Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CAPÍTULO 1 - EL CAMBIO......................................................................................................................8
1.3.1. Motivacional...............................................................................................................................8
1.3.2. Conductuales..............................................................................................................................9
1.3.3. Ambiental....................................................................................................................................9
2.2.1. Exposición.................................................................................................................................23
2.2.4. Modelado..................................................................................................................................24
2.3. Estrategias emocionales....................................................................................................................24
2.3.3. Mindfulness...............................................................................................................................26
Conclusiones................................................................................................................................................33
CAPÍTULO 1 - EL CAMBIO
1.1. Definición del Cambio
Prochaska, Norcross y DiClemente (1994) definen el cambio como un proceso interno psicológico, en
donde el sujeto afronta nuevas experiencias, para esto el individuo hace ajustes y modificación de sus emociones,
pensamiento o conductas.
Lewin plantea al cambio como “la modificación de las fuerzas que dan estabilidad al comportamiento en un
sistema” (Cumming y Worley, 2007), dichas fuerzas ayudan a mantener el status quo y tratan de cambiarlo, además
las fuerzas se mantiene en un estado de equilibrio, el proceso del cambio de cambio reduce al paso de un estado de
equilibrio a otros. Para esto Lewin propuso 3 etapas: descongelamiento, cambio y recongelamiento
En la psicología organizacional, según De Faría (1996) el cambio es “la modificación de un estado,
condición o situación de un estado, condición o situación, es una transformación de características, un ajuste de
dimensiones o aspectos más o menos significativos.
Según Diccionario de Filosofía (1984) el cambio es la forma de existencia de todo objeto y fenómeno, que
está en movimiento e interacción, el cambio incluye una serie de movimientos, transformaciones internas de todos
los procesos de desarrollo, el cambio abarca tanto lo cuantitativo como lo cualitativo o la disminución de
características.
Según la Real Academia Española (RAE, s.f ) el cambio es “separarse de una cosa o poner otra cosa en su
lugar”, dicho suceso se da a nivel individual cuando cambiamos, dejar implica soltar aquello que no nos sirve y lo
intercambiamos por algo que ocupe su lugar. Esto se puede usar en diversas situaciones de nuestra vida.
El cambio terapéutico es un conjunto de cambios constructivos o positivos observables en el paciente en
psicoterapia, esto es producto de factores específicos, técnicas, factores del paciente, del terapeuta y la interacción de
ambos (Bergin y Rogers, 1986)
El cambio en psicología de la salud se basa en la comprensión de que las conductas y actitudes humanas son
susceptibles de transformaciones, y que estas pueden tener un impacto positivos en salud de la persona, esto puede
englobar diversas áreas como la adopción de hábitos alimenticios saludables, aumento de actividad física, gestión del
estrés, relaciones sociales positivas y adhesión a tratamientos médicos, entre otro. (Alvarez, 2010)
1.2. Objetivo del cambio
El cambio busca reducir la conducta o eliminarla, las conductas negativas o hábitos no saludables como por
ejemplo: no dormir lo suficiente, comer comidas poco saludables, fumar, beber, comer demasiado azúcar, etc. o
incrementar las conductas positivas o tener hábitos saludables, como tener una dieta equilibrada, tener higiene
personal, tener un patrón y calidad de sueño óptimo, realizar actividad física, etc. Todo lo anterior puede contribuir
en nuestra vida cotidiana, e inciden en nuestro bienestar físico, mental y social de la persona.
1.2. Factores del cambio
1.3.1. Motivacional
Según Atkinson (1975) la motivación está en función de dos factores principales:
● Necesidad: que vendría a ser estado del organismo que incita a la ejecución conductual con una intensidad
determinada.
● Incentivo: como meta u objetivo que se pretende alcanzar o evitar el organismo.
1.3.2. Conductuales
Es un proceso complejo que implica no sólo aprender algo nuevo, sino olvidarse de algo que está muy
arraigado en nuestra personalidad y además de las relaciones sociales de la persona. El cambio conductual depende
de acción conjunta y redefinición de un comportamiento con la finalidad de adoptar una actitud.
1.3.3. Ambiental
La conducta puede ser el resultado de una interacción entre factores internos y externos, si bien sabemos
que tanto la genética como la personalidad influyen, el entorno también tiene un rol significativo. Dentro de ellas
mencionaremos algunas formas de influencia del ambiente en el cambio de conducta.
1.3.3.2. Aprendizaje social. Mediante esta observamos y moldeamos comportamientos de quien nos
rodean, tanto los roles y normas sociales nos indican cómo deberíamos actuar en determinadas situaciones y
moldean nuestras acciones.
1.3.3.2. Exposición a estímulos. Nuestro entorno está lleno de estímulos que afectan la conducta. Ya sea
publicidad, los medios de comunicación y el entorno, pueden tener un impacto en cambio ya sea de forma positiva o
negativa.
1.3.3.3. Acceso a recursos y oportunidades. El factor socioeconómico tiene un impacto significativo en
nuestras opciones y oportunidades. Lo que puede determinar un cambio positivo.
1.4. El cambio de los hábitos de salud
Según Prochaska y Di Clemente (1992) el cambio de hábitos rigorosos debe ser visto como un proceso de
autorregulación, las cuales son divididos en varios estadios, en la cual, se busca lograr una fuerte intención de
cambiar, entonces acabamos con fase de motivación y proseguimos al carácter voluntario.
Según Schwarzer y Fuchs (1999) sostiene que hay varias evidencias sobre la expectativa de autoeficacia, la
cual está relacionada con las intenciones conductuales y con el cambio de conductas relacionadas con la salud.
Según el modelo este modelo, nos dice que para que una persona establezca una meta o un cambio de salud,
debe basarse en 3 tipos de cogniciones:
La percepción de riesgo: Se siente la sensación de vulnerabilidad y gravedad de una enfermedad, esto
contribuye como un motivacional en proceso de toma de decisiones. Aunque proponerse metas demasiado positivos,
lleva a las personas a sesgos optimistas en donde puede llevarlos a riesgos objetivos, es necesario poner en practica
conductas de precaución (Taylor, 1989).
La expectativa de resultados: Se refiere a la estimación que la persona hace en base de las consecuencias de
sus acciones de ciertas estrategias de autorregulación. Es decir que las personas aprenden a valorar sus acciones, de
los cuales pueden beneficiar o poner en riesgo su salud. Para el cambio como primer paso, es necesario que
consideren que son capaces producir cambios necesarios para optimizar nuestra salud. En la segunda fase se buscará
que sujeto decida qué acciones realizará y cuánto tiempo persistirá para ello. Por último, una vez iniciada en plan de
acción, se buscará hacer correcciones necesarias, que podrían influir en el cambio, por ejemplo tentaciones,
sedentarismo, etc.
La autoeficacia percibida: involucra el tiempo del esfuerzo realizado y la perseverancia usada, las personas
son capaces de hacer cambios propuestos, en los cuales persistirán para mantener el curso de sus acciones, pese a las
dificultades y en donde buscaran soluciones alternas. (Oblitas, 2009)
1.5. Importancia del cambio en la Psicología
El problema que supone realizar cambios en nuestra vida, es un tema que varios hemos intentado hacer un
cambio, pero este cambió fue temporal. En el cambio influye la forma en que nos comportamos y reacciones a
situaciones específicas, además en la hora tomar decisiones como si queremos cambiar o no. Es importante precisar
que para lograr un cambio debemos cambiar nuestra forma de pensar y sentir, ya que si tenemos pensamientos de
que para lograr el cambio toma mucho tiempo o demanda mucho dinero, puesto que iniciaremos el proceso del
cambio.
