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TEMA 3: PSICOLOGÍA
A este proceso por el que el hombre se hace hombre divergiendo del mundo animal lo
podemos designar como proceso de humanización. Tal proceso es permanente, inacabado.
Para entender este proceso de humanización hay que descubrir primero en qué consiste esa
diferencia radical entre el hombre y el animal. En el caso del hombre hay características que lo
apartan de su naturaleza animal, o más precisamente, que lo apartan de la naturaleza. Estas
características que lo apartan de la naturaleza tienen su origen, sin embargo, en rasgos
naturales: su constitución inmadura, inacabada, no especializada, su falta de instintos
certeros, etc., unido a una serie de capacidades cerebrales (tales como una extraordinaria
capacidad de aprendizaje, la capacidad de reflexionar mediante el empleo de un lenguaje
lógico-simbólico, una imaginación creativa, etc.). Su constitución inmadura, y su carencia de
instintos certeros le obligan a superar estas deficiencias por otros medios. Su capacidad de
aprender y crear le dan la posibilidad de hacerlo. De la confluencia de ambos factores surge la
cultura. El hombre es, pues, por necesidades de su propia constitución física, un animal
cultural, un animal no natural.
1. Es un todo complejo, es decir, una estructura que integra de un modo más o menos
armónico una diversidad de elementos. Elementos que pueden ser de dos tipos: a)
instrumentales: cosas tales como máquinas, herramientas, bienes inmuebles, etc. b)
ideológicos: sistemas morales, religiosos, teorías científicas, creencias, etc.
2. Es algo adquirido. Se puede decir que la cultura está formada por todo aquello que el
individuo adquiere tras su nacimiento y que no traía consigo al nacer (ni siquiera en
forma de programa). Lo que se adquiere, se adquiere mediante un aprendizaje. Por
contra, aquello que procede directamente de la naturaleza, que el individuo ya trae
consigo al nacer, es lo que llamamos innato (= no nacido, no adquirido).
3. Es algo social. Los individuos aislados no producen cultura.
El mundo del animal está limitado de antemano porque el tipo de cosas significativas para el
animal está ya prefijado y puede variar únicamente bajo condiciones muy concretas. A aquellas
cosas que dentro del mundo son significativas para el animal, les llamamos estímulos. Por
significativas entendemos en este caso que provocan o pueden provocar en el animal una
respuesta. Por ello la conducta del animal puede ser explicada como la respuesta que da a un
estímulo.
Esta conducta es instintiva en su mayor parte. Es decir, que las cosas que pueden funcionar
como estímulos, ya están delimitadas de antemano, y las posibles respuestas a esos estímulos
también están delimitadas de antemano. Por ello, el comportamiento animal es predecible casi
en su totalidad.
Pues bien, aprender significa precisamente variar, de modo perdurable, la relación estímulo
respuesta. Los mecanismos de aprendizaje, es decir, los procedimientos para eliminar o variar
una relación E-R son muy variados y pueden ir desde los extremadamente simples y
prácticamente indistinguibles de comportamiento instintivo hasta el aprendizaje reflexivo
humano.
a) Impronta y habituación
Se puede decir que los mecanismos de aprendizaje comienzan a funcionar ya dentro del propio
mundo de los instintos. Así, podemos considerar a la impronta y a la habituación como las
formas más simples de aprendizaje.
Muchas de las acciones llevadas a cabo por los individuos pueden ser explicadas del siguiente
modo: ante un estímulo determinado el individuo reacciona dando una respuesta. Gran parte
de la conducta de los organismos puede ser explicada, pues, como la concatenación entre un
estímulo y una respuesta. Este encadenamiento entre estímulo y respuesta es algo natural,
forma parte de nuestro programa instintivo. Por lo que aquí no interviene el aprendizaje todavía.
