Está en la página 1de 202

PENSAR

CON LOS OJOS


ENSAYOS DE ARTE LATINOAMERICANO
~ ~

DAMIAN BAYON

I
Primera edición, 1982
Segunda edición, 1993

A mis amigos colombianos, de algunos de los cuales


partió la idea de esta antología .

o.R.e 1982, PRoc:uLTURA, s. A.


Cnllt' 25C, 4-27, Bogotá, D. E.

0 .R. <0 1993, PoNOO DE CULTURA F.cONÓMICA, S. A. DE C. V.


Cnrrett'rn Plcncho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F.

ISBN 968-16-3762-3

Jmpl"l'!'o t'n M~xico


Primera edición, 1982
Segunda edición, 1993

A mis amigos colombianos, de algunos d e los cuales


partió Ja idea de esta antología.

'

D.R. © 1982, PROCULTURA, S. A.


Callt' 25C, 4-27, Bogotá, D. E.

0.R. 11:> 1993, FoNDO DE CULTIIRA Ec.ONÓMICA, 5. A . DE C. V.


Carretl'rn Pícacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F.

ISBN 968-16-3762-3

Jmp~o en México
Lo que el lector tiene ante sus ojos es una seJección
-realizada por mf mismo- de textos relativos al
arte latinoamericano escritos durante estos últi-
mos veintitantos años.
Esta verdadera antología ha sido dividida, por
razones temáticas, en dos grandes apartados: uno
de arte Clntiguo y colonial; el otro sobre Clrte mo-
derno y contemporáneo.
La agrupaci6n por géneros: en!lnyos, ponencias,
entrevistns ha predominado sobre el orden estric-
tamente cronológico. Al final de cada nota apa-
rece, a la izquierda, el lugar y Ja fecha en que ella
fue redactada; nsí como, a la derecha, se cons~·lna
el nombre de la publicación y dónde aparecí . En
algunos raros casos se trata de trabajos inédit s, lo
que queda igualmente registr<ldo.

'
PALABRAS DEJ. G. COBO BORDA

Damián Bayón es un civ ilizado caballero argentino (Buenos


Aires, 1915) animado por una pasión insana: eJ arte latinoame-
ricano. La bibliografía actual sobre el tema registra varios aportes
suyos; el más destacado, sin lugar a dudas, es Aventura plástica de
Hispanoa1nérica, un breviario que edi tó el Fondo de C ultura
Económica de México, en 1974, y que de 1940 a 1972 combinaba
la historia con la crítica desbrozando un terreno bastante escar-
pado: el de la pintura latinoamericana durante esas tres décadas.
No tanto catálogo de nombres como enunciación de tendencias,
el resul tado final era a la vez útü y ameno. Instrumento básico de
consulta, las opiniones de Bayón no dejaban de ser personales y
agudas: el contraste, por ejemplo, entre el color agridulce de
Matta y la terribilita de sus temas. Opiniones, en muchos casos,
recorridas por una veta de amenidad y en no pocos momentos
de humor. Escribía: "Duenos Aires es el París ... de los que no
pueden ir a París", y sintetizaba una mínima parte de Ja trayec-
toria de Siqueiros con esta frase: "Durante cuatro años el pintor
se dedicará a Ja política y sus avatares siendo por turno: preso,
viajero y asistente a cong resos internacionales." Una fórmula
feliz extensible por cierto a tantos izquierdistas que en el mundo
han sido.
Este libro que podía subtitular se de la autoconciencia, el des-
pertar de los años 20, a la autocrítica, la década del 70, concluía
intentando caracteriza r una pintura. Si bien la elasticidad mental
del artista latinoamericano lo Uevaba a descartar prejuicios, tam-
bién esta elasticidad lo llevaba a eltlborar terrores sui ~eneris: e l
susto de q uedarse atrás, esa psicosis de participar de to~s las
modas, incluso la moda de lo pasado de moda, contra lo cu~I ya
Bayón había elaborado una espléndida diatriba: Arte de ruptura,
México, Editorial Joaquín Mortiz, 1973; transparentando en otro
plano la célebre dicotomía entre un exilio, fo rzado o elegido,
como única manera válida de refrendar sus propios méritos ante
los ojos inclementes de sus coterráneos, y la acentuación, en tan-
tos casos paranoica (la mala conciencia de un perseguido que
persigue y juzga con saña), de su compromiso con la tierra, las
masas o la revolución inminente.
El muralismo mexicano, el racionaHsmo del Río de la Plata, de
Torres-García y Pettoruti en adelante, .el cinetismo y el afiche
11
12 PALABRAS DE J. C. COBO BORDA PALABRAS DE J. C. COBO BORDA 13

cubano eran los hitos que Bayón destacaba y gracias a los cuales corta duración. Al margen, un tanto, del "mero repertorio de los
se superaba esa neurosis, típica de tocfo provinciano, de sentirse acontecimientos", como dice él mismo, en otro contexto.
siempre dependiente, mediante la elaboración de una obra pro- Reconociendo, nuevamente, las ocasiones en que ese encuentro
pia. No contento con este logro Damián Bayón amplió su visión, con lo propio ya se dio, el muralismo mexicano, la arquitectura
en diálogo con otros críticos. En 1975 publicó A1nérica Latina en brasileña de las décadas del 40 al 60, el cinetismo argentino-
s11s artes, México, Editorial Siglo xxr, un volumen colectivo convo- venezolano, su horizonte, en esta ocasión se amplía, para dar
cado por la Unesco y del cual fue relator, donde participaban, cabida a nuevos aportes, que incluyen incluso publicidad,
entre otros, Jorge Romero Brest (maestro en Buenos Aires, tanto caricatura y humorismo, y para mostrar la existencia simultánea
de Bayón como de Marta Traba), Juan García Ponce, Ángel de diversos estratos no coincidentes. Si bien los polos iniciales
Kalenberg, Jorge Alberto Manrique, Adela ida de Juan, etc., y en eran México, Sao Paulo, Río, Buenos Aires, Montevideo, no deja
1975 reunió en Auslin, Texas, bajo el patrocinio de dicha Univer- de ser reconfortante el hecho de que tanto Caracas como Dogotá
sidad y de la revista Pl11ral, tie México, un simposio que con el entren ahora de Jleno en tal circ uito productivo. La razón, en
tftu lo de El artista ffl/ i noan1ericru10 y su identidad editó, en 1976, relación con Colombia, parece válida: ''Colo mbia de rancia
Monte Ávila de Caracas. Allí Octavio Paz y Rufino Tamayo, raigambre patricia, se ha puesto itónicA y ferozmente icono-
Marta Tt·aba y Emir Rodríguez Mo.negal, Fernando de Szyszlo y clasta" (p. 10).
José Luis Cuevf'ls, Dore Ashton y Juan Acha caldearon el arnbien- Repaso, a vuelo de pájaro, de los artistas con ''carácter propio''
te con sus discusiones y ponencias. Algo de todo esto se halla si- de todo un continente, la e mpresa parece desmesurada pero
tuado en el centro del actual debate en tomo a una estética de las Bayón Ja resuelve con tino. Utilizando las categorías de figura-
artes plásticas latinoamericanas. (Una buena síntesis de las ten- ción y abstracción, ya sea la primera deforman te, a la vieja usan-
dencias en pugna en el informe de Marta Traba acerca de la za, o neofigurativa; ya sea la segunda lírica, informalista, cons-
"tradición de lo nacional'', que publicó la revista Hispnnzérica, tructivista o cinética, va mostrando, artista por artista, cómo se
Washington, núm. 23-24, 1979, pp. 43-69.) dan estas tendencias dentro de las técnicas tradicionales:
Pero volvamos a Bayón. Complementando su perspectiva con pintura, escultura, grabado, dibujo; y cómo las nuevas formas
un repaso del pasado, a nivel arquitectónjco: Sociedad y arq11i- experimentales, ya sean "artes de acción" (body-a rt, land-art,
tect11ra colonial s11da1nerica11n, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, video-cassettes) o "artes de reílexión" (arte conceptual}, parecen
1974, con trabajos sobre el barroco, y con una Pa11orá1nica de la ar- inaugurar un espacio diferente.
q11itect11ra lati11oa1nerica11a, Editorial Blume/Unesco, Barcelona, Así vemos cómo si la abstracción es, en general, un movimiento
1977, donde diez arquitectos tratan de razonar, con sensatez, e n de los años 50, la vuelta a la figuración corresponde a la década
torno al caos delirante de nuestras ciudades, él ha vuelto al te- posterior dando como resultado, más tarde, no tanto la repre-
rreno de las artes plásticas, con un acertado compendio. Se titula sentación de la realidad como su creación literal, mediante los
Artistas conte1nporáneos de A1nérica Latina, Ediciones del happenings que hoy en día incorporan toda clase de técnicas de
Serbal/Unesco, Barcelona, 1981. En 120 páginas, 100 de fotos y fijación (fotografía, TV, cine) para captar lo efímero de ~n gesto, lo
texto y 20 de fichas que cubren 200 arHstas, logra darnos una transitorio de un acto o eJ enigma, a veces llanamente insulso, de
apretada síntesis de los artistas vivos, con "voz discernible", en el una frase, permitiendo que otros puedan re-ver s us "ideas".
Continente, d esde el ya legendario muralismo mexicano de los Pero lo interesante es notar cómo ya no existen "inocentes",
40 hasta el uso del video-cassette en las "intervenciones" de los úl- en la pjntura actual, y cómo los viejos maestros, de Picasso en
timos vangua rdistas, para los c ua les la c reatividad es pura adelante, dan paso, mediante los revivflls peri(>dicos, al redescu-
actividad. Donde Y" no se requiere pjntar cuadros sino, simple- brimiento de nuevos maestros; a formas más sutiles de la van-
mente, cortarse li'ls venas y manchar la tela. ~ardia. ¿Ser joven hoy no consiste en redescubrir a Velázquez,
He disfrutado el libro de Bayón y si no resulta demasiad.o exa- Poussin o tngres? En todo caso, desde el uso de co.m putadoras a
gerado decirlo, he aprendido i'llgo de él. Discípulo de Francastel refrescantes o relamidas inmersiones en los museos, víctima de la
y seguidor de la Escuela de Les Annnles_, a Bayón le interesan ante novedad permanente o del anacronismo asumido, como
todo esas fuentes no escritas de la historia, como son las obras de posiciones extremas, la pintura latinoamericana actual confirma
arte, y trata de leerlas tomando en cuenta tanto la larga como la su vitaLidad.
14 PALABRAS DE J. G. COBO BORDA PALABRAS DE J. G. CODO BORDA 15

En tanto que estas búsquedas parecen desembocar en el djquen por encima de generales y políticos entre los que hemos
escenario y la participación, ya sea al aire Libre o en el recinto pa- vivido ahogados" (pág. 178). Esto, precisa mente, es lo que
ra iniciados, el dibujo en América Latina continúa siendo una Damián Bayón como crítico, ensayista e historiador ha obtenido
forma de arte íntima, casi confidencia], dotada de un gran valor en sus diversas aproximaciones al arte latinoamericano de hoy y
testimonial, en contraste con el grabado, cuya apelación a la de ayer.
figuración, como medio de denuncia, refuerza, en definitiva, su JUAN GUSTAVO Coso BoRDA
cometid o de arte público, debido a su ca pacidad de repro-
ducción. Bogotá, marzo de 1982
Fina lmente, en relación con la escultura, Bayón de muestra
cómo en América Latina no hubo una serie coherente, como la
que existió en Europa - Rodin, MaiUol, Bourdelle, Mestrovic,
Medardo Rosso, Laurens, Julio González-, sino una sucesión de
oleadas: académica, heroica, figurativo-estilizada, abstracta,
abstracta-constructivista, dinámica, oleadas que como sucede en
otros terrenos de la actividad artística latinoamericana al de-
cantarse van conformando nuestra geología visual.
Pero lo que cuenta, en este caso, al contrario del libro anterior,
no son tanto las corrientes sino el aporte especifico y matizado,
de cada artista: su creación. En tal sentido el texto de Bayón es
justo y acucioso. Me hubiera encantado citar, para comprobarlo,
varias de las certeras líneas que dedica a artistas colombianos
(Ramírez Villamizar, Luis Caballero, Beatriz Gonzá lez, Daría
Morales, los hermanos Cárdenas, etc.) ampliamente represen-
tados tanto en el texto como en el repertorio final (20 entre 200)
como en las ilustraciones (la contraportada, es, por cierto, una
escultura de Bernardo Salcedo). Pero pienso que este breve
libro-álbum, como los otros aportes de Bayón, debe conocerse en
su integridad, y divulgarse con mayor amplitud, ya que ellos,
en definitiva, son textos muy coherentes, y no desglosables, de-
dicados al esclarecimiento de nuestra tradición artística a nivel
latinoamericano que, afortunadamente, él nos ha enseñado a
considerar como un todo.
La historia de la cultura latinoamericana, decía en su Aventura
plástica de Hispanoa1nérica, es la larga, ímproba labor de unos
centena res de iluminados, de fervientes que han pasado por
locos, por traidores y que han soportado toda la gama de los
insultos.
Contra ellos ha estado -salvo h0ntosas excepciones- el po-
der constituido, la llamada burguesía culta, y la agresiva indife-
rencia del público en general. El día en que por fin veamos el
perfil cultura l de Latinoamérica como algo claro y preciso, tanto
el lntelect11nl desconocido como el Artista héroe necesitarán -más
que un monumento de los que ya hay demasiados en nuestras
tierras- los ensayistas que los pongan en valor y los reivin-
EL CÓMO, EL CUÁNDO Y EL PORQUÉ*

LEYENDO la noticia biográfica se descubren las etapas de mi


formación que, lo menos que puede decirse, ha sido ecléctica en
grado sumo. Estudios, viajes, lecturas, fo tos, recuerdos, reflexión,
escritura constituyen los principales hitos de esa aventura por los
países, eJ arte y La gente. Conste que no he pretendido enumerar
esas experiencias en orden cronológico. A veces ha llegado antes
el viaje que el estudio; las fotos después de Ja reflexi ón o previas
a las lecturas.
Confieso haber sidtJ dilettante, aunque espero haberme corre-
gido; profesor varias veces -y en distintos idiomas- para dejar
de serlo cada vez con C1livio y con pena; investigador desordena-
do pero tenaz; fotógrafo de afición; viajero impenitente; funcio-
nario apenas. Libre siempre.
Al releer lo hasta aquí escrito, descubro que puedo dar la falsa
impresión de no haber sido sino una especie de magnate de esos
que viajan por el mundo coleccionando "estremecimientos nue-
vos". Vaya por lo de los estremecimientos, pero han sido los de
un "Ulises en tercera clase", como me llamó una vez una escri-
tora italiana. Mis infinitos viajes europeo.s y latinoamericanos
han quedado así bajo el signo de la digna estrechez. Mientras
hubo tercera en barcos y trenes ése fue mi sistema de traslación
en el espacio. Conste que no lo digo ni para dar lástima ni por
hacerme la víctima: se trata de quedar en claro con el lector, sobre
todo con los jóvenes que podrían malinterpretarme.
Más tarde en mi vida, llegó el auto modesto que constituyó,
entonces, mi medio habitual y favorito de transporte, adoptado
p_or lo práctico y lo "inteligente". Hoy, como cualquier hijo de ve-
cino, me desplazo en avión, en tren, en auto. Y es sobre todo de
este último del que quisiera ahora hacer el elogio como instru-
mento d~ conocimiento y de cultura. Porque es justamente el
automóvil -el coche, el carro, según donde uno escriba- el que
me ha permitido enhebrar tantos millares de kilómetros como
tengo ~n mi haber. Así he podido aproximar entre sí obras, in-
fluencias o,_ por el contrario, oponer monumentos perfectamente
contemporaneos existentes en la misma región y a los que tene-
•p ro·¡ogo ª la edición colombl:in;i.

17
18 EL CóMO, EL CUÁNDO Y EL PORQUa EL CÓMO, EL CUÁNDO Y EL PORQU~ 19

mos tende.ncias a ordenar de modo cronológico, siguiendo la na- más informal, habré más o menos dado las pistas de estos
tural pereza de la mente que piensa por esquemas. po r de ,,
"viajes par el arte .
Reconou:o además haber sido lo bastante dichoso -yo lo he Aclaro sin rubor, q ue además compro postales (poseo una
buscado, que conste al viajar con amigos de rara inteligencia y impresio~te colección-archivo), subo a los cam~anarios, bajo a
agudeza como Pierre Francastel o Francisco Ayala; y confieso mi las criptas, en una palabra: hago todo lo que el turista normal ha-
habilidad para preguntarles, casi como un nino impertinente, ce con la diferencia de que trato de hacerlo de manera personal.
todo lo que a mí mismo se me cruzaba por la cabeza en esos mo- Agotando con originalidad los aspectos intelectuales y sensibles
mentos inolvidables. He "entrevistado" asf, casi sin proponérme- que cada caso ofre ce. Algunos s?obs -conozc? también a
lo, a algunos de los más brillantes esplritus con los que creo muchos- se jactan de no haber subido a la Torre E1ffel o a la de
haberme topado en mi ya larga vida. Pisa de no haberse trepado a la Giralda o a la Gran Pirámide. Si
He hecho el elogio de una máquina, viene ahora el de otra: el se c~nsan por viejos o por enfermos los comprendo y los justifico;
aparato fotográfico. los historiadores del arte nos dividimos en si sólo actúan así porque consideran que esas son cosas para el
dos clases: los "fotógrafos" y los que no lo son. Como podr(a- pueblo, me río de ellos implacablemente en su propia cara. Sus
mos también dividirnos entre los que manejamos automóviles y opiniones serán siempre de gabinete, sus escritos de biblioteca,
los que nunca han podido o querido hacerlo. Para mí la dife- sus documentos olerán a polvorientos y a rancios, sin vida. Por
rencia es flagrante y plantea el problema del exceso de "inte- eso me siento mucho más cerca de hombres como el escritor-
lectualidad ", de "cerebralización" que los historiadores o crfti- aviador Saint-Exupéry, de un novelista dado al deporte como
cos de gabinete a veces plantean. Camus, que de cualquier rata de archivo de las que corren aún
Conozco especialistas en arte -y no de los menores- que por el mundo.
sienten confesado horror por el paisaje, a quienes no les interesan Es éste pues un libro distinto dentro de los otros mlos, ya que
los árboles, las flores, y lo que es más grave aún: la gente en ge- fue escrito no de un tirón ni queriendo demostrar una tesis
neral. Es lógico que esos seres viajen de noche en coches-cama, concreta, sino en infinidad de circunstancias diferentes a lo largo
que vayan de museo en museo, o de libro en libro. de muchos años. Cada vez que me aproximé a un maestro, a un
El auto obliga a entrar en contacto con el mundo exterior, monumento, a un paisaje cultural lo hice con admiración, con
asumirlo. Uno se pierde, pregunta, descubre, se integra. Con la curiosidad, con desconfianza ante el juicio ajeno. Y, muy a menu-
máquina fotográfica pasa algo parecido: en el momento de do debo confesar, con todos esos sentimientos contradictorios
disparar cada instantánea un vínculo se establece entre las cosas mezclados.
y nosotros. El registro mecánico demuestra a la larga ser más .Pronto me convencl, sin embargo, de que si no me obligaba yo
espiritual y duradero que gritos y exclamaciones. A las palabras rrusmo a reflexionar por escrito sobre lo mismo que experimentaba,
se las lleva el viento; la imagen, buena o mala: queda. Y es c?rría el riesgo no sólo de olvidarlo sino lo que es peor: de no vi-
precisamente porque queda, como yo recuerdo y considero haber virlo .plenamente, que es la única manera de integrarlo a la carne
vivido cien veces, mil, más que el historiador-crftico antiau- ~rop1a. Mi receta es y ha sido siempre, a la fuerza, muy otra de la
tomoviUstico y antifotográfico por definición. las clases se dan s1.mple actitud hooonística. Puesto que mi vida ha estado -para
luego con base en las diapositivas en colores; los artículos y los bien y para mal- indisolublemente atada al arte, hace mucho
libros se escriben manejando un arsenal gráfico, nunca lo bastante que opté por tener con él una relación doble: contemplativa pero
abundante o detallado para la ¡ividez del exacto investigador. también activa.
Ahora que está de moda hablar de las máquinas como "alie- Ante todo puede decirse que he leído extensamente antes de
nantes'', he aquí mi elogio desmedido de dos de ellas que literal- a~e~carme a las obras. He viajado también con intensidad en con-
mente me han hecho taJ como soy. Dos máquinas (la de escribir dicion.e~ a veces bastante precarias, pero siempre tomando fotos
podria ser una tercera) que perfeccionan nuestra humanidad, y Y escr1b1endo en mi sempiterno cuaderno de notas. Una vez in-
valga la paradoja. Si agrego ahora que casi siempre viajo solo (el tegrada la obra en mf, y en general cuando me decido a escribir
diálogo superficializa salvo si uno ti.e ne por compat\ía a un ser sobre ella, vuelvo a leer sobre el tema, a menudo todo lo que en-
excepcional), y que siempre llevo conmigo un cuaderno de notas f1uentro en una bibliografía. Es decir, practico lo que Jos franceses
a mano, un pense-b~te donde todo queda registrado de manera aman la lectura en diagonal, es decir una lectura intencionada
20 EL CÓMO, EL CUÁNDO Y EL PORQUÉ
EL CÓMO. EL CUÁNDO Y EL PORQU~ 21
buscando las ideas que me interesan: para adherir a ellas o para
, 1 fue siempre el de escribir para un lector culto no
esos ~r~cud~s sin cC1er en pedanterias en las que n o creo, y
tratar de refutarlas. De más está decir que en el último episodio
de la cadena: el hecho material de escribir el articulo, trato de no
perder de vista la emoción inicial y, en ese sentido, las notas
es11 ecuz/iz~ ;esultar lo más claro posible, no llegando por eso
tratando fa temible "divulg;,ción", una de las modernas plagas
tomadas in situ se revelan absolutamente indis pensables.
Por eso -y lo digo sin nin~una pre~ensión- cada ,te~to de los
tamp~~ ue retenden difundir la cultura.
ª
entre
A pesar
q depque no me corresponde
. a mí juzgar· del valor de lo
que aquí figuran debe ser leido no solo como la cr?n1ca de _un
placer experimentado por mí en un momento d:I hempo, s 1~0 q ue escr1·bo, dos puntos -éticos más que estéticos- creo tener a
h f' .d . . .
más bien, y más que nada, como el planteamiento de algun . ,
m1 1avor. El primero es que nunca
. e 1ng1 •o mis aprec1ac1ones,
-
1
·..: as negativas. El con¡unto de o escrito por rru posee, por
problema o de algún enigma cultural. Es decir: la historia del arte POSluV 0 · "ó n, o a 1 menos co-
como pregunta, sí, pero también comó evalu<lción permAnente de lo tanto y necesariamente, 11n1"dnd de oµ~nt
las obras, por estables y fijas que parezcan. h encia a través de los años. Y segundo. desde que empecé a
Mi acerca miento no ha querido ser pues nunca puramente e:ribir artículos o ensayos, juré no hAcerlo nunca. com? puro de-
literario, cosa de lt1 que tengo un santo horror. Ni t<lmpoco sahogo a mi sen~ib ilida?· Pa~a lo c ~al he tenido s iempre el
pretende constituir 1'1 1'traducción" -por otra parte imposible-- refugio de Ja poes1a, de m1 propia poes1a, como pue;t". de escape.
de un cuad ro o de una iglesia en términos felices o bien sona ~tes. ror eso, et1ando afronto un nuevo tema, por ma~ 1 n o~ente o
Aunque eso no quiera declr ni mucho menos que desprecie el ClH1ocido que sea, siempre n:'~ c?mpron:ieto conmigo. mismo .ª
aspecto formal de la prosa, por eJ contrario, trato de que ella re- plantear problemas, transmiti r. ideas: aJenas o prop ias: tradi-
s ulte original en la calificaciún, si bien para ello tengo q~e recu- cionales o polémicas. Y, como cito abundantemente a nus auto-
rrir a im~genes no frecuentes en que uso de la compar;ic16n con res, pé!ra corrobort1rlos o combatirlos, el lector tiene la ventaja de
las actividades contemporáneas -J;is técniCTts por ejemplo-: en que lii no aprecia mi texto le que?" al menos el consuel.o ?e. la
una palabra, de todo lo que supong<l "estar en el mundo" actual, bibliografía. En ese sentido sí me siento muy orgulloso: m1 b1blio-
del que no reniego. . . grt1ffa es excelente; y ya se sabe que en el camp~ de la cut.tura
Para decjrlo un tanto bruscamente, considero que en Latinoa- quien posee una buena bibliografía puede decirse que tiene
mérica hay mucha gente que piensa bien pero que escribe mal. prácticamente el mundo en su~ manos. ,,. . ,, .
O de manera desmañada, poco ágil o, lo que es peor aún, con Insisto pues, no se tr<lta aqu1 mer<lme~t~ de 1mpres1~n~ sino
fórmula s p resuntuosas y oscuras. Es cierto que, como com- más bien de "planteos", que rebasan casi siempre lo artiStico para
pensación, padecemos también de los s.i métricos opuesto.s : remontarse al más vasto campo de la cultura general. Co~ '?cual
queda también dicho que intento trascender los acontec1m1entos
aquellos que escriben bien ... pero que no tienen nada qué decir.
O casi nada. Sus largas disquisiciones en estilo florido se pierden -fechas, monumentos o la simple exaltación del artista com_o
en nebulosas de adjetivos vagos sin un sólo término concreto al héroe- y me aplico a enfocar el arte como un fenómeno parti-
cular en la más extensa historia de las ideas. Ya que estoy
que poder aferrarse. Cuando llega el momento de la verdad se
persuadido de que el arte es un testimonio irrecusable, con los
encuentra uno Apenas con un rastro de polen en los dedos.
Refiriéndome ahurél concretamente a los artículos que com- mismos títulos que la filosofía, la literatura o cualquiera de las
llan1adas ciencias humanas.
ponen esta auto<lntología, diré que en general ellos representan
Hay críticos superfici<lles que sólo se interesan por un ":'édito
un nivel medio dentro de mi producción: no son ni los largos tex-
tos llenos de notas que publican las revistas especiali;i;adas, ni los d.ocumento de archivo. Esos mismos críticos permanecen insen-
sibles cuando el autor -en este caso yo mismo-, apoyándose en
si mples croq uis breves, de tipo impresionista, que también he
escrito durante años para alg unos diarios y revistas. Los trabajos su cultura .Y en su propi<l experiencia, trata de "leer': direc-
taml:!nte y sin intermediarios las obras de a rte que han de1ado los
que van a continuación t1parecieron todos entre 1958 y 1981 (la
siglos o que se siguen creando hoy ante nuestros ojos.
fecha que llevé'ln es la de la redacción). Todos ellos, sin que haya
excepción alguna, fueron escritos para publicaciones culturales o Para mí este tipo de autor-testigo -y prosigo aquí mi auto-
p<lra suplementos literarios de jerarquía. ~efensa- es al menos tan necesario como e l otro: e l autor
Mi objetivo -quiero decjr ante mí mismo- cuando compuse l~bresco. Habrá siempre - pues se trata de una vo~ación ina-
lienable- eruditos que pretendan saberlo todo o descifrarlo todo
22 EL CÓMO, EL CUÁNDO Y EL PORQU~

a partir de la rara pieza de archivo. Esos ingenuos se fían sólo de


la prueba escrita (aunque a veces demuestre ser apócrifa), mien-
tras permanecen obstinadamente insensibles ante los cuadros, las
imágenes, las iglesias creadas por la mano del hombre pero que
esos mismos miopes son incapaces de "ver".
Es precisamente a esas fuentes directas adonde he querido ir
yo a beber, no sólo para regodearme como un egoist:a con mi pe-
quef\o descubrimiento, sino para tratar con toda objetividad de
entender mejor un momento del devenir. Amigos tengo, muy PRIMERA PARTE
entrai\ables y sensibles que, sin embargo, nunca han compren-
dido que meditar sobre la obra de arte y su inserción en la más
amplia historia de las mentalidades, puede constituir en si una
disciplina fascinante y que se justifica a sí misma. A decir verdad,
acercarse a los monumentos, estudiarlos, discutirlos me produce
tanto placer -aunque de otra indol~ como el de contemplar la
obra de arte aislada y en todo su esplendor. Para mf, no obstante,
esa obra que me deleita siempre quiere adetnás decir algo, a lgo
transmite, señala hacia algo que no se agota en el simple placer
de la contemplación, por apasionada que ella sea.
En el momento de acercarme al punto final reconozco que la
fortuna que más podría complacerme para mi libro (uno sabe
cómo y por qué los escribe pero ignora cuándo y quién los lee)
sería el de que cayera en manos de algún joven con inquietud de
saber, de pensar, de juzgar y, sobre todo, de viajar. Quizá resulte
interesante para ese hipotético lector joven que postulo, ver qué
piensa "uno de nosotros", un latinoamericano contemporáneo
(nl un extranjero ni un autor antiguo), de problemas tan vastos y
dispares como de los que aquí se trata.
Para terminar: agradezco a Procultura este generoso ofre-
cimiento que, hace apenas unas semanas yo ni siquiera sos-
pechaba. Ofrecimiento que me da hoy la oportunidad de lograr
-casi por generación espontánea- un extenso público que yo,
de otro modo, no habría posiblemente nunca alcanzado.
Si el título expresa bien lo que deseo, Pensar con los ojos será la
reivindicación de dos de nuestras más admirables prerrogativas
humanas: la de ver y la de meditar sobre lo contemplado.

París, mayo de 1982


LA VISIÓN TOTALIZADORA

ENSAYO DE CARACTERIZACIÓN DE UNA PLÁSTICA

L'intention de l'oeuvre d'art n'est pas l'oeuvre d'art.


H l!NRI POCILLON, Vie des Fonnes.

A PARTIR de ciertas intuiciones -que quiero supone r bien fun-


dadas- trataré de descubrir si es posible hablar de una plástica
característica del continente americano a través d e los siglos.
Uné'I de esas intuiciones, la primera en el orden expositivo, po-
d ría formularse más o menos así: en general, la plástica del conti-
nen te americano es perentoria, intensa, excesiva ... sin que, por
eso, deje de gozar de un cierto autodominio que le sirve de ele-
mento regulador.
Para esta visión sintética que intento le propongo al lector que
se haga a la idea de que estamos hojeando, juntos, algún buen li-
bro especializado,1 o que recorremos las salas de algún museo
muy completo en Ja materia con la intención de filmar un docu-
mental en colores sobre el tema.
¿El marco geográfico? Un inmenso continente que se estira de
un polo al o tro. Pero los mapas engañan, pues si la gran parte
central de América corresponde por su latitud a los trópicos, hay
que reconocer que sus culturas superiores transcu rrieron -<así
todas- en mesetas elevadas de clima templado.
En cuanto a lo humano, América, d esde sus albores estuvo
muy desigualmente poblada por razas cuyo origen se desconoce.
Los .etnólogos nos proponen tres teorías: para unos, los primitivos
habitantes de América son mongoloides que vinieron de Asia a
través del Estrecho de Behring (lo que no explicaría la pluralidad
de las lenguas); para o tros -<orno Paul Rivet- , hubo migra-
M' 1 s·1gvatd Linné y Hans Dietrich Dissclhoff, A1nfriqt1e prérolcmibic11T1e, Ed. Albín
tchet, .~aris, es, en general, excelente. Encuentro, sin embqrgo, muy arbitraria
la el~cc 1on de documen tos gráficos y el lugar insuficiente consagrado a la
arquitectura. Para ese aspecto, en cambio, se pueden consultar las notables
~~n?grafías de Geneviéve Bo nnefoi en Les archltertes célebres, publicación

r1'.1gtda por Pierre Francastel (Ed. Mazenod, 2 tomos). En el segundo tomo yo


1smo he escrito un ensayo que puede resultar útil en la presente ocasión. Para
~cronología peruana al día me ha resultado indispensable el libro de J. Alden
ason: The ancient civiliz11tio11 of Per11, Ed. Pelican. Para la mexicana he
~on~ultado todo el tiempo el admirable catálogo C/refs d'oe11tm! de l'arl mexicain,
ans, 1962, debido al director de ta exposición Fernando Gamboa.
25
26 PRIMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 27

cion~s.(en un sentido 1. en otro) entre las costas americanas y 1 ·erto escultórica. En lo que hemos llamado "pe-
arch1p1élagos del Pac1f1co; para unos terceros, en fin, el homb .6 por c• ' nf ~
1ens1 n, aJa", nuestra hipotética película en co1ores .e . ocar1a
americano es autóctono. En apoyo de la primera tesis se podrfan queña ese tro no menos hipotético museo, una v1trma que
hacer valer, en el campo que hoy nos interesa, ciertas semejanzas ahora, ~ º~:~micas de la llamada Civilización de la Costa del
entre el arte y el tipo étnico chinos y ciertas máscaras de piedra y con~vie(~oo a . c.-1521 d. c .) d onde vertamos vasos a.ntropo y
pequei\as escuJturas en jade realizadas hacia el 800 a . c. por los Pacffic~. realizados en una tierra roja brillante, relativamente
oli:necas ~e ~éxico. Más tarde, en el dominio peruano y hacia eJ zoom~ñ~~(jo cm de alto), que representarfan, P? r ejemplo, ~
prim~r m ilenio, ~n Ja. Uamada cerámica Tiahuanaco clásico hay pequb entado con brazos y cabeza sobre las rodillas; ~a mujer
!ª~'én concom1tanc1as de forma entre el perfil y el estilo de las hom r:~da teniéndose el vientre con las manos en actitud c~­
mc1siones de estos vasos y los de algunos bronces chinos del se- em~ar d . un perrito rech oncho (se los engordaba para ser corru-
g undo milenio a . c. ¿Casualidad pura ... ? Sin duda, en arte: igual- tors1ona 1:~ctitud '' realista" de rascai:se; o, en fin, otro perro, fe-
da~ de a.specto no significa, d~ ningún modo, igualdad de con- dos) en 11 do ya francamente "exp res ionis ta ". En nuestro
ten1do. Sin embargo, esta seme}élnza imprevista nos sacude como
una corriente eléctrica.
~':du'::en~l e;ta última imagen se s uperpondria al cuadro de
Rufino Tamayo: Ani1nales (1942, M~seo de A;rte Moderno, Nueva
. Volemos por la Historia, como los personajes de Ja ciencia-fic- Vi rk). Veríamos asf la aparente coincidencia entre un t~~ an-
ción: des~lacémonos no sólo por el espacio, sino lo que es mucho tiº 0 y su versión "moderna" y "culta''. Digo aparente co1n,c1den;
más apasionante y más moderno, por el tiempo. Y pidamos al cif porque, en realidad, profundamente no debe haber tal cosa.
a~t~ que nos informe sobre la mentalidad, sobre los contenidos es- El hombrecito sentado, la preñada que se deb~te con el dolor, el
p1r1tuales de esas culturas. perro q ue se rasca y el que aúlla no son meras imágenes quepo-
No obstante, desde Sócrates al menos, sabemos que hay una damos entender con sólo mirarlas. Los arqueólogos ~ encai:g:m
t~ca p~a interrogar. A cada uno de los tres momentos en que de d ecimos que se trata de ritos d e fertilidad, d e magia pr~picta­
divido ~ encuesta: precolo mbino, colonial, contemporáneo tra- toria ... todo un mundo que sigue en la sombra cuando eJ pico del
~ré de inte rrogarlo en sus artes más significativas. Para lo an- obrero desentierra la pieza. , .
tigu~ propongo: la cerámica y la arquitectura; para lo colonial: Ja El mism o carácter simbólico, llevado aun más lejOS ~ la com-
arquitectura y la escultura (imaginería y decoración esculpida)· plejidad del signo, lo encontraríamos en la gran cerámica-e~ul­
para lo contemporáneo: pintura y artes populares. ' tura d e los zapotecas (650 a. c.-1521 ~·c.) del centr~ de México,
Creo poder j~stificar rápida_mente el partido adoptado con el los arquitectos de Monte Albán y d e M1tla ... Hoy nos interesan co-
arte precolo mbino. La .cerámica ~s el arte antiguo, utilitario y mo ceramistas dignos de compararse a los etru~os. Para no per-
~oeuJar por antonomasia. La arquitectura, en cambio, es en la an- demos en divagaciones elijamos la urna funerana que representa
bgueda~ un arte esencialmente social, religioso, "simbólico" (ya al dios de la lluvia: Cocijo, pieza de 60 cm de alto qu~ s~ conserva
me explicaré más adelante sobre este con cepto). Por ahora volva- en el Museo de Antropología de México. Los especialistas la da-
m?s a ~a cerámic~: apa~ece siempre cuando la Prehistoria se hace tan entre 350 y 700 d. c. El gran vaso está tratado en planos ~ur­
H1st?na, en la artículac16n de los tiempos. Dinámica, espontánea, vos que se persiguen por el espacio. AJ frente: el rostro del. daos,
nos informa sobre una vida -vulgar, cotidiana- que, en general, con un antifaz ganchudo, la boca abierta mostran~o l~s da~ntes
':º sue.l e tocar el gran arte. Pero e'lla también es tá cargada de ~eroces. Todo es dinámico y agresivo pero 19ué sabidu.na! 51.esta
s1mbohsmo y sería más que ingenuo de nuestra parte creer que la imagen resulta terrible es sólo porque también, y al rrusmo tiem-
podemos ''leer'' asf, sin más, directamente. Esa lectura inmediata po, es una gran obra de arte. 3
no existe en arte a ningún nivel ni en ninguna circunstancia.
Lo que ta imagen signi.ficab~ para el alfarero antiguo y lo que si~ca para
2
Dentro de lo precolombino to maremos ejemplos exclusiva" ,
men~e de Méx~co y de Perú, los dos mayores centros de civi- l amayo no pertenecen a un mismo universo mental. Caro que también se po-
l~zac1ón respec~vamente. En México, agreguemos ahora, se prac- dría esgrimir aquí la enigmática ~ del hlstx>riador Italiano De Sanctis cuando
ticó una cerámica que presenta un doble carácter: una que vamos afirma: "El contenido está sometido 1 todos los azares de le Historie: nace Y
llluere; s6lo la forma es inmortal."
a lla~ "en pequ~~ escala" (vasos. utilitarios, ídolos rituales) y 3
"Le signe sígnifie mais devenu forme, il aspire ~ se slgnlfier, il crée son
otra en gran escala (urnas funerarias, grandes relieves) de pre- nouveau sens il se ~che un contenu ... w Henrl Pocillon, Vie des F~.

lA VISIÓN TOTALIZADORA 29
28 PRIMERA PARTE

Po pular o culta la cerámica mexicana precolombina trata de forma. Frente a esa arquitectura de Teolihuacán que se "integra al
trascender la materia sometiéndola a una tensión casi insopor- paisaje" podríamos oponer Monte Albán y Mi tia -obras zapote-
table. A su lado, la cerámica peruana puede parecer preocupada
ccls- que se "oponen al paisaje". Lo antiguo maya y lo maya-
con una aparente objetividad. En los vasos Nazca (400 a 1000 de tolteca constituyen la alianza de arquitectura y escultura, escul-
tura no geométrica estil izada en grecas como e n Mitla, sino
nues tra .era) la form¡¡ es tradicional: tronco-cónica 0 esférica. La
figura tiva y eminentemente simbólica. En general la característica
de~~ rac 1.ón -a primera vista geométrica- resulta siempre de ta
de estos tres momentos mexicanos - más el azteca, posterior y no
estil1zac16n de la fauna o la flora que el artista conoce. De ahi un
muy originaJ- consiste en la capacidad de estructurar conjuntos
rasgo ~ue me parece dominante en lo americano precolombino: ta
monumentales destinados, fundamentalmente, a procesiones y
~dhes1 6 n a lo natural, sublimado o estilizado buscando universa-
lidad y trascendencia. ceremonias, lo que podemos llamar " teatro", en el buen sentido
, Por u~ s istema de co~fron taciones sucesivas, d espués de lo del término.
En cambio, los incas del Perú, grandes constructores, son un
geometnzado tomo un e¡emplo de observación directa: los llama-
poco como los romanos: ingenieros más que arquitectos, como a
dos.vasos-retratos de la cerámica mochica (1300 d . c.). Basta hojear
ellos les preocupa sobre todo t:!l acondicionamiento de un Tmperio.
a lgun bu ~n d~)C~mento4 para ver desfilar una galería de tipos hu-
Como en el caso de la cerámica hay que admitir, palmaria-
':'~nos ps1cologacamente muy diferenciados, a veces con de fectos
mente, que mucho nos cueste'\ "leer" en nuestros días esta arqui-
f1.s1cos o enfermedades iden tifi cables (labio leporino, lepra (?),
tectura altamente simbólictl de los pueblos precolombinos. En la
e1emplares d el M u~eo de La Plat¡¡ y Etnográfico, de Buenos Ai-
zona de Teotihuacán aparecen ya casi todos los elementos de la ar-
res). ::ada más fácil, por cierto, que diagnosticar el ''realismo". quitectura mexicana antigua: pirámides, templos escalonados,
Hay ~ ~ un gran poder d; ob.serv11ci(m, p~ro acompañado siempre
explanadas, escalinatas ritmicas. Parn complt:!tar el panorama
tambten de un extraordinario poder de sin tesis que eleva estos re-
últimamente se han descubierto~ y se siguen descubriendo pala-
tratos .ª t.a ca tego~ía de gran arte. Volvemos a encontrar aquí una
cios, residencias de personaje:. divinizados con locales cubiertos
matenahda? básica y unA manera intensa (más serena en el Pe rú
de brillantes frescos. Las pirámides del Sol y de la Luna, de Teoti-
que e~ México) de tratarla. No seamos ingenuos, en este registro
huacán, son inmensas, truncadas, d e suave pendiente. Contraria-
d e ~c~!tud~s dol?rosas, defect?s'. monstruosidades hay no sólo mente 11 las egipcias no son tumbas sino, posiblemente, basamento
curiosidad infantil por lo raro, un1co; posiblemente los "casos" re-
de templos que se encontraban en lo alto y a los que se accedía
t~atados representaban algo muy significativo en el contexto de ta
por magníficas escalinatas. También encontramos allí, en eJ tem-
vida del P.u eblo que así buscaba perpetuarlos.
plo de Q uetzalcóatl, un modelo que se repetirá infinitamente:
La arqu!tectura es el arte social por excelencia. En América, co- escaJonado, con escultura policroma. El gran espacio vacío que en
n:'º en casa. to~as las culturas antiguas, al lado de la mínima "fun- Teotihuacán se llama la Ciudadela (no mbre equivocado como
c1~~ práctica de la arquitectura, se impone Ja "función simbó li-
casi todos los que diernn los españoles a lo que encontraban a su
c~ .' verdadero motor de la arquitectura y su razón de ser. Yo
paso), se transformMc\, a partir de Xochi cAlco, en el Juego de
diri.é\, pa~a aclarar un ~oca el pa~ora~a, que en México y el Perú Pelota, siniestro deporte que termintlba con sacrificios humanos.
pr~1~cás 1co l?s contenidos arq~tectonicos son primordialmente
Arquitectónicamente s upone una exp lanada con muros que la
rehg1osos, mae~tra s q.u~ a partir del Imperio incaico resultan so- limi tan, tribun11s y miradores. Este complejo es uno de los ele-
bre todo: políttco-re hgmsos, c?mo Jo seguirán siendo, por otra
me~ tos característicos de la tlrquitectura mexicana .
parte, 11unque con otros contenidos en tiempos de la Coloni¡:t. S1casi todos los ele mentos existen yrt, varía la forma y él senti-
Entre el 3~ y 65~), en el .Val le de México nos topamos con la cul- do con que cadt1 cultura Jos interpreta. En Monte Albán y Mitla
tura ~e Teo.hhuacan que inaugura 111 serie de grandes conjuntos los muros son verticales, la d ecorac ión se e jerce dentro de zontls
arquitectónicos del Nuevo Mundo. Teotihuacán (como 1iahuana-
co, cerca de lo que es hoy La Paz) representa la severidad extrema 5 ~ arqueóloga fran~t-s.1 Lau rt'ltc Séjo11mé hn est11dfado a fondo uno de estos
que se expresa por la geometría rigurosa y por el nudismo de ta pal<1cms 1.>n ~u Libro monuml'l11ill: lbr ¡ml11rí<1 cu In Ci11il11d dr los Dio.<;<>S, Instituto
Nacional de Antmpologín, Méxkll, 1959. Tambi{•n :-;e dcbl' consultar dl' la misma
nuto~: P1~1samit'11ln y n:ligió11 1!11 {'/ Mf:i:iro a111i¡;r/ll, Fondo de CuJtur¡¡ Económica,
4
"Huacos, cultura chimú~, Crmdenws de arte americano/ F Mán¡uez Mirand MéXlco, l957.
fotos de C . St4am y H. Coppola, Buenos Aires, 1943. · ..,
30 PRIMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 31

esp~cia les o tableros. Consiste en grecas de piedra en relieve,


posiblemente evolución tardía del cuerpo estilizado de la serpien-
te. En lo maya antiguo -UaxRctún, likal, Copán, Palenque- Jos
pued~ Ueg~
1
:xpesar doscientas toneladas ... ¿Hay que construir
ugnable? Machu Picchu: en la cumbre de una
una ciudad ~caten el corazón del macizo andino. La roca ha si-
templos escalonados son empinadísimos y grandes estelas es- mon~al v~~ como ta arcilla: casas, palacios, terrazas para los cul-
culpidas con una decoración desbordante y de dominante curva ª
~o mo e 1 ras de paciencia india, caminos, acueductos. Nada de
siryen de mojon~s pR~a limitar y "construir" un espacio a cielo tivos, e~; ~scultórlca: el efecto reside en la triple ralz del tamat'lo
ab1e.rto. El gran sincretismo maya-tolteca se producirá cuando los decoraJcd n los bloques la perfección inhumana de su labra, los
toltecas -inventores del atlante, hombre-columna-se impongan co~os~nv!roslmiles ad~nde estas piedras han sido izadas ... ¿Ex-
a los mayas y juntos construyan Chichén-Itzá y Uxmal, en el sitiostambién? ·Qué duda cabe... ! Cada una a su manera estas tres
Yucatán (siglos x al XIII). Aparecen así columnas y bóvedas para ceso, se ªJ·u~tan en su arquitectura -como lo hadan en su ce-
crear edificios cerrados y monumentales aparte de los templos cu turas esplritu americano que traté d e d ef'mir
· apnon:
· · t en-
e~calonados y el ya indispensable Juego de Pelota ritual. AJ exte- rá m¡ea- a ese . · d · d
sión llevada al limite ... pero dom mando la materia, ominan o
rior los muros se ven cubiertos, literalmente, de decoración escul- ia expresión como sólo son .capaces de hacerlo las culturas y los
pida de la mejor calidad: geométrica o figurativa pero siempre hombres supremamente artistas.
simbólica y no gratuita. Al inte~'ior, en locales de hecho lóbregos, Generalizando: el museo perfecto que hemos postulado ten-
se desarrollan largas teorías de pinturas en colores vivfsimos drfamos todavía que ver para convencernos de esta verda~, la e~­
- muy parecidas a las de los códices iluminados- sólo que en es- cultura olmeca: grandes rostros protuberantes do~de donuna, sm
cala gigantesca. embargo, el bloque: cúbico, .esférico. L<?s admi.rables e~tucos
¿Cómo comparar entre sf la estética de los dos grandes momen- mayas como la monumental figura de mu1er sonriente (1nude só-
tos de la arquitectura mexicana antigua? Teotihuacán -lo ve- lo 34 cm de alto!) del Museo de Michoacán o el admirable ~uerre­
ríamos en un vuelo bajo planeando sobre sus ruinas- se expresa ro sacrificado, aparentemente realista pero en el cu~I la nariz, por
fundamentalmente por el juego de las explanadas vadas, de las es- ejemplo, está tratada como un volumen independiente, rasgo de
calinatas repetidas como un Ieit-motiv, el uso monumental de las audacia artística.
pirámides truncadas, verdaderas "montañas artificiales". Domi- Habría que hacer figurar también la orfeb~erfa del oro que es
nante .ho rizontal y orgfA del ángulo recto en un paisaje lunar. Lo fúnebre, terrorlfica, en los mixteca-puebla; d1buj~~a, decorativa,
excesivo -q ue vengo proclamando como z:asgo permanente filiforme entre los muiscas de Colombia. Y los tejtdos peruanos,
americano- está aquf presente en esta arquitectura voluntaria y expresión gloriosa de su cultura. La repetición rltmica del "moti-
despojada. vo" llega a contaminar hasta la decoración en piedra. En lo an-
En lo maya-tolteca, en cambio, si los conjuntos también son tiguo tendríamos que ver los bordados policromos del Paracas
en~rmes no lo son a la escala planetaria. Se trata, más bien, de un necrópolis; en lo posterior-previo a lo incaico- los "gobel~os",
recinto sagrado con m~ch.~s dependen~ias significativas para el incrustación de fragmentos tejidos individualmente cuya cahdad
culto. No hay aquel paisaJismo de Teotihuacán que consistía en Y belleza sólo pueden compararse a lo mejor del arte textil c~pto.
un verdade.ro "acondicionamie~to del espacio" en competencia Si lo que afirmo se aplicara solamente al gran arte m1 de-
con la propia naturaleza. En Ch1chén-ltzá, Uxmal, el paisaje, por mostración empero fallaría por la base. En otras infinitas vitrinas
empezar, no sólo es distinto sino casi antagónico con el anterior. el museo ideal nos debería también mostrar -y aqui la pelfcula
No estamos ya en la meseta frfa de cielos azules y grandes nubes jugarla con las superposiciones, encadenamientos continuos: co-
blancas cambiantes, sino en una penlnsula baja, cubierta de ma- llares de los jíbaros hechos de cuellos de tucanes degollados con
torrales, una llanura sin ríos, con corrientes subterráneas que sus plumas de colores furiosos y sus picos agresivos aun después
afloran en los ojos de 11gua - los cenotes-, antros de sacrificios. de muertos; los mantos bárbaros de los patagones, mantos de
No hay tanto plan en lo incaico. Cambiamos de estética porque c~ero de caballo curtido y policromado. En fin: los infinitos aba-
cambiamos de mentalidad. ¿Se trata de defenderse? La fortaleza nicos, máscaras, armas, Instrumentos, adornos, mantos, con los
ciclópea de Sacsahuamán, en las alturas del Cuzco. Los espai\oles que la antigua América se vestra, caz.aba, adoraba a sus dioses. En
n'? creyeron que los hombres hubieran podido construir esta todo ~eríamos lo perentorio, lo voluntario, lo afirmado con vehe-
triple muralla con bloques de cinco y seis metros de lado que menoa, con pasión. Mucho de lo antiguo permanece aún en lo ac-
PRIMER/\ PARTE LA VlSTÓN TOTALIZADORA 33

tual. .. pero, antes de seguir adelante, veamos qué aporta ron, s estrellados, ese complejo entrecruzamiento de líneas
sucesivamente, las ulé'ts de distintas clases de colonizadores que poh~on~ de lo figurativo de acuerdo con la ley .musulmana ... N?
se lanza ron al asalto de América. que ~uv les esa" decoraciones, de acuerdo, quizá puedan cons1-
C reo dis tinguir c ué'ttro de estas olas principales: conqujsta- son igua cambio en cierto modo como equivalentes. En cuanto
dores, órdenes religiosas inte rnacionales, invasión pacífica de los derar:-e e;'ma· la de la decoración inspirada en la estilización de
esclavos negros, invasión agresiva de los inmjgrantes de todo el a la olra ºierza ·encuen tro también coincidencia de fondo. Lo
mundo. Ante todo: espaiioles y portugueses de primera hora: su laeninsular
natura es más contenido y qui"zá. •ms1sta
• má l t a·
á s .en a erce~ . 1-
1
I •

empresa es de índole política y religiosa. Con ellos pasan un P .6 . lo indígena por el contrario, es m s vio 1ento y uti iza
puñado de frai les y sacerdotes penins ulares que se contentan con ml•ns1!:Un,expresión sobre
' todo el color exacer ba d o.
introducir una pobre y tímida arq uitectura. Una escultura y pin- Pª~ ~o en este terreno no hay demostración definitiva posible,
tura menos que rudimentarias. La segunda olí't religiosa - a par- °
1e pro pongo a l lector de buenaf voluntad esta pregunta, instándo-
tir sobre todo del Concilio de Trento- está constituida por ór- lo c3 que la conteste con en.ter~ ran9ueza: ¿h u b"1era existí
· ·do, acaso~
d enes nuevas, nacidas al cal()r de la Contrarreforma y traen otros alguna posibilidad de comc1denc1a - por remota que fuera- s1
criterios dis tintos de los puramente peninsulares de primera ho- er vez de espaMles y portugueses los colonizadores de América
ra. Tercera ola - a la que según mi criterio no se presta debida hubieran sido, por ejemplo, italianos del ~enacimiento ... ? Creo
atención-: la de los negros que aportaron con ellos un inmenso qui~ evidentemente, la respuesta es negativa. Y supongo que el
caudt1l de religiones, ritos, folklore, arte, música, que han influido moLlvo proftmdo de que lo sea radica en ~I ~echo incontrovertible
enormemente al menos en una parte de América. Para terminar: de ciue los italianos -aun en ple!'? mam~rismo y barroco- han
durflnte el siglo XI.X y el nuestro se vuelca la marejada de todos los llevado siempi:e adelante la trad1oón racional que heredaron de
inmigrantes venidos a "hacerse la América" y que arrastran con Grecia y Roma.
ellos, involuntariamente, un pasado milenario y heteróclito. Si al principio la arquitectura había sido, casi exclusivamente,
Españoles y portugueses desembarcaron con sus estilos hjstóri- religiosa y milita r, copiada sobre modelos peninsulares, cuando
cos que, sucesivamente, se van a llamar: el gótico (Reyes Católicos pasen a América muJtitud de órdenes internacionales ~n los
y Ma1111eli110), mudéja r, plateresco, clásico herreriano, barroco, ro- siglos xvn y :xvm- las cosas van a cambiar. Por de pronto la fuen-
cocó. Y América fue recibiendo, pasivamente, lo que le mandaba te de inspiración no será únicamente España o Portugal sino el
-a su vez con retraso- la metrópoli. Ahora bien, debo transmi- país de origen de cada uno de los fra iles o sacerdotes arquitectos.
tir ahora otra de mis más tercas intuiciones: creo que entre la con- Otras veces -como en el demasiado evidente caso de la Com-
cepción de la forma que aportaban los conq uistadores y la de los pafüa de Jesús- lo que predominará, sobre todo, será lo que po-
indígenas, no había, fundamentalmente, incompatibilidad. En lo demos llamar el "estilo de la orden".6
que aportan los europeos en arquitectura -dada la complejidad La decoración exterior se seguirá usando, en América, al modo
de la civi lización occidental- existe una mayor dosis de lo que peninsular, o sea, en puntos concentrados: partes altas, portales,
he llamado "función práctica". Aunque ellos crean aún, en pleno mar~os ~e puertas y ventanas. Al interior el lujo se concentra en
siglo XVI, sobre todo en la "función simbólica" y la vivan intensa- las s11lenas del coro, en las rejas y, sobre todo, en los inmensos
mente. Su tradición que básicamente debería ser grecolatina -qui- retablos que según la costumbre de la metrópoli transforman un
zá por ca rácter propio, por influenci(I árabe, injerencia de estilos muro ~e ~ondo, inerte, en la verdadera prolongación vertical del
nórdicos- permanece fue ra de la corriente racional (a la que per- altar. 51 bien tanto al exterior como al interior a primera v ista los
tenecen, en ca mbio, Italia y Frnncia con toda naturalidad). De mo- temas parecen ortodoxamente tratados, a poco que nos ponga-
do que: Simbólica, irracional y llevada ella también hasta el limite n:os a observarlos con detenimiento descubrimos interferencias,
(del nudismo excesivo en El EscMial, de la decoración delira nte sincretismos que los frailes toleraban (cuando no propiciaban):
en el barroco) la arquitectura de los conquistadores no puede, por
El. ~nciscano Jodoco Ricke y Pedro de Cante, ambos flamencos, trabajaron
6
cierto, ser considerada como de signo contrario a IA nAtiva. rt-;

En cuflnto a la decorrición, la coincidencia me parece aún ma- Lat~Ativiu~lente en Quílo y M~xlco (consulbr: Kelemen, Bamque 1md Romeo in
Kr mene~, Ed. Macmillan, Nueva York, 1951). los Padres: Lcmer (flamenco),
yor. Si los incas o mayas usan grecas geométricas, los conquista- (co~~u~~eman) Y. Bianchi (italíano) fueron arquitectos de iglesias en la Argentina
dores arrastran con ellos aún por siglos, la decoración mudéjar de r el ya citado Les iirc/Utectes cé/ebm).
34 PRIMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 35

¿a ureola cristiana o e l Sol, del culto incaico? ¿Virgen Marfa o el Jlos mismos realizaron una conquista cultural que acabó de
principio femenino, materno de la Tierra ... ? El catolicismo com- que earácter a lo latinoamericano, abundando todavía -si hiciera
prendió que había que transigir, edificar sobre lo antiguo (ya lo 1~~c__ en el carácter violento de la expresión. En efecto: todo el
habían hecho los españoles en el Reino de Granada a medida que ~ribe, el Brasil y el Ri~ de la Plata se contagiaron de.ese mundo
conquistaban las antiguas ciudades moriscas).7 En América, sin ir lorido gritón, movedizo, alegre, sensual. Pero también hay que
más lejos, Santo Domingo, en el Cuzco, está edificado sobre un ~~onoc~r que las sedes de las ~~tiguas culturas: Pe~ú, México y
templo incaico del cual se ve, todavia, el magnífico muro ciclópeo las zonas marginal~ de su d?m~nio -en g~neral las tie~s altas--
que le sirve de basamento. Otro ejemplo: En México, la iglesia de han permanecido siempre indrns o mestizas. Más sobrias (apa-
Nuestra Señora de los Remedios ha sido deliberadamente plantada rentemente porque hay también la violencia india como hay la
en lo alto de la pirámide de Ololula, la mayor de todo el país. violencia negra, más evidente), más impenetrables también y más
He hecho referencia a sillerías de coro, retablos, decoración es- tristes. En una palabra: lo que va de un carnaval boliviano -con
culpida abundante, tanto al exterior como al inte rior de ca te- máscaras que parecen tibetanas y música pentatónica- a un car-
drales, templos, conventos. Es decir: he ido pasando insensible- naval negro brasileño o cubano: desaté\do, rítmico, erótico.
mente de la arquitectura, al relieve, a la escultura. Este es aun otro Y<1 estamos casi en la Historia moderna . Durante los siglos XIX y
rasgo que lo colonial comparte con Jo antiguo: nuestra división en xx se vuelcan los inmigrantes de todas partes del mundo. ¿Pue-
artes que se complementan entre si es moderna y bastante falaz. den en realid<1d imponerse íl lo antiguo, a lo que sintieron indios,
Supongo que para un maya como para un latinoamericano del conqu istadores y negros ... ? Sl:?gún: e n la gran superficie ame-
siglo xvm, no habría separación consciente entre arquitectura, es- ricana, en el campo, no, no pueden con lo tradicional. América les
cultura, pintura; entre artes mayores y menores o aplicadas. Todo se impone un ritmo, un tempo inconfundible que es el suyo propio.
daba como una sola instancia, como una n ecesidad perentoria de Al contrario: se ve el fenómeno del europeo -del gringo- que
expresarse de la manera más elocuente. termina haciéndose de )<1 tierra adonde ful:? a buscar casa y comi-
Sin embargo con nuestra mente moderna -clasificatoria- da. En las grandes ciudades, en Cé\mbio, s í el inmigrante -de
podemos decir que si la pintura colonial fue bastante pobre (sólo cualquier parte que sea- ha creado interesantísimos e inextrica-
en el Cuzco se llegó a formar una escuela interesante con rasgos bles problemas culturales.
propios) la escultura, en cambio, brilló con luz propia. ¿Recuerdo Porque, desde mediados del siglo XIX, se empieza a mirar a Eu-
de las antiguas tradiciones, coincidencia de actitudes mentales? Lo ropa y a los Estados Unidos. Sobre todo e n los países que tu-
cierto es que indios y mestizos aprendieron muy pronto y muy bien vieron culturas indígenas insignificantes y que más están pobla-
lo que les pudieron enseñar los conquistadores. La mitad de los ar- d o~ por descendientes de inmigrantes. Argentina, Uruguay y
quitectos fueron indígenas o mestizos y más de la mitad de los ima- Chile son -junto con una minoría culta brasileí'\a- los grandes
gineros pertenecieron a la misma raza. En el Ecuador tenemos en- "cli~n.tes" de Euro pa. El Norte de la América d el Sur, Centro
tre estos últimos a Legarda y Caspicara (siglo xvut) y en el Brasil al Ame.nea, en cambio, se ven arrastradé\s por una cultura fue rte,
muJato Antonio Francisco Lisboa, más conocido por su sobrenom- dorrunante como la norteamericana.
bre de Aleijadinho (también del siglo xvm).8 Cua~do se empieza a viajar, los artistas van, sobre todo, a Italia
Acabo de mencionar a un mulato, es decir que ya es hora de Yª Pans. Ya en nuestro siglo puede decirse que todos los grandes
ocupamos de esa tercera ola tan importante: la de los negros que momentos del arte se rehacen, son revividos -un poco más pron-
fueron traídos a América para servir de esclavos. Esa raza sana, to, un poco más tarde- en cadit uno d e los países americanos
fuerte, se aclimatará maravillosamente a la América de los trópi- ~tentos a ~aptar la novedad, la vanguardia en todos los órdenes.
cos. En general fueron dirigidos hacia el Caribe y la costa del Brasil cada pa.is empieza, entonces, a tener una historia, a constituir
donde no quedaban casi indígenas, de modo que puede decirse ~n c~so particular con el que no vé\ len mayormente las genera-
s•.zaciones: Los mexicanos, por ejemplo, que a principios de este
7 He desarrollado estos puntos de vista en un artículo: "L'art archilcctural de •glo realizan s u Revolución " neces itan" de artistas que los
l'Amérique cspagnolc", Les Anuales, avril-juin 1959, y en otro: HL'Escorlal cst-U
bien 'cspagnol'?", Les Anr1JJ/1:s, janvier-février 1962, París.
~~yen_. Rivera, Orozco, los m~jorl:?S de su generación, se embar-
8 Scbastián de la Cruz (La Comparua, Potosí), Juan Tomás Tuyrú Tupac (San cue' asi, en una posición va liente y comprometida que hoy, cin-
Pedro, Cuzco) fueron indios. nta años más tarde, resultaría inútil o ingen ua. Lo mismo
36 PRIMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 37

ocurrirá más tarde, en el Drasil, con Portinari, lo mismo que pue- . uevos las transparencias. Pero digo yo: son también exa-
de seguir ocurriendo hoy día en cualquier país que quiera vivir uma~es.~ su m~nera, llevan las cosas al límite. En ellos la violencia
una aventura semejante ... ger~ os en su misma contención, si se me permi te l!l paradoja.
Al lado de ese arte de contenido social -siempre presente en seRe¡ercem.~ esta ya larga disquisición. América antigua: pueblos
América- ha habido otros artistas, más europeizados sin duda, esu s muy apegados a Ja tierra, . • • l, se
crean un arte ongma
te '
cuya preocupación d.ominante ~a sido, so~re to~fo: ~a puramente e reyen ican se expresan por · 1ovoJuntarco,
¡o perentorio, • 1o 1n
· t en-
estética. Un gran pinto r sensible, colorista ftn1S1mo como el comu n , . em bargo, ni. meramen t e d ecora t 1vos
'
-..mente sentido. No son, sin
uruguayo Figari se complementa, se equilibra, diríamos, con su s · tampoco tan ferozmente deformadores como para provocar un
antagónico compatriota Torres-García, aparentemente un 11 frfo", terror incapaz de auto d ominar
ni · . expres1'ón. N o 1os veo
su propia
un clásico que rehizo para su uso privado la Historia del Arte y tampoco encauzados, en genera l a lo largo ~e muchas culturas y
resultó un elemento moderador muy útil en continente tan exce- dislintos siglos, en un arte comparable, por e1emplo, aJ de los fdo-
s ivo ... En Ja Argentina algo parecido: para un Victorica poco los negros: nocturno, erótico, violento sin. dominlo_como sus exor-
construido en la forma pero exquisito en el color, encontramos cismos y sus ritos. Tampoco en lo americano antiguo aparece el
también una antítesis: Pettoruti, artista intransigente que ha sido otro erotismo sabio de los templos de la India en que la vida de la
uno de los protagonistas -desde Europa- del fu turismo italia- sociedad y el Cosmos parecen girar en torno a los principios sexua-
no, del cubismo internacional. les y a sus al usiones. Lo americano se muestra, en cambio,. muy
Lo más frecuente, sin embargo, es el a rtista de tipo violento, cerca de la tierra -fauna, flora- en su doble carácter: germmatt-
exasperado. Puede ser e l mexicano Tamayo: que supera la lección vo y fúnebre como último destino de todo lo que vive.
de sus mayores y se reintegra a un indigenismo por medio de una Algún paralelo positivo quizá pudiera establecerse, en ca mbio,
materia y un color refinadísimos. Puede ser también el caso de con lo egipcio, aunque el arte americano no esté "proyectado ha-
Wilfredo Lam, e l cubano, que une e n su pintura de dominante cia la eternidad" como el del VaUe del Nilo. Si parece más "rea-
sombría tres raíces no tan antagónicas por último: la negra, la in- li s~" no nos engañemos, su realismo siempre trata de sublimarse
dígena, la europea surrealista, expresionista que se inclina haci.a en una penosa subida hacia la espiritualización de la forma. Pero,
lo mágico, lo onírico. Puede set" también el chileno Matta: ~gres1- he aquí el otro polo de la comparación, en ese sentido hay que re-
vo en el dibujo, en la materia, fino en eJ color, lleno de alusiones a conocer que nunca llega tampoco tan lejos como lo griego o lo
la tierra, al sexo, los grandes mitos ancestrales. khmer -por lo menos en sus momentos clásicos- en que las for-
Los plásticos latinoa mericanos hablan, muchas veces, de mas todas parecen contagiarse de felicidad, de perfección. Lo
"grandes espacios", de "sentido telúrico de la tierra " ~e "otras di- aml:!ricano precolombino siempre estArá anclado por la tierra: esa
mensiones". Quien meíor los interpreta - y se autointerpreta- es su limit"ción y su gloria.
es e l poeta chileno Neruda. En cuanto a los críticos internacio- _Después de las colonizaciones si el repertorio se hace más am-
nales se aferran -con avidez-a esas pistas para escribir más de plio y aparecen principios rectores, unificadores, convengamos
un prólogo " literario" y absolutamente caprichoso. Sin embargo, ~ambién en que e l arte americano se hace más barroco, pesado,
yo mismo que estoy en contra de todo eso y que he roto lanzas impuro, exaspern ndo en cierto modo su expresión. Pero, con to-
más de una vez sobre ese escabroso tema9 no puedo dejar de re- do, el arte latinoamericano de estos dos últimos siglos posee e n
conocer... que algo de verdad puede haber en los más sinceros. sus ~ejores artistas -cultos o populares-- un equilibrio que le
Lo que a lgunos oscuramente intuyen no debe de ser, por último, permite ~I ejercicio de esa tensión de la que vengo hablando des-
enteramente fa lso. de un principio, con un poder de autodominio que escapa al es-
Se me din~, es cierto, que al mismo tiempo que estos "arca i- pectador superficial. Autodominio que, por otra parte, no poseen
zantes" (en el buen sentido del término) hay otros, sobre todo en ab~oluto por ejemplo muchos buenos artistas de los que culti-
argentinos, venezolanos, que practican un arte en los antípodas: van el expresionismo, tanto norteamericanos como escandinavos
constructivista, interesado en la geometría, el dinamismo, los roa- f ~ermánicos. No encuentro, en efecto, entre los mejores artistas
l~h~oamericanos naJie de una violencia tan exacerbada y sin
9
Últimamente en un artículo: "Arte latinoamericano en París'' (Crítica a los ~m ~co mo las de Munch, Ensor, Schmidt-Roll uff, Nolde, De
criticas de una exposición), Crtadl:mos, núm. 67. oon1g, Appel.
38 PRIMERA PARTE LA VISIÓN 10TALIZADORA 39

No sé si por tradición indígena, por aporte de los colonizado ,, que hacen los europeos a propósito de las cosas ame-
-de cultura mediterránea aJ fin en s u mayorfa- o quizá ~bu 1º~ue admiran y no acaban de entender. Vayamos asomán-
coincidencia de todo ello junto, lo cierto es que estos artistas q ncanas cada una de estas distintas interpretaciones del mundo.
se expresan siempre por fo rmas al límite de la tensión llegan dt'cJ'~~~zadón precl~sica: del 15~ al 100 a. c. Situación: el corazón
autodominarse. El grito, sí, pero el grito como en el canto di . mo de México, sin costas y tierra adentro. Se trata de grandes
plinado: teniendo en vista un efecto total, final. La desmesura q ~~:deladores, d e sus dedos sale pasmosamente la cerámica an-
pierde las riendas, es, po r definición, antiartística y, por últi tropomorfa, zoomorfa, que define el carácter de cada hombre o ca-
corre el riesgo de ser incapaz de transmitir nada, ni lo más u d,1 animal. Las formas s?n ya des~e los a lbores las del futuro vo-
gente. cabulario mexicano tan mconfund1ble. Cabezas deformadas en el
¿Una prueba aun de lo que digo? El uso tan discreto, medi sentido de la longitud, estrechas y largas un poco como las de la
que los buenos pintores latinoamericanos hacen del color, ese Isla de Pascua. Hay estatuillas pequei'\as, chatas como bizcochos;
rrible -irracional~ vehículo del senti miento. Si el color, en máscaras, figuras cabezonas, sellos cilíndricos de profundo re-
guno de ellos, llega a ser violentísimo, siempre es manejado co lieve
en las artes populares con un sentido de la medida que le p res E!ite pueblo cultivaba el maíz, se d edicaba a la caza, la pesca,
su eficacia artística. consumía los frutos de la tierra. No en vano los cultos de la ferti-
Para terminar: nunca diría, nunca se me ocurriría decir del a lidad han marcado su paso por la historia. Todo este mundo de
indígena y del latinoamericano, su sucesor, que son románico figurillas expresivas se inscribe bajo el signo del dinamismo. Las
barrocos, expresionistas ... sin más. La trabajosa definición q ei:;tatuitas-la mayoría femeninas-están realizadas en el sistema
propongo está hecha de matices y ha debido quedar registrad llamado de "pastillas", los miembros modelados con las manos
-de alguna manera oscura y confusa- en estas difíciles pági forman los cuerpos; los detalles: ojos, boca, orejas se agregan co-
cuya única disculpa sea, en última instancia, la de haber sido mo bolitas aplastadas que sólo dedos muy ágiles son capaces de
critas con pasión entrañable. manejar. Muchas veces los ojos resultan-literalmente-rasgados
en la masa aún fresca antes de la cocción. Y esos ojillos insolentes
París, 1963 Diógcncs, Buenos Ai hacen juego con la "sonrisa arcaica" de las bocas que se guardan
:;u secreto. ¿Alguna reminiscencia entre lo conocido ... ? Quizá al-
gun ras~ ori~tal, no olvidemos que los etnólogos siguen creyen-
TREINTA Y CINCO SIGLOS DE ARTE MEXICANO do en ougrac1ones de pueblos en un sentido o en otro.
El arte de La Venta, el arte olmeca, cubre 16 siglos: de 800 an-
¿Cómo revivir por medio de nuestras pobres palabras cotidia ª
~e;; 80<!,después d~ nuestra era. Los olmecas -"gentes del país
C ~ul~ ' q.u1ere decir su nombre-eran originarios de la costa del
el esplendor del arte indígena mexicano? Dan ganas de salir e
rriendo al viento por esta primavera tardía de París, fría aún pe
1 f'
0
su dios el Jaguar. Dos formas principales de arte: la cerámi-
embanderadél Yél de un sol éllto, para gritar la buena nueva y d ca Y ªgran escultura. Empecemos por esta última impresionante
cirle él lél gente: las frescéls muchélchas a la m9da, los osc u ~a~diosa. La forma general se acerca a l cubo~ a la esfera. Se
sei'\ores vestidos de oscuro, a los niños-gorriones, a los viejos: ¡H en; edenormes bloques de basalto de varias toneladas tallados
llegado el arte mexicano! ¡Venid a ver, pues, cacha rros y alhaja t>stas an ef planos eludiendo el deta lle empeque~ecedor. Una de
ídolos y cuchillos rituales de once civilizaciones que ci:ecieron ~ill escu. turas representa el sol, un sol-felino con grandes col-
produjeron sobre ese suelo sagrado de volcanes, de llanuras s A~~ ~tnbuto de las d ivinidéldes de Ja lluvia.
ríos donde las aguas escondidas afloran en los cenotes fijos co ningú;1P0 10 que tendría que repetir muchas veces más adelante:
ojos sin párpados, o de azuJes mesetas donde llueve a horario fij rrorconfou ~bl~ ~ª. cre~do tantas y tan intensas imágenes d el te-
1
Pese a la tentacíón, debo renunciar al himno para intentar el · griegas c 5 civilizaaones que poblaron a México. Las Gorgonas
ventario de toda esta belleza. Hay dos peligros en las exposicion inocent~s °;álas fauces abiertas donde cuelga la lengua parecen
de esta índole para el espectador desprevenido: uno es el de c canas As· scaras de carnaval al lado de estas violencias mexi-
en la gratuidad de este arte, encontrando a las obras simplemen lialcÓn, ~ f 0~0 los egipcios supieron dar la suprema dignidad al
"graciosas" o "terribles", sin más. El otro es el de hacer la "literatu ª ata, a la Vaca, al Chacal, los mexicanos antiguos
40 PRIMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 41

habrán sabido como nadie bucear en los terrores, traduciéndol , ·cas son rojas, brillantes, de una maravillosa ca lidad y
''-""~s ceranu
ta seres de cabezas punttagu. d as, 1argas nances;
. o 1oros,
en imágenes petrifican tes y bellas: equilibrio entre el ex pres ion
mo y un cierto sentido "clásico" de la forma sin caer en el d rt:'pres~es n a tos. Unas veces aciertan en el realismo dolora~ co-
equilibrio -que también puede ser admirable- de mucha de tf
:-erpienl s' guras de mujeres embarazadas; otras en cambio, se
escultura negra. mo en :na la deformación calmadas, controlada como en el estu-
Al lado de las grandes cabezas de basalto hay que citar tambi rem~n uatero que t1 sombra por lil limpieza de su escultura .
las máscaras, los pectorales de jade: pulidos, misteriosos en que pen b?, a gen cerámica los perritos rechonchos --engordados para
luz resbala tentándonos a acariciar esa piel lisa y verde. Tam ien.dos- que forman uno de los temas d e natura 1·d 1 a d más
ser c ºmi 1 ·
hachas rituales de piedra inscriben un repertorio de formas alu encantadora: un perro rascándose con a pata posterior, o t ro con
vas dentro del perímetro estrictamente funcional del instrume las costillas muy marcadas a~llando desespe.radamente ~la noche.
cortante. Este pueblo terminó por emigrar, por subir a la mese De ta misma zona geográfica pero posteriores en el tiempo son
central y si bien no conoció los animales de tiro -y por lo tan los tarascos, que en el siglo XIII fundaron ~J reino de Micho.acán.
no utilizó la rueda- fue astrónomo, matemático, se complació Pueblo misterioso que parece tener conexiones con los ant1g:uos
calcultir los ciclos del maíz; entendió el tiempo como una conc pobladores del Perú; si no sabemos el origen de su lengua ni de
ción del espacio. Estableció arcanos paralelos entre e l homb,re !-U raza podemos, en ca mbio, estar seguros de su arte. Sobr~ todo
las fuerzas de la naturaleza que resumió en algún animal toté ~¡ contemplamos la gran figura en piedra de Chac Mool, D1?s de
co. Habría quizá que profundizar sus mitos para comprender! Ja Lluvia -que se segu irá adorando en el Yucatán maya-, figura
un poco mejor. Nos queda, no obstante, e1 testimonio de la belle casi de tamaño natural que representa a un hombre acostado, con
y de la belleza expresiva . Como decía Focillon: "La forma nos in la rod illas plegadas y la espalda y cabeza como proa de piragua
truye sobre el contenido." Si hemos perdido los contenidos, 1 que ~ostiene sobre el vientre el plato de las ofrendas. Lo que en
buscamos pacientemente a través de la erudición, con la espera los olmecas era expresionismo para aterrorizar se vuelve aquí un
za de saber captar también -a nuestra manera occidental y m arte aristado, cúbico, en que domina la orientación cristalina del
derna- parte de lo que aquí se nos dice. Y lo que se nos dice qu bloque de basalto. A s u lado --<:omparable como estilo y como
da expresado en el lenguaje duro de las cumbres. calidad- el coyote aullante, Dios de las Montañas, de las Estre-
Vamos ahora a asomarnos a la otra costa, la costa del Pacífico llas fugaces y de los Misterios de la noche. Coyote cuadriculado
su civilización, que se extiende desde un milenio antes de nuest -él también-que puede servir de trono o de altar de sí mismo.
era has ta la Conquista. Nos topamos con una cerámica extraord· Seguimos caminando. Ahora nos habla -de otra manera aun-
na ria mente refinada desde el punto de vista de la realización ma la civilización de Teotihuacán. Volvemos al centro, sobre la meseta
terial y de la calidad artística. Los elementos antropomórficos de la futu ra México-Tenochtitlán. Pueblo agrkola conquistado
zoomórficos se manejan como letras sueltas de un alfabeto que · después por un pueblo guerrero. En el dominio general de Ja his-
domina y con el que se pueden formar palabras nuevas. Todos 1 toria del arte las obras maestras de la civil\zadón de Teotihuacán
atrevimientos quedan permitidos y serán interpretados por no caben en una exposición ... porque se trata de las dos grandes
pueblo al que van dirigidos. Así, uno de los vasos consiste en u pirámides del Sol y de la Luna, vestigio indestructible de su genio.
calabaza, sobre la cual el asa -tormando puente- lleva dos indi Como buen pueblo de arquitectos, s u escultura es más simple,
caciones rudimentarias de senos femeninos y está coronada po austera, de una gran economía de medios expresivos. Desde el
una cabecita que es el vertedero del cántaro. Otras veces, por eje punto de vis ta estrictamente formal estamos en p resencia de un
plo, se trata de una mujercita sentada que apoyd su cabeza e arte ~g~ometrizante". Lo vemos en el estupendo brasero de piedra
una de sus rodillas, una l;:irga cabez¡:i como una máscara. La v io vo.lc~nica que representa a Huehueteotl, Viejo dios, dios del fuego
lencia de la pos tura no ha preocupado al artista. Si segurament onginal, especie de Prometeo mexicano. La bandeja circular del
hay razones mágkas para estas contorsiones que nos asombran hogar aplasta, literalmente, a la figura sentada con las piernas
convengAmos que desde el punto de vista formal y expresivo n cruzadas cuyos miembros están tratados en paralelepípedos. La
pueden ser más logradas. Para comparar estas obras con las d cabe~ est~lizada resulta s upremamente expresiva.
u~a cul.tura que no es conocida diría que hay aquí alguna remi Q~1zá s1 hubiera que resumir la gloria del arte de Teotihuacán
1iabna que mencionar las máscari\S funerarias que se fijaban so-
m scencta del ¡ute etrusco.
42 PRTMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 43

bre el rostro del difunto. lncrustadas de piedras de colores vivos Llegamos ahora a la civilización huaxteca, situada en el norte
como la serpentina, l<1 turquesa o la conchilla roja, estas máscaras d 1 Golfo de México, antigua de 1100 aflos ~ ntes de nu.estra era.
consisten en un triángulo esquemático en el que fulg uran los ojos H~·os de una región fértil los huaxtecas tuvieron una vida mate-
11
-con piedras figurando las pupilas-y una boca se entreabre co- . 1 más fácil que sus vecinos, lo que se traduce en el culto de la
mo en la primera vida o en la muerte...
Vayamos ahora a la zapoteca, civilización que flo reció entre el
?ª undidad y en una actitud más sensual ante la vida. Muchas ~e­
ce:=s su escultura se hace casi bidimensiona l como en la magnífica
650 antes de nuestra era y la invasión de los españoles. Su gran estela que representa a Xólotl, la Estrella .de la tarde? Luce~. Se
centro es Monte Albán, en Oaxaca, también sobre la costa del trata de una figura violenta, de gran sab1d urfa plástica. De1ando
Pacífico. Esta organización teocrática soportó, a partir del siglo x, todo simbolismo de lado-difici l de captar para nosotros moder-
la presencia de otro pueblo -bruerrero éste-, el d e los mixtecas, nos- podemo~, ~o obstante, re~o~ocer el juego de los brazos y
hasta que reunidos finalmente ambos terminaron por perecer a las piernas simetr1cos en su mov1m1ento como la corona plegada
manos de los aztecas. ''en golilJa" que aureola la cabeza del dios o en la serie de decora-
Una de las contribuciones más originales de los zapotecas es la ciones típicas del "horror al vacío" características de ciertas cul-
de las urnas funerarias en barro cocido. El recipiente queda res- turas que llenan de dibujos toda la superfici e aprovechable.
paldado por unas alas incurvadas, el frente se adorna con rostros Más baja y en la misma costa del Golfo nos encontramos ~?n
aterrorizantes tratados en un modelado lleno de crispación. Los otra cultura contemporánea de la anterioi:, la llamada de El TaJln.
temas de la escu ltura son dioses, murciélagos y jagua res, algún Parecidos en sus costumbres a los huaxtecas los totonecas fueron
"escriba" con las piernas cruzadas con su hermano egipcio, y una también grandes arquitectos como lo prueba la pirámide de El
diosa de la tierra de nariz aguileña y sonrisa amenazante, monu- Tajín, en Veracruz, em parentada ya de muy cerca con las escalo-
mental pese a su reducido tamaño. Sobrecargada de adornos hie- nadas de los mayas. H ay aqui varios "yugos" (se los llama asf por
ráticos recue rda instintivamente a la Dama de Elche de La cultura su forma) realizados en piedra dura. Difícil de llenar la forma del
prehispánica. Pero todo lo que en la europea era serenidad y ca l- imán de un yugo, sin emba rgo estos grandes artistas anónimos
ma es aquí ag resividad: en la actitud, en la manera como es~ n nos muestran mediante una incisión imperturbable: un búho re-
tratados los planos curvos, todos protuberantes y tensos. ducido a sus grandes ojos fijos, un jaguar en acecho o un perso-
En las altas sierras de Oaxaca floreció entre el año 800 y la Con- naje nadando eternamente en el granito verde de la masa de
quista, Ja cultura denominada mixteca-puebla. Si bien no fueron piedra. Al lado -com plemento del a rte severo- una vitrina ne-
arquitectos -aunque es de ellos la decoración de Mi tia y Yagul, na de caritas triangulares del dios Xochipilli: sonriente>: burlón.
obras zapotecas- son los inventores de una cerámica policroma, de Con la civilización tolteca volvemos al centro de México. Con-
una maravilJosa orfebrería, de manuscritos iluminados, de mo- fundidos un tiempo con los hombres de cultura de Teotihuacán,
saicos de piedras de colores brillantes. En Monte Albán se han en- l<:>s to ltecas son más recientes y parecen haber flo recido entre el
contrado algunos de estos tesoros. Como arte de guerreros es vio- s1glo IX a. c. y el xm de nuestra era . Son los grandes adoradores de
len to y expresivo pe ro -cosa que parece contradictoria- es Quetzalcóatl, ese dios más rico y complejo que ningún otro quizá
también excepcionalmente refinado en el cincelado de los metales de los adorados en toda América. Grandes arquitectos son ellos
preciosos. Lo vemos en los pectorales de oro cuya parte superior es- los 9ue penetrando entre los mayas en el siglo x ejercen su domi-
tá constituida por la imagen de un dios cuyas manos se apoyan en nación militar ... y su arte, que influye en Chichén-Itzá y en Ux-
una gran superficie de meta l pulido y Liso. Y en los pequeMs crá- mal. Su propia ciudad fue Tu la y su invención más feliz consiste
neos de cristal de roca, obsesionantes en su misma transparencia; en en las columnas humanizadas o "atlantes" que sostienen entabla-
los animalitos de pied ras semipreciosas pacientemente labrados. mentos y techos.
Nadie crea empero que sólo saben ser artistas de lo minucioso: L Llegamos, por fin, a las cultu ras clásicas: la maya y la azteca.
¿quién podrfa olvidar en la serie pavorosa de la cerámica mexicana, .0~ mayas existen desde el año 1000 a. c. y perdura rán hasta el
a este dios lláloc, impasible, sentado como un juez mirándonos fija- ~~ 0 xv11 .. · Desbordan de la penínsu la de Yucatán para llegar
mente a través de dos aros que subrayan sus ojos, los brazos definí· Vta ~onduras y El Salvador.
tivos cruzados sobre las rodi llas ... ? ¡Tanto poder concentrado en plo arias veces he estado en México y el haber palpado los tem-
una terracota de menos de cincuenta centímetros de alto! s mayas al sol de mañanas vacías y azules me permite recu-
44 PRIMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 45

perar ahora en el aire gris de un museo todo lo que entonces in- cierra en esta exposición el ciclo de lo contemporáneo-- se
tuí. De la gran arquitectura de Chichén-rtzá y Uxmal ya he habla- ~ue or haber sabido preservar el hieratismo antiguo que los
do otras veces, hoy prefiero referirme a lo que aquí se ha atesora- ~~ va r~s anteriores no supieron quizá ver bien; obnubilados por
d_o: la gran ytaca de cerámica roja que representa al sol con sus fmt~ial urgente, por el fulgurante color local mexicano.
0 ~o mina Ja exposición con una vivísima recopilación de arte
OJOS desorbitados; Ja pequeña figura de mujer sentada, del Museo
de Michoacán, incapaz de envejecer; el estuco que representa la e~lar que, sola y en otras circu~stancias, hubiera valido la pe-
cabeza de un guerrero sacrificado. El tipo racial de largas narices ~a0 ~omentar e_?'t~sarr:ente, ~an ~~~a y sabrosa ~esulta. Hoy.°º·
y párpados ~b~ltados no ~st~ hecho. para gustamos. Sin embargo, Que se me permita a.h?ra el s1le~c1o~fto, duro, tmpl~cable, _tier-
es tal el sentimiento de dignidad tnste, de meditación ultraterre- no humanísimo y davmo este aire que sopla del México antiguo .
na de esta última cabeza que nos lleva sin transición al clima del pu~e hacer volar como pobre ceniza much(_? del arte de nuestros
arte superior. dias. Que los mexicanos no se autocopien en inútiles folklorismos
Llegamos a sí hasta los aztecas que existen desde el siglo xrv como el de Jos frescos de hace treinta ai'os, de los más imperdo-
antes de nuestra era y que serán los grandes enemigos del inva- nables mosaicos con que han cubierto bellas y nobles formas ar-
sor español. De la profusión y el sentido de la violencia y la muer- 'luitect6nicas en la nueva Ciudt1d Universitaria de México. Que
te del arte azteca saldrá mucho del arte colonial, del moderno, del olviden -como deben olvidar los griegos o los egipcios moder-
popular del México actual. Aquí ya lo vemos en Coa tlicue diosa
1
nos- su pasada glorit1 para no caer precisamente en Ja tentación
de la Tierra, de la Vida y de la Muerte rodeada de ca la veras: de imitarla. Que se inspiren, eso sí, en la belleza antigua para lle-
frontal, hierática, paralizante en su basalto. El mismo sonriente gar a ser capaces un día de proponernos la belleza futura que
X?chipilli, Señor de las Flores, es aquí terrible y complejo. La ser- quizá tengan la audacia y la fuerza de saber crear.
piente Lové, qu~ representa la tierra, pesada, milenaria, latente
c~mo una larva inmensa de piedra . Y, por último, Quetzalcóa tl Cuadernos, Pañs, 1962
triunfador, serpiente emplumada, pavorosa y potente que se nos
mues_tra sólo en una excelente copia, pues quizá nadie se haya
atrevido a mover el original de su sede en el Museo de Antropo- CHICH~N-lTZÁ, SANTUARIO MAYA DE YUCATÁN
logía de México.
Me refiero ahora a toda la parte indígena de la exposición. Me El viajero impenitente consume paisajes, ruinas, con avidez que
parece un llamado al mea culpa de cualquier hombre moderno de aumenta, en vez de disminuir, a medida que se adentra cada vez
esos que creen saberlo todo. Aquí nos asombramos de la violen- más en el viaje. En toda salida del hombre fuera de su costumbre
cia expresiva, de la ductilidad de la imaginación que juega con las n.ªY una apuesta tácita consigu mismo: ¿valdrá la pena el sacrifi-
e~encaas y las hace encamar en el barro, en la piedra. Este navegar cio después de todo lo ya visto? Cuando el viajero no sale defrau-
s amultáneam~te en muchas aguas sin perder de vista la belleza dado, la contemplación de la belleza -como el amor-lo redime
~pernnte nos admira y de una manera extraña -que habría que anstant~eamente de todo y le h.ace volver a desear, más que nun-
1~terp retar- nos deja descorazonados. Hemos ganado en inge-
ca, el Viaje: ciiculo sin fin.
nio: ¿hemos, acaso, p~rdido en genio... ? No titubeo en decir que Yucatán es uno de los lugares misteriosos de la tierra, una per-
en estas salas hay vanas obras maestras de la escultura universal ~anente provocación para quien quiere beber -en su propia
de todos los tiempos. u~~te- los restos de la prodigiosa cultura maya.
He dicho con fervor lo indígena. Flaco servicio le han hecho a can ace unos once años llegué, por primera vez, a tierra mexi-
los otros artis~as al ponerlos a continuación de semejantes monu~ n )~· Un d~tartalado autobús me había llevado desde la frontera
mentos. Los .s•.glos XVII y x_vm parecen así pesados, ingenuos y un e~toearn_encana hasta la capital de México. El mes que pasé alli
poco superficiales. No asa en México, por cierto, cuando uno se lo ba~ces fue de perpetuo deslumbramiento por lo indígena, por
enfrasca en el magnífico barroco de iglesias y conventos. Estas -sin ~~o español. Esta vez, camjno de Yucatán, no pude resistir
sa las. <le museo n~?ª pueden conjurar de aquel prestigioso. De- me enco bargo- a la tent:.-1ci6n de volver a pasar por México. Y
c~pca~nante tambaen J~ pintura de caballete de Rivera, Orozco y modernantré, además de lo ya conocido, con una gran ciudad
S1que1ros, todos mura listas de proyección arquitectónica. Tam;:1yo 'una de las más hermosas ciudades del mundo. Pero ni
46 PRIMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 47

amigos, ni arte, ni nada consiguió arrancarme a mi propósito de orno un puñado de fl echas divergentes con un mismo centro
visitar Yucatán. Esta vez, en cambio, no llegué a Mérida a lomos tes ~I blancos invisibles. La pampa galopada, llena de cielo y en el
de ningún derrengado autobús. Me llevó, signo de los tiempos, Yrn: no se sabe bien por qué, lo de arriba forma bóveda a lo de
un inmenso avión de las líneas aéreas mexicanas, que, a pesar del ~~:¡~ y el hombre se siente preso en esa transparente campana
día adusto d e tormenta y viento, cumplió impecablemente sus neumática.
etapas d esde la meseta httsta el Golfo y luego, bordeándolo, hasta En Yucatán el miste~io de 1~ llan~ es otro, ¿~óm~ decirlo? ~te
la ciudad yucateca. todo esta llanura mágica no tiene nos. O, me1or dteho: si, los tie-
No conozco la Mérida española; apostaría algo, sin embargo, a ne, pero subterráneos. Sólo de vez en cuando se aso~an ~n unos
que no se parece a su hiía mexicana. ¿Qué importa ... ? A su fun- inmensos pozos, los cenotes, qu e como grandes o¡os ciegos y
dador, D. Francisco de Montejo, debía de traerle recuerdos de la verdes, de una agu<1 opaca, miran inmutabl e~ a u~ cie~o que, en
Augusta Emerifn romana y así le plantó el nombre que mejor le su desnudez, resulta más impenetrable que cualquier cielo alto y
cuadró a su sentimiento. Bien está así con su sonoro nombre es- grh o cupulétr y azul, lleno de nubes. Aquí la casi nada de la tierra
drújulo y orgulloso. Aunque Mérida, por el contrario, es la más enfrenta a la casi nada del cielo y en ese territorio, entre esas dos
apacible de las ciudades, con largas calles rectas que se pierden en ausencias, debemos de movernos en silencio los mortales para ir
la llanura circundante. Sus demoradas casonas de rejas protube- a ver unas ruinas sagradas.
rantes están pintadas de los colores acaramelados que convienen Es curioso, pero esta falta de ríos y esa prolongada llanura dan
a una ciudad lánguida: celeste, ocre, rosado. prestigio a esta tierra y la hacen, en seguida, tierra de dioses: lu-
Sin embargo, no es la calma de Mérida lo que atrae al viajero, gar de intercambios entre lo divino y lo humano. Que conste que
aunque sí podría valer para una cura de reposo. Por haber pocas no puedo probar, científicamente, nada de lo que digo: son hoy
ci udades importantes en la región, Mérida se ha convertido en lt1s puras intuiciones las que me sostienen. A ellas, pues, me en-
centro de las ruinas mayas. No quedan próximas: las más cer- comiendo.
canas son Chichén-ltzá, a ciento veinte kilómetros, y Uxmal, a Pocos pueblos y muy espaciados. Las casitas, Jos ranchos de
ochenta. Esta es la escala americana: en Europa, en esa distancia, plt1nta ovalada, blanqueados a la cal, con un alto techo empinado
se cambiaría de idioma, de creencias, de arte. Hay, pues, que fati- de paja, se van enfilando ante mi vista a lo largo de la marcha del
garse si queremos ver lo que los mayas nos tienen que decir. El auto como otras tantas grandes colmenas. Poca gente también, al-
viajero de raza no se inmuta ante el sacrificio. Levantarse tempra- gún niño jugando, alguna mujer con su huipil, esa sentadora ca-
no, caminar al sol, subir empinadas escalinatas forma parte de su misa sin cintura, de escote cuadrado, que, cuando se hace lujosa,
destino errante: ¿cómo podría rebelarse contra é l, sin caer en fla- lleva bordados de flores multicolores alrededor del cuello.
grante contradicción consigo mismo? Sigue la inmensa llanura vacía rodeada de malezas. El silencio
Salgo de mañana temprMo rumbo a Chichén-ltzá, único pasa- ~e ve como una cosa detenida en la mitad de la mañana. Todo es-
jero en un automóvil de alquiler. Me esperan dos horas de viaje a tá en acecho en este territorio de espejismos. El ca mino corta, rec-
campo traviesa, pero ni ése será siquiera tiempo perdido. EL cam- to como un cuchillo decidido, por donde hay que cortar para lle-
po yucateco es misterioso en su simpleza. Siempre ocurre lo mis- gar an.tes, pero existe la extraña y permanente sensación de que
mo: ante el lujo abrumador del paisaje suizo, tirolés o de nuestro e~e mismo camino se cierra en cuanto lo hemos transitado, se
Nahuel-Huapi, ¿qué pueden parecer, a primera vista, las sobrias cierra, herméticamente, en un matorral bajo que debe de estar
colinas toscanas en su desnudez e lemental? ¿Y qué es, en el cre- pobl~do de peligros y alimañas.
púsculo, el campo griego cuando se atraviesa la Beoda y se tiene . As1era toda aquella maraña cuando llegaron los espai'loles, así
por término que cierra e l horizonte una montaí'\a gris y rocosa ~st~ban. ~os templos, presos de las manos bajas y potentes de la
-el Parnaso--, en uno de cuyos altos faldeos se duerme Delios t ~getac1on que aferraban las piedras sagradas a la tierra elemen-
en equilibrio inestable? ha ' buscando confundirlos otra vez, aniquilarlos. Y asi era, no
Aquí, lo mismo, aunque e l misterio se lla me en este caso: llanu- n~ce tanto'. un siglo apenas, cuando el gran viajero contumaz, el
ra. Pero no es Holanda en sus polders, no es la Lombardía fértil in- el r.tea menc~no J,?hn Lloyd Stephens, con su infalta~le compaí'\ero
flamada de oro en los otoños de la vendimia; no es, tampoco, la y grabador ingles Catherwood, recorrieron las ruinas mayas de
pampa en su plural dimensión que se dispara hacia los horizon- ucatán. Escritor y grabador - románticos a l fin-contaron en-
PRJM ERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 49
48
tonces al mundo, embelesado, la historia de aquellos templos gi- sea posible explicarla con palabras, es una experiencia que se
gantescos semienterrnd'?s entre las li~nas. Y hay algunas ilustt:a- que no se tiene, sencillamente. ¿Se debe-quizá- a una cali-
0
ciones de Catherwood dignas de Robmson Cmsoe o de Pablo y Vir- ~e~eparticuJar de la luz de algunos sitios? ¿Es entre cielo y tierra
ginia, con selvas vírgenes y jaguares a la luz de una luna estática y tª de pronto, la descubrimos? ¿Es el silencio, augusto como una
tropical. que~taña de aire, el que nos hace comprender la revelación en la
Ahora ya no todo es salvaje como en tiempos de los explora- "'ºe todo puede ocurrir: visión o milagro?
dores. Largos campos desbrozados muestran interminables filas quNo sé. Sólo puedo decir, sólo puedo hilvanar las palabras de
de henequén, única riqueza de la región, aparte de sus ruinas. El ame y hueso. Chichén-l tzá estaba así en la luz desnuda: altos
henequén es, en realidad, una especie de pita: planta gris, rígida ~emplos escalonados, largas construcciones de muros en talud,
como una explosión vegetal, hermosa. De sus hojas carnosas se un gigantesco cenote sagrado como un cráter de agua, todo, es-
hacen cuerdé\s, hilo sisé\I. Con el henequén del Yucatán la huma- erando en la mediada mañan<1, todo disimulando su condición
nidad entera ata sus mercancías, ya que es uno de los pocos sitios ~rofundamente misteriosa. Intentaré describir el Chichén-ltzá de
del mundo entero en donde se produce. piedra; el otro -por respeto, por pudor- sólo podrá esc~parse
El chofer maya que me llevó en una de las excursiones me habló de entre las líneas de IA prnsil y que el buen entendedor entiendil.
con veneración del henequén. Ese hombre del pueblo, que ha estu- El camino de acceso separa dos g rupos de ruinas. A la izquier-
diado varios ro"los en la escuela para llegar a ser guía, es el guía más da están: el Castillo, el Juego de relotil, el Templo de los Gue-
lírico y menos automático que he tenido en mj larga carrera de via- rreros, el Cenote sagrado. Del otro lado: el Observatorio, las mal
jero. En su boca de gruesos labios mayas la leyenda tomaba un llamadas Iglesia y Casé\ de las Monjas, y más lejos aún, en el Viejo
vuelo que no hubiera tenido en la de un hombre blanco, ajeno a lo Chichén, templos y mli s templos arcaicos d edicados a cultos
que contaba. Cuando después oí a ese mismo gura hablar en maya primitivos.
con otros compañeros suyos comprendí hasta qué punto la cara es- El Juego de Pelota, el Castillo y el Templo forman un conjunto de
taba hecha para el idioma y cómo nunca acabaremos de penetrar tres grandes elementos d ispersos sobre un césped verde y llano.
las secretas relaciones entre: región, raza, creencias y lengua. Una asociación de ideas me hace pensar entonces en Pisa: así
El henequén, según me dijo, si se cuida con amor, si no se lo t.tmbién están desparramados (con el mllyo r orden artístico) los
quiere agotar demasiado pronto, crece infatigablemente durante tres gigantescos sólidos de la Torre Inclinada, el Bautisterio y el
veinte, treinta años. Cada estación va rind iendo sus hojas exte- Duomo sobre una alfombra verde y lisa, en la más hermosa con-
riores -que son sólo las que se faenan-, mientras la planta ger- fro.n~ación arquitectónicil que ha inventado e l ho mbre, según
mina centralmente con una paciencia y un fervor que parecen opinión de Le Corbusier.
eternos. Un día, a la planta trabajadora le crece, vertical desde su Por la ley del menor esfuerzo o quizá porque es siempre lo que
mismo cogollo, una larga vara en cuya extremidad se abre una más me ha intriglldo en l<1s fotografías, voy caminando despacio
flor. Treinta años anónimos y grises para llegar a dar una fl or, hacia el Juego de Pelota. Sin querer que el tiempo corra, sin querer
una flor que dura un solo día y que señala La muerte de la planta. ga.starlo, como si el sol fuera unil g ran moneda de oro que durará
Es el canto del cisne del henequén, cisne vegetal, duro, gris, pun- mientras yo no me precipite. Es un inmenso rectángulo limitado
tiagudo que, a primern vista, parecería hostil y que encarna, en f11~ largos muros en talud que dibujan el espacio de la cancha. En
cambio, el símbolo de una parábola desconcertante. J ase de esos muros -a la ll ltura del espectador- hay unos ex-

Por último, y casi repentinAmente, en un recodo del camino ll•nsos .fr.isos con ese relieve en prof1111didarl, típico del arte maya: la
aparece el conjunto de Chichén-Itzá. Es inmenso y cubre muchas :~~er~icie elemental de la pit.>tfra permnnce lisa y las figu ras sólo
manzanas de terreno, pero lo llano del sitio impide abarcarlo de h.i ~~tac~ porque a su alrededor la piedra ha sido rebajada. No
un solo golpe de vista. Más tarde, cuando escale el Templo de los fo:m rerftc1es redondeadas que t'ICariciar, se trnla Siempre de una
Guerreros o la Pirámide, podré comprender bien su grandeza, su ª
pocoª b 15 destacándose del fondo, recortada de una manera un
sencillez mágica. ~blernrutal, con .un bisel i\gudo. Bsas guardas repiten incan-
Una de mis obsesiones de viajero consiste en descubrir sitios e.'*' jue:~t~ unil historia: dos jefes, los capitanes de los equipos de
con mis terio, sitios mágicos. Apenas llego, Chichén-ltzá se me dor t.>mp ~itual Y s~ngriento se enfrentan el uno al otro. El vence-
impone como uno de ellos. ¿En qué consiste esa magia? No creo una con violencia la cab~za del vencido, el cual, a su vez,
so PRIMERA PARTE LA VISfÓN TOTALIZADORA 51

con una rodilla en tierra, presenta el cuel lo cortado por un limpi ojos puestos en alto, obsesivamenle1 está obligado a vigi-
tajo. De la herida manan simétricos chorros de sangre cuyos ex con 1 uno de sus pasos en una ascensión vertiginosa en que, si
c;;a
tremos van a convertirse en otras tantas cabezas de serpiente: la~ ca ara atrás, puede perder e l equi librio. No son escaleras
central -milagrosamente- se transforma en un taJlo florido. Alu mtrªJas de paseo: son escaleras trágicas, rituales: el que las s ube
síones a la germinación, a los principios de la v ida y lí;l muerte. cóm ed~ olvidarlo y un miedo ancestral le recorre la méduJa,
110 pu 1 '
En lo a lto de los muros hay dos aniHos de piedra sobresa side cada uno d e s us pasos en e vaao.
lientes, no demasiado grandes, por donde debía pasar la pelo pr~rriba de la plataforma se domina una vista amplísima. Por
para marcar cada tanto. Se jugabñ con una pelota de caucho mac· ezar el templo mi.s mo y una especie de pórtico, como un
zo que debía rebotar enormemente. Sin duda no se h:ata sólo d ~;!ra q~e lo rodeaba y que justifica el nombre de Templo de las
un deporte sino1 también, de un rito, o mejor aún; de las dos co ~il C~l umnas con que también se lo conoce. En la altura a que se
al mismo tiempo. En los costados largos, por encima de lbs alto llega quedan las ruinas de una sala desprovista í;lhora de techo; su
muros inclinados, se levantan unas construcciones como grand puerta Ja formaba n dos grandes columnas con cuerpos de ser-
palcos decorados de serpientes emplumadas desde donde lo pientes emplumadas, cuyas cabezas de pájaros de agudos picos
sacerdotes y funcionc1rios seguían las aJte.rnativas del juego. E se recuestan todavía sobre el suelo de la terraza. Allí, en eje, en s u
Jos extremos de la cancha hay también unos templetes que r actitud característica: el cuerpo echado, las rodillas recogidas so-
matan la eornposidón del rectángulo verde: principal pi:otag rre sf mismas, apoyado sobre los codos y con la cabeza girada y
nista del juego y de la emoción que hoy nos causa su monum unos ojos inexpresivos que nos miran sin vemos, está Chac-Mool,
tal sencilJez. el dios reclinado, con una vasija cha ta sobre el vientre, que
He dicho la palabra: monumental. No sé bien a qué se debe snstiene con ambas manos: Jugar destinado alas ofrendas. En los
monumentaJidad de este conjunto. Quizá simplemente proven ángulos de los que fueron los muros semiderruidos de ese templo
de la falta de detalle empequeñecedor, de la imposibilidad d superior se destacan contra el cie~o azul, dándole un extraño aire
comparar la escala de los muros-sobre todo al nivel del especta oriental, unas formas ganchudas, como de trompas de elefante d e
dor que está pisatldo el suel.o de Ja cancha- con las construcci sección cuadrada. Es el rostro de Chac, el dios de la lluvia, cuya
nes superiores. No hRy puertas, ventanas, escalones, baJaustr efigie se dispone así en filas verticales, dando al edificio un con-
das, todo aquello que, hecho al tamaño del hombre, nos revela 1 torno dentado muy característico.
dimensión numérica (lo cuantitativo y no lo cuali tativo) de u . Enfren tando la escalinata por donde hemos s ubid o, a la
arquitectura. Pero yo sospecho que también deben de contribu· izquierda, se alza, más alta todavía, la mole del Castillo; a lo lejos,
a la grandeza, a la majestad de las formas, ese campo parejamen el Juego de Pelota se dibuja claramente como un plano de arqui-
cubierto de un pasto igual, los ecos, las resonancias de que es tecto. La llanura lo abarca todo, se come e l horizonte en la
lleno ese ámbito a l aire libre y que, sin embargo, impresiona com mañana incandescente.
cerrado, íntimo, limitado p<>r arriba por un cielo liso como un La Pirámide se llama, también, el Castillo de Kukulkán. Los
lápida. ~o~quistad?res les pusieron estos nombres: Castillo, Iglesia, Casa
El guía que me acompañR es discreto: respeta mis silencios, m· rfi as Mon¡as, buscando la semejanza de lo ya conocido. El Cas-
comparaciones interiores, contesta cuando le pregunto. Me deja Se ~, pues, de más está decir, no es tal sino un templo escalonado.
tiempo de hacer fotografías, escribir en mi cuaderno de notas, re ue~~a ?e una pirámide de sesenta metros de lado en la base, pe-
pirar el hermoso aire. Poco a poco, entre plataformas con reliev de tla se la compara con sus hermanas gigantes: la del Sol y la
de caJaveras y animales heráldicos, piedras sueltas como bloqu laca ·~ra, en _T~otihuacán, en la meseta, a unos kilómetros de
ertáticos, voy encontrando mi camino hacia el Templo de los Gu do ltta de Mex1co. Si en Teotihuacán lo que triunfa es, sobre to-
rreros. Aquí me espera otra experiencia distinta pero no menos a en'camb~año Y la acumulación impresionante de la piedra; aquí,
mirnble. Si la otra era de dominante horizontal, esta lo es vertical• talle res
1
f'IR forma es más articulada, más arquitectónica, el de-
Se sube a la plataforma del templo superior por una escalet los 0 .~ ta tratado con una gran riqueza de decoración.
empinadísima donde el pie apenas cabe, ya que, invirtiendo plo dúrl~~ la abarcan de una sola ojeada como ocurre con un tem-
orden normal, el contraescaJón resulta m ás alto que la huella. e! Castill y, aunque no se parezcan nada entre sí, hay también en
0
estrategia arquitectónica no puede ser más efectiva. El que su una proporción, algo de compacto, de necesarío en la
52 PRIMERA PARTE LA VISIÓN TOTALIZADORA 53

forma que impide apartar los ojos de su masa armoniosa. Se tra chete en la selva baja ... Son recuerdos para olra vez, como
de una pirámide de nueve gradas escalonadas con cuatro escali Ít rn;e Uxmal, que me asombró de o tra manera distinta, al día si-
natas en cada una de sus caras. El conjunto remata con un tem ~~iente. Queden para mejor oportunidad.
plete s uperior sin casi aberturas. Dos de las esca leras han sid ~ Quiero, sin embargo, anotar aquí mi pregunta de entonces. ¿Se
restauradas, las otras dejadas d e liberadamente en e l estad trata -en todo lo que vi ~n e~os días _deslu mbrados- de ~na
semirruinoso en que se encontraban cuando las autoridades m ,ran arquitectura o es, mt1s bie n, e l triunfo de una decoración
xica nas empezaron a ocuparse de las ruinas. En realidad 1 ~uy decantada? No es fáci l decidirse: en el Juego de Pelota, en el
pirámide es una sucesión de construcciones de distintas ép~a Castillo, en el Templo, no hay d uda de que la arquitectura vence
que se recubren unas a otras. Hay, pues, un templo en el interior de en toda la !(nea. En cambio, la flaqueza -si la tienen-de la Tgle-
templo y también se accede, mediante una escalera hecha por lo sia, de la Casa de las Monjas, podría consistir en que, en ellas, la
arqueólogos, a esa pirámide inte rna en cuya ca pilla s uperio formél arquitectó nica es litera lmente devorada po r la d ecoración
~o mo ~n co r~~ón en un cuerpo- late todavía la imagen de u que las recubre de una manera parásita, de modo que, por último,
JRg uar ro10, est1hzado, con ojos de piedra verde. In propia decoración no deja ver la nrq11itect11ra. ¿Es esto tan grave co-
A trescientos metros, más o menos, del conjunto que acabo d mo tenemos tendencia a pensa r los occidentales? ¿H<"lsta qué pun-
describir se encuentra el hoyo del Cenote sagrado (ya que hayo to hay razón para temer tanto esél decoración si reconocemos que
menor que se usaba para provisión de agua). Se llega hasta él po ~e trata - indudablemente-de una altísima forma de arte? Dejo
u!"a maleza baja que no hace presumir siquiera el hallazgo. Uno la pregunta suspendida en el Rire asoleado del Yucatán .
n_iños P? bres -co~ el tipo racial de los mayas- miran en silen Sie mpre he creído, v is itador d e santuarios de muchas reli-
cio, ~m1dame~ te, sin ~treverse con el viajero, que siempre, en giones, que, por encima de cada dogma planea un misterio más
tenc1a, es alguien a quien no se puede llegar a entender. Les pido unive rsal y asequible: ese mi s te ri o que es tá e n De lfos y en
tratando d e no asustarlos, si quieren que les haga una fotografía Chartres, en Olimpia y en Roma, en e l Cuzco y en Chichén-Itz.á.
la ca ra adusta se ilumina, se iníantiliza de golpe: dientes, sonrisa Cut1lquier hombre sensible, en una hora favorable, es capaz de
gestos de asombro. Han entendido lo que les digo y están mu captarlo ~ in el intermediario de las palabras, a pura intuición. El
o rgull_osos de posar, pero, eso sí, pese a los pedidos del g uía y mismo signo que anunció a nuestro antepasado, de cualquier
los mios de que se pongan naturales, de que rían, no consegui raza o cred o, que ese sitio era sagrado nos sig ue ad virtiendo a
mos nada y salen duros, torcidos, aterrados, como s i se tratara d nosotros -sus descendientes- del privilegio de un lugar predes-
un conjuro más al borde del acantilado pavoroso. tinad~._ la soledad, el silencio, la med itación, son las únicas armas
Detrás de ellos se abre el círculo fata l del cenote. Es un enor del v1a¡ero que sale a descubrir estos misterios.
P?ZO de ~nos s~senta metros de diámetro y veinte de pared d Cuando aquella tarde me alejé en un au tomóv il veloz, anóni-
piedra caltza a pico hasta llegar a la superficie del agua verde. P ;'1º' po r lil lla nura llenil de sol poniente, es taba persuadido de
es~ pared de roe~ blan_ca crecen, en las grietas, árboles que se di t~erme asomado a uno de esos lugares de privilegio: a uno más
~~e~! que ~a conozco, infatigable. ¿Prestigio del arte, obsesión de
mmuyen, en la distancia, al tamaño de simpJes matas. Por último
en el fondo, la lámina de agua opaca que oculta otros trece metr e 7
q uiero creer que hay algo más y que no me equivoco.
de hondura hasta llega r al légamo del fondo, del cua l se ha q'~:~dare Pil~a siempre, de este sitio entre s itios, un recuerdo aJto,
0 podra borrar el tiempo.
resc~ tad o estos _ú ~timo~ a.nos: alhajas, cerámica y esqueletos de la
víc timas prop1c1t1to ria s que e ran arrojada s vivas a ese antr l'.1r1:.;, 1958
acuático y sole mne. Los mñyas creít1n que ese cenote era la resi Ui Nación, Buenos Aires
dencía de l dios de la lluvia y en tiempos de sequía le ofrecía
seres humanos para tratar de aplacarlo y propiciar los beneficio
del agua del cielo.
Después del almuerzo convencional en el hotel quimicament
puro para turistas extranjeros, mis recuerdos se esca lonan. Desd
la visi~a _al O~ser_vato ri o, a la Ig les ia, a la Casa de las Monjas, ha
ta el V1e¡o Ch1chen, adonde hay que llegar po r un sendero abier
LA NOCIÓN DE "ESTILO" 55

. clásica en el sentido de la proporción, del equ ilibrio entre


rnº~?~tintas
15
partes del edificio. No obstante X -que ha querido
l.1 5 barca r con una mente en blanco- empieza a comprobar
LA NOOÓN DE "ESTILO'' COMO de!.>e';irándolas bien, casi todas esas construcciones que desfilan
EMPOBRECIMIENTO DE LA REALIDAD que, sus ojos poseen, al menos, lo que podrfamos llamar un punto
ointeo ·t> en sus fachadas: las portadas de palacios, los imafrontes
barr <.: • •
1 , capillas e 1gles1as.
EL TOOO POR LA PARTE l tror el momento se c~nforma. Oaro -se. dice--, ésa es la pri-

era impresión que se tiene desde afuera, circulando en auto por


SUPONGAMOS un viajero culto e ingenuo, lo que es casi una c ~s calles de la antigua ciudad. AJ diasiguiente, ya por su cuenta,
n:a~icción . Co~ todo, siempre podemos postular un hombre q ..a.le del hotel con su máquina fotográfica en ristre, la guía azul
viniera a México con su Historia del Arte bien aprendida p ~atielotodo y un cuaderno para anotar sus impresiones. Esta vez
que, en razón de su misma ingenuidad, quisiera puntualmen va reconociendo los monumentos, aprende sus nombres y cómo
encontrar todo lo que le han anunciado. Esa persona -X- sa localizarlos. México se le va entrando por todos los poros: no se
que en lo colo.nial debe a tenerse a tres épocas: la medieval-r parece a Roma, latina y barroca; no se parece a Praga, gótica y
centista; la barroca; y Ja neoclásica. Aunque en realidad se dis barroca también, aunque de otro modo; no se parece a Munich,
ga, s~bre todo,, a ver arte barroco, el que según sus informan rococó o neoclásica. A la que quizá se parezca un poco es a Ma-
constituye el nudeo o el meollo de lo colonial a lo largo de todo J rid, al Mad rid de alrededor de la Plaza Mayor. Pero México
siglo xvu y los tres primeros cuartos del xvm. Se lo han pregona po!iee mejor calidad de arquitectura, más amplia, noble, gran-
ad na11seam los avisos turísticos, los amigos "viajeros", la G diosa. Por la ca lle Madero adelante se va metiendo en San Fran-
Azul fra~cesa -que se cree infalible-- y, lo que es más serio, cisco, y más tarde en La Profesa (que Ja guía francesa llama La
sesudos ltbros escritos por mexicanos y extranjeros. Profesora ... y valga el lnps11s), por fin en la Catedral. En todas ellas
X tiene en México un buen amjgo que el mismo día de llega hace la misma comprobación: el edificio no desmiente por dentro
le hace ~ar una vuelta en ~oche como para que entre en conta lo que venía anunciando desde afuera. La soberbia estereotomía
co~ la ciudad. ¿Y qué empieza nuestro hipotético vajero a de ronsigue cubrir con grandes bóvedas el espacio en penumbra al
bnr con asombro? Ante todo Jo obvio: que de lo medieval-ren fondo del cual -<:on un poco de suerte-- se suele descubrir ¡aJ fin!
c~tista no hay casi trazas; y que lo neoclásico represente un un magnifico retablo dorado, ese sí bar roco a más no poder. En la
nimo aporte d.entro del casco urbano de la capital. Le qued catedral, como ya tiene la experiencia de la tradición española, no
pues, en lo antiguo una serie de magníficos edificios de los sigl se a so~bra demasiado de ver arruinado el espacio unitario. Allí,
xvu y xvm: pero en vez de toparse con el Barroco que él espera el ámbito de las tres naves aparece desgraciadamente comparti-
no hace más que ver una sede impresionante de construccio mentado: eJ coro de los canónigos en diálogo exclusivo con el aJ-
-religiosas o civiles- severas, amplias, bien diseñadas. lar mayor, las capillas casi invisibles detrás de formidables rejas
d oradas.
~i~ra ocre y ~I tezontle color sangre coagulada en que esos
f1c1os están e1ecutados impecablemente, no hacen sino acus t Vuelven las dudas. Analizando implacable mente la arquitec-
aún más el carácter austero de Ja arquitectura de esa antigua ci .ura de la catedral, X encuentra que está tratada en un orden tos-
dad que todavía hoy subsiste, aunque bastante maltrecha ad ~º? con acanaladuras y sin éntasis, formado por columnas des-
verdad. peetiuradamente es tiradas pero muy dignas, que rematan en
X, que siendo ~ ulto no es de nrnguna manera especialista ve~~:ñas ca!o~s, bóvedas rebajadas en cuyas bases se abren los
ma.te na de arte,. tt_ene tendencia a acatar - por principio de a el ed 1·~a~es, un1cas fuentes de luz, oblicua desde lo alto. Es decir,
tondad- las op1ruones que considera más versadas. En la ciud inter icio v.a.cío - y se lo puede fácilmente abstraer- sería una
d e Méxko va a ver -se lo han dicho hasta el cansancio-el Escof. rftacion clásica - a la española- con influencias de El
rroco: ahora bien, la primera impresión no es esa. Al contrario, llarna~' vale decir ese estilo sui generis que algunos historiadores
extenores de palacios e iglesias aJ encadenarse entre sí dan bito: re~s posh~rreriano. En cambio, todo lo que puebla ese ám-
de las más soberbias ciudades "clásicas" del mundo. Enten ablos, sillerías de coro, confesionarios, órganos, es casi
54
PRIMERA PARTE LA NOCIÓN DE "ESTILO" 57
56

siempre barroco, del siglo que sea, ya que X no distingue aún d ben sorneterSe a los nombres que les ponemos sino todo
barroco "arquitectónico'' del XVII, del "escultórico" del xvm, la~ que e .0 y caminando po r esas calles, rumiando siempre
sea estípite o neóstilo. 1 1l' r"ontran
'd se..acerca
· ·
a Santo Domingo, lo estud .ta cut·da d osamente
Ahora bien, com o X es serio, estudioso, para entender mejo ;;us 1 eas, al fin, se decide a en trar al soberbio templo. AIU, la
este problema del "continente-clásico" y d el ''contenido-barroco por !ue~gu~ redondeándose en su espíritu. Sí, las iglesias que ha
tPOrta SI
que empieza a imponérsele como una verdad de pe~o, se sien . be :tecen en general, a tres tí. pos: nave un1ca,
, · • ·
nave uruca
"'"too(.
· ' f . . tre
pºillas entre los contra uertes interiores, o s naves en cruz
en un banco y saca el libro de Justino Femández: Arte mexican
que ha tenido la precaución de comprar. Allí, frente a frente co con. ca Unas y otras con o sm · torres o cupu
' 1a. El esquema es s1·em-
1,1t1na. .
re el mismo y supone poca 1magmac1 · 'ó n espacia· 1: 1os muros s e
las realidades, espera comprenderlas mejor. En la página 75 se
advierte que la catedral de México posee "una riqueza de for r tan en ángulo recto, no hay una sola curva en lo que hemos
que hacen de ella un monumento singular de la arquitectura b f~~ado la caja muraría, las cúpulas son pr.eferentemente reba-
rroca, a pesar d e su acusado clasicismo". O sea, que X se da pron . das y de planta octogonal. Los puntos resistentes de la estruc-
to cuenta de los incon venientes que le acarrea -a un autor tan í rura: contrafuertes, pilares, columnas, arcos, encuadre de puertas
fo rmad o y sens ible- el hecho d e haber adoptado /1 priori e y ventanas, el port¡:il de las fachadas y lo a lto de las to rre.s .d e
partido de llamar ''barroca" a una época que es al mismo tiemp piedra clara. En cambio, los muros de re lleno, las superf1c1es
"clásica", y, sobre todo, en la parte más voluminosa y visible d Je las bóvedas entre arco y arco están ejecutados en tezontle y
edificio como es su "caja mura ria" (para d eci rl o como los ita pueden o no ir revolcados. Aquí - al revés de lo que pasaba en la
lianos). arquitectura del Qttnttrocento florentino- el sub.rayado está a car-
En la página 111, la dificultad de expresión llega a su máxim go de la piedra ocre en contraste ~on el espon1oso tezontle ~ol­
cuando el autor afirma textualmente: "este monumento tuvo 1 cánico oscuro, y el efecto no hace s1~0 acentuar ~I carácter 16.gtc?,
fortuna de que s u larga construcción alcanzara al final del vi explícito de estas masas y muros d1sei'\ados casi como un dibu¡o
rreinato y el advenimiento del arte neoclásico; así, la parte de técnico.2
edificio de severo barroco dasicista (Ja bastardilla es nuestra), vin Hemos to mado, para ser más directos, el caso de las iglesias de
a completarse con formas clasicistas también, y gracias a e ll la ciudad de México. Conste que la observación la podríamos~­
tiene cierta unidad". Los inconvenientes del partido adoptad pliar en d os sentidos. Primero, haciendo entrar también a los edi-
son obvios: el término " barroco" queda encerrado entre dos cali ficios civiles contemporáneos de esas obras religiosas. Y, segundo,
ficativos que parecen contradecirlo, "severo" por un lado y "cla abarcando no sólo los monumentos mexicanos sino, en general, a
sicbta" por otro. Y aquí sí que el pobre X no sabe ya a q ué sant muchos de la arquitectura metropolitana española o de sus colo-
encomendarse y una evidencia empieza hacerse ca m e en él: tod nias. Conste que no me hago la ilusión d e estar diciendo nada
el mal viene no de una falta de sensibilidad a las formas sino d nuevo. Los historiadores nos hemos dado cuenta hace mucho del
una sola palabra exagerada o parcial No, los siglos xvn y xv111 his co?trasentido que su pon e llamar tozudamente "barroco" a la to-
panos o mexicanos no son sólo barrocos y de u na sola pieza . E talidad de un arte que, en principio y por definición, no lo es. Al-
error consiste en el término abusivo elegid o de una vez por la ma guno de ellos ha denunciado el problema creyendo que entre las
yoría d e los historiadores desde hace cincuenta ailos, sin haberl "fonnas que encierran" y las "formas encerradas" no hay posi-
sometido a una crítica verdaderamente objetiva. X prefiere, pues
seguir viendo iglesias, fotografiándo las y gozando de lo positiv : Hasta los mtjores autores como Ellsa Vargas Lugo, Las portadas rrligiosas de
que ellas le aportan como placer estético puro en vez d e perders ~<'xic~, 1969, me parecen cometer una injusticia con el ''edificio propiamente
en vanas disquisiciones. No son por último - piensa- las cosa dicho • en la mayoría de las íglesias mexicanas. E....;a construcción es, en general,
muy hermosa, bien proporcionada, perfectamente ejecutada. Con el ojo muy
1 entrenado se descubren en ella bellezas propias al "nudLc:mo arquitectónico" tal
Jorge Alberto Maruique, NE! 'neóstilo': la última carta d el barroco mexicano" como OCune con el gótico cisterciense. Muros, pilastras, resaltos, contrafuertes,
Historia Mcxicn11n, vol. xx, núm. 3, El Colegio de México, ha acul'mdo este ténn' :reos, .!ocios ellos poseen claramente una función sin OC\lltarla o tergiversarla. La
refirié~dose a esa vuelta de la columna exenta con abandono del estípite, que
produ10 al final del proceso barroco en México; cf. también del mismo autor o
artículo: "Reflexión sobre el manierismo en México", Boletfn del Cen tro
r ¿rcsión no tiene por qué estar dada sólo por lo proliferante -como creen los
~r~ores incondicionales del barroco-, puede estar, como en Brunelleschi, en
ª e ilrídad de las articulaciones, en su "funcionalismo".
lnt1t:stigado11cs Estétir.as (de próxima aparióón).
58 PRIMERA PARTE LA NOCIÓN DE "ESTILO" 59

bil!dad de acuerdo a.lguno. Otros, en ca mbio, más optimista aralelos en el arle peninsulM y colonial de esos
quieren consolarse afumando que en Ja mayoría de los casos dos rnovirrüe;~s ~itectónico, culto y que asume e l ca.rácter de lo
produce una feliz coexistencia artísticn. 3 Otros, en fin, pretenden d tiempos: ~e lla~r ta voluntad de forma posherre~1ana; y otro,
~ostra.r que el barroquismo de los retablos y el mobiliario llega que~ pu escultórico, artesanal que se expresa m~1ante formas
dinamizar el espacio interno de las iglesias que todos estamos de ongefl , 'das en un principio, desatadas a medida que avan-
acuerdo en calificar de estático y severo.4 Inútil decir que no esto barroc~s, tt~;, hasta llegar a ese punto de saturación que ".u~lva
de acuerdo con ninguno de los tres grupos.5 z.a el s1gl~ x 1.' a la frialdad del neoclásico: vuelco dec1d1da-
a dar la h.mP f~ ~tono con 1a mentalidad genera l de las Luces.
1

