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LeyRoja
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Nanis
Catt

Silvia Maddox

M.Arte
Luchar contra el destino no es para los débiles.

Soy muchas cosas, pero un ser sobrenatural no es una de ellas. Al


menos hasta que aparece una marca de media luna en mi muñeca y todo
cambia. He sido marcada por una Diosa Lobo, pero nadie sabe lo que eso
significa, incluyéndome a mí.

Además de eso, descubro que mi mejor amiga es una mujer lobo y


que el alfa de su manada es mi compañero. Así, sin más, se supone que
mi futuro ya está decidido a menos que encuentre una salida.

Cuando el destino me envía a una compañera humana, estoy seguro


de que tiene que ser un error. Se supone que un alfa tiene a una igual a
su lado. Cait puede ser fuerte a su manera, pero el ser una humana la
convierte en un blanco fácil en mi mundo.

De todos modos, Cait es mía para protegerla y tengo toda la


intención de mostrarle que aquí es donde pertenece: en mi manada, a mi
lado.
Portada
Staff
Sinopsis
Contenido
Mapa
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Wolf Taken #2
Universo Mystics and Mayhem
Sobre la autora
Este universo es una colaboración de
1

Tetas y abdominales. Fueron todo lo que vi mientras vadeaba las


olas en la playa de Sydney. Había estado en Australia durante unos
meses y admiraba su falta de “me importa un carajo”. No me había subido
al tren de la playa en topless, pero aquellos que sí parecían vivir vidas sin
preocupaciones me daban un poco de envidia.

Aceptar el puesto de niñera aquí fue algo que había hecho por
capricho, con la esperanza de encontrarme a mí misma nuevamente
después de haber pasado los últimos años viajando por el mundo sin un
plan. Bueno, aparte de olvidar el dolor que sentí al perder una parte de
mí.

Hasta ahora, Australia había sido sobre todo gemelos gritando y


duchas tres veces al día, seis días a la semana. A los niños de tres años
que cuidaba les gustaba arrojar su comida cada vez que comían. Sus
padres se reían mientras yo hacía una mueca hacia los seres malvados
disfrazados de niños pequeños.

Se acercaba la hora de la cena y tenía que regresar. El agua estaba


tibia, y el sol brillante había estado calentando mi piel expuesta durante
varias horas, así que no tenía mucho de qué quejarme, aparte de que mis
dedos de las manos y pies comenzaban a convertirse en ciruelas pasas.

Empujé mis brazos a través de las olas, dirigiéndome de regreso a la


orilla arenosa.

—Auch. —Saqué la mano del agua, esperando encontrar sangre por


lo mucho que me dolió la piel de repente. En cambio, todo lo que vi fue
una marca roja en la parte interna de mi muñeca izquierda como si algo
me hubiera mordido—. ¿Qué demonios? —murmuré.

Mantuve los brazos fuera del océano mientras regresaba


rápidamente a la playa. En silencio, esperaba que la mordedura no fuera
algo de qué preocuparse. No había roto la piel y no se estaba hinchando.
Aún.

El ardor se intensificó cuando llegué a mis cosas en la arena. Busqué


mi teléfono, con toda la intención de buscar en Google lo que podría
haberme picado, pero fui interrumpida por gotas cálidas que aterrizaron
en mi hombro. Una sombra se proyectó sobre mí y levanté la vista desde
mi posición agachada.

—¿Puedo ayudarte? —pregunté, tratando de no ser grosera en mi


prisa por irme. Los australianos eran unas de las personas más amables
que había conocido en todos mis viajes.

Su brazo se elevó en un movimiento brusco mientras se pasaba los


dedos por el cabello mojado, mojándome más. Traté de enfocarme en su
rostro, pero el sol lo protegía. Bajando la mirada, tuve un vistazo de
abdominales definidos y pantalones cortos negros que colgaban lo
suficientemente bajo como para mostrar la musculosa V que se dirigía al
sur de su estómago.

—¿Quién eres tú? —exigió. Su acento era estadounidense,


tomándome por sorpresa.

—No creo que eso sea de tu incumbencia —repliqué, igualando su


actitud y poniéndome de pie para verlo mejor.

Santo infierno, debería haberme quedado en el suelo.

El hombre que tenía delante era bronceado y musculoso, pero no


abultado como si hiciera ejercicio tres veces al día en un gimnasio. No,
estos músculos bien redondeados y definidos hablaban de trabajo duro.
Su cabello oscuro y desgreñado tenía reflejos dorados bajo el sol
abrasador, y la barba incipiente a lo largo de su mandíbula se sumaba a
la vibra masculina que estaba emitiendo.

Soltó una carcajada furiosa.

—¿Quién es tu alfa?

—¿Qué diablos? ¿Es esa la jerga australiana para jefe? —Fruncí el


ceño, pero él no respondió—. De nuevo, eso no es asunto tuyo. ¿Por qué
no te vas antes de que llame a la policía? —Tenía el iPhone agarrado en
mi mano, y sabía que si hacía clic rápidamente en el botón de bloqueo
cinco veces llamaría a los servicios de emergencia. Bueno, al menos, en
casa lo haría. Con suerte, sería una característica internacional.

Estaba tratando de no reaccionar exageradamente, pero tampoco


era tonta. La trata de personas era algo real.
Mi corazón se aceleró cuando se acercó, su aliento rozó mi frente
mientras me miraba. No podía saber si mi pulso acelerado era por miedo
o por deseo porque, aunque no quería terminar prisionera, no negaría
que este hombre era atractivo.

Sus ojos azul oscuro se entornaron hacia mí, y olfateó el aire a


nuestro alrededor. No, eso no podría haber sido correcto, ¿verdad?

Lo hizo de nuevo, tomando una gran bocanada de aire sobre mi


cabello, sin intentar en absoluto ocultar sus acciones.

Esto se estaba volviendo demasiado extraño para mí.

—Me iré ahora y tú te quedarás aquí. ¿Entiendes? —Usé mi voz seria


que normalmente estaba reservada para los niños que cuidaba, mientras
trataba de enmascarar mi curiosidad subyacente por él.

Negó con la cabeza, una vez más rociándome con agua.

Antes de que pudiera responder a mi pregunta anterior, no pude


evitar gritarle de nuevo.

—¿Quieres dejar de actuar como un perro y mojarme?

Él sonrió esta vez, parte de su ira se desvanecía mientras se bajaba


al nivel de mis ojos.

—No sé a qué juego estás jugando, pero no tengo tiempo para juegos
de brujas.

—Estás loco, ¿lo sabías? Lo digo en serio. Me voy. —Me agaché para
agarrar mi bolso, mi lesión completamente olvidada mientras me
enfocaba en mantener las manos quietas.

No importaba que mis dedos hubieran querido recorrer los bien


definidos músculos de su estómago en cuanto puse mis ojos en ellos. El
sujeto estaba loco y tenía que escapar rápidamente.

—No, te quedarás aquí hasta que sepa lo que tramas —dijo el sujeto,
con voz profunda y autoritaria. Una sensación de hormigueo se apoderó
de mi piel que hizo que mi estómago se tensara.

Oculté las verdaderas emociones que me estaba provocando y me reí


mientras sostenía mi bolso y la toalla con fuerza.

—Usted, Sr. Extraño, no puede decirme qué hacer. Tome su actitud


inquietante y váyase a la mierda.

Me miró boquiabierto, sorprendido cuando di un paso atrás. Al


parecer, no estaba acostumbrado a que la gente lo desobedeciera. Bueno,
qué mal. Era mi único día libre de la semana y no iba a dejar que el
imbécil sexy lo arruinara. Al menos, no todo.

Me di la vuelta y él agarró mi muñeca para tirar de mí hacia atrás,


pero me soltó rápidamente cuando el dolor sobre mi mano se convirtió en
fuego. Hice una mueca, tratando de contener las lágrimas.

—¿Cuál es tu problema, amigo?

Su rostro previamente bronceado palideció mientras sacudía la


cabeza, mirando su palma. El sujeto se quedó sin habla, y me di por
vencida. Tomando su sorpresa como mi oportunidad de irme, corrí hacia
la parada del autobús, suspirando de alivio cuando uno venía por la calle.

Mis pies se movieron rápidamente, aunque no podía dejar de mirar


hacia atrás al extraño. Todavía estaba de pie en la playa, con la cara floja
y el cuerpo inmóvil. Tuve que forzarme hacia el autobús y no dar la vuelta
por segunda vez para asegurarme de que estaba bien.

No estaba segura de lo que sucedía conmigo. El tipo había sido un


idiota, y lo que sea que había pasado cuando me tocó cambió algo, algo
que me asustó muchísimo.

Al recordar que necesitaba mi pase de autobús, dejé de intentar


descifrar lo que había ocurrido y busqué en mi bolso. Justo cuando se
abrieron las puertas eché un último vistazo a la playa, pero el sujeto se
había ido. Suspiré. Aunque, mientras no subiera al autobús conmigo,
probablemente era algo bueno.

Escaneé mi tarjeta y me senté en el medio donde podía ver ambas


puertas. Pasé los ojos entre las dos hasta que el conductor las cerró y
avanzó. Ningún extraño sexy se subió después de mí.

La decepción que me recorrió fue ridícula, y me distraje con mi


muñeca. Al levantarla me confundió ver que el rojo había desaparecido,
a pesar de que el dolor había estallado momentos antes.

Lo que solía verse como una quemadura ahora era más como una
marca de nacimiento, solo unos tonos más oscura que mi color de piel
cremoso habitual. La marca era una forma de media luna con líneas
suaves, algo que un mordisco o picadura no habría sido capaz de hacer,
sin importar la criatura marina.

Le tomé una foto y se la envié por mensaje a mi mejor amiga Embry.


Ella estaría durmiendo en su lado del mundo en Texas pero, después del
día que había tenido, tenía la sensación de que todavía estaría despierta
para cuando llegara la mañana para ella.
Había estado desconectada durante algunas horas, pero en cuanto
llegó mi mensaje apareció un punto verde junto a su foto.

Yo: Es pasada la medianoche y tienes que trabajar mañana.


¿Qué estás haciendo despierta?

Embry: ¿Qué es eso en tu muñeca?

Yo: Amiga, vete a dormir. Te lo contaré mañana.

Nunca había conocido a Embry en persona, pero era mi mejor amiga.


Se había unido a un grupo de libros por accidente, y me reí del
comentario cuando admitió no saber por qué estaba allí, respondiendo
con un GIF tonto. Inmediatamente me envió un mensaje y hemos sido
amigas desde entonces. Eso fue hace cuatro años, justo antes de que mi
madre muriera de un ataque al corazón a la temprana edad de cuarenta
y seis años, y me graduara de la escuela secundaria.

No leía con tanta frecuencia como antes. Después de perder a mi


madre, mi único progenitor, las cosas cambiaron mucho para mí, pero
hacía todo lo posible para terminar al menos un libro al mes dado que
era algo que ella amaba mucho. Solíamos disfrutar leyendo al mismo
tiempo y compartiendo opiniones, principalmente sobre los brutales
momentos de suspenso que amábamos en secreto pero de los que nos
quejábamos.

Ahora no tenía eso.

Sin mi mamá nada era igual. Ella era mi única familia. La única
persona con la que había contado y mi más cercana confidente. Hasta
que no lo fue. Habíamos vivido una vida simple, pero había sido segura
y protegida. Cuando me fue quitada tan repentinamente perdí demasiado
el control. Había estado luchando para recuperarlo desde entonces.

Después de viajar durante casi tres años todavía no estaba lista para
regresar a Oregón, pero también quería un poco de permanencia. Cuando
acepté el trabajo en Australia había firmado por seis meses, pero no
renovaría el contrato aunque me lo ofrecieran. Estaba lista para terminar
mi lista de viajes.

Seis paradas de autobús después salí a la acera y comencé a


caminar hacia la casa en donde trabajaba y vivía. Solo llegué a media
manzana antes de que mi teléfono comenzara a sonar.

—¿Embry? Te dije que podíamos charlar mañana. —Suspiré,


ajustando mi bolso mientras sostenía el teléfono en la oreja.

—Ay, Cait. Cierra la boca y dime qué pasó —exigió.


Me reí.

—¿Cómo se supone que voy a decírtelo si cierro la boca?

Ella gruñó.

—Sabes a lo que me refiero. Suéltalo.

—Honestamente, no lo sé. Estaba pasando el rato en la playa como


suelo hacer en mi día libre. El agua estaba tibia, el aire fresco. Ya sabes,
solo un perfecto día australiano habitual.

Ella suspiró.

—Sí, lo sé. Australia es fabulosa. Nunca quieres irte. Bla, bla, bla.
Sigue con las cosas buenas.

Sonreí. Meterme con ella era muy divertido.

—Bueno, cuando estaba saliendo del agua, sentí que algo me picaba
la mano. Dado que estoy en la tierra de las criaturas mortales, me asusté
y me apresuré en salir del agua. Excepto que cuando miré donde dolía
nada estaba hinchado o sangrando. Antes de que pudiera pensar mucho
más en ello, apareció este tipo. Todo musculoso y húmedo.

—¿Musculoso y húmedo? Eso no parece un problema, Cait. ¿Lo


lamiste? —preguntó y pude escuchar la sonrisa en su rostro.

—No, era un idiota, y ni siquiera nos tocamos. —No conté su agarre


de muñeca de un segundo—. Él me mojó todo…

Ella jadeó.

—¿Te mojó sin tocarte? Eso es talento. ¿Puedo conocerlo?

—Maldita sea, Embry —dije, tratando de sonar seria, pero terminé


riéndome. Ahora que la tenía al teléfono la situación no parecía tan
siniestra. Bueno, excepto la marca en mi muñeca que era más oscura de
lo que había sido la última vez que la revisé en el autobús.

Continué contándole sobre el resto de la extraña interacción. Cuanto


más le decía más callada se ponía, lo que no me molestaba, considerando
que era la mitad de la noche para ella.

—La foto no salió muy clara, pero ¿dijiste que era como un cuarto
de círculo? —preguntó.

Mirándola de nuevo, respondí:


—Sí, y más oscura ahora que antes, pero ya no duele. Mañana la
revisaré. La familia para la que trabajo tiene un pediatra que viene a la
casa por los engendros del demonio, así que tal vez puedan ayudar.

—Umm, voy a preguntarte algo que suena realmente loco, pero


necesito que sepas que puedes confiar en mí. ¿De acuerdo? —Parecía
nerviosa y Embry nunca era otra cosa que confiada.

—Por supuesto, confío en ti, Em —respondí, deteniéndome en los


escalones de la casa.

—¿Sabes lo que es un alfa? —preguntó.

—¿Como un hombre alfa? Claro, pero no creo que eso sea de lo que
estaba hablando.

Ella suspiró.

—No, Cait. Como alfas y betas y… manadas.

—¿Manadas? ¿Como manadas de lobos? No creo que Australia tenga


lobos por aquí. ¿Qué tendría eso que ver con el extraño? —Había tenido
razón. Sonaba como una loca.

—¿Realmente no lo sabes? —presionó.

—¿Saber qué? —Estaba empezando a frustrarme.

En lugar de responder solicitó una videollamada. Hice clic en aceptar


y levanté una ceja cuando su cabello rosa dorado, su piel clara y sus ojos
azul claro aparecieron a la vista. Sus largos mechones caían en ondas
alrededor de su rostro ovalado y sus labios carnosos estaban apretados.

—Muéstrame la marca —insistió.

Giré la cámara de adelante hacia el otro lado para poder ver su


reacción cuando viera la quemadura.

Los ojos de Embry se agrandaron.

—Demonios.

Giré la cámara hacia mí.

—Estás empezando a asustarme. ¿Qué sucede?

—Cait, necesito que confíes en mí. Tienes que volver a los Estados
Unidos. Puedo reunirme contigo en Los Ángeles o puedes volar a Dallas.
Lo que sea que te traiga antes aquí, pero necesito verte.

—No puedo simplemente irme. Tengo un contrato. Tendré que darles


la paga de un mes completo si me voy antes de los seis meses. Confío en
ti, pero no es tan fácil —dije. Tenía dinero ahorrado de los trabajos
ocasionales que había tomado durante mis viajes, pero no era mucho, y
tenía que tener cuidado en cómo lo gastaba.

—Sí, lo es. —Su pantalla se detuvo cuando salió del chat de video.
Podía escuchar sus uñas haciendo clic en la pantalla antes de que
volviera a aparecer—. Acabo de poner el dinero en tu cuenta. Voy a
reservarte un vuelo y te enviaré un mensaje de texto con los detalles.
Págales y lleva tu trasero al aeropuerto. Lo digo en serio, Cait.

Estaba oficialmente cagada de miedo. Llegó un mensaje de texto


confirmando que se había hecho un nuevo depósito a mi cuenta
corriente, y Embry ya estaba fuera de la pantalla nuevamente,
probablemente mirando vuelos.

—¿Estoy metida en problemas, Em? —pregunté.

Volvió a aparecer, su rostro se suavizó.

—No lo sé. Sólo ven aquí y te lo puedo mejor.

Embry era mi mejor amiga. No importaba que no nos hubiésemos


conocido en persona. Ella también estaba asustada, y aunque debería
haber hecho un millón de preguntas antes de regresar corriendo a los
Estados Unidos, hice exactamente lo que me pidió.

Confiaba en ella.
2

La mirada devastada en los rostros de los padres cuando les dije que
me iba fue suficiente para hacerme sentir lo suficientemente mal como
para considerar quedarme, aunque solo casi. Empaqué lo más rápido que
pude, para que no me hicieran sentir culpable para quedarme.

Cuando subí al auto, que Embry había solicitado para mí, revisé mi
correo electrónico. Había un boleto de primera clase para un vuelo directo
de Sydney a Dallas, junto con instrucciones para encontrarme con otro
conductor que me recogería y me llevaría las casi dos horas hasta la casa
de Embry.

¿Asientos de primera clase? ¿Conductores? Empezaba a creer que


Embry no hacía marketing en línea para una pequeña empresa como me
había dicho en los últimos años.

Sus mensajes fueron escasos y distantes mientras recogía mis


pertenencias. Incluso cuando respondía, no era para responder a
ninguna de las cincuenta preguntas que le había hecho. Empezaba a
preguntarme si estaba cometiendo un error simplemente marchándome
por capricho ante sus demandas.

El conductor me habló del clima y trató de preguntarme sobre los


lugares que había visitado mientras estaba en el país. Incluso con mis
respuestas mínimas logró mantener la conversación hasta que se detuvo
en la terminal.

Me despedí una vez que tuve mis maletas en la mano y respiré


hondo. Podía hacer esto. Embry era mi mejor amiga. Todo lo que tenía
que hacer era confiar en ella.

Excepto que esa fe flaqueaba cada vez que veía la marca en el interior
de mi muñeca.
El color no había cambiado desde que regresé a la casa, pero todavía
me maravillaba por la forma perfecta que tenía. No había tenido tiempo
de buscar respuestas en línea, considerando que pasé de renunciar a mi
trabajo a empacar en el lapso de solo treinta minutos.

El check-in estaba casi cerrado. Estaba llegando con lo justo al vuelo


que eligió Embry, pero como era de primera clase pasé directamente por
el depósito de equipaje e incluso me ascendieron de categoría a través de
seguridad y aduanas. La suerte parecía estar de mi lado.

Mi nombre fue llamado por el altavoz cuando todavía estaba a una


docena de puertas de distancia del mío, y estaba casi jadeando cuando
empujé mi teléfono en la cara de la azafata.

—Aquí estoy —dije jadeando.

—Ahh, sí, señorita Jones. Te hemos estado llamando. Llegas justo a


tiempo. —La señora escaneó mi tarjeta de embarque electrónica y señaló
el pasillo—. Solo sigue hasta el final y alguien te ayudará a sentarte si
necesitas ayuda.

Asentí y la saludé con la mano en agradecimiento mientras ella


cerraba la puerta detrás de mí. Un joven estaba dando golpecitos con el
pie, probablemente esperando mi llegada.

Murmurando mis disculpas corrí a mi asiento, que tenía solo cuatro


filas y era enorme. En cuanto metí mi bolso debajo una azafata entró
sigilosamente por detrás.

—Buenas noches, señorita Jones. ¿Puedo ofrecerte algo de comer o


beber antes de que despeguemos? —preguntó, sonriendo cortésmente y
sin hacerme sentir mal por casi causar un retraso en el despegue.

—Agua y… —Maldición. ¿Qué comía la gente en primera clase? Solo


estaba acostumbrada a las galletas duras o los cacahuetes que
normalmente se tiraban a los asientos económicos.

Ella me dio una palmada en el hombro.

—No te preocupes, querida. Te traeré una botella de agua y hay un


menú a tu lado cuando tengas hambre. Una almohada y una manta
también están debajo de tu asiento. Solo presiona este botón de aquí si
necesitas algo una vez que estemos en el aire. —Señaló el panel sobre mi
cabeza y miré la etiqueta con su nombre.

—Gracias, Judith. Has sido de mucha ayuda.

Asintió y se aventuró a marcharse mientras yo descubría los


controles del asiento. El vuelo de diecisiete horas iba a ser el mejor de
todos, pensé mientras recostaba el respaldo del asiento y descansaba los
ojos.

Los eventos del día me habían alcanzado, y estaba dormida incluso


antes de que ella regresara con el agua.

En cuanto aterrizamos el calor rodeó mi cuerpo y me resultó difícil


respirar. Era difícil encontrar aire fresco dentro del avión, y estaba aún
más cargado dentro del aeropuerto con toda la gente paseándose.

Eran poco más de las ocho de la mañana cuando volví a encender


mi teléfono. Había dos mensajes de texto de Embry: uno diciéndome que
el conductor anterior había cancelado y que me iba a recoger ella. El otro
decía que había surgido algo y que enviaría a otra persona. Escribí un
mensaje en respuesta, preguntando cómo diablos se suponía que iba a
saber a quién buscar, pero ella no respondió antes de que tuviera que
pasar por la aduana.

Después de ese caos, me había olvidado de Embry y estuve tentado


a tomar un taxi, excepto que no sabía a dónde iba. Me dolía la cabeza, mi
visión estaba borrosa y tenía hambre. Pensé que había dormido y comido
lo suficiente en el avión, pero el desfase horario no estaba jugando bien
mientras arrastraba mis dos maletas detrás de mí.

Cuando salí por las puertas del aeropuerto de Dallas, un calor de


verano de agosto se filtró en mis huesos. Se sentía como si estuviera
acercándose a los treinta y ocho grados y terriblemente húmedo. ¿Por
qué alguien estaría dispuesto a vivir aquí?

Miré a mi alrededor en busca de la línea de taxis pero, antes de que


pudiera encontrarla, vi a un gigante barbudo que sostenía un cartel
blanco con mi nombre. Me guiñó un ojo y me indicó que me acercara al
elegante sedán negro del que no reconocí la marca, pero el acabado
cromado y las elegantes líneas me dijeron que era caro.

Su cabello castaño rojizo estaba afeitado a los lados, pero largo en


la parte superior y peinado hacia atrás. Su barba era del mismo color y
varios centímetros de largo. Sus ojos azul claro brillaron con picardía
mientras continuaba saludándome.

—¿Cait Jones? —preguntó y asentí—. Fantástico. Dame tu bolso. —


Sus palabras eran exigentes, como si estuviera acostumbrado a que la
gente hiciera lo que él decía, pero había una amabilidad en su tono
profundo que tampoco había pasado por alto.

—¿Y tú serías? —pregunté a cambio.


—Oh, correcto. No hablamos de eso.

Sonreí.

—No, no lo hicimos. No tengo la costumbre de subirme a autos con


extraños.

Me devolvió la sonrisa.

—Pero atraviesas el mundo en un vuelo a un lugar en el que nunca


has estado para quedarte con una chica que nunca has conocido. Es
bueno saber dónde están tus límites.

Su chaqueta de cuero se flexionó cuando agarró mis maletas y las


arrojó sin mucho cuidado en el maletero, luego abrió la puerta trasera
para mí. Menos mal que todas mis pertenencias importantes estaban
almacenadas en Oregón.

—Soy Vaughn. —Sus ojos se encontraron con los míos e


inmediatamente quise mirar hacia abajo.

¿Qué demonios?

Me tomó todas mis fuerzas sostener su mirada.

—Encantada de conocerte, Vaughn —dije con los dientes apretados.

Su mirada se suavizó.

—Interesante.

—¿Qué? —pregunté.

—Es interesante conocerte. —Las manos de Vaughn aterrizaron en


mis hombros mientras me empujaba hacia el asiento. Cuando me volví
para comentar sobre que se guardara las manos para sí mismo, vi a otro
hombre de reojo.

No sabía cómo lo había identificado entre la multitud que nos


rodeaba, no lo sabía, pero Vaughn se paró frente a mí mientras intentaba
echarle otro vistazo.

—¿Pasa algo, Cait?

La forma en que Vaughn dijo mi nombre me dijo que sabía cosas


que yo no y eso no me gustó. Empujé su pecho, pero cuando estuvo fuera
de mi camino, el extraño de Australia no estaba a la vista. Tal vez no
había sido él en absoluto. Lo más probable es que solo estuviera viendo
cosas y teniendo más efectos secundarios del desfase horario.
Mirando hacia abajo, la marca aún no había cambiado físicamente,
pero el latido interior parecía ir y venir a medida que pasaba el tiempo.

—Vamos —resoplé y me deslicé en el asiento trasero por mi propia


voluntad.

Se bajó a mi nivel, con los ojos brillantes de emoción.

—Esto va a ser muy divertido. —Luego cerró la puerta.

Saqué mi teléfono. Todavía no había respuesta de Embry sobre cómo


se suponía que debía saber quién me iba a recoger, y esperaba como el
infierno que no me convirtiera en una estadística. Los últimos años me
habían hecho igualmente más confiada con las personas y más
desconfiada de ellas. Aprendí mucho por mi cuenta y crecí mucho más
rápido que la mayoría de los jóvenes de veintiún años. La pérdida tenía
una forma de hacerle eso a la gente.

Vaughn puso música, tarareando mientras maniobraba el auto


como un conductor profesional a través del grupo de vehículos frente a
las terminales.

—¿No tienes calor? —pregunté, mientras me fijaba en la chaqueta


de cuero negro que abrazaba sus anchos hombros a la perfección y los
jeans ajustados pero gastados que cubrían sus largas piernas.

Tosió.

—Quiero decir, sé que soy guapo, pero la mayoría de las mujeres no


lo señalan tan claramente. Gracias.

Suspiré. Fuertemente.

—Me refiero a la temperatura de tu cuerpo, motero.

—Me aclimato bien. ¿Em te habló de Susy? —preguntó.

—¿Quién es Susy?

Vaughn negó con la cabeza.

—La belleza que debería estar conduciendo. Mi amor verdadero. —


Luego procedió a irse por la tangente sobre su motocicleta Harley que no
tenía ningún deseo de conocer. Lo único positivo fue que había
mencionado a Embry, o al menos asumí que era a quien se refería con
Em, ya que a menudo también la llamaba así.

Continué enviándole mensajes de texto mientras él divagaba, pero


ella nunca respondió. Iba a matarla por hacerme esto. Lo único positivo
era que Vaughn me había tranquilizado y la presión que se había estado
acumulando dentro de mi cabeza había desaparecido.

—Entonces, ¿qué me dices de ti? —preguntó Vaughn.

—Uhhh, ¿seguro? —respondí, sintiéndome culpable por no


escucharlo realmente. Estaba bastante segura de que había estado
preguntando por el océano.

—Bueno, eso podría ser un problema. —Sus ojos se encontraron con


los míos en el espejo.

Mierda. ¿Qué acabo de responder?

—Lo siento, en realidad no estaba escuchando. Para ser honesta,


estoy un poco preocupada por el hecho de que Embry no responde y estoy
en el auto con un completo extraño sin tener ni idea de a dónde me dirijo.

Él asintió y sonrió.

—Si hubieras estado prestando atención no sería tan extraño. En


cuanto a hacia dónde te diriges, es uno de los lugares más seguros del
mundo. No tienes nada que temer de nuestra manada.

—¿Nuestra manada? ¿Vives con Embry? Pensé que vivía sola en la


propiedad de su familia. —Las cosas se estaban poniendo más raras por
segundos.

—Creo que dejaré que ella te lo explique. En cuanto a mí, creo que
me caes bien, así que te voy a dar una segunda oportunidad. ¿Estás lista
para escuchar?

Ahora me sentía como una imbécil.

—Sí. Por favor, cuéntame todo sobre ti, Vaughn.

—Mi nombre es Vaughn Pierce, tengo treinta y cinco años. Estoy en


una relación seriamente comprometida con Susy.

Me entrometí.

—¿No es esa tu motocicleta?

—Ella es mucho más que eso. Lo verás una vez que te suba detrás
de ella. Bueno, quizás. De todos modos, vivo para la tierra. Un lugar
donde esté tranquilo y pueda correr con mi… uhhh… yo mismo. También
disfruto conduciendo, razón por la que Embry me envió a mí en lugar de
a cualquier otra persona. Soy muy bueno en lo que hago.

Vaughn no parecía tan viejo como decía, pero tenía un aire de


superioridad que me hizo creer que estaba diciendo la verdad.
—Gracias por el breve vistazo en tu vida —dije, mientras miraba por
la ventana tratando de averiguar en qué dirección nos dirigíamos.

—Tu turno —dijo.

—Creo que paso.

Hizo un sonido de gruñido.

—Bueno, eso es grosero.

Lo había ofendido y otra oleada de calor me invadió. Maldita sea,


¿qué pasaba conmigo?

Vaughn continuó fulminándome con la mirada, incluso más que el


camino que debería haber estado observando, hasta que finalmente cedí.

—Bien, de acuerdo. Soy Cait Jones. Solo Cait, no Caitlyn. Tengo


veintiún años y nunca he tenido una relación seria, ni siquiera con
objetos inanimados. —Vaughn gruñó ante eso, pero me dejó continuar—.
Disfruto de la playa y de viajar, y no soy fanática del ejercicio físico, así
que no esperes encontrarme arruinando tu lugar tranquilo mientras
corres.

—¿De dónde vienes? ¿Cómo conociste a Embry? Ella solo mencionó


que nunca te había visto en persona —dijo, finalmente concentrándose
más en conducir.

—Un pequeño pueblo llamado Hope, Oregón, y un grupo de lectura


en línea.

Se rio, profundamente y fuerte.

—Solo otro recordatorio de que no era normal que dudaras en


subirte a un auto con un extraño, pero dejaste que alguien que conociste
en línea te reservara un vuelo a un lugar en el que nunca habías estado.
Retorcido, niña. Muy retorcido.

Tenía sólo la más pequeña de las razones. Excepto que Embry no


era una extraña. Habíamos hablado por video casi a diario desde nuestro
primer año de amistad, y estaba bastante segura de que sabía todo sobre
ella. Sin embargo, esa confianza se desvanecía con cada hora a medida
que aumentaba mi ansiedad.

Después de haberme distraído por quién sabe cuánto tiempo


(gracias, desfase horario), el coche empezó a reducir la velocidad. Miré mi
teléfono, sorprendida de que fueran poco más de las once. De alguna
manera ya habían pasado dos horas con Vaughn, pero aún no había
respuesta de Embry.
—¿Dónde estamos? —pregunté.

—Al sureste de Dallas. Lejos de la gente.

La tierra era de un verde intenso y estaba claramente bien cuidada.


Árboles maduros se alineaban en el camino pavimentado que tenía
caminos de tierra más pequeños. Pasaron otros dos minutos antes de que
apareciera una gran estructura. No era una mansión, pero era más
grande que cualquier casa en la que hubiera estado.

La casa de dos pisos era de color gris claro con molduras blancas y
un porche envolvente que tenía un columpio de banco y media docena de
sillas. Si bien se veía bien cuidado, algo me dijo que la casa tenía décadas
de antigüedad, tal vez incluso más cerca de un siglo.

A cada lado de la casa había torres gemelas. ¿O eran torretas? No


era un castillo, así que me decidí por torres. Las puertas dobles rojas,
con enormes ventanas de vidrio esmerilado, se abrieron cuando nos
detuvimos por completo.

—Bienvenida a nuestra casa —dijo Vaughn cuando apareció en mi


puerta y salí.

Antes de que pudiera interrogarlo Embry me derribó contra el auto.

—¡No puedo creer que estés aquí!

Tan enojada como estaba con ella por su comunicación de mierda,


le devolví el abrazo con la misma ferocidad. Las lágrimas lucharon por
caer de mis ojos mientras nos mecía de un lado a otro. No sabía lo emotivo
que sería este momento. Verla en video era una cosa, pero sentir su fuerte
abrazo me afectó como nada antes.

Por encima de su hombro, una pareja mayor salió de la casa. La


mujer tenía el cabello rubio y corto y lucía una gran sonrisa de
bienvenida, pero el hombre no me prestó atención mientras miraba más
allá del auto.

La curiosidad se apoderó de mí y también me di la vuelta. Otro


vehículo se acercaba por el camino, mucho más rápido que nosotros. Los
frenos protestaron cuando fueron apretados y la puerta del conductor se
abrió.

Unos enojados ojos cobalto me miraron fijamente.

—¿Qué hace ella aquí?

Embry hizo una mueca y se paró frente a mí mientras el caballero


mayor se acercaba al sujeto que había visto hacía menos de veinticuatro
horas en una playa australiana. Se parecían mucho y me pregunté
brevemente si estaban relacionados.

—Roman, entra —dijo el hombre con severidad.

—Pero ella es una…

—Dije que entres . —El hombre mayor estaba casi tan molesto como
el sujeto de la playa y volví a asustarme.

—Embry, ¿adónde me has arrastrado? —siseé y la mirada de Roman


se volvió hacia mí.

El calor consumió mi cuerpo y tropecé contra el auto. Embry agarró


mi mano, pero la aparté mientras mi muñeca se consumía en agonía.

Los preocupados ojos azules de Embry se posaron en mi marca.

—Vamos. Te contaré más en cuanto lleguemos a mi casa.

Será mejor que me cuente todo, no sólo más.


3

Normalmente me enorgullecía de ser un alfa tranquilo, pero cada


hombre tenía su límite y había encontrado el mío. Todo lo que quería
hacer era tomarme un tiempo para mí. Arreglé planes, involucré a gente
que no me agradaba, todo por el bien de la privacidad. Sin embargo, cada
vez que me daba la vuelta lo que obtenía era todo lo contrario.

Pensé que la mejor opción era una isla feérica aislada donde podría
estar en forma de lobo sin preocuparme de que me molestaran. Excepto
que esos planes habían sido abordados por las hadas locales. Reconocí a
Lucinda en cuanto la vi y dejé el área justo después de que ella y sus
amigos desaparecieron. Si ella estaba allí sabía que yo no debía estarlo.
Por lo que decían las manadas del sur de California, Lucinda no era más
que un problema.

Luego probé la siguiente mejor opción. Una isla humana. Algo sobre
el océano y sus olas siempre calmaba a mi mitad humana, pero esta vez
me había detenido en seco.

Mi lobo se despertó y aulló dentro de mi cabeza después de sentir


que nuestra compañera estaba cerca. Encontrar otro cambiaformas en
un lugar poblado como Sydney había parecido imposible. Más aún
cuando encontré a la mujer que mi ser interior reclamaba. O ella era una
bruja, una humana infectada con magia de bruja, o algo parecido.

Al principio pensé que era una cambiaformas, pero luego capté su


olor. No había nada animalista en ello. Olía a flores embriagadoras que
deberían haber sido abrumadoras para mi lobo pero, en cambio, lo tenían
tarareando de necesidad justo a mi lado. Oculto debajo de los aromas
florales había rastros de cítricos y menta.

Sabía que necesitaba un tiempo fuera, siempre lo necesitaba en esta


época del año, pero después de la interacción, tenía que volver a casa.
Alguien estaba tratando de meterse conmigo y necesitaba asegurarme de
que no fuera un intento de apoderarse de mi manada.

El día siguió empeorando cuando me quedé atrapado en los asientos


económicos y aún podía oler a la mujer a pesar de que no estaba cerca
de mí. No había dormido en casi dos días, y todo lo que quería hacer en
cuanto llegara a casa era asegurarme de que mi manada estaba bien y
luego desaparecer en mi cabaña.

Excepto que eso no fue lo que sucedió. No, llegué para encontrarla
allí. En las tierras de mi manada. Una furia como nunca antes había
conocido explotó dentro de mí. Al menos esa fue la emoción a la que me
aferré cuando mis ojos se posaron en ella.

Mi padre había sentido la ira primero y me instó a entrar, pero no


podía moverme. Cuando traté de argumentar que la mujer parada en
nuestra entrada tenía que ser una especie de bruja, mi padre habló a
través de nuestra conexión mental, recordándome que yo era el alfa. Que
necesitaba mantener la calma y alejarme antes de hacer algo que no le
sentaría bien a la manada. Tenía razón y sería inteligente por mi parte
confiar en su juicio. Había estado dejando que mis emociones guiaran
mis acciones desde que vi a la mujer. Eso tenía que terminar.

Lo seguí adentro mientras la mujer desaparecía con Embry, un


miembro de la manada con la que iba a tener unas palabras tan pronto
como hablara con mis padres.

La mujer desconocida se había asustado mucho por mi arrebato y


no podía negar que despertó mi curiosidad por ella. El calor que irradiaba
de ella quemó mi piel cuando la miré y el nerviosismo brotó de ella en
oleadas. Quienquiera que hubiera escogido a esta mujer para meterse
conmigo, se equivocó.

Atravesando las puertas dobles de la casa, seguí a mis padres por el


pasillo hasta las escaleras que conducían a mi oficina. Cada paso por las
escaleras de madera era tomado con precisión mientras tomaba el control
de mis pensamientos, preparándome para averiguar qué demonios había
estado pasando. Una vez que los tres estuvimos dentro de los límites de
mi oficina cerré la puerta con más fuerza de la que pretendía.

—Roman, necesito que me escuches —comenzó papá y mamá lo


interrumpió.

—Ustedes dos son demasiado parecidos. Déjame, querido. —Mamá


le sonrió dulcemente a papá, pero los dos lo sabíamos bien. Mamá era
una fanática del control. Si quería dirigir la conversación, lo más seguro
era dejarla hacer precisamente eso.
Papá hizo un gesto con la mano y dio un paso atrás cuando mamá
se inclinó sobre mi escritorio, sus manos se cerraron alrededor del borde
de madera y su mirada se posó en mí.

—Hijo.

—Mamá.

—Embry vino a nosotros con sospechas sobre Cait. Estuvimos


intentando comunicarnos contigo. Antes de que te vayas por la tangente,
¿qué tal si nos cuentas qué pasó? Tranquilamente.

Así que ese era su nombre. Cait. Mi lobo gruñó. Le gustaba.

Respiré hondo unas cuantas veces y me dejé caer en la silla de mi


escritorio. Una vez que hice eso, mis padres también se sentaron. Les
expliqué lo que sucedió en la isla de las hadas y luego en Australia
dejando fuera la parte sobre mi lobo llamando a Cait “compañera”.

—Para cuando llegué al avión mi teléfono estaba muerto. No tuve


tiempo de tomar un cargador nuevo después de dejar el mío
accidentalmente en mi equipaje facturado. ¿Qué dijo Embry? —pregunté.

Compartieron una mirada que no me gustó y fue papá quien habló


a continuación.

—¿Qué recuerdas de la Diosa de la Luna?

—¿En serio? —dije inexpresivo.

—Sí, hijo. En serio.

—Ella es nuestra creadora, nacida de la magia de la luna. Su primer


hijo fue el primer lobo cambiaformas, atado a su forma de lobo durante
cada luna nueva hasta que obtuvo el control de la bestia interior. Que fue
la única regla que tuvo la diosa con respecto al regalo que transmitía a
sus hijos.

Mi madre asintió.

—Correcto. ¿Qué hay de sus hijos elegidos? ¿Los que no descienden


directamente de ella?

—¿Los Marcados? No mucho. ¿Por qué? —pregunté. Nunca fue un


gran enfoque en nuestros aprendizajes a medida que crecíamos.

—Nuestros libros de historia hablan de un ser llamado Marcado por


la Luna. Un hijo de la Diosa de la Luna que no es ni lobo ni humano, pero
está atado a la vida de la manada —respondió papá.

Me tenían que estar jodiendo.


—¿Estás tratando de decir que esta mujer es una Marcada por la
Luna?

—Así es. Ella le mostró a Embry la marca y conoces la memoria que


tiene. La reconoció de inmediato. No sabía que tú eras el lobo con el que
Cait tuvo un encontronazo y le ordenó a Cait que viniera de inmediato —
dijo mamá.

—¿Por qué? —Logré decir esas dos únicas palabras a través de mi


creciente ira, esperando que entendieran lo que quería saber.

—Al parecer, Embry y Cait han sido amigas en línea desde hace
algunos años. Embry siempre pensó con cariño en la niña humana y
disfrutaba de sus charlas —respondió mamá nuevamente.

—Hijo, ¿por qué te molesta tanto la presencia de Cait? —preguntó


papá.

Negué con la cabeza. No podía decir las palabras. No creía lo que


decían. Nada de esto estaba bien. Yo era el alfa de la manada. Necesitaba
una fuerte hembra alfa a mi lado. No una versión diluida que no tenía
idea de nuestro estilo de vida. Las otras hembras la harían pedazos.

—¿Qué pasó con ella? —preguntó mamá cuando no le respondí a


papá.

Díselo, mi lobo finalmente intervino. Había sido un bastardo callado


desde que Cait se alejó de nosotros. Le había hecho un millón de
preguntas y recibí pocas respuestas. Todo lo que quería era llegar a casa.

¿Sabías que ella vendría aquí? Le pregunté a mi lobo.

No, pero lo esperaba, y deberías estar más agradecido de que no


tengamos que buscarla más.

Maldito sea. Probablemente también sabía sobre la cosa de ser


Marcada por la Luna y las ocultó a propósito. Los espíritus de lobo se
concedían a los cambiaformas cuando nacían. El mío había vivido dos
vidas antes de unirse a mí y nunca había encontrado a su pareja. El
destino era una perra a veces.

—Mi lobo piensa que Cait es nuestra compañera, pero está


equivocado, ¿verdad? —les pregunté a los dos.

Cuando sus cabezas se giraron hacia el otro, golpeé el escritorio con


ambos puños.

—Ella no puede ser mía.


Mi voz se quebró al final. Mi vida había sido un infierno los últimos
dos años. Primero con las heridas de papá, luego el desafío a muerte y la
presión de los ancianos para elegir cualquier hembra alfa si no podía
encontrar a mi verdadera pareja. No podía llevarles a esta mujer. Ella no
era mi igual y no era justo para ella. Había expectativas de mí que alguien
como ella no manejaría bien.

—Hijo, sé que solo ves problemas aquí, pero te animo a leer sobre
los Marcados por la Luna. Siento tu miedo y creo que es inapropiado. Por
lo que nos ha contado Embry, Cait es una chica fuerte. Sé que esto no es
lo ideal, pero también sé que encontrar a tu verdadera pareja es una
bendición —dijo papá, sus palabras no me calmaron en absoluto.

Tu padre tiene razón, y lo sabes. Sólo tienes miedo, añadió mi lobo.

No por las razones que crees.

—Ella no sabe nada sobre lobos o la vida de la manada —dije con


calma, tratando de eliminar mis emociones de la conversación.

—Ella puede aprender. Le enseñaré yo misma si es necesario —


respondió mamá.

No, nosotros le enseñaremos a nuestra compañera. Es nuestro


trabajo, exigió mi lobo, pero lo ignoré.

—Aparte de nuestra nueva llegada, ¿la manada está a salvo? —


pregunté, y cada uno asintió—. Necesito tiempo. No sé cuánto, pero no
esperen que regrese para la cena.

Me levanté de la silla y ellos hicieron lo mismo. Abracé con fuerza a


mis padres. Si bien la situación fue la mayor sorpresa de mi vida y todavía
tenía muchas más preguntas, necesitaba transformarme. Necesitaba
correr. Necesitaba aullarle a la luna. Más importante, necesitaba hacer
todo eso solo.

—Ella estará a salvo con Embry por ahora —dijo mamá mientras me
alejaba.

Mi pecho se contrajo. ¿Me importaba si la mujer estaba a salvo? Así


era y no podía negarlo. Al menos, no a mí mismo. A pesar de que había
negado el hecho de que ella realmente podría ser mi compañera y creía
que el trabajo de una bruja estaba en juego, mi lobo era lo
suficientemente poderoso como para que no pudiera ignorar sus
pensamientos y sentimientos.
Veía las cosas en blanco y negro. No había un punto intermedio para
él. Él sabía que ella era nuestra, y cuando me permitiera verlo de esa
manera, sabía lo que tenía que hacer, incluso si no me gustaba.

Una vez que tuviera algo de tiempo para aclarar mis pensamientos,
tendría que aceptar la bola curva que me lanzaron. Tendría que encontrar
una manera de hacer que las cosas funcionaran. No importaba que Cait
no tuviera un lobo. Si realmente era mía, la mujer sería querida y
protegida durante todos sus días.

¿Pero cuántos días estaríamos con ella? Los lobos vivían vidas
largas. Un humano no podría vivir quinientos años, ni siquiera cien la
mayoría de ellos.

Ella no es humana, me recordó mi lobo, pero no significaba nada.

Estaba listo para cambiar y desaparecer por un rato.

Tal vez cuando volviera todo esto tendría un poco más de sentido.

Una ilusión de mi parte, estaba seguro.


4

Embry me condujo por uno de los senderos de tierra que había visto
en el camino. Se negó a responder a ninguna de mis preguntas hasta que
estuviéramos en su casa y estaba a punto de tirarle una piedra en la
nuca.

Roman. Ese era el nombre que le había escuchado al hombre mayor


llamar al sujeto de Australia, pero darle un nombre no hacía que la
situación fuera menos rara. Algo sucedía y, fuera lo que fuera, me
afectaba. Mi mente daba vueltas con posibilidades, pero todas eran
demasiado salvajes para ser verdad. Años de lectura me habían hecho
eso.

Llegamos a una pequeña casa azul marino en forma de A con


grandes ventanales y una sola puerta de madera. Había un letrero sobre
la entrada que decía: “Llama antes del mediodía y verás qué pasa”.
Resoplé ante las palabras porque eran muy Embry.

Dentro había un espacio abierto de un solo piso. Pude ver un


dormitorio en el pasillo corto, un baño al lado, y a mi izquierda había una
cocina modernizada que había visto antes por medio de vistazos. Sin
embargo, nuestros chats de video no habían mostrado lo limpio que
estaba todo.

Había una pequeña mesa de pub con tres taburetes y un enorme


escritorio con tres pantallas de ordenador.

—Entonces, ¿realmente tienes un trabajo de marketing? —pregunté


con un asentimiento hacia la configuración de la oficina en casa.

—Eh, más como vigilar el mercado financiero —respondió mientras


se dirigía a la sala de estar.
Una enorme chimenea era el foco central de la casa. Frente a la
chimenea había un sofá seccional de color café que se curvaba para que
cada punto tuviera una vista de la repisa de piedra.

—Toma asiento. Conseguiré bocadillos, luego podemos hablar —dijo


y salió corriendo antes de que pudiera objetar.

Ni siquiera estaba cerca de tener hambre. Estaba cansada,


confundida y tantas otras cosas que no entendía.

Embry saltó sobre el sofá, sosteniendo una bandeja de queso,


galletas saladas, una botella de vino y dos vasos. Aterrizó en el sofá con
gracia y colocó la bandeja en la mesa de café como si sus movimientos
fueran completamente normales.

—Entonces, probablemente tengas muchas preguntas —comenzó.

—¿Probablemente? Estoy bastante segura de que he hecho docenas


y has respondido un total de… ninguna.

Ella puso los ojos en blanco.

—No hay razón para tener una actitud inapropiada, Cait. Estoy en
tu equipo.

—¿Y qué significa exactamente eso? ¿Quién es Roman? ¿Qué estoy


haciendo aquí? ¿Y qué es aquí? —Hice las preguntas en rápida sucesión.

—Ahh, las cosas fáciles. Me alegra que empecemos por ahí. Veamos,
estar en tu equipo significa que no importa lo que diga Roman, te cubro
las espaldas. Eres mi invitada y no dejaré que te eche. Roman es un alfa,
como mi jefe. Estás aquí porque te pasó algo y no sabía con quién habías
estado interactuando. No todos los de nuestra especie son amistosos y
necesitaba saber que estabas a salvo. Por último, esta es mi casa. Donde
nací y donde moriré. Esta es mi manada.

Ninguna de esas cosas me hizo sentir mejor. Mis palmas estaban


sudorosas y mi rodilla rebotaba hasta que Embry colocó su mano sobre
ella.

—Sé que es mucho y tienes muchas más preguntas dentro de esa


cabeza tuya que tengo la intención de responder. Nunca quise que te
involucraras en mi mundo. No es nada como el tuyo, o lo que solía ser el
tuyo, pero te prometo que, pase lo que pase, te protegeré con mi vida.
Eres mi mejor amiga, Cait —agregó Embry.

Santo infierno. No podía respirar.


—¿Qué significa eso? ¿Cómo puede tu “mundo” ser diferente al mío?
—pregunté con voz de pánico usando citas en el aire.

—Realmente no hay una manera fácil de decirlo, pero sé que puedes


manejarlo. Una pequeña parte de mí siempre ha deseado este día, pero
odio tener que hacerlo así.

—Estás divagando, Em. Ve al grano antes de que pierda la cabeza


—dije.

—Soy una cambiaformas lobo. Esta es mi manada. Roman es


nuestro alfa. Todos los que viven aquí son cambiaformas lobo, y creo que
tal vez eres descendiente de uno. —Soltó las palabras tan rápido que
estaba segura de que no la escuché bien.

Me reí. El sonido comenzó suave, luego creció en volumen cuando


su rostro pasó de la preocupación al miedo total.

Embry tomó mi mano.

—¿Estás bien?

—¿Estoy bien? Debería preguntarte eso a ti. ¡Crees que eres un


hombre lobo!

Ella negó con la cabeza.

—No, no un hombre lobo. Una cambiaformas lobo. Los hombres lobo


son como los humanos solían llamarnos cuando fuimos creados por
primera vez por la Diosa de la Luna, pero ahora tenemos más control
sobre nuestros lobos.

No había humor en su mirada mientras sostenía la mía, sus ojos


azules me rogaban que le creyera.

Los dedos de Embry trazaron la marca en mi muñeca.

