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En este texto de Freud se aborda el conocido caso del hombre de las ratas. Éste es el
pseudónimo que se utilizo para llamar al paciente de Freud (Ernst Lanzer). Se utilizo
este apelativo por su obsesión con las ratas. Es un caso de neurosis obsesiva. Lo que
precipito su síntoma fue la angustia ante el relato de un capitán que relato una cruel
tortura en donde se utilizaba a las ratas. A Ernst le torturaba la idea de que su padre
muerto y la mujer que amaba fueran torturados de esta manera.
Para comprender la neurosis obsesiva hay que remontarse en la vida sexual infantil. El
paciente de Freud comenta que a la edad de 5 años le pidió a la gobernata que le
dejara tocarle los genitales y ella accedió. Él no perdió ocasión para mirar los genitales
femeninos. Tenía un gran deseo de mirar a las mujeres desnudas. Le sobrevinieron
ideas obsesivas de que si veía mujeres desnudas su padre moriría.
Transcurrido varios años de la muerte del padre, el paciente experimentó por primera
vez la sensación de placer de un coito, y se le impuso la siguiente idea: “¡Pero esto es
grandioso!, a cambio de ello uno podría matar a su padre”. Esto es un eco de sus ideas
obsesivas infantiles. Sumado a que tiempo antes de la muerte del padre, este había
tomado partido en la elección amorosa por parte de Ernst y le desaconseja su elección
amorosa, diciéndole que conseguiría ponerse en ridículo.
La conducta onanista del paciente era llamativa debido a que no había desarrollado
ningún onanismo en la pubertad. Sin embargo, a sus 21 años, poco después de la
muerte de su padre, comenzó a realizar dicha práctica, quedando muy avergonzado
luego de cada satisfacción.
El paciente tenía una peculiar conducta en una época en que estudiaba para rendir un
examen y jugaba con la fantasía de que su padre aún vive y puede retornar en
cualquier momento. Él se quedaba estudiando hasta tarde, y abría la puerta como si el
padre estuviera frente a ella, y luego, tras regresar, contemplaba en el espejo del
vestíbulo su pene desnudo. Se comportaba como si esperara la visita del padre a la
hora de los espectros (entre las 12 y la 1). Ahora debía alegrarse si retornaba como
espectro y lo encontraba estudiando, y por otro lado, al mostrarse desnudo, desafiaba
al padre.
De igual manera Ernst asegura que de esta vivencia se produjo una alteración de
carácter. Por angustia ante la magnitud de su propia ira se volvió cobarde desde
entonces, sumado a que durante toda su vida tuvo una angustia terrible a los golpes, y
se escondía aterrorizado e indignación cuando pegaban a alguno de sus hermanos. La
madre del paciente a demás de confirmar ese relato, comento que él tenía entre 3 y 4
años y que mereció el castigo por haber mordido a alguien (pudo haber sido la
niñera).
Esto abre camino para comprender la relación del paciente con el padre y esclarecer el
enigma de las ratas.
Cuando Ernst estuvo en el ejército escucho dos relatos del capitán checo (El cuento
sobre las ratas y su reclamación de devolver el dinero al teniente primero) que le
provocaron mucha emoción y reacciones patológicas violentas.
>Primer relato:
Oyó contar a un oficial, que tenía una acreditada fama de sádico, un método de tortura
utilizado en China, que consistía en acercar un cubo lleno de ratas al trasero de los
prisioneros e ir introduciendo las ratas por el recto. Nada más escuchar la narración de
este cruel tormento, Ernst tuvo la certeza de que esa tortura iba ser aplicada a las
personas que amaba.
>Segundo relato:
Al día siguiente, el mismo capitán que narró la tortura de las ratas le dijo que debía
pagar a un compañero un dinero que éste había abonado por el pago de unas gafas
que el paciente había perdido. A partir de este momento se creó en él un pensamiento
obsesivo: Si devolvía el dinero al compañero, el tormento de las ratas se aplicaría en la
realidad a sus seres queridos. Esto le creó una gran ansiedad y enormes dudas,
debatiéndose entre pagar la deuda al compañero o no hacerlo para evitar el tormento
a su padre. Tras interminables maniobras, siempre fallidas, para saldar la ridícula
deuda de 3,80 coronas, acabó confesando que en realidad quién pagó el dinero no fue
su compañero, sino una bella joven empleada en la oficina de correos, y era a ella a
quién debería entregar el dinero.
La representación del castigo consumado con las ratas había estimulado cierto
número de pulsiones, despertado una multitud de recuerdos, y por eso las ratas, en
el breve intervalo entre el relato del capitán y su reclamación de devolver el dinero,
habían adquirido una serie de significados simbólicos. El castigo de las ratas despertó
sobre todo al erotismo anal, que en su infancia había desempeñado considerable papel
y se había mantenido durante años por un estimulo constante debido a que había
tenido lombrices intestinales. Hay que tener en cuenta que el término <ratas>
(<Ratten>) tiene un gran nexo con <cuotas> (<Rateen>). Este significado de dinero de
las ratas se apoyó también en la reclamación del capitán a devolver el monto del
rembolso; ello sucedió con ayuda de la palabra puente <Spielratte>, desde la cual se
descubría el acceso hacia la desafortunada situación del juego del padre.
Además la rata es consabida como portadora de infecciones peligrosas, y por este
motivo también pudo ser empleada como símbolo de la angustia ante la infección
sifílica, tan justificada en el ámbito militar de la época.
El pene del niño pequeño, puede ser descrito sin más como un gusano, y en el cuento
del capitán las ratas cavaban en el ano como en su infancia lo hacían los gusanos. Así,
el significado de <pene> de las ratas descansaba a su vez en el erotismo anal. La rata
es, un animal roñoso que se alimenta de excrementos y vive en las cloacas.
Es inseparable de la representación de la rata que ella roe y muerde con sus afilados
dientes y es cruelmente perseguida por los hombres, y aplastada sin piedad. Y él
mismo era un tipejo así asqueroso y roñoso, que en la ira podía morder a los demás y
por eso ser azotado terriblemente. Real y efectivamente podía hallar en la rata <la
viva imagen de sí mismo>.