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ENFOQUE JURÍDICO DE LOS DERECHOS HUMANOS

Diana Carolina Olarte Bácares1


Nota Preliminar
Los Derechos Humanos son un “(...) conjunto de libertades de las que puede beneficiarse
el individuo en sus relaciones con otros individuos o con el Estado”21. Los principios que
fundamentan esta disciplina del Derecho han sido objeto de un notable impulso histórico y
han acelerado su paso tras la Segunda Guerra Mundial en virtud de las corrientes de
opinión generadas por la Organización de las Naciones Unidas. Por lo tanto, considero
por lo tanto pertinente comenzar, a manera de introducción, con una descripción histórica
del proceso de explicitación jurídica de los Derechos Humanos.

Introducción
A principios del siglo XIII la nobleza inglesa se rebeló contra los excesos de la monarquía
y redactó la Carta Libertarum o Carta Magna de las Libertades en Inglaterra. Sesenta y
tres artículos redactados en latín surgen como el primer documento constitucional de
Inglaterra y el fundamento de sus libertades. La Carta Magna es el primer texto
establecido en contra de la arbitrariedad de la corona y la primera recopilación
constitucional en donde se estipulan medidas concretas de protección de las libertades
individuales.

Cuatrocientos años más tarde el Parlamento de Carlos I le impone a su soberano la


Petition of rights. Se trata de un texto redactado en inglés, que consta de 11 artículos que
garantizan diversos principios de libertad política así como de libertades individuales.
En 1679 Inglaterra instituye el procedimiento del Habeas Corpus que garantiza la libertad
individual contra los riesgos de detenciones o represiones arbitrarias. El Habeas Corpus le
garantizaba al acusado la posibilidad de ver al juez en persona en un plazo máximo de
tres días para que éste determinara si su detención era legal o no. La idea fundamental
era proteger al detenido contra traslados arbitrarios y garantizarle el resarcimiento de los
daños y perjuicios sufridos.

Diez años más tarde, el Bill of Rights (declaración de Derechos) pone punto final a la
revolución de Inglaterra de 1688. Se trata de un contrato firmado entre el pueblo inglés y
los soberanos, María y Guillermo, en el cual se disuelve fin el concepto de derechos
divino sobre el cual se apoyaba la realeza inglesa. Esta declaración recoge numerosos
artículos de la Carta Magna y enuncia como principio esencial la ausencia de fuerza de
ley de la autoridad real, la superioridad de la ley sobre el rey, el derecho de petición del
pueblo, el derecho al voto libre, las garantías judiciales y la protección de las libertades
individuales.

Las declaraciones americanas continuaron la ola de pronunciamientos del Estado


respecto de los Derechos Humanos. La Declaración de Derechos de Virginia del 11 de
junio de 1776 fue la primera que se redactó para acompañar la constitución del Estado de
Virginia. Thomas Jefferson la utilizó para redactar la primera parte de la Declaración de

1
Abogada de la Pontificia Universidad Javeriana. Magíster en Derecho Internacional de la Universidad Robert Schuman
de Estrasburgo, Francia. Directora del Centro de Estudios de Derecho Internacional y del Programa de Derechos
Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Paz. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias jurídicas
2
VERRI, Pietro. Diccionario de Derecho Internacional de los conflictos armados. Comité Internacional de la Cruz Roja,
Italia, 1998. P. 34

1
Independencia y sirvió como base de las diez primeras enmiendas a la Constitución
federal.

Luego de estas manifestaciones de la preocupación constitucional por codificar los


Derechos Humanos, surge la Revolución Francesa y con ella la Declaración de los
Derechos del Hombre y del ciudadano. Aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente
del 20 al 26 de agosto de 1789, comprendía 17 artículos a los que se adicionaron otros.
Finalmente se redactó una Declaración cuyo primer artículo reza: “Los hombres nacen y
permanecen libres y con iguales derechos”, se enuncian principios fundamentales de
orden político como la soberanía nacional, el sistema de gobierno representativo, la
primacía de la ley y la separación de poderes. Respecto de los derechos de los pueblos e
individuos, garantiza el derecho a la resistencia contra la opresión, la presunción de
inocencia, la libertad de opinión y de religión, la libertad de expresión y el derecho a la
propiedad3.

