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RAZONES
Abrahán Después del discurso del pan de vida en Cafarnaún (Jn 6), Jesús seguía por Galilea, resistién-
dose a ir a Judea, pero, al final, determinó ir, “no públicamente sino como a escondidas” (Jn
se llenó
7, 10). Y enseñaba en el Templo, provocando admiración y oposición. Después de perdonar
a la mujer adúltera y dejar sin palabras a los que querían condenarla, se manifiesta como
Luz del mundo, Enviado del Padre, explicando así cuál es el verdadero linaje de Abrahán. La
de alegría oposición llega al extremo cuando el Maestro se declara superior al patriarca: “Antes de que
Abrahán naciese, yo soy” (Jn 8, 58). Entonces recogieron piedras para tirárselas. De hecho
(Jn 8, 56)
acababa de decir: “Abrahán, vuestro padre, se llenó de alegría porque iba a ver mi día; lo vio
y se alegró” (Jn 8, 56).
La sonrisa de Abrahán
Estas últimas palabras pueden causar desconcierto. ¿Cómo entender que Abrahán se llenó de
alegría al pensar en el día de Jesús y que al verlo se alegró? Sin duda hay un sentido figurado
en estas palabras. Al repasar los capítulos que el Génesis dedica al patriarca, no descubrimos
de modo explícito ese momento de alegría. Sí recordamos su “sonrisa”.
Después de haber engendrado a Ismael de la esclava Agar, teniendo Abrahán ochenta y
seis años (cfr. Gn 16, 16) Dios le prometió que también Sara iba a darle un hijo, pero eso era
ya bastante imposible, por lo que “Abrahán cayó rostro en tierra y se sonrió diciendo para
sí: ‘¿Acaso un hombre centenario puede tener un hijo, y Sara, con noventa años, puede dar a
luz?’”. A Abrahán le bastaba con que su hijo Ismael viviera en la presencia de Dios. Pero Dios
JOSEP BOIRA le ratificó la promesa, y también en Mambré, estando presente Sara, que al oírlo, también
—Profesor de “se sonrió por dentro” (Gn 18, 12).
Sagrada Escritura
El libro de los Jubileos 16, 16-19
Entre los escritos no canónicos de la literatura israelita se encuentra el Libro de los Jubileos,
que data aproximadamente del s. II-I a.C. Pretende ser una revelación de Dios hecha por un
ángel dirigida a Moisés acerca de la historia de Israel. Refleja una de las diversas tradiciones
judías que estaban presentes en los tiempos cercanos a la vida terrena de Jesús. En particu-
lar, la reacción de Abrahán a la promesa de Dios sobre su descendencia presenta un claro
parecido con Jn 8, 56: “Abrahán cayó de bruces, se regocijó y dijo en su corazón…” (Jub 15, 17).
Ya antes, al final de la Alianza de Dios con Abrán narrada en Gn 15, en el Libro de los Jubileos
se dice que “Abrán se alegró y comunicó esto a su mujer” (Jub 14, 21). Para reflexionar
La alegría de la Fiesta de los Tabernáculos ¿Qué diferencia se observa entre el
También Jubileos dice que a causa de la gran alegría por el nacimiento de Isaac, Abrahán relato del Génesis y el del Libro de los
“hizo una gran fiesta de regocijo en este mes durante siete días […]. Levantó chozas para él y Jubileos al leer la reacción de Abrahán
sus siervos en esta festividad, siendo el primero que celebró la fiesta de los Tabernáculos sobre ante la promesa del nacimiento de
la tierra” (Jub 16, 20-21). Es interesante notar que la Escritura manda estar alegres durante Isaac?
esta fiesta: “durante siete días os llenaréis de gozo ante el Señor, vuestro Dios” (Lv 23, 40). Nadie
debe estar triste: “te alegrarás en la fiesta tú, tu hijo y tu hija, tu esclavo y tu esclava, el levita, ¿En qué contexto tiene lugar la
el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tu ciudad” (Dt 16, 14), en recuerdo de cuando afirmación de Jesús sobre la alegría
Dios sacó a su pueblo de la tierra de Egipto (cfr. Lv 23, 43). La alegría durante esos días se de Abrahán?
convierte en una “ley perpetua para todas las generaciones” (Lv 23, 41). Es también la fiesta
de los Tabernáculos el marco en el que tiene lugar la discusión de Jesús con los fariseos (Jn ¿Cómo tiene que vivir el israelita la
7-9), donde se hace referencia a la alegría de Abrahán. Fiesta de los Tabernáculos?
Conclusión
Así pues, Isaac es figura de Jesús, en su voluntaria pasión, muerte y resurrección. Y la Iglesia,
durante el tiempo de Pascua, se desborda de alegría al celebrar el memorial de la Pascua del
Señor. Ya antes, en el cuarto domingo de Cuaresma, adelantándose al gozo pascual, nos exhor-
ta con palabras del profeta: “Alégrate, Jerusalén, reuníos todos los que la amáis, regocijaos los
que estuvisteis tristes…” (cfr. Is 66, 10). Por eso el cristiano, discípulo de Jesús que nos rescata
dando su propia vida, ha de estar siempre alegre, según el mandato del Apóstol: “Alegraos
siempre en el Señor, os lo repito, alegraos” (Flp 4, 4). n