Además sabemos que el mundo está en constante cambio, el cambio es una parte fundamental del individuo
para su evolución, hace que las cosas se remueven, mejoren y adopten.
Todo cambio puede ser beneficioso y se encierra en un proceso de movimiento interno que nos dirige a un
mayor aprendizaje. El decidirnos cuando o que cambios depende de cada persona, en ocasiones los cambio pueden
ser planificados integralmente por nosotros, pero en otros situaciones pueden ser forzados por situaciones externa,
los cuales pueden generar resistencia, además incertidumbre, miedo y falta de confianza en nuestra habilidades.
(Udalba, 2021)
El cambio, hablando de un punto de vista positivo, genera bienestar psicológico, dicho bienestar incrementa
las emociones positivas, lo que nos puede llevar a hábitos saludables, reduciendo las negativas como la ansiedad,
tristeza, irritabilidad, etc.
Fomentando un pensamiento más flexible y menos resistente al cambio, el cual también ayudará en las
relaciones interpersonales.
1.6. Modelos del Cambio
1.6.1. Modelo transteórico
El Modelo Transteórico (MTT) representa una conceptualización de etapas acerca del cambio, que se ha
hecho extensiva con relativo éxito al control de comportamientos de abuso, tales como el consumo excesivo de
cigarrillo y de alcohol (Prochaska, DiClemente y Norcross, 1992; Prochaska, Velicer y Cols., 1994).
Prochaska, Norcross y DiClemente (1994) definen cambio como un proceso interno psicológico, que inicia
cuando el individuo afronta una situación nueva que requiere ajustes y modificación de los pensamientos, emociones
y conductas. Esto implica ver a la persona desde una perspectiva holística, como un ser humano integral ubicado en
su contexto social. El cambio obligado o presionado por factores externos no implica modificación del punto de
vista, ideas, pensamientos o creencias de la persona. Estos autores indican que las personas cambian de forma
voluntaria cuando muestran preocupación sobre la necesidad e importancia de cambiar; están convencidas de que el
cambio les traerá beneficios; organizan un plan de acción y asumen el compromiso de ponerlo en práctica.
El Modelo Transteórico, brinda una visión global y diferenciada del cambio a partir de la integración de
estadíos, procesos y niveles de cambio. Los estadíos comprenden los diversos niveles de predisposición al cambio
que puede mostrar una persona cuando se plantea modificar su conducta. Es importante situar a la persona en un
estadío, ya que permite evaluar cuándo es posible que ocurran ciertos cambios en sus intenciones, actitudes y
conductas. (Becoña y Cortés, 2010).
Por otro lado, los procesos hacen referencia a cómo suceden esos cambios y cómo se incrementa el nivel de
predisposición al cambio. Estos procesos comprenden al conjunto de actividades que una persona realiza para
modificar su nivel motivacional.
Por último, los niveles de cambio manifiestan qué cambios son necesarios para reducir cierta conducta
contraproducente. (Becoña y Cortés, 2010).
1.6.1.1. Premisas del Modelo transteórico. Cabrera y Gustavo (2000) sostienen que el modelo se apoya
en ciertas premisas sobre la naturaleza del cambio de comportamiento y de las características de las intervenciones
que facilitan dicho cambio. Las premisas son:
• Ninguna teoría o modelo responde totalmente por la complejidad explicativa del cambio
comportamental.
• El cambio es un proceso que se presenta como una secuencia de etapas.
• Las etapas son estables pero abiertas al cambio, tal como ocurre con los factores de riesgo
comportamental.
• La mayoría de las poblaciones de riesgo no están preparadas para actuar y, por eso, no se benefician de
los tradicionales programas informativos, educativos o preventivos orientados a los riesgos
comportamentales.
• Sin intervenciones planeadas según las etapas de cambio, los individuos permanecerán detenidos en
etapas iniciales de cambio sin motivación ni intención de participar en los programas ofrecidos.
• La prevención en salud, la educación y promoción de la salud pueden experimentar impactos nunca
registrados, si incorporasen un paradigma de etapas distinto al paradigma de acción.
• Es preciso aplicar procesos y principios específicos de cambio a etapas específicas de cambio; las
intervenciones deben diseñarse según las etapas de cambio propias de cada individuo.
• Los comportamientos están dominados de alguna manera por factores biológicos, sociales y de
autocontrol.
• Las intervenciones requieren pasar de un reclutamiento reactivo de los participantes a uno proactivo.
• El reto es avanzar hacia programas e intervenciones de la salud comportamental, de base poblacional,
con apoyo de estrategias interactivas, como así también de estrategias que den soporte ambiental a los
cambios esperados.
Cabrera y Gustavo (2000), Berra y Muñoz (2018) coinciden en que la premisa principal de este modelo es
el cambio, que es concebido como un proceso en el cual las personas pueden tener diversos niveles de motivación e
intención de modificarlo. Lo que permite aplicarlo a cualquier conducta y en cualquier contexto, porque la
intervención se hace de manera individualizada teniendo en cuenta determinada influencia externa y un claro
compromiso personal. Este mismo puede ubicarse en alguna etapa que plantea el modelo, y a partir de ésta
implementar los procesos de acuerdo con el nivel que deseen intervenir para modificar y solucionar el problema.
1.6.1.2. Variables relevantes desde el Modelo Transteórico. Además, toma en cuenta otras 3 variables
que son:
1.6.1.2.1. Procesos del cambio: lo que la gente piensa y hace para cambiar su conducta. Son determinadas
actividades cognitivas conductuales que el individuo realiza a medida que progresa hacia el cambio de conducta
(Fuentes, 2009).
1.6.1.2.2. El balance de decisión: la evaluación entre los pros y los contras del cambio. Se ha visto además
que a medida que el individuo pasa por los procesos de cambio su el balance de decisión va cambiando, es decir en
etapas de precontemplación y contemplación predominan los contras para el cambio, mientras que en estadíos de
acción y mantenimiento aumentan los pros (Gutierrez, 2015).
El balance decisional se define como la evaluación que se realiza de las ventajas y desventajas respecto al
cambio de conducta. Es un importante marcador de movimiento en las etapas de cambio iniciales (Precontemplación
y Contemplación) (DiClemente, 2003,2018). Existen otros marcadores de cambio que también deben ser
considerados: motivación extrínseca, motivación intrínseca, racionalización, creencias y barreras para el cambio y
minimización de los daños como consecuencia del uso de sustancias. Existen instrumentos formales que pueden
ayudar a identificar una amplia gama de ventajas y desventajas respecto al cambio. Lo importante es que el
profesional de ayuda pueda establecer la etapa de cambio en que se encuentra la persona y, de ser necesario, pueda
repasarla posteriormente.
1.6.1.2.3. Autoeficacia: Juega un papel muy importante en la psicología cognitiva conductual, donde se
reconoce la dificultad de motivar la adopción de conductas que promuevan la salud y en la vida cotidiana, ésta nos
conduce a establecer metas desafiantes y perseverar ante las dificultades, además es uno de los mejores predictores
para llevar a cabo determinadas conductas de salud, con más probabilidad de iniciar cuidados preventivos, buscar
tratamientos tempranos y ser más optimistas sobre la eficacia de estos (Gutierrez,2015), entonces diríamos que la
autoeficacia es la autopercepción que tiene el individuo de su capacidad para llevar a cabo determinados
comportamientos y para lograr determinados niveles de ejecución, en ámbitos de actuación que son importantes en
su vida . Los niveles de autoeficacia pueden aumentar o reducir la motivación y actúa como un indicador positivo o
negativo en el presente o futuro de la realización de una conducta ejemplo realizar ejercicio (Olivari y Urra, 2007).