La evolución del Derecho relacionado con la protección de los Derechos Humanos, a


partir de la Segunda Guerra Mundial, se materializa en la aprobación de importantes
instrumentos internacionales que contemplan los principios básicos de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948.

Así pues, la historia de los Derechos Humanos está enmarcada por una serie de
codificaciones y manifestaciones de la voluntad de los pueblos y de los Estados que le
imprimen una connotación jurídica innegable43. Esta idea será el hilo conductor del
presente documento. Por tal motivo, abordaré en primer término las razones de la
definición jurídica de los Derechos Humanos. Los derechos humanos son bienes jurídicos
exigibles a un Estado, se constituyen en límites al poder estatal porque buscan
contrarrestar el frecuente abuso de ese poder. El anterior es el objetivo perseguido por la
internacionalización de los Derechos Humanos y el constitucionalismo, razón por la cual
en una segunda parte haré un análisis del aporte del ordenamiento jurídico internacional a
la consagración y respeto de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional
Humanitario (DIH). Finalmente expondré los argumentos en virtud de los cuales el sistema
jurídico interno se legitima con la inclusión de las normas de Derechos Humanos en su
ordenamiento.

1. Hacia una definición jurídica de los Derechos Humanos

La palabra Derecho tiene dos acepciones que podemos describir así:


• Derecho es la regla de conducta que la sociedad impone a sus miembros para
garantizar el bien general y cuya violación está garantizada por la ley.
• Derecho es la facultad de cualquier miembro de la sociedad de gozar de tal o cual cosa
y de exigir de otros individuos o de la colectividad alguna prestación.

3
La diferencia entre los Derechos del Hombre y los del ciudadano puede expresarse de la siguiente manera: “los Derechos
Humanos son derechos fundamentales por la propia razón de que existieron antes que el Estado, mientras que los derechos
del ciudadano están subordinados y dependen de éste”. SZABO, Irme. Fundamentos históricos de los derechos humanos.
Las dimensiones internacionales de los Derechos Humanos. Serbal y UNESCO, Barcelona, 1984. P. 43.
4
La historia del Derecho Internacional humanitario, en lo concerniente a su reconocimiento jurídico internacional va de la
mano de la de los Derechos Humanos. Sin embargo haré una breve mención de la historia del Derecho Internacional
Humanitario que podrá complementarse con las lecturas adicionales del módulo jurídico

2
Por su parte, los Derechos Humanos se definen como “(...) todos aquellos atributos y
facultades que permiten a la persona reclamar cuanto necesita para vivir de manera digna
y cumplir los fines propios de la vida en comunidad”5.

Existe entonces una relación clara entre la definición de Derecho y la conceptualización


de los Derechos Humanos. El Derecho define facultades que le son propias al ser
humano. En su sentido más básico los Derechos Humanos se erigen como criterios de
actuación ética y política y que forman parte de un acuerdo bastante extendido. Diversas
aproximaciones jurídicas han intentado definirlos y explicar la razón por la cual se
constituyen en derechos.

Para los iusnaturalistas los Derechos Humanos son Derechos que el ser humano posee
en virtud de su propia naturaleza y dignidad. Son entonces derechos naturales,
universales de todos los seres humanos, independientes de toda circunstancia de tiempo
y lugar, de toda legislación o costumbre de un pueblo. No son pues derechos que las
leyes otorguen a las personas sino que deben reconocerse en ellos.

Para los iuspositivistas (positivismo jurídico) los Derechos Humanos surgen de un


acuerdo. No son derechos que se reconocen en el ser humano sino que se otorgan. No
hay más derechos que los que se conceden. Lo que le da a estos el carácter de Derechos
Humanos es el haber sido determinados como tales en un momento histórico y haber sido
plasmados como leyes.

