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Consigna:

“En el desprendimiento o desasimiento de las figuras (o lógicas) parentales, el


adolescente se propone reinventar su propia lógica. No lo hace solamente en
soledad sino con otros, con sus pares. Cada generación humana trae su promesa de
novedad…”.
L. Cornú en Viñar (2009: 69).

A partir del enunciado desarrolle y articule las siguientes categorías conceptuales:


- Agentes de subjetivación no familiares;
- Puesta en desorden;
- Proceso de historización;
- Acontecimiento.

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Introducción:
El presente trabajo está desarrollado siguiendo dos líneas teóricas, la primera es
el paradigma de la complejidad y la segunda, desde un posicionamiento
psicoanalítico.
Siguiendo los lineamientos del paradigma de la complejidad, todos los procesos
descriptos en el desarrollo de este trabajo, no se dan de una manera lineal ni
estructurada, sino que todos ellos están entramados entre sí a modo de red, con
idas y vueltas, con avances y retrocesos, interactiva y dinámica. Todos los
fenómenos que atraviesa la adolescencia están interconectados. Es un sistema
abierto y activo, donde hay intercambios y diálogos entre el entorno y el sujeto. Y
además de lo planteado, también siguen el principio de auto-organización, los
procesos se vinculan y emergen entre sí y se enlazan en esta dinámica
(Najmanovich, 2008).
Desde la teoría psicoanalítica, se va a hablar del adolescente como un sujeto
psíquico productor de subjetividad, entramado por las dimensiones intrapsíquica,
intersubjetiva y transgeneracional. Estas tres categorías se entraman para resultar
en un sujeto atravesado por lo complejo, donde cuerpo, vínculos, y lo cultural y
epocal, están en constante devenir y se sumergen en caos y la interacción, para
luego autoorganizarse nuevamente. “La subjetividad es materia psíquica viviente
que se produce en el intercambio entre otros sistemas (intrapsíquico), por el
intercambio con los otros (intersubjetivo), por el intercambio con el medio
(transubjetivo). Su actividad por ser intercambio entre sistemas es inacabada.”
(Grassi, 2013:20).
La producción del siguiente trabajo hace un recorrido por las características
principales del entretiempo de la sexuación, término acuñado por Grassi para
describir y explicar los procesos por los que el adolescente transita en el traspaso de
la sexualidad infantil hasta la conformación normal definitiva (Grassi, 2010).

Desarrollo:

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La adolescencia es un tiempo que los sujetos recorren en el camino desde la
sexualidad infantil hasta la conformación de la sexualidad definitiva. Esta postura es
explicada tomando la teoría de Bleichmar (2006) en la que desarrolla que la
sexualidad no está dividida en dos tiempos como plantea Freud (1905), sino que la
sexualidad infantil y la conformación normal definitiva, son dos tipos de sexualidades
completamente diferentes (citado por Grassi, 2010). Grassi (2010) plantea que pasar
de una sexualidad a otra no se da de manera automática, sino que entre ambas
existe un tiempo lógico de traspaso al que llamó entretiempo de la sexuación. Hay
tres procesos que se encuentran en él, a saber: lo puberal, lo adolescente, y la
juventud. Estos se entraman de manera compleja, fluctúan, varían y se modifican
entre sí. El entretiempo está caracterizado por ser un tiempo de recambio y puesta
en desorden, en donde al sujeto le urge transformar, crear e inscribir un cuerpo
distinto del infantil, donde existe un deseo genital ligado a un objeto no familiar,
entre otras cosas.
Entre las características del entretiempo se ubica la puesta en desorden. Es un
momento lógico tomado como un rédito positivo y meta a alcanzar, donde los
adolescentes tienen la necesidad de desordenar para así poder metabolizar,
incorporar los cambios que se producen en el cuerpo, en el entorno y en su historia.
Dicho de otra manera, trabaja sobre las fuentes intra-subjetiva, inter-subjetiva y
trans-subjetiva. Este tiempo de desorden toma lo nuevo, lo distinto y lo heterogéneo,
y los transforma reorganizándolos, les da un nuevo orden, y también, genera neo-
organizaciones (Grassi, 2010).

