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LAS MUJERES Y SU VOTO EN LA DICTADURA DE PRIMO DE

RIVERA

El 8 de Marzo de 1908, 129 trabajadoras murieron en un


incendio en una fábrica textil en Nueva York, ese año 40.000
trabajadoras se habían declarado en huelga para reclamar una
serie de mejoras como salarios más altos o el derecho a
afiliarse a un sindicato.

En el año 1910 se establecía el día 8 de Marzo como dia


Internacional de la Mujer a propuesta de dos miembros del
partido socialista alemán.

En España el 8 de Marzo de 1924, el general Primo de Rivera


otorgó el voto administrativo a la mujer. ¿Fué casualidad o se
escogió tan señalado día?. Se autorizó “un voto femenino con
restricciones” en el solamente podían votar en las elecciones
municipales las mujeres mayores de 23 años que estuvieran
“emancipadas”. Quedaban excluidas al derecho de voto las
mujeres “casadas” y las “prostitutas”.

En la época de la dictadura de Primo de Rivera hubo un


importante desarrollo del feminismo sobre todo en la
participación política de la mujer y la obtención del sufragio.

Mientras en Inglaterra y EEUU se unían y luchaban por obtener


su derecho al voto, en el comienzo de las reivindicaciones de
las mujeres en un principio no contaron con el apoyo de los
sindicatos y partidos obreros, acusando que el voto de las
mujeres era un capricho de las burguesas y esto retrajo a que
las obreras no participaran en apoyar políticamente esta
reivindicación, aquí en España hubo algunos conatos de aprobar
leyes para el voto femenino pero siempre fueron rechazados.

Hasta la Iglesia Católica, levantó la prohibición de la


participación activa de las católicas en la política, dando de
forma velada la aprobación al voto femenino y a través de
Acción Católica de la Mujer, las mujeres católicas empiezan a
reivindicar sus derechos civiles y políticos.
En España la posición de los partidos socialistas con este tema,
solo se preocuparán de la organización sindical de las obreras,
descalificando los movimientos feministas por considerarlos
burgueses, a pesar de que el Congreso de la Internacional
Socialista de 1907 se declaró partidario de la lucha por el voto
femenino, esta se debía de realizar desde partidos de clase del
proletariado, y estos fueron siempre remisos en aceptar los
principios de igualdad entre hombres y mujeres.

El Estatuto Municipal, promulgado el 8 de Marzo de 1924,


otorgaba por primera vez en España el voto a las mujeres, se
alegaba que la soberanía municipal reside en el pueblo y debía
ser expresada a través del sufragio. Y no solamente podían
votar, también podían se elegibles, es decir concejales, con el
requisito de ser mayor de 25 años, el mismo que se pedía a los
hombres.

En Abril de 1924 se publica un Decreto para la depuración del


Censo Electoral, en donde se reiteraba la concesión del voto a
la mujer, que a pesar de las limitaciones del número de
votantes fue considerado como un logro alcanzado en el avance
sufraguista. Andrés Soto, dirigente del PSOE, apreciaba esta
concesión hecha (no derecho) a las mujeres como un avance
para transformar la sociedad capitalista y sugería la necesidad
de cambiar la estrategia de dejar al margen el movimiento de
redención de la mujer. El socialismo debía de encargarse
también de expandir sus ideas entre las mujeres y no consentir
que sus reivindicaciones fueran monopolizadas por la iglesia.
( ¿Si la iglesia no apoya a la mujer en sus reivindicaciones, lo
hubiera hecho el partido socialista?

De cualquier forma la concesión del voto a la mujer se


enmarcaba en un plan mucho más ambicioso de reforma de las
Instituciones. Pero tuvo una fuerte contestación, por quienes
alegaban que la mujer dependía del hombre, fuese como esposa
o hija, no podía tener derecho a votar. Habia medios de
comunicación y políticos que apoyaban el sufragio femenino
aduciendo que la injusticia que se cometería si esto no se
lograba y también argumentos futuros sobre la “eterna” no
oportunidad de conceder el voto a la mujer, además de señalar
el poco interés social que este tenia y el insignificante
movimiento feminista español y añadían la sospecha de que en
España los que más insistentemente habían pedido el voto para
la mujer habian sido hombres de la extrema derecha.

Manuel Azaña escribió: “Doña Fulana de Tal: Vota;” en el


articulo defendía la capacidad, igual que la del hombre de votar
de las mujeres, y que el posible refuerzo del conservadurismo
gracias al voto de la mujer no era razón para negarle su
derecho. Esta postura tan clara de Azaña en 1924 no
permanecería en Octubre de 1931, cuando en la Cortes
Constituyentes de la II República se votara a favor del sufragio
universal en igualdad de condiciones que el hombre, recurriendo
al tópico de la “no oportunidad” de la concesión del voto a la
mujer en aras de la salvación de la República.

Algo a tener en cuenta en esta época es que a pesar de ser una


propuesta escasa en relación con otros países, era un gran
avance en comparación con Francia, donde la mujer aún no
había conseguido el voto administrativo.