Estas dos posturas se acercan y entrelazan en diferentes doctrinas. Pero


independientemente de la postura adoptada, es innegable que los Derechos Humanos
surgen como criterios históricos que evolucionan. Igualmente sea cual sea la teoría
jurídica adoptada el Derecho los define claramente.

Los Derechos Humanos agrupan principios fundamentales que protegen al ser humano
independientemente de su origen económico, religioso, social, racial o de sexo y están
actualmente legitimados universalmente. Su punto de partida es la dignidad humana. Sin
embargo, al tratar de Derechos (en el sentido más jurídico del término) es innegable su
correlatividad con los deberes. Veamos.

El inciso primero del artículo 29 de la Declaración Universal de Derechos Humanos


expresa: “Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella
puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”6.

Gandhi expresó la interrelación entre derechos y deberes de manera clara: “La verdadera
fuente del derecho es el deber. Si todos cumplimos nuestros deberes, el respeto de
nuestros derechos será fácil de obtener. Si, siendo negligentes en nuestros deberes,
reivindicamos nuestros derechos, se nos escaparán.”7

5
DEFENSORIA DEL PUEBLO, Hacia una estructuración de una política nacional permanente de Paz, 1988, Medellín, p.
89.
6
ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS, Declaración Universal de Derechos Humanos, París, 10 de
diciembre de 1948
7
“Marx no andaba tan equivocado cuando dijo que en Occidente los derechos del hombre no eran más que los derechos
“del hombre alienado”, porque lo habitual es usar los derechos humanos no como una fuente de deberes míos, sino como
fuente de reivindicaciones para mí y de obligaciones “para los demás”, como excusa para exigir algo a otros, que es una
de las cosas que más nos gustan a los humanos. Así, el discurso de los derechos del hombre (que la derecha ha convertido

3
Si bien los Derechos son la facultad del ser humano para hacer o exigir todo lo que la ley
o la autoridad establecen en su favor, un deber es la consecuente obligación que afecta a
cada persona, impuesta por la ley e igualmente por la moral, la justicia, las normas socia-
les, la propia conciencia y la razón. La trampa en la que está cayendo la sociedad actual
es la de convertirse en una comunidad llena de acreedores pero sin ningún deudor. Por lo
tanto, vale la pena resaltar que los Derechos y los deberes son las dos caras de un misma
moneda.

Así, Derechos y Deberes han sido recogidos por el ordenamiento jurídico. La presentación
de su evolución desde las primeras declaraciones hasta hoy ha permitido establecer tres
etapas (también conocidas como generaciones) de Derechos Humanos:

• Los Derechos de primera generación son los Derechos civiles y políticos que garantizan
las libertades individuales (de expresión, asociación, religión etc.) y la participación
política (por ejemplo el derecho al voto)87.
• Los Derechos de segunda generación son de tipo económico, social y cultural. Surgieron
como consecuencia de las revoluciones obreras y de las teorías socialistas de los
siglos XIX y XX.
• La tercera generación de Derechos pretende proteger las libertades individuales frente a
las amenazas de las nuevas tecnologías y las perversiones del sistema económico. Se
trata pues de los Derechos a la intimidad, a disfrutar de un medio ambiente sano, a
recibir una buena información, los Derechos del consumidor, del patrimonio y en
general el Derecho a tener una vida de calidad.

Así pues, concluimos en esta primera parte que los Derechos Humanos son algo más que
ideales y valores. Son bienes jurídicos que se relacionan directamente con la justicia.
Cada individuo es sujeto de derechos inalienables, tal como lo define la Declaración
Universal de Derechos Humanos y éstos “(...) surgen de su juridicidad ontológica y en
caso alguno pueden ser considerados como otorgamientos o concesiones del Estado”98.

Demostrada la interrelación entre Derechos Humanos y ordenamiento jurídico pasamos a


la segunda parte de este estudio. En ella pretendo analizar brevemente tanto el ámbito
internacional como el interno de los Derechos Humanos, así como los retos que su
reconocimiento enfrenta.

