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Motivos de Alegría: el nacimiento de Jesús

Introducción

Tercera semana de adviento. La Navidad está más cerca. Nos vamos


acercando cada vez más al hecho en sí del nacimiento de nuestro Salva-
dor. Vamos a ver la importancia que tuvo para uno de los personajes la
venida del Señor Jesús: María, su madre. Nosotros de alguna forma tam-
bién somos protagonistas de esta historia porque Jesús vino al mundo por-
que quería salvarnos; eso hace que veamos la historia no como meros es-
pectadores, sino como partícipes de ella.

I. Proclamando la grandeza de Dios (Lc. 1:46-48)

1. María está proclamando la grandeza de Dios. Magnificar es hacer algo más gran-
de. Como algo nos gusta, lo hacemos más grande, lo exageramos. Aquí María no
exagera nada. Es magnífico, extraordinariamente grande lo que Dios ha hecho.
2. Está llena de alegría, no de orgullo; reconoce que es Dios es que lo hace todo.
Dios es su Salvador. En el AT la palabra no solo se refiere a algo espiritual, sino
también a algo físico. Goel. Dios, de alguna forma, la estaba rescatando del ol-
vido (sería reconocida por toda las generaciones), aunque era consciente de su
humildad. María considera a Jesús como su salvador desde el punto de vista más
amplio: ¡era Dios mismo hecho hombre tal como se lo había anunciado el ángel!
3. María era la esposa de un carpintero de pueblo y nunca dejaría de serlo. Era in-
comprensible, incluso para ella que Dios se hubiese fijado en ella. En sus pro-
pios ojos era indigna de semejante favor por parte de Dios.
4. Reconocer que Dios tiene relaciones con los hombres, a pesar de nuestra bajeza,
hace a nuestro Dios más grande aun si cabe, a nuestros ojos.
5. Nosotros, igual que María, sólo podemos reconocer la grandeza de Dios al ha-
cerse hombre para venir a vivir como nosotros; eso le convierte en un Dios espe-
cial, diferente de todos los dioses paganos; es un Dios cercano, que se preocupa
de sus hijos, que no los deja abandonados a sus suerte. Dios no podía acercarse
de una forma más dulce a su creación que como un niño recién nacido.
6. ¿Qué pensamos nosotros cuando contemplamos nuestra bajeza en comparación
con Dios? Deberíamos reconocernos humildes, pero alegres por el regalo que
Dios nos ha hecho: ¡Somos importantes a sus ojos! Tiene mucha importancia
hoy cuando parece que sólo somos un número más dentro de un ordenador. DNI
informatizado total. Quizá eso debiéramos compartirlo con todos nuestros se-
mejantes, especialmente con los que están sufriendo.
7. ¿Qué pensamos cuando nos damos cuenta del sacrificio que Dios hizo para to-
mar nuestra forma? Tremendo sufrimiento de parte de Dios. Siervo sufriente.
La grandeza de Dios consiste en que fue capaz de hacerse pequeño y aceptar su
pequeñez. Quizá nosotros debiéramos aprender a aceptar nuestra pequeñez por-
que ahí reside nuestra grandeza, igual que en el caso de María. Somos impor-
tantes cuando nosotros mengüemos para que crezca la vida de Jesús en no-
sotros, cuando nos entregamos a los demás como lo hizo Cristo.

II. Lo que Dios ha hecho (vv. 49-50)

1. María llama a Dios el Todopoderoso, el que todo lo puede. Ella es consciente de


que Dios va a hacer un milagro irrepetible en la historia; los demás podían pen-
sar que ella le había sido infiel a José, ¡pero ella sabía que eso no era cierto y
que el ser que iba a nacer de su vientre era Dios mismo!
2. María está pensando en la bondad y fidelidad de Dios quién hace misericordia
incluso a quien no se lo merece. Ella misma estaba recibiendo una bendición in-
merecida: ser la madre de Cristo. Esto la convierte en bienaventurada, es decir,
feliz. Pero no se considera especial: Dios es misericordioso con todos los que
le temen. María nos dice que Dios es misericordioso con nosotros los que le te-
memos, y que hacemos llegar a los demás la misericordia de Dios en la medi-
da que expandimos el temor de Dios entre nuestros hermanos. ¡Qué maravi-
llosa bendición poder participar en ello!
3. María proclama a Dios como Santo. Isaías 6:1-5. Atribuir santidad a Dios signi-
fica describirlo como siendo exaltado infinitamente por encima del resto de to-
das las criaturas. ¿Cómo sino podía actuar de la forma que lo estaba haciendo?
Dios es el completamente otro, completamente separado de su Creación por
su propia esencia, pero que ahora rompe esa separación e irrumpe en nues-
tra vida. María fue visitada por Dios y nosotros también.
4. María está pensando en lo que Dios está haciendo con ella y aplica la santidad de
Dios no sólo a su poder (capacidad de hacer algo por el hombre), sino también a
su misericordia (voluntad de hacerlo), y por eso prorrumpe en esta alabanza.
5. Nosotros podemos pensar que Dios quiere actuar también así con nosotros: no
sólo es capaz de preocuparse por nosotros, sino que lo hace. La Navidad me re-
cuerda que Dios está conmigo en medio de mis problemas, depresiones, angus-
tias, pero también ilusiones, esfuerzos y luchas. ¡Ésa es nuestra experiencia y
la base que nos sostiene como cristianos!

