Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Una internacionalización del arte español que supusiese el fin del aislamiento in-
terior que lo había determinado, con la excepción de algunas individualidades (An-
tonio Saura, Antoni Tápies, Manolo Millares, Eduardo Chillida, etc.), a lo largo de
cuatro décadas, fue el objetivo principal que en España guió a artistas y promotores
culturales en los primeros años de la década de los ochenta, unos años políticamente
marcados por la consolidación de las libertades recuperadas tras el fin de la dictadu-
ra y económicamente significados por una pujanza general.
Se suele considerar 1982, año de la subida al poder del socialismo, como inicio de
lo que se ha dado en llamar la era del entusiasmo *, una era significada, en lo artístico,
por una efectiva política de apoyo y promoción del nuevo arte español, tanto de
puertas adentro, en lo que sería una amplia profesionalización del sector del arte,
como de puertas afuera, en el sentido de tener una activa participación en el devenir
de las corrientes internacionales.
En los primeros años ochenta tanto las opciones abstractas y figurativas, como
las objetuales y conceptuales, permanecieron con la mirada fija en el arte de los
setenta e incluso de los sesenta. Como afirma Valeriano Bozal?, el arte español de
los ochenta se fraguó en la década de los setenta, visión esta que, con distintos
matices, es compartida también por críticos como Tomas Llorens? y Juan Manuel
Bonet.
! Simón Marchán, «Los últimos veinte años», en Arte en España 1918-1994 en la Colección Arte Contempo-
ráneo, Madrid, Alianza Editorial, 1994, p. 49.
? Valeriano Bozal, Arte del siglo XX en España. Pintura y Escultura 1939-1990, Madrid, Espasa Calpe, 1995,
p. 587.
3 Tomás Llorens en «El arte español de los 80: una visión polémica» recoge, partiendo de las aporta-
ciones de Valeriano Bozal y de Delfín Rodríguez, la fecha de 1976 como el inicio de la década de los ochen-
ta. Véase VV.AA., Pintura española de vanguardia (1950-1990), Madrid, Fundación Argentaria/Visor, 1998,
p. 107,
298 La posmodernidad calida en Europa. 1980-1985 El arte español en la era del entusiasmo 299
Así, mientras V, Bozal* señala la importancia que alcanzaron las propuestas con- Alejados un tanto de estos condicionantes, en Sevilla se formó otro grupo de pin-
ceptuales y minimalistas, y las inflexiones teoricistas y marxistas en la conformación de tores compuesto por Gerardo Delgado, José Ramón Sierra, Juan Suárez e Ignacio To-
un «nuevo arte», J. M. Bonet? sitúa los antecedentes del arte de los ochenta en las ex- var que, ante el anquilosamiento casi absoluto del arte local, se inclinó hacia una abs-
periencias de la joven figuración madrileña protagonizadas por cuatro pintores que no tracción deudora del grupo de Cuenca, con constantes guiños a la pintura abstracta
«sentían vergúenza al proclamar su condición de tales»: Carlos Alcolea, Carlos Fran- * norteamericana, de Mark Rothko a Richard Diebenkorn pasando por Barnett New-
co, Rafael Pérez Mínguez y Guillermo Pérez Villalta, experiencias forjadas en un Ma- man y Clyfford Still, y a las teorías formalistas de Clement Greenberg. Como escri-
drid claramente enfrentado al conceptualismo ?. bimos en su momento ?, este grupo no se puede entender si no es en relación a lo que
En Madrid, ciertamente, el retorno a la pintura que en la escena europea tuvo en los significó la galería Juana de Aizpuru, a la que José María Moreno Galván llamó el
neoexpresionistas alemanes y en los transvanguardistas italianos a sus principales adalides, «consulado general del mundo en Sevilla», y al ambiente creado por los poetas y crí-
se produjo, tras una débil y desigual presencia conceptual, a través de un proceso inercial ticos que tuvieron su expresión literaria en la revista Separata.
de seguir la tradición pictórica que, como mucho, había debatido sobre el progresismo de Antes, sin embargo, de que esto ocurriera, en 1977, G. Delgado y J. Suárez junto a
la abstracción y el conservadurismo de la figuración. La llamada «joven figuración ma- los artistas catalanes del grupo Trama y a los abstractos madrileños participaron en la
drileña» siguió las huellas de la Nueva Generación” de los años sesenta y las de algunas exposición En la pintura '* que, al decir de Simón Marchán, mostró la abstracción bajo
tendencias foráneas, como el pop inglés, sin renunciar a la tradición de la «cocina pictó- la sospecha de una vanguardia imposible !!. En el texto del catálogo, Francisco Rivas
rica» ni a las aportaciones prevanguardistas —o vanguardistas— de Cézanne y Matisse. defendió la práctica de una pintura no figurativa liberada de cualquier influencia de las
De la Nueva Generación, en especial de Luis Gordillo y del pintor y teórico Juan vanguardias históricas y valoradora del espacio pictórico, soporte, color reducido a to-
Antonio Aguirre, los mencionados artistas madrileños de la joven figuración heredaron nos, degradaciones y espesor, un color que no escondiese la acción de pintar P.
el rechazo de la poética informalista. De hecho, lo que se rechazaba de los informalis- La respuesta catalana a los requerimientos de cambio que transitaron entre finales de
tas no era tanto el contenido político de sus obras sino la «forma oscura y angustiada los setenta y principios de los ochenta fue muy distinta a la comentada, ya que los nue-
con que se expresaban», así como el énfasis puesto en la visión de la España negra. Ke- vos aires de época se recibieron en Cataluña con una cierta indiferencia y frialdad, en
vin Power, refiriéndose a los de la Joven figuración, afirma: parte debido a la pervivencia del conceptualismo aún vivo en un importante y nutrido
grupo de artistas: Antoni Miralda, Antoni Muntadas, Francesc Torres, Pere Noguera,
Estos pintores, que también cuestionaron los códigos del expresionismo abstracto, así Angels Ribé, Francesc Abad, Eugénia Balcells y Joan Rabascall. En cualquier caso,
como la estructura de sus creencias, buscaron modelos estéticos alternativos que repre- aquellos artistas que se decantaron por la pintura, como Xavier Grau, José Manuel
sentasen una forma de compromiso distinta del proceso existencial latente en la angustia Broto, Gonzalo Tena y Javier Rubio, lo hicieron influidos por el discurso del estructu-
sartreana, y que fuesen más irónicos, más hedonistas, más líricos, más conceptuales, menos ralismo francés de las revistas Tel Quel y Peinture. Cabiers Théoriques, y en la práctica
obsesivamente rígidos y menos dados a masticar, una y otra vez el mismo hueso $,
del grupo Supports-Surfaces. Dos exposiciones celebradas en Barcelona en 1976: Per a
una crítica de la pintura * y Pintura 1'*, pusieron énfasis en una pintura que acentuaba
* En este sentido habría que citar la muestra Spagna. Avanguardia artística e realitá sociale, 1936-1976, cele-
brada primero en el marco de la Bienal de Venecia y con posterioridad en la Fundació Joan Miró de Barcelona. sus componentes específicos: el soporte, la superficie y el color, una pintura presenta-
En el Arte del siglo xx en España. Pintura y escultura 1939-1990 (p. 593), V. Bozal pormenoriza los detalles de la da como alternativa radical a los comportamientos de carácter conceptual,
polémica suscitada en torno a la organización y presentación de la exposición en Venecia y Barcelona. También
lor la misma al afirmar: «La exposición no tuvo éxito: en los años inmediatamente posteriores el arte joven se
valora
movería con puntos de vista diferentes, el que la exposición mostraba pertenecía al pasado. ¿Pertenecía al pa- ? Anna María Guasch, 40 años de pintura en Sevilla (1940-1980), Sevilla, Caja Provincial de Ahorros de San
sado? Creo que todavía es pronto para decidirlo y que una decisión apresurada, en una dirección u otra, sólo tie- Fernando, 1981, pp. 50-51.
ne un fundamento ideológico.» 10 En la pintura reunió en el Palacio de Cristal del Parque de Retiro de Madrid (abril-mayo de 1977) a siete
* Juan Manuel Bonet, «Retrato de grupo en un paisaje español», en Otras figuraciones, Madrid, Obra Cul- artistas elegidos por Francisco Rivas:J. M. Broto, G. Delgado, X. Grau, C. León, P. Ortuño,J. Rubio y G. Tena.
tural de la Caja de Pensiones, 10 de diciembre de 1981-30 de enero de 1982, p. 13. Simón Marchán, Arte en España 1918-1994 en la Colección Arte Contemporáneo, p. 47. S. Marchán
f «De la desorientación que existía en la cultura española hace unos diez años, puede dar una idea el modo apunta también que la muestra planteó un cierto reconocimiento a la labor renovadora de artistas como José
en que se difundió entre nosotros el arte conceptual: la rápida aceptación que cosechó, y su no menos rápida Guerrero, Joan Hernández Pijuan, Manuel H. Mompó y Albert Rafols-Casamada.
caída sin pena ni gloria. El arte conceptual que ya nos llegaba de América bastante averiado, tomó aquí —por 12 Francisco Rivas, «En la pintura», en En la pintura (cat. exp.), s.p.
lo general— un cariz político. Le ocurrió lo mismo que al pop, vulgarizado desde Valencia como crónica de la 5 Los cuatro artistas participantes en Per a una crítica de la pintura firmaron un texto a modo de presentación
realidad. Las aleluyas político-conceptuales marcaron el comienzo del fin del reinado vanguardista. Sirvieron, de la exposición en el que se dice: «Hemos escogido este título sabiendo de antemano que por un lado puede ser
al menos, para que acabáramos dándonos cuenta de que por aquel camino no se iba a ninguna parte.» Véase considerado ostentoso y a la vez poco sorprendente. Sea como sea, resume clara y sintéticamente el sentido que
J. M. Bonet, «Retrato de grupo en un paisaje español», en Otras figuraciones, p. 13. pretendemos dar a nuestro trabajo que se inició en ia decisión de reconsiderar nuestra actividad anterior a par-
* Nueva Generación, más que una tendencia, fue un grupo heterogéneo de artistas que antepusieron los mo- tir de unas bases teóricas comunes y una estrategia también conjunta.» Véase el texto introductorio de la ex-
delos del pop y del arte óptico a los magisterios vernáculos. Como grupo realizó dos exposiciones, en la Sala posición citada, galería Maeght, Barcelona, abril-mayo de 1976. %
Amadís (mayo de 1967) y en la Galería Edurne (1967), ambas en Madrid. * Pintura 1, Ambit de Recerca, Fundació Joan Miró, Barcelona, noviembre de 1976. Los artistas partici-
* Kevin Power, «Los ochenta: Guía para no perderse», en Los 80 en la Colección de la Fundación «la Caixa», pantes fueron: A. Borrell, J. M. Broto, J. Chancho, G. Delgado, X. Franquesa, X. Grau, C. León, E. Lootz,
estación Plaza de Armas, Sevilla, 11 de abril-20 de junio de 1992, p. 67. A. Pedrosa, C. Pujol,J. Rubio,J. Suárez y G. Tena.
300 La posmodernidad calida en Europa. 1980-1985
Guillermo Pérez Villalta: Ícaro o el peligro de las caídas, 1980. O VEGAP. Madrid, 2000.
tisse, tal como lo denotan sus pinturas de piscinas a lo Hockney (Woman in pool [Gre-
ta Garbo], Mujer en una piscina [Greta Garbo], 1971), sus estudios del Desnudo
bajando una escalera, de M. Duchamp (Nu descendant un escalier, Desnudo bajando
una escalera, 1976-1977), y sus trabajos sobre H. Matisse (Matisse de día-Matisse de
noche, 1977).