2. El Derecho Internacional frente a los Derechos Humanos y al Derecho


Internacional Humanitario: el reto de la universalidad y la dicotomía del DIH

El Derecho Internacional de los Derechos Humanos es una rama del Derecho


internacional, al igual que lo es el Derecho Internacional Humanitario. Las dos ramas
persiguen el mismo objetivo: la protección de la persona humana y de su dignidad.
Seguidamente analizaremos seguidamente las problemáticas jurídicas específicas de
estas dos ramas: la estrecha relación entre lo bélico y la dignidad humana, en lo que

en mero nominalismo) queda herido de muerte por aquellos mismos que deberían ser sus auténticos vindicadores”. J.I.
González Faus. ¿Por qué fallan las revoluciones? En, La Vanguardia, 27 de febrero de 2002.
8
Cfr. CAMPS Victoria. Evolución y características de los Derechos Humanos. Los Fundamentos de los Derechos
Humanos desde la filosofía y el Derecho. Colectivo. EDAI, 1988, p. 18 a 20
9
CÓRDOBA TRIVIÑO, Jaime. Democracia y Derechos Humanos. En: DEFENSORIA DEL PUEBLO. Hacia una
estructuración de una política nacional permanente de Paz, Medellín, 1988, p. 98-99

4
respecta al Derecho Internacional Humanitario, y la universalidad de los Derechos
Humanos.

El Derecho Internacional Humanitario regula la situación particular de los Derechos


Humanos en tiempos de conflicto armado, generando una regulación específica para
estos casos. Lo que sigue es una sucinta descripción del Derecho Internacional
Humanitario que busca presentar la dicotomía entre el respeto de la lógica de la guerra y
el respeto a la dignidad humana.

El Derecho Internacional Humanitario es un instrumento que sirve para limitar los estragos
de la guerra y para facilitar las salidas negociadas. Esta afirmación surge de la noción
misma de guerra. Los objetivos implícitos de toda acción bélica permiten afirmar que ésta
se encuentra directamente relacionada con la política. La guerra “(...) nace siempre de
una situación política y siempre es el resultado de un motivo político (...) es una simple
continuación por otros medios de la política”109. La guerra no es entonces la violencia
ciega y arbitraria. Si ella está encaminada a vencer militarmente al enemigo para alcanzar
los objetivos políticos, “(...) es entonces posible evitar males superfluos y violencias
innecesarias, puesto que no es necesario destruir con crueldad al oponente, sino que
basta con ponerlo fuera de combate militarmente”11.

Lo anterior valida el sentido del Derecho Internacional Humanitario, que entiende la


presencia de los conflictos bélicos y considera plausible lograr un equilibrio entre las
necesidades de la guerra y las consideraciones humanitarias centradas en la dignidad
humana. Es así como la legislación, en especial la Declaración de San Petersburgo de
1868 que restringió el empleo de ciertos proyectiles en tiempo de guerra, permite
visualizar la tensión del Derecho Internacional Humanitario: el respeto de la lógica de la
guerra y el respeto de la dignidad humana. El Derecho Internacional Humanitario pretende
construir un ius in bello para reducir los estragos de la guerra.

Los dos principios rectores del Derecho Internacional Humanitario servirán para
aproximarnos a la coexistencia jurídica entre guerra y Derecho: el primero de ellos es el
de la diferenciación entre combatientes y no combatientes mientras que el segundo es el
principio de proporcionalidad o establecimiento de mecanismos de guerra que eviten
males superfluos, excesivos o indiscriminados.