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La puesta en desorden, como ya se dijo, es un momento lógico que el
adolescente debe traspasar, ya que lleva a cabo procesos de subjetivación de
múltiples orígenes, siendo una de ellas es la inscripción psíquica del nuevo cuerpo.
Debido a que el advenimiento de la pubertad trae aparejado cambios de gran
magnitud, el creciente debe incorporar e introyectar psíquicamente esas
transformaciones (Córdova, 2010). Todo este embate de cambios intensos que
irrumpen en la vida del adolescente en la pubertad, generan una incapacidad de
responder adecuadamente, se resignifican las vivencias infantiles que no fueron
elaboradas y se conforma lo que llaman el trauma puberal (Grassi, 2017). Nasio
(2012) explica que el adolescente se encuentra solo frente al espejo y la imagen
corporal que le devuelve es una imagen unificada, pero enloquecido por las fuerzas
pulsionales y desconocido (Grassi, 2012). En este proceso identificatorio, el
adolescente necesitará de los otros, de otros pares que ayudarán a que pueda
inscribir su propio cuerpo, ahora genital, dominado por pulsiones y acaparado por un
súper yo rígido e inflexible. En el transcurso del proceso identificatorio es que el
adolescente se ve obligado a explorar, no le alcanza con lo conocido, con lo familiar,
sino que necesita salir a buscar fuera, eso que desconoce de sí mismo y le urge
descubrir (Waserman, 2011). Es así como el adolescente comienza este viaje,
inicialmente desde la fantasía para luego volcarse a la realidad, la búsqueda de
otros para poder adueñarse de su propio yo.

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El adolescente se vale de agentes de subjetivación no familiares, según
Rodulfo (2004) existen cuatro de ellos, con los que logrará llevar a cabo el proceso
identificatorio, la banda, como grupo; los pares, los amigos; lo tele-tecno-mediático; y
otros adultos. Estos agentes son necesarios para que pueda llevar a cabo el proceso
de manera saludable. El primero de ellos se refiere a la grupalidad. Con la llegada
del trauma puberal, el adolescente ingresa a estos grupos donde tiene la ilusión de
estar fusionado y completo, lo que se conoce como masa puberal. Este momento le
sirve para poder reorganizar su narcisismo y conectarse con los otros en una
realidad imaginaria compartida (Córdova, 2019). En este trabajo de identificación,
que tiene la categoría de acontecimiento, es que logra el acto psíquico de la
inscripción del cuerpo. La masa puberal se va transformando en una grupalidad
donde cada integrante se reconoce como altero, si esto no pasara, se dice que ya no
es pertinente pertenecer al grupo, ya que crea puntos de fijación que dificultan la
singularización. “Estar siendo con los otros y entre otros, fluires constantes sin
formas fijas, indefinidos necesarios para transitar la adolescencia” (Altobelli &
Guaragna, 2010:), es en ese estar siendo que se escribe un nuevo acto psíquico, el
acontecimiento de la creación de la categoría del nos-otros (Rodulfo, 2004).

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Otra característica de la puesta en desorden es la constitución de un vínculo en
alteridad, pero para llegar a esto debe atravesar un proceso de desasimiento de las
figuras parentales. El adolescente se encuentra con un cuerpo plagado de
sensaciones genitales que inicialmente son incestuosas, en ese momento empieza
un trabajo de desasimiento, de recambio de objeto, donde debe abandonar el objeto
familiar para poder pasar a investir objetos no familiares. Según Freud (1905) el
desasimiento de las figuras parentales es un logro psíquico al que se llega
atravesando un proceso doloroso pero necesario para que los sujetos logren
instalarse en la cultura. La figura de los padres pasa a ser obsoleta, ya no son los
padres ideales de la infancia. Desde otra postura, el desasimiento de las figuras
parentales se debe llevar a cabo para poder cortar con los deseos familiares,
buscar su propia lógica, sus propios discursos, pero para ello, debe llevar a cabo la
operación simbólica de asesinar a los padres, “la muerte y triunfo personal aparecen
como algo intrínseco del proceso de maduración y la adquisición de la categoría de
adulto” (Winnicott, 1979:187). Córdova (2010) lo plantea como una excorporización
de las inscripciones parentales del cuerpo, habilitando al pasaje de lo endogámico y
autoerótico a lo exogámico, así como también la renuncia de placer a cambio de un
proyecto a futuro. Este proyecto por el cual renuncia a los objetos familiares es el
hallazgo de objeto. Un objeto elegido desde la alteridad, entra en la categoría de
acontecimiento, ya que irrumpe como algo nuevo en el que el sujeto se implica
activamente, es inscripción del encuentro nuevo con la sexualidad de otro altero
(Grassi, 2013).
Se tomará una última característica de la puesta en desorden para ser trabajada
en el presente desarrollo: la reorganización de lo transgeneracional. El adolescente
sufre un duelo tras el abandono de la infancia, al no poder volver a ese momento
comienza un proceso de historización de la infancia y el duelo por el objeto perdido
(Córdova, 2010). Este duelo, será trabajado por el adolescente a través de la
historización, recordar y elaborar lo infantil para lograr desasirse de los objetos
primordiales mediante un duelo historizante (Córdova, 2019). Este trabajo del duelo
historizante, es poner en historia y en memoria aquellas vivencias definitivamente
perdidas, para tener una continuidad de su propia existencia (Aulagnier, 1991, citada
por Córdova, 2019), “El trabajo de duelo permite al yo ser y hacer historia, genera
espesor simbólico, produce subjetividad” (Córdova, 2019:).

