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ENSAYO

Lo interesante es que el cine, además de contarnos una historia entretenida,


también contribuye y presenta dilemas morales. Creo que la experiencia es rica
cuando la película nos permite, como espectadores, pensar en las situaciones
y en los personajes mismos, sus acciones o lo que les sucede. Volver a verlos
como si existiera fuera de la novela y en algún lugar del mundo, viviendo con el
peso de sus decisiones, admirando o criticando cómo manejaron lo que estaba
pasando.

Estas reflexiones se intensifican cuando la obra presentada puede ser


completamente real, como muestra la película El enemigo invisible, que
muestra el desafío ético que presentan los drones en la guerra y el
enfrentamiento. El coronel Katherine Powell (Helen Mirren) es una oficial de
inteligencia británica que lidera una operación encubierta para capturar a un
grupo de terroristas escondidos en un escondite en Nairobi, Kenia. En medio
de su espionaje, ella y su equipo multinacional de comandantes militares,
soldados y altos asesores se dan cuenta de que el grupo terrorista está
organizando una misión suicida con un objetivo civil. El objetivo original de la
misión cambió por completo.

Ahora, en lugar de capturarlos, tienen la capacidad de acabar con ellos y así


evitar un ataque. Una misión que podrían completar con un solo ataque con
drones. Parece sencillo: pulsa un botón y listo, la misión puede ser un éxito
aparente.

A este giro inesperado de la misión se le suma un elemento exterior que


aumenta la tensión y hace que los detalles más ocultos de los personajes de la
película (y del público) desaparezcan. El piloto de drones estadounidense
Steve Watts (Aaron Paul) ha recibido la orden de atacar el refugio donde se
encuentra la organización terrorista. Mientras estudiaba las coordenadas del
ataque, notó la presencia de una niña vendiendo pan cerca, donde el
bombardeo con drones tendría consecuencias mortales. Es difícil no
comunicarse con ella.
Aquí es donde la película expone el dilema moral: ¿vale la pena crear daños
colaterales para salvar más vidas? ¿Es mejor salvar a una persona, incluso si
eso significa poner en peligro la seguridad global?

La toma de decisiones de la inteligencia británica está bajo una enorme presión


y la misión va contrarreloj, ya que los terroristas podrían llevar a cabo sus
planes en cualquier momento.

La realidad es probablemente muy diferente a lo que presenta esta película del


director Gavin Hood y el guionista Guy Hibbert, pero ciertamente genera un
debate interesante, que abarca diferentes ángulos y diferentes escalas de
valores e intereses de todos los personajes.

Se trata de una película realista, tensa y atrapante, con momentos de humor


que permiten hacer una pausa y aligerar la carga dramática.

La película de Hood nos permite reflexionar sobre el uso de drones, los daños
colaterales, las vidas en juego, el orgullo de las naciones por capturar a los
terroristas papá. Además, y astutamente, la distinción entre ataques terrestres
es inmediata, a diferencia de los ataques con drones, que pueden estudiarse
de manera más y menos instantánea que los drones en el set.

Finalmente, el tercer acto nos da el final, la decisión de lanzar dos misiles sobre
el objetivo, que es el asesinato del objetivo y de la niña. Al final de la misión
nadie quedo satisfecho, a pesar de causar el menor daño posible, al final todos
tenían un poco de sangre en las manos y nadie bromeaba como al principio de
la película.

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