—Esto te convierte en uno de nosotros, pero no sé muy bien cómo.


He pasado las últimas dieciséis horas desde que hablé contigo tratando
de averiguarlo.

—Estás bromeando, ¿verdad? Todo esto es una broma. Nada de eso


puede ser real —murmuré mientras mi energía comenzaba a decaer.

—Sí, todo esto es muy real. ¿Quieres que cambie para probarlo? —
preguntó ella con una sonrisa maliciosa.

—Ni soñarlo.
—A mi loba le gustas. Hicimos una apuesta sobre si llorarías o
saldrías gritando. Ninguna de nosotras esperaba que te rieras —dijo
Embry.

¿Tenía una apuesta… con un lobo? Esto no se estaba volviendo más


fácil de entender. Miré hacia abajo a la marca y froté el pulgar sobre ella.
El palpitar al que me había acostumbrado ya era sordo en este momento,
pero la marca estaba más cálida que el resto de mi piel.

Roman me había preguntado quién era mi alfa, pero también dijo


algo sobre los juegos de brujas. Santo cielo. ¿Brujas?

—¿Las… brujas también son reales? —pregunté y Embry asintió.

Luego me pregunté cuántas cosas siempre había deseado en broma


que fueran reales. Si los cambiaformas lobo y las brujas existían,
entonces… No. No todo podría ser. No tenía sentido cómo ese tipo de
cosas podían permanecer ocultas para los humanos.

Me sentí como una idiota por preguntar, pero no pude evitarlo.

—¿Qué hay con los vampiros, las hadas y todo lo demás?

Ella sonrió.

—No estoy segura de qué es “todo lo demás”, pero probablemente.


Hay más de sobrenatural en este mundo de lo que la mayoría de la
imaginación puede inventar, pero no estamos hablando de eso hoy.
Estamos hablando de lobos. ¿Tienes una voz dentro de tu cabeza?

—No que yo sepa. ¿Se supone que debo tenerla? —Esperaba que no.

—No lo sé. Mi mente es muy buena para recordar imágenes, pero no


tanto palabras. Por eso no me gusta leer. He visto esa marca antes, pero
ninguno de nosotros puede encontrar el libro de historia en la biblioteca
de la manada que habla de eso. Los padres de Roman, Jack y Ramona,
sabían algo al respecto, pero no lo suficiente como para poder darte una
respuesta.

—¿Por qué Roman está tan enojado conmigo? —pregunté.

Nos sirvió a ambas una copa de vino.

—Roman ha pasado por mucho. Solo ha sido nuestro alfa durante


dos años y su tiempo al frente no ha sido fácil. Es uno de los alfas más
jóvenes con solo veintiséis años, pero siempre ha sido alguien admirado
por la manada, incluso cuando era niño. Dudo que esté enojado contigo.
Es probable que solo esté molesto por la situación. Le gusta tener el
control. Dado que no sabemos nada sobre ti, hay poco que controlar.
Embry se sentó a mi lado, igual que siempre la había conocido:
animada, feliz y hermosa. Eran difícil de creer las palabras que estaba
diciendo. Dado que no salí corriendo de la casa gritando como ella
esperaba, supuse que eso significaba que el shock se había asentado,
protegiendo mi mente y estaría bien por el momento.

Durante mis viajes pensé que había visto todas las maravillas del
mundo. Había estado en Gran Bretaña, Italia, España, África y lugares
que ni siquiera aparecían en el mapa. Había pasado tiempo con criaturas
que podían matarme, pero un lobo nunca había sido una de ellas.

Mirando a Embry me costaba creer que no fuera humana. Ella no


me asustaba. No me recordaba a un animal. Era solo ella.

—Oh, Dios mío. ¡Dejaste que un cambiaformas lobo me recogiera en


el aeropuerto! —grité al darme cuenta repentinamente.

—Y lo impresionaste, muy bien por ti. Vaughn me dio su aprobación


en cuanto abrió tu puerta. Eso es algo que no le da a mucha gente, pero
yo ya sabía que había elegido bien a mi mejor amiga —respondió con
orgullo.

—¿Quién es él? —pregunté.

—Es el beta de la manda. Solo superado por Roman. Sirve a nuestra


gente y moriría por cualquiera de ellos, pero ganarse su respeto es algo
totalmente diferente. Deberías estar orgullosa.

Resoplé.

—¿Debería estar orgullosa de impresionar a un cambiaformas lobo?

Embry se giró para mirarme de frente y agarró mis antebrazos.

—Sé que esto es mucho. También sé que nada de esto lo has


asimilado todavía realmente. En algún momento, probablemente pronto,
te darás cuenta de que todo lo que he dicho es verdad. Puedes pensar
que lo crees ahora, pero una parte de ti todavía piensa que esto es un
mal sueño o una broma. Solo prométeme que no correrás cuando
asimiles todo. Lo dije en serio antes. Eres mi mejor amiga, y tenerte aquí
es algo que nunca pensé que podría pasar. No dejaré que nada te aleje de
mí a menos que realmente no quieras estar aquí.

Su discurso me hizo cuestionar todo de nuevo. Embry normalmente


era alegre y despreocupada. Por eso disfrutaba tanto de su amistad.
Hacía que el dolor de extrañar a mi madre se atenuara a un nivel más
manejable.
Sin embargo, incluso si todo esto era real, un hecho que estaba
segura de que nunca podría olvidar, ¿realmente quería quedarme y que
los lobos fueran parte de mi vida? Podía tomar el siguiente vuelo fuera
del país con la misma facilidad y continuar como lo había hecho en los
últimos años.

—No pienses demasiado en las cosas todavía. Dame una semana.


Déjame mostrarte que esto no es tan malo como puede parecer. Incluso
si no sabemos qué es esa marca, aquí no te pasará nada —dijo Embry,
llena de confianza.

Se puso de pie y volvió a colocar nuestros vasos intactos sobre la


mesa.

—Vamos. Quiero mostrarte mi casa.

—Eh, no creo que sea una buena idea. Prefiero quedarme aquí y
hacer más preguntas —dije, recostándome en el sofá.

Embry se rio.

—Gran oportunidad, mujer. Levanta el culo. Pedí una semana y voy


a aprovechar cada hora.

—Pero estoy cansada. ¿No puedo dormir un rato? Ni siquiera sé qué


hora es —dije, sin mentir. Sabía que si tenía una cama cómoda caería
desmayada en cuestión de minutos.

—Son más de las tres de la tarde. No puedes dormir ahora, o el


desfase horario solo empeorará. Te dejaré dormir después de la cena.
Ahora ven.

Me agarró la mano y me levantó del sofá con poco esfuerzo.

—Eres muy fuerte —murmuré.

—Ventajas de lobo. Me pregunto si las conseguirás. Curación


acelerada, velocidad, aumento del apetito, resistencia. Todo tipo de cosas
de las que los humanos nunca podrían soñar ser capaces —dijo Embry
mientras salíamos por la puerta.

La ignoré, eligiendo concentrarme en nuestro entorno. Siempre


había pensado que Texas era un estado cálido del tipo desértico, pero el
área donde vivía Embry era verde y exuberante, me recordaba mucho a
Oregón, excepto que la humedad era más extrema aquí.

Embry comenzó a hablar sobre sus cosas favoritas que hacer cuando
no estaba trabajando, pero perdió mi atención cuando aparecieron tres
lobos en el claro detrás de su casa. No lobos de tamaño normal. No, estos
medían un metro veinte de altura a cuatro patas y eran robustos, no
desgarbados como los únicos que había visto.

Dejé de moverme, retrocediendo hacia la casa. No podía hacer esto.


Verlos era demasiado. Saber que mi mejor amiga se convertía en uno era
alucinante. Necesitaba salir de allí.

—¿Cait? —Embry se volvió hacia mí, luego siguió mi mirada—. Son


amigables. Tenemos alrededor de trescientos lobos en nuestro territorio.
Sin embargo, muchos de ellos no viven en esta manada. Hay manadas
más pequeñas de las que Roman también está a cargo en el lado este de
Texas. No encontrarás problemas con ninguna de ellas, como ya he dicho.

Se estaba esforzando mucho para que no tuviera miedo, pero las


palabras no podían tocar lo que mis ojos estaban viendo. Los lobos
bajaron la cabeza y mantuvieron sus miradas en mí mientras me
tambaleaba hacia atrás.

—No puedo hacer esto, Embry —susurré una vez que estuve
presionada contra su puerta.

Me agarró por los hombros y me sacudió hasta que me vi obligada a


mirarla a los ojos.

—Eres la Jodida Cait Jones. Puedes manejar esto. No creo ni por un


segundo que no seas lo suficientemente fuerte para aceptar lo que vas a
ver aquí. Te golpearé si tengo que hacerlo, para mostrarte lo que sé que
eres capaz de manejar.

Sus palabras ya habían surtido el efecto de lo que amenazó. Volví a


mirar a los lobos. Cuanto más los miraba más se parecían a perros
grandes que a animales devoradores de hombres. Uno era de color gris
claro con algunas manchas negras, el otro de color marrón oscuro y el
tercero era de color canela claro, casi blanco, con patas marrones. Sus
lenguas colgaban de sus bocas mientras parecían esperarnos.

—Ahí tienes. Una cosa cada vez. Puedes hacer esto —añadió Embry
cuando me relajé bajo su agarre.

—De acuerdo. Una cosa cada vez —repetí.

—Ahora vamos a saludar a James, Brad y Ginger.

Dijo sus nombres como si eso los hiciera menos lobunos para mí.

—Si uno de ellos me muerde, dejaré de ser tu amiga —gruñí


mientras ella se reía y tiraba de mí.
—Eso podría haber representado una amenaza mayor antes de que
llegaras aquí, pero ahora que te tengo nunca dejaré que me dejes —dijo
Embry con una sonrisa.

Sus palabras dieron un golpe emocional que fue directamente al


centro de mi corazón.

Mucho amor por ella.

De todos modos, algo me dijo que, al final del día, una parte de mí
se arrepentiría de haber respondido a su ridículo comentario hace tantos
años en ese grupo de libros.
5

Dos de los tres cambiaformas se habían detenido para saludar,


probablemente más curiosos que amistosos. Sobre todo me sorprendió
cuando cambiaron a sus formas humanas completamente vestidos.

—¿Por qué no estaban desnudos cuando cambiaron? ¿Es algún tipo


de magia? —pregunté una vez que nos alejamos de los demás. Escuché
un resoplido detrás de nosotras y me giré para ver a Brad y Ginger
riéndose, pero lo suficientemente lejos como para que no me hubieran
escuchado.

—Umm, no es la magia que podrías pensar, pero un poco sí.


Mientras recordemos pensar en nuestra ropa no se estropeará en un
cambio. También tenemos un oído excelente. —Hizo una mueca cuando
me sonrojé. Los demás me habían oído.

—Pensaba que eso era algo de vampiros —susurré, a pesar de que


los dos lobos ya no estaban a la vista. También era completamente
consciente de que mi único conocimiento de lo sobrenatural venía de
libros de ficción.

—Bueno, ellos también. Tenemos muchas de las mismas cualidades


de ataque que los chupasangres —respondió Embry secamente.

—¿No te llevas bien con ellos? —pregunté.

Ella se encogió de hombros.

—Depende del nido y de la manada. Algunos de nosotros sí, otros


no. Hay otro territorio en el oeste de Texas que es muy de la vieja escuela
a su manera.

Leí entre líneas y me alegré de que las pocas personas que había
conocido en este grupo no fueran imbéciles, como entendí que significaba
el comentario de ‘vieja escuela’.
La casa de Embry no estaba lejos de la casa de la manada, y no nos
cruzamos con ningún otro lobo que pudiera ver a través de los árboles a
nuestro alrededor. Viajamos por un camino de tierra en silencio mientras
disfrutaba de la tranquilidad de su tierra.

En todos los viajes que había hecho en los últimos años, desde que
había perdido a mi madre, no había muchos lugares lo suficientemente
silenciosos como para escuchar mi alma, pero este era otro que podía
agregar a esa lista.

Al principio era extraño pensar que podía escuchar mi alma, pero


después de algunos incidentes estaba convencida de que eso era lo que
sentía. El sonido no estaba hecho de palabras o tarareos, sino de algo
más que aún tenía que identificar. Algo tangible que podía sentir y
escuchar. Era difícil de describir. Pensé que era el espíritu de mi madre
en un par de ocasiones, pero a medida que seguía viajando e intentaba
encontrarme, supe que era todo yo.

Embry y yo regresamos a la casa de la manada, y nos llevó por la


parte trasera de la enorme estructura que se extendía aún más atrás de
lo que me había dado cuenta cuando llegué por primera vez.

—¿Qué es esto? —pregunté, señalando las ventanas empañadas.

—El jardín de Ramona. Su orgullo y alegría después de Roman.


¿Quieres ver el interior? Lo tiene en un invernadero ya que el clima es
muy caluroso. Así puede controlar las cosas un poco más, o eso dice ella.

Empecé a decir que sí, pero mis palabras fueron ahogadas por el
sonido del tubo de escape.

Embry suspiró.

—Ese será Vaughn. Nos está esperando, pero te prometo que te haré
un recorrido adecuado al final del día. Me agarró la mano y casi me
tropiezo con mis propios pies después de que tirara con fuerza de mi
brazo.

La parte trasera de la casa tenía un porche a juego con el de la


entrada principal excepto que, en lugar de puertas dobles rojas, había
puertas correderas de cristal que abarcaban el piso inferior y grandes
ventanas que cubrían la parte superior. De repente quería estar dentro
de la casa, más que nada para poder ver las vistas desde el segundo piso.

Continuamos después de que dejara de mirar boquiabierta la casa


de gran tamaño y mis ojos se posaron en una cabaña similar a la de
Embry, solo un poco más grande y con un pequeño garaje adjunto.
Vaughn estaba sentado en su moto, con la chaqueta de cuero todavía
puesta y una sonrisa en la cara.

—Señoritas encantadoras. —Asintió con la cabeza a cada una de


nosotras antes de encontrarse con mi mirada—. ¿Cuánto te está
gustando nuestra casa hasta ahora?

—Bueno, además de la furiosa bienvenida y ver hombres lobo por


primera vez, diría que ha sido más de lo que habría imaginado si hubiera
sabido a dónde venía —respondí.

Vaughn echó la cabeza hacia atrás y se rio antes de bajarse de la


moto. Me rodeó con un brazo.

—Me gustas.

Algo se rompió detrás de nosotras, y cuando traté de darme la vuelta


Vaughn me agarró con más fuerza.

—¿Qué tal si ayudo con el recorrido? Por eso invité a Embry a venir
aquí.

Arrugué el ceño. Había estado con Embry desde que llegué. No lo


había oído llamarla ni una sola vez, y ni siquiera vi su teléfono por ahí.

Embry enlazó su brazo con el mío, apartándome del agarre de


Vaughn, y se dio golpecitos con los dedos en la cabeza.

—Habla mentalmente. Algo que muy pocos sobrenaturales pueden


hacer.

—¿Pueden escuchar los pensamientos de los demás? —Me quedé


boquiabierta.

—Solo cuando se proyectan. No podemos escucharnos cuando no


estamos invitados. Bueno, todos menos Roman. Sin embargo, solo lo
hace si no hay otra opción —respondió Embry cuando Vaughn sacó su
moto del camino y reveló un UTV.

—¿Qué significa eso? ¿Si no hay otra opción? —pregunté.

Embry saltó a la parte trasera del vehículo todoterreno y Vaughn me


indicó que me sentara en la parte delantera antes de hablar.

—Nuestros problemas son como los problemas humanos. A veces


los alfas tienen que tomar medidas extremas por el bien de la manada.
Forzar la entrada en la mente de los lobos es raro, pero a veces es
necesario.
—Roman podría haber estado molesto, pero debes recordar que tu
existencia era más o menos una fábula antes de hoy. No tenía idea de lo
que eras cuando los dos se cruzaron. Es un buen alfa. No lo juzgues en
base a tu primera impresión.

—O la segunda —añadió Embry con una sonrisa.

Asentí, sin saber cómo responder. ¿Qué importaba lo que yo pensara


de Roman? Claro, parecía que Embry quería que me quedara, pero yo no
era uno de ellos. Yo no pertenecía aquí. Dudaba que hubiera demasiadas
impresiones más de las que tener que preocuparme con Roman.

Vaughn encendió el UTV, tomó el camino de tierra detrás de su casa


y pasó al lado de un garaje más grande que estaba separado de la casa
principal.

—Hay cinco caminos principales en de las tierras de manada. Si te


pierdes encuentra uno de ellos y sigue al sol hasta la casa. No llames en
cabañas al azar. Eso podría hacer que te maten. La gente aquí es
agradable pero les gusta su privacidad.

—¿Cuántas… personas hay? —Era raro usar la palabra ‘personas’


cuando sabía que no eran humanos.

—Esta manada en particular tiene entre ciento y ciento cincuenta


cambiaformas en un momento dado. Actualmente, tenemos registrados
ciento treinta y siete. Todos ellos tienen casas aquí que ellos mismos
construyeron o heredaron. No obligamos a nadie a quedarse, pero
tampoco pueden ceder su lugar. Somos muy selectivos con los lobos que
dejamos entrar —respondió Vaughn.

Embry señaló por encima de mi hombro izquierdo.

—¿Ves? Cabañas por todas partes.

—Está bien, así que cinco caminos donde podría perderme si no


puedo ver el sol y cabañas a las que no debería ir. Este tour ha tenido un
gran comienzo —dije inexpresiva.

Esta era una idea horrible. Nunca debí haber dejado la casa de
Embry. Necesitaba semanas para procesar todas las cosas nuevas que
estaba aprendiendo, pero a ninguno de los dos a mi lado parecía
importarle. Simplemente seguían escupiendo información de izquierda a
derecha.

—Algunos de los caminos se cruzan, como aquí. Si vamos a la


izquierda nos lleva al río, a la derecha vuelve al campo de entrenamiento,
luego a la casa de la manada. ¿Cuál deberíamos tomar? —preguntó
Embry.

Dejé escapar un bostezo.

—De acuerdo. Podemos ir a la izquierda otro día si eso está bien.

La mano de Embry me apretó el hombro y su cabello rosa dorado


me azotó la cara cuando se inclinó más cerca.

—Vale. Descompensación horaria. Probablemente también tengas


hambre. Pasemos a ver a Ramona.

Ver a Ramona significaba ir a la casa principal, en la que vi entrar a


Roman, y estaba demasiado cansada para lidiar con otro encuentro con
él. La forma en que había preguntado por mí, como si no estuviera parada
justo allí después de que saliera del auto, me ponía más nerviosa a
medida que pasaba el tiempo.

—No tengo mucha hambre. Dormir será bueno por ahora —dije,
mientras Vaughn gruñía en voz alta a alguien que pasaba junto a
nosotros y que se parecía mucho a él, con barba y todo.

—Mi primo Graeme. Me ama —dijo Vaughn cuando su primo le hizo


una mueca, luego seguimos por el camino.

—Ese es el campo de entrenamiento. —Embry me dio un codazo y


señaló a la derecha.

Era un área de césped abierta con una carrera de obstáculos que


incluía llantas monstruosas, cuerdas y una torre con tres lados y una
campana en la parte superior. Antes de que pudiera comprobar los
artilugios conectados a él, Vaughn estaba girando el UTV en dirección
opuesta.

—Eso parecía como... um... —Traté de encontrar la palabra correcta


sin ser grosera.

—¿Divertido? ¿Una carrera? ¿Aventurero? —dijo Embry.

—Eh, claro. Todo eso —gruñí, haciéndola reír.

Vaughn nos miró a los dos.

—¿Me estoy perdiendo algo?

A Cait no le gusta el ejercicio. Embry sonrió ampliamente.

Las cejas de Vaughn se levantaron.

—Ah, eso está bien. ¿Y esperas que sobreviva aquí?


Embry me abrazó por detrás mientras Vaughn se detenía.

—Ella va a prosperar aquí. Lo sé. Tengo esa buena intuición —dijo.

—Eso es lo que haces, VP. —Vaughn se rio cuando Embry me


levantó del asiento—. Tengo trabajo que hacer aquí. Nos vemos luego,
guapas —añadió mientras caminábamos de regreso a la casa de la
manada.

—¿Por qué te llamó VP? —pregunté.

Embry se sonrojó.

—Bueno, puede que haya dejado fuera otra parte de mi trabajo.

—¿Y qué sería?

Volvió a pasar su brazo por el mío, afortunadamente alejándome de


la casa a la que no tenía ganas de entrar.

—Entonces, algunos lobos tienen poderes especiales. Es bastante


raro, y la mayoría de las veces sutil o inútil, pero estoy muy orgullosa del
mío ya que me hizo conseguir el puesto de VP de contabilidad. Tengo lo
que me gusta llamar suerte con el dinero. Vaughn cree que es intuición.
De cualquier manera, puedo convertir mil dólares en decenas de miles en
el mercado de valores. Dirijo todas las finanzas de la manada.

—Debería cuestionar eso, pero ya he tenido suficientes cosas raras


por hoy. Tal vez mañana después de que me despierte, pero una última
pregunta. ¿Tienen trabajos normales con… humanos? —Maldita sea, eso
era raro de decir en voz alta.

—No, la manada posee un molino y muchos de nosotros trabajamos


allí. Superviso el departamento de contabilidad. También podrías
trabajar allí. O vigilar a los cachorros si eso sigue siendo algo que te
interese —dijo lo último con una sonrisa.

Embry había intentado disuadirme de tomar el puesto de niñera.


Había estado a favor de que yo viajara, pero no tanto que aceptara un
trabajo de verdad. Debería haberla escuchado.

—Ya veo. Bueno, tal vez te dé el resto de mi herencia para que uses
tu suerte con eso. Creo que es lo menos que puedes hacer después de
llevarme a una manada de lobos.

Me pellizcó con fuerza y grité.

—Primero, no te obligué a venir aquí. En segundo lugar, sigues


hablando como si fueras humana. —Embry me levantó la muñeca—.
Noticias de última hora, amiga mía. No lo eres.
—Eres una idiota —le dije.

—Pero me amas.

Y así era.

Regresamos a su casa y Ramona estaba saliendo de la casa de


Embry. Saludó con la mano, sonriendo brillantemente. Tenía el cabello
corto rubio grisáceo, ojos color ámbar que brillaban bajo la luz del sol
que se filtraba, y una calidez a su alrededor que hizo que la tensión
persistente abandonara mi cuerpo.

—Hola señoras. Pensé que nuestra invitada podría tener hambre.


Puse las sobras del almuerzo en la encimera. —Ramona nos sonrió a los
dos.

—Gracias. Eso es muy amable de tu parte —dije primero.

—Lamento tu bienvenida. Esa no es normalmente la forma en que


tratamos a los invitados. Quiero que sepas que eres bienvenida dentro de
la casa principal en cualquier momento. Mi hijo se portará lo mejor
posible —dijo Ramona con confianza.

—La mamá Alfa siempre consigue lo que quiere. Si ella dice que
Roman será amable, entonces lo será —agregó Embry, pareciendo
disfrutar demasiado la situación.

Ramona sonrió y pasó a nuestro lado, luego me agarró del brazo


suavemente.

—¿Puedo verlo?

Por un momento estuve confundida, luego levanté la muñeca.

Contuvo el aliento, pasando los dedos sobre la marca.

—Tanto poder dentro de ti, querida. Vas a ser todo un placer tenerte
aquí si decides quedarte.

Ramona se alejó, dejando mi mente dando vueltas más que nunca.

—¿Em? —Me temblaban las manos cuando me condujo adentro.

—Ya has pasado por un infierno, Cait. Puedes con lo que venga a
continuación.

Me reí nerviosamente.

—Sigues diciendo eso.

—Y lo haré tantas veces como sea necesario para que lo creas. Ahora
ven. Ramona hace la mejor comida. Vamos a ver qué trajo.
Comida y sueño. Entonces, sería hora de que hiciera todas las
preguntas correctas. La tarde se había dedicado más a observar el área y
tratar de convencerme de que no estaba soñando. Mañana sería más de
acción, si pudiera superar el hecho de que las personas de las que
necesitaba conseguir respuestas se convertían en perros de gran tamaño.
6

Desde que vi a esa zorra en la playa mis sentidos se habían


descolocado por completo. Mi olor, velocidad y reacciones: todos habían
estado actuando de manera errática. Esperaba que cuando llegara a casa
las cosas volvieran a la normalidad.

Desafortunadamente eso no sucedió.

Después de hablar con mis padres me adentré en el bosque y me


dirigí a mi cabaña. No estaba tan lejos de la casa de la manada como me
hubiera gustado, pero nadie me molestaba allí a menos que fuera una
emergencia. Esperaba estar solo esta semana. Esperaba estar en forma
de lobo, permitiéndole distraerme de cosas que ya no deberían
molestarme.

Pero nada de eso iba a suceder.

En cambio, iba a quedarme estresado por el pasado y el futuro.

Colocas la culpa donde no es, Roman, dijo mi lobo.

Si no conmigo, ¿con quién?

Con el lobo que te desafió. No tenía por qué venir a nuestra manada
a tomar lo que no era suyo. Éramos demasiado fuertes para él, y él lo
sabía. Esto no fue culpa nuestra.

Me burlé. Eso podría ser mayormente cierto, pero podíamos haberlo


dejado vivir. Deberíamos haber encontrado una manera. En cambio,
estamos atrapados con esta culpa.

Mi lobo gruñó. No, tú lo estás y necesitas superarlo.

Era un bastardo mandón.


Solo un par de meses después de que mi padre me pasara sus
poderes alfa, otro lobo del territorio del Oeste me desafió por el control de
nuestra manada.

Los desafíos alfa no eran una práctica común hoy en día. Si un lobo
potencial alfa tenía un problema con el liderazgo, se iban. Algunos lobos
los seguían y comenzaban una nueva manada en otro lugar. La mayoría
se quedaba atrás. Era fácil y mantenía la paz entre nuestra especie.

Durante demasiado tiempo, nuestros antepasados estuvieron en


guerra unos con otros. Familias destruidas. Viviendas diezmadas. Todo
ello sin sentido.

No es que no disfrutara siendo un alfa, pero nunca hubiera luchado


por el puesto si no hubiera sido para mí.

Estamos exactamente donde pertenecemos, dijo mi lobo con


confianza mientras arrojaba una piedra al río, observándola saltar varias
veces sobre el agua clara.

El área que nos rodeaba estaba tranquila. Solo los pájaros y las
presas pequeñas se quedaban en el área. Si bien el pasado había sido
pesado en mi mente, con el aniversario de cuando había matado al joven
lobo al día siguiente, no podía sacudir el rostro de una mujer humana
que no debería querer o pensar en ella.

Excepto que, desde que hui de la playa, la olía en mí. Escuchaba su


voz sarcástica. Se reía de cómo me enfrentó, mostrando una valentía que
pocos podrían bajo mi poder alfa.

Todo eso habría sido el cielo si ella no fuera humana.

Ella no lo es y lo sabes. Estás demasiado asustado para admitirlo,


agregó mi lobo.

Cierra el pico.

Se rio. Ciérramelo tú.

El lobo sabía que no podía. Había estado en mi mente desde el día


en que nací. Mi primer amigo y confidente, pero eso no significaba que
no me molestara muchísimo en alguna ocasión.

La necesitamos, añadió sombríamente.

Lancé otra piedra, esta vez esquivando el agua por completo y


disfrutando del ruido sordo cuando aterrizó en la corteza de un árbol.

No quería necesitar a esta mujer. No podría ser mi igual. Los otros


lobos nunca respetarían a una nacida humana como mi compañera.
Incluso si ya no era humana, seguía estando más cerca de eso que de un
lobo. Había estado repitiendo estas cosas en mi cabeza desde que supe
que no era una bruja, pero cada vez que lo hacía mi resolución se
debilitaba en lugar de fortalecerse.

No sabíamos mucho sobre la Diosa de la Luna. Se había mantenido


al margen de nuestros asuntos durante siglos. El hecho de que ella
estuviera aventurándose en eso ahora me molestaba casi tanto como
tener una compañera humana.

No es humana, me recordó amablemente mi lobo. De nuevo.

Gruñí y me pasé una mano por el cabello. Hijo de puta. ¿Por qué
tenía que ser tan jodidamente complicado?

El cambio y yo podemos encargarnos de la situación.

Me reí. ¿Qué vas a hacer? Ella no es una loba. No puedes hablar con
ella.

¿Cómo lo sabemos? Ella podría tener uno escondido dentro de ella y


solo necesitamos sacar el ser sensual.

Sensual, ¿eh? ¿Quién eres y qué has hecho con mi lobo? pregunté.

Sé que esto es difícil de aceptar para ti. Querías una guerrera y crees
que eso no es lo que has recibido, pero he conocido a nuestra creadora.
Ella no es un ser malvado. Me prometió una pareja por la que valiera la
pena esperar. He pasado muchos siglos solo. Creo que Cait es digna y
debemos darle la oportunidad de demostrar su valía. No a nosotros, sino
a los demás.

Maldición. El dolor de mi lobo por estar solo durante tanto tiempo


se filtró en mi mente y me dolía en el pecho. Mis manos se cerraron en
puños a mis costados mientras mis colmillos se extendían. El cambio
estaba cerca. Mi lobo quería el control. Quería a su pareja, pero me estaba
esperando a mí, un yo muy egoísta.

Mi lobo retrocedió, retirándose de mi mente y dándome tiempo para


pensar por mi cuenta otra vez. Había estado en la cabaña durante unas
horas pero no era suficiente. Nunca sería lo suficiente.

Una compañera. Tenía una maldita compañera.

La pieza que me faltaba en la vida. La pieza que no esperaba


encontrar durante varias décadas más, pero con la que me había topado
por casualidad.

¿O lo era?
—Diosa de la luna, ¿qué has hecho y qué viene? —pregunté,
mirando hacia el cielo brillante y sin nubes.

No hubo respuesta, no es que esperara una.

En cambio, la atracción por regresar a la casa de la manada se hizo


más fuerte. Quería pasar días en mi sitio, pero no era lo suficientemente
terco para hacerlo. Necesitaba enfrentar lo que fuera que me esperaba.
Mis lobos necesitaban verme como el alfa infalible en el que confiaban, y
eso era lo que les iba a dar.

Necesitaba escuchar a mi lobo y confiar en que tal vez tenía razón.


Tal vez Cait era más de lo que parecía en el exterior.

Dioses, eso esperaba, porque cuanto más pensaba en ella más


quería envolverla en mis brazos y nunca dejarla ir. La atracción del
vínculo de pareja era más fuerte de lo que jamás creí, y el hecho de que
ella no pareciera afectada por nada de eso me atraía aún más si era
honesto conmigo mismo.

Ve a ella. Dale una oportunidad, dijo mi lobo.

¿Y si ella no nos da una? Pregunté.

Mi lobo se enfadó, causando que las garras se extendieran desde mis


dedos y los colmillos me cortaran el labio, mientras un gruñido bajo
retumbaba en mi cuerpo.

Tranquilo, chico. Si es nuestra lucharemos por ella. Encontraremos


una manera de demostrarle que somos una pareja digna.

Con mis palabras se tranquilizó, pero no del todo. Aparentemente


mi lobo era más arrogante de lo que yo sabía, porque la idea de que Cait
nos rechazara claramente no había estado en su radar.

Volví a entrar en la cabaña y me aseguré de que todo estuviera


apagado. No era mucho, solo una versión más pequeña de la mayoría de
los otros dentro de la manada, pero era silencioso. Era donde iba a
pensar, y era perfecto.

Cerrando la puerta detrás de mí, inhalé profundamente. El aroma


de la tierra y los árboles invadió fuertemente mis sentidos, pero aun así,
la mezcla única de flores, cítricos y menta de Cait me hacía cosquillas
debajo de todo.

Dioses, no sabía cómo iba a sobrevivir a esta mujer. Si su olor me


distraía tanto no podía imaginar lo que me haría probarla.
Ella solo nos hará más fuertes, dijo mi lobo, volviendo a ser su
engreído normal.

Seguro que espero que tengas razón.

Porque si no lo hacía, había más riesgo que simplemente perder a


un compañero.
7

Había una luz brillante alumbrando mi cara y todo estaba caliente.


Me ardían los ojos y me dolieron cuando traté de abrirlos. Saqué la
almohada de detrás de mi cabeza y me tapé la cara, pero alguien me la
quitó.

—No lo creo, mujer. Arriba. Ahora —exigió la voz de Embry en mi


oído.

—Déjame dormir —gruñí. El jetlag era una mierda, y no había


descansado lo suficiente.

—Amiga. Has estado fuera durante dieciocho horas. No te he traído


aquí para seguir aburrida.

Mis ojos se abrieron y me froté la cara.

—¿Qué?

—Dieciocho. Horas. Levántate antes de convertirte en una parte


permanente de la cama. —Embry me agarró la muñeca y tiró de mí. Un
mareo se apoderó de mí mientras me ponía de pie, y tuvo que agarrarme
por los hombros.

—Voy a enfermar —dije.

—No, solo te estás muriendo de hambre. Vamos por comida para ti.

Lentamente la seguí fuera del dormitorio de la planta baja que había


anunciado que era mío mientras lo tuviera. Estábamos en la cocina
cuando me di cuenta de que tenía la camiseta enrollada alrededor de las
axilas, mi trasero estaba a la vista porque odiaba dormir en pantalones
cortos y probablemente tenía baba en la cara, pero nada de eso importó
cuando olí la comida. .
Un hambre como nunca antes había tenido se apoderó de mí y
prácticamente me lancé hacia la encimera, metiéndome dos trozos de
beicon en la boca mientras ponía más comida en un plato.

Mientras tomaba mi tercer bocado llamaron a la puerta y me entró


el pánico. Di un paso con la esperanza de volver corriendo a la habitación,
pero ya era demasiado tarde. La puerta se abrió y yo estaba congelada en
la cocina, todavía llevando solo una camiseta vieja y ropa interior con
Embry detrás de mí, riéndose a carcajadas.

—Buenos días, Roman. ¿O es por la tarde? De cualquier manera, es


genial, ¿no? —Embry sonrió cuando me giré para mirarla.

Atreviéndome a mirar me volví hacia la puerta. Los ojos de Roman


estaban fijos en mis piernas desnudas y mi cuerpo enrojecido. La
intensidad de su mirada casi me tira de culo. Sin embargo la sensatez se
apoderó de mí y tiré de mi camiseta hacia abajo, esperando que no
pudiera ver mucho.

—¿Necesitas algo? —le preguntó Embry, todavía sonriendo.

Roman se aclaró la garganta mientras sus ojos viajaban de mis


piernas a mi cara antes de lanzarse a Embry.

—Ramona me pidió que viniera a revisar el informe trimestral del


molino.

—Gracioso. Se lo envié por correo electrónico ayer por la noche. Debe


haber ido a spam. Lo enviaré de nuevo —respondió Em.

Roman frunció el ceño.

—Debe haber ido. —Alcanzó la puerta mientras me miraba. Nuestros


ojos se encontraron, y tuve que agarrarme de la encimera mientras el
calor se movía a través de mi pecho, luego directo a mi muñeca.

—Espero que encuentres acogedora nuestra manada, Cait —dijo


Roman, las palabras sonaban severas.

Me las arreglé para asentir hacia él, disfrutando de que tuviera


dificultades para mantener su mirada en mi rostro y no en mis piernas.

Gruñó y salió por la puerta antes de que pudiera parpadear.

Me caí en el taburete de la encimera y ya no tenía hambre de comida.


Roman era... No sabía lo que era, pero había algo en él que abrumaba
mis sentidos. Incluso allí en la playa, había habido una atracción hacia
él que no me había pasado desapercibida.
—Bueno, eso fue divertido —dijo Embry, acercándome el plato—.
Come.

Cuando no tomé el tenedor, agitó un trozo de beicon contra mis


labios hasta que lo agarré.

—Bien. Gracias por el desayuno o el brunch —dije, tragando la


comida con la esperanza de sacar a ese hombre de mi cabeza.

—Creo que le gustas. Es lindo —dijo, cuando comencé a masticar


los huevos.

Me atraganté con el bocado.

—¿Disculpa? Me ha dicho una cosa agradable y ni siquiera estoy


segura de si lo dijo en serio. Difícilmente creo que eso signifique que le
gusto.

—Intuición de loba. Roman está nervioso cerca de ti. Lo puedo oler.


No me malinterpretes, también estaba bastante enojado, pero había una
curiosidad subyacente que podía sentir. Simplemente no sé por qué
habrías llamado su atención.

La golpeé.

—Gracias, imbécil.

Se frotó el brazo.

—No, eso lo dije mal. Solo quiero decir que no eres una loba. Los de
nuestra especie no suelen mirar dos veces a otros sobrenaturales, y
mucho menos a los humanos, pero supongo que si tienes la marca eso te
hace como nosotros. Solo me pregunto si alguna vez fuiste humana.

Todavía me dolía la muñeca, pero era fácil ignorarlo cuando


mantenía la mente ocupada. Girando la mano, froté los dedos sobre la
forma de media luna.

—¿Qué significa todo esto, Em?

Me esforzaba en evitar los temas más serios en mi primer día aquí.


Había sido mucho que asimilar, saber que los cambiaformas lobo eran
reales y que me dijeran que estaba marcada por su reina o lo que fuera.
Después de dormir tanto estaba lista para recibir respuestas. Unas que
esperaba poder manejar.

—¿Qué tal si terminas de comer y te duchas primero? Iré a ver a


Ramona y le pediré que venga. Ella realmente quiere ser parte de esta
conversación.
—¿Por qué? —pregunté.

Embry se encogió de hombros.

—No hago muchas preguntas. No está en mi naturaleza. Aunque es


posible que la pareja de Ramona ya no sea más el alfa, sigue siendo la
hembra alfa de nuestra manada, hasta que Roman se aparee, y tiene mi
respeto.

El funcionamiento interno de este mundo iba a ser un infierno para


aprenderlo, pero no podía negar que estaba intrigada. Embry subió las
escaleras hasta su desván y me apresuré a terminar de comer.

Una vez que terminé me dirigí al baño para encontrar que todos mis
artículos de tocador ya estaban en casa en los estantes. Mi corazón se
calentó. Embry realmente era la mejor amiga. No importaba que tuviera
un animal dentro de ella que pudiera matarme. Tenía un corazón de oro
que me había ayudado a pasar más infiernos de los que me gustaría
contar.

Tan pronto como el agua estuvo caliente me apresuré a darme una


ducha y salí al pequeño pasillo con solo una toalla. Un gruñido retumbó
detrás de mí, y sonó como si la puerta principal se cerrara cuando me di
la vuelta.

—¿Embry? —llamé mientras mi corazón se aceleraba.

Sin respuesta.

Ella había dicho que iba a buscar a Ramona. ¿Alguien sabía que
estaba sola en casa? ¿Venían a…? No sabía lo que podrían hacer, pero
de cualquier manera estaba asustada. Corrí hacia la puerta y eché el
cerrojo antes de mirar por la ventana.

0No podía ver nada más que árboles, hierba y el camino de tierra.
Intenté estabilizar la respiración mientras me apoyaba contra la pared,
pero cuando pensé que tal vez solo había estado escuchando cosas, la
manija de la puerta comenzó a traquetear, haciéndome gritar.

—¿Cait? —llamó Embry, y la puerta se agrietó con el impacto.

—Estoy bien. ¡Espera! —grité a través de la pared mientras abría el


cerrojo.

—¿Qué diablos, amiga? —exigió, tomándome en sus brazos mientras


Ramona empujaba detrás de nosotras.
—Lo siento. Pensaba que alguien había entrado mientras estaba en
la ducha, así que cerré la puerta y luego comencé a entrar en pánico.
Estoy segura de que no fue nada —dije.

Embry miró a los ojos a Ramona y la mujer mayor asintió.

—¿Qué? —pregunté.

—Eh, nada. Ve a vestirte para que podamos conversar —dijo Embry,


empujándome hacia mi habitación.

Los lobos eran criaturas extrañas. Fuertes y aterradores, pero


extraños, no obstante.

Incluso mi ropa ya estaba colgada y doblada en los cajones. Embry


había estado ocupada mientras yo dormía como una muerta. Cogí unos
pantalones jeans cortos y una camiseta sin mangas amarilla. era agosto.
En Texas. Me iba a derretir con cualquier otra cosa.

Agarrando un cepillo del baño, entré a la sala donde Embry y


Ramona esperaban con bocadillos y jugo de naranja.

Me cepillé los mechones mojados mientras estaba de pie.

—Entonces, ¿qué soy? —pregunté primero, porque no importaba


mucho más hasta que supiera eso y lo que significaba para mi futuro.

Ramona se rio.

—Me gustas.

No respondí. No sabía qué decir sin ofenderla, porque ella no me


conocía. ¿Cómo podría gustarle a ella aparte del hecho de que
probablemente yo era un entretenimiento para ellos? La pobre humana
patética y asustada de todos los lobos feroces. Bueno, después del
episodio de la puerta necesitaba reconocer mi miedo y reunir todo el
coraje que pudiera si quería respuestas.

—Sé que no me conoces, pero Embry me ha hablado mucho sobre


ti, así que me disculpo si actúo como si te conociera. Siento que ya lo
hago, pero también estoy emocionada de saber de ti, directamente de ti
en lugar de otra persona —agregó Ramona, haciéndome sentir como una
idiota de primera clase.

—Oh. Bueno, no hay mucho que saber —dije, dejando el cepillo y


tomando asiento frente a ellas en una silla.

Ramona sonrió de manera maternal.


—Lo dudo, pero déjame responder a tu pregunta. Eres Marcada por
la Luna. Naciste humana de padres humanos. Todo lo que sabes sobre
tu vida es cierto, pero nuestra creadora pareció ver algo en ti. Te ha
bendecido con la marca de nuestra especie.

¿Bendecida? No estaba segura de usar esa palabra, pero no quería


ser grosera, así que mantuve la boca cerrada.

—¿Pero, qué significa eso? ¿Me convertiré en un lobo? —pregunté,


sin estar realmente lista para esa respuesta, pero sabía que necesitaba
saber.

Embry suspiró y habló primero.

—Esta es la parte de la que no estamos realmente seguros. No tienes


un espíritu de lobo, y los libros de historia no dicen mucho sobre tu
especie, aparte de que solo se elige a los humanos más fuertes. Un ser
humano con propósito e intención puros. Uno que protegerá a los de
nuestra especie sin importar el precio.

Me reí.

—¿Se supone que debo protegerte? Eso es hilarante. Hablando en


serio, ¿qué significa esta marca? ¿Por qué arde y pulsa como si estuviera
viva?

—Todavía no tenemos todas las respuestas para ti, pero estamos


trabajando en ellas. Pensé que tal vez por hoy podríamos darte los
conceptos básicos sobre la vida en la manada y ver qué preguntas tienes
para nosotros sobre quedarte aquí —dijo Ramona, con ojos suaves y
llenos de atención.

—Entonces, ¿estás diciendo que sabes lo que soy, pero no lo que


seré o lo que puedo hacer? —pregunté, mirando a Embry. Nunca podría
mentirme sin desviar la mirada.

Sus ojos azules claros se quedaron fijos en los míos y respiré


aliviada.

—Todavía no, pero te prometo que lo haremos.

—Lo suficiente bueno por ahora, supongo —respondí, aunque en


realidad no lo era. Pensando en algo que había dicho Embry decidí ver
qué otra información podía conseguir—. ¿Qué es un espíritu de lobo?

Ramona sonrió, probablemente feliz de estar en un tema con el que


parecía familiarizada.
—Un espíritu de lobo es algo que todos los cambiaformas tenemos.
Es como tener a tu mejor amigo contigo en todo momento. Nuestros lobos
tienen voz y sentimientos propios. Viven muchas vidas hasta que la Diosa
de la Luna les otorga paz en el más allá. Hasta ahora mi loba ha pasado
por seis ciclos de vida, cuatro de los cuales han sido con su pareja, mi
esposo.

Mis ojos se abrieron. Mierda, eso era raro. Traté de imaginarme


teniendo a otra persona dentro de mí. Una que había vivido vidas antes
que yo. No era fácil.

—¿Y tú también tienes este espíritu? —le pregunté a Embry, solo


para estar segura, a pesar de que ya había mencionado algo sobre que le
gustaba a su loba.

Ella asintió.

—La mía está en su tercera vida y la última vez estuvo con su


compañero, así que esperamos encontrarlo de nuevo, pero no siempre
resulta así.

Había tristeza en la voz de Embry, y me pregunté si eso venía de ella


o de la loba. Probablemente de ambas. Me dolía el corazón por su soledad.

—Ya que no tengo un espíritu de lobo, ¿tendré un compañero? No


estoy segura de lo cómoda que me siento con eso —dije. La idea de tener
a alguien predestinado para mí era extraña, pero si podía mantener la
mente abierta tal vez no fuera tan malo, dependiendo de la situación. Sin
embargo, solo tal vez.

Embry me sonrió con la felicidad irradiando de ella.

—Eso espero. Significaría que te quedarías más tiempo.

Ramona se aclaró la garganta y continuó—: Así que, los lobos tienen


espíritus y compañeros. Podemos cambiar cuando queramos, pero nunca
somos más fuertes que durante la luna nueva.

Levanté la mano.

—¿Luna nueva? Pensé que era luna llena.

Ambas se rieron.

—Encontrarás algunas similitudes sobre nosotros en libros y


películas, pero la mayoría de ellas son o bien opuestas a lo que es verdad
o un poco fuera de lugar para no delatar a los de nuestra especie.
Disfrutamos al interactuar con los humanos, pero ellos no están listos
para saber de nosotros —respondió Ramona.
—¿Qué más? —pregunté, sintiéndome mal por interrumpirla.

Embry levantó su plato de bocadillos.

—Comemos. Mucho. Nuestro metabolismo quema la comida y el


alcohol con bastante rapidez. Envejecemos más lentamente que los
humanos, y podemos vivir alrededor de quinientos años. Verás que los
que vamos en público solo podemos hacerlo en el misma área durante
algunas décadas. El personal de la fábrica cambia con frecuencia debido
a eso.

Tragué saliva. Quinientos años. Eso era más de lo que esperaba.


Mucho más.

—¿Qué edad tienen ustedes? —pregunté.

—Realmente tengo veintitrés años —respondió Embry.

—Tengo ochenta y cuatro —dijo Ramona, y me atraganté con el aire.

Tal vez aparentaba cuarenta. No podía creerlo.

Embry se rio.

—Muy pronto todo esto te parecerá normal. Lo prometo.

Mi mejor amiga podría haber creído que estaba diciendo la verdad,


pero algo me dijo que estaba lejos de ser el caso.
8

Después de nuestra charla, Ramona se excusó y yo esperaba pasar


el resto del día en la cabaña con Embry. Excepto que ella tenía otros
planes.

—Entonces, ahora que sabes un poco más sobre nosotros, ¿te


sientes más cómoda saliendo? —preguntó.

—Eso hicimos ayer —respondí.

—No, te llevamos en un viaje de diez minutos para introducirte en el


área. Eso no fue nada. Nuestras tierras se extienden cientos de
kilómetros. La propiedad en la que estamos es nuestra manada principal,
pero somos dueños de secciones arriba y abajo del lado este de Texas —
dijo.

—Entonces, ¿quieres hacer un viaje por carretera? —Con lo que


probablemente podría comenzar.

—No, quiero llevarte al río. Hace más de cien grados fuera y está
húmedo como el infierno. Quiero nadar. Es algo que hago mucho en mis
días libres —respondió, y me invadió una ola de tristeza por no saberlo.
Me preguntaba cuántas cosas más conocería sobre Embry que pensé que
ya sabía.

Sin embargo, elegí no preocuparme por eso entonces. Un chapuzón


en el agua parecía divertido. Ya echaba de menos las aguas del océano
australiano. Incluso si un río no sería para nada lo mismo, tal vez me
traería recuerdos del que solía frecuentar en Oregón cuando era niña.

—Está bien, hagámoslo —dije.

Embry se quedó boquiabierta.

—¿En serio? ¿No tengo que arrastrarte fuera de aquí gritando? Pensé
que pelearías por salir de la casa. Estoy decepcionada en realidad.
Ella tenía algo de razón. Una parte de mí quería permanecer
encerrada para siempre, lejos de los peligros potenciales, pero no podía
tener miedo de lo que no sabía. Si tenía que estar aquí durante un tiempo
para descubrir qué era, entonces necesitaba sentirme cómoda con los
lobos. Al menos desde una distancia moderada.

Embry ya estaba subiendo las escaleras para cambiarse, así que


hice lo mismo. Cuando terminé, ella estaba de pie frente a la puerta
abierta y sosteniendo una bolsa de playa con una sonrisa brillante.

—¿Lista?

—Con una condición. Cuando esté lista para irme por favor no hagas
una escena. Déjame irme —le dije.

—Mientras le hayas dado una oportunidad real, entonces sí, estoy


de acuerdo —respondió, y asentí.

Embry era la única persona que me quedaba a la que consideraba


familia. Con lo asustada que estaba, tenía la sensación de que si quería
que siguiera siendo mi mejor amiga tenía que descubrir cómo ser parte
de su mundo. Tenía que hacer esto.

Caminamos de nuevo por el camino de tierra hacia la casa de la


manada.

—Vaughn nos deja su UTV para que lo usemos durante el tiempo


que necesitemos. Solo tenemos que parar y tomarlo.

Me di cuenta antes de preguntarle cómo se las arreglaría para


arreglar eso con Vaughn. Tenía que admitir que estaba un poco celosa de
sus trucos telepáticos de lobos.

Embry saludó a los demás mientras nos dirigíamos donde Vaughn.


Cada una de las personas con las que nos cruzábamos le sonreía y me
miraba, confundida. Algo que, con suerte, no duraría mucho. Yo no era
una entusiasta de la atención.

El UTV ya estaba fuera del garaje y esperándonos. Embry saltó al


asiento del conductor y me subí a su lado. Ella presionó el pie en el
acelerador y casi me da un latigazo.

—Amiga. ¿Tienes prisa? —gruñí.

Se rio.

—Vaughn está obsesionado con sus juguetes. No suele compartir, y


yo no tengo uno porque normalmente corro a todas partes con mi loba.
Me moría por conducir esta bestia. —Sus manos recorrieron el volante
mientras volábamos por el camino.

Hoy no habría turismo.

La mención de su loba me hizo sentir mal.

—¿Estás sufriendo por pasar tanto tiempo conmigo y no con tu loba?


