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BLOQUE IV: EL SER HUMANO

TEMA 3: PSICOLOGÍA

I. Naturaleza y cultura. El aprendizaje.


1. El proceso de humanización: diferencias entre el ser humano y el animal.
2. Concepto general de cultura.
3. De la naturaleza a la cultura: el aprendizaje.
a) Impronta y habituación
b) Aprendizaje por condicionamiento
(1) Condicionamiento clásico
(2) Condicionamiento operante
c) Aprendizaje por imitación
d) Aprendizaje inteligente
(1) Introducción.
(2) ¿Inteligencia animal?
(3) Inteligencia humana.
II. La personalidad
1. Teorías del rasgo y el tipo
2. El conductismo
3. Freud y el psicoanálisis
a) Las pulsiones
b) Los principios del psiquismo
c) El modelo estructural de la personalidad
d) Evolución del psiquismo
e) Los mecanismos de defensa
f) El inconsciente y los sueños.
4. Trastornos patológicos de la personalidad
III. Bibliografía

I. Naturaleza y cultura. El aprendizaje.


Adaptación y resumen de Bugarín Lago, A.: Filosofía, León: Editorial Everest, 2000.

1. El proceso de humanización: diferencias entre el ser humano y el


animal.
Hemos explicado el proceso evolutivo que lleva desde los seres vivos más simples hasta el
hombre. Pero el hombre no es sólo una especie animal más. Se puede decir que con el hombre
hace su aparición un tipo nuevo de realidad. Con el hombre se da un nuevo salto cualitativo:
aparece la realidad cultural.

A este proceso por el que el hombre se hace hombre divergiendo del mundo animal lo
podemos designar como proceso de humanización. Tal proceso es permanente, inacabado.

Para entender este proceso de humanización hay que descubrir primero en qué consiste esa
diferencia radical entre el hombre y el animal. En el caso del hombre hay características que lo
apartan de su naturaleza animal, o más precisamente, que lo apartan de la naturaleza. Estas
características que lo apartan de la naturaleza tienen su origen, sin embargo, en rasgos
naturales: su constitución inmadura, inacabada, no especializada, su falta de instintos
certeros, etc., unido a una serie de capacidades cerebrales (tales como una extraordinaria
capacidad de aprendizaje, la capacidad de reflexionar mediante el empleo de un lenguaje
lógico-simbólico, una imaginación creativa, etc.). Su constitución inmadura, y su carencia de
instintos certeros le obligan a superar estas deficiencias por otros medios. Su capacidad de
aprender y crear le dan la posibilidad de hacerlo. De la confluencia de ambos factores surge la
cultura. El hombre es, pues, por necesidades de su propia constitución física, un animal
cultural, un animal no natural.

2. Concepto general de cultura.


La palabra cultura procede del latín cultura y significa originalmente cultivo en general. Pero
esa expresión ha ido adquiriendo un sentido técnico más preciso, hasta equipararla a un tipo
peculiar de cultivo: el «cultivo» de las facultades que nos hacen seres humanos. Pese a todo
es difícil dar una definición precisa de cultura que sea aceptable para todo el mundo. Por ello
vamos a tomar una de las muchas que se han dado y que nos parece apropiada, la de Edward
B. Taylor (antropólogo británico, 1832-1917). Según Taylor la cultura viene definida por:

1. Es un todo complejo, es decir, una estructura que integra de un modo más o menos
armónico una diversidad de elementos. Elementos que pueden ser de dos tipos: a)
instrumentales: cosas tales como máquinas, herramientas, bienes inmuebles, etc. b)
ideológicos: sistemas morales, religiosos, teorías científicas, creencias, etc.
2. Es algo adquirido. Se puede decir que la cultura está formada por todo aquello que el
individuo adquiere tras su nacimiento y que no traía consigo al nacer (ni siquiera en
forma de programa). Lo que se adquiere, se adquiere mediante un aprendizaje. Por
contra, aquello que procede directamente de la naturaleza, que el individuo ya trae
consigo al nacer, es lo que llamamos innato (= no nacido, no adquirido).
3. Es algo social. Los individuos aislados no producen cultura.

Pues bien, al proceso de adquisición de hábitos nuevos, de comportamientos nuevos es a lo


que llamamos aprendizaje. Y el problema a resolver es cómo se produce ese aprendizaje. Con
ello conseguiríamos explicar cómo se produce el tránsito de lo natural a lo cultural. Este
paso de los comportamientos innatos (producto de la pura naturaleza) a los
comportamientos adquiridos (puro producto del aprendizaje) no se da de un solo golpe. Se
pueden distinguir varios grados o niveles en los comportamientos, desde los más cerrados y
enteramente gobernados por las leyes de la naturaleza (tales como los instintivos), hasta los
más abiertos como el aprendizaje inteligente humano (que es creador y libre).

3. De la naturaleza a la cultura: el aprendizaje.


El hombre es un ser abierto al mundo (con esta expresión queremos decir, entre otras cosas,
que el mundo del hombre no tiene unos límites prefijados de antemano). Mientras que el
mundo del animal es cerrado (lo que quiere decir que para los animales -y no digamos para
las plantas o el resto de los reinos de los seres vivos- ya está prefijado de antemano en qué
parcela de la realidad han de vivir).

El mundo del animal está limitado de antemano porque el tipo de cosas significativas para el
animal está ya prefijado y puede variar únicamente bajo condiciones muy concretas. A aquellas
cosas que dentro del mundo son significativas para el animal, les llamamos estímulos. Por
significativas entendemos en este caso que provocan o pueden provocar en el animal una
respuesta. Por ello la conducta del animal puede ser explicada como la respuesta que da a un
estímulo.

Esta conducta es instintiva en su mayor parte. Es decir, que las cosas que pueden funcionar
como estímulos, ya están delimitadas de antemano, y las posibles respuestas a esos estímulos
también están delimitadas de antemano. Por ello, el comportamiento animal es predecible casi
en su totalidad.