La autoeficacia es un término desarrollado en la teoría del aprendizaje social por el psicólogo Albert
Bandura y se define como la capacidad y confianza de la persona para lograr el cambio. Es un predictor de éxito a
largo plazo. De acuerdo con DiClemente (2003) la autoeficacia es un predictor de vulnerabilidad para recurrencia,
por lo que ofrece la oportunidad de poder trabajar la prevención. La autoeficacia es acompañada por el marcador de
la tentación; esta representa el deseo o inclinación para volver a utilizar sustancias en una situación particular. Puede
resultar muy útil medir los niveles de tentación en situaciones relevantes para integrarlo en el plan de cambio en la
etapa de preparación y prevenir éxito en las etapas de acción y mantenimiento.
En las primeras etapas del cambio la autoeficacia juega un rol importante. Las personas que tienen poca
confianza para realizar cambios en el uso de sustancias permanecen en la etapa de precontemplación y se muestran
desesperanzados sobre cambiar la conducta nociva. El profesional de ayuda debe evaluar objetivamente las
verbalizaciones de la persona. En ocasiones la persona expresa lo que entiende el profesional de ayuda y allegados
quieren escuchar. A veces sólo expresan en voz alta sus deseos de que las cosas sean diferentes. Esto puede
confundirse con autoeficacia. No obstante, al intentar trabajar el plan son superficiales y evidencian poco
compromiso hacia el cambio. Por esto, es meritorio tener una escucha reflexiva en la que se observe tanto el
contexto como el contenido de lo que la persona expresa.
1.6.1.3. Procesos del cambio pueden ser categorizados en dos grupos: El presente modelo desarrolla
ciertos procesos de cambio. Siguiendo a Díaz citado en Berra y Muñoz (2018) se define a los procesos de cambio,
como aquellas actividades abiertas o encubiertas en las que los individuos se implican para modificar sentimientos,
pensamientos, conductas o relaciones interpersonales relativos a conductas o estilos de vida problemáticos.
Dichos procesos según Becoña y Cortés (2010), incluyen actividades cognitivas y conductuales que ayudan
a las personas a avanzar en el proceso de modificación de su conducta problemática. Los mismos son:
1.5.1.3. 1. El proceso experiencial/ Cognitivo .Se relaciona con la forma en que las personas piensan y
sienten respecto a la conducta problema. Ese proceso interno es importante y necesario en las primeras etapas del
cambio (DiClemente, 2004). Se compone de cinco procesos:
• Concienciación: Se relaciona con el aumento de conciencia respecto a la conducta relacionada a los
problemas ocasionados por el consumo de sustancias; entender los efectos y consecuencias negativas del uso
de las sustancias; aumentar la comprensión y percepción del problema mediante información obtenida a
través de diversos medios como artículos escritos, libros, programas de televisión, charlas, internet, etc.
• Despertar emocional: Se relaciona con expresar y experimentar sentimientos relacionados con los
problemas sobre el uso de sustancias y posibles soluciones a través de psicodramas, juego de roles y otros
ejercicios. Cuando el individuo experimenta una situación de fuerte impacto emocional, como puede ser
afrontar la muerte de un amigo por consecuencia del uso de sustancias; la motivación al cambio aumenta. Sin
embargo, esta motivación es en respuesta al impacto emocional experimentado y no necesariamente a haber
aumentado conciencia sobre su conducta.
• Auto-revaluación: La persona compara su conducta con sus valores y metas para ver la existencia de
conflicto. En este sentido la persona clarifica sus valores y creencias; y, evalúa cómo la conducta problema se
contrapone a sus valores y metas personales. La persona logra una visión emocional de la conducta problema
y comienza a visualizar en quién podría convertirse si realizara el cambio. El individuo comienza a reconocer
como el uso de sustancias afecta su vida y aumenta la percepción de que existen otras conductas alternas para
manejar sus situaciones; ej. Ejercicios de relajación, zumba y otros para manejar la ansiedad.
• Revaluación del ambiente y autorevaluación: El individuo aumenta conciencia respecto a cómo su
conducta impacta a otros y al ambiente que le rodea. Así mismo, la persona vuelve a revaluar las
consecuencias asociadas con dejar la conducta. Ésta aumenta conciencia y evalúa los efectos positivos y
negativos que su conducta tiene en las personas que le rodean y en su entorno. Cuando la persona reconoce
que su conducta es importante o puede ser nociva para otros aumenta la motivación al cambio.
• Liberación social: Este proceso se refiere a que la persona reconozca y acepte las normas sociales que
fomentan el cambio en su conducta. La persona reconoce que la sociedad apoya conductas saludables y que
existen alternativas en su entorno social que promueven el cambio y su mantenimiento.
1.6.1.3.2. El proceso conductual .Se define como los aspectos observables o las acciones externas que la
persona realiza (DiClemente, 2004). En el proceso conductual se agrupan cinco procesos de cambio:
• Control de estímulos: Se refiere a cuando la persona altera o evita situaciones o señales que pueden ser
detonantes para el uso de sustancias. La persona debe adquirir destrezas para evitar en forma activa y asertiva
lugares y personas que implican riesgo. Se requiere que se promuevan actividades que apoyan el cambio en
la conducta y en el estilo de vida de la persona. Un ejemplo de esto es que la persona decida hacer ejercicios
en vez de usar sustancias.
• Contracondicionamiento: Se observa cuando las personas cambian sus respuestas a un detonante y se
sustituye la conducta usando alternativas razonables. Es cuando la persona sustituye una conducta poco
saludable por una saludable; ejemplo de esto es cuando la persona realiza ejercicios de relajación cuando
tiene coraje en vez de usar sustancias.
• Manejo del refuerzo o control de estímulos: Se refiere a reforzar los cambios positivos de las conductas
nocivas ya sea de forma inmediata y directa o a través de las consecuencias.
• Autoliberación: Este proceso se refiere a tomar una decisión y asumir la responsabilidad y compromiso de
realizar un cambio en la conducta nociva. Se trata de creer en la capacidad para cambiar y actuar asumiendo
que se logrará lo planificado.
• Relaciones de ayuda: Se relaciona con promover relaciones interpersonales que provean y sirvan de apoyo,
aceptación y estímulo. Esto incluye buscar y recibir apoyos de la familia, amigos y pares con el propósito de
mantener o iniciar las conductas positivas. Ejemplo de lo anterior es que la persona tenga contacto con
grupos de apoyo, servicios psicológicos, pastorales y otros, según su necesidad.
Los procesos experiencial y conductual deben ser considerados como pieza fundamental para lograr el
movimiento a través de las etapas de cambio.
Cabe destacar que los procesos de cambio de carácter cognitivo (aumento de conciencia, autorreevaluación,
reevaluación ambiental, alivio dramático y autoliberación) se asocian con los primeros estadíos de
precontemplación, contemplación y preparación. Por otra parte, los procesos de cambio de carácter conductual
(liberación social, manejo de contingencias, relaciones de ayuda, contracondicionamiento y control de estímulos) se
corresponden con los estadíos de acción y mantenimiento. (Becoña y Cortés, 2010)
1.6.1.4. Fases de cambio. El Modelo Transteórico del Cambio planteado por Prochaska y DiClemente
(1982) se compone de seis etapas que se deben atravesar para lograr un cambio en la conducta. Cabe destacar que
dicho cambio no se realiza de manera eventual, sino que es parte de un proceso en el cual el paso de una etapa a otra
no es definitivo, siendo posible regresar a etapas anteriores, es decir, el proceso no es lineal.