Quizá lo más interesante de la obra de Carlos Alcolea sea su capacidad de re- Carlos Alcolea: Brindis, 1990.
O VEGAP. Madrid, 2000.
crear «atmósferas atipícas» plagadas de personajes fruto de su fantasía o extraídos
de la realidad nocturna y funámbula cuyo toque de erudición literaria y filosófica le
hace aparentemente estar más fascinado por Gilles Deleuze, Lewis Caroll y Jean Ge- un principio C. Franco investiga terrenos colindantes a los de Charles Derain o Baithus,
net que por la propia pintura. Este gusto por lo literario le llevó a trabajar en la edi- a partir de los ochenta, su pintura se decanta hacia la magia y la mitología.
ción de libros de dibujos-ideas, entre ellos Gray Book (Libro gris) en edición Este proceso deformador de lo cotidiano practicado por C. Franco, similar al de
fotocopiada (Galería Buades, Madrid, 1978) y Aprender a nadar (1980), intento de D. Hockney, se advierte también en Chema Cobo (Tarifa, Cádiz, 1952), cuya obra, en
desarrollar un ejercicio de relato y reflexión encubierto por pinceladas anecdóticas buena medida, surge de una reflexión sobre la perspectiva, los puntos de vista ines-
y coloristicas *. perados, las deformaciones y los juegos de distorsión pictórica. En Before the crime
De figuración narrativa hay que calificar la pintura de Carlos Franco (Madrid, (Antes el crimen, 1981), C. Cobo crea una distorsión entre manierista y perversa en la
1951), habitada por figuras deformes y anamórficas que, sin embargo, mantienen un que lo cotidiano convive con lo mitológico y alegórico, sin excluir lo fantástico o exó-
sentido muy acentuado de lo cotidiano. Tal como apunta Juan Manuel Bonet”, si en tico y, especialmente, lo irónico.
En el ámbito de las nuevas figuraciones de los ochenta se mueve también Manuel
32 Véase Ángel González García (ed.), Carlos Alcolea, Santiago de Compostela, Centro Galego de Árte Con- Quejido (Sevilla, 1946) cuya obra plantea una síntesis entre el Picasso cubista, el Ma-
temporánea, 18 de septiembre-22 de noviembre de 1998.
% Juan Manuel Bonet, «Voces de un fin de siglo», en «A la pintura». Pintores españoles de los años 80 y 90, tisse fauvista y decorativo, y la pintura de campos de color norteamericana sin olvidar
Madrid, Fundación Argentaria, 1995, p. 47. veladas referencias a la tradición del barroco sevillano. M. Quejido encarna el tipo de
El arte español en la era del entusiasmo 307
306 La posmodernidad cálida en Europa. 1980-1 985
El estado de la escultura
% La Fundación Juan March organizó retrospectivas de algunos de los más destacados representantes de
las vanguardias del siglo XX: De Kooning, Rauschenberg, Motherwell, Lichtenstein, o monográficas como Mi-
nimal Art.
°° American Painting: The Etghties. A Critical Interpretation fue una propuesta de la crítica de arte nortea-
mericana Barbara Rose que reunió distintas opciones pictóricas dentro de la New Image Painting norteameri-
cana. La muestra, que se presentó por primera vez en Nueva York en 1979, viajó a Madrid los meses de mayo y
junio de 1980.
* Italia. La Transvanguardia, Madrid, Sala de Exposiciones de la Caja de Pensiones, 1 de febrero-5 de mar-
zo de 1983. Con posterioridad la muestra viajó a la Fundació Joan Miró de Barcelona.
* Joseph Bewys-Dibujos /Drawings, Madrid, Barcelona, Sala de Exposiciones Fundación Caja de Pensiones,
Miquel Navarro: Des del terrat 1985.
(Desde el terrado), 1985-1986. 2 Del 10 al 17 de febrero permaneció abierta en el Palacio de Exposiciones de lema, en el Paseo de la Cas-
tellana, la primera edición de ARCO, dirigida por la galerista Juana de Aizpuru. Esta primera cita reunió a 364
© VEGAP. Madrid, 2000. artistas de 62 galerías españolas y 30 extranjeras, entre ellas, la austríaca Ariadne, la belga Elisabeth Franck, la
alemana Zwirner y la italiana Lucio Amelio.
* Bajo la responsabilidad de Carmen Giménez, directora del Centro de Exposiciones del Ministerio de Cul-
tura, entre los años 1983-1989 se presentaron exposiciones monográficas de artistas como Richard Artschwager
mu
dd
a
a
E y Christian Boltanski, de grandes colecciones de arte contemporáneo como la Beyeler, Sonnabend o Panza di
tivismo ruso y de Julio Snes
.
o
> >
‘ a | :
Xavier Grau y presentó la exposición prologada por Antoni Tapies Per una crítica
de la pintura”.
Tras la etapa de pintura-pintura, José Manuel Broto (Zaragoza, 1949), entra en los
ochenta con una abstracción de trazo gestual, cuyo intenso lirismo deviene de los am-
plios, generosos, vibrantes y sensuales campos de color. La expresividad de estas
obras queda acentuada por la pintura que gotea, expandiéndose tensamente por toda
la tela (Elogío del oro, 1984). Hacia 1985, las pinturas de J. M. Broto ganan en sobrie-
dad, reflexión, silencio, claridad y, a la vez, de manera paradójica, en ambigúedad. En
torno a 1988 abandona las intensas y emotivas composiciones abstractas en beneficio
de formas frías y geometrizantes, próximas a las de la estética neogeo.
Al igual que J. M. Broto, Xavier Grau (Barcelona, 1951) parte de una abstrac-
ción reduccionista a la que, a principios de los años ochenta, incorpora una velada
figuración gestual de cromatismo vibrante, relacionada con el expresionismo abs-
tracto norteamericano (Philip Guston, William De Kooning). En sus paisajes abs-
José Manuel Broto: La ciudad,
1987. Derechos reservados.
tractos surcados por figuras, paisajes y arquitecturas resueltas con gestos pulsiona-
les que no evitan una cierta dosis de humor, lo menos importante son precisamente
las figuras, que ceden el que hubiese podido ser su protagonismo a la arquitectura
escenográfica y sensual del fondo, caóticas manchas de color ajenas a cualquier di-
sionista, participaron del entusiamo que se apoderó del arte español en la primera mi- bujo previo.
tad de los ochenta sin renunciar al espíritu que inspiró la corriente de la pintura-pin-
tura que, a mediados de los años setenta, se generó casi simultáneamente en Zarago-
za, Barcelona y Madrid. Los pintores de los neoexpresionismos figurativos
En Zaragoza se forjó el grupo capitaneado por José Manuel Broto, quien en
1974 participó, junto a Javier Rubio y Gonzalo Tena, en una exposición en la Ga- Más que por el neoexpresionismo abstracto, en el que, aparte de los citados,
lería Atenas que se tiene como inicio del movimiento pintura-pintura, claro deudor participaron también artistas como Alfonso Albacete, Pancho Ortuño y Juan Uslé, los
de los planteamientos Supports-Surfaces y del pensamiento de Marcelin Pleynet,
——¿é
3 Según J. M. Bonet fue a raíz de la muestra en la Galería Atenas (Zaragoza, 1974) cuando se articuló un pri- *% Per una crítica de la pintura (Barcelona, Galería Maeght, 1976) hay que considerarla como una declaración
—
mer grupo pictórico que se reconocía en el teoricismo francés de Tel Quel, así como en el psicoanálisis lacania- de principios a favor de una pintura de acusada imbricación teórica, según los postulados del grupo francés Sup-
>.
Barceló, artistas todos ellos comprometidos con los valores posmodernos de eclecti-
cismo, memoria cultural, nomadismo, etc. ©. setenta, como Capses per a obrir, capses per a tancar (Cajas para abrir, cajas para ce-
Según Kevin Power*!, M. Barceló, F. García Sevilla y J. M* Sicilia son los máxi- rrar, 1971), demuestra su apego a la tradición del collage y del assemblage, apego que
mos exponentes de los rites du passage, de aquellos pintores que sin apenas vincula- corre paralelo a su interés por el mundo teatral a través de su vinculación con el
ciones con el pasado se han relacionado más eficazmente con los desafíos estéticos del Teatre Lliure de Barcelona. Esta relación con la escenografía se manifestará a lo largo
entorno. Los tres, junto al escultor Juan Muñoz «cuya obra ha desarrollado y madu- de su trayectoria a través del gusto por la manipulación de telas, por la fisicidad de los
rado frente a las exigencias de” panorama 11ternacional», habrían borrado definiti- materiales y por la creación de atmósferas física y simbólicamente densas que, a pesar
vamente el desfase aún latente en la exposición 1980 y, al mismo tiempo, habrían con- de ello, invitan a que el espectador se acerque con afán de conocimiento intelectual y
ducido su obra hacia horizontes abiertos, señalando los puntos de partida para las sensual a su trabajo: «Lo que quiero es atrapar al espectador e invitarlo a bucear en la
nuevas generaciones ©. obra y a reconocerse en ella. En este sentido, la pintura es un medio de conocimien-
Entre estos pintores mesiánicos, K. Power no cita a Frederic Amat (Barcelona, to que tiene un funcionamiento narcisista. Conoces cuando te reconoces» “. Influi-
1952), sin duda, el más alejado de las corrientes internacionales del momento —lo do por el surrealismo, tanto el plástico como el poético —Federico García Lorca,
cual para K. Power suponía un insalvable hándicap—, el creador de mundos pictó- J. V. Foix, etc.—, en los años ochenta F. Amat construye un mundo vita: expresado
ricos más propios y, ciertamente, el que en cierta medida se hace más difícil de enca- mediante una figuración rica en alusiones simbólicas (moscas, pájaros negros, coronas
sillar en los márgenes del neoexpresionismo cálido. Ya en obras de principios de los de espinas, escenas de tauromaquia, etc.) y sexuales que tanto tiene que ver con el arte
popular como con los aspectos ceremoniales, mágicos y rituales de las culturas no oc-
® A los mencionados cabría añadir otros artistas, el aragonés Víctor Mira, y el catalán Lluis Claramunt.
“ 1981-1986. Pintores y escultores españoles, Sala de Exposiciones de la Fundación Caja de Pensiones, Ma- cidentales.
drid, 9 abril-11 mayo de 1986. En 1977, coincidiendo con la exposición Muermzos celebrada en la Galería G de
* «Con Barceló, García Sevilla y Sicilia tenemos tres figuras cuya obra anuncia la llegada de nuevas imáge- Barcelona, Ferrán García Sevilla (Palma de Mallorca, 1949) dio fin a su experiencia
nes y nuevos argumentos. El reflejo de su obra se registra ya en la sensibilidad de otros jóvenes pintores de una
manera más inmediata y más marcada que la de los artistas asociados a 1980.» Véase K. Power, «El sentido de © Catalina Serra, «Frederic Amat: Lo grave no es que se quemen los teatros, es que se queme la gente», El
medida», en 1981-1986. Pintores y escultores españoles, pp. 12-13. País, 17 de febrero de 1994.
318 La posmodernidad cálida en Europa. 1980-1985 El arte español en la era del entusiasmo 319
Miquel Barceló: Persecución nocturna en la periferia de la ciudad, 1981. © VEGAP. Madrid, 2000.
pacios de diálogo entre la abstracción pictórica, que actúa como fondo, y rigurosas Miquel Barceló: Sopa amb plat vermell (Cena con plato rojo), 1992. O VEGAP. Madrid, 2000.
formas geométricas inspiradas en Mondrian y Malevich.