Pues bien, aprender significa precisamente variar, de modo perdurable, la relación estímulo
respuesta. Los mecanismos de aprendizaje, es decir, los procedimientos para eliminar o variar
una relación E-R son muy variados y pueden ir desde los extremadamente simples y
prácticamente indistinguibles de comportamiento instintivo hasta el aprendizaje reflexivo
humano.
a) Impronta y habituación

Se puede decir que los mecanismos de aprendizaje comienzan a funcionar ya dentro del propio
mundo de los instintos. Así, podemos considerar a la impronta y a la habituación como las
formas más simples de aprendizaje.

La impronta es un proceso por el que los individuos de algunas especies adquieren un


determinado tipo de comportamiento al ser sometidos a ciertos estímulos en períodos
críticos de su vida. Un ejemplo de impronta es el siguiente: por naturaleza los patitos recién
nacidos están predeterminados a seguir a su madre. Pero no están programados para saber
cuál es su madre, sino que identifican a ésta con el primer objeto móvil que ven al salir del
cascarón. Una vez nacidos el primer cuerpo móvil que observan queda ya grabado para
siempre en su conocimiento instintivo como su madre. Es posible que el mecanismo conocido
como impronta opere también en la adquisición de un lenguaje humano. Sabemos que hay
componentes innatos que predisponen a los niños a adquirir una lengua, pero para que esta
adquisición se haga efectiva el niño tiene que estar expuesto a una lengua concreta en ciertos
momentos críticos (entre los dos y cinco años aproximadamente) de su vida. Si no es así, como
se ha comprobado en los casos de niños salvajes (recordemos a Víctor de L'Aveyron) no llega
a aprender con corrección una lengua nunca.

La habituación consiste en la supresión de la respuesta ante un estímulo después de que


repetidas veces se ha mostrado que tal estímulo no tiene efectos beneficiosos ni perjudiciales.
Por ejemplo, si se golpea el suelo al lado de un caracol éste retrae los tentáculos, pero si lo
hacemos repetidas veces acaba mostrándose indiferente.

b) Aprendizaje por condicionamiento

Muchas de las acciones llevadas a cabo por los individuos pueden ser explicadas del siguiente
modo: ante un estímulo determinado el individuo reacciona dando una respuesta. Gran parte
de la conducta de los organismos puede ser explicada, pues, como la concatenación entre un
estímulo y una respuesta. Este encadenamiento entre estímulo y respuesta es algo natural,
forma parte de nuestro programa instintivo. Por lo que aquí no interviene el aprendizaje todavía.
Sin embargo, una relación natural entre un estímulo y una respuesta puede ser sustituida por
otra artificial, de modo que estamos ante un aprendizaje condicionado. Este tipo de
aprendizaje tiene dos versiones:

(1) Condicionamiento clásico (también llamado condicionamiento respondiente o


pauloviano)

Fue estudiado por I. Pavlov (fisiólogo ruso, 1848-1936). Pavlov observó que en presencia de
un cuenco con comida (estímulo) un perro reacciona aumentando la secreción de saliva y de
jugos gástricos (respuesta). A partir de ahí diseñó el siguiente experimento: cada vez que le
llevaba el cuenco con comida al perro, hacía sonar previamente una campanilla. Tras repetir
este proceso varias veces descubrió que el perro comenzaba a salivar y a segregar jugos
gástricos con sólo oír la campanilla. ¿Qué había pasado? Pues que se había sustituido una
relación natural estímulo-respuesta, por otra artificial (condicionada, aprendida).

Pavlov llamó estímulos no condicionados a los estímulos que provocan una respuesta de
modo natural (por ejemplo, en el caso anterior la comida sería un ENC), y llamó estímulos
neutros a los que no provocan ningún tipo de respuesta previa al condicionamiento (en el caso
anterior el sonido de la campanilla sería en principio un EN). A la respuesta producida de modo
natural ante un estímulo la llamó respuesta no condicionada (en el ejemplo la salivación ante
la comida). A los estímulos que eran naturalmente neutros (o sea, no eran estímulos de ningún
tipo) antes del condicionamiento, pero que provocan respuestas después del condicionamiento
les llamó estímulos condicionados (en el caso anterior, el sonido de la campanilla después
del condicionamiento). A la respuesta que da el individuo ante el estímulo condicionado la llamó
respuesta condicionada (en el ejemplo, la secreción de saliva al oír el sonido de la
campanilla).
De este modo el aprendizaje por condicionamiento consiste en provocar la asociación entre un
estímulo neutro (o sea, algo que no era todavía un estímulo) y uno no condicionado; de
modo que el individuo reaccione ante el estímulo neutro como si estuviese ante uno no
condicionado. En este proceso cada vez que el estímulo neutro (en este caso la campanilla),
aparece acompañado del estímulo no condicionado (en este caso la comida) actúa como un
refuerzo de la conducta aprendida.

Pueden encontrarse abundantes ejemplos de condicionamiento clásico en la publicidad:


Citröen Xsara y Claudia Schiffer.

(2) Condicionamiento operante (también llamado condicionamiento instrumental, o


aprendizaje por ensayo y error)

Esta forma de condicionamiento ha sido estudiada por F. B. Skinner (psicólogo


estadounidense, 1904-1990), y su nombre es debido a que el sujeto del experimento tiene una
parte activa, operativo, en el condicionamiento.

Para sus experimentos Skinner desarrolló lo que desde entonces se conoce como caja de
Skinner, que consiste en un recipiente con un mecanismo simple que al accionarlo suministra
un premio o un castigo al sujeto del experimento. Un ejemplo típico de condicionamiento
operante es el siguiente: Encerramos a una rata en una caja de Skinner provista de una
palanca que al accionarse suministra comida (por ejemplo una galleta). La rata se moverá
libremente en la caja y en algún momento accionará accidentalmente la palanca obteniendo
una galleta. Tras repetir accidentalmente el proceso varias veces la rata aprenderá la relación
palanca-galleta de modo que a partir de entonces la accionará cada vez que tenga hambre.