Cabrera y Gustavo (2000) definen al estadío de precontemplación como: El cual las personas no tienen
intención de cambiar ni de realizar una acción específica de cambio en su comportamiento de riesgo. Las personas
que se sitúan en esta etapa pueden estarlo por falta de información sobre las consecuencias o por haber tenido
intentos previos de cambiar y fracasaron, estando ahora desactivado. (p.6)
Es frecuente observar que las personas de este estadio eviten hablar y pensar sobre sus comportamientos de
riesgo, están a la defensiva debido a las presiones sociales para cambiar y tampoco están interesados en participar de
programas o intervenciones de promoción de la salud (Cabrera y Gustavo, 2000).
El segundo estadio es el de contemplación, el cual los autores definen que: La persona ya tiene una
intención de cambio y hará un intento de modificar su comportamiento. Estas personas comienzan a considerar el
cambio, pero aún no asumen el compromiso para actuar, razón por la cual pueden permanecer en esta etapa por
largos períodos de tiempo. (p.6)
El tercer estadio es el de preparación, en el cual: Las personas ya toman una decisión de cambio y se
comprometen a hacerlo. Por lo general ya tienen experiencias con relación al cambio y también tienen una
conciencia muy definida sobre los pros de cambiar su comportamiento. Tienen un plan para actuar o participar de
alguna actividad. (Cabrera y Gustavo, 2000, pp.7).
El cuarto estadio es el de acción: En esta etapa los individuos realizan cambios objetivos, y exteriorizados
de su comportamiento. Tienen una gran valoración de los pros de cambiar y demuestran un mayor nivel de
autoeficacia. Es una etapa inestable ya que puede darse una recaída o una rápida progresión a la etapa de
mantenimiento. (Cabrera y Gustavo, 2000, pp.7) Seguido se encuentra el estadio de mantenimiento, el cual se
caracteriza por las tentativas de estabilización del cambio comportamental ya manifestado. Las personas trabajan
para no tener una recaída aumentando su autoconfianza para mantener el cambio realizado.
Por último, se encuentra el estadio de recaída el cual Salabert (2001) define como: Aquel que ocurre
cuando las estrategias de cambio utilizadas fracasan en estabilizar al individuo en los estadios de acción o
mantenimiento. Provocando de esta manera una vuelta hacia estadios previos, generalmente al de contemplación o
preparación y en algunas ocasiones al de precontemplación. (pp.26)
Cabe destacar que en otras problemáticas en las cuales ha sido aplicado este modelo, por ejemplo, en el caso
de adicciones, algunos autores han especulado la existencia de un supuesto estadio que pondría fin al proceso de
cambio. El cual se denomina finalización. Salabert (2001) define a este estadio como la inexistencia de tentaciones a
través de cualquiera de las situaciones problema. Es decir, la extinción absoluta de la conducta adictiva sin la
necesidad de utilizar procesos de cambio para el mantenimiento de los nuevos patrones de comportamiento.
1.6.1.5. Niveles del cambio. Que se refieren al contenido específico del cambio, las conductas a las que el
individuo aplica los procesos de cambio con el objetivo de modificarlas (Díaz, 2001). Esta dimensión, sobre todo
planteada en el modelo transteórico, representa una organización jerárquica de cinco niveles en los que se deben
enfocar las evaluaciones o intervenciones psicológicas para generar el cambio; los niveles son los siguientes:
• Síntomas/situación. Se refiere a conductas de cambio establecidas en el patrón de uso u otros síntomas, y
los factores micro y macroambientales. En este nivel se pueden integrar elementos ambientales que no
permiten que se hagan modificaciones en la alimentación, como el tiempo que la persona invierte cada
mañana para trasladarse a su trabajo, disminuye el tiempo que tiene para desayunar, el presupuesto que
tiene para sus alimentos, el tiempo disponible para hacer actividad física, el tiempo que está sentado
frente a la computadora en su trabajo.
• Cogniciones desadaptativas. Son los cambios a efectuarse en las expectativas, creencias y
autoevaluaciones. Por ejemplo, una persona puede tener creencias erróneas acerca de los alimentos, como
que la comida saludable no tiene buen sabor, que son más deliciosas las hamburguesas y las papas fritas
que unas verduras salteadas.
• Conflictos interpersonales. Se refiere a cambios en las interacciones diádicas; esto puede verse reflejado
en las interacciones que, por ejemplo los pares, tienen con sus hijos en torno a la alimentación; por
ejemplo, las discusiones con el hijo por no comer los vegetales que tiene su comida.
• Conflictos sistémicos/familiares. Se refiere a los cambios dirigidos en la familia de origen, problemas
legales, red de apoyo social, empleo, o alguna institución. En este caso se identifican conflictos que
pueden afectar de manera directa el presupuesto familiar; por ejemplo, que alguno de los padres en un
hogar pierda su empleo y esto disminuye el ingreso familiar, y por tanto se buscan alimentos que pueden
no nutrir de modo adecuado, pero satisfacen con rapidez el hambre y son de mejor sabor.
• Conflictos intrapersonales. Se enfoca en los cambios dirigidos a los aspectos internos de la persona, como
la autoestima, autoconcepto y personalidad, entre otros. En este nivel se debe poner especial atención
porque las personas con sobrepeso u obesidad pueden presentar un autoconcepto y autoestima baja.
1.6.1.6. Estrategias para avanzar a lo largo de las etapas de cambio .En el modelo transteórico, los
clínicos tratan de provocar una buena disposición al cambio en los pacientes e incrementar la motivación a través de
una serie de técnicas dependiendo de la fase en la que se encuentre. Una parte importante del modelo es reconocer
que la motivación es influenciable. Así, los pacientes deben sentir que parte de la responsabilidad del cambio está en
ellos mismos, debiendo ser conscientes de que tienen una capacidad inherente con potencial para cambiar.
Velasquez, Maurer, Crouch y DiClemente (2001) analizan cómo determinadas técnicas terapéuticas pueden ayudar a
los pacientes a progresar a lo largo de los estadios de cambio. Lo particular de la propuesta terapéutica de estos
autores radica en que se relacionan las herramientas y estrategias terapéuticas con procesos particulares de cambio.
