DIZ, F., “Del derecho a la tutela judicial efectiva hacia el
derecho a una tutela efectiva de la justicia”, Revista europea de derechos
fundamentales, primer semestre 2014: 23, p. 169.
106 Ibid., p. 170.
107 Ibid., p. 170-172.

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2. Responsabilidad patrimonial del Estado por anor-
mal funcionamiento de la Administración de Justicia
La actividad u omisión del Estado en el cumplimien-
to de cualquiera de sus tres funciones –administrativa, legis-
lativa o judicial– puede causar daños a los ciudadanos que,
según la más elemental noción de equidad y justicia deben
ser reparados por él108. El monopolio de la función jurisdic-
cional por parte del Estado y la configuración de los órganos
que la ejercen como un poder implica que éste quede some-
tido a responsabilidad por el ejercicio de la misma. El art.
9.3 CE garantiza además la responsabilidad de los poderes
públicos109, que opera sin perjuicio de la que pueda exigirse
a título individual a Jueces y Magistrados, también prevista
en la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial,
como se verá más adelante.
El Tribunal Supremo ha considerado que el anormal
funcionamiento de la Administración de Justicia «abarca
cualquier defecto en la actuación de Juzgados y Tribunales,
concebidos como un complejo orgánico en el que se integran
diversas personas, servicios, medios y actividades»110.
Dispone el art. 121 CE que los daños causados por
error judicial y los que sean consecuencia del funcionamiento

108 SARAVIA FRIAS, S., Responsabilidad del Estado por error judicial y
deficiente administración de justicia, p. 265. www.juridicas.unam.mx
109 Art. 9.3: “La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerar-
quía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las
disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos in-
dividuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de
la arbitrariedad de los poderes públicos”.
110 TORNOS MAS, J., La responsabilidad patrimonial del Estado por el
funcionamiento de la Administración de Justicia. Algunos aspectos con-
flictivos, con especial referencia al procedimiento para hacerla efectiva,
Revista española de Derecho Constitucional, año 5, núm. 13, enero-abril,
1985, p. 96. MAYORDOMO RODRIGO, V., “Atenuación de la pena por
dilaciones indebidas y responsabilidad del Estado ante la víctima”, Re-
vista General de Derecho Penal 27 (2017) pp. 7 y 8. Sentencia del Tribunal
Supremo de 15 de octubre de 2010. Fundamentos de Derecho Quinto.

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anormal de la Administración de Justicia darán derecho a
una indemnización a cargo del Estado, conforme a la Ley.
Esta remisión del texto constitucional a que se haga «con-
forme a la Ley» establece un derecho de reparación de con-
figuración legal, lo que significa que, respetados los límites
del precepto, el legislador dispone de un amplio margen re-
gulador en la materia111. La legislación de desarrollo de esta
previsión constitucional no ha añadido ninguna precisión, lo
que supone que constituye un concepto jurídico indetermi-
nado, que habrá que analizar caso por caso, sin que pueda
concretarse exhaustivamente los supuestos en que concurre.
De cualquier modo, consistirá en un actuar u omitir anóma-
lo, incorrecto o defectuoso112.
A efectos de mayor seguridad jurídica, sería deseable
que los aplicadores de esta previsión normativa (Consejo Ge-
neral del Poder Judicial y Consejo de Estado en su respectiva
labor asesora; Ministerio de Justicia, en su función resoluto-
ria; y, en su caso, los órganos contencioso-administrativos,
en su potestad revisora o de control) —sin perder de vista
el caso concreto de que se trate, naturalmente—, elaborasen
criterios o interpretaciones «que permitieran, al menos, una
cierta previsibilidad y cuya fundamentación alejara cual-
quier atisbo de arbitrariedad, diferenciación injustificada o
mero decisionismo en la solución dada en cada supuesto»113.
En cuanto a la posibilidad de percibir una indemniza-
ción, la LOPJ se ocupa de la cuestión. Los daños causados
en cualesquiera bienes o derechos por error judicial, así como
los que sean consecuencia del funcionamiento anormal de la
Administración de Justicia, darán a todos los perjudicados el

111 COBREROS MENDAZONA, E., “Funcionamiento anormal de la


Administración de Justicia e indemnización”, Revista de Administración
Pública, núm. 177, 2008, p. 33.
112 Ibid., p. 38.
113 COBREROS MENDAZONA, E., “Funcionamiento anormal…”, op.
cit., pp. 37 y 38.