En este proceso se denomina refuerzo o premio a todo lo que estimula a que una conducta
sea repetida. Se denomina castigo a todo lo que estimula a abandonar una conducta.

Los principales programas de refuerzo usados en el condicionamiento operante:

1. Programas de razón fija. El refuerzo ocurre tras un número fijo de operantes no


reforzados.
2. Programa de intervalo fijo. El refuerzo ocurre tras un período de tiempo fijo.
3. Programas de razón variable. Coincide con el programa de razón fija, excepto en que
el número de respuestas no reforzadas varía de un refuerzo a otro.
4. Programas de intervalo variable. El refuerzo ocurre tras un período de tiempo que
varía.

Cada uno de estos programas provoca modos de respuestas con características propias. Los
programas de razones fijas y variables originan tasas de respuestas muy rápidas, a
diferencia de lo que ocurre con los programas de intervalos. En los de intervalo fijo, el
animal da la impresión de estar atendiendo cuidadosamente al tiempo; una vez obtenido el
refuerzo deja casi de emitir operantes. Cuando los intervalos son variables, la tasa de
respuesta fluctúa mucho menos, presumiblemente porque el animal no puede establecer
expectativas temporales precisas acerca de la duración del intervalo sin refuerzo.

Un ejemplo de condicionamiento operante con programa de refuerzo a razón variable es


cualquier "máquina tragaperras".

Algunas corrientes de psicología, como el conductismo, consideran que se puede explicar


todo el comportamiento, incluido el humano, como una concatenación de relaciones estímulo-
respuesta. Otras corrientes psicológicas y de filosofía de la mente como el psicoanálisis
consideran que el comportamiento humano es mucho más complejo.

c) Aprendizaje por imitación

El aprendizaje por imitación es otra forma de aprendizaje que tiene una enorme importancia
en los animales superiores (especialmente entre los humanos). Aquí el aprendizaje se
produce por la observación de la conducta imitada. Para que tal tipo de aprendizaje pueda
darse es imprescindible un cerebro con cierto grado de desarrollo que sea capaz de «ver» en
una serie de movimientos una acción orientada a una finalidad.

Su uso en publicidad es abundantísimo: el Yogurt Vitalínea dirigido a un público femenino y la


colonia Lacoste a un público masculino.

d) Aprendizaje inteligente

(1) Introducción.

Gran parte del aprendizaje propio de los seres humanos no puede ser explicado a partir del
condicionamiento ni de la imitación. Podemos llamar a esta forma de aprendizaje aprendizaje
inteligente, en el cual juega un papel esencial, además de la memoria (vinculada a las demás
formas de aprendizaje) la imaginación, el lenguaje verbal, y la capacidad de razonamiento
lógico.

Este tipo de aprendizaje tiene como características propias la capacidad de plantear


respuestas innovadoras, y aun preguntas innovadoras, la capacidad de crear nuestros
propios fines y de establecer libremente normas de validez universal.

(2) ¿Inteligencia animal?

Se viene discutiendo desde hace tiempo si se puede hablar de un aprendizaje inteligente en el


caso de los animales. Ciertamente algunos animales, sobre todo entre los primates, son
capaces de descubrir modos innovadores de resolver problemas, que son aprendidos por el
resto de los miembros de su grupo.

Un ejemplo de esto puede verse en el siguiente experimento realizado por W. Köhler


(psicólogo norteamericano, 1887-1967): Köhler metió a un chimpancé en una habitación en la
que había unas cajas (con las que el chimpancé había estado previamente jugando
apilándolas) y un racimo de plátanos colgados del techo. Después de varios intentos frustrados
de coger los plátanos a saltos el chimpancé desistió, sentándose en un rincón, aparentemente
centrado en otra cosa. De pronto, como si hubiese tenido una iluminación, apiló las cajas bajo
los plátanos, se subió a ellas y cogió la fruta.

Otro ejemplo es el narrado por el antropólogo Marvin Harris. Un grupo de antropólogos que
estudian una población de monos les arrojan trigo sobre la arena de modo periódico. En un
momento dado una hembra del grupo descubre una forma eficaz de limpiar el trigo de la arena:
deja caer puñados de trigo sobre el agua, de modo que la arena se va al fondo y el trigo flota.
Poco tiempo después la mayoría de los individuos del grupo hace lo mismo.

Este tipo de experiencias y otras similares ha llevado a muchos estudiosos a hablar de una
inteligencia animal, e incluso de una cultura animal.

(3) Inteligencia humana.

A diferencia del resto de los animales, los seres humanos son capaces de:

1. Generalizar sus descubrimientos a otros problemas similares;


2. Comunicarlos a los demás mediante el lenguaje. Lo descubierto por los animales sólo
puede ser transmitido por imitación.
3. Pensar con símbolos en lugar de con las cosas pues los animales son incapaces de
pensar soluciones en ausencia de las cosas concretas que tratan de resolver.

Resumiendo, la capacidad de aprender es el elemento básico que posibilita el paso de la


naturaleza a la cultura. La conducta de los seres humanos está gobernada en gran medida
por normas, valores y técnicas aprendidas. Esta capacidad de aprendizaje ha sido explicada
por los procesos de condicionamiento y el aprendizaje inteligente, en la que juega un papel
decisivo el uso de un lenguaje lógico-simbólico y una imaginación creadora.

II. La personalidad
El término persona parece provenir del griego prosopon, voz con la que se designaba a las
máscaras de las representaciones teatrales; o del latín personare (sonar a través de) en
referencia a las máscaras con orificios que llevaban los actores romanos.

Gordon W. Allport (psicólogo norteamericano, 1897-1967) recogió hasta un total de 50


definiciones distintas de personalidad, lo que da idea de la diversidad de criterios que existen
en esta materia. Paralelamente a esta enorme cantidad de definiciones de la personalidad
existe un considerable número de teorías que intentan explicarla. Aquí vamos a centrarnos en
algunas de las que consideramos más importantes y representativas. Estas son las llamadas
teorías del rasgo y el tipo; el conductismo; y el psicoanálisis.

