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INTHODUCC!

ÓN

clínico
construcción de una
una atmósfera afectíva
ordenar tolerando caos que se presente una ,;:;tra atendiendo
más a lo que allí emergía en términos de irrupciones afectivas, tonos y gestos
que a la palabra propiamente dicha.

CASO

La paciente que llamaré Irene consulta cuando tiene 19: años. Llega a su
primera entrevista 30 minutos más tarde sin al menos esíar advertida de ese
atraso. Sus relatos no alcanzaban coherencia alguna. Me costaba seguir el
hilo de su pensamiento, absolutamente desarticulado. Sus atrasos y sus
ausencias reiteradas me desconcertaban y en esa situación decido
supervisarla.

Señalo al pasar, y no tanto, que por aquél entonces círcul.aba la idea de que no
había que invertir la demanda. Precepto que sin dejar de: ser válido, en tanto
práctica de la abstinencia por parte del analista, supuso también un modus
operandís que no contemplaba lo diverso de las posibles demandas. Sostenida
en esta indicación obedientemente, suspendo el análisis.

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profunda angustia. El motivo por el cual decía venir era que ante distintas
situaciones que le implicaban asumir un determinado compromiso, se
escapaba.

Advertida por la experiencia previa, le hago lugar a esta reiteración,


preguntándome entonces si se trataba simplemente de un síntoma neurótico.
De aspecto siempre venía carg con una mochila, algunas
bolsas, 1 Al todo se le empezaba a caer de las manos. Una cosa
por aquí, otra por allá. Murmuraba. Le preguntaba que estaba díciendo y decía
no saber. No podía detenerse a pensar.

historia que relataba aparecía deshilachada. Refería sólo con prec1s1on


que provenía de una famílía de padres separados. Cuando !e preguntaba si
tenía algún recuerdo de aquella situación decía: "no me acuerdo nada, no
cuantos yo ... cinco, siete, diez.". No es algo de lo que
"
casa ,a
profesión tiempo
amigo de su
marido, con él y sus dos hijos.
E! padre nueva familia con quienes
Irene decía
Pasaba todo el período de las vacaciones de verano en la casa de unos tíos :
maternos que vivían en una ciudad balnearia. Avanzado el tratamiento
recordará que allí se perdió en reiteradas ocasiones y sólo horas después
repararían en su ausencia.

En la época la consulta vivía unos días en la casa del novio,


unos amigos, o a veces en lo de la madre. que no había un
lugar donde instalarse, sin poder sostener nada, ni sostenerse en nada. No
podía detenerse en nada, y menos que nada a pensar. Sus manifestaciones
discursivas eran altamente desorganizadas e inconexas.

Esta muchacha echaba una y otra vez de su lado al novio de quier; decía
estar muy enamorada. Cuando finalmente el muchacho se iba, salía
corriendo detrás de él, si estaba desnuda (SIC) no importaba, lo haciEL igual.
No podía decir porqué !o echaba, ni porque salía a buscarlo.

Sus reacciones emocionales desmedidas e inmotivadas parecían ser moneda


corriente en su vida. Del mismo modo podía llegar a sus sesiones (cuando
llegaba y no se perdía por el camino) tanto veinte minutos antes· como
cuarenta después del horario establecido para el comíenzo. ¿Cuál era el
motivo? No lo sabía. ¿Había al menos una excusa? No.

En los primeros tiempos del tratamiento me aboqué en primer lugar a


ofertarme como otro que sí registraba sus escapes,

teléfonos que, estratégicamente, le había pedido que me dejara, hasta que


finalmente !a encontraba. Era un modo de decirle que registraba su ausencia y
que en el espacio del análisis tenía un lugar.

Cuando volvía, lo hacía sumida en una profunda desesperación, una angustia


casí desbordante. Así me contaba de todos los excesos a los cuales se
había sometido: alcohol, drogas, comidas, promiscuidad sexual, sin ninguna
protección y con el consecuente riesgo de vída.

Su transcurrir por la vida adquiría la forma de un aquí y ahora constante, lo


que determinaba una forma particular de ubicación en el tiempo. Sin referencia
al pasado y sin perspectiva de futuro. El tiempo parece no transcurrir.