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derecho a una indemnización a cargo del Estado, salvo en los
casos de fuerza mayor (art. 292.1 LOPJ).
¿Qué características ha de tener el daño indemniza-
ble? El daño alegado habrá de ser efectivo, evaluable económi-
camente e individualizado con relación a una persona o grupo
de personas (art. 292.2 LOPJ). ¿A quién se dirige la petición
de indemnización? Cuando es el funcionamiento anormal de
la Administración de Justicia el título en el que se basa la pre-
tensión indemnizatoria, el ejercicio de la acción se plantea
directamente en vía administrativa ante el Ministerio de Jus-
ticia, que es quien —tras los preceptivos Informe del Consejo
General del Poder Judicial y Dictamen del Consejo de Es-
tado114 (sin eficacia vinculante pero sí importantes)— ha de
apreciar si concurren o no las circunstancias y los requisitos
legalmente establecidos para obtenerla reparación. Aprecia-
ción inicial del Ministerio de Justicia que, en caso de des-
acuerdo por parte del interesado, podrá rebatirse por la vía
contencioso-administrativa (art. 293.2 LOPJ).115 ¿Puede el
perjudicado exigir directamente responsabilidad al juez res-
ponsable del daño? No puede. Si el funcionamiento anormal
o el error se debieran a dolo o imprudencia grave, la Admi-
nistración General del Estado, una vez satisfecha la indemni-
zación al perjudicado, podrá exigir, por vía administrativa a
través del procedimiento reglamentariamente establecido, al
Juez o Magistrado responsable el reembolso de lo pagado sin
perjuicio de la responsabilidad disciplinaria en que éste ha in-
currido. El dolo o culpa grave del Juez o Magistrado se podrá
reconocer en sentencia o en resolución dictada por el Conse-
jo General del Poder Judicial conforme al procedimiento que

114 Artículo 142.3 de la Ley 30/1992. Esta ley ha sido derogada por la Ley
39/2015 de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de
las Administraciones Públicas (art. 81) .Vid. LÓPEZ MARTÍN, A. G.,
“La doctrina del Consejo de Estado sobre los efectos jurídicos de los
dictámenes de los comités de derechos humanos de Naciones Unidas”,
Revista europea de derechos fundamentales, 2018, p. 1-23.
115 COBREROS MENDAZONA, E., op. cit., pp. 34-36.

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éste determine. Para la exigencia de dicha responsabilidad se
ponderarán, entre otros, los siguientes criterios: el resultado
dañoso producido y la existencia o no de intencionalidad
(art. 296.1 y 2 LOPJ).
El Tribunal Constitucional ha advertido de que los
defectos estructurales de la organización judicial exculparán
de responsabilidad personal a jueces y magistrados pero ello
«no priva a los ciudadanos del derecho a reaccionar frente
a tales retraso, ni permite considerarlos inexistentes»116. En
este sentido, también la Audiencia Nacional y el Consejo de
Estado han entendido que la persona reclamante no tiene
por qué soportar las deficiencias estructurales ni sus conse-
cuencias117.
Además de lo dispuesto en la LOPJ, varios son los
preceptos legales que también se refieren al derecho de los
ciudadanos a ser indemnizados. Comenzando por el texto
constitucional, el artículo 106 dispone que «Los Tribunales
controlan la potestad reglamentaria y la legali­dad de la ac-
tuación administrativa, así como el sometimiento de ésta a
los fines que la justifican». De ahí que «los particulares, en
los términos establecidos por la ley, ten­drán derecho a ser
indemnizados por toda lesión que sufran en cual­quiera de
sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor,
siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento
de los servicios públicos».
El art. 81 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Pro-
cedimiento Administrativo Común de las Administraciones
Públicas establece en su apartado 2: «Cuando las indemniza-
ciones reclamadas sean de cuantía igual o superior a 50.000
euros o a la que se establezca en la correspondiente legisla-
ción autonómica, así como en aquellos casos que disponga la