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El proceso identificatorio requiere un proceso de historización, es un trayecto
saludable que debe recorrer el adolescente que promueve la creación de la propia
historia, entra en la categoría de acontecimiento ya que implica un trabajo psíquico
de introyección de la historia de la infancia. Aulagnier, explica que la finalidad del
trabajo psíquico de la historización es extender un puente entre el presente y el
pasado, este último es donde encuentra las bases el presente para el proceso
identificatorio (Aulagnier, 1991, citada por Otero, 2019). Lastra (2019) ubica a la
adolescencia como un trayecto privilegiado donde tiene una nueva oportunidad de
rearmar su construcción identificatoria. El proyecto identificatorio necesita de la
creación de un fondo de memoria que guarde aquellos recuerdos atravesados por el
afecto en la infancia, este aporta dos funciones fundamentales para que el yo realice
el proceso de historización, la primera ser garante del registro identificatorio,
regida por el principio de permanencia, tiene como cometido referenciar al sujeto a
su genealogía, garantizando su mismidad; la segunda la construcción del capital
fantasmático, dirigida por el principio de cambio, son recuerdos descriptos como
moldes relacionales, que Aulagnier llama “representaciones conclusivas” (Aulagnier,
1991, citada por Otero, 2019).

Conclusión:
En resumen se puede decir que el adolescente está atravesado por diferentes
procesos que lo llevan a una subjetivación e identificación. Inicia el trayecto con el
advenimiento de un cuerpo extraño y desordenado que lo invita necesariamente a
salir de la comodidad del seno familiar para poder investir el mundo. No lo hace sin
sufrir en el camino momentos dolorosos y de incertidumbre, que requerirán de
mucha energía para poder tramitar esos sucesos. En ese viaje identificatorio el
adolescente, en ese momento puberal, recorre un sendero que va desde el combate
con sus propias fuerzas pulsionales que tienen un deseo incestuoso, con la
represión impuesta por un súper-yo rígido e inflexible que lo obligará a desasirse de
esos deseos y salir a buscar fuera donde satisfacerlos. Es en esa tramitación, que lo
adolecente sale en busca de un nuevo objeto fuera de lo conocido, habilitando el
proceso de hallazgo de objeto.

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El abandono del cuerpo infantil y de la infancia es lo que lleva al adolescente a
llevar a cabo un proceso de historización para poder conformar su mismidad, no es
sin esto que puede darse el traspaso a la juventud. Este proceso hace que el
creciente, ahora en duelo por el desprendimiento de lo infantil, logre apropiarse de
su pasado para poder inventarse en el presente. Es una investigación en la que
busca descubrir quién es, de dónde viene, son las preguntas directrices que guían
ese trabajo. Lo que busca es poder adueñarse de su historia y poder contar su
autobiografía para definir su propia identidad.
En conclusión, el adolescente está destinado a buscarse a sí mismo en lugares
desconocidos, inscribir su propio cuerpo a través de la mirada de los demás y a
encontrar su identidad presente en el pasado.
Para cerrar dejo una parte del tema Perdido de Airbag, que encierra en su letra
parte del camino del adolescente en su proceso de encontrarse.

Esta noche voy perdido Esta noche voy sin rumbo


en un camino sin fin a un lugar que prometí
El destino me tendió una trampa a encontrarme con mi sombra
se ríe de mi con la vida que perdí, perdí.

NOTA: 8
Segundo cuatrimestre 2022

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