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En este caso, el enunciador (el narrador, en términos de teoría literaria) pone en escena,
expone, desde cierta distancia, los movimientos de conciencia de otro, sin cederle la voz pero
concediéndole el ángulo de visión, la perspectiva visual y valorativa de los hechos. De este modo,
enunciador y observador ocupan lugares diferentes; se produce así una ruptura significativa por
la cual la tercera persona (junto con las marcas temporales y espaciales, y demás índices de la
subjetividad) no solamente indica la procedencia de la voz sino que señala también la presencia
de la focalización de otro, dando lugar a que se aprecie mediante la voz de uno la conciencia de
otro.
a. La intertextualidad
Luego de ver o escuchar los noticieros y de hojear los diarios de esta semana nos
sentimos igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches...
En la tarde del Milán el Batigol -como lo bautizaron para distinguir en él la raza más
mortífera que el fútbol conozca, la de los goleadores- se vistió de Romeo, se elevó sobre
Montescos y Capuletos, y desafió la leyenda de los amores imposibles y contrariados. Y se
calzó también una vieja armadura de honorable gentilhombre, como si fuera la versión
posmoderna y fulbolera de aquel caballero manchego “de la triste figura”. Montado en su
caballo Rocinante, se burló de la cordura de los prudentes Sanchos que nos agobian la vida
con sus mesuras, hizo de Irina una nueva Dulcinea del Toboso y se animó, con una cámara
como testigo, a compartir sus mejores hazañas y sueños con la mujer amada.
Osvaldo Pepe, Clarín, 30-8-96
b) La ironía
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Aunque quizá la palabra “intertextualidad” es quizá la que más se ha difundido, el teórico de la
literatura Gérard Genette (1982) prefiere hablar de “relaciones de transtextualidad” (o
trascendencia textual, que es "todo lo que pone al texto en relación manifiesta o secreta con
otros textos" e incluye entre ellas la intertextualidad, la paratextualidad, la metatextualidad y la
hipertextualidad. Para Genette, la paratextualidad es la relación que el texto establece con su
paratexto (título, subtítulos, prólogo, prefacio, notas, bibliografía, etc.). La metatextualidad es la
relación establecida entre un texto y otro del cual habla, sin citarlo necesariamente (por ej. en la
crítica o en el comentario). La intertextualidad es la relación que se establece entre un texto y
otro a través de la cita, la alusión y el plagio. La hipertextualidad es la relación que une al texto B
(hipertexto) al texto anterior A (hipotexto). El hipertexto es un texto derivado de otro
preexistente, a partir de una relación de transformación (como la que se da al realizar una
transposición de la acción del texto A a otra época –en el Ulysses de James Joyce, por ejemplo–)
o una imitación, que engendra un nuevo texto a partir de un modelo genérico, como en La
Eneida, de Virgilio.
Bibliografía:
Bajtin, M. (1979), “El problema de los géneros discursivos”, en Estética de la creación verbal,
México, Siglo Veintiuno, 1982.
Bollini, R. y Cortés, M. Los hacedores de textos. Buenos Aires, El Hacedor, 1997.
Eco, U., Apostillas a El nombre de la rosa. Barcelona, Lumen, 1987.
Filinich, M.I., Enunciación. Buenos Aires, EUDEBA, 1998.
Genette, Gérard Palimpsestes, la littérature au second degré (Palimpsestos, la
literatura en segundo grado), Le Seuil, coll. “Poétique”, 1982.
Una de las diferencias entre cada uno de los tipos de discurso se basa en
la relación que se establece entre el discurso del locutor que cita y el discurso del
locutor citado. Entre el discurso directo e indirecto, entonces, la principal
diferencia es que e primero se presenta como un discurso independiente con
respecto al discurso del locutor que cita, mientras que en el discurso indirecto se
manifiesta como dependiente. La dependencia o independencia se establece en
relación con las enunciaciones correspondientes a los discursos en cuestión.
Ambos estilos comprenden dos enunciaciones, la que cita y la citada, pero
difieren en el modo de hacerlo, tal como a continuación precisamos.
En el discurso directo (DD) los dos actos de la enunciación
correspondientes se encuentran separados, y remiten a sus situaciones de
enunciación respectivas como podemos observar en el ejemplo siguiente:
Juan nos dijo ayer: “Pienso cursar sólo las materias obligatorias”.
Tanto el discurso del locutor que cita como en el discurso del locutor
citado aparecen separados. En el escrito esto se logra mediante la presencia de
comillas, que indican una frontera entre las dos enunciaciones. En el discruso
oral, es el contexto lingüístico y el uso de la pausa lo que indica el paso de un
discurso a otro. En ambos casos, los verbos introductores resultan
indispensables, puesto que anuncian el discurso del otro. Éstos, llamados
verbos de comunicación o verbos de decir (ver más abajo su clasificación),
expresan actividades específicamente comunicativas. Estos verbos pueden
ocupar diferentes posiciones: inicial, en un inciso del discurso citado, o al final
(pospuestos al discurso citado).3
Caracteriza al DD la “ilusión” de fidelidad respecto del discurso citado.
Juan nos dijo ayer que pensaba cursar sólo las materias obligatorias.
e) Otras formas
El enunciado alude a una famosa frase del Ing. Álvaro Alzogaray (en abril
de 2005, cuando él falleció, el diario Página 12 publicó una nota con el título
“Alzogaray no llegó al invierno”).
Bibliografía:
Charaudeau, P. y Maingueneau, D., Dictionnaire d ’analyse du discours, Paris, Seuil, 2002.
García Negroni, M.M. y Tordesillas Colado, M., La enunciación en la lengua, Madrid, Gredos,
2001.
Reyes, G., Los procedimientos de cita: estilo directo y estilo indirecto, Madrid, Arco/libros,
1995.