116 Así Sentencia núm. 36/1984, de 14 de marzo.


117 COBREROS MENDAZONA, E., op. cit., pp. 42-48. MAYORDOMO
RODRIGO V., “Atenuación…”, op. cit., pp. 9 y 10.

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Ley Orgánica 3/1980, de 22 de abril, del Consejo de Estado,
será preceptivo solicitar dictamen del Consejo de Estado o, en
su caso, del órgano consultivo de la Comunidad Autónoma».
Y el apartado 3 del mismo artículo: «En el caso de reclamacio-
nes en materia de responsabilidad patrimonial del Estado por
el funcionamiento anormal de la Administración de Justicia,
será preceptivo el informe del Consejo General del Poder Ju-
dicial que será evacuado en el plazo máximo de dos meses. El
plazo para dictar resolución quedará suspendido por el tiem-
po que medie entre la solicitud, del informe y su recepción, no
pudiendo exceder dicho plazo de los citados dos meses».
Por su parte, Ley Orgánica 3/1980, de 22 de abril, del
Consejo de Estado, en el art. 22.13 dispone que la Comisión
Permanente del Consejo de Estado deberá ser consultada
–entre otros asuntos– por «reclamaciones que, en concepto
de indemnización por daños y perjuicios, se formulen a la
Administración General del Estado en los supuestos estable-
cidos por las leyes».
En el caso que nos ocupa, en todas las respuestas a
la reclamación de responsabilidad patrimonial del Estado, la
Administración y los tribunales informaron a Ángeles Gon-
zález de que la vía adecuada para solicitar y obtener, en su
caso, la reparación no era la vía de la responsabilidad por
funcionamiento anormal de la Administración de Justicia,
sino por error judicial, previsto en el artículo 292, 293 y 296
LOPJ. En la sentencia de 15 de octubre de 2010118, el Tribu-
nal Supremo recordó su jurisprudencia conforme a la cual el
error judicial consiste en «la desatención del juzgador a datos
de carácter indiscutible en una relación que rompe la armo-
nía del orden jurídico o la decisión que interpreta equivoca-
damente el orden jurídico, si se trata de una interpretación
no sostenible por ningún método interpretativo aplicable en
la práctica judicial»119.

118 Sentencia Tribunal Supremo 5349/2010, de 15 de octubre de 2010.


119 Ibid. Fundamentos de Derecho Quinto.

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El procedimiento a seguir en uno y otro caso es dife-
rente. Mientras la indemnización por causa de error debe ir
precedida de una decisión judicial que expresamente lo reco-
nozca (art. 293.1 LOPJ), la reclamación por funcionamiento
anormal de la Administración de Justicia no exige una previa
declaración judicial y se formula directamente ante el Ministe-
rio de Justicia (art. 293.2 LOPJ) que es quien –tras los precep-
tivos Informe del Consejo General del Poder Judicial y Dicta-
men del Consejo de Estado120 (cuya importancia, pese a no ser
vinculantes, no debe minimizarse en absoluto)– ha de apreciar
si concurren o no las circunstancias y los requisitos legalmen-
te establecidos para obtener la reparación. Apreciación inicial
del Ministerio de Justicia que, en caso de desacuerdo por parte
del interesado, podrá discutirse (como en los casos anteriores)
en sede contencioso-administrativa (art. 293.2 LOPJ).121
El Consejo de Estado122 debe pronunciarse sobre la
existencia o no de relación de causalidad entre el funcio-
namiento del servicio público y la lesión producida y, en su
caso, sobre la valoración del daño causado y la cuantía y
modo de la indemnización de acuerdo con los criterios es-
tablecidos en la Ley. El Consejo ha tenido oportunidad de
analizar la eficacia jurídica en el orden interno español de
los dictámenes y, en el concreto caso, de los numerosos y re-
petidos recursos presentados por Ángeles Gonzalez123. Sólo
se ha pronunciado una vez sobre la eficacia de un Dictamen
del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra
la Mujer, aunque con gran impacto mediático, y lo ha hecho
respecto del dictamen del Consejo de 11 de junio de 2015
(expediente nº 318/2015124) que tiene como objeto la Comu-
120 Artículo 142.3 de la Ley 30/1992 y artículo 81 de la Ley 39/2015.
Vid. LÓPEZ MARTÍN, A. G., op. cit., pp., 3 y 4.
121 COBREROS MENDAZONA, E., pp. 34-36.
122 Ley Orgánica 3/1980, de 22 de abril, del Consejo de Estado. Artículo
veintidós. Trece.
123 Ibid.
124 https://cdn27.hiberus.com/uploads/documentos/2015/07/17/documen-
tos_consejodeestadocarreno_baa2c22f.pdf