III. Alabanza a Dios por su poder y misericordia (vv. 51-53)

1. Si María estaba adorando a Dios por lo que él había hecho con ella, ahora se fija
en lo que Dios hace con los demás; recalca la soberanía de Dios que actúa con
poder de una forma magistral.
2. v. 51. esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. A aquellos
que creen que lo saben todo, que los pueden explicar todo, les ha cerrado el en-
tendimiento para que viendo no vean. Dios premia a los humildes; si el corazón,
el centro de los sentimientos y la fe, de las palabras y los hechos, está lleno de
soberbia, nuestros sentimientos no serán los correctos, la fe no anidará en él y
por tanto nuestra palabras y hechos no serán agradables a Dios.
3. v. 52 Quitó a los poderosos de sus tronos y levantó a los humildes. Si en nuestro
corazón hay humildad, podemos aceptar por fe la obra de Dios a través de Jesús
y somos hechos coherederos juntamente con Él. ¡Qué pobres pueden llegar a
ser los ricos y qué ricos pueden llegar a ser los pobres! María misma estaba
experimentando esta realidad, por lo que no puede dejar de adorar a Dios.
4. v.53 A los hambrientos sació de bienes y a los ricos los despidió vacíos. Biena-
venturados podemos ser los que poseemos hambre y sed de justicia porque sere-
mos saciados. Es una realidad que todos los que pedimos más y más de Dios re-
cibimos más y más. Los que se acercaron a Jesús fueron saciados (hambre, sed,
curaciones, etc.), pero los que se quedaron lejos no pudieron disfrutar de Él. En
la Navidad recordamos que Dios se ha acercado al hombre y no el hombre a
Dios. ¡Qué grande es la misericordia de Dios al actuar así!

IV. El cumplimiento de las promesas (vv. 54-55)

1. María recuerda ahora la fidelidad de Dios a través de toda la historia; Dios ha


ayudado a su pueblo una y otra vez a pesar de la infidelidad de Israel, de su ido-
latría, de su obstinación en hacer lo que le más satisfacía. ¡Dios no se había can-
sado de estar al lado de su pueblo!
2. Dios es fiel con su pueblo en virtud del Pacto que había hecho con él. Y a pesar
de la ruptura unilateral de parte de Israel de este Pacto, Dios se compromete y
propone un pacto más amplio y misericordioso aun en su Hijo próximo a nacer.
¡Dios es más que fiel a sus promesas: derrama una bendición mayor sobre
las bendiciones ya derramadas! ¡Qué Dios tan precioso! No es un Dios casti-
gador, sino un Dios tremendamente comprometido con su pueblo
3. Porque Dios cumplió sus promesas podemos confiar en que Dios va a cumplir
las promesas que nos ha hecho a nosotros. Dios siempre ha estado comprometi-
do con su pueblo, por eso podemos confiar en que está comprometido con noso-
tros.

Conclusión

Algunos han llamado a este poema el "Canto de fe de María". María


está demostrando fe en el Dios misericordioso y ayudador en la necesi-
dad, que conoce a su pueblo, que está a su lado, y que se preocupa por él
porque está firmemente comprometido con él.

Esto hace que ella prorrumpa en un canto de alabanza y adoración


ante este Dios tan impresionante que va a mostrar todo esto de una for-
ma especial a través del nacimiento de Cristo.
Esto produce alegría en su corazón. Ojalá nos podamos emborra-
char de esta alegría producido por el espíritu de la Navidad y podamos vi-
vir así el resto del año.

¡Ojalá que durante todo el año, durante toda nuestra vida, podamos
proclamar el escándalo de la cruz: que Dios se ha acercado al hombre
para darle vida en abundancia pagando un alto precio!

Bº Pilar 15-12-96
Betel 05-01-96

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