ESTUDIANTES: MICHEL STALIN PACHECO BAHAMONDE. ERISTHON MELENDEZ PINARES. CURSO: HISTORIA DE ISRAEL. CONTEXTO HISTÓRICO En el judaísmo, el cristianismo y el islam, Abraham es un patriarca venerado cuya relación con Dios proporciona la historia fundacional de la relación beneficiosa de Dios con la humanidad. CONTEXTO HISTÓRICO De acuerdo con la tradición religiosa (y según algunos el mito), Abraham (siglo XX a.C.) nació cerca de la ciudad de Ur Mesopotamia, probablemente en el sur de Caldea.Su jornada, como se describe en la Biblia, es larga y dramática, y Abraham y Sara se encuentran con diferentes culturas, costumbres, y grupos de personas a lo largo del Creciente Fértil de Mesopotamia a Egipto. Farsa en Egipto
En una parte triste pero normal de la
existencia en el antiguo Oriente Medio, una terrible hambruna se extendió por todo Canaán, y Abraham y su familia escaparon a Egipto en busca de rescate y alivio. El traslado estuvo lejos de ser tranquilizador ya que Abraham empezó a temer por su vida debido a la belleza de su esposa de 65 años. Abraham afirmó, "Cuando los egipcios te vean, dirán 'esta es su esposa'. Después me matarán a mí, pero a ti te dejarán vivir" Abraham instruyó a su esposa a "fingir"
Por astucia o por cobardía, Abraham instruyó a su
esposa a "fingir" ser su hermana, lo cual ya era cierto, ya que Sara era su media hermana. Las preocupaciones de Abraham estaban justificadas, aparentemente, porque después de que entraron a Egipto, "los egipcios vieron que Sarai era una mujer muy hermosa. Y cuando los oficiales del faraón la vieron, la alabaron ante el faraón [posiblemente Senusret II, que gobernó Egipto desde 1897-1878 a.C.], y fue llevada al palacio" (12:14-15). Para Abraham, esta no fue la peor de las situaciones ya que recibió muchos regalos del faraón, entre ellos, ganado y sirvientes. Infertilidad Una de las partes centrales de la historia de Abraham y Sara se refiere a su incapacidad para concebir un hijo, lo que era muy importante en la antigüedad, tanto socialmente como para sobrevivir. La falta de hijos y la esterilidad en la época patriarcal se consideraban como un signo de vergüenza sobre la mujer, típicamente el resultado de un pecado no revelado en su vida. Adicionalmente, los hijos eran considerados como una bendición y una forma de seguridad social, asegurando la protección y el cuidado en la vejez de las personas. Infertilidad La Biblia proporciona una vez más un vistazo a la relación íntima entre Abraham y Dios proclamando, "No temas, Abram. Yo soy tu escudo, tu gran recompensa" (1), y Abraham tomando la palabra de Dios, que "[Dios] se la dio por justicia" (15-6). La esposa de Abraham, Sara, sin embargo, era menos paciente y estaba más desesperada por tener un hijo. Aparentemente estéril y de avanzada edad, ordena a Abraham que tenga relaciones sexuales con su esclava egipcia, Agar, cuyo hijo tomaría como suyo para criarlo. Otra farsa para Abimelec A pesar de las promesas de Dios anotadas en la Biblia, Abraham seguía preocupado por su seguridad y la de su casa. Así, cuando Abraham viajó a la región de Gerar, viejos miedos resurgieron sobre la belleza de su esposa y la amenaza de que otros lo matarían para obtener a Sara, como Abimelec, el rey de Gerar, quien "mandó por Sara y la tomó" (20:2). Una vez más, Abraham hizo pasar a Sara por su hermana (quizás porque le fue muy bien en Egipto). Al igual que con el faraón, Abimelec reprendió a Abraham, que compartió sus miedos con él, pero Abimelec devolvió a Sara a Abraham con su honor. Más que eso, el rey le dio regalos de ovejas, ganado, esclavas y riquezas, diciendo: "Mi tierra está ante ti; vive donde quieras" (v. 20:15). Abraham, queriendo hacer las cosas bien, oró por Abimelec y su familia, quienes fueron sanados de su breve maldición de no tener hijos. Al igual que con otras figuras bíblicas antiguas, existe poca o casi ninguna evidencia arqueológica directa de Abraham. Por su propia La evidencia naturaleza, las tribus nómadas dejan pequeñas edificaciones permanentes o artefactos epigráfica y religiosos para establecer su existencia. En el desierto, todos los recursos son preciosos e arqueológica del indispensables para la vida de la comunidad tribal. Habiendo dicho esto, varios descubrimientos arqueológicos (antiguos y más patriarca Abraham recientes) afirman indirectamente la existencia de personas y lugares que Abraham habría encontrado en sus viajes descritos en la Biblia. A saber, arqueólogos han confirmado la existencia de un complejo
urbano cerca de la ciudad de Ur al sur de Iraq que habría existido durante
el viaje de Abraham, referencias en las tablas de Ebla parecen mostrar
una comprensión monoteísta de Dios a pesar del politeísmo del siglo XX
a.C. en la cultura del medio Oriente, miles de tablas de arcilla
encontradas en Mari en la actualidad Siria que incluyen terminología de
la historia bíblica de Abraham, y académicos señalan conexiones
históricas al éxodo y la emigración amorreos que ocurrieron alrededor de
2100-1900 a.C. Abraham, elegido de Dios
La vida entera de Abraham se
desenvuelve bajo el signo de la libre iniciativa de Dios. Dios interviene el primero; escoge a Abraham entre la descendencia de Sem, le «hace salir» de Ur Gen 11,10-31 y lo conduce por sus caminos a un país desconocido Heb 11,8. Esta iniciativa es iniciativa de amor: desde los comienzos manifiesta Dios para con Abraham una generosidad sobre toda medida. Sus promesas delinean un porvenir maravilloso. La expresión que se repite constantemente es: «yo daré»; Dios dará a Abraham una tierra (Gen 12,7 13,15ss 15,18 17,8;) lo colmará, lo hará extremadamente fecundo (12,2 16,10 22,17.) A decir verdad, las circunstancias parecen contrarias a estas perspectivas: Abraham es un nómada, Sara no está ya en edad de tener hijos. Así resalta todavía mejor la gratuidad de las promesas divinas: el porvenir de Abraham depende completamente del poder y de la bondad de Dios. Así Abraham resume en sí mismo al pueblo de Dios, elegido sin mérito precedente. Todo lo que se dé pide es una fe atenta e intrépida, una acogida sin reticencia otorgada al designio de Dios. Esta fe se debe purificar y fortificar en la prueba. Dios tienta a Abraham Abraham, probado. pidiéndole que le sacrifique a su hijo Isaac, en el que precisamente estriba la promesa (Gen 22,1s). Abraham «no rehusa su hijo, el único» (22,12.16) es sabido que en los cultos cananeos se practicaban sacrificios de niños; pero Dios preserva a Isaac, asumiendo él mismo el cuidado de «proporcionar el cordero para el holocausto» (22,8.13ss.) Abraham, probado.