. Por último, ?qu~ es lo que yo personalmente pienso de la cu


llón? A eso - md1rectamente-- voy desde un principio. Sí lle mente rac1o~cer a los escépticos no hay más remedio que recu-
dos~ este punto, eJ hipotético X me hiciera la insidiosa pregun _rara cío;lvconocido procedimiento cinematográfico del.flash-
ta, pienso que le contestaría más o menos lo que sigue. rrtr ª~~fin del siglo xv y todo el XVI constituyen, en E~paña, una
El llamar barroco a todo el siglo XVII y los tres primeros cuart lwk. h' t)r'camente "abierta". En el campo de los estilos.se pue-
del. xvr11 resulta, en el dominio español, un latiguillo de ciertos hi época iszoc· n' hablar de un eclecticismo implícito. Esos estilos son
Je
_ con ara rasólo enumerarlos-: el llama d o g 6 t1· co Reye~ C a tTcos
tonadores y manuales.6 Lo que pasa. es por demás obvio. Exist o1
(S pn Juan de los Reyes, Toledo); el plateresco en su primera Y se-
3
Carlos Arbeláez Camacho, texto que figurnba en una exposición de arte col :nda versión7 (Pachad<1 y patio del Hospital de ~ant.a C~uz! Tole-
ni?~ en el Museo de Bogotá, diciembre de 1968: "Así, por ejemplo, se evitad l' ~o; Universidad de Alcah\ de Henares); .el clás ico 1tah.an1zan te
cnt_aco de ~ld~r de 'barroca' una arquitectura que, espacialmente, es ajena a (Palacio de Carlos V, GranRda); e l herrer~ano (El Es~onal); y, en
actitud c;>t~lshca, pero que incluye a manera de complemento, es decir, de u fin, eJ gótico con ideal de forma y proporciones renacientes (Cate-
modo ad1etivo, decoración tallnda o pintada denlro del repertorio formal barr
La convivencia formal de Ja arquHectura y la decornción colonirucs es notable1 drales nuevas de Salamanca y Segovia).
razón de la ~esuro y discreción de Ja primera, que acepta y recibe sin debate l Si eJ siglo xv1 se nos presenta como un .siglo ondulan.te --0n-
acento~.amb1en~ales que prov;en las artes plásticas aplicadas. Pero sería inú doyn11t, decía Montaigne-, el xvu, en cambm, ~e nos. va a imponer
bui:car integración de las artl'S en este caso. Se trata más bien de una feliz coexi&-- como fundamentalmente "dirigido 11 . Los estilos citados que ya
tenda artí.-;tica."
4
Yves Bottineau, Bnroq11c ibériq11e1 B~<:ilea, 1970. Analizo más extensamente sus comparé a fondo en otra ocasión,8 se. fueron ''frotan?o" entre sí Y
puntos de vista en: D. Bayón, "Recensión a ese libro", Boletín del Cmtro de fwuesti· por pulí miento recíproco llegaron a integrarse en solo. dos: el he-
gn~w11es Hist6ri':'s y.Estética.~, Car.lC15, núm. 13. rreriano y el barroquismo. Debo insi~ti.r aquí po~que,.sin duda, e!'
Entn: los hi~tonadores que admiten Ja diferencia entre el continente severo y la afirmación siguiente esté la más original -y discutible-de rrus
el contemdo del1rant~ figuran varias opiniones. Para Graziano Casparini, Boletín ll"'sis. Herreriano y barroco -siendo tan español e l w:'~ como el
dL.¡ C. de 1: !'f·y F..: num. 1, Carac~, 1964, el problema radica en que lo barroco
otro- tienen diferente origen. El primero sale del prestig10 de una
~n Amenc.a La~na- es lo plástico y no la concepción del espacio, que sigue
siendo poco unagmativa y tradicionru. Para Manuel Conzález Calván, "El espacio obra única-El Escorial-detestada 9 o admirada pero que se va a
en In ar~uitectura vin:inal de México", A11alcs del l. l. F.., núm. 35, México, 1966, i~poner como paradigma español durante siglos, ya que eJ ge~io
los. arquitectos colomales aceptaron conscientemen te esas condiciones de es- hispánico ha creído (ha deseado) encontrar en él la corroboración
tabs~o Y le superpusieron una ornamentación esplendorosa. Elisa Vargas Lugo, de su austeridad que se quiere ancestral y estaría ejemplarmente
op. cit., p. 305 s.~, refutan?o a Casparini, dice: "Es necesario desde luego estudiar y
~·~alar con mayor clnn~ad en las categon as arquitectónícns, los valores l>!ipa· encamada en el Real Monasterio.
cmles pe!'° no por ~Uo d"ará de ser un hecho rotundo ni menos valioso que, en ti Et. barroquismo, en cambio y aunque parezca audaz decirlo, es
~rroco l11spa11oa111cricn'.'º 111 oma11u:11/nd611 es la porte 1116:; i111portn11te del edificio, y esto en cierto modo una <1ctitud que los españoles llegaron a e.labo.rar
11.ellC una hondn sigmñcallión, ya que no puede tomarse solamente como la solu· c~e manera bastante independiente del gran r[o del barroco ita-
c1ón pobre y cnsunl de un arte provinciano y limitado. Esta fórmula barroca his-
pnnonmericana: omamcntarió11-estructura, en vez de cslmclura-ornamenlación es
liano. Y ello, a través de Jos retablos y de las imágenes policro-
un hecho irrofutable ... " Son posiciones que hay que comparar lns de J\rbdáez
Ca.rlncho y Bott!ncau. :. Tomo prestadas estas dos nociones a José Camón Aznar. Como él, llamo
Conste que hay mudlos de los más distinguidos que se arreglan para evitar el ~ tic? Rey~ Católicos a lo que se conocía con el nombre de ''estilo Isabel"; Y
prob~ema: Ceorge Kubler prefiere dividir cronológicamente sus temas en vez de ~!~1 ~ lo sigo en su distinción de dos monumentos bíen marcados dentro de la
baubzorloi; con nombres demasiado comprometedores. Diego Angulo fruguez • ución del plateresco espal\ol.
hace otro tanto en su monumental obra de lrC$ tomos, escrita en colaborndón coo
E. Marco Dorta y M. Buschiazzo.
9g g.
"J ·
ª"
Bayón, L'architecture en Castil/e XVe si~cle, Par!s, 1967.
·Bayón, "L'Escorial est-il bien 'espagnol'?", Les A1males, París, 1962.
60 PRIMERA PARTE LA NOCIÓN DE "ESTILO" 61

madas que son ambas las grandes invenciones religioso-plásti . trata en verdad de una "voluntad de forma"
peninsu l¡ues en donde van a tomar cuerpo con suprema efic "u"didO de i~e ~enicamente--con el contraste como vehículo de
las formas populares de la piedad:10 desde el sig lo XVI hasta t ,1l1t? ru~ga N~s~s posible que el caso se repita milla~es de veces
el xv¡u inclusive. expresió~· d da los retablos recargados- y que sigamos pen-
En un ensayo próximo a aparecer trato d e deslindar el alca -la iglesia el~~~~gÓ a ocurrir como una casualid_ad y no ~orno la
d el retablo como novedad absoluta del punto de vista de los co i;.antio q_ue erentoriil de un gusto o de una necesidad sensible. En
tenidos religiosos y estéticos. Baste recordar aqui que el retablo afirmaciór Pan arte, yo diría que hay que descon tar el elemento
las imágenes son obra de escultores, ebanistas, doradores, esto f\rte, ~n ~ fstaría tentado de agr~1C\r que por suerte. Cada vez que
dores. Y que, sin embargo, el resultado de esa compleja activid f4lrti11 to. byugados frente a una obra plenamente lograda
representa la creación de un objeto litúrgico "para-arquitec nos detene~~~ ~erecho al escepticismo, o sea, a dudar de que de-
nico" que, sorprendentemente, no ha sido ni pensado ni ejecu perdemelo~ ~ubo una voluntad -implícita o explícita-que la pu-
do por arquitectos del oficio. Al menos en la inmensa mayoría tr.ls de a rd
tensión como la cue a en e1 arco. .
los casos. so enl . do .,.hora a nuestro olvidado X que no es, por cierto, la
O sea, yo veo claramente en los siglos xvn y xvm -siempre Vo v1en " . él , o
. ·ia de un11 ecuación sino que puede ser , tu o yo, o sea un
firiéndose a España y s u s colonias- dos tradiciones diferen incogn• . no se equivoca el observador --que l"\O es té d e fo r-
d e nos Otros .
pero que a veces se confunden y siempre se complementan, io or los preju icios o por una cu 1tura " pres t a d a " - cuando
~· ~é~ico 0 en e l mucho mayor á mbito del arte hispánico se
1
neutralizándose sino, lo que es mejor, exa ltándose mutuamen
Esas tradiciones son: la arquitectónica, cultura, que se apoya ~~ente perplejo an te lo que d icen guías, m<1nuales, ~onferen­
tratados y persigue la imitación de un canon, que, viniendo ~iantes. El sentido común superior --que no está tan ~nen repar-
Italia, ha encontrado su ideal de forma en la severidad maj tido como con optimismo suponí~ Descartes-:- le d ice a X o a
tuosa del concepto herreriano. Y otra tradición -paralela pe cualquiera que el arte es una activ1da? co~pleJa y que, hay _que
diferente-de origen escultór ico y que en cierto modo redescu tratar de estudiar in vivo y no como quien diseca un cadaver il~s­
los principios generales del barroco italiano y los adapta al u tre. Sí, aunque parezca raro o absurdo, Mé~ico-y todo eJ ámbito
exclusivamente hispano. Y es esto lo apasionante y Jo que qui español de los siglos xv11 y xvm- está 11 ter<1 lmente reple~o de
escandalice a alguno de mis lectores: yo estoy persuadido de q monumentos clásicos con unos "puntos clave" -externos o mter-
Ja tradición barroca y hasta la rococó existen -en la Península nos- barrocos. En este contrapunto entre lo " todo vad~" Y1?
sus colonias- sólo sub specie decorativa y no verdaderamente "lodo lleno'' radica lé1 expresión artística de los pueblos h1spán1-
qui tectónica. O d icho de otro modo: lo clásico-culto pasa por ros en esos siglos. No es si mplemente un con tr_aste tolerado, yo
camino obligado de la a rquitectura; lo no clásico-artesanal e dí ria -forzando la expresión- que es sólo, a _nivel del co_ntraste
cuentra, en cambio, su vía en la talla de retablos e imágenes. 11 c11mo las. formas resultan expresivas y que unaca~ente asa ll_~an
Ahora bien, para concluir. Yo no creo que sea meramente p ? tr~d uc1r la "concepcil>n exagerada del mundo , carac ten stt~a
coincidencia que esa inmensa mayorfa de edificios severos ha inahen<1ble de esos pueblos a través de una buena parte de su his-
recibido una decoración exterior e interior d eliran te. Estoy per toria.
No hay contrasentido en ello. Existe un arte de la oposición co-
IO Cf. D. Bayón, "El manierismo espai'lol bajo el signo religioso", y "Figu mo existe un arte y una estética del equilibrio. Y la afirmación de
ción y temática", Rt'Vista de Occidente, núms. 43 (1966) y 68 (1968), respec ~se contraste podría ser--al fin- la verdad última de toda la cul-
vamcnte, Madrid.
11 Por supuesto que me estoy refiriendo, en general, al "origen" peninsUI tur.a española e hispanoamericana de esa _épo~a que va de la
del retablo, forma de expresión elaborada, sobre todo por ebanistas e im ~nión de los reinos a ta pérdida de las colonias situadas del o tro
gi.neros. No quiero decir que no haya habido una gran sabiduría y sensibüld adq del OCéC1no.
en la composldón y ejecución de ese elemento. Se trata, espedalmente, de u
cuestión de 11iveles de creació11, no de calidad absoluta. No hay nada despecti Plural, México
en mi juicio. Por otra parte se sabe que, por ejemplo, el tratado del Padre Po
se divulgó por toda América. Cf. al respecto: A. Bonet Correa, " El Padre Pozl.O Y
la arquitectura argentina", A11ales del Instituto de Arle Americano e lnuestigaclo
Estéticas, núm. 23, Buenos Aires, 1970.
62 PRIMERA PARTE LA NOCIÓN DE " ESTILO" 63

POLÉMICA: J. A. MANRJQUE ESCRIBE A D. BAYÓN r) de un "severo barroco clasicista ", ni veo


"l1 Fen1ández, v.trga.d icción Dentro de un contexto general ba-
,. e la con .· 1 d
Querido Damián: tan grav h ber severidades o arrebatos, que e reposo e
He leído con interés y con mucho gusto tu artículo sobre i3
rroco puede Qui rina le no le qui ta lo barroco a la obra de Ber-
barroquismo o no de la ciudad de México (Plural, núm. 2, Sant'
. And
ni la r_eal ª.· de Nuevo Baztán hace de J. B. Churriguera un
ig es1a
1971). Creo realmente -me agrada podértelo decir- que tu nin•,
flexión es muy acertada y en buena parte me parece dar en clásico. d encuentro tu caracterología de unas constantes
"f
1
• u
y acerta a . . . l
e de las iglesiris, sobnris siempre y siempre as mi m
·s as
blanco: a tal punto que testerea los lugares comunes sobre el
rroco nuestro y pone en jaque a buena parte de las apreciacio en el buqu d cia de Jos elementos barrocos de fachadas o reta-
corrientes. Tener la posibilidad de oír una opinión de fuera Cl>n indepen ;difícilmente puedo aceptar tu tesis de dos movi-
tan disonante- es sin duda algo de que sa limos ganancio f.llos. Pero mu lelos "uno arquitectónico, culto y que asume el
quienes nos ocupamos de Ja historia del arte en un medio que, mientos ¡; ~ ue s~ puede llamar voluntad de forma post-herre-
1
falta quizá de suficiente comercio con otras partes, puede correr de
c~rác~er otro origen escu ltórico, artesanal, que se expre~ me-
riesgo de empezar a girar sobre el pivote de sentencias gasta na~~t/for~as barrocas ... " No entiendo cómo e n una ~1s ma
~ ca en un mismo lugar, en una misma obra y con los. mismos
1
ResuJta muy eficaz tu creación de un viajero imaginario
quizá no tanto- que, "culto e ingenuo", se llega a la ciudad epo 'd 1·..... rios pueden darse dos voluntades de forma d1ferent~s
coman
, a·enas. wUnos arquitectos, se1'\ores en 1a tra d'1c1'6n c lás1·ca, seg m-
México con ideas claras sobre la historia del arte, y al recorrer
ca lles no entiende literalmente qué pasa, porque la severidad d ~u~ de un enjambre de artesanos, enta lladores, ensambladores
conjunto urbano (ahí donde los Uruchurtos lo han d ejado m ue no saben sino echar a perder lo que los otros han lev~tado,
sano) y la disposición de los edificios individuales se con tradic ~e parece inimaginable y fuera de la posibilidad _de una epoca
con el continuo ditirambo aJ barroco que cantan guías y anímicamente "compacta", como a la que nos refen".'os.
nuales. (St! muy bien que abuso: tú no cal.ificas peyorat.•va,i;nente el
Pero no todo puede ser armonía entre dos personas que pi "movimiento artesanal" hablas de "niveles de creaaón y no de
san, y - felicitándome de tu planteamiento- no puedo coinci calidad absoluta; pero v~lga para conseguir un mejor claroscuro.
en algunos puntos del desarrollo de tu esbozo de tesis. y~~ ~~ .
Tu crítica a los términos artísticos me parece positiva, pero De¡emos aparte aquellas obras en que la decorac~ón _es poste:
al punto de que deba proscribirse toda generalización. No exis rior en décadas o en siglos a la construcción: se exph~anan por s1
creo, el momento que corresponda en todo y por todo al té · mismas. Vengamos a aquellos monumentos constru1d?s de una
que trata de definirlo (puesto que éste es una invención abs sola vez: la orden religiosa, la autoridad civil o el particular_que
ta), pero aun haciendo violencia son necesarios; son santo y l~1s encargaban eran los mismos, ¿puede su ponerse que un dia se
que nos permite transitar por una realidad que sólo así es ap sintieron "cultos" y al sigu iente no? M~ aún: sabei:no~ 9ue fue~
hensible. la mayoría de los casos el mismo arquitecto, que diseno la seven -
dad de la estructura (v.gr. Lorenzo Rodríguez en el Sagrario),
No creo en absoluto, contigo, que el espacio interno de la ca
dral esté arruinado ni que lo que ahí se contiene contradiga la
quien diseñó las fa chadas barrocas.
terpretación clásica del edificio vacío. Para mí la catedral de M Has puesto el dedo en la llt1ga, pero no te sigo sin reservas en lo
dt•más. Por mi parte - lo he dicho ya en otro lugar y no es el caso
xico, como estructura (débase ya a Arciniega, ya a Agüero) es
compromiso muy talentosamente resuelto entre un espacio u
t~e t•xtl'nderml' aquí- el problema de esa ''dis paridad" se en-
1 lttmde por un aferrarse de aquellos hombres a moldes renacen tis-
tario "moderno" a Ja renacentista y otro compartimentado se l.ls-manieristas que / por un lado mantienen esquemas constructi-
las necesidades de la tradición catedralicia. Compromiso muy d vos I d
'
Y aun decorativos rígidos y por otro fueron derivan o a
rorrnas
momento manierista a que corresponde el edificio; la vestimen 1 , . . d
1 - as barrocas-q ue constituyen la negación rrusma e
barroca posterior no hace -entiendo- sino subrayar lo que an· . as que les d ieron origen. No se tratar a e os mov1-·
ª!. norm f d d
estaba dado en la solución estructural.
<:i~?''entos ajenos, s ino de un movimiento único, aunque ~sen-
Por otra parte no me asusta tanto como a ti oír hablar (a Jus rnente ambiguo, interna mente contradictorio: como ambiguos
LA NOCIÓN DE "ESTILO" 65
PRIMERA PARTE

y contradictorios eran los hombres barrocos que hicieron aque la verdad última de toda la cultura española e hispa-
! f¡o-- ,,
obras, las encomendt1ron y las vivieron.
Leo lo que he escrito y encuentro que puede parecer, p
""ºªmerican~ .. ir con ese punto, confieso que ante la unidad de
quien no haya leído tu artículo quizá, que éste en nada me pa
rarit coi:i~turas todas clásicas o todas barrocas, se me ha es-
otra'.' arqui , un té;mino impropio. Arruinado resulta, en efecto,
bien. Tú sabes de cierto que no es así, sino todo lo contrario. do aqu 1
buena parte se trata de que llamamos a las mi smas cosas de c:tp-1 resión excesiva: mea culµn.
uria cxp. :lo perfectamente lo que quiere significar justino Fer-
do difer~te. Com? si:mpre, c_uestión de términos: aunque, cla
de cuestiones de termmos está hecha la historia del arte.
'2. Enb~~a mí hubiera bastado ~on decir: "severo barroco''. p~ra
n.inde.z;·~ar una tendencia del estilo. Colgarle además el ad¡ettvo
Un saludo de veras cordial.
~.~~~i~~s1ta" me parece complicar las cosas a riesgo de confundir al
lt•rtor.
:l y también soy sens1'ble a 1as d'1stmtas
. .
versiones d e 1 barroco,
Cd. de México, 15 dic. 1971 Plural, núm. 4, México, enero 1 0
estoy tan seguro como tú de poder clasificar a Uemini
aunt¡l le no , d
, - , dentn> de esa categoria. La Columnata frente a San Pe ro, en
1
POLEM!CA: 0. BAYt'>N CONTESTA A J. A. MANRIQUE
~~;,~a, si bien es obra de inspiración barroca en lo concerniente a
la for ma misma de la plaza, no lo es plenamente en el det~lle.
Querido amigo: Siempre me ha parecido que las enormes columnas toscanas, lisas
Gracias por tu carta. En seguida -¿deformación de veinte al\
y de a cuatro en fondo constituían un soberbio ejemplo de ... "cla-
de Fnmcia?- paso a clasificar tus objeciones principales. sicbmo", y me excuso de volver a emplear el término:
4. La idea de los movimientos p;iralelos: arq11itectómco-c1tltural-
. 1. ~n contra de lo que yo digo tú no consideras que el espad
d1fsico y esc11lt6rico-nrtesannl-lmrroco, me sigue pareciendo la más
interior de la catedral de México haya quedado "arruinado"
original y polémica de mi ensayo. La he exagerado deliberada-
su decoración, o casi mejor dicho, por su mobiliario. Entend
mente como por instinto hacemos todos cuando queremos con-
monos: ar~uinado según la tradición de las g randes catedrales
pañolas. Siempre me ha parecido que había en ellas una esp vencer de algo.
de contrasentido que se torna masoquismo: construir una "ca El hecho que tú señalas: que muchas veces es el mismo artista
quien diseña la ''cáscara" clásica del edificio y su contenido ba-
perspectiva" con.espacios bien subordinados y estructurad
rroco no sólo no me inquieta sino que aporta aguas a mi molino.
para. luepo obstruirla con el coro central y las rejas de las capill
Tu dices: "No entiendo c6mo en una misma época, en un mismo
que 1mp1den gozar del efecto mismo que laboriosamente se hab
lugar, en una misma obra y con los mismos comandi tarios
preparado. pueden darse dos voluntades de forma diferentes y ajenas." Con-
Ya sabes que Chueca Goitia (In1J{lrinntes castizos de In nrq11itectu
testo a ~objeción: lo curioso para mí es justamente esa coexisten-
ra espnflola, Madrid, 1947) pretende que eso se debe a la volunta l la Y simultaneidad -a un en los mismos hombres- de dos
de forma musulmana cuyo ideal es el de "compartimentar el fuentes de inspiración, de dos modelos de conducta {heterogé-
pacio''. Yo, érnnque crea ta~bién en esa influencia, pienso qu
neos pero complementarios) que sirven para concretizar una sola
son sobre todo razones de 1erarquía eclesiástica y nobiliaria 1
voluntad de expresión.
responsables de esa fragmentación. En el caso de Ja catedral d
~me ocurre ahora, releyéndome, que quizá haya otra razón
~éxi.co para mí, pues, sigue habiendo choque entre el espaci
rnas ~edestre y que lo que yo llamo pomposamente clasicismo no
!impido y ~laro que íue constru ido en "clásico" (por no deci sea sino el miedo desde el punto de vista constructivo- a lan-
post~herrertano, que pa:ece irritante, y menos manierista, qu
~arse a formas muy complejas y difkiles de ejecutar. Bastaría
reservo ptlra un mov1m1ento mucho más restringido) y "rellena
ues con que la obra estuviera bien plantada -aunque fuera es-
do" luego con un mobiJiario que parece no tener en cuenta e que , ·
pi rnattca- siempre que al interior el o los autores pudieran ex-
espacio, a priori, rélcional. Es cierto que de eso nace una tensió
hi?~rse, Y_ gracias a la madera, al estuco, la pintura y al oro en
que también es expresiva. Recuerda la frase con que termino rn
ensaro: "Existe.t~n ~rte de la oposición como existe un arte y un
rn¿é\s dar r~enda suelta a la imaginación más descabellada. Justa-
nte esa imaginación que al revés de otros europeos -italianos
estética del equilibrio. Y la afirmación de ese contraste podría se
66 PRIMERA PARTE LA NOCIÓN DE "ESTILO" 67

o germánicos- los hispanos no se atrevían a intentar en el gamos la esperanza de c¡ue nuestro cambio de ideas sirva
cio propiamente dicho. d. T~I rar en algo el panorama .
. Conste, para terminar con este punto, que yo no he dich ri' ,1c a
ninguna parte que los entalladores y ensambladores echar Un ,1brazo de
Ü AMIÁN BAYóN
perder _el trabajo_de los maestros de obras; al contrario, en n
tros estilos coloni~les la mayor originaJidad se encuentra par¡¡
c~sualmente, a~ nivel de_l~s retablos, gran invención plástico-
giosa ~ie la Pen1~sula fberr~a y de sus prolongaciones america
a partir de med iados del siglo xv y hasta fines del xv111. REFLEXIONES ANTIUARROCAS DESDE M ilXJCO
En c~anto a la época "anímicamente compacta", confieso
no sé bren qué quieres decir. Ninguna época es compacta s J-litCt' unos años escribí un corto ensayo ("El todo por la parte",
-como la nuestra- llena de contradicciones. Mi corolario afi P/1tral núm. 2, México, 1971) cuya tes is principal pretendía
lo contrar!o: "Del conflicto entre un sistema de formas y 0 demo;trar que no todo el arte colonial ~atinoamericano quedaba
nace precisamente la exp~esi?n." Hay artes unitarias y ter b,1 ¡11 el signo del barroco co mo podna parecer leyendo a los
~agrego ahora- como las italianas y francesas; hay artes con ~:;pecial istélS o a las r.epetitivas ~uías de turi~mo. Más ~arde
trvas como las alemanas, flamencas, portuguesas e hispánicas. t1pareció mi libro Soc1erlnd y arqwtcct11rn colonial sudamericana
e~ que un ?fa s_e sintiera_n "cu ltos" y al día siguiente no, como 1 fiMcelona, 1974) en donde otra vez rompía lanzas con la exage-
rnda d octriné\ barroquiwnte, aplicada al continente americano.
dices con 1ron1a: lo curioso es que se sentían a l mismo tiem
"cu ltos ,, y ,,no cu 1tos,, . susen.bo por lo tanto plenamente tu co Hoy, si insisto en el tema es para abordarlo bajo otro aspecto
ponend~ fi~al: "t-;Jo.se trataría de dos movimientos ajenos, sino quizil mi\s amplio. Casi sin proponérmelo y con ocasión de un
un mov1m1ento unico, aunque esencialmente ambiguo ínter nuevo viaje a México la evidencia se me ha vuelto tercamente a
mente contradictorio... " Xla conclusión: "En buena parte set imponer: no todo es barroco en el arte de este país entre los si-
de que llamamos a las mismas cosas de modo diferente." glo:; XVII y xv111, ni mucho menos. Por el contrario, me parece que
Sí, Y.a hi está el problema. Me preocupa el uso para mi d ha} que tener en cuenta -sobre todo en el caso de la arquitec-
comedido de térmmos como "manierista" y "barroco" que h tur.1- un elemento que, a falta de mejor nombre, voy a denomi-
por hoy ti~en poca precisión, justamente porque se ha abusa n.u posherreriano. Es decir a la voluntad de forma característica
de ellos. M1conato d~ observación era decirles a los que como de España a partir de fines del siglo xv1 de presentar los vo-
sa~en de estas materias que vayan haciendo el esfuerzo de ca ~ lumenes arquitectónicos exteriores y s u contraparte, los espacios
ter.i za~ au~ de otra manera los movimientos que nos interesan. internos que les corres ponden, como un juego prismático
evitara as1 un margen de confusión y titubeo. No entre noso extremadamente seco, monumental, austero. En México no ter-
puesto que estamos acostumbrndos a traducir mentalmente ~ino nunc_a de admirar bastante esos largos y lisos muros de
pensamiento ajeno. Sino, precisamente, para los profanos que ~czontle roro oscuro o de piedra ocre o rosa que se cortan deli-
leen, para los alumnos que nos escuchan. Los nombres de tos . era~amente en ángulos implacables. Y de manera simétrica, al
tilos constituyen, por último, una facilidad un marbete que se int~nor, me fascina e l juego de diedros, triedros, las penetra·
pone al objeto cultural antes de colocarlo e~ su estante definitiv fmnes de las bóvedas nítidamente revocadas de la cal blanca con
Mi objeci?n sería, en fin, la de que hoy demasiados objetos co rfu~~nvicción de que alli cu<1lquier otro ornamento sería super·
tradictorios entre sí ostentan e l cartelito de " manierista'1 o
"barroco". Palabras que además -y para colmo- pueden s du~~ ~aro que uno recuerde el lugar y el momento en que se pro·
usadas en sentido positivo o negativo. t>llas ª chispa d~ sus intuiciones. Como yo me muevo sólo por
lnventemos otras categorías de pensamiento. A fin es del sig ruedy el ep1sod~o acaba de ocurrirme no tiene mérito que yo
xyu la gran batalla fue entre "antiguos" y "modernos"; en pi lado'~ ~econstru1r l<1s circunst<1ncias en que esta vez fui "visi-
s 1gl~ XIX la querella, en cambio, oponía "clásicos" a "románticos Perando ra en M?relia, hace apenas unas semanas, estaba es-
¿Quién plantea ya el problema en esos términos? vacuo d ª u~ amigo a las ocho de la mañana, y en ese momento
Me alegra que hayas reaccionado prontamente y sin agresiv e la inacción corporal sé que mi mente trabajaba. Frente
LA NOCIÓN DE "ESTILO'' 69
PRIMERA PARTE
,·in duda desde antes, los lalinoamerica-
a uno de esos magníficos muros pianistas de un pali'tcio
glo xvru me preguntaba yo por milésima vez por qué todoS l'Pt'"d .ie~te' pero s · 1 1" · ·
Kfa clRse de compleros cu tura es. 1magma-
mc1s su_fnd~) ll y uno de ellos -el más recurrente y anto-
bios y profanos- pi'lrecen haberse confabulado para dec
una vez por todas que el arte latinoamericano es -en inirnaginab,=~tendible- era s in duda el de "no e~tar en la
siglos citados-barroco y nada más que barroco. mente ~J ~ de no sentirnos integrados en la comente. del
ratl". ~ne~¡:\ En países con fuertes culturas preco.lombmas
La respuesta me vino desde ese soberbio muro lleno, a
1'1tr uru' ers~iente de volver a la tierra -en el sentido lato Y
articulado por algunos resaltos, preparado para enmar itb<1 el expe rél tratM de descubrir al menos lo que fu1-
detalle s upremamente barroco -ese si- de algún balcón el figurado- Pªéramos 0 lo que íbt1mos a llegar a ser resul-
do. De pronto algo se iluminó en mí: ¿cómo pueden decir q , ya quebllo qauemás arduo y, por el momento1 sin la más mí-
genera l esta arquitectura tan sobria es barroca? Y las palab n pro em
formaron solas en mi mente: porque lo que está de moda au ·'nasequihle. ,
...nlucm 1 tiempo d e lil dominación peninsular no sab1a-
último medio siglo no es tanto el barroco en sí, sino más b En (Ur'l~to ómo llamarlo: colonial proponía el sentido co-
ª
i<ien de barroco. La solución ern así de simple. (Como dice en ·itlu1erélnJo
tlS i; .,
e lél expresión populc:ir al uso. H a b'ia sm
· embar9o
l!n ·~l:(IHecursor a rgentino Mélrlín Noel- emple~ba el ter-
ocasión Giulio Cario Argan, en arte la buena explicació 1

siempre la sencilla.) Repentinamente habfo vis to yo lo qu


años de estudio no me había sido dado contemplar: era m
qui~~''virr/¡nill" casi w mo una escapatoria, escapatona que.Por
mu · hace no me convence ni ¡:>oco ni mucho. Confieso
mino de Damasco. lo 'llll' a m1 f 1 e
ue la expresión vi rrein al me resulta un tant~ .ª az .porq~
Voy a explicarme porque corro el riesgo de que el lector q,ill'c+' ,, tender sobre todo a una s ituación adm1mst~ativa mas
p ue ,1 una de fondo, de hecho, .con toda 1~ tragedia que ese
que soy un débil de espíritu o que, como a Don Quijote, se
ha "secado el cerebro". Espero que nada de eso. Lo que yo
en Morelia y en seguida empecé a elaborar como teoria (d
~ismo hecho podía y pudo implicar en la busqueda de nues tra
mación profesional que uno tiene) fue un hecho desarman pro¡\iil identidad. . . .
Mi generación -y con más razón las s~bs1g u1entes- nawnos
su misma simplicidad: los historiadores siguen repiliend liarM os por así dec irlo. O sea, que esos libros alem~es fueron
latiguillo del barroco porque p ronto hará un siglo que el s prestamente traducidos y leídos y que~ además, temamos am-
Heinrich Wolfflin se animó a caracterizar 110 peyorativnmen plio .i1..ceso a la teoría dorsiana que, peligrosamente, pre~taba
barroco, primero en su libro Renaissance und Barock (1888) con i!Specto casi científico su clas ificaci~n -digna de Lmneo--
defenderlo francamente en su obra posterior Conceptos /11 de l<1 "phinta" barroccl. Si Wülfflin y We1s~ach -;-sobr~ tod? este
mentales de la historia del arte, publicada por pri mera vez u1L11110- !)e hilbían referido al barroco his tó rico (ep1sod10 d,el
alemán en 1915. ~iglu xv11 con prolongaciones has ta el XVIII), el ardiente ca~Jan
Si Wolfflin no había sido sino el primero; pronto lo ib 1l\1 a lriltar el barroco como un absoluto, como una categona es-
seguir Werner Weisbnch con su también famoso El barroco e ~étic:a capaz de aparecer y reaparecer e~ el tie~po y e~ tod,os ~?s
arte de la Contrarreforma (1921); y en español directamente i ordenes de lrl cu ltura. El arte sufría as1 unt1 d1cotom1a mas: el
ser escrito uno de los libritos que más mt1l -o bien- han h mundo ele las fo rmas que pesan'' (clásico) y el "mundo de las
en el mundo his pánico: me refiero aJ celebérrimo Lo barroco fc~rma~ que vuelan" (obviamente el barroco). Para colmo, el ~r~n
fascinante y discutible Eugenio D'Ors. h~storiador francés Henrí Focillon iba a s istematizar la reivin-
La historit1 crítica de Ja idea de barroco en Francia ha sido dicación del h.1sta entonces mallratado estilo, d iagnostkando
hecha de manera admirable por Pierre Charpentrat (Le miri ~ue. después de pasar por ll'IS et<1pas del primitivis.mo y del cl~­
baroque, París, 1967) y yo no tengo tiempo ni espacio aquí p ·r=1srno todo estilo alca nza s u momento d~ barroquismo despues
tratar de semejante aventura o de su equivalente con el mun l el cuHI Lleja de operar como tal y hay que empezar de r;uev,o. El
ibérico. Quede quizás para más adelante la promisoria inda <1rrna er" de doble filo y no tan elogiosa com<> pretendía D Ors,
ción. Esta vez me conformaré con quemar valientemente las flue¡,to que equivalía l'I decir otra vez que el barroco era la dege-
pRS de modo que el lector pueda seguirme sin mayor esíuer:w. ~ernción de~ clásico, que a su vez ~a~í~ tardado en encontrarse
Des pués de- pensármelo mucho creo que lo mejor es senci esc!e las nieblas de los o rígenes primitivos.
mente empezar por el principio. En e l s iglo y medio de exi:.t
70 PRIMERA PARTE LA NOCIÓN DE ''ESTILO" 71

La tentación de seguir a Focillon era grande porque varia hasta que se ven sustituidas por otra pareja no menos
veces en la historia el proceso parecía htlberse presentado e efe se~na. Agrego yo ahora que el entusiasmo que algunos sien-
esos términos: en e l periodo helenístico, al final del gótico y pt>regor esos pares de conceptos -para decirlo exactamente
-quedaba por ser probtldo- con e l advenimiento del barroco ten ~ Wolfflin- radica en creer que se trata de verdaderas enti-
histórico. clo~es mentales, cuando no son otra cosa que lo que en francés
Los latinoamericanos nos intoxicamos con delicias en las- l flll .
. llama con una curiosa expres1'ón 1111e v1u• de /'esprit,
. o sea una
nuevas teorías porque nos convenítln, nos justificaban, nos qui- s~ra especulación que muchas veces no tiene mayor agarre en
taban - pensamos que definitivamente- todo posible complejo r,nguna realidad concreta.
11
de inferioridad artística y culturnl. He aquí, decíamos -sin Cuando se acepta una clasificación como la de Wolfflin pare-
decirlo-, que si el barroco es otra manera de "estar en el mun- emos aceptar para todo el Renacimiento (en el antiguo sentido
do", nosotros tenemos pleno derecho a afirmarnos como tales. Y ~mplio del término) IA divi~ión a cuchillo: todo lo que no sea
poco a poco íbamos descubriendo nuestro radical barroquismo: clásico tendrá fatalmente que ser rotulado como barroco, y vice-
¿no éramos acaso gesticulantes, gri tones, agresivos, fiesteros? versa. Se daban -como en un folleto- las instrucciones y se
Barrocos t:?ra lo que érttmos. Y a mucha honra. SI, a quien más ba- nos advertían los modos de encauzar nuestra investigación. Lo
rroco. Lo cual sonaba bastante bien para cubanos y brasilef'los que no se presentaba como finen! (dásico) era porque evidente-
con su gran mar de sangre negra movediza y violenta. Pero mente debía ser pictórico (barroco); lo que no resu ltaba s11perjicial
puestos en esé'I euforia, también nos parecían barrocos los tris- (clásico) se imponía como prof11ndo (barroco), y así sucesivamen-
tísimos indios peruanos y bolivianos, los circunspectos argen- te hasta completar los cinco famosos "pares".
tinos. Ernn formas distinras de una misma nota común: también No digo yo que cut1ndo se es muy joven y se buscan desespe-
se podíd ser barrocamente serio. radamente puntos de apoyo para la propia reílexión, las polari-
En una palabra, si había un triunfo del barroco, nuestro com- zaciones de Wolfflin no sean útiles para ayudarnos a pensar. La
plejo cte inferiorid<1cf desaparecía. Se trataba de una revaloración prueba es que yo mismo las enseño en mis clases como un buen
histórica y nosotros nos embarcábamos en ella con armas y ba- par de muletas para aprender a "leer" las obras de arte, para
gajes. Después de haber sido un término peyorativo, de la noche descifrarlas en sus mecanismos constitutivos. Pero mi lección en
a la mañana el barroco llevaba la voz Cflntante en el panorama t>stos casos ac lara s iempre que sólo los propongo como un
artístico del mundo: en el antiguo y en el contemporáneo. Nos "andamiaje" de ideas útiles que es ya, hoy por hoy, obligatorio
dimos pues a tratar de ser furiosamente barrocos, a exagerar ese conocer; pero que justamente lo propongo nada más que como
pretendido rasgo esencial de nuestro CM~cter. Nuestro orgu llo lo que es: un andamiélje y que nadie que yo sepa vive en una
continental tan zaherido por el hecho mbmo de no figurar en la c~sa terminada en tre toda la confusión de los maderos que
historia de las formas artísticas aceptadas por la humanidad en- :.1n 11eron para levantarla.
contraba su reivindicación. En vez de desatender, disimular, dis- Pe!" volvamos ya al lugar común del barroco, que en nuestro
frazar los mile~ de capillas, iglesias, conventos que cubrían el me~10 pa rece invadirlo todo y del cual moriremos hasta que
territorio íntl:'gru de América Latina, ahora al fin íbamos a poder algun alma caritativa no nos saque para proponemos otra cosa,
exhibirlos como unct prueba de nuestrn inventiva, de nuestro de- aun_que sea el manierismo que es, desde hace unos años, la cate-
lirio (en fin ... del de nuestros antepasados, de los que hacía tan S?na que "está de moda", no sólo entre los historiadores del arte
poco hablamos renegado). sino también de cualquier otra forma de la cultura. Seremos así
Es decir: lo que se justificaba no era tanto el estilo barroco cuM- nianieristas por cincuenta años o más, como fuimos barrocos por
to el concepto de esa actitud ante IA vida. A las antiguas dicoto- sesenta o setenta. Y se nos pasarán, poco a poco, los siglos sin
mfas que oponian vanamente a11tig11os y modPrnos, o cldsicos y ~~tre~ ver de más cerca y de manera implacable en qué consisten
románticos, nosotros adoptaríamos, por ya medio siglo, la no vs as invenciones que tienen -por cierto- una gran dosis de
menos arbitraria antinomia de clásicos y lmrrocos. No me canso ii e_rd~d p~ro que no deben ser aplicadas mecánicamente así como
de repetir la vieja idea de Francisco Ayal;i cuando dice, en su :;~a a primera situílción histórica tal como se presente.
Razón del mundo, que esas presuntas oposiciones no se resuelven re· ~do.nd~ando mis ideas: sospecho que, hipnotizados por la
nunca sino que dejan de tener vigencia y pierden así toda razón ivsnd1cac16 n del barroco (que entre paréntesis tuvo que venir-
PRIMERA PARTE LA NOCIÓN DE "ESTILO" 73
72

~os de Europa, garantizi'lda por la a utoridad de los espe d icho no todos. Quedaban en efecto como enigmas
1 clasificables las catedrales - México, Puebla, Lima,
Muc~ose~~e
listas), no estemos desde hace medio siglo los latinoame rica
no sólo siendo barrocos, eso seria lo de menos, sino -lo que d1f1c:ilm 0_ cuyo diseño era severo y, en México al menos, de
pe..>r y mucho más ingenuo- tratando de "hacemos los ba el cu z~ laramente posherreriana. Y a eso voy. Por conformar-
cus" ostentosamente, ju stificando únicamente las obras y J pro53P1ª cna única categoría estética, nos estábamos fatalmente
autores que creemos se ajustan al canon que nos dictaron de no~ ~on ; 0 otra, al menos tan fascinante como la del barr.oco:
lejos. No bastaba sino que nosotros, a nuestra vez, le gritába perd1en7ran linea hispánica a más no poder, que nace y prolifera
tod:rt~r 1 ~e ese monumento impar y absolutamente genial que ~s
al mundo que sí q ue lo éramos, con o rgullo y hasta con deses
ración suicida. Se lo confirmábamos, no parando de hablar ª P b de juéln Bautista de Toledo y de juan de Herrera, es decu
títulos y en textos de ese "barroco eterno" que tanto se n ~~~e~~ Monasterio de El Escorié\I, en la.sier~a madrileña ..
había subido a IAcabeza como un alcohol volátil. Y me pregun l t¡¡ce unos años en épocas de abominación de la arqu1tec~a
yo ahora con mi pizca de desconfianza: ¿no será acaso que l moderna -consid~rada decadente co.~o toda la .vanguard!a-
latinoamericanos contemporáneos a fuerza de quererse barroc 1 7obien ·o franqui sta lanzó la operamm del nudismo arqu1t~­
a toda costa o de parecerlo a cualquier precio, no estarem ~· ~co (como h<1bía dicho Un11muno) y a sangre fría se procedió
digo, forzando la nota y lomando profesión de fe lo que es a a >un revivnl bastante grosero del herreri1mismo. <7omprendiendo
nas un aspecto de nuestra verdadera personalidad, de nues q·ie la expresión hjspá nica -al menos entre los siglos XV al~­
"manera de estar t!n el mundo"? Toml'lndo un ejemplo de ot ~·a siempre exagerada: o lo muy recargado o lo muy vaao y
campo -y que me perdonen Jos delirantes- nadie me ha severo, las autoridades españolas no dudaron en la apuesta y se
creer en literatura contemporánea que Alfonso Reyes, Jorge Lu echamn de bruces a construir lo que humorísticamente se bau-
Borges, Octav io Paz, para mí los mejores escritores de l con t17.6 entonces de estilo escorinlito. Se dirftl que nosotros, simétri-
nente, pueden ser considerados como escritores barrocos. Si cam~te, apostamos a la cnrta contraria y no~ empeñ~mos en
fuera tonto tomar la contraparte (yo que he dicho no creer \er el gen io de la raza en el aspecto acumulativo, proliferante,
dicotomías) sería como para afirmar que los considero, por fijo, de la d ecoración de tipo barroco. Y digo decoración de
contrario, unos grandes autores clásicos, y ello en la doble ace intento, ya que en genera l ni en plantas ni en cortes ni en .la ~on­
ción del término. cepción volumétrica exterior del edificio ni en su espac1ahdad
Me parece comprender lí\ génesis de este movimiento, de es interior, el estilo arquitectónico barroco español jamás ha obede-
arrastre por el vértigo de las ideas. De pronto, en los años 20, 1 cido a las normas de ese estilo internacional cuando lo tratamos
pioner~s d~cubrieron uní\ veta inagotable a su vocación y p de definir en términos universales. No hay en el barroco his-
meras 1ntu1c1ones. De fuera y con autoridad se nos decía que pánico ese v uelo de las formas que anunciaba D'Ors, por el con-
barroco -por ejemplo-- era el arte que correspondra a la Co trario, tod o es fijeza en lé\ caja de muros que acusa sus formas en
t~ar~eforma (arte jesuítico se lo había llamado antes) y que co p ~ra l e~epí ped os que se entrecruzan. No hay círculos y menos
t1tu1a un mundo aparte capaz de ser opuesto triunfalmente aun eltpses que se interpenetren, no hé\y fuentes de luz ocultas,
clÁsico. Como lo digo en mi citado libro, esos precoces histori efectus d e trompe l'ol'il como los famosos de ltalia y de Alemania.
dores de n.uestra cultura s~ i~an a ir a~imando hasta llegar cad En una palabra, no hay delirio de los sentidos, transfiguración
vez más le¡os en sus aprec1ac1ones. Quien lea hoy a Noel, Guid d~ la materia por vías que logren espiritualizarla. Lo que no me
Kronfuss de la Argentina, a Velarde y Harthterré del Perú pued d isgusta ni mucho menos; lo (mico que exijo es una redefinición
d .e los términos como ya lo he hecho en varios artículos y en el
ver, paso a paso en sus artículos y Jfüros, el reflejo de esa marc
europea en el descubrimiento paulatino de los valores barroco
11
bro ci tado.
Los pioneros, que yo digo, se lanzan entonces a v iajar, explo ra Por último mi propuesta sigue siendo la misma: me parece
rev~l~r los mo1:wmentos, fotografiándolos, dibujándolos pa r e.ntrever que la totalidad de la expresiún é\rquitectónico~decora­
clas1f1car los y finalmente interpretarlos a Ja luz de los criterio ti va en e.1 mundo hispi\nico y en su parcialmente secuaz, el
de la época. ~undo hispanoamericano, se nos presenta como el extraño con-
Muchos de los edificios estudiados ostentaban fachadas ric f 0 .merado de una voluntad de forma que juega con plena

en decoración, retablos evidentemente barrocos en su interio ucidez Y conciencié\ con la "caja vacía" de una arquitectura en la
74 PRIMERA PARTE LA NOCIÓN DE "ESTILO" 75

que predominan ciertas normas de severidad y el triun fo ¡ . . d 5 en buenas guías de turismo (como la G uía Azul
sistible del ángulo recto, que encuentra su contraste en la p l~¡-,et.tahza c~r:ientarios y afirmaciones qu e lo tienen necesa-
liferación escultó rica (como oposición a los secos muros) en do fril111. esi'), e desconce rti\r. Pt1ri1 eSilS obras, en e fecto, de una
de se despliegan las estalactitas doradas y policromadas de J ri•1mente q u ' nica no ma tizada y casi como una fatalidad, todo
retablos,. interesantísimas "máquinas de orar 1' plástico-litúrgi ni;inera• meca. , tico 'plt'lterescn o neoclásico
· cae inexora
· bl emen t e en
que a mi manl:!.ra d ~ ve~ no han sido a ún estudiadas bajo ése "'que !>)e~!iarro~o. Se puede esta r delante d~ la iglesia ~ás seca
aspecto más s1gnif1caltvo. Y cons te que esto puede aplica el ru~rc ue no digo clásica tampoco), mas. ~eomét~1ca, más
-con los recaudos necesarios- a los imafrontes, verdade (cnn!:'te ~ de Moreliil o de la ciudad de Mex1co1 no importan
" retablos de pi edra" como se ha dicho con justeza hace de:,(a.rn.a : rezarán su inconfundible letanfa: "monumento ba-
muchos años. las pagi~~do" etc y cuando e l que ve tiene ojos, descubre con
O sea que me o pongo a esa caracterización global y en ma rroco engtfc'lcci6 n 'que ·el "monumento barroco" se re r·1ere a a 1gunas
que los autores se empeñan en util izar. No sólo nosotros s· el-ll;P~ de ese edificio, y a veces ni siquiera. El clásico, el poshe-
hasta los extranjeros que se ocupan de nosotros. Ya en 1956 G p.u ~sno parecen haber desaparec ido del voca bulario de los
rrerl!t . h 1 á
main Bazin escribífl su fundamental obra en dos volúmenes tit e .pecialistas de hflce unos años. Cierto es que a ora, en os ~ s
lada, casi fatalmente, L'Architecture religie11se baroque rm Brésil · ·•eneo; aparece la volun tad d e liberada de usar el térm ino
con la disculpa en su caso de que Casi todo lo estudiado a li lt'•.rnreristi'I
., para designar obras que se cons1'deran d e trans1c1 . '6 n
01
quedaba bajo el signo barroco. Más recientemente, en 1969, Yv entre el clásico de fuente italiana y el fut~r~ ba rroco que vendrá.
Bottinea u publi caba s u Baroque ibériq11e, y para él había a ú Ne creo yo que corresponda llamar man1ensta a forma s tan aus-
mayor justificación, puesto que no se le había pedido un lib tt>r.h tan serias, a veces tan lógicamente resueltas como las que
cualquiera sino precisamente uno sobre el barroco ibérico. Má form~n el 90% de las construcciones civiles y religiosas de nues-
curioso y desconcertante, en cambio, resulta el caso del historia tros países. No se olvide tampoco que el estilo "despojad?" c~­
dor ítalo-venezolano Graziano Gasparini, que después de traba rresrnnde a veces a simples criterios de eco~o mía y de simpli-
jar mud1os anos sobre el tema, iba a hacer aparecer en 1972 u cidad en Ja construcción, no hagamos demasiada novela con la
obra voluminosa y magníficamente ilustrada con el título u intención profunda. Lo cierto es que -como tales- esos p~la­
tan to convencio nal de: América, barroco y arquitectura, en qu dos, esos conventos desarrollan sus la rgas fachadas esplénd1da-
aparecen los tres términos como para dejar contento a tod o e 1nente monótonas, sólo acentuadas aquí y allá por la pimienta
mundo. Lo más exlTaño es que en su texto este autor es de lo de una decoración concentrada e insist ente.
que reconoce -<'Orno yo y otros pocos- que no todo es por cier- H" sido por último, y para concl uir, el éxi to de una teoría
to barroco en la arquitectura latinoamericana entre los siglos xvn C!>tética lo que ha producido nuestra obsesión barroca, que al-
y xvrn. gu no~ como el escritor cubano Lezama Lima llega a considerar
M~ he querido pues aquí rebelar un vez más con tra lo q ue. --y lo demuestra con sus ejemplos-- "la expresión americana",
c~nsrdero un estereotipo q ue a mi modo de ver no se justifica. para usar textualmente uno de sus títulos menos felices. A ese
Cierto ~s que hay excepciones ilustres como las de Diego An- ¡.;esto des medido - barroco ése sí- me quisiera yo oponer
g ulo. lñ1guez que tm s u mo numenta l Historia del arte hispano- rthorr1, no por simple capricho de d isidente sino en el a(án de
ª!nencano, en colabo ración con Marco Dorta y Buschiazzo, pre- l'ncontrar una más justa, una más exacta definición de nuestra
fiere caracterizar los capítulos echando mano sencillamente de la 't!~dade~a idiosincrnsifl. Sí, puede ser q ue La~i~oamérica vi~ta
croi:tolo~~ que es m~s explí~ta y menos comprometedora que la U~$de le1os y de manera ejempla rmente s uperficial parezca solo
des1gnac1on por estilos. Acti tud en la que ha sido imitado por un continente gritón, colorido, sensual, intranquiliza?or y fasci~
George Kubler y Martín Soria en su tomo de la Pe/ican History o/ r1t\nte. Y no niego que de una oscu ra manera también seamos
Art. No asf por Pál Kelemen, autor de un interesante y discutible ~>do eso. Pero lo que yo reclamo es mos~~r también la otra. ca ra
libro que ataca res ueltamente el tema desde el explícito título e 'ª.moneda: la seriedad, la concentraoon, hasta nuestra inco-
de: Bnr0911e ami I~ococo i11 Lnfin America. Cuando el viajero culto rnunicabilidad que marca momentos precisos del tiempo, que
pero quizá profano en estas materias, viajd hoy a lo la rgo y a lo ~nida favorablemente en ciertas regiones y ciudades. Si estamos
ancho por todo el continente latinoamericano, lee en manuales usca ndo entre todo!> nuestra identidad no es el momento de
76 PRlMERA PARTE
LA NOCIÓN DE "ESTILO" 77
que nos equ ivoquemos tan mal sobre nuestro p ropio carác
os por fachadas de piedra o de cal con
sobre todo, en lo que respecta a nuestro propio destino. Si . lópeo corOnad . · til
areio oc es del Renacimiento. Al interior ese es o
fin accedemos a la historia, si de una vez vamos a dejar de
los parientes pobres e ingresar en el círculo de la familia no
~~w,as Y ba~C'l;ún más en los patios, verdaderos P.eq ueños
uropeo se no os en planta baja y alta, arcos sostenidos por
para que lleguemos como los portadores de un lenguaje
sólo de periodos ampulosos por bellos que ellos sean. Tamb
c1,n.1st~S ~e ~;~mitan ta proporción toscana. Casi nunca llev~
colurTlfltla:> q ninguna moldura que los subraye y su medio
hay un aticismo latinoamericano -en las letras y en las a rt arquivolta, o se:Cortado sobre el muro que a vece~ encuad ra un
también hay una ardua voluntad de bañarse en las aguas apareclef_r . ese elemento arábigo que consiste en un re-
lago sin levan tar la menor oleadi'I como un rito que se prac Puntodero a iz.
ve rJ ~ . 0 de forma rectangular. . .
en silencio y en la intimidad de la luz más secreta. Por úJti hund1mrent . caicos al exterior y los patios renaaentes al mte-
sería esta otra Ci'lra de la medalla gue i1;,'Tlorarfamos, dando fal Los mu~os m ues el leit-motiv arquitectónico de la ciudad.
rror cons:a~uj:SníJesia~ y conventos con sus f~chadas-retablo (o
mente la otra a contemplitr <11 extranjero como nuestra úni
verdadera expresión. Y no serii'I ni'lda que engañá ramos a J
La cated. '.tan retablos pero realizados en piedra) representan
otros, quienes por último siempre pueden reaccionar para d !'~a que un_• f r"es" en el te1'ido u rbano, por lo demás perfecta-
cubrirnos u na y otr<1 vez en cuantas oportunidades quieran los "puntos u.e •
pueda n . Más sórdido, más estúpido, sería en fin q u e n
engañáramos a nosotros mismos creyendo que sólo éramos ac
m~nte :~~~!g~~~· curioso com proba r cómo ideológicamente
, ) •.ºretablos exteriores en granito han llegado a pesar e;n la
t st;ión pública hasta el pun to de haber bautizado a .la tota!1~ad
mulativos y delirantes, repetitivos con obsesión: sublimes
mediocres. Desde el arte colonial hasta la litera tura de va
guardia la ambivalencia es nuestro signo. No nos conforme
~pi Cuzco como un monumento barroco. Al exterior el urnco
con lo que decidan por nosotros, tengamos la lucidez, la valent el:mento en verdad barroco son esas mismas fachadas-retablo
de las ue estamos hablando. El resto -c r~ haberlo ~emos­
tradn e~ mi libro Sociedad y arquitectura c~~omal supmnencana-
de tratar de ver las cosas como son. Es decir, mucho más co
plej<1s, mucho más contrastadas, mi'ltizadas y - ¿por qué n
decirlo?- también mucho más entrañablemen te ricas de s ig ni obedece a una composición clásica q ue ut.1ltza .tos ordenes de la
cadas ambiguos y cambiantes. antigüedad. Así ocurre también con los mten.ores de la.s cate-
cirales de Lima y el Cuzco, atribuidas al arquitecto peninsular
México, 1975 Francisco Becerra. • . th
Sean o no de Becerra las trazas de esta u l ~1ma (e/. E. Har -
terré, Anales núm. 2, Buenos Aires, 1949), lo cierto es que ~e tra-
LA DECORACIÓN MAf\'IERISTA DE LA CATEDRAL DEL Cuzco ta de un edificio a tres naves de la misma altura con una fila la-
teral de capillas a derecha e izquierda del espectador. El todo
Los libros de historia están p lagados de frases hechas y de repe- inscrito en una planta rectan gu la r de ocho tr~mos. de la~go
ticiones mecánicas. Uni! de las más notorias es la adscripción de ostentando dos torres cuadradas en fachada. Al • ~teno r, la ilu-
todo lo cuzqueño a lt1 categoría de "barroco". A pesar del t minación exclusiva proviene de las altas ventanas situada~ sobre
rremoto de 1650 y de la recohstrucción posterior de la ciudad, los lados. Los pilares sobre Jos que se sostiene toda la fábn ca son
puede decirse que el Cuzco sigue siendo un documento vivo d el cruciformes en sección y constan de un n úcleo sobr~ el que van
siglo xvr y en ese sentido sólo pueden competir con él a lgunos aplicadas cuatro pilastras toscanas anormalmente bajas. Aunq ue
conventos rurales mexicanos construidos de un tirón hacia esa la proporción del orden se restituye porque el maestro ?e obras
misma época. Los conquistadores p rocedieron a fundar el Cuzco -sea quien fuere- h a creado por encim a de los .capit~l es un
nuevamente en 1534; a partir de ese momen to trataron de adap- trozo de entablamento más protuberante y, por encima a un, una
tar las calles rectas con acequias y Jos muros de templos y pala- especie de remate de varias mold uras sobre el q ue ~rranca.!1 los
cios para hacer de la capita l incaica una verdadera ciudad arcos que unen entre sí los pilares. Si bien e~ta sene de lineas
española o, al menos, hispanoamericana. El sorprendente re- horizontales de sombra quita esbeltez a l coniun to, el re~ultado
su ltado es el que aún hoy podemos ver: maravillosos muros en no es negativo ni mucho menos, puesto que el ter:iplo se ~mpone
corno algo más macizo, rudo y por último dt> me1or arquitectura
78 PRIMERA PARTE 79
LA NOCIÓN DE " ESTILO"

que la tan retocada catedral de Lima, casi idéntica en p . e sobre todo al metal; volviendo a la madera,
elevación. to se ref~er ue tanto la sillería como las cajoneras de sacris-
Sobre esa base de interior tratado a la manera "clásica'' emos decir q das sobre todo como lo que son: muebles,
excepción ~e ~os retablos y el púlpito que efectivamente ' si·do pensa
tt1111 ño considerable. En el pu'I pito,
· como h e d.teho,
rrocos de distintas épocas, todo lo que alcanza la vista 0 ue de tan1a la "copa" propi<'mente dicha y el tornavoz, ese
la ~ramá~i~ del manierismo nórdico europeo. En mi úl lll )on barrocas dido que como su nombre lo indica sirve de
rec1e~te v1s1ta, en.frenf:3do a la nueva e intolerable decisión Jl'lento sr;~~~a lerilla, ltl puerta de acceso, su baranda y ~st_a
prohíbe las fotos interiores, me dediqué a dibujar y tomar oad~r. ·or ue disimula los escalones, todo ostenta, o div1-
de to?o lo qu~ abarcaba mi vista. Así me fijé altemativarnen parte ~e~~rei (puerta), o motivos serliru:'os que se 1~ parecen
1
las rejas_ qu.e c1err~ la~ capillas de arriba abajo, la escalera qu lone~ "'.ºcomo un exágono en cuyo interior se despliega una
be al pulp1to, la sdlena del coro, y hasta en las nervaduras :J>a:;tante. ' trica 0 un entr<1mado en puntas de diamante en pro-
recorren las bóvedas. 1'\)sa geom,.e ve tallado en madera natural dejñda deliberada-
Pues bien, pude comprobar que todo lo que en marco tan (undo re 1e ,
tero representa decoración -salvo los retablos barrocos al f mente opaca . , . 1 d
Es decir, que por al~una columna s~ ~omoánica s ue ta, se . a ptor
de las cr1pillas- obedece a un estilo voluntariamente pensa
solemne, d~ '?uy buen diseí'lo pero que no podemos califl
51
st>ntado que ese interior es barroco, stn m s. a vo en .1os r~ a-
blos -ésos sí que obedecen a ese estilo- encontré columm.tas
con ?tro ad¡etivo que el de manierista nórdico: verdadero ho lt rsas sólo en el trono del obispo, en el coro, y en la barandilla
vac111 que no perdona espacio libre. En efecto, si se trata de
del púlpi to. . .
tal, aparecen fórmulas que ayudan a ese mismo metal a luc Planeando por lo a lto tenemos también las sempiterna~ nerva-
con sus brHlo~ mediante la introducción de punteados, esca duras curvas y enroscadas cñprichosamente que consoLi.d~ las
dos d.e todo tipo. ~n las rejas, por ejemplo, las cartelas, en bovedas Je crucería. Siendo vaídas esas bóvedas, el movLmtento
d.rai:1'1en~os, arcos interrumpidos, frontis, columnitas con su curvo de las nervaduras acompaña, digamos, la forma globular
c10 inferior la~rado de manera diferente del resto, todo, ha de las cubiertas.
pensar en los libros de modelos de Vredeman de Vries. Ya antes fueron usadas un poco en todas partes de España, Y
Es la misma estética -más sobria- que había yo encontr no sabremos posiblemente nunca quién fue su inventor. Son un
hace ~t'los en la. parte baja y principal del altar mayor de subproducto del gótico ílorido, cuando los constructores.~ sen-
Franas~o de Quito (la parte superior es del siglo xvm y com tían ya tan sabios y seguros de su técnica que se p~rrrutían el
~ otro ideal de forma, que se aviene con el antiguo pero que lujo de hacer segui r cualquier "recorrido" a esas mismas ner-
ninguna manera lo continúa). vaduras.
En las rejas de Ja catedral del Cuzco -en formas sólidas o Lo que no me explico es quién, en el Cuzco, al moment~ de
cortadas sobre eJ vacío- Jas curvas se combinan y se e mpal termina rse la catedral (que es siempre más bien cuando .se pien-
o s~ oponen a las rectas de manera muy "dibujfstica", quie sa en los detalles ornamentales) podía estar tan al comente de
?,ec1r plana,,acus~do eJ carácter que recuerda los entrelazad ese repertorio de formas manierista.s nórdicas. No se las ve tanto
abstractos de ciertas encuadernaciones francesas del siglo en España, por cierto, y en cambio se encuentran mucho, si, en
o es~s contemp~ráneos trabajos de ebanistería donde se pued el Cuzco: no sólo en la catedral sino también en La Merced, San
segu ir los recorridos de una especie de cintas que se trenzan 1 Francisco, La Compañía. Muchos de esos detalles d.eben de ~a­
unas con las otras como si tuvieran miedo de lanzarse a la te
cera dimensión. ber sido lignarios en su origen y alguien -corto. de ideas~ s1m-
ple?'ente audaz- se animó a trasponerlos en p1e~ra. ~ac1endo
Esto es exag~rado, porque en el remate de esas mismas reja emigrar dos veces el motivo: primero desde un mtenor y una
encontra mos pináculos torneados como piezas de ajedrez que, escala re ducida - como elemen to decorativo- a la esca la
generatn:iente, rematan en una bola (en escala gigantesca se 1 grande de un retablo exterior: segundo, "traduciéndolo" de la
ve .t~mb1én al ex.terior en el parapeto de la catedral, como si madera al granito, que es la piedra normal en el Cuzco. Hay por
q.u1s1eran escandir el espacio indetermjnado para someterlo a
cierto orden). e~de allí, en ese momento histórico, un enorme trMago entre las
distintas formas del arte, técnicas y materiales. Mucho mayor
80 PRCMERA PARTE LA NOCIÓN DE ''ESTILO" 81

que el que se produce normalmente en Europa, en que exis iel cuzco. En última ins tancia yo diría que ese extrañísimo
repertorios típicos del trabajo en cuero, e n madera, en pi l·emplo -en toda su complejidad- representa una de las fa-
para la orfebrería, la cerámica, el mueble, los textiles, por ~~t:a~ más característic<ls del estilo colonial de la América Espa-
decir para la más "englobante" de todas las artes: la a rqui ñola
tura.
Como el historiador tiene algo de detecti ve del pasado, Austin, 1979 Úl Naci611, Buenos Aires
preguntarse: ¿por qué encontra mos tal cantidad de elemen
manieristas nórdicos -y no italianos o españoles- a fines
siglo XVII en el Cuzco? Y conste que esos elementos no son
cados allí para solucionar plantas o elevaciones de edifi
voluminosos sino para comple t;ir los detalles decorativos
terminan de "vestir" un espacio de por sí "clásico".
Para contradecir a los historiadores convencionales, re
dores de monsergas que no se atreven a objetar (porque pa
que no tuvieran ojos para ver por su pro pia cuenta) se pu
pues, decir que la catedral del Cuzco, enorme, imponente
cio, termin<1do sólo a fines del siglo xvu, no posee -salvo en
retablos- una decoración que obedezca a las características
estilo barroco. La tiene, sí, manierista, en el sentido cronol
del término, único en el que yo me permito usarlo.
Lo cual, agrego, valdría por sí solo Ja pena de un estu
exhaustivo hasta tratar de sabe r quién o quiénes fuero n
responsables de esa elección y no de otra. El edificio seco,
granito, con las juntas tomadas en ca l blanca, se vuelve
ligero de aspecto gracias a su cubrimiento, mediante bóv
sostenidas por nervad uras de trazo renaciente. Pues bien,
espacio solemne cuando estaba aún vacío fue literalmente
bierto de metal y de madera en las mil variaciones de un r
torio manierista, que no puedo dejar de llamar nórdico, p
que supone elementos, tomados desde la franco-italiana
de Fontaineblea u hasta Alemania, pasando sobre todo
Flandes y los Países Bajos. Esos elementos han sido sorp
d entemente aplicados al tratamjento de las rejas, cuya l
misma de aislar y proteger no puede ser más espai'\ola. Son
tupidas que prácti camente impiden ver los retablos de
capilla. Esos retablos hoy en la oscuridAd y el del trascoro
plena luz cuando las puertas estAn de par en par- si son
rrocos y hasta rococó: dorados y polictomados o en mAdera
tura!. Tal co mo están d ispuestos, sin embargo, hay que
nocer que nunca han interfe rido demasié'ldo en la visión
conjunto.
Pues bien, esta amalgama de arquitectura severa, deco~
pesada, deta llista con obsesión, y estos retablos delirantes
man, precisamente, un conjunto único que lla mamos la ca
ENTREVISTA, RESEÑA BIHLIOCRÁFICA, PONENCIAS 83

rasgo estudiable es un arca1smn general en las formas; es


L':111º ue quizá tiene una vigencia.
Jo u1, c~e<; que lo que es interesante en lél " trasposición técnica'':
ENTREVISTA, RESEÑA BIBLIOGRÁFICA ..,, '... tructor español va a usar el material americano más veci-
PONENCIAS I el e '1;ún el recuerdo técnico que tiene en la cabeza. Entonces se
rio ~elugce una "americanización" tlel proceso que depend e del
P rOl
rn.'lterial directamente d'1spon1' ble.
ENTREVISTA A GERMÁN TILLEZ
B vo1' ¿Y la mano de obra no te parece que influye: los alba-
B AYÓN .¿Cómo ves, en totalidad, el problema de la transmis ñill'" 0 los carpinteros indios adiestrados por los españoles?
de los estilos d e Euro pa a América en la época colonial?
TÉLLEZ. En la Nueva Granada muy poco. No se ha investigado
TÉLLEZ. Yo lo veo más sendllo de lo que se ha querido hacer· todavía. Nn hay casi documentación neogrnnadina como la hay,
decir, las intenciones de complicar el fenómeno d e transport~ por ejl'mplo, peruana. Existe m uy poco en el Arch ivo Nacional
cultura ?e E.uropa a América es más un deseo de "figu rad :.-iibre los personajes que pudieron haber hecho la arquitectura.
de los historiadores que de complejidad del problema mismo. St· c1mocen unos cuan tos contratos de obrns q ue son documen-
mI se ~e hace que en el caso neogranadino -que es el que con tos oficitlles pero q ue no arrojan lu z sobre los artesanos. Se tiene
co mejor- las fuentes culturales eran tan claras, tan obvias en noticicl de alg unos núcleo:. de a rtesan os santafereños y, posible-
aspecto urbanístico-arquitectónico, sobre tocio tan fáciles de id mente, en Cartngena ex istió una especie de grem io de maestros
tificar que casi n o vale la pena de discutir. Se hicieran o no de ohm, similar a la de España, que hicieron ellos solos casi l'<>-
ordenanzas de habitación en las Leyes de Indias, con ellas o dos los casos cartageneros que sun muy parecidos a los españo-
ellas_ el urba~s 1?1o neogr~dino es teóricamente tan sencillo q le!i. De mestizos no sé. No me acuerdo que, por ejemplo, alguien
podaa ocurrir san una teoria muy grande del urbanismo de que ha estudiado mucho el Archivo Nacional como Guillermo
medi_o, excepto en un caso: el caso de C~rtagena que es atípico. Hernández de Alba, no recuerdo, digo, que hubiera reunid o
demas está perfectamente claro. Yo he vasto, por ejemplo, una tanto sobre la influencirt de mano de obrn mestiza en la Nueva
d e fundación de la ciudad de Neiva, en Colombia, en la que t Granada. Y es po r una razón: el tapo d e construcción q ue hacía,
la teoría urbanística se reduce al tamaño d e la Plaz.a Mayor, y r~almente exigía poca mano de obra muy calificada, casi sin
cuadras y las calles están basadas en que la cuerda que tenían rnngun ;irquitecto. No es como el caso de la construcción en el
man? medía. tanto: Neiva_deriva de eso. El trazado ortogo Pl!ru <~ en México, que sí dio lugar a la formaci ón de núcleos
desviado -s1 se puede decu- casi en rombos de Villa de Le profesionales avanzados. En Nueva Granada no existió nada de
posi~lemen te deriva de un error to pográfico ins istentemen lodo l!so. Me acuerdo de haber visto un recuento en el cual se
rep~tido; pero esas no son variantes de principio, son varian ohserva que, a mediados d el ::.iglo xv111, en Sdnta Fe, aparte del
a~caden tale~. Entonces, s~ le ha dado una gran importancia a ~~l!slro mar<:>r de la ciud ad, no llegaban a cuarenta los maestros
c1rcuns~c1as y se ha olvidado que l_a t~ría es muy sencilla, p e nbr,1s caltf1cados para contratar con ellos.
mos dectr que se .trata más de I~ tccmca de construcción que
prob lemas ~ e :stilo. En la. arqu~tec tura neogranadina hay p ,. DQAYC'>N. ¿No había escuel¡¡ uc arll!S y oíicios como la que hubo
blemas de tecnaca, de técmca mas o m enos bien recordada "º >lllto?
o m~os bien transcrita, sin evolución notoria (no hay evol~ci
técnica de la 9ue se pueda habJar). Yo d esafío al que quiera que qu'.t"'l:_LEZ. No, precisa men te por el hecho d e exis tir la escuela
1
n:iuestre la d1ferenc1a entre una casa neogranadina de finales d Jar ena, la mayoría de los flrll:!sano::; mcis calificados q ue traba-
siglo XVI y otra de comienzos d el xvu1, en construcción en conce ~1101; en Popayán, incluso en olros sitios como Santa Fe y aun en
"do•os rná s.1e¡anos

lo espacial. Claro que puede haber algún indicio dec~rativo di como Pamplona y Santander, estaban forma-
rente, ent? nces puede decirse posiblemente que la n ovedad está hub f:'n Qu ito. Quito reernplaz{1 de mdnera total Jo que Santa Fe
la decomción, no en la casa. De modo que lo único que yo recon iera podido producir. Esí\ es una explicación.

82
84 PRIMERA PARTE
ENTREVISTA, RESE NA BlllLIOCRÁFICA, PONENClAS 85
BAYÓN. En los fascículos de Salvat dices uni'I COSi'I muy¡
sante sobre los estilos. Yo quería preguntarte si estabas de e me replicó q ue eran manieristas. Y ahora lo vuelve a
do con la nomenclatura esa tan confusa de "plateresco"," anni:Jll n un artículo suyo - muy interesante por cierto- en eJ
jar", "churrigueresco" que la gente parece emplear arl libit14 rn1M a ede )A misma
· PI 11rnI .
rf\, ;}\I

T~LLEZ. Pues mira, eso no es tan original mío. Alguna v Tt 1.EZ. Es que no tiene sentido. Yo digo: si hay un fenómeno
cutiendo con Santiago Sebastián ( que fue el primero a qui ./uco de por medio, llámese como se llame, el primer error
oí esa tesis), Sebastián se inclinaba a no aceptar de muy b tll~t" en no darle un nombre americano. Porque el fenómeno
fl!:>L ~ A • . •
gana el hablar de mudéjar en Nueva Granada, todo por 11 l'\lrre geográfica mente ~n menea, entonces por que no ensa-
la contra a Marco Dorta y su exclamación: "Colombia la r de encontrar un término adecuado, n11estro.
déjar" (y nadie sabía bien qué estaba ht1blé\ndo). Entone
trata de una pugna interhispánica sobre un tema nuestro... Di\'t'OI\. O, ni menos, caracterizado. Creo que lo de "barroco
ladándolo al campo de lé\ realidad, el uso del término me p andino" lo inventó e l chileno Leopoldo Castedo, y me parece
un problema lingüístico delicado, porque eso significa que muv bien. Lo mismo que el "ultrabarroco" de los mexicanos, que
l•staban haciendo ttn análisis espanol rle In N11evn Granada adilrn y define algo qlle, en realidad, está 1r1tfs ni/ti riel barroco y
decir mudéjar aqtrí, habría que demostrar que alguien define no sólo un estilo sino una mentalidad. "Churrigueresco",
h<.•1·ho arte mudéjar en la Nueva Gnmada, lo cual sería mu en cambio, e~ fa lso y archifalso, Y!\ ni en España creen en el chu-
ll'resante. Ahora yo creo que mudéjar alude a una situació rrigueresco que todos los Churriguera no prt1cticaron, por cierto...
r.1n política determinada, a la condición de un pueblo. Pu
Ttl.LEZ. Hay otra cosa también que es la de la "vu lgarización".
que se le negó formalmente a quien tuviera la condición de
déjar pasar a la Nueva Gré\nada -y al Nuevo Mundo en g En lt1 Nueva Granada habría que darle un apodo local a lo que
ral- . entonces no pudo existir un núcleo humano que hi pa:.a, porque es la simplificación de lo que ocurre con respecto a
ese tipo de labor (salvo que hubiera in filtrados, lo que p los. Lrab,ijos de lacería, muy elegantes en el Alto Perú, o e n
también ser). Quito, o en México, pero muy elemental aquí. Al no dominar las
ideas complicadas, al no saber la técnica para resolver proble-
~AYóN. Se_bastián ~ice una cosa que me parece inteligente:
mas t;srac1ales complicados, el artesano local va retrocediendo a
dé¡ar no quiere denr que las gentes tuvieran que segu ir si so~uc1one_s de ta l estandarización, tan reiteradas, que más val-
"moros" que trabajaban para "cris tianos". Esta técnica y dn;l considera rlas como autónomas. Al menos geográficamente
auto~omas, puesto que estilísticamente dependen de modelos
gus to Jo habían aprendido ya los españoles; acuérdate del
previos más cultos.
que se llamaba Cnrpinterín de lo blanco: un verdadero tratado
cómo hacer artesonados a la morisca. Es decir, es algo que los
pañoles a principios del siglo XVI ya habían a similado. O IC Bbwü:-.. Yo creo que lo mejor es hacer como Angulo Íñiguez o
que a partir de ese momento es también un rasgo español. A lo~ le~ que, en sus respectivos tratados, evitan Jos nombres de
vés de tratados como el de López de Arenas es absurdo su pít~ilns, al. m~nos en los títulos o en los encabezamientos de ca-
que lo que llegó a América fuera arte mudéjar, porque en ci le:, 'Y se limJtan a dar fechas, fechas límites. Porque en cuanto
modo ya no lo era ... Esas palabras, esos nombres de t!Stilos e gente ponemos. nombres de "manierista", "barroco", " rococó" , la
peos les gustan a nuestros historiadores: es lo que he trat¡¡do til:!nen por ine~cia tiende a pensar en modelos europeos que no
discutir en mi libro Sociedad y arq11itectum coloninl stufnmeriCll a¡.,'re ya casi nada que ver con lo nuestro. Por s uerte ... iba a
Ahora, en México, va a haber un simposio sobre manieris si suiª~: ~o que nos salva no es lgual sino la diferencia. Además,
organizado por Jorge Alberto Manrique y temo que va sali lJtte lo 'tdes m ucho esos nombres de esti los, terminas con lo
relucir eJ "manierismo eterno", como Eugenio D'Ors hace todos: ra n~eses llaman una po11ssiere de nombres. O sea que
cuenta años hablaba del "barroco eterno", como si fueran ab <1tum1za y se vuela como polvareda.
lutos. Cuando yo dije en un artículo en el núm. 2 de Pl11rnl
las catedrales de México y de Puebla eran posherreria si/!~~~· ~s que vuelvo a mi primer punto: en la manía del análi-
tstico, en la nomenclatura, hay siempre un poco de po-
EN'fREVJST/\, RESEN/\ BIBLIOGRÁFICA, PONENCIAS 87
86 PRIMERA PARTE

sición personal que se mezcla con la ciencia histórica pura. la escultura de imágenes o la talla de retablos, ¿qué
bien: a mí nunca me ha importado ser el descubridor de ~~Teniendo en cuenta todo: materiales, color, pintoresquis-
cosa. Tenemos el caso de México, por ejemplo, en lo refe :xpresión, lo que sea.
estípite. Yo creo que allf vale la pena estudiarlo, pero en la
Granada no hay 20 estípites en todo el país, al menos que se -z Yo no singularizaría. Es decir, no pondría la arquitec-
No hay una sola fórmula espacial fuera de línea, quisiéra fe°ia'nte de la pintura C> la escultura o la talla. Yo creo que la
la hubiera. Entonces yo llego a esta conclusión: nuestra pa \ Granada tiene una cosa que no he observado en otros
ridad consiste en no tener ninguna parlicul;.uidad. ev americanos, y es un tono comlÍn a las artes plásticas y a Ja
s~ectura e incluso al urbanismo. Un tono menor en el cual es
IlAYóN. Por ejemplo en Popayán, donde acabo de estar ~il destacar una cosa sobre otra. Es decir, por ejemplo, la pin-
me gustó mucho por esto, me he quedt1do penst1ndo en qu a nt'ogranadi na me parece de interés perfectamente parro-
tiago Sebastián ha exagerado demasiado: ha visto fantas ial, contrariamente a lo que dicen muchos...
Renacimiento por todas pt1rtes. La fachada de Santo Do
tal como la vemos hoy, es una " recompostura" después IJAYt~N. Sin embargo, es la gloria del arte colombiano.
rremoto. Un poco como si hubieran juntado las piedras
THLEZ. Mir<l, la verdad, a mí me aburre terríblemente, es una
quisieron. Entonces ese edificio, por cietalles, es interesan
ro como conjunto de fachada que nadie lo tome en cuen lntura que encuentro lo menos emocionante del mundo. Le
que ya ni es del siglo xv1 - ¿cómo habrá sido?- ni del cuentro más gracia, más contacto ambiental, a la escultura, a
puesto que se trata de una "reconstrucción" arbitraria talt.1 La ta lla tiene cierto drnma que no encuentro nunca en la
gusto de la época con materiales anteriores en dos s igl fintura. Le encuentro encanto quizé~, eso sí, a la pintura anóni-
ma en las iglesiéls de los pueblos.
bonito, es pin toresco y s"le bien en las fotos, con el ócul
tral y esa especie de " acompañamiento" que le hac
BAYO . Entonces, prefieres la t;illa.
molduras, pero es un pntch-work, está hecho de retazos.
impresión de que desp~ués de roto lo juntaron como quis
T~t.LEZ. La ta lla en general, sí, me parece más "divertida". Es
¿Eso es un "estilo"?
~ear: la talla de retablos y la imaginería que se produjo en Co-
mhia. Aunque ahorn hay un g ran obstáculo porque con la in·
TéLLEZ. Y no solamente eso: cuando se analiza el criteri lr11vr · • d e l~b r~s de Mte durante siglos, ya no sabemos bien
privó en Popayán en la reconstrucción, después del gran lo o acion
es qut" hay aqu 1: s1es del Ecuador, si se produjo en Venezuela, si
moto del xviu, es evidente que esa reconstrucción iba a
d~~napcos" realmente neogranadina. Para mf es muy difícil de
muy cara. La influencia quiteñél hizo que mandaran arqui
ta~r. or otra parte ;:o encuentro muy lógicos esos niveles cua-
como Simón Schenherr y como Gregario Causi y los pusi
p v~. Porque la misma estructura social que se satisfaáa con
trabAjar en Popayán, a reconstruir rápidamente, sobre pi
u~n> r~ de Vázquez, de Acero de la Cruz, en fin de esos pe-
zados de estructura preexistente o de sedimentación pree
a sl 5 .P•ntores santafereí'ios -o de donde fueran- , a esa mis-
te, usando sencillamente la mano de obra local, que si bi
~tqui~~~~dad le bastaba ~sa ima gine ría menor y le bastaba la

e: d:.
mejor que la existente en otras regiones de Nueva Grana
le llegaba al tobillo a la que existía en Quito. Entonces lo q útneno ~ra ton? reba1ado que ~abía. Es obvio. Quita el fe-
iba a forma r ahí es una situación hasta tal punto ambigua lino que los Jesu1t~s que, como tú sabes, no es neogranadino
creo que con toda la buena intenci(m (que los colombi c:lnos n fen órne pan.amenca no, ponlos a un lado porque representan
decemos) Santiago Sebastián ha estado poniendo e l fenó rquitectu~º singular, ¿y 9ué te 9ueda ~n la Nueva Gr~na~a?
nica e ~on una gran ingenuidad, sin mucha complicación
más arriba de donde debe estar.
tura' eº~ cierta gracia ambiental pero que no es gran arqui-
>r eje~ si uena a~quitectu ra (pero no mucho tampoco). Hay,
BAYóN: Ahora, saliendo un poco de la arquitectura, si tu
que decu, en general, en los tres siglos coloniales cuál s casa/do, hn~ cierta g racia ambienta l en la localización de
e ac1enda, hay quizá un acierto en las implanta-
aporte más importante en la Nueva Granada: la arquitecUJ
88 PRLMERA PARTE ENTREVISTA, RESENA BIBLIOGRÁFICA, PONENClAS 89

cionel> urbanísticas en general en cuanto a la región y en cu da-, en donde se ve un mi smo esfuerzo por usar un
al paisaje, con un cierto d on para encontrar los luga res fav p1 1rtan tisrno estructuralista" de ese que parece subrayar estruc-
bles, pero de ahí a una arquitectura sobresa liente ¡no!, d ''c•L'rnª conceptos d e es t ruc t uras.
luego que no. Además, el campo colombiano no tuvo ni g tLJfl\S O

~glesia
llt,,)N.
des haciendas ni grand es tenencias d e tierra como en Méxic B Una pregunta local: esta de la O rden Tercera
luego las casas de esas haciendas son también d e una mod en 13ogotá que tiene a ltares casa negros - o al menos muy
a rquitectura que semeja la a nda luza popu lar. Un conve ~tlcuros-, ¿es algo normal?
colo mbiano es un pequenito convento a ndaluz. Cua lqu
pueblo de Andalucía -como me consta a mr que he vivido U LLEZ· No, es completamente atípico.
e llos- de la zona de Carmona, de Sevilla, tiene una iglesia
supera bastante a la iglesia más importante con ventual colo BAYÓN. ¿Pero al menos fueron hechos así como "voluntad de
biana, por ejemplo. Es que la Nueva Granada tiene un solo c turma"? Porque en el Perú hace años, Harthterré me desengañó
ven tu d e piedra que es el d e Monguí, el res to es siempre alg de tos altares marrón profundo de Lima, cuando me dijo que no
cosa de to no bastante menor. Ahora, si en algún mo mento h,1bí<1n sido hechos para que q uedélra as~ sino que, por ultimo,
en la Nueva Granada algo que se s itúa por encima de los de no se llegaron a dorar (lo cual me decepcionó mucho porque ya
sería el caso urbanístico de Carmgena; urbanístico, no te di IMbía inventado una teoría ... ).
arquitectónico, porque si lo d esmenuzas vuelves a lo mis
Pero toma Ca rtagena y Ja cosa ilógica y absurda de Ja fo rt Tl:LLEZ. Mira, el caso de la Orden Tercera es único porque fue
cación y se ve que crea un clima urbanístico extraño, anómal lt1 más tardía decoración que se hizo en Santa Fe. Entonces, co-
insular en la Nueva Granada. Ahora, saca a Cartagena como mo es un trabajo de ta lla tan tremendo, es difícil poder deci r
país aparte (que es lo que ocurrió en la estructura socioeco ahora si cuando la iniciaron l<t pensaban policromar.
mica colonial), y te queda el resto que se parece mucho entre sf.
BAYól\:. ¿Pero ése es el color natural de la madera?
BAYÓN. Claro, como yo vengo de un pa ís antiguamente
pobre todavia - la Argentina- (nos van a fusilar los histo TILLEZ. Sí, es d ecir, la madera se volvió así a través del tiempo,
dores jóvenes que son más nacionalistas), Colombia me pa por factores circunstanciales de por medio. El hecho de que el
bastante rica, pero si la comparo mentalmente con Perú o M retablo esté expuesto a l humo de las velas hace que, en cien
co me d oy cuenta de que tienes toda la razón. De todas mane años, la madera se vuelva negra como el carbón. Es en realidad
me quedé asombrado en Popayán de la amplitud de los lotes de una madera que, al limpiarla, ofrece un grano rojo muy boni-
terreno. Así habrá sido antes, aunque en ciudades como I3ue to Yes más bien clara. En realidad nadie sabe si la iglesia de la
Aires o Córdoba esos mismos lotes han sido subdivididos va Ordt1n Tercera iba a tener policromía y ni siq uiera si la quería
veces y hoy parecen rnquíticos. Cada vez que vengo a Colom tener.
me llama también la atención el uso del colo r, porque no s
hay dorado sino muchos tonos pastel: celeste pálido, por e· BAYCJN. Tal como están esos retablos recuerdan las cosas íla-
plo, contrastando con rojo pompeyano. Ese sentido muy h ~r'~<1s, ese gusto pesado del no rte de Europa. Los belgas se
moso del color me parece haberlo visto s61o en el Para9uay, h eitan. en o poner mármol blanco contra mármol negro. A mí
allf e l estilo es posterior - más "rococó" para decirlo co r;;., terminado por gustarme, como esos púlpitos de madera ma-
Kélemen- y ya es cosa de los jesuitas. Ese sentido cromático Au~ que parecen de chocolate, a veces con un globo terráqueo,
parece caracterizar lo colombiano. el n Y Eva de tamaño natu ral y una escalerita por donde sube
i>rador sagrado ...
TILLEZ. Mira, sí y no. Po rque el tipo de ig lesia conventual
tiene ese cromatismo que tú señalas, yo lo volvr a encontrar e ri~1tEZ. Piensa que, en el caso neogrnnadino -con la excep-
Popayán boliviano que es Sucre. E incluso hay un gran encu algo d~f'I~ Compañía de Jesús- el manejo de las finanzas era
1
tro con lo nuestro en Potosi -sacando las ig lesias de gran •cal. No d ejes de lado que, a lo mejo r, d e pronto en la
90 PRIMERA PAJ{TE ENTREVISTA, RESEtilA Dll3LIOCRÁFICA, PONENCIAS 91

Orden Tercera lo que falló fue senci llamente el presupues , - lo mismo. La idea iniciéll es, claro está, la lucha entre
no las intenciones artísticas. Porque dorar y estofar, pintar t.h1 ngu~t, y los franciscflnos por el dominio de los llanos orien-
do ;iquello -sólo teniendo en cuenta el marco de refe ren 10- l~su~~bastecí miento de carne al interior de la Nueva Gra-
económico- era poco menos que imposible. Hubiera sido t.1le:> }Este fue el g ran negocio de los jesuitas. _Se c.omía carne en
obra de artesan ía más costosa emprendida en la h istoria oí!dil Santa Fe si se la compraban a los 1esuitas en sus ha-
Santa Fe. Tunja
0
~~ llano. Q ue quedan, precisamente, a la espal~a ?e la
cien~~s y la salida más fácil hacia los llanos en la provmc1a de
BAYÓN. De todo lo que has dicho, ¿en qué consistiría la " co~• ~~ª~ido siempre por Monguí; Monguí está jus tamente en
1
lombianidad" del arte colonial? un1~ en que empieza R bajrtr la carretera de los llanos. Ahora
el :.itioquello empezó en tan gran escala que la parte baja d e la
TI:LLEZ. Bueno, esto sí que es grave. Lo de la colombíanidad 11
t eº'.ª la hicieron ente ramente en piedra; al subir al segundo
es complicado. Porque si me refiero a un patrón h ist(>rico g ll' 1t?Slil d 1 ., tr Al
isoya sólo ~on d e piedra las caras e~teriores
.
e as p1 as as.
ra l, da la casua]jdad que la Nueva Granada se parece sólo fie rar arriba la piedra ha desaparecido del todo y e;,~ usando
poco, geográficamen te, a la Colombia actual. En tonces, eso "d~be y las cubierté\s en vez d e_ se r algo noble, en rincón de
permitiría decir que los núcleos é tnicos q ue habitabiln dete claustro" por ejemplo, o algo flSI, son unas bóved~s d~ lo más
nadas regiones geográficas les iba a caer en suerte más o m barn to y de lo más ordinr1rio que puede haber. A la 1gles1é'l en ge-
e l mismo destino político en el siglo x1x, a la terminación de n1c>ral le pasa lo mismo.
guerras de la fndependencia. Tanto es así, q ue de esta ma
"fabricas u n país": sacando los trozos q ue te "sobran" -di BAYON. ¿Y la fa lsa bóveda que me mostró alguien en el interior
mos- la provi n cia de Quito y la Capitanía de Caracas..• de la igle!>ia?
entonces te queda el trozo colombiano, aunque desde luego
no constituye una unidad verdadera. De modo que la "colo TELLEZ. La fa lsa bó veda es de comienzos del siglo XIX y se hizo
bíanidad" es a lgo relativo: no te olvides de que una iglesia para tapar un maderamen que sería francamente terrible de ver.
Coro, Venezuela, y una iglesia en Santander, Colombia, es Es un techo sin escuadría, sin n11da. Entonces los constructores
m ismo, ya que la región no está interrumpida. Mongur es imp dejaron una armazón d escolgada para hacer unas bóvedas de
sionante quizá, ¿pero qué es? Son las intenciones que tenían quincha, a la man era de bóveda falsa. Y luego, a lo largo del
otros países en el siglo xvrr realizadas muy tarde en el XVIU y ~1glo, alguien le pintó la imitación piedra que ves ahí, pero no es
minadas en el siglo... xx, con un esfuerzo tan tremendo que que alguien haya a lterado la iglesia de Monguí, es que cuan~o
llegó a tener Monguí su forma final. Como dice e l prof llegaron arriba se d u~ron cuenta que no había modo de segmr,
Parkinson: "Cuando 111 arqujtectura importante se termin11, ya entre otras cosas porque hicieron la iglesia atravesada sobre un
histori11 ha pasado." Y agrega: "Cuando se termina Nueva no subterráneo que corría por ahí, el q~e es t.á perpetuament:
ya el 1mperio BrHánico ha pasado; cuando se termina Versal ·'menazando destruirla. Y se les derrumbo una parte porque esta
los borbones franceses están c11mino de la gui llotina." No niuy mal hecha. Cometiero1'l todos los errores posibles de técnica
ga mos Brasilia y Ch;rndigar. Y sigue diciendo que cuando qui• se pueden cometer en una sola obra, y ni\die ha sabido có-
Imperio Británico era el más poderoso del mundo ha bía co 311) _arregla rl a. Ade más : nunca llegaron los franciscanos que
cuatrocientos emp.Jeados solamente en IR oficina imperia l; ebian habitar el convento en ese sitio tan solitario. Un convento
cuando se desarmó ese mismo Imperio y sus colonias iban a en~ Cé'lpacídad para cuflrc.-mta frtliles y nunca hubo más de cuatro
saparecer, el personaJ ascendía a um1s seis mil personas ... Esa ~d~~co. La ún ica base para su existencia era que en la vecindad
la misma relación que se podría encontra r en Nueva Grana ~a ocurrido un milagro· entonces la razón del m ilagro pod{a
cuando las cosas se terminan - las que se terminan - pu Justificar. tod av1 . ' de Mongu1,. parque era una y 1rgen
, a a la Virgen ·
decirse también que la historia ya ha pasado, en cierto modo ~~~ 1es interesaba mucho a los franciscanos "explota r", para ri-
la arquitectura no tiene sentido. Las fortificaciones de Carta dg~~ con la Virgen de los dominico~ y con la Virg~n de los
llegan a su ápice cuando ya nadie las va a poner a prueba~ e su, r·ie 1es.
os, porque cada uno tiene su Virgen con sus rru lagros y
do ya n unca se sabrá sí Aréva lo era un genio o un idiota
92 PRIMERA PARTE ENTREVISTA. RESE1'JA BIBLIOGRÁFICA, PONENCIAS 93

Hay algo de frustrado en el conjunto, porque cu .1 que había que ensayar una explicación de
en:>é -Y .P e~~tlántico; no porque la de los españoles sea
BAYÓN.
uno va hacia allá, como me llevaron a mí en auto los o tros
con la experiencia que dan los viajes yo estaba esperando q uestra orrl::n a sentido sino, sencillamen te, porqu~ fa~taba
me anunciara "el monumento", "el sitio arqueológico" por al;i o no 1.1 g ·ón al menos para contraponer los entenas y
tomas que se van presintiendo en el camino. Aquí no, pa ue-tra exp ~CJ r 'maneras distintas de ver el mismo fenó-
determina d"
que estábamos equivocados, que por ahí íbamos a cualq oder mí mientras más avanzo en el proceso neogran~ 1-
sitio. Y, sin embargo, no. De pronto estuvimos frente a la eno 1f'leno. raramá; simple, menos complicado de lo que par~1era
mole del convento en la plaza desierta de un pueblo muer 110 lo veo t menos importante también de lo que se piensa.
el fin del mundo. originalmen e, autodisminuyendo el problema, todo lo contra-
rero no e!:itoytomamos importancia al descubri r que no somos
rw, creo que
TÉLLEZ. Porque en sí, toda la Nueva Granada es una geogr: gran cosa.
de intenciones truncas, de sueños no realizados. Desde que-
se encontró El Dorado no se encontró más nada, nunca. BAYói\. S•1• corno yo decía antes: nuestra importancia consistirá
o en Ja
gunil de lils artes mayores o menores llegaron R logrnr nunc .,1empre en la "diferencia" con las cosas •europeas,, y n
11
que se propusieron. ·
"igua 1e:1a1.:l" vJ' menos aún ' en la competencia .

BAYÓN. Con respect<) a los libros recientes -y a los ya no TELLEZ. Hay una gran exageración en una postura como I~ de
recientes- sobre el arte colonial, ¿cómo te sitúas? • tiago Sebastián. Pero ella, en cierto modo, es comprens1ble
~an e es su mismo esquema de erudición el que lo lleva a eso.
T~LLEZ. Yo me encuentro con un problema cultural: mue que sea ~ más o menos válida ~a teorra, e 1 in
porqu
1;1 · terés que pueda
de esos libros reflejan una actitud hispaniwnte. Ahora bien, ofrecer, Ja clarificación de cuestiones que lowe, me parece a
formación inicial es más francesa que española. Además, vec~s algo muy reducido, al menos en Colombia. Porque ~o que
mi caso, con una fuerte inclinación técnica. Yo h ice mucha m hace en realidad es complicar las cosas, tender una cortina de
nica con mis manos, sin dejar de pensar en la teoría de lo que humo europeizante sobre categorías que ya no lo son tanto. Es
taba realizando. Quizá eso me haya ayudado a no dejar n dt!<:ir, si se persiste en la búsqueda del. menor detalle dentro del
de lado lo que hay más allá de la forma. Eso, por ejemp lo, conjunto de rasgos técnicos o decorativos --que es a veces tan
aparta radicalmente de alguien como Enrique Marco Dorta equívoco- a la larga esa investigación l~s hac~ perder a las co-
quien no le interesa el problema estructu ral. O lo mira solamen sa!t un poco el sabor que tienen. O sea, mme~1atamente que se

cuando le sirve para apoyar una tesis formal determinada. observa ese tipo de erudición española traba¡ando_en la Nu~~a
porque yo crea que su punto de vista sea necesariamente Granada, uno inmediatamente sospecha --con cierta mahc1a
sino porque lo encuentro incompleto. Es más, francamente d qu~ podemos llamar malicia indígena- que la~ cosas n~ deben
no un interés muy grande por los movimientos estilísticos co Sl'r tan complicadas como las pintan. Con el peligro d~ la _mversa
tales: porque no me voy a apoyar en ellos para crearme ning tambi~n: de que si uno se instala, en general, _en el criterio de. la
prestigio personal, ni voy a hacer de ellos "montañas" en total simpleza del proceso, entonces está perdiendo lo que de m-
cua les pueda yo estar en la cima. Prefiero d ejar que la mis dudable astucia hay en ese quehacer.
riqueza de los fenómenos americanos me vaya diciendo co ·
au nqu e no las voy nunca a precatnlogar. Es decir: no voy BAY<.'1N. De todas maneras, el reciente interés por la iconología
Bolivia con el ánimo de ver allí algo que me sirva parn susten que demuestran nuestros colegas me hace pensar que muchos
mi tesis; sino al contrnrio, para sorprenderme con ciertos fen dp ellos buscan otras "salidas" a su investigación que hasta aho-
menos que yo pensé tener ya ordenados. Y a lo mejor, lo qu r,, hilbía consistido en caracterizar estilos, buscar atribuciones,
veo, me los desencuadra nuevamente. Ahora bien, cuando aq r<lnc~ntrar prototipos, datar monumentos: caballos de bataJ~a de
Carlos Arbeláez Camacho empezó a plantear las cuestion 1 hist0ri;¡ del arte entre nosotros. Y esperemos que, aJ masmo
siguiendo con gran admiración a los histo riadores españoles, rl'";:1pu, también se rebaje la "inflació~ nacionalista" que nos
mi se me hacía que era falso tomar una posición semejan q e¡a a todos, especialmente a los más Jóvenes.
94 PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESENA 13llfüOCRÁF lCJ\, PONENCIAS 95

Tt!LLEZ. Mira, las razones un poco chauvinistas por las que los secretos del oficio que se podrían encontrar si alguien
ecuatoriano, Jo colombiano, lo peruano, lo mexican?, etc., cas~ 'trara todo eso! Otra cosa fa sci nante sería el estudio sobre
bran un cierto status, consiste en que los latinoamericanos reg~ulación y estandarización, que constituye la clave de mu-
apoyamos tremendamente en eso por no tener otra cosa en q ~ól espacios latinoamericanos, que obedecen a razones de tipo
apoyamos. e 1051co y no artístico. He visto casos ti\n finos, tan complejos en
1
~uf!va Granada que me sorprenden. Lo que pasa es que nin-
BAYÓN. Sí, pero tienen tantas ganas _de que sea verdad .-w· 1ª.n historiador al que yo hable de todo eso parece interesarle.
ful thinking- que no sólo exageran smo que puede decirse q gtt
lo trastruecan todo. l3AYóN. Pero es el co lmo: gentes, amigos nuestros que son
arquitectos-restauradores y que además escriben historia, se
n:LLEZ. En cierto modo yo entiendo el entusiasmo localista. p.1san el díi'I desarmando li\~ obr~s y tri'lt<lndu de reco.mponerlas
condición de no exagerar. Un historiador nuestro llevó a Esp y luego no dedican un capitulo importante de sus libros a ese
unos cuadros de Vázquez de Acre y les dijo que era "el Muril tema. Es tán obsesionados con sus "estilos" o terminan diciendo
de América": yo sospecho que hay muchA distancia entre. un que el arte colonial no tiene ningún intenb. Si no tiene ningún
otro. En el fondo todo está sirviendo posturas y oscuros m interés, ¿por qué se han pasado IA vida estudiándolo?
ses personales que, a la hora de la verdad, son bAstante
pobres -de ánlmo y de espíritu- de lo que uno puede supo Tl!LLEZ. Fíja te, po r ejemplo, en el capítu lo de las made ra s
Y que, además, te lo digo francamente, no suen.an muy in americanas. Los españoles llegan y se encuentran unas maderas
ligentes tampoco. En cuanto al tipo de labor realizado hace que no existen en Europa: ¿cúmo las usan?, ¿qué hacen con
veinte af'ios, la gente reacciona de dos maneras exageradas ellAs?, ¿qué proceso ocurre al ''a mericanizarse" la construcción?
antitéticas: o ta convierten en "monumento" con un respeto Hay verdaderos milagros: yo no podía creer a mis ojos cuando
mendo por ese algo que consideran "intocable";~ por el con v1 en Potosí iglesias cubiertas con par y nudillo atirantado de
rio en otra posición extrema -la negación anarquista- supon dieciséis y dieciocho varas caste llanas de luz, cosa impresio-
que nada tiene razón de ser y que hay que leer a Saussure nante. Ahora bien, a muchos de esos se les habían caído los ti-
empezar a entender nuestros problemas. Lo cual ~s igualm rantes, pero a estos no sólo no se les habían caído sino que no
idiota que Jo primero: porque negar que un trabajo detalla~o obedecÍiln a ninguno de Jos conceptos que mi\nejamos habilual-
una recopilación de comentarios no sirve para nada o no t1 mente. O sea, tenemos que revisar todas nuestras nociones en lo
importancia, es un juicio superficial. La tiene. A Santiago que concierne al uso de los materiales. Y no confundir proble-
bastián hay que agradecerle que haya desenterrado los pe mas de un tipo con problemas de otro tipo. En Santo Domingo
nentes documentos sobre el Valle del Cauca y Popayán y algo de Cartagena, por ejemplo, llegamos a la ignorancia estructural
Boyacá. Y le debemos estar agradecidos por esa labor. llPvada hasta el colmo de la poesía ... Los constructores no sabían
'.l~é ~acer y, sin embargo, arrancan y llegan arriba. Entonces Ja
BAYóN. Tal como están las cosas hoy en esta historia del
latinoamericano que hacemos -bien o mal- entre tod~s: ¿
f' ª
~g 1 "se abre" por lo alto; para arreglarla le ponen unos con-
~d uerles externos, pero entonces li\ iglesia se hunde y deciden
sería para ti el desideráhtm, tuyo o ajeno? ¿Cuál serfa el ideal ri~~erle también unos contrafuertes adentro. Y ahora un histo-
ese futuro libro colectivo que yo sueño con poder hacer un día Chuº~ loc3:1 .llarna a eso ''el esp<1cio cueviforme'', siguiendo a
"º rl el.a Coi ha . Lo que tend rf n que hAber destacado era el proce-
Hay muchos capítulos de ese libro que están aún.
Ti!LLEZ. e ignorancia sucesivA, la lucha por remed ia rla.
ser escritos en toda América. El de la "construcción", por eie l',\n ~. 1971
plo. Eso sí que sería fascinante. Yo veía últimamente en la Eco, 1972
de la Moneda de Potosí, aun tanto tiempo después de la mo
te de Giuria o de Buschiazzo, que todavía están rompiend~
revestimientos de los muros. Y se descubre un dechado de
96 PRIMERA PARTE
ENTREVISTA, RESEr;,A BIBLIOGRÁFICA, PONENCIAS 97
LAS VISTAS A:-.ITICUAS DEL Cuzco EN LA BIBLIOTECA
anas a investigar ese aspecto de la cuestión. Quisiera
NACIONAL DE PARfS varias sernoner con cierto orden mis "descubrimientos" para
,inora =~~nal, de sacar algunas conclusio~es positivas d~ es~o,
El departamento de Mapas y planos fue separado del de tratar, d ría ser simplemente la introducción a un estudio s1s-
ta mento de Estampas -€n la Biblioteca Nacional de París- qlie P.~o de esas "reservas".
el célebre geógrafo Jomr1rd en 1828. Menos de cuarenta ternátl~ 0 más antiguo del Cuzco que figura en la Biblioteca
duró esta situación; a lr1 muerte de Jomard, el citado dep
ªf
El. P de París pertenece casualmente a un libro en francés
mento de Mapas y planos quedó, sorprendentemente, vincu
C'll departamento de Impresos (o sea el de libros). Recuperó, Na~~~ine du Pinet. 1 La lámina c~rrespondiente a la ciu~ad
d~ d' da lleva en lo alto de la página una leyenda, que dice:
emba rgo, su independencia en 1942, y no parece por ahora
cambiar de status dentro de Ja organización de esa biblio e~tu ~~ Pourtraict de l'lllustre Cité de Cuzco vil/e capitale du
fl flll me de Peru. El grabado en sr es una xilografía a doble
una de las más colosales del mundo.
R~y~~'a. Se trata de una de las llamadas vistas a ~rulo de pájaro,
La historia de los libros de geografía, viajes, atlas, map
planos es un poco lñ de toda la biblioteca en general. BAjo Lu' ~n ~erspectiva aér~a central. corr~ctame1~~e reah.za?a· En ella
distinguimos una audad de tipo h1pod Rm1co de d1ec1oc.ho man-
se empiezan a coleccionar obras de todo típo1 pero es sólo
anas d e edificación indefinida. Esas manzanas son alargadas
Francisco 1, verdadero a111ate11r, que la biblíoteca real - núcl
la futurfl Biblioteca Nac:ional- empieza a tomar forma y
~omo las del centro de Puebla, separadas entre sí por calles .rec-
tas cnda una, con una acequia en su parte central. Lo curioso
Si!4 tencia. Su relativa riqueza se vio considerablemente au
es que las aceq uias -al igual que las calles- se cruzan en án-
tada con las confiscaciones que la Revolución llevó a cabo e
gulo recto. Y comprendemos hast~ qué punto el grab.ad?'. en
bibliotecas conventuales, y uno de los mayores aportes lo co
tu ye el de la antigua abadía de San Víctor. madera no se preocupó ni poco ni mucho de la veros1m1htud
de ese sorprendente encuentro acuático. La ordenada ciudad
En los tiempos modernos, -una evaluación de 1950 dab
rectangular lleva, toda en tomo, una muralla con siete torres,
cifra, siempre para este departamento, de unas 4(X) mil pi
con sus correspondientes puertas. Un camino de ronda alme-
las que, sin duda, deben de haber aumentado considera
mente en estos últimos años. nado corre por todo lo largo de ese muro, que sólo se interrum-
pe a la izquierda por dejar sitio a un castillo que tiene sus tres
Conocedor imperfecto de los otros tesoros de la Nacio
propios muros concéntricos al interior, de los cuales se levan-
practicando frecuentes incursiones por las bibliotecas
Instituto de Arte y de Arqueología y del Instituto de A !ª un pabellón cuadrado fl anqueado de torres y coronado,
inesperadamente, por una cúpula, construcción que podría
Estud ios de América Latina, siempre en París, esta vez mi:'
puse exclusivamente sondear el fondo del departamento
~acer pensar en una especie de reducción de El Escorial... El
inconveniente es que el Real Monasterio no estaba a~n em-
Mapas y pl;inos, sin recurrir al de Impresos ni al de Estam
pezado cuando el imaginativo grabador nos legó esa imagen
Empecé por proponer unas veinte ciudades antiguas suda de I~- capital incaica, que por uno de esos caprichos históricos
canas, elegidas o por su valor arqueológico, o por su valor
deb10 ser la que el público interesado debió retener durante
tico dentro del contexto histórico. Tuve varias sorpresas. Así,
más de tres siglos. De más está decir que el paisaje es conven-
ejemp lo, reduciéndome al periodo: siglos xv1 y XIX, enco
c:nnaJ Y podría hallarse en cualquier parte del mundo: cerros,
treinta y cuatro documentos relativos a la ciudad de Lima (t
ª 1r.unos grupos de árboles, pequeños persona jes que circulan a
de los siglos xvn y xv111); veinticuatro de Buenos Aires (cu
del siglo xvrn y veinte del siglo x1x); tres de Potosí (todos
~e 0 a caballo y que parecen entra r o salir de la ciudad. For-
siglo xvu); uno de At:equipa: el plano correspondiente al fam l i :do par~e del grabado, y en su parte superior,~ d~senrrolla
Atlns de Paz Soldán, de 1861. UI .larga filacteria horizontal con una leyenda en tlahano, que
Esa explo ración me iba a enseñar, además, algunas o dec~~ 11.Cuscho citta principale della provincia del Peru. AJ interior
cosas. Cuando empecé a descubrir multitud de fichas refere 1
ciudad se ve un pequei"lo grupo humano, formado por
al Cuz:co, comprendí que el "sondeo" más interesante podía 156.¡~~uinc du Pinet, Planlz, poiutraitz et descrlptio11s de plusieurs vi/fes .... Lyon,
hecho alrededor de esa ciudad. Me he dedict1do, pues, dur ~C\JI! trata de un libro encuadernado; el grabado correspondiente al Cuzco se
ntra "" la p. 292.
PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESEÑA BIBLIOGRÁFICA, PONENCIAS 99
98
unos portadores de litera, en la que va recostado un per da en rasgos perfilados, que dice, en latín: México regia et
Un d iscreto cartel nos informa que se trata de Atabal teY: 111.s Hisnaniae novae civitas. El Cuzco lleva la suya, que reza:
't' 1t 1Jr • ··r
primera versión que los españoles dieron del nombre de ' _ .0 regionis Pent metropo/ 1s.
·
hualpa. Cll~ idea de la oposición de ambas ciudades antiguas es clara;
Sigo el orden cronológico de los mapas de la Biblioteca ,eúgrafos, los autores de atlas y libros de viajes querían "dar
cional. Más adelante llegaremos al de Ramusio (cuya pri ln~;r" sobre todo, lo desconocido. Para ello nada mejor que un
edición parece ser de 1556 y que sospecho es el creador de ª ·'mpÍo deJ norte, equilibrado con el único ejemplo del sur, que
imagen y su leyenda itálica). Ateniéndono~ a las fechas, el pr eiedría parangonárseJe. "México en una laguna ... ", como dice la
mo libro que encontramos es el de Fran~o1 s de Belle-Forest2 ~~nción. Sí, y el Cuzco en el altiplano. Una especie de Venecia
es de 1575. La figuración del Cuzco es prácticamente la mis ~ zteca, y su contrapa rte: una versión incaica de Ávila a no ser
la que propongo designar como tipo "Ramusio" (hay vari ~ue se trate de una alusión a la antigua Tebas de los griegos, que
mínimas dentro de este tipo). A pesar de tratarse también también tenía siete puertas.
una obra francesa, el grabado, impertu rbablemente sigue El grabado del Cuzco proviene del que hemos llamado "tipo
vando la leyenda: JI Cuscho .. ., etc. Ramusio". Hoefnagl lo ha "pasado" al grabado metálico. Ha
Debemos ahora enfrentamos con Ja obra más acabada d aprovechad~ para afinar Jos trazos y awe~ar soberbios detalles
el punto de vista de la caUdad de las imágenes, la que tuvo propios. Arriba la elegante cartela manieri sta flanqueada por el
fama y posiblemente mayor número de ediciones durante nombre de la ciudad partido por la mitad: cus-co. Las pequeñas
de un siglo, me refiero al célebre Civitatis Orbis Terrarum, 3 figuritas accesorias han crecido. "Ataba lipa" en vez de ser un
Braun y Hogenberg.4 He encontrado en la Nacional cinco · personaje minúsculo se ha venido a primer plano, hasta las can-
piares diferentes, todos bien conservados, tres en negro y dile1as diríamos en términos teatrales. Unos soldados con yelmo
iluminados en dos estilos diferentes: dur (o sea de tintas emplumado y lanzas los preceden, cuatro portadores lo llevan
tensas) y tendre ( o sea de tintas claras). Se trata de las fam en su litera-palanquin en el que el inca va sentado con un cetro en
vistas de Hoefnagl o Hoefnagel,5 que se dio el lujo de repres la mano. El paisaje sigue sin parecerse en lo más mínimo a las
todas las ciudades que conocía, pero sobre todo las que no c asperezas de la meseta peruana. Con todo, el talento de graba-
da ... Su imaginación para no repetirse y para inventar dor de Hoefnagl logra "ambientar" más la escena que en las pre-
pequeño detalle significativo es verdaderamente notable. cedentes versiones.
tipos de vista de ciudad hay en Ja gigantesca colección: las a Sigue ahora un soberbio libro: Les grands voyages,6 de Theo-
y aquellas horizontales en que se ve el perfil de la ciudad. doru m de Bry.7 El ejemplar de la Nacional es de 1596. La leyen-
El Cuzco ocupa una hoja frente por frente de México, da que corresponde a la vista de la ciudad dice textualmente:
dicho la antigua Tenochtitlán. México lleva en la parte supe C11sco 11rbs nobilissimn et a¡mlc11tissim11 Pemnni regni in occidentali
del grabado -no ya xilografía- una elegante cartela con Pt1.rte sita in qua habitabat mag1111s i//e Rex Atab11/ipa q110 tempore
2 Fra~ois de Belle-Forest: LA c0ST1wgrapl1ie 1miverselle, París, 1575; tomo 11,
Ht5pani regnum i//11d annis sibi vindicarimt. Se trata de la imagen
convenciona] de siempre, sin embargo, De Bry, que fue un
2058.
3 Braun o Bruin, Georg o Joris y Frans Hogenberg. Tllffiln! des Cités d11 mon grribador reputado, agrega unas figura s diferentes en primer
Civítalis Orbls Terr11 (Civitatis Orbis Terrarum), con grabados de Hoefna pla~o que confieren al conjunto un aire "extraño" a la vista de la
Hoefnagel, Georg o Joris. Según Bagrow y Skelton, Hlstory of Cartogra ~ap1ta l. de un mundo desconocido para América. En efecto, siete
Londres, 1964; las edídones de esta obra impresn en Colombia son: volum &ñlva¡es" desnudos se libran a juegos o pr~cticas que se supo-
15n: vol. 11, 1575; vol.111, 1581; vol. IV, 1594; vols. V y VI, 1618. Hemos consul
do ediciones de 15n (dos), una de 1564 (?)o 1575 y una de 16n (?). Ot>n exóticas. A la izquierda hay cuatro: los dos del margen jue-
• Ct'Org Braun (alemán) publkó nuevas edídones del mapa de Alemania &<1n a la pelota, los siguientes se sostienen sobre sus cabezas
Münster en 1590, 1595 y 1604. Frans Hogenberg publicó con el anterior pi 6
vistas do ciudades en el famoso Civit11lís ... etc. (Tomado del citado libro ¡..¡ t~COdorum de Bry, u-s
gra11ds voyag1-s. Amcrica pars sexta, sive Historiae ab
Ba~row y Slcelton.) X . <1nt.mo Bez.ono ... scripta, 5eetlo tcrtia, Prnncfort, 1596.
Hoefnagl, Joris o Georg (1542-1600). Pintor y paLc;ajista. Dibujó gr.in canti ubr~heodorum d e Bry (1528-1598). Nació en Lieja y trabajó en FrandorL Sus
de planos y vistas de ciudades para el Civilatis ..., etc. de Braun y Hogcn E.~te tre·fore!'tes a viajes ni Oeste se Llamaban Le!> grand.~ ooyages; las referentes al
un mapa de k1 isla de Cádiz para Ortelius. (Tomado de Bagrow y Skelton: op. ' t'S pct lis uoyagcs.
100 PRJMERA PARTE ENTREVISTA, RESE!iJA BIBLIOGRÁFICA, PONENCIAS 101

como fakires y ambos hacen rodar sendos troncos de árbol mapa de la totalidad de la América meridionnlis. Lo flan-
los pies. A la derecha vemos a otros tres, el primero lleva ~r<l~n grabados de personajes "típicos" con sus trajes y costum-
estatua, un "ídolo" con serpientes arrolladas alrededor d que Arriba hay una serie de vií'\etas con planos de ciudades: la
brazos; el segundo tiene a sus pies una espede de vaso gri /1 • c
¡,res.tral es Ja areh'1conoc1'd a VJsta 11 del uzco con su fortaleza a
porta un grifo -cabeza de águila y cuerpo de sirena-; el f:7r.quierda y su ~an murall~ rectangular con puerta. Es decir,
cero, en fin, se cubre con una capa que podría ser de plu fuerza de repetirla, de copiarla, de imponerla la imagen en
como un halconero, es portador de un gran pájaro: especi ª eslibn h;i llegado a ser un sello, un escudo. En la semántica tan
cóndor mal interpretado. La cartela manierista cuyo texto h ~~ bogél en nu~stros días habría_ quizá mucho que decir de esta
copiado más arriba se des pliega abajo y al centro y se esentura abreviada en que se retienen aquellas que se consideran
ambos grupos de "actores" o ''jugla res". c<'!íi\cterísticas únicas y definitorias de la antigua capital incaica.
En 1598 encontramos en el conocido libro d e Münster8 Algo parecido ocurre con el libro de Blaew: 13 Theatmm Orbis
vista de Die Stadt Cusco. A pesar de que la edición es al Terranim que ya .es de 1635. las nueve viñetas que acompañan el
de fines de siglo, el grabado sigue siendo xilografía "tipo mapa de Amén.ca del Sur son: La Habana, Santo Domingo,
musio" con la infaltable leyend<1 en it<lli<1no: 11 C11scho ... , Cartagena, México, Cuzco (la eterna vista aérea), Potosí, Isla
Muchas veces he not<1do, sin embargo, diferencias entre Mocha (Chi le), Río de Janeiro y Olinda. Cuarenta años después
grabados. En general son del mismo tamaño, pero es lógico aparece otra soberbia obra de texto con grabados, el llamado
Dap p~r. Por fin vamos a encontrar un cambio: el Cuzco está
14
al no poseer la misma plancha los diferentes autores es
obligados a regrabarlas. Así las filacterias terminan a vec visto "desde atrás", digamos. De manera que el castillo -o lo
largas cintas o en bandas arrol ladas. En léls nubes, las casas, que supongo será la fórmula abreviada de Sacsahuamán- está
diferencias. El cartel Atabalipa sigue existiendo, la leyenda a~o~d a Ja derecha del espectador y no a su izquierda como ocu-
neral de la pélgina dice, en cambio, hablando del Perú y d rna mveteradamente ya fuera en el "tipo Ramusio" o en el "tipo
capitaJ : Regni orbe cnp11I. Hoefnc1gl". El grabado, por empezar, es ya d istinto porque éste
Llegamos por fin ahora al verdadero Ramusio. 9 La edicló parece un aguafuerte con muchos matices y las tintas muy car-
la Nacional es la de 1606. 10 Si este es el prototipo -cosa que gadas {al menos en el ejemplar consultado). El grabador astu-
hasta no descubrir un antecedente- la leyenda iba precisa ;aniente ha conseguido, a partir de los mismos informes básicos:
en el roleo horizontal que tanto hemos comentado: 11 Cuse ~r~a rectangular, mu~alla con torres .Y puer~as, castillo con
etc. El grabado, pues, no lleva afuera ninguna otra menci f
. P muro, crear una imagen que, a simple vista, parece ori-
volveremos, más adelante, sobre el posible significado glo f ina Y que nos cambia de la anterior monotonía. Dapper1s ha
este tipo de evocación más "soñada" que "vista". uogrado con algunos detalles de su cosecha: ciertas torres lisas
En el fichero viene ílhora una obra inglesa de 1626, Am pn puente en primer plano por el que cruzan un buey montad~
with t11ose know µarts in that 1111k11owne.... etc.,1 1 que no h q~~ ~n hombre, una cabra y una especie de camello pequeño
podido consultar por estar en el taller fotográfico de la B' n ro:be querer ser .una ll~ma y u~os hombres en primer plano:
teca. En el grM libro de Hondius 12 la primera doble página q~ a ' no se sabe s1 de piel o de tinta, ha logrado u{l ambiente
Litud Úesar de lo remoto, posee un cierto principio de verosimi-
B Scbastian Müns ter, C11~111og rapl11•11, 15911, p. 229. Sebastian Münster unas .to~os acto~ rudimentarios, unas pobres casas en desorden,
1552) realizó 1il primero 1.'Cl1ción de su Cos111ogra¡1/11a en 1544. En 1550 a es de piedra conceden a la "vista" un carácter un tanto
ll
mapas nuevos. El ejemplM d e la Nncionnl dl•bc d i! ser una reedición tnrdta Willcrn.J
misma obra. 16..':lS) fue dl;:'szoon Blaew o Blaeu, Theatn1111 Orbis Temm1m, 1635. Blaew (1571-
~ Ramusio, Del/e 11auigatiu11i el viaggi rareo/le, Ve1wcin, ltí06; vol. 111, p. ~•er1: de S\J Pü~º del famoso astrónomo danés Tycho Brahe. La parte que nos
:, Según una información n.-rogid:i por mi, la obra original se remonta al al\O hn- 11nllS A
1• O ro se llama: America quae est geogmphiae Blamanat pars quinta
. America witl1 ll1ose lwow parts i11 tira/ 1111k11ow11e world both proplc a11d Tflll ' msterdam 1662
Is ªPper An 'ka
sterdam, J. Van Meurs, 1673 (editor). En alemán.
A
' m •

11 B1 111édÍco im •
bwldí11gs. Disc riUe d and inlnrged by l. S. Abraham Goos, Arnstelodn
scu~it, Londres, 1626.
1
cJ;~k.t11 111 e N holandés Olfert (Ollivier) Oapper (,. 1691) publicó en alemán: Die
Jodocus Hondius (1563-1612) (ílamencol trabajó primero en Lo 0
'11ado de)~ wc/f oder Beschaffenhnt iks Weltteils J\merik.a und des Südl1111ds.
des"':'.és en Atru;terdam. Publicó primero los mapns de Mercator. Más ~. 1904, p.Jjl~~) de Sieg:mund Günther: Ceschichte der Erd1amde. Leipzíg y
sus hi1os Ysu yerno Jans..<;on !it.'gulráJ1 In publicación de obras gcográñcM·
102 PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESEÑA BIBLIOGRÁFICA, PONENCIAS 103

más aproximado. Es casi un aguafuerte romántico avant la .