—No estaba segura de cómo funcionaba y no quería ser egoísta.

—No. Salí mientras dormías. Ella lo entiende, y saldré de nuevo esta


noche. Cuando estés lista cambiaré frente a ti. A ella le gustaría
conocerte.

—Creo que a mí también me gustaría eso. —Lo dije de verdad, desde


el fondo de mi corazón. Aunque eran palabras simples, esperaba que
Embry entendiera lo importante que era para mí. Era la única familia que
me quedaba, y quería que fuera ella misma conmigo.

En quince minutos llegamos a una zona de playa. Había bancos y


parrillas, una zona de voleibol y herraduras. Ah, y unos treinta malditos
cambiaformas lobo.

Cada uno de ellos se volvió hacia nosotras cuando Embry estacionó,


levantando un montón de arena. Ella saludó animadamente mientras yo
me encogía en mi asiento.

Embry niveló su mirada con la mía.

—Lo prometiste.

—Omitiste que habría docenas de personas aquí. Dado que solo hay
ciento treinta y tantas personas viviendo aquí, supuse que tal vez solo
habría un puñado.

—Sabes lo que suele significar suponer, ¿verdad? Además, nadie te


va a hacer daño. Dudo que alguien quiera siquiera hablar contigo —dijo,
e hice una mueca. Eso no me hizo sentir mejor.

Me deslicé del asiento y corrí al lado de Embry. Maldita sea, odiaba


sentirme tan fuera de mi piel. Había viajado por países extranjeros
durante varios años y me manejaba muy bien. Las personas también
podían ser monstruos pero, aparentemente, era más aterrador cuando
sabía qué tipo de monstruo yacía debajo de la superficie.

La culpa me golpeó instantáneamente en el estómago. Estaba siendo


una imbécil al juzgarlos antes de siquiera darles una oportunidad. No
debería importar que se convirtieran en lobos. También eran en parte
humanos. Parecían y actuaban como tal de todos modos. Tenía que
concentrarme en eso.

Embry me agarró de la mano y nos condujo hacia un lugar vacío en


la playa de arena. El río era ancho y tranquilo. Niños y adultos jugaban
en el agua y en la playa. Las familias construían castillos de arena y
cocinaban. Si hubiera llegado aquí sin saber que era una manada de
lobos nunca hubiera sabido que eran diferentes a mí.

Podría hacer esto. Los sobrenaturales no daban miedo. Estaba a


salvo Todo estaba bien.

Embry se quitó los pantalones cortos y la camiseta y yo la seguí.


Saltamos al agua y suspiré aliviada cuando el líquido frío relajó mis
músculos doloridos. Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, flotando
en la superficie del agua hasta que Embry decidió sumergirme.

Su acción inició una guerra entre nosotras dos, y otros se unieron


enseguida. Nos golpeábamos con fideos de agua y nos sacudían de un
lado a otro. Me reí y grité y me divertí mucho, olvidando por completo mi
realidad durante un tiempo.

Todo iba muy bien hasta que mi muñeca comenzó a arder cuando
uno de los otros lobos trató de levantarme. Mientras lo hacía mi marca
debió haber hecho algo para provocarlo, porque me gruñó en la cara,
mostrando unos colmillos que podría haber pasado toda mi vida sin ver.

—¿Para qué era eso, bicho raro? —me gruñó.

Embry se puso entre nosotros en un segundo.

—Vaya, Blake. ¿Qué está pasando?

—Ella me ha quemado. Tal vez sea una bruja como dicen los demás
—escupió.

La marca volvía a palpitar y se me erizó el vello de la nuca.

Blake trató de entrar en mi espacio personal, pero Embry lo bloqueó.

—Ella no quiso hacerte daño. Puedes oler su miedo. Cálmate,


hombre. Nos estábamos divirtiendo.

Blake no apartaba sus ojos oscuros de mí.

—Sí, puedo oler el miedo, y me está dando hambre.

Algo, o alguien se movía a velocidades imposibles hacia nosotros.


Cuando me aparté del camino, Blake fue arrojado tres metros por el agua.
La tensión se liberó de mí y creí que el peligro había desaparecido hasta
que fui arrojada sobre el hombro de alguien a quien no podía ver.

—Mierda —dijo Embry mientras luchaba por liberarme—. Vas a


estar bien, Cait. ¡Lo prometo!

¿Qué demonios significaba eso?

—Bájame —grité, mientras golpeaba la musculosa espalda del


hombre que me llevaba. Estaba completamente vestido, el algodón
pegado con fuerza a su cálida piel. No tenía sentido para mí que hubiera
estado él en la playa. Mi muñeca ardía cada vez que lo golpeaba, y mis
movimientos solo parecían dolerme, así que guardé mi energía.

Una vez que dejé de luchar, y comencé a prestar atención a mi


entorno nuevamente, descubrí que estábamos en el bosque, lejos de las
multitudes y mi cuerpo palpitaba con energía.

—¿A dónde me llevas? —exigí, con la esperanza de no tener que


perseguir a Embry en mi otra vida si este tipo me mataba.

Gruñó.

—¿Eres incapaz de hablar? —pregunté, porque ¿por qué no darle un


toque al lobo, verdad?

—Él te hizo daño. —Las palabras eran entrecortadas y llenas de


rabia, su voz enmascarada por las emociones.

—Técnicamente yo le hice daño. Además, Embry estaba allí mismo.


Habría estado bien sin tu interferencia, así que si no te importa llevarme
de nuevo, sería genial —dije, con pocas esperanzas de que mis palabras
funcionaran.

En lugar de responder, el tipo me dejó caer y di un paso atrás contra


una gran roca. Presioné las manos contra la piedra cubierta de musgo y
miré a mi secuestrador.

—¿En serio? ¿Tú otra vez?

Roman estaba de pie frente a mí, y sus ojos azules brillaban con
motas plateadas. Sus brazos me encerraron y bajó su cabeza hacia la
mía. Cuanto más se acercaba a mí más tranquilo se quedaba.

—¿Estás bien? —preguntó en voz baja.

Este tipo tenía problemas mentales. Estaba furioso, luego amable,


luego psicópata y ahora preocupado. No lo entendía.
—Estoy bien. Me gustaría volver con Embry —dije, manteniendo la
cabeza en alto. No quería mostrarle ningún miedo, aunque según la
conversación entre Embry y el tipo Blake, Roman sería capaz de olerlo de
todos modos. Espeluznante como el infierno.

—Lo siento, Cait. No quise asustarte. Es que, tú…

—¿Yo que? —pregunté mientras él cerraba los ojos.

Cuando volvieron a abrirse la intensidad de su mirada hizo que mis


rodillas se debilitaran. Me agarré con más fuerza a la roca detrás de mí y
traté de equilibrar mi respiración. ¿Por qué quería tanto sus labios sobre
mí?

—No puedo dejar que nada te pase —susurró mientras se acercaba


a mí. El calor de su cuerpo chamuscaba mi piel, y la marca en mi muñeca
era casi dolorosa. Parecía doler más cerca de él y no tenía idea de por
qué.

—¿Por qué te importa? —pregunté, mis palabras más entrecortadas


de lo que me gustaría, dada su proximidad.

—No debería —respondió, haciendo una pausa como si quisiera dar


más detalles, pero decidió no hacerlo.

No podía decir si eran sus palabras y acciones las que me


confundían o el olor a madera cortada y especias embriagadoras que de
repente invadían todos mis sentidos.

La mano de Roman se movió a mi mejilla, acunando mi rostro. Su


tacto encendió un fuego a través de mí del que sabía que debería huir
pero, en cambio, anhelaba estar más cerca. Perdí todo control sobre mis
acciones en el momento en que me tocó.

—¿Qué me estás haciendo? —pregunté, cerrando los ojos con un


suspiro derrotado.

Esta no era yo. No me desmayaba por los chicos. No dejaba que me


tocaran como si les perteneciera. Excepto que no había una sola parte de
mí que quisiera que se detuviera.

—Algo contra lo que debería luchar, pero no soy lo suficiente fuerte


para hacerlo —susurró, justo antes de besarme en la frente y luego la
mejilla que no sostenía.

Abrí los ojos, el corazón se me salía del pecho y apenas podía


sostenerme.
—¿Cómo está pasando esto? —pregunté, asumiendo que él sabía por
qué estaba lista para dejar de lado todas las precauciones y lanzarme
sobre él.

Mierda, esta no era yo.

Había una batalla en sus ojos. Lo que sea que tuviera que decir no
quería hacerlo. Se formaron arrugas entre sus cejas y un ceño fruncido
se profundizó alrededor de sus labios. Me moría por tocarlo y hacerlo
sonreír de nuevo. Sin embargo, no tenía ni idea de por qué. Traté de
luchar contra lo que me estaba pasando, pero me sentía demasiado bien
como para retroceder.

Roman pareció llegar a la misma conclusión cuando se acercó a mí


y me susurró—: Eres mía, Cait. La otra mitad de mi alma.

En lugar de sentirme mejor al comprender lo que estaba sucediendo,


sus palabras fueron como si me arrojaran agua helada sobre la cabeza.
Me tensé dentro de su abrazo, recordando la conversación que acababa
de tener con Ramona y Embry. ¿Lo habían sabido? ¿Embry me ocultó
esto? Iba a matarla si era así.

Roman retrocedió un paso.

—Lo lamento. No quise molestarte.

Su mandíbula estaba tensa, y sus manos en puños a los costados


mientras me miraba. No sabía a qué estaba esperando. No sabía cómo se
suponía que debía responder a sus palabras. Yo no tenía un espíritu de
lobo. Si bien antes me había intrigado un poco el concepto de
compañeros, que alguien dijera que era el mío no me sentaba bien.

Roman me miraba como si ya le perteneciera y una parte de mí


amaba eso, pero el lado obstinado de mi cerebro gritaba ‘diablos no’ ante
la idea. No podría pertenecer al lobo de Roman si no tuviera uno propio.

—Te equivocas. No soy un lobo —dije, levantando la barbilla para


mirarlo mientras mi pecho subía y bajaba con ansiedad por lo que haría
a continuación.

Sus labios lucharon contra una sonrisa mientras se quedaba donde


estaba.

—Sé que no lo eres. Por eso estaba enojado antes. Pensé que estabas
allí para engañarme y lamento la forma en que reaccioné, pero ahora lo
sé. Mi lobo lo sabe y le confío mi vida.

¿Se suponía que debía creer a su lobo? Ni en sueños iba a suceder.


De la nada mi muñeca destelló de nuevo, lo que me hizo gritar
mientras la acunaba contra mi pecho, sosteniéndola con fuerza con la
otra mano. Roman estaba de nuevo frente a mí en una fracción de
segundo.

—¿Qué ocurre? —preguntó.

—Nada. Es solo la marca. Parece tener mente propia —dije, siseando


mientras empeoraba.

Roman me abrió los dedos hasta que los solté y pudo ver la marca
por sí mismo.

—Está llena de energía.

—¿Eso es bueno o malo? —pregunté.

Me sonrió.

—Esperemos que bueno. —Levantó mi brazo y presionó sus labios


contra la forma de media luna. El alivio fue instantáneo y suspiré,
apoyando la cabeza en su hombro en contra de mi buen juicio.

Su otra mano se envolvió alrededor de mi cadera, sosteniéndome


cerca de él.

—Siempre te quitaré el dolor —dijo en voz baja.

Jesús. El corazón se me hinchó y me dolió por sus palabras,


mientras mi cerebro luchaba contra lo que empezaba a parecer una
batalla perdida. No podía entender a Roman. Todo sobre la situación me
abrumaba. Quería apartarme de él y tener la cabeza despejada. Quería
valerme por mi cuenta. Quería quitarme mi propio dolor.

Excepto que sentía su tacto condenadamente bien.

—Debería llevarte de vuelta a la casa de la manada. Embry me está


gritando. —Sonrió—. Debe amarte de verdad, porque nunca ha estado en
desacuerdo conmigo. Bueno, al menos no desde que éramos niños.

—Es mi mejor amiga. Nos protegemos la una a la otra —dije.

Roman tomó mi barbilla.

—Yo también puedo protegerte.

Mi estómago se hundió con unos nervios que no tenían nada que ver
con el miedo. Afortunadamente no esperaba una respuesta. Me levantó,
acunándome contra su pecho, y me guiñó un ojo.

—Agárrate fuerte y volveremos con ella en menos de un minuto.


Luego corrió como si tuviera fuego en el trasero.
9

Decirle a Cait que era mi compañera no era algo que hubiera


planeado. En realidad había estado muy nervioso por la idea de decir las
palabras. Para otros lobos no era necesario. Ambos lados simplemente lo
sabían, pero dado que Cait no era un lobo, me preguntaba cuánto tiempo
debería esperar.

Después de casi ser atrapado intentando visitar a Cait cuando pensé


que todavía estaba durmiendo, esperé hasta que ella y Embry salieron de
la casa para verla mejor. La atracción por ella crecía por horas, y al alfa
en mí no le gustaba estar tan fuera de sí, pero también sabía que una
pareja nunca sería algo malo. Necesitaba verla.

Se dirigían al lago. Casi no las seguí, tratando de ser respetuoso,


pero la atracción era innegable. Me acomodé, con la intención de observar
cómo la manada la trataba durante unos minutos, y luego dejarlos en
paz. Pensé que tal vez los demás la ignorarían o la asustarían. En cambio
me cautivó el hecho de que la habían dejado unirse directamente. Embry
probablemente tuvo algo que ver con eso, pero ella no era alfa. Tal vez
sintieron algo por Cait.

Antes de dejar que mi mente reflexionara sobre ese pensamiento,


Blake estaba frente a Cait y no parecía que fuera a calmarse solo. Había
considerado enviar una orden telepáticamente, pero la rabia que crecía
dentro de mí ante la idea de que alguien le pusiera las manos encima a
Cait necesitaba una reacción más física.

Deberíamos haberle arrancado la cabeza del cuerpo. No tenía derecho


a hablarle a nuestra compañera de esa manera, mi lobo se enfureció.

Si hubiera escuchado a mi lobo lo habría hecho, pero me conformé


con golpear su cuerpo con tanta fuerza que probablemente tendría
algunas costillas rotas. Cuando estuvo lo bastante lejos y yo estaba
caminando en la dirección opuesta con una Cait asustada, me aseguré
de hacerle saber a Blake que trataría más formalmente con él más tarde.

No tenía la intención de alejar a Cait de Embry. Ni siquiera quería


que supiera que había estado presente, pero las cosas cambiaron y quería
lo que quería. Yo era el alfa y necesitaba a mi pareja. No había nada de
malo en eso.

Tocándola, abrazándola, consolándola. Era más de lo que jamás


imaginé que sería. La marca en su muñeca tenía un poder diferente al de
cualquier cambiaformas lobo que hubiera conocido. Eso facilitaba mucho
las cosas. Si pudiéramos saber de eso y cómo aprovechar su energía no
tendría que temer por Cait, como pensaba antes.

Pensé que tendría que luchar contra la creciente necesidad de ella,


especialmente después de que mi lobo decidiera forzarme continuamente
a pensar en ella. Salvarla y estar a solas con ella cuando supe la verdad
hizo que la idea de ella como mi compañera fuera más fácil de aceptar.
Una vez que hice eso la necesidad de reclamarla creció con cada segundo
que pasaba, algo que tenía que agradecer al vínculo.

Llevé a Cait de vuelta con Embry después de cansarme de que la


cambiaformas tratara de llamar a la puerta metafórica de mi cabeza. No
necesitaba escuchar sus palabras para saber lo que quería, pero Embry
estaba en mi equipo, y solo estaría listo para llevar a Cait cuando supiera
que había tenido demasiado. No esperaba que se preocupara tanto por
Cait, y me hizo sentir mejor que Cait tuviera a alguien en quien confiar
aquí.

Puede que hubiera anhelado que la tocara en el momento, pero vi la


lucha en sus ojos. Cait no iba a aceptarme tan rápido como yo a ella. Un
pensamiento que intentaba guardar para mí considerando lo furioso que
se había puesto mi lobo cuando lo mencioné antes.

Le mostraremos que podemos cuidarla y protegerla como nadie más


en este mundo, dijo mi lobo mientras corríamos con Cait en mis brazos, la
convicción ardía en sus palabras.

Si mi amigo. Lo haremos.

Embry nos estaba esperando en el camino más cercano, apoyada


contra el UTV. Ya estaba vestida y sosteniendo una toalla para Cait.

—¿Estás bien? —le preguntó a Cait tan pronto como reduje la


velocidad.

—Sí, todo está bien —respondió Cait, pero no parecía segura de sus
palabras.
Embry me señaló con el dedo.

—Ella es mi amiga. Mi mejor amiga. Si lastimas un cabello en su


cabeza o una válvula en su corazón no me importará si eres mi alfa. Te
destriparé.

Bajé a Cait, tomándola de los brazos por si no estuviera estable


después de la carrera. Una vez que supe que estaba bien le sonreí a
Embry, una cambiaformas que no esperaba que fuera tan insubordinada.
Normalmente haría algo al respecto, pero esta era una situación frágil.

—Primero, dado que este es un territorio nuevo para todos nosotros,


ignoraré la amenaza que le has dado a tu alfa, pero si lo conviertes en un
hábito es posible que tengamos que conversar —dije, haciendo una pausa
durante un momento para dejar que mis palabras calaran.

Embry asintió, sabiendo que se había pasado de la raya, pero había


un fuego en sus ojos que me decía que lo haría de nuevo en un segundo
solo por Cait.

—En segundo lugar, no me llevé a Cait sin ninguna razón. Blake se


había acercado demasiado a ella —añadí, aunque no debería haber
tenido que darle una explicación.

Embry es la mejor amiga de tu pareja. Será útil para ganarse la


confianza de Cait. Vas a tener que aguantar cosas de Embry que no
soportarías de otros, dijo mi lobo, y yo sabía que tenía razón. Ya había
estado pensando lo mismo.

Embry entrecerró sus ojos helados en mí, y luego comenzaron a


agrandarse mientras miraba entre Cait y yo.

—Oh, mis dioses. Ella es tu... No. No es posible.

—Eso es lo que pensé, pero mi lobo dice lo contrario —dije.

—Mierda santa. Cait, ¿estás bien?

Cait asintió, todavía de pie a mi lado a pesar de que no la estaba


abrazando. Me preocupaba que no se viera afectada por el vínculo, pero
parecía estarlo según sus acciones anteriores y la forma en que todavía
gravitaba hacia mí. Esto era algo con lo que podíamos trabajar.

La observé y sonreí cuando me miró. Su respiración se entrecortó y


el ritmo cardíaco aumentó, algo que disfruté bastante.

—Estoy seguro de que tienes muchas más preguntas. De las que


quizás no te sientas cómoda hablándome todavía, y lo respeto. Termina
el día con Embry, luego cena conmigo esta noche y podré explicarte más.
Miró entre Embry y yo varias veces.

—Eh, ¿seguro? —respondió ella, a pesar de que en realidad no había


habido una pregunta en mi declaración.

Acuné su mejilla una vez más y apreté suavemente.

—Nos vemos en un par de horas entonces.

Decidiendo que lo mejor para mí era irme primero, asentí con la


cabeza hacia Embry y me fui. No estaba seguro de a dónde iba hasta que
escuché la risa profunda de Vaughn y cambié de dirección.

Estaba sentado en su porche delantero cuando llegué corriendo. Me


asintió antes de llevarse un vaso de agua a la boca.

—¿Qué pasa, jefe?

—Le dije a Cait que es mi compañera —dije y di un paso atrás


mientras Vaughn escupía su bebida por todas partes.

—¿Repite? ¿Ella es tu qué?

—Mi. Compañera —dije más lentamente.

Se pasó una mano por la espesa barba.

—Bueno, estaré condenado. Sabía que me gustaba. Estuvo


interesante durante el viaje en auto. Parece la cantidad justa de temerosa
de nuestra especie. Los que están demasiado ansiosos por saber de
nosotros tienden a causar problemas.

—Sí, bueno, espero que ese miedo desaparezca pronto —dije,


tomando asiento a su lado.

—No quiero profundizar en ti, pero ¿cómo te sientes acerca de una


pareja humana? —preguntó.

Sabía que a Vaughn realmente no le importaban los detalles. Solo


quería asegurarse de que estaba bien de la cabeza, lo cual era una
pregunta adecuada como mi beta. Si Cait iba a ser una distracción,
Vaughn tenía que ser consciente.

—Al principio estaba furioso, como viste. Por muchas razones, pero
sobre todo porque me asustó muchísimo. Ella no es como nosotros. La
manada. ¿Y si no la aceptan? La marca lastimó a Blake hoy, o más
probablemente lo tomó por sorpresa. Estoy seguro de que eso hará las
cosas más difíciles.

—¿Qué quieres decir con lastimarlo? —preguntó Vaughn.


—No estoy seguro. No esperé lo suficiente para hacer preguntas
antes de poner a Cait sobre mi hombro y alejarla de todos los demás.

Él silbó.

—Esto podría ser un problema si la marca atrae la atención


equivocada y se corre la voz. Ya tenemos suficiente con lo que lidiar desde
el oeste.

Lo miré.

—Lo sé, pero no es como si pudiera quitársela. Según los libros de


historia la Diosa de la Luna la ‘bendijo’ con ella.

Nunca había estado tan molesto por la falta de información sobre


nuestra historia de lobos. Busqué en la torre de la biblioteca y hasta
ahora solo había tres libros que mencionaban a la Diosa de la Luna. Dos
eran solo entradas pasajeras que no significaban nada, y la tercera estaba
en un idioma antiguo que aún no había tenido suficiente tiempo para
traducir. Pasaría el tiempo que fuera necesario averiguando qué
significaba la marca de Cait.

—Con las temperaturas más altas tengo a los súper escuadrones


fuera de servicio del entrenamiento. Tengo tiempo libre. Dime cómo
puedo ayudar —dijo Vaughn.

Suspiré ante su ridículo nombre para los lobos que eran los
principales protectores de nuestra manada, pero lo dejé pasar.

—Tenemos que asegurarnos de que nadie vaya hablando. Incluso


las palabras inocentes pueden tener efectos negativos. Hasta que
sepamos más sobre esta marca y lo que significa para Cait, no podemos
dejar que las otras manadas se enteren —dije.

—Sabes que hay una manera fácil de hacer eso como alfa, ¿verdad?
—preguntó Vaughn.

—Por supuesto que lo sé. Simplemente odio usarlo. No quiero que la


manada piense que no confío en ellos cuando nunca me han dado
motivos para no hacerlo. Como alfa podía obligar a todos mis lobos a
guardarse el conocimiento de Cait, pero ni mi padre ni yo habíamos
usado nunca ese poder en particular. La idea de quitarle la voluntad a
alguien nunca me sentó bien.

Vaughn saltó de su asiento.

—Bueno, es hora de que vaya a socializar.

—¿Qué?
—Si quieres que les guste Cait, alguien tiene que hacer campaña por
ella. ¿Vas a hacerlo? —preguntó.

Amaba nuestra manada, pero intentaba no acercarme demasiado.


Había una delgada línea entre mantener su respeto y ser su amigo.
Encontré un buen equilibrio entre los dos y no tenía ningún deseo de
cambiar la dinámica hablando de mi pareja.

—Exactamente. He pasado la mayor parte del tiempo con ella aparte


de Embry, así que déjame hacerlo. La gente me adora. —Vaughn sonrió
y supe que tenía razón.

—Bien. Vamos. Y ven a verme cuando hayas terminado. A menos


que sea la hora de la cena. Estaré ocupado.

Sus cejas se movieron.

—¿Vas a estar con tu dama?

—Eso no es asunto tuyo. —Me levanté y me alejé, manteniendo la


sonrisa oculta hasta que ya no pudo ver mi rostro.

—¡Solo porque no pueda verlo no significa que no sepa que eres feliz
como un adolescente en un concierto de una banda de chicos! —me gritó.
Negué con la cabeza, reprimiendo la risa.

Tenía cosas más importantes de las que preocuparme, como


ganarme a Cait. No sabía nada sobre ella, pero iba a hacer lo que fuera
necesario para conocer todo lo que pudiera.
10

¿Qué demonios acababa de suceder?

Roman me había mantenido en una especie de trance. Me había


llamado bruja cuando nos conocimos, pero estaba bastante segura de
que él tenía su propio encantamiento, porque mi sangre ardía con una
necesidad que nunca había conocido, y mi corazón estaba a punto de
detenerse.

El viaje de regreso a casa de Embry estuvo lleno de un silencio


incómodo. Intenté procesar lo que había ocurrido con Roman, pero nada
tenía sentido.

Cuando Embry estacionó el utilitario frente a su puerta, me quedé


en mi asiento, envuelta en la toalla que me había dado.

Se giró hacia mí, levantando una ceja.

—¿Vas a bajar?

—Dime que estoy soñando, Em. Dime que nada de esto es real —
dije, odiando parecer débil, pero no podía negar lo asustada que estaba
después de lo ocurrido con Roman. Con cada nueva información sentía
que estaba perdiendo el control, y eso no me gustaba.

Después de perder a mi madre de la forma en que lo hice y no poder


hacer una maldita cosa al respecto, evitaba las situaciones que estaban
fuera de mi control. Sin embargo, de alguna manera, había terminado en
el peor escenario posible que me dejó haciendo espirales.

Embry estuvo a mi lado en un instante, levantándome como si no


pesara nada, aunque tuviéramos casi el mismo tamaño.

—Vamos, Cait. Tengo algo para ayudarte.


Luché contra su abrazo, pero su agarre se hizo más fuerte a medida
que nos acercábamos a la puerta. Consiguió sujetarme con un brazo y
abrir la puerta sin perder un paso, y luego la cerró de una patada
mientras me dejaba caer en el sofá.

—No te muevas —exigió Embry.

Aterricé con un ruido sordo, los dientes castañeaban mientras mi


cabeza golpeaba el respaldo del sofá. Murmuré unas cuantas palabras y
me enderecé. Estaba hecha un desastre por haber sido sacada del lago y
no haber hecho nada con mis largos mechones. Me incliné hacia delante
para ir al baño, pero Embry me gruñó.

—¡Dije que no te muevas! —Su voz resonó desde la cocina.

—Todavía llevo puesto el traje de baño. Solo necesito ropa seca y un


cepillo —le grité, aunque ella no estaba tan lejos de mí.

En lugar de responder, saltó sobre el sofá, sosteniendo dos vasos y


una botella oscura.

—Tu traje ya no está mojado, y tu cabello no tiene arreglo sin una


ducha. Puedes esperar. Ahora, cuéntame todo lo que sucedió, y no solo
hoy. Quiero que repitas cada momento con Roman desde Australia.

Los ojos de Embry se clavaron en mí y suspiré. Ella era como un


perro con un hueso. Excepto que yo era el hueso, y no me gustaba.

En lugar de perder el tiempo discutiendo con ella, repetí lo que


quería saber. Esta vez, hizo más preguntas sobre la marca mientras yo
hablaba y se mostró intrigada desde la primera hasta la última palabra.

—No me lo puedo creer —dijo cuando terminé.

—¿Creer qué? ¿Qué me está pasando y cómo puedo hacer que se


detenga? —pregunté, solo un poco más calmada que antes.

—Estás emparejada con el alfa de la manada. Mi mejor amiga está


emparejada con mi alfa. Esta es la cosa más asombrosa que jamás haya
existido. —Su sonrisa era demasiado grande, y su entusiasmo era
demasiado para mi pánico.

—Embry, estás malditamente loca. Esto es… no sé lo que es, pero


no estoy bien. —Mis palabras finalmente se registraron con ella, y me
entregó un vaso con líquido ámbar.

—No lo bebas demasiado rápido. No emborracha a los lobos, pero sí


nos relaja. Podría dejarte sobre tu trasero—añadió con un guiño.

Tomé un sorbo y lo escupí, apenas esquivando el rostro de Embry.


—Eso es horrible.

Se rio.

—Supongo que es un gusto adquirido.

—En serio, Embry. Que me digan que estoy emparejada va más allá
de lo que me resulta cómodo. Una cosa fue aceptar que mi mejor amiga
se convierta en lobo, pero lo que pasó en el lago es un escenario
totalmente diferente. Uno con el que ya no estoy de acuerdo. —Levanté
mi muñeca—. Esta marca. Lo que sea que signifique. No la quiero.

Embry me alcanzó con una mano mientras con la otra dejaba su


bebida.

—Sé que no tenemos muchas respuestas para ti, pero te prometo


que estás a salvo aquí. Roman es un buen hombre. No te obligará a nada
que no quieras. Estar emparejada no significa… bueno, no significa nada
malo.

Quité la mano de su agarre y me puse de pie, caminado ida y vuelta


frente al sofá y sintiéndome expuesta con tan poca ropa mientras
mantenía esta emotiva conversación.

—Entonces, ¿qué diablos significa? No soy loba. Soy humana.

Se puso de pie y agarró mis hombros, sacudiéndome.

—Cálmate, Cait. Voy a decirte algo y necesito que lo escuches. No,


no solo que lo escuches, sino que entiendas realmente las palabras que
digo. —Hizo una pausa y respiré profundamente—. No eres humana. En
el momento en que esa marca apareció en tu muñeca tu destino cambió.
Sé que es difícil de aceptar, pero es la verdad y lo seguiré repitiendo hasta
que las palabras queden grabadas.

Maldita sea. Las lágrimas ardían en mis ojos, y mi frustración estaba


más allá de lo controlable. Mis emociones estaban a flor de piel. Mientras
sostenía la mirada de mi mejor amiga, hice lo posible por calmarme como
ella me pidió.

—¿Cómo es posible todo esto? ¿Estoy emparejada con él sólo por la


marca? ¿Qué significa realmente, aparte de que me estoy volviendo loca?
—pregunté una vez que las lágrimas se secaron.

Me empujó hacia el baño.

—El cómo no es fácil de explicar. Eres nueva en nuestro mundo,


pero algunas cosas no tienen explicación. Simplemente son lo que son.
La magia funciona de formas que no siempre podemos controlar.
—¿Magia? ¿Qué tiene eso que ver? —pregunté.

Embry encendió la ducha.

—No podemos hacer hechizos ni producir magia, pero convertirnos


de humanos a lobos no es algo natural. Es un poder que nos ha otorgado
la Diosa de la Luna. Como tú marca.

Resoplé y señalé mi muñeca.

—Yo no llamaría esto un don.

Su rostro se suavizó.

—Eso lo dices ahora, pero dale tiempo. Creo que me sentí atraída
por ti por una razón. Creo que estabas destinada a este mundo, y me
aseguraré de que no te pase nada. Te lo prometo, Cait. Eres mi mejor
amiga. Ahora, mete tu trasero en la ducha.

Se sentó en la encimera y esperó.

—¿Te vas a quedar? —pregunté con una sonrisa que no pude


contener.

—No es que no tenga las mismas cosas que tú ahí debajo. Además,
la desnudez no es algo muy importante para los cambiaformas, y si me
quedo podemos matar dos pájaros de un tiro. Tú puedes dejar de oler a
agua de pescado y podemos seguir hablando.

Negué con la cabeza, considerando que ella había estado nadando


en la misma agua, pero dejé pasar el desaire. El vapor ya salía del agua,
así que me desnudé y deslicé hacia un lado la cortina.

Después de enjuagar mi cabello y comenzar a lavarme, miré a


Embry.

—¿Qué pasó con la conversación?

Puso los ojos en blanco, echando hacia atrás su cabello rosa dorado.

—Bueno, estaba esperando que hicieras más preguntas.

—No, respondiste todas las anteriores. Lo de Roman. ¿Por qué lo


deseaba tanto cuando estaba cerca, pero ahora ese sentimiento ha
desaparecido? —pregunté. Bueno, en su mayor parte había
desaparecido. El recuerdo de su toque parecía estar grabado a fuego en
mi cerebro.

Me paré bajo el chorro de agua, tirando de los nudos en mi cabello


mientras esperaba una respuesta.
—¿En serio? ¿La atracción ha desaparecido? Eso es interesante.
Normalmente, cuando encuentras a tu pareja la atracción es difícil de
combatir, incluso cuando están separados. Al menos por lo que me han
dicho.

Casi me atraganté con el aire cuando ella pareció confirmar mi temor


anterior.

—Entonces, ¿me obligarán a estar con él?

Eso no iba a funcionar para mí. Haría lo que fuera necesario para
evitar que alguien tomara decisiones sobre mi vida por mí. No importaba
que Roman fuera delicioso a la vista. O que sus manos hicieran que mi
corazón se acelerara como nunca antes. O que notara que las motas
plateadas de sus ojos se volvían más brillantes cuando me miraba
fijamente.

Mierda, estaba en un gran problema.

—No lo pensamos así. Todo es cuestión de percepción. Puedes ver el


vínculo como un regalo o puedes pensar en él de forma negativa. Los
lobos viven largas vidas, y poder pasar esas décadas con alguien creado
solo para ti es bastante atractivo para la mayoría de nosotros.

Escuchaba a Embry hablar, y había anhelo en sus palabras. Intenté


entender de dónde venía, pero esa no era yo. Puede que ya no sea
humana, pero no soy una loba. Todavía tenía pensamientos muy
humanos y obstinados.

No había nacido en esta vida. Ni siquiera debería haber sabido que


existía.

Excepto que lo sabía, y no importa cuánto deseara un botón de


reinicio, no había vuelta atrás a lo que conocía antes.

Embry continuó:

—Vamos a descubrir qué significa todo esto. Por ahora, estás en uno
de los lugares más seguros que podrías estar, y eres la futura compañera
de un alfa feroz. No tienes nada de qué preocuparte.

Me reí mientras terminaba de enjuagar el acondicionador del


cabello.

—¿Por qué eso no es reconfortante?

Ella tiró de la cortina hacia atrás, asustándome.

—Porque solo llevas un par de días aquí. Te será más fácil adaptarte
con el paso del tiempo.
—¿Y si no lo hago? —pregunté, observando su rostro con atención.

Se encogió de hombros.

—No había pensado en eso. Todo lo que tiene que ver contigo es un
territorio nuevo para la mayoría de nosotros. Solo espero poder
convencerte de lo increíble que es estar en la manada conmigo, porque
realmente me alegro de que estés aquí.

Embry salió mientras yo cerraba el agua. Estaba aún más


confundida que cuando mi cabeza se despejó después de estar cerca de
Roman. Ella mencionó que el vínculo era un regalo, lo que me conmovió
y al mismo tiempo revolvió mi estómago.

Nada era tan sencillo como aceptar las cosas tal y como venían.

La marca, el vínculo, aprender que las cosas que siempre creí que
eran ficticias eran reales… Necesitaba tomar todo con calma. Por mucho
que quisiera huir porque esto era mucho, era lo suficientemente adulta
como para entender que la marca en mi muñeca no iba a desaparecer
por sí sola.

Claro que podía hacerla pasar por un tatuaje y seguir adelante, pero
mi situación era mucho más que eso. Había una energía en ella que no
solo yo había sentido, sino también otros.

Por ahora, iba a confiar en que Embry tenía razón y en que estaba
en el lugar más seguro en el que podía estar hasta que supiéramos más.

Cuando salí del baño Embry tarareaba en la cocina y me dirigí a mi


habitación. La ventana estaba abierta. El calor del exterior cubrió mi piel
como una manta indeseada. Cerré la ventana y las persianas antes de
vestirme con otro par de pantalones cortos de jeans y una suave camiseta
gris.

Los nudos en mi cabello se deshicieron fácilmente después de ser


lavado y enrollé los mechones en un moño suelto en la parte superior de
la cabeza. Una vez lista, fui a la cocina y encontré a Embry preparando
brownies de caramelo.

—¿Intentas sobornarme? —pregunté burlonamente.

—¿Por qué iba a intentar hacer eso? —replicó ella.

—Oh, no lo sé. Tal vez para convencerme de que me quede aquí y no


pierda la maldita cabeza.

Ella se golpeó la barbilla con el dedo.


—Posiblemente. O tal vez sea una disculpa. Sé que esto no es fácil
para ti, y no pretendo quitarle importancia a tu situación, pero espero
que puedas ver esto como una bendición en lugar de una maldición. Sé
que no es mi vida la que se está viendo directamente afectada, pero no
puedo decir que esté descontenta sobre cualquier cosa que haya pasado.
Soy una perra egoísta, y no me disculparé por eso.

Di tres pasos y me encontré con ella en medio de la cocina. Nos


abrazamos y me aferré a ella con fuerza. Con todo lo que estaba
ocurriendo, había pasado por alto lo emocionante que era conocer a
Embry en persona y no tener estas conversaciones por videochat. Esto
era algo bueno, y necesitaba ser mejor y centrarme en las cosas positivas
cuando se presentaban.

Nos separamos y me sentí mucho mejor.

—Gracias, Em.

—No me lo agradezcas todavía. Voy a hacer que vayas a cenar con


Roman aun así, pero eso no será hasta más tarde. Por ahora,
esperaremos que estos brownies estén hechos y veremos una película de
chicas. Podemos burlarnos de los contratiempos en la vida de otras
personas mientras ignoramos todo lo que pasa por aquí.

Por mucho que quisiera discutir sobre lo de ir a cenar con Roman,


decidí pasar una tarde de tipo humano con mi mejor amiga. Ya había
sido un día infernal, y un poco de normalidad sonaba justo como algo
que necesitaba.
11

Una cosa era segura: no tenía un metabolismo de cambiaformas.


Después de dos copas mi visión se nubló por los bordes y mi piel me
hormigueaba contra la suave tela de la camisa mientras me movía en el
sofá. Embry también disfrutaba señalando el rubor en mis mejillas.

—Esto es lo más divertido que he tenido en años. —Echó la cabeza


hacia atrás y se rio mientras yo reía y resoplaba por nada.

Estaba hecha un lío, pero disfrutando muchísimo después de los


últimos días.

—Odio admitirlo teniendo en cuenta que te estás riendo a mi costa,


pero esto es realmente genial —dije con un suspiro.

Embry se atragantó de tanto reírse.

—Oh, se pone aún mejor.

Mi rostro se calentó mientras me revisaba a mí misma para


asegurarme de que no tenía nada a la vista que no debiera.

—¿Qué?

—Roman acaba de contactar y quería saber si estabas lista para la


cena —dijo.

—Hijo de puta. Me olvidé de eso. —Hipé, cubriendo mi rostro—. No


puedo ir a cenar con él. Dile que estoy enferma y podemos dejarlo para
otro día… ¿qué tal nunca?

Embry negó con la cabeza y se quedó callada un momento más. A


medida que su silencio se prolongaba mis nervios se dispararon y me
espabilé un poco.

—¿Qué está pasando? —pregunté.


Ella levantó un dedo para que me callara y yo le devolví el gesto
imitándola. Un minuto más tarde, juntó las manos y sonrió.

—Vamos a tener una cena privada en grupo.

—¿Qué significa eso?

—Significa que en lugar de estar a solas con Roman o de que te


exhibida alrededor de la manada un poco más, vamos a subir a la casa
de la manada para comer en privado con Jack, Ramona y Roman. Ah, y
tal vez Vaughn también —respondió, levantándose y dirigiéndose a las
escaleras para ir a su habitación.

—No estoy en condiciones de cenar con la familia gobernante de la


manada. —Por lo que pude escuchar por aquí, Jack y Ramona eran como
el rey y la reina con Roman como príncipe. Aunque Roman era
técnicamente el alfa, no se me había pasado por alto cómo su padre
impuso respeto cuando aparecí por primera vez.

Embry ignoró mi cuestión mientras subía las escaleras hacia su


habitación tipo loft. Mientras permanecía quieta, me di cuenta de que en
realidad no había preguntado nada en absoluto. Ella simplemente
prefirió ignorar mi afirmación.

Unos minutos más tarde, se asomó de nuevo por las escaleras y yo


seguía sin moverme. En vez de eso, casi me quedé dormida cuando el
subidón inducido por el alcohol desapareció.

—Levanta tu trasero del sofá. No te vas a librar de esto. Te prometo


que será divertido —dijo Embry mientras una almohada golpeaba mi
cabeza.

—Eso fue grosero —le grité, recibiendo solo un murmullo como


respuesta.

Me levanté y me dirigí a mi habitación, preguntándome qué


demonios debía ponerme. No conocía a estas personas ni sabía qué
esperaban de mí. Había conocido a Ramona y parecía bastante simpática,
pero tal vez solo era curiosidad. ¿Sabía que yo era la compañera de su
hijo cuando vino a verme? Tal vez. Ella había ignorado mi pregunta
cuando le pregunté si podía tener pareja.

Me acerqué al espejo y me concentré en cepillar mi cabello en lugar


de buscar ropa. Luego decidí que un poco de maquillaje no me vendría
mal para ocultar las ojeras que comenzaban a formarse debajo de mis
ojos color avellana.
Embry me encontró poniéndome un poco de rímel y al instante
agradecí haber hecho un esfuerzo extra. Ella llevaba un vestido informal
color azul y el cabello semi recogido con ondas cayendo sobre sus
hombros. Mi mejor amiga estaba impresionante.

—¿Por qué no estás vestida? —preguntó con un resoplido.

—¿Tenemos prisa? —pregunté, guardando mi maquillaje antes de


girarme hacia el armario.

Se encogió de hombros y se sentó en mi cama mientras yo


consideraba ponerme unos pantalones cortos negros y una de mis
camisas más bonitas. Mientras subía la manga de mi camisa azul
favorita, Embry me dio un codazo para apartarme.

—No. Primera cena, primera impresión. Tienes que verte bien.

Levanté una ceja.

—¿Estás diciendo que mi camisa no es bonita?

—Oh, lo es. Para ir a cenar con amigos, pero no es eso lo que vas a
hacer. No es que esto sea un gran problema, pero sí. ¿Qué tal esto? —Me
entregó un vestido verde con diseños de remolinos blancos por todas
partes. Era uno de mis favoritos.

—Bien, pero no voy a usar tacones. No confío en mí misma después


de los tragos que me diste. —Ya no estaba risueña, pero tampoco sobria.

Ella sonrió.

—Suficientemente bueno para mí.

Rápidamente me cambié de ropa y me encontré con Embry en la sala


de estar. Tenía una tarta de queso en la mano y estaba esperando junto
a la puerta.

—¿De dónde salió eso? —pregunté por el postre mientras abría la


puerta.

—Mi mamá siempre me enseñó a llevar un plato cuando me


invitaban a cenar. Tengo a mano algunas cosas de la cocina de la
manada. A veces me las como yo sola y otras veces las comparto —
respondió mientras la puerta se cerraba detrás de nosotras.

—¿Dónde están tus padres? —pregunté.

Miró a su alrededor y luego bajó la voz.


—Trabajan para el consejo sobrenatural, pero la mayoría de las
personas no deben saberlo. Hacen muchas cosas de incógnito y solo los
veo un par de veces al año. Prometo contarte más cosas después.

Asentí, perfectamente bien sin saber más por ahora. Ya estaba


bastante nerviosa por la cena. No necesitaba preocuparme por la
existencia de espías sobrenaturales en el mundo.

Cuando llegamos a la casa el alcohol ya estaba casi fuera de mi


sistema. El gran porche cubierto desprendía un ambiente acogedor, lo
que me parecía extraño teniendo en cuenta que dentro vivían lobos. Las
puertas rojas de la entrada principal eran algo que siempre había tenido
en mi lista de deseos para cuando comprara mi propia casa.

Embry no se detuvo a llamar. Entró directamente y esperó a que yo


entrara. La entrada era una mezcla de tonos tostados y blancos con
toques de colores que rompían la monotonía. Había una sala de estar que
podía ver y una pared semicircular con una puerta entreabierta. Justo
adentro había estanterías, y me preguntaba lo grande que sería su
biblioteca.

Embry caminó hacia la derecha y la seguí por unas escaleras.

—Jack y Ramona viven en el último piso. Roman tiene la habitación


principal en el segundo piso, y hay otros dos dormitorios. Uno lo usa Sam
y el otro está reservado para las visitas. En el nivel inferior están las
oficinas, la cocina, una zona de juegos y almacenamiento de alimentos.

Sonreí. Apuesto a que debían tener mucha comida a mano, dado


que eran literalmente animales.

—¿Quién es Sam? —pregunté.

—El primo de Roman. —Antes de que pudiera preguntar más


Ramona nos sonreía desde lo alto de la escalera.

—Hola, señoritas. Me alegro de que hayan podido venir —dijo.

—Traje el postre. —Embry levantó la tarta de queso cuando llegamos


a la cima.

Ramona le guiñó un ojo y se la quitó.

—El favorito de Jack. Buena decisión. Ha estado de mal humor.

Me tensé detrás de Embry, preguntándome si ese estado de ánimo


tenía algo que ver conmigo. No quería ser un problema para ellos. Una
gran parte de mí no quería otra cosa que volver a no saber nada de esta
parte del mundo. Si mi presencia causaba problemas o la marca ponía
nerviosos a los demás debería tener más cuidado.

—Lo resolveremos. Con suerte Cait comience a mostrar signos de…


bueno, de cualquier cosa, y tal vez eso ayude —ofreció Embry.

Ramona hizo un gesto con la mano.

—Cait no necesita hacer nada. —Miró a mi alrededor—. No quiero


que tomes nuestras frustraciones como algo malo. Solo queremos
ayudarte a ti y a nuestro hijo.

Ahh, así que sabían sobre lo que fuera este vínculo de pareja. Me
preguntaba cuántos más lo sabían.

Jack apareció por encima de su hombro.

—¿Señoras, van a quedarse aquí fuera cotilleando o van a entrar


para que pueda comer el postre primero? —Arrancó la tarta de queso de
las manos de Ramona y besó su mejilla antes de desaparecer de nuevo
por la puerta.

Por un breve momento, olvidé que Roman estaba allí mientras todos
nos dirigíamos hacia dentro, riéndonos de las payasadas de Jack. Por
solo un segundo dejé caer mis muros, pero tan pronto como entramos en
una pequeña sala de estar, mis ojos se posaron en el imponente
cambiaformas.

El calor fluyó a través de mí, pero me armé de valor y apreté los


dientes. No iba a permitir que el encantamiento que estaba desatando me
debilitara. No sabía nada de ese hombre. No importaba que estuviéramos
emparejados, sobre todo porque no sabía realmente lo que eso
significaba. Primero tenía que averiguar cosas sobre mí misma.

Roman me sonrió, y me sorprendió lo claro que era su cabello


cuando no estaba cubierto de agua.

Antes de que las cosas se volvieran incómodas, aparté mi mirada de


él y observé el resto de la zona. Había una cocina de tamaño decente con
un horno doble, unas cuantas puertas cerradas, una mesa de comedor
para diez personas y, a continuación, la sala de estar que estaba
intentando evitar.

Embry me empujó hacia el sofá, y mantuve mi rostro neutral.

—¿Qué tal, Roman? —preguntó mientras nos sentábamos frente a


él.
Podía sentir su mirada fija en mí. Había escuchado a las personas
decir eso antes, pero siempre pensé que era algo más bien metafórico.
No, esto era muy real, y mi muñeca comenzó a palpitar. Maldita sea, ¿por
qué era esto tan raro?

—Las cosas están bien, Embry. Aunque podrían estar mejor si mis
planes no hubieran cambiado —respondió Roman, y pude escuchar la
sonrisa en sus palabras. Aunque, si eso era porque había una amenaza
subyacente en sus palabras, o algo más, no podía estar segura.

Finalmente me encontré con su mirada y me sorprendí incluso a mí


misma cuando fui capaz de mantener mi rostro inexpresivo. Todo en él
era intenso, y no me mentiría a mí misma en que había una atracción,
muy fuerte, pero no me rendiría.

—Por favor, dime que no va a ser así cada vez que los dos estén cerca
—gimió Embry.

Me giré hacia ella.

—¿Así cómo?

Se tocó la nariz.

—Puedo oler la tensión entre ustedes dos. Es un poco demasiado.

Me quedé boquiabierta y traté de encontrar las palabras para


hacerlo menos vergonzoso, pero no salía nada mientras el calor se
deslizaba por mis mejillas.

El dolor en la marca alcanzó un nuevo nivel y siseé mientras sacudía


el brazo. Roman estaba a mi lado antes de que pudiera volver a respirar,
seguido por Embry.

—¿Qué ocurre? —preguntó Roman.

—No es nada nuevo. Bueno, nada nuevo desde que apareció. La


marca arde a veces — respondí.

—Creí que habías dicho que era más como una presión —comentó
Embry.

Para entonces, Jack y Ramona también estaban aquí, y oficialmente


me sentía incómoda.

—Bueno, también hace eso. Esa es la sensación más común.

—¿Cuándo empeora? —preguntó Jack.

Mierda. No quería responder a eso.


No pude evitar que mis ojos se encontraran con los de Roman. Ya
no estaba la sonrisa que tenía cuando llegué y en su lugar solo había
preocupación.

—¿Es cuando estás cerca de Roman? —preguntó Ramona, y asentí.

Jack emitió algunos sonidos extraños y se apresuró hacia una de las


puertas cerradas. Regresó con un libro mientras todos, excepto Roman,
me daban un poco de espacio.

Jack se arrodilló frente a mí y le entregó el libro a Roman.

—Mira la sección del medio, hijo.

Mientras Roman leía, Jack tomó mi brazo y presionó la palma de su


mano sobre la marca. El alivio fue instantáneo y dejé escapar un suspiro.

—¿Cómo hiciste eso?

—Aunque no soy un alfa reinante, siempre tendré parte del poder ya


que nací con él. Tienes magia de cambiaformas indómita dentro de ti, y
es atraída por mi poder alfa, a pesar de que no haya un lobo dentro de ti.
Asumo que como Roman es un alfa y tu compañero, la atracción es más
severa y te causa incomodidad.

Bueno, eso tenía sentido de una manera completamente irreal para


mi mente muy humana. Una parte de mí todavía esperaba que nada de
esto fuera real, pero con cada cosa nueva que aprendía, más me costaba
ignorar los hechos de mi repentina realidad.

—¿Crees que la luna nueva forzará un cambio en ella? —preguntó


Roman cuando terminó de leer.

—Es difícil de decir. Tú más que nadie deberías ser capaz de saber
si ella tiene un lobo. Ya que no puedes sentir a uno como alfa, es posible
que ella no se vea afectada como el resto de nosotros —respondió Jack.

—¿Qué significa eso? —pregunté. Si me iba a convertir en un animal


salvaje prefería que me avisaran. Ya sabes, para poder programar un
enorme colapso nervioso en mi semana. Aprender sobre los lobos y
convertirme en uno eran dos cosas completamente diferentes.

