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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO.

SÁNCHEZ MUREDDU BRUNO DAVID


TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.

“Platón, la inmortalidad y el recuerdo”

Platón desarrolló su pensamiento en uno de los mejores momentos de la Grecia


intelectual, los filósofos antecesores más inmediatos a él ya habían hecho grandes
aportaciones con respecto a las causas de las cosas, este filósofo se sirvió de
dichos saberes para después darles un sentido más específico y de esta manera
perfeccionarlos. Heráclito propuso el “Logos”, un enlace que ordena y unifica a
todas las cosas; por otro lado, Sócrates compartió la “Mayéutica”, un método que
consiste en formular preguntas y criticar las respuestas con la finalidad de llegar a
una definición inmejorable. “Platón debe una enorme parte de su filosofía a
Parménides. Debe también otra parte de su filosofía a Sócrates.” (Morente, 1980)
Si bien, Platón está influenciado por el trabajo de su maestro y de Parménides,
advierte en la propuesta del último un problema significativo, el presocrático
confunde la esencia de las cosas con su unidad, es decir, no distingue la
diferencia entre la idea de algo y su proyección física o su sombra.

De acuerdo con lo expuesto por Manuel García Morete, el discípulo de


Sócrates también obtuvo enseñanzas de la obra de Parménides. El autor expone
tres preposiciones en la filosofía de Platón que reciben influencias del quehacer
del filósofo presocrático. De primera instancia se percibe el pensamiento como
guía para llegar al conocimiento y también la teoría del mundo inteligible, hogar de
las verdades absolutas, y del sensible, lugar accesible por medio de los sentidos
que resulta ser ilusorio y engañoso; además de Zenón, aprendiz de Parménides,
adquiere la habilidad para conducir y perfeccionar un argumento, actividad que el
filósofo nombraría como “Dialéctica”. Su mentor le trasmitió el “Logos” como la
reducción de las diversas características de un algo en formas particulares, lo que
en la actualidad conocemos como concepto.
Dentro de la filosofía de Platón, las ideas se encuentran en el mundo
inteligible y se caracterizan por ser la realidad; la palabra proviene de una raíz
griega que significa “ver”. Entendiéndose por idea a la esencia pura de las cosas,
ésta se reproduce en el mundo sensible como una sombra efímera e inexacta, que
representa al conjunto de cualidades que componen a una determinada cosa. “(…)
no hay ningún hombre realmente que sea absolutamente adecuado a la idea del
hombre.” (Morente, 1980) Lo anterior trata de ilustrar que las cosas son meras
replicas imperfectas de su propia entidad.

Sócrates empleaba su noción de concepto para sus intereses morales y es


Platón quien lo ejecuta para las cosas en general, o sea, “Convierte, (…) el
concepto en el instrumento para la determinación de toda cosa en general”
(Morente, 1980). El alumno vinculó audazmente la sabiduría de los anteriores
pensadores, tomó la actividad de conceptualizar y la combinó con la esencia o
identidad verdadera de las cosas. De este modo, mediante su teoría de las ideas,
Platón propone a partir de premisas tan fuertes una posible manera de conocer la
composición de las cosas.

Así pues, cada uno de los diálogos que escribió Platón están formulados
con el método de la “Dialéctica”, en donde él plantea preguntas a distintos
personajes a través de Sócrates, los interlocutores del filósofo al contestar
enfrentan una crítica para replantearse la respuesta, de modo que deben mejorar
las réplicas hasta lograr una definición perfecta, dicho recurso proviene de la
“Mayéutica” de su maestro. De esta manera, el filósofo propone en el Fedro lo
siguiente: “Lo primero que debemos examinar, es el objeto que nos proponemos y
que queremos hacer conocer a los demás (…), cuáles son sus propiedades, cómo
y sobre qué cosas obra, y de qué manera puede ser afectado”. Hace una clara
referencia al análisis que se tiene que realizar al momento de estudiar algo en
concreto para comprender de qué están hechas los objetos y seres del terreno
sensorial

Por otro lado, en el Menón se nos presenta un juicio que tiene como
premisa la inmortalidad del alma y refuta que el conocimiento no es adquirido:
“(…) el alma humana es inmortal; (…) tan pronto desaparece, (…) reaparece; (…)
para el alma, siendo inmortal, renaciendo a la vida muchas veces, y habiendo visto
todo lo que pasa, (…) no hay nada que ella no haya aprendido.” Este argumento
sostiene la teoría de la “Reminiscencia”, que no es otra cosa más que el recuerdo
que sufren las almas cuando indagan en aquellas cosas de las que se olvidaron
repentinamente cuando fueron integradas a un cuerpo sensitivo. En el mismo
diálogo se continúa afirmando que las almas no aprenden, sino que recuerdan lo
que antes ya habían vivido y visto en el mundo de las verdades absolutas, me
refiero al mundo inteligible: “En efecto; todo lo que se llama buscar y aprender no
es otra cosa que recordar” (Platón, 1987)

Para explicar con mayor detalle la diferencia de los dos mundos que
propone Platón, Morente en Lecciones Preliminares de Filosofía nos presenta el
cuento donde el filósofo se refiere a este tema. En el texto se explica que las
almas humanas viven primeramente en otro mundo, un lugar en donde no hay
cosas que cambien o que transiten en el tiempo y en el espacio o que se
encuentren sujetas al cambio, estos términos son muy recurrentes en el
pensamiento de Heráclito; dichas almas están en perpetua contemplación de las
ideas, conociendo la verdad sin esforzarse, pero cuando son encerradas en un
cuerpo, se somete a las condiciones de temporalidad y espacialidad, así como a la
ignorancia y al olvido. Esa es la razón por la que no reconocemos la configuración
de las cosas si no las investigamos primero, pues cuando comenzamos a indagar
en razón a cualquier ente, somos capaces de recordar su composición: “Pero
como han estado antes en (…) donde están las ideas, bastará algún esfuerzo bien
dirigido, bastarán algunas preguntas bien hechas, para que, del fondo del olvido,
por medio de la reminiscencia, atisben algún vago recuerdo de esas ideas.”
(Morente, 1980)

La “Dialéctica” es un sistema que induce a la duda, a la búsqueda y a la reflexión a


partir de aspectos concretos de los objetos que conforman el espacio-tiempo.
Asimismo, se advierte que no se alcanza una conceptualización definitiva, pues el
humano está encadenado a los sentidos y su relación desde la perspectiva
individual. Las ideas son inaccesibles puesto que la humanidad dicta lo que es el
conocimiento verdadero y lo que no lo es.

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