1. Teorías del rasgo y el tipo


Los rasgos separan al individuo de la especie. Un rasgo es un modo de comportamiento propio
de un individuo o grupo de individuos. Este modo de comportamiento puede ser:

1. heredado, y entonces decimos que es un rasgo de temperamento. Por ejemplo, un


individuo que tenga tendencia a liberar adrenalina con facilidad, tendrá por la misma
razón un temperamento más agresivo que un individuo menos propenso a liberar
adrenalina.
2. aprendido, y entonces decimos que es un rasgo de carácter. Por ejemplo, un
individuo al que le han salido mal todas las empresas que se ha propuesto puede
adquirir un carácter pesimista.

No debemos confundir un rasgo de temperamento con un instinto, frente a éste se distingue


porque no es común a la especie. Tampoco debemos confundir un rasgo de carácter con un
hábito, frente a éste se distingue por su mayor constancia. Así, mientras los hábitos son modos
regulares de comportamiento que pueden variar fácilmente cuando cambian ciertas
circunstancias, los rasgos de carácter tienden a permanecer toda la vida o al menos durante un
largo período de la misma.

Para estas teorías la personalidad vendría dada por el tipo que predomine en un individuo.
Siendo el tipo un conjunto de rasgos que guardan entre sí una cierta coherencia. La
personalidad sería, pues, el conjunto de rasgos temperamentales y de carácter que
constituyen a un individuo. El problema es el de explicar y estructurar esos rasgos de
comportamiento. Ahí no hay una coincidencia plena, por lo que han surgido diversas teorías del
el tipo, de entre las que vamos a ver la de Eysenck (psicólogo británico, 1916). Eysenck ha
desarrollado una nueva teoría de los tipos. Eysenck establece los distintos tipos a partir de un
eje tetradimensional. Este eje estaría constituido por los polos introversión-extroversión, e
inestabilidad-estabilidad. Del cruce de estos ejes resultan cuatro tipos de personalidad
posibles: (1) Introvertido-inestable. (2) Introvertido-estable. (3) Extrovertido-estable. (4)
Extrovertido-inestable. El predominio de un determinado tipo viene determinado por el
funcionamiento del sistema nervioso.
2. El conductismo
La teoría conductista de la personalidad fue defendida por Skinner. El conductismo es una
corriente psicológica caracterizada por:

1. Consideran que la función de la psicología es el análisis de la conducta,


prescindiendo del estudio de cualquier tipo de procesos mentales.
2. La conducta puede ser explicada como la respuesta dada a un estímulo.
3. Casi todo el comportamiento es aprendido.

Coherentemente con estos principios el conductismo prescinde de todo lo que es innato


(temperamento). Con ello el estudio de la personalidad queda reducido al estudio de los rasgos
de carácter. Aunque también tienden a sustituir el concepto de carácter por el de hábito. De
ahí que podamos definir a la personalidad como el conjunto de hábitos de
comportamiento. Un hábito es una relación relativamente estable y aprendida entre un
estímulo y una respuesta, que es posible modificar por procesos de condicionamiento.

Dado que la personalidad es el resultado de una serie de hábitos aprendidos, y modificables,


los conductistas consideran que el ambiente en el que el individuo es socializado es decisivo a
la hora de formar la personalidad. Así, un individuo agresivo lo será porque ha aprendido a
reaccionar agresivamente (ha aprendido a responder de modo agresivo ante determinados
estímulos).

3. Freud y el psicoanálisis

Adaptación y resumen de Baigorri Goñi, J. A. et al.: Materiales para pensar: filosofía 1


Bachillerato. Madrid: Laberinto, 2001.

Casi desde sus mismos inicios, el Psicoanálisis alcanzó gran resonancia pública, viéndose
rodeado por la controversia y el escándalo ya que atacaba el puritanismo de la moral
burguesa. Dos afirmaciones de Freud desencadenaron la tormenta: una, que las causas de
los trastornos psíquicos, y aun de parte importante de la conducta cotidiana, eran de
origen sexual; y otra, que los niños poseían impulsos sexuales desde el mismo instante del
nacimiento. Cuando Freud afirmó que los niños eran perversos polimorfos, refiriéndose a su
dependencia exclusiva al principio de placer, la sociedad victoriana de la época puso el grito en
el cielo. Ese rechazo burgués, sin embargo, contribuyó al auge y difusión del psicoanálisis, que
pronto encontró en artistas, intelectuales y visionarios un amplio eco de resonancia.
a) Las pulsiones

En sus primeros escritos, Freud habla de dos pulsiones básicas en el ser humano. Entiende por
pulsión el impulso provocado por una energía que tiende a buscar su satisfacción mediante un
objeto adecuado. Cuando esta última no se alcanza, el organismo permanece en tensión
debido al empuje del impulso no satisfecho. Las dos pulsiones son las sexuales y las de
autoconservación. Las primeras son denominadas por Freud con el vocablo latino libido
(gana o deseo, etimológicamente), e incluyen un amplio espectro de actitudes relacionadas con
la satisfacción de los deseos sexuales. Las segundas son las funciones necesarias para
mantener la vida (nutrición, por ejemplo); de ahí que Freud las denomine necesidades en
numerosas ocasiones.

En textos posteriores, sin embargo, revisó esas ideas y procedió a una nueva clasificación
entre pulsiones de vida, Eros (donde se hallan incluidas también las de autoconservación), y
pulsiones de muerte o Thanatos. Estas últimas designan las tendencias destructoras que se
muestran bajo la conducta agresiva, ya sea hacia uno mismo (autodestrucción), ya sea hacia
los demás (agresión externa). Por lo tanto, el mundo instintivo del ser humano consiste, según
Freud, en la acción de impulsos sexuales, por un lado, e impulsos destructivos, por otro.

b) Los principios del psiquismo

La actividad psíquica se encuentra regulada por dos principios: el de placer y el de realidad.