—Los lobos son más fuertes bajo la luna nueva. No tenemos que
cambiar, pero la atracción de hacerlo es casi abrumadora. Nuestros lobos
tienen necesidades que hacemos todo lo posible por satisfacer —dijo Jack
mientras Roman seguía hojeando las páginas del libro.

—No hemos invitado a Cait aquí para meterle más información por
la garganta. La comida está lista y es hora de que la conozcamos un poco
mejor como persona, en lugar de hacer que quiera huir con todo este
asunto de los lobos —dijo Ramona, mientras se empujaba para pasar por
delante de su marido y su hijo—. Vamos. Puedes sentarte entre Embry y
yo mientras comemos.

Le sonreí a Ramona, agradeciendo su interferencia.

—Me encantaría.

Embry estaba a mi otro lado y enlazó su brazo con el mío.

—¿Te he dicho últimamente lo feliz que estoy de que estés aquí?

—Sí, pero puedes seguir diciéndolo. No hiere mis sentimientos en


absoluto.

Los dos se rieron, pero yo lo decía en serio. Recordar que había


venido aquí porque confiaba en Embry era una de las únicas razones por
las que no había huido gritando.

La idea de hacerlo todavía me resultaba atractiva pero, por ahora,


me quedaría y esperaría que, más temprano que tarde, alguien pudiera
decirme qué demonios significaba ser una Marcada por Luna.
12

La cena fue dolorosa, por decir lo menos. Había invitado a Cait antes
para que pudiéramos pasar tiempo conociéndonos. Tenía la intención de
cocinar espaguetis (la única comida que sabía que no iba a estropear) y
llevarla a mi cabaña.

Claro, podría ser incómodo al principio, pero no veía cómo se


suponía que íbamos a conocernos de otra manera. Entonces, Embry
metió la cola donde no debía y comencé a replantear mi indulgencia hacia
ella.

Embry involucró a mi madre.

Antes de darme cuenta, la cena que había planeado se canceló y se


convirtió en una pequeña reunión. Una que, según los demás implicados,
haría que Cait se sintiera más cómoda.

Excepto que eso no fue lo que sucedió. En cambio, me enteré de que


mi presencia la hacía sentir peor en lugar de mejor. Un hecho que me
enfurecía sobremanera.

Me senté frente a Cait en la mesa y la observé más detenidamente


de lo que era cortés, pero también había aprendido mucho.

Cuando se sentía incómoda con una pregunta se colocaba el cabello


detrás de la oreja izquierda. Cuando le gustaba un tema en particular,
sus ojos color avellana se ensanchaban y brillaban con intriga, mientras
prestaba toda su atención a quien estaba hablando. Cait no habló
demasiado, pero estaba aprendiendo lo suficiente sobre ella como para
sentirme bien con mi próximo movimiento.

Parecía estar más interesada en escuchar y aprender, así que


cuando la cena llegó a su fin, me levanté de la silla.

—¿Necesitas ayuda para limpiar, mamá? —pregunté.


Ella negó con la cabeza.

—Seguro que tienes mejores cosas que hacer.

Y así era.

Embry, tienes que pensar en algo que hacer. Ahora, dije a través de
nuestra conexión con los lobos.

Ella me asesinará mientras duermo, pero la quiero y quiero que sea


feliz. No hagas que me arrepienta de haberla engañado, respondió Embry
sin mirar hacia mí.

—Iré a la torre de la biblioteca. A ver si puedo encontrar más libros


sobre la marca —dije y observé a Cait.

Su ceja se arqueó y su respiración se aceleró cuando olí su emoción,


pero ella no me miró, aunque pude notar que mis palabras la intrigaban.

Papá empezó a decir algo, pero mamá lo interrumpió.

—Cariño, necesito tu ayuda. ¿Puedes comenzar a recoger la mesa?

Mi madre me guiñó un ojo, así que supuse que mantuvo la


conversación en voz alta para que pareciera más normal para Cait. Papá
refunfuñó, pero hizo lo que ella le pidió.

Embry se levantó y gimió.

—Maldita sea. Contaba con que Vaughn estuviera aquí. Necesitaba


repasar con él algunas de las cuentas de la fábrica. Cait, ¿crees que
puedes encontrar el camino de regreso a la cabaña mientras voy a casa
de Vaughn?

Cait se quedó sin palabras.

—Oh, um, supongo.

—Puedo llevarla —ofrecí inmediatamente.

Embry aplaudió, ya de pie.

—Perfecto. —Se inclinó y abrazó a Cait, que era la última en


sentarse—. Solo tardaré una hora más o menos.

Antes de que Cait pudiera objetar, Embry corrió hacia las puertas.
Me lo debes, añadió Embry solo para mí.

Como tú alfa, no te debo nada, respondí.

Tienes razón, pero también sé que no abusarás de ese poder. Solo sé


bueno con Cait, dijo antes de cortar la conexión.
Embry tenía razón, pero no me concentré en sus palabras por
mucho tiempo, no cuando Cait parecía más que nerviosa. Se limpió las
palmas de las manos contra los muslos y luego se apartó de la mesa.

—No tienes que acompañarme de regreso. Estoy segura de que


estaré bien. No es tan lejos —dijo, encontrándose con mi mirada y
haciendo a un lado sus nervios.

—¿Y si al menos te acompaño hasta la puerta? —le pregunté, con la


esperanza de mostrarle que no estaba tratando de ser autoritario.

Se encogió de hombros.

—Es tu casa. No puedo decirte lo que tienes que hacer.

Me costó mucho esfuerzo no sonreír. Ella estaba luchando por llegar


a conocerme. Tenía una pequeña esperanza de que las cosas no fueran
tan difíciles después de nuestro último encuentro, pero Cait parecía
haber cambiado de opinión. Eso no me gustaba exactamente, pero a mi
lobo sí.

Si ella quiere ser perseguida no tengo ningún problema en hacerlo,


dijo.

Sí, no pensé que lo harías. Solo recuerda que tenemos que ser fáciles
con ella. Ella no es como nosotros, dije.

Al menos no todavía.

A menos que mi lobo supiera algo que yo no, su uso de la palabra


“todavía” estaba fuera de lugar. Hasta ahora, nada indicaba que Cait
fuera a cambiar, pero solo habían pasado unos días. Cuando llegara la
luna nueva en dos semanas tal vez sabríamos más.

Cait se puso de pie y empezó a caminar hacia la puerta cuando no


respondí a su ocurrencia. Saludé a mis padres e ignoré el rostro radiante
de mi madre. Estaba demasiado contenta de que hubiera encontrado a
mi compañera, pero yo estaba orgulloso de ella por haber mantenido la
calma frente a Cait.

Cait había bajado un cuarto de las escaleras cuando la alcancé.

—¿Quieres un tour antes de irte? —le pregunté.

Ella se estremeció.

—¿Qué?

Algo la tenía distraída, y quería saber qué era.

—¿Quieres un recorrido por la casa? —volví a preguntar.


—Embry me dio uno antes —respondió.

La decepción rodó a través de mí.

—¿Entonces eso es un no?

Cait se detuvo en el segundo piso y suspiró.

—No, es solo que… No importa. Si realmente quieres mostrarme el


lugar no me opondré.

La irritación se gestaba en mi interior. No me gustaba el estado de


ánimo en el que estaba. Me había permitido creer que tal vez esto no sería
tan malo, pero Cait estaba demostrando que nada sería tan simple como
si fuera una loba. Sin importar mi frustración por su cambio de
comportamiento, no iba a renunciar a intentar demostrarle que era un
compañero digno.

No estaba seguro de lo que pasaría si ella me rechazaba y se alejaba


de la manada. Hasta donde yo sabía, ningún lobo había hecho eso antes
con su pareja. Claro, había habido parejas unidas que no se llevaban
perfectamente, pero al final siempre encontraban la manera.

—Entonces, ¿empezamos por aquí? —preguntó Cait, mirándome de


nuevo, y aparté esos pensamientos de mi cabeza.

—No, estos son solo dormitorios —dije, asumiendo que ella no


tendría ningún interés en ellos. Al menos no todavía. Ojala lo hiciera
algún día, si hacía bien mi trabajo.

Si no puedes encontrar la manera de que se interese por ti, me


encargaré de ayudarte, me reprendió mi lobo, y lo ignoré. Bastardo
engreído.

Cait asintió, y la luz de arriba captó sus ojos. Parecían aún más
brillantes esta noche, y aprecié el vestido que llevaba, que
complementaba no solo el color de sus ojos, sino las curvas de su cuerpo
que me moría por explorar.

Arriesgándome, apoyé mi mano justo por encima de su cintura y la


guie por el resto de las escaleras.

No se inmutó ante mi toque. En vez de eso, me sorprendió


relajándose, lo que me hizo hacer lo mismo.

Ser alfa me obligaba a mantener una determinada postura ante la


manada. No era demasiado amigable con los otros lobos. Siempre aludía
confianza y fortaleza. Mi trabajo era ser una persona con la que todos
pudieran contar.
Ser un alfa más joven no siempre era una tarea fácil, pero había
logrado hacer un trabajo decente en los últimos años con la orientación
de mi padre. Ahora necesitaba encontrar un equilibrio entre ser un alfa
respetable y un compañero digno, lo cual no era tan fácil como esperaba.

Llegamos al primer piso y me dirigí hacia la cocina y el comedor.


Teníamos una cocina de tamaño comercial y un comedor que era más
bien una mini cafetería. Había dos largas mesas de madera con banco
que abarcaban seis metros cada una.

—Aquí es donde comen los que no tienen familia ni nadie que quiera
socializar. Los miembros de la manada solo tienen que avisar con no
menos de una hora de antelación y los cocineros de la manada lo
preparan todo. Esta noche es su noche libre, pero este lugar está bastante
concurrido seis noches a la semana —dije.

Tamborileó con los dedos sobre la mesa sin hacer ningún comentario
y se aventuró a atravesar el arco de la puerta y entrar en la cocina, donde
Vaughn estaba tragando lo último de un sándwich.

—Hola, chicos.

—Supongo que Embry no te encontró —resopló Cait.

Vaughn me miró, pero lo dejé pasar. Cait no era estúpida.

—Uh, tal vez debería ir a buscarla para… —Vaughn me rogó que le


diera algo, pero me encogí de hombros.

—Está bien, Vaughn. Estoy empezando a entender lo que está


pasando —dijo Cait, pero sus palabras eran menos mordaces de lo que
esperaba.

—De acuerdo. Bueno, me quedé sin mostaza. Me iré ahora —dijo


Vaughn, escapando rápidamente.

Cait se giró hacia mí tan pronto como estuvimos solos y golpeó mi


pecho.

—No me gusta la charla de telepatía. Si quieres un momento a solas


conmigo solo tienes que pedirlo. No me gustan los mentirosos y no me
gusta que le hagas mentir a mi mejor amiga.

—Lo siento. No volverá a ocurrir —respondí con sinceridad.

—¿Querías decirme algo? —preguntó, dando un golpecito con el pie


e inclinándose hacia mí. Me pregunté si era consciente de eso.

Le sonreí.
—En realidad no, pero parecías interesada en aprender durante la
cena, así que iba a mostrarte la biblioteca a continuación y ver qué te
parecía.

Algo de la molestia de Cait abandonó sus hombros tensos.

—Supongo que me parece bien.

Extendí mi brazo.

—Por aquí entonces. —Rodeamos la cocina y salimos por el otro


pasillo. El nivel inferior de la casa permitía que las personas caminaran
en círculo, lo que nos ahorraba tener que retroceder cuando las oficinas
estaban todas en uso.

Pasamos por un par de ellas antes de llegar a la torre de la biblioteca.


Entró por la puerta sin esperarme y se detuvo a pocos metros para
contemplar la habitación.

Habría dado cualquier cosa por escuchar sus pensamientos


mientras miraba las estanterías de cuatro metros que iban del suelo al
techo. Había dos escaleras en cada pared y una escalera de caracol en la
esquina derecha.

La mano de Cait se arrastró por las estanterías cuando la conmoción


de desvaneció.

—¿Cuántos años tienen la mayoría de estos libros?

—Décadas o siglos. La mayoría son libros de historia de lobos, pero


también hay algunos clásicos y lecturas más recientes. Junto a la
ventana hay un catálogo que te ayudará a encontrar lo que estés
buscando —respondí.

Señaló con la cabeza las escaleras.

—¿Qué hay ahí arriba?

—Sube y mira.

Cait me miró de nuevo, toda la actitud anterior fue sustituida por


travesura mientras sonreía.

—No te preocupes si lo hago.

Mi pulso se aceleró al oler su emoción. Si tan solo pudiera saber si


la emoción era por mí o por la incógnita de lo que iba a encontrar arriba.

Definitivamente no es por ti, pero si quieres cambiar, estoy seguro de


que puedo cambiar eso, dijo mi lobo, y me reí.
No tengo dudas, viejo amigo.
13

La marca en mi muñeca estaba palpitando mientras seguía a Roman


por la casa, pero no había habido más estallidos de dolor desde antes de
la cena. Mi esperanza era que cuanto más aprendiera, más control podría
tener sobre las reacciones que tenía. Lo más probable era que me estaba
acostumbrando a la presencia de Roman, y no estaba segura de cómo me
sentía al respecto.

En cualquier caso, estaba molesta porque Embry me había tendido


una trampa. Tendría que haber sabido que algo estaba pasando cuando
se marchó tan rápido, pero no había sospechado nada hasta que fue
demasiado tarde.

Roman estaba siendo el perfecto caballero. Me di cuenta de que mi


resistencia hacia él le molestaba, pero no me presionó demasiado y
estaba agradecida.

Desde que entré en la casa había querido ver la biblioteca, así que
no rechacé la invitación, incluso cuando eso significaba pasar más
tiempo a solas con Roman.

La sala era aún más magnífica de lo que había imaginado. Las


estanterías de caoba del suelo al techo y las escaleras rodantes me daban
ganas de fingir que era Bella en el castillo de la bestia. En cierto modo,
supongo que lo era. Excepto que mi bestia era un lobo.

Mi bestia.

¿Pero, era realmente mío?

Roman actuaba como si quisiera serlo, al menos lo había hecho


durante todo el día, pero ¿yo quería que lo fuera? ¿Tenía siquiera la
posibilidad de elegir? Tenía que averiguarlo cuanto antes. Tal vez en
algún lugar de estos libros podría aprender más sobre las parejas de
lobos.
Pero no tenía ningún deseo de hacerlo con Roman observándome.

Con su incentivo, subí las escaleras. Subían en línea recta,


serpenteando estrechamente y dándole a mis piernas un entrenamiento
al que no estaba acostumbrada. Cuando llegué arriba la zona estaba
abierta con una sola mesa en el centro y un sofá pegado a una de las dos
paredes que estaban cubiertas por más estanterías.

Aunque todo eso era atractivo, lo que más me llamó la atención


fueron las ventanas en la pared exterior. Mis pies se movieron sin
pensarlo y presioné ambas manos contra el cristal mientras disfrutaba
de la vista. Una vez más, se demostró que mis anteriores ideas erróneas
de que Texas era un estado desértico estaban equivocadas. Todo lo que
veía desde la ventana era exuberante y estaba lleno de vida.

La puesta de sol pintaba colores anaranjados profundos en el cielo


con destellos rojos mientras el sol descendía lentamente detrás de los
árboles. Oregón tenía unos atardeceres increíbles, pero la serenidad que
se asentó profundamente en mis huesos era algo completamente
diferente.

—Hermoso, ¿verdad? —susurró Roman.

Estaba tan cerca detrás de mí que podía sentir su aliento en mi


cuello mientras decía las palabras. Mi primera reacción fue inclinarme
hacia él, pero me contuve y asentí.

—Ya veo por qué a Embry le gusta tanto este lugar.

—Mi lugar favorito es el tejado de mi cabaña cuando hay estrellas.


No hay nada más pacífico —dijo.

Di un paso a un lado para darme un poco de espacio antes de volver


a centrarme de nuevo en la ventana.

—Eso parece.

Un tono púrpura se mezclaba con el cielo ardiente, y supe que podría


quedarme aquí todo el día viendo cómo cambiaban los colores.

—¿Esta zona está abierta para todos, o solo para ciertas personas?
—pregunté, haciendo referencia al área detrás de nosotros.

—Eres bienvenida en cualquier lugar de esta casa, en cualquier


momento —respondió.

Quise decir algo acerca de no querer estar en cualquier lugar, pero


pensé que realmente no estábamos en la etapa de bromas de lo que fuera
esto entre nosotros.
—Gracias. Aprecio la hospitalidad —dije.

Roman se acercó a mí, sujetando suavemente mi cadera.

—Cait, sé…

Lo interrumpí.

—Ahora no. No quiero hablar de la marca ni de emparejamiento ni


de nada relacionado con los lobos. ¿De acuerdo?

Sonrió, pero me di cuenta de que era algo forzado.

—Entonces, ¿de qué te gustaría hablar? —preguntó.

¿Había algo que quisiera decir que no tuviera que ver con cosas de
lobos? No tenía ni idea. Una parte de mí solo quería que me dejaran en
paz, pero no quería ser una imbécil y pedirle que dejara lo que
técnicamente era su espacio.

Cuando no respondí, continuó:

—¿Qué hacías antes de ir a Australia?

Esto no era realmente lo mejor en lo que respecta a la conversación,


pero era más fácil. Había aprendido a decir las palabras como si estuviera
leyendo un guion. Ayudaba a mantener en secreto las emociones que no
me gustaba compartir con extraños.

—Mi madre murió y con el apoyo de Embry me fui de viaje. Pasé


unos cuantos años en países extranjeros, haciendo lo que quería y viendo
lo que antes solo había soñado. Cuando estaba preparada para
establecerme, pero no para volver a casa, encontré un trabajo en
Australia. Solo llevaba un par de meses allí cuando… bueno, ya sabes.

No miré a Roman mientras decía las palabras. Mi mirada se quedó


en los patrones vibrantes sobre los árboles que cambiaban por minutos.

Él mantuvo la distancia, pero pude percibir que se había establecido


una rigidez.

—Lamento que hayas estado sola lidiando con una pérdida como
esa, pero puedo entender por qué.

Dejé escapar una ligera risa.

—¿Puedes? Tus padres siguen vivos y bien. —No había nada que
odiara más que cuando los demás trataban de comparar el dolor.
Ninguna persona podía entender el dolor de otra, porque, aunque fuera
el mismo tipo de pérdida, el dolor nunca era el mismo.
—Mi padre puede estar caminando, pero estuvo a punto de morir
hace unos años y nunca se recuperó del todo de sus heridas. No debería
ser un alfa tan joven, pero él no estaba en condiciones de enfrentarse a
un contrincante después de ser atacado por un grupo de lobos rebeldes.
Cuando se corrió la voz, supimos que era solo cuestión de tiempo para
que las otras manadas vinieran a husmear.

—Cuando lo hicieron, yo ya era alfa. Pensamos que las cosas


estarían bien, pero el alfa del territorio del oeste de Texas es un bastardo
despiadado. Envió a uno de los suyos a desafiarme. Un movimiento que
fue puramente para romperme, y casi funcionó. Me vi obligado a matar a
un lobo que no merecía morir.

Mierda, eso era fuerte. Mucho más de lo que esperaba que saliera de
él. Su situación no era ni de lejos la misma que la mía, pero sonaba igual
de dolorosa. No podía imaginarme quitando una vida que no merecía ser
quitando, y me encontré simpatizando con él.

Él continuó:

—Cuando digo que lo entiendo, no me refiero a tu situación, sino a


la necesidad de escapar. No estaba en Australia de vacaciones. Intentaba
alejarme por el aniversario del día en que maté a ese lobo. Algunos dicen
que mi culpa está fuera de lugar, que el lobo me habría matado si no
hubiera acabado con él primero, pero se vio obligado a desafiarme. Nada
de eso estuvo bien.

—¿Qué clase de monstruo enviaría a uno de los suyos a una


situación en la que sabe que la persona no podría sobrevivir? —pregunté,
sin esperar realmente una respuesta. Ya era consciente de que las reglas
y la estructura de este mundo eran completamente diferentes a todo lo
que había conocido.

Roman gruñó, y su puño golpeó la ventana.

—Mi abuelo.

Mis ojos se abrieron.

—¿Qué? ¿Tu abuelo quería que te mataran?

Roman se rio, pero el sonido no contenía alegría.

—No, pero quiere nuestra tierra, y no le importa a qué precio.


Intentaba doblegarme.

—¿Es el padre de tu madre o tu padre? —pregunté.


—El de mi madre. Ella conoció a mi padre por accidente. Se podría
decir que ambos estaban en el lugar correcto en el momento adecuado.
Cohen, el padre de mi madre, le prohibió volver a ver a su compañero
cuando se enteró de la procedencia de mi padre. Ya conociste a mi madre,
así que puedes imaginar lo bien que le sentó eso. Ella se fue y nunca miró
atrás. Hubo peleas durante décadas por eso, pero mis padres no dejaron
que nada se interpusiera entre ellos.

—Bueno, Cohen suena como un idiota de primera categoría. ¿Te


reuniste con él alguna vez? —indagué.

—Unas cuantas veces, pero nunca como un nieto con su abuelo.


Pero, nada de eso importa. No es nada de lo que debas preocuparte —dijo
Roman, y con suerte tendría razón.

Me aparté de la ventana, necesitando otra distracción. Me dirigí a


las estanterías, pasé los dedos por los lomos de los libros e inhalé. El
aroma de los libros antiguos llenó mis pulmones y suspiré. Cada vez que
visitaba una biblioteca mi parte favorita era encontrar la sección más
antigua del edificio y oler literalmente la historia.

—Te gustan mucho los libros, ¿eh? —preguntó Roman.

Asentí.

—Hace tiempo que no visito una biblioteca, y ya no leo tan a menudo


como antes, pero los libros siempre serán fascinantes para mí. Las
palabras pintan un cuadro que la mayoría de las mentes nunca podrían
imaginar. Mantienen vivos a nuestros antepasados. Ayudan a la gente a
escapar. Traen esperanza cuando no la hay.

—Yo creía que eran principalmente para ayudar a la gente a dormir


—dijo Roman, y yo me giré con la intención de mirarlo. En lugar de eso,
accidentalmente le di un codazo en el estómago y actué como si hubiera
querido hacerlo.

—No le faltes el respeto a los libros —dije antes de moverme por las
estanterías.

En esta sección solo había libros relacionados con lobos. La mayoría


de los lomos se titulaban Manada del Este y luego un año que iba desde
1803 hasta 2005.

—¿Ustedes ya no actualizan los libros? —pregunté, ya que habían


pasado varios años desde que se creó el último.

—Lo hacemos, pero los archivos se guardan electrónicamente ahora.


Serene es nuestra historiadora de la manada. Ha transcrito la mayoría
de estos libros a archivos informáticos para nosotros, así que no hay
posibilidad de perder la historia —respondió Roman.

—¿Ella sabe algo sobre mi marca? —pregunté, aunque había sido


yo quien había dicho que no debíamos hablar de eso.

—Sabe mucho, pero nada que haya sido útil hasta ahora. Puedes
reunirte con ella cuando estés preparada para hacer cualquier pregunta
—dijo.

—Me gustaría.

Después de buscar alrededor de los estantes un poco más, la tensión


que sentía por mantener a Roman a distancia me estaba afectando. Estar
cerca de él era intenso como nada que hubiera conocido antes. La
atracción que mi cuerpo sentía hacia él no era natural, pero también era
una parte muy real de mí que no podía ignorar.

Me observó sin juzgarme y me dejó hacer lo que quisiera, incluso


cuando sabía que tenía mucho que decir. La sensación de idoneidad que
sentía al estar cerca de él me asustaba mucho.

—Creo que ya estoy lista para regresar a la cabaña —dije, después


de echar un vistazo a algunos de los libros genéricos de historia de lobos.
Desafortunadamente, no había nada que me llamara la atención y que
pudiera ser útil para mi situación actual.

Roman extendió el brazo hacia las escaleras.

—Entonces, te acompañaré de regreso.

Bajé las escaleras, teniendo que vigilar mi velocidad dado lo


empinadas que eran. Cuando llegué al final, me hice a un lado esperando
que Roman me guiara.

Me sorprendió colocando una mano en mi espalda y guiándome


hacia la puerta. Pensé que una vez que saliéramos de la casa, su agarre
desaparecería. En cambio, me mantuvo cerca y permaneció a mi lado.
Era una sensación extraña pero sana. Roman no me hizo sentir como si
tratara de hacer algo por mí, sino más bien como si me protegiera.

Sin embargo, esperaba que no hubiera nada por aquí de lo que


tuviera que protegerme.

Su cabeza no dejaba de escudriñar la zona mientras el cielo se


oscurecía sobre nosotros.

—¿Hay algo de lo que deba preocuparme? —pregunté mientras


empezaba a mirar también a mi alrededor.
Se encogió de hombros.

—Es solo el instinto. Mi lobo nunca bajará la guardia cuando se trate


de ti, no importa dónde estemos. La necesidad de mantenerte a salvo es
tan fuerte como la necesidad de respirar.

Mi pecho se oprimió y aspiré aire mientras intentaba no reaccionar


de forma exagerada a sus palabras. No era una frase que se hubiera
obligado a decir. Las había dicho con tanta naturalidad, como si yo ya
debiera haberlo sabido.

Unas emociones desconocidas se encendieron en mi estómago


cuando la cabaña apareció a la vista. De repente no estaba preparada
para que nuestra noche terminara, pero sabía que era la decisión
correcta. Me resultaba difícil saber si mi reacción era real o algo
provocado por el mítico vínculo que nos unía, y tenía que asegurarme de
que nada fuera demasiado rápido.

Roman nos detuvo a unos seis metros de la puerta principal.

—Gracias por pasar un rato conmigo.

Su mano izquierda acunó mi codo, y una calidez recorrió mi cuerpo,


haciéndome estremecer. No sabía qué tipo de magia usaba, pero era
poderosa.

—Gracias por mostrarme la biblioteca —respondí.

Las motas plateadas brillaron en sus ojos azules mientras me


miraba. Mis ojos se dirigieron a sus labios y tuve el impulso de besarlos
hasta que ninguno de los dos pudiera pensar con claridad. Antes de que
pudiera hacer algo de lo que probablemente me arrepentiría, Roman me
abrazó y el calor de su cuerpo me envolvió.

No pude evitar soltar un suspiro mientras apoyaba mi cabeza en su


pecho. Roman se apartó lo suficiente como para presionar un suave beso
en mi mejilla que casi tocó la comisura de mis labios antes de retroceder
varios pasos.

—Te veré pronto, Cait —susurró con una sonrisa.

El comentario agitó algo dentro de mí que traté de combatir. Era


sexy como el pecado, pero también demasiado autocomplaciente.

—O tal vez no —respondí, luego me di la vuelta y me dirigí a la


puerta.
Embry estaba esperando, probablemente habiendo visto todo el
asunto, y me dejó entrar. Me tiré en el sofá, con el pecho agitado por las
emociones y la mente llena de preguntas.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó Embry.

—Tu suposición es tan buena como la mía —dije, dándome cuenta


de que luchar contra la atracción que sentía por Roman iba a ser más
difícil de lo que estaba preparada.
14

Pasé el resto de la noche tratando de olvidar la interacción con


Roman, pero su tacto parecía estar grabado permanentemente en mi
memoria. Ver una película no ayudó. Tratar de leer no iba a suceder con
mis pensamientos acelerados. Mirar al techo ciertamente tampoco había
hecho nada.

Sexualmente frustrada solo había sido un término que había usado


antes con otras personas, pero que nunca entendí realmente. Ahora, lo
hacía.

Si bien me había sentido irritado por la sonrisa de Roman, no podía


olvidar la forma en que me sentía cada vez que me tocaba o el tierno beso
que me había dado en la cabeza. Todo en él era abrumador. Está bien,
tal vez no solo él. Toda la situación era abrumadora.

Era humana, pero no lo era. Fui marcada por una reina lobo, pero
no era un lobo. Nadie sabía realmente lo que era, y mi frustración por eso
aumentaba a medida que me permitía pensar más en ello.

Tener este vínculo con Roman era solo la guinda del pastel que no
estaba segura de querer.

Claro, pensé que era atractivo cuando nos conocimos, por lo que
había una atracción natural, y demostró varias veces que podía ser
respetuoso y cariñoso, pero mi parte testaruda no podía superar el hecho
de que lo que Roman sintiera no era algo que creciera con el tiempo. Las
emociones eran parte de su ADN que le decía que tenía que cuidarme
como su compañera.

Pensé en las palabras anteriores de Embry cuando salió el sol. Mi


pensamiento inicial fue que el vínculo era cruel por quitarle el libre
albedrío a una persona, pero para los lobos era un regalo. Vivían vidas
largas, y tener una pareja destinada para ti para pasar esos años era
sagrado.

Entendí su punto, y tenía sentido, pero mi mente aún humana no


podía ver más allá del hecho de que me estaban quitando mis opciones.
No había tenido opción de negar la marca. Sin opción de elegir si quería
estar atada. Sin opción de ser yo.

Ahora estaba atrapada con una atracción contra la que estaba


luchando y una marca que tenía un poder que nadie realmente entendía.

Sin embargo, se acabó el tiempo en el departamento de sentir


lástima por mí misma. Necesitaba encontrar respuestas. Necesitaba
comprender mejor la situación en la que me encontraba. Pensé en pedirle
a Embry que me llevara con Serene, la historiadora que Roman había
mencionado, pero en lugar de eso, iba a vestirme e ir a la biblioteca de la
manada.

La gente parecía ir y venir por la casa, así que esperaba poder


colarme y leer un poco sin que me vieran. Mientras me vestía y tenía un
nuevo sentido de determinación, abrí la puerta para encontrar a Embry
ya despierta y sentada frente a la computadora junto a la cocina.

—Buenos días —dije, dirigiéndome a la cocina por un poco de té.

—¿Dormiste bien? —preguntó.

Me encogí de hombros.

—¿En que estas trabajando?

—Cosas de contabilidad para la fábrica. Necesito ir allí hoy. ¿Quieres


venir conmigo?

Ya tenía planes, pero la idea de ver el lado más humano de los lobos
era demasiado buena para dejarla pasar.

—¿A qué hora?

—Estaré trabajando en estos informes durante un par de horas más


y luego podríamos irnos. Vaughn dijo que te entretuviera hasta entonces
si estabas aburrida —dijo Embry.

—Sí, iré contigo. Sin embargo, no necesito una niñera. A menos que
no sea seguro para mí estar sola. —Recordé la forma en que Roman había
estado de guardia la noche anterior, y mi muñeca se calentó cuando sus
palabras resonaron en mi mente... La necesidad de mantenerte a salvo es
tan fuerte como la necesidad de respirar.

Maldita sea, estaba tratando de evitar esos pensamientos.


—Estás bien para salir sola; solo aléjate del bosque. No porque nada
te atrape, sino porque es fácil perderse. Hasta que conozcas mejor el
camino, solo mantente en los senderos y áreas principales. —Embry
volvió a su computadora, sus dedos volando sobre el teclado. Terminé de
hacer mi té mientras ella trabajaba.

Cuando terminé, me detuve en la puerta principal.

—Vuelvo en un par de horas.

—¿De verdad te vas? —Los ojos de Embry se abrieron cuando hizo


una pausa en el trabajo.

—Necesito enfrentar los hechos más temprano que tarde, ¿no?

Sonrió.

—Esa es mi chica. Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.


Roman también estará presente.

Asentí y abrí la puerta antes de despedirme. No tenía la intención de


necesitar a nadie. Sabía dónde estaba la biblioteca, y parecía bastante
fácil de navegar.

El camino a la casa principal fue tenso mientras observaba mi


entorno. Ni siquiera podía estar segura de qué día de la semana era,
porque no había estado revisando mi teléfono, pero había mucho menos
alboroto alrededor de la manada que el par de días anteriores.

Cuando entré a la casa, escuché la voz de Ramona por el pasillo. No


estaba segura de con quién estaba hablando, pero los sonidos se
acercaban, así que corrí a la biblioteca, dejando la puerta entreabierta
detrás de mí.

Dándome la vuelta, escaneé la habitación y respiré aliviada cuando


no vi a nadie más allí. Dado que había encontrado un montón de libros
de lobos arriba, era el primer lugar que quería buscar. Subir las escaleras
empinadas hizo que me dolieran aún más las piernas la segunda vez y
me recordó que no era alguien que hiciera mucho ejercicio.

Dejé escapar un gemido cuando llegué a la cima y fui directamente


a la mesa en el medio. Había libros nuevos y busqué en la habitación,
pero aún me encontraba sola. Siendo entrometida miré lo que estaba
leyendo la persona anterior y encontré tiras de papel que sobresalían de
los bordes.

Al abrir la primera página había una nota que solo decía humano
seguida de dos signos de interrogación con tres líneas marcadas debajo
de la palabra. Me estremecí ante la agresividad y asumí que tenía todo
que ver conmigo.

Despegué el papel y leí las dos páginas. Hablaron de compañeros


unidos de por vida. Hubo una breve mención de los compañeros
rechazados y los efectos que tuvo en el lobo interior. Me dolía el pecho al
leer esas palabras, y odiaba la culpa que sentía al preguntarme si estaba
lastimando al lobo de Roman.

En la página siguiente, se mencionaba la posibilidad de que los lobos


pudieran vincularse con otros seres sobrenaturales como brujas,
vampiros y hadas, luego se hace referencia a otra sección para obtener
más detalles. Pasé a otro marcador, este que contenía más notas.

La marca contiene poder que desciende directamente de la diosa de


la luna. Aquellos que aprovechan el don son dignos de cualquier pareja
que elijan.

¿Tenía una opción? Bueno, esa era información nueva y algo que
hizo que mis niveles de irritación volvieran a subir.

Las escaleras de metal crujieron cuando alguien subió. Cerré el


libro, lo aparté de mí y me volví hacia el estante detrás de mí.

Un gemido sonó detrás de mí y vi a una mujer mayor que sostenía


demasiados libros.

Corriendo hacia ella, agarré tantos como pude.

—Déjame ayudar.

—Gracias, querida —murmuró la mujer cuando su rostro apareció,


ya no cubierto por la pila de libros.

Tenía arrugas alrededor de sus conmovedores ojos castaños y


cabello gris y liso que le llegaba hasta los hombros.

—Tú debes ser Cait. Soy Serene —dijo cortésmente una vez que
todos los libros estuvieron sobre la mesa.

Ah, debería haberlo sabido.

—Encantada de conocerte, Serene. Tenía la esperanza de hacerlo en


algún momento, pero pensé en comenzar primero con la biblioteca.

Me sonrió, las líneas alrededor de sus ojos se hicieron más


profundas.

—Chica inteligente. Es mejor venir con respuestas que con


preguntas.
Bueno, eso no tenía absolutamente ningún sentido, pero dejé pasar
el comentario cuando comenzó a archivar los libros que había traído.
Tarareaba mientras revoloteaba por la habitación, y tomé uno de los
libros de parejas de lobos. Quería saber más sobre el comentario que
había leído sobre la posibilidad de elegir mi propio compañero.

Serene me chasqueó la lengua mientras me sentaba.

—No encontrarás lo que buscas allí.

—Entonces, ¿dónde podría encontrarlo? —pregunté.

—Bueno, si supiera eso, entonces no estarías mirando, ¿verdad? —


se rio y yo suspiré.

Tal vez la historiadora de la manada no iba a ser tan útil como


esperaba.

Unos minutos más tarde, me arrojó algunos libros y tomó uno de la


pila sobre la mesa.

—Los hombres de aquí son testarudos, pero tienen buenas


intenciones. Jack y Roman han estado trabajando las 24 horas del día
para encontrar algo que pueda explicar cómo obtuviste esa marca. —
Asintió hacia mi muñeca—. Pero no encontrarán las respuestas que
buscan dentro de los libros.

—Entonces, ¿por qué me diste más libros? —pregunté.

—Porque es posible que lo hagas. Al menos lo suficiente para


ayudarte a descubrir el resto por tu cuenta. Sólo sé cuidadosa. Algunos
de esos pasajes son fáciles de traducir mal. —Abrió el libro que había
estado mirando por primera vez y fue directamente a la nota que había
leído por última vez—. Toma esto por ejemplo. Ningún lobo puede elegir
a su verdadera pareja, pero uno Marcado por la Luna puede elegir un
compañero si decide que es la mejor opción. ¿Lo entiendes?

—No tengo que aceptar a mi verdadero compañero, y aún podría


encontrar otro lobo con quien unirme, pero no sería lo mismo que un
verdadero compañero —dije.

Palmeó mi mano.

—Eres más inteligente que la mayoría de los humanos. Tiene sentido


porque no eres uno.

Esta mujer estaba loca como el infierno, pero me estaba gustando


rápidamente.
—Solo recuerda, Roman es de hecho tu verdadero compañero.
Compartes un vínculo con él que se formó en el momento en que apareció
esa marca en tu muñeca, pero no estás emparejada. Todos los lobos
tienen que aceptar a sus parejas, y hasta que puedas aceptar por
completo lo que eres, Roman es solo un hombre con el que te gustaría
follar —dijo, y casi me atraganto con mi propio aire.

—No puedo creer que acabes de decir eso. —Empecé a reír mientras
me recostaba en la silla.

—He vivido durante más de trescientos años. Guardar mis


pensamientos para mí misma no es tan divertido como decir lo que se me
ocurre —dijo.

—Bueno, entonces espero poder ser tú cuando sea grande.

Se acercó a mí una vez más, esta vez sosteniendo mi mano.

—No querida. Vas a ser mucho más una vez que descubras de lo que
eres capaz.

Levanté una ceja hacia ella.

—Si te pregunto, ¿me explicarías más?

—Te lo dije. Es mejor venir a mí con respuestas y no con preguntas.


Te contaré más cuando puedas contarme más.

—Sí, me pondré en eso —murmuré, y se levantó.

—Vas a estar bien, Cait. Solo concéntrate en quién eres y en lo que


sientes por dentro. Todo lo demás en el exterior es solo ruido por ahora.

Eso fue lo primero que dijo que podría usar.

—Gracias.

Asintió y volvió a bajar las escaleras con la espalda erguida y la


cabeza en alto. Para ser una mujer centenaria, estaba en buena forma.

Tomé en serio su consejo y apilé los libros que me interesaban


juntos, con la esperanza de que no hubiera ningún problema con que los
sacara de la biblioteca. Cuando bajé las escaleras la puerta estaba abierta
y escuché voces fuertes en la entrada.

Dejando los libros, me apresuré a ver qué estaba pasando, y mi


sangre se calentó de furia.

Una mujer joven y menuda con un corte de duendecillo rubio


blanquecino, pantalones cortos negros y una camiseta sin mangas blanca
delgada tenía su cuerpo envuelto alrededor de Roman, y él estaba
sonriendo de oreja a oreja.

—Te he extrañado mucho —dijo mientras la abrazaba con fuerza.

—¿Qué carajo? —gruñí, y Roman inmediatamente la soltó, pero ya


era demasiado tarde. Ya había visto suficiente.
15

Habían pasado casi cinco semanas desde la última vez que vi a Sam.
Éramos primos, pero también era mi mejor amiga. Sus padres murieron
cuando tenía trece años, y mis padres la criaron durante la adolescencia.
No siempre fue fácil vivir con ella, pero no la hubiera cambiado por nada.

Se suponía que había regresado el mismo día que yo, y realmente


podría haberla usado durante toda la locura de encontrar a Cait, pero
sabía que su trabajo no siempre era predecible. No trabajaba para el
consejo sobrenatural, pero los que lo hacían la contrataban.

Cuando Sam iba a las misiones no se le permitía llevar un teléfono


ni hacer ningún contacto con casa. A menudo pasábamos semanas sin
saber si estaba viva o muerta pero, dado lo que sabía que era capaz de
hacer, traté de mantener la fe mientras estaba fuera de que nada podría
vencerla.

Sam entró por la puerta cuando vi a Serene irse. Intenté atrapar a


la historiadora para ver si se reuniría con Cait, pero ver a Sam tenía
prioridad.

—Bienvenida a casa, Sammy —dije mientras ella gritaba y saltaba a


mis brazos.

Era la única persona en el mundo a la que Sam le mostraba afecto


y la única a la que se le permitía llamarla de otra forma que no fuera
Sam. Su nombre de pila era Samantha, pero después de perder a sus
padres, nunca más volvió a usar ese nombre y puso todos sus esfuerzos
en convertirse en una guerrera.

—Lamento haber llegado tarde, Ro —dijo.

—Te he extrañado mucho —respondí, y comencé a decirle que


teníamos mucho que ponernos al día, pero mi sangre se heló antes de
que pudiera.
—¿Qué carajo? —dijo Cait, antes de salir furiosa de la casa y dar un
portazo tan fuerte detrás de ella que las ventanas temblaron.

Sam echó la cabeza hacia atrás y me soltó—: ¿Quién era esa?

—Mi compañera —respondí.

Sam me golpeó en las costillas.

—¿Enserio amigo? ¿Por qué no me lo dijiste?

Gruñí.

—Acabas de llegar. ¿Cuándo se suponía que debía decírtelo?

Me moví hacia la puerta, con la intención de atrapar a Cait, pero


Sam me detuvo.

—Dime cómo sucedió esto.

—Ella no sabe quién eres, y eso probablemente no se vio de la mejor


manera.

—Tienes que estar jodiéndome —suspiró y no quería herir sus


sentimientos, pero Cait me necesitaba más. En realidad, yo necesitaba
más que Cait me escuchara.

Sam puso los ojos en blanco.

—¿Qué haces todavía aquí? Ve a buscarla, idiota, y luego vuelve y


dime cómo diablos pasó esto.

No me molesté en responder antes de salir corriendo por la puerta.


Mi lobo empujó hacia la superficie, y olfateamos el aire en busca de la
dirección en la que podría haber ido.

Norte, dijo mi lobo, y corrí hacia adelante.

Cait no tenía la velocidad de un lobo, así que no me preocupaba


perderla, pero me preocupaba cómo se desarrollarían las cosas. Lo bueno
fue que su ira demostró que realmente sentía algo por mí. Si a ella no le
importara una mierda no se habría ido.

No estés tan seguro de ti mismo. Cait no va a ser fácil de domar, dijo


mi lobo.

¿Ahora dices eso? ¿Qué pasó con toda esa confianza que estabas
arrojando hace un par de días?

Hemos tenido tiempo de conocerla un poco mejor. He pasado ese


tiempo escuchando, y la confianza no la va a conquistar.
No jodas, pensé.

Finalmente, apareció y corté la conversación.

—Cait, espera un minuto —grité.

Me sacó el dedo medio y siguió caminando. No pude evitar la sonrisa


que apareció. Cait enojada era adorable y atractiva.

Tomé su mano, pero tan pronto como mis dedos rozaron los suyos,
se giró hacia mí.

—No. No tienes permiso para tocarme.

Tiré mi brazo hacia atrás y sentí como si me pateara en las bolas.


Estaba más que enfadada y yo no sabía qué hacer.

—Cait, eso fue...

—No necesito escuchar acerca de tus ligues. No estamos juntos. Ni


ahora, ni nunca. No es necesario que te sientas obligado conmigo solo
porque lo dice una magia extraña. Vuelve con ella y vive tu vida. —Se
volvió hacia el bosque, ansiosa por alejarse de mí.

No. No iba a dejar que esto sucediera.

—Maldita sea, Cait. —La agarré de la cintura y la tiré sobre mi


hombro—. Me vas a escuchar, quieras o no.

—¡Embry! —Cait chilló cuando apreté mi agarre.

Embry, si acudes a ella ahora mismo, tu rango en esta manada se


verá gravemente afectado, la amenacé a través de nuestro enlace lobo.

Eres un idiota, fue su única respuesta, pero fue lo suficientemente


bueno para mí.

—Embry no vendrá. Deja de gritar —dije, mientras me dirigía a mi


cabaña ya, que ya estábamos en esa dirección.

Cait no escuchó y siguió llamando a Embry mientras golpeaba su


puño en mi columna. Para ser humana era más fuerte de lo que esperaba,
pero probablemente solo era adrenalina. Mis brazos permanecieron
bloqueados en sus piernas para que no pudiera patearme en las bolas.
Entonces, corrí.

En un minuto, estaba sin aliento y habíamos llegado a la cabaña.


No la bajé hasta que cerré la puerta de una patada detrás de mí y la arrojé
sobre la cama.
—Esa era Sam. Mi prima. Ha estado fuera durante más de un mes.
También es mi mejor amiga, y eso no era lo que parecía —dije con más
autoridad en mi voz de lo que pretendía.

Cait retrocedió solo por un segundo cuando mi poder alfa trató de


asentarse sobre ella. Siseó y me gruñó.

—No tenías derecho a traerme aquí.

—Tenía todo el derecho. Estabas tratando de irte por una razón que
no existía —espeté.

Se puso de pie en la cama y era unos centímetros más alta que yo.
Eso pareció darle una confianza que no había visto desde que la conocí.

—No necesito una razón para querer irme. Tal vez ya terminé de
estar aquí.

—Ni siquiera estamos cerca de terminar, cariño. —Me estaba


haciendo enojar tanto que mi acento sureño estaba saliendo.

Vi un destello de algo desconocido en sus ojos justo antes de que


empujara contra mi pecho. Terminé tres metros en la dirección opuesta,
golpeándome la cabeza contra una silla.

—Oh Dios mío. —Cait todavía estaba de pie en la cama, con las
manos cubriéndole la boca y los ojos muy abiertos.

—Me parece que has canalizado algo de ese poder que hemos estado
sintiendo desde la marca —dije mientras me levantaba—, pero eso es algo
que discutiremos más tarde. Necesito saber que me crees y que no te irás.

Cait estaba en estado de shock y no quería presionarla, pero


necesitaba su palabra de que no se largaría, especialmente después de lo
que acababa de hacer.

—Te creo —dijo, pero fue murmurado entre sus dedos que aún
cubrían su rostro.

Fui hacia ella, moviendo sus brazos hacia abajo lentamente.

—-Cait, está bien. No me lastimaste.

—¿Qué hice? —preguntó.

—Te defendiste, como debías haberlo.

Parte del shock finalmente se disipó.

—Bueno, no deberías haberme agarrado como un psicópata.

Tenía razón.
Mi lobo se agitó. Quería salir. Quería reclamarla como nuestra más
que cualquier otra vez que habíamos estado con ella. La idea de que Cait
nos dejara provocó un pánico en él que nunca había conocido.

—Lo siento —dije mientras trataba de mejorar la situación.

—Supongo que yo también lo siento. No sé por qué reaccioné así.

Sonreí, incapaz de contenerme.

—Porque te gusto.

Me miró.

—No, no me gustas.

—Tu negación lo hará mucho más dulce cuando finalmente lo


admitas. —No estaba seguro de por qué me estaba burlando de ella, pero
me hacía sentir bien.

—Llévame de vuelta —exigió, sus ojos color avellana oscureciéndose


alrededor de los bordes.

Apreté mis manos alrededor de sus caderas.

—¿Qué pasa si no quiero?

Cait contuvo el aliento pero no dejó caer la mirada tensa en sus ojos.

—No me hagas preguntar dos veces.

—Ni siquiera has preguntado una vez, pero tengo curiosidad. ¿Qué
piensas hacer si no lo hago?

Metió su dedo en mi pecho.

—No estoy segura, pero podemos averiguarlo si insistes en hacer


esto de la manera más difícil.

Ah. Me estaba amenazando. Eso era algo nuevo, y me gustaba.

—Está bien, gatita. Lo haremos a tu manera. Hoy. ¿Te gustaría


caminar de regreso, o quieres que corra contigo? —pregunté.

Me miró con desdén cuando la llamé gatita, pero no pude evitarlo.


Era luchadora pero irresistible, como ella sola.

Cait se cruzó de brazos.

—Caminaré sola. Solo apúntame en la dirección correcta.

—Sí, eso no va a funcionar para mí y mi lobo. —La levanté de nuevo,


esta vez acunándola contra mi pecho en lugar de tirarla sobre mi hombro
mientras salíamos por la puerta. Me dio un puñetazo en el hombro y,
cuando eso no funcionó, atrapé un gancho de derecha en la mandíbula.

—No puedes seguir secuestrándome —dijo cuando no parecía que


su súper fuerza fuera a regresar.

—No lo hago esta vez. Te estoy llevando de vuelta. Sin peligro.

No deberías llevarla de vuelta en absoluto. Podríamos mantenerla en


la cabaña, dijo mi lobo, y sonreí.

—¿Que es tan gracioso? —preguntó cuando comencé a reducir la


velocidad. Estábamos cerca de la casa, pero no quería dejarla sin
asegurarme de que no estaba molesta conmigo.

—Mi lobo quiere mantenerte encerrada en la cabaña —respondí


honestamente.

—Bueno, tu lobo es aún más psicópata que tú —dijo.

—Posiblemente, pero es solo porque le importa mucho. No sabes lo


que significa para él encontrar una compañera.

Entonces, parte de la tensión abandonó su cuerpo y la dejé en el


suelo.

—Lo siento por llevarte, pero al menos no fue en vano. Probamos


que puedes acceder al poder dentro de ti.

Ese comentario no pareció hacerla sentir mejor. De hecho, se alejó


más de mí.

—Oye, no hay nada de malo en lo que hiciste. Solo tenemos que


descubrir cómo activarlo sin que te molestes —dije.

Se rio

—Creo que disfrutaste bastante esa parte.

—Tal vez algunas partes de eso —admití.

—¿Qué tal si me presentas a Sam y yo me preocupo por el resto más


tarde? —sugirió, y no tuve ningún problema con eso.

—Sera un placer.

Poniendo mi mano en su espalda, la guie dentro de la casa y esperé


como el infierno que Sam se comportara lo mejor posible. No quería
arrepentirme de que ellas dos se conocieran.
16

No había visto bien a Sam cuando estaba envuelta alrededor de


Roman, pero lo que había visto era impresionante. La furia que sentí por
lo que pensé que era la traición de Roman me sorprendió muchísimo,
pero una parte de mí se alegraba de que sucediera.

Nada de eso se había sentido forzado. Los sentimientos me habían


pertenecido, y una sensación de control se había asentado en mi interior
cuando tantas cosas parecían estar fuera de mis manos. Lo único de lo
que podría haber prescindido era el repentino estallido de fuerza que
había sentido cuando dejé que Roman me irritara realmente.

Eso me había asustado, pero también era intrigante.