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nicación nº 47/2012, en el caso de Ángela González Carreño
(representada por Women’s Link Worldwide) c. España125.
A los efectos de determinar la eficacia jurídica del Dic-
tamen del CEDAW, no entra a valorar de manera específica
la Convención de 1979 ni su Protocolo Facultativo de 1999
para fundamentar debidamente su argumentación. Ni si Es-
paña está o no obligada a darle cumplimiento126. Su única
argumentación para negar eficacia jurídica a los Dictámenes
de los Comités de Naciones Unidas consiste en apreciar que
tanto el Comité de Derechos Humanos y el CEDAW no son
órganos judiciales y que carecen de facultades jurisdicciona-
les, por lo que no emiten resoluciones vinculantes. El Conse-
jo de Estado, con el único objetivo «de dar forma a los argu-
mentos jurídicos utilizados para la negativa gubernamental
a ejecutar tales decisiones, se atrinchera en esa especie de
‘consigna común’, sin entrar en otro tipo de argumentacio-
nes como debiera haber hecho en su condición de supremo
órgano consultivo, cuya función es dar respuestas fundadas
en derecho, en todo el Derecho, incluido el Internacional»127.
Conviene destacar, además, que en todos los supues-
tos en que ha sido obligatorio el Dictamen del Consejo de
Estado en relación con una Decisión de un comité de Na-
ciones Unidas sobre derechos humanos considerando que
España había violado alguno de los derechos reconocidos en
el correspondiente tratado, ha cuestionado su valor de modo
pertinaz, ha negado su eficacia jurídica y ha informado nega-
tivamente acerca de la indemnización solicitada en concepto
de responsabilidad patrimonial por entender que los órganos
internos españoles se han comportado correctamente128.

125 LÓPEZ MARTÍN, A. G., op. cit., p. 11.


126 Ibid., pp. 11 y 12.
127 Dictamen del Consejo de 11 de junio de 2015. Quinto IV (expediente nº
318/2015). LÓPEZ MARTÍN, A. G., op. cit., p. 17.
128 LÓPEZ MARTÍN, A. G., op. cit., p. 4.

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VIII. Conclusiones
1. Es imprescindible la formación obligatoria de los
jueces y personal administrativo competente sobre la aplica-
ción del marco legal en materia de lucha contra la violencia
doméstica, así como una formación apropiada con respecto
a la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer, su Protocolo Facultativo y las
recomendaciones generales del Comité en particular la Reco-
mendación general núm. 19 (1992) y la Recomendación ge-
neral núm. 35 sobre la violencia por razón de género contra
la mujer, por la que se actualiza la de 1992.
En el ámbito de la violencia en las relaciones de pareja
o familiares, el peculiar escenario de intimidad donde ésta
se produce impide apreciar adecuadamente los posibles peli-
gros a los que se ven abocadas las víctimas. La Ley Orgánica
5/2018, de 28 de diciembre, de reforma de la Ley Orgánica
6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, sobre medidas ur-
gentes en aplicación del Pacto de Estado contra la violencia
de género129 ha modificado –entre otros– los artículos 307,
310 311 y 312 LOPJ, introduciendo pruebas selectivas de
especialización en violencia sobre la mujer, semejantes a las
que ya existen para la especialización en mercantil o en me-
nores, para el nombramiento de magistrados especialistas en
violencia sobre la mujer con preferencia en la provisión de
plazas reservadas a especialistas en esta materia.

