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La “Salud para Todos” debe ser un compromiso de todos

Hablar de salud es hablar de progreso, porque una nación saludable es una


nación productiva. Sin embargo, hablar de salud como un ente aislado y tratar
de resolver los problemas sanitarios desde una oficina, llámese Secretaría,
Ministerio u Organización, que rige únicamente el sistema de salud es un
enfoque incorrecto y el objetivo de “Salud para Todos” se vuelve inalcanzable.

Partiendo de la definición de salud como “el completo estado de bienestar bio-


psico-social y no solamente la ausencia de enfermedad” es necesario
comprender que mientras la atención sanitaria representa un sector
económico, la salud es el resultado de la interacción de todos los sectores
económicos de una nación, cuando estos se coordinan para lograrla. La
Atención Sanitaria responde solamente por el bienestar biológico y apenas
recientemente ha incorporado el bienestar psicológico como una de sus metas.
El bienestar social se expresa en el acceso a la educación, a la atención sanitaria,
a la alimentación de calidad, a una vivienda digna, a un trabajo seguro, en la
capacidad adquisitiva de los bienes de consumo, en la sensación de seguridad,
un medio ambiente saludable, equidad y justicia social, comportamiento cívico
y un buen gobierno. Entonces, por definición, la salud para todos más que una
tarea difícil pareciera un objetivo inalcanzable.

El acceso a los servicios de salud o a la atención sanitaria se refiere a la


capacidad de las personas para llegar a los centros de atención sanitaria,
implica tanto la distribución geográfica de los centros de atención como los
medios con los que los ciudadanos cuentan para acudir a ellos. Si una
comunidad rural no cuenta con un centro de salud y los habitantes no tienen
medios para trasladarse al centro en la siguiente comunidad, entonces no
tienen acceso. Además, el acceso no implica solo el llegar hasta el centro de
salud, incluye también el recibir la atención, por lo tanto, si una comunidad
indígena no habla español y en el centro de atención no hablan su dialecto,
tampoco tienen acceso, ya que las barreras del lenguaje impiden que las
personas reciban la atención.

Pero si existe un centro de salud en la comunidad donde se necesita y no


existen barreras del lenguaje, podemos concluir que los habitantes tienen
acceso a los servicios de atención sanitaria, sin embargo, eso no significa que la
atención sea efectiva ni oportuna. Si el centro de atención no cuenta con los
medicamentos necesarios para restablecer el estado de salud de sus pacientes,
el acceso no es efectivo. Se requiere, además de la cercanía y la ausencia de
barreras del lenguaje, que el centro de atención disponga de los recursos
necesarios para atender las necesidades de salud de sus pacientes. Estos
recursos incluyen: 1) recursos humanos, el personal idóneo y suficiente para
atender a la población circunscrita; 2) recursos materiales, los materiales,
consumibles e insumos necesarios para atender las necesidades de salud de la
población de acuerdo al nivel de complejidad del centro de atención; 3)
recursos financieros, para el pago de los servicios y gastos indirectos de la
atención sanitaria, además de la compra extraordinaria de insumos; 4)
equipamiento y dispositivos; y 5) tecnologías de información y comunicación.

Por supuesto que la disponibilidad de los recursos debe ser permanente, ya que
el desabasto de insumos, la falta de personal, deudas contraídas y falta o falla de
los equipos ocasiona retraso en la atención a la salud, haciendo que la atención
deje de ser oportuna. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) países como Dinamarca y Suecia con sistemas de salud con
reconocida efectividad, cuentan con 4.3 médicos por cada 1,000 habitantes,
Noruega cuenta con 5.2 médicos por cada 1,000 habitantes, mientras que
México cuenta con 2.4 médicos por cada 1,000 habitantes. Además de la cifra
tan discrepante con los sistemas de salud efectivos, esta cantidad de médicos
por densidad de población no es uniforme en todo el país, ya que lugares como
la Ciudad de México concentran 5.8 médicos por cada 1,000 habitantes,
mientras en Chiapas apenas se cuenta con 0.5 médicos por cada 1,000
habitantes. Como se puede presumir, la respuesta a la creciente demanda de
servicios de salud en México, en lugar de aumentar la cantidad de plazas para
médicos, ha sido sobresaturar las consultas ya saturadas de los médicos.