Claro, aprender sobre lobos cambiaformas era mucho. Que me


dijeran que estaba marcada por su creador era incluso más abrumador,
pero ¿ejercer el poder de que los demás hablaban? Eso era una cosa
completamente diferente.

Una sobre la que estaba decidida a aprender más. Justo después de


conocer a Sam.

Estaba sentada en la base de las escaleras, sus largas piernas


estiradas mientras se recostaba sin preocupaciones. Su piel era clara,
como si odiara el sol. Su cabello corto era un rubio blanquecino
antinatural, y sus ojos eran de un azul brillante que gritaba problemas.

Cuando se puso de pie, me di cuenta de que no era tan alta, tal vez
unos centímetros más de un metro setenta, pero estaba allí parada como
si fuera la persona más grande de la habitación.

—Soy Sam McIntyre. Puedes llamarme Sam o Mac, pero nunca de


otra forma a menos que quieras que te golpee en la vagina. —Me tendió
la mano y sonreí. Los lobos tenían una forma extraña de presentarse,
pero aprecié la franqueza.
—Encantada de conocerte, Sam. Soy Cait Jones, y solo atiendo por
Cait —respondí, sosteniendo su mirada. De alguna manera, podía sentir
que me estaba evaluando y no iba a dejar que pensara que era débil.

—Me parece bien. ¿Cómo conociste a mi primo? —preguntó,


retrocediendo un paso cuando Roman la miró maliciosamente.

—Me encontró en la playa y actuó como un perro mojado. Pensé que


lo había perdido pero terminé aquí por pura coincidencia. Embry es mi
mejor amiga.

Sus ojos se abrieron.

—¿Tú eres esa Cait? Bueno, mierda. No puedo creer que me perdiera
todo esto.

—¿Terminaste el trabajo? —le preguntó Roman.

Ella gruñó.

—¿Estaría aquí si no lo hubiera hecho?

—Probablemente no. Ahora, ¿has terminado con tus preguntas?


Estoy seguro de que Cait quiere volver a casa de Embry.

Los ojos de Sam recorrieron mi cuerpo arriba y abajo dos veces antes
de volver a posarse en mi cara.

—Me gusta. Por ahora. Tal vez nos conozcamos mejor más tarde.
Tengo otro trabajo y me iré de nuevo en los próximos días. —Le habló a
Roman pero siguió mirándome.

No dejé que su declaración de “por ahora” me molestara. Conocía a


los de su tipo. Quería una reacción, y no iba a dársela.

Le sonreí dulcemente.

—Espero con ansias tu regreso.

Sam se rio y se alejó sin hacer ruido. Caminaba de manera ligera, y


me pregunté qué tipo de habilidades tenía para apuntarse a misiones
secretas o lo que fuera que había estado haciendo.

Roman me alcanzó cuando estuvimos solos. Sus ojos mostraban que


tenía mucho que decir, pero yo había llegado a mi límite del día. Estaba
lista para un descanso y Ramona llegó justo a tiempo para dármelo.

—Ro, querido. ¿Podrías venir a ayudar…? —Cortó la frase cuando


me vio—. Oh, no me di cuenta de que estabas ocupado.
—Roman me estaba devolviendo después de secuestrarme. No está
ocupado. —Salí de debajo de su mano, que descansaba sobre mi hombro,
y salí corriendo por la puerta.

Oí un ruido sordo seguido de voces bajas y sibilantes, pero no me


molesté en darme la vuelta. La libertad era más importante que cualquier
cosa en el momento.

En cuestión de minutos estaba de regreso en casa de Embry y


esperaba haber llegado antes de que se fuera al molino. Tenía curiosidad
sobre lo que pasaba allí y cómo interactuaban con el público.

Estaba bajando en las escaleras cuando entré por la puerta.

—Oh, bien. Estás de vuelta. Tenía miedo de tener que dejarte atrás.
Vaughn ya está allí, ya que no necesitabas una niñera, y sigue
enviándome mensajes de texto para que me dé prisa. Vamos.

Embry me agarró la mano y caminamos a toda velocidad hasta un


garaje al otro lado de la casa de la manada. Marcó un código en la puerta
y agarró unas llaves de la pared cuando entramos.

—Vamos a tomar el jeep. Súbete —dijo.

Me senté en el asiento del pasajero del Wrangler descapotable negro


mientras ella abría la puerta del garaje y arrancaba el jeep. No fue hasta
que nos dirigimos por el camino pavimentado que ella habló.

—Entonces, ¿vas a contarme cómo fue tu salida, o tengo que


sacártelo a la fuerza? Además, debes llevar tu teléfono contigo por si te
pierdes.

La risa burbujeó en mi pecho mientras el viento hacía girar mi


cabello alrededor de la cara. Lo junté a un lado y miré en su dirección.

—Bueno, fue a la biblioteca de la casa de la manada. Encontré


algunos libros interesantes. Conocí a Serene, que es la anciana más
impresionante que haya existido o está completamente loca. Luego, me
secuestraron.

Embry sonrió.

—Me preguntaba si mencionarías eso.

—¿Lo sabías? —Oh, iba a matarla.

—Bueno, no tenía aviso previo. Escuché tus gritos y fui a ver cómo
estabas, pero Roman dijo que no podía salvarte o estaría lavando platos
durante un año. Le llamé imbécil si eso ayuda.
Realmente no lo hacía, pero entendí por qué no había interferido.

—Bueno, no fue una pérdida total. Le golpeé por accidente.

Embry pisó el freno, pero alguien estaba detrás de nosotras, así que
tuvo que seguir adelante.

—Está bien, deberías haber comenzado por ahí. ¿Qué quieres decir
con “golpear”?

Me encogí de hombros.

—Bueno, a él no le pareció un golpe, pero a mí sí. Me cabreó y lo


envié volando por la habitación con un empujón que antes no habría
podido dar.

—Interesante. ¿Solo lo hiciste una vez? —preguntó.

Hice una mueca.

—Desafortunadamente.

—Oh, amiga. Esto es casi demasiado divertido.

—No veo nada divertido en esta situación —dije.

—Lo harás. En algún momento. Lo importante es que accediste al


poder de la marca. No estábamos seguros de si serías capaz de hacer algo
así. Ahora podemos trabajar en sacarlo y descubrir cómo lo controlas.

Si bien antes tenía curiosidad sobre el poder que tenía, no estaba


tan segura ahora que Embry planeaba “sacarlo”. ¿Y si no podía
controlarlo? El hecho de que no había mucho qué hacer cuando se
trataba de la marca no me hacía ser muy optimista acerca de volver a
intentarlo ahora que había tenido algo de tiempo para pensarlo.

—Te prometo que nada malo saldrá de esto. Puede que no lo


sepamos todo, pero yo sé lo suficiente para no pedirte que lo intentes si
pensara que corres riesgo de lastimarte. En todo caso, yo soy la que está
en peligro. Sonrió, pero no encontré su declaración entretenida.

Consideré sus palabras y se calmó mientras conducíamos los pocos


kilómetros hasta el molino. Cuando llegamos tomó un camino de tierra
que conducía de regreso a grandes almacenes y grandes máquinas de las
que yo no sabía nada. Había varios tipos de madera apilados por todas
partes y carretillas elevadoras moviendo cosas.

Aparcó el jeep frente al primer edificio.

—Esta es el área de clientes. No están permitidos en ningún otro


lugar de la propiedad excepto aquí y en el aparcamiento. —Señaló una
cerca de alambre—. Si hay pedidos grandes los camiones dan marcha
atrás allí y nosotros traemos las cosas.

—Supongo que la privacidad sería un gran problema para ustedes


—dije.

—No. Se trata más de seguridad. No necesitamos que un idiota sea


aplastado por un tronco porque no sabe lo que está haciendo.

Eso también tenía sentido.

Entramos al edificio, y me recordó a una ferretería. Había varias filas


de diversos artículos más pequeños y un amplio mostrador hacia la pared
del fondo.

Una joven saludó.

—Hola, Embry.

—Hola, Chloe. Esta es Cait. Ella está conmigo en la propiedad.

Noté que Embry no había dicho manada, y me pregunté si se habían


entrenado para no usar ciertas palabras fuera de su terreno.

—Oh —fue todo lo que dijo la chica antes de ocuparse con papeleo
del que no estaba convencida de que realmente necesitara atención.

Embry no dijo nada y me llevó a la parte de atrás.

—Esta es mi oficina de trabajo. La comparto con Vaughn. Estoy


segura de que puedes entender por qué prefiero el escritorio de mi casa.

Una risa retumbante sonó detrás de nosotras.

—Sabes que estás secretamente enamorada de mí.

Embry se atragantó mientras Vaughn entraba en la habitación por


otra puerta en la parte de atrás.

—Solo en tus sueños, grandote.

Él movió las cejas y sonrió ampliamente.

—Énfasis en lo de grandote.

No podría evitar que mi sonrisa creciera incluso si quisiera. Me


pregunté si tal vez Embry estaba enamorada de Vaughn. Eran muy
parecidos. Sin embargo, posiblemente era demasiado terca para
admitirlo.

—Terminé los informes en casa. ¿Qué necesitabas mostrarme aquí


que te hizo molestarme durante la última hora? —le preguntó Embry.
Sacó muestras de pintura de su bolsillo trasero.

—Vamos a actualizar nuestra oficina. ¿Qué color te gusta menos?

Ella suspiró.

—Tienes que estar jodiéndome. ¿No podrías haberme preguntado


cuándo regresaras?

—Claramente no sabes nada sobre decoración. —Vaughn se acercó


a la pared y extendió las muestras de pintura—. Tienes que verlas en la
habitación para tomar la decisión correcta.

Teniendo en cuenta que Vaughn lucía una chaqueta de cuero que


gritaba chico malo, yo quería decir que estaba sorprendida por este lado
de él, pero de alguna extraña manera, tenía sentido.

Señalé el amarillo suave.

—Ese podría hacer que quieran matarse menos.

Vaughan asintió.

—La frustración sexual es una perra. Podrías tener una pista ahí,
Cait.

Embry lanzó sus manos al aire y se dirigió a la puerta.

—Nunca volveré a trabajar en esta oficina.

—¿Quieres ayudarme? —preguntó Vaughn.

—En realidad no creo que necesites ayuda —respondí.

Él sonrió.

—Sí, tienes razón. Solo quería molestarla.

—Trabajo bien hecho. Ahora, voy a ir a buscarla antes de que me


deje atrás.

Me volví hacia la puerta, pero Vaughn me agarró la mano.

—¿Cómo va todo con Roman?

No quería hablar de esto con Vaughn de todas las personas.

—Todo está bien —dije mientras daba un paso más cerca de la


puerta.

Él suspiró.

—No me gusta involucrarme en los asuntos de otras personas —dijo,


e incliné la cabeza hacia un lado con sorpresa fingida—. Está bien, tal
vez sí, pero Roman no es solo mi alfa. También es uno de mis amigos más
cercanos. Si hace alguna estupidez, lo único que te pido es que trates de
tener algo de paciencia. Los dos se criaron en mundos diferentes, y es
probable que haya algunos baches en el camino.

Vaughn me soltó y asentí.

—Agradezco el consejo. Estoy haciendo todo lo posible para


mantener una mente abierta. Sin embargo, es posible que quieras decirle
que no es de buena educación secuestrar personas.

La risa aulladora de Vaughn me siguió mientras me dirigía de


regreso a la parte principal del edificio. Embry no estaba a la vista, y
tampoco la chica que había estado en el mostrador. Fui a la puerta y vi a
Embry esperando en el jeep.

Después de subir me volví hacia ella.

—Entonces, ¿tú y Vaughn?

Ella gimió.

—Se ha estado metiendo debajo de mi piel desde que comencé a


trabajar en el molino, pero todo es en broma. Nunca nos hemos enrollado,
y no pienso cambiar eso. Nunca.

Su comentario me hizo pensar. Ella nunca había hablado de novios


antes, y yo no había tenido uno desde que la conocía a menos que contara
el chico de Francia que me siguió un rato.

—¿Los lobos tienen sexo de la misma manera que los humanos?


¿Pueden contraer enfermedades? —pregunté. De acuerdo, no estaba
realmente preocupada por las ETS. La conversación me hizo preguntarme
sobre el pasado de Roman y traté de ignorar los crecientes celos causados
por pensar en él con otras mujeres.

—Los sobrenaturales no se enferman. Nunca, y eso incluye


enfermedades humanas desagradables. —Embry se estremeció—. En
cuanto a acostarnos, alguno lo hacemos y otros no. No pensamos en el
sexo y la virginidad como lo hacen los humanos. Es más una cosa natural
y nada de lo que avergonzarse.

Bueno, eso no respondía realmente a mi pregunta no formulada,


pero no era algo de lo que realmente tuviera que preocuparme hasta que
decidiera exactamente cómo quería seguir adelante con las cosas.

Roman claramente quería que considerara ser su compañera, pero


iba a tener que lidiar con el hecho de que yo todavía me consideraba
humana y necesitaba más tiempo.
—¿Y qué hay de ti? Siempre has estado tan callada sobre el tema y,
dado que yo tenía un gran secreto propio, nunca me inmiscuí —dijo
Embry.

—Oh, bueno, ha habido dos tipos, pero uno fue hace mucho tiempo,
el otro era Francis, el tipo del que te hablé cuando estaba en el extranjero.

Ella tarareó.

—Sí, el delicioso francés. Dioses, su acento era delicioso.

No estaba equivocada en eso, pero había sido demasiado pegajoso y


finalmente corté las cosas después de unos meses.

Regresamos a la manada y estacionamos el jeep. Cuando salimos


del garaje, escuché ruidos fuertes y me di la vuelta. Trozos de madera
cayeron al suelo con un ruido sordo y me acerqué.

Roman estaba sin camisa, de espaldas a nosotras, cortando troncos.


No sabía por qué estaba haciendo eso cuando hacía un calor infernal
afuera, pero olvidé todas las razones por las que no quería tener nada
que ver con él.

Sus músculos se tensaron cuando levantó el hacha y la estrelló


contra otro trozo de madera. Había un gran tatuaje que no había visto
antes cubriendo casi toda su espalda. Era un árbol retorcido, sin hojas,
y había capas de profundidad en el dibujo. No podía ver los detalles más
finos, pero noté que había una luna rodeada de niebla detrás de las
ramas.

Embry me dio un codazo.

—Tienes un poco de baba en la barbilla.

Roman se congeló a mitad del golpe y yo retrocedí rápidamente.


Dado lo mucho que no quería aceptar que el destino eligiera a la persona
que se suponía que debía amar, no quería darle a Roman una idea
equivocada al verme mirarle fijamente. Parecía tener suficiente confianza
sin mi ayuda.

—Eres una imbécil —murmuré, esperando que Roman no me


hubiera visto salir corriendo.

Ella me alcanzó y pasó su brazo alrededor de mis hombros.

—No, solo estoy diciendo lo que hay. Puedes luchar contra esto todo
lo que quieras, pero te conozco y sé lo que estoy viendo. Las cosas
funcionarán. Estoy segura.
Desafortunadamente, cuanto más lo decía, más quería luchar mi
obstinada mente contra estar con Roman. Puede que ya no fuera del todo
humana, pero tampoco era un lobo.

Cuanto antes dejara la gente de intentar fingir lo contrario, sería


mejor para todos.
17

Aún no había comido, así que hicimos sándwiches en la casa de


Embry. No dijo nada más sobre Roman, y yo estaba agradecida. Solo
quería dejar el tema en paz. Las cosas ya eran bastante difíciles como
estaban. Sabía que una parte de mí simplemente estaba siendo
obstinada, había sido así toda mi vida, pero necesitaba concentrarme en
una cosa cada vez. Lo que estaba dentro de mí parecía más pertinente.

—Entonces, ¿mencionaste algo sobre el entrenamiento? —pregunté


a Embry cuando terminamos con la comida.

—¿Quieres empezar hoy?

Asentí.

—No hay tiempo como el presente.

—Bien entonces. Cámbiate y ponte algo de ropa deportiva y


saldremos a los campos —dijo.

—Uhh, ¿puedo tomar prestada algo de ropa de entrenamiento? —


Solo había puesto un pie en un gimnasio una vez. Hice un total de cinco
minutos antes de salir corriendo de allí y nunca regresar.

Negó con la cabeza hacia mí.

—Ponte unos pantalones cortos de pijama y una camiseta sin


mangas. No haremos ninguna locura.

Gracias a Dios por eso.

Rápidamente me cambié y me encontré con ella en la puerta. Llevaba


pantalones de yoga, una camiseta sin mangas ajustada y tenía el cabello
rosa dorado peinado en una cola de caballo desordenada. Básicamente,
parecía una modelo, y yo era su amiga desaliñada con pantalones cortos
negros holgados y una camiseta blanca sencilla. Menos mal que
realmente no me importaba lo que alguien aquí pensara de mí.

—¿Lista? —preguntó con una amplia sonrisa.

—No y sí —respondí honestamente.

Enlazó su brazo con el mío mientras salíamos por la puerta.

—No te preocupes, amiga. Prometo no hacer nada demasiado loco.


Esto es nuevo para todos nosotros.

—¿Deberíamos tener supervisión? —pregunté. Aunque confiaba en


Embry, no era mayor y se destacaba en contabilidad e inversiones. Esto
parecía un poco fuera de su experiencia.

—Depende de cómo vayan las cosas. Si comienzas a mostrar signos


de fuerza y poder locos, entonces probablemente. Por ahora, veremos. Me
preocupa que si tienes demasiada gente alrededor, no te relajarás y no
funcionará.

No estaba equivocada en eso.

Llegamos a un área cubierta de hierba unos cinco minutos después


de la casa de Vaughn. Estaba tranquilo y pacífico, rodeado de árboles. El
sol caía sobre nosotros y yo ya estaba sudando por la caminata, pero no
me sentía incómodo por el calor.

—Entonces, dime exactamente qué pasó cuando empujaste a


Roman —dijo Embry.

—Roman estaba en mi cara y no retrocedía. Estaba más que


frustrado y lo empujé. Justo antes de hacerlo, sentí una oleada de energía
dentro de mi cuerpo y de alguna manera la canalicé a través de mis
manos. Me hizo enojar de nuevo, pero no pude encontrar la fuente de lo
que sea que había aprovechado la segunda vez.

—Supongo que no lo sientes ahora, ¿entonces? —preguntó, y negué


con la cabeza—. Bueno, intentemos meditar primero.

—¿Y si eso no funciona? —pregunté.

Sonrió.

—Entonces, trataré de enojarte.

Algo me dijo que lo disfrutaría muchísimo más que yo.

Embry me dirigió al césped donde nos sentamos con las piernas


cruzadas una al lado de la otra. Ni siquiera había hecho yoga, así que ya
me sentía incómoda, pero traté de seguir adelante.
—Relaja tus músculos. Mantén la espalda recta y la barbilla
ligeramente hacia abajo. Querrás inhalar por la nariz y exhalar por la
boca mientras contemplas los árboles. Sin embargo, no intentes
concentrarte en una sola cosa. Una vez que sientas que tu cuerpo se
afloja, cierra los ojos —dijo Embry en voz baja.

Esto era incómodo y más difícil de lo que pensé que sería. Mi mamá
solía estar obsesionada con los programas de embarazo, así que traté de
recordar los ejercicios de respiración que había visto un millón de veces
antes. Parecía el mismo concepto, porque se trataba de calmar el cuerpo.

—Tan pronto como estés lista, querrás escanear tu cuerpo con los
ojos cerrados. Visualízate internamente y busca lo que quieres. Si hay
obstáculos en tu camino no los evites. Hazlos a un lado —añadió Embry,
y estaba empezando a pensar que no tenía idea de quién era ella.

De todos modos, hice lo que me pidió, pero no pude sentir ningún


bloqueo. En cambio, los movimientos me relajaron aún más y me
desconecté cuando mi respiración se equilibró. Después de unos
minutos, hubo un pulso en mi muñeca. Mi primer pensamiento fue abrir
los ojos, pero en vez de eso, hice otro escaneo.

Al no encontrar nada, lo intenté una y otra vez. Embry se quedó


callada, así que asumí que estaba haciendo algo bien, o tal vez se había
quedado dormida. De cualquier manera, estaba ocurriendo un cambio.
Solo tenía que agarrarlo y aguantarlo.

Los latidos aumentaron y se trasladaron a mi núcleo. Mis ojos lo


imaginaban como una luz púrpura o en realidad estaba viendo lo que
fuera que había dentro de mí. Visualicé el poder moviéndose desde mi
centro y expandiéndose a mis brazos y piernas.

La energía fluyó lentamente a través de mí, y una pureza que nunca


había conocido se apoderó de mi cuerpo. Había fuerza, paz y certeza, todo
envuelto en uno.

—Mierda —murmuró Embry, su preocupación rompiendo mi


concentración.

Mis ojos se abrieron y perdí el control del poder.

—¿Qué pasó?

—Estabas brillando de color púrpura. No muy brillante, pero había


un tono suave a tu alrededor que estaba provocando un gran calor —
respondió Embry.
Al menos no había estado imaginando el color al que me estaba
aferrando.

—¿Es eso algo malo? —pregunté.

Se encogió de hombros.

—No es una cosa normal de lobo, pero tú no eres un lobo normal.

—No, no lo es —dijo otra voz detrás de nosotras.

Me di la vuelta para ver a Serene caminando con Ramona. Serene


vestía ropa holgada de algodón y tenía el cabello entrecano recogido en
un moño apretado.

—¿Qué están haciendo aquí las dos solas? —preguntó Serena.

—No sabía que necesitábamos una niñera —respondió Embry con


confianza.

—La necesitas cuando estás jugando con cosas que no entiendes.


Cait no puede lastimarse a sí misma, pero eso no significa que no te
lastime a ti —dijo Serene.

—¿Qué quieres decir con que no puedo hacerme daño? —pregunté.

—Tu poder no atacará a su anfitrión, pero si se siente acorralado,


atacará sin previo aviso. He escuchado que ya has experimentado esto,
¿cierto? —preguntó Serena.

—Más o menos, pero nunca le tendría miedo a Embry, así que no


tiene ninguna razón para preocuparse por ser lastimada por mí.

Serena se rio.

—Ya no eres la única persona a cargo, joven loba.

Quería corregir a la loca que no era una loba, pero dejé pasar la
descripción inexacta.

Ramona dio un paso adelante.

—Como hembra alfa de la manada, al menos hasta que Roman tome


una compañera, tengo que estar presente cuando Cait intente acceder a
la energía de la Marca Lunar. Si por casualidad termina con un lobo,
alguien debe poder controlarla.

Embry inclinó la cabeza.

—No quise faltarte el respeto. Solo conozco a Cait, y ella no habría


hecho lo que hizo con una audiencia. Al menos ahora tenemos pruebas
de que puede canalizar el poder sin enfadarse.
—¿Y qué prueba sería esa? —preguntó Serena.

—¿No lo viste? —Embry pareció más sorprendida por esto de lo que


esperaba, considerando que llamó al púrpura un “tono suave”.

Cuando Serene y Ramona no respondieron, Embry continuó.

—La hice meditar, y después de unos treinta minutos estaba


brillando de color púrpura y emitiendo un gran calor.

¿Treinta minutos? No había parecido tanto tiempo cuando estaba


concentrada en mí misma.

Serene aplaudió.

—Bien entonces. Parece que me voy a divertir un poco.

—Alto. Ella no es un juguete —advirtió Ramona.

Serene le hizo señas de despedida a Ramona con las manos.

—No la asustaré.

Las cicatrices y el dolor eran dos cosas completamente diferentes.


No iba a quedarme sola con esa vieja gruñona a corto plazo. No hasta que
el brillo malvado en sus ojos se calmara.

—¿Qué sabes de la marca que te hace querer trabajar con Cait? —


preguntó Embry, y en silencio le agradecí por apoyarme.

Estaba muy por encima de mi cabeza en este punto y agradecida de


tener a alguien en quien confiar mientras resolvía todo. Quería negar que
el destino no tenía tanto control sobre mi vida, pero era una gran
coincidencia que fuera la mejor amiga de Embry y luego me pasara todo
esto. Incluso mi mente humana no podía refutar que había cosas más
importantes en juego, al menos cuando se trataba de dar en el blanco.

—Sé que tiene magia antigua en ella. Sé que tiene la capacidad de


elegir su propio destino. Sé mucho que tú no. Así que no me insultes. No
tengo miedo de mostrarte mi lado malo.

El rostro de Embry trató de ocultar una sonrisa, pero falló


épicamente. Afortunadamente, Serene ya había movido su mirada hacia
mí.

—Muéstrame tu poder.

—No tiene un interruptor de encendido y apagado. No sé cómo


mostrártelo —dije cuando sus palabras anteriores comenzaron a tener
sentido para mí.
Existía la posibilidad de que pudiera irme de aquí y seguir llevando
una vida normal por lo que parece. No tenía que elegir a Roman y pasar
el resto de mi vida en esta manada. Esto me dio un poco de paz, al menos,
hasta que Serene me tocó el hombro.

—Siéntate y medita —exigió, su dedo mucho más fuerte de lo que


esperaba.

Frotándome el hombro, la aplaqué y volví a sentarme. Sobre todo


porque tenía curiosidad por lo que ella y Ramona tendrían que decir.

—¿Quieres que te guíe a través de esto otra vez? —preguntó Embry,


parándose a mi lado.

—No, debería estar bien. No me tomó mucho tiempo descubrirlo —


respondí y comencé el proceso.

En cuestión de minutos, o al menos eso es lo que me pareció, sentí


la energía antes de verla. Ahora que lo había experimentado un par de
veces, era más fácil de reconocer. Tomé la bola de poder y la envié a través
de mi cuerpo como antes, esta vez tratando de forzarla a través de mi
piel.

No estaba segura de por qué tomé esa decisión, pero me sentía bien,
y dado que todo lo que sucedía no era del todo normal, pensé que seguir
mis instintos era la apuesta más segura.

Poco después de empujar más fuerte, mis músculos se tensaron y


perdí el poder. Cuando abrí los ojos, las demás estaban a una docena de
metros de distancia y solo una de ellas sonreía.

—¿Qué hice? —Me puse de pie y empezaron a acercarse.

—No es lo que hiciste antes —se quejó Embry.

—Mira la hierba a tu alrededor —dijo Serene, y noté que todo estaba


marrón y sin vida.

—¿Cómo la maté? —pregunté.

Ramona hizo una mueca.

—No la mataste. Quemaste el suelo a tu alrededor en un círculo


perfecto. Las llamas púrpuras no se detuvieron hasta que estuvimos lo
suficientemente lejos de ti.

Sistema de seguridad incorporado. No podría quejarme exactamente


de eso.
—¿Eso no es normal por lo que sabes sobre los previamente
marcados como yo? —pregunté a Serena.

Se encogió de hombros.

—Cada uno es diferente. No hay un estándar en el que basar las


cosas. La única diferencia que no hemos podido averiguar sobre ti es que
no desciendes de cambiaformas. Al menos no que sepamos, pero tengo
la intención de averiguarlo.

No conocía a mi padre, así que esto me intrigó.

—¿Cómo planeas hacer eso?

—Tengo una amiga en Los Ángeles. Viene aquí para comprobar tus
líneas de sangre —respondió Serene y no me hizo sentir cómoda con su
declaración.

—¿Invitaste a Beatrix aquí? —preguntó Embry con el ceño fruncido.

—Oh, cálmate. La bruja es inofensiva. Tengo que ir. No vuelvas a


practicar sin nosotras. —Antes de que nadie pudiera objetar, la vieja
cambiaformas estaba corriendo como si todavía estuviera en su mejor
momento.

No le di un segundo pensamiento a su partida. Estaba más


concentrada en el hecho de que una bruja se dirigía aquí para jugar con
mi sangre, o algo parecido si entendía a Serene correctamente.

Embry puso ambas manos sobre mis hombros.

—Respira hondo, Cait. Concéntrate en mí y nada más.

Hice lo que me pidió, pero el efecto calmante normal que tenía sobre
mí no estaba funcionando.

—No puedo hacer esto, Em. No soy una de ustedes. No quiero ser
una compañera. No quiero que estar marcada.

—Lo sé, pero no podemos hacer que la marca desaparezca, y creo


que debes entenderlo antes de tomar cualquier otra decisión —dijo
Embry, y supe que tenía razón. Había tenido los mismos pensamientos
antes.

La idea de brujas y tener llamas púrpuras encendiéndose en mi


cuerpo había causado que ocurriera un pequeño pánico, o tal vez no tan
pequeño.

Asentí con la cabeza y tomé una respiración temblorosa antes de


enderezar mis hombros.
—Tienes razón. Una cosa cada vez. Simplemente no me presenten a
ningún otro sobrenatural. No creo que mi cerebro pueda procesar más
en este momento.

Embry sonrió.

—De acuerdo. —Se volvió detrás de nosotros—. Ramona, ¿tienes


algo que te gustaría que hiciéramos hasta que nos volvamos a encontrar?

Había olvidado que Ramona estuvo allí durante mi pequeño episodio


y me sentí mal porque mencioné algo sobre no querer ser emparejada.
Me alejaría de su hijo, y eso haría que las cosas fueran increíblemente
incómodas.

Sonrió suavemente, empujó sus cortos mechones rubios detrás de


su oreja y me miró a los ojos.

—Serene mencionó que estabas interesada en algunos libros de la


biblioteca de la manada. Traje algunos a la casa de Embry antes. Léelos
si todavía estás interesada hasta que llegue Beatrix. Entonces,
decidiremos qué hacer a continuación.

Leer. Me había olvidado de los libros que tenía la intención de pedir


prestados antes de ver a Roman y Sam juntos. Con suerte esos eran los
que Ramona había traído a la casa. Si era así, sabía exactamente lo que
estaría haciendo el resto del día.
18

Cuando Cait se alejó de mí luché contra todos mis instintos por


seguirla. A la mayoría de las mujeres les habría encantado la atención,
pero Cait era diferente. Ella no quería tener nada que ver conmigo, aun
así podía ver cuanto la afectaba.

La confusión interna por la que parecía estar pasando era mi única


esperanza de no quedarme solo cuando ella finalmente resolviera las
cosas.

Mi mamá debió haberle dicho a papá que había recurrido al


secuestro después de que Cait me delatara, porque fui llamado a su
despacho, que en realidad no estaba en el interior. Al menos, no desde
que asumí el cargo de alfa.

Lo encontré en su lugar favorito, reclinado en una silla en el muelle


en el lago de la propiedad. Él se tomaba muy en serio su retiro.

—Hola, hijo —dijo antes de que siquiera hubiera puesto un pie en


las tablas de madera.

—Padre —contesté, siguiendo con su tono serio y tomando asiento


a su lado.

Lanzó el sedal y lo enrolló unos metros antes de estar satisfecho con


la posición del señuelo. Solo entonces se giró hacia mí.

—Entonces, ¿cómo están las cosas?

Sonreí.

—Sabes exactamente como están las cosas.

Inclinó la cabeza y revisó su sedal, haciendo ajustes menores. Como


dije, se tomaba muy en serio su retiro.
—No, sé lo que ha estado hablando tu madre durante los últimos
días, pero en realidad no he podido hablar con mi hijo. Así que, ¿por qué
no me dices que ha estado sucediendo?

No estaba equivocado. El único tiempo que realmente estuvimos


juntos, desde que regresé a casa, lo pasamos investigando sobre la Marca
de la Luna. Incluso entonces, realmente no hablamos sobre Cait y lo que
podría significar el vínculo entre ella y yo. No había estado listo en ese
entonces, y como el buen alfa que siempre fue, papá parecía saberlo.

—Bueno, Cait no quiere tener nada que ver conmigo. Sin embargo,
usó algo de la energía de la marca hoy. No sé si eso empeorará o mejorará
las cosas para nosotros.

—Sabes que tomarla en contra de su voluntad no te ayuda en nada,


hijo.

—Sí, soy totalmente consciente, pero es muy terca. Pensó que Sam
era algo más que mi mejor amiga y prima. Necesitaba que Cait me
escuchara antes de irse —dije.

Papá recogió su sedal y volvió a lanzarlo, permaneciendo en silencio


mientras se concentraba en la tarea.

—Cait está manejando todo esto de manera bastante notable, dado


que no conocía nada de nuestra especie antes de venir aquí. Deberías
estar besando los pies de Embry por facilitarte esto. Dale a Cait tiempo y
espacio. Deja que encuentre su equilibrio y venga a ti. Vi la forma en que
te miraba cuando cenamos. Ella siente algo.

Gruñí.

—¿Pero es suficiente? Como has dicho, está llevando todo esto muy
bien, pero eso es lo que vemos por fuera. No tengo forma de saber lo que
está pensando, y eso me está matando.

Papá dejó su caña de pescar en el suelo y me prestó toda su


atención.

—Nadie sabe lo que hay en el corazón de otro. Puedo darte consejos


y esperar que los escuches pero, al final del día, depende de ti tomar la
decisión que consideres mejor. No sé nada de Cait. Su situación es
completamente única. Solo te advierto que te muevas despacio y con
acciones reflexivas.

No pude evitar reírme.

—Papá, es un vínculo de pareja. No soy el único que tiene el control


aquí.
—Entonces, espero que tu lobo esté escuchando y tomando el
consejo en serio también. Ha esperado mucho tiempo a Cait. Esperemos
que sus instintos animales no lo arruinen para los dos.

Empieza a caerme mal tu padre, refunfuñó mi lobo.

Lo ignoré y agradecí a mi padre su sabiduría.

—No hace falta que me des las gracias, hijo. Estoy aquí para ti
siempre que lo necesites, no importa para qué sea. Además de Cait, ¿todo
lo demás va bien dentro de la manada y de tu cabeza?

Me encogí de hombros.

—Hay algunos murmullos sobre Cait, que están causando


preocupación dentro de la manada, pero espero que no sea nada más que
gente curiosa.

—No te distraigas demasiado con tu vida personal y no te olvides del


panorama general. Sé que necesitas arreglar las cosas con Cait, pero la
manada estará observando todos tus movimientos para ver dónde están
tus prioridades. Para ellos, Cait es una humana que no tiene razón de
estar en las tierras de la manada —dijo, y yo ya era plenamente
consciente de ello. Era la razón por la que había estado tan frustrado de
que ella fuera mi compañera para empezar.

—Tendré cuidado. Vaughn también tiene los oídos atentos. De todos


modos, es mejor con la gente que yo. —Me levanté y me incliné para
abrazar a mi padre—. Gracias de nuevo por la charla.

—Te amo, hijo.

—Yo también te amo.

Una cosa que nunca le había faltado a mi padre era mostrar afecto.
Me había enseñado que mostrar cariño a los que querías no te hacía
débil. Solo demostraba lo fuerte que eras en realidad. No siempre entendí
su pensamiento detrás de eso, pero estaba empezando a hacerlo.

Entonces, tienes que mostrarle a Cait todas tus emociones, dijo mi


lobo.

Lo haré. Cuando sea el momento adecuado.

¿Y qué pasa si llegas demasiado tarde?, preguntó.

Te daré el control total durante un mes si meto la pata.

Hmm, trato hecho. Lo haremos a tu manera por ahora. Pero que sepas
que estaré alentando tu fracaso.
Resoplé. Vaya, gracias.

Hablar con mi padre había servido de algo, pero aún necesitaba


desahogar algunas... frustraciones. Decidí dirigirme a la leñera y empezar
a cortar. A mi madre le encantaba tener un fuego todo el día, todos los
días durante el invierno. Aunque no hacía mucho frío aquí la mayoría de
los días, mamá insistía en que la chimenea hacía que la casa de la
manada se sintiera más como un hogar.

Para mantenerla contenta, había que trabajar todo el año para


conseguir una reserva de leña que calentara la casa durante meses.
Normalmente, era una tarea que delegaba en los lobos que necesitaban
un tiempo de descanso, pero hoy me alegré de concederme un tiempo.

Pasé una hora usando el hacha y estaba completamente


desconectado hasta que escuché voces femeninas. Tan pronto como me
detuve, sentí a Cait y Embry cerca. Cuando me di la vuelta, no estaban
a la vista.

La victoria será tan dulce, dijo mi lobo, y lo ignoré.

Estaba loco si pensaba que convertirse en lobo iba a conquistar a


Cait.

En lugar de ponerme nervioso por lo que estaban haciendo, entré a


ducharme antes de pedirle a Paul, uno de los guardias de la manada, que
apilara la leña que había cortado.

Después de que estuviera limpio quería ver a Cait. Fui a la casa de


Embry, pero no estaban allí. Como un acosador, me arrastré hasta la
ventana del dormitorio de Cait y la abrí. Solo lo había hecho una o dos
veces antes. De acuerdo, tal vez tres veces, pero estar cerca de su aroma
me calmaba de una manera que necesitaba con urgencia.

No era solo mi lobo quien la deseaba. Cuanta más interacción tenía


con Cait, más me daba cuenta de que ella era todo lo que había pedido
en una pareja, aparte del hecho de que no podía convertirse en lobo.

Cait era fuerte. Sabía esto por cómo se había manejado hasta ahora.
Incluso si había tenido algunos ataques de pánico, no eran nada en el
gran esquema de las cosas. Se preocupaba por los que estaban cerca de
ella. Estaba ansiosa por aprender, lo que me hacía creer que era más
inteligente de lo que la gente normalmente pensaba.

También ayudaba que ella fuera sexy como el infierno. La primera


vez que la vi en la playa con un bikini negro y empapada, casi caigo de
rodillas. Lo habría hecho si no hubiera pensado que alguien estaba
tratando de engañarme. Había necesitado todo mi esfuerzo para resistir
el impulso de envolverla en mis brazos entonces.

La forma en que se enfrentó a mí y se alejó sin que le importara era


algo a lo que no estaba acostumbrado, pero tuvo más sentido una vez
que me di cuenta de que realmente no tenía idea de quién era yo.

Después de buscar en la habitación de Cait desde la ventana, para


asegurarme de que no pasaba nada e inhalar su aroma, cerré la ventana
y me dirigí al bosque.

¿Quieres salir a correr?, le pregunté a mi lobo.

Sabes que nunca diré que no a eso.

Tampoco me había echado la bronca por mis tendencias de


acosador, lo cual aprecié.

El cambio solía traerme una calma agradable antes de que


apareciera Cait. Era mi momento de tomar un asiento trasero y confiarle
a mi lobo el control. Él podría ser un sabelotodo en ocasiones, pero
teníamos una asociación sólida que me permitía ser el alfa que necesitaba
nuestra manada.

Mientras mi cuerpo brillaba y la ropa se desvanecía, empujé el


cambio hacia adelante y aterricé a cuatro patas en cuestión de segundos.
Mientras un cambiaformas pensara en su ropa, no se arruinarían
durante la transición de hombre a lobo.

Los pobres cachorros que intentaban aprender cuando tenían entre


cuatro y siete años a menudo corrían desnudos. Era a partes iguales
entretenido y molesto.

Mi lobo giró la cabeza y estiró las piernas. Su nariz se elevó en el


aire, y pude sentir que quería dejar escapar un aullido profundo, pero
algo más llamó su atención.

Su cabeza se giró hacia el este. ¿Qué es?, pregunté.

Mía, fue todo lo que dijo antes de correr hacia los árboles.

Lo dejé hacer lo suyo, asumiendo que solo estaba cazando presas


hasta que se detuvo y miré a través de los ojos.

Cait estaba sentada en el césped con mi mamá, Serene y Embry de


pie más lejos de ella.

¿Qué están haciendo?, me pregunté más a mí mismo que a mi lobo.


Esperamos lo que pareció una eternidad hasta que la magia púrpura
comenzó a extenderse por la piel de Cait. No parecía que tuviera dolor,
así que mi lobo se quedó donde estaba. Luego, la energía se hizo más
grande y se convirtió en llamas, quemando el área a su alrededor, pero
sin marcar su ropa.

Justo cuando estaba a punto de obligar a mi lobo a cargar, se detuvo


y las demás se movieron a su lado. Quería estar más cerca,
afortunadamente mi lobo también, así que nos deslizamos más allá de
algunos árboles más antes de tumbarnos en la maleza.

—Cada uno es diferente. No hay un estándar en el que basar las


cosas. La única diferencia que no hemos podido averiguar sobre ti es que
no desciendes de cambiaformas. Al menos, no que sepamos, pero tengo
la intención de averiguarlo —dijo Serene, y me hizo preguntarme sobre la
familia biológica de Cait. No sabía nada de ellos aparte de que su madre
murió.

—¿Cómo planeas hacer eso? —preguntó Cait.

—Tengo una amiga en Los Ángeles. Viene a comprobar tus líneas de


sangre —respondió Serene, haciendo que mi molestia aumentara. No me
había preguntado si iba a invitar a una bruja aquí, y ella sabría que eso
no era aceptable.

Me perdí las siguientes cosas que dijeron hasta que Serene se fue.
Con suerte, la encontraría en mi despacho cuando volviera. Si no, me
encontraría en su puerta.

Embry puso sus manos en los hombros de Cait.

—Respira hondo, Cait. Concéntrate en mí y en nada más.

—No puedo hacer esto, Em. No soy una de ustedes. No quiero ser
una compañera. No quiero estar marcada.

—Lo sé, pero no podemos hacer que la marca desaparezca, y creo


que necesitas entenderlo antes de tomar cualquier otra decisión —dijo
Embry, y yo estaba más agradecido que nunca por su orientación a Cait.

Deberíamos darles un poco de privacidad, le dije a mi lobo.

Deberíamos.

¿Pero no quieres?, pregunté.

¿Quieres dejarla después de ver lo que hizo?, replicó.


Sabía de dónde venía, pero Cait estaba teniendo una conversación
privada, y no era nuestro lugar. Mi madre seguía allí, así que sabía que
si había algo grave que necesitara saber, me lo diría.

Vámonos, dije, y mi lobo se giró sin discusión.


19

Había pasado una semana desde que apareció la marca en mi


muñeca y unos días desde que me senté en el campo y finalmente usé el
poder al que tenía acceso. Desde entonces, no había podido negar que
había algo diferente en mí. Había una sensación de paz que se había
formado dentro de mí, y podía pensar con más claridad después de
aprovechar la energía.

Roman también me había dado algo de espacio, lo que me ayudaba


tremendamente. Cuanto más pensaba en él sin que su presencia me
influyera, más segura estaba de que esa no era la vida que quería para
mí. Si no me iba a convertir en un lobo, entonces quería vivir mi propia
vida lo más normal posible.

No quería herir los sentimientos de nadie. Si bien no podía negar


que Roman me atraía mucho, tener mi futuro tan decidido no era algo
con lo que pudiera vivir.

Cuando perdí a la persona más importante de mi vida, me prometí


que viviría mi vida de la manera que me pareciera, razón por la cual
terminé viajando durante tanto tiempo. No estaba lista para que me
quitaran mis libertades con solo veintiún años, pero al menos podía ser
cortés mientras descubría qué significaba realmente la marca.

Hasta ahora, la energía era manejable. No me había sentido fuera de


control o abrumada, y Embry pensó que eso era algo realmente bueno.
Estaba elogiando mi progreso, sin saber que cuanta más confianza me
diera, más pronto me iría.

Odiaba tener este secreto, pero sabía que ella no lo entendería.


Claro, ella me amaba y era mi mejor amiga pero, para ella, esta manada
era la vida y algo maravilloso de lo cual ser parte. Me alegré de que la
tuviera, pero yo no la necesitaba.
—¿Qué quieres hacer hoy? —preguntó Embry cuando salí de mi
habitación.

Había sido lo mismo durante los últimos dos días. Se levantaba


antes del amanecer a trabajar para la manada y yo me levantaba de la
cama cuando quería. Luego, emprenderíamos alguna aventura para
fingir que no estábamos trabajando en mi control de energía.

Con suerte, Serene y Ramona no tenían idea de que no estábamos


escuchando su advertencia de no volver a practicar sin ellas. Ambas
habían estado ocupadas con la investigación, pero yo sabía que se
suponía que la bruja llegaría hoy.

—¿A qué hora va a estar Beatrix aquí? —pregunté.

—No estoy segura. Vendrá por el portal cuando esté lista. Podría ser
en diez minutos o diez horas —dijo Embry.

—Vamos a quedarnos aquí, entonces. Un día aburrido en el interior


no suena terrible, en realidad —dije.

Aunque había disfrutado al salir por la propiedad de la manada,


también extrañaba mi tiempo libre y, más que eso, mi tiempo a solas.
Amaba a Embry, pero el único momento que estaba sola era cuando
estaba en mi habitación. Incluso entonces, no tenía ningún problema en
irrumpir con toda su emoción natural en un momento dado. Después de
casi una semana me estaba afectando.

—Suena genial para mí. —La computadora de Embry hizo algunos


ruidos y ella volvió al trabajo.

Me alejé sigilosamente, decidiendo que un buen baño caliente


sonaba como una gran manera de pasar el tiempo mientras ella
terminaba.

Volviendo a mi habitación agarré la toalla y mi teléfono para poder


leer un libro mientras me remojaba. Había estado leyendo los libros de
historia que Ramona había traído y me recordó que necesitaba más
ficción en mi vida.

Una vez que la bañera estuvo llena, verifiqué dos veces que la puerta
estuviera cerrada con llave y luego me desnudé. Tan pronto como me
sumergí en el agua, suspiré de felicidad.

—Esto es lo que me estaba perdiendo —me dije.

Agarrando mi teléfono, tenía la intención de ir directamente a la


aplicación de mi libro, pero pensé que tal vez haría una revisión rápida
del mundo exterior solo para asegurarme de que los humanos no habían
quemado nada mientras yo estaba distraída con eventos sobrenaturales.

No tenía mensajes de amigos. Embry era prácticamente la única


persona con la que siempre me mantenía en contacto. Cuando dejé mi
ciudad natal, mis amigos de la escuela se acercaron de vez en cuando,
pero los rechacé. Lidiar con el dolor de perder a mi madre parecía mejor
hacerlo sola o con extraños al azar.

No sabía por qué no tenía ningún deseo de contar con las personas
más cercanas a mí, pero encontré mis medios y no me sentía mal por las
elecciones que hice. Ya sea que se hubieran cometido por error o no,
fueron mis errores los que cometí, y mientras tuviera el control, eso era
todo lo que necesitaba para seguir adelante.

Afortunadamente, el mundo estaba aburrido, por lo que pude ver,


así que abrí el libro que había estado revisando por última vez. La última
página que leí fue la antesala de una escena tórrida que había estado
esperando durante dos libros. La angustia con esta serie era real. Justo
cuando las cosas estaban llegando a un punto crítico, Embry golpeó la
puerta, asustándome muchísimo.

—¿Qué? —espeté, agradecida de no haber dejado caer mi teléfono


en el agua.

—Beatrix está aquí —contestó ella.

Quién demonios lo hubiera imaginado. La irritación me invadió


mientras dejaba el teléfono. Terminaría el capítulo más tarde esa noche,
cuando fuera menos probable que me interrumpieran.

—Salgo en un minuto —refunfuñé.

Dejé correr el agua por el desagüe antes de secarme. No había


llevado ropa limpia al baño, así que me envolví la toalla mullida alrededor
del cuerpo y salí al pasillo. Miré para preguntarle algo a Embry, pero las
palabras se me escaparon cuando Ramona, Jack, Roman y una mujer
que supuse que era Beatrix estaban de pie en la entrada.

Oh, este día no iba a ser lo que esperaba.

Asumiendo la situación, saludé con la mano.

—¿Cómo va todo?

Los ojos de Roman se clavaron en mí, pero lo ignoré, tratando de no


perder la compostura.
—Cait, querida. ¿Por qué no te vistes y esperamos fuera hasta que
estés lista? —dijo Ramona mientras Jack rodeaba el hombro de Roman
con una mano.

Asentí y me dirigí a mi habitación, cerrando la puerta y apoyándome


en ella. Mi corazón latía como un loco y mi piel se calentaba. Al mirar mi
marca, me di cuenta de que seguía siendo del mismo tamaño, pero
parecía estar cambiando de color. Ahora era de color marrón oscuro, y
me pregunté qué estaría causando las variaciones.

Lástima que no tuviera tiempo de preguntar si alguien sabía por qué.


Tenía que ir a ver a una bruja por mi sangre. Totalmente normal.

Afuera seguía haciendo un calor de mil demonios, así que me vestí


con unos pantalones cortos y una camiseta y decidí dejarme el cabello en
un moño desordenado. No pretendía impresionar a nadie. Sin embargo,
estaba disfrutando del tono dorado que estaba tomando mi piel por todo
el sol que había estado tomando.

Embry me esperaba en la puerta.

—Lo siento mucho. Intenté que esperaran fuera, pero Beatrix


insistió en que esperaran dentro hasta que salieras. No quería ponerme
en su contra. A las brujas les gusta guardar rencor.

—Está bien. Acabemos con esto y veamos si podemos salvar el día


después de que se haya ido —respondí.

Cuando nos reunimos con ellos fuera Serene también había llegado.
Genial. Yo iba a ser su entretenimiento durante el día.

Evité mirar a Roman. Ya me había decidido durante el tiempo que


estuvimos separados y no quería que las líneas se desdibujaran o dar la
una impresión equivocada. Tal vez cuando Beatrix terminara con sus
cosas de bruja y supiéramos más, podría contarles a Embry y a Roman
mis intenciones.

Beatrix parecía demasiado mayor para... bueno, no sabía qué iba a


hacer, pero parecía más una abuela que una bruja poderosa. Llevaba un
largo abrigo oscuro y un traje azul marino de una sola pieza. Tenía una
larga melena gris que me recordaba a la de Serene, así como un rostro
lleno de arrugas.

Fueron los ojos de Beatrix los que me sorprendieron. No había nada


de viejo en ellos. Eran de un brillante color esmeralda, y algo en ellos
gritaba picardía. Escucharía atentamente sus palabras con la esperanza
de no ser engañada.
—Acércate, niña —dijo Beatrix, y capté con el rabillo del ojo el
movimiento del brazo de Roman, pero se quedó donde estaba a varios
metros de distancia.

Embry me empujó hacia delante y puse mi mano en la de Beatrix,


que me esperaba. Ella rodeó la palma de mi mano con sus dedos y luego
subió por mi muñeca hasta la marca.

Sus ojos se cerraron y miré a Embry, esperando algún tipo de


confirmación de que esto era normal. Mientras me daba la espalda,
Beatrix sacó una cuchilla de lo que yo creía que era el aire y me cortó la
palma.

—¿Qué demonios? —Tiré de la mano hacia atrás y le siseé—. ¿Era


necesario?