El artista español de la era del entusiamo más cercano a las corrientes internacio-
nales es, sin duda, Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957). Con un juego pictóri- A partir de 1985, coincidiendo con distintos cambios de residencia (París, Nue-
co indisciplinado y perverso, M. Barceló saquea la historia del arte (de Tintoretto a va York, etc.), M. Barceló cuestiona nuevas posibilidades de la figuración, como las
Pollock), planteando una pintura sometida a problemas tan tradicionales como el di- que ofrece la naturaleza muerta, origen de su serie Sopas (Memorial Soup [Monu-
bujo, la perspectiva y la luz, pero a la vez fruto absoluto de su voluntad expresiva, pa- mento a la sopa], 1987), en las que se aprecia una mayor voluntad de esencialidad
radójicamente primitiva, dominada por un cromatismo violento y por pinceladas formal y lumínica, a la vez que una gran insistencia en el tratamiento matérico de las
voluntariamente descuidadas. Todo esto ya se da en la obra que presentó en la Do- superficies: «Haciendo bodegones —comentó M. Barceló— no pretendo romper
la
cumenta 7 de Kassel (1982) —a la que fue invitado por Rudi Fuchs—, Persecución tradición, sino simplemente meterme en ella y ser coherente [...], Quiero probar dis-
nocturna en la periferia de la ciudad (1981), propia de un artista posmoderno, ecléc- tintas escrituras para conseguir la saturación de lo que solemos llamar el bodegón
tico, nómada, pero vaciado de la carga política y social de los neoexpresionistas ale- barroco».
manes o de la historicista de los italianos. El neoexpresionismo cálido de este período empieza a enfriarse a raíz de las es-
En obras posteriores, como las de la serie de bibliotecas (Bibliotheque avec ciga- tancias de M. Barceló en Malí (desde 1988), estancias, cuyo consecuente enfrenta-
rette [Biblioteca con cigarrillo], 1984; Bibliotheque á la mer [Biblioteca en el mar], miento cultural le lleva incluso a proclamarse pintor antiexpresionista y cerebral o, lo
1984) y las del Museo del Louvre (Le Louvre avec statues [El Louvre con esculturas], que es lo mismo, a cambiar su manera pictórica: «Fatalmente —dice M. Barceló— no
1985; Le Louvre, grande galerie [El Louvre, gran galería], 1985), realizadas en París, se se puede cambiar de estilo y la habilidad consiste en ser un pintor lo bastante bue-
aprecia un mayor interés por la representación ilusionista del espacio y por el claros- no como para poder cambiar de maneras. En esto me gustaría parecerme a Picasso,
curo, lo cual revela una cierta crisis de identidad cultural: «Tengo una necesidad de ser como un segundo Picasso» Y,
saturación cultural muy intensa —afirmó M. Barceló—. Puedo pasarme horas enteras
en el Museo del Louvre o leyendo en mi biblioteca» %. * Declaraciones de M. Barceló a Kevin Power, en K. Power, Conversaciones con..., Alicante, Diputación Pro-
vincial, 1985, pp. 9-24. o ; ; ;
$ En los últimos años diversas instituciones han organizado exposiciones retrospectivas del artista: White-
“Ss Entrevista de Sylvie Couderc a M. Barceló (realizada en París el 8 de marzo de 1985), en Miquel Barceló.
Pinturas de 1983 a 1985, Madrid, Palacio de Velázquez, 14 de septiembre-13 de octubre de 1985 , Pp. 84-85. chapel Gallery (Londres, 1994), IVAM (Valencia, 1995), Centre Georges Pompidou y Galerie du Jeu de Paume
(Paris, 1996) y Museu d'Art Contemporani, MACBA (Barcelona, 1998).
322 La posmodernidad cálida en Europa. 1980-1985 El arte español en la era del entusiasmo 323
El papel de las Comunidades Autónomas fía que movió al colectivo Atlántica se situó en la línea reivindicativa de
comisarios
como C. M. Joachimides y A. Bonito Oliva, una línea que en el caso gallego
En la definición y afianzamiento del entusiamo artístico desempeñaron también buscó las
señas de identidad en una «expresión atlántica»: la búsqueda de una tradició
un importante papel los programas de apoyo y promoción cultural de las recién crea- n no nos-
tálgica, la adopción de un expresionismo vivencial y un primitivismo que
das comunidades autónomas, papel que en este primer tramo de los años ochenta conectaba
con lo popular y con las esencias de una Galicia antropológicamente eterna
tuvo sus principales frutos en Cataluña y, de manera muy especial, en Galicia. *,
Desde su fundación en 1980 hasta su disolución en 1983 ”, en las
cinco exposi-
En Cataluña, aparte las ya mencionadas iniciativas privadas, a las que cabría añadir ciones del colectivo, los pintores M. Lamas, A. Patiño, A. Lamazares y el
las de Metronom —sala interesada en presentar montajes, instalaciones y exposiciones escultor
F. Leiro, entre otros, mostraron un estilo ecléctico a caballo entre el
expresionismo
de frontera— destacaron las públicas. Entre ellas la del Espai 10 de la Fundació Joan abstracto norteamericano y el legado plástico de las vanguardias europeas, sin
Miró de Barcelona, cuyo objetivo fue organizar exposiciones de artistas emergentes excluir
Imágenes próximas a los nuevos salvajes alemanes, al arte del graffiti del
comprometidos con la inmediatez de las investigaciones plásticas del momento, y la del East Village
neoyorquino y a la bad paínting.
Servei d'Arts Plastiques del Departamento de Cultura de la Generalitat, preocupado Tras la disolución del colectivo, X. Antón Castro, en la exposición Ísmaxes dos 80
no tanto en la promoción individual de artistas, como en el planteamiento de exposi- desde Galicia (1984) 7, hizo uno de los primeros intentos de confrontar directa
ciones que diesen cuenta de la salud del arte catalán del momento. mente
a los artistas gallegos de Atlántica con artistas de la «nueva imagen internac
De esas exposiciones concebidas en clave temática son buen ejemplo Barcelona- ional».
Para X. A. Castro, términos como Nova imaxe, New Image, Nuova
Imagine Mágico
París-Nueva York“ que intentó constatar la validez de la vocación cosmopolita de los Primario, Zeitgeist, Arte Cifra, Novos-Novos, etc., eran exponentes de que
artistas catalanes y Bestia! "Y, panorámica del joven arte catalán, en la que, entre en los úl.
timos años estaba sucediendo algo diferente, de que la modernidad y la vanguar
otros, estuvieron presentes F. Amat, Gabriel, F. García Sevilla, P. Noguera, C. Pazos dia de
la segunda mitad del siglo XX estaban dando paso a una revisión ecléctica y crítica
y Zush, y en la que, a partir de la confrontación entre los conceptos de razón y locu- que
escenificaba la lyotardiana «condición posmoderna», hija compulsiva de
ra (el seny y la rauxa) «dos campos difíciles de deslindar que se interrelacionan, esti- una com-
plicada y casi acabada tercera revolución industrial 7.
mulan, fecundan o también se oponen», exploró significados como la ironía, brutali-
dad, ingenuidad, irracionalidad, sueño, espectacularidad, sexo, etc. *!, y que intentó
constatar el carácter internacional de los artistas catalanes. Los artistas del colectivo Atlántica
Estas exposiciones no respondían, sin embargo, a un claro programa de afianza-
miento del arte joven catalán, por lo cual, seguramente, no dieron frutos apreciables, De los artistas participantes de la aventura Atlántica, el que más se identificó
con
cosa muy diferente a la que ocurrió en Galicia, donde el apoyo a los artistas locales las raíces autóctonas fue Antón Patiño (Monforte de Lemos, Lugo,
1957), en cuyas
más jóvenes se concretó en concursos, premios y bienales, como la Bienal de Arte de obras de la primera mitad de la década de los ochenta asoma una iconografía clara-
Pontevedra ”, y en la creación del colectivo Atlántica. mente deudora de la tradición gallega medieval, románica sobre todo, sin
olvidar las
La actividad del colectivo Atlántica, a pesar de su corta existencia, resultó extre- máscaras, los rostros recortados o los detalles vegetales que relacionan su
pintura con
madamente beneficiosa para superar la anodina situación en la que se hallaba el arte un sentido primitivo de lo cultural. A pesar de vivir en Madrid, A. Patiño cultivó
una
gallego y para revisar la tradición autóctona a través de los lenguajes neoexpresionis- pintura arraigada en la tierra que, según£ sus propias palabras, proyectaba
sobre el
tas vigentes en la época. Tal como apuntó en sus textos X. Antón Castro ”, la filoso- lienzo «aspectos subterráneos de la realidad, visibles sólo para la mirada interior»
. Su
camino hacia territorios cada vez más simbólicos y, plásticamente, mínimos
Bar lona. París. New York. E
} r a VY, 1
tí de dotze artistes catalans, Palau Robert, diciembre de 1985-enero de
ni] , alcanza
1986. Los cuatro comisarios de la muestra, V. Combalía, D. Giralt-Miracle, A. Mercadery R. Tous, insistieron +ohe)
101d., ¿pop. =2
/&
en la dimensión sociológica de la propuesta, y en la posible influencia del medio y del arte extranjeros sobre los ús ee n laEs qe que fuefue última
última dede las exposiciones del
las Exposiciones del emna Arlínito Atlántica,
grupo Atlántica, inti lenci, da arte galega
artistas catalanes seleccionados: F. Amat, E. Balcells, R. Llimós, Medina Campeny, A. Miralda, A. Muntadas, Novas tendencias
iS sare e empastrlo, PA acer de 1983), con la participación de diecisiete pintores y siete escultores
J. Rabascall, A. Ribé, B. Rossell, F. Torres,J. Xifra y Zush. ae ntor om onet>t Correarrea saludaba
saludaba lala realid;
realidad de > Atlántica
Arlénri ; :
como una digna salida a OE anclada en
de una Galicia tra-ie
Bestia! fue una exposición organizada por el Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya. Se snes le siglos, inmersa en una política cultural anacrónica: «¡Y ahí de
presentó a lo largo de los meses de marzo y abril de 1984 en el Palau Marc de Barcelona. repente Atlántica! Tado cambiaba allí
5 arte gallego de nuevo revivía y cada uno de sus participantes aportaba
1* Daniel Giralt-Miracle, «Introducción», en Bestia, Palau Marc, Barcelona, marzo-abril de 1984, p. 5. su personalidad, reconstruía el mundo
e Pee con su peculiar manera de ser, enriquecía el arte con su obra
realizada desde su propia posición cul-
—
* La primera Bienal de Arte de Pontevedra, organizada por la Diputación de Pontevedra en 1983 (1 de agos- tural, esde su intrínseca situación de pintor nacido en Galicia, pero sin olvidar
to-5 de septiembre), abrió sus puertas a una completa panorámica de la pintura de los ochenta. El programa in- lo que se hacía fuera, sin pre-
tender6 Imaxes
aislarsedos.delRO concierto universal», en «Pórtico a Atlántica». s p
dacdo
cluía dos muestras retrospectivas: una dedicada a Manolo Millares y otra al escultor José María Acuña, aparte de ‘Be jae sans $ ) sera Galiris Sonviar lar -
ta, entiaies de Compostela, Museo do Pobo Galego,
. eo fe “ons
una muestra de Mail Art. 10 de julio-10 de; agosto de
1 etue comisariada
a E $ z perDOT
9 Antoe astro,
fe
spa
5 sable de arres
oe ites paisnlásri
de latatConselleria: de Educación
; “
® X. Anton Castro, Exprestém Atlantica. Arte Galega dos 80, Santiago de Compostela, Editorial Follas Novas, ar - Cilive,
la AuntaGite
de Galicia. y Cultura
ATR Aparte del texto introductorio
ee de X. A. A. Castro,
Castro, elel catálogo
catálogo incluí
1985, p. 75. Del mismo autor véase también «La mirada Atlántica. El arte gallego de los 80», en Tekné, 2, 1986, silva, «2 arte,
incluía n s
un ensayo de ; A. Boni-i
A inguaxe: diferencias e relacións», a modo de reflexión sobre las propuestas
pp. 73-82. internacionales.
