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1 En su página web www.enriquevilamatas.com el autor dedica un minisite a cada una de sus obras.
En el de París no se acaba nunca podemos encontrar una extensa lista de todas aquellas personas
relacionadas con el arte a las que hace referencia, de forma más o menos insistente, a lo largo de todo
el libro: Hemingway, Cervantes, Marguerite Duras, J. Grandes, García Lorca , Cernuda, Scott Fizgerald,
Magris, D'Annunzio, Greene, Monterroso, Brice, Kafka, Proust, García Marquez, Gracq, Rimbaud,
Mallarmé, Unamuno, Sartre, Ullán, Lautréamont, Perec, Vaughan, Celan, Barthes, A. Arrieta, P. Sollers,
Nabokov, De Moura, Duchamp, Rilke, Renard, Michi Panero, Guy Debord, Alberti, Nerval, R. Escari,
Flaubert, Hölderlin, Nietzsche, Sade, Jarry, Artaud, Roussel, Montaigne, Foucault, Sarduy, Savater,
Mann, Platón, Sócrates, Piglia, Pessoa, Orwell, Burgess, Barral, Gil de Biedma, Quiroga, Stein,
Benjamin, Queneau, Gide, Stendhal, Wilde, Virginia Wolf, Dostoievski,Hugo, Cocteau, Burroughs,
Sontag?, Cozarinski, Borges, Cortázar, Malraux, Capote, Modiano, J. Salinas, Larrea, Claudio Guillén,
J.R. Jiménez, A. Machado, Blas de Otero, C. Rodríguez , A. Miller, Sebald, Pitol, Vian, Chesterton, Baroja,
Gómez de la Serna, L. Adler, Bataille, Sénabou, I. Calvino, Blavier, Marsé, Benet, Mendoza, J.R. Ribeyro,
Copi, Tolstoi, Montherlant, S. Lewis, Faulkner, Macedonio Fernández, Irving, Coleridge, Jodorowsky,
R. Gary, Celine, Simenon, Beckett, Dante, Jacquot, Blanchot, Christie, Walser, Thoreau, Pascal.
El primer tipo del que habla sería la intertextualidad, término acuñado por
Julia Kristeva en el artículo de 1967 “Bakhtine, le mot, le dialogue et le roman”, que
en 1969 sería recogido en su estudio Semiotike; aunque años más tarde, debido a las
múltiples direcciones en la que se dispara el término, prefiere renombrarlo como
transposición. José Enrique Martínez Fernández lo resume diciendo:
El concepto de intertextualidad, con origen en las teorías bajtinianas sobre el
enunciado dialógico o polifónico, ha recorrido ya un largo camino, desde que Julia
Kristeva forjó el término en el muy conocido artículo publicado en 1967 Bakhtine, le
mot, le dialogue et le roman, incorporado dos años después a su Semiotike, (1969).
Este largo camino ha originado sucesivas reelaboraciones del concepto hasta el
punto de permitir trazar su evolución diacrónica, como indican títulos de ese tenor:
“historique de ce concept d’intertextualité” (2001: 56).
A lo que Martínez Fernández añade: “la dialogía es […] el concepto clave por
excelencia de la teoría de Bajtín. […] El carácter dialógico del discurso (del
enunciado) es la base del concepto de intertextualidad. La dialogía establece la
relación de voces propias y ajenas, individuales y colectivas” (2001: 53).
Genette además añade la definición de Michael Riffaterre, aunque explica que
estaría más relacionado con lo que él ha llamado transtextualidad, en sentido
amplio:
Michael Riffaterre, que define en principio la intertextualidad de una manera mucho
más amplia que yo, y, a lo que parece, extensiva a todo lo que llamo transtextualidad.
Así, por ejemplo, escribe: «El intertexto es la percepción, por el lector, de relaciones
entre una obra y otras que la han precedido o seguido», llegando a identificar la
intertextualidad (como yo la transtextualidad) con la literariedad: «La
2Aunque por motivos lógicos en su momento la teórica no lo recogiera, hoy en día dentro de estas
categorías se incluiría el cómic que, como ya se ha señalado en varias ocasiones, se ha convertido en
uno de los elementos indispensables de la literatura comparada.
intertextualidad es [...] el mecanismo propio de la lectura literaria. En efecto, sólo
ella produce la significancia, mientras que la lectura lineal, común a los textos
literarios y no literarios, no produce más que el sentido» (1989: 11).