—¿Habrías preferido que te lo pidiera primero? —respondió.

Tal vez tenía algo de razón, pero no iba a estar de acuerdo.

La bruja loca metió la daga en una bolsa.

—Dame tu mano y te curaré.

Dudé. Era una bruja, y las posibilidades de lo que podía hacerme


eran infinitas, la mayoría de las cuales no eran buenas. Cuando no le di
la mano, la cogió y se volvió hacia Serene.

—¿Tienes algún lugar donde pueda trabajar?

—Puedes venir a mi casa —respondió Serene.

Respiré aliviada cuando sentí que la herida se cerraba. Tal vez no


me convertiría en una rana.

Me soltó, pero permaneció cerca.

—Tengo una teoría y no creo que mis resultados sean precisos sin
probar algo. Me gustaría que pasaras el próximo rato con Roman y volveré
a probar las cosas cuando hayas terminado.

Sí. Este día definitivamente no iba como estaba planeado.

—Pensé que estabas aquí para comprobar mis líneas de sangre —


desafié.

—Lo estoy. Pensé que te gustarían otras respuestas basadas en lo


que me dijo Serene. No asumo mal a menudo —respondió Beatrix.

No respondí, porque ella tenía razón. Quería saber más. Lo quería


más que cualquier otra cosa. Excepto que pasar el siguiente rato con
Roman parecía una gran tarea. Sabía que no debería ser así si estaba tan
lista para irme, pero temía que el vínculo me hiciera cambiar de opinión.
Temía perder el control sobre mis decisiones.

Beatrix comenzó a irse con Serene, y Embry enlazó su brazo con el


mío.

—No te preocupes por nada. Nos divertiremos pasando el rato


juntos.

Beatrix nos llamó.

—No. Solo Cait y Roman, al menos por ahora. Tengo teorías que
necesito probar.

La sonrisa burlona que nos envió hizo que se me helara la sangre.


¿Quién diablos era esta mujer? Bueno, ella no era una mujer, primero.
Era una bruja, y necesitaba recordar eso. Por un breve momento, pensé
que no sería tan aterradora como primero creí que eran los lobos, pero
estaba completamente equivocada.

Roman apareció a mi lado.

—No amenaces a mi compañera, Beatrix. Recuerda en qué tierra


estás.

—Y recuerda, es mi ayuda la que necesitas para descubrir qué es


ella —respondió la bruja antes de marcharse de nuevo.

Serene articuló una disculpa y siguió a su amiga.

—Odio a las brujas casi tanto como a los chupasangres —se quejó
Embry, luego se volvió hacia mí—. ¿Estás de acuerdo con esto?

Quería respuestas. A pesar de que no las quería de esta manera, no


parecía tener otra opción por el momento. Solo necesitaba fortalecer mi
determinación y recordar lo que más quería. Sabía lo que era eso. Lo
había estado repitiendo durante los últimos días. La libertad era mi
desenlace, no un compañero.

—Sí, estaré bien. Nos vemos en unas horas —dije antes de mirar a
Roman—. ¿A dónde?

Su pecho subía y bajaba, desacelerándose a medida que su rabia


por la amenaza de Beatrix parecía calmarse. Era difícil no apreciar su
actitud protectora.

—La cabaña si te parece bien —respondió.


—Estamos a solo un grito de distancia si necesitan algo. Con suerte,
al final del día, todo esto tendrá un poco más de sentido —dijo Ramona
mientras Jack tomaba su mano.

—Mantente cerca, hijo —agregó Jack.

Roman asintió a sus padres mientras se alejaban. Embry también


se había ido, y solo estábamos yo y el hombre que me quería como su
pareja.

Nada incómodo en absoluto.


20

Por primera vez, Roman me permitió caminar a donde íbamos en


lugar de cargarme y correr a velocidad imposible. El camino hacia su
cabaña estuvo lleno de un incómodo silencio, pero intenté prestar más
atención a nuestros alrededores que a él.

No funcionó tan bien como me hubiera gustado.

Roman me abrió la puerta de su cabaña y entré, agradecida de que


ya hubieran pasado casi treinta minutos con lo lento que había estado
caminando.

—¿Pasas mucho tiempo aquí? —pregunté mientras cerraba la


puerta.

—No usualmente. Mi manada depende de mí para ciertas cosas,


pero también es bueno tener mi propio espacio cuando lo necesito.

Lo entendía. Por eso quería irme. Yo solo tenía veintiún años.


Todavía tenía mucho que vivir antes de establecerme.

Me senté en la única silla disponible, queriendo alejarme de la cama,


y traté de pensar en algo más de lo que hablar.

La última vez que estuve con Roman estaba irritada con él. Era más
fácil discutir con él que cualquier cosa que estuviera pasando entre
nosotros actualmente.

—¿Cómo han ido las cosas con Embry? —preguntó Roman,


sentándose en el borde de su cama y mirándome.

Estábamos a unos buenos casi dos metros el uno del otro, pero aún
podía sentir el calor irradiando de su cuerpo. Luego, lo imaginé cortando
leña y olvidé lo que me preguntó. Nunca iba a lograr pasar un par de
horas. Esto era demasiado.
—Lo siento, tengo muchas cosas en la cabeza. ¿Qué preguntaste? —
murmuré.

Sonrió.

—Pregunté cómo han ido las cosas con Embry. ¿Estás controlando
más la energía?

Quería preguntarle cómo sabía que había estado trabajando en eso,


pero recordé que él era el alfa de la manada. Probablemente no tuvo que
torcer los brazos demasiado para obtener la información que quería.

—Va bien, en realidad. El primer día fue demasiado, pero no estoy


quemando nada, así que eso es algo bueno —dije.

No pareció sorprendido por mi comentario de quemar cosas.


Ramona ya le habría contado cómo fue la primera sesión.

—Me alegro. ¿Hay algo en lo que hayas planeado trabajar hoy?


Podríamos hacerlo juntos si quisieras —agregó Roman.

—Hoy iba a ser un día libre, pero gracias por ofrecerte —respondí.

Asintió y volvimos al silencio incómodo. Era como si supiera que


estaba planeando irme o algo así, pero, de nuevo, recordé cómo vino a mi
lado cuando Beatrix me amenazó y cómo reaccionó cuando salí del baño.

Estaba más que confundida sobre cómo interpretar a Roman, pero


con suerte no sería algo de lo que tuviera que preocuparme por mucho
más tiempo.

Unos minutos más tarde, después de que ya había comenzado a


contar las tablillas de madera del techo, volvió a hablar.

—¿Quieres bajar al arroyo?

—Seguro, por qué no. —Roman no tenía un televisor en la cabaña y


no vi ningún libro, así que cualquier otra cosa era mejor que estar
sentada allí. Debería haber tomado mi teléfono para poder leer, pero leer
las siguientes escenas con Roman cerca probablemente tampoco era una
gran idea.

Caminamos los treinta metros o más hasta el arroyo, y observé a


Roman mientras levantaba una piedra plana y la lanzaba a través de la
superficie que se movía lentamente.

—Solía hacer eso todo el tiempo cuando era niña —dije, recordando
a mi mamá enseñándome cómo hacerlo. Se tomó muy en serio su papel
de madre y padre, algo que me esforcé mucho para nunca darlo por
sentado.
Roman me tiró una piedra y sonrió.

—Veamos que tienes.

No era de las que retrocedían, así que me acerqué a la orilla del agua
y fruncí el ceño cuando mi piedra se hundió en el agua sin saltar.
Aparentemente, hacer saltar piedras era un talento que uno perdía si no
se practicaba.

—Vamos. Te ayudaré a intentarlo de nuevo.

Roman me entregó otra piedra, pero no me soltó la mano una vez


que la agarré.

Se movió detrás de mí y tiró de mi brazo hacia atrás. Todo el tiempo,


su pecho estaba firmemente presionado contra mi espalda y su otra mano
estaba flojamente sujetando mi cadera. Esto se sentía demasiado íntimo,
pero no podía negar que la cercanía hizo que mi corazón se acelerara en
el buen sentido.

—Sujeta la piedra solo con el pulgar y el índice en los dos extremos,


y luego guía el dedo índice a lo largo del borde. Gírala con un poco de
ángulo, así. —Su agarre en mi cadera se tensó mientras me guiaba—.
Mantén la mano por debajo del hombro y concéntrate en lanzar rápido,
pero no duro.

Oh, algo estaba definitivamente duro.

Mi cara se sonrojó y agradecí que estuviera detrás de mí. Respirando


profundamente, me estabilicé e intenté olvidar que Roman me tenía tan
cerca. Tiré del brazo hacia atrás y solté la piedra.

Observando la superficie del agua, aplaudí cuando la piedra llegó a


la mitad del arroyo con dos saltos.

—¡Funcionó!

Me dio la vuelta, con sus manos ahuecando mi mandíbula, y aspiré


una bocanada de aire. Jesús, mi control no estaba a la altura de este tipo
de atractivo sexual.

—Cait, necesito... —Su frase se interrumpió mientras bajaba la


cabeza.

Tuve mucho tiempo para detenerlo. Sabía que debía hacerlo. Casi lo
hice. Estaba tan cerca de decir las palabras.

Pero no lo hice.
Egoístamente, acepté sus movimientos y le devolví el beso,
aceptando todo lo que me ofrecía por el momento. Roman me chupó el
labio inferior, abriendo mi boca antes de deslizar su lengua hacia dentro,
deslizando una mano alrededor de la base de mi cuello y la otra hacia la
parte baja de mi espalda.

Me apreté contra él y agarré su camisa mientras dejaba que su boca


devorara la mía. Nuestras lenguas luchaban por el control mientras yo
gemía contra él. Mi piel se calentó y mi corazón se aceleró, pero nada de
eso fue tan fuerte como el aumento sexual.

Mis piernas se apretaron mientras él me empujaba más cerca, y


traté de luchar contra el creciente dolor. Mis manos se apoyaron en su
pecho y me empujé hacia atrás.

—Roman —murmuré.

Me besó por la mandíbula y se centró en el cuello.

—Hmmm.

Maldita sea, no me lo estaba poniendo fácil. O era la mayor idiota


del mundo, o la mujer más fuerte del mundo.

—Por favor, detente.

Mis palabras tuvieron el efecto deseado, excepto cuando Roman se


apartó, al instante eché de menos su calor y lo odié.

—¿No quieres esto? —preguntó.

—Esto no debería ocurrir —dije en lugar de responder.

Levantó una ceja.

—¿Y por qué?

—Porque no quiero.

Gruñó con una sonrisa de satisfacción.

—Eso no es lo que me pareció a mí.

—Roman, no hagas esto más difícil de lo necesario. No soy un lobo.


No debería ser tu pareja.

—Pero eres mía.

—No, no lo soy. Soy mi propia persona. No pertenezco a nadie —


respondí, empezando a molestarme, lo cual era mejor que mis
sentimientos anteriores.
Se acercó, levantando mi muñeca.

—En el momento en que apareció esta marca, la vida tal y como la


conocías se acabó, Cait. No pretendo ser un imbécil, pero tienes que
aceptar que ya no eres humana o las cosas solo se van a poner más
difíciles.

Me aparté de él una vez más, esta vez con más fuerza mientras mi
energía comenzaba a arremolinarse.

—¿Ah, sí? ¿Para quién? ¿Para mí? ¿O solo te preocupas por ti?

—No me refería a eso. Puedo protegerte aquí. Puedo darte una vida
lo más normal posible dentro de esta manada, pero fuera, en el mundo,
nada será igual que antes, por mucho que lo desees.

Me crucé de brazos y me alejé un poco más.

—¿Y cómo puedes saber eso?

Suspiró, claramente molesto conmigo.

—Porque no eres humana. ¿Cuántas veces tenemos que decírtelo?


Estás marcada en un mundo de cambiaformas, y no puedes protegerte
adecuadamente ahora mismo. Estás sin reclamar y sin pareja.
Naturalmente, otros sobrenaturales sentirán curiosidad, y ese tipo de
interés no suele ser bueno.

Sus palabras tuvieron el efecto deseado. El miedo se apoderó de mí


cuando la verdad de esas palabras me golpeó como un camión, pero aun
así me negué a ser controlada. Necesitaba más tiempo.

—No puedo hacer esto ahora, Roman. Necesito concentrarme en una


cosa cada vez, y no eres el número uno en mi lista de prioridades en este
momento. Yo lo soy. Y lo que esta marca significa para mí.

Mi madre siempre me había enseñado a ser valiente e independiente.


Iba a demostrarle que había tenido éxito.

Roman gruñó y se alejó de mí mientras se pasaba los dedos por el


cabello. Aproveché el momento para alejarme también, pero no me iba a
quedar cerca. No me importaba lo que dijera Beatrix. Mi tiempo con
Roman había terminado, e iba a encontrar donde fuera que viviera
Serene. Tenía que haber algo que ella pudiera decirme.

Sabiendo que Roman no me dejaría llegar lejos, comencé a correr.


Mis piernas estaban rígidas. Correr no era algo que hubiera hecho desde
la escuela secundaria, pero cuanto más largas eran mis zancadas, más
fácil se volvía el ritmo. Estaba corriendo más rápido que nunca, pero no
como lo hacía Roman.

Estaba tan intrigada por esta nueva habilidad que no estaba


prestando mucha atención a lo que estaba frente a mí y me estrellé contra
una fuerza dura. Aterricé sobre mi trasero con un ruido sordo audible y
apenas detuve mi cabeza para que no se estrellara contra el suelo de
tierra.

Un hombre estaba de pie ante mí y extendió su mano.

—Lo siento, señorita. No te vi allí.

Tomé su ayuda ofrecida, pero tan pronto como sus dedos se


envolvieron alrededor de mi palma, una inquietud se instaló en mi
estómago. Actué como si tuviera que sacudirme y retrocedí unos pasos
para mirarlo.

Estaba segura de que nunca lo había visto antes. Tenía el cabello de


color obsidiana, muy corto, con ojos rojizos y una barbilla afilada. Era
alto, pero no mucho más de un metro ochenta.

—¿Estás bien? —preguntó mientras me evaluaba.

—Sí. Solo necesitaba el recordatorio para reducir la velocidad y


prestar atención. Recordatorio recibido —dije y comencé a alejarme.

El tipo se interpuso en mi camino.

—¿Cuál es tu nombre? No te he visto por aquí antes.

—Si aún no sabes quién soy, entonces probablemente no lo


necesites —respondí sin pensar dos veces en la repercusión. Suponiendo
que este tipo fuera un cambiaformas, probablemente no debería
enemistarme con él—. Lo lamento. Realmente necesito irme.

—Oh, vamos. Soy Kyle.

Extendió una mano hacia mí, pero esta vez la ignoré.

—Realmente necesito irme —repetí, con más fuerza detrás de mis


palabras mientras me movía para esquivarlo, pero él agarró mi muñeca,
apretando con fuerza.

—Ahora solo estás siendo grosera. Dime tu nombre —bromeó


mientras su agarre se fortalecía.

El poder que había estado tratando de controlar estaba allí, pero


algo me dijo que era mejor darle un rodillazo a este tipo en las bolas que
mostrarle de lo que era capaz.
—Déjala ir —gritó la voz de Roman desde atrás.

Kyle hizo exactamente eso, pero no se alejó.

—Cálmate, querido primo. Solo estaba tratando de conocer a tu


nuevo miembro de la manada. Es interesante que no la hayas registrado
en la lista de la manada.

—Ella y mi manada no son de tu maldita incumbencia. ¿Ahora qué


quieres?

Me acerqué a Roman mientras intercambiaban palabras, curiosa por


saber de dónde era este tipo, considerando que había llamado a Roman
su primo.

—Solo vine aquí para conversar un poco, pero puedo ver que estás
ocupado. Iré a ponerme cómodo en la casa principal. Tal vez encuentre a
mi tía.

La forma en que ‘tía’ salió de su lengua hizo que mi estómago se


revolviera. Quienquiera que fuera para la manada y la familia de Roman,
instintivamente supe que era una mala noticia y esperaba que no se
quedara mucho tiempo.

—Todos podemos caminar de regreso juntos —dijo Roman con los


dientes apretados.

—¿O tal vez correr? La hembra es bastante rápida.

Kyle se humedeció los labios mientras me miraba de cerca.

Roman no hizo nada para defenderme, lo que me sorprendió


muchísimo. Tal vez finalmente había entendido mi punto de vista.

—Correr. Después de ti —le dijo Roman a Kyle, quien nos sonrió a


cada uno de nosotros antes de irse.

Roman no me dijo nada mientras lo seguíamos. Kyle estaba casi


fuera de la vista. Mi ritmo no estaba a la altura del de un lobo, pero
Roman se quedó conmigo. Por eso estaba agradecida.

Para cuando regresamos a la casa de la manada, probablemente


Kyle ya estaba dentro y Embry me estaba esperando.

Ella me envolvió en sus brazos.

—Estoy tan contenta de que estés bien.

—¿Por qué no lo estaría? —pregunté.

—Hablaremos de eso más tarde. Vamos.


Tiró de mi mano y asintió con la cabeza a Roman mientras él iba
dando pisotones hacia la casa de la manada, sin volver a mirarme.
21

Justo cuando comenzamos a alejarnos Kyle silbó, atrayendo


nuestra atención desde el otro lado de la entrada.

—Trae a la chica. Me gustaría llegar a conocerla mejor.

Roman gruñó.

—Ella no tiene nada que ver con asuntos de la reunión entre


nuestras manadas.

Kyle sonrió.

—Oh, algo me dice lo contrario, primo.

Roman se tranquilizó y se encogió de hombros.

—Lo que sea. Ella no es mía para controlarla y no significa nada


para mí. Simplemente, no toques a los miembros de mi manada. Conoces
las reglas.

—Sin su permiso, por supuesto.

Kyle se lamió los labios, y quise vomitar un poco en mi boca.

El hecho de que Roman dijera que yo no significaba nada para él me


dolió más de lo que esperaba, considerando que quería que me dejaran
sola. Ignoré el sentimiento y me dirigí hacia la casa de la manada en lugar
de a la de Embry.

Ella estaba justo a mi lado, agarrándome el brazo.

—No digas nada y mantén los brazos a los costados.

—¿Dos por una? Mi día de suerte —dijo Kyle cuando nos acercamos
a los escalones.
—Si quieres una reunión muestra algo de maldito respeto antes de
que te patee fuera de mi tierra —dijo Roman. Su mirada evitó la mía pero
se encontró con la de Embry en varias ocasiones.

Roman lideró el camino hacia una de las oficinas que había visto en
mi recorrido previo. Era la más grande con una mesa para doce personas.
Embry se quedó de pie frente a la pared conmigo a su lado hasta que Kyle
se sentó. Luego tomamos los asientos más alejados de él.

Mantuve los brazos debajo de la mesa, y Embry me soltó.

—Ha pasado un tiempo, Kyle. ¿Cómo están las cosas en el lado


oeste? —preguntó Embry casualmente.

—Si sientes tanta curiosidad, deberías regresar conmigo y puedo


mostrártelo —contestó.

Este tipo era ridículo. Era difícil creer que estaba, de alguna forma,
emparentado con Roman.

—¿Qué quieres? —preguntó Roman, colocando sus manos sobre la


mesa un poco más fuerte de lo necesario.

—Bueno, eso cambia según el momento, pero Cohen me envió aquí


para preguntar sobre la superficie cultivada de Tuttle. Nos gustaría
usarlo, dado que no se ha tocado en décadas y bordea nuestra línea de
propiedad. Está dispuesto a pagar —dijo Kyle.

Román se burló.

—Ni en sueños. Honestamente, no viniste aquí para eso. Él ya habría


sabido la respuesta. No necesitamos dinero, por lo que la oferta de
compra no significa nada para nosotros. Cohen debe estar perdiendo el
juicio en su vejez.

—No faltes al respeto a la familia, Roman. No es educado —dijo Kyle.

—¿Familia? Cohen nunca ha sido eso para mí. Los únicos que
considero familia viven dentro de mi manada.

Roman miró a Kyle, esperando una reacción que nunca llegó.

—Es bueno saberlo. Te lo recordaré cuando tu forma de pensar te


muerda el trasero. El abuelo esperaba que tal vez fueras más inteligente
que tu padre, pero puedo ver que ese no es el caso —dijo Kyle.

—Harías bien en recordar dónde estás. Insulta a mi padre y haré


más que echarte de mi tierra —respondió Roman, apretando la mano en
un puño.
Kyle volvió su mirada hacia mí.

—¿Qué eres? —preguntó.

Miré a Embry y Roman, sin tener idea de cómo responder. Ambos


habían dicho que la gente sentiría la magia dentro, así que no podía decir
que era humana.

Embry me salvó de contestar primero.

—Ella es mi invitada y no es asunto tuyo.

Kyle olfateó el aire, inclinándose más cerca de la mesa.

—Apuesto a que eres parte fae. No se les ve mucho por aquí. Me


encantaría saber cuál es la otra mitad de ti.

—Ella es humana y fae. Nada que valga la pena escribir en casa.


Embry se hizo amiga de ella, y solo está aquí por poco tiempo. Puedes
interrogarla, pero alguien borró su memoria, así que buena suerte —dijo
Roman con voz monótona.

Mis mejillas se sonrojaron con emociones encontradas y mantuve la


boca cerrada. Puede que no quisiera quedarme aquí, pero yo confiaba en
Embry y ella confiaba en Roman. Lo que sea que estuvieran diciendo
estaba bien para mí.

—Interesante. ¿Adónde irás después de esto? —preguntó Kyle,


mirándome.

—Me gusta viajar. Entonces, ¿quién sabe? Podría ser cualquier lugar
—respondí honestamente, porque por el momento, ese era mi plan. Al
mentir había aprendido que era mejor apegarse lo más posible a la
verdad.

—Mmm. Lástima —dijo Kyle y se puso de pie—. Dado que estás


siendo tan obstinado como tu padre supongo que me iré ahora.

Respiré aliviada de que no aceptara la oferta de Roman y me


cuestionara. Embry se quedó sentada y yo también, pero mi alivio duró
poco. Kyle se acercó a nosotras y nos tendió la mano.

—Fue un placer conocerte. Oh, espera. No escuché tu nombre.

Embry le estrechó la mano.

—Su nombre es Julie.

—Julie. Desliza muy bien de la lengua —dijo mientras Embry


retiraba su mano, pero esperó a que yo hiciera lo mismo.
La marca estaba en mi muñeca izquierda, así que estaba segura
para estrecharla con mi mano normal, pero antes de que pudiera darle
un agarre firme, tomó mis dedos y acercó mi mano a sus labios.

—Espero que nos volvamos a encontrar, Julie.

Le sonreí, pero probablemente salió más como una mueca mientras


besaba mi piel.

Embry se puso de pie, haciendo más ruido del necesario mientras lo


hacía.

—Bueno, que tengas un viaje seguro de regreso, Kyle.

Me soltó.

—Es una pena que lo haga solo.

Ninguno de nosotros respondió a ese comentario, y no me di cuenta


hasta que él y Roman desaparecieron en el pasillo que estaba temblando.

Tan pronto como estuvimos solas, la marca se encendió y saqué mi


otro brazo.

—Cálmate, Cait. Tiene que estar fuera de la zona de la manada antes


de que pierdas el control —advirtió Embry.

No estaba tratando de perder el control, pero la marca parecía tener


mente propia. Me concentré en respirar y despejar mis pensamientos.
Kyle se estaba yendo. Estaba a salvo. Todo estaba bien.

—Buen trabajo. Ahora vámonos —dijo Embry.

Ambas nos levantamos y fuimos hacia la cocina, usando la puerta


trasera para salir de la casa. Supuse que nos dirigíamos a su casa, pero
caminó hacia la de Vaughn.

Aun así, no nos detuvimos allí y seguimos adelante, caminando casi


a la carrera.

—¿Está todo bien, Em?

—Tenemos que llevarte de vuelta con Serene y Beatrix. Serene te ha


estado llamando desde que regresamos a la casa de la manada, pero no
podíamos salir de la reunión sin más. Kyle habría presionado para
obtener información. Desafortunadamente, el hecho de que no lo haya
hecho significa que vio lo que estaba buscando, pero no tengo idea de qué
era eso.

—¿Por qué Roman no pudo haberle dicho que estaba fuera de los
límites? —pregunté.
—Porque si hubiésemos hecho un gran alboroto acerca de ti o de
estar cerca de él, habría tenido aún más curiosidad, y eso no es bueno
para nadie. Tenemos suerte de que Kyle te haya encontrado sola y no con
Roman. No estás lista para que el público sepa que eres su pareja —dijo.

—¿Y por qué es eso?

Sabía por qué yo no lo estaba, pero asumí que no era lo mismo que
sus pensamientos.

—Cuando un poderoso alfa con un gran territorio reclama a su


pareja, la gente lo nota. Quieren saber si es una verdadera compañera,
cómo el vínculo podría cambiar el control del poder y si la compañera es
digna. Esta es una forma de pensar de la vieja escuela, y a la mayoría de
las manadas no les importa, pero hay algunas que sí, como la de al lado
y algunas otras.

Realmente no quería la respuesta a mi siguiente pregunta, pero


necesitaba saberlo.

—¿Y qué pasa si la gente no me encuentra digna?

—Entonces, podrías ser amenazada o Roman podría ser desafiado


por el control de la manada —respondió Embry.

—¿Y si nunca nos apareamos? —pregunté, porque ya había leído


que un vínculo no estaba completo hasta que los cambiaformas tuvieran
sexo, sin importar si eran verdaderos compañeros. Todavía tenía la
oportunidad de salir con mi cordura intacta.

—Roman tendría que superar el hecho de que nunca estaría con su


verdadera pareja y luego encontrar a alguien más. La mayoría de los
cambiaformas no buscan activamente el amor pero, como alfa, si sabe
que una verdadera pareja no es una opción, tendrá que encontrar a
alguien lo suficientemente digno. De lo contrario, todavía se enfrenta al
riesgo de ser desafiado por el control de la manada. ¿Te dijo Roman por
qué Cohen estaba tan enojado con que Ramona se apareara con Jack?
—preguntó ella.

—No, solo que no era un momento fácil para ellos —dije.

—Cohen se había metido en algunos problemas con otra manada.


Para salvar su propio culo prometió a Ramona a su alfa. Cuando Jack
resultó ser su verdadera pareja el otro alfa dejó a Ramona en paz, pero
aun así fue tras Cohen. El territorio del oeste nunca se ha recuperado de
esas consecuencias. Los cambiaformas que no estaban apareados o
profundamente arraigados en la tierra se fueron, que eran en su mayoría
mujeres. Su manada se está extinguiendo lentamente, y Cohen ha estado
tratando de apoderarse de nuestro territorio desde entonces. Jack
arruinó la posición de Cohen dentro de la comunidad de lobos, y Cohen
ha estado luchando y fracasando para volver a la cima desde entonces.

Esta era solo otra razón por la que estaba lista para alejarme de todo
esto. No quería estar en medio de una disputa entre manadas. No estaba
hecha para este tipo de cosas.

Antes de que tuviera que pensar en una respuesta llegamos a una


cabaña idéntica a la de Embry, pero tenía flores de colores plantadas
alrededor de los bordes de la casa.

Embry llamó a la puerta y Serene respondió.

—Ya era hora. ¿Qué hacía Kyle aquí?

—Ser un entrometido. Estoy segura de que había un motivo oculto,


pero no pude averiguar cuál. Con suerte, Roman lo hizo —contestó
Embry mientras entrábamos.

Beatrix estaba de pie en la mesa con varios cuencos delante de ella.

—¿Dónde está el compañero? —preguntó.

—Está ocupado —respondió Embry.

Beatrix me miró.

—¿Cuánto tiempo pasaste con él?

—Casi una hora.

—¿Te acercaste a él? —preguntó, y mis mejillas se sonrojaron—. Esa


es respuesta suficiente para mí. Ven aquí.

—Me vas a contar todo eso cuando terminemos aquí.

Embry se rio mientras me acercaba a la bruja.

Desde luego que no.

Beatrix volvió a tomar mi sangre. Esta vez sabía que venía la cuchilla
y miré hacia otro lado mientras ella hacía lo suyo. Volvió a curarme sin
preguntar, y se lo agradecí aunque ella había causado la herida.

—¿Cuánto falta para que sepas algo? —preguntó Embry mientras yo


daba un paso atrás.

Beatrix no respondió. Sumergió la daga empapada de sangre en una


de las ollas y luego la hizo girar. El humo púrpura se filtró en el aire,
moviéndose en lentos círculos. Luego agitó las otras dos ollas y vertió un
poco del líquido de cada una en la cuarta.
Al hacerlo, el humo disminuyó en el primer recipiente y cambió de
color en el último, pasando del azul al verde y al fucsia.

—¿Qué significa eso? —pregunté.

Beatrix alzó una mano, sin responder a ninguna pregunta. Estaba


comenzando a molestarme, pero era lo suficientemente inteligente para
guardarme mis pensamientos.

Minutos después ya no había humo, y Beatrix finalmente me miró.

—No sabré sobre tu línea de sangre hasta después de que regrese a


casa. El rastreo ancestral no es algo que se pueda hacer rápido, pero
definitivamente no eres humana.

—Eso es superútil. Muchas gracias. —Mis palabras goteaban


sarcasmo.

—Pero tampoco eres un cambiaformas de lobo —agregó.

—¿Cómo puede ser que Roman sea su verdadera pareja cuando ella
no es una cambiaformas? —preguntó Embry.

Beatrix sonrió.

—Yo nunca dije que no fuera una cambiaformas. Solo que no es un


lobo.

—¿Qué significa eso? —pregunté.

La bruja no respondió de inmediato. En cambio, volvió a


concentrarse en los tazones y metió los dedos en el que apagaba el humo
púrpura.

—Tienes la magia de un cambiaformas, pero no contienes un animal


dentro de ti. Solo he escuchado leyendas de tal ser antes.

Hizo una pausa y se llevó un dedo cubierto de mi sangre a la boca.

Oh, Dios. Ella iba a probarla. Había muchas cosas que sentía que
había hecho un buen trabajo al aceptar, pero esta no iba a ser una de
ellas.

Efectivamente, Beatrix lamió sus dedos carmesí y tarareó.

—Tanta energía pura. Tienes suerte de que sea una bruja buena.

—¿Cuáles son las historias y qué tienen que ver con Cait? —
preguntó Embry.

—Hace siglos, se decía que existía un ser que podía transformarse


en cualquier animal. Su alma no estaba unida a nadie y vivían sin una
manada, protegiendo a los humanos hasta que un grupo de seres
sobrenaturales oscuros atacaron al ser y robaron la energía para ellos
mismos —respondió Beatrix.

—¿Este ser murió? —pregunté.

—Nadie lo sabe. Como dije, estas son solo leyendas. Ni siquiera


sabemos si el ser era una mujer o un hombre, pero tu sangre era incluso
más fuerte después de estar con Roman, así que no estoy segura de que
puedas ser esto.

—¿No sería mejor más fuerte? —preguntó Embry.

Beatrix negó con la cabeza.

—No más fuerte en cuanto a más poderoso, pero en Cait se sentía


más como un lobo que cualquier otra cosa. Asumo que si ella se queda
con Roman entonces gravitará hacia sus formas de lobo, y si elige no
hacerlo entonces se enfrentará a la pelea de su vida.

La forma en que la bruja hablaba de mí como si yo no estuviera allí


debería haberme cabreado, pero no podía concentrarme en la ira.

—¿Hay alguna manera de sacarme la energía? —pregunté, tratando


de no sonar esperanzada.

—Con el ajuste correcto existe la posibilidad, pero no puedes tomar


el poder de alguien sin consecuencias. Tendría que absorberlo, y eso no
es algo con lo que deba lidiar en este momento —respondió Beatrix.

—¿No te haría más fuerte? —preguntó Embry.

—Una bruja inteligente sabe que más fuerte no siempre es mejor.


No tengo ningún deseo de llamar ese tipo de atención. Prefiero la
construcción lenta y mantener mi negocio por mi cuenta.

—Pero alguien más podría. Alguien podría encontrarme y tomar la


energía, luego hacer lo que quisiera —dije, cuando me di cuenta de que
no me importaba.

Beatrix asintió.

—Podrían y, si no tuvieran cuidado, no hay garantía de que


sobrevivas. No se recomienda mezclar magia de brujas y cambiaformas,
por muchas razones que generalmente terminan con la muerte. Si
quieres que descubra otra solución a dónde va tu energía, estaré feliz de
probar algunas teorías, pero como dije, es posible que no te gusten los
resultados.
Sí, apuesto a que habría estado encantada de hacerme su conejillo
de indias. Lástima por la bruja, no tenía ganas de probar el destino
cuando se trataba de mi vida.

Por mucho que no quisiera ser sobrenatural, tampoco quería estar


muerta.
22

Fingir que Cait no significaba nada para mí fue más difícil de lo que
pensé que sería, pero supe que iba a ser necesario tan pronto como vi a
Kyle. Sin embargo, lo que más me dolió fue que Cait no reaccionó cuando
lo hice.

No había una señal de dolor en su rostro cuando dije que no era


nada. Era como si mi opinión sobre ella no significara nada, y eso era
peor de lo que esperaba.

Quería matar a Kyle por tocar a Cait, pero iniciar una guerra entre
nuestros dos territorios era lo último que necesitábamos. No tenía dudas
de que nuestra manada saldría victoriosa, pero aun así perderíamos de
formas que ninguno de nosotros quería enfrentar.

—Eres inteligente al despedir a esa perra fae. Esos bastardos son


sobrenaturales engañosos. Deberías cuidarte las espaldas —dijo Kyle, y
dejé escapar una risa amarga.

—Agradezco la preocupación.

Se encogió de hombros.

—Sabes, si confiaras en nosotros y trabajáramos juntos, nuestros


lobos podrían ser los más poderosos del mundo.

—¿Y por qué tendría que ser yo el más poderoso? —pregunté.

—¿No tienes miedo de ser desafiado de nuevo? —respondió él.

—¿Quieres decir que tengo miedo de que mi propio abuelo intente


matarme de nuevo? Si Cohen quiere seguir viniendo por nuestro territorio
estaré aquí para protegerlo. Puedes recordárselo cuando vuelvas a casa
—dije, manteniendo la voz tranquila. Kyle quería irritarme. Quería saber
que podía meterse debajo de mi piel, pero no le daría la satisfacción de
saber que era otra cosa que una molestia.
Kyle sonrió.

—Oh, me aseguraré de contarle todo lo que he visto mientras he


estado aquí.

—¿Y cuánto tiempo ha sido eso? —pregunté.

Teníamos un grupo de guardias que rodeaban las tierras que más


ocupábamos, pero confiábamos en la vigilancia por video y sensores de
movimiento que nos alertaban de cualquier movimiento. Era el único
inconveniente de tener tanto territorio que proteger. Había muchas
maneras de que la gente pasara.

—Oh, no mucho. Ahora, ¿dónde está la tía Mo Mo? —preguntó Kyle,


usando el nombre de la infancia de mi madre. Uno que despreciaba hasta
el día de hoy, porque su padre siempre la había llamado así.

—Está ocupada. Creo que es hora de que te vayas —dije.

—¿Quién está ocupada? ¿Yo? —llamó la voz de Sam desde las


escaleras.

Kyle se puso rígido. Él y Sam tenían historia, y no del tipo familiar


saludable.

—Encantada de verte, Kyle. ¿Cómo está el brazo? —preguntó Sam


mientras se unía a mí a mi lado.

—Mejor que nunca. ¿Cómo está tu boca? Todavía necesito… —dijo


Kyle, pero ella lo interrumpió.

—Si quieres mantener tus bolas unidas no terminaría esa oración —


advirtió Sam.

Kyle me guiñó un ojo.

—Podría valer la pena.

Sam se abalanzó sobre él y yo agarré sus brazos.

—Definitivamente no vale la pena —le dije.

Ella le gruñó.

—Un día de estos, te voy a dar una lección que no podrás olvidar.

—Espero con ansias, cariño. —Kyle le lanzó un beso antes de salir


por la puerta.

Sam se volvió hacia mí.

—Déjame matarlo. Por favor.


—Hoy no. No en nuestras tierras de la manada. Encuéntralo en un
callejón oscuro y es todo tuyo —dije, moviéndome para seguir a Kyle. No
quería quitarle los ojos de encima hasta que se hubiera ido.

Necesito a los guardias en el bosque. Quiero actualizaciones cada


minuto hasta que este pedazo de mierda esté fuera de nuestras tierras, le
dije mentalmente a Vaughn.

Ya estoy en ello, jefe. Llamé a todos, y tenemos lobos cada ochocientos


metros en el camino que sale de aquí, y cada uno avanzará cuando Kyle
pase. No lo perderemos de vista, respondió Vaughn.

¿Por dónde entró?, pregunté ya que Kyle nos había encontrado en el


área del bosque.

Esquina suroeste y bajando por la carretera del condado. Entró a pie


y supo dónde estaban todos los sensores o tuvo suerte. Los moveremos
esta noche y agregaremos otra docena, respondió Vaughn.

—¿Kyle? —llamé cuando casi llegó al bosque.

Se dio la vuelta, pero no dijo nada.

—La próxima vez que vengas a mi propiedad sin ser invitado, te


trataré como un intruso. Esta es la única advertencia que recibirás.

Sacudió la cabeza.

—Esa no es manera de tratar a la familia, Roman. Como dije antes,


seguramente te morderá el culo. Solo recuerda que traté de advertirte
también.

—¿Acerca de?

—Sobre darle la espalda a la sangre —respondió, antes de cambiar


y correr hacia los árboles.

Algo no estaba bien, pero no sabía qué. Necesitábamos prepararnos


para otro desafío, o posiblemente para una pelea más grande. Cohen
quería algo de nuestra manada y no se lo iba a dar.

Sam y mi madre salieron.

—¿Qué quería? —preguntó mamá.

—No estoy seguro. Preguntó sobre la propiedad Tuttle y sobre ti


varias veces, en realidad —respondí.

Mamá miró más allá de mí, hacia la línea de árboles, y susurró:

—¿Él la vio?
—Desafortunadamente, Julie estaba cerca. Él sabía que era un
híbrido fae —respondí más alto de lo necesario.

Sam se rio.

—Bueno, al menos es más inteligente de lo que parece.

—Cuanto antes se haya ido, mejor. ¿Cuánto tiempo espera Embry


mantenerla aquí? —preguntó mamá, y me alegré de que todos se dieran
cuenta.

Cuando estábamos en forma humana nuestra audición solo llegaba


hasta cierto punto, pero en forma de lobo se extendía por kilómetros si
queríamos. Kyle todavía podría estar escuchando, y esta era la jugada
más inteligente para evitar que volviera pronto.

—Solo unos días más por lo que parece —respondí antes de hacer
un gesto para que todos entráramos.

Beatrix volvió a analizar la sangre de Cait. ¿Kyle se ha ido? La voz de


Embry sonó en mi cabeza.

Vaughn está dando actualizaciones por minuto. Está casi en el


extremo sur de la propiedad. Quédate donde estás. Iré hasta ti, respondí.

Deberíamos haberlo cazado y desgarrado su garganta por tocar lo que


es nuestro, siseó mi lobo.

Eso solo hubiera traído la guerra y lo sabes, respondí.

Pero me hubiera sentido mejor.

Suspiré. Solo temporalmente, te lo prometo.

Él resopló en respuesta y se calmó.

Una vez que estuvimos en el interior, me volví hacia mi madre y


Sam.

—Quiero que ustedes dos se queden dentro hasta que Kyle esté lejos
de aquí. Vino aquí por más de una razón y no me gusta que haya
preguntado por ti, mamá.

—No les tengo miedo. Me he enfrentado a Cohen muchas veces y lo


haré de nuevo. Nunca obtendrá lo que quiere de esta manada —respondió
ella.

—Maldita sea, no lo hará. ¿Por qué no me avisaron cuando llegó


Kyle? —Mi padre llegó desde el pasillo—. Puedo olerlo en la casa.
—Escucha, lo manejé y no tengo tiempo para más preguntas en este
momento. Necesito ir a casa de Serene y ver a Cait —dije, tratando de no
dejar que la ansiedad me ahogara por estar lejos de ella y sabiendo que
Kyle todavía estaba tan cerca.

—Ve a buscar a tu compañera, hijo. Nos pondremos al día pronto.


Tengo cosas aquí —dijo papá.

Asentí y salí por la puerta trasera, cambiando tan pronto como mis
pies tocaron la hierba. Corre, le dije a mi lobo, y no tuvo problema en
cumplirlo.

Cuando llegué a la cabaña de Serene Beatrix ya no estaba, lo que


me decepcionó un poco. Con suerte, Embry haría suficientes preguntas
antes de que la bruja desapareciera.

Cuando mis ojos se posaron en los de Cait, no quería nada más que
envolverla en mis brazos, pero luego recordé que estaba en mi forma de
lobo y ella nunca me había visto de esta manera.

Estaban de pie afuera, y reduje la velocidad, trotando hacia Cait.

Se tensó, y odiaba que tuviera miedo.

—Es solo Roman —dijo Embry.

—Oh —fue todo lo que dijo Cait, pero no salió huyendo, así que me
acerqué a ella, preguntándome si me trataría diferente en esta forma.

Por supuesto que lo hará. Soy más guapo que tú, dijo mi lobo.

No podía negar que mi lobo era impresionante. No porque fuera


arrogante, sino por el color de dos tonos de su abrigo. Era de un rico
plateado en la parte superior, y la piel debajo era de color ébano. La
mayoría de los lobos eran de un solo color con marcas compensadas. Mi
lobo disfrutaba siendo único.

Él empujó su mano, forzándola sobre su cabeza.

—Oh, esto es más suave de lo que esperaba —dijo Cait, haciendo


reír a Embry y a Serene.

La mano de Cait acarició la cabeza de mi lobo y envolvió su cuerpo


alrededor de ella. No la presiones, le advertí, no queriendo asustar a Cait.

Mi lobo me ignoró y traté de no irritarme cuando enterró los dedos


en su abrigo y le dio una buena caricia. Un estruendo salió de su pecho
y Cait saltó hacia atrás.

—¿Qué fue eso? —preguntó, presionándose contra la casa.


—Como arruines alguna de mis flores vas a encontrar una razón
diferente para tener miedo —resopló Serene, ahuyentando a Cait del
precioso jardín.

Está bien, ya ha tenido suficiente, le dije a mi lobo mientras


recuperaba el control.

Cedió fácilmente, y yo estaba de vuelta sobre dos piernas en


segundos.

—Lo siento por eso. Él estaba emocionado.

Mi lobo me gruñó. No me hagas sonar como un niño. Tengo siglos.

Sí, eso tampoco va a ayudar en tu caso, respondí, tratando de


mantener la sonrisa fuera de mi rostro.

Los ojos de Cait estaban muy abiertos.

—Simplemente... cambiaste.

—¿Hubieras preferido que siguiera siendo un lobo? —pregunté.

—No. Quiero decir, no me importa. Eso fue, bueno, inesperado —


respondió.

—Cait no ha visto a nadie cambiar todavía —agregó Embry.

Quería decirle que necesitaba acostumbrarse, pero sabía que estaba


tratando de alejarse de mí. No necesitaba darle más razones para hacerlo
hablándole con desdén.
23

¿Qué demonios? No había estado preparada para que Roman fuera


un lobo un minuto y un hombre al siguiente. Mis ojos parpadearon
rápidamente, tratando de entender lo que había visto.

Había estado admirando su notable pelaje plateado que era áspero


en la parte superior y sorprendentemente suave en la parte inferior,
luego, al siguiente, estaba presionada contra la cabaña sin pensar en mis
acciones.

Un gruñido se escapó del lobo, y pensé que había hecho algo mal,
pero ahora que había tenido un minuto para pensarlo, tal vez esa había
sido su forma de ronronear como un gato.

Después de eso el lobo había comenzado a brillar, y escuché huesos


estallar mientras mis ojos intentaban enfocarse en todas las cosas que
sucedían en solo un par de segundos. El pelaje desapareció, reemplazado
por piel y luego ropa. Traté de recordarme que necesitaba estar
agradecida de que Roman no estuviera desnudo, pero era más difícil de
lo que me hubiera gustado.

Dio un paso hacia mí con cautela con las manos relajadas a los
costados.

—Dime lo que ocurrió con Beatrix.

El cambio de conversación fue bienvenido, pero también me recordó


mis opciones limitadas. Básicamente, muerte o matrimonio arreglado.
Estaba teniendo un gran día.

—Ella dijo que soy una cambiaformas, pero no tengo un animal y


existe la posibilidad de que pueda tomar la forma de una especie diferente
si elijo estar sola —dije.
—¿Elegir? ¿Como si dejaras la manada? —preguntó, mientras sus
besables labios se inclinaban hacia abajo. Maldito sea por ser sexy.

—Sí —respondí, mi pecho subía y bajaba rápidamente a medida que


se acercaba.

—Pero si deja la manada, podría perder el poder dentro de ella y


posiblemente morir —agregó Serene, y la miré—. Si va a saberlo, necesita
saberlo todo.

Ella no estaba equivocada, pero no lo habría dicho tan cruelmente.


Ya sabía que Roman era un hombre sobreprotector. Si tuviera alguna
idea de que quería irme nunca me perdería de vista, y no iba a ser una
prisionera aquí.

Embry se unió a mi lado, envolviendo su brazo alrededor de mi


cintura.

—Cait no va a ninguna parte. Todo esto son solo suposiciones.


Beatrix no podía estar segura de qué era Cait, y para mí eso es algo
bueno. Si una bruja tan poderosa como ella no lo averiguó y Kyle asumió
que era una fae, significa que tenemos la oportunidad de mantenerla a
salvo. Eso es lo más importante aquí.

Roman asintió.

—Sí. Tienes razón, Embry. —Dio un paso atrás y me miró a los


ojos—. Entonces, ¿te quedarás?

No quería mentirle. Había un dolor físico dentro de mi pecho al


pensar en hacerlo.

—Por ahora —respondí, porque eso era todo lo que podía prometer.

Las líneas del ceño fruncido en su rostro se hicieron más profundas,


pero no insistió en el tema.

—Ha pasado un día y me estoy cansando. Si hemos terminado aquí,


me gustaría ir a descansar —dije. Mi mente estaba agotada y tenía mucho
en qué pensar después de las siniestras palabras de Beatrix.

—Esperaba que pudiéramos trabajar juntas hoy —dijo Serene.

—¿Mañana? —respondí, y ella asintió—. Estaré aquí a primera hora


de la mañana.

—¿Qué tal la tarde? Me tomo muy en serio mi sueño reparador —


dijo sin esbozar una sonrisa.
—Funciona para mí. —Podría leer más por la mañana mientras
Embry trabajaba.

Roman me miró fijamente, como si quisiera decir algo.

—¿Sí? —pregunté.

Movió los pies.

—Solo quería asegurarme de que supieras que solo dije esas cosas
antes por Kyle. No había verdad para ellas.

Le sonreí.

—Lo supuse.

Roman asintió, luego Embry tiró de mí.

—¿Quieres correr? Escuché que adquiriste algo de velocidad.

Gruñí.

—No particularmente.

Ella me dio un codazo.

—Vamos. No es ejercicio real si es fácil.

Ella tenía razón en eso. Ni siquiera me había quedado sin aliento


cuando regresamos a la casa de la manada antes. Si bien no me gustaba
hacer ejercicio, correr no parecía difícil y no era como si fuéramos a llegar
muy lejos.

—Está bien, está bien —dije y me despedí de Serene, que nos miraba
con una mirada extraña en su rostro. No le di mucha importancia. Era la
cambiaformas más singular que había conocido hasta ahora. Busqué a
Roman, pero ya se había ido.

Embry comenzó a trotar y fácilmente la seguí mientras aceleraba.

—¿Está bien? —preguntó.

—Sí, pero si vas más rápido, dejaré que me dejes atrás —respondí.

Ella rio.

—Nunca.

Llevábamos un minuto de carrera y ella seguía mirándome.

—¿Qué? —pregunté.

—Es simplemente raro. Nunca esperé compartir esta parte de mi


vida contigo. Sin embargo, a pesar de que estás aquí, me siento como...
No sé. Es difícil de describir, pero sé que no eres feliz. No necesitaba
conocerte en persona para saber las señales de esa verdad.

Cada vez era más difícil guardarme las cosas para mí. Embry quería
que me quedara. Roman también. Y sabía que había otros que apoyarían
mi lugar permanente en la manada, pero no podía ignorar la mayor parte
de mí que no quería que me quitaran las opciones.

Excepto que ahora, estaba casi segura de que, si me iba, tendría que
luchar por mis libertades, y no estaba segura de qué era peor. ¿Tener
seguridad y protección, pero no elegir mi futuro, o tener el control con la
posibilidad de un futuro muy breve?

—No es que sea infeliz, Em. Solo he estado aquí unos pocos días, y
todavía estoy tratando de decidir lo que quiero —dije.

—¿Qué pasa si no puedes decidir? —preguntó.

—Eso no es algo de qué preocuparse hoy. Preferiría atiborrarme de


comida basura y no hacer nada como habíamos planeado. ¿Eso
funciona?

Ella sonrió.

—Absolutamente.

Me había quedado hasta tarde la noche anterior leyendo, mientras


Embry hacía lo que fuera que hacía en la computadora. Cada vez que le
preguntaba se iba por la tangente usando palabras que no tenía ningún
deseo de entender. Era más empollona de lo que me di cuenta cuando se
trataba de números.

Me estiré en la cama mientras el sol caía sobre mí y gemí. Me dolía


todo, y le eché la culpa a toda la carrera que hice el día anterior.
Aparentemente, no importaba si la acción parecía fácil; todavía estaba
pagando por el esfuerzo extra.

Al salir de la cama mi visión se volvió borrosa y casi me caí.

—Vaya. —Me agarré a la mesita de noche, todavía sentada en la


cama, y reprimí las ganas de vomitar. Sí, esto no estaba funcionando.

Tropecé hacia la puerta, casi golpeándome la cabeza con el pomo, y


terminé arrastrándome hacia el baño.

—¿Cait? —me llamó Embry, pero no podía hablar. Si abría la boca,


no iban a salir palabras.
Llegué al baño justo a tiempo para que comenzaran las arcadas. Mis
ojos se cerraron mientras trataba de no pensar en descansar mi mejilla
donde se sentaban los culos de las personas, pero la porcelana fría se
sentía demasiado bien contra mi piel caliente.