X. Antón Castro, «Imaxes dos 80 desde Galicia», p. 8.
o
324 La posmodernidad cálida en Europa. 1980-1985
El arte español en la era del entusiasmo 325
De las tres exposiciones planteadas para analizar el arte del siglo Xx, la primera
con obras fechadas de 1910 a 1970 y la segunda con artistas principalmente neoex-
presionistas ya reconocidos, como M. Barceló, J. M. Broto, M. A. Campano, F. Gar-
cía Sevilla, M. Navarro, G. Pérez Villalta y J. M.* Sicilia, aparte las aportaciones de
A. Fraile, L. Gordillo y D. Villalba, fue Espagne 87— Dynamiques et interrogations \a
que, comisariada por Guadalupe Echevarría y Suzanne Pagé, propuso una cierta
apuesta de futuro. Intentó superar «la explosión de los sueños de principios de los
ochenta» y las consecuentes modas neoexpresionistas que habían convertido a Mi-
quel Barceló en mito de la nueva modernidad, y presentó el arte más joven como
algo inscrito en una escena viva y dinámica*, de tal manera que los artistas selec-
cionados* sólo tenían en común, en opinión de G. Echeverría y S. Pagé, el hecho
de afirmar un cosmopolitismo militante sin renunciar a sus lugares de origen y a un
localismo revisado.
Después de esta visión panorámica y de que las principales revistas internacionales
de arte se interesasen por la «nueva situación» española?” en 1988 algunas institucio-
nes museísticas norteamericanas se sumaron a la recuperación del arte español, que
por fin, en palabras de los propios organizadores de las exposiciones, podía resistir una
comparación de igual a igual con las tendencias internacionales, aunque sin perder su
identidad, Así, Gregory G. Knight, responsable de la muestra itinerante Epoca Nueva.
Painting and Sculpture from Spaín, justificó la selección de artistas como T. Badiola,
J. M. Broto, Ch. Cobo, F. García Sevilla, M. Gómez, F. Leiro, M. Navarro,J. M.* Si-
cilia, S. Solano y J. Uslé por el hecho de que en ningún momento habían sacrificado los
significados más profundos de su arte en aras de las tendencias de la moda”.
La consolidación de la escultura
Cristina Iglesias: Sín título B/3, 1987: Instalación en el Capc de Burdeos, 1987. Derechos reservados.
objeto de su atención ha sido transgredido. Pero la proximidad física no trae consigo una mayor cercanía; por el
contrario, marca una mayor distancia. El estar dentro de la obra crea un poderoso sentimiento de apartamiento».
E $ ra E Véase James l.ingwood, «Monólogos y diálogos», en Juan Muñoz Monólogos y diálogos, Palacio de Velázquez,
Juan Muñoz. Escena de conversación, 1991. Derechos reservados. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 25 de octubre de 1996-15 de enero de 1997, p.14.
332 La posmodernidad cálida en Europa. 1980-1985 El arte español en la era del entusiasmo 333
Susana Solano: Bany de les cariátides ¡1.* 2 (Baño de las cariatides n.° 2), 1988. Pabellón español
de la Bienal de Venecia, 1988. O VEGAP. Madrid, 2000.
Cristina Iglesias: Sin titulo, mites y proporciones de los espacios que llegan a ocupar. Pero, más que complemen-
1993. Pabellón español de la
Bienal de Venecia, 1993.
tar un vacío arquitectónico dado, decorándolo o rellenándolo, lo recrean»”.
Derechos reservados. Tras unas obras iniciales hechas con materiales blandos, maderas o lonas en las
que la artista proyecta una manualidad pulsátil (cosidos, arrugados, fruncidos), hacia
1985-1986, Susana Solano (Barcelona, 1946) incorpora el hierro a sus obras, un ma-
las salas de exposición las entiende como fronteras contenedores en los que disponer terial (en ocasiones hierro-plomo) que, con voluntad de revelar las marcas del proceso
elementos arquitectónicos realizados en hierro, cemento, vidrio, resina, alabastro, ma- de fabricación, corta, dobla y enrolla en un buscado encuentro entre la fabricación in-
dera, etc., y buscar el encuentro entre principios opuestos: lo oscuro frente a lo cro- dustrial (maquinaria de herrerías) y la artesanal. Su dominio del trabajo sobre metal y
mático, lo plano frente a la textura, la estabilidad frente a lo frágil, etc. su uso del vocabulario formal minimalista no es óbice para dotar a sus esculturas de
En sus obras de pared, C. Iglesias trata cada pieza, concebida a la manera de ma- una formalización orgánica en "a que destacan los volúmenes curvos y sinuosos y las
cropincelada cargada de sentido, como una pantalla que dialoga con el espacio a través estructuras abiertas y cóncavas, a modo de cavernas y contenedores, que aluden a en-
de las formas y de la luz en un intento de borrar los límites que separan la pintura y la tornos domésticos y vivencias personales de la artista (Amplio paréntesis, 1986, El
escultura y el vacío y lo lleno. Para Adrian Searle, la escultura de C. Iglesias se reduce puente, 1986). En 1987, su obra, al tiempo que gana en monumentalidad y horizon-
a un problema de objetos y lugares. Es decir, al mismo tiempo que las esculturas se talidad, inicia un proceso de paulatino acercamiento a la geometría, a la línea recta y
presentan como volúmenes y superficies diversas, lo hacen también como detalles
cotidianos de nuestro vivir, como pueden ser las marquesinas, verjas, esquinas, barre- 5 Véase Adrian Searle, «Teñida de una pálida luz», en Cristina Iglesias, Palacio de Velazquez, Museo Na-
en
cional Centro de Arte Reina Sofía, 5 de febrero-20 de abril de 1998, p. 50. La exposición se presentó también
ras, etc.: «Alineadas en una relación sutil con las paredes, suelos y techos, las obras de el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, en la Renaissance Society de Chicago en 1997 y
en el Mu-
Cristina Iglesias —afirma A. Searle— establecen una especie de connivencia con los lí- seo Guggenheim Bilbao en otofio de 1998.
334 La posmodernidad cálida en Europa. 1980-1985 El arte español en la era del entusiasmo 335
Perejaume: Cim de Catíu d'Or (Cima de Catiu d'Or), 1988. Aperto, Bienal de Venecia,
1988. O VEGAP. Madrid, 2000. ;
La situación neoyorquina
Los teóricos de la imagen apropiada del que sólo la fotografia podria ser su alternativa '*. $i la fotografía había sido «inven-
tada» en 1839, no fue «descubierta» hasta la década de los setenta: «El apetito por la fo-
Apropiarse de la fotografía tografía en la pasada década fue insaciable. Artistas, críticos, coleccionistas, comisarios
de exposiciones y estudiantes de escuelas de arte se apropiaron de la fotografía para
En «The Photographic Activity of Postmodernism» *, último texto de su trilogía huir de su enemiga, la pintura» '”.
iniciada con «Pictures» y «On the Museum's Ruins» Y, Douglas Crimp propuso la fo- En su apuesta por la fotografía, D. Crimp reconoció implícitamente, y alentó
tografía como única alternativa a la pintura en el marco de la posmodernidad. Par- explícitamente, el trabajo de aquellos artistas que como R. Longo, B. Kruger y R. Prin-
tiendo del pensamiento de Walter Benjamin, sustancialmente del expuesto en La obra ce en su censura de la representación habían desarrollado un programa de crítica nor-
de arte en la época de la reproducibilidad técnica, ensayo en el que el esteta alemán mativa y estandarizada de los media y habían adoptado la fotografía y la metodología
contrapuso la fotografía a la pintura sujeta a los tradicionales condicionantes de ori- -de la apropiación? como instrumentos prescriptivos para inscribir la «nueva pintura»
ginalidad y autenticidad, D. Crimp consideró la fotografía en tanto que medio conti- en el territorio de la posmodernidad. >
nuador de las performances capaz de superar las representaciones basadas en el Para el teórico y también pintor Thomas Lawson?!, esa «nueva pintura» era igual-
concepto de aura. Frente al individualismo y al conformismo característicos de las mente la única salida posible a los últimos y más recientes episodios (arte narrativo,
prácticas pictóricas (D. Crimp se refería a tendencias de los años setenta como la Pat- Pattern Painting, New Image Painting, nuevo arte naif, energismo, nueva moda, etc.)
tern Painting y la New Image Painting), reivindicó la «fotografía subjetiva», no reali- de una modernidad que, en su afán por revivir el pasado desde la nostalgia, había con-
zada por fotógrafos, sino por artistas: «Es entonces —sostiene D. Crimp— cuando la vertido lo que podía ser un homenaje en un pastiche histórico o en un ejercicio de
actividad fotográfica del posmodernismo ya no opera según estilos (como ocurría con «mala conciencia» del espíritu formalista.
la abstracción y el realismo), sino en complicidad con los modos de la fotografía en Como para D. Crimp, para T. Lawson”, que consideraba la propuesta American
tanto que arte, para subvertirlos y superarlos» ”. Painting: The Eighties de B. Rose como «una procesién a modo de funeral de cansi-
En un posterior artículo, «The End of Painting» 16 D. Crimp reiteró su crítica nos clichés, un proyecto que, como todo proyecto moderno, se convertia en declara-
contra los discursos neoconservadores del arte y anunció el fin de la pintura figurativa tivo, en el sentido de que se movía en la era del manifiesto, de la declaración progra-
_y expresiva que Barbara Rose había promocionado en American Painting: The Eighties. mática del artista» ”, esa última y decadente secuela del espíritu formalista
Según D. Crimp, en esta exposición B. Rose mostró un discurso teórico reaccionario, absolutamente desacreditado ” tan sólo podía ser superada por la fotografía, un arte
defensor de un arte elevado, universal, liberal, trascendente y catártico, opuesto al que había restaurado la idea de distancia estética como valor y como medio para ge-
minimal y al conceptual, un arte al servicio de la burguesía tradicionalista anclada en la nerar un proceso de apropiación: «Nosotros conocemos la vida real tal como aparece
Paín-
historia, un arte que tenía notables representantes en el Erank Stella de las Black representada en filmes y vídeos. Todos estamos implicados en un espectáculo de sa-
tings (Pinturas negras, 1960-1961), en Robert Ryman y en el francés Daniel Buren”, y tisfacción que en último término acaba siendo alienante. En todas estas manifesta-
ciones, la cámara es nuestro dios [...]»”.
pp. 91-101)
* Tnicialmente, «The Photographic Activity of Postmodernism» (Octoher, 15, inviemo de 1980, pro-
coloquio «Performan ce et Multidiscipl inaireté: Post-moder nism» 3 D. Crimp, «The End of Painting», art. cit., p. 75.
fue una comunicación presentada en el o en
de 1980. Reproducid *Ibíd., p.76.