El primero hace que el psiquismo tienda a la satisfacción de sus impulsos con el objeto de
procurarse placer. Cuando el niño crece descubre de forma traumática la realidad. ésta no se
adapta siempre a la satisfacción inmediata de los deseos primarios, por lo que el individuo tiene
que ajustar su actividad psíquica a las condiciones de la realidad que lo circunda. El principio
de realidad no debe entenderse como opuesto al de placer, sino como un ajuste de éste a las
condiciones externas. Si quiere colmar sus deseos, el sujeto debe postergarlos hasta el
momento en que las circunstancias de la realidad se lo permitan. Gracias a la acción de este
principio, el individuo se socializa, aprendiendo a controlar su egoísmo primitivo y
descubriendo los fundamentos del orden social, la moralidad, etc.

c) El modelo estructural de la personalidad

Freud divide la estructura del psiquismo humano en tres elementos básicos:

1. Ello (Id): Engloba los instintos y pulsiones primarias de la naturaleza humana no


controlados por la conciencia. Dentro de él se incluyen los rasgos hereditarios, las
pulsiones sexuales y agresivas, además de los recuerdos y deseos reprimidos en
la historia personal del sujeto. Freud destacó principalmente tres características del
Ello: a) Sus demandas incondicionales de satisfacción, ya que se encuentra regido
por el principio de placer. b) Su irracionalidad, puesto que al ser puramente instintivo
no se guía por el principio de realidad. c) Su amoralidad, ya que exige satisfacción sin
atender a censuras morales o sociales. El Ello pertenece por entero al inconsciente,
desde donde actúa sobre la conciencia provocando desequilibrios y tensiones en el
organismo o manifestándose en los sueños.
2. Yo (Ego): Es la instancia que media entre el Ello y la realidad exterior. Su función es
básicamente reguladora, buscando satisfacer los deseos del Ello en la medida que
dicha satisfacción no provoque conflictos en el sistema de creencias del individuo. Se
rige, pues, por el principio de realidad. El Yo tiene a su cargo la actividad consciente
del individuo. Ahora bien, puesto que tiene que adaptar los impulsos sexuales y
agresivos a las condiciones externas objetivas, debe llevar a cabo una censura sobre
la acción del Ello, censura y adaptación que consigue gracias a los mecanismos de
defensa.
3. Super Yo (Super Ego): Es el conjunto de las normas morales, prohibiciones y
amenazas éticas interiorizadas por el individuo. En lenguaje coloquial es lo que
habitualmente se denomina la conciencia moral. Como veremos más adelante, su
origen se remonta a la superación del Complejo de Edipo, cuando el niño interioriza
las normas que el padre le transmite. Su función es la de oponerse a los impulsos
primitivos del Ello cuando éstos entran en conflicto con la moralidad. Según Freud, el
Super Yo también es una estructura inconsciente.

d) Evolución del psiquismo

El psiquismo evoluciona y se desarrolla mediante una serie de fases o etapas, las cuales son
comunes a todos los seres humanos:

1. En el momento de su nacimiento, el niño es un ser absolutamente egoísta. En él sólo


habitan los instintos del Ello, sobre todo las pulsiones sexuales. Puesto que aún no
posee ninguna norma moral, exige la satisfacción inmediata de esos impulsos. Freud
dice que el niño sólo vive para el placer. Cuando no se le procura éste, llora con el fin
de que los padres satisfagan el impulso placentero. En sentido metafórico, se
considera el centro del mundo, ya que pronto aprende que los padres acuden prestos
cuando solicita sus demandas. Durante el primer año y medio de vida, el placer se
concentra en la boca (chupar, morder, succionar la leche); por eso, Freud bautizó a
esta etapa con el nombre de fase oral.
2. Con el paso del tiempo y el desarrollo de su cerebro, el niño va aprendiendo que el
mundo exterior no cede siempre a sus deseos. Comienzan en esa época las primeras
negativas paternales ante sus caprichos, con lo que el Ello primitivo, hasta ese
momento volcado sobre sí mismo, debe modificar su acción con el fin de prestar
atención al mundo externo. Esa modificación del Ello da lugar a la aparición del Yo. La
función de este último consiste en moderar y frenar los impulsos sexuales y
agresivos, procurando satisfacerlos siempre que las circunstancias lo permitan y que
las demandas instintivas no atenten contra las primeras normas que el niño ha
interiorizado (higiénicas, adaptación horaria de las comidas, aceptación de que no es el
único ser en el mundo y de que los demás también tienen necesidades, etc.). En suma,
el Yo impone el principio de realidad al de placer. Van surgiendo así los procesos
conscientes, los cuales permiten al niño la adaptación a su propio medio familiar y una
primitiva comprensión sobre el mundo que le rodea. A la vez, el Yo aplica la censura a
los deseos del Ello, con lo que van grabándose los primeros traumas o heridas
psíquicas en el inconsciente infantil.
3. Entre los tres y los cinco años se desarrolla el Complejo de Edipo1. La especial
relación que niños y niñas establecen con su madre tiende a reforzar su egoísmo,
puesto que consideran ser el objeto exclusivo del deseo de la madre. Según Freud, la
mente infantil sufre una herida en su narcisismo (amor a sí mismo y creencia en ser el
centro exclusivo de atención) cuando descubre que la madre mantiene relaciones con
el padre. En la mente infantil se establece entonces una relación de odio con la figura
paterna, puesto que es considerada como rival que le disputa el amor de la madre.
Pero a la vez, existe un tremendo temor del niño hacia el padre; según los
psicoanalistas, se imagina objeto de horribles castigos, infringidos por la figura paterna
como pago por el impulso sexual que siente ante la madre. Las niñas, según Freud,
aunque encuentran su primer objeto amoroso en la madre, al comprobar que son
diferentes a los niños y al padre (puesto que carecen de pene, y eso les provoca un
sentimiento de privación), rechazan los cuidados maternales y se refugian en el amor al
padre. Como escribe el mismo Freud: "La niña ve en la madre un obstáculo para su
tierna relación con el padre, y piensa que ella podría ocupar muy bien su lugar". Para
diferenciar este proceso con respecto al de los niños, Jung lo denominó Complejo de
Electra2.
4. El principio de realidad fuerza al Yo del niño o al de la niña a reprimir los impulsos
sexuales y agresivos hacia los padres. Según Freud, esto es necesario para lograr
su adaptación a la familia. Esa represión provoca la aparición del Super Yo, mediante
el cual la mente infantil comienza a socializarse, es decir, a aceptar las pautas
sociales que le van a permitir una vida comunitaria. Se interiorizan así las normas de
convivencia, las prohibiciones morales acerca de lo bueno y lo malo, las
sensaciones de culpa y vergüenza ante las infracciones de las normas, etc. A
partir de ese momento, el Super Yo opondrá la moralidad y las creencias interiorizadas
cada vez que aparezcan los impulsos primitivos del Ello. Entonces, la represión de los
deseos contrarios a esas normas se convierte en el principal mecanismo de defensa,
con el objetivo de que el sujeto se integre plenamente en la comunidad, aceptando las
reglas sociales represoras de sus pulsiones egoístas. Pero, como ya dijimos, los
impulsos relegados al inconsciente actúan desde allí, provocando trastornos e
interferencias en la conducta de los individuos.