A pesar de todo a partir del 1 de Abril de 1924 con la renovación


de los Ayuntamientos, permitió a la mujer participar
activamente desde un primer momento en las instituciones
municipales, gracias a su nombramiento como concejal o
alcaldesa o teniente de alcalde.

Al tiempo las feministas españolas, relegaron sus


reivindicaciones como tales, priorizando sus ideologías
políticas. Esto debilitó en gran medida el movimiento
sufraguista español. El feminismo católico y el socialista habían
colaborado en Europa para conseguir derechos legales y
económicos, y en Alemania las diputadas adoptaron un acuerdo
común en las cuestiones relacionadas con el feminismo.
Mientras en España, el feminismo socialista y el feminismo
católico, no tenían esperanza de entenderse, tenían que ser
forzosamente antagónicos. Las tensiones politicas y sociales
estaban llegando a un punto que hacia imposible que las
feministas de diferentes ideologias encontraran ciertas bases
comunes y despojaran a su campaña de todo sectarismo
político. (Igualito que ahora)

Mientras tanto Primo de Rivera mantenía su apoyo a las


mujeres, no solo en ámbitos políticos, sino también culturales.
Se propone por primera vez la candidatura de una mujer,
Concha Espina, para ocupar un puesto en la Real Academia de
la Lengua.

El caso de la colaboración de las mujeres comprometidas en la


causa feminista fue desigual. En ningún caso se dio una actitud
colectiva. Mientras unas mujeres aceptaban cargos en los
“comités paritarios” otras los rechazaban. De cualquier forma,
feminista o no, las mujeres participaron durante la Dictadura de
Primo de Rivera, siempre que se les brindó la oportunidad. Es de
destacar la intervención pública de feministas en las Casas del
Pueblo.

En la elaboración del plebiscito que se celebró en 1926, para


saber el apoyo conque contaba Primo de Rivera entre los
españoles, ante la próxima convocatoria de la Asamblea
Nacional, convocatoria que el Rey Alfonso XIII era renuente a
firmar, desde el primer momento el interés de la mujer por
participar de forma activa, fue evidente, inclusive ocupando
puestos de intervención en las mesas. La alta participación de
la mujer sorprendió a derechas e izquierdas, y cada uno dio su
interpretación de los hechos.

En ese año se reconoce a la mujer el derecho a que pueda


intervenir y formar parte de las mesas electorales. En la
Asamblea Nacional Consultiva abierta el 11 de octubre de 1927,
había 13 mujeres que fueron las primeras mujeres que ocuparon
escaño en el Congreso español, destacando la intervención
como un momento histórico para el Parlamento la intervención
la mujer en la política.

A pesar de su carácter consultivo, en el anteproyecto


constitucional, la Asamblea, reconocía el voto político integral
para todos los españoles, sin distinción de sexo, con la
condición de cumplír la edad legal.

El 28 de Enero de 1930 el General Primo de Rivera, presenta su


dimisión. A partir de este momento la mujer vuelve a
convertirse en ciudadano de segunda. Se trataba de retomar,
políticamente hablando, 1923, olvidando el paréntesis de la
Dictadura como si nada hubiese pasado. Para la mujer suponía
perder todos los avances y conquistas, salir de las instituciones
políticas y organismos en donde había conseguido entrar.

Volver a empezar. De los primeros organismos que desaparece


es de los Ayuntamientos. Las mujeres que ocupaban escaños en
el Congreso, vuelven a sus quehaceres habituales y son
cesadas de los diferentes organismos públicos.

El Gobierno elaboró un nuevo censo electoral en el que las


mujeres desaparecieron, justificándolo como la premura para
realizar el nuevo censo, como en su intención de que las
primeras elecciones fueran legislativas, ya que por el Estatuto
Municipal las mujeres tenían derecho al voto, ya que no estaba
derogado. Finalmente el 12 de Abril de 1931, no se realizaron
elecciones legislativas, sino municipales, luego las mujeres
tendrían que haber votado, tenían derecho. Fue su eliminación
del censo lo que se lo impidió. La gran pregunta es, en unas
elecciones que cambiaron profundamente el panorama político
español, si las mujeres hubieran votado ¿habria cambiado el
resultado de los comicios? ¿Habria cambiado la historia?

Está demostrado que la participación de la mujer fue


significativa en la Dictadura de Primo de Rivera, con elecciones
o sin ellas. Su presencia en organismos, instituciones y actos
públicos de carácter político, produjo un cambio en las
mentalidades incluso en el vocabulario, palabras como
“concejala” “alcaldesa” o “diputada”.

Del mismo modo que en política no se pudo volver a 1923, la


situación de la mujer no se pudo revertir, y su consecuencia fue
la aprobación del voto femenino en igualdad con el hombre en
las Constituyentes de la II República de 1931.

https://alboradaenlacueva.wordpress.com/2016/03/28/las-
mujeres-y-su-voto-en-la-dictadura-de-primo-de-rivera/

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