movido por la revista Parachute y celebrado en Montreal los días 9 al 11 de octubre
Performance : Textes & Documents, Montreal, Parachute, 1981. 980 ag & Milazzo, Hyperframes. A Post-Appropiation Discourse, vol. 1, Paris, Editions Antoine Candau,
D. Crimp cita a Robert
5 En «On the Museum's Ruins» (October, 13, primavera de 1980, pp. 41-57), 1989, p. 15.
pintura para propiciar
Rauschenberg como uno de los primeros artistas de la modernidad que conspiró contra la por las de re-
2 Thomas Lawson, «Last Exit: Painting», en Artforum, octubre de 1981, pp. 40-47.
su propia destrucción: «Rauschenberg sustituyó las técnicas de producción (collage, assemblage) Crimp, On
2 De origen escocés, Thomas Lawson llegó a Nueva York hacia mediados de 1970. En 1979 fundó la Real
producción, lo cual convierte el arte de Rauschenbe rg en posmoderno .» Texto incluido en Douglas Life Magazine, revista en la que colaboraron jóvenes artistas norteamericanos interesados en cine, televisión, fo-
the Museum’s Ruins, Cambridge, Mass., y Londres, The MIT Press, 1993, pp. 44-65. togratia y publicidad. También fue comisario de algunas exposiciones en las que planteaba las relaciones entre
pp. 91-101),
4 En el texto «The Photopraphic Activity of Postmodernism» (October, 15, invierno de 1980, im Zeitalter el arte y los mass media. T. Lawson fue, a su vez, el organizador de la muestra A Fatal Attraction: Art and the Me-
D. Crimp partía de las teorías sobre la noción de aura formuladas por W. Benjamin en Das Kunstwerk día (Renaissance Society, University of Chicago, Chicago, 1982) que agrupó a veinte artistas, entre ellos: Dara
ensayo publica-
seiner technischen Reproduzierbarkeit (La obra de arte en la época de la reproducibilidad técnica),der Photographie» Birnbaum, Barbara Bloom, Troy Brauntuch, Sarah Charlesworth, Jack Goldstein, Jeff Koons, Barbara Kruger.
do originariamente en francés en 1935 y traducido al alemán en 1936, y en «Kleine Geschichte Thomas Lawson, Robert Longo, Matt Mullican, Richard Prince y Cindy Sherman.
p. 18.
(1931), publicado como «A Short History of Photography», en Screen, 1, primavera de 1972, 3 T. Lawson, «Last Exit: Painting», p. 43.
Douglas Crimp, «The Photographic Activity of Postmodernism», p. 92. así como
2 «La estrategia de estos jóvenes artistas se define por un homenaje al pasado y, en particular, por una nos-
6 Ídem, «The End of Painting», en October, 16, primavera de 1981, pp. 69-86. Este texto de Crimp, talgia por los primeros tiempos de la modernidad. Pero lo que nos dan es un pastiche de la conciencia histórica,
los citados anteriormente aparecen recopilados en On the Museum's Ruins, ob. cit. un ejercicio de mala fe, ya que, descontextualizando sus fuentes y renunciando a proporcionar un nuevo cuadro
ry Ar-
7 Douglas Crimp entró en contacto con la obra de Daniel Buren a raíz de la muestra Eight Contempora artistas crítico a éstas, rechazan las particularidades de la historia en favor de una mitología generalizada, para acabar ca-
que tuvo lugar en el MOMA de Nueva York en octubre de 1974. Aparte de Daniel Buren, los demás yendo en el sentimentalismo». Véase T. Lawson, «Last Exit: Painting», p. 45. Del mismo autor «Uses Repre-
tists Brice Marden
presentes fueron: Vito Acconci, Alighiero Boetti, Hanne Darboven, Jan Dibbets, Robert Hunter, sentation: Making some Distinctions», en Flash Art, marzo-abril de 1979, pp. 37-39.
y Dorothea Rockburne. i 2 T. Lawson, «Last Exit: Painting», p. 47.
346 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985 El apropiacionismo 347
Apropiarse de la alegoría
sexuales y los deseos frustrados del hombre de la calle, resuelta con dibujos y seri-
grafias acompanados de comentarios malévolos e irénicos** referidos al inconsciente
individual y colectivo, ejemplificado éste a través de algunos grupos sociales: homo-
sexuales, políticos, mujeres, etc., que hacen difícil diferenciar la ficción de la no fic-
ción y la biografía de la autobiografía.
Después de sus iniciales escarceos con la música rock, Robert Longo (Nueva
York, 1953) se sintió fascinado por la iconografía del cine y de la televisión, de la que
aisló imágenes para manipularlas y convertirlas en naturalezas muertas a gran escala.
Ello es lo que hace, por ejemplo, en su serie Men in the Cities (Hombres en las ciu-
Richard Prince: Untitled. Cowboy (Sin dades, 1980-1987), dibujos de gran formato en los que sobre el papel blanco aparecen
título. Vaquero), 1986. Derechos re- figuras de hombres de traje y corbata negra acribillados a balazos. Tales figuras tienen
servados. su referente en una secuencia del filme de R. W. Fassbinder An American Soldier (El
soldado americano, 1970), que R. Longo descontextualiza y convierte en opaca invi-
tando con ello al espectador a formular preguntas sobre lo que le ocurre al individuo
A principios de los años ochenta, sin abandonar definitivamente sus filmes, sus de traje y corbata negros: «Al capturar el instante en que el hombre es abatido por la
performances y sus grabaciones de sonidos, J. Goldstein se concentró en trabajos pic- bala —comenta D. Crimp— Longo suspende el momento entre la vida y la muerte en
tóricos —acrílicos en blanco y negro sobre lienzo—, en los que, a partir de imágenes un ambiguo éxtasis. Y lo más extraño es que esta pintura acaba participando de la ele-
fotográficas de ciudades asediadas durante la Segunda Guerra Mundial, construía vi- gancia de la danza»””. En esa serie de obras, más que representaf personas concretas,
siones nocturnas de «otras ciudades» a las que el tratamiento de la luz otorgaba un in- R. Longo trata al hombre como un ser anónimo perteneciente a alguna entidad
tenso dramatismo. En 1983-1984, J. Goldstein empezó a añadir color a sus obras corporativa, como logotipo de carne viva o alegoría de una situación social determi-
para, en sus obras de eclipses solares y en sus visiones de la naturaleza, acentuar el nada”.
concepto de realidad tanto como el de artificialidad: «El placer de la belleza de las En los años que trabaja en Men in the Cities, R. Longo realiza también perfor-
imágenes está en relación directa con el no-placer de su ausencia» ?*. mances, como la compleja Empire (Imperio, 1978-1981) en la que mezcla danza,
Ya en obras de finales de los años setenta, Richard Prince (Panamá, 1949) se vale música, escultura, cine y teatro expresionista, con trípticos y relieves con imágenes
de refotografías (fotografías de fotografías) para borrar las diferencias entre arte y rea- apropiadas de los grandes anuncios cinematográficos. Son obras que revelan su fas-
lidad e infiltrarse en los intersticios que puedan existir entre la realidad y la ficción: cinación por la retórica del poder y, a la vez, por aspectos relacionados con el sexo, la
«Refotografiando una imagen fotográfica hago una pintura sin ningún esfuerzo f...]. guerra, el amor y la muerte. Tal como afirma 1. Sandler, en R. Longo convergen
No puedo construir una historia de la nada» *”. Tras iniciarse en la refotografía, la tensión, la ansiedad y la alienación —la deshumanización— de la sociedad corpo-
R. Prince lleva a cabo series en color partiendo de anuncios publicitarios exponentes rativa urbana que el artista descompone y deconstruye en unas maneras frías e im-
del lujo y el placer mundanos (joyas, relojes, frascos de perfume, etc.), con los que personales *.
busca una creciente dosis de realidad e incluso de hiperrealidad (series Sunset [Pues- En el tríptico Corporate Wars: Walls of Influence (Guerras corporativas: muros de
ta de sol], 1981 y Gangs [Bandas], 1984), series que conjuga con otras más preocu- influencia, 1982) el pintor rinde su particular homenaje al poder de los negocios, del
padas por hacer aflorar la «manera de ser» norteamericana, que es, obviamente, la dinero y de las grandes multinacionales. Un grupo de dieciocho jóvenes, soldados de
suya propia. Así, las refotografías de los anuncios publicitarios de los cigarrillos aluminio, situados en el panel central del tríptico se convierten en figuras alegóricas
Marlboro (Cowboys [Vaquero], 1980-1988) se deben comprender como un camu- de los businessman (hombres de negocios) de Wall Street, significando que Wall
flado retrato del norteamericano medio «sustituto de su propio autorretrato» y, más Street actúa como una institución militar en la que todo es uniforme y en la que no
genéricamente, como un comentario sobre la identidad masculina a mitad de camino cabe lo anárquico, ni tan siquiera la libertad individual. En los paneles laterales se al-
entre la ficción y la realidad.
En 1986, R. Prince abandona la refotografía y empieza a «redibujar» la realidad a 3% «Los comentarios de R. Prince —afirma Brian Wallis— se centran en la validez de las imágenes fotográ-
partir de imágenes apropiadas del mundo de los cómics y de los dibujos animados. De ficas. En estas historias, los rasgos son un intento de hacer verdadera la ficción del anuncio fotográfico, susti-
tuyendo la narrativa y la coherencia en favor de la iconografía de los modelos.» Brian Wallis, «Mindless Pleau-
ello es buen ejemplo la serie Jokes (Bromas, 1986-1993), una crónica de las fantasías sure: Richard Prince's Fictions», en Parkett, 6, septiembre de 1985, p. 61.
27 D. Crimp, «Pictures», art. cit., p. 76.
A Forest of Signs. Art in the Crisis of Representation, Los Angeles, Museum of Contemporary Art, 7 de ** Carter Rarcliff, «Longo’s Logos», en Artforum, enero de 1990, p. 106.
mayo-31 de agosto de 1989, p. 33. ° Irving Sandler, Art of the Posteodern Era. From Late 1960s to the Early 1990s, Nueva York, Icon Editions,
35 Véase Richard Prince, Nueva York, Whitney Museum of American Art, 1992. 1996, p. 247.
350 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985 El apropiacionismo 351
© Robert Longo: Untitled. Watchdog (Sin título. Perro guardián), Detalles, 1986-1987.
O Robert Longo: Corporate Wars: Walls of Influence (Guerras corporativas: muros de in-
fluencia), 1982.
352 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985 El apropiacionismo 353
zan rascacielos en alto relieve de madera pintada que no sólo simbolizan los lugares
del poder, sino el síndrome de la vida urbana moderna, dominada por la opresión, el
vértigo social y la lucha de clases.
Con el objetivo de desmitificar el concepto de originalidad en tanto que ficción, a
finales de los años setenta Sherrie Levine (Hazelton, Pensilvania, 1947), inició un tipo
de trabajo que, a través de una crítica deconstructiva de la representación, subvertía
irónicamente el concepto de creación original. Negándose a inventar sus propias
imágenes, S. Levine, a través de la refotografía, se apropió del trabajo de otros artistas,
por lo común reconocidos fotógrafos de los años treinta y cuarenta —todos ellos mas-
culinos—, como Walker Evans *°, Edward Weston y Alexander Rodchenko, cuyas
obras fotografiaba sin reinterpretación ni modificación alguna*.
