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4. Manejo de las emociones. Gracias a los anteriores pasos secuenciales, las
emociones son reguladas, controladas.
Entusiasmo
EmpaIa
Autocontrol
1. Autocontrol. Se define como el cuidado y la inteligencia en el gobierno de
sí mismo, la capacidad de contener el exceso emocional, de no dejarse
llevar por las emociones, de saberse calmar por sí mismo. Esta habilidad,
asimilable a la templanza, va de la mano con la capacidad de vivir en
comunidad, de aceptar al otro, a la diferencia. Para muchos autores el
autocontrol se cons?tuye en el principal recurso psicológico del hombre,
el que se puede aprender y desarrollar desde los primeros años de vida.
Normalmente, nuestra forma de hablar con los niños niega cada uno de sus
pronunciamientos. Muchas veces, ante una situación en la que el niño está
estresado o sufre (una caída, por ejemplo) lo solucionamos con un simple no
pasa nada, cuando la realidad es que sí pasa algo.
Cuando entendemos y respetamos lo que le pasa en ese momento,
validamos su estado. A par9r de ahora, el niño se siente seguro
sin?endo sus sen?mientos y expresándolos plenamente. Cuando un
niño llora, y validamos lo que expresa, probablemente llora con más
fuerza porque la validación le da permiso para expresar sus
sen?mientos más profundos.
Naomi nos compara con un ordenador del que
automá9camente emerge una ventana de texto; si
lo leemos en voz alta, tal cual, saldrán de nosotros
ideas que vienen del pasado, de situaciones
similares que hemos vivido como niños. Tenemos
que escucharnos interiormente pero no comunicar
esos mensajes. Porque si exponemos todo lo que
pasa por nuestra mente en ese mismo instante,
podemos herir al niño. Lo que sen?mos pertenece
al pasado y no refleja la persona que somos en ese
momento.
Debemos dirigir toda nuestra
atención al niño. Debemos atenderle
con una mente y un corazón
dispuesto.
Debemos hacerle ver que lo estamos escuchando y entendemos
(aunque no necesariamente compartamos) sus sen9mientos.
Hacerle preguntas que le den la oportunidad de comunicar lo que
le sucede o que le muestren que nosotros (el adulto) le
comprende. Pero estas preguntas nunca deben negar o juzgar lo
que le pasa. A veces solo necesitamos un cruce de miradas, de
gestos o de muecas para comunicarnos con ellos.
Algunos niños pueden sen9rse avergonzados,
especialmente cuando sus emociones son
c o n s i d e r a d a s c o m o n e g a 9 v a s . E l i g e
cuidadosamente las palabras que vas a usar y
comunícate con tu hijo en forma de pregunta.
También puedes optar por no decir nada y
dejar que el lenguaje no verbal sea el que
hable.
Mostrarle que respetamos lo que le está
sucediendo. Observamos el contexto y le
entendemos, sin drama9zar ni añadir nada.
Bríndale la confianza necesaria y acompaña a
tu hijo en el proceso de ges9ón emocional,
dándoles la oportunidad de manejarlo ellos
mismos.