Como hemos visto, Freud mantiene una concepción pesimista sobre el ser humano, puesto
que considera a la represión como el principal mecanismo que forja la personalidad social del
individuo. El conflicto entre los deseos instintivos y las normas morales represoras desemboca
en la angustia y la ansiedad, cuando no en un trastorno psíquico de mayor o menor
importancia. Así, nuestra personalidad es el conjunto de las represiones que han
determinado el desarrollo de nuestra vida.

e) Los mecanismos de defensa

Reciben este nombre una serie de métodos involuntarios que utiliza el Yo para arrojar fuera
de la conciencia aquellos deseos del Ello que están en contra de la moral establecida y que
nos provocan sentimientos de culpa, vergüenza o angustia. Los más importantes son:

1. Represión: Freud lo consideraba el más esencial. De modo genérico consiste en


rechazar y mantener fuera de la conciencia todos aquellos deseos o recuerdos que
resultan dolorosos o inaceptables para el sujeto. El material reprimido se relega,
pues, al inconsciente. Pero eso no significa su olvido total. Según el psicoanálisis, lo
reprimido aparece, aunque distorsionado, en los actos fallidos, los lapsus, los
sueños o las fantasías.
2. Regresión: Se llama así porque el sujeto regresa a épocas anteriores de su desarrollo
psíquico, es decir, reproduce comportamientos pasados que le resultaban
satisfactorios. Por ejemplo, cuando alguien desarrolla conductas infantiles ante la
aparición de un conflicto, buscando con ellas la antigua protección maternal para no
tener que afrontar la responsabilidad o la toma de decisiones.
3. Desplazamiento y sublimación: De manera genérica, se conoce como
desplazamiento una técnica defensiva que consiste en llevar a cabo una sustitución.
Los sentimientos perturbadores, puesto que son considerados tabúes o prohibidos para
la persona, se desvían hacia otro objeto que no posee esas características. De esa
manera, se evita la angustia. La sublimación es una forma de desplazamiento. En este
caso, las pulsiones se desvían hacia objetos o acciones que poseen una valoración
social positiva y que son considerados como ideales. Por ejemplo, una persona con
sus impulsos sexuales reprimidos (y, por lo tanto, incapaz de mantener relaciones
de pareja) deriva esa energía hacia la solidaridad, declarando amar a la humanidad y
desarrollando conductas de ayuda social. Como veremos más adelante, Freud
consideró que las formas artísticas, culturales y religiosas eran producto de la
sublimación.
4. Proyección: Consiste en proyectar sobre los demás sentimientos, deseos o impulsos
inaceptables para uno mismo, con lo cual se evita la frustración personal. Un ejemplo
típico: cuando una persona no quiere admitir que ama a otra, puede llevar a cabo una
proyección y convencerse de que es amada por la otra persona. Los psiquiatras
afirman que es el mecanismo típico de los paranoicos. Así, por ejemplo, éstos culpan
a los demás de sus propios fracasos.
5. Formación reactiva: Cuando un individuo presenta una característica que no es
aceptada socialmente puede reaccionar convirtiéndose en el peor enemigo de dicho
mal. Por ejemplo, los psicoanalistas han llamado la atención sobre muchas personas
con deseos homosexuales reprimidos que, al no aceptarlos conscientemente,
desarrollan actitudes de suma hostilidad hacia los homosexuales, manifestando
odiarlos e, incluso, reaccionando agresivamente ante ellos. Otros ejemplos de
formación reactiva son la relación de Michael Jackson con el color de su piel, los
policías judíos que colaboraron con el régimen de Hitler o la energía anti-tabaco de
los ex-fumadores.
6. Racionalización: En muchas ocasiones, los individuos tratan de autoconvencerse,
dando explicaciones a los demás y a sí mismos, de tal forma que los sentimientos
inaceptables o las frustraciones no generen angustia. Así, cuando no satisfacemos un
deseo, tratamos de consolarnos diciéndonos a nosotros mismos que, en realidad, no
queríamos tal objeto o situación, ya que había sido una equivocación el desearlo.
7. Identificación: Consiste en paliar nuestras frustraciones internas imitando la conducta
de una persona a la que dotamos de características ideales. Por regla general, el
modelo elegido suele ser el de un ídolo que ha triunfado social, profesional y
sexualmente. Es un mecanismo que aparece con asiduidad en la adolescencia, sobre
todo por la facilidad de idolatrar (imitar sus comportamientos, su forma de vestir o
hablar...) a cantantes, futbolistas, actores, etc.
8. Fantasía: Consiste en realizar mentalmente y de forma imaginaria lo que uno es
incapaz de llevar a cabo en su vida real.
9. Compensación: Cuando alguien se siente frustrado en ciertos aspectos de su vida,
puede desarrollar un mecanismo de defensa que consiste en tratar de sobresalir en
otros aspectos diferentes. A veces, la compensación se produce de forma distinta, y
el individuo busca triunfar allí donde ha fracasado. Los psicólogos llaman
compensación ficticia al comportamiento por el que un sujeto, para evitar la
frustración de su estado actual, cree o aparenta ser más de lo que es en realidad. El
personaje del hidalgo español en la literatura picaresca es un buen ejemplo.

