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1. INTRODUCCIÓN.
Si examinamos las distintas tareas que se realizan en una empresa y las diferenciamos
según la responsabilidad que conllevan, se verá que están estructuradas en tres niveles: el
directivo, el ejecutivo y el operativo.
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Dirigir supone tomar decisiones para lograr unos fines determinados. Toda empresa
puede dirigirse de forma centralizada o descentralizada. Se considera que una dirección es
centralizada cuando es la máxima jerarquía quien adopta todas las decisiones; esto es
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habitual en empresas pequeñas. Por su parte, la dirección- descentralizada se caracteriza
por la delegación de autoridad y responsabilidad a las diferentes unidades en las que se
estructura la organización, con el fin de alcanzar mejor sus objetivos. En la dirección
descentralizada no todas las decisiones se adoptan en el nivel directivo, sino que también
se toman decisiones en el nivel ejecutivo, e incluso en el operativo, aunque en cada uno de
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En el nivel ejecutivo o intermedio se integran los distintos jefes o mandos intermedios.
En él se toman decisiones de tipo técnico, relativas al cumplimiento de los planes y
programas diseñados para alcanzar los fines generales. Así, el jefe de ventas seleccionará a
los vendedores, determinará su tarea, establecerá los sistemas de remuneración y
formación, supervisará la coordinación con la dirección de marketing, etcétera.
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Por último, en el nivel operativo también se abordan cuestiones (normalmente más
sencillas) relacionadas con el desarrollo de sus tareas específicas. Por ejemplo, un
vendedor se ocupará de visitar a los clientes actuales y potenciales, de recibir los pedidos,
de gestionar los cobros, del seguimiento de los impagados, etcétera.
2. LA DIRECCIÓN DE LA EMPRESA.
• Planificar. Consiste en fijar los fines que se desean alcanzar en el futuro y trazar el
camino que se seguirá para lograr su consecución. Con la planificación se da
respuesta a las siguientes preguntas: ¿en qué situación se encuentra la empresa?,
¿Adónde se quiere llegar? ¿Cómo conseguirlo?
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• Organizar. Se trata de ordenar los medios materiales y humanos para alcanzar esos
fines. Es decir: ¿qué medios se necesitarán para lograrlos?
• Gestionar. Esto es, hacer lo necesario para que las decisiones que se adopten se
ejecuten eficazmente y conseguir que todo el personal realice el cometido que se le ha
asignado. O sea: ¿quién se encargará de cada función?
• Controlar. Consiste en comprobar que los datos reales se corresponden con las
previsiones y, si es necesario, corregir los posibles desvíos. Es decir: ¿dónde estamos?
¿Dónde se debería estar? ¿Hay que corregir algún punto?
Para dotar de organización a una empresa es preciso seguir una serie de pasos:
1. Determinar claramente la actividad que se va a realizar; esto es, qué vamos a hacer.
2. Efectuar la división de esta actividad.
3. Ordenar las divisiones y señalar las personas que se responsabilizarán de cada una de
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ellas.
4. Establecer los medios materiales y humanos que requiera cada división, fijando el
papel de cada uno de ellos.
5. Implantar un sistema de comunicación que permita que las distintas partes de la
organización tengan la información necesaria para tomar las decisiones de su competencia.
6. Fijar un sistema de control. Las organizaciones interactúan siempre en un entorno muy
cambiante al que han de adaptarse constantemente; por ello, la función organizativa no
finaliza nunca. En esta fase se comprueba que la organización funciona como se había
previsto, introduciéndose los ajustes necesarios para su mejora.
La empresa se comunicará, así mismo, con el entorno; por eso, se afirma que es un
sistema abierto. Si el sistema se configura adecuadamente, resulta que el «todo», es decir la
empresa, será más que la suma de las partes o subsistemas en que se ha dividido. A la
acción conjunta de las distintas divisiones se le llama sinergia. La sinergia genera un
mayor efecto en conjunto que la suma de los efectos que produciría cada parte por
separado.