2. El interés superior del menor no fue prioritario.


Parece evidente, en el caso que nos ocupa, que durante
el tiempo en que se aplicó el régimen de visitas tanto las au-

129 En diciembre de 2017, los distintos Grupos Parlamentarios, las Comu-


nidades Autónomas y las Entidades Locales representadas en la Fe-
deración Española de Municipios y Provincias, ratificaron el Pacto de
Estado contra la Violencia de Género. Este Pacto supone la unión de
un gran número de instituciones, organizaciones y personas expertas en
la formulación de medidas para la erradicación de la violencia sobre las
mujeres.

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toridades judiciales como los servicios sociales y los expertos
psicólogos tuvieron como principal objetivo normalizar las
relaciones entre padre e hija. Las decisiones judiciales que se
fueron tomando antes del asesinato de la niña no traslucen
un interés de evaluar en todos sus aspectos los beneficios o
perjuicios para la menor del régimen impuesto. Y cuando se
decidió pasar a un régimen de visitas no vigiladas no fueron
escuchadas Ángela ni Andrea.
Todas estas y las demás circunstancias narradas deno-
tan que se minimizó la situación de madre e hija como vícti-
mas de violencia, colocándolas en una situación de vulnera-
bilidad y que el interés superior del niño no fue prioritario.
A la luz de la Convención CEDAW y de la Observación ge-
neral Nº 14 (2013) sobre el derecho del niño a que su interés
superior sea una consideración primordial, las autoridades
no aplicaron principios de debida diligencia ni tomaron me-
didas razonables con miras a proteger a Ángeles y a su hija
de posibles riesgos en una situación de violencia doméstica
continuada. El Estado debería haber explicado qué se consi-
deró que atendía al interés superior del niño, en qué criterios
se basó la decisión y cómo se ponderaron los intereses de la
niña frente a otras consideraciones.

3. Se produjo un anómalo funcionamiento de la Admi-


nistración de Justicia y, por ello, una falta de tutela judicial
efectiva. No basta con una declaración formal de la existen-
cia del derecho a una tutela judicial efectiva cuando, para
intentar lograr el resarcimiento por su conculcación, se pre-
senta ante la víctima –ya suficientemente afectada por las
consecuencias derivadas del hecho delictivo– un tortuoso e
inextricable proceso que le invita a desistir de su derecho. Se
trata de evitar esa indeseable victimización secundaria.
Los derechos lesionados de Ángela, reconocidos por
la Convención y que declara el Dictamen, forman parte del
estándar mínimo y básico de los derechos fundamentales
de toda persona en el Ordenamiento jurídico español, al ser

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Derecho interno con la jerarquía reconocida constitucional-
mente. La lesión deriva de la no adopción por los órganos
del Estado, en sus diversas esferas, órdenes e instancias, de
las medidas necesarias y eficaces que evitasen la discrimi-
nación de Ángela, partiendo de que la violencia contra la
mujer constituye un acto de discriminación (artículo 1 de la
Convención). Supone, además, una vulneración al derecho
de igualdad y no discriminación por razón de sexo (artículo
14 CE), pues durante años no se pusieron en marcha medi-
das que hiciesen efectivas en la práctica previsiones legales
existentes; al derecho a la tutela judicial efectiva (artículo 24
CE), ya que en los diversos procedimientos judiciales que re-
visaron la práctica administrativa no se dio amparo efectivo
al derecho de la recurrente a no ser discriminada, todo ello
con indudable y grave afectación de su dignidad humana y de
su derecho a la integridad moral (artículo 15 CE).
Mientras que la indemnización por causa de error ju-
dicial debe ir precedida de una decisión judicial que expre-
samente lo reconozca, la reclamación por funcionamiento
anormal de la Administración de Justicia no exige la previa
declaración y se formula directamente ante el Ministerio de
Justicia, que es quien –tras los preceptivos Informe del Con-
sejo General del Poder Judicial y Dictamen del Consejo de
Estado– apreciará si concurren las circunstancias y los re-
quisitos legalmente establecidos para obtener la reparación;
apreciación inicial del Ministerio de Justicia que, en caso de
desacuerdo por parte del interesado, podrá discutirse en sede
contencioso-administrativa.
La demanda de responsabilidad patrimonial del Es-
tado por funcionamiento anormal de la Administración de
Justicia, formulada en el Dictamen, debió merecer de la Ad-
ministración General del Estado una consideración expresa,
impuesta por el artículo 42 de la Ley 30/1992130, dando cum-