Sin embargo, una relación natural entre un estímulo y una respuesta puede ser sustituida por
otra artificial, de modo que estamos ante un aprendizaje condicionado. Este tipo de
aprendizaje tiene dos versiones:
Fue estudiado por I. Pavlov (fisiólogo ruso, 1848-1936). Pavlov observó que en presencia de
un cuenco con comida (estímulo) un perro reacciona aumentando la secreción de saliva y de
jugos gástricos (respuesta). A partir de ahí diseñó el siguiente experimento: cada vez que le
llevaba el cuenco con comida al perro, hacía sonar previamente una campanilla. Tras repetir
este proceso varias veces descubrió que el perro comenzaba a salivar y a segregar jugos
gástricos con sólo oír la campanilla. ¿Qué había pasado? Pues que se había sustituido una
relación natural estímulo-respuesta, por otra artificial (condicionada, aprendida).
Pavlov llamó estímulos no condicionados a los estímulos que provocan una respuesta de
modo natural (por ejemplo, en el caso anterior la comida sería un ENC), y llamó estímulos
neutros a los que no provocan ningún tipo de respuesta previa al condicionamiento (en el caso
anterior el sonido de la campanilla sería en principio un EN). A la respuesta producida de modo
natural ante un estímulo la llamó respuesta no condicionada (en el ejemplo la salivación ante
la comida). A los estímulos que eran naturalmente neutros (o sea, no eran estímulos de ningún
tipo) antes del condicionamiento, pero que provocan respuestas después del condicionamiento
les llamó estímulos condicionados (en el caso anterior, el sonido de la campanilla después
del condicionamiento). A la respuesta que da el individuo ante el estímulo condicionado la llamó
respuesta condicionada (en el ejemplo, la secreción de saliva al oír el sonido de la
campanilla).
De este modo el aprendizaje por condicionamiento consiste en provocar la asociación entre un
estímulo neutro (o sea, algo que no era todavía un estímulo) y uno no condicionado; de
modo que el individuo reaccione ante el estímulo neutro como si estuviese ante uno no
condicionado. En este proceso cada vez que el estímulo neutro (en este caso la campanilla),
aparece acompañado del estímulo no condicionado (en este caso la comida) actúa como un
refuerzo de la conducta aprendida.
Para sus experimentos Skinner desarrolló lo que desde entonces se conoce como caja de
Skinner, que consiste en un recipiente con un mecanismo simple que al accionarlo suministra
un premio o un castigo al sujeto del experimento. Un ejemplo típico de condicionamiento
operante es el siguiente: Encerramos a una rata en una caja de Skinner provista de una
palanca que al accionarse suministra comida (por ejemplo una galleta). La rata se moverá
libremente en la caja y en algún momento accionará accidentalmente la palanca obteniendo
una galleta. Tras repetir accidentalmente el proceso varias veces la rata aprenderá la relación
palanca-galleta de modo que a partir de entonces la accionará cada vez que tenga hambre.
En este proceso se denomina refuerzo o premio a todo lo que estimula a que una conducta
sea repetida. Se denomina castigo a todo lo que estimula a abandonar una conducta.
Cada uno de estos programas provoca modos de respuestas con características propias. Los
programas de razones fijas y variables originan tasas de respuestas muy rápidas, a
diferencia de lo que ocurre con los programas de intervalos. En los de intervalo fijo, el
animal da la impresión de estar atendiendo cuidadosamente al tiempo; una vez obtenido el
refuerzo deja casi de emitir operantes. Cuando los intervalos son variables, la tasa de
respuesta fluctúa mucho menos, presumiblemente porque el animal no puede establecer
expectativas temporales precisas acerca de la duración del intervalo sin refuerzo.
El aprendizaje por imitación es otra forma de aprendizaje que tiene una enorme importancia
en los animales superiores (especialmente entre los humanos). Aquí el aprendizaje se
produce por la observación de la conducta imitada. Para que tal tipo de aprendizaje pueda
darse es imprescindible un cerebro con cierto grado de desarrollo que sea capaz de «ver» en
una serie de movimientos una acción orientada a una finalidad.
d) Aprendizaje inteligente
(1) Introducción.