La comunicación interna de la empresa es uno de los puntos más importantes para que la
organización funcione. Ésta puede ser horizontal o vertical.
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pensamiento que estudian la organización del factor humano en las empresas. Estas
escuelas son las siguientes:
– Los incentivos a los trabajadores no tienen porque ser materiales, existen incentivos
distintos.
– Es esencial la atención por parte de la empresa hacia el trabajador, con la finalidad
de que este se sienta emocionalmente satisfecho y esto repercuta positivamente en
su productividad.
– El ser humano no se puede programar como una máquina.
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Posteriormente, en 1960, nació otra escuela con los mismos fundamentos: los autores de
esta nueva escuela creían que la motivación en la conducta humana es lo único que hace
aumentar la productividad en el trabajo. Por tanto, el empresario debe motivar a los
trabajadores.
El creciente número de tareas que se llevan a cabo en una empresa y la complejidad que
pueden llegar a alcanzar hacen necesaria la división del trabajo. De este modo, la
distribución de la actividad de la empresa en las diversas tareas individuales y la
agrupación de éstas en bloques más o menos homogéneos conformarán una serie de
unidades que se denominan departamentos, divisiones o áreas funcionales. Estas
unidades pueden estructurarse según varios criterios:
• Organizaciones jerárquicas:
— Funcionales.
— Por productos.
— Por mercados.
— Mixto.
• Organizaciones no jerárquicas.
Estos mismos criterios servirán, además, para organizar los departamentos. Las
organizaciones jerárquicas están centralizadas y se estructuran por niveles, mientras que
las no jerárquicas tienen una estructura descentralizada y flexible; utilizan para su
funcionamiento las técnicas más modernas en comunicación y tratamiento de la
información.
Las organizaciones flexibles y con pocos niveles jerárquicos parecen estar mejor
preparadas para un mundo tan cambiante como el actual. En este punto, hay que tener en
cuenta factores psicológicos, ya que cuanto más fácil sea modificar una organización, más
estable será después su permanencia. En estos casos, se habla de organizaciones
dinámicamente estables, las cuales tienen vocación de permanencia y están orientadas al
futuro.
Las diferentes formas de organización únicamente serán indicativas para las empresas,
ya que es la propia organización la que establece el modelo y no la que se adapta a él. Por
esto, aunque las personas son siempre más importantes que la organización, la mejor
opción es disponer tanto de buenos profesionales como de una organización eficaz.
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Por otro lado, en los organigramas circulares (Figura 4) la representación se realiza
mediante círculos concéntricos que simbolizan cada uno de los distintos niveles,
encontrándose el nivel directivo en el centro del diagrama.
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3.8. Estilos de dirección.
Hay diversos estilos de dirección y, según se dirija de una u otra manera, se puede
aumentar o disminuir el rendimiento de las personas que están bajo ese mando. Los estilos
de dirección se sitúan, por lo general, en límites extremos. Por una parte, el estilo
puramente autoritario, que se caracteriza por dirigir con órdenes imperativas; por otra,
una manera más democrática de dirigir, ya que las decisiones se toman de una forma
participativa entre las personas interesadas. Sería necesario encontrar un estilo mixto o
intermedio.
Los puntos A y C de la figura son dos muestras de comportamiento extremo, tanto del
trabajador como de la dirección. Sin embargo, el punto B muestra un comportamiento
intermedio. Este comportamiento debería motivar a los trabajadores que están por debajo
del directivo. Por ello, es importante que:
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– Se pueda delegar responsabilidad; es decir, que los trabajadores puedan decidir, en
momentos determinados, acciones que afecten concretamente a su trabajo.
– Los trabajadores sepan que se espera de su trabajo y, a la vez, se les reconozca
cuando lo hacen bien.
– Se den facilidades para que el personal de la empresa pueda formarse y reciclarse.
– Los salarios se correspondan con el trabajo y el esfuerzo realizados.