05
content:cir con hojea r otro correspondiente a Fran-
las tintas cargadas, los negros intensos, la suavidad ate s debtr calidad de los grabados -de mentalida d ya com-
lada del trazo parecen convenir a la ilustración de un libro . r or tªe siglo xv111- prometemos preservar en la búsqueda
Pablo y Virginia, de Bernard in de Saint-Pierre. 13rnen ,
e ncontrarlo un d1a.
En 1685 encontramos un libro en alemán con g rabados !ilíl e llega mos al siglo XIX. De la primera parte: g uerras de
10
to francés, es el de Manesson Mallet. 16 Las ci udades que (o~ esendencia y organización de la nueva república no hay
ser evocadas son : Cartagena, Fort Louys, San Salvado r, C In e%n los mapas de la Naciona l. Debemos llega r hasta el
Ca llao y Po tosr. El grabado que re presenta al Cuzco es, tam str~o Atlns de Paz Sold¡\n 21 para encontr¡¡r entonces planos y
diferente. La fortaleza aparece a la derecha, la ciudad es u rnn~ de todéls las principa les ciudades del Perú. El Cuzco ha
junto de casas desordenadas, las ca lles ni siquie ra tienen stasrelevad o po r Ho hagen y, p{~r f'. m, pod emos d ec1r
do . que es ta-
q uias como to d os los anteriores. . en presencia de una obra o11¡ellva de acuerdo con la menm-
Tambié n en e l siglo xvn tenemos otro libro impreso en . ~~d del s ig lo pasado y de l nuestro, imbuidos de principios
1
terdam en el que hay una referencia gráfica al Cuzco, es ¡~ntíficos q ue co rresponden a o tra to ma de conciencia del
Jansson,17 yerno de Jodocus Hondius, que no hace más que undo que de los siglos XVI a l XVIII que esta mos aquí tratando
tir las ed iciones anteriores. La vista del Cuzco es la q ue h e describir.
llam'1do " tipo Hoefnagl", la leyenda dice: Theatrum In quo v Tenemos aún, en hoja suelta, un mapa del departamento del
tur lllrtstriores Hispaniae 11rbes. CuzCl), ohra de Emilio Colpaerl 22 de 1865, y que lleva un plano
Pasemos ahora al siglo xv111. Aprovecho para copiar u del Cuzco en un carto11cf1e. Por fin un plano muy útil, 23 aparecido
formación sacada del libro de J. Winsor; 111 a llí aparte de nu en una colección inglesa en 1871, marca el interés arqueológico
ya conocidas ob ras de Ramusio, Münster, 13raun y Hog "mudemo" basado en dtttos lo más concretos posible.
De Bry, Antoine du Pinet y Vander Aa (que veremos en se Me excuso de léls descripciones que he intentado hacer, yo que
se mencio nan otros libros que no figuran aparentemente me p11so el tiempo escribiendo sobre la imposibil idad de " tradu-
Planos y mapas de la Nacional. Me refiero a un libro pro (ir" lo plás tico en escrito. La contemplación directa de los graba-
mente español, d e Herrera (1728), a la traducción de l inca dos en sí mismo será, naturalmente, mucho más explícita.
laso por Rycau t (no se dice a qué idioma) y el de Mont . Lo que quería decir, para concluir, es otra cosa que me parece
Ogilby. Según Winsor, que escribía hace un sig lo en todas importante en esta rec11µeraci611 de momentos pretéritos que, sigo
publicaciones, fig uran planos o vistas del Cuzco. breyendo, es nuestrn labor principa l de historiadores. Los gra-
En ca mbio, existe una obra de Lasor A. Varea 19 que se vados. que he mencionado han sido generalmente impresos en
pira" en grabados anteriores: la fo rtaleza está a la izqui H~neoa,,;arís, Amsterdam o Francfo rt, poco importa: la imagen
como en Ramusio y Hoefnagl, el inca va en su lite ra, pe soñada del Cuzco es siempre la misma, al menos es la misma
Como ,,. :t ,,
hay cartel que diga Atabalípa. Da la impresión de que en r 1C ea , como proyección mental. A veces se la pone y se la
- siglo y medio d espués de la primera versión- la imag llornp~ra a la imagen de México-Tenochtitlán. La del norte es
fa tiga y nadie sabe ya ni hacerla ni " leerla".
Tropezamos aquí con una dificultad que a veces se encu
5;~ ciudad de islils en una lag una, en la vista a vuelo de pájaro
tern etcubren sus ca lles rectas, sus puentes, sus ca lzadas, s us
en las grandes bibliotecas: no hemos conseguido nunca v~r forti~¡ os monumen tales. La del s ur es una ciudad amuralJada,
mo, correspondien te al Cuzco, del libro de Vander Aa: 211 s1e f!Us (' crda. La descripción Ortl l de Sacsa huamán en la altura con
Cicló 0 osa les bloques de pied ra ta lla dos en una estereotomía
16 Die S/adt C11sro, Mru1e$S011 Mallet, 1685; p.
17 Jnnsson, Amstcrdnm, siglo XVIII. pi. 54.
207. rubi~r~ª no podía despertar un eco en quienes no habían redes-
13 Justin Winsor, Narrntivc a11d cr ilir Hisloryof A11wrica, Boston y Nucv• to. A.m~' ~~ la propia Europa, los muros de Mícenas o de lirin-
1886; vol. 11, parte 11. Clement R. Milrk Hilm, ilutor de lil parte corresPo ils imágenes constituyen sendos "signos mentales": Mé-
11
da l:i lista de libros en que se encuentran imágenes del Cuzco. 2l Paz Soldá
19 L~.;or A. Varea, U11ivcrst1s lt!rramm orbis scriplor11m ca/amo del/llL'RllJS, Emilio en, 1\ 1111> dd Pmí, París, 1R61.
313. ~>t 95() m olpal!rt, Mapa dd dcpnrtn1111'11lo dl'I Cu.zco, París, 1865, hoja suelta de
20 IL fil.
Pierre Vander Aa, La gakric agréablc d11 monde, Leyden, siglo XVIII, pi. '\{)ya/ Q,¡ .
sabemos de qué tomo. Yo he podido ver el 11, que no correspande a Améri •~rapl11ca/ Socidy, Londres, 1R71, tomo 41, p. 281.
PRIMERA PARTE TA RESEÑA BIBLIOCRÁFICA, PONENCIAS 105
1<» fNTREV !S '
xico, sin duda, se parece más a lo que debió de ser la n el fondo, posee otras calidades y cualidades que
en ella hay más elementos concretos que anotar. Del C 0 que, e mismos grabados exaltantes no ponen bas-
nota que no quedan más que dos o tres observaciones del a!'-.... eces esos.
traspuestas en lo gráfico: castillo, muralla, calles, rec en evidencia.e en estas lámina de viaje, con estas vistas de
quías. Todo lo demás es "relleno" e imaginación gratuita. rr11." mo ocurr ,
ca vistas. Hay más aun, para que se vea as a
h t
poco se incorpora la figura y el traje de los indios, e l in ad!!"·· · n~n imngo 11111 ndi es convencional. Cuando un mo-
aspecto de las llamas, guanacos, vicuñas, Ja impresionan pu~to e~~métrico, el dibujante, el grabador, lo enderezan,
ridad de los cere11s. Hay que ir asumiendo una por una e ,ll es ent(ln. y es que ellos nos dan a ver, no Ja pobre rea-
cías, esas novedades, esas ''extravagancias" de la natura mpl~;1 na sino un desidertf t11m. Por eso, leer un grabado,
un grabado de Potosí 24 a) lado de un molino para lavar el ª
cotr ti, ua d e edificio, como si fueran documentos mo-
ral y al pie del cerro hay una palmera ... Los automatis pla7~;;.c~les, obje tivos, desapasionados, coi:istituye un
0
a sí: después de saber, en tiempos del Descubrimiento, que ~ . es no h aber entendido la mentalidad antigua en que
Indias había salvajes desnudos y cocoteros, cuesta mucho h.• errore.n evidencia ideas pin tónicas y no meras realidades.
jo sacarse de la cabeza que puede haber también en las T'l(lnen
r dsamenle estéls deformacion · es, o 1v1·dos, recb·r1cac1ones
·
montanas de siete miJ metros, mesetas áridas, indios vea ' r;enos infor~an sobre la mentalidad de.quien graba, y, so-
cactos. No seamos demasiado severos: aún hoy da mucho ~~do, la de aquellos para q~ienes graba. Pierre Pranca~tel .lo
jo convencer al europeo medio que no todo es tropical en e tin una ocasión cuando afirma que el trazo, en ':1n ?•buJO,
rica y que en gran parte de su territorio hace frío y hay 5
inf(lrma más sobre el dibujante que sobre la cosa dibujada.
eternas. ·Qué esperabari los antiguos en el siglo XVI, XVII o XVIII cuando
Entre las gentes de Europa hubo, desde la Edad Media y. ~traban los Viajes, de Marco Polo, o las Cartas persas, de Mon-
mediados del siglo xrx, una enorme curiosidad por tener a uieu, el Cnndide, de Volta.ire? ¿Ver chinos, pers~s, turcos tal
fuera una imagen aproximada de esos sitios, de esas cos mo eran? ¿Qué se proponía Rameau en las ln~tas gnl~ntes o
desconocidas. Nuestro proceso mental que supone, a tra Mozart en El rapto en el serrnllo? Simplemente la 1lustraoón del
la cartografía exacta, de la fotografía o del reJevamient dicho francés: Plus cela chnnge, plus ~a c'est In metne chas~... .El
toma de contacto con las realidades que no conocemos no Cuzco es lo mismo que ya se conoce... pero disfrazado de in~10.
estrictamente, nada que ver con la mentalidad de los an El rey? Se llilma el Inca. En la cabeza no se llevan pelucas smo
mucho más abstracta, mucho más "conceptual", si asf ~lumas. Los vestidos no tienen encajes ni cintas, sino que son
decirse, que la nuestra. fonchos multicolo res. Tod o el mundo queda contento y todo
Lo que se ve en Jos grabados hasta el pleno siglo XIX tra d entro del o rden: Europa asimila esas nuevas tierras, se .las
tanto lo que las cosas son, sino, más bien, lo que las cosas anext1 por la cultura . Ese salvaje que se postulaba con aprensión
rlnn ser. El arte, en ese sentido, es siempre artificio. Debe Clm miedo no es ese ser sin cabeza con ojos y boca en el pecho
pensar con una exageración, con una deformación, el irn tome, se ve en un grabado de "anticipación". Por suert~, ~s bas-
que lo visto o lo experimentado produce en nosotros. Co ~ntt.> par~cido a nosotros y eso produce un gran a hy1~; Las
la pintura china o japonesa: si la luna nos parece enorme d!as mas hermosas podrán servir de "reserva erótica , los
1ndtos más fo rzudos de "reserva de trabajo". A fines del siglo
cielo habrá que representarla ocupando medio biombo,
manera aproximadil de traducir una emoción. O sea pasar ~·'. Rou~seau hará de ellos la imagen misma del buf!" salvaje.
cualitativo a lo cuantitativo. Hay quien cree, a través d .stas vastas que he comentado han servido de abmento a la
grabados románticos, conocer la catedral de Estrasburgo ~~~~0.sidad d e europeos ricos y cultos que podían comprar l~s
ruinas mayas del Yucatán. No los conoce, en el sentido d lizaJ costos~~ que esos grabados ilustr~~an. Y los han tra~qu1-
p~ra hacer una estampa interesante el artista -a unque >cico 0 tamb1en en el sentido de que N1h1l novum sub. sole: ,~é­
visto las obras- se ha sentido obligado a exagerar en el lore~~. Cu zco? Es lo déjtl v11, lo mismo bajo otra apaneneta pm-
patético: haciendo mucho más alto, más atormentado,
a ~ ver~ad nuestra es todo lo contrario: ningún pueblo conoc~
24
Dilppcr, Amerika, siguiente grilbildo al del Cuzco que Yil comentamOI- ro. Ntng ún pueblo hace justicia, no a los países remotos, m
106 PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESEÑA BIBLIOGRÁFICA, PONENCIAS 107

siqu iera a sus vecinos. Estas imágenes tranquilizantes Ita cu ltura internacional que nunca parecen haber
m~ron en su .poder a los .Yª poderosos. Ingenuamente estáft
o rigen de la incomprensió n de lo que América representa
f
s de favo r del público la tinoamericano -siempre en la
:~~dida- así como, en cambio, ocurrió con Jos dos tiem-
deramente en el mundo.
barroco y con el rococó.
del eral -eultas o espontá neas- las artes mayores en
Ponencia presentada ni XXXVlII Congreso de Americanistas, n 9enLatina han estado, de hecho, más vigiladas por la moda
Stuttgart, 1968. 1
ca ue en cada momento se suponía habfa que hacer. En ese
ti~~~1
reloj americano ~trasa~a con respecto al ~el?i ~uro­
LAS ARTES APLICADAS BARROCAS EN LATINOAMtRICA fuente y origen de toda invenc16!'. Ca~a uno quena 1m1tar a
'modelos, ya fuera n p uramente hispánicos o portugueses, ya
Aunque la división no sea en realidad tan cortante, v ran modelos difusamente e.uropeos (como es ~n general el
aceptar que hay artes mélyores: arquitectura, escu ltura pi 0
sudamericano). En cambio, en las artes aplicadas - que
gr~béldO, ?ibujo; y artes "aplicéldéls": muebles, orfebr~r(a, bién pueden ser cultas o espontáneas (sobre todo en el caso
m1 c~, texti les, obras en madera, en cuero, etc. Aclaro que u los muebles y la orfebrería}-1 los elementos en juego se re-
presión como .la del retablo -pél ra mí lél forma más signifi más a través de los siglos y, al mismo tiempo, resultan más
de~ a rte colonia l- queda así a medio camino entre una pa 1versales" en el sentido d e que sirven a todas las clases so-
qu1tectura de madera y yeso, y un mueble dorado, policro les a través de largos periodos. Es decir: hay menos diferencia
a escala colosal. tre una pieza de plata mexicana, peruana, brasileña, argen-
Pri?'era coi:nprobación: no se puede hablar, sin más, del , que entre Santa Prisca en Taxco, San Lorenzo en Potosí, San
co latmoamencano como de una unidad. Tanto las artes ma ancisco de Asís en O u ro Preto o Ja Misiones jesuíticas del
como las ap ~icadas h~n va.riado en América a Jo largo del ti ~aguay, para tomar en todos los casos ejemplos del siglo xvm.
Y del espac 1~. Los his toriadores sabemos, por ejem plo, q Estas artes aplicadas poseen también un carácter más "salva-
barroco mex1can.o depende, en un principio, del barroco es ,,lf.,. -y lo digo con elogio- que ciertas formas muy decantadas
pero que, a partir de mediados del siglo xvm, poco a poco ~barroco, del rococó, del neoclásico internacional, encarnadas
encontrar su carácter propio. Su evolución, pues, nada tiene ~re todo en las artes mayores. Al crear objetos utilitarios, los
ver con lél de la arquitectura bélrroca peruana o brasilena, ~anos resultan menos rígidos, menos mecánicos, se autocen-
nombrar otros dos grandes centros artísticos continen tales. [ªº. menos que los arq uitectos, imagineros, pinto res que no
. Lo mismo se podríél ~ecir d e las otras artes mayores en el º.tienen que afrontar Ja crítica de los mecenas sino los dicta-
n? do barroc.o. No es sm embargo ese mi tema en esta o •mp1acables de la Inquisición. El artesano pone en su obra lo
nadad y, dehb_eradament~, lo dejo de lado. En cambio qui e~ capaz de ejecutar, lo que siente. Y lo hace lo mejor posi-
presentar aqu1 -para quien n o la con oce- una v ieja idea b~e e acuerd.o c~n su criterio y con la satisfacción que le pro-
que expresé hace muchos años en un artículo de revista.25 bl · el traba¡o bien hecho. Si obed ece a las necesidades del
1
yaba yo a ll í ~na de !1'is más .terc~s intuiciones que hoy . co ellas son siempre necesidades materiales: un vaso debe

pode~ perfeccionar: ciertos estilos importados de Europa Pª{ª


cªi~ ?eber, un escritorio para escribir, etc. Hasta aquí lo
el gótico tardío, mudéjar, plélteresco, manierismo1 barroco, _na · Si hay belleza - y el gran artesano siempre aspira a
c.ó pa~eci;ron siei:'pre tener puntos d e contacto con la s uci~endrá p~r la calidad de los materiales, la limpieza de la
hdad m~1genél, primero, y mestiza o crio lla, d espués. En ca ría de~' Y ~ ~ndefinible "algo más" que entra ya en la cate-
A 0 espintual
º.tros estil?s ~orno eJ clásico, el herreriano y, más tarde, el o de las. "'-:d d e1 tequ1tq111
. . mex1cano
.
~ico no com c1~en con lo que sería un sentido plástico innato
parte
1 siglo XV1 w111 as mam·testaciones
.
0.m~r~ america n o, a l m enos entre principios d e l siglo ·6., españ lintroducción de elementos indígenas en la deco-
principios del XIX. Estos esti los representan para mí actitudes ª
tízo -e 0 de comienzos d e la Colonia- el verdadero estilo
o en A n _s~ acepción amplia- aparece en el siglo XVTI, sobre
2S D &yó "E
Aires · , ,:;.· n~ayo de caracterización de una plá.~Uca", Di6genes, B las ll\et~ªfª del sur española (siempre menos dependiente
0 0
'num. 'septiembre 1963, pp. 75-87. P is que América central y el Brasil). Habría que es-
1~
PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESEf:JA BIBLlOGRÁPTCA, PONENC LAS 1()1)

tudiar caso por caso y ver, por ejemplo, cuántas innova, rioso -en contraste con lo europeo- que aquello que
"mexicanas" aparecen -y cuándo- en la interpretación olt·'é'~ a Latina se inventaba al nivel del arte aplicado tuviera
de la cerámica hispana de Talavera. De todos modos, en
pilla del Rosario, en Santo Domingo de Puebla, o más aún 1
Arn °~ plt1no de las artes mayores. Esto se puede explicar
~o e~te si tenemos en cuenta el " hambre" decorativa de esos
cercana iglesia de Tonantzintla; en la Compañía de Qui1 ~1me abandonados sobre una meseta desértica: tratados de
Ja sacristía de la ig lesia jesuítica de Arequipa, hay algo d, i s~ª:Ctura y de ornato, estampas flamencas, decoración avasa-
terativo, de obsesivo que no puede confundirse con una a'la corno la que recubría esos mencionados objetos misio-
ración recargada espar'\Ola como la de la Cartuja de Grana1 º' todo en una palabra, era bienvenido como repertorio de
del camarín de la otra Cartuja, la de El Paular, cerca de rt~~ saca~ ideas, de ~ó~de copiar más y más figuras. Ya fuer?
En Sudamérica no hay problema, porque España ha . Renacimiento, manienstas, barrocas o más tarde rococó. As1,
siempre más distante que en el resto del imperio: desd 1 consecuencia, las artes mayores -€special mente en sus
.l!mo
diados del siglo XVII son mestizas prácticamente todas las f4 rsiones más ingenuas o las que seguían las prefe rencias de la
artesanales, salvo otra vez quizá los muebles y la orfebrería,.
ligados siempre a la "representatividad" social y religio1
lujo. Y lo son en el sentido de que si muchos de los model1
:s orla- reflejan esa iconografía y la manera de tratarla en las
aplicadas. Estamos siempre en el horror vacui, pero si sabe-
os mirar bien, encontraremos mezclados ya indisolublemente
sultaban occidenta les, los artesanos en cambio eran casi ·lemen tos españoles y europeos en general : sirenas - pero
ellos indios o al menos con algunas gotas de sangre indfge1 itocando el cflnrango-1 el "hombre verde" (esa hoja con facciones
la arquitectura de espacios cerrados, de la talla figurativa, !humanas), róleos, tarjas, racimos, todos de origen occidental;
pintura sobre lienzo, las culturas precolombinas y sus d aunque entre las ramas y los zarcillos notemos ya la flor de la
dientes no habían tenido experiencia: hubo que aprenderlo ~ntuta, papayas y piñas de América, y en el reino de la fauna
cuando lo aprendieron no osaron introducir en esas obras descubramos unos simpáticos micos, unos papagayos y tucanes
res, públicas, socialmente visibles, elementos, temas que que con sus g randes picos parecen gritar su procedencia de esa
dieran ser interpretados como posibles herejías. En cambio misma tierra americana.
cerámica, en los textiles - arte familiar, casi íntimo--, esos Vuelvo aquí sobre una idea mía expresada ya en otras oportu-
mentos y temas aparecen disimulados en la proliferación nldad~s :27 la de la dob le corriente, una de la que se puede
ral de las formas. La integración, el sincretismo entre 11 resumir telegráficamente como Arquitectura-clasicismo-actitud
afuera y lo propio queda así sellado de larga data. .c~lta que en América Latina parece oponerse siempre (entre el
Que yo sepa fu e mi maestro Mario J. Buschiazzo 26 q ligio xv1 y principios del XIX) a la otra, cuyos términos, a su vez,
primero advirtió que mucha de la decoración "planifo .P.0 drían .ser Escultura-barroco-actitud popular. Doy un solo
Arequipa, el Collao, Bolivia utiliza motivos cerámicos, te: ~mp lo 1l~strativo: las catedrales latinoamericanas de primera
precolombinos, y que los dibujos grabados en las durfsll bnra (México, Mérida, Puebla, Lima, el Cuzco) corresponden a
maderas de cocobolo, producidos en las Misiones jesurti· lrqª ~e esds corrientes, la que se manifiesta sobre todo en la
Moxos y Chiquitos, fueron muy a menudo traspuestos tuduitectura, tratada a la manera clásica, lo que supone una acti-
arquitectura de piedra o de argamasa. En cuanto a mí, 1 part~u~a. Los .retablos posteriores de esas mismas catedrales - a
pensar que hasta el bordado en lana o seda, en hilos de
plata, puede ser un antecedente de ciertos relieves "acolcha1
•on ;s e m~ 1ados del siglo xvn- obedecen a la otra corriente:
tl1t1tl!nrultóncas, barrocas y su expresión pertenece a un sen-
que decoran fachadas y retablos. O sea, todas estas tri no de ~ . popu lar de la forma. Cambiando ahora el primer térm.i-
rencias son múltiples, polivalentes y se producen continua :dec¡, lo escu l~ura" por el de "artes aplicadas" vengo ahora a
en sentidos cruzados. lni;plrac(¿1e siempre he pensado: que estas artes menores son de
Esta movilidad de motivos decorativos demuestra ser, ral est 0 • barroca y corresponden a un gusto espontáneo. Y
larga, más importante que la .misma noción de estilo, puesto 'Or~ wª ~1 ª tentado de agregar. Hace años ya, entre Wo lfflin,
' eisbach, Tapié se aclaró que, además de cató lico, con-
26
Mario J. Buschiazzo, Historia de T1111rquitectUT11 colonial m JberoQmtrka, 21
Aires, 1961, pp. lOS.106. O Bay6n• "El lodo por la parte", Plural, núm. 2, México, nov. 1971 .
110 PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESENA 13lllLIOCRÁFlCJ\, PONENCIAS 111

trarreformista, irraciontll,28 el barroco señalaba una invas¡ .. una palabrn, toda la población. El arte aplicñdo ven-
espíritu campesino, "silvestre"J dentro de la cultura más 0 J;n·o:.· ~r en cierto modo, el a rte mayor, lo que la historia co-
zada, fría, medida, clásica de ltls ciudades. a::.I ( on 'tvénmumtie/le) esa 1'1 Historia con mayúscula, la que
Si todo esto es verdtld como quiero suponer, habrá que i_¡tnil ;1 chas batallas, dinastíAs, tratados de comercio y de paz.
tir que estas artes aplicadas representan un inundo no co 1stt3 ~ida de todos los días, ese arte aplicado es necesario y,
por la censura artística, temática, un terreno en el cual
camente todas las fantasías encuentran terreno propici
f
fl'll~
1
1
decir invis ible porque no nos paramos a considerarlo a
. r ªtante ~ino que, de manera entrañable, lo vivimos, del
desarrollarse. Ese espíritu de libertad en la creación, do d 1ns
• · unlO a la muerte.
1
elementos de las dos culturas básicas ya se han conjugado Clfll
c.. ""' •
arte aplicado 1 m á s permanen t e.'
resu 1ta a su vez tam b.én
lugar más fácilmente en zonas rurales o, al menos, en ci ' objetos diarios se guard an por tra d.1c1on
¡;.."te . . y por recuerd o, en
periféricas. La capilla del Rosario está en Puebla, pero t l sentido pasan menos de moda porque son eternos. Po-
tzintla estaba en lo que entonces era todavía el campo. r os comer con unil cuchara egipcia de la primera dinastía,
Englobando todas estas artes aplicadas llegamos a la n · rar mll dríamos · un pa 1ac10
ha bitar · stn
· puer t as o una c h oza d e ¡un-
·
1
"hogar", de círcu lo familiar. Adentro o afuera de la casa e' / En las artes aplicadas, los modelos se repiten de generación
ban, pues, estas artes que habría que ca lificar como ya d ·generación. Mientras que el arte lla.ma?o s uperior está hecho
"universales". En e l mejor sentido del término, puesto que teralmente d e rechazos, rupturas, adhesiones, de encargos que
dicho que fueran privilegio de una sola clase social sino que laman y provocan la originalidad por la originalidad misma.
resaban a todas en su especificidad. EJ artesano producía ta s artes aplicadas -aunque la noción sea faJsa- parece que se
de acuerdo con la ley de la "oferta y la demanda": sus m 'rieran solas: el relativo anonima to de su creación les permite
platería (hasta la gente relativamente modesta podía tenerla) camar en formas generales que funcionan, puesto que con-
cacharros, las rejas, los aperos de montar, Jos textiles para ab ivienen a todo el mundo y se pulen y llegan a su forma óptima
o para echar sobre suelos y camas, todo formaba par te del aj por el contacto con la vida. La del cuerpo: ojos, manos, pero
las casas medianas. Y, claro está, en ejemplares más c uidados~ también con la vida de la inteligencia, de la sensibilidad. Todo
lujosos, del ajuar de las casas ricas, puesto que no había aún esto se encuentro más nllri del estilo, de cualquier estilo, pues no
distancia en la m'1nera -casi espartana- de vivir de unas e; sólo el producto d e la pum invención creadora sino, muy con-
sociales con respecto a las otr'1s. La diferenciA chocante iba a rt>tamente, el resultado de un hacer, dé una praxis.
sobre tocio con el siglo xrx y cierto progreso técnico accesible Vo~vamos a la historia : después de casi s iglo y med io de esta
mente a los pod erosos. El dominio religioso no era por cier <;1ctlv1dad barroca, que se debilita en c.ie.rto modo con el rococó
cepción, ya que iglesia y convento han s ido siempre, res que no es verdaderamente barroco sino un tardo derivado fran-
mente, la "casa de Dios" y la casa de la comu nidad. A ñ 1 és del barroco, más decorativo que constructivo), el momento
cuentas los enseres domésticos son lo mismo en lo eclesiásti :-legará de la reacción culta, o mejor, c11lternnn del neoclásico. Se
en una vivienda media de la población civil.
O sea, que el conjunto de esos instrumentos útiles, beJlos
18uemará
5
alegremente lo que antes se había adorado. Vaya por
artes mayores s iempre más formales, más sujetas a teoría,
~anera, decorados con sabiduría o ingenuidad, nos informa ro_ las artes a plicadas "artes'1nales" van a enfrentarse a una s i-
uac16n que . , .
JOr y de manera más completa sobre la vida real de la gen 00 1 . qu1za 1es cuadre en Europa, pero que parece reñida
América: gachupines, criollos, mestizos, indios, negros (y cad~ C~)nt1nente latinoamericano. El neoclásico es una reacción
s us posibles combint1ciones raciñles). De la vida de eclesiás leyes : 1 ~ª'. en el me jor sen tido del término, pues supone que las
funcionarios, profesionales, comerciantes, í'l rtesanos, sirvi éxkcrt:sticas se aprenden en la Academia: eso representará en
1
784 ª fundaci ón de la Academia de San Carlos en el año
28
Co nste que• 110 ht> dicho tambi(on "jesuítico", l'I gran ensayistíl pr rincFp~r10 el virr~y Revillagigedo; o la llegada a Río de Janeiro, a

rament_e desaparc-cido Pit-rr<> Chnrpentrilt, 111iragt• baroq11~, Paris, 1967, e tura ~ del siglo XIX, de Ja llamada Misión Francesa. Arqui-
t>n s u libro (pp. 47-52) In discutibl <' adscripción dl'I término "je!'uítico" al
barroco. 1nie~rntura, escultura, orfebrería se harán -a partir de ese
29
El.izabeth Wilder Wl'1:;mann, Tlt~ D<'l-0raliVI' Arl~ in Lali11 Amt'Tic-11, in I labra·<:;---;, rná_s acompasadas, más frías, más solemnes, en una
0¡11..., Rmil11tio11 Wn.o;hingtlln, 1!176.
1 ·ª laran sobre todo al intelecto y no tanto a la pasión.
112 PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESEtilA BIBLIOGRÁFJCA, PONENCIAS 113

Serán también los neoclásicos los que descubran que ese :i s intelectuales, "tu ristas cu lturales". Es cierto también
aplicado funcional , que había servido a todos y contenta refi 11 ª~1 ~r~ ha aparecido una verdadera adulteración y que e l
todos, resulta algo des preciable porque es meramente arte• qiH.' é\( lklore hace estragos has ta llegar a lo que ya se está lla-
pul ar". Ahora bien, en los siglos XVI , XVII y casi XVIII, no se falso:1i "arte de aeropuerto''. No importa, las pocas formas y
pensado en e l arte como um1 actividad popular o no. El arte man~ª" autén ticas que sobresalen a la catástrofe de la acul-
cad o podía ser útil, práctico, bello, más o menos refinado, técn l~(¡~ masiva son aún barrocas, diríamos que hnn q11edado ba-
menos costoso, era lo que se hncín, y mejo r aún, lo que se ca wra~:. a sea en el caso de los toritos de Pucara, las iglesitas de
mía. No encontrarem os en realidad una reflexión previa rrora~· Jocido de Ayacucho, los rebozos rayados o las calaveras
esa manera de producir que habia dado ya obras maestras ~arr zúcar de México, las vai nas labradas en plata de los facones
retablo y la cerámica de México, los azulejos y los muebles b le :ntinos las máscaras " tibetanas" de Bolivia, la leve tela de
leños, la platería y lns alfombras mestizas peruanas, etcétera. argl'\il del nnnrl11ty paraguayo, el carnaval de Bahía y de Río, fies-
En las artes mayores, sí, el advenimiento del neoclásico ara b .1 h
ta:. populares y a rrocas s1 as ay.
tituyó una ruptura: el barroco quedó teñido de "colonJalis Oooso resultaría preguntarse ahora: ¿cuánto de este arte que
y el neocl~si co fue promovido "es tilo de la Independencia" 1 veces ya no gusta al pueblo sino a los miembros de la élite,
prueba es que en muchos países, como Bolivia, se lo sigue proviene de Occidente, es d e origen indígena o negro o las tres
mando "estilo republicano". En las artes aplicadas, en cambi losas íl l mismo tiempo? Hay África en nuestra cultura pero tam-
barroco resis tió pasivamente como adhesión a una manera t bién hay Asia: remota y a través del galeón de Manila, antes, y
cional de ver y sentir las cosas: popular o no, pues to que el caJi más tarde gracias a los chinos y japoneses desparramados por
tivo no parece haber impresionado a los artesanos o al púb tódo el continente. El res ultado explosivo de todas esas influen-
que, po r muchos t1ños, lo ignoraron o límpicamente. EJ n cias hace que nuestras coloridas, vivaces artes aplicadas nos
cismo en las artes aplicadas apenas si dio algunas obras exc hayan d istinguido en el mundo por su nota personal, diferente,
en la creación de retablos, muebles y, en general, en la orfeb fruto de una interwlt11rnci6n extremada mente rica y comp leja.
En eJ trabajo de la madera, del hierro, del cuero, del barro No debemos renegar de ese patrimonio ni esconder s us oríge-
do, de los tejidos, puede decirse que nunca "prendió" con en nes. Esas artes aplicadas, cierto es, se han deteriorado y tal vez
siasmo ni en los tlrtesanos ni en el público consumidor. Los o eslemos tratando de salvarlas con oxígeno o por medio de una
tos neoclásicos que aparecieron en el mercado latinoamerica "respiración artificial" en el plano de la cultura. No obstante, su
fines d el siglo XVIII y comienzos del XIX fueron sobre todo l reivindicación podría quizá corresponder a una saludable vuelta
antepasados d e los famosos productos "importados" toda a la tierra, a las fuentes. Algo que todos necesitamos urgente-
hoy obsesión del continente americano. Aprovechando la li mente al inicio de esta implacable época tecnológica en que nos
lización y la apertura de los puertos empezaron a llegar: sillas ha tocado vivir.
Boston, plata inglesa, telas de Francia, el mundo entero co
cial pareció volcarse sobre ese nuevo mercado que hasta en Piltis, 1980 Ponencia presentada al Congreso del Barroco
ces había vivido casi exclusivamente de s u propia producci Latinonmericano, Romn, abril de 1980.
Sólo entonces se abrirá el abis mo entre lo " popular" y lo "
tocrático" en la manera de viv ir, a nivel de La persona o d
VOCABUl.ARIO
casa. A partir de ese mo mento h ab rá los que tengan pi
europeo, papeles pintados para decorar los muros, alhaja
relojes venidos de todas partes del mundo. Y, por otro Jadu,
~~QUITQUI, del míhuntl: "tributtirio", término acui'lado por el historia-
líl~ ~~P•1 ñ?l .José Moreno Vllln par;;1 designnr la extrni'la mezcla de es-
pueb lo - más o me nos acomod ad o, más o menos pobr nilss rom~n1co, gótico y Renncimiento prncticadn por artistns indíge-
durante todo el siglo XIX y primera mitad d el xx, tendrá que e t en el siglo XVI.
formarse con la artesania local. d~~ ~ESTIZo, en historin del ;irte Jarinonmericano se llama así al estilo
Ahora, eso ya no es ta mpoco cierto y los papeles parecen ti.iano~ª~º~ del siglo XVIII que se desarrolla sobre todo en la meseta pe-
berse cambiado: los nuevos materiales de fabricación indus dos técn~Üv1ana y en donde se encuentran estrechamente amalgama-
y en serio atraen a las clases humildes. La artesanía queda icas Y motivos indígenas y de Ja tradición occidental.
PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESEÑA UIBLIOCRÁFICA, PONENCIAS 115
114

CI IAKANCO, especie de peque1i.1 guitilír:l de cinco cuerdas que u beneficio de UJ'la "globa lidéld unificante" (en ese senti-
indios del Perú y l3olivi.1. . adas,,en idad unitéuia" de las ca tegorías woelfflinianas se aplica
NoN f.vf:NEMIJNTll!l.Ll.i, l.1 Escuela fr.mces.1 .d ~ la rev1~ta ~s A1111 l1 l• _u~rnente al segundo barroco, ya que la " unidad múltiple"
1
us.ido In noci6n de HiMorin cid 1111-nc1111lcc11111c11/c1 {H1sto 1re non e"cl~sivma la otra mitéld de la dicotomía se aplica no sólo a lo
mentielle) parn 0pont>rl.1 a fa trndiciomil f! iM11ria .del aco11teci
que regis tra fechns y lwchos que se cons1d ernn 1mpo rtantv.
que orsino también al primer barroco).
dt>ñnnd o In mnndton.1 sucesión di! la vidn cotidian n en la que e cla~•.c~o de otra manera: cuanto más tridimensional el estilo,
1
inmersos. T? \ a1pab/e, más popular resulta. Esta idea me parece funda-
FACÓN, en In Argentina se dice de unn d01g;i, un p_uñal, que las "'ª5/ 1 tratándose de América Latin<1. Como expresión genuina
del c01 mpo llevnban n 1.1 cinturn, como ;irma, cuchillo para com enl ªsensibilidad colon ial, siempre he con~iderado que viene en
tnr, etc., con empuñndura y v;iin01 de plnt;i. d ea er término la arqu1tecturc'I
· (aunque l a gente qu1za
. , no lh
o a-
pn~bido); en segu ndo, la escultura (h:i decoración en general y
ÑANl>llrY, dt>l gu.irnni, tejido muy fino y tr.insp.uente, de tr
indigenn que se hnce en el PM.1gu;iy. r retablos están, precisamente, a mitad de camino en tre la ar-
:~1tectura y la esc ultura); en último términ(), en fin, yo pondría
siempre a la pintura que, (11 ser m;\s "a b ~ trn c tíl" parece al mismo
REFLEXIONES l'ARA LA COMPRENSIÓN DEL FENÓMENO llARROO tiempo la menos solicitada entre las forma s populares de la
pwdad .
Los qut! lt?en saben que, en general, soy alérgico a la nocl Insisto en este aspecto popular de la cuestión y en eso soy co-
"estilo" en si, noción muy del siglo XIX y que parece estar herente conmigo mismo. Bastantes veces he defendido mi tesis
sis hoy. Y hay qut! reconocer que en t!Ste punto par~zco es de las do~ vertientes del arte de nuestro continente en tiempos
buena compañ ía, puesto que Genrge Kubler en su libro Tht coloniales. Vale decir: un arte cu lto que siempre se vio más en
Jll' o/Time llega a decir m<ls o menos lo misi:'.º· . . catedrales e instituciones jesuíticas y asumió formas preferente-
Con todo, admitiendo esa facilidad clas1f1catona, me inq mente clcisicas (o manieristas estoy dispuesto a admitir ahora); y
hoy por hoy, di:! la moda y del auge que está teniend~~ en un arte popular -que le hace juego- que encarnó favorable-
más jóvenes - y algunos que no h., son ya tanto- el m.a menté sobre todo en el segund o barroco. Ya que me niego a con-
mo" que, adt!mAs, pretenden oponer l"ll "barroco" como s1 a tn~erar al rococó como un último episodio barroquizante: para
movimientos fueran wmpc'lrnblt!s en términos absolutos. m1 se trC1ta simplemen te de "otro" estilo que vuelve al sentido
Nada de t!so: el b;irroco es un gran estilo "totalizador" d culto~ matizado esta vez por una actitud aristocratizante.
tura y se lo encuentra en todos los nive!es, ~e significación As~, puede decirse que en gl:!neral el barroco latinoamericano
mediados del siglo xv11 y fines del xv111 (muttl aclarar q~e , h:br~ representado cabalmente, por una parte la actitud de la
en absoluto en el sowrrido "ba rroco eterno" de Eugemo D ~t-sia, Y por otra ltl de los particulMes que subvenian a la cons-
compañía). Sí, el barroco es siempre mucho más va.sto re cción de c~nventos y templos.
jo que el manierismo que parece cuanto más un ep1sod10 ~ ~ ~ mentalidad eclesiástica se transparenta en el barroco, arte
co de relativo corto alcance (me refiero otra vez al manie f ª Contrarreforma como lo señaló Weisbach, mediante el des-
de los siglos xv1 y xv11). , •~gue d~ un fasto, un lujo que ponen de relieve la solemnidad,
Después de este exordio pendenciero, me concentro en a. r~~atts?1o con los que quiere presentarse la epopeya católi-
cutido tema que nos reunió a muchos de nosotros en Ro an~ 0 ~ ~1os de qu ién? No de europeos _q~e habían vivido du-
1980 y nos vuelve a juntar hoy aquí en Ouro Preto. Odia ~s ~iglos la batalla de las ideas religiosas y de las que se
Antes de entrar en el tema propiamente dicho, una ob ec~r c~n la fórmula latina: "según la región, la religión"
111115
ciún que me es cara: lo que y~1 llarno el primer barroco en c:riollrrgio, e111s religio}; sino de un conglomerndo de españoles
rica Latina (de mediados del siglo xvn a principios del XV l> bue os que v~vían en pecado y a Jos que había que recordar
todavía un esti lo muy nrq11itectónico, como dijo a lgu ien: grus n<1s prácticas, y más aún, de millones de indios, mestizos,
"clásico reflejado en el agua agitada dt! un estanque". ~ 1
que, el segundo barroco, se hace cada vez m<ls esc11l tóri~~·
p
l.lgar rn~latos convertidos apenas y a los que había que sub-
Atte ~r ,~buena palabra pero también por el esplendor.
el punto que 1.-.s leyes de composiciún parecen haber s1 e nuevos ricos" se pod ría decir del barroco latinoame-
PRfMERA PARTE ENTREVISTA, RESEl\IA BIBLIOGRÁFICA, PONENCfAS 117
116

ricano, Pl;lesto que tanto la Iglesia como las Órdenes, ta balcones a la altura del coro, loggias altas laterales
que los mm~ros, los hacendados, los comerciantes a pesa Y ha~an solucio nes profanas.
ay uda ran bien o mal a Jos pobres querían siempre - po recuer ues, lo q ue acttbtlba de a firmttr se confirma: tam-
de grandes obras- acrecent:lr su prestigio social y espiri r a :fsr~sil lo mriS significativo desde el punto de vista de)
Este estilo que estudiamos, a pesar de tod<1s las varia en . ligioso cat61ico queda aquí contenido dentro del "co-
veremos luego, es sobre todo un proceso "interior" en cl · ~e resenta la iglesia, e l convento o hasta la Santa Casa
sentido del término: es interior porque se desarroJÍa p quericlfrd ia. Esta interio ridad - insisto- va bien con el ba-
mente a~entr~ deJ te~plo adonde se van a procurar los sa iserecuerda ~specialmente en el Brasil- el teatro, la sala
tos, y es intenor tamb1en -o mejor, más íntimo- en el .l ~tas con palcos, bttlcones, galerías, viéndose en ese sentido

que para cada creyente se trata de un caso de comunica '~ntimidad aun más acusad_o por la forma unitaria y reple-
sonal con la divinidad. a sobre sí misma de lil nttve unica, en uno de cuyos extremos
, ~J co!"vento: la. capiU~, iglesia o catedral no constitu .¡ibre la "boca de escena", la inconfundible capela mor, punto
ultima instancia sino el 'continente" de un "contenido" convergencia visua l desde donde se ofrece el santo espec-
be resultar siempre lo más revelador de cada uno de eso ulo.
cios del culto. En efecto, Ja envoltura de la construcción Hasta ahora he estado hablando del barroco en e l tiempo
no hace sino anunciarla en el campo vacío, en la ciudad tórico, tambi én tengo cosas que decir desde el punto de vista
a damero en el caso español y más espontánea y capricho 1 h.irroco en el espacio geográfico. ¿Bcirroco en singular? No,
caso portugués. m>co en plurn l. Sin dividir exageradamente la materia, creo
En la Améri~a hispana esos mismos edificios, a veces e se pueden disting uir al menos nueve con características in-
nosos, no despheg<1~ mu~ha imaginación: todo - puede d pendientes: el mex icano, caribeño, centroamericano, septen-
se e~cuentra en su interior. Afuera, apenas si los campa ·onal sudamericano, d e la costa peruana y chilena, del alti-
la cupula señal_an la existencia del lugar sagrado ado ann, de la llanu ra y la selva <1rgentino-paraguaya, en fin del
que penetrar siempre para la plegaria y Jos sacramen rasil en sus d os más notorios cilsos: el del no rdeste y sus pro-
prueba de que lo más expresivo de la religión católica gaciones, y el de Río y Minas Gerais.
cuentra en la parte interna de esa mole de muros muchas Desp ués de estos d istingos de análisis estamos o bligados a
ci~g<?s -es decir: retablos, imágenes, cuadros, confesi !\'olver a la síntesis: hay que admitir, como lo ha dicho magistral-
pulp1 tos, ~rganos-- estaría en el hecho mismo de que, d nte Char~es Wagley en las prime ras ochenta páginas de su
las procesiones, se precede a la "mostración" de todo ese ri\ Tl1e Lntm American Trarlition, New Yo rk (1 968), que después
oculto: cust~ias, santos, estandartes, reliquias. Ese dia el i e rebelamos contra la idea de un continente homogéneo no te-
sale al exterior. Y lo que por definición no puede salir co oftemo.s más ~emedio que admitir que son más los parecidos que
~etablo! tiene su representante permanente en la fachad~­ s di fe~enc1as entre los ve intitantos pue blos que compo nen
mvenc1~>n del siglo xv que se iba a mantener en Espa~a a _::sira identidad. Dos lenguas latinas, una sola religión y una
del gótico tardío pero que en América se afirmaría plena ~te de estructuras económicas, polítictts, sociales nos hacen a
05
en el barroco. • • Y otros si no " hermanos" en el sentido declamatorio del
En el caso de la Colonia portuguesa casi lo mismo podr rr:1'~º' al menos lo que podríamos llamflr "primos" consanguí-
marse a unque a .través de ?tro proceso. La iglesia en el A~ entr~i de una famil ia no demasiado mal avenida.
-con:o lo he dicho repetidas veces (ej. "Les 'ba ro<JU >co Ora ~1en, en esta América Latina -distinta y una- el ba-
Aménque du sud: le nord-est brésilien (ace au domaine his con~ho mano de cu<1ntos expedientes tuvo a su alcance para
que", Cahiers d'Histoire Mondiale, vol. xm, núm. 11 París [U bundra r formas y motivos ornamentales con qué alimentar la
1971)- es más anónima aun del exterior que su equivalen hablar ~n te dema nda y la, a veces, escasa mano de obra sin
páni~a. El hecho mismo de levantarse el templo brasilei'O Así v e la precariedad de ciertos materiales y técnicas.
~ed1aneras y como una casa más, el no tener casi nunca e r~. rec en:os a los maestros de obras, a los frailes emprendedo-
ni fachada-retablo (Ja Orden Teresa de Bahía sería la exce epertou_rnr a los tratados de arquitectura y de decoración, a los
hace de él un edificio de tipo marcadamente doméstico: cotl rios de motivos "traducibles", sin contar con el prestigio
118 PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESEÑA BffiLIOCRÁFlCA, PONENCIAS 119

sentime ntal de la me moria de los que llegaban no ~óla; te decorativo q ue ofrece el relieve blcinco destacándose
Pe nínsula s ino de toda Europ;i y, en í'llgunM ocasiones, ,.,,ntras
~· ·
1 rnuro pintad o d eco 1ores pas t e 1.
Asia . trtl e osta del Perú, en cambio, la novedad puede ser estruc-
Po r último, en su búsqueda desesperada esos forzados · E~ 1" 11erno to explica Héctor Velarde (Arq11ilectura peruana,
visadores tuvieron lci intuiciún (como lo hci dicho Chueca ra · c 46) después del terremoto que asoló Lima e n 1746,
~@ 19
s u ya c h~ sico lnvari11ntes castizos de la 11rq11itect11ra espnffo I '
· •. 'r1 1 Virrey Superunda (cf. D. Bayón, Sociedad y arq11ltect11ra
trasponer motivos d ecorntivos de un medio a otro y de una 1
r ª~¡ sudamericana, Barcelona, 1974) se reconstruyeron los
reducid<1 a otra heroica. Así, por ejemplo, no es raro encon ~"''edificios e n quinclta (conglomerado de juncos y barro). De
diseño que originalmt>nte se desarrolló en madera tallada íw~ ·ba a sa lir, no o bs tante, un estío
·1 nuevo, un ba rroco " mo d e 1a-
cerámica y hasta en los textiles, y ve rl o proyectado en amp ,,• -como dice VeJarde- por oposición al barroco " tallado"
gigante en forma de gran relieve en piedra sobre muro. "1r1s mnntMias, siempre e n el Pe rú y e n Bolivia.
Esos motivos prove nientes de las artes aplicadas -si eA 50 \ez, en el C uzco, por ejemplo, se venía desa r rollando
más populares por d efinición- no dejan d e conservar una esdt• mediados del siglo xv11 u ~ barro~o tallado, sí, pe ro basado
nalidad y una fue rza expres iva que ni el cambio de esca l'll'mentos puramente a rquitectónicos: columnas, e nta bla -
material -y sobre todo de arte-- no les ha hecho del tod entos, fron tis curvos, quebf'ad os, etc. Al q ue fa ltaron casi s iem-
der. Por el contrario, diríamos que ese repertorio insufló n> la:. esl:tl lua.; que, al menos, deberian haber apMecido en los
rroco centro y s udélmericano - puesto que el de México, 11kho~ para ellas preparados.
el Ilra ~ il eran ya mils maduros- el vigo r y el en canto d y serrí sólo a fines del s iglo XVII y has ta mediados del xv111,
populM c ut1ndo es ingenuo. Ya que en él apa recen -sin i::uando ntro ba rroco tallado -que ahora lla mamos "mestizo"-
ni concierto- los elementos que complacen a l creadClr y al vaya a hacer s u aparición e n Arequi pa, para de ahí extenderse
rio s in que ni a uno ni a o tro les importe en lo mils mini por tocio el Callao hasta La Paz y Potosí. No hay mayorme nte
sentido his tórico, la lógica o ciertos principios que sólo apa cambio en las plantas y las elevaciones de este nuevo estilo ori-
con lfl cultura llC1m<1da "superior" que Y" ha perdido defi ginal. Lo que ca mbia es la decoración , una especie de l10rror
mente )¡:¡ espontaneidad. varui que llena obsesivamente no sólo las fachadas sino también
Cosfl extri'll'1<1 sin t:!mb<1rgo: c u<1ndo América empiece a ciertos lugrires privi legiados del interior de los te mplos: marcos
ducir un barroco que le se<1 propio, ello oc urrirá en dis • de puer~s y ventanas, intrados de las cúpulas, etcétera.
momentos según el lugc:tr en que nos si tue mos. Así, por e' ¿Qué ha ocurrido? La Historia, en este caso, no dio por cierto
desde fine s del s iglo XVII puede decirse que la Nuevft E un s.1lto. Eso s í, no s<1bemos por a hora por qué - un sociólogo
0 un economisti! quizá nos lo puedan decir- a l revés de lo que
- la m ¿.~ s rica y prós pe ra de la s posesiones esp<1ñolcis- em
ni a expresMse independienteme nte de lo que le llegci de pas.i en el resto d e Amér ica, hay en el Pe r ú y en el alto Perú tal
pa. Y ello porque los cirquitectos, entalladores, pintores esp C'~nl entración de a rtesanos y a r tistas indios o mestizos según
o america nos nativo:. h<1n log rndo una mfldurez que les rn °~ pretenden, además muchos habrían sido de fl n tigua sangre
no coincidir con lo pe nins ulé'lr de la que ya, por o trn part lllrairn noble. No es cas ua l q ue a lgunos agreguen orgullosa-
tenden separarse. ca~nte '1. s u nombre completo la palabra lncfl o Inga como para
En cambio, e n el resto del Imperio -él excepción del actenzarlos.
dor- las invencion es aparecerAn m ás tarde, " princi pi til~ll'l lit~ralmente estos artis tas quienes inventaron, pues, el es-
s iglo xv111, y el mo tivo será exactamente el opuesto al ca (triblllPs~izo. En México, desde Moreno Vilta, se lla ma tequitqui
xica no o quiteño. A falta de modelos y hfls ta d e infor de M!il:~o) a una forma tímida de a rte que p ractica ron los indios
pueden s ubir hasta IA s uperficie de la conciencifl viejas Propil'>;irn en el siglo xv11, introduciendo apenas algún elemento
ciones universales. les. E~ cc~mo el ?isco de obsidi<1na en el centro de las cruces atría-
A veces se recurre il un expedie nte de('(lrativo, otras V q\Ji'' Aese_sen tido, el "mestizo" sudamericano es el "antitequit-
trata d e verdaderns revoluciones estructurnles. En el prime ternas qui se trata del s incretis mo desenfrenado de fo rmas y
estaríél Guatemala, en dlmde se afirmél un estilo decora tiv tSliliz.a~u ropeos antiguos con motivos de fauna y flora loca les
os.
genuo, casi todo reil lizado en argamasa y en el que se ju
120 PRIMERA PARTE ENTREVISTA, RESEl\IA BIBLIOGRÁFICA, PONENCIAS 121

Esa ornamentación se presenta en relieve cortado a biset 1 venta rio. Porque en América Latina hay muchos
protubera nte aunque siempre "p lani forme", tal como la mas de ~ced imientos constructivos, materiales, técnicas,
terizó hace mucho Enrique Marco Dorta. No me corres f
rroc051 ~e forma, gustos, sensibilidades, influenc!as, ~nhibi-
1untade de decirse que el ca mpo de nuestra Investigación re-
mí aquí insistir en los va lores originales del estilo mestjz
ya tiene sus exégetas sobre todo en los esposos Mesa-Gis nes, P~t~camente infinito. .
único que queda decir con ese ejemplo era ponerlo en p Ita prá he querido proponer a este Congreso. Sm deslum-
con la situación distinta mexicana, centroa mericana, ecua Es 10 qu~cl usiones que ofrecer ante tan sabia asamblea, yo
y hasta peruana de la costa en que los elementos siguen antes co tendido esta vez presentar algunas de las reflexiones
geométricos y abstractos durnnte todo el siglo xvm y hasta lo he phar~ tenido ocupado estos últimos meses.
gada del rococó y del neoclásico. e me
La demostración se podría hacer también con la Escuela Eco, Bogotá
queña de pintura, cuya vertiente popular corresponde en
modo a la decoración mestiza de la que es contemporá onenc1.·a presentada
· al Cong•reso de Barroco brasileiro, Ouro Preto, sep-
que me pa reda cu rioso de señalar en esta versión particu tiembre de 1981.
barroco del altip lano es la de su aparición tardía y, en cierta
dida, intempestiva. América que podría haber sido mestiza
de el origen de la Conquista, no lo fue. La acultu ración res
sin duda, tan monstruosa que prácticamente arrasó con
Verdad es que la arquitectura precolombina de toda Amé
se parecía en nada a la europea. La na tiva era de pirá
escalinatas, muros, taludes: es decir una domesticación
natura leza con moles ciclópeas o ba rro seco primorosa
modelado. No habia trasposición posible.
Por eso sin duda, los constructores, los artífices se asimi
durante dos siglos las técnicas venidas del otro lado del
pueblo siguió tejiendo, cociendo su cerámica, decorando sus
jetos y ello mantuvo un repertorio y una sensibilidad. C
por ese mismo motivo que ignoramos, en un momento dad
descendientes tuvieron el poder y Ja habilidad de dar su
propia: nadie se los impidió y no sólo los indios y mestizost
tejaron sus creaciones, los criollos también debieron seguir
admirarlos. Se nota en la fabu losa proliferación de la E
Cuzqueña que, en los peores casos, llegó a ser una industria
todas las características que le imponía el mercado.
Nada de semejante en toda la vasta extensión de AOl
Sospecho que en e l Brasil debe hacer para lelamente una infl
cia negra. En la música ello resulta por demás evidente, h
que explorarlo también en las artes plásticas. Sin forzar em
la nota: de buenas intenciones está e mpedrado e l ca mino
Infierno.
Nuestras d iferencias deben constituir el motor de nuest
yestiga.ción: "en arte lo que resulta interesante no es lo q
igual smo lo que es distinto", decía mi inolvidable maestrO
rre Francastel, en uno de sus últimos seminarios dedicado a
SEGUNDA PARTE
EÑ TORNO A NUESTROS MAESTROS

EL "CASO" PETTORUTI

Cuando de mi se trnta, In gente es capaz de decir


cu<llquier cosa. Si intento hacer algo muy nuevo
afirman que me traiciono a mí mismo. Si, por el
contrario, quiero seguir en mi línea me acusan de
no poder renovarme...

MARCEL. CARNn, en Figaro Littéraire

AY UN "caso" Pettoruti, inútil querer eludirlo: en la Argentina


sector del público llamado entendido es muy severo con la
!tima tendencia de su obra. Aquí, en París, no se le hace la jus-
.lticia necesaria: desde hace años las críticas son, en general, bue-
J\llS aunque tibias. Excepción hecha de algunos entusiastas como
el escritor Georges Pillement que admira y colecciona sus
cuadros; el del crítico Frank Elgar que lo defiende a través de
todas las circunstancias.
Siempre he calificado la obra de Pettoruti - ya sea hablando
en p~ blico o por escrito- como la más importante realizada por
un p~tor argentino en lo que va de nuestra historia. Creo estar
~pac1 ta?o para hablar de ella con admiración y respeto, tratan-
º al m_i~mo tiempo de ser lo más objetivo posible. Problema
~ue fac1.htó la gran exposición: Cincuenta affos de pintura que
ettoruh realizó hace poco más de un año en la Galerie Char-
pentier de París.
d Apenas llegad o Pettoruti a Florencia en 1913, se hace amigo
e:! f lgu.nos de los principales pintores y escritores que militaban
avi; s filas deJ flamante futurismo. En la era del automóvil y del
ex n 1:'? es de extrañar que aquellos jóvenes creyeran que en la
ur~;e~ion de~ movimiento y la velocidad d ebía residir la más
parten e contnbución del arte de ese momento histórico. Por una
Sólo a pue~e decirse que se anticiparon en treinta ai'los, ya que
a ser partir de la segunda posguerra esas nociones han llegado
no ha~~rte del arte contemporáneo. Por otra parte, en cambio,
la soJu . uda también de que se equivocaron en los medios, pues
suger¡;•~n qu~ proponían era insuficiente e ingenua tratando de
que se e. movimiento simplemente por una serie de pinceladas
orientaban según líneas de fuerza.
125
126 SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 127

Pettoruti, sin duda contagiado por ellos, produjo ent 'a ero que generalmente se reduce a un objeto ina-
va rios dibujos interesantisimos que bautizó como diseflos a psicologi ~td e gravedad d el cuadro que proporciona a la ex-
tos (¡hace cincuenta ai"IOs!) y en donde no intentaba reprodr 11\i~dO, ~:r a rtista el pretexto básico para desencaden~r~e. Hay
movimiento sino interpretarlo en términos no representa :-~ó~. . en esto ya que por ejemplo para el neoclas1c1smo de
De más está decir que, en rnzón misma de su sensibilidad, e .•n5 istir ra el romanticismo de Delacroix lo que cuenta funda -
ven Pettoruti no podía interesa rle mayormente la represen °
vsd P~te es el tema, noción alrededor d e la cual no sólo pue-
del movimiento, y de ningún mod o estaba dis puesto, pa nta1meel entonces cristalizar la pintura. El tema, para ellos, es
grarlo, a utilizar pequeños toques de colores intensos. Si co en "(upa lanca para los físicos: "Dadme un punto de apoyo y
a los primitivos en los museos italianos era, precisamente,. que a d "
veré el mun o. . . . . .
que su ideal de forma estaba en los antípodas del futuris los impresionistas, en cambio, la salida con sistirá en la
primer error, pues, cuando de él se trata, es el de catalo fiH•\,,
plente~
de /n luz solar, con todos los deslumbramientos consi-
tnciv ... De la s uperac1on . , d ~ 11mpres1
como un futurista mc1s, sólo porque colaboraba en revistas · ·onismo
· proced en, en f ~n,
·
posiciones con sus amigos. 't>rdaderos padres de la pintura moderna, a saber: Gaugum,
El planteo, en realidad, es muy otro y lo enuncié ya en u n' Gogh, Reno ir, Cézanne. Por último, en lo q~e va de la se-
tkulo para Ja revista C11ndernos (núm. 95, abril de 1965) q undil postguerra has t~ hoy: ' ... los v~ lores que 1~t~resan a los
1

publicaba en París. Sostenía yo allí que Pettoruti tuvo desd rtistas - ritmo, velocidad, deformacmnes, plash c1dad, muta-
principio la intuición de lo que iba a ser más tarde el "cabal one~ transferencias- coinciden con las formas generales de la
batalla" de su generació n: me re fi ero al redescubrimien ctividad fís ica e intelectual d e nuestro tiempo ... ", dice una vez
objeto, como tal. Dice Pierre Francastel en Pintura y sociedad ás t!Se espíritu lúcido que es Pierre Francastel siempre en su
m i traducción al españo l aparecida en Duenos Aires en 1 libro-cl.we Pi11t11ra y sociedad.
"El conflicto alrededor del objeto ha desempeñado para es La fuerza d e Pettoruti en los treinta o treintaicinco primeros
neración un papel que reemplaza al del tema en la época ro :anos de su actividad radica, precisamente, en lo que podríamos
tica, constituyendo la principal fuente de estudio y renovacll llamar su meditnción sobre el objeto, el objeto subUmado y misterio-
Y agrega más recientemente en el segundo tomo de su H so que lo mismo puede ser una frutera, un arlequín o un rayo de
de la Peinh1re Fran~ise (Bruselas, 1955): "En última ins "5<11 que se desnuda en el centro de muchos de sus cuadros. No
fruto del Cubismo parece haber sido la promoción del obje ~ay que téner miedo de las palabras: "objeto", por último, no
rango de las preocupaciones nobles del Artista. A través d tiene nada de peyorativo. En ese sentido pocos pintores - inclu-
jeto el mundo contemporáneo ha hecho su entrada en la pin lns llt1mC1dos metafísicos italianos- h abrían sido capaces de
Po r mj parte estoy convencido entrañablemente de esa !\'sentar entre nosotros el enigma fundamental que es cada obje-
macla del objeto entre la mayo ría de los pintores significa lo, como lo ha hecho durante más de treinta años Emilio Pettoruti.
-excepción hecha quizá de los precursores del arte abstr No obstante, en estos últimos quince años algo, y algo muy
en el lapso que se extiende groso modo de 1908 o 1910 al 1925 portante, ha cambiado en su pintura. Pettoruti, aunque siga
1
1930. Y ello tanto entre los causantes y seguidores del cub
como entre los practicantes del fauvi smo, el otro gran
5 .~diendo a cosns vistas (no quiere que su última obra sea con-
1 eradil <lbstracta) ha aumentado sensiblemente -en tre las
miento artístico de la época. Matisse mismo, máximo rep ~sas Y él- lo que los estetas modernos llaman la distancia psf-
tante de esta última tendencia y el único que la s uperó am ~cn
15
De modo que si bien su experiencia de luces, paisajes, pá-
mente, permaneció fiel a la noción del objeto a lo largo de b ' quooa registrada en Ja tela en forma de planos y colores, el
su vida. Lo mismo podría decirse de Draque o de Léger, dtt() se ha literalmente "evaporado" ante n uestros ojos causán-
gando que también e l o bjeto cons tituye uno de los as on~s perplejidad cuando no verdadera nostalgia. El Pettoruti
esenciales de la obra de Picasso. e loentrado en las cosas recogidas en sí mismas y en silencio, el
Entendámonos. No estoy hablando aquí meramente de tas s colores oscuros, densos como rescoldos grises, tierras, vio-
ralezas muertas sino de lo que podríamos denominar el o " at'g~zu les que se ex<lsperaban apenas en algún rojo apagado,
liberado. Es decir: la "cosa en sí", que puede ser también un lleveun verde, ha dejado <lhora paso a un p intor en cierto modo
humano o una figura reducido~ a su co rporeidad, sin búS() l que rnane¡a forma s más agresivas, más contundentes, que
128 SECUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 129

se afirman sobre la tela de colores imaginativos y vibran -·a y la incomprensión. ¿Quién se atrevería hoy a re-
or~~1... ? Justamente, si la Argentina -y Buenos Aires en
contrastados. Así por ejemplo en la serie que yo llamo:
rota" en que cuatro fragmentos geométricos blancos 0
ros se explayan contra un fondo de formas concéntricas
har:r-
~ul .;
ha llegado a ser estos últimos ai'\os uno de los centros
rnas activos del mundo ello se debe, en buena parte, a
en colores oscuros. .. t1CO- cía y al eje~plo de ~ettoru~i'. Que muchos q ue hoy pa-
EJ otro día, sin ir más lejos, en la mediocre exposición rre I ·darlo -<:ntJCOS, artistas, af1c1onados- Se refresquen la
tulada pomposamente Comparaiscns, había entre el rnon n " ."'en momentos en que sus o b'¡ec1 .ones ar rectan.
.
calificable aJgunos cuadros buenos: un admirable TApiea rn•·1 napor último, ¿cua, Jes son tas o b.¡ec1ones
· que se 1e podr'rnn
nísimo Vasarely, una "carta rota" de Pettoruti... Y con un' Per~~r hoy a Pettoruti, con fundamento de causa? No exage-
crítico español que lo admira decíamos: ¿Y si, por último ~ llamémonos a la realidad. La principal podría ser quizá
ruti tuviera también rnzón ahora como la tuvo hace e dº~~e habiendo encontrado muy pronto su "fórmula" la ha-
años ... ? En el verdadero artista en que todo es intuición s!guido desMrull~do durante treinta años .. La va li.dez de ese
tampoco imposible. Guardémonos de abrir juicio inme roche es muy relativa. No le p(>demos pedir al artista que se
más aún si ese juicio corre el riesgo de ser negativo. Es ~ueve c1mstantemt!nle si ello no está implkito en su tempera-
el tiempo de ju zgar. Esta podría ser la justificación, en el ento. Hay pintores de "tempo" rápido como hay pintores de
de las ideas, de lo que a muchos perezosos mentales les p tempo'' lento. También han acusado a Draque de hacer siempre
simplemente impaciencia o una crisis de mal humor des 1o mismo, y no por es~ dejA~e ~er u.no de l~)S más grandes plás-
do y fu era de lugar. ~cns del siglo. Ademas, en ultima instancia, no es verdad que
En cuanto a Jo que llamaré para matizar, la " incomp ~raqu e o Pettoruti hélyan hecho siempre lo mismo. Eso podría
europea", el p roblema me parece tener en cambio rafees 'quizá p<Hl:.'Cer comparándolos con Picasso cuya misma inquietud
mente d istintas. No se trata aquí, como en el caso de los lo ha llevado, a veces, a termina r un cuadro en estilo distinto de
nos contemporáneos, de una insatisfacción actual con res .aquel en que lo empezó, haslt1 tt1l pun to lo domina Ja curiosi-
la obra anterior, sino lisa y llanamente de la imposibilida dad ...
tuar la obra de este gran pinto r dentro de un sistema que Durante años Pettoruti ha realizado lo que en música se llama
ya completo y terminado como es la pintura mundial muy exprt!sivamente: "variaciones sob re un tema". Si pensamos
cincuenta años. En efecto, el esquema de la pintura oc cómo otros grandes pintores contemporáneos: Hartung, Sou-
estaba ya dibujado de una vez por todas. Al menos lo pa la~es, Tobey, Tapies -sin ir más lejos- repiten prácticamente el
hecho de tener que reconsidera r a un Kupka, a un Pe rnismo cuadro ad infinitum y desd e hace años, convendre mos en
plantea problemas incómodos. Frente a Pettoruti los h que la prl:!Sente monotonía de Pettoruti tiene otros ilustres ante-
dores serios tienen en efecto el deber de preguntarse: ¿q cedentes.
por último, este pintor fo rmado po r los futuristas que no d .Pero ahora v iene tal vez lo más absu rdo y lo que empalma
futurista puro; que su perficialmente parece un cubista a .'rectamente con la cita de Marcel Carné que he traducido y
sin serlo nunca d el todo; que por med ios estrictamente p ~rve d~ encabezamiento a esta nota: por un lado el reproche de
desemboca en una pintura metafísica sin ser surrealista ... ? e ce~. ~H:~mpre lo mismo; por otro, el reproche simétrico de h aber
Todos esos enigmas y muchos más plantea la pres nªrn •ado -él pa rtir de 1950- y de ser infiel a su antigu a rna-
Emilio Pettoruti en la vieja Europa d onde se formó y ad d:ra. ~En qué quedamos ... ? Pettoruti, como todo artista, tiene
vuelto después de treinta años. Y ese es, casualmente, el qurec 0 .ªcambiar o a no cambiar, según quiera o puéda puesto
mism o d e la cuestión: si Petto ruti hubiera sido "lanzad Piae nad ie ~e impedirá ser el dueño único y absoluto de su pro-
1924 por e l mnrchrmd Leon ce Rosenberg - tal como p ces expresión. Y si nosotros nos atrevemos a erigirnos en jue-
parte estaba planeado- su nombre figuraría hoy en todos tis~ue ello sea siempre a condición de no olvidar jamás el afo-
bros d e texto, ocupando el lugar que en toda justicia le l1tejor dque reclama para el a rtista el derecl10 a ser juzgado por lo
ponde. Pero Pettoruti, que iba por pocos meses, se quedó I:; e Sii obra.
años en su patria, la Argentina, predicando la buena nue\11 'l\a~~na palabra: no se puede "liquidar" así, de la noch~ a la
pintura moderna, formando discípulos, librando batallas ª--como pretenden alg unos irresponsables-, una figura
130 SECUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 131

básica como la de Pettoruti. Ni tampoco se la puede i e cambió totalmente mi visión. No, la visión en reali-
porque viene a echar por tierra, con su sola evidencia, los aúfl porqil':nbia nunci't ... pero hay una cosa que yo no sé explicar
mas demasiado elementales que parecen trazados de un¡¡ dad ~~ ~omento pero que cambia: sea el ambiente, sea la luz, yo
por todas. No se arroja el li bro admirable porque no cabe el'\ es ·é lo cierto es que algo
cambia.
biblioteca. No tergiversemos los términos: hay que empe7.él 110
10
~odo que mi obra yo Ja puedo subdividir perfectamente:
nuevo y construir una biblioteca en que todos los libros - Y, pe ·rnera etapé'l hasta cuando estuve en Europa, la segunda
bre todo los más hermosos y profundos- tengan no sólo s en 1ª P~entras estuve en la Argentina que es mi patria, y esta
gar sino su lugar de honor. ~tapa a que es comple tamente otra cosa. En fin, hay dos tiempos
París, 1966
~;~Argentina, desde que llegué el 24 .hasta el 30, y después del
hasta el cuadro que se llama Los cmmnantes.
30
ENTREVISTA A PETIORUTI
BAYÓN. ¿De qué año es?
r moRUTJ. Los caminnntes debe ser del 47, creo ... Es ºO:ª .etapa
BAYóN. Maestro, en su libro Un pintor nnte el espejo, u sted dice completamente distinU\. Y es muy d istinto lo que estoy vtv1endo
lo referente a su vida pero yo, esta tarde, quisiera que desde que llegué aquL
ramos más bien de su arte.
BAYóN. Y los Soles fríos, la serie de los soles fríos, ¿cuándo e m-
PETIORUTJ. Bueno, hablo de mi vida pero también hablo d pieza?
arte, ahora que yo no podía dedicar el libro a hablar de mi
porque el libro es biográfico y entonces tengo que el udir m PEnoRUTI. Los soles fríos empiezan, más o menos, en el 40.
cosas, pero que hable tan poco de arte no me parece... ¿ve Del 40 son los primeros bocetos. Cuando fui a los EUA invitado
por el gobierno norteamericano ya llevé dos soles ... no, tn:s
BAYóN. Sí, pero yo me refiero a otra cosa. Yo comprendo soles ya terminados. Uno está en Seattle, los otros se han vendi-
usted tiene la actitud que tienen los buenos artistas: por un la do, están en otras partes, no sé en dónde ...
pudor de hablar de su propia técnica, de sus propios probl
Y, por el otro lado, el orgullo de saber perfectamente que ust BAYóN. Una cosé'l que me intriga es que en un momento dado
un artista importante y que entonces puede "calla r" ciertas la figura humana parece desaparecer de sus cuadros y es ree~­
Hoy yo vengo a fastidia rlo en el sentido de p reguntarle pla¿ada entonces por otra cosa: ¿es el problema de la luz?, ¿co-
sonsacarle pequeñas cosas. Por ejemplo, yo conozco bien su mo explica usted ese fenómeno?
desde hace muchos años, y la admiro y me voy acercando
gresivamente a ella. Y últimamente leyendo su libro y vien ORUTI. El problema de la luz es un problema que me ha
catálogos de sus exposiciones europeas me he dado cuenta fiteocupado siempre desde muy niño, inconscientemente, desde
qué punto su obra es muy homogénea. Es decir, desde que uego. La luz es una ~osa que me ha preocupado y me sigue pre-
era muchacho hasta este m ismo instante en que sigue pin ~upando. Porque yo no veo "cosas oscuras", es que quizá n?
yo encuentro una gran unidad en su obra. Yo quisiera que da!uedo ver.. . Lo cierto es que aun en las sombras yo veo clan -
me dijera si está de acuerdo con esta idea, o si ve que su obi del ' veo un cierto reflejo, ¿entiende? _Aunque usted ~e ponga
podrfa subdividir en ciertas graneles etapas. " ante algo pintado de negro yo veo siempre una claridad. Pero
e~ es de.ahora, ha sido siempre así. Sólo que ahora es más cons-
PETIORUTI. Lo que usted dice es la pura verdad. Hay ~~ tná~te, s1 se quiere. Por eso es que mis últimas cosas son nada
dad completa en mi obra. Pero en cuanto a si se puede d1v1d ella que luz... Y aunque esté recordando cosas de La P~ata, de
etapas, yo creo que sí. Hay la época italiana, la argentina rop~~o yo ~ra niño, de cuando yo era joven, antes de.venir a Eu-
se puede dividir en dos etapas- y la otra etapa cuando
para acá, a París la última vez, me refiero al 53. Esta es otra
ª
t!iern Primera vez, son siempre cosas muy luminosas: Por
Plo, las de la última exposición que hice en Buenos Aires Y
132 SECUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 13.J

que creo no ha gustado a la mayoría (Clunque haya vendi recio: en donde hay un rojo usted puede poner un verde;
dos los cuadros eso no quiere decir que guste; quiere dec¡ l 1cho fuiy un amarillo usted puede poner un azul.. . es lo mismo.
hay compradores que siguen a un artista, que es muy distin LiLlnde i" ser no puede ser élbsolutamente. Además hay una
La galería era un poco oscura. Yo no creo e n la luz directa ..1...1<1 puel " genE>réll
_.in ' que es l<l que olvidan algunos pintores, por eso
el c uadro, porque ya lo sl'l bemos todos que la luz "mata" tnl'lilli<
en ., cuadros se puet<e J
Cí'lm b'1ar un co1or po r o tro. p orque ese
11
lor. Y cuando un cuadro recibe una luz de frente, fuerte, a en ~ • e~lá subordinado a un tono general. Po rque se confunde
temente esa luz " juega'' y juega sobre todo para quien no cPlf•r ~<~ c~lor y con valor, y qué sé yo ... El tono es como en la
luz, para el que no tiene el sentido de la luz. Pero para aqu 1onC1 ''t1 en que un violín sigue siendo violín pero está entonado
tiene sentido de la luz no juega nada, porque destruye 1 l)íljll e:; •
" deterrninél d a nota: e1d o, e 1re... y sigue
. . d o v .io )'U"\ como
sien
tices, destruye lo más fino del cuadro. Aquellos matices que
se queda mirando en un buen cuddro y que ve más, y
L; ~:Uta si!,'1Je siendo flauta, pero están todos entonados en un solo
1 l ir y fo mismo es e l cuí'ldro. Puede haber azules y verdes, pe-
más: eso lo destruye completamente la luz directa. C<'
ni est, { ' n entonados d~ntro d e una ga m~. Ese azu l, s1. usted 1o saca
1
del curldro no es más un í'lZu 1, es cua 1qu1er otra cosa.
BAYÓN. Esto es muy importante, porque pone e n tela de j
Ja manera modérna de colgM los cu ad ros. ¿Usted cree ent BA'Yo:-J. Yo, que tuve la desgracia de no ser s u a lumno, le

tonrlci11n genernl?, ¿dabí'l una 11mpnmac1on de for1do como los


que la luz difusa, que lél luz tamizadí'l es ideal? ¿Qué fond prl•gunln ahora: ¿Cómo les en~ ~ñab~ a su.~ él~~mnos a dar esa en-
muro --esto es interesante para sus coleccionistas y para los
seos--, cuál es el fondo de muro ideal para colgar s us cuad itclllann!:> antiguos? Expliquemelo usted.

PE'ITORUTI. Vea, yo creo que el fondo ideal -no para los ri:n oRL n. No, en la pintura í'lntigua, sobre todo en los frescos,
sólo, para toda la pinturn- no es el blanco. Porque el bJ va estil entonado el color porque se lo mezcla con yeso. Mientras
"manda" reflejos ... Como tampoco para vivir, porque yo ql que u~ti.>d no puede hacer eso con el óleo. Entonces yo para con-
vivir e n una casa tranquila y la casa tranquila es s in reíl st-guu t!~o les ponícl 1uces artificiales. Por lo p ronto yo cerré
Entonces el muro tiene que ser de un gris neutro que no toda~ (,.¡s ventanas y hacía pintar con luz artificial. Después al
ningún color porque la pared blancél mata todos los blancos modt'lo yo no le poníí'l siempre la misma luz s ino va rios focos,
más de los refl ejos. lrl•s, CIMLro, de arriba, de t1bajo, de costado ... En esa forma iban
aprendiendo de él poquito ... porque es muy difícil. Además a ca-
BAYÓN. Sigamos con esto que es muy interesante y con lo da '.tlumno hay que seguirlo porque es un "caso". De modo que
ya me ha contestado a varias preguntas al decirme que los yo 1b,1 t1grupando a los alumnos más o menos dentro de s u ten-
res sólo aparecen en el cuadro grncií'ls a una luz tamizad~ q dt.>nn;i, buscándoles un modelo. Después yo nunca les corregí
los destruya. Ahora sigo preguntando: ¿Usted es consoen cu~ t>I pincel s ino hí'lblándoles. Porque es lógico que yo pinte
esa gama oscura suya? Para mí es muy original su "gama me¡or que un al umno.
ra" desde el principio de su pintura. ¿Oscura? Digo mal,
mismo me acaba de decir que en la oscuridad usted ve refl BAYu'. Volviendo a las cosas más generales porque de la téc-
matices. Si usted piensa g loba lmen te en la buena p intura ~1~ª Y<t ~en:'os hablado algo, ¿usted mismo cómo se sitúa dentro
1 ~f
temporáneél a la s uya -a fa paralela, no a la d iametraJ 0111 1
v m1ento general de la pintura moderna? En su libro us-
opuesta- tendrá que convenir que s u gt1 ma pasa p or ser ~s\ dice muchas cosas pero yo no sé bien cómo se conside ra a
gama todt1 en mt1tices, toda en finuras, toda en "va lores". ¿U ll'd~ 011smo. No es que yo quiera clasificarlo a la fuerza, pero us-
es consciente de eso?, ¿siempre lo fue? d1t IP~ult.1 un í'l r tistí'l muy "inclasificable". ¿Usted se da cuenta
t>sq'· Es un e 1og10
1, 1.., q · ... pero tam bten
· • es un 'inconveruen
· t e para
PEiroRUTI. Soy consciente. Desde el momento en que ''sa le" lle n< '"'ocu
... pamos de estas cosas.
consciente... hasta un cierto punto. Yo no sé cómo explicarle Pi!
que es una cosa difícil de explicar, ¿verdad?, pero yo no e Pil'lt flC>J<L TI. Bueno, clasificarme es una cosa muy difícil. Hay
ciertos cuadros, d~ dertos grandes pintores que venden ort.>s a los que usted los puede clasificar e n seguid a, por
134 SECUNDA PARTE EN TOl~NO A NUESTROS MAESTROS 135

ejemplo, el caso de Ilraque. Braque es un pintor eminen RUTI. Indiscutiblemente que ya hay alü una cierta cosa
francés ... y usted sabe cómo es lo "francés", o lo "itali J'ET'fºse puede definir todavía y que quizá se definirá dentro
"espai1ol". Picasso, no hay duda de que es un pintor e e 11040 0 50 años, yo no sé cuándo. Pero hay una cierta cosa,
mente español. No puede clasificarlo en o tra forma. JO, inconfesado, inconfesable de querer ser algo. Por eso yo
viene la tendencia: que si es futurista o si es cubista. _cteseoue toda mi obra, sobre todo la que va del 14 hasta el 24,
nombres, nada mt\s. En la realidad hay hombres, hay a uiero ~ la Argentina, quiero 9ue quede en mi pafs. Yo quiero
se acabó. Todo Jo demás no tiene ninguna importancia ... uelvd ede por una simple razon, es decir, hay muchas razones
¿Por ejemplo quién puede explicar lo que es el cubis u~ci:oy a confesar una: para que se vea qué es lo que se hada
blan de cubismo analítico, de cubismo esto y de cubismo lo
No, si los pintores nunca trabajan con "programas", los p 1 Argentina entonces ... y lo que yo llevé. Porque yo llegué a
:rgen tina con una obra hecha. Se habla del 24, pero allí ha-
se hacen después que se ha creado la obra ... como el fu )>I cul\dros d el 14, del 15, del 16, no eran solamente del 24. Es
también. Y eso que el fu turismo es el único movimiento ªe la gente y los críticos no miran esas cosas, no confrontan.
que ha nacido con un programa. Será posiblemente por ~ando yo llegué a Buenos A ires, ninguno, pero absolutamente
moque después ha hecho menos que los otros ... Porque Jlinguno de los críticos creyó lo que yo les decía, me trataron de
aJ futurismo, si usted saca a Dalla y a Boccioni -no como futurista, de loco ...
sino como escultor, y como escultor en cuatro o cinco e
¿qué es lo que le queda? Ahora ha salido el "nuevo futu BAYÓN. Pero cuando uno se anticipa mucho a su época no tiene
pero no como muchos creen qu~ se quiere reanud~r .ha · con quién hablar. Yo no lo conocía en esa época porque yo era
turismo ... no, es la "idea" fu turista, que es muy dishnto de un nir'l o, pero yo sé que usted no tenía interlocuto r. Y usted los
las explicaciones que se puedan dar. Tal es así, que en la Hformó", por eso digo que usted es uno de los puntales ...
exposición en Prato -donde yo expuse urm cantidad de
todos eran abstractos, nadie tenia que ver con el futurlsmo. PrnoRUTI. Claro que en la Argentina no había con quién ha-
blar. Por ejemplo, Atalaya, que dicen que era el mejor crítico, no
BAYÓN. Usted acaba de decir una cosa muy interesante tenía ni noción de lo que era el arte moderno. Como hoy hay
me viene perfectamente para pasar a la siguiente p criticos allá de los que yo nunca he oído el nombre ...
Usted dice: "Braque es un pintor franc~s." Y hay que e
historia de la pintura francesa, el carácter francés para en BAYóN. Bueno, pero algún día hay que empezar. Ya sabe que
todo lo que eso quiere decir. Ahora, yo a usted lo veo un -en Sudamérica todo se improvisa un poco ...
muy "argentino", ¿no le parece?, aunque cuando hace el
de su vida resulta que hél pasado una gran p1ute de ella af Pm o1für1. Pero eso es también acá ...

PETIORlITJ. Eso no tiene ninguna importancia. Porq~e 1-f BAYóN. ¡Ah! Entonces ya ve que en todas partes cuecen habas.
que hubiese estado en la Argentina hubiera seguido s1 ay que tomar en cuenta que estamos en un momento de des-
pintor francés. No hay nada que hacer. Además, otra concierto ...
hay un arte "argentino", no puede haberlo, es un pafs rn
vo. Al clasificar a alguien como de Francia tenemos en e ci~~OR1.JT1. ¡Es que no se puede admitir desconcierto en una
"edad" de Francia o la de cualquier otro país europeo· a como París, que vive del arte!
puede inventar unA tradición: es una cosa colectiva, ya ~ea
nacionalidad, ta religión, la polftica ... todo. Es un sentir deB~Y<>N. Sí, pero usted sabe que sigue estando el Louvre, el Jeu
voy de eso nace la personalidad artistica. ei;tu aume, el Museo de Arte Moderno y otra serie de museos
tO(icfe~dos . ·. y que lo otro está hecho para contentar un poco a
BAYóN. Bueno, pero cuando los argentinos lleguen a de ote ~undo. Tiene razón, pero yo quiero que usted me hable
arte propio, usted será uno de los puntales de ese arte, que ~as _cosas más suyas. Por ejemplo, me dijo el otro día algo
en usted yo ya veo ... e interesó mucho: que en estos últimos ai'\os usted "re-
136 SECUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 137

cuerda" infinidad de cosas y quiero que me explique qué n una gran fuerza; y la gama, que yo llamo oscura,
recuerdo ... f11ltl Y ~~d me ha aclarado que no La considera oscura. En fin,
f1ll ue u. nte htiblélndo de pigmenlos, los colores de sus cua-
PETIORUTI. No es que yo recuerde sino que se me vien ncretílrnle 1 los de estos últimos at'ios en q ue hay contrastes
cabeza cosas de cuando yo era nirio. Por ejemplo, he os - s,1 los Vl
colores de sus cua d ros son "btlJOS
• " d e tono. p ues
ahora unos cuantos cuadros que reflej;rn -para mí al ertéS-, as tres costis: presencia misteriosa, gusto por la perfec-
que reflejan cosas de cuando yo tenía 14, 15, 16 años. n, en e::.a "sorda", yo veo una raíz de argentinidad. La hay en
BAYóN.Esto es muy interestlnle: ¿Y cómo puede " pa ·
ºílrrXa
11
suya tan trabaja?a, tan perfectamente realizada, La
ese ,1mor por los matices ... En sus cuadros, usted lo sabe
recuerdos al cuadro? ¿Es un recuerdo visual, de una luz ... Y. en ue yll hay cien verdes, hay cien grises, hay cien ma-
e¡or qy el qu~ no sabe ver, natu ralmente, no los distingue.
PETIORUTI. Es un rec uerdo total, no es v is ual sola men º~'
cuerdo el paisaje, recuerdo el so l, po rque nuestro sol ri:rroRUTI. Bueno, hay quien no sabe ver y quien no quiere
distinto del europeo, es lo que la gente no ve. Es un sol co l'rlos...
mente distinto. Por ejemplo, en París es un sol tenue, todo a
do, envuelto, ¿verdad? No es lo mismo que el sol italiano ... DAYóN (riendo}. No, usted sabe que generalmente no los saben
también, según las regiones de Italia. Pero e l nuestro ti e~ ...
ptirqut:! un pintor distingue muchos más colores que una
cosa muy especial, yo no sé en qué consiste. ¿Será demasi persona común.
jante, demasiado crudo? Yo no sé lo que es. Vea que yo he
pintando durante diez años unil serie de soles donde el sol rrrroRL TI. No todos los pintores ...
personaje principal del cuadro... fa decir, imagínese el p
que yo tenía: usted toma un pedélzo de sol y lo mete acá a B,wu-.; . Sí, tampoco los pintores, los coloristas ... Este amor
Se le cambia la perspecti vél, se le cambia todo completa suyo por lns mil tices, ¿es una cosa de siempre?
porque hay pedélzos de sol que dan sombra, hély sombr
traen luz y todo eso me lo ha hecho ver lél oscurid<ld, no es PEn oRUTI. Sí, de siempre. Si usted viera unos estud ios de pa-
luz que yo he visto eso. Yo, por ejemplo, debajo de esa oto fios que yo hice en La Plata antes de ir a estudiar a Italia (y los
que está ahí. .. yo nó veo nada oscuro, yo veo una canti tengo presentt?s porque los acabo de ver, los tiene un hermano
cosas claras, de cosas "transpMentes", más que claras, qu• n:i10.. •) usted vería unos estudios de pai'\os con un candelero en-
que me pasaba a mi cuando empecé a hacer esa serie de sol ctma que son todos oscuros. Con una diferencia, que entonces
do es transpa rente, usted tiene luces fuertes q ue son tr Y0 ,,los hacía sobre una tela bastante grande de una sola "senta-
rentes ... entonces no so11 fuertes. Usted tiene sombras mu da ' porque era tan ignorante que yo crefa que la pintura, para
curas que no son oscu ras porque esas sombras traen, vi ser realmente pintura, tenía q ue hacerse en una sentada.
acompañadas por un reflejo, ¿cúmo va n a ser oscuras?
BA'YON. ¿Y se ven las pinceladas en esos primeros cuadros?
BAYÓN. De todas maneras yo insisto: usted en su libro e
cómo ap rendió copiando a lns primitivos italianos en JOS ORUT1. Sí, se ven muchísimo las pinceladas, todas.
seos. Ahora bien, por la técnica, por la perfección de la
comprendo perfectamente que usted quedó muy marcad 8
A'rüN. ¿Desde cuándo no se empiez.a a ver la pincelada?
ese trabajo en los museos. En Cc1mbio, en Ja gama de colo
veo la influencia ... los colores de los primitivos son aca~a cu:ETTo1<ur1. Desde cua ndo yo empecé a estudia r y a darme
dos: rosas, azules pálidos. Yo insisto, perdóneme que ins cornnta, ª estudiar los primitivos. Entonces yo hacía una cosa:
ro es una de las cosas que me preocupan en su pintura .. • de:;::~ba.una arpillera, rústica, le unía las hebras con una cola_r
pr~cupan bien, en el buen sentido): la presencia de Jos C<>rt es P•.ntaba enci ma con yeso puro, de modo que así no podia
na1es y de los objetos, que yo encuentro muy extraña, co er el pincel. Y fue así como empecé a "castigarme" Y afortu-
138 SECUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 139

nadamente que hice eso, intuitivamente, porq ue no 1 Ambas cosas. Un pintor tan lúcido como T.-C. podía
forma ... Yo tenía una facilidad enorme para pintar, y esa tal~55· I lujo de conservar para sí o para sus afortunados
es la que ha matado a mucha gente y me hubiese mata rrnit1r e ebras que él reputab<1, por ejemplo, como "cabeza de
también. r.~er~sd~cir ese raro punto " partir del cual parecen germinar
rie / 7 s de lo que será el futuro de la obra. En otros casos pue-
11
BAYÓN. Ahora, para terminar, si hubiern que resumir !Rl'1l1 .ª teresado en componer su propia "anto logía", es decir,
que usted tiene de la pintura, o de la suya en particular e ~star in por las flores, esos momentos de brillantez que todo
ría: ¿Es un problema de color, es un problema de luz, de q chnélr~~ene1 al menos una vez en la vida. Otras en fin -para se-
dd~r ¡3 im<1gen botánica- querrá sobre todo atesorar esos
PETIORUTI. Vea, la pintura es un problema de todo. Es un ¡~~~;impares que son los frutos, la conc.lusión .lógica, la c~I­
ma de luz, es un problema de forma, es un problema de ~ ción de esa implacable cadena sucesiva de impulsos, an-
está todo junto, no se puede desligilr una cosa de la o ~n·~nes tentativas, fracasos, logros. En el ciclo vegetal -como
pintores que son "coloris tas" porque ven más el color qu~ 1
"1 hu~ano- cuando se ha lleg<1do al fruto se ha llegado otra
Hay pintores que son más luminosos, que ilman más la 1 enzea la semilla de lil futu ra gestación: el ciclo queda cerrado. En
otros y entonces sobresale la luz porque el pintor ama eso. ; sentido, fil obrn "acabada'~ !º es en el dob~e ~entido de conclui-
otros que aman todo por igual y entonces "salta" todo, q da completa en sí, pero wmb1en en el más perfido de exh~usta.
los más g randes, ¿verdad? Y amando todo por iguál ellos Í3c1st.a de lenguaje hortícola. Las obras -buenas o ~ed1ocres--:­
dan cuenta ... porque no se puede pintar razonando, hay han estado así colgadas varias semanas y me han servido de esti-
mento en la pintura, llámese "inspiración" o como usted mulo il la calma reflexió n, que es 1<1 única fértil. Han sido un ver-
en que el pincel "va para allá" y usted tiene que ir para al dadero i1l<1rde en este año de centenario. Puesto ahora en la dis-
puede ir para o tro lado. Que es lo mismo que cuando se yuntiva de abordar el tema, recuerdo lo que espontáneamente se
usted quiere escribir ... y no, tiene que escribir como van me impuso en una visita-conferencia que di para otros profesor~s
do las cosas y no como usted quiere. Y si hace lo que de arte. Puesto yo mismo entre las cuatro paredes de la exposi-
quiere después tiene que volver atrás ... En todas las e ción, sintiéndome literalmente rode;ido del "espíritu T.-G.", de-
igual, yo creo. A mí me pasa lo mismo cuando escribo. El cidí atacar la demostración por l<1 polivalenci<1 del g ran artista.
lo he hecho con grabador, pero después del gra bador vi Siempre es tentador comprobar cómo el artista dotado tiene ante
chica que me lo pasa a máquina, y desp ués viene el tr si y n11riori todos los c<1minos. Lo malo -o lo bueno-- es que no
Bueno, y aun después de estar grabado y después de estar sc1be cuál es el suyo. Ser él, pues, cons istirá en elegirse y recflllzarse
do a máquina y qué sé yo ... hay cosr1s que sa len como sal a cada instante frente a sus propias facilidades, y ello a lo largo de
Jo mismo es la pintura. to<fa un<1 vida. Es decir: una acción y no un fatalismo. El artista
París, 1970 co.rno cualquier otro humAno se asume y se crea de sf mismo en sr
m~smo: mc1teri<1 prima y artífice a un tiempo. ClAro, dirá un pesi-
b1.sta: todo eso lo hace a partir de ciertos datos básicos. Se nace
REFLEXIONES EN TORNO A T ORRES-GARC(A bi\Jo, alto, rubio o moreno, sensible o torpe. De acuerdo. Sin e.m-
~rgo, _a pa rtir del d<1to b~sico estoy convencido de que el libre
Acabamos de tener ilquí una milgnífica exposición que, ju ~i bedno ex iste y actúa. La historia es la historia de los volunta-
con las pal<1bras, hubiera podido titularse: Los Torres-García nº~os
1 (hasta paril el mal). De los blandos o indecisos no se escribe
Torres-Garcfa. En efecto, se trnra, nada menos, de la colecci
obras que del grnn artist<1 uruguayo posee su familia en 0 e hnblri; ellos mismos se borrnn, se disuelven en el tiempo.
l'.-cbr~ro co11structor, constructivo, constructivista lo ~s siempre
tevideo. me ·en ,grado sumo. Él es 1<1 araí'la y la tela de arru'la s1multánea-
Circunstanci<1 siempre interes<1nte y que intriga al histo Plante. El enca rna la teorítl y la ejemplifica en la práctica. Él se
q.~e hay en mí: las obrils que el artist<1 elige dentro de su P • (l¡u~lea todos los problem<1s y los resuelv~ o cr~ ~esolverlos
cio~, ¿a qué se deben? ¿A lo que él cree distinguir de sup nos para el raso es lo mismo dentro de esa d1aléctaca interna que
cahdad o de crucial en la decisión? ¿A razones pu ramente sirve para la acción).
14-0 SECUNDA PARTE ENTORNO /\ NUESTROS MAESTROS 141

De jovenzuelo, en Barcelona, T.-G. asiste a la Academia 11


serlo y no se pone en cuestión, en una palabra: el cuer-
frecuen ta los cafés artístico-musicales~literarJos. Un dibujo ~odt>él ~n 1,1 mente sñ na o viceversa.
en Ja exposición que en esa visita-conferencia me inspiró 1 ~ani• ~pre~nación d e Torres sí es fundamental. Bien mirado,
1
objeto privilegiado con el cual ilustrar una lecci611 de cosns. f::>lél to modo, todo su futuro arte saldrá de Puvis de Cha-
taba - se trata- de una "academia": un desnudo de adol l •n t lt'r ¡ mt>nos como espintu.• · Es esto 1o que ve e n t onces e l
1
larguirucho a la carbonillél, perfecto dentro de su misma c 111ine~ 1 ;res cuando empieza a afirmarse, a ser él y no todos los
ción. Eso, digélmos, parél contentélr al profesor. En los már fl'·en Jl'e contenía difusamente en potencia desde el principio
del papel, en célmbio, T.-G. dibujó con la misma carbonilla vtro~ l1 1... s u carrera. El Mediterráneo le " tira "; como le tira el
-isfllt l " • •
sa brosos croquis de muchachas, tales como las que podía v "' . n 1 1 1 ~ mo cAtalán que se respira en Barcelona en esa epoca
las Ramblas, en el paseo, en los talleres. Caminan ufanas, se ª''º ' .,
1 11
posición a lo castellano, andaluz, gallego, vasco. En una
ven: mangas-jamón, como se usaban entonces (estamos aún a Ct~~lbrcl ft1 ''otro" español, en cuya fórmula figura también el
d el siglo), sombreros con golondrinas y velos CC1 l11dos1 somb f:cho de ser nacido suclame~lcano. ., .
abultadas y téllles de mariposas estrangulados por el corsé. Si ¡wrn no sería eso todo s1 no contáramos tamb1en con el 1rre-
es la vida tal cual . Ap1111tnda en bruto, y no o rganizada o estil sbtiÍlll '.1f.in del r:iuro". El _muro es s~I? hambr~ d e arquitectura
com o en la academia. Vestida del modo absurdo y pasaje y quien dice arqu itectura dice format1v1dad, solidez, perm11nen-
momento. Toulouse-Lautrec puede ser el inspirador o, sin ir i.1 d1.•... tin1>. Automá ticamente la fo rma clásica se vigila, adopta
1

lejos, los dibujantes a la moda como Steinlen o cualquier o clct 1tudt>s noble::., reposadas. La anticrispació n es de rigor. El
decir, en el muchacho uruguayo desde un principio hay si ' color -t'S una ley sólo subvertidR por Gauguin- al hacerse
menos, para dos artistas diferentes y complementarios: un" clásil'<' ..,e aclrtrñ, imita al fresco, se empolva de grises, de ocres
co" y un " moderno". Lo mismo va a ocurrir con el color. Se 1 (recu érdes~ si no e.I cubismo analítico). Torres se adapta como un
sena a ponerlo moderado, claro, llenando la forma previa termo::itilto, como un fotómetro, a cada impulso exterior y lo tra-
dibujada. Y en cartones contemporáneos a esos, más que e; duce en un impu lso interior. Cuando más clásico, más duro, más
tos ejercicios, vemos en Célmbio desatarse en él a un "posible puro, m,1s cl11To --en todo sentido-, más estático, más grande:
presionista, a un ftmve precursor. ¿Va esto encaminado a una el muro.
rrera a lo Matisse, por ejemplo? No por cierto. Nosotros sab En 19 \ll un amigo argentino, el escritor Roberto J. Payró, que
la continuación y el desenlace de la historia: eMá ahí mismo, está dl· di plomático en Bélgica le consigue a Torres un trabajo
ta sobre las paredes. Después de unos dibujos convencio inter~.in te. El encargo de pintar unos murales para el pabellón
para ilustrar revistas (no sólo de pan vive el hombre ... ), de uru¡.;u,1y11 en la Exposición Universal de Bruselas de ese año. Te-
ga tos "parisienses" a las mujeres sintetizadas en mancha n ~emo-; aquí los cartones de ese proyecto y eJ estudio de alguna
sobre papel blanco, de pronto aparece en T.-G. otro amor y figura wande. No se me entienda mal: no digo ni remo tamente
urgencia que 11 primera vista al menos parece un tanlo ines 1lle w trr1te úe obras maestras, ni mucho menos. Digu solamente:
da: se trata de la inspiración en Puví s de Chavannes. La 1
.ª fc~rtuna está echada! Todo lo que Torres pruebe d espués: impre-
sufrió también Rivera un poco más tarde. ~•onasrno espontáneo de los puertos, agresividad del arte negro,
Creo atribuir esta influencia a dos caracteres de Puvis de ~lll•tac1t1n del fresco pompeyano, col/age de viejas maderas, todo
vannes. Uno, el de ser el único gran mura lista de su época;. dn r na palilbra, habrá quedado para siempre organizado a partir
el de haber comprendido, estilizado--0 como se diga- la f1 h~ .11· rnurr1les juveniles. Algunos de los cuales se ven otra vez
clásica en lo que ella tiene de concentrado y de estable. Ca. de>h e~ t>I Salón San Jorge, de la Diputación de Barcelona, después
gura de Puvis de Chavannes posee así una jerarquía p rop1 nª er estado cubiertos durante muchos años.
inscribe, por asf decir, dentro de un sello que resulta múl '-u r··~ro q~i; hay que saber mirar bajo el agua, porque todavía en
porque puede combinarse al infinito con otros semejantes gllst•gudrac1on superficialmente sobrenada el indestructible mal
valentes. Son como las letras de un alfabeto con las que se lo" y() e la epoca. , con todo, esas pinturas
. poseen un "esque1e-
criben palabras y, con ellas, libros, bibliotecas enteras. O sea: "l'<'esr1Li nque Torres en el futuro pueda aún equivocarse muchas
la fi~ración, sí, como toda la significación. Claro que de la JI iern <~ 1111rnn11m est), no hay dada de que sus obras tendrán
mediterránea, cuyo ideal táctico es el equilibrio. La forma q Pre: ese esq ueleto, es decir, estructura. Los mal pensados
142 SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 143

dirán que sólo les queda eso; sin embargo, en el arte como . to" sus casilleros en los que alojará sus logogramas. A ca-
vida, más vale que sobre esqueleto y no que falte. 1111~ 0 espacio le a signará una pieza de su ajedrez cabaüstico.
O tro día Torres tendrá la intuición -co mplementaria de la a'ª'ªen los tarots cada carta de Torres -<ada símbolo- lleva
0 r a afectiva y significativa. Pero es en la "constelación"
terior- de "aplastarlo" todo. Quiero decir, de organizar la
dad visible, interpretable, en sólo dos dimensiones, las d e la u c~e~e lee el d estino. Es decir, cuando cada carta al salir del
largo y ancho. Abstrayendo la tercera qu e es la que, s l"' 0
se vaya articulando con las otras para formar un "dibujo"
Merleau-Ponty, nos revela nuestra dimensión existencial. es al mismo tiempo un "mensaje". No hay entonces valores
lo que sugiera pues la profundidad, debe quedar abolido ~eolutos sino los que podrían llamarse valores relativos, posi-
menos reducido a mera indicación: la perspectiva, las so .0~afes: es decir, cada elemento vale por el sitio en que está y su
propias o proyectadas. La visión plástica de Torres se organi "!ación con la totalidad. Los psico¡:inalistas interpretan los com-
como cuando miramos un paJsaje con gemelos de larga dis panentes del sueño según quien lo sueña y en qué circunstan-
cia: los planos se acercan entre sí y se superponen como hoja das. Una araña no ~ignifica lo ~i~mo para un hombre que para
papel. Son las bambalinas, los practicables a los que queda 1 una mujer, para un JOVen o un v1e¡o, para un blanco o un negro.
tada nuestra vieja y familiar realidad palpable. Ensaya No hay tanto sueño como soñantes.
proezas de intuición primero en dibujos de casas y puer ¿Tenía razón Torres en esa búsqueda s imbológica o andaba
pronto las lleva a las telas. El color del ó leo quedará automá descaminado? No lo sé, y francamente no me preocupa demasia-
mente rebajado. No a los tonos claros como antes, sino a los do. Sólo sé que plásticamente estaba maduro y que -como en la
ses, a los ocres. Su paradjgma consistirá entonces en una ga arquitectura clásica-, manejando un número restringido de ele-
sin acentos y sin vibración. Como en las mejores fotos en bíai mentos era capaz de conseguir un número infinito de combina-
y negro, el artista trab¡:ija por valores. Cada tinta aplicada y ciones. Distintas todas y eficaces en su misma aparente austeridad.
por el espectador corresponde -en la trasposición- a un Todos los esfuerzos parecen madurar juntos en él para dar su
dadero color que ha perdido interés para el que pinta (y su estilo inconfundible. Ese estilo que será transmitido a los dis-
gado, el que mira) en razón directa de la busca de imbrica d~ulos, más como una "vía" que como un fin en sí; vía que
composición y, más tarde, en el simbolismo de cada elemento milagrosamente no llegó a anquilosarse. En la epifanía de un
la "escritura". En el rompecabezas de esas primeras "cons arte autosuficiente, arbitrario en sus leyes como todo sistema
ciones" portuarias, cada pjeza parece colocarse sola en su cerrado. Pero manifestación de tal coherencia, tanta lógica inter-
por la atribución de una ¡:iltura de tono. Prácticamente el sis na, tan trabada, que se impone al espectador de una vez por
está ya perfecto y maduro a partir de los anos 1929-1930. ~~s como un sello rotundo que se nos aplicara al rojo vivo.
Que Nueva York, donde estuvo entre 1920 y 1922, le I, cuando en un museo o en un libro vemos un cuadro gris,
mostrado quizá el primer auténtico "Torres.Carda" con sus ~· rosado dividido en casilleros imbricados los unos en los
cacielos frontales hechos de ventanitas verticales me parece ~os: ostentando cada uno su figura ritual: sol, hombre, casa,
casi indiscutible. Al menos fue el detonador que desencad pr~ sa~emos sin saberlo, sin siquiera pensarlo, que estamos en
reacción en serie, pero el uranio explosivo lo llevaba ya 1b s· encia de un cuadro de Torres-García.
en sí, al menos desde hacía veinte años. Algunos de los mej hac~~ emba_r~o, él mismo, como todos los grandes, después de
dibujos de Nueva York interpretan precozmente ya ese pa derechprosehtos y fanáticos, se reservará siempre e l supremo
urbano en altura característico de la ciudad moderna. su.ge . 0 de cambiar sin remordimiento cuando así se lo vuelva a
En 1925, al fin en París, la especulación llega a un punto Pendnr su intuición. Tendremos entonces algunas de las estu-
que hubiera debido amanerarse o cristalizar. Para fortuna su Ja d~:dobras de cinco colores intensos que pintó a principios de
nuestra ocurrió lo segundo y no lo primero. Es decir, Torres lrlac¡6 ª d~I ªJ°'.Iº 40; los retratos de hombres admirados: defor-
ventó" su sistema de coordenadas ortogonales y, al mismo Vida ~ ve~cahzante, colores terrosos; o, al final mismo de su
po, intuyó su escritura cifrada en símbolos. Buscando la s en q'IJe~ Pinturas distintas aun que corresponden al momento
áurea encontró la partición armónica de Ja tela. En vez de la ~racióne~tuvo .ob~;sionado con lo que é l llamaba: "la recu-
tracción pura y dogmática de Van Doesburg, de Mondrian, esPoiad el Objeto . Lo que nos valdrá unos hermosos cuadros
compañeros del Cercle et carré, Torres dibujará siempre "a os, que podrfan ser los de un Cario Carrá sin su obse-
144 SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 145

sión por la materia, de un Ottone Rosai menos decorativo veces sí, da plenamente en el clavo; otras parece per-
esencial. Claros planteos en colores arenosos en que tod entre ~·ista y to vemos como dis~razad? de otro q~e.no. sa-
duce, por ejemplo, a la oposición de una fo~ma y un e: rlo d~ bía en él. De cuya existencia posiblemente ni s1qwera
muro de una iglesia), a otra forma con color, igual de ele f1'1ll!i '', informado, y es que como dice George Braque: ''A
si se quiere, pero distinta, y que represent~ o val~ por un e:..nnterne el artista enve1ece. hay menos d'1stanc1a. en tre su ar te
La lección de sobriedad de Torres-Garcia fue 1mportant hdadq~, Sólo pintando encontrará el pintor -cualquier pin-
prosopopeya sudame~i.cana d~ La época. En él no se }ba a ;~ ~·u ª~~s p rofundo ser. Es lo que Ta mayo sigue practicando
por cierto, de la repetitiva copia de la Escuela de Pans, ese
aneril ejemplar.
jo que tanto practicaron muchos buenos pintores del Rfo
Plata y no de los menores. El de Torres-García fue un 1
e,r;veam
<l°' los sínto mas para diagnosticar el caso. Por un lado ha
·
ido ..,¡empre Ta mayo -como don d e 1c1e · 1o- e 1 sen ti·d º. ·mna t o
de doble significación cuya importa~ci~ se mid~ hoy so~ ten 1 npular mexicano. Es decir no como algo aprendido o a
por la cantidad y la calidad de los d1sc1pulos directos e {de º/hil tenido que reconvertirse sino como algo tan obvio co-
tos que su lección ha dejado por el mundo. ;1{~1 aire que respira .. Eso es digamos por herencia: se nace nati-
Perdón. Quise escribir de una admfrable exposición y, e vo com(I ~e nace apátrida.
proponérmelo, me encuentro con unos papeles en q ue ter ror cultu ra, en cambio, Tamayo tie~~ también den~cho ~ sen-
te h ilvano generalidades . Queden así como lo q ue son: tirse hombre universal. Heredero legitimo de la me1or pmtura
xiones nuevas sobre el viejo arte de la pintura . europe,1 qut> mucho influyó a mediados de su carrera. Y ahora
también -¿por qué no?- de la agresiva pintura norteamericana
Austín, 1974 que conmocionó el arte hace ya quince o veinte años.
El entronque de ambas corrientes - lo popular autóctono, la
vilnguardi<1 mundial- se produjo en él naturalmente como una
TAMAYO DESPlJÉS DE TAMAYO
fusión i1 alta temperatura. Una vez que su arte estuvo hecho y
derecho (y lo estuvo muy pronto, hacia 1934 o 1935), nadie pudo
El que expone se expone. A su ve.z, todo escritor fiel a su v . descubrir ya más en él, dónde terminaba su mexicanismo de
escribe. Era lógico que yo en México -septiembre mech raíz } dúnde comenzaba su universalidad que superaba cual-
tuviera la curiosidad de saber cómo se exponía Tamayo; co quier noción estrecha o pacata. . .
lógico que el lector la tenga ahora de saber cómo me expongo Desde entonces estuvimos acostumbrados a una nueva mus1-
Me dicen que nadie se atreve a colgarle el cascabel a Ta ca en la pintura latinoamericana del siglo. De repente, las imá-
gran gato de la pintura contemporánea, y yo p~ens~ hacer genes "inventadas" de Tamayo nos resultaron familiares. In-
la tranqui lidad que da siempre la buena conciencia. En cluso P~os microcéfalos personajes que no daban risa ni .miedo,
¿es ingenuo proclamar, con toda Ja seriedad del ~ undo1 aunque enigmáticamente nos intrigaban. De un modo mcom-
considero a Rufino Tamayo como el más grande e¡emp pr~n~ible esos seres eran nosotros, nos aludían. Claveteados a
viente de pintor-pintor a todo lo largo y a todo lo ancho de ~n cielo azu~ profundo o rojo o violel(t desde ~onde fosforecían:
rica Latina? Lo afirmo solemnemente y me parece una b omhres, animales, instru men tos perdurnn y siguen perdurando
entrada en materia. en la últi ma memoria de nuestra retina. En cierto modo esos
Sr, ya sé: a mi como a tan tos otros no nos ha deslumbr ~u;~dros de Ta mayo han creado un a atmósfera única que ya defi -
última exposición de obras recientes de Ta mayo en el Mu . p1 ivarnente nos acompaña como sólo ocurre con los de m uy
Arte Moderno de la ciud ad de México. No importa. El elogs ~icos ut~os creadores. Tamayo estaba hecho ya y podía haber
puedo hacer hoy del arte ach1al de Tamayo no se refi ere ta ~~rto sin que cesara la música que había despertado.
sus presentes logros, sino que va encaminado a a lgo q qu ~ embargo, si hacemos historia retrospectiva, descubrimos
1

parece más global: la valentía de su presente actitud ..Ta "l:.~[1I ªmayo empezó pin tando mujeres cotidianas en casas '?re-
los 75 años sigue buscando su arte, ¿no es el hecho mismo a B ec; llenas de objetos familiares. Poco a poco, de tanto mirar
bastante conmovedor en los tiempos que corren? ªi'\uraque sin duda, descubrió los vértigos de la materia, veinte
Que lo busque no quiere decir por cierto que siempre s antes q ue los "materiólogos" y los "texturólogos'', para de-
146
SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 147

cirJo con palabras de su amigo Jean D~buffet, otro de los . se hubiera atrevido a reclamarle un vuelco a esta altura de
des inventores de signos de nuestro tiempo. Entonces ll f\lldie rera. Los que g ustamos de estas cosas hemos amado tanto
bajó el tono, empolvó la textura de sus cuadros, revolvió so caros de sus antiguos cuadros que, salvo algún crftico des-
sus elementos para fundirlos sin confun9frlos. . al~ado el resto hubiéramos seguido recibiendo la obra nueva
En la procesión de su pin~ra pasó pnmero la sene de ternP rec¡'b imos la antigua. El gusto es conservador por defini-
obsesivas; hizo después desfilar a su~ perros r~honchos o c~6rnºy una vez que se ha . acostumbrado a la rutina del placer es
CI n
coyotes famélicos. Azufró las lunas mvoluntar1as que le ·ffcil sacarlo d e sus carn·¡ es.
ban po r todas partes. u~ día al fj~ .hicieron eclosión sus dt Lo ~sombroso es, como digo, que el mov imiento haya partido
nidos, brazicortos, o bsesivos, cruc1f1cados en la tela co él. En una época como la nuestra en que el artista de éxito
constelación. de baja en serie limitándose a las variaciones sobre rm tema --el
Tamayo me ha hecho siempre pensar en una estante trasmo de siempre por otra parte-- es asombroso que Tamayo
libros: la madera blanca apenas cepillada perfuma aún : estro con un estilo hecho aborde los caminos aleatorios para
bosque natal, a su sel va, cuando ya sin transición se encu ganarse otra vez nuestra admiración. Su actitud fuerza así el
sosteniendo los volúmenes d e la sabiduría o los cuentos de respeto hasta de los más escépticos.
ra y de miedo. Porque todo eso hay en su pintura. Voy a decirlo sin d uda brutalmente: muchos d e los cuadros
Hace ya años que el pintor ~e Oaxaca ha sabido crear que com ponen esta exposición -sólo una parte de la que se
teria-Tamayo, una deformaetón-Tamayo y, sobre todo, abrirá dentro de unos meses en París y Florencia- se me impo-
lor-Tamayo. Viejo ya célebre se propone ahora una reconv nen como más "feos" que algunos de mis antiguos favoritos.
de si mismo en si mismo. Por eso podemos hablar de un Atención sin emba rgo: en arte contemporáneo, feo n o es lo
después de Tamayo. El artista seguro de su fama va a ~ . opuesto tontamente a lo bello. El desvalor ahora es más bien
ahora todo. Cambiará los temas que se harán más coti lo hueco, lo nimio, lo obvio, cuando no lo meramente bonHo
menos "constelados". Variará las texturas oponiéndolas y (otra categoría aún). Porque así como hay el bello inútil (¿quién
culándolas dentro del mismo cuadro hasta crear un verda lo pide ya hoy en nuestra época?), existe en cambio aho ra una
patch-work. Es lógico que dentro de este plan radical de noción que podríamos bautizar como la de lo feo útil. Nada
ción aborde entonces o tras gamas cromáticas, otras figura menos que la época "arquitectónica" d e Kandinsky fue no sola-
A veces se trata de la representación de una gran cabezota mente fea, sino hasta difícil de mirar. Sin embargo, a poco que
llena toda la tela, el tratamiento es bicolor y la obra recu estemos habituados al lenguaje moderno d el arte, comprende-
sualmente, a Oubuffet (Personaje núm. 8). Otras, en. cambi mos que esas formas duras, recortadas sobre un plano homogé-
tenta un personaje no frontal como e~a su costu~re mve neo Y dotadas todas ellas de un extraño color desacordado, co-
se arriesga a un escorzo en una armoma que también nos ~ul rresponden a un arte de investigación, a una exploratoria y a
traña (Hombre subiendo la escalera, núm. 1~) . En otras ocas1, una problemática que algunos intentaron ya hace medio siglo
p-ansforma casi en un pop románti~o ~Cmmno clausur~do, n con el af.án de ampliarnos y cambiam os la sensibilidad.
'lo cual no deja d e ser una contrad1cc16n en los términos, b¡ Lo primero que habría que decirle al espectador que no hu-
Ipone que Ta mayo ha estado viendo la pintura que se hada es c e~ pod id o ver esta exposición, sería que en general los
I timos lustros y ha querido él también probar la fórmula, a uua os son más pálidos, más d esvaídos que los precedentes. Si
--claro está- "tamayizando" la solución. es"º ~e los g randes éxitos de Tamayo habla consistido en esa
He llegado a pensar en esta exposición 9ue el gran, qu te de fosforescencia oscura, opaca, de ala d e mariposa, hay
frecuenta también a Paul Klee. Lo probaria: Torso (num. l co~reconocer que ahora renuncia a esa irradiación nocturna y
que parece buscar otro sistema de referencias que no sea el los lruye sus telas a fuertes empastes de grises, verdes claros,
propio habitual, o sea nuestro común ideal de ~esdobla. en ~ue d ebían ser alegres tonos y a veces no lo resultan del todo
seguir siendo uno mismo ... siendo otro. No d eja por di u <'ontexto (Carnnva/escn, núm. 27). Quizá el inconveniente ra-
resultar conmovedor que a su edad un pintor fa ~~o bu fig~re ~n el irreparable d esacuerdo entre el tremendismo de la
lir d el círculo dorado que parece ahogarlo, conv1rtiéndo~o P\.lectación y la aparente ingenuidad del color. El viejo león no
vo aún- en su propia estatua. El impulso tenía que partil' e con el genio.
SECUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 149
148

En ocasiones, los que añoraban los pasados incendios • 111 (irrna des pués de haber admirado la tela, conviene
tran telas en donde el maestro vuelve por sus fueros: Am ~nr ; 1,1 feá1a antes de leerla), pues bien, se trata del Hombre
111
11 n paisaje (núm. 21 ), Retrato del diablo (núm. 16), Rotula ~ '" ;i¡1rero rojo (núm. 2), que es de 1963 y constituye evidente-
(núm. 20). Allí está otra vez el rescoldo del color, esa es / :;om 1110 de los grandes cuadros de la exposición. Una corta
jugo vital que daba turgencia y unidad a la materia, a la en~ ~Mil reflexionar y concentrar un juicio global: ¿Por qué
al pigmento. Apenas lo empezamos a paladear Cuitndo el ílus absolu to-- será mejor este cuadro de hace ya once af'los?,
descontento que todos llevamos adentro exclama intem 'll ;e~unto. Tocia la historia del arte, toda la crítica, más aún,
"Tamayo se repite. Tamayo pinta siempre el mismo cuad e pla e.;tética están ahí en juego ante una pregunta en aparien-
qué quedamos ... ? . ~ngenua pero por último la más difícil y la única, la que pone
Sí, por último y bien mirado, es mejor que Ta mayo c ª jueg11 pi imlor intrínseco. La inspección total, la sensibilidad
que todos camb iemos. Es nuestra ley biológica. Y ade ue:ota ,11 desnudo y e_n un estado de rel~tiva pureza (no sé nada,
olvidemos que en todo cambio bay esperanza de reno unca e~cribí un articulo, veo por primera vez un cuadro ... )
profunda, nuevos planteos, nuevas actitudes, el desperta Mece soplí'l rme una respuesta a l oído. La transcribo: ese cuadro
conciencia a inéditas maneras de percibir el mundo, de in quiz.í mejor que los otros por la enorme unidad que se des-
tarlo. En el cuadro Constmcción (núm. 23) hay por ejemp ende de él, como de un bloque significativo. Es mejor también
intento abstracto aunque no parezca totalmente logrado: 1 cll m1smu tiempo- por lo intrincado del signo plástico que
sólidos regulares iguales, repetidos en altura y tratados e nos propone de una vez por todas como un sello definitivo.
d es desleídos, revocados en fuerte materia, pretenden su Es decir, p(1rque forma-color-materia forman un complejo único,
nos una arquitectura (en ese sentido e l títu lo es por demás 1?ntrnl, que nos cautiva desde el nácar oscuro, iridiscente, opaco
cito). Si de cerca la obra no convence, mágicamente al al que vienP de la tela y se monumentaliza como en un muro (un
asume toda su corporeidad y se impone con una presencia. muro a.;1 como muchas veces el propio Tamayo ha sido incapaz
mucho. de pint.ir). ¿Divago, me pongo incomprensible, yo que en la
Mujer reflejándose en el espejo (núm. 5) no llega a ''lle~: critica busco ante todo la claridad ... ?
su tela, como por otra parte le pasa también a Ventana ind Pido rerdón al lector y bajo de mi éxtasis o mi minuto de ver-
(núm. 15). Reflexionando ante las obras creo descubrir que ~fad. l:Jodegó11 con vasos (núm. 7), por el contrario, no me inspira.
tratarse de una cuestión de escala: las telas aparecen así co o veo la necesidad -toda gran obra de arte se nos impone
masiado vastas para su "argumento" plástico. Diálogo (nú tomo necesaria, ese es uno de sus síntomas inconfundibles- de
en ese sentido, aparece una composición firmemente esta ue '*' inmortC1licen estos dos vasos verdes paralelos en donde
a partir del rojo, amarillo, verde, y de su infaltable luna. A ~1 descubro sino una habilidad, un métier. Conste que no es el
a decir verdad la propia materialidad del cuadro (su empas • m,, en ~í lo que me defrauda, no hay tema malo en si: con va-
textura) pueda aparecer a los más jóvenes como algo am_an d is,I Cdcha rros, floreros desteñidos Morandi, en nuestra época
Después del informalismo y dentro de nuestra estéuca ~dos grandes gestos ha hecho monumentos como las pirá-
improvisación tenemos ahora tendencia a no perdonar lo ¡1 es de Egipto. En arte, nunca es la cosa dicha, sino cómo se la
e~ ..
demora con deleite, ni siquiera el detalle demasiado re
nado. Y es que el repentismo --0 lo que lo parece- forma ll~t ru/Jm {núm. 26) me parece un cuadro bien "ensamblado" en
de nuestra tan cacareada irracionalidad. Que calcule un n f.'ntº·nº" pastel. Aunque haya partes del cuadro que pictórica-
métrico vaya y pase, es algo concebible y admitido; que lo ·ene" hilblando, se sostienen con dificultad. Sandías (núm. 4),
un intui tivo como Tamayo resulta menos perdonable. P t'1:ri ~n Cilmbio para mí otro defecto que no ·10 es: resulta la pro-
(núm. 11) podría constituir, de veras, un nuevo punto de •!s~'n en escala demasiado grande -como ocurre a menudo
los "mecanismos" de Tamayo parecen aquí deliberada ne;' exposición- de un tema, el de las frutas-luna, usado ya
abandonados, lo cual probaría -si hubiera aún necesidad )' mCt-len~ia por el propio pintor en su juventud. En estos casos
en Ta mayo hay al menos varios hombres. l 1111 t0~y t.>_>ogente: el pintor que se imita a sí mismo, que practica
Al azar de la galería veo, por ahí, esplender un cu~d s 'etJiva~, tiene que hacerlo como lo hace Picasso; es decir, al
acerco al cartelito indicador con plena inocencia (convJ 'Cl)n cierta dosis de ironía y de distancia. Lo que aquí yo no
150 SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 151

veo por ninguna parte (me desconcierta que el cuadro eos entre sí: la percepción aguda de un cielo plano pero no
piedad de la señora Oiga Tamayo, l? cual supo~e que el p "to en forma de una gran mancha azul-gris; y la d elicada
considera importante). Apenas escnbo lo anterior cuando uede araí'la que dibuja la torre con sus fila mentos q ue d e ella
3 n tiacia acá y hacia allá del espectador. Sin n ingún tram-
arrepiento y lo encuentro exagerado. Yo sé muy bien p
adentros que, comparadas con las de los imitadores, estas rt,~. de perspectiva renaciente sino, "a lo Matisse", intentan-
de Tamayo son siempre más leves, más espirituales, corno an 1fr,1astamiento, el rebatimiento (no sé cómo d ecirlo para ha-
des g lobos carmesíes dispuestos a partir al menor soplo. 0 ~.,.entender) de una realidad tridimensional sobre el solo
Una o bjeción recurrente en mis n otas reza en s u tel ~no. sensible de la tela.
"Demasiado grandes para lo que son.'' En efecto, creo s En (in, en Hombre subiendo la escalera (núm. 12), después de
mente que la nueva especulación de Tamayo podría mprobar el abandono de la frontalidad hierática, clásica en el
mejor si el artista hubiera planteado sus estudios en forma amayo de siempre, descubro también con placer distintos pig-
reducido. Cierto es que al tratarse de un pintor tan fa tos que inquietan mi retina y la d ejan "pensando". Extraños
museos, galerías y el público en general están reclamando macillos frotados de negruzco, sucios rojos com o pequeñas he-
telas amplias, que se afirmen dentro del tamaño deseo Tidas entreabiertas. El ''ataque" mismo de la tela se impone con
que los más jóvenes practican hoy, a veces como única .una técnica nueva. Nada de color o d e empaste fáciles en Tama-
de hacerse notar. o; ét que tendría a mano -si quisiera- tod a la sabiduría acu-
La playa (núm. 30), com o otras telas de esta exposict 111ulada, parece aquí rechazarla. Su práctica actual de punteados,
Ueva tercamente a recordar al último Braque, y no resul de frotados de tono impuro sobre tono impuro atacan hoy cual-
cierto despectiva esta recurrencia. Braque también, al final quier noción d e "tamayismo" convencional. Y es que hay más
vida, estaba e mbarcado e n una técnica que apelaba rosas en el cielo y el infierno de los grandes pintores d e lo que
relieve -como una pintura en Braille- y sobre esos supone n uestra filosofía ...
muros revocados se complacía en el tema d e los grandes p . Esta exposición nos cambia benéficamente 1as nociones adqui-
blancos, que yo me empeño en ver como alusión del alma .n~as, los lugares comunes perezosos, al obligamos a darle al
momento de abandonar un cuerpo, su cuerpo. Volviendo pmlor que admiramos la latitud de cambiar, de ser aun otro en
mayo, El lfder (núm. 9), que pretende quizá ser un cua su propio devenir. Y, lo que es más curioso, d e forzamos a ser
choque: el conductor de masas hablando ante una asamblea sotros también otros: un poco más ricos, un poco menos con-
siles verdes, se me impone como demasiado suave si tene tundentes.
cuenta la violencia y la caricatura que el título implica.
Llego al fin al punto alto de mis preferencias dentro de Revista de la Universidad, México
cuadros actuales. Aunque dudo que m.uchos compar~ mÍ
nión, me interesaría en cambio sobremanera la del propio TAMAYO SOBRE PAPEL•
tro. Esa tela me confirma que la nueva dirección de Tama
está descaminada, puesto que aquí estamos ante una ob Un~rtista es uno. En Tamayo siempre hay una sola y única vo-
fecta en su género. Torre de alta tens;6n (núm. 28) es un a ad aunque ella se haya manifestado alternadamente bajo
vertical y monocromo. Trreproducible y que, por cierto, los ra u otr_a especie. Hoy aquí nosotros nos concentramos en su
nizadores se han guardado muy bien d e poner en el catál r gráfi ca -<libujos, acuarelas, Litografías- que, por si sola,
la imagen de esta torre veo e l esfuerzo -y el logro- par ac.,. · n.ta una larga historia puesto que abarca desde 1926 hasta
trar los equivalentes plásticos de Jo que puede ser, y de~ Se•lla11dad.
la visión de un ele mento "calado'' (estructura m etálica, resr ~rtista supone inventarse un sistema de formas, de co-
cond uctores) en la inmensidad de la naturaleza. No será'. ·~a e 1lledios, de texturas, de escalas. En el caso del maestro
nadamente, la nueva transcripción realista de algo expert u irnano pued e decirse que él, desde un principio, 11ve grande".
do en la vida y recordado en el taller. No, d e un modo •e gen será, pues, monumental: está condenada a serlo. Su
más libre y más creativo, el pintor se ha propuesto P tw
lleva York~n de la obra gráfica en el Center for lnter American Relations, de
concreta mente la intuición simultánea d e dos elemento&
152 SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 153

manera de deformar los ojos en almendra, a]argar las n os inquieta. No hay avance, sin embargo, en este proceso;
hacer las borns ovaladas es también supremamente ori · que n ~n nuevo interés permanente en las cosas.
el sentido de que no sacrifica las normas de la vanguardia flil~ :-ifclmayo el ojo y la mano registran cada vez lo que le asom-
época sino que trata desesperadamente de encontrar una 1,) que Je preocupa: el mundo, sin repetición, creado y re-
sión propia: la suya. bra ~o de la nada a cada instante. Esta serie de dibujos, de acua-
Es cierto ql!e otro cualquiera podía haber rozado el peli c~·'. de gouaches, de li tografías que se escalonan en el tiempo
folklorismo. El no. Las mujeres de Oaxaca o de Tehuante rt> a~,t~ -<:ada una a su manera- un cuento distinto. En cierto
le revelaban de una manera distinta que al etnólogo o al s 1
~· ~ 0' ni se equivalen ni se anulan mutuamente: p<~r el contrari o,
turista. Es decir, que para Tamayo, en México no hay color ~o!>Uenen y se refuerzan.
que cuente. Puesto que el color no existe, por definición, se Cada técnica está tratada también de una manera distinta,
quien ha nacido viendo ese característico tocado en la ca tie!>tti que hay el dibujo de pura línea como un grueso alambre
ese gracioso porte de un cántaro o de un cesto, los recur ~ue parece delimitar torpemente la figura: único tratamiento
pliegues de un rebozo. ~clra evocar el personaje rudo y tímido a la vez. Pero a su lado
En cada una de esas escenas Tam;\yo ve, en cambio, el uedl' surgir -con técnica pictórica- la acut1rela, sobre papel
vimiento general que trasciende del gesto habih.1al. Algo q ~n lbo que el color, al secar, deja esas manchas que literalmente
la larga, resulta permanente y no de circunstancias; en una construyen la formA sin necesidad de ningún esqueleto de trazo
bra: lo precario inscribiéndose con signos de fuego en lo prevw. Hay, en fin, el dibujo fulgurante, de perfil agitado, inte-
Esos grandes ritmos de la raza, viejos como el mundo, y q rrumpido, que se justifica de por sí, sin que sea sólo el esquema
drían ser tanto mexicanos como griegos y hasta egipcios. prepMatorio de algún futuro cuadro. Por último, el dominio en
Pasa el tiempo y Tamayo cree aún más en su propósi to. que se mueve Tamayo puede ser tAmbién cromático y su reve-
siquiera se interesa en la totalidad de la pose sino que 1<"\ción consistir en las emblemáticas sandías de carne roja o en
abrirla, de rompeda, reconstruyéndola como si cada parte los cwlos pálidos grises y azules que se abren en esas perspecti-
cuerpo fuera independiente: émbolos que juegan1 fuerzas vas de cielo y tierra que sólo él parece capaz de conjurar.
ascienden a lo largo de cuerpos astronómicos y que tanto Figuran hoy aquí, en estas salas, algunos de los más conmove-
den representar el modelo transfigurado como convertirse don·~ documentos de uno de los mayores artistas de nuestrn
imagen agrandada de una constelación inscrita en el plu época.
básico de la noche.
Mientras tanto, en ese proceso, la figura ha sido descua Nut>v,1 York, 1979
da, recompuesta de otra y de otra manera aún. Como Pie
Matisse, como Dubuffet o Bacon -aunqLte siguiendo sus
pías normas- Tami'\yo resulta uno de los grandes deforma RECONSIDERANDO A SIQUEU~OS
significativos de nuestra época.
Más tarde dará aun un paso adelante. Y con ese otro latid El. e. ~ ·1 t1co debe juzgar a partir de lo que se "le da a ver". La expo-
su inspiración cubrirá los anos sesenta y setenta, hasta llegar ~c;on de homenaje a Siqueiros que se hA visto en el Palacio de
ra a nuestros días. En esa nueva figuración se revelan en ./ let~ Artes de México durante varios meses debe dejar refle-
unas momias o cosmonautas frontales: las apariciones de • p~onado a ese mismo crítico si tiene ojos para ver y sensibilidad
turo inevitable al que todos tememos en su mismo am1n so~ª captar toda la realidAd y no sólo la que queda enmarcada
porque representan lo otro. ¿Qué quieren de nosotros estos ho re los muros. Este homenaje parece un desagravio para el
de ojos redondos como dos agujeros, de brazos caídos a lo l)o~~re que pasó muchos años en la cárcel por sus convicciones
y 1 ~ ~" 5: Aho ra, después de su muerte, reaparece triunfalmente
1
de cuerpos fantasmales? .
Lejos quedaron las mujercitas del campo mexicano, ba del(' eviven sus obras acampanadas por una legión de fotos,
t~s, familiares y monumentales al mismo tiempo, sin q&J y a~tirnl!ntos de toda especie como folletos, recortes periodísticos
b1era contradicción en los términos. Lejos también - aunq1 qlle ºris~os extractados de la infinidad de artículos y pAnfletos
superados- los microcéfa los pobladores de un oscuro uni Publicó en vida. Para Ja revAloración final que es el objeto
154 SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 155

de estas grandes retrospectivas se impone, pues, la visi ·s Conste que lo escribo con irania: David AlfaTo Si-
conjunto, global, que incluya no sólo la obra sino ta.mi>¡ "Pº~eos~~ fue nunca santo de mi devoción; d esde mi más tierna
hombre que - d etrás de ella- Ja justifica. Pienso desa qi1e1ro.s del arte yo presentí en ese violento Ja antrtesis de todo
una tesis y prefiero explaya rla de antemano: Siq ueiros fu 1nfatiCl~e conmueve o me deslumbra. Su pintura gritona, gesti-
artista nato que se fue equivocando poco a poco en su Jo q~~e, "machista" no podi~ coinc~dir nu~c? con mi ideal de
plástico. Lo distrajeron su carrera política y el fervor des cula 0 d e contenido. Prefertrfa -sigo prefmendo- la belleza
cípu los y fieles que le fomentaron todo, hasta s us er~ for~f da de Rivera (sobre todo en Chapingo), o la monumenta-
Positivamente, en cambio, puede dedrse que tuvo una e ~eta/ ris de Orozco en sus mejo res mom entos (escalera del
dad sin Hmite por las técnicas y los materiales nuevos. Con hdi" cig de Gobierno en Guadalajara), a los desmanes siempre
quiso expresarse utilizando exageradas perspectivas, Pa ~orios y demagógicos de Siqueiros, esos grandes golpes de
que pre tendían "salirse del cuadro", para lo cual rec ora hoque, en las procesiones, los disciplina':'tes se propinan con
gamas terrosas y a grandes pinceladas que se fueron · ia'mtención inconfesada de llamar la atenaón por su crueldad
brochazos y, cosa extraña, llegaron a destruir la figura en v exhibicionista.
confirmarla. La "acumulación", que fue, que es un punto Me molesta en el nombre Siqueiros su proclividad a la propa-
vo a favor d e Siqueiros, se le iba a transformar insensible anda y a la au to pro paganda, esa misma que ha inundado
en un lugar común. Se pone materia con desesperación cu leuas Artes en forma de recortes de periódico ampliados hasta
no se sabe qué poner: dibujo, color, imaginación libre. Cie la demencia, de las fotos agresivas y colosales -yo, yo, yo-
que su "expresión por la materia" iba a resultar profética ue acompañan a los estudios, cuadros al óleo, a la piroxilina, al
informalismo de los anos 60, pero no nos engañemos: en Siq duco, aJ acrílico; pintados con pincel, soplete, sobre cartones,
ros tuvo siempre otro sentido el que pudo tenerlo para Fau telas, yutes, masonite de todas las maneras imaginables: Mo-
primero, y para Tapies después, es decir la presencia del numento a la gloria exclusiva del pintor más engagé que Jamás
como único vehfc111o de comunicación. Sin embargo el hecho haya existid o: Siqueiros en soldado de la g uerra de España, pro-
ahí y no vale recursarlo; como también Siqu eiros podía rec movido a capitán o coronel ¿qué sé yo?; Siqueiros .en Al Capone
la ascendencia sobre un Jackson Pollock -antiguo disdpu de la pintura: gran fotazo del superhombre vestido de oscuro
que iba a practicar el dripping o chorreado, o sea fa faz no con un sombrero negro sobre sus facciones perfiladas de indio.
ricana de la pintura informalista. Hasta aquí las grandes Se ve, se siente que debía considerarse irresistible como hombre
vayamos ahora concretamente a la exposición. Ycomo pintor. Quizá lo haya sido pero hoy más que nunca nos
Una gigantesca saga de Siqueiros cubre literalmente sal molesta el personaje que se transparenta detrás de él, precisa-
salas del blanco Palacio de Bellas Artes (1900-1934), obra mente porque se empei'\a tanto en mostrárnoslo.
arquitecto italiano Adán Boari. Es un edificio conmovedor ~mpero, si el l{der me deja frío, no por cierto el infatigable
mármol: gran nave clara entre lo$ muros de tezontle coa arti~ta de tanta obra buena, mediocre, mala. En estas especulares
del viejo México. Nave hundida a ·medias, en equilibrio ines salas de ónix porque sí, a lo largo de p~es de.masiadas, ~y,
sobre lo que fue la antigua laguna. La estética de semejante en verdad, momentos de pleno acierto, afirmaciones plásticas
consiste en una improbable síntesis de art nouvea11 tardío y de que nos dejan pensando porque de una borrosa manera algunas
deco precoz, Jo que se explica por Jos 34 años que duró su de ellas tuvieron repercusión en lo que iba a venir después.
trucción. AJ exterior, el tono está dado por una silueta sinu d N<.l puedo -no quiero- trazar hoy la historia de la evolución
los.relieves de unas grandes mujeres alegóricas que pugnan e Siqueiros como pintor. Eso sólo se intenta una y otra vez con
10
sahr del muro; mientras que al interior lo que nos deslu que uno admira incondicionalmente, para justificarlo y trans-
son 1.os pisos de mármoles multicolores y casi comestibles, ~hr la .revelación a los futuros catecúmenos de ~sa fe. Sin e~­
bruñidas puertas metálicas de Ja ciencia ficción, y dentro ~ q tgo, si quiero jugar limpio no tengo más remedio que admitir
la sala d el teatro, el fantástico telón kitsch debido al joyero e~e, hoy por hoy, tres o cuatro notas favorables se me ~mponen
fany que lo realizó en el vidrio tornasolado. fo el hacer de Siqueiros. Una, la primera, es su concepción de Ja
N~da r_nen os que en ese marco: Siqueiros. No digo la pin el~: abultada, queriéndose al pie de Ja letra escapar del plano
de Siqueiros, sino Siqueiros a secas, el hombre todo enter<>1 l'llentat para vivir po r su cuenta en el espacio, en nuestro espa-
156 SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 157

cio. Otra nota -prolongación de la anterior- sería s u trata e; abultados y derroche de materia porque sí. ¿Veremos?
to exagerado de los escorzos y de las perspectivas que fu c<tf10·
violencia en todas direcciones. La tercera en fi n podría \lt>ilfl'l~~~~do al primer piso y dentro del desorden cronológico
originalidad misma de sus técnicas, su afán de ser "mod Su 'r;1cteriza esta exposición1 el cuadro más antiguo que re-
en un tiempo en que -en ese sentido- nadie lo era aún y qut' e~.. Madre campesina (1924), la figura de mujer teniendo ver-
quiera intentaba serlo. A medida que escribo me doy cuen w~tro ... ~. hijo envuelto como una momia entre dos cactos. El todo
embargo, del absurdo de salvar a un contenutista nato por l•~:11 ªie arriba abajo, es decir al revés del conocido sotto in sil que
lo que es formalismo en su arte. Nunca sospechamos có ' ...· tll¡p,
l • • 1 . d e bó ved as y cupu
, 1as.
1b,1 el Renaci miento en a pintura
juzgarán los otros. ~~f,á élCctso porque la imagen es archiconocida? No me parece
Empieza la exposición desde la planta baja del gran ve ' 1hoy, y menos para un comienzo. Se trata de un óleo oscuro y
central que remata en una claraboya vidriada. A la izqu ~·~S(> t~abajado un poco como un fresco. De 1931 es Accidente en
misma del que entra se abre ya una especie de ting lado que / 1t?11111(i 1, óleo sobre grueso tejido de yute (empiezan pronto las
Talleres de C11ernavaca, como quien dice el sancta sancton1m ~O\'t.>dt1des). El ideal de forma recuerda aquí los grandes í~olos
de, con unos 100 colaboradores, Siqueiros iba a proyectar y inexprl"::.ivos de la Isla de Pascua. La abnósfera es color de tierra
zar muchas de sus más vol uminosas obras, entre ellas el y a decir verdad casi no se distinguen Las figuras. Se trabaja "en
fomm póstumo que, pese a la mala crítica, ha fijado la fam& opi!co" corno después será "por acumulación", "en fuga exagera-
pintor en un discutible cenit. Unos grandes mascarones, d.1" c1 cualquiera de los otros expedien tes que constituyen el
tes, compresores, instrumentos de trabajo inducen en error ~tilo Je Siqueiros. ("La suma de los defectos, de los tics de un
norteamericano de pelo poderosamente teñido de negro que autor e~ precisdmente lo que llamamos s u estilo", amonestaba
desinhlbición característica me pregunta en inglés a boc Paul \/,1Jéry hace oños a los críticos distraídos.)
jarro: Is he a famous sc11lptor? Tomado de sor presa no puedo d De 1935~ en cambio, es uno de los retratos de Ma ría Asúnsolo,
de contestar con agresividad: No, Jze was a grent paintu! Ya durn ~11bre madera -y siguen las técnicas inéditas- , cuadro
dicho: yo el eterno discutidor de Siqueiros he entrado liso, p11r no decir lamido en que una larga figura de mujer con
juego y debo haber convencido a mi ingen uo interlocutor n~stro t'squemático se destaca contra un fondo negro. ¿Siqueiros
que he d icho con au toridad. Sí, el libro de firmas me confi pintor mundano? Nunca lo hubiera creído. Es éste un cuadro
en la idea de q ue en arte también todo es cuestión de pub fácil y, lo que es peor, hecho para gustar. Q u izá lo más intere-
dad: ni una sola q ueja, ni una leve duda, elogios y más el Silnte Pn él sea que prefigura ya los futuros defectos. A pesar de
de mexicanos y de extranjeros. Todo ha sido previsto para que, nimo he dicho, no se respete el orden de las obras en el
funcione a la gloria del artista nacional: su imagen "vend ~ 1 l'll'lpo no hay duda de que, de cuadro en cuadro, tenemos Ja
repetida hasta la saciedad, los pensamientos del prohombre,: •mpn "'ºº de estar siempre frente a un mismo pintor que "se
obra. desplegada. en uno de los santua rios laicos de la l!Stá h,1cit>ndo la mano".
nidad. En una paJabra, la rutina de la fama .
1
Unil buena idea es presen tamos La molendera en dos versiones:
AJ otro extremo del vestíbulo del palacio-teatro el álbulrt ~ an1r1rela oscura y el óleo sobre grueso tejido de yute. Como
las ampliaciones fotográficas patéticas. El hombre era foto n;i~ld.., veces en la historia, el estudio vale más que la obra temu-
co y lo sabía: alto, corpulento, de buen a cara de indio con v ª· Esta idea de "ampliar" una idea plástica válida no le fa-
verdes, siempre parece estar posando en las fotos q ue le d l':;bcl· casi nunca a Siqueiros cuyos croquis delirantes son sin
r rajan . Por allí mism o, en letras exageradas -co mo todo del argo frescos, espontáneos. AJ querer "pasarlos" al tamafto
esta exposición- un cartelón reza: "se h a dicho que Sique 1-;nr mura l, algo - lo mejor- se les pierde definitivamente. La
es el primitivo de un mundo nuevo q ue surge, ¿es esto ci de/" l'Sl:aba en los trazos febriles y el peligro de la academia mo-
Y ~.bastardilla: ''Veremos." Veremos que n o, agrego yo n111y~"· i:ornprometida, aparece en su p·mtura cuando se quiere
anticipándome. De primitivo Siqueiros nunca tuvo nad•· O r en lodo sentido.
cuanto a l "nuevo m undo que surge", si se refería a l comurú (11,1 ~» ::.~ lto crono lógico y caemos frente a Lomas de la m11erte
4
d el c ~a l Siqueiros era m ili tante, hay que con venir que Si1nta Bpiroxilina sobre masonite, qu e pertenece al m useo de
más a¡en o al reaJismo socialista q ue estas v iolentas fuga9, ilrbara en los EUA. El pobre cuadro ostenta un espan toso
158 SEGUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 159

marco ... mex.icanizante (conste que no debe de ser culpa del esa remo ta fecha: perspectivas llamativas pero fáciles,
tor). La obra es confusa y la agrava un pensamiento de Siq li eflste grueso, opaco (pero también inerte como una costra), los
que reza ni más ni menos: "Mi modernidad anterior a ~~~azos hechos para sugerir sin tomarse el trabajo de detallar.
puede caracterizarse por el arcaísmo pero mi segunda fll';" " mos. Un paisaje de 1946 no tiene la fuerza de alguno de
lidad, la que se inicia en 1934, es antiprimitivista y de in 5'fexplos ivos'' volcanes del doctor Atl; en cuanto a Antenas
realista moderna.'' ¿Qué quiere decir todo esto? ¿Son m Jos atoeféricas, pese al título promisor no es sino un cuadro pinta-
ses? Intención realista moderna: retengo el concepto que se :1'~obre superficie cóncava a la piroxilina: ostenta ya todos los
pletará más tarde con la diatriba contra Ja Escuela de París. .:Ores fu turos tics. Nubes, montañas, cielo todo queda igualado
Me toca ahora volver para atrás en el tiempo ya que el d ~ante un pincel espeso e inexpresivo, es decir todo es todo,
den de Jos muros a ello me obliga. Hay por allí un amp · todo es Siqueiros.
trato de muchacha (1934), en el que el yute nudoso es recub Las Tres calabazas está bien pintado y las turgencias femeninas
no obstante, por una materia generosa y brillante. Cara de Jas formas vegetales llenan la tela y la justifican; empero yo
definida de rasgos dibujados "en duro", nariz metálica, gr diría que la escala es desmesurada y queda así como un cuadro
ojos fijos, boca fina y apretada. ¡Berni!, exclama el argentino para ser visto .. . de lejos. Paisaje humano, en cambio, es un estu-
hay en mí en su fuero interno. Y mi cuaderno comenta lac .dío en relieve del torso de una mujer, y parece Ja preparación
/1
mente: ¿quién copia a quién?", ¿o acaso ambos se copi de la gran pintura a soplete del propio Si9.ueiros que está tro-
Derain o de algún italiano que mi puntual memoria no aci nando en lo alto del eje de ese mismo vestíbulo por el que aca-
descubrir? Porque esto es clasicismo, que no me venga Siq bamos de pasar. Maclovio Herrera (1948) representa a un jinete en
con su monserga de "realismo moderno": clasicismo, es su caballo tratados ambos en simplificación extrema de la forma,
estilización de Jos rasgos, monumentalidad de las formas, Ja que más tarde llegará a ser un peligroso truco del pintor. Más
revoque de la tela basta en tonos terrosos y carnales. rico, más parlante, resulta su vecino, un Desnudo de 1946: mujer
En cambio, en otro retrato -<fe encargo segur:amente- de espaldas q ue se presenta como una verdadera fruta, de dudo-
Phyllis Warburg (1933), pintado al duco sobre madera, el so gusto quizá, pero de indudable calidad pictórica.
paste se extiende demasiado brillante como esmaltando la Demago~a de ocasión hay en el cuadro titulado Caín en los
perficie en grises y ocres. El mejor de la serie es un severo Estados Unidos (1947); y por si eJ título no lo dijera todo agrego
negro: María Asúnsolo nifla (1935), rostro inventado, s ~ue se trata de un grupo de blancos ejecutando a un negro. Faci-
emergiendo de un delantal almidonado. En una palabr ltd~d temática y de ejecución que prefigura las futuras simplifi-
acierto que recordaremos después en las otras salas tan va ~ones de los murales del Museo de Historia en el castillo de
tan llenas ... ). En fin por allí cerca aún, el Ietrato del colecci . pultepec . Por suerte, en el mismo campo visual, nuestros
0
Carrillo Gil tal como quedó fijado por Siqueiros en 1951. p'°s ~escubren el conocidísimo Nuestra imagen actual (1947),
suerte para el mecenas: en menos de veinte años Siquei uropiedad del Museo de Arte Moderno de la ciudad de México:
perdido la mano y, de paso, se ha hecho famoso, contradic • e~ cabeza que no es sino una gran piedra porosa remata un
de todos los días en el mundo de hoy. La factuTa aquí ltlaerpo a~ético del que avanzan dos manos colosales con las pal-
/apresto, el color amarillento aparece sólo como un am :ten~tehd1das hacia arriba. Esta es la obra que debió figurar en el
miento más. El pintor cambia su propia buena tradición ho no la0 de .esa sala, aunque sólo fuera por lo sabida y lo obvia. Y
y sólida por esta falsa ''modernídad". En pintura también ~en¡e:t11sta (19?9), flojo cuadrazo de tres metros por dos, pro-
primer pecado el que cuesta ... ~alcol e del Casino de la Selva, digno de un delirio alcohólico de
Al revés en el tiempo otra vez, descubro con alivio El /n lowry, que inmortalizó ese hotel de Cuemavaca.
campesinos (1930), que me recuerda a mi compatriota t\aad r'ttablo en la iglesia -volvemos al 47, año prolífico-- es un
Comet, aunque debo confesar, en menos refinado. Ta taJ: ~ 0 que en las reproducciones parece un fresco monumen-
reluce -en el mal sentido-- un retrato de mujer, sistell'ill lel"ltr: nave llena de gente, en el coro unos personajes en color,
~sus rasgos y hecha monumento en vida. Con ella está ~lie s que en lo alto, por la bóveda rota, aparece un borrón
aun en 1931; a su lado otro, de 1947, nos demuestra esco . Si b.ve que se supone exprese la presencia d~abólica del títu-
que el pintor interesante que había en Siqueiros se había ien no entiendo el símbolo, entie.n do en cambio que allf
100 SECUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 161

Siq ueiros da la impresión de haber iniciado su peligrosa e uiere decir este galimatías y sobre todo ¿qué tiene que ver
bre de tratar las muchedumbres por una serie de fi qué ;11 que él mismo practica? ¿Hay allí acaso "sumisión a lapo-
esquemáti cas, casi como en Jos dibujos animados. ¿Para ~ ~11 .~ltlridad", suponiendo que sepamos qué es eso?
11
cerio? En un cuadro de reducidas dimensiones como ese "" g tt> las agresiones antiyanquis algunos norteamericanos de
cedimiento no se justifica en absoluto. Vienen después ' . ~ (h<lf'l ido a ver el ballet folklórico y de paso se asoman a la
zona ?e la .exposición, algunas mediocridades que no d~ta vis• sición) se ríen nerviosos, porque -a pesar de todo- tienen
camb10 quiero. copiar una frasecita insidiosa de esas que se ex dencia a to mar en serio lo que se exhibe con tal despliegue de
ven contra su 1mp~udente autor: "Los nacionalistas chauvl ~~ursos en un lugar público. Algunos japoneses -¡cuándo no
suponen que lo pintoresco del pueblo soluciona todos ¡0~ nuestro mundo contemporáneo!- no se ríen1 supremamente
blei:nas'' (extracto de la Carta a un joven pintor mexicano, 196 ~rio~ quieren aprender la Lección de occidentalismo y a fe que
curioso es que la frase en cuestión, copiadt1 sobre el muro les debe de parecer un tanto basta. En efecto, nada más antifino
rodeada de pinturas basadas, justamente, en lt1 falsa id ue esta pintura agresiva, retórica y, al mismo tiempo, impro-
"que lo pintoresco del pueblo soluciona todos los proble ~isodil .. sobre todo a partir de los últimos 30 años de vida del
Un boceto parn un mural: Znpata (1966), impresiona artista.
misma rapidez de apunte, ya que para s u suerte o desg Ya en 1968 llegamos al acrílico sobre papel y sin vidrio: las
Siq u ~i ros tenía "ojo" y tenía "mano", condiciones que apa r~pidas pinceJadas pretenden alzarse a la categoría de "cuadri-
por cierto en los casi automáticos croquis y no en las labo tos", wmo quien dice, destinados a coleccionistas de segundo
y desganadas ampliaciones para los murales. También ¡ orden. Se nota hasta qué punto han sido hechos para impresio-
u_na gran pre~encia su A_utorretrato (1961), en que el pintor nar: dos manchones de color intenso, una colada ígnea ... ¡y ya
c1so ~o ~a UéJttdo d e r;iei?rarse, con sus ojos verdes y su m tenemos expresada el alma latinoamericana!
que él, sm duda, quena siempre nada menos que fulminea. Por el ámbito de aquella floj ísima sala de exposición reina
Por el conn:ario Cnbeza de mujer (1967), con tapas metáll ahora una rubia grandota e internacional de profesión. Repite
lugar_d~ pupilas, es de esas vanguardias que dejan son · sin convicción su latosa visita guiada, frente a un cuadro, ten-
por tlmJdas y por falsas, a pesar de que el cartelito nos p dencioso si los hay, llamado como por casual idad Damas de
ga: "Empleo el relieve como un énfasis int!ludible." Estudia sociedad (justamente su público del momento). La voz monótona
11n mural (1973), propiedad del licenciado Luis Echeverl'.fi no modu la como cuando no creemos en lo que estamos dicien-
sido acusado de apócrifo. Y a fe que parece serlo, aunque do. Su discurso aprendido es demagógico y se lo espeta justa-
no fuera por la extrema superficialidad de la mano que mente a quien menos lo puede en tender.
trazado. U.>s cuadros tardíos, entre tanto color y materia, se han puesto
_Si~uen ~por escrito- los ataques a la Escuela de París t cada vez más sucios, cada vez más fáciles o inútiles. "Retomo al
publtco, num. 2, nov. 1954-feb. 1955).. Esos textos denuncian arte publico, arte civil -sigue pontificando Siqueiros desde las
todos los males de la pintura provienen - misteriosamente raredes-, al nuevo realismo en un mundo de arte fabricado en
ª ,domesticidad para la apropiación doméstica." Francamente
go yo- de la Ciudad codiciada-detestada . Para contrarres
mala influencia (es curioso que Siqueiros no haya pensa
Nueva York, ya en esa fecha más "nefasta" que París), nos
:s
1
~,osas parecen volverse contra él, porque en verdad el suyo es
ni~ arte fabricado en la domesticidad" para uso de burgueses
pone u.nos cuadros como Cara m11tílada (1950), en que la . ~ 0 ~enos acaudalados.
1~erte se acumula pasivamente en grises mientras las inf de ~·fin, .terminada la Sala Verde con los conatos de abstracción
f1gur~s mecánicas apenas si resultan perfiladas a simple cuad•queiros, llego -por arriba del tiempo- a l conocidísimo
de pincel negro. La confusión es total porque se anate <:óm rt~Etnograffa (1939), que muestra -por si nos hiciera falta-
algo -a veces en sí criticable- para sustituirlo por otra últi 0 ace 35 años Siqueiros era un pintor que prometía. Por
aún más deleznable: ¿en qué quedamos? ¿~ll~~' frente a esta obra hago mi autoanálisis y me pregunto
Por allí ,~erca ~tr~ _de las eternas leyendtts proclama sen Creo e duendo decir a lo largo de estas ya frondosas páginas?
samente: Amphac1on de las formas consideradas fronta l Siqu po er resumirlo asi: volviendo a "visita r" Ja pin tu ra de
en sumisión a las necesidades de poliangularidad." Me pr eiros nos encontramos con un pintor básicamente interesan-
162 SECUNDA PARTE EN TORNO A NUESTROS MAESTROS 1~

te en sus orígenes: ¿quién, qué cosa lo destruyeron asf?,


se realizó esa iniquidad?, ¿hay acaso un responsable ... ? caso d e volvemos locos:
. depresivos o excitados, manía-
e~ izofrénicos o paranoicos. . .
Muchos artistas en el momento de dar el campanazo , es<t~ edamos con los primeros 20 años de pintor de 51-
se aflojan y algunos hasta se desmoronan. El éxito, la d i nos quhay d uda de que estamos en presencia de un artista
ción a lo fundamental que se proponían pueden ser cau :.....s no .
e...~ rab ie. Salvo algunas pocas hon rosas excep~IOn~s o
1
bituales del derrumbe. El artista halagado es como un rey 11side uede decirse con melancolía-, lo demás es silencio.
cortesanos Je forman cortina de humo; cuando cree que ·s -P
que hace está bien, cuando es automáticamente bendeci &:o, Bogotá
los papas de tumo ¡pobre del artista! Se acostumbrará al
reclamando cad a vez más honores, más dinero o más
(cuando no todo ese conjunto).
Conste que no le reprocho a Siqueiros ni su compromiso
lítico, ni siqujera su figuración, sus violencias con el color y
la materia. No, todo eso pasaría inadvertido; como en Gu
-con otros medios igualmente arbitrarios- en que el es
dor "lee'1 lo q'ue Picasso le quiso decir. Haciendo un mini
justicia hay que reconocer, sin embargo, que Picasso, genio
siglo, buscó y buscó afinando la puntería -no hay más q
los estudios previos- para llegar un día a su fórmula:
justa, monocromía, repertorio de emblemas que iban a constf
precisamente, ese admirable jeroglífico llamado Guernica.
Quizá Siqueiros hubiera sido capaz de un proceso se ·
Pero le fue dicho demasiado pronto que era infalible y
(ese adjetivo derrochado en nuestros d ías). Lástima gr
porque es un hecho que a los artistas -aun a los mejo
tenemos que repetir una y otra vez, a riesgo de que se
can, que esperamos de ellos sólo lo mejor. Y nada menos.
No veo rigor en Siqueiros, sino una permanente imp
sación entre las batallas políticas,/ las cárceles y el estruendo
una vida pública demasiado llena de nombres célebres. A
nivel, cuando se encuentran los "célebres", o se detestan Q
alían entre sí; al fin de cuentas gozan de una cierta extra
rialidad y saben que los privilegios igualan por lo alto.
bien, esa fama propia y compartida intoxica y trivializa. De
en error, por falta de crítica constructiva (o peor aún: po
leerla cuando aparece) se crean los malentendidos, se perpe
los d efectos que todo lo destruyen.
Es el caso paulatino y patético de Siqueiros, hasta lle
Polyforwn, verdadera caricatura de todo lo que inicialmenal
proponía en su arte. Hay que reconocer sin embargo que,
nos desde 1947, el virtual desbarrancamiento de SiqueiroS
ba como escrito en fiBgrana en su obra. Todo artista Ue
potencia lo que puede ser si llega a lo sublime o al fracaso;
un buen psiquiatra sabe -con sólo vernos- qué llegarf
HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERJCANOS 165

1 siglo XX, en cambio, nos cocncolizmnos. Me interesa ex-


En de nariamen te Norteamérica en Norteamérica, me parece
rí1°~ 0 ~ 11nte, la creación nortea mericana del siglo xx es fabulosa.
HABLAN TRES ARQUITECTOS Pª 5'en c11mbio, la cocacolización que vino a América Latina fue
LATINOAMERICANOS ero5 t~. En Cuba tenemos ese caso de una arquitectura "falsa
efílricana", fa lsa cubana y, puede considerarse, que todo fue un
ENTREVJSTA A RJCARDO P ORRO ~:stre después del siglo xx.
BAYóN. ¿Qué papel desempeñan la arquitectura y el urb BAY(>'.\. Entonces, si tuviera que calificar este problema d e la
en la historia global de la cultura latinoamericana? Quiero uiteetura y deJ urbanismo, v iniendo usted de donde viene y
¿le parece a usted que dentro de Ja historia de nuestra e~~ su experiencia, mi pregunta general hay que aplicarla aJ
los monumentos arquitectónicos pueden desempeñar un caso cub¡¡no. Ya sé qu~ me va a contes~ que hay q~e encar~ La
tan impo rtante como, digamos, el de las catedrales en la situac1(ln desde un triple ángulo: político, económico y social.
Media? De todas maneras quisiera que me "dosara" esos componentes
y, sobre todo, que haga intervenir también el factor estético, en
PoRRo. En realidad, si hablamos d e urbanismo, el urb esa concepción global.
general que he visto en América Latina resulta algo que
"forzado", es más bien una forma impuesta, ha habido una PORRO. En generaJ, es verdad que el p roblema político, econó-
dosis d e formalismo español, casi como la concepción mico v social es la clave para la creación en arquitectura. Pero
rista d e imponer una geometría violenta a un problema q también hay que tener en cuenta la falta de talentos que ha sido
se presta a ese tratamiento. Desde el punto de vista del u muy generalizada. Los talentos fueron escasos, muy escasos en
mo me parece, pues, que se trata de una violencia. Si toma general, sobre todo en el siglo xx y en mi país, y habfa un senti-
arquitectura precolombina mexicana, como función cuJ do -lo que voy a decir es un poco fuerte-- malo en esa fa lta de
sabemos que el edificio no era un s imple objeto utilitario talentos y es que los a rquitectos (como dicen los franceses) se
que tenfa un sentido profundJsimo de modificación de fu acostumbraron a hacer el trottoir... Es d ecir, que se vend ieron
naturales, de modificación del mundo. Después, la arqui muy barato, y en vez de luchar por su creatividad no lucharon:
en América Latina, salvo leves excepciones, bajó de niv ~e vendieron. En segundo lugar, yo no sé si hubieran ganado la
hizo una arquitectura más o menos espontánea, y no creQ atallil qué hubieran podido d eci r. Hay un problema básico en
haya sido una gran revolución para la cultura local. lodos nosotros, los arquitectos latinoamericanos, y es la fa lta de
~~tura. Una base cultu ral sólida debe ser imprescin dib le en
BAYóN. Hay un punto de ruptura entre lo que pasaba "uO creador. En nosotros ha habido esa falta.
siglo XIX y lo que pasa ahora. ¿Dónde lo sitúa usted? Yo le
la pregunta en gen e ral, sobre to da la América Latina, t ~AYóN. Comprendo lo que usted quiere decir pero ahora me in-
usted es cubano y, si quiere, puede contestarme de ese caso uno ªº~ºaspecto de Ja cuestión, un aspecto que apareció hace
ticular. bfic: 9~•~ce años en una encuesta de laArchitectura/ Review, la pu-
quit cion inglesa, referente a la noción de monumento. Toda esta ar-
PORRO. Yo prefiero aplicarlo, en este momento, a Cuba. rner:tura nu~~a, en todas partes del mundo, crea unos edificios
siglo XIX existia todavía una arquitectura espontánea, na cuel¡.¡rnent: utilitarios - la vivienda colectiva-, otros edificios: es-
con una gran Influencia del barroco que, más o menos, se bulis~' ~na versidades, etc., que podrían equivaler, como "sim-
taba a nosotros. Que, más o menos, nos expresaba. Había dia 0 °, a Jo que eran las catedrales y los palacios en la Edad Me-
sensualidad en el aire; en Cuba, toda la arquitectura era e.
va de esa sensualidad: el espacio se magnificaba no por
e!
l'dific~n R~acímiento. Como usted ha hecho en C uba un gran
d0:¡ tip Publico .importante, le pregunto ahora ¿hay que hacer esos
tras~end encia sino, simplemente, por ser más agradable det,e os de edificio: el práctico y el que además de ser práctico
sentidos. ~r representativo? Usted tien e la palabra ...
164
166 SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 167

PoRRo. Yo uso, para mis alumnos, una de~dón de Ja BAYÓN· Ahora yo quisiera que me explicara el problema de la
tectura que dice: "La arquitectura es la creación d e un n;z.ición: cómo se hace en Cuba, cómo cree usted que se de-
p~tico a la acción del hombre.'' Si crear el marco poéti or ba
tierla h(lcer ...
todo el vuelo poético, implica un mo~~ent~ .. · creo en el
mento. Además, pienso que los ed1ft c1os tienen que ser- poRRº· El problema de la urbanización se hace hoy tan horrible
temente expresivos. Expresivos de un momento cult rno se había hecho antes. O sea, aparte de las consideraciones
presivos de un momento histórico y si la expresividad e c~iales -cosa que me parece muy lógica, muy laudable, magnífi-
monumento ¿por qué no? Hemos estado acostumbrados, sa- eso se hace con tiln poca imaginación, con tanta fea ldad, con
principios de este siglo, a la arquitectura de pantufla, a la ~an poco respeto por el hombre somo ser espirituaJ que, real-
tectura pequeño-burguesa, a la arquitectura del señor que mente, yo diría que es una vergüenza. En América Latina, en ge-
su casa, toma la pipa, se pone las pantuflas y se pone a leer neral, el urbanismo que se está haciendo, lo que yo he podido ver,
iódico. Y hemos tomado como modelo esta escala. Yo creo es tan espantoso como lo que se hace en Cuba. Es decir, en cuanto
puede tomar como modelo otr~ escala, '?tra expresión, y a valores, en cuanto a estética. Yo creo que se cometen errores
una arquitectura monumental s1 es necesano; depende de la enormes en nombre del sentido social, en nombre de los actos
del hombre y del marco poético que intente dársele a esa ideales sociales se hacen errores garrafales.