El hecho de que todas las personas utilicen mecanismos de defensa no quiere decir, por
supuesto, que lo hagan con igual intensidad y persistencia. Si se usan continuamente y de
manera intensa, pueden dar lugar a ciertos trastornos psíquicos. En el resto de los casos, los
mecanismos de defensa son procedimientos habituales, y no graves psicológicamente, de la
llamada conducta normal.

f) El inconsciente y los sueños.

Hoy día distinguimos dos grandes fases en el sueño: la REM (de la expresión inglesa Rapid
Eyes Movements), caracterizada por rápidos y frecuentes movimientos oculares; y la No REM,
la cual se subdivide en dos fases: sueño superficial y sueño profundo; cada una de las cuales
posee dos subfases. Los seres humanos sólo soñamos durante la fase REM (a la que algunos
autores denominan fase del sueño paradójico). Habitualmente se suceden numéricamente las
cuatro fases no REM, entre las que van intercalándose, cada 60 o 90 minutos, fases del sueño
paradójico. Es en esos periodos cuando los seres humanos sueñan. Por lo tanto, podemos
calcular estadísticamente que una persona normal sueña entre cuatro o cinco veces
aproximadamente durante ocho horas de sueño. El hecho de no ser conscientes de nuestros
sueños no quiere decir que cada noche no soñemos; lo que sucede es que sólo recordamos
una parte ínfima de los sueños que se producen en nuestra vida.

Como todo el mundo sabe, los sueños se caracterizan por la aparición de imágenes
distorsionadas y, en muchas ocasiones absurdas que, en cierta medida escenifican sucesos o
acontecimientos. ¿Tiene algún significado esa sucesión de imágenes? Los psicoanalistas
creen que sí; afirman que bajo el contenido manifiesto del sueño (incoherente) subyace un
contenido latente (en este caso, dotado de coherencia). Freud comprobó que los sueños de
sus pacientes tenían un estrecha relación con los recuerdos reprimidos. Ideó una serie de
técnicas para el análisis de esos contenidos; y sobre ellas escribió un voluminoso libro de
amplia repercusión: La interpretación de los sueños. Afirma que es el inconsciente el que
aparece en el sueño, aprovechando la debilidad en la vigilancia del Yo. Ahora bien, puesto que
éste no ha perdido toda su fuerza represora, actúa sobre los contenidos del inconsciente,
deformándolos para evitar que provoquen angustia o frustración. Según Freud, los mecanismos
más importantes de esa transformación son:

1. Censura: Acción que ejerce el Yo sobre los contenidos amenazadores del


inconsciente.
2. Condensación: Mecanismo que consiste en agrupar varios contenidos inconscientes
en un solo objeto. Así, por ejemplo, imágenes de personas conocidas aparecen con
atributos que pertenecen a otros individuos
3. Simbolización: Consiste en evitar que los impulsos inconsciente se muestren en sí
mismos; por tanto, no aparecen directamente, sino bajo la forma de objetos o
situaciones que los simbolizan, evitándose así la ansiedad. Por ejemplo, Freud afirma
que ciertos deseos sexuales aparecen representados en los sueños bajo símbolos
fálicos (objetos puntiagudos y penetrantes) o vaginales (objetos cóncavos).

Freud mantuvo que todos los sueños eran realizaciones de deseos inconscientes, incluso
hasta las mismas pesadillas o sueños angustiosos. Decía que bajo las imágenes aterradoras
de estos últimos se escondía un deseo prohibido que se relacionaba con el sueño. Así, por
ejemplo, una de sus pacientes soñó angustiosamente con la muerte de su hermana. Freud
relacionó el sueño con el deseo inconsciente de ver a cierto galán al que la mujer amaba sin
ser correspondida (aunque, por supuesto, no lo quería admitir conscientemente), ya que a buen
seguro acudiría al funeral de la hermana.

4. Trastornos patológicos de la personalidad


Los estados que describiremos a continuación pueden ser ocasionales y transitorios, con lo
cual no deben considerarse como trastornos psíquicos. Si, en cambio, son habituales y
excesivos, cabe ya hablar de neurosis.

 Angustia y ansiedad: Puede dar lugar a las denominadas neurosis de angustia. Es


una emoción que se manifiesta mediante sentimientos de miedo y sufrimiento por
hechos que habrán de suceder en el futuro. En muchas ocasiones, el individuo es
incapaz de decir cuál es el objeto o la situación que le provocan temor; sin embargo, su
conducta queda marcada por la inquietud y la desazón.
 Fobias: Temor irracional e incontrolable que se presenta ante determinadas
situaciones u objetos. Por ejemplo, fobia a los animales (zoofobia), a los espacios
cerrados (claustrofobia), a los espacios abiertos (agorafobia), a la sociedad (social)
 Hipocondría: Miedo irracional y preocupación obsesiva por la salud física. El
hipocondríaco cree padecer enfermedades graves a partir de la interpretación personal
que realiza sobre los signos o sensaciones físicas que se consideran síntomas de esas
enfermedades. Este estado puede provocar reacciones psicosomáticas.
 Neurosis depresiva: Suele presentar síntomas de cuatro tipos: a) Ánimo triste,
desconsuelo, decaimiento moral... b) Desgana, inactividad, apatía... Al deprimido
cualquier tarea sencilla le parece digna de un esfuerzo titánico; por ejemplo, ir a
trabajar, charlar o, incluso, levantarse. c) Alteraciones físicas: delgadez, insomnio... d)
Falta de confianza en uno mismo, visiones pesimistas, desesperanza, sentimientos
de culpa, etc.
 Neurosis de conversión: Hasta hace algunos años se la denominaba habitualmente
con el nombre de histeria. Es un estado psíquico en el que se presentan disfunciones
físicas (parálisis, cegueras, temblores, tics, etc.) sin que existan lesiones orgánicas que
las justifiquen. Suelen tener una alta predisposición congénita, aunque a veces sus
causas parecen ser ambientales. Se originan como resultado de alguna experiencia
con alta carga emotiva que no puede ser procesada normalmente por el sujeto. A
veces, se produce la curación del trastorno físico cuando el sujeto se ve sometido a
otra situación con sobrecarga emotiva (por ejemplo, ciertas curaciones aparentemente
milagrosas que se producen en santuarios religiosos).
 Conductas obsesivo-compulsivas: Pueden darse por separado o conjuntamente. La
obsesión consiste en la aparición repetida de determinadas ideas, de tal manera que
el sujeto, aunque intente impedirlo continuamente, no puede evitar ciertos
pensamientos o imágenes. Por compulsión se entiende el impulso irresistible que
lleva a un sujeto a realizar determinados actos. Lo grave es que, aunque quiera
cambiar de conducta, el compulsivo no puede evitarla repetición de sus actos. Algunas
de estas conductas compulsivas son socialmente peligrosas y muy graves: piromanía
(impulso irresistible a provocar fuegos), cleptomanía (a robar), ludopatía (al juego),
etc.