Aunque señala que “en todos los casos, el texto en sí mismo no está obligado
a conocer, y mucho menos a declarar, su cualidad genérica” (1989:13).
Si nos centramos en la intertextualidad y la hipertextualidad, estas no
afectarían a todos los textos en la misma manera, pues como apunta Martínez
Fernández (2001: 38), las parodias, las reseñas críticas o las contraargumentaciones
dependen en un grado muy alto de ella. Como ya hemos indicado, todas las obras
dependen en diferentes grados de alguna otra; en el caso de Instrucciones para
salvar el mundo (2008) de Rosa Montero, una narración sobre varios personajes que
se entrecruzan, las referencias a otras creaciones son mínimas, como es la continua
presencia del videojuego online Second Life3, un elemento indispensable en algunas
de las historias de los personajes; mientras que otras, como la que aquí nos ocupa,
París no se acaba nunca, considerada, entre otras cosas, una parodia, no podría ser
comprendida sin recurrir a la intertextualidad y a la hipertextualidad, pues funciona
gracias a la continua presencia de diversos autores y sus obras, así como a las
constantes referencias a La asesina ilustrada, Cómo se hace una novela y París era
una fiesta (1964), de Hemingway.
Y si nos referimos a las citas, uno de los elementos indispensables de la
intertextualidad, comprobamos que incluso en ellas Enrique Vila-Matas no puede
obviar la escritura lúdica. Por ejemplo, el comienzo de su libro Hijos sin hijos (1993:
9) está tomado del diario de Kafka “hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por
la tarde fui a nadar”. Ante esto él mismo confiesa que hizo un cambio insignificante
3 Videojuego social online en el que una persona crea un avatar con el que se introduce en un mundo
ficcional para interactuar con otras personas. Al contrario que la mayoría de los videojuegos, este no
tiene un objetivo final, más allá de vivir una segunda vida y conocer otros avatares con los que podrás
ir a pasear, bailar, practicar diversas actividades e incluso mantener relaciones sexuales.
en dicha cita y que la verdadera entrada decía: “hoy Alemania ha declarado la guerra
a Rusia. – Tarde, escuela de natación”. Esto no sería importante si no fuera porque
esta línea engrosaría la larga lista de citas inventadas con las que el autor parodia
todos los ejercicios académicos4, aunque en ocasiones dicho juego se le ha vuelto en
contra y, como él mismo relata, ha encontrado múltiples entrevistas falsas con una
gran cantidad de citas que nunca ha pronunciado.
El hipertexto (al igual que el hipervínculo en internet), a su vez, se asimila a
la forma de proceder del pensamiento humano que, lejos de ser lineal, funciona a
base de enlaces y de conexiones.5
Si nos centramos en el libro de Enrique Vila-Matas, debemos señalar, como
hace Bénédicte Vauthier (2006-2007), que tanto Cómo se hace una novela como
París era una fiesta de Hemingway son intertextos declarados de París no se acaba
nunca, o utilizando la terminología que Gerard Genette usa en Palimpsestos,
consideraríamos las obras de Unamuno y Hemingway como hipotextos de la obra
del barcelonés, siendo esta última, por tanto, el hipertexto o texto B.
No son pocas las referencias que podemos encontrar a Ernest Hemingway y
su libro parisino a lo largo de la obra. La primera de ellas se trata del propio título
del libro de Enrique Vila-Matas, sobre cuyo aspecto Martínez Fernández,
compilando información de diferentes autores, dice:
Entre los elementos de la obra literaria que Genette llamó paratexto está el título. El
título de un libro es la puerta de entrada al mismo y origina un “horizonte de
expectativas” determinado. “En la comunicación literaria el título pertenece […] y
constituye, por ello mismo, una especie de información catafórica o condensadora
del mensaje íntegro que preanuncia y al cual remite” (Marchese, y Forradellas, 1986:
404).
Y añade:
Darío Villanueva recuerda que fue Hoek quien desarrolló una semiología del título
en la que estudia la relación entre título y obra como un diálogo entre dos textos.
Con no rara frecuencia el escritor, el poeta, acude al campo abonado de la literatura,
donde halla versos o títulos anteriores que decide aprovechar con diferente actitud
(respetuosa, indiferente, irónica, lúdica, polémica, etc.) (2001: 136-137).
4 Como curiosidad podemos señalar que a día de hoy son muchos los lugares (de internet,
especialmente) que recogen estas citas inventadas como reales.