BAYÓN. ¿Entonces usted conserva aún la noción de mo 6 AYóN. ¿No es usted un poco injusto teniendo en cuenta los
to para la vivienda colectiva? créditos limitados, los materiales - bastante rudimentarios- y
las técnicas no demasiado avanzadas?
PORRO. La noción de la vivienda colectiva, en el sen
que no es un edifici~ sino ~ conj~nto urbano, que para PORRO. Me viene a la mente un pueblecito cerca de Venecia que
mismo que el espacJO arquitectónico, yo creo que esa n se llama Burano. En Burano, con los materiales más baratos, con
puede con servar, aunque la vivienda, pequeftita en si, no los materiales más pobres, sin grandes ventanales de cristal, sin
expresar toda la fuerza, toda la grande.z~ que pued.a e grandes placas de hormigón voladas, sin nada de eso, en casas
todo el conjunto urbano. O sea, que ~a v1v1enda 1mphca sumamente económicas hechas por pescadores se ha logrado
cio urbano y que dentro de ese espaao ~bano, que es el una armonía y una belleza -en una arquitectura totalmente
pacio, nada mejor que la monumentalidad puede exp espontánea- que es realmente un modelo para mí. En cambio,
grandeza, esa fuerza del mundo actual. cuando yo miro lo que se hace en Venezuela, lo que se ha hecho
~Cuba, es de una fealdad y de una falta de sentido alarmante.
BAYÓN. Si entiendo bien, para usted todo eso es arqui rl o Burano tiene una alegría, tiene una belleza, tiene una gra-
·No se escapa por la tangente diciendo eso? Sería como, da ... En nuestros países no hay eso. Por otra parte - por su falta
Siete lámparas de la arquitectura, de Ruskin, suprimir la " d:l~Jtura- los arquitectos no son capaces de entender la acción
de la nobleza" ... tir ombre, es decir su vida, su manera de ser, su manera de sen-
5
q~it u manera de v ivir, su tradición. Quiere decir que esos ar-
PORRO. Yo quiero decirle que, para mí, hay una es t!ntr~tos que hacen viviendas inadaptadas son gente que no ha
excusa que se da en los arquitectos y que es basta~te. y dar! 0 en el espfritu del hombre que vive para poderlo expresar
Cada vez que un arquitecto hace algo. ~spanto~o d!~En alta de lJn marco a su propia vida. Entonces ahí está la falla: en la
sabe es un edificio económico, es un echfiao social. ·· e cultura de los que han hecho esas urbanizaciones.
lo q~e yo siento, por parte del arquitecto, ~s un prof fa BA.'l'ú~ s- .
precio por la gente. Uso una frase de Lenm que dec e los ~ · 1•. quizá, pero dese cuenta q':'e usted cava la sepultura
pueblo tiene derecho al arte, tiene derecho a la cultu '{, ores rquitectos, porque las ciudades hechas por los pesca-
creo también: que el pueblo tiene derecho a la cultura· istor~ PEr los campesinos nos gustan ahora pero están en la
edificio económico como en un edificio caro no hay E!'CCll ropias · n nuestra época, si Jos obreros de Renault hicieran sus
no hacer "alta cultura". casas usted ya sabe que las copiarían de las peores casas
HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 169
SECUNDA PARTE
168
burguesas. El problema es el de la productividad en masa que f oRRº· Yo creo, en general, que ha habido una pésima forma-
típica de nuestra época y que, nos guste o no, tenemos nec . fl en Jas escuelas de arquitectura latinoamericanas, aunque no
riamente que realizar. Entonces yendo a casos co_ncretos: ¿us ció )z1.a tantas: conozco la de Caracas, conozco la de La Habana
e~~~ ludo hablar de las otras. Yo creo que ha habido una cierta
piensa en ciudades ''ideales", nuevas, de una pieza c~":'º B
silia; o piensa, en cambio, en adaptar lo mejor de las v1e1as ) ltil de entrenamiento real, falta de una práctica de pensamien-
fa rilcional en los arquitectos. Por otra parte, los gobiernos
dades coloniales para irlas modernizando? ~orno sabemos todos- han sido factores frenantes en el des-
PORRO. Yo hablo de tradición de una manera totalmente dis
rrollo real de la arquitectura en casi todos los países de América
ta. Yo hablo de tradición en el sentido de conservar una serie ~tif'lil· O sea, que los gobiernos no han sido los que más han
yudado, los que más han propiciado, salvo el caso de Brasil.
valores espirituales, de valores de vida, de valores de gusto
forman parte de una cultura y que se trans!1'iten. Creo q ror
1
otra pMte, los materiales no creo que frenen a nadie. Yo creo
hecho de estandarizar, de llevar a una prefabncación, a una e que las técnicas más avanzadas de construcción, como las más
trucción masiva no implica que estos valores no sean con atrasi!dilS, permiten hacer grandes cosas. Se puede hacer un edi-
vados. Y hablo de estos valores no en el sentido de hacer fol ficio pPrfectamente válido de adobe o de lad rillo, como es per-
rismo, que detesto, sino para ir más lejos. Como la Vil/~ Snvoye. fectamente válido también un edificio de acero y materia les
Le Corbusier sigue la tradición de los CMteaux de la Loire, la plásticos. El problema no es cómo se hace el edificio sino qué se
tradición francesa, en Chambord, por ejemplo. Y es, con todo dice clm él. No creo que sean los materiales los determinantes en
Villa Savoye al mismo tiempo, una de las cosas más avanz~das ~te caso sino el arquitecto que dice algo.
su época en arquitectura, una de las cosas más bellas del s1 lo
BAYON. ¿Y la limitación de los medios de que dis ponen los
además ... Yo me pregunto entonces: ¿hasta qué punto Le
si.er sigue la tradición, y hasta qué punto estos sef\oi:es de los gobiernos?
hablábamos se cocacolii.an? Yo creo en la construcción, cada
POKRO. En general, los gobiernos disponen de medios, pero Ja
más y más en la necesidad de un urbanismo global, el _hec
llevar la ciudad hacia una realización total es una necesidad arquitectura real no tiene que estar basada en grandes cosas, a ve-
el siglo xx. Es más, todos mis cursos actualmente aquí, todo ces, con una pequeña cosa se cambia el mundo. Es decir, en una
pequ~_ña obr a se pueden hacer grandes realizaciones, aunque
taller, está basado en ese urbanismo, en partir de esa cons
tamb1~n en una gran obra se puedan hacer grandes realizaciones.
masiva. Pero es el sentido que se le da a esa construcción
El gob1l:'rno que tiene menos medios determina que los arquitec-
lo que importa. Le diré que, con Brasilia, no estoy de ac.uerdo.
t~ t~bran que hacer cosas más pequeñas. Y, a veces, siguen con
silia me luce una ciudad inorgánica, me luce una violen 5 mismos defectos que si construyeran cosas grandes.
una ciudad donde no se camina, el espacio mejor es una au
ta. Es de una frialdad horrible, los edificios me parecen feos,
tos de originalidad, el palacio principal es una especie ~e,,. di 9 A'YCll\¡, Volviendo a una cosa que no quedó explícitamente
tis~ª0 antes, pero que naturalmente tiene relación con ese folklo-
sión" del Palacio de Justicia deChandigar, pero decorativo,
sentido fuerte del edificio de Le Corbusier... En fin, no me a quie0 que usted decía detestar: dándole una vuelta a Ja pregunta
en el ejemplo de Brasilia, pero creo que sí se debe hacer u ari~o.saber su opinión con respecto a la casa "heredada" del
mo, en gran escala, con elementos prefabricados pero g ua t iona ~- 1 ~ casa colonial con patios, que hay que reconocer fun-
)fllu .~s tan te bien en los climas cálidos. ¿Hay que conservarla
otro espíritu. ue co1 ~ - porque ya no estamos en el copiar las formas-, hay
DAYóN. Vengamos ahora al plano de los posibles def
nservar la casa de patios?, ¿tiene una razón de ser?
¿Qué le parece a usted: se trata de una mala formación PollR
u1:1, po~· S:uando yo hablo de tradición uso la imagen siguiente
arquitectos en las escuelas; hay que imputarlo a la parqu
que disponen los gobiernos económicamente hablando; lit ,"° ei. ~erto •. n_
o es mía. Tradición, cuando se escribe una nove-
6n es e escnb1r un velorio de un pueblo determinado; tradi-
podría recaer en la restricción de los materiales y las
Xpresar el concepto de la muerte que tiene un pueblo. Si
constructivas?
170 SECUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 171

usted me pregunta si hay que conservar la casa, el patio, ele ir realizando, para inmediatamente caer en el pro blema
que el patio es una resultante y no es un fin en sí mismo: pul' ara mí es fundamental. Yo estimo que en un edificio hay
introvertida. El problema es otro, es el concepto de la exis qit~ ferie de niveles expresivos, como en cualquier obra de arte.
de estos hombres para quienes se construye, el ambiente ~ tt;nces, e l probJ~ma e~ "jugar" con esos njveles expresivos.
le da a la casa: si el ambiente exige una introversión po p r ejemplo, en mt arquitectura yo tomo, generalmente, para
cultura lo exige, yo creo que hay que dársela. Ese no º:irt ed ificio una especie d e " imagen literaria" que me apasiona,
elemento que restrinja, que cierre, al contrario es un ele c~t ; 1go personal sino más bien como un "drama colectivo" que
que puede propiciar, que puede dar un gran vuelo a la ¡ ~e está rondando por la cabeza en ese instante. Y entonces trato
nación. de ¡ugar dentro de los espacios, de superponer a esa acción esta
imagen literaria. No es solamente el contenido inmediato de la
B AYÓN. Me gustarfa que me dijera una palabra de la p arquitectura, es decir, el tema lo que se expresa - trato d e expre-
cación, y luego vamos a pasar a problemas estéticos. sarlo siempre- pero es superponer al tema de la arquitectura
(escuela, edificio público, vivienda) otta cosa que va ''más allá".
PoRRo. De mí se ha dicho, porque hice las Escuelas de y crear como una serie de imágenes que se superponen al espa-
La Habana, que yo no quise hacer prefabricación. En real' cio para que el espacio dé la clave de estas imágenes. Este méto-
úJtimo proyecto que realicé en Cuba -que no se constr do lo empecé a usar en Jas escuelas de arte y lo he continuado
era un Centro cultural, totalmente prefabricado, con tod empleando hasta ahora.
elementos que existf¡m en mi país en ese momento. Es d
esa noción, en lo que a mí respecta, es falsa. Es más, hoy DAYóN. Ahora que la América Latina "está de moda", es in-
toy haciendo el proyecto de una casa para un gran indus teresante tratar de elucidar cuál es el papel que Ja arquitectura o
la prefabricación en Francia, con los métodos de prefabri el urbanismo de nuestro continente pueden desempeñar en la
más regulares, metálicos. Los arquitectos, generalmente, cultura general del mundo. Comparados con las otras artes, con
tuve que hacer la obra con elementos prefabricados: tiene las ciencias, en estas encuestas que está haciendo la Unesco,
salir fea; y yo, precisamente, con los mismos métodos ¿que sitio hay que asignarles a la arquitectura y el urbanismo?
tratando de hacer algo bello, y se le puede dar todo el Como proyección universal, como imagen, quiero decir ...
que se quiera a las cosas. Yo creo en la prefabricación, pe
creo que sea la única cosa, ni la condición sine qua non PoRRo . Yo creo que no hay aún un gran aporte general. Hay
arquitectura. Creo que se puede usar La prefabricación co a~qui tectos y urbanistas buenos, me gusta la arquitectura de
puede usar ladrilJo y como se puede usar piedra. El materi Ytlla~ueva, por ejemplo, creo que es el más interesante de los
es lo que hace la arquitectura, es otra cosa. arquitectos de Sudamérica -dentro de la generación de más
edad- en el momento actual. En la generación más nueva, que
BAYÓN. Vamos a entrar ya directamente a la "expresiónn no conozco bien, pienso en Clorindo Testa .. . pero sobre todo Vi-
arquitectura como una de las artes. Y quiero que me lo di :lan~eva: su arquitectura es fuerte, grandiosa en cierto sentido,
pecto a sus propias obras, yendo todavía un paso más ad
en lo personal. ¿Qué es, por último, lo que usted trata de
t Ciudad Unjversitaria d e Caracas tiene espacios que me gus-
~~ especialmente. El otro arquitecto que me interesó mucho fue
cuando hace arquitectura? s ubs Ba rragán, por su refinamiento, la belleza de sus espacios,
~o re todo sus espacios internos. Pero decir que haya un gran
PORRO. Es una pregunta un poco larga y, si no le impa l~rte mundial... yo no lo creo. Pienso que la clave aún está
contesto largamente. Para contestar, tengo que explicar .e! ª a en Norteamérica y en Europa.
do que yo empleo en arquitectura. Para hacer un edif•
empiezo, naturalmente, por el aspecto funcional, el as~ Bueno, usted me ha contes tado antes una pregunta
IJBA'Yó.N.
nó~ico, el aspecto social Hago un análisis de los tres as ie~tle tba ahacer d espués ... Pero yo insisto: ¿No le parece que
Parti~ndo del análisis funcional, empiezo a darme cuenta can e al boom de la Literatura y hasta d e la pintura latinoameri-
reJaoón de funciones, de la acción interna del ediñcio, có as, podría haber ahora e l momento del reconocimiento de
SECUNDA PARTE HABLAN TRES ARQULTECTOS LATCNOAMERICANOS 1?3

nuestra arquitectura? La gente sabe ahora quiénes son Co rt?nd idas. El público que iba a verlas, e l estudiante o la
Lezama Lima, Matta, los arquitectos latinoamericanos vi cornr ue trabajaba en ellas se sentían muy bien. En cambio, los
Europa, a veces dan cursos, como usted mismo; fornen gen~~ ~r"S Jos pseudocultos se sentían muy mal, y los burócra-
euH'L " ' •
inmodestia: ¿no habrá llegado el momento de pasar a ese 111 . sentía n fatal ... Así que yo le voy a decir que la lucha es
de reconocimiento universal? tas ~a la med iocridad del medio ambiente, que es tan aplas-
ccin: que es tan desagradable. No es el público en general, no es
PoRRO. Indudablemente Latinoamérica se despierta. tan u~blo, yo no Je echo la culpa al pueblo, yo le echo la c':11pa a
mera "despertada" yo creo que la dio la pintura, con p· el Pmediocres. Y, desgraciadamente, son tantos los mediocres
del calibre de Matta, que para mí es un pintor de un cali tos obieman y son tantos los mediocres que controlan ... A mí
traordinario, de Lam que es otro pintor excepcional, A que garece que e l arquitecto que no haga el trottoir, termina por
Latina se despertaba con ellos, se incorpo raba a nivel m "'~fr algo, una cosa. Y si hace una sola cosa de altísima calidad
En literatura, Cortázar m e interesa en o rmemente; en cu . más que de sobra para ganar batallas. El problema de los
mi país, cuando uno lee Paradiso, de Lezama Lima, uno ~rquitectos es que hacen concesiones diciendo que es necesario,
cuenta que hay un despertar inmenso hacia el mundo. C pero en realidad lo que es necesario es un carro de lujo y una
yo miro la arquitectura quiero aclararle que la mía me gu ''villa"> un confort.
ch o, me encanta mi arquitectura, inmodestamente -e
miro en general- me parece m ediocre. Y la aparición BAY< 'J. Aho ra yo quisiera que usted, que habla bien, me
g unos creadores de gran talla me parece un fenómen hiciera una frase larga, o todas las que necesite, para decirme
mágico. Todavía no se ha podido precisar si se debe a un e ué es lo que deben buscar la arquitectura y e l urbanismo en
social, si es un agua mineral que toman las mamás antes A~rica Latina. ¿Es un problema de falta de imaginación de los
a luz a los nuevos creadores ... Yo creo que en América La que encargan o de los que realizan? ¿Se debe a la escasez de
medida que se vaya profundizando culturalmente, en arq los créditos, a la limitación de los materiales, a la apatía de la
tura podrán darse casos como el de Matta, como el de clase semiculta que es la más dificil de contentar porque es reac-
de Cortázar. cionaria por d efinkión? Hágame usted un "globo" con todas
esas preguntas y explíquemelo.
BAYÓN. Para los arquitectos habrfa una discuJpa en el
de que la arquitectura también es una técnica, además de u Po RRo. Mire, yo trato de darles una definkión a los alumnos
o sea que depende de muchos factores que no son tan simp ~ue empiezan arquitectura, una definición de lo que es arte. Y
mo el de comprarse pomos d e pintura y un pincel y pintai; ~seo una frase de Hegel que se usa para otra cosa y yo le cam-
pel y lápiz y escribir una novela. Claro que lo importante blo el sentido: Hegel decía que "la belleza es la expresión sensi-
eso, sino eJ talento que hay d etrás de eso, pero de todas ~.de la idea" . Yo le cambio el sentido porque no es Ja idea he-
las condiciones no son tan favorables en la arquitectura: P
porque el arquitecto tiene que encontrar Jos encargos ...
Su contestación ha sido muy interesante pero ahora Y
a:
e •ana, p urísima, remota, en el séptimo cielo sino que es una
que se refiere a lo que el hombre está v iviendo con intensi-
.6 1 a los problemas fundamentales de su momento de civiliza-
vuelta a la pregunta. Antes era la arquitectura latinoa n:b~ uso la definición para decir que "el arte es la expresión
frente al mundo y ahora yo le pregunto: ¿Y la arquitectura ll'I~ . e de 1~ idea". Si yo me pongo a analizar lo que pasa en
n oamericana en América?, ¿cómo la recibe el público? As{ " et'r~ Latina e n arquitectura y urbanismo, que los englobo
hay una " moda" de lo literario ¿la gente se ha despertado ea em~s rno plano, descubro que la expresión sensible falta. La
arquitectónico? Sospecho que no ... ¡05 r5ta en el aire, ahora falta que el creador encuentre los me-
lac¡ _<>rmates para adaptar eJ espacio -el espado que es la
PORRO. No, desgraciadamente no. El público latin ªll'leº" entre las posiciones y las calidades- al problema fun-
no es, en general1 malo. En fin, ''malo", uso un poco un. nte~t<1I de l hombre. Eso, en Matta, está; en Lam está clara-
de película de cow-boys... Pero no es malo en el sentad
acepta. Mis Escuelas de Arte que realicé en La Habana
~' rn los arquitectos todavía no está, no se realiza. Creo que
e Punto que hace que una obra sea simplemente una obra
174 SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 17S

"bonita", a que sea una gran obra de arte. En arquitectura una cosa casi positiva. Me da la impresión de que usted
cuentro que haya todavía ese gran salto. Poniéndome ..u1rdecir que " no se 1argan " , que no es que 1os arqwtectos
!'- . no
torre de marfil y mirando para abajo no veo que haya iere ué decir, es que no se atreven a decirlo, que están como
América Latina. Creo que el problema de la creatividad, ~~{d~11 ~, que tienen como miedo de "quedar mal'', ¿es un poco
cultura es fundamenta l y falta. Falta la conciencia de lo que
7
en el mundo, de cuáles son Jos problemas fundamenta les
qué manera se los expresa teniendo en cuenta los mate poRRº· Hay un problema que define al creador. Es cuando el
teniendo en cuenta la función, el pueblo que lo vive, que dor encuentra una imagen potente para decir algo. El pro-
medios con los que tiene que trabajar el arquitecto. Con rna es que no hay arquitectos --de los que y_o conozco- que
que contar para cualquier arquitectura, no se puede no ao esta imagen potente para d ecir algo. Esa es mi crítica.
El paso, el gran salto de ir del ecüficio cómodo, con los ede ser que mañana por la mañana en cualquier escuela de
les existentes, con las técnicas - nuevas o no-, al edifi uitectura surja un joven con un talento extraordinario que
sea expresivo, que constituya la expresión sensible de la id a dew miles de cosas, el problema que plantea, por ejemplo,
es lo que falta. t.am, esa integración de cultura occidental con la cultura
·cana, la cultura negra, y que crea que esa síntesis es algo
BAYÓN. Dentro de las grandes tendencias de la arqui tual. Ver cómo un mito occidental que sale del racionalismo
moderna, vamos a decir -siguiendo a Bruno Zevi- en 'o, l'I marxismo, cómo llega a la China y se transforma en
"orgánico" y lo "racional", ¿cuál le parece que es la verd o chino. Cuando uno se da cuenta que en Ja pintura de Lam
expresión latinoamericana? y esa fuerza, esa dualidad: yo recuerdo un grabado de Lam,
pleno expresionismo abstracto, que si se miraba bien, en el
P ORRO. Yo creo que Zevi - aunque muchas veces no sea ~d o, aparecían una serie de monstruos mágicos de origen
se refiere, principalmente, a un aspecto formal y no tanto ano. En el choque de esas dos civilizaciones uno comprende
aspecto de médula, de contenido. Más que Zevi me interesa e .all í hay un crea dor que está diciendo. Cuando Matta
cho más un crítico en Inglaterra, que va a la médula de las pieza a pintar aqueJJos paisajes de principio del mundo en
Para él la forma está en función expresiva. Decirle "org • e habla el fuego -el elemento de muerte-- pero había tam-
no orgánico ... yo creo que en América hay tal variedad de , escondido, el elemento de vida: el huevo. En esa dualidad
blemas por expresar que no puedo encontrar una fórmula, a-muerte, ¡ahí había algo... ! En arquitectura lo que falta es
sultante será orgánica o será racional, yo no lo sé. Lo impo algo que no encuentro.
es lo que diga esa resultante. 8AYON ¿Y si ahora tuviera que decir qué es lo que anda
BAYÓN. Y ahora para terminar. Si usted tuviera que r .. ?
¿Qué es lo que anda peor en esta arquitectura latinoameri
J>of(Ro. Yo le d iría que lo más que me interesa es el "viejo"
PORRO. En esta arquitectura latinoamericana lo que anda pr~~va que da una arquitectura de fuerza, que transmite la
- le vuelvo a repetir- es el problema expresivo. Es el hab id~ta~·de ~na Venezuela violenta, donde penetra la cultura
que hay que decir: Cortázar dice. No hay duda, cuando. estid drne interesa -si quiere- Barragán, en quien hay una
un libro de Cortázar, hay un mundo "detrás" que está die t' '
, el una manera de ir a las raíces, a las fu entes de lo
Está usando imágenes que están expresando miles de c ientoº iº tratado con una gran delicadeza, con un gran refi-
pasan detrás. Hay un mundo entero que está detrás. El P han · sos so_n los que más me interesan por ahora. El resto,
ma no es sólo el de hablar, sino q11é se dice con las palab ico ~onverado en pequeños seguidores de Barragán, en
arquitectura, lo que me parece que falta es Ja médula. ~id uy pobres por cierto; y en eJ resto de América están
eric:"ores de corrientes internacionales: los Louis Kahn lati-
BAYÓN. A mí, en esta crítica bastante dura que hace us dos d nos están en todas partes, los Le Corbusier ya están
la arquitectura latinoamericana, me parece, sin embargo e moda ... eso lo fue todo el mundo en un momento
176 SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERJCANOS 177

dado. A veces se en cuentra uno con pequeños Frank por el momento, me interesen. Creo que no hay en ningún
Wright, con pequeños Alvar Aalto ... y _todo es ~also. H ~1~r~ prácticamei:'te nada, o sea de lo_ q_ue se puede ver por ahi,
falsedad en todo esto, yo creo que Latinoamérica está 1 Europil también, creo que es la crisis d e l problema arq u itec-
"otra cosa" q ue no se entiende. La misma Cuba está da etl
icti. En este momen to , 1o que a nu, me .mteresa es qué hacer
60
0 111
cosa, está dando una nueva visión ... Y eso no lo entien l ~ gr11ndes conjuntos y las ciudades satélites y demás, que
a rquitectos. ª"'
Cll ' 1t . 1 . 1 d .
011 no estan resue os, me us1ve a propuesta e los ingleses
P e 01e parece son los que más han elaborado el tema o han
París, 11 de abril de 1970 i~tadn de_mi~imizarlo, de llevarlos a encarar una ~scala menor,
ero ni as• rrusmo me parece que hayan conseguido dar en e l
f1avo. No sé, supongo que es la primera impresión la que me
ENTREVISTA A JUSTO SoLSONA selle "s' a la pregunta suya.

BAYÓN. Yo quiero preguntarle, al p~ncipio, su opinión 13AYO:--!. ¿Entonces para usted es un problema de falta de plani-
situación d e l urbanism o y la arquitectura dentro de fic,1ciM en la América Latina?
m érica, comp~rándola con otros lug~es de~ mundo.
iremos al d etalle: si tiene la importancia debida o no, e LSONA. Para mí es un problema de fa lta de planificación y
¿cómo ve usted, en general, lo referente a este ~roble de f,1lta de planificadores, tengo la impresión de que la gente
arquitectura y e l urbanismo en la América Latina con que e:;tá en el tema del urbanismo no sabe todavía bien qué ha-
rán ea? · cer, por lo menos la respuesta íisica del urbanismo. "Pos ible-
mente haya buenas propuestas a nivel de la organización, de la
SoLSONA. Voy a empezar a plantear el de la c:uq.uitectura plani ficación económica y de la programación en el tiempo, pero
cua l estoy más familiarizado. Salvo los m ov1m1entos ~i~nsn que toda~ía no se ha podido dar una buena respuesta
tónicos de Brasil, me parece que n o hay, por lo que yo f1s1ca .11 agrupamiento, con una visión moderna, con un espacio
mucho. No h e encontrado ningún material o ningún Y nue,·os programas. Para reunir a la gente de nueva manera en
general, que me haya interesado de lo que he v isto en grandes cantidades no hay una buena respuesta. Lo que se hace
ciones. De Latinoamérica conozco muy poco y de Eu me da la sensación de que es una especie de refacción de un
bién , soy muy poco viajado. Le diré que sólo el año. ~lanteo va ~ntiguo que se viene modifi~ando, y que no se ha
hech o un recorrido y muy pobre. El m ovimiento brasil Jirho todav1a una nueva propuesta. Yo siempre tengo la impre-
interesado un poco, lo veo muy influenciado por Le Co b l~n de que a la gente hay que jun tarla de alguna manera, fa-
es muy racionalista en sus p lanteos. Una cosa que se tc~car organismos un poco más inéditos, más flexibles, no sé si
una clave de la arquitectura La tinoamericana yo no la tras~s ~stas_ palabras no dicen nada pero espero que puedan
trado, por lo menos que me haya producido un impac liisti ucir la Lmagen que tengo de la manera de reunir la gente,
haya d ado una p ista para continuar por alguno de esos >r'nta ue la que hasta ahora se viene planteando. Este planteo
. t~ ~ es~á muy avanzado en Latinoamérica y hay gente que
1
Los traba jos que se están haciendo en C hile, en recons
urbanización de grandes grupos de vivienda de cla~e b 3
ció bnJando muy intensam ente en eso, pero me da la sen-
se media son interes1rntes, están muy comprometido~ lda ~de que a nivel de los diseñadores, es decir que cuando
problemas económicos y sociales d el país. Me interesan "º
a propuesta se tiene que transformar en una propuesta ffsi-
qu e son s uge rentes para encarar nuevas formélS de ise1'a~ concreta: o no se concreta por falta de capacidad de los
nuevas soluciones, la misma impresión en cuant? al ~a
0
lleva res o no se concreta por fa lta de medios económicos pa-
o sea n o m e ha llegad o información sobre la existen r1a adelante.
puestas urbanís ticas interesa ~tes en e l ~a mp~ de 13"'<C>N E ·
Latina. Pien so q ue hay una sene d e soluciones '°~e '' ct~s · n realidad usted me ha contestado preguntas que ve-
problema de las grandes concentraciones de masas ª"isr!:ués
0
pe~o es interesante, de todas maneras parece que el
los centros industriales, pero que no hay propuestas 0 estuviera en crisis, en el sentido bueno de la palabra.
SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 1?9
178

SoLSONA. Sí, yo creo que el urba~i s mo está en crísis y digamos, "humorístico" porque seguimos trabajando pe-
arquitectos en relación con el urbanismo no saben qué ha lf\O'fendo de la premisa básica de que el 80% de las cosas no
P~·~. La inteligencia, en términos generales, se está radian-
BAYÓN. Yo creo que es así. Brasilia era una ciudad a re ~a capacidad de decidir porque los gobiernos son gobier-
cuando fue proyectada, ahora parece una ciudad ya p d~e tipo militar, dictatoriales, que recurren a la inteligencia
moda. Dentro se eso no noto que la América Latina ea consultora o sea la inteligencia responde pero no opina,
perdida o más atrasada que el resto del mundo que cono !T\~ces no es un diálogo, sino que es así una especie de p re-
tota y respuesta. Ya hay, se puede decir, un clima escéptico,
SoLSONA. Tengo la impresión de que América Latina ::.e la gente que está en este tipo de problemas, sobre lo difícil
más perdida que el resto del mundo ~n cuanto a las p ue esas cosas se realicen con una cierta perspectiva de fu-
ciones y a los trabajos que se están ~ac1endo en e l tema d q. Más difícil aún, en cierta manera, es la respuesta general a
nismo· está más atrasada porque tiene menos propuestas a especie de incertidumbre: qué hacer con el país o qué hacer
y con~truidas, dado que econó~icament~ es~ más at Arnérica Latina.
tiene una serie de problemas sociales que 1n:ip1den conc En los problemas del urbanismo, de la arquitectura, de la cul-
propuestas urbanísticas. Bueno, lo que h; v1Sto en ~os al ra en general, la Argentina no se ha decidido a comprometerse
res de Brasilia y en los alrededores de Pans me pareció es ninguna manera, está un poco al borde de los fenómenos de
No vaya a creer como respuesta !is.ica a~ pr~ble~, m~ po social y económico que se van produciendo y entonces hace
que no es una respuesta ni urbamstica m social nt .a~qu1 papel un poco de consultor. No sé si esa es la visión que yo
ca. Contemporáneamente, pensándolo con una ~ 1s16n go, con un poco de experienciá del peronismo, en que nadie
cosas tienen_que tener por lo menos cu~enta o c1ncuen quería meter. En este momento la gente piensa que tampoco
de vigencia pienso que, en muy poco tiempo, todas es y que meterse pero que no hay que actuar tan en el borde, o
puestas v~ a parecer lo que parece Brasilia hoy. , no estar tan afuera. Tengo un poco la imagen como de un
ntón de personas que cuando se las consulta responden, pero
BAYóN. Las hay mejores, como la de Toulouse, de Cand entran en el asunto. En cierta manera constituyen también el
ucto de una visión completamente escéptica del papel inte-
501.soNA. Bueno, la de Toulouse, de Candilis, creo qu al que se puede jugar en este momento en la Argentina.
ser una de las excepciones que andan por ahí en este mo
Yo no la vi. BAYóN. Sí, yo tengo la misma impresión porque los veo actuar
Europa. Por ejemplo, los jóvenes arquitectos argentinos que
BAYÓN . Pero son contadas ... Las propuestas inglesas n allá son, en general, muy trabajadores, bastante buenos y
son buenas, son ciudades bastante tristes, pero uno se P . an ª hacer carrera . Es decir que la materia prima aquí no fa-
sería ese el porvenir de la vivienda colectiva. Entonc~s sa '~ general, que hay de todo, no seamos pesimistas, pero en los
cultad existe -como estamos de acuerdo en que ex1ste-i ~s clave no están las personas que permitan la utilización
la ve principalmente como culpa de los gobiernos? u~ materia prima de valor que, a veces, es excelente.
muy bien que hay muchos proyecto~ en el pi~ de la Cl So
Buenos Aires donde trabajan hace veinte años sm que 11 a NA. Yo estoy de acuerdo con usted, creo que acá hay muy
realizaciones. Esa gente ha estado trabajando sob~e cos~ qu/ªs~ en el nivel intelectual y profesional, pero P.ien so que,
cío ¿Es culpa de los gobiernos, es un problema simple ia ~a:;a con la Argentina, es que hay una especie de con-
nó~ico porque no hay bastantes créd itos, la política int e frustración histórica en cuanto a la posibilidad de rea-
eso y Jo frena o lo impulsa? En fin, explíqueme... n~" una cierta proyección de futuro. Y eso es una cosa pa-
r d, aunq~e no quiere decir que toda esa gente no trate de
SoLSONA.Bueno, yo creo que en la Arg~tina, en aJ\ id~d edtrabaJar, si bien con un cierto humor clnico·sobre lapo-
a rquitectos, los disefiadores y los urbanistas ~~~aj de p~5.6e los trabajos de fondo que se pueden realizar. Tengo
signo de fracaso, o sea que tenemos todos un m1c10
1
n de que es un mal un poco general en América La-
180 SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 181

tina. Nosotros somos una cierta élite dentro de un mov¡ -.¡ Ahora, hay una crueldad terrible en la obra de arte en
0
cultural latinoamericano, y tenemos también un poco 13AYal ~uando n o está realizada. '
decadente de élite, pienso que es el hecho de una enor ner ·
tración de años, a nivel politico. Yo, que tengo 38 años, no ¡.50:-.,.A. Bu~o, Y? creo que la arquitectura existe a partir de
más que recuerdos de frustraciones de tipo político. 50
materializac1on fi s1ca, el resto ...

BAYÓN. El concurso es el ejemplo típico: yo no sé con qu l3AYó'· Hay casos de arquitectos que no sabemos bien dónde
siasmo siguen haciendo concursos los latinoamericanos icarlo5 porque han hecho proyectos pero casi no realizaciones
tampoco se realizan como el de la Biblioteca Nacional no se ~ilbe nunca ...
Buenos Aires ...
SOLSº'"· Sí, es e l caso argentino de Amancio Williams que
SoLSONA. Esa es la única cosa rescatable que yo encuen una per::iona a quien yo le tengo un enorme respeto, creo que es
vel de las posibilidades de trabajo acá en la Argentina. Yo 0 de los grandes arquitectos pero es difícil de situarlo. Él fue el
ba con gente de Jtalla: ellos no tienen nj siquiera la fe. Mé l1"lil de una determinada generación, fu e una preocupación. En
a arquitectos jóvenes, inclusive de buen nivel cultural, no. te momento lo hemos olvidado un poco pero habría sido muy
ninguna fe en el concurso, en Europa, porque consideran en para nosotros que hubiera realizado muchas cosas. C reo que
tiene limpieza, que no sal~ rea lmente lo mejor, no tiene la mismo no tuvo gran en tusiasmo por rea lizarlas, entonces no sé
tura de selección que tiene acá y que es realmente buena. era por las dificuJtades externas, yo creo en las dificultades in-
curso, a pesar de lo poco que se rea liza, sigue siendo 1 as de Amando Williams para realizar sus cosas.
cliance que tienen los arquitectos para salir con algún BAvó:-:. A mí me han dicho en el Brasil que va a hacer la
propuesta fuera de lo que produce la demanda cotidi lmbajadil Argentina en Bras ilia, y la no ticia venía d e buena
propiedad horizon tal, etcétera. luen~e ... De todas maneras, ¿usted considera que Williams ha
iaflu1do aunque sea como "idea"?
BAYÓN. Claro, en realidad un concurso es como un pro
s uperproyecto final de la carrera de arqu itectu ra: se Sol.So'"· Sí, yo creo que sí, que hay algunas cosas que, de
mucho en él, casi por el placer de hacerlo ... ~a ma~era, son rectoras para quienes han seguido s u obra
u1ada, digamos. No es una influencia a nivel de la Universi-
SoLSONA. Nosotros s upongo que somos básicamente t por t!jemplo, sino es una influencia a nivel de ciertos arqui-
pode concurso. Lo que nos ha permitido el concurso es os que han segujdo su trabajo y sus publicaciones.
marnos, o sea hacer nuestros trabajos de tesis. De !1" 8
cada proyecto donde nos "jugamos" es porq ue nos m ~~º~. Bueno, muchos d e los mejores trabajaron también en
idea o porque el programa lo podemos reelaborar Y deut d•o 0 colaboraron, de manera que todo eso tiene influen-
nueva propuesta, es una es pecie de trabajo de tesis. Lot 0 os mod os.
han realizado, de esos de importancia, son relativamente
No sé si estamos en el tema o nos hemos ido ya ...
NA.
A'i'óNN
DAYóN. Algún día habrá que hacer un ljbro d e "proy
que t do, no, no, estamos. Además esto no es irse del tema
concurso" ... sobº 0 es tema: es una conversación que yo tengo con
re esto.
SoLSONA. Bueno, yo una vez se lo comentaba a la
Swnmn, que creo que hay un material inédito interesal\ l.soN/\ C
Pon~b· ~eo que no le terminé de responder d e dónde sale
estud ios de arquitectura referente a concursos, buenas ."bierno 1hdad. Pienso que la responsabilidad está a nivel de
tas, o sea, casi como tesis. inclusive, en épocas, se pu iernos -~'.de eso no me cabe la menor duda, sobre todo de los
fectamente agrupar en periodos de tiempo con influen . O 5 ~ hmos, que tienen en su mano la defi nición de las
riores y demás. ' que no demos vueltas al asunto, si realmente t u-
182 SEGUNDA PARTE HABLA N TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 183
vieran una cierta vocación de cultura, inteligencia o de SoJ..50NA· Tengo diez af\os de docencia en la Facultad.
en términos de una visión moderna, digamos, del país, bu
el procedimiento porque tienen los técnicos para la res Ah, muy bien entonces, en general, o de acuerdo con
ól\,¡.
nivel del urbanismo y del disef\o. BAY eriencia local o lo que sabe que ocurre en el resto de Amé-
ex~Qué le parece: está bien enfren tado el problema de la
BAYÓN. Por ejemplo, cada vez que yo vengo aquí veo el Ccl·fl~nza? Porque ahora ya que hemos echado parte del fardo
Sur y me asombra lo atrasado que está con lo céntrico
Yendo a ver a un amigo que vive en la calle Defensa,
J! la responsabilidad sobre los gobiernos, podría ser también
e fuert1n los responsables.
cómo no hacen aquf unos monoblocks a cinco cuadras de
nida de Mayo. Es e.I plan del Barrio Sur con el que me SOLSONA. Sobre el gobierno es una manera cómoda de decirlo.
desde hace quince ai'\Os.
BAYO:-.. Sí, y los particulares también ...
SoLSONA. Para el plan del Barrio Sur se hizo un co
antecedentes hace muy poco: se presentaron una serie d SoLSONA. Responsables somos todos nosotros, porque el go-
pos extranjeros y argentinos y todo terminó en una es ierno no nos guste o no sepamos qué hacer, eso también forma
vía muerta porque el procedimiento de fallo fue tan · rte de nuestra propia responsabilidad.
que se prod ujo una impugnación y el propio Intend
tenido que intervenir. BAYON. Los particulares también son responsables d e ese esta-
BAYÓN. Pe.ro había un viejo p royecto de Bonet que tam o de co'las.
hizo... ·
SoLSONA. Sí, sí, y yo creo que los intelectuales básicamente
SoLSONA. El viejo proyecto-de Bonet quedó en vfa mu ;,stamos en el borde, como le decía antes, gritando pero sin dar
trabajé en él haciendo aún el último afio de la Facultad. Jlos pasos necesarios para producir un cambio. Los pasos que
quedó en nada y ahora, bueno, es un fenómeno de Y que da r son arriesgados, no lo sa bemos hacer pero creo
intereses creados. El Barrio Sur, como usted bien dice, es ue hay gente que lo hace mejor que nosotros en otro lado del
paso del centro de la ciudad d e Buenos Aires, es la última Inundo y puede producir alguna pista nueva.
va que tiene la ciudad para proyectarse en su continua
cimiento y éste, de la manera que ha sido planteado B~YON. Yo quiero preguntarle ahora, porque esto es una encues-
salida porque hay demasiados intereses creados. Es posi , 51 le .Parece que a nivel del estudfo, del modo como se estudia
que hizo el gobierno en cuanto a congelarlo por un ai\O arqb1tectura, si en la formación podría haber un vicio básico.
supo encontrar la manera de producir un concurso bien P sa er bastante economía, sociología, técnica constructiva ...
do, además bien saneado, de manera tal que la gente P
participar con Ja imp resión de que estaba jugándose 11 ~l.SONA. En este momento no sé cómo se está enseñando en
entonces está en vfa muerta o sea que dicen que se lo van la ~versidad, porque hace tres o cuatro años que no estoy en
alguna oficina del Estado para darle algún tipo de sa1 s~" e:;de que han cambiado las autoridades. Nosotros cuando
hizo una propuesta de antecedentes y una metodología os tábamos también sentíamos una falta de bagaje. Tomába-
bajo, una especie de planteo de tipo teórico de cómo net:J°''~, casualmente, los temas que usted me plantea, en
encarar ese trabajo en el tiempo que da ba el gobierno P iunt.. 0 ~ pasábamos estudiando cómo encarar los grandes
cerio, que eran doce meses. Los honorarios eran muy alt s d os'. e.orno agrupar masivamente a la gente en nuevas for-
mos de quinientos millones de pesos. , fi:a Vl~tr, nuevas formas de interpretar los datos económi-
las ~cteros y demás. Para encontrar otra cosa que la tristeza
BAYÓN. Entonces ahora otra pregunta, en cadena, ~orno upa c_~udades inglesas, o sea el tema de la vivienda y la
No sé si usted tiene experiencia de profesor pero en fan, ller e ci n de las gentes en grandes cantidades fu e el tema del
maneras dirige un estudio importante. uando yo trabajaba con Borthagaray.
184 SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERJCANOS 185

En este momento el proceso universitario argentino , Es que no hay arquitectura y no hay manera de or-
tante bajo y hay un gran desaliento, por pa rte de los 50i..soN~a· ciudad, de organizar un conjunto.
estud iantes, sobre lo que pueden recibir de la Universidp ní1..1í UI •
falta de confianza en poder cambiar las cosas con una visi Habría que cambiar los reglamentos municipales.
gregista y moderna. De ahí una tristeza básica. No creo 8AyóN°
esté enseñando en la Facultad - ni nosotros en su mo , Ahora todo eso está muy manejado por la oferta y la
dimos hacerlo- con una información muy moderna. ] • LSONA·
So '
:l la influ encia del capital, la tierra que acá es tab u' o sea
temas teóricos que enseñábamos traducían nuestra prop e111<1 nlt : rra es una cosa sagrada, debe ser una mentalidad de
ocupación como profesores. La reaJidad inmediata de ue 1él a
tancieros . ..
arquitectos es que terminan en oficinas del Estado o tra
para terceros en viviendas de tipo comercial, pro piedad BAY<'>:-. ¿Es muy cara quiere decir?
tal, departamentos para la venta . Nos dábamos cuenta
estábamos ad ie~ trando gente para trata r temas que, po SoLSONA. Es muy cara, no se la puede tocar, qué sé yo. Yo ~ reo
mente, no tocanan nunca en su vida. Y que cué\ndo esa que un lote tiene más importancia que una p~rsonab, no. séi51 !'°e
saJiera a lri calle con un título no iba a saber resolver los i ex lico. Es una cosa de una gran fuerza, es mtoca 1e 1nc usave
tos problemas de diseño como para ir configurando una • pa un gobierno que no tiene los problemas que put!de tener un
con un mínimo de dignidad. O sea, que nos encontrábamos- p~~ierno con parlamento. Además éste po~ría actuar con much?
el tiempo un poco en esa especie de contradicción entre 1 ~:. desprejuicio respecto a toda esa ~speae de cosas y no cons1-
~ebían ser los temas de una enseñanza inteligente, di Rue tilmpoco hacer nada. No lo consigue porque dentro del pro-
insertada en un panorama culturaJ argentino y s udameri pio gobierno están todas las influencias para que no se toquen
los temas inmediatos que, finaJmente, había que saber esas disposiciones.
como poner una ventana o diseñar la " tapita" de un fren
propiedad horizon tal como para realizar una ciudad pos BAYON . Un terrícola de origen no puede olv idar de re~ente
pues en última instancia una ciudad actual es una suma de que la tierra es la base de todo y al ñn puede ser una especie de
"lapitas". Esa contradicción nos la planteábamos siempre y culto
planteaban los alumnos, como esa falta de confianza en eJ b
cultural que les dábamos y qué vigencia podría tener en SoLsON A. Yo siempre digo que la Argentina es una estancia
años de acción proft!sional en Buenos Aires o en la Argen con un casco que es Buenos Aires y un lugar para veranear que
Cuando uno enseña tiene que pedirle mucho a la ima · es el Mar del Plata, y se acabó.
para mantener el entusiasmo en el que aprende y en el que
ña. Pensando siempre en esos temas "mágicos" que sólo BAYO:'ll. Y unos puesteros.
ser que se nos ofrezcan en la próxima reencarnación. Eso ha
cho también que muchos de los docentes y Jos alumnos se . SoLSON A. Y unos puesteros - nosotros- que vivimos muy
algunos a trabajar de dibujantes a estudios norteamericanos bien ~racias a la estancia. Estancia que es tocio el país y que está
la esperanza de, por lo menos, "o rillar" temas de los q Vacía.
supone son los que deben preocupar al profesional modemo,
BAYt'>N. Muy buena la teorfa, se la voy a usar porque me pare-
BAYÓN. Esa también es una responsabilidad municipaJ, Po ce Justn.
el famoso lote argentino de diez varas ...
SoLSONA. Que no lo podemos superar. 8 SoLSoNA. Yo sigo creyendo que éste es el casco y la gente de
llenos Aires son los estancieros, a distintos niveles...
BAYóN. Porque no hay arquitectura hasta que no haya e
caras, cuatro fachadas: reaJmente ese cajón visto de punta 13
son las casas de departamentos ... tespAYóN. Sí los nr' orteños tienen mentalidad de estancieros con
I

ecto al resto del pafs.


186 SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUlTECTOS LATINOAMERICANOS 187

Sot..soNA. Por eso todo el fenómeno interno en la Argen darizados. Me parece que compiten en el mercado de la
erupción provinciana, los cordobeses que están en una reat estil~rucción soluciones altamente industrializadas con solu-
tud contra el Estado, contra una serie de cosas, tal vez ~ C?115,,~ d igamos, clásicas o anticuadas. No sé si soy claro al res-
única pista que volvamos a tener para sacudir un poco la c1on"""'
peCto .. •
rra que tenemos todos.
BAYc"lN. Pero cuando usted va a EUA o a Inglaterra o a Francia
BAYÓN. Bueno, a mí cuando viajo por el interior me gu Italia, hay ciertas c~s~s que ustedes no las tienen: el tamañ~
0 11
que soy porteño renegado porque vivo afuera desde hace de tos cristales, el aluminio, el bronce, todas esas cosas le permt-
chos años, cuando viajo por las p rovincias argentinas tengo: frfal'l. a usted que es un arquitecto muy avanz.ado, todavía dejar
la impresión de que eso pertenece al continente americano :olar más su imaginación. Es decir, usted habla de una excep-
eso se agita, que se mueve de una manera latente, oscu~ ción, que es Buenos Aires, pero yo pregunto sobre toda la Amé-
que pasa a lgo ... ric11 L;itina ...
SoLSONA. Ese tipo de conciencia de estanciero es lo que Sot..<;ON A. No, yo creo que para América Latina no está todavía
rigiendo esta especie de respeto religioso por la tierra, por la dado el nivel. En eso, claro, creo que Buenos Aires sig ue siendo
piedad de la tierra, por el pequei\o lo te. La tierra vale un una excepción dentro de la América Latina. Aquí hay bastante de
para te, o sea que realmente vale un disparate porque en Bu eso que usted me dice, o sea en este momento tenemos bronce, te-
Aires la tierra tiene un valor que creo que no lo ha de tener nemos aluminio, eJ banco hecho por ÁJvarez es todo de bronce.
ningún lado del mundo. O sea, hay respuesta técnica factible a las cosas que se pueden
plantear aquí. Un diseñador moderno que piense en términos de
BAYÓN. Ahora, en esta serie de investigaciones que es materia les nuevos y de materiales modernos puede existir en
haciendo oralmente viene o tro problema. Por ejemplo, p Buenos Aires. Pienso que no ese es el caso de América Latina.
ser que en América Latina hubiera también un problema de America Latina sigue todavía apoyándose en construcciones más
tricción de materiales o de créditos o de maneras de tra e!ementa les: en el ladrillo, en la mano de obra elementa l que
de técnicas modernas. ¿Qué le parece a usted, ahora que vi sigue siendo m uy barata y que es una respues ta inmedia ta a l
Europa, que ha visto o tras cosas? prob~ema constructivo y arquitectónico en América La tina. O sea,
acA sigue todavía inclusive siendo para nosotros más económico
SoLSONA. Yo le tengo una enorme fe a la tecnología a ni plantear un conjunto de vivienda chico (me refiero a que no sea
este país po rque está industrializándose fuertemente. P en altura) mediante sistemas tradicionales estandarizados al máxi-
incorporación de capitales europeos, que en este momen~ m_o, que si lo comparamos económicamente con sistemas indus-
en auge, hay una industria que creo que responde a casi t~ah7.ados. Es más fácil hacer un conjunto de casas con ladriUos y
0
los requerimientos de un diseñador moderno, estoy conv re.ros que los vayan acomodando de alguna manera, que si re-
de eso. O sea, no hay cosas terriblemente fu era de serie ni ~llrnmos a una industria de la construcción pesada de placas d e
blemente caras. Por lo cual, digamos, una respuesta arqu E~~gón y además sale más barato lo primero que lo segundo.
tónica de tipo telúrico, simple, no es la respuesta arqu.i~ é sigue dando la pis ta, por lo menos es una cosa que en una
a rgentina actual. Me estoy refiriendo además a las pos1~1l!d 1fdº~~I decía Eladio Dieste: que la respuesta de América la tiene el
de tipo Buenos Aires, al nivel del gran Buenos Aires. D1sti cabtt o, porque el ladrillo se hada con la tierra, el barro, y se colo-
tema si estuviera en este momento trabajando en el ChaCO. tlcaª co~ gente de mínimos conoci.mientos. Eso, a nivel de Amé-
ejemplo. Son distintos los modos de encarar el probleltl31 lant Lilhna , sigue existiendo, hay una respuesta constructiva bas-
que, más q ue nada, por la falta de locaJización de empresas bue~ ele.mental, ahora eso no quiere decir que no puede haber
tructo ras. Me parece que hay un nivel técnico equiva_lefl as respuestas arquitectónicas modernas.
europeo - no le voy a decir del mismo nivel, hay que in
lar- pero es equivalente, se puede hacer cualquier cosa ~~~~N. ~mona en Bogotá está haciendo edificios de ladrillos
ele
los costos de esas cosas que se pueden hacer también ya •nta pisos muy interesantes y, realmente, es de lo mejor que
SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 189
188

se hace en Colombia en este momento; y no como revesti c;oL,SoNA. No, yo pienso que lo aceptaría, lo aceptarla y vería
muros enormes, muy importantes, de ladrillo, usado d~ • 10 usar el sistema de prefabricación para configurar un paisa-
manera muy interesante como radios que parten de un centrq; c6~,;c.:n, tal vez como pieza de un mecano. La aceptaría de algu-
¡e manera, quizá, como acepto Jas puertas, los pisos, qué sé yo,
SoLSONA. ¿Como costillas? fltlnitnaría igualmente la escala de las ideas y del pensamiento
~r,1 proyectar en una forma mu~ho más masiva.
BAYÓN. Eso es. Ahorn, yo le queríA preguntar sobre la p
bricación y viene justo <ll C<lS01 ¿la prefabricación en América Bi\Yt">N. Pero, ¿no le parece que hay un drama? ¿No se asusta,
tina es una solución? Por ejemplo, para la vivienda colectiva corno t1lgunos arquitectos, pensando que esto paiece el fin del
es un problema (a ver si un día se suprimen las favelas y arquitecto?
llas miseria), ¿le parece que es una solución la prefabricación
Sl"'LS01'A. Yo creo que el arquitecto puede finalizar y que no
SoLSONA. Yo creo que la industrialización de la construcci pas.1 nada tampoco.
una, la única solución lógica que existe en este momento para
carar los problemas masivos de Ja arqu itectura. La industri fü\\ON . Todo depende de cómo se lo llame: diseñadores, orga-
prefabricación es una solución que se está encarando, ya hay niwdores ...
conciencia muy generalizad<l. Digamos, ha sido superada la
ciencia de estandarización, cualquier empresa y cualquier a SoLSONA. El tema nuestro, el tema de los grandes conjuntos,
tecto piensa en términos de repetición, de sintesis y de el de In-; grandes problemas, de los grandes centros finalizó. Como
que puedan de alguna manera repetirse al máximo en la el diseñador de aviones individuales tipo Spitfire y demás, por-
trucción. La prefabricación no ha conseguido todavía resolv que ahora vienen los Jumbo. Ese diseñador pensará de otra ma-
América Latina algunos problemas de fondo, los costos que nern, buscará la cosa de otra manern, es distinto pero el proble-
que son altos porque todavía no hay el consumo con el cua ma L's el mismo me parece ...
equilibre la producción. Creo que ahí está la dave, o sea, den
vo volvemos siempre al problema económico, lo de la pref BAY(>N. Lucio Costa, hablando de Brasilia, me dijo que Nie-
cación depende de una planificación en el tiempo y de una meytir y él quisieron hacer dos partes dHerentes en la ciudad:
ducción en el tiempo, pAra realmente llegar aJ costo mf una parte "representativa" entre comillas, de monumentos, es
necesita estar asegurada por la estabilidad de tipo econó ~ec1r, lns dos rascacielos, los ministerios, la cámara de diputa-
político. La prefabricación no puede competir, de ninguna • r'>S, de senadores, la catedral, el teatro, y por otro lado, una can-
ra, con la construcción intermitente que va apareciendo segu idad de viviendas colectivas. Ustedes, en su estudio, cuando
necesidades, pero es la solución. En América Latina la soll.l proyectan -según el tipo de proyecto-, ¿tratan de hacer monu-
para mí va a ser la prefabricación pesada, o sea a base del ho ~entos, pero en el buen sentido de la palabra? Me interesa saber
gón y todo lo derivado del hormigón. u opinión al respecto.

BAYÓN. ¿Por ejemplo, cuarto de baño completo, cocina co de f LSo:-.:A. En general, cuando nosotros proyectamos tratamos
ta como elementos que se "ponen" mecánicamente en la obra no abricar organismos complicados, no sé si me explico, donde
otta e lea co~ excesiva claridad la presencia de una parte sobre la
5

SoLSONA. Sf, cuarto de baño completo, cocina completa, en~ má~ bien una cosa más "mezclada''. No creo que nosotros,
les enteros de fachada con las ventanas incluidas, bale tipo ~·~ s_•tuac_ión similar a la de Brasilia, hubiéramos buscado ese
tramos comp1etos de escalera ... una e. so~uc1ones de "objetos sueltos" en un paisaje, el todo con
Ple~, 'Pecie de simbolismo, sino hubiéramos fabricado un com-
BAYóN. Usted como arquitecto, ¿aceptaría una prefabri un 0 ; ,us~ndo todos los elementos mucho más entremezclados,
diseñada por otro o quiere ser usted diseñador de la P l'>tr0 tfpdl'llsrno más d ifícil a primera lectura si se quiere, pero con
cación? n de organización ...
190 SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 191

B1WóN. Lo que un escultor hace con las masa s. Je funciones, realizadas con una técnica lo más avanzada, la que
e; está dando en este momento el país, que es el caso de los
SotsONA. Sí, yo hago organismos menos esquemáticos, 0 ~~~cos Municipales, el caso de la Fa te y demás.
propuestas menos esquemáticas, un poco más complejas ...
6 .,,oN. En este caso, yo veo que no hay d iferencia entre " inte-
BAYÓN. En las cuales unos edificios serían más volu rior" y "exterior", ni. hay d iferencia entre los muebles y la arqui-
que o tros .. . rectura: todo es un d iseño.

SoLSONA. Exactamente, o tendrían a lgo, alg ún tipo de So1.soNA. Tocio es un diseño, es todo una misma cosa, es un obje-
sión dentro de una misma trama, unos acentos particulares 10que la g~ te usa, o sea como .u~a máquina de escribir, un edifi-
serían los que identificarían la índo le de los elementos repi cio es un obJ~to que se usa de distinta manera, un objeto que sirve
tativos. para una sene de cosas, lo que la gente le pide a ese objeto.
Volv iendo a Ja prefabricación en que me q uedé pensand
nos asustábamos o no nos asustábamos. A mí, en particulu BAYóN. Ahora vienen preguntas más esté ticas, va mos a decir.
me asusta, yo siempre he tenido una esp ecie de idea fija Hay un problema que yo pl~nteo siempre porque es interesante~
las cosas repetitivas, o sea, por ejemplo, los bancos que hemo1 ya q u~ no es~oy hablando ni de Eu ropa ni del Japón, estamos en
cho. En el Banco Municipal tocio se origina a partir de un 1 América Latma. Usted sabe muy bien que hay una cantidad de
llo de 20 cm x 20 cm que se repite en forma obsesiva. Creo formas, de expresiones de la arquitectura de las grandes culturas
nivel del urbanismo, si usáramos la prefabricación seguir indigen;is ~~tecas o mayas o .incaicas o de arquitectura colonia l
pensando de la misma manera: o sea, tomar el módulo prefi que .han ut1h~ado ba ~ tante bien esta especie de gigantismo deJ
cado y repetirlo de todos los moclos que se pueda y de una conti~ente latmoamencano ... Entonces, no por la copia de formas
nera muy fuerte, muy obsesiva, para conseguir el efecto (~ad1 e pretende volver a l falso indigenismo como hacían hace
repetición de la misma cosa. Yo creo que lo que no cansa es cincuenta años, o fa lsos coloniales como hace treinta o cuarenta)
sualmente -al revés de lo que muchos piensan- la repetí !:ro corrio "espíritu de la forma", incluso a nivel del patio o la ga-
l'ría, la "casa para dentro", algunas de estas cosas ustedes las re-
de una cosa.
hene_n en sus obras: ¿le parece que vale la pena ser retenidas? ¿La
BAYóN. Entonces usted es orgánico ... arquitectu ra latinoamericana debe mostrar que es de este conti-
nente
. ·
o~ inserta naturalmente en la gran cadena de a rquitectura
SoLSONA. Claro, si se hiciera un esquema un poco -si ~ tnternilc1onal, tecnificada al máximo?
re- antiguo, yo me acomodaría en el lado de los orgán1
bien no es to talmente verdad ... porque todo eso pa~a mi. es ur.~~NA. ¡Qué pregunta! No, yo pienso que se inserta, como
dueto de un planteo bastante sistemático y muy racaonahsta inse dice, dentro de una g ran cadena tecnificada aJ máximo. Se
pongo muy nervioso cuando al proyectar salen cosas cap Jistar1él dentro de una manera de vivir bastante más universa-
sas que no podemos explicar nosotros mismos. Me parece~ fol'nlac.¡~: I~ qu~ puede car.act,~rizar a lo que .ll~ maríamos una
voluntad de crear de un arquitecto en este momento no es :}'n no 1 vrvtr a la argentina , la forma de v1v1r a la argentina
;il contrario, es un dato sospechoso. l;!nera ª.conozco todavía, no la he percibido y eso que tengo dos
fl'los eciones de a rgentino. No me llegó nada particular, diga-
BAYÓN. Sin embargo, las arquitecturas que ustedes hacer º~a ~rno. ~ara caracterizarla. A mí, lo que me interesa, es la
confundlrian nunca con el paisaje que es un poco la de cer u e vivir de Ja gente y cómo percibir la forma de vivir para
de lo orgánico. y eta~ propuesta a partir de una cosa concreta, o sea, no sé si
l.teQ 0 p ' en eso me importa un poco cómo "pescar" lo que
SoLSONA. En generaJ nosotros estamos fabricando "obje Patioroponerle a la gente para que viva mejor, más que salir a
sea, cosas que realmente se definen claramente, que con a esp~ ? una galería o tener un muro ancho y extraer de aJlí
una cantidad de función, son un poco la síntesis de una can ere de mensaje estético, una cierta poesía espacial.. . Me
192 SEGUNDA PARTE
HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 193
parece que más que nada, si bien en las cosas que ha
muchas veces trabajamos sobre un plan teo completa oN. Los italianos son el ejemplo: yo he visto otras variantes
" introvertido" de casas o sea de patio interior, eso no nos BA" oyecto de la Torre Velasca en Milán mucho más intere-
Las cosas que nosotros venimos haciendo no siguen ten del r~ pero la "hablaron" tanto que termjnaron haciendo una
siempre un carácter de "elementos", de "cajas sueltas" v santet!>~rre
falsa gótica porque estaba cerca del Duomo y fallaron ...
ladas por circulaciones. En las casas que h~mos hecho a
cerca del mar, Ja circulación -con una sen e de cajas q SOLSONA. La impresión que tengo de todos los arquitectos eu-
abastecen- es una especie de galería interior pero sin bú 05 y, de otra manera, aun de los mismos ingleses, es el com-
de un "patio", sin búsqueda de una expresión fuerte del n;~ que sienten con la historia. Es tan fuerte en ellos q~e, a ve-
En nuestro grupo de trabajo no he oído nu~ca. un plan p 1yo me siento tan cómodo de no tener toda esa presión que
poco colonial, porque no pensamos en un patio mtemo co c~s~<1Jinsa, pero qu e obstruye también y crea complejos muy
casa de Pueyrredón, no son jmágenes sugeren tes, para no ~~¡¡mies. Volviendo a los italianos, no entiendo cómo pueden
las que surgen de una cierta arquitectura vernácu la, no q aiseñar lcln bien su televisión, su radio y los demás objetos que
decir que por eso seamos unos desamorados. on objetos modernos sintéticos, clarísimos, muy despojados y, a
;u vez, hacer edificios tan retóricos y tan llenos de situaciones
complicadas ...
BAYON. Lo que yo djgo es que en A~érica Latina está la
vocación", como dicen los norteamericanos,. la provocad
este paisaje, de alguna manera ustedes Ja registran, por BAYóN. Porque hacen de más, estoy seguro de que los itaHanos
buenos arquitectos, esa es mj opinión. son superdotados.

SoLSONA. Posiblemente lo cumplimos, América está 11 SoL<;ONA. Yo creo que es por el complejo cu ltural que tienen
exageraciones, en cuanto a nosotros (me re~iero a ~ste con la arquitectura, que no Jo pueden superar, cosa que nosotros
somos exagerados para las respuestas arq.u1t~ctónicas, no tenemos. Eso n os hace un poco "internacionales", que puede
tipo de cosas. La repetición de sesenta mil piezas de la ser, a su vez, nuestro defecto, que es también una cosa muy de la
-que en última ins ~ncia es la propue~ ta de las sucurs~ Argentina y de Buenos Aires.
banco, una caja de cnstaJ llevada al máximo- o sea que.si.
nos apoyamos en una cierta exagera~ión, esta~os al hm BAYól\.. Entonces, yo ahora quisiera saber el criterio suyo cuan-
una idea, si nos equivocamos es un d isparate, s1 no nos.eq do le dan a hacer una obra. ¿Todo eso que me ha dicho está "mez-
clado" entonces?
camos ese Jímjte nos da más fuerza en la propuesta arqua
ca que es una exageración, en cierta manera.
Sol.SON A. Todo mezclado.
BAYÓN. De todos modos no hacen "literatura" de estu
arquitectura, lo que es terrible ... BAYóN. Pero el "motor" de todo esto, ¿usted considera que si-
gue stendo la función?
SOLSONA. No, no hacemos ninguna literatura, le tene
Fu S~~ 0NA. Sí, yo considero que sigue siendo básicamente la
5
rror a la literatura, a ese cierto "complejo cultural" de los
tectos. Por lo menos los que formamos este grupo no P y ncion. Nosotros siempre decimos que nuestra manera de pro-
mos la charla arquitectónica. Yo le he teni~o síem~re d~ta~ es: tomamos los programas o tomamos las necesidades
miedo a los arquitectos que conversan demasiado de sus ll'l: ~hen.t e y empezamos, casi siempre, revisando todo el progra-
luego los planos son una desilusión. Desgraciadamente, 0 idea uncional, o sea, pretendemos hacer un nuevo programa. Las
sotros tenemos un solo idioma que son lo~ planos y, .des~Of. fllo s salen de ahí, de la manera con que nosotros nos enfrenta-
objetos que fabricamos. Cuando uno termina de fabricar Ver~¡~on 0
el programa. El Banco Municipal tiene a lgo un poco di-
tos se acabó la conversación, conversan los demás, ya no casu Y eso es producto de no haber tomado e l programa,
da más que decir. t 11tó ~!mente, tal como lo planteaba el Banco. O sea, es lo menos
rico posible; hacemos un poco una novela de cada progra-
SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS
194 195

ma, un cuento Co n humor/ lo cargamos de ideas, los seis a Ótl la fa lta de prejuicios que se supone no tienen los latinoame-
tectos del mundo hablamos del tema, conversamos much( rilr1nos, se prod Lazca un fe~ómeno de cambio, primero M1cial, 0
del programa, de eso hablamos como locos, de la manera .;e,1 ,1ue la gente 11eve una vida mejor, mucho más equilibrada. En
cómo usarlo, cómo será, cómo lo ve la gente y eso es l? que i,,, 1noamérica hay, potencialmente, posibilidades muy grandes
sugiere las ideas. Nos criticamos mucho ~uando se~timos de buenas respuesta s urbanísticas sin necesidad de recurrir a
nos estamos apoyando o aferrando a una !dea plástic.a que soluciones económicas exóticas, o sea fuera de lo que son las posi-
gusta, pienso que tenemos que en.contrar sistemas de ideas bilidades de América Latina. Eso sí, si esperamos una cierta inde-
proyectar, de tipo funcional bás1.camen!e· No se puede p pendencia económica en América Latina hay que desear que en-
· pre de una idea estructural sino
s1em . de ideas,, funcionales
d y cuentre sus propios medios para resolver sus problemas, y taJ vez
automáticamente, cómo esas funoones se . pue en envaa eso implique un largo periodo de vuelta a una construcción mu-
como digo yo, de qué manera, y, por ese camino, vamos un cho más artesana l y una especie de o lvido de lo que sean las
buscando la solución. propuestas más industriali zadas. Si en a lgún momento dado
no~otros podemos producir un cambio en la manera de convivir
BAYÓN. y el lugar, urbanísticamente, el ~ugar donde esa
y de orga 1~izamos, dado que tenemos poco prejuicio histórico,
va a estar insertada, ¿cuenta en el proyecto. quier<.' decir q~e se puede llegr1r a dar vuelta a la situación, que va
il h11ber un penado de acomodo de toda esta situación. En ese pe-
SoLSONA. Cuenta, nos interesa, eso si. riocio va mos a tener que ajustarnos el cinturón y resolver Jos
problemas nuestros con los elementos que tengamos más a mano.
BAYÓN. No es lo mismo que esté en Bariloche o en el DepPnder~ de la inteligencia de los diseñadores para sí'tcar lo
Nahuel Huapí que en Corrientes y Esmeralda. me¡or de sa de esos elementos, yo no creo que la falta de medios
pueda ser, en ningún momento, razón para no hacer buenas
SoLSONA. Nos interesa, nos interesa, buscamos p~ stas, <"osas. Buenos diseñadores hacen buenas cosas con poquísimos
siempre pistas de tipo, cómo le puedo decir, de relación o elenwntos, y hacen buenas cosas con muchísimos elementos y Je
paisaje siempre como una relación de tipo formal. Es tengo una enorme esperanz;:1 a esta cosa americana. Y no en mu-
el paisaJe tiene una forma y una plástica, esa forma Y esa pi cho L•Pmpo, pienso que tiene que producirse un cambio porque el
se tienen, de alguna manera, que "enganchar':? encad . ~ua?ro de .toda Ai:nérica es un cuadro de enorme intranquilidad,
la forma y la plástica del objeto. No es ~na v1s16~ del P • An u.ltima an~tanc1a el papel de todos los gobiernos que hay en
del objeto como interrelación orgánica smo. m~s ~1en u~: dernenc_<l ,Latana es un caso policial. Así como tengo la imagen
generación de forma. La forma que el patS~Je tiene, u e 1Amenca como una serie de "celadores": un celador acá, otro
modo " rebota" en el edificio. Es una e~pec1e de cont1ni r~ ª?e~ en t:!I Uruguay, otro celador en Bolivia, otro celador en el
pero en donde las cosas se leen con claridad: ??nde f,mp quru . _\!lado res o polkias que cuidan a una cantidad de gente
casa y dónde sigue la montaña. Hay una fam1ha ~e. <lli~~stá ne~iosa, y esa gente que está nerviosa se va a seguir po-
una geometría que les es común, que surge del.péHSaJ~ ~lq 0 nerviosa, eso es inevitable.
alguna manera, se tiene que encontrar también co
arquitectónico. Jl~i:".<>:\/·
..,Jst,1.Pero desde el punto de vista de la crea tividad usted es
Muy bien. Entonces, como conc.1us1'ón, la situad
BAYóN. • fr
u rbanismo y la arquitectura 1atinoamenca na actua1dei Sou,0:-\A y;ll ,
sar d, .'
t' . h b
~oyop 1m1sta,yocreoque ay uenagenteque,a
mundo y en el mundo. ¿Qué va a pasar, cuále~ son los cióti ~=:>te clama de nerviosismo en que vivimos - por esa sen-
cuáles son las cosas deseables, lo peor y lo me¡o r? >s l!)(cit q ue podemos de alguna manera ca mbiar las cosas-
· 1a t'moameri , de p 5 Pb
ª ~r~ producir mejores ideas, o sea hay un clima positi-
Bueno, pienso.que e~ urba~smo
Sot.SONA. máticd· °
l'cibo 1 ~ladades en América Latina. Cosa que en Europa no
1

seguir produciendo soluc10nes mmed1atas esque. oarné los a 1~ rnasmo, creo que los tiempos americanos son muy dis-
que la esperanza de todo el mundo es que en Latln s eumpeos. Un arquitecto de mi edad, por allí, en Eu-
196 SECUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS
197

ropa, tiene todavía mucho que caminar para tener las pos Süll'ER. Bueno, precisamente, aunque tú me dices que no ten-
dades que hemos tenido nosotros en América. Eso yo lo ra en cuenta el tamaño, yo c~ que uno. de los aspectos que dife-
clarísimo, la chance acá es más violenta, más peligrosa, tal :1
~ncitln desarrollo urb¡¡n1shco colonial del de nuestra época
pero existe. Está abierto el campo para la chance, o sea que consiste 1ustamente en eso: es un problema de volumen, de cre-
mo existe la chance para los arquitectos existe la chance pa o rnit·nto. Prob~ema que, naturalmente, tiene consecuencias en el
cambio político, la chance para el Cétmbio económico, o sea ordt.>n eco~ómico, .en el orden estético, en el orden cultural. La
mos en estado de ... ciudad latmoa~encana de la época colonial representaba UJl ur-
ti,ltfr,mo _estabilizado -~or así decirlo- aunque eran ciudades
BAYÓN. ¿Disponibilidad? que crec1an pero a un ntmo muy diferente del actual. Había
unas reglas muy elementales de crecimiento: " la cuadra" 0 la
Eso es, de disponibilidad. ,, 1
SoLSONA. "manzana con as que nuestros urbanis tas trazaron lí'IS ciu-
d~des significa un sistema.sencillo, racional que permitía el creci-
Buenoi; Aires, 20 de mayo de 1970 rn1~ntn. Y C<?n unas m~y s1~ples normas urbanísticas y arquitec-
tM1l,lS .crec1er.on nuestras ciudades dentro de una gran unidad
y, al mismo tiempo'. con un~ apreciable variedad. Porque en
ENTREVISTA A GERMÁN SAMr~R todos los países latinoamericanos - de México para abajo-
tincontrñmos una arquitectura que poseyendo el sello de España
I3AYóN. ¿Qué papel te parece que desempeñan el urbanismo no de1il rnd~ una de ostentar s~s características propias. Yo creo
arquitectura en la historia global de América Latiné\? Me que. lil '1 rl1u1tectura d~ la colonia es una arquitectu ra wbnnn, por
a la historia de la cultura más bien que a la historia, a secas. decirlo ilSt, son. espacios urbanos conformados por los paráme-
tros de la arqmtectura. Se crean así unos espacios urbanos que
SAMPER. En primer lugar me parece que es difícil general" están et la escala deJ hombre. Las casas están pegadas, las unas al
cuanto se refiere a la historia global de Ja cultura latinoameri lado de las o tras, adosadas de tal forma que constituyen verda-
Yo creo que hay aJgunas diferencias entre unos países y o deramente espacios urbanos.
que por eso deje de creer que hay algunos aspectos que En'" época moderna hí't habido una desintegración total de ese
munes a todos. Yo tengo la sensación de que la real ida~ con~epto, no solamente en razón del tamaño sino también por
brepasado lo que pueden hacer los arquitectos y los urb d
motivos de es·tructu ra han aparecido . grandes edificios indepen-
decir que las ciudades están creciendo "por su cuenta"; es Aientt>s. Son los principios del C.l.A.M. (Congreso Internacional de
solviéndose los problemas a medida que van surgiendo y no y rtu~tectu~a Moderna) que han sido adoptados universalmente
te en este momento ninguna teoría urbanística y mucho "e~c 1func ionan sobre la base de considerar los edificios como
arquitectónica que pueda adelantarse al desarrollo urbano. un.osuJuras urbanas", por decirlo así, edificios que están aislados
noamérica está pasando a convertirse -€n pocos años- nisrno e :Jtros Y. que no pueden convivir con los demás. El urba-
continente urbano. Llegará a tener un 80% de habitantes u iel ref) Y ªarquitectura de nuestras ciudades latinoamericaní'ls es
en un lapso muchísimo menor que el que emplearon los epres~~ de lo que se ~stá haciendo en todas partes del mundo, y
europeos y por eso creo -<:orno dije en un principio- que ~ arg . tan una arqmtectura y un urbanismo "ind ividualistas".
lidad está sobrepasando las posibilidades que tienen los u na v...~~t~~tura es u.ní'I arquitectura "escultórica", digamos, y no
tas y los arquitectos de prever su desarrollo. {" era arquitectu ra urbana.

Entonces, siguiendo ahora con la misma pr~


13/\Vc>N s· .
BAYÓN. tb4 n¡,,' · 1 tuvieras que caracterizar esta arquitectura y este
pero para hacer una comparación con lo antiguo: ¿q ué.di 1Pl\)b-t:º latinoamericí'lnos, ¿cómo dirías que hí'ty que encarar
cías se noté\n en ese desarrollo entre los tíempos colo.n:a rna ... ?
actualidad ... ? Sin tener tanto en cuenta el tama~o ni ªe Sl\Ml'EJ< p
ci6n respectivos sino, más bien, como mecanismo d Pesar d~ lt~es, para estar de acuedo con mi primera respuesta,
mient0. s esfuerzos que se han hecho hasta ahora, yo diría
SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS
1!18
199
., e no tenemos una arquit
que no tenemos urbanis~d~d~. Estoy convencido de que
0 . _ en que la población urbana está mejor distribuida. Yo creo
adecuada a nuestrasdn~~o orden: son de orden economico, t>1c~ la respuesta debe ser diferente para cada país. Me parece que
tms problema~ fºº qu ue han hecho en el Brasil es correcto como intención, como
e turaJmente, político. Creo que se pq
º" ~ ~>de buscar un mejor equilibrio, ya que en el Brasil las ciu-
d e.it>~ están en Ja costa y ellos querían, prácticamente, "colo-
de o rden soaa y, ocas alabras diciendo que nues
explicar el probl~ma en ) á ido crecimiento urbano. Las
dificult~d~s pro~ienenb~~i¿npson las más altas del mundo, ~~r·' el interior. Quizá países como el Perú que tienen una gran
1
de crec1m1ento e ~o , s latinoamericanos pero las de e º·udad y ciudades intermedias muy poco desarrolladas encuen-
conozco las de otr~s ~a'.se las tasas de crecimiento urbano l ~~n una solución en las nuevas ciudades o en el crecimiento de
bia son de 3.50% ~ 1º'} Además dentro de la!> mismas
ª esa~ ci udades intermedias. En el caso de Colombia yo creo que
hasta el 7% Y mas ª ano. én~ hay barrios de mi 00 tendría absolutamente ninguna justificación el crear nuevas
dades el crecimien.to no es ~~~~ba·o 'ue crecen a un rit ciud,1des. En cambio, por s u distribución regional, me parece
que llegan a las ciudades sstá prodLc~ndu un desequilib ue fil población se está concentrando demasiado, con gran peli-
15%. De m~nera qu~ eso ~á convirtiendo en inmensos lug qro pn sólo cuatro grandes ciudades. Y por lo tanto convendría
nuestras cu1dades Y "
5
e\ a
chira urb!'lna realizada sin ~es~rrollM una política que dier11 incentivos a las ciudades de
Tenemos aho;~ una arqut te ·e Es la gente ta que construy tipo intermedio, de forma tal q\Je el proceso de urbanización
tos e~ ~n al~simo p~rc~ ªJ ~ra oder sobrevivir. La ima -que consideramos irreversible-- se produzca más armonlosa-
sus v1v1endas, s us _tugurio~, P e~ esa una arquitectura mentt>, o sea que la población se d istribuya en el país en forma
la arquitectura latinoam~rc~na e se v~ tanto en las estru mñs éldecuada y no sobre la base de la concentración en muy
dades de grandes co~tras ~ ~~tes ue se reflejcrn - na pocos centros.
sociales como políti_c.as v ifntonc~s\.>& arquitectos t!e.n
mente- en el urbanismo. b . . dentro del e1·erc1c10 BAYO\!. Lo que yo preguntaba de las ciudades lo puedo ahora
. . b " n para so rev1v1r cambi.ir a los barrios. Por ejemplo, tú sabes que Toulouse, en
traba1ar y s1 tra a¡a . : ue tienen cómo pagar h
sional lo hacen con las personas 9 s de alto nivel técnic Francia, ha crecido en más de un tercio gracias a un proyecto del
rios. Aparecen así l~s construc~~~ómicamente hablclnd arquitecto Candilis que la hizo aumentar en 300000 habitantes
representan buenas ~nvers1on~ede ser bueno en t ualquie mediante un nuevo barrio -Le Mirnil- situado al lado del viejo
"' rquitectura de un nivel que P · · do sun· ultan Toulouse tradicional. Es un ejemplo de lo que yo quiero decir: to-
" . ti po conv1v1en
del mundo. y al m1sm? em ',·viendas en que ntn~ún ll'lando una ciudad colombiana de gran crecimiento que quiera
encontramos en esas ciudades 't . ma la que realiza sus desarrollarse más: ¿es deseable pensar en un barrio contiguo,
tecto ha participa?º· Es la gente mise viven en refu~ios . ~na e~pecie de apéndice completamente nuevo y urbanizado de
das y el porcenta¡~ de per~t~s q~anista~ han interven• na v~z? ¿O te parece que hay que adoptar planes de desarrollo
cuales ni los arq.u1teEct~ ~1 O:iau;e calcula que por lo~ Pilrtir de lo antiguo, integrando lo antiguo con lo moderno?
un alto porcenta1e. n o o . atención Je arqu1
60% de la población urbana no re~1~e quedan (ue SA.Mi·i::rc Esta pregunta me parece de gran importancia porque
además está en condiciones urbM1st.1cas ~e ley. c·que en nuestras ciudades se plantea un dilema: de hecho
normas municipales y, por lo tanto, fuera e 1a ti !udades están creciendo desmesuradamente, y aJ crecer, los
1'2.~utos centros, los corazones de las ciudades coloniales están
h
IlAYóN. Entonces, ¿qué hay, 9ue acer gara remediare
construir cíudil
n( ()s rl d
0 '
'
esaparecer o a transformarse s1 quieren mantenerse
en Latinoamérica?¿~ soluc1un es ~~:~osas a la vez...7 io centros. La ciudad muy extensa hace que en forma natural
vas, desarrollar las existentes o am l tro~ue ello sea planeado- produzca nuevos centros: nuevos
d'f nte según el u erncunierciales, nuevos centros de negocios donde la ciudad
La situación ~s muy 1 ere llo~ paises q\J
SAMPER. dec¡° se pueda instalar p lenamente según los reglamentos y
driamos dividir el Cl) nt1nenle en aquer sino una 1m , uendo a una arquitectura contemporánea. Me parece,
pocas ciudAdes o que no llegan a t~ue es el caso d
(como el caso del Perú). Y otro grupo •
gu~ e uno de Jos problemas de nuestras ciudadei; está en el
Centro. Nuestros países tienen un patrimonio artíslico
200 SEGUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 201

que conservar pero no tenemos reglai:nentos a pro pia~os . Y lo uaniM la ensei:anza "formal" de la arquitectura estamos muy
es peor, no tenemos aún una mentalidad que permita canse bien, en el sentido de que se enseña una a rquitectura contempo-
ese patrimonio, aunque haya ya gente que está luchando ránea de ~cue~do con t?das las técnicas modernas. Los medios
lograrlo. Entonces, lo que está su ce?~endo es que en algu de ._omunicac1ón permJten hoy a los estudiantes de cualq uier
antiguos centros se empiezan a adqumr los terrenos que han parte del mundo -y esto sucede con las escuelas latinoameri-
canzado un gran valor para levantar en. e llos una edif_icac canils- estar al tanto hoy día de lo que se está haciend o en
moderna. Y esa edificación moderna conv ive con la arqu1tec rnateria d~ arquitectu~a. en to.das par.tes. Creo además que nues-
colonial sin que sean respetadas las escalas, en ~na forma t trOS estudiantes al reab1r revistas y hbros tienen "buen olfato" y
mente desproporcionada. De ese error son conscientes los a saben po r dónde van las cosas. En ese sentido yo n o hago la
tectos que no pueden hacer nada por remediarlo. Creo crítica de las escuelas de arquitectura: en generaJ cuentan con
todos hemos cometido esas faltas que más que todo se d profesores q~e! normalmente, han v iajado, que n o rmalmente
pud ié ramos decir, al progreso econói:nico, a un tipo de leyes con1.x:en los ult1mos adelantos en. materia de arquitectura y ur-
tienen las ciudades como algo propio, leyes que. están aun b11ni~mo . Desde e~e punto d e vista n o debemos quejamos y
encima de los mismos administradores, d e los mismos alca nos podemos considerar en buenas condiciones en relación con
de los mismos concejos. Yo profeso la teoría de que las eluda rscuelas de o tras partes del mundo . Aún más: n osotros no
tienen sus propias leyes d e desarrollo y que si. esas leyes n tenemos el peso de una tradición en cierto modo mal entendida.
perciben, tarde o temprano la s ciudad es m isma s las va Estamos liberados, somos países sin ciertos compromisos histó-
Imponer. Eso por un lado, en relación con el desarrollo de r~cos y podemos hacer una arquitectura más lógica, más espon-
vos centros o la conservación de los a ntiguos. Mi punto de táneamente contemporá nea, por decirlo así. Sin e mbai:go me
ta es que - h asta donde sea posible- d eben conservarse parece que hay una falla, un grave vacío en la enseñan za de la
centros que tengan un va lor histórico. Siem~re y cuando se~ arquitectura y es que se están formando arquitectos para hacer
mantener un cierto valor de las construcciones y de la ti una arq uitectura de "minorías". De eso no nos quepa la menor
porque a la p ropiedi\d privada no se le pu~e pedi~ q~e duda, Y eso es precisamente lo que está pasando en todas partes
serve construcciones que no le van a p roporcionar mngun de América Latina.
dimiento. Me parece que es una ilusión pensar q~~ nos Y conste que esta e~ una crítica que le hago no solamente a la
vamos a pod e r conservar en muy buen ~stado ~1v1~nda ñanza de la arquitectura sino también a la práctica d e la ar-
la época de la Colonia si no ~s,tán produ.c1endo mngun qu_ltectura . Sobre este punto, s í, quisiera extenderme un poco
miento. Si no es asi se produara una presión para d~mol ~as: yo creo que el arquitecto de hoy tiene que trabaJ·ar en dos
n1vele.s y ¡ d. . . . ,
cambiarlas por construcciones mode~as que ellas s1 prod la ar ·. 0 1go as1 porque yo mismo lo practico asi. Yo ejerzo
rendimientos económicos. Este es el dilema en que están pe quitectura en dos formas totalmente diferentes. Como esas
tiguas ciudades latinoamericanas. ex:s 0 ~.ª~ que tienen d os vidas: una v ida ofici a l y una vida
arqra·o icial o clandestina. Po r una parte, yo ejerzo mi oficio de
OAYóN. Ahora, cambiando de tema, qu isiera hacerte al birn~!~~? a través de una empresa que tiene cuatro socios: reci-
preguntas referentes a tu experiencia como profesor de arq derno ientes, entramos a concursos - los ganamos o los per-
tura. En general, aqui en Colombia~ por lo que conoceS sd,
J>arte presentamos nuestros proyectos como en cualquier
planes d e estudios de otros países-, ¿te parece que e~ "' Sin ernbl mun?o, y recibimos por ello nues tros hono rarios.
encarados? Comparándolos con los de otros lugares .de tu }' 8¡0 ll"I argo, simultáneamente, de una manera casi paralela
¿qué les podría hacer falta a los estudiantes de arqu1tec >tr0 s~~i~arla c~n la p~imera yo ejerzo también mi profesión en
noa mericanos: un suplemento d e enseñanza en alguné\ lell'lente ? · Es 1mpos1~le, no d.igo ya ser arquitecto, ser sim-
específica ... ? nte los ciudadano latinoamericano y permanecer insensible
vacíol. quitectr~blemas
0
d e tipo social que nos rodean. Y sobre eso el
SAMPER. Sinceramente yo creo que hay grand es ,, t sotu . tiene que as umir una actitud y creo que puede encon -
·
enseñanza de la a rquitectura en Latinoam énea.
· AunqOd
.. ll'ler¡~~on~s válidas. No es normal entre los arquitec tos lati-
también muy buenos aciertos. Yo creo que en lo que P nos en general -y colombianos en particular- tomar
202 SECUNDA PARTE HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMERICANOS 203

actitudes concretas y positivas respecto a los grandes probt d ~', ,1mbios, cambios fundt1mentales, cambios estrutlurales. So-
que nos afectan, en especial los problemas .sociales. Pero creo l men te en momentos en que junto con o tros profE:.sionales
hay que hacerlo y, desde luego, que hay e1emplos de arqui iÍ~riit' " los cuerpos colegicidos parn cambiar las leyes, las orde-
que lo están haciendo. A ese campo es al que yo llamo el " ar' ,1, Es decir, es te ejercicio doble de la profesión lo considero
cio clandestino de mi profesión'', porque lo tengo que ~nd
1
, 11ensab le, totalmente necesa rio en nuestros pabes. Y en ese
robando horas al descanso, robando el tiempo a mi famiU , 11 111 111 me parece que no se les está inculcando esta conciencia a
fin, ese espacio que uno dedica a las o tras cosas se lo dedico j0 5 ,,1u mnos de las escuelas de arquitectura. Están saliendo ar-
mi profesión en ese sentido, entrando en contacto con la gen 0 11, ctus bien preparados desde un punto de vista técn ico, e')té-
lo que nosotros llamamos los "barrios marginados" de la Jcn dt> buena orient(lci6n arquitectónica. Pero lo que e::.tamos
dad. Para conocer s us problemas y tratar de b uscarles sol creando son arquitectos que no van a poder ejercer su pmfosión
Esto me permite decir, en p rimer lugar, que hemos inten sir11 1 •n un campo muy estrecho, muy limitado, que es el campo
hemos realizado aJgunas obras a través de Jas cuales si b" del t'J"'rcicio privado de lil profesión, cuando en realid11d tienen
arquitectu ra juega un papel menor, el arquitecto en cam la <bligación de romper esa torre de marfil donde viven los pro-
presenta como un líder de la comunidad y por lo tanto em tt!!il<'r• 1fes y salir al mundo real, a trabajdr en otros ci\mpos, aun-
a desempeí"iar un papel mayor. Hemos reaJizado viviendas qut' "!:' trate de disciplint1s ci las que nC> estamos acostumbrados.
nosotros llamamos de "a utoconstrucción", en que las p
construyen sus propiilS viviendas, y hemos encontrado un 13 '' '· Bueno, ahor;i una última pregunta de carácter técnico
dadero estímu lo en este tipo de trabajo profesiona l que, y lu11.;11 pasa mos a otras de carácter más estético. Me interesaría
hé\ce poco, era desconocido. Yo creo que el campo d e inv iu Prini¡1n sobre los proced imientos constructivos que se us(ln
gación de la arquitectura en este sentido es muy vasto: lo -<l ,11 . bcrían usarse- en América Latina, entre o tros: la prefa-
podríamos !Jamar una arquitectura social. El arq uitecto q bnc.1' 1Pn.
convierte a ella no da sólo su aporte a través de lo que
hacer en una mesa de dibujo sino que da su aporte como S" tt'ER. L<l pregunta me gusta. Pero creo que debo hacer antes
gente. Yo tengo la teoría de que en nuestros países toda . u. • plicación previa. La mejor manera de dar una contesta-
que pasa por la Universidad es un dirigente de la comum uon.r11ncreta a esto de la prefabricaci6n -que tiene una impor-
por consiguiente, no puede separarse de estos proble.mas ya tanu.1 in ternacional- me parece que es contar el caso del con-
debe sentir una responsabilidad que tiene que cumplir, que cur~1 que las Naciones Unidas y el gobierno del Perú auspiciaron
que ejercer. En este sentido la labor del arquitecto, como i·n l Q(,l• ~ invitó a 13 arquitectos escogidos de diferentes países
cualquier otro profesional es convertirse en líder de la e p11r;i •1ue presentaran ideas sobre el tema de la vivienda de bajo
nidad para orientar y dirigir, en equipo, al país. Y creo costo. "obre ese tema hay (ligo que me parece importante hi\cer
que el arquitecto está en la obligación de aceptar los notar 'n rnmer lugar se trata de resolver el problema de la vi-
públicos cuando es llamado: e inclusive de buscarlos si es ~~t!nd,1 en el caso de personas de muy bajos ingrl:!sos. Ahora
p ~n 1,, población urbana que tiene ingresos inferiore!:I que no le
1
sario. Estoy convencido de que el arquitecto t~ ene qu~
también en la política activa y llegar a los conce1os muruf p~t~it,•n al~quirir una vivienda está formada, en su mayor
a las cámaras representativas, ya q ue los cambios de ni~ 1 • de migra n tes rurales que han ven id o a la ciudad sin
dades, la revolución u~banísti~a y arquitectónica no ~l Pti de ~~ 111 '1 capé\cidad de trabajo. De modo que no tienen mant:ra
hacer, efectivamente, sino a mvel de los cuerpos legis
ejecutivos. Me parece ingenuo pensar que sólo.ª trav
:S ''mat:-ihz.ir un trabajo urbano integrándose a las comunidades
res 01\~'.nildas" como nosotros las llamamos. El único modo de
estética, a trav~s del correcto ejercicio de la profesión, ~r fu\!r;t '/,~se problemas es a través de urbanizaciones clandestinas
de unos pocos buenos ejemplos el arquitecto es~é c~>ntr 1 terr~·~ ~le~.? por medio de invasiones a terrenos particulares
a un cambio que es absolutamente necesario e md1s~ rt'litnt 1 os nf1c1i'lles cons truyendo ellos mis mos refuofos rudi-
' r111-; q
nuestros países. Solamente cambiando de actitud radie~
h
os in 'r . u~. poco a poco van d esapareciendo a medilfa que
con los conocimientos que tiene el arquitecto en matera~ ~ hli~¡¡esos familiares van mejorando. Entonces aparece un tipo
y con s u sensibmdad -si la tiene- puede llegar a ha at, po r decirlo así, de barrio típico latinoamericano que
204 SECUNDA PARTE
HABLAN TRES ARQUITECTOS LATINOAMEl<ICAN~ 205
creo existe también t?n otras pMtes del continente y que es 1
se conoce con el nombre de los "desarrollos espontáneo "rquitectura de ~ubu rbio-,Y que ha influido notablemente tam-
decir barrios que han crecido en una forma mitural, 0 se:
normas y que poseen algunas características particu lares e
t1ién t'n Ja arqu1t~turn latin?americana. Prácticamente, los re-
•lanwntos de lt1s c;iudades latinoamericanas e~tán basados en los
la de esta r integrados por gente joven. Gente que ha venidu J;rincipios de la ciudad-jardín inglesa. Sin embargo, más ta rde,
campo en busca de aventura, en busca de una nueva vida re concretaron con más claridad los principios de un nuevo
tiene espíritu de s uperación. En efecto, estas comunidades ~rbt111ismo en los doc~ment?s del C.l.A.M. Los arquitectos euro-
demostrado que son capaces de superarse, en cierto modo pt.>(l!- como Le Corbus1er, ~1es van der Ro~e, Gr?piu_s, definie-

mejorar con el tiempo. Existen hoy día barrios enteros e~ nin, en ef~ct?, !ºque podrramos llamar la c1udad-¡ard1n verticéll,
lombia que, al ser visitados, pueden ser ampliamente criti cuyt1!.> pri nc1J?1os se hél n extendido uni versa lmente. Entonces
desde el punto de vista estético o arquitectónico pero que p<1denws dec1: q.ue las tendencias en nuestras ci udéldes refl ejan
q ue respecta a la cons trucción reflejan una buen11 cali e~i}::. dos mov1m1entos. Por un lado tin b;irrios residenciales se
postiyendo instalaciones completas y servicios de tipo co trata de aplicar .la bajísima de~sidad de la ciudad-ja rdín, lo que,
como escuelas y centros de adu ltos completos. Son barrio naturillmente, tiene sus venta¡éls pero también terribles desvt>n-
resultan más o menos vivibles y que nadie creerífl que hace tajas de e~ tens i ón . Por otro lado, se ha querido contrarrestar est;i
o quince arios fu eron barrios de invasión. Esos barrios se bclja densidad con la alta densidad del tipo que define el c. 1.A.M.
truyeron poco a poco y me parece que lo que pudiérnmos 11 Hili:.la hace unos arios no se ~o~s ideraban otras alternati vt1s que
su desarrol lo progresivo es una idea que habrá que tom 11~ta !> do!> que acabo de definir, el concurso de Lima tu vo la
cuenta en el íuturo par¡:¡ lñ planificación de los ciudades. En enorme importancia de plantea r, al fin, una alternativa nutiva.
to se ha comprobado que la gente puede hacer su vivie Se lrclt~ allí de buscar una vivienda baja, indi vidua l, pern de
puede llegar a tener un barrio y un ambiente adecuado si 1 alta densidad. La pregunta era: ¿es posible o imposible lograrla?
el tiempo parn ello. Lo que no se puede hacer es lo que se Creo qu~ se pueden obtener hasta diez viviendas individuales
haciendo hoy dfa: que es construir los barrios y desput>s lle r~r ht•cta.rea. Con edificios multifami liares se obtienen hasta 80
gente y pedirles una determinada cantidad de pago para Y '1~1endas por hectárea. Hay que hacer notar que con este
lar, en plazos, su deuda. Hoy día las ciudades se hacen. pri nuevo sistema de vivienda baja de alta densidad - preconizado
instalándose a vivir en un refugio primitivo, y a medida q Y~ en illgunos países europeos- se pueden duplicar triplicar el
va pudiendo, no sólo se van desarrollando las viviendas numero d ~ v1·v1en · d as de la cJUdad-Jard
· · ' si n tener
ín tradicional
también los barrios. ~ue recurrir a la vivienda alta. La vivienda en altu ra tiene sus
Pues bien, con esta idea, las Naciones Unidas ha querido d·~nta¡.is
1.
pero t'1ene una d esventa1a
· para el tipo
· de comunidadtis
tear nuevos temas a los arquitectos. Y también desde un t~ as que estamos hablando y es que no se puede construir por
de vista urbanístico se pueden plantear nuevas altern.1tiva r::r~ que no se puede empezar a construir por cua rto, o sea
bases del concurso de Lima tenían como característica que 'ªrn nsformando y agrandando poco a poco. La tradición lati-
podían diseriar construcciones multifamiliares sino qu arnwencana de 1a casa es esa.. 1a casa es un patrimonio . . para la
l il, es algo q d · ·
viv iendas tenían que ser individuales. Y la razón es que nte · Ut! se a quiere a1 com ienzo y que se quiere
vienda típica de todos los barrios latinoamericanos de 1 Sub~~r ~~da la vida. Es algo que crece con los hijos e inclusive
burbios es la vivienda individual. Entonces la preguntll, ilnece~v; e en .ta.1 fo rma que los hijos casados pu eden per-
de ver si los arquitectos son capaces de desarrollar un ll i dt>part n la vivienda. Entonces la vivienda multifamiliar
vivienda similar a 111 que hace la gente pero con una plll t!calllb.amento, es algo demasi11do rígido y no permite ese típ~
cióny una técníca adecuadas a los tiempos modernos. E!it! 'º· rso d L '
Et concu
reto planteado en Lima. ta y radical e 1ma pl ~ ntea~a. esta soluci_ón e.n una forma
Ahora bien, si tomamos la historia del urbanismo de e ser vi· . ·No se permiten VJV1endas multifamiliares tienen
siglo p11sado podemos detectar dos grandes tendencié'IS qu ad 0),....v1enda s .ind'1v1'd uales. Pero el concurso exio-ía una
' den-
r . tima y t d 1 o
la primera la de la ciudad-jardín inglesa que ha tenid(?'. n .trteris r o os os proyectos que se presentaron tenían
mente, gran importancia en la arquitectura norteamenca l'tiiento. ~a; completamente nuevas debido a este plan-
ese es el gran Aporte del concurso. No tanto las
206 SECUNDA PARTE HABLAN rnES ARQUITECTOS LATINOAMEl<ICANOS
2<rl
soluciones particulares de cada uno de los pmyectist<1s, si dttnde sobre tres m illones que tiene 1'1 ci udad hély un mi-
que es esen cial es el hecho d~ ~abe rse ll egado t>n tod ,.,, iendn en las famos tls barriadas, lo que dino tomt1 inme-
proyectos a densidades de 50 viviendas por hectAre,1 con lh>O tí' d 5· 11 1 . • n
Ji.1 1í1 01 ~nt~ sen º·. 1se eva ~ a !nd us tr1a ". producir entresue-
individuales. ~•!> prt'ftlfmcados~ t1~os de s;i nitan os, de cocin~s, de estufas,. de
Ahora bien, con este planteamiento podt•mos aspirar a ,enlílni1S, de ladrillos que pued a n acoplM~ f,kilmenlt•, este tipo
de arquitectura y urbanismo ~ue se acerque fina.lmt•nte" efe elernen t~1 pequeflo debía p~xfor co mp~arse como se compra el
están necesitando nuestras ciudades en el sentido de vo .in e 11 J;i tienda ~e la esquina. Pues bien, esos productos po-
encontrar la esca la humana. Porque si se q uieren <lumenta rriiln tener una clientela segurc'I en ese millón de limeños que no
s idades con viviendas pequeñas hay que acercarlas las ienen en este m~mento la ay uda o la técnicc'I de los arquitectos.
l<1s otras y entonces el automóvil no puede ya penetrar e técniCél deben a ponerse as í a l servicio de esta parte de l;i po-
casa y encontramos de nuevo una esrnl,1 que se habí" litClt·in Pero no tendrá ningú n objeto produci r un modelo en
en las ci udades contemporáneas. Tiene que haber grandes t1nil fá brica y transporl<lrlo, especrncularmente, en un ca mi(in a
res ded icados exclusivamente a los peatones (en lodos 1 n barrio determinado porque este hecho no vendrí;i a snlL1 -
yectns aparecen ) y si se llegara a e jecutar este plan encon i11nnr el problema d e esas personas que est:i'in necesirando de s u
mos esta ventaja: un urbanis mo en el cual el hombre lleg yuc.Ja. En conclusión, lél prefabri caciún no es lé't pAnaceit, nn es l;:i
el foco y la razón del diseño mis mo. Encontramos tambié ilucirin. rl los_ problemas de po r sí, pero pued e llega r a serltl s i se
pode ciude1d que va creciendo. Las cas<1s se hM proyl'Ctad mane1.1 ~rlJO la forma de e lementos pequeños reilli zadns en
que puedan comenzar con un número mínimo de met ~rm11 mtlsrva, lo que debe permili~ ~u aba ratamiento y lil pos i-
drados - 30, 40- y llegar a ser una c<1sa completa de 1{ 1hdad de que la gente lo::. pu&fa utilizar de mane ra libre e inde-
metros cuadrados para una casa modesrn . •ndiente.
En estas condiciones - para llega r a lo q ue me ~r.egu
antes- creo q ue la prefabricación es de un~ g r.tn ut1hd11 IJAYó:-.i. Hasta a hora hemos hablado de la técnica. Ahora vi'lya-
pre y cuando se dirija a cierto campo. A m1 me parece q Jnos y11 ilf ca mpo de lo estético. En América Latina ha habido mo-
dos ca mpos en mate ria de prefabri:ación: lo que se Ita~ llumentn~ indígenas y colonia le::. que parecen habernos expresi'ldo
fabricación pesada y lo que se pod n a llamar la. prefabrica . vece-. muy bien- en In q ue tenemos de culturns originales.
vinna. Además, yo más bjen dirfa que el término prefab 1
pregunta es: ¿hay que tratar de conservé'tr a lgo de es<1s fo rmas:
no es el más ad ecuado y propondría, en cambio, el .ª s como "es .. t ,, . .
. . pin u que como copia servil; hay que con serva r
ind11strinliznción de la constmcción. En el concurso de L• ~~ils11 o illg~nos materiales c:l1•~crminados, ohay que olvidarse
ejemplo, se plantearon soluciones de prefabric~ción . ~ ;"ºe integrarse en un movimiento intemacion<1I contem-
creo que es una solución inadecuada para ese ttro .d~• neo ¿Cuál es tu sen timiento a l respecto ... ?
Producir un prototipo: es decir, un modelo de v1v1e 8
fabrica fu era de la obra -€n una fábrica-, que se tran~ SAMPEk Se .
s u tota lidad o en partes por medio de elementos mecáni ti 10 ~e ocurre pensar primero en algún movimien to d e
1 na . ·
lar ' nñlista --como el de México- en que se quiso ex-
dos y que se coloca en muy poco tiempo ... me parece un nos' Por
r1
dec·ir as1·, 1a cu 1tura precolombm<1.
• Y en edificios mo-
tico totalmente exótico, de construcción para nuestr1lS les ~e~ concreto a rmado co loca r grandes mural es e n los
Esta' ríamos técnicamente adelantados para rea riza.ro 1e
Olrils. H cnrdtlban las culturas aztec<1, mt1ya o cua lquiera de
creo que no es apropiado. Me parece que la prefabnca
indus trialización que nosotros necesitamos es la de e1
tlpoc;i 7 q ue reconocer que los mexic;inos ya p<tsaron por
de flr Y .él s uperaron. Para mí es un error monumental ese
pequel'\os. Elementos que se puedan producir en ~~ª; •
0 ilt, de ~~ntec:-tu ra q_ue trata de "revivir", que trata de trans-
y que no requieran del diseño de un modelo prefi13 dit ecir, el t~biar de epoca una cultura que ya no pued e existir.
palabra, producir elementos que se puedan co,tocar,
utilizar en cualquier tipo de arquitectur~: Y ªº!" ~~~uit e·e1 E>n u· slado formt1I
-'1 IVoca .6 r· de una época a otra me parece una
a de bus ci n. 1~nso, en el c~so de Colombia, en la ten-
producir elementos que se puedan utilizar 5111 del r111Jes ~ar un tipo de arqu itectura que utiliza ciertos
tomamos el caso de Lima -para segui r con el tema regiona les. Como principio no me parece qu e sea
SEGUNDA PARTE HABLAN THES ARQUITECTOS LATINOJ\M ERICANOS
208 20!1

errado el utilizar materiales que se consigan en la región· rdidos definitivamente. Yo creo que los principios del C.l.A.M.
::.ive me parece un principio sano. Sé que lo están sigui .. ~ben ser total'!'entt:! revaluados y expulsados de nuestro urba-
con éxito en otros países del mundo: en España hay ejern oi:-JT'IP el cual t~en~ 9ue tomar rumbos nuevos. y esos rumbos
eso. Creo también que se pueden utilizar técnicas regiona ou en'~ son pr~nc1~11ls que ~enemos a nues tra vista porque
que me parece peligroso -y tanyeligroso c?mo el caso rnuchn::. de ellos e~til n contt!n1dos. muy clarCtmente t:'n lcl <1rqui-
cano que menciono- .es ~I fol klonsm~, es decir que por el ti'('.tura de la colonm, en s u urbanis mo, del cual podemos sacCtr
de que sigamos cons1gu1endo. '!'atenales. que se encu itun t1hora frutos muy grí\nde;.
producen en una región se utilicen también formas y
que ya no tienen razún de ser: Estaremos en el ~aso de u füwo~. Ahora ya vo~ - para terminar- al ca mpo francamen-
cil:! di:! arqui tectura neocolonial que está surgiendo aho teper:;ona l: como arquitecto, ¿qué persigues ... ?
grosaml:!ntl:! en Colombia y que también sería un error
n inguna manera, debemos cometer. ':- pesar de to.cual. SAMl'ER.. Como decía al p~in~ipio, ejerzo mi profesión en dos
creyendo que nosotros no hemo~ pod1d? superar a u~. la 1 ampo~ dife~~ntes. Por cons1gu1~nte, si hablo del ejercicio liberal
calé\ de los a mbientes urbanos n1 lél antigua ad<lptacmn a e le' pruíes1on en lo qu.e se reí1ere al diseño tengo un objetivo
Como herencia de los esptlñoles tenemos un urbtlnis uy.cluo en mente: asp1r~) a h~~er una t1rquitectura de una gran
adecuado, una arquitectura que, de hecho, res ulta de u enc1Jl l:'z, de.una gran s.' mpl1c1dad, una arquitectura de ele-
densidad, en fin un tipo de casa ''introvertida" q ue ~rece ~ntm esenoales. Consc 1entem~nte lo hago porque creo qut> un
dor de patios y cuyo secreto parecemos haber perdido is p11bre no se puede dar el lu¡o de tener cosas que no necesite.
vamente. Hemos ildnptado el patrón nórdico o nor~ea o creo que un proy~cto se puede desarrollar a base de explot<1r
de la casa "hacia afuera" y un urbanismo y una arqu1tec s ~lemen tos es~n~1ales. No me atrevería a decir que es una
son producto del automóvil; calles amplias, casas ante . ·'ª
rqu1tectura esen.c1n/1sta mía, ni dirfa tampoco que es una ar-
.¡u1t7ctura f11nc1onnl. Simplemente digo que se trata de una
Todas esas cosas e incluso el tipo de reglamentos que ti
ciudades nuestras considero que son tornlmente inadec uiiº't~~ura que busca desarrollar los aspectos qui:! le son bJsi-
nuestra pobre economía y a nuestra. más profunda drl\ and?se ~e todo lo superfluo. No soy partidario del exce-
ser. Hay un campo completamente anexpresado que d ~ imaginac i ón; estoy en contra de todo este movimiento
mos los arquitectos cuando nos damos cuenta que r. .quitectónico mundial en que se persigue a toda costa un cam-
gresar a una arquitectura que mantenga en su esemtu ['º' el cambio. Nuestros países no nect:!sitan ese tipo de arqui-
arquitectura colonií\I. Las casas de la época colonial e u~~a v creo que, a la luga, la arquitectura que perdura es
tipificadas. Esta tipificación podría ser adecuada ~!' u rOC: en la que no hay nada de que lamentarse posteriormen-
que puede prefabricar e industrializar la construcc10~. e noºt!:quello q~e se pueda quitar, mejor dicho: todo aquello
coloniales estnban hechas "para adentro" y, por consig 'Yect necesario poner no debe ser nunca colocado en un
0
podían ados~r la~ una~ a las otras y. por lo ta~to, no 1 estro ilrq uitectónico. Esto lo hemos tratado de aplicar en
jardines, ante¡ardines na calles ampltas. Y, no obstante, s Proyectos que son. absolutamente simples. En los edifi-
alto~ 1a t • ·
de esí\S casas podía constitui r una arquitecturrl. ur~al( Yt!cto. En ecnica ~ ·'ª·estructura son la expresión misma deJ
mento de densidad al que fatalmente tendremos qu Oro 1 otros ed 1f1cms que hemos realizado, como el Museo
se puede alcanzar con un tipo de arquitectura d~ es~a . Piez~·~ ~ Bogotá lo que ha contado para nosotms es "mostrar
que es curioso y lo que resulrn irónico es que los 1ng e ill\iei1 t ' ~o tanto una exhibición estructural atrev ida ni el
dores de la ciudad-jardín que influyó ta~ neíastam~~ té ea la pº· (e un espacio bello en sí: queremos simplemente que
tras ciudades- son los mismos que han inventado ,,, arquitie.za expuest<1. En ese caso se trnta verdaderamente de
ho11se-tow11s (que se opone al antiguo de ~(lrdon-tollh • este cectura "desarquHecturizada": la buena arquitectura
¡ asu n l. 1
han tenido la necesidad de hacer nuevas ciudades ~u Olee-a L .. Aar •cu ar- es la que no existe. En t:!l caso de Ja
a la conclusión de que las bajas densidtldes les ~f:a t
nrandes costos. Y han vuelto ahora a las casas en . :t..
lhbient...u~~ ngel Arango, también de Bogotá quisimos crear
1a l'húsi
" para oir· bº1en " , un ambiente cómodo
' y agradable
t> b' )OSl l,..
ca en el cual lo que destacamos fundamentalmente
recrear los espacios urbtlnos que se ha 1an n ·
210 SECUNDA PARTE

fue el espacio interno. Por eso nuestras c?nstruccion~ son el


gran simplicidad. Me recuerdan en cierto modo las te
Adolf Loos, o e l famoso purismo de Le Corbusier en su
merns épocas. Ese el tipo de tendencia al que yo aspiro le IMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS DE UN
la arquitectura nuestra que tiene siempre tantos peligros VIAJERO
nentes que orillar, aunque más no sea por su tropicalis
potencia que permanentemente nos acecha.
POSFACIO A UN LIBRO DE ENTREVISTAS A ARQUITECTOS
LATINOAMERICANOS
lkigot.i, 1970 Revista tic la U11it11:rsi4lad,