En lo que respecta al primer principio, y dentro de la lógica del Derecho Internacional Hu-
manitario, “(...) la guerra no confiere ningún derecho que no sea necesario a su fin (...) se
tiene el derecho de matar a sus defensores mientras tengan las armas en la mano; pero a
partir del momento en que las deponen y se rinden, cesan de ser enemigos o
instrumentos del enemigo y vuelven a ser simplemente hombres”1211. De esta cita
inferimos la distinción entre combatiente y no combatiente. El Derecho de Ginebra o
Derecho Internacional Humanitario, codificado en los cuatro acuerdos de Ginebra de 1949

10
VON CLAUSEWITZ, Carlo. Arte y ciencia de la guerra. México. 1972. P. 30
11
UPRIMNY, Rodrigo. El sentido y aplicabilidad del Derechos Internacional Humanitario en Colombia. El Conflicto
Armado y Derecho Humanitario. CICR. Bogotá, 1994.
12
ROUSSEAU, Jean Jacques. Du contrat social. Libro I, C. IV.

5
y en sus dos protocolos facultativos de 1977, establece claramente tal distinción a fin de
proteger en general al no combatiente y en particular a la población civil13.

El segundo principio arriba mencionado muestra que en los conflictos armados “(...) el de-
recho de las partes en conflicto de elegir los medios para hacer la guerra, no es ilimitado”
(artículo 35 de l protocolo I de 1977). Por lo tanto, sólo son admitidos los medios que
busquen poner fuera de combate al enemigo, siempre y cuando no ocasionen crueldades,
males superfluos o sufrimientos innecesarios. El Derecho de la Haya o Derecho de la
Guerra, codificado en gran parte por las Convenciones de la Haya de 1899 y de 1902,
reguló históricamente los medios de combate. En este orden de ideas, si un combatiente
dispara a otro para matarlo y no para ponerlo fuera de combate, se configura una
infracción al DIH, pero si para ponerlo fuera de combate tiene que matarlo, no se presenta
la infracción.

Antes de continuar es necesario precisar la cuestión de la absorción del denominado


derecho de la guerra por el DIH. El Derecho Internacional Humanitario se define como
“(...) el conjunto de normas internacionales, de origen convencional o consuetudinario,
específicamente destinado a ser aplicado en los conflictos armados internacionales o no
internacionales, y que limita, por razones humanitarias, el Derecho de las partes en
conflicto a escoger libremente los métodos y los medios utilizados en la guerra (Derecho
de la Haya), o que protege a las personas y a los bienes afectados (Derechos de
Ginebra)”14. La ventaja que representa el DIH para los conflictos armados como el que
vive Colombia es doble por cuanto establece un equilibrio en el estudio de la
responsabilidad durante el conflicto (ya que permite valorar la conducta tanto de los
insurgentes como del Estado) y porque unifica la definición de las necesidades de la
guerra y del respeto a la población no combatiente.

La regulación jurídica internacional humanitaria logra así coordinar dos aspectos que en
principio parecieran irreconciliables, como son la guerra y la dignidad humana.

Sin embargo el proceso de aceptación de esta realidad no es evidente y requiere un cono-


cimiento de la lógica y de los sustentos del Derecho Internacional, del mismo modo que
no resulta fácil para ciertas culturas la aceptación de la universalidad de los Derechos
Humanos, la cual procedo a explicar.

Desde la Declaración Universal los Derechos Humanos hasta la actualidad, el área en la


que el Derecho Internacional ha tenido uno de sus desarrollos más vigorosos ha sido el
de los Derechos Humanos. Los sujetos que lo crean son los Estados, pero los
beneficiarios son los individuos15.

13
Combatiente: “Según el derecho internacional, son combatientes los miembros de las fuerzas armadas de una parte en
conflicto, es decir, que tiene derecho a participar directamente en las hostilidades, con excepción de su personal sanitario
y religioso... tiene la obligación de distinguirse de la población civil”. VERRI, Pietro. Diccionario de Derecho
Internacional de los conflictos armados. Comité Internacional de la Cruz Roja, Italia, 1998. P. 24.
14
SWINARSKI, Christophe. Direito Internacional Humanitario. Revista Dos Tribunais. Sao Paulo, 1990, p. 29
15
Así lo confirma la Corte Internacional de Justicia en la opinión consultiva sobre la Convención para la Prevención y
Represión del Delito de Genocidio adoptada por la Naciones Unidas en 1948: “En tal Convención, los Estados
contratantes no tienen intereses propios, tienen solamente, todos y cada uno de ellos, un interés común que es el de
preservar los fines superiores que son la razón de ser de la Convención. En consecuencia, en una convención de este tipo
no puede hablarse de ventajas o desventajas individuales de los Estados, ni de mantener un equilibrio contractual exacto