Durante un período del tratamiento trataba de encontrar algo que ella pudiera
recortar como propio y allí emergió su gusto por la pintura. Un atisbo de ilusión
asomaba en el horizonte? Se anotó en un curso pero a poco andar al darse
cuenta que no era Van Gogh abandono el proyecto. Decía : tengo ser
!o más", De ahí a la inhíbición había un solo paso. Del nada es posible,
pasaba sin solución de continuidad, al todo es posible. De allí nuevamente a la
nada.

Con el nscurrir del proceso analítico pudo recordar que a! mes su


nacimiento el padre hizo abandono de Ja casa y si bien volvió a! cabo de
algunos meses , esto no alcanzó para que ella sintiera que e! hecho mismo de
haber nacido, fuera que había llevado a sus padres a la separación,
haciéndose en este sentido sostén de su madre que a partir de entonces cae
en una profunda depresión tras lo cual contrae una seria enfermedad que !e
afectó la movilidad.

Resultaba paradójico escuchar que se refería a su madre como una "mama-


gaHina". Imagen que pretendía dar cuenta del cobijo y protección excesiva que
sentía le prodigaba. En tanto que relataba situaciones que denotaban una
marcada ausencia de sostén materno aún siendo ella muy chiquita: andar sola
en patines en la vereda a los tres o cuatro años, mientras ~¡¡ª_dormía la siesta;
drogarse en su presencia y hasta desaparecer, siendo una púber, por varios
días sin dejar e! menor rastro y pasando esta ausencia inadvertida. O bien,
situaciones en que ante la necesidad de ponerle un límite sü madre rompía en
!tanto sintiéndose ella en la necesidad de consolarla.

La idea de una "mamá gallina" construida como modo de compensar la


desatención de la madre constituía un objeto que pese a todo le otorgaba
sostén aún al costo de un atroz sometimiento. Era frecuente que dijera que la
madre "no esperaba nada de ella". Lo que era significado como que no la
había cargado con ninguna exigencia y que la había dejado "libre de hacer lo
que quería" i esto la enaltecía ante su mirada.

Si algún atisbo de cíerta separación, emergía, ínmedíatamente la asaltaba un


sentimiento de culpabilidad que se expresaba poniendo en peligro todo lo
transitado hasta allí en el análisis. El sólo hecho de pensar en ésta posibilidad
parecía retornar contra ella rnisrna bajo !a forma de reproducir una y otra vez,
en las relaciones que establecía con cualquiera que pudiera encarnar el lugar
materno, incluida la analista, una posicíón en la cual siempre quedaba ubícada
como un desecho.

Un día llega a su sesión algunos minutos antes y toca insistentemente el


timbre. Al ser su hora le abro y no puede dejar de repetir la siguiente frase:
"que vergüenza!!", que refería al hecho de haber interrumpido con el timbre
mi trabajo con la paciente anterior. Seguía hablando y volvía sobre la misma
frase. Por lo cual y pareciéndome excesivo el afecto que expresaba, le
interrogo. Allí rompe a llorar desconsoladamente y dice que todas las noches
que ella dormía en casa de su madre, uno de los hijos de su esposo, entraba
en su cuarto y acostándose en el piso al lado de su cama "metía la mano por
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debajo de las sábanas y la toqueteaba Ella nunca pudo contarlo porque

supuso que nadíe !e creería ya que en una oportunidad en vez de ser ella
quien se encontraba en !a cama estaba su madre, quien al día siguiente en
tono muy jocoso contó que el muchacho la despertó porque se le había
ocurrido ir a "buscar el diario" debajo de la cama. Y casi como sí en ese
momento fuera ella quíen se hubiera despertado, expresó llorando: "Mi mamá
no vio nunca nada"

De allí en más su posicíón en la familia fue cobrando un giro ínsospechado.


Pudo contar lo que sucedía noche tras noche. Para su sorpresa su hermana
dijo que mientras había vivido allí le había sucedido lo mismo. Esta verdad
develada en el análisis motivó que todos comenzaran a verla de otro modo o
más bien diría que comenzaran a verla.

Así la débil Irene que suponía no poder nada por fuera de las aras protectoras
de !a mamá gallina comenzaba a pararse y a caminar sobre sus propios pies.

Con el transcurrir del proceso fue alcanzando ciertos logros: terminar el


secundario y anotarse en la universidad. Armó una pareja con un hombre que
la cuidaba. ese punto y habiéndose mudado al interior decidimos terminar
el tratamiento. Tal vez en el punto en que otros pacientes comienzan, pero
hasta al!í !legamos y no fue poco.

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