AL AJ'1\RECER ahora la versión inglesa de este Libro, el editor ha


tenido la excelente idea de solicitarme una puesta al día de esta
arquitectura latinoamericana contemporánea. Aprovecho, pues,
la op<irtunidad que se me presenta para explicar a l lector uüere-
sado cúmo se generó esta obra.
Pílro comenzar, la Unesco nos eligió a Paolo Gasparini y a mí
mismo para llevarla a cabo. Él en su carácter de excelente fotó-
grafo, yo en el papel de entrevistador lo más desprejuiciado
posible. Cierto es que yo había sugerido casi todos los nombres
de las personas susceptibles de ser entrevistadas.
Antes y después de esos testimonios g rabados, Gasparini y yo
nos pusimos de acuerdo sobre la naturaleza de los documentos
gráficos. Convinimos en que habría tres tipos de fotografías: Jos
retrattis de los arquitectos, sus principales obras; otros edificios
contemporáneos importantes en casi todas las ciudades y en fin
un¡¡ .serie de fotos llamadas "de acompañamiento" capaces de
rt>fleJilr lo antiguo y lo moderno1 la injusticia social y la verda-
d~ra natu raleza caótica de esos centros urbanos en pleno creci-
rnientll y confusión.
Ahora bien, Gasparini hizo más del doble de las 233 fotos, que
~~mismo elegí para ilustrar los textos. A su vez, la Unesco -por
da ºne~ de espacio- sólo public(> 10 de las entrevistas realiza-
po~ ~or mí, una por cada país, y que aparecen como es notorio
11 sirnpJe orden alfabético.
ar ~o el lo explica que, por una parte, haya fotos de obras de
pci~~tectos cuyas entrevistas no aparecen en el libro; y por otra
ªdo' ~ue no figuren en él ciertas ideas interesantes que me fue
e rn¡ escuch~r de boca de algunos olros profesionales a lo largo
Si b~1 repetidos viajes por el continente.
tig¡n ~n el número de fotos sigue siendo el mjsmo de la edición
llnto: dmeyropongo aquí, en cambio, resumir los principales
on •nt l'e vis~ de esos otros arquitectos que hablaron ante mí
e 1Renc1a y originalidad.
211
212 SEGUNDA PARTE
IMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS
21,3
• '"Ue este posfacio con una puesta al día de lo que
P roS ig . , .
en la mayoría de los países de Latmoamerica - a como 0
t 1 1 ~us ~egu idor~s. En p~incipi?, to~a clase de gente podía acercarse
estudiar en viajes reali zados en 1976 y 1977- para co ~ e~a comunidad; la intención sin embargo se basaba en un pro-
tratando de insertar esa arquitectura en el m.ás vasto con IP social en favor de las clases menos favorecidas y es eso, pre-
ndial en este momento particularmente crítico. (isllrnente, lo que confería a la operación un carácter sociorreJi-
m~o sé hasta qué punto eJ lector se da cu~nta de lo difícil q f.Í~~l.el plan de Caveri para esa comunidad todos Jos términos
s ulta en estos casos el papel del e~trev1stador. Llega u
afuera y. por pura intuición, debe rápidamente tr~tar de acc tlfquitectónicos res~ltan cuestionados: la economía impone la
tos círc~los que parecen más informa_d~s y act.'vos, e~p~ utiliz¡¡li<'ln de materiales baratos, y también una mano de obra
que se comporten de una manera lo mas 1mparc1al y ob1eti ~imple que permita que los usuarios puedan coJaborar activa-
sible. Ya que se corre el peligro de escuchar a un so te~ g~up ~ente en la ed ificación de sus propias viviendas.
maneciendo involuntariamente sordos a otros movu!'1tm E:. indudable que estos factores básicos influyeron en el siste-
ralelos. Además -y por si fuer~ .roco- ese grupo mf~lr mA de furmt1s adoptado, sistema que se basa en la mayor resisten-
puede aplicar un criterio no equ1J1brado en el que se pr1vi cia y menor gasto mediante el empleo sistemático de ciertas su-
factores políticos, económicos, sociales que, a 1~ lar~a, .res perficies curvadas (un poco como las que inventa Gaudf casi
que los valores, vamos a decir, pum mente Mqu1tectonacos. intuitivamente, o las que emplea en hormigón Félix Candela). El
Después de recorrer las 10 entrevista~ de las. que s~ .co resultildo, por más atTactivo que pueda parecer estéticamente ha-
este libro puede quedar en el lector curioso la 1mpres1on blando, es sobre lodo producto de la ingeniosidad y de la técnica.
no sabe :Oayormente nada de algunos de los otr~>s arqul Sobont1, en cambio, es un teórico -así como Caveri se nos im-
muchas de cuyas obras aparecen enti:e las ilustrac1one~ ~e. poníil funda mentalmente como un pragmático- y habla, por Jo
Quisiera, pues, aquí y ante todo, ennqu~cer ese texto 1nic nto, en té:minos de teorizador, de programador. Reconoce que
otros puntos de vista que me parecen dignos de ser ltima 1y ~'lis socios tratan de fabricar organismos "complicados"; por
~o Br;i ... iJia -término obligado de comparación- le parece
cuenta. · tad s e?'ils1ado racional, deliberada y, en cierto modo, simple. EJ ar-
Entre esos arquitectos -<:orno entre los 10 ~tre.v 1s ,, ' 1
recen diversos tipos de personalidad: hay los ar.t1sta~, P u1t7Ct~ argentino agregó, hablando siempre de la nueva capital
"sociólogos" los "politizados", los "human istas ~:. silenil, que su taller no habría creado nunca esos "objetos suel-
ferencias abar~an un vasto campo del saber, de. I~ sen~i en un paisaje" -<Jue según él es la estética de Brasilia- sino
hasta del sentido común. Pude agrupar su~ opmaone~ ~ e usando de los mismos elementos (funciones, materiales, téc-
Jias humanas prefiero presentarlos en el mismo orde .b s), su equipo hubiera tratado de inventar un "complejo" en
; ~ s los términos hubieran quedado estrechamente ligados
1 0
' · , d e ongen
· . . en e. 1, 11.
ap a recen
~ si. E~ una palabra: un organis mo más difícil si se quiere, a
en que sus respectivos paises
Así en Ja Argentina me iba a ver con un v1e¡o amig0e·
Caveri;' y me .iba a hacer' d e uno nuevo ..· Ju s to Solsona.
•nte iat~e.vista, pero también por eso mismo menos rápidamente
yen ellos, sin proponérselo, dos pol~s ~1ametralm~e 0 n Cofumb· ·
como personas y como actitudes. El unico punto~ . Pe . . ta, igualmente, otro reencuentro: con Germán
ner en común es el de ser ambos excelentes arqu1tt?ctos te, r~;nti~uo discípulo de Le Corbusier, a quien, precisa-
Per e noci por v~z primera en Parí~ h ace ya muchos años.
natos. 'd ,, la idea de
Caveri es un hombre "compromet1 o con , .. nis undo ~ <>tro ~rqu1t~to "co~promebdo" ~on lo social, tema
quitectura vinculada indisoluble mente a ~u ~~~~l~la ¡ '11ent e la v.'da latinoamericana. Él también desborda de lo
tantf;!. Después de comienzos más que promiso 1tecto ·Peto e argu1tect6nico para ir a plantearse problemas huma-
Nuestra Señora de Fátima, ejecutada con el arqu ca '11i'\ s ~·º tonto al nivel de los individuos -<orno Caveri-
1
Ellis-C;1veri va a cambiar de vida, arrastrando ~n l~do fler ll1e'~n ª~ _de las masas. Recuerdo cómo en esa ocasión
propit1 familia y modiflcando s u carrera. I~~/ funda lle et e <~nfio estar sinceramente preocupado por el hecho
Buenos Aires en unos terrenos entonces b~ra 'ent te sob~nhnente latinoamericano está llegando a ser un con- .
munidad cuyas casas serán constru idas-litera 1rn •el soo;:áºdo 11rba1~0. Según él, en un lapso relativamente
e los ht1b1tantes se concentrará en las ciudades, en
IMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS 215
SECUNDA PARTE
214

d esmedro del campo. La situación, así, se hace difíci l pu ¡;n r~s umen: ~~r~ Porro el problema no consiste tanto en cómo
decir angustiosa. Comparada con la contemp~ránea, la é se rt>c1llza ~I ed1f1e10 (materiales, técnica), sino qué se trata de
colonial resultaba más saludable: la creació n de espa oecir con ,;t. S~y~ es esta fórmula - a lt1s que parece ser muy
urbanos en ese entonces se situaba todavía a la escala del ,i(e-:to-: Tra~1c16n, cu~ndo se escribe una novela, no es des-
bre. En una palabra: Samper está interesado f undamentat cribir Lln velorio determinado; tradición es expresar el concepto
- y de una manera práctica, pue_s~o que tant~ él coml1 su Jt> ¡,1 muerte en un pueblo."
intervienen en el panorama pohtico colombiano-:- por los r a.,tlndo ahora al panorama chileno, me impresionó la modes-
blemas de alojamiento de la gran masa rural ~ue invade h ti.l 01~ que n:e hablo un hombre sin embargo muy reputado en
principales aglomeraciones ur~anas. La ~~l~c16n que él pro su p,11s: ?e'g10 ~arraín. Después de los arquitectos-salvadores y
es drástica y comporta e l mis mo sacr1f1c10 de algunos del ~rqu1 tecto~f1 losofad?r, he aquí aún otro tipo de hombre: el
.irqu 1t~cll~- pen 1tente y sincero en el cual nadie podría denunciar
arquitectos latinoamericanos: en vez de perseguir la''
forma" arquitectónica o la ''buena forma" funciona l, ellos c1I h1pncrita. LMrafn me .llegó a decir textualmente "que los
prenden que deben ponerse a la altura de las necesidadt>S arqu itectos pecan de .vanidad, y que parecería que sólo traba-
~Han pc1ra otros arquitectos o para salir en las revistas especia-
mc\s pobres, siguiéndolos hasta en la manera"salvaje'' de
lizad,1s". Según s u explicación, deliberadRmente caricaturescR
truir s us villas-miseria. un día llega el fotógrafo al edificio nuevo que habrá que exalta;
No creo que sea fácil encontrar en el resto del !"'undo
j1mt~ con s u autor. El fotóg rafo dictatorial barre todo a s u paso:
nuncia tan patética a los prestigios de su profesión como
estos buenos arquitectos en quienes nadie puede sospec h1s li bnis sobre las mesas, los juguetes des parramados por el
suelo; ordena falsamente la cocina, iluminR con potentes reflec-
sombra de oportunismo o de demagogia. .
Otros, en cambio, parecen desentenderse d~ ciertos p~ tores 111 escena Y.con la cámara muy baja produce ta esperada
prácticos para intentar una mejora en la calidad de In v1 .foto de va ngu~rd 1a que asombrará a los estudiantes de Las facul-
~des de <1rqu1tectu ra, cuando no a los o tros profesionales env i-
d iante una especie de filosoña arquitectónica, segú n la
edificios deberían siempre "tener un alma" y obedec
d 1osos de ta nta gloria.
~ En. Cil 'mb'10, s1J?Ue
· d'1c1endo
' Larraín, no sabemos quién diseñó
"sentimiento colectivo de la forma". Es lo que textual
cap~ulil e~ pac1al que llegó primero a la luna y ello quizá por-
dijo Ricardo Porro, un cubano que actúa ahora en París,
u>de se trato de un trabajo colectivo y, p or ese hecho mismo
lo interrogué sobre el sentido profundo de su Esc~~la d esto · Por el con trano,· un arquitecto
· - o menos conocido'
Plásticas y su Escuela de Danza Moderna que realizo ha rnb· mas
anos para la Universidad de La Habana.
¡'
~'ª v~ces apenas un solo elemento y es considerado como
Para Porro, hasta el siglo XIX, la arquitectura espon vn uc_ionario; por un tiempo todo el mundo hablará de él
encnm 10
taAgre~o
Cuba, que es de donde él se siente calificado pí'lra habla yo. h
patrones de siglos anteriores, expresand~ bast~nte b ª
aut .. ora, como comentario, que me parece muy sana
especie de sensualidad inherente a lo t_rop•~~I latino.a itecttucndttca del arquitecto chileno en el momento en que Ja ar-
Lo malo vino -agrega- cuando acaeció la cClCacoltza ll1ad1ra e va nguard'1a, d espués de haber querido ser la pro-
nuestra cultura. Aunque no deja de hacer la satved3d de biénora de nu~stras conductas individuales se lanza ahora
admirando la mejor arquitectura nortearnericantl de es quistri' por
d medio de la "concep t ua 1·1zac1'6 n " ·intransigente a la
n M: . e 1os comportamientos urbanos.
considera que esta arquitectura -invo luntariame~t 1
'
haber sido fatal para la cubana, que pretend1a copiar .ragánexicu he e sta d n varias. ocasiones
. con el arquitecto Luis
Ión gr~~e~dadero señor de muros y jardines. En una conver-
nera obsesiva. . . efa:;
Dice aun Porro que, a partir de esa 1nfluenc1a n ª
), Oarra á ªque tuvimos (publicada en Plural, núm. 48, Mé-
quitectos cubanos se prostituyeron vendiéndose m:rc a teflej~d~ no se lanzó a di~quisic~ones teóricas. Su estética
Como para él " la arquitectura es la creación de un m ~>nt(l de la ~n sus construcciones simples y refinadas; él sólo
a la acción del hombre'', piensa que una cierta rnon~e i\tri0 del p anera más modesta y conversada su "invención"
de la forma es la única manera de integrar las peq ll'lás he edrega l de San Ángel, una de las colonias residen-
rrnosas del mundo. Barragán es como una concien-
dualidades a un marco coherente de urbanismo.
216 SEGUNDA PARTE IMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS 217

cia d e latinoamericanismo tácito en todos los arquitectos con 11


poráneos del continente. Se lo puede acusar fácilmente de
folklorismo; sin embargo y bien miradas, las casas que él c~a 0 111 motivo ?~ dar una serie de coi:iferencias, tuve oportunidad
acepta por cierto otro tipo de encargo} son austeras y, de al en t976 de ~ 1~1,tar otra vez Colomb1 ~ y México; y con el mismo
manera, abstractas. Formas cuyo ideal es el cubo, muros bl pnipúsi to v1a1~ en 1977 por el Brasil, I~ Argentina, Paraguay,
0 de colores pastel en la tradición mexicana, madera natural (30lt\'Ítl, el Peru Y. ~:nezuela. ~uede decirse, pues, que una vez
dines en estado casi salvaje, fuentes, estanques. Al interior, ' m~s tengo una v1s1on de con1unto bastante aproximada de to
priva de llenar esas casas de c~adros, libros, plantas. Todo es: qut' ~e está haciendo en algunas de las p rincipales ciudades del
plio y proporcionado en su diseño; t?du resulta sereno y conlinente.
inscribirse en e l espacio con una lógtca aplastante. Casas o (it>rto es que las condiciones políticas, sociales, económicas de
ventns reposados, capillas donde dan ganas de orar, ~cued 1.i~ nildones visitadas-<'on excepción quizá de Venezuela- son
que llenan apaciblemente grandes albercas, todo refleJc\ su hoy d1fíci l~s, _POr n_o decir angustiosas. Si':' embargo, por una es-
sión. recie de v italismo inherente a las cosas latinoamericanas hay que
Si bien no es hombre de grandes declaraciones, yo din reconucer que, aun así, se sigue construyendo en gran escala.
en México resulta un agente catalítico que nallín por prt!S Si se compara esa actividad con la de hace quince o veinte
Muchos arquitectos jóvenes no se deben de ~treve r a hacer año!>, una diferencia flagrante salta, sin embargo, a la v ista. En
cuAI costi agresiva, inhumana, desproporcionada, s6lo p las dt!ca das de los arios 50 y 60 ese dinamismo arquitectónico
hecho de que Luis Barragán puede desaprobarla. Au nque quednba sobre todo a cargo de los organismos oficiales: fue la
sólo por eso, su "¡:¡duana estética" sería ya justificflble época de Brasilia, de Ciudad Guayana (en Venezuela), de Santa
misma. Rosa (en la Argentina), de las Ciudades Universitarias de México
En el Perú, uno de mis interlocutores permanentes es el y de Caracas. Ese ciclo parece ahora muy disminuido, salvo
tecto F. Cooper Llosa, quien se muestrn más exigent~ 9 quiz;i en el Perú y, especialmente, en Lima. Y, naturalmente, en
mayoría. Para él, la situación arquitectónica y urbani.sh Cuba, en donde al no haber propiedad privada todas las obras
América Latina (haciendo abstracción del tipo de gobu~ -grandes o pequeñas, buenas o mediocres- deben ser conside-
cada país) resulta generalmente una verdadera Torre de radil!> con toda razón como creaciones estatélles.
No se trata de incomprensión entre los arquitectos entres( Siguiendo el derrotero de este último viaje mío por el conti-
- lo que es más grave- de la i~comprensión éo~ el r~ ~ente sudamericano, empiezo, pues, por el Brnsil en donde me
público. Sobre todo con Jos usuarios que se ven obligados due <lt1<lo pasar tres semanas. En Río de Janeiro iba a compren-
zar la arquitecturn nueva y a vivir en esas ciudades a " e~ -.mtes de que en San Pablo- hasta qué punto la llamada
mal planteadas por los profesionales. . ~~~ela brasileña" de arquitectura moderna es algo que ya irre-
La problemática, para Cooper Llosa, es pues sem1?ló 10bl~mente pertenece al pasado.
que se hace entre nosotros no ~iene ~igniftcado,_ ni siquiera ra~decir, para quien los ha visto nuevos, el Ministerio de Edu-
la posibilidad de ser aprehendido visual, ambien~lmen~ Mo~ n (de tantos autores después célebres), el Museo de Arte
masa desprovista, por cierto, de una cultura supe~1or. As Nie erno Y Pedregulho, de Alfonso Reidy, la casa particular de
decirse, sin cinismo, que la explosión demográfica ha P Pasa~ey~r, en Ja Gavea, constituyen hoy reliquias de un tiempo
clonado una solución -desastrosa pero de evidente de~c il ltts /1' irª verlas de nuevo supone una verdadera peregrinación
gracias a la creación espontánea de suburbios margln•\ ~001u~ntes: ~lgunas de esas obras han envejecido mal, otras
vi llas-miseria que rodean hoy todas nuestras grandes '\.1 ~I lie el Ministerio- siguen resistiendo ga llardamente el p<lso
0

A decir verdad, agrega el arquitecto peruano~ la gente ~


del campo en aluvión ha obligado a las autoridades,ª la
1 il. Ji"ll"lpu. De t~das maneras no se construye más así en el Dra-
s instasa_do, sin ~uda, el impulso inspirador del Estado, que
tectos y urbanistas, a replantearse los problemªJ·~a ~~tifica' 1 ~.ciones privadas se apresuraban a imitar. La relativa
ciones. Con lo cual se demuestra una vez más la 1 ·n 1lote;.< (1°n funci onal de los brisesolei/, de la construcción sobre
separa el enfoque teórico y estético del drama real, ¡(ltl• rbu.s¡ u)ºY otro consecuencias directas de la prédica de Le
que afecta a esa parte más desfavorecida de la poblac er parecen hoy cosas definitivamente del pasado. En ese
218 SEGUNDA PARTE
IMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS
219
sentido el " monumento" del estilo brasileño -<:on sus h'Tand
y sus miserias- será para sie~pre Brasilia, ese ~ueño urbanr nas de ellas, sobre todo las debidas al talenl? de José Zanine.
• ~ n irio del nordeste, Zanine es un exmaquetlsta que no posee
11
de Jos años 30 rea lizado tard1amente por Luc io Costa y
Niemeyer. ~nri: '-ie arquitecto, pero que en cambio se nos impone en segui-
No obstante lo cual, hoy por hoy, en Río se sig ue constru uw_ mo un extraordinario plástico y un fabuloso constructor de
do y destruyendo a escala colosal. La ciudad en sí- una d
d.l tO,r·1 fü materia
mali t • , •
• 1f
avonºt o.
más hermosas del mundo aunque sólo fuera p~r su emp Todo en Río me habló de Zanine; aun antes de conocerlo per-
miento privilegiado- se encuentra desde hac~ diez. años, p . ilmente ya había estado yo en dos de las casas hechas o res-
menos, "destripada" por culpa de la construcción de un" ~~;ad.ls por él. Y, casua lmente, eran ellas las residencias de dos
que Jos cariocas han aprendido a odiar aun antes de que e t tisLis destacados: el escultor Sergio Camargo, y el grabador-
Para agravar las cosas, a pesar de no haber perdido Ja cap clíntor Darel Valen~a Lins. Parece más que un buen síntoma el
dad, Río sigue creciendo desmes uradamente: nuevos túne ~~lw de que algunos d~ esos refinad?s pl_á~ticos lo haya n libre-
través de las montañas acercan a las playas que antes resul mente elegido para confiarle sus propias v1v1endas.
cas i ini\cces ibles : Tijuca, San Corrado y aún más allá se Zélnine es el a utor de unas ex trao rdin<1ria~ casas de made ra,
puesto de moda después de Ipane ma y Leblon, que ante oasíldas en una combinación de proced imientos ancestra les y
recían remotas. En algunas de esas playas se yerguen a modernos que las hacen (anicas en el panorama contemporáneo.
ultramodernos hoteles-to rre, aunque ta mbién esas má Verdi1di.>ros prodigios de cálculo y de in tuición en el manejo de
ex tens io nes de arena queden manchadas - ¿y por cu la madera, muy despojadas y elegantes del punto de vista for-
años?- por una serie de colosales rascacielos abandonad mal, est~s vertiginosas moradas se elevan en las laderas de algu-
plena construcción cuyos esquele tos se ~estacan contra el nos de lns cerros que co1nponen el fantástico paisaje natural de
como la viv iente imagen de la estafa de inescrupulosos es Río. Lr1.s que tuve ocasión de visitar se agrupan principalmen-
!adores. No solas sino apretadas unas contra o tras, las te en una i'llta monti\ña en )oatinga o en el llc1mado Portinho
construcciones utilitarias van tapando las maravillosas v Mass.1ru, frente a l golf de ltanhanga.
Los clientes han cambiado: no son ya tanto oficinas púbr En este último viaje tuve también ocasión de ver buena arqui-
p ri vadas sino sobre todo departamentos de una burgu~s l~tura privada en esa inmensa ciudad de San P<lblo, que pasa
cendente a quien no le interesa sino el valor "representat1v hoy los 10 millones de habitantes y que está considerada, desde
la arquitectura. hace _años, como la aglomeración urbana de creci miento ve-
Sorp rendentemente estas nuevas edificaciones no pa get.ilb\'o m<is rápido del mundo.
muy arriesgadas -<:orno se espera siempre de la vangua 5egún me exp licaron quienes actuaron de benévolos g uías, la
ni desde el punto de vista forma l ni por el empleo de téc d~ hoy es una ''escuela" derivada de las obras del a rquitecto J.
de materiales revolucionarios. De u!'a ":'anera_ más quede Valanu, .1 Artigas, autor, entre otras, de la FacuJtad de Arqui-
cional, la mayoría de estas torres se msp1ra, veinte años ter,tur,1 y Urbanismo de la Universidad de San Pablo, uno de los
en los "para lelepípedos de espejo" de Park Avenue, ~n ü'ª~1 impresionantes ed ificios dentro del recinto de la C iudad
York. No tanto por su discutible pract:icidad sino más bien ~ Vl'rs1ta rii'l, Estos seguidores poseen -como su maestro- un
prestigio de esas cua tro fachadas reflejantes que ~e ~a~~ :~~d:nte sentido plástico llevado (pa ra bie_n y para mal) h_asta
mis mas una d escarada auto propaganda en e l pa1si1Je ~ 11 ulttlllc'ls consecuencias. La casas qu e casi todos ellos realizan
que parece exhibirl<ts más co mo objetos prec iosos que , / Ptiras de diseño, y fuertes en el sentido estético. Ahora bien,
"máq uinas de habitar". . . i!d es~ª t.¡¡ ser to talmente francos: constituyen una man era muy
Ante um1 rápida inspección, pa recería que la activid e eecª"' de vivir, manera q ue puede ser por demás discutible.
se hubiera reflejado un tanto, a no ser que tenga mo~ ~:S 011 ~ l'~l:!cto, la idea fundi\mental de este movimiento parece
desde un punto de vista urbanistico, las nuevas autopis de llr~~t:~ en la creación de una especie de "caja de muros" en
carg<t en el centro de la ciudad y el gigantesco p_uent~ •ad e11s 8°n bruto dejado apa rente. Las escasas aberturas están
que une desde hace poco Río a Niteroy. En cambio, pn~as 1 d:~ds _en función de su destino, evidentemente, pero no por
te, las casas siguen floreciendo en el flanco de las monta si ., 1-cuidan cierto elemento de sorpresa bastante espectacular.
' Runas de estas casas, cerradas por una delgada mu ralla de
220 SECUNDA PARTE IMPRESIONES ARQUITECTÓNJCAS
221
hormigón, sólo poseen una cara de vid rio y una serie de al s uenos Ai res _se contenta hoy con presentar sus angostas
altas que prov ienen de pequeñas claraboyas. AJ interior de rchi!délS con venc1ona les y S US monstruosas medianeras que
planta elemental, rica en desniveles, escaleras, rampas, se ·~eCt'r;rn" avisos abusivos. En el mejor de los casos, lo que sigue
cubren las distintas dependencias destinadas a habitar, d creciendo en la _"pampa de ai~e" s~n l~s to rres de o ficinas o resi-
cocinar; locales estrechamente relacionados entre sí, sepa ienCJélles, monoto nas y poco 1magana ttvas.
los unos de los otros por tabiques que no llegan hasta el l El 1,1lento, empero, sigue existiendo entre los más jóvenes. Se
Este laberinto, muy agradable de visitar y muy fotogénico lo pudo comprobar recientemente, al menos en forma teó rica
fotografías, puede hacer de ese "espacio comunil:<lrio" con t?I concurso d e proyectos para el nuevo A udito rio d e la
los auto res lo lla ma n- una ventaja d e vinculación famil Ciud,1d de Buenos Aires, que ganaron los arquitectos: Miguel
una verdadera incomodidad . Ya que los cubículos así deli f3autiizzone, Antonio Díaz, Jorge Erbin, Jorge Lestard y Alberto
dos (los d ormitorios tienen el tamaño de una cabina de \l.lrt1!'1·
no están aislados de ningún modo ni a los sonidos ni a los 0 Lo::.. otros proyectos, entre los que se encontraban los de Testa
provenientes de la cocina. Es, en cierta med ida, como vol Balitm1 y sus asociados también mostraban un muy alto niveÍ
fines del s iglo XIX, a la antigua cas<1 campesina de todos lo coníirmAndose Ja sos pecha de que si la Argen tina no prod uce
cantos y los inconvenientes que de ella se desprenden. Po niás obras importantes de arquitectura el hecho se debe, sobre
puesto que los efectos plásticos, los golpes de luz y sombr todo, a In situación económica desfavorab le que se viene prolon-
producen lt1s claraboyas, el uso de p la ntas tropica les al In gcirtdu desde hace unos años.
de las viviendas, revelan refinamiento y cultura. Empero, e Mi opinión. de lo poc~ que v i en A~unción del Parag uay tiene
época en que sobre todo los más jóvenes han JJegado a ser que rt.>fü ltar involuntaria mente parcia l. La ci udad, frsica mente
samente independientes e individualis tas estas casas pa hilbl~ndo, en su m~rco na tural de barrancas, río, arboledas bajo
suponer un cierto patemalismo. un cielo clemente, sig ue constituyendo un sitio urbano idea l.
Los nombres de estos arquitectos, apa rte del ya citado Si Id~ primeras veces iba yo a Asunció n en busca de un casi
nova Artigas son, entre otros: Paulo Mendes da Rocha, ya desclparecido arte colonial, hoy en ca mbio me interesa más
Ferro y Ruy Ohtake. Habría aun que deci r que, aunqu que _ncllicl ver el desarrollo d e una a rquitectura moderna que
escuela paulista se considera opuesta a la carioca, no hay
de que en un sentido profundo, San Pablo parece aún ser
tMio de lo que empezaron haciendo, bastantes años atr
:e
pudieril tener características propias. Pronto m e convenzo de
~_<'l es el caso. Sin e mba rgo tuve ocasión de v is itar una
d ~non de radio de d iseño claro y limpio y un local de baile
g ra nd es arquitectos de Río, entre los que figuraban ,; Jbe~adilmente infor~al, ambos .debidos a un joven arquitec-
0
Niemeyer, Reidy, Bernardes y los herma n05 Roberto. •ri· ~ Puentes, argentino naturalizado paraguayo. Vi también
dámonos, n o tanto porque repitan meramente sus sol~c " erta ~ re 'd . . . .
~p· s1 e nc1as particulares curiosas del arquitecto Genaro
sino por la peligrosa tendencia hacia un formalismo estét~ inoln.
Esta vez pasé sola mente d os semanas en Buenos A•
único p ositivo que puede decirse ocurre allí en este mo
0~~i,_ciertas de estas residencias "imitan ruinas", no d emasia-
11¡/ 1cas por cierto en un país que tiene que empezar por cons-
-en arquitectura de vanguardfa de gran progrt1ma- es q ue;;~ el sen~ido más pos iti vo d e l té rmino. O sea que, de
fin sale d e tierra (después de diez años) la mo le de lo que rán con lo visto, no se puede decir que en el Paraguay contem-
Biblioteca Naciona l, proyecto que ganaron en su momento l'la il ~o e~ té por afirma rse un verdadero estilo local. Inútil bucar
concurso: C lorindo Testa, Francisco Bullrich y la ya desll 11'1<\tiqu.i tectura inspi rada, por eje mplo, en la s condiciones
da Alicia C. de Bullrich. . u ille~.'~~ en lo~ materi~ l es o .tos_ procedimientos con~t~uctivos
Por lo demás, casi no hay realizaciones interesantes q 1, con 7 que v1no refl e¡aba s1qu1era una mane ra d e v1v1r tropi-
duzcan un choq ue sa ludable como los que hace un~ ~dil grílndes zonas de so mbra, ni la d eseable ventilació n
provocaron e l Banco de Londres (de Testa y sus soca~ >nl!S .,,¡'?rrespondiente a la elevada temperatui:a. Las construc-
Banco Municipal de Préstamos y sucursales (de ~l~o~ hac10~~a~as me parecieron, cuando más, tímidas y modestas
1
boradores). Bien que mal, arrastrando sus impos 1b.~~ as y f e una moda cosmopolita y anónima, la que busca
terreno estrechos y largos, y una férrea reglamentac• e ectos sorprendentes y se contenta con instalar a pa-
222 SEGUNDA PARTE lMPRESIONES ARQUlTECTÓNICAS 223

ratos de aire acondicionado que no sólo deben solucionar 1 cuerra (arquitectos Jorge Iberico, Héctor Tanaka y José Loza-
blemas de climatización, sino representar, sin duda, un rn de) ill puede visitarse sin un permiso especial, lo cual es perfec-
alto status. 110 ~nte comprensible, y se impone como una moderna fortaleza
1
En Bolivia, mejor dicho en La Paz, mi sorpresa no iba a ª~1 cal, inspirada en el brutalismo internacional de la hora.
limite, sobre todo por el crecimiento, y no tanto por la ve~I Ministerio de Pesquería -quizá más interesante como es-
arquitectónica y urbanística de dicho crecimiento. En unos ctura que el anterior- consiste en una gran torre con un hue-
años, la ciudad entera ha crecido descomunalmente a la v trll , t:!rticaJ en el centro de la composición, un poco como los
hasta el punto de resultarme casi desconocida al bajar ~~teles norteamericanos de Portman que está hoy tan a la moda.
desde el aeropuerto más alto del mundo. La masa de la Es obra de los arquitectos Miguel Rodrigo, Miguel Cruchaga y
edificación sigue siendo, no obstante, rutinaria dentro Emilio Soyer. La tónica de estos edificios monumentales, in-
normas de la "modernidad" impuesta desde afuera. cluyendo el de Petroperú (arquitectos Wa lter Weberhofer y
Mucho más interesante, en cambio, me parecieron los p Daniel Arana), obedece a una concepción un tanto "imperial" de
del arquitecto local Gustavo Medeiros, trabajando con su la arq uitectura. El resultado visua l de estas enormes moles
Uno de esos proyectos, que me fue dado a estudiar a través autónomas que afirman su carácter tectónico contra el gris cielo
documentación muy completa, consiste en una urbanizad lime1\o es plásticamente élgradable.
comprende-como espina dorsal- un monocarril exterior De un funcionalismo menos monumental resulta la obra de
rre a lo largo del valle de La Paz, flanqueado por una serie los Mquitectos Frederick Cooper Llosa, Antonio Graña y Eugenio
fícios monumentales que se desarrollan en el sentido ho · Nicolini, responsables de obras como el Centro San Miguel y el
sin emerger mayormente del actual perfil urbano. Ese pr nuevo edificio de la Universidad Céltólica.
espera aún una decisión favorable de las autoridades. Uníl crítica práctica y no teórica de algunéls de estas recientes
Mientras tanto, el gobierno boliviano le ha encargado construcciones peruanas seria el uso y hasta el abuso que al-
deiros y su equipo, el estudio de cómo salvaguMdar el gunos de estos jóvenes arquüectos hacen de vastas extensiones
tiguo de La Paz, proyecto que han. llev~do a cabo es~os. a vidriadas que oponen -<On intención sobre todo efectista- a
tos asesorándose con técnicos e historiadores espectahza grandes paños de muros tratados en hormigón aparente. Para
los distintos aspectos de la cnestión. El informe consiste en censura r ese uso del c11rtain-wnll hay que conocer las extrañas
gruesos vo!úmenes que pude consultar en el talle! del arq características climáticas de Lima, ciudad en donde no llueve
Medeiros. El y los suyos han llegado a la conclusión de q nunca, hasta el punto de no haber alcantarillas en las calles.
seis casas coloniales podrían rescatarse en el centro antigu ~~or;, bien, esos gigantescos vidrios inaccesibles se van recu-
ciudad. La inmensa mayoría de la edificación data, en efec riendo poco a poco de um1 película terrosa que les quita brillo y
siglo x1x, lo que en Bolivia se suele llamar la "época :ransparencia. Es un caso típico de inadaptación de una arqui-
cana", cuyo estilo corresponde más o menos a un modri ecturd que se quiere ''nacional", a un medio particular.
clasicismo. 1
De tudas maneras no hély duda de que Lima, cuya arquitec-
Otra agradable sorpresa me aguardaba en el Perú o, Pª ,,u~a moderna era relativamente floja hasta hace unos quince o
blar con propiedad, en Lima, ya que mi paso P?r Pu C:'~te años, ha alcanzado ahora un buen nivel entre las otras
Cuzco no reveló nada interesante en materia arqu1tec car 1tales latinoamericanas. A pesar de las dificultades económi-
ciente (el excelente aeropuerto del Cuzco tiene ya unos e de/'~lremas por las que pasa el pafs en estos momentos, puede
años). ~/tst! que. tos jóvenes arquitectos con quienes conversé no pa-
El actual gobierno peruano se ha lanzado a unas en lllf ~n. deprimidos ni aun sin trabajo, antes bien discutieron ante
obras públicas que, aun sin cinismo, se imponen co~o E~~royectos y los ajenos con inteligencia y entusiasmo.
ma apenas velada de exaltar el nacionalismo y el P er ltucc raca ~, la confusión general de autopistas y nuevas cons-
tado, en un país que conoce en este momento una tuer horrn1.ºnes sigue dominada por ese verdadero "acantilado de
económica. rn -Co~gón" de 35 pisos, llamado Parque Central, que alberga
Acompañado por un arquitecto peruano, logré c~n~: taurn ~ una ciudad de ciencia ficción- g¡llerías, negocios, res-
11 es, museos, departamentos, oficinas y ello a muchos la-
lejos y hasta penetrar en alguno de los nuevos rnin 1
SEGUNDA PARTE IMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS 225
ll4

berinticos niveles con terrazas y jardines suspendidos. ilLÍLl urbano del que no pueden escapM, esos pisos de lujo de
de los arqu itectos españoles Siso y Shaw. Todavía sin te e:;pTrill1 burguesía y de los profesionales triunfan tes se yerguen
esta colosal mole en el centro mismo del estrecho Valle 1tt.,~ 1tura, única di?'ensión tod~vía libre. A igua ldad de condj-
racas, continúa aún hoy siendo objeto de d iscusión acal ~ one:.- estos palacios s uspend idos parecen, no obsta nte, más
Quizá ahora la agobien aún más dos nuevas torres cubie ~~ 3 g 111 ,,tivos que .1" mayoría de los que se edifican año tr<\s año
espejo, que constituyen las estructu r~s de h or~i gón a lo~ Estados Umdos.
más altas del mundo. Estos enormes posmas refle1antes, i!flVayilnios ahora a Colombia. Hay una rivalidad cultural la-
duda proveerán de un fantástico punto de mira en la d tente entre Caracas 'f Bogotá. La hubo. desde la colonié\ cuando
da ciudad anti peatonal por excelencia, cor~en el riesgo d un homb re como Simón Bolívar, nacido en Caracas, prefería
manzana de la d iscord ia entre los q ue consideren un priv' sar largas temporad<\s en alguna q uinta de Bogotá.
una desdicha el hecho de tene rlRs permanentemente P"Esla rivalidad no llega hast<l la ceguera, ni mucho meno::.. El
campo visua l. lector de este libro recordarÁ que el arquitecto venezolano Yi-
En tres años escasos que faltaba yo de la ca pital venezo Jl,rnuevil me dijo, en el curso de su entrevista, que consideraba a
tenido ahora e l placer de ver terminada la nueva ala del tos ('olombi¡rnos como los mejores arquitectoi, jóvenes del conti-
de Bellas Artes, en Los Caobos, obra póstuma del gran arq nente. Con esa impresión -que yo compartía con el desapared-
Carlos Raú l Vi llanueva. Esta prolongación "a la vertical" o m,wstm- estuve en 1976, no súlo en Bogotá sino en Tunja,
no menoscabar el parq ue y de salvar alg unos árboles ven n Ca l1 y en Popayán. Tuve q ue reconocer que el gran momento
La fue rte fa chada de hormigón a Ja vista do ta al edificio ilrecia haber pasado: Avianca, el Hotel H ilton, las Torres del
exterio r sobrio y d igno. El interior q uizá se resienta arque•, en Bogotá; el edificio Col tejer, en Medellín, apenas reali-
rampa un tanto osc ura q ue se nos impone - ahora q dos parecen ya testigos de un feliz momento de euforia. Las
hecha- como demasiado "invasora" del espacio, en de grandes ciudades siguen creciendo de una manera mecánica sin
de lé\s sa las que está encargada de com unica r entre sí. .portar nada realmente nuevo ni audaz. La obra, a medio rea-
Hace ya más de 20 años, el Centro Cívico de Ca ra~~s: lií.ar, que todo el mundo espera con curiosidad, es el Museo de
nota "preBrasilia" en América del Sur: con sus ed1f1c1 rte M~derno, proyecto del sin duda más cotizado arquitecto
tricos y sus plazas monumentales. No es que esa reval lomb¡¡rno, el mismo a quien entrevisté para esta presente obra:
del casco antiguo de la ciudad sea una obra maestra en gelio S<i lmona.
no hay duda de que ponía aJ menos un poco de orden~
fusión am biente. Como el Carac<\S actual es, en ~eal!
tor ultimo: ¿cómo figura México en este concierto? En la capi-
, ~n ruebla, Guadalajara, Monterrey, tampoco parece haber
conglo merado en perpetua improvisación de barm~s in ~ ª~novedades q ue digamos. Q uizá en esta última, que se va
dientes, no se puede deci r q ue se descubra hoy nin
urbanístico coheren te con la misma intención de aqu
logro.
u:r n~io.como centro industrial de primer orden, haya que bus-
ftbncas y edificios utilitarios a lguna posible renovación. En
aªda¡a ra actúa, al menos, un plástico m uy sensible qu e es
Es difícil -estando de paso-descubrir va lores nuev rn¡~)~) Conzátez Cortázar, arquitecto y escu ltor. que piensa en
ci udad-pulpo q ue se extiende por el angosto valle Yt inte , urbanos,.º sea al contexto general de la ciudad, buscan-
la s montañas tra tando d e e ludi r los reglamentos ~~ En ~r<tr.lo que mve~ta con imaginación para sus edificios.
especulativo. El arq uitecto uruguayo José MigueldGa : , ''" u re~to de México, entre otras tendencias, se manifi esta
do en Venezuela hace tiempo, parece poseer una _e 1 ª a~~il eeligros~ "vul.gi:irización" del inimitable estilo de L\,IÍS
imaginaciones, puesto q ue sus edificios sie?'pre so.n n 1 hot<:>l .C n ~rqu 1 teeto ¡oven como Legotreta, a utor entre otros,
gracias a una búsqueda permanente de sol~1c1ones ori~e to de 1 amino Real, en la ciudad de México, parece esta r al
En general, lo nuevo se limita a grandes 1nmuebled t y In~ª rece.ta de Barragán, aunque al exagerar las di mensio-
o depa rta mentos q ue, sin pena ni g lo ria, hacen ~ tat. M~~lucione~ del maestro traicione su inti mismo funda-
fondo a ta actividad delira nte de un país q ue, a_u"ae " n ~ en la .linea quedaría tal vez un d iscipulo d irecto de
petróleo, no deja de conocer también, como e~ res~~ el lc\s e~) e arquitecto Martín Casillas, creador de casas para
rica Latina, una terr ible injusticia soci<ll. Dominan ' rno la deJ pintor Pedro Coronel.
226 SEGUNDA PARTE TMPRESfONES ARQUITECTÓNlCAS 227

En una vía más independiente que podría calificarse de enriquez~an vi~lmente a sus contempladores, y mejor aún, a
xicanismo traspuesto", son dignas excepciones los arqu¡ 505 propi.os habitantes. . . .
Abraham 7.abludovsky y Teodoro González de León que fn rea lidad, la constr~cción sig ue su ritmo endiablado, pero es
jan general mente asociados. Hace dos años tuve oportunid \lf'l proc~so de comprorruso que debe, so~ re todo, dar satisfacción
visitar con ellos la que era entonces su última obra impo ecuntirr11ca a los promotores. En ese sentido, fu erza es reconocer,
el edificio del lnfonavit. poCtl puede esperarse de la g ran masa de construcción latino-
Aho ra, un rápido viaje en marzo de 1978 ~e ~a per arnerica~a. c?mo tal_. La excusa que tienen los responsables de
tomar contacto con la más reciente de sus reahzac1ones de tanto ed if1c10 mediocre, vulgar, inadaptado es que ninguno
volumen, me refiero a la magnífica nueva sede de El Cole de ellos tiene probabilidad de durar más de 30 o 40 años. Triste
México, próxima a la Oudad Universitaria, que ma~;ó ha con~uelo para los que tenemos que sufrirlos en e l difícil contexto
de 20 años un momento importante en la renovac1on arq de J.i vida cotidiana en esos monstruos colectivos que llamamos
tónico mexicona. También, como porte de la nueva extensi ciudades.
la Universidad Autónoma de México, me tocó visitar u
pléndida sala de conciertos llam~da Sala, Nezah~alcóyotl IJ 1
del ingeniero F. de Pablo, el ":1'qu1tecto t;Juñez Ru1z y un e.
joven integrado por los arquitectos Art1s, Medi~a y Tre Si intentamos ah.ora una comparaci6n global, es evidente que
pesar del simbólico nombre azte~a, no descub!1. en esta ranto Eu r~pa accidenta! como los EUA y el Japón poseen todos
obra ningú n intento de recuperaaón de un espmtu precol ellos .un nivel tecnol6g1co tan superior que hace que los ltltino-
no. Se trata de una severa construcción de volúmenes mu amencélnos no puedan, por el momento, competir con ellos.
cadas al exterio r, con vestíbulos ampliamente vidriados Después de lo que los críticos de arquitectura llaman la "crisis del
sa la acogedora y acústicamente estud iada para lograr el r~cio~_alísmo'.' (o sea :~e.movimiento que recha za cualquier in-
mo rendimiento musical. d1cacinn creativa o estihstica que pueda venir de un pasado próxi-
Otras obrns con las que me pude familiarizar e~ 19~8 mo o remoto}, América Latina va a sufrir, en las obras de van-
las del arquitecto Agustín Hernái:tdez, cuya imagina.ció guardia, ~a doble influencia: la del brutalismo, cuyo origen, a la
cia l merece mencionarse. Su propio estudio es un ensayo larga, está en Le Corbusier; y la del c11rtain-wa/I de vidrio o espejo
quitectura-escultura que se yergue ver~i~~J apr~vech cuya fuen te podría ser la "desnudez estructural" de un Mies va~
der Rohe.
desnivel de un impresionante barranco. ~1site ta.mbié~ en
mo barrio la casa que Hernández le hizo al ingeniero en! 1
brutalism? d~ emplear el hormigón aparente creando formas
varez, en donde las influencias de F. L. Wright me pa le ~gicas ~ mas bien pesadas puede venir del último periodo de
evidentes. Por último me fue dado ver el proyecto Ynu '.ran ~r~us1er (Chan?igarh, Ahmedabad), interpretado por Kenzo
diapositivas de Ja obra más atrevida del arquitecto re f'auf R" la escuela Japonesa, más una casi certera influencia de
e n colaboración con el arquitecto Manuel Gonzá ed >del udo~f Y Louis Kahn. No creo, sin embargo, que esos sean los
nuevo Colegio Militar, una colosal construcción trata a r alo::. directos. Antes bier., supongo que todo resultó "filtrado"
deliberado "simbolismo" que puede interesar a los rn los gunas g randes obras públicas norteamericanas, sobre todo
semánticos de la arquitectura, pero también despertar E: carnpus universitarios.
n reaJ id d 1 b . .
de los intransigentes funcionaUstas. . q rrnig · ª , e rutahsmo queda relacionado con el uso del
He dicho de Buenos Aires, de Bogotá, de ~~xic~n . ev¡;;m; así como el origen del "esqueleto" recubierto de vidrios
tuación se ha calmado, y hasta aun que es ~nt1ca u ificac·~ntemente, la estructura metálica. En América Latina la
Pablo Lima Caracas. Hay que entender bien lo q
' ' . . . 1 nora ernp;e~de~ n:'etal si~e siendo costosa, no sólo por los ma.te;ia-
decir. Me refiero a la falta de aparición e~ e pa de ne. La os s11:'o ~?'btén por la mano de obra calificada que su-
tectónico y urbanístico de esas grande~ c1udaded rria icidadrnecan1zac1on del esqueleto de hierro impl ica una alta
vang uardia, intrigantes por sus técnicas, u s~ ) en Stitv0 que es difícil de alcanzar.
nuevos o tradicionales (originalmente emplea .ºs:er l'rnigú~él ras excepciones, América Latina está en Ja "era del
la utilizaci6n de un repertorio de formas que, ~in armado", ya que el hormigón - piedra artificial en últi-
228 SECUNDA PARTE
IMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS
229
ma instanciA- parece continuar la tradición de la mampos
ladrillo o en piedra O sea que, en cierto modo, el brutalismo ;ngen10 y mediante una verdadera introspección, tratan de repen-
oposición al racionalismo podría parecer en América latina. ..ar los r:oblemas buscando soluciones adecuadas a cada situa-
casi natural. . 1611 pctrttcular.
La otra tendencia, Ja del curtain-wall que se originó hace e M·'s impor~te que la ~tiqueta de "mod.ernidad a todo precio"
veinte años en Nueva York, vendria a constituir un polo op l\'Sullct en ~amb10 -y c~s1 t~os los entrevistados me contestaron
Si en el brutalismo se exagera la estructura y se la procla en est> se!'tJdo- la conc1~ncia d~ una flagrante injusticia social en
formas densas, contrastadas; cuando el vid rio o vidrio ltl lllilYº:'ª de sus respectJvos paises. Los profesionales conscientes,
"forra" totalmente el esqueleto hasta el punto de que no se ya trilbél¡en por su cu~ta o por cuenta del gobierno, comprenden
saber ni cuántos pisos tiene el edificio, no hay d uda de q que tilnt~ en el urbanismo como en la arquitectura propiamente
encontramos en la situación inversa. Una solución al aburr' didm le.s incu mbe un papel sobre todo humano y moral. La sincera
to de las torres - reflejan tes o no- se empieza a practicar modt>.-.ttél de alguno~ de ellos les hace admitir que muchas veces Ja
la forma general de la construcción se recorta ca prichosa pobre gente mal alo1ada adopta - po: desesperación- algunas ac-
contra el cielo, el color de ese ''sólido en el paisaje urbano" 1 ritudes ilCertadas, de las que los técnicos en la materia tienen mu-
reconocible prestándole identidad. Latinoa mérica, para b cho que ilprender. De lodos modos, no es cuestión ya de aplicar
para mal, no está aún en ese punto, aunque quizá no le fal m.erns fórmufas aprendidas teóricamente en las escuelas, sino de
cho parn alcanzarlo. escuchrlr de veras las necesidades más urgentes, tratando de subsa-
Como única alternativa aJ brutalismo, las relucientes to narl11s.
espejo: negro, marrón, verde, dorado, plateado, constituy Con ~se telón de fondo y ante Jos problemas económicos y de-
por hoy una verdadera plaga en nuestras ciudades. No mogr.1t1cos que se plantean a lo largo de todo el continente, fácil
sean feas en si, por el contrario, pero en genera l no están e:. ~omprender que desde un punto de vista absolu to Ja buena ar-
tadas al clima y resultan meramente repetitivas de otras q,u1t~cturri latinoamericana no está - no puede estar- al nivel
dones de vida que no son las nuestras. . lern1c11 de lo mejor que se hace actualmente en los países super-
No ha llegado aún a la América Latina -salvo quizá desarrollados. Esa aparente desventaja quizá la haga más inte-
queñas obras que no modifican el panorama general- la :,esan tf' para los arquitectos del Tercer Mu.ndo que, por una razón
moda arquitectónica de vanguardia: el eclecticismo. En !eºr <>Ir~ •. no pueden contar con todos los medios deseables. o
nión, este movimiento está estrechamente ligado a l a.ug~ ~5' ~udiendolo, renuncian a ello en busca de algo más serio
semántica arq11itect611ica, o sea el estudio de lo que el ed1fic1 .s•ncero, más permanente. '
de sib'l'l)ificar como forma en sí. Ja ~tlo~ c~prid1os eclécticos, ni lo simplemente extraño elevado a
Se comprende que este puro juego plástico y concep ultu egu~ia de sistema estético, son rasgos permanentes de una
donde se "citan'' multitud de obras y referencias podría lle Ira u~cando "pa ra adentro" y no "para afuera" put!de ser
carse hoy ante la grisalla invasora de las grand.es ciudad
00 ;>: me1ores Y los más conscientes arqujtectos latinoameri-
arqujtectura "retro", hecha de recuerdos y revivals puede 1qul:' :~~tnen ~or encontrarse en su expresión más profunda.
tolerarse al nivel de la casa individual: el arquitecto se Cot1 10 ~ realizando ya es perfectamente digno de comparar-
ma en decorador y "juega" con las fachadas des.u casa me1or de lo que se hace en el resto del mundo.
nía haciéndolo con el interior. En gran escala el n esgo
embargo, mucho mayor: no sabemos hasta qué puntu a
Pt
puede asimila r obras tan individualistas como estos ve lll'l
rompecabezas culturales. n• l)¡¡J espnñ 1
Espero, sin embargo, que el lector atento se haya d~!,0 (ll librn ·r1ice! de .la traducción i~glesa d~ Gal en Creoser que apareció
lu111g111g Shape o/ LAtm Americm1 Arcllitecf11re.)
ya -sin que se lo repita- de q ue hombres como Sa t
veri, Solsona, Dieste, Zanine y muchos más represen
ellos actitudes locales ingeniosas, basadas en técni ~as ºri
les propios de cada país o región. Con base en la since
21(1 SECUNDA PARTE fMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS
23]
lNúTrL PRESENTACIÓN DE ROGELIO 5ALMONA tJ!elbourne o !el-Aviv. Paralelepípedos anónimos y monótonos
cuvi.1 sola gloria parece ser la ~e reflejar las espléndidas nubes que
"·Para usted quiénes son, hoy por hoy, los mejores arqui todils las tardes cubren la capital antes de reventar en escandalosa
ta\inoamericanos?" Más o menos esa fue la pr~gunta que le uuda. Buenos Aires, al menos, ostenta los brutalismos de Testa
cerrajé a Carlos Raúl Villanue~a, el gran ar9uitecto ~enezo los ~ofres de vidrio" de Solsona que, ~unque muy espaciados~
en ta única entrevista que le hice en 1970. ¿Los. meiores a el 1e11du urbano, al aparecer en el horizonte homogéneo pueden
tectos latinoamericanos ... ?", repitió, "para mí, sm duda, 1 concentrar el i~terés del ?istrafdo que pasa.
Colombia". El que sabe que venezolanos y colombianos Bogotá, gracias a los citados arquitectos, sus socios, más otros
poco como perro y gato, admirará doblemente el valor de cuantos nombres que c~~lo (pero en quienes pienso), ofrece un
jante declaración. parn1rama central. de ed1f1cac16n no sólo más que digna sino par-
Fundada no me cabe duda. Una de las pocas satisfaccio ticulMmente cunosa. Se pregunta uno al mirar de pronto por
e l campo d~ la crítica ~e arte es co~pro~a~ que las i~eas q ;1
primera vez "peine vertical" de las torres, en qué ciudad del
temía resullllran caprichosas o arbitrarias son confirmada mundo ha ca1do. En todo CASO, en una ciudad básicamente dé la-
una personalidad e~cepciona l 9ue no busca sorprender si drillo y que no imita a los consabid os rascacielos norteameri-
dice lo que cree estrictamente oerto. . canos: ni "~~sos", ni "a rayas'', ni "reflejantes", ni "macizos" con
Así fu e como yo, que hace más de 20 años conoci en ven tilnas fi¡as y cuadradas. N i sombra - por fortuna- de las
Germán Samper, Hernán Vieco y Rogelio Sa lm?na cuando, íachad.as escamoteadas del Stone en decadencia; y menos aún de
recibidos trabajaban en el taller de Le Corbusier, empecé las delirantes y pesadas elucubraciones de Philip Johnson úJtima
noción _'..por la muestra- de que Colombia podía ser ti manera.
excelente arquitectura contemporánea. De Rogelio Salmona quiero hablar ahora. Se trata ante todo de
Ahora que corroboro esta opinión me planteo en,,s~g I~ que yo llamaría un arquitecto nato. Los franceses: como un ~lo­
pregunta: ¿talento excepcional de un pueblo. para ese a~ gio suelen decir de un actor consumado que es une bete de tlzélltre
una técnica"?, ¿calidad de la enseñanza dispensada?,' o.•sea "un .anima . 1 d e teatro ", con lo cual significan Ja total voca-'
general del grupo humano que encarga y acepta obrasd Clon o me¡or: la imposibilidad para esa persona de expresarse de
.tra ~ilnera. En ese mismo sentido elogioso y fatalista Salmona
0
vidas? No sabremos nunca exactamente lo que correspon.
~ • es ~I también a su modo, un "animal arquitectónico':. En su vj~
1
una de tas incógnitas en la ecuación. Lo cierto es que la tn
de veces que he vuelto a Bogotá no he hecho más que co taª~~;~~da se .tratad~ un ~er sim~ático, int~ligente, sensible, pero
mi primera intuición. b cnrnb ~~retal, arbitrario, capnchoso. Siempre una explosiva
Para mí, en general, la arquitectura moderna co1 o::;. Odo, ~ano~ .de audaz y ~mido. Salmona se puede equivocar en
sólo es buena, yo diría que la encuentro sorprer:id ció· ¡· d ifici~ que se equivoque en su propio terreno para el que
original. En el buen, ~n el ~ejor s~ntido del térm 1 ~~· ch. ªarquitectura. Todo es intuición en este permanente mu-
que no sigue las consignas intemac1onales de la ho q ~que
p"u rJ!> parece no haber envejecido un día desde que lo conocí
en el . . d 1
está ... siempre llegan con retraso y se transforman en Ucha ~ •u seminario ~ os sábados de Pierre Francastel. Pero
penúltima hora. . . hace tolla g ªha p~sado ba¡o los puentes desde que el joven arqui-
Grande fu e mi decepción a mi paso por Río no ile ue1 g ~~ba can"osamente "Corbu" o simplemente el "Viejo'' a
ver que la discutible -pero auténtica- escuel.a ~r~~a tir rn~~ºa cascarrabias (me consta) con quien se atrevía a dis-
años 40 y 50 está siendo suplantada sin pena ~ 1 g 0 sea le Pteg . mano. A veces me encontraba a Salmona por IAcalle
das imitaciones del Park Avenue neoyorquino,. ºá co ,corite~~t~bn por el trabajo (era~ los tiempos de Cha.ndigar) y
torres de vidrio negro llamativas y hermosa~ q~ills 00 ª
t!io, etc 'T: muy ufano que no iba más, que estaba harto del
tos en la ciudad", pero detrás de cuyos curta111-u a con Po rién;~~amudea n~o de impaciencia, rabioso y al mismo
sospecha secretarias ahogándose de calor al menor l'lo s.1 bra se con los o¡os y los dientes, me aseguraba que Car-
del aire acondicionado. . - sus go, sin :ada, que eran todas patrañas ...
La ciudad de México, que había tenido ha~e ~~ 05alq ~la rUe dmbargo, mucho, debió de aprender Salmon¡:¡ en el
como Mario Pani, construye ah ora en estil o cu e 5evres, de legendaria tradición . ¿Cuánto? Nunca
232 SECUNDA PARTE IMPRESIONES ARQUITECTÓNICAS

lo podemos saber a ciencia cierta: él menos que nadie. La v ,rna de la Sabana, a los cerros próximos o al desorden s udame-
r•' .
es que el colombiano llevaba ya en sí el fuego de la rebe rit. 1m1q ue crece, como puede, después del terrible "bogotazo".
que hoy, bien mirado, parece.deberle n:i~s al maest~ ~el " p,ir;i colmo de extravagancia, las torres arrancan de un terreno
bando" rival: Frank Lloyd Wnght. Atemendose a la v1e1a cla fuertemente indinado y se elevan en equilibrio-sólo en aparien-
cación de Bruno Zevi, que sostenía que la arquitectura c11b ci,1- inestable. Por encima del Planetario (que hace también las
opone al paisaje, y que la orgánica se jntegra con el p~ isa· , e,·e~ de Museo de Arte Moderno), y sobre todo, de la antigua
diría ahora que me parece que Salmona ~orno espmtu, r 1,1 za de Toros en estilo morisco "inventado" y también de la-
clima mental- se encuentra más cerca del norteamericano drillo de un rosa .amarillento muy cálido. Esas piruetas elegante!>
del suizo-francés. Es decir, de un Wríght como e l de las p que hacen en el aire los muros de Sal mona, desde cua lqwer ángu-
ho11ses1 como el del Hotel Imperial de Tokio, de las casas e lo q ie se los mire, no pueden dejar de hacer pensar en la Sabana,
nales, de Falling Water o, mejor aún, de Taliesin Wrst en el d en pleno centro, en el cruce de la autopista y las verónicas, ese giro
to de Arizona. Es decir, cada vez que Wright echaba mano sollfe sí mismo en que el torero, como una bailarina, queda ro-
namente del material con el q ue iba a expresarse: ladrillo, p· deado un instante por su propia capa carmesí de un lado y oro deJ
0 mC1dera; más qui:! con el Wright del Guggen/1ei111 Muse utro. Flor moment<lnea que según la tradición debe alejarse del to-
cuAlquiera otra de las últimas fanta~ías. ro ~in siq uiera mirarlo, mientras el valiente cosecha frenéticos sil-
Porque creo yo, la clave de la a~qu1 tectura de Salr,nona está bido" 11 aplausos.
fidelidad de un materia l colombmno por excelencia, en este M,b ta rde, des pués de 1<1 contemplación externa, he bajado a
el ladrillo industrial. Su marca aparece asf en multi tud de vi los g.uajes s ubterráneos, visitado varios de los departamen tos de
das colectivas y voluminosas repartidas en poco por todo el día\ de noche. Me he trepado a las últimas terrazas atiborradas
También he vjsitado alguna casa individual suya -que 1~ e de plantas tropicales frente a la inmensa montaña negra que, de
con descaro y admiración- pero en ellas me parece que Sal prontn, se cubre de n ieblas. En una pa labra: he visto la ciudad
no encuentra su medida que es la de la amplitud, es decir e desp1<>rta o s us luces apagándose a mis pie:. como una aventura
el fenómeno arquitectónico se hace también urbano. 1mp11,.ible en tierra tan tradicional y ya tan moderna... Nada, sin
No obstante ahora que se han terminado al fin las tres gr ~mbargo, ig ual a mi emoción; yo que las había v isto construir
torres del Banco Cen tral Hipotecario en pleno centro de rn~ndo este año, una tarde de inminente tormenta gris me acer-
todo lo demás puede olvidarse, porque Salmona h a ten qL~e a ellas solo, como un merodeador de los caminos, munido de
ellas la suerte y eJ privilegio de inventar quizá el rasg~ a nu r1áquina fotográfica cargada de pelicu la en color. Un rollo en-
tónico más típico -que va a ser más ti pico- de una t:iuJ te.ro "'11-' costó la valentonada, pero era imposible resis tir a aquel
es la suya. Bogotá, a partir de hoy, es en el recuerdo ~el . :riplt' fla nco ofrecido y oculto como un San Sebas tián colosal ante
-por más apresurado que sea- la ciudad de las esplen~I ·'s fk·chas del sol tardío. Era inútil querer permanecer insen sible
rres de ladrillo. Torre es quizá una palabra que no convae ·llll~ 10 fl . d .
> re e¡os e sus ventanas que se miran las unas a las otras
0
masiado: aunque la más alta tenga 33 pisos de a ltura, en
1se ignoran olímpicamente para darse en cambio a otras vi-
dad ellas se presentan como enormes muros incurvados ~~~~P~; la perspectiva vertiginosa de la plaza de toros "desde él
vélriedad y de una imaginaáón desconcertantes. Todo es
nico, t.odo es refinado, práctico, claro, funcional. Un~ ~~:I
1
;
~1i ;~n la 9 uinta de Bolívar perdiéndose en su pí'\rque tupido.
ilife ndo le¡os o cerca todas las ventanas de esas torres opinan
comprende el partido adoptado no hay ninguna dtf~·a Urente. Cad a casa es un caso.
aceptarlo. En una tradición de ladrillo como la colom 'u Vtvi n inconveniente quizá: el edificio estuvo pensado como
una excelente y barata mano de obra, no hay d uda efe ~I ritti~nda cul~ctiva de bajo costo. Se hí'\ hecho tan famoso que los
lución inteligente y económjca era jugarse el todo ~<d 1tie...••OS·
''."'ellos inte lectuales todos quieren vivir allí. Y no es para
·
afirmar un procedimiento constructivo local en vez ea el Ctu ·, ominando los montes y la Sabana, en pleno centro, en
larlo. Salmona decidió así construir sus torres con un 11 c111 0 1, rl:I de lél autopis ta y la Carrera 7a, sobrevolando la iglesia
mixta en que los muros radiales mismos son port_''"~~o; 'ilóp¡~' ' ~nfrenL.í ndose al Hotel Tequendama, las Torres son
1

claro, estén trabados entre sí por las losas. Todo~ !>,lsti bit,-¡~~ Y perfectamente reales para los privi legiados que Jas
ventanas o balcones que, alternadamente, dan al fa nl
234 SEGUNDA PARTE

No nos_ ~ngañemos,_sin embargo. Todos estos juegos del


y del espmtu son posibles hoy, sólo y exclusivamente p
hombre libre, un hombre imaginativo y con talento em;q
gar un día con sus lápices sobre el calco y a decirs~ ·por 7.ó DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE
Ese hombre sencillo y gran arquitecto no era o tro qu~ el aqu
to colombiano Rogelio Salmona. rq CONTEMPORÁNEO

Austin, 1974
UNA NUEVA INVESTIGACIÓN VISUAL

EN ITALIA y a principios del siglo xv un grupo de artistas -ge-


niales en su intuición- fueron capaces de crear un sistema de
representación que constituía una verdadera maqueta del mun-
do ,, escala reducida.
El un iverso así captado se presentaba bajo la forma de un
espílcio cúbico; de esa caja escénica se inspiró, dos siglos más
1ardP, el teatro llamado a la italiana. En la pintura que, iniciándo-
se en el Renacimiento, se prolonga hasta el siglo XIX se a lude al
mundo, no tanto para reprod u ci rio sino más bien tratando de
prefigurarlo utópicamente.
!'liclda expresa mejor la actitud renacenti sta que ese juguete
~u blime . Por medio de él puede decirse que el hombre se
aprPpió de la realidad circundante, le dio forma. Y lo que no
pudo materialmente reali zarse de esa Utopía quedó en los
archivos de la Historia en forma de proyecto: cuatro siglos de
acti, idad del hombre están registrados así en la pintura italfana
del Renacimiento.
. A mediados del siglo XIX todas esas antiguas fórmulas -atre-
v1dñs y conquistadoras en su momento- se habían vuelto
aca_dém icas y no eran sino cáscaras h uecas sin ningún con-
tenido. Los impresionistas fueron quienes entreabrieron la puer-
ta " una nueva salida, su especulación sobre la {ndole de la luz
so/~r yuede decirse que los sa lvó. Ya que se trataba -aunque
quiz.,1 ellos mismos no lo supieran-de la primera vez, en siglos,
que _el artista n o daba por sentado el punto de partida sino que
~onia en tela de juicio las condiciones básicas de su percepción
e lñ realidad.
1 ~ un arte estático por antonomasia -puesto que constituía
eª 11:nagen tangible y mental de un mundo armónicamen te con-
nebido- sucedía un arte basado en el ejercicio acendrado de
du;~t_r~s órganos perceptivos, es decir un arte dinámico por
e tn1c1ón.
&uEn una palabra y dicho de otro modo: ya no nos interesa el ju-
et~ en tanto que reproducción a escala reducida de un mundo
Xtstente o imaginario-, sino que ahora preferimos "destri-
235
DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO 237
SEGUNDA PARTE

par" el juguete para ver cómo funciona. No nos fa scina f'l'l éllll1, que no sólo hemos sido capaces de inventar el dnemató-
el teatro de marionetas representativas de una reAlidad • 5 .Ya
lnO gr;ifl> sino que hemos sido capaces también de inventar la ma-
"1eer1o .
/1

~en d o por d etrás d. e la escena queremos, como niños travl 11


er. 1 d e
tirar de todos los hilos para comprender el mecanismo de 1 (l1n el grupo de Recherche d'Art Visuel estamos en uno de los
cepción artística. a polP" e~ tremos d~I arte actual, el que trata precisamente de
La actitud del espectador moderno es, en ese sentido dis con~1_ru 1r el espacio, de ~ransformarlo, de hacerlo algo vivo y
de, la. del espectador de hace apenas unos lustros. La dis CC'l nib1a ~te. Los que practican ~ta forma de arte no son ya pin-
ps1q111ca -enorm~ entre la pintura religiosa hierátkA y el íieJ tort>-. n1 esc u.ltores en el sentido tradicional del término, son
reza ante ella- hende hoy a reducirse y a casi desaparee crc11dor~s plásticos.que en sus obras utilizan la geometría, las trans-
espectador ~uie~e ahora identificarse con la obra, confun part>nc1as, los brillos empleando como vehículo de su expresión
con ella. Me1or dicho: la obra es, en última instAncif\, el recu m.111.•nales nuevos capaces de producir, a su vez, nuevos efectos.
que le queda ~e un~ serie de experiencias en que trató de ca Ellns saben que en nuestros días no deberían hacerse ed ificios
la en su esencia polivalente. La contemplaci6n litrga y reco p 0 ciudades ~ara lueg? "pegarles" estatuas o pinturas con la
tr.ada de las obras del arte antiguo en el mu seo no tiene h rni ~rml es té~1ca _ del s igl o xv111 cuando alguien se proponía
ninguna razón de ser en el arte contemporáneo. Ahora, rá adorn_M un Jardin o un salón. Eso es, precisamente, lo gue ha
mente, se prt)éluce en nosotros el descubrimiento fulgu ran ocurndo con la Unesco de Pa rís - a la escala de un ed ificio
una obra y nos sentimos compenetrados - co mo por r únirn- o en Brasilia a la esca la gigantesca de toda una ciudad.
!ación- con el mundo plástico y mental del creador. Por eso cuando_ se encamin~n con naturalidad hacia la arquitec-
. En el Renacimiento había identidad entre la vida y el a tu ~,1 y el ur?amsmo, estos ¡óvenes y ponderados artistas crean
viceversa: arte y mundo tenían li! misma razón de ser. sen.des luminosas, fuentes, construccíones en meta l inoxidable
identidad dura unos siglos y se rompe a med iíltlos del sigl en plex iglás que dinamizan un muro o se yerguen solas. N~
L:a técnica _venia a cambiarnos todos los puntos de vista com11 monumentos gratuitos, sino como instrumentos utiHtarios
c1onales mientras que el arte académico, oficial, seguía m de lcl misma naturaleza que los pilonos de alta tensión, de los
do para el pasado: el arte no se parecía a la vida ci rcund puentes colgantes que modulan, ordenan y dan escala al paisaje
Hoy, el arte más avanzado vuelve a parecerse a la vidil, a n moderno de las autopistas, de los aeropuertos donde palpita
tra maravillosa vida de técnicos dominadores de la niltu nu1:1:.trél realidad cotidiana.
El mejor arte será el que tenga en cuenta nuestras fa scin Lo~ escépticos decían hasta hace unos años que el campo de
experiencias cotidianas que nosotros por pereza mental o. este Mte era muy limitado, sin posibilidad de renovación. Y era
costumbre olvidamos, tan obvias nos resultan. Nuestro es d~eºl'llos _no po~i~ imaginar I~ qu~ estos artistas han imagina-
y nu es tr~s se~tidos son capaces de operar si multánei\m p Pilrtír de v 1e1as leyes arch1sab1das de la Física que se pro-
sobre vanos niveles y en distintos registros sin que haya ~1~mn rer;ovar p~rque las miraron con atención, con amor.
fusión ni pérdida de valores. Es frecuente hoy, para nosot V ~
os, mas entusiastas por el mero aspecto técnico tienen a
I

en a~tomóvi l a más de 100 kilómetros por hora, a tend ''est , un momento de flaqueza cuando creen, sinceramente, que
man~obra, admirar el paisaje, sin por eso dejr1r de escuch °
con nu es arte". ¿No es arte ... ? A estos tibios les contestaría yo
concierto transmitido por radio. El complejo m(1sica-vel ljue otras preguntas: ¿Qué es el arte? Y la otra más engorrosa a Ja
es de Jos que más nos complacen: viaje y sonido forman a St;~inca podrá responder la Estética: ¿Qué es la belleza?
el recuerdo, un todo indisoluble como lo fueron t11 mbién !ied s engo, en contra de la opinión de algunos, que mjentras no
experiencia. No olvidemos, s in ir más lejos1 que el propio btln~r:~estr.e lo contrario, ~ompon~r con pl~os, con volúmenes,
mat«>grt\fo que nos parece tan normal es en sí mismo un Con ~r e!"1c1as, luces, refle¡os, poniendo en Juego el d inamismo
cedimiento extraño: millares de fotos estáticas cada un l\'\arse as ª obtener un efecto bello, tiene tantos títulos para Ua-
ellas, separadas por una pantalla negrn, pasan a cierta " hoy se arte c?mo cualquiera otra de las formas de expresión que
dad y ;>e proyectan ante nuestros ojos, los que interpreta "R... practican con el mismo fin.
mecanismo puramente físico como la reproducción de la v a ~ta "'0ex nozcC?, .no obstante, que no todo el público que se acerque
el movimiento. Se podría decir, para jactancir1 del g~ne pos1c16n podrá descifrar de buenas a primeras estas se-
SEGUNDA PARTE DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO 239
renas conhtrucciones. Porque no son para ser contempladas tenido derecho a ese honor; sin embargo la atribución de su pre-
la pintura y la escultura tradicionales. Ya q ue estas obras que rnin hil resultado polémica y creo que conviene referirse aquí a
ocupan no pretenden se~ "~iezas artísticas" d~ es.as líl , erdadera personalidad de Le Pare y a los alcances de su
empiezan y concluyen en s1 mismas. Po r el c~ntrario dirf cf't'il(IÓn. .
que poseen una vida propia y que ~e h~ce~, literalmente, Julio Le Pa~c, como he dicho, es argentino, de la provincia de
nuestros ojos por medio de es<t expenenc1a visua l que nos del ~1 endoza y tiene ahora 38 años. Más o menos a los 30 vino a
y nos intrig<t. Puesto q ue si en toda obra de arte hubo neces· instalarse a París, después de haber pasado por Buenos Aires
de la col<tboración del público, aquí diríamos que la necesid donde realizó sus estudios en la Escuela Superior de Belléls
aún mucho más imperiosa ya que el espectador.ad vertido, Arle~- Es un hombre de convicciones y que piensa bien. Joven
ble, tiene la impresión arrebatado rn de ser él qwen está crean aún ya sabía perfect~mente todo lo que se proponía, y si vino a
obra a medida que la experimenta, ya que el a rtista tiene la Pa rí~ fue para traba1ar cerca de ese húngaro-parisiense que es
cadeza y el talento de borrar su presencia a unque sea é V/\s,1rely, verdadero promotor de un arte -antepasado del actual
nadie más que él- quien dispuso los elementos para que op-11rt- en que la búsqueda va no solamente por el lado de lo
períencia del espectador fuera lo más rica y compleja po que pod ríamos bautizar como lo visw:i l-estático, sino más bien
Cuando el artista nos deja solos con el objeto plástico q como lo visual-dinámico.
creado, somos nosotros los que debemos apasiona rnos e En 1960, Le Pare, siempre inquieto, forma el Groupe de Recherche
mentando, como un ca lidoscopio, todas l11s aventuras vlsu t1 Art Visuel en que militan o tros a rgentinos -García Rossi,
imaginativ11s de que seamos capaces. . Sobri no- y un puñado de fran ceses como Yva ral, Morellet
Por último, yo diría que en este problema de la recepción Stein. Una ga lería impo rtante los patrocina ento nces: la d~
obra de a rte hay un factor muy importante que es el de la Den í~e René, ~entro del arte de esa tendencia. Y trabajando siem-
En una era de mecánica avanzada los niños contempo pre con entusiasmo, poco a poco el grupo lleva la "buena nue-
- au n los más pequeños e inocentes- son capaces de i \la'' de su acción al resto de Europa, a Buenos Aires y, el año
infaliblemente la " línea" de automóviles y de aviones. So pa:,¡¡do, al Museo de Arte Moderno de Nueva York.
los que en cierto modo sal1en, sin saber... ~I.i~ta ahora me he guardado muy bien de escribir la palabra
Del mismo modo que yo me atrevería a apostar: los . ar11st.1 ,11 ~e~erirme a los componentes de este grupo. En efecto,
- los estudiantes, los artistas, los técnkos- sabrán servl en el man1f1esto de octubre de 1961, llamado Proposiciones gene-
est<ls hermosas construcciones sin que nada haya que exp ~ales: q~eda dicho explícitamente y entre otras cosas, que se debe
justificar al respecto. Las apreciarán sin más ~ámi_t~. ¿Po fdesr,o¡ar la concepción y la realización de la obra de toda mixti-
Pues porque los autores de esas obras son casi tan JO~en 11C'acion reducidora a una simple actividad del hombre· buscar
ellos mismos y, como ellos, sienten también la necesidad. ~~1 i:ied ios de contacto del público con las obras producidas;
toria de com unicarse y de expresM este mundo marav ~ 1 nar 1~ categoría de 'obra de arte' y s us mitos ... etcétera."
complejo de las percepciones polivalentes en que hoy n 05 ; llego_ a ocurrir la d ivertida pa radoja de que, mientras yo
placemos en vivir. po:/~~d1a como "artistas" (en el prólogo del catá logo de la
tividcio11 de Buenos Aires), ali( mismo ellos proclamaban su
Buenos Aires, 1964 upon;d como ~go que no tenía ninguna relación con el arte.
enclilgo que quizá se trate solamente de una cuestión de no-
J'r61ogo o un catálogo del Museo Nacional de Bellas Artes, Bue lcutorn~ra. E.n lo que respecta a su oposición a la ya tradicional
lidllri 'ª artista-público, yo me sentía y me siento plenamente
Conv~ Y de acuerdo con ellos.
L A IMAGINACIÓN DE JULIO LE PARC ilvía~ne, no obstante, definir - pa ra q uien no las conoce
Vene . estas obras de Le Pare que le valieron el Gran Premio
Hasta ahora ningún latinoamericano habfa gana~? ~ 'ñ nq~~ª· Interesado siempre en problemas visuales, apenas
importante en Ja Bienal de Venecia. El argentino Ju 10 rl' te)(:/ 0 c~rnprend.e - Jo ha dicho él mismo- que le interesan
as experiencias tridimensionales. Y buscando la raíz
240 SECUNDA PARTE
DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO 241
de su expresión descubre la_ noc_ión d_e inestnbili~nd como p
pío rector de toda su ~ve~.tigaoó_n ~1Sl1al. Realiza entone 19~- Desde entonces, sin emba rgo, el grupo de Le Pare parece
• i·r empezado a interesarse en la captación del gran público,
serie de "apara tos ópticos const1tu1dos en su mayor pa
l~i1fl iit' le ha llevado a la búsqueda de soluciones no ya mera-
materiales modernos como el plexiglás, los metales inoxid
Jos hilos de nylon, etc. A veces se trata de infinidad de J.le~tt> visuales sino también teñidas de lo que podríamos llamar
placas que reflejan los rayos lumjnosos haciéndolos jugar
!T1 . 1ntu de parque de diversiones".
nera imprevista -inestable- sobre los muros, cielorr t?l:, eiecto, la mitad de la sala que ocupaba Le Pare en Venecia
pisos en los locales donde el menor soplo de aire es ca . n~istía en una serie de aparatos que, si bien siguen siendo
anima rlos. O tras, e n cambio, estamos en presencia l':tiuis,
111 no dejan de poseer también otras características que los
rclXiman - peligrosamente a mi manera de ver- al dominio
daderos dispositivos eléctricos en donde gracias a circuí
elementos opacos o transparentes se obtie~en "señales" ~~I puro juego y de la mera diversión superficial. Lo más logra-
cas móv iles y cambiantes como una cosa viva. fn en este terreno era una buena docena de pares de gafa s mu-
Porque hay que declara rlo ya: la imaginación de Le p ~ida~ no de los clásicos cristales sino, por el contrario, de ciertas
quizá lo más prodigioso de su talento, y puede decir& plac,1::; metálicas curvas, facetadas, móviles que no hacen s ino
durante años y años no se ha repetido nuncfl. Cada ex ''émbrollrlr" la visión normal del sujeto paciente que se las pone.
veía la llegada de una nueva serie de máquinas (neutras, Es e::.cl una legíti ma di vers ión basada en fenómenos visuales.
sentid o de que se trata de verdaderos aparatos de proy Menos me en tusiasman las chanzas de salón: el taburete sobre
provistas de ingeniosos ~.ecanismos. A_ veces nos ha l~ába un ennrme resorte que infaliblemente arroja a l suelo al ingenuo
presencia de grandes c1hndros me tá licos en cuyo mter candidñto que pretende sentarse en él, los zuecos "ondulantes",
rayo fluctuante de luz dibujaba, como relámpagos, los lu:. e:;pejos metálicos que una corriente e léctrica agita con el
mosos e imprevistos cuadros abstractos, s1e~pre renov. resultado de devolvernos una imagen nuestra agitada y fem-
bloro::-cl
O tras, en cambio, nos enfreptábamos por e1emplo con
"peceras" llenas de agua mezclada con un producto ca No vale la pena escandaliza rse demasiado con todos estos
refractar la luz, "solidificando", por así decir, los r~yos q ch1~te) ¡uveniles más inocentes por otra parte que la mayoría de
foco luminoso arrojaba a través de ese estanque mágico. I~~ qut• inventaron dadaístas y surrealistas hace ya medio siglo.
El resultado, en Le Pare, es siempre de gran belleZi\ plá ton todo, compara da con la otra mitad oscu ra de la sa la
-donJt> irradiaban los aparatos puramente ópticos- en que
plaquitas metálicas o de plexiglás reflejan como las aguas
lago al sol tiemblan como las hojas plateadas de los ála lodo t>rc1 perfección e intransigencia plástica, reconozco que esta
lon¡¡ dl' "diversiones" me interesa mucho menos y considero
una palab;a nos demuestran cómo nuestro mundo técnico 11

ser también interpretado y poetizado a través de la belleza. ~ ~111zá sirva solamente para ganarse a un público que busca
Y es ahí precisamente, donde no estoy de t1cuerdo e ~tinc1damente lo sofisticado o lo demasiado elemental.
Pare teoriz~dor": puede ser que para él la palabra "~11 oryue no cabe duda de que Le Pare y los suyos quieren -a
il costa- atraerse a la opinión haciéndola participar de una
palabra "arte" sean malas palabras, de a hí su aflr?'ación
lo suyo no es obra artística. Se podría entonces quizá ded ª~r.i nctiva en sus experiencias. Hace muy poco, casualmen-
Le Pare le acontece lo que al personaje de Moliere, o sea, ~ org,mi~ron en París una jornada pública en donde en distin-
a rtista malgré fui, a s u pesar, y que aunque no. lo q~1 1~ Puntos de la ciudRd y a horas escalonadas, los transeúntes,
creación desemboca siempre en un maravilloso clíma d "nlqt11,1 .~a lían del metro e ibt1n a su tri\bajo podían someterse
dad y de sugestión que nos fascina. Ya que de todos I~ )co Pcl~<1r- a a lgunos juegos de ingenio o de eq uilibrio que
cantes de máquinas" del arte de estos últimos tiemr:;ds él \ ,t111rec~n tener que ver con la pura investigación visw:1 l.
Dios si los hay!- no cabe duda de que es él, sobre t 0 ¡' ·~ ll'l'l~ viene, en parte, el malentenciido. Algunos de los crfti-
posee la mayor imaginación, finura y leved~d p~ra ~I b1a;' humorados que escribieron en los periódicos e urop eos
campo tan mal conocido de nuestras percepciones s~ión tt, <>n de clima de Lunn Pnrk - toda Ja Bienal lo era, por otra
Todo esto era lntegramente cierto hasta lil exposic t->I cr1 Pero, a mi modo de ver, hicieron mal en escanda lizarse
S()rl'~() de Le Pare. Porque con eso, la mayoría de esos severos
llevó a cabo en el Mu seo de Bellas Artes de Buenos
s demostró no estar al corriente de toda la trayectoria de
242 SEGUNDA PARTE
DISTlNTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
243
investigación acendrada, ni resultar s~nsib le a una. serie :terno de la Oudad de París. En ella se trata de ilustrar la
nante de aparatos ópticos, verdaderas linternas ~gic~s q ~1º~encia (que se viene afirmando en estos últimos 15 o 20 años)
hipnotizan y nos dan a comprender y a asumir me1or 1 lt!l'll compone" con '" luz, el movimiento, o con ambos a la vez.
dadera v igencia de lo que es ser y comportarse hoy co qi~t!sde que tengo uso de razón artística sé que este arte no sólo
hombre "moderno".
11,1 interesado enormemente sino que me ha hecho "poner
Temo, sin embargo, que el jurndo se haya decidido es
por Le Pare, porque también enco~tró en él ese ambie
"'~re pMéntesis" -<:omo está ahora de moda decir- a mucho
fe ria, de gran broma gratuita y colectiva que parecía ca rae
~~J otro arte actual y del ya histórico arte abstracto (conste que
qu f ''histórico" no es peyorativo sino que significa simple-
esta vez a la ya venerable institución transfor~da en la ",entt?: que ya ha entrado en Ja historia). En efecto, más de una
rio de posibilidades de toda índole. Con la venta¡a de que
versiones son "divertidas" (aunque pMezca una redund
~ez nw he dicho: ¿para qué esforzarse en captar un ins tante del
:it'\'•.>nir cuando estas construcciones o máquinas me proveen de
ya que la mayoría de los infinitos '.'~ismes" acumulados
infinitos pabeJlones resultan casi siempre torpes, abu
~enttinares de cuadros cambiantes, tan ricos y complejos como
to~ mL'jores .. .?
cuando no fúnebres y presuntuosos. Hov, <1 nte esta exposición no hago sino confirmar mi tesis,
Absurdos de la Bienal: el premio de pintura -digo bi
refom1d,1 con la satisfacción de comprobar que muchos artistas
pintura- fue a parar a Le Pare quien, en general, no pin
qu~ st'ilo dominaban medianamente s u expresión han llegado a
dros. Hasta hace unos días y antes de conocerse la deci ser m11estros en lo que quieren decir y en la manera como lo
jurado dos nombres se susurraban para ese mi smo p
dicen. Vayamos ya a lo concreto. Un magnífico catálogo, como
e l d el ~enezolano Soto -que también lo hubiera mer .es ahoui de rigor en París, con un p rólogo más científico que ins-
sudamericano y ''óptico" como Le Pare; y el del nortea pirado de Frank Popper. Buenas ilustraciones y, en general, unas
Liechtens tein, famoso por sus "cuadros", que no son o cut1ntas inú tiles declaraciones de artistas. ¿Cuándo se con-
que historietas de periódico desmesuradamente agranda enceriin los organizadores ingenuos de lo que ha dicho tan ad-
Con todo, e l jurado que debía de te~er much~s gana Jnirablemente y ya hasta el cansancio mi maestro Pierre Fran-
compensar a un artista jov.en y que sigue ca minos at <astel? O sea: que no hay "traducción" posible entre lo plástico y
que él mismo inventa, debió encontrar. e~ Le ~are al 1
rito. Y que, por ende, lo que los artistas Silben hacer gracias
providencial. Y como para colmo de comc1denc1as, Le ~us m«nos y a su sensibilidad no puede ser frtlSpuesto en ningún
taba también e~ta vez en el dima general de "sorpresas tro lenguaje, ni siquiera por ellos mismos.
cos" de la Bienal 1966, la decisión me parece un ve Un p,1co de estadística -no es que yo crea en ella demasiado
golpe afortunado. . 11 ro resulta reveladora-: de los 38 expositores hay 11 argen-
¿Escándalo? Quizá para los que no saben ver más ªes e os (y conste que a Sobrino lo cuento como español, a pesar
narices. Le PC1rc es joven, tiene talento a rnudales ~ia qul' t'studió en Buenos Aires), seis franceses, tres venezola-
Punto
.
¡·usto de s u carrera en que era oportuno pre .
. .611 como e.s desgracia ::., ~o::. polacos, dos alemanes, dos norteamericanos, dos grie-
mio-estfmulo y no prem10-con5(lgrac1 no h I~ o::. ~sp~ñoles, dos húngaros, un bras ileño, un is raeli, un
la costumbre. Estoy pers uC1dido de que el tiempo e ~8 un 1tal.iano, un austriaco, un suizo; 15 s udamericanos so-
confirmar esta inspiradil decisión del jurado. qu expositores me parece francamente una proporción que
l Use pensar.
París, 1966 ))ar~.:rd~deros "padres" del movimiento son dos húngaros
s hél s. ~1ctor Vasarely y Nicolás Schoffer. Y el conjunto que
ei'\ti agitado el ambiente en estos últimos aflos es el fran co-
> ¡9~º Cro11pe de Recherche d'Art Visuel, que se expuso en el
U NA EXPOSICIÓN EN PARfS CONSAGRADA
A LA LUZ Y EL MOVíMIENTO
l:sta e en ~J !'v1 useo de Bellas Artes de Buenos Aires.
tnanE:'~P 0; 1 c1ón es una exposición en In oscuridad. Y no lo digo
Uajo este preciso título de L11z y mo.v1.m1en
estos meses una impo rtiln te expos1c16n en e1
°
. . t se realita
Museo de ª igurada sino literal. Fácil es comprender que si se
E:'x altar la luz hay que crear la sombra para que la luz
24.4 SEGUNDA PARTE DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
245
brille con todo su esplendor. Después de un homenaje un (<lS 11bréls de D~ también _se mueven lentamente sin que rungún
descosido en honor de los precursores en tramos en lll ·di• denuncie el mecanismo que las hace onduJar. Obsesio-
Pero antes y al pasar ante el documento enternecedor d rll • · d .
'
11,,nll's m~qwnas q.ue . esm1enten la pretensión de que este arte
anónima máqujna óptica del siglo XIX, mi reflexión se d . f riO y sm comunicaoón.
dena: todos est?s. inventos van a parar, tarde.o tempr e> fl pri mer argentin? de_ 1~ serie aparece "en órbita" -y conste
nuestra vida cot1d1ana. Por ende, lo que se le pide al ar que lclS me!áforas c1ent1f1cas parecen imponerse aquí- y es
que tenga siempre la imaginación disponible para ser ca An tiinio Asis, que representa un enorme papel de dorados re-
crearnos y proponernos nuevos efectos, nuevos estfm .orle"' ~ie relojería que dispuestos sobre fondo de metal pla-
nuestra pe rcepción y sensibilidad siempre más inexpln teJd11 l1emblan como un sismógrafo ultrasensible. Asís es un
ricas de lo que suponemos. ,irtls~a tesonero que ~stá dando en la tecla de su propia expre_,.
Entramos. A la puerta misma, las obras de dos grieg :>1l'>f1i 111 que no es fácil en este mundo del arte actual en que el
nakis presenta una espec~e de fon?grafo. sin ruido, en_ q rnent1r desfallecimiento nos aburre o nos recuerda otras cosas
flor artificial de colores brillantes gira y gtrn sobre un d1s )'il v i5t~s. . .
lado, una gran bola blé:inca creada por Takis se acerca o es Un t>¡~rc1c10 ~ás pu~amente óptico con los "tea tritos" de Ja
da por un electroimán. viene,a internacional Li ly Greenham. A cada apagón los colores
Más allá empieza el "acuario''. En efecto, esa es la im tra tndos nl9 unos en pinturas fosforescentes, responden a la;
que producen los paneles brillantemente iluminados con luces ta rnb1~n colo readas para mostrarnos cuadros distintos
d o con los muros negros. Tal es la oscuridad ambiente que d!ferentes s!stemas de significación. Parecen máquinas conce~
so hay la dificultad de descubrir Jos nombres de los auto
cuanto a los títulos de las obras no hay que darles mayor
b1dil~ r,ara
ilustra~ un pensamiento muy actual; cada "ilu mi-
Mción (en el sentido eléctrico y en el de Rimbaud) nos propone
tanda: consejo de viejo crítico). una e~tr.~ctu~a diferente que sólo captaremos bajo la luz adecua-
Unos primeros vitrales de bello ~olo r bor~c:iso so~ o da. ¿Quien dice que este arte no nos represen ta? Para mí mucho
Ca los, un italiano de nombre predestinado. M1 1mpres1t' rn~s 11ue el decaído, decadente arte que sólo se entretiene en
sido falsa, leyendo el catálogo descubro, más tarde, qu ~tablt>cer el balance negativo de nuestra cultura.
considera que sus imágenes cambiantes podría n deco~ En lt1_ oscuridad rel~cen unas flores ca mbiantes y algodo-
ventanal de iglesia como verdaderos vitrales en mov1 ;:osa!i. ~on las proyecciones sobre vidrio despulido que desde
Por a llí cerca, más severos quizá, más abstractos, los "t ª~~ anos fabrica pacientemente e l norteamericano Frank
vertica les de colo res del francés Dadzu: un largo P e\ ina. Lo he visto trabajar en su taller y sigo creyendo que se
fondo se refleja en cuatro espejos laterales formados P. ta :le un precursor y de un verdadero genio de la electróru-
chas de un material plástico plé'tteé'tdo que un mecan• ,t mcl!i que de un artista inspirado. Porque para esta forma de
encarga de elaborar. e -t'omo 1 ·
lista co para ~ arqu1tect~ra- hay que ser un técnico y un
En ese punto nos sale ya al encuentro el doble p~~I . ne"'nmente.
mpfeto, c1rcunstanc1a que rara vez se cumple simul-
so y reverso- del bra sileño Sergio Cama rgo: 1nf1n1
0 Andrée Dant fº .
Pequei10s prismas y cilindros seccionados y puestos unt af¡~,.d
.... os co u, muy. 11na, aporta vanos "cuadros" abstractos
del otro reciben, alternadamente, 1a "d escarga " de rt l'llbiant n materia es de doble refracción y que resultan
eléctricos desde distintos ángulos. El resultl'ldo es el de );l'ntino~s ac~a':ldo el espectador se desplaza. Volviendo a Jos
ves distintos que vemos a cada "fogonazo". Siempre por rsevera ' sistimos esta vez al triunfo de dos artistas serios y
ma zona descubrimos la obra de otro artista con una se~,5 >lllbran~~~es: Mart~ ~oto y Hug? ?emarco. Demarco me venía
completamente distint:t, el belga Poi Uury. Cuando e
. ttilud de ~n las ulti!11as expos1c1ones por su precisión, por la
camos por primera vez a una compos1.c1.6n d e Bury, nosu
ingenuamente, en presencia de una serie de va rillas 's . Ayuí e us máquinas, por la belleza de materiales y colo-
lllf una o~sagra su aporte a la "luz negra": en el fondo de su
terminan en una cabecita de fósforo, el todo c 0 i:' ~
6
planta marina estática. A poco de mirar con atenet t. .;
los tallo!~~ª de tallo_s multicolores relumbra en la oscuridad.
' (el a rof ~stán qu1e_tos, se mueven como impulsados por la
1 11
mos, para nuestro estupor, que al igual que las plan · c 0 es sencillo pero no lo explicaré aquí para que
246 SECUNDA PARTE DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
247
os dure la impresión de lo mágico). Por eJ aire, en lo alto, v
~n se agitan tiemblan constelaciones de pequeños puntos rn.>sente también con una "lluvia" de hilos de p lástico que se
il8'1,1 n ~ob~e un fondo rayado. Unidad de estilo que se conserva
fo~scentes q~e nos aturden y divierten: es un verd~dero '' (id a s1 .mismo ª. través de los años, pero también variedad en
nete de maravillas'' el que ha sabido crear este artista lleno
lo~ med1~s: ca!?11.11º d~! buen arte y única manera de que sus
imaginación poética. . 11llr.1s se sigan viendo . En efecto, una vez que el ojo conoce eJ
Marta Boto asume su madurez como algo. importante.
empezar es de las pocas que desde las declaraciones del catál
enr~ma que .s_e 1.e pr?pone, inmediatamente se desinteresa de
él \orno un runo inquieto.
plantea los problemas y la manera en que ella los resuelve.
Otro venezo lano consagrado hace poco en la Argentina,
intransigente, llega ahora por fin a ofrec~mos las obras to
C1rlns Cruz-Díez, expone por a llf cerca sus Fisiocromlas, como él
con las que todos soñábamos. Grandes clt'culos plateados e la~ 1l,1ma. Centenares de varillas en resalto pintadas en dife-
engranajes planos reverberan de luces só.lo blancas, e~cua rente-: colores van cambi?ndo a medida que nos movemos y nos
dos en cajas impecables. Nada es de ~acot1 ll ~, los .materiales de!-cu bren mundos ar:ib1guos de significación. Estamos verda-
nobles, los mecanismos ex~c tos, func ionan sin ruid o y, he dt>r.1mente en presencia de lo que el ensayista italiano Umberto
camente encerrados, no dejan sospechar su tramoya. Eco denomina: la obra n!Jiertn.
En cambio -y siguiendo siempre con los argentinos--
Un~ gra n..sa la reún e una serie de a lucinan tes aparatos de
cuentro demasiado simples esta vez los aportes de Vardán Ni\·olas Schoffer. ~unque hace años q ue los conozco sólo esta
obsesionado con los "rec0rridos" luminosos sobre constru
v.ez he comprend ido que se trataba de verdaderas premoni-
nes que recuerdan maquetas de posibles rascacielos futu
~1onet. de esa~ sondas artificia les que viajan ahora por el espacio
los de Tomasello purísimo t1rtista q ue se aferra a un prob 1nt<.>rpl<inetano. En la obra de Schoffer hay siempre efectos de
de reflejos en el' que ya hi\ di\do su~ mejo~es notas;, Ta cul11r ~1.~y hermosos. En ese sentido, una de las maravillas de Ja
habría que decir aJgo parecido del joven mae~tro Jul expo~1c1on es su máquina giratoria que proyecta sombras sobre
Pare premio muy merecido en la Bienal de Venecia el ai\o
un p~1n~I des~ulid? y esas formas coloreadas y cambiantes se
do, que expone tanto en eJ mundo en este. moment? que :
contenta con enviar aJguna de sus soberb1~s máquinas Y
~~lt1pltc~n ~1 ':°tenor de u_n gran J?risma de espejos siguiendo el
L ismo pnn~p10 de un cahdoscop10 en cuyo interior cupiera un
cidas (el gran tambor metálico que refleja y descompo nombre de pie ...
rayo de luz blanca) y agrega algunas otras que no apo
b ~Qué más? Habría también que mencionar a Francisco So-
yormente nada nuevo a su fama. Con todo~ su ca~ ~ta ~~º 9ue .esta vez se aparta de sus austeras construcciones de
cional porque me parece, en esa línea, el artista más d P iglas violeta o de metal plateado opaco para ofrecemos unos
su entera generación. d en rayados 1 · ·
unos ,, . uminosos ro¡os y verdes que destellan como un faro;
No soy crítico al minuto ni m.e creo malhumora a~tis o¡os de buey" convexos a través de los cuales vemos com-
temas. Que se entienda que considero a todos est~ P05 :ic1eines cromáti. · ' 1·
los que hoy hago una tímida objeción- como sen°¡5•
c íorrn d cas, Y por u timo cuatro círculos transparentes
nani:n os de. aran delas 1:1º concéntricas y que se animan extra-
sensibles. Razones de múltiple difusión de sus obrasrá~a N te a mitad de camino entre lo fantástico y lo maq uina l.
"veiº pu~~o dejar de mencionar un descubrimien to de otro
vado quizá a darnos esti\ vez menos de lo que espe
ellos. " d ,, va sarely El
P " t.>rano argentin G , R . A
tele,, 1•SIOne

"d o: arc1a
. oss1. parte de sus ya conocidas
En una especie de capilla aparte, el pa re l1nai, i!xt s e puntos inestables de colores, esta vez presenta
0
s us impecabl~s paneles de plexigl~~ rayados d.e ne~c~ a Vetnt>~ d rañas cajas negras erizadas de varillas traslúcidas que
tador impulsivo puede exclamar: 1Ya los he v1 st~ len Surprei, e punta Y que trasmiten luz cambiante que para nuestra
Atención no son los mismos. Estos se muev~~· ~nde la ª
en r captamos en profundidad.
que casi ~o se nota, pero esa relativa intranquihdt1 d un
hace más cautivante aún, la sube a la ct1tegoría e
ar¡~ ye~;1e~: un~ exposición que se hacía indispensable en
respira, de un corazón que late. ba e rt
ve~tigan : s1, se .tiene en c~enta q ue esto~ artistas trabajan e
1
Soto el venezolano, que el año pasado sona . stas. Sin qui mismo. El éxito que está teniendo nos deja opti-
' de los posibles
. 10 que a 9uerer dármelas de profeta, creo que se acerca el día
como uno candi.d atos a un gran prern ' rquitectos y urbanistas empez.arán a reclamar obras de
248 SEGUNDA PARTE DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO 249

vastas dimensiones con respecto a las cuales, éstas qu~ h -"lc1 trantes. Con todo hay que mencio nar tres exposiciones:
comentado aquí brevemente, podrían no ser otra cosa qu ~\11! Winternitz, la d e Springett, la de César Campos. Me
provisorias maquetas. ¡¡ 1i(n. Adolfo Winternitz es un artista centroeuropeo que de-
1
~rnpeñó en e l Perú un papel equiva lente al de Hans Hofmann
Pans, 1%7 ;
11
lt's EVA, es d ecir ha sido el maestro de la generación a li't
, ut' pertenece j ~stamente Szyszlo. ~internitz presentaba en
1
e:-O'" dias una sene de proyectos d e vitrales abstractos para una
ENCUENTRO Y DESENCUENTRO CON EL ARTE PERUANO ACTU iglt"·i<'l en construcción, vitrales que parecían sensibles a pesar
de ,1ue la opacidad del pastel no rinda ni remotamente las posi-
Voluntaria o involuntariamente todos somos siempre cie bilidc1des de la luz coloreada tal como se la vive en un ámbito
<ligo. Infin idad de veces había yo d esembarcado en Li n~ri .ido.
ojos sólo abiertos a la cerámica y a los texti les precolombi fn la galería Trapecio -¿alusión a la geometría, al circo?-que
la arquitectura, la pinturn y los retablos coloniales. Lo m pert~nece a un grupo de artistas, exponía Springett s us graba-
- lo contemporáneo, par" hablar con propiedad- se me e do~ rrnfesor y artesano habilidoso, Springelt conoce todos los
como arena en tre los dedos porque apenas si le prestab trucos del oficio. Las litografías, los linóleos que mostraba en esa
Atención distraída, lateral. OC<'1~1ún, salidos de una d eformación picassiana relativamente
SI no hay peor sordo que el que no quiere oír, t:ampoc tímidd, constituian esa especie de avanzada que va d el arle serio
peor ciego que el que no quiere ver. Yo diría, con todo, q hastri la tolerancia del público con formi sta. No dejo de pensar
esa ceguera parcial a lo que no es nuestro tema momentán qut' t!~e artista es capaz de mayores aventuras.
una nota de signo positivo: el contrato tácito que hace En el mismo edifico que Trapecio - torre d e hormigón y de
nosotros mismos, con trato que n os evi ta la d ispersión alumin10 de las que proliferan ahora en Miraflores- se encuen-
poder concentrar intensamente en una sola cosa nuestr trn l.t mbién la mejo r reputada de las ga lerías limeñas: la de
v isual. Carlos Rodríguez Saavedra. En ella exponía por primera vez sus
Esta vez fui a Lima a ver arte contemporáneo: pin "construcciones" un joven escultor: César Campos. A pesar de
museos, colecciones particulares. Quería abarcar el panora q1.1 t- :>us o bras no poseen aún un rigor perfecto, se me aparecie-
la p intura peruana en lo que va del siglo. Hacer el balance ron _como una fresca toma de conciencia plástica, especialmente
exposiciones en curso dejándo me guiar por un m~tor en tratMdose del Perú. Ante los muñecos esti lizados de Roca Rey
cil navegación de d escubrir nuevos valores. Por ultimo me Ju~ vive hoy en Roma- estas esculturas de metal de C~sa r
también pro pues to conocer personalmen te a Fernan Canipos se imponían como las maquetas d e futuros pórticos rn-
Szyszlo, visitar su taller y enfrentarme con sus últimos cua (lon,1les capaces de enmarcar y dar sentido a nuestro desorbita-
El viajero perfecto se debe acercar física y m~ntalmen do P•llsaje americano.
que b usca hasta mimetizarse con la cosa perseguida: ta.1 la Eri fin, en el Museo Italiano (que n o lo es más pero conserva el
posa transformad" también ella en hoja palpitante s~~ ~m,bre), paradigma del mal gusto peninsular anterior al fascis-
por eso su condición fundamental de explorndor~. Y si a 1 bo ( 192 L), pude ver una exposición de Arte y cibernética con
veces me instalaba por instinto en ese viejo centro hmei\0 . ~ r~:~s de norteamerictlnos, japoneses y sobre todo de a rgentinos,
do de campanas para poder entrar a cada instante en la!ó e y !izad.as todas ellas con computadorns de diferentes modelos
en pen umbra escarchada de oro; en esta ocasió~, ~o~ Ía~';P•1 t•.dades. Suti les y complejas nos plan tean varias pregun-
trario, he ido a vivir a Miraflores: barrio residencial hn va nqu ietantes: ¿a qué ecuacio nes abstrusas obedecen esas cur-
con ese Pacífico baJdío que cantó el primer Neruda. ~uz ~ ia s Pu ras como el trazado d e un cohete sobre el n egro vivo de
cruda, diástole de mi antigua sístole neblinosa y arcaiza~ v¡5~~~~e?, ¿qué parámetros misteriosos consti tuyen Ja imagen
Primera salida: explorar el museo, las galerías, las
nes. Por cierto no hay mucho arte contempo~áneo P~ lo~:;: en cuanto a las exposiciones de esa semana. A la par de
esta dispersa ciudad de tres millones de habitantes, b "er. useos que cada vez voy a "repasar", esta vez pedí también
la harina de pescado que ha enriq uecido a ta ntos <1lgunas colecciones particulares. Pude así visitar las de los
250 SEGUNDA PARTE DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO 251

señores Checa Solari, Piacenza y la del arquitecto Mi ró Qu if'lll> otros de sus compatriotas citados vive y trabaja también
Frente a las tres soñé lo que podría ser ese futuro museo d ~~ r. rís ~n donde a~aba de ~anar el
1 ~remio Bo.urdelle. No
latinoamericano que no me canso de reclamar desde M 111 ero dejar .de mencmnar aqu1 los traba1os de un JOVen artista
hasta Buenos Aires. Futuro museo cuyas obras deberían ~uru Palacws- que se mue:'e cómodamente en un campo pa-
gidas por expertos y por gente de gusto y no meramen (lllt'll1 ;il de la escultura. Palacios construye sus obras en materia-
funcionarios o vagos académicos - vagos en las dos ace le:. plr'isticos y a pesar de q~e no pude ver de él sino unas cuan-
del término-y en el que se podrían al fin compara r, pon t/I S obras s uelt~s, e llas me 1mp~esionaron como una vanguardia
caso, Orozco y Rivera con Figari, To rres-García y Pet legítin1il y no simplemente caprichosa.
Mientras llegue ese día fasto, los que de estas cosas nos Me queda:fa ahora hablar de los artistas que visité personal-
mos tendremos que contentarnos con peregrinar de ciu mente. El primer taller en el que estuve fue el diminuto y provi-
ciudad, de museo en museo, de colección en colección t sono de lil ya mencionada Ttlsa Tsuchiya. Tilsa, limeña íntema-
de conservar precariamente en la memoria lél imagen de ciont1f, de o~i~e.n japonés, fue a París con una beca en 1959 ... y se
compararla con las de B, C o D. quedo defm_1 tiva'!'ente. Desde entonces participa en exposi-
En casa de Checa Solari he visto muchos y muy buen dt>nes colectivas sin perder contacto con su país en el que ganó
dros latinoamericanos. Compruebo asf que tanto Tamay un premio muy bien conceptuado, el Tecnoqufmica (1968-1969).
Toledo conservan intactos su calidad a mi les de kilómet Mientrél:. pasa unos meses en su ciudad natal, Tilsa sigue pintan-
México natal. Que la colección abunda en ch ilenos de do :>U:> pequeflos e intensos cuadritos que va a exponer en la
orden: Matta, Antúnez, Yrarrázaval; en argentinos como galería de Carlos Rodríguez apenas unas semanas más tarde de
dez Muro, Sara Grito, Seguí. Codeándose con ellos en que yo la visitara.
cuadros del cubano que vive en Chile, Mario Carreño, y Su pintura minuciosa, pálidamente coloreada, reducida de ta-
cubanos -esta vez de París- como Gina Pellón y Fe maño, obsesiva y erótica podría hacer clasificar a Tilsa entre los
brasileño Manabu Mabe; del nica ragüense Armando surreilhstas. Le pregunto, de mala fe, si ella se considera una pin-
de los colombianos Obregón y Botero. Reconozco sin torn surrealista y entre divertida y seria me dice que no. Lo sea o
que esa vez me interesaba ver sobre todo a los peruan no lo sen. consc.ien~emente, lo cierto es que Ttlsa, con paciencia de
así juzgar por algunas buenas muestras a los ya desap bent>d1ctin~1, d1~u¡a sus pequeflos monstruos al mismo tiempo
Ricardo Grau y SérvuJo Gutiérrez. Y ver también cuad qut> los va iluminando con amor mediante sus colores acuáticos,
que están en plena actividad: Szyszlo, Piq ueras (que ilncestra les. Sin tener nada deliberadamente de peruano -en
París), Shinki, Tilsa Tsuchiya (también en París) y .de ~tta mitología paralela que ella se ha inventado para su uso par-
interesante: Emilio Hemández que aunque muy 1nflu ~cuhir- Ttlsa va detallando un mundo de volcanes1 peces que
por Matta y Seguí nos promete ya una inminente mad u ~n sex~s r:nasculinos, pequeñas sirenas frontaJes, hieráticas. Un
Las otras dos colecciones visitadas parecieron confi errr 11
<. r!º insistente y fijo que va saliendo de la punta de su pin-
intuiciones. En la de Piacenza no me cansé de ver ~us inn~stmo 9ue ella pasa y repasa esperando que el color puro
oscuros, densos, trabados de composición. El_~rqu_it oleo ni aguarrás- llegue a crear la forma eJ volumen a
t!rza d · ' '
Quesada llega a poseer un Szyszlo aún más original: e p· e irse secando en capas sucesivas, transparentes. Pintura
un vidrio de ventana pintado directamente por eJ ar_tlS ul.' ~f:
1 a.das infinitesimales que va recomponiendo ese cosmos
1
de vitral que una técnica inventada en el Perú permite 11 ,\1q Sél inventa, obsesiva y lógica como un demiurgo testa ru-
indefinidamente sin variación cromática alg una. . xp En f'ue nada ni nadie distrae de su proyecto.
Meditando más tarde sobre el resu ltado de mi e e s a ~~, h~ conocido a Szyszlo y, según todas las previsiones de
descubro lo obvio: que los peruanos empi~zan ya ª e narie'ins comunes, _hemos rápidamente simpatizado. Para
en profundidad por medio de la pintura, mientras ~LI lud io e empo a ~ d~stmo, ~ombino co~ rapidez una visita a su
pocos artisras apenas si consiguen hacerlo c?n la par llnas a n la penfen~ de Lima. Soberbio taller en medio de las
conozco la última evolución de Roca Rey (lo Juzsr q le en ~:7as urbanizadas que ocultan el mar invisible y pre-
5
él hay en el Museo de Lima), en cambio hace a ~u tte e uz del verano asoJeado que esta vez me ha tocado en
las esculturas de puntas agresivas de Alberto asa blanca, nueva pero "a la antigua": gran sala única
252 SEGUNDA PARTE
DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
de alto techo, patio cerrado por una barda lo bastante baja
para que el cielo entre a torrentes en toclo su salvajis mo a ~ervándose siempre fiel a su ser más profundo y entrañable.
cano. El pintor: flaco, alto, canoso, joven, de mirada penen ríl-t'S el lujo que puede darse el artista conocido y reconocido,
~e ue se sien te seguro de sí mis mo.
me va mostrando sin prisa sus últimos cuadros, los que aca
exponer en Lima en la galería de Carlos Rod ríguez. Yo co el tkbe de haber muchas provincias inexploradas en el país de
los Szyszlo -¿quién no los ha visto alguna vez?- oscu 5 ·.;zlo: sus admiradores queremos un día conocerlas todas. Mi
luz violeta, negra, fosforecida cuya materia se organi z.n' ·üo de objeción -mejor dicho mi pregunta- se torna así,
co ' . 1 •
por ult imo, el más ferviente de los e ogtos.
amplias pinceladas dirigidas como hierbas que peina un
t1bstracto. Ahora aparecen en su producción reciente unos Bu <'flllS Aires, 1971 Plural, México
des cuadrotes vertict1les en donde una forma erguida, toté
se eleva agresiva y lenta. Conteniéndose toda ella en si
como las máscaras negras o ciertas proas de piragut1s polin NUEVA PINTURA EN SANTIAGO DE CHILE
Curiosamente hay coincidencias entre Tamayo, Lam y Sz
esos tres grandes pintores empeñados en descifrar un cont Del ultimo de mis cuAdernos de viaje copio-sin comenrarios-
est.1~
reflexiones de fines del año 71:
elemental de nuestro continente. El Perú es el límite sur d
vasta p lataforma culturaJ que se o rigina en la mesera mexi Vt>ngo de México. En mi carníno ni sur, Lim.1 y Santiago. La revolu-
dura a lo largo de Guatemala y Honduras, se estrangula ci1•11 hecha, la por hacer, In háciéndose. Voy saltando de país en país
istmo panameno y reaparecé tríunfante en el antiguo Perú y encuentro situociones políticas, sociales, económicas y plásticas
estribaciones. distintas. Por ejemplo aquí en Chile se cumple ahora el primer
En el taller de Szyszlo miro, fotografío, pregunto incan .1111versario de las elecciones que le dieron el triunfo a Allende, viene
mente. Los cuadros me revelan su índole íntima poco a poco F1dl'I Castro, etc. Sin embargo, el arte que he visto en estos días me
lores tiernos aparecen ahora sobre un blanco sucio - muro rt>Sulta bastante intemporal y flojo. Ninguna personalidad se afirma.
menral- y arman un gran signo de interrogación en el cen Nu obst;inte todo el mundo parece dispuesto a los grandes gestos: el
11r/c al servicio del put>bl<>. Yo creo francamente que no hay que pre-
cuadro. Desconocido pajarraco o vegeral puntiagudo y con ll'nder tal cosa y que todo eso es literatura . Un día se convencerán de
ta. El conjunto está, como siempre, bien " revocado" y p qu1:> S4:' puede ser revolucionario en las ideas sin tratar de lograr un
un aspecto de materia brillante. Sorprenden te mente for ",irte paralelo''. En todo caso a los chilenos en ese nuevo arte "com-
color resultan definitivos en su misma ambigüedad temblo prometido" al que quieren lanzarse lo único que les "sale bien"
A pesar de todo salgo preguntándome en mi fuero interna -..."11mo a los cubanos- son los afiches. O se.1, que he estado viendo
pregunta me quema: ¿hay un "problema Szyszlo"?, ¿un ~'d (en el Instituto de Arte Latinoamericano, de reciente creación) cua-
Szyszlo"? No sólo le pasa a él sino también a cuatro ~ c1 dro~ ni buenos ni malos a los que se les pretende agregar m1 co11te11ido.
los mejores artisras latinoamericanos de los que se ha~ 1mpu L.1 intención deliberada mata cunlquier inspiración. ¿Cómo se hace
Intelige ntes personas, perfectos reaJizadores están s in em p.1r 1obtener la pintura de lo que se desea? ¿Cómo se pinta la revolu-
atados a s u propio éxito como San Sebastián a s u árbo.1 Y c111n? fa; un problema insoluble. Hay que esperar que un día nazca
un personaje -el Defacroix de La Libertad guiando al puebln, el
todas las flechas. Las del elogio incondicional y rut1n~rho Picílsso de Gucmica- capaz de integrnr 11at11rolhu•11te unos con-
pueden heri_r más y más profundamente que las otras: la~ ll:'n1dos con unas formas. Por el momento yo creo que todos
aceradas de los que afirman perentorios que esa forma de a d1;berínmos contentarnos con buscar, en todo sentido, expresiones en
significa ya nada. ¿Tiene acaso razón un Romero Bre;,t ~ Pnitundidad de nuestra conducta global en el mundo de hoy. O si
pontifica con autoridad que todos ellos están "mue_rtos ?T ~ ~~·, eritonces, hacer clara y redondamente propaganda: tratar de
ceramente, no lo creo en absoluto. Pienso que quizá a l~u b~1t:nder .el artícu lo". En A~1éric11 L1~ina nns vemos siempre como
ellos se sienra casi incómodo con el triunfo y el reconocim1 1 .i~fl1e: intelectuales y arltstas queriendo ayudar é1 los hermanoc;
esos grandes e nemigos del artista hecho para ser el e ten'I r~~is11 pobres y desvalidos. Eso es noble y generoso pero hay que
noc:er que generalmente no acertamos con In buena fórmula .
conforme. . . u
Yo le d iría a Szyszlo que aproveche de su prest•gi?, de sa
para afrontarse aun de otras maneras hondas y radicales
qu~i.i~ta aq uí mi Diario. Lo reproduzco para que se vea hasta
Plinto lo que me inte resaba en Chile esta vez era pulsar la
SEGUNDA PARTE DJSTINTASTENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPoRÁNEO 255
254

situRción del arte actuRI. Lo primero fue ponerme en con Jo\ juicios antagónicos sobre dos grupos de obras del mismo ar-
con el dicho instituto. Alli conocí a su joven director Mi ti~ta no soy yo, por cierto, quien se contradice sino el propio pin-
RojRs-Mix; tuve la suerte de volver a encontrar a mi a 1111. ¿Hasta cuándo se repeti rá el episodio de nuestro absurdo
Mario Pedrosa, el crítico brasileño desterrado; no llegué a v inundo actual?
cambio a mj compatriota, el argentino Aldo Pellegrini qu como Antúnez y Rodolfo Opazo acaban de exponer sus cua-
había partido. drt =- en Buenos Aires donde aún podré verlos; como Roberto
El instituto ocupa una especie de modesto chalet en un b tvl.1!ttl todavía no ha inaugurado - precisamente en el Museo-
barrio residencial de Santiago. No hay sitio para colecciones so~ úl timas y gigantescas telas; como no tengo tiempo de visitar
manentes pero de todos modos me mostraron, en el de u1ws cuantos talleres y la gente está muy ocupada con las cele-
una serie de obras cubanas y chilenas. Las primeras no me bri'tc1ones de aniversario, recurro a l expediente de las colec-
prend ieron demasiado pues tuve la oportunidad de ver ci1mt>s privadas que en Lima resultó salvador.
Habana y no hace mucho- el llamado salón 70. En cuanto La ~n irn que consigo ver -y que es sin duda la más completa
obras chilenas que estñban aJlí en ese momento no pasab de Chile aunque no muy fuerte en lo contemporáneo- es la deJ
un puñado de cuadros y "objetos" inspirados en una van señor Lobo Parga.
d ia internacional y que no me parecieron ni muy original Santiago está radiante y caluroso en esa primavera sudameri-
muy valiosos. Lo mejor, sin duda, son -<:omo ya lo he di can,1 que es ~a todo un verano. Cerezas y fresas llenan los canas-
los afiches: po r ejem plo los de José 13almes y los de G tos que proliferan por las calles. ¿A umento fenomenal de suel-
Barrios. El afiche, al tener menos pretensión de 11 pureza p dos, temor de que empiecen a faltar ciertos productos? Lo cierto
ca", se presta mucho más a una sana y directa prédica. Es en que tod? está lleno de gente que no parece ni demasiado pre-
los cartelones con fondo blanco y un solo detalle "parl ocupada ni mucho menos deprimida. Al rayo del sol me largo a
(unas toscas botas de soldado, la culata de un arma que r la calle Portugal a casa de mi coleccionista. Es un barrio en de-
truimos mentalmente) nos conciernen y perturban mucho molición y creo haberme equivocado de seññs. Nada de eso.
que los cuadros ingenuamente embarcados en la más ra Ant1guñ casa de patios con jardín al fondo, a mi timbrazo tardan
actualidad política de circunstancias. en contestar. Es la hora de la siesta y los postigos están cerrados.
¿Qué más había para ver? El Museo, cerrado, puesto. q Me hacen entrar a una sa la en penumbra y mis propios recuer-
director y arquitecto (el pintor Nemesio Antúnez. de qui d~~ ~udamericanos - precariamente borrados y tan a flor de
pués hablaré) lo está refoccionando de arriba abaJO· Qued pu~I- reaparecen intensos y vívidos.
Galería Central, que d irige desde hace años Carmen W El dueño de la casa me hace recorrer, sin prisa, su excelente
persona a su vez relñcionadl\ con el instituto ~~-Arte ~<;~e,cción hec~a con perspi~acia y gust? más que con mucho
americano. En la galeríll una interesante expos1c.mn de di n ero, colección que empieza en la pintura colonial y llega
del argentino Ernesto Deira: deformados, sens ibles, lle l!~:t·1 dlgunos .de ~os contemporáneos:·· menos de Jos que yo
hasta eJ límite del arabesco significante y doloroso. El ~t : ez necesita n a. Con todo, no dejo de ver con interés Jos
11
artista exponía una serie de cuadros de gran ta~año en e 11 / n1_is cuadros de Antúnez y también los de una especie de
de la vieja Universidad, en la Alameda, que también .de PI! chileno, Luis TejadA, cuyas obras me parecen un tanto sim-
Ins tituto. Las pinturas de Deira -esta vez exclus1va7 Ple:. pero de gran pureza. Decididamente, no consigo tomar
blanco y negro- eran presentadí'IS deliberada~ente ª :S ver~~ con~cto con la pintura chilena actua l: a Zañartu lo puedo
unos despiadados reflectores. De más está decir que 1 Ptr ~ar1s, a Yrarrázaval lo he sospechado apenas en Lima ...
1
son "revolucionñrios": tortura, g uerra, muerte. Ahora b,, rend· ll'litaseme ahora saltar en e l tiempo y en el espacio para
g raciadamente me ocurrió lo de siempre: lo que en los te e di.'Or cuenta de o tra buena pintura chilena - la de Antúnez y
bujos de Deira me parecía logrado en un susurro, no ~o ~I l{l1bt"~0- que vi apenas una semana más tarde en Ja galería
en Absoluto en sus gritones cuadros. En contra de 5(~ d de A~~~ de Buenos Aires. Conocía yA varias etapas de la pintura
me parecen vacuos: desganada retórica, ingenuo a ny %iteu unez, no lo conoda, en cambio, a él personalmente. Ar-
Pil'ltor ~como.Matta, director del Museo de Santiago, excelente
1
trar el compromiso con la extrema izquierda. Conozco tar
a Deira y no dudo de su absoluta buena fe. Hago no ' ernes10 Antúnez impresiona en seguida como hombre
DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
256 SEGUNDA PARTE 257

fino, culto, con su pizca justa de ironía bondadosa. Como 5 • a de:.crib.ir cuadros, digo sólo que por ejem plo en su Elegía d
pre, sin embargo, hay sorpresas en estos "transparentes": su ¡11111:; /oplc~ (1971) dos grandes. "presencias" llenan la tela. Do~
tura -en la que se desnuda del todo- resulta extrnna y , 1, 11 :;trucc1ones de cubos y prismas superpuestos que cons ti-
10~ en verdaderos p~esta~~s de unas extra.ñas formas pálidas
mática.
Me eran familiares sus "volcanes", sus "bicicletas", sus qut? no aca~~m~s .de 1?,entificar. Un espacio anónimo y vacío y
ñas "mantas" que se arremolinan bravamente. De estas últi un11 (uert~ 1conic1dad (como dice Abraham Moles) nos intran-
- me confesó en Santiago- quiso apartarse deliberada quilizan sm remedio. Es curioso pero los otros buenos chilenos:
para que no lo acusar<in de un cierto op nrt q ue, en red lida Enw~to ~arrecia (1927) con sus detalles obsesivos de viejas ma-
practicaba mucho antes que, por ejemplo, la inglesa Bri der.1s, Ricardo Yrarrázaval (1931) con sus rayados en colores te-
Riley. Después de esas series coherentes, llevadas cada vez rro~os a lo Klee, en u~a palabra los artistas que andan por los
hasta el límite, nada me anunciaba sus actuales "estíldios", cu~rt>n ta parecen con f1rm~rnos en la idea de q ue en este pais
yo los he bautizado en mi fuero interno para darles algún arrinconado entre la Cordillera y eJ océano, el me¡'or arte es un
bre. Me explico: un espectador ingenuo verfa, en estos úl arte "pMa adentro".
cuad ros de Antúnez, sólo una C(lncha de algún deporte in ~uelvo a San~ago. ': fin es del 71 exponía a llí eJ "hijo pródi-
min(ldO con jugadores como fósforos -un palito blttncn e go que es a l mismo tie mpo un "monstruo sagrado", he queri-
punto negro por cabeza o viceversa- practira ndo un do mimbrar a Roberto Matta Echa urron, más conocido quizá
desconocido para nosotros. En efecto, nada menos normal, wmo Matta, a secas. Expone 10 o 12 inmensas teJas de las
deportivo que estos juegos metafísicos aJ borde de la razó figur.1?nn en s~ última exposición en Berlín. El g ran dibuj~~=
ensuer'\o. Uno de los cuadros se llama significativamente: qu~ es Ma_tta sigue expresándose a g ran escala y con el color
frítbol: verdes y azules se superponen a la trama básica de aphc,1~1o ~•rectamente sobre la piel de la tela. La capacidad del
grises. En lo alto, un marcador con esta enigmática ano croquis g igantesco y del color ácido deben consti tuir -·qué 1
Chile 1-Resto del mundo O. Otro de lo!> mejores se titula i ~ud".~~be!-.s~s principa les virtudes. Surrealista "oficial" por
mente: Con vistn al mar y representa un cubo herméti '~ac 10~ Y v1e¡as frecuentaciones, Malta e n sus títuJos no se
fondo, y que da directamente sobre las rompientes azult'S r•erde OI un calembour ni un juego de palabras: L'oeiif de l'oeil
mar vado ... ~~~ ~:~~or el ~ontra rio L'oeil de l'oeufl) y otros semejantes acerti-
Quien me conoce bien sabe que no soy -t>n la pl~sti d n ?:J~do desconcertado él más de un ingenuo visitante
e 1a expos1c1on.
surrealista convencido. Cuando admiro de veras a un Ma
o a un Magritte (a Delvaux, por ejemp lo, nunca lo he e~s grave que eso: no hay cambios importantes en la pintura
digerir), es porque considero que me plante~n un r a~ªlta. Desde sus gloriosos comienzos en eJ Nueva York de
visual y estético al mismo tiempo q ue me inquieta. ~er
15
°
rn.ís 0 05 40 puede decirse -sin caer en here1'ía- que tocio sigue
· 'bl e. A unque desde unos años a esta
dámonos, me inquieta de buena ley y no con exped•e.n rte elmenose el. cauce previs1
tos como los que consisten solamente en acumu l(I~ ob1e ició onterudo pre!enda estar a ltamente politizado. BaJas en
róclitos. Estos cuadros a dominante neutra, casi mu l'!!ntn, sexos masculinos, planetas en sus órbitas planos trans-
L'!> que " . ,, ,
pinta ahora Antúnez me dejan cavilando, me preocup•1 o~os, mil . organizan el espacio, homúnculos o fetos miste-
oscura manera interfieren en mi vida profunda. Ya e gma . quinas de futuras utopías, todo baila fl o ta en s u
irnie~~palpable gris, az ul, verdoso. Los grandes temas: el
decir cuando se está hablélndo de pintura contPmpor~n
En la misma galerfa de Buenos Aires me hAn rnti~tr
1
ai, que t' ªguerra, los bombardeos a lternan en esas inmensas
bién otro día -y pélra mí solo- los cuad ros que u~~: tn._ se ~= auto.ridades chilenas -cortas de medios por lo
antes ha expuesto Rodolfo Opaz.o (1935), uno de_ 0
1
feos de u n ~es1gnado a mostrar colgando como banderas 0
chilenos que "suben". Opazo realizó su trayectoria 1.¡e se h ~~ ataJ la, la batalla de un arte eminentemente culto
pintor que parecía abstracto dentro de las leyes ~~~ to ll'lagi~t/~r~ querido popular. Sin embargo, dibujados con
determinaban ese movimiento. De un tiempo.ª 1c; ·~ ~tan equi~ib ~s signos se desparraman y se vuelven a armar
obstante, se nos aparece también como un pin
- por darle algún nombre- muy sobrio y escuel<l·
'k da. Una ob~10 .pa ra comp?ner admirablemente la "página"
Jec1ón grave sm embargo: el color sigue siendo
258 SEGUNDA PARTE DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO 259

el agrid ulce de siempre; en una palabra, no hay coincid St! vieron así -gracias a Di Tella y a su profeta Romero
absoluta entre un cromatismo iridiscente, pl~centero, y la Bl'l'~t- durante siete años y en pleno corazón de la ciudad todas
bilitá misma de los temas o, al menos, de los títulos. qu, lltlS obras argentinas pero también norteamericanas y euro-
Este hombre de cara inteligente, de conversación diverti "eil" ,1ue pod~an tener la virtud mágica del choque: positivo o
buen y mal carácter - según el momento- es "alguien". ¿ f,e¡;ativo. ~rrur Rodríguez_Moneg~l, en el_ número 4 de esta
se atrevería a dudarlo sólo con verlo? Conste que yo tamb· mbm,1 revista, habl~ de la influencia benéfica que para la lite-
desde hace mucho, que Malta es lo que se llama un artis ratura del bo~m tu".ieron. los artfcu!os elogiosos que Jos sema-
portante". No tanto por estas obras de_ los últimos años si narios c1rgenttnos hpo T11ne le d edicaron durante años. No se
o tras más antiguas: a veces tersas y gnses, a veces todas puede comparar la p~om oción de u~ Cortázar, un Vargas Llosa,
y materia acumulada; pero sobre todo por s us es~pendos un fuen tes con la busqueda exclusiva del escándalo que esas
jos de siempre, aJ borde de la locura y de la obsesión ~exu mb rnils revistas practicaron con el arte. Instituto y Director
Fama sí la tiene Matta. No obstante cuando se escribe fuernn el maná y el pan nuestro de cada d ía para esos desapren-
yo lo estoy haciendo ahora- sobre el arte latinoameric sivos, que en vez de presentar con serenidad e inteHgencia lo
este siglo, comprendemos que otras figuras arrojan u~a que de positivo se trataba de hacer en esa blanca catedral, rnal-
más grande que la suya. Y en el balance más ecuánime qu i~t¡irun a unos y a otros en la tergiversación, o peor aún: en la
"valores" y no simplemente de las " reputaciones" nos pum crónica s t;iperfícial y malévo la de expos iciones, actos
las dudas respecto al lugar que hay que conceder~e a este teiltrnles, happenmgs y todo lo que por allí desfiló.
visador genia l, a este pinto r que se pase.a 9uizá de No es pues de extraí'\ar que Buenos Aires viva hoy el vacío de
cómodo al interior de ese propio mundo limitado que tl1que fue no sólo una presencia sino el verdade ro tábano de que
crear para su uso personal. El tiempo dirá su última p habla ba Sócrates que no dejó de picar y tener despiertos -o
temblemos. insomnes- a Los porteños. Vuelto entonces en estas circunstan-
cias, tengo la impresión d e encontrarme un poco como en los
París, 1972 íl1'tl!> 50. Error, no en vano ha pasado e l agua bajo los puentes: Jo
que hilce 20 años se presentaba como la calma relativa de una
BUENOS AIRES: UNA PLÁSTICA A LA EXPECTATIVA cmdt1d_próspera en que un puñado de buenos artistas vendía
tranquilamente su mercancía es ahora el triunfo exclusivo de los
En las ciudades latinoamericanas en que no paso de ~r valor~s" altamente cotizados. Lo demás es silencio.
rista intelectual" me desliw como una anguila entre art1s ~Para q.ue se vea hasta qué punto la ciudad más grande del
cos, galerías, colecciones privadas. Cuando yo mismo de ll\bfeno sur está desconcertada y a la expectativa, cuento Jo
co en la ciudad en que nací (aunque haga ya 24 año~ qua ue rne tocó vivir allí en tres semanas implacablemente calu-
las cosas no resultan tan simples: conozco a demasiad. slb: Primera so~p.resa: la relativa apatía ~on que I?~ argentinos
1
no puedo pasar por un desprejuiciado espectador cualqu 1 ~92 eron la nohaa de la muerte del pintor Em1ho Pettoruti
Trato de crear en mi - un tanto artificialmente, rec ~ .
-l971),. para mí sin discusión el mayor artista que ha nacido
un clima de tabula rnsa. Lo primero que noto _en estos rn pa1s hasta la fecha. Durante mi estada pude ver en dos de
viajes (mediados del 70, fines del 71) es el vac10 produ lit!· e¡ores galerías cuadros en venta de la me1'or época de Petto-
1 b
la desaparición del Instituto Di Te/la. Ortega se ~º'j • llSc"I
0 es a an entre los 5000 y los 15000 dólares el má s caro.
decir que el destino del hombre está hecho no tan,? uchi ~~cho, cuando se piensa que en los EUA por ejemplo,
15
nos pasa" sino, sobre todo, de ''lo que no nos pasa d. s 5 Pintores mediocres alcan zan sin dificultad la primera de
modo ahora a Buenos Aires no le pasa nada por el. l~r~ 111
nte ~- ª 5 • Se me dirá -y es cierto- que en este momento la
Florida al 900, que era la sede de Di Tella Y la .P'e he lllpr~ene poco dinero líquido en la Argentina. Yo pienso que
dalo semanal. Y en la que tronaba ese obispo la•~ºa~or iiól(l r c~adros así de un hombre ya desaparecido constituye
fu e durante años Jorge Ro mero Brest: o~gani!n pro >nién~n tnm~n~ placer para el coleccionista sino que también
negras, para muchos; para otros, en camb~o, gr ~l"llino~rne c~1co) representa una excelente inversión. Si los
todas las vanguardias y experimentos plástJcos. pudientes no compran esos cuadros es, a mi modo de
260 SEGUNDA PARTE DISTINTAS TENDENCIAS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO 261

ver, por otra razón que se basa en el simple esnobismo Bn un pabellón anexo al Museo Nacional de Bellas Artes, gene-
tan proclive la "~te nas de~ Plata", como .con optimis 1 ente reservado a las grandes exposiciones colectivas, se po-
~aban los románticos del s~glo XIX. ~s decir: los argenti 1;':.er esta ~e.z la nu~rida p~r~cipación al Premio Palanza. Se
d ieron un día que Pettoruli no hab1a "triunfado" en p tll de un vieJO premio, trad1c1onal ya en la Argentina, y que
algo ?e verdad en eso: ir a pasar los 20 últimos aflos d r,1z:ón de ser cuando un jurado no-oficial consagraba a un
un pintor que había salido del circu ito internaciona~
·,.
0
~tbt.1 de.esos que, en general, no ga':ª':' premios académicos.
resultó quizá un error de táctica, pero esa actitud que 0 <>Y ntl tiene ya mucha razón de ex1st1r puesto que ha sido
razones personales que no n os interesa conocer, nada recuperado" por el Fondo de las Artes, institución relativa-
ver con el valor absoluto de la obra. eflle libre pero que siempre, en última instancia, depende del
Los argentinos tienen los defectos de sus virtudes. ·e obierno de tumo. Este año ganó el Palanza un buen a rtista:
intelectual, artística? Sí, insaciable. Pero, por último ~uy ¡:; o,irragán, con una serie de obras sin pena ni gloria y que
terio para valorar lo propio. Siempre se les va la ~ano: 11
dan fuertemente pensar en la abstracción de los años 50.
se los tuvieron que "descubrir" en París; a Petto ruti e En l,1s gRl.erías privadas había poco que ver. Dos de las impor-
esos mismos argentinos que no lo "reconocieron" en Pa ntes: Ilonino y Rubbers, se contentaban ya con exposiciones
qué es peor, sí el nacionalismo positivo, digamos, "a la eranlegas. Todos ellos tien en ahora en reserva cuadros de
o este 11acionalísmo negativo que practican en la Argentina~ ueoos pintores argentinos de la generación an terior, Pettoru ti,
Segundo episodio, esta vez reconfortante. En el M11:;e, ictori11, Spílimbergo, Butler, a la espera de poderlos vender a
Moderno (que n o es tal sino dos vastas salas vacías en lo e público internacional y rico que pasa estos últimos años por
Teatro San Martín), que dirige con mucha mesura el
ueno~ Aires.
crítico Guillermo Whitelow, han tenido lugar dos excel En la galería de Carmen Waugh se inauguró, mientras yo esta-
posiciones: una de arte cinético, la segunda de obras ª· una exposición de cuadros de Kenneth Kemble, argentino
en materiales plásticos. Los argentinos se han hecho es ~e a :.u nombre y que goza de una cierta reputación. Las obras
tas en ambas técnicas: en efecto, aparte de los de París ( resent'.1das me d~cepcionaron esta vez. Reflejan el actual
Bot~, Vardánega y los otros) puede decirse que en Du e~c~nc1erto argentino. Este artista que pasaba por un ''expre-
se siguen formando generaciones nuevas con una ima 1on1~t,1 ilbstracto" (Gilbert Chase, Contemporary Art in Latin
óptica, dinámica y "matérica" muy fresca: en una palab menrn Nueva York, 1970) parece no decidirse por ninguna de
uno espera de los más jóvenes. ~ wandes tendencias de estos últimos 15 años: y el resultado
En la segunda de las exposiciones -la de los plásti trak:.tl' es decirlo- no convence a nadie. Después del e/ectro-
lini- tuve el honor de ser jurado junto con el pintor or d que nos ha sometido últimamente el arte norteameri-
Svanascini y el joven crítico Horado Safons. Nos costó n~, .hciv gue reconocer que los cuadros de Kemble resultan
~~nernos de acuerdo: ellos apoyaban los contenidos (i~ ., . ª 1 ~0 ~ y hasta convencionales de una vanguardia que ya no
httcos) y la novedad absoluta, yo en cambio me mantuve ~ ni,1:..
abogando por los oolores plásticos. Por último, premia Quiz.i _el
I\~ a con t ec1m1
. .ento espera d o d e esas tres semanas por-
marra por una enorme gota incolora admirablemente
~ª~ rn1~s haya sido la exposición de Rómulo Macció (1931)
misteriosa en su misma simplicidad; a Roux que prese~ la ~ rru el mejor pintor "pintor" argentino de su generación-
s ~ces ivas etapas de una p la n cha atacada pór un~ 1 sl' LI rt Cal/ery, en plena calle Florida, esa calle donde se hacen
piedra arrojada por una no menos invisible mano: ev1d ul' d t'>ha~en las reputaciones, al menos las artísticas. (Conste
táfora de la violencia. El tercer premio fu e aun a ot, P¡¡r~o pintor "pintor" para distinguirlo de su contemporáneo
Dedel, quien oponía plásticos impecables a m inerales rus
~lac~· ~1ue es un cinético creador de efectos ópticos).
un proyecto de construcción abstracta; en fin una mencló
1 ingi'? es un hijo de la 1111eva fig11raci6n y, por ende, un nieto
cida para Davite, único artista presente que, pasand si lciuPs Bacon. Como en un lugAr geométrico se cruzan en él
sesenta, logra unas sensibles redes de hilos tensos Yen . ~ª~lycts las principales tendencias modernas. Viene -<'Orno
dos que refractan y quiebran la luz de los reílectoreS nic e~ Andy Warhol- de la publicidad: vale decir que es un
ángulo en que se coloque el espectador. 0
despertar el o jo del espectador para someterlo a la
262 SEGUNDA PARTE

intriga y hasta la agresión. Pinta ''grande" como los nort


canos, dibuja admirablemente y hace lo que~ le da la
la imagen . óptico, caricatura!, con un sentido muy fi
"chiste serio" que puede llev~r hasta el humor más negro. SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRÍTICA
falta el color, por el contrario, es uno de s us fuerte~: co
también, deslumbrante, en una gama que_Y.º prefiero
más a l rojo vivo. En el prólogo C\ue escn?• en 1969 l)r-. "CONSTRUCTOR" CON MATERIALES NUEVOS: ROCELIO POLESELLO
exposición en el Center for lnteram~can Relnt~ons de Nu
yo deda que la pintura _d~, Macc16 daba la imagen mo
Las obras de arte no son simplemente simbolos
de nuestro tiempo: telev1s1on d e!ormada en que el !'°.str sino verdaderos objetos necesarios a la vida de los
s us facciones o las recibe invert1?as en una ~arsa s1~1es grupos sociales. Tenemos el derecho de buscar a
- para mí- era el supremo elog10: no es fá cil, Pº.r c1ert través de ellas el testimonio de los reflejos y las
grito sin perder la suprema compostura. C:onf1eso que estructuras mentales, tanto del pasado como del
puedo decir otro tan~~- Desde el yunto de vista fo rr~1al n presente.
pintado mejor Macc10, todo esta logrado con dominio
tría. Da, sin embargo, la maldita impresión de que el 1u PrERRB FRANCASTBL, Pei11ture et société
demasiado satisfecho con lo que hace. Queda el humor
juguetón que incisivo. A este nngry young mnn parece HAY YA, puede decirse, una "escuela" argentina de arte basada
pasado la furia . Habrá que despertarlo d e s us laureles. tm el empleo de los materiales plásticos nuevos como acrílicos,
esa escuela resulta independiente -a unque esté emparentada-
París, 1972 con lo que se llama la "nueva geometría" y el "cin etismo". Si
hubiera que caracterizar el arte dominante de un país en térmi-
nos de originalidad absoluta yo diría que en los últimos 30 años
la Argentina se ha afirmado sobre todo en la Jínea dura de la
abstracción y sus derivados. Ya veremos más adelante que el
hecho no es fortujto y posee su clara genealogía.
Esta inexplorada forma de expresión a través de un material
en apariencia inerte no tiene aún "juris prudencia", y como el
papel del crítico es el de proponer nuevas experiencias y justifi-
~arla5, me ha parecido interesante presentar hoy a Rogelio
ole~~llo, artista que pese a ser relativamente joven hace ya en
su~ais 1:igura de profeta: el profeta de .los materiales plásti~os.
tnt ogelio Polesello nació en Buenos Aires en 1939. Su cumculum
ti ae es tan nutrido que no tiene mucho objeto copiarlo exhaus-
lll"ª tnente;1 digamos, para resumir, que su carrera importante co-
dee~6 con una exposición individual en la Unión Panamericana
tu1¡ a:.hington en 1961, y que la más reciente es otra que le es-
o exclusivamente consagrada en el Center for lnternmericnn
1p
lirn:n;;s: 1963, Premio Instituto Torcuato Di TeUa, Bs. As.; 1965, Premio Esso,
. A~ Ión de Artistas Jóvenes de América Latina, Musco de Arte Moderno,
Ortu~i;, P~emfo Braque, Museo de Arte Moderno, Bs. As.; Premio Instituto
\ticill Tella, Bs.As.; 1967, Premio Palanza, Bs.As.; 1968, Premio de Artes
lt'S e~, ~'.ISª Argentina en lsrael-Priml'!'ll Plana, Bs. As.; 1970, Premio Objetos
nuti Jes con acrllico Paolini, Museo de Arte.Moderno, Bs.As.