Gran parte del aprendizaje propio de los seres humanos no puede ser explicado a partir del
condicionamiento ni de la imitación. Podemos llamar a esta forma de aprendizaje aprendizaje
inteligente, en el cual juega un papel esencial, además de la memoria (vinculada a las demás
formas de aprendizaje) la imaginación, el lenguaje verbal, y la capacidad de razonamiento
lógico.
Otro ejemplo es el narrado por el antropólogo Marvin Harris. Un grupo de antropólogos que
estudian una población de monos les arrojan trigo sobre la arena de modo periódico. En un
momento dado una hembra del grupo descubre una forma eficaz de limpiar el trigo de la arena:
deja caer puñados de trigo sobre el agua, de modo que la arena se va al fondo y el trigo flota.
Poco tiempo después la mayoría de los individuos del grupo hace lo mismo.
Este tipo de experiencias y otras similares ha llevado a muchos estudiosos a hablar de una
inteligencia animal, e incluso de una cultura animal.
A diferencia del resto de los animales, los seres humanos son capaces de:
II. La personalidad
El término persona parece provenir del griego prosopon, voz con la que se designaba a las
máscaras de las representaciones teatrales; o del latín personare (sonar a través de) en
referencia a las máscaras con orificios que llevaban los actores romanos.
Para estas teorías la personalidad vendría dada por el tipo que predomine en un individuo.
Siendo el tipo un conjunto de rasgos que guardan entre sí una cierta coherencia. La
personalidad sería, pues, el conjunto de rasgos temperamentales y de carácter que
constituyen a un individuo. El problema es el de explicar y estructurar esos rasgos de
comportamiento. Ahí no hay una coincidencia plena, por lo que han surgido diversas teorías del
el tipo, de entre las que vamos a ver la de Eysenck (psicólogo británico, 1916). Eysenck ha
desarrollado una nueva teoría de los tipos. Eysenck establece los distintos tipos a partir de un
eje tetradimensional. Este eje estaría constituido por los polos introversión-extroversión, e
inestabilidad-estabilidad. Del cruce de estos ejes resultan cuatro tipos de personalidad
posibles: (1) Introvertido-inestable. (2) Introvertido-estable. (3) Extrovertido-estable. (4)
Extrovertido-inestable. El predominio de un determinado tipo viene determinado por el
funcionamiento del sistema nervioso.
2. El conductismo
La teoría conductista de la personalidad fue defendida por Skinner. El conductismo es una
corriente psicológica caracterizada por:
3. Freud y el psicoanálisis
Casi desde sus mismos inicios, el Psicoanálisis alcanzó gran resonancia pública, viéndose
rodeado por la controversia y el escándalo ya que atacaba el puritanismo de la moral
burguesa. Dos afirmaciones de Freud desencadenaron la tormenta: una, que las causas de
los trastornos psíquicos, y aun de parte importante de la conducta cotidiana, eran de
origen sexual; y otra, que los niños poseían impulsos sexuales desde el mismo instante del
nacimiento. Cuando Freud afirmó que los niños eran perversos polimorfos, refiriéndose a su
dependencia exclusiva al principio de placer, la sociedad victoriana de la época puso el grito en
el cielo. Ese rechazo burgués, sin embargo, contribuyó al auge y difusión del psicoanálisis, que
pronto encontró en artistas, intelectuales y visionarios un amplio eco de resonancia.
a) Las pulsiones
En sus primeros escritos, Freud habla de dos pulsiones básicas en el ser humano. Entiende por
pulsión el impulso provocado por una energía que tiende a buscar su satisfacción mediante un
objeto adecuado. Cuando esta última no se alcanza, el organismo permanece en tensión
debido al empuje del impulso no satisfecho. Las dos pulsiones son las sexuales y las de
autoconservación. Las primeras son denominadas por Freud con el vocablo latino libido
(gana o deseo, etimológicamente), e incluyen un amplio espectro de actitudes relacionadas con
la satisfacción de los deseos sexuales. Las segundas son las funciones necesarias para
mantener la vida (nutrición, por ejemplo); de ahí que Freud las denomine necesidades en
numerosas ocasiones.