5 Tal y como afirma Vannevar Bush: “la mente salta instantáneamente al dato siguiente, que le es
sugerido por asociación de ideas, siguiendo alguna intrincada trama de caminos conformada por las
células del cerebro” (1945:32).
El título París no se acaba nunca está tomado literalmente del nombre del
último capítulo de París era una fiesta, el cual surge a partir del último párrafo del
libro, en el que Hemingway escribe:
París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto
del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde
estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París
siempre valía la pena, y uno recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo
he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres
y muy felices (2001: 189).
Por supuesto, este elemento no se queda en esa simple referencia, sino que
se trata de la forma en la que Vila-Matas avisa al lector de lo que va a encontrarse a
lo largo de su obra, de la importancia que tendrá en la narración el autor
norteamericano; y no sólo encontraremos referencias serias y literarias sobre el
escritor, sino que también abundan aquellas que otorgan un alto nivel de parodia y
de juego a la obra:
Viajé a París y allí me reuní con mi mujer y en esa ciudad pasamos todo este último
mes de agosto, dedicada ella a la visita de museos y a las compras excesivas y yo, por
mi parte, dedicado a tomar notas con destino a una revisión irónica de los dos años
de mi juventud que pasé en esa ciudad y en los que, a diferencia de Hemingway, que
fue allí «muy pobre y muy feliz», yo fui muy pobre y muy infeliz (2003: 10).
Fig. 22
6El pie de foto en la página web del autor dice: “De izquierda a derecha: Langston Hugues, el escritor
soviético Mihail Kolstov, el novelista norteamericano Ernest Hemingway y Guillén en la Alianza de
Intelectuales Antifascistas de Madrid, 1937”.
Fig. 23
7 El término transmedia, tan extendido en los últimos años, fue acuñado en 1991 por Marsha Kinder,
París, sino que el autor desarrolló su novela gracias a los consejos de esta.
Al tratarse de las primeras páginas no es sino una introducción, una nota
aclaratoria al lector en la que explica el origen de esta narración. A lo largo de la
novela son continuas las alusiones que podemos encontrar sobre el paso de ambos
escritores por París (lugares, situaciones, personajes o modo de escritura).
También Marguerite Duras, que aparece nombrada en el fragmento, tendrá
relación con esto, pues a lo largo de la narración se la compara en cierto modo con
Gertrude Stein, figura muy bien traída, ya que en la época en que Hemingway vivía
en París esta ayudaba a diversos intelectuales del momento. De esta forma, Vila-
Matas puede volver a ponerse a la altura del autor de El viejo y el mar (1952), ya que
Gertrude Stein actuaba como guía y mecenas de Ernest Hemingway, y en la
equiparación entre Marguerite Duras y Gertrude Stein en la obra, al actuar Duras
como guía y mecenas de Enrique Vila-Matas, queda implícita una equiparación entre
Vila-Matas y Hemingway.
También sus estilos se cruzan en algún momento de las narraciones,
haciendo coincidir palabras y fragmentos. Hemingway confiesa en una carta a un
amigo: “Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te
acompañará, vayas donde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta
que nos sigue” (2001: 9). Este fragmento sirve como epígrafe a la edición de Seix
Barral: de él se extrajo el título para la traducción española, siendo el original A
moveable feast. Tomando esto como referencia, Enrique Vila-Matas añade en los
primeros fragmentos de la obra un texto confesional, ya citado anteriormente (“todo
se acaba, pensé” (2003:15).), con claros paralelismos al de Hemingway.
Por último, el libro nos sirve como una pequeña guía de introducción a la vida
y obra de Hemingway. A lo largo de los ciento trece fragmentos encontraremos
referencias a El gato bajo la lluvia (1925), al que dedica unas páginas para divagar
sobre el significado del cuento, lo que le da pie para hablar sobre la recepción de los
textos: “¿Y si el cuento es así y punto? ¿Y si no hay nada que interpretar? Tal vez el
cuento es del todo incomprensible y ahí radica su gracia”; “No me gustan los relatos
con historias comprensibles. Porque entender puede ser una condena. Y no
entender, la puerta que se abre” (2003: 23); o a Las nieves del Kilimanjaro (1936).
Nos habla sobre la teoría del iceberg9, sobre sus grandes obras, como El viejo y el
mar, o sus grandes fracasos, como Al otro lado del río (1950). Y por supuesto sobre
los últimos meses de su atormentada vida, acabada en suicidio.