La probabilidad de que los pacientes utilicen los procesos de cambio, y por tanto avancen a lo largo de las etapas, se
incrementa si se utilizan técnicas que mejoran la utilización de los procesos de cambio que son relevantes en
determinados momentos del tratamiento. El empleo de estas técnicas ayuda a los pacientes a entender y participar en
los procesos de cambio y de esta manera progresar a lo largo de las etapas de cambio. Las técnicas terapéuticas son
las siguientes:
o La psicoeducación. Incrementa el proceso de cambio de toma de conciencia, control de estímulos y
liberación social, porque proporciona información con respecto al uso de sustancias y sus potenciales
efectos.
o La clarificación de valores. El objetivo de la técnica es que el paciente defina sus valores así como las
cosas que más valora en la vida, para analizar la discrepancia con el consumo de drogas. Con ella, se
consigue incrementar el proceso de cambio de auto reevaluación.
o Solución de problemas. Muchos pacientes pueden carecer de esta habilidad y con su uso se incrementa
la autoeficacia.
o Establecimiento de metas. Se trata de que los pacientes diferencien entre objetivos realistas y no
realistas. Es usada para incrementar el proceso de autoliberación.
o Planificación de la prevención de recaídas. Durante la fase de acción, la conducta proactiva de búsqueda
de situaciones que provocan tentación para consumir mejora el proceso de cambio de autoliberación,
fomentando en el paciente el compromiso con el cambio.
o Técnicas de relajación. Sustituir la ansiedad por la calma a través de esta técnica incrementa el proceso
de cambio de contracondicionamiento.
o Entrenamiento en asertividad. Permite al paciente aprender a responder con éxito a los ofrecimientos de
consumo de drogas. Incrementa los procesos de contracondicionamiento proporcionando respuestas
saludables en lugar de consumir drogas.
o Role-playing. Con la práctica de nuevas conductas se mejora el proceso de cambio de
contracondicionamiento sustituyendo las conductas de consumo por alternativas saludables. Técnicas
cognitivas. Son útiles tanto para los procesos de cambio experienciales como conductuales. Incrementa
los procesos de aumento de la concienciación, autorreevaluación, reevaluación ambiental,
autoliberación, contracondicionamiento y manejo de contingencias.
Reestructuración ambiental. Se trata de que alteren determinados ambientes o eviten situaciones de alto
riesgo. La técnica incrementa procesos de cambio de control de estímulos para ayudar a los pacientes con
alternativas.
o Clarificación del rol. Es una técnica utilizada para abordar los conflictos entre compañeros de trabajo
cuando alguno de ellos es también consumidor de drogas. El paciente aprende a identificar el rol que
ocupa y cómo el consumo de drogas puede afectar en este aspecto. La técnica incrementa el proceso de
cambio de reevaluación ambiental.
o Reforzamiento. Esta técnica ejemplifica el manejo de contingencias.
o Habilidades sociales y mejora de las habilidades de comunicación. El aprendizaje de las habilidades
incrementa el proceso de cambio de relaciones de ayuda, expandiendo de ese modo sus apoyos.
o Clarificación de necesidades. La clarificación de necesidades pretende ayudar al paciente a reevaluar
varias áreas de su vida y detectar cuál de ellas necesita mejorar. Incrementa los procesos de cambio de
liberación social.
o Evaluación y feedback. La evaluación en sí misma no es una técnica terapéutica pero sumada al hecho
de proporcionar feedback le ofrece a los pacientes la oportunidad de observar de forma más realista la
verdadera extensión de su consumo de drogas. Mejora los procesos de cambio de aumento de
concienciación de la verdadera extensión de su problema (Becoña et al., 2010).
1.6.2. Modelo de Creencias en la Salud
Es uno de los primeros enfoques conceptuales que se desarrollaron para explicar por qué las personas se
involucran o no en ciertas conductas relacionadas con la salud. Fue formulado en la década del 60 por Rosenstock, a
partir de los intentos para comprender por qué las personas a menudo no utilizan los programas y servicios de salud
disponibles, y ha experimentado diversas ampliaciones a través del tiempo (Bernard & Krupat, 1994). Al igual que
muchos otros modelos psicológicos, se basa en el principio de expectativa-valor: las personas adoptarán una
conducta cuando crean que tal conducta producirá un resultado, y cuando ellas conceden valor a tal resultado. Los
elementos esenciales del modelo involucran creencias acerca de la amenaza a la salud, acerca de la naturaleza de la
conducta a ser llevada a cabo, y acerca de las propias habilidades para llevar a cabo las acciones requeridas. (Barra,
2003).
El modelo postula que la motivación de una persona para llevar a cabo conductas relacionadas con la salud
(consultar precozmente, vacunarse, etc.) depende de la interacción de varios factores:
o La amenaza percibida, determinada por su susceptibilidad percibida a una enfermedad (el grado en que
la persona se siente vulnerable a un determinado problema de salud) y por la severidad percibida de la
enfermedad (qué consecuencias tendrá la enfermedad y cómo podrá afectar el estilo de vida del
individuo). Si la persona no cree que la enfermedad sea grave, o cree que es poco probable que ella se
enferme, seguramente no se sentirá muy motivada a adoptar una acción para enfrentar la amenaza a su
salud. En cambio, si tanto la susceptibilidad como la severidad percibidas son altas, las personas estarán
más motivadas a actuar prontamente, ya que la percepción de riesgo sería un determinante importante
de la conducta de salud. (Barra, 2003)
o La estimación de la eficacia de la conducta de salud, consideración que involucra los análisis de dos
elementos, beneficios percibidos y costos (o barreras) percibidos. Será mayor la probabilidad de adoptar
una conducta cuando la persona cree que será efectiva y que los beneficios serán mayores a los costos.
Así, los beneficios esperados de un tratamiento, examen o vacuna (recuperarse, detección y tratamiento
precoz, evitar una enfermedad grave) deberían aparecer como mayores que los aspectos negativos
involucrados (efectos colaterales, molestias, estrés, gastos) (Barra, 2003).
o La creencia del individuo en su capacidad para llevar a cabo la conducta requerida, aspecto que fue
agregado más adelante y que alude directamente al concepto de auto-eficacia (Bandura y otros, 1987).
Una alta autoeficacia percibida hace más probable iniciar y mantener una conducta, especialmente
cuando se trata de acciones a largo plazo o de conductas que involucran cambios importantes en el estilo
de vida. La importancia de este componente se puede apreciar en un estudio donde las personas que no
se sentían particularmente vulnerables a los efectos negativos del cigarrillo, declaran que ellas pensaban
dejar de fumar ya que sentían que eran capaces de hacerlo (Maddux & Rogers, 1983). Un sentido de
autoeficacia parece ser una condición mínima para trasladar una preocupación respecto a la salud, ya sea
intensa o leve, en acción efectiva. (Barra, 2003)
o El último factor a considerar es una clave gatilladora de la acción de salud, algo que haga al individuo
tomar conciencia del peligro o de las consecuencias potenciales. Estas claves, las cuales pueden ser
internas (una molestia o dolor) o externas (una campaña sanitaria o una indicación de un familiar o
amigo), serían necesarias para motivar la conducta de salud y para involucrarse en el análisis de la
amenaza, los beneficios y costos, etc. (Barra, 2003)
1.6.3. Modelo de Autoeficacia
La autoeficacia es la creencia de las personas en su capacidad para lograr un nivel deseado de desempeño,
una creencia que afecta los acontecimientos que afectan sus vidas.
Este modelo fue creado por Bandura, cuando no estaba de acuerdo con la teoría operante y la teoría de la respuesta
porque creía que el comportamiento no está determinado únicamente por el entorno.
Las personas pueden aprender y cambiar su comportamiento sin utilizar reforzadores ambientales
utilizando la observación como método de aprendizaje, lo que se denomina aprendizaje vicario. El énfasis en
el uso de actividades cognitivas para adquirir información y habilidades se denomina variables personales.
Las variables personales son creencias sobre la capacidad de organizar y realizar acciones futuras. Estas
creencias provienen de cuatro fuentes:
● Experiencias de dominio
● Experiencias vicarias
● Persuasión social
● Estados psicológicos y emocionales.