En este proceso que, según Rosalind Krauss, hace de S. Levine una de las prime-
ras artistas en deconstruir la originalidad, el mito de la modernidad por excelencia, la
artista convierte las fotografías apropiadas en signos abstractos que, siguiendo las pro-
puestas de los ready mades duchampianos, adquieren nuevos significados. Pero ade-
más, con sus refotografías de fotógrafos masculinos, S. Levine, al decir de L. Wein-
traub *, subvierte la autoridad masculina * y deja el camino libre, al menos
simbólicamente, para que las mujeres reivindiquen el mando de la sociedad: «A fi-
nales de los setenta y principios de los ochenta —afirma S. Levine— el mundo del
arte sólo quería imágenes sobre el deseo masculino. Por ello me permití asumir una
actitud de «chica mala»: quieres esto, yo te lo daré. Pero, por supuesto, ya que soy Sherrie Levine: Fountain. After M. Duchamp (Fuente. Según M. Duchamp), 1991.
una mujer, estas imágenes se convierten en trabajo de una mujer»*, Derechos reservados.
En un segundo grupo de obras de principios de los ochenta, S. Levine se apropia
de medios artesanales, por lo común asociados a las labores femeninas *, para realizar «ausencia» espacial, si bien estas obras originales se presentan como si fuesen grabados
versiones en color de trabajos de destacados artistas masculinos del siglo XX: Mon- —es decir, réplicas desiconizadas de unos originales— enmarcados por pass-partouts
drian, Miró, Marc, Schiele, Matisse, El Lissitsky, De Kooning, Léger, etc. Su series blancos: «En el fondo —comentó Daniel Soutif con motivo de una retrospectiva de la
tituladas After... (Según...) conservan la iconografía de las obras apropiadas, pero artista celebrada en París en 1992— más que todos los After... Duchamp, Krazy Kat,
subvierten su técnica, su formato y su composición. En los Afters..., S. Levine, con- Klein... tendriamos que hablar de un “after Benjamin” y de su concepto de pérdida del
vierte el «cuadro falso» en obra original a través de la «distancia» temporal y de la aura que la reproducción, especialmente fotográfica, ha provocado en las obras de
arte»,
+9 Para un estudio pormenorizado de la serie de fotografías de Sherrie Levine titulada After Walker Evans,
véase Howard Singerman, «Secing Sherrie Levine», en October, 67, invierno de 1994, pp. 79-107. Insistiendo en el cuestionamiento de la originalidad y en el hecho de no hacer nada
*! De hecho, en cada una de las obras de S. Levine figuraban tres autores: el artista que originalmente hizo las que no hubiera sido hecho por otro artista, a partir de 1985, S. Levine empieza una
fotografías, el fotógrafo que copió las fotos originales y las reprodujo en un libro y la propia Levine que tomó nueva serie en la que sustituye la copia de obras concretas por la apropiación de imá-
la fotografía de la reproducción y la presentó como una nueva obra de arte. Véase Linda Weintraub, Art on the
Edge and Over. Searching for Art’s Meaning in Contemporary Society 1970s-1990s, Nueva York, Art Insights, Inc, genes y motivos aislados de su contexto. En esta serie de pinturas metálicas sobre con-
Publishers, 1996, p. 251. trachapados de madera, en realidad «patterns» generados por ordenador a partir de
2 Ibíd., p. 252.
% Según Brandon Taylor, el proceso de desmasculinización del arte iniciado por Sherrie Levine fue esti-
reproducciones de pinturas de Monet, Duchamp, Kirchner, Mondrian, Noland, etc.,
mulado por un sustancial cambio de discurso en el ámbito de la teoría de la fotografía activado por las refle- S. Levine recrea distintas formas recurrentes del arte contemporáneo y de las van-
xiones de Susan Sontag, Roland Barthes y otros críticos vinculados a las revistas October y Screen que analizaron guardias, como las abstracciones geométricas y las biomórficas. Según E. Sussman ”,
la fotografía desde una nueva relectura de los textos clásicos del psicoanálisis de Freud (narcicismo, fetichismo,
fantasía). Véase Brandon Taylor, The Art of Today, Londres, Everyman Art Library, 1995, p. 77. Brandon se re- en esas «abstracciones genéricas», S. Levine entabla un tenso diálogo con los maestros
fiere al texto de Susan Sontag, On Photography (1979) y al de Roland Barthes, Camera Lucida (1981). de la tradición formalista.
+ Entrevista de Paul Taylor a Sherrie Levine («Sherrie Levine Plays with Paul Taylor»), en Flash Art, vera-
no de 1985, p. 55. ** Comentario de Daniel Soutif a la exposición de Sherrie Levine (Hotel des Arts, París, 1992). Recogido en
% Según S. Levine, la decisión de abandonar la refotografía en beneficio de la acuarela y el dibujo respon- D. Soutif, Papiers Journal. Chroniques d'art (1981-1993), Nimes, Ed. Jacqueline Chambon, 1993, pp. 185-188.
día a una motivación feminista derivada de sus lecturas de críticas feministas, así como de los escritos de * Elisabeth Sussman, «The Last Picture Show», texto incluido en el catálogo de la exposición Endgame: Re-
S. Freud y de Lacan. ference and Simulation in Recent Painting and Sculpture, Boston, The Institute of Contemporary Art, 1986, p. 58.
354 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985
Capítulo decimocuarto
El neoexpresionismo y el arte del graffiti
Sherrie Levine: Untitled. After Walter Evans: 3 (Sin títu- El apropiacionismo que emergió en Nueva York a principios de los ochenta corrió
lo, Según Walter Evans: 3), 1981. Derechos reservados. paralelo a otra tendencia cercana a la sensibilidad y al espíritu de época que desde Eu-
ropa reclamaba un retorno a la pintura a través de maneras expresionistas subjetivas y
emocionales. Algunos de los artistas italianos ' y alemanes? presentes en exposiciones
como A New Spirit in Painting (Londres, 1981), Westkumst (Colonia, 1981) y Zeitgeist
(Berlin, 1982) presentaron sus obras en galerias del Soho neoyorquino y participaron
en proyectos colectivos como The Pressure to Paint (1982)>, despertando un inusitado
interés en algunos de los críticos estadounidenses más influyentes del momento, como
Roberta Smith, Hilton Kramer, Peter Schjeldahl y Robert Pincus-Witten, los cuales
apostaron sin titubeos por la versión norteamericana del neoexpresionismo. Desde las
páginas de la revista Arts Magazine, Robert Pincus-Witten se convirtió en uno de los
Louise Lawler: Living room corner, primeros defensores de los pintores neoexpresionistas, al considerarlos cabeza del
arranged by Mr. and Mrs. Burton Tre- renacer de la pintura norteamericana*. Por su parte, Hilton Kramer? situó la práctica
maine (Rincén sala estar dispuesto por de la pintura figurativa de algunos artistas norteamericanos en el marco de un proce-
los Sres. Burton Tremaine), 1984. so internacional que respondía a una situación de «hambre de pintura» y que reivin-
Derechos reservados.
' Francesco Clemente y Sandro Chia tuvieron muy buena recepción crítica en sus exposiciones individuales
celebradas en la Galería Sperone Westwater Fischer de Nueva York en 1980.
Lawler 2 En la temporada 1981-1982, los artistas alemanes Georg Baselitz (Sonnabend), Rainer Fetting (Mary
Un proceso apropiacionista similar al de S. Levine es el que sigue Louise Boone), Anselm Kiefer (Marian Goodman), Jorg Immendorff (Sonnabend) y Markus Liipertz (Marian Good-
Los «lugare s
(Bronxville, Nueva York, 1947), si bien a partir de referentes distintos. man) abrieron sus primeras exposiciones individuales en Nueva York.
etc.) se
del arte» (interiores de museos, galerías, viviendas de grandes coleccionistas,
> The Pressure to Paínt fue un proyecto de Diego Cortez presentado en la Galería Marlborough de Nueva
una
buscan York en 1982. Los artistas seleccionados fueron: G. Baselitz, J. M. Basquiar, S. Chia, F. Clemente, E. Cucchi,
convierten, a partir de 1981, en el objetivo-objeto de unas fotografías que M. Disler, R. Fetting, K. Haring,J. Immendorff, A. Kiefer, P. Kirkeby, M. Liipertz, A. R. Penck, D. Salle, J. Schna-
arte y su present ación y que, por extensi ón, plantean el
confrontación crítica entre el bel, entre otros.
ements (Dis- 1 Sobre el cambio de opinión del crítico Robert Pincus-Witten, es muy interesante acudir a sus crónicas pu-
problema de la recepción y el consumo de la obra de arte. En sus Arrang blicadas en la revista Arts Magazine, tituladas «Entries». Véanse más específicamente los artículos «Entries:
como aparece n colgada s en los sa-
A
posiciones) la artista fotografía obras pictóric as tal Palimpsest and Pentimenti», junio de 1980, pp. 128-131; «Entries: Snatch and Snatching», septiembre
s de los museos
lones de importantes coleccionistas, pero también en zonas innoble de 1981, pp. 88-91; «Entries: Sheer Grunge», mayo de 1981, y «J. Schnabel: Blind Faith», febrero de 1982, pp.
152-155, en el que el autor compara a J. Schnabel con Pollock, Rauschenberg, Picabia y Beckman. De estos ar-
etc.) para incitar al recepto r a reflexionar
(almacenes, escaleras, accesos a los lavabos, tículos, el más ardoroso en la defensa de los neoexpresionismos tanto norteamericanos como alemanes e italia-
an u
sobre el «objeto arte» y sobre los criterios museográficos que facilitan, dificult nos fue el publicado en febrero de 1983: «Entries: Vaulting Ambition», pp. 70-76.
a E
obstruyen el acceso del público a ese objeto. > Hilton Kramer, «The Árt Scene of the '80s», New Art Examiner, octubre de 1985, p. 24.
356 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985
El neoexpresionismo y el arte del graffiti 357
dicaba los gestos ampulosos, heroicos y auráticos propios del expresionismo abstrac- posestructuralismo **. Definido básicamente en térmi
to de los años cincuenta. nos de estilo, el posmodernismo
neoconservador se caracteriza por su voluntad de
Entre los pintores que saciaron el «hambre de pintura» destacó Julian Schnabel, retornar a la figuración narrativa
a la representación, por reivindicar al artista en tanto
quien desde su primera exposición en la Mary Boone Gallery de Nueva York (1979) $ que autor, por desarrollar un
eclecticismo histórico en el que se reciclan nuevos
hasta 1983 realizó ocho exposiciones individuales y participó en treinta y dos colecti- y viejos estilos y, finalmente, por re-
cuperar la tradición concebida como «redención
vas, sin contar su presencia en grandes eventos europeos, como A New Spirit in Pain- de la historia» retorno que H Fos-
ter entendía como una huida de un presente que no
ting (1981), y las muestras individuales que celebró en el Stedelijk Museum de Ams- se quería asumir: «Tal es el pre-
sente posmoderno, marcado por una retrospectivida
terdam, en el Frankfurter Kunstverein de Francfort y en la Tate Gallery de Londres, d histórica e histérica, en la cual
la historia queda fragmentada y el tema ahogado en
todas ellas en 1982.
sus propias representaciones» 12
Con el neoexpresionismo y la nueva fórmula less ¿s
a bore (menos es aburrido), el
Propio expresionismo, según Hal Foster, se reduc
ía a una convención a un re erto-
rio estándar de signos expresivos abstractos y, a la
La respuesta de la crítica vez, codificados. El pastiche la
textualidad en tanto que signos de la fragmentación
del capitalismo tardío © secon.