—Jesús, Cait. ¿Qué pasó? —Se arrodilló a mi lado y me recogió el


cabello en una cola de caballo cuando empecé a tener arcadas—. Tu piel
está en llamas. Espera.

Embry desapareció y terminé en el suelo de baldosas antes de que


regresara. No estaba segura de cuánto tiempo estuvo fuera, pero tuvo que
sacudirme para despertarme cuando regresó.

Mis ojos se enfocaron en su rostro y vi que estaba lleno de


preocupación.

—No deberías estar tan enferma. Los sobrenaturales no enferman.


Como ninguno de nosotros.

Quería decir algo ingenioso pero me dolía todo, y solo atiné a gemir.
Me levantó del suelo y me llevó a mi habitación.

—Te traeré un poco de hielo para chupar —dijo.

Me dolía la cabeza y me ardía la garganta de tanto vomitar. Traté de


sentarme, pero incluso eso era demasiado esfuerzo. Embry regresó en
segundos y me ahorró la molestia de intentarlo de nuevo al colocar dos
almohadas adicionales detrás de mi cabeza.

—Toma esto. —Me puso hielo en los labios, y tan pronto como me
tocó el frío, no tuve ningún problema para abrir los labios—. Llamaré a
Ramona. No estoy equipada para manejar esto —dijo Embry mientras
cerraba los ojos de nuevo.

—Probablemente sea solo gripe —murmuré.

—Cait, ya no eres humana. Realmente no. No podemos asumir que


esto es solo un virus. No después de todo lo que pasó ayer —dijo.

Abrí los ojos, una pequeña explosión de energía me llenó.

—¿Crees que Beatrix me hizo enfermar?

—Espero que no, pero no podemos descartarlo. Serene podría


confiar en la bruja, pero tenemos que considerar todas las posibilidades.
—Caminó hacia la puerta y se detuvo—. Vuelvo enseguida. No te muevas.

Ni siquiera tenía la fuerza suficiente para asentir, así que había una
gran posibilidad de que no fuera a ninguna parte. En cambio cerré los
ojos y me volví a dormir por quién sabe cuánto tiempo. Cuando volví en
mí, pude escuchar a Ramona y Embry hablar.

—¿Crees que ayudaría a pesar de que no están vinculados? —


preguntó Embry.

—Bueno, no puede doler. No tenemos ni idea de a qué nos


enfrentamos. Realmente es la única opción —respondió Ramona.

Gemí y traté de darme la vuelta. Embry estaba a mi lado con un


tazón y hielo.

—¿Cuál necesitas?

—Hielo —gemí.

Ramona puso su mano sobre mi pierna y rápidamente la quitó.

—Está más caliente de lo que estaría un humano por la gripe.

—Eso es lo que pensé también —dijo Embry.

—¿Qué significa eso? —pregunté, y ambas compartieron una


mirada—. Díganmelo.

—Dependiendo de cuánto tu cuerpo todavía piense que es humano,


podría comenzar a apagarse debido a la fiebre alta. Mi estimación es que
estás rondando los cuarenta o cuarenta y un grados en este momento.
Otro par de grados más y esperaría convulsiones de un humano —
respondió Ramona.

Después de todo lo que había aprendido, no era así como pensaba


que saldría.

—Voy a prepararle un baño de hielo —dijo Embry y salió corriendo


de la habitación.

Ramona se sentó a mi lado sin tocar mi piel.

—Creo que tener a Roman cerca podría ayudar. Con compañeros


vinculados, cuando uno está herido, estar cerca de su otra mitad acelera
el proceso de curación. Estar enfermo no es algo con lo que hayamos
tenido que lidiar, pero creo que funcionaría si estás de acuerdo con que
lo traiga aquí.

Considerando que estaba cerca de la muerte no podía decirle que


no.

—Ve por ello. —Solo tenía que asegurarme de mantener mi ropa


puesta para el baño.
Ramona se levantó para irse, mencionando que era algo para decirle
en persona en lugar de telepáticamente, y Embry estaba regresando.

—La bañera se está llenando y he echado todo el hielo que tenía.


¿Puedes traer más? —le preguntó Embry a Ramona.

No escuché ni vi la respuesta. Mis ojos se cerraron cuando me cansé


de nuevo. Embry me recogió y me llevó al baño.

—¿Quieres que te quite el pijama?

Sacudí la cabeza y ella me colocó suavemente en el agua. Mi piel se


sentía como si estuviera chisporroteando al contacto, pero me sentía
mejor.

Mis músculos se relajaron después de unos minutos hasta que


escuché un fuerte golpe en la otra habitación.

—¿Dónde está? —gritó Roman antes de irrumpir en el baño.

Nuestros ojos se encontraron y, por un momento, lo dejé entrar.


Acepté su cuidado y preocupación mientras empujaba a Embry fuera del
camino y se arrodillaba a mi lado.

—Cait.

Su mano apartó mechones de mi cabello hacia atrás y besó


suavemente mi frente. Suspiré aliviada, dejando que su nombre se me
escapara de los labios. Ramona tenía razón. Todo sobre tenerlo a mi lado
se sentía bien.

—Estoy justo aquí y no me iré a ningún lado —susurró, poniendo


su brazo detrás de mi cabeza para ayudarme a mantener mi cabeza fuera
del agua.

—Bien —murmuré, aceptando lo que no tenía derecho a hacer.


Roman quería que fuera suya, y se sentía como si lo estuviera usando
cuando sabía que quería ser libre. Excepto que cuando era vulnerable,
como cuando me tocaba, no estaba tan segura de que ese fuera el caso,
lo que solo me hacía desear más mi independencia. Era un jodido círculo
vicioso.

Mis ojos estaban cerrados mientras absorbía lo que fuera que la


presencia de Roman estuviera ofreciendo. Se depositó más hielo en la
bañera, pero se derritió casi tan rápido como apareció. Ramona y Embry
se turnaron para comprobarme y traerme agua para mantenerme
hidratada.

Una hora después, finalmente comencé a temblar.


—¿Ya puedo salir? —pregunté.

—Todavía estás caliente, pero no como cuando llegué. No veo por


qué no —respondió Roman.

Sus brazos me sacaron del agua y me presionó contra su pecho sin


pensarlo dos veces.

—Te estoy mojando —dije, como si él no pudiera decirlo.

Frunció el ceño.

—Debería estar haciéndote eso.

Mis ojos se abrieron y traté de decir algo, pero ninguna palabra salió
antes de que me guiñara un ojo.

—Es una broma. De algún tipo.

Tenía muchas ganas de golpearlo, pero no tenía suficiente energía


para hacerlo.

—Eso fue grosero.

—Sí, pero también fue divertido —dijo mientras me sentaba en la


silla de mi habitación y luego se dirigía a mi tocador.

—Eh, ¿qué estás haciendo? —pregunté cuando abrió un cajón.

—Conseguirte ropa seca. No querrás dormir con la ropa mojada,


¿verdad?

No, realmente no quería, pero tampoco quería que hurgara en mi


ropa interior.

Él ya tenía una camiseta de dormir y calzoncillos negros en la mano


antes de que pudiera formular una objeción adecuada.

Las manos de Roman alcanzaron mi camiseta sin mangas, y al


menos tuve la fuerza suficiente para agarrar su mano.

—No va a pasar, amigo.

Él suspiró.

—Sabes que no puedes cambiarte en este momento. Prometo no


mirar.

Algo me dijo que Roman estaba lleno de mierda, pero una vez más
tenía razón. Apenas sostenía la cabeza.

—Quítame la parte superior y ponme la camiseta primero —dije


como mi acuerdo.
—Lo que quieras, gatita —dijo, luchando contra una sonrisa y
usando el apodo con el que me había llamado en la cabaña.

Sus dos manos agarraron mi camiseta y me miró a los ojos.

—Te estaré observando todo el tiempo. —Luego, tiró, y la tela


comenzó a rasgarse muy lentamente.

Jesús, esto no era mejor que él mirando.

Mi pecho subía y bajaba mientras nos mirábamos fijamente. Mi


lengua salió disparada para lamer mis labios secos, y sus ojos siguieron
el movimiento mientras tragaba con dificultad. Mi camiseta sin mangas
cayó en mis brazos cuando la soltó, pero ninguno de los dos se movió
durante varios momentos.

—Debería ponerte la camiseta ahora —murmuró Roman.

—Deberías —respondí.

Él asintió, alcanzándola sin romper nunca el contacto visual. Mi


corazón se aceleró cuando recogió el material y lo deslizó sobre mi cabeza.
Sus manos se arrastraron por mis brazos para guiar mis manos a través
de las mangas.

Cada toque era como una tortura sexual.

—¿Puedes ponerte de pie? —preguntó mientras mi cuerpo temblaba,


y traté de culpar de la reacción a cualquier enfermedad que tuviera.

Asentí, sin confiar en mi voz. Mis piernas temblaban, pero me las


arreglé para sujetarme a los brazos de la silla mientras seguíamos
mirándonos.

Las manos de Roman se metieron debajo de mi camiseta mientras


caía para cubrir mi mitad inferior. Con un tirón largo y tortuoso, deslizó
mis pantalones cortos y ropa interior por mis piernas. Me apoyé en la
silla, prácticamente jadeando cuando me los quitó de los pies.

Los calzoncillos vinieron a continuación, y no estaba segura de cómo


iba a sobrevivir a su toque continuo. Estaba a punto de entrar en
combustión y él se estaba divirtiendo demasiado a mis expensas.

Sus dedos se deslizaron contra mi piel mientras tiraba de mi ropa


interior debajo de la camiseta larga.

Intenté apartar la mirada, pero él me capturó con su mirada. Esto


no era tan bueno.

Roman sonrió cuando terminó.


—Te dije que no miraría.

Rodé los ojos.

—¿Quieres un regalo por ser un buen chico?

—No le diría que no a ninguno.

Oh, apuesto a que no lo haría.

Dejé que me ayudara a acostarme, porque todo se sentía como una


papilla, especialmente después de estar de pie esos pocos momentos.
Todo por la gripe que tenía.

Sí, totalmente.
24

Terminé quedándome el resto de la noche en la cabaña de Embry.


Lo que comenzó como algo divertido se convirtió en una tortura tanto
para Cait como para mí. Nunca había deseado tanto a alguien como a
ella cuando le quité la ropa. Si no hubiera estado enferma no estaba
seguro de lo que habría pasado, pero maldición si no quería que se
repitiera tan pronto como estuviera mejor.

Ya le había bajado la fiebre, pero estaba agotada. Incluso podía


sentir el tirón en mi propia energía mientras me quedaba con ella, lo cual
no esperaba ya que no estábamos vinculados. Cuando mi madre vino a
buscarme y me contó lo que pasaba, la sensación de pánico que se
apoderó de mí me sorprendió muchísimo. Ya sabía que era protector con
ella, pero el desgarro en mi pecho cuando escuché las palabras: “Cait
está enferma” no se parecía a nada que hubiera experimentado.

Si algo le pasaba a ella no estaba seguro de en quién me convertiría.


La conocía desde hacía poco tiempo. Ciertamente no la amaba todavía,
pero ya sabía que necesitaba a Cait en mi vida.

Embry se deslizó en la habitación justo cuando estaba empezando a


quedarme dormido en la silla que había movido al lado de la cama.

—¿Cómo está? —susurró Embry.

—Mejor —respondí.

—Bien. Vaughn te necesita, así que me haré cargo —dijo.

El pánico comenzó a arañarme. Si me iba existía la posibilidad de


que la fiebre de Cait regresara.

—Tranquilo. Te llamaré si empeora —agregó Embry.

—Incluso por lo más mínimo —dije.


Ella asintió y me saludó. Embry era ridícula, pero había sido una
buena amiga para Cait. Estaba agradecido de que mi compañera tuviera
a alguien así en su vida.

Me giré hacia Cait, peinándole el cabello hacia atrás. No quería


dejarla, pero si Vaughn me necesitaba probablemente era importante.

—¿Por qué no me llamó Vaughn personalmente? —pregunté


después de darme cuenta de que no había sabido nada de él desde que
llegué.

—Uh, él no quería molestarte —dijo Embry, pero no le creí. Algo


estaba pasando.

—Bien. Volveré tan pronto como pueda. Si se despierta antes de eso,


dile que lamento haber tenido que irme —dije.

Embry sonrió.

—Ella estará bien, chico amante. Sal de aquí.

Hice lo que me dijo y busqué a Vaughn mientras salía por la puerta.


¿Dónde estás?

Respondió rápidamente. Muy rápido. En mi oficina.

Mientras me dirigía a la casa de la manada dónde estaba la oficina


que rara vez usaba, vi a varios miembros de la manada. Normalmente, la
gente saludaba o al menos asentía cuando pasaba, pero la mayoría de
ellos solo miraban esta vez.

Mierda, ¿qué había pasado?

Intenté no correr y llamar la atención mientras me apresuraba a


encontrar a Vaughn. Cuando entré, Collin, uno de nuestros mejores
guardias y amigo de Sam, acababa de salir de la oficina de Vaughn.

—¿Cómo está Cait? —preguntó.

—Mejor. Gracias —respondí.

—Sam se fue. Dijo que es mejor que arregles tu mierda antes de que
regrese. Parecía más que enojada porque no tuvo el tiempo normal de
bestia contigo mientras estaba en casa —dijo Collin.

Maldición. Sabía que tenía que irse de nuevo, pero por lo general no
era tan pronto. Iba a patearme el trasero cuando volviera a casa. Con
suerte no se iría durante semanas esta vez.

—Gracias por hacérmelo saber. Le debo una.


Él asintió.

—Sam no te lo dirá, pero está feliz por ti. Preguntó por Cait antes de
irse. De hecho, nos preguntábamos si ya se está transformando en lobo
—preguntó.

Levanté una ceja.

—¿Por qué preguntaras eso?

—Todos podemos sentir su energía. No es como la nuestra, pero es


tu compañera. Solo curiosidad —respondió.

Él y todos los demás. Iba a tener que decirle algo a la manada pronto.
Si él estaba preguntando entonces otros también lo harían. Solo que no
vendrían a mí.

Asentí y pasé junto a él, plenamente consciente de que no respondí


a su pregunta. Cuando entré en la oficina de Vaughn, se estaba pasando
ambas manos por el cabello ya peinado hacia atrás.

—Cierra la puerta —dijo.

—Es tan malo, ¿eh? —Intenté bromear, pero ni siquiera esbozó una
sonrisa—. ¿Qué pasó? —Me senté, exhausto.

—Pensaron que te había pasado algo hasta que los convencí de lo


contrario —respondió.

—¿Qué les daría razones para pensar eso?

—Sabes que toda la manada comparte energía contigo, Roman. Lo


que sea que estuviera pasando con Cait te hizo tirar de la manada.
Notablemente.

Mierda. No había pensado que Cait estaba tan mal. Sabía que la
estaba ayudando, pero la había dejado distraerme más de lo que debería.
No estaba prestando suficiente atención al impacto de mis elecciones.
Esa fue una decisión que tendría ramificaciones que no necesitaba.

Vaughn continuó:

—Algunos dicen que ella es una carga y que hará que nuestra
manada esté sujeta a posibles rebeliones. No ayuda que Kyle estuviera
aquí ayer.

Jodida madre. Él tenía razón.

—¿Qué se ha hecho ya? —pregunté, porque sabía que Vaughn no se


habría quedado sentado.
—Fui a las personas que sabía que eran conocidas por remover la
mierda y podría haberles infundido un poco de miedo. No te preocupes,
sonreí mientras lo hacía.

Me reí.

—Por supuesto que sí. Llamaré a una junta de la manada mañana.


Déjame pasar este día. Cait ya se siente mejor, por lo que no deberían
sentir más pérdida de energía.

—Una reunión es una buena idea. Cíñete a los hechos y tenla


presente. Ella es una mujer fuerte. Solo adviértele que podría ponerse feo
—dijo Vaughn, y esperé como el infierno que estuviera equivocado.

Esta era la parte que temía cuando descubrí que Cait no era una
bruja jodiéndome. La gente la vería como una debilidad que no podía
permitirme. Originalmente había pensado lo mismo, pero cuanto más la
conocía más sabía que ese no sería el caso, siempre y cuando dejara de
luchar contra lo que le estaba pasando.

Tenía poder dentro de ella. Potencialmente mucho de él. La parte


desafortunada era que todavía no estaba dispuesto a contárselo todo a la
manada. No hasta que tuviéramos más hechos. Confiaba en ellos, pero
la incertidumbre hacía que la gente hiciera estupideces. No podía apostar
el bienestar de mi compañera por las elecciones que otros hacían. Aún
no.

Mi padre llamó a la puerta y Vaughn le dio la bienvenida.

—¿Cómo están las cosas? —preguntó papá.

—Si estás aquí en lugar de pescar, entonces sabes exactamente


cómo están las cosas —respondí.

Él asintió.

—Podría haber escuchado una o dos cosas. De tu madre y en otros


lugares.

—Iba a convocar una junta de la manada para mañana. ¿Qué


opinas? —le pregunté, porque lo habría hecho de todos modos después
de salir de la oficina de Vaughn. Papá fue alfa durante décadas. Confiaba
en su opinión cuando se trataba de cosas como esta.

—Creo que es una buena idea, pero no les digas nada de lo que no
estés seguro. Si alguien te hace una pregunta de la que no sabes la
respuesta, díselo exactamente. Estarán buscando mentiras y verdades a
medias, preguntándose si la aparición de Cait en tu vida hará que la elijas
a ella por encima de la manada —dijo papá.
Gruñí.

—¿Y si lo hiciera?

—Sé que lo harías, pero ellos no necesitan saberlo. Solo necesitan


saber que todavía estás aquí y que protegerlos es tan importante para ti
como lo era antes de la llegada de Cait. Nada de eso es falso.

Asentí. Él tenía razón sobre eso.

—Necesito volver con Cait. Me gustaría estar allí cuando se despierte


hoy —dije.

—¿Están mejor las cosas entre ustedes dos? —preguntó papá.

Inmediatamente pensé en lo que había sucedido en su habitación.

—Están llegando.

—Bien, pero no dejes que ella te haga cuestionarte quién eres. Si


Cait no quiere estar aquí lo mejor podría ser dejarla ir —dijo papá.

La rabia me llenó en un instante.

—¿Cómo podría ser lo mejor dejar que mi verdadera compañera se


aleje de mí?

—No por ti, sino por ella. Ella no entiende nuestra forma de vida y
pensamiento. Algún tiempo separados podría mostrarle lo que se está
perdiendo.

Incluso si tenía razón, no podía pensar en esa opción en este


momento. Ya sabía que la partida de Cait me destrozaría. Mis lobos
tendrían una verdadera razón para cuestionar mi cordura entonces.

Intenté posponer la reunión hasta que Cait estuviera mejor, pero


Vaughn me convenció de que cuanto más esperara peor se pondrían las
cosas. Desafortunadamente, había tenido razón.

Dos días completos después de que Kyle apareciera sin previo aviso,
la mitad de la manada estaba lista para echar a Cait. No les importaba
que tuviera una marca de nuestro creador. Ella no era nuestra igual y, lo
que es más importante, era desconocida, algo que infundía miedo en la
mayoría de los cambiaformas.

No los culpaba. Mi primera reacción con Cait había sido la misma,


y seguí tratando de recordar eso, para no enojarme con ellos. Una vez
dejé que el miedo me convenciera de que no sería más que un problema,
pero los otros cambiaformas no tenían un vínculo con ella como yo.
Superar sus reservas no iba a ser fácil.

Teníamos casi ciento cincuenta miembros en nuestra manada,


incluyendo cachorros, dentro de un radio de cuarenta y ocho kilómetros.
Cuando convoqué la reunión, esperaba que viniera aproximadamente un
tercio de ellos, teniendo en cuenta que siempre grabábamos las reuniones
y luego enviábamos los videos por correo electrónico.

Me habían mostrado lo importante que era la presencia de Cait para


los cambiaformas cuando llegué al campo de entrenamiento. No teníamos
un área interior que fuera lo suficientemente grande para albergar a
todos, y había grupos de cambiaformas de pie cuando llegué allí.

—Tienes mucho trabajo por hacer, jefe —dijo Vaughn,


encontrándose conmigo en la plataforma de madera que había ayudado
a instalar.

—¿Al menos los animaste por mí? —pregunté.

Vaughn asintió.

—Sabes que me gustan mis juegos previos.

El comentario me tomó por sorpresa, aunque en realidad no debería


haberlo hecho, y casi me ahogué por la risa repentina.

Me palmeó la espalda.

—Eso está mejor. Necesitabas relajarte un poco. Van a sentir tu


tensión, y eso no ayudará en nada.

—Gracias, Vaughn. Por todo de lo que te has estado ocupando desde


que llegó Cait —dije con sinceridad.

—Sabes que te cubro las espaldas, hermano. Ahora levántate y


calma a las masas. —Vaughn me golpeó el trasero antes de empujarme
hacia adelante.

Cuando subí al escenario esperé hasta que la multitud se callara


antes de hablar, tomándome unos segundos extra para ver cómo estaba
Cait ya que Embry se había quedado en casa con ella.

¿Cómo van las cosas?, le pregunté a Embry a través de nuestra


conexión lobo.

Ella está bien, chico amante. Todavía durmiendo. Ahora déjame en


paz. Estoy viendo una película.

Agarrando el micrófono del soporte me aclaré la garganta.


—Gracias a todos por venir. Primero, me gustaría disculparme por
no haber hecho esto antes. Sé que ha habido muchas preguntas y hemos
tratado de responderlas individualmente, pero ahora veo que esa no era
la mejor manera de abordar nuestra situación actual.

»Como todos saben, cuando regresé de mis vacaciones, llegó una


nueva incorporación al mismo tiempo. Su nombre es Cait Jones. Ella
nació humana, pero ha sido marcada por nuestro creador. Algunos de
ustedes pueden haber oído hablar de Marcada por la Luna, otros no. De
cualquier manera, entendemos cómo no saber más sobre nuestra
invitada ha causado tensión dentro de la manada.

—Pero ella no es nuestra invitada. Ella es tu compañera, ¿verdad?


Tienes una compañera humana —dijo Jerome desde el frente.

—Es cierto que mi lobo ha reclamado a Cait como nuestra


compañera. También es cierto que era humana, pero en el momento en
que quedó marcada, dejó de ser así —dije.

—¿Entonces tiene un lobo? —presionó.

—No, pero tiene una energía dentro de ella que ha estado


aprendiendo a canalizar. A medida que pasa el tiempo, sospecho que Cait
será tan fuerte como nosotros, incluso si no tiene un espíritu lobo dentro
de ella —respondí, esperando que todos se concentraran en la parte de
fuerza en mi comentario.

—Excepto que no lo sabemos con certeza. Otros sentirán curiosidad


por tu compañera. ¿Qué planeas hacer si la gente comienza a husmear?
¿Qué estaba haciendo Kyle aquí? —preguntó Trish a continuación.

Esas dos preguntas iban juntas, me gustara o no, y sabía que iba a
tener que abordarlas. Solo esperaba llegar allí por mi cuenta en lugar de
que me interrogaran.

—Kyle estuvo aquí preguntando por la propiedad Tuttle. He negado


su petición. Conoció a Cait y le dijimos que estaba de paso. Él no sabe
qué es, y esperamos que siga siendo así por el momento. En cuanto a los
demás que vengan, hemos aumentado el sistema de seguridad alrededor
de nuestra tierra aquí y estaremos atentos a cualquier persona no
invitada.

»También me gustaría pedir que la manada mantenga sus ojos y


oídos abiertos. Incluso si no tienen tareas de guardia, seguimos siendo
familia, y la llegada de Cait no debería cambiar eso. Sé que lo desconocido
es desconcertante, pero les prometo que haré todo lo que esté a mi
alcance para mantenerlos a salvo. Esa sigue siendo una prioridad para
mí.

Observé a la multitud y me encontré con el ceño fruncido de la


desaprobación. No parecía que me estuviera comunicando con ninguno
de ellos. Esto no iba bien.

—¿Cómo podemos esperar que nos mantengas a salvo cuando tu


compañera es un lastre? —gritó alguien desde atrás, y no entendí quién
era.

—Un grupo de nosotros estamos trabajando activamente con Cait


para asegurarnos de que aprenda a protegerse a sí misma, y estamos
investigando lo de Marcada por la Luna para asegurarnos de que
entendemos lo que significa su poder para el resto de nosotros —
respondí.

—Si ella es tu compañera, ¿por qué se queda con Embry? —preguntó


Jerome desde el frente de nuevo.

—Cait no creció aprendiendo sobre el significado de los verdaderos


compañeros. Le va a llevar algún tiempo aclimatarse a nuestras
costumbres. —Jesús, ellos no se estaban guardando nada. Mi vida
privada estaba en peligro, y no había absolutamente nada que pudiera
hacer al respecto sin molestar a la mayoría de ellos.

—¿Y si nunca se aclimata? ¿Entonces qué? Hemos dejado entrar en


nuestra casa a una extraña que se ha enterado de cosas sobre nosotros
que no tiene derecho a saber. Nos estás poniendo a todos en peligro,
Roman —dijo Jerome en voz alta.

Iba a mi lista de lobos a los que vigilar. Estaba a favor de ser


transparente, pero sus preguntas abordaban la insubordinación.

—Esta es la última serie de preguntas que responderé. Entiendo sus


miedos y los respeto, pero sigo siendo su alfa. Deben confiar en que
tomaré la decisión correcta para lo mejor de la manada. El destino no me
habría emparejado con Cait si ella no fuera a convertirme en un alfa
mejor. Recuerden quiénes somos, de dónde venimos y el verdadero
significado detrás de los compañeros antes de juzgar a Cait con tanta
dureza. No es culpa suya que esté en esta situación. Ella no lo pidió, y si
se tomaran el tiempo de ver las cosas desde su perspectiva, sabrían que
estaba manejando todo esto sorprendentemente bien —dije, haciendo
una pausa antes de responder preguntas que realmente no debería tener
que contestar.

Nadie más discutió mis declaraciones, así que continué:


—Si creen que no he pensado en que Cait rechace nuestra forma de
vida, entonces están equivocados. Como dije antes, siempre estoy
considerando a la manada como un todo. Si Cait decide no quedarse aquí,
le borraremos la memoria. No hay riesgo de que comparta nada de lo que
ha aprendido hasta ahora, y los lobos permanecerán a salvo dentro de
nuestro territorio.

—¿Y el riesgo para ti? —gritó una voz diferente desde atrás.

—Como ya dije, no voy a responder ninguna otra pregunta. Necesito


que todos confíen en mí y en que tomaré la decisión correcta, no solo por
mí, sino también por la manada. Si he perdido su confianza, pueden
verme en privado para expresar cualquier otra inquietud. Por ahora, el
tema está cerrado. Espero que todos traten a Cait con respeto o se
mantengan alejados de ella mientras resolvemos las cosas. Aunque no
estamos vinculados, ella sigue siendo mi compañera y su potencial futura
hembra alfa.

»Cuando sepamos algo con respecto a la marca de Cait, les


informaré, porque creo que es información pertinente para todos.
Cualquier cosa aparte de lo que ella es capaz de hacer no es asunto de
nadie. Si tienen más inquietudes o preguntas que no requieran una
acción inmediata, diríjanlas a mi correo electrónico o a Vaughn y las
atenderemos lo más rápido posible. Gracias a todos por venir aquí, y
espero que esta reunión les haya ayudado a entender un poco más sobre
mi compañera. —Volví a colocar el micrófono en su sitio y me alejé.

Ni por un momento creí que la reunión hubiera ido bien. Podía


entrar a la fuerza en sus pensamientos, pero no era necesario. No había
una sola persona que hubiera salido en defensa de Cait, y eso decía todo
lo que necesitaba saber.

La manada quería que se fuera, pero eso no iba a suceder. Era mía,
y no la dejaría ir a menos que ella lo pidiera.
25

Pasaron tres días antes de que pudiera levantarme de la cama. En


el momento en que mi cuerpo ya no se sentía como si hubiera sido
atropellado, estaba experimentando una claustrofobia total. Embry,
Roman y Ramona se habían turnado para pasar tiempo conmigo, y
Serene había contactado dos veces, pero no era lo mismo que salir de
casa.

Además de todo eso, tenía un dolor de cabeza casi constante, lo que


hacía que la lectura no existiera. Estar enferma era oficialmente lo que
menos me gustaba.

Salí de mi habitación, recién duchada y sintiéndome humana sin


fiebre y solo dolores menores. Embry estaba agarrando su bolso del
gancho, y prácticamente la ataqué.

Mis manos se envolvieron alrededor de sus hombros y la giré hacia


mí.

—¿A dónde vas?

Ella no parecía en lo más mínimo perturbada.

—A trabajar. Se supone que debes estar en la cama. Solo te dejé


ducharte porque comenzaba a olerte desde la sala de estar.

Suspiré. Fuertemente.

—Siente mi cabeza. La fiebre se ha ido. Necesito salir de aquí. Si no


me llevas contigo, me iré cuando te hayas ido.

Embry apartó mis dedos.

—Eres un grano en el trasero.

—Pero me amas de todos modos, así que no vas a hacer esto más
difícil de lo que debe ser. —Sonreí, porque sabía que ella no tenía
argumentos. Puede que no volviera a la normalidad, pero ¿existía algo así
como la normalidad? No lo creía.

—Bien, pero tengo que decirte algo —dijo, moviendo los pies
mientras evitaba el contacto visual.

Negué con la cabeza.

—Ahora no, por favor. Solo dame un día antes de que todo vuelva a
ser cosas raras y lobunas. Solo quiero un día normal.

Después de pasar tanto tiempo conmigo misma, sabía que tenía que
reevaluar mi forma de pensar. Sí, quería mi libertad y libre albedrío, pero
Beatrix me había hecho pensar un poco más sobre cómo tenía que hacer
las cosas.

Solo porque estuviera en la manada no significaba que debía tener


un vínculo con Roman. Era lo suficientemente inteligente como para
darme cuenta de que la única forma en que podía estar a salvo en el
mundo era si me quedaba el tiempo suficiente para controlarme.

Serene había mencionado que viniera cuando me sintiera mejor para


que pudiéramos trabajar juntas de nuevo. Con la edad que tenía y el
hecho de que era la historiadora, no pensaba que fuera inteligente
rechazarla.

Hoy quería tanta normalidad como pudiera conseguir. Entonces,


mañana a primera hora, iría a casa de Serene mientras Embry trabajaba.
Aunque hubiera preferido que mi mejor amiga fuera la que me entrenara,
ella misma tenía un papel importante en la manada. No quería ser una
distracción para ella.

Embry parecía dudar en guardar sus pensamientos para sí misma.

—¿Lo que quieres decir es vida o muerte? —pregunté.

—No que yo sepa —respondió.

—Entonces, puede esperar. —Mis ojos le suplicaron que estuviera


de acuerdo.

Me agarró la mano.

—Repito, eres un grano en el trasero.

No me molesté en responder. Sabía que tenía razón, pero también


sabía que necesitaba esto. Con suerte, después de que terminara de
hacer lo que fuera necesario en la oficina, podríamos ir a hacer algo
divertido. Tal vez salir a cenar o algo humano. Necesitaba eso más que
nada.
Nos subimos al Jeep, y disfruté de la luz del sol que penetraba en
mi piel mientras ella conducía la corta distancia hasta el molino. Mis ojos
se cerraron mientras el cabello azotaba mi rostro, y dejé que mi mano
rebotara en el viento. A medida que redujimos la velocidad domé mis
mechones y vi el molino.

Estaba más ocupado que la última vez que habíamos estado allí.
Más camiones esperaban cargas de suministros, y la gente,
probablemente cambiaformas, se movía como una máquina bien
engrasada. Embry me guio hasta la entrada principal de la tienda y nos
dirigimos directamente a su oficina, que ya estaba remodelada.

Vaughn se sentaba con los pies encima de su nuevo escritorio de


metal.

—Ya era hora de que mostraras tu cara por aquí. Iba a recomendar
que fueras relevada de tus funciones.

La habitación era de un amarillo suave como había sugerido


anteriormente con una pintura de silueta negra que cubría todo el lado
izquierdo de la habitación. Una gran luna ocupaba el centro con árboles
alrededor y lobos colocados casualmente a lo largo de las colinas. No
parecía antinatural ni llamaba la atención sobre nada sobrenatural.

Embry gruñó.

—Tocaste mis cosas.

—No estabas aquí para moverlas tú misma, y te advertí que estaba


cambiando las cosas —respondió Vaughn, dejando caer los pies al suelo
y levantándose.

—Sí, bueno, estaba un poco ocupada —resopló Embry. Ocupada por


mi culpa, pero no me sentí tan mal. No era como si no hubiera podido
trabajar mientras yo estaba enferma.

Vaughn caminó hacia mí, con una sonrisa en su rostro.

—Estás causando todo tipo…

Una grapadora estuvo a dos centímetros de romperle la nariz a


Vaughn, y se giró hacia Embry cuando la atrapó.

—Eso no quedará impune.

Embry se rio, pero sonó forzada.

—Supéralo.
Vaughn asintió y volvió a sentarse mientras la tensión caía sobre la
habitación.

—Supongo que me sentaré aquí y luciré bonito. Tienes suerte de que


no sea una dificultad por mi parte.

Me reí y Embry me miró, pero la ignoré. Vaughn me gustaba.


Mantenía las cosas ligeras y divertidas y me hacía olvidar toda la mierda
que estaba pasando. Deseaba que Embry se sintiera atraída por él. Podía
verlos estando bien juntos.

Embry revisó los papeles que supuse que Vaughn había dejado en
su escritorio. Usó un bolígrafo rojo y los marcó por todos lados,
murmurando palabras que probablemente era mejor no escuchar. La
sonrisa de Vaughn, por otro lado, se hizo más grande cuanto más se
quejaba.

—¿Quieres jugar al tres en raya? —me preguntó Vaughn.

—Claro —respondí, moviendo mi silla a su escritorio.

—Traidora —se quejó Embry, pero estaba aburrida y no me


importaba.

Jugamos demasiadas rondas para contar antes de que Embry


terminara. Le pateé el trasero la primera media docena de juegos hasta
que descubrió mi truco, y el resto de las rondas terminaron en empate.

—Necesito que Vaughn me muestre una de las cargas que no está


bien. Nos iremos en unos diez minutos. No dejes esta habitación. ¿Lo
entiendes? —dijo Embry, su rostro arrugado por la preocupación.

—Creo que puedo arreglármelas para mantenerme entretenida


durante tanto tiempo —respondí, sin entender por qué estaba tan tensa.

—Bien. —Golpeó a Vaughn en la nuca—. Vamos.

Los dos se fueron, y comencé a garabatear en el papel que habíamos


estado usando para el juego. Lástima que no hubiera pensado en traer
mi teléfono. Nunca podría terminar el libro que finalmente había
comenzado a ponerse bueno.

Vaughn había dejado la puerta entreabierta cuando salieron por la


parte de atrás y las sierras estaban funcionando. Traté de ignorar el
sonido, pero estaba irritando mis nervios después de un par de minutos.
Cuando cerré la puerta el ruido se convirtió en un rugido sordo.
Hurgando por la habitación no encontré nada interesante, y solo
había pasado otro minuto. Me recosté en la silla de Embry, mirando al
techo hasta que no pude soportarlo más.

Cuando miré el reloj, solo habían pasado cuatro minutos desde que
Embry y Vaughn desaparecieron. Había estado encerrada en mi
habitación durante mucho tiempo y la necesidad de estar afuera me
estaba volviendo casi loca.

Me asomé por la puerta trasera y no vi a nadie. Dado que no sabía


nada sobre el molino, decidí esperar en el frente, luego les escribí una
nota y la dejé en el escritorio de Embry.

Al entrar al frente de la tienda, noté que Chloe, la cajera de antes,


estaba llenando los estantes. Pasé a hurtadillas junto a ella y salí en
silencio por la puerta principal.

Una brisa rozó mi piel y suspiré.

—Esto es mucho mejor.

El Jeep de Embry no estaba cerrado, así que me dirigí allí. No quería


asustarla saliendo del estacionamiento. El sol estaba afuera, pero con el
viento, el calor no era tan insoportable como los primeros días que estuve
aquí.

Cerrando los ojos, incliné la cabeza hacia atrás en el asiento y


observé los sonidos y olores a mi alrededor. El aroma embriagador de la
madera recién cortada era el más destacado, y lo inhalé con avidez.

Justo cuando me relajaba escuché algo romperse. Mis ojos se


abrieron de golpe y salté del Jeep sin pensarlo dos veces. Algunos de los
trabajadores del aserradero estaban reunidos alrededor de un camión
que parecía estar dejando troncos frescos, y una de las correas que
sujetaban la carga se rompió.

Pude ver la segunda y la tercera a punto de ceder desde donde


estaba. Los chicos de abajo no tenían ni idea. Iban a ser aplastados en
cuestión de segundos. Maldición. No podía quedarme allí y no hacer
nada.

—¡Cuidado! —grité mientras corría hacia ellos, pero nadie me


prestaba atención.

Otro amarre se rompió. Esta vez, ellos también debieron haberlo


escuchado. Dos de los tres hombres ya se estaban apartando, pero un
tercero parecía pensar que podría arreglar cualquier desastre que
estuviera a punto de ocurrir jugando con las correas restantes.
Sin pensarlo, tiré de su brazo.

—Tienes que moverte —grité, pero era el doble de mi tamaño y no se


movió.

—No me toques —ladró el chico al mismo tiempo que escuché que


la madera comenzaba a caer.

Sus ojos oscuros me miraron con una malicia que no tenía ningún
sentido para mí considerando que no sabía quién era. Llevaba un polo de
molino, así que al menos sabía que era un cambiaformas y
probablemente debería tener más cuidado, pero no tenía tiempo para ser
cautelosa.

—No me arrepiento de esto —dije mientras canalizaba mi energía y


usaba la fuerza extra para apartarlo del camino en el momento justo.

Tropezó y yo lo seguí, manteniéndome erguida mientras corríamos


para salir del camino. Nadie más estaba cerca de nosotros cuando
empezaron a caer los primeros troncos. Los escuché astillarse mientras
seguía moviéndome hacia la seguridad de la cerca, pero no llegué allí.

Uno de los troncos fue más rápido que yo. Era uno más pequeño, tal
vez diez centímetros de diámetro, y muy probablemente uno de la parte
superior, pero aun así me dolía como el infierno cuando me estrellé
contra el suelo, apoyándome en mis brazos mientras el tronco rodaba
sobre mí.

Al principio pensé que estaba bien, magullada y arañada por todas


partes, pero nada que el tiempo no sanara. Luego traté de quitarme el
tronco de una patada solo para sentir un dolor agudo antes de darme
cuenta de que estaba sangrando. No, no solo rezumando carmesí.
También había una astilla de lo que supuse que era un hueso
atravesando mi piel en mi tobillo.

Mis niveles de pánico aumentaron mientras trataba de no perder la


cabeza. Escuché que gritaban mi nombre, pero no podía dejar de mirar
mi pie.

El hombre que había salvado estaba de pie sobre mí sin un rasguño


a la vista. Por supuesto, no se había lastimado.

—Me salvaste —murmuró.

—Eh. ¿Te importaría ayudar? —espeté, una furia rodando a través


de mí por el dolor subiendo por mi pierna.

—Jerome, ¿estás bien? —preguntó uno de los otros hombres.


Él asintió mientras tiraba el tronco fuera de mí. Antes de que pudiera
intentar levantarme, Vaughn y Embry estaban a mi lado. Cada uno de
ellos tenía las mandíbulas tensas y ojos de enfado

—¿Qué diablos pasó? —preguntó Vaughn, mientras acunaba mi


cabeza en sus manos.

Rápidamente recité mi versión y, cuando terminé, apenas podía


respirar por el dolor que me recorría el cuerpo.

Mi cabeza se tambaleó cuando cometí el error de mirar hacia abajo


de nuevo.

—Eso realmente no es bueno.

Vaughn me levantó la barbilla.

—Mejor no mirar, cariño.

Embry se pellizcó el puente de la nariz.

—¿No podías haberte quedado en la oficina? Roman nos va a matar.


—Se volvió hacia Vaughn—. Llévala al Jeep. Tenemos que volver a la
manada.

—Uh, estoy bastante segura de que necesito un hospital, Em —dije,


luego grité cuando Vaughn presionó mi tobillo—. ¿Qué diablos, amigo?

—Lo siento, tuve que, eh, empujar el hueso hacia adentro para que
no se enganchara en nada.

Las lágrimas caían libremente de mis ojos mientras trataba de


respirar a través del dolor. Cuando eso no funcionó, cerré los ojos y me
imaginé sentada en la playa de Australia sin nadie más alrededor.

Embry colocó su mano en mi hombro.

—Ya hay un médico que se dirige a la casa, uno cuya familia ha


ayudado a nuestra manada en las raras ocasiones en que lo necesitamos.
Normalmente es por sangre o materiales, pero estoy segura de que los
huesos rotos tampoco son un problema para él.

—Está bien, vamos entonces —dije con los dientes apretados.

No había una forma elegante de subirme al Jeep, y no había forma


de contener las lágrimas cuando Vaughn se lanzó al asiento trasero. Me
acomodó en el asiento, luego me levantó la pierna hasta que el pie
descansó en su regazo. Me negué a mirarlo de nuevo mientras hacía todo
lo posible por ignorar las sensaciones que palpitaban en mi pie.
Finalmente, un entumecimiento comenzó a aparecer y no dolía tanto
como hacía cinco minutos.

Embry salió con cuidado del estacionamiento antes de acelerar en


la carretera principal. Me concentré en la parte posterior del
reposacabezas para no mirar la sangre que sabía que estaba cubriendo a
Vaughn. Pero entonces, empujó mi pierna y aullé de dolor. Tal vez no era
entumecimiento lo que estaba sintiendo antes.

—Tienes cero modales para tratar a los pacientes —gruñí, mi mirada


fue a su rostro y encontré su camisa medio quitada.

—Cálmate. Eso probablemente te asustó más de lo que dolió. Estás


manchando de sangre mis vaqueros favoritos. La camisa ya está
arruinada, así que podría tratar de detener el flujo carmesí antes de que
aparezca un vampiro —respondió, manteniendo su rostro serio.

Me quedé boquiabierta y Embry gimió.

—No es algo para bromear con ella, Vaughn.

Se encogió de hombros.

—Pensé que era divertido.

Si pensara que podría hacerlo sin lastimarme más, lo habría


pateado. En su lugar nos detuvimos en el camino de entrada de la
manada, y esperaba como el infierno que el médico ya estuviera allí. Sin
embargo, cuando Vaughn vendó mi pie no me dolió tanto como esperaba,
considerando el atisbo de sangre que había tenido antes. Mis receptores
del dolor no parecían saber lo que querían hacer.

—¿Qué pasó? —exigió Roman antes de que nos detuviéramos por


completo.

—Uno de los conductores tenía correas de mierda. Comenzaron a


romperse y Cait salvó a Jerome de convertirse en un panqueque,
sacrificando su seguridad en el proceso. Probablemente le salvó la vida y
se ganó un tobillo roto —dijo Vaughn en voz alta, y asumí que en beneficio
de quienes nos rodeaban.

Las voces comenzaron a murmurar y Embry agregó:

—Vi todo mientras corríamos para ayudar. Cait corrió hacia el


peligro e hizo todo lo que pudo para ayudar, incluso cuando sus
advertencias verbales fueron ignoradas.

Roman intervino para separarme de todos los demás mientras la


multitud se acercaba. Algo había pasado, y quería saber qué.
—Para aquellos de ustedes que estén listos para correr y compartir
lo que aprendieron aquí hoy, asegúrense de que su historia sea correcta.
Si escucho algo más que lo que dijeron Vaughn y Embry, me verán poco
después —dijo Roman, y los otros cambiaformas comenzaron a
dispersarse en silencio.

Otro auto se detuvo detrás de nosotros y un señor mayor salió del


sedán negro con una gran bolsa médica.

—Llévala a la oficina vacía para que el doctor Sanders pueda


examinar su pie —le dijo Roman a Vaughn antes de caminar para saludar
al recién llegado.

—Lo siento si esto duele —dijo Vaughn mientras se movía para


sacarnos del Jeep.

Me preparé para el dolor, pero nunca llegó. Había mucha


incomodidad, pero nada como cuando subí al Jeep.

—Maldita sea, Cait. Eres una chica dura. Esperaba muchas más
lágrimas de ti —dijo Vaughn mientras me llevaba a la casa.

Embry sonrió a nuestro lado.

—Esa es mi mejor amiga. Reconozco a una persona increíble cuando


la veo.

—O en nuestro caso, cuando lees sus comentarios —bromeé, porque


habíamos sido amigas durante meses antes de la primera
videoconferencia.

Vaughn me llevó a una oficina vacía y me sentó encima del


escritorio.

—Lo siento, no tenemos algo más cómodo. No es frecuente que la


gente se lastime lo suficiente por aquí como para necesitar una
habitación especial para ellos —dijo.

Me encogí de hombros, sin saber realmente cómo responder. Ya no


me sentía incómoda y estaba bastante segura de que eso no era normal.

Roman y el doctor Sanders entraron un momento después. El


médico vino directamente a mí.

—¿Te golpeaste la cabeza cuando esto sucedió?

—No, pero me mareé después. Aunque, eso probablemente fue por


toda la sangre —dije.
Roman gruñó a mi lado, su brazo rodeándome los hombros mientras
el doctor desenvolvía mi pie.

Me di la vuelta para no tener náuseas de nuevo, pero lo lamenté


cuando mis ojos se encontraron con los de Roman. Su mirada era
intensa, y mi corazón se aceleró mientras trataba de decidir qué era peor:
estar tan cerca de él otra vez o tener mi pie destrozado por una carga de
madera.

—Bueno, esto es interesante —murmuró el doctor, captando la


atención de todos.

—¿Qué es? —preguntó Embry primero.

Me tocó el pie.

—Al menos debería hacer una mueca de dolor cuando hago eso si
tiene huesos rotos ahí. Ni siquiera puedo encontrar de dónde vino toda
esta sangre.

Roman dejó mi lado y se unió al doctor. Mientras ambos me


inspeccionaban, sentí puntos sensibles, pero nada horrendo.

—Increíble. Ni siquiera un cambiante completo debería haberse


curado tan rápido —dijo Roman con asombro.

—¿Puedes mover los dedos de los pies? —preguntó el médico.

Me concentré más de lo necesario. Se movían sin problemas ni dolor.

El médico recogió sus cosas y se apresuró a salir de allí.

—Bueno, parece que mis servicios no son necesarios. Me mostraré


la salida yo mismo.

Vaughn se movió para seguir al doctor Sanders de todos modos,


dejándome sola con Roman y Embry.

Roman movió mi tobillo lentamente.

—¿Cómo se siente?

—Me duele, pero nada como antes —dije, luego recordé algo—. Tuve
que usar mi poder para empujar a ese tipo fuera del camino. ¿Crees que
eso me ayudó a curarme?

—Es la única explicación lógica. A un cambiaformas le debería haber


tomado un par de días llegar a este punto —respondió Roman.
—¿Cómo terminó Cait sola en el frente? —exigió Roman,
recordándome que Embry había sido terriblemente vaga sobre las cosas
antes.

—Ella no escucha bien, así es. Solo la dejamos sola durante unos
cinco minutos —dijo Embry.

Señalé a los dos.

—Ustedes dos están escondiendo algo. No debería haber ninguna


razón por la que no pudiera estar sola fuera de la oficina, así que
empiecen a hablar. Ahora.

Embry le sonrió.

—Traté de advertirte que estaría detrás de las bolas si intentabas


ocultarle esto.

Levanté una ceja.

—Dado que lo sabías y no me lo dijiste de inmediato, también estoy


detrás de tus tetas. Dime lo que me perdí mientras estaba enferma.

Roman suspiró.

—Vamos a mi oficina.

—Con mucho gusto —dije mientras me deslizaba de la mesa


suavemente. A pesar de que debería haber lavado la sangre seca de mi
pie primero, era hora de respuestas y divulgación completa de todos.

Incluyéndome a mí.
26

Algo me dijo que iba a arrepentirme de tener esta conversación en


ese mismo momento, pero Cait había estado en territorio de la manada
más de una semana. Ella sabía lo que era para mí. Sabía que ya no era
humana.

Era hora de exponer las cosas de una manera más directa.

Puede que haya estado a favor de reclamar a Cait, pero he estado


tratando de ver las cosas desde su perspectiva y estoy preocupado, dijo
mi lobo mientras caminaba por el pasillo hacia mi oficina.

Yo también. Ya sabe lo que quiere. Puedo verlo en sus ojos.

¿Y si no es lo que quieres tú? ¿Lo que ambos queremos? preguntó, ya


sonando derrotado, lo que no presagiaba nada bueno para mi confianza.

Entonces, nos ocuparemos de eso, dije, terminando la conversación.

No era un hombre paciente. Yo era un alfa, y cuando había que hacer


las cosas, las hacía. En algún momento tenía que alejar mis emociones
de esta situación. De lo contrario iba a fracasar en más de lo que estaba
preparado.

Los tres subimos en silencio las escaleras hasta mi oficina. Con cada
paso la tensión aumentaba. Deseaba que solo Cait y yo tuviéramos esta
conversación, pero sabía que Embry también era una gran parte de las
cosas.

—Escucha, Cait. Tienes que entender que las cosas funcionan de


manera diferente aquí —comenzó Embry mientras cerraba la puerta.

—Lo entiendo, pero eso no significa que tenga que estar de acuerdo
con lo que digan. Sé que no puedo volver a la vida que tenía, pero tampoco
quiero que se me imponga una —dijo, y supe que se refería al vínculo de
pareja.
—¿Te he forzado a algo? —pregunté, mientras me movía para
pararme detrás de mi escritorio.

Suspiró.

—No, pero soy muy consciente de que hay ciertas expectativas sobre
mí y no me gusta. Sólo quiero ser yo.

—No tenemos ninguna expectativa. Solo queremos que estés a salvo


—respondió Embry.

Cait la miró con los ojos entrecerrados.

—¿En serio? ¿Así que no esperas que me quede aquí para siempre,
me aparee con tu alfa y me convierta en lo que sea que signifique esta
marca? —Cait agitó la muñeca para dar énfasis mientras elevaba la voz.

Embry no era de las que retrocedían ante nadie. Si bien podría haber
pensado que Cait sería una excepción a eso, estaba equivocado.

Confrontó de frente a Cait.