1.6.4. Modelo de adopción de precauciones de Weistein
Se plantea el proyecto de intervención en base del modelo de adopción de precauciones de Weinstein (1998)
el cual cuestiona la forma como una persona adopta una precaución (Londoño, 2007) en Rodríguez & Londoño
(2010). (Galeno & Plaza, 2019)
Este asume que se reduce un riesgo cuando la persona tiene una motivación para hacerlo. Los casos en los
que se mantiene el riesgo, a pesar de reconocer el peligro, probablemente ocurren porque tienen barreras como la
falta de información y motivación, la pobre percepción de susceptibilidad y vulnerabilidad propia, la alta percepción
de los costos y, finalmente, la falta de intención que les impide emitir la conducta. (Galeno & Plaza, 2019)
Además, concibe el cambio como resultado primero de un funcionamiento cognitivo y luego de la
planeación.
1.6.4.1. Según el modelo de precauciones. El modelo de adopción de precauciones (P.A.P) es utilizado
desde la psicología de la salud para el abordaje del cambio y la adquisición de conductas relacionadas con la salud.
(Alvarez, 2010).
Se desarrolla este modelo de trabajo por medio de etapas establecida por Weinstein
(1998).
1.6.4.1.1. Susceptibilidad. En la primera etapa, se tiene una información global acerca del riesgo para la salud de
practicar un comportamiento determinado. (Alvarez, 2010)
1.6.4.1.2. Severidad y cálculo de riesgo. En la segunda etapa, es la de severidad y cálculo del riesgo. (Alvarez,
2010)
1.6.4.1.3. Afectividad. En la tercera etapa, es la efectividad, el individuo hace el reconocimiento de su
susceptibilidad. (Alvarez, 2010)
1.6.3.1.4. Decisión personal. En la cuarta etapa, en la decisión personal, se lleva a cabo la acción. (Alvarez, 2010)
1.6.3.1.5. Acción. En la quinta etapa, la persona efectúa la conducta saludable. (Alvarez, 2010)
1.6.5. Modelo de la disonancia cognitiva de Festinger
La teoría de la disonancia cognitiva de Festinger (1954) es otro de los modelos del cambio basado en una
perspectiva individual; ésta supone que las cogniciones pueden ser o no congruentes con el comportamiento y que se
mantendrá algún grado de “tensión” o de conflicto entre las creencias y el comportamiento; las personas tenderán a
hacer congruentes los dos componentes, pero el grado de incongruencia experimentado podría ser mayor o menor
según la persona.
El énfasis del cambio está centrado en el individuo, como en el modelo anterior, en particular en las
cogniciones, a las cuales se les asigna un papel determinante en el comportamiento y, además, se implica una
mutua relación de reciprocidad entre aquéllas y éste. Al igual que en los enfoques anteriores, la autosupervisión
sobre el grado de incongruencia experimentado es fundamental.
El énfasis individual de la teoría de Festinger sigue dejando al sujeto como el determinante del cambio
1.6.6. Modelo de la acción razonada
La perspectiva del Modelo de la Acción Razonada (Ajzen y Fishbein, 1980) postula una concepción
unidimensional de la actitud, como fenómeno afectivo, pero determinada por las creencias sobre el objeto. Este
modelo aplica la lógica de la utilidad o del valor esperado tomando en cuenta los atributos positivos y negativos que
se hayan asociados a la conducta.
Así, la Teoría de la Acción Razonada afirma que la conducta está influenciada por la intención de conducta,
y ésta a su vez está influenciada por la actitud y la norma subjetiva. Se supone que la persona toma decisiones en
función de cómo valora los resultados de su comportamiento y de las expectativas que tiene sobre ese
comportamiento con respecto a lograr dichos resultados.
Además de esta racionalidad instrumental, el modelo integra la racionalidad cultural o normativa mediante
una medida de la opinión favorable/desfavorable de los otros significativos ante la conducta específica y sobre la
motivación para seguir esta opinión (Boyd y Wandersman, 1991).
Diversas revisiones meta-analíticas realizadas con el fin de contrastar la validez del Modelo de la Acción
Razonada, como son la de Sheppard, Hartwick y Warshaw (1988) y la de van den Putte (1991), encontraron
relaciones estadísticamente significativas entre la intención de conducta y la conducta real, y entre la actitud y la
norma subjetiva con la intención de conducta.
Además, van de Putte (1991) informó que la relación entre intención y actitud era más fuerte que la relación
entre intención y norma subjetiva. Sin embargo, una puntualización realizada por Sheppard et al. (1988) fue que, si
bien la relación entre intención de conducta y conducta real era alta cuando esta última era considerada como
controlable por parte de las personas, la relación descendía cuando la conducta era un objetivo, es decir, cuando no
estaba bajo el control de los sujetos, requería habilidades y de la colaboración de otros, había obstáculos o era una
meta a alcanzar. Esta apreciación reflejaría que el comportamiento está determinado por procesos no contemplados
por este modelo ya que: a) se aplica sólo a comportamientos que están bajo el control de los sujetos; y, b) la
intención es un predictor más débil de la conducta cuando ésta no está bajo el control de uno. Por último, diversos
estudios han encontrado que el Modelo de la Acción Razonada explica aproximadamente entre el 30- 40% de la
varianza de la intención de conducta y entre el 25 y 35% de la varianza de la conducta real (Pagel y Davidson, 1984;
Boyd y Wandersman, 1991; Sheppard, Hartwick y Warshaw, 1988).
1.6.7. Modelo de la conducta planificada
Con el fin de paliar las deficiencias explicativas del Modelo de la Acción Razonada en cuanto a la
diferenciación entre conducta controlable y/o conducta como objetivo, Ajzen (1988) amplió este modelo agregando
un componente de percepción de controlabilidad de la conducta. Así, el Modelo de la Acción Planificada intenta
predecir tanto conductas voluntarias como aquellas que no están bajo.
El control exhaustivo de uno mismo. Se ha postulado que la percepción de control de la conducta a realizar
es un elemento central en su predicción.
El control percibido hace referencia a la percepción de los obstáculos internos falta de habilidades, de
competencias- y externos o situacionales -poca accesibilidad, no colaboración de otros-. Esta variable ha mostrado
tener efectos indirectos sobre la conducta a través de la intención de conducta. Sin embargo, su efecto directo es
menor.
Es decir, parece ser que el control percibido influye en la conducta posterior a través de la planificación de
ésta. En general, se ha encontrado que la inclusión de la percepción de control agrega una mayor capacidad
explicativa al modelo (Chaiken y Stangor, 1987; Tesser y Shaffer, 1990). Ajzen (1991) revisando diferentes
estudios, encontró relaciones entre la conducta, las intenciones y el control percibido.
.La predicción del comportamiento se incrementó al incluir el control percibido en la mayoría de los
estudios (Beale y Manstead, 1991; Borgida, Conner y Manteufel, 1992; DeVillis, Blalock y Sandler, 1990;
Netemeyer y Burton, 1990). Basen-Engquist y Parcel (1992) realizaron una investigación sobre la Teoría de la
Acción Razonada incluyendo la variable de autoeficacia y encontraron que ésta contribuía de forma específica a la
predicción de las intenciones así como de las conductas. El estudio de Sutton et al. (1999) encontró que mientras la
actitud, la norma subjetiva y la percepción de riesgo predecían de forma significativa la intención de conducta, ni el
control percibido ni la autoeficacia lo hacían.
Por otro lado, con respecto a la percepción de control, existe un fenómeno asociado al sesgo de falsa
unicidad bastante extendido entre las personas denominado ilusión de control. Éste consiste en la tendencia a tener
una visión optimista de la capacidad de controlar la realidad. Desde este punto de vista, la percepción de control se
puede mostrar sesgada positivamente y puede tener una relación compleja con la conducta.