263
SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRÍTICA 265
264

Relations d e Nueva York, en enero-febrero de 1973. Con lo nera. Pettoruti actuó en su juventud florentina con los futuristas
queda aclMado que, aparte de su carrera argentina propiarnen entre ~os .c~aJes hiz~ figura de benjamfn. Sin embargo, si bien e~
dicha, Polesello ha hecho otra brillante en los EU_A donde es un prmap10 su_s ~usqueda~ son dinámicas (según postula esa
artista conocido y admirad~. Ha ex.Puesto !amb1én ~ast~nte t'.;cuela de mov1m1ento y v1olencia), poco a poco Pettoruti -en
Europa occidental (Alemama en vanas ocasiones, Pa.ns, B1ena ~u íntimo sen~ir- se v~ a fab~ica r un mundo propio que consiste
de 1963y1971), lo mismo que en el resto de la Amén~a T.:atina. en una especie de cubismo sintético, paralelo aJ de Juan Gris y
de una majestuosidad helada comparable a la de la escuela "r/ie-
Antes de analizar la obra de Polesello me parece md1sp
ble hacer un poco la historia de este ar~ con base~ geométr 1,1física" italiana.
en la región del Río de la Plata y a partir de la p rimera Gu Las vueltas respectivas al terruño fueron: en 1924 para Pettoru-
Mundial. Dos hombres predestinados van a formarse en Eu t1 y en 1932 para Torres-García. El público los trató mal, aunque
para regresar a Sudamérica con su "buena n~eva'': ~~ uru )l1s li~ppy fí!w-<le los que hablaba Stendhal- comprendieron la
Joaquín Torres-García (1874-1949) y el argennno Em1ho Petto dtins1dad de la palabra que cada uno, a su manera trataba de ar-
(1892-1971), que habían estudiado respec~vamente en Esp th:u lar. Sí, en esos tiempos, no eran precisament~ los severos y
Prnncia el primero; exclusivamente en Ita ha el segundo. exactos Torres o Pettoruti quienes iban a gustar y a ser imitados.
He hablado de geometría en amb~s casos. Ent~nd~mono~: Cnrría entonces por Buenos Aires -e iba a durar 20 años- un
me tria sensib le, abstracción a partir de algo,, ~1sto,,,exper1 aire de pintura internacional, de "escuela de París" rápidamente
tado y no puro arreglo de formas y colores libres . En To aprendida con ese peligroso mimetismo del que los sudameri-
Gar¿ía se tratará de una especulación parecida a la d_e Mon ct1 11(1s so~ capaces y que es responsable de tantos fracasos.
antes de llegar a su solución radical. O s;a, que el artista u Lil .lección iba a qu~ar lat.ente y difusa: no sólo en los disápu-
yo no quiere llegar al absoluto de las lineas ortogonales ln~ directos de esos mtrans1gentes maestros sino casi como un
que se cruzan sobre un cam~o b~co _que admite sólo l~s t perfu me, una música que resulta más clara cuanto más lejana.
lores primarios extendidos sm v1brac16~. Por el contrariot C_uando la generación nacida alrededor de 1920 llegue a su ma-
yoria de edad, Buenos Aires, ciudad snob e "informada" hasta la
Parece siempre interesado en la reducción" del mundo v1v
caríi·atura, ~brá desc~bierto el arte implacable de un joven ar-
visible a un esquema, esque~ realizado a man? al zada"
se dice en arqui tectura. Es deor, su _método c~ns1ste en el qu1t;c:to su izo;. Max B1ll. Los que lo siguen rastreando, encon-
al correr de la inspiración, y no suieto a la dictadura de ~aran a sus antepasados: no sólo al patriarca Mondrian sino tam-
escuadras y compases. Una construcción y u~a transpo b~é~ a Van Doesburg, Vantongerloo, Vordemberg-Gildewart. No
habría que decir para ser justos: el mundo extenor se redu se ~1 hoy los "concretos" argentinos de entonces -como quisie-
ra él1 al sabio 1·uego de ciertos logogramas: el barco, la ~n l!amarse-.ha~en plena justicia al pintor argentino Juan Del

pez el sol el hombre. El conjunto se orgaruza asi
·en una ha~te, qu~ les s1rv1ó de m~tor. Y quizá ingenuamente no sepan
1
per'fecta~ente compuesta y equilibrada en la cua 1 e • ta q~e punto su aceptación de las formas geométricas severas
uruguayo no deja de querer expresar su simbolismo I~ :s
1
ven ia del acostumbramiento y la familiaridad con las solu-
hoy, para qué negarlo, nos resulta bastante ~scuro ~r~
X ~~t~es de un Torres, de un Pettoruti, que les habían creado ya de
impo rta, ~o diría que el afá~ de Torres-~arc1a es u su id ~~uo, un clima favorable. '
sapia c/tfsrca, en eJ buen sent1do del témuno. O sea, 1 ªttes~aremos pues, a partir de 1944 y por un tiempo, en pleno
organización equilibrada, la posibilidad de P.re~;t~~ e nacto onc~eto. Los nombres serán entre los pintores los de MaJdo-
como una estructura coherente y que se autOJUSti iq ~e cu1t ' Hhto, Fernández Muro, Sara Grilo, Ocampo. En tre los es-
lfnea - la l(nea temblada, sensitiva- como ~I mae!t~~lot ''pr¡ºr~~: los de Iommi, Girola, Kosice, en ese tiempo todavía un
Cuando usa el color, como al final de su ~ida, es tancial ttan~lívo" del plexiglás. Si bien empiezan todos como muy in-
rece siempre un tanto adjetivo y no su~tant1vo, sud !lllá reco, gentes -que es lo que se espera de la juventud- hay que
Pettoruti es un pintor más estremecido, meno~ ~:Oto No ;e{;~er que con con el tiempo se van a ablandar o sensibilizar.
bién. Yo lo considero - con todos su.s d~~fall~~·ue ¡a de¡ilr I¡¡ Y~ quien se lo~. repr~he. A}puno como MaJdonado,, va a
el artista más complejo, más rico de s1gruf1_cació qhoY fra 0 <: pintura que el considera le queda chica" para pasar
nacido en la Argentina. Su ejemplo nos interesa ºfl"lente a problemas de disei'\o y Uevar a cabo una carrera
SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOC~ÍTICA 267
266

internacional mitad teórica, mitad práctica. Todos los otros Sorprendentemente Polesello viene del surrealismo. Al menos,
tistas hasta la punta de los.dedos, sigu~ pinta~do o creand i;,u ¡uventud se formó en el seno d e un grupo que se quería su-
el espacio -30 años despues- con la misma seriedad y el ; rt•i\lista y que practicaba -o quería practicar- un arte bajo esa
rigor, lo q ue se les impone como su propio imperativo categ brlnd ~ra. Hay que reconocer que la mayoría, poco a poco, ha ido
Es esta la generación de los padres, si se considera que em ib.indonando posiciones ran extremas para buscar con toda sin-
habhmd o de la d e los a buelos. ~l·nlfad formas mejor adaptadas a cada temperamento particular.
Largo exordio quizá. Paciencia, lectot", ya llego. Muchos ava A,;í el caso de Martha reluffo que se "escapó" primero hacia el
ha tenido y tiene el arte argentino. Este de raigambre To ,HIL' abstracto y más tarde a una figuración "pop"; o el de Luis
toruti-arte concreto puede d ecirse a ciencia cierta que no se pi Alberto WelJs que derivó hacia los shnped-canvns (que Y" había
La prueba es que con otros no conformistas, apenas menores q rrrlClÍCéldO en los años 40 el g rupo Mndí en Buenos Aires) o las
generación de Maldonado y de Hlito, gentes tales como Le e~tr ucturas geométricas lrat.1das en hnrd-erlge.
Sobrino, Carda Rossi, Vardánega -<Jue ya habían visto de reo Si tuviéramos la posibilidad de ver una "retrospecti va pre-
But:!Oos Aires una exposición Vasarely en 1958- se van un d m.itura" de PoleseJlo, notaría mos cómo, imperceptiblemente, del
dondamente a París e "inventan", por asi decir; el cinetismo. cu.1d ro lleno de signos obsesivos, gartlbé'tteados a punto de pin-
menos la mitad del cinetismo, uno d e tipo geométrico como cel con una sensibilidad exasperada que vigila, sin embargo, el
de ellos en un principio; no un cinetismo "orgánico'' como colnr y la textura, el arte de Po lesello parece irse remansando en
SchOffer -otro húngaro, igual que Vasarely- o el del venez otros lagos. El mundo de su v isión, s11 mundo, se o rganiza, se de-
Jesús Rafael Soto. r.mt,1, se enfria . En una palabra: se hace m~s estable y luminoso,
Ciné ticos propiamente dichos o "estátkos", pero slemp por no decir más cort<1nte, como un instrumento de ci rugía.
pecu ladores de la luz del reflejo, los argentinos de París han En tro en juego entonces lo que podrít1mos llamar el deslum-
y son muchos y excelentes: Marta Bo to, Tomasello, De~ brrimiento de la geometría, hasta llegAr a una verdadera con-
pronto se iban a unir a los p rimeros para alcanzarlos en or1 templación y un ensimismamiento. En océ'lsiones, se trata de la-
lid ad de los planteos y su calidad. No es este el momento d berinto!> de gruesas rayas que se incurvan o se enderezan como
cer su historia. lentas serprentes veteada s de azules, verdes, rosas reverbe-
Otro brote posconcreto quedó sin embargo entre los argen r.rnte ... p intados con una impecable e implacable técnica. Otros
Y este no iba a jugarse en París como el cinetismo sino, _u~os cu~d ros proponen en cam bio sabios trompe l'oeil en el que la re-
más tarde, en la propia Buenos Aires y en su vecina y d1sbnta presentación única es un gran icosé'tedro q ue si bien está pin-
menor: La Plata. Son esos artistas que yo, en un libro (Aven t,1do en el plano sugiere, obvia mente, la tercera d imensión. Sóli-
plástica de Hispnnonmérica, Fondo de Cultura Económica, _Mé do enigmático, construido en frías armonías y que, para mayor
ca lifico globa lmente d e neogeométricos. Considero a m1 v t 11 nfusión, parece tangible g racié'ls a sus reflejos metálicos. El
tre esos neogeométricos tres apartados (q ue a veces s~ m lw:,.,1edro, con mayúscula, es casi una esencia, una idea pl atónica
entre sí): los que siguen pintando lo que podemos _a un 11 en todo s u esplendor mental no manch<1do por ninguna contin-
"cuadros", entre ellos están Ary Brizzi, McEntyre, Y!dal, gencia.
Silva, Espinosa (que por su edad proviene d e Jos primeros Esas obras, como todas las de Polesello, están ejecutadas d en-
cretos); los "objetistas racionales", en general platenses qf~ trii de la más exigente pericia q ue sólo justifica este tipo de a rte.
ido a parar a Nueva York: Patemosto, Puente, Maza; Y~n in r~ lc1 esté tica misma de IAs máquinas flamantes 1 de esos auto·
ceros en d iscordia, los "constructores" en nu~vos pláshc~:· 1 fllovtles que son como un colo r disparado por los caminos¡ la es-
últimos act úan principalmente en Buenos Aires; enlr~ e ~
nombres como los d e Davite, Eduardo Rodrigu ez~ ~r ¡
1 letica. sabia de esas computadoras q ue nos deprimen ya, pero
c1.li¡; siguen inquietándonos puesto que no sabemos si piensan o
veniste, los ya ci tados Ary Brizzi y Vidal, y ~tra sen~ ece sit>nten, y en todo caso qué están pens;indo o sintiendo.
santes investigadores de la tridimensionahdad1 las Jupe . Desde el punto de vista de Po lesello el paso estaba dado. De
transparencias, el movimiento. De ellos me ocupo ~n 1ªe :~nplica r la tercera dimensión a asumirla plenamente en la rea-
d el que quizá es su mejor representante y ya jefe tácito d ~~.ad hay un paso: el artista lo ha dado una y ?'il veces.. Ahora
Rogelio Polesello. ~n, esta nueva forma de expresión en el espacio es, al pie de la
268 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTICA
269

tetra inconcebible sin los materiales de hoy. Ni en bronce ni o sea, quiero significar -<lentTo de este fárrago irremediable
mad~ra, ni en piedra, ni en mármoJ podían encamar los jue Je tas palabras- que la "experiencia" que conlleva una. pieza de
lineales, cromáticos y espaciales de Polesello. 2 • rolesello es diferente a la de todas las otras que pudie ran pa-
Ya hemos visto en qué consisten esas d os expresiones que t>Cérsele. En las obras tridimensionales de Brizzi, por ejemplo,
contemporáneamente practica: o sugiere el espacio geométrico ;e trata más bien de la superposición d e retículas; en las de Vi-
Jo "señala" como uno de sus objetivos traslúcid?s, co l~reados, ' ial de los reflejos d e semicilindros encerrados en cajas transpa-
lucientes como bloques de hielo que no se derriten baJo la luz ~entes. Entre los venezolanos de París: Soto, Cruz-Díez, las cosas
los reflectores. A veces estos volúmenes son como tótems res ocurren aun de otra manera. Res umiendo diríamos que es el
tos en superposición vertical, en otras. ocas.iones se p~~sentan espectador al moverse (o un motor) los que crean un efecto de
m o paralelepípedos o cubos en cuyo intenor se han excavado \"ii riabilidad. Distinto aun el expedmento de Tomasello, basado
formas curvas que quedan atrapadas como burbujas de colo exclusivamente en la idea de " reflejo", sutil rastro que. un col?1'
intensos. Ahora, más recientemente, las obras pueden reducirse invisible envía sobre un plano elemental blanco. Más leianas aun
grandes gotas planas, incoloras, verdaderas lupas que invierten t,1s verdaderas " máquinas" de Le Pare -<:uando las ~da-, o
mundo d e la realidad. En general he llamado a todos estos ob' lo~ circuitos electrónicos de Marta Boto o Vardánega, dignos de
tos "construcciones'', porque las obras tridimensionales de Poi una computado ra ... gratuita.
sello no son en realidad esculturas en el sentido tradicional d En una palabra, la experiencia de Polesello basada en trans-
término. Se podría télmbién hablar d e ellas como "concreciones puencias cromáticas " positivas" o "negativas" contenidas en
de "solidificaciones" transparentes: sin color o cromáticas. Si 1 prismas o formas geométricas ~lementales, ha .cons.ti~uid~ desde
fo rma es rig urosa en estos objetos, el tratamiento es alegre y · ws orígenes un aporte perceptivo y exploratono ongmal.
ma uno de los aspectos positi vos de nuestr~ técnica, lo que par . No sé si estudió con él o s iquiera si siente afinidad con su
tener de juego gratuito. En una palabra: .la iu ventud de la máq . obra, pero yo no pude dejar de ver en Polesello a un " hijo", un
na, su insolencia agresiva hecha para afirmar y no para destru continuador de Antonio Fernández Muro, el más humano de los
Las "señales" de Polesello se erigen así sin dificultad aparente 1<>ncretos argentinos. Para mí, a 20 años de distancia, ambos
el aire neutro que se entretienen en modificar. , . sienten con una naturalidad que los demás tienen toda razón en
De niños jugábamos a ver -a tr~vés d e la~ ga ler:ias encrts env idiarles. Y no sólo sienten -que sería sólo la mitad del pro-
ladas del siglo pasado- el árbol violeta, el cielo TOJO, el c~sp reso- sino1que son capaces de expresar, con 1a equ1va . 1ente mis·
.
azul. En sus "acumulaciones de materia " (materia trans1tabl ma naturalidad, Jo que su intuición parece dictarles sin des-
porque en realidad no ocupa lugar en el espacio), PoleselJo 1 mnyo.
transfigurar nuestra costumbre. Los objetos cotidianos paree En una época como la nuestra en que los artistas n~ manejan
estar cabeza abajo en las grand es lentes planas -como de a los colores vistos sino los colores pensados, d e laboratono mental,
purísima- de sus lupas. En los prismas, las ventanas qued rarece incongruente habla r de los que todavía apuestan a la be-
cuadriculadas o hechas círculos de colores ácidos de carame~ lleza, a la obra bien realizada, y se manifiestan con felicidad en el
infantil. El espacio mismo se disfraza de o tra cosa alrededor plano o en el espacio: transparentes, densos. Estos artistas, me-
esos faros cortados a bisel, empecinadas fo rmas que se sue dian te un sello enigmático pero aún legible, proponen a nuestros
con acariciar o poseer como si de esa manera pudiéramos ent ojos y nuestro entendimiento nuevas fuentes de "aprol'.'iación"
derlas, asimilámoslas mejor. sensorio-mentales, capaces de cambiamos del embotamiento de
lo cotidiano que ya no vemos de tan obvio.
2
No quiero caer en un elogio desmedido al comparar a Polcsello a un.adde 1
grandes formas de arte d e todos los tiempos, sólo tomo un eJ<;mplo có.modo . ~ No hago aquí s ino formular un deseo: quizá fuera interesante que estas
6
cuad6n a un material nuevo: el vitral rt._oc;ulta, en la Edad Media, de la uwena
0
bras fueran
111
encargadas alguna vez a un con mayor rigor m atemático del que
>rrnalmente exhiben. Sería curi oso, pongo por caso, que concretaran ecua-
permitió fabricar vid,.U, plll110. Los antiguos conocían las botellas de vidrio so
fatalmente esf'éricas o cilíndricas, o sea con un elemento curvo imposible de cu•nes complejas, diñciles de imaginar en razón misma de lo intrincado de su
a puertas y ventanas, La gloria del arte del vitral es que, al a~ la .nueva r~•rrnu1a.
11 1
Serían soberbias "co~~trucciones del espíritu" que sólo sospecham05
aparecieran también co mo por arte de magia los artistas con imagmaa6n capace5 • "<:10 un matemático o un geómetra se toman el trabajo de materializarlas en
t·l ,.,,pacio nnte nuestros ojos.
servirse de ella para crear una verdadera nuevtu:xprrsión.
SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRITICA
270 271

Sf, por más qu~ m.olest; ~ perturbe. a lo~ teorizado.res :it.' este inventor y de este organizador no ha ca mbiado nunca
inminente Apocalipsis quimtco, bactenológ1co o atómico funda menta.lmente del t?do. Cambian y seguirán cambiando los
nos pmponen como fin de la humanidad, puede.decirse que nlt'dios técnicos y materiales a su alcance. Lo que quiera o pueda
hay gentes -artisms y espectadores- que seguimos terca dl!cir con ellos.
oritmtados por la idea de conquista de nuevos valores positi A no ser que, manco de las manos, refugiándose por incapa-
·Es todo eso lo que aquí he estado hablando, arte, gran a cidtld, por miedo, por moda, por convicción, en una actitud pu-
si~plemente "buen diseño"? No lo sé yo ~ismo, ni m~ irn rilrnen te mental -o sea teórica- invente un mundo conceptual
mucho que digamos. lns?ndabl.es son las v1as, del destino; e (p.lítl decirlo con su nombre) que nos escamotee el objeto, es decir
dicen los portugueses: Dios escnbe derecho por lineas torcidas. 1,11 1bra, y sólo nos deje una proposición en potencia y no en acto.
Desde hace unos 20 o 30 años el artista está libre, ¿libre PI.Jo se puede decir por cierto que Rogelio Polesello pertenezca
qué? Para pintar o no pintar, para ser figurativo, abstracto, a e't" últi ma especie de ar ti stas-intelectua les sin agarre en lo
op, "comprometido" políticamente, con~eptua~, ecolú~ico concreto de la fiestl\ de los sentidos, esos sentidos que no son des-
perrealista o nada. Por otra parte y al mismo tiempo, 1am preciables en sí, ~ino literalmente las puertas de nuestra percep-
cultura (ICcesible a la masa -en los núcleos avanzados- se ción y comprensión, de nuestro aventurero estar en e l mundo.
sMroll6 tanto . .El m11seo imaginario nos permite hoy experi Mírilndo en conjunto la obra pasada y presente de Polesello no
tarlo ll>do, compararlo todo. Y he aquí que dentro de esa puedo dejar de recordar la s palabras del poeta que acaba de
fusión y de ese no saber qué camino tomar aparecen alg morir, W.H. Auden: "De ninguna manera el placer es una guía
síntomas de verdadera renovación a partir de nuestra p crítica infalible; no hay duda de que parece, sin embargo, el me-
concepción moderna del mu~do, de nuestra. tecnología. L nos ínfolible."
mus entonces -¿pura casualidad?:- a esto~ .mventore_s ~e
vas "proposiciones": ópticas, táctiles, ~ud1hvas, luman1ca Au-.tm, 1974 Plural. México
néticas. ¿Cómo se van a expresar esos pioneros, explorado
un terreno que té\ntean apenas sin conocer a fondo? ¿Acaso MARCELO BoNEVARDI O EL MISTERIO POR OPACrDAD
la paciencia del óleo que hay que dej~~ secar y 9ue e.n su t
misma revela una actitud: concentrac1on en quien pinta Y
contempla? ¿Con los metales que se oxidan o el bronce cos Comprendió que el empeño de modelar la materia
solemne? Seamos realistas: no hay duda de que los mate incoherente y vertiginosa de que se componen los
contemporáneos son las pinturas acrílicas, los distintos plá. suenos es el "\lás arduo que puede acometer un
transparentes u opacos como la resina epoxy. Esos descendi varón, .iunque penetre todos los enigmas del
orden !>Uperior y del inferior: mucho más arduo
del petróleo y de la síntesis química, que resplandece~
que tejer una cuerda de arena o que amonedar el
cristales pero poseen también la nobleza de la madera Y e viento sin cara.
bar y que como ellos pueden ser tallados pacientemente, P
hasta el vértigo. . r J.L. BoRcES, LAs ruinns circulares
El artista actual, por último, sigue siendo lo que siem~.
un práctico habilidoso, un manual, un brico/e11r. Y es esa sa ~ ~ahcelo Boneva.rdi es un plástico argentino nacido en 1929 que ha
instintiva del mundo material (y ahora también del tecnofl
1 tr~~ e~ prácticamente su carrera en Nueva York en donde vive y
su cl'pacidad de vincular funciones heterogéneas Y su ap~ obstªlª desde 1958.q "Oficialmente" Bonevardi es un pintor, no
imaginación lo que constituye la base desde. la cua~~ºuni ante sus obras están a mitad de camino entre la pintura y eJ
zarse como un cosmonauta a explorar y pref~gur~r ién 1 i
inédito. ¿Quién, al fin de cuentas, corta las piezas, ~u tas t•11 1~'1 rcelo Bonevardi nació en Buenos Aires pero realizó sus estudios artísticos
Sl\mbla, quién piensa de antemano los efect~s de co ~~eco lor CCJud<id de Córdoba, en donde tuvo una exposición individual (Museo doc-
Pn¡¡r p·
parencias o la deformación? Por más a/entono que e~ nive P~r" tr¡¡ ~ ere1.) ya en 1956. Dos nnos dcspu6i obtcnfo una Beca Cuggenheim
11\ICls b¡¡¡a r en los EUA, donde reside desde entonces. Sus más recientes pre-
poráneo quiera ser: "abierto", "ambiguo", con var~os La l'ld u~';°~1: 196?, 2do. Premio Bienal Pi pino y Márqucz, Córdoba; 3er. Premio Salón
significación, siempre el artista será su Deus ex machma. rr¡¡s Kaiser Argentina, Córdoba. 1966, Premio Ministerio de Relndones Ex-
272 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UN/\ AUTOCRfTICA 27'3

relieve y parecen dedicadas a integrarse a la arquitectura. Ad J-{ilsta su última exposición, los cuadros-relieves de Bonevardi
últimamente ha demostrado ser un excelente dibujante. ·En se ·iresentaban como el ~ontrap unto de dos zonas claramente
quedamos? La suma de sus méritos debería proclamarlo~ db intas y co".'e lemen~ nas. Por un lado estaba la "base" o sea
que es: un artista total ejerciendo su auténtica contempor ~ran superficie domm~te. Esa base, pese a ser una construc-
Estamos -<orno dice el crítico brasileno Mario Pedrosa- 111
cinn en tela, la debemos interp retar como "muro", es d eci r actúa
periodo posmodemo del arte; todas las escuelas parecen corno m~ro para nuestra sensibilidad. La superficie total era a
pasado ya y nos encontramos ahora con la kcine, esa lengua ,,e.:e.; unida, homogénea, o tras resultaba d iv idida en parcelas
resultado de la mezcla de todas las lenguas. arrn11nicas. Las grandes formas geométricas se encastraban entre
Dentro de la inutilidad de querer establecer geneal ¡ ~in dejar resquicios.
estas ci.rcunstancias sin embargo yo me empecino en creer 5
En forma ines perad a, asimétrica, se abrían una serie de
hay en Bonevardi como una involuntaria "veta Torres-Ca
Como la hay -por los demás obvia- en los discípulos uru
niclw~ ?e o
distir:itos taman.os formas en los cua les aparecían
Uflil sene de ob¡ets~rapportes, no encontrad os a l azar sino fabri-
yos d el maestro: Gonzalo Fonseca y juJio Alpuy. Quizá en cad(1s es p~ci almen~e .po r Bonevardi para complem entar su obra.
ma instancia una sola nota haya sido retenida por Boneva En 1,1 versión trad1c1ona l tenían un evidente parentesco con la
las infinitas palabras de Torres, pero esa nota resulta fu escultu ra negra de la que él mismo ha sido durante años un
mental y es la noción mi'sma de orden. El resto lo lleva den fan_atico y feliz coleccionista. Las superficies de esos aparentes
propio Bonevardi como buen argentino perfeccionista que tali :.,manes lleva ban la traza del cuchill o pe re ntorio o de la
No me cansaré de denunciar la falsedad del lugar común hachuela que los transfiguró un día de leños en fetiches.
nos proclama barrocos o barroquizantes a todos los latinoa A pa rtir de la última exposición en Nueva York las cosas se
canos. No se puede deci.r por cierto que Emilio Pettoruti lo pre~en tan relativamente d e otro mod o. La " idea plástica" es la
sido ni que Jorge Luis lk>rges lo sea. Se podría aplicar a m misma y un Bonevardi se sigue reconociendo -por suerte para
de los mejores artistas latinoamericanos lo que el pintor al él- a mil leguas. Lo que ocurre es q ue lo que yo llamaba el muro
Oskar Schlemmer anotaba en su Diario: "No lo diremos n fund,1mental no lo sigue siendo. En vez de encontramos con un
bastante: concepción dionisiaca, forma apolínea." ~agn;~nto ~e arquitectura primitiva, descubrimos ahora que Ja
Vayamos ya a l análisis concreto. Si bien nunca he crefdo b iht:> cons1s_te en unas g ruesas telas tiesas, pintadas en colores
utilidad de describir con palabras las obras de arte, no opilcos y sucios, colores gastados, blancos, g rises ocres rojos
más remedio que hacerlo para presentar aquí hoy a Bon azules. ' ' '
Desde hace muchos años el artista elabora concienzuda A su vez, los antiguos nichos -aberturas en el muro- se han
sus cuadros relieves. Con paciencia, con habilidad artesanal
~uc1do a formas excavadas "en negativo" donde caben, justas,
hombre minucioso va preparando sus bastidores que irán
~ r•ezas de madera natural, pulida, o de metal fundido y opa-
mente recubiertos de tela, un poco como en la técnica
~<>. Lo:._cuadros relieves a parecen así como a rcaicas "cajas de
para figurar un muro o unos nichos que contendrán obje
de~r,\m1entas" que no sabe mos d escifrar porque -¿hace falta
él también talla. En efecto, en esos bastidores o estructu
ecs;lo?~ s~ ~rata de herramien tas inventadas.
reservando una serie de cajas en profundidad, absolutamen
te . 'las relig iones que parece promover 13onevardi con sus mis-
dispensables para lo que se propone comunicamos. O sea
p;iosas figurillas no existen. A no ser que ellas sean los ídolos
prácticamente hablando, la obra se compondrá de una si
Po~:~o nito r~os y en potencia de futuros ritos, mitos . Henri
perficie -que puede ser del contorno irregular- forma
un lienzo tendido y pintado de manera homogénea, revoca qt¡ 0 n dec1a en su deslumbrante y arbitra na Vida de las formas
''lae en la historia del arte nos es dado presenciar el milagro d~
teralmente de materia gruesa opaca, aclarando que ade 1urma · siem
· pre por segregar su s propios con-
los rehundidos que ha llamado nichos, se albergarán ele tenido·" q ue termina
la n s · En otras épocas y otras culturas menos distraídas que
de madera o de metal fundido. 1rist•ue~ tra, las "obras" de Bonevard i se hubieran transformado
teriores en la lll Bienal Americana de Arte, Córdoba. 1969, Premio l.~~ L:sib ~emente en los "ídolos" de alguna creencia sobrenatUJ·al.
X Bienal de San Pablo, Brasil. 1973, Premio Adquisición "10 artistas"'"- hlolde~is mo ocurre ahora con las "piezas" que incluye en sus
las Naciones Unidas", Nueva York. exactos. Parecen q uerer decirnos a lgo, son como los arte-
SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRITICA 275
274

factos de una civi lización futurn o tan remota que ya ni siq fincldos instrumentos científicos de otrora que los entendidos se
recordamos. En uno y o tro caso -el an terior o el contem .re:.-u ran a coleccionar en este momento antes de que sea dema-
~111do tarde. Compases, sextantes, brújulas, "agujas de marear" co-
1
neo- puede asegura rse qu ~ en el arte d ~ B~nev ~rdi tod
imaginado. Recreado a parti r de la experiencia milenaria ~ 1 se las llamaba, fueron fabricados durante siglos con un criterio
tenemos de esos milJones de objetos q ue constituyen el ac en que dominaba lo flmdonal, idea que nos es fa miliar y nos com-
"no natura l" del ho mbre: desde las flechas d e sílex has pl Ke en lo que-al igual que las obras de ingeniería- tiene de di-
computadoras que ron ronean en los locales asépticos de t rt>cto: la belleza como medio y no como fin.
demsos d e este m undo. Tod o objeto resulta de la pmyecct ílonevardi ha pasado así del muro de la forta lezé't y de los
una volun tad humana, es un a tajo para lograr más pron (t>tiches enterrados y transparentes en su masa g rosera, a las
cum plimien to de un d eseo. De esta experiencia y no otra fuertes telas que parecen embreadas y que de manera recóndita
dónde le podría venir?- saca I3onevard i su Si\biduríé\ . Sus lil•nt>n también a lgo de marítimo como esos medidores de es-
riaciones sobre un tema" nos dejan si n embargo cavilando trellas -astrolabios-, como esos met.ales obedientes que guían
que, a pesar de ser perfectamente posibles, viables, no va al\ iajero, como esos anzuelos, d istrncción de los días de calma.
mAdas por el humor d e Dadá o d e algún surrealismo travl Estr1mos en p rl:lsencia de un ''ensamblador" en el sentido más
lo Ma rce! Duchamp, Picabia o Man Ray. Por el contrari l it~rc11, mÁs in tenso y artesanal del término. Su íntima expresión
obrns d e I3onevardi aparecen por último serié'ts, empeéinad encil rna así en sus cuadros-relieves o en sus graneles dibujos po-
su misma graved ad majes tuosa .~ dt.>rnsa rnente sombreados, verdadl:lros proyectos tridimensio-
Resumiendo: Bonevardi se nos presenta así como un su nilles, parlantes aun en su monocromía.
ricé'tm> formado en la contención y el principio de equilíbri S1, ya sé. Quien se acerca por vez p rimera a unñ de estas obras
un día -al ser arrojad o a la selva de N ueva York- buscó tr1n di rectas, tan duras y al mismo tiempo tan m~gicas, puede
peradamente su p ropia expresión y tuvo la fo rtuna y el co quedM perplejo ante lo perentorio del gesto. En ellas, sin más
hallarla en un aparen te contrasentido. Su racioMlidad de trcl111ite, sin Literatura, u n espacio q ueda planteado: e l espacio
fue interpretada por é l en términos irraciona les que bu ment<ll de lo que ahora llamamos la alteridad. Estamos en un
o tras culturas re motas y no en Ja norteamericana donde inundo o tro. Se nos va a hablar de algo que apenas intuimos,
vivir. Es decir, Nueva York le dio el motor, La insolencia~ la qut cñ-:i sólo sospechamos en el recuerdo, algo de lo poco que
dad; tos contenidos p rofundos los iba a encontrar ~nm s11brenada entre el sueño y la vigilia. Dentro de este aire cleli-
una vieja cultura sin hjstoria como la africana, antiocc1den Cut·scente o puramente conceptual que caracteriza a nuestra
definición. Medio siglo después de los cubistas Bonevard epi c1, en la llamada vanguardia actual, las obras de Bonevardi
sacar nuevo partido de esas soluciones q ue, de tan sa n o~ retrotraen a una memoria colectiva, ancestral. Sabemos de
hemos llegado a consid erar "puras". eM cosas. Sabemos sin saber, del olor amargo de las maderas al
La verdad es que, a fuerza de usarlas, entre todos hemos S(il de la delicia de acariciar en silencio un muro tosco, de lit me-
asolando las fuentes a-culturales del arte ¿Qué nos queda ya láíor¡.¡ de vela aJ viento que es toda tela áspera y salobre. Reco-
p ués de haber entrado a saco en sus don:'inios- del ar~e 1'ocl'll'los -sin que sepamos tampoco de d6 nde- los amu l eh~s
primitivos, tos salvé'tjes, los ingenuos, los niños y lo~osd !os
0
~irpes, alarmantes en su misma crudeza; o esos objetos pulidos
sin d uda Bonevardi, d espués de haber estado.h1pno.ttzari '"ti\ el vértigo del tacto, piezas de mrldern o de metal quepa-
gran escultura negra, parece mirar ahora de reo¡o a los ;m ~"'f"n c1cabadas de salir de las fábricas d<:!l absurdo. Es decir, ante
s En la universidad norteameri. can~ de~t' dond e escn'bo. estas Hn n 1 t1,1d ro-reUeve de Bonevardi recordamos con la e!>yccie y no
•ón de
Texa..,, en Austln), se realiza en ~tos dias una excelente exposlci R un••
~on nuestra simple individualidad. Será ror eso que de in me-
y fotografías de la arqui tectura africana de In cullu ra Dogón f~r ~1·1Li1 entramos en connivencia con et autor y que todo lo q ue
r
cns.1yo sobre Bonevnrdi he ido varias veces a visitarla debo ~n colo cc\1~lría agregar con sus palabras result.a superfluo por no dedr
vistCJ con ojos dístlntos. Los muros rug~os. opacó!l y pintados e ntl1f' tr<l producente.
mt• han rem1lldo instantáneamente a las superfidl'S bá~u:a!' dd ~· m•' Si . Un científico del rlrte propondría asr los términos: In e>o.pre-
las ei;culturas sint~ticas y concentradas, a los objt'lOS que el 1';;,~ 1\11
fabrica paro il.l~rgnr en sus nichos. Por casualidad el de$bn0 g::,~ tl~ Don~~ar~i nace de ta astuta y sensible op~sición de 1;1na
ho y confirmar una antigu01 intuición. ~ uperf1c1e ltsa, generalmente monocroma y tlspera, Y c1er-
276 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDrOS Y UNA AUTOCRITICA 277

tos elementos men~res."incru~tados" como trofeos en ese l.ino y el relieve -implicado o real-, ¿cómo no encontrar cier-
fundamenral. Su eficacia proviene de la comparación táci~ [1. irremediables parentescos? No se trata aquí de Ja noción de
esrablecemos entre las diferentes escalas, materias, colores 1
riginalidad al estado puro, se trata más bien de establecer cier-
turas, sentidos. Todo es lectura polivalente en cada uno de' ~;i:-o filiaciones que pueden hacernos comprender mejor un caso,
paneles: "fragmentos de muro", "fragmentos de barco" u •') uda r en la clasificación de ciertas tipologías.
artisra conjura como un microcosmos transportable y eíi~a~ E!:ólá, por empeza r, la "dinastía Torres". Es cierto que Torres-
paramentos básicos operan como silencio; los "ídolos" o los·,, García era un artista bidimensional; todo en su obra parecía sin
jetos inventados" constituyen en cambio la música de ese mi l'mbMgo anunciar la tercera dimensión. Resulta revelador no obs-
silencio, lo que lo manifiesta y justifica. 1,1nte que su Monumento cósmico en el Parque Rodó de Montevi-
Concretamente hablando, Bonevardi ha redescubierto el dt'o haya sido un fracaso: la gran piedra rosada no resulta de
tema de la "inclusión", del "relieve negativo". Los egipcios n1n~un<1 manera una escultura sino, cuanto más, una mera super-
varon sobre las grandes pizarras de sus muros en talud con (ic i~ esgrafiada.
bisel profundo perpendicular a la superficie. lnvenraron asr Bonevardi en ese sentido parece un verdadero Torres "en siste-
plr\stica basada en una escritura comprensible a la distancia m.1 Brnille". Es decir que sus cuadros son palpables y en profun-
desierto, a la plena luz del sol frente al azuJ total. Excavada as didr1d,6 o sea que su relieve es real y no solamente metafórico.
piedra en hondura, la arista se recorta nítida: cada personaje, e Turres cubría con técnica ali over la superficie de s us telas con
<lnimal emblemático o signo jeroglífico propone la claridad de unc1 retícula de casilleros proporcionales, al interior de los cuales
sello, rehundido en el granito como un lacre. Y la comunicac hacíél florecer sus signos básicos: hombre, mujer, sol, montaña,
llega directa al ojo desde los paramentos expuestos a la elec c11sa, barco, etc. Lo que le interesaba era la relación de unas for-
cidad solar. Viven así ~ioses, hombres, bestias, alfabetos- m,1s con otras, de un ideograma con otro. Donevardi en ese sen-
el simple juego de la oposidón de la luz y la sombra: ese cuc · tido trab<1ja por aposición y parece más viejo y más descreído que
negro que recorta la forma para exaltarla brutal y si n matices. su involuntario <1ntepasado. Y es que no en vano las aguas del
La fiera tradición del corte seco, neto se perdió durante sigJt !lurrealismo han pasado entre un pintor y el otro, entre el uru-
para la sensibilidad occidental. Estuvo presente y secreta g.uayo que lo geometrizaba todo/ y el argentino habitante de la
ta la Conquista- en muchos relieves precolombinos igualm ciudad más' salvaje y civil izada del mundo como lo es Nueva
autoritarios y firmes. En el arte contemporáneo, Ja íbamos a Ymk.
cuperar sobre todo en el "descubrimiento" romántico, en el au Alguien puede decir: ¿y Louise Nevelson? La infatigable
de la escultura negra que a principios de este siglo nos hicie rusa-norteamericana construye, incesantemente como un in-
revivir el sentimiento agudo del contraste entre superficie li. ~ectu, sus enormes hormigueros de maderas negras o doradas.
forma tallada en aristas vivas que dividen los planos de la ! Su~ grnndes construcciones de objets tro11vés - Bonevardi los
Está hoy en plena vigencia en la arquitectura llamada lmttnl1 Crt.>a uno a uno- resultan en el caso de ella, como un gigantesco
en cierta escultura de 1<1 mejor vanguardia. P1•1:;:z/e o collage romántico. Suponen los restos del naufragio coti-
Donevardi no hace pues sino retomar el hilo y emplearlo diano y son así más patéticos aún. La "reconstrucción" de Ne-
gin<1lmente para lograr su propia expresión. Sus "estu~he ~elson constituye el sueño del frecuentador de cualquier mercado
' las pulgns. Sin embargo, refiriéndonos a la cuota de imagina-
1
de~ tro de la superficie del cuadro, juegan a la misma estética
relieve excav<1do egipcio haciendo contrastar delibemdarn rton pura, el sistema de Nevelson parece más mecánico y menos
el "todo vacío" contra el "todo lleno". Y a que su empresa 00• ricll que el del argentino. Lo que ella crea se encuentra al nivel
la del puro escultor que ha consistido por tradición en "inva~I (•~
,, tv
h·rl l:'o u-Ponty decía en su Fmm11c11ologf4 de la pcrcepci611: " ...la dimensión
el espacio para hacérnoslo ver, o el de amojonado entre hi
111'~'L"oluble
1
l'ncl ;iJ del espacio es la profundidad, que anuncin una cierta vinculación
para manifestarlo. Más secretamente, Bonevardi en sus cuad 7 l:'ntre las cosas y yo".
r~liev~s actúa por medio de formas que se insinúan en el es f·~ ['0 s grandl'S francesP.s han explicitado i;u clasicismo tácito con felicidad.
c10. Y es ta "colonización'' opera frontalmente sin rebit~ar el P llr li Vaféry cunndo dedn: "jr ltals le 111011vcmcnt q11i déplace les ligncs"; y Gcorgcs
p/C!lle.ot afirmar: "f'aime la regle q11i corrige /'11110/1011 11 • Ambas expresiones se
no fundamental de la obra. avl"'1ªriil n para caracterizar a Torres-García, profeta del orden más que de la
En una familia como la de estos artistas que trabajan con 1•ntura.
SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCR{TICA
278 279

de la "composición", la homogeneidad de sus construcciones ur• voluntario degra?ar ciertas figuras -como lo hizo el inglés
trastos viejos no impide detallarlos, reconocerlos, para ver [1,lCon ¡:in tes que nadie- cuya alquimia consiste en ponernos en
-<1caso-- alguna lágrima de cocodrilo sobre nuestro "tiem 1 n::.tc1 ntáneo estado de hipnosis histórka. Gironella cita al siglo
p<1sado" que, desde el gran poeta, todos sabemos "fue mejor". x\'11 y lo cita "a segundo nivel'', como referencia culta.
tomamos las obras de Nevelson como lo que son, en gran esca La investigación de Bonevardi me parece de naturaleza miste-
11
nos encontramos fatalmente con la masa. Y si esa masa es si 110sn y no s implemente la de un constructivist.a'' como lo llamé\
ficante lo es quizá sólo al fin de cuentas por su misma insole c.ilbert Chase en su libro.ff A mí me parece siempre un mago
y monótona provocación: con eso se podría también hacer re~cl ~~o en sus balanzas los "espíritus", las "esencias" que le
obra de é\rte. rl'rm1t1.rán transmutar la materia. Para decirlo redondamente:
Veo la conducta de Bonevardi como más sutil o, al me h.w artistas con ángel o con demonio, los visitados, los que sin
más personal y cé\mbiante, más compleja de niveles de en ,,lht1raca dan_ en la tecla a veces casi sin proponérselo. Y hay Jos
miento. Si bien él té\mbién nos propone en última instancia 1,1ntos -¿cuantos?, en todo caso demasiados- que se autopro-
lectura de un muro vertical, de una superficie irradiante cl.1ma n. secretos por9~e trafican e n un surrea lismo barato y
donde parten los sentidos y a donde llegan lé\s miradas ávi ,1prt1nd 1~?' de superf1c1e y relumbrón, le s1trréalisme du pnuvre,
entendemos que en su caso estamos en la '' página en blanco' ~Prnt~ d1r.1~n los franc~ses. Hecho de asociaciones dísP.ares sin
la escritura. Es sólo por ella y a pnrtir de ella que vamos a 1m.1grnacmn, de boba incongruencia infanti l. Balthus, Gironella,
de descifrar el criptograma. El que no consiste simplemente llluwvé:irdi son en cambio de los que no condescienden con lo
grafitti, laceraciones, carteles, arrancados (Tapies y Rotella lo obvio, sino de aquellos que decantan una sustancia en sus fil-
dicho ya todo al respecto): sorprendentemente lo que Bonev tnis, una sustan~a vieja como el mundo, cuyo goteo parece pro-
nos quiere comunicar yace en la cifra de la relación muro-o \'tmir t~e la et~1dad de las cavernas. Y que luego manifiestan
En los peristilos de las casas romanas se abrían unos ar ~!>.1.qu 1ntaesencrn en sus obras, sacándola a la luz sin ruido,
que presentaban frontalmente y sin aparato - por \'irtud pilrnmtemente, como prueba de su distinto estar en el mundo.
presencia- las imágenes familiares tutelares, los antepa El teatro permanente de cada cuadro-relieve de Bonevardi
que había que reverenciar para propiciárselos. Son otros c~in~iste en una escena única siempre distinta y siempre igual a
los que Donevardi nos presenta hoy, aunque ell~s. tam s1 m1~ ma . .En ella y a la luz de un solo reflector o del sol -esa
actúan como agentes catalíticos. En vez de tranqu~h za rn otr,1 linterna- las superficies lisas, los objetos en sus estuches o
protegernos, yo diríé\ que esta raza de objetos incó~ tos 9 ~oldes empiezan a vivir, a libramos un drama antiguo como el
sabemos reconocer pero que no podemos negar, viene a in tiempo, en que se habla de muerte y sueño por alusiones.
tamos en nuestra indiferencia de modernos que creemos Re~ ulta a larmante el poder de este solo hombre capaz de
todo. Talismanes enterrados en el espesor de una pared de crl'ar con la materia cotidiana un paisaje artificial de misterio. Y
o instrumentos de cualquier navegación en l_a bod~g~ en ~ e~ •1dmirable que en cada casa anónima, igual, epicena que es
pliegan las velas y banderas, unos y otros quizá. to uroco qel ~:u,i casa nu~stra hoy, e~ estos días descreídos, un simple panel
quieren decir es que todo vale, que todo habla si tenemos ll<>nevard1, no demasiado grande ni gesticulante pueda con-
al aced10 y no dormido en la rutina. ~~~rclí a su alrede~or tanto silencio, tanto sentido profundo y
Distintas también, en fin, las construcciones de Bon.e~ª 110 suena ley. Un ~gn:ia que como tocios los.verdaderos enigmas
las de Alberto Gironella, quizá el más exacerba~o ~rtis ti iop~ e procl¡:ima a s1 mismo con trompetas sino que fluye, lento,
cano de su generación, el más lúcido y sistemático 1nves.a · 0 rable, en el centro de las noches insomnes para proveernos
d""t•s¡¡
del recuerdo de un tiempo hispánico, el de nuestra prop•3 las ,·: l :1·~mens1·6n que tanto nos falta hoy: la contemplación de
nia. Copié\s velazqueñas, perros en reli eve y ta.mañOb~O · [Senc1as.
fragmentos de escultura barroca, latas de sardinas'. 311
suntuosos y fríos al tacto, colores mortuorios, los gtg re Pl11ral, México
rompecabezas de Gironella apuntan claramente a l 5 ~a
van fecha y lugar geográfico. Hay una perversión en s
v•;
"orientado" de uné\ realidad -no por pasada n:'enos 5 e 'e
•lbt!rt Cha.o;e, Ccmtemporay Art in l.Ati11 Ammca; Nüeva York, 1970, pp. 159-160.
280 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRÍTICA 281

EL ARTE ANCESTRAL-CONTEMPORÁNEO DE GONZALO FON r cambio, para ser estrictamente justos, hay que reconocer
7niena parte de la especulación de T~rres ha caído ~n el
No se acabará nunca de comprobar Ja influencia forrnati qtie4 0 en la mera retórica. El afán de teorizar no es por cierto
maestro como Joaquín Torres-García. No sólo marcó a un v.JC' ,\ entre los grandes artistas modernos: teorizó Kandinsky
ción de uruguayos a la que pertenece Gonzalo Fonseca 9ª nue\ ~izó Mondrian, dos de los mayores. En la materia prolífica y
indirectamente constituye la base de muchos movimi~ s Y tt'~:};ua de esos evangelios el fiel puede siempre encontrar nor-
el de los concretos argentinos que después iban a contin i!tTl., (una fórmu la difusa es habitualmente siempre la más po-
los cinéticos y en los neogeométricos. 10 Pero donde la tn<1¡1r en las religiones iniciáticas). Torres escribió demasiadas
maestro-discípulo se " lee" mejor es precisamente en el Pt ;,n.is y perdió, por asi decirlo, el hilo de su propia demostra-
Gonzalo Fonseca: ese dibujante, pintor, constructor de fo P.f.1. Gonzalo Fonseca -sin escribir- lo iba a reencontrar, pero
por conveniencias del lenguaje, consideramos como escul ~~ttinces sería ya su propio hilo, el ancestral que no se pierde
cas. En su caso la transmisión de un espíritu se nos apa nurK•' del todo y que las generaciones parecen pasarse de una a
algo fulgurante, nítido. El disdpulo no sigue meramente u otril· de un gran maestro a un gran discípulo. "Una obra sale
queda sino que la prolonga, enriquece. A partir del viejo tro ~iempre de otra obra vista" dice, i:nás o menos, An?ré ~alraux
ta rama se aventura palpando el espacio a su manera y eJ en esa larga meditación que es su libro ÚIS voces del s1lenc10.
se nos impone como un mundo original de conos, esferas A la muerte del maestro en 1949, Fonseca deja Montevideo
excavados o repetitivas escaleras que no llevan a ningún sÍ definitivamente. Ttene 27 al'\os y ha llegado para él el momento
Hay dos prosapias contemporáneas en este tratamiento de ganí'lrse su propio lugar. Una escala en Europa occidental y de
pacio (ver mi artículo: "Bonevardi o el mistei:io por opa ahí. por dos años, a Grecia, Turquía para ir bajando -como por
Plural, núm. 32): la romántico-surrealista que maneja por :.u propio peso- hasta lo que él considera su esencia, en simple
la rusa-norteamericana Louise Nevelson, y la arqueoJó calidad de aprendiz de arqueólogo. Al preguntarle yo, hace
constructivista de Torres-García, para mí prolongada ha apenas unas semanas en su nuevo taUer de Nueva York, si
natural término en la obra de Gonzalo Fonseca. Pierre Fran•• pen~ilha que su obra había sido influida por la arqueología me da
no titubeaba en afirmar que Cézanne había llevado adel ;, u~ltil la pregunta y plantea el probl~a exac.ta~en.t~ al re~és:
especulación de Piero della Francesca casi cinco siglos d Pw yo quien buscó el arte que se pareciera a JTUS mtu1c1ones.
que al alucinado pintor de Ja geometría se le cayeran los p" "No se encuentra sino aquello que se busca", inscribió enig-
de la mano. Yo mismo escribí una vez-y me sigue pared mcHicamente Francastel al frente de uno de sus libros. Con lo
justa la interpretación- que el genio de Gaudi llevó el g qui• queda dicho que la intuición actúa a todos los nivele~; y 9ue
hasta sus últimas consecuencias estáticas (y sin jugar con 11 µnorl persegujmos siempre algo aun cuando no sepamos bien
labras), estéticas. En él, al fin, bóvedas de cruceria y techo q~e puede ser ese algo, o sea, Gonzalo Fonseca iba hacia ~I Me-
aguas se fund en en una sola entidad. Y es también Gaudí dio Oriente en busca de tumbas excavadas, de grandes piedras
estudia empíricamente los arcos parabólicos y descubre 'l. enhies tas, de acantilados como los de Petra esculpidos en los
más aptos para distribuir los esfuerzos que las simples ºJ"' d~,filad eros verticales. Iba como un sonámbulo, hacia las formas
término de los vertiginosos pilares. Así Gonzalo Fonseca e~ qut! llevaba ya en sí como en un archivo secreto que, poco a
pecto a su numen. El más joven es un hombre de extraord P~co -<:orno un lento jeroglífico- iba a tratar de descifrar en sí
cultura. De esos que en el fuego de la conversación par lll1 ~m o. En realidad el movimiento siempre es doble y dialéctico:
berlo todo: arquitectura española antigua, arqueología del M v.illnos espont.áneamente hacia lo que admiramos; pero al mismo
Oriente, etimologías árabes. tiempo nuestro genio propio modifica ese modelo, le resta el ras-
go único que hace que una obra sea nuestra y no solamente el
9
Gonzalo Fonseca noció en Montevideo en 1922; desde 1957 reside enAtt r~flejo de una referencia más o menos remota.
York. En 1962-1963 realizó una importante exposición en el Portland La de Gonzalo Fonseca parece pues, a distancia, una verda-
seum; en 1970 otra en d Jewish Museum de Nueva York; acaba de expone'
ro 1974) en la galería Conkright, Caracas. cul
d~ra peregrinación a las fuentes, una búsqueda lustral, un ingre-
JO Cf D. Bayón, Ave11t1m1 plástiCD de Hispa11oamérica. Fondo de so en el gran tiempo unánime en que el pasado se funde e~~ el
Económica (Breviario 233), México, 1974. Presente y se estira hacia el porvenir. Ya no se trata de trad1cuín
282 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOC:RfTICA

t!n lo que e l concepto puede tener -y de hecho tie i e::. escaJas contra un muro. Si es pintura, un grueso revoque
<tcadémico. Es la tradición en el sentido más tragico m~ ct1t º:rn~nto las "materializa"; si se trata de maderas no serán por
tendal: la coincidencia con los propios valores, el alza;se hs d.t' <.l frescos tablones de esos que aún perfuman a bosque, sino
espejo antiguo parn vernos como siempre hemos sido ª (lt!íl~l
. .
vigas carcomidas, venc1'd as d e tiempo,
. resqueb ra¡a
. d as d e
como la eternidad nos transformará para siempre. Y v1e1 1f.-it
:..
igadas de haber soportado cien año~ un ec o. Esa~
· t h
11
Después de la aventura de Jordania, en Egipto, en el Dajo s< ,,Jeras " humanas" son su her~ncia y su gloria. ~on ellas, casi
Fonseca "subió" hasta París donde pasó cuatro años buscá rn ,mor y a cuchillo lento, va a 1r desbastando pacientemente las
en la pintura, una pintura aún muy marcada por el ~ran cOf'I"
fnrrnns que • poco a poco, des de adentro como quena
• saldrán as1, '
tutelar. Su interpretación empezaba a ser, sin embargo, a la R11d1n. Dando la impresión - falsa- de que son e.llas las qu~ se
Torres-García trascendido, liberado de las propias ataduras • •linen al escu ltor y no viceversa. A veces son hitos, menJ:Lres
~ !po::.tes" los 111\ma él sin retórica- formados por una antigua
1
maestro se había autoimpuesto de téln dogmático como se
vuelto en los últimos años de su predicación. Su joven co colurn na de madera plantada vertica l sob re e l suelo, sin más
triotél -¿reflexionando o a pura intuición?- iba a entende tr.irrn te. De ese tronco unas su bformas nacen, se desprenden,
parte del mensaje de Torres est<lba en la tridimensionalidad cuelgan del totem como a muletos agregados, e~otos de una re-
que el mñestro habfa aludido sin ser capaz de dominñr. Así lig1<1n por inventar. Esos fetiches están sostenid~s por cu:r9as
seca desde ese entonces no sólo dibuj<l, pinta, sino que tñ trt>nzrtdas, por tientos de cuero crudo. '.'JO es tá dicho e~phc1ta­
ensambla materia les -artt! pobre avant la lettre- para cons ml•nle, pero de una oscura manera intuimos que ~sos d1¡~s bár-
literalmente su expresión que es siempre digna, noble, en bl b.ir•>5 no están allí porque sí, sino que quieren t.amb1én decn algo.
y negro como s i no quisiera detonar por el color. Todos los si Si ~u uso práctico se nos escapa, entendemos sin emb.argo que no
tradicionales de Torres fu eron utilizados entonces por Fon t1P11en nada de gratuito. Ante uno de los postes má!?1cos de Pon-
letras, números, ideogramas de soles, casas, pescados, lo que ... se1.n nunca se nos ocurriría por cierto pensar en capr~cho (es~ que
ma un mundo, el nuestro, y que viene del fondo de las eda) "\ l'Ces resulbl capricho ingenioso en ciertos s urreahstas~. S1 aca-
todaví<l no hemos olvidado. so lamentamos la pérdida del diccionario que nos permita com-
Poco a poco el mecanismo se irá complicando, enriquecie pn"mierlos en su misma trascendencia, empero no nos cabe duda
haciéndose más ambiguo, o sea más perturbador e inquiet dt:' l}llé significan, y la frustración hace recaer la c.ulpa en ~uestra
La inspiración se sale del plano; es decir no sólo alude al esp rn,11" memoria tal como la defini ó Pl<ltón: amnest<l de las ideas y
sino que lo ejerce como Ja casa propia de su inspiración. De no otra cosa.
tonces en adelante habrá unidad entre lo dibujado, pintado, MJs tarde, en su carrera, veremos el advenimiento del pleno
cortado, modelado, esculpido a punta de cincel. La obra es Pun!>eCñ, el igual a sí mismo, el artista ~dur?-. Todo lo que toca
continuidad, un colonizar permanente de la espacialidad to se monu mentaliza, se yergue desde la intu1c1611 hasta la obra
Para hacernos ver, experimentar, los p restigios de la mat ht•cha y derecha, creciendo cada vez más en jerarquía, en auto-
como tal, de la forma temblada -geometría de la punta de nl1ild. Por eso Jos arquitectos acuden a él como moscas a 1'.1 l~e:
dedos y no de la fórmula-, mediante excavaciones quepa porc.1ue lo consideran un inventor nato, una cantera de s1tuac10-
hechas por el tiempo y no por una voluntad humana. Las P nes plásticas inéditas, capaz de " urbanizar" el espacio haciendo
dras más anónimas, los materiales que se parecen a la tle n:::.plilndecer las materias hasta las más humildes y más obvias. Y
como los cementos de color neutro que, a veces, pinta de ro e,llo no por la agresiva vía de un ilusorio "emp~~r de .nuev?"·
sordos, oscuros. Poco a poco en esos paneles, planos en su t'>te latinista -¿qué otro escultor tendría un d1ccaonar.10 lat1~0
gen, las formas empiezan a recortarse, a arrojar sombras. Es sohre su mesa de trabajo sino Ponseca?- sabe que en etímolo~pa
mos, sín embargo, aún en proyectos de esculturas que se pre lnd<t palabra tiene su raíz. As{ este artista moderno busca apas10-
tan frontales. Las construcciones en madera irrumpen ento n,1damente sus raíces adentrándose en él y no alienándose. Su
perentorias. En 1957 Fonseca se instala en Nueva York Y eJ lllov imiento es centrípeto y no centrífugo, como es lo habitual en
donde empieza a trabajar a fondo todas sus intuiciones, a est<1 época improvisada que es la nuestra. Movimiento de con-
rrollarlas, a llevarlas todo lo adelante que puede sin perder I~ centración, pues, y no de dispersión. Cierto es que esta raza de
je ti vidad. Es decir, las cosas son, están: puertas, flechas 1 ilrtistas - hay otros excelentes en Latinoamérica- ante una
284 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTICA 285

inspección superficia l parecen no hacer avanzar este arte n Htiy Fonseca me ha desarmado de esas aventuras. Más mo-
que tanto nos preocupa. Craso error: no todo cambio tie ,,1,, 0 más soberbiamente, éJ no quiere can:'biar de escala, .sus
estar unido a una empresa escandalosa o de brutal ruptu dt - ., no son maquetas, son obras. Como un nmo perverso quiere
también esa insidiosa, sorda disciplina de los eternos ¡ obr•• ·
t,'(I 1 ~·ar sus castillos, sus palestras, sus tum bas y hacer 1as encar-
fechos como Fonseca. En una palabra: el arte de este plásti 1 ~n una "geometría humanizada" como la deJ propio Torres.
cepcional es un arte de origen, fundado. Se edifica sobre f\~t~,., r¡:¡zón Fonseca, por último, en crear sus modeJos mágicos a
nes viscerales de materias antiguas, permanentes. Crece a 1i 1 ~scala di min uta, puesto que a l no poseer la luz esca la
de la memoria ancestral de la especie. 1.1~; 111 a, la persecución de las sombras se produce igua l sob re sus
Sin embargo, aunque reflexionado, todo es espontáneo f,~l linit>nes o esas manos o pies que a veces asoman intrigantes o
Se le sospecha una formación humanística, clásica, pues ffll'l1•1wdores al fil o de un paramento. Somos nosotros quienes
sus referencias son naturalmente históricas y recuerd :: 1 ~ofM r proyectamos esa relativa grandeza, c?mo en la playa
cicatrices de las viejísimas culturas. Sus construcciones so cuclndo niños creábamos con Ja arena un universo a nuestra
lunares están puestas siempre bajo el signo total: el conju medida . Ya que la g randeza está sie mpre implícita en estas
ritos funera rios, el afán de eternidad. Ahora su lenguaje mttqu1naciones que, ~ ás de una ~ez, apenas si _miden lo q~e un
piedra o bronce -después de haber sido de madera- y tablero de ajedrez. Al igual también que en el ajedrez, las piezas
dicho que cada vez acepta menos la colaboració n en gran que el rnél neja valen en sf y valen por la posición que ocupan en
(obras de arqui tectura, de urbanismo) ya que su idea el c.1mpo del juego, dibujando entre ellas una estructurn~ una
volver a la escultura individual "hecha a mano". En el si con,tt!lación. Allí no basta con ser el Rey, hay que poner en Jaque
que los a rtistas dictan por teléfono el "programa" de sus al enemigo; ni basta erigirse como una Torre inexpugnable o un
este antig uo arqueólogo aficionado sueña con reinstaurar Cab,1110 que salta de costado si no hay en perspectiva un plan de
tacto: materia-hombre. Su voluntad, crear una serie de at<1que o de defensa.
s ueltas que el espectador pueda varia r a su antojo para cr Un il ustre amigo d e Fonseca, Math ias Goeritz, ha práctíca-
unidad: la obra. En algunas de ellas -casi juguetes solemQllf!:~ mt.>nte abandonado la escul tura en favor de Ja arquitectura al
si levantamos una pequeña piedra rectangular (Ja maqu nivel urbanístico y sólo construye ahora en grande y como para
una lápida) podemos encontrar un granero en miniatu llliHl,1r ciertos "sitios" del espacio que él quiere privilegiados.
virtual sino verdadero. También, si queremos, desplaza Pu n~eca, exactamente al revés, en esta época desmedida, se da el
menhir o cambiamos de sitio la escalera, jugando a encon lujo de retraerse a sus escasos signos, elementales pero básicos.
un lugar inédito a la esfera implantada en su pozo circular. Ya lJuc es la proporci611 de espacios lo que de veras cuenta para
Concretamente hablando, estas esculturas de Fonseca él. Su utopía es metafísica, sus plazas son más abstractas que las
mo las egipcias- obedecen al bloque, a l paralelepíped~ d de Cinrgio De Chirico. Y también son más sobrias puesto que no
salieron. Se pueden " leer" verticales o, mejor aún, honz.o ost<.!nlan cielos verdes que las prestigien, ni estatuas clásicas que
como una cosa en sí: modelo a escala red ucida más que P1 •11 crepúsculo miren pasar los trenes con sus ojos vacíos. Aquí:
cultórica en el sentido trad icional del término. Eso me llev Sólo l.1 monocromia de la piedra o el bronce, sus rigores, su peso
hace años en la primera visita entusiasta que Je hice en ~Pl.!ofico que, en este caso, resulta sinónimo de profundidad.
York a improvisar, ante su silencio, una teoría exa lta~ •n ht1cer literatura, las construccio nes de Fonseca son como
obras para mí resultaban Jos proyectos de momento~ co ~equto11os teatros pt1ra la acción. No teatros "a la italiana", en un
Había -para realizarlas- que cavar montañas, puhr s~ 5 e·c.it ci:rrado y con una cortina que se corre o descorre. Nada de
cos, a lisar las tierras para llegar a promover terrazas, P 11
1so, ilquí rige el recuerdo de la escena antigua, a cielo abierto, en
mas, desniveles. Teotihuacán, Machu-Picchu y el observ t~ 1J 1•l' el espectador tiene que ponerlo cas i todo. Fonseca, no
astronómico de Jaipur, eran mis referencias. En ese m.lrcon lll ~t.inte, nos va a proveer de lo principal: es decir del basa-
tesco se podrían representar las du ras tragedias ~e la~ e~tu mismo para que esa acción en potencia pueda existir.
dad: &tipo se pincharía los ojos al pie de esta escal_ina~ t>ll ~ •h ubras de este creador hacen el papel de resonadores: en
nestra bajaría hasta esta alberca rectangular; los Siete u ltli' " Cada uno de nosotros encuentra -<:orno propio caudal- lo
las puertas de Tebas en la oscuridad nocturna. sino que él aporta: el imaginativo su imaginación; el soñador
SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTLCA 287
2116

s us sueños o pesadillas; el viajero sus recuerdos o episodios or familias. Armando Morales 11 pertenece, entre los grandes
servados en el herbario de la memoria. Paralelamente r pintores contemporáneos, a la prosapia de un Poliakoff; en tre
que el tonto no verá nada, ni el ignorante. Por eso he dicho fi~ del siglo pasado, a la de Renoir o Degas. Y ello no de una
las escu lturas de Ponseca actúan com o resonadores y, po ~,111 era su perficial, digamos, porque ha sido primero abstracto y
agregM, también como un amplificad or. En sus solemnes ju ~ho rrl pinta, en cambio, grandes desnudos femen inos. Nada dé
de volúmenes y vacíos estamos -<orno decía Unamuno ~, , 1 : en este caso, cuando hab lo de familias de espíritus me
Escorial- en presencia del nudismo arquitectónico. Parecería ,;fiero a aspectos más secretos de la personalidad, a la concep-
Fonseca nos da como los "huesos" de la acción, de cualqui c1 1111 del mundo que, en estos artistas, supone una sensibilidad
ción, no teniendo que proveer nosotros sino de la circuns ,trlicular al espacio y la materia pictórica.
histórica, anímica. p Como Poliakoff, Morales ha tenido la artesanía y el poder
Estas grandes construcciones miden a veces tres palm e¡t>rnplar de construir telas mediante una substancia sólida como
largo por uno de alto. He visto en su taller pequeñas pla un muro; y también como él ha necesitado de pocos colores para
mas de bronce o piedra en donde se repiten otra vez los si l li~ rtH su expresión profunda. En realidad, el nicaragüense es aún
obsesivos: la puerta, la tumba abierta, el pozo, los escalones m.1-. sllbrio que su antepasado ruso-francés. Poliakoff se lanzaba
llevan de un nivel a otro. Pesado y minúsculo ese universo con deleite a amarillos azufrosos, azules saturados, rojos construi-
sobre nuestrns rodillas y nos hace sentir los ogros de ese Li di>" , espátula; mientras q ue Morales se contentó, d urante mucho
cuando cambiamos las piezas de lugar improvisando epis tit•rnpo, con una verdadera cuaresma cromática en que sólo blan-
situaciones de las que nos sentimos protagonistas. Como cos, grises, negros jugaban entre sí sus armonías severas y opacas.
taigne, Fonseca sabe que "la palabra es mitad del q11e In dice y El -.enti miento de la materia era, empero, igual en ambos artistas;
del que la escucha" y, magnánimamente, a partir de sus obras lil uti lización de los grandes planos cromáticos encastrados los
deja jugar a ser nosotros mismos en ese marco aleatorio un 1~ en los otros resultaba similar en ambos.
programado- que él crea para su expresión y la nuestra f.; decir, creo yo que puestos a caracterizar la pintura que hace
suprema serenidad y elegancia. diez años practicaba Mora les (sus orígenes no me interesan en
estt:> caso), podemos decir que estaba embarcado en una pintura
Nueva York, 1974 11
Armando Morales nació en Granada, Nicaragua, en 1927, Realizó sus
C•lutl1ns en Managua, la capital del país. Entre 1948 y 1953 frecuentó la Escuela
EL ESPACIO PRÓXIMO Y PALPABLE EN L/\ PINTURA UE d,• ll1•llas Artes de l'Sll dudad; más tarde, a partir de 1957 viajó por el contiJ1entc
anwricano: desde el Brasil y el P4.'rú hastn los Estados Unidos. En 1960 gracias a
ARMANDO MORALES
un;1 beca Guggenheim se instala en Nueva York donde reside descll' entonces.
Ültm~omente cnsei'la en Coopcr Union. Sus exposiciones individuales fueron:
llJ~9 Instituto de Arte Contemporánl'O, Lima
On peut dire qu'a une phase ou Ja p~éocc 1%2 Jerold Morris Gallery, Toronto
dominante avait été celle de l'inventa1re d~ l•ii;2 Angclesky Gallery, Nueva York
et des gestes d'une certaine société hum~ tn 1%,'\ Instituto Panameno de Arte, Panamá
chemin sur les routes de la terre, a succe~é l'lt..¡ Cah.>ría Bonina, Nueva York
l'lñt. Uiblioteca Luis Ángel Arnngo, Bogotá
nouvelle phase ou ce qui compte surtout e 1%(, J.L. Hudson Callcry, Dclroit
percer les secrets de In Vie. On s'est aper<;u 1' 1C1l, Cnlería Bonina Nueva York
plus mystérieux, c'est le plus proche, que 1 t
grand espace, c'est !'esprit huma in et le~ reª
IW17 Museo de BeU;s Artes, Caracas
1' 11,'! Galería Bonina, Nw,?va York
du corps avec l'esprit. :'11 ~~ Palacio de Bellas Artes, México
W,9 l'ark College Kansas City
l 1/J"'1 Cnlcría Bonina,
' Nueva York
PIERRE FRANCASTEL, Pefrrtim: et . 1
l 7'\ Lee Ault & Company, Nueva York
~ '' llJS9 ganó el Premio Emest Wolf, ntribuido al mejor artista latinoamericano
Después de todas las clasificaciones imaginables, un día, el l!,,, il V Bienal de San Pablo; en 1966, la recompensa Industrial Tnndil en la m
1

tico comprende que a los artistas también se los puede ª 11


• 1de Córdoba.
SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRÍTICA 289
288 SEGUNDA PARTE

matérica que quería tener estructura y rechazaba las tenta . nwv bien de preguntarle a qué se debía el cambio, en el supues-
de cualquier informalismo a la moda. El problema, sin errJ:ª
presenta varios niveles de lectura. Había, por una parte 1
111 .-rlso de que fuera capaz de responderme.
No dejo de reconocer, sin embargo, que las primeras mujeres-
ciente partición de la tela en grandes zonas triangulares' tª 01,1niqu!es de ~orales que vi una tarde plomiza en su estudio de
zoidales delimitadas a sentimiento. Si esa era la primera Íi:a
visible, para el atento espectador las formas estaban sostenJ
un Li;irr10 sórdido y a la moda, me alarmaron, o mejor dicho me
dt>:.concerta ron cuando yo me esperaba la normal serie de
ah~tracciones ya sabidas. La gente entonces hablaba mal -los
como verdad última, por su espléndjdo sentido de la materia otflJS pintores latinoamericanos, digo- del viraje de Morales.
tórica. En una palabra, lo que Morales tenía entonces que d L ti .::ritkaban en términos de traición, considerándolo un ver-
decía por la piel de cada uno de sus cuadros. Aunque más
pi~ ha~ría que hablaI de revoque, en el que incluso podían~ d,1dero tránsfuga.
Lns más jóvenes habían nacido abstractos, así como los más
apllcac1ones de madera o de cartón que suponían una sue vll'10::. -entre los que yo mismo me cuento- habíamos nacido
collage a gran escala. pi,:11mtivos. Era lógico que los primeros se escandalizaran y que
El espectador sensible debía recibir toda su infonnación d
In~ seg.undos no lo pens~ ramos dos veces. Soy fiel a mi memoriél
lo tres elementos: los grandes planos geométricos; los co y Mlm1to que au':'que no sa bía yo bien cómo digerir los nuevos
incoloros (si puede decirse) de que esos planos estaban cu.idr~s que el pintor me m_ostraba, nunca dudé de que lo que
tados; y, sobre todo, de la textura supremamente expresiva yo ten ia entonces ante los o¡os era obra de jerarquía y gran ca-
cias a la cual él traducía, y traduce aún hoy, su manera de lidi1d pictórica. Lo único que ocurría era que no estaba yo pre-
el espacio como la palpación: pióxima, detallada, sensitiv p¡irc1do para ese nuevo planteo y, como de costumbre en esos
un medio en el que se siente vivir y por el que entra en con
ca~11s, no me quería expedir definitivamente. Bien hice por cier-
y mide su relación con el mundo. No es disminuirlo, por el
to. El tiempo op~ró su milagro y, poco a poco, Jlegué a asumir lo
trario, reconocer que en su periodo abstracto. MoraJes se qut esa comple¡a forma de representación podía significar en
de una serie limitada de signos. No sólo unas grandes zonas nuestra hora y en la del pintor. Una vez más tenía razón Henii
máticas se oponían unas a otras en equilibrio estático, sino Focillun cuando en su libro ya clásicou enunciaba esta verdad
también rayas punteadas (hechas a pincel) intrigaban el profunda: "l..n fomra termina siempre por segregar sus propios con-
como hilvanes o indicaciones de rutas ambiguas. El sistema te111tfos." Al cabo de los años, tanto Morales como nosotros mis-
donaba perfectamente pero podía llegar con fatalidad a la ru
~os h~,mos llegad? a admiti r y justificar ese nuevo modo de
en la que caen la mayoría de los buenos artistas contem expres1on _que proviene directamente de su periodo abstracto sin
neos. Sin embargo, un buen dfa -con el lamento consig contradeorlo, al contrario, enriqueciéndolo de más complejas y
de los que ya habían aprendido a descifrar su clave- Mo polivi1lentes dimensiones.
apareció con otra clave, coherente pero que sin duda compl l3,1~te decir qu e, al cambiar, Morales no traicionó lo que
eJ juego, haciéndolo más rico, más aleatorio. Si para tratar d part>cm desde un comienzo su ancestral urgencia en pintar la
transformación no estamos ya obligados a reducirla a té Sltst
e:; mrcin · de la que está hecho nuestro mundo físico: tanto el
de abstracci6n-jig11ración, como lo hubiéramos quizá hecho ~5 1
a n~· c10 como los cuerpos y el espíritu que nadan en él. Sus
atrás; lo cierto es que la gente empezó a decir hace ya u~ t~
"Morales se ha vuelto figurativo ..." No era que esa obJectó cai/Ruos arregl?s deliberadamente planos poseían ya esa
l<xl dad perentoria de lo que es, frente a nuestros ojos y sobre
asustara mayormente, habiendo visto yo tantos casos cont
de buenos figurativos que se habían pasado con armas Y ba
~ 11 ~ nuestro tacto. Cuando aparecieron los maniquíes huecos
Iil1:l
"sen~ no hºizo otra cosa que continuar una trayectoria que se'
a la abstracción o al informalismo (¡cuando no al pap_ artl)
desenfrenados. Recue rdo que cuando lo visité por prim
P00•a como irremediable.
sieConcretamente, esos primeros cuadios figurativos comportan
en su destartalado estudio de Bond St., en Nueva ~ork,b n ,~re unas presencias femeninas, de pie, en paisajes vacíos con
1967, Morales, precisamente, me mostró en esa ocas1on ° 1 untes altos. Pavimentos rayados con líneas de puntos (¿las
figUiativa. .
Es _este pintor hombre de pocas palabras; y consideran 12 Vi('
dttsforou-s, 1943 (hay traducción en espai'lol).
yo mismo un crítico atento pero poco inquisitivo, me g
SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRÍTICA 291
290

mismas que venian de su abstracción?) llevan como fondo Vuelvo al método que mis lectores fieles -en caso de tener-
torre, unas cúpulas o una chimenea humeante. El recuerdo los- ya me conocen: des pués de la caracterización general, el
pin tu ra de De Chirico y de Carrá es aq uí por demás flagr ,1 nAlisis particular; no en vano he sido profesor y tengo la manfa
Como en el caso de Botero, de Gironella, nos hallamos ant ntima del comercio de textos. (Conste que no digo la explicación,
arte culto, tejido de alusiones, recuerdos y homenajes. puesto que considero que en arte no hay nada que explicar, sólo
Fiel a sus sequedades de otrora, Morales se arregla para qu izá señalar algunos va lores).
todo un ambiente a base, otra vez, sólo de blanco y negro; au En el caso de Morales, mi instinto me sugería desde un prin-
ahora intervenga también algún ocre o tímido rosa pclra su cipio que se trataba sobre todo de materia sensible de concepci6n ín-
las cMnaciones. Vayamos por partes: los personajes que h tima del espacio. Había pues que buscar antecedentes por el lado
estos cuadros son compuestos: mitad arquitectónicos, mitad m de Renoir y de Degas. Son ellos en efecto quienes, desde fines del
cos de papier mlkl1é. A veces no tienen brazos y las que pa siglo pasado, desarrollaron sus especulaciones sobre lo que he lla-
cabe.u\s no poseen en realidad facciones ya que al interi mado el espacio próximo y palpable. Que nadie crea sin embargo que
óvalo del rostro no hay sino un impene trable espacio ne con esta expresión pretendo referirme a una actitud naturalista.
originalidad de estas figuras consiste para mi en que, sienda No, no se trata en esos dos grandes pintores de desnudos, de un
pables - co mo todo en Morales-, no resultan, habland ilcerca miento meramente táctil teñido más o menos de sensua-
propiedad, metafísicas ni eróticas. Sin embargo he dicho de lidad. El universo sensible y mental que evocan Degas, y sobre to-
en una ocasión 13 y como s upremo elogio, que me inquietan fo Renoir, es un universo que está muy alejado de nuestra acción
me suelen inquietar Jos microcéfalos personajes constelad directa sobre lo que nombramos la realidad. Por el contrario, su
Tamayo, los arlequines fijos de Pettoruti; justamente no en 1 motor es más general y de raíz cenestésica más honda, más densa.
son, sino en lo que anuncian como presencias fantasma les d Morales, a su vez, es mucho menos voluptuoso que Renoir y
más, en el cuadro que estábamos contemplando ingenua está menos interesado que Degas en la descomposición del movi-
Otra vez Focillon me susurra al oído: "La intención de la o miento a partir del cuerpo femenino. Por los cuadros hieráticos
arte no es la obra de arte"; la más breve y quizá la mejor justifi de Morales pasa además, como la sombra de la pith1ra metafísica
de la trascendencia estética. italiana, del mejor surrealismo figurativo a la manera nórdica eu-
Sí, esos maniquíes de Morales ostentan s iempr~ un m· ropeí\ . Es decir, que ¡¡I haber nacido después de esos movimien-
de buena ley, auténtico, no agregado como un capncho o tos, Morales los cita sabiendo que puede aludir a varios niveles
Son irreductibles a nuestra vida cotidiana y, sin emb~ de significación, sin dejar por ello de ser entendido por aquellos
visitan y la perturban. Siempre de pie, estas ideas de "'"I con quienes1 justamente, le interesa comunicarse. Quisiera sin
desasosiegan y desesperadamente les buscamos un sentid embargo que no hubiera ningún malentendjdo, si he mencionado
su autor por cierto no nos da. nombres: Renoir, Degas, Poliakoff no es para decir que Morales
En este caso, como en su abstracción, rehúso det~er /1i?c:t' como e/los sino dentro de su mismo espíritu. Así J¡¡ intimidad
lo que he lla mado la pintura imagen o, por así dec1rlu, 1 de su espacio es objetiva, prescindente, y no apela ni sugiere el
obvia, puesto que es la que se muestra sobre la te.la. Ya que v.erd.adero tacto. En ese sentido, Morales siempre resulta más frío,
persuadido de que el sentido profundo de esta pintura sed siguiendo fiel a su materialidad sólida; aunque ahora su espacio
otro nivel más profund o. Desde que empecé a ver los cua.. se hñya hecho más acolchado y, en cierto modo, más algodonoso.
Morales mi sensibilidad --nue es mi brúJ'ula- me argu Como comentario a un cuadro de Renoir, Pierre Francastel dice
' , den
estaba yo frente a uno de los raros pinto~es ~r~scen i e5 le~tuñlmente: 14 "El espacio es una sustancia que está hecha de la
nuestro tiempo. Más tarde, después de la m~1~1ón, rn M Tl"lis.ma materil\ que la carne de la mujer.'' Aplicando la obser-
inquisitivo me persuadió de que la lectura ultima d~m v1'c1ón a Morales estamos exactamente en lo que yo quería decir:
hay que hacerla al nivel de su tratamiento de la sus 1 ro en~re los objetos, la figura, el paisaje no hay solución de conti-
tórica. Todo es sabio aunque medido, espontáneo ~~n ntltdad, todo está cortado dentro de la mi sma tela esponjosa,
xionado, en este artista hecho de reticencía, de contenci · 0
Pflca, sorda.
13 Ave1111m1 pláslira de H i$pn11oammca, Fondo de Cultura Económico. 11 ['
1!J74 (p .193). <'i11 t11n.• el socí.!lé, Audin, Lyon, 1951 (p. 197)..
292 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDJOS Y UNA AUTOCRITICA 293

Esto era lo que ocurría hasta hace unos años. No obstan frutas las que se antropomorfizan en un acto de rebeldía? Es am-
últimos cuadros de Morales han registrado un cambio que 1 tii~uo el discurso y no es Morales, por cierto, quien nos lo va a de-
ce aún más complejos. Y ese ca mbio se opera en los temas, i•lM· Al jugar aquí a las dos escalas confundidas en una sola, otra
manera de tratarlos, en el color y hasta en la factura. En ~ t>Z, aunque de manera original, pisamos indecisos el terreno de
monos, cambio dentro de la continuidad coherente, sin ni
1,1 .imbig üedad. Estamos y no estamos; vemos y no vemos. Las
fal sa nota de descarrilamiento intempestivo. Esta nueva ac niujeres-frutas se recuestan en las fruta s-mujeres y descubrimos
obedece -en mi criterio- al espíritu investigador, casi e ci1n asombro que ambas imágenes están tratadas -sin privile-
fico del artista, a su afán por llegar hasta las últimas con · ,¡0-,- a la misma esca la y de la misma manera que el espacio vi-
cias de sus propios imperativos. ~ti q ue las separa y las une. En ese espacio en el que vegetan, de-
Así, para empezar por el tema que es siempre lo más vi dicadas a una actividad que ignoramos y que, de todos modos, no
hay en Jos recientes cuadros de Mora les una desconcer ¡,,1bría que entender nunca a l pie de la letra. Viven, sf, como las
promiscuidad de mujeres y fruta s. Los maniquíes de antes figuras de un discurso, como las metáforas del poema: hilándose
cen haberse transformado definitivamente en seres de ca pclr<! í'ldentro, persistiendo en su mismidad. Hasta hace unos años
hueso. Esas opulentas mujeres se reclinan como las Parcas la inrngen propiamente óicha hubiera constituido el elemento de
fro ntis del Pa rtenón y si ya no están decapitadas seguimo choq ue: d ime qué monstruo creas y te diré quién eres. Ahora, 10
davía sin poder leer sus invisibles facci ones. Cuerpos mórbi dbtinto radica en el enfoque, en el dosaje de una serie de elemen-
anónimos se recuestan en en o rmes manzanas o peras co tos conocidos, históricos. Los artistas latinoamericanos que siguen
fueran otros cuerpos mullidos. Los títulos sobrios no son d practicando con amor el o fi cio: Botero, Amara!, Morales (por citar
siado explícitos: Dos figuras reclinadas, Fruta en un trípode; a v ,1 .ilgunos) buscan su novedad sobre todo en el montaje distinto
resultan más reveladores como en el caso de Metamorfosis, e que nos proponen. Ellos tres, curiosamente, recurren a las frutas a
una gran pera derrama sus flancos que se transforman en un t"•.:ala colosal que llenan la pantalla óptica sensible como querien-
roso dorso femenino. do deci rnos a lgo urgente. En Botero, como se trata de frutas obe-
Estamos en lo que Francastel llama " las experiencias íntlJjj Sih, considero que son la prolongació n mental de sus también
de la profundidad" y comprendemos que "el modelado d~~ obesos personajes que yo siempre he leído como caricaturas soca-
figuras señala la presencia de un volumen pesado en 1 rronas. En Amaral, más patéticamente, las fruta s constituyen una
mósfera". Varias otras novedades importantes en estas o ilgria sátira política ~ananas brasileñas amarradas, cortadas, pin-
recientes. Una de ellas es lo que vamos a llamar el close-up a chadas cuando no torturadas). En Morales, en fin, la intención
Morales somete ahora a su figuración. Si se trata de una parece la de confundir las pistas anulando las diferencias entre
por ejemplo, ella literalmente no cabe en el marco que él ""11-ll'· lo~ tamaños, la condición hu mana o la vegetal.
le propone. El ojo, la mano del artista se han acercado _más Su esfuerzo así consiste en proyectar un volumen fam iliar a
modelos rea les o imaginarios, que se transforman as1 en llh1 escala monumental.
único y obsesivo. No vemos ya un espectáculo regl_a do La manzanas de Cézanne no eran, en realidad, manzanas de
ven{a ocurriendo en la tradición del Renacimiento, sino, lodos los días sino ideas platónicas en las que encarnaba, diga-
contrario, un detalle fulgurante aislado. Nos concentraf tno..,, la manzanidad. El fragmento de fruta única de Morales es
- por interpósita persona: el pintor en este caso- e1a ~n un continente al que nos invita a desembarcar para explotarlo y
curva de una manzana, en la penumbra que la mode!ª· ~/Ionizarlo, como si nunca lo hubiéra mos visto o frecuentado.
de abordar un objeto pequeño y familiar tenemos la im6re 11
rnb ién el rostro que vamos a besar desaparece en el eclipse de
del paracaidista en el momento en que está cayendo so a 1
rt prox imidad y el amor. A ese vértigo nos convida hoy el
isla a riesgo d e es tamparse sobre e lla . Aprehénd~mo~ne ;n!~lñ, sin olvidar que el dibujo de la tira cómica también nos
realidad aún de otra manera y en este caso se nos imp ~~ 1 1"lñ e l ojo desde es ta nueva objetividad en la persona de su
gigantismo, por miopía golosa. . f Fdt>scubridor: el norteamericano Lichtenstein.
¿Por qué, d irá a lg uien, en ciertas ocasio~es mu¡er~s.~n ~ Otra no ta característica reveladora: las formas en Morales
conviven -a la misma escala-en este espacro muelle. ¿ ari r~lc)n siempre en tensión. Y esa tensión la produce un abanico de
so las mujeres las que se hacen liliputienses o, por el contr t·rzas divergentes que estiran la imagen hacia los cuatro
294 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRITICA
295
puntos cardinales del cuadro, sin destrozarla pero mantenién- BRIAN NISSEN O LA rlNTURA COMO "CAMPO DE FUERZAS"
dola al límite mismo de lo soportable. En fin, para hablar del
color: si antes, como vimos, su cromatismo era casi una mono- ... C_'ei;t a peine si nous commen\ons d'habiter cette
cromía; ahora en ca mbio, el color se ha hecho afelpado por ma1son nouvelle, que nous n'avons meme pas achevé
medio del entrecruza miento de pinceladas secas, sin mucha de bñtir. To.uta si v.it.e changé autour de nous: rap-
materia, que al modelar la forma llegan a crear La turgencia. Sil\ potts humams, cond1t1ons de travail, coutumes. Notre
embargo, si hay colores nuevos, son colores emparentados siem- psychologie elle-meme a été bouscuMe dans ses bases
pre con el gris (aunque el gris no esté presente es su a/hmi d9l les P!us intimes. Les notions de séparation, d'absence,
tono Ja que cuenta). ¿Amarillos intensos?; no, ocres polvorien de d1stance, de retour, si les mots sont demeures les
memes, ne continnent pas les memes réalités. Pour
¿Acaso una trompetada de verde furioso?; tampoco, sino verd
sai~ir le mo~de aujour'hw, nous usons d'un langage
llenos de claridad. Lo que vemos son tierras Siena, rosas ga qui fut érabh pour le monde d'hier. Et la vie du passé
tados, blancos sucios, penumbras. Sepia más que negro. Tod~ nous se~ble ~ieux ~épondre a notre nature, pour la
estos volúmenes táctiles que Morales crea están construidos p seule ra1son qu elle repond mieux a notre langage.
cientemente por medio de superficies temblorosas hechas d
varias napas de color repasado, dejando una trama porosa qu A. DE! SAlNT-ExUP~RY, Tcrre des hommas
parece favorecer la respiración de la forma.
El grupo de iniciados al arte de Armando MoraJes se va a a~ N(1 ~e conoce n.unca ,bastante a un amigo, y menos aún si ese

pliar ahora de modo irresistible. Lo presiento. El pintor del sil~ ,Hnigo e~ ~n artista. Es pues ya una tradición que cada vez que
cio con gran lucidez, probidad intelectua 1 y sensible, prosigue ''º} a Mex1co, ~e acerque con nueva curiosidad al abarrotado y
una implacable carrera ascendente. En este tiempo de balancet c.iluruso estudio de Brian Nissen. Nfasen es un artista "dife-
se me ha dado por pensar que, tal Bonevardi o Fonseca -aunqul rente", no lo digo en son de elogio ni de reproche, enuncio sim-
de otra manera-, Morales también forma parte de una reserva 11(; rlemente una verdad: en México, Nissen es un artista diferente
arte que el mundo, tarde o temprano, no tendrá más remedio ~~deci r, que difiere ~e los otros artistas de ese país. Aunque sól~
que descubrir. Postulo que una docena al menos de nuestrofJ fuera por9ue es n~c1do en Inglaterra y hace ya 10 largos años
artistas latinoamericanos, los practicantes de un arte sólido, detlJI que ~rn ba¡a en la ci udad y en el campo mexicano. Él mismo se
so, al margen del grado cero de la pintura, van a entrar de pronto! b.iut1z¡¡ &e pintor nngloaztecn, y a fe que no se trata de una mera
el gran circuito y que, de ahora en adelante, contarán cuan bn11t11de. Su sensibilidad, su mentalidad británica han echado
Uegue el momento de las cuentas claras. Entonces -si no lo r.irn.1s y dado frutos en un aire mesoamericano que perfuma
1
cen ya desde este momento- los entendidos serenos empeza • un et _culturas prt'Colombinas, y a las más recientes que llevan
a buscar y a atesorar sus obras, porque algunas de las mejores. ldd,1v1a el signo de la búsqueda de una autoconciencia.
críticas, provocadoras, misteriosas, ca lmas. Y, agrego l,'ara t.. Le es fácil reconocer -cuando se lo interroga- que si fue a
taciónde los enfermos de vanguardfa gratuita: son también ob ,,1P 1co y no a otra parte, debió ser sin duda porque intuía
<1h>u" ·
-t!se mismo a 1go difuso
· pero certero- que iba a servi r
de profunda originalidad. l'."I

Estoy persuadido de que la pintura de Morales, supre nJ ~;~". n:velar.le su propio íntimo ser de joven a medio formar.
te suya pero también supremamente nuestra en lo q~e. co ha ll: •111 os, sm e~bargo, considera él hoy, le costó asimilar una
de desciframiento de los mecanismos corporales y espinted~ in • una vegetación y, sobre todo, una manera d istinta de ver el
nuestra época, ocupará muy pronto - no tiene más rem •0 ''"linde~, que considera ahora como una sangre d efinitivamente
1
ocupar- un verdadero lugar de privilegio dentro del arte lJU nda que corre por sus venas en un extraño mes tizaJ'e cul-
lt1r,1 ,
1
temporáneo.
l>.i \rtista ordenado y modesto -aseguro que esa mm avis aún
París, 1974 ~t~ en nuestro perturbado universo- Nissen / ante mis pre-
11 11
,., nt I!-. •
~u ' ·' sig ue remontando a lo que considera la arque0Jo1.-fa de
thn•'rte· D os o tres d e 1os primeros
. º
años de su estancia mexicana
'•dera él haberlos pasado dibujando en blanco y negro, antes
SECUNDA PARTE SEIS ESTUDros y UNA AUTOCRÍTICA 297
296

de sentirse seguro con el color: esa tentación y esa arma de d Lreo poder calificar de "élfica". Quiero decir: retozona como la de
filo. Están aún ahí a la man o de quien quiera mira rlos u i.ls elfos o esos espíritus traviesos de la leyenda germánica que
cuadritos compactos, de formas caricaturales y excesivas nL':> perturban porque se entretienen en confundirnos. Si no nos
sólidos y bien constru idos. Sí, insiste: dos o tres años le lle~ó ,1terran--como otras apariciones más presuntuosas y solemnes-
pecular sobre el valor de la línea desarrollándose frente al pa ,il menos nos inquietan y nos sirven de señal de alarma cuando
considerado como "fondo''. Pronto él mismo iba a complica t.!nemos tendencia a tomarnos demasiado en serio.
juego apasionante, aplicando primero un "lavado", valed Un paso más allá -o más acá- fueron los pop ingleses que
una acuarela o un temple muy d iluidos en gris, en azul, en cll«ibo de citar. No en vano eran los hijos de dos posguerras, la
doso, en lila, en ocre (su gama favorita de siempre), de b<imba atómica y los campos de concentración, esos lastres que
de corporizar un tanto más sus intuiciones que ya enton p¿5an en nuestras conciencias, aunque nos sintamos inocentes
apuntaban a la obra total. de toda esa Si\ngre. Confiesa Nissen que entonces, cuando se
Un par de años más actuaron de antídoto ante cualquier buscaba, no dejó por cierto de vet lo que hacían contemporánea-
bilidad de a manerarse en un truco que le empezaba a res mente sus compatriotas y todos los artistas del mundo embarca-
demasiado conocido. Ese nuevo giro consistió en una incu d11s en una posición crítica y desgarrada parecida a la suya.
que hoy voy a llama r tridimensional, aunque no pudiera as 1\1 ientras tanto él llevaba adelante, lo más independiente que
lársela a la escu ltura sino más bien é'll relíeve, puesto que c p•idía, su propia experiencia mexicana y recuperaba por su
él lélS creélciones de Nissen en ese momento (1970-1972) po l Lll'nl<l -o la creaba de cabo a rabo- una imaginería poblada

como en el relieve tradicional, un punto de vista privilegiad de cosas, objetos, circunstancias en las cuales el hombre no pasa-
no único. En ese momento de su carrera lo conocí yo y emp b<1 de ser un elemento más entre tan tos.
meditar sobre lo que su (Irte diferente podía representar de Le sigo preguntando con ma la intención -que es muchas
en un país como México, bloqueado durante tanto tiempo vece!> la única manera de obligar a los reconcentrados a confe-
formas de arte consideradas casi "oficiales", como el muralis ...1rst"-- y me responde que no niega la existencia de factores psi-
Nissen, en general, pertenece a la misll'IB generación de wlogicos en su pintura. Es más, me asegura que para él los íac-
Hockney, de Derek Boshier. Juega en él automáticamente -< t11n.~s eróticos también están siempre presentes en lo que hace.
en sus compatriotas citados- lo que podemos considerar un Le hablo entonces de su humo1~ y si bien lo acepta como algo
flejo condicionado" que yo, a fa lta de mejor nombre, prop tr1d to, no dejA de dolerle que los críticos -aun los mejores- no
calificar de "espfritu pop". O sea, para decirlo en buen rom hr1v.1n visto más que esto. Los defiendo -y me defiendo- afir-
esos pintores jóvenes se sienten legítimamen te los natu ni,mdole que era precisamente lo más obvio de su pintura hasta
herederos de todas las deformaciones antiguas y moderna h.1< e unos años. Tal vez un poco a la manera de esas cubiertas
sean las de los expresionistas; las de los cuatro o cini;o gra pllsticas transparen tes que nos muestran el producto tentador
maestros europeos que acaban de desapa recer; y ~as cerc pPr11 nos impiden gustarlo y comprobar su excelencia. Ahora,
nosotros, de las que practican Jean Dubuffet o Franc1s Bacon, rTl.ls maduro, Nissen parece haber desgarrado definitivamente
1
fetas mayores de los que se ha dado en llamar la " nueva l 1 superficie brillante que pudimos tomar por una caricatura y
ración". qu1:1 entendemos -yo <ll menos- como un acercamiento si no
Sin embélrgo, con quien yo más parentesco le encuentroª l'·.c1ctamente expresionista (como el autor pretende), al menos
sen es con el suizo-a lemán Paul Klee. A partir de ese en rl 'f'llo el enfoque denso y complejo de problemas que correspon-
artista tnn auténticamente moderno, aparece por primera ve 1
1 ·n ·' nuestra época.
figuración deformada, a veces patética, a veces juguetonad Urgido por mí, Nissen a continuación se define como un crea-
que resulta del encuentro de un arte culto occidental, 1'1: ~ dq do, preocupado por el "uso de lo cotidiano". No obst<lnte, a l
dones de las artes "salvajes" que Europa estaba entom:e5 1 e 1n1prender que la definición se queda corta, agrega que se trata
briendo, y del preciso tributo del arte de los niños Y de 1 º~a aun de "elevar los objetos a la categoria de fetiches". Ya sabemos
En los dibujos, acuarelas, óleos n peque~a esca la (su~ ~<;el
1 11
l v 1,, palabra viene del portugués en que quiere decir senci lla-
cuAdros me parecen perder en intensiaad), Paul Klee e: lhtnte ficticio. Fetiche es así un objeto cualquiera al que su pose-
una actividad "angélica" para unos, "diabólka"para otro~ q l>tir tltribuye virtudes mAgicas.
298 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA /\UTOCRITICA 299

Nissen parece sentir la importancia del objeto conio rn . 1 pre el nórdico, el suyo no deja de parecerme muy bien ed u-
°
de " meditación" plástica. Las tradicionales relaciones del 0 s•ef y con la "distancia" que pone una cierta objetividad muy
con nosotros se ven ahora ampliadas median te el desarroll
0
~~.~~- Trato a renglón seguido d e de~ostrarle que, a u~ e~ s~
la técnica que nos propone materiales, fo rmas y funciones ¡ · ca más virulenta cuando sus fig uritas resultaban casi com1-
tas en la historia de la cultura. Nissen, al manejar delibera ~ro1
¿¡montonándose bajo la lluvia de varillas de alambre, aun
mente esos materiales explosivos y fasd nantes que constitu l• ~, mees digo, su "cosmovisión" result.aba "fría" para un públi-
los nuevos o bjetos y las nuevas técnicas, actúa como uno de en 1l -.'"no. Al menos pretend ia
' ser " o b'¡etíva
· " , en t"1erra d e excesos
padres fundadores de un arte positivo digno de nuestra t!p wnu ed"
en que ni el denuesto ni el elogi~ se anda~ con m •.as ~tas. s
. E
Aparece entonces en nuestra conversación el tema del Jeci r que el expresionjsmo de N1ssen - s1 d~ expres1on1~~0 por
lierro voluntario, de Ja aculturación, conviniendo ambos en último se trata- resulta tan matizad?! tan ~ino, que em1 ttdo en
los productos humanos también se pueden compilrar sin uf e~•' fo rma por su auto r es captado cast invariablemente po_r el es-
a los cMos boté\nicos y, mejor aún, a los zoológicos. Así pu p-¿ctildor ya sea como un chiste o, al menos, como une1 caricatura
decirse que la mayoría de los perros y caballos que "frecue
0 mc ~v~ . .
mos" hoy representan tanto la obra de la naturalezt1 com Ya Bergson, en Le rire, nos ~abfa explicado que pa~a el, el ~o­
resu ltado de la imaginaci ón de los hombres. De igual modo tur de la risa se pone a funcionar cuando el que m_1ra o el q ue
hibridación intelectual y artística es siempre interesante y oye espera un desenlace digno, serio, y que repentinamente se
chils veces positiva. El que lleva sangre nueva a un pais que tia prod uce un déc~lnge _q~e, p~r así decirlo, los defrauda en su
ajeno, resu lta tan útil como el plebeyo que entronca con expectativa. La 1rres1s t1ble risa que los asalta entonces -por
tr;rnspnrentes y desvaídos retoños de cualquier nobleza d imperturbables que quiera n permanecer- es literalmente una
dente. Es la exogamia la que aporta vitalidad y una serie o risa ''ontológica", porque ataca las rafees del ser. .
nal de soluciones, vale decir de tipos humanos. Y la perman Quiéralo o no Nissen, de todo esto había en sus aglom~racio­
ern.logamia la que sigue llevando fatalmente a la Psterilida nt>s de gentes, paraguas, lluvias realizados a escala reducida de
repetición adocenada de los modelos de personalidad. ~us relieves trid ímensionaJes. Y algo de eso queda aun cu~ndo
ruesto así Nissen sobre la tierra mexicana con la que ha~ mirarnos con ojos Limpios, desprejuiciados -sobre todo de ideas
tenido una coincidencia a priori, nos encontramos con que, c . preconcebidas de vanguardiA- sus últimos gr~ndes _cu adros.
casi siempre en estos casos, la corriente ha sido doble y ha act@t Retirado a nús cuarteles, me he puesto a investigar serena-
do benéficamente en los otros sentidos. Del suelo nuevo, vil'JlllV mente en Nissen y su arte. Con mi buena vieja práctica_ de l a
en muchos aspectos, ha subido como un incontenible flujo 14 pura vis11nlírlnd, de la que nunca he renegado, empiezo casi esco-
el joven a1 tista europeo producto también de un "fin de radi: IMmente a clasificar lo que he visto o, al menos, lo que _creo
cultural. Recíprocamente, la actitud más irónica que cínica de• h,,ber vísto con los ojos de la cara. Por empezar lo más obvio: la
europeo nacido en una época de gran crisis, ha aportado ya,# figu ración (me refiero a todas las figuras, no a las h um~as ~ola­
hecho, un a ire nuevo al arte "comprometido" que se e~ rnt!nte) obedece principaJmente a esquemas curvos -rlmmmsmo
anq uilosando en su propia academia. Nissen, Von Gunten, 1 dirío el profesor que hay en mí- y esas curvas e~car~an en ~­
con los mAs inquietos mexicanos que son s us contemp<1rán llos, tubos, caños, varillas o sea, siempre en últ1ma instancia:
han abierto la brecha en el bloque monoJftico de un arte e cilindros. Esos cilindros se presentan en d iagonal ~tra prueba
razón de ser apareció hace medio siglo y que dejó de ser o ti~ d inamismo implícito- y parecen arrojados sobre la pantalla
torio hace ya por lo menos 20 años. . Pl<h tica s in mayor o rden ni concierto. Un fon~o homo~én~o,
Ya he dicho que Nissen vincuJa sus orígenes al expresio t(Jtr1 lmente Uso antes, más corpóreo ahora gracias a la tecnica
mo, aunque sea un ex presionismo difuso y que nunct1 fu<; lle del so11fflnge, s irve para contra star y poner líteralme1:'te de
do por él hasta sus últimas consecuencias (píenso por e1em relil:!ve las formas que se recortan en la gama sorda favorita deJ
en el color, supre mo vehículo de la violencia artística Y q~~,, Pintor.
pintor ha usado siempre con mesura y con un carácter mas q Segunda inspección más esencial: he aquí una seríe de obje.tos
ñado" que ''visto"). Ante su afirmación le retruco entonce:, konste que en este caso, recíprocamen te, objeto vale ta~bi~
comparado con el verdadero expresionismo histórico, qu Por seres humanos o cualesquiera de sus máscaras) asociado
300 SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRITICA

momentáneamente en un espacio indeterminado y sin nin le son totalmente independ ientes. Un poco como ese espacio
consideración de escala. Se le puede aplicar a Nissen log l•xterior abierto al que nos han acostumbrado las vistas de los
Pierre Francastel dice en una ocasión analizando un cuadro n1monau tas en libertad absoluta -¡al fin!- de las leyes de nues-
Léger (Peinture et société, 2a ed., 1965, p. 223): tra tan humana gravedad. En ese espacio sideral, en efecto, no
hay arriba ni abajo, no hay izquierda ni derecha, no hay adelante
He aquf fragmentos de objetos asociados sobre el mismo plano ni ,1trás (las seis posiciones básicas que comprendemos, o sea el
consideración de escala ni de sus posiciones relativa en un rna doble aspecto de cada una de las tres dimensiones).
espacial libre 1••• j El artista sitúa (los elementos) en un espacio 5 En los cuadros de Nissen se producen, pues, "apariciones",
líneas de horiwnte, medio sensible medjo imaginario. Este esp~ presencias" que se insin úan simultáneamente desd e todos los
no deja de poseer sus medjdas ya que hay en él ciertas lejanfas; ngulos imaginables para darse cita como algo definitivo en lo
Jo que definitivamente ha desaparecido -y comprobamos que
era sino una hipótesis entre otras- es la visión cúbica y segregati ,1ue nosotros llamamos el cuadro. No nació por cierto esta técnica
de los planos netos del universo. Por otra parte, simultáneamen d¿ presentación con los pintores actuales. Si miramos bien la en-
nuestra época cambia también su concepción escénica y su ap~ wntrnmos ya en Degas, en Toulouse-Lautrec, que-influ idos sin
ciación piiicológica de lns distancias entre los seres. Es por ciertl1 tfft duda por la fotOh'Taña naciente-- acostumbraban a cortar su trnn-
mundo nuevo que elimina progresivamente el antiguo. -, < /11' devie (Goncourt) donde mejor les conviniera. El verdadero an-
ll'pé'lsado es Sin embargo Pernand Léger que, hacia 1912, pintaba
Volviendo a la técnica de presentación del cuadro puede decilt.• v.1 unos cuadros de "humos" que cubrían y ocultaban fragmentos
que Nissen no actúa como el 99% de los otros artistas todavfi de realidad, en un montaje arbitrario que él inventaba para cada
figurativos o que ya han vuelto a la figuración. Es decir, quel l,1-;o. Más tarde, en el centro de su carrera, Léger se atreverá a
no parte del cuadro o del rectángulo básico para org¡miz.ar al. h,,cer figurar, por ejemplo, flotando en el mismo lugar del espacio
que tradicionalmente se designa con el nombre de "comp<>ÜA indeterminado: una reproducción de la Gioconda, un manojo de
ción". En todas las academias nos enseñarnn que era el papé(, 11 wes y una lata de sardinas...
la tela -la superficie continente en una paJabra- la que tenía,. Un sucesor consciente de esa tendencia, tal como Nissen,
voz cantante. Había pues que trasponer la realidad, "pasarll lrC1t<1 hoy de realizar p,or su cuenta lo que yo propongo llamar
del cosmos verdadero al microcosmos del cuadro. Y para elli> un "grafismo espacial ', ya que s u campo de acción resulta siem-
debíamos disminuirla, deformarla para que literalmente"~ pre tridimensional y no plano. En ese lugar de encuentro, los
piera" en el esquema geométrico que nos daban a llenar. La genero objetos figurativos (entre los que se cuentan personas sometidas
ración de Nissen no cree para nada en todo eso. Digamos q~ '' idéntico tratamiento) aparecen así como digo más bien en un
por suerte para ella, eJ arte abstracto al pasar por el mundo hd "terreno de fuerzas" que en una simple pantalla plástica. Y son
ya medio siglo nos enseñó para siempre que el a rtista actual rn#- atraídas y repelidas entre sí siempre dentro de ese lugar geomé-
que "componer" (es decir: poner con, poner junto) se compu tnrn que llamamos cuadro.
más bien como el cineasta cuando prepara el encuadre d~ Casi siempre, a pesar de que el argumento plástico -en térmi-
próxima toma. Es decir, que pasea su "marco" mental o ~ns nlls abs tractos- resultaría más que suficiente para justificarlos,
ante la realidad indeterminada hasta encontrar la disposición l'-..tos cuadros tienen además lo que con una redundancia voy a
elementos que le interesa destacar. Con esta d iferencia: que llnrna r: argumento temático, del cual el título-<:omo en la pintu-
cineasta practica sus cortes en una masa visual que ~ebe to ra trnd icional- ofrece la pista más certera. Cada obra representa
tal como se le ofrece, o sea, algo continuo. Y que un pintor e~ ' " 1 ttna situación imaginaria, sobre L
1
a que eJ pintor ha cargado su
Nissen aplica su encuadre a un aspecto imaginario Y sens• Vllluntad. Los títulos explícitos constan telegráficamente de una
cuya única ley consiste en su propia experiencia. .. ~ola palabra que si bien revela el contenido no resulta compro-
No es así rnro que en los cuadros de la generac1on a la q ~l!tedora en el sentido literario del término: Spools, Dial, Lipstick,
pertenece Nissen (y en los suyos propios), los elementos P~~ 1111 s, Combs, etc. Queda sobreentendido, no obstante, que Ja obra
"asomarse" desde los cuatro puntos cardinales. Corno 5 1 ~o ~J lJe lleva el nombre de una cosa debe sin embargo ser entendida,
pectador estuviera en el fondo de un pozo y viera pasar pvr ci 1
1 t:>ida", como una acción. Ya que ante todo ésta de Nissen se nos
to formas que no controla porque no están en su mismo espa °'Pone como una pintu ra supremamente activa. El conjunto
SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTLCA 303
'.l02

de formas -vistas, soñadas, recordadas- interpretan un ~e pinta los labios quizá en el cuadro de Nissen (Lipstick), pero
miento básico intuido por el artista. Son verdaderas "corrien una barra descomunal de rouge -verde porque el rojo no es
las que atraviesan sus lelas; es inútil describirlas e incluso Poct ·nlor Nissen- se precipita hacia un espejo desde una silla. De
ser contraproducente hacerlo. Empero, si las miramos con ,1so, todas las escalos relativas que son las nuestras resultan
11rt!rturbad as, tergiversadas. Giul io Cario Argan dice en una
genuidad descubriremos en ellas siempre una dirección do
nante que toma su pleno sentido en el espacio deliberada 1
1(<1::.ión (L'arte moderna, 1770-1970), que los objetos de Léger son
penumbroso e indefinido. Los peines peinan por si solos ..1mb61icos, emblemáticos de una "heráldica industrial". Porque
cepillos de dientes-ampliados hasta la obsesión-se aplica~ L~ger creía en el progreso material y lo cantaba a su manera,
riamente a cumplir su cometido, las imágenes se multiplica ,1grego yo. En Nissen veo, en cambio, una heráldica industrial
los espejos, las linternas se ven empuñadas por alguien o alg pero descreída que se mueve en un espacio más sensual. Ya que
que buscan algo que ignoramos en un espacio submarino 0 -.us fondos por último existen y actúan, no son simplemente la
terestelar... pu ra presencia de un color homogéneo sin vibración, lo que cons-
Tomo un ejemplo al azar de un cuadro que me parece en titu iría una suerte de "elisión", un poner entre paréntesis cual-
pedal logrndo, que se llama significativamente Fé11ix, y ello qu ier plano sustentante que pudiérnmos postular.
es ni casualidad ni capricho. Pinto.r culto y consciente, si los Quizá en ese sentido y después de reflexionar much o admita
Nissen alude a'I mito y, al mismo tiempo, paradójicamente lo vn ahora lo que Nissen me había afirmado sobre el carácter
mitifica. Una forma angulosa, alarmante, mitad insecto, m "erótico" de su pintura. No obstante cambiaría el término por

dnd de bnstoncillos como un estambre lleva su corona de


los. Si miramos bien descubdmos empero que esos bastonCilfet
P•
hierba, se yerg ue en el centro alto de la tela. La rodean i n • uno menos ambiguo y por último más justo. En ese caso, diría
que su nrte es "genésico", es decir, revela la capacidad generati-
''" que todo creador joven siente y que él, involuntariamente,
constituyen literalmente las alas de un cuerpo de pájaro. b proyecta en todo lo q ue emprende. En efecto, las formas que él
pedestre solución querida por Nissen repite, sin embargo, {Os fijn no son sólo dinámicas, sino que van siempre hacia algo como
términos de la leyenda puesto que esos elementos angostot'1 la flecha hacin el blanco. O si se prefiere aun: van hacia las co-
largos no son otra cosa que los fósforos que quemarán al f . ::.as para poseerlas pero dándose también inconteniblemente
El fondo mismo de la tela es esta vez de un color violeta, qu_. l imo en el acto sexual.

do. Toda esta serie de alusiones, d e sistemas de significació~ Protegiéndose contra un futuro pecado de orgullo, Nissen me
cruzan así en un solo cuadro-testigo. La fábula antigua res"'9"' con fiesa que desde el año que viene (1975) empieza a probar
"traspuesta" a otra clave (como se suele hacer en músi~a), r:$
que el tema sea siempre el mismo. Mediante formas fam1ha
pintor y al espectador ha sido posible revivir un mito que fo.
parte del acervo cultura l de la humanidad. Visto así el cuadra.
Nissen es como una enorme broma erudita llena de ecos e
utras formas de expresión. Puede ser que vuelva, dice, a la escul-
tura; puede ser aun que intente otros medios que quisiera poder
uti lizar: el cine, la televisión, vehículos distintos para lo que
lodavía considera tiene que decir. Armas nuevds para expresar
t.1mbién algo nuevo. Argumento principal que h ay que esgrimir
temporáneos. . lOn tra los que se resignan - artistas, crfticos, público llamado de
El desasosiego en la última pintura de Nissen v1ene.d v.1nguardia- dispuestos a aceptar las pobres migajas que nos
simu ltaneidad de varias lecturas y de varios niveles de si arrojan hoy la mesa del arte conceptual.
cación. Por un lado y hablando del repertorio de formas,
pectador asiste a una " lluvia" de objetos que --a pesar.
d 1 .Hny todavfa artistas que se sienten desbordar de infinitos
1'n1gmas que aún quiei:en proponernos. Brian Nissen es uno de

deformación n que son sometidos- sigue todavía reconocie t'llos.