—Por supuesto que ansío todas esas cosas, pero eso no significa que
las espere. Eres mi mejor amiga. No me disculparé por querer mantenerte
en mi vida. Tampoco me arrepentiré de hacer lo que sea necesario para
mantenerte a salvo. No sabes nada de este mundo, pero estoy tratando
de enseñarte. ¿No puedes ver eso?

La postura de Cait se suavizó cuando algo de la pelea dejó sus ojos.

—Lo siento, Em. Solo han sido unos días largos.

—Lo han sido para todos nosotros. Solo espero que recuerdes que
estamos de tu lado —dijo Embry antes de dirigirse hacia la puerta—. Voy
a comprobar las cosas con la manada. Habrá todo tipo de conversaciones,
y querremos adelantarnos.

Embry se deslizó por la puerta, cerrándola detrás de ella antes de


que cualquiera de nosotros pudiera objetar. Claro, inicialmente quería
tener esta conversación a solas con Cait, pero como ya se había tornado
a una dirección negativa deseaba que Embry se hubiera quedado.

Cait se acomodó en la silla frente a mi escritorio y yo tomé mi propio


asiento.

—Siento que no te hayamos contado todo mientras sucedía, pero


estaba lidiando con la manada —dije.

—¿Y qué pasa con la manada que tanto me afecta? —preguntó.


En este punto, la honestidad era el único camino que seguir, así que
no me guardé nada.

—Algunos de ellos no están contentos con que estés aquí. Creen que
me harás débil y traerás problemas a nuestro territorio. Les dije que ese
no era el caso y que tenían que ser amables contigo o mantener la
distancia.

Levantó una ceja.

—Me imagino que no se lo han tomado muy bien.

—Se lo tomaron bien. Soy su alfa. Si bien no están obligados a


quedarse aquí, saben que, si lo hacen, hay reglas a seguir. Si les pido
algo, se espera que me escuchen o se vayan —dije.

—¿Qué hay de mí? ¿Vas a pedirme algo y luego decirme que me vaya
si no estoy de acuerdo? —preguntó, el desafío claro en sus ojos brillantes.

Coloqué ambas manos sobre el escritorio y respiré hondo.

—Cait, he dejado muy claro que te acepto como mi compañera. Sé


que este es un concepto extraño para ti, pero un vínculo es algo especial.
La forma más pura de la magia para nuestra especie. Te encontré
atractiva en el momento en que te vi, incluso cuando pensé que la
atracción hacia ti era inventada. Eso me basta para querer seguir
adelante con lo que sea que haya entre nosotros.

»Nunca quise presionarte, pero eres una mujer adulta. En el fondo,


ya sabes lo que quieres, y no necesito que me consientan. Si no quieres
estar aquí, si no me quieres, solo di la palabra. Encontraremos otro lugar
para que te quedes hasta que sepas qué significa la marca para ti —dije,
aunque cada palabra era como un nuevo cuchillo clavado en mi corazón.

Mi lobo gimió por dentro ante mis palabras, pero no expresó ninguna
objeción. Algo en él había cambiado. Sabía algo o tenía planes que no
estaba compartiendo. No estaba seguro de que tan de acuerdo estaba con
eso, pero no era un problema en el que pudiera concentrarme en ese
momento.

La boca de Cait se abrió por la sorpresa. No había esperado que le


diera una salida. Bien. Mantenerla alerta no era algo malo.

Las lágrimas llenaron sus ojos, pero ninguna cayó cuando enderezó
su postura y puso una cara valiente.

—Roman, no puedo ser tu compañera. Mi mente y mi corazón no


funcionan como los tuyos. No estoy de acuerdo con que mi futuro sea
elegido.
Una cosa era esperar su rechazo y otra muy distinta escucharlo. Mi
corazón se desaceleró cuando la agonía se hizo cargo. Mis músculos se
tensaron y moví mis manos debajo del escritorio, con miedo de romper
algo y asustarla. Las palabras no pudieron salir mientras rugía por
dentro.

Esto no puede estar pasando, pensé.

Confía en que si realmente está destinada a ser nuestra, entonces lo


será, dijo mi lobo, y le gruñí.

No quería escuchar su aceptación. Necesitaba que se enfadara


conmigo.

¿Qué es lo que sabes? Le pregunté.

Estoy confiando en mis instintos. No te ocultaría algo importante que


tuviera que ver con Cait. Lo prometo.

Él era todo lo que tenía en ese momento para evitar que perdiera el
control frente a Cait. Me decidí a confiar en él como siempre había hecho.

—Si quieres que deje la manada lo haré, pero me gustaría quedarme


por ahora. Sé que es egoísta de mi parte pedirlo, pero confío en ti y en
Embry —dijo Cait en voz baja.

—Pero tú no me quieres —respondí rígidamente.

—Lo siento, Roman —dijo, esta vez encontrándose con mi ardiente


mirada. No respondió a mi pregunta. No podía sin mentir. Sabía que una
parte de ella me deseaba. Simplemente no era suficiente. Su rechazo me
dijo que yo no era suficiente.

Me puse de pie, la silla se estrelló contra la pared por mi fuerza


añadida.

—No necesito tu piedad, Cait. Estaba bien antes de que vinieras


aquí, estaré bien mientras arreglas tu mierda, y estaré bien cuando te
vayas. Haz lo que sea que quieras. No me interpondré en tu camino.

Sabía que debería haber sido más cuidadoso con mis palabras.
Tenía que haber una posibilidad de que aún pudiera ganármela, pero la
furia que me asaltaba desde el interior no permitía sutilezas. Al menos
no todavía. Tal vez algún día.

Se puso de pie para seguirme mientras me dirigía hacia la puerta,


pero levanté la mano.

—Hemos terminado aquí. Enviaré a Embry o a mi madre a buscarte.


Ahora serán tus puntos de contacto dentro de la manada. Puedes confiar
en Ramona y te ayudará con Serene. Si quieres elegir tu propio destino,
entonces trabajar con ellas es la mejor manera de hacerlo.

—Roman, yo…

No pude evitar que un gruñido saliera de mi pecho. Iba a decir algo


que no sentía porque se sentía mal, y no necesitaba eso.

—Una ruptura limpia, Cait. Soy una persona de todo o nada. Te


habría dado todo el tiempo que necesitaras, pero dejaste tu punto claro.
No vamos a ser compañeros. La atracción que tenemos se desvanecerá
con el tiempo, y eso será todo. Mantendré la distancia para facilitarte las
cosas y te pido que hagas lo mismo por mí.

Las lágrimas finalmente cayeron de sus ojos, y no quería nada más


que envolverla en mis brazos, pero ella no era mía. No como esperaba que
lo fuera.

Cait había hecho su elección, una que sabía que había sido una
posibilidad todo el tiempo, pero también esperaba que los momentos que
habíamos tenido juntos significaran algo.

Claramente, ese no era el caso. Ahora iba a ver mi lado alfa. El que
mostraba muy poca emoción.

Me alejé de ella, dejándola sola en mi oficina y usando toda mi


determinación para ignorar los sonidos de sus llantos. No eran míos para
consolar. No le daría a Cait ninguna parte de mí si no quería todo de mí.

Me acerqué a Embry, haciéndole saber que Cait y yo habíamos


terminado y que tenía que venir a buscar a su amiga antes de interrumpir
la conexión. No iba a obtener ninguna otra información de mí. Justo lo
que necesitaba para estar ahí para Cait.

Corramos, dijo mi lobo.

Con gusto, respondí.

Tan pronto como salimos corrí hacia los árboles y me transformé,


obteniendo una pequeña satisfacción con el sonido de mi ropa
desgarrada.

Si iba a sobrevivir a este rechazo, necesitaba la libertad y la sencillez


que me proporcionaba mi mente de lobo. No sabía cuánto tiempo
estaríamos corriendo y no me importaba, siempre y cuando cada paso
aliviara el dolor que actualmente aplastaba mi corazón.

Va a tomar tiempo, añadió mi lobo.


Tomé el control y aullé mi furia en lugar de responderle. Había una
quemadura desgarrando mi alma mientras corríamos a través de nuestra
propiedad. Estaba equivocado. El tiempo no tenía nada que ver con esto.
La fuerza era todo lo que necesitábamos.

Fuerza para alejarme de Cait y darle la distancia que ambos


necesitábamos.

Si fuera un alfa menor habría tomado lo que quería y la habría


forzado a ser mía, pero yo no era así. Nunca sería el monstruo que podría
hacer eso.

Aceptaría el dolor y encontraría una manera de canalizarlo hacia


otra cosa, algo que me mantuviera avanzando en lugar de desmoronarme.
La distancia era lo que necesitábamos. Tenía que mantenerme alejado
hasta que el impulso de reclamar a Cait no me asfixiara.

El único problema era que con cada trote y salto que mi lobo hacía
al alejarse de nuestra pareja, la necesidad de volverse hacia ella se hacía
más exigente.
27

Estaba furiosa con Roman y Embry por ocultarme cosas. Se suponía


que debía ser yo quien les dijera cómo iban a ir las cosas. Quería que
fueran honestos y, a su vez, iba a hacer lo mismo.

Excepto que no había esperado que las cosas salieran tan mal, que
me pusiera tan emocional.

Mi corazón se partió cuando dije que no podía ser la compañera de


Roman. Luego, mientras él hablaba con tanto dolor en su voz, la grieta
se convirtió en fisuras que no estaba segura de que alguna vez sanaran.
Solo que no sabía si esa era la verdad o la magia que me obligaba a desear
a Roman.

Esa era la parte más jodida de todas.

No sabía lo suficiente sobre este mundo para distinguir la verdad de


la mentira, la realidad de la magia. Tal vez, en cierto modo, había algo de
verdad en mis sentimientos por Roman, pero me conocía a mí misma. Si
lo aceptaba ahora, siempre cuestionaría nuestra relación. Habría
resentimiento, y eso no era justo para ninguno de los dos.

Mi felices para siempre no incluía un amor inventado. No, quería


algo real, tangible y natural.

Al menos eso es lo que me decía a mí misma mientras las lágrimas


caían por mis mejillas.

Roman se había alejado de mí, dejándome sola en su oficina. Traté


de seguirlo, pero él no me quería cerca de él y parecía tan fácil para él
alejarse.

De acuerdo, eso era mentira. Nada de esto era “fácil” para ninguno
de los dos. Al menos podía aceptar eso, y respetaría los deseos de Roman.
Quería una ruptura limpia, y yo le daría una.
Embry entro corriendo por la puerta y estaba en sus brazos antes
de que pudiera decir una palabra.

—Lo siento mucho, Cait. Nunca quise nada de esto para ti. No así —
murmuró en mi cabello.

—Lo sé. Volvamos a tu casa. Dame esta noche para dejar que mis
emociones hagan lo que quieran. Mañana, haré un gran esfuerzo para
descubrir lo que sea que esté dentro de mí —dije.

Me condujo hasta la puerta y agradecí que nadie se interpusiera en


nuestro camino.

—Voy a decirle a Vaughn que tomaré los próximos días libres. Vamos
a resolver esto juntas. Lo prometo —dijo Embry con convicción.

Solo esperaba que cuando descubriéramos qué era exactamente, las


cosas no fueran peores de lo que ya me imaginaba.

A la mañana siguiente, me levanté al amanecer. Embry ya había


arreglado las cosas con Serene y Ramona, y estaba ansiosa por comenzar.

Había llorado, gritado y reído una y otra vez la noche anterior. Tuve
mucho que sacar de mi pecho, y Embry aceptó todas mis emociones
encontradas sin decirme ni una sola vez cómo sentirme o hacerme sentir
mal por las decisiones que había tomado.

Por eso la amaba tanto. Me respetaba como una persona única, no


por lo que podía hacer por ella o cualquier otra cosa.

Embry se despertó y se vistió antes que yo, esperando junto a la


puerta con dos tazas humeantes.

—Pensé que una gran dosis de cafeína sería útil antes de comenzar.

—Sabes que el letrero sobre tu puerta es una mentira total. No te he


visto dormir ni una sola vez desde que llegué —bromeé mientras aceptaba
la bebida.

Se encogió de hombros.

—No necesito dormir mucho. Simplemente no me gusta la gente


antes del mediodía si no es necesario. No se lo digas a nadie. —Me guiñó
un ojo y luego se puso seria—. Sabes que no te lo van a poner fácil hoy,
¿verdad?

Hice una mueca.

—Lo sé.
Salimos a la UTV. El aire estaba húmedo y ya casi caliente, lo que
me dijo que hoy iba a ser abrasador.

Embry condujo hasta la casa de Serene, y llegamos para encontrar


a Ramona cambiando de loba a humana. Eché un vistazo a su lobo
marrón claro y me sorprendió lo mucho más pequeño que parecía en
comparación con el de Roman.

Entonces negué con la cabeza. No podía estar pensando ya en él. Ya


había hecho suficiente de eso la noche anterior. Hoy era solo para mí y
nada más que para mí.

—Buenos días, señoras —dijo Ramona mientras se pasaba los dedos


por el pelo corto.

—El sol ni siquiera ha salido del todo. Todavía no diría que la


mañana es buena —dijo Embry, y tuve que estar de acuerdo con ella,
pero estaba emocionada de cualquier manera.

La puerta principal de Serene se abrió con un crujido y asomó la


cabeza.

—¿Ustedes tres se van a quedar afuera, o podemos comenzar con la


tortura?

Tragué saliva cuando dijo tortura, pero también sabía que Serene
era un poco loca con su elección de palabras y traté de que no me
molestara.

Embry me guio a la casa y tomé asiento en la primera silla vacía en


la mesa a mi izquierda.

—Entonces, ¿qué es lo primero? —pregunté.

Serene se tocó la frente.

—Meditación. Si tu mente no está despejada tu energía tampoco lo


estará. —Entró en la sala de estar a nuestra derecha y se sentó en el
suelo—. Acércate, querida.

No era como si no supiera ya esta parte habiendo trabajado con


Embry, pero la complací de todos modos.

Embry y Ramona se unieron a mí mientras todos nos dirigíamos a


sentarnos con Serene. Palmeó el lugar frente a ella. —Justo aquí.

Hice lo que me dijo y las demás nos flanquearon. Cerrando los ojos,
me concentré en respirar, pero cada vez que intentaba borrar imágenes
de mi mente, aparecía el rostro de Roman.
Un fuerte tortazo me golpeó en el centro de la frente.

—¿Qué demonios?

Serene se burló de mí.

—Concéntrate.

—Sí, lo estoy intentando —espeté.

—Nunca podrás protegerte si dejas que las emociones humanas te


impidan ser tu verdadero yo —dijo Serene.

—¿En serio? ¿Y cuál es mi verdadero yo? —pregunté con amargura.

Serene sonrió.

—Puede que sepa algo, pero no es mi trabajo decírtelo. Ni el de


Beatrix, ni de Embry, ni de nadie. Esta en ti descubrirlo. Mantengo mi
declaración anterior de que debes acudir a mí con respuestas y no con
preguntas. Cualquier persona a tu alrededor está simplemente aquí para
guiarte. Las decisiones que tomes aún dependen de ti.

Sus palabras me golpearon en el estómago. Eran todo lo que había


dicho que quería, pero al mismo tiempo me sentía mal. Sin embargo, no
importaba. Había tomado mi decisión e iba a lidiar con las repercusiones.

—Puedes hacer esto, Cait —me animó Embry.

Lo intenté de nuevo, esta vez enfocándome en el juego final de todo


esto: mi libertad.

Cuanto más meditaba, más me daba cuenta de que no se trataba de


aclarar mi mente, al menos no para mí. Tuve que imaginar lo que más
quería y hacerlo realidad. Solo entonces pude sentir que la energía dentro
de mí se fortalecía.

—Eso es. Aférrate a ese sentimiento que tienes ahora mismo.


Memoriza la fuerza y encuentra una manera de recordar el poder que
estás canalizando por instinto en lugar de pensarlo. Hasta que puedas
encontrar una manera de ser esta versión de ti misma todo el tiempo, no
estás preparada para lo que está más allá de los límites de la manada —
dijo Serene.

Mi piel latía por todas partes, pero más donde sabía que estaba la
marca. Mantuve los ojos cerrados mientras trataba de identificar las
sensaciones y grabarlas en mi memoria.

Cuando sentí que me subía la temperatura, solté todo y abrí los ojos.

—¿Todas están bien?


Embry y Ramona sonreían mientras Serene fruncía el ceño.

—¿Cómo hiciste eso? —me preguntó.

—¿Hacer qué?

Agitó sus manos a mi alrededor.

—Interrumpir todo así. Tan pronto como comenzaste a girar en


espiral, la energía desapareció.

—No quería lastimar a nadie. He estado practicando y puedo darme


cuenta cuando me estoy calentando demasiado —respondí.

Serene tarareó mientras se levantaba para alejarse. Me giré hacia


los demás.

—¿Hice algo mal?

—No, hiciste todo bien, y Serene apostó a que tomaría todo el día —
respondió Embry.

Bueno, eso no tenía sentido.

—¿Me dejó practicar en su casa cuando creía que fallaría? Podría


haber incendiado el lugar.

Ramona negó con la cabeza.

—Beatrix no sintió ningún fuego dentro de ti. No creemos que las


marcas de quemaduras que vimos fueran lo que pensábamos. Tu energía
es poderosa y no se está utilizando como debería. No puedes cambiar. No
lo estás dejando salir libremente. Entonces, cuando tiene la oportunidad
de escapar, el poder quiere correr caliente y rápido.

—Entonces, ¿es como quemaduras por fricción de las moléculas


dentro de mí? —pregunté.

Embry tosió.

—Nerd.

Lo que sea. La ciencia fue una de las clases que más disfruté. Era
agradable tener un concepto humano para comparar la magia dentro de
mí.

—Creemos que sí —continuó Ramona—. Nuestra esperanza es que


cuanto más uses la energía, más podrás canalizarla sin pensar, que se
calmará y no será sobrecogedora. Una vez que puedas hacer eso,
podemos pasar a las tácticas defensivas.
—Eso suena bastante fácil. Trabajaré en administrar la energía en
el interior y les avisaré cuando deje de calentarme. —Me moví para
levantarme, pensando que podría hacer el resto del entrenamiento por mi
cuenta.

Embry se rio.

—¿A dónde crees que vas?

—Eh, ¿afuera?

Serene se reunió con nosotras y me arrojó una botella.

—Bebe eso. Luego vamos de nuevo.

—¿Qué es? —pregunté.

—Té de hierbas —respondió ella demasiado rápido.

No le creí ni por un segundo, pero tampoco pensé que me fuera a


envenenar. Abrí el recipiente y tragué todo lo que pude sin oler ni probar
el líquido. Eso solo duró unos segundos antes de que comenzara a tener
arcadas.

—En serio. ¿Qué es eso? —pregunté mientras me limpiaba la boca


con la palma de la mano.

—Un poco de menta, manzanilla, ashwagandha1, cannabidiol2 y


algunos secretos familiares que nunca me sacarás de la cabeza —
respondió Serene.

Eso último hizo que pareciera que iba a comenzar a desear el sabor
de los humanos, y traté de no enloquecer.

Serene me quitó la botella.

—Cada día que empieces a entrenar, tendrás que tomar unos


cuantos tragos de esto. Te ayudará a concentrarte hasta que seas capaz
de hacerlo por tu cuenta.

Nota personal: resolver esta mierda solo para no tener que volver a
probarla nunca más.

1 Ashwagandha es un arbusto de hoja perenne que crece en Asia y África. Se usa comúnmente
para tratar el estrés
2 El cannabidiol (CBD) es una sustancia química de la planta Cannabis sativa, también conocida

como cannabis o cáñamo. Una forma específica de CBD está aprobada como medicamento para
las convulsiones.
—De acuerdo. Me aseguraré de no olvidarlo. —Incluso mientras
decía las palabras, sentí que el zumbido normal de mi mente se
aquietaba. Tal vez no estaba tan loca después de todo.

—Ahora, salgamos y aprovechemos la energía que nos rodea —dijo


Serene, saliendo por la puerta principal.

Miré a Ramona y Embry.

—¿Están seguras de que ella es la mejor persona para ayudarme?

—Serene no es la loba más fuerte, pero es el miembro de la manada


con más conocimientos. Hasta que estés lista para la autodefensa, ella es
tu mejor apuesta —respondió Ramona.

Embry me rodeó con el brazo.

—Pero no te preocupes. Estaremos aquí en cada paso del camino.


28

Durante los primeros días estaba segura de que mi libertad estaba


al alcance de la mano y que iba a poder mostrarle al destino el dedo
medio. Comencé a canalizar más energía durante el día sin tener que
concentrarme únicamente en ella.

Cada vez que tenía éxito me hacía más fuerte. Lo único que me
fastidiaba era que no había visto a Roman ni una sola vez desde nuestra
discusión en su oficina. Embry y Ramona tampoco lo habían
mencionado, y me las había arreglado para evitar al resto de la manada
desde el incidente del molino.

Después de que supe que la manada quería que me fuera, hice todo
lo posible para mantenerme alejada. No quería estar donde no me
querían, y si para Roman era tan fácil mantener la distancia, no había
estado tan apegado para empezar. Al menos, eso era lo que me decía a
mí misma.

Se suponía que hoy era el primer día que comenzaba el


entrenamiento defensivo. Aunque Serene no estaría directamente
involucrada en esta parte, todavía esperaba verla cuando llegamos al
campo, pero en cambio, solo estaba Ramona.

—Cait. Embry. —Nos sonrió a los dos.

—¿Dónde está Serene? —pregunté.

—Tenía algunas cosas que hacer hoy, pero se unirá a nosotras


mañana. No hay razón para que no podamos continuar sin ella —
respondió Ramona. Me alegré de que no hubiera hecho las cosas
incómodas entre nosotras dos y mis reservas habían sido infundadas.

Mientras trataba de canalizar mi energía, Embry saltó sobre mí. Mis


reflejos eran más lentos de lo que me había acostumbrado en los últimos
dos días, pero al menos no me estrellé contra el suelo.
—Concéntrate, Cait. Eso fue demasiado lento —espetó Ramona
mientras retrocedía.

Nunca me había gustado mucho el ejercicio físico, y realmente


lamentaba esa decisión. Embry había tratado de enseñarme algunos
movimientos simples que parecían fáciles al principio, pero con un golpe
hoy mi cuerpo estaba dolorido y lento.

—Tal vez es demasiado pronto —dijo Embry mientras me rodeaba,


rebotando sobre las puntas de sus pies.

Negué con la cabeza.

—No estoy bien. Otra vez.

Embry frunció el ceño, pero me escuchó. Me preparé y recordé sus


instrucciones anteriores. Equilibre mi peso, me concentre en dónde
estaban los pies de mi atacante y recordé respirar.

Las palabras eran fáciles de entender, pero no tan fáciles de


completar cuando alguien se lanzaba hacia mí, listo para atacar.

Embry me golpeó de nuevo. Esta vez, fui directamente con el culo al


suelo. Era mi mejor amiga, alguien en quien podía confiar. Era difícil de
creer que realmente estaba tratando de lastimarme, y me preguntaba si
era por eso por lo que no podía canalizar la energía para defenderme.

Me ayudó a levantarme y suspiré.

—Lo siento. Quizás tengas razón.

Ramona se acercó.

—Esto podría ser un efecto secundario de… —En lugar de terminar,


Ramona compartió una mirada con Embry.

Tenía la sensación de que sabía lo que Ramona quería decir y estaba


agradecida de que no lo hubiera hecho. Necesitaba poder hacer esto sin
Roman. Ruptura limpia. Era lo que necesitaba, y no sería tan cruel como
para arrastrarlo de vuelta cuando nada había cambiado.

Todavía quería el control más de lo que lo quería a él.

Lo cual parecía totalmente estúpido. Sabía a lo que estaba


renunciando. La oportunidad de un amor épico. Una familia. Un lugar
seguro con un hombre que me deseaba. Estar cerca de mi mejor amiga
todos los días. Nada debería compararse con esas cosas.

Excepto que no podía salir de mi propia cabeza.


Roman me había echado un vistazo y “sabía” que yo era suya. Algo
dentro de él, un poder mágico, le dijo que yo era su compañera perfecta.
Era demasiado forzado. No podía dejar pasar eso.

Llámalo terquedad, inteligencia o de voluntad fuerte, como quiera


que alguien quisiera verlo. Lo consideraba protegerme.

Si alguien pudiera aceptar un compañero tan fácilmente, también


podría desestimarlo. ¿Y si yo no era todo lo que Roman quería? ¿Y si se
alejaba de mí?

Tenía que saber que era capaz de cuidar de mí misma antes de tomar
cualquier otra decisión, y eso significaba rechazarlo. Tal vez el futuro
traería diferentes opciones, pero por ahora, estaba sola.

Bueno, con Embry y supuse que Ramona y Serene también.

Embry y Ramona se siseaban mientras yo tenía mi autorreflexión,


pero estaba harta de que me mimaran.

—Eso es suficiente. No soy una flor delicada. Pueden decir su


nombre a mi alrededor. Sé que todavía existe.

—Se ha ido desde ese día, ¿sabes? —dijo Embry.

Mis ojos se abrieron.

—¿Roman dejó la manada?

Ramona asintió.

—Se supone que debe regresar hoy. Solo necesitaba tiempo.

Eh. Bueno, bien por él por tomarlo.

—¿Crees que el hecho de que hayamos estado separados me está


debilitando? —pregunté.

Ramona se echó el cabello hacia atrás y entrelazó las manos.

—Posiblemente. Me gustaría pensar que no dependemos tanto de


nuestros compañeros, pero dado que ustedes dos nunca se unieron,
están en un lugar extraño con el que la mayoría de los lobos no tienen
que lidiar.

—Suena mucho como la marca también —murmuré.

Embry me empujó con la cadera.

—Sé que puede parecer que no estamos llegando a ninguna parte,


pero solo han pasado dos semanas desde que obtuviste esa marca. No
seas dura contigo misma y no apresures las cosas.
—Pero necesito hacerlo. No es que sea bienvenida aquí. Sé por qué
practicamos todo el camino hasta aquí. Por qué Serene es la única que
ayuda. No puedo quedarme aquí durante mucho tiempo —dije.

Ramona sonrió, todo lo contrario de lo que pensé que haría.

—¿Recuerdas al hombre que salvaste?

Asentí. ¿Como podría olvidarlo? Casi se había hecho matar porque


no quería escucharme.

—Bueno, él fue uno de los que más se quejó de ti. No es tu fan, de


ninguna manera, pero se ha calmado. Además, la manada es como la
escuela secundaria con sus chismes. Todo el mundo sabe lo que hiciste.
Que arriesgaste tu vida por uno de los suyos. Eso cambia las cosas para
muchos de ellos —dijo Ramona.

—Entonces, ¿por qué siento que ustedes me han estado


escondiendo? —pregunté.

Embry hizo una mueca.

—Pensé que te haría sentir más cómoda. Debería haber preguntado.

Agité una mano.

—Como sea. Me alegro de que no todos me odien.

—Nadie podría odiarte jamás, Cait —dijo Embry.

Ja. Apuesto a que Roman lo hacía.

—¿Qué tal si nos tomamos el día libre? Has estado trabajando sin
parar desde el accidente. Es posible que te hayas curado rápidamente,
pero el descanso es igual de importante —dijo Ramona, y estuve de
acuerdo con ella.

—¿Podemos ir a la ciudad? ¿Cenar allí y caminar? —pregunté,


recordando que no había llegado a hacer eso antes.

Embry sonrió.

—Puedes apostarlo. Vamos a ducharnos y cambiarnos, luego


saldremos. Podemos disfrutar del día y luego acostarnos temprano.

Me giré hacia Ramona.

—¿Quieres venir?

—Tan divertido como suena, disfrútenlo. Me gustaría estar aquí


cuando vuelva Roman —respondió.
Lo dejé así, no queriendo decir mucho más sobre él. En cambio, me
concentré en tener un día de actividades humanas normales.

Ya era hora.

El día fue un fracaso. Pensaba que visitar un pueblo pequeño sería


divertido e interesante, pero resulta que los domingos, el lugar es
esencialmente un pueblo fantasma. El único lugar abierto era la
gasolinera e incluso eso solo tenía un empleado trabajando que vivía en
el segundo piso.

—¿Quieres que conduzcamos hasta el siguiente pueblo? Tal vez sea


mejor. Había olvidado qué día era porque no había estado trabajando —
dijo Embry cuando volvimos al jeep.

—No, no es gran cosa. Tal vez podamos pedir películas en línea y


jugar en tu casa —dije, tratando de no estar decepcionada.

—Eso suena como una idea fantástica. Iré a escondidas a la casa de


la manada y tomaré algunos bocadillos también. Nos estamos quedando
sin dinero en mi casa. —Sonrió mientras conducía, e hice todo lo posible
para estar feliz por el cambio de planes, pero sin la distracción de algo
nuevo no podía dejar de pensar en otras cosas.

Roman había dejado su manada por mi culpa. Lo había lastimado y


odiaba eso. Además, me preguntaba cuánto tiempo tendría que lidiar con
los efectos de nuestro vínculo. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que
pudiera volver a ser yo?

Mañana tendría que preguntarle a Serene sobre algunos libros más


de la biblioteca. Sabía que Roman había dicho que era bienvenida, pero
ya no parecía estar bien. No intentaría mantener la distancia del resto de
los cambiaformas ahora que no me odiaban, pero seguiría evitando a
Roman.

Sobre todo no sabía qué decirle. Había demasiada culpa que no


debería estar allí. Hice lo que era mejor para mí, y ese debería ser el final.
“Debería” parecía ser la palabra clave.

Llegamos de nuevo a la manada y fuimos directamente a casa de


Embry. Traté de decirme a mí misma que no buscara señales de la llegada
de Roman, pero era difícil no hacerlo. No porque necesitara verlo, sino
porque sería bueno saber si necesitaba evitar ciertos lugares.

—¿Quieres ir a elegir un par de opciones de películas mientras


compro comida? —preguntó Embry mientras mi estómago gruñía.
—Date prisa con la comida —fue mi única respuesta mientras me
dirigía al interior.

La casa estaba en silencio, y mis pensamientos eran ruidosos. No


era una buena combinación. Agarré mi teléfono y puse música mientras
buscaba algo que ver.

Me estaba costando mucho decidir entre uno tan cursi de la que


pudiéramos burlarnos o algo con más acción para no tener que
preocuparme por demasiado romance. Ciertamente no estaba de humor
para eso.

Agregué varios a la lista de observación y pensé que Embry podría


reducirla cuando regresara. Mirando mi teléfono me di cuenta de que ya
habían pasado casi treinta minutos desde que se había ido. Mi estómago
comenzó a retorcerse en nudos mientras mi energía se arremolinaba.

Algo andaba mal.

Traté de llamar a su teléfono celular, pero fue directamente al correo


de voz. Asomándome por la ventana no vi nada fuera de lo normal, pero
mi corazón seguía latiendo como loco.

No tenía el número de teléfono de nadie más, y no me importaba


hablar, así que tenía que quedarme quieta o ir a revisar las cosas.

Tal vez todo estaba bien. Tal vez Embry se lio con cosas de
contabilidad. Dejo de trabajar varios días solo por mí. Sí, probablemente
era eso. Alguien la necesitaba para algo, y no podía escapar una vez que
la encontraban.

Paseé por la sala de estar durante otros cinco minutos antes de tener
suficiente.

—Al diablo con esto —dije, mientras tomaba mi teléfono y salía por
la puerta.

Mi energía estaba actuando errática. Necesitaba recordar respirar.


Embry era una cambiaformas. Era fuerte e inteligente. No le había
pasado nada. Estaba siendo ridícula.

Mis pasos se aceleraron a medida que me acercaba a la casa de la


manada. Un grupo de personas se dirigía en la misma dirección, y me
puse aún más nerviosa hasta el punto de temer que un ataque de pánico
estuviera cerca.

Los cambiaformas tenían buen oído. Sabrían que mi corazón estaba


acelerado. Tenía que calmarme de una puta vez. No había nada de malo
si la gente simplemente caminaba.
Reconocí a dos de ellos de mi primer día en la manada. Saludé,
tratando de actuar casual.

—Hola, Ginger —le dije a la chica y no podía recordar el nombre del


chico.

—Hola, Cait. ¿Te unirás a la manada para el almuerzo? Vamos a


tener una celebración especial hoy —dijo sin hostilidad en su voz.

—Oh, um, bueno, en realidad estaba buscando a Embry. ¿La has


visto? —pregunté, aunque tenía curiosidad por lo que estaban
celebrando.

Uno de los otros dio un paso adelante.

—Se fue con Serene. No estoy seguro de adónde iban.

Extraño. Hubiera pensado que Embry me llevaría.

—Bueno, eso explica por qué no volvió entonces. Iré a esperarla.


Chicos, disfruten su almuerzo —dije, sin sentirme cómoda yendo a algo
así sin Embry.

—¿Estás segura de que no quieres unirte a nosotros? —preguntó


Ginger.

—¿Quién no se une a nosotros? —La voz de Roman sonó desde la


puerta que se abría.

Tanto por evitarlo.

—Cait. Dijo que va a esperar a Embry —respondió la otra chica.

Román asintió.

—¿Pueden todos ayudar a Rose a sacar la comida, por favor?

Mierda. Quería hablar. Traté de retroceder lentamente, pero sus ojos


se encontraron con los míos y me congelé. Odiaba que me afectara tanto.
Más aún, odiaba no saber qué era real o inventado.

Una vez que los demás estuvieron dentro con la puerta cerrada,
Roman se acercó a mí.

—¿Cómo estás? —preguntó.

—Genial. Mucho control y progreso. Escuché que te fuiste de viaje


—dije.

Se pasó una mano por sus largos mechones.


—Sí, algo así. Me alegro de que estés bien. ¿Estás segura de que no
quieres unirte a nosotros? La manada está comiendo junta en la parte de
atrás. Hay mantas, mesas y los niños correteando. Son las celebraciones
mensuales de cumpleaños. Nadie te molestará.

De hecho, sonaba muy divertido, pero no podía. Aún no.

—Quizás la próxima vez. Estoy muy cansada. Voy a ir a descansar


a la cabaña.

—Sabes que, si vas a estar aquí, se espera que participes en cosas


como esta. La manada se sentirá menospreciada si no lo haces —dijo, y
sus palabras me tocaron la fibra sensible.

—¿Te refieres a la manada que quería que me fuera hace unos días?
—repliqué.

Se acercó más, con un fuego construyéndose en sus ojos.

—No los culpes. Esto es duro para todos nosotros.

Me crucé de brazos, sin retroceder.

—Mis disculpas. Tal vez sería mejor si simplemente me fuera.

—Cait, eso no es lo que quise decir, y lo sabes.

—Ve a disfrutar tu almuerzo, Roman. Estoy cansada —dije.

Asintió.

—Claro. Ve a descansar un poco. Le haré saber a Embry que te vi.

Roman fue a la puerta. Hizo una pausa cuando sus dedos se


envolvieron alrededor del mango. Contuve el aliento, preguntándome si
miraría hacia atrás. Los segundos pasaron mientras el aire se detenía,
pero él no se dio la vuelta.

Maldición. Necesitaba salir de allí.

Empecé a caminar de regreso a la cabaña, ignorando los gritos de


los niños y las risas de los adultos de la parte trasera de la casa de la
manada.

Parece que estaría viendo una película sola esta la tarde. Con suerte,
podría encontrar algo de comida en la cocina de Embry.

Cuando salí al camino, una sombra se movió frente a mí. Saqué las
manos y Serene cayó al suelo.

—Oh, lo siento mucho —dije mientras me apresuraba a ayudarla a


levantarse.
Me siseó, luego forzó una sonrisa.

—Está bien, Cait. Venía a buscarte. Encontré algo que podría


resultarle útil.

Mi marca latía.

—Pensé que estabas con Embry.

—Ahora está en la casa de la manada. Quería consultar con ella


antes de hablar contigo. Vamos. —Serene me agarró, pero tiré de mi
mano hacia atrás.

—¿Que encontraste? —pregunté, dudando en ir con ella. Estaba


actuando más extraña que de costumbre.

—Algo que has tenido demasiado miedo de pedir —dijo con alegría.

Le devolví la mirada, confundida.

—No entiendo.

—Tengo una manera de romper tus lazos aquí. Puedes liberarte de


todos, Cait.
29

Serene me condujo a lo profundo de los árboles. Cuanto más nos


alejábamos del área principal de la manada, más me gritaba mi sistema
de advertencia interno. Serene era rara todos los días, pero su silencio y
prisa por alejarse de la manada eran sospechosos.

—¿Por qué no vamos a tu casa? —pregunté.

—Porque cosas como esta requieren espacio —respondió ella sin


disminuir la velocidad.

La alcancé.

—Espera un minuto. ¿Qué es lo que me vas a hacer?

Se burló de mi mano envuelta alrededor de su antebrazo.

—Primero, no me toques. Segundo, voy a darte lo que quieres. ¿O


has cambiado de opinión?

—No sé. No me estás diciendo nada. Por supuesto, quiero estar libre
del vínculo de pareja y poder tomar mis propias decisiones, pero no a
cualquier costo. Beatriz ya nos avisó. Ahora, dime qué estamos haciendo
aquí.

Los ojos de Serene se entrecerraron, más oscuros de lo normal.

—¿Por qué tienes que hacer tantas preguntas? Me estás haciendo


pensar que eres una desagradecida. ¿Es eso lo que eres, Cait? ¿Solo otro
humano desagradecido?

El shock me atravesó.

—¿Qué sucede contigo?

Se enderezó, calmándose un poco después de una respiración


profunda.
—Lo siento. Ha sido un largo día. Sería muy útil si dejaras de hacer
preguntas. Ya hablé con Beatrix. Ahí es donde estaba hoy. Sé lo que estoy
haciendo.

Sí, eso no funcionaba para mí.

—Solo dime por qué estamos aquí solas —dije.

Serene dio un paso hacia mí, poniéndose en mi cara.

—Porque estamos manteniendo a todos los demás a salvo. No


querrías que tu energía se volviera contraproducente y lastimaras a
alguien que estuviera demasiado cerca, ¿verdad?

—¿Qué quieres decir? —Si antes estaba preocupada, ahora me


estaba volviendo loca.

El poder se arremolinaba dentro de mí, tratando de liberarse, pero


era más débil, más que antes ese día.

—Quiero decir que si quieres que se rompa el vínculo, entonces


tenemos que sacar la magia de ti que lo creó. Sé cómo hacer eso ahora.
Entonces, movámonos antes de que terminen las celebraciones y haya
lobos corriendo por el bosque. Como dije, no querrías que nadie saliera
lastimado, ¿verdad?

—¿Puedes romper el vínculo y quitarme las cosas sobrenaturales?


—pedí una aclaración.

—Jesús, niña. Eres lenta. —Serene tiró de mi brazo, y apenas me


mantuve de pie mientras la seguía.

No sabía mucho sobre este mundo, pero esto no me estaba sentando


bien. Serene no estaba pensando con claridad. Algo había pasado, y
quería saber qué.

Sin embargo, no iba a ser capaz de dominar a una cambiaformas


lobo, así que me mordí la lengua hasta que Serene finalmente se detuvo.
No sabía cuánto habíamos caminado, pero sentí que nos habíamos ido
durante casi una hora cuando dejó de tirar de mí.

Ella se giró, con una sonrisa en su rostro.

—Está bien, Cait. Veamos lo fuerte que eres realmente.

Levanté la mano.

—Espera un minuto. No estoy segura de querer hacer esto. Debo


tener en cuenta a Embry. ¿Por qué no vino contigo?
—Realmente quería estar aquí, pero como dije, la gente podría salir
lastimada. Era más seguro para ella quedarse en la casa. A diferencia de
algunos, no hizo muchas preguntas. Pero no te preocupes, esto solo las
acercará a las dos. ¿No estás cansada de que ella sea tu niñera
constante? Sé que ella lo está.

Abrí la boca para responder, pero no sabía qué decir. Realmente no


había pensado en cómo mi presencia afectaba a Embry.

La mejor amiga que pensé que conocía me habría dicho si yo era una
molestia para ella, pero tal vez Embry en persona y con quien chateé por
video no eran del todo iguales. No había conocido a la verdadera hasta
que llegué a Texas.

—¿Recordaré algo de esto cuando la magia se haya ido? —pregunté


una vez que decidí dejar atrás la ausencia Embry.

—Oh, por supuesto. No te preocupes —dijo Serene, luego se


apresuró hacia un árbol mientras me quedaba sola.

¿Era esto realmente lo que quería? No quería que se decidiera mi


futuro, pero estaba empezando a dominar mi energía. ¿no era así? Hoy
había demostrado que se estaba debilitando, posiblemente porque había
alejado a Roman. Sin embargo, no pude romper la conexión con Roman
para descubrir cuánta verdad contenía sin perder la magia.

No parecía correcto que tuviera que renunciar a todo o continuar la


batalla cuesta arriba que acababa de comenzar. Por otra parte, que me
impusieran la marca tampoco era justo. La vida era una perra así a veces.

Podría hacer esto. Podría dejarlo todo y encontrar el camino de


regreso a mi antigua vida. La que no incluía mucho de nada, pero era al
menos predecible. Podía tomar mis propias decisiones y saber que no
había nada más que influyera en ello.

Además, no era como si Serene me dejara morir. Me había estado


ayudando y confiaba en ella, incluso si estaba actuando más loca de lo
normal.

Serene regresó con una daga en sus manos. Di un paso atrás.

—Ay, cálmate. no te voy a apuñalar. Esto es realmente para mí —


dijo Serene.

Me concentré en mí misma cuando apuntó la hoja a su palma. Mi


energía era incluso menor que antes. Ni siquiera mi marca latía por más
tiempo. Tal vez no necesitaba que Serene hiciera nada por mí. Tal vez
podría alejarme.
O tal vez no tenía idea con lo que estaba lidiando y necesitaba confiar
en aquellos a mi alrededor que habían crecido alrededor de la magia y lo
sobrenatural.

Lo único que sabía con certeza era que no quería estar atada a nada
ni a nadie. Solo necesitaba ser libre. Esa era la solución más segura.

—Si no quieres salir lastimada, necesito que te quedes muy quieta.


No importa lo incómodo que sea esto. ¿Lo entiendes? —preguntó Serene.

—¿Estás segura de que no moriré? Beatrix dijo que había una


posibilidad de que pudiera.

—Como dije, ya hablé con ella. ¿No confías en mí? —preguntó


Serene, y al instante me sentí mal por haberla cuestionado.

—Sí. Solo quería asegurarme —dije.

Mierda, solo necesitábamos terminar con esto antes de que perdiera


los nervios.

—Bien. Ahora, quédate quieta. —Las manos de Serene agarraron


ambos lados de mi cara y el calor quemó mi piel. No del mismo tipo de
mi energía, sino del tipo que realmente se sentía como si estuviera
quemando mi piel.

Mi mandíbula se tensó mientras mis músculos picaban por golpear


a Serene en su rostro arrugado. Excepto que, cuando me enfoqué en ella,
las arrugas se suavizaron y sus ojos estaban completamente negros.

—¿Serene? —pregunté.

—Cállate, humana —La voz ya no pertenecía a Serene, y me di


cuenta demasiado tarde por qué parecía tan diferente.

Esto no era Serene.

No tenía idea de quién era esta mujer, pero mientras más magia
presionaba dentro de mí, más parpadeaba su imagen ante mis ojos hasta
que cambió por completo. Atrás quedaron las canas y las arrugas. En su
lugar había cabello largo y rubio y piel suave como el alabastro.

—¿Quién eres tú? —exigí.

—Alguien a quien vas a hacer muy poderosa —respondió, y me vino


a la mente mi conversación anterior con Beatrix. Esta mujer era una
bruja que quería tomar mi energía. No estaba rompiendo mi conexión con
Roman.
Sin embargo, ella no parecía tener el control de su magia, lo que me
decía que no iba a hacerla poderosa, que iba a matarnos a los dos. Beatrix
había dejado muy claro que tomar lo que fuera que había dentro de mí
no era una tarea fácil y necesitaba una preparación adecuada, algo que
estaba segura no incluía arrastrarme a través de un bosque y sacarme la
energía a la fuerza.

Envolví mis dedos alrededor de sus manos, tratando de apartarla de


mí, pero ninguna cantidad de fuerza que pude reunir hizo la diferencia.

La falsa-Serene se rio en mi cara.

—Pobre humana lamentable. ¿No pensaste que estaría lista para


esto? Has estado debilitándote todo el día preparándote para este
momento. Nada me impedirá terminar mi tarea. Ahora, por última vez,
quédate quieta mientras tomo lo que es mío, o te mataré,
independientemente de lo que mi jefe quiera.

Al darme cuenta de que podía estar equivocada y tal vez estar


preparado no era tan complicado como Beatrix había hecho sonar, tuve
que esforzarme más para escapar. No me daría la vuelta y moriría. Si no
podía dominarla al menos podía hablar lo más alto posible, con la
esperanza de que alguien me escuchara y llegara antes de que fuera
demasiado tarde.

—Te matarán —dije justo antes de respirar hondo y gritar desde el


fondo de mis pulmones.

La psicópata no podía cubrir mi boca sin soltar el control que tenía


sobre mi cabeza. Con oído de lobo, alguien tenía que captar mis gritos.
Al menos, esperaba como el infierno que lo hicieran.

—Grita una vez más y te romperé el cuello —Se burló la falsa-Serene.

—No vas a sobrevivir a esto. Mi energía nos matará a las dos antes
de que te permita tomarla —amenacé.

Ella sonrió.

—No tienes idea de lo que estás hablando. Solo necesito tomar mi


pago y luego llevarte con el hombre que me contrató. Ahora, deja de
pelear conmigo y renuncia a la energía de la que estabas tan ansiosa por
deshacerte antes.

Hija de puta. Esto no era bueno.

Estaba mejor muerta, por lo que parecía, así que decidí arriesgarme
a lanzar otro grito. Si necesitaba llevarme con alguien más, podría tener
la oportunidad de llamar la atención de uno de los lobos.
Justo cuando abrí la boca, escuché un aullido romper el bosque
silencioso.

—Parece que voy a tener que cambiar mis planes. Sé una buena
chica y no te muevas —dijo mientras me tiraba al suelo.

No tenía ninguna intención de quedarme quieta, pero no podía


moverme. Mis músculos estaban agarrotados, y el poder picaba a lo largo
de mi piel. Mi vista al menos me permitía ver lo que sucedía a mi
alrededor.

La mujer que supuse que era una bruja estaba de espaldas a mí y


estaba abriendo una especie de grieta en el aire. En unos pocos segundos,
el agujero era lo suficientemente grande como para atravesarlo y negro
del otro lado.

Se agachó para recogerme del pelo. Grité por el dolor, y los gruñidos
sonaron a nuestro alrededor mientras retrocedía hacia la abertura.

—Lo siento, perros. Es hora de que nos vayamos —Se burló la mujer.

El lobo de Roman se abalanzó sobre nosotras y mi corazón se


hundió. Nunca lo volvería a ver. Nunca vería a Embry tampoco. Tomé la
decisión equivocada, y esta era mi consecuencia.

—Lo siento —susurré mientras Roman se abalanzaba sobre


nosotras solo una fracción de segundo demasiado tarde.

La grieta nos tragó, y mis últimos pensamientos no fueron nada


optimistas mientras la conciencia se desvanecía.

Cometí un error. Uno que nunca podría deshacer.


30

Cait se había ido.

Alguien la había sacado de mi protección, e iba a cazar a todos los


involucrados. Incluso si fuera lo último que hacía, prometí perseguirlos
hasta los confines de la tierra y matarlos a todos.

No me importaba que ella me hubiera rechazado. Cait era mía para


protegerla.

Mi compañera.

Es nuestra, gruñó mi lobo.

Una furia que todo lo consumía nos alimentó mientras soltábamos


un aullido ensordecedor, indicando a la manada que había llegado una
pelea a nuestra puerta y que no retrocederíamos.

Mis patas golpeaban la tierra cuando comencé a correr y seguí el


olor de la bruja que planeaba hacer pedazos.

Tenía que recuperar a Cait. No dejaría que la mirada angustiada en


sus ojos cuando no pude salvarla fuera la última imagen que tuviera de
mi compañera.

Continuará…
Enfrentar el destino es el único camino a seguir.

Pensé que sabía lo que


necesitaba, pero todo lo que hizo falta
fue un secuestro y una experiencia
cercana a la muerte para mostrarme
lo equivocada que había estado.
Equivocada acerca de mi nueva vida,
las personas en ella y quién se
suponía que debía ser.

Finalmente soy la sobrenatural


que estaba destinada a ser, incluso si
las cosas no hubieran salido según lo
planeado. Ahora, es el momento de
liberar mi control y ver qué sucede
cuando lo suelto.

Perder a Cait despertó un miedo


dentro de mí que nunca antes había
sabido que existía. Se ha convertido
en más de lo que esperaba y, sin embargo, nada está saliendo como yo
quería.

Los problemas nos esperan a cada paso y cuanto más trato de


proteger a Cait, peor parecen ponerse las cosas. Cuando no me quede
otra opción, tendré que confiar en el destino incluso cuando todo se
derrumba a nuestro alrededor.
Si eres nuevo en Mystics and Mayhem, ¡bienvenido! ¡Este es un
mundo que comencé con mi serie Broken Court y que espero escribir en los
próximos años!

No es necesario leer todas las series ambientadas en este universo,


ya que todas se pueden leer de forma independiente sin miedo a los
spoilers, ¡pero espero que las leas! Hasta ahora, solo hay tres de ellas, mis
libros sobre hadas oscuras, vampiros y este de cambiaformas. ¡Puedes
esperar brujas y más a medida que pasa el tiempo!

Si ya has leído Broken Court, ¡es posible que veas un personaje


familiar en este primer libro y espera aún más a medida que Luna Marked
continúa!

Serie Broken Court

Dark Fae Cursed

Dark Fae Freed

Dark Fae Unrivaled

Serie Luna Marked

Wolf Kissed

Wolf Taken

Wolf Mated

Serie Scorned by Blood

Vampire Heir

Vampire Ash

Vampire Vow

Serie Fated to the Wolf

Shifted Magic
Heather Renee es una autora bestselling del USA Today que vive en
Oregón. Escribe novelas de fantasía urbana y romance paranormal con
una mezcla de aventura, humor y descaro. Su amor por la lectura
eventualmente la llevó a su pasión por la escritura, dándole el don del
escapismo.

Cuando Heather no está escribiendo, está pasando tiempo con su


amado esposo y su hermosa hija, viviendo sus propias aventuras.

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