130 1. La Administración está obligada a dictar resolución expresa sobre


cuantas solicitudes se formulen por los interesados así como en los pro-

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plimiento a la obligación internacional y de Derecho inter-
no. Esto constituye, además, el remedio efectivo último para
controlar la vulneración de derechos fundamentales perma-
nente en el tiempo, que lo es no tanto por estar vinculada al
asesinato de Andrea, cuanto por no haber sido restaurada la
lesión de derechos por la Administración tras la conclusión
del Comité de la CEDAW. Debe considerarse presupuesto
válido para formular una reclamación de responsabilidad
patrimonial del Estado ya que acredita la existencia de una
lesión o daño real y efectivo, individualizado en Ángela y que
no estaba obligada a soportar, que se produjo por la despro-
tección soportada durante años ante una clara situación de
discriminación, antes y después del asesinato de su hija; un
funcionamiento anormal de la Administración de Justicia,
como parte integrante del Estado al que imputa una negli-
gente actuación en la protección de sus derechos, y relación
entre la lesión antijurídica y la actuación del Estado.

4. El Dictamen emitido por el Comité CEDAW es de


obligado cumplimiento en España. El caso Ángela González
Parreño permite apreciar la eficacia o no de los principios
de legalidad y de jerarquía normativa que la Constitución
garantiza; el modo en el que los órganos internos aplican las
normas internacionales y la concepción que tienen de las mis-
mas; y si los derechos y libertades objeto de tales sentencias y
decisiones de órganos internacionales de control en materia
de derechos humanos son efectivos en el caso concreto.
¿Por qué España ratifica el Protocolo Facultativo que
atribuye competencia al CEDAW si después no acepta cum-
plir sus recomendaciones si le son desfavorables? ¿Por qué el
Estado se defiende frente al Dictamen si considera que no le
vinculan las decisiones del CEDAW?

cedimientos iniciados de oficio cuya instrucción y resolución afecte a los


ciudadanos o a cualquier interesado. Tras ser derogada ésta por la Ley
39/2015, es el artículo 21 el que contempla la obligación de resolver.

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Si un tratado internacional sobre derechos humanos
ratificado España, o uno de sus Protocolos, crea órganos de
control (comités) a los que otorga competencias para emitir
Informes u Observaciones Generales o Dictámenes relativos
a la clarificación o precisión de los derechos y libertades re-
gulados y para pronunciarse sobre quejas, comunicaciones
o reclamaciones de personas físicas o jurídicas que se hallen
bajo jurisdicción de los Estados partes, tengan o no formal-
mente la naturaleza de resoluciones judiciales, difícilmen­te
puede justificarse que el Estado no haga efectivo lo dispuesto
en esa resolución. Esta posición se refuerza, además, por el
hecho de que el Derecho Internacional es también Derecho
interno español una vez recibido en España, conforme a lo
establecido en el arts. 95 y 96 CE.
Además, en virtud del artículo 10.2 CE, los órganos
del Estado «interpretarán las normas relativas a los derechos
fundamentales y a las libertades que la Constitución recono-
ce de conformidad con (…) los tratados y acuerdos interna-
cionales sobre la misma materia ratificados por España». De
modo que no resulta coherente que los órganos de un Estado
parte en un tratado internacional sobre derechos humanos
no acepten como «auténtica» la interpretación que de dicho
tratado internacional lleve a cabo el Comité.
Y todo ello, teniendo en cuenta que España se ha
comprometido en la propia Convención CEDAW (artículos
2 y 24) a adoptar todas las medidas necesarias en el ámbito
nacional e internacional para conseguir la plena realización
de los derechos reconocidos en ella.

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