yertian en sintomas de un desfondamiento esquizofrénico
El neoexpresionismo se fue imponiendo al apropiacionismo, en parte gracias a del tema y de la narración
la pujanza económica que elevó.a altas cotas el precio del arte-y, especialmente, de la Frente a Hal Foster y, aparte de los ya citados R. Pincu
pintura, y en parte gracias al apoyo de galeristas” y coleccionistas?, La crítica, sin em- s-Witten y H. Kramer, Do-
nald B. Kuspit 1 y Elizabeth C. Baker” se convirtier
bargo, no fue unánime en su valoración, siendo habitual la denuncia de la falta de on en los máximos defensores del
neoexpresionismo, calificando la actitud reticente
base teórica del discurso neoexpresionista, circunstancia que explicaría también el es- y de oposición de Hal Foster
Craig Owens y Carter Ratcliff de «puritana, cansi
caso eco que tuvo esta tendencia en los artistas más jóvenes. na y estrecha de miras» 'S, Para
D. B. Kuspit, H. Foster atacaba los intereses psico
Para las voces más abiertamente negativas ?, el arte que practicaban los neoex- sociales del expresionismo al en-
tenderlos como un nuevo género de retórica. C. Owens
presionistas carecía de cualquier significado político o social, era sólo mercancía y, por , por su parte, tildaba erró-
neamente alas instituciones y a los críticos que daban
tanto, objeto de los vaivenes y fluctuaciones del mercado. La pintura neoexpresionista soporte al neoexpresionismo
con el término militar de «colaboracionistas»,
quedaba reducida a un producto de consumo y, como tal, a un hecho creativamente es decir, de traidores y desleales, y
C. Ratcliff, siempre según Kuspit, presuponía que el
descualificado y vulgar. Para Craig Owens, el mercado de este tipo de arte estaba con- neoexpresionismo envolvía la sin-
ceridad en una creación muda y ciega
trolado por unos pocos dealers (comerciantes) preocupados tan sólo por los binomios
arte = moda y arte = dinero *”, que convertían la pintura en objeto de transacción co-
mercial. El papel de los museos
Julian Schnabel fue tachado de reaccionario, de pintor interesado únicamente por
el estilo y por la forma, por el puro placer estético, de artista preocupado más de las Si los neoexpresionistas alemanes y los transvangu
fluctuaciones económicas que de las artísticas, pálido reflejo, en último extremo, de lo ardistas italianos gozaron de
apoyo institucional, en Estados Unidos, las institucione
que había sido el expresionismo abstracto que presumiblemente pretendía emular. s museísticas actuaron con es-
Esta situación fue la que llevó a Hal Foster a formular la teoría de la existencia de Halal Foster,
Posts «(Post sy))Moder
lai n I Palémin
olemicses
», (6en Recodin
I gs- Art, Ane, Spectacl
© e,le CCultural Politics, Washington, Port-
dos posmodernidades: una neoconservadora y otra que podía considerarse próxima al Townsen d, BayBay Press,
send,
WISE! : s, 1985
138), Ipp. 121-138
21-138 [ed cast.: en,
drid, Alianza Editorial, 1988, pp. 249-262],[ed. en JoseptprtPicó
icd [comp.),
( p.), Modern
-), Modern idad
idad
Modernid ad yy postmod
p lernidad,, Ma-
ernidad
podern NV Mi
Ibídem.
En su primera exposición individual en la Mary Boone Gallery en 1979, Schnabel antes de la inauguración an Foster, «The apie Fallacy», en Art in
había vendido toda la obra expuesta a unos precios que oscilaban entre los 2.500 y los 3.000 dólares. America, enero de 1983. p. 80
7 + APoyo crCrítico
i se puede
p calibrar r en distintos artículo
7 En Nueva York, aparte de la Galería Mary Boone y de sus constantes intercambios con galeristas europeos los s d de Donald B. - Kuspit
Kuspit publica
publicado
doss en Art ini America fe
es que Hens dos números especiales al neoexpresionismo («Special Issue: Expressionism I».
como Bruno Bischofberger de Zurich o Michael Werner, destacaron, por su apoyo al neoexpresionismo, las ga- = , Pp. 1-59, y «Special Issue: Expressionism II, enero diciembre
lerías Paula Cooper, Pace y Helene Winer. de 1983). De D. B. Kuspit, véase «Acts of Agression:
a Today», IL, en Art in America, enero de 1983, pp.
3 En el apartado de coleccionistas hay que constatar como ejemplo paradigmático de la nueva relación ar- _ 90-101.
abeth C. Baker fue la responsable de los dos números monogr -
tista-coleccionista el caso de Charles y Doris Saarchi que acumularon obras de Schnabel, Kiefer y Clemente. Los y áficos dedicados al emergente fenómeno
a en las páginas de la revista Art in America. E. C.
Saatchi abrieron al público su colección en Londres en 1985. sibnist Baker firmó también el texto «How Expres-
It> (p. 5), publicado en diciembre de 1982, en el que
? Entre éstos cabría destacar al grupo de críticos asociados a la revista October; Benjamin, H. D. Buchloh, poes pri se establecían tres generaciones en el seno del
re meior y rca la generación más joven (Schnabel, Salle Bosman
Douglas Crimp, Hal Foster, Rosalind Krauss y Craig Owens. Po gueno abla tsp eh bee : ; dap tape, Clough, Glier Fischl)
sabido sintetizar estilos pictóricos ya existentes dentro de lo que nt ree ae
'2 Un estudio detallado y objetivo de la situación socioeconómica de Estados Unidos de estos años se pue- se podría calificar high
de consultar en Gerald Marzorati, «The Arts Endowment Transition», en Art in Amrerica («Issues & Com- op —_— B. Kuspit, «Rejoinder. Tired Criticism, Tired “Radicalism”»,
mentary»), marzo de 1983, pp. 9-13. en Art in America, abril de 1983,
358 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985
El neoexprestonismo y el arte del graffiti
359
trategias muy diversas en relación al neoexpresionismo, aunque la mayoría de ellas
dieron la razón a aquellos que lo consideraban un producto importado y desarraiga-
do de los verdaderos problemas del arte norteamericano. Los museos que se intere-
saron por el neoexpresionismo no lo hicieron planteando exposiciones temáticas o de
época, sino a través de muestras individuales que, desde el halago y la adulación,
confirmaban la consideración del artista-autor.
Casi como única excepción habría que subrayar la iniciativa del Whitney Museum
of American Art de Nueva York, que en su bienal de 1983, junto a los emergentes re-
presentantes del arte apropiacionista (C. Sherman, J. Holzer y B. Kruger), presentó a
los nuevos expresionistas (J. Schnabel, D. Salle y E. Fischl) y a los graffitistas
(J. M. Basquiat y K. Haring). Quizá como consecuencia de ello, el Museum of Mo-
dern Art de la misma ciudad, en principio reacio al neoexpresionismo, incluyó a al-
gunos de los representantes de esta tendencia en la importante exposición An Inter-
national Survey of Recent Painting and Sculpture *, que en 1984 reunió a ciento
setenta artistas, «todos aquellos que hubieran establecido su reputación desde 1975».
Los artistas-autores
general y de moda como Time, Newsweek, Vanity Fair y Vogue no por su pintura,
sino por su vida de «alta sociedad», por su presencia en fiestas y en clubes de moda,
como el neoyorquino Palladium.
En el extremo opuesto al de J. Schnabel, aunque compartiendo con él la eti-
queta de neoexpresionista, David Salle (Norman, Oklahoma, 1952) nunca gozé del
éxito fácil ni despertó posiciones críticas tan contrapuestas, siendo considerado
como el primer artista norteamericano que inscribió su peculiar neoexpresionismo
Julian Schnabel: Untitled (Sin en el proyecto posmoderno. Sus contactos con el arte conceptual, con el vídeo, con
título), 1988. Derechos reserva- las imágenes mediáticas, con la fotografía crítica y con creadores como Sherrie Le-
dos. vine y Barbara Kruger confirieron a sus obras de principios de los ochenta una apa-
riencia de distancia, de calculado eclecticismo y de programado acto de decons-
trucción.
unas obras que, al menos en apariencia, querían abandonar lo autobiográfico para Según Thomas Lawson”, frente al «canibalismo» y al acto de sabotaje respecto a
plantear cuestiones sociales. la historia, a los mass media y a la realidad ejercidos por el «narcisista» Schnabel,
Para J. Schnabel, la autopromoción y el reclamo publicitario fueron factores D. Salle escogió la única salida posible para un artista radical y escéptico ante el a7ze-
prioritarios, como con anterioridad lo habían sido para Andy Warhol. Julian Schna- rican dream (sueño americano), entendiendo sus pinturas como «inertes representa-
bel encarnó el prototipo de artista que podía satisfacer las expectativas de una época ciones de la imposibilidad de proyectar pasión sobre una cultura que ha institucio-
y, tal como apunta 1 Sandler, recogiendo las observaciones de los críticos Robert Pin- nalizado la autoexpresión» ”,
cus-Witten y Peter Schjeldahl?, se convirtió en el más admirado y laureado de los ar- Tomando como punto de partida el arte pop de James Rosenquit y la pintura de
tistas de la era Reagan y, a la vez, en un «monstruo del ego», una especie de Donald Sigmar Polke, David Salle superpone y mezcla el arte de los maestros antiguos con
Trump del mundo del arte. J. Schnabel y otros artistas de su generación como Jean imágenes fotográficas procedentes de la publicidad, de los cómics, de los dibujos ani-
Michel Basquiat y los italianos F. Clemente y S. Chia, que vivían entre Nueva York y mados, de las revistas pornográficas y de la cultura popular en un proceso apropia-
Europa, llegaron a ocupar las páginas de papel couché de las revistas de información
» Thomas Lawson, «Last Exit: Painting», en Artforum, octubre de 1981, pp. 42-43.
% Ibíd., pp. 42-43.
2 L Sandler, Art of the Postmiodern Era, p. 430.
362 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985 El neoexpresionismo y el arte del graffiti 363
+ Pen a
SN E AS o
> y es
A e $ ‘A
Junto a Julian Schnabel y David Salle, los dos principales representantes del
neoexpresionismo, aunque ambos con posiciones muy diversas respecto a su conte-
nido y a las prácticas artísticas que éste supone, se alinearon otros artistas como Eric
Fischl, Malcom Morley y Jonathan Borofsky que de uno u otro modo y aunque
desde trayectorias muy dispares, participaron de la recuperación de la pintura efusiva
y autocomplaciente.
David Salle: Ugolino’s Room (La habitacién de Ugolino), 1990-1991. Obra presentada
en la Biennial Whitney, Nueva York. 1991. © VEGAP. Madrid, 2000. E David Salle en Richard Marshall, 50 New York Artists, San Francisco, Chronicle Books. 1986, p. 96.
364 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985 El neoexpresionismo y el arte del graffiti 365
que ocurre en el interior de mi mente»”), instalaciones que consiguen activar las re-
laciones del espectador con la realidad.
Desde este punto de vista hay que entender la instalación que J. Borofsky presentó
en la Galería Paula Cooper de Nueva York en 1983, The Chattering Man (El hombre
charlatán), una reflexión doble sobre el estudio-taller del artista (el espacio entorno
exterior) y sobre su psique (espacio interior). Dicha instalación-environment, con una
compleja y caótica escenografía mezcla de dibujo, pintura, escultura, escritura (ano-
taciones en el suelo), luz, sonidos y figuras-robots en movimiento, abrió, según el his-
toriador del arte J. Fineberg, el camino al reconocimiento del graffiti?.