6
La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969 señala en su artículo
65 que los tratados en los cuales esté incluida la protección de la persona humana no
podrán ser objeto de terminación o suspensión alguna (son entonces tratados especiales
y los Estados no gozan del principio de reciprocidad). Los Estados parte en una
convención de Derechos Humanos están obligados a disponer todo el aparato
gubernamental de manera tal que asegure jurídicamente “(...) el libre y pleno ejercicio de
los Derechos Humanos”16. Los medios de que disponen los Estados se enmarcan en el
plano jurídico pero también en el político, el administrativo y el cultural. Finalmente, estos
tratados excluyen la justificación de no respeto o incumplimiento de una norma
internacional de Derechos Humanos por contradicción con una norma interna y
consolidan así la supremacía del Derecho Internacional sobre el Derecho interno.

Tras esta breve descripción del sistema internacional de los Derechos Humanos,
podemos sumergirnos en el fondo de la problemática de este aparte y de los debates que
anima las discusiones en torno a los Derechos Humanos trás la Declaración de 1948: el
universalismo en materia de promoción y protección de los Derechos Humanos.

Desde antes de la proclamación de la Declaración, la Carta de las Naciones Unidas


esbozaba su consustancialidad con la concepción universalista de la comunidad
internacional. La Declaración no podía más que comulgar con esta visión globalizante de
los Derechos Humanos, en razón tanto de su misma denominación de Declaración
UNIVERSAL de Derechos Humanos como de su preámbulo17.16 Es inevitable recalcar
cómo la Declaración pasó de ser un instrumento internacional unilateral (exclusivo de la
Asamblea de las Naciones Unidas) con una inicial fuerza política y moral, a constituirse en
una fuente normativa de Derecho Internacional.

La Conferencia Internacional de las Naciones Unidas de Viena de 1993 señaló


inequívocamente la dignidad como fundamento común de los Derechos Humanos y por lo
tanto como sustento suficiente para concluir el carácter universal de los Derechos y las
libertades, así como la existencia de un Derecho a la diferencia. Este último lejos de
contradecir el principio universal, lo valida por cuanto lo reconoce como un deber de los
Estados.

La existencia de varios instrumentos internacionales relativos a los Derechos Humanos de


ninguna manera niega su concepción universal. El sistema Interamericano confirma su
universalidad en la Declaración Americana de los Derechos del Hombre de 1948, al igual
que en la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José, preámbulo).
Igual comprensión manifiesta el Sistema Europeo de Derechos Humanos según la
Convención para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales adoptada en Roma en 1950 (preámbulo). Adicionalmente esta última
pone de relieve las particularidades regionales fruto de la herencia común y de las

entre derechos y deberes. La consideración de los fines superiores de la Convención es, en virtud de la voluntad común de
las partes, el fundamento y la medida de todas las disposiciones”. OC. Recueil. 1951. P. 23
16
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva-11/90, párrafo 23, citando jurisprudencia anterior en
el caso Velásquez Rodríguez y en el caso Godínez Cruz
17
He aquí algunos apartes significativos de la misma: “Derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la
familia humana (...) la conciencia de la humanidad”. ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS.
Declaración Universal de Derechos Humanos. París, 1948. Preámbulo, par. 1 y 2.

7
tradiciones ideológicas europeas. De este modo une la concepción universal de los
Derechos Humanos con la diversidad cultural, que le da a los Derechos en Europa un
perfil particular pero que en nada se contrapone a la universalidad.