La transtextualidad en París no se acaba nunca no sólo abarca los textos de
Hemingway o de Unamuno; toda la narración, como ya he señalado, está plagada de
múltiples referencias. Pueden verse menciones a obras del propio barcelonés, no
sólo de La asesina ilustrada, sino de forma indirecta a Nunca voy al cine (1982) a
través de los fragmentos que comienzan diciendo “iba mucho al cine”10, en los
cuales, además, habla sobre diversos títulos de películas, convertido este en un
elemento intertextual más al encontrar referencias directas como Johnny Guitar
(1954), Notre Dame de París (1956), La bella y la bestia (1945) de Jean Cocteau, Tres
long plays americanos (1969), El conformista (1970), o la película de Marguerite
Duras India Song (1975).
Como ya se ha señalado al inicio, París no se acaba nunca funciona como una
gran red de textos en la que aparecen cientos de referencias a autores, obras,
películas y música, lo que le da una gran profundidad a la obra, pues, como señala
Masóliver Ródenas, “un texto sólo tiene interés si detrás o debajo o donde sea hay
otro texto, y debajo de otro texto, otro texto. Mejor es el texto inicial, más textos
revelará” (Orejas, 2003: 59), algo que define a la perfección la narración de Enrique
Vila-Matas.
9
Teoría creada y por la que se regía Hemingway a la hora de escribir sus cuentos, y según la cual un relato
nunca debe contarlo todo, mostrando tan sólo la punta del iceberg y dejando al lector que desentrañe el
resto.
10 Grupo de fragmentos que van del 62 al 67.
Al acercarnos a ellos se podría pensar que lo que une a ambos textos son tan
sólo algunas características formales, así como ciertas estrategias que ambos
autores cultivan en sus obras. Sin embargo, va mucho más allá y las coincidencias y
juego entre ambas narraciones son mucho más amplias. Los primeros elementos
que concuerdan entre ambos libros son mucho más superficiales, aunque para llegar
a ellos el lector ha de ser conocedor de los dos ya que en ocasiones Enrique Vila-
Matas no cita como fuente Cómo se hace una novela
En primer lugar, debemos recordar una de las frases paradigmáticas de las
que surge la trama del libro de Unamuno: “Cuando el lector llegue al fin de esta
dolorosa historia se morirá conmigo” (2009: 141); es decir, un libro que mata a todo
aquel que lo lee. Esta premisa fue tomada por Vila-Matas para su segunda novela La
asesina ilustrada, según cuenta en París no se acaba nunca:
Me acuerdo de los días en que comencé a planear el primer libro de mi vida, esa
novela que iba a escribir en la buhardilla de la sexta planta del número 5 de la rue
Saint-Benoît, y que desde el primer momento, desde que encontré el argumento en
un libro de Unamuno, se tituló La asesina ilustrada. Aunque en esos días tenía una
relación muy idiota con la muerte, o precisamente por eso, la novela se proponía
matar a quien la leyera, matar al lector segundos después de que éste la diera por
terminada. Fue una idea inspirada por la lectura de Cómo se hace una novela, un
ensayo de Unamuno (2003: 26).
11Los libros de enigma son un tipo de novela policiaca en la que prima un misterio y el argumento
nos lleva finalmente a descubrir cuál es el motivo y quién el causante de lo ocurrido en la narración,
como pueden ser los títulos de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle o de Hercules Poirot de Agatha
Christie.
alusión clara al final de dicha novela, en la que Augusto Pérez discute con su autor y
acaba muriendo, no se sabe si por voluntad del autor o por rebeldía del personaje.
Por último, podemos encontrar referencias menos directas. Por ejemplo,
atendiendo a la estructura de sus obras, si nos paramos a observar la última edición
de La asesina ilustrada nos encontraremos con “una práctica muy unamuniana”
(Gómez Trueba, 2009: 90), pues a la edición original se le añaden, casi veinte años
más tarde, un nuevo prólogo y un epílogo firmado por un autor que no es Vila-Matas,
ejercicio común en muchas de la obras del autor bilbaíno.
En resumen, podemos considerar claramente Cómo se hace una novela como
uno de los principales hipotextos de París no se acaba nunca, pues no sólo extrae,
supuestamente, la idea primera de La asesina ilustrada de la obra de Unamuno, sino
que las referencias, tanto directas como indirectas, son continuas a lo largo de los
fragmentos que componen la obra parisina de Enrique Vila-Matas, utilizándolas
como un elemento irónico y lúdico más y añadiéndolas a su laberinto especular.