En textos posteriores, sin embargo, revisó esas ideas y procedió a una nueva clasificación
entre pulsiones de vida, Eros (donde se hallan incluidas también las de autoconservación), y
pulsiones de muerte o Thanatos. Estas últimas designan las tendencias destructoras que se
muestran bajo la conducta agresiva, ya sea hacia uno mismo (autodestrucción), ya sea hacia
los demás (agresión externa). Por lo tanto, el mundo instintivo del ser humano consiste, según
Freud, en la acción de impulsos sexuales, por un lado, e impulsos destructivos, por otro.
El psiquismo evoluciona y se desarrolla mediante una serie de fases o etapas, las cuales son
comunes a todos los seres humanos:
Como hemos visto, Freud mantiene una concepción pesimista sobre el ser humano, puesto
que considera a la represión como el principal mecanismo que forja la personalidad social del
individuo. El conflicto entre los deseos instintivos y las normas morales represoras desemboca
en la angustia y la ansiedad, cuando no en un trastorno psíquico de mayor o menor
importancia. Así, nuestra personalidad es el conjunto de las represiones que han
determinado el desarrollo de nuestra vida.
Reciben este nombre una serie de métodos involuntarios que utiliza el Yo para arrojar fuera
de la conciencia aquellos deseos del Ello que están en contra de la moral establecida y que
nos provocan sentimientos de culpa, vergüenza o angustia. Los más importantes son:
El hecho de que todas las personas utilicen mecanismos de defensa no quiere decir, por
supuesto, que lo hagan con igual intensidad y persistencia. Si se usan continuamente y de
manera intensa, pueden dar lugar a ciertos trastornos psíquicos. En el resto de los casos, los
mecanismos de defensa son procedimientos habituales, y no graves psicológicamente, de la
llamada conducta normal.
Hoy día distinguimos dos grandes fases en el sueño: la REM (de la expresión inglesa Rapid
Eyes Movements), caracterizada por rápidos y frecuentes movimientos oculares; y la No REM,
la cual se subdivide en dos fases: sueño superficial y sueño profundo; cada una de las cuales
posee dos subfases. Los seres humanos sólo soñamos durante la fase REM (a la que algunos
autores denominan fase del sueño paradójico). Habitualmente se suceden numéricamente las
cuatro fases no REM, entre las que van intercalándose, cada 60 o 90 minutos, fases del sueño
paradójico. Es en esos periodos cuando los seres humanos sueñan. Por lo tanto, podemos
calcular estadísticamente que una persona normal sueña entre cuatro o cinco veces
aproximadamente durante ocho horas de sueño. El hecho de no ser conscientes de nuestros
sueños no quiere decir que cada noche no soñemos; lo que sucede es que sólo recordamos
una parte ínfima de los sueños que se producen en nuestra vida.
