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Aunque esta afirmación parece prometedora, es crucial explorar los argumentos en contra de esta

idea. En los próximos minutos, expondré los conceptos, argumentos respaldados por evidencia
científica que sugieren que la inteligencia artificial podría no ser necesariamente un creador neto
de empleo ni una panacea económica.

Comencemos por definir algunos conceptos clave. La inteligencia artificial se refiere a sistemas
informáticos que pueden realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el
aprendizaje automático y el procesamiento del lenguaje natural. La premisa plantea que la IA
impulsará industrias, generará empleos y cambiará la economía global.

El primer argumento en contra se enfoca en la automatización y el desplazamiento laboral. A


medida que la IA se integra en diversas industrias, muchas tareas rutinarias y repetitivas pueden
ser automatizadas. Esto podría llevar a la pérdida de empleos en sectores como la manufactura, el
servicio al cliente y la logística.

Según un informe de la OCDE, aproximadamente el 14% de los trabajos en los países miembros
corren un alto riesgo de automatización y otro 32% enfrenta cambios significativos en sus tareas
debido a la automatización. Esto plantea preocupaciones sobre la pérdida de empleos y la
necesidad de una reconversión laboral masiva.

Para respaldar este argumento, podemos observar lo que ha sucedido en la industria


manufacturera. Un estudio del Instituto de Investigación de la Economía de Oxford encontró que,
en Estados Unidos, la automatización en la fabricación redujo los empleos en 2,2 millones entre
2000 y 2010. A medida que la IA avanza, es probable que esta tendencia se intensifique.

El segundo argumento se relaciona con la concentración de poder y la desigualdad. A medida que


las empresas adoptan la IA, aquellas con recursos para invertir en esta tecnología pueden
aumentar su eficiencia y competitividad. Esto puede llevar a una mayor concentración de riqueza y
poder en manos de unas pocas corporaciones, exacerbando la desigualdad económica.

Un estudio del Instituto de Política Económica de Estados Unidos reveló que entre 1973 y 2016, la
productividad laboral se duplicó, pero los salarios solo aumentaron un 12%. Esto sugiere que,
aunque la tecnología impulsó la productividad, los beneficios no se distribuyeron de manera
equitativa.

Para respaldar este argumento, podemos citar un informe del Foro Económico Mundial que señala
que la automatización y la IA podrían llevar a una brecha de ingresos aún más amplia, ya que las
personas con habilidades específicas para la era digital prosperarán, mientras que aquellos sin esas
habilidades podrían enfrentar desafíos económicos significativos.

El tercer argumento se centra en el desplazamiento de habilidades. A medida que la IA redefina


industrias, surgirá una demanda creciente de habilidades digitales y técnicas. Esto puede dejar
atrás a aquellos que no pueden adaptarse o acceder a la educación y formación necesarias para
adquirir estas habilidades.

Un informe del Banco Mundial señala que la automatización puede llevar a la pérdida de empleos
en industrias menos digitalizadas, como la agricultura y la construcción, lo que requerirá una
transición de habilidades significativa para los trabajadores afectados.

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