Así se manifestó la profundidad del
«temor de Dios» en Abraham 22,12. Por otra parte, con la misma ocasión revelaba Dios que su designio no está ordenado a la muerte, sino a la vida. Abraham, padre colmado. La obediencia de Abraham acaba en la confirmación de la promesa Gen 22,16s, cuya confirmación ve él mismo esbozarse: «Yahveh bendijo a Abraham en todo» Gen 24,1. «Nadie le igualó en gloria» (Ecle 44,19.) Abraham, padre colmado. la vocación de Abraham está en ser padre. Su gloria está en su descendencia. Según la tradición sacerdotal, el cambio de nombre (Abram se cambia por Abraham) atestigua esta orientación, pues al nuevo nombre se le da la interpretación de «padre de multitudes» Gen 17,5. El destino de Abraham ha de tener amplias repercusiones. POSTERIDAD DE ABRAHAM Fidelidad de Dios.
Con Abraham, las promesas se refieren, pues, también a su posteridad
Gen 13,15 17,7s. Dios las repite a Isaac y a Jacob 26,3ss 28,13s, los cuales las transmiten como herencia 28,4 48,1ss 50.24. Cuando los descendientes de Abraham se ven oprimidos en Egipto, Dios presta oídos a sus lamentos, porque «se acuerda de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob» En períodos de apuro, en que se ve amenazada la existencia de Israel, los profetas restauran su confianza recordando la vocación de Abraham: «considerad la roca de que habéis sido tallados, la cantera de que habéis sido sacados. Mirad a Abraham, vuestro padre…» Is 51,1 Filiación carnal.
Pero hay una manera mala de
apelar al patriarca. En efecto, no basta con prevenir físicamente de él para ser sus verdaderos herederos; hay que enlazar con él también espiritualmente. Es falsa la confianza que no va acompañada de una profunda docilidad a Dios. La bendición de los patriarcas.
Por el contrario, la bendición de Abraham
es de otro tipo. Desde luego, en un mundo que sigue dividido tendrá Abraham enemigos, y Dios le mostrará su fidelidad maldiciendo a quienquiera (en singular) que le maldiga, pero el caso ha de ser una excepción, y el designio de Dios es bendecir a «todas las naciones de la tierra» Gen 12,3. Todos los relatos del Génesis son la historia de esta bendición. Las bendiciones pronunciadas por los padres, de tenor más arcaico, los presentan invocando sobre sus hijos, en general en el momento de desaparecer, los poderes de la fecundidad y de la vida, «el rocío del cielo y la grosura de la tierra» Gen 27,28, raudales de leche y «la sangre de los racimos»Es, en una palabra, el sueño de la bendición, tal como la desean espontáneamente los hombres, y que están prontos a conquistar por todos los medios, sin excluir la violencia y la astucia 27,18s. A estos estribillos y a estos relatos populares superpone el Génesis, no para desautorizarlos, sino para situarlos en su propio lugar en la acción de Dios, las promesas y las bendiciones pronunciadas por Dios mismo. Bendición y alianza. Este nexo entre la bendición y el mandamiento es el principio mismo de la alianza: la ley es el medio para hacer vivir a un pueblo «santo de Dios» y por consiguiente «bendito de Dios». Esto es lo que expresan los ritos de alianza. En la mentalidad religiosa del tiempo es el «culto» el medio privilegiado de ganarse la bendición divina. En la religión de Yahveh el culto no es auténtico sino en la alianza y en la fidelidad a la ley. Las bendiciones del Código de la alianza Ex 23,25, filas amenazas de la asamblea de Siquem bajo Josué (Jos 24,19) las grandes bendiciones del Deuteronomio (Dt 28,1-4), todas ellas suponen una carta de alianza, proclaman las voluntades divinas, luego la adhesión del pueblo y, finalmente, el gesto cultual que sella el acuerdo y le da valor sagrado.