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Corría el año 1993 y la cámara de Kevin Carter 1 "dispara" la foto de la niña y el buitre, una
de las imágenes más controvertidas y famosas, que recorrerá el mundo sin pasar
inadvertida para los más variados análisis morales y éticos que podamos mencionar.
Esta imagen, la de una niña famélica siendo “aparentemente” acechada por un buitre, fue
tomada en medio de un Sudán arrasado por la guerra y el hambre y fue tan polémica e
icónica que arrojó a su fotógrafo, sudafricano él, a ganar el premio Pulitzer.
A un año de este suceso,que perdurará en las retinas de las personas hasta la actualidad,
su autor se suicida en medio de una crisis subjetiva y económica, difícil de sobrellevar.
Las elucubraciones que se suceden tras la publicación de esta imagen son de lo más
diversas y nos remiten a la necesidad de reflexionar desde la lente que fuera, para
comprender en profundidad los motivos de las mismas.
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En consecuencia, los recorridos que transitan, no son nada fáciles, sus ojos graban
creaciones visuales aterradoras, momentos de impotencia, de adrenalina, de injusticias, de
desolación, de tristeza, de desigualdad, y también de luchas ganadas, pero sobre todo
parten de un bagaje emocional ineludible a la hora de observar la realidad.
En palabras de Aristóteles “... cada uno de los sentidos tiene su sensible (objeto) propio: la
vista, los colores, los sonidos, etc.. y de las huellas que dejan las sensaciones, nacen las
imágenes…” 2 , y esta imagen que cobra forma y sentido surge para visibilizar la situación
más triste e injusta que una niña o niño pueda atravesar, y de algún modo intentar remover
las entrañas de sus espectadores, ¿lo habrá conseguido?...
Seguramente esta imagen es incómoda y poco ética para los ojos de aquellos y aquellas
que tienen sus necesidades y privilegios ya cubiertos y es una representación visual que
pone de manifiesto y comprueba de algún modo el grado de sensibilidad humana, pero
también es más fácil hablar sobre la moralidad del fotógrafo y no hacernos cargo como
sociedad de todo el desastre que generamos, ya sea por acción o por omisión.
Siguiendo a Aristóteles, " aquello que se busca, se lo busca justamente, porque representa
un bien" 3 y si en este caso descuidar lo que le estaba pasando a la niña o desatender los
peligros que podría correr (por unos minutos), significaba transmitir lo que estaba
sucediendo para generar conciencia, podemos afirmar que fue un medio claramente válido.
Así, podemos concluir, afirmando que el ojo contemplador del buitre a la espera de atacar a
su presa, no es más que el ojo acusador de quienes están observando la imagen y
censurando posibilidades para salir al ataque del mensajero, que en definitiva no son más
que esa mayoría ignorante que habla sin pensar y que tampoco pone foco en lo real, como
lo es el llamado urgente a empatizar con el otro.
1. Kevin Carter es el fotógrafo que se hace reconocido por haber sacado la imagen de “la niña y el buitre” (1960-1994)