Existen al menos tres vías jurídicas para concluir la universalidad de los Derechos
Humanos. La primera parte de su fundamento en la dignidad del ser humano. A pesar de
las diferencias, los Derechos Humanos son consustanciales a la idea de dignidad y son
indivisibles, interdependientes y recíprocamente condicionados entre sí. La segunda se
basa en el concepto de ius cogens (derecho imperativo por cuanto proviene de principios
aceptados por la comunidad internacional en su conjunto). Para muchos tratadistas y
doctrinantes, “(...) el deber de respetar el núcleo esencial de los Derechos Humanos, es
un caso de ius cogens, y de tal manera, por este camino se llega también a la aceptación
de la universalidad de los derechos humanos”18. Finalmente, la idea generalmente
aceptada de que los Derechos Humanos son patrimonio común de la humanidad implica
su universalidad1918. La diversidad innegables de las sociedades enriquece la concepción
universal de los derechos Humanos, no la niegan. Ella se constituye en un aporte esencial
para que los Derechos Humanos se conciban no como una imposición de unas ideas
atadas a una civilización particular, sino como una aspiración general que reposa en la
dignidad de todo ser humano.

Queda así esbozado el sustento del Derecho Internacional de los Derechos Humanos
que, a pesar de su supremacía, en materia de protección de los Derechos Humanos tiene
carácter subsidiario. Es por esto que corresponde entonces a los Estados de manera
prevalente hacer realidad las normas internacionales en sus respectivos ordenamientos
jurídicos, cuando consagran una protección mayor a un derecho determinado.

3. Sistema jurídico interno de los Derechos Humanos: legitimación del


ordenamiento jurídico general

No hace mucho tiempo los tribunales nacionales incorporaron a su actividad la aplicación


directa de las normas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Hoy en día se
reconoce la relación íntima entre el sistema jurídico interno y el internacional.

Al hablar de sistema jurídico de Derechos Humanos, me referiré a los contenidos que de


la materia describe la Constitución Política.

Es por lo tanto pertinente resaltar que la teoría de la supremacía de la Constitución busca


ubicarla en el primer lugar de una relación jerárquica, en el centro o en el punto superior
del sistema jurídico.

Es entonces a partir de esta posición que juega un papel preeminente la ubicación y


prevalencia de los Derechos Fundamentales. Se estructuran estos últimos en un punto
medular para la eficacia del sistema por cuanto desde el vértice del mismo, condicionan

18
GROS ESPIELL, Hector. Universalidad de los Derechos Humanos y diversidades culturales. Tomado de
http://www.unesco.org/issj/rics158/grosespiellspa.html.
19
Cf. DUPUY, René Jean. L’universalité des Droits de L’Homme. Studi in onore de Giuseppi Sperduti, Giufré. Milano,
1984.

8
las reglas de juego y generan un clima de seguridad para el ciudadano de la sociedad
democrática.

Teniendo en cuenta las diversas aproximaciones políticas, sociológicas y filosóficas de la


conceptualización de los Derechos Fundamentales, podemos esbozar la siguiente
acepción: los Derechos Humanos son facultades o prerrogativas de la persona o grupo
social que, enmarcadas dentro del contexto del Estado de Derecho, regulan la dignidad y
existencia misma de la persona humana, permitiendo a sus titulares exigir de la autoridad
respectiva, la satisfacción de sus necesidades básicas allí enunciadas.

Los Derechos Humanos, entonces, se definen como facultades o prerrogativas


individuales y grupales, enmarcadas en el Estado de Derecho. Por lo cual una
descomposición del Estado de Derecho implicaría graves peligros para su vigencia.

Así, no es suficiente definir teóricamente tales Derechos sin construir los instrumentos que
aseguren su efectividad y vigencia.

De lo anterior podemos afirmar que desde la cúspide constitucional los Derechos


Humanos irradian su función legitimadora y exigen su respeto tanto por parte del Estado,
como por parte de los particulares. Significa esto que toda formulación normativa derivada
de la Constitución tendrá que contener su sello garantista y acorde con el principio pro-
homine20.