Por otra parte es consciente de un perpet1111m mobile, ub~ ~s
de flujo irresistible, mediante el cual esos m ismos o Je os l\11stin, 1974 Plural, México
atraidos y repelidos por unos imanes invisibles : n el es~
magma donde esos "fetiches" actúan. El cuadro asa es un e
de acción en donde presenciamos una batalla de f~erzaN
exprestlr~n en la lucha su propia personalidad agresiva.
SEGUNDA PARTE
SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTJCA
305
EL ESPACIO DINÁMICO EN LA OBRA DE ALEJANDRO ÜTERO
1niciación absoluta (1941-1944), pero sí ya por ejemplo en al-
~u nos cuadros de 1945-1946. Se trata de paisajes muy livianos y
Que nadie, despose1do de la geometría, pase 11\l , ,1 casi "abstractos". Comparado con sus mayores, los llamados
puerta. l to16res bde la
,1n

escuela de Caracas (Cabré Monsanto Bonta
Á I I 1
(lnscripción a la entrada de la Academia platónica Ltra}, o sesionados con el Valle y el vita, y a diferencia de
ellos Oter<;> no s~ propone copiar un paisaje por medio de su
Voy a tratar de encontrar aquí el "hilo" del pensamiento plástico ,,gudeza visual ni de un duro y frío sistema del color. Más mo-
de Alejandro Otero.15 Sí, tal como suena, el pensamiento plástic derno, más atrevido, él pretende trasponerlo en términos de
ese que desdichadamente ignoró el maestro Jean Piaget en su f experienci<1s plásticas inéditas.
moso Manual de epistemologfa genética. Y voy a tratar de des.o "Concebimos ahora la naturaleza como un sistema de vibra-
enredar ese hilo, digo, a partir de l<1 m<1deja de su <1ctuar en et uones en el cual el hombre no es ya el centro ni aun el micro-
mundo. Ya que como el sentencioso Georges Braque escribió ~ wsmos, sino en el que constituye un Jugar fugitivo y secundario
una ocasión: "a medjda que el artist<1 envejece hay rnda vea{ en el punto de encuentro de ciertas fuerzas que se desplazan."L7
menos distancia entre su vida y su obra", En ese sentido, Otero: A ese papel de espectador -y no actor- sensible se consagra
no ha necesitado envejecer: ninguno de los avatares de su exis-a'> Otero; y no hay -que yo sep11- ningún otro joven latinoameri-
tencia y de su obra parecen meros caprichos sino distintas posl ~,rno q~~ p~; ese entonces sea capaz de interpretar un paisaje
bilidades de acción, de una acción claramente orientada desde por ehs1on como lo va a hacer él con maestría. Una lomada
su origen. ocre, ~ cielo pris o verde, el todo apenas borroneado con un
Para esta empresa de conocimiento tendremos que intentat pincel ligero, ligero en. la d?ble acepción del término: rápido y
una "arqueología simpática", y ello nos permitirá descubrir lo& nn carg~do de materia (pincel ca rgado, discurso recargado
fundamentos de su dinámico sentimiento espacial. Otero en ese hct,?rán sido d.os de nu~stras recurrentes maldiciones, "por exce-
sentido se afirma ya con fuerza considerable, no digo desde la '11 ) . En términos de pintura nueva, de sen timiento nuevo --el
~rte abstracto lo va ganando todo. como un fuego- el joven
IS Alejandro Otero nació en El Manteco, Venezuela, en 19'21. En 1939 viaja a 'enezolan? se encuentra entonces, sm forzar sus propios medios
Caracas donde se inscribe en la Escuela de Artes Plásticas. Siendo aún alumnd lt·cn 1c~s m men~ales, descifrando un paisaje que le es familiar
gana en 194.3 el premio Mérito en el IV Salón Oficial Anual de Arte Vme.1.olano.
En 1945 realiza su primer viaje a los EUA y Europa. Se radica por unos aflos eD pero. s,~ querer interpretarlo psicológicamente; poniendo "dis-
París, ganando premios en Valencia, Venezuela. En 1946 inicia en Paris ~u St.orie lctnc1~ entre la cosa vista y su propia actitud. Puntos de vista
de las Cafelmls que va a durar unos dos años. En 1948 está en W3Shington dond& ined 1tos, monumentalidad de la forma, colores "quemados"
realiza una exposición; en 1949 la repite en Caracas y vuelve otra vez a ~~r&!, en lt~ lo está en síntesis y en suspenso como en Ja buena pintura d~
donde edita en 1950 con otros artistas compatriotas la revic;ta Los D1sidrntes.
Pinta entonce; telas blancas con algunas tenues l!neas <lblicuas de color. Al:::..
siempre. Con toda su reticencia, Otero es ya sin embargo un
siguiente se ejercita l'Il una serie de r.otlages que bautiza como "horizontal-V r.ibal colorista, lo cual no consiste como puede creer algún inge-
cal"; se casa en Londres con la pintora venezolana Mercedes Pardo. En 19~ nu~ _en poner muchos colores sino en sentir con intensidad y
ambos están de vueJta y se instalan en San Antonio de Jos Altos, cerca • P·1 ~ 1u n el cromatismo.
Caracas, donde aún viven y trabajan. En 1955 empieza el periodo de los~ E Ya desde 1946 aparecen en su vida los largos viajes: EUA,
lorril111os, recibiendo por ellos, tres ai'\os más tarde, el Premio Nadº';!n.a, uropa, con una estancia prolongada en París. En 1946 es decir
Pintura en el XIX Salón Oficial. En 1959 obtiene Mención Honorífica en la 1
de San Pablo. Un año más tarde expone en el Museo de OeUas Artes de~ cr1s1 al día siguiente de la Guerra; falta aún de todo: le~e hari-
cas y viaja con su familia a París donde va a residir por cuatro al'\os. Apderal !'ª· a:z:ucar. No falta en cambio lo que Otero va a buscar e; decfr
entonces una nueva etapa: la de los r.ollages de viejos documentos ~re ma e lla-:
usndas; y la de los "objetos blancos". Más tardé, en 19M, practica lo t¡U del
·i. 1rac1'6nen 1os maestros antiguos y modernos. Harto' de des-
'nsp·
<'t rar durante años fragmentos de información malas reproduc-
ma los "papeles coloreados", aJ tiempo que es nombrado vicedirec'.~ u.- C'tone
1.N.C.l.B.A., cargo al que renuncia dos años después. En 1967 comienz ali v s,• crón1cas . '
que cuanto más se pueden calificar de vidriosas
nueva s erie de "estructuras e.c:paciales" que asumen tres formns: unas · nunca de cristalinas. Pronto llegará su primera gran invención
columnas (rotore;), unas pi.rám.ides con velas metálicas, trabajando "':1~~C:n
modelos de unas grandes ruedas .flotantes. Prepara una gran exposic•
Caleña Conkright de Caracas. ,7 ~( Juan Calzadilla (et al.), El arte en Vmewela, Caracas, 1967.
1
erre Francastel, Art t1 lcrlmiq1ie, París, 1956, p. 227.
306 SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCR(TICA 307

consigo mismo, quiero decir con su expresión: Otero pie ¡f11co largas rayas verticales que acentuaban esa dimensión de los
unas obras originales, las va comprendiendo y asumiendo al p,1neles. P?r 'detrás' de esos barrotes que pueden ser negros,
cerlas. Con ellas puede decirse que Otero ha tenido su primera ,1zules o v10Letas aparecen otras formas geométricas no ortogo-
importante idea plástica y que ella se va a concretar en lo q nales". Concluyendo más adelante: ''Para nuestra gran sorpresa,
siguiéndolo a él, todos llamamos las "cafeteras", a secas. ,1c.lemás, sus formas -estáticas p or definición- implicaban
¿Concretamente en qué consisten? Se trata, a decir verdad movimiento. En cierto modo el porvenir d el arte venezolano de
unos cuadros rápidamente esbozados llenos de oblicuas qu~ t>S a tendencia se encontraba allí latente."
teralmente ''construyen" un tronco de cono: es decir una ca Agrego ahora que una perfecta técnica presidía esa investi-
tera de las antiguas, de hierro enlozado, esas clásicas fo gación espacial, de un dinamismo que yo llamo " implfdto".
entronizadas en todos los estudios de pintor que no sean labo Du rante semanas de trabajo el pintor u sando largas tiras de
torios experimentales o salones de recibo. Aclaremos: cafeter papel engomado enmascaraba las partes del panel que no querfa
sí, pero no en tanto que objetos sentimentales. Estos artefa pin tar y luego iba prosiguiendo su paciente labor hasta que con-
- a lo Léger- apenas si van a resultar pretexto para el estu~ "eguía el efecto final buscado. Los juegos del espacio tácito, del
de las formas "en grande", en amplio, en libre. ¿Y quién no sa dina mismo impücito estaban echados a andar. Barras negras,
acaso, después de los estetas alemanes del siglo pasado, que J fondos blanco~, superficies limitadas por rectas y pintadas en
oblicuas significan siempre dinamismo? Así estas agresivas · rnlores vivos. Ese y sólo ése fue siempre todo el arsenal. Sin em-
gonales a punta de pincel negro o marrón, arman por su cue"* hargo, infinHas parecían resultar las combinaciones de tan pocos
una estructura fundamental "activa". En el entrecruzamiento df v simples elementos; 76 veces jugó Otero el juego. Uno de sus
algunas de ellas vemos -<asi como una aparición- la famo4 níticos-admiradores venezolanos19 da plenamente en la tecla
cafetera que da el título a la serie. Que se hace más evidenlt cuando dice: "A medida que avanza en el trabajo, sus Colorrit-
cuando Otero le regala un poco de rosa o un azul heráldico (¡.ob mos posteriores, de mayor belleza plástica que los primeros, van
cacerola picassiana del Museo de Arte Moderno de Paris!, ¿qu1éi haciéndose más y más densos; se pueblan de densidades en for-
iba a decirte que engendrarías una prosapia de cafet~as?). . ma tal que desbordan la problemática del ritmo, color, vibración
Como sentido genera l de la forma las referencias son, Slll. } movimiento que originaron la serie, mientras la férrea estruc-
embargo, otras. Hay recuerdos de toda la gran pintura pero ta~ tura lin~l a su vez comienza a ceder, a desdibujarse debilitán-
bién una fuerte dosis de originalidad. Treinta años despu~s, lq dose así la dinámica espacial."
cafeteras de Alejandro Otero se "sostienen" aún, y se sostiened Vino en tonces otra larga permanencia en Europa : de 1960 a
porque no nacieron de un capricho parásito de la ma~o (la rnan{J 1964 Otero vuelve a trabajar en París. ¿Cambio o transfigu ración?
también tiene sus tics que la razón no entiende... ), smo. que son Mimetizado con el informalismo de la hora, sintiendo el contra-
el resultado de un impulso interior de construcción. P1casso, el choque del pop art que ya había cruzado el Canal de la Mancha y
de las pocas palabras lo ha dicho: "Una obra de arte que no pu~ PI Atlántico, Otero sin duda considera terminada - al menos mo-
da vivir siempre en el presente no merece ser tomada en cueft"' mentáneamente-- su etapa anterior. Y emprende otra aventura
ta." A estas cafeteras las tomo yo - las he tomtldo siemp~ (un homo faber nato, como é l, n o se puede quedar quieto). Sus
supremamente en cuenta. . .. ,, e~ nuevas aseveraciones serán collages tridimensionales, los objetos
Si en esta etapa hemos explorado la "sens1b1l1dad constr':no, blancos, los papeles coloreados. ¿En qué consisten esas nuevas "sali-
va de Otero, en la siguiente - los colorritmos- encon.trare ~ t~r1s"? Otero siente que no puede volver a la figuración y que no
sobre todo una "construcdón sensible", que no es lo nusm~· d tiene sentido hacerlo, aunque la traduzca a términos abstractos. O
cribo "colorritmos'' pero el lector ingenuo puede no sa ~e:1 sea, que se decide en vez de trasponer, simplemente va a poner.
qué se trata. Así los he definido yo mismo recientem~di( Poner, pegar, viejas cartas o documentos sobre ruinosos postigos
" ...hasta que en 1955 su nuevo arte aparece completo Yª col comprados en el Mercado de las pulgas: refinado y decadente ro-
como Palas Atenea saliendo de la cabeza de Zeus. So 0 . 10~ba mr1nticismo.
ritmos: sobre planchas rígidas de fondo blanco, Olt~nl pin Otra aún más extraña aventura: Otero se lanza entonces -<on-
1~Inocente Palacios, "Alejandro Otero", Pi11tores uenezolanos, núm. 18, Caracas,
18 Damián Bayón, A~ntura plástim de HispanoomlriCtl, México, 1974, PP· 2ll· • pp. 488-489.
SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCR1TICA

tempon\neamente- a la mera pres~taciórr de objetos cotidianos n.oche? ~e J_o pregunto yo m~smo. Quizá resulten un poco dema-
- pinceles, escobas, serruchos- pintados todos de blanco in- s1ndo maquinas estos soberbios rotores. Se les ve aún demasiado
maculado, alienante. "Mostrados", sin más, ni entronizados ni la trnmoya, el dispositivo ingenioso que las mueve. Para mí les
con sentido caricaturesco. Rauschenberg, Jasper Johns habían he- fa lta la suprema simplicidad de los grandes inventos, la locura
cho ya parecidas declaraciones pop, pero en el caso de ellos la ejemplar de los totales aciertos. Pertenecen, no obstante, a la
actitud tenfa una prosapia de Dadá juguetón, de melancólicos misma raza de los colorritmos. De ellos heredan su vigilancia
Merzba11 de Schwitters, el todo llevado al rojo vivo de la escala gi- vertical, sus fluctuaciones indecisas e infinitas.
gantesca y la agresividad norteamericanas. Los mejores pop Otero, consciente o inconsciente, ha ido ahora un paso más
- también en Inglaterra- armaban "artísticamente" entre si una lejos. J'.!o en la complicación por cierto, sino por el contrario en
serie de objets tro11vés viejos, arruinados, gr ises: la cabra em- la se~c1llez extrema de la solución. Me refiero a sus "pirámides",
balsamada o el neumático de baldío. Cosas todas en cierto modo mediante léls cuales se ha instalado en la tridimensionaJidad real
cómicas o patéticas. - y no en la supuesta- con obras que resu ltan más perentorias
En Otero nada de eso. Los objetos son relucientes, quimica- y más puras: soberbias construcciones metálicas que no obstru-
mente puros. Está n puestos ahí con frialdad ante la vista del es- yen el aire sino que lo condicionan y colorean. Esas construc-
pectador y sólo sirven para s ubrayar el carácter de "cosa" de lo ci ones de Otero consisten en una serie de viguetas, verdadera
cotidiano. El artista no participa en lo mismo que revela, se lava excusa para mantener en el espacio un cubo u otra forma geo-
pilatescamente las manos (otro gesto higiénico y p rescind ente); métrica simp le, fo rmada a su vez de pequeñas "velas". Estas
inicia así y de una manera neutra su d iscurso blanco. ¿Qué más últimas son en reaHdad triángulos metálicos cromáticos o inco-
sobreentend ido que este silencio? Hay maneras y maneras de loros que al captar la luz, la reflejan, la devuelven como espejos
callarse, ésta habrá sido una de Jas más elocuentes. cóncavos o convexos.
Refiriéndose a esa época dice el propio Otero:20 "Si hablára- . E:itos penú.l~os.seres geométricos de Otero, verdaderas "pi-
mos de mi trabajo durante los últimos seis años, de los 'objetos', r~m1des de aire , v1v~ como plantas sensibles según las esta-
de los 'papeles coloreados', el contraste es evidente. Diría que CIOnes y las horas del dta. Al sol, retratando tormentas o crepús-
aquel los fueron años de introspección en los que mi pin tur~ se culos; despertando cada vez de manera diferente el implacable
volvió tan intima, que apenas soportaba ser mostrada en pú b~1co. chorro de los reflectores nocturnos, estas telas de araña metáli-
No porque su lenguaje fuera jmpenetrable, sino por su sentido, cas_ ti~nen miJ maneras de vivir en nosotros. En el paisaje más
que hoy me parece demasiado individual." anonimo sus desnudas estructuras, pretexto de materia tensa
Dejando esa fase "fntima" de expresión, un buen dfa - ha- con todo su velamen desplegado, se hacen por sí solas, centro y
ce ocho o nueve años- Otero va a retomar su arte "público" razón de lo que pueda abarcar la vista.
con las que él llama las "estructuras espacia les". Pero lo va. a En proyecto aún, mejor dicho en primorosas maquetas que
tomar desde donde lo dejó, es decir, de los últimos colorrit· el artista realiza impecablemente en madera de balsa, pode-
mos que no estaban definitivamente descartados sino "sus- mos desde nhora ver ya la próxima descendencia de torres y
pendidos", como una investigación a medias. En las nuevas pirámides. Esta vez serán "ruedas", ruedas colosales que, apo-
obras - torres, pirámides, ruedas- no se va a aludir si'!'ple· y_a d~s horizontalmente, flotarán en lagos y ríos girando sobre
mente al espacio, sino que el propio espacio será asumido Y s1 mismas, bogando o ancladas. Recuerdo de viejos batanes, de
pasará a quedar "incorporado" a l¡;i obra misma como parte alegres ruedas de parque de d iversiones, estas máquinas cen-
integrante de ella. Y junto con el espacio, el v iento que lo ha· t~llean tes se echarán un dfa a nadar sobre el agua y sus múl-
bita, y la luz que nos lo explica. hples palas las proveerán siempre de un motor silencioso y
¿Son acaso esculturas, en el sentido tradicional, estas torres natura l.
articuladas de grandes palas de color plata o de color oro que ~e Resumiendo: existe, pues, una verdadera concepción dinámi-
agitan, se mueven sobre sus propios ejes, titilando de dia Y e ca del espacio a lo largo de toda la obra de Otero. Empieza a
aparecer quizá en sus paisajes, que no tienen la dureza de cristal
20 8 n1 el color exacerbado de los pintores de la escuela de Caracas,
Roberto Cucvara, ''Conversación con Alejandro Otero", lmag1'll, nÚJTl· •
Carneas, 1967. pero que en cambio presentan a la naturaleza como lo que es
SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTICA 311
310

para nosotros: un terreno de posibilidad es d e la acción, y no Ul'\ inestabilidad de la im~gen _son todas características ~e unas y
estatismo telúrico que, de tan " posad o", nos puede resultar alga otras. Aunque en las ptránudes no se trate de la a parición fan-
ya sin vida.11 tasmal d e un objeto f<1 miliar en el caos tembloroso de la impro-
Donde el dinamismo irrumpe incontenible es, sin embargo visación, sino más rigurosamente: d e una literal "construcción"
en las "ca feteras". La manera nerviosa de estar pintadas, los tra~ de formas, colores, reflejos.
zos que proyectan el esqueleto cambiante, la indecisión misma Verdaderos manómetros, las estructuras espacia les de O tero
del colo r apenas sugerido, constituyen sínto mas de un caos que- miden y nos dan, in nuce, una imagen gráfica y sintética del
empieza a organizarse. El objeto central es creado, Uteralmente medio en el que se las insta la. Y este medio - la naturaleza- es
ante nuestros ojos y no se revela como una concreción dura, per-: lo cambiante por anto nomasia. Es decir, consiste una vez más en
manente, sino más bien como un equilibrio de fuerzas que lill un indeterminado espacio dinámico.
chispa de la observación sorprende en s u devenir: el proceso l!I\ Por último quiero decir y no sé cómo decirlo: hay siempre un
que desde e l magma e lemental unas oblicuas nos sugieren u~ no sé qué de elemental y violento en las obras de Otero, ya sean
cuerpo cónico. O al revés: a partir de una forma en el espaci~ cafeteras, colorritmos, rotores, pirámides, ruedas fl otantes. Algo
presenciamos su d escomposición en los impulsos que física que es de América, de toda América. Entendámonos: no de un
mente lo componen. Un verdadero poligono de fuerzas en e&; continente fo lklórico y circunstancia l: neomaya, neoaz teca,
cual empezamos a sospechar la resultante. neoinca. No, mejor que eso. Son de América en e l sentido de
Más larvado quiZéi sea el dinamismo que informa los colorrit América como proyección futura y no como p royección pasada,
mos. Alfredo Boulton lo ha dicho: 22 "Estructurados en el dinamiSt" d e esa que tanto preocupa y malhumora a los indigenistas de
mo de verticales sumamente fuertes, O tero fue construyendo C<Jl\ todo pelo. Lo que vamos a ser y no meramente lo que fu imos. Eso
eJlos espacios de colo r con base en temperaturas de un grado taJt> sí: lo que vamos a ser dentro deJ mismo impulso desorbitad o
alto com o fuerte era el cuerpo lineal que mantenía unidas esa5 que nos vio nacer el segundo día de la Creación -como dijo
grttndes formas Adosadas a los muros." Sí, en s ~s. implacabl~~ re- Keyserling-, cuando amanecimos con inocencia a la historia
jas hay como un g ráfico neutro; pero contrad1c1endo esa ftJeza occidental.
carcelaria, jugando a partir de las coordenadas, estáticas por defi· Si hay un artista nato, ciento por ciento artista, en la médula y
nición, y como queriéndolas d estruir, aparecen otras fo~as, geo; en los huesos, ese es AlejRndro Otero. Si a lg uien ha hecho lo
métricas también, pero oblicuas y no ya blancas (el espacio) o ne- imposible por desarrollar generosamente los ojos y la sensibili-
gras (las barras en primer plano), sino altamente coloreadas, o ~a dad de sus compatriotas ese es también él y nadie más que él.
d oblemente activas. La virtud plástica d e los colorritmos cons1fo No le veo en Venezuela otra comparación posible que la de ese
tirá precisamente en la tensión entre un sistema y ~tro d.e confi• g ran hombre y gran arquitecto que es Carlos Raúl Villanueva,
guración y coloración . Hay que " leerlos" como el dmam1sm~ ell autor de la Ciud ad Universitaria de Caracas, propio monumento
reserva de un dique lleno: quieto y brillante pero con una terr1bla <\ su fama. Ambos merecen nuestra más a lta atención. No sólo
fuerza de expansión en potencia. como creadores de formas sino quizá aún más como creadores
Después del interludio de los "collages", "objetos'' y "papelet de actitudes, como mcx:lelos en esta época sin brújulas.
coloreados", Otero ha v uelto al dinamismo. Pero no conten~ Hay más cosas en el Cielo y en el Infierno del arte actual de
dose ya con el plano sino mediante la ocupación, de ¡:zcto, d las que supone la triste filosofía de los que se dan por vencidos
espacio to tal. Si las torres - rotores los llama él- provienen 1 de antemano. Alejandro O tero s igue, impasible y entusiasta,
los colorritmos en su presencia física y en su espíritu, Y.º no P= explorando su sensibilidad, los materiales contemporáneos que
do dejar de ver una seereta afinidad, remota si se quiere, ent maneja, para hacerles decir a un otra cosa. Ésa que sólo se en-
las "ca feteras" y las actuales "pirámides''. No digo qt.1e esrV cuentra haciéndola.
últimr1s sean Ja concretización d e las primeras, no. Sól_o ob~~ Con su buena cara redonda de sol, con su cuerpazo de oso
que la "ocupación" del espacio, la red d e lineas obhcua 5 domesticado, con su cantante voz de venezolano universal.
2l Teresa Alvarenga, "las últimas obrao; de Alejandro Otero", Imagen, n '
n-73, Caraca.e;, 19n. A ustin, 1975 Plu ral, México
22 Alfredo Boulton, Historia del 11rte en Vnrewel11, t. 111, p. 194, Caracas.
312 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTICA 313

EXPOSICIÓN PLURAL: UNA AlJTOCR1TrCA Averiguo que la sala es así y asf hay que to~rla. Nada q.ue
decir por ahora contra los que colgaron la expos1oón: ~an terudo
que jugar el juego y lo han jugado. No se puede cambiar el color
Par quel étrange circuit, puis-je me mord de los sacrosantos muros y paneles, no se puede concentrar el
devenir morsure? re, me chorro blanco de los spots para resaltar un ob~eto pri~!legiad~. Y
es lástima que así sea. Paciencia. Vayamos me1or a criticar ~a lista
PAUL VALl!RY, Cahier 29, p. 73$ misma de artistas invitados y sobre todo la mucho mayor lista de
Uno es muchos. Esa pos ibílidad de jugar a ser otros, a pensarn
los no invitados ... Pienso en seguida en el patriarca Rufino Ta-
desde afuera cara~ter12a al hombre ~ lo ~alva in.telectual y mor: mtlyo que va a tener <thora una segunda exposición colosal. en el
mente. Lo que aqu1 me propongo es discutir conmigo mismo. Con 18 Japón después de haber ~riunfad.o en Parí~ y en Florencia; en
que no i::e trnta ni de unos "ejercicios de estilo" ni de una com ~~ Roberto Matta, el chileno mtemac1onal; en fin, en el venezolano
. d . PIGI• Soto que copa los honores y los premios en su ti~r~a y fuera de
cumte torturn sa omasoqwsta enderezada contra mi co-responi;abl
Knuyn. Sakíli, contra mi, contra Jos artistas que ambos elegimos. Noª ella. O si no, ¿por qué no haberse acorda~o de Alma Penalba, la
No reniego de lo hecho: hecho est.1 y en buena hora. UM semana escultora argentina de Pads; del colombta no Botero, c~l~bre ya
después de im1ugurnda la e~posiclón, I ~ c~riosidad me lleva una y por su figuración obesa y maligna; del abstracto-m_e~fts1co Ar:
otra vez a ella, no pará ver si afluye el pubhco o para cerciorarme da mando Morales, nica ragüense de Nueva York? ¿Que .se yo ...? Mt
que ese mismo público la aprecia, reacciones todas lógie<1s en su selección hubiera incluido otros nombres. Más tarde sin embargo,
o rgnnlzador. !'Jo. e~ta vez confieso que vuelvo como dicen que leyendo un texto firmad o por Sakai y Bayón -texto que debfa
vuelve el a11esmo al lugar del crimen: quiero intentar verla con ojos
nuevt)S, o ~ I menos distintos. En ese sentido y con una mente relati· haber fjgurado en el catálogo- descubro que el criterio !ue el de
vamente virgen -puesto que la situación es ambigua de por s(- elegir artistas maduros en su arte, reputados en ~us paises pero
abordo estn selección de 12 artistas latinoamericanos como si fuera la aún no bien conocidos en el resto del mundo. EV1dentemente no
o~rn de otros. De ah_ora en adelante es mi alter ego quien escribe por era el caso de Tamayo, Matta, Soto. ¿Fue esta, sin embargo, una
m1 y hnsta nuevo aviso. buena política? ¿No hubiera sido útil poder ver, al menos una vez,
a esas grandes figuras confrontadas entre sí unas con las otras?
Entro y qué veo: un abanico de formas, de colores, de acti- Ataquemos ya concretamente el tema sin dístraem~s .. Si miro
tude~ que reconozco. Francamente esto que tengo ante mis ojos bien el "abanico" de posibilidades que se ofrece ante mi vista creo
(y d icen qu ~ la primera impresión es la que cuenta) resu lta comprender que hay más líneas d11rns por la derecha de La ~a, y
- ¿cómo decirlo?- frío. Conste que no me refiero al intenso aire que en cambio la izquierda me ofrece los halagos de la pmtura
acondicionado de la sala en este calmoso otoño texano. No. Frío "pictórica", como dicen lo.s norteamericanos. Y .puesto que por
en ~I sentido psicológico del término. Con todo, ¿qué quiero algún sitio hay que decidirse me largo a e?'p~nmentar .con Jos
decir con esto?, quizá sólo significar un exceso de compostura, geométricos. El primero con quien me topo s1bien es un pintor de
una dureza geométrica, una terrible restricción en haber elegido esa tendencia, resulta muy temperado por las texturas y el placer
únictlmente cuadros bien pintados, escu lturas impecables en que prod ucen sus colores inesperados. Me refiero a Gunther
madera o en mármol, objetos en los que predomina lo que voy 11 Gerzso, eJ mexicano. El ca tálogo bilingüe me ~onfirmará su ~~­
llamar una "estética perceptual". rrera y allí también podré leer fragmentos de C'1~rtos textos clas1-
¿Es la sa la misma la que contribuye al efecto? Muros tendidos cos que sobre él han escrito dos grandes e~say1stas nu~stros: el
de áspern tela blanca, alfombra mullida y severamente gris, ban- guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, el mexicano Octavio Paz.
quetas negras, iluminación uniforme que permite verlo todo Si bien comprendo que este sistema de las "presentaciones"
pero que no nos deja concentrar la visión en un punto. Sin énfa· puede ser un acercamiento válido yo aquí, no obstante, me ~ro­
sis, .sin exag~ración, si,n teatro, o sea: ni un golpe de color en el pongo interrogar directamente las obras. ~eb~n de haber sido
horizonte,. ni una planta enloquecida que aporte un elemento difíciles de consegui r: Gerzso es un perfecc1omsta que r,roduce
natura l, vivo, a este recinto químicamente puro sin ventanas poco y que, para colmo, tiene siemp_re toda su p~oducct0n ven-
("Lo. mej~r de los museos son las ventanas", me dijo una ver. dida de antemano. Un cuadro anterior (que no figura en el ~­
conf1denc1almente Juan RamónJiménez). tálogo pero que pertenece a la Drmcan Col/ection, de la Um-
314 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCR[TICA 315

versidad) y otras pequeñas obras de Gerzso, propiedad del d •lado de ta farsa. La de Gerzso no es una aventu~ m~amente
to r Craníill (también de Austin), me sirven para ver en qué oC; ?,retiniana" (como decía Duchamp con despr~c10) smo un~
tido evoluciona el maes tro. Sorprendentemente hacia el ~
5
empresa de expresión profunda de un mundo in~mo y h~rméti-
más agudo, más agresivo, más triunfal. Armonías práctica~º or de un hortus conc/11sus del cual no se nos dejan ver smo las
" imposibles" -verde intenso, anaranjado fosforescente az e~te, ~~pias renunciando a cu~lquier confidencia que hubiéramos
constituyen la música de sus últimos cuadros. Su estru~turau - esperado del pintor. .
sulla, como es habitual en él, de una fuerte trama de pla;: De este arte abstracto-sensible paso a unas formas ~ás agresi-
s uperp~estos los uno~ a los otros. Nada queda aquí de ta natu- vas 0 , ¿cómo decirlo?, simplemente más secas. Entiendo que
raleZ<t simplemente vista como algo tTaspuesto pero reconocibl Manuel Felguérez, otro mexicano más joven que Gerzso, ~?s
No, la presencia?e muros, edificios "taquigráficamente" prese e. ropone aquí el último aspecto de su ya ~bu~da~te producc1on
tados es tan obvia que, po~ medi~ _de superficies ~speras 0 li:; ~n pintura y escultu ra. Son estas unas vanac1one~ sobre u!1
llega a crea~ en nosotros la 1mpres1on clara de la tndimensionali- · · 0 tema" pero estas distintas maneras de un mismo sentir
m1sm . , . . p · 1
dad. Una pintura por último muy táctil la de Gerzso. Es decir: a deben ser leídas al nivel de los procedimientos. or ,~Jemp o,-~
través de unas superficies meticulosamente pintadas en donde un ángulo de la sala veo reunidas cuatro obras ~uyo tema graf1-
no quedan rastros del pincel, trabajadas en colores frros (domi- co" t!S el mismo: una fl echa azul rayada de ro¡o que se vuelve
nan los verdes), este pintor se expresa siempre por una "organi- violentamente hacia la izquierda sobre un campo platead?. Veo
zación de plAnos" en profundidad. Cada uno de esos planos os· esa misma flecha en cuatro versiones: un cuadro gran~e pm~ado
tenta un borde oscuro o cJaro y parece así arrojar sombra o luz a pincel y soufjlnge, una serigr~_fía impe~able, ~n reduc1do relieve
sobre los otros que quedan de esa manera semicubiertos como metálico y un objeto -tarnb1en rnetáhco y esmaltado- que se
l~s hojas en una pila de papeles. Dije táctil, pero que nadie instala francamente en el centro del es~acio como una es;ultura
piense q~e va mo~ a encontrar texturas, grosores, acumulaciones tradicional. ¿Qué quiere Felguérez decirnos con esto, cual es su
a lo Táp1es, por e1emplo. No, la técnica es más bien un soufflage mensaje, si mensaje por último hay? . .
que hace pensar en el revoque de los muros o en la piel de una La verdad es que la cosa nos retrotrae e~ el tiempo. El artist~
cerámica rugosa. ha estado investigando, todos estos años recientes, ~ob~e las posi-
La pregunta insidiosa viene después del elogio sincero: ¿qué :1
bilidades de usar computadoras para ayudarse a ~1srno en I~
lugar puede tener en el mundo de hoy un artista como Gerzso? comprensión de los problemas que va~ del pl~o umco a lo ,poli-
No dejo de compararlo mentalmente con Poliakoff. En ese senti- dirnensional. Después de haber reducido básicamente sus .mo-
do me parece que el ruso de Paris era más violento, más imp~ tivos" y sus colores a una serie de elementos en forma de tal)etas
tuoso que Gerzso. Me equivoco empero en los términos: estoy perfo radas, Felguérez interroga a la. c.omputadora: la que en
comparando_de u~a manera formalista por los aspectos exterio- cuestión de segundos le aporta una inhrudad de solucmne;;, tanto
res (geomelT1a, solidez de los planos que evocan arquitectura), Y en e l plano como en las tres dimensiones. No sé hasta que pu~to
en v.ez de comparar en profund idad y por el espíritu. Y en ese esto puede ser interesante para la marcha del arte, de cualquier
sentido debo admitir que el inglés Ben Nicholson es mejor tér· arte. Lo que sí sé es que Manuel Felguérez ha probado una ~
mino de confrontación, ya que con él estamos también frente al muchas veces ser un artista valioso y que los r~sultados q~e aqu1
caso de un pintor exacto cuyo ideal parece ser el equilibrio logra1io obtiene son a veces de una gran belleza plás~ca. Por enctma de
n b~se de 11nn armonfa de resonancias. Aunque por último y pMa todo yo creo preferi r, sin emba rgo, las sengraf1as que me parecen
decirlo todo: este preciosismo de Gerzso, el tamaño red ucido de resolver mejor que ninguna de las otr~s !écnic~s y ~nfoques la
sus telas, la calidad de objeto privilegiado que ostentan, lo em· solución estética más satisfactoria. Por ultimo, s1 t~v1era que en-
parentan - más que nada- con otro latinoamericano de la ge· contrar un punto débil, diria que los cuadros re?,h~ado~ ~una
neración anterior: Carlos Mérida. Y si Mérida es el confesado técnica a mbigua - muy dura por una parte y p1~tónca por
geómetra-surrealista, surrealista también lo fup en s u origen otra- me parecen las obras meno~ logradas del con¡~to. _
Gerzso: todo este orden, toda esta compostura provienen de viejos ¿Hasta qué punto tiene este artista razón de. trabaJa.r ~on c~m
afar:it!s irracionales de los cuales ha volado -por suerte ib~ ª putadoras? ¿Piensa renunciar acaso ~ su propia creativ1da~~ ~
1
decir- toda anécdota circunstancial, para quedar sólo el tin· cierto es que, voluntaria o involuntariamente, su proyecto
316 SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRÍTICA 317

mado la atención, y así el año pasado logró la disputad ecinto corren, pues, los paneles de ci lindros de madera, pega-
Gugpenheim, y este semestre lectivo está enseñando en 1 ª r y pintados de inmaculado blanco, con los que Camargo se
vers1dad de Harvard donde tiene a su disposición lasco~
doras deJ M.I.T. Algunos de los resultados de Felguérez son p 1 ·'ª
ti ~0 famoso, hace unos años, de la noche a mañan~.
Sin duda no podía -no quería- seguir produaéndolos n~
mente bellos en términos plásticos; algunos -como un p t; itum. Como tantos otros escultores co.ntemporáneos un d~a
111 11
objeto plegable- van a hacerle rechinar los dientes a más d el mármol de Carrara se cruzó en su camino y Ca margo. c~mtó
crítico no convencido por este tipo de experiencias. e! manzana·
J
lll' su
.
. . una manzana azuladamente
. blanca, acanaable,
h h ch
Después del arte. de Fe~guérez, i~placable por definició:1 densa. En este nuevo y eterno matenal sus. ob.r~s se an. e o
nemos un baño de JUVenc1a con la pintura de Vicente Rojo
mexicano. Hablábamos de "variaciones" y aquí estamos otr'a

p.
en el mismo caso. Con la diferencia de que estas variaciones ...
a partir de la letra T. Me explico: de hace unos años a esta
ROJO, uno de los grandes diseñadores del mundo, no pinta¡
cuadros de forma rigurosamente cuadrada dentro de los c
1 as y legibles sin esfuerzo: se trata de eJerc1c1os espa: 1ales a
c,~t;tir de los cuerpos simples. La única complejidad .proviene de
~iue estos cilindros, prismas, se interpret~n, se persiguen por el
aire, se prolongan como ecos o como refl e¡os espec~lares. ,,
Una objeción empero -conste que estoy aqu1 como . el tá-
ti.ino sobre el noble caballo"- podría ser para algún fanático del
una letra T expande sus dos brazos como una cruz. En el ca perfeccionismo, que estas actuales escu lturas de C~margo no
go, sus seis pii1turas ostentan el enigmático título de Negaci6119 e~ trí n talladas directamente en un bloque de mármol s1~0 9ue re-
dan gél nélS de preguntar con falsa ingenuidad: ¿qué es lo - .,u ltan de cortar y pegar entre sí sus elementos pnnc1~al~s.
niega aquí Rojo, el cambio de tema... ? Cierto es que el corte queda luego disimulado por una tecruca
Las variaciones hay que buscarlas esta vez al nivel de la . _ impecable... pero que no deja de descubrirse ante una detallada
tura, del color, del tratamiento de la materia pictórica. Todo?k> inspección. El día que yo tomaba mis notas1 uno~ j óven~s estu-
que de artista y de artesano exquisito tiene Rojo se concentra.:en diantes demostraban su desilusión ante esa técnica de cucuns-
un lucha consigo mismo en esta partida simultánea de ajedtt.& tr1ncias. lmagino que, con todos los recu rsos m~emos a 1 ~ mano
jugada al unísono en cientos de tableros diferentes. Cierto es qJJe e!:>taS esculturas deben ser el producto de una tdea, un diseño Y
en este caso me considero un juez parcial, ya que la obra de "-'f una fabricación perfectamente programados. Uno puede pre-
pintor no me defrnuda prácticamente nunca y mis ojos y mi sep.. gun tarse sin sentirse más papista que el Papa: ¿y al f m de cuen:
sibilidad van a cada exposición de Rojo no ya con la esperclQZ$ tas por qué no?, ¿quién ha dicho que no se deben pega: entre s1
d e verlo cambiar sino con Ja certeza de verlo variar. ¿Hay acalb las esculturas de mármol? ¿No tenían acaso algunas antiguas es-
una sa lida para este artífice?, ¿qué destino puede tener ta9 totuas un "alma" de hierro para mantener los distintos eJem~n­
pirotecnia? Preso en su misma perfección como una mosca etlia tos en su sitio? Protestar en estos casos puede resultar ~1én
miel en la que se deleita, parece estarnos diciendo: "Fíjense bM\ una actitud pasatista; hay que denuncia~ cualquier a~adenusmo,
en mi prestidigitación: ahora voy a sacar una T más de mi 11 ya que es te temor a incorporar ma te riales o técnicas ~uevas
lera, y para colmo será más sutil, más rara, más ni lfmite aún~ puede llegar a ser aun otra forma de la reacción. No quiero .to-
las otras." rnar partido, creo sólo que valía la pena evocar el problema. 51 es
Un malhumorado, en cambio, pediría que Rojo pintara 11* l¡ue por último en verdad se trata de un problema. .
grande, desequi librado quizá, desentonado, que se revolea~ La "visiones" de Cruz-Díez aparecen entonces en el honzonte
se desesperara ... que es a lo mejor lo que él está desea ndo P fd de la sala. Se trata de alguna de sus recientes fisiocrotnfn~1 basa-
un día hacer. Ya que por último, de todas las dive r!?e~n* das en una serie de efectos ópticos, conocidos desde siempre,
proposiciones de esta exposición, ninguna resu lta, en u~ pero que el artista venezolano parece sin em~argo, estar llevand~
insté\ncia, tan altiva, tan incomunicada como ésta en aparL-J; hasta sus más lógicas y extremas consecuencias. S1 e~pre he co~
s imple serie de cuadros en forma de T. siderado -<:orno me pasaba con Le Pare cuando aun produ~ia
En la misma sala íntima de Rojo y frente por frente, las e. obras cinéticas-- que estas actuales obras .que vemos en galen~!
turas del brasileño Sergio de Camargo dialogan con las ~ Y museos no son sino los modelos red ucidos, las maquetas,
crutables telas del mexicano. Es sin embargo una buena l)tras futuras obras a escala arquitectónica o urbana. Por 1os
sición que encontraron los organizadores. Por los muros de ttZé\res de la historia, Venezuela se encuentra en este momento
:i1a SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTICA 319

camino de la prosperidad y de la aatoafirmación y eso i bre un esqueleto de madera y recubierto de pintura. Con todo,
rada mente, se traduce en la apoteosis de sus mejores' a~~ "'º crítica de Marta Traba en parte se sostiene
. y representa una
1
practicantes de larga data del cinetismo. Al revés de 1 •stq ·~a nera d istinta de ver el arte latinoa mericano, una postura que
ocurre con los cinéticos argentinos o franceses que no gozº q~~ ~) calificaría de fundamentalmente anticinética. Actih:1d que com-
ningún apoyo oficial, el gobierno venezolano no cesa de an t'. : rte con ella un gran sector del público, en especial el norte-
gar a Soto~ Otero y al propio Cruz-Díez -santos mayo;~c~r, 11"mericano, ya que quizá en ese país de la má x1ma
1
. teci:io1ºE?1ª
• 1a
esta devoción- obras importantes y vol uminosas que se 1· t «- •ente busque desesperadamente en las ca rpetas de lo irrac10nal
gran ya sea al paisaje cívico o rural de ciudades y campos v ~ ~na compensación a su perpetuo maquinismo latente. .
zolanos. Con otro criterio antitético yo diría que por el contrario los
Aun consideradas como modelos estas obras son provocatl' 1
nejores cinéticos venezolanos y argentinos (e incluyo aquí ade-
vñs, estimu lantes P.ª~ª el. ojo que se int~iga con ellas y pretendft 111,\s del "antiguo'' Le Pare, los nombres de Marta Bo.to, Vardá-
explora rlas con delicia. Sm emba rgo quizá nos hayamos equiva.. nega, Sobrino, Demarco) crearon una de las. expresiones más
cado. los que apostábamos al valor absoluto, a la vigencia fuera Miginales del arte latinoamericano, acusado siempre -es ya un
del L1empo de estas formas de arte tan prescindentes de todo ID lugar común-de imitación servil de lo que se hace en Europa y
que no sea meramente perceptual. Pasados los años nos dejan 1 1m Norteamérica. A esos enfurecidos denostadores les devuelvo
VC:!Ces como u~ regusto de insatis facción; y un fa stidioso podrfa vo la pregunta diciéndoles: y en todo caso, ¿~e dónde íbamos .ª
llegar a cuestiona rse has ta qué punto estas creaciones se inte.- ~aca r los latinoamerícanos nuestras fu entes s1 no de las ~el ?rt~
gran con pleno derecho al mundo que Jlamamos del arte. Creo occidental? ¿No las extrajeron acaso los g_riegos de los e~1p~1os.
por último, que pese a todas las objeciones que se les puede.\ ¿Y qué otra cosa es suc~sivamente. e~ el tiemgo el arte cn strnno,
hace~ corresponden, si ~ ~mbargo, a esa actividad creadora que románico, gótico, renaciente, ma n~e~1 sta , clás1~0, barroco y neo-
seguimos llamando arhstica, a lo mejor por no tener a mano tér- clásico sino una permanente rev1s1ón a partir de lo~ órdenes
mino más apropiado. gr1;>colatinos? Sistema de columnas como órganos verticales sus-
Más o menos lo mismo nos puede pasar ante la obra del ar- tentantes; y de entablamentos como vincul~s. ~ori zontal es que
gentino de París Luis Tomasello. El eterno descontento que hay !quilibran las tensiones y hace~ de los ~d1f1c1os algo estable
en nosotros reclamaría que s us atmósferas cromoplásticas (cinco desde el punto de vista constructivo y estético. .
~abía pre~~ntes ~ la exposición), resultan a Ja larga más unos su· A partir de Calder (por la idea de movimiento, según confiesa
hl~s e¡erc1c1os visuales que obras completas y justificables por sf "oto) de Vasarely por su serialización (exposición de sus obras
mismas. De hecho Marta Traba (Dos décadas vulnerables en las artes •n B~enos Aires 1958), del encargo que el arquitecto Carlos
pltfsticas latinoamericanas, México, 1973, pp. 68-69) las describe Y Raúl Villanueva hizo para la Ciudad U~iversitari.a de C!raca~,
e~juicia así: "Líls atmósferas cromoplásticas de Tomasello (1915), por poco a poco argentinos y venezolan?s. geometr~za~t~s d~~­
e¡emp lo, atractivo nombre para calificar unos cubitos blancos rea d1eron probar fortuna en París. Allf h1c1eron s.us e;~rctcros espm-
guiares adheridos a una superficie plana y blanca, jamás podrán 11111 /es hasta encontrar, litera lmente, su expresión; mven~ndola,
ser más que unos cubitos adheridos a una superficie plana-blan {l11ro C:!Stá, de cabo a rabo. A partir de anteriores pre~1sas, es
ca. Quiero decir que nadie es más de lo que es, un ejercicio de dtW lierto, porque la historia no da saltos, y n~ se pude pedir a fecha
dos, traducido a palabras más brutales, el menor esfuerzo que ~n fija la originalidad ni la expresió~ auténtica com? resultad~ ? e
~rti~ta cr~adu~ pueda realizar porque se trata de un esfu erzo sU\ un dt.>creto ni siquiera de un unánime deseo colectivo. El espmtu
ind 1gnac16n na consecuencias. De un esfuerzo, en otras palabras¡ "igue soplando donde quie~e. ., _ .
sin finalismo." ¿Son por último Cruz-Diez y Tomasello artis~s en _el senttd~
No es cierto que en la obra d e Tomasello no haya indigna~ibn. tradiciona l del término, o acaso hay que cons1dera1los m e r~
Además los términos de Marta Traba no me parecen váhdO!Ji' rnente como unos ingeniosos investigadores de fenó~enos ópti-
porque red ucen la obra de arte -o que pretende serl~ sd ª c.ns? Yo creo que tanto el venezolano como el ar~entmo son ca-
~stricta materialidad sin encontrarle ninguna trascendencia. ~ Pnces de inventar simultáneamente una expresión nueva °'f la
1~ual modo la más sublime tela del mejor maestro de tod 0~.d rnanera de usarla. Con lo cual queda dicho - por si no es~v ier~
tiempos no es, en última ins tancia, más que un lienzo ten 1 "ún bastante claro-que se constituyen gracias a su poder amagi-
320 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTlCA 321

nativo en literales "fabricantes de percepción", en "proyecti teóricamente debían ser expertos en el ejercicio de la visión. Así,
de la nueva visualidad" con lo cual queda dicho que estáns por ejemplo, un niño de siete años a quien interpelo comprende,
pleno en la v ida, en Jo que ella supone de esplendor creativo sin comprender (que es el mejor modo), que el placer estético es
decir: de arte. ' iguéll en este caso a la exploración óptica de cada objeto. Es
No hay duda, s in embargo, de que las invenciones de decir, que lo que nos proponen estos artistas incluye un elemen-
margo, Cruz-Díez, Tomasello (y pod ría agregar del ausente to lúdico no despreciable y que en sus obras nos encontramos
o del presente Otero que tuvo en Austin una exposición ind' ante la ambigüedad y la apertura que reclamaba Umberto Eco
d ua l contemporánea a la de Plural) podrían ser acusadas e en su libro La obra abierta; ya que cada autor las prepara con su
una a su manera, d e resultar un tanto simples, un tanto el~ margen aleatorio para que el espectador avisado las co11temple-
tales. No obstante, nos guste o no nos guste, debemos recon co111µ/ete, y valga por una vez la aliteración.
que estamos ahora frente al fenómen o que abreviando No hi\y duda de que la exposición estt\ organizada de modo
dríamos calificar d e "un hombre, una idea"; cuando mi g de separar las tendencias. Con todo, un erro r garrafal podría ser
ración al menos recuerda todavía la otra época precedente, la el de no haber incluido practicantes de la "nueva figuración"
un Picasso, un Matisse, un KJee en que la fórmula era por el c deíormante, tales como los argentinos Rómu lo Macció o ese per-
trario: "un hombre retozando en un mar de ideas". ¿Puede sonaje proteico que es Antonio Seguí. ¿Fue difícil o imposible
grimirse esta diferencia como un reproche en contra de es conseguir sus obras? En una próxima ocasión semejante habrá
élrtistas presuntamente incriminados, quiero decir los cinéti en todo caso que tratélr de "desfazer el entuerto'' y a la brevedad
latinoa mericanos? Pienso que no, puesto que esta situación posible. No hay buena ni completa comprensión de lo que está
vocél: un hombre = una idea, es tan general que todos /os bu p;mind o en América Latina en el campo del a rte - y tAmbíén
artistas contemporáneos que~an englobados en ella. De modo q qu izá en el político- si no se toman en cuenta las "agresiones"
el pretendido reproche pierde su agresividad y su misma ra como formas mayores y sinceras de expresión. Otra posible
de ser. "Generación de sordos", como lo d ijo Bayón en Arte d uda consistiría en preguntttrles a los guest curators si no piensan
mµt11rn (México, 1973), generación de sordos que corresponde que hubiera sido más didáctico - por no decir más inteligente--
una generación de gritones, los artistas en este caso (no se gri presentar una vez sólo cinéticos, neofigurativos, abstractos, su-
sino cuando el o tro no nos oye bien). Si el arte monocorde rreéllistas, "objetivistas", e tc., de modo de concentrarse mejor en
hoy nos vocifera su pregón obsesivo es para que lo oigamos Y el énfasis de cada una de esas tendencias en vez de tratar de
distingélmos del grito del vecino de al lado. Hasta que lo rec cubrirlas todas imperfectamente.
demos aunque sólo fuera por saciedad. O sea, en telegra En este punto, advierto al paciente lector -si es que no me ha
Camargo, geometría blanca tridimensional; Tomasello, al mandado ya antes a l diablo--, empezamos a salir de la pura
fera impresionista de color reflejado; Cruz-Díez, fi siocromf geometría para entrar francamente en o tro dominio. EJ hori-
verticales que generan infinitos cuadros al des plazarnos an zonte va así cambiando con los "objetos" sensibles de Marcelo
ellos. B_onevardi, a mitad de camino entre las máquinas, las construc-
¿Por qué Sakai y Bayón demuestran tanta fidelidad, se c~on~s ópticas y la pintura-pintura en el sentido tradicional del
jante pnrti-pris por esta forma de arte que puede parecer hela lt>rmino. Conozco bien la obra de Bonevardi, la admiro aunque,
o críp tica a otros espectadores? Quizá simplemente por~ por s uerte, no dejo de reconocer que me sigue intrigando y
''retrasan" en la hora del gusto, porque no están a la mod.a o, desconcertando. Bonevardi eJ argentino y Gonzalo Fonseca, el
liberadamente no quieren estarlo. Romero Brest, por e¡e~p esc ultor uruguayo -ambos de Nueva York- han tenido su
que tiene más años que ellos no titubearía en decir de l?s artis momento de extrema coincidencia, aunque ahora para bien de
de esta exposición -de todos ellos- que están, senc11lamen ~mbos pArezcan irse separando definitivamente. Bonevardi para
"muertos". . . ~nvestigar una relación de planos, de cav idades, supe rficies
Paseándome o tro día por las salas compruebo, con mi P' csperas pintadas en colo res cálidos y opacos. Fonseca, para con-
de sorpresa, que el llamado público ignaro -en este c~so entr~rse en sus "teatros", minúsculos y monumentales al mis-
mejor por ser el más disponible- capta más pronto y me1or ~º tiempo, en que el espacio mismo se autoexpresa po r volú-
proposiciones perceptuales de Jos cinéticos que profesare~ q enes geométricos puros que se relacionan entre sf. Bayón en
322 SECUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTICA 323

dos artículos de P/11rnl (núm. 32 y núm. 35) los hacía a ambos barco. Ciertos nichos o "cajas" reciben, sin más explicación, ex-
proceder, un tanto arbitrariamente, de Torres-García. Fonseca en trañas piezas talladas directamente en una madera rubia sin
línea directa como uno de l~s hereder~s en tanto que antiguo pulir.
aJumno del Taller. Bonevard1, en cambio, operando quizá por Confieso que, para el profano, estas armazones constituyen
contagio pero siempre más lejos del maestro que s u amigo. una especie de "tótems civilizados". Al verlas se piensa automá-
A Torres-García lo siguen acusando algunos de frialdad. El ticamente en los escudos g igantescos de una cul tura sobrehu-
orden, en la tradición de Occidente, constituyó el inocente ''pe- mana perdida. Esas obras, no obstante, sin comentario posterior o
cado" del viejo maestro. Eso es lo que consideró tenía funda- rrevio poseen, sin embargo, suficiente presencia como para im-
mentalmente que ensenar en el caótico continente nativo al que ponerse de por sí, naturalmente si se las sabe interrogar. El peli-
un día le tocó volver. Wº d e Bonevardi -todos tenemos un talón de Aquiles-podría
¿Qué queda de todo eso en Bonevardi?, se puede uno pregun- -;er el d e hacerse elefantiásico (¡perdón por la metonimia!), es de-
tar. En contra de la teoría de Bayón, lo veo más cerca de un s u- cir que sus obras llegaran a serlo. AhorA bien estos "trofeos" no
rret1lismo inexplicado e inexplicable o, cuando más, como el van demasiAdo bien en una exposición: reclaman su muro único,
luglH geométrico del encuen tro de d os tendencias divergentes s u iluminación individual. El hecho mismo de que resulten in tra-
que é l resuelve con maestría: un afán de cons truir muros, arqui- t(lbles en un ambiente abarrotado podría - por el hecho mismo-
tecturas, de dotarlas de imágenes que se a lbergan en nichos; y f ui1Linmenta r s u mejor elogio.
p<lralelamente y s in menoscabo, una ensoñación de espacios Ancestral a s u manera también lo es el mexicano Franc.isco
antiguos y vírgenes, unas navegaciones de velas tiesas contra las Toledo, no obstante ser el más joven de los participantes. Perfec-
que se destacé\n los astrolabios. Mostrados solamente, contando rinnis ta también, ¿y van cuántos ya en esta exposición, que puede
con que su magia contagiosa terminará por producir en nosotros llegar a ser irritante de tanta compostura al limite? Nadie mal
el rapto de la imaginación. educado aquí, nadie que escupa por el colmillo del arte, ni si-
¿Merece acaso el sitio privilegiado que está empezando a ocu- q uiera que haga una broma pesada o de mal gusto ante la general
par como uno de los más importantes latinoamericanos contem· e ire unspección...
poráneos? (Una obra grande vendida al Guggenheim Museum Si bien Toledo no posee aún la "energía cósmica" de un Ta-
de Nut?va York; otra no menos importante al futuro Museo ~u­ mayo no hay duda de que al menos es capaz de concentrar sus
fino Tamayo, en México.) Contestando a Ja pregunta .creo que s1, a signos en vez de expandirlos como muchos de sus contemporá-
condición de que no se duerma en los laureles, que s iga buscando neos mexicanos. Su mundo tntimo es arenoso, cálido, cavernario,
en él y en el mundo de sus obsesiones el permanente ~brevader~ un mundo pobJado de escorpiones y de sexos masculinos que
para apagar su sed y la nuestra. Su acción se va .haciendo más actúan con vida propia. El ámbito cultural que Toledo evoca es
compleja en densidad y más s imple en el repertorio de forma~ Y un ámbito sin luz, por eso debe utilizar un color imitado de las
colores que emplea: "menos es más" nos dejó como legado el in- viejas tierras, que parece provenir de los minerales de sus cerros
olvidable Mies van der Rohe. Y que él frota largamente sobre telas absorbentes y opacas.
Reconozco que un cronista que se qujsiera más objetivo,-~~­ O tra pregunta y siguen afluyendo insolentes pero n o menos
biera empezado por decir que Bonevardi se presenta aqu~ so 0 sinceras: ¿hasta qué punto Toledo es un pintor de hoy? Nos di-
con cuatro grandes paneles y tres soberbios dibujos a láp iz~~ cen que está en la vanguardia, ¿pero puede la verdadera van-
gro, g raso. Para quien no los haya visto nunca aclaro que os guélrdia consistir en esta irresistfüle vuelta para atrás? El ideal
paneles consisten en verdaderas "construcciones'' de madera Y del pintor parece consistir en encerrarse otra vez en la cavidad
tela tiue él mismo eJ'ecuta. Nada del preciosismo del sf111ped c.11n- femeninél materna, terráquea, que nos es comú n a todos y de
·1 • r Bona-
vns de los norteamericanos o de Jos que fabrica el ita aano d s cuya protéeción quizá llevemos el recuerdo inscrito en todas y
lumi: búsqueda sobre todo de superficies complejas Y alabead ªs,; cada una de nuestras células. La obsesión, por último, es retro-
No 1 estas grandes ensambladuras de Bonevard1· van " revoca a.
• de v1e·
gradar hasta desaparecer en el origen, para que él nos trague
con grueso acríl ico opaco que las hace rudas como. murc>s van como la arena un charco de agua . ¿Y es acaso ese regresa~ una
jas forta lezas. Sus niveles se escalonan en el espacio, a vec~ un posibilidad válida de expresión contemporánea? Yo creo firm_e-
recubiertas de gruesos lienzos que sugieren la s velas e rnente que sí: ¿es la historia del arte a cada momento todn In h1s-
324 SEGUNDA PARTE SEISESTUDJOS Y UNA AUTOCRfTICA

torin del arte: Hokusai y el fotorrealismo, Giotto y las estruc Con todo (y voy a jugar al aguafiestas), hay serias objeciones
primarias? ¿O la aventura del hombre es direccional y tiene a esta pintura, y no de detalle sino lo que es más grave, globales.
valor positivo y otros negativos en un momento dado -ahor ·Vale en efecto pintar como él pinta en 1975, ni un minuto me-
aquí- y el hombre siempre empieza desde cero para decirse ~os en el reloj del tiempo? Cierto es: miéntras admitamos que la
Conste que pregunto y no afirmo. pintura-pintura existe~ go~a de buena ~a lud, no ~ay manera de
Cierto que las obras de Toledo aqui expuestas son en cier privarle a este hombre inteligente y sens1bJe que pinte. ÉJ trabaja
modo "menores". Menores no porque no sean buenas sino por.::.r la materia pictórica como un escultor, el pincel en su mano cata-
que no constituyen tampoco lo mejor, lo más ambicioso de su • colea, se revuelve de gusto y deja un trazo sucu lento y al mismo
tima producción. Algo le falta a este joven pintor exquisito, y es tiempo cargado de pigmento deslumbrante. La suya es Ja posi-
veces una especie de fuerza telúrica para llenar la tela no co ción diametralmente contraria al informalismo, que sólo pre-
anécdotas o con mitos sino simplemente con formas. Se sabe la la- tendía acumular sin forma, renunciando a cualquier cromatismo
pidaria respuesta de Mallarmé a Degas que pretendía escrib' que no fuera el color sucio del fondo de la paleta. No, el pintor
poemas porque tenía "algunas buenas ideas": "Senor, la poesía na peruano preserva celosamente todos los eJementós, digamos, de
se escribe con ideas, se escribe con palabras." Del mismo modo y I~ pintura tradicional. Aunque n0 hay duda de que, aJ mismo
mutatis m11tnndis, se puede decir que las leyendas de su región de tiempo, se encuentra en el siguiente brete: él había partido hace
Oaxaca proveen el punto de arranque para que Toledo se explaye. í\ñOS, valiente, para su aventura abstracta y, de pronto, uno le
pero hay que convenir en que, por ahora, el pintor no siempre descubre a.hora de reojo, sospechas de formas reconocibles, a
despliega el poder de llenar su tela al límite, de hacerla crujir de veces disimuladas por la ampliación colosal a que las somete,
tensión1 en una palabra: de ver grande. Sus cuadros quedan asf f'e"' pero no por eso menos reales. Sin ir más lejos, el otro día en e]
legados a la categoría de objetos preciosos (ya lo decía yo de Museo Witte en San Antonio pude contemplar a mis anchas una
Mérida y de Gerzso, otros dos refinados). En el caso delasgouach· tiara incaica, especie de cilindro metálico cubierto de medallitas
es o la obra gráfica en general, esa no es ninguna objeción grave a que a l moverse e l personaje que la porta ba sobre l.a frente,
Toledü, sino por el contrario su mejor timbre: el ojo detalla en esas debían desteHar y titilar al sol. Recordé entonces los miste(iosos
obras el entrecruzamiento de significado, línea, color. En la pintu- círculos planos que cuelgan en muchos cuadros de Szyszlo. No
ra propiamente dicha, por el contrario, rara vez logra la autoridad creo traicionarlo si digo que hay aJU una clave y que la pretendi-
total sobre su propia materia. ;'Autoridad" en el sentido de que se da abstracción consiste simplemente en transformar lo reconoci-
dice de un torero en su acción en la plaza; o sea cuando es él ble en irreconocible. Con su deformación del color pasa otro
quien dirige el bnllet fatal, yno al revés. . tanto: los lleva a todos hasta la ignición carmesf, violeta, cuando
Frente por frente de.Toledo -nada es casual en esta exposi- no ahora hasta el blanco del metal en fusión. La materia que era
ción hasta el punto de irritar- otro buen pintor: Femando de plumosa y brillante se ha hecho más opaca y mate. Por último
Szyszlo, quizá el mejor de los abstractos líricos que quedan en ¿es éste un abstractismo vergonzante? ¿No valdría, de manera
Sudamérica. En este artista peruano vamos a encontrar toda la más va liente, dejarnos descifrar el monta je de imágenes que
sabid uría (o toda la corrupción, o ambas cosas) de la Jlama~a Szyszlo cose como en un laborioso pntch-work para crear sus at-
buena pintura de siempre: composición, dibujo, colores, materia, rnosferas precolombinas? Sin embargo, si uno v uelve aJ ejemplo
textura. Con su sistema exótico de expresión , sus títulos en que- de Obregón, que se ha lanzado de cabeza a la escala colosal y a
chua (no traducidos), quizá sea este pintor de los que más gust~ la clara figuración deformante, pienso por último que Szyszlo
o, por el contrario, de Jos que más pueda enfurecer al que aqu hace bien en mantenerse en su antiguo feudo. En cierto modo su
busque violencia a ultranza. Porque los cuadros de Szyszl? sol generación está "condenada a ser abstracta" para siempre. Me
hermosos -¡qué duda cabe!- y de manera nada con~enc1o~a ' pregunto: ¿tendrá fuerzas para seguir siéndolo sin gue su pintu-
están bien pintados. Abstracción a punto de hacerse figurativ~ ra se repita o flaquee? Para mi mayor alarma, en algunos de es-
¡iunque no como en Obregón -<On quien se lo comp~ra ª~a !,~s cuadros siento síntomas inconfundibles de fatiga, fatiga en la
ces-, que ha pasado otra vez a la figura, no para i:ransfigura~t~ •ma~rinación plástica" del pintor. Descubro algunos fondos con-
sino para hacerla excusa o anécdota. Szyszlo, sabio, no com v~nc1onalmen te rellenados de pura sensibiUdad, sin la urgencia
ese crriso error. ni el impulso perentorio de antes.
SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCR[TICA 327

Otros dos pinto res <1parecen ahora en mi campo visuaJ po interpretaciones meramente "espaciales" de Sakai y Bayón, que
esa zona de la exposición que "se ha ido poniendo figurativa" ,lparecen en el catálogo, me parece convenir mejor lo que Ian
Después de Toledo con sus escorpiones, s us langostas, su tortu momas dijo en una crítica - bastante negativa- en el Daily
ga, su gato enojado y azul, vamos a topa rnos ahora con un Tl'xa n: "Una salvaje y obsesiva energía parece irrumpir y vivifi-
cuadros grandes - Nissen- y con unos c uadros pequeño cMIO tod o. En uno d e los cuad ros vemos dos cuerpos sentados
- Von Gunten-. Eso ya prefigura algo y por ello he hecho quizá l,ínguidamente en un sofá, dos cuerpos tocados por una estupi-
involuntariamente mención de la respectiva esca la de uno y dez paralizante, mientras que a su alrededor pensamientos y
otro. Empecemos sin embargo por el principio: se trata de d ,Kciones se estrellan por el espacio como si proclamAran una ur-
pinto res europeos que pintan en México desde hace años (iba a gen te alarma mental." Esta idea de que Nissen pinta "pen-
poner "aclimatados" cuando recordé la sangrienta burla de; samientos y acciones" y no sólo formas reconocibles del mundo
Francisco Ayala cuando me dijo que "El Greco no era una planta exterior, me parece aguda y certera. No en vano si él mismo
como para que puedas decir que se había aclimatado a Es.. -:.iendo hombre inteligente- se consjdera "expresionista", por
paña ... ") Uno de estos pintores es inglés: Brian Nissen; el otro ,1lgo sen~.
suizo: Roger von Gunten. Es curioso que sólo en los dos euro~ El hecho de pe rtenecer a la generación británica que es la de
peos mexicanizantes (o viceversa) aparezca una "distancia" en Hockney, Jones, Boshier significa que Nissen también afronta una
relación con la cosa pintada. En el arte geométrico <>sa distancia crítica de la sociedad. Aunque va a hacerlo sin el tremendismo de
no puede ex istir de facto: la expresión y la obra se confunden. El los latinoamericanos nativos (Macció, Seguí, Delra en la Argenti-
artista, literalmente, se transforma en reflejos, es él mismo el mo- na, jacobo Borges en Venezuela). En vez de ser rechinantes de-
vimiento que nos desplaza, lo vivimos vicariamente. ¿Qué pien- d Maciones se trata aquí sólo de humor negro. Y como para no
sa Tomasello, en qué cree Cruz-Díez? Es algo que nos resulta del c•x<1gera r en nada, la materia de los cuadros de Nissen es delfüe-
todo ajeno. No hay ningún margen de subjetividad que los trai- radamente "flaca" (al lado del regodeo matérico de Szyszlo, por
cione o que nos los acerque (el que busque aquí biografías ro· L·jemplo). Ante los sensuales, Nissen hace figura de austero: técni-
mánticas quedará siempre frustrado). Virginia Woolf ~cribió en ca de soufflage y de pincelada invisible, poca materia, total opaci-
una memorable ocasión que "el ensayo es la menos 1mpura de dad, registro de tonos neutros: verde, azul, gri s, violeta o sea una
las formas litern rias''. Y supongo que quería signi fi car que lo era gt1 ma deJiberadamente fría. Él dijo en una entrevista que se con-
porque sólo se manejaba con ideas y no con sentimient_?S· El arte sideraba un pintor angloazteca y no creo que haya broma en la
geométrico, ciné tico, constructivista en general podrian repre- Afirmación. A pesar se 1>eguir siendo un europeo y un británico
sentar -en lo plástico- una pareja ca li~a? ~e pure~a. . - parñ bitm o para mal- no hay duda de que también ha asimi-
En Jos otros que hemos visto, la sub1etív1dHd lo invade todo. 1.tdo una manera de torcer las formas, una "teatralidad" quepo-
Szyszlo es un estado de ánimo -o mejor dicho-, sus cua~ros Jo dría ser precolombina, un patetismo que no es al menos en nada
son; Toledo, un eco de lns fuerzas tutelares que dirigen o pierden occidental.
al hombre. ¿Dónde poner a Nissen y Von Gunten? Justamente~ Von Gunten parece en cambio menos controlado que Nissen,
un tercer apartado, ya que demuestran no entrar naturalmen~ que en argot francés sería lo que con gracia se llama un pisse-
en los casillero!. trazados de antemano. Lo que panl.itn ttmbos f~11irl (y esta vez me niego a traducir). Por el contra rio el expre-
la imagen contemporánea, aunque para hacerlo recurran 1 ªª sionismo de Von Gunten es bonachón, y si se ríe también de
ironii'l como e¡,pejo deformante. ás n~es tro mundo hay que reconocer que goza al recrearlo con su
Nissen se considera a sí mismo un expresionista, pero ei mi pincel danzante: playa, costa, escenas urbanas intrascendentes.
bien siempre para mí el asombrado burlón contemplador ~~
nuestro mundo técnico contemporáneo con todas sus rnMavi si 1 Sus colores -para corroborar lo que digo- son tie rnos: azules,
v~rdés daros, ocres. Bllos constituyen Ja base sobre lit q ue el ara-
y mrserias. En sus cuadros, lápices blandos se sacan pun~ i:ta, hescu a punta de pincel vendrá a trazar los límites, organizar la
mis mos, fósforos vuelan por un espacio quemado Je : 1 lo· º 5
~•c1Ve orgía. Se piensa en un Matisse de entrecasa, un familiar
peines "peimln el viento", com o en el ver~o de Cóngori\. ,Ex.~tro pi ntor hecho para gustar, aunque en cierto modo su arte rech~ce
sión atómica? ¿Fin de los tiempos? ¿O s1mple'!'ente el regi. las '1 más de uno en razón misma de la dosis d e ''cultura" que im-
de n uestras obsesiones cotidianas? En ese sentido, más que plica, por su tácita y fundamental intelectualidad. No olvidemos
SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCRfTlCA 329
328 SECUNDA PARTE

que el propio Matisse, desconociéndose (como nos desconoc dad moderna, hace ya muchos años que encontró en las mimesis
mos todos), proclamaba a los cuatro vientos que quería que
pintura "sirviera de reposo al hombre que vuelve cansado du
t de esa misma tecnicidad su nota propia, personal, única: su ra-
zón estética de ser.
su trabajo cada dfa". Cuando en realidad sus cuadros constitu~ De entre Jos mejores escultores latinoamericanos contemporá-
yen una de las más arduas construcciones de forma-color-scntido neos, Negret se destaca por Ja originalidad de su proyecto. Es de
de toda la historia de la pintura. los pocos (con Di Tean,a, ftalo-argentlr:io de. París, Guz~án, pe-
Yo creo que la función de Nissen y de Von Gunten desde el ruano también de Paras y Ramfrez V1llam1zar, colombiano de
punto de vista de la aculturación, consiste precisamente en este Nueva York) que ha apostado a la carta ''inspiración en eJ aspec-
doble juego. Ellos han tomado jugos vitales de América y en ella to agresivo y triunfante del mundo mecánico contemporáneo~'.
les gusta vivir y actuar. A su vez han aportado una sonrisa al Negret, de hecho, difiere de los otros escultores de vanguarcha
arte casi del todo serio de Latinoamérica. Serio al pie rle la /etm. en que no suelda ni siquiera martilla o forja. Sus piezas metáli-
No nos confundamos; cuando hay risa en nuestra pintura actual cas son sometidas a torsiones limpias; y su expresión les viene
es un rirejmme, o sea de burla o de despecho. Botero, Bemi, Se- sencillamente de Ja repetición serial de un mismo elemento en-
gur serien de manera sanguinaria de sus víctimas. Aunque haya cadenado y libre al mismo tiempo.
también ternura en los chicos desvalidos y en las prostitutas Eso es lo que tiene que decir: inventar un "motivo", repetirlo
endomingadas de Be1:ni, en los irremediables gordos de Botero: rotánJolo, variándolo hasta dotarlo de una fuerte presencia, lo
santos, presidentes, generales o burgueses. que estoy tentado de llamar una d.eclaración plástica de princip~os.
Nissen y Von Gunten, en cambio, practican la ironía. Y la iro- El arte no se explica, no debe explicarse nunca: el hecho estético
nía -como lo dice Wladimir Jankelevitch en su maravilloso 11parece o no aparece ante nuestros ojos con valor absoluto. O
libro del mismo título- es la ''buena conciencia", o sea la flor nos trasmite algo o no nos trasmite nada. Esa es por último su
misma de nuestra cultura occidental. O para expresarlo aun de 11ventu ra, su riesgo trascendental. Cierto es que existe el fenó-
otro modo: la inteligencia que se enjuicia a sí misma, que se meno del "acostumbramiento" a lo que el artista nos quería de-
pone no sólo entre paréntesis sino en tela de juicio. Esa distancia cir, y consecuentemente, una aceptación o una entusiasta adhe-
con nosotros mismos nos salva del tropezón miope de quien se sión a lo que nos propone. Al~ de cuentas, vemos lit~raJm~nte
atiene sólo a lo inmediato sin perspectiva y sin aire. En La pintu- por los ojos de los grandes artistas ya que no hay una mm~1ata
ra de ambos, La civiJización actual traspuesta a términos propios y absoluta toma de posesión del mundo a través de los ~tidos,
se agita y se manifiesta caóticamente. En Yon Gunten para dejar sino un paulatino descifrar lo que se nos da como un contimmm
- pese a sus colores- un rastro a dominante gris; un gris q~e no sistematizado ni intelectualizado.
traduce sin embargo supremamente bien acciones humanas sin Conste que la marca de Jos bulones que pespuntean las formas
hacerles perder en nada su vivacidad. En Nissen, creando a su en las construcciones de Negret no constituye ni un olvido ni una
vez una imagen propia, que es casi como una tira cómica de posibilidad de actuar de otra manera. Ese "pespunteado" sirve
gran categoría plástica basada empero en los mismos supuestos para connotar el carácter imitativo a partir de formas que nos son
que esa moderna taquigrafía de la vida cotidiana. fa miliares en la industria, con la intención de remontarse desde
Quedaría hablar de otro constructivista, muy bien representa· ellas a una pura creatividad, sin otro fin que el estético. Estas vi-
do aquí esta vez: Edgar Negret, de Colombia, que acaba de ob- gas caprichosas que no sostienen nada, estos cañones antiaéreos
tener la beca Guggenheim. Aquí, frente a estas obras desar- que disparan su metralla a un cielo abstracto necesitan de esas
mantes de simplicidad y de fuerza perentoria, sólo pinta?as en marcas en relieve que las identifiquen en su procedimiento y en
negro, blanco o minio con una calidad opaca y casi aterc!opela- su destino.
da, uno de esos furiosos espectadores reaccionarios que siemp;e No considero las obras de Negret como esculturas sino como
aparecen en las exposiciones exclamaría: ¡Esto ya no es arte! ( n "construcciones", que obedecen empero a la ley general de los
esos casos siempre estoy tentado de preguntar al descontento
propia definición de arte, de belleza, etc.) El entusiasmo tola t~
tu cuerpos que ocupan un lugar en el espacio. En ese sentido po-
s~en un exterior pero también un "aíre interior" vlsible_q_ue f?ar-
el descontento -no menos total- pueden ser dos salidas ª!' .1 ~cipa de La expresión con tantos títulos como las sup_erfioes lisas
las "máquinas para nada" de Negret. Enamorado de la tecn1c • irrevocablemente pintadas en sus tres colores heráldicos.
330 SEGUNDA PARTE SEIS ESTUDIOS Y UNA AUTOCIÚTICA

Negret produce - lo he sentido en el público a mi al red La ayuda que ha obtenido debe permitirle la realización de algu-
un d esconcier to sa ludabl e. El "buen pueblo" está en ,edor ntt de las obras colosales que guarda cel o~ amente en ca:-peta.
acostu mbrado a que el arte sea artístico. Cree todavía queg~ner Entonces se afirmará como lo que es ya - 1unto con Ale¡andro
mundo íeo y un mundo bello. No mira las g rúas y los ay O tero, el venezolano-: uno de los mejores constructivistas ''en
colgtt~tes tendid_os como telas de araña.plateadas en la ~~~~tes.;. ilire y metal", no sólo de América Latina sino del mundo.
~e los grnndes no~. No sabe - y es lástuna- que quizá las ~ Repito: la exposición es fría, no quizá c~mo una sala de ope-
¡ores obras de arquitectura sean las provisorias P"igantescas g ~ raciones, sino más bien como un laboratorio en que to~o queda
• t_orr~s. amara·11as);' anaranJa
con sus · d as que, pacientemente
o· rua(
movl clasificado y se do mina casi de inmediato como ~otahdad. No
da ~ por 1nv1s1bles hormigas, construyen nuestras futuras habi· hay -ya lo he dicho- angus~ia, sangre, sexo, política, concepto,
tac1ones. Y que son, en general, más esbeltas, elegantes 16 !i ecología, ins piración fo tográfica, o sea alg_unas de las _a pa~tes
funcionales que los mismos edificios que ayudan a leva~t;ug ca~ ~o luc iones del mo mento. Lo que predomina como lelL 1~o~tv es
El arte actual parece decir: todo es todo, ya que no hay más b _ una percepción global d el espacio, del color, del movmuento
rreras. El m otivo romilntico que declaraba que el arte nos ayud=- implícito tal como ~e da en las ob~as cinéticas. Como paliativ~
ba él soñar la belleza ideal (que además tenía que ser inútil -el de esta severidad v1su<ll ap<Hecen sm embargo _aquí o.tros temas.
arte por el arte-) es hoy un recuerdo del pasado. La piezas de por una parte la búsqueda ancestral d e. un on gen, sin folk!ore;
Negret se.corro_boran entre sí, se autojustifican. Hombre cohe- y por ot;~, la civ ilizada ~ºi:t~isa que a?h•e_re a lo contemporaneo
rente consigo mismo, desde hace al menos veinte altos viene bus-
cando en 1~ i~agen de_I~ placa de metal doblada y abulonada,
para rnt1f1carlo o p1ua en1u1cmrlo :ºº. ironi~ .
Los organizadores, d os perfeccio nistas t_irando a c?Ol (como se
una de las 1magenes m1hcas de nuestra modernidad, de nuestro dice en jazz), han elegido como era pres urrubl~ los a~hstas qu~, en
esklr en el mu~~o tal wnl ~1 hoy.es. La obsesiva repetición de un cierto modo, se les parecen, al menos como acntud v1~~ y senstble.
elemento, la d1f1cultad de 1magmar espacialmente estas formas Dos violentos, dos agresivos, d os creyentes en. las ~amas expe-
antes de crearlas de la nada, es algo de lo que más me asombra en riencias de cierta vanguardia, hubieran est~ble~1do, sin d~da, º!1°ª
Negret. Y el corolario sería que también le admiro la capacidad de lista distinta con otros ideales y otras reahzac1ones. Insisto aun:
"formélrlas", al pie de la letra, ya que es siempre tan difícil encnn- una seria lag una podría ser aquí la falta de neofiguración, violen-
trar el punto de encuentro justo entre el proyecto y la concreción
-en metal y en color, en escala y técnica-de su permanente, im-
r
ta, destemplada en el tono, en la forma en el colo r. Esperemos
que la Universidad de Texas tenga un dia - pronto- la oportu-
placable imaginación. nidad de encontrar esos otros críticos responsables q ue realicen la
Su mundo de vigas, de escaleras de caracol que no sirven contraprueba de lc1 que éstoi:. parecen afirmar. :ara dei:no~tra r
~ara subir, de máquinas agrícolas que no Jo son, nos entreabre al -de manera quizá opuesta pero com plementana- la vitalidad
fin de la puerta de una futura comprensión de nuestro universo rlvasalladora del nuevo arte latinoamericano.
actual: el de las estructuras desnudas, de la forma pura y por
sí misma, sin necesidad de ninguna otra justificación. Es lógico Hasta aquí m1 alter ego. ¿Otro yo? Sí, claro está, pero también siei:n-
q~1e esa sea la belleza que nos represente en el futuro, cuando se pre yo, es decir un desdoblamiento válido Y.espe~ ~ue no demasia-
piensa en la nuestra como lo que ha sido: una época de feno- do arbitrario de lo que paralelamente a mis dec1s10~es, yo pu~o
menal y no menos exaltante avance tecno lógico en todos los pen::;ar de mis anugos y de m1 mismo. N? ha ~ido un ¡~eg~ gra_tuLto:
6 rdenes. si el lector sale del art1cuk1 un poco m~S 1lum111ado, m1 peligroso ex-
Unél pedrada en el ojo: el repertorio de Negret puede un dícl perímento hnbrti tenido pl11nnmenle i;entido.
demostrarse como limitado. Fatalmente -si no le ocurre un
Austín, 1975 Tl!e Texas Quatterly, Aui;tin
poco ya- Negret terminará por autosatisfacerse y repetirse. El
espectador exigen te no deja de reconocer CJUe algunas de estas
(Origin;il castellano de la trnduccíón inglesa de Calen Creaser, que apa-
estructuras resul tan pesadas y sin gracia, q ue otras parecen un
reció en Tlw Texas Quartcrly, Austin.)
tanto despatarradas y sin mucha razón -plástica- de ser. Aho·
ra r.e.t~ca a Negret el compromiso de la "gran escala" pttra lr1_que
sol1c1to la beca Guggenheim. Veremos si ahí también se sosbene.
EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 333

zanas sobre la mesa 110 co11stit11ye11 1111 modelo que recuerd e


nada, ya muy v isto, descifrado o in te ~tado. Las manza né\S
sobre la mesa para el espo11 tri11eo (como d ie~ ~ en los toros),. se le
EL ARTE LATINOAMERICANO COMO a parecerán sencillamente co~o cosas cotidianas y, ~or. cie rto,
PROBLEMA que él no cuenta en su baga1e con una manera n prtort d~ re-
presentarlas -¿de representarlas?- , ni si.quiera de conceb~rlas.
o sea, el solitario, el sclf-mnde está más hbre que el estud1 ~nte
porque las tales manzanas no le recuerda.o Mda~ no le obliga~
LA IMÁCENES ELÁSTICAS Y ACRESIVAS DE RóMULO MACCtó
a nada: ni a representarlas turgentes, casi metálicas como Cn-
velli, ni a construirlas como entes "metafísicos" a la mane ra de
MAs V~L~ decir~o de entrada: considero las "imágenes" que en Cézanne. , .
es~()S u_lti_mos tiempo~ está creando Rómulo Macció entre las O sea actúa como Dios le da entender, con solo sus propias
mas or~g.ina les,_ agresivas, ~larm~ntes de las que se producen Mméls q~e demostrarán en el relá mpag~ d~ la acción ser b~enas
en Amenca Latina a cualquier latitud geográfica o humana. Es 0 malas, de ahí su incomparable aprend1za¡e en carne l?ropm. .
~ina pintura la s uya que si nació ingeniosa, voluntariosa, se ha Así Macció ha querido equivocarse y acertar por s1 y a~te. si.
tdo haciendo compleja como Ja vida misma de su creador. y hélciéndolo lo ha hecho con obstinación y con o rgullo. 51 bien
. Al ig uéll q.ue Frnncis Dacon que inspiró s us primeras figura- él es un figurativo nato, no hay duda tambi ~n de que el dis~ñ~1
c1ont!s, Macc1ó tampoco tuvo una educación a rtística académica. -y el diseño con fines comerciales- le .hab1a en~ei'iado no um-
Délcun t!mpezú siendo decorador, disei'iador; Macció proviene de célmente a captar el ojo del observador distraído sino, en verdad,
lr1 publicidad . No digo que toda escue la de Belléls Artes sea ne- a hipnotizarlo. .
fasta: digo que hubiera podido resuJtarlo para estos dos otttsiders. Es curioso, pero el artista de hoy cuenta con tant?~ '?1ed1os a
¿Que es lo q ue normalmente aprende un joven en una academia? su alcance que debe preguntarse, una y otra vez, que ira a ha~er
Ante todo técnicas: cómo " plantar" un dibujo, los rudimentos de con todo eso que puede confundirlo y hasta J:>~rderlo. ~o solo
la composición, la teoría de los colores. En el peor de Jos casos, só- están a su mano las técnicas y los soportes !Tad1c1<;>nales sm?. que
lo a d ibujar ojos, orejas, a sombrear para que las cosas parezcan hay también la entera gama de las nuevas invenc10nes: ac nl~cos,
tener bulto. En el mejor de los casos, empero, puede toparse allí, crayolas, lápices de fi eltro. Con tocio ese arsenal en ~otenc1a el
entre los muertos modelos de yeso, con los maestros, al menos artista lúcido dará curso hoy a su tema profundo de siempre, ya
con a lguna personalidad viva que no destruya la suya propia. De sea su angustia, rabia, ambición, humor: blanc~ o negro. .
ellos pu~e aprender por imitación o por rechazo, ya que los mo- Veamos Ja trayectoria d e Rómulo Macc 1ó durante estos
dos de pintar no son a veces tan importantes como Jos modos de
actuar.
últi mos años. De la figuració.n baconin~~ se li~eró. m~y. pronto,
ro puede decirse que a partir de esa germinación 1bél a seguir
P:
. El autodidacta se siente siempre más solitario que el escol<tr, ya sobre su propio impulso. Vino entonces un momento -al co-
siempre a fa vor o en contra de su academia. El a utodidacta no mienzo de los años 60- en que se puso a defo.rma~, interc~l and.o
cuenta sino consigo mismo, ya que aprende por el laborioso "rebanadas'' de imágenes distintas y contrad 1c~o na s: la smtes1s
métüdo que los psicólogos llaman del tria/ nnd error. Es decir, teníél que hacerse más en la mente que en la retina de l?s espec-
que cada vez que se equivoca tiene que empezar de nuevo, re- tadores. Para ello se sentía en libertad de usar los exped1~ntes de
corda ndo - puesto que le va la vida- lo que penosamente le toda la g ran pintura de vanguardia de la primera mitad d:I
cost<.S aprender. Su saber, pues, no radica ni en tratados ni en siglo, y también de todos. los recursos gráficos a su alcance: di-
experiencias, s ino que misteriosamente está centrad o e n sr bujo, color, textura, graffitr. .
misn:o: en ~u recuerdo, en su imaginación, en su atrevimiento. Un día por fin, harto de atrev imi e~tos. q~e ya fueron p1cas-
~a diferencia con quien ha tenido una educación artística, con- sianos matissian os y un poco de todos, invirtió redondamente las
siste, sobre todo, en que posee una visión del mundo más cru- faccio~es dentro de los rostros que pintaba (ver mi prólogo a la
da quizá pero también más fresca y espontánea. Por ejemplo: exposición Ficciones, Cente~ for lnter~m~rican Relations, N. Y.,
para é l no hay mayor o menor grado de abstracción: las man- 1969). El próximo episodio iba a constituir un salto en la carrera
332
SECUN DA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 335

de Macció. Por el principio de la década del 70 anduvo lidiando múltiples ojos, ala rga como palmetas acuáticas unos dedos con
con lo que él q ueña una figuración "globa l" de tema sarcástico uñas. A veces sus protagonistas son mujeres vestidas de negro
De l¡:is ¡:intiguas pantallas de televisión con rostros amenazantes. que serían elegantes si, al mismo tie mpo, no _es.tuvier~n des-
de Jos roslros "al revés" que eran chirriantes pero cargados d~ truidas en sus caras y en sus cuerpos. Los multiples OJOS nos
sentido, descompues tos y recompuestos con sabidu ría, pasába- inspecciona n inhumanamente, las largas garras se estiran como
mos al cuadro "coheren te" con moraleja. Quiero decir que se para arrancamos un fragmento ~e carne. Y_to?o ello transcur~e
abordaba una imagen, lla mémos la rea lis ta, e n que en una en un ambiente de gran refinamiento colon st1eo, en un espaa o
"escena plástica" ocurríi'ln cosas reconocibles y quizá risibles. indeterminado cuyos fondos a renosos sirven para con trastélr
Volvíamos.ª 1,? que Pierre Fr~cast~l ?autizó para siempre "el los agudos tonos sepulcrales de las vestimentas. El horror pin-
cubo escénico ; y en ese espacio delurutado por la perspectiva y tado soberbiamente, como para que se haga más ho rroroso
e l telón de fondo tenía lugar un "cuadro vivo". Esa figuración élún: lfls pincelfldas a l esti rarse dejan ver la trama de la tela; lél
no era grntuita sino que por el contrario estaba cargada de sar- entonación -aparte de los negros, ne utros por de finición- se
casmos porque se refa de la religión, de la política, de la ban- jacta ah ora de manejar infaliblemente: ocres, verdes y azules
dera, de las sacrosantas instituciones. desgnrrados, impuros en su estela con o tros colores más ca rr:~ ­
¿Puede s iquiera preguntarse hoy si esas telas esti'lban bien les. La figura dominante se p rese~ta con voluntad de desequi~­
pintat.fa s? Sí, espléndidamente. Sobre todo desde e l punto de brio levemente descentrada ; y la imagen se hace tan perentoria
vistñ mi'lteria 1 de lo que sjgnifica poner pintura, distribuir los que da la impresión de querer desbordar el marco que el pintor
efectos, imitar lo que se quiere y caricaturizar a voluntad. No me le había juiciosamente asig nado como límite. .
refi~ ro a eso. Mi alarma de entonces es que me pareció -y quizá Empero, la totalidad de lo que vemos, de lo que experimen-
equivocadamente-- que en vez de hacerse más compleja la señal tamos, no se mueve nunca dentro de lo meramente lineal, tanto
daba muestras de debilitarse, en cierto modo, de trivializarse. Es desde el punto de vista de la fig ura como de la intención. Todo
decir yo c~ía -y sigo creyendo- que es más pertinente, más resulte\ sinuoso, y entiénda se en tocio sentido: ondulante y eva-
dura, más implacable la crítica a nivel de la pura figuración, Jo sivo. Además, ese "nudo de s ignificación" de lo representado
que po~ríamos ll~mar "el monstruo en sí", que a nivel de un nos ataca simultáneamente desde varios áng ulos. De tal manera
teatro bien organ izado, con un evidente tema de protesta tan que la pantalla plástica recibe un bombardeo de m.ensajes que ya
obvio que, por eso mismo, parecía un tanto inútil. no son sólo borrosos, entrecortados como antes, sino que puede
Poco después de aqueUa para mí peligrosa aventura, Macció deci rse en fi n, que la imagen se ha vuelto elástica y, por lo tanto
v.olvía por sus fueros y por sus "dificuJtades" que tan bien le topológica, como en algunos c11Jd r~s de Picasso por los a~os 30-
sientan puesto que es un problemático, un violento, un tierno, 40, o en Matisse desde antes, a partir de La Dnnse. Es dear en el
un insa ti sfe~ho permanente. Así creo yo que debe pintar como último Macció la imagen no e~tá facetada a lo cubista, ni es una
lo está haciendo en estos últimos años de mad urez que, sin ca ricatura chillona como e n el expresio nismo o los fnuves : la
embargo, no lo envejecen. imagen, literalmente, sufre presiones, tensiones que la estiran,
Al dec?.ntar ahora su figuración actual, otra vez deformante derriten, doblan como si estuviera reflejada en un espejo defor-
pero de otra nueva deformación, puede decirse que Macció se man te1 o mejor aún, como se retuerce la fotografía impresa en el
hél vue lto a reencontrnr: varios pares superp uestos de ojos en diario que se quema antes de hacerse llama ella también y desa-
cada rostro sirven ahora para establecer de entrada un ambiente pMecer.
ma lsan o; manos o garras de mujer prodigiosamente ala rgadas, Estas actuales formas que Macció persigue no son ya nj re-
él trayentes y repulsivéls a lél vez, lo confirman. 1igiosas ni pol íticas ni socia les. Al abarcar la generalidad
¿De d_ónde saca el pintor sus obsesiones?, preguntaría un in- - una fig ura es todas las figuras- el espanto concre to pin~do
genuo. Ultima mente ellas son de carácter sexual (así como antes en una tela con pinceles y colores se hace la metáfora poli va·
habían sido más bien socia les: crítica a Ja modernidad, el hom- lente del espanto de síempre, servid umbre humana.
bre alineado o "al revés"). En sus iconos de hoy, los cuerpos Y En el sentido superficia l del término quizá estos "ca prichos"
los rostros están hechos de una materia viscosa y fría como las de Macció no halaguen de entrada ni a los ojos ni a la conci~­
serpientes. Construye sus cuerpos, los dota de hendeduras Y cia de quien por primera vez los <tborda. A la larga, en cambio,
336 SECUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 337

nos "compromett!n" más que la inmensa mayoría de los Bananas de toda clase, en todos los tamaños y posturas, según
cut\dros recientes que se ven hoy por Jas galerías del mundo. los diferentes grados de verdor o de mad~rez. Una ~o la, gigan-
tesca, vista de perfil como una barca aman lla, un rac1r170 írc~n_t<tl
México, 1976 dt! bananitas enanas, el despliegue de toda la a.natom1a y fts10-
logía del fruto-símbolo. Después, poco a poco, iba yo co!11pren-
(Prillugo al catálogo de la expO$ición en el Museo de Arte Moderno, :liendo el mecanismo: la "cámara" óptica y mental de pintor se
M~xico.) taproxima más y más a su "naturaleza viva · 11
en un e/ ose-11p d eta -
liado y cruel. Bananas cortad~s, mutiladas, con su barros~ pulpa
color marfil aparente en el taJO seco del machete?, cuchillo._ Da-
LAS "NATURALEZAS VIVAS" DE ANTONIO HENRIQVE AMARAL
nanas maceradas, casi negras, podridas o corromp1endose ba10 el
sol. Dananas atadas por cuerdas, torturadas liler<1li:nente. Cada
H,1ciendo mi mm c11lpa reconozco que la primera vez que oí ha- vez t!I tmvelling se acerca más y más a la fruta obsesiva. Banan~s
bhu de un pintor brasileño que "sólo pintaba bananas", sonreí. pinchadas por tenedores, suspend idas, ahorcadas en un espacio
No porque me sorp rend iera demasiado sino porque encontré indeterminado que es todos los espacios. ~ u sucu lenta y perf~­
q ue se trntaba de una excelente trouvail/e: Brasil-Bananas, la mada carne desgarrándose o secándose ba¡o una neutra luz abs-
reli\ción se imponía como obvia transformándose en un verda- tracta. Mi\s t<Hde, es verdad, han quedado sólo las armas de la
dero lugar com(in. Pensándolo mejor comprendí entonces que tortura y así se ven ahora en primer plano los curvos, cruzados
también el triunfo del lugar común había s ido la profunda dientes de los tenedores que forman una selva, una selva que es
voluntad del mejor pop art norteamericano. Colegí, pues, que al mismo tiempo una cá rcel. Aunque la "víctima" no aparezca ya
ese tHLista que yo no conocia era capaz de haber entendido un
más, estamos siempre en Jo mismo, y~ que son los /~1strumentos de
argumento mayor de su tiempo y de su país natal. Ergo: valía la
In Pasión los que cuentan, como en el inocente, tern ~le cuadro de
pen,1 verlo, ver sus obras y juzgarlas aptas o ineptas. Fr;i Angélico: sádico dulce con menos teatro que Grunewald y, en
Lo busqué, recuerdo, meses después en Nueva York. Una tarde
cambio, con mayor lucidez crítica.
declinante de invierno helado me encontré llamando a la puerta
Amara! posee una técnica impecable, dentro de lo que_ho~ ~e
de su estudio en el sórdido, sofisticado barrio de Soho donde aho-
llama el hiperrealismo. El suyo no es, t!~pero, un i:nero e1emc10
ra los artistas quieren, a toda costa, vivir. Cuando en el taller me
de alta técnica gratuita. El fu erte del pintor c?~s1 ste en haber
enfrt!nlé de repente con 10 o 12 grandes te1as representando todas
encontrado al fondo mismo de su preocupac1on, no un tema
ellas colosales bananas intensas de presencia y de patetismo sup~
cualquiera ~ino el tema, de por sf polé~ico. S~ valentía es la de
qut! mi intuición había acertado. Del escepticismo yo pasaba, casi
abordarlo, proclamarlo en tonos ~etáltcos: gris, azul, y lo.s colo-
l>in transición, al entusiasmo. Porque comprendía, de buenas a
rt!s heráldicos brasileños - brasileños por antonomasia- el
primeras, que lo que pasaba allí en silencio sobre los muros de ese
amarillo y verde siempre subrayados d_e negro. Es. la suya, con
tallt!r, t!n una calle g ris inhóspita al final de una tarde implacable
todo, una pintura lisa, cursiva. t:Jo gesti~ulante o violenta como
de fría, era algo importante y original dentro del arte latinoameri-
la de Jos expresionistas más g ritones sino la que resulta ~~ }ª
cano contemporé\neo.
cólera fría. Como Je oí decir a un juez rural negro en la telev1s1~~
Años después no he hecho sino corrobora r mi primera im-
norteamericana: " ... in serious cases l become slo"".'ly angry ,
prt!sión. Me explico: Amara! pintaba y pinta un solo tema y ese
Amaral también se ha ido poniendo lentamente eno¡ado. Su de-
tema, sin embargo, sorprendentemente parece cambiar y reno-
nuncia se impone así como aún más temible. ._
varse en cada una de s us variaciones. Una imagen obsesiva
Un tonto de mala fe (el mundo está lleno de ellos) dina: o~o
abarca la superficie pintada: ¿es sólo una broma o acaso un · a los EUA : 1a " ~ran e~c~1ª,,'" la ", pin
parti-pris? Droma, en todo caso, no: algunos de los primt!ros sudamericano que plagia . .-
tura fotográfica", la "entronización de objeto nimio '. ~nalis 1 s
cuadros que vi se llamaban: Battlefie/d 1, 11, 111, etc. ¿Campo de
batalla? Sf, evidentemente, el acercam iento a l problema
puramente formal y miope que se queda en la superf1c.'e den~ 1
visible. Ya que el contenido real de los cuad ros de este pintor
político si bien resultaba del todo elíptico, no por eso dejaba de
ser doloroso, patético. puede ser más brasileño ni de otra época que no ~ea la n~~~
de fin de los años 70. Es decir que en vez de motocicletas e
338 SECUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 339

mátici'\s: metal pulido, esmi'\ ltes detonantes al sol, símbolos ELITISMO-POPULJSMO


todos de velocidad y sexo (el mejor fotorrealismo norteame-
ricano de la época), nos encontramos aqui con otra "declara- • Lo queramos o no América Latina sigue constituyendo un
ción" distinta, quizá más trascendente y por cierto menos rui- mundo aparte. En Europa o en los EUA la pregunta sobre Eli-
dosa: esto significa algo que está pasando rn un lugar del 1111111do tismo y Populismo no tendría sentido: hace siglos que la cues-
ahom. Que entienda el que pueda o quiera. tión se decantó: la vanguarc:tia es elitista por definición y los
Nadie crea tampoco que esta figuració n es elemental. No se Salones (el de Otoño en París, por ejemplo) vienen a colmar IA
tratél casi nunca de la pantaJla única ni del encuadre ya con ven- lélguna de lo que entre nosotros sería populismo, una manera de
cional del "academismo moderno". La escena simultánea de los dirigirse a las mayorí~s en el plano del ~rte. .
cuadros de Amaral comprende por el contrarío varios niveles, • Elitismo y PopuJ1smo, ambos términos poseen una acepción
reales y de sentido. Se trata en realidad de un " montaje" de peyorntiva que deberíamos evitar aquf. "Elitismo" es antipático
vistrls d iferentes, divergentes. Las nociones elementales de es- como lo es siempre la constatación de que sólo unos pocos cuen-
pacio físico, imaginario, prefigurado quedan así subvertidas y se tan. ''Populismo" es despectivo porque tiende a confundir el
hacen problemáticéls ellas también. Es decir: no sólo el tema pueblo con la mé\sa (Adolfo Sánchez Vázquez, Las ideas estéticas
constituye una verdadera bomba de tiempo, la manera de ser de Marx, pp. 250-255, hace notar la estrecha relación entre capi-
tr¡:itado télmbién lo resulta, si sabemos mirar. talismo y el arte de masas). Creo que es mejor usar los términos
Por último, estas telas opacas, severas, monumentales son lo prescritos, pero sin arriere~pensée, sólo como: "arte dirigido a las
contrario de cualquier tropicalismo barato: la alegría sensual, Ja minorías", y "arte dfrigido a las mayorías".
música negra, el estruendo del color. También son lo contrario • Lo cual si bien se mira no es lo mismo que arte minoritario
de la politiquería al servicio del arte, o viceversa. Lo que quiero y arte mayoritario. Aquí el énfasis está puesto en la creación: hay
decir es que en Amara! aparece otra manera de ser brasileño artistas, escritores que nacieron para los hnppy few (como decía
hoy, de estar concernido, de decirlo con coraje. Stendhal, asr en inglés). Aunque se vaya popularizando, Proust
Que me entiendan los más jóvenes, que quieren ser de todas no es un autor para las mayorías, y Kafka o Joyce menos aún. En
las vanguardias simuJtáneamente: todo es válido con tal que quiera cambio, un Cervantes (Don Quijote, las Novelas ejemplares), un
decir algo y de que ese algo sea llevado hasta eJ ú ltimo extremo, lfalzac (aceptado por Marx, pese a ser un reaccionario) son auto-
como un grito, por el artista que se siente duefio de lo que traza res que todo el mundo ha leído y lee.
su mano y de lo que quiere su voluntad. • Otro distingo que se podría hacer aún sería el d e: arle culto
Hablando ya en términos puramente plásticos -y no es lo de y arte popular. En este sentido es útil ver lo que decía 13ertolt
menos- los cuadros de Antonio Henrique Amaral son fascinan- Brecht (citado por Francisco Posada, "Vanguardia y arte rea-
tes y rnisteriosos1 inacabables de mirar, capaces por sf solos de lista", Eco, mayo-junio 1967, p. 163): "Las poesías que con-
llenar el muro y transfigurarlo. No es poco, en los secos tiempos mueven el mayor número de ho mbres pueden no ser las mejores
que corren. poesí<1s. Lo que el pueblo canta no son siempre en modo ¡:ilguno
las canciones del pueblo ( ... ) El contagio lo producen las ma-
Austin, 1976 yores o las más bajas manifestaciones de la p oesía" (B. Brecht,
Lyrik 1111d Lcgik).
(Prólogo al catálogo del Museo de Arte Moderno de México.) • Parecería -a l menos en estos últimos siglos- que el eli-
tismo consistjera en una actitud culta espontánea que se rego-
dea, con narcisismo, en lo que se podría llamar un ' 1aristocratis-
mo", en el sentido etimológico del término, vale d ecir como la
''cumbre" o la "cúspide" de Ja montaña social (en el sentido de
lo mejor moral e intelectualmente). El populism o1 sorprendente-
ml:!nte y a poco que uno se ponga a pensar con sinceridad, es
también una "actitud culta", Jo qae pasa es que no es espontá-
nea, sino reflexjonada. El hombre del pueblo cuando sigue sus
SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 341

impulsos es po pular espo ntáneamente. José Vasconcelos pro- Cardoza y Aragón opina al respecto: "además, Posada no fue
mov iendo la gran pintura mural revolucio na ria de México, es nacionalista sino nacional; ni didáctico, costumbrista o folkJó-
un intelectual que se lanza a la aventura populista. Depende del rico. Como pueblo que era vefa y se expresaba solidaria mente, y
buen observador detectar cuándo el elitismo es clasistél (exage- es popular porque no fu e v ulgar ni populista" LJ. G. Posada,
nmdo los ritos de l<l vanguardia que también ha caracteri zado México, 1963). Las pinturas de p ulqueria también han sido inge-
Mircea Eliade); y cuándo el populismo pasa de ser un impulso nuas y populares pero no parecen populistas, concepto en el
generoso a un franco despliegue de demagogia. cual distinguimos siempre e l matiz demagógico de "conquis-
• Si el populismo es una actitud cuJta deliberada, la pregunta trtrse" al pueblo y no sólo de expresarlo.
es: ¿qué le gusta al pueblo, qué va a captar mejor y más pronto? • En el siglo XX, el ejemplo de mura lismo mexicano me parece
¿Hay que halagarlo o hay que adoctrinarlo? En América Latina bastante explícito: ahora bien ¿hasta qué punto tuvo éxito en su
has ta el siglo xv111 e l arte fue, como en España, o una trndición gestión? Desde el punto de vista culto -q uizá elitista- no hay
cu ltil-arquitectónica-clásica o, su contraria y complementaria: duda de que sigue siendo el movimiento latinoamericano con
popular-escultórica-ba rroca . Las cated rales, las ig lesias de La más repercusión en el mundo. Desde el punto d e vista del popu-
Compañía sig uen siendo severamente clásicas (me refiero al edi- lismo, no estoy tan seguro. Como extranje ro, cada vez que voy a
ficio, que pued e tener detaJles manieristas y a ltares barrocos). la Secretaría de Educación, a l Palacio Nacional, a la Preparatoria
Con esl1'1 diferencia: en el caso d e las catedrales, la influencia es o, en Guadalajara, al Hospicio Ca bañas me paso mirando de
directamente herreriana (México, Puebla); en el caso jesuita hay reojo no sólo los frescos sino la reacción d e la gente, de la "buena
una influencia más directa de Italia, sobre tod o d e Alberti, Mi- gente". Los estudiantes que hacen cola en los pasillos de Educa-
guel Angel, Vignola, Della Porta; d el Gesú y d e la ig lesia de San ción no parecen conmoverse demasiado con las pinturas -d i-
Tgnacio, en Roma. dácticas si las hay- d e Rivera. No veo tampoco entusiasmo de-
El resto, donde domina una a rquitectura espontá nea (y no senfrenado en los que se asoman a ver el gigantesco -en todo
programada) se inclina -como era previsible- a lo popult1r, es sentido- Hidalgo, de las escaleras de Guada lajara .
decir: al barroco. No hay obras clásicas o neoclásicas populistas; • Otro caso. Argentino esta vez.. El de Antonio Berni, otro
hay que reconocer que el éxito en la decoradón barroca consiste pintor engngé. Gran dibujante d esde sus mocedades, Bemi reco-
sobre todo en q ue el estilo se aviene mejor a las fonnas populares de rrió todos los grados de una pintura dedicada -al menos men-
In piedad en la Contrarreforma. talmente- aJ populismo. Primero eran unos g randes cuadrotes
• ¿Qué conclusión sacamos hoy? Que planificado o no ha ha- con los chicos de barrio o los peones del campo posando, como
bido tres expresiones en el arte religioso latinoamericano hasta en foto de pobre. Sólida pintura, bien hecha, detallada como a lo
fines del siglo xvm: comitentes y a rtistas cultos promoviendo un mejor quería el realismo socialista de los años 30 y 40. Más tarde,
arte culto (catedrales, neoclásico); comitentes cultos promoviendo astutamente Berni practicó un pop art latinoamericano misera-
-o tolerando- un arte populista (fachadas-retablo y retablos ba- bilista. Unos grandes collnges que construía, literalmente, con los
rrocos); en fi n, artistas o artesanos verdaderamente populares ex- residuos de Ja despreciada sociedad capitalista. Con ellos contó,
presándose naturalmente (barroco llamado "popular"). por años, las simpáticas andanzas d e Juanito Laguna, un niño
• En comparación, el sig lo XIX resulta difícil d e explorar: el proletario, y de Ramona Montiel, una prostituta de gran cora-
sentimiento religioso baja, la expresión artística en ese sentido se zón. ¿Eran popu listas esos cuadros? Al menos pretendían serlo.
hace: 1o.) neoclásica, o 2o.) naturalista d e mala calidad (en la es- Recuerdo que en París tenían mucho éxito entre los miembros
cultura de imágenes). El populismo barroco que había sido del Partido Comunista Francés ... pero, ¿lo hubjeran tenido acaso
quizá pesado y reca rgado pero que estaba lleno de valores plás- c?n los peronistas argentinos de la hora? Ahora, Bemi ha cam-
ticos y anímicos, va a encamar ahora en sosas iglesias realizadt1s biado una vez más: el mensaje es más crudo. Avisos de joyerías,
en estilos de revivnl (románico, gótico, fal so barroco) y en imá- de automóviles de lujo, hacen de telón de fondo a unos deshe-
genes de esas que los franceses llaman: de Sain t-Sulpice. Es ese redados hechos a trazos de carbon illa. El resto es de colores
t:?l popul ismo católico actual en América Latina desde hace siglo chi llones deliberadamente agresivos. O mucho me equivoco, o
y medio. La corriente populista no pasa más: estos cuadros ni gustan ni
• Aparece otro: el político. ¿Fue Posada popular o populista? despiertan simpatía. Como el pintor se cotiza muy a lto última-
342 SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA

mente no me cabe duda de que irán a parar a los museos o a las • Todos los que nos ocupamos de arte segregamos--querién-
casas de los que Tom Wolfe llama con crueldad: el radie.al chic. dolo o no- elitismo por los cuatro costados. Del elitismo, pues,
• A este ptopósito viene muy bien lo que dice el filósofo entre nosotros no hay que preocuparse. Pienso que, por e.l con·
mexicai"\o Adolfo Sánchez Vázquez (Las ideas estéticas de Mnrx, trario, el problema que puede plantearse en América Latina es el
p. 263); "A veces se piensa por el conh·ario, con las más bellas de dirigirse a las mayorías, a través, eso sí, de obras ele calidad
intenciones, que se puede hacer saltar los dos términos de ese que puedan ser Asequibles o fácilmente asimilables. John Berger
dilema cultivando un arte popular, pero entendido éste no pro- (citado por Stermer en el prólogo de The Art of Revolutio11) nos lo
piamente como un arte para el pueblo sino como un arte acerca recuerda: "Los únicos posibles medios de propaganda son las
del pueblo o populista. Se cree, entonces, que basta converti r al películas, el cartel ideogramático (no naturaJista), el folleto y,
pueblo en objeto de la representación artística y teñir los medios bajo ciertas formas, el teatro, la canción y la poesfa declamada"
expresivos de un supuesto color 'popular', para que se tenga un (p. XXV III).
arte verd11deramente popular, transcribiendo el lenguaje, los • No voy a hacer demagogia barat.a dedarando que considero
usos y costumbres populares." <]Ue el arte de los grandes artistas vale tanto como los almanaques
• Volviendo a citar a Francisco Posada (nrt. cit., Eco, mayo-junio, ilustrados que la gente cuelga en su casa (creo q ue el "relativismo
1967, p. 164): ''Las diversas tendencias en la estética han tomado cultural" es algo ya definitivamente pasado de moda). No, pienso
un patrón de arte popular: el folclórico para unos, para Lukács y que ciertas obras de arte --antiguas y modernas- son más en-
su escuela el gran arte clásico, el de temas exclusivamente obreros glubantes, poseen más niveles de significación que cualquier ob-
y campesinos, para otros. ¿Cuál es fo garantía para que una obra jeto improvisado o trivial. Por ende: aunque esas obras procedan
sea popular? Bl'echt rechaza la tesis de que una obra sea popular de un ambiente minoritario pienso que su destino ideal debería
sólo porgue al pueblo le guste y se complazca con ella. Ese criterio ser la mayoría. En este sentido aclúo como con la alfabetización o
subjetivista es errado; deben proponerse criterios más objetivos. la cultura al alcance de todos.
No b11sta, según Brecht, para que una poesía sea popular el que • Me parece que, desgraciadamente o no, el a rte y la literatura
asuma la defensa del pueblo. Otras carencias ocasionan el que un no son los mejores ejemplos para entendernos. El cine sí lo es -o
buen tema popular al ser elaborado no alcance el nivel del arte y su hija natural, la televisión- porque son las únicas formas
abandone su índole popular', y puede llegar a convertirse en algo artísticas (cuando lo son) que resultan universales y sobre las que
perjudicial para los intereses de las masas." El autor sigue ex- todo el mundo se entiende. Sin olvidar la advertencia de Sánchez
plicando que Brecht comparaba a Rilke y a Maiakovski: aun ad- Vázquez que ambos son instrumentos capitalistas para explotar a
mitiendG t.1ue algunos poemas del primero eran más compren- las masas (aunque en los paíse!'; llamados sociaUstas estén en
sibles para el pueblo que una gran parte de la produceión de manos del Estado que, en principio, no debía perseguir ese fin).
Maiakovski, Rílke será siempre impopular porque Jo que él ' 1lleva Los críticos conscientes y la mayoría del público sabe, sin embar-
adentro no es lo que el pueblo llamaría comprensible. Es forma- go, muy bien a qué atenerse con la calidad de esos espectáculos.
lista porque habla de aberraciones en compasivos acentos y cubre Pues bien, yo como conclusión postulo un tratamiento pare-
111 criminal con el manto de la piedad. Allí está expresada la tris- cido para la obra de arte entre nosotros. Sin "culto de Ja perso-
teza como si cualquiera pudiera compartirla, lo cual es inexacto nalidad" hay que tratar de encontrar lo más pronto posible los
(... ) Si estos fueran los sentimientos y opjniones del pueblo v11lores significativos ... y salvarlos a cualquier precio (tanto en
traicionarian sus intereses" (B. Brecht, Volkstflmliche (..iteratur). obréis como en autores, desde el precolombino hasta nuestros
• Para no exagerar en la misión del arte populista conviene días). Habrá que empuja r a un cierto elitismo cuando el nivel se
citar al pensador italiano A. Gramsci cuando dice: " ...el Literato haga deliberadamente bajo o chabacano (como ocurre con fre-
debe tener necesariamente perspectivas menos precisas y defi- cuencia entre nosotros). Habrá, por el contrario, que volver a un
nidas que el político, debe ser menos 'sectario', si así puede de- cierto populismo cuando las formas del arte aceptado o de mo-
cirse pero de una manerá 'contradictoria'. Para el político toda da entre las minorías1 parezca llegar peligrosamente a la total
imagen 'fijada' rt priori es reaccionaria; el político considera todo incomunicación entre el artista y la mayoría del público. ,
el movimiento en su devenir. El artista debe tener imágenes 1fija- En una palabra: e1itismo-populismo se presentan, pa~a ffil,
das' y solidificadas en form11 definitiva". como una verdadera dialéctica, a cuyos dos polos -casi abs-
SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 345

tractos- hay que acercarse sin confundirse totalmente con ellos. sensibles que, a veces, llegaban a constituir un buen cuadro.
Los buenos artistas existen ya (y han existido); el sentido de Teníamos un pintor engagé, a 1 menos, en la persona del perenne
apertura y de curiosidad del público tampoco falta. Los que nos Bemi. Afiliado al partido comunista pintaba algo que a mí, en-
sentimos intermediarios entre unos y otros tenemos la gran tonces, me parecía feo, duro, tendencioso (con los ~os com-
responsabilidad de acercarlos, no de distanciarlos tras la cortina prendo que era su gran época). Teníamos buenos pintores. de
d e humo. cámara como Daneri, Diomede, Cúnsolo. Y hasta un popultsta
que ignorábamos los discípulos de Romero Brest ~n hombre
Austin, 1977 como Quinquela Martín al que yo hoy tampoco haria mu~os
ascos (lo cierto es que no supimos cómo tratarlo a su debido
(Ponencia presentada al simposio Elítismo, Populismo, Nacionalismo, tiempo: error, en Europa lo habrían "industrializado" co~.º un ar-
convocndo por In Universidad Nacional Autónoma de México.) tista más). No puedo hacer la lista pero e ra comp letísima: un
Gómez Comet para los que quisieran un poco -sólo un .poco--
de indigenismo nostálgico. Y sin sa lir de los ~rnenos pm t?r~s:
LA GEOMETRÍA SENSIBLE: UNA VOCACIÓN ARGENTINA
nuestro pequeí\o Cézanne revisado con barm~ de argent~rus­
mo; nuestro falso ingenuo con picardías aprendidas en lta~a; y
LA historia del Arte no es una ciencia exacta. No sabremos, pues, hasta nuestros surrealistas inspirados en la Guerra de Espana (o
nuncA bien el origen de la expresión geométrica en la Argentina. no cuando se trataba de algún español de veras). Lo que hacían
En mi libro (Aventum plástica de Hispanoamérica, p. 144) avancé la todos iellos -bromas aparte- no estaba mal, ni mucho menos.
hipótesis de que el ejemplo de Pettoruti, el escultor Curatella Eso era lo más grave, porque no había medio de sacárselos de
Manes y de Torres-García pudo ser importante. Sigo creyéndolo: encima.
en qué proposición influyeron, eso nadie puede decirlo. En las antesalas de la juventud estaba esperando toda una
Sin embargo, al pertenecer yo a la misma generación de los vanguardia, esperando que le dieran oportunidad de manifes-
primeros artistas de esa tendencia, por un esfuerzo retrospectivo tarse. Pero esa juventud no iba a d~s.taparse -como ~O ~os
de penetración psico lógica, pienso hoy que el principal motor antes en México- por un motor pohtico; . en la Ar~~tina del
fue, como casi siempre, una actitud no-conformista. Y que ese no- bife" la revolución iba a ser cultural. Los Jóvenes disidentes de
conformismo llevaba sobre todo el sello de lo antifrancés. Era fá- entonces no se Uevaban el mundo por delante queriendo cam-
cil quizá ser antifrancés en arte por ese entonces: Ja Escuela de Pa- biarlo como habían querido hacerlo 10 o 15 años antes los ar-
rís había dado todas las soluciones válidas (y todas las recetas) en
un país de buen gusto como la Argentina. Conste que lo digo con
y
tistas escritores llamados "de Boedo", por oposició~ a los "de
Florida" que eran los del grupo Martfn Fierro. No tergiversemos:
ironía y casi como un desvalor. . estamos en 1944 y un puñado de jóvenes desco~tentos (por
La Argentina, que se coi:isideraba un país moderno, creía -sin suerte los jóvenes están siempre descontentos, ¿s1 no adón~e
ser muy exigente-- que lo tenía todo. Ahora bien, ese " todo" se iríamos a parar?), se deciden a tomar car!3s en el asunto. L?s mas
repartía al fin sólo entre unos pocos privilegiados: artistas rebel- audaces son pintores y escritores (es curioso que en América La-
des o críticos en ciernes como yo mjsmo, que podíamos decla- tina unos se tengan siempre que aliar con l?s .otros para reno~ar
rarnos hartos de la tiranía de la Escuela de París y de su sucursal el arte) que publican el número uno -y umco- de Ja revista
a trasmano: la Escuela de Buenos Aires. Arturo. Tan valioso hoy como la Biblia de Gutenberg, no tanto por
Piuecíamos tenerlo todo: Pettoruti era el pintor para unos los maravillosos poemas o cuadros que pudieran verse repro-
pocos, había convivido con los futuristas italianos, enfocaba sus ducidos en sus páginas, sino por ser el primer gr.ita !i~era~or: .
cuadros con un replanteo cubista y, para colmo, esos cuadros No hay que caer en el error profesiona l de atribuir in?1scr.mu-
irradiaban una calidad casi metañsica. A quien no le convirúera nadamente la misma importancia a todos los hechos históricos.
Pettoruti le quedaba -siempre entre los "difíciles"- Victori~a. En la lista de los participantes de ese movimiento precoz no
Lo llamaron nuestro fauve, pero a pesar de ser un excelente pin- todos han pasado a la posteridad, aunque unos.cuantos.sí.
tor no tenía nada de fiera. Pintura refinada y deshecha al mismo Retomando lo que decía más arriba, la actitud anttfrancesa
tiempo, Victorica atinaba a crear unos archipiélagos de manchas me parece de por sí significativa. Ya Ortega y Gasset hablaba de
346 SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 347

que lo importante en la vida de cada hombre no era tanto "lo que Ocampo y Hans Aebi. El conjunto expondrá en 1953,. pri~~ro
le pasaba" sino "lo que no le pasaba". De la misma manera, sa- en Río de Janeiro y, más tarde, en .Amsterdam con reJativo.eXJto.
ber hoy en contra de qué estaban esos jóvenes puede resultar ·Cómo los argentinos de mediados de los años 40 se iban a
esclarecedor para nosotros. En cuestiones culturales una actitud co~vertir de una manera o de otra en los geómetras sensibles de
negativa puede contar, de hecho, tanto como una positiva: se nuestros días? Cuento la historia como la sé o creo saberla. '!ª he
sabe contra qué se está y ello ayuda a situar el problema en dicho que Maldonado asumió su. nuevo a~atar.y.desaparec1ó del
términos concretos. panorama argentino. Alfre~o Hht~, también viajando por Euro-
Lo que ellos querían era distinto de la abstracción que veía- pa, empezó a ver cuadros 1mpres1onant~s de veras de cerc~, y
mos venir con todas sus potencias positivas y negativas. Ellos en sus pinceles fueron tocados .por '·ª gracia. ~o se. retractó~ sino
realidad para dar un salto adelante daban un salto atrás, ya que que se moderó en la intrans1genc1a y se ennquec1ó con dtm~n­
sus modelos remontaban al norte europeo: el grupo holandés De siones tonales y compositivas que antes no había .osado o qUJzá
Stijl, los constructivistas rusos, la Ba1lhn1ts alemana y, entre los sospechado. Posteriormente y hasta hoy sus s~nes coherentes
más próximos, Mélx Bill el arquitecto-pintor-escultor suizo de -severns pero matizadas al extremo- han venido a corroborar
Zurich. estñ actitud. Una prueba de la "sensibilización" progresiva que
Se queriéln "concretos'' y a fe que lo eran1 aunque poco les iba postulo . . .
a durnr la fe. Sus dioses en aquel momento de alta mística eran Manuel Espinosa, otro de los primeros fanáticos ? e la exac-
n<ldél menos que Mondrian (que acaba de morir en Nueva York titud sin temblor, pinta desde hace años los más delicados cua-
quiz<~ tAmbién él aflojando al último momento), y quizá eJ Kan- dros a dominante blanca sobre la que se inscriben "sellos" geo-
dinsky más duro. El de las Improvisaciones no debía interesarles. métricos orientados en tonos transparentes. Nada más vibrante
En cuanto a Delaunay, y por el solo hecho de ser francés y "Es~ que estas telas de araña cromáticas. .
cuela de París", debía quedar definitivamente descalificado. De los que fueron a Río y a Amsterdam es más fáci l aun ha-
Ya es hora de mencionar por sus nombres a esos iniciadores, blar, puesto que no habían partido de posturas tan ext~e~s
ellos eran: Tomás Maldonado, argentino, futuro diseñador y como los concretos propiamente dichos. La suya es u.na h1stona
teórico de actuación europea; el poeta plástico uruguayo Arden de crecimiento en la complejidad y, en una sola ocas16n - la de
Quin; y el checoslovaco naturalizado argentino Gyu la Kosice Sarah Grito-, de abandono. En el primer caso está Femández
que iba a hacerse un nombre con sus esculturas hidráulicas. Muro que en Nueva York, entre 1.9?~ y 1964, .desa rrolló una
Ma ldonado pronto organjza la Asociación Concreto-Inven- concepción original, siempre más d1f1cil de explicar que de ver.
ción en la que también participan Lidy Prati1 Alfredo Hlito, Tomando improntas de placas municipale~ de fund.ición (aguas
Manuel Espinosa, y el escultor Enio fommi (había otros miem- corrientes, electricidad), las conservó en ho1as metálicas doradas
bros que abandonaron pronto la tendencia). Cuando en 1946 o plateadas. Las fijó luego como parte del cuadro alternándo las
aparezca la revista l11vención-Arte-Concreto se habrán s umado al y con trastándolas sabiamente con fondos negros o marrón
grupo el escultor Claudia Girola 1 Juan MeJe, Virgilio Villalba y oscuro. El resultado fue suntuoso e intrigante para el ojo. En
Cregorio Vardánega (hoy cinético en París). España otra vez desde hace catorce años, no ~a perdido aquella
Escisión en el grupo: Arden Qu in y Kosice -s iempre en conquista aunque ahor~ la ha.ga más c?~pte1a con la vuelta de
1946- crean un nuevo movimiento que denominan Madi, ade- un neocubismo de su invención. Sus ultimos paneles son ver-
ml'ls se les agregan dos nuevos reclutas: el uruguayo Rhod Rolh- dr1deros relieves de madera construidos por él como un trabajo
fuss y el escultor Martín BJaszko. En 19481 en fin, la exposición de carpintería. Sobre esa "retícula" aplica otra de com~osición y
N11Pvas l~ealidrrdes abarca el conjunto de concretos, madís e colores siempre neutros, combinando efectos metáhcos pati-
independientes. Al año siguiente Maldonado parte para Europa nados con otros totalmente opacos. El resultado es destun:i-
y empieza su segunda carrera, más importante que la de pintor. brador y el crítico no puede sino evocar otra vez la geometr1a
Poco después, el crítico Aldo Pellegrini que conoce bien a to- sensible.
dos los practicantes de este grupo h eterogéneo, consigue reunir Su antiguo compañero de ruta, Miguel Ocampo, entra también
a algunos de los precedentes con otros artistas de menor intran- de lleno en el tema que nos ocupa. Arquitecto de profesión, es~e
sigencia: Sarah Grilo, José Antonio Fernández Muro, Miguel pintor refinado hasta la médula resulta, sobre todo, un admJ-
348 SEGUNDA PARTE EL ARTE LATI NOAM ERICA NO COMO PROBLEMA 349

rabie y competente arquHecto de sueños de Ja visión. A través sonal, sino también al apoyo que el Estado y los particulares
de los años pasó de unas "fichas" de color desparramadas sobre venezolanos les han concedido, transformándolos en verdaderos
fondos monocromos, a unos remolinos que yo llamé galaxias o héroes nacionales llenos de encargos de responsabilidad. Los ar-
caminos de otoño llenos de hojas secas. Si hoy tuviera que refe- gentinos quizá por falta de respuesta -oficial o privada- han
rirme a él una vez más, diría sobre todo que es un creador de ido borrándose del mapa artístico de una vanguardia en plena
espacios por medio del color atomizado. Sus últimas versiones inves tigación. Aunque sus primeros logro~ s~an ya algo hi~~órico.
son el colmo de la ambigüedad: ¿cuerpos de arena o desiertos Volviendo a lo nuestro: quedan, por ultimo, los más 1ovenes
que parecen mujeres dormidas? No nos lo deja saber y tal vez de Buenos Aires y esa excepción que es Marcelo Bonevardi,
tampoco lo sepa él mismo a ciencia cierta. argentino de Nueva York donde prácticamente ha realizado su
Al no haber una historia general que permita comprender Ja carrera. Me excuso de antemano confes<lndo que al no vivir en la
génesis de esta geometría sensible argentina, no he tenido más Argentina - aunque vaya cada dos af\os- mi información no
remedio que explicarla a través de casos individuaJes, bastante esté perfectamente al día. Conozco sin embargo bien a algunos
paralelos y reveladores por eso mismo. No pienso, si embargo, pintores de tendencia limítrofe a este tema. Por ejemplo, a
como parece decir Romero Brest (E/ arte en la Argentina, p. 38) Alejtlndro Puente, que se interesa en series coloreadas que de-
que a estos artistas " les cuesta mantenerse creadores". Creo que g radtl como ejercicios ópticos muy finos y cada ~ez más cm~­
en ellos ha hábido renuncias a ciertos procedimientos y enfo- plejos. Si con Puente tengo dudas, estoy convencido en camb10
ques, con la consiguiente exaltación de otros. Su cambio parece de que César Paternosto debe caer fatalmente en la categoría
la "sintonización " a un estilo de pintura que conviene mejor a su "programada". Ya que él sí parece volver otra vez a los orígenes
expresión actual, 30 años después de iniciada. de la pureza nórdica original. Sus obras se conectan ~isua~ente
Los otros buenos artistas argentinos: geométricos o cinéticos, entre sí, formando sobre e l muro un verdadero fnso - con-
caen en lo que Roberto PontuaJ llama con acierto la "geometría creto" otra vez- y que no puede entrar en esta categoría que
programada". Son grupos aparte entre sí pero con sorprenden- fina lizo.
tes coincidencias, como si todos provinieran de un mismo tronco Los que sí entran, y de una manera perfectamente original,
común. Por un lado están los de Buenos Aires: WeJls (cuya tra- son algunos Mtistas quizá algo más jóvenes que los precedente~,
yectoria actual ignoro), Brizzi, Mac Entyre, Vidal, Polesello, Ma- y q ue me sorprendieron cuando htlce unos aí"los, en Buenos Ai-
gariños, Carlos Silva, María Martorell. La excepción aquí sería res, fui jurado en un concurso de obras realizadas en materiales
Kazuya Sakai (que expuso en 1960 en el Museo de Bellas Artes plásticos, acrílicos. Eduardo Rodríguez, Perla Benveniste, José
de Buenos Aires como "abstracto lírico" y es hoy un geométrico Gtlmélrra, Jacques Bedel eran fuertes candidatos cada uno dentro
"programado"), que actúa desde hace 12 años en México y en de s u estilo. El premio fue a este último, el arquitecto Jacques
los EUA? Dedel.
Los argentinos de París -apenas más jóvenes que los pri- Recuerdo que lo que más me impresionó entonces no fue tal
meros concretos- si bien tuvieron un origen parecido no hay vez la maestría de todas las obras presentadas, sino más bien la
duda de que, voluntariamente, derivaron a otra cosa. Aunque ca pacidad, el ingenio de aquellos Artistas para recoger el desafío,
del cinetismo del principio hay que reconocer que poco queda: el ''pie forzado" de expresarse sólo a través de un materia] im-
salvo Tomasello, Marta Boto o Vardánega que siguen fabricando puesto. En casi todos los casos la geometría fue retomada con
paneles o máquinas "ópticas", los otros, los deJ grupo Recherche imag inación, asumiéndola en su tridimensionalidad y hasta bor-
d'Art Vis11el: Le Pare, Sobrino, Demarco, García Rossi siguen una deando, con suprema elegancia, la actitud política y la no menos
evolución al revés. La mayoría parece haberse "pasado" a la engorrosa actitud conceptual. Y ello de una manera pura, dura,
geometría de línea dura, o sea: de lo tridimensional al plano, no con expedientes ingenuos, teatrales o poco refinados como
del movimiento al estatismo, de la luz aJ color pintado. De cine- suele ocurrir en estos casos.
tistas -etimológicamente hablando- no les queda sino eJ Las actividades geométrico-mentales de algunos de esos ar-
nombre. gentinos, a los que habría que agregar por ejemplo el nomb~e de
Yo atribuyo el éxito y la permanencia de Soto, Cruz-Díez (y Mercedes Esteves, me parecen siempre mucho más comple1as Y,
ahorn también de Otero) no sólo a un problema de talento per- sobre todo, más puramente plásticas.
350 SECUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 35]

Una palabra aún. Una palabra que yo quisiera nueva en mf TESTLCO OCULAR: BUENOS AIRES,
sobre Marcelo Bonevardi de quien ya he escrito tantas veces. UN MUNDO APARTE EN SUDAMÉRICA
Este gran "constructor" tiene, como Femández Muro en su últi-
ma época, un destino decididamente arquitectónico. En las expo- Para quien conoce bien un lugar del mundo hay un verdadero
siciones, sus piezas deben estar aisladas porque se "comerían" pl;icer morboso en quedarse poco en los sitios, tratando de so-
i\legremente todo lo que se les pusiera a su alcance. ¿Es Bonevardi brevolar los detalles circunstanciales para ofrecerse a sí mismo
un geométrico sensible? Yo no sabría cómo calificarlo, aunque una visión de conjunto de ese preciso lugar en un momento dado
no creo que ese no mbre deje de convenirle. Si, en efecto, la soli- del tiempo.
dez de los planos, la manera neta como se recortan entre sí, es Viniendo de Sao Paulo -mi primera e tapa esta vez-, Buenos
geométrica. Todo lo demás es sensibilidad: las gruesas telas que Aires, necesariamente, me tenía que parecer una ciudad más cal-
recubren el panel, el color del que van pintadas, los nichos que "re- mo, más clásica, más bien educada. En realid ad Buenos Ai res
servéln" un espacio privilegiado a los objetos de carácter mágico constituye por sí sola un mundo aparte en Sudamérica. No tanto
que é l es capaz de inventar. por lo que cree~ lo.s propios porteños q~e tien~n u~ g:ave c~m­
En una palabra: sigo creyendo que algunos de los mejores plejo de supenondad con grandes ca1das c1clotím1cas, sino
artistas argentinos, desde hace ya medio siglo, obedeciendo a porque sus condiciones mismas de existencia son realmente otras,
ciertos resortes carncteriales -que tal vez ellos mismos igno- Es un territorio propio con sus leyes culturales, sus modas. Y que-
ran- no hacen más que seguir uni\ línea que parece ser cohe- tl;i como entre paréntesis: dentro del resto de la Argentina que la
rente con mucha de su mejor arquitectura o de su literatura: una imita y frente a Ja totalidad del continente que puede detestarla
línea que antes se llamaba clásica. pero a la que le "preocupa" como fenómeno a med io camino en-
No hay que olvidar que en la Argentina se siguen escribiendo tre Europa, los EVA y los otros países latinoamericanos.
sonetos y que algunos de ellos van firmados por Borges. Que La ciudad se ha transformado en una de las más caras del
existe aún entre muchos argentinos un ideal de compostura que mundo y varias de las galerías importantes han cerrado sus puer-
sus enemigos-de adentro o de afuera- motejan de atildamien- tos o han cambiado de fórmula recibiendo a los clientes "firmes"
to, de envi\ramiento, de pose. Tengamos Ja valentía de admitirlo: en departnmentos privados y mediante cita previa. Con todo,
el gusto por las cosas bien hechas, aunque parezcan frías o quedan i\Ún muchas galerías abierl:cls aunque -como en París o
distantes, es también una pasión. El afán por las cosas exactas, Nueva York- la mAyoría de las veces lo que muestran o es mi\ lo
i\ntidetonantes y antillamativas constituye también en sí una o relativamente sin interés.
categoría estética. El arte geométrico -sensible o programado-- Hoy por hoy puede decirse que allá sólo agitan la opinión
puede ser la expresión más fehaciente de una manera de ser cuatro grupos: los buenos artista de siempre; los quef11eron qui-
argentina, al menos en lo que va de estos últimos 50 años. No zá buenos pero que se dedici\n descaradamente a la producción
todo es ruidoso ni reto rcido en la expresión latinocimerlcana. en serie con lo cual se han hecho millonarios; los que viven
rara redondeilr mi teoría. Se nos entenderá más y mejor en afuera pero siguen vendiendo en Buenos Aires como principal
todo lo que nuestro carácter tiene de " perfeccionista" y quizá de fuente de recursos; y en fin, los protegidos del Cayc (Centro de
"cerrado", viendo cuadros y esculturas de geometría sensible Arte y Comunicación), una institución privada que manejfl
que leyendo muchos libros arduos sobre la materia. Por medio mucho dinero hasta el punto de poder influir en el mercado.
de una intensa contemplación estética se puede llegar a la raíz de No es de extraña r, pues, que tres de las exposiciones inte-
nuestro ser profundo. resantes que me tocó ver esta vez fueran de artistas argentinos
Al fin de cuentas, por el arte también se comunican los radicados desde hace años en París: Seguí, Aizenberg, Langlois.
pueblos. Conocía Y" la espléndida serie de Seguí, l.n lección de tmatomfn
dt'I Dr. T11/p, Rembrandt desfigurado con tiza por un niño tra-
Austin, 1978 Ecn, Bogotá vieso. También me eran familiares los personajes-torre de Aizen-
berg, ~trai'\Os dibujos y collages frontales en donde la inquietud
(Prólogo a un catálogo del Museo de Arte Moderno, Río deJaneiro.) nace de la perfección glacial de una técnica impecable. Por último,
los dibujos a p luma, obsesivos, que nacen del entrecruzamiento
352 SEGUNDA PARTE ELARTE LATINOAMERlCANOCOMO PROBLEMA 353

desesperado de líneas que practica LangJois, tampoco puede de- visita rlo en su taller de la ca lle Pozos. Me encontré entonces
cirse que me íueran desconocidos. Hasta ahí estaba viendo to con su obra nueva en proceso de creación y realización lenta
que puedo ver en sus respectivos estudios en París. pensada, como todo en él. Ante mi sorpresa me habla de lo qu~
Si bien_ me caus~ satisfacción que estuvieran expuestos en hace ca Lificándolo de "pintura abierta " con lo que supongo
Buenos Aires, no de1é de quedarme pensando: si estas obras es- quiere decir "pintura en devenir" con transferencias al interior
taba~ allí era. no ~ólo p~ra. informar a los compatriotas de la de los distintos "temas" que practica simult.ineamente. Y por si
propia evolución smo, pnnapalmente, para ser vendidas. No es estoy perdido agrega: "tema, para mí, es aquello a lo que uno se
esto tampoco lo que me preocupa, lo que quiero decir es que el refiere" (confieso que yo preferiría palabras menos comprome-
hecho de que los artistas emigren cada vez más -sobre todo a tidas que tema, algo así como plan o programa).
París- pu~e llegar a constituir un hecho cultural grave: sin Ja Imposibles de describir esta telas recientes de Hlito, no pre-
presencia f1~1ca y permanente de muchos de los mejores artistas, sentan ni siquiera aquella apariencia de "fa ros buscando en la
una comunidad como la que forma Buenos Aires puede empo- noche" con la que yo creí poder caracterizarlas una vez. Para este
brecer de un modo peligroso. é'l utor-pintor (porque Hlito también escribe de arte y escribe muy
Por suer~e quedan allí todavía algunos excelentes artistas; esta bien), lo importante de ltis efigies es e l personaje central (per-
v~z me ded1qu~ a visl~ a algunos de eUo_s y me propongo comu- son;~je menos reconocible que el del primer cubismo debo honra~
nr~ar aquí m1s 1mpres1?nes de la obra recrente del pintor Alfredo da mente admitir). Aquí la figura -si figura hay, por último, y no
Hlrto y del escu ltor Enio Jommi. sólo presencia- es apenas un conjunto de lineas rectas que seor-
Hlito, ptira mí, es el mejor representante argentino de lo que se ganizan con imprecisión, limitando zonas de color diferente. Ese
puede llamar el arte abstracto duro (en su origen ese arte era lla- color esta vez puede ser asalmonado, turquesa pálido o volver a
mt1do arle concreto). Recuerdo que hace unos años, en México los antiguos y favoritos ocres, pardos, tierras. Centímetro por
-donde pasó casi una década-, Hlito me había hecho asistir a la cen tímetro esta nueva materia está trabajada y jamás resulta
génesi~ ~e lo q~e empezó entonces a Uamar Sim11lncros y Efigies. inerte. Y está trabajada con amor, por entrecruzamiento de pin-
ESt1s ef1g1es y simulacros parecen ahora haber dado flor y fruto. celtidas que se desflecan, siempre sensibles, con lo cual se con-
Empezaron monocromos, como simples variaciones de tono para :.igue una vibración de la que él mismo hubiera abominado al
encresparse y luego en patéticas oposiciones casi sólo blancas y principio de su carrera. Como regalo suplementario, estas telas
negrns (aunque el blanco no fuera nunca puro y, menos aún, lo de tal la mediana, de pronto se hacen fran camente monumen-
fuera el negro). Pintor hasta la punta de los dedos, Hlito no se tales, abarcan todo el ámbito en el que se despliegan, modificán-
podía privar por mucho tiempo deJ color y de la textura, dos de dolo. Con naturalidad, casi dirfamos: a pesar suyo.
los componentes esenciales de este arte. Ahora los aborda con la No para ahí la cosa, en la investigación de Hlito (la palabra no
serenidad de quien ha hecho antes sus "ejercicios espirituales". es excesivtt) hay sitio ahora también para una tercera actitud
Htista me ha hablado esta vez -él, sobrio hasta la incomunica- que él ha bautizado -entre abusiva y juguetonamente- de:
ción- ?e su iconostasis, o sea un conjunto de pinturas que proyec- Hetmtos. Sí, tal como suena. Retratos son, de tal modo y siempre
ta reunir como grandes paneles alrededor de una figura mayor para Hlito, unas construcciones cuadradas -o casi- en que una
que hará, en ese "altar laico", las veces de Virgen bizantina o, gran T se nos impone como síntesis de la horizontal que forman
mejor al'rn, de Pantocrátor. nuestros ojos con Ja perpendicular verticaJ de la nariz: esos dos
Este artis.ta com~leto, coherente a través de Jos años, llega ahora r~sgns. principales en todo rostro que configuran nuestras dis-
a una especie de epifanía: lo que antes pareáa anunciarse apenas es tintas identidades.
ya hoy u!'a total certeza. Los nombres que él utiliza poéticamente ¿Son estos intentos actuales mejores que los anteriores? No
no son, srn embargo, meramente arbitrarios o funci onales. Cuando pued? expedirme todavía ni tampoco creo que hubiera mucho
l'.lito di~~ Simulacro esp:ra que veamos algo concreto; cuando su- ~nteres en hacerlo. Como testigo ocular que soy quiero decir
g1ere Ef1g1e está persuadido de que una imagen vertical dominante sobre todo en qué punto de su búsqueda esl:t\ba - la última vez
se revela en el centro de cada una de sus telas. que lo .vi- este pintor que, para mí, es uno de los verdadera-
C~an_do llegué esta vez, Hlito acababa de exponer con éxito mente importantes en todo el panorama latinoamericano.
de publico y de crítica. Decidí, pues, como ya es mi costumbre, Otro posible desencuentro que traté de corregir fue el siguien-
354 SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 355