Como todo el mundo sabe, los sueños se caracterizan por la aparición de imágenes
distorsionadas y, en muchas ocasiones absurdas que, en cierta medida escenifican sucesos o
acontecimientos. ¿Tiene algún significado esa sucesión de imágenes? Los psicoanalistas
creen que sí; afirman que bajo el contenido manifiesto del sueño (incoherente) subyace un
contenido latente (en este caso, dotado de coherencia). Freud comprobó que los sueños de
sus pacientes tenían un estrecha relación con los recuerdos reprimidos. Ideó una serie de
técnicas para el análisis de esos contenidos; y sobre ellas escribió un voluminoso libro de
amplia repercusión: La interpretación de los sueños. Afirma que es el inconsciente el que
aparece en el sueño, aprovechando la debilidad en la vigilancia del Yo. Ahora bien, puesto que
éste no ha perdido toda su fuerza represora, actúa sobre los contenidos del inconsciente,
deformándolos para evitar que provoquen angustia o frustración. Según Freud, los mecanismos
más importantes de esa transformación son:
Freud mantuvo que todos los sueños eran realizaciones de deseos inconscientes, incluso
hasta las mismas pesadillas o sueños angustiosos. Decía que bajo las imágenes aterradoras
de estos últimos se escondía un deseo prohibido que se relacionaba con el sueño. Así, por
ejemplo, una de sus pacientes soñó angustiosamente con la muerte de su hermana. Freud
relacionó el sueño con el deseo inconsciente de ver a cierto galán al que la mujer amaba sin
ser correspondida (aunque, por supuesto, no lo quería admitir conscientemente), ya que a buen
seguro acudiría al funeral de la hermana.
Existen otros muchos trastornos con implicaciones psíquicas como las toxicomanías
(alcoholismo, drogodependencia, dipsomanía, etc.), los de la conducta alimentaria
(anorexia, bulimia, etc.) o los trastornos psicosexuales (sadismo, masoquismo,
zoofilia, exhibicionismo, etc.)
III. Bibliografía
1. Baigorri Goñi, J. A. et al.: Materiales para pensar: filosofía 1 Bachillerato LOGSE.
Madrid: Ediciones del Laberinto, 2001.
2. Bugarín Lago, A.: Filosofía, León: Editorial Everest, 2000.
3. Freud, S.: Introducción al psicoanálisis. López Ballesteros, L. (trad.). 14ª edición.
Madrid: Alianza, 1985.
4. Pinillos, J. L.: Principios de psicología. Madrid: Alianza Editorial, 2002.
5. Tejedor Campomanes, C.: Filosofía. Madrid: Ediciones SM, 1992.
[1] Edipo es hijo de Layo y Yocasta, rey y reina de Tebas respectivamente. Un oráculo advirtió
a Layo que sería asesinado por su propio hijo. Para evitarlo decide abandonar al recién nacido
en un bosque. Un pastor encuentra al niño y lo entrega al rey de Corinto para que lo críe. El
niño no sabía que era adoptado y, cuando un oráculo proclamó que mataría a su padre,
abandonó Corinto. Durante su travesía, encontró y mató a Layo, creyendo que el rey y sus
acompañantes eran una banda de ladrones y así se cumplió la profecía.
Solo y sin hogar, Edipo llegó a Tebas, acosado por un monstruo espantoso, la Esfinge, que
andaba por los caminos que iban a la ciudad, matando y devorando a todos los viajeros que no
sabían responder al enigma que les planteaba. Cuando Edipo resolvió acertadamente el
enigma, la esfinge se suicidó. Creyendo que el rey Layo había muerto en manos de asaltantes
desconocidos, y agradecidos al viajero por librarlos del monstruo, los tebanos lo
recompensaron haciéndolo su rey y dándole a la reina Yocasta por esposa. Durante muchos
años la pareja vivió feliz, sin saber que ellos eran en realidad madre e hijo.
Entonces descendió una terrible peste sobre la tierra, y el oráculo proclamó que debía ser
castigado el asesino de Layo. Pronto Edipo descubrió que involuntariamente había matado a su
padre. Atribulada por su vida incestuosa, Yocasta se suicidó y, cuando Edipo se dio cuenta de
que ella se había matado se quitó los ojos y abandonó el trono.
[2] Electra es hija de Agamenón y Clitemnestra. Después del asesinato de Agamenón por
Clitemnestra y su amante Egisto, Electra conspiró con su hermano Orestes para asesinar a su
madre y a su amante y, de esta manera, vengar a su padre.