Teoría X e Y
Curva de estilo
Interés por el trabajo C de dirección
Interés moderado B
por el trabajo
A
Fobia al trabajo
Estilos de dirección
Muy autoritario Delega Muy democrático
alguna responsabilidad
La cultura de una empresa es la manera de ser de la empresa. Haciendo un símil con las
personas, la cultura empresarial sería la personalidad, el carácter de la empresa. Una
definición más académica la podemos encontrar en las palabras del economista Iñaki
Vélaz cuando define cultura empresarial como “lo que configura los modelos de decisión
de una organización, guía sus acciones e impulsa el comportamiento individual de sus
miembros”. Es la manera como se hacen las cosas en el día a día.
Toda empresa tiene una cultura más o menos asentada y más o menos explícita, que a
veces es difícil percibir desde fuera. Con frecuencia pasa más inadvertida para los que la
experimentan a diario, precisamente porque se han acostumbrado a ella. Sin embargo, la
cultura aflora cuando se tratan de implantar modos de hacer las cosas que chocan con los
valores asentados en la empresa, o cuando se quiere introducir una estrategia que suponga
un cambio en las costumbres.
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La cultura de la empresa se detecta en ciertos detalles, observando a la gente: las
relaciones entre los empleados, las relaciones con los clientes, el grado de participación en
las decisiones, la distribución y ocupación del tiempo, la disposición del mobiliario y los
despachos, el grado de optimismo, el ambiente de trabajo, el activismo, los gestos, etc.
En cuanto entramos en contacto con una empresa, percibimos que ésta es mucho más
que la imagen que proyecta al exterior. A principio, sólo se perciben los aspectos más
superficiales, como la manera de vestir, el cuidado de las instalaciones o el trato con el
cliente. Pero, a medida, que se va conociendo a sus miembros, se van descubriendo los
principios y valores que guían su comportamiento, un estilo común a la hora de actuar.
Cabe, por tanto, distinguir dos niveles en la cultura empresarial: el estilo y el ideario.
– El estilo. Hace referencia a las apariencias externas, lo más visible y superficial. Son
las acciones que realizan los miembros de la organización y que se observan desde
fuera de la misma.
– El ideario. Es más profundo y sirve de soporte al anterior. Está compuesto por las
creencias, valores y a actitudes que informan y dan sentido al comportamiento
colectivo percibido en el nivel superficial.
Existen una serie de cauces por los que se transmite la cultura de la empresa a los
miembros de la misma y, teniendo en cuenta que no hay que perder de vista que la cultura
impregna todo el quehacer cotidiano, estos son los siguientes:
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1) Las normas. Son los reglamentos, guías, códigos de conducta, normativas, pautas a
seguir, etc. En general, todo lo relacionado con los aspectos formales del
comportamiento. Pero también las costumbres y hábitos que han ido surgiendo de
manera espontánea con el paso del tiempo, y que no están escritos en ningún sitio.
2) Los símbolos. Son adornos, como brazaletes, escudos, medallas, etc., que se utilizan
para recompensar simbólicamente alguna hazaña o logro específico, o bien como
reconocimiento a una trayectoria profesional al servicio de la empresa. En
ocasiones, esta clase de símbolos comunica la posición jerárquica dentro de la
organización, con el peligro de establecer barreras entre los distintos niveles
(aparcamientos diferenciados, separación de cafeterías, etc.).
3) Ritos y ceremonias. Son secuencias repetitivas de las actividades que expresan los
valores principales y las metas más importantes de la organización.
4) Mitos e historias. Los mitos, ejemplos e historias tienen una larga tradición como
herramientas pedagógicas, probablemente debido a su eficacia. Esto es así porque
las personas utilizan más el razonamiento intuitivo que el lógico, sirven más y
mejor las analogías, metáforas y anécdotas que los argumentos. Además, nada
ilustra mejor la manera de hacer las cosas de una empresa que sus historias, sus
sucesos pasados.
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