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Un joven se presenta a la consulta hospitalaria describiendo que a partir

que se le descubre un coágulo en el cerebro, en el tomógrafo computado,


todo cambió para él. Había tenido un accidente automovilístico, estuvo
internado, y es allí donde detectan, vía la tomografía, un traumatismo de
cráneo y el coágulo. La situación de cambio radical( durante el estudio en
el tomógrafo) la resume en la verificación de que su padre lo nombre
tonto. Verificación que es una voz que escucha, en esa oportunidad y por
primera vez, de carácter inequívoca. Si bien antes su padre podía
proferirle algún adjetivo descalificador, éste no era vivido como invasivo,
cosas de la juventud, pero luego de cumplir, dirá: “la mayoría de edad, un
hombre reacciona” No sabe muy bien qué quiere decir esto, ni porqué su
padre desde ese momento lo designa así, pero lo que sí sabe es que eso
que pesca en ciertos gestos paternos lo perturba hasta violentarlo. El ser
tonto afecta, desde ese momento, todos los lazos, en especial con las
figuras masculinas, desde el marido de la madre hasta el profesor
universitario. Este joven tiene que tomar medicación anticoagulante ya
que no es posible una intervención quirúrgica. Al poco tiempo de la
consulta, me comunica, no sin reparos, (teme poder ser escuchado por
algún otro), que ha encontrado la manera de poner fin a la tensión
generada en las peleas con su padre. Esto es que se encierra en su cuarto
y a solas se corta un brazo con un cuchillo o una navaja. “Un corte
logrado”, dice, ya que no cicatriza, pues está anticoagulado. Al fluir la
sangre se calma. Al tiempo deben llevarlo al hospital para que la herida
cierre. Al interrogar estas escenas anteriores a cortarse puede localizar
cual es el momento que lo dispara: “el gaste del padre”, el cancherito lo
burla. Para las mujeres de la familia, la madre y su hermana, dos años
menor, él es un niño molesto, un inservible, un estorbo, pero a él estos
dichos no le afectan. Respecto de las mujeres es una cuestión de edad, la
madre está vieja y la hermana es una “pendes”. Pero el marido de la
madre, expolicía, tiene algunos gestos que también lo “gastan”. Entonces
el tope es nuevamente el corte en su cuerpo. Paralelamente a estos
relatos trae a las entrevistas una serie de dibujos, copia personajes
animados, lo hace desde que estuvo internado, (internación clínica, por el
accidente). Apelar a los Simpson, serie televisiva que ve a diario, tendrá
consecuencias para la orientación de la cura. En este momento mi
lugar de oyente era el de quien aloja su testimonio y la única intervención
fue que antes de cortarse, es decir en el momento anterior donde se
presentificaba ese gesto que lo gastaba podía llamarme por teléfono y
entonces lo escribió en un papelito que llevaba en el bolsillo. Nunca me
llamó, pero no volvió a cortarse.

Otros cuerpos.
Ahora arrojaba objetos contra el cuerpo del padre, y otros hombres que
portaran aquel gesto que lo burlaba. Así los que me llamaban por teléfono
solicitando entrevistas eran los padres muy alarmados, pues le había
clavado un cuchillo al marido de la madre. El momento anterior a la acción
es relatado por él diciendo: “No me quedó otra alternativa, si el tipo me
gasta, es él o yo, fue un cortecito, no lo hice a propósito...”.
En las discusiones con el padre se revelaba un capricho paterno sin
argumento. “El auto no se lo presto porque no”. Recordé en ese momento
que, en el registro de conducir, estaba escrito que le era necesario para
conducir un espejo especial, ya que la visión del ojo derecho había
quedado alterada a raíz del problema del coágulo, ese espejo no se
conseguía fácilmente. Así apelé a lo que estaba escrito, lo que tranquilizó
tanto al hijo como al padre. Pero la tranquilidad era solo momentánea.
Diferentes situaciones lo confrontaban una y otra vez con la necesidad de
ponerle un coto al gaste de estos Otros masculinos. Escupir la cara al
profesor universitario porque no lo aprobó en dibujo, un cenicero por la
cabeza del padre ya que le dijo que dejara de boludear con los dibujos que
copiaba. Una y otra vez ese gesto lo invadía. Mientras tanto seguía
dibujando y relatando capítulos de su serie televisiva preferida. En una
entrevista dice que su tío paterno habló mal sobre su abuelo y que eso
estaba destinado a él, si el abuelo era un estúpido y él era su nieto,
entonces el tío le estaba diciendo estúpido a él. Ante lo cual nuevamente
aparece ese gesto y arroja el plato de la mesa sobre la cara del tío. Dice:
“Si yo no me cuido, el insultado soy yo.” Le pregunto si no habrá otra
manera de cuidarse, y dice: “Yo me cuido, uso forro, ja, ja, sabes que voy a
tener un hijo” y luego agregó: “es un chiste”. Al rato relató cuestiones
anecdóticas de cómo seguía su día.
Hacerse el tonto
Cada vez que al sujeto se le complicaba el lazo con el Otro, “hacerse el
tonto” vía estas frases disparatadas hacían de tope.
La intervención “otra manera de cuidarse” entonces permitió al paciente
valerse de otro recurso del que comenzó a disponer en acto en la sesión
misma, que ya estaba anticipado en el recurso del dibujo, al apelar a la
copia del personaje Homero, que hacía del padre la caricatura que
atemperaba la burla. Ahora él se hacía el tonto. Así comenzó a reírse
nombrándose Bart, ante el gaste de aquellos que quedaban convertidos
ahora en Homeros.
A partir de este tiempo que se inaugura en acto en la sesión, cierto saber
hacer para el sujeto le hacía posible los lazos con otros. En las sesiones
relataba la genealogía “Simpson”, destacando que Bart Simpson heredó
de su padre el gen de la estupidez, un gen que se encuentra en el
cromosoma Y, siendo los hombres Simpson los únicos que heredan el gen.
Se puede localizar en este caso la función del corte; artificio que vía el
tratamiento encontró otra manera de funcionar más compatible con la
vida.
El Bart también le permitía cierta distancia con las chicas ya que demoraba
su mayoría de edad, ironizaba entonces con el decir materno, niño
adolescente molesto, que podía aplazarse al futuro En este caso, lo
adolescente de Bart, permite lo asintótico del acto. Aplazando así el
encuentro con una mujer.

Marisa Moretto.

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