Utiliza una variedad de técnicas, como la atención plena - mindfulness, la defusión cognitiva; desvincularse
de los pensamientos, la clarificación de valores y la acción comprometida, para ayudar a las personas a desarrollar
una relación más saludable con sus emociones y pensamientos (Lopez-Lopez, 2020). Al conectar a las personas con
sus valores personales y alentándolas a tomar acciones significativas y comprometidas en la dirección de esos
valores, la ACT busca mejorar la calidad de vida y fomentar el bienestar emocional.
2.3.3. Mindfulness
El mindfulness es una estrategia que se utiliza en el contexto del cambio y la regulación emocional, pero en
sí mismo no es una estrategia de cambio. El mindfulness es una práctica que implica prestar atención consciente y
sin juicios al momento presente, incluyendo las emociones, pensamientos y sensaciones corporales que surgen en
ese momento (Oblitas, et al., 2019). Si bien el mindfulness no se enfoca directamente en cambiar las emociones o
pensamientos, puede ser una herramienta poderosa para facilitar el cambio y la regulación emocional de las
siguientes maneras:
2.3.3.1. Conciencia emocional. El mindfulness ayuda a las personas a reconocer y aceptar sus emociones
tal como son, sin juicios ni evitación. Esta conciencia emocional es un primer paso importante para el cambio, ya
que permite a las personas entender mejor sus reacciones emocionales y por qué ocurren.
2.3.3.2. Reducción del estrés. La práctica del mindfulness puede reducir el estrés y la reactividad
emocional, lo que a su vez puede facilitar un mayor control sobre las respuestas emocionales y una mayor capacidad
para tomar decisiones más equilibradas.
2.3.3.3. Autoconciencia. El mindfulness fomenta la autoconciencia, lo que permite a las personas
reconocer patrones de pensamiento y reacción emocional que pueden no ser saludables o adaptativos. Esta
autoconciencia es fundamental para el cambio, ya que las personas pueden elegir conscientemente responder de
manera diferente.
2.3.3.4. Enfoque en valores. El mindfulness puede ayudar a las personas a conectarse con sus valores
personales y lo que es significativo para ellos en la vida. Esto puede servir como motivación para el cambio y la
toma de decisiones alineadas con esos valores.
Entonces, si bien el mindfulness en sí mismo no cambia directamente las emociones o pensamientos, puede
ser una herramienta efectiva para facilitar el cambio emocional y cognitivo al promover la autoconciencia, la
aceptación y la reducción del estrés (Moscoso, 2019). Muchas terapias, como la Terapia de Aceptación y
Compromiso (ACT) y la Terapia Cognitivo-Conductual basada en Mindfulness (MBCT), incorporan el mindfulness
como parte de un enfoque más amplio de cambio y regulación emocional.
2.4. Estrategias relacionales
En esta sección se exploran las estrategias que se centran en las relaciones interpersonales, destacando
intervenciones como la terapia de pareja, la terapia familiar, el desarrollo de competencias en comunicación y la
resolución de conflictos en el ámbito relacional.
2.4.1. Terapia de Pareja
La terapia de pareja, también conocida como terapia de matrimonio o terapia de relaciones, es una estrategia
de cambio en la que una pareja busca la asistencia de un terapeuta o consejero especializado para abordar y resolver
los problemas dentro de su relación. Esta forma de terapia se enfoca en mejorar la comunicación, la comprensión
mutua y la resolución de conflictos dentro de la pareja, con el objetivo de restaurar o fortalecer la salud y la armonía
en la relación. El proceso de terapia de pareja implica la exploración y el análisis de las dinámicas de la relación,
incluyendo patrones de comunicación disfuncionales, conflictos recurrentes, diferencias en las expectativas y
necesidades individuales. El terapeuta trabaja con la pareja para identificar las áreas problemáticas, promover la
empatía y la comprensión mutua, y desarrollar estrategias y habilidades para superar los desafíos y mejorar la
relación. Se centra en la creación de un espacio seguro y de apoyo donde los miembros de la pareja pueden expresar
sus pensamientos y emociones de manera abierta, y donde pueden aprender a comunicarse de manera más efectiva
(Torres & Maldonado, 2020).
A lo largo del proceso terapéutico, se pueden abordar temas como la confianza, la intimidad, la gestión de
conflictos y la toma de decisiones conjuntas. Su objetivo final es ayudar a la pareja a trabajar juntos para alcanzar
una relación más satisfactoria y saludable. Para algunos, esto puede significar la reconexión y la revitalización de su
relación, mientras que para otros puede implicar una separación amigable o una transición hacia una coexistencia
más armoniosa. En cualquier caso, la terapia de pareja se esfuerza por brindar a las parejas las herramientas y la
comprensión necesarias para tomar decisiones informadas y lograr un cambio positivo en su relación (Pinto, 2000).
El cambio psicológico en este contexto implica una transformación positiva en la forma en que las personas piensan,
sienten y se comportan en el contexto de la relación de pareja.
2.4.2. Terapia Familiar
Es un enfoque terapéutico que se centra en las dinámicas y los problemas dentro del sistema familiar. Su
objetivo principal es abordar las dificultades interpersonales y los desafíos que afectan a una familia en su conjunto,
en lugar de centrarse exclusivamente en un individuo. En la terapia familiar, se considera que los problemas dentro
de una familia pueden surgir de patrones de comunicación disfuncionales, conflictos no resueltos, roles familiares
inadecuados, crisis o eventos estresantes, entre otros factores. Se lleva a cabo con la participación de todos o la
mayoría de los miembros de la familia y, a veces, incluye a otras personas significativas. El terapeuta trabaja para
crear un espacio seguro donde los miembros de la familia puedan expresar sus preocupaciones, conflictos y
emociones (Cuervo, 2007). A través de la terapia, se fomenta la comprensión mutua, la comunicación efectiva y la
resolución de conflictos. También se pueden identificar patrones de comportamiento disfuncionales y trabajar en su
modificación.
Sus objetivos pueden variar según la situación y las necesidades específicas de la familia (Bados, 2008).
Pueden incluir la mejora de la comunicación, la construcción de relaciones más saludables, el fortalecimiento de los
lazos familiares, la resolución de conflictos, la adaptación a cambios familiares importantes (como el divorcio o la
llegada de un nuevo miembro), y el manejo de problemas de salud mental, entre otros.
2.4.3. Mejora de Habilidades de Comunicación
La mejora de habilidades de comunicación es una estrategia esencial en el contexto del cambio psicológico,
ya que se centra en desarrollar capacidades de comunicación más efectivas y saludables. Esta estrategia busca
abordar los problemas emocionales y comportamentales que a menudo surgen debido a la comunicación inadecuada
o deficiente entre las personas. La comunicación efectiva es un elemento fundamental para el cambio psicológico, ya
que desempeña un papel crucial en la comprensión mutua, la resolución de conflictos y la construcción de relaciones
saludables (Miranda & Vega, 2021). Cuando se aplican estrategias de mejora de habilidades de comunicación, se
busca promover un cambio positivo en la forma en que las personas se expresan y se relacionan con los demás.