La Constitución colombiana es un ejemplo de la coexistencia entre el Derecho


Internacional y el Derecho interno, tal como queda plasmado en el artículo 93 21 y en su
desarrollo jurisprudencial: “La Corte Constitucional considera que esos contenidos
normativos de los instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados por
Colombia, son relevantes para resolver casos como el presente, en la medida que, como
se explicará a continuación, hacen parte del bloque de constitucionalidad, en virtud del
mandato del inciso segundo del artículo 93, según el cual , los derechos y deberes
constitucionales deben ser interpretados “de conformidad con los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Colombia”.

En varias oportunidades la Corte se ha pronunciado sobre el bloque de constitucionalidad


a fin de integrar, dentro del control constitucional-sea abstracto o en la tutela-,
disposiciones como los tratados de derechos humanos y las normas del derecho
internacional humanitario. Sobre este punto se puede apreciar una evolución, pues en un
comienzo esta corporación hizo un interpretación restrictiva que limitaba el bloque a
aquellos asuntos previstos en el inciso primero artículo 93 de la constitución y el derecho
internacional humanitario, por su imposible suspensión conforme al artículo 214 de la
Carta. Con el tiempo se han incluido dentro del bloque, entre otros asuntos, los tratados
de derechos humanos”22.

20
El Principio Pro-Homine es aquél que rige en materia de Derechos Humanos y que supone una interpretación amplia y
extensiva de los Derechos y reducida y taxativa de las restricciones a los mismos.
21
“Los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y que
prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden interno. Los derechos y deberes consagrados
en esta Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por
Colombia”.
22
Corte Constitucional, sentencia T- 1319 de 2001, Mg, ponente (e) Rodrigo Uprimny Yepes, 7 de diciembre de 2001.
Véase en este mismo sentido la sentencia T-1635 de 200 y la T-327 de 2001.

9
En este estado de la reflexión, podemos permitirnos afirmar que la concreción del sistema
jurídico internacional en el Derecho interno cumple además de los objetivos naturales, una
labor de legitimación de este último, sea cual sea su especialidad.

A manera de conclusión general, confirmamos el carácter innegablemente jurídico que


envuelven los Derechos Humanos, pero que sin embargo no los exime de presentar
ciertas dificultades en su respeto, promoción y difusión. Un ejemplo latente de esto es la
extendida consagración de derechos en la Constitución colombiana que coexiste con la
masiva violación de los mismos y que merece un intento de explicación. “Pocos países
como Colombia pueden mostrar un divorcio tan grande entre lo complejo y lo completo de
sus marcos normativos y la desinstitucionalización que se vive en todos los órdenes”2322.

Es desconsolador percibir cómo nuestra democracia constitucional no logra realizar gran


parte de los principios que incluye la Carta Política. Vivimos en un contraste notable entre
el significativo número de Derechos Fundamentales de la persona y la trágica realidad por
la que atraviesan en el diario acontecer nacional.

Si al constitucionalismo le corresponde convertirse en la base de la legitimidad del Estado


apoyada en el cumplimiento de los fines del mismo como el respeto a la voluntad general
y la vigencia de los Derechos Humanos y no en la existencia formal del Derecho positivo,
qué puede explicar el fracaso en su labor? Una posible respuesta sería el
desconocimiento de la legitimidad del poder político.

En cualquier caso, y para terminar con una dirección general y abierta en torno a la
naturaleza misma de los Derechos Humanos, dejemos a Héctor Gros manifestar que los
Derechos Humanos “(...) no constituyen meras aspiraciones. Son derechos en sentido
jurídico, que deben ser respetados y garantizados por el Estado en relación con los
demás individuos y los diversos grupos sociales de cualquier naturaleza, sin perjuicio del
respeto directo que el Estado debe asegurar, a través de la conducta de todos sus
agentes”24.

23
DOMÍNGUEZ PRADA, Luis Carlos. Derechos Humanos: violación y fundamentación. Comité permanente por la
defensa de los derechos humanos. VIII Foro nacional. Bogotá. 1996
24
GROS ESPIELL, Hector. Op. cit.

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