'ce: a los pocos días de dejar yo Buenos Aires, el escultor Enio tommi, hoy, ata entre sí adoquines de granito gris y lo hace con
lommi iba a inaugurar su nueva exposición. Y digo que traté de ¡¡lambre ordinario y tosco. O sea, que lo que él ha conseguido
corrt!gir, ya que también en este caso me arreglé para ver, en el agrega r a su arte es textura, color, materialidad. No se trataba,
taller del artista -aunque sin el prestigio que habrán obtenido pues -<:orno pudi~~s algunos pensar-, de _un puro idealista,
en ltl galería- las obras distintas que a poco Iommi iba a mos- un racional o un hm1do. Lo vemos ahora mas total que nunca
trar al gran público. porque comprobamos, por último, que todo parece conmoverlo,
Para quien no lo sepa, lommi es uno de los dos o tres escul- tentarlo.
tores representativos de la Argentina, dentro o fuera del país, y
eso desde hace ya más de 30 años. Durante mucho tiempo lo con- París, 1979 V11eltn, México
sideramos escu ltor no porque modelara arcilla ni tallara piedra o
madera, sino porque -más mágicamente-- apenas si modulabtl
el e~pacío con una varilla metálica que se enroscaba y se desen- TESTIGO OCULAR: EL DESQUITE DE LAS "OTRAS" IMÁGENES
roscaba en curvas armónicas o surgía punzante en rectas agresi-
vas. Después vino la época de los "recortes" en las chapas: Tommi Fernand Braudel, a propósito de la concepción del tiempo, ht1
tomaba una lámina de metal -como quien toma una hoja de pa- hablado de la duración breve y de la duración larga. Es esta última
pel- y le recortaba una espiral. De ese recorte básico saldría des- la que interesa hoy t1quí. O sea, no el pequeño estremecimiento
pués la obra futura cuando se desdoblara desde eJ plano inicial. circunstancial de lo que "se lleva" como moda cultural en arte,
De tal manera se "ocupaba" el espacio literalmente y no sólo se sino por el contrario el hecho de tratar de descubrir algunas le-
lo dividía como había hecho hasta entonces en su primera bús- yes que nos permitan comprender el sentido de ciertos movi-
quedi\. mientos actuales que, para resumir, voy a !Jamar globalmente:
Ahora, de unos años a esta parte, otro sol se ha levantado en arte concep tual.
el horizonte de este exacto, implacable, distribuidor de efectos Aunque dudo que en esencia sea arte, estoy convencido en cam-
sobrios y, quizá por eso mismo, más fuertes: "Menos es más", bio, de que representa una manifestación de tipo conceptual. O,
solía decir Mies van der Rohe, un hermano espiritual de Iommi. para decirlo de otra manera, que es un "pensar" más que un "ha-
Sin embargo, este nuevo giro podría parecer contradictorio con cer". En lt1 entrad¡¡ de la palabra "plástico", el excelente diccionario
Ja carrera anterior: en efecto, donde había superficies lisas y francés Robert propone, entre otras, esta acepción que es la nues-
opacé\s hay ahora volúmenes muy tangibles que pueden ser ru- tra: "Relativo a las artes cuyo fin es la elaboración de formas."
gosos y, lo que es más, coloreados. Los materiales no son tampoco En ese sentido esta nueva acción conceptual -a unque sea vi-
ya las varillas ni las chapas caladas, dobladas sobre sí mismas. sible- no quiere o no puede por definición ser plástica. Lo que
Ahora, sobre la madera que les sirve de base se erizan fragmen- es¡¡ t1cción produzca se verá, pues, siempre mejor en una simple
tos dt! mármol roto. O lo que es más sorprendente au n: adoqui- foto, ca tál ogo o libro que enfrentándose directamente con la
nes en bruto o usados, se api lan, atados entre sí por un tosco "obra" en sí, exhibida en galerías o museos, puesto que en los
a lambre negro. ¿Romanticismo a estas alturas de una ca rrera ed ificios públicos o privados esa clase de intervención no tiene
ascética hechil y derecha? Sí, quizá, ¿y por qué no? lógicamente razón de ser.
lommi es hoy el puro fabricante de formas que son signifi- A pesar de que no creo en la eficacia y la trascendencia de casi
cativas de por sí: es decir, que se bastan a sí mismas. No son for- nada de lo que se realiza en ese llamado arte conceptual, quisiera
mas que evoquen otras formas más o menos naturales o pura- a~alizar en estas páginas e l mecanismo que lo hace posible en
mente geométricas. Su exp loración de hoy no consiste, sin cierta rama de la actividad artística. Ya que si bien Ja influencia de
embargo, en el simple objet trouvé que irradia más que nada su lo concep tut1l parece atemperarse en Europa y en los EUA, en
incongruencia: la de cosa-no-esperada. Estas " recuperaciones" América Latina -por el contrario- presenta los peligrosos sín-
que practica lommi en el mundo indeterminado de lo rescatable, t~mas de haber prendido con la fuerza de una epidemia con ta·
no constituyen tampoco una variante del j1111k art, ese axte de la g1osa.
b.asurn que estuvo de moda en los EUA, ni siquiera de la litera- Hace unos años, de vuelta de una para mi insatisfactoria Bie-
na arte povera que inventaron hace un tiempo los italianos. nal de Venecia, durnnte el largo viaje en tren llené medio cuader-
356 SEGUNDA PARTE
EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA ::IS7
no de observaciones de tipo intuitivo que d espués, vinculadas en -
tre si y debidamente jerarquizadas, me permitieron escribir el li- Conste que, cuando digo imagen, lo digo en el sentid o más am-
bro que se titula Arle de ruptura (México, 1973). De manera pare- plio y totalizad or del término: o sea, lo que se ve, lo que se puede
cidél, estas últimas semanas entre el fá rrago de las clases, las rt.tpresentar en dos o tres dimensiones. Por supuesto que no hago
oblib1flciones de toda naturaleza, otras intuiciones m e atacaron élquí alusión a la d iferencia que creíamos importante entre abs-
invo luntaria y tercamente hasta el punto de que, para sacármelas tracción y figuración. Nada de eso.
de encima, d ecidí volcarlas en el papel. Entre un Leonardo y un PolJock supusimos que había un abis-
La primera, digamos la " intuición madre", me asaltó a decir mo en lo referente al enfoque. Era d e aspecto y no de naturaleza
verdad, más que como una afirmación como una pregunta, plan- ese C1bismo puesto que, po r último, ambos artistas se proponían
teada más o menos en estos términos: ¿y si por úJtimo esta "ac- ante todo pintar cuadros. En cambio, entre las Demoiselles d'Avi-
ción" - no sé cómo llamarla-, este "arte conceptual" entre co- gnon, de Picasso, y un discurso delirante del alemán Beuys, que
millas fuera otra cosa y no arte? Estos errores de clasificación con un sombrero encajado hasta las orejas llena pizarrones de
s uelen ocurrir en la escala botánica y en la zoo1ógica: hay ani- seudo demostraciones, la diferencia es de naturaleza: lo que va
males que parecen plantas y viceversa, vegetales que asumen un de unél tela pintada a una pretenciosa acción hjstriónica.
a mbiguo aspecto de animalidad. Aunque por último unos y otros Retomo ahora mi tema: hoy la imagen gráfica resulta omni-
pertenezcéln al reino de los seres vivos. presente en nuestro mundo moderno. Y ella se impone de manera
Sin dudélr de su buena fe podría ser, en efecto, que esta nece- que puede ser Sen tida como paralizante por parte de algunos
sidéld perentoria de manejar ''conceptos" en vez d e "formas" i'trtistas que, en cierto modo, no se atreven -o n o se interesan-
constituyera hoy la expresión vital de ese sector de jóven es que en competir con ella. Si bien se piensa, esos no conformistas ven
en el mundo de hoy no encuentra cómo manifestarse de otra como competencia imbatible la enorme marea que representan:
manera. En ese sentido quizá eJJos mismos fueran los primeros la foto, el cine, la TV, léls revistas ilustradas, el realismo ingenuo
en admitir que sus objetivos n o coinciden con los del arte tal de las "tiras cómicas" (la bnnde dessinnée de los franceses), y en
como lo hemos concebido durante siglos. fin, como si fuera poco, la publicidad que parece llenarlo todo
En cuanto me dijeran que este pretendido arte no lo es, y que en el campo visual.
hély que considerarlo como una ca tarsis, una sublimación de En efecto vivimos ahora literalmente sumergidos en la proli-
cierto espíritu moderno que no se siente colmado en ning unél feración casi viciosa -obsesiva al menos-de la multiplicidad de
otra de las actividades humanas, yo me sentiría satisfecho. Y 1~:. imágenes a todo color y bajo todas sus formas: no sólo figura-
conmigo muchos otros, incluyendo el 90% de los que todavía tivas sino también abstractas, líricas, geométricas, informalistas.
prnclican el arte bajo cualquiera de sus distintos aspectos. Es De manera que e l artista joven que en Ja tipo logía de Spranger
otrn cosn, me diría yo con alivio: no tengo por qué inclui rla en se denomi na el Homo {lestheticus, puede sentirse impulsa d o a
mis libros, ni mencionarla en eJ sa lón de clase. Que sus cRmpeo- rechazC1r lél imagen como tal, buscando en ca mbio en su propio
nes y fieles practiquen esa "otra cosa", e incluso, que la divul- cuerpo (body-art), en la naturaleza que lo rodea (arte ecológico), en
guen como hacen todas las sectas que se creen poseedoras de el. uso de la segunda potencia de la foto o el cine (video, super-8,
una verdad. v~deo cassette) un escape a Jo que para él consistírfa en Ja ser-
Pretendo haber descubierto una serie de motivos culturales que vidumbre de imitar la realidad visual o evocarla como fin en sí
podrían haber apartado a esos jóvenes -que no acuso más que de r:'is':1'1º· En vez de esa actitud -siempre para él- especular o
pecado de oscuridad y vaguedad- en un campo que no minci- servil, va a preferir entonces crear In realidad, vivirla.
de con el arte. Motivos que ellos mismos, en tanto que protago- . Si es ambicioso, inquieto, y quiere estar en "lo que se hace", se
nistas, no tienen por qué comprender mejor que el resto d e los dtr,í -con sinceridad o sin eJla-que le conviene "engancharse"
mortélles. · con lo co~ceptual: muchos museos importantes patrocinan hoy
En ese sentido, a partir de este momento, puede decirse que esas manifestaciones y las privilegian, algunos críticos y revistas
mis intuiciones se presentan "en cadena": la más importante a mi de nota las apoyan abiertamente. Se juega la carta del erostrntismo,
mC1nera de ver podrfa resumirse en lél idea de sahirad6n de In ima- f :.ea !>e quema el templo de Éfeso -como Eróstrato- para hacer
gen, fenómeno que estamos conociendo estos últimos 15 o 20 años. "\abiar de uno. La aventura comporta sus riesgos, sus más y sus
menos. Enrolándose en las disidencias conceptuales el a rtista
SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 359

sabe que renuncia a una carrera íntima, privada -ya he dicho I<urosawa --ese gran esteta japonés- nos Uena, a millones des~
que no h¡:iy consumo ni mercado de arte conceptual-, pero en res por el orbe entero, de un vehemente entusiasmo. Salimos del
cl'lmbio sabe que va a beneficiarse de cierta notoriedad que da el cine mirando cada hoja verde, cada brillo en el agua como una fla-
pequeño escándalo, que puede incluso obtener rápidamente algún mante revelación que habíamos olvidado en la trastienda de la
premio a la moda, y sentirse él poyado por los sesudos y abstrusos memoria, invisible de tan obvia.
comentarios de algún crítico pretendidamente de vanguardia. Ya El gran disel'\o moderno, el que inventaron sobre todo los escan-
que todo lo que el artista capaz de llamar la atención realice, en- dinavos para los muebles y los utensilios domésticos y que hoy
contrará su réplica en lo que su hermano gemelo--el crítico con- continúan practicando los affichistas polacos, los cineastas checoslo-
ceptual- escriba, cuanto más oscuro y críptico, mejor. vacos, Jos arquitectos ingJeses, los decoradores itaJianos -por citar
Pt:!nsémoslo bien: la foto ha venido a suplantélr a la pintura algunos-nos sigue alimentando como algo "hermoso para ver":
como ''registro di:! las cuséls'', como "inventario del mundo". El élutomóviles de colores vivos como juguetes, máquinas impecAbles
retrato podría constituir el ejemplo típico. Desde hace más de un de un dibujo neto que va derecho a su fin, pero con elegancia.
siglo el valor documental del retrato queda casi exclusivamente Ese diseño puede incluso darse a la escala arquitectónica, como
a cargo de la foto. Cuélndo vemos todavía hoy figurado el rostro en el caso del Centre Pompidou que atrae a la gente no sólo por-
de ñlguien, se trata célsi siempre de caricatura, algo que no se que es nuevo, porque es rnro, sino porque el público más ingenuo
presta él la reproducción fotográfica puesto que lél cámarél no es así como el más sofisticado lo descubre como una inmensa nave
célpaz de deformar intencionalmente la realidad. llena de colores, ' 1 varada'' en pleno centro gris de París, un gi-
Que la foto gana terreno no hay más que comprobarlo en la gantesco meccano con el que, ante todo, ese mismo público quiere
publicidad: la inmensa mayoría de los mensajes que nos tiende jugar. A la gente siempre le ha complacido verse rodeada de "mo-
hoy insidiosamente Ja propaganda son enormes, magníficas derno", siempre le ha tentado "vivir al dia''. En ese sen tido, su ac-
fotografías técnicamente perfectas, cuyo naturalismo complace titud instintiva confirma una profunda raíz estética, connatural al
nuestrn actitud infantil de descubrir --en el fárrago óptico- lo hombre.
que ya conocemos, con Jo cual nuestro espíritu se tranquiliz.a y ar-
chiva la imagen como algo conocido y, por lo tanto, inofensivo. Pnrís, abril de 1981 Vuel!a, Mt1xico
Otro síntoma sería el de que las mejores galerías comerciales
de vanguardia en Nueva York trafican, desde hace años, en foto-
grafías: antiguas y modernas, tratadas ahora en ventas y remates ÜCTAVJO PAZ: UNA VISIÓN DEL MUNDO A TRA~S DEL ARTE
como lo han sido siempre los grabados, en razón de su rareza, ex-
clusividad. Octavio Paz es una excepción en nuestras letras. Poeta y prosista,
Ante el erial de mucho de la producción moderna, el público pose~ por añadidura una sensibilidad que le permite abordar la
de educación media en los grandes centros urbanos se está in- plástica con la misma faci lidad y felicidad que tuvo con la poesía
clinando también cada vez más -y sin que él mismo lo sien ta- en su inolvidable El arco y la lira, que demuestra de una vez por
haciA el diseflo, el buen diseño industrial y el otro, más cotidiano todas hasta qué punto el moderno "arte artístico" -como lo lla-
aun, de la ropa que wio se pone, la casa en que nos g ustaría vivir. ma O rtega y Gasset- debe indefectiblemente ir acompañado,
Con la mayor educación de la masa, poco a poco se va orientando ~omo de su sombra, de un cuerpo de doctrina crítica que Jo vaya
el gu~lo, e l cual, sobrepasando la idea de mero refinamiento, re· interpr~ tando. Al no tener que practicar sistemáticamente la
presenta una verdadera aspiración hacia lo puro, lo noble, lo útil. eval~~c16n del arte-puesto que la suya no es crítica en el sentido
Y - para sorpresa de algunos- es ésta una actitud estética en todo trad1c1ona l- sino sólo cuando se siente inspirado, Octavio Paz
el sen tido de la palabra. El espíritu es difíciJ de vencer en su afán resulta de aquellos happy few que pueden darse el lujo de deam-
de goce, de plenitud: si las llamadas artes mayores le fallan en bula r con los ojos abiertos a todo lo que Jos deslumbre o, al me-
muchos casos lamentablemente, las cenicientas que pueden ser nos, sea capaz de intrigarlos.
lns artes aplicadas y esas nuevas artes de la foto, el cine, Ja tele- Y como es libre e impredecible, los ecos que tal artista o tal pin-
vi:.ión están allí más frescas, más virginales, para enamorarnos tura o escultura provoquen en éJ irán a manifestarse-indistinta-
otra Vl:.'Z de la imagen. Una película como Kngem11sha, de Akira mente- en forma de poema o de ensayo. Más concentrada y pu-
360 SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 361

ramente intuitiva en el primer caso; como una serie de reflexiones La segunda posible división que viene al esplritu es cronológi-
encadenadas entre sf en el segundo. ca y geográfica. Y en cuanto prestamos atención a este aspecto des-
Cierto es que un dfa tuviera la mala tentación de escribir diaria- cubrimos que Octavio Paz se ha ocupado mayormente de ciertas
mente de Ja actualidad artística, se vería obligado a afrontar tam- formas de arte: el precolombino (con alguna alusión colonial); y,
bién lo que le molesta, aquello mismo con lo que no se siente solida- siguiendo siempre con México, ha dedicado también muchas pá-
rio o piensa ser un sendero equivocado, de es.os que el arte actual ginas a ciertos de sus artistas predilectos tanto del siglo XIX como
parece estar tomando hoy día demasiado a menudo. d eJ XX; en tercer lugar, nuestro autor se ha ocupado de arte con-
De esta manera queda exento del arduo p~pel de distribuir pre- temporáneo occidental, con soberbia independencia de lo que los
mios y medallas, de separar los elegidos de los réprobos (pe- críticos especializados hayan podido decir o escribir. En fin, y alú
ligroso ejercicio al que estamos conminados los críticos profesio- saca ventaja a muchos de esos mismos críticos, cuando -con la
nales). Más felizmente, en materia de artes plásticas, él debe misma familia ridad- aborda el arte oriental que, desdichada-
considerarse como el gozador de una fuente --antigua, moderna, m ente, tan pocos conocen entre nosotros.
contemporánea- donde abrevarse de formas que le hablen. Y a
las que responderá siempre cuando quiera y como quiera, a través
de unA meditación que no se contenta con sólo ser paralela de la El arte precolombino
realidad visual, sino que con mayor ambición se propone cr~ar su
propia realidad verbal. Vayamos, pues, por partes. Para las manifestaciones artísticas
Semejante equilibrio está basado naturalmente en una cultura precolombinas, Octavio Paz despliega una verdadera magia sim-
como la suya que ha explorado todas sus propias curiosidades, a pática, es decir, se siente capaz de evocar-sobre todo para los ha-
saber: las obvias de su ser mexicano, las occidentales heredadas bitantes de otras culturas- no sólo la belleza de las piezas arqueo-
a través de nuestra historia de "mestizos culturales" y, en fin, las lógicas, sino la complejidad misma de la vida anímica de esos
orientales que descubrió en sus viajes y que para éJ no son menos p ueblos. No se trata del simple elogio nacionalista primario, sino
exis tentes en el trasfondo de ese campo universal en el que se qu e en él se nota el esfuerzo por transmitir la noción profunda de
mueve. "men talidad'', característica de una cultura original.
Antes de ir concretamente a analizar loi, escritos de Octavio Paz Vayan por prueba sus poemas y prosas que tratan de ese arte
consagrados al arte, quisiera aclarar los alcances y la validez de lo que encuentra siempre en él un eco, entre maravillado y horrori-
que yo mismo puedo aportar al tema. Por empezar, no soy histo- zado, cada vez que se enfrenta a la elegancia y la crue ldad que
riador ni crítico literario como para juzgar a un escritor que ~I pa recen darse, simultáneamente, en las infinitas imágenes de las
solo- llena todo nuestro siglo. Apenas un historiador y critico de culturas indígenas mexicanas más avanzadas.
las artes visua les, de lo que se colige que -como tal- sólo preten- No nos apartemos del tema sin embargo. En el caso precolom-
do opinar del valor de su juicio sobre los distintos artistas y las bino, el pensador que hay en Oct.avio Paz va a lanzarse, sobre todo,
obras a lo largo del tiempo. O sea, lo que está aquí en tela de jui- a una interpretación histórica de ecuménica universalidad. Por
cio no es la literatura de Octavio Pilz, sino lo que esos soberbios ejemp lo, en el ensayo titulado "El arte en México: materia y senti-
instrumentos de su prosa y su verso nos revelan respecto al arte do" <Los pdvilegios de la vista), comienza haciendo Ja historia de la
que lo fascina o lo hace v ibrar. Nada más, sí, pero -también- Coatlicue descubierta en 1790 pero que sólo desde hace unos años
nada menos. está entronizada en la gran sala central del moderno Museo de An-
Ahora bien, dentro de la proliferación de los libros del autor, tropolob'1a. Esta "máquina de comprender" que es la mente de Oc-
permítaseme ahora establecer un conato de método para mejor en- tavio Paz va a irse deslizando insensiblemente de las consideracio-
tendernos. Dos suertes de divisiones se nos imponen ensegtüda: nes estéticas a otro tipo de reflexión, en primer término relativa a
una concierne a la forma literaria que esas intuiciones suyas asu- la hi sto ria americana, para de allí saltar a una enésima inter-
men, vale d ecir: los poemas, las prosas de circunstancias y los más pretaci<'n d e la cultura general del mundo de Occidente después
extensos y globales ensayos que incluso pueden Uegar a ser libros, Y como consecuencia del Descubrimiento.
como en el caso de su Tnmayo o en el de El castillo de la pure1Jl, de- ¿Quién se atrevería a decir que esta tendencia a la generali-
d icado íntegramente a Marce! Duchamp. zación global sea un defecto? Tal vez lo parezca a la manía dasifi-
362 SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA

catoria; en cambio para el lector audaz puede constituir una ver- hay que incorporar el entonces moderno "dragón" de la locomo-
dadera revelación, aunque el procedimiento de pasar de un terna tora avanzando por un viaducto. Revés de esa medalla, otro "na-
al otro a través de múltiples asociaciones le resulte agotador. turalista" -aunque de signo .opuesto- serla el pueb~e~o Bus-
En realidad tiene algo de descabellado intentar un análisis for- tos, quien pinta -<:on honestid~d de una. lente sm optruones- a
mal de lo que Octavio Paz ha escrito sobre arte. Ya que casi siem- esos sencillos burgueses endomingados, tiesos en sus poses y que
pre su texto -afortunadamente ''impuro"- no se resigna a con- el artista trata con la misma dignidad que si fueran faraones egip-
centrarse en el tema inicial sino que quiere remontar a otra cosa, cios, inmóviles en su basalto intemporal.
yendo a menudo ''de la crítica a la ofrenda", como él mismo dice ·Y qué decir de esa otra inspirada interpretación en la que Oc-
en uno de sus títulos. ta~io Paz agrega su voz personal para rehabilitar como gran ar-
No puedo -no quiero-ni aquí ni en ningún punto de este en- tista - si hubiera todavía que hacerlo- al más popular grabador
sayo adoptar la solución perezosa de establecer una antología de y más "mexicano profundo" de sus contemporáneos: el famoso
"trozos selectos". Un autor y un autor como el deque aquí habla- Posada, callejero bardo de las calaveras y los esqueletos a la par
mos merece ser leído integralmente y en profundidad . Una adver- cómicos y siniestros?
tencia amistosa al lector antes de abandonar el tema precolombi- Contemporáneamente puede decirse que entre sus compatrio-
no: después de las mencionadas páginas en prosa razonada y tas no hay artistas de nota que no hayan despertado alguna vez
especulativa, no deje empero de asomarse a otro libro del autor: un eco en este testigo de toda una civilización escri.ta, pintada,
Libertad bajo palabm, donde en forma concentrada de h4ikus o en esculpida - la suya propia- y que lo haya hecho sin rencor~s,
tesoros poemas en prosa como "Dama huasteca" o "Mari posa de envidias, favoritismos. Y mejor que todo, sin sombra de patrio-
obsidiana", se trata otra vez de los mismos mitos ancestrales de Mé- tería. Hasta, alguna vez, se cree obligado a excusarse por h~ber
xico, aunque bajo otra figura. Aquí no hay un entendimiento dis- escrito menos de la música y arquitectura mexkanas de su tiem-
cursivo sino la inmediatez de la intuición poética en todo su es- po. Alegando no tener la formación suficiente ni el voca~ula.~fo
plendor. Y, para convencerse del eco que Octavio Paz ha tenido y apropiado para concretar sus opiniones en esas otras expenenetas
tiene en México, baste recordar que el segundo de esos brevísi- artísticas.
mos poemas, el de la mariposa de obsidiana - ltzpapdlotl- será Es siempre en Los privilegios de la vista, recopilación de lo escrito
una semilla que dará, años después, una soberbia exposición del por él sobre el arte de su país, donde sus consideraciones estétie~s
artista Brian Nissen y un libro de colaboración entre ambos. en referencia al siglo xx dan igualmente en el blanco aunq_ue baJO
otros sesgos, sobre todo social y político en el caso del mur:alismo, al
que trata de hacerle justicia, sin prejuicios. De los mural1stas, pre-
Los siglos XIX y xx mexicanos cisamente, va a hablar in extenso en el ensayo "Re/visiones", don-
de en 56 páginas luminosas pued~ e~playars~ sobre n:tuchos de
Hasta ahora hemos visto a Octavio Paz como historiador o como los aspectos cruciales de ese movtm1ento latinoamericano que
poeta puro. Sin embargo, algunos de sus mejores aciertos resultan -en las décadas de los anos veinte y treinta- fue el único que en
casi científicos y conciernen a tres grandes artistas mexicanos, a materia de arte llegó a sacudir a la opinión universal.
caballo entre los siglos XIX y xx: José María VeJasco, Hermenegildo En este punto Ja labor de Paz resulta aclaratoria. Gra~ias a su
Bustos y José Guadalupe Posada. En las páginas que les dedica palabra se ha cumplido en México un ver?adero saneauuent? d.e
no aparecen sólo justificados como valiosos temperamentos artfs· la opinión pública que él ha tratado de onentar con su ecuanun~­
ticos, sino que el autor intenta a partir de ello una interpretación dad y lucidez. Aun habiendo vivido de joven el proceso, su opi-
total que nos permite ver más claro en Ja época y el sitio en que nión no está fanatizada políticamente -a favor o en contra- como
les tocó actuar. le ocurría a muchos contempor~neos del. movimiento. Además ha
O sea, otra vez, Octavio Paz no puede con el genio y, basándose corregido el tiro de las generacione~ sucesivas que ~a):'er?n en el
en casos concretos, intenta generalizar. Fantástica resulta así su polo opuesto: el desprecio desconsiderado -sin d 1stinc10nes-
presentación de esos tres hombres tan djsímiles entre sf como por todo lo relativo al muralismo.
pu e?~n ser: Velasco, el pintor aéreo del Valle de México que, Estoy convencido, sin embargo, de que el propio Paz hace un
acariciando la tela, logra conjugar una flora y una fauna a la que autoanálisis honrado a partir de su experiencia propia que debe
EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 365
364 SECUNDA PARTE
ron también no ser "lo bastante mexicano", en un barato baró-
haber pasado de la admiración al rechazo: vaJe decir de los valo- metro nacionaUsta que nadie pude jactarse de poseer. ¿Qué es ser
res positivos que serla injusto no encontrarle a ese movimiento en lo bastante mexicano ... ? Los extranjeros lo vemos tal vez mejor
sus comienzos, hasta la " mecan ización" de una técnica y unos que Jos locales: ese ser mexicano puede lindar peligrosamente
contenidos que estaban ya prácticamente vacíos. De ese modo tan con el llamado ,,arte de aeropuerto", o sea la "mexicanada" {un
consciente los "tres grandes" -Rivera, Orozco, Siqueiros-- son poco como la temible "españolada" de los franceses).
caracterizados por él, no sólo psicológicamente sino también a la La respuesta del "acusado" Paz está en los distintos textos don-
luz de sus circunstancias sociales y políticas: desde la original de empieza, precisamente, por hacer justicia a aquellos buenos
idea de José Vasconcelos hasta la decadencia, tanto por la me- artistas que quedaron excluidos del círculo dorado del muralis-
diocre proliferación de los intérpretes cuanto por el vaciamiento mo, tanto por decisión propia como ajena. No puedo ~ncionar a
inexorable de los contenidos. todos los plásticos mexicanos contemporáneos que le 1!'tere~ o
No obstante, con Rufino Tamayo el tratamiento no es igual: interesaron en su momento. Nombrar a unos pocos sena agraviar
aquí el corazón viene a reforzar lo que en el caso del muralismo la al resto; por otra parte están explfcitamente presentes en los vein-
sola inteligencia había simplemente organiz.ado. Y es que, en cierto ti tantos volúmenes de esta obra inmensa que aquí no pretendo
modo, Tamayo pinta como Octavio Paz escribe: con inspiración, sino apenas glosar.
con libertad, con talento. Es lógico, pues, que entre esos dos tita- No obstante, no quiero dejar de comunicar mi entusiasmo por
nes -cada uno en su especificidad- existan unos misteriosos las páginas dedicadas a la i_nt~rpretación de Ja o~~a de un pintor
vasos comunicantes. Mucho ha escrito Octavio Paz sobre el pin- surrealista, texto titulado cnpticamente "Las obv1s1ones de Alber-
tor a raíz de esas numerosas exposiciones que ha reaJizado en el to Gironella". Aquí estamos otra vez como en el caso de Tamayo
mundo entero. Sin embargo, aur"lque el intérprete siempre pueda ante una fusión al rojo vivo entre unas imágenes agresivas, caóti-
agregar un matiz nuevo o seguir Ja marcha cambiante del talento cas, pero siempre muy fuertes, enraizadas en lo "español-mexica-
plástico del maestro de Oaxaca, se diría que la obra clave fue es- no", y la soberbia prosa de quien las evoca con ideas y palabras.
crita hace ya más de treinta aflos. Me refiero al libro 1hmayo, así a
secas (1958).
Palabra de historiador: estoy persuadido de que todo aquel Afinidades con el arte de nuestro siglo
que, apasionado por Ja obra de Tamayo, pretenda profundizarla,
debe leer lo que Octavio Paz ha escrito allí definitivamente. Es un Siendo como es un hombre abierto a tocios los vientos, es lógico
ejemplo de la fusión de dos temperamentos puestos bajo un mis- que Paz se haya inspirado - paf4:l •Jnos "retratos" na~a a_c~démi­
mo signo, sólo comparable taJ vez al texto de Paul VaJéry titulado cos-- de algunas distintas ~rsonaJldades que, en pnnc1p10, de-
Degns, Danse, Dessin, en el sentido de que ambas de esas "versio-
nes escritas" a partir de obras plásticas, sobrepasan la mera crítica
bían serle ajenas o extrañas. Oigo esto con intención -r aún con
mala intención- puesto que son muchos entre los occidentales
circunstancial para remontarse a otra categoría superior, que no quienes nos siguen mirando como "provincianos del mundo". En
pertenece ya meramente al reino de la literatura de arte sino al realidad, si ya se van convenciendo, gracias a la poesia y la novela,
más arduo terreno de la interpretación estética. de que somos excelentes creadores, parecen no estar todavfa muy
Si hasta aquf la palabra de Octavio Paz ha sido la de alguien que seguros de que podamos ser jueces: o ~, escribir ~yos, pen-
reconoce un terreno y lo muestra en su mapa, a partir cronológica- sar en profundidad. En una palabra: opinar. Octav10 Paz,~ ese
mente de fines de los años 50 su actitud se volverá más "prospec- sentido, podría demostrar con creces y por sí solo esa capacidad.
tiva" al enfrentarse con artistas más jóvenes que él mismo. Nota- Lo que quisiera agregar ahora es que detrás d~ él -y d~de hac.e
mos entonces en su- escritura como el temblor de lo indeciso, los más de un siglo- hay legión de buenos escnt_ores latinoamen-
titubeos del recién convertido a una fe, con las exageraciones y canos: novelistas, poetas, dra!1'aturgos, ens~y 1stas que merece-
también los olvidos consiguientes, voluntarios o no. ¿Podía acaso rían ser universaJmente conoodos y reconOCJdos.
ser de otra manera? Así en el ensayo "El precio y la significación" No puedo otra vez dar listas de aquellos_pintores o escultores
(Los privilegios de la vista), el autor hace su autodefensa ante aquellos que fascinan al escritor mexicano y sobre quienes se ha explayado
que lo han acusado de estar en contra de la "escuela mexicana" de repetidas veces en prosa o en verso. Tendría dificuJtad en elegir
pintura. Reveladoramente, a Tamayo -años antes- Je reprocha-
SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 367
366
entre Duchamp, Miró, Picasso, Balthus, TApies, AJechinsky, Raus- en profundidad y para las que ha demostrado suprema habilidad
chenberg, Jasper Johns ... y tantos otros. Mi predilección elige por de captación.
mí, si menciono como tal vez la más inspirada de esas presenta- Quiero aclarar que ese personaje existe. Sin embargo, para to-
ciones la que dedica a la escultura del español Eduardo Chillida. parse con él no es necesario buscarlo únicamente entre los críti-
Cuando a un artista se Je hacen ver los alcances de Jo que crea, ese cos: un historiador, un poeta, un noveüsta, un filósofo, un médico
mismo artista debe sentir una deuda y una responsabilidad para pueden entrar en esa privilegiada categoría. Los ejemplos sobran:
quien llegó a "traducirlo" de tal manera. No conozco personal- Ju les Michelet, WaJter Pater, Osear Wilde, AJdous Huxley, Jean~
mente a Chillida, a quien -muerto Henry Moore- considero eJ Paul Sartre, Elie Faure, Gregorio Marañón y si miramos retros-
m~s ilustre escultor del momento actual. De conocerlo, le dirfa pectivamente una verdadera multitud de gentes que supieron ex-
que no todos tienen -como él- el privilegio de haber encontra- presarse y hacemos acceder al goce estético.
do en su camino quien los "diga" -a él y a su obra- de manera ¿Y como olvidar a los grandes artistas que como Delacroix, Ma-
tan inspirada y tan sutil. tisse, Draque o el propio Picasso, sin ir más lejos, son capaces de
reflexionar -<iesde adentre>- sobre Jos vericuetos de su propia
creatividad? En ese sentido, si el testimonio lúcido del artista plás-
Relación entre literatura y arte tico o de algún excepcional hombre de letras son capaces - por
introspección- de revelarnos el secreto de una obra, cualquier
Terminada esta sucinta inspección cronológico-geográfica d e los obra ... esos testimonios constituirán los más profundos "docu-
temas y artistas tratados por el autor, me queda todavia abordar mentos vivos" que el resto de los mortales deberemos recibir hu-
el fragmento tal vez más escabroso de mi ensayo. No desespere el mildemente como regalo del cielo.
lector, no me lanzo solamente a disquisiciones personales, por
eJ contrario -sean discutibles o ne>-, eJlas van enderezadas siem-
pre, en último término, al mejor entendimiento del hombre a Una conclusión provisoria
quien esta exposición está dedicada.
Q uienes me leen saben hasta qué punto he adquirido la repu- Ahora bien: ¿cómo caracterizar en fin la "literatura de arte" de Paz?
tación de ser el "enemigo público número 1" de la crítica literaria Por empezar encuentro una coincidencia entre sus ''iluminacio-
(literaria en el mal sentido de] término). ¿Qué pasa pues conmigo nes" y las del Marlaux de Las voces del silencio. Sí, con ellos, o se si-
-se puede preguntar algun<>- cuando me encuentro haciendo el gue un pensamiento de infinitos entrecruzamientos, o el lector se
elogio de este gran literario que escribe de arte? Un momento. pierde definitivamente en la maraña de los relámpagos del genio.
Antes de seguir adelante quiero aclarar que yo también me siento Con todo, la prosa de nuestro autor es siempre menos caótica,
-básicamente- escritor~ sin dejar por eso de ser al mismo tiem- más lúcida que la del francés. Tal vez, en parte, por9ue en Paz si
po historiador y critico. Vayamos por partes y hagamos ahora un bien existen todas las preocupaciones por el mundo' de aqui aba-
poco de teoría elemental Dos casos extremos pueden dar~ ~ jo", parece no haberlas, en cambio, en el terreno más resbaladizo
este campo: el de quien dominando la escritura, no posee sen~~ili­ de la trascendencia, esa misma trascendencia que parecía siempre
dad para las artes visuales, a pesar de lo cual pretende hacer lite- necesitar Marlaux para quien el arte no serfa, al fin de cuentas,
ratura'' a partir de ellas. Segundo, su antítesis: el de quien escribe otra cosa que el modesto sucedáneo de la creencia religiosa: la
torpemente pero está dotado de las intuiciones justas aunque le monnnie de l'nbsolu, vale decir-en cierto mode>- la "calderilla de
falten los vocablos o el estilo apropiado para manifestarlas. . lo absoluto".
Parece por demás evidente que el problema que encama eJ pn- En ese sentido puramente terrenal, con quien tal vez Octavio
mer caso es el de caer en pecado de verborragia (viviendo como Paz p0dría tener un parentesco-espiritual es con otro brillante
vivo en Francia sé de lo que hablo). El caso recíproco es aún más "evocador" (que el mexicano nunca cita): me refiero a Elie Faure,
frustrante para el escritor y su lector: el "mensaje no pasa". Si ese el prodigioso autor de la Historia del arte y su colofón El espfrih1 de
autor tuvo alguna revelación ella quedará, así, definitivamente lns formns. Ambos escritores -Fa u re y Paz- son capaces no sólo
fuera de circuito. En fin, excepción a la regla, la rara avis: el que es- de presentar sino, literalmente, de revivir para nosotros momen-
cribe con gracia, elegancia, pertinencia, de cosas que experimenta tos, artistas, obras en una prosa tan refinada y exacta que debe
1
368 SEGUNDA PARTE
EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 369
haber llevado a infinidad de espíritus sensibles, primero aJ des-
cubrimiento y más tarde a la conversión de ese puro lenguaje del río surrealista, ahí sí correríamos el riesgo de caer en cierta
plástico que, tal vez, tenían dificultad en abordar directamente. confusión de valores.
El mundo de Octavio Paz es un mundo ottlenado como un jardín Es humano y casi lógico que él no quiera-<> no pueda- rene-
en donde florecen, lado a lado, las intuiciones junto con las ideas; gar de una realidad vivida muy intensamente, y que fue la suya
un jarcHn con laberintos pero sin titubeos puesto que está ilumi- hace ya medio siglo. Cuando teoriza sobre ese movimiento lo com-
nado por el sol de un pensamiento radiante. Puede resultar, sin em- prendo y lo sigo cabalmente, incluso cuando escribe de grandes
bargo, un jardín sin ironía -cosa rara en un antiguo surrealista-, artistas que lo practicaron como: Wolfgang Paalen, Joan Miró, Wi-
poblado d e estatuas que se yerguen como verdades inconclusas fredo Lam, Roberto Matta, o como en el caso que vimos de Alber-
que el jardinero considera no necesitan demostración. Un jardín, to Gironella. En esas ocasiones me siento totalmente de acuerdo
en fin , sin pt\usas y sin paréntesis, cuya magnífica vegetación pro- con él.
liferante puede resultar demasiado rica para a lgún lector de corto Donde no lo sigo, en cambio, es cuando defiende posiciones ex-
resuello. Si desde el punto de vista lógico el sistema presenta sus tren:ias, precisamente las de Marce) Duchamp, como lo hace en El
fa llas, hay que reconocer que, a Ja larga, Octavio Paz sale siempre cnst11Jo de la pureza, libro dedicado a esa figura impar que yo tam-
parado de esta empresa, puesto que él mismo ha empezado por bién --a mi manera- admi ro sobre todo como "agitador". Sin
confesar que no usa la razón sino el deslumbramiento. embargo, la ruptura de Duchamp con la que él llamaba despecti-
Pregunta casi subsidiaria sería ahora la de plantearse cómo leer vamente la pintura "retiniana", es algo que me toca muy de cerca,
los escritos de arte-<> sobre el arte- del autor mexicano. He ahl puesto que -en última instancia- la sigo considerando como la
una pregunta difícil por no decir imposible de contestar: hay tan- única que cuenta.
tas lecturas como lectores. Creo yo sin embargo que esos textos Sin embargo, este espinoso libro de raz (fechado en la India en
deben ser asumidos como formando un verdadero "cuerpo de doc- 1966), sirve para mostrárnoslo, al fin, bajo otro de sus proteicos
trina"; sin desglosarlos (como me he visto obligado de mala gana aspectos: el de polemista, que más tarde tanto iba a emplear en sus
a hacerlo aqu f yo mismo), a fin de introducir un método en el dia tribas de política y de cultura general. En ese sentido, es un
océano de escritura de este hombre prolifico. Así, considero que testimonio indispensable para quien pretenda rodear a esta figura
esos "fragmentos" constituyen una suerte de unidad y -como montañosa dentro de nuestro contemporáneo paisaje intelectual.
tal- hay que aceptarlos o rechazarlos en masa y como un solo Quedé\mos ast, por terminar, con una imagen total d iscutida,
bloque. discutible, que perturba en razón de su misma densidad, serie-
Tal vez un historiado r puro encuentre a Paz en defecto de un dad, de compromiso íntegro. Lo que a los ojos de alguno puede
dato o un enfoque; o que un critico de oficio, endurecido en el ejer- transformarlo en un pensador "simétrico", tajante en sus opinio-
cicio de. la profesió!", considere arbitrarios y caprichosos sus pun- n~s, arbitrario en sus amores y rechazos. Sin embargo -como
tos de vista. En realidad Octavio Paz se acerca a las obras ejerciendo d ice Paul Valéry- de todos estos "tics" idiomáticos, de todos esos
la "endopatfa", o " proyección sentimental", esa noción revolucio- automt\tismos de método, de contenido, está hecho, precisamen-
naria.que inventó el esteta alemán Robert Vischer (1847-1933), y te, lo que llamamos el estilo de los grandes escritores. Como sín-
practicó más tarde abundantemente Wilhelm Worringer. Ferrater toma revelador: hay pocos signos de interrogación en las páginas
Mora la define con estas palabras: "Se llama así a la vivencia por la compactas de Octavio Paz. ¿Será porque no toma la "distancia"
cual el que la experimenta se introduce en una situación objetiva, brechtiana, para nutrirse sólo de afirmaciones y de negaciones?
real o imaginaria de tal suerte que aparece como dentro de ella." ~a mp oco aparecen -en lo que escribe- muchos puntos suspen-
Más racional de lo que él mismo admite, el discurso de Octavio sivos, esa puerta abierta por donde dejar escapar la imagina:ción
Paz sobre tendencias, escuelas, artistas, obras, de todo tiempo y del autor y de su lector. En cambio, abundan los dos puntos: au-
lugar es perfectamente coherente, aunque no pretenda constituir toritaria manera de anunciar una verdad definitiva o que reputa-
un corpus racionaJ intocable. La única vez, empero, en que para mí mos tal.
se le m~clan las aguas literarias con las plásticas es en el caso del . ¿Si_n embargo cómo reprocharle nada al escritor de juego más
s urrealismo, ese persistente antiguo amor juvenil. En verdad, limpio -a cartas descubiertas-, alguien que ofrece el elogio con
cuando al mar de su comprensión general de l arte llega el aporte un~ generosidad que es muy suya pero que termina también con-
tagiando a quien lo lee? Las suyas son unas ganas inmensas de
370 SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 371

entusiasmarse y de hacer participar de esa fiesta íntima al resto los del oficio: ya sean profesores o aquellas personas que han he-
del mundo. Actitud que lo coloca entre los intérpretes exigentes cho de la historia y la crítica su terreno de acción.
pero positivos de nuestra actualidad, y no sólo de la artística o Me parece muy peligroso entre nuestros intelectuales el actual
mera mente latinoamericana. ·ro que parece privilegi~ a los practicantes ~elfr~ lance en el cam-
Rechazar de plano s us puntos de vista -y he visto hacerlo a in- Wo específico de la plástica, frente al profes1onahsmo de los que
te lectuales cegados por la ideología- me parece una reacción hemos consumido nuestras vidas enseñando o escribiendo ensa-
infantil, explicable tal vez en quien no se siente muy seguro de yos y libros sobre el tema. Que nadie olvide que figuras tan ilus-
sus propias opiniones. En fin, por encima de la calidad literaria, tres como las de Yenturi, Panofsky, Francastel, Argan, Gombrich
no hace falta ser profeta para comprender que Octavio Paz no es -por citar.alg:unos de ~~s favo~ltos- fueron todos e~los_profeso­
sólo uno de los maestros ejemplares de una lengua como la nues- res univers1tanos y escnbteron oertas obras clave. El cltche del pro-
tra, que maneja como casi nadie hoy dfa, sino - lo que es más fesor aburrido y académico no es más que eso: un lugar común.
trascendente aún- un maestro del pensamiento, uno de esos ra- Después de haber roto esa lanza, prosigo con Octavio Paz. Para
ros casos que nos hacen acceder a nosotros, habitantes de un mun- insistir en que el caso que acabo de denunciar no es el caso del
do todavfa a medio descubrir, a la consideración y el respeto de gran escritor mexicano: ensayis ta luminoso cuyo libro El arco y la
un auditorio verdaderamente universal. /ira aporta -Entre otras-una idea revolucionaria que me es cara:
la de que la poesía conquistadora, comenzando quizá con Apolli-
Parí!>, diciembre de 1989 naire, s upone -como una sombra que la acompaña- la equiva-
lente critica que debe resultar su exégesis y s u justificación.
En cuanto a mi, me he permitido siempre extender esta noción
Los PRIVILEGIOS DE LA VISTA, DE ÜCTAVIO PAZ al campo entero del arte contemporáneo, postulando la necesidad
de un cuerpo de doctrina coherente capaz de apoyar las distintas
C uando un autor recibe el tratamiento editorial que en estos últi- actitudes estéticas y sus resultados concretos encarnados en las
mos años merece Octavio Paz en México, España y el resto del obras.
mundo, no cabe duda de que-en vida- se ha convertido ya en La presente recopilación ha sido orientada siguiendo el criterio
un clásico. Es pues para mf un h onor y un desafío resumir por es- de los ''temas", asf como pudo haberlo sido, por ejemplo, según el
crito la opinión que me merecen los textos que componen la recopi- criterio cronológico, mediante el cual se hubiera podido explorar
lación de todo lo que el escritor ha publicado sobre arte mexicano. las variaciones del ensayista sobre ciertos tópicos recurrentes. El
Desde 1974 en mi libro Aventura plástica de Hispanoamérica (que método adoptado presenta, en cambio, la ventaja de encontrar re-
va ya por la segunda edición) había yo reivindicado en México a unidos textos escritos en diferentes momentos pero centrados to-
dos figuras literarias que se ocupan de arte en el más alto nivel. dos sobre un número limitado de argumentos. El fndice general
Luis Cardoza y Aragón y Octavio Paz, de los que decía (p. 195 de la los registra así: "Arte precolombino" (agrego yo: con algunas re-
primera edición): "En fin, queda por último la rara avis: el escri- ferencias coloniales}, "Arte moderno", "Pintura mural", "Rufino
tor-pensador que aventura teorías, defiende causas que con sidera Tamayo", "Arte contemporáneo", pa ra concluir con unos "Tribu-
justas sin dejar por eso de escribir admirablemente. A esa especie tos" (poemas en prosa o verso) que quizá estén un tanto fuera de
pertenecen, en México, Cardoza y Aragón y Octavio Paz. Sí, en lugar en un libro en que, deliberadamente, priman las ideas sobre
mi inteligencia, en mi sen sibWdad, en mi biblioteca siempre hay cualquier otra consideración.
un 'apartado' Cardoza y un 'apartad o' Paz. Vayamos por partes: a cada una de esas secciones corresponde
No he cambiado de opinión, aun en estos momentos en que me u.n enfoque distinto, según se trate de comentarios de circunstan-
siento escanda lizado ante una situación latinoamericana que no se cias (presentaciones o prólogos de exposiciones) y de ensayos que
d_a en Europa ni en los EUA: la de la rivalidad que representan rehuyendo la actitud global se demoran en el detalle de un artis-
ciertos literarios desaprensivos que escriben de arte, frente a los ta, una obra o todo un movimiento como el muraHsmo.
profesionales de la historia y de la crítica. La circunstancia es gra- _Lo que tiene Octavio Paz que decir del arte precolombino se ins-
ye y la denuncio porque supone un caso de verdadero "ejercicio cri?e dentro de la línea de la comprensión total del problema que
ilegal" de una función específi ca que debería quedar reservada a quiere ofrecer al lector. Es decir, paré\ nuestro placer este hombre de
EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 373
372 SECUNDA PARTE
e las dichas imágenes se repiten o resultan estereotipadas como
cultura universal aplica en este caso complejo toda su potencia de (~ de Jos iconos bizantinos; no obstante, la emoción estética me
síntesis para ofrecernos in nuce una interpretación que puede ser :ana tanto ante los rostros fijos de esos egipcios que me miran
justa o equivocada - no soy yo quién para juzgara- pero que re- !:'or ~ncima de los siglos, como ante las actitudes, ropas, caras de
sulte siempre lúcida, coherente y-sobre todo-verosímil. Es tal ~sos ignorados provincianos de México.
cantidad de pueblos, mitos, ritos, obras y actitudes -desde las ar- Cuando nos acerquemos a lo moderno, el tono, una vez más
tes populares como la cerámica hasta la arquitectura y escultura cambiará para hacerse más polémico. Con el muralismo Octavio
monumentales- que sólo una mente como la suya resulta capaz Paz ha cumplido, conscientemente y a lo largo de los años, una
de redondear las ideas principales, jerarquizando al mismo tiem- función de saneamiento de la opinión pública que él conoce a par-
po las distintas y heterogéneas propuestas. tir de la que fue experiencia propia. Estoy seguro de que debe ha-
Es el caso de las dos introducciones al arte mexicano que el au- ber pasado a través del tiempo por todos Jos avatares que van de la
tor dedicó sucesivamente a una exposición en Madrid (1977), as{ admiración al hartazgo para tenninar denunciando -como otros
como ya lo había hecho antes para otra más restringida en Parls observadores no sólo mexicanos- la insufrible tiranía del mura-
(1962). Tal vez sea en estos casos elevadamente "didácticos" don- lismo cuando, a la muerte de Jos grandes, los segund ones -gra-
de O. P. alcance mayor poder de persuación, mediante su incon- cias a Ja connivencia del Estado- seguian encontrando paredes
fundible estilo Heno de giros atrevidos, juegos de palabras y refe- vírgenes sobre las cuaJes desahogar su mediocridad.
rencias cruzadas. Al menos yo, como historiador, confieso haberme Sin apearse de esa ecuanimidad que él mismo se ha impuesto
beneficiado d e esa lección magistral, puesto que la exclusiva fre- en todo lo que escribe a lo largo de los años, Octavio Paz trata siem-
cuentación de los arqueólogos puros (para quienes un ''estrato" pre de clarificar los alcances del primer muralismo :-el ~co mo-
de Ja excavación vale tanto como otro, puesto que la noción estéti- vimiento artfstico latinoamericano de repercusión uruversal,
ca no entra casi en juego) suele llevarme al total desconcierto, ya agrego yo ahora- que triunfó no sólo en México sino también en
que mi brújula se orienta tercamente por los valores trascenden- los EUA. Entre sus distintos textos sobre ese complejo episodio,
tes cuando ellos alcanzan una resonancia atemporal y universal. hay uno, "Re/visiones: la pintura mural" (1978), donde en 56 pá-
Las cosas van a cambiar, sin embargo, cuando la misma mano ginas del libro se explaya sobre el tema, en una fingida entrevista
trace con otra pluma más cálida el retrato estético-psicológico de en que las preguntas son tan pertinentes como son aplomadas las
un pintor del pueblo a fines del siglo XIX. He nombrado a Herme- respuestas.
negildo Bustos, milagro local mexicano que, hoy po r hoy, nos in- No puedo decir hasta qué punto coincido con casi todas las
teresa e intriga más que la legión de académicos exangües cuan- opiniones vertidas por el autor en lo que respecta a este espinoso
do evocan el Antiguo testamento y la Historia, con mayúscula . problema. Como él yo también prefiero a Orozco sobre Rivera, y
Soberbiamente escrita, toda Ja primera parte de este ejercicio de dentro de la obra de éste último considero la capilla de Chapingo
estilo se consagra a la minuciosa descripción de un hombre impar como s u aporte más intenso y puro; aunque recon ozco haber
en un medio anodino, y hasta ese punto se trata d e un verdadero subestimado la figura de Siqueiros, cuyo personaje público siem-
fragmento de antología. Aunque el impulso inicial parezca fati- pre me ha irritado. Y fue justamente Octavio Paz -dicho sea ~
garse un tanto aJ llegar el momento de las conclusiones. Por ejem- su elogio- quien me hizo comprender la carga d e novedad técni-
plo, personalmente n o me conven ce mucho que d igamos la com- ca (pintura con soplete, uso del duco y la masonite) y de violencia
paración de los retratos d e Bustos con los que ostentan al frente estética (múltiples puntos de fuga, escorzos exagerados al límite)
los sarcófagos egipcios de Fayún . En realidad no hay confronta- que aportó ese pintor. Desafíos modernos que conocerían una
ción posible, cuanto más una conciencia puramente fo rmal y nun- prolongación, por ejemplo, en el aleatorio dripping de Jackson Po-
ca d e contenido. Puesto que no hay obra de arte absoluta en un llock cuando eJ norteamericano, huyendo de toda influencia eu-
empíreo fu era de su espacio y de su tiempo básicos. ropea, lleva hasta sus últimas consecuencias la libertad total que
Por lo tanto -para mí- las obras de Bustos no pueden ser me- le había inculcado su maestro m exicano.
jores (ni para el caso peores) que las de los anónimos artistas de Es este del muralismo un apartado demasiado extenso para
Fayún. Por eso no estoy de acuerdo cuando O. P. afirma: "Los re- tratarlo aquí en pocas líneas. Avanzando ahora en el libro vamos
tratos de Fayún pertenecen más a la historia de la religión que a Ja a encontrar aun una actitud diferente de las anteriores: la celebra-
del arte", frase con la que parece desvalorizarlos. Comprendo sí
374 SECUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 375

toria. Todos poseemos -lo sepamos o no- en lo más recóndito Más adelante Ja lección desborda el campo plástico para inva-
de nuestra sensibilidad un espacio disponible de adhesión y de dir francamente el literario y asf vemos cómo el puntual cronista
admiración. Si hay una obra mexicana que interpela a Octavio -¡hace ya veinticinco años!- iba incorporando los nombres; poco
Paz, es la de quien indudablemente representa el mayor artista la- conocidos entonces, de quienes serían sus futuros amigos: discí-
tinoamericano actual: Rufino Tamayo. pulos de un profesor sin cátedra .. . Las cuatro últimas páginas del
Ese encuentro "astronómico" de dos poten cias equivalentes en ensayo no sólo son luminosas sino que resultan premonitorias:
fuerza e irradiación es raro por no decir extraordinario. Y parece ''La noción de valía se convierte en la del precio. Al juicio de los
afortunado que pese ala diferencia de edad, de formación, de des- ente ndidos, que nunca fue justo pero fue humano, se sustituye
tino esos dos espfritus se hayan encontrado y complementado. Lo ahora la etiqueta: tener éxito. El cliente y el mecenas antiguo han
que O. P. haya podido escribir sobre Tamayo me parece-de aho- desaparecido: el comprador es el público anónimo ... El verda-
ra en adelante-- un punto obligatorio de referencia. dero amo se llama mercado. No tiene rostro y su marca o tatuaje
No puedo caer en lo mismo que el monje que subrayaba la Imi- es el precio."
tación de Cristo, de Kempis, y se encontró con todo su ejemplar Vienen luego los homenajes detallados, sensibles: a cada artista
marcado desde el comienzo al fin . Sean estas líneas, pues, sólo le corresponde una entrañable caracterización y, a partir de ella, un
una invitación a Ja lectura de las páginas que Octavio Paz ha de- no menos inspirado elogio: Luis Barragán, Wolfgang Paalen, Juan
dicado al pintor (incluyendo su Tamayo [1958], libro que le está ín- Soriano, Gunther Gerzso, Pedro Coronel, Alberto Gironella, Ma-
tegramente consagrado) a todo aquel que quiera profundizar en nuel Felguérez, José Luis Cuevas, Rodolfo Nieto y muchos otros
esa obra plástica y s u ejemplar interpretación. que, si apenas pasan por sus páginas, no lo hacen anónimamente,
Prosiguiendo el orden establecido llegamos ahora a la sección ya que cada un.o es tratado como una individualidad de la que
que versa sobre arte contemporáneo: vemos aquí al autor eh otra este ávido descubrido:t de talentos podrá un día ocuparse.
actitud -más prospectiva-, la del ensayista consciente que, como ¿Me perdonará Octavio Paz si no comparto -no he comparti-
todos los del oficio, se siente más inseguro en el tembladera! de lo do nunca- su entusiasmo por las fantasías de Remedios Varo y
que se está haciendo en el momento que escribe, y aflora tal vez el de Leonora carrington? Sin duda de corazón más duro, yo juzgo
terreno de lo pretérito sobre el que tenemos una perspectiva his- -exclusivamente-- con base en los valores plásticos que se me
tórica ya intelectualmente trabajada. proponen. Entonces no me importa que la obra sea antigua o mo-
Aquf, d esde el principio, Octavio Paz quiere defenderse de la derna, abstracta o figurativa, naturalista o surrealista. Me importa
acusación que le han hecho algunos de sus compatriotas de ser la jerarquía de la aventura en que quieren embarcame, la posibili-
''enemigo de la escuela mexicana de pintura". En el primer tex to dad de enriquecimiento v isual, simbó lico, espiritual que yo pue-
de esta parte, "El precio y la significación" (1963), Octavio Paz apro- da extraer de esa misma aventura.
vecha para integrar en la marcha de Jos tiempos no ya el muralismo, Todo esto quede dicho fugazmente sobre lo que despierta en
que había quedado exhausto de con tenidos, sino precisamente la mí el contenido de Los privilegios de la vista, un libro ya indis pen-
reacción al muraliSmo, reacción encarnada por Mérida, Reyes Fe- sable en toda bibliografía latinoamericana. En mi entusiasmo,
rreira, Lazo, Michel, Frida KahJo y María Izquierdo. En su más pwo sin embargo, iba a correr el riesgo de olvidar un imprescindible
estilo telegráfico el crítico-juez inscribe su desafío:" ¿Los muralis- coro lario.
tas no tuvieron discípulos? Tuvieron algo mejor: contradictores.'' ¿Por qué lee la gente a O. P.? Porque siempre tiene cosas inteli-
Al justificarse amplía al mismo tiempo el circulo de su demos- gentes o arriesgadas que decir, porque la suya es una mente en
tración: Guston, Noguchi, Luisa Nevelson trabajaron con SiqueitOS perpetua acción y ''nada de lo humano le es ajeno".
o con Rivera. De manera más indirecta, otros pintores norteame- Hay además otra razón mayor, que los del oficio sabemos que
ricanos impulsados por Roosevelt empezaron a decorar edificios ~esu l ta soberana: porque escribe bh'n y, a pesa_r de la riqu.e~a de su
públkos "a la mexicana". Entre ellos: Gorky, De Kooning, Davis. inconfundible p rosa, el pensamiento que q uiere transrrutir queda
Hasta llega a encontrar Octavio Paz huellas visibles de Orozco en clara, tersamente expresado. Se comprende, en fin, que la conjun-
Tobey, en Kline; en fin, siempre para él, si Milton Avery "vio" a ción de las ideas originales y su transcripción en un estilo nunca
Matisse lo h izo a través de Rivera... confieso que me pierdo un rebuscado ni inútilmente oscuro, constituyan su mejor pasaporte
tanto en esta reivindicación multidimensional. para la fama.
376 SEGUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 377

MATTA: ORIGINAc INVENTOR DE UN MUNDO Pluralidad de un talento


Roberto Matta Echaurren afirma haber nacido en Santiago de rara abreviar: de entrada, Matta triunfa con un "estilo" original
Chile el 11deJ11de191L Y agrega: a las 11 de la mai'iana. A partir que, en el fondo, ~ conservado toda .la vid.a. ¿Cómo caracterizar
de esa sintética información surrealista -¿verdad, exageración, ese estilo? Si creo bien fundada esa af1rmaaón, no hay duda tam-
mentira?-fácil es comprender el giro que iba a tomar la vida y ta bién de que ella va a complicarse con otra que le es complemen-
obra de semejante artista, uno de los pocos y más originales inven. taria: hay muchos Mnttn y no uno solo. El de los ~uadros ~s uno; y
tores de un mundo propio, entre los grandes pintores de nuestro muy otro el de la gráfica en generaJ, de cuyo reciente peaodo for-
tiempo. man parte las obras al pastel aqur hoy exhibidas.
Concretamente: Matta pertenece a una de esas familias tradi- Empecemos por una visión general de la totalidad de su obra.
cionales que parecen tenerlo todo. Él, al menos, recibió como he- ·Cuál es el aporte de Matta al panorama de la pintura de la se-
rencia una indiscutible originalidad plástica que viene desarro- ~unda mitad del siglo? Yo diría que ese aporte consiste principal-
llando desde hace más de medio siglo. Precoz en todo, después mente en su rechazo de la figuración cotidiana, más o menos de-
de gradu11rse muy joven de arquitecto en su tierra natal, a renglón formante pero siempre, en última instancia, lógka. En ese sentido
seguido inicia la peregrinación de todo latino que se respete: la de lo podemos calificar de pintor de I~ pu.ra.imagi~ción ... , con refe-
Par(s. Si los musulmanes deben de ir al menos una vez en sus vi· rencia al mundo de nuestra expenenc1a 1nmed1ata.
das a La Meca, no hay duda de que, para los artistas del continen- P11ra Matta el cuadro no debe de ser solamente el producto de
te americano, París ha constituido siempre una suerte de impera- una combinatoria sorprendente, sino la creación de todo un siste-
tivo más o menos categórico. ma coherente de formas y colores que, oscuramente, quieren decir
A los veinte años estaba ya trabajando en el taller del famoso algo y no sólo sorprender o chocar. De hecho, Matta res~lta un
Charles Jeanneret, más conocido por el nombre -que se inventó precursor de la áencia-ficdón, un verdadero intérprete crítico del
él mismo-de Le Corbusier ("Corbu", para los íntimos). Sería in- mundo contemporáneo: con todas sus _glorias y miserias.
teresante preguntarle a Matta cómo fueron esos aflos pasados cer· Hay dos tiempos, sin embargo, en la pintura de Matta. Du~te
ca de un genio ... de "mal genio", sin jugar demasiado con las pa· su primera época, que dura uno~ veinte ~os, esta~s en c:1 peno-
labras, como a él, precisamente, tanto le gustaba hacerlo. do "cósmico", en el cual hay siempre a lgo de primer d1a de Ja
Pronto se vincula el joven Matta -simpático, vital, siempre de creación. En general, lo que ve el espectador es una suerte de ne-
broma- con el grupo surrealista de París, que lo adopta con en· bulosa clara -entre azul y verde-, cuando no oscura -a domi-
tusiasmo. En un viaje a España, pronto se vincula ya en 1934 con nante rojiza-, con fondo de tonalidades tornasoladas, reflejos de
dos poetas mayores: Federico García Lorca y Rafael AJberti. "Dime nácar y violentas chispas fosforescentes de amarillos y púrpuras.
con quién andas ... ": el chileno, diez años más joven que sus nue- En esa atmósfera de catástrofe nuclear, la materia da siempre la
vos amigos, no tarda en adoptar las ideas de ambos camaradas impresión de ser fluida, inestable, larval y eruptiva como la de un
sobre la liberación del arte. Viene ltt segunda Guerra, y Malta emi- planeta en gestación.
gra ~on muchos otros artistas franceses y extranjeros- a Nue- En cambio, de los ~os 60 en adelante, el sistema figurativo va
va York. a complicarse mediante una relativa puesta en orden. El a~qui­
Hoy comprendemos hasta qué punto esa aculturación múltiple tec to que siempre hay en Matta -aunque sea como.en hiber-
resultó útil. Y no hablo solamente de los emigrados de Parls sino nación- no deja de revelarse a cada instant~: los espacios que d.e
también de los "tres grandes" murnUstas mexicanos - Rivera, en tonces a esta parte conjura, están O(gan1zados en comparti-
Orozco, Siqueiros- quienes habían estado, cada uno a su tiempo, mientos que aparecen en perspectiva, con líneas de fuga. ~spa­
actuitndo en los Estados Unidos. En el caso preciso de Matta, su cios en los que vemos máquinas que prefiguran nuestra crber-
pintur11. "cursiva" -a la vez figurativa, abstracta y mágica- iba a nética actual, ordenadores movidos por ciertos homúnculos
producir gran efecto sobre los norteamericanos, mal informados amenazantes.
d~ la vanguardia europea de la época. El propio Matta lo cuenta de En uno y otro caso las formas más libres de Matta están hechas
viva voz a quien lo quiera olr. de trazos nerviosos, ~si histéricos, que equivalen a la "escritura
automática" preconizada por el surrealismo. Muchos de esos sig-
378 SECUNDA PARTE EL ARTE LATINOAMERICANO COMO PROBLEMA 379

nos son netamente sexuales; y si su figuración no es siempre e>c· nis con cien pelotas y no con una, o al futbol retoróéndose en poses
plkita, ellos suelen ir cargados de un erotismo "sublimado". que, no siendo literales, resultan verosímiles. Cuando no peda-
Ni en la época más pirotécnica de los comienzos, ni en los más lean en bicicletas elásticas, o bailan z.arabandas obsesivas. Los bra-
recientes cuadros que albergan amenazantes construcciones zos de goma de los violinistas describen tantos arabescos como el
mecánicas nada resulta gratuito. Además en lo que he llamado Ja cuerpo elegante de sus propios violines. El mismo pentagrama se
segunda época de Matta hay siempre un cuestionamiento, diffciJ desarticula y no es más un alambrado horizontal que se respete.
de definir, pero que ya ha ejercido una enorme influencia entre De ahí que Ja orquesta suene tocada por seres de ectoplasma, o que
los artistas más jóvenes. los cantantes abran tamai\as bocas frente a pianos desarticulados
que dejan escapar las notas ...
Esta divertida y alarmante serie de dibujos al pastel, desarrolla
El escape por el grafismo todavía otra estética en la carrera de Matta -¿y van cuántas ya?-:
sabia regresión infantil, libertad absoluta en que el trazo titubea,
Esos rasgos se van a exacerbar aún más en Ja gráfica. Aquí el gran salta 1 insiste. Tocio es dinámico aqui1 es casi como si estuviéramos
dibujante que es fundi'\mentalmente Matta, se impone con fuer1.a. asistiendo -"en directo" desde la intimidad del taller- a la se-
Al no tener que luchar a brazo partido con la gran tela-a la que sión inventiva de un artista que crea su mundo como una felicidad.
po r otra parte es tan afecto-, el artista deja aparecer plenamente El todo bautizado con títulos absurdos, jugando con las palabras,
el carácter lúdico y hasta histriónico que le es connatural. Aquí sf, los sentidos y los contrasentidos en todos los idiomas que maneja:
se acabaron las barreras: el fondo es unido, el del papel, blanco, el materno, pero también el francés, inglés e italfano. Jerga intra-
negro, de color, poco importa. El lápiz, el crayón, la tiza, el pastel ducible, onomatopéyica por definición. Jugar con las palabras le
-corregidos y enmendados a veces por la gouache- serán los sucede a Matta tanto como jugar con las imágenes y asociaciones
vehículos favoritos de Ja expresión. de ideas. Todo ese ir y venir plástico-lingüístico se produce mez-
Después de las "cosmogonías" del origen, de la ironía acerca de clando los procedimientos, trasgred iéndolos. Y así prosigue este
nuestra mecanización, con los años, el artista se interesa ahora ininterrumpido flujo q ue no cesará nunca mientras e l demiurgo
por un mundo más juguetón y menos alarmante. Vuelven a apa- pueda tener un pincel o un lápiz en la mano.
recer los " monigotes" -dicho con todo respeto y admiracíón-
que dibujaba en el margen de sus planos de arquitecto. Son seres
de color rosa, ocre, amarillo, que corren, se revuelcan, hacen senas Una nueva iconografía
o se mueven como verdaderos garabatos d e color.
¿Son mujeres, son hombres o simplemente seres asexuados Si he afirmado desde el comienzo que Matta era uno de los pocos
esos personajes que se agitan en "acciones"? Tiras cómicas deli- y originales inventores de signos de nuestra época, era porque t~
rnntes, caricaturas de ese Olimpo suyo, en que las Musas le han nía yo en vista un esquema que me es caro. Entre sus pares, es evi-
servido de pretexto para desencadenar una barahúnda fenome- dente que el primero y principal que se me viene a las mientes es
nal. Gracias a Matta nos parece lógico, pues, que estos simpáticos - indudablemente- Picasso. En él, por contraposición, se piensa
mo nstruos lean el periódico, hablen por teléfono, manejen el vi- cuando se despliega ahora Ja totalidad de la obra de Matta. Hay
deo, lleven una pantalla de T. V. en el vientre -¿por qué no?-, diferencias, empero. Picasso ha estado siempre más cerca de la fi-
como robots del futuro. gura humana a Ja que-alternadamente- ha ha lagado, criticado,
Lo que admira en este artista es su libertad de movimientos, la torturado, caricaturizado según el propósito del momento. Con
prodigiosa imaginación que se revela siemp.re a partir de alguna él, esa figura iba a percibir un tratamiento "realista", vamos a de-
imagen que teníamos previamente en la conciencia. Si así no fue- cir para entendémos. Sólo en las esculturas o la cerámica: la ca-
ra podrfa decirse que estos cómicos fantasmas no nos harían gra- bra, la mona, la lechuza, Picasso se dejaba ir más francamente a la
cia. Si, por el contrario nos llevan a sonreír, es porque constituyen caricatura.
!-'" panteón demenciaJ que conocemos a través del bombardeo de Con el último Matta, el caso es a ún distinto: a partir de cosas
imágenes que sufrimos todos los días. vistas y experimentadas, él recrea sus "muñecos" y los hace actuar
Asi -con él- asistimos a partidos en donde unos juegan al te- en todas las circunstancias. Su clima es el de la locura integral, del
SECUNDA PARTE

automatismo más intransigente. Su "vocabulario" de formas está


sin embargo muy construido aunque no lo parezca. Él -como Jos
nii'íos cuando dibujan- se ha fijado en los más mínimos detalles
y no se le olvida nunca consignarlos. Al registrar sus figuras lasco-
lorea con cuatro o cinco tintas favoritas, entre las que predominan
los ocres y las tierras. Es un arte de improvisación permanente NOTICIA BIOGRÁFICA
que sólo una mano y un ojo tan avanzados como los suyos le pue-
den permitir.
ESCRITOR y crítico argentino nacido en Buenos Aires. Realizó
estudios avanzados de arquitectura dedicándose después a la
¿Surrealista o realista del sur... ? historia del arte bajo la dirección de J. Romero Brest. En 1948.se
instaló por varios años en París para consa~arse a los estudios
Personalmente, estoy convencido de que a Matta no le importa ni artísticos especialmente con el maestro Pierre Francastel. De
ser un gran artista, ni ser reconocido como tal. Él se ha dejado 1954 a 1958 fue, alternadamente, profesor en las universidades
vivir, mejor dicho: ha permitido que la vida pasara a través de él de Puerto Rico y en las argentinas de Buen~s A~res, La Plata .Y el
como un gran rfo de formas y colores. Rio plástico que -a su Litoral, ensei'\ando apreciación del arte e histona de la arquitec-
vez- conecta con las palabras de los idiomas que habla, con los tura. En 1959 volvió a Francia definitivamente, donde fue nom-
pafses en que ha vivido. brado Jefe de Trabajos en la Escuela de Altos Estudios. E~ 196.5
O no contesta nunca las cartas, o acepta encantado las invita- la Editorial Universitaria (Puerto Rico) hizo aparecer su pnmera
ciones. Mudo por teléfono, cuando va hacia el mundo no para de obra teórica1 Construcción de lo visual (2a. ed., Caracas, 1975).
hablar. Y cuenta la verdad, confundiéndola deHberadamente, Entre 1959 y 1964 preparó su tesis de _doctor~do de Tercer 9c10
borrándose las pistas, escapándose siempre por Ja tangente. A en la Sorbona, que salió en forma de libro baJO el título de L Ar-
este incorregible bromista, un ingenuo entrevistador le preguntó chitecture en Castille au XVle siécle (Parfs, 1967). De 1967 a 1970
una vez: ''¿Es cierto que usted se considera un surrealista?" A lo fue Attaché de recherche en el C.N.R.5. de París. Esos cuatro años
que Matta contestó Jo más seriamente del mundo: "De ninguna los consagró a preparar otra obra: Sociedad y arquitectura colonial
manera: yo no soy un surrealista, soy un realista del sur ... " sudamericana (Barcelona, 1974). En 1970 obtuvo la beca Guggen-
Este hombre afable, inteligente, que se burla de la fama desde heim, que le permitió viajar por América Latina y reunir el ~­
hace ochenta años, es uno de los más intensos y originales maestros terial necesario para este último libro. Entre 1970 y 197~ ha escri-
contemporáneos. Ya era hora de que el mundo se fuera enterando. to nuevas obras consagradas al arte, que son respectivamente:
Qué es la critíca del arte (Buenos Aires, 1970); Arte de ruptura
París, febrero de 1991
(México, 1973); Aventura plástica de Hispanoamérica (~éxico, _1974
y 1992). Posteriormente publicó algunas obras colectivas baJO _su
Prólogo a la exposición Matta, Granada, 1991 .
dirección: América l.ntina en sus artes (México, 1975); Panorámi:a
de la arquitectura latinoamericana (Barcelona, 19?7), que apareció
en inglés: The Changing Shape of Latín American Ar~h1tec_ture
(Chichester, 1979}· El artista latinoamericano y su identt_dad
(Caracas, 1977). Oltimamente ha hecho apa recer: Artistas
contemporáneos de América Latina (Barcelona, 1981). Pensar con los
ojos (Bogotá, 1982); Arte moderno en Amé~ica f.:atina (relat~r)
(Madrid, 1985); "Siglos XIX y xx" en Historia del ~~te his-
panoamericano (tres tomos) (Madrid, 1988); La_ transición_ a la
modernidad (Bogotá, 1989); Historia del art~ colonial sudamericano
(Barcelona 1989; hay edición france.sa e inglesa~; _El Grec~ o la
estética del rayo (México 1989); La pemture en Amenque Latine au
xxe siocle (París, 1990); Mecenazgo y arquitectura (traducción de su
381
382 SEGUNDA PARTE

tesis) (Gr~n.ada, 1991); Ruben~ o~ estéti~a de la espiral (en prensa).


~stá esc.nbae~?º sus Memonas rntennttentes: primer tomo, "El
tiempo JOVen (en prensa); segundo tomo, "Ulises en tercera
clase". Vive en París desde 1948.
ÍNDICE DE NOMBRES

Academia d e San Carlos (México): 111 America with those know parts í11 tliat 11n-
Acddente en /¡¡ mina (Siqueiros): 157 k11owne world lx1'h people and manner
Acha, Juan: U o//111ildi11gs (Coos): 100
Adán: 89 Amerika (Dapper): lOln, 104n
¡\ebi, Hans: 347 Amfriqiie précolo111bien11e (Linné y Diet-
África: 113 rich): 25n
Agüero: 62 Amstcrdam: lOOn, 102-103, 347
Alunedabad (India): 227 Anales del l11slituJo de Arte Americano e
Aizenberg:351 lnvestigacio11es EsMtlcas: 60n, 77
Alberti, arquitecto: 340 anclent clvili111tío11 o/ Pen1, Tire: 25n
Alberti, Rafael: 376 Andalucía: 88
Alcalá de Henares, Universidad de: 59 Angclesky Callery (Nueva York): 287n
Alden Mason, J.: 25n Angélico, Fra: 337
Alechinsky: 366 Angulo frtiguez, Diego: 58n, 74, 85
Alejandro Otero (Palacios): 307n Animales (Tamayo): 27
Alemania: 73, 80, 98n, 264 A11nalt'S, Les: 34n, 59n, 114
Alfaro Siqueiros, David: 11, 44, 15.,':\.. Anterias t'Slratosfericas (Siqueiros): 159
163,364,373-374,376 Antúnez, Nemeslo: 250, 254-255, 256
Allende, Salvador. 253 Appollinaire, Cuillaume: 371
Alpuy, Julio: 2n Appel:37
Alvar Aalto: 176 Aquiles: 323
Alvarenga, Teresa: 310n Arana, Daniel: 223
Álvarez: 187 Arango, Luis Ángel: 209
Álvarez, E.: 226 Arbeláez Camacho, Carlos: 58n, 92
Amantes en un pilisaje (Tamayo): 148 architrctes ct!/Mlm, Les (Bonnefoi): 25n,
Amara!, Antonio Henrique: 293, ~ 33n
América: 25, 28, 31-34, 36-37, 43, ron, 82, Archítedural Revkw: 165
84-85, 94, 99, 101-102, 104, 106, 107, architl'cture er1 Castille au XVI' s~cle, L'
no, 116, 11~120, 1n, 174-175, 183, (Bayón): 59n
187, 192, 195-196, 311, 328; Centro: 35, archilecture religieuse baroqtie au Brésil,
107; Espaflo!a: 81; Latina: 14, 20, 58n, L' (Ba:z.in): 74
70, 106-107, 109, 114-115, 117, 121, Archivo Nacional: 83
144, 164-165, 167, 169, 171-174, 17~ Arcinícga: 62
179, 187-188, 191-192, 194-196, 198, arco y la /Ira, CI (Paz): 359, 371
200-201, 203, 207, 212, 216, 224, 227- Arcqulpa (Perú): 96, 108, 119
228, 253, 264, 283, 321, 328, 331-332, Argan, Ciullo Cario; 68, 303, 371
339-340,344-345,355;1'Sorte;165, 171, Argentina: 33n, 35-36, n, 88, 114, 125,
319; Sur: 35, 101, 107-108, 135, 171, 128-129, 131, 134-135, 17~180, 184-
224, 264, 351 186, 193, 212. 217, 221, 247, 259-261,
América, barroco y arq11itect11ra (Caspa- 263-264, 327, 344-345, 350-351, 354
rinl): 74 Arizona: 232
América Latina en sus artes (Bayón): 12 Arq11/tcct11ra pm1111ia (Velarde): 119
America quae est geogmphÚle Blsivianae "art architectural de l'Amériquc espag-
pars quinta liber 1111us {Blaew): 101n nole, L" (Bayón): 34n
fNDICE DE NOMBRES 385
384 lNDICE DE NOMBRES Bullrich, Francisco: 220
Blaszko, Martín: 346
Boari. Adán: 1~ Burano: 167
Art et Techniq~ (Francastel): 305n Bacon, Prancis; 152, 261, 279, 296, 332 Bury, Poi: 244-245
Art Gallery (Buenos Aires): 261 Bagrow:98n Bocáoni: 134
Bodtg6n con tlllSOS (Tamayo): 149 Buschlazzo, Mario J.: 58n, 74, 94, 108
Art of R.evo/ulÍDn, Tht: 343 Batúa: 113; Orden Teresa de: 116 Bustos, Hermenegildo: 362-363, 372
Arte contemporáneo" (Paz): 371 Baliero: 221 Bogotá: 13, 15, 83, 89-91, 163, 187, 209-
H
210, 225-226, 230-233, 287, 350 BuUer, Horado: 261
Arte dr roptrmz (Bayón): 11, 320, 356 Baila: 134
artr l'1f la Af8tnllno, Cl (Romero Brest): Salmes, José: 254 Boletín del Ctnlrn dt Investigaciones His-
tór/CllS y Estéticos: 56n, 58n Caballero, Luis: 14
348 Balthus: 279, 366 Cobn.11 dt mujer (Siqueiros): 160
"arte en México, El" (Paz): 361 Balz.ac, Honoré de: 339 Bolívar, Simón: 225
Bolivia: 92, 112-114, 119, 195, 217, 222 Cabré:305
arte tt1 Vtnt'ZJU!la, El (Calzadilla): Jain Banco Central Hipotecario (Bogotá): 232 Cádiz (Espana): 98
"Arte latinoamericano en París" (Neru- Baílisla (Siqueiros): 159 Bond Street (Nueva York): 288
Bonet, Carmelo J.: 182 Cafeteros (Otero): 3<Kn
da): 36n Barcelona: 140, 141 Cohier 29 (Valéry): 312
Arte mexicano (Femández): 56 Bariloche (Argentina): 194 Bonevardi, Marcelo: 271-280, 294, 321-
32..':\, 349-350 Cohim d'Hísloi" Mondúilt: 116
arle modmra, L' (Argan): 303 Baroque a11d Rococo in Úllin Anierico (K~ Caín m los Estados U11idos (Siqueiros): 159
"Arte moderno" (Paz): 371 temen): 33n, 74 "Bonevardi o el misterio por opacidad"
(Bayón): 280 Calder: 319
"Arte precolombino" (Paz): 371 Bamque ibérú¡ue (Bottincau): 58n, 74 Cali (Colombia): 225
Barragán, Luis: 171, 175, 215-216, 225, Bonino, galeria (Buenos Aire$): 261, 287n
Arte pr'ibllca: 160 Callao, el: 102
Arte y cibmuftíq¡, exposición: 249 261, 375 Bonnefoi, Genevléve: 25n
Bonnet Correa, A.: 60n Catos: 244
Artis: 226 Barreda, E.mesto: 257 Calzadilla, Juan: 305n
Artista /uti11oamt'TÍca110 y Sil ide111idJJd, "Barrios, Grada: 254 Bonta:305
Borges, Jorge Luis: 72, 260, 271, 272, Comafiílbol (Antúnez): 256
El: 12 barroco, Lo (D'Ors): 68 Camargo, Sergio: 219, 244, 316-317, 320
Artistas co11temporiíneos de América Últi- barroco como arte de la Co11tramforma, El 327,350
Borthagaray: 183 camina111es, Los (Pettoruti): 131
na (Bayón): 12 (Welsbach): 68 Comino dau.s"rado (Tamayo): 146
Arturo: 345 Balllt'feld (Amara!): 336 Boshier,t>erek:296,327
Boston: 112 Camino Real, hotel (México): 225
Ashton, Dore: 12 Baudlzzone, Miguel: 221 Camón Aznar, José: 59n
Boto, Marta: 245, 246, 2@, 266, 269,
Asia: 25, 113, 118 Bauhaus: 346 Campos, César: 249
Asís, Antonio: 245 Bayón, Oauúán: 11-15, 58-60n, 62. 64, 319,348
Botero, Femando: 250, 290, 293, 313, 328 Camus, Albert: 19
Asociación Concreto-lnvención: 346 67, 82-95, 106, 109n, 119, 130-138, 164- Candela, Félix: 213
Asunción (Paraguay): 221 200, 203, 2CY1, 200, 266, 280n, 306n, Bottineau, Yves: 58n, 74
Boulton, Alfredo: 310 Co11ditk (Voltaire): 105
Asúnsolo, Maria: 157 313,320-322,327,344 Candilis: 178, 199
Atabalipa, tiéase Atahualpa Bazin, Gennaine: 74 Bourdelle, Antoine: 14
Bourdelle, premio: 251 Capitanía de Caracas: 90
Atahualpa: 98-100, 102 Becerra, Francisco: 77 Capone, Al: 155
Atalaya: 135 Bedel, Jacques: 2@, 349 Boyacá {Colombia): 94
Brahe, Tycho:lOln Cara mutilad.ti (Siqueiros): 160
Atenas: 260 Behring, Estrecho de: 25 Caracas: 12-13, 90, 169, 171, 217, 223-
Bélgica:Ul Braque, George: 126, 129, 134, 145, 150,
Atl, Doctor, Gerardo Murillo llamado: 226, 280n, 287n, 304n, 305, 3()1}, 311,
159 Bellas Artes, Palado de (México): 153- 277n,304,367
Brasil: 34-36,1CY1,11&-118, 120, 169, 176, 319; Valle de: 224
Atlántico, oc~ano: 93, 307 155, 287n Cárdenas, hermanos: 14
Atlas del Pm'l (Soldán): 96, 103 Bell~Porest, F~ois de: 98
181, 199,217,272n,287,336
Brasilia: 90, 168, 178, 181, 189, 213, 217- Cardoza y Aragón, Luis: 313, 341, 370
Auden, W. H.: 271 Benveniste, Perla: 266, 349 Caribe: 34-35, 169
Auditorio de Buenos Aires: 221 Beoáa (Grecia): 46 218, 224, 237
Braudel, Femand: 355 Carmona (Espalla): 88
Austin (Texas): 81, 144, 151, 229, 234, Berger, John: 343 Camawlesca (Tamayo): 147
271, 274n, 279, 303, 311, 314, 320, Bergson, Henri: 299 Braun,Georg:98, 10'2
Brecht, Bertolt: 339, 342 Carné, Marce!: 125, 129
331, 3.~, 344, 350; Unlversid.ad de: Berlín: 257 Carpinterla de lo blanco: 84
12, 3.11 Bemardes: 220 Brizzi, Ary: 266, 269, 348
Brunelle;chi, Pillipo: 57n Carrá, Cario: 143, 290
A"torretrato (Slqueiros): 160 Bemí, Antonio: 328, 341, 345 Carret\O, Mario: 250
Avenlrtl'll pldstica de His¡xmoamérlca (Ba- Bernini,Juan Lorenzo: 63, 65 Bry, Theodorum de: 99, 10'2
Buenos Aires: 11-13, 28, 38, 53, 81, 88, Carrera 7a (Bogotá): 23.3
yón): 11, 14, 2f.6, 280n, 29011, 306n, Beuys, Joscph: 357 Carrillo Gil: 158
344,370 Bianchi, padre: 33n 96, 129-131, 135, 138, 178, 180, 182,
184-187, 193, 196, 212, 220-221, 226, Carrington, Leonora: 375
Avery, Milton:374 Biblioteca Nacional (BuCllOS Aires) Corla a un joven pintor mexiaino: 100
lRO, 220 2.11, 234, 238-239, 243,248, 250, 253,
Avianca: 225 Cartagena: 82-83, 88, 90, 101-102; Santo
Ávila: 305 Biblioteca Nacional (Part.;): 96-98, 100, 255-256, 258-261, 263, 265-267, 271,
319,344,343-349,351-352,354 Domingo de: 95
Ávila (Espana): 99 10'2-103 Cortas per!IQS (Montesquieu): 105
Ayacucho (Perú): 113 Bill, Max: 265, 346 Bullrich, Aliáa C. de: 220
Ayala, Fmnci!'Co: 18, 70, 326 Blaew, Willem Janszoon: 101
386 tNDICE DE NOMBRES fNDICE DE NOMBRES 387

Casa de la Moneda (Potosí): 94 ..Conversación con Alejandro Otero.. Chillida, Eduardo: 366 Dorta, E. Marco: 58n, 74, 84, 92, UO
Casa de las Monjas (Chichén-ltzá); 49, (Guevara): 3a! China: 175 Dos dicadlls uulnmibles en 1115 arles plls-
51-53 Cooper Llosa, Prederick: 216, 223 Chiquitos (Bolivia): lal tiais l11ti11CQmeriamas (Traba): 318
Casillas, Martín: 225 Cooper Union: 287 Chirleo, Ciorgi.o de: 285, 290 Dos figuras redl1111dlls (Morales): 292
Casino de la Selva (Cuemavaca): 159 Copán:30 Cholula, pirámide de: 34 Dubuffet, Jean: 146, 152, 296
Caspicara, Manuel Chili, llamado: 34 Coppola, H .: 2.8 Churriguera, José Benito: ~. 85 Duchamp, Marce!: 274, 315, 360, 366, 369
Castelo, Leopoldo: 85 Córdoba (Argentina): 88, 271n Duncan Collection: 313
Castillo (Chichén-Itzá): 49, 51, 53 Coro (Venezuela): 90 Dadzu:244 Duomo: 193
C11stil10tú111 purn11, El (Paz): 360, 369 Coronel, Pedro: 225, 375 Daily Taan: 327
Castro, Fidel: 253 Corrientes (Argentina): 194 Dama de Elche: 42 Echeverrla, Luis: 160
Catedral, de la dudad de México: 55- Cortázar, Julio: 172, 174, 259 " Dama huasteca" (Paz): 362 Eco:95, 121, 163,339,342,350
56, 62, 64, 84, 109; Sagrario de la: ~ Cosmographen (Münster): lOOn Damas de sodedad (Siqueiros): 161 Eco, Umberto: 247, 321
Catherwood: 47-48 cosmograph~ u11ivm;elle, LA (Belle-Fo- Damasco: 68 Ecuador:34,87, 118
Causi, Cregorio: 86 rest): 98n Daneri, Eugenio: 345 Edlpo:284
Caveri, Oaudio: 212-213, 228 Costa, Ludo: 189, 218, 220 Danse, ÚI (Mattise): 335 ~foso: 357
Cenote sagrado (Chichén-ltzá): 49, 52 Cranfill: ~14 Dantu, Andrée: 245 Egipto: 282; pirámídes de: 149
C1mter far /11ter American R.elalions CriveW: 333 Dapper, Olfert: 101, 1~ El Dorado: 92
(Nueva York): 151, 262-264, 333 Cruchaga, Ml.guel: 223 David: 127 El Escorial: 32, 55, 97, 286; Real Monas-
Centro CMco (Caracas): 224 Cruz, Acero de la: 87 Davis: 374 terio de: 59, 73, 97
Centro de Arte y Comunicación (Bue- Cruz, Sebastián de la: 34n Davite: 260, 266 El Manteco (Venezuela): 304n
nos Aires): 351 Cruz-Diez, Carlos: 247, 2.69, 317-320, De Stijil, grupo: 346 El Paular, Cartuja de: 108
Centro San Miguel (Perú): 223 326,348 Deamrtíve Arls in l.Atin America, in t/ie Er11 El Salvador: 43
Cervantes Saavedra, Miguel de: 339 Cuadernos: 36n, 45, U6, 242 of //re Rnx>lution, Tire {Wilder): tlOn El Tajín: 43
Cézanne,Paul: 127,280,293,333 Cuadernos dL arle americano: 28n Defensa, calle (Buenos Aires): 182 Elegía dL fanís Joplin (Opazo): 257
Cincuenta allos dL pinlur11(exposición):125 Cuba: 164-165, 167, 170, 176 Degas, Edgar de~, llamado: 287, 291, Elgar, Frank: 125
Ciudad Guayana (Venezuela): 217 Cuemavaca (México): 159 301,324 Eliade, Mircea: 340
Ciudad Universitaria (Caracas): 171, Cuevas, José Luis: 12, 375 Degas, Danse, Dessin (Valéry): 36-i Elitismo, Populismo, Nacio11alismo, sim-
217, 311, 319 Cúnsolo: 345 Deira:254,327 posio: 344
CUtemnestra: 284 Curatella Manes, Pablo: 344 Del Prete, Juan: 265 Ellis, Eduardo: 2U
Coatlicue: 44, 361 Cuzco: 30,34, 53, 73, 80, 96-99, 101-105, Delacroix, Eugéne: 127, 253,367 "Ensayo de caracteriz.adón de una plás-
Cobo Borda, Juan Gustavo: 11, 15 119, 222; catedral de: 76-81, 109 Delios (Grecia): 46, 53 tica" (Bayón): 106n
Cocijo: 27 De/le nauigationi et uiaggi raccolte (Ra- Ensor, James: 37
Colegio de México, El: 226 Chac Mool: 41, 51 musio): 100 Erbln, Jorge: 221
Colegio Militar (México): 226 Chaco, el: 186 Delvaux: 256 Ernst, Max: 256
Collao (Bolivia): 108, 119 Chambord (Francia): 168 Dernarco,Hugo:245,266,319,348 Eróstrato: 357
Colombia: 13, 31, 84, 87-88, 90, 93, 188, Chandigar (India): 90, 227, 231; Palacio Demoise/les d'Auignon (Picasso): 357 Escuela Cll14uena de pintura: UO
198-200, 204, 207-208, 213, 217, 225, de Justicia de: 168 Derain, André: 158 Escuela de Arte (La Habana): 170, 172
2.10,:128 Clumging Shape ofÚltin America11 Archi- Descartes, René: 61 Escuela de Artes Plásticas (Caracas): 304n
Coloq11lo: 76 Desmido (Siqueiros): 159 Escuela d e Artes Plásticas (La Haba-
tecture, The: :29
Colom'tmos (Otero): 304n, 306-30'7 Chapingo: 155; capilla de: 373 Detroit (EUA): 287n na): 214
Colpaer t, Emilio: 103 Chapultepec, castiUo de: 159 Di Tella, Torcuato: 259 Escuela de Danza Moderna (La Haba-
Coltejer, edificio (Medellín): 225 Charpentier, Galerie (Pam): 125 diablo en la iglesia, El (Sique.iros): 159 na): 214
Diálogo (Tamayo): 148 Escuela de Bellas Artes (Managua): 287n
Companra de Jesús: 33, 89 Charpentrat, Pierre: 68, 11 On
Cm11pamíS011s (exposición): 128 Chartres (Francia): 53 0Íllrio (Schlemtner): 272 Escuela de Buenos Aires: 344
Escuela de París: 144, 158, 160, 265,
Con vista al mar (Antúnez): 256 Chase, Gilbert: 261, 279 Díaz, Antonio: .221
Conupto!I /1mdamentales de la lústoria del Cluiteaux tú la Loire (Chambord): 168 Dieste, Eladio: 187, 228 344, 346
Dietrich Disselhoff, Hans: 25n Escuela Superior de Bellas Artes (Bue-
arte (Wlllfflin): 68 Checa Solari: 250
Di6genes: 38, 106n nos Aires): 239
Congreso Internacional de Arquitectu- Chefs d'oeutm! de I'art mexicaln, catáto- Esmeralda (Argentina): 194
ra Moderna (C.I.A.M.): 197, 205 go: 25n Diomede: 345
Disidentes, Los: 304n "espacio en la arquitectura virreinal de
Conkright, galena (Caracas): 280n, 304n Chichén-l tzá: 30, 43-46, 48-53; Vícjo: 49,
Constn1cci6r1(Tamayo): 148 Don Quijote: 68 México, El" (González Galván): 58n
52 Espana: 33, 60, 79, 83, 85, 94, 108, 116,
Contrmporary Arl in Últin Amcriai (Cha- Chile: 35, 176, 250, 255; Santiago de: 253- Don Quijote (Cervantes): 339
se): 261, 279n D'Ors, Eugenio: 68-69, 73, 84, 109, 114 155,2al,264,340,345,370,376
254, 256-257, 376
'
388 1NDICE DE NOMBRES
INDICE DE NOMBRES 389
Espínola, Genaro: 221 Francisco J: 96
Espinosa, Manu~I: 266, 346-347 Fruta en un trípode (Morales): 292 Greaser-, Gall'l'I: 331n Hoefnagl, Georg: 98-99, 101-102
esplritu tk lils Jonn11s, El (Faure}: 367 Fuentes, Carlos: 259 Greda: 33, 281 Hofmann, Hans: 249
Fstados Unidos: 35, 131, 157, 187, 225, W, Greco, Doménico Theotocopul05, ll.a· Hogenberg, Prans: 98, 102
249, 259, 264, 271n, 287n, 304-305, Galería Central (Chile): 254 madoe1:326 Hohagen: 103
337, 339, 348, 351, 354-355, 370, 373, galerie agréable du mcmk, Úl (Vander Greenham, Lily: 245 Hokusai: 324
376; ola~ tambiht América del Nor te Aa): 102n Grílo, Sara: 250, 265, 346-347 Holanda:46
Esteves, Mercedes: 349 Calia, José Miguel: 224 Gris, Juan: 265 Hombrr del sombrero rojo (Tamayo): 149
Estrasburgo, catedral d e: lOl Gamarra, José: 260, 349 Gropius (Walter): 205 Hombrr subiendo la esazlerrz (Tamayo):
Estudio pam un muml (Siqueiros): 160 Gamboa, Femando: 25n Gro11pe de R.echerche d'Arl Visuel: 237, 146, 151
Etnogmfla (Siqueiros): 161 Gante, Pedro de: 33n 239,243 Hondlus, Jodocus: 100, 102
Europa: 14, 35-36, 46, n, 80, 82, 89, 95, García Lorca, Federico: 376 Grünewald, Mathi~: 337 Honduras: 43, 252
100-106, 111, 118, U8, 131, 171-172, García Ponce, Juan: U Guadalajara (México): 155, 225, 341 Hospicio Cabafl~ (Guadalajara): 341
176, 179-180, 186, 191, 195, 227, 239, García Rossi: 239, 247, 266, 348 Guatemala: 118, 252 Huacos (cultura chimú): 28n
264, 281, 296, 304-305, 307, 319, 339, Garcilaso: 100. Gu.emica (Picasso): 162, 253 Huehueteotl: 41
346-347,351,355,370 Gasparini, Graziano: 58n, 74 Guerrero sacrifiatdo: 31 Huxley, Aldous: 367
Eva: 89 Gasparini, Paolo: 211 Guevara, Roberto: 308n
Exposición UniveT!lal de Bruselas: 141 Gaudí, Antonio: 213, 280 Guggenhei m, Beca: 271n, 287n, 316, lberíco, Jorge: 223
Cauguin, Paul: 127, 141 328,330 Icosaedro (Polesello): 267
Fallíng Water (Arizona): 232 Gavea:271 Gugge:nheim Museum (Nueva York): ltteas tSthica.s de MRrx, Úls (Sándlez Váz.-
Faure, Elie: 367 Cerzso, Gunther: 313-315, 324, 375 232,322 quez): 339, 342
Fautrier: 154 Geschichte tkr Erdkuntk (Günther): lOln Guido: 72 Iglesia (Chichén-Itzá): 49, 52-53
Payún (Egipto): 3n Gíownda (Da Vinci): 301 Cunten, Roger von: 298, 326-328 Imagen: 308n, 310n
Felguérez, Manuel: 315-316, 375 Giotto di Bondone: 3M Günther, Siegmund: lOln lmllacilm de Cristo (Kempis): 374
F6nix (Nis.sen): 302 Giralda, la (Sevilla): 19 Custon:374 Imperial, Hotel (Tokio): 232
Fenomenologúl de la percepci6n (Merleau- Girola, Oaudio: 265, 346 Gutenberg, Biblia de: 345 lmprwisaciones (Kandinsky): 346
Ponty): 277n Gironella, Alberto: 278-279, 290, 365, Gutiérrez, Sérvulo: 250 India: 369
Pemández, Justioo: 56, 62-63, 65 369,375 Guzmán, Alberto: 250, 329 lndlas, las: lOl
Femández Muro, )osé Antonio: 250, Giuria:94 Indias galantes (Rameau): 105
265, 269, 346-347, 350 Coeritz, Mathias: 285 Harthterré, E.: n, 77, 89 lnfonavit, edificio (México): 226
Perra ter Mora, José: 368 Goitia,Chueca:64,95,118 Hartung: 129 Inglaterra: 187, 295, 308
Ferro, Sergio: 220 Golfo de México: 39, 43, 46 Harvard, Uníversidad de: 316 lngres, Dominique: 13
Fíccúmes, exposición: 333 Gombrich: 371 Hegel, Georg Wilhel:m Friedrich: 173 Instituto de Altos Estudios de América
Figari, Pedro: 36, 250 Gómez Comet, Ramón: 158, 345 Hemández, Agustín: 226 Latina: 96
Figaro Uttboi": 125 Goncourt: 301 Hemández, Emilio: 250 Instituto de Arte Latinoamericano (Chi·
"Figuración y temática" (Bayón): 60n Góngora y Argote, Luis de: 326 Hemández de Alba, Guillermo: 83 le): 253-254
Físíocromúis (Cruz-Diez): 247 González,Beatriz:l4 Herrera, Juan de: 73, 102 Instituto de Arte Contemporáneo (U·
Fland~:80 González, Julio: 14 Hidalgo, Miguel: 341 ma): 287n
Florencia: 125, 147, 313 González Cortázar, Femando: 225 Hilton, Hotel (Bogotá): 225 Instituto de Arte y de Arqueología: 96
Florida, calle (Buenos Aires): 258, 261 González de León, Teodoro: 226 Hispamériat: U lnstll11to Di Tella: 258
Pocillon, HenTi: 25, 27, 40, 69-70, 273, González Calván, Manuel: 58n Histoí" de la Peinltlre Fmnfllise (Fran- Instituto Panameno de Arte: 287
289-290 González Rul, Manuel: 226 castel): 126 lnstmmentos k la Pasión (Fra Angéli·
Ponseca, Gonzalo: 272, 280.286, 294, Goos, l. S. Abraham: lOOn Historia k la arquitectura colonial en Ibe- co): 337
321-322 Go"l'gonas, las: 39 roamhíca (Buschíazzo): 108n T11vmci6'1·Arle-Concreto: 346
Pontalnebleau (Francia): 80 Gorky: 374 Historia del arle en Verrezuela (Boulton): Iomml, Bnlo: 265, 346, 352, 354-355
Port Louyi;: 102 Gramsci, Antonio: 342 310n lpanema (Brasil): 218
Francastel, Plttre: 12, 18, 25n, 105, 120, Gran Pirámide: 19 Historia dd arle (Faure): 367 l11varillntes atstiws de la arquitectum és·
126-127, 231, 243, 26.3, 280.281, 286, Granada (Espal\a): 59; Cartuja de: 108; Historia del (Jrle híspa11oameriamo (An- paflD/a (Chueca Goitia): 64, 118
291-292, 300, 305n. 334, 371 Reinode:34 gulo fniguez}: 74 Isla de Pascua: 39, 157
Francesca, Piero della: 280 Granada (Nicaragua): 287n Historia Mexiama: 56n Is.la Mocha (Chile): 101
Prancfort: 99n. l(l3 gmnds voyages, Les (Bry): 99 History of Carlogrrrphy (&grow y Skel· Italia: 32, 35, 73, 136-137, 180, 235, 264,
Francia: 32, tm, 112, 134, 170, 187, 199, Graila, Antonio: 223 ton): 98n 340,345
264,366 Grau, Ricardo: 250 Hlito, Alfredo-. 265-266,346-347, 352-353 ltanhanga (Brasil): 219
Hockney, David: 296, 327 Izquierdo, María: 374
390 fNDICE DE NOMBRES 1NDICE DE NOMBRES
391
Jaipur (India): 284 Langlois: 351-352 Luis Ángel Arango, Biblioteca (Bogo- McEntyre: 266, 348
Jan.kelevitch, Wladlmir. 328 Larraín, Sergio: 215 tá): 287n Medeiros, Gustavo: 222
Jansson: lOOn, 102 utin American Tradition, The (Wagley): Luis XI: 96 Medellín (Colombia): 22S
Japón: 191, 227, 313 117 Lukács, Georg: 342 Medina:226
Jeanneret, Charles, ul.ase Le Corbusier Latinoammica, válse América Latina Luz y movimiento, exposldón: 2'42 Mediterráneo, mar: 141
Jerold Morris Oallery (Toronto): 287n Laurens: 14 Lyric rmd Logik (Brecht): 339 Melboume: 231
Jewlsh Museum (Nueva York): 280n Lazo, Agustín: 374 Mele, Juan: 346
/.C. POS11da (Cardoza y Aragón): 341 Le Corbusler, Eduard Jeanneret-Cris, Mabe, Manabu: 250 Mendes da Rocha, Paulo: 220
Jiménei:, Juan Ramón: 312 llamado: 49, 168, 175-176, 205, 210, Macó6, Rómulo: 261-262, 321, 327, 332- Mendoza (Argentina): 239
J. L Hudson Callery (Detroit): 287n 213,217,227,230,376 335 Mercado de la pulgas (París): 307
Joatinga (Brasil): 219 Le Pare, Julio: 238-242, 246, 260.261, Machu Picchu: 31, 284 Mercator: 100n
Johns, Jasper: 308, 366 266,269,317,319,348 Madovio HermT1 (Siqueiros): 1S9 Mérida (México): 46; catedral de: 109
Johnson, Philip: 231 Leblon (Brasil): 218 Madero, calle (cd. de México): SS Mérida, Carlos: 314, 324, 374
Jomard: 96 ltcd6n dt analomÚI dd Dr. Tulp, U1 ($&. Madi, grupo: 267, 346 Merleau-Pon ty, Maurlce: 142, 277n
Jones: 327 guf):351 Madre campesina (Slqueiros): 1S7 Merzbo11 (Schwitters): 308
Jordania: 282 Lee Ault & Company (Nueva Yorlc): 287n Madrid: 372; Plaza Mayor de: SS Mesa-Cisbert, esposos: 120
Joyce, James: 339 Legarda:34 Magarú'\os: 348 Mestrovic: 14
Juan, Ade)ajda de¡ U Léger, Fernand: 126, 300.301, 303, 306 Magritte, René: 2S6 Metamorfosis (Morales): 292
Juego de Pelota (Chichén-ltzá): 49, 51, 53 Legorreta: 22S Maiakovski, Vladimiro: 342 Meurs, J. Van: lOln
Lemer, padre: 33n Maillol, Aristides: 14 México: 13, 26-28, 33-3S, 39, 43-44, Sl,
Kafka, Franz: 339 Lenin, Vladimir lllich Ulianov, 11~­ Maldonado, Tomás: 265, 2(,6, 346-..~7 54-55, 61, 67, 73, 76, 83-86, 88, 98-99,
Kagmiusha: 358 do: 166 Malina, Fran.k: 24S 101, 105, 111-113, 118-119, 144, 151-
Kahlo, Frida: 374 "Lescorial est-il bien 'espagnol'7" (Ba- Mallarmé, Stéphane: 324 154, 163, 17S, 197, 2C17, 210, 215-216,
Kahn, Louis: 175, 227 yón): 34n, S9n Mallet, Manes.son: 102 225,250,253,258,262, 271,279,28ó-
Kale:nberg. Ángel: 12 Lestard, Jorge: 221 Malraux, André: 281, 367 287n, 294-29S, 296, 303, 311, 322, 326,
Kandinsky,Basilio:147,281,346 Lezama Uma,José: 75, 172 Managua: 287 336, 340-341, 345, 348, 352, 355, 359,
Kansas:287 Libertad bajo palabra (Paz): 362 Mancha, Canal de la: 307 361-363, 370, 373¡ ciudad de: 54, S7,
Kelemen, Pál: 33n, 88 Libertad guismdo al pueblo, LA (Dela- Hmanierismo espaflOI bajo el signo reli- 62, 64, 75, 159, 230; Ciudad Universi-
Kemble, Kenneth: 261 croix): 253 gioso, El" (Bayón): 60n taria de: 45, 217, 226; Tenochtitlán:
Kempis, Thomas Hemerken, llamado Tlder, El (Tamayo): 150 Manila.113 42, 103; Universidad Nacional Autó-
Tomás:374 Liechtenstein: 242, 293 Manrique, Jorge Alberto: 12, S6n, 62, noma de: 344; Valle de: 28, 362
Keyserling. Hermarui, conde de: 311 Lieja (Bélgica): 99 64, 84-85 Micenas: tm
Klee,Paul: }46,257,296,320 Lilipu t: 286 Manw1I de epistemología (Piaget): 304 Miche.1:374
K1ine: 374 Uma:73,89,96,119,204-206,217,222- Manuelíno, estilo: 32 Michelet, Jules: 367
Koonig, De: 37, 374 223,226,248,251,253,2SS,287;cat~ Mapa del dqlnrtanumto del Craro (Col- Michoacán (México): 41
Kosice, Cyula: 265, 346 dral de: 77-78, 100 paert): 1ron Miguel Ángel: 340
Kraus, padre: 33n Linné, Sigvald: 2Sn Mar del Plata: 185, 260 Milán, Torre Velasca de: 193
Kronfuss: 72 Linneo, Charles de: 69 Marallón, Gregorio: 367 Minas Cerais (BrasD): 117
Kubler, Ceorge: S8n, 74, 85, 114 Lipslick"(Njsscn): 303 Marco Polo: 105 Miraflores, barrio (Perú): 248-249
Kupka: 128 Lira: 30S Maria, Virgen: 34 mirage baroqut, Lt (Charpentrat): 68, UOn
Kurosawa, Akira: 359 Lisboa (Portugal): 76 Maria Asrmsolo nifla (Siqueiros): 158 Mirail, Le (barrio): 199
Lisboa, Antorúo Francisco (Aleijadinho): "Mariposa de obsidiana# (Paz): 362 Miró, Joan: 366, 369
La Companía (Potosí): 34 34 Mark Ham, Clement R.: 102n Miró Quesada, Francisco: 250
Laguna, Juanito: 341 Lobo Parga: 25S Márquez Miranda, Femando: 28n Misión Francesa; 111
La Habana: 101, 169-170, 172, 254; Urú- Lomas de la muerte (Siqueiros): 157 Martfn Fimv, grupo: 34S Mitla (Oaxaca): 27, 29, 42
versidad de: 214 Lombardía (Italia): 46 Martorell, María: 348 m(>Chica, cerámica: 28
La Meca:376 Londres: 100, 304n Marx, Karl: 339 molendera, La (Siqueiros): 1S7
La Merced (Pení): 79 Loos, Adolf: 210 Matisse, Henri: 126, 140, lSl-152, 320, Moles, Abraham: 2S7
La Paz (Bolivia): 28, 119, 222 López de Ariolnas: 84 328, 3.'.15, 367, 374 Moliere, Jean Baptistc Poquelin, llama-
La Profesa, calle (cd. de México): 55 Los Caobos (Venezuela): 224 Matta E.chaurren, Roberto: 11,36, 172-173, do: 240
La Venta: 39 Lové, serpiente: 44 175, 250, 255, 257-258, 313, 376-380 Mondrian, Piet: 142, 264-265, 281, 346
Lam, Wilfredo: 36, 172- 173, 175, 252, Lowry, Malcolm: 159 Mayo, Avenida de (Bueno!' Aires): 182 Monguí: 88, 90; Virgen de: 91
369 Lozano, José: 223 Maza:266 Monsanto: 305
392 1NDtCE DE NOMBRES INDICE DE NOMBRES 393

MontalgJle, Mlchel Eyquem, set\or de: Museo de Louvre: 135 ()axaca (México): 42, 146, 152, 324, 364 Paracris nllrópolis: 31
59, 286 Museo dd Oro (Bogotá): 200 olmz 11bierlR1 ÚI (Eco): 321 Paraguay: SS, 107, 114, 217,221
MontamJs: 102 Museo doctor Cenaro Pérez (Córd~ Obregón: 250, 324:-325 Poradiso (Lez.ama Urna): 172
Monte Albán (Oaxaca): 27, 29, 42 ba): 271n a>servatorio (Chichén-Itzá): 49, 52 Parcti: 292
Montejo, Francisc:o de: 46 Museoltaliano: 249 Ocampo, Miguel: 265, ~ Pardo, Mercedes: 304n
Monterrey (México): 225 Museo Jeu de Paume: 135 Occidente: 322, 361 París: 11, 22, 35, 38, 45, 53, 61, 67, 96-98,
Montesquieu, Charles de Secondant, Museo Nacional de Bellas Artes (Bue- Ogilby: 102 100, 102-un, 113, u1, 125-126, 130,
barón de: 105 nos Aires): 238, 240, 243, 261 Ohtake, Ruy: 220 135-136, 138, 142, 144, 147, 158, 160,
Montevideo: 13, 138, 280n-281; Parque Museo Rufino Tamayo (México): 322 Olimpia:53 176, 178, 213-214, 230-231, 237, 239,
Rodó de: 277 Museo Witte (San Antorúo): 325 Olimpo: 378 241-243, 247-248, 250-251, 255, 258,
Monumento cósmico (forres-Garcia): 227 Olinda:lOl 260, 262, 264-266, 269, 282, 294, 304n-
Moore, Henry: 366 N11d6n, La: 53, 81, 138 Opazo, Rodo1fo: 255-256 307, 313-314, 318-319, 329, 341, 344,
Morales, Armando: 250, 286-294, 313 Nahuel-Huapi., lago: 46, 194 Orden Tercera, iglesia de la (Bogotá): 346, 348, 351-352, 355, 359, 372, 376,
Morales, Daño: 14 N11mlive 11nd critic History of Amtrlar 89-90 380
Morand.i: 149 {Winsor): 102n Oriente Medio: 2ro-2s1 Park College (Kan..;as): 287n
Morelia (México): 67·6P., 75 N11ua, vasos de: 28 Organización de las Naciones Unidas: Parkinson: 90
Morellet: 239 Neg11ci6n (Rojo): 316 2m-204 Parnaso, el: 46
Moreno Villa, José: 113, 119 Negret; Edgar: 328-330 Orozco, José Cemente: 35, 44, 155, 250, Parque Central (Caracas): 223
Moxos (Bolivia)¡ 108 Neiva, Plaza Mayor de: 82 364, 373, :m, 376 Partenón: 292
Moznrt, Wolfgang Amadeus: 105 '"neóstilo': la última carta del barroco Ortega:258 Pater, Walter: 367
Mujer rejlejtfodo~ en t!I espejo (Tamayo): mexicano, El" (Manrique): 56n Ortega y Gas.set, José: 345, 359 Paternos to, César: 266, 349
148 Neruda, Pablo: 36, 248 Ortelius: 98n Payró, Roberto J.: 141
Munch, Edvard: 37 Nevelson, Loujse: 277-278, 280, 374 Otero, Alejandro: 304-311, 318, 320, 331, Paz. Octavlo: 12, 72, 313, 359-365, 367-
Munlch: 55 NezahualcóyoU, Sala (México): 226 348 375
Münster, Sebastian: 98n, 100, 102 Nicaragua: 287n Ouro Preto: HY7, 114, 121 Pedregal de San Ángel, barrio (Méxi-
Murlllo, Bartolomé Esteban: 94 Nicholson, Ben: 314 co): 215
Museo de Antropología (México): 27, Nicolini, Eugenio: 223 Paalen, Wolfgang: 369, 375 Pedrosa, Mario: 254, 272
44,361 Niemeyer, Osear. 189, 217-218, 220 Pablo, F. de: 226 Pei11ture et sociltl {Francastel): 263, 286,
Museo de Arte Moderno (Bogotá): 225, Nieto, Rodolfo: 375 P11blo y Virgi11ilf (Saint-Pierre): 48, 102 291n,300
223 Nilo, Bajo: 282; Val.Je del: 37 Pacífico, océano: 2~27, 40, 248; costa Pellcrin History ofArl (Kubler y Soria): 74
Museo de Arte Moderno (Buenos Ai- Ninos crimpesincs (Siqueiros): 158 del: 42 Pellegrinl, Aldo: 254, 346
res): 260, 263n Nissen, Brian: 295-303, 326-328, 362 " Padre Pozzo y la arquitectura argen- Pellón y Ferrer, Gina: 250
Museo de Arte Moderno (México): 144, Niteroy (Brasil): 218 tina, El" (Bonnet Correa): 60n Peluffo, Martha: 267
159, 336, 338 Noel, Martín: 69, 72 PRiS11je humano (Siqueiros): 159 Penalba, Alicia: 313
Museo de Arte Moderno (Nueva York): Noguchi: 374 Países Bajos: 80 Perunsula [bérica: 66
27, 135, 239 Nolde: 37 Palacio de Carlos V (Granada): 59 PenS11mienlo y religwn en el Mtxiro 11n-
Museo d e Arte Moderno (París): 242- Nore/llS ejemplRres (Cervantes): 339 Palacio d e Gobierno (Guadalajara): 155 tig110 (5qoumé): 29n
243, 306 Nuestra imagen 11dUR/ (Siqueiros): 159 p11locio en la Ciudad de los Dioses, U11 (Sé- Perso1111je (famayo): 146, 148
Museo de Arte Moderno y Pedregulho Nuestra Ser.ora de Fátimn, iglesia de: 2l2 joumé): 29n Perú: 26, 28-29, 35, 41, 72, 83, 88-89, 97,
(Brasil): 217, 350 Nuestra Sef\ora de los Remedios, igle- Palacio Nacional (cd. de México): 341 100, 100, 114, 119, 195, 198-199, 203.
Museo de Bellas Artes (Buenos Aires): sia d e: 34 Palacios, Ciro: 251 21~217, 222, 249-250, 252, 287n; Alto:
348 Nueva Delhi: 90 Palacios, Inocente: 307n 85, 119; Urúversidad Católica de: 223
Museo de Bella.~ Artes (Caracas): 224, Nueva Fspana: l 18, ~ t1mlbih1 México Palanza, Premio: 261, 263n petits voyug~, Les (Bry): 99n
287n,304n Nueva Granada: 8.3-88, 90-93, 95 Palas Atenea: 306 Petra: 281
Museo de Bogotá: 58n Nueva York: 142, 151, 153, 160, 228, Palenque (Chiapas): 30 Petroperú: 223
Museo de HlstMla (Chapultepec, Mé- 257, 262, 2~, 271-274, 277, 280n-282, Pamplona (Espai'la): 8..-:1 Pettoruti, Emilio: 11, 36, 125-138, 250,
xico): 159 284, 286-288, 313, 321-322, 329, 333, Panamá: 287n 259-261,264-266,272,290,344
Museo de La Plata y Etnográfico (Ar- 336,346-347,349,351,358,376;Park Pani, Mario: 230 Piacensa: 250
gentina): 28 Avenue de: 218, 230 Panofsky: 371 Piaget, Jean: 304
Museo de Urna: 250 Nuevas Realidades, exposición: 346 PRnor6mica de lo orq11itect11r11 lati11oam~ Picabla, Francis: 274
Museo de Michoacán (México): 31, 44 Nuevo Baztán, iglesia de: 63 riain11 (Bayón): U Picas.-;o, Pablo: 13, 126, 129, 134, 149,
Museo de Santa Bárbara (EUA): 157 Nuevo Mundo: 28, 84 Pantocrátor: 352 152, 162,253,306,320,335,357,366-
Museo de Santiago: 255 Núflez Ruiz: 226 Paolini: 260 367,379
394 fNDICE DE NOMBRES (NDICE DE NOM"BRES 395
Pillement, Ceorges: 125 Prometeo: 41 Rilke, Rainer Maria: 342 Salón San Jorge (Diputación de Ba.rce-
Pinet, Antoine du: 97, 102 Proposidones gmnales, manifiesto: 239 Rimbaud, Arthur: 245 lona): 141
pintor ante eJ espejo, Un (Pettoruti): 130 Proust, Marce!: 3.19 Samper, Germán: 196-210, 213-214, 230
Río de Janei:ro: 13, 101, 11l,113, 117, 217-
Pintores Pt'newlanos, 307n Pucara: 113 220, 226, 230, 347, 350 San Antonio (fexas): 325
"Pintura mural" (Paz): 371 Puebla (México): 73, 97, 108, 110, 225, San Antonio de los Altos (Venezuela):
Ríodela Plata: 11,35, 131, 137, 144,264,266
Pintura y sociedad (Francastel): 126-127 304; catedral de: 84, 109 rlre, Le (Bergson): 299 304n
Piqueras: 250 Puente, Alejandro: 266, 349 San Corrado (Brasil): 218
Rivera, Diego: 35, 44, 140, 155, 250, 341,
Pirámide o Castillo d e Kukul.kán (Chl- Puentes, José: 221 364, 373-374, 376 San Francisco (Perú): 79
cMn-ltzá): 48, 51 Pueyrredón: 192 Rivet, Paul: 25 San Francisco, calle (cd. de México): 55
Pisa: 49; Bautisterio de: 49; Duomo de: Puno (Perú): 222 Robert, diccionario: 355 San Francisco, catedral de (Quito): 78
49; torre de: 19, 49 PuvisdeChavannes, Pierre: 1~141 Roberto, hennanos:220 San Francisco de As(s Iglesia de (Ouro
Planetario (Bogotá): 233 Robínson Crusoe (Defoe): 48 Preto): 107
Planos y mapllS: 102 QuetzakóaU: 29, 43-44 Rodin, August 14, 283 San Ignacio, iglesia de (Roma): 340
Planlz, po11rtraitz d dtseriplions de p/11- Quín, Arden: 346 Rodrigo, Miguel: 223 San Juan de los Reyes (foledo): 59
simr.; vfl/es ... (Du Pinet): 97n Quinquela Martín, Benito: 345 Rodríguez, Carlos: 251-252 San Lorenzo, iglesia de (PotOS1'}: 107
playa, La (famayo): 150 Quinta de BoUvar (Bogotá):.233 Rodríguez, Eduardo: 266, 349 San Pablo (BrasU): 13, 217, 220, 226,
Pla1.a de Toros (Bogotá): 233 Quirinale: 63 Rodríguez, Lorenzo: 63 2nn, 287n, 304n, 351; Universidad
Plural: 12, 61-62, 64, 67, 84-85, 109n, Quito: 33n, 78, 83, 85-86, 90, 118; Com- Rodríguez Monegal1 Emir: 12, 259 de: 219
144, 215, 253, 258, 262, 271, 279-280, parúa de: 108 Rodríguez Saavedra, Carlos: 249 San Pedro (Cuzco): 34
286,294,303,311,320,322 Rohe, Mies van det: 205, 227, 322, 354 San Pedro, catedral de (Roma), colum-
Pol~llo, Rogelio: 263-264, 266-269, 271, Ramblas, las: 140 Rojas Mix, Miguel: 254 nata de: 65
348 Rameau, Jean-Philip: 105 Rojo, Vicente: 316 San Salvador: 102
Poliakoff: 287, 291, 314 Ranúrez Villamisar: 14, 329 Roma: 33, 53, 55, 65, 113-114, 249 San Sebastián: 23.1, 252
Pollock, Jaclcson; 154, 357, 373 Ramona Montiel: 341 Romero Brest, Jorge: 12, 252, 25~259, San Vlctor, abadía de: 96
Polyfon1m (Siqueiros): 156, 162 Ramusio: 9~102 320, 345, 348 Sánchez Vázquez, Adolfo: 339, 342-343
Pontual, Roberto: 348 rapto m d ~/lo, El (Mozart): 105 Ronda de niRos (fama yo): 148 Sanctis, De: 27n
~opayán (Colombia): 83, 86, 88, 94, 225 Rauschenberg: 308, 366 Roosevelt, Franklin D.: 374 Sandfas (famayo): 149-150
Popper, Frank: 243 Ray, Man: 274 Rosai, Ottone: 144 Sant'Andrea: 63
Porro, Ricardo: 164-175, 214-215 RRzón del mundo (Ayala): 70 Rosario, Capilla del (Puebla): 108, 110Santa Casa de Misericordia (Brasil): 117
Porta, della: 340 &:cherche d'Art Visuel, grupo: 348 Santa Fe de Bogotá: 83, 89-91
Rosenberg, Léonce: 128
portada!i n:ligiosas dt Mf.rico, Las (Var- "Recensión a ese libro" (Bayón): 58n Ros..c;o, Medardo: 14 Santa Prisca, iglesia de (faxco): 107
gas Lugo): 57n ''Reflexión sobre el manierismo en M4- Rotella: 278 Santa Rosa (Argentina): 217
Portinari, Cándido: 36 xico" (Manrique): 56n Rothfuss, Rhod: 346 Santander (Colombia): 90
Portinho Massarú (BrasU): 219 Reldy, Alfonso: 217, 220 Rousseau, Jean-Jacques: 105 Santander (Espafla): 83
Portland Art Museum: 280n Rembrandt, Harmenszoon van Rijn, Ua- Roux: 260 Santo Domingo (República Domini-
Portman (EUA): 223 mado: 351 Royal Geographical Society: 103n cana): 34, 101
Portugal~33 Renaissance wrd Bamock (Wólfflin): (,8 Santo Domingo, templo de (cd. de M~
Rubbers, galería (Buenos Aires): 255, 261
Portugal, calle (Santiago): 255 René, Deníse: 239 n1bia, ÚI (Tamayo): 149 xico): 57
PO$ada,Franci.sco:339,342 Renoir, August: 127, 287, 291 Rudolf, Paul: 227 Sao Paulo, véDSt' San Pablo
PO$ada, José Guadalupe: 340-341, 362- Rnmto de muchacha (Siqueiros): 158 NRufino Tamayo" (Paz): 371 Sa rtre, Jean-Paul: 367
363 Retrato dtl diablo (famayo): 148 n1inas rircu/am;, Las (Borges): 271 Saussure, Ferdinand de: 94
Potosí: 34n, 88, 94-96, 101-102, 104, 107, Rnratos (Hlito): 353 Rycaut 102 Schenherr, Simón: 86
119 Revillagigedo: 111 Schlemmer,<>skar:2'n
Pous.c:in, Nicolás: 13 "Re/visiones: la pintura mural" (Paz): Sabana, la: 233 Schmidt-Rotluff: 37
Pozos, calle (Buenos Ain.-s): 353 373 Sacsahuamán, fortaleza de: 30, 101, 100 Schiiffer, Nicolás: 243, 247, 266
Pozzo, padre: líOn Rcvísta de Occitlenlc: 60n Safons, Horado: 260 Schwiller5: 3al
Praga: 55 &vi..~ta de la U11irx:rsidnd (México): 151, 210 Saint-E)(U~ry, Antoine de: 19, 295 SeatUe: 131
Prati, Lidy: 346 Rey, Roca: 249-250 Saint-Pierre, Bernardin de: 102 Sebastián, Santiago: 84, 86, 93: 94
Prato (Italia): 134
Pm1sa, La: 248
Reyes, Alfonso: n Sakai, Kazuya: 312-313, 320, 327, 348 Secretaría de Educación (MéXJco): 341
Segovia (E..,pafla): 108¡ catedral de: 59
Reyes Cat61icos, estilo: 32, 59 Snlamanca (Espa1'a), catedral de: 59
prir1il('!\iO!i de 111 vist11, Los (Paz): 361, 363- Réyes Ferreira: 374 Seguí, Antonio: 250, 321, 327-328, 351
Salcedo, Bernardo: 14
364, 370-375 Ricke, Jodoco: 33n Salm ona, RogeHo: 187, 225, 228, 2.10, Séjoumé, L;iurette: 29n
Procultura: 22 Riley, Bridget: 256 Sevilla: 88
211-234
{NDICE DE NOMBRES 397
396 fNDJCE DE NOMBRES
Torre de Babel: 216 Vasarely, Víctor: 128, 239, 243, 246, 261
~vres, rue de: 231 Tantayo,C>lga: lSO Torre Eiffel: 19 266, 319 ,
Shapeo/Ti~. T~ (Kubler): 114 Tamayo, Rufino: 12, 27, 36, 44, 144-153, Torres del Parque (Bogotá): 225 Vasconcelos, José: 340, 364
Shaw:224 250,252,290,313,364-J65,374 Torres-Carda, Joaquín: 11, 36, 138-144, Vá.zquez: 87
Shinlci: 250 Tanaka, Hécto r: 223 250, 264-266, 272, 277, 28(}.282, 2BS, Vá.zquez de Acre: 94
Siena: 294 Tange, Kenzo: 227 322,344 Velarde, Hktor: 72, 119
Side l4mJH1raS de 111 rm¡11ilttlufll (Rus- Tapié: 109 Torso (Tamayo): 146 Velasro, José María: 362
kln): 166 Tapies, Antonio: 128-129, 154, 278, 314 Toulouse (Franela): 178, 199 Velé\zquez, Diego Rodríguez de Silva
Silva, Carlos: 266, 348 366 , ToulouStLLautrec, Henri de: 140, 301 y: 13
Simulacros y Efigia (Hlito): 352 Taxco (México): 107 Traba, Marta: 12, 318-319 Venecia: 99, 100, 167, 241; Bienal de:
Siqueiros, ~ Alfaro Siqueiros, David Teana, di : 329 Tra.p ecio, galería: 249 238, 246, 355; Gran Premio de: 239
Siso:224 Teatro San Martín (Buenos Aire;): 260 Tm calaboms (Siqueiros): 159 Venezuela: 87, 167, 175, 2V, 224, 30411;
Skelton: 98n Tebas: 99, 284 Trevil\o: 226 311, 317, 327
Sobrino, Francisco: 239, 243, 247, 266, Tecnoquímica, premio: 251 "Tributos" (Paz): 371 Ve71tana indiscreta (Tamayo): 148
319,348 Tehuantepec (México): 152 Tsuchiya, lilsa: 250-251 Venturl: 3 71
Sociedad y arquitectllt'll colonial s11dameri- Tejada, Luis: 255 Tula (México): 43 Veracruz: 43
cana (Bayón): 12, 67, 771 84, 119 Tel-Aviv: 231 Tunja (Colombia): 91, 225 Versalles: 90
Sócrat<'S: 26, 259 Télle.z, Germán: 82-95 Turqufa: 281 Viajes (Marco Polo): 105
Soho, barrio de: 336 Templo de los Gue.r reros (Chichén- Tu yrú Tupac, Juan Tomás: 34n Victoria: 261
Soldón, Pnz: 96, 103 ltzá): 48-50, 53 Victorica, Miguel Carlos: 36, 344
Sofrs jrlO!I (Pettorutl): 131 Templo d e las MU Columnas (Chichén- Uaxactú n (Guatemala): 30 Vida!: 266, 269, 348
Solsona, Ju~to: 176-196, 212-213, 220, ltzá): 51 ffiises: 17 Vie tksfomws (Focillon): 25, 27n, 273, 289n
228, 231 Tenochtitlán: 41, 98, 100 "últimas obras de Alejandro Otero, Las" Vieco, Hemán: 230
Soria, Martín: 74 Teotihuacán: 2Pr30, 41, 43, 284; pirámi- (Atvarenga): 310n Vignola: 340
Soriano, Juan: 375 de de la Luna de: 29, 41, 51; pirá- Unam uno, Miguel de: 73, 286 Vllanova Artigas, J.: 219-220
Soto, Jesús Rafael: 242, 246, 266, 269, mide del Sol de: 29, 41, 51 unbdamnte Neue uielt oder Beschaffenheil ViUa de Leyva: 82
313, 318-320, 348 Tequendama, H otel: 233 des Wdtteifs Amnika und des Süd- Villa Savoye (Le Corbusier): 168
Soulages: 129 Terre des hmnmes (Saint-Exupéry): 295 lands, Die (Dappe:r): lOln ViUatba, Virgilio: 346
Soyer, Emilio: 223 Testa, Oorindo: 171, 220-221, 231 Unesco: U, 171, 211, 237 ViUanueva, Carlos Raúl: 171, 175, 224-
Spilimbergo, Lino Eneas: 261 Texas: 12, 274n Unión Panamericana de Washington: 263 225, 230, 311, 319
Spitlire: 189 Texas Quarlerly, The. 331 Uniuersus terrarum orbis scriptorum ca/a- Vinci, Leonardo da: 357
Spranger: 357 Théitre des Cité; du monde o Ciuilatis Or- mo delitu'rl tus (Varea): 102n Vischer, Robert: 368
Springett: 249 bis Temz (Braun y Hogenberg): 98n Uruguay: 35, 195 roas del silencio, l.As (Malraux): 281, 367
Stadt Cu.<;<o, Die (MOnster): 100, 102n Thflllrum Orbis Temznim (Blaew): 101 Uxmal (Yucatán): 30, 43-44, 46, 53 Volkslrlmliche Uteratur (Brecht): 342
Stein: 2.19 Thomas, lan: 327 Voltaire, F~ois-Marie-Arouet,llama-
Steinlen: 104 Tiahuanaco: 28; cerámica: 26 Val~ Llns, Darel: 219 do: 105
Stendhal, Henri Beyle, llamado: 265, :t.39 liffany, joyero: 154 Valencia (Venezuela): 304n Vordemberg-Gildewart: 265
Stepht'n.c;, John Lloyd : 47 Tijuca (Brasil): 218 Valéry, Paul: 157, 27ln, 312, 364, 369 Vries, Vredeman de: 78
Stermer: 34..~ Tikal (Guatemala}: 30 Valle: 305 V11dta: 355, 359
Stern, C .: 28n Time: 259 Valle del Cauca: 94
Stone: 231 ro
lirinto: 1 Van Doesburg: 142, 265 Wagley, Charles: 117
Stuttgart: 106 lláloc: 42 Van Cogh, Vincent: 127 Wa rburg. Phyllis: 158
Sucre (Bolivia): 88 Tobey: U9, 374 Vander Aa, Pierre: 102 Wa rhol, Andy: 261
S1m1ma: 180, 234 "todo por la parte, El'' (Bayón): 67, t()l)n "Vanguardia y a rte realis ta" (Posada): Washington (EUA): 263, 304n
Supcrunda, Virrey: 119 Tokío: 232 3..'W,342 Waugh, Carmern 254, 261
Sur, Barrio (Buenos Aires): 182 Toledo (Espatla): 59 Vantongerloo: 265 Weberhofer, Walter: 223
Sur: 130 Toledo, Francisco: 250, 323-324, 326 Varas, Albetto: 221 Weisbach, Werner: 68-69, 109, ·115
Svana.-;clni: 260 Toledo, Juan Bauti,sta de: 73 Vardánega, Gregorio: 246, 260, 266, 269, Wells, Alberto: 267, 348
Szyszlo, Femando de: 12, 248-253, 324- Tomasello, Luis: 246, 366, 318-320, 326, 319,346,348 Whltelow, Guillermo: 260
327 348 Varea, Lasor A.: 102 Wilde, Osear: 367
Tonantzintla, iglesia de (Puebla): 108, Vargas Llosa, Mario: 259 Wilder Weismann, Elizabeth: UOn
Talavera, cerámica de: 108 110 Vargas Lugo, Elisa: 57n-58n Williams, Amando: 181
Taliesin West (Atizona): 232 Toronto: 287 Varo, Remedios: 375 Wintemitz, Adolfo: 249
Tamn.Vo (Paz): UiO, 364, 374 Torrt' de alta tnrsi6n (Tamayo): 150
398 (NDICE DE NOMBRES

Winsor, J.: 102 Yucatán (México): 30, 41, 4J, 45-48, 53,
Wolfe, Tom: 342 104
Wolfflln. Heinrich: 68-69, 71, 1()1} YramizavaJ, Ricardo: 250, 255, 257
Woolf, Virginia: 326 Yvaral:239
Worringer, Wilhelm: 368 ÍNDICE GENERAL
Wright, Frank Lloyd: 176, 226, 232 Zabludovsky, Abraham: 226
Zanine, José: 219, 228
Xochicalco (México): 29 Zanartu: 255
Xochipilll: 43-44 Zapata (Siqueiros): 160 Palabras de J. G. Cobo Borda. 11
Xólot1:4J Zeus:306 El cómo, el cuándo y el porqué 17
Zevi, Bruno: 174, 232
Yagul: 42 Zurich: 346

PRIMERA PARTE

La visión totalizadora . 25
/ Ensayo de caracterización de una plástica, 25; Treinta y cinco si-
glos de arte mexicano, 38; Chichén-ltzá, santuario maya de Yu-
catán, 45

La noción de "Estilo" como empobrecimiento de la realidad. . . 54


' El todo por la parte, 54; Polémica: J. A. Manrique escribe a D.
Bayón, 62; Polémica: D. Bayón contesta a J. A. Manrique, 64; Re-
flexiones antibarrocas desde México, 67; La decoración ma-
nierista de la catedral del Cuzco, 76

Entrevista, resetra bibliográfica, ponencias . . . . . . . . 82


Entrevista a Germán Téllez, 82; Las visitas antiguas del Cuzco en
la Biblioteca Nacional de París, 96; Las artes aplicadas barrocas~
en Latinoamérica, 106; Reflexiones para la comprensión del fenó-~
meno barroco, 114 /

SECUNDA PARTE

En tomo a nuestros maestros. . . . . . . . . . . . . 125


El "caso" Pettoruti, 125; Entrevista a Pettoruti, 130; Reflexiones
en tomo a Torres-García, 138; Tamayo después de Tamayo, 144;
Ta mayo sobre papel, 151; Reconsiderando a Siqueiros, 153

Hablan tres arquitectos latinoamericanos . . . . . . · · · 164


Entrevista a Ricardo Porro, 164; Entrevista a Julio Solsona, 176;
Entrevista a Germán Samper, 196

Impresiones arquitectónicas de un viajero. . . · · · · · · 211


Posfacio a un libro de entrevistas a arquitectos latinoamericanos,
211; Inútil presentación de Rogelio Salmona, 230
399
400 INDICE GENERAL

Distintas tendencias del arte contemporáneo. . . . . 235


) Una nueva investigación visual, 235; La imaginación de Julio Le
Pare, 238; Una exposición en París consagrada a la luz y el mo-
vimiento, 242; Encuentro y desencuentro con el arte peruano
actual, 248; Nueva pintura en Santiago de Chile, 253; Buenos
( - '> Aires: una plástica a la expectativa, 258

Seis estudios y una autocrltica . . . . . . . . . . . . 263


Un "constructor" con materiales nuevos: Rogelio Polesello, 263;
Marcelo Bonevardi o el misterio por opacidad, 271; El arte ances-
tral<ontemporáneo de Gonzalo Fonseca, 280; El espacio próximo
y palpable en la pintura de Armando Morales, 286; Brian Nissen
o la pintura como "campo de fuerzas", 295; El espacio dinámico
en la obra de Alejandro Otero, 304; Exposición Plural: una au-
tocrítica, 312

El arte latinoamericano como probletna . . . . . . 332


Las imágenes elásticas y agresivas de Rómulo Maccíó, 332; Las
"naturalezas vivas" de Antonio Enrique Amara), 336; Elitismo- ~
populismo, 339; La geometría sensible: una vocación argentina,
344; Testigo ocular: Buenos Aires, un mundo aparte en Sudamé- ?-
rica, 351; Testigo ocular: el desquite de las "otras" imágenes, 355; ~ -
Octavio paz: una visión del munde a través del arte, 359; Los ~:
privilegios de la vista, de Octavio Paz, 370; Matta: original inventor
de un mundo, 376

Noticia biográfica. . . . . . . . . . . . . . . . . 381


Índice de nombres . . . . . . . . . . . . . . . . 383

Este libro se 1emún6 de imprimir y encuadernar en el


mes de mano de 1993 en Impresora y Encuadernadora
Progreso, S. A. de C. V. (IEPSA), Calz. de San Lorenzo,
244; 09830 México, D. F. s~ úraroo 2 000 ejemplares.
Esta obra es propiamenf,e dicho una autoantología de
Damián Bayón, en un orden estrictamen.t,e cronológiro,
de ensayos, po11encias, entrevistas y algunos trabajos
inédiros refenmt.es al arre latinoamericano, que el autor ha
dividido en dos grandes secciones: arre antiguo y colonial y
art,e moderno y contemporáneo. Damián Bayón (Buenos
Aires, 1915) es un apasümado escritor del arre
latinoamericano que, como disdpulo de Francastel y
seguidor de la Escuela de Les Annales, se interesa en todas
las Juent.es de la historia no escritas como son las obras de
arre e üirenta descifrarlas considerando su larga y corta
duración. El autor utiliza
las categorías de abstracción y figuració11 y presenta a cada
artista, ya sea en pintura, escultura, grabado o dibujo,
considerando a la abstracción como un mavimiento de los
años cincuenta y a la figuración en la década siguiente,
teniendo como resultado 1io tanto la representación d~ la
1·ealidad como su creación literal por medí.o de tée11icas
de ftjación como la fotografía, la televisión o el cine que ,i
captan el más mfüimo detalle. Damián Bayón considera .E
que la pintura actual continúa confirmando su. vitalidad y ~
la escultura presenta una sucesión de manifestaciones ·g
académicas y dinámicas, pasando por la heroica, la~
figurativa y la abstracta o bien la abstracta-constructiva, L
aunque dentro de todo este contexto lo que importa es la ~
creación de cada artista. El propósito de este libro ~
es exponer al juicio critico del lectar el perfil cultuml de ,s::
Latinoamérica como algo claro y preciso, amdusió11 a ·¡¡
la que se ha aproximado su autor con fortuna cemo crítico, ~
ensayista e histariador en sus distintos acercami.entos al ~
arte lati11oamerica110 de todos los tiempos. f::
De Damián Bayón el FCE publicó Aventura ylástica de ·~
Hispanoamérica en su colección Breviarios. cS

.t.LLJ TIE.I

También podría gustarte