Desde finales de los años sesenta, grupos de jóvenes de los barrios marginales de
Brooklyn y del Bronx empezaron a cubrir las paredes de los espacios públicos —ta-
pias, vallas publicitarias, andenes, túneles y vagones del ferrocarril metropolitano— de
garabatos y pintadas. Los más próximos a la love generation se valían de esos espacios
públicos para dar rienda suelta a su desencanto, a sus protestas, a sus desacuerdos con
las estructuras sociales, políticas y económicas de un sistema que les era absoluta-
mente adverso. Otros, huyendo de sus guetos, dejaban sus huellas o sus marcas anó-
nimas en los muros urbanos con actitudes despolitizadas e indiferentes al establish-
ment y con la única voluntad de afirmar su identidad y dar testimonio de su existencia
en el seno de un sistema que los tenía apartados.
Tanto unos como otros, difíciles a veces de separar tajantemente, los graffiti wri-
ters o graffitistas se valieron de la pintura al spray para dejar huella pública de sus
nombres y, en su caso, pseudónimos a modo de firmas o tags, de los números de las
calles en las que vivían, y para desplegar un universo de imágenes figurativas extraí-
das de los cómics y de los videojuegos, imágenes de la llamada baja cultura expresadas
con un eclecticismo entre salvaje (1:/dstyle) y neo bad”.
Entre los graffitistas que no pudieron acceder al sistema normalizado del arte se
puede individualizar a Julio 204, un individuo de origen hispano del que sólo se
sabe que vivía en el 204th Street (East? West? Manhattan? Bronx? Queens?) consi-
derado, según P. Frank y M. McKenzie”, el primer artista que trabajó en los túneles
del ferrocarril metropolitano, y a Takis 183, griego de nombre Demetrio que vivía en
183rd Street y que creó un impactante sistema de fags inspirado en los cómics 4n-
- derground y, en particular, en las tiras de Cheech Wizard de Vaughn Bodé, que re-
di producía en las vallas callejeras y en los vagones de los metros.
- 3 7 aie
: a on * Otros graffitistas optaron por desplazarse de los guetos en que vivian a otros
ans barrios neoyorquinos, como el Manhattan’s Lower East Side, conocido como East
>" Jonathan Borofsky: 7
E } Hammerin Man (Hom- 2 Texto de Mark Rosenthal incluido en el catálogo de la exposicién de J. Borofsky en el Philadelphia Mu-
bre con martillo), 1981- seum of Art, Filadelfia, 1984, p. 14.
1982 (Art Museum, © Jonathan Fineberg, Art Since 1940: Strategies of Being, Londres, Laurence King, 1995, pp. 445-446.
Berkeley). Derechos re- *\ Véase al respecto Irving Sandler, Art of the Postmodern Era, p. 461.
d ; 2 Peter Frank y Michael McKenzie, New, Used and Improved. Art for the 80's, Nueva York, Abbeville Press,
pervados. 1987, p. 45.
368 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985 El neoexpresionismo y el arte del graffiti 369
Village, donde no sélo frecuentaron los pubs punk y rock, como el Pyramid Club, el La expansión del arte del graffiti y, en cierta manera, el hecho de dejar de ser
Red Bar y el Mudd Club, abierto en 1978” y considerado por A. Warhol como un exclusivamente una manifestación marginal, se produjo a raíz de que una serie de
laboratorio de lo bizarro y lo creativo, sino que acabaron montando allí sus estudios artistas desvinculados en principio del sistema mainstream, es decir, de la cadena
y haciendo sus primeras exposiciones?*, En el East Village, músicos y artistas elabo- comisario/galería/crítico, exhibieron sus obras en la exposición Times Square Show
- raron su propia subcultura (bip hop), compartieron su afición por la música rock, por (1980) ”, presentada en un edificio, antiguo garaje de autobuses y salón de masajes,
el break y el rap y llevaron a cabo performances, filmes underground y graffitis. En es- situado en la confluencia de la Séptima Avenida y la Calle 41 (Midtown).
tas actividades destacaron Crash, Daze, Zephyr, Fab Five Freddy, Lee, Lady Pink, Organizada por el colectivo Colab (Collaborative Projects Inc.), que desde finales
Dondi, Phase Il, Revolt, Seen, Rammellzee y Futura 20007, los cuales por lo común de los años setenta pretendía crear una alternativa a la «academia minimalista» de los
no poseían formación artística alguna a excepción de Rammellzee, buen conocedor muros blancos y limpios de las galerías del Soho, en Tires Square Show se mezclaron
del arte norteamericano de la generación del expresionismo abstracto. Rammellzee de forma indiscriminada y anónima (no había ni nombres de autores ni rótulos con
(de nombre Stephen Piccirello, 1960) fue uno los pocos teóricos del wz/dstyle y re- los títulos de las obras) artistas profesionales y graffitistas desconocidos que en una
dactor de su manifiesto** en el que clasificó los tags en tres grupos: a) el «tag monó- _ pared situada delante del edificio crearon un gran mural con tags utilizados a modo
logo» en el que cada letra del abecedario adquiere un valor propio; b) el compuesto de signos territoriales de pertenencia a distintas calles y barrios de la ciudad. Ante los
por letras cuyo interés principal reside en el dibujo, lo que le llevó a hablar, refi- ojos del público y de los críticos que dieron cuenta de la exposición, Times Square
riéndose a este tipo de trabajo —que era el más practicado por Rammellzee—, de Show, amalgama de diferentes medios: pintura, escultura, filmes, vídeos, performan-
«futurismo gótico» y de «Iconoklast Panzerism», y c) el dibujo sin fin, una especie ces, a medio camino entre la sensibilidad pop y la fluxus %, apareció como algo en es-
de «cadáver exquisito» en el que cada dibujo implicaba su continuación, pudiéndo- tado bruto, irreverente, rebelde, ejemplo de mal gusto y carente de cualquier atisbo de
se desarrollar así «ad infinitum». El historiador J. Fineberg presentó el trabajo de _artisticidad *.
Rammellzee como ejemplo de aplicación del proyecto deconstructivo de Jacques Sin embargo, a partir de esta exposición, los artistas del graffiti fueron objeto de
Derrida en el sentido de que el propio artista, con sus habilidades creativas y sus cre- * un progresivo reconocimiento e integración en el sistema del arte, como lo paten-
aciones simbólicas, podía socavar los controles institucionales y transformar, con ello, tiza el hecho de que algunas galerías del Soho, como White Columns * y Fashion
las estructuras sociales”. - Moda, cediesen sus espacios para que los graffitistas colgaran eventualmente sus
Partiendo del formato de las tiras cómicas, el colectivo Futura 2000 se acercó al obras. El definitivo espaldarazo a esta nueva forma de creación artística vino de la
arte gestual del expresionismo heroico norteamericano, mientras que Crash y Dave, mano del prestigioso galerista Sidney Janis, que en la exposición Post-Graffiti
en sus yuxtaposiciones de imágenes, acusaron la influencia de los trabajos de artistas (1983) * confrontó el trabajo de aquellos artistas que ya se habían integrado ple-
pop como R. Litchenstein y J. Rosenquit. De ellos, fue Crash el que con sus imágenes namente en el sistema, como J. M. Basquiat, K. Haring y K. Scharf, con el de los
apropiadas de publicaciones como Krazy Kat (Krazy kat and Ignatz IT [1984?) y Su- «artistas del gueto»: A One, Bear, Crash, Daze, Futura 2000, Lady Pink, Ram-
perman (White Superman, 1984) y sus comentarios referidos a los estereotipos racia- mellzee, Toxic y Zephyr.
les y a los orígenes étnicos del propio artista mostró más afinidades con el mundo del En Europa, la presencia del arte del graffiti fue relativamente temprana, y alcan-
cómic?, zó gran difusión entre las «tribus» urbanas, aunque escaso eco institucional. Tras la
exposición Graffiti, organizada por el Museo Boymans-van-Beuningen de Rorter-
> Sobre el Mudd Club véase Jeffrey Deitch, «“Cold War Zeitgeist” at the Mudd Club», en Art in America, dam en 1983, que mostró el trabajo de los taggers o «artistas del gueto» (Blade,
abril de 1980, pp. 134-135.
2 Véase Michael Shore, «Punk Rocks the Art World: How Does It Look? How Does It Sound?», en Art Según Jeffrey Deitch, la muestra Times Square Show no sólo supuso un cambio de imaginería o de lenguaje
News, noviembre de 1980, p. 79. formal, sino más bien de intenciones: «Dura en parodia y excitación, la exposición estuvo alimentada por un
Sobre esta generación de graffitistas véase Kirk Varnedoe y Adam Gopnik (eds.), Modern Art and Popu- neopop, a medio camino entre Andy Warhol, Red Grooms y Times Square. En todo caso, la muestra fue un ex-
lar Culture: Readings in High and Low!, Nueva York, Museum of Modern Art, 1990, pp. 376-382. traordinario ejemplo de medio mezclado.» VéaseJ. Deitch, «Report from Times Square», en Art in America, sep-
35 Rammellzee tituló su manifiesto escrito entre 1979 y 1986 «Ionic Treatise Gothic Futurism Assassin tiembre de 1980, p. 61.
Knowledges of the Remanipulated Square Point One to 720%. A 1979 corresponde un nuevo escrito, Hell, The * «Era como si una clase de estudiantes de Bellas Artes algo bebídos hubieran decidido hacer una fiesta con
Finance Field Wards. pinturas (painting party). Los colores eran chillones y la pintura estaba aplicada con prisas y de forma poco de-
37]. Fineberg cita a su vez el texto no publicado de John Carlin, «Bombing History: Graffiti and Art of the licada. La gente ni se molestaba en ver las pinturas.» ]. Deitch, «Report from Times Square», p. 61.
Eighties» (1987). Véase J. Fineberg, Art since 1940. Strategies of Being, p. 446. *! Kim Levin, «The Times Square Show», en Arts Magazine, septiembre de 1980, pp. 87-88. Para una lectura
3£ La exposición Comic. Iconoclasm (Londres, Institute of Contemporary Arts, 1987), fiel a la trayectoria del crítica de la muestra, véase Robert Pincus-Witten, «Entries: If Even in Fractions», en Arts Magazine, septiembre
ICA de relacionar la cultura popular con las bellas artes, planteó las relaciones entre el cómic y la pintura o en- de 1980, p. 117.
tre lo elevado de las bellas artes en Estados Unidos y lo bajo de la cultura popular, especialmente las tiras 2 El director de la White Columns, Josh Baer, que en 1982 organizó una exposición sobre el arte del graf
cómicas y los dibujos animados: «No obstante, lo que demuestra esta exposición es que el cómic puede compe- fiti, reconoció que el significado de las obras de los artistas del graffiti variaba cuando éstas abandonaban la
tir tanto desde los aspectos técnicos como desde los temáticos con las sofisticadas formas de las artes plásticas.» calle y se integraban en el sistema de las galerías.
Véase Iwona Blazwick, «Preface», en Comic Iconoclasm, p. 6. © Post Graffiti, Nueva York, Sidney Janis Gallery, 1-31 de diciembre de 1983.
370 La posmodernidad en Estados Unidos. 1980-1985 El neoexpresionismo y el arte del graffiti 371
Crash, Dondi, Lee, Noc 167, Quick, Zephyr, etc.), no fue hasta 1991 cuando el Mu-
sée National des Monuments de París, en lo que se consideró el primer reconoci-
miento institucional de la tendencia, presentó el trabajo conjunto de graffitistas nor-
teamericanos y franceses que tenían en común su «experiencia del metro»*,
Fue también en 1991 cuando el arte del graffiti que, a pesar del interés de L. Cas-
telli no había conseguido imponerse en el mercado privado del arte («white people
dislike black art», «a la gente blanca no le gusta el arte hecho por negros» comentó
irónicamente el galerista Holly Solomon en 1987), entró en un museo norteameri-
cano gracias a la muestra Graffiti Art Y organizada por la Corcoran Art Gallery de
Washington.