Trastornos más graves corresponden a la psicosis, destacamos las siguientes:

 Esquizofrenia: Literalmente consiste en una escisión de la personalidad. Aparecen


claros signos de perturbación mental, tales como alucinaciones e ideas delirantes. Un
síntoma determinante es la alucinación auditiva: el esquizofrénico percibe voces
dentro de su propia cabeza (por ejemplo, "oye" sus propios pensamientos, "escucha"
órdenes, las voces "hablan" sobre él, etc.). Por regla general, la esquizofrenia se
presenta mediante brotes o crisis: a un periodo de normalidad más o menos relativa, le
sucede una nueva aparición de los trastornos. Sus efectos se combaten por lo general
con fármacos y psicoterapia, aunque ningún tratamiento actual garantiza su curación
definitiva.
 Paranoia: Se caracteriza por la aparición de delirios e ideas fijas. Las más habituales
son: la manía persecutoria (el sujeto se siente acosado por los demás; echa la culpa
de sus propios fracasos a la persecución que sufre; se siente espiado continuamente;
en casos graves, llega a sufrir alucinaciones...) y la manía de grandeza (que,
igualmente, se puede manifestar en varios niveles: desde el poco preocupante de
creerse una persona distinguida y admirada socialmente, sin serlo en realidad, hasta el
verdaderamente grave de creerse un enviado de Dios o de los extraterrestres para
anunciar una buena nueva y salvar al género humano de la destrucción).
 Psicosis maníaco-depresivas: Trastorno maníaco-depresivo bipolar. El maníaco se
reconoce por un estado de alegría contagiosa, tendencias hacia un optimismo
desmesurado, ideas de grandeza, hilaridad, verborrea, etc. Emprende
simultáneamente la realización de varias tareas, pasando de una a otra sin acabar
ninguna. El trastorno maníaco-depresivo se caracteriza porque se producen ciclos
alternantes de depresión y manía en un mismo sujeto.

Existen otros muchos trastornos con implicaciones psíquicas como las toxicomanías
(alcoholismo, drogodependencia, dipsomanía, etc.), los de la conducta alimentaria
(anorexia, bulimia, etc.) o los trastornos psicosexuales (sadismo, masoquismo,
zoofilia, exhibicionismo, etc.)

III. Bibliografía
1. Baigorri Goñi, J. A. et al.: Materiales para pensar: filosofía 1 Bachillerato LOGSE.
Madrid: Ediciones del Laberinto, 2001.
2. Bugarín Lago, A.: Filosofía, León: Editorial Everest, 2000.
3. Freud, S.: Introducción al psicoanálisis. López Ballesteros, L. (trad.). 14ª edición.
Madrid: Alianza, 1985.
4. Pinillos, J. L.: Principios de psicología. Madrid: Alianza Editorial, 2002.
5. Tejedor Campomanes, C.: Filosofía. Madrid: Ediciones SM, 1992.

[1] Edipo es hijo de Layo y Yocasta, rey y reina de Tebas respectivamente. Un oráculo advirtió
a Layo que sería asesinado por su propio hijo. Para evitarlo decide abandonar al recién nacido
en un bosque. Un pastor encuentra al niño y lo entrega al rey de Corinto para que lo críe. El
niño no sabía que era adoptado y, cuando un oráculo proclamó que mataría a su padre,
abandonó Corinto. Durante su travesía, encontró y mató a Layo, creyendo que el rey y sus
acompañantes eran una banda de ladrones y así se cumplió la profecía.

Solo y sin hogar, Edipo llegó a Tebas, acosado por un monstruo espantoso, la Esfinge, que
andaba por los caminos que iban a la ciudad, matando y devorando a todos los viajeros que no
sabían responder al enigma que les planteaba. Cuando Edipo resolvió acertadamente el
enigma, la esfinge se suicidó. Creyendo que el rey Layo había muerto en manos de asaltantes
desconocidos, y agradecidos al viajero por librarlos del monstruo, los tebanos lo
recompensaron haciéndolo su rey y dándole a la reina Yocasta por esposa. Durante muchos
años la pareja vivió feliz, sin saber que ellos eran en realidad madre e hijo.

Entonces descendió una terrible peste sobre la tierra, y el oráculo proclamó que debía ser
castigado el asesino de Layo. Pronto Edipo descubrió que involuntariamente había matado a su
padre. Atribulada por su vida incestuosa, Yocasta se suicidó y, cuando Edipo se dio cuenta de
que ella se había matado se quitó los ojos y abandonó el trono.

[2] Electra es hija de Agamenón y Clitemnestra. Después del asesinato de Agamenón por
Clitemnestra y su amante Egisto, Electra conspiró con su hermano Orestes para asesinar a su
madre y a su amante y, de esta manera, vengar a su padre.

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