Las estrategias de mejora de habilidades de comunicación incluyen aprender a escuchar de manera activa,
expresar pensamientos y emociones de manera clara y respetuosa, evitar la crítica y la negatividad, y utilizar un
lenguaje no defensivo. También pueden implicar el desarrollo de la empatía, que permite entender y responder a las
necesidades y perspectivas de los demás. La comunicación efectiva es un elemento crucial en la resolución de
problemas, la toma de decisiones y la adaptación saludable en diversas áreas de la vida.
2.4.4. Resolución de Conflictos
La resolución de conflictos es una estrategia fundamental en el ámbito del cambio psicológico que se centra
en abordar y superar disputas, desacuerdos o tensiones emocionales entre individuos o grupos. El objetivo principal
de esta estrategia es facilitar un cambio positivo en la dinámica de las relaciones, los patrones de comportamiento o
las dificultades emocionales, promoviendo una resolución efectiva de los conflictos.La resolución de conflictos
implica una serie de pasos y habilidades clave. En primer lugar, implica la identificación y el reconocimiento de la
existencia de un conflicto. Esto puede involucrar una comprensión profunda de las posiciones y necesidades de las
partes involucradas, así como la toma de conciencia de las emociones y creencias subyacentes que pueden estar
contribuyendo al conflicto.
Una vez que se identifica el conflicto, la estrategia de resolución implica la búsqueda de soluciones
constructivas. Esto puede incluir la comunicación efectiva, la identificación de intereses comunes, la negociación y
la búsqueda de soluciones de compromiso. La resolución exitosa de conflictos a menudo implica la creación de un
espacio seguro para que las partes involucradas expresen sus puntos de vista y necesidades de manera abierta y
respetuosa. En el contexto del cambio psicológico, la resolución de conflictos es valiosa porque puede ayudar a las
personas a superar obstáculos emocionales y comportamentales (Ramon, et. al., 2019). Puede fomentar la empatía, la
comprensión mutua y el desarrollo de habilidades de comunicación y resolución de problemas. Además, la
resolución de conflictos efectiva puede mejorar la calidad de las relaciones interpersonales, lo que, a su vez, puede
contribuir al bienestar emocional y psicológico (Torres, 2020). Esta estrategia es valiosa para abordar problemas
emocionales y comportamentales que surgen en diversas situaciones de la vida, ya sea en relaciones personales,
laborales o terapéuticas.
Conclusiones
El cambio es un proceso individual y personal, y nadie puede cambiar a otra persona si ésta no quiere
cambiar.
El modelo de Prochaska y DiClemente es de tipo tridimensional, y proporciona una concepción global y al
mismo tiempo diferenciada del cambio ,explica las fases que una persona necesita superar en el proceso de cambio
de una conducta problemática (o conducta que se pretende cambiar) a una que no lo es, considerando la motivación
como un factor importante en este cambio, y asignándole al sujeto un rol activo, pues éste es concebido como el
principal actor en su cambio de comportamiento.
El modelo, además, tiene en cuenta otras variables a parte de la motivación, que a opinión de los autores
influyen en el cambio de conducta. Dichos elementos son: las etapas de cambio, el proceso de cambio, el balance
decisional (pros y contras) y la autoconfianza (o autoeficacia).
Las estrategias de cambio de conducta en la salud desempeñan un papel fundamental al considerar la
multiplicidad de factores que influyen en los hábitos individuales y colectivos. Además de los enfoques
mencionados, es crucial destacar la importancia de la educación en salud como un componente integral de estas
estrategias. Informar a las personas sobre los riesgos y beneficios de determinados comportamientos no solo
fortalece la comprensión, sino que también empodera a los individuos para tomar decisiones informadas sobre su
salud.
Asimismo, la inclusión de estrategias de empoderamiento y el fomento de la autoeficacia son esenciales.
Ayudar a las personas a desarrollar la confianza en sus habilidades para realizar cambios y superar desafíos
contribuye significativamente al éxito de las intervenciones. Además, la consideración de los determinantes sociales
de la salud, como el entorno social, económico y cultural, en el diseño de estrategias de cambio de conducta es vital
para abordar las disparidades de salud y garantizar una implementación equitativa.
Las estrategias de cambio psicológico, como la mejora de habilidades de comunicación y la resolución de
conflictos, son fundamentales para promover un bienestar emocional y comportamental. Al centrarse en aspectos
clave como la comunicación efectiva, la resolución constructiva de disputas y el desarrollo de habilidades
interpersonales, estas estrategias no solo abordan problemas específicos, sino que también fomentan un cambio
positivo en la forma en que las personas se relacionan consigo mismas y con los demás. Facilitan el camino hacia
relaciones más saludables, la gestión adaptativa de emociones y la toma de decisiones informada, contribuyendo así
a un proceso integral de cambio y crecimiento psicológico.
Recomendación
Es recomendable, abordar las estrategias de cambio de conducta en la salud desde una perspectiva integral y
multidisciplinaria. La investigación y aplicación de modelos cognitivo- conductuales permiten una comprensión más
profunda de los mecanismos subyacentes a los comportamientos, ofreciendo oportunidades para diseñar
intervenciones más precisas y efectivas. Asimismo, se sugiere la inclusión de tecnologías innovadoras, como la
inteligencia artificial y análisis de datos avanzados, para optimizar la personalización de las intervenciones y
proporcionar un monitoreo continuo y detallado del progreso individual.
Discusión
Las estrategias de cambio de conducta en la salud desempeñan un papel importante en el abordaje de
patrones de comportamiento que impactan directamente en el bienestar individual y colectivo. Al integrar enfoques
que van desde modelos cognitivo-conductuales hasta intervenciones tecnológicas, estas estrategias buscan no solo
modificar comportamientos no saludables, sino también abordar los factores psicológicos subyacentes que sustentan
dichos hábitos. La personalización de las intervenciones emerge como un principio clave, reconociendo la diversidad
de motivaciones y contextos individuales. Las aplicaciones de salud y dispositivos portátiles han demostrado ser
herramientas efectivas al proporcionar realimentación continua y motivación adicional, contribuyendo así a una
mayor adhesión a las intervenciones. Además, la colaboración interdisciplinaria, que involucra a profesionales de la
salud, psicólogos y comunidades, refuerza la efectividad al considerar los determinantes sociales de la salud y
garantizar la relevancia cultural de las estrategias implementadas. Estas estrategias no solo buscan cambiar
comportamientos, sino también empoderar a individuos y comunidades para adoptar estilos de vida más saludables y
sostenibles.
Sin embargo, se debe reconocer que el cambio de conducta es un proceso complejo y dinámico que puede
verse afectado por diversas variables. Las recaídas son inevitables en muchos casos y deben considerarse como
oportunidades de aprendizaje, destacando la importancia de estrategias que reconozcan la normalidad de estos
retrocesos y ofrezcan apoyo continuo. En este sentido, la flexibilidad en la adaptación de las intervenciones y la
atención a los factores contextuales emergen como aspectos cruciales para una efectividad a largo plazo. La
investigación continua y la evaluación de estas estrategias son fundamentales para perfeccionar enfoques y
maximizar su impacto en la salud individual y comunitaria.
Revela la integralidad de las estrategias de cambio psicológico, abordando aspectos cognitivos,
conductuales, emocionales y relacionales. Estas estrategias no solo se enfocan individualmente en diferentes
dimensiones, sino que se entrelazan para ofrecer un enfoque holístico. Desde la reestructuración cognitiva hasta la
resolución de conflictos, estas estrategias, aplicables en contextos diversos, subrayan la interdependencia de los
aspectos mentales, emocionales y sociales en el proceso de cambio, contribuyendo así al bienestar y a relaciones más
saludables.