Según Aranzazú Natividad, del Centro de Investigación en Política Pública IMCO


“existe un problema a nivel nacional con la generación de nuevo talento
médico” debido a que la tasa de médicos especialistas por cada mil habitantes
ha permanecido sin cambios desde 2016. Esto es un simple error de juicio
debido al desconocimiento en la fórmula del cálculo del indicador, lo que esa
tasa nos indica es la cantidad de médicos especialistas contratados, no la
cantidad de egresados. Basta con conocer la media nacional de empleos
informales en medicina (19%) para entender que solo el 80% del total de
médicos egresados activos tiene la seguridad de un empleo formal. Otro
indicador de salud que debemos tomar en cuenta es la población ocupada
total, que en el segundo trimestre del 2021 eran 522 mil médicos, y al mismo
trimestre en 2023 solamente hay 333 mil, 189 mil médicos se quedaron sin
empleo al terminar la pandemia. Dicho de otra manera, estuvimos a 75 mil
médicos de alcanzar la tasa danesa de médicos por mil habitantes, pero los
dejamos ir. Recordemos que la falta de personal afecta la oportunidad de la
atención, asumiendo que el personal contratado reúne las características de
idoneidad en el desarrollo de sus competencias.

Otro tema importante por considerar es el desabasto de medicamentos en las


instituciones de salud. Al estilo de la novela 1984 de George Orwell las noticias
desde palacio nacional son toda maravilla, “¡Ya no hay corrupción!”, “¡No hay
desabasto de medicinas!”, “¡No se desvían recursos!”, mientras la realidad que se
vive en las instituciones es muy diferente de lo que el presidente cuenta, para
fines prácticos, nosotros tenemos otros datos. La falta de insumos ha sido cada
vez más notoria en los últimos tres sexenios, pero además, este sexenio se ha
destacado por numerosas tragedias en el sector salud, dejando de lado la
pandemia, ya que ningún sistema de salud en el mundo estaba preparado para
un evento de tal magnitud, tenemos el caso de la inundación de un hospital del
IMSS en Hidalgo que ocasionó la muerte de 16 pacientes y recientemente la
muerte de una niña de 6 años que fue prensada por un elevador en un IMSS de
Quintana Roo, ambos casos por falta de mantenimiento preventivo a las
instalaciones. Retomando la pandemia, la falta de seriedad con la que se
manejó la información, el retraso o nula toma de decisiones, la falta de ética en
investigación clínica y la falta de liderazgo del Secretario de Salud han sido
criticado por muchos países y organizaciones especializadas en análisis de
políticas públicas.

Entonces, la falta de acceso efectivo y oportuno a los servicios de salud impide


el bienestar social y la falta de este último hace imposible el objetivo de “Salud
para Todos”. Se necesita diseñar políticas públicas, nacionales e internacionales
con la mirada puesta en alcanzar la salud para todos: asegurar la educación
laica, gratuita y libre de dogmas políticos, impartida por maestros bien
remunerados, comprometidos con la formación básica y profesional de sus
educandos, en escuelas de tiempo completo que permitan a los hijos de padres
que trabajan, permanecer seguros realizando actividades extracurriculares en la
escuela, mientras termina el horario laboral y pueden pasar por ellos para
regresar a casa en familia; facilitar mediante subsidios a los pequeños y
medianos agricultores la compra de semillas, insumos y equipo necesario para
producir frutos de calidad que se queden en México, disminuir los aranceles de
traslado para que los alimentos sanos tengan menor precio que los alimentos
chatarra, haciendo a los primeros la mejor opción; combatir la corrupción y a los
cárteles parar evitar que sigan reclutando de manera obligada a jóvenes como
sus sicarios y eliminar la permanente sensación de inseguridad en la que viven
millones de mexicanos. Aunque faltan muchos rubros más, con educación,
alimentación saludable, seguridad y servicios de salud efectivos y oportunos
puede aspirarse a la meta de la “Salud para Todos”. La salud no solo depende de
los médicos o de su compromiso para restablecer la salud de sus pacientes, la
“Salud para